Las Cuatro Plumas [Capítulo 15: 09/10/13]

—¿Hay nueva información? —preguntó Minato, a la puerta de la villa.

—Ho-hokage-sama…— preguntó el chunnin que llegaba a la villa— ¿Viene usted mismo aquí…?

—Es muy urgente. —tomó el sobre que llevaba el chunnin—¿Es todo? —el otro asintió, y Minato desapareció en un resplandor amarillo.

Ya en su despacho, Minato leía los papeles que acababan de llegar a su poder.

—¿Tan mala pinta tiene? —el Hokage miró sobre los papeles para ver quién le hablaba, era Kushina.

—¿Se me nota mucho? —preguntó apesadumbrado.

—No sé decirte. Yo te lo noto mucho, pero quizás es porque te conozco demasiado. —ambos se dedicaron una sonrisa, que poco a poco borraron por el peso de las circunstancias. —No había ningún error en los rumores, ¿verdad?

—Verdad… Mucho me temo que vamos a tener que tomar una medida drástica… Y que tú te vas a enfadar mucho conmigo por ello. —Kushina se acercó, se sentó sobre la mesa y acarició con delicadeza una mejilla de su marido.

—Tal vez.

…

—Hokage-sama— llamó Hayate horas después, asomándose por la puerta del despacho del kage. —Ya han llegado.

Minato asintió con la cabeza, muy serio. Su ayudante dejó entonces pasar a aquellos a los que le habían pedido convocar en el despacho: Kiba, Shikamaru, Sasuke y Naruto.

—Hola chicos. —los cuatro se pusieron en fila, frente a la mesa del Hokage. No era normal verlo tan preocupado y entendieron que debían guardar las formas. —No puedo decir que esté contento de veros en estas circunstancias.

—¿Qué es lo que ocurre, Minato-sama? —se aventuró a preguntar Shikamaru.

—Una amenaza de la que siempre supimos que no nos habíamos librado del todo, ha vuelto a aparecer. —Minato respiró hondo antes de continuar— Ya no son solo rumores… Orochimaru ha regresado. —los cuatro shinobis se sorprendieron mucho—Como sabéis, cuando hace años él intentó atacar Konoha, y aunque logramos derrotarlo y proteger la villa, consiguió escapar con vida… Sabíamos que tardaría mucho en reponerse por las condiciones en que quedó… pero finalmente se ha regenerado por completo.

—¿Regenerado? ¿Cómo es eso posible? —preguntó Naruto.

—Gracias a sus investigaciones y al talento de su mano derecha, Kabuto Yakushi. —explicó Minato, tendiéndoles una foto del susodicho— Es un experto ninja médico, que trabajó como infiltrado en otras villas para Danzo, antes de que se le destituyera del cargo… Ya tuvimos noticias sobre el hecho de que Kabuto se uniera a Orochimaru, pero hasta ahora había sido imposible encontrarlos, ni siquiera pudimos tener información fidedigna sobre su actividad…, hasta ahora.

—¿Y qué actividad es ésa? —interrogó Sasuke.

—Ha reunido un ejército. —anunció Minato— Ha conseguido que una gran cantidad de ninjas lo sigan, incluso ha fundado su propia aldea, la aldea oculta del Sonido. No sabemos los detalles, pero es evidente que no podemos esperar nada bueno… Y tampoco podemos cruzarnos de brazos. Esto es grande, es muy grande. Quizá incluso tenga implicación con otras villas, y si hacemos un movimiento equivocado eso podría llevarnos directamente a una guerra.

—Entonces… ¿cuál es el plan? —preguntó Kiba.

—Averiguar lo máximo posible… Conocer al enemigo desde dentro.

—¿Eso quiere decir…?—comenzó a decir Shikamaru.

—Sí. —interrumpió Minato. —Os infiltraréis en la villa oculta del Sonido. Será una misión de rango S.

—Pero… —murmuró Naruto—¿por qué nosotros?

—Tanto Kabuto como Orochimaru son originarios de aquí. —recordó Minato— Es obvio que ambos odian Konoha desde hace mucho tiempo. Si se les presentan de improviso 4 shinobis de Konoha de los que no saben nada, los matará en el acto. No… tenéis que resultarles familiares, tenéis que llamar su atención. Solo de esa manera hay posibilidades de que escuchen alguna explicación de porqué estáis allí, y solo si creen que podéis resultarles útiles os dejarían con vida. Inuzuka, Nara, Uchiha… Namikaze. Definitivamente les llamarán la atención lo suficiente esos nombres como para al menos escucharos. Es la única manera de la que podemos tener alguna opción… Deben creer que sois ninjas renegados. Que huisteis de Konoha para dejar atrás vuestros legados y buscar vuestro propio camino y sobre todo, poder. Después de todo no hay nada que corrompa más a un ninja que la búsqueda de poder…

—No entiendo… ¿cuál es exactamente el objetivo? ¿Cuándo se daría por finalizada la misión? —preguntó Naruto.

