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Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
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NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic :: FF Cerrados
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Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Bienvenidos a mi primer fic sobre Naruto. Espero que sea de su agrado. Agradecimientos de antemano a todos quienes me dieron su mano amiga. En especial a Zule-chan, quien realizo tan grandiosa portada.
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PROLOGO
Apostándose por el horizonte el naranja celeste moría, y el ocaso aparece con su continuidad e inamovilidad común.
El bosque que rodeaba el palacio se cubría de gritos, cantos y murmullos de las aves que en bandadas ocupaban las cumbres verduscas, mientras a sus pies, los animales diurnos huían despavoridos a sus escondrijos y los nocturnos salían de los suyos dispuestos a amansar a las alimañas que cruzaban por las ya lúgubres rutas. A pesar del peligro de caer en colmillos de un carnívoro, ciertos comerciantes osados o tontos, aprovechaban los desolados caminos para sacarle ventaja a las caravanas. La mayoría de estas personas, terminaban atacados en la brusca oscuridad; debido a eso, el campesino que habita aledaño al bosque, transforma los contados ataques, en crueles asesinatos multitudinarios. Pero aun con esa enarbolada reputación de muerte, los pasos humanos seguían retumbando de entre la penumbra. De manera muy sigilosa, rebotando en los árboles se escuchaban pasos, estos mismos solo perceptible a quienes hayan entrenado sus sentidos; los pasos sollozantes eran algo impropio de los comerciantes, acostumbrados a volver los apacibles pueblos en ferias ruidosas, sin poseer ni un mínimo ápice de afonía. El jefe del equipo de la guardia forestal noto la diferencia de la marcha; y sacando valentía del ombligo desenvaino su espada, advirtiendo del peligro a sus subordinados con un gesto amago.
Los guardias avanzaron de manera dispareja pero en una fila dispuestos a peinar los alrededores; solo logrando que entre sus cuellos se posara el filoso acero de la cuchilla de manera consecutiva y dando de agasajo final un grito ahogado.
El jefe del equipo, hombre fierro de edad madura, bigotudo y muy poblado que sobrevivió solo en ciertas partes al calor de la batalla; noto que eso que se acercaba era justo lo temido. Tiro su espada a sabiendas de que el sonido delataría su presencia, pero el enemigo amerita un arma más de igual, saco de entre sus ropajes una pistola con llave de sílex muy anticuada para los tiempos corrientes, engatillo y apunto al borroso sonido que venía de frente a él. Sudándole hasta el pensamiento, sintió que el tiempo pasó de ser algo omiso a un verdadero pantano donde por cada segundo transcurrido, la presión subía de entre sus piernas, al torso y luego al cuello; apretando el gatillo, lo último que observo fue el keikogi negro y el rostro cubierto de los labios para abajo. La chispa esclareció la escena por un instante. El guardia siendo amordazado mientras su cuello supuraba sangre a causa de una cortada horizontal muy limpia; el brazo entero inmovilizado y apuntando el arma al cielo, mientras que la persona a quien originalmente apunto el recio salvaguarda, le acuchillaba el pecho. Momento de extrema fugacidad y destreza de equipo llevado solo a cabo por personas muy capaces, de gran entrenamiento militar cuyo poder les separa a los gobiernos constituidos en las naciones. Los ninjas.
Aumentando el paso, volvieron a una formación de hilera, decididos a abandonar el bosque plagado de animales que en comparación al peligro propio no significaban nada. Cruzando riachuelos y caminos aparentemente infranqueables, repitiendo el escenario contra cada movimiento humano que fuera sinónimo de peligro. Deteniendo al fin su paso mecánico, solo al toparse con la enorme muralla que daba fin al bosque y comienzo a la extraña mezcla entre fortaleza romántica y palacio tenshu.
Los cuatro jōnin del pelotón, fácilmente identificables por una línea roja alrededor de su brazo derecho, subieron con rapidez la muralla y limpiaron el adarve de presencia militar ajena. Una vez hecha la depuración respectiva de la zona, soltaron sogas para que el resto de los ninjas subiesen. Dando por comenzado el asedio, el destacamento se mueve a través de los pequeños torreones, apagando cualquier cosa que iniciara luz, principalmente antorchas y velas, cumpliendo ese primer objetivo el palacio central era lo único iluminado y altamente diferenciado del resto de las estructuras defensivas por su combinación de energías y materiales modernos con los estilos clásicos, cosa que el shōgun residente era capaz de costear.
Proceso civilizador, que separa a medias el conjunto de la vida dura de la guerra y las lujurias del poder.
Rodeando las plantas bajas, los ninjas, escondidos en las sombras que brindaban esquinas y materos, no podían avanzar de la misma manera debido a la modernidad de la luz. Esperando en escondrijos durante varios minutos, hasta que el sonido de un silbato actuó como liberación de los mismos titanes del tártaro; adentrándose como pilares oscuros en los pasillos, la primera escuadra se encargó de aniquilar a los vigilantes, armados solo con espadas y vestidos con una pobre pechera de latón como principal defensa cayeron en el baño de sangre inicial. Una vez que las plantas inferiores estuvieran controladas, el segundo escuadrón se dirigió al área de máquinas, donde dos portentos enormes llenos de tubos y vapores, dieran vida moderna al edificio.
—Coloquen opiáceos a la ventilación— Exclamo un ninja regordete.
—No hay tiempo— Gruño el jōnin, jefe de esa escuadra —. Explosivos al generador.
La estruendosa explosión derribo gran parte de los pisos bajos del área norte del palacio. El humo y el fuego se fundieron con el sonido de los silbatos como si fueran una orquesta apocalíptica, que recubrían a ritmo espasmódico las paredes con viseras y sangre. Las sombras se fundían en los movimientos difusos. En cada pasillo del inmenso palacio se olía el terror y la confusión, ningún soldado, plebeyo o noble se salvaban de los metales punzantes. Terminando así el shock inicial en la única ruta de acceso a las plantas superiores, unas enormes escaleras que morían en puertas acorazadas, muy bien adornadas con las heráldicas “Hi no Kuni” hechas en oro y ámbar.
—Las ventanas tienen trampas… tardaremos en liberarlas — Sonó el radio.
El ninja con media cara tapada, que era el jefe del pelotón, dio orden de que volatizaran el portalón. Acto seguido a ese segundo estruendo una nueva oleada de sangre emergió en lo alto del edificio, llamando la atención de los jefes de escuadra la presencia de luz eléctrica.
—¡Malditos!... arruinaron la cronometría.
Las dos escuadras que luchaban en la cumbre necesitaban la oscuridad, y más en esas posiciones donde los vigilantes estaban fuertemente armados con chalecos de kevlar y armas semiautomáticas. Pero aun con la velocidad subsónica el proyectil solo en dos ocasiones fue más rápido que los sellos; continuando de esta manera el avance de las dos escuadras solo volvieron a converger en una boca aportonada, pero apenas se preparaban para repetir el acto, las enormes bisagras de hierro giraron y mostraron los cañones de una ametralladora gatling.
—¡Coño!— Grito el ocupante del arma.
Y en un acto de simultaneidad propia del ballet de Moscú, una consecución de explosiones azotó por última vez el edificio. Las luces se esfumaron, los vidrios templados crujieron, las paredes temblaban como si hubiera una carga de caballería.
—Justo a tiempo, buena idea la emboscada por las ventanas— dijo para nada vehemente el ninja con media cara tapada.
—¡Quien sois, que coño quieren!— Chillo lloroso el señor feudal escondido atrás de un fuerte escritorio de roble rodeado de ventanales rotos. Un ninja se acerca al esquelético anciano, que mostraba un rostro cómico, que daba más que lastima asco. Lo tomo por las solapas y de esa manera lo alzó y puso al nivel de su cara.
—Somos tus justicieros— Breve charla cortada por el crujido de los cimientos, dando aviso del cese de los mismos.
—No hay tiempo, nos vamos. ¡Ya!—
Cargando al viejo como masilla sobre los hombros del shinobi, el equipo constituido por tres escuadras, cruzaban por los ya recorridos pasillos; solo que esta vez por cada paso dado un grado de inclinación nuevo había, sumado al desmoronamiento de los suelos y techos. La costosísima maravilla arquitectónica, donde más de un esclavo perdió su vida en su construcción, cedía como tempano de hielo, enterrando consigo cientos de cadáveres, esculturas y tesoros; algunos más invaluables que la propia edificación. Una vez superado un punto, el colapso fue total. Y una enorme columna de humo y polvo se alzaba hasta las nubes. Pero de entre la densa niebla marrón la silueta de los sobrevivientes continuaba su paso continuo.
El pelotón faltante solo de una escuadra y dos hombres, se dirigió a una explanada en medio del bosque, concertada como punto de extracción. Ya lejos del humo y los distractores se procedió a realizar un arquetipo de juicio sumario donde se le acuso al señor feudal de un sinfín de crímenes, y una vez terminado, sin dejar siquiera defensa, el tosco sujeto penetra con su espada las conexiones nerviosas del tronco de encéfalo, pasando con dificultad la cuchilla por la médula y dando fin a la unión de jugos y metal con un corte final atravesando la lengua.
—Que desastre—Mofando con cara de desgano dijo el shinobi con media cara tapada, el jefe del pelotón.
Acto seguido el escuadrón faltante se acercó al resto del pelotón excusando su tardanza a causa de otro juicio. Mientras el chūnin regordete tira la cabeza de madame Shijimi junto a la de su esposo.
Dando por concluido tan cruel acto tomaron rumbo hacia la vía de acceso principal a la ya destruida fortaleza del señor feudal. Múltiples camiones iban y venían por la carretera; columnas de caballería, lanceros, ingenieros, bomberos y toda la parafernalia de recursos que conjugaba un posible rescate de una eminencia. -Ahora.- Exclamo un shinobi, continuado de varios saltos simétricos que colocaron al pelotón en un camión vació que se dirigían por el lado contrario al palacio.
Ya dejada atrás la humareda los ninjas empezaron a desnudarse, mostrando la composición del pelotón, un hombre de edad madura acompañando por otros seis más jóvenes, casi adolescentes o jóvenes adultos. Mientras que el resto del equipo, cuatro mujeres de que aparentaban la misma edad que la mayoría de los jóvenes, menos una tal vez. Tapándose a duras penas por unas finas prendas de algodón.
Desde la cabina del conductor, un aparatoso bolso trataba de salir por la ventana, cosa que facilito una kunoichi, terminando por tomar el bolso. Una vez abierto se mostraban los uniformes y bandanas propias de los ninjas de Konoha.
El bosque que rodeaba el palacio se cubría de gritos, cantos y murmullos de las aves que en bandadas ocupaban las cumbres verduscas, mientras a sus pies, los animales diurnos huían despavoridos a sus escondrijos y los nocturnos salían de los suyos dispuestos a amansar a las alimañas que cruzaban por las ya lúgubres rutas. A pesar del peligro de caer en colmillos de un carnívoro, ciertos comerciantes osados o tontos, aprovechaban los desolados caminos para sacarle ventaja a las caravanas. La mayoría de estas personas, terminaban atacados en la brusca oscuridad; debido a eso, el campesino que habita aledaño al bosque, transforma los contados ataques, en crueles asesinatos multitudinarios. Pero aun con esa enarbolada reputación de muerte, los pasos humanos seguían retumbando de entre la penumbra. De manera muy sigilosa, rebotando en los árboles se escuchaban pasos, estos mismos solo perceptible a quienes hayan entrenado sus sentidos; los pasos sollozantes eran algo impropio de los comerciantes, acostumbrados a volver los apacibles pueblos en ferias ruidosas, sin poseer ni un mínimo ápice de afonía. El jefe del equipo de la guardia forestal noto la diferencia de la marcha; y sacando valentía del ombligo desenvaino su espada, advirtiendo del peligro a sus subordinados con un gesto amago.
Los guardias avanzaron de manera dispareja pero en una fila dispuestos a peinar los alrededores; solo logrando que entre sus cuellos se posara el filoso acero de la cuchilla de manera consecutiva y dando de agasajo final un grito ahogado.
El jefe del equipo, hombre fierro de edad madura, bigotudo y muy poblado que sobrevivió solo en ciertas partes al calor de la batalla; noto que eso que se acercaba era justo lo temido. Tiro su espada a sabiendas de que el sonido delataría su presencia, pero el enemigo amerita un arma más de igual, saco de entre sus ropajes una pistola con llave de sílex muy anticuada para los tiempos corrientes, engatillo y apunto al borroso sonido que venía de frente a él. Sudándole hasta el pensamiento, sintió que el tiempo pasó de ser algo omiso a un verdadero pantano donde por cada segundo transcurrido, la presión subía de entre sus piernas, al torso y luego al cuello; apretando el gatillo, lo último que observo fue el keikogi negro y el rostro cubierto de los labios para abajo. La chispa esclareció la escena por un instante. El guardia siendo amordazado mientras su cuello supuraba sangre a causa de una cortada horizontal muy limpia; el brazo entero inmovilizado y apuntando el arma al cielo, mientras que la persona a quien originalmente apunto el recio salvaguarda, le acuchillaba el pecho. Momento de extrema fugacidad y destreza de equipo llevado solo a cabo por personas muy capaces, de gran entrenamiento militar cuyo poder les separa a los gobiernos constituidos en las naciones. Los ninjas.
Aumentando el paso, volvieron a una formación de hilera, decididos a abandonar el bosque plagado de animales que en comparación al peligro propio no significaban nada. Cruzando riachuelos y caminos aparentemente infranqueables, repitiendo el escenario contra cada movimiento humano que fuera sinónimo de peligro. Deteniendo al fin su paso mecánico, solo al toparse con la enorme muralla que daba fin al bosque y comienzo a la extraña mezcla entre fortaleza romántica y palacio tenshu.
Los cuatro jōnin del pelotón, fácilmente identificables por una línea roja alrededor de su brazo derecho, subieron con rapidez la muralla y limpiaron el adarve de presencia militar ajena. Una vez hecha la depuración respectiva de la zona, soltaron sogas para que el resto de los ninjas subiesen. Dando por comenzado el asedio, el destacamento se mueve a través de los pequeños torreones, apagando cualquier cosa que iniciara luz, principalmente antorchas y velas, cumpliendo ese primer objetivo el palacio central era lo único iluminado y altamente diferenciado del resto de las estructuras defensivas por su combinación de energías y materiales modernos con los estilos clásicos, cosa que el shōgun residente era capaz de costear.
Proceso civilizador, que separa a medias el conjunto de la vida dura de la guerra y las lujurias del poder.
Rodeando las plantas bajas, los ninjas, escondidos en las sombras que brindaban esquinas y materos, no podían avanzar de la misma manera debido a la modernidad de la luz. Esperando en escondrijos durante varios minutos, hasta que el sonido de un silbato actuó como liberación de los mismos titanes del tártaro; adentrándose como pilares oscuros en los pasillos, la primera escuadra se encargó de aniquilar a los vigilantes, armados solo con espadas y vestidos con una pobre pechera de latón como principal defensa cayeron en el baño de sangre inicial. Una vez que las plantas inferiores estuvieran controladas, el segundo escuadrón se dirigió al área de máquinas, donde dos portentos enormes llenos de tubos y vapores, dieran vida moderna al edificio.
—Coloquen opiáceos a la ventilación— Exclamo un ninja regordete.
—No hay tiempo— Gruño el jōnin, jefe de esa escuadra —. Explosivos al generador.
La estruendosa explosión derribo gran parte de los pisos bajos del área norte del palacio. El humo y el fuego se fundieron con el sonido de los silbatos como si fueran una orquesta apocalíptica, que recubrían a ritmo espasmódico las paredes con viseras y sangre. Las sombras se fundían en los movimientos difusos. En cada pasillo del inmenso palacio se olía el terror y la confusión, ningún soldado, plebeyo o noble se salvaban de los metales punzantes. Terminando así el shock inicial en la única ruta de acceso a las plantas superiores, unas enormes escaleras que morían en puertas acorazadas, muy bien adornadas con las heráldicas “Hi no Kuni” hechas en oro y ámbar.
—Las ventanas tienen trampas… tardaremos en liberarlas — Sonó el radio.
El ninja con media cara tapada, que era el jefe del pelotón, dio orden de que volatizaran el portalón. Acto seguido a ese segundo estruendo una nueva oleada de sangre emergió en lo alto del edificio, llamando la atención de los jefes de escuadra la presencia de luz eléctrica.
—¡Malditos!... arruinaron la cronometría.
Las dos escuadras que luchaban en la cumbre necesitaban la oscuridad, y más en esas posiciones donde los vigilantes estaban fuertemente armados con chalecos de kevlar y armas semiautomáticas. Pero aun con la velocidad subsónica el proyectil solo en dos ocasiones fue más rápido que los sellos; continuando de esta manera el avance de las dos escuadras solo volvieron a converger en una boca aportonada, pero apenas se preparaban para repetir el acto, las enormes bisagras de hierro giraron y mostraron los cañones de una ametralladora gatling.
—¡Coño!— Grito el ocupante del arma.
Y en un acto de simultaneidad propia del ballet de Moscú, una consecución de explosiones azotó por última vez el edificio. Las luces se esfumaron, los vidrios templados crujieron, las paredes temblaban como si hubiera una carga de caballería.
—Justo a tiempo, buena idea la emboscada por las ventanas— dijo para nada vehemente el ninja con media cara tapada.
—¡Quien sois, que coño quieren!— Chillo lloroso el señor feudal escondido atrás de un fuerte escritorio de roble rodeado de ventanales rotos. Un ninja se acerca al esquelético anciano, que mostraba un rostro cómico, que daba más que lastima asco. Lo tomo por las solapas y de esa manera lo alzó y puso al nivel de su cara.
—Somos tus justicieros— Breve charla cortada por el crujido de los cimientos, dando aviso del cese de los mismos.
—No hay tiempo, nos vamos. ¡Ya!—
Cargando al viejo como masilla sobre los hombros del shinobi, el equipo constituido por tres escuadras, cruzaban por los ya recorridos pasillos; solo que esta vez por cada paso dado un grado de inclinación nuevo había, sumado al desmoronamiento de los suelos y techos. La costosísima maravilla arquitectónica, donde más de un esclavo perdió su vida en su construcción, cedía como tempano de hielo, enterrando consigo cientos de cadáveres, esculturas y tesoros; algunos más invaluables que la propia edificación. Una vez superado un punto, el colapso fue total. Y una enorme columna de humo y polvo se alzaba hasta las nubes. Pero de entre la densa niebla marrón la silueta de los sobrevivientes continuaba su paso continuo.
El pelotón faltante solo de una escuadra y dos hombres, se dirigió a una explanada en medio del bosque, concertada como punto de extracción. Ya lejos del humo y los distractores se procedió a realizar un arquetipo de juicio sumario donde se le acuso al señor feudal de un sinfín de crímenes, y una vez terminado, sin dejar siquiera defensa, el tosco sujeto penetra con su espada las conexiones nerviosas del tronco de encéfalo, pasando con dificultad la cuchilla por la médula y dando fin a la unión de jugos y metal con un corte final atravesando la lengua.
—Que desastre—Mofando con cara de desgano dijo el shinobi con media cara tapada, el jefe del pelotón.
Acto seguido el escuadrón faltante se acercó al resto del pelotón excusando su tardanza a causa de otro juicio. Mientras el chūnin regordete tira la cabeza de madame Shijimi junto a la de su esposo.
Dando por concluido tan cruel acto tomaron rumbo hacia la vía de acceso principal a la ya destruida fortaleza del señor feudal. Múltiples camiones iban y venían por la carretera; columnas de caballería, lanceros, ingenieros, bomberos y toda la parafernalia de recursos que conjugaba un posible rescate de una eminencia. -Ahora.- Exclamo un shinobi, continuado de varios saltos simétricos que colocaron al pelotón en un camión vació que se dirigían por el lado contrario al palacio.
Ya dejada atrás la humareda los ninjas empezaron a desnudarse, mostrando la composición del pelotón, un hombre de edad madura acompañando por otros seis más jóvenes, casi adolescentes o jóvenes adultos. Mientras que el resto del equipo, cuatro mujeres de que aparentaban la misma edad que la mayoría de los jóvenes, menos una tal vez. Tapándose a duras penas por unas finas prendas de algodón.
Desde la cabina del conductor, un aparatoso bolso trataba de salir por la ventana, cosa que facilito una kunoichi, terminando por tomar el bolso. Una vez abierto se mostraban los uniformes y bandanas propias de los ninjas de Konoha.
Última edición por Koba el Lun Jul 07, 2014 1:32 pm, editado 7 veces
Koba- Aprendiz
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Bueno ya me lei el Prologo y esta nueva raza de Naruto con el Tiempo Actual bueno debo decir que es unico xD! Me gusta mucho este nuevo "Transformacion" en las fuerzas militares de konoha.
Aun no hay mucho de lo que sacar un comentario mas del "Pequeño" desastre que dejaron y de los escuadrones de Ninjas de la fuerza militar de Konoha pero bueno al fin y al cabo es una Intro toca esperar el Capitulo 1 para coger mas el Hilo.
Espero Conti...¡Chau!
Aun no hay mucho de lo que sacar un comentario mas del "Pequeño" desastre que dejaron y de los escuadrones de Ninjas de la fuerza militar de Konoha pero bueno al fin y al cabo es una Intro toca esperar el Capitulo 1 para coger mas el Hilo.
Espero Conti...¡Chau!
Maykel-Sama- Chunnin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Interesante propuesta de Historia la que acabo de leer, narras bien a mi consideracion y bueno, es eł prologo así que no hay mucho que comentar solo que espero la conti y que si se me hizo atractivo n.n
Mixyic-Alex- Chunnin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Esta muy interesante, excelente narrativa capaz de enganchar al lector. Pero si hay muchas cosas que ya se irán aclarando con el correr de los capítulos, de momento es un muy buen prólogo.
Leon- Sennin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Agradezco mucho sus comentarios; espero que sea de su agrado el primer capitulo. Disculpen las fallas ortográfica y en especial los errores de sintaxis; actualmente me estoy adaptando a esta forma de escritura omnipresente que me gusta pero caigo continuamente en charcos repetitivos.
Capitulo I
Konoha, ciudad de alto valor comercial y militar, que a pesar de su importancia estratégica y táctica, llega a ser tan apacible que muchos de los habitantes del país del fuego dudan de su existencia; por lo menos en los tiempos de paz.
Pero el calmado urbanismo ya no era para nada oculto, a tan solo pocas horas de ocurrido el asesinato del shōgun de fuego; invadió a la ciudad, una desbandada de avisos por radio que ocupaban todo el espectro, aves mensajeras cuyo mensaje anulaba al anterior sumado a un sinfín de emisarios que solicitaba misiones a los puestos fronterizo; todo eso terminaba generando una inteligencia popular que se esparcía por el país, transmutando cada pequeña patraña que se sabía de la noticia en inmensas historias que desbordaba el país con mitos que auguraban caos y miseria.
Cosa que muchos tomaron como el inicio de una guerra y debido a eso, a las afueras de la capital del país del fuego, se juntaban unos enormes cúmulos de civiles que cargaban lo poco que podía rescatar de sus viviendas; discutiendo sin cesar por donde huir, sin que nadie lograra consolidar la ruta, aun así, la desesperación hace relucir el ingenio y también el miedo de unos pocos por evacuar de inmediato la ciudad, siendo esto la chispa iniciadora del movimiento de una larga hilera de personas; sin rumbo fijo, arropados por trazos de lana sucia y cargando la poca comida que había en sus ya abandonadas tierras. No eran más que el campesinado; personas lastimeras, pobres y desnutridas que debido a vivir directamente de la tierra que le pertenecía al regente del país, eran los primeros en sufrir los desmanes de los cambios en los poderes feudales.
Ya a varios kilómetros de la ciudad, la marcha paro, los jefes campesinos sobre el paso, llegaron a la conclusión de que el lugar más seguro era la aldea oculta entre las hojas. Pero antes de retomar la marcha, un estruendoso ruido de cornetas perteneciente a camiones militares, empezó a romper la columna desde la cola; cada camión estaba repleto por un pelotón de soldados armados con una mezcla mixta entre armas de fuego semiautomáticas, lanzas y espadas, mientras sus uniformes constan solo de una pechera de latón y un casco corintio del mismo material. Cada camión escoltaba a intervalos de pares una serie de camionetas con nombres escritos en las largas puertas suicidas que dicen en color rojo: “Clan Hyūga; Clan Sarutobi; Clan Akimichi; Clan Aburame; Clan Inuzuka; Clan Yamanaka y Clanes menores”.
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En la mansión del hokage, Tsunade bullía ante los gritos de los jōnin que exigían órdenes imprecisas.
—¡Ya cállense! —Baladro la godaime mientras que de un golpe destrozó el aparatoso escritorio, volando los cientos de papeles sobre el mismo —. El señor del feudal fue asesinado, junto a la mayor parte de la corte. Y ahora, los herederos son personas de herencia indirecta del linaje… —Tsunade se detiene y observa cuidadosamente a Kakashi, cuya presencia apenas se daba a notar —. Posiblemente inicie una guerra civil, y los clanes ninja son los únicos con la fuerza para constituir un gobierno; el concejo por su parte, tratara de unirnos como lo logro Hashirama, para que nos hagamos con el poder…
—Y que creen ellos que harán los partidistas —Exclamo renuente Shikamaru mientras entraba a la reunión, pero su discurso fue interrumpido por la aún más súbita entrada de Shizune.
—¡tozama-daimyō Hideyoshi está enviando tropas a Konoha!, están a cien kilómetros de la aldea y vienen en camino.
—¡Mierda! —Gruño Tsunade.
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En los bosques aledaños a Konoha, la hilera de carros fue bruscamente detenida por una compañía entera de los ANBU.
—Papeles —Dijo uno de los ANBU al oficial que dirigía la caravana, el oficial daba a notar su rango por su preparado uniforme, compuesto por una pechera que era más bien una combinación entre un chaleco kevlar anexo un sode de bronce y madera, mientras su casco corintio le diferenciaba de los demás soldados por tener dos flores de loto de color oro situadas en la frente.
—Aquí tiene —Respondió el oficial, mientras le entregaba un memo al ANBU; en él se decía, que tozama-daimyō Hideyoshi fue proclamado por el concejo del país del fuego, daimyō temporal hasta que el consejo se reuniera con los clanes ninja; exonerando a la godaime a impedir que los líderes de los diversos clanes fueran llevados a la reunión.
—Puede continuar— Dijo el shinobi mientras daba la señal de recogimiento de la compañía ANBU.
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La villa Uchiha aun con numerosos andamios y herramientas debido a su reconstrucción; no representaba más que un pueblo abandonado solo ocupado momentáneamente por dos personas.
Sakura, por fin podía mostrar libremente sus sentimientos, o por lo menos que estos fueran aceptados por su amor de infancia.
—Sasuke-kun —Dijo con voz dulce la pelirosada mientras servía el té.
—Dime —Contesto Sasuke poniendo mofa, ya que sabía lo que venía; cosa que durante unos meses se repetía constantemente.
—¡Te amo! —Exclamo sonriente la Haruno mientras posaba la tetera sobre la mesita —. Y yo… a ti —Le respondió Sasuke con cara de desgano, o tal vez de vergüenza debido al atuendo de ella; la pelirosa, arropada por un kimono hikifurisode de color rosado claro con ornamentas de pétalos. Resaltando su tez blancuzca como la nieve,que tiene la habilidad de reposar en si la luz, volver la inerte vista en un retrato tierno del que se vislumbra cariño de sus verduscos cristales. Casi se podía oler el rosa de su cabello que terminaba de chocar con el suave mar de sus labios; que en un despacio pero áspero movimiento comparable al choque de dos soles, sus tenues líneas rojizas prueban los ansiados labios del Uchiha. Acariciando con sus manos el hermoso rostro, Sasuke empezó su recorrió por la hermosa cerezo; bajo por su torneada silueta, aflojando el kimono matrimonial, adentrando sus manos por el mismo mientras mordía los carnosos labios de la kunoichi, poso finalmente las manos en su cintura mientras la acorralaba contra la pared más cercana, encargándose de acariciarla con cuidado mientras liberaba los labios de ella, mostrándole así un hermoso rostro rojizo y tierno. Termino por bajar sus manos a sus nalgas, libres de toda prenda interior podía sentir la humedad del creciente sudor acompañado por pequeños espasmos casi imperceptibles, cosa que termino por enloquecer al pelinegro, apretando así los glúteos de Sakura. Haciendo que ella respondiera con una serie de miradas que se turnaban entre enojo y confusión. Ante esto solo basto que el Uchiha le dijera en voz tenue —. Sakura…—; para que ella entendiera la situación del momento, cambiando su confuso rostro por uno de vergüenza más rojizo. Volviendo así a iniciar el ataque sobre las partes débiles de su mujer. Movimiento que causo el arqueo de ella mientras posaba su cabeza con una brusca pena en el hombro de él.
—¡Sasuke, Sakura-Chan!— Grito el Uzumaki, que entro abruptamente a la habitación haciendo que la pareja se soltase de la llave, y logrando ver a duras penas la escena, no pudo contener de su rostro la expresión confusa que conecta extrañamente el estómago con la cabeza, cosa que hace perder el sentido de la gravedad en las piernas, y dando pasos insensibles, casi volando, se acercó a Sasuke. Y de esta forma Naruto se dio cuenta de su situación, la derrota incondicional.
—¡Baka!; ¡qué haces aquí!— Grito furiosa Sakura que por un momento pensó en mandar al rubio al otro mundo, pero prefirió darle la espalda para que no pudiese ver su cara roja y sudada.
—Sasuke… tienes que ir… están buscando a los jefes de los clanes… incluido a los menores— Dijo con una pesadez que daba a mostrar su angustia.
—Y que con eso Uzumaki, no estorbes… —Gruño interrumpido —. ¡Sasuke!, mataron a Hyūga Hanabi.
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En el charco rojo, mullido por trozos rosas se encontraba el cuerpo inerte de la heredera menor de los Hyūga, abalada en el frente del cráneo. Junto a ella, una veintena de guardianes de las ramas menores desconcertados, pero listo para la batalla. El soldado que acabo con la vida de la niña todavía sostenía el humeante Nambu tipo 14, no era más que el Teniente de 1ra que dirigía la caravana. Y aprovechando la confusión del acto ordeno que las gatling de los camiones dieran ráfagas de aviso.
—¡Entréguese señor Hyūga, por el bien de su clan! —Grito la orden que fue acatada por el lloroso padre. En el acto dos soldados esposaron a Hiashi y lo montaron a duras penas en la camioneta negra con la inscripción “Clan Hyūga”.
Ya con la carga importante asegurada, la camioneta blindada huye de la ciudad sin la escolta inicial. Los soldados aun en terreno de los Hyūga trataban de huir a pasos lentos sin perder de vista la horda que bullía con lo sucedido, terminando por retirarse despavoridos al camión que tomo rumbo a la mansión del hokage.
La situación parecida en los terrenos de los demás clanes, pero en la mayoría el uso de la fuerza no fue necesario, excepto con los Akimichi y Yamanaka, donde lanzaron gas nervioso que inmovilizó a la mayoría pero asesino a los más pequeños, enfermos y viejos, causándoles grotescos espasmos que les hacían sangrar y supurar sus líquidos y desechos.
El clan Nara huyo a una hora indeterminada, pero en represalia el cabo jefe del pelotón destinado a arrestar al jefe Nara, dio la orden de quemar las casas del clan; y al ver arder el complejo de papel, empecinó su maldad contra ellos mandado a minar los alrededores.
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Sasuke dio un trago enorme
—Lo mejor es que les acompañe —dijo de forma inerte.
—¡Sasuke, pero podemos huir juntos al monte Myōboku!— Grita exasperado el Uzumaki.
—No Naruto, lleva a Sakura contigo, yo veré que causa todo esto y de allí tomaremos las decisiones futuras— Se sentó en el suelo apoyándose contra la pared mostrando una lastimera preocupación —. ¡Sakura!
—Estoy lista— Contesto ella, ya cambiada a su traje de tarea habitual cosa que aun así no podía cambiar la expresión de tristeza del rubio al verla. Pero, sin parar con su misión invoco con rápidos sellos el pergamino del contrato de los sapos. Una vez abierto Sakura sin necesidad de explicaciones lo firmo. Aunque no se iría sin antes darle un beso profundo al Uchiha; escena que transmuto los sentimientos de asco, pena y tristeza del rubio en algo parecido a la agonía de la marcha final de los sentenciados a muerte, pero su rostro esta vez solo podía expresar una melancólica sonrisa.
