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Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Guao me encanta como escribes !!
luftmanenma- Aprendiz
- Mensajes : 91
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Cautivo en la Oscuridad
Capitulo VI
- • Lo que posees acabará poseyéndote :
- Afuera estaba lloviendo. Podía oírlo. Tomando una profunda respiración, abrí lentamente los ojos, olvidando por un momento dónde estaba, pero entonces la tristeza me consumió. No sabía exactamente qué día era. Él me mantenía en la oscuridad, siempre, con solo las luces de la noche para guiarme por la habitación. No sabía por qué hacía las cosas así. Si era para desorientarme, estaba funcionando. Nunca me di cuenta de cómo la incapacidad de contar el tiempo podía hacer estragos en la comprensión de la realidad. Era fácil perderse en la oscuridad sin fin y en el paso de las horas.Pensé mucho en mi casa, en mis padres y en lo que ellos podrían o no estar pasando. Quizás se lamentaban por todas las veces en que no me dijeron que me querían. Quizás se arrepentían de no haberme dado aquellos abrazos que necesitaba tan desesperadamente. Ahora era demasiado tarde. Me preguntaba si tenían alguna idea de dónde podría estar o si la policía ya les había dicho a mis padres que las esperanzas de encontrarme habían desaparecido. Conté los días revisando mis comidas. Había comido seis desayunos hasta el momento. Quería irme a casa.
El día, las horas, cualquiera que fuera la longitud temporal que había pasado después de esa primera paliza había creado un cambio en la relación entre mi captor y yo. Mientras dormía, él se había hecho amo de mi destino, y no pude hacer nada para impedírselo. Abrí los ojos al día siguiente y en ese momento él estaba entrando en mi habitación. Su rostro había estado más serio. Desprovisto de la constante insinuación de sonrisa. Había sabido al instante que no debía poner a prueba su paciencia.Él se quedó quieto sobre mí, al lado de la cama, respirando profundamente y exhalando lentamente. Me pregunté si sentía alguna vergüenza por lo que me había hecho.—¿Puedes levantarte? —inquirió. Su voz sonaba distante, indiferente a mi respuesta.—No lo creo —grazné, mis ojos ardían con lágrimas—. Me duele. —Mantuve la cabeza baja, esperando que el entendiera lo difícil que había sido para mí solo dirigirme a él como deseaba.Su voz bajó, suavizándose.—Apuesto que lo hace, pero mira lo que ha pasado por tus modales.Apreté la mandíbula, sin decir nada.
Ahora, todos esos días después, temía y esperaba con impaciencia su compañía, por ninguna otra razón que odiar mi soledad y la oscuridad.Me deslicé fuera de la cama y por primera vez en unos días no sentí aquel horrible dolor punzante. Me levanté cuidadosamente, mis músculos se contrajeron con fuerza y se resistieron. Hice una mueca, el dolor resonó a través mí.
Los días, no sé exactamente cuántos quizás tres, a raíz de ese horrible encuentro me los había pasado acostada con Naruto a mi lado. Él me había ayudado a levantarme cuando tenía que ir al baño, negándome intimidad con el pretexto de ser de utilidad. Él me había bañado, alimentado, y colocado cada pedazo de comida en mis labios para que yo lo tomara cuidadosamente de su mano. A veces me sentía como una muñeca. Cuando me resistía o mostraba indecisión, la palma desnuda de su mano golpeaba contra mi trasero en carne viva convirtiéndose en estímulo suficiente para obedecer. Renunciando a mi voluntad, era el precio que había pagado.
La fría crema era aplicada al menos dos veces al día y siempre agitó las más extrañas emociones en mí. Él me tocaba mientras me extendía la crema. Aunque trataba que pareciera hacerlo de manera casual, a mi me parecía preciso, calculado. El empezaría por mis tobillos, que por lo general hacía que me mordiera el labio de puro éxtasis. Nunca antes había tenido a alguien masajeándome y nunca había sabido que mis tobillos necesitaran tanta atención. Cuando él me tocaba, hacía que las cosas se sintieran mejor sin ser yo consciente de sentirme tan mal. Yo yacía completamente inmóvil, intentado tan fuerte como podía, no darle ninguna indicación de que sus atenciones me resultaban embriagadoras. Entonces él me agarraba las pantorrillas y masajeaba mi carne con sus dedos hasta que yo dejaba escapar un largo y bajo suspiro en mi almohada. Siempre se las arreglaba de alguna manera para fisgonear en mis siempre tan levemente separadas piernas, frotando tan cerca de mis regiones inferiores que yo luchaba por no gritar: «¡Basta!». Sin embargo, él habla conmigo cada vez que masajeaba mis nalgas. Creo que le entusiasmaba de manera inimaginable el hacerme sentir incómoda. Un día resultó ser aún peor por su incesante interrogatorio.
—Así que nunca has estado con un hombre. —Eso fue más una declaración que una pregunta, como si estuviera hablando de cosas que ya sabía. Me pregunté cómo hice para que resultara tan obvio.
—No.
—¿Mujeres?
Negué con la cabeza rápidamente.
—No. —Pero había mentido.
Yo lo más cercano que había estado de una mujer antes, bueno, una niña. No sé si yo lo definiría como algo malo, principalmente ella me dejaba, besarla. Hinata y yo nunca habíamos estado con un chico. Supongo que estábamos experimentando con cosas. Su boca era muy diferente a la de mi novio. Era más blanda, suave y delicada. Había sido extraño estar pensando en ella mientras él me frotaba. Un pequeño nudo de presión se formó entre mis piernas y solo por un momento, mientras mi piel se rendía a sus caricias y mi mente se adentraba en las fantasías, quise que él me tocara allí.
—¿Alguna vez te has tocado? —Con el rostro ardiendo miré hacia otro lado y escondí la cara entre las manos así como en mi almohada. Él soltó su característica risa burlona, pero no me obligó a responder. Estaba empezando a acostumbrarme a sus atenciones, considerándolas más como una rutina que íntimas. Otras cosas aún me hacían sentir incómoda. La desnudez era definitivamente algo a lo que me había acostumbrado. Comenzaba a sentirme agradecida de que nadie más que Naruto entrase y saliese de mi habitación pero incluso él me hacía sentir increíblemente avergonzada. Cualquier tipo de ropa era demasiado incómoda. Incluso el edredón, una vez tan suave contra mi piel, me parecía abrasivo ahora que me estaba curando. Odiaba sentarme sobre él cuando tomaba mis comidas.
Entré en el cuarto de baño, todavía desnuda y con aspecto de prisión, y me miré en el espejo. El moratón se había desvanecido volviéndose de un verde claro, mi cara ya no estaba hinchada y mi pelo estaba hecho un desastre. Me miré durante un largo rato. ¿Quién era esa chica que le devolvía la mirada?. Tuve que admitir, el efecto era deslumbrante. Me pregunté por enésima vez cuáles eran los motivos de Naruto para mantenerme prisionera. Estaba desnuda a su alrededor cada día y sin embargo él no había hecho ademán de aprovechar al máximo lo vulnerable que yo era. Estaba a su completa merced. Hubieron momentos en los que parecía que le costaba contenerse, pero lo hacía, siempre.
La puerta se abrió. El entró con el desayuno. Me dirigí hacia el marco de la puerta del cuarto de baño, mirándole fijamente mientras cerraba la puerta con el pie. Lo juro, ese hombre no dormía nunca. No estaba segura de qué hora era, pero de cualquier manera me pareció demasiado pronto para que él estuviera duchado y vestido. Él siempre iba vestido como si fuera a una fiesta o a salir por la noche, nunca llevaba algo informal o cómodo. Excepto, por supuesto, del día que nos conocimos. Salté cuando él habló.
—¿Por qué te tapas? —Inmediatamente miré al suelo pero no aparté las manos de mis pechos.
—Estoy desnuda —le contesté con voz trémula.
Dejó la bandeja sobre la cama.
—Has estado desnuda delante de mí antes. ¿Por qué de repente estás siendo tan modesta? Baja las manos y ven aquí. —Bajé las manos, juntándolas frente a mí mientras caminaba hacia él. Él suspiró cuando lo alcancé, apartándome las manos de mi sexo—. No te cubras estando delante de mí. Es ridículo. —Me mordí el labio.
—Sí, —dije un poco más alto que un susurro. Yo estaba de un humor muy raro. Cierto, estaba bastante deprimida, ¿y quién no lo estaría? Enfadada, asustada, confundida, sola todos se habían convertido en sentimientos habituales. Sin embargo hoy, me sentía de otra manera además de todo aquello y en contra de toda lógica quería que Naruto lo entendiera. Quería que me dijera cosas agradables, tal vez incluso que me abrazara. Extraño no empezaba a definir mi estado de ánimo. De repente me entraron ganas de llorar pero en cambio me quedé mirando al suelo intentado no pensar.
Él suspiró profundamente, tomando mi rostro entre sus manos. —No tengo mucho tiempo para enseñarte cómo comportarte. —Fruncí el ceño ante sus crípticas palabras. «¿Qué demonios significaba aquello?»
—Me siento mejor —susurré. Aunque estaba segura de que mi cara decía todo lo contrario. Mi corazón se aceleró cuando sus suaves y cálidas manos me mantuvieron inmóvil. Su rostro, esos labios, estaban demasiado cerca para mi comodidad, o no lo suficiente—. No hay ninguna razón para que no pueda ponerme ropa de nuevo.
Pasaron unos segundos, sus ojos azules buscando en los míos verdes. Su boca se curvó, una ligera y mezquina sonrisa alzó un lado de su boca. Era una sonrisa que había llegado a conocer bien. Había emitido lo que podría haber sonado como una orden. Creo que me estremecí y me parece que eso era lo que él había estado esperando.
Me aparté de él, arrodillándome instantáneamente a sus pies, esperando que se apiadara de mí y me concediera mi petición. Alargó la mano hacia la hebilla de su cinturón y mi corazón latió a toda velocidad. Sacudí la cabeza furiosamente mientras alcanzaba sus manos para sostenerlas firmemente entre las mías.
—Por favor no me pegues —dije con un susurro ronco. Me limpié la cara mientras las lágrimas caían—. Lo siento. Por favor, no me pegues.
Él hizo un sonido no muy diferente a una risa, pero más cercano a un gruñido molesto y golpeó mis manos apartándolas.
—Levántate —dijo con voz calmada, pero yo solo me aferré a su pierna y llore. Él suspiró profundamente, justo antes de sacarse la camisa de los pantalones bruscamente y desabrocharse rápidamente los botones. No sé lo que me asustó más, la idea de que me volviera golpear o él desvistiéndose. Me levantó por el pelo mientras un mar de miedo se apoderó de mí—. Quítame la camisa. —Abrí los ojos lentamente, aceptando lo que veía poco a poco. Creo que me quedé atónita. Su altura dejaba mis ojos al nivel de su suave pecho besado por el sol. Su respiración, como la mía, se había acelerado. Tal vez había sido un error de decirle que me sentía mejor. Tal vez eso había sido lo único que lo mantuvo a raya los últimos días. Incapaz de hacer otra cosa que obedecer, descansé mis manos sobre sus hombros, tiré suavemente de la tela hacia atrás hasta que se deslizó. Cayendo al suelo.
Me tomó la cara entre las manos, limpiándome las lágrimas.
—¿Todavía crees que tener un trozo de tela entre nosotros te protegerá de mí? —Le miré, implorándole con los ojos—. Recoge la camisa —dijo. Me arrodillé lentamente, sin dejar de mirarle mientras sostenía mi cara. Tome la camisa con las yemas de los dedos—. Póntela. —Me dirigió una gran sonrisa mientras me ponía en la camisa. Me llegaba hasta las rodillas, las mangas colgaban un poco por debajo de ellas—. Ya veremos —susurró en mi oído. Me estremecí.
Mientras él se giraba para salir de la habitación, para ponerse otra camisa asumí, dejé que el alivio por no haber sido castigada me recorriera. Me puse a abotonarme la camisa que me había dado, sorprendida al reconocer la forma en que su olor hacía que mi estómago se agitara. Su camisa, su olor, me rodeaba. Esa fue la primera vez desde que había llegado que su presencia, apretada contra mí, me trajo consuelo. Me di el gusto de elevar ambos puños hasta mi nariz e inhalar profundamente. No era un abrazo, pero era consuelo de todos modos. Tenía que largarme de allí antes de que perdiera la cabeza.
Él regresó antes de lo esperado y sin camisa. Mis ojos no podían apartar la mirada de todo su magro y musculado cuerpo, su estrecha cintura, el pequeño sendero de vello que iba desde el ombligo hasta más allá de la cintura de sus pantalones a medida. Dejó el carrito con ruedas y una silla que había traído cerca de la puerta. Mi rostro decayó, los recuerdos de aquella horrible noche llevaron todo mi cuerpo al límite. No tenía deseo alguno de recrear ninguno de los hechos ocurridos aquella noche.
Pero no dije nada y silenciosamente obedecí mientras él me daba la vuelta, asegurando mis muñecas detrás de la espalda. Esta vez se había asegurado de que yo no pudiera quitarle la comida, no es que tuviera deseos de hacerlo. No me sentía con mucha hambre en realidad, solo triste.
Era difícil fingir que tenía hambre mientras todavía estaba preocupada por nuestra conversación anterior. Me dio el desayuno cuando me senté en sus piernas, con las muñecas aseguradas a la espalda. Él sonreía mucho, pero no siempre. Era muy frío, calculador. Nunca dudé de que todo lo que hacía servía para algún oscuro propósito, justo como esa sonrisa. Me acordé de cuando me dijo que no tenía mucho tiempo para enseñarme cosas. ¿Qué se suponía que debía estar aprendiendo? ¿Cuando íbamos a empezar? ¿Alguna vez iba a dejarme marchar? ¿Iba siquiera a vivirlo? Era un hombre guapo, nadie podía negarlo, entonces ¿por qué? ¿Por qué secuestrar mujeres cuando obviamente podría tenerlas dispuestas? Todo esto era muy de El Coleccionista de Amantes. Volví la cabeza cuando intentó darme de comer más huevos.
—¿No tienes hambre?
Negué con la cabeza.
—No.
—Bien. Me lo acabaré por ti.
Yo quería hablar con él. Quería hacerle preguntas importantes que sabía que no me respondería. Cada pregunta se agazapó en la punta de mi lengua, tratando estallar de mi boca. Me lamí los labios, a punto de preguntar, cuando él habló.
—Acuéstate. —Mis cejas se fruncieron—. ¿Qué es tan difícil de entender? Acuéstate. — Lo hice
—¿Tienes idea de lo sexy que es eso? —dijo. Apreté los dientes y aparté la mirada—. El blanco te queda muy bien, tendré que tomar nota de ello. Me alegra que sugirieras la ropa. El verte vestida me hace pensar en desnudarte. Sin embargo, creo que esta es una muy buena oportunidad para hacerte sentir cómoda desnuda cuando estoy cerca, y me proporcionará unas agradables vistas mientras como.
Apreté firmemente las rodillas pero las separé cuando él me las abrió a la fuerza. Todavía recordaba los golpes bastante bien y no tenía ningún deseo de molestarlo. La habitación quedó en silencio con la excepción de mi pesada respiración. Nunca me había sentido tan expuesta.
—Es hermoso. —Él inhaló bruscamente y la siguiente vez que habló, su voz era espesa, ligeramente ronca—: Justo el tono adecuado de rosa. Ahora... mantén las piernas abiertas. No me provoques.
Cerré los ojos ante el inevitable flujo de lágrimas. El temor y la vergüenza estallaron convirtiéndose en ira, revolviéndose lentamente en mi pecho. Me concentré en respirar lentamente. Me quedé mirando la pared, completamente inmóvil mientras él comía. Se sentía extraño tener las piernas abiertas ante su mirada. El aire tocaba cada parte de mí. A veces mi sexo parecía abrirse por sí mismo, como una pequeña boca hambrienta. Me pregunté si él lo veía, y recé para que no lo hiciera. Traté de imaginarme qué aspecto tenía. ¿Estaba hermosa? ¿Era asquerosamente vulgar? ¿Por qué diablos me importaba? Me preguntaba sobre todo tipo de cosas cuando fui sacudida de vuelta a la realidad por el repentino toque del frío metal entre mis muslos. Había bajado la cadena de mis manos entre mis piernas, moviéndola arriba y abajo entre mis labios.
Le miré con los ojos entrecerrados, deseando más que nada poder darle una patada en la cara para borrarle esa sonrisa.
—No quiero que te vuelvas arrogante, porque eso ya lo eres, pero eres muy guapa.
El orgullo reprimió mi miedo y no pude evitar picar el anzuelo.
—Eso es gracioso —le dije tratando de cerrar las piernas—, tú de entre todas las personas llamando a alguien arrogante. —Apenas pudo contener la risa.
—Touché, pero yo no soy el que está en el suelo con las piernas abiertas. —Empecé a llorar, la frustración y la ira brotaban de mí en forma de lágrimas—una muestra de debilidad.
—Te odio.
—No me odias —dijo él como si fuera un hecho, como si me conociera. Se arrodilló entre mis piernas abiertas y se inclinó sobre mí, con las manos en la alfombra. Volví la cabeza a un lado. Me besó, primero detrás de la oreja, luego en el cuello—. Pero deseas hacerlo.
—Para —susurré.
—¿Por qué? —susurró muy suavemente—. ¿Está de repente mi camisa demasiado caliente?
Un pequeño grito de asombro escapó de mis labios cuando su cálida mano palmeó mi pecho a través de la sueva tela. Abrí la boca para decirle que no fuera tan creído cuando su otra mano se lanzó hacia abajo para tocarme entre mis muslos. Me quedé petrificada, paralizada por el miedo. A través de la tela de su camisa me acariciaba con los dedos, manteniendo al mismo tiempo sus ojos fijos en los míos. No entró en mí, no podía con la camisa en medio, pero aún así sus dedos invadieron cada fibra de mi ser. Le sentía en todas partes. Entonces, contra toda lógica, sentí un rubor calentándome. Placer, deseo, no dolor. Repentinamente todo mi cuerpo se centró en los dedos de Naruto y lo que estaban haciendo. Mi corazón se aceleró, y contuve el impulso de gemir. La boca de Naruto se convirtió en una sonrisa conocedora, y luego apartó las manos lentamente, dejándome jadeando en el suelo.
—Ahora. Dime que no me odias.
—No.
Su pecho desnudo se presionó contra mí; y su calor envió escalofríos por todo mi cuerpo. Me besó el cuello mientras bajaba la mano por mi muslo. Inhaló profundamente, y a continuación exhaló en un susurro a través de mi piel. Su erección me calentaba a través de sus pantalones. La empujó contra mí, como si de alguna manera pudiera entrar en mí. Forcejeé con las muñequeras, intentando liberar mis manos. Él redujo la velocidad, acariciándome calmadamente de una manera suave y amorosa. Se meció de atrás a adelante sobre mí, besándome, frotándome, respirando sobre mi piel.
Algo en mi cuerpo cambió, pero yo no quise. Me puse cachonda, muy cachonda. Mi respiración se aceleró, y lo único que podía hacer era olerlo, por todo mi cuerpo, respirándole, introduciendo su esencia en mi interior. Bajó por mi pecho besándolo, sosteniendo mis rodillas separadas.
—Para… Para. —La primera protesta era real, la segunda... no estaba segura.
Su boca se aferró a mi pezón a través de la tela de su camisa, de alguna manera era más insoportable porque no conseguía llegar a mí. Chupó con más fruición, haciendo que mi pezón se pusiera duro, húmedo y caliente. Medio suspiré y gemí, incapaz de resistirme inclinando mi cabeza contra la alfombra, con los ojos cerrados, cayendo en unas sensaciones que nunca había sentido antes.
—No me odias en absoluto, creo que te gusto bastante. —Yo estaba llorando, pero no era por las razones correctas—. Creo que sé de algo más que podría gustarte. — Sus manos y su boca bajó por mi cuerpo y aunque sabía que debería, no me atreví a decir nada en contra. Él iba a hacer lo que quisiera, protestara o no. ¿Sería tan horrible si no hiciera nada? ¿Podría soportar la culpa?
Mis ojos se abrieron de golpe y me senté en cuanto su boca caliente cubrió mi sexo. Él miró hacia arriba, besándome con furia antes de empujarme de nuevo hacia atrás. Sorprendida, me retorcí de un lado a otro, gritando y gruñendo. Me saboreé a mí misma en su boca; yo estaba en sus labios. Él gimió contra mí mientras deslizaba su lengua arriba y abajo por mi carne secreta, creando gemidos y gritos en mi pecho. Apreté las piernas tan fuerte como pude, sus dedos se clavaron en el interior de mis muslos. No sentía nada excepto su boca sobre mí. Mi cuerpo se convirtió en una extensión de esa pequeña y rosa boca de entre mis piernas. Sin conciencia, sin vergüenza, quería lo que quería y no me importaba quién lo hiciera. Mi propio cuerpo me había traicionado. Mis músculos se tensaron, todas las sensaciones que recorrían mi cuerpo se concentraron en un punto que Naruto lamió. La cabeza me daba vueltas y en un instante cegador pareció que mi cuerpo explotaba. Arqueé la espalda, mordiéndome el labio, retorciéndome contra su cara hasta que el violento espasmo me recorrió hacia él. Me recosté en el suelo jadeando, gimiendo quedamente cuando un suave cosquilleo se extendió por todo mi cuerpo. Él descansó su cuerpo sobre el mío. Me besó el cuello.
—Te dije que te gustaría —susurró. No tenía palabras para eso. Giré la cabeza y lo miré a través de mis parpados entrecerrados—. No deberías morderte el labio con tanta fuerza, la próxima vez solo suéltalo —dijo, limpiándome el labio con el pulgar. Sus labios estaban húmedos, ya sea de sudor o de mí, «por favor que sea sudor». Él sonrió y me besó en la boca... era yo. Qué humillante.
—Te odio —le dije en voz baja, mirando al techo, distante, saciada y vaciada de algo. Me apartó el pelo de la cara y me besó de nuevo.
Sus dedos se presionaron contra mi carne húmeda y yo no pude evitar gemir mientras mi cuerpo palpitaba violentamente.
—Pero tu coño no... y eso es lo importante. —Él sonrió, y yo cerré los ojos, mirando a otro lado—. De hecho, así es como te llamaré... Cerezo.
Mi corazón se sintió repentinamente herido. Tengo un nombre. Sakura Haruno. Se me ocurrió que nunca me había preguntado mi nombre, ni siquiera el día en la calle y se me ocurrió también que aquello quería decir que nunca me había visto como una persona, ni una sola vez. Mi garganta se cerró por el dolor. ¿Había alguien en el planeta al que le importara quién era yo? Pensé en Hinata, mi mejor amiga. A ella le importaba. Ella nunca perdería la esperanza de encontrarme.
Cuando mis ojos finalmente se reenfocaron, Naruto me miraba con esa extraña expresión en el rostro. Todavía estaba sonriendo, no brillantemente, solo con curiosidad, como si de alguna manera supiera que había estado a cientos de kilómetros de distancia. Nos miramos el uno al otro durante unos segundos, aunque no podía decir lo que ninguno de los dos estaba pensando en ese momento. Simplemente no podía apartar la mirada. Mi pecho se estremeció con un sollozo que no liberaría.
