Una Historia de Muerte [Capítulo 21: 07/05/2013]

Apenas amanecía cuando un estruendoso ruido despertó a todos los habitantes del parque de bomberos. Un golpe metálico y muy fuerte. Salieron de sus habitaciones a toda velocidad, buscándose los unos a los otros.

Cuando Naruto y Sakura salieron de la habitación de la chica, lo primero que se encontraron fueron las miradas curiosas de Ino y Hanabi. Y cuando más tarde salieron al pasillo, más allá de algunos a los que la situación de la pareja no se les hacía ni inesperada ni relevante, se encontraron con un sorprendidísimo Kizashi.

- ¿Sakura… Naruto? – balbuceó Kizashi.
- Papá… - murmuró Sakura, dudando un instante.
- ¡Vamos, joder! – exclamó Yuta - ¡Ahora no hay tiempo para tonterías!
- Sí, tenemos que ver qué es lo que ha pasado. – concluyó Sai, pasando bastante rápido por delante de todos para dirigirse a la salida.

Los demás lo siguieron. Lo primero es lo primero. Pero mientras caminaban con cierta tranquilidad, ya que estaban todos a salvo, el ruido estaba claro que no había sido dentro del parque de bomberos y podría tratarse de cualquier cosa… volvieron a oír un golpe, y aunque fue menor que el anterior… lo siguió un grito desgarrado.
Al oírlo todos aceleraron, echando a correr. Cuando Sai llegó a la puerta del camión, dio media vuelta para prevenir a los otros.

- Hay… muchos... muchísimos.
- ¿Qué? – preguntó Ino. - ¿Está pasando un grupo?
- Sí – asintió Sai. – Si podemos llamar grupo a un centenar de infectados.

Se sorprendieron bastante, parecía algo difícil de creer. Kizashi se asomó con mucho cuidado, y retrocedió totalmente pálido.

- Creo… que hay incluso más.
- ¿Cómo es posible? – preguntó nerviosa Hikari.
- Ya sabemos que se mueven a menudo en grupos – explicó Naruto. – A veces es como si deambularan en línea, y van barriendo todo el país... Muchos de los que se encuentran a su paso se unen al grupo.
- Pero… ¿tantos? – preguntó Yuta.
- Esto nos da una idea de lo que queda del país. – anunció finalmente Sai.

Todos lo habían pensado, pero siempre habían elegido pensar que no era verdad, que en alguna parte estaría todo controlado. Pero si eso pasara, no podría existir el grupo que ahora mismo vagaba en masa por la ciudad. Ninguna ciudad podría oponerse a un grupo así. Y mucho menos un grupo de ocho personas.

