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[Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
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[Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Esta novelas es una adaptacion de la Novela de Alexandra Neymar es una trilogia, pues si queiren un buen libro para regalar que mejor que esta.
- Spoiler:
- ARGUMENTO
Sakura Haruno, una joven adolescente de la alta aristocracia italiana, regresa a Roma tras muchos años de internado sin entender muy bien por qué su familia la quiere de vuelta. Allí se reencuentra con Naruto Namikaze, un conocido de la familia con quien nunca ha tenido muy buena relación. Naruto es terriblemente atractivo, impulsivo, y no parece tener más preocupaciones que las peleas con otras bandas y coquetear con chicas de piernas largas. Al empezar el curso, Sakura y Naruto verán que no sólo comparten la misma clase sino también el mismo grupo de amigos. Lo que empezará con odio irá desembocando a una tensión cada vez más fuerte, con provocaciones cada vez más descaradas y situaciones límite… Y cuando finalmente ambos se atrevan a aceptar sus verdaderos sentimientos, deberán sortear obstáculos que nunca hubiera ni imaginado
Es un pequeño resumen depende de ustedes si lo continuo es un libro que se extreno hace poco es que el personaje se asemeja tanto a naruto que lo quise adaptar y traerlo al foro
Última edición por eliannar el Dom Dic 02, 2012 9:44 am, editado 37 veces (Razón : etiquetas)
eliannar- Moderador
- Mensajes : 631
Edad : 35
La vida es muy corta para desperdiciarla con malas practicas pero como el sedentarismo es malo y el dinero escasea pues debo cumplir con obligaciones....de lo contrario estaría encerrada en mi cuarto leyendo cuanta imaginación tienes tú para entretenerme. Saludos desde Luque, Paraguay, al valiente que lee este perfil
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
interesante espero el primer capitulo
Kazuto-kun- Clan Byakko
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Me interesa,continualo.
Sigue escribiendo.
Matte ne~~
Sigue escribiendo.
Matte ne~~
Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
se ve interesante
espero tu primer capitulo!
adios
espero tu primer capitulo!
adios
alice272- Jounin
- Mensajes : 406
Edad : 26
En un pasillo perdida
22529
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
me gusta la idea, ojala lo continues pronto!
nos vemos
nos vemos
Alex3467- Clan Genbu
- Mensajes : 101
Edad : 28
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4936
Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Interesante
espero el capitulo
espero el capitulo
Leon- Sennin
- Mensajes : 1085
45825
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
orale buena idea!!
espero tu primer cap
espero tu primer cap
luis rikudou- Genin
- Mensajes : 157
Edad : 29
en una casa
1057
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
me parece muy interesante
espero que lo continues pronto
espero que lo continues pronto
julie-chan- Novato
- Mensajes : 5
0
Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Prologo
solo cambiare la apariencia de algunas personas pero el resto lo dejare igual
- Spoiler:
- Sakura
El coche arrancó. Dejé a Naruto tirado en el suelo, forcejeando con su primo. Él quería venir en mi busca, pero se lo impedían. Mejor así.
Los recuerdos me abrumaban y apenas me dejaban respirar. Era consciente de lo poco que valía mi vida si él no estaba a mi lado. Todo lo que para mí tenía significado llevaba su nombre. Ese nombre que retumbaba en mi cabeza con más intensidad que nunca.
Naruto, Naruto, Naruto…
Le miré por última vez. Todavía tenía el sabor de su cuerpo en mis labios, el calor de su tacto en mi piel, el susurro de sus palabras en mi cuello… Y ahora veía cómo su figura se iba alejando. Me obligaban a apartarme de él sin darse cuenta de que con ello me obligaban también a morir. Pero eso es algo que no les debía de importar lo más mínimo, después de tantas veces como habían puesto mi vida en peligro.
Mi corazón se quedó allí, con él, mientras su imagen se borraba empañada por mis lágrimas.
Primera Parte
Capitulo 1- Spoiler:
- Sakura
Hay situaciones en la vida en las que no te das cuenta de cuándo sobrepasas la línea entre lo emocionante y lo realmente peligroso; y ese era exactamente el tipo de situación en el que yo me encontraba. Sentada en el último rincón de un apestoso y húmedo calabozo, esperaba que Kakashi viniera a buscarme. El encuentro con un muchacho, una de las personas más desconcertantes y agresivas que había conocido jamás, me había arrastrado a ese repugnante lugar, la antípoda de los ambientes privilegiados en los que me solía mover.
Mis blancos pantalones de Armani habían pasado a ser grises, mi chaqueta Prada de cuero negro tenía un enorme rasguño en el codo, y me había roto una uña. Y, para colmo de todos mis males, compartía celda con una especie de Yeti que no dejaba de mirarme. Cubierta de tatuajes y piercings, y con un palillo chuperreteado en la boca, la abominable mujer de las montañas parecía querer comerme. Casi podía verla babear.
«Perfecto. Tu primera noche en Roma y la pasas en un calabozo. Pienso matar a ese capullo en cuanto salga de aquí», me dije.
Desde luego que lo iba a hacer.
De fondo, las voces de dos guardias se entremezclaban con la retransmisión de un partido de fútbol. Les llamé incontables veces, pero lo único que recibí por respuesta fueron quejidos y golpes secos contra la mesa. Sin duda estaban tan cansados de mí como yo de ellos y de aquel lugar.
Instintivamente sacudí mis pantalones, como si el color blanco pudiera volver a aparecer. Cuando caí en aquel charco ya fui consciente de que había tirado trescientos euros por la alcantarilla. Mis pensamientos sobre mi fondo de armario se interrumpieron cuando, de repente, mi compañera de celda se levantó para soltar un escupitajo bien cargado.
Me aferré a mi asiento en cuanto la vi caminar hacia mí. Aquello no pintaba bien y, sin poder evitarlo, pensé en la situación que me había llevado hasta allí.
La gélida brisa de la noche me envolvió en cuanto abrí la puerta del balcón. A esas alturas del invierno, Viena ya estaba toda nevada y el ambiente era húmedo y frío.
Las ramas de los árboles acariciaban mi pequeño balcón y dejaban que la nieve cayera espolvoreada cuando se mecían por alguna ráfaga de viento. El estanque del patio comenzaba a congelarse; pronto se utilizaría como pista de patinaje, aunque ese año yo no iba a estar allí para comprobarlo. Estaba a punto de irme.
El internado Saint Patrick ocupaba un antiguo castillo del siglo XVII y, arquitectónicamente, me maravillaba. Pero una cosa era admirar su arquitectura y otra muy distinta vivir allí. Eso lo odiaba. Ausencia total de chicos —ellos residían en el internado que había unos kilómetros colina abajo—. No podías desprenderte del maldito uniforme —si al menos hubiera sido bonito, no habría sido una condena llevarlo—. Y la disciplina era bastante férrea —todo estaba cronometrado, hasta la hora de ir al baño—. O aprendías a convivir con las normas de aquella institución o estabas perdida.
Así era mi aburrida vida, día tras día.
Hasta que apareció mi padre. Había irrumpido en el internado rodeado de guardaespaldas (sin disimular siquiera su egolatría y prepotencia, y haciendo gala de un dilatado vocabulario impetuoso) y me había ordenado que recogiera mis cosas. Ya había hablado con el director y lo tenía todo preparado para mi regreso.
Después de nueve años, volvía a Roma. No tenía ni idea de qué había llevado a mis padres a tomar aquella decisión, pero me alegraba… demasiado.
Solo dieciséis horas más tarde me encontraba delante de un enorme vestidor decidiendo qué chaqueta ponerme. Estaba claro que debía conformarme con lo que había hasta que pudiera ir de compras. Entre las miles de prendas que mi hermana Yuky me había ofrecido, pocas me convencieron: su estilo era demasiado repipi para mí. Me decanté por la ropa más ceñida: chaqueta de color negro metalizado, pantalones blancos y zapatos negros de tacón alto para estilizar mis piernas. Me di la vuelta y contemplé mi imagen en el espejo mientras sonaban las Pussycat Dolls en mi reproductor digital de música. Realmente parecía una de ellas.
Ahuequé mi largo cabello y me lo coloqué a un lado. Salí del vestidor y cogí mi bolso Gucci blanco sabiendo que pronto contendría una considerable cantidad de dinero. Eché un vistazo a mi impresionante habitación, apagué el reproductor y salí de allí con paso firme y sonoro.
Después de un año sin vernos, iba al encuentro de mi mejor amiga. Hinata había sido mi compañera en el internado desde que entré. Era como una hermana, una parte de mí, pero tuvo que abandonar el colegio cuando su madre falleció en un accidente detráfico. Quiso volver a Roma para apoyar a su padre, y desde entonces solo podíamos comunicarnos los sábados por la mañana, y durante apenas cinco minutos. ¿Cuántas cosas podían decirse en ese tiempo? Pocas, muy pocas, pero solo escuchar su voz me confortaba.
Terminé de bajar las escaleras y eché un vistazo hacia atrás. Agradecí que mi habitación estuviera en el pasillo principal. Si no, habría necesitado un mapa para poder salir de aquel laberinto de puertas y corredores. Era una mansión descomunal. Ni siquiera en el internado se veían salas como las de mi casa, y eso que hospedaba a unas doscientas niñas.
Al llegar al vestíbulo, tuve que hacer memoria para recordar que el despacho de mi padre quedaba cerca del comedor. Me encaminé hacia allí.
Ibiki, el mayordomo, me abrió la puerta. Era alto y delgado, y sus ojos negros resaltaban impetuosamente por la falta de cabello. Aun así, resultaba atractivo. Me sonrió y extendió su mano, indicándome que pasara. Me acerqué a él dando un pequeño salto y lo besé en la mejilla. Entonces me percaté de que en el despacho, además de mi padre, estaban mi tío Sasori, y Fugaku Uchiha y su hijo menor, Sasuke. Mi sonrisa se congeló en cuanto descubrí a este último observándome de arriba abajo con aquella mirada tan… perversa. Siempre me había gustado que me miraran, pero no de aquella forma.
Fruncí los labios y le miré, desafiante. Sabía que mis ojos podían actuar como un huracán devastador, y que eso ocurría la mayoría de las veces.
—Mi pequeña provocadora —sonrió mi padre, con un tono falso—. Deberías guardar tus miradas para quien las merezca —No le importó desacreditar a parte de sus invitados. Resoplé—. ¿Deseas algo, querida?
—Sí, verás, he quedado con Hinata y…
—Y necesitas dinero —me cortó, a la vez que echaba mano a un cajón y sacaba una cartera negra de piel. Cogió una tarjeta y la soltó en el filo de la mesa—. Toma —dijo, orgulloso del gesto.
—¿Me das una tarjeta de crédito? —pregunté, enarcando una ceja.
Solo él y Dios sabían cuánto dinero podía haber en aquel trozo de plástico. Mis ojos se iluminaron. Esperaba mucho menos.
—¿No debería fiarme? —preguntó, soberbio.
—No he dicho eso —susurré—, pero, si fuera tú, dudaría. Es peligroso entregarle algo así a una adolescente.