El hechizo se rompió, lentamente se desenredó de mi para luego cogerme de brazo y levantarme. La cabeza me daba vueltas y me temblaban las piernas. Estaba a punto de apartar de un tirón mi brazo de su firme mano cuando de repente sentí un torrente de calor húmedo corriendo sobre mis muslos. Instintivamente cerré las piernas y miré hacia abajo, inmediatamente mortificada al descubrir un hilo de mi humedad tratando de correr por mi muslo. Naruto miró también y no pude evitar arder de vergüenza o las nuevas lágrimas en mi rostro.
Naruto dejó escapar un sonido entre un suspiro y un gemido antes de agacharse para trazar con la yema de los dedos el reguero. Levantó los dedos, frotando la evidente humedad por las yemas de sus dedos con el pulgar. Para mi absoluto horror, se lamió dos de sus dedos, cerrando los ojos, saboreando mi puta humillación. Lloré. En alto esta vez.
—¿Cuál es el problema Cerezo? —Me presionó—. ¿Hay algo de malo en disfrutar el placer que te doy? —Él me miró con evidente satisfacción, aun cuando mis lágrimas rodaban por mis mejillas antes de caer al suelo—. Respóndeme Cerezo. —Insistió, con algo de su emoción abandonando su voz. No podía darle una respuesta.
Deliberadamente, él agarró mis dos brazos atados y me llevó a la cama. Se sentó primero, asustándome cuando tiró de mí a su regazo. Dejé escapar un grito de sorpresa, pero rápidamente me quedé en silencio.
¿Qué nuevo infierno tenía planeado?
—¿Por qué lloras Cerezo? —exigió—. ¿Te he hecho daño hoy? —Él me besó suavemente en el hombro.
—Sí —le respondí con un sollozo. Hoy, el dolor era emocional, del peor tipo. Él se apartó de mi hombro con una expresión de sorpresa, pero rápidamente se puso su máscara de indiferencia. Sus labios una vez más, encontraron su camino hacia mi hombro, esta vez hacia mi nuca. Me tensé, buscando alguna manera de escapar de sus caricias, pero sabiendo que no había ninguna.
—Respóndeme correctamente por favor —murmuró—. ¿Te he follado? —Jadeé, paralizada por el miedo abrumador.
—No —dije con una voz apenas por encima de un susurro. Me rodeó con su brazo izquierdo fuertemente, tirando de mí más cerca de su pecho, forzando mi cabeza a apoyarse en su hombro. Excluyendo el miedo, la humillación y nuestra semidesnudez, esto había sido exactamente lo que había querido una hora antes. Había querido que me abrazara. Cuidado con lo que deseas...
—¿Te has corrido? —susurró con la misma voz suave. Cerré los ojos y luché por no estremecerme con mis silenciosos sollozos—. Está bien Cerezo; me puedes decir la verdad. Vamos, di: «gracias por permitir que me corriera». —Con la mano derecha me obligó a abrir las piernas por encima de sus muslos, luchando contra mí cuando en vano intenté cerrarlas. Luché con lágrimas mientras mi mente daba vueltas—. Estás haciendo que me enfade Cerezo; responde a la pregunta.
No pude más.
—¡Mi nombre no es Cerezo! —grité, sucumbiendo finalmente a la histeria.
Casi de inmediato, Naruto me inclinó sobre su rodilla izquierda, sosteniendo mis piernas hacia abajo con la mano derecha y me dio un rápido torrente de golpes que me hicieron gritar. Mientras que mi mente se dispersaba en todas direcciones, en busca de mi ingenio, los golpes siguieron cayendo sobre mi trasero desnudo.
—Por favor, para —le supliqué—. Por favor, para, lo siento mucho. Juro por Dios que lo siento. —La misericordia parecía ser la última cosa que Naruto tenía en mente. Se dobló sobre mi cuerpo que se retorcía y colocó su peso sobre mis hombros para que pudiera azotarme de verdad mientras yo luchaba con frenético terror—. Por favor... por favor.—Lloré sin parar soltando largos y guturales gemidos. Quería tanto frotarme la espalda, pero él sostuvo las correas.
—¿Es el dolor lo que hace que sea más fácil para ti Cerezo? ¿Tu orgullo requiere que seas golpeada hasta la obediencia? —Su voz era baja, cruda, excitada. Bajo mi vientre su erección palpitaba. ¿O era solo mi corazón? Él me pegó una vez más, exigiendo una respuesta que me negué a dar. Me había perdido de nuevo y de repente me di cuenta que después de cada azote, me frotaba para aliviar la picazón. Me pregunté por qué, incluso mientras más azotes aterrizaban.
Mis pensamientos estaban empezando a fracturarse mientras buscaba una manera de escapar de lo que me estaba pasando. «Sólo dale lo que quiere. Parará». ¿Qué había hecho yo para merecer esto? «Actúa como una puta y serás tratada como tal...». Siempre esas palabras, siempre me perseguían y me castigaban. De repente fue un consuelo saber que una vez que Naruto terminara de castigarme también me perdonaría. Él no se aferraría a unas transgresiones imaginarias. Él me perdonaría. Yo quería ser perdonada.
Algo interesante ocurrió entonces. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y mi mente estuvo de repente en blanco. No pensaba en nada. Literalmente nada. No había dolor, ni pena, ni nostalgia o tristeza. Solo existía el sonido de la mano de Naruto aterrizando en mi trasero, mis gritos, su respiración controlada. Sus golpes ya no eran dolorosos; mi trasero estaba adormecido, caliente. Poco a poco me quedó inerte en su regazo. Era extraño, pero me sentí... en paz.
Naruto me soltó entonces, todavía agarrándome con firmeza aunque pude sentir su cuerpo relajándose contra el mío. El momento fue silencioso, solo se oían nuestras respiraciones. La mía áspera y rápida, la suya profunda y lenta. Él me acarició la espalda en silencio, frotándome como si fuera un caballo, pero no me importaba. Lo necesitaba, lo ansiaba. Me relajé más. Después de varios minutos, él rompió suavemente el silencio:
—¿Cuál es tu nombre?
—Cerezo —le contesté desde algún lugar fuera de mí. Con cuidado, me frotó las doloridas e hinchadas nalgas. Mi respiración se ralentizó, mi cuerpo zumbaba.
—Es mucho más fácil cuando te rindes Gerezo —dijo en voz baja—, mucho más fácil. —Él solo fue respondido por un bajo gemido. Aprovechando mi lasitud, me irguió lentamente en su regazo. Con mi enredado pelo pegado a la cara, cuello y espalda. Naruto lo apartó hacia atrás.
Los pensamientos normales y racionales aún no habían regresado. Estaba agradecida. Los pensamientos normales y racionales dictaban que estaba asustada, cabreada o alguna variación de los mismos. Era agradable estar desprovista de tales cosas. Los ojos de Naruto vagaron a mis labios, y luego de vuelta para encontrarse con mi mirada ausente. Sacó una pequeña llave de su bolsillo y abrió el cierre que me sujetaba los brazos a la espalda. Gentilmente los puso en mi regazo, la conciencia comenzó a arrastrarse de vuelta. No me gustaba.
—Bésame —dijo—. Y antes de que digas que no... —Lo interrumpí al tocar con mis labios salados su suave y flexible boca. Se apartó un poco ante mi impulsiva audacia. Pero entonces le oí suspirar y se volvió a inclinar. Inhalé profundamente, ignorando la presión de cualquier tipo de emoción que intentara infiltrarse en mi aturdimiento.
Me esforcé para que el beso pareciera natural, luchando contra el impulso de apartar la cara. Su actitud se suavizó. Nunca había sido amable cuando me besaba. Parecía raro, pero sentí algo dentro de él cambiando. Gimió muy levemente, un sonido que nunca había oído proviniendo él. Alargó la mano hacia mi pecho, pero luego retiró los dedos. Una vez más, restringiéndose a sí mismo. Sin previo aviso, sentí el más mínimo aumento de algo similar al control. Había estado impotente en cada encuentro con él, pero en este momento sabía lo que él quería. Me quería a mí. No solamente mi cuerpo, sino a mí. Y aunque, me controlaba por el momento, mientras él dictaba mi futuro, en este único beso... yo le poseía. De repente, me empujó.
—Buena chica —dijo en voz baja, pero el vacilar de su voz revelaba una pizca de confusión. Se puso de pie, mirando hacia abajo para encontrarme mirándole directamente a los ojos. Él sonrió y agarró un puñado de mi pelo.
—No debes mirarme a menos que te lo diga Cerezo, sólo te harás daño a ti misma.
El momento había pasado. Él estaba al control de nuevo, pero enfadado. Al haberse perdido, ¿incluso por una fracción de segundo? Yo no podía dejar de sonreír y no lo oculté lo suficientemente rápido. Con una sonrisa burlona, me llevó por mi pelo al baño y me bañó rápidamente en silencio.
Después de que él me secara y me cepillara el pelo, volvió a unir mis muñecas, esta vez al frente.
—Levanta los brazos —dijo con severidad. La repentina energía en su voz me hizo saltar. Él puso sus manos alrededor de mi cintura y levantó mis muñecas atadas sobre el poste de la cama. Estaba un poco angustiada en esta posición, mi cuerpo se estiraba con fuerza de puntillas. Me estremecí de nerviosismo, esperando que otra salvaje paliza comenzara. Mi ansiedad alcanzó la cima mientras él colocaba una gruesa venda de cuero sobre mis ojos.
—Por favor, no, por favor. Me duele mucho. —Él pasó las manos sobre mis pechos, apretando mis pezones hasta que se convirtieron en pequeñas piedras duras entre sus dedos. Hice una mueca y cambié mi peso tratando de liberarme.
—Me gusta hacerte daño Cerezo... es lo que me excita. —Me quedé inmóvil, sin decir nada, esperando lo peor—. No voy a amordazarte, pero si no te quedas callada, te pondré una mordaza tan grande, que olvidarás cualquier dolor que hayas sentido antes. —Me mordí el labio inferior. Todavía estaba allí de pie, con la mente en blanco, mucho después de que él hubiera dejado la habitación.
mariland- Clan Suzaku
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En mi pequeño mundo feliz
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Saku si que la ha pasado mal ... Que tiene en mente naruto?
luftmanenma- Aprendiz
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
uy.... un capitulo intenso.
Realmente me gusta como narras las situaciones...
espero la conti para ver cual sera el siguiente movimiento de naruto
Realmente me gusta como narras las situaciones...
espero la conti para ver cual sera el siguiente movimiento de naruto
alex666- Clan Genbu
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Entre lucidez y embriaguez
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Posesiones :
Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Te suplico que no dejes de escribir este fanfic, me ha encantado. Tu manera de escribir es simplemente perfecta.
Tu fanfic es uno de los mejores que he leido, por favor continúa lo pronto
Tu fanfic es uno de los mejores que he leido, por favor continúa lo pronto
susan_ale- Novato
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
y vuelve mariland a los fics hace tiempo que no sabia nada de ti me alegra que hallas comenzado uno nuevo, me encanta como lo llevas hasta el momento las cosas que se están dando en la relación de naruto y sakura van sin prisa creo que naruto en estos momentos se niega a reconocer que es amor lo que siente por sakura y sakura entre tantas cosas horrorosas que ha pasado se esta dando cuenta que naruto realmente no es tan malo además de despertar sentimientos en ella espero por la continuación y vuelvo digo me alegra que volvieras.
aduzumaki- Sennin
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Ohhh!!!....mariland!!..eres una de mis escritoras favoritas..si si,lo se..primera vez que me vez en el foro..bueh,estupideces mías por no haberme registrado antes...me encanta esta historia..en realidad me encantan todas tus historias...por favor continua este super-iper-fantabuloso fic!!!...saludos^^
BlancaPHNS- Clan Genbu
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En una luz tan oscura, que quema
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Cautivo en la Oscuridad
CapituloVII
- “¿Qué quieres? Estoy cansada de tratar de averiguarlo.”:
- Si me concentraba, podía mantenerme de puntillas, lo que aliviaba la insufrible tensión de mis hombros y mi espalda. Yo era dolor puro y nada más. Sin pensamientos, sin emociones, solo un cuerpo pidiendo a gritos ser liberado. Mis pantorrillas se retorcieron de dolor y sufrí un calambre. Empujé mi peso contra el suelo, para aliviar el fuego de mis piernas. Me giré de un lado al otro, esperando encontrar una posición que doliera un poco menos que la anterior. Los minutos se alargaron hasta interminables horas. El dolor saturó cada músculo de mi tenso y estirado cuerpo. Empecé a gimotear en voz baja, que fue volviéndose más alta con cada respiración. Pánico entraba, pánico salía. Había temido ser golpeada. Ahora le dejaría golpearme si tan sólo me dejara marchar.Un pensamiento horrendo cruzo mi mente. «¿Qué pasa si ni siquiera está aquí? ¿Qué pasa si no vuelve por mucho tiempo? ¿Cómo podría aguantar este tipo de tortura durante otra hora, abandonada sola durante toda la noche? Si es que era de noche».Intenté dejar de sentir el dolor, intentando dejar que mi mente venciera a mi cuerpo. Me centré en el sonido del cuero que ataba mis muñecas chirriando contra el poste de la cama. Mi respiración. El modo en el que el calor de mi cuerpo había calentando el hierro forjado de la cama a mi espalda. Intenté encontrar la paz más allá del dolor, más allá del sufrimiento. Tal y como había hecho cuando él me había azotado, pero el truco no me funcionó esta vez.Cada aliento que tomaba parecía estrechar más mis ataduras. Lloré. En silencio al principio, luego en ruidosos quejidos. Mi estómago se retorció y de pronto entendí por qué no me había amordazado... Iba a vomitar. Luché por seguir respirando, y pensando en cosas relajantes que pudieran mantener los calambres del estómago a raya. La historia de mi vida, manteniendo lo inevitable a raya.Gotas de sudor caían por el hueco entre mis pechos y se acumulaban en mi ombligo. Me agitó, esa sensación de sudor pegajoso por todas partes. Mi pelo se me pegaba a la cara, espalda y costados. Me estaba llevando al delirio. Me agité violentamente con la frustración, cada músculo convirtiéndose en dolor fundido. Entonces oí lo último que esperaba.Por un momento, lo deseché como un producto de mi imaginación. No podía recordar cuan a menudo en el pasado me había despertado en la oscuridad pensando que había escuchado algo. Estoy imaginando cosas. Me quede quieta en silencio y me concentré atentamente en los sonidos que me rodeaban. Estaba en todas partes. Contuve la respiración superficial, negándome a dejar que el sonido de mi propia respiración me distrajera en mi búsqueda. Lo oí otra vez. Definitivamente una mujer. ¿Llorando? No, algo más. Había gritos, sí, algunos de ellos con reminiscencias de dolor, pero estaban en la onda de un sonido mucho más primario. El sudor formaba gotas en mi piel recalentada que se hacían más grandes y corrían a través de los contornos de mi cuerpo. Agudicé el oído, pero me esforcé por no sentir. Escuché con más atención y capté el inequívoco ruido sordo de algo golpeando repetidamente lo que sólo podía ser una pared o algún otro objeto duro e inmóvil. Me quedé quieta, tomando rápidas inhalaciones mientras intentaba asimilar todo lo que me rodeaba.Alguien estaba practicando sexo.¿Era... Naruto? ¿Con ella, con esa mujer? Incluso aunque me preguntaba a mí misma, sabía la respuesta. Por supuesto. Naruto estaba practicando sexo.Hijo. De. Puta. El calor brotó a través de mi cuerpo. No podía respirar. No podía gritar. Pero el sentimiento había vuelto. Me había atado desnuda a un poste de la cama. Para que sufriera. Y él estaba en algún lugar de la casa follándose a alguna puta hasta reventar. No estaba pensando en mí. En el dolor que sufría por su culpa. Tan solo lo hacía. No, le importaba. Lágrimas calientes se derramaban por mi cara.No podía sino preguntarme si él estaba siendo amable con ella. ¿Estaba su cara enterrada entre sus piernas como había hecho conmigo? El pensamiento me provocó cosas inusuales. Nunca antes había tenido un orgasmo. Nunca. Pero él lo había forzado en mí. ¿Qué quería eso decir? Entré en pánico, frenética, e intentando soltarme con las fuerzas que me quedaban... nada.Los gritos de la otra mujer se habían hecho más ruidosos y más guturales. De hecho, mientras escuchaba, atentamente, sus sonidos alternaban entre suaves y bajos ronroneos y fuertes y penetrantes gritos. Suaves, luego fuertes, sin cesar. Me olvidé del dolor por un momento, paralizada por los sonidos de la mujer. Cuando más escuchaba, más parecía capaz de discernir. Ella parecía estar disfrutando. De pronto, en un trasfondo más intenso, predominaron los gemidos más fuertes.Recordaba esos gemidos de antes, cuando me había lamido con su lengua. El calor estalló por todo mi cuerpo con el recuerdo, más sudor, más vértigo, más gemidos. Vergüenza, placer y no había dejado de pensar en ello. Cerré los ojos. ¿Por qué coño no podía simplemente desmayarme? Los sonidos de él se volvieron un poco diferentes, más furiosos y más trabajosos, como un corredor intentando terminar una carrera. Rechiné mis dientes y me incliné hacia delante de un modo inconsciente para mí. Mis hombros ardían. Mis dificultades no se habían aliviado.La mujer gritó, con voz ronca, gritos ásperos que parecían venir de lo más hondo de su garganta. Estaba chillando algo. Me pregunté si podría ser su nombre. El pensamiento me irritó totalmente por alguna razón. Aquí estaba yo, en este lugar, atada a un jodido poste de la cama como una cosa mientras otra mujer gritaba su nombre. Sin duda durante intensos orgasmos. Mientras tanto, a mí no se me permitía decir su nombre. Ni siquiera cuando me corría, no es que fuera a hacerlo de todas formas, esa no era la cuestión.Ella chilló otra vez y esta vez no pude evitar gimotear su nombre en voz alta, no en éxtasis como ella, sino en agonía. No había dicho su nombre antes, y no me había dado cuenta hasta ahora. Lo había pensado cada día desde que había llegado aquí. Él era Naruto en mi cabeza, siempre, pero no había dejado que su nombre saliera de mis labios. Lo dije otra vez, atreviéndome a llamarle por su nombre un poco más alto, dispuesta a superar la competición. Nuevos dolores me embistieron, fuertes, cálidos y húmedos entre mis piernas. Las apreté una contra la otra.—Naruto. —gemía yo.—¡Naruto! —gritaba ella.Me empujé hacia delante entre mis correas, ignorando el dolor, ignorando el ardor en mis piernas, cualquier cosa que me distrajera de escuchar atentamente. Podía oírle. —Naruto... —empujé hacia delante. Él estaba jadeando, alto y fuerte. Sus sonidos se abrían camino incluso cuando los gemidos de la mujer se hacían más duraderos y extraños. El pánico creció dentro de mí. El sudor. El jodido sudor, pegándose a mí, irritándome, llevándome hacia un frenesí que nunca había sentido. Si pensara que podría tener el más mínimo éxito, habría intentado morderme el brazo como un coyote para liberarme.—¡Déjame ir! —grité—. ¡Déjame ir! —lloré lastimosamente, jadeando y aspirando aire tan rápido y fuerte como pude. Susurré su nombre. Mis músculos se contrajeron con espasmos. Mis gritos se mezclaron con los de ella, con los de él, todos nosotros juntos en una sinfonía de placer y dolor. La oí llegar a lo más alto en un grito agudo que apenas supero el mío propio. Me desmayé. Al fin.No sé cuánto tiempo permanecí allí, vulnerable mientras colgaba, olvidada por todo el mundo.Lo que sí recuerdo es despertarme con la sensación de calidez y de un peso denso sentado a horcajadas sobre mis muslos. Ni siquiera sentí una punzada de pánico. Mi pelo estaba mojado pero limpio, oliendo a la familiar lavanda. Unas manos fuertes presionaban mis hombros contra el suave colchón que tenía debajo y no pude evitar gemir de alivio ni lloriquear recordando el dolor. Sabía que eran sus manos, no importaba quien me tocara en un futuro, siempre reconocería sus manos. Lo que no sabía, era como interpretarlo.Sus pulgares presionaban cada lado de mi columna vertebral entre mis hombros y recorrían mi carne hasta la base de mi cuello. Sus dedos se clavaron entre mi pelo mojado y tiraron de él suavemente. Mi cuero cabelludo se estremeció y mi cuerpo le siguió.Sentí que debía decir algo, hacer algo. Despotricar contra él, darle un puñetazo, una patada, chillarle, hacer algo violento para infligir un dolor inimaginable contra su persona, pero sus manos se sentían demasiado bien y mi cuerpo dolorido las necesitaba desesperadamente. Además, nunca ganaría contra él de ninguna manera. Sus grandes manos presionaban los dos hombros. Solté una larga exhalación. No. No podía luchar contra él.Luego, porque no podía aguantarme, le pregunté, —¿Por qué estás haciendo esto? ¿Por qué yo? —Inhaló bruscamente y exhaló. No dejó de frotarme, ni pretendió que no sabía lo que le estaba preguntado.—¿Por qué no tú? ¿Habrías escogido a alguna otra para ocupar tu lugar? — La suavidad empezó a convertirse en rudeza—. ¿Si aceptara dejarte marchar a cambio de alguna otra chica, eso estaría mejor? —quería gritar que sí.Silencio. Sólo sus manos amasando mi carne.—¿Qué va a pasarme? —pregunté en voz baja, casi esperando que no me hubiera oído. No estaba segura de querer una respuesta.No hubo respuesta, luego:—Lo que yo quiera.Antes de que pudiera hablar de nuevo, sus dedos estaban haciendo aquello en mi pelo otra vez. Sólo que esta vez ladeó mi cabeza suavemente, presionando con su pulgar a lo largo de curva tras mi oreja. Mi boca se aflojó. Cerré los ojos, incapaz de pensar en nada más que en las sensaciones que me atravesaban. ¿Había estado siempre así de hambrienta de caricias? La respuesta se me escapó.—¿Quién era la mujer con la que estabas? —Sus dedos se quedaron quietos y me maldije a mí misma por ser tan... yo. Sin embargo, mi corazón se aceleró mientras esperaba más que ansiosa su respuesta. Por poco evité ronronear y estirarme bajo él como un gato cuando sus dedos una vez más recorrieron mi cuero cabelludo y detrás de mi oreja.— Vaya, vaya, Cerezo, qué orejas más grandes tienes. —Se rió y el sonido irradió a través de mí una emoción desconocida.—¡Ey! —dije con indignación—. Mis orejas no son grandes. Ni siquiera un poquito. —Y no lo son, ¡de verdad! Sus carcajadas me incitaron—. No es que ella haya intentado ser silenciosa. «¡Naruto! ¡Oh, Naruto!» —Sus carcajadas murieron de golpe y su tirón en mi pelo se hizo menos que agradable, aunque la reacción parecía involuntaria. Me quedé quieta, mordiéndome con fuerza el labio. ¿Mi estupidez nunca cesaría?—. Lo siento—susurré.Terminó demasiado rápido, parecía que no iba a haber más conversación. Inesperadamente fue al cuarto de baño y volvió con un cubo de agua y una esponja que dejó en el suelo. Me levantó sin decir una palabra de sus intenciones. Yo tampoco hablé, demasiado asustada de incitarle hacia alguna otra forma de tortura. Me colocó en el suelo. Cerca de una gran mancha húmeda.