- Tendremos que hacer guardia. – se apresuró a decir Hanabi. En parte porque no quería que nadie hiciera ningún comentario sobre el grito que acababan de oír y lo que eso significaba.
- Y no podemos salir hasta… que se marchen. – continuó Hikari. – Porque se irán, ¿verdad?
- Más nos vale… - murmuró Ino mientras se miraban entre ellos, inseguros. De pronto, otro ruido metálico bastante más bajo y cercano los sorprendió. Algunos de los zombies estaban chocando contra los portones metálicos del parque de bomberos.
- Vamos a centrarnos. – dijo algo autoritario Kizashi. – Nadie sale, nadie hace ruido y guardias de al menos dos personas aquí y otra más en la azotea.
- Primer turno. – dijo Yuta, levantando la mano. – Voy arriba.
- Está bien. – asintió Kizashi. – Coge tu arma si quieres pero… no la utilices.
- No. Solo os aviso si… no lo sé. Pero os aviso. – farfulló Yuta, encogiéndose de hombros y encaminándose hacia su habitación para tomar su fusil.
- ¡Voy contigo! – exclamó Ino, sorprendiendo a todos, sobre todo al castaño. – Ya sé que no hace falta pero… ¿no es aburrido hacer guardia solo? – Yuta solo asintió, y la chica se limitó a esperar a que volviera de buscar su arma, ya que ella llevaba su pistola encima desde que oyó el primer golpe que la hizo despertarse.
- Sakura. – llamó Kizashi. – Haremos el primer turno aquí, ¿de acuerdo? – su hija asintió, algo nerviosa por la manera en la que se había tenido que enterar su padre de lo de Naruto. – Quédate, ya voy yo a por nuestras armas.
- Entonces voy a intentar retomar el sueño donde lo dejé. – sonrió Hikari. – ¡Hugh Jackman, espero que no te hayas ido muy lejos! – exclamó alejándose hacia el pasillo.
- ¿Quieres que me quede? – le preguntó Naruto a Sakura. – Es cosa de los dos…
- No – interrumpió Sakura. – Si tuviera algo que decir… creo que esto no es por nosotros, sino entre padre e hija.
- Si necesitas ayuda, solo silba. – bromeó Naruto. – Iré a comer algo, ya me he desvelado… - se despidió de las tres chicas que aún quedaban allí con una cómica reverencia, y se marchó.
- Ay… Sakurita. – rió Ino. – ¡Así que al final no pudiste resistirte!
- ¡Mira quién habla! – contraatacó Sakura. Hanabi pasó una mirada de desdén de la una a la otra.
- Se os cae la baba… malditas fangirls… - murmuró, empezando a sentir como sus tripas le decían que el plan de comer algo era el mejor.
- Vamos, Hanabi… - dijo maliciosamente la rubia – A nosotras no nos engañas… No nos irás a decir que nunca has pensado así sobre Naruto, tú que creciste viéndolo a menudo…
- No. No después de los trece años, al menos.
- ¿Entonces quién? ¿Sai? – preguntó bromeando Ino.
- Hay más de un centenar de zombies ahí fuera. – recordó Hanabi, hablando con dureza. – El grito que hemos oído hace poco es de alguien que acaba de ser devorado o convertido, no muy lejos de aquí… He perdido a tanta gente que me produce hasta dolor físico solo recordarlos… Y a los que eran más importantes me vi obligada a matarlos yo misma… No, no me quita el sueño ningún chico que el azar haya puesto conmigo en este parque de bomberos. Lo que no me deja dormir son todos los gritos que he oído como ése… y los que pueden quedarme por oír aún. – se giró para marcharse, hasta que la voz de Sakura la llamó de nuevo.
- Hanabi… no intentamos menospreciar la vida de nadie… solo queremos salir adelante, y tener lo más parecido a una vida normal que nos sea posible. No es fácil… pero frivolizar un poco ayuda.
- Supongo que tienes razón… pero nunca he sabido hacer eso... y ahora aún menos. – suspiró la morena.
- Son solo bromas, de verdad. – explicó Ino. – Ya sabes, no va nada en serio…
- No, no lo sé… - dijo Hanabi encogiéndose de hombros.
- Vaya… - susurró Ino sorprendida. – Hanabi… ¿puede ser… que nunca te hayas enamorado?
- No. – suspiró la morena. – Nunca… - se quedó mirando fijamente a Ino con curiosidad. - ¿Y tú?
- ¿Yo? – preguntó Ino, shockeada. Abrió un poco la boca para responder, pero no pronunció ni una palabra. Hanabi arqueó una ceja, pensando que había removido algún tema delicado, así que se disculpó y se fue.


Cuando llevaban cerca de media hora de guardia y en silencio, Sakura no aguantó más.