Se recostó sobre el asiento y cruzó los dedos sin dejar de observarme. Después, desvió su mirada hacia Sasuke, que estaba apoyado en el mini bar, ensayando una pose muy varonil. Me resultó muy sugerente, a la vez que provocador.
Sasuke era alto, cerca del metro noventa, y podía presumir de un cuerpo bien marcado y corpulento. Su cabello, de un negro intenso, hacía resaltar los ojos más negros que yo hubiera visto jamás, como Ónice incrustadas en una cara de porcelana. Era guapo, pero tenía una belleza desconcertante, de aquellas que no muestran quién eres en realidad. No era sincero y ambos lo sabíamos.
—Tu madre puede llegar a ser más peligrosa y no es una adolescente. Además, me temo que es muy difícil que te gastes todo el saldo de esa tarjeta en unas horas. —Todos sonrieron ante el comentario bravucón de mi padre.
—No deberías tentarme. —Cogí la tarjeta mirando de soslayo a Sasuke, que frunció los labios al fijarse en la curva de mis caderas—. Se me ocurren un millón de formas de reventarme todo el dinero, papá. —Yo también sabía exhibir mi prepotencia. Mi tío Sasori sonrió—. Podría necesitar, no sé… ¿un coche? Sí, un Audi R8 estaría bien. A ser posible, rojo.
Me pasé un dedo por los labios al pensar en ello. No era una mala idea aparecer en el grandioso jardín de mi casa con un vehículo de esas características.
—Buen gusto, Sakura —murmuró Fugaku.
—Gracias.
—Vuelve a las doce —gruñó mi padre—. Y cuidado con lo que compras. No me gusta que seas tan… —Frunció el ceño buscando el mejor adjetivo—: provocativa.
—¿Te molesta que provoque? —le pregunté con un tono un tanto irritado.
—Me molesta que te guste provocar.
—A mí me gusta —intervino Sasuke guiñándome un ojo.
Fingí una sonrisa. Él supo apreciarla y soltó una carcajada.
—Intentaré ser buena, pero no te aseguro nada. Sabes que me resulta muy difícil. Ciao.
Salí de allí antes de que mi padre pudiera recriminarme, y sabiendo que Valentino me contemplaba con deseo. Miré la tarjeta y la presioné contra mi pecho sonriente. Dinero ilimitado, genial.
Tan entusiasmada iba hacia la puerta que no vi que alguien se cruzaba en mi camino. Chocamos bruscamente en el vestíbulo. Al separarnos vi cómo mi hermana me miraba ceñuda. El clon de mi madre tenía los labios preparados para soltar algún insulto, mientras que yo activaba todos mis reflejos para esquivar su aliento, que me podía impregnar de aroma a vodka y anular mi perfume de Paco Rabanne.
—¿Qué coño estás haciendo, imbécil? ¿Es que en el jodido internado no te enseñaron a caminar mirando hacia delante? —Su media melena castaño claro se agitó crispada.
Supe que había bebido más de una copa porque empezaba a vomitar tacos cuando sobrepasaba la tercera.
—Hola, Yuky —repuse con desdén.
—Te he hecho una pregunta.
—No me parece trascendental responder. Sabes de sobra que sé caminar. Lo que deberías preguntarte es si tú puedes hacerlo.
Estampó sus manos contra mi pecho empujándome hacia una de las columnas de la escalera. Retiré sus brazos con rapidez.
—¿Qué te pasa? ¿Necesitas joder a alguien porque no te queda nada que beber?
—¡Serás zorra!
Puestas a discutir, qué más daba soltar algún que otro trapo sucio. Estaba claro que nada podía solucionar la poca empatía que había entre las dos.
—Supongo que eso es lo que Deidara te dice cuando estáis en la cama —le espeté, sin pensar.
Su cara pálida se tensó al escuchar el nombre de su amante que, curiosamente, era nuestro primo materno. Apretó los labios con fuerza y levantó la mano con la intención de darme una bofetada.
—¿Piensas pegarme? —pregunté expectante.
—Pienso que te harían falta una zurras, niñata. ¿Por qué no te has quedado en Viena? —dijo Yuky, intentando hacerme daño. No sabía que me daba absolutamente igual lo que pensara.
—Pregúntaselo a papá. —Me encogí de hombros y di por zanjada la conversación.
—Volverás allí, lo sé. Me encargaré de ello —añadió, sin saber que tras ella aguardaba Kakashi, su esposo, y sin duda la mejor persona que había en aquella casa.
—¡Yuky! No te comportes como si fueras una niña, ¿quieres? —Frunció los labios guardando sus manos en el pantalón.
—Vete a la mierda, cariño. —Y desapareció.
—Como siempre, cielo —murmuró Kakashi.
Se giró hacia mí intentando que yo no percibiera su repentino malestar. Le cogí de un brazo y le regalé una sonrisa. No podía soportar verle triste por culpa de mi hermana, sobre todo sabiendo lo maravillosamente bien que la trataba. Cuando era pequeña yo soñaba con encontrar un hombre como él… y todavía lo seguía anhelando.
—Siempre oportuno, cuñado. —Sonreí, pensando en que si me llevaba hasta la Piazza Navona, Enrico dejaría un rato de pensar en la relación de mierda que tenía con Yuky.
—¿Qué quieres ahora? —preguntó resignado, pero sonriente—. Voy a empezar a pensar que solo me quieres por interés —bromeó al ver cómo arqueaba una ceja.
—Bueno, aún soy menor y no puedo coger tu coche, aunque sé conducir. —No se lo podía decir, pero aprendí una noche que nos escapamos del internado para ir a la capital. Aquel mismo día besé por primera vez a un chico—. Te multarían y yo iría a un centro de menores por ser una delincuente adolescente… —Fingí preocupación mientras observaba su rostro suspicaz.
—Y una descarada exagerada. —Me despeinó.
—¡Eh! Que estoy recién peinada —protesté.
—¿Adónde vas?
—Bueno, he quedado con una amiga. ¿Recuerdas a Hinata? —No me di cuenta de que ya estábamos abriendo la puerta. Kakashi dejó que yo pasara primero.
—¿Hinata Hyuga? ¿La hija de Hiashi?
—¡Sí!, la misma. —Di una palmada.
Hiashi Hyuga era el dueño de una de las compañías aéreas más importantes del país.
—Tengo muchas ganas de verla. Ya sabes, hablaremos de ropa, de chicos y de cómo es San Angelo. Ella también va a ese colegio, así que no me costará adaptarme.
—Me parece estupendo. Aunque ¿realmente crees que te costará adaptarte? —preguntó entrando en su coche.
—No —sonreí mientras me ponía el cinturón—. ¿Cuándo te has comprado este coche? Es una pasada.
Era un Bentley continental GT-S negro, y si por fuera era espectacular, por dentro era alucinante. Entraban ganas de quedarse allí a vivir.
—Hace dos meses —dijo orgulloso.
—No sabía que ganaras tanto siendo inspector jefe de la policía criminalista.
—Es que… quizá no soy solo un criminalista… —Su mirada tenía un matiz extraño.Siempre había pensado que entre Kakashi y yo no había secretos. Él era mi confidente y yo el suyo, pero en ese instante me pareció que me ocultaba algo. ¿Estaba paranoica o había algo recóndito tras esa mirada azul?, ¿algo que quizá le incomodaba?
Suspiró, presionó el volante hasta que sus nudillos se volvieron blancos y aceleró. El sonido del motor me envolvió ligeramente, y eso y la brisa romana que se deslizaba entre mi cabello fue suficiente para perderme en la euforia que me embargaba por reencontrarme con Hinata.
Naruto
Descubrí las finas y morenas piernas de Karin apoyadas en una de las columnas que flanquean la entrada de mi edificio cuando mi primo y yo salíamos del garaje. Kiba me lanzó una mirada burlona de lo más significativa. Minutos antes habíamos discutido sobre las probabilidades que tenía de encontrarme con Mía. Kiba barajaba dos opciones: la primera era que podía ser que apareciera por casualidad o, al menos, eso me haría creer; la segunda, que se presentara en mi casa de improvisto con un modelito de infarto y dispuesta a cualquier cosa. Yo no esperaba ninguna de las dos y Kiba se decantaba por la segunda opción. Llevaba razón.
Ahí estaba Karin, dejando que sus caderas se dibujaran provocativas bajo una corta falda azul y observándome, expectante a mi reacción, que no fue otra que mirarla de arriba abajo.
Tenía que admitir que estaba increíble, y que aquellas piernas no eran aptas para cardíacos, pero sabía que todas esas sensaciones un tanto libidinosas se desvanecerían en el momento en que Karin abriese la boca. Le había dicho millones de veces que no la quería, que nuestra relación solo era sexual, y ella parecía aceptarlo dichosa. Me había dicho que era lo único que quería de mí y yo era lo máximo que podía ofrecerle.
Balanceé las llaves de mi moto entre mis dedos observando de soslayo la reacción de mi primo, quien se acercó a su Honda CBR roja, arrancó y dio un pequeño saltó al sentarse. Su sonrisa burlona me molestó bastante.
—Te espero en la Piazza de la Marina…
Aceleró directo hacia mí esperando que me asustara. Pero yo ni siquiera me moví, aunque aproveché, eso sí, para regalarle una sonrisa impertinente. Nos conocíamos demasiado bien, y sabíamos descifrar cualquier mensaje que enviara nuestro rostro. Era mi primo, pero lo consideraba mi hermano.
—Sé bueno, Naruto —se burló antes de salir del garaje—. Y tú, no seas demasiado dura, Karin.
Desapareció entre la gente que se agolpaba delante de la Fontana di Trevi, en esos momentos una bella estampa barroca resaltada por la luz anaranjada que desprendían las luces de la plaza.
Karin me abordó rodeando mi cuello y empujándome contra la pared. Sabía bien cómo moverse para retenerme y capear mis intentos por apartarla.
—¿Por qué no has contestado mis llamadas? —preguntó besándome el cuello.
—No sabía que tuviera que hacerlo —dije bruscamente mientras ella metía las manos bajo mi jersey para acariciar mi vientre—. Karin, tengo que irme. Me están esperando.
—Ahora estás conmigo —susurró rozando mi oreja con su lengua.
Se aferró con más fuerza a mi cuello y no pude evitar apretarla entre mis brazos, ansioso. Karin sabía que me descontrolaba con facilidad y supo provocar esa situación para no dejarme escapar.
Recorrimos enganchados cada rincón del garaje hasta que llegamos al vestíbulo del edificio Namikaze. Ella conocía bien el lugar y sabía por dónde guiarme; afortunadamente tuve tiempo de ver que sus intenciones eran subir a mi habitación y pude impedirlo entrando en una sala del primer piso.
La senté sobre la mesa y me quité el jersey sin dejar de besarla. Acaricié sus muslos mientras su respiración desbocada recorría mi cuello. Mía clavaba suavemente sus uñas en mi espalda atrayéndome, aún más, hasta ella. Mis besos se alejaron de sus labios, los deslicé por su cuello, por su clavícula… y por su vientre antes de volver a subir; sabía que aquello la volvería loca. Efectivamente, soltó un ligero gemido, y yo sonreí levemente escondiéndome tras su ondulado cabello rojo.
