[+13] Whispers in the dark anuncio importante 07/03/2016

::Pov Jeff the killer::

Todo regresaba a la calma, los gritos se habían perdido en la eternidad de la noche. La calma reinaba de nuevo, las hojas del suelo ahora estaban teñidas de un color rojo carmesí, y enfrente a mi estaba el cuerpo deformado de Anna, bañado del color de su propia sangre, sangre que estaba formando un pequeño lago a su alrededor.

Sublime, podía sentir de nuevo aquella adrenalina después de haber tomado el alma de una humana, me sentía más joven y lleno de vida. Algo me alerto, las sombras se hacían cada vez menos presentes, amanecería pronto.

Elizabeth despertaría pronto, sino es que ya lo había hecho. Mire una vez más aquel cuerpo sin vida y sonreí ampliamente, salí disparado hacía aquella casa donde estaba aquella curiosa humana. Mi sonrisa iba gradualmente desapareciendo mientras iba pensando en cómo me hacía sentir aquella pequeña y extraña humana.

Pronto estaba cruzando el jardín de la casa, la luz del amanecer comenzaba a aparecer. Entre rápida y silenciosamente a la casa, Elizabeth a un no había despertado. Me moví a través de la casa, mientras hacía eso iba recordando todas aquellas escenas donde mis víctimas habían llorado, suplicado y rogándome no matarlas, sonreí de nuevo ante aquellos recuerdos.

Mientras subía las escaleras escuchaba la delicada respiración de Elizabeth, aunque ya estaba mejor de la fiebre, sin duda su estado de salud era delicada. Perdí mi sonrisa, estaba pensando demasiado en ella, debía deshacerme de ella pronto o lo iba a lamentar. Había escuchado algunas historias de seres como yo que terminaron desapareciendo por verse intrigados o interesados más de la cuenta en humanas o humanos, no iba a permitir que eso me pasara a mí.

Me quede un momento viendo la puerta de la habitación de Elizabeth, ciertamente ella no tenía mucho tiempo de vida o la mataba yo o la mataba su débil corazón, así de sencillo ¿Cómo la mataría? Sin duda ella era una humana única (al menos para mí en estos momentos) así que no la mataría como lo hice con la zorra de Anna, no, ella se merecía algo único y especial como ella.

Me había perdido en mis pensamientos sanguinarios que no me había percatado que Elizabeth ya se había despertado y estaba bajando de la cama, no serviría de nada hacerme invisible, ya no tenía sentido para mí. Simplemente camine y me escondí en el cuarto de huéspedes que tenía al final del pasillo. Cerré la puerta y recargue mi espalda en la puerta escuchando atentamente los pasos de Elizabeth que iba bajando las escaleras ¿Por qué me escondía? La mataría de cualquier manera así que no tenía caso ocultarme, incluso podría jugar un poco con ella, probar de ese dulce cuerpo.

Salí del cuarto decidido a hacerla mía (en más de un sentido) baje sigilosamente, ella estaba parada frente a la cocina, estaba observando atentamente entonces caí en cuenta de algo, había cometido un error, Elizabeth tenía todo perfectamente ordenado y Anna solo había colocado las cosas donde ella creía que iban, nunca pensé cometer un error. Maldita Elizabeth ¿Qué me había hecho hacer?

Molesto me acerque a ella, pero ella igual ya se estaba moviendo algo había llamado su atención, me detuve en seco y note que miraba el piso ¿Otro error? Me coloque detrás de ella y me quede petrificado, sí, era otro error. Ella estaba midiendo el tamaño de su pequeño pie con la marca de una pisada mía que había quedado de la noche pasada ¿Cómo es que cometí dos errores en una sola noche? Mi ira iba subiendo gradualmente, Elizabeth pagaría por esto.

Pero antes de que lograra darme cuenta ella ya estaba cerca de la ventana ¿Qué estaba haciendo? Pero entonces sin previo aviso ella corrió las cortinas dejando que la luz del día entrara. Si hay algo a lo que soy vulnerable es a la luz del día, sentí como mi piel se quemaba, como si hubiera metido mi rostro a una chimenea encendida, no pude evitar soltar un grito de dolor, eso claro alerto a Elizabeth que no estaba sola en casa, pero antes de que me viera mi rostro quemado, salí disparado a la habitación de huéspedes, con Elizabeth detrás de mí.

Cerré la puerta con un portazo, Elizabeth iba subiendo las escaleras, su corazón latía desbocado, recargue mi espalda a la puerta.

-¿Esta bien?- Pregunto Elizabeth con voz preocupada tocando la puerta cuando por fin logro llegar.

No conteste, toco de nuevo y hablo con voz suave y melodiosa.