- ¿No vas a decir nada, papá?
- ¿Sobre qué? – preguntó Kizashi confundido. Sakura suspiró aliviada, pero ahora era ella la que había sacado el tema.
- Perdona… solo pensé que querías hacer guardia conmigo para hablarme de Naruto.
- Y en realidad, así es. – al oír esas palabras, Sakura sintió como la tierra la tragaba. – No soy tonto, me doy cuenta de que os habéis acostado.
- Eh… - Sakura se detuvo un poco a esperar que su padre continuase, pero como no lo hacía, procuró medir sus palabras. – No sé a dónde quieres llegar…
- Eres mi hija, Sakura… Le tengo mucho cariño a Naruto, pero…
- Papá. – interrumpió Sakura, cerrando los ojos con fuerza de la vergüenza que estaba pasando. – No te ofendas, pero… no creo que debas meterte en que Naruto y yo estemos saliendo. Sé que es pronto… créeme que no es que haya olvidado a Satoshi, pero simplemente ha pasad…
- ¿¡Qué estáis saliendo?! – exclamó Kizashi. - ¡Pensaba que solo os estábais acostando! ¿Y estás contenta con eso? – Sakura asintió, algo reticente por la sorpresa. - ¡Eso es maravilloso!
- Eh… ¿qué?
- Tenía miedo de que por si tuviéramos poco con nuestra situación, os provocarais más problemas y malentendidos vosotros solos. Pero esto es mucho mejor.
- Entonces… ¿todo bien?
- Por supuesto. – Kizashi sonrió y le dio una caricia afectuosa en la mejilla. – Solo quiero que seas feliz.

Padre e hija intercambiaron un cálido abrazo y con todo hablado, volvieron a concentrarse en su guardia.


--------------------------------------------Algo más tarde, en la azotea.


- Míralos… - murmuró Yuta, asomado y mirando a la marea de zombies que deambulaba lentamente por la ciudad. – Qué feos son.
- No son feos… - corrigió Ino, en tono de reproche. – Ni siquiera son personas ya… no tienen la culpa.
- Éstos debían ser feos antes, no hay otra explicación. – bromeó Yuta. – Quizá escogen así a cuáles convierten, los guapos no sirven.
- No digas tonterías, anda.
- No te molestes preciosa, al menos eso te mantendría a salvo. – dijo el castaño, mirándola de reojo.
- … - Ino se quedó pensando un rato, hasta que se ganó una mirada de preocupación de su compañero. – También deberías dejar de decir esas cosas.
- ¿Por qué? – dijo con cierta indiferencia, volviendo a mirar hacia los muertos. - ¿Qué es lo que te molesta?
- Creo… que a veces exageras un poco. No lo entiendo… no creo… que tengas que hablar así solo por que yo te gusto. – dijo Ino cerrando los ojos.
- ¿Gustarme? Qué inocente eres Ino. ¿Qué estás buena? Pues sí, no te voy a mentir. Pero Sakura también... y Hanabi. Cuándo te darás cuenta… de que no solamente me gustas. – contestó Yuta manteniendo la vista fija en los zombies.

Ino abrió mucho los ojos. Ella había empezado siendo directa, pero a esas alturas no se molestaba en hacerse la tonta. Lo que no esperaba de ninguna manera era la insinuación de Yuta.
Vaciló unos momentos. Se sentía halagada con él, más aún con ese tipo de comentarios. Quizá por eso a veces buscase su cercanía, le proporcionaba su ración de autoestima. Pero ella se limitaba a avergonzarse y no responder nada. Y eso le parecía bastante egoísta.