—Debéis conseguir ganaros la confianza de Orochimaru. Es algo que seguramente os lleve meses… quizá incluso más. Para llegar a averiguar sus planes… Seguramente entre ellos esté destruir nuestra villa, pero habrá más.


—Después de todo…—dijo Shikamaru— De alguna manera habrá conseguido que tantos ninjas se le unan... No solo por decir que quieres vengarte de tu villa natal consigues seguidores…

—Exactamente. —asintió Minato— No podemos enviar a ninjas de altos rangos, no sería creíble... Por eso Sasuke, Naruto, vuestra prueba de promoción a jounnin será pospuesta. Naruto será el líder de la misión. —incluso el mismo Naruto pareció sorprenderse— No creo estar equivocado al pensar que Orochimaru tendrá un especial interés en ti. Si cree que estás harto de mí, que te sientes infravalorado, que buscas el poder para sobrepasarme y humillarme…, se centrará especialmente en ti.

—¿Por qué…? — titubeó Naruto.

—Porque entonces… se sentirá identificado contigo. —explicó el hokage— Pero a pesar de ser recién graduados, sois de los mejores ninjas de Konoha. —durante un momento, el orgullo los hinchó como a cuatro pavos rellenos— Y no puedo engañaros, hay posibilidades de que tuviérais que plantar batalla…

—Hokage-sama—llamó Sasuke. —Nos está dando toda su confianza, y la posibilidad de realizar una misión de ese calibre… Gracias.

—Gracias. —dijeron al unísono Kiba y Shikamaru. Naruto permanecía en silencio, hasta que se cruzó de brazos y preguntó:

—¿De verdad soy el líder? —los otros se rieron, parece que cada uno recuerda lo que le parece.


Continuará.

“Meses… incluso años”. “Deben creer que sois renegados”. “Naruto será el líder”. “Buscas el poder para sobrepasarme y humillarme”. “Se sentirá identificado contigo”. “Sois de los mejores ninjas de Konoha”. Y de nuevo: ”Meses… incluso años”.

Esas palabras se habían filtrado al subconsciente de Naruto, torturándolo como una pesadilla una y otra vez. Sin que apenas hubiera podido conciliar el sueño, sintió que se había hecho de día.
Cuando bajó a desayunar su padre se estaba poniendo su capa para irse a trabajar.

—Buenos días, Naruto. —saludó Minato con una sonrisa.

—Buenos días. —Naruto parecía más serio de lo normal, pero el hokage no tenía mucho tiempo, así que solo se despidió con la mano y se marchó.

—Hola, hijo. —saludó Kushina al verlo entrar en la cocina.

Él correspondió el saludo mientras vertía leche sobre su bol de cereales. La kunoichi decidió no preguntarle directamente si le ocurría algo, estaba acostumbrada a que Naruto terminara recurriendo a ella tarde o temprano. Se sentó al lado de la ventana y miró fuera.

—Parece que hoy va a ser un día oscuro. —dijo, viendo las nubes que sobrevolaban la villa. Naruto echó un vistazo.

—Sí… Va a ser un día oscuro.

…

—Hokage-sama— llamó Hayate entrando en el despacho de su jefe. —Alguien ha venido a verle.

—¿Tiene cita? —preguntó el hokage, sin levantar los ojos de los papeles que inundaban su mesa.

—No.

—Entonces, dile que la pida y vuelva en otro momento. Estoy muy ocupado con los pormenores de la misión de…

—No, Minato-sama —interrumpió Hayate— Aunque no tenga cita, creo que debería verle.

—¿Hayate? — Minato levantó la cabeza por primera vez. Su ayudante no solía llevarle la contraria sin un buen motivo. Así que asintió. —Que pase, entonces.

Hayate se retiró y enseguida otra persona entró en el despacho.

—¿¡Naruto!? —exclamó el hokage al ver a su hijo entrar.

—Sí… hola. —saludó el chunnin. Seguía pareciendo algo decaído y confuso.

—¿Qué ocurre? —tras unos momentos de silencio, al parecer intentando escoger las palabras adecuadas, Naruto respondió:

—Creo que no debería ser el líder de la misión.