-Por favor...habrá… ¿Se encuentra bien?...

¿Cómo es qué había terminado de esta manera?

::Pov Elizabeth::

No escuche respuesta alguna desde dentro del cuarto ¿Qué había podido pasarle? Me estaba preocupando, no podía dejarlo así después de que él me hubiera cuidado sin tener la obligación de hacerlo.

Iba a tocar de nuevo cuando escuche que el seguro de la puerta se quitaba, me hice un poco para atrás, mi corazón comenzó a latir a un más rápido que antes y sabía que esto no era causado por la carrera de subir las escaleras, latía de una sensación extraña que crecía en mi interior.

Cuando la puerta se abrió, dejo ver a un joven alto, de cabellera negra, tan oscura como la noche más cerrada, su piel blanca como la nieve, tan blanca como la mía, su rostro tenía las facciones bien definidas, sus ojos eran de un color extraño parecían de un plateado opaco, su mirada era penetrante y ocultaba detrás de ella algo oscuro que me hice sentir un escalofrío. Sus vestimentas eran extrañamente ligeras para el clima que hacía, solo llevaba una chamarra blanca, unos pantalones negros de mezclilla y unos tenis sencillos.

Mi voz no salía, me quede mirando atentamente aquel joven que tenía frente a mí, no parecía mayor que yo, aparentaba mi edad ¿Viviría igual solo como yo? Quería decir algo, pero mis palabras no salían ¿Qué me pasaba?

-Creo que aun sigues agotada.- Dijo con voz tranquila y pausada.- Deberias regresar a la cama.
-Sí…-No podía resistirme a su voz, me sentía adormilada, abstraída por este extraño invitado.

-Duerme…-Dijo con un susurro.

Mis ojos comenzaban a cerrarse, pero algo en mi interior se reusaba a hacerle caso ¿Por qué no obedecía mi cuerpo?

-No…aun…no.- Dije con voz apenas audible.

-Rota…tú estás rota.- Dijo en tono burlón y alcance a ver como en su rostro se dibujaba una traviesa y burlona sonrisa.- Pero ahora…Ve a dormir.

Cerré los ojos y me deje llevar por la inconsciencia, sentí como sus brazos me envolvían y por fin deje que ese extraño sueño me llevara lentamente a un lugar donde solo reinaban susurros en medio de la oscuridad.

::Pov Elizabeth::

Sabía que estaba dormida, sentía la pesadez de mi cuerpo y conocía el estado de inconsciencia en el que me encontraba, sin embargo podía oír una voz a lo lejos, llamándome ¿Era un sueño? No lo sabía a ciencia cierta.

En mi sueño me encontraba corriendo en el bosque, la luz del día había casi ya muerto, las sombra de los arboles estaban cubriéndome casi por completo, corría escapando de algo, algo me estaba persiguiendo ¿qué era?

Me detuve en seco y mire a mi alrededor buscando algo entre las sombras, mi corazón latía fuerte y mi cuerpo temblaba de pies a cabeza y no era por miedo, si no de ansias.

Entonces un sonido estridente llamo mi atención, voltee a ver de dónde procedía aquel sonido y al mirar me di cuenta de que había sido una explosión, mi casa.

Corrí de regreso llevada por la imagen de las llamas elevarse por entre los altos árboles que estaban frente a mí, cuando estuve cerca mi casa estaba siendo abrazada por las llamas, no había nada que pudiera hacer por salvarla, caí de rodillas, no pude contener el llanto.

Al mirar atentamente a la casa, de entre las llamas salía una figura alta, de cabellos negros, su rostro al igual que sus ropas estaban salpicadas de un color rojo carmesí, en sus brazos llevaba el cuerpo de una joven, de cabellos largos, tan largos como los míos.

Me quede helada ¿Era yo? Al dar un vistazo mejor, me di cuenta de que si era yo.

No podía moverme, mis piernas y cuerpo lo sentí pesado, entonces note que algo me sujetaba, al mirar hacia abajo vi que me estaban agarrando de las piernas y de todas partes del cuerpo, solté un grito e intente pararme y alejarme de aquellos cuerpos femeninos ensangrentados.

Como pude me incorpore y me voltee dándole la cara al bosque, solo para ver como de entre los arboles salían mujeres con vestidos blancos salpicados en sangre ¿Qué era todo esto? Entonces de entre ellas apareció Anna, con su hermoso rostro pálido pero el vestido que ella traía puesto parecía desgarrado y bañado en sangre.

-Co…co…corre…-Me hablo con una voz extraña y pastosa, desgarradora.- Corre Eli...huye de…él…

Señalo algo detrás de mí, seguramente se trataba del joven que acababa de salir de entre las llamas de la casa que se consumía cada vez más rápido por el fuego.

