Las Cuatro Plumas [Capítulo 15: 09/10/13]

Días después, y con el pago de la apuesta perdida de Sasuke aún en boca de todos, Sakura llegaba a la casa de los Namikaze-Uzumaki.

—Buenas tardes, Sakura. —saludó Kushina al abrir la puerta.

—Buenas tardes, señora Uzumaki. —la anfitriona abrió ampliamente la puerta y se hizo a un lado, invitándola a pasar.

—Vienes de nuevo a ayudar a estudiar a Naruto, ¿verdad?

—Así es—asintiendo enérgicamente. Entonces se sonrojó un poco y trató de justificarse: —No es que no confíe en él ni nada de eso, pero si puedo ayudarlo…

—No te preocupes —interrumpió Kushina. —Me alegra mucho saber que mi hijo cuenta contigo—añadió con una gran sonrisa, que hizo aumentar el sonrojo de la chica.

—Tu madre debe pensar que te hago de niñera —dijo pocos momentos después Sakura, entrando sin llamar en la habitación de Naruto.

—¡¡Agh!! —exclamó el rubio desde su mesa, delante de pilas de libros y apuntes con la letra escandalosamente torcida. —¡Es imposible! ¡Imposible! ¡No es como si yo pudiera aprender todo esto! ¡Ni siquiera hace falta saber estas cosas para ser un ninja!

—Sí hacen falta. —corrigió Sakura, apoyando las manos en las caderas.

—Bueno, entonces… ¡quizá no sea un ninja! ¡Montaré otro puesto de ramen! ¡Y seré mi mejor cliente, vaya que sí!

—No creo que siendo tu mejor cliente ganases mucho dinero… —suspiró— Voy a darle la razón a tu madre, creo que tendré que hacer de niñera.

Se acercó a la mesa y tomó algunos de los libros del rubio. Según los miraba, los cerraba y los iba apilando en el suelo. Después, empezó a hacer lo mismo con los apuntes de Naruto.

—Sí, es imposible. —Naruto la miró orgullosamente con un “¿ves?” casi pintado en su frente. —¡Es imposible estudiar con unos apuntes como éstos! ¿Y los libros? ¡Si no tienen nada que ver con el tema!

—No me apetecía buscar y tomé ésos. ¿Qué más da? Libros son libros. —Sakura se llevó ambas manos a la cara y trató de ahogar las ganas que le daban de tirarlo por la ventana. Más que nada, porque no había tiempo que perder.

—De acuerdo, todo eso no sirve de nada, ahora vas a empezar en serio. Menos mal que traje mis apuntes. A partir de ahora, Naruto, —poniendo los papeles muy cerca de su cara. —no existe otra cosa en el mundo que estos papeles. No hasta que lo hayas aprendido lo bastante bien. — un sudor frío recorrió el cuerpo del rubio solo de imaginarlo.

Varias horas de estudio más tarde, Sakura anunció que debería volver a su casa, pero insistió en que Naruto se quedara con sus apuntes, tenía una copia en casa de todo y además, el los necesitaba bastante más que ella.
Naruto insistió en acompañarla a casa, y ambos se encaminaron hacia allí.

—¿Sabes, Naruto? Estoy un poco preocupada.

—¿Tú también, Sakura-chan? ¿Es por lo de que no sea chunnin aún?—la pelirrosa negó con la cabeza.

—No voy a meterme en eso. No dudo de ti. No conozco a nadie con más planes que tú, ni con más ganas de ser un ninja. Solo voy a pedirte una cosa.

—¿Qué cosa? —preguntó el rubio.

—Que hagas todo lo que esté en tu mano para que podamos estar juntos. —Naruto puso una mueca de sorpresa.

—¿Y no crees que ya lo hago?

—Sí, ya lo sé. Pero si yo ahora me graduase y tú no —Naruto dio un respingo— Tranquilo, solo déjame terminar. Si eso pasara, yo tendría todo mi tiempo ocupado entre los entrenamientos, las misiones y el hospital para la formación como ninja médico. Si no pudiéramos coincidir en las misiones, o al menos en los entrenamientos, eso nos dejaría casi sin tiempo ni para vernos. Lo sabes, ¿no?