—¿Por qué me haces esto? —preguntó buscando mi boca.
—¿Acaso no es lo que deseas?
Aquel suave e intrigante susurro terminó de excitarla. Tiró de su camisa y tomó mis manos para llevarlas a su pecho. Volví a besarla una vez más mientras me deshacía de su falda.
Ni la amaba ni quería nada serio con ella —en realidad, no quería nada serio con nadie—, pero eso no me impedía disfrutar de aquel momento.
De repente, la melodía de mi móvil (Amazing, de Kanye West) comenzó a sonar en el bolsillo de mi pantalón. Me detuve e intenté alejarme de Karin para coger el teléfono, pero ella tiró de mí con furia.
—No es el mejor momento, Naruto —masculló, intentando retenerme con las piernas.
Miré la pantalla del móvil con el rabillo del ojo cuando ya dejaba de sonar. Era mi primo.
—Así está mejor. —Aquel besó se entremezcló con una nueva llamada.
Kiba insistía, lo que significaba que había problemas. Mi primo no era la típica persona a la que le gustara interrumpir un momento… especial, por llamarlo de alguna manera. Si volvía a llamar significaba complicaciones.
—¡Joder! —clamó Karin empujándome.
En otras circunstancias le habría dicho lo imbécil que era, pero ya me importaba una mierda lo que ella pensara o sintiera. Me preocupaba más lo que me aguardaba tras aquella llamada.
—¿Qué pasa? —pregunté directamente nada más descolgar.
—Suigetsu tiene ganas de pelea.
Sobraban las palabras. Si ese capullo amiguito de Sasuke Uchiha y su grupito de niñatos querían pelea habían topado con las personas idóneas para ello.
Me vestí rápidamente y cogí las llaves de mi moto haciendo caso omiso a los insultos que profería la aguda y cabreada voz de Karin detrás de mí. No me importaba que estuviera enfadada; segundos antes, parecía todo lo contrario.
Llegué al garaje y me monté en la moto casi al mismo tiempo que la arrancaba. Karin me dio un ridículo puñetazo en el hombro al ver que no la escuchaba.
—A ver si te enteras, Karin. No eres nadie para controlarme. No te pertenezco y tampoco quiero pertenecerte. No quiero nada contigo. Solo es sexo, ya lo hablamos. No hay sentimientos que me aten a ti, no hay nada entre tú y yo. Así que deja de joderme, ¿quieres? —Encorvé los hombros y le indiqué la puerta con un suave gesto de la barbilla.
Me miró encolerizada.
—Eres un cabrón —masculló saliendo de allí.
—Lo sé —murmuré como si me lo dijera a mí mismo. Pero Karin lo debió de interpretar como si se tratara de una tentativa de arrepentimiento, porque se dio la vuelta y me miró casi sonriente. Una vez más, se confundía—. Pero no me preocupa que alguien como tú me lo diga.
En cuanto salí a la Via del Tritone y pude acelerar, el frío impactó, punzante, en mi rostro. Era molesto y me costaba ver el asfalto, pero no disminuí la velocidad. Al contrario, apreté los dientes y aceleré aún más. Si tenía algún problema con los carabinieri, más tarde lo solucionarían mi padre o Kakashi. Ellos eran los dueños de la policía de Roma y nadie cuestionaría la decisión de Minato Namikaze, el director general.
Las luces de las farolas formaban una línea recta y brillante que yo iba siguiendo a toda velocidad, aunque con el control suficiente para ver cómo las miradas de los transeúntes que paseaban por las aceras se quedaban reflejadas en el retrovisor. No dejaba indiferente a nadie, y si no hubiese tenido tanta prisa, me habría recreado en regalarles algún comentario o gesto obsceno.
De repente, las luces comenzaron a distorsionarse formando pequeños destellos. Había alcanzado una pequeña caravana de coches que circulaban tranquilos por la avenida y tuve que ralentizar mi marcha para poder esquivarlos. Adelanté a varios vehículos rozando los retrovisores, pero cuando los conductores asomaban sus cabezas por la ventanilla para increparme, sus voces se cortaban en seco al reconocerme.
El semáforo cambió del verde al ámbar y, enseguida, al rojo. La avenida que tenía enfrente ya se había llenado de coches que pasaban a toda velocidad, pero no me importó. Aceleré y crucé la calle dejando atrás un alboroto de pitos e insultos.
Sakura
Suspiré y retoqué el maquillaje de mis ojos con un dedo mientras Kakashi detenía el coche en doble fila. Me miró sonriente.
—Deja de retocarte, ya sabes que estás estupenda. Estarlo más seria delito, créeme.
Le miré resoplando. Aquellos cumplidos no me los podía hacer una persona con las características de Kakashi. Terminaría enamorándome de él.
—¿Por qué no dejas a mi hermana y te vienes conmigo? —le supliqué.
Soltó una carcajada echando la cabeza hacia atrás. Era increíble lo mucho que se parecía a Leonado DiCaprio. La única diferencia era que Kakashi era algo más varonil y tenía el pelo más corto.
—Lo he pensado, en serio. Aunque la diferencia de edad…
—Solo tienes veintisiete años, Kakashi —le interrumpí sonriente.
—Bien, entonces escapémonos. Ahora mismo. —Se inclinó hacia delante y me besó en la mejilla—. Que lo pases bien y sé buena con los muchachos.
—No lo creo. —Salí del vehículo al tiempo que descubría a un grupo de tres chicos mirándome fijamente.
Eran de mi edad y parecían el típico grupo de hippies que se pasa la tarde fumando maría y bebiendo té con algún aditivo extra.
Decidí divertirme un poco. Cerré la puerta del coche y apoyé los codos en ella mientras insinuaba mis piernas. Kakashi sacudió la cabeza.
—No seas mala —sonrió.
Solté una carcajada mientras agitaba el pelo. La imagen quedó más imponente gracias a una débil ráfaga de viento.
—Será mejor que me marche.
—Sí. Si necesitas algo, llámame —me dijo Kakashi.
—De acuerdo, te quiero.
—Yo también.
Hakashi se marchó cuando mi móvil comenzó a sonar. Abrí mi bolso aprisa y encontré el nombre de Hinata parpadeando en el centro de la pantalla. Descolgué acelerada.
—Si te dijera que eres la tía más guapa de todo Roma y que me muero de envidia por ese cuerpazo que tienes, ¿me creerías? —Su voz sonó jovial, como siempre.
—Sabes que sí —repuse utilizando un tono bastante narcisista.
Los chicos seguían observándome.
—¡Bien! ¡Sigues siendo la misma creída de siempre! —La escuché detrás de mí.
No me dio tiempo ni a reaccionar cuando ya la tenía presionando mi cuerpo con fuerza. Comenzó a gritar mi nombre y a dar saltos. Varias personas nos miraban sorprendidas, pero no era de extrañar, parecíamos dos histéricas sin pudor alguno.
—¡Sakura! —volvió a gritar aferrándose a mi cuello.
—¡Hinata! —La abracé, y volví a oler aquel aroma fresco a limón y jazmín.
—Joder, la espera se me ha hecho eterna. ¿Tú sabes lo que me has hecho pasar?
—No hace falta que me lo jures. No veía la hora de verte
Percibí un extraño cambio de apariencia en ella. Tenía el cabello igual de largo, pero desmontado y con unas suaves mechas cobrizas sobre su color negro. El flequillo también estaba retocado; se lo había cortado a la altura de las cejas, lo que hacía que sus dulces facciones y sus ojos caramelo fueran más intensos.
—¿Qué te has hecho en el pelo? —pregunté después de examinarla.
Ella se echó a reír inclinando la cabeza hacia atrás.
—¿No te gusta?
—Te queda genial.
—Quería cambiar de imagen, y Sora e Ino me aconsejaron.
—Estás preciosa. Por cierto, ¿Sora e Ino?
—Sí, nos están esperando en el Giordana’s. Tengo muchas ganas de que los conozcas.
No me di cuenta de que habíamos comenzado a caminar y ya estábamos atravesando la Piazza Navona. Me explicó un montón de cosas en los pocos minutos que tardamos en llegar a la cafetería. No dejaba de parlotear sobre todos los amigos que había hecho, sobre los chicos que había conquistado, sobre los problemas con su padre y su nueva novia… Aunque este tema quiso tocarlo bien poco.
—Bien, este es el Giordana’s. Está genial, seguro que te gusta —me aseguró Hinata en la puerta del local.
El ambiente era de los 80. Suelo de cuadros negros y blancos; barra blanca iluminada, con los bordes redondos y dispensadores de helado de la época; paredes rojas, y sillas forradas de cuero. Daba la impresión de estar en la película Regreso al futuro. Me fascinó. Del hilo musical surgía Edge of seventeen de Stevie Nicks y no pude evitar cantarla por lo bajo.
Hinata me miró y sonrió sorprendida.
—Me gusta esta canción —casi sonó a excusa, pero sonreí.
—¿Por qué no le metes algo de swing mientras caminas?
—Sabes que lo haré.
Aunque en el local había gente, no me corté a la hora de caminar al ritmo de la melodía. De la mesa del final se levantó un muchacho delgado que vino a mi encuentro, bailando. Hinata soltó una carcajada y supe que se trataba de Sora. Iba bien peripuesto. Llevaba el flequillo hacia un lado y el resto de su negro cabello engominado hacia atrás. Dos pequeños aros adornaban sus orejas y sus labios brillaban de una forma especial, seguramente por el brillo labial.
—¡Sakura! —clamó aquel chico, con una voz estridente. —¡Uau, chica! ¡Eres más guapa que en las fotos! Y créeme, eso es muy difícil, encanto —añadió tocando cada curva de mi cara como si fuese un ciego reconociendo a una persona—. Muy difícil, ¿has pensando en trabajar como modelo?
—Gracias, pero no. No me va ese rollo.
—Ella es más de números —añadió Hinata, sonriente—. Concretamente, de ciencias. Quiere estudiar Bioquímica clínica.
—Vaya, nena, con la cantidad de carreras que hay en medicina, escoges la más sencilla —dijo, irónicamente, una muchacha rubia. Ella debía de ser Ino.
—¡Dios, qué lastima! Podría hacer una gran campaña contigo —continuó Sora. Vi enseguida que aquel muchacho no dejaría de hablar— ¡Y qué ojos! ¿Son lentillas?
—No… —Sonreí mientras observaba cómo Sora escudriñaba mis ojos.
—Jamás he visto un verde gris tan deslumbrante… ¡Es increíble!
—Poca gente tiene ese color… —añadió Sakura.
La escena no podía ser más peculiar: la chica que parecía ser Ino y yo observábamos cómo Hinata y Sora conversaban sobre mis ojos.
—Muy poca —prosiguió Sora.
—Aunque sé de alguien…
—¿Quién?
—Naruto —contestó Hinata.
—¿Qué Naruto?
—Nuestro Naruto. Naruto Namikaze. Aunque él los tiene azules.
Aquello fue una sorpresa para mí. No esperaba que el hijo pequeño de Minato Namikaze entrara en nuestra conversación; mejor dicho, en su conversación.
