Una Historia de Muerte [Capítulo 21: 07/05/2013]

Kizashi y Sakura volvieron a la nave con los demás. Hanabi y Sai estaban recogiendo la fruta, que con todo lo que había pasado había quedado desperdigada por el suelo. Y suerte que pudieron traerla. La examinaron y solo tiraron un par de piezas, lo demás solo haría falta lavarlo con cuidado.


En la calle, Ino acababa de comprobar que las llaves estaban puestas en el contacto del vehículo. Menos mal, la idea de registrar los cadáveres no le atraía en absoluto.

- ¿Están las llaves? – preguntó Yuta, que arrastraba el cadáver más alejado, el que Naruto había usado como escudo humano.
- Sí. – asintió contenta, y se acercó a su compañero para subir los cuerpos entre los dos.
- No, ve arrancándolo… Yo me encargo.
- Sé que eres capaz de subirlos solo, pero vengo a ayudar.
- Me ayudas poniendo el coche en marcha. – dijo Yuta con un amago de sonrisa. Sin embargo, Ino pareció molestarse.
- Vamos. – se acercó y agarró las piernas de uno de los cuerpos. – Tú por los brazos.
- ¡Ino! ¡Suéltalo! No ves… ¿no ves que son personas? Personas de verdad…
- Claro que lo veo. – suficiente reparo le daba a ella el estar agarrando las piernas de un cadáver.
- No. – prácticamente la apartó de un empujón, y subió el cadáver al suelo de la parte trasera del vehículo. – En serio, vete arrancándolo… Vas a hacer una pequeña práctica de conducir.

Viendo que era inútil seguir discutiendo, Ino hizo lo que le había pedido el castaño. En dos minutos, Yuta se sentó a su lado.

- Tranquila… tómatelo como un videojuego. Aquí atropellar zombies da puntos – bromeó. – Lo harás bien.

Yuta le indicó hasta que llegaron al cementerio. Mientras Ino vigilaba, él dejó los cadáveres, cerca del lugar donde dejaron los cuerpos de los zombies el día anterior. Por un momento pensó en la macabra coincidencia y esperó que no se convirtiera en una costumbre diaria.
De vuelta al coche, le indicó a Ino que diera un rodeo, llegando casi al otro extremo de Konoha de donde estaba su refugio. En mitad de una de las avenidas de acceso a la población, le dijo que se detuviera.

- ¿Por qué paramos? – preguntó Ino.
- No podemos llevar el coche hasta el refugio… Seguramente tuvieran un grupo, y en algún momento los buscarán.
- Sí, es verdad… ¿Ahora qué hacemos? – Yuta se colgó el fusil al hombro, y cogió la barra de algo más de un metro que había llevado Ino consigo.
- ¿Qué tal con esto?
- Bien. – dijo ella cogiéndola. – Directo al ojo, y… ya sabes.
- Genial… porque vamos a atravesar la ciudad a pie. – la chica se quedó pálida unos momentos, mientras el castaño agarraba su mazo y salía del vehículo. Dio la vuelta al coche y abrió la puerta del conductor. – Vamos, preciosa. El tiempo es oro.


Casi una hora después, en el parque de bomberos estaban Hanabi, Kizashi, Sai y Sakura preparando la comida, cuando oyeron el llamado de Ino y Yuta. Habían quedado en que darían dos golpes secos en la chapa metálica de la puerta de uno de los portones, así que al oírlo fueron a abrirlo, los cuatro, y bien armados, por si acaso.
Se los encontraron bastante cansados, y cubiertos de sangre oscura y apestosa.

- Hay… hay bastantes… - jadeó Yuta, entrando en el parque.
- Veinticuatro… - murmuró Ino, arrastrando los pies mientras los otros cerraban el portón tras ellos. - ¿Y tú?
- Cuarenta y uno. – dijo triunfal el castaño.
- ¿Qué…? ¿Eso qué es…, tu edad? – preguntó indignada, tratando de dar justo en la herida. - ¿Cómo… has podido matar a tantos…?
- Ya lo descubrirás… cuando seas mayor. – en realidad a él era al primero que le molestaban esas bromas, especialmente cuando se trataba de ella. Pero Ino había sentido continuamente que él trataba de protegerla, y sabía que eso la haría rabiar aún más.