—Te measte el suelo —dijo, sus emociones enmascaradas tras una expresión serena. Aparté la mirada, avergonzada y asustada a la vez. Caminó hacia la puerta y se paró, su mano agarrando el pomo. Dándome la espalda dijo, — Nunca me vuelvas a llamar por ese nombre, Cerezo. Tú no me conoces. No así. —Se fue y cerró la puerta detrás de él. Mientras miraba fijamente la gran mancha delante de mí, oí la cerradura de la puerta. Mi cara ardía con el calor de mi bochorno. ¿Por qué me dolía el pecho? Parpadeé para evitar la amenaza de lágrimas.No sabía qué hacer con Naruto, a veces era tan amable y tierno y otras, le temía con toda mi alma. ¿Quién diablos era esa mujer? «¿Por qué podía llamarle Naruto?».***El tiempo pasó y pasó. Nunca más oí a la mujer, pero a menudo me preguntaba que había sido de ella. Mi vida se volvió monótona, ocupada sólo por Naruto, mis castigos, mis orgasmos ocasionales, y la interminable oscuridad. Había pasado mucho tiempo desde que había visto el sol, o la luna, o cualquier otra luz que no viniera de las velas o de las luces de noche. Perdí la pista de los días. Solía ser capaz de contarlos por la comida que me traía, pero ya no más. Ahora sabía que Naruto me alimentaba cuando él sentía que debía comer, cuando él pensaba que debía comer. Me estaba perdiendo. Si tan sólo tuviera alguna noción de tiempo, podría... no sé... algo.Finalmente, me enfadé tanto que arranqué la luz de noche de la pared y la tiré con tanta fuerza como pude, oyéndola romperse. Me pasé lo que parecieron varias horas llorando en la oscuridad negra como el carbón, temiendo desenchufar la luz de noche del cuarto de baño y moverla, porque probablemente no sería capaz de encontrar el enchufe. Puse mis ojos cerca del fondo de la puerta, esperando ver algo, pero todo lo que vi fue oscuridad. Golpeé la puerta con todas mis fuerzas, gritando y llorando, pero nadie vino... a nadie le importaba. Miré fijamente a la oscuridad preguntándome si la muerte sería así. Me tumbé de espaldas, imaginándome a mí misma en un ataúd mirando a la nada, totalmente olvidada. Creo que incluso dormí con los ojos abiertos.A pesar de que no podía saberlo con seguridad, parecía como si las visitas de Naruto a mi habitación se volvieran más y más infrecuentes. Mientras tanto, yo me volví menos y menos nerviosa ante su presencia, de hecho, se volvía más reconfortante cada día. Pero él, por otro lado, parecía cada vez más irritado conmigo. Más molesto, su enfado a menudo se transformaba en mi castigo, y yo estaba obsesionada con evitar ambos. Cuando me tocaba, me forzaba a permanecer inmóvil. Cuando me hablaba, no decía una palabra. Cuando no podía evitar resistirme, inmediatamente suplicaba su perdón. Pero cuanto más cedía, más cruel se volvía. No lo entendía.—Ríndete —me había dicho.—No sé qué quieres decir —había insistido yo.Giré un poco mi cabeza, escuchando algo familiar. Mi oído se había vuelto muy bueno y sólo me llevó otro segundo saberlo. Platos. Me incorporé rápidamente, golpeando la puerta. No hubo respuesta. Me tumbé de espaldas, presionando las plantas de mis pies contra la puerta y procediendo a hacer algo que sabía que era estúpido. Pateé la puerta con furia, exigiendo que tomara conciencia de mí. Otra vez, no hubo respuesta. Empecé a sentir pánico en serio.—¡Por favor! —chillé—. ¡Está oscuro aquí dentro y quiero salir!Cuando no oí más que silencio grité con desesperación.—¡Naruto! Naruto... por favor, abre la puerta. —Nada. Eso fue hasta que alguien pateó la puerta tan fuerte que vi un destello de color. Gateé hacia atrás, muerta de miedo. Por una vez aliviada de que la puerta fuera gruesa, robusta y estuviera cerrada con llave.Nunca había estado tan llena de presentimientos como cuando oí el sonido de una llave girando en la cerradura. Por primera vez, consideré la oscuridad como una aliada. Gateé hasta debajo de la cama. Encajaba de una forma tan increíblemente estrecha, que me quedé inmovilizada, incapaz de girar mi cabeza entre el suelo y somier a mi espalda. Contuve el aliento cuando la puerta se abrió. El latido de mi corazón literalmente movió todo mi cuerpo. Cerré los ojos con fuerza, pretendiendo estar en otro lugar. Una voz en mi cabeza me reprendió. «¿Bajo la cama? Estúpida. Jodidamente estúpida».—¿Pero qué diablos? —le oí murmurar. El alivio fue breve cuando me di cuenta de que era Naruto quien había entrado en la habitación—. Oh, Cerezo, ¿qué hemos hecho ahora? —se burló.—Lo siento —dije, pero no creo que me oyera. La puerta se cerró. Escuché... sólo los latidos de mi corazón.Había crujidos. Sabía que se movía por la habitación pero no podía discernir donde estaba exactamente hasta que oí sus zapatos contra las baldosas del suelo del baño.Me mordí el labio tan fuerte que noté el sabor de sangre en mi boca. Su voz llenó la habitación. —Dime una cosa Cerezo...Sus pasos se sentían cerca.—¿Cuándo exactamente te imaginaste a ti misma como...? ¿Mi amante? —El latido de mi corazón hizo vibrar mi cráneo. —¿Fue la primera vez que hice que te corrieras con mi boca? ¿O una de las muchas veces desde entonces, que te he puesto sobre mis rodillas? Parece que eso te gusta. —Sentí la cama descender sobre mí con su peso. Desafortunadamente era en el lado hacia el que yo no miraba. Ahora estaba llorando abiertamente. Él sabía dónde estaba y estaba jugando conmigo.—Lo siento. —susurré.Él se mofó, burlándose de mi patética naturaleza sin decir una palabra.—Si te saco a rastras será muy doloroso. Es mejor que te las arregles tú misma — canturreó.Sollozando, le dije que iba a salir, rogándole ya que no me hiciera daño. Me sentí ridícula, reptando sobre mi barriga como un animal. Llorando, suplicando, incapaz de mostrar ninguna emoción excepto miedo. Y frustrada porque de nuevo, me lo había buscado yo misma más que nada.Una vez que estuve fuera, me levantó y presionó mi cabeza contra su pecho, acunándome con cuidado una y otra vez. Me agarré a él con fuerza, ambos brazos abrazando firmemente su cintura. Se había convertido en algo natural para mí el buscar refugio en sus brazos, incluso si él los había usado para sujetarme y azotarme. Le dije que lo sentía. Él suspiró y me sostuvo más cerca, sus labios contra mi oreja.—Lo sentirás, Cerezo. —En un instante me empujó boca abajo sobre la cama. Lloriqueé pero no forcejeé. Quería mostrarle lo obediente que podía ser, lo sincera que era en mi promesa de no decir su nombre nunca más. De no suponer nunca que había ese nivel de intimidad entre nosotros.Con dedos hábiles consiguió atar mis muñecas juntas entre los barrotes del cabecero. Mi cuerpo se tensó, mentalizándose. Su peso dejó la cama. Luego le oí desvestirse. Esto era diferente. Muy diferente.Empujé contra mis ataduras.—No, por favor. —No pude evitar decirlo.Fue lento en sus preparativos. Miré fijamente a la negra oscuridad del entorno, intentando captar una visión clara de él. La sangre me golpeaba las orejas y mi miedo era casi tangible en el aire que me rodeaba. Su peso desplazó la cama e instantáneamente supe que no había forma de evitar lo que iba a ocurrir. Se tumbó con el pecho desnudo contra mi espalda descubierta, su peso prácticamente aplastándome.—¿Quieres ser mi amante? ¿Es por eso que me llamas por mi nombre? —Me rebelé con furia, intentando sacármelo de encima y tirando de las correas de mis muñecas. Fue menos que inútil. Le sentí ponerse duro entre mis muslos. Me quedé tumbada sin moverme. Estaba completamente desnudo. Nunca antes había estado completamente desnudo. Sollocé entre las sábanas. Él no sonaba falto de aire en absoluto, mientras continuaba hablando contra mi oído—. Te he hecho correrte muchas veces, pero ni una sola te he hecho devolverme el favor. Tienes que ganarte el derecho a llamarme por mi nombre.—por favor —grité en la oscuridad.Se apretó contra mí, su erección insoportablemente caliente y dura entre mis piernas temblorosas.—No, no esta noche. Llámame por mi nombre ya que estás a punto de ganártelo. —Tan solo lloré más fuerte.Suspiró, áspero, enfadado ¿decepcionado?Rodó quitándose de encima, su gran constitución forzando el colchón a crujir mientras se tumbaba cerca de mí. Yo no podía dejar de llorar, aunque me inundó el alivio. ¡Por qué estaba haciendo esto!Me acarició el pelo durante un buen rato, tocándome la cara con la punta de los dedos. La cama crujió otra vez mientras recolocaba su cuerpo para masajearme la espalda, los brazos y las piernas, despacio, con cuidado... como un experto. Lloré sin hacer ruido sobre la cama, luego no tanto cuando consiguió apaciguarme con una sensación irracional de seguridad. Me tensé por todas partes cuando se tumbó de nuevo con todo su cuerpo sobre el mío. Me dijo que me relajara una y otra vez. Me besó por todas partes, no como antes, no enfadado. Y que Dios me ayude, eso no debería haber marcado una diferencia, pero de algún modo lo hizo.Nunca antes había estado así de cerca de un hombre. Nunca había sabido como el calor de su cuerpo desnudo presionando el mío podría afectarme. Luché contra el acto reflejo. Mi cuerpo quería curvarse contra él y mi mente me decía que sería un horrible error. ¿Cómo sería tocarle de la forma que él me tocaba a mí? ¿Estaría tan absolutamente hechizado como yo parecía estarlo con él?A pesar de mis esfuerzos me perdí a mí misma en sus dulces caricias, dejando salir suaves gemidos de mis labios. Su mano palmeó mi trasero, apretándolo, curioseando con cuidado. No luché contra él. Ni siquiera cuando sus dedos siguieron el pliegue sobre la curva de mi trasero y desplegaron los labios exteriores de mi sexo. El miedo me traspasó, pero me forcé a mí misma a calmarme bajo sus caricias. Me había hecho eso antes, usado sus dedos contra esa traidora abertura para llevarme hacia la cima del éxtasis. Y tenía razón: nunca había pedido lo mismo de mí. Ni una sola vez. Necesitaba esto. Necesitaba olvidar todo, incluso por unos pocos minutos. Me hacía sentir bien, muy bien y era difícil resistirse cuando él me habría forzado de todas formas. Me frotó sin parar, arrancando los gemidos de mi pecho. Estaba llegando, el hormigueo que conducía a la explosión.—Abre las piernas —susurró, su polla palpitante frotando contra el exterior de mi muslo. Pensar en ello me hizo gemir más fuerte de lo que nunca lo había hecho. No sabía que me estaba pasando. Sólo sabía que necesitaba abrir las piernas—. Ábrelas más —gruñó y yo obedecí.Temblé descontroladamente mientras el orgasmo me agarraba desde muy adentro. Incliné mis caderas hacia atrás, buscando sus dedos, suplicando sin palabras una caricia más firme. Me dio lo que quería y me aferré a mi orgasmo el mayor tiempo posible. Apenas registré en mi mente cuando se irguió sobre sus rodillas y tomó posición entre mis muslos lascivamente abiertos.En el momento en que algo hizo contacto con mi culo, salté. Sus manos presionaron entre mis hombros.—Baja la cabeza. —Sus dedos sacaron la humedad que yo había creado y la aplicaron con destreza en el apretado anillo de músculos. Me agité sin control. Estaba muy sorprendida de descubrir que mi miedo surgía a partes iguales del bochorno atronador de ser tocada en un lugar tan secreto, como del dolor que implicada ser penetrada ahí. Esa no era una parte de mi cuerpo que debiera ser vista. Yo en verdad nunca la había visto. Cuando uno de sus dedos traspasó mi entrada y embistió esa secreta parte de mí, se volvió la única parte que sabía que existía. Me doblé contra la intrusión, pero importó muy poco. Presionó hacia dentro despacio, pidiéndome que me relajara antes de salir y entrar otra vez. Parecía que iba a seguir para siempre y todo el tiempo me sentí más concentrada en no avergonzarme que en lo que estaba haciéndome en ese momento. Poco después, ya no dolía más. Aparentemente satisfecho, me sujeto firmemente por la zona lumbar.Algo increíblemente grande presionó contra mi entrada. Me quedé congelada. No había ninguna maldita manera de que fuera a meter aquella cosa dentro de mí. Me rebelé. Luché contra lo inevitable.—Relájate, Cerezo. Relájate. Inspira profundamente… bien, otra vez. —Me estaba partiendo por la mitad. Mi universo volcó patas arriba. Me sujetó firmemente mientras se abría camino empujando dentro de mí, todo mientras me daba instrucciones. Escuché atentamente sus palabras seguras e intenté hacer exactamente lo que me pedía. Pese a que el dolor sobrepasaba al placer, hice lo que pude para meterme las sábanas en la boca. Pasó un buen rato antes de que me llenara por completo. Se paró, y puso su cabeza sobre la mía, hablándome con dulzura. —No luches. —Acarició mis pechos, mi vientre, besó mi hombro, una vez más haciéndome gemir de placer contra mi voluntad. «¿Contra tu voluntad? ¿De verdad?». Mi cuerpo se relajó y su enorme tamaño se asentó dentro de mí. Su respiración calentó mi nuca y dejó escapar un gruñido. El sonido, tan masculino, tan primitivo, me maravilló.—Por favor —susurré, pero no sabía lo que le estaba pidiendo. Estaba dentro de mí, en cada célula. Su pene palpitó dentro de mí y pude sentirlo. Pero más que eso, sabía que él podía sentirme a mí. No sólo mi temblor, sino a mí.Cada día era más vulnerable que el anterior. Cada día él me quitaba más conciencia de mí misma. Y ahora se había llevado la última que me quedaba, lo último de mí. ¿Pero eso en quién me convertía? ¿En una extensión de él? ¿En alguien nuevo? No lo sabía. No quería saberlo.Se inclinó sobre mí, limpiándome a besos las lágrimas a los lados de mi cara. Y todavía no se movía. No era suficiente con follar mi cuerpo, quería follar también mi mente. Estaba funcionando. Quería que fuera amable conmigo. Que me besara. Que lo hiciera agradable para mí. Tenía miedo de que me doliera y una vez más le miré buscando protección. ¡Qué jodido era eso!Entonces me folló.En toda mi vida, nunca había sentido nada como eso. La sensación me asaltó, paralizándome, como si a mi mente no le fuera posible asimilar como debería reaccionar. Todo mi cuerpo tembló y se agitó alrededor de él mientras me empalaba una y otra vez, y aún entonces, había presente algo de placer morboso. Se acumulaba dentro de mí y suplicaba por liberarse. ¿Siempre era así? Sentiría lo mismo que si me follara mi… incluso mis pensamientos ponían reparos a la palabra coño. Naruto lo llama coño. Me corrí. Fuerte. Esa fuerza le mantuvo quieto dentro de mí mientras yo palpitaba rodeándole. Hizo un sonido de dolor y presionó su boca contra mi hombro.—Dios… sabía que serías así. —Antes de que tuviera oportunidad de preguntarle qué quería decir, se movió en mi interior y todos los pensamientos huyeron.Me corrí varias veces más mientras me follaba, cada vez me redujo más y más a ser alguien que yo reconocía menos y menos. Finalmente, apretó y tiró de mi culo.—Te siento tan bien. Me encanta tu estrecho culito. —Gruñó y se empujo contra mí. Creció dentro de mí y yo no podía creer que realmente pudiera hacerse más grande. Gimió ruidosamente—. ¡Oh, joder! —momentos después me llenó con su semen.Cuando dejó de palpitar en mi interior, se derrumbó encima de mí, susurrándome al oído palabras reconfortantes. Lloré suavemente bajo él, mientras se convertía de nuevo en todo suavidad y consuelo. Se estiró para alcanzar algo y lo colocó debajo de mí. Tiró suavemente, su polla saliendo de mí lentamente y causando un pánico insoportable. ¡Su semen salía de mí! Me contraje sin motivo y él bufó. Otra vez había encontrado nuevas maneras de humillarme. Las lágrimas se derramaron por mis mejillas ardientes.Nos bañamos juntos por primera vez, apretados en la bañera, mi cuerpo entre sus piernas, contra una parte de él que aún no había visto. Mantuvo mi cabeza contra su pecho. Lloré contra él, indiferente y exhausta, con todas mis fuerzas agotadas. Me acarició, me lavó, me habló.—¿Cuál es tu nombre?—Cerezo —murmuré débilmente.—¿Y el mío? —se tensó entre mis dedos.—Amo.Después del baño, me secó con una toalla en silencio. Lo agradecí. Me subí a la cama sin protestar, buscando la inconsciencia del sueño incluso cuando rezaba por no soñar con todo lo que acababa de suceder. Quebranto, confusión y más incertidumbre. Más impotencia. Mis oraciones, como todas, quedaron sin respuesta. Se tumbó a mi lado y supe que dormir no era una opción.Abrí los ojos y miré fijamente a la oscuridad. Estaba bloqueada, hundida. No sólo estaba conmocionada por lo que me había hecho, sino que estaba más conmocionada aún por cómo había conseguido que mi cuerpo se volviera en mi contra. El dolor había sido intenso, y aún a veces había sido como si ese mismo dolor se uniera con el temblor violento que me atravesó cuando me había hecho correrme. La vergüenza me abrumó. Parte de mí lo había disfrutado. Las pocas veces que él había disminuido el ritmo antes de ese temblor, yo le había retenido apretándole más. «¿Hacía donde se suponía que iría a partir de ahora?». Me tumbé allí, con los ojos abiertos de par en par, mi respiración lenta, mi alma derrotada, y me quedé mirando al vacío.Se quedo tumbado junto a mí, desnudo y caliente contra mi piel. Intenté no moverme, no pensar en él, no pensar en nada excepto en la oscura habitación que rápidamente se estaba convirtiendo en toda mi vida. Las lágrimas atravesaron mi cara, saliendo de mi ojo derecho, cruzando el puente de mi nariz, entrando dentro de mi ojo izquierdo y cayendo en mi almohada. «Mi almohada, mi única amiga». Sollocé, dispuesta a mantener mis lágrimas en privado. Eran mías, no suyas. Y en cualquier caso a él no le importarían. «Él no se preocupaba por mí de todas formas».—Cerezo, esa no es la forma de comportarse —dijo, su voz indicando que estaba completamente despierto y listo para atormentarme—. Sé que no fue del todo malo para ti, te corriste, más de una vez. —Sus palabras me atravesaron, y una fuerte punzada de humillación en el pecho me hizo encerrarme más en mí misma. Quería decir algo cruel, pero me lo tragué. No quería abrir la boca, si lo hacía, sólo estallaría en lágrimas y no quería llorar más. Estaba harta de llorar. Me besó en la cabeza y me aparté.Tragué saliva muy fuerte y tomé una larga y lenta inspiración.—Todo lo que quieres es hacerme daño —dije con calma. Un indicio de miedo se unió a mis palabras. Esperaba más violencia pero no me importaba una mierda. En lugar de eso me acalló.—Ven aquí —dijo, con mucha dulzura, sonando tan seguro—. Todo va a salir bien.Me agarró bruscamente y me giró la cara hacia su pecho. Antes de que pudiera pensar en ello, estreché mis brazos a su alrededor y le abracé tan fuerte como pude. Era mi tormento y mi consuelo; el creador de la oscuridad, y la luz que había dentro de mí. No me importaba que sin duda pudiera hacerme daño en cualquier momento, justo ahora; necesitaba a alguien que me abrazara, alguien que fuera amable conmigo, alguien que me dijera exactamente esas palabras. «Todo va a salir bien». No iba a ser así, por supuesto, lo sabía. Pero no me importaba. Necesitaba la mentira. Necesitaba mis libros, mis películas, y ahora, los brazos de Naruto.Me abrazó durante lo que pareció una eternidad, y me meció con ternura, hasta que todo mi llanto se acalló y simplemente descansé contra él.—Por favor, no me dejes aquí. Odio estar aquí.Sus dedos acariciaron el lateral de mi cara y me dieron esperanza. Pero entonces le sentí moverse lentamente saliendo de la cama. Sin una palabra de consuelo, recogió su ropa y me abandonó.Perdida, me tumbé de nuevo y tiré acercando más mi almohada. Olía como él.
Gracias por la oportunidad que le an dado a Caoutivo en la Oscuridad, se que puede ser algo fuerte pero creanme que cada capitulo se pone major.... Un abrazo gigante a aquellos que me han seuido desde el principio, no ha sido facil si contamos que en el trascursos de las historias no has sido facil, pero volver y verlos apoyandome de Nuevo es muy genial
un beso gigante a todos y sigan con los comentarias por favor
mariland- Clan Suzaku
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En mi pequeño mundo feliz
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Sera q naruto no se compadece de sakura? Porfa continúalo te quedo súper
luftmanenma- Aprendiz
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Me agrada tu forma de relatar las escenas...dices una palabra "brusca" sin necesidad de parecer una forma "grosera"
¡¡¡Sufre Naruto!!! Bueno... no sufras pero... que te hagan lo mismo para que aprendas a no ser malo con Saku Chan!!!
Kaoru Dono- Clan Genbu
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Gran capitulo...
Muchas cosas en un solo capitulo... Realmente los sentimientos a flor de piel...
Me gusto.
Muchas cosas en un solo capitulo... Realmente los sentimientos a flor de piel...
Me gusto.
alex666- Clan Genbu
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Entre lucidez y embriaguez
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Mmmm.....voy a morir de un infarto!!....subire al cielo,pero dios me dira-Tranquila pequeña...aún no es tú hora,no hasta que termines de leer ese maravilloso fic-estoy desesperada..falta poco para que ella salga de esa habitación????.....y,ooh...Naruto la hizo suya..y eso le gusto a Sakura,pobre....tener que soportar todo eso...la verdad es que estoy muy intrigada en como le vas a dar a esta historia el NaruSaku,va a ser muy emocionante...sin más nada que decir(por los momentos,claro está)me despido esperando conti ansiosa...ahora voy a prepararame un té,ya que me dejo alterada(en buen sentido xD)este cap..al igual que todos los anteriores jajajaja
Saludos^^
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BlancaPHNS- Clan Genbu
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Dios!! Naruto es demasiado malo, ¿como es posible que halla narusaku? ¿Como sakura le va a perdonar todo lo que le esta haciendo? No me mal intérpretes, me encanta la historia y estoy ansiosa de ver que rayos pasará con ellos dos.
susan_ale- Novato
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
pobre sakura es muy contradictorio lo que siente con naruto que enredo tienen en la cabeza y naruto creo que se busco a la otra para olvidar un poco a sakura en cierto modo creo que ha sido mas cruel a medida que pasa el tiempo para evitar ese sentimiento y curiosidad que sakura le inspiro desde el principio, además sakura siente ese cariño hacia el ya que es el único ser humano al que ve y habla con el aunque la trate mal espero la continuación pronto y ya sabes que estaré siguiendo tus fics siempre hasta la próxima.
aduzumaki- Sennin
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Omnipresente :D
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Feliz Navidad y Año Nuevo.... Gracis por darle un oportunidad y les recomiendo leer Lo Correcto... es un historia muy hemosa, que esporo les guste, Felices fietas a todos
Capítulo VIII
“Ha sido grandioso ser nosotros mismos por un día.”