Terminada la despedida la nube de humo emergió dejando al pelinegro en la soledad de la villa. Ante el entorno, solo le quedaba prepararse cambiando su kimono por uno más cómodo; completado eso, se dispuso a salir pero justo al abrir la puerta de entrada de la casa principal dos pelotones completos le arrestaron y como al señor Hyūga le montaron en una camioneta con la inscripción de “Clanes Menores” diferenciándose solo que la camioneta no partió sola, fue acompañada de los dos pelotones dispersos en dos camiones. Todo a una cronometría quirúrgica.
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A las afueras de la mansión del hokague cinco pelotones rodeaban el edificio con ametralladoras y reflectores. Los jōnin ya escondidos en el área, estaban listos para inutilizar a los invasores. Pero fueron detenidos por la llegada de una segunda hilera de camiones que escoltaban al coronel Isamu Chō. Vestido de un impecable uniforme caqui con condecoraciones de oro, mostraba un temible temple de crueldad.
Un soldado le facilito un megáfono a Isamu y este condeno: “Soy el Coronel Chō Isamu; comandante de la tercera compañía de choque. Konohagakure queda ahora bajo control mío y bajo una dependencia directa del daimyō Hideyoshi; todo poder anterior queda suprimido y se le exige al godaime se entregue…”
Al no hallar respuesta, Isamu dio orden de asaltar el torreón. Haciendo que los explosivistas volatizarán el portalón. Aprovechando así la columna de polvo, el escuadrón de asalto entra en la planta baja del edificio; y en cuestión de segundos el estruendo de las armas de fuego se hiso presente, acompañado de diversas explosiones. Tan rápido como inicio el fuego ceso, creando un silencio que rompía el aire con su tención.
—Soy el coronel….— El horrible chirrido de las voces de sus soldados pidiendo auxilio acallo sus palabras —. ¡Fuego!—
La aparatosas ametralladoras gatling .50 empezaron su marcha hacia el objeto azulado pero la velocidad del Chidori fue inigualable, culminando por el exterminio de uno de los camiones, junto a la gatling que tenia encima y los siete soldados que terminaron horripilantemente mutilados con las partes faltantes dispersas en los alrededores. Los ametralladores continuaron su carga hacia un muro de madera que causo la misma destrucción hacia otro camión cercano. Y justo en el segundo siguiente una sombra se asomó por el ventanal de la oficina del hokague.
—¡Allí esta! —Dijo el teniente mientras señalaba la ventana que tenía la silueta de una persona. Y la lluvia de disparos se alzó destrozando toda la parte alta del edificio, creando tanto daño, que gran parte del techo se desplomo sobre los cimientos…
Pero el calmado urbanismo ya no era para nada oculto, a tan solo pocas horas de ocurrido el asesinato del shōgun de fuego; invadió a la ciudad, una desbandada de avisos por radio que ocupaban todo el espectro, aves mensajeras cuyo mensaje anulaba al anterior sumado a un sinfín de emisarios que solicitaba misiones a los puestos fronterizo; todo eso terminaba generando una inteligencia popular que se esparcía por el país, transmutando cada pequeña patraña que se sabía de la noticia en inmensas historias que desbordaba el país con mitos que auguraban caos y miseria.
Cosa que muchos tomaron como el inicio de una guerra y debido a eso, a las afueras de la capital del país del fuego, se juntaban unos enormes cúmulos de civiles que cargaban lo poco que podía rescatar de sus viviendas; discutiendo sin cesar por donde huir, sin que nadie lograra consolidar la ruta, aun así, la desesperación hace relucir el ingenio y también el miedo de unos pocos por evacuar de inmediato la ciudad, siendo esto la chispa iniciadora del movimiento de una larga hilera de personas; sin rumbo fijo, arropados por trazos de lana sucia y cargando la poca comida que había en sus ya abandonadas tierras. No eran más que el campesinado; personas lastimeras, pobres y desnutridas que debido a vivir directamente de la tierra que le pertenecía al regente del país, eran los primeros en sufrir los desmanes de los cambios en los poderes feudales.
Ya a varios kilómetros de la ciudad, la marcha paro, los jefes campesinos sobre el paso, llegaron a la conclusión de que el lugar más seguro era la aldea oculta entre las hojas. Pero antes de retomar la marcha, un estruendoso ruido de cornetas perteneciente a camiones militares, empezó a romper la columna desde la cola; cada camión estaba repleto por un pelotón de soldados armados con una mezcla mixta entre armas de fuego semiautomáticas, lanzas y espadas, mientras sus uniformes constan solo de una pechera de latón y un casco corintio del mismo material. Cada camión escoltaba a intervalos de pares una serie de camionetas con nombres escritos en las largas puertas suicidas que dicen en color rojo: “Clan Hyūga; Clan Sarutobi; Clan Akimichi; Clan Aburame; Clan Inuzuka; Clan Yamanaka y Clanes menores”.
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En la mansión del hokage, Tsunade bullía ante los gritos de los jōnin que exigían órdenes imprecisas.
—¡Ya cállense! —Baladro la godaime mientras que de un golpe destrozó el aparatoso escritorio, volando los cientos de papeles sobre el mismo —. El señor del feudal fue asesinado, junto a la mayor parte de la corte. Y ahora, los herederos son personas de herencia indirecta del linaje… —Tsunade se detiene y observa cuidadosamente a Kakashi, cuya presencia apenas se daba a notar —. Posiblemente inicie una guerra civil, y los clanes ninja son los únicos con la fuerza para constituir un gobierno; el concejo por su parte, tratara de unirnos como lo logro Hashirama, para que nos hagamos con el poder…
—Y que creen ellos que harán los partidistas —Exclamo renuente Shikamaru mientras entraba a la reunión, pero su discurso fue interrumpido por la aún más súbita entrada de Shizune.
—¡tozama-daimyō Hideyoshi está enviando tropas a Konoha!, están a cien kilómetros de la aldea y vienen en camino.
—¡Mierda! —Gruño Tsunade.
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En los bosques aledaños a Konoha, la hilera de carros fue bruscamente detenida por una compañía entera de los ANBU.
—Papeles —Dijo uno de los ANBU al oficial que dirigía la caravana, el oficial daba a notar su rango por su preparado uniforme, compuesto por una pechera que era más bien una combinación entre un chaleco kevlar anexo un sode de bronce y madera, mientras su casco corintio le diferenciaba de los demás soldados por tener dos flores de loto de color oro situadas en la frente.
—Aquí tiene —Respondió el oficial, mientras le entregaba un memo al ANBU; en él se decía, que tozama-daimyō Hideyoshi fue proclamado por el concejo del país del fuego, daimyō temporal hasta que el consejo se reuniera con los clanes ninja; exonerando a la godaime a impedir que los líderes de los diversos clanes fueran llevados a la reunión.
—Puede continuar— Dijo el shinobi mientras daba la señal de recogimiento de la compañía ANBU.
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La villa Uchiha aun con numerosos andamios y herramientas debido a su reconstrucción; no representaba más que un pueblo abandonado solo ocupado momentáneamente por dos personas.
Sakura, por fin podía mostrar libremente sus sentimientos, o por lo menos que estos fueran aceptados por su amor de infancia.
—Sasuke-kun —Dijo con voz dulce la pelirosada mientras servía el té.
—Dime —Contesto Sasuke poniendo mofa, ya que sabía lo que venía; cosa que durante unos meses se repetía constantemente.
—¡Te amo! —Exclamo sonriente la Haruno mientras posaba la tetera sobre la mesita —. Y yo… a ti —Le respondió Sasuke con cara de desgano, o tal vez de vergüenza debido al atuendo de ella; la pelirosa, arropada por un kimono hikifurisode de color rosado claro con ornamentas de pétalos. Resaltando su tez blancuzca como la nieve,que tiene la habilidad de reposar en si la luz, volver la inerte vista en un retrato tierno del que se vislumbra cariño de sus verduscos cristales. Casi se podía oler el rosa de su cabello que terminaba de chocar con el suave mar de sus labios; que en un despacio pero áspero movimiento comparable al choque de dos soles, sus tenues líneas rojizas prueban los ansiados labios del Uchiha. Acariciando con sus manos el hermoso rostro, Sasuke empezó su recorrió por la hermosa cerezo; bajo por su torneada silueta, aflojando el kimono matrimonial, adentrando sus manos por el mismo mientras mordía los carnosos labios de la kunoichi, poso finalmente las manos en su cintura mientras la acorralaba contra la pared más cercana, encargándose de acariciarla con cuidado mientras liberaba los labios de ella, mostrándole así un hermoso rostro rojizo y tierno. Termino por bajar sus manos a sus nalgas, libres de toda prenda interior podía sentir la humedad del creciente sudor acompañado por pequeños espasmos casi imperceptibles, cosa que termino por enloquecer al pelinegro, apretando así los glúteos de Sakura. Haciendo que ella respondiera con una serie de miradas que se turnaban entre enojo y confusión. Ante esto solo basto que el Uchiha le dijera en voz tenue —. Sakura…—; para que ella entendiera la situación del momento, cambiando su confuso rostro por uno de vergüenza más rojizo. Volviendo así a iniciar el ataque sobre las partes débiles de su mujer. Movimiento que causo el arqueo de ella mientras posaba su cabeza con una brusca pena en el hombro de él.
—¡Sasuke, Sakura-Chan!— Grito el Uzumaki, que entro abruptamente a la habitación haciendo que la pareja se soltase de la llave, y logrando ver a duras penas la escena, no pudo contener de su rostro la expresión confusa que conecta extrañamente el estómago con la cabeza, cosa que hace perder el sentido de la gravedad en las piernas, y dando pasos insensibles, casi volando, se acercó a Sasuke. Y de esta forma Naruto se dio cuenta de su situación, la derrota incondicional.
—¡Baka!; ¡qué haces aquí!— Grito furiosa Sakura que por un momento pensó en mandar al rubio al otro mundo, pero prefirió darle la espalda para que no pudiese ver su cara roja y sudada.
—Sasuke… tienes que ir… están buscando a los jefes de los clanes… incluido a los menores— Dijo con una pesadez que daba a mostrar su angustia.
—Y que con eso Uzumaki, no estorbes… —Gruño interrumpido —. ¡Sasuke!, mataron a Hyūga Hanabi.
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En el charco rojo, mullido por trozos rosas se encontraba el cuerpo inerte de la heredera menor de los Hyūga, abalada en el frente del cráneo. Junto a ella, una veintena de guardianes de las ramas menores desconcertados, pero listo para la batalla. El soldado que acabo con la vida de la niña todavía sostenía el humeante Nambu tipo 14, no era más que el Teniente de 1ra que dirigía la caravana. Y aprovechando la confusión del acto ordeno que las gatling de los camiones dieran ráfagas de aviso.
—¡Entréguese señor Hyūga, por el bien de su clan! —Grito la orden que fue acatada por el lloroso padre. En el acto dos soldados esposaron a Hiashi y lo montaron a duras penas en la camioneta negra con la inscripción “Clan Hyūga”.
Ya con la carga importante asegurada, la camioneta blindada huye de la ciudad sin la escolta inicial. Los soldados aun en terreno de los Hyūga trataban de huir a pasos lentos sin perder de vista la horda que bullía con lo sucedido, terminando por retirarse despavoridos al camión que tomo rumbo a la mansión del hokage.
La situación parecida en los terrenos de los demás clanes, pero en la mayoría el uso de la fuerza no fue necesario, excepto con los Akimichi y Yamanaka, donde lanzaron gas nervioso que inmovilizó a la mayoría pero asesino a los más pequeños, enfermos y viejos, causándoles grotescos espasmos que les hacían sangrar y supurar sus líquidos y desechos.
El clan Nara huyo a una hora indeterminada, pero en represalia el cabo jefe del pelotón destinado a arrestar al jefe Nara, dio la orden de quemar las casas del clan; y al ver arder el complejo de papel, empecinó su maldad contra ellos mandado a minar los alrededores.
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Sasuke dio un trago enorme
—Lo mejor es que les acompañe —dijo de forma inerte.
—¡Sasuke, pero podemos huir juntos al monte Myōboku!— Grita exasperado el Uzumaki.
—No Naruto, lleva a Sakura contigo, yo veré que causa todo esto y de allí tomaremos las decisiones futuras— Se sentó en el suelo apoyándose contra la pared mostrando una lastimera preocupación —. ¡Sakura!
—Estoy lista— Contesto ella, ya cambiada a su traje de tarea habitual cosa que aun así no podía cambiar la expresión de tristeza del rubio al verla. Pero, sin parar con su misión invoco con rápidos sellos el pergamino del contrato de los sapos. Una vez abierto Sakura sin necesidad de explicaciones lo firmo. Aunque no se iría sin antes darle un beso profundo al Uchiha; escena que transmuto los sentimientos de asco, pena y tristeza del rubio en algo parecido a la agonía de la marcha final de los sentenciados a muerte, pero su rostro esta vez solo podía expresar una melancólica sonrisa.
Terminada la despedida la nube de humo emergió dejando al pelinegro en la soledad de la villa. Ante el entorno, solo le quedaba prepararse cambiando su kimono por uno más cómodo; completado eso, se dispuso a salir pero justo al abrir la puerta de entrada de la casa principal dos pelotones completos le arrestaron y como al señor Hyūga le montaron en una camioneta con la inscripción de “Clanes Menores” diferenciándose solo que la camioneta no partió sola, fue acompañada de los dos pelotones dispersos en dos camiones. Todo a una cronometría quirúrgica.
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A las afueras de la mansión del hokague cinco pelotones rodeaban el edificio con ametralladoras y reflectores. Los jōnin ya escondidos en el área, estaban listos para inutilizar a los invasores. Pero fueron detenidos por la llegada de una segunda hilera de camiones que escoltaban al coronel Isamu Chō. Vestido de un impecable uniforme caqui con condecoraciones de oro, mostraba un temible temple de crueldad.
Un soldado le facilito un megáfono a Isamu y este condeno: “Soy el Coronel Chō Isamu; comandante de la tercera compañía de choque. Konohagakure queda ahora bajo control mío y bajo una dependencia directa del daimyō Hideyoshi; todo poder anterior queda suprimido y se le exige al godaime se entregue…”
Al no hallar respuesta, Isamu dio orden de asaltar el torreón. Haciendo que los explosivistas volatizarán el portalón. Aprovechando así la columna de polvo, el escuadrón de asalto entra en la planta baja del edificio; y en cuestión de segundos el estruendo de las armas de fuego se hiso presente, acompañado de diversas explosiones. Tan rápido como inicio el fuego ceso, creando un silencio que rompía el aire con su tención.
—Soy el coronel….— El horrible chirrido de las voces de sus soldados pidiendo auxilio acallo sus palabras —. ¡Fuego!—
La aparatosas ametralladoras gatling .50 empezaron su marcha hacia el objeto azulado pero la velocidad del Chidori fue inigualable, culminando por el exterminio de uno de los camiones, junto a la gatling que tenia encima y los siete soldados que terminaron horripilantemente mutilados con las partes faltantes dispersas en los alrededores. Los ametralladores continuaron su carga hacia un muro de madera que causo la misma destrucción hacia otro camión cercano. Y justo en el segundo siguiente una sombra se asomó por el ventanal de la oficina del hokague.
—¡Allí esta! —Dijo el teniente mientras señalaba la ventana que tenía la silueta de una persona. Y la lluvia de disparos se alzó destrozando toda la parte alta del edificio, creando tanto daño, que gran parte del techo se desplomo sobre los cimientos…
Última edición por Koba el Miér Abr 30, 2014 5:55 am, editado 1 vez
Koba- Aprendiz
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Esplendido fic, es el primer capitulo y la verdad terminaste por emocionarme, narras de una manera magnifica, todo perfectamente comprensible y digerible.
Ahora bien, mi opinión del capitulo:
Vemos que los ninja están sufriendo una especie de asedio militar por parte de los poderosos, tanto así que estan decididos a matarlos sin piedad incluso algunos militares los odian; no tengo objeción la verdad si se me hizo interesante
Ya comenzaste a meter el romance, me sorprendió ciertamente que fuera entre Sasuke y Sakura, ademas, por lo que leí, también le afecta a Naruto (pobre ) pero esperaré a ver como llevas la historia para opinar mejor.
En conclusión... Quiero conti!!!
Esta super interesante esta trama que llevas, enserio que me atrapo.
Ahora bien, mi opinión del capitulo:
Vemos que los ninja están sufriendo una especie de asedio militar por parte de los poderosos, tanto así que estan decididos a matarlos sin piedad incluso algunos militares los odian; no tengo objeción la verdad si se me hizo interesante
Ya comenzaste a meter el romance, me sorprendió ciertamente que fuera entre Sasuke y Sakura, ademas, por lo que leí, también le afecta a Naruto (pobre ) pero esperaré a ver como llevas la historia para opinar mejor.
En conclusión... Quiero conti!!!
Esta super interesante esta trama que llevas, enserio que me atrapo.
Mixyic-Alex- Chunnin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Pues sigue muy interesante, los ninjas están en un serio problema, mas parece una revolución que una guerra civil, veamos que pasa.
En cuanto al romance, pues no solo se le rompió el corazón a Naruto con esa escena tan erótica entre Sakura y Sasuke, pero me deja intrigado saber bien a bien que son? Novios, amantes, esposos?
Y lo que si no me gusta es que al parecer Naruto es un incondicional en el amor hacia Sakura, me explico; que no le importa salir herido en el afán desmesurado de ver a Sakura feliz aún a costa de la suya.
Leon- Sennin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Bien, ¿Por donde comenzar?
Me leí el prologo y el primer capitulo y he de admitir que respecto a la trama, no tengo ni una sola opinión, queja o sugerencia.
¿Por que?
Simple, así como esta, es perfecta y atrayente.
Me sorprende la narrativa, es realmente buena, se entiende con claridad y es de fácil comprensión.
Es cierto.
Me di cuenta *Aclaro que es una critica constructiva* que si hay leves problemas con la Sintaxis, a pesar de todo, no llega al grado de "Una falta de coherencia" en el texto oración, y eso es en parte bueno.
Bueno, pues no afecta desmesuradamente a la lectura, bien se puede pasar por alto.
Pero malo, pues al ser algo Bien hecho, se nota la falla.
Mas aun así, tu falla es solo la falta de experiencia en este mismo ámbito, aventurate a escribir como mejor sabes, y veras como sera un problema de la vieja escuela.
Ahora, hay algo que me tiene con pendiente.
Y es...
¡¿Por que mis ojos leen SS?!
¡Nooo!
T______T
Mis oclayos (?)
En fin...
Respecto a los capitulos.
Un prologo, verdaderamente de calidad. Llamativo, atrayente, buena esa mano la tienes.
Un primer capitulo, en el que se nos da un mejor perspectiva del panorama actual, sin dejar de lado los y a abiertos, como dije arriba, un capitulo esplendido.
Que te puedo decir, es verdaderamente buena la historia, LA VOY seguir leyendo y ver así tus avances, mejorias, tropiezos...
Pero también por que...
Ya me clave en la historia.
T____T
Que va, ¡Choca esos 5!
¡Espero la continuación!
Nota final:
En el prologo, en los primeros párrafos hay un uso excesivo de las comas, procura no abusar pues nos estarás frenando como lectores, si las corrigieras, la estética, gramatical, Sintaxis y parte de la coherencia y tiempo gramatical seria aun mejor.
Pero aun así, esa historia va en calidad en asenso, lo se, lo hará, y lo hace.
¡Saludos y felicitaciones!
-Saki S.
Me leí el prologo y el primer capitulo y he de admitir que respecto a la trama, no tengo ni una sola opinión, queja o sugerencia.
¿Por que?
Simple, así como esta, es perfecta y atrayente.
Me sorprende la narrativa, es realmente buena, se entiende con claridad y es de fácil comprensión.
Es cierto.
Me di cuenta *Aclaro que es una critica constructiva* que si hay leves problemas con la Sintaxis, a pesar de todo, no llega al grado de "Una falta de coherencia" en el texto oración, y eso es en parte bueno.
Bueno, pues no afecta desmesuradamente a la lectura, bien se puede pasar por alto.
Pero malo, pues al ser algo Bien hecho, se nota la falla.
Mas aun así, tu falla es solo la falta de experiencia en este mismo ámbito, aventurate a escribir como mejor sabes, y veras como sera un problema de la vieja escuela.
Ahora, hay algo que me tiene con pendiente.
Y es...
¡¿Por que mis ojos leen SS?!
¡Nooo!
T______T
Mis oclayos (?)
En fin...
Respecto a los capitulos.
Un prologo, verdaderamente de calidad. Llamativo, atrayente, buena esa mano la tienes.
Un primer capitulo, en el que se nos da un mejor perspectiva del panorama actual, sin dejar de lado los y a abiertos, como dije arriba, un capitulo esplendido.
Que te puedo decir, es verdaderamente buena la historia, LA VOY seguir leyendo y ver así tus avances, mejorias, tropiezos...
Pero también por que...
Ya me clave en la historia.
T____T
Que va, ¡Choca esos 5!
¡Espero la continuación!
Nota final:
En el prologo, en los primeros párrafos hay un uso excesivo de las comas, procura no abusar pues nos estarás frenando como lectores, si las corrigieras, la estética, gramatical, Sintaxis y parte de la coherencia y tiempo gramatical seria aun mejor.
Pero aun así, esa historia va en calidad en asenso, lo se, lo hará, y lo hace.
¡Saludos y felicitaciones!
-Saki S.
Saki S.- Consejo de escritores
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Moviendo los dedos sobre el teclado; Escribiendo una historia que logre gustarnos.
8275
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Hola a todos, gracias por sus comentarios. He aquí el segundo capitulo, aunque en si la trama principal no se a mostrado; la subtrama es sencilla, es la guerra una guerra de perros en el Pais del Fuego. Me he esforzado en este capitulo en especial, por tratarse de una reinvindicacion. Sin mas que decir, espero que disfruten este capitulo.
Capitulo II
—¿Cómo se llama?
—Konohamaru —Respondió el viejo.
—¿En que es bueno; ha trabajado antes en baños?; yo necesito gente aguerrida que le guste el trabajo pesado.
—Él sabe trabajar.
—Bueno ya está hablado, que se quede. Las condiciones son beneficiosas, veinte ryō al mes y una comida los días de trabajo. Trabajará un día sí y otro no; además, no debe flojear.
—No lo hará, se lo aseguró… —dijo ya irritado el pobre anciano.
—Bueno, que comience hoy mismo —ordenó el amo. Un tipo obeso que cursaba ya la tercera edad de voz muy ronca, que le gustaba vestir un sucio frac como el que usaban de uniforme los mesoneros y botones; volviéndose a la dependiente que se encontraba a su lado tras el inmenso mostrador de roble, le dijo: —Cixci es la dependienta, ella acompañara al muchacho a los lavaderos, dile a Wu que le dé el trabajo de calderero —La dependienta dejó sobre el mostrador el lapicero con el que estaba anotando con raro entusiasmo las cuentas del día, y con un movimiento de cabeza le indicó a Konohamaru que la siguiera. Atravesaron la resección y el comedor en dirección a la puerta lateral que conducía a la lavandería y los baños termales del hostal. Konohamaru caminaba tras ella. Y detrás de él un débil anciano le acompañaba presuroso, tropezando como torpe con el manojo de tela que le colgaba de la cintura que usaba como ropa; mientras le murmuraba al pelinegro:
—Pórtate bien, no hagas estupideces como llamar la atención.
Parando su paso al terminar lo dicho; siguiendo al joven con la mirada, encaminándose al fin hacia la salida.
En el lavado se trabajaba de manera incesante; sobre los sacos de ropa sucia se erige una verdadera torre de telas y harapos mugrientos de los huéspedes de la posada. Que culminaba en una fila de varias mujeres encargadas de restregar con piedras de jabón la ropa. Y aun así, con toda la ropa que había en el lugar, lo que llena hasta el techo de la lavandería es el vapor que despedían cientos de lugares distintos, desde los secadores, tubos extravagantes y un sinfín de baldes rellenos con agua hirviente. Al principio, Konohamaru no pudo distinguir los rostros de las mujeres que allí trabajaban entre tanto humo blanco, a diferencia de su país natal, el color de piel predominante en esa área montañosa, era una piel oscura en muchos casos con tonalidades acarameladas, cosa que no le irritaba pero le hacía relucir como farol que alumbraba entre esa niebla; algo que no debía suceder tal y como lo dijo el anciano. Sin saber qué hacer ni en dónde meterse permaneció de pie en medio de aquel salón. La dependienta Cixci notando su incomodidad se acercó a una de las mujeres que fregaban los interiores de alguien y poniéndole la mano sobre el hombro, le dijo:
—Aquí tienes, Wu. Explícale lo que hay que hacer —Dirigiéndose al pelinegro y señalando a la mujer a quien acababa de dar el nombre de Wu, agregó —. Ella es la jefa. Haz lo que te diga.
—Bueno— respondió en voz baja Konohamaru, mientras le lanzaba una mirada interrogativa a Wu. Ésta, enjuagándose en sudor de su frente, le miró de arriba a abajo, como apreciando sus cualidades y subiéndose la manga que se había resbalado más abajo del codo dijo con voz sonora y dulce.
—Tu trabajo, querido, no es nada difícil ni complicado; consiste en alimentar las calderas del sótano desde la mañana hasta la siguiente, y debes procurar que en ellas haya siempre agua hirviendo. Como es natural, tienes que buscar y partir la leña. Después y cuando sea necesario, lavaras con nosotras.
—¿Solo eso? —Dijo burlesco el genin —. No te creas indestructible, amor, hay trabajo de sobra —dijo la mujer de espalda ancha y cabellos rojinegros, recargando sobre los hombros del pelinegro el figurativo peso de quien se ofrece. Pero Konohamaru no le dio mucha importancia al asunto. En cambio se concentró en el rostro de la muchacha empapado de sudor por el ajetreó del oficio, no siendo ni mucho menos un retrato vulgar, su hermoso rostro de nariz perfilada casi greca junto a sus amplios atributos, hicieron que Konohamaru se sintiera en la “Flor de la juventud”.
—¿Y qué debo hacer ahora, one-san? —La explosión de risa de las mujeres que trabajaban en los lavados ahogó sus palabras.
—¡A Wu le ha salido hijo! ¿Qué vas a hacer, cambiarle los pañales? —Reía Wu más fuerte que las otras antes los comentarios indecorosos.
Ya completamente turbado, Konohamaru se volvió hacia la regordeta mujer que burlo sus palabras y preguntó —. ¿Qué debo hacer ahora? —Pero la señora tomo la dispuesta pregunta con una sofocada risa. —. Pregúntaselo a tu one-san, ella te cuidara— Y, dándole la espalda, corrió hacia la puerta que conducía al comedor dispuesto a irse.
—Ven aquí, ayuda a restregar la ropa— Oyó Konohamaru de una de las mujeres, ya entrada en años de ancianidad, que estaba fregando.
—¿Te gusta fregar, ha qué no?, Toma —Ordenó al joven mientras le pasaba un tosco jabón.
—Sujeta la manga con una mano y con la otra mano sostienes el lado contrario, de manera que quede bien tirante, y pasa la piedra por el borde procurando que no quede ni rastro de sucio. Aquí son muy rigurosos en esto. Los clientes examinan por obvias razones sus ropas y si los encuentran sucios, la dueña en un dos por tres, te tira a la calle.
—¿La dueña? —Dijo Konohamaru, sin comprender —. Fue el dueño quien me contrato— la madura señora rompió en risa ante el comentario inocente del adolescente.
—Aquí el dueño, no hace nada, es un viejo que está más interesado en escuchar la radio que en dirigir la gerencia. La dueña en cambio es la cabeza de todo el negocio; por suerte, hoy no está…— La puerta del lavado se abrió y entraron tres botones con montones de ropa sucia.
Uno de ellos llamado Shi Huang, ancho de espaldas pero de cara fina, de mirada recta, apresuró.
—¡El turno está terminando y ustedes están descansando!— Y mirando a Konohamaru pregunto —. ¿Quién es éste?
—Es el nuevo —respondió Wu.
—¡El nuevo!; pues mira— Su pesada mano cayó sobre el hombro de Konohamaru y le empujó hacia la entrada del sótano, abrió la puerta y juntos bajaron por las escaleras. Ante el inmenso calor, el jefe de botones abrió la pequeña ventanilla en el borde de la pared, al hacerlo el congelado viento combinado con escarchas de nieve invadieron la habitación.
—Siempre debes tenerlos listos, y como ves, uno se está apagado y el otro apenas tiene agua. Por hoy te lo dejo pasar, pero si se repite mañana, te doy una buena. ¿Comprendes?
Sin mediar las palabras, Konohamaru emprendió su misión con las calderas. Comenzando así su vida de trabajador, dándole muerte temprana a su antigua existencia como ninja. Konohamaru nunca se había esmerado tanto como en aquel, su primer día de trabajo. Comprendió que ese frió lugar no era su anhelado hogar. El botones le había dicho claro que si no obedecía, le rompería el hocico, cosa que dudaba que lograra pero que no lo salvaría del despido.
Duro todo el día buscando y cortando la leña, rellenando de agua los hervideros cuando esta se evaporaba, y haciendo cualquier diligencia que le mandaban. A las siete de la mañana, agotado por la noche de insomnio y el interminable ajetreo, Konohamaru entregó las calderas hirviendo al jovenzuelo de turno, un muchacho cachetón, de ojos empequeñecidos ante su carnosa cara.
—¡Vaya! un chico idiota; se sobre esfuerza como un loco. Se nota que lo han enviado a trabajar por necesidad.
—Es un chico diligente —dijo Wu —. No hay que arrearle como otros para que trabaje.
—Pronto se cansará —respondió gordo—. Al principio todos se esmeran...
Después de asegurarse de que todo estaba en orden y de que las maquinas hervían, el gordito hundió las manos en los bolsillos, y con aires de superflua superioridad; Y dirigiendo su maliciosa miranda al Sarutobi, dijo en tono que no admitía objeciones.
—¡Eh, tú, idiota! mañana ven a relevarme a las seis.
—¿Por qué a las seis? — Preguntó Konohamaru. — El relevo es a las siete.
—¡Valiente pordiosero, acaba de entrar a trabajar, y ya hasta está dirigiéndome la palabra!—
La voz insolente y la conducta provocadora del muchacho enfurecieron al genin. Dio un paso hacia su compañero de faena, disponiéndose a deformarle el rostro, pero el miedo a ser despedido, ya en el primer día, le contuvo.
—Ni te atrevas conmigo, pues podrás terminar escavando tu propia tumba.
Su adversario dio un paso atrás, retrocediendo hacia la caldera y mirando con asombro al enfurecido Konohamaru. No esperaba una réplica tan amenazadora, que debido a algo incomprensible, le aterro.
—Bueno, eso lo veremos— Masculló.
Ese primer día había terminado sin novedad extra, y Konohamaru se dirigió su casa con el sentimiento del hombre que se ha ganado honradamente su descanso. Pero su casa no era más que una caja de latón y maderas viejas; a pesar de poder elaborar algo mejor el anciano, su serio guardián, le prohibió llamar la atención de forma alguna. Y que debía comportarse como un simple joven del sur.
Konohamaru se pasó dos meses embarrado en aquel trabajo. Los baños, el fregadero y las calderas fue su cárcel en esos sesenta y un días. En el sótano bullía un trabajo intenso. Se esforzaba más allí que cualquiera. Sin lograr aumento en su salario alguno por haberle echado barro en el frac del todopoderoso jefe de botones y camareros, a quien no le agradaba ni un ápice aquel muchacho intratable, del que en cualquier momento se podía esperar una reacción peligrosa si se le alzaba un poco la voz de mala manera.
En las horas de gran movimiento en la posada los botones corrían como unos desquiciados con las maletas, saltando cada obstáculo por pequeño que fuese, un acto que se ganaba las risas canallas de las mujeres que allí trabajaban. Pero por las noches, cuando terminaba el trabajo, los camareros y botones se reunían en el comedor, juntando algunas mesas. Comenzaba un juego inacabable de mahjong.