-Despierta…-Dijo una voz masculina a mis espaldas.- Despierta…Elizabeth…

Abrí los ojos de golpe al escucharlo pronunciar mi nombre, me sentía extrañamente despierta, estaba desorientada, mi cabeza se encontraba aleta.

Me incorpore lentamente por temor a sufrir un mareo, de nuevo toda la habitación se encontraba a oscuras, no sabía si era de día o si la noche al fin había caído.

Tire de las sabanas para quitármelas de encima, me senté para salir de la cama e ir a la cocina a buscar algo de comida, no había comido nada en horas y la verdad necesitaba los nutrimentos ya que me sentía débil.

-No te levantes.- Dijo una voz masculina algo seria.- Estas a un muy débil.

Inmediatamente voltee a ver de donde procedía aquella voz masculina, apoyado en la pared cerca del closet, estaba cruzado de brazos, me miraba con aquellos extraños ojos, sin embargo su mirada era seria al igual con su semblante.

Intente hablar, pero mi voz no salía, mi corazón comenzó a latir fuertemente, había algo en aquel joven que me perturbaba y me dejaba fuera de mí.

-Debes alimentarte.- Dijo en el mismo tono serio y sin moverse.- Ahí te deje algo de comida.

Señalo con un movimiento de cabeza hacía mi mesita de noche, voltee a verla y en ella había una bandeja con un plato de sopa caliente, una cuchara, un vaso grande de agua y un par de pastillas.

-G…gra…gracias…-Dije mirando el plato de sopa.

Tome el plato y la cuchara con cuidado me lleve la cuchara a la boca, no estaba caliente, solo estaba lo suficientemente tibio para no quemar mis labios.

-Tú de verdad debes estar rota.- Dijo con un tono de molestia, pero en el fondo pude denotar la burla en su comentario.

-¿Ro…rota?- Pregunte intrigada por saber a qué se refería.

-Sí.-Dijo mirándome intensamente.- Primero sigues a un desconocido al bosque, después no te asustas ni gritas de saber que alguien se ha metido a tu casa y mucho más se metió en tu armario y no se te ocurrió llamar a alguien o salir corriendo y ahora comes algo que te dio un extraño del cual no sabes nada…sí, tu estas rota.

Medite sus palabras mientras miraba aquellos extraños orbes plateados, que con cada segundo se iban oscureciendo, seguramente llevados por el enojo que se notaba era provocado por mi falta de instinto de supervivencia.

Claro, cualquiera en mi lugar ya habría llamado a la policía, sin embargo él me había ayudado en más de una ocasión y por estúpido que sonara, no me sentía en verdadero peligro. De cualquier manera moriría.

Entonces recordé como lo que había dicho de mí, que estaba rota y pudiera ser que tenía razón, yo estaba rota en más de un sentido, siempre había actuado diferente a lo que muchos esperarían, pero no podía evitarlo. Siempre eh seguido lo que yo considero correcto, así sea lo contrario a permanecer a salvo.

-Puede que tengas razón.- Dije mientras miraba el plato con comida aun.- En más de un sentido nunca eh actuado como se espera…puede que tengas razón…y yo…estoy rota…

-De eso no tengo duda.- Dijo por fin separándose de la pared.- Termina de comer.

Camino un poco y de recargo en la pared cerca de la puerta, en ese momento temí que saliera corriendo por mi falta de cordura. Mi corazón sufrió un estremecimiento, diferente al de mi enfermedad, pero este incluso me asusto más que el de mi enfermedad.

Al verle a los ojos, me pareció que el también pude percatarse de mi repentino dolor, se acomodó de tal manera que  su cuerpo quedo separado de la puerta.

-¿Cómo te llamas?- Pregunte para distraerme un poco.- Perdona, nunca le pregunte a mi casera por el nombre de mi vecino.

-Jeff.- Dijo con una sonrisa burlona en el rostro, algún tipo de chiste privado.

-Mucho gusto, me llamo Elizabeth Vance.- Dije mientras le sonreía lo mejor que podía a mi invitado.- Lamento las molestias que has tenido que tomarte al ayudarme.

-Descuida…me las arregle bastante bien.- Dijo con una sonrisa algo más que burlona.- Termina de comer, date un baño, cámbiate de ropa y te veré abajo cuando estés lista.

-De…de…de acuerdo.- Dije titubeante mientras lo miraba salir de la habitación.

Me apresure a comer lo que quedaba en el plato y tome todo el contenido del vaso poco a poco, realmente estaba deshidratada, salí de la cama disparada a mi closet, tome lo primero que encontré, una falda larga blanca con pequeños holanes y una blusa blanca igual de tirantes, me metí rápidamente al baño.