—Sí—suspiró Naruto. Ella lo miraba con un aire casi suplicante. El chico se conmovió: como si él mismo estuviera dispuesto a no hacer todo lo humanamente posible para estar a su lado. —Te lo prometo. Haré cualquier cosa, todo lo que sea necesario, para que podamos estar juntos. Siempre.

Sakura esbozó una sonrisa y dejó escapar un suspiro de alivio.
—Gracias—y dando un pequeño salto, entrelazó su brazo con el del rubio.

…

A la mañana siguiente, Naruto se levantó más pronto de lo necesario y, antes siquiera de dirigirse a hacer el examen, se presentó ante el Comité de jounnins para solicitar su prueba de paso a chunnin.

—Ninjutsu: manipulación de chakra para técnicas ofensivas, ¡pero en misiones de alto rango! Pienso ser el próximo Hokage, ¡así que no pienso volver a buscar gatos ni cosas así!

—Ya, ya lo sabíamos —dijo Kakashi. —Lo único que ha sido una sorpresa es lo que has tardado en venir a vernos. —añadió, mezcla de broma y reproche.


Continuará.

Algunos días más tarde, cuando ya habían terminado todos los exámenes rutinarios de la academia y apenas quedaban un par de días para la graduación…

—Mamá, déjame pasar—protestó Naruto cuando al ir a salir de casa, Kushina le cerró el paso.

—No puedo hacer eso—la mujer lo miraba seriamente, no era la mirada de una madre hacia su hijo. Era la mirada de una examinadora.

—¡¿Tú!? —exclamó el rubio cuando al fin lo entendió.

—Sí—sonrió ella—Yo te examinaré.

—¿Aquí, en casa? —Kushina miró a su alrededor, pensativa. —No, aquí no. Tú con la excusa del examen y tu padre, con la de sus deberes de kage… ¡al final me tocaría a mí recogerlo todo! Mejor quedamos sobre el monte Hokage.

—¿En cuánto tiempo?

—Lo que tardes en llegar. —sentenció ella, y desapareció en una nube de humo.

—¡Era un clon! —exclamó Naruto, mientras salía a toda velocidad a su encuentro.

—Recuerda— dijo Kushina, cuando su hijo ya llegaba a su encuentro— Que no soy tu madre, ni soy una kunoichi de Konoha de rango superior. Soy tu examinadora, y si no lo tomas como tal, no podrás pasar la prueba.

—Sí—asintió Naruto— Ya lo sé.

—Bien. Ahora, debes vencerme en combate. Bueno… al menos tienes que intentarlo.

Naruto se puso muy serio y asintió. Que hubiera tardado no quería decir que no hubiera estado esperando este momento, y no iba a echarlo todo por la borda solo porque fuera su madre quien lo examinara.

El rubio sacó un kunai y echó a correr hacia Kushina. Pero Kushina fácilmente agarró el brazo de Naruto y detuvo su ataque.
La kunoichi hizo gala de su fuerza y tomando impulso sobre una pierna, apretó el agarre y tiró de Naruto, lanzándolo varios metros atrás.

Naruto recuperó el equilibrio y volvió a la carga, sin tiempo de pensar en una estrategia contra la mismísima Kushina, recurrió al combate cuerpo a cuerpo, confiando en que su velocidad le diera una oportunidad en el taijutsu.

Sin embargo, Kushina le ganaba en fuerza, y cuando con sorprendente facilidad consiguió alejar de nuevo a Naruto, él recurrió a su principal plan de emergencia: creó 3 clones de sombra. Al verlo, Kushina sonrió.

—Estabas tardando en hacerlo. Pero a eso, podemos jugar todos. —entonces Kushina creó otros 3 clones que se enfrentaron a los de su hijo.

Tras unos minutos luchando así, de pronto todos los clones de la kunoichi se esfumaron en una nube de humo. El rubio la miró confuso.

—No adelantamos nada así. —explicó ella. Naruto asintió.

—Tienes razón… Yo también desharé mis clones— y así lo hizo, en un momento ya solo quedaban ellos dos— ¿Qué sugieres?