En más de una ocasión, el ya subnutrido Konohamaru vio el gran cumulo de billetes sobre las mesas. Aquella cantidad de dinero no le asombraba, pues sabía que cada uno de los camareros y botones, en sus horas de servicio, recibía de treinta a cuarenta ryō de propinas. De tres en tres, ryō a ryō. Acumulaban esa cantidad. Y después se emborrachaban y se jugaban el dinero. El hambriento Sarutobi, no escondía su rabia ante eso, mientras a él le pagaban un mísero sueldo solo comparable con la pésima comida a base de papa y arroz. No se podía dar ningún tipo de lujos en sus inaguantables condiciones de precariedad.
—¡Malditos!— Pensaba —. Yo me rompo el lomo por veinte míseros ryō mientras que éstos apuestan lo que no quieren pagarme. Solo porque cargan lo que la gente no quiere llevar. Para que al final terminen bebiéndose y apostando lo que ganan— Konohamaru les trataba con la misma frialdad que a los dueños del negocio, como a seres extraños y hostiles —. Aquí, los muy malnacidos, trabajan de lamedores de culos y quizás por eso hasta tengan más dinero que aquellos señores a quienes sirven.
Aunque lo que ocurría por las noches en el comedor no le generaba más que grotesca furia, sabía de corrido que durante esas mismas madrugadas no debía acercarse a los baños, porque todas las mujeres trabajaban allí poco tiempo, a menos que se vendieran por unos ryō a quienes tenían poder y fuerza en el establecimiento que no eran más que quienes se llevaban bien con los dueños. Los camareros y botones. El pelinegro pudo ver lo más profundo de la vida, su fondo y final; percibió el hedor de la miserable alma humana.
Una noche durante las horas de calma, mientras echaba leña a la caldera. Los ojos entornados miraba el fuego. Su pensamiento retornó de pronto a la querida imagen Wu su enamoramiento de estudiante maestra era inexcusable ante la hermosa mujer. Konohamaru escapo de su pensamiento, subió a la lavandería. Alentado por la curiosidad se escurrió a la enorme habitación donde se encuentran los baños asomándose en el cuarto de bañeras, donde, habitualmente se escuchan diversos ruidos. Mientras que oía los que venían del comedor, el juego estaba en todo su pleno. Volvió la cabeza y vio entrar por la puerta falsa contraria a él, a dos sombras de las cuales pudo reconocer por el olor a Wu. Konohamaru se escondió en el gran baúl, junto a los paños, para esperar a que aquellas personas salieran de la habitación. Entre los paños todo estaba sumido en oscuridad, impidiendo que Wu le viese. La joven mujer torció hacia el final del cuarto y el pelinegro vio su espalda ancha y su melena rojinegra que solo estaba controlada por un débil amarre. Y junto a ella alguien más se acercaba con paso apresurado y ligero.
—Huang, espera— Wu se detuvo y, volviendo la cabeza, le miró.
—¿Qué quieres? — Gruñó el acompañante.
Los pasos resonaban en todo el cuarto de baño, y Konohamaru reconoció por completo a Wu y al jefe de botones Shi Huang.
La muchacha cogió de la manga al botones y, con voz quebrada y contenida, le dijo
—Huang, ¿dónde está el dinero que te dio el soldado? —Huang retiró el brazo con brusquedad.
—¿Qué; el dinero?, ya te pague —replicó con voz irritada y áspera.
—Pero él te dio trescientos ryō —En la voz de Wu se percibían sollozos ahogados.
—¿Trescientos ryō, dices? —Profirió con sarcasmo Shi —. ¿Y qué; quieres recibirlos, no serás demasiado cara señorita?, solo eres una fregona; Me parece que con los cincuenta que te he dado, ya está bien. ¡Ni que fueras una shikomi del sur! Incluso damas más finas, no cobran tanto. Da las gracias que has dormido con un hombre una noche y te has embolsado cincuenta ryō. ¿O acaso me crees idiota?; Te daré aún diez o veinte ryō y basta; y si no eres tonta, aún ganarás más: yo te recomendaré a otro —Pronunciando las últimas palabras, Huang volvió la espalda y se enrumbó al comedor
—¡Hijo de puta!— Le gritó Wu al ver que se marchaba y apoyándose contra la pared, comenzó a gemir ahogadamente.
Los sentimientos que embargaron a Konohamaru cuando en la oscuridad, de entre los harapos de baño, oyó esta conversación y con cuidado vio a Wu, temblorosa, dándose de cabezazos contra las paredes de pape, decidida por huir de aquel hostal inmundo, se esfumo en la noche helada. Konohamaru no delató su presencia; agarrado convulsivamente a los soportes de hierro del armario donde se escondía, callaba.
—Wu... — Susurro.
Y decidido a vengar lo sucedido, aprovecho la salida de Wu por la puerta trasera; saco de entre sus ropas una entrañable kunai. Luego a paso sigiloso se encauzo por las paredes del comedor.
—Ya vengo, voy a cagar— Dijo uno de los mesoneros mientras tomaba su dinero que estaba en la mesa de apuestas. Acto consecutivo se retira y sube las escaleras circundantes que conducían hacia una oficina y un baño. Apresura el paso a los pocos metros terminando su caminata en el inodoro. Mientras celebraba la puja, el mesonero vio con asombro como la puerta se abría mostrándole la presencia de Konohamaru, quien le apuñaleo el cuello sin que dejara expresar suplica alguna. Mientras que a sus pies, en el comedor, Una veintena de sombras degollaban de forma parecida a los mesoneros. Solo salvándose Shi Huang, a quien nadie ataco. Una vez terminada la masacre una descarga de humo invadió el comedor, al disiparse Huang noto que de entre la niebla se encontraba Konohamaru, armado con el kunai. Huang, aterrorizado por lo que observaba, trato de huir por la entrada principal, pero un golpe filoso le tumbo a pocos metros de la entrada. Konohamaru a paso lento se acercaba al jefe de camareros. Este a su vez con dificultad se paró, y dispuesto a no tener un mismo final como el de sus compañeros, saca del bolsillo secreto del frac una pistola Nambu Tipo 14, y al paso siguiente una explosión invadió la habitación.
—¡Mierda! —Exclamo el shinobi.
Entre la confusión se podía observar el cuerpo del mesonero parcialmente mutilado, faltante de la mano izquierda, sangrando a ríos, por sus hendiduras se alzaba la desgarradora esfera de luz y aire que se desvaneció a la misma velocidad con que apareció. Dando a mostrar el retorcido cráter creado por el paso del rasengan.
—¡Naruto! —Grito entre lágrimas Konohamaru.
Una vez limpiado el edificio de cadáveres, Naruto abrazo con cariño al Sarutobi, quien dolido por lo que en tan poco tiempo había sucedido, le narro los acontecimientos anteriores a su huida de Konoha.
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Entre el calor del estruendoso tiroteo emergió intacta la godaime, quien con tan solo un golpe abrió un cráter que inutilizo la mayoría de los camiones, dejando atrapado al sequito de seguridad del coronel Isamu que yacía tumbado a unos metros de su posición original, empujado por el enorme impulso de aire que genero el ataque inicial de la Hokague. Los dos camiones laterales, aun intactos seguían disparando con dirección a la líder de los ninja, pero el ataque del elemento fuego carbonizo el cobre de las metrallas, fundiéndolo con retazos de los elementos más blandos que se encontraban en los alrededores de las armas.
—Pagaras caro tu soberbia— Dijo con gran dolor el coronel, quien se encontraba con varias vertebras arrasadas. Sin mediar palabra, Tsunade se acercó al magullado soldado, agarrándolo a duras penas por su cara, lo alzo hasta ponerlo al nivel de ella. Terminando la acción en el crujido del cráneo y la desfiguración de la masa gris que adornaba las hendiduras rojizas.
—Preparen la evacuación— Ordeno en un tono serio que holgaba a tristeza.
El ejército entero de ninjas se destinó a evacuar la ciudad; principalmente a aldeas aledañas fueron a parar los civiles que tenían como guardianes unos pocos shinobis. Mientras que los ninjas de bajo nivel y los más jóvenes fueron guiados hasta lo profundo de las cuevas interiores del monumento a los Hokagues junto a centenares de miles de civiles más.
Entre la inmensa movilización Tsunade dejo la defensa de la ciudad a manos de Shikamaru, mientras ella se encargaba de la movilización de los recursos de importancia.
Konohamaru se encontraba inquieto junto a su equipo, dentro de un bunker superior al monumento de los Hokagues; abandonados por Ebisu que se encontraba en una misión incierta para el genin.
—¡Esto es una mierda!— Dijo enfurecido el pelinegro —. Deberíamos estar ayudando en la defensa.
—Pero esta misión también es importan…— El chillido de queja del Sarutobi acallo a la joven Moegui.
—Quédense aquí, voy a ver cómo van las cosas—
—Konohamaru, pero lo mejor es que no quedemos aquí, si los documentos se pierden…— Otro chillido del pelinegro acallo al mocoso compañero.
—Vendré en unos minutos, no se preocupen— Exclamo vehemente Konohamaru mientras saltaba el barranco rumbo a la ciudad, gesto que solo ocasionó que sus compañeros de equipo se vieran las caras en señal de preocupación.
Dentro de los túneles del monumento, en las áreas al nivel de las oficinas del Hokague una veintena de los ANBU transportaban cañones anti-aéreos tipo M1939 en compactos camiones. Que con una celeridad propia de ellos fueron entregados a una veintena más de puestos antiaéreos que se encontraban esparcidos desde las azoteas de los edificios, los bosques aledaños y los lugares propicios para la defensa de ataques desde el cielo. Mientras que en los torreones del muro circundante a la ciudad se emplazaban fieros cañones automáticos Tipo 96.
Tomando rumbo al apartamento del rubio Uzumaki; Konohamaru pudo observar las calles, que en un complicado tornasol se turnaban entre el abandono total y el sobresalto militar. Rompiendo así la cúspide de tensión del aire con el aviso de la presencia lejana de la aviación, mostrándose como buitres lúgubres que se acercaban a Konoha, cargando sobre si el nuevo amanecer de fuego y dolor.
Los pequeños nakajima fueron ignorados debido a su velocidad inigualable; quedándose revoloteando por encima de la ciudad, quedando de momento impunes del fuero. En cuestión de otros tantos minutos se pudo apreciar con detenimiento la composición del enemigo, que en una estela arrojaba su lluvia de muerte sobre la ciudad. Batalla que para quien la apreciara notara la ironía del humo negro, pues este hacia una danza grotesca en un intercambio ferviente que iba del cielo al infierno y de la naturaleza verde a la nada. Los pomposos bombarderos G4M fueron destrozados aun en el aire, causando la mórbida imagen que se asemejaba a la explosión de viseras del coronel Isamu; solo que esta arrojaba fuego y un torrente de gasolina aun en llamas por sobre los desprotegidos bosques. Y así la deteriorada armada llego a su objetivo primario, desencadenando su furia implacable por sobre las cabezas de los edificios, que cedían en columnas de a pares.
Ante esa terrorífica sensación Konohamaru Sarutobi, quedo inerte ante el sonido, acompañado luego del quebranto de los huesecillos de su oído izquierdo. Guiado por la imagen del inexplotable G3M que planeaba con dificultad sobre las cienes de los terrestres; abrigado solo por fuego y despellejándose de partes metálicas rojas como la sal, Sin ceder un poco de su estructura que se dirigía de lleno a la cúspide tallada.
El genin pelinegro, sintiendo el color blanco de la nada, rememorando a una velocidad espasmódica, el dolor de la perdida de sus seres queridos, y evocando lo que para el significaba ser un shinobi: “ayudar a nuestros camaradas”; corrió a velocidad de dinamo con la mente aun en blanco, solo guiándolo el instinto que en muy contados momentos de la historia, hace que ocurran eventos en que este mismo transforme el miedo de los soldados cobardes, haciendo que estos pasen a ver ese mismo temor como si se tratase de una criatura hostil ajena a uno mismo; que no puede ni siquiera entorpecer la velocidad imparable de las piernas.
Saltando de forma apática mientras sostenía el orbe azulado, alcanzo al ángel de llamas que disiparía las almas de sus fieles amigos. La explosión de una bomba que baño de lleno la cima de la meseta y su cuerpo, inutilizando sus esfuerzos; empujándolo hacia una inherente caída, su cuerpo chocó contra el uniforme de Ebisu quien le rescato del seco golpe.
Konoha antes destruida por el poder del chakra, ahora se volvía a derrumbar ante la fuerza maligna de la mente humana; de entre la bella aldea, las columnas multicolores se alzaban hasta la altura de los aviones y estos a su vez quedaban desechos en un aro no menos caótico. Mientras que los bosques que rodeaban la metrópoli terminaban carcomidos junto al tuétano de los animales a causa del napalm; cayendo muertos a las orillas del evaporado riachuelo.
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Volviendo en sí, el rostro quemado del joven Sarutobi, inútil el lado izquierdo del mismo, no representaba más que la mueca inútil de la guerra.
—Naruto… sálvanos…—
Y la nieve caía.
—Konohamaru —Respondió el viejo.
—¿En que es bueno; ha trabajado antes en baños?; yo necesito gente aguerrida que le guste el trabajo pesado.
—Él sabe trabajar.
—Bueno ya está hablado, que se quede. Las condiciones son beneficiosas, veinte ryō al mes y una comida los días de trabajo. Trabajará un día sí y otro no; además, no debe flojear.
—No lo hará, se lo aseguró… —dijo ya irritado el pobre anciano.
—Bueno, que comience hoy mismo —ordenó el amo. Un tipo obeso que cursaba ya la tercera edad de voz muy ronca, que le gustaba vestir un sucio frac como el que usaban de uniforme los mesoneros y botones; volviéndose a la dependiente que se encontraba a su lado tras el inmenso mostrador de roble, le dijo: —Cixci es la dependienta, ella acompañara al muchacho a los lavaderos, dile a Wu que le dé el trabajo de calderero —La dependienta dejó sobre el mostrador el lapicero con el que estaba anotando con raro entusiasmo las cuentas del día, y con un movimiento de cabeza le indicó a Konohamaru que la siguiera. Atravesaron la resección y el comedor en dirección a la puerta lateral que conducía a la lavandería y los baños termales del hostal. Konohamaru caminaba tras ella. Y detrás de él un débil anciano le acompañaba presuroso, tropezando como torpe con el manojo de tela que le colgaba de la cintura que usaba como ropa; mientras le murmuraba al pelinegro:
—Pórtate bien, no hagas estupideces como llamar la atención.
Parando su paso al terminar lo dicho; siguiendo al joven con la mirada, encaminándose al fin hacia la salida.
En el lavado se trabajaba de manera incesante; sobre los sacos de ropa sucia se erige una verdadera torre de telas y harapos mugrientos de los huéspedes de la posada. Que culminaba en una fila de varias mujeres encargadas de restregar con piedras de jabón la ropa. Y aun así, con toda la ropa que había en el lugar, lo que llena hasta el techo de la lavandería es el vapor que despedían cientos de lugares distintos, desde los secadores, tubos extravagantes y un sinfín de baldes rellenos con agua hirviente. Al principio, Konohamaru no pudo distinguir los rostros de las mujeres que allí trabajaban entre tanto humo blanco, a diferencia de su país natal, el color de piel predominante en esa área montañosa, era una piel oscura en muchos casos con tonalidades acarameladas, cosa que no le irritaba pero le hacía relucir como farol que alumbraba entre esa niebla; algo que no debía suceder tal y como lo dijo el anciano. Sin saber qué hacer ni en dónde meterse permaneció de pie en medio de aquel salón. La dependienta Cixci notando su incomodidad se acercó a una de las mujeres que fregaban los interiores de alguien y poniéndole la mano sobre el hombro, le dijo:
—Aquí tienes, Wu. Explícale lo que hay que hacer —Dirigiéndose al pelinegro y señalando a la mujer a quien acababa de dar el nombre de Wu, agregó —. Ella es la jefa. Haz lo que te diga.
—Bueno— respondió en voz baja Konohamaru, mientras le lanzaba una mirada interrogativa a Wu. Ésta, enjuagándose en sudor de su frente, le miró de arriba a abajo, como apreciando sus cualidades y subiéndose la manga que se había resbalado más abajo del codo dijo con voz sonora y dulce.
—Tu trabajo, querido, no es nada difícil ni complicado; consiste en alimentar las calderas del sótano desde la mañana hasta la siguiente, y debes procurar que en ellas haya siempre agua hirviendo. Como es natural, tienes que buscar y partir la leña. Después y cuando sea necesario, lavaras con nosotras.
—¿Solo eso? —Dijo burlesco el genin —. No te creas indestructible, amor, hay trabajo de sobra —dijo la mujer de espalda ancha y cabellos rojinegros, recargando sobre los hombros del pelinegro el figurativo peso de quien se ofrece. Pero Konohamaru no le dio mucha importancia al asunto. En cambio se concentró en el rostro de la muchacha empapado de sudor por el ajetreó del oficio, no siendo ni mucho menos un retrato vulgar, su hermoso rostro de nariz perfilada casi greca junto a sus amplios atributos, hicieron que Konohamaru se sintiera en la “Flor de la juventud”.
—¿Y qué debo hacer ahora, one-san? —La explosión de risa de las mujeres que trabajaban en los lavados ahogó sus palabras.
—¡A Wu le ha salido hijo! ¿Qué vas a hacer, cambiarle los pañales? —Reía Wu más fuerte que las otras antes los comentarios indecorosos.
Ya completamente turbado, Konohamaru se volvió hacia la regordeta mujer que burlo sus palabras y preguntó —. ¿Qué debo hacer ahora? —Pero la señora tomo la dispuesta pregunta con una sofocada risa. —. Pregúntaselo a tu one-san, ella te cuidara— Y, dándole la espalda, corrió hacia la puerta que conducía al comedor dispuesto a irse.
—Ven aquí, ayuda a restregar la ropa— Oyó Konohamaru de una de las mujeres, ya entrada en años de ancianidad, que estaba fregando.
—¿Te gusta fregar, ha qué no?, Toma —Ordenó al joven mientras le pasaba un tosco jabón.
—Sujeta la manga con una mano y con la otra mano sostienes el lado contrario, de manera que quede bien tirante, y pasa la piedra por el borde procurando que no quede ni rastro de sucio. Aquí son muy rigurosos en esto. Los clientes examinan por obvias razones sus ropas y si los encuentran sucios, la dueña en un dos por tres, te tira a la calle.
—¿La dueña? —Dijo Konohamaru, sin comprender —. Fue el dueño quien me contrato— la madura señora rompió en risa ante el comentario inocente del adolescente.
—Aquí el dueño, no hace nada, es un viejo que está más interesado en escuchar la radio que en dirigir la gerencia. La dueña en cambio es la cabeza de todo el negocio; por suerte, hoy no está…— La puerta del lavado se abrió y entraron tres botones con montones de ropa sucia.
Uno de ellos llamado Shi Huang, ancho de espaldas pero de cara fina, de mirada recta, apresuró.
—¡El turno está terminando y ustedes están descansando!— Y mirando a Konohamaru pregunto —. ¿Quién es éste?
—Es el nuevo —respondió Wu.
—¡El nuevo!; pues mira— Su pesada mano cayó sobre el hombro de Konohamaru y le empujó hacia la entrada del sótano, abrió la puerta y juntos bajaron por las escaleras. Ante el inmenso calor, el jefe de botones abrió la pequeña ventanilla en el borde de la pared, al hacerlo el congelado viento combinado con escarchas de nieve invadieron la habitación.
—Siempre debes tenerlos listos, y como ves, uno se está apagado y el otro apenas tiene agua. Por hoy te lo dejo pasar, pero si se repite mañana, te doy una buena. ¿Comprendes?
Sin mediar las palabras, Konohamaru emprendió su misión con las calderas. Comenzando así su vida de trabajador, dándole muerte temprana a su antigua existencia como ninja. Konohamaru nunca se había esmerado tanto como en aquel, su primer día de trabajo. Comprendió que ese frió lugar no era su anhelado hogar. El botones le había dicho claro que si no obedecía, le rompería el hocico, cosa que dudaba que lograra pero que no lo salvaría del despido.
Duro todo el día buscando y cortando la leña, rellenando de agua los hervideros cuando esta se evaporaba, y haciendo cualquier diligencia que le mandaban. A las siete de la mañana, agotado por la noche de insomnio y el interminable ajetreo, Konohamaru entregó las calderas hirviendo al jovenzuelo de turno, un muchacho cachetón, de ojos empequeñecidos ante su carnosa cara.
—¡Vaya! un chico idiota; se sobre esfuerza como un loco. Se nota que lo han enviado a trabajar por necesidad.
—Es un chico diligente —dijo Wu —. No hay que arrearle como otros para que trabaje.
—Pronto se cansará —respondió gordo—. Al principio todos se esmeran...
Después de asegurarse de que todo estaba en orden y de que las maquinas hervían, el gordito hundió las manos en los bolsillos, y con aires de superflua superioridad; Y dirigiendo su maliciosa miranda al Sarutobi, dijo en tono que no admitía objeciones.
—¡Eh, tú, idiota! mañana ven a relevarme a las seis.
—¿Por qué a las seis? — Preguntó Konohamaru. — El relevo es a las siete.
—¡Valiente pordiosero, acaba de entrar a trabajar, y ya hasta está dirigiéndome la palabra!—
La voz insolente y la conducta provocadora del muchacho enfurecieron al genin. Dio un paso hacia su compañero de faena, disponiéndose a deformarle el rostro, pero el miedo a ser despedido, ya en el primer día, le contuvo.
—Ni te atrevas conmigo, pues podrás terminar escavando tu propia tumba.
Su adversario dio un paso atrás, retrocediendo hacia la caldera y mirando con asombro al enfurecido Konohamaru. No esperaba una réplica tan amenazadora, que debido a algo incomprensible, le aterro.
—Bueno, eso lo veremos— Masculló.
Ese primer día había terminado sin novedad extra, y Konohamaru se dirigió su casa con el sentimiento del hombre que se ha ganado honradamente su descanso. Pero su casa no era más que una caja de latón y maderas viejas; a pesar de poder elaborar algo mejor el anciano, su serio guardián, le prohibió llamar la atención de forma alguna. Y que debía comportarse como un simple joven del sur.
Konohamaru se pasó dos meses embarrado en aquel trabajo. Los baños, el fregadero y las calderas fue su cárcel en esos sesenta y un días. En el sótano bullía un trabajo intenso. Se esforzaba más allí que cualquiera. Sin lograr aumento en su salario alguno por haberle echado barro en el frac del todopoderoso jefe de botones y camareros, a quien no le agradaba ni un ápice aquel muchacho intratable, del que en cualquier momento se podía esperar una reacción peligrosa si se le alzaba un poco la voz de mala manera.
En las horas de gran movimiento en la posada los botones corrían como unos desquiciados con las maletas, saltando cada obstáculo por pequeño que fuese, un acto que se ganaba las risas canallas de las mujeres que allí trabajaban. Pero por las noches, cuando terminaba el trabajo, los camareros y botones se reunían en el comedor, juntando algunas mesas. Comenzaba un juego inacabable de mahjong.
En más de una ocasión, el ya subnutrido Konohamaru vio el gran cumulo de billetes sobre las mesas. Aquella cantidad de dinero no le asombraba, pues sabía que cada uno de los camareros y botones, en sus horas de servicio, recibía de treinta a cuarenta ryō de propinas. De tres en tres, ryō a ryō. Acumulaban esa cantidad. Y después se emborrachaban y se jugaban el dinero. El hambriento Sarutobi, no escondía su rabia ante eso, mientras a él le pagaban un mísero sueldo solo comparable con la pésima comida a base de papa y arroz. No se podía dar ningún tipo de lujos en sus inaguantables condiciones de precariedad.
—¡Malditos!— Pensaba —. Yo me rompo el lomo por veinte míseros ryō mientras que éstos apuestan lo que no quieren pagarme. Solo porque cargan lo que la gente no quiere llevar. Para que al final terminen bebiéndose y apostando lo que ganan— Konohamaru les trataba con la misma frialdad que a los dueños del negocio, como a seres extraños y hostiles —. Aquí, los muy malnacidos, trabajan de lamedores de culos y quizás por eso hasta tengan más dinero que aquellos señores a quienes sirven.
Aunque lo que ocurría por las noches en el comedor no le generaba más que grotesca furia, sabía de corrido que durante esas mismas madrugadas no debía acercarse a los baños, porque todas las mujeres trabajaban allí poco tiempo, a menos que se vendieran por unos ryō a quienes tenían poder y fuerza en el establecimiento que no eran más que quienes se llevaban bien con los dueños. Los camareros y botones. El pelinegro pudo ver lo más profundo de la vida, su fondo y final; percibió el hedor de la miserable alma humana.
Una noche durante las horas de calma, mientras echaba leña a la caldera. Los ojos entornados miraba el fuego. Su pensamiento retornó de pronto a la querida imagen Wu su enamoramiento de estudiante maestra era inexcusable ante la hermosa mujer. Konohamaru escapo de su pensamiento, subió a la lavandería. Alentado por la curiosidad se escurrió a la enorme habitación donde se encuentran los baños asomándose en el cuarto de bañeras, donde, habitualmente se escuchan diversos ruidos. Mientras que oía los que venían del comedor, el juego estaba en todo su pleno. Volvió la cabeza y vio entrar por la puerta falsa contraria a él, a dos sombras de las cuales pudo reconocer por el olor a Wu. Konohamaru se escondió en el gran baúl, junto a los paños, para esperar a que aquellas personas salieran de la habitación. Entre los paños todo estaba sumido en oscuridad, impidiendo que Wu le viese. La joven mujer torció hacia el final del cuarto y el pelinegro vio su espalda ancha y su melena rojinegra que solo estaba controlada por un débil amarre. Y junto a ella alguien más se acercaba con paso apresurado y ligero.
—Huang, espera— Wu se detuvo y, volviendo la cabeza, le miró.
—¿Qué quieres? — Gruñó el acompañante.
Los pasos resonaban en todo el cuarto de baño, y Konohamaru reconoció por completo a Wu y al jefe de botones Shi Huang.
La muchacha cogió de la manga al botones y, con voz quebrada y contenida, le dijo
—Huang, ¿dónde está el dinero que te dio el soldado? —Huang retiró el brazo con brusquedad.
—¿Qué; el dinero?, ya te pague —replicó con voz irritada y áspera.
—Pero él te dio trescientos ryō —En la voz de Wu se percibían sollozos ahogados.
—¿Trescientos ryō, dices? —Profirió con sarcasmo Shi —. ¿Y qué; quieres recibirlos, no serás demasiado cara señorita?, solo eres una fregona; Me parece que con los cincuenta que te he dado, ya está bien. ¡Ni que fueras una shikomi del sur! Incluso damas más finas, no cobran tanto. Da las gracias que has dormido con un hombre una noche y te has embolsado cincuenta ryō. ¿O acaso me crees idiota?; Te daré aún diez o veinte ryō y basta; y si no eres tonta, aún ganarás más: yo te recomendaré a otro —Pronunciando las últimas palabras, Huang volvió la espalda y se enrumbó al comedor
—¡Hijo de puta!— Le gritó Wu al ver que se marchaba y apoyándose contra la pared, comenzó a gemir ahogadamente.
Los sentimientos que embargaron a Konohamaru cuando en la oscuridad, de entre los harapos de baño, oyó esta conversación y con cuidado vio a Wu, temblorosa, dándose de cabezazos contra las paredes de pape, decidida por huir de aquel hostal inmundo, se esfumo en la noche helada. Konohamaru no delató su presencia; agarrado convulsivamente a los soportes de hierro del armario donde se escondía, callaba.
—Wu... — Susurro.
Y decidido a vengar lo sucedido, aprovecho la salida de Wu por la puerta trasera; saco de entre sus ropas una entrañable kunai. Luego a paso sigiloso se encauzo por las paredes del comedor.
—Ya vengo, voy a cagar— Dijo uno de los mesoneros mientras tomaba su dinero que estaba en la mesa de apuestas. Acto consecutivo se retira y sube las escaleras circundantes que conducían hacia una oficina y un baño. Apresura el paso a los pocos metros terminando su caminata en el inodoro. Mientras celebraba la puja, el mesonero vio con asombro como la puerta se abría mostrándole la presencia de Konohamaru, quien le apuñaleo el cuello sin que dejara expresar suplica alguna. Mientras que a sus pies, en el comedor, Una veintena de sombras degollaban de forma parecida a los mesoneros. Solo salvándose Shi Huang, a quien nadie ataco. Una vez terminada la masacre una descarga de humo invadió el comedor, al disiparse Huang noto que de entre la niebla se encontraba Konohamaru, armado con el kunai. Huang, aterrorizado por lo que observaba, trato de huir por la entrada principal, pero un golpe filoso le tumbo a pocos metros de la entrada. Konohamaru a paso lento se acercaba al jefe de camareros. Este a su vez con dificultad se paró, y dispuesto a no tener un mismo final como el de sus compañeros, saca del bolsillo secreto del frac una pistola Nambu Tipo 14, y al paso siguiente una explosión invadió la habitación.
—¡Mierda! —Exclamo el shinobi.
Entre la confusión se podía observar el cuerpo del mesonero parcialmente mutilado, faltante de la mano izquierda, sangrando a ríos, por sus hendiduras se alzaba la desgarradora esfera de luz y aire que se desvaneció a la misma velocidad con que apareció. Dando a mostrar el retorcido cráter creado por el paso del rasengan.
—¡Naruto! —Grito entre lágrimas Konohamaru.
Una vez limpiado el edificio de cadáveres, Naruto abrazo con cariño al Sarutobi, quien dolido por lo que en tan poco tiempo había sucedido, le narro los acontecimientos anteriores a su huida de Konoha.
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Entre el calor del estruendoso tiroteo emergió intacta la godaime, quien con tan solo un golpe abrió un cráter que inutilizo la mayoría de los camiones, dejando atrapado al sequito de seguridad del coronel Isamu que yacía tumbado a unos metros de su posición original, empujado por el enorme impulso de aire que genero el ataque inicial de la Hokague. Los dos camiones laterales, aun intactos seguían disparando con dirección a la líder de los ninja, pero el ataque del elemento fuego carbonizo el cobre de las metrallas, fundiéndolo con retazos de los elementos más blandos que se encontraban en los alrededores de las armas.
—Pagaras caro tu soberbia— Dijo con gran dolor el coronel, quien se encontraba con varias vertebras arrasadas. Sin mediar palabra, Tsunade se acercó al magullado soldado, agarrándolo a duras penas por su cara, lo alzo hasta ponerlo al nivel de ella. Terminando la acción en el crujido del cráneo y la desfiguración de la masa gris que adornaba las hendiduras rojizas.
—Preparen la evacuación— Ordeno en un tono serio que holgaba a tristeza.
El ejército entero de ninjas se destinó a evacuar la ciudad; principalmente a aldeas aledañas fueron a parar los civiles que tenían como guardianes unos pocos shinobis. Mientras que los ninjas de bajo nivel y los más jóvenes fueron guiados hasta lo profundo de las cuevas interiores del monumento a los Hokagues junto a centenares de miles de civiles más.
Entre la inmensa movilización Tsunade dejo la defensa de la ciudad a manos de Shikamaru, mientras ella se encargaba de la movilización de los recursos de importancia.
Konohamaru se encontraba inquieto junto a su equipo, dentro de un bunker superior al monumento de los Hokagues; abandonados por Ebisu que se encontraba en una misión incierta para el genin.
—¡Esto es una mierda!— Dijo enfurecido el pelinegro —. Deberíamos estar ayudando en la defensa.
—Pero esta misión también es importan…— El chillido de queja del Sarutobi acallo a la joven Moegui.
—Quédense aquí, voy a ver cómo van las cosas—
—Konohamaru, pero lo mejor es que no quedemos aquí, si los documentos se pierden…— Otro chillido del pelinegro acallo al mocoso compañero.
—Vendré en unos minutos, no se preocupen— Exclamo vehemente Konohamaru mientras saltaba el barranco rumbo a la ciudad, gesto que solo ocasionó que sus compañeros de equipo se vieran las caras en señal de preocupación.
Dentro de los túneles del monumento, en las áreas al nivel de las oficinas del Hokague una veintena de los ANBU transportaban cañones anti-aéreos tipo M1939 en compactos camiones. Que con una celeridad propia de ellos fueron entregados a una veintena más de puestos antiaéreos que se encontraban esparcidos desde las azoteas de los edificios, los bosques aledaños y los lugares propicios para la defensa de ataques desde el cielo. Mientras que en los torreones del muro circundante a la ciudad se emplazaban fieros cañones automáticos Tipo 96.