Disfrute un poco de la sensación del agua caliente en mis músculos tensos, poco a poco estos se fueron relajando, la ducha duro lo suficiente para hacerme sentir más limpia, cepille mi larga cabellera, puse todo de regreso a su lugar, toalla tendida, cepillo y de más utensilios de aseo en su lugar.

Cuando termine de arreglarme baje las escaleras cuidadosamente para encontrarme con mi vecino y salvador Jeff, era un nombre un poco extraño, pero no importaba mucho, me había ayudado y estaba agradecida con él.

No me asustaba no encontrarlo, me acostumbre bastante tiempo a saber cuándo él estaba cerca de mi o cuando no estaba presente. Él estaba parado frente a la chimenea de mi sala, no era muy grande, de hecho era pequeña, pero extrañamente acogedora.

-Veo que ya terminaste.- Dijo sin voltear a verme.- Y como siempre no dudaste en bajar y claro no llamaste a nadie y no trataste de escapar.

-No.- Fue lo único que conteste.

-Veras Elizabeth, eso me molesta bastante.- Dijo a un sin voltear a verme. Se detuvo un momento y después continuo.- Elizabeth yo seré casi honesto contigo.

No dije nada, le di a entender que le estaba prestando atención. Se dio por fin la vuelta y me miro de frente, tenía el rostro sereno, pero en sus ojos se veía sin duda la burla y la indecisión.

-Yo soy quien te ha estado vigilando todo este tiempo.- Dijo sereno.- Desde la primera noche que llegaste a esta casa, eres la primera…persona que me llama tanto la atención.

-¿Por qué?- Era estúpido, pero no me asustaba eso, una parte de mi lo sabía.-

-No lo sé.- Eso parecía molestarlo un poco.- Eh visto demasiadas personas en mi existencia, pero jamás a alguien tan extraña como tú.

Hablaba de manera un poco extraña, pero seguramente era una persona muy aislada al igual que yo lo estaba intentando ser ahora.

-Supongo que nunca habías conocido a una persona con bajos instintos de supervivencia…o rota…como yo…

-Eso es cierto.- Dijo y soltó una suave risa.- Veras Elizabeth estoy intrigado contigo eso está más que claro, sin embargo eso te pone a ti en una mala posición.

Una advertencia, todo mi cuerpo me enviaba mensajes de alarma y la voz en mi cabeza me gritaba fuertemente “Corre, corre tonta no te quedes ahí parada corre…llama a la policía este tipo es peligroso”, pero no me moví. Me quede mirándolo atentamente.

-¿Sabes por qué?- Me estaba leyendo, de la misma manera en que yo lo estaba haciendo.

-Porque eso te molesta.- Dije después de un momento de silencio.

-Eres lista.- Dijo divertido.- Sabía que lo eras, no como tu amiga.

Anna… ¿Cómo conocía a Anna? Recordé, él me había estado espiando, sabía de la existencia de Anna, por suerte ella estaba en la ciudad, desde que se fue no había recibido una sola llamada suya, seguro estaría con alguno de sus tantos pretendientes.

-Anna es una querida amiga mía.- Dije intentando defenderla, aunque hasta yo sabía que ella no era muy reconocida por su inteligencia, pero si por su buen corazón.

-Lo suponía.- Dijo y su sonrisa se hizo más notoria.- Bueno Elizabeth, tal vez no te hayas dado cuenta, pero ya es bastante entrada la noche y aunque has dormido bastante debes recuperar energías, al igual que yo.

-Quédate a cenar.- Dije rápidamente en un intento de mantenerlo en la casa.

-No, tu no quieres que yo me quede a cenar aquí.- Dijo riendo, otro chiste privado.

-Puedo prepararte lo que tu gustes.- Dije, pero era claro que no se quedaría a cenar.

-Créeme, cualquier noche de estas y no podre aguantar más y cenar aquí.- Dijo en un tono que no supe identificar, era una mezcla de ansiedad, enojo y ¿lujuria?

-En ese caso, avísame por favor.- No supe que más podía contestar.- Estare esperando tu visita.

-Elizabeth Vance, eres sin duda un extraño espécimen de mujer.- Dicho esto camino hacia a mi y tomo uno de mis mechones de cabello que estaba ya seco.- No veremos más pronto de lo que desearías.

-Hasta entonces, Jeff.- Un escalofrío me recorrió al pronunciar su primer nombre (el único que me había dado)

Soltó mi mechón y camino hacia la puerta corrediza que da al jardín, no lo iba a detener. Al menos no esta noche.

::Pov Elizabeth::

No podía dormir, ya había dormido lo suficiente, aunque me encontraba algo agotada y no sabía la razón. Después de que se fue Jeff me quede un momento mirando la puerta cerrada de cristal por donde había salido, sabía que algo extraño pasaba con él.