- "Ha Sido Grandioso Ser Nosotros Mismos Por Un Dia":
- La puerta se abrió lentamente, la sombra de Naruto era significativamente menos siniestra, con un halo de luz de la habitación detrás de él. Yo estaba, me atrevo a admitir, aliviada de verlo. Me detuve antes de que dijera su nombre, en su lugar tomé una bocanada de aire. Me senté... y esperé. Se puso de pie junto a la puerta, luego se apoyó en ella casualmente. Sostenía descuidadamente lo que parecía un camisón de seda en la mano izquierda. Me quedé mirándolo mientras lo tendía hacia mí. Cansada, traté de descifrar su expresión en la oscuridad. ¿Era este otro maldito juego? Si era así, él era aún más cruel.—¿Y bien, Cerezo? ¿Te lo vas a poner o finalmente has terminado con tu autoindulgente modestia? —Esperé a que la burla terminara, pero él siguió mirándome con expresión burlona. Caminé hacia él y lo agarré de la mano, esperando que se resistiera. Cuando no lo hizo, me moví un poco hacia delante, rozando mi mejilla con su pecho por un breve momento antes de que me reprendiera a mí misma. Se echó a reír, era casi... dulce.La tela era suave y sensual, mientras la deslizaba entre mis dedos noté una abertura.Nunca había estado tan cerca de la puerta abierta y mi emoción era casi palpable. La luz que se filtraba en la habitación detrás de él me hacía señas bruscamente. Solté la resbaladiza seda.Las manos de Naruto se acercaron inesperadamente a las mías. Las mantuvo quietas, estabilizando el temblor de mis manos, demasiado excitadas. Levanté la vista hacia él, finalmente pude distinguir sus rasgos con el resplandor de la habitación contigua. Estaba emocionada, extrañaba verlo a la luz para realmente verlo, claramente, como lo vi ese maldito día en la calle. Parecía una eternidad.Su mano derecha se levantó hacia mi cara. Fue puro instinto lo que me pidió que cerrara los ojos cuando sus dedos acariciaron primero mi frente, luego mi pómulo, la curva de mi mandíbula, y por último, pasó su pulgar por el arco de mis labios. Me estremecí. Mis antiguos instintos por defenderme de sus caricias me habían dejado en algún momento, no podía recordar el momento exacto en que se habían detenido.Ahora esperaba sus caricias. Mi piel inconsciente e impaciente, esperaba una caricia para alimentar esta nueva hambre en mí. Pude, de pronto, sentir su peso en mi espalda, escuchar sus gruñidos bajos en mi oído cuando había tomado el placer en mí. Aparté el camisón de sus capaces manos y abrí los ojos, expectante pero también desconcertada. Lo intenté, y no pude reprimir un estremecimiento cuando sus manos lo deslizaron por encima de mi cabeza. La seda me lamió la piel de la cabeza a los pies, primero fresca y luego caliente, ya que absorbía mi calor.—Por aquí —su voz era ronca. Otra caricia, ésta por mi brazo. Me quedé mirando su pecho, los botones oscuros contra la tela oscura. Me tomó la mano y me llevó hasta la puerta. Mis pezones endurecidos, presionaban contra la seda. «¿Realmente me va a dejar salir?». —Vamos —dijo, dándome una pequeña sonrisa de aprobación. Me congelé. Me preguntaba a mí misma: «¿De verdad está pasando?». Y como siempre, la respuesta era: sí.Entré en la sala de estar como si entrara a un mundo totalmente diferente. También es cierto que estoy extrañamente asustada por entrar. Dudé, la habitación era demasiado grande, demasiado fría y demasiado brillante para mis ojos sensibles. Apreté la mano de Naruto, necesitaba asegurarme de que estaba cerca de mí, y luego me detuve.Me di cuenta de lo ridículo de mi proceso de pensamiento, pero también sabía que no había manera de cambiarlo. «¿Cómo se llama cuando un rehén se refugia detrás de su secuestrador? ¿Estocolmo?»«¿Lo tengo? ¿Podría cogerlo como la gripe?» Sabía que era estúpido de pensar. La respuesta simple era que no quería encontrarme con el otro tipo, el que me llevó, eso es todo. Sí, sí, por supuesto.Estos pensamientos me tranquilizaron. Naruto había llegado a mí, no es así. «¿No lo tengo?». Me sacudí el pensamiento y solté la mano de Naruto para enfatizar mi punto. Acepte este monólogo interior.Mis ojos devoraban cada superficie, cualquier objeto, ya que sabía que pronto estaría de nuevo en la habitación negra. Levanté la vista hacia el techo, a unos doce metros de altura, y estaba maravillada de las gruesas vigas de madera que iban de pared a pared. Era hermoso, viejo, y grandioso. Debajo de mis pies había cerámica, maravillosa, algunas con flores como diseños. Tapices y candelabros en la pared se alineaban en la habitación grande, acentuando la poca antigüedad de las sillas. Me sentí como si estuviera en una sala de estar del siglo XVIII. En cualquier momento, un hombre que llevaría una corbata, de estilo elegante, con un bastón inútil entraría en la habitación y me ofrecería té. Aunque un vistazo a la forma del arco de la entrada, en el pasillo justo enfrente de mi habitación y sabría que el hombre probablemente no sería inglés. Este lugar tenía un montón de vibraciones españolas. ¿Dónde diablos estaba? A la izquierda, divisé un tipo de área de cocina. Había una mesa por lo menos. Y al otro lado, a mi derecha, por fin vi... una ventana.Creo que solté un apresurado chillido. Corrí a la ventana, quitándome el agarre de Naruto cuando intentó detenerme, pero no me persiguió. Me agarré de los barrotes, mirando hacia fuera. ¡Todavía era de noche! Estaba esperanzada de que fuera de día, ¿no había visto el sol en... en... en…? Mi cerebro no podía procesar nada más allá de ver el mundo exterior. Todavía estaba atrapada. Esta era una prisión dentro de otra prisión. Sin embargo, estaba más en libertad de lo que había estado en mucho tiempo, un gusto, pero tendría que ser suficiente para sostenerme.Abrumada, miré hacia la noche. Llegué a través de los barrotes, deseando que no estuviera allí, toque la ventana, el calor del cristal. El panorama era silencioso y difícil de distinguir, la luna, por ningún lado. Me preguntaba si este paisaje permanentemente negro era por lo que él me había dejado salir esta noche, aunque no sabría decir dónde demonios estaba. Podría estar a tres calles de casa, o en un país completamente diferente. Eso me atormentaba, México estaba demasiado cerca de California y todavía demasiado lejos de cualquier expectativa de rescate. La voz de Naruto invadió mis pensamientos,—¿Tienes hambre? —dijo detrás de mí, muy por detrás de mí.No le miré, absorta en la oscuridad exterior y distraída con todo lo demás. Me las arreglé para decir:—Más o menos.—Bueno, es el «tipo de pregunta» de sí o no. Te agradecería que me respondieras correctamente, y mírame cuando te hablo. —Quité mis ojos de la ventana y lo miré. Tenía esa sonrisa grande en su cara otra vez. La misma sonrisa que había estado usando para causarme tanta confusión interna. En la oscuridad, me retorcía en nudos, en la luz era casi paralizante.—Lo siento, Amo —dije, recuperando la compostura—. Sí... tengo hambre. —Me volví hacia la ventana y apreté los barrotes. Sus palabras resonaron en mi cabeza: «Te sientes tan bien. Me encanta estrecho culito».—Hay pollo con arroz, y tamales. ¿Qué prefieres?—¿Um, arroz? —respondí, dándome la vuelta otra vez. A pesar de que esto se sentía como una prueba, un juego. No estaba sintiendo tanta hambre, pero tenía miedo de que si no comía tuviese que volver dentro de mi prisión. Él tomó las sobras de la nevera y puso con una cuchara el contenido en un plato. Cómo el de él.—Estaba a punto de comer cuando decidiste tener un pequeño... episodio. —Él habló así, casualmente, como si estuviéramos conversando sobre la combinación de colores de la habitación. Con mucho cuidado cerró la puerta del microondas y programó el temporizador, yendo sobre esa tarea mundana.Había entrado dentro de mí, tan profundamente. Sentí una punzada de dolor y una oleada de deseo al mismo tiempo. Mi estómago apretado. Episodio. Lo que él llamaba un episodio, yo sabía que era un evento que me cambiaba la vida. Nunca sería la misma y a él no parecía importarle. Parpadeé rápidamente. «No llores Sakura».No debí haber tenido éxito en ocultar mis emociones, porque se apresuró a añadir:—No más llanto Cerezo. No más oscuridad, así que no más lágrimas. —Dejó la cuchara que usó en la boca y abrió el refrigerador de nuevo. Me quedé allí, mirándolo como una idiota. No estaba segura de lo que debía hacer.Asentí con la cabeza. Era de todo lo que era capaz. Sacó dos cervezas de la nevera y las puso sobre el mostrador antes de retirar el plato del horno de microondas.—Toma esto —Me entregó el plato—, ten cuidado que está caliente. Siéntate en la mesa. —Sostuve el plato entre mis manos, pero seguí de pie, mirándolo hasta que el calor comenzó a quemar mis manos.—¡Mierda! —exclamé y me apresuré a colocar el plato caliente sobre la mesa. Se rió bajo mientras ponía otro plato de comida en el microondas. Me chupé los dedos medio y anular de mi mano izquierda, sintiéndome como una idiota.Sacó el otro plato del horno de microondas y lo dejó sobre la mesa. Luego recogió una de las cervezas y la acercó a mí. Me tomó la mano izquierda y la envolvió alrededor de la larga y dura longitud de la botella, con mi mano debajo de la suya. Sentí increíble la fría humedad bajo mis dedos calientes.Me miró y de repente no podía respirar.—¿Te sientes mejor? —preguntó, oí otra cosa y palpité con ella. Apoyé nuestros muslos juntos. Su mano de repente dejó la mía y me sacó de mi trance. Saqué mi silla para sentarme.Odié el hecho de que fuera de noche otra vez, que hubiera perdido la oportunidad de ver el sol. Nunca nadie piensa en la suerte que tienen de ver el sol todos los días. Yo ciertamente nunca lo hice, no hasta ahora. La decepción se estremeció a través de mí, hundiéndome de nuevo. Naruto lo notó. ¿Cuando no nota algo?—¿Qué? ¿Qué puede estar mal ahora?Me miró con unos ojos que casi gritó, ¡estas bromeando!Él se encogió de hombros. —Siempre podría volver a ponerte en el interior de la habitación.Hice una mueca ante la sugerencia.—No. Estoy... agradecida. Yo solo, supongo que estoy decepcionada por que el sol no esté. No he visto el sol en mucho tiempo.—Hmm —fue todo lo que dijo.Traté de no mirarlo, cada vez que lo hacía todo en lo que podía pensar era en el hecho de que había estado dentro de mí. La forma en que había sido tan suave, tan dulce y obligó a mi cuerpo a sentirse bien, a pesar de que había luchado, y a continuación, la forma en que había sido tan cruel. Empujé la comida alrededor, pensando en cosas más allá de mi antigua vida. Me pregunté si alguna vez lograría escapar. El pensamiento parecía cada vez menos probable cuanto más tiempo me mantenía aquí con Naruto. A pesar de que sabía que nunca había que perder la esperanza. Abruptamente me pregunte qué le pasaría a Naruto una vez que fuera a casa. ¿Lo llevarían ante la justicia? El pensamiento fue una mezcla de emociones. «Joder, tal vez esto también es el síndrome de Estocolmo».—No te traje aquí a comer conmigo para que puedas mirar fijamente tu comida. — Alcé la mirada. Él sonrió de nuevo. «O tal vez él es demasiado bueno para lo de la prisión». Pensar en la cárcel sólo sirvió para recordarme ser sodomizada.—Háblame de tu casa Cerezo, ¿tienes hermanos, hermanas? —Podía sentir pinchazos como de agujas detrás de mis ojos, amenazando con reventar a través de un mar de lágrimas. Coloqué mi tenedor en el plato y puse mis manos sobre mi cara, deseándolo de nuevo. No quería hablar de esto, no con él, me dolía demasiado. Sin embargo, la parte lógica de mi cerebro me decía que tal vez si me abría a él y conseguía que me viera como a un ser humano, me trataría diferente. Y me dejaría salir de la oscuridad para siempre. Tal vez incluso me dejara ir. Esta era una oportunidad. Una grande. Las lágrimas fueron rechazadas por el momento. Podía hacer esto.Tengo que hacer esto.—Tengo dos hermanos —dije, negándome a decir nada de mis hermanas.Me miró largamente antes de volver a hablar.—¿Y tú eres...?—La mayor.Se echó hacia atrás en su silla y me miró, haciendo un túnel a través de mí con esa mirada oscura como si supiera algo que yo no sabía y se divirtiera con ello.—¿Y tus padres?¿Por qué de repente le importa?—Es sólo mi madre. Mi padre se fue hace mucho tiempo.—¿Murió? —dijo casi pensativo.—No —dije, nerviosa—, simplemente... se fue.—¿Y por qué tus hermanos tienen un padre diferente?—Um.... —Miré hacia abajo en el plato otra vez, moviendo el alimento alrededor, tratando de no pensar en él mirándome.—¿Tu madre tuvo hijos con otro hombre, uno que cree que puede manejar tu vida como si sus genes fueran parte de ti? —Sonaba... desaprobador. Sacudió un poco la cabeza, y luego, en voz baja. Sus ojos se clavaron en los míos de nuevo—. ¿Cómo te hace sentir?«¿Quién es? ¿Mi psiquiatra?».—No lo sé. Supongo que no me importa, hago lo que se espera de mi como hermana mayor.—Y qué dice tu hermano ¿le parece bien? —Se inclinó un centímetro. Estaba realmente interesado. Estaba un poco asustada.—¿Mi hermano? —le pregunté. No entendía; ¿a dónde iba con esto? Mi hermano tiene catorce años y lo único que le importa una mierda es correr por las calles con sus amigos.—La carga de cuidar de ellos, cae sobre un hermano mayor —dijo, en un tono inquisitivo, pero extrañamente perplejo.Me mofé.—No lo creo.Mi respuesta pareció disgustarle en algún nivel, pero asintió lentamente entendiendo.¿Bajo qué roca había estado viviendo? «Sí, por supuesto. En la que me tiene olvidada a mí». Su mirada se convirtió en una casi compasiva.El calor avanzó hasta mi cara y el nudo en mi garganta fue más difícil de tragar y mantener a raya. Me mordí un poco el labio y bajé la mirada hacia el plato helado de comida.—Con tanta responsabilidad que descansa sobre tus hombros ¿cómo es que sigues siendo tan inocente, todavía un poco temblorosa, de los que necesitan que se les diga qué hacer?—No soy un bebé —dije con firmeza, pero mi voz carecía de cierto tipo de convicción, de confianza.—Cierto —dijo, la gran sonrisa que se dibujó en su rostro cayó rápidamente—. ¿Culpas a tu padre? —Sorprendida, parpadeé y me limité a asentir en respuesta. ¿Cómo podía conocerme tan bien?Me sequé las lágrimas que había derramado.—¡Sí! —grité y sucumbí a mis lágrimas, con la cabeza entre las manos.—No quise hacerte llorar Cerezo. —Se inclinó más cerca, con su mano alcanzó la mía. «Y una mierda que no». Traté de tirar de mi mano, pero su agarre era insistente. Me atreví a mirarle.¿Era mi dolor el que se reflejaba en el fondo de sus ojos? Tragó saliva y era como si estuviera ocultando una emoción poderosa. Se aclaró la garganta y, cuando habló, estaba una vez más a cargo de sí mismo:—¿Crees que te echan de menos? —preguntó con naturalidad, como si la respuesta no fuera capaz de romperme por dentro, pero lo fue, realmente lo fue.Grité tan fuerte que mis lágrimas se extendieron por toda mi cara y me quedé limpiando mis manos en mi camisón.—Por favor, ya basta. ¿Por qué eres tan cruel?Parecía impaciente.—Sólo tienes que responder a mi pregunta. Es muy simple, ¿crees que te echa de menos? ¿O crees que es posible que ya haya seguido adelante y se haya olvidado de ti?Saqué la mano de debajo de su puño opresor y golpeé la mesa:—¡Tú no sabes nada de mí! No sabes nada de mi familia. No sabes absolutamente nada acerca de mí. ¡No eres más que un loco enfermo y pervertido que secuestra mujeres para poder sentirse superior! ¿Crees que me importa una mierda lo que dices? Pues no. ¡Te odio! —En el momento en que terminé con mi arrebato, un frío, negro e intenso miedo se apoderó de mí. Parecía enfadado. Suavemente dejó el tenedor sobre el plato, pero una mirada a sus nudillos, todos blancos por la intensidad de su agarre, sugirieron que no había nada suave en él en este momento. Lo miré a los ojos, manteniendo la mirada fija en los suyos, con la esperanza de que su enfado se evaporara. Si apartaba la vista, no habría esperanzas para mí.De repente, estalló en un ataque de risa tan fuerte y contundente que salté y me coloqué las manos sobre los oídos. Me dieron ganas de gritar, sólo para que dejara de reír. Se levantó de la silla y se acercó a mí con las manos por delante. Rápidamente lancé mis manos para protegerme la cara. Para mi sorpresa, me agarró la cara y me besó en la boca con tanta intensidad que hizo que mis labios dolieran un poco. Su cara quedó cerca de la mía, su aliento cálido en mi boca.—Te voy a dejar tener un ratito. Voy a dejar que lo tengas porque me has hablado mucho de ti. Y porque me gustas Cerezo, me gusta tu pequeña boca descarada. No quiero hacerte daño. Prefiero besarte, de esta manera. —Puso su boca en la mía de nuevo, esta vez suavemente, su lengua suavemente presionó mis labios hasta forzarlos a separarse. Puse las manos en sus muñecas, empujándolo suavemente hacia atrás antes de que le diera la espalda y me limpiara la boca con el dorso de la mano. Se puso de pie, agarrándome la barbilla, alzándola hacia arriba. Nos miramos el uno al otro de nuevo.—Pero si sigues con esto —continuó—, voy a tener que enseñarle a tu descarada boca una cruel lección. ¿Entiendes?Asentí con la cabeza lentamente, su mano aún sostenía mi barbilla. Sonrió.—Bien. —Se sentó de nuevo en su silla, aparentemente encantado consigo mismo. Y con su piedad.—Mi madre realmente me echa de menos —fui firme—. Nunca va a dejar de buscarme, ninguna madre dejaría alguna vez de buscar a su hijo. —Pero mi tono no era demasiado convincente, ni siquiera a mis propios oídos. Por un instante, pareció tan afligido como yo me sentía, pero sólo por un instante—. ¿Quieres saber por qué? ¿Quieres saber más de mi miseria?—Si tú lo dices —susurró, con una expresión helada.Aparté la mirada y resoplé en mi cerveza, tomé el tenedor y me metí una cucharada grande de comida en la boca. Si tenía la boca llena, no podía hablar. Nos sentamos en silencio durante varios minutos, solo con el sonido de los dos masticando y bebiendo. Me quedé mirando el tenedor, un tenedor de metal, por mucho tiempo, cuando me sentí observada miré hacia arriba. Naruto sólo me sonrió. Retándome a que lo usara como arma. Era extraño descubrir que estaba aprendiendo de sus diferentes sonrisas. Creo que estaba un poco borracha porque el mundo me parecía un poco, ¿no sé, tambaleante? Por razones desconocidas para mí, en ese momento, me sentí obligada a repetir una pregunta... con mucho cuidado.Él me la había dicho una vez que haría lo que quisiera conmigo, pero nunca me había dicho lo que podría ser. ¿Era lo que pasó entre nosotros la peor parte? Era sorprendentemente esperanzador.—¿mmmm? —Hice una pausa. Cuando él no dijo nada, continué—. Sobre lo que pasó antes... ¿es eso todo lo que vas a hacer conmigo? —La pregunta no pareció sorprenderle en lo más mínimo, pero me sentía como si le hubiese hecho la pregunta más importante que jamás podría hacerle.Siguió comiendo sin otra mirada hacia mí. Jugué con la comida, bebí cerveza, el peso del silencio se hizo más denso, siendo más obvio que no tenía una respuesta y no quería decir nada. Mi rostro se puso muy caliente, aunque pensé que el alcohol era un poco responsable de ello. Miré el plato de nuevo. Me había comido todo, gracioso, no recuerdo haberlo hecho.—¿Otra? —Apuntó a mi bebida, con esa sonrisa y su forma de jugar con la curva de sus labios.—Um, sí, supongo. —Se levantó de la mesa y se movió en la pequeña cocina.Miré a mi alrededor de nuevo, todavía en estado leve de shock sobre cómo era que había llegado a estar aquí. Nunca creí que tal cosa pudiera sucederme. Nunca me había imaginado que mi vida podría tomar tal vuelta tan indignante, desde luego por lo menos, no para lo peor. No es que alguna vez tuviese alguna razón para ser optimista. Volvió en breve, botella en mano y la abrió antes de dármela.—No bebas demasiado Cerezo. No quiero que enfermes. —Bebía de la botella, maravillándome de lo mucho que sabía cómo el agua ahora. Volvió a sentarse, y se puso a ignorarme mientras seguía comiendo y bebiendo. Me estaba haciendo enojar.—¿Y qué hay de ti? —provoqué—. ¿Y tu familia?—¿Qué pasa con ellos?—Supongo que no todos son secuestradores.Él sonrió. No con esa habitual media sonrisa, la que siempre trataba de ocultar. Una sonrisa real. Dios, era un hermoso hijo de puta. No es justo.—No.—¿No tienes hermanas?—No. ¿Qué hay de ti?—No. —¿No habíamos cubierto eso? ¿Qué sabía él?— ¿Y tu madre?La cara de Naruto se quedó en blanco.—Muerta.Había un gran sentimiento de pérdida que se extendió sobre la mesa y, a pesar de mi buen juicio no podía evitar sentirme profundamente conmovida. Si mi madre estuviera muerta... estaría perdida. No importaba que fuera una mujer imposible, o que todavía solía hacerme responsable de cosas que sabía en el fondo que no eran mi culpa. Yo la amaba. Nada más importaba. Ni siquiera la sensación de que el amor pueda estar solo de un lado.—Lo siento —susurré y hablaba en serio.—Gracias. —Rechinó.—¿Cómo murió? —Sus ojos brillaban con una fiereza que aún no había visto, pero me mantuve firme.Para mi disgusto, rompió el contacto visual primero. Apuñaló a su tamal y me pregunté si había querido darme ese contundente pinchazo a mí. «Tiene problemas con la figura de su madre». ¿No los tenemos todos?—¿Qué le pasó a tu madre? —pregunté—. ¿Los hombres entraban y salían de su vida, haciendo promesas, tomando lo que querían y dejándola?—¿No es eso lo que siempre pasa? —Se burló. —. Ven aquí Cerezo.Mi corazón latía con fuerza en mis oídos con el repentino sonido de su voz de barítono. Ya reconocía ese tono serio. Mi cabeza se sacudió, No, por tu propia voluntad, haciendo mis pensamientos conocidos por él antes de formular palabras.—No voy a hacerte daño Cerezo. No menos del que tú me haces. Ahora ven aquí. — Su voz era suave, pero firme y endureció sus palabras sobre mí con una seriedad grave. Me puse de pie y lentamente crucé la distancia entre nosotros, deteniéndome cuando estaba justo delante de él. Extendió la mano y puso sus manos alrededor de mis antebrazos, estabilizándome.—Ves —suspiró—, en este momento eres tan dulce, tan dócil y tan mansa. Me respetas, respetas lo que puedo hacerte si quisiera. Así es como debes ser, todo lo que quiero hacer es abrazarte, protegerte, y quitarte toda pena en tu carita. Ahora, si te hice una promesa, la mantendré.Se levantó de su silla, todavía conmigo en brazos. Mi respiración se enganchó en mi pecho, mi mente se tambaleó por el alcohol y de nuevo la ansiedad en mi pecho. Miré a mis pies, negándome a mirarlo a los ojos, a pesar de que los sentía en mí. Su respiración parecía más pesada, su agarre más pronunciado. Se inclinó, mi respiración inexistente ahora, y me besó, casi con ternura, primero en una mejilla y luego en la otra. Y luego simplemente me bajó, gritando detrás de él.—Pon los platos en el fregadero. Ahora vuelvo.Actué como si estuviera bajo un hechizo, rápidamente recogí todos los platos y los coloqué en el fregadero, limpiando la mesa con una esponja que había encontrado. Luego regresé y me senté a la mesa. Mis pensamientos estaban por todo el lugar. Si no fuera por el hecho de que lo había visto abrir mi bebida pensaría que tal vez me había puesto algo, pero no, creo que estaba borracha. Ni siquiera se me ocurrió que estaba sola, y que debería estar buscando una forma de escapar hasta que oí sus pasos haciendo su camino hacia mí. ¿Había estado poniéndome a prueba? De repente me sentí como un animal entrenado. «Mantente Sakura. Mantente. Buena chica».—Bueno Cerezo, fue muy divertido, pero me temo que tengo algunos asuntos que atender, lo que significa que tendrás que volver a tu habitación. —Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y me estremecí violentamente.—Por favor —dije, mirándolo directamente a los ojos—. No puedo entrar ahí, por favor no me haga entrar ahí. —Mi cuerpo comenzó a estremecerse de temor y pánico, pero ya no con rapidez frenética y furiosa. El alcohol hacía que fuera casi imposible ocultar mis emociones.—Cerezo, ambos sabemos que la mendicidad no te llevará a ninguna parte. Te digo que tengo cosas que hacer, no tengo tiempo para estar de niñera.Le rogué de todos modos.—No vas a tener que estar de niñera, lo prometo. Me quedaré fuera de tu camino, voy a estar tranquila, voy a hacer lo que tú digas. ¡Sólo por favor! No me hagas volver a esa habitación oscura. Me voy a volver loca allí. —Miré hacia él, implorándole con todo lo que tenía a mi disposición. No podía volver otra vez a esa habitación. No podía volver a la oscuridad, a la soledad, al miedo, a las paredes.Suspiró profundo, sopesándome silenciosamente.—Dime Cerezo, ¿qué es lo que harías por mí?
mariland- Clan Suzaku
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Capitulo IX
Su rostro es tan, sus ojos... y su piel es tan... Me hace sentir tan....