Tomando rumbo al apartamento del rubio Uzumaki; Konohamaru pudo observar las calles, que en un complicado tornasol se turnaban entre el abandono total y el sobresalto militar. Rompiendo así la cúspide de tensión del aire con el aviso de la presencia lejana de la aviación, mostrándose como buitres lúgubres que se acercaban a Konoha, cargando sobre si el nuevo amanecer de fuego y dolor.
Los pequeños nakajima fueron ignorados debido a su velocidad inigualable; quedándose revoloteando por encima de la ciudad, quedando de momento impunes del fuero. En cuestión de otros tantos minutos se pudo apreciar con detenimiento la composición del enemigo, que en una estela arrojaba su lluvia de muerte sobre la ciudad. Batalla que para quien la apreciara notara la ironía del humo negro, pues este hacia una danza grotesca en un intercambio ferviente que iba del cielo al infierno y de la naturaleza verde a la nada. Los pomposos bombarderos G4M fueron destrozados aun en el aire, causando la mórbida imagen que se asemejaba a la explosión de viseras del coronel Isamu; solo que esta arrojaba fuego y un torrente de gasolina aun en llamas por sobre los desprotegidos bosques. Y así la deteriorada armada llego a su objetivo primario, desencadenando su furia implacable por sobre las cabezas de los edificios, que cedían en columnas de a pares.
Ante esa terrorífica sensación Konohamaru Sarutobi, quedo inerte ante el sonido, acompañado luego del quebranto de los huesecillos de su oído izquierdo. Guiado por la imagen del inexplotable G3M que planeaba con dificultad sobre las cienes de los terrestres; abrigado solo por fuego y despellejándose de partes metálicas rojas como la sal, Sin ceder un poco de su estructura que se dirigía de lleno a la cúspide tallada.
El genin pelinegro, sintiendo el color blanco de la nada, rememorando a una velocidad espasmódica, el dolor de la perdida de sus seres queridos, y evocando lo que para el significaba ser un shinobi: “ayudar a nuestros camaradas”; corrió a velocidad de dinamo con la mente aun en blanco, solo guiándolo el instinto que en muy contados momentos de la historia, hace que ocurran eventos en que este mismo transforme el miedo de los soldados cobardes, haciendo que estos pasen a ver ese mismo temor como si se tratase de una criatura hostil ajena a uno mismo; que no puede ni siquiera entorpecer la velocidad imparable de las piernas.
Saltando de forma apática mientras sostenía el orbe azulado, alcanzo al ángel de llamas que disiparía las almas de sus fieles amigos. La explosión de una bomba que baño de lleno la cima de la meseta y su cuerpo, inutilizando sus esfuerzos; empujándolo hacia una inherente caída, su cuerpo chocó contra el uniforme de Ebisu quien le rescato del seco golpe.
Konoha antes destruida por el poder del chakra, ahora se volvía a derrumbar ante la fuerza maligna de la mente humana; de entre la bella aldea, las columnas multicolores se alzaban hasta la altura de los aviones y estos a su vez quedaban desechos en un aro no menos caótico. Mientras que los bosques que rodeaban la metrópoli terminaban carcomidos junto al tuétano de los animales a causa del napalm; cayendo muertos a las orillas del evaporado riachuelo.
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Volviendo en sí, el rostro quemado del joven Sarutobi, inútil el lado izquierdo del mismo, no representaba más que la mueca inútil de la guerra.
—Naruto… sálvanos…—
Y la nieve caía.
Koba- Aprendiz
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Pues esto fue un pasaje por la vida de Konohamaru y de lo importante que ha sido en ella Naruto, a propósito de él, no se bien a bien que papel desempeñará en la historia, el capitulo anterior, me pareció el de un personaje secundario, incluso el de un sirviente del Uchiha, nada protagonista, pero por la fe que Konohamaru tiene el él, seguramente es capaz de detener la guerra o al menos terminarla.
Leon- Sennin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Konohamaru, los civiles, todos victimas de la guerra y como dices todo por culpa de la maligna mente humana, aun no revelas el objetivo directo de dicha guerra pero prefiero esperar a que plantees bien la trama.
Me encanto el capitulo, muy bueno.
Saludos
Me encanto el capitulo, muy bueno.
Saludos
Mixyic-Alex- Chunnin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Gracias por leerme; aprecio sus comentarios, y la ayudas recibidas por Saki, When y Zule. De momento sin mas nada que agregar espero que sea de su agrado.
Capitulo III
La tristeza inmunda que inundan los ojos de quien ve el dolor del hermano caído y que como lluvia gris salpica el horizonte carbonizado, mostrando así los ávidos rostros de los sueños rotos, de la niñez amargada, del amor que fluye sin esperanza de ser correspondidos con besos tiernos y caricias tibias…; que no para de redimir sus sentimientos, aun a costa del dolor propio, aun a costa de la infelicidad angustiosa. Sabiendo siempre que es mejor eso, a un destino parecido a lo que el iris muestra.
Naruto Uzumaki observa a una llorosa pelirosada, a través de sus orbes verdes se terminaba de devastar la imagen de las ruinas de Konoha que están todavía humeantes y llenas de recuerdos; muertas por ahogo en mares de sal, para asegurarse que nada jamás vuelva a crecer en tal sitio.
—Papá… mamá —Las gotas dificultaban su vista, resbalando fugaz y débilmente por sus mejillas, muriendo en el pulgar del Uzumaki. Reaccionando Sakura ante esto con un corto asombro que desemboco en un llanto ahogado por la chaqueta aurinegra.
—Sakura-chan.
La pobre casa de dos pisos donde habitaban los Haruno se podía observar frente a la pareja, aplastada por el peso de los escombros de los edificios vecinos que fueron derribados por una aparente explosión.
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En la casucha donde hacía semanas malvivía Konohamaru con el extraño anciano.
—¿Y cómo me encontraste? —La cara de extrañeza se empezaba a desdibujar en Konohamaru.
—Cuando salimos de Konoha… —El nudo de la garganta choca contra el nombre de la aldea —. Ebisu nos encontró, nos dijo que pasó y que tenía órdenes de buscarnos y traernos contigo…
—Tenemos que ir con el resto, ¡tenemos que vengarnos!
—Ustedes no irán a ningún lugar —Rezongó Sakura, que venía desde dentro de la casa —. Ebisu ya está quemando la choza, tú seguirás al norte; Naruto, Konohamaru debe seguir en el exilio.
—Sakura-chan, no puedes impedir lo que haga —Una graciosa sonrisa de Naruto causo en Sakura una enorme mofa de cansancio, escena común en la vida normal de los jóvenes, pero al verla Konohamaru volvió a sentir el reconfortante tedio de la común vida —. Si vamos al sur tenemos que buscar a Sasuke, de seguro se quedó peleando.
—Pero Konohamaru tiene que refugiarse con los ancianos en el norte del país de la roca— Un seco gruño de Konohamaru hizo que Sakura comprendiese el dolor y odio tras las cicatrices.
—Entonces Konohamaru queda a su cuidado— Refunfuño Ebisu quien salió de la casa junto a unas lenguonas llamas —. Y a donde iras tu Ebisu, ¿al norte?— Pregunto Naruto.
—Quizá, de momento soy el contacto de Tsunade aquí en el país de la roca; aunque Konoha está perdida —El comentario despreocupado de su sensei, causo un desagrado tal en Konohamaru que empezó a aborrecerle —. Los remanentes de Konoha están en la costa, ocultos en las montañas del sur del país del fuego; desde aquí, en medio del país de la roca tardaran semana y media en llegar, pero una vez que crucen la frontera avanzaran en medio del desastre. El centro del país del fuego esta tomado por tozama-daimyō Hideyoshi; el sur es nuestro y se dice que Tsunade en las cordilleras está construyendo una nueva Konoha, pero el este es de las milicias partidistas. Y por último el oeste, hay rumores de que la aldea del sonido ha empezado una invasión. Si entran por el centro mueren, si bajan por los flancos del país se encontraran en medio de la sangría…
—¿Tan mal está el país…? —Pregunto preocupada Sakura, sin que pudiera evitar la imagen del desaparecido Uchiha.
—¿País?; eso ya no es un país, es una pelea de perros.
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En medio de la espesa jungla húmeda a pies de una cadena montañosa que integraba la enorme península del sur del país del fuego; se erguían un cumulo de aldeas con techos de palmas verdes, fácilmente difusa con la propia selva. En esas chozas, habitaban los remanentes de Konoha. Que en la clandestina lucha cuidaban sus más importantes tesoros. Las escuelas, hospitales y una que otra rústica imprenta que sirve para la creación de la propaganda de guerra. Esto se ve multiplicado mientras más se sube sobre el nivel del mar dando fin en lo más hondo de la inaccesible montaña, el pleno de los supervivientes de Konoha, reconstruían su aldea alrededor de un único edificio de hormigón que dominaba la punta del cerró, la sede del Hokague.
—¡Shikamaru! —Grita hecha furia Tsunade.
—Que sucede Tsunade-sama —Contesta el irritable Nara.
—Sasuke Uchiha no ha reportado nada en la vanguardia, eso no es posible. Hasta hace unos días teníamos que sustituir la columna entera por la cantidad de muertos, y ahora no encuentran ni mosquitos —Las enormes ojeras de Tsunade se volvían distractores más eficaces que sus comparativamente iguales descomunales pechos. Las manchas llevaban debajo de sus ojos desde hacía varias semanas ya que había ordenado al Uchiha comandar una ofensiva infructífera que se encargaría de recuperar una importantísima estación de radio, pero la fuerte resistencia no solo impidió el avance, también origino una irrecuperable cantidad de bajas de las cuales Chōji no escapo.
—Les ordene que regresaran, empecinarse no vale para nada —toso —. Ebisu logro contactarnos, encontró a Naruto y a Sakura, vienen en camino.
—¿No hay nadie libre que pueda buscarlos cierto? —dijo la cansada rubia.
—Ino está en algún lugar del centro del país, ella lo hará. Te vez cansada— El final del comentario causo la gracia de Tsunade —. Ya que preguntas hazte cargo mientras duermo —La joven anciana se retiró de su oficina a una marcha muy dolida. Sufría la secuela de cada uno de los descalabros vividos, la artritis avanza en esos cortos pasos, pasos que aplastaban el poder de sus jutsus. Topándose con la suave cama que apago el día para ella.
Las alianzas salidas después de la última guerra apaciguó la ira de las naciones potencia que bajo las ordenes de los señores feudales se negaron a intervenir en otra beligerancia más, a sabiendas de que se abandonaría a una nación a la anarquía; significando para el pobre pueblo del país rojo habitar en un sumidero en que solo ellos mismos podrían salir. Mientras las aldeas pequeñas, sedientas por desquitarse del daño recibido por siglos, aterrorizaban las fronteras de la nación roja.
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Pasados cuatro días, pegándole duro a la ruta, el equipo llego a las playas del este del país del fuego. Ante ellos se volvía a presentar su hogar, su patria; no precisamente quemada por la guerra, en esas alejadas provincias hasta la mano de dios les abandonaba; lugar extraño donde los arboles no dan frutos ni flores, los riachuelos traen solo una extraña agua barrosa y salobre que hace mitosis en los riñones en forma de cálculos sanguinolentos. Pobre tierra, tan seca y húmeda a la vez.
Ya en el quinto día de camino, por la madrugada encontraron pequeñas chozas de lata en donde los pescadores huían del implacable sol o simplemente trajinaban. Siguiendo su paso sin cesar divisaron en el horizonte una aldea de casas de lata. Los ojos de Naruto casi se volvieron agua ante la posibilidad de comida y bebida, cosas inexistentes desde que se adentraron en su país.
—¡Agua! —Grito el sediento Uzumaki mientras se daba a la tarea de corretear rumbo el pueblo; de nuevo en Sakura se pintaba un rostro atorrante debido al descuidado Naruto, que corría a un pueblo sin saber que peligros habitan en él, pero su sed era más insoportable que cualquier otra tortura.
—¡Naruto! —El ya alejado Uzumaki respondió a esto con una caminata de espaldas —. ¡Tráeme agua! —Y con eso las sonrisas alegres aparecieron. Sakura sin energía alguna con que curar sus quemaduras, presentaba un rostro rojo donde antes había la piel blanca.
El feo caserío no posee tiendas, hospitales, escuelas, ni tan siquiera una casa linda; no más que un pueblo fantasma donde las pocas personas que se veían eran mujeres con sus niños y juntos huyen despavoridos ante la presencia de Naruto.
Una vieja señora, sentada en la sombra con su mecedor no noto de quien se trataba esa silueta; casi ciega por las cataratas en sus ojos pudo ver el amarillo pelo ya cuando este estaba frente a ella.
—¿Quién eres hijo, de dónde vienes?
—Me llamo Uzumaki Naruto, tal vez haya escuchado de mí.
—Lo lamento hijito, mi memoria ya no es la de antes; te vez sediento, aquí las aguas son todas llenas de barros, pero en mi casa no hallarás agua tan cristalina como la mía —Rio la señora zorrunamente ante su propio comentario.
—Vieja no se preocupe por mí; pero necesito agua y comida, o un hotel donde yo y mis amigos nos podamos quedar esta noche.
—No sé qué es un hotel, pero pregúntale a Misa-chan, ella sabe leer, es lista y te puede ayudar. Pero si quieres te quedas esta noche con tus amigos aquí, les ofrezco lo poco que tengo por un rato de buena compañía.
—Es usted muy amable abuela; ¡gracias!
La tarde fue alegre, el pueblo se acostumbró a la presencia de los shinobis, que devoraban con cierta pena las reservas de agua y alimento. Reposando junto a la abuela con el ocaso a espaldas, decididos a descansar hasta que Sakura se curara.
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En las estepas jungladas, una enorme columna de moribundos ninjas reposaban en medio de una angosta trocha, el sudor seco en sus ropas se podía oler desde la cima de la montaña donde Shikamaru les observaba sin disimular su rabia; dentro de la oficina del Hokage Sasuke Uchiha discutía con la godaime, pero el Nara extrañamente no fue requerido para la junta, dejando a este abandonado en la espera frente a la oficina del Hokage, viendo como los cansados shinobis que estaban apostados a las afueras de la nueva Konoha peleaban por algo de tabaco.
—¡Y una mierda Sasuke! —Se escuchó el rugido dentro de la oficina, para que segundos después el pelinegro Sasuke saliera de la misma; vestido con uniforme de guerra algo incómodo que para nada le agradaba.
—Uchiha, tenemos que hablar —Las palabras de Shikamaru fueron ignoradas en su completo —. ¡Uchiha, como murió Chōji! —Vuelto a ignorar, no sin antes Sasuke diera un alarido bufón, esto desquicio por completo al calmado Nara, quien le inmovilizo y le ahorco —. Mal nacido; tu sabes bien lo que hiciste…
—¡Shikamaru! —Tsunade les interrumpió —. Ya arreglaran cuenta después de la guerra, Sasuke ve y alimenta a tus hombres.
Y el Uchiha se esfumo; dejando a un iracundo Nara que se desquitaba a golpes con la dura pared.
—Debimos matarlo mientras podíamos…
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Desde su vuelta del país de la roca, su patria solo les recibía con las mismas escenas y la aldea cercana de la costa no ofrecía variación; ese continuo pasar del hambre entristeció los rostros de los infantes que chupaban en vano a las hambrientas mujeres, solas a merced del viento que guía a los hombres mar adentro a cosechar los frutos marinos. El equipo al ver tan desolado pueblo no ignoro su pasado, pero el metálico lugar no tiene un Gatō que les explote, por lo menos no era así mientras hay pesca. Cuando los hombres azotados por la escasez de lo natural se alejaban por semanas en busca de cardúmenes esquivos, en ese lapso de tiempo las mujeres y sus niños son apaleadas por numerosas bandas de saqueadores, que roban y violan a las féminas. Y cuando oponían cierta resistencia no se salvaban de represalias crueles o por lo menos eso entendió Sakura de la anciana, que no es más que un pedazo de piel secada por un amarillo sol y salado mar.
—Como lo logran…
—¿Lograr que?
—Vivir… —Soltó la palabra con gran pena.
—¿Vivir?; niña, eso es sencillo… por el amor, cada una de las muchachitas se hace mujer cuando aprende eso. Aguantamos las penurias con el anhelo de que nuestros esposos al volver de la mar nos cuiden y nos devuelvan la felicidad que se va con ellos. Por qué ellos son los que cuidan de nuestra sonrisa —La anciana, solo envuelta en pellejo falta de las grasas necesarias, dibujo una mueca de sonrisa en su rostro. Tal aprecio por los sentimientos recibidos, todavía teniendo que llevar una martiria vida en tierra conmovió a la muchacha. Sakura sabía bien al respecto, no obstante ahora estuviera casada con Sasuke algo en su ser se revolcaba en la amargura que le significaba la sonrisa de la vieja —. Y nuestros hijos, nacidos de tan bello sentimiento, superan las adversidades y aprenden a amar a la siguiente camada. Tu ropa te delata niña, eres de esas ninjas que comenzaron los problemas en la ciudad. Son de los buenos.
El estruendoso avance de los desadaptados que no superaban las dos docenas callo la conversación, y estos como si tuvieran una guía con el destino trataron de someterles.
—Pero que trajo el viento a estos lares, una linda flor rosa.
—¡Hijo de puta!
—¡Naruto! —El tono de regaño departe de Sakura, contuvo la ira del Uzumaki.
—Has caso a la señorita; de seguro esta niña quiere volverse mujer con un verdadero hombre, se nota a leguas que nunca ha saboreado el placer de un pene como el mío —El maleante que aparentaba ser el jefe de la banda reconoció a la vieja que le observaba con un arisco desagrado —. ¡Que ves anciana!, a ti no te la meto ni por el culo— El joven malandroso, le trato de propinar un golpe a la abuela, pero su brazo fue detenido en un parpadeo por la hermosa y peligrosa cerezo —. Suéltame —Exigió con un miedo que muy probablemente le achico las gónadas.
—No.
Acto seguido, Sakura volvió barro el brazo sujeto. Mientras este sin siquiera percibir el dolor quedo atónito ante un segundo golpe que le azoto contra el suelo de varios metros a sus espaldas; acabando al instante con su inútil vida.
Naruto y Konohamaru, perplejos por lo sucedido, solo lograron atisbar como las mujeres y los niños huían a sus casas mientras la Haruno destrozaba los cráneos de maleantes en un baño de sangre que no le provocó la satisfacción esperaba, más bien, al terminar la matanza y observar lo que su furia logro. Enardeció en un mar de tristeza donde solo surgía una pregunta inconclusa. ¿Cómo alguien que quiere y puede amar, hace lo que ella hizo; aún si fuera por un bien mayor?; las lágrimas se esparcieron de nuevo, esta vez chocando con la sangre ajena coagulada en su rostro. Terminando por estallar en un nuevo llanto seco, casi como de crio, donde su alma trataba de hacer catarsis con su confusión en la lastimera y grotesca escena que le rodeaba, como siempre el cuerpo de Naruto le abrazo por la espalda, arrodillado con ella, tratando de sentir y sufrir lo que ella.
Las habitantes del poblado no veían la carnicería como algo malo, a sus sufridas vidas llegaría la paz, sin más maleantes que les torturaran podían al fin existir; y eso había que ser celebrado.
En los pobres ranchos de lata no había agua ni carne que alimentaran la tripa, pero no podía faltar el alcohol etílico que rozaba una composición casi del cien por ciento; el pescado seco apareció junto al alcohol como por magia y fluía en las casas acompañado por el sonido de tambores que los niños tocaban con sordo oído. Jamás en ese pueblo se había visto tan exitoso intento por hacer una fiesta, y menos en honor a alguien, su salvadora. A quien llenaron de agasajos y que con chillidos le comunicaban que en la casa de la hija de Miraki había un baño y en la casa de la hija de Miraki las mujeres bañaron a Sakura. Y esta salió del baño, revitalizada sin penas ni dolor, volviendo así a deslumbrar su hermosura.
—La amiga de Osaka tiene carne de vaca y manda a decir que la agarrara con gusto, que ella no podía entregárselo en persona por que su madre tenía calentura.
Comentario que solo da cabida a que Sakura dijera:
—Yo soy médica.
Y con eso la apoteosis comenzó, al fin el sufrimiento se acababan junto a las llagas y las barrigas llenas de hematuria. ¡Al fin la felicidad vino acompañada con bailes de los inválidos y cantos de los mudos!
Konohamaru y Naruto en cambio tenían que limpiar la carnicería mientras Sakura olvidaba sus pesares en la celebración.
—¿Porque a nosotros nos toca esto?, no es justo quiero estar en esa fiesta —Dijo fastidiado Konohamaru.
—Vamos llorón, a alguien le debe tocar el trabajo sucio, y en este caso es a ti.
—¡¿Cómo que a mí?! —Pero la queja no retracto a Naruto quien se esfumo rumbo a la multitud que se agrupaba del otro lado del pueblo.
—¡Naruto!
Sin muertos en vida a quien curar, Sakura fue abandonada de los halagos, las mujeres corrían de casa en casa para averiguar los chismes de quienes estuvieron en el mundo de los muertos por semanas; dejando a la Haruno contemplar tan maravillosos logros.
—Eres grandiosa Sakura-chan —Naruto le había llegado nuevamente por la espalda a la pelirosada, parecía que le gustase esa acción; esta al voltearse noto el presente que el hombre le trajo, una orquídea que trajo el rubor y sorpresa en ella.
—Naruto… —Por un momento el mundo se detuvo dejando solo la continuidad fogosa de la mirada de los dos amigos.
—¡Es un milagro, traigan el ron! —El grito de la anciana rompió el tenue hilo tierno del momento pero Sakura un tanto ebria arrastro a Naruto a una choza más septentrional, que solo contaba con la iluminación azulada de la luna.
—Sakura-chan has pensado en lo que te dije en el monte…
—Naruto, no sé; no sé qué me sucede, quiero a Sasuke, pero tú, al verte… no se —La ebria Haruno cayo de nuevo en tristeza ante la discusión. Pero Naruto acabo de golpe su tristeza y borrachera con un robado beso, llenando de una excitada sorpresa a Sakura, que al sentir el calor que le propiciaban los labios de Naruto torno su rostro de sorpresa a cariño. Sujetándole con delicadeza la suave mejilla Naruto le aparto, observando así como la flor rosada, con los ojos cerrados movía sus labios en el aire como tratando de encontrar pareja. Notando la falta de compañía, Sakura abrió sus ojos haciendo contacto al instante con Naruto. Quien le esperaba con una risilla que cambio la cara de Sakura a una de enojo fusionada con rubor.
Sus labios se amaron la mayor parte de la noche, y aquel acto prohibido solo quedo visto por la hermosa luna llena, que en su danza infinita alrededor de la tierra jamás vio tan hermoso momento.
Solo día y medio duraron en ese pueblo del este, que una vez librado de los maleantes abrazo con cariño a sus salvadores. Llenándoles con los pocos regalos que les podían ofrecer; pero la felicidad nunca es completa o eterna. Y el fin de esta se presentó en la medianoche. Cuando la carga de caballería azoto el caserío, entraron a velocidad brutal en las chozas y con sus sables acribillaban a las confusas habitantes; en la penumbra del humo que escapaba del infierno de las casas verduscas, el equipo de Konoha huía entre sollozos ahogados, confusos de lo que sucedía.
—¡Hey, por aquí! —Grito una sombra.
—¿Ino? —Pregunto Sakura.
—¿Quién más? —Contesto la Yamanaka casi que sonriendo —Tenemos que irnos de aquí rápido, no podemos dejar que nos vean, en la capital se corre el rumor que andan tras de Naruto; y si te ven los soldados no creo que lleguemos con Tsunade-sama.
—¿Dudas de mi Ino?
—Ellos se prepararon para ti Naruto, tenemos que huir. Hideyoshi sabe cómo matar a los bijū.
Naruto Uzumaki observa a una llorosa pelirosada, a través de sus orbes verdes se terminaba de devastar la imagen de las ruinas de Konoha que están todavía humeantes y llenas de recuerdos; muertas por ahogo en mares de sal, para asegurarse que nada jamás vuelva a crecer en tal sitio.
—Papá… mamá —Las gotas dificultaban su vista, resbalando fugaz y débilmente por sus mejillas, muriendo en el pulgar del Uzumaki. Reaccionando Sakura ante esto con un corto asombro que desemboco en un llanto ahogado por la chaqueta aurinegra.
—Sakura-chan.
La pobre casa de dos pisos donde habitaban los Haruno se podía observar frente a la pareja, aplastada por el peso de los escombros de los edificios vecinos que fueron derribados por una aparente explosión.
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En la casucha donde hacía semanas malvivía Konohamaru con el extraño anciano.
—¿Y cómo me encontraste? —La cara de extrañeza se empezaba a desdibujar en Konohamaru.
—Cuando salimos de Konoha… —El nudo de la garganta choca contra el nombre de la aldea —. Ebisu nos encontró, nos dijo que pasó y que tenía órdenes de buscarnos y traernos contigo…
—Tenemos que ir con el resto, ¡tenemos que vengarnos!
—Ustedes no irán a ningún lugar —Rezongó Sakura, que venía desde dentro de la casa —. Ebisu ya está quemando la choza, tú seguirás al norte; Naruto, Konohamaru debe seguir en el exilio.
—Sakura-chan, no puedes impedir lo que haga —Una graciosa sonrisa de Naruto causo en Sakura una enorme mofa de cansancio, escena común en la vida normal de los jóvenes, pero al verla Konohamaru volvió a sentir el reconfortante tedio de la común vida —. Si vamos al sur tenemos que buscar a Sasuke, de seguro se quedó peleando.
—Pero Konohamaru tiene que refugiarse con los ancianos en el norte del país de la roca— Un seco gruño de Konohamaru hizo que Sakura comprendiese el dolor y odio tras las cicatrices.
—Entonces Konohamaru queda a su cuidado— Refunfuño Ebisu quien salió de la casa junto a unas lenguonas llamas —. Y a donde iras tu Ebisu, ¿al norte?— Pregunto Naruto.
—Quizá, de momento soy el contacto de Tsunade aquí en el país de la roca; aunque Konoha está perdida —El comentario despreocupado de su sensei, causo un desagrado tal en Konohamaru que empezó a aborrecerle —. Los remanentes de Konoha están en la costa, ocultos en las montañas del sur del país del fuego; desde aquí, en medio del país de la roca tardaran semana y media en llegar, pero una vez que crucen la frontera avanzaran en medio del desastre. El centro del país del fuego esta tomado por tozama-daimyō Hideyoshi; el sur es nuestro y se dice que Tsunade en las cordilleras está construyendo una nueva Konoha, pero el este es de las milicias partidistas. Y por último el oeste, hay rumores de que la aldea del sonido ha empezado una invasión. Si entran por el centro mueren, si bajan por los flancos del país se encontraran en medio de la sangría…
—¿Tan mal está el país…? —Pregunto preocupada Sakura, sin que pudiera evitar la imagen del desaparecido Uchiha.
—¿País?; eso ya no es un país, es una pelea de perros.
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En medio de la espesa jungla húmeda a pies de una cadena montañosa que integraba la enorme península del sur del país del fuego; se erguían un cumulo de aldeas con techos de palmas verdes, fácilmente difusa con la propia selva. En esas chozas, habitaban los remanentes de Konoha. Que en la clandestina lucha cuidaban sus más importantes tesoros. Las escuelas, hospitales y una que otra rústica imprenta que sirve para la creación de la propaganda de guerra. Esto se ve multiplicado mientras más se sube sobre el nivel del mar dando fin en lo más hondo de la inaccesible montaña, el pleno de los supervivientes de Konoha, reconstruían su aldea alrededor de un único edificio de hormigón que dominaba la punta del cerró, la sede del Hokague.
—¡Shikamaru! —Grita hecha furia Tsunade.
—Que sucede Tsunade-sama —Contesta el irritable Nara.
—Sasuke Uchiha no ha reportado nada en la vanguardia, eso no es posible. Hasta hace unos días teníamos que sustituir la columna entera por la cantidad de muertos, y ahora no encuentran ni mosquitos —Las enormes ojeras de Tsunade se volvían distractores más eficaces que sus comparativamente iguales descomunales pechos. Las manchas llevaban debajo de sus ojos desde hacía varias semanas ya que había ordenado al Uchiha comandar una ofensiva infructífera que se encargaría de recuperar una importantísima estación de radio, pero la fuerte resistencia no solo impidió el avance, también origino una irrecuperable cantidad de bajas de las cuales Chōji no escapo.
—Les ordene que regresaran, empecinarse no vale para nada —toso —. Ebisu logro contactarnos, encontró a Naruto y a Sakura, vienen en camino.
—¿No hay nadie libre que pueda buscarlos cierto? —dijo la cansada rubia.
—Ino está en algún lugar del centro del país, ella lo hará. Te vez cansada— El final del comentario causo la gracia de Tsunade —. Ya que preguntas hazte cargo mientras duermo —La joven anciana se retiró de su oficina a una marcha muy dolida. Sufría la secuela de cada uno de los descalabros vividos, la artritis avanza en esos cortos pasos, pasos que aplastaban el poder de sus jutsus. Topándose con la suave cama que apago el día para ella.
Las alianzas salidas después de la última guerra apaciguó la ira de las naciones potencia que bajo las ordenes de los señores feudales se negaron a intervenir en otra beligerancia más, a sabiendas de que se abandonaría a una nación a la anarquía; significando para el pobre pueblo del país rojo habitar en un sumidero en que solo ellos mismos podrían salir. Mientras las aldeas pequeñas, sedientas por desquitarse del daño recibido por siglos, aterrorizaban las fronteras de la nación roja.
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Pasados cuatro días, pegándole duro a la ruta, el equipo llego a las playas del este del país del fuego. Ante ellos se volvía a presentar su hogar, su patria; no precisamente quemada por la guerra, en esas alejadas provincias hasta la mano de dios les abandonaba; lugar extraño donde los arboles no dan frutos ni flores, los riachuelos traen solo una extraña agua barrosa y salobre que hace mitosis en los riñones en forma de cálculos sanguinolentos. Pobre tierra, tan seca y húmeda a la vez.
Ya en el quinto día de camino, por la madrugada encontraron pequeñas chozas de lata en donde los pescadores huían del implacable sol o simplemente trajinaban. Siguiendo su paso sin cesar divisaron en el horizonte una aldea de casas de lata. Los ojos de Naruto casi se volvieron agua ante la posibilidad de comida y bebida, cosas inexistentes desde que se adentraron en su país.
—¡Agua! —Grito el sediento Uzumaki mientras se daba a la tarea de corretear rumbo el pueblo; de nuevo en Sakura se pintaba un rostro atorrante debido al descuidado Naruto, que corría a un pueblo sin saber que peligros habitan en él, pero su sed era más insoportable que cualquier otra tortura.
—¡Naruto! —El ya alejado Uzumaki respondió a esto con una caminata de espaldas —. ¡Tráeme agua! —Y con eso las sonrisas alegres aparecieron. Sakura sin energía alguna con que curar sus quemaduras, presentaba un rostro rojo donde antes había la piel blanca.
El feo caserío no posee tiendas, hospitales, escuelas, ni tan siquiera una casa linda; no más que un pueblo fantasma donde las pocas personas que se veían eran mujeres con sus niños y juntos huyen despavoridos ante la presencia de Naruto.
Una vieja señora, sentada en la sombra con su mecedor no noto de quien se trataba esa silueta; casi ciega por las cataratas en sus ojos pudo ver el amarillo pelo ya cuando este estaba frente a ella.
—¿Quién eres hijo, de dónde vienes?
—Me llamo Uzumaki Naruto, tal vez haya escuchado de mí.
—Lo lamento hijito, mi memoria ya no es la de antes; te vez sediento, aquí las aguas son todas llenas de barros, pero en mi casa no hallarás agua tan cristalina como la mía —Rio la señora zorrunamente ante su propio comentario.
—Vieja no se preocupe por mí; pero necesito agua y comida, o un hotel donde yo y mis amigos nos podamos quedar esta noche.
