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Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
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NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic :: FF Cerrados
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Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Hoy comienzo con una historia que escribi hace mucho, no recuerdo cuales libros tome como referente pero si que es algo fuerte, espero y os guste por que a mi me llena de orgullo.
No queda decir que espero un monton de comentarios bueos o malos da igual lo importante es el interes que demuestren por lo que hago y que lo disfruten
No queda decir que espero un monton de comentarios bueos o malos da igual lo importante es el interes que demuestren por lo que hago y que lo disfruten
- Cautivo en la Oscuridad:
- Cautivo en la OscuridadPrologo
Hay un dicho que dice que hay personas que nacen con estrella y hay otros que nacen estrellados, siempre pensé que yo era del grupo de los segundos, pero cuando vives en el infierno por tanto tiempo te das cuenta que no es tan malo, sin embargo si nunca los has conocido y yo voy a ser tu anfitrión me temo que la suerte no está de vuestro lado, no fue mi culpa que terminara en el lugar, momento y siendo hija de la persona equivocada. La suerte no estuvo del lado de Sakura el día que salio para su prepa, cuando todo le fue arrebatado.
Naruto es un hombre con un singular interés por la venganza. Secuestrado cuando era niño y vendido como sicario o esclavo por un mafioso hambriento de poder, no ha pensado en nada excepto la venganza. Durante diez años se ha sumergido en el mundo del infierno buscando al hombre que él considera responsable en última instancia. Finalmente, el arquitecto de su sufrimiento ha surgido con una nueva identidad, pero no con una nueva naturaleza. Si Naruto consigue acercarse lo suficientemente para atacar, debe convertirse en la misma cosa que aborrece y secuestrar a una hermosa chica, pero no cualquier chica, si desea un venganza completa, esa que destruye no solo físicamente, sino que destroza tu mente y corazón, deberá secuestrar a la luz de sus ojos, a su preciosa hija.
Sakura Haruno de dieciocho años acaba de despertar en un lugar extraño. Atada con los ojos vendados y solo una tranquila voz masculina para darle la bienvenida. Su nombre es Naruto, aunque él exige ser llamado Amo. Sakura es joven, hermosa, ingenua y testaruda a más no poder. Tiene una oscura sensualidad que no puede ser escondida o negada, aunque ella intenta conseguir ambas cosas. A pesar de que tiene miedo del fuerte, sádico y arrogante hombre que la tiene prisionera, lo que mantiene a Sakura despierta en la oscuridad es su indeseada atracción por él.
Última edición por mariland el Dom Abr 19, 2015 5:45 pm, editado 18 veces
mariland- Clan Suzaku
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Interesante prologo....
A ver como se desarrolla la historia
A ver como se desarrolla la historia
alex666- Clan Genbu
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Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo I
Cautivo en la Oscuridad
Capitulo I
- "La vida no se mide en minutos sino en momentos":
- Venganza, esa dulce palabra llena de tanto significado era por lo que lo hacía, tenía que recordarlo para no extraviarme en el camino. Ese era el propósito de todo aquello, de toda mi vida, era el significado de mí existir. Venganza, quince años de planificación y a solo unos pocos meses de su ejecución.Como entrenador de matones, esclavos, chicas sexuales… etc, en otras palabras, de todo la escoria que había pisado el infierno era yo el que los formaba para salir y pudrir el mundo, había entrenado al menos a unos cientos de personas con diferentes tareas, con diferentes propósitos. Algunos estaban dispuestos, ofreciéndose a sí mismos como marionetas para escapar de la miseria, sacrificando libertad por seguridad. Otras llegaron a mí como yo llegue, ellos no eligieron otros eligieron por ellos, algunos eran forzados hijos de granjeros empobrecidos buscando liberarse de sus cargas a cambio de una dote. Algunas eran las cuartas o quintas hijos de familias que no tenía como alimentar más bocas, otros solo querían deshacerse de ellos o jefes que los enviaban para aprender a satisfacer sus raros fetiches. Pero esta persona en particular, la que él miraba desde el otro lado de la abarrotada calle, era diferente. Ella no estaba dispuesta, ni había sido coaccionada o enviada a él. Ella era pura conquista.Naruto había intentado convencer a Pein de que esta era la piedrita en el zapato, el talón de Aquiles, el atojo seguro a tan seria y potencialmente peligroso objetivo, convencer a Pein no fue sencillo, el buscaba una trabajo sin complicaciones, talvez un tiro en la cabeza mientras tomaba un café en la cafetería ubicada en el centro de la ciudad o una bomba en su coche, pero yo buscaba quebrarlo en todo sentido, su mente, su corazón y después de verlo arrodillado a mis pies quizás estallarle la cabeza. Ambos habíamos esperado mucho tiempo para conseguir una venganza, aunque por razones diferentes ambos nos negábamos a dejar algo