- “Su rostro es tan, sus ojos... y su piel es tan... Me hace sentir tan...”:
- Me había sorprendido por los extremos a los que mi prisionera había accedido a llegar a fin de quedarse fuera de «la habitación». Me pregunte, no por primera vez, en qué cojones estaba pensando. Sabía que aquello era lo último que debería estar haciendo, invitándola a mi espacio. Ya se había metido demasiado en mis pensamientos. Cuanto más me acercaba a ella, menos capaz parecía de confiar en mí mismo. Sobre todo ahora, cuando cada mirada provocaba el recuerdo de ella temblorosa debajo de mí, con ganas de más y sin darme cuenta. Había recorrido un largo camino desde la chica tímida que había conocido en las calles. Lo que había hecho estaba mal, en algún lugar en su interior lo sabía y aún así no podía decir con toda sinceridad que no lo haría de nuevo si se diera la oportunidad. O que no querría volver a hacerlo. Había algo en ella, algo que quería saborear y tocar. Algo que quería reclamar. Esta era la primera vez que ella me había ofrecido algo y me vi en apuros para negarme.Un inesperado escalofrío le recorrió la espalda y su polla se alargó al instante. Mientras que su mente tenía dudas sobre lo que quería, su cuerpo aparentemente no. Cerró los ojos, intentando sentir lo que debería estar sintiendo mientras permanecía de pie a unos metros de distancia de ella, con los ojos vendados y temblando ligeramente. Sentía las frías baldosas bajo sus pies descalzos, olió el fresco aroma de las velas en el aire y probó el más mínimo rastro de sudor en el labio. Quería saborear su sudor. Quería hacer algo que le distrajera de la debacle en la mesa de la cocina.Había sido un error preguntarle todas esas cosas. En realidad no quería saberlo. Detestaba especialmente todo lo que tenía que ver con hablar de madres. Había dicho que su madre estaba muerta. Y podría estarlo por lo que sabía. De todos modos, estaba muerta por lo que a él le importaba. Su pasión se enfrió instantáneamente con el recuerdo de su expresión compasiva. «Puta lástima». No la necesitaba. No necesitaba nada de nadie, y menos a ella. «Mentiroso».Posiblemente tenía una madre por ahí y de acuerdo a la chica, todavía podría estar desaparecida. ¿Por qué no podía recordarla? Sintió que, en algún lugar, muy distante, hubo una vez... en qué ¿la quiso? Pero no sentía nada cuando pensaba en ella ahora. Era... inquietante. Librándose de los frustrantes y desconcertantes pensamientos, volví a centrar la atención en la chica.Sonreí para mí mismo mientras la miraba, en la grandeza del enorme y antiguo baño. En algunos países, podría ser una propia casa. Estaba de pie a unos metros de distancia con los ojos vendados y vulnerable. Pero esto era su elección. Su bien proporcionada y trémula forma reavivó su erección. Ella no podía saber el efecto que tenía; su inocente cautiva. Su pelo era absolutamente ingobernable, habiéndolo dejado secarse solo después de su baño. Era tan salvaje como la muchacha y casi tan seductor.Antes de entrar en su habitación se había vuelto cada vez más tímida. Sospechaba la razón. Había liberado su placer dentro de ella, y entonces se había comido una gran comida y se había emborrachado. No hacía falta ser un genio para darse cuenta por qué estaba hablando repentinamente de su manera de salir de su habitación, cuando había trabajado tan duro para conseguir una invitación. Era muy guapa cuando estaba borracha. No, lo era siempre, ebria o no.Pero al final, se había ido con él. Confiando en él para cuidarla como le había prometido.Jadeó al oírlo colocar la mesa en su lugar, y se preguntó qué pensaba que podría ser. Casi gimió cuando vio sus pezones tensamente apretados contra el satén del camisón, suplicándole que los tomara en su boca y los succionara hasta que su cuerpo se estremeciese y sucumbiera implacablemente. Suspiró. ¿Qué demonios le pasaba? Después de dejar Teherán se había hartado a mujeres. Hecho todo lo que había fantaseado alguna vez con hacer. Había estado con muchas mujeres y sin embargo ninguna de ellas jamás le había afectado de la manera en que ella lo hacía. Si la primera lección que cada esclavo tenía que aprender era aceptar que sus deseos no importaban, entonces la primera lección que cada amo tenía que aprender era que no iba a ser un esclavo de sus propios deseos. La lógica era simple, para controlar un esclavo, debes controlarte a ti mismo.En las últimas tres semanas se había vuelto más fácil doblegar a su cautiva a su voluntad, para hacerla responder de la manera en que sabía que haría. Sin embargo, cuanto más obedecía su cuerpo, menos parecía que su mente jugaba un papel. Cuanto menos sabía de sus pensamientos, más quería estar en su interior de todas las maneras posibles. Pero a cada paso se quedaba bloqueado, negado, rechazado enfurecido. Su agresión hacia ella se había intensificado, pero su dinámica seguía siendo la misma. Había empezado a molestarle en formas que no podía explicar.Tendría que haber estado satisfecho, aliviado de hecho. Madara no tendría ninguna parte de ella. En su mente, ella seguiría estando segura e intacta por él, incluso cuando su cuerpo no lo estuviera. Sin embargo, la idea de Madara tocándola le repelía.—Quítate el camisón —dijo suave pero firmemente. Sonrió, disfrutando del pequeño saltito al oír el sonido de su voz. Ella se removió, desplazando su peso de una cadera a la otra, tratando de encontrar algo que hacer con las manos.—¿Um...? —Dudó. Su voz casi se perdió en el cavernoso cuarto de baño de azulejo. Se acercó a ella, tan sigilosamente como le fue posible, con ganas de disfrutar de la evidente tensión que recorría su tierna figura. Verdaderamente era un bastardo enfermo. Ella jadeaba muy suavemente y luego bruscamente contuvo el aliento mientras ponía la mano sobre su vientre, forzándola suavemente a apoyar su espalda contra la amplitud de su pecho. Estaba caliente, deliciosamente caliente.—¿Tienes miedo de que vaya a hacerte daño Cerezo? —le susurró al oído—. Porque eso no me interesa, ni lo más mínimo. Te prometí que no te dolería y no lo hará, no mientras mantengas tu promesa de hacer todo lo que te pido. —Su respiración era pesada y entrecortada y de repente no quería nada más que besar su labio inferior, el que en ese momento se estaba mordiendo. En su lugar, dio un paso atrás y se limitó a repetir—: Quítate el camisón.La joven respiró hondo, pero inestablemente, buscando sin duda una solución. Se sintió sabio y taimado por permitirle un trago de tequila después de la cena. Le sorprendió que no se tambaleara más, dado el hecho de que tenía los ojos vendados. Con una mano temblorosa, deslizó el tirante del hombro derecho, seguido poco después por el izquierdo, dejando al descubierto sus hermosos pechos cuando el camisón se deslizó hasta su cintura. Tenía que concentrarse en respirar, siendo apenas capaz de mantenerse enraizado en el lugar.A continuación intentó bajarse el camisón, pero sus amplias caderas no se lo permitieron. Pensó que era todo jodida e ingenuamente sexy. Acabando con la posibilidad bajarse la tela por las piernas, lo que habría sido más modesto, finalmente intentó sacárselo por la cabeza. Mi cuerpo parecía balancearse con el movimiento de sus generosos pechos.Mi polla no podría estar más dura. La agarre y me la coloque en otra posición que no se la dejaba tan retorcida.—Para —dijo con voz ronca–. —Déjalo así.Se acercó a ella, la levantó en brazos sin esfuerzo y la dejó sobre la mesa que había preparado. No parecía saber qué hacer con las manos, pero no me sorprendió cuando instintivamente fue a cubrirse sus expuestos pechos. Quería agarrarle las manos, para corregir su comportamiento, pero la deje tener su seductora modestia. Especialmente porque los suaves sollozos apenas audibles sobre el torrente de agua de la bañera, le hicieron saber que las lágrimas, sin duda, se escondían detrás de la venda. Cálidas, saladas y deliciosas lágrimas que de pronto quiso sentir en sus labios.—Date la vuelta Cerezo.—¿Qué vas a hacer? —jadeó.Cuando ella vaciló, añadió:—Prometo no hacerte daño. —Pareció tranquilizarse con aquello y lentamente se puso bocabajo. Ella gritó cuando Naruto cogió el camisón y tiró de él hasta la cintura. De repente, ella se apresuró a levantarse, pero él rápidamente usó el peso de su cuerpo para inmovilizarla—. Esto es por tu propio bien, no habrá dolor.Escuche el miedo en su voz, y aunque se me hizo mínimamente embriagador, se sintió un tanto inseguro. La verdad era que no tenía intención de hacerle lo que había hecho antes, no importa lo mucho que lo había disfrutado. No era suya para hacer lo que quisiera. Pero fue aquel único pensamiento el que estimuló su ira y lujuria, para empezar.Ella lo había llamado Naruto.Había gritado su nombre: con miedo, ira, necesitándole y de que Dios le ayudara Aquello le había vuelto del revés. Había llegado al límite de su deseo por ella y en su mente no había alternativa para curarlo que tenerla. Había sido débil, sólo por un momento, por culpa de ella. La forma en que su cuerpo respondía a su tacto era simplemente inaudita, no bajo las circunstancias. Pero su cuerpo era naturalmente dócil, eléctrico, con su necesidad de ser tocado. Así que él la había herido más de lo previsto y se sentía indeciso de sus acciones. Era una sensación nueva para él.—Debido a... antes, puedes estar herida. Quiero que te sientas mejor. —Su cuerpo se tensó por todas partes, pero ella permaneció en silencio—. Necesito que subas las rodillas hacia el pecho y separes las piernas para mí. —El intenso rubor que se extendió por la cara de Cerezo eludía cualquier descripción, aunque carmesí era lo más cercano que Naruto pudo pensar. Su sonrisa por otra parte podría clasificarse fácilmente como brillante.Cautelosamente, hizo lo que le pidió, al parecer agradecida por la ayuda de Naruto. Se había dado cuenta de que cuando insistía en ayudarla ella cedía más fácilmente. Él le permitió mantener la ilusión de que su resistencia había sido derrotada y que ella accedía a sus demandas. Tal vez sentía que no estaba haciendo algo vulgar por propia voluntad, sino sometiéndose a algo que se haría con su consentimiento o sin él. Ella no protestó cuando le ató las muñecas a la mesa y le colocó una barra de separación entre sus rodillas.—Esto ayudará a que te quedes quieta —explicó, al saber que estaba dándole la ayuda que sin duda necesitaba. Ella se resistió violentamente al primer toque de los dedos de Naruto poniendo lubricante en su tímido y sin duda muy dolorido trasero. El cuarto de baño se llenó pronto con el sonido de sus lágrimas y humillados sollozos. El suave eco, rebotando en las paredes, por un momento parecieron remover algo dentro de él. No sentía culpa muy a menudo y ella parecía tener la extraña habilidad de hacérsela sentir. La sensación era... extraña, desagradable e irritante como el infierno.—¡Ya es suficiente! Estás llorando más por vergüenza que otra cosa. Para de llorar.El sonido de su voz llenó la habitación y la chica se quedó quieta, obviamente asustada. Naruto suspiró.—Vamos, esto va a ayudarte. —Coloque una pequeña cantidad de lubricante en el dedo y suavemente tomó su clítoris entre su pulgar e índice. Ella se estremeció, paralizada por mi toque, y sabiendo que estaría en silencio lo justo hasta que tocase su carne sensible, que por supuesto no haría—. Está bien Cerezo. Está bien —le aseguró suavemente y empece a frotar el resbaladizo epicentro de su ser. Y fue practicando, así como debía ser, siempre con cuidado de no frotar demasiado fuerte, ni demasiado bajo. No quería excitarla mucho. Haría lo justo, para hacer las paces con ella.La observe con atención mientras apretaba los labios, tratando desesperadamente de no dejar salir el menor sonido. Sin embargo, poco a poco, con los labios abiertos sus suaves sollozos podían ser escuchados. Pronto los sollozos convirtieron en suaves gemidos, que a su vez se convirtieron rápidamente en grandes gemidos. Estaba, una vez más maravilló de la capacidad de respuesta de su carne, de la forma en que su boca profundamente rosa estaba apenas un poco floja, con su lengua saliendo a menudo a humedecer de nuevo el fino y suave tejido de sus labios.Estaba cerca, tiró de sus ataduras, tratando de luchar contra el momento de la liberación final y sin embargo, inconscientemente se ondulaba contra la parte posterior de mis dedos en busca de lo que temía. Retrocedió un poco, alargando el momento para que pudiera hacer lo que tenía que hacer.Extendí la mano izquierda y cogí el maleable tubo que requería. Mientras una vez más llevaba a su hermosa cautiva a los picos dentados del éxtasis que la hacían gemir y llorar al mismo tiempo, introdujo el tubo en su culo. Ella se sacudió con dureza contra la intrusión, pero la sostuvo firmemente. Poco a poco, pensativo, frote su clítoris hasta que finalmente aflojó las manos, relajó las rodillas, y su respiración se volvió lánguida. Ignore la insistente presión de mi polla contra la cremallera, junto con la aguda punzada de dolor en su vientre que imitaba la lujuria y se centró en calmar a su dócil esclava. Sus mejillas se tiñeron de un rosa muy por debajo del color rojizo de su piel. Era un rubor que sólo podría alcanzar con el orgasmo y no pude resistir más la orgullosa sensación de haberlo puesto allí. Le acarició la espalda, ya no sorprendido de la forma en que ella se arqueó ante su toque. Lo echaría de menos. Esto. Ella. Apartando el pensamiento, se puso a hablar con ella a través de sus acciones.Ella sollozaba en silencio mientras él la llenaba de agua, asegurándole que la presión en su vientre era normal, intentando que no entrara en pánico, aunque lo hizo de todos modos. Los dedos de su mano derecha se agarraron con fuerza a la suya, aquellos que en su mano izquierda se cerraron en un puño contra el vinilo de la mesa. Cuando sintió que no podía retener más agua en su interior detuvo el flujo y la obligó a empujar. Lloró en serio entonces. Ella le rogó que no presionase contra su vientre, con aparente vergüenza por sus frenéticas súplicas, y una expresión de dolor. Hice todo lo posible para mantenerla quieta, prometiendo que estaba bien, que no tenía nada que temer ni de qué avergonzarse, pero era inútil tratar de calmarla. Finalmente, recurrió a presionarla con su peso. Su cara junto a la suya mientras que una y otra vez la llenaba y vaciaba de agua, sin cesar hasta que estuvo seguro de que no podría conseguir nada más sometiéndola a sus atenciones.Cuando todo hubo terminado, le quitó la venda de los ojos y soltó las ataduras para que pudiera sentarse de rodillas sobre la mesa. Para mi sorpresa, ella envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y hundió la cara en mi hombro, negándose a dejarle ir. El calor se extendió por sus miembros dondequiera que sus cuerpos temblorosos se encontraron, una sensación de lo más agradable como cuando el sol te acaricia el rostro. Inesperadamente, el recuerdo de ella mirándolo en la acera le rodeó. Ella había estado entrecerrando los ojos por la mañana. Él había pensado en su encanto, sobre todo cuando sonreía. De pronto se moría de ganas de verla sonriéndole a él de esa manera. En cambio, se echó hacia atrás para poder besar las cálidas y saladas lágrimas de sus suaves mejillas. Incluso se sabía a sol… ¿Prefería su sonrisa o lágrimas?Desconcertado por mis divergentes pensamientos, me fui a lavar la cara, dándole instrucciones de entrar en el dormitorio cuando hubiese terminado.Me pasee lentamente por mi dormitorio. Pensando en muchas cosas. Pein le había informado que el transporte estaba en orden una vez que llegaran. También había confirmado que su ruta hacia francia estaba libre de los funcionarios de aduanas y equipado con suficiente combustible para cada tramo del viaje. Todo era una buena noticia, pero yo había sido indiferente en el mejor, y francamente descontento, en el peor. Después de doce años, de repente parecía estar ocurriendo demasiado rápido. En algún momento, muy pronto, tendría que hacer a la chica consciente de su destino. Tendría que obligarla a entender que la había hecho una puta. Puto Madara. No podía dejar de imaginar el aspecto que se le daría en ese momento. Él también sabía que iba a evitarlo el mayor tiempo posible. Tres semanas.De repente, se encontró preguntándose el porqué de mantenerlo tanto tiempo, considere reingresar al baño, pero luego lo pensé mejor. Lo mejor era permitir que se calmara y salir por su cuenta. Oi el pomo de la puerta y me volví y mire a la puerta para observar su reacción. No estaba decepcionado cuando sus manos se dispararon a su boca, los ojos muy abiertos, llenos de asombro.—¿No es lo que esperabas? —bromee.—¡N-n-no! —Respondió ella, con los ojos escrutando la habitación. Me eche a reír a carcajadas y le ayude a ir más al interior de la habitación. Deambuló alrededor de la mitad en un trance, tocando con sus dedos todo—. ¿Vives aquí? ¿Cómo puedes pagar este lugar? —preguntó, inocente de cualquier traición. Él sabía que su pregunta tenía que ver más por curiosidad que por malicia.De repente deseó que esa fuera su casa, para que pudiera responder a su admiración por la afirmativa. Le llamó la atención su repentino deseo de impresionarla. No merecía la pena impresionarla, es una esclava, se recordó. Su hogar en Pakistán era tan notable, o más. Pero ella nunca lo vería.Impulsivamente, la apartó de las cortinas hacia él, queriendo que se acercara a pesar de sus propias objeciones por su comportamiento infantil. Se quedó quieta, como si acabara de recordar ahora que estaba allí. ¿Cómo se atrevía a olvidar, aunque fuese por un momento? Intentó volver a enfocar su concentración con suavidad, pero con firmeza, deslizó hacia abajo los tirantes de su camisón.—¿Qué estás haciendo? —preguntó con timidez. La mire fijamente, con las comisuras de mi boca dándole una leve insinuación de una sonrisa.—Hiciste un acuerdo Cerezo, te quedas fuera de tu habitación, y me sale una pequeña mascota obediente. —Lentamente me incline y bese su labio inferior, tal como lo había deseado hacer. Ella lo chupó—. Vas a arruinar tu labio si sigues así Cerezo. —Incline la barbilla para poder mirarla a los ojos verdes grandes, en absoluto afectado por la hinchazón causada por su llanto—. No te voy a follar otra vez si eso es lo que te preocupa. —Ella trató de apartar la mirada, pero él sostuvo la mirada constante, si se concentraba, pensé que podría ser capaz de oír su pulso. Me incline y le bese de nuevo la concha de su oído—. Sólo voy a ser un poco egoísta.—¿Qué significa eso? —preguntó ella, insegura. Sin decir una palabra le tome la mano y me acerque a la cama, de madera de cerezo, con dosel, una cama con muchas aplicaciones y no todas ellas fácilmente evidentes.—Te lo enseñaré. —Me sente en el borde de la cama con su renuente voluntaria de pie delante de él. La ansiedad corriendo por él a evidencia para los ojos interesados. Durante lo que pareció una eternidad, ninguno de los dos dijo nada. Simplemente observaba, examinando, y tomando notas mentales. Cuando por fin hable, la sorprendi—. Sólo tócame.—¿Quieres que te toque? ¿Dónde? —Me gustó mucho eso de ella, la forma en que parecía a la vez reservada pero curiosa. Dejaba entrever su valentía, su carácter astuto y aventurero. Todo lo cual, parecía extrañamente consciente. A veces era difícil no verlo en ella. Era a la vez entrañable e inquietante.—Donde quiera que te guste. —Sonreí. Sus cejas unidas, como si la respuesta necesitase una explicación adicional. No lo hacía. Quería que lo tocara, en cualquier lugar, siempre y cuando él no tuviera que forzarla. Tal vez porque pensaba que si lo tocaba, por su propia y libre voluntad, podía dejar de sentirse culpable por empujar en ella antes. O tal vez, sólo necesitaba ser tocado por ella.Hubo un momento en que no quería ser tocado por nadie, sólo conociendo la crueldad, pero ahora, bajo las circunstancias correctas, más bien me gustaba.—¿Y luego qué? ¿Qué vas a hacer? —Estaba casi enfadada, molesta. No tenía ninguna razón para creer que no se aprovecharía de ella. Si era honesto, y lo era en su mayor parte, no estaba seguro tampoco. Sin embargo, era un hombre de palabra. Pein se había asegurado de eso por lo menos.—Voy a mantener mis manos aquí, —le di unas palmaditas a la cama a cada lado—, a menos que me pidas lo contrario. —Mi sonrisa se hizo más traviesa y lo sabía, pero no podía evitarlo. Trate de no reír abiertamente cuando ella dio un resoplido poco burlón y entornó los ojos. No le creia, ni un poquito. Vigilado, pero curioso. La sala quedó en silencio durante unos instantes, la valore con mi mirada firme, mientras ella contemplaba qué hacer o qué decir.Su corazón se aceleró, al igual que su respiración. ¿Estaba realmente ansioso? Era un palpable afrodisíaco. Me mordí el labio varias veces, mis dientes blancos pequeños cavaron en la carne suave. Mis dedos inconscientemente presionados en la colcha. Había lugares en la que deseaba su boca, otros lugares que no le importaría la sensación de sus pequeños dientes presionando en él. Se aclaró la garganta, despertando sus pensamientos lo torturaban.—¿Así que, um, si no lo hago... entonces tengo que volver a mi habitación a la derecha? —La forma en que se planteó la pregunta fue casi guiando. Asentí con la cabeza. Me di cuenta de que los hombros de ella cayeron ligeramente, como si estuviera más relajada. Ella quería esto. Ella lo quería. Me negué a sonreír—. Está bien. Lo haré. Pero tienes que prometer mantener las manos en la cama. ¿Lo prometes? —No podía luchar por más tiempo la sonrisa, asintió. Ella no había pedido incluso lo que iba a aceptar con respecto al pacto.Tenía la cara enrojecida, pero su voz era casi segura. Una vez más me maraville de sus facetas. Tímida un momento, una leona al siguiente.—Cierra los ojos. No creo que puedas hacer otra cosa.Me eche a reír, sobre todo cuando ella se sonrojó profundamente, pero a regañadientes, accedió.