—¡Oh sí! Naruto Namikaze. Está tan… —Sora levantó los ojos al techo, soñando con quién sabe qué fantasías.
—Bueno, ya basta… —interrumpió Ino, pestañeando. —Yo soy Ino y si te estás preguntando si Sora es así siempre; la verdad es que sí, es así —me dijo mientras me daba un beso—. Encantada de conocerte al fin.
—Ten cuidado, Sakura. Ino proviene de los rottweiler —dijo Sora, bromeando con ella.
—¡Cállate! —Le propinó un empujón.
Ino llevaba el cabello, de color rubio, cortado justo sobre los hombros. Su largo flequillo dejaba entrever unos ojos aguamarina que me deslumbraron. Me encantaba su estilo. Vestía de una forma más urbana, aunque resultaba sensual y muy femenino. Se le notaba una personalidad fuerte y resolutiva, con seguridad en sí misma…, sin duda una anomalía entre los adolescentes. Su tono de voz, tan cálido, me tranquilizaba.
—Bueno, Sakura, ¿has probado los helados del Giordana’s? —preguntó Ino aferrándose a su bufanda de lana malva.
—Esperaba hacerlo ahora mismo.
Naruto
Vi la Piazza de la Marina en cuanto di la última curva. La pelea ya había comenzado… con más gente de la que esperaba. El grupito de Suigetsu y sus muñequitas había venido acompañado de más acólitos. Nos doblaban en número.
Unas ancianas que pasaban por allí salieron escopeteadas al ver aquel espectáculo de patadas y puñetazos. Me dio tiempo a ver que una de ellas se disponía a telefonear; pronto tendríamos la visita de los carabinieri.
Detuve mi Yamaha YZF R1 negra hincando la rueda delantera en el asfalto de una forma un tanto agresiva. Soltó un chirrido que vino acompañado de una débil humareda blanca, que no me impidió ver cómo uno de los gemelos Haruno, Hildan, sujetaba los brazos de Kiba mientras Suigetsu le daba un golpe en el estómago. Mi amigo Sai tenía la cabeza de Jugo bien aferrada entre su brazo y las costillas y no dejaba de darle puñetazos. Otro muchacho saltó sobre él, pero Sai se zafó rápidamente sacudiendo los hombros. Nadie quería pelearse con Sai. Era un tío de metro noventa, grande y muy fuerte. Costaba adivinar que tuviera dieciocho años.
Kakuzu, el otro gemelo, y otros dos niñatos más intentaban retener a Haku. Este sonreía mientras los esquivaba. Haku era pequeño y muy escurridizo, así que en una pelea lo único que podías hacer era correr tras él.
Sin embargo, lo que más me molestó fue ver que un muchacho, rezagado del meollo, grababa la pelea desde su móvil.
Apreté los labios mientras me bajaba de la moto tirándola a un lado. Solo llevaba unas semanas con ella, pero no era la primera vez que rompía algo. Qué más daba, podría comprarme otra cuando quisiera.
Me lancé sobre el muchacho, que no me había visto llegar. Le arranqué el móvil y, con él, le di un puñetazo en la cara. El aparato se hizo trizas entre mis dedos. Cayó al suelo fulminado; uno menos.
Ahora Suigetsu era mi objetivo y fui a por él con decisión. Levanté la pierna y la lancé contra su pecho con tal fuerza que lo tiré al suelo. Al caer, pude oír un pequeño gemido. No dejé que se levantara, salté sobre él y le di un puñetazo que impactó en la mandíbula. Su cabeza rebotó contra el suelo, y el labio y la nariz comenzaron a sangrarle. Aun así, sacó fuerzas de donde no las tenía para revolverse y empujarme. Caí y se colocó sobre mí. Kiba desvió el golpe que iba a darme con una patada. Aquel simple gesto hizo que yo volviera a darle otro puñetazo. Lo que no esperaba era que Jugo se zafara de los brazos de Sai y me diera una patada en la ceja.
Noté cómo la sangre se deslizaba por mi cara, pero eso no impidió que me lanzara sobre él. Le di un puñetazo en el estómago y comencé a pegarle en la cara mientras gritaba.
De repente, se oyeron las sirenas de la policía acercándose. La jodida llamaba de las viejas había sido muy efectiva. Era el momento de salir cagando leches, pero no podría hacerlo en la moto porque venían por esa dirección.
Kiba tiró de mí con fuerza y me puso en pie.
—¡Vamos, tenemos que irnos, Naruto! —gritó Sai comenzando a correr.
Haku le siguió y, tras ellos, los gemelos y el muchacho del móvil, que iba sangrando.
—¡Naruto! —chilló Kiba.
Suigetsu, ya de lejos, me observaba con una sonrisa fanfarrona y mirada interrogante. Sabía que ahí no terminaba la cosa. Se había atrevido a tocar a mi primo y a mis amigos, y eso no lo podía consentir. Me encargaría de él en cuanto se volviera a cruzar en mi camino.
—¡Estás muerto, hijo de puta! —clamé antes de sentir como Kiba me obligaba a correr.
Un coche de los carabinieri apareció cortándonos el paso justo cuando íbamos a cruzar la calle. Reboté contra él y me impulsé hacia delante saltando sobre el capó. Retomé velocidad y dejé al policía saliendo del coche. Kiba retrocedió y se perdió entre los árboles. Por suerte, la atención no estaba puesta en él… sino en mí.
solo cambiare la apariencia de algunas personas pero el resto lo dejare igual
eliannar- Moderador
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La vida es muy corta para desperdiciarla con malas practicas pero como el sedentarismo es malo y el dinero escasea pues debo cumplir con obligaciones....de lo contrario estaría encerrada en mi cuarto leyendo cuanta imaginación tienes tú para entretenerme. Saludos desde Luque, Paraguay, al valiente que lee este perfil
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
hola les dejo el capitulo
- Spoiler:
- CAPÍTULO 2
Sakura
—A Viale delle Magnolie, lo más rápido posible, por favor —dije sabiendo que llegaría con retraso. Solo faltaban diez minutos para las doce.
Coger un taxi en el Corso del Renascimento me llevó cerca de quince minutos. Y cuando lo logré, me topé con un vehículo que parecía rodar de puro milagro. Al tomar asiento, me clavé las bolitas de color teja de la funda del asiento. La voz de una cantante con problemas de garganta surgía de la radio. —Me llevó unos segundos reconocer que se trataba de música árabe—. Un olor a kebab rancio cubría todo el interior.
—Dios, tendré que volver a ducharme en cuanto llegué —mascullé al descubrir que había grasa por todos lados—. Dígame, ¿ha pensado en lavar este trasto?
El hombre sonrío y aceleró de golpe provocando que me estampara contra el asiento delantero. Lo hizo a propósito, pero no me molestó. Es más, sonreí.
—Señorita, se hace lo que se puede.
—Si usted lo dice.
Para ser casi medianoche, el tráfico era insufrible. Tan solo tres calles nos había llevado los diez minutos que tenía de límite. Y ahora nos encontrábamos en otro atasco en la Via del Corso.
—¿Está usted seguro de que este era el camino más corto?
—En Roma no hay atajos, señorita. Debería saberlo.
—Ya, claro. Usted está buscando propina —resoplé mientras el hombre sonreía.
—Por supuesto. Tengo que alimentar a mis tres esposas.
Le miré con los ojos abiertos de par en par.
—¿No lo dirá en serio?
Mi comentario le hizo aún más gracia.
—Solo bromeaba. —Negó con una mano.
—En fin, si acepta tarjeta, podemos llegar a un acuerdo. Siempre y cuando no lleguemos más tarde de las doce y cuarto. De lo contrario, se encontraría con un cadáver —le dije tan dramáticamente como pude.
—¿Dónde vive exactamente?
—En la mansión Haruno.
El taxista abrió la boca ligeramente. Después me observó por el retrovisor. Sin duda, no esperaba que viviera allí.
—¿Y qué hace cogiendo un taxi? —preguntó avanzando unos metros y volviéndose a detener.
Por suerte, ya estábamos en la Piazza del Popolo.
—Quiero independencia…
De repente, su puerta se abrió y un muchacho arrancó al taxista del asiento de un tirón. Solté un chillido al verle rodar por el suelo mientras se quejaba y maldecía. El muchacho se subió al coche, cerró la puerta y comenzó a maniobrar de una forma tan experta como brusca. No me dio tiempo a verle la cara, porque caí entre los asientos cuando dio un giro violento, pero sí pude escuchar cómo chocábamos con varios vehículos.
Me incorporé sin dejar de gritar.
«Que no sea un secuestro. Que no sea un secuestro», me iba diciendo a mí misma para tranquilizarme.
Volvió a virar rápido para entrar en la Piazza del Popolo sin el menor temor a atropellar a algún peatón. Dios, iba a morir, seguro.
Le miré. Era joven, de mi edad más o menos.
—¡Me cago en la puta! ¡¿Cómo coño se apaga este trasto?! —gritó sofocado, intentando apagar la radio.
Será gilipollas.
Soltó el volante y se puso a darle golpes con el puño y con la pierna como si se le fuera la vida en ello. ¡Estaba loco!
La chica con problemas de garganta dejó de sonar enseguida, pero la música fue sustituida por las sirenas de la policía. Venían detrás de nosotros.
—Maldita mierda de coche. ¿Por qué coño no he cogido el Fiat? —gritó, a la vez que se percataba por fin de que tenía compañía tras él—. ¡Joder!
Aproveché para atacar y me lancé sobre él dándole patadas.
—¡No me secuestres, capullo! ¡Déjame bajar! —chillé con fuerza mientras él esquivaba mis golpes.
—¡¿Quieres estarte quieta?! ¡Estás delirando!
El coche se desvió de repente y chocamos contra un muro. Salí despedida hacia delante y me golpeé la cabeza y los hombros contra el salpicadero. Los cristales cayeron sobre mí, pero enseguida percibí cómo el chico me cubría. De milagro, no sufrí ningún corte.
Lo empujé y me arrastré hasta la puerta con el cuerpo dolorido. Me lancé al suelo y caí en un charco justo antes de que otro chaval se tropezara con mis piernas. ¿De dónde había salido este?
—¿Vienes a por más?, Suigetsu—dijo mi presunto secuestrador.
—Me subestimas.
El tal Suigetsu se lanzó a por el otro muchacho y comenzaron a pegarse prácticamente sobre mí. Intenté escapar, pero cayeron al suelo y Suigetsu me dio un puñetazo en el hombro.
—Quita de aquí, joder —me espetó.
Le di una patada justo cuando un policía me sujetaba por la espalda y me arrastraba fuera de allí. El acero caliente del capó fue lo que sentí en mi cara mientras unas esposas me inmovilizaban las muñecas.
Estaba detenida.
Naruto
Suigetsu logró escapar mientras detenían a la chica. Quise ir tras él, pero ya me habían cazado. Me empujaron contra la pared y me pusieron las esposas.
—Naruto, ¿cuándo aprenderás? —se mofó uno de los guardias.
—Tú no podrás ver ese día porque estarás de guardia de seguridad en un centro comercial.
Me encargaría de ello en cuanto pudiera.