Ellos dos ocuparon dos de las duchas mientras los otros terminaron de hacer la comida. No es que entendieran que preferían ducharse antes de comer, es que no querían esa peste cerca.
Poco después, se reunieron de nuevo en el comedor. Hanabi era la última en llegar, encogiéndose de hombros.

- Naruto dice que no tiene hambre. – se sentó y se puso a comer con los demás.
- La verdad es que ha sido impresionante. – dijo Sai.
- ¿El qué? – preguntó Kizashi algo serio, no le gustaba esa forma de referirse a lo que había pasado.
- Lo siento, pero tengo que darle la razón. – intervino Hanabi. – No imaginaba que Naruto fuera capaz de algo así… Pudo él solo contra los cuatro, en apenas un segundo. Y la situación realmente tenía mala pinta.
- ¿Cómo fue? – preguntó Sakura.
- Sakura… - dijo Kizashi, en tono de reproche. - ¿Vas a caer en el morbo?
- No es morbo, papá… Naruto es la única persona realmente preparada para un combate aquí. ¿No te parece una información útil? – Kizashi frunció un poco el ceño, la posibilidad de lo que había dicho su hija, y su propia curiosidad, le hicieron asentir. – Continúa, por favor.
- Nos amenazaron y nos apuntaban para que no utilizásemos nuestras armas… - contó Hanabi. – Uno se acercó a Naruto para quitarle el fusil… pero Naruto lo sujetó y mató a los demás con la pistola del que se había acercado a él… los otros solo pudieron disparar a su compañero… y luego Naruto lo remató.
- Parece… una película. – murmuró Kizashi.
- En ese caso… creo que es buena idea tener a Naruto de nuestro lado, ¿no crees? – preguntó sonriendo Sakura.
- Pero si GI Joe no come, va a perder fuerzas. – dijo Yuta.
- Es cierto… - murmuró Sakura. – Voy a obligarlo a comer. – Se rió un poco, se levantó y cogió su plato y el que aún estaba intacto, el de Naruto.

Al llevar ambas manos ocupadas, Sakura le dio un par de patadas a la puerta del dormitorio de Naruto.

- Pasa… - dijo una lánguida voz dentro.
- ¿Puedes abrirme? – preguntó Sakura divertida. Cuando la puerta se abrió, entró muy decidida. – Tienes toda la razón, es hace un buen día para comer en la cama.

Entró y apoyó con cuidado los dos platos encima de la mesa. Llevaba agarrada una botella que no tuvo más remedio que dejar caer sobre la almohada pero total, era de plástico y estaba cerrada.

- Vamos, aún está caliente. – le invitó ella, mientras se sentaba en la silla que estaba contra la pequeña mesa que había en las habitaciones. Naruto se sentó con cuidado en el borde de la cama, para no tirar nada.
- No quiero ser borde, pero… ya le dije a Hanabi que no me apetecía comer.
- Sí, lo oí. Solo es que no estoy de acuerdo. – se rió un poco. – Vamos, está rico.

Naruto cedió, en realidad tenía hambre, y la comida estaba ahí delante. Sakura se lo había puesto fácil haciendo que no tuviera que tener que estar con todo el grupo.

- He estado pensando… - dijo Sakura.
- ¿En qué?
- Deberíamos aprovechar un poco más el gimnasio. – él la miró extrañado. – Yo puedo estar ahí horas y no hacer ni un solo ejercicio bien. – rió Sakura. – Pero tú sabes lo que haces… ¿podrías echarme una mano? Seguro que a todos les gustaría que les ayudases… ¡pero yo voy primero!
- Es curioso… Sai me dijo algo parecido antes.
- Entonces deberías hacerlo… recuerda que Sai es el experto.
- Pero tú vas primero, ¿verdad? – dijo Naruto riendo.
- Sí, recuerda eso también.
- No hace falta que lo recuerde. – se puso en pie y dejó el plato prácticamente limpio de nuevo en la cama. – Vamos al gimnasio.

Sakura se levantó contenta y fueron directamente al gimnasio. Total, la ropa que utilizaban a diario ya era bastante cómoda. Ambos iban en deportivas, camiseta y vaqueros: bermudas él, shorts ella. Ya se notaba el calor del verano en todo su esplendor.