—La verdad… me gustaría acelerar un poco las cosas. —dijo Kushina, con una extraña sonrisa.

Antes de que Naruto pudiera reaccionar, unas cadenas salieron del cuerpo de la pelirroja, rodeando a Naruto y atándolo contra un árbol. El rubio intentó utilizar sus técnicas de viento contra las cadenas, pero lo máximo que consiguió fue hacerse algunos desgarros en la ropa y la piel.

—No te molestes —dijo Kushina. —No hay nada que pueda romperlas. —se arremangó entonces la manga derecha, y se acercó despacio hacia su hijo para darle el que parecía ser el último golpe del combate.
Pero cuando ya estaba bastante cerca, Naruto se deshizo en una nube de polvo.

—¿Pero qué…?—preguntó Kushina, confundida.

De detrás de ella apareció de un salto Naruto, que apoyando una mano en el suelo giró sobre sí mismo y acertó una potente patada en la mandíbula, que hizo que Kushina saliera volando varios metros y terminara en el suelo.
Para cuando iba a ponerse en pie, Naruto estaba en pleno salto, con un rasengan en la mano.

—¡Rasen…! —los ojos de Naruto se abrieron como platos. El rasengan se disipó y él simplemente cayó de pie, al lado de Kushina.

—¿Qué? —Kushina se puso en pie de golpe, estaban casi al borde del monte. Creó una sola cadena que salió a toda velocidad contra Naruto, y enrollándose alrededor de su cintura, lo empujó más allá del borde de las caras de los hokages. Naruto miraba incrédulo, casi sin que se diera cuenta todo había terminado.

—¿Por qué? —preguntó Kushina. Naruto solo agachó la cabeza, como sintiéndose avergonzado.

—¿¡Por qué no me has atacado?! — insistió la kunoichi.

—Porque he fallado… —murmuró Naruto. —Debía tratarte como a una examinadora, pero al verte en el suelo… ¡estabas sangrando…! ¡¡Te herí, te hice sangrar!! ¿Y eso estaba bien…? ¿Debía seguir atacando? No… ¡¡No entiendo nada!!

—¡¡Naruto!! ¿Qué dices? ¡Soy una kunoichi!

—Pero antes que eso, ¡¡eres mi madre!! Si no debo verlo así, entonces no sé… —se calló de pronto al notar como la cadena que lo sostenía lo estaba subiendo de nuevo.

Al llegar arriba, su madre le tendió la mano para ayudarlo a volver a pisar tierra firme. Lo miró unos momentos, y suspiró profundamente.

—Enhorabuena, Naruto. Has superado la prueba.

—¿Cómo? —preguntó el rubio—¡Pero si no te he vencido!

—En realidad, el objetivo nunca fue que me derrotaras. En el examen chunnin tenemos que asegurarnos de que el aspirante es capaz de tomar la decisión correcta, aunque sea difícil para él. Y eso es lo que tú acabas de hacer.

—Entonces… ¿he aprobado? —preguntó ansioso.

—Sí, así es. —asintió enérgicamente con una amplia sonrisa.

—¡He aprobado! —exclamó Naruto—¡¡¡HE APROBADO!!!

Naruto se levantó de un salto, le dio un efusivo abrazo a su madre y salió corriendo.

—Supongo que va a decírselo a sus amigos. —se dijo Kushina—Pero con lo ruidoso que es, toda la villa lo va a saber antes de que siquiera se encuentre con ellos…

Cuánta razón.

—Ya era hora. —murmuró Minato, cuando el griterío de su hijo llegó desde las calles a sus oídos, en la torre Hokage. —Solo quedan dos días hasta la graduación.

—Pero se trata de Naruto. —replicó Iruka, que estaba reunido con él— Puede que no sea el más hábil, y que salvo en situaciones extremas, tampoco sea el más decidido. Pero siempre termina haciendo lo correcto, aunque le lleve más tiempo.

—Tal vez. —convino Minato. —Tarda más y le cuesta más trabajo, pero termina haciéndolo mejor, ¿no es así?

—Bueno… ya sabes lo que dicen de las flores tardías.