Cuando volví en mí, recordé que había dejado de hacer muchas cosas, primero llamaría a Anna, no me había comunicado con ella y quería contarle de lo que había pasado con mi vecino, aunque ya podría escuchar sus respuestas y reclamos, pero aun así deseaba contarle de él.

Tome el teléfono y marque el número de Anna repico más de tres veces y después entro su contestadora “Hola soy Anna, en este momento estoy ocupada, pero si eres un fuerte y sexy galán déjame tu mensaje y yo con gusto te contestare”. Mire la hora en mi reloj de la cocina eran las diez de la noche y era lunes, era extraño, Anna nunca salía los lunes.

Llame a su celular y me mandaba el mensaje de que ese número no existía, entendería que por floja Anna no contestara el teléfono de su casa, pero su celular siempre lo contestaba, ella vivía pegada a su celular.

Tal vez estaba ocupada o por alguna razón si había salido.
Deje el teléfono en la barra de la cocina y me fui a servir agua, necesitaba hidratarme. Me preocupaba un poco la cuestión de Anna, ella siempre contestaba mis llamadas, más ahora que vivía aquí sola, termine de tomar agua y deje el vaso en el lavabo, camine de regreso a las escaleras, pero cuando iba a subir sonó el teléfono, seguro era Anna.

Corrí a contestar.

-Hola ¿Elizabeth?- No era la voz de Anna, era la de su madre, se escuchaba fatal.

-Hola Sra. Lander ¿Sucede algo?-Pregunte angustiada, algo no me estaba agradando.

-Llamaba porque…- En ese momento rompió a llorar, escuche como otra persona tomaba el teléfono.

-Hola Eli.- Era el Sr. Lander el padre de Anna.- Lamentamos llamarte tan tarde, pero…teníamos que decirte que Anna…mi hija murió no sabes que…

El Sr. Lander me seguía hablando pero yo no podía escuchar lo que me decía, no podía dar crédito a lo que me estaba diciendo ¿Anna? ¿Murió? No, esto no estaba bien, se supone que Anna viviría más tiempo que yo, ella tendría la oportunidad de seguir viviendo.

-Nosotros sabemos que tú y ella eran muy cercanas.- Escuche que dijo el Sr. Lander.- Pasado mañana será el funeral, esperemos…puedas venir.

-Claro…ahí…ahí estaré…-Dije aun en estado de shock.
El Sr. Lander se despidió de mí y creo que yo igual me despedí, pasaban muchas cosas por la cabeza, mi mejor amiga, Anna, ahora ya no estaba. Me derrumbe rompí en llanto, no podía controlar mi dolor, hace poco ella estaba aquí conmigo, riendo, quejándose de todo ¿Por qué ella tenía que morir? Ella estaba sana, ella no tenía por qué haber muerto.

No lo pude contener, solté un grito de dolor, el dolor me desgarraba el pecho. Caí de rodillas al suelo, no podía dejar de llorar, no podía creer que Anna no estuviera. Termine recostada en el suelo, no podía moverme, no quería moverme.

No escuche en que momento llego o como paso, pero de repente deje de sentir el suelo debajo de mí y estaba entre sus fríos y fuertes brazos. Por un breve momento me sentí consolada, pero el dolor seguía latente en mi corazón.

No dijo nada, solo me llevo a mi habitación y me recostó en la cama, me miró fijamente mientras yo hacía un intento por verlo, pero mis lágrimas me nublaban la vista.

-Esto…será divertido…-Dijo en un susurro, no lo entendí bien ya que mis sollozos eran incontrolablemente altos.- Duérmete…

-No…-Le respondí con la poca voz que tenía, sonaba rasposa y agotada.- Deb…debo ir…

-Tú te quedas aquí.- Dijo ahora en voz alta y molesta.- No iras a ninguna maldita parte.

Como pude me levante e intente correr a la puerta, pero con mi extrema torpeza y debilidad me caí al suelo y de nuevo rompí en llanto.

-Ella está muerta.- Dijo molesto.- Ya deja de llorar.

Me quede helada ¿Cómo es que él sabía eso? ¿Cómo sabía que Anna estaba muerta? Un recuerdo regreso a mí, el recuerdo de un sueño. Anna bañada en sangre, advirtiéndome de algo, apuntando a alguien.

Saque fuerzas para ponerme de pie, no lo estaba mirando, no quería verlo, no aun.

-¿Có…cómo…sabes…que Anna...?- Me detuve, dolía decirlo.- ¿Cómo sabes que Anna está muerta?