- Bien, lo primero siempre debería ser calentar un poco. Correr, bici… cualquier cosa así. – explicó Naruto por encima, dando por hecho que era lo más obvio. La animó a subirse a una cinta de correr y él hizo lo mismo. Estuvieron varios minutos.

- Y ahora… - dijo Naruto. – Si no hubieras decidido qué tipo de entrenamiento quieres hacer, es el momento de decidirlo, para hacer los estiramientos adecuados… Por ejemplo, si fueras a levantar pesas, deberías estirar sobre todo muñecas y brazos, y algo de tronco y cuello.
- Entiendo. ¿Y si fuera en general?
- Pues podrías pasar entre treinta minutos y una hora solo estirando. – rió él. – No está mal, pero yo siempre suelo seguir una rutina.
- Vale… - Sakura miró a su alrededor. - ¿Y si quiero darle puñetazos a eso?

Spoiler:

- No creo que sea una buena idea.
- ¿Por qué no? No digo que pueda partirlo, pero…
- Eso es una pera loca doble. – explicó Naruto. – No es como las que cuelgan de un tablero. Al estar atada por los dos extremos, se necesita más fuerza y velocidad para que al día siguiente no sientas que tus brazos y tus manos van a caerse de su sitio.
- Vale, lo pillo… Pero algún día. Así que por probar… pesas, supongo.

Sakura aprendió cómo hacer esos estiramientos en específico, y luego Naruto le enseñó algunos ejercicios básicos con mancuernas, a las que ajustó un peso en total de 10 kg -2,5 a cada lado de cada mancuerna.-

Spoiler:

- ¿Qué tal? – preguntó Naruto después de haber estado haciendo los mismos ejercicios que ella, aunque con el doble de peso.
- ¡Bien! Yo… creo que puedo probar algo más.
- ¿Quieres probar una pesa de barra? – Sakura asintió, y Naruto cargó una barra con dos discos de 5 kg. Al ser algo nuevo para ella, no quería ponerla más peso. – Tienes que tener mucho cuidado. Da igual el peso, incluso sabiendo usarla, una mala postura puede hacerte mucho daño.
- Entonces, menos mal que tengo un buen entrenador. – se colocó delante de la barra. – Supongo que pies separados, ¿verdad?
- Sí. Vas a levantarlo como peso muerto.
- ¿No voy a hacer sentadillas?
- Ni sentadillas, ni tumbada en banco… nada que implique poner la barra sobre cuello ni cervicales. Espera… no separes tanto los pies… Así.
- Vale, entonces la agarro… - dijo Sakura, pasando las manos por debajo de la barra.
- ¡No! No la agarres igual que las mancuernas. Hazlo por encima.
- ¿Cómo que por encima? – preguntó ella confundida. Naruto se situó justo frente a ella, y tomándola ambas manos se las colocó sobre la barra.
- Creo que se me da mejor hacerme entender si hago lo mismo, ¿quieres que coja otra barra y lo ves?
- No, por favor. Sé que te sonará estúpido, pero… creo que puedo caerme de bruces en cuanto la levante.

Naruto sonrió. No le sonaba estúpido en absoluto, lo único que le parecería mal sería que corriese riesgos innecesarios. Así que se quedó frente a ella y a falta de ejemplo, él mismo la ayudó a corregir la postura.
Finalmente lo levantó, pudo sostenerlo algo de tiempo y lo bajó de nuevo. Sakura sonreía satisfecha, y quiso repetirlo un par de veces, pero siempre con Naruto enfrente, solo por si acaso.
Al final, ella estaba empapada en sudor y él sudaba muy poco, como quien dice, ni se había despeinado. Pero en cierta forma eso animó a Sakura. Por una parte, le gustaba pensar que con entrenamiento ella también podría tener más resistencia y por otra, al verlo tan fresco se atrevía a pedirle una última cosa: que le enseñara a usar el punching ball, o pera loca, o como quisiera llamarlo.