al azar. La venganza tenía que ser algo verdaderamente especial. Tenía que ser un regalo tan valioso que sería marcado en la historia.Después de años de ser el único aprendiz de Pein, la reputación de Naruto se había forjado poco a poco, estableciéndole como un hombre a la vez eficiente y decidido en cualquier tarea que se le confiaba. Nunca había fallado. Y ahora, todos aquellos años habían sido para ese momento. Había llegado el momento de demostrar su valía a un hombre al que le debía todo, tanto como a sí mismo. Sólo quedaba un obstáculo entre él y la venganza. La última prueba verdadera de su carencia de alma, despojar deliberadamente a alguien de su libertad.Había entrenado a tantos que ya no recordaba sus nombres. Podía tomar esta alma también, por él.El plan era simple. Naruto regresaría a Estados Unidos y buscaría a su tesoro y la transformaría hasta convertirla en la candidata perfecta para la Venta de Flores. La subasta tendría lugar en su país de adopción, Francia, en poco más de cuatro meses. Era seguro que estaría plagado de bellezas de los típicos países en los que hombres mandaban, donde la adquisición de estas mujeres estaba limitado solo por la oferta y la demanda. Pero una chica de un país del primer mundo, podría considerarse todo un logro. Las chicas procedentes de Europa eran muy buscadas, aunque las chicas estadounidenses eran las joyas de la corona del comercio del placer. Tal esclava solidificaría la posición de Naruto como un auténtico jugador en el comercio del placer y conseguiría darle acceso a los círculos más poderosos del mundo.Su objetivo era encontrar a alguien similar a lo que él estaba acostumbrado, alguien exquisitamente hermosa, preferiblemente inexperta, y con predisposición a someterse. Normalmente elegiría a una chica sin recursos fácil de convencer o manipular con la idea del sueño de ser modelo o la mujer de un riquillo, o una en donde su ausencia no fuera relevante para nadie, pero esta vez no, esta vez su elección era la niña consentida, la hija de su demonio, una vez realizada su selección, Pein le enviaría cuatro hombres para asistir a Naruto a sacar a la chica del país de contrabando e introducirla en México.Pein había contactado con un aliado que les proporcionaría un refugio seguro en Madera durante las primeras seis semanas que Naruto necesitaría para ayudar a su cautiva a aclimatarse. Una vez que ella fuera razonablemente obediente, harían un viaje de dos días hasta Tuxtepec y tomarían el avión privado. Finalmente aterrizarían en Paris, donde Pein ayudaría a Naruto en las últimas semanas de entrenamiento antes de la “Venta de Flores”.Demasiado fácil, pensé. Aunque por un momento, lo sentí como todo lo contrario. La observaba desde mi ventajosa posición al otro lado de la calle, ahí al frente del parque de su prepa, llevaba observándola durante los últimos treinta minutos. Llevaba el pelo suelto pero con una cinta roja, sus labios se fruncieron duramente mientras miraba fijamente el suelo ante sus pies, seguramente por algo que dijo el chico frente a ella, se agitó varias veces en negación mientras su amigos reían, en total tres amigos, dos chicos y una chica, ella intentaba aludir a un sentido de inquietud que no pudo ocultar. Me preguntó por qué parece tan ansiosa.Naruto estaba lo suficientemente cerca para verla, pero a la vez lo suficientemente oculto en la lejanía, que cualquiera que mirara solo vería un vehículo oscuro, con ventanas espesamente tintadas, pero corriente.En su mente mientras esperaba a que aquellos chicos se fueran y ella tuviera esos 5 o 7 minutos de soledad para actuar, se cruzaban un sinfín de preguntas ¿Podía sentir su vida colgando precariamente de un hilo? ¿Podía sentir sus ojos sobre ella? ¿Tenía un sexto sentido para los monstruos? La idea de aquello le hizo sonreír. Contra toda lógica, había una parte de él que esperaba que la chica poseyera un sexto sentido para detectar monstruos a plena luz del día. Pero había estado observándola durante semanas; ella era completamente ajena a su presencia. Naruto dejó escapar un suspiro. Él era el monstruo que a nadie se le ocurría buscar a la luz del día. Era un error común. La gente a menudo se cree que están más seguros en la luz, pensando que los monstruos sólo salen de noche.Pero la seguridad, como la luz, es una fachada. En el fondo, el mundo entero está bañado en la oscuridad. Claro que lo sabía. También sabía que la única forma de estar realmente seguro era aceptando la oscuridad, caminar en ella con los ojos bien abiertos, para ser una parte de ella. Para mantener a tus enemigos cerca. Y eso es lo que hice. Mantuve a mis enemigos cerca, muy cerca, de modo que ya no podía discernir donde terminaban y comenzaban. Debido a la falta de seguridad, monstruos acechaban por todas partes.Miró su reloj y luego de nuevo a la chica que se despedía de sus amigos. Su chofer volvía llegar tarde. Aparentemente frustrada, la chica se sentó en el pasto con su mochila sobre las rodillas. Si aquella hubiera sido un barrio regular habría varios niños con sus madres jugando en ese parque, serpenteando cerca de ella o sentándose en un banco a observar a los chiquillos, pero no era