—Qué gracioso. —Hizo una mueca antes de empujarme hacia el coche—. Vamos, esta noche dormirás en el calabozo.
La muchacha no dejaba de gritar y se resistía a entrar en el vehículo. Estaba toda desaliñada, pero aun así exhibía un cuerpo increíble… y bastante ágil. Colocó una pierna en la puerta y empujó hacia atrás provocando que dos policías tuvieran que reducirla. Finalmente entró y comenzó a dar patadas a los asientos. Sonreí.
—Señorita, cálmese o tendrá problemas.
—¡Ya los tengo! ¡Le juro que se arrepentirán de esto! —les gritaba, y yo opinaba lo mismo—. Yo solo iba hacia mi casa cuando este gilipollas —dijo señalándome con la cabeza. Alcé una ceja, incrédulo— sacó al taxista del coche y comenzó a conducir como un loco.
—Todo eso podrá contarlo en comisaría.
—¡¿Qué?! ¡Oh, Dios mío! —Dejó de hablar y se desplomó en el asiento.
Por fin pude observarla con tranquilidad. Era increíblemente guapa; piel pálida y tersa, labios carnosos, nariz perfecta y unos ojos grises deslumbrantes. Casi iluminaban la penumbra del vehículo. Tenía el cabello muy largo y liso, de un raro color rosa más claro que oscuro. Del cuerpo no pude ver mucho, pero apuntaba maneras.
—¿Qué coño estás mirando, imbécil? —me preguntó clavando aquellos ojazos en los míos. Jamás había visto una belleza igual.
—¡Eh, tranquila! Deberías relajar el labio… mira, se hace así. —Comencé a mover la boca lentamente.
—Serás… —Se lanzó a por mí.
Poco podía hacer con las manos detrás de la espalda, pero un mordisco podía hacer daño.
—kotetsu, esta chica intenta matarme —le dije a uno de los policías en tono jocoso.
—Si lo consigue, le estaré eternamente agradecido.
—¡Ja! qué gracioso. —La empujé con un hombro—. ¿A qué comisaría vamos?
kotetsu me miró con cara de pocos amigos mientras la muchacha me enviaba miradas asesinas.
—Ya lo sabes.
—No, no lo recuerdo —ahora me tocaba mofarme a mí. Sabía exactamente donde nos dirigíamos.
—A Trevi, y ahora cállate —le gruñó el policía.
Trevi, perfecto. En una hora estaría en la calle.
Sakura
Mi compañera de celda se sentó justo a mi lado y me observó con… ¿avidez? Rezaba para que Kakashi llegara cuanto antes. Ya le había llamado y me había dicho que no tardaría. La verdad es que parecía bastante tranquilo, como si ya supiera lo que había ocurrido. Al niñato chulo se lo habían llevado a otra celda, así que no sabía si había hecho su llamada ni si le dejarían salir pronto. Esperaba que no, y que se pudriera allí dentro.
Aquella mujer tan desagradable comenzó a invadir mi espacio vital abalanzándose sobre mí lentamente.
—¿No sería mejor que habláramos un rato? Tu y yo podríamos ser amigas.
No, no seríamos amigas nunca.
Su boca dibujó algo parecido a una sonrisa. De repente, estampó su nariz en mi mejilla e inhaló mi aroma ruidosamente. Me quedé quieta, con los ojos como platos y sin saber qué hacer.
—Sakura Haruno —llamó justo en ese momento el policía que respondía al nombre de kotetsu .
Me levanté ipso facto y me lancé a los barrotes entre los que ya veía la tranquilizadora figura de Kakashi.
—¡Gracias al cielo! —exclamé antes de que la puerta se abriera—. Quita de en medio. —Empujé al policía que me franqueaba la puerta y me tiré al cuello de Kakashi.
Sus brazos me rodearon suavemente, apretándome contra su cuerpo. Su calor me calmó… pero solo unos segundos. Cuando volví en mí, me aparté de él y comencé a despotricar.
—Mi primera noche en Roma y acabo aquí por culpa de un capullo que está loco. Créeme Kakashi, temí por mi vida. Deberían encerrarlo en un manicomio. Comenzó a pegarse con otro tío y me aplastaron. Y minutos antes nos estrellamos contra un muro. ¡Mira mi ropa!
Extrañamente, Kakashi parecía divertido. Me cogió de los hombros y me obligó a mirarle.
—Cálmate, Sakura, mi amor. No hay de qué preocuparse.
—¿Que no hay de qué preocuparse? ¡Mi padre me matará!
— Kizashi cree que duermes en casa de Hinata. Ya está todo listo, ella te espera en su casa.
Volví a abrazarle.
—Eres mi ángel.
En ese momento, la reclusa estiró el brazo, cogió un mechón de mi cabello y comenzó a olisquearlo entre los barrotes. la alejó y a Enrico se le dibujó una sonrisa al ver mi cara de terror.
—Quieta, Rosa —dijo el policía.
—Sácame de aquí ahora mismo —murmuré con voz ahogada.
—Tengo que quedarme, fuera te espera un coche que te llevará a casa de los Hyuga.
Me besó en la frente y me alejé de él a toda prisa sintiendo cómo su mano se separaba de la mía cuando nuestros brazos ya no podían estirarse más.
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eliannar- Moderador
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La vida es muy corta para desperdiciarla con malas practicas pero como el sedentarismo es malo y el dinero escasea pues debo cumplir con obligaciones....de lo contrario estaría encerrada en mi cuarto leyendo cuanta imaginación tienes tú para entretenerme. Saludos desde Luque, Paraguay, al valiente que lee este perfil
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Estos primeros capítulos estuvieron muy interesantes.
No he leído el libro, pero x el fic pinta alentador, has podido introducir a los personajes de Naruto muy bien.
Por cierto, me interesa como se desarrollara el narusaku, que seguramente sera complicada, jaja pero es lo q más me llama la atención.
Espero la continuación. Ciao!!!!
No he leído el libro, pero x el fic pinta alentador, has podido introducir a los personajes de Naruto muy bien.
Por cierto, me interesa como se desarrollara el narusaku, que seguramente sera complicada, jaja pero es lo q más me llama la atención.
Espero la continuación. Ciao!!!!
marifa- Sannin
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나는 코스타리카에 있어요.
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
marifa este capitulo esta dedicado a ti es que nadie me deja mesajitos y no puedo hacer tantos dobles post , que por eso no lo continuo de seguido jeje
ya basta dejo el capitulo
ya basta dejo el capitulo
- Spoiler:
- CAPÍTULO 3
Naruto
Usher sonaba con la canción Trading Places mientras me acomodaba en el Bentley de Kakashi. Ya sabía que Kiba, Sai y Haku estaban a salvo en mi casa, y que mi padre esperaba a que llegara. Me aguardaba una buena bronca y, en realidad, con motivos. Era la cuarta vez que visitaba los calabozos de la comisaría de Trevi en lo que iba de año. Y tan solo habían pasado ocho días desde Nochevieja.
—¿Sabes a quién has arrastrado contigo a comisaría? —me preguntó Kakashi aparentando seriedad, pero conteniendo una sonrisa.
Kakashi sabía el motivo de mi detención y opinaba que debía haber sido más duro con Suigetsu .
—A una tía que estaba buenísima —recordé sus largas piernas—. En serio, Kakashi, si la hubieses visto, hasta tú te hubieses quedado aluciando.
Soltó una carcajada.
—Ya veo. En realidad, sí, era muy guapa.
—¿Pudiste verla? —pregunté extrañado.
—La saqué del calabozo, Naruto.
—¿Cómo? —Ahora estaba todavía más perdido.
Detuvo el coche frente al garaje del edificio Namikaze. Cogió un pequeño mando, lo sacó por la ventanilla y pulsó el botón. La puerta comenzó a elevarse y Kakashi aprovechó para mirarme.
—Esa «tía» que estaba buenísima era Sakura Haruno.
Si esperaba sorprenderme, lo consiguió. Le miré boquiabierto y con los ojos desencajados. Joder, si Kizashi se enterase de que su hija pequeña había estado en el calabozo por mi culpa, me mataría.
«Con la de coches que había en la Via del Corso, y tuve que coger el taxi que llevaba a Sakura», pensé.
¿Lo sabe Kizashi? —pregunté temeroso.
—No, pero lo sabe Minato.
—¡Es increíble, Naruto! Sabes que no puedes ir por ahí pegándote con el grupito de Suigetsu. No dejas de estar en boca de todos y eso nos traerá problemas —dijo mi padre, alterado pero intentando no gritar para no despertar a mi madre y a mis hermanos mayores—. Encima, has metido a Sakura Haruno de por medio. ¿Sabes que hará la prensa si se entera? ¡Jesús!
Sentado en un sillón, observaba cómo mi padre caminaba de un lado a otro fumando sin parar.
—Lo siento, tío Minato. No volverá a ocurrir —dijo Kiba poniendo cara de no haber roto un plato en su vida.
—Tú a callar, ya te hemos calado —dijo su padre, mi tío Kuro (esto lo invente por que no hay nombre del padre de kiba)—. Y vosotros… —Miró a Sai y a Haku— ¿Le disteis duro? —Les guiñó un ojo.
Todos nos miramos algo confundidos, pero terminamos riendo.
Estuvimos cerca de una hora comentando la pelea. Incluso Haku la representó en el centro del salón. Lo que comenzó como una reprimenda, terminó como una reunión de colegas que se explican unos a otros sus batallitas.
Sin embargo, durante todo ese tiempo mi mente no estaba en aquel salón, sino en una chica de deslumbrantes ojos verdes grises.
Sakura
El lunes a primera hora me reuní con Hinata, Ino y Sora en la entrada del San Angelo. En ese colegio iba a cursar el último curso de enseñanza media antes de ir a la universidad. Me sorprendió que el edificio fuera tan grande. Incluso tenía aparcamiento.
Como bien planeó Kakashi, mi padre no se había enterado de nada de lo que ocurrió el sábado, así que pude pasar el resto del fin de semana con Hinata y sus amigos dando largos paseos por la ciudad y gastando dinero con la tarjeta. Por supuesto,fuimos caminando a todas partes. No podía arriesgarme a tener otro tropiezo. Estaba segura de que pasaría un tiempo hasta que volviera a coger un taxi.
Cuando se lo expliqué a mis amigos, se partieron de risa. No entendí por qué les hizo tanta gracia, la verdad.
Entré en la secretaría. Por su decoración, parecía que estabas en la consulta de un médico de pago: sillones oscuros flanqueando una mesa de cristal con un bonito jarrón con flores rojas. No me extrañaría que esos colores estuvieran pensados para que combinaran con nuestros uniformes. La pared estaba llena de cuadros de alumnos ya graduados y artículos de periódico.
El San Angelo era la mejor institución educativa de Roma y sus becas eran muy sonadas. Había una lista de espera de casi dos años para poder entrar. Algunos, como mi padre, se la saltaban utilizando las influencias.