- Sakura, si al principio quedamos en que no era buena idea, ahora que estás cansada…
- No digo que lo use yo – interrumpió ella. – Quiero ver cómo se usa de verdad… es lo único de este sitio que solo había visto en las películas. – dijo divertida.
- Bueno pero… no soy Rocky, no creas que va a ser algo excepcional… - se puso delante del punching e hizo un amago de posición de pelea. – Se golpea aquí y aquí, son dos blancos. – lanzó un par de puñetazos sin mucha fuerza. - ¿Ves?
- ¿Qué? De eso nada, ¡hazlo bien, anda, no seas vago!
- Vale, vale… Pero me vas a perdonar. Me quedé atontado cuando llegué y sigo con la misma camiseta… y la sensación de que esté húmeda es muy desagradable. – antes de que Sakura entendiera a lo que se refería, Naruto se quitó la camiseta.
- ¡¿Naruto!?

El rubio se quedó mirando la camiseta que se acababa de quitar. Era blanca, y eso hacía que el contraste fuera mucho mayor con el rojo impregnado en ella. Rojo casi brillante, muy diferente al tono negruzco de la sangre de los zombies. No era su sangre, era la sangre que se había pegado a él del hombre al que usó de escudo humano. Del hombre al que luego ejecutó de un disparo a bocajarro en la cabeza.
Dejó caer la camiseta y miró de nuevo el punching ball, ahora no le parecía una mala idea practicar un poco con él.
Se puso en posición de nuevo, pero esta vez sosteniendo su peso en las puntas de los pies y sin duda, más decidido. Se pasó varios minutos golpeando con fuerza, a bastante velocidad. Era verdad, esa cosa parecía devolver los golpes y no podía parar ni un segundo.
Al final estuvo casi diez minutos lanzando puñetazos contra el aparato, hasta que acabó cubierto de sudor. Cubierto de una fina capa de sudor que reflejaba la luz que entraba por los tragaluces, haciendo que a Sakura se le pasara por la cabeza que tal vez fuera una especie de ángel… sin duda un ángel de la guarda, uno justiciero o… uno con muy mala leche.

- ¿Está bien así? – preguntó Naruto algo jadeante.
- ¿Eh? Sí, sí, gracias. – intentando desviar la mirada.
- ¿Era lo que te imaginabas? – la chica lo miró muy sorprendida, ¿sabía lo que estaba pensando? - ¿Estás bien?
- Perfectamente. – se levantó de golpe. – Vete a duchar, que estás sudando como un pollo.
- ¡Tú también, Sakura!
- ¡Pero yo no voy medio desnuda! – el rubio se miró a sí mismo confundido. Solo se había quitado la camiseta, no pensaba que fuera para tanto. Sin embargo Sakura ya había salido del gimnasio.

Se dirigía a su habitación para coger ropa limpia e ir a ducharse, pero según avanzaba por el pasillo se encontró a Ino. Fue directa a por ella y apoyó la mano con fuerza en su hombro.

- ¿Sakura? – preguntó la rubia, preocupada. - ¿Te encuentras bien?
- Enhorabuena.

En ese momento Naruto se pasaba por detrás, hacia el que llamaban “el baño de los chicos”, con una toalla apoyada en el hombro que solo tapaba más o menos su trabajado torso.

- ¡Por si alguien me busca, estoy en la ducha! – exclamó el rubio, y entró al baño. Entonces Ino unió los puntos y miró a Sakura con una pícara sonrisa.
- Está cachas, ¿verdad? – preguntó Ino. Sakura cerró los ojos con fuerza.
- Creo que voy a llorar. – la rubia rompió a reír.