—No sé qué es un hotel, pero pregúntale a Misa-chan, ella sabe leer, es lista y te puede ayudar. Pero si quieres te quedas esta noche con tus amigos aquí, les ofrezco lo poco que tengo por un rato de buena compañía.
—Es usted muy amable abuela; ¡gracias!
La tarde fue alegre, el pueblo se acostumbró a la presencia de los shinobis, que devoraban con cierta pena las reservas de agua y alimento. Reposando junto a la abuela con el ocaso a espaldas, decididos a descansar hasta que Sakura se curara.
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En las estepas jungladas, una enorme columna de moribundos ninjas reposaban en medio de una angosta trocha, el sudor seco en sus ropas se podía oler desde la cima de la montaña donde Shikamaru les observaba sin disimular su rabia; dentro de la oficina del Hokage Sasuke Uchiha discutía con la godaime, pero el Nara extrañamente no fue requerido para la junta, dejando a este abandonado en la espera frente a la oficina del Hokage, viendo como los cansados shinobis que estaban apostados a las afueras de la nueva Konoha peleaban por algo de tabaco.
—¡Y una mierda Sasuke! —Se escuchó el rugido dentro de la oficina, para que segundos después el pelinegro Sasuke saliera de la misma; vestido con uniforme de guerra algo incómodo que para nada le agradaba.
—Uchiha, tenemos que hablar —Las palabras de Shikamaru fueron ignoradas en su completo —. ¡Uchiha, como murió Chōji! —Vuelto a ignorar, no sin antes Sasuke diera un alarido bufón, esto desquicio por completo al calmado Nara, quien le inmovilizo y le ahorco —. Mal nacido; tu sabes bien lo que hiciste…
—¡Shikamaru! —Tsunade les interrumpió —. Ya arreglaran cuenta después de la guerra, Sasuke ve y alimenta a tus hombres.
Y el Uchiha se esfumo; dejando a un iracundo Nara que se desquitaba a golpes con la dura pared.
—Debimos matarlo mientras podíamos…
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Desde su vuelta del país de la roca, su patria solo les recibía con las mismas escenas y la aldea cercana de la costa no ofrecía variación; ese continuo pasar del hambre entristeció los rostros de los infantes que chupaban en vano a las hambrientas mujeres, solas a merced del viento que guía a los hombres mar adentro a cosechar los frutos marinos. El equipo al ver tan desolado pueblo no ignoro su pasado, pero el metálico lugar no tiene un Gatō que les explote, por lo menos no era así mientras hay pesca. Cuando los hombres azotados por la escasez de lo natural se alejaban por semanas en busca de cardúmenes esquivos, en ese lapso de tiempo las mujeres y sus niños son apaleadas por numerosas bandas de saqueadores, que roban y violan a las féminas. Y cuando oponían cierta resistencia no se salvaban de represalias crueles o por lo menos eso entendió Sakura de la anciana, que no es más que un pedazo de piel secada por un amarillo sol y salado mar.
—Como lo logran…
—¿Lograr que?
—Vivir… —Soltó la palabra con gran pena.
—¿Vivir?; niña, eso es sencillo… por el amor, cada una de las muchachitas se hace mujer cuando aprende eso. Aguantamos las penurias con el anhelo de que nuestros esposos al volver de la mar nos cuiden y nos devuelvan la felicidad que se va con ellos. Por qué ellos son los que cuidan de nuestra sonrisa —La anciana, solo envuelta en pellejo falta de las grasas necesarias, dibujo una mueca de sonrisa en su rostro. Tal aprecio por los sentimientos recibidos, todavía teniendo que llevar una martiria vida en tierra conmovió a la muchacha. Sakura sabía bien al respecto, no obstante ahora estuviera casada con Sasuke algo en su ser se revolcaba en la amargura que le significaba la sonrisa de la vieja —. Y nuestros hijos, nacidos de tan bello sentimiento, superan las adversidades y aprenden a amar a la siguiente camada. Tu ropa te delata niña, eres de esas ninjas que comenzaron los problemas en la ciudad. Son de los buenos.
El estruendoso avance de los desadaptados que no superaban las dos docenas callo la conversación, y estos como si tuvieran una guía con el destino trataron de someterles.
—Pero que trajo el viento a estos lares, una linda flor rosa.
—¡Hijo de puta!
—¡Naruto! —El tono de regaño departe de Sakura, contuvo la ira del Uzumaki.
—Has caso a la señorita; de seguro esta niña quiere volverse mujer con un verdadero hombre, se nota a leguas que nunca ha saboreado el placer de un pene como el mío —El maleante que aparentaba ser el jefe de la banda reconoció a la vieja que le observaba con un arisco desagrado —. ¡Que ves anciana!, a ti no te la meto ni por el culo— El joven malandroso, le trato de propinar un golpe a la abuela, pero su brazo fue detenido en un parpadeo por la hermosa y peligrosa cerezo —. Suéltame —Exigió con un miedo que muy probablemente le achico las gónadas.
—No.
Acto seguido, Sakura volvió barro el brazo sujeto. Mientras este sin siquiera percibir el dolor quedo atónito ante un segundo golpe que le azoto contra el suelo de varios metros a sus espaldas; acabando al instante con su inútil vida.
Naruto y Konohamaru, perplejos por lo sucedido, solo lograron atisbar como las mujeres y los niños huían a sus casas mientras la Haruno destrozaba los cráneos de maleantes en un baño de sangre que no le provocó la satisfacción esperaba, más bien, al terminar la matanza y observar lo que su furia logro. Enardeció en un mar de tristeza donde solo surgía una pregunta inconclusa. ¿Cómo alguien que quiere y puede amar, hace lo que ella hizo; aún si fuera por un bien mayor?; las lágrimas se esparcieron de nuevo, esta vez chocando con la sangre ajena coagulada en su rostro. Terminando por estallar en un nuevo llanto seco, casi como de crio, donde su alma trataba de hacer catarsis con su confusión en la lastimera y grotesca escena que le rodeaba, como siempre el cuerpo de Naruto le abrazo por la espalda, arrodillado con ella, tratando de sentir y sufrir lo que ella.
Las habitantes del poblado no veían la carnicería como algo malo, a sus sufridas vidas llegaría la paz, sin más maleantes que les torturaran podían al fin existir; y eso había que ser celebrado.
En los pobres ranchos de lata no había agua ni carne que alimentaran la tripa, pero no podía faltar el alcohol etílico que rozaba una composición casi del cien por ciento; el pescado seco apareció junto al alcohol como por magia y fluía en las casas acompañado por el sonido de tambores que los niños tocaban con sordo oído. Jamás en ese pueblo se había visto tan exitoso intento por hacer una fiesta, y menos en honor a alguien, su salvadora. A quien llenaron de agasajos y que con chillidos le comunicaban que en la casa de la hija de Miraki había un baño y en la casa de la hija de Miraki las mujeres bañaron a Sakura. Y esta salió del baño, revitalizada sin penas ni dolor, volviendo así a deslumbrar su hermosura.
—La amiga de Osaka tiene carne de vaca y manda a decir que la agarrara con gusto, que ella no podía entregárselo en persona por que su madre tenía calentura.
Comentario que solo da cabida a que Sakura dijera:
—Yo soy médica.
Y con eso la apoteosis comenzó, al fin el sufrimiento se acababan junto a las llagas y las barrigas llenas de hematuria. ¡Al fin la felicidad vino acompañada con bailes de los inválidos y cantos de los mudos!
Konohamaru y Naruto en cambio tenían que limpiar la carnicería mientras Sakura olvidaba sus pesares en la celebración.
—¿Porque a nosotros nos toca esto?, no es justo quiero estar en esa fiesta —Dijo fastidiado Konohamaru.
—Vamos llorón, a alguien le debe tocar el trabajo sucio, y en este caso es a ti.
—¡¿Cómo que a mí?! —Pero la queja no retracto a Naruto quien se esfumo rumbo a la multitud que se agrupaba del otro lado del pueblo.
—¡Naruto!
Sin muertos en vida a quien curar, Sakura fue abandonada de los halagos, las mujeres corrían de casa en casa para averiguar los chismes de quienes estuvieron en el mundo de los muertos por semanas; dejando a la Haruno contemplar tan maravillosos logros.
—Eres grandiosa Sakura-chan —Naruto le había llegado nuevamente por la espalda a la pelirosada, parecía que le gustase esa acción; esta al voltearse noto el presente que el hombre le trajo, una orquídea que trajo el rubor y sorpresa en ella.
—Naruto… —Por un momento el mundo se detuvo dejando solo la continuidad fogosa de la mirada de los dos amigos.
—¡Es un milagro, traigan el ron! —El grito de la anciana rompió el tenue hilo tierno del momento pero Sakura un tanto ebria arrastro a Naruto a una choza más septentrional, que solo contaba con la iluminación azulada de la luna.
—Sakura-chan has pensado en lo que te dije en el monte…
—Naruto, no sé; no sé qué me sucede, quiero a Sasuke, pero tú, al verte… no se —La ebria Haruno cayo de nuevo en tristeza ante la discusión. Pero Naruto acabo de golpe su tristeza y borrachera con un robado beso, llenando de una excitada sorpresa a Sakura, que al sentir el calor que le propiciaban los labios de Naruto torno su rostro de sorpresa a cariño. Sujetándole con delicadeza la suave mejilla Naruto le aparto, observando así como la flor rosada, con los ojos cerrados movía sus labios en el aire como tratando de encontrar pareja. Notando la falta de compañía, Sakura abrió sus ojos haciendo contacto al instante con Naruto. Quien le esperaba con una risilla que cambio la cara de Sakura a una de enojo fusionada con rubor.
Sus labios se amaron la mayor parte de la noche, y aquel acto prohibido solo quedo visto por la hermosa luna llena, que en su danza infinita alrededor de la tierra jamás vio tan hermoso momento.
Solo día y medio duraron en ese pueblo del este, que una vez librado de los maleantes abrazo con cariño a sus salvadores. Llenándoles con los pocos regalos que les podían ofrecer; pero la felicidad nunca es completa o eterna. Y el fin de esta se presentó en la medianoche. Cuando la carga de caballería azoto el caserío, entraron a velocidad brutal en las chozas y con sus sables acribillaban a las confusas habitantes; en la penumbra del humo que escapaba del infierno de las casas verduscas, el equipo de Konoha huía entre sollozos ahogados, confusos de lo que sucedía.
—¡Hey, por aquí! —Grito una sombra.
—¿Ino? —Pregunto Sakura.
—¿Quién más? —Contesto la Yamanaka casi que sonriendo —Tenemos que irnos de aquí rápido, no podemos dejar que nos vean, en la capital se corre el rumor que andan tras de Naruto; y si te ven los soldados no creo que lleguemos con Tsunade-sama.
—¿Dudas de mi Ino?
—Ellos se prepararon para ti Naruto, tenemos que huir. Hideyoshi sabe cómo matar a los bijū.
Koba- Aprendiz
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Ok, tu historia cada vez esta mas y mas interesante, ¿Qué le dijo Naruto a Sakura para que ahora lo bese y piense él?... La guerra sin duda es dolorosa y en este caso los civiles lo sufren mas que los demás :C
Sasuke sin duda ha hecho algo terrible, por como lo dijo Shikamaru, se entiende que Chouji murio por su culpa...
¿Una forma para Matar a los bijuu? Intrigas y mas intrigas, muy buen cap. espero el siguiente
Sasuke sin duda ha hecho algo terrible, por como lo dijo Shikamaru, se entiende que Chouji murio por su culpa...
¿Una forma para Matar a los bijuu? Intrigas y mas intrigas, muy buen cap. espero el siguiente
Mixyic-Alex- Chunnin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Sakura casada con Sasuke? Que mal!. pero se le nota la infelicidad, no es plena, no sabe que es el amor. Mas aun cuando se de cuenta que quien en realidad es Sasuke, porque no es la persona leal que aparenta ser. Y sin lugar a dudas tiene sentimientos por Naruto, un Naruto fiel e incondicional ademas de enamorado.
La historia esta muy bien, aunque la forma en que lo narras, a través de pasaje que van de aquí para allá, lo vuelen confuso, pero interesante.
Leon- Sennin
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Posesiones :
Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Hola de nuevo; Agradezco muchos sus comentarios y criticas, espero que les complazca este capitulo. Un tanto fuera de la linea habitual, pero que sera contestado en los próximos capítulos. Sin mas nada que agradecer.
Capitulo IV
Las llamas se consumen en ahogadas lumbres, mientras los gritos afónicos suplicaban auxilio; ¿quién podría impedir la masacre? Debe ser alguien con el poder de dioses en manos mortales propias. O eso creía Naruto, que en una lucha moral decidía el futuro de las sobrevivientes de la aldea de pescadores.
—¡Naruto no lo hagas!
—Tajū Kage Bunshin no Jutsu —Un centenar de clones se dirigieron al pueblo destrozando cualquier armadura de latón que se oponía.
—Supongo que siempre necesitaremos de un héroe que nos rescate como Naruto.
—Supongo que si… —Sakura sentía un sentimiento indescriptible.
—¡Vamos! —Konohamaru sobreexploto su afán belicista, derribando con su kunai a los jinetes que utilizando antorchas trataban de incinerar el lugar; lo hacía con tanta eficacia, y de forma tan rápida que las risillas burlescas no pasaban de ser inadvertidas.
Naruto no había notado que en ese tiempo Konohamaru había mejorado notablemente su técnica, casi se podría a decir que estaba al nivel de Naruto a su edad, ¿Konohamaru acaso quería demostrar su fuerza?; eso no lo permitiría el testarudo rubio, dejo atrás al puberto con su modo sabio viéndose duplicando en velocidad y fuerza a Konohamaru, logro derrotar a la caballería que azoto el poblado.
En cenagoso fango apago el incendio y después de una corta despedida, el pueblo de pescadores, chamuscado y más feo que cuando habían llegado, con sus pobladores heridos he inválidos no aceptaron más ayuda de quienes trajeron a ese desolado rincón del mundo el caos; y atrás quedaron los rostros tristes anochecidos de hambre. Devuelta en la vía.
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Konoha, la ciudad oculta entre las hojas, con sus techos de palmas verdes edificados de caña brava y bambú que se vuelve difusa en la cercanía y se funde con la selva vista desde la lejanía. Con su único edificio de cemento gris copulando la punta de la montaña donde está asentado la ciudad.
Por fin su hogar; alegre y con la misma animosidad de siempre; múltiples tiendas que vendían sus mercancías al mero estilo circense, parando sus alaridos comerciales que atraviesan cada lado de las calles ante el paso de Naruto; este con penosa dificultad pedía paso a través de la multitud que se formaba para verle o pedirle su auxilió, creándose así una procesión donde san Uzumaki sentía cada vez más asertiva la responsabilidad sobre sus hombros. Tomo rumbo a la cúspide de la montaña, seguido por el inseparable gentío; cosa que Sakura veía con rostro de felicidad pero con cierto celo, la sorprendente entrada del equipo a Konoha le aparto del rubio, eso creo en ella un raro sentimiento; desde que salieron de aquel pueblo costero, la pareja se trató con una melancolía y silencio incoherente a lo que de verdad sentían; el trasegado país no les permitió un momento en el cual poder conciliar verdaderamente sus emociones, terminando con la conformidad de poder estar juntos, muy juntos.
—Ya sé que hacer —Rio de forma sarcástica Konohamaru
—A que te refieres —Voltio Sakura la vista con rostro de confusión.
—Cobrare 1000 mon como entrada para que vean a Naruto. ¡Me hago rico! —Acompañando esto último con un gesto burlesco que causo la risa de las mujeres.
—No seas tonto, Naruto no se dejaría compartir.
El comentario zorruno de Ino no fue precisamente indirecto, ella sabe bien el porqué de la cercanía de Sakura con el rubio Uzumaki.
—Vamos puerca; hay que hablar con Tsunade-sama y luego bañarte, ¡apestas! —Rencillas siguieron a la broma.
En la entrada de la fortaleza del Hokage se sentía el suspenso en el habla; los pobladores fueron apartados de Naruto y este tomado por una innecesaria escolta fue arrastrado por entre los pasillos del edificio, subiendo y esquivando diversos obstáculos hasta llegar a la recepción de la oficina de Tsunade donde Shizune reposaba con cara de cansancio sobre la puerta de la oficina.
—¡Naruto-kun!; ¿Cuándo llegaste?… Tsunade; debes verla… ella está reunida no puedes interrumpir, pero debes entrar… —Actuó de forma tan confusa que necesito que este le calmara debido a sus continuas exclamaciones de preguntas. Pero un jōnin que le escolto desde la entrada de la fortaleza se negó a esperar más, entrando con enojo dentro de la oficina —. ¡Naruto-kun; necesitas zapatos!
La jungla húmeda del sur del país del fuego tenía una reputación de inexpugnabilidad que precedía a toda la región ecuatorial, sus continuas lluvias que empantanan los pobres y angostos caminos sumado a una variedad de plantas, rocas o animales, que llenan de ampollas purulentas en quien cruza los bosques sin la indumentaria correcta, cosa que un par de botas con respiraderos no daban a los pobres pies de Naruto, gravemente magullados por el continuo roce con el camino de forma tan continua que ni el chakra del kyūbi le pudo curar sus heridas a la misma velocidad con que se producían.
—No te preocupes Shizune-sempai; ya me curare, además las botas son incomodas.
—Nada de eso; ¿Cómo piensas combatir en esas condiciones?; ¡Sakura-san! —Shizune saluda con entusiasmo a Sakura quien se logró abrir paso entre la multitud. Terminando la dulce bienvenida, Sakura inconscientemente tomo lugar muy cerca de Naruto, algo que desde hacía varios días era rito común en la semi-intimidad del viaje, ya sin esta solo causaba la confusión de los espectadores, en especial de Shizune.
El sonido del enorme portón de roble interrumpió los pensamientos indecorosos; que no daban lugares ante la lastimera vista de los soldados malolientes y cansados que salían en fila de la oficina de Tsunade; Sasuke formaba parte de ellos y no dio espacio de tiempo para reaccionar ante la guerra de miradas que se formó en el trió.
—Estas entero Sasuke. —Sakura no reacciono a tiempo y su apego al rubio irrito extrañamente a Sasuke.
—¡Sakura!
—Sasuke-kun… estas vivo.
—Vamos Sakura —En la tensión del momento; que la Haruno acompañara a Sasuke significo una estocada a traición, incluso si el rostro de Sakura no fuera capaz de expresar alegría alguna.
Respondiendo a esto Naruto entro con certero desosiego a la ya libre oficina.
—¡Abuela!
—Naruto, has llegado… —Tsunade tenía una imagen más limpia que el rubio pero tanto más lastimera y cansada que este —. Cuento con que hayas cumplido lo que te encargue.
—Sakura aprendió bien; ¿qué hay de lo mío? —Naruto se sentía traicionado, acumulo el valor de declararse a Sakura y esta ignoro sus sentimientos ante la aparición del Uchiha, pero eso no muto su amor en odio; la melancolía siempre hace presencia —. No tenemos tiempo de eso ahora Naruto; tenemos que ganar una guerra. Toma el resto del día libre para que descansar del entrenamiento, mañana iras al frente.
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Sasuke caído en la pobreza que se contrae en la guerra, no poseía más una facción de la villa para él solo, el presente bélico le daba una habitación de unos pocos metros de diámetro, de color gris y sin ventana alguna que dejara salir el horrible olor de humedad, esa inhabitable habitación con una única cama es sencillamente horrenda; Sakura quería huir de ahí, ¿pero qué cosa extraña le ataba a ese lugar?, haciéndole aun contra su voluntad aguardar una acción cruel.
—Como escapaste Sasuke-kun —El sufijó kun no implicaba más actuación que su sonrisa.
—Sakura, que sucede con Naruto.
—Nada…
—Sakura; bésame.
Sasuke postro a Sakura sobre la cama metálica, continuando su acción con el acercamiento de sus labios contra los de la pelirosa siendo esta quien apartara los suyos; el Uchiha obligo a Sakura a que le viera la cara y vio una mirada gélida falta de cariño.
El bruto pelinegro aplasto a la flor contra la cabecera de la cama chupando asquerosamente los pobres labios de Sakura influenciado por una lujuria psicótica mientras las telas se desgarraban ante la inmóvil chica; la carne desnuda se fundía con las sabanas mugrientas en la fricción, resguardada en la energía cinética de la pelvis asquerosa, esa no era ella era un placer innecesario e indeseado que le condicionaba a gemir dolorosamente temblándole el aliento y el sudor grueso y denso al unísono. Los fuertes muslos de Sasuke se estrangulaban contra la otra parte de la sabana, pero su furia de bruto le aceleraba sus movimientos. Pobre Sakura, que sin siquiera comprender quien era imagino un iris azulado.
Asqueroso cuarto, horripilante escena; los cristales verdes bullían de placer, de un orgasmo plano sin ningún tipo de deseo, huyendo tan fugaz como apareció. El pelinegro dejo echa ristra entre las sabanas a una inerte Haruno que el rojizo color que le desliza de su sexo a por las piernas de tonalidad tan intensa como los ojos aspados.
Sucia escena, peor habitación.
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En las calles de Konoha la variedad de negocios ofrecían una gama de platillos extravagantes, de un ambiente más cálido y sin una pizca de ramen.
—¿Dónde estará Ichikaru ttebayo? —El enfado de Naruto es visto a la legua —¡He!, Naruto, ¡aquí! —La voz venía desde el más presentable local construido de paredes de barro y de interior luminoso. —. ¿Shikamau?
Luego de sentarse en la mesa los amigos trivializaron un poco sobre los meses de viaje; llamando la atención del rostro casi famélico de Naruto.
—¡Mesonero!, traiga acá una orden de chả lụa; ¿y tú que quieres Naruto?
—Ramen.
—Eso no se va a poder; que sean dos órdenes de chả lụa y una botella de rượu đế.
—¿Qué es eso?
—Cerdo y sake —La expresión de desagrado del rubio es notoria —. No me gusta el alcohol.
—Pues mala suerte; lo que vamos a hablar lo necesita.
Deglutieron en silencio y a velocidades distintas; mientras Shikamaru saboreaba su comida, Naruto, con la hambruna atrasada se discutía plato a plato la posibilidad de pagar la deuda contrariada; hasta que un preocupado Shikamaru le interrumpió la comida y ordeno al mesonero llevarse los platos.
—Basta de cháchara, Naruto debes saber a qué nos enfrentamos. —Naruto traga grueso —. Ino debió decirte que Hideyoshi sabe cómo matar a los bijūs, de momento es algo que la inteligencia capto; no sabemos cómo lo hará, pero no nos arriesgaremos a averiguarlo, él va a morir dentro de unas horas.
El mesonero trae una jarra con el alcohol, sirviendo en dos pequeñas tazas un sorbo del líquido trasparentado. Naruto al ver la intensión del mesonero niega la bebida pero Shikamaru con una expresión seria corta las intenciones de Naruto.
—Bebe —Naruto acepta de mala gana; sintiendo el desagradable picor —. Bebe otra —Refunfuño el rubio y al beber sintió el mismo picor solo que este le mareo la garganta —Naruto.
—Dime.
—Sasuke asesino a Chōji.
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En el borde acantilado que demarca el final de la serranía una alta torre compuesta internamente de una única escalera de caracol donde a intervalos impares se encontraba con una cámara defensiva donde se podían situar observadores que aprovechaban el punto estratégico para avisar con antelación el acercamiento de fuerzas enemigas; teniendo en la punta de la alta torre un puesto de radio HF AM. Cuando la columna comandada por Sasuke inicio su asedio se vio fuertemente detenida por la presencia masiva de soldados con artillería ligera, en especial de ametralladoras que masacraron en emboscadas la aparente indefensa columna reducida en dos meses de batalla a un puñado de hombres que reconocían sus pertenecías nada más con el aroma; y así estuvieron, avanzando pocos metros diarios, respondiendo las balas con más balas o ninjutsus.
Ya en la mañana del tercer mes de batalla, con un almuerzo de asía una semana en el estómago, Sasuke ordeno salir de golpe de esa zona de aniquilamiento e ignorando el contrafuego se toparon en unos pocos minutos con una larga explanada donde estaba situada la torre, sin que hubieran árboles o rocas con que cubrirse del fuego frontal, siendo sorpresivo más bien que este no existiera, tan solitario estaba el lugar que Sasuke ordeno revisar a Chōji obedeciendo este al instante; el tiempo de lucha continua convierte la fraternidad en un lazo psíquico donde no se debate sobre la peligrosidad de los asuntos o las acciones peligrosas y activas en el frente son la recompensa para aquellos que viven del sentimiento producido por el constante acercamiento con la muerte.
Mientras Chōji a paso cansado revisaba cada piso el resto de la columna se replegó en el claro. El pelinegro Uchiha notando una inquietante calma donde siquiera los enclaves enemigos dejados atrás hacían el esfuerzo por alcanzarles, decidiéndose por quemar el bosque y al hacerlo un salpico de sangre le vuelve a tomar su atención hacia la torre; un francotirador.
Un escuadrón se dirige con rapidez a la entrada del pilar, siendo demolidos por un extraño brillo amarillo que al tocar tierra les electrocuto al instante. El francotirador armado por un potente mosin-nagant que gracias a unas rendijas especiales le transfiere el chakra elemental a la bala.
Los disparos constantes destrozaban a todo el que delatara su presencia de la hierba; solo hacía falta que Chōji le encontrara para darle fin al peligro; y eso hizo con el francotirador del noveno piso, un clon de muchos que empezaron una descarga brutal contra los ocultos shinobis; el baño de sangre no parecía tan peligroso de momento solo eran una decena de pisos donde el enemigo real aguardaba.
Una lluvia de cuerdas salieron disparadas desde el final de la torre hasta el comienzo del precipicio dando inicio a los pocos minutos el contrataque enemigo, los soldaditos que en un principio eran unos pocos pronto se veían aumentado en número, morirían si no cortaban esas cuerdas; eso pensó un ninja que lanzo inútilmente un kunai delatando su posición, solo para comprobar que las cuerdas eran metálicas y el pobre soldadito murió con un agujero en su cráneo.
La tardanza de Chōji se notaba en esos pocos minutos; Sasuke veía caer a sus hombres uno a uno contestando a esto con la invocación del susanoo, que destrozo las enormes vigas de soporte sin importar que Chōji estuviera ahí metido; la arremetida del Uchiha fue acompañada con el amaterasu que calcino los bloques cuerdas y personas cercanas. Viéndose como una cascada rojinegra donde la gente que se agrupaba montaña abajo para subir por las cuerdas terminaban aplastados por la enorme estructura echa tajos en la cual no se encontró rastro alguno de Chōji, el cual pudo morir según las conclusiones que sacaron al momento, incendiado por las llamas del infierno.
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Naruto no podía creer la frialdad con que actuó Sasuke, el momento lo requería pero el poseía mucho más poder e ingenio como para llegar a tan bestial decisión.
—¿Por qué creería eso?
—Porque si yo no lo creyera no quisiera matar a Sasuke —El rubio reacciono ante esto sirviéndose una copa de sake —. Ve a dormir a mi habitación; es la numero ocho del dormitorio de oficiales, yo pago la cuenta.
—Gracias —En otro momento, bajo otras condiciones eso alegraría a Naruto.
Esta Konoha en el ocaso inspiraba un ambiente de ilegalidad por donde se pasara el maloliente vicio se trataba de esconder de la presencia recta y correctísima que representaba Naruto, este ebrio a medias se perdió con facilidad, más en sus pensamientos que en la ruta; tenia atravesado una mujer en su cariño y a un amigo y su frustración. Al fin llego a algo que parecía un burdel.
—Aquí deben ser las habitaciones —. Deducción de borracho.
Dentro de ese lugar se ven una serie de cuartos enumerados entre ellos el número ocho, Naruto en puro proceso mecánico abrió la perilla olvidando por completo introducir la llave. Dentro del cuarto acostada en un colchón tirado en el suelo esta una mujer entrada en años, de piel blanca y cabello rojizo; no precisamente bella pero con dotes femeninos.
—Disculpe, creo que me he equivocado —La mujer se sorprende de ver a Naruto en ese lugar, pero reacciona con calma.
—No lo creo amor, ¿quieres un poco de trabajo?
—¿Qué trabajo?
—Pues el que yo hago; no te costara.
—No tengo dinero, ¿Qué trabajo? —La mujer le toma por el brazo y lo acuesta en el colchón —. Tranquilo, no te cobrare, tómalo como regalo.
La mujer se acerca con cautela a su abdomen, desabrocha con rapidez el cierre de la chaqueta; empieza a tantear la piel lípida de joven; torneada y a la vez llena de raspones de contraídos con tantos años de entrenamientos. El sudor del Naruto traía el alcohol y con él la cordura, aunque el ya no estaba cuerdo, su pensamiento estaba sumido en penas vagas; la prostituta lo noto y aprovecho el momento para bajar al sexo de él, lamiéndolo pesadamente, saboreando cada espasmo y sucio que en esa parte había. Continúo por empaparse sus secos labios, preparándolos para la abertura que contra ellos chocaron profiriendo un leve gemido poco masculino cargado del motriz vaivén vertical que provoca el sonido viscoso a causa del golpe de las nalgas húmedas con las extremidades, al mismo tiempo en que las flácidas tetas se movían de forma dispareja sin rumbo fijo; los líquidos supurantes espesaron a escapar de la entrepierna de la puta, Naruto ya entendido de lo que le sucedía tomo la iniciativa y agarrándole los glúteos acelero el impacto que profundizo en sus entrañas. Su mente y su cuerpo perdidos en un choque eléctrico precoz que anulo durante unos segundos el pensamiento, solo para recordar unos cabellos rosa pálido.
—Quien diría que eres un gatillo alegre cariño, y pensar que soñé con hacértelo desde que te vi.
Los sueños se posaron sobre los parpados del Uzumaki.
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Tozama-daimyō Hideyoshi acostumbraba levantarse temprano, antes del amanecer para que así el día le pudiera rendir entre tantos quehaceres; a las nueve de la mañana tenía que reunirse con un grupo importante de empresarios de otras naciones, al mediodía un almuerzo opíparo entre los burgueses de la capital, donde tenía que informarles sobre como iban sus inversiones en la guerra y si tenían que arriesgar algún que otro pelo por el bien de la campaña, más un sinfín de diligencias, y ya eran las cinco y no estaba levantado de la cama, la sirvienta se estaba tardando más de lo usual. A Hideyoshi solo le bastó hacer un sonido gutural para que una manada de plebeyas entraran el cuarto, cargándolo hasta un baño cercano donde fue cepillado y aseado al mismo tiempo, asegurándose de que su realeza hiciera sus necesidades si quisiera y de ser así debían limpiarle, una vez que toda legaña estuviera fuera de su cuerpo este caminaba hasta otra recamara en donde varias decenas de telas colgaban del techo siendo el trabajo de su sequito el descolgar las telas y vestirlo con las mismas.
Una vez preparado para salir, Hideyoshi camino a paso lento hasta el gigantesco jardín donde se sentó en una mesita para él té, se podía ver el invernadero victoriano y los campos floreados; allí sentado ante la espectacular vista se zarandeó su barba como otra señal burlesca para que las la plebe le sirviera su desayuno, lo cual solo tardo pocos minutos para que los utensilios para comer les fueran puestos en la mesa, el a diferencia del daimyō anterior prefería la vida Victoriana, llena de los lujos y majestuosidad que su dinero podía pagar.
—Señor; Uzumaki Naruto ya está en las montañas.
—Que pasa hoy Leyasu; todos están retrasados esta mañana.
—Señor, Uzumaki Naruto regreso, ya podremos destruir a los rebeldes ninjas.
—Mi querido Tokugawa, que no piensas entender que los ninjas se extinguirán solos, nuestras armas y poder económico apagara ese sentimiento, el pueblo ya está cansado de sus guerras inútiles. Pero en cambio los separatistas.
—Ellos no son una amenaza, les matamos de a cientos; los shinobis son más difíciles de cazar, no se puede matar con facilidad a alguien que queme nuestros ejércitos. —Relincho el gordo asesor.
—Y por qué crees que los matan de a cientos, ellos tienen engañados a los bárbaros subhumanos del este. Es un error pensar que un analfabeto como Uzumaki Naruto puede representar la mínima amenaza.
—Entendido, ¿qué hacemos con los remanentes shinobis?