El Hokage sonrió al comentario de Iruka, y desvió la conversación a los asuntos que estaban tratando antes.



Continuará.

“Bienvenidos a vuestra graduación”, proclamaba el cartel que adornaba la puerta de la torre Hokage. Dentro, varios shinobis de intendencia llevaban horas adaptando el lugar para la celebración. Un par de despachos —incluyendo el del Hokage—, tres archivos y una sala de reuniones permanecían cerrados y custodiados para que nadie no autorizado aprovechase la ocasión para infiltrarse en los asuntos de la villa.
Todos los demás pasillos, salas y oficinas habían sido cuidadosamente preparados para el evento. Buena iluminación, algunos adornos a base de papel maché y flores, bebidas y aperitivos sobre cada mesa.

—¡Vaya! —exclamó Shikamaru. —Parece que fuera un lugar distinto.

—Bah—murmuró Kiba. —Siempre lo hacen igual. Vine a la graduación de mi hermana, y aunque hace ya cuatro años, parece una copia exacta de aquel día. ¿Verdad, Sasuke? Tú también habías venido antes a una graduación, ¿no?

—Sí, a la graduación de Itachi. —confirmó, echando un ligero vistazo a su alrededor. —Está exactamente igual.

—¡Entonces probemos algo nuevo! —exclamó Naruto, apoyando bruscamente sendos brazos sobre los hombros de Kiba y Sasuke. Les indicó que salieran por una de las puertecillas entreabiertas, y con todo el sigilo que fue capaz de reunir, levantó la mesita más próxima, con todas sus bebidas y aperitivos aún intactos, lo sacó por la puertecilla y la cerró tras de si.

—Buena elección, Namikaze. —apuntó Kiba, mirando la terraza en que se encontraban. Desde allí, se veía casi toda la villa. Los amigos tomaron algunas bebidas y contemplaron las vistas.

—Hoy parece diferente, ¿no creéis? —comentó Shikamaru.

—¿Diferente? —preguntó extrañado Naruto.

—Hasta este momento, —se explicó Shikamaru— esta villa era grande para nosotros. Ella nos vio crecer, nos vio convertirnos en ninjas, y nosotros solo aspirábamos a ser alguien dentro de ella. Pero hoy… hoy pasamos a ser responsables directos de su seguridad, hoy empezamos a ser nosotros quienes velamos por verla crecer.

—Puede ser. —dijo Sasuke, con el ceño fruncido. —Pero la verdad, yo espero no pasar mucho tiempo aquí.

—¿No? —curioseó Naruto, con una extraña inquietud que le habían provocado las palabras del Uchiha.

—No me hice ninja para quedarme de brazos cruzados. Me gustaría estar siempre de misión, recorrer el mundo entero si fuera posible.

—¿Crees que has descubierto la rueda? —se burló Kiba. —¡Eso es lo que queremos todos! ¿verdad? —Shikamaru rió con su amigo, mientras Naruto se quedaba dudando.

—Sí… supongo—el rubio tomó un trago de su bebida y continuó mirando la villa.

—¿Estás bien, Naruto? —preguntó Sasuke. El rubio asintió, pero el Uchiha, no muy convencido de que de verdad su amigo estuviera bien, continuó. —¿Sabes?

—¿El qué? —preguntó el rubio.

—Tú eres como un hermano para mí, Naruto. Eres un gran shinobi… —miró a lo lejos, a la villa, para no mirarlo directamente a él— Y la persona en quien más confío en el mundo. Si hay alguien a quien confiaría mi vida para trabajar hombro con hombro en la batalla, ése eres tú. De hecho, estoy ansioso porque llegue ese momento... Por cubrirnos el uno al otro en nuestras propias misiones.

—Sasuke…

—Por supuesto…—el moreno se dio la vuelta y se apoyó en la barandilla—en público negaré haber dicho la mayoría de eso. —Naruto se echó a reír.

—Por supuesto. —entonces se quedó muy serio y le dio un abrazo a su amigo, que no tuvo tiempo de reaccionar. —Tú también eres como un hermano para mí.

—Ejem—exclamó una voz desde la puertecilla por la que habían entrado. —¿Interrumpo algo?