Rato después, cuando el grupo se volvió a juntar para cenar…

- Ahora que estamos todos, podrías decirnos lo que sabes de los otros. – dijo Kizashi mirando a Sai.
- ¿Qué otros?
- Los otros grupos. – añadió Hanabi.
- Bueno… - resopló Sai. – Más o menos es lo que os conté.
- No, cuéntanos detalles, todo lo que sepas. – insistió Naruto. – Parece que habrá un grupo bastante cabreado con nosotros, y estaría bien saber algo más.
- Ah… - el moreno se quedó pensativo un poco más. – Eran del grupo grande que os hablé. Esos cuatro eran de la horda.
- ¿La horda? – preguntó extrañado Kizashi.
- Sí… no sé sus nombres, así que en mi mente les puse apodos. – explicó Sai. – La horda son… o eran, seis en total. Creo que son los más salvajes. Van más por libre, a veces se alejan del grupo… supongo que como ayer.
- Así que hay dos de ellos buscando a sus amigos… - supuso Sakura.
- No lo sé. – dijo Sai, encogiéndose de hombros. - Me sorprende que no estuvieran juntos… quizá estén ya muertos, los otros dos parecían más débiles. También están Cosa y Tractor, dos tíos enormes que creo que son los líderes del grupo. Cosa es calvo y gordo, y Tractor es rubio… parece el padre granjero de Superman.
- Vaya descripciones… - comentó Kizashi.
- Pues creo que pueden ser útiles… ¿hay más? – animó Ino.
- Sí… está Podenco, un tío muy alto y delgado que siempre está de guardia…, el Parásito, un adolescente que no parece saber hacer nada por si mismo…, el Feo… si lo llegáis a ver lo entenderéis. La única mujer que creo que no es familia de nadie es la Avispa, me ha dado varios sustos… es rubia y más o menos de mi edad, a veces no me he dado cuenta de que la tenía demasiado cerca hasta el último segundo. Las otras creo que son madres o hermanas de algunos de ellos: la Alimaña, la Momia y la Animadora… ésa va a tener problemas, ahora que no está su hermano…

Naruto se quedó en blanco unos momentos. Entendió que Sai se refería a que uno de los cuatro que había matado era el hermano de la chica a la que llamaba la Animadora, que se encargaba de protegerla. Y que ahora, por su culpa, era posible que esa chica estuviera condenada a lo mismo de lo que intentó proteger a sus compañeros.

- Eso hacen nueve… - dijo Yuta. - ¿Qué hacemos?
- Hay que esconder el camión de Naruto y el coche. – decidió Kizashi. – Los meteremos en la nave. Pero entonces habrá que arreglar la puerta…
- Yo lo haré. – dijo Sai, ganándose las miradas de todos. – No sé de qué os sorprendéis… es solo una puerta, y yo aseguré todo mi edificio. No tardaré mucho… solo necesito algunas herramientas de mi apartamento.
- Está bien. – asintió Kizashi. – En cuanto se haga de noche, Ino, Sai y yo vamos al apartamento a por las herramientas. A nuestro regreso, Sai arregla la puerta mientras Ino y yo haremos guardia en la calle para que él pueda trabajar. Yuta y Hanabi, estaréis todo el rato en la azotea.
- ¿De francotiradores? – preguntó Hanabi, sorprendida.
- Más o menos.
- ¿Y Sakura y yo? – preguntó Naruto.
- Os quedáis aquí. – ordenó Kizashi. - Si os necesitamos, haréis de refuerzo. Si no, simplemente nos abrís la puerta para meter el camión y el coche.
- Pero hace falta saber el código para conducir mi camión. – avisó Naruto.
- ¿Y me darías ese código?
- ¿A ti? Por supuesto que sí. Creo que confío más en ti que en mí. - dijo Naruto riendo.

Terminaron de cenar y empezaron a prepararse. Sakura se dirigió a la habitación de su padre antes de que fuera a reunirse con Sai y Hanabi.

- ¿Intentas protegerme… o convertirme en su niñera?
- Puede que ambas cosas. – confesó su padre.
- ¿Por qué?
- Si algo me pasara…
- ¡No digas esas cosas! – interrumpió Sakura.
- Escúchame… Si algo me pasara, Naruto debería tomar el mando.
- Puede que estuviera de acuerdo con eso… si fuera a pasarte algo. Pero no va a pasar… Porque vamos contigo.
- Él ha tenido un día horrible. Y tú no estás bien Sakura… aún no. Pero si os necesitamos, no dudaremos en contar con vosotros. – Sakura agachó la cabeza. Su padre tenía razón. Quizá, solo quizá, si Satoshi hubiera sido mordido por un zombie, pudiera haberlo asimilado de otra manera… pero no la cruel e irracional muerte que tuvo. Su fuerza de voluntad hacía que intentara seguir adelante, pero era muy probable que no pudiera aguantar una situación límite.
- Vale… pero por favor, ten mucho cuidado. Ahora me dejas preocupada…

Su padre solo respondió con una sonrisa. Algunos llegaban a estar tranquilos a veces. Él aunque lo intentaba, no lo conseguía. Desde que perdió a su mujer, y a dos de sus hijos, no hubo un solo instante en que no estuviera preocupado. Preocupado por el futuro de la humanidad, preocupado por no acabar convertido en un zombie, pero sobre todo… preocupado por Sakura.
En su mente se repetía cada día que no dejaría que nada le pasase a Sakura, que haría cualquier cosa por su seguridad y en la medida de lo posible, por su felicidad. Pero sobre todo, que no sobreviviría a su hija pequeña, la única familia que le quedaba.
Sakura sabía que hacía meses que su padre no sonreía de verdad, pero no quería decirle nada, no quería añadir una preocupación más a su lista. Y con esa artificial sonrisa como despedida, Kizashi se marchó.