No hubo respuesta de su parte, así que me voltee para encararlo, había una leve sonrisa en su rostro, una sonrisa de burla, eso me hizo enfadar como jamás lo había hecho en mi vida, nunca me eh considerado una persona violenta, pero en esos momentos tenía unos grandes deseos de golpear a ese hombre en el rostro.

-¡Respóndeme!- Le exigí.

-Aun enojada, sigues siendo extraña.- Dijo como fascinado.- Pero veo que estas molesta y eso es bueno, así es como yo me siento.

Así como llegaron mis fuerzas así se fueron, todo comenzó a volverse borroso a mí alrededor, antes de que me diera de lleno contra el piso, sus brazos me atraparon. Lo último que vi antes de caer en la inconsciencia fueron aquellos  extraños ojos y no sabría decir si fue mi delirio del desfallecimiento, pero me pareció ver un brillo rojo carmesí en sus ojos.

Un sueño intranquilo, sumida en la completa oscuridad de mi propia inconsciencia, estaba hundiéndome en las profundidades de mi propio dolor, mi mente aun no procesaba todo lo que estaba pasando, no quería despertar, quería quedarme aquí en las profundidades de estas aguas.

Abrí los ojos bajo estas profundas aguas, al mirar hacia arriba pude notar que había el reflejo de alguien en la superficie ¿Quién era? No podía verlo bien.

En ese momento ya no quería estar más entre aquellas aguas, una desesperación me invadió, cuando intente subir a la superficie algo me jalo hacia abajo, al ver que era lo que me estaba jalando, me aterre al ver que era Anna jalándome, solté un grito de horror al ver su cara deformada y pálida.

Abrí los ojos de golpe, algo había cambiado. Las cortinas estaban abiertas, ya era bien entrada el día, la luz me lastimaba los ojos, los tenía irritados de tanto llorar.  Me levante con dificultad de la cama, sin ganas.

Camine hacía las cortinas y las cerré, debía alistarme e ir de regreso a la ciudad, los padres de Anna necesitarían ayuda con el funeral de mi amiga.

Jamás imagine que sería yo quien enterraría a mi mejor amiga, pensé que sería Anna la que tendría que hacer todo lo que yo estaba por hacer, mis ojos no soltaban las lágrimas que quería derramar, se habían quedado secos de tanto llorar por la noche.

No me detuve a ver que ropa agarre, simplemente tome lo primero que encontré y me metí a la ducha, necesitaría despertar bien para conducir de regreso a la ciudad.

Cuando termine de bañarme y arreglarme baje a la cocina y tome el teléfono, le avisaría a la Sra. Lander que iría a ayudar en lo que necesitara.

-¿Bueno?- La voz era rasposa y sin vida, la Sra. Lander sin duda estaba más destrozada que yo.

-Hola Sra. Lander, soy yo. Elizabeth.- Le dije lo más alto que podía hablar.

-Hola linda…-Dijo sin ánimos.

-Solo le llamaba para decirle que estoy por salir de mi casa, iré a ayudarle en lo que usted y el Sr. Lander necesiten.

-Gracias linda…mi linda hija ya llego al fin a casa…esta tan cansada…llego dormida…a un sigue dormida…

Me destrozaba escuchar a la Sra. Lander de esa manera, parecía que seguía en estado de shock y una negación absoluta y dolorosa.

-Tratare de llegar lo más pronto posible.- Dije, no espere que respondiera.

Colgué y me encamine a entrada, no tenía tiempo que perder. Tome las llaves de mi auto y mi bolsa  pequeña, salí a la entrada de mi casa, no me detuve a admirar la hermosa vista del jardín de la entrada, lleno de flores y de árboles.

Me metí en mi auto y me puse en camino rumbo a la ciudad, mientras conducía pase frente a la casa de mi extraño vecino, todo estaba apagado, su casa era más cristal que nada, era una casa alejada de la carretera, no me detuve, tenía que llegar pronto a la casa de la familia de Anna.

Algo me tenía intranquila, por instinto mire por la ventana que me mostraba un vistazo al bosque, sentí un escalofrío recorrerme todo el cuerpo, sentí emanar de las sombra de los árboles una terrible ira y peligro. Acelere un poco y seguí mi camino.

Cuando estuve adentrándome en la ciudad, me sentí un poco más tranquila, conduje aquellas calles tan conocidas para mí, llenas de tráfico y personas caminando en todas direcciones. Lo que debería hacerme sentir en casa, me hacía sentir más desdichada.

Al llegar a casa de la familia de Anna, me desgarro el alma ver a la Sra. Lander sufrir de esa manera, el Sr. Lander sufría el doble, la muerte de su hija y ver como su esposa perdía la cordura por la muerte de su única hija.