—¡Sakura-chan! —Naruto se miró a sí mismo y a Sasuke, que hizo lo mismo y apartó al rubio de un empujón—¡No! ¡Por supuesto que no! —la kunoichi se echó a reír.

—¿Qué hacéis aquí? —preguntó Sakura. Casi a modo de respuesta, Kiba le acercó una copa. —Anda, gracias. Bonita vista, por cierto.

—¿Verdad? —dijo Naruto, jalando de la mano a la chica hasta que se apoyó también sobre la barandilla. —Shikamaru nos ha contado algo muy bonito sobre ella…

—¿Ah, sí? —preguntó Sakura.

—Sí, algo como que la villa nos comió cuando éramos niños y ahora nos la tenemos que comer nosotros…—dijo Naruto, intentando hacer memoria. Shikamaru se quedó pálido.

—¡No has entendido absolutamente nada!— criticó Shikamaru. Sakura se echó a reír.

—En realidad sí tiene sentido, Shikamaru. Aunque Naruto se exprese de una manera… particular.

—¡Oh dios mío! —exclamó Kiba—¡Sakura habla Narutiano!

—Bueno, llevan mucho tiempo juntos.— comentó Shikamaru— Supongo que es normal.

—En fin. —suspiró Sakura—En realidad os venía buscando. Ya va a empezar el evento, están yendo todos al salón principal.

Los amigos empezaron a irse, pero Naruto seguía apoyado mirando Konoha.

—Naruto, ¿vamos? —llamó Sakura. —Ya se han ido tod… —el rubio se dio la vuelta y la abrazó con fuerza. —¿Va todo bien?

—Sí—murmuró él. —Solo quería estar un poco así contigo… y darte las gracias.

—¿Las gracias? —preguntó extrañada.

—Sin ti… no sé ni siquiera si hubiera llegado hasta aquí.

—No digas bobadas, Naruto. —dijo ella, echándose un poco hacia atrás para mirarlo bien a los ojos. —Eres una persona y un ninja increíble. No necesitas a nadie para conseguir lo que te propongas.

—¿Tú crees? —ella asintió—Entonces gracias…, por creer en mí de esa forma. —se inclinó un poco y besó a la kunoichi, que se abrazó a su cuello para corresponder el beso. —Sabes que te quiero, ¿verdad?

—Sí—sonrió ella. —Pero no está de más oírlo de vez en cuando— le guiñó un ojo y volvió a besarlo. —Naruto… ¡llegamos tarde a nuestra graduación!

Ambos salieron a la carrera para reunirse con los demás graduados. Estaban ya todos juntos, Iruka estaba en los primeros peldaños de una escalera, al fondo, para poder hablar a todos desde allí.

—Perdón, perdón—dijeron Naruto y Sakura según se acercaban. Se oyeron algunas risas y murmullos como “qué estarían haciendo”.

—Bien—dijo Iruka, lo suficientemente alto para llamar la atención de los graduados. —Ya estamos todos... He sido vuestro sensei durante gran parte de vuestra vida como ninjas, os he visto crecer y convertiros en auténticos shinobis y kunoichis. Quiero agradeceros la confianza que todos pusisteis en mí, y daros la enhorabuena por haber conseguido graduaros. A continuación, os voy a dar unos chalecos de chunnin. Algunos ya tenéis uno, pero no como éste… Los habréis visto en otros graduados, estos chalecos llevan vuestro nombre y el emblema de Konoha. Es un símbolo de vuestra graduación, y de la fe que tiene la villa puesta en vosotros.

Acto seguido, Iruka fue llamando uno por a uno a todos los graduados y les dio sus chalecos.

—Y ahora, va a deciros unas palabras el Hokage, Minato-sama. —anunció el sensei. Minato subió algunos peldaños hasta quedar a su altura.

—Gracias por todo, Iruka-san. —comenzó— Hoy, por fin os habéis graduado. Respirad hondo, aunque a la mayoría se os haya hecho muy largo y ya casi pensabais que este día no iba a llegar —se oyeron algunas risas—, finalmente ha llegado. Hoy, decís adiós a la academia, y hasta el último de vosotros se ha convertido en chunnin.