- Yuta… - murmuró. – Tú… eres un hombre muy atractivo. – el castaño dio un respingo y se giró para mirarla con los ojos muy abiertos. Frunció un poco el ceño y la examinó, estaba algo nerviosa y sonrojada. Seguramente solo lo hubiera dicho para no hacerle sentir mal, pero eso le hacía sentir aún peor. Sabía que Ino lo había clasificado como viejo, y era una etiqueta que no se borraría así como así.
- ¿Quién dice tonterías ahora?
- No son tonterías… - parecía que Ino poco a poco recuperaba la entereza. – Hanabi me ha dado una lección sin proponérselo… otra vez.
- ¿Sobre qué?
- Sobre… sinceridad, creo. Porque a veces, por querer evadirnos de la realidad de este mundo… no vemos lo que tenemos frente a nosotros. – por una vez, Yuta se permitió retirarse un poco para ponerse delante de ella.
- ¿Y qué ves enfrente de ti? – en realidad no esperaba una respuesta. Pero para su sorpresa, la chica apoyó una mano sobre su pecho.
- A ti.
- ¿Qué… estás…? – balbuceó Yuta, mirándola fijamente. Entonces echó un poco la cabeza hacia atrás, molesto, y agarró la mano de Ino para alejarla un poco de él. – Es por Naruto… ¿verdad? ¿Porque él ya no está… disponible?
- ¿Cómo puedes decir eso? – preguntó enfadada, retirando la mano de golpe. – Claro que sí, - continuó sarcástica – y después iré a por Sai, o a por Kizashi… y quizá después a por Sakura, si total, el caso es tener algo que hacer, ¿no?
- No quería decir eso… Pero… tampoco entiendo qué quieres decir tú.
- Para serte del todo sincera… no lo sé. Pero sé… que eres muy importante para mí. Sé que te busco porque me siento bien contigo… que recreo nuestras conversaciones una docena de veces después de tenerlas. Que solo soy capaz de ser yo misma, y de hablar de mis miedos y de tonterías un segundo después… contigo. – Ino agachó un poco la cabeza, sonrojada. Pero un fuerte abrazo la sorprendió. Al separarse, Yuta la miraba con ternura, sin soltarla del todo.
- Puede que sea trece años más viejo que tú… Puede que fuera un delincuente… y que nunca vaya a ser un buen tipo. Pero soy un hombre… que está completamente enamorado de ti, Ino.

El corazón de Ino se saltó un latido al oír esas palabras. Al verlo mirarla de esa manera. Al sentir su cálido abrazo. ¿Si se había enamorado alguna vez, preguntaba Hanabi? Bueno, al fin tenía su respuesta. Una respuesta que había tratado de eludir demasiado tiempo, pero que llevaba bastante ahí.
Una dulce sonrisa se dibujó en su rostro y lentamente, atrajo más a Yuta hasta darle una respuesta a sus palabras, directamente sobre sus labios.


---------------------------------------------En esos momentos, en la sala de lectura.


Estaban allí reunidos todos los que no estaban de guardia, no es que todos tuvieran ganas de leer, pero sí preferían mantenerse juntos.

- ¿Sabes que llevas en la misma página el mismo tiempo que en lo que yo he leído una revista entera? – preguntó Hanabi, mirando por encima del hombro el libro que Naruto tenía en su regazo.
- ¡Ah! Vaya, me has pillado…
- Venga. – dijo la morena quitándole el libro. – Vamos a relevar de la guardia a los Haruno. A ver si así dejas de comerte la cabeza un rato.

Naruto sonrió, y acto seguido ambos se levantaron y se marcharon de la sala.

- Oye, Sai… - llamó Hikari. - ¿No crees que deberíamos hacer lo mismo con Ino y Yuta? También habría que dejarles descansar a ellos.
- Tienes razón. – Sai cerró el ejemplar de 1984 que estaba leyendo, y se levantó. – Voy a avisarles.

Salió de la sala. Pero un par de minutos después entró de nuevo, con los ojos abiertos como platos.

- ¿Sai? – preguntó Hikari, extrañada.
- No pasa nada. Voy a volver a ir… pero haciendo más ruido. – se marchó procurando que sus pasos se oyeran tanto que casi le llaman la atención los que estaban de guardia.

Poco después entraban por la puerta Ino y Yuta.

- Preguntaba Sai que si vas a hacer guardia arriba con él. – dijo Yuta. Hikari asintió y se fue rápido, no le gustaba hacer esperar a nadie. Pero antes de salir de la sala, le pareció ver que estaban tomados de la mano.