Tuvimos que llamar a un médico para que le colocaran tranquilizantes a la Sra. Lander, cuando al fin lograron dormirla, yo esperaba en la sala, estaba por anochecer y eso me ponía algo nerviosa.

-Te agradezco estés aquí Eli.- Dijo el Sr. Lander sacándome de mis pensamientos.

Voltee a verlo, parecía que hubiera perdido cuatro años en tan solo el transcurso de solo unas horas.

-No podía dejar de venir.- Dije más en un susurro, mi voz no salía mayor a eso.- Perdone que pregunte…pero ¿Qué paso?

-No lo sabemos a ciencia cierta…-Dijo el Sr. Lander mientras tomaba asiento en su viejo sillón.- La policía dice que fue un drogadicto quien la pudo haber atacado.

-¿Un drogadicto? ¿No había sido un accidente de tráfico?- Pregunte perpleja.

-No…querida…te lo dije por teléfono.- Me miro extrañado.- Creo que a todos nos tomó por sorpresa.

-Cr…creo…-No recordaba en que momento me había dicho aquello.- Pero en ese caso ¿Dónde estaba Anna?

-Iba a tu casa, pero nunca llego.- Dijo decaído.

-No me dijo nada.- Dije sorprendida, siempre me llamaba antes de ir a mi casa.

-A nosotros solo nos dijo que te iba a ver.

Nos sumergimos en un silencio triste y tenso, el sol estaba por ponerse, me entro una urgencia por volver a casa, sin embargo no quería dejar a los padres de Anna solos, en especial al Sr. Lander, en cualquier momento podría quebrarse al ver en las condiciones en las que se encontraba su esposa.

-Ya es tarde y no me gustaría te pasara nada linda.- Dijo el Sr. Lander después de un rato.- Quédate esta noche y ya mañana podrás irte después…después del funeral.

-Gracias Sr. Lander.

Me llevo hasta el cuarto de huéspedes que se encontraba aun lado de la habitación de Anna, no me atrevía a entrar en esa habitación, había tantos recuerdos en ese cuarto que era doloroso si quiera pensar en todos esos momentos.

No espere mucho y me fui directo a la cama, no tarde mucho en caer dormida, estaba agotada y todo me dolía, tanto mi cuerpo como mi corazón.

Antes de caer completamente dormida pude escuchar un leve susurro de la oscuridad llamarme “Eliza…Elizabeth…vuelve…vuelve ahora mismo” pero no pude contestarle antes de que el sueño me derrotara y mis ojos se cerraran por completo.


La mañana del día siguiente ha sido una de las mañanas más difíciles que eh pasado, solo había estado en un funeral en mi vida, el de mi abuela, pero esto era diferente, Anna no había muerto de forma natural, alguien había extinguido su vida, eso jamás lo perdonaría, Anna a un tenía una larga vida por delante.

Mis padres intentaron persuadirme de que regresara a casa ya que lo ocurrido con Anna los había puestos temerosos de lo que pudiera pasarme, si mis padres supieran que asesino o no, ladrones o no yo moriría de cualquier manera, solo el modo cambiaría, por eso había tomado la decisión de irme lejos.

Cuando logre calmarlos me puse en marcha para despedirme de los señores Landers, quería regresar a casa y recuperar el tiempo perdido, había dejado muchos pendientes en mi trabajo y tenía unos deseos enormes de tocar mi violín, necesitaba sacar de mi pecho todo este dolor que llevaba dentro.

Al llegar a la casa de los Lander, escuche desde la entrada los sollozos desgarradores de la madre de Anna, jamás la había visto tan destrozada. Me acerque y el Sr. Lander me estaba esperando.

-Hola linda.- Cada vez se veía en peor estado.- Gracias por toda la ayuda que nos has brindado.

-No tiene que agradecerme…-Le dije mientras entrabamos a la casa.- Usted sabe que para mí Anna era más que una amiga.

-Lo sé, Eli dentro de la habitación de Anna te deje una caja con cosas que ella seguramente hubiera querido te quedaras.

-Se lo agradezco.

-¿Podrías cerrar cuando te vayas? Llevare a mi esposa al hospital…la muerte de nuestra hija…

-Entiendo…- Ninguno de los dos quería hablar del estado mental de la Sra. Lander.- No se preocupe, yo cerrare la casa.

-Te agradezco todo lo que has hecho por nosotros y lo que hiciste por mi hija.

-No me agradezca yo quería mucho a Anna.- No pude evitar derramar una lagrima.

-No debemos llorar más.- Dijo limpiándome la lagrima.- Sabes que a Anna no le gustaría vernos llorar.

-Lo sé, es solo…que a un no puedo creer que nos haya dejado.- Dije poniendo un pie en las escaleras.