Contemplé mi imagen ataviada con el uniforme en un espejo que colgaba en la pared del fondo. La falda de pliegues roja con los típicos cuadrados en amarillo y negro dejaba al descubierto mis rodillas, algo que en mi antiguo uniforme era impensable. De hecho, aquel conjunto era totalmente diferente al del internado. Era atrevido, incluso sexy, y muy rojo. La camisa blanca se ceñía a la cintura, lo que ayudaba a marcar la figura. El polo rojo era algo más holgado y clásico, con el nombre y el escudo del instituto bordado en hilo dorado, como una imagen típica de la realeza. Aquel jersey era optativo llevarlo, pero a mi madre no le parecía bien que prescindiera de él (me lo quité en cuanto salí de casa). Lo más discreto, por así decirlo, era la corbata y las medias que ocultaban parte de mis rodillas y casi se unían a la falda. Y después estaban los zapatos, que llevaban algo de tacón siguiendo las normas imperantes. Por supuesto, yo me puse unos más altos.
Me acerqué al mostrador, donde una secretaria mordisqueaba un bolígrafo entre sorbo y sorbo de su café.
—Buenos días, soy Sakura Haruno.
La secretaria se levantó sonriente y se puso a rebuscar mi matrícula en los archivos ordenados alfabéticamente que había tras ella. Extrajo mi carpeta, la abrió y cogió un folio que no tardó en sellar y firmar.
—Bien, estás en Ciencias, ¿verdad? —dijo, mientras se quitaba el bolígrafo de su boca.
—Así es.
—Tu clase es cuarto D. Aquí tienes el horario. ¿Quieres que te acompañe?
—No, no se preocupe. Tengo amigas que van a la misma clase. —Desvié la mirada hacia la puerta. Me saludaron de forma escandalosa desde fuera.
—Genial. Una chica sociable, me alegro —añadió, entregándome el horario—. Bueno, pues que tengas un buen día de clase, Sakura.
—Muchas gracias.
—Si necesitas algo, aquí estaré. Por cierto, me llamo Antonieta.
—Estupendo, Antonieta. Buenos días. —Salí de la secretaría mirándome el horario.
Compartiría clase con Ino.
—Bueno, ¿cuál es tu clase? —preguntó Sora, expectante, en cuanto abrí la puerta de cristal.
—Cuarto D.
Hinata resopló algo decepcionada.
—En fin, nos veremos a la hora del recreo. Mi clase está en el otro extremo del pasillo. La comparto con tu querida prima.
—¡Y conmigo! Que no se te olvide —añadió Sora.
—¿Quién es tu prima? —preguntó, curiosa, Ino.
—Hanna Haruno.
—¡Joder!
En ese momento, Hinata miró por encima de mi hombro. Su cara reflejaba entre fascinación y aturdimiento. Jamás la había visto así.
Un muchacho moreno con ojos azul oscuro se acercó y la saludó fríamente. Curiosamente, me recordó al loco del taxi. Debía de estar obsesionada.
—Hola Kiba. No me has llamado en todo el fin de semana —dijo Hinata dándole un suave beso en los labios.
Sin duda, aquel debía de ser el chico del que tanto me había hablado. No terminaban de ser novios, pero ella tenía interés. Más del que él sugería; parecía aburrido.
El tal Kiba me miró y sonrió, pasando de responder a Hinata.
—Hola, Sakura —dijo arrastrando mi nombre. Sonó sexy.
—¿Y tú eres? —pregunté incrédula.
¿De qué me conocía?
Hinata le lanzó una mirada asesina. Estaba molesta, lo sabía.
Kiba se acercó hasta mí y me dio dos besos.
—Kiba Namikaze. Si haces memoria, te acordarás de mí —Sonrió—. Yo y mi primo solíamos enterrarte en la arena cuando veraneábamos en Cerdeña. Qué tiempos…
Por supuesto que me acordaba. Una vez estuve escupiendo arena durante todo el día. Suerte que Kakashi y Nagato Namikaze me protegían.
Había cambiado muchísimo, pero seguía siendo muy guapo. Debía de ser el gen Namikaze: absolutamente todos los miembros de la familia eran apuestos. Aunque en ocasiones la naturaleza se excedía más con unos que con otros. Recordé a Naruto Namikaze. La última vez que lo vi tenía ocho años, pero ya era el más guapo de todos… Y también el más travieso.
—¡Vaya, cuánto tiempo! Casi no me acordaba, lo siento —exclamé sonriente antes de darle un abrazo. La verdad es que me alegraba mucho de verle.
—Estás perdonada. ¿Cuándo has vuelto?
—El sábado.
—Lo tuyo es suerte, Sakura. Al final conocerás a todo el instituto en menos de una hora —dijo sonriente Ino—. ¿Qué pasa, Kiba? ¿A mí no me saludas?
Kiba fue a por ella a la vez que Sora le daba un codazo simulando estar cabreado.
—Para ti también hay, guapita.
—No me llames así. —Sora fingió molestarse. —Seré gay, pero me gusta mi nombre.
El timbre interrumpió nuestra conversación, lo que hizo que también me fijara en que Hinata se había quedado un poco apartada y nos miraba con los brazos cruzados sobre el pecho. Ahora sí que estaba enfadadísima. Me pregunté si me echaría a mí la culpa.
Se despidió de mí con un gruñido nada más llegar al segundo piso, y se alejó caminando aprisa mientras Sora le gritaba que esperara.
Miré a Ino, desconcertada.
—Es por Kiba. Él no le hace mucho caso —explicó antes de cogerme del brazo y comenzar a caminar—. Pero no te preocupes. Venga, que te pondré al día.
Comenzó a señalar a diversas personas con las que nos íbamos cruzando por el pasillo; me decía sus nombres y cómo eran. En ese momento mi prima pasó justo a nuestro lado.
—Dios las cría y ellas se juntan —dijo escondiéndose detrás de mi hombro.
Ino quiso hablar, pero la interrumpí.
—¿Es por eso por lo que somos primas, Hanna? —dije dándome la vuelta y cruzando los brazos.
Me miró de arriba abajo y salió disparada.
—Creo que he encontrado mi alma gemela. Con la diferencia de que tú eres sexy de natural y yo tengo que luchar por serlo. —Ino meneó la cabeza de un lado a otro.
—No desesperes.
—Lo intentaré. —Reímos antes de que prosiguiera con sus fugaces y agudos retratos—. Esa es Nikki Gilardino, y la larguirucha es Karin Fiorentini. Son las secuaces de tu primita. Igual de zorras, créeme.
—No creía que nadie pudiera igualarla —dije.
Ino soltó una carcajada.
Nikki era una morena bajita y peripuesta, pero la llamativa (si se le puede llamar así) era Karin, una pelirroja estirada que enseguida me recordó a una llama.
—Y esa que está apoyada en la pared es Shion. —Ino se acercó a mí para susurrarme—: No te fíes de ella, es una chismosa. También es la encargada del periódico de la escuela.
Era una chica rubia y bastante atractiva. De lejos se podía confundir con una Barbie en edición limitada… no por prestigiosa, sino por lo pronto que se hartarían de ella.
Con el dedo índice se enroscaba un mechón de su cabello mientras coqueteaba con un chico de cuerpo perfecto. Me recreé en mirarle. Nadie llevaba el uniforme como él: desenfadado, pero elegante. Era desgarbado y alto, de espalda ancha y marcada. Solo la visión de sus hombros ya incitaba a fantasear. De cintura para abajo…, aparté la mirada. Se me estaba yendo la olla. Me imaginaba qué haría si estuviese en la posición de Shion; para empezar, no entrar en clase.
El chico tenía un brazo apoyado en el marco de la puerta de mi clase y susurraba algo a Shion con sensualidad mientras deslizaba sus labios por la mejilla de la chica.
Ino solo me había ido informando sobre las chicas, así que decidí preguntarle por el sector masculino del colegio. Pero cuando iba a hacerlo, ya en la entrada de la clase, me topé con su rostro.
El muchacho que coqueteaba con Shion ¡era el mismísimo loco del taxi! Me sobresalté tanto que choqué con el marco de la puerta. Él me miró por encima de su brazo y me sonrió de una forma tan sensual que por un momento me quedé embobada
mirando su boca. Reaccioné enseguida poniendo cara de asco para disimular. Él sonrió más.
—¡Tú! —susurré impactada.
—Hola, Sakura. —El tono de su voz me recordó al de Kiba—. Debo decir que el uniforme te queda de escándalo.
—Cállate —interrumpió Ino tapándole la boca. Sonrió mientras lo hacía.
Entré con ella en clase y caminé hacia el pupitre del final casi sin darme cuenta.
—¿Estás bien? —preguntó Ino.
—¡Ese de ahí es el capullo que robó el taxi! —dije exaltada, señalándole.
Venía hacia mí mientras yo tomaba asiento.
—¿Naruto Namikaze? ¡Lo sabía! —Ino chasqueó los dedos.
—¡¿Naruto Namikaze?!
Naruto
—¿Me llamabas? —Tomé asiento a su lado con la vista fija en un botón de su camisa que andaba suelto. Pude ver el inicio de su pecho.
Shion apareció detrás del cristal que daba al pasillo y me hizo un corte de mangas antes de entrar en su clase.
Ciao, bella, pensé acercándome más a Sakura.
—Vete de aquí —masculló con aquellos labios carnosos.
—Es mi clase.
—Vete del pupitre.
—Es mi sitio.
Sakura miró a Ino con ojos interrogantes. Kiba apareció en ese momento.
—Es cierto, es su sitio —dijo Ino, encogiéndose de hombros.
—Kiba, ¿te importa sentarte con Ino? —Ni siquiera le miré, solo tenía ojos para intimidar a Sakura.
Estaba comenzando a divertirme.
—¡No! Me sentaré yo con ella. —Se acercó demasiado.
Quiso levantarse, pero se lo impedí coincidiendo con la llegada de la señora Kuranai, la profesora de biología. Miré a Sakura directamente y le guiñe un ojo; esperaba que resoplara o que hiciera cualquier gesto de desesperación, pero no hizo nada. Solo me observó fijamente mientras apretaba la mandíbula. Me estaba retando, así que le concedí el placer aceptando el reto con una sonrisa.
—Soy Naruto Namikaze. —Me acerqué a ella—. Me alegro de verte.
—Sakura Haruno —dijo mirándome a los ojos—. Yo no puedo decir lo mismo.
—Señora Kurenai , me alegra informarle —dije con sorna recostándome en el asiento— que tenemos una nueva alumna.
Sakura frunció los labios antes de enviarle una sonrisa a la profesora.
—¡Oh, sí! —Sonrió Kurenai Yuhi mirando su ficha—. Es cierto.
—Propongo que se presente, ¿qué le parece? —Miré a mi nueva compañera de asiento de forma chulesca y comprendí por su gesto que ya me odiaba. ¡Perfecto! Un nuevo récord.
—¡Por supuesto! —ratificó la profesora.
Última edición por eliannar el Sáb Sep 29, 2012 8:34 am, editado 1 vez
eliannar- Moderador
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La vida es muy corta para desperdiciarla con malas practicas pero como el sedentarismo es malo y el dinero escasea pues debo cumplir con obligaciones....de lo contrario estaría encerrada en mi cuarto leyendo cuanta imaginación tienes tú para entretenerme. Saludos desde Luque, Paraguay, al valiente que lee este perfil
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Como dijiste que se llamaba el libro...?