Sakura y Naruto estaban decidiendo dónde sería más práctico esperar por si alguien necesitaba ayuda.
En pocos minutos, Yuta y Hanabi bajaron corriendo las escaleras.

- ¡Joder! – gritó Yuta - ¡Están por todas partes!
- ¿Qué pasa? – preguntó Sakura angustiada.
- Hemos visto un coche merodeando por aquí… Y hay demasiados zombies… - explicó Hanabi – ¡Tenemos que ir a ayudarles!
- ¡Entonces vamos! – exclamó Naruto.
- No, vosotros subid y cubridnos. – dijo Yuta. – Si los otros llegan hasta aquí, no podremos estar pendientes de los muertos…
- Dalo por hecho. – asintió Naruto. Fueron a por dos fusiles y munición, y subieron a la azotea a la carrera.

Desde allí, vieron cómo Kizashi, Ino y Sai trataban de acercarse, abriéndose paso entre la muchedumbre de zombies que deambulaban por las calles. Era como si se hubieran cruzado con un gran grupo en plena migración… pero el grupo estaba hambriento… y los había olido.
Naruto disparaba a los que se acercaban a ellos, alguna de sus balas atravesó la cabeza de un zombie con el que ya estaba forcejeando alguno de sus compañeros. Sin perder la concentración, murmuraba palabras tranquilizadoras para intentar ayudar a Sakura. Y funcionaba. Sakura disparaba un par de metros a la redonda de los de su grupo. No quería matar a alguno por accidente. Y de esa manera hacía que se acercasen algo menos.
En apenas un minuto que se hizo realmente eterno, Yuta y Hanabi los alcanzaron. Habían hecho un pasillo algo más seguro para regresar al refugio.

Pero entonces, cuando todos estaban concentrados en la misma pequeña zona para poder salvar la situación, unos faros empezaron a iluminar esa zona, hasta que se detuvieron en ella. El coche había parado a pocos metros de ellos.
Dos hombres bajaron del vehículo, dos hombres enormes. Uno era calvo y otro rubio. Y ambos llevaban katanas en las manos.
Se abrieron paso bastante rápido, como si estuvieran acostumbrados a ello. Y entonces llegó el caos. Se armó un gran revuelo en el que ni Naruto ni Sakura podían distinguir bien a qué o quién disparaban, por lo que dejaron de hacerlo.

- ¿Qué hacemos? – preguntó nerviosa Sakura.
- Si no podemos ayudar aquí… vamos con ellos.

Bajaron a toda velocidad, pero cuando llegaron a la nave Hanabi, que había sido la primera en entrar, ya la cruzaba gritando.

- ¡Naruto! ¡Tenemos que hacer algo! – exclamó Hanabi. - ¡Tenemos que hacer algo, maldita sea! ¡¡Se lo han llevado!!
- ¿Qué? ¿Quién se ha llevado a quién? – preguntó Naruto, aún sin entender nada. En ese momento entró Yuta, bastante más impasible, y señaló a Sakura.
- Los otros… se han llevado a su padre.

Sakura sintió que le faltaba el aire. El recuerdo de la despedida de su padre un rato antes le llenó los ojos de lágrimas. No podía estar pasando de nuevo.

- ¿Por qué? – preguntó Naruto, nervioso. - ¡¿Qué demonios ha pasado?! – en ese momento entraban los últimos, Ino y Sai.
- Han dicho… - comenzó Sai, titubeando. – Que querían hacer un cambio.
- ¿Qué… cambio? – susurró Sakura. Se miraron unos a otros, pero Ino tomó la iniciativa.
- Kizashi… Por el que mató a sus compañeros.


CONTINUARÁ...