-Bueno, la vida así como la muerte es cruel.

Cuánta razón tenía el Sr. Lander, pero no había nada que alguien como yo pudiera hacer para regresar a Anna a la vida. Vi como el Sr. Lander ayudaba a su esposa a subir al auto y se iban.

Tome una gran bocanada de aire antes de subir las escaleras rumbo al cuarto de Anna, ese cuarto no había cambiado desde la última vez que habíamos estado ahí Anna y yo, fue una noche antes de haberme mudado a mi nueva casa, la habitación seguía pareciendo la de una adolescente que recién entrara a la universidad, fotografías nuestras, con nuestros amigos de la universidad y de su familia adornaban un pizarrón de corchos en su escritorio, yo la había ayudado a escoger las fotos.

Camine por cada rincón de la habitación, cada lugar tenía un recuerdo, la cama, la ventana a la calle trasera, su armario lleno de vestidos y ropa a la moda.

Encima de la cama estaba la caja que me había indicado el padre de Anna, no soportaba más estar en esa habitación suspendida en el tiempo, tome la caja y salí disparada a mi coche que estaba estacionado enfrente de la casa de los padres de Anna.

Cuando entre a mi auto rompí en llanto. Llore un par de minutos antes de poder calmar las lágrimas y los sollozos, quería regresar a mi casa.

Había pasado todo el día fuera en la calle que apenas había probado bocado alguno, no es como si tuviera mucha hambre, pero si quería adelantar algunos pendientes, necesitaba alimentarme un poco, pase a comprar un poco de comida al supermercado de la ciudad, cuando salí de la tienda ya era estaba por atardecer, no quería llegar a la casa de noche.

Me subí al auto y conduje un poco deprisa, mi mente era un completo lio, quería dejar de pensar, dejar de sentir todo este dolor, quería que se terminara cuanto antes ¿Por qué había tenido que ser Anna y no yo? ¿Por qué ella antes? ¿Pude haberla ayudado? Pare el auto, estaba cerca de la casa de mi vecino, de hecho estaba enfrente de su casa, se podía ver el interior, era muy extraño mi vecino, su casa era prácticamente un palacio de cristal, todo en él era un enigma, pero en esos momentos no tenía tiempo para descifrar el enigma de mi misterioso vecino.

Entonces al mirar hacia el camino, pegue un grito de susto, había alguien parado en medio de la calle, pero se acercó a mi carro, era un hombre de alrededor de unos treinta y tantos, tenía una barba de candado y llevaba lentes pequeños para el tamaño de su rostro, vestía pantalones y camisa negra de vestir, toco a mi ventanilla, yo la baje.

-Hola, soy Victor Veltran.- Dijo con una enorme sonrisa.- Soy tu vecino y vivo en esa casa de cristal.
Me quede helada ¿Mi vecino? ¿Cómo era eso posible? No tenía sentido.

-Yo…yo soy…Elizabeth Vance…

-Mucho gusto señorita Vance, bueno me temo que ahora tendrá que ayudarme.- Dijo sonriendo de una manera que de verdad me aterro y helo la sangre.- Usted va a ayudarme a atraparlo.

-¿Atra…atrapar a… a quién?- Pregunte aterrada.

-Sí, yo creo que ya lo conoce bastante bien.- Sus ojos estaban nublados por la locura.- Y me temo que su joven amiga también lo llego a conocer…me gustaría explicarle más detalladamente todo, pero esta por atardecer y pronto después de eso anochecerá así que mejor nos apuramos.

Y antes de que pudiera hacer nada, él me estaba restregando un trapo en la nariz y la boca, la pesadumbres se adueñó rápido de mí, la oscuridad de un sueño provocado se apodero de mí y lo último que cruzo por la mente fue el recuerdo de aquellos extraños ojos color plateados.

Hola a todos los lectores (^^)/

Este es un anuncio y una invitación para todos ustedes, estoy organizando un especial para la historia, el especial se llama "Entrevista con el elenco de Whispers in the dark".

Pero para llevar este especial acabo me gustaría involucrar a mis lectores, la temática es la siguiente:

*Los lectores le podrán hacer una pregunta al personaje de su elección.

*Las respuestas saldrán en el especial, contestadas por el personaje al que se le formulo la pregunta.

*Se prohíben preguntas ofensivas y palabras anti-sonantes (groserías)

*Preguntas mal formuladas o que no se entiendan, no podrán ser publicadas.  

*Las preguntas las pueden escribir en un comentario en esta pagina o enviarla a mi correo personal Cleoescritora4383@gmail.com (De preferencia que sea a mi correo personal)

Espero les agrade y lo disfruten tanto como yo (^^)/
estaré esperando sus preguntas y comentarios.