—¿Qué? Naruto, ya sé que Shikamaru es el experto en estrategias, pero en esta misión, el punto clave es quién podría ganarse la confianza de Orochimaru, y ya os expliqué que dada nuestra historia, estoy seguro de que tú…

—No —interrumpió Naruto— No me has entendido… o no me he explicado bien… No creo que deba ser el líder ni ninguna otra cosa. No puedo ir a esa misión.

Minato se quedó en shock un momento. Dejó todo lo que tenía entre las manos y las cruzó, apoyando la cabeza sobre ellas y mirando a Naruto fijamente.

—Ahora sí debes explicarte—dijo el hokage.

—Lo sé… —respiró hondo, esperando tomar algo más de fuerza— Creo que yo no podría liderar a Sasuke, Kiba y Shikamaru… Considero que cualquiera de ellos podría ser mejor líder que yo. No creo ser capaz de fingir que he renegado de Konoha, no puedo disimular como para convencer a nadie, ¡no podría convencerme yo mismo…! No podría aguantar así meses, o quizá más… y de hecho, no puedo alejarme durante tanto tiempo… tengo una promesa que mantener.

—Ya veo —Minato dejó escapar un suspiro— ¿Es por Sakura?

—Sí, es por Sakura… Pero es más que eso. —Su padre lo miraba con curiosidad, así que Naruto continuó — Ya viste a los otros, lo emocionados que estaban con la misión. Yo no estaba así, para mí no fue un honor… para mí parecía un castigo… Además, cuando hablamos de nuestras aspiraciones como ninjas… siempre… ellos siempre tienen una idea muy distinta a la mía.

—Pero Naruto— dijo Minato condescendientemente — Esto no es un juego. No puedes tomar o dejar lo que te plazca. Además, se te ha asignado una misión muy importante, una de esas que aparecen pocas veces en la vida. Realmente es un honor para un ninja…

—Ya. —interrumpió Naruto. —Por eso no he venido a renunciar a la misión… Viendo a mis amigos… viéndoos a todos, sé que todos lo sentís de una manera diferente a la mía. En la misma graduación se vio… algunos de mis compañeros dudan de mí… yo mismo dudo de mí… Sé que no siento, ni pienso, como debería… Sé que hay algo que no encaja, y no está bien que siga sabiendo eso…

—¿Qué estás diciendo? —preguntó preocupado el hokage.

—Que renuncio… como shinobi.

Minato se puso en pie de golpe, ante la agitada mirada de su hijo. El hokage sabía que una vez que Naruto llegó a tomar una decisión así, y que llegó a ir a su propio despacho a presentar su renuncia, no iba a poder convencerlo de nada. Tampoco quería convencerlo. ¿En serio estaba renunciando? Por un momento, sintió que ése no era su hijo. Casi lo deseó. Estaba seguro de que Naruto tenía lo que hacía falta, que solo era cuestión de tiempo que se centrase del todo y lo superase incluso a él. ¿Quizá solo lo vio así porque quería verlo?
Pasó un par de minutos en silencio. Minato dando vueltas en la cabeza cómo era posible haber llegado a esto. Naruto, sin atreverse a decir ni una palabra más. Lo que tenía que decir ya lo había dicho, ya la había cagado lo suficiente.

—Acepto. —murmuró el hokage.

—¿Qué?

—Que acepto tu renuncia. —abrió varios cajones, buscando algo que no utilizaba muy a menudo. Al fin lo encontró, y sacó un papel— Firma aquí... Es la renuncia oficial.

Naruto asintió y tomando un boli firmó el papel. A Minato se le encogió el corazón. Aún tenía una pequeña esperanza de que aquello no fuera en serio y al hablarle de hacerlo oficial se echase atrás. Todavía pasaba por su cabeza romper en cien pedazos el papel, pero ahogó un suspiro y solo dijo:

—El protector… debes entregármelo.

—Ah… sí. Perdona. —se desató el protector y lo dejó sobre la mesa del hokage. —Se me hace raro…—dijo, tocándose la frente — tal vez vuelva a llevar las gafas. —bromeó, intentando quitar un poco de tensión.

—La verdad… es que me importa bastante poco si te da por llevar gafas. —puso un sello en el papel y guardó la hoja — Desde ahora eres un civil. Debes entregar tus kunais y otras armas. Y tienes prohibido utilizar cualquier jutsu, o siquiera tu chakra siempre que pueda interferir con otros ninjas o civiles.