Intentare buscarlo.
Muy buenos los capis, perdón por no dejar comentario antes.
Sigue escribiendo,espero conti.
Matte ne~~
Intentare buscarlo.
Muy buenos los capis, perdón por no dejar comentario antes.
Sigue escribiendo,espero conti.
Matte ne~~
Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Waaa.... me siento muy honrada ¡¡muchas gracias!! Toy Feliz...
Lo disfruté, amo a este arrogante y desenfadado Naruto. Lo sé, le hará la vida imposible a Sakura y viceversa; será interesante ver cual cae primero.
En fin, tu lectora se marcha esperando la continuación. Te cuidas. Ciao!!!
Lo disfruté, amo a este arrogante y desenfadado Naruto. Lo sé, le hará la vida imposible a Sakura y viceversa; será interesante ver cual cae primero.
En fin, tu lectora se marcha esperando la continuación. Te cuidas. Ciao!!!
marifa- Sannin
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
jajaja me acabo de leer los capis y tengo que decir que me encantaron
me parece una historia muy interesante, ya quede enganchada, asi que
tienes nueva lectora
sique con el fic que esta muy bueno
bye
me parece una historia muy interesante, ya quede enganchada, asi que
tienes nueva lectora
sique con el fic que esta muy bueno
bye
Mariam Namikaze- Genin
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Por aquí... por allí... por donde se me antoje XD
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
grandes cap, sigue asi!!!
espero conti
espero conti
Davidenko17- Jounin
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Aqui le dejo el capitulo me dicen si sigo manteniendo en espolier por que creo que en los telefonos no se ven
- Spoiler:
- Gracias por sus comentarios marifa, Zule-chan, XileF, Mariam Namikaze, Davidenko17 me animan a seguir adaptandoCAPÍTULO 4Sakura
Tomé asiento en la cafetería con un café entre las manos. Me había reunido con mis amigos y esperaba que los treinta minutos de recreo me sirvieran para calmarme. Naruto había estado jodiéndome las tres primeras horas y mucho me temía que insistiría en las tres próximas.
Saqué mis apuntes de química y comencé a realizar unas fórmulas.
—Me parece increíble. Naruto nunca se sienta con nadie que no sea Kiba —dijo Sora risueño.
Al parecer, sus otros amigotes iban a otra clase. Intenté no distraerme con la conversación… pero no lo logré.
—Bueno, Sakura, ¿qué pensaste cuando reconociste que era el «loco» del taxi? —añadió Sora provocando las risas de mis amigas.
Resoplé poniendo los ojos en blanco, pero de inmediato me quedé petrificada. Por encima del hombro de Hinata vi cómo Naruto y sus amigos se acercaban con decisión. Pensé que pasarían de largo, pero Naruto cogió una silla de una mesa cercana y la colocó justo a mi lado. Tomó asiento de la manera más condenadamente sexy que había visto en mi vida. Apoyó sus codos sobre las rodillas entreabiertas y me contempló con el gesto torcido. Todo en él me provocaba; y fui consciente de que si me quedaba mirándole demasiado tiempo, corría el riesgo de perder la cabeza.
Saludó a los demás dedicándoles su mejor sonrisa, que terminó cuando me miró a mí. Su primo, Kiba, prácticamente se vio obligado a sentarse al lado de Hinata, pero ella fingió no prestarle atención; se estaba haciendo la ofendida. Un muchacho alto y fornido acarició el cuello de Ino haciendo que esta se estremeciera y cerrara los ojos. Cuando el chico tomó asiento, se observaron: se estaban diciendo millones de cosas sin que nadie pudiera escucharles. Se percibía que allí había algo más que amistad.
El muchacho rapero y delgado fue el que mejor me cayó a simple vista. Parecía alegre y no pude evitar pensar cómo podía ser amigo de Naruto alguien así. Se acercó hasta mí.
—¡Sakura! —exclamó, dándome un fuerte beso en la mejilla.
Me dejó descolocada.
—Soy Haku. ¿No te acuerdas? Una vez te hice un dibujo de Sailor Moon —añadió provocando la sonrisa de Naruto.
Aparté un momento la vista de Haku para fulminar a Naruto con la mirada. Él alzó las manos negando con la cabeza; como si me tuviera miedo y se protegiera. Seguía burlándose de mí.
Volví a Haku. Me acordé de aquel muchacho. Era el menor de los Albori, una familia que también veraneaba con nosotros. Él y yo siempre estábamos dibujando… cuando Kiba y el puñetero Naruto no nos molestaban.
—Hola, Haku—dije dándole un pequeño abrazo.
También reconocí al joven fornido. Era el mediano de los De Rossi y se llamaba Sai. Este alargó su mano y me cogió suavemente de la mejilla.
—Yo soy Sai. —Me besó—. Me alegro de que estés de vuelta.
—Gracias. Es agradable recibir algo de cortesía después del día que llevó —dije mirando con el rabillo del ojo a Naruto.
Suspiró y su rodilla topó con la mía. Intenté que no se notara mi sobresalto.
—Tampoco seas tan dramática —dijo apoyándose en la mesa—. ¿Sabéis que aquí, nuestra nueva compañera, tiene matrículas de honor y todo sobresaliente? ¡No sabe lo que es un notable! —Puso cara de fingido asombro.
Sai, Haku y Sora me observaron curiosos. Hinata lo sabía de sobra y Ino y Kiba lo habían descubierto del mismo modo que Naruto: en clase. La profesora Kurenai , aprovechando mi obligada presentación, había ido mencionando lo buena estudiante que era, acompañándose de vez en cuando de algún «a ver si aprendéis».
—¿En serio? Vaya, nena, podrías haberlo dicho —dijo Sora acariciando mis manos.
Miré a Naruto. Por un instante, no vi ni oí nada más. Como si solo estuviéramos él y yo en aquella cafetería. Él deslizó su mirada de mis ojos a mis labios y entrecerró los ojos mientras apretaba la mandíbula. No podía hacerme una idea de qué se le pasaba por la cabeza. Yo solía descifrar a las personas enseguida, pero Naruto se me escapaba. Me contemplaba de una forma tan intensa que hasta me costaba respirar.
Me repuse e intenté hacer lo mismo. Observé su cuerpo con parsimonia, como él había estado haciendo todo el día conmigo.
Su físico incitaba a todo menos a pensar con cordura, y su rostro… su rostro era el que cualquier mujer vería en sus sueños. Era asombrosamente guapo. Efectivamente, como cuando éramos pequeños, seguía siendo el más apuesto de los Namikaze… con diferencia.
Su cabello era rubio y algunos mechones le caían sobre sus ojos, lo que lejos de ocultarlos, todavía los hacía más penetrantes. Su mirada azul zafiro, inmensamente brillante, te embrujaba de tal forma que olvidabas todo lo demás. Lo que daba más rabia era que sabía utilizarla. Como sabía utilizar sus labios, que reposaban sobre una piel pálida, sin ninguna imperfección. Me quedé fascinada por su belleza y por un instante (solo un instante) se disipó el odio que me había despertado.
Humedeció sus labios con pausa y volvió a hablar. Aquel momento mágico se esfumó.
—Es toda una empollona. —Tocaba mis apuntes. No dejé de mirarlo—. Quién lo diría. —Se acercó a mí con la intención de intimidarme. Lo consiguió, pero no lo mostré—. En realidad, pareces una de esas modelos frías y vanidosas que se creen insuperables físicamente, pero que tienen el cerebro de un pez.
Quería ofenderme y dejarme en ridículo. Yo no entendía por qué. ¿Por qué me odiaba de aquella forma? Yo tenía motivos: el sábado casi me mata en aquel maldito taxi y estuve en el calabozo cerca de dos horas, pero él… ¿cuáles eran sus razones?
Estaba irritada.
—La belleza no está reñida con la inteligencia. Y yo tengo la suerte de tener ambas —le dije casi pegada a su cara. Me mordí el labio sabiendo que él miraba mi boca. Por fin le noté algún sentimiento: impotencia y deseo. Sonreí apartándome un poco—. Pero hablemos de ti. En tu caso la belleza te ha sido concedida… —Me levanté de la mesa con mis apuntes y el café, y añadí—: pero la inteligencia brilla por su ausencia.
Sonó el timbre. Naruto se levantó con brusquedad y me tiró el café encima. Mi camisa quedó empapada.
—¡¿En qué estás pensando?! ¡Tenías espacio suficiente para esquivarme, imbécil! —le grité.
Con furia, tiré al suelo el vaso de cartón. El poco líquido que quedaba terminó en nuestros zapatos. Él echó a caminar como si nada. Ni siquiera hizo el intento de disculparse.
Avancé dando zancadas y le cogí del hombro obligándole a darse la vuelta. Se giró con pose arrogante, solo que esta vez frunció el ceño y los labios. Estaba molesto. Con un gesto déspota, se retiró dejando mi mano en el aire. Por primera vez en mi vida me vencía la sensación de inferioridad. Media cafetería observaba expectante.
—¿Es que ni siquiera piensas pedir perdón? —pregunté, inventándome una seguridad que no existía. Él suspiró y comenzó a negar con la cabeza, lentamente.
—Dudo que lo merezcas —contestó con una voz grave.
Pestañeé varias veces mientras digería lo que acababa de escuchar. Aquel tío dejaba de ser un imbécil para convertirse en el capullo más grande que había conocido.
—No solo te falta inteligencia sino también vergüenza —espeté, sabiendo que eso terminaría de crisparle los nervios.
Apretó la mandíbula y acortó la poca distancia que nos mantenía separados con un decidido paso.
—Si no te hubieras interpuesto en mi camino, ahora no estarías aquí esperando una disculpa —susurró pegado a mi mejilla y totalmente irritado—. Créeme, no voy a dártela. —Su nariz rozó mi mandíbula.
—¿Crees que me acobardas con esa fachada de tipo duro, chulo y descarado? Pues te equivocas —le dije con voz contenida.
—Lo único que sé es que eres una jodida jaqueca.
¿Acababa de llamarme jaqueca? Será capullo. Me cago en…
—¿Cómo dices? —Casi me sale un tartamudeo.
—Te lo diré de otra forma. Estás comenzando a provocarme dolor de cabeza —me habló como si fuera una niña de tres años.
—No lo tendrías si no hubieras metido tus narices en esta mesa —casi grité.
Ino me cogió del brazo y me arrastró condescendiente.
—Para ya, Naruto —le dijo.
Este suspiró, le sonrió y le guiñó un ojo. No comprendía cómo demonios Ino lograba llevarse así de bien con él.
Volví a clase.
Cuando escuché el último timbre del día, recogí mis cosas aprisa y salí del aula. No quería hablar más con Cristianno, así que mejor evitar la ocasión. Ino me siguió arrastrando su cartera a medio cerrar.
—¡Espera! —exclamó alcanzándome—. Chica, ¡qué prisas!
—No quiero tener que volver a cruzarme con Naruto.
—Vamos, tranquila, Naruto no es tan capullo como crees.
Puse los ojos en blanco.