Un par de horas después, Hikari y Sai seguían de guardia en la azotea, cuando empezaron a oírse gritos de nuevo. Pero esta vez eran gritos de terror y angustia. Gritos que pedían ayuda con desesperación. Ambos miraron en la dirección de la que provenían los gritos y vieron como una persona estaba encerrada en una cabina de teléfonos, pero los zombies se acumulaban a su alrededor. No tardarían en echar abajo la puertecilla de cristal. A unos pocos metros de la cabina en la que trataba de refugiarse esa persona, había un círculo de zombies agachados, dándose un festín con el cadáver de alguien más.

- Mierda… - susurró Sai. – Vamos a avisarlos.

Bajaron rápidamente, todos los demás habían oído los gritos y estaban en la nave de bomberos junto a Naruto y Hanabi, que seguían de guardia allí.

- ¿Qué es lo que está ocurriendo? – preguntó Kizashi a los recién llegados.
- Hay una persona atrapada en una cabina de teléfono… - explicó Sai. – Había otra persona cerca pero… no lo consiguió.
- Quizá intentase rescatarlo… - murmuró Sakura.
- O quizá los zombies consiguieran entrar en su refugio y no tuvieran más opción que salir. – añadió Kizashi. - ¿Cómo están de lejos?
- Está a unos doscientos metros… - murmuró Hikari.
- Joder. – bufó Yuta. – Doscientos metros zombie… Es demasiado… en esa situación, es demasiado…
- Todo esto… es una mierda. – declaró Ino. Todos agacharon la cabeza, como dándole la razón. Pero alguien abrió mucho los ojos, sin poderse creer la reacción de sus compañeros.
- ¿En serio? – exclamó Hanabi. - ¿Y eso es todo?
- Hanabi. – llamó Sai. – Lo hemos visto… Es imposible.
- ¡Eso no es verdad! ¡Hoy hemos oído como alguien moría! Ahí sí que no pudimos hacer nada, pero… ¡ahora sí podemos! – gritó Hanabi. - ¡No somos el tipo de personas que dejan morir a alguien, pudiendo salvarlo!
- Escúchame, Hanabi… - dijo Naruto, tomándola de los hombros. – Somos el tipo de personas que sobrevive. Sabes que si fuera posible… yo sería el primero en salir. Pero no lo es…
- Y una mierda. – bufó Hanabi, soltándose. – No voy a soportar esto más. Si fuera capaz de escuchar como alguien pide ayuda, y quedarme segura en mi refugio… No podría vivir conmigo misma. No sabría porqué demonios seguir luchando. – algunos de ellos agacharon la cabeza. Tenía razón, pero era una misión del todo suicida. Hanabi agarró su arco y los miró con una sombra de arrepentimiento por hacerlos sentir mal. – No os pido que vengáis. Solo… yo necesito ir.

Cuando Hanabi iba a abrir la puerta del camión de Naruto para salir a la calle, una mano detuvo la suya. Ella volvió la cara sobresaltada, y se topó con la mirada dura del que se había convertido en su mejor amigo en los últimos meses.

- ¿Qué haces, Yuta? – el castaño suspiró.
- Vamos.
- No voy a volver dentro. Pienso salir.
- Digo que voy contigo. – dijo, mostrando el mazo que llevaba en su mano izquierda y un par de cuchillos que llevaba sujetos al cinturón. – Ir en un grupo grande sería una locura, pero Naruto y Sakura cubrirán esta puerta para que podamos volver.

Detrás de ellos, el rubio y la pelirrosa estaban preparando sus armas. Hanabi se sintió feliz por un momento. Aunque en el fondo sabía que Naruto y los demás no se quedarían de brazos cruzados.

- Sí. – asintió la morena. - ¡Vamos!

Cuando Sakura y Naruto se acercaron ya preparados, Hanabi abrió de golpe la puerta para encontrarse en una calle infestada de zombies.
Yuta se colocó rápidamente delante de ella, y le pasó uno de los cuchillos.