***Era tarde, lo suficientemente tarde como para ser casi temprano dependiendo de cómo uno lo mirara. La niña dormía plácidamente a su lado, su trasero apretado contra su ingle. Le asombraba la facilidad con que se había quedado dormida, aunque se supone que él le había hecho pasar muchas cosas. Cerró los ojos y aspiró el aroma de su pelo, su olor debajo de ella.Pensó en sus dedos curiosos y pequeños por la madriguera de su pelo rubio. Había sido la primera cosa que hizo. Su cuero cabelludo había tenido un hormigueo, una sensación que cursaba en la parte posterior de su cuello, a lo largo de su columna vertebral y que irradiaba hacia cada uno de sus miembros. Un simple toque y ya dudaba que fuera capaz de cumplir su promesa. Pero él se había quedado quieto. Había querido saber lo lejos que iría.Se había dicho también, que era parte de su entrenamiento. Para permitir que ella se acostumbrase a tocar y conocer el cuerpo de un hombre. No todos los hombres eran como él. Se derivaba más placer de dar y recibir que el que había enseñado a su Cerezo cómo enviando a sus caricias, no cómo exactamente su propio sentido de control por iniciar el contacto. Él se había admitido a sí mismo en ese momento, había evitado enseñarle este aspecto de lo que se esperaba de ella. Le hizo algo vulnerable, no porque era una esclava de tocar, nada tan insípido como eso. Todas las esclavas que había entrenado le habían tocado, con frecuencia. Pero con ellas había permanecido siempre individual, clínico, informándoles lo que se sentía bien y lo que necesitaban trabajar en el camino.Con ella, él quería... algo. Y la oscuridad de sus deseos era una distracción que no podía permitirse. Y, sin embargo, tenía que aprender ¿no? Tenía que soportarlo. No tenía otra opción. Él se había apoyado en su toque y ella apretó su agarre en su cabello. Había un dejo de dolor y su polla había saltado por la sensación.Ella había recorrido su cara, sus dedos delicados bailando a lo largo de la frente, los pómulos y la mandíbula. Cuando ella presionó sus pulgares a través de sus labios tensos, pensando que lo besaría. No lo había hecho. En cambio, se arrastró a lo largo de su cuello y los hombros, incluso aventurándose en la camisa por medio de los botones que deshizo. La sintió al calor del cuerpo de trinquete hasta unos pocos grados, el calor de su vientre contra la radiación por pulgada de espacio que la separaba del esfuerzo de su polla. Al final, él había sido el que puso fin a la misma. Rápidamente había tenido suficiente de tratar de mantener su promesa. Le había dicho que era suficiente, y que se metiese en la cama. Su voz había sonado fría, aunque sentía todo lo contrario.Había conseguido poner su muñeca izquierda sujeta a un cable de oro que sobresalía de uno de los pilares de la cama. Era delgado, pero fuerte, capaz de permitir que su sueño fuese cómodo sin la amenaza de escape. Luego había ido a tomar una ducha y a hacer algo que él no había tenido que hacer en un tiempo muy largo. Como cintas brillantes de semen derramándose a través del azulejo de la ducha, que una vez más se preguntó qué diablos estaba pensando.Ahora yacía en la cama junto a ella, abrazándola como un amante, oliendo el pelo de mierda y acariciando su brazo. Peor aún, él no creía que pudiera detenerlo. No quería parar. Anilló su brazo alrededor de su cintura y la atrajo más profundamente en él. Ella suspiró. La pequeña incluso echó la cabeza hacia atrás, girando su mejilla sobre la tela de su camiseta. ¿Quería que la besara? No perdió el tiempo en averiguarlo. Presionó sus labios a los de ella, con suavidad, inquisitiva. Ella suspiró de nuevo, abriendo sus labios, lentamente, todavía dormida.Animado, bromeó la boca con la punta de su lengua. Era un masoquista. ¿Por qué si no iba a torturarse a sí mismo de esta manera? Ella sabía cálida, dulce, en cierta medida de licor. Un suave gemido entró por su cortesía en la boca de ella. Su cuerpo se volvió un poco hacia él, sus labios ahora buscando los suyos.Le dio lo que quería tanto como su lengua se aventuró suavemente en su boca. De repente estaba hambriento. Ella aspiró en su boca, descuidadamente, con avidez, aún dormida. Se echó hacia atrás y gimió, buscando a ciegas. Ahogó una risa.—Mmm, Naruto —dijo ella con un suspiro que sonaba doloroso. Su corazón se aceleró al instante por tres. La sangre latía en sus oídos. ¿Ella soñaba con él? ¿O estaba fingiendo dormir? ¿Sabía que la estaba besando y ella voluntariamente había correspondido?—¿Sí, Cerezo? —preguntó, verdaderamente nervioso—Mmm —respondió ella. Hubo un amago de sonrisa inclinando sus labios. Quería besarla de nuevo, pero no lo hizo. Ella trató de volverse hacia él, el cable de la celebración de su muñeca se lo impidió. Frunció el ceño, pero ella no se despertó. Me inclinó y la dejó suelta. Instantáneamente se rodó hacia él y apoyó la cabeza en su hombro. Su brazo izquierdo que había quedado libre lo atrajo hacia sí. Su pierna izquierda clavada en el muslo al colchón. Su coño caliente poco apretado contra su cadera. ¿Realmente jodía esto el acontecimiento? Resignado, colocó su brazo izquierdo alrededor de ella, la otra descansaba sobre su pecho, sobre donde su corazón sigue las carreras. Después de un rato, el sueño finalmente lo rescató de su dulce tortura.
mariland- Clan Suzaku
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En mi pequeño mundo feliz
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Dios !! Como escribes, espero la conti
luftmanenma- Aprendiz
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
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Ehm... Hola. Mariland.
Vaya, me sorprende encontrar este tipo de género escrito por una mujer. Si ya de por sí es difícil encontrarlo por el sexo opuesto... porque son situaciones que para describirlas debe dar sensación de dureza y a la vez ser morboso para darle una nimiedad de toque humano que lo haga creíble. Es muy difícil hacer eso, pero lo conseguiste.
La relación entre Naruto y Sakura es muy compleja, tanto, que a veces no sé que pensar sobretodo del rubiales. A veces es muy tierno con ella y otras un cabronazo. Por tanto comprendo esa sensación de incertidumbre emocional de la víctima para con él. Sobretodo porque no siempre puede controlar lo que siente por él. Ni lo que sentir en base a lo que él le hace.
Lo cierto es que yo tampoco. Pero tengo muy claro que ella le gusta, mucho, y la desea como a nadie. Porque temo que el desquite que tuvo con la otra mujer era por ella, porque lo besó antes, y aunque obligada... lo sintió, la sintió a ella, a Sakura.
La verdad es que todo en Naruto me ha gustado y lo he tolerado en cierta forma... hasta el capítulo VII.
Ahora sí que desearía verlo caer en un futuro, y si es a manos de Sakura, incluso mejor. Porque aunque fue "dulce" con ella no deja de ser una violación. Y salvo que él le pida perdón y ella lo perdone... por mí puedes cargártelo cuando gustes. Jajaja xD No en realidad no me importa lo que hagas es tu historia y ni yo ni nadie tiene el derecho a decirte lo que tienes que hacer.
Y bueno, ya antes me leí otro fic donde ocurrió una violentada así que no me pilla desprevenida del todo.
Well, si que hay una cosa que te ruego: SÍGUELO, SÍGUELO, SÍGUELO... POR FA, PLEEEASE!!! Que me encanta. Aquí tienes una lectora fiel.
Ah, en cuanto pueda me leo el 8 y 9 y te comento si puedo. Es que acabo de verlo ahorita. Sorry. Voy retrasada.
Suerte y ánimo. Matta ne ^^
Besos, LadySara #¥*$®%¢
Ehm... Hola. Mariland.
Vaya, me sorprende encontrar este tipo de género escrito por una mujer. Si ya de por sí es difícil encontrarlo por el sexo opuesto... porque son situaciones que para describirlas debe dar sensación de dureza y a la vez ser morboso para darle una nimiedad de toque humano que lo haga creíble. Es muy difícil hacer eso, pero lo conseguiste.
La relación entre Naruto y Sakura es muy compleja, tanto, que a veces no sé que pensar sobretodo del rubiales. A veces es muy tierno con ella y otras un cabronazo. Por tanto comprendo esa sensación de incertidumbre emocional de la víctima para con él. Sobretodo porque no siempre puede controlar lo que siente por él. Ni lo que sentir en base a lo que él le hace.
Lo cierto es que yo tampoco. Pero tengo muy claro que ella le gusta, mucho, y la desea como a nadie. Porque temo que el desquite que tuvo con la otra mujer era por ella, porque lo besó antes, y aunque obligada... lo sintió, la sintió a ella, a Sakura.
La verdad es que todo en Naruto me ha gustado y lo he tolerado en cierta forma... hasta el capítulo VII.
Ahora sí que desearía verlo caer en un futuro, y si es a manos de Sakura, incluso mejor. Porque aunque fue "dulce" con ella no deja de ser una violación. Y salvo que él le pida perdón y ella lo perdone... por mí puedes cargártelo cuando gustes. Jajaja xD No en realidad no me importa lo que hagas es tu historia y ni yo ni nadie tiene el derecho a decirte lo que tienes que hacer.
Y bueno, ya antes me leí otro fic donde ocurrió una violentada así que no me pilla desprevenida del todo.
Well, si que hay una cosa que te ruego: SÍGUELO, SÍGUELO, SÍGUELO... POR FA, PLEEEASE!!! Que me encanta. Aquí tienes una lectora fiel.
Ah, en cuanto pueda me leo el 8 y 9 y te comento si puedo. Es que acabo de verlo ahorita. Sorry. Voy retrasada.
Suerte y ánimo. Matta ne ^^
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LadySara- Genin
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Tierra de Don Quijote (La Mancha).
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
que capitulo creo que ahora si naruto se esta viendo en un gran problema ya que de cierto modo se ha dado cuenta que siente algo por sakura aunque el no sepa que estoy ansiosa por saber que pasara después cuando sakura despierte y este envuelta a el y desamarrada quiero continu pronto.
aduzumaki- Sennin
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Espero la conti...
Los capitulos magnificos como siempre
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alex666- Clan Genbu
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Entre lucidez y embriaguez
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Posesiones :
Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Capitulo X
"Cuanto Vale un Rayo de Sol, Cuando te lo han Negado"
- Cuanto Vale un Rayo de Sol, Cuando te lo han Negado:
- Era siempre el mismo sueño, el que había estado teniendo desde el día en que nos conocimos. El que solía anticipar con impaciencia antes de llegar a mi almohada por la noche. No quería tenerlo, pero no tenía elección. Pienso que tal vez, mi subconsciente estaba determinado a volver y mirar los hechos, encontrar lo que me perdí la primera vez.Estoy corriendo por la acera, tratando de alejarme del hombre que ha tenido el accidente en el coche detrás de mí cuando miro arriba y lo veo. Tal vez sea ese fácil paso largo, o la forma en que su mirada me pasa en vez de mirarme, pero por cualquier razón, parece seguro. Echo mis manos alrededor de su cintura y susurró. —Solo juega, todo está bien.Más allá de la prisión de mi sueño, siento que realmente el sudor me corría por el cuello. Oscuramente, soy consciente de las vueltas en la cama, pero no puedo parar porque me siento tan incómoda.Él lo hace y me sorprendo cuando sus brazos se envuelven a mí alrededor. El momento de peligro parece pasar muy rápidamente, pero por alguna razón no me quiere dejar ir. Me siento segura en sus brazos, nunca me había sentido segura antes. Y huele bien, huele como me imagino que un hombre lo debe hacer, como el jabón fresco, limpio, la piel caliente, un ligero sudor. Creo que estoy tomando demasiado tiempo en irme, así me deshago de él como si me hubiera quemado. Entonces, miro hacia arriba y reconozco el ángel delante de mí. Mis rodillas casi se doblan.Fuera del sueño, puedo oírme gemir. Una parte de mí sabe por qué no quiero seguir mirando, pero no puedo evitar que suceda. Sueño en tercera persona, y aquí soy una espectadora.Él es la cosa más bonita que he visto, eso incluye cachorros, bebés, arco iris, atardeceres y amaneceres. Ni siquiera puedo llamarlo un hombre. Los hombres no se ven tan bien. Su piel está muy bronceada, como si el sol mismo se tomara su tiempo para besar su piel a la perfección. Sus antebrazos musculosos se espolvorean con el mismo pelo de oro de su cabeza. Sus ojos imitan el azul verdoso del mar Caribe que sólo he visto en carteles de cine.Sonríe, y no puedo evitar sonreír también. Soy una marioneta. Tira de mis hilos. Su sonrisa revela sus dientes blancos, pero también su diente canino en el lado izquierdo. Sus dientes no son perfectos, y esa pequeña imperfección lo hace más hermoso. Esta diciéndome algo, algo de otra chica, pero me niego a escuchar.A lo lejos, oigo una voz familiar, mi voz. ¿Dentro del sueño? ¿Fuera del sueño? No estoy segura. Todo lo que sé, es que estoy rogando para que el sueño no se acabe. No he encontrado lo que buscaba, la cosa que perdí. Debería parar, ahora, antes de la parte insoportable, la parte que no tienen nada que ver con la memoria, pero sí con la fantasía, con el deseo.Me apoyo e inclino la cabeza hacia arriba. Quiero poner esos labios carnosos en buen uso, no voy a aceptar un no por respuesta. Cuando su lengua se desliza por las comisuras de mis labios siento cosas entre mis piernas que nunca había sentido antes. Siento una especie de dolor de plenitud y de repente puedo sentir mi corazón latir no sólo en mi pecho, sino dentro de mis pliegues secretos. Sigo detrás del beso y poco después le oigo gemir a él también.Quiero tocarlo por todas partes. No me importa si me toma aquí en la acera, eso es lo mucho que lo deseo. No me importa lo que mi madre dirá. Por él, seré una puta. Me alegro de haber esperado. Me alegro de que sea él el que vaya a tenerme. Su mano ha encontrado su camino a mi pecho, y por alguna razón tengo una sensación de peligro, pero la sensación desaparece. El beso se ha convertido en hambre voraz, mis labios duelen un poco. Su mano se ha convertido en un puño en mi pelo. La sensación es familiar pero lejana. Quiero seguir besándole.¿Pruebo la cerveza? De pronto todo es familiar.El beso. Las caricias.—¿Es esto lo que haces cuando vas a la cama Sakura? ¿Te pones la ropa de puta y tratas de seducir a tu padre?—¡Él no es mi padre! —Es el único al que hay que culpar. No a mí.—Actúa como una puta y serás tratada como tal Sakura.Sin previo aviso, me golpea con una abrumadora sensación de dolor. Algo está muy mal. Termino el beso y mis ojos se amplían con horror. Es el mismo rostro joven que había encontrado hermoso más allá de toda explicación, me mira con una expresión amenazadora. Sus ojos todavía me recuerdan al mar, pero en lugar de soleadas playas del Caribe, ahora veo horribles criaturas de las profundidades que están al acecho en las profundidades de su mirada. Ya no es un ángel, es el diablo que siempre he temido.Mis ojos se abren de golpe y miro fijamente a la nada que me rodea. Mi corazón late con fuerza, mis lágrimas brotan, pero a pesar de todo está vergonzosamente húmedo entre mis piernas. Un antiguo temor amenaza con lanzarme a un nuevo infierno que luche para evitar que ocurriese. Caleb está durmiendo plácidamente a mi lado, su brazo a mí alrededor como un tornillo. Debería haber luchado por levantarme. Pero a decir verdad, la presa de su musculoso cuerpo contra mi espalda me dio una sensación de comodidad que había estado esperando durante semanas. Durante años. Y, además estaba realmente fresco en su habitación. Carecía de todo lo pegajoso y caliente que parecía impregnar mi habitación. Mi habitación —eso es gracioso.Pensé en lo que había ocurrido antes, apenas capaz de envolver mi mente en torno a los hechos ocurridos. Creo que si yo hubiera estado viendo una película o leyendo un libro, hubiera pensado que era sexy. Pero lo que se vive aquí en carne y hueso… sólo es miedo. La mayoría.Sólo de pensar en ello, mi corazón late más rápido contra mi pecho, pero era diferente a la anterior. Además, he tenido este pesado, hundimiento, una especie de hormigueo en el estómago. Me recordó la sensación que suele tener un niño jugando al escondite que va a esconderse en la oscuridad. No quiero ser encontrada, sólo quiero sentarme ahí, sin saber si va a ser excitante o aterrador. Yo había sabido que cuando era la prisa lo disfrutaba, sin ocultarse o la búsqueda.Estando al lado de Naruto se paraba el tiempo. Seguía viendo su cara, sus ojos cerrados, la cabeza inclinada en mis manos, cálida carne masculina bajo mis dedos. Todo esto se repetía en mi mente como una serie de flashes, flashes que me mantuvieron despierta en la oscuridad. Yo había soñado con el beso también, haciendo más que besarle. Él estaba duro contra mi culo, contra toda lógica quería tocarle ahí. Quería ver lo que era tenerle dentro de mí.Cuando me pidió que parara anoche, había sido un poco decepcionante. Quizás hiriente, pensé que quizás había hecho algo mal. Su voz áspera y distante al principio, pero luego se suavizó y me dijo que había sido buena, muy buena. Pero por alguna extraña razón, además de estar totalmente avergonzada, me sentí bien, no sé si alivio es la palabra correcta, o incluso orgullo, pero algo así.Naruto era una persona extraña, cruel e inhumana, un monstruo, y sin embargo, otras veces, parecía tan capaz de algo como el cariño. Me hizo llorar, gritar y temblar de miedo y casi una décima después, me hacía pensar que no era responsable de nada de eso. Podía sostenerme y hacerme sentir segura. ¿Cómo era posible? Creo que soy más crédula de lo que jamás había pensado.Poco a poco, mientras miraba las cortinas, fui testigo de un espectáculo que me había perdido durante mucho tiempo. La luz del día hizo su gran debut, convirtiendo las cortinas de un color ligeramente más claro. Mi corazón se aceleró y la ansiedad me recorrió. Se sentía como la mañana de Navidad.Tomé despacio la mano de Naruto, alejándola de mi pecho suavemente. Gruñó, por un momento me quedé completamente inmóvil, aterrorizada. Suspiró bruscamente, y luego, para mi alivio abrumador, se dio la vuelta. Estaba libre de él. Más sorprendentemente, estaba libre de la cuerda de oro que me había asegurado alrededor de la muñeca. Negándome a pensarlo demasiado y quizás demasiado rápido, me deslicé de la cama y me arrastré hacia la luz.Corrí las cortinas, sólo un poquito, pero cuando la luz del sol golpeó mis ojos, me dolió la cabeza. Cerré los ojos con fuerza. ¡Este tiempo había sido tan malditamente largo! Abrí mis ojos lentamente. Esta vez vi lo que mi alma había estado buscando por tanto tiempo. Vi la luz, hermosa, cálida, ligera, segura. Casi no podía dejar de lagrimear. Por un momento, sentí como si todo lo que había sucedido hasta ahora hubiera sido un sueño, y ahora que el sol estaba alto, podía despertar de él. Nunca me volvería a quedar dormida. Los monstruos nunca volverían. Abrí la cortina un poco más y pude ver una gran terraza. Había una mesa con un gran parasol, macetas y plantas y tumbonas, era irreal. Apreté la palma de la mano contra el cristal, sintiendo el calor del sol y el frío de la mañana contra mi piel, pero todo era irreal.Miré de nuevo a la forma de dormir de Naruto, su respiración era pesada. No se despertaría en un corto plazo. Mi corazón retumbaba en mi pecho. Este era mi oportunidad de escapar. Mi mente gritaba: ¡Si haces eso, y te encuentra estarás muerta! ¿Eres estúpida? Pero también decía: Si no lo haces ahora, puede que nunca tengas otra oportunidad. Me hice a la idea. Me iba a tener que tomar un descanso de eso.Cerré la cortina detrás de mí y en silencio miré a mí alrededor para buscar una manera de abrir la puerta. Analicé mi alrededor y no vi mucho, no había edificios, ni carreteras, ni gente. No dejé que eso me disuadiera. Mis dedos tocaron a lo largo del cristal buscando alguna manera de abrir la ventana, pero no vi ni sentí nada. Hice lo mismo a lo largo de la pared y no encontré nada. Nerviosa y agitada, eché un vistazo a la habitación. Naruto seguía durmiendo plácidamente. Empujé el cristal, pero eso no ayudo mucho, ¡maldita sea! No podía ver donde se abría la puerta, pero tenía que abrirla de alguna manera. Piensa, sólo piensa. La cerradura estaba en algún lugar que no podía ver. Me quedé en la parte superior de la puerta, aplastada por la comprensión de que definitivamente no podía hacerlo.Mi única oportunidad de abrir la puerta estaba en una de las esquinas, un sillón de cuero. Se veía pesado. Casi grité. Volví a mirar a Naruto. ¿Cómo diablos voy a moverlo sin despertarlo?Caminé silenciosamente hacia mi inanimado Némesis y le di un fuerte empujón. El sillón hizo un ruido de raspado suave en la alfombra y al instante miré hacia la cama. Él continuaba durmiendo. Pero no había jodida manera de moverlo sin despertarlo.Eché un vistazo alrededor de la habitación y traté de no desmayarme por el torrente de sangre que salía de mi cara. Colgada en la puerta de un armario, estaba la chaqueta de Naruto y asomando por debajo una funda de una pistola. ¿Podría ser? O Dios, ¿podría ser malditamente cierto? Tomé el tejido blando y lo levanté. Era la jodida arma más grande que había visto en la vida, la única en realidad, pero aun así sentí ganas de vomitar. Parte de mí quería olvidar toda la maldita cosa y volver a la cama. Como decía el refrán: «¿La cobardía en la mejor parte del valor?». ¡Joder! Cogí la pistola. La maldita cosa pesa una tonelada.El armario se abrió y por un momento estaba realmente sorprendida por la cantidad de dolor que infligían instrumentos ocultos en el interior. Fustas, látigos, cadenas, y otras cosas que no conocía de ver Real Sex en la HBO en casa de Hinata. ¿Esto era un consolador de punta? Casi me desmayo. ¿Había planeado usar esa cosa conmigo? Maldito enfermo. Y sin embargo…Vi un par de esposas, varias en realidad, sin pelo en ellas. Eso significaba que eran reales ¿verdad? Porque podría ser embarazoso lo contrario. Estaba dispuesta a correr el riesgo. Me puse la chaqueta de Naruto, inmediatamente abrumada por el tamaño de la misma. Puse la pistola en el asiento de la silla y comencé a enrollar las mangas.