—Ya… —dijo Naruto cabizbajo. Se dio media vuelta para marcharse.

—Naruto. —el aludido volteó la cabeza. —Tengo una última petición. Pero ahora no… esta noche, a las 10, en casa. ¿De acuerdo?

—Claro. —asintió, y salió del despacho.


…


Horas más tarde…

—¿Me mandó llamar, Minato-sama? —preguntó una voz, entrando en el despacho del hokage.

—Así es… —lo dejó todo y se lo quedó mirando muy serio— Ha habido un pequeño cambio de planes. Tú vas a ser el nuevo líder de la misión… Sasuke.

—¿Qué? ¿Pero qué pasa con Naruto? —preguntó el Uchiha. —No entiendo nada…

—La verdad es que yo tampoco, Sasuke… Yo tampoco entiendo nada — el hokage se dejó caer pesadamente sobre el respaldo de su sillón. —Bien… creo que es mejor que te enteres por mí…


…


—Así que Naruto ha renunciado… —repitió Kiba cuando poco después Sasuke los reunió para hablar de la misión.

—Nunca me lo hubiera imaginado. —dijo Shikamaru.

—Me preguntaba porqué tardaba tanto en decidirse a ir ante el Comité… y al final resulta que es un cobarde. —criticó Kiba. Sasuke giró la cara bruscamente y lo miró con el ceño fruncido.

—Yo tampoco querría creerlo, Sasuke. —añadió el Nara — Pero… no nos deja muchas posibilidades de pensar otra cosa. Ni siquiera ha sido capaz de decírnoslo él mismo…

Sasuke se levantó de golpe.

—No os pido que lo entendáis, porque yo tampoco lo entiendo. Y pensaréis lo que queráis, aunque estéis equivocados. Pero si vais a hablar así de Naruto… no lo haréis en mi presencia. —y dicho esto, se marchó.


Continuará.

Naruto estuvo merodeando por los límites de Konoha. No quería hablar con nadie, no quería ver a nadie. Pensaba ser consecuente con su decisión, pero el primer paso era aprender a ver Konoha con otros ojos.
Ahora serían otros los que la protegieran. Pero eso no llegó a incomodarle del todo. Pensaba quiénes serían esas personas que protegieran la aldea en su lugar, eran sus maestros, compañeros, amigos, familia… y Sakura. La aldea no tenía nada que temer, estaba bien cuidada.
Por su parte, sabía que había decepcionado a su padre y que tardaría un tiempo en volver a hablar con él con normalidad. Sabía que la gente estaría confundida y que terminaría por tener que responder a un montón de preguntas.
Pero por otra parte también estaba orgulloso, de ser capaz de mantener su promesa con Sakura. Es cierto que no tendrían demasiado tiempo para verse, pero al menos tendrían algún tiempo. Cosa que no sería posible si él estuviera en el otro extremo del mundo.

Finalmente se dio cuenta de la hora, ya eran prácticamente las 10 de la noche. Ni siquiera había comido desde el desayuno, y ya llegaba tarde al encuentro con su padre. Se dirigió hacia su casa, y al entrar, solo vio a su madre, bastante seria. Claramente estaba esperándolo.

—¿Mamá?

—Minato me pidió que te diera un mensaje.

—¿Cómo? —preguntó extrañado— ¿No va a hablar él conmigo? —Kushina negó con la cabeza.

—Dice… que necesitas pensar. Talvez para aclarar las ideas, para empezar de cero, o para lo que sea. Pero que de todas formas, ésta no es la mejor manera de hacerlo. —giró un poco la mano, señalando algo que había en un rincón. Allí, apiladas, estaban las cosas de Naruto.

—Mamá… ¿me estáis echando? —una pequeña lágrima se deslizó por el rostro de la kunoichi.

—No es eso… Es… es provisional, Naruto. Todo se va a solucionar…

—Tenéis razón— dijo muy decidido Naruto, recomponiéndose —Lo mejor es que me vaya... una temporada.

—… Minato ha dispuesto un apartamento para ti, aquí tienes la dirección y las llaves. —tendiéndole los objetos a su hijo. —Tus maletas estarán allí por la mañana, pero coge lo necesario para esta noche…

—No. No necesito nada. Está bien si mañana ya lo tendré todo… —se acercó a su madre y le dio un pequeño abrazo a Kushina. —Lo siento mucho, mamá. De ninguna manera quería que sufrieras por mi decisión.