- En cuanto tengas tiro, tienes que despejarle la puerta de la cabina. - Hanabi asintió.

Yuta abría camino con su mazo, dando golpes con toda su fuerza. Intentando que cada golpe acabara o derribara a más de uno de los seres que se acercaban dando tumbos a ellos.
Detrás de él, Hanabi se defendía con un cuchillo de los que aún se acercaban, sobre todo por los laterales. Pero el baño de sangre que estaba creando Yuta sin duda simplificaba mucho el trabajo.

- Creo que tengo tiro. – murmuró Hanabi, cuando habían recorrido casi dos tercios del camino. Pero ambos sabían que no podrían encargarse de los que se agolpaban contra la cabina sin dejar de defenderse de los demás.
- Te cubro.

Continuaron a paso mucho más lento para que la chica pudiera apuntar. Mientras Yuta reventaba y cortaba la cabeza de todo lo que pretendiera acercarse más de la cuenta.

Hanabi disparó tantas flechas como tenía en su carcaj, quedándose solo con una colocada en su arco, y consiguiendo que unos cuantos de los zombies que obstaculizaban la puerta de la cabina cayeran, lo que impedía el paso a otros.
Cuando estuvieron lo suficientemente cerca solo tuvieron que saltar unos cuantos cadáveres.

Con la intención de que Hanabi recuperase alguna de las flechas, Yuta extendió la mano para sacar la flecha de la cabeza de un zombie, pero el cuerpo se movió bruscamente, lanzándose con ansia hacia el brazo del castaño.

- ¡Joder! – exclamó Yuta, alarmado.

En ese momento la flecha que Hanabi había conservado atravesó certeramente la cabeza del zombie, haciendo que se desplomara sobre Yuta, que se lo quitó de encima como pudo.

- Lo siento. – dijo Hanabi, sintiéndose culpable por no haber acertado todos sus lanzamientos. Yuta iba a replicarle algo, cuando vio como un zombie chocó contra la espalda de la chica.
- ¡Hanabi!

Yuta se levantó de un salto y fue hacia ella, que ya forcejeaba por quitarse de encima a su putrefacto agresor. De un brusco tirón él consiguió separarla, y Hanabi clavó su cuchillo directamente en el ojo del zombie.

- Venga… - dijo Yuta, jadeando. – Yo lo saco, tendré que terminar de reventar la puerta.

La morena asintió y cubrió a su compañero mientras destrozaba los enmohecidos y ensangrentados cristales para rescatar al adolescente que se había refugiado dentro.
Tal como habían ido, Yuta encabezó el regreso, seguido por el chico que parecía totalmente en shock, y Hanabi cubría la retaguardia y los laterales.
Cuando se acercaban de nuevo al parque de bomberos, la ayuda de Naruto y Sakura se hizo más que notar. El regreso había sido un paseo en comparación con lo demás.

Una vez dentro, el chico cayó sobre el suelo, sollozando. No había terminado de sollozar cuando las convulsiones del llanto le provocaron el vómito. Sakura y Yuta se quedaron junto a él, mezcla de preocupación médica y curiosidad en general.

- Está limpio. – anunció Sakura, tras echarle un rápido vistazo mientras él parecía salir lentamente de su trance. Levantó la cabeza poco a poco y miró a Yuta.

- Gra… Gracias…
- No me las des a mí… - repuso Yuta. – Dáselas a ella. – añadió señalando a Hanabi, que estaba algo más alejada, aún junto a la puerta.

El chico volvió la cabeza para mirarla por primera vez. Al hacerlo, su rostro perdió el poco color que le quedaba. Sus ojos se abrieron como platos y al cruzarse con ellos, los de Hanabi no pudieron evitar mirar hacia el suelo, más blancos y vidriosos que nunca.

- ¡¡No!! – gritó el chico. - ¡No puede ser! … ¡¡Tú…!!


CONTINUARÁ...