—Quítenles las esperanzas; cuando sus hijos mueran de hambre, sus esposa mueran de sed y sus hermanos mueran por enfermedades dejaran de apoyar a Tsunade.
—Ya es tarde, debe irse.
—Cierto.
El robusto anciano se paró de la sillita y camino a través de los pasillos adornados con tesoros invaluables, mientras que en un raro baile donde mientras más se acercaba a la salida del palacio. Al salir ya un carro lujoso parecido a un Cadillac de la serie 62 le esperaba, él se montó junto a un guardaespaldas vestido de traje.
Un brillo segó la ciudad y como trueno el temblor se sintió por igual.
El cráter dejado por la explosión de la bomba lapa es tan inmenso que alcanzo las tuberías de aguas servidas, creando una piscina de aguas marrón; las columnas corintias que adornaban la entrada quedaron tan dañadas que parte del techo cedió sobre su peso. Destrozado, vuelto chatarra sin forma quedo hecho el lujoso carro; tirado en el techo de la mansión de cuatro pisos del mutilado tozama-daimyō Toyotomi Hideyoshi.
—¡Naruto no lo hagas!
—Tajū Kage Bunshin no Jutsu —Un centenar de clones se dirigieron al pueblo destrozando cualquier armadura de latón que se oponía.
—Supongo que siempre necesitaremos de un héroe que nos rescate como Naruto.
—Supongo que si… —Sakura sentía un sentimiento indescriptible.
—¡Vamos! —Konohamaru sobreexploto su afán belicista, derribando con su kunai a los jinetes que utilizando antorchas trataban de incinerar el lugar; lo hacía con tanta eficacia, y de forma tan rápida que las risillas burlescas no pasaban de ser inadvertidas.
Naruto no había notado que en ese tiempo Konohamaru había mejorado notablemente su técnica, casi se podría a decir que estaba al nivel de Naruto a su edad, ¿Konohamaru acaso quería demostrar su fuerza?; eso no lo permitiría el testarudo rubio, dejo atrás al puberto con su modo sabio viéndose duplicando en velocidad y fuerza a Konohamaru, logro derrotar a la caballería que azoto el poblado.
En cenagoso fango apago el incendio y después de una corta despedida, el pueblo de pescadores, chamuscado y más feo que cuando habían llegado, con sus pobladores heridos he inválidos no aceptaron más ayuda de quienes trajeron a ese desolado rincón del mundo el caos; y atrás quedaron los rostros tristes anochecidos de hambre. Devuelta en la vía.
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Konoha, la ciudad oculta entre las hojas, con sus techos de palmas verdes edificados de caña brava y bambú que se vuelve difusa en la cercanía y se funde con la selva vista desde la lejanía. Con su único edificio de cemento gris copulando la punta de la montaña donde está asentado la ciudad.
Por fin su hogar; alegre y con la misma animosidad de siempre; múltiples tiendas que vendían sus mercancías al mero estilo circense, parando sus alaridos comerciales que atraviesan cada lado de las calles ante el paso de Naruto; este con penosa dificultad pedía paso a través de la multitud que se formaba para verle o pedirle su auxilió, creándose así una procesión donde san Uzumaki sentía cada vez más asertiva la responsabilidad sobre sus hombros. Tomo rumbo a la cúspide de la montaña, seguido por el inseparable gentío; cosa que Sakura veía con rostro de felicidad pero con cierto celo, la sorprendente entrada del equipo a Konoha le aparto del rubio, eso creo en ella un raro sentimiento; desde que salieron de aquel pueblo costero, la pareja se trató con una melancolía y silencio incoherente a lo que de verdad sentían; el trasegado país no les permitió un momento en el cual poder conciliar verdaderamente sus emociones, terminando con la conformidad de poder estar juntos, muy juntos.
—Ya sé que hacer —Rio de forma sarcástica Konohamaru
—A que te refieres —Voltio Sakura la vista con rostro de confusión.
—Cobrare 1000 mon como entrada para que vean a Naruto. ¡Me hago rico! —Acompañando esto último con un gesto burlesco que causo la risa de las mujeres.
—No seas tonto, Naruto no se dejaría compartir.
El comentario zorruno de Ino no fue precisamente indirecto, ella sabe bien el porqué de la cercanía de Sakura con el rubio Uzumaki.
—Vamos puerca; hay que hablar con Tsunade-sama y luego bañarte, ¡apestas! —Rencillas siguieron a la broma.
En la entrada de la fortaleza del Hokage se sentía el suspenso en el habla; los pobladores fueron apartados de Naruto y este tomado por una innecesaria escolta fue arrastrado por entre los pasillos del edificio, subiendo y esquivando diversos obstáculos hasta llegar a la recepción de la oficina de Tsunade donde Shizune reposaba con cara de cansancio sobre la puerta de la oficina.
—¡Naruto-kun!; ¿Cuándo llegaste?… Tsunade; debes verla… ella está reunida no puedes interrumpir, pero debes entrar… —Actuó de forma tan confusa que necesito que este le calmara debido a sus continuas exclamaciones de preguntas. Pero un jōnin que le escolto desde la entrada de la fortaleza se negó a esperar más, entrando con enojo dentro de la oficina —. ¡Naruto-kun; necesitas zapatos!
La jungla húmeda del sur del país del fuego tenía una reputación de inexpugnabilidad que precedía a toda la región ecuatorial, sus continuas lluvias que empantanan los pobres y angostos caminos sumado a una variedad de plantas, rocas o animales, que llenan de ampollas purulentas en quien cruza los bosques sin la indumentaria correcta, cosa que un par de botas con respiraderos no daban a los pobres pies de Naruto, gravemente magullados por el continuo roce con el camino de forma tan continua que ni el chakra del kyūbi le pudo curar sus heridas a la misma velocidad con que se producían.
—No te preocupes Shizune-sempai; ya me curare, además las botas son incomodas.
—Nada de eso; ¿Cómo piensas combatir en esas condiciones?; ¡Sakura-san! —Shizune saluda con entusiasmo a Sakura quien se logró abrir paso entre la multitud. Terminando la dulce bienvenida, Sakura inconscientemente tomo lugar muy cerca de Naruto, algo que desde hacía varios días era rito común en la semi-intimidad del viaje, ya sin esta solo causaba la confusión de los espectadores, en especial de Shizune.
El sonido del enorme portón de roble interrumpió los pensamientos indecorosos; que no daban lugares ante la lastimera vista de los soldados malolientes y cansados que salían en fila de la oficina de Tsunade; Sasuke formaba parte de ellos y no dio espacio de tiempo para reaccionar ante la guerra de miradas que se formó en el trió.
—Estas entero Sasuke. —Sakura no reacciono a tiempo y su apego al rubio irrito extrañamente a Sasuke.
—¡Sakura!
—Sasuke-kun… estas vivo.
—Vamos Sakura —En la tensión del momento; que la Haruno acompañara a Sasuke significo una estocada a traición, incluso si el rostro de Sakura no fuera capaz de expresar alegría alguna.
Respondiendo a esto Naruto entro con certero desosiego a la ya libre oficina.
—¡Abuela!
—Naruto, has llegado… —Tsunade tenía una imagen más limpia que el rubio pero tanto más lastimera y cansada que este —. Cuento con que hayas cumplido lo que te encargue.
—Sakura aprendió bien; ¿qué hay de lo mío? —Naruto se sentía traicionado, acumulo el valor de declararse a Sakura y esta ignoro sus sentimientos ante la aparición del Uchiha, pero eso no muto su amor en odio; la melancolía siempre hace presencia —. No tenemos tiempo de eso ahora Naruto; tenemos que ganar una guerra. Toma el resto del día libre para que descansar del entrenamiento, mañana iras al frente.
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Sasuke caído en la pobreza que se contrae en la guerra, no poseía más una facción de la villa para él solo, el presente bélico le daba una habitación de unos pocos metros de diámetro, de color gris y sin ventana alguna que dejara salir el horrible olor de humedad, esa inhabitable habitación con una única cama es sencillamente horrenda; Sakura quería huir de ahí, ¿pero qué cosa extraña le ataba a ese lugar?, haciéndole aun contra su voluntad aguardar una acción cruel.
—Como escapaste Sasuke-kun —El sufijó kun no implicaba más actuación que su sonrisa.
—Sakura, que sucede con Naruto.
—Nada…
—Sakura; bésame.
Sasuke postro a Sakura sobre la cama metálica, continuando su acción con el acercamiento de sus labios contra los de la pelirosa siendo esta quien apartara los suyos; el Uchiha obligo a Sakura a que le viera la cara y vio una mirada gélida falta de cariño.
El bruto pelinegro aplasto a la flor contra la cabecera de la cama chupando asquerosamente los pobres labios de Sakura influenciado por una lujuria psicótica mientras las telas se desgarraban ante la inmóvil chica; la carne desnuda se fundía con las sabanas mugrientas en la fricción, resguardada en la energía cinética de la pelvis asquerosa, esa no era ella era un placer innecesario e indeseado que le condicionaba a gemir dolorosamente temblándole el aliento y el sudor grueso y denso al unísono. Los fuertes muslos de Sasuke se estrangulaban contra la otra parte de la sabana, pero su furia de bruto le aceleraba sus movimientos. Pobre Sakura, que sin siquiera comprender quien era imagino un iris azulado.
Asqueroso cuarto, horripilante escena; los cristales verdes bullían de placer, de un orgasmo plano sin ningún tipo de deseo, huyendo tan fugaz como apareció. El pelinegro dejo echa ristra entre las sabanas a una inerte Haruno que el rojizo color que le desliza de su sexo a por las piernas de tonalidad tan intensa como los ojos aspados.
Sucia escena, peor habitación.
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En las calles de Konoha la variedad de negocios ofrecían una gama de platillos extravagantes, de un ambiente más cálido y sin una pizca de ramen.
—¿Dónde estará Ichikaru ttebayo? —El enfado de Naruto es visto a la legua —¡He!, Naruto, ¡aquí! —La voz venía desde el más presentable local construido de paredes de barro y de interior luminoso. —. ¿Shikamau?
Luego de sentarse en la mesa los amigos trivializaron un poco sobre los meses de viaje; llamando la atención del rostro casi famélico de Naruto.
—¡Mesonero!, traiga acá una orden de chả lụa; ¿y tú que quieres Naruto?
—Ramen.
—Eso no se va a poder; que sean dos órdenes de chả lụa y una botella de rượu đế.
—¿Qué es eso?
—Cerdo y sake —La expresión de desagrado del rubio es notoria —. No me gusta el alcohol.
—Pues mala suerte; lo que vamos a hablar lo necesita.
Deglutieron en silencio y a velocidades distintas; mientras Shikamaru saboreaba su comida, Naruto, con la hambruna atrasada se discutía plato a plato la posibilidad de pagar la deuda contrariada; hasta que un preocupado Shikamaru le interrumpió la comida y ordeno al mesonero llevarse los platos.
—Basta de cháchara, Naruto debes saber a qué nos enfrentamos. —Naruto traga grueso —. Ino debió decirte que Hideyoshi sabe cómo matar a los bijūs, de momento es algo que la inteligencia capto; no sabemos cómo lo hará, pero no nos arriesgaremos a averiguarlo, él va a morir dentro de unas horas.
El mesonero trae una jarra con el alcohol, sirviendo en dos pequeñas tazas un sorbo del líquido trasparentado. Naruto al ver la intensión del mesonero niega la bebida pero Shikamaru con una expresión seria corta las intenciones de Naruto.
—Bebe —Naruto acepta de mala gana; sintiendo el desagradable picor —. Bebe otra —Refunfuño el rubio y al beber sintió el mismo picor solo que este le mareo la garganta —Naruto.
—Dime.
—Sasuke asesino a Chōji.
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En el borde acantilado que demarca el final de la serranía una alta torre compuesta internamente de una única escalera de caracol donde a intervalos impares se encontraba con una cámara defensiva donde se podían situar observadores que aprovechaban el punto estratégico para avisar con antelación el acercamiento de fuerzas enemigas; teniendo en la punta de la alta torre un puesto de radio HF AM. Cuando la columna comandada por Sasuke inicio su asedio se vio fuertemente detenida por la presencia masiva de soldados con artillería ligera, en especial de ametralladoras que masacraron en emboscadas la aparente indefensa columna reducida en dos meses de batalla a un puñado de hombres que reconocían sus pertenecías nada más con el aroma; y así estuvieron, avanzando pocos metros diarios, respondiendo las balas con más balas o ninjutsus.
Ya en la mañana del tercer mes de batalla, con un almuerzo de asía una semana en el estómago, Sasuke ordeno salir de golpe de esa zona de aniquilamiento e ignorando el contrafuego se toparon en unos pocos minutos con una larga explanada donde estaba situada la torre, sin que hubieran árboles o rocas con que cubrirse del fuego frontal, siendo sorpresivo más bien que este no existiera, tan solitario estaba el lugar que Sasuke ordeno revisar a Chōji obedeciendo este al instante; el tiempo de lucha continua convierte la fraternidad en un lazo psíquico donde no se debate sobre la peligrosidad de los asuntos o las acciones peligrosas y activas en el frente son la recompensa para aquellos que viven del sentimiento producido por el constante acercamiento con la muerte.
Mientras Chōji a paso cansado revisaba cada piso el resto de la columna se replegó en el claro. El pelinegro Uchiha notando una inquietante calma donde siquiera los enclaves enemigos dejados atrás hacían el esfuerzo por alcanzarles, decidiéndose por quemar el bosque y al hacerlo un salpico de sangre le vuelve a tomar su atención hacia la torre; un francotirador.
Un escuadrón se dirige con rapidez a la entrada del pilar, siendo demolidos por un extraño brillo amarillo que al tocar tierra les electrocuto al instante. El francotirador armado por un potente mosin-nagant que gracias a unas rendijas especiales le transfiere el chakra elemental a la bala.
Los disparos constantes destrozaban a todo el que delatara su presencia de la hierba; solo hacía falta que Chōji le encontrara para darle fin al peligro; y eso hizo con el francotirador del noveno piso, un clon de muchos que empezaron una descarga brutal contra los ocultos shinobis; el baño de sangre no parecía tan peligroso de momento solo eran una decena de pisos donde el enemigo real aguardaba.
Una lluvia de cuerdas salieron disparadas desde el final de la torre hasta el comienzo del precipicio dando inicio a los pocos minutos el contrataque enemigo, los soldaditos que en un principio eran unos pocos pronto se veían aumentado en número, morirían si no cortaban esas cuerdas; eso pensó un ninja que lanzo inútilmente un kunai delatando su posición, solo para comprobar que las cuerdas eran metálicas y el pobre soldadito murió con un agujero en su cráneo.
La tardanza de Chōji se notaba en esos pocos minutos; Sasuke veía caer a sus hombres uno a uno contestando a esto con la invocación del susanoo, que destrozo las enormes vigas de soporte sin importar que Chōji estuviera ahí metido; la arremetida del Uchiha fue acompañada con el amaterasu que calcino los bloques cuerdas y personas cercanas. Viéndose como una cascada rojinegra donde la gente que se agrupaba montaña abajo para subir por las cuerdas terminaban aplastados por la enorme estructura echa tajos en la cual no se encontró rastro alguno de Chōji, el cual pudo morir según las conclusiones que sacaron al momento, incendiado por las llamas del infierno.
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Naruto no podía creer la frialdad con que actuó Sasuke, el momento lo requería pero el poseía mucho más poder e ingenio como para llegar a tan bestial decisión.
—¿Por qué creería eso?
—Porque si yo no lo creyera no quisiera matar a Sasuke —El rubio reacciono ante esto sirviéndose una copa de sake —. Ve a dormir a mi habitación; es la numero ocho del dormitorio de oficiales, yo pago la cuenta.
—Gracias —En otro momento, bajo otras condiciones eso alegraría a Naruto.
Esta Konoha en el ocaso inspiraba un ambiente de ilegalidad por donde se pasara el maloliente vicio se trataba de esconder de la presencia recta y correctísima que representaba Naruto, este ebrio a medias se perdió con facilidad, más en sus pensamientos que en la ruta; tenia atravesado una mujer en su cariño y a un amigo y su frustración. Al fin llego a algo que parecía un burdel.
—Aquí deben ser las habitaciones —. Deducción de borracho.
Dentro de ese lugar se ven una serie de cuartos enumerados entre ellos el número ocho, Naruto en puro proceso mecánico abrió la perilla olvidando por completo introducir la llave. Dentro del cuarto acostada en un colchón tirado en el suelo esta una mujer entrada en años, de piel blanca y cabello rojizo; no precisamente bella pero con dotes femeninos.
—Disculpe, creo que me he equivocado —La mujer se sorprende de ver a Naruto en ese lugar, pero reacciona con calma.
—No lo creo amor, ¿quieres un poco de trabajo?
—¿Qué trabajo?
—Pues el que yo hago; no te costara.
—No tengo dinero, ¿Qué trabajo? —La mujer le toma por el brazo y lo acuesta en el colchón —. Tranquilo, no te cobrare, tómalo como regalo.
La mujer se acerca con cautela a su abdomen, desabrocha con rapidez el cierre de la chaqueta; empieza a tantear la piel lípida de joven; torneada y a la vez llena de raspones de contraídos con tantos años de entrenamientos. El sudor del Naruto traía el alcohol y con él la cordura, aunque el ya no estaba cuerdo, su pensamiento estaba sumido en penas vagas; la prostituta lo noto y aprovecho el momento para bajar al sexo de él, lamiéndolo pesadamente, saboreando cada espasmo y sucio que en esa parte había. Continúo por empaparse sus secos labios, preparándolos para la abertura que contra ellos chocaron profiriendo un leve gemido poco masculino cargado del motriz vaivén vertical que provoca el sonido viscoso a causa del golpe de las nalgas húmedas con las extremidades, al mismo tiempo en que las flácidas tetas se movían de forma dispareja sin rumbo fijo; los líquidos supurantes espesaron a escapar de la entrepierna de la puta, Naruto ya entendido de lo que le sucedía tomo la iniciativa y agarrándole los glúteos acelero el impacto que profundizo en sus entrañas. Su mente y su cuerpo perdidos en un choque eléctrico precoz que anulo durante unos segundos el pensamiento, solo para recordar unos cabellos rosa pálido.
—Quien diría que eres un gatillo alegre cariño, y pensar que soñé con hacértelo desde que te vi.
Los sueños se posaron sobre los parpados del Uzumaki.
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Tozama-daimyō Hideyoshi acostumbraba levantarse temprano, antes del amanecer para que así el día le pudiera rendir entre tantos quehaceres; a las nueve de la mañana tenía que reunirse con un grupo importante de empresarios de otras naciones, al mediodía un almuerzo opíparo entre los burgueses de la capital, donde tenía que informarles sobre como iban sus inversiones en la guerra y si tenían que arriesgar algún que otro pelo por el bien de la campaña, más un sinfín de diligencias, y ya eran las cinco y no estaba levantado de la cama, la sirvienta se estaba tardando más de lo usual. A Hideyoshi solo le bastó hacer un sonido gutural para que una manada de plebeyas entraran el cuarto, cargándolo hasta un baño cercano donde fue cepillado y aseado al mismo tiempo, asegurándose de que su realeza hiciera sus necesidades si quisiera y de ser así debían limpiarle, una vez que toda legaña estuviera fuera de su cuerpo este caminaba hasta otra recamara en donde varias decenas de telas colgaban del techo siendo el trabajo de su sequito el descolgar las telas y vestirlo con las mismas.
Una vez preparado para salir, Hideyoshi camino a paso lento hasta el gigantesco jardín donde se sentó en una mesita para él té, se podía ver el invernadero victoriano y los campos floreados; allí sentado ante la espectacular vista se zarandeó su barba como otra señal burlesca para que las la plebe le sirviera su desayuno, lo cual solo tardo pocos minutos para que los utensilios para comer les fueran puestos en la mesa, el a diferencia del daimyō anterior prefería la vida Victoriana, llena de los lujos y majestuosidad que su dinero podía pagar.
—Señor; Uzumaki Naruto ya está en las montañas.
—Que pasa hoy Leyasu; todos están retrasados esta mañana.
—Señor, Uzumaki Naruto regreso, ya podremos destruir a los rebeldes ninjas.
—Mi querido Tokugawa, que no piensas entender que los ninjas se extinguirán solos, nuestras armas y poder económico apagara ese sentimiento, el pueblo ya está cansado de sus guerras inútiles. Pero en cambio los separatistas.
—Ellos no son una amenaza, les matamos de a cientos; los shinobis son más difíciles de cazar, no se puede matar con facilidad a alguien que queme nuestros ejércitos. —Relincho el gordo asesor.
—Y por qué crees que los matan de a cientos, ellos tienen engañados a los bárbaros subhumanos del este. Es un error pensar que un analfabeto como Uzumaki Naruto puede representar la mínima amenaza.
—Entendido, ¿qué hacemos con los remanentes shinobis?
—Quítenles las esperanzas; cuando sus hijos mueran de hambre, sus esposa mueran de sed y sus hermanos mueran por enfermedades dejaran de apoyar a Tsunade.
—Ya es tarde, debe irse.
—Cierto.
El robusto anciano se paró de la sillita y camino a través de los pasillos adornados con tesoros invaluables, mientras que en un raro baile donde mientras más se acercaba a la salida del palacio. Al salir ya un carro lujoso parecido a un Cadillac de la serie 62 le esperaba, él se montó junto a un guardaespaldas vestido de traje.
Un brillo segó la ciudad y como trueno el temblor se sintió por igual.
El cráter dejado por la explosión de la bomba lapa es tan inmenso que alcanzo las tuberías de aguas servidas, creando una piscina de aguas marrón; las columnas corintias que adornaban la entrada quedaron tan dañadas que parte del techo cedió sobre su peso. Destrozado, vuelto chatarra sin forma quedo hecho el lujoso carro; tirado en el techo de la mansión de cuatro pisos del mutilado tozama-daimyō Toyotomi Hideyoshi.
Koba- Aprendiz
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Una pena lo de Sakura, pero ella es una de las culpables de su dolor y su sufrimiento, eligió al príncipe que no es mas un ser ruin y miserable.
Naruto entre el amor, la amistad y el deber, que hará? por ahora disfruta de los places de la vida, pero tendrá que enfrentar un guerra, donde el enemigo puede arrebatarle la vida ademas de que tiene que resolver su vida privada.
Y reitero, no me gusta ver a Naruto sufrir como un desgraciado por el amor de una persona que no vale la pena, pues no fue capaz de valorar los fuertes sentimientos que tiene hacia ella, genuinos e incondicionales. Sin contar que no es justo que Sakura sane su dolor en Naruto, eso lo vuelve el plato de segunda mesa y un paño de lagrimas que solo utiliza cuando las cosas con Sasuke van mal.
Leon- Sennin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Wow! Muchas mas preguntas siguen surgiendo, Sasuke mato a Chouji si o si, eso para nada fue un accidente ni mucho menos algo 'necesario' para la mision, fue asesinato y punto.
Por otro lado tratar así a Sakura es inaceptable, Leon tiene razon al decir que ella es la culplable de su sufrimiento, pero no creo que este usando a Naruto como pañuelo o plato de segunda mesa, mas bien yo diria que ya se dio cuenta que ya no es solo un amigo para ella.
Lo que hace el alcohol en situaciones dificiles, supongo que Naruto tendra alguno que otro conflicto consigo mismo por eso, aunque creo que gozar un dia libre no esta para nada mal.
La muerte del Damyo no creo que se quede así como asi (si de verdad esta muerto), alguien mas tomara su lugar y seguira ese ciclo de odio y guerra.
Espero conti, me gusto mucho como hiciste ver que todos tiene fe en Naruto pero lo va a tener dificil con tantas responsabilidades y problemas. Saludos.
Por otro lado tratar así a Sakura es inaceptable, Leon tiene razon al decir que ella es la culplable de su sufrimiento, pero no creo que este usando a Naruto como pañuelo o plato de segunda mesa, mas bien yo diria que ya se dio cuenta que ya no es solo un amigo para ella.
Lo que hace el alcohol en situaciones dificiles, supongo que Naruto tendra alguno que otro conflicto consigo mismo por eso, aunque creo que gozar un dia libre no esta para nada mal.
La muerte del Damyo no creo que se quede así como asi (si de verdad esta muerto), alguien mas tomara su lugar y seguira ese ciclo de odio y guerra.
Espero conti, me gusto mucho como hiciste ver que todos tiene fe en Naruto pero lo va a tener dificil con tantas responsabilidades y problemas. Saludos.
Mixyic-Alex- Chunnin
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Mil y un agradecimientos.
¡Hola a todos!; Vaya 1000 lecturas ya, agradezco mucho eso, a los que entran si querer; a los que entran varias veces, a personas como yo que entran solo para hacer bulto en la estadística (?). Espero que sigamos adelante y que disfruten tanto la historia como a mi. Sin más nada, gracias. Salud.
Koba- Aprendiz
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Saludos, me he tardado más de lo que me gusta y de igual forma lo he revisado meno; por eso si encuentran algún error notificarlo, por favor. Sin más, espero que disfruten este capitulo tanto como yo. Salud.
CAPITULO V
Amarillento y acido, que deja tras su paso el sabor digerido de la barriga; Naruto sentía entre las cejas el dolor de la resaca empezando a nacer.
—Sakura —Naruto eructa, causándole una nueva arcada que desemboca en vomito.
Qué extraña primera vez.
Naruto estaba seguro que las cosas no irían tan mal después de terminada la guerra con Madara; el destino le aguardaba un cambio más en su vida.
—Donde estas… —Rebusco por el cuarto con doloroso ímpetu, el muy idiota no se daba cuenta que en la pobre habitación no había lugar para esconderse —. Mujer…
Parándose a tambaleos salió del zulo, y sin impórtale su manchada ropa más que sus deberes se dirigió a lo que creía era la ruta hacia la fortaleza del Hokage; siendo el sol un rival desdoro, las lides entre sus pupilas y las centellas solares sobrecargaban sus sentidos, volviendo borroso su paso, chocando contra toda pared que se le posara enfrente. Cansado y con dolor decidió dormir en un callejón tomando por cama la basura. Su catarsis con Aglaea le revelo lo podrida que estaba su existencia, sin amor, la tangible baza de sus deseos perdían importancia, que de solitario y débil llego a ser querido y divino.
Todo sintetizado en un sueño que se le olvido al minuto de despertarse por segunda vez en el día a causa del orín de una rata que le baño el rostro.
—¡Mierda!
Un fino rastro de químicos aminos delata el paso cruzado de Naruto que en cuestión de minutos se había posado enfrente de la oficina de Tsunade; ignorase de los observadores que a destajo murmullaban la apariencia de Naruto, en vista y sobre su peste no planteaban semblanza con Uzumaki-sama.
—¡Vieja! —Grita desaforado Naruto mientras entraba a la oficina; hallándose vacía de personas.
—Uzumaki-san; Godaime-sama está en su habitación. —Le comento un shinobi algo tímido frente al anómalo rubio —. ¿Dónde está su habitación?
—Debieras bañarte primero.
—¿Dónde está su cuarto?
El rostro decisivo termino por liberar la información de labios de su interlocutor; bajó el edificio hasta un segundo sótano en el cual las paredes angostas juntadas con una mala iluminación eléctrica hacían decorar esa parte como sacada de las mazmorras de Abu Ghraib. Posado otra vez frente a la puerta de Tsunade, Naruto toma aire y entra lentamente; ante sus ojos reposando en la cama un ser sin arrugas pero que extrañamente generaba un grito misógino en el alma de quien le viese.
—Es más lindo por dentro que por fuera —Dijo la joven rubia refiriéndose a su cuarto; hermosamente adornado y con un vitral desde donde se podía ve la serranía, siendo esto polar a los pasillos de la fortaleza, oscuros y tristes.
—¿Qué te sucede? —El aspecto de debilidad se podía notar en el aura de la voz Tsunade —¿Qué me sucede a mí?; no seas impertinente, ¿qué te sucede a ti?, vienes aquí borracho y oliendo a vómito y putas como Jiraiya. Puede que hasta hayas despertado en la basura como él.
—Lo… lo siento —La seria reprenda de Tsunade podía paralizar a cualquier persona.
—Anda, date un baño, ya hablaremos tu y yo sobre lo que le haces a Sakura; que tú no eres Jiraiya para hacer esas cosas.
—Tú que sabrás de él.
—¿Qué quieres decir con eso niño?
—Él te amo toda su vida, y tú…; simplemente te pasaste por el forro eso, quien eres para juzgar lo que él hubiera hecho.
—No trates de adjudicarme que él sea un pervertido o un borracho, siempre lo fue y lo fue por que quiso —Tsunade sacaba energía de cada rabieta de la conversación —¿Quieres que le hubiese querido como el a mí; a un poeta de retrete como tú?, ¿por qué debo hacerlo, porque Sakura debería hacerlo?
—Y yo porque tengo que ser así para ella, ¡por qué debo ser el único infeliz! —Una resbalosa lagrima huye del sentimental ebrio —Por qué tú bien sabes que ninguno de los dos sería feliz.
Disertar sobre el amor y la felicidad termina siendo una plática con mares de líquido etílico, ya si el, la reacción perdía su efecto, con ella volvía sus sentidos que ya desplegaban sus habilidades.
—Tengo que bañarme, apesto.
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La tenue luz iluminaba sus lindos parpados, la larga y fría noche del olvido no le alcanzo; Sakura despertaba convertida en el andrajo; deseosa de llorar a mares. Retenida por su incapacidad de sentir, vislumbraba para si un mundo más gris, más pálido del que respiraba.
—Sensei.
Parándose de la cama, rebusco su característica ropa por los pocos rincones del cuarto. Una vez vestida salió a la calle, donde se dio cuenta de que ya se iba haciendo medio día y de su peinado enmarañado, ignoró por completo lo último, prefiriendo dirigirse a donde estaba Tsunade; su corazón y su cerebro sufrían una retorcedura replanteando la calidad de fortalezas inexpugnables, donde ya no valía la pena tener una cabellera acomodada para alguien más.
Qué triste se volvería el mundo sin su rosa mitra, aunque primero debía hablar con Tsunade.
Vio una atolondrada pareja que poseía una distermia conocida; Naruto conjugo siempre el parcial de su ser, tenía que… ser.
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Las aguas negras se ahogaban en el hoyo de la ducha, el olor a jabón sustituyo al de orín, su aliento refrescaba con la menta; el descontrol de su sexo se mantenía igual; recordó así los caídos pechos de la puta, adornados con oscuras y grandes aureolas con pequeños pezones; necesitaba saciarse con ellos de nuevo. Pensó en la autocomplacencia, pero al encontrarse en un baño anexo a donde estaba Tsunade lo consideraba en exceso riesgoso; se salió bruscamente de sus pensamientos, dedicándose a lavar sus sucias ropas. Una vez el olor a jabón impregno estas se vistió con las mismas todavía húmedas; preparado al fin, tomo la manilla de la puerta siendo detenido por una voz conocida.
—¿Hice bien sensei?
—Eso debes saberlo tú, ¿a qué se debe tu pregunta, acaso será por Naruto?
—Tú sabes… el nunca trato verdaderamente. ¬—Tsunade le interrumpió bruscamente con una rabieta —. Claro que lo ha hecho, tú más que nadie debes notarlo, le conoces desde parvulario; no puedes hacer que sea como Sasuke, él es mejor que eso, tú eres mejor que eso hija.
Sakura entristeció amargamente, como si la dulzura de su espíritu se fuera caudal abajo junto con la realidad de las palabras de su tutora. Desde hacía mucho tiempo sabía la verdad, ahora reaccionaria ante ella.
—Tienes razón. Pero ese es el camino que elegí, para mal o para bien terminare siendo la continuadora de la estirpe Uchiha. —Un húmedo hombre que escuchaba a recelo murió por segunda vez con lo exclamado.
—Si eso crees.
La despeinada Sakura pasó varias horas acurrucada con su sensei, hasta que esta última recordando con malintencionada risa el paradero de Naruto envió a Sakura al hospital.
Sin ella en la habitación, Tsunade se paró a duras penas, creía que Naruto se había quedado dormido en el baño pero al entrar cercioró todo lo contrario; sentado en una esquina, cabizbajo y triste.
—Supongo que tenemos cosas que hacer —Dijo sin mirarle a los ojos.
—Supones bien, ¿tienes curiosidad por saber a dónde iras?