Al separarse, él se dirigió de nuevo a la puerta, pero la voz de su madre lo detuvo unos instantes:

—Tal vez… podrías haber pensado eso antes…

Naruto apretó con fuerza los párpados y los puños. Parecía que no era su vida la única que había complicado, pero no había marcha atrás.

—Lo siento… —dijo, saliendo de la casa.

…



Si la noche anterior apenas había podido dormir, ésta no iba a ser menos. Después de una infinidad de vueltas en una cama aún desconocida para él, empezó a darse cuenta de que la noche estaba clareando: no tardaría mucho en amanecer.
Recordando que Kushina le había dicho que sus cosas estarían en su nueva casa por la mañana, decidió que prefería no estar allí cuando alguien fuera a llevarlas. De modo que se terminó de vestir y se marchó.
Desayunó en Ichiraku, cuyo dueño se sorprendió de verlo por allí tan pronto. Su breve conversación relajó un poco a Naruto. Eso significaba que aún no se había extendido la noticia. Es lo que quería, porque ahora que sabía cuál era el precio de sus decisiones, era el momento de que Sakura lo supiera, y quería que lo supiera por él.

Regresó a su nuevo apartamento, dispuesto a instalar todas sus cosas para que aquello pareciera algo más un hogar. Con la idea de ir después a buscar a Sakura para enseñarle ese hogar, y allí contárselo todo.

Cuando entró en el apartamento, allí estaban: tres maletas, en fila. A eso se reducía todo. Toda su vida en tres maletas.
Sacudió la cabeza, no era el momento de pensamientos negativos. Levantó un poco la primera maleta. Pesaba bastante. La sacudió, provocando un inconfundible sonido acartonado: eran libros, y para ocupar toda una maleta, debían de ser los libros de la academia. Pensó por unos momentos que seguramente habría sido cosa de su madre, un último intento para hacerle reflexionar.
Respiró hondo y pasó de largo, hacia la segunda maleta. Pesaba, pero no tanto como la primera. En ella había algunos útiles necesarios para cocinar, varios paquetes de ramen, algunas fotografías del rubio y sus amigos, su gorro de dormir y unos pocos objetos más. Escogió un sitio para cada cosa y lo colocó todo.
Pasó a la siguiente maleta, estaba claro que ahí estaría la ropa. Así que la levantó de golpe, pensando en ponerla sobre la cama y deshacerla desde ese lugar. Pero al levantarla, notó un ligero sonido de algo chocando contra el suelo. Miró, pero no reconoció el pequeño objeto. Se agachó y lo recogió: era una cajita. Extrañado, la abrió con cuidado. Y más extrañado se quedó al ver su contenido: era una pluma blanca.
No lo entendía muy bien, pero una desagradable sensación invadió su cuerpo. Sabía que había oído hablar de eso, sabía que debía recordar qué significaba… pero no. En ese momento posó su mirada sobre la primera maleta y la abrió de golpe, provocando que todos los libros cayeran desordenados por el suelo.
Se puso a buscar entre ellos, creía recordar vagamente cuál de todos necesitaba en ese momento. Finalmente lo encontró y empezó a pasar páginas a toda velocidad, entre murmurllos.

—Símbolos clásicos… Símbolos clásicos… —frenó en seco. “Símbolos clásicos”, ahí, frente a sus ojos. Siguió leyendo, hasta que dio con lo que buscaba: la pluma blanca.

Aunque apenas es utilizada hoy día, la pluma blanca es uno de los símbolos clásicos más reconocidos. Los miembros de una sociedad se lo entregaban a algún allegado en casos muy extremos, como señal de la deshonra que éste les había producido. Aun hoy, representa la mayor acusación de cobardía del mundo ninja.

El libro se le resbaló de las manos.
Había notado en los libros y los paquetes de ramen, la mano de su madre. Ahora, como si de una bofetada se tratara, había notado la mano de su padre.
Se llevó ambas manos a la cara y suspiró profundamente. “Hay que seguir adelante” se dijo a sí mismo, se levantó y empezó a recoger los libros, colocándolos en una estantería. Apoyó la última maleta sobre la cama y guardó toda la ropa en el armario. Al terminar fue a cerrar la maleta, pero vio algo inesperado en el fondo: un sobre. Lo abrió y sacó lo primero que había, un pequeño papel que decía:
Naruto miró el contenido del sobre. No es que fuera dinero, es que era MUCHO dinero. Kushina nunca había tenido una buena noción de la economía, no es que fuera suficiente para sobrevivir, es que casi podía comprarse la villa entera. Dudó unos momentos, y finalmente guardó cuidadosamente el dinero. Nunca se sabía.

Continuará.