—¿Qué demonios estás haciendo? —La voz de Naruto enojada por un momento me había congelado en su lugar. Nuestros ojos se habían encontrado, los míos abiertos y aterrorizados, los suyos fríos y venenosos. Tomé la pistola y apunté a la cama. Yo era más rápida. Por una vez.—¡No te muevas! Ni un solo paso. —Mi voz era estridente, casi presa del pánico. Podría haberle disparado sólo por miedo y creo que él lo entendió porque al instante se detuvo. Mi corazón latía demasiado rápido, mi visión era borrosa. «Mantente tranquila Sakura. Mantente jodidamente tranquila».—Baja el arma, Cerezo —susurró, como si yo tuviera más miedo que él. Mierda, quizá así era. Esta probablemente no era la primera vez que había tenido un arma en su cara, pero era definitivamente la primera vez que yo atentaba contra la vida de alguien. Quería llorar. No quería tener que hacer esto. No quería herirlo. «No hay elección Sakura. Eres tú o él». Odiaba esto. Me sentía como una de esas estúpidas chicas de las películas, sosteniendo el arma sobre su aspirante a asesino, temblándole la mano y él sigue acercándose, pero ella no quiere matarlo. Luego muere. Luego yo muero.Tomo una respiración profunda y mantengo estable el arma, haciendo caso omiso de lo pesada que es, ignorando el temblor en mis brazos mientras trataba de mantenerlo nivelado. En especial, ignoro el sudor en mis manos, haciendo el mango resbaladizo.—Por favor Naruto —casi ruego—, no te muevas. Déjame ir y no hagas que te mate, porque lo haré. Juro por Dios que lo haré. —Estaba calmado, demasiado calmado.—Nadie va a matar a nadie Cerezo. Pero no puedo dejarte ir. Sólo bájala y prometo que no haré nada que te haga daño. —No podía dejar de reír. Yo sostenía el arma, pero era él quien me mantenía como rehén. Sin embargo todavía me reía histéricamente. Mi mente se fue a ese lugar especial para ella y tal vez inspirada por la jodida arma en mis manos.—Sé lo que estás pensando. —Medio ahogada—. ¿Le dispararé las seis balas o sólo cinco? Bueno si te digo la verdad, en todo este tipo de emoción he perdido el norte. Pero siendo como es una Magnum 44, el arma más poderosa del mundo, y puede volarte la cabeza, te tienes que preguntar una cosa: ¿Me siento afortunado? ¿Te sientes afortunada? —La expresión de Naruto era algo entre la preocupación profunda (por mi salud mental) y la furia (por mi idiotez).—Cerezo —comenzó. Incliné la pistola, con las dos manos porque no podía manejarla con una. En el proceso, mi dedo apretó contra el gatillo un poco y por primera vez vi el miedo deslizarse a través de sus rasgos. Tragó saliva, quité mi dedo del gatillo, evitando hacer algo estúpido, o en mi caso, muy estúpido. Llegué a las esposas y las tiré en su dirección, él las tomó sin romper el contacto visual—. El arma no está cargada, Cerezo.Mi corazón se agitó.—Mentira Naruto. No me hagas que averigüe cuál de los dos se está tirando un farol. —Sonrió sólo un poco. Si no lo conociera tan bien como lo hago, me habría perdido lo que era. No sé por qué, pero lo miro en pantalones cortos. El bastardo estaba caliente—. Espósate a la cama y no me hagas volver a pedirlo.Esta vez su sonrisa era amplia, incluso con aire satisfecho.—Cerezo, si eso es lo que querías, sólo necesitabas pedirlo. —¿De verdad iba a dejar que le esposara a la cama? ¡Sakura! Concéntrate.—Sólo cállate y haz lo que te dije. —Yo era mordaz. Frunció el ceño y por un momento olvidé que tenía la sartén por el mango. El metal pesado deslizándose en la palma sudada me lo recordó—. ¡Ahora! —Caminó al poste más cercano a mí, todavía a unos metros de distancia y esposó sus muñecas juntas. Estaba impaciente, nerviosa. Obedeció y dejó escapar un suspiro de alivio.Bajé la pistola, tomándome un momento para dejar que la ansiedad se asentara, para permitir que mi visión se aclarara y que la adrenalina se disipara.—Te sientes mejor, ¿cerezo? —susurró, todavía juguetón. Poseída, di dos pasos para acercarme a él y le di una bofetada tan fuerte que la mano me dolió. Al instante saltó hacia delante, con las manos aferradas a la cadera y los pies barriendo mis tobillos. Caí de espaldas, la pistola se fue detrás de mí. No podía alcanzarme con las manos atadas, pero trataba de agarrarme entre sus piernas. Me apresuré a ir hacia atrás con todas mis fuerzas, negándome a ser capturada. Me libero y me doy con el sillón de detrás.—Vas a pagar por esto —jadeó. En el lado derecho de su cara, lucía una huella de mi mano rojo carmesí.Sacudí mi mano.—Ya he pagado, este es mi cambio.Unos minutos después, finalmente tenía el sillón lo suficientemente cerca de la ventana. Me acerqué y me puse en el borde. Por favor déjame tener razón en esto. Mi corazón hizo un sonido rugiente en mis oídos, y cerré los ojos contra la duda. Por último, sentí un pequeño interruptor y mi corazón se detuvo por completo. Miré hacia atrás para ver a Naruto. La expresión de enojo había dejado su huella aunque la marca de mi mano se mantuvo.Dije una oración en silencio, di un paso hacia abajo, y abrí la puerta. La voz de Naruto vino de atrás, sonaba preocupado y triste.—No dejes que te encuentre. —¿Era eso una amenaza? No iba a quedarme para averiguarlo.No miré hacia atrás. Corrí con toda la fuerza que mis piernas eran capaces. Mis pulmones ardían y mis pies descalzos golpeaban fuertemente contra el polvo de la tierra. Todavía era temprano, la tierra caliente todavía. Quería gritar pidiendo ayuda, pero no estaba segura de si me encontraba lo suficiente lejos para que Naruto no me oyera, así que corrí. Más adelante, vi a un hombre con un delantal, empujando un carrito de cajas en un edificio.—¡Ayúdeme! —El hombre miró en mi dirección, con una expresión de confusión y angustia. Cuando lo alcancé, casi volé a sus brazos tratando de empujarnos al interior.—¿Qué pasa? ¿Qué te paso? —Me preguntó en español.Lo empujé más fuerte hasta que ambos casi caemos sobre la plataforma en nuestro camino al interior del edificio. Mi respiración se volvió entrecortada mientras trataba de reducir la velocidad y explicar en español que yo era una ciudadana estadounidense que había sido secuestrada y retenida en contra de mi voluntad. Le dije que escape pero que mi captor no estaba lejos y necesitaba a la policía de inmediato.—¿Quién es ese hombre? ¿Quién es el hombre que te llevó? —Parecía tan desesperada como lo estaba y abrí la puerta para mirar en la dirección en la que había venido.—Aléjate de la puerta —le grité—. Naruto su nombre es Naruto, por favor, llame a la policía. ¿Dónde diablos estoy? —Finalmente, el hombre rápidamente cerró la puerta y echó el cerrojo.—México—¿México?—Sí, México. —El hombre estaba exasperado. El jodido México, lo sabía.—Mierda tú eres… —Venía de un hombre que estaba en la esquina que tenía la voz ronca. El hombre que supuse que era el camarero, miré en su dirección. Parecía sucio, no la clase de sucio que venía de la pobreza o de la pereza, sino el tipo de sucio que venía de un estilo de vida desagradable. Era temprano por la mañana y ahí estaba ya en un bar, un ciclista estadounidense. Me miró fijamente, tomó un trago de cerveza y se lamió la espuma de su bigote. De repente, me di cuenta de mi ropa. Estaba casi desnuda bajo la chaqueta de Naruto. Crucé los brazos y di un paso atrás hacia el borde de la barra.—¿Puedes ayudarme por favor? Tengo que ir a la policía. —Tomó otro trago mientras negaba con la cabeza.—No quieres ir a la policía cariño, confía en mí en eso. Estos sucios mexicanos son deshonestos hasta el final. Sólo te venderían a quienquiera del que estés huyendo. Lo mejor que puedes hacer es ir hasta la frontera y dejar que nuestros chicos te ayuden. Mira al camarero.—Es la verdad —dijo—. Es la verdad.Exasperada, grité: —Bien, ¿puedes ayudarme a llegar a la jodida frontera entonces? —El camarero saltó ansiosamente a toda prisa a la habitación del fondo. El ciclista se levantó, agarró su cerveza y se la bebió antes de golpear el vaso sobre la mesa y limpiarse la boca con el dorso de la mano.—Maldita sea cariño, no tienes por qué ser grosera. —Caminó a mí alrededor, arrastrando la mano por la barra, me miraba inapropiadamente a propósito—. Estoy seguro de que podemos hacer algo.—Que te jodan. —Lo miré con disgusto.Él se rió entre dientes.—Yo estaba pensando en un trato de recompensa, tal vez un rescate. ¿Una comisión de intermediario? —Me miró de arriba abajo otra vez—. Por supuesto, siempre estoy deseoso de compromiso.Justo en ese momento, un gran estruendo provenía de la puerta y quien se encontraba en el otro lado no lucía contento. El ciclista me miró, viendo mi momento de pánico, y me puso detrás de la barra.—Estate ahí abajo callada y no respires si quieres vivir. —Actuando por puro instinto, me acurruqué en posición fetal debajo de la caja registradora. El ciclista corrió a la habitación de atrás y volvió rápidamente con unas cuantas cajas de alcohol. Antes de que supiera lo que estaba haciendo, las apiló en el suelo y las empujó debajo de la barra al lado. Mientras tanto, un estruendo atronador siguió a la puerta de la barra—. No te muevas —dijo por última vez. Tomó una copa del mostrador y la empezó a llenar con cerveza cuando una fuerte explosión astilló la madera de la puerta. Estuve a punto de mearme encima.—Guau –dijo el motociclista riendo a carcajadas. Mi corazón latía fuerte en el pecho, los ojos cerrados con fuerza mientras trataba de imaginarme en otro lugar.—¿Donde mierda está ella? —demandó Naruto, tranquilo e inhumano.—¿Donde está quién?—¡No te hagas el tonto ahora o te vuelo la maldita cabeza!—Bueno, eso no suena demasiado bien. Mira hombre, sólo estoy aquí vigilando el bar de Nawaki.—¿Dónde está Nawaki?—Ha tenido un problema en casa con su mujer, que me jodan si lo sé o me importa. Solamente estoy disfrutando de la cerveza gratis mientras no está.—¿Qué pasa con las cajas que cayeron fuera?—¿Nunca te has tenido que ir de un lugar con prisa? —Un silencio ensordecedor llenó la habitación. —Además si estás buscándole con una maldita escopeta, probablemente tenga una buena razón para irse con prisa —dijo con una risa desagradable.Más silencio. Los pasos de Naruto hacían un sonido lento y constante a medida que se acercaba a la barra. Me oriné un poco en ese punto. No fue mi mejor momento, te lo aseguro.—¿Cómo has dicho que te llamas? —preguntó Naruto.—No lo he dicho, pero puedes llamarme Kidomaru.Naruto dejó escapar una risa breve y severa.—Kidomaru ¿eh? Bueno, Kidomaru. —Oí el sonido característico de Naruto amartillando la escopeta.—Voy a preguntártelo una puta vez más y luego voy a hacer un agujero en tu pecho. ¿Dónde está la chica?Kidomaru se aclaró la garganta ruidosamente.—Mira hombre… me parece que has perdido a alguien importante para ti, y te juro que si yo tuviera alguna puta idea de donde está esa persona te lo diría, pero no la tengo. Yo estaba aquí tomando una cerveza y Nawaki tuvo que irse a toda prisa. Me imaginé que estaría por los alrededores. No sé nada sobre tu perra. — Amablemente. Le oí sacar un arma y cargarla—. Saca esa maldita arma fuera de mi cara antes de que redecoré el bar de Nawaki con la tuya.El silencio que siguió aplastó el aire a mí alrededor. El sudor resbalaba por mi cara, quemando mis ojos fuertemente cerrados. Mis uñas se hundieron en la piel de mis brazos. Estaba seguro de que alguien iba a morir mientras me escondía detrás de las cajas de cerveza caliente. De repente, Naruto estalló en carcajadas. Me mordí con fuerza el labio para no gritar. Kidomaru pronto se unió a la broma y me preocupaba que él me hubiera vendido.—Muy bien, Sr. Kidomaru, te diré algo. Tomaré tu palabra de que no sabes de lo que estoy hablando, y confío en que si ves a una chica correr medio desnuda contando historias salvajes, seré la primera persona con la que contactarás. Es la casa grande por esa carretera. Pegunta por Naruto. No hay nadie más.—Vale, hombre. ¿Podemos bajar estas ya? —Estaba tranquilo. Durante unos momentos no supe nada. Entonces oí los pies de Naruto moviéndose más y más lejos de la barra. Antes de que pudiera sentirme aliviada, la voz de Naruto gritó desde lejos a unos metros de distancia.—Pero si me entero de que me has mentido, te voy a encontrar. Y si me entero de que le has hecho algo a mi propiedad, te voy a matar. —Y entonces él se había ido.
mariland- Clan Suzaku
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
creo que narutito esta muy furioso con sakura por haberse escapado y kidomaru pagara todo y más si le hace algo a ella dios pon conti pronto ya quiero saber que pasara con sakura y naruto cazándola como loco además de que podría pasar si la encuentra.
aduzumaki- Sennin
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Capitulo XI
“Cuando Sales del Infierno que es lo Peor que Puede Pasar”
- “Cuando Sales del Infierno que es lo peor que puede pasar”:
- Dónde está, Naruto? —El tono de Pein era enojado, con furia contenida. Naruto lo conocía bien. Era el tono que Pein había adoptado al principio cada vez que le hablaba a Naruto, cuando había sido un niño difícil. No le gustaba, ni un poco.Era media tarde y la chica había desaparecido. Ella podía estar a cientos de kilómetros de distancia en este momento. ¿Por qué diablos la había dejado ir? No era propio de él ser tan impulsivo, o estúpido. Aunque últimamente, no estaba tan seguro. Primero que no había podido asegurar su arma. Luego, la dejó escapar en medio de la noche. Y ahora, había puesto factores desconocidos en juego.—No sé dónde está Pein. Si lo supiera, estaría buscándola en este momento.—¿Lo estarías? —La pregunta tenía fuertes implicaciones. ¿Cuándo había empezado a dudar Pein de él? ¿Cuándo le había dado Naruto motivos? La respuesta a ambas preguntas era, por supuesto, ahora.Entonces Naruto le respondió con la misma furia contenida:—Entiendo lo importante que es, Pein. Sé por qué estoy aquí.«Para destruir a Madara». Se sentía vagamente desligado. ¿Dónde y cuándo había perdido su objetivo? ¿Cuándo había flaqueado su enfoque? Extrañamente, no se sentía culpable. Ya estaba pensando, podría encontrar a Madara de otra manera. La necesidad era la madre de la invención. Sin embargo, no sabía por qué la había dejado ir. Había sabido que ella estaba cerca, tal vez escondiéndose con el camarero, el lenguaje corporal del motorista le había dicho lo mismo. Así que, ¿por qué? ¿Por qué de repente arriesgaba tanto cuando no tenía nada que ganar y sí mucho que perder?—Normalmente estaría de acuerdo contigo Naruto —dijo Pein suavemente—. Pero tú no tienes el hábito de cometer errores, y mucho menos de esta magnitud. ¿Has olvidado tan fácilmente lo que he hecho por ti? Yo te encontré. Te ayudé a convertirte en el hombre al cual tus enemigos temen. ¿Quieres que te recuerde dónde estarías sin mi intervención? — Naruto apretó la mandíbula fuertemente.—No, por supuesto que no. —Era imposible que Naruto lo olvidara ya que a Pein le gustaba tanto recordárselo—. También quiero recordarte que soy yo quien mata por ti. —Había querido que sonara como una amenaza, pero por algún extraño motivo le salió como una súplica. Como de un niño a un padre. Se hizo un largo silencio en el otro extremo de la línea y mientras más largo era más inquieto se sentía Naruto. —Te he fallado Pein. Voy a hacer lo correcto. —De alguna manera él iba a arreglarlo.—Lo siento, dude de ti kyuby —respondió Pein, suavizando la voz—. Sé lo mucho que has sacrificado. Es sólo que...—Entiendo Pein. —Hizo una breve pausa—. Voy a hacerte saber el momento en que la encuentre.Naruto colgó antes de que algo más pudiera ser dicho. Necesitaba pensar y cuanto más hablaba con Pein, más pensaba en las cosas equivocadas a pesar de que no tenía idea de que era lo correcto. Nunca había sido una persona que lidiara con ligeras diferencias.Naruto se apretó la frente con los dedos y trató de aliviar parte de la presión allí. ¿Estaba traicionando a la única persona en quien confiaba? La pesada realidad finalmente se hizo presente. ¿Quién era él de repente? Ciertamente no un hombre de palabra.La ira bulló como bilis en su pecho. Era ella. Desde que había puesto los ojos en ella no había más que confusión y conflicto en él. Se había dejado sentir... algo. Y ella le había pagado apuntándolo a la cara con su propia pistola. Sus dedos tocaron el lado izquierdo de su rostro. Aún herido, en más de un sentido. Empujó a su mejilla, con ganas de sentir la fuerte picazón, quemando justo bajo la superficie. Tenía que encontrarla. Traerla de vuelta. Tomar el control de ella y en el proceso, de él mismo. »¿Era esa la única razón por la que la quería de vuelta?». Pensó en su suave cuerpo apretado contra el suyo, su brazo alrededor de su cintura.La había dejado ir, lo había hecho a través de su propia estupidez, pero la dejó ir. Y en todo lo que podía pensar era que ella ni siquiera había mirado atrás. Sólo huyo... de él. Casi no quería encontrarla, pero no podía parar hasta que lo hiciera. No iba a fallar de nuevo. El enfoque y la objetividad sustituyeron a la inquietud y confusión. Era el momento de hacer una visita al camarero.***Después de que Naruto había dejado el bar, me había negado a dejar mi escondite bajo el mostrador durante más de una hora. Al menos yo pensaba que había pasado tanto tiempo, mi sentido del tiempo era probablemente mayor. Eso era lo que te hacía el pasar semanas secuestrada en una habitación oscura. Finalmente, el gigante que se hacía llamar Kimimaru me había levantado por el brazo y me sacudió hasta que detuvo la histeria.Cuando me calmé, le pregunté:—¿Por qué me estás ayudando?Él sólo me frunció el ceño.—Porque parece que te vendría bien un montón de ayuda. Y eres Americana.Me llevó afuera donde el camarero, Nawaki, esperaba en un viejo y oxidado camión azul bebé de origen indefinido. Tenía miedo de entrar al camión. No sabía a dónde planeaban llevarme, o lo que pensaban hacer conmigo una vez me tuvieran donde querían. Sólo sabía que Kimimaru me había dicho que estaría a salvo y él me ayudaría. Si hubiera habido más opciones, me habría mantenido lo más lejos posible del sucio motociclista. El hecho era este: no tenía mejores opciones, y él lo sabía. Así que me metí en el camión.Sólo nos llevó unos quince minutos llegar a una pequeña choza de cemento. Mierda. Mi miedo nunca disminuyó, incluso subió varios puntos al mirar alrededor, me forcé a mí misma a seguir mirando, atenta. Lista para correr. Una alambrada rodeaba la estructura y de hecho unos pocos pollos andaban picoteando sin rumbo en el suelo. El aire era pesado con el olor del calor y excrementos de animales. Sin embargo, había una sensación "acogedora" en el viejo y destartalado edificio. Había un triciclo de un niño tirado de lado junto a la casa, uno de los pollos picoteaba el asiento roto.—¿Qué hacemos aquí? —le pregunté. Me sentí estúpida, pero esperanzada. Esperanzada de que pronto iríamos hacia la frontera. Por un milagro o una intervención de Dios. Me conformaría con un teléfono. Esperaba demasiado, y de un extraño. Estaba cansada de conocer gente nueva.—Necesitamos cambiarnos de ropa. Además Nawaki tiene un teléfono que podemos usar para hacer nuestros arreglos.Me sentí triunfante al saber de la existencia de un teléfono, pero luego encaje el resto de sus palabras.—¿Qué arreglos? —La sensación de malestar que sentía se duplicó. El pánico rápidamente hundiéndome.Kimimaru bufó.—Como dicen cariño: culo, hierba, o efectivo, nadie se lo monta gratis. Y ya que no tienes hierba y prefiero efectivo a culo... creo que sabes a dónde voy con esto.Mi corazón saltó a toda marcha, golpeando fuertemente en latidos entrecortados en mis oídos: boom—boom—boom.—¿De cuánto dinero estamos hablando? —No quería confesar cuan jodidamente estaba mi familia. Ciertamente no quería tener que pagar con mi culo, pero según lo que Nartuo había estado hablando mi padre estaba involucrado en esto.—¿Una pequeña cosita linda como tú? Yo diría que vales al menos cien mil dólares para alguien. —Casi vomito con el vuelco que dio mi estómago ante sus palabras. Mi familia tenía más que esa cantidad de dinero, pero no quería involucrarlos. La única persona que sabía que podría tener esa cantidad de efectivo era Hinata, pero no era suyo para darlo ¿verdad? Pertenecía a sus padres y apenas sabía de ellos. Hinata siempre estaba sola en esa casa grande. La desesperación me atravesó. Por escapar, sólo por esto. Me quedé mirando a Kimimaru. Sentí una gran frustración desatándose dentro de mí, tratando de salir. Luchar o huir. Estaba por hacer ambas.—¿Y si no? —le susurré en voz baja, en realidad no quería saber la respuesta, pero tenía que hacer la pregunta porque era un resultado probable—. ¿Crees que valgo tanto para alguien?Él me miró y sonrió.—Oh, estoy seguro de que lo vales al menos para tu chico rubio. —Me miró de arriba abajo, despacio, lascivamente, y me sonríe ampliamente—. ¿No lo crees, cariño? —Me tragué la bilis en ese momento. ¿Dónde estaba el camarero? ¿Dónde había ido? ¿Acaso importaba?Agarró mi brazo envolviéndolo con su mano carnosa, sudorosa y me arrastró tras él. Mientras luchaba por soltarme. No se lo iba a poner fácil. Se rió de mí todo el camino y yo sabía que me hacía más daño a mí misma, que a él.La casa se conservaba mejor por dentro que por fuera. Incluso había fotos en las paredes de cemento, en su mayoría pinturas religiosas. Justo en frente de mí, a través de la pequeña sala había un sofá cubierto de plástico y sobre él una imagen de Cristo en la cruz, con su expresión de dolor, las lagrimas de sangre corriendo por su rostro mientras miraba hacia el cielo preguntándose por qué Dios lo había abandonado. Yo podría hacerme la misma pregunta. Había escapado del Diablo y aún no sabía porque, lo que sí sabía era que me iba a costar cien grandes, o tal vez mucho más.