—Al frente, tendré que masacrar a muchas personas…
—Las reglas han cambiado, en estos últimos meses en que no has estado el poder del chakra se ha resquebrajado, muchos han muerto por ser tan fuertes como tú.
—Ser como yo no es una bendición. Me imagino que sabes cómo pueden matar a los jinchūriki.—Naruto se reincorporo —. Desde lo ocurrido, los científicos comprendieron la esencia de la energía, ahora están dotando de cantidades enormes de chakra a las armas, incluso a las mismas personas. El Jubi nunca tuvo tanto poder como el que están produciendo.
—¿Qué quieres decir con eso; están creando chakra? —Mueca de asombro.
—Como si fuera electricidad.
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A varios kilómetros de la ciudad, en una estepa amarillenta por el trigo, con una torre de piedra y metal en el centro de la siembra, que fungía a duras penas como molino. Shikamaru Nara se encontraba apoyándose de la barrera robliza del balcón, mostraba una mueca de preocupación gozante de una emanada sensación de tristeza, el pelinegro observaba con cuidado la llanura como si tratase de prever algo o a alguien.
—Al final si eres el malnacido que sabíamos que eras —Dicho esto, el sonido de pisadas se daba eco desde las plantas inferiores de la torre —. ¿Esto lo haces solo por molestar o tu mente es tan retorcida como aparenta? —La silueta dejada por la sombra se dibujaba en las paredes, la oscuridad invadió con avidez el lugar, mostrando así al caminante —. Dime entonces, Kakashi…
Un horrendo zigzagueo azul blanquecino penetro el tórax del Nara, vapuleando las costillas libro así el pulmón izquierdo de su sarcófago, este cayó en un charco rojo mucoso. Su pobre rostro inánime mostro una increíble sensación de dolor, aun si el acto durara menos de un segundo, su muerte se aletargo una infinidad para él.
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—¡Uzumaki-sama! —El guardia se sobresaltó ante la presencia del rubio.
—Tsunade-sama me envió para acá, dijo que me darían algo.
—¡Ci…cierto!
El guardia abrió la reja corrediza para que Naruto pasara a la bóveda del arsenal, una vez adentro Naruto se dispuso a armarse de kunai y shuriken; cosa que logro. Sus ojos se le volvieron saliva al ver que en una caja se encontraban chalecos tácticos en excelentes condiciones, casi nuevos, aprovecho la distracción del guardia, quien estaba llenando papeles se lo coloco. Una vez armado se preparó para huir con su botín.
—De… de…deténgase Uzumaki-sama —Toma por el hombro al escurridizo rubio.
—Tsunade-sama dijo que… he… podía tomar lo que quiera —Contesto controlando su nerviosismo.
—Shikamaru-sempai dio la orden de que te diéramos las armas capturadas.
—¿Y cuáles son esas?, aquí solo hay armas ninja.
—Espere
El ninja movió con dificultad una enorme caja de madera que ocupaba la esquina, al hacerlo Naruto vio un portillo por donde pasaron a un angosto túnel. Ya en él, Naruto se quedó sorprendido con lo que había colgado de dos largas repisas que cubrían a lo largo el lugar; desde fusiles con extrañas rendijas y miras, hasta espadas con sangrías de brillo azul. En el centro, sobre una mesa, yacían tres tipos de chalecos; por sus insignias se creería que fueron tomados de algún general o una persona muy influyente o rica; el traje principal constaba de una lámina de acero escalonada, con hombreras de kevlar, y entre la unión de los hombros y el tronco, dos adornos en forma de rombo de un rojizo y titilante color.
—¡Esa es la mía!
—No, la suya es esta. —Tomo el chaleco vecino, no se diferenciaba mucho al chaleco ninja de Konoha, solo que este era menos esponjado y texturizado con camuflaje selvático que parecía poco útil pues cada cierto vaivén de colores una nube color azul brillante aparecía, de una tonalidad tan brillante que no era posible ocultarle del todo.
—¿Y que tiene de especial ese con este otro chaleco?
—Este chaleco le permitirá interactuar con el chakra a mayores velocidades, imagine que pueda controlar en usted mismo una técnica de fuego a la velocidad de una de rayo, ¡y sin que fuera su elemento!
—Comprendo —Mintió descaradamente.
—Tiene que ir a intendencia, allí le darán su uniforme y el equipaje.
Al salir ya con rumbo norte, aparentaba más ser un aparataje de maniquí con adornos que un shinobi, con un chaleco de colores circense que cubría una braga azul marino con la insignia en el hombro el escudo de Uzushiogakure; cosas medianamente normales para un jōnin; diferenciándose con y un enorme saco que era utilizado como morral pre-equipado con cosas que Naruto no se tomó la molestia en averiguar, estaba muy malhumorado al tener que usar un casco M 30. ¿Por qué carajo se tenía que usar eso? —Se preguntaba.
—¡Naruto!
—¿¡Ah!?
—¡Aquí Naruto! —Konohamaru se acercaba al Uzumaki, quien ya salía de la aldea por uno de los muchos angostos caminos. —. ¿Ya nos vamos?
—Yo voy, tú te quedas.
—¡Ni en sueños!
—Konohamaru —La seriedad en el tono de voz de Naruto calmo al afanado pelinegro —. Tienes una misión rango “S”.
—Lo que tú digas Naruto. —Continúo la seriedad del momento.
—Por favor cuida de Sakura-chan.
—¡No es necesario que me lo digas!; si vamos juntos más rápido volveremos. —Sonrisa efusiva.
—No creo que logre volver esta vez. —Toma distancia rumbo norte.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Cuida de Sakura-chan… por favor.
Caminante por los curvilíneos claros, entristecidos por una lluvia incesante donde no hay nubes; Naruto, una vez más amainaba sus tristezas ornadas por su deber para con el mundo; ¿acaso le llenaba algo ser reconocido por salvarle el pellejo a alguien?, la vida siempre terminaría de forma violenta y sin vacilación de ninguna índole como para sufrir tanto.
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Por el borde del balcón corría un rojizo y fino hilo, que se cortaba casi al final en gotas que desperdigaban en el suelo su color; un calmado mediodía mostraba su fin con la vuelta de la brisa que peinaba en bella danza el trigal; tan calmada y serena la vista, lástima que pronto se volvería a agitar pues en el horizonte se movían las cumulonimbos.
—¿Era necesario llegar a este punto Shikamaru?
Kakashi limpiaba con su mano el rostro de Shikamaru, su cadáver cayo tan cerca de la baranda que su mano derecha salió de la torre y con ella guio por gravedad la sangre.
—Salúdame a Jiraiya.
Camino lentamente por la torre, como si tratara de apreciar a fondo el lugar, las sombras de los maderos entrecruzados en donde las esquinas de los mismos se formaban enormes entretejidos de arácnidos. Llegado a la base noto como un tronco giraba, aplastando con su peso dos enormes muelas de piedra. Al ver eso Kakashi quedo hipnotizado, rompiendo el encanto al acordarse de que tenía el Icha Icha guardado en su bolsillo.
—Con que aquí lo guarde —Empezó a releerlo.
Continúo despreocupado; a causa de eso su libro se manchó de sangre que aun caía del supurante muerto. A Hatake no le dio tiempo de insultar, un grupo de ANBU le enredo con hilo de acero a una rapidez sónica.
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Los truenos retumbaban la lejanía, terreno que en cuestión de minutos cubrió todo el horizonte, eran casi las cuatro de la tarde y aparentaba ser de noche, la niebla costeña ascendía a deshora por las trochas montañesas, envolviendo el resto del paraje con una capa fría, húmeda y blanca donde destellos azulados aparecían por doquier, sin mengua y sin saber dónde caían. Naruto en una hora ya hubiera llegado a su destino más el ambiente no lo dejaba, conformándose con un miedoso trote que acariciaba los barrancos mortales.
Un chillido choco contra su tímpano; un horrible sonido que zarandeaba sus muelas. Grito parecido al aullar de moribundos pájaros, que con su último aliento maldecían a su asesino; mientras más fuerte se hacia el sonido la niebla se esclarecía como si se le cortara. Solo podía ser obra del Raikiri.
Naruto dio un brinco hacia su espalda, a ciegas cayo por el barranco mientras en caída libre escuchaba el chirrido acercarse; lanzo tres kunais con sellos explosivos en direcciones paralelas a su atacante; este, siendo un shinobi avanzado no le resulto difícil contrarrestar las kunais despidiéndolas de forma lateral con su mano libre; Naruto diez metros más abajo y en caída, jalo un fino hilo que libero los sellos del metal causando una explosión monumental donde enormes peñascos rompieron de su descanso y tomaron el mismo rumbo que la pareja a una velocidad pretérita de la misma explosión. Naruto se sujetó como pudo de las rocas en desplome, impulsándose con las mismas en sentido vertical; en ese sentido los dos guerreros se observaron por un instante, el atacante amago hacia Naruto, fallando gracias a la tracción superior del rubio, poniéndose a salvo en tierra firme. Desembocando todo en una secunda explosión a los pies de Naruto.
—Kakashi…sensei…—El asombro de Naruto helaba la sangre.
Una mano salida de la tierra le tomo desprevenido, otras dos sombras le terminaron de inmovilizar.
—¡Mierda!
La neblina se terminó de disipar momentáneamente por las olas de aire de la explosiones. Naruto inmóvil, no tenía aliento para armar palabras, todo se fue con lo que vio; ojos rojizos como el fuego del infierno. Cayó en una tortura sin precedente, donde era desmembrado hasta que cada órgano y tejido abandonaba su piel dejando un saco roto y una chapuza de montículos orgánicos malolientes, su cabeza apartada del resto podía resentir el contacto de su hígado con el viento, como agujas heladas que le llegaban hasta su conciencia. Después vio a sus amigos sufriendo castigos peores que la muerte, donde todo lo sufrido se canalizaba a Naruto. Sesenta y tres días estuvo en ese estado, su cuerpo se descompuso pudriendo más aun el lugar, cada vez que pensaba en agua para saciar su sed, una marea subía arrastrando su cráneo, pero cuando trataba de beber el agua se transmutaba en líquido salino. En el quinto mes pensó que se había acostumbrado a la tortura, acto seguido Sakura Haruno apareció en la lejanía; un ser extraño de túnica oscura le atravesó con su mano como si se tratase de un éter incorpóreo; abrió su vientre y saco de ella dos tumultos semi-desarrollados, los cuales destrozó con sus garras. Naruto suplicaba piedad, suplicaba que acabaran con eso, pero el gigante solo se vanagloriaba del sufrimiento ajeno; Sakura malherida pero con vida, balbuceaba sonidos discordes, acallados con una chokutō que le atravesó el cuello en sentido vertical.
Naruto lloro profundamente, lloro hasta que su mente solo formaba conexiones neuróticas con la realidad del sueño, y este último se esfumo. La represalia jamás había sido tan cruel como para causar en el rubio un odio tan profundo y visceral que solo anhelaba causar el mismo daño sufrido a su agresor, hasta que este rencarnado en otro cuerpo sufriera por igual, continuando el ciclo por el fin de los tiempos.
—Estas de vuelta.
Todo se esfumo, la niebla, las nubes, Kakashi…
—Sakura —Naruto eructa, causándole una nueva arcada que desemboca en vomito.
Qué extraña primera vez.
Naruto estaba seguro que las cosas no irían tan mal después de terminada la guerra con Madara; el destino le aguardaba un cambio más en su vida.
—Donde estas… —Rebusco por el cuarto con doloroso ímpetu, el muy idiota no se daba cuenta que en la pobre habitación no había lugar para esconderse —. Mujer…
Parándose a tambaleos salió del zulo, y sin impórtale su manchada ropa más que sus deberes se dirigió a lo que creía era la ruta hacia la fortaleza del Hokage; siendo el sol un rival desdoro, las lides entre sus pupilas y las centellas solares sobrecargaban sus sentidos, volviendo borroso su paso, chocando contra toda pared que se le posara enfrente. Cansado y con dolor decidió dormir en un callejón tomando por cama la basura. Su catarsis con Aglaea le revelo lo podrida que estaba su existencia, sin amor, la tangible baza de sus deseos perdían importancia, que de solitario y débil llego a ser querido y divino.
Todo sintetizado en un sueño que se le olvido al minuto de despertarse por segunda vez en el día a causa del orín de una rata que le baño el rostro.
—¡Mierda!
Un fino rastro de químicos aminos delata el paso cruzado de Naruto que en cuestión de minutos se había posado enfrente de la oficina de Tsunade; ignorase de los observadores que a destajo murmullaban la apariencia de Naruto, en vista y sobre su peste no planteaban semblanza con Uzumaki-sama.
—¡Vieja! —Grita desaforado Naruto mientras entraba a la oficina; hallándose vacía de personas.
—Uzumaki-san; Godaime-sama está en su habitación. —Le comento un shinobi algo tímido frente al anómalo rubio —. ¿Dónde está su habitación?
—Debieras bañarte primero.
—¿Dónde está su cuarto?
El rostro decisivo termino por liberar la información de labios de su interlocutor; bajó el edificio hasta un segundo sótano en el cual las paredes angostas juntadas con una mala iluminación eléctrica hacían decorar esa parte como sacada de las mazmorras de Abu Ghraib. Posado otra vez frente a la puerta de Tsunade, Naruto toma aire y entra lentamente; ante sus ojos reposando en la cama un ser sin arrugas pero que extrañamente generaba un grito misógino en el alma de quien le viese.
—Es más lindo por dentro que por fuera —Dijo la joven rubia refiriéndose a su cuarto; hermosamente adornado y con un vitral desde donde se podía ve la serranía, siendo esto polar a los pasillos de la fortaleza, oscuros y tristes.
—¿Qué te sucede? —El aspecto de debilidad se podía notar en el aura de la voz Tsunade —¿Qué me sucede a mí?; no seas impertinente, ¿qué te sucede a ti?, vienes aquí borracho y oliendo a vómito y putas como Jiraiya. Puede que hasta hayas despertado en la basura como él.
—Lo… lo siento —La seria reprenda de Tsunade podía paralizar a cualquier persona.
—Anda, date un baño, ya hablaremos tu y yo sobre lo que le haces a Sakura; que tú no eres Jiraiya para hacer esas cosas.
—Tú que sabrás de él.
—¿Qué quieres decir con eso niño?
—Él te amo toda su vida, y tú…; simplemente te pasaste por el forro eso, quien eres para juzgar lo que él hubiera hecho.
—No trates de adjudicarme que él sea un pervertido o un borracho, siempre lo fue y lo fue por que quiso —Tsunade sacaba energía de cada rabieta de la conversación —¿Quieres que le hubiese querido como el a mí; a un poeta de retrete como tú?, ¿por qué debo hacerlo, porque Sakura debería hacerlo?
—Y yo porque tengo que ser así para ella, ¡por qué debo ser el único infeliz! —Una resbalosa lagrima huye del sentimental ebrio —Por qué tú bien sabes que ninguno de los dos sería feliz.
Disertar sobre el amor y la felicidad termina siendo una plática con mares de líquido etílico, ya si el, la reacción perdía su efecto, con ella volvía sus sentidos que ya desplegaban sus habilidades.
—Tengo que bañarme, apesto.
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La tenue luz iluminaba sus lindos parpados, la larga y fría noche del olvido no le alcanzo; Sakura despertaba convertida en el andrajo; deseosa de llorar a mares. Retenida por su incapacidad de sentir, vislumbraba para si un mundo más gris, más pálido del que respiraba.
—Sensei.
Parándose de la cama, rebusco su característica ropa por los pocos rincones del cuarto. Una vez vestida salió a la calle, donde se dio cuenta de que ya se iba haciendo medio día y de su peinado enmarañado, ignoró por completo lo último, prefiriendo dirigirse a donde estaba Tsunade; su corazón y su cerebro sufrían una retorcedura replanteando la calidad de fortalezas inexpugnables, donde ya no valía la pena tener una cabellera acomodada para alguien más.
Qué triste se volvería el mundo sin su rosa mitra, aunque primero debía hablar con Tsunade.
Vio una atolondrada pareja que poseía una distermia conocida; Naruto conjugo siempre el parcial de su ser, tenía que… ser.
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Las aguas negras se ahogaban en el hoyo de la ducha, el olor a jabón sustituyo al de orín, su aliento refrescaba con la menta; el descontrol de su sexo se mantenía igual; recordó así los caídos pechos de la puta, adornados con oscuras y grandes aureolas con pequeños pezones; necesitaba saciarse con ellos de nuevo. Pensó en la autocomplacencia, pero al encontrarse en un baño anexo a donde estaba Tsunade lo consideraba en exceso riesgoso; se salió bruscamente de sus pensamientos, dedicándose a lavar sus sucias ropas. Una vez el olor a jabón impregno estas se vistió con las mismas todavía húmedas; preparado al fin, tomo la manilla de la puerta siendo detenido por una voz conocida.
—¿Hice bien sensei?
—Eso debes saberlo tú, ¿a qué se debe tu pregunta, acaso será por Naruto?
—Tú sabes… el nunca trato verdaderamente. ¬—Tsunade le interrumpió bruscamente con una rabieta —. Claro que lo ha hecho, tú más que nadie debes notarlo, le conoces desde parvulario; no puedes hacer que sea como Sasuke, él es mejor que eso, tú eres mejor que eso hija.
Sakura entristeció amargamente, como si la dulzura de su espíritu se fuera caudal abajo junto con la realidad de las palabras de su tutora. Desde hacía mucho tiempo sabía la verdad, ahora reaccionaria ante ella.
—Tienes razón. Pero ese es el camino que elegí, para mal o para bien terminare siendo la continuadora de la estirpe Uchiha. —Un húmedo hombre que escuchaba a recelo murió por segunda vez con lo exclamado.
—Si eso crees.
La despeinada Sakura pasó varias horas acurrucada con su sensei, hasta que esta última recordando con malintencionada risa el paradero de Naruto envió a Sakura al hospital.
Sin ella en la habitación, Tsunade se paró a duras penas, creía que Naruto se había quedado dormido en el baño pero al entrar cercioró todo lo contrario; sentado en una esquina, cabizbajo y triste.
—Supongo que tenemos cosas que hacer —Dijo sin mirarle a los ojos.
—Supones bien, ¿tienes curiosidad por saber a dónde iras?
—Al frente, tendré que masacrar a muchas personas…
—Las reglas han cambiado, en estos últimos meses en que no has estado el poder del chakra se ha resquebrajado, muchos han muerto por ser tan fuertes como tú.
—Ser como yo no es una bendición. Me imagino que sabes cómo pueden matar a los jinchūriki.—Naruto se reincorporo —. Desde lo ocurrido, los científicos comprendieron la esencia de la energía, ahora están dotando de cantidades enormes de chakra a las armas, incluso a las mismas personas. El Jubi nunca tuvo tanto poder como el que están produciendo.
—¿Qué quieres decir con eso; están creando chakra? —Mueca de asombro.
—Como si fuera electricidad.
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A varios kilómetros de la ciudad, en una estepa amarillenta por el trigo, con una torre de piedra y metal en el centro de la siembra, que fungía a duras penas como molino. Shikamaru Nara se encontraba apoyándose de la barrera robliza del balcón, mostraba una mueca de preocupación gozante de una emanada sensación de tristeza, el pelinegro observaba con cuidado la llanura como si tratase de prever algo o a alguien.
—Al final si eres el malnacido que sabíamos que eras —Dicho esto, el sonido de pisadas se daba eco desde las plantas inferiores de la torre —. ¿Esto lo haces solo por molestar o tu mente es tan retorcida como aparenta? —La silueta dejada por la sombra se dibujaba en las paredes, la oscuridad invadió con avidez el lugar, mostrando así al caminante —. Dime entonces, Kakashi…
Un horrendo zigzagueo azul blanquecino penetro el tórax del Nara, vapuleando las costillas libro así el pulmón izquierdo de su sarcófago, este cayó en un charco rojo mucoso. Su pobre rostro inánime mostro una increíble sensación de dolor, aun si el acto durara menos de un segundo, su muerte se aletargo una infinidad para él.
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—¡Uzumaki-sama! —El guardia se sobresaltó ante la presencia del rubio.
—Tsunade-sama me envió para acá, dijo que me darían algo.
—¡Ci…cierto!
El guardia abrió la reja corrediza para que Naruto pasara a la bóveda del arsenal, una vez adentro Naruto se dispuso a armarse de kunai y shuriken; cosa que logro. Sus ojos se le volvieron saliva al ver que en una caja se encontraban chalecos tácticos en excelentes condiciones, casi nuevos, aprovecho la distracción del guardia, quien estaba llenando papeles se lo coloco. Una vez armado se preparó para huir con su botín.
—De… de…deténgase Uzumaki-sama —Toma por el hombro al escurridizo rubio.
—Tsunade-sama dijo que… he… podía tomar lo que quiera —Contesto controlando su nerviosismo.
—Shikamaru-sempai dio la orden de que te diéramos las armas capturadas.
—¿Y cuáles son esas?, aquí solo hay armas ninja.
—Espere
El ninja movió con dificultad una enorme caja de madera que ocupaba la esquina, al hacerlo Naruto vio un portillo por donde pasaron a un angosto túnel. Ya en él, Naruto se quedó sorprendido con lo que había colgado de dos largas repisas que cubrían a lo largo el lugar; desde fusiles con extrañas rendijas y miras, hasta espadas con sangrías de brillo azul. En el centro, sobre una mesa, yacían tres tipos de chalecos; por sus insignias se creería que fueron tomados de algún general o una persona muy influyente o rica; el traje principal constaba de una lámina de acero escalonada, con hombreras de kevlar, y entre la unión de los hombros y el tronco, dos adornos en forma de rombo de un rojizo y titilante color.
—¡Esa es la mía!
—No, la suya es esta. —Tomo el chaleco vecino, no se diferenciaba mucho al chaleco ninja de Konoha, solo que este era menos esponjado y texturizado con camuflaje selvático que parecía poco útil pues cada cierto vaivén de colores una nube color azul brillante aparecía, de una tonalidad tan brillante que no era posible ocultarle del todo.
—¿Y que tiene de especial ese con este otro chaleco?
—Este chaleco le permitirá interactuar con el chakra a mayores velocidades, imagine que pueda controlar en usted mismo una técnica de fuego a la velocidad de una de rayo, ¡y sin que fuera su elemento!
—Comprendo —Mintió descaradamente.
—Tiene que ir a intendencia, allí le darán su uniforme y el equipaje.
Al salir ya con rumbo norte, aparentaba más ser un aparataje de maniquí con adornos que un shinobi, con un chaleco de colores circense que cubría una braga azul marino con la insignia en el hombro el escudo de Uzushiogakure; cosas medianamente normales para un jōnin; diferenciándose con y un enorme saco que era utilizado como morral pre-equipado con cosas que Naruto no se tomó la molestia en averiguar, estaba muy malhumorado al tener que usar un casco M 30. ¿Por qué carajo se tenía que usar eso? —Se preguntaba.
—¡Naruto!
—¿¡Ah!?
—¡Aquí Naruto! —Konohamaru se acercaba al Uzumaki, quien ya salía de la aldea por uno de los muchos angostos caminos. —. ¿Ya nos vamos?
—Yo voy, tú te quedas.
—¡Ni en sueños!
—Konohamaru —La seriedad en el tono de voz de Naruto calmo al afanado pelinegro —. Tienes una misión rango “S”.
—Lo que tú digas Naruto. —Continúo la seriedad del momento.
—Por favor cuida de Sakura-chan.
—¡No es necesario que me lo digas!; si vamos juntos más rápido volveremos. —Sonrisa efusiva.
—No creo que logre volver esta vez. —Toma distancia rumbo norte.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Cuida de Sakura-chan… por favor.
Caminante por los curvilíneos claros, entristecidos por una lluvia incesante donde no hay nubes; Naruto, una vez más amainaba sus tristezas ornadas por su deber para con el mundo; ¿acaso le llenaba algo ser reconocido por salvarle el pellejo a alguien?, la vida siempre terminaría de forma violenta y sin vacilación de ninguna índole como para sufrir tanto.
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Por el borde del balcón corría un rojizo y fino hilo, que se cortaba casi al final en gotas que desperdigaban en el suelo su color; un calmado mediodía mostraba su fin con la vuelta de la brisa que peinaba en bella danza el trigal; tan calmada y serena la vista, lástima que pronto se volvería a agitar pues en el horizonte se movían las cumulonimbos.
—¿Era necesario llegar a este punto Shikamaru?
Kakashi limpiaba con su mano el rostro de Shikamaru, su cadáver cayo tan cerca de la baranda que su mano derecha salió de la torre y con ella guio por gravedad la sangre.
—Salúdame a Jiraiya.
Camino lentamente por la torre, como si tratara de apreciar a fondo el lugar, las sombras de los maderos entrecruzados en donde las esquinas de los mismos se formaban enormes entretejidos de arácnidos. Llegado a la base noto como un tronco giraba, aplastando con su peso dos enormes muelas de piedra. Al ver eso Kakashi quedo hipnotizado, rompiendo el encanto al acordarse de que tenía el Icha Icha guardado en su bolsillo.
—Con que aquí lo guarde —Empezó a releerlo.
Continúo despreocupado; a causa de eso su libro se manchó de sangre que aun caía del supurante muerto. A Hatake no le dio tiempo de insultar, un grupo de ANBU le enredo con hilo de acero a una rapidez sónica.
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Los truenos retumbaban la lejanía, terreno que en cuestión de minutos cubrió todo el horizonte, eran casi las cuatro de la tarde y aparentaba ser de noche, la niebla costeña ascendía a deshora por las trochas montañesas, envolviendo el resto del paraje con una capa fría, húmeda y blanca donde destellos azulados aparecían por doquier, sin mengua y sin saber dónde caían. Naruto en una hora ya hubiera llegado a su destino más el ambiente no lo dejaba, conformándose con un miedoso trote que acariciaba los barrancos mortales.
Un chillido choco contra su tímpano; un horrible sonido que zarandeaba sus muelas. Grito parecido al aullar de moribundos pájaros, que con su último aliento maldecían a su asesino; mientras más fuerte se hacia el sonido la niebla se esclarecía como si se le cortara. Solo podía ser obra del Raikiri.
Naruto dio un brinco hacia su espalda, a ciegas cayo por el barranco mientras en caída libre escuchaba el chirrido acercarse; lanzo tres kunais con sellos explosivos en direcciones paralelas a su atacante; este, siendo un shinobi avanzado no le resulto difícil contrarrestar las kunais despidiéndolas de forma lateral con su mano libre; Naruto diez metros más abajo y en caída, jalo un fino hilo que libero los sellos del metal causando una explosión monumental donde enormes peñascos rompieron de su descanso y tomaron el mismo rumbo que la pareja a una velocidad pretérita de la misma explosión. Naruto se sujetó como pudo de las rocas en desplome, impulsándose con las mismas en sentido vertical; en ese sentido los dos guerreros se observaron por un instante, el atacante amago hacia Naruto, fallando gracias a la tracción superior del rubio, poniéndose a salvo en tierra firme. Desembocando todo en una secunda explosión a los pies de Naruto.
—Kakashi…sensei…—El asombro de Naruto helaba la sangre.
Una mano salida de la tierra le tomo desprevenido, otras dos sombras le terminaron de inmovilizar.
—¡Mierda!
La neblina se terminó de disipar momentáneamente por las olas de aire de la explosiones. Naruto inmóvil, no tenía aliento para armar palabras, todo se fue con lo que vio; ojos rojizos como el fuego del infierno. Cayó en una tortura sin precedente, donde era desmembrado hasta que cada órgano y tejido abandonaba su piel dejando un saco roto y una chapuza de montículos orgánicos malolientes, su cabeza apartada del resto podía resentir el contacto de su hígado con el viento, como agujas heladas que le llegaban hasta su conciencia. Después vio a sus amigos sufriendo castigos peores que la muerte, donde todo lo sufrido se canalizaba a Naruto. Sesenta y tres días estuvo en ese estado, su cuerpo se descompuso pudriendo más aun el lugar, cada vez que pensaba en agua para saciar su sed, una marea subía arrastrando su cráneo, pero cuando trataba de beber el agua se transmutaba en líquido salino. En el quinto mes pensó que se había acostumbrado a la tortura, acto seguido Sakura Haruno apareció en la lejanía; un ser extraño de túnica oscura le atravesó con su mano como si se tratase de un éter incorpóreo; abrió su vientre y saco de ella dos tumultos semi-desarrollados, los cuales destrozó con sus garras. Naruto suplicaba piedad, suplicaba que acabaran con eso, pero el gigante solo se vanagloriaba del sufrimiento ajeno; Sakura malherida pero con vida, balbuceaba sonidos discordes, acallados con una chokutō que le atravesó el cuello en sentido vertical.
Naruto lloro profundamente, lloro hasta que su mente solo formaba conexiones neuróticas con la realidad del sueño, y este último se esfumo. La represalia jamás había sido tan cruel como para causar en el rubio un odio tan profundo y visceral que solo anhelaba causar el mismo daño sufrido a su agresor, hasta que este rencarnado en otro cuerpo sufriera por igual, continuando el ciclo por el fin de los tiempos.
—Estas de vuelta.
Todo se esfumo, la niebla, las nubes, Kakashi…
Koba- Aprendiz
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
whoa que bizarra es esta historia, pero excelente, el final quedo de alarido, que pasará con Naruto, nuevamente es víctima de un mundo cruel y despidado y se habla de una rencarnación, no se sí en sentido figurado o literal. Y Kakashi es un enemigo? Eso es díficil de creer, pero mato a Shikamaru supongo que por tener información que no debía saber.
Sakura se ahoga en su realidad, ya se dio cuenta de lo que significa Naruto en su vida, pero su destino por ahora es perpetuar la sangre Uchiha, que dolor el que tiene, pero insisto, son las consecuencia de sus decisiones. Y no me gustó la forma en que se expreso Tsunade de Jiraiya, era un persona incondional a ella, en todos los sentidos y hubiera sido el amante mas fiel de la historia, si ella lo hubise aceptado, asi que el regaño a Naruto no tenia cavida.
En cuanto al enemigo, esta bastante adenlantado a su época o eso parece, sí son capaces de crear chaka a su voluntad, son verdaderamente monstruosos.
Leon- Sennin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
De verdad que tu fic es una obra maestra... ¿Pero que mierda? ¿¡Kakashi es enemigo!? Cada vez que leo un capitulo me dejas con mas dudas... ahora fue turno de Shikamaru, pobre de él, de verdad que fue lamentable la forma en que murió.
Sakura parece estar encadenada por algun motivo a Sasuke y ese maldito solo la esta utilizando; Naruto borracho hace menos estupideces que sobrio, irse el solo al campo de batalla fue un grave error... y de nuevo Kakashi, algo no me esta cuadrando.
Espero conti, ya no tengo teorías sobre lo que realmente esta detrás de esto jeje
Sakura parece estar encadenada por algun motivo a Sasuke y ese maldito solo la esta utilizando; Naruto borracho hace menos estupideces que sobrio, irse el solo al campo de batalla fue un grave error... y de nuevo Kakashi, algo no me esta cuadrando.
Espero conti, ya no tengo teorías sobre lo que realmente esta detrás de esto jeje
Mixyic-Alex- Chunnin
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Aquí esta la sexta parte; espero sea de su agrado.
CAPITULO VI
—Donde diablos, ¡Kakashi; mierda! —Una flama amarilla envuelve a un Naruto exasperado e indeciso, una vez estas llamas le cubrieron el cuerpo, pudo sentir las energías interactuando a su alrededor. —Sasuke…
Una ráfaga de colores que venia del norte delato la gran masa chakra, suponiendo para el ojiazul seguir en su rumbo; sin ignorar del todo a este nuevo enemigo silencioso que cuece de nuevo planes desconocidos.
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Kakashi observaba con seriedad a sus captores, los ANBU le asesinaría si descuidaba su número, pues bien sabía que escondidos en alguna parte del trigal estaban sus verdaderos enemigos.
—¿Por qué lo hizo?
—Si no sabes la razón no debieras tratarme como a un enemigo —Los ANBU que con nerviosismo le sujetaban, jalaron los cables apretando con mayor fuerza a Kakashi, el miedo se olía en el sudor de estos —. Dime, no has pensado que aquí el verdadero traidor es Shikamaru, su familia salió ilesa durante la invasión; él se aseguró de que viajaran al norte unas semanas antes, aquí el topo no soy yo.