—Será contigo. Cada vez que me ve intenta fastidiarme y eso me incomoda, ¿sabes? Es muy difícil estar cerca de él. Ya ni te cuento si se sienta a tu lado.
Ino se quedó pensativa mientras bajábamos las escaleras. No vi a Hinata ni a Sora; seguramente ya estarían abajo.
—Lo extraño de todo esto es que nunca se había comportado así con una chica —comentó Ino, como si siguiera una conversación con ella misma—. Él no se anda con rodeos. Si le gusta alguien, se lo dice y después… bueno después…
—Después se la lleva a la cama, ¿no es así? —terminé por ella—. Supongo que ni siquiera hay primera cita.
—Con Naruto las cosas no funcionan así. Él es diferente. No se compromete. Nunca ha tenido novia y tampoco quiere tenerla. Eso lo saben todas las chicas del instituto.
La miré incrédula. En realidad, no terminaba de comprenderla.
—Vale, y ¿qué me quieres decir con eso?
—Pues que es raro que Naruto te esté molestando. Él pasa de esas cosas. —Ino frunció el ceño.
¿Qué pretendía decirme? ¿Qué excepción estaba haciendo Naruto conmigo?
—¿Crees que trama algo? —pregunté.
—Es capaz de cualquier cosa, así que no me extrañaría. —Entrecerró los ojos—. Está claro que tú eres diferente, Sakura.
—¿Diferente? —Arqueé una ceja antes de que se acercara a mí con una sonrisa pícara.
—Sí… —Me miró pensativa y tomó aire antes de hablar—. Mira, Sakura, conozco a Naruto mejor que a mi hermano. Sé de sus rollos, de sus peleas, de sus problemas… Lo sé todo de él y de sus amigos porque también son los míos desde hace mucho tiempo. Son mis mejores amigos, él es mi mejor amigo, pero no tengo ni la menor idea de por qué se está comportando así contigo.
Desvié la mirada, indecisa. No conocía a Ino, pero me daba la sensación de que se estaba enfadando conmigo y eso era lo último que quería. Yo solo necesitaba saber por qué Naruto actuaba de este modo.
—Lo siento, Ino. No quería importunarte.
—Pero ¿qué dices? No estoy enfadada. Dios, perdóname si te he dado esa sensación, no era mi intención. —Me agarró del brazo antes de darme un beso—. Solo intentaba decirte que no se me ocurre ningún motivo para que Naruto se comporte así.
—Me dejas más tranquila.
—A menos que…
—¿Qué?
La sonrisita juguetona de Ino me desquició. Me daba a entender muchas cosas, pero ninguna de ellas me concretaba nada.
—Te diré una cosa y espero que no te moleste. —Humedeció sus labios—. Eres exactamente igual que él, pero en versión femenina y algo menos chula.
«¿Iguales? Joder, lo que me faltaba, parecerme a ese capullo», pensé.
—¡Venga ya! —le dije.
Ino soltó una carcajada. Ni siquiera me había dado cuenta de que habíamos llegado a la entrada del colegio. Bajé las escaleras y salí al patio exterior donde me despedí de mis amigas. Hinata continuaba seria, pero prefería esperar a llamarla para hablar con tranquilidad. Le guiñé un ojo antes de ver a Sasuke apoyado en su impecable Aston Martin verde oscuro. Iba vestido con unos vaqueros y un polo blanco que marcaba cada músculo de su cuerpo.
Pestañeé sorprendida cuando mi prima pasó por mi lado.
—¡Que tierno! Sasuke ha venido a recogerte —dijo poniendo aquella estúpida voz de niñata—. Es una pena que no sepas complacerle.
La miré y forcé una sonrisa.
—¡Qué lástima! Me prefiere a mí en vez de a ti. Así que algo tendré que le complazca, ¿no crees?
Me marché caminando con paso firme. Hanna vivía enamorada de Sasuke desde hacía unos años, pero, por lo que sabía, no había logrado nada con él. Así que mi comentario le tenía que haber hecho daño. «Te aguantas», pensé.
Mientras me acercaba a Sasuke vi a Naruto al final del jardín. Hablaba con Kiba y Haku (Sai se había ido con Ino en la moto). De repente, miró hacia mí sin dejar de hablar. Estaba lejos, pero no tanto como para no ver su mirada intensa y acusadora. Suspiró y se quitó la chaqueta del uniforme con cierta furia. Para él, un ademán típico, para mí, un gesto de lo más excitante. La cintura del pantalón se le ceñía a la cadera y marcaba sus piernas.
¿Por qué demonios estaba tan bueno?
Llegué al Aston Martin, donde Sasuke me esperaba con una encantadora sonrisa.
—¡Hola! ¿Como tú por aquí? —dije mientras él me cogía de la cintura y me daba un abrazo más típico entre las parejas de enamorados que entre amigos.
Además, nosotros solo éramos conocidos. Apenas habíamos tenido trato y Sasuke ya se tomaba ciertas confianzas.
Pude ver de soslayo cómo Naruto se mordía el labio. Ahora le tenía más cerca y algo me dijo que no le sentaba demasiado bien que estuviera en brazos de Sasuke, así que decidí alargar el momento.
Solté la cartera en el suelo y estiré lentamente mis brazos hasta rodear el cuello de Sasuke. Cerré los ojos cuando me besó en el cuello. Le sonreí cuando los abrí.
—Quería darte una sorpresa. ¿Te apetece que comamos juntos? —me propuso, resistiéndose a soltarme.
Naruto había desaparecido de mi campo de visión.
Ya era demasiado tarde para volver atrás, así que no me quedó más remedio que aceptar la invitación. No quería intimar con Sasuke, pero después de haberle utilizado me sentí en el compromiso de acceder.
Me monté en el coche y bajé la ventanilla. Sasuke arrancó el motor. La música de su reproductor saltó donde la había dejado antes de detener el vehículo. Sonaba una de las canciones del nuevo disco de Shakira: Rabiosa.
Alcé las cejas, incrédula.
—¿Te gusta Shakira? —pregunté.
—No más que tú.
Perfecto. Tuve que girar la cara para que no percibiera lo poco que me había gustado el comentario.
Antes de dejar la calle, escuché el rugido de un motor inconfundible: Bugatti Veyron. No sé cómo lo supe, pero estaba segura de que al volante de esa maravilla se hallaba Naruto.
Así fue. Se colocó justo a mi lado haciendo gala una vez más de aquella mirada, tan bonita como inescrutable. Tenía una mano sobre el volante y la otra en la ventanilla. Un cigarrillo colgaba de sus labios.
—¡Rabiosa! —exclamó mientras echaba la cabeza hacia atrás y empezaba a mover los hombros de un lado al otro. Ni siquiera el cachondeo restaba sensualidad a sus movimientos, perfectamente acompasados con la melodía—. Dime, Sakura, ¿me morderías la boca?
Un extraño resquemor a medio camino entre el odio y la excitación me recorrió el cuerpo. Le miré encolerizada.
—Tendrás que descubrirlo tú mismo.
¡Dios! Si le odiaba, ¿por qué no podía evitar imaginar esa situación? Sí que le mordería la boca, sí…, entre otras muchas cosas.
«Estás loca. Esto no puede ser. Mándalo a la mierda. Es un imbécil», me decía a mí misma tratando de hacer entrar en razón a mis pensamientos.
Kiba comenzó a aullar y levantó su puño con el pulgar hacia arriba. Iba sentado al lado de Naruto y mostraba la misma chulería que su primo.
—Sasuke, deberías acostumbrarte a saludar, ¿no crees? —dijo Naruto.
Sasuke se echó para adelante y le lanzó una mirada iracunda. Naruto siguió mofándose. Ya había oído que los dos se odiaban, pero no me imaginé que uno de sus piques me pillaría a mí en medio.
—Lo que creo es que va siendo hora de que te acostumbres, Naruto.
Naruto apretó el acelerador retando a Sasuke a una carrera. Al menos eso parecía. Sasuke le imitó. Le miré con los ojos abiertos de par en par. La risa de kiba llegaba clara. Al parecer, él sabía quién iba a ganar: confiaba en su primo y en aquel pedazo de coche.
—Ni se te ocurra, Sasuke —dije algo timorata. Eran coches muy potentes y una calle muy estrecha.
—Haznos un favor a los dos y ¡cállate! —gritó acelerando.
No me dio tiempo a enfadarme por el comentario. Me estampé contra el asiento antes de ver cómo Naruto nos adelantaba magistralmente y salía disparado.
Sasuke tuvo que frenar y comenzó a maldecir una y otra vez mientras el Bugatti negro se perdía rugiendo como solo él podía hacerlo.
Sonreí en mi fuero interno. Sin saber muy bien por qué, me alegraba de que Naruto ganara aquella extraña competición.
Espero que el proximo capitulo lo tenga en dos dias si me dejas mesajitos
Última edición por eliannar el Miér Oct 03, 2012 3:00 am, editado 1 vez
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
jajaja que extraña relacion hay entre saku chan
y naru, pero como me divierte cuando naru la hace
enojar jeje
esta claro que se gustan pero habra algo mas?
el cap. estuvo genial espero la conti
y naru, pero como me divierte cuando naru la hace
enojar jeje
esta claro que se gustan pero habra algo mas?
el cap. estuvo genial espero la conti
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Nooooooooooooooooooo
Kiero mas de la historia es super genial
spero la contiii lo mas pronto posible
Saludos
Kiero mas de la historia es super genial
spero la contiii lo mas pronto posible
Saludos
Rikudou_Sennin- Aprendiz
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
bueno extraña relación tienen estos dos y una duda es el primer cp que aparece el sasuemo ?
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Si es en primer capitulo que aparece con su padremoi-06yoyo escribió:bueno extraña relación tienen estos dos y una duda es el primer cp que aparece el sasuemo ?
eliannar- Moderador
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
naru haciendo rabiar a sakura, esta genial
siguelo!!!
siguelo!!!
Davidenko17- Jounin
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
Fascinada con el nuevo episodio. Su relación amor-odio es divertida, aunque Naruto se pasa un poquitico.
Me gusta como Sakura intenta "no caer seducida" por el Uzumaki, aunque es más que evidente que ya cayó bajo sus garras. Será cuestión de tiempo.
Sasuke me sale sobrando... ¿En serio Rabiosa? Cuestión de gustos... no...
Bien, actualiza pronto. Me gustaría también conocer lo que piensa Naruto ¿Será que también cayó seducido?
Nos leemos. Ciao...
Me gusta como Sakura intenta "no caer seducida" por el Uzumaki, aunque es más que evidente que ya cayó bajo sus garras. Será cuestión de tiempo.
Sasuke me sale sobrando... ¿En serio Rabiosa? Cuestión de gustos... no...
Bien, actualiza pronto. Me gustaría también conocer lo que piensa Naruto ¿Será que también cayó seducido?
Nos leemos. Ciao...
marifa- Sannin
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Re: [Narusaku]----Mirame y Dispara[+18] Capitulo 44-45- Respuestas- 01/12/2012 (c)
si es cierto jejejjee como pude olvidar el echo que anda va ay ay sasuemo eres alquen facil de olvidar
moi-06yoyo- Sennin
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