—¿Dónde está el teléfono? —pregunté con voz ronca, al borde de las lágrimas. Aspiré el aire caliente y la desesperación. Oré porque la familia de Hinata me ayudara. No estaba segura de que tan grandes eran las posibilidades de que eso pasara, si me creerían, y mucho menos si me ayudarían. ¿Llamarían a la policía? ¿Me colgarían? Kimimaru señaló el extremo del sofá donde había un viejo teléfono giratorio, mi salvavidas, esperando que hiciera la llamada más importante de mi vida.***No había sido muy difícil averiguar dónde vivía el camarero, sólo fue cuestión de esperar que los clientes habituales llegaran al bar y luego empezar a repartir muchos billetes americanos. Todos los ciudadanos de los países polvorientos entendían el valor del dólar. El dinero estadounidense representaba una vida americana, una oportunidad de perseguir un futuro mejor del que tenían destinado. Un futuro por el que valía la pena robar, matar y vender el alma de uno. Naruto no pudo evitar reírse de lo fácil que había sido encontrarla. Él le había dicho que la encontraría y lo decía en serio. Una vez más, no lo había escuchado.En lugar de eso, Naruto había logrado con éxito su objetivo. Había en él un sentimiento de victoria. Pero también había algo más. Conflicto. Siempre se encontraba en conflicto cuando se trataba de ella. ¿Qué haría cuando la volviera a ver? ¿Golpearla? ¿Gritarle? ¿Azotarla hasta que llorara y rogara misericordia o cubrirla de besos causaría el mismo efecto? Con ella nunca sabía, no hasta que el momento lo absorbía, controlándolo.Volvió a la plantación, sin ninguna prisa por recoger su premio. Victoria y rabia aparte, no iba a disfrutar de nada de lo que tendría que hacer a continuación. Esperaba que el camarero no tuviera familia. Esperaba recuperar a su Cerezo sin demasiada agitación. Esperaba no tener que matar a nadie. Sin embargo, dudaba de cada uno de estos escenarios. Así que siguió caminando. Sin prisa.Mientras escuchaba la tierra caliente crujir bajo sus botas, se quedó mirando el paisaje del pueblo. No mucho más allá, estaba la ciudad. Ahí estaba ella, en una de las muchas casas construidas en arena, arcilla y cal, sudando bajo un techo de lata oxidada. Había cientos de ellas, levantándose ante él en el horizonte, pero no importaba. La ciudad podía parecer grande, pero era muy pequeña para todo lo que importaba. La pobreza generaba desesperación, la desesperación daba paso a la corrupción y la corrupción le garantizaba un refugio seguro. No importaba lo que pasara esta noche, Naruto regresaría y no lo haría con las manos vacías.El talón de su bota golpeo fuertemente el suelo. Ella nunca miró atrás. Ni una sola vez. Simplemente había huido de él. Su ira se levantó.—¿Me siento con suerte? Sí Cerezo, me siento muy afortunado. —Siguió caminando. Era mejor golpear mientras su ira estaba caliente y su pasión fría como el hielo.***El sol caía sobre mis hombros, aunque era de tarde. El polvo cubría mi cuerpo de la cabeza a los pies y me llenaba la boca mientras íbamos por la carretera en la motocicleta de Kimimaru. Nawaki me había dado uno de los vestidos de su mujer. Por desgracia, era un poco más alta que la mujer y el vestido no le quedaba mejor que un camisón. Pero era negro y eso era bueno. Me había puesto la chaqueta de Naruto sobre el vestido. Era el único consuelo que tenía frente a lo que se avecinaba.Hinata venía por mí. O por lo menos había prometido que lo haría. En el momento que escuché su voz, había estallado en lágrimas de alivio y alegría pura. Ella también lloró. A través de la conexión granulada, escuche como me decía con voz tensa que nunca creyó que yo hubiera huido, no sin ella. También dejó en claro que mis padres no tenían tanta fe en mí.De hecho, hicieron a Hinata totalmente responsable de mi desaparición, exigiendole a la policía que la interrogaran y la obligaran a confesar mi paradero. Cuando eso no dio resultados, porque no había ninguna indicación de nada turbio y yo tenía dieciocho años, Mi madre le había gritado a Hinata, llamándola puta y egoísta. A mí me había dicho cosas peores. Mi corazón se hundió en mi estómago, extinguiendo un poco mi alegría. Tal vez Naruto había tenido razón. Sin embargo, Hinata me aseguró que todo estaría bien, que llamaría a mi madre y le explicaría. Le dije que no se moleste. Ella no había dado una mierda por mí. De alguna manera, en este momento, me importaba un carajo. Sólo quería vivir. Quería salir de este infierno.Lo que necesitaba era efectivo, mucho. Cien grandes para ser exactos.—¡Santa mierda Sakura! ¿Cómo se supone que obtendré esa cantidad de dinero? Mis padres están en un crucero en estos momentos. —Eso no era lo que necesitaba escuchar. Había mirado a Kimimaru y Nawaki, uno de ellos me miraba expectante, y el otro mantenía el ojo en la puerta. Me gustaría que en el bar hubiera estado sólo Nawaki, que parecía más influenciable, pero de nuevo, también él dejó que me capturaran.—Necesito ese dinero Hinata. Por favor —dije, con voz aguda y casi un chillido—. No sé lo que van a hacer conmigo. —Eso la silenció y estaba en medio de decirme algo cuando Kimimaru tomó el auricular y le hizo saber claramente lo que haría conmigo si no venía. Últimamente terminaba siendo propiedad de alguien a donde quiera que fuera.Me miró. «Debería haber llamado a la policía», pensé, mirándolo. Especialmente en un país pobre y con problemas de drogas como México. Tenía que elegir entre malo, peor e insoportable. No era una elección en absoluto.—Nos vamos, ahora.No me molesté en preguntar a dónde. Condujimos, demasiado rápido para considerar saltar pero aun tenía una pequeña esperanza de que este jodido plan funcionara, y me gustaría ser libre. Cuando la motocicleta de Kimimaru empezó a disminuir la velocidad, mi corazón se aceleró.Nos dirigíamos hacia Chihuahua. Hinata nos encontraría allí mañana por la noche con el dinero. Cómo lo haría, no tenía ni idea. Lo que era peor, no sabía si podría hacerlo. Sólo sabía que ella le había dicho a Kimimaru que estaría allí con el dinero. Si era un farol, no importaba, ganaba tiempo. Primero tuvimos que hacer una parada y recoger al resto de la «pandilla» de Kimimaru. No estaba nada emocionada de conocer a más gente como Kimimaru, pero como de costumbre no tenía otra opción. Tiré de la chaqueta de Naruto más cerca de mi cuerpo.Viajando más lentamente, su olor flotó hasta mi nariz llevando mis pensamientos hacia él. ¿Qué pasaría ahora? ¿Estaba buscándome? ¿Y por qué la idea me llenaba tanto de una sensación de temor como de esperanza? ¿Esperanza de qué? Por un momento, deseé estar en la cama junto a él, dándole la oportunidad de ser amable. Tal vez me hubiera dejado ir con el tiempo. Parpadeé con fuerza. «Hiciste lo correcto Sakura. Esto puede funcionar, puedes lograrlo».A medida que nos acercábamos a una casa en ruinas, escuché voces riendo, gritando, y charlando mientras la música rock a todo volumen llenaba el aire. Me tambaleé y casi caigo al bar de la moto. Kimimaru se echó a reír mientras se dirigía a la puerta.—Ten cuidado pequeña, no querrás tener la moto cayendo sobre ti. –No lo creí malditamente divertido.Abrió la puerta de la casa y dejó escapar algo más abrumador que la música, el olor de la marihuana. Me quedé fuera un momento, lamentando cada decisión que había tomado para llegar aquí, y luego entré por la puerta. Toda la conversación se detuvo. Nueve motociclistas, entre ellos una mujer joven, se volvieron a mirarme. Me tensé ante su descarado escrutinio, la mayoría de ellos confundidos, y algunos aparentemente curiosos.—Todo el mundo, esta es Saruka —me presento Kimimaru, sonando alegre y en su cabeza seguramente contando su dinero. Decidí usar un nombre falso, por la sencilla razón de que no quería que nadie supiera el verdadero. —Nadie joda con ella —me miró lascivamente—, a menos que ella quiera. —Se hizo un tenso silencio, a excepción de la versión larga de November Rain que salía a través de los altavoces de mierda del estéreo portátil. Me encogí más en la chaqueta de Naruto, aspirando nuevamente su reconfortante olor, otra decisión que lamento. Toda esta maldita cosa era una retorcida ironía. Kimimaru se volvió hacia mí, para terminar las presentaciones.—Saruka estos son Sakon, Ukon, Jirobo, Kidomaru, y su perra Tayuya.¿A quién mierda le importa? Estoy segura de que a mí no. Los miro fijamente con expresión vacía, sin ver a ninguno de ellos.Tayuya me da una mirada insidiosa, como si yo acabara de saludarla llamándola puta.No dije nada. Crecer en la pobreza y en LA me había enseñado algo. No mostrarse débil, pero no debía mirar demasiado desafiante o alguien podría tomárselo como un reto. Y joderme. Eché un vistazo alrededor, manteniendo la mirada por un instante antes de apartarla, sin responder y sólo asintiendo brevemente en reconocimiento. Deseé que Naruto me hubiera enseñado algo más valioso que el soportar una mano fuerte en mi culo. Casi me reí, sintiendo un momento de histeria, y me mordí la lengua. No iba a enloquecer, no cuando tenía que estar alerta.—Tayuya, ¿por qué no acompañas a Saruka y le consigues algo de comer antes de que empaquemos y salgamos? Quiero llegar a Chihuahua antes del anochecer.Tayuya le rodó los ojos a Kimimaru y luego me miró un momento antes de decir:—Bueno, vamos.Tayuya y yo nos dirigimos por un corto pasillo a otra pequeña habitación. Dentro, unos pocos colchones de aire sucios y pequeños montones de ropa que parecían hacer las veces de sabanas y almohadas, estaban alineados en el suelo. Ella enojada pateó la ropa fuera de su camino y se dirigió hacia un rincón de la habitación donde había una cama cubierta de ropa, maquillaje, laca para el cabello y envoltorios individuales de condones. Aparté la vista, sin decir nada.—Escúchame chica. Será mejor que me pagues por la comida o la sustituyas, porque no tengo dinero para andar tirándolo en nadie. —No dije nada, sólo la miré aturdida. Sería demasiado esperar que nos mantuviésemos unidas entre mujeres o que me mostrara un poco de simpatía. Me di cuenta de que pedía demasiado. Naruto me había enseñado a no esperar simpatía, aunque me había mostrado un poco de vez en cuando. O al menos eso había parecido teniendo en cuenta la fuente. Tenía que dejar de pensar en ese hijo de puta.Ella tomó un par pantalones cortos de jean y me los pasó junto con un ligero top de cuero atado al frente. No pude evitarlo, hice una mueca ante el atuendo de prostituta. De repente, sentí un golpe directo al pecho y una pequeña pila de bocadillos cayó a mis pies. Apreté los dientes. Ella respondió con una mueca de desprecio. Perra. Tomé la bolsa de papas fritas y dos barras de proteína. Sí, me aseguraría de que obtuviese el reembolso por estas delicias. Mantuvo los labios apretados mientras pateaba otro montón de ropa hacia la esquina.—Bueno, ¿te vas a quedar parada ahí o vas a sentarte a comer?La miré con incredulidad. Luego se escucharon gritos provenientes de la otra habitación.—¿¡¿Te has vuelto jodidamente loco?!?Surgió una erupción de muchas voces.—Traer a esa perra aquí fue un error hombre —dijo alguien.—Jesucristo, Kimimaru, debes deshacerte de ella mientras puedas —dijo otro.—¿Cuándo te convertiste en un marica? —dijo Kimimaru.—¿Qué está pasando? —preguntó Tayuya clavando sus ojos en mí como dagas. Miré hacia el suelo. Ella me agarró del codo, apretando y fácilmente me empujó fuera de la habitación antes de ir a unirse a la discusión. Cuando Kimimaru contó la verdadera historia, los gritos se intensificaron. Siguieron discutiendo por unos cuarenta y cinco minutos hasta que llegaron aun acuerdo.Tayuya volvió, furiosa. He encontrado un rincón para esconderme mientras llenan la habitación, no queriendo que ninguno me vea y comience a gritarme. Los miré, sin sentir nada, aprender sus nombres no era lo único que no me importaba. Me sentía tan cansada y asustada. Yo quería... no estaba segura de lo que quería. El miedo y el terror me habían drenado, consumiendo mi energía y mis esperanzas. Desesperación dentro, esperanzas fuera. Repetir. Repetir.—Vamos Kid, sólo larguémonos. —Escuché a Tayuya. Levanté la mirada hacia la pareja que peleaba. Por la forma en que se aferraba a él, asumí que era el novio.—Tú sabes que no puedo hacer eso, no puedo dejar a Kimimaru solo. Además, no le tengo miedo a ningún maldito pervertido. Déjalo que venga, pondremos a ese hijo de puta abajo para siempre.Siguieron discutiendo.—Bebé por favor, solo vámonos.Después de unos momentos de tensión Kidomaru respondió:—No.—Bien —dijo tranquilamente, furiosa. Y entonces salió de la habitación.Cuando todo estuvo dicho y hecho. Tuve que admitir que no parecían los tipos más agradables del mundo y ya sabía que Tayuya era una tremenda perra, pero al menos me dirigía a casa por la mañana. Decidieron pasar la noche.Era tarde, no sabía la hora, pero estaba oscuro. Me quedé en mi rincón por un largo tiempo mientras todos se sentaban a beber cerveza y a reír a carcajadas. Creo que me senté allí durante tanto tiempo que pueden haberse olvidado que estaba allí. Nadie durmió, y yo no podía soportar nada. Sólo esperaba que cayera la noche, sentada en mi rincón, escuchando el tiempo pasar. Pero esperando algo, no tenía idea.***Rescatada. Ella había sido rescatada. La familia de Nawaki estaba acurrucada en un rincón, Nawaki era sólo un cuerpo inerte, respiraba superficialmente, pero todavía estaba vivo. El hijo de puta iba a conseguir una parte rescate por ayudar a contrabandear lo que era suyo.Lanzó una mirada en su dirección y al instante reconoció la mirada de súplica lastimosa en el rostro de la mujer. Su Cerezo lo miraba de esa manera cuando tenía terror de lo que haría a continuación. De alguna manera, se imaginó que esa mirada lo había suavizado. Mientras seguía mirando a la esposa de Nawaki, algo dentro de él retorció y tuvo que apartar la mirada. Había hecho bien en venir solo. También fue bueno que la esposa de Nawaki y su hijo estuvieran en casa con él. Eran la razón por la que Nawaki seguía viviendo. Él nunca mataría a un hombre frente a su hijo, pero Deidara y el resto lo harían con mucho gusto.Naruto se acercó a una mesa de café y tomó un lápiz corto y un bloc de papel que descansaban junto al teléfono. Cerezo había usado ese teléfono, hoy. Había tocado todas estas cosas, pero allí no había ni rastro de ella. Pensó en su olor, todavía impregnado en la almohada de su cama, un poco de su cabello también. En el momento en que había sentido rabia, ahora...Dejó caer el lápiz y la libreta al lado de Nawaki.—Direcciones. ¡Ahora! —Nawaki balbuceo y lloró, baba sangrienta goteaba de su boca mientras obligaba a sus temblorosos dedos a escribir. Naruto lo miraba desapasionadamente. Rescatada. Si estaban reteniéndola mientras esperaban el rescate, y no se preocupaban por la ley, tratando de devolverla a los EE.UU. ¿Qué podían estar haciendo con ella en este momento? La furia rugió a través de él, y luchó contra el impulso de descargarla sobre Nawaki.Las emociones sólo eran útiles para controlar, sobrevivir y tener éxito. Al parecer, estaba reaprendiendo lecciones que creía ya tener dominadas. Naruto recogió el trozo de papel lleno de sangre. El motociclista no estaba muy lejos, pero también sabía que no podía ir solo. Tendría que volver a la casa y recoger a los chicos y a unos cuantos hombres más, junto con las armas. Los motociclistas estaban armados. Para su sorpresa, no era su propia seguridad lo que le preocupaba. Esa chica, esa maldita estúpida chica. Tenía que recuperarla.Naruto no podía esperar para encontrarse con los motociclistas.***Me levanté y corrí al baño a vomitar. Oí sus risas en el fondo y a Jirobo diciéndoles que eran unos gilipollas. Mis brazos se envolvieron alrededor de la tapa del inodoro, y probablemente tocando orina, pero sin comida en mi estómago y drogada por los vapores de la pipa, realmente no podía hacer mucho al respecto.Seguían riéndose de mí. Imbéciles. Nunca debí bajar la guardia. Nunca debí haber confiado en nadie. Debería haber huido de Kimimaru, y definitivamente no debería haber caído dormida en el cuarto de baño. Pero las nauseas y las arcadas secas me habían desgastado y estaba agotada. Y drogada.Al principio, simplemente comencé a sentirme salida, mi piel se sentía caliente y era agradable. Un pequeño hormigueo se extendió a través de mi cuerpo y me estiré. Mis pensamientos se sentían líquidos y surrealistas, como si nada fuera real, como si estuviera cayendo, pero se sentía bien caer, y así lo hice. Me sentía arropada. Entonces la suavidad se convirtió en calor caliente e incómodo. Alcé de golpe mi confundido cuerpo. «Mi cabeza zumbando». Mis ojos empezaron a parpadear, pero no pude abrirlos completamente y de repente sentí la extraña sensación de mis pezones siendo tironeados a través de mi vestido por algo contundente pero firme.Instintivamente, me empuje fuera de la presión de esas manos. Cuando me di cuenta de que era alguien, empujé con mis aletargados y débiles brazos y luego traté de protestar, de gritar fuertemente pero mi cabeza se sentía enorme y mi lengua se sentía como muerta en mi boca. Cuando sentí una boca en mi pecho, chupando, un grito escapó de mis labios. Y finalmente pude atravesar la bruma. Y me desperté.—Shhh, no quiero despertar a todo el mundo. —Era una voz femenina, Tayuya. ¿Qué... coño... pasaba? Traté de gritar, pero una mano me cubrió la boca. Era demasiado pesada y grande para pertenecerle a Tayuya. Traté de gritar más fuerte, más allá de la mano. Y aún así, oí otra voz. Eran tres. ¿Pero quiénes? Estaba demasiado oscuro para saberlo.—Apresúrate hombre, está despertando. —Agité mis brazos salvajemente, sorprendiéndome cuando unas manos femeninas los agarraron y los presionaron hacia abajo. La tela fue desgarrada y de repente mi pecho quedó al descubierto. El hombre encima de mí no perdió tiempo para tomar mi pecho en su boca, arañándome su barba incipiente. Con su mano libre, tiró de mi vestido, tratando de subirlo. Lo pateé salvajemente, pero se abrió paso entre mis piernas y su pecho desnudo se extendió sobre el mío.—No seas tímida bebé, sé lo que eres. Eres una puta ¿no? —Y luego dejó escapar la risa aguda que finalmente revelo su identidad. Sakon.—Dale la vuelta —dijo el otro hombre.—No puedo hombre, si muevo la mano va a empezar a gritar.—No seas tan malditamente maricón tío, te dejaré ir primero, tráela aquí.Con los ojos abiertos y algo adaptados a la oscuridad, vi con horror como Sakon agarraba su camisa que estaba cerca y la metía en mi boca mientras Ukon me empujaba hacia delante sobre el pecho de Sakon, haciéndome quedar a horcajadas sobre él. Mis brazos, fueron sujetados en mi espalda sin representar resistencia alguna. Yo lloraba y gritaba lastimeramente, pero mis gritos caían en oídos sordos.—¿Por qué los dejas hacer esto? —le grité a Tayuya que a pesar de la camisa que tenía en la boca seguramente me entendía. Se veía aterrada, pero su pánico parecía provenir de la rabia o la excitación. Sus ojos lucían salvajes, frenéticos. Disfrutaba tanto como los hombres.Sakon se tumbó de espaldas en el suelo con mis brazos sujetos en una posición insoportablemente incómoda. Mi mente despejada, destelló con horribles escenarios que no hicieron nada para ayudarme a encontrarle una salida a esta situación. Detrás de mí, Ukon se bajó los pantalones y presionó su pene contra mí, buscando una forma de entrar.—Oh dios te sientes bien nena. —Me empujé lo mas lejos de él que pude y tense tanto mis brazos que casi parecía que se me iban a desprender. Mi lucha sólo sirvió para curvarme más incómodamente.Finalmente, logré sacar la tela de mi boca y en un rápido movimiento mordí el hombro de Sakon con tanta fuerza que su sangre chorreó en mi boca. Rugió y me sacudió la cabeza. Al momento siguiente volé por el aire, aterricé golpeándome las costillas contra el inodoro.—¿Qué diablos? ¿Qué carajo? ¿Qué diablos? —gritó Ukon una y otra vez mientras Sakon seguía gritando y maldiciendo.—¡Maldita perra! —gritó Ukon. Me agarró del pelo y oí el horrible crujido de su puño conectando con mi rostro. Me atraganté con mi sangre y la suya.—Oh dios hombre, ¿qué demonios estás haciendo? —gritó Tayuya finalmente.Pero no pudo hacer nada para detener a su compañero de patearme repetidamente en las costillas. Expulsé mi aliento y todo lo que pude escuchar fue Crack. Crack. Crack.Los gritos y aullidos provenientes del cuarto de baño debían haber asustado a todos en la casa, porque la puerta se abrió de golpe.—¡Oh, Dios mío! —gritó Kidomaru.—Maldito idiota, ¿qué hiciste? —vocifero Kimimaru. Entonces no recuerdo nada más porque mi cuerpo empezó a estremecerse, y me dejé ir a la deriva.
mariland- Clan Suzaku
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Gracias por los que siguen la historia, debo aceptar que me gustaria mas comentarios, ya sea Buenos o malos, la cuestion esta en que se que la historia puede ser algo fuerte pero todo se torna a mejorar
mariland- Clan Suzaku
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
¡¡¡Me encanta como escribes mariland!!!
Ya quiero ver como Naruto y sus "aliados" destrozarán la sonrisa de esos tarados... pinches malandros como se atrevieron a tocar a Sakura Chan!!!
Describes esas escenas con mucha facilidad y logras hacer que tus lectores nos metamos en la historia
Me quedo la duda del como hará Hinata para conseguir ese dinero... yo creo que si fue una trampa para llamar a la policia pero bueno
Espero tu continuación
Ya quiero ver como Naruto y sus "aliados" destrozarán la sonrisa de esos tarados... pinches malandros como se atrevieron a tocar a Sakura Chan!!!
Describes esas escenas con mucha facilidad y logras hacer que tus lectores nos metamos en la historia
Me quedo la duda del como hará Hinata para conseguir ese dinero... yo creo que si fue una trampa para llamar a la policia pero bueno
Espero tu continuación
Kaoru Dono- Clan Genbu
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