El capitán del escuadrón ANBU, fácilmente reconocible por su túnica blanca, se acercó con katana en mano; a esto dos ninjas le obligaron a postrarse de rodillas, facilitando así la decapitación.
Cuando la hoja del sable tomo altura el suelo crujió, de él salieron filamentos de piedra que empalo a quienes tenia aprisionado a Kakashi, este a su vez derribo con su cuerpo al ANBU de túnica blanca logrando que ambos cayeran, los ninjas que inútilmente sujetaron a Kakashi desenvainaron sus espadas entablando una estocada mortal en su pecho. Junto a la sangre fluyo con mayor rapidez el rayo que dio fin por conectividad a los ANBU.
Un disparo rozo la mejilla del peliplateado, este se desato como pudo y corrió a la torre molinera, una vez allí pudo notar con más claridad sus heridas, dos pequeños rasguños rodeados por un extraño sello.
—Sasuke, apúrate —Dos grandes explosiones consecutivas derribaron los pisos superiores de la torre, terminando por eliminar el escondrijo de Hatake —. Malnacidos.
Desde el nido de los francotiradores podían ver casi en su totalidad aquella llanura, estos se encontraban en lo alto del cerro más cercano, a unos cuatro kilómetros. Ante esa perspectiva Kakashi no duraría mucho, salvándose de suerte ya que Sasuke llego justo antes de que recargaran las armas; el Uchiha tomo un rifle del suelo para luego dispara al campo, dándole fin a la batalla.
Los gritos guturales no calmaban el dolor que sentía Kakashi, ni siquiera el sello médico que tenía puesto pudo salvarle las extremidades, su vista viajaba en un vaivén entre la vida y la nada eterna, formando un ciclo donde el dolor desaparecía de momentos y el tiempo aletargaba su movimiento hasta parecer casi tangible, donde un corto segundo se volvía largas horas; siendo su espera más aterradora cuando perdió los sentidos, teniendo como ultima conexión al mundo su sentido del oído. Esos extraños ruidos que variaban entre bellos murmullos agudos y horrendos gritos inentendibles y de rapidez fugaz.
—Kakashi… Kakashi, despierta —Kakashi despertó bruscamente —. ¿Qué sucedió?, ¿dónde estoy?; Sasuke tu…
—Tranquilízate, como puedes ver te encentras vivo de momento —El rehén observo su zulo, un cuarto sin pintar con una ventana desde donde se podía ver la ciudad, era de seguro uno de los pocos apartamentos que existían en la nueva Konoha —. Ahora me vas a decir cómo te enteraste que el Nara era un topo.
—Mis piernas… —Extrañamente no exaspero al darse cuenta de su condición física.
—Responde.
—¿Por qué lo haría?, me mataras cuando no te sea útil.
—Y no me serás útil si no me das información.
—Shikamaru nos traiciono antes de empezar la guerra —Pauso —. Mientes, él no tenía razón para hacerlo, es un chauvinista al gobierno del Hokague.
Una pareja enamorada de pajaritos se posó en el marco de la ventana, distrayendo por un minuto a Kakashi, quien se terminó por perder de la conversación al observar la apacible ciudad montañera.
—Él fue quien dio la orden de exiliar a su clan y al clan Sarutobi, salvando a su familia y quitando del medio a los principales seguidores del tercer Hokague, aparte que lo de enviar al concejo al exilio fue una farsa, los ANBU de la raíz terminaron asesinándolos; eso le dio inherentemente más poder a Tsunade.
—Contesta, porque lo hizo.
—Quería empezar una guerra donde los radicales fueran exterminados; de esa forma traería paz durante un largo tiempo.
—¿A costa de los ninja de Konoha? —Kakashi dejo de ver el cielo, fijando su mirada en el Uchiha —. No pensó que perdería la batalla de Konoha, tampoco creía que lo que estuviera generando el chakra estuviera listo en tan corto tiempo.
—¿Por qué creer en lo que dices?; tu y yo sabemos que él se enteró de algo de ti.
Kakashi callo, no podía develar las razones por la cual dejo el legado de fuego de sus amigos.
—Lo asesine por justicia… esos radicales no significan nada. Pero por raro que parezca tú te uniste a ellos, pensar que los partidistas pueden ganar esta guerra es de ilusos.
—De ser cierto lo que dices de Shikamaru, él hizo bien, esta guerra no se podía atrasar más y yo solo me beneficiare de ella; la historia sangrienta del Hokague y del Daimyō se borrara después de esto.
—Y mataras luego a los partidistas para cerrar esta caja de Pandora —Sasuke ignoro lo dicho.
—Vivirás por ahora.
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A las afueras de una ciudad se respiraba una leve neblina proveniente de los escombros. Naruto vio en aquellas expresiones de cansancio el mismo dolor que la gente del pueblo de pescadores; y una vez más las ancianas, los niños, trabajadores y ninjas le seguían el paso; escoltando a su salvador.
—¿Dónde está el campamento shinobi?
—¡En la gran plaza! —Contesto un efusivo niño.
—¡Entendido! —Naruto corrió dejando atrás a la multitud; en realidad él no quería ver tanto sufrimiento; pero el muy idiota no sabía dónde quedaba la “gran plaza”; terminando por perderse en la ciudad —Mierda, ¿Dónde estoy?
—¡Naruto-kun! —Una suave y chillona voz conocida le saludaba, encontrando con facilidad la procedencia de la misma.
—¡Hinata! —Ambos se abrazaron, después de todo los amigos llevaban mucho tiempo sin verse —. ¿Cómo me encontraste?
—Yo… yo estoy encargada de la vigilancia… y… te encontré —El rubor de sus mejillas no le fue imperceptible a Naruto, quien tonteo con la posibilidad de que Hinata estuviera con fiebre.
—Naruto-kun…
—¿He? —Dijo extrañado
—¿Vas al… frente? —Melancólica enamorada.
—¿Este no es el frente?
—No… es el campamento de refugiados; el frente… está a dos días de camino.
—¿Cómo está el frente?
—No quedamos muchos…
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Kakashi se arrastraba en esa habitación, no le quedaba chakra como para invocar un clon que le cargara; apenas podía desplazarse al nivel de las cucarachas. Extrañamente no poseía ropa alguna, por lo cual dejaba desprotegidas las suturas donde antes estaban sus rodillas, el roce con la alfombra que cubría el suelo le molestaba en exceso; era una fricción molesta, que aparentaba ser pinchazos que le acariciaban lo más profundo del dolor. Disfruto mucho al salir del dormitorio y llegar a una salita donde terminaba la alfombra y comenzaba una frágiles baldosas, el frió de esta sano el enrojecimiento de la sensible piel de Kakashi; terminando este por quedarse dormido debido al cansancio.
—Viejo tonto.
Un clon de Sasuke espiaba en transparencia a Kakashi; no dejaría que su rehén escapara con facilidad. Le rescato del piso, llevándole sobre sus hombros hasta la cama.
—¡Karin!
Karin respondió al llamado, estaba en un cuarto anexo que usaban como biblioteca y deposito.
—Dime.
—Termina el recuento que te pedí más tarde, encárgate de Kakashi, no quiero que muera.
—Sasuke-kun… —Lo nombro con tristeza, a lo que este solo le contestó con un gesto insensible —. ¿Iras al frente?
—Eso no te importa —Trato de huir de la conversación, pero cuando este le dio la espalda a Karin, ella le tomo la mano —. ¿Vas a ir?
—Sí… no saben cómo derrotar al enemigo… muchos tienen gracias a sus armas tanto poder como yo; y no hay quien pueda hacerles frente.
—Vuelve…
—¿Y tus otros amigos como la están pasando? —Rezongó Kakashi medio dormido —. Ellos fueron astutos.
Sasuke, no respondió al llamado, y tomo rumbo al pasillo de entrada del apartamento.
—Sa…¡suke! —Cayo dormido.
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Naruto se encontraba atónito en el campamento de refugiados, donde los ninjas heridos o que estaban de vacaciones del frente iban a descansar junto a los desplazados por la guerra; a pesar de construirse en una gran plaza central de una ciudad moderna, las calles del campamento no eran más que barro cloacal, la mayoría de las carpas eran tristes ranchos construidos con la basura que encontraban en los escombros. Estos a su vez servían como casas, las cuales normalmente tenían un barril o parecido donde encendían una fogata, todo pintado con el gris barroso de la mierda que pisaban.
—Esto es, deprimente. —Hinata entristeció, pues había pasado cerca de mes y medio en aquel inmundo lugar.
—Naruto… —Mientras pasaban cerca de una carpa escucharon los gemidos iracundos de una mujer mientras era cogida por una pareja de hombres; la vergüenza se pierde entre tanto hacinamiento.
La blanquecina mujer se había acostumbrado con dificultad a ese tipo de situaciones, pero al estar tan cerca de Naruto no supo cómo reaccionar, más que aumentando su rubor mientras tomaba al Uzumaki por el brazo.
—Vamos rápido —Todavía sujetando al rubio, Hinata acelero el paso, casi llevándoselo a rastras hasta una gran carpa ubicada en el centro de la plaza.
El enorme pabellón enrarecía la vista, pues conservaba cierta cantidad de blanco de su color natural, así pues parecía la amiga mojigata entre impúdicas.
—¡Naruto!, me alegra que hayas llegado, al fin pararemos esta guerra.
—Lo mismo creo yo Raidō-san —Ibiki enardeció ante el comentario.
—Hijo de puta, no me recuerdas después de aprobarte aquella vez.
—¿He?
—Olvídalo, dejaremos las presentaciones para después; debes ponerte al tanto de la situación.
—¿Qué pasa?
—De todo, el enemigo es fuerte, y no podemos enfrentarle de frente.
—Yo me encargo de eso —En la voz de Naruto se sentía el gesto de superioridad.
—No comprendes; el enemigo es más fuerte que tú, Sasuke o Madara juntos —Su seriedad resquebrajaba el humor.
—Exageras —Bufo —. Si fuera como dices ya no existiría el frente, no ganarían nunca.
—No hemos ganado ninguna batalla, solo resistido a costa de muertos, cerdo —Naruto se sorprendió por lo dicho, ignoraba la seriedad del asunto.
—No fue mi intención Ibiki…
—Ve con el ninja adiestrador, él te explicara cómo es la lucha; Hinata. Vuelve a tu puesto.
Naruto se fue mustio junto con un shinobi que le guio hasta un salón de reclutamiento, ahí contrario a las órdenes de los daimyō de las naciones ninjas, allí llegaban shinobi de todas las aldeas, aun portando bandanas de la alianza. Ibiki noto que su inexperiencia en este nuevo tipo de guerra sería muy catastrófico, por eso ordeno que todo aquel que regresara del frente resumiera su batalla, y gracias a eso en un corto periodo de tiempo tenían tácticas preparadas para hacer frente a un enemigo del nivel de un dios, esta información se le instruía en clases a los novicios. El rubio Uzumaki se sorprendió al saber que todas las tácticas y planes no eran más de que formas de emboscar al enemigo o de huir; por un momento pensó el preguntar el porqué, pero aun atónito por lo dicho por Ibiki prefirió callarse.
Entre lo poco que entendió de la disertación, fue que si un soldado tiene una armadura con algún brillo debían huir, entre varios distraerle para así poder atacar su garganta que era el único punto débil. Sobre las armas enemigas entendió que no todos causan daños devastadores, que simplemente algunas armas disparaban balas y eran casi inofensivas, pero su velocidad imponía un peligro incierto, por ello debían llevar siempre el casco.
Después de la clase, a todos se les equipo con lo necesario, menos a Naruto quien ya estaba armado. Luego se les dio una hoja donde estaba escrita la información de su misión, a unos cuantos se les designaron misiones tácticas como voladuras de edificios o asesinatos selectivos. Para mala suerte de la mayoría, que les toco una misión más difícil, resistir el avance enemigo.
Y así marcharon en columnas, liderados por los supervivientes del terreno de nadie; en sus rostros se dibujaba una mueca terrible y trágica, en unos se descubría la desazón de no saber que les esperaba, ya que peleaban más por necesidad que por gloria; Los veteranos en cambio no mostraban sentimiento alguno, su mirada fría daba la sensación de su falta de esperanza. Hela el alma mirar dicha formación y la misma deja de existir cuando los ninjas que relevaban chocaron con su columna. Simplemente esa decadencia reescribía la definición de vida, achicándola; excluyendo a esos seres raros.
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—¡Tsunade-sama!
—¿Ha? —Exclamo medio dormida.
—¡Encontraron en un pueblo cercano el cadáver de Shikamaru junto a los cadáveres de los ANBU!
—Maldición… ¿fue secuestrado? —Tsunade se reincorporo de su covalencia como de milagro.
—No, los cadáveres tienen días en descomposición.
—¡Mierda!, vamos con la RAIZ. —La princesa babosa se vistió como pudo, para luego salir del abandonado sótano, seguida por Shizune —. ¡Mierda, mierda!; malnacidos, no se les logra eliminar nunca, maldito Danzō, tus crías siguen jodiendo después de tu muerte.
Tsunade subió por la fortaleza, hasta llegar a la azotea, donde se encontraban las antenas de radio y otras máquinas de inentendible función.
—¡Muéstrense bastardos! —Nada podía calmar a la rubia, los gestos comicos de Shizune eran ignorados cual mosca insignificante —. ¡Les ordeno que se muestren!
Shinobis ANBU aparecieron de todas partes de aquella azotea, para luego formarse frente a Tsunade, postrados de rodillas.
—¿Por qué coño mataron a Shikamaru?
—Fue Kakashi, protegíamos a Shikamaru.
—¡Mienten!, el no haría eso, ustedes no harían eso.
—Hemos estado vigilando a Hatake Kakashi desde que nos fue ordenado.
—¿Por quién?
—Por… —El enmascarado solo alcanzo a balbucear algo para después caer muerto. Sorprendiendo de horror a Shizune.
—Shikamaru…
—¿Cómo sabes que fue el Tsunade-sama? —Pregunto extrañada Shizune.
—Él es el único que sabía cómo volver a cambiar los sellos que yo les modifique —Dicho eso hubo un silencio espeluznante —. Nos hundimos entre tantos topos a nuestros pies.
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Sasuke esperaba con paciencia inhonestable, esperaba desde el inicio del ocaso a alguien, decidió buscar maderas de entre las ruinas para hace una fogata y cocinar con la misma. Sabía bien que le observaban pero no era seguro mostrarse.
Ya adentrada la madrugada la fogata solo expedía un humo sin llama, solo del brasero.
—Tienes una nueva misión camarada.
—Tú no me das órdenes.
—Deberás hacer que Haruno Sakura muera en el frente Sur.
—¿Y por qué?
—Queremos reclutar a Uzumaki Naruto.
—Él es fiel al Hokague, su sueño era ser uno, ¿por qué lo haría?
—Porque tenemos razón.
—No han pensado que tal vez yo quiera a Sakura.
—Cumplirás.
—Fallaran de igual manera que con la boda; exceden sus posiciones.
—Su vástago fue idea tuya; quien se excede de lo justo eres tú.
—Sin más que decir.
Explosiones de humo blanco esparcieron polvo y cenizas de la fogata, dejando tras de sí una ciudad de destrozados edificios de arena.
Una ráfaga de colores que venia del norte delato la gran masa chakra, suponiendo para el ojiazul seguir en su rumbo; sin ignorar del todo a este nuevo enemigo silencioso que cuece de nuevo planes desconocidos.
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Kakashi observaba con seriedad a sus captores, los ANBU le asesinaría si descuidaba su número, pues bien sabía que escondidos en alguna parte del trigal estaban sus verdaderos enemigos.
—¿Por qué lo hizo?
—Si no sabes la razón no debieras tratarme como a un enemigo —Los ANBU que con nerviosismo le sujetaban, jalaron los cables apretando con mayor fuerza a Kakashi, el miedo se olía en el sudor de estos —. Dime, no has pensado que aquí el verdadero traidor es Shikamaru, su familia salió ilesa durante la invasión; él se aseguró de que viajaran al norte unas semanas antes, aquí el topo no soy yo.
El capitán del escuadrón ANBU, fácilmente reconocible por su túnica blanca, se acercó con katana en mano; a esto dos ninjas le obligaron a postrarse de rodillas, facilitando así la decapitación.
Cuando la hoja del sable tomo altura el suelo crujió, de él salieron filamentos de piedra que empalo a quienes tenia aprisionado a Kakashi, este a su vez derribo con su cuerpo al ANBU de túnica blanca logrando que ambos cayeran, los ninjas que inútilmente sujetaron a Kakashi desenvainaron sus espadas entablando una estocada mortal en su pecho. Junto a la sangre fluyo con mayor rapidez el rayo que dio fin por conectividad a los ANBU.
Un disparo rozo la mejilla del peliplateado, este se desato como pudo y corrió a la torre molinera, una vez allí pudo notar con más claridad sus heridas, dos pequeños rasguños rodeados por un extraño sello.
—Sasuke, apúrate —Dos grandes explosiones consecutivas derribaron los pisos superiores de la torre, terminando por eliminar el escondrijo de Hatake —. Malnacidos.
Desde el nido de los francotiradores podían ver casi en su totalidad aquella llanura, estos se encontraban en lo alto del cerro más cercano, a unos cuatro kilómetros. Ante esa perspectiva Kakashi no duraría mucho, salvándose de suerte ya que Sasuke llego justo antes de que recargaran las armas; el Uchiha tomo un rifle del suelo para luego dispara al campo, dándole fin a la batalla.
Los gritos guturales no calmaban el dolor que sentía Kakashi, ni siquiera el sello médico que tenía puesto pudo salvarle las extremidades, su vista viajaba en un vaivén entre la vida y la nada eterna, formando un ciclo donde el dolor desaparecía de momentos y el tiempo aletargaba su movimiento hasta parecer casi tangible, donde un corto segundo se volvía largas horas; siendo su espera más aterradora cuando perdió los sentidos, teniendo como ultima conexión al mundo su sentido del oído. Esos extraños ruidos que variaban entre bellos murmullos agudos y horrendos gritos inentendibles y de rapidez fugaz.
—Kakashi… Kakashi, despierta —Kakashi despertó bruscamente —. ¿Qué sucedió?, ¿dónde estoy?; Sasuke tu…
—Tranquilízate, como puedes ver te encentras vivo de momento —El rehén observo su zulo, un cuarto sin pintar con una ventana desde donde se podía ver la ciudad, era de seguro uno de los pocos apartamentos que existían en la nueva Konoha —. Ahora me vas a decir cómo te enteraste que el Nara era un topo.
—Mis piernas… —Extrañamente no exaspero al darse cuenta de su condición física.
—Responde.
—¿Por qué lo haría?, me mataras cuando no te sea útil.
—Y no me serás útil si no me das información.
—Shikamaru nos traiciono antes de empezar la guerra —Pauso —. Mientes, él no tenía razón para hacerlo, es un chauvinista al gobierno del Hokague.
Una pareja enamorada de pajaritos se posó en el marco de la ventana, distrayendo por un minuto a Kakashi, quien se terminó por perder de la conversación al observar la apacible ciudad montañera.
—Él fue quien dio la orden de exiliar a su clan y al clan Sarutobi, salvando a su familia y quitando del medio a los principales seguidores del tercer Hokague, aparte que lo de enviar al concejo al exilio fue una farsa, los ANBU de la raíz terminaron asesinándolos; eso le dio inherentemente más poder a Tsunade.
—Contesta, porque lo hizo.
—Quería empezar una guerra donde los radicales fueran exterminados; de esa forma traería paz durante un largo tiempo.
—¿A costa de los ninja de Konoha? —Kakashi dejo de ver el cielo, fijando su mirada en el Uchiha —. No pensó que perdería la batalla de Konoha, tampoco creía que lo que estuviera generando el chakra estuviera listo en tan corto tiempo.
—¿Por qué creer en lo que dices?; tu y yo sabemos que él se enteró de algo de ti.
Kakashi callo, no podía develar las razones por la cual dejo el legado de fuego de sus amigos.
—Lo asesine por justicia… esos radicales no significan nada. Pero por raro que parezca tú te uniste a ellos, pensar que los partidistas pueden ganar esta guerra es de ilusos.
—De ser cierto lo que dices de Shikamaru, él hizo bien, esta guerra no se podía atrasar más y yo solo me beneficiare de ella; la historia sangrienta del Hokague y del Daimyō se borrara después de esto.
—Y mataras luego a los partidistas para cerrar esta caja de Pandora —Sasuke ignoro lo dicho.
—Vivirás por ahora.
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A las afueras de una ciudad se respiraba una leve neblina proveniente de los escombros. Naruto vio en aquellas expresiones de cansancio el mismo dolor que la gente del pueblo de pescadores; y una vez más las ancianas, los niños, trabajadores y ninjas le seguían el paso; escoltando a su salvador.
—¿Dónde está el campamento shinobi?
—¡En la gran plaza! —Contesto un efusivo niño.
—¡Entendido! —Naruto corrió dejando atrás a la multitud; en realidad él no quería ver tanto sufrimiento; pero el muy idiota no sabía dónde quedaba la “gran plaza”; terminando por perderse en la ciudad —Mierda, ¿Dónde estoy?
—¡Naruto-kun! —Una suave y chillona voz conocida le saludaba, encontrando con facilidad la procedencia de la misma.
—¡Hinata! —Ambos se abrazaron, después de todo los amigos llevaban mucho tiempo sin verse —. ¿Cómo me encontraste?
—Yo… yo estoy encargada de la vigilancia… y… te encontré —El rubor de sus mejillas no le fue imperceptible a Naruto, quien tonteo con la posibilidad de que Hinata estuviera con fiebre.
—Naruto-kun…
—¿He? —Dijo extrañado
—¿Vas al… frente? —Melancólica enamorada.
—¿Este no es el frente?
—No… es el campamento de refugiados; el frente… está a dos días de camino.
—¿Cómo está el frente?
—No quedamos muchos…
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Kakashi se arrastraba en esa habitación, no le quedaba chakra como para invocar un clon que le cargara; apenas podía desplazarse al nivel de las cucarachas. Extrañamente no poseía ropa alguna, por lo cual dejaba desprotegidas las suturas donde antes estaban sus rodillas, el roce con la alfombra que cubría el suelo le molestaba en exceso; era una fricción molesta, que aparentaba ser pinchazos que le acariciaban lo más profundo del dolor. Disfruto mucho al salir del dormitorio y llegar a una salita donde terminaba la alfombra y comenzaba una frágiles baldosas, el frió de esta sano el enrojecimiento de la sensible piel de Kakashi; terminando este por quedarse dormido debido al cansancio.
—Viejo tonto.
Un clon de Sasuke espiaba en transparencia a Kakashi; no dejaría que su rehén escapara con facilidad. Le rescato del piso, llevándole sobre sus hombros hasta la cama.
—¡Karin!
Karin respondió al llamado, estaba en un cuarto anexo que usaban como biblioteca y deposito.
—Dime.
—Termina el recuento que te pedí más tarde, encárgate de Kakashi, no quiero que muera.
—Sasuke-kun… —Lo nombro con tristeza, a lo que este solo le contestó con un gesto insensible —. ¿Iras al frente?
—Eso no te importa —Trato de huir de la conversación, pero cuando este le dio la espalda a Karin, ella le tomo la mano —. ¿Vas a ir?
—Sí… no saben cómo derrotar al enemigo… muchos tienen gracias a sus armas tanto poder como yo; y no hay quien pueda hacerles frente.
—Vuelve…
—¿Y tus otros amigos como la están pasando? —Rezongó Kakashi medio dormido —. Ellos fueron astutos.
Sasuke, no respondió al llamado, y tomo rumbo al pasillo de entrada del apartamento.
—Sa…¡suke! —Cayo dormido.
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Naruto se encontraba atónito en el campamento de refugiados, donde los ninjas heridos o que estaban de vacaciones del frente iban a descansar junto a los desplazados por la guerra; a pesar de construirse en una gran plaza central de una ciudad moderna, las calles del campamento no eran más que barro cloacal, la mayoría de las carpas eran tristes ranchos construidos con la basura que encontraban en los escombros. Estos a su vez servían como casas, las cuales normalmente tenían un barril o parecido donde encendían una fogata, todo pintado con el gris barroso de la mierda que pisaban.
—Esto es, deprimente. —Hinata entristeció, pues había pasado cerca de mes y medio en aquel inmundo lugar.
—Naruto… —Mientras pasaban cerca de una carpa escucharon los gemidos iracundos de una mujer mientras era cogida por una pareja de hombres; la vergüenza se pierde entre tanto hacinamiento.
La blanquecina mujer se había acostumbrado con dificultad a ese tipo de situaciones, pero al estar tan cerca de Naruto no supo cómo reaccionar, más que aumentando su rubor mientras tomaba al Uzumaki por el brazo.
—Vamos rápido —Todavía sujetando al rubio, Hinata acelero el paso, casi llevándoselo a rastras hasta una gran carpa ubicada en el centro de la plaza.
El enorme pabellón enrarecía la vista, pues conservaba cierta cantidad de blanco de su color natural, así pues parecía la amiga mojigata entre impúdicas.
—¡Naruto!, me alegra que hayas llegado, al fin pararemos esta guerra.
—Lo mismo creo yo Raidō-san —Ibiki enardeció ante el comentario.
—Hijo de puta, no me recuerdas después de aprobarte aquella vez.
—¿He?
—Olvídalo, dejaremos las presentaciones para después; debes ponerte al tanto de la situación.
—¿Qué pasa?
—De todo, el enemigo es fuerte, y no podemos enfrentarle de frente.
—Yo me encargo de eso —En la voz de Naruto se sentía el gesto de superioridad.
—No comprendes; el enemigo es más fuerte que tú, Sasuke o Madara juntos —Su seriedad resquebrajaba el humor.
—Exageras —Bufo —. Si fuera como dices ya no existiría el frente, no ganarían nunca.
—No hemos ganado ninguna batalla, solo resistido a costa de muertos, cerdo —Naruto se sorprendió por lo dicho, ignoraba la seriedad del asunto.
—No fue mi intención Ibiki…
—Ve con el ninja adiestrador, él te explicara cómo es la lucha; Hinata. Vuelve a tu puesto.
Naruto se fue mustio junto con un shinobi que le guio hasta un salón de reclutamiento, ahí contrario a las órdenes de los daimyō de las naciones ninjas, allí llegaban shinobi de todas las aldeas, aun portando bandanas de la alianza. Ibiki noto que su inexperiencia en este nuevo tipo de guerra sería muy catastrófico, por eso ordeno que todo aquel que regresara del frente resumiera su batalla, y gracias a eso en un corto periodo de tiempo tenían tácticas preparadas para hacer frente a un enemigo del nivel de un dios, esta información se le instruía en clases a los novicios. El rubio Uzumaki se sorprendió al saber que todas las tácticas y planes no eran más de que formas de emboscar al enemigo o de huir; por un momento pensó el preguntar el porqué, pero aun atónito por lo dicho por Ibiki prefirió callarse.
Entre lo poco que entendió de la disertación, fue que si un soldado tiene una armadura con algún brillo debían huir, entre varios distraerle para así poder atacar su garganta que era el único punto débil. Sobre las armas enemigas entendió que no todos causan daños devastadores, que simplemente algunas armas disparaban balas y eran casi inofensivas, pero su velocidad imponía un peligro incierto, por ello debían llevar siempre el casco.
Después de la clase, a todos se les equipo con lo necesario, menos a Naruto quien ya estaba armado. Luego se les dio una hoja donde estaba escrita la información de su misión, a unos cuantos se les designaron misiones tácticas como voladuras de edificios o asesinatos selectivos. Para mala suerte de la mayoría, que les toco una misión más difícil, resistir el avance enemigo.
Y así marcharon en columnas, liderados por los supervivientes del terreno de nadie; en sus rostros se dibujaba una mueca terrible y trágica, en unos se descubría la desazón de no saber que les esperaba, ya que peleaban más por necesidad que por gloria; Los veteranos en cambio no mostraban sentimiento alguno, su mirada fría daba la sensación de su falta de esperanza. Hela el alma mirar dicha formación y la misma deja de existir cuando los ninjas que relevaban chocaron con su columna. Simplemente esa decadencia reescribía la definición de vida, achicándola; excluyendo a esos seres raros.
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—¡Tsunade-sama!
—¿Ha? —Exclamo medio dormida.
—¡Encontraron en un pueblo cercano el cadáver de Shikamaru junto a los cadáveres de los ANBU!
—Maldición… ¿fue secuestrado? —Tsunade se reincorporo de su covalencia como de milagro.
—No, los cadáveres tienen días en descomposición.
—¡Mierda!, vamos con la RAIZ. —La princesa babosa se vistió como pudo, para luego salir del abandonado sótano, seguida por Shizune —. ¡Mierda, mierda!; malnacidos, no se les logra eliminar nunca, maldito Danzō, tus crías siguen jodiendo después de tu muerte.
Tsunade subió por la fortaleza, hasta llegar a la azotea, donde se encontraban las antenas de radio y otras máquinas de inentendible función.
—¡Muéstrense bastardos! —Nada podía calmar a la rubia, los gestos comicos de Shizune eran ignorados cual mosca insignificante —. ¡Les ordeno que se muestren!
Shinobis ANBU aparecieron de todas partes de aquella azotea, para luego formarse frente a Tsunade, postrados de rodillas.
—¿Por qué coño mataron a Shikamaru?
—Fue Kakashi, protegíamos a Shikamaru.
—¡Mienten!, el no haría eso, ustedes no harían eso.
—Hemos estado vigilando a Hatake Kakashi desde que nos fue ordenado.
—¿Por quién?
—Por… —El enmascarado solo alcanzo a balbucear algo para después caer muerto. Sorprendiendo de horror a Shizune.
—Shikamaru…
—¿Cómo sabes que fue el Tsunade-sama? —Pregunto extrañada Shizune.
—Él es el único que sabía cómo volver a cambiar los sellos que yo les modifique —Dicho eso hubo un silencio espeluznante —. Nos hundimos entre tantos topos a nuestros pies.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Sasuke esperaba con paciencia inhonestable, esperaba desde el inicio del ocaso a alguien, decidió buscar maderas de entre las ruinas para hace una fogata y cocinar con la misma. Sabía bien que le observaban pero no era seguro mostrarse.
Ya adentrada la madrugada la fogata solo expedía un humo sin llama, solo del brasero.
—Tienes una nueva misión camarada.
—Tú no me das órdenes.
—Deberás hacer que Haruno Sakura muera en el frente Sur.
—¿Y por qué?
—Queremos reclutar a Uzumaki Naruto.
—Él es fiel al Hokague, su sueño era ser uno, ¿por qué lo haría?
—Porque tenemos razón.
—No han pensado que tal vez yo quiera a Sakura.
—Cumplirás.
—Fallaran de igual manera que con la boda; exceden sus posiciones.
—Su vástago fue idea tuya; quien se excede de lo justo eres tú.
—Sin más que decir.
Explosiones de humo blanco esparcieron polvo y cenizas de la fogata, dejando tras de sí una ciudad de destrozados edificios de arena.
Koba- Aprendiz
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Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Intrigante capitulo, al parecer el traidor no era Kakashi sino Shikamaru y Sasuke por supuesto, pero con quien esta aliado, con el enemigo de la alianza? sin embargo quieren reclutar a Naruto y la muerte de Saukra sería el catalizador.
Mucho suspenso, por cierto el enimigo me intriga mucho, de verdad es tan poderoso para hacer huir a los ninjas tan facilmente.
Y tengo una gradísima duda, un topo es un traidor?
Mucho suspenso, por cierto el enimigo me intriga mucho, de verdad es tan poderoso para hacer huir a los ninjas tan facilmente.
Y tengo una gradísima duda, un topo es un traidor?
Leon- Sennin
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Posesiones :
Re: Pasajes de la guerra [+18] (CAP. VI) (06/07/2.014)
Otro capitulo que me deja con muchas dudas... Solo dire que de verdad me gusta tu forma de escribir, hay que poner mucha atencion a los detalles que pones y eso se me hace muy interesante.
¿Ahora que sigue? Parece que todo se esta complicando con la muerte de Shikamaru y con los planes escondidos de Sasuke :O
Espero conti. Saludos ;D
¿Ahora que sigue? Parece que todo se esta complicando con la muerte de Shikamaru y con los planes escondidos de Sasuke :O
Espero conti. Saludos ;D
Mixyic-Alex- Chunnin
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