—Ese último…—murmuró Kiba—Es Naruto. —algunos de los amigos rieron, mientras Sakura sujetaba a Naruto para que no lo golpeara.

—Este es uno de mis días favoritos a lo largo de año.—continuó Minato— Sabiendo que todos ya habéis elegido vuestro camino, y que empieza en este mismo instante. Toda Konoha, y yo como Hokage, estamos orgullosos de vosotros. —empezaron a oírse aplausos, pero Minato levantó la mano para que lo dejaran terminar. —Además, hoy hay más grandes noticias. Algunas veces, se reconoce que alguno de los estudiantes tiene el nivel suficiente para realizar la prueba para convertirse en jounin. Tienen que estar de acuerdo en esta decisión vuestro sensei, —señalando a Iruka— el Comité que supervisó vuestros exámenes, y yo mismo. Eso ha ocurrido esta vez. —una expresión de asombro recorrió la sala.

—¿Tú sabías algo? —le preguntó Sasuke a Naruto. El rubio negó con la cabeza.

—Y tenemos hasta a tres aspirantes a jounin: —anunció Minato—Sasuke Uchiha, Neji Hyuga y… Naruto Namikaze.

Antes de que ellos mismos o sus amigos reaccionaran, de entre sus compañeros algunos empezaron a aplaudir y otros a vitorear sus nombres, cuando alguien interrumpió:

—¡Dos días! —exclamó una voz. El Hokage se esforzó en localizarla: era Karin Uzumaki. —¡Naruto lleva siendo chunnin dos días! Lo examinó su propia madre…, ¿y ahora se le propone para jounin en la graduación…? ¿Esperarás a su cumpleaños para darle tu puesto? Yo también soy familia, tío Minato, viendo cómo haces las cosas ¿a mí no me convocas para el examen a jounin, o le pones mi nombre a una calle?

El murmullo fue creciendo con las acusaciones de la pelirroja.
—¡Tiene razón! —se oyó una voz de entre los graduados.

—¡No se puede negar que siempre hay favoritismo con Naruto! —exclamó otra. El Hokage se quedó unos momentos pensativo, con el ceño fruncido.

—Queridos graduados, ninjas de Konoha. —dijo al fin Minato, haciendo callar los murmullos— Karin. Realmente aprecio que os expreséis libremente, prefiero estar presente a que esos rumores vayan en aumento a mis espaldas. Todos habéis crecido y estudiado con Naruto, y sabéis perfectamente qué clase de ninja es. Siento que no todos podáis ser convocados ahora mismo para promocionar a jounin, pero aquellos a los que se propone están realmente al mismo nivel. De todas formas, yo no puedo decidir a quien quiera, si uno de los tres: el Comité, Iruka, o yo, rechaza una candidatura, ese ninja no es propuesto aún. Si realmente creéis que vuestro propio sensei, el mismo Comité que os ha aprobado como chunnins, y yo, estamos conspirando para favorecer a alguien, lo que deberíais plantearos es si realmente queréis ser ninjas de Konoha.

Poco a poco volvieron a oírse unos murmullos. Entre ellos, se oía algún “perdón” o “no lo pensé, solo me alteré y…”. Pero a la que no terminaba de verse muy convencida era a Karin, que se limitó a cruzarse de brazos.

Después de eso, algunos graduados empezaron a marcharse, unos pocos de ellos pasaban a felicitar a los aspirantes a jounin, otros arrepentidos se disculpaban con Naruto. El rubio intentaba quitarle importancia y respondía con alguna broma. Pero Sakura sabía que sí le había molestado.

—Siento que te hayan estropeado un momento tan especial. —dijo la pelirrosa. Naruto la tomó de la mano.

—No se ha estropeado nada. —sonrió él. Sakura lo miró de esa manera que sólo ella sabía hacer, como diciendo a mí no me puedes engañar. —Bueno…, un poco. Pero ya pasó. —Sakura le apretó la mano, solo un poco. Era una de las múltiples maneras que habían perfeccionado ya para apoyarse el uno al otro.


Continuará.