así, por lo que cada día Naruto pudo observarla sentada sola bajo el mismo árbol cerca de la concurrida calle.Su familia era rica, el siguiente factor más importante después de ser hermosa. Era más fácil desaparecer para la gente pobre, sin embargo cuando eres rico y has tenido uno que otro problemilla con tu familia se facilitaban las cosas incluso en Estados Unidos. Y sobre todo cuando la persona desaparecida tenía edad suficiente y las supuestas razones para simplemente haber huido. Era la típica excusa dada por las autoridades al no poder encontrar a alguien. Deben haber escapado.La chica no hizo ademán de irse del parque a pesar del hecho de que su chofer llegaba quince minutos tarde, y Naruto pensó que aquello era interesante por alguna razón. ¿Tanto le gustaba el parque? ¿O es que odiaba demasiado su casa? Si ella odiaba su casa, eso le haría las cosas más fáciles. Quizás vería su secuestro como un rescate. Él casi se rió, seguro.Miró el atuendo sin forma y poco halagador de la chica: pantalones vaqueros sueltos, sudadera gris con capucha, auriculares y una mochila. Era su atuendo habitual, al menos hasta que salía de la escuela. Allí, por lo general, se convertía en alguien más femenina, coqueta, incluso. Pero al final del día, ella cambiaría de nuevo. Pensó otra vez en ella odiando su vida en casa. ¿Se viste de esa manera porque su vida hogareña era restrictiva o inestable? ¿O es para evitar la atención indeseada? Él no lo sabía.Había algo interesante en ella que hacía que Naruto quisiera saltar a la conclusión de que a pesar de no ser la típica chica que el buscaría ella era la chica que había estado buscando, alguien con la capacidad de mezclarse. Alguien con el buen sentido de hacer lo que se le dice cuando se enfrentan a la autoridad, o hacer lo que se debe hacer cuando se enfrentan al peligro. Una superviviente.Al otro lado de la calle, la chica jugueteaba con sus auriculares. Sus ojos miraban desapasionadamente el suelo. Era guapa, muy guapa. No quería hacerle esto a ella, ¿pero qué otra opción tenía? Se había resignado al hecho de que era un medio para un fin.Él siguió mirando a la chica, su esclava potencial, preguntándose cómo iba a apelar al objetivo en mente. Se rumoreaba que entre los asistentes a la subasta de este año estaría Uchiha Madara, uno de los hombres más ricos del mundo, y con toda seguridad uno de los más peligrosos. Era a este hombre al que le encomendaría la esclava, sin saber que esa misma esclava era su pequeña, aquella niña a quien oculto con su mejor amigo Kizashi Haruno para evitar precisamente lo que el buscaba conseguir, él la tendría durante el tiempo que le tomara a Naruto acercarse y destruir todo lo que el hombre tenía en gran estima. Entonces, lo mataría.Sin embargo, Naruto se preguntó, y no por primera vez, por qué se sentía atraído por ella. Posiblemente fueran sus ojos. Incluso desde la distancia podía ver lo oscuros, misteriosos y tristes que eran. Lo viejos que parecían.Sacudí la cabeza, despejando esos pensamientos, cuando oí el motor y el claxon del mercedes negro y bridado de su chofer acercándose por la calle. Vi con interés como la cara de la chica se endurecida con fastidio. Parecía que había que incluir algo más que la llegada del chofer, el malestar, tal vez incluso la resignación. Por fin, llegó el chofer, en perfecta sincronización cuando el sol finalmente se alzó a su plena capacidad. La chica miró hacia arriba con el ceño fruncido, pero ella persistió, dejando que la luz tocara su rostro antes de desaparecer en el interior.* * *Una semana más tarde, Me encontraba sentado en su lugar habitual, a la espera de la chica. El timbre de salida de la prepa ya había sonado pero la chica aún no estaba por lo que imagine que había que esperar y ver si ella aparecía. Estaba a punto de irme cuando la vi dar la vuelta a la esquina, caminaba como si el tiempo le perteneciera.Llegó calmada con el celular en las manos, casi bostezando. Ella era emocional. Una vez más me pregunte por qué estaba tan resignada por llegar a la casa.La miraba atreves de la ventana de mi coche. Ella daba vueltas ahora, tal vez dándose cuenta de que su chofer volvería a llegar tarde. Parecía injusto que la semana pasada la chica hubiera llegado un minuto tarde y el chofer le haya montado un arrebato, pero esta semana el conductor no había acertado en el tiempo ni día en absoluto. Mientras la veo y observo mi reloj me preguntó si ella esperaría otra hora, sólo para asegurarse de que a él su tiempo poco le importa. Negué con la cabeza. Tales acciones sólo revelan una naturaleza desesperada. Tenía la esperanza tanto de que ella estaría ahí como de que no lo hiciera.Sus pensamientos fracturados le dieron que pensar. Él no debería tener esperanza alguna. Tenía órdenes, su propia agenda. Simple. Sencillo. Claro. La moral no tiene cabida en la venganza.La moral era para gente decente, y él estaba tan lejos de la decencia como una persona podría estar. Naruto no creía en la existencia de un ser superior o una vida futura, aunque sabía mucho acerca de la religión. Pero si hay un más allá donde una persona cosechaba lo que había sembrado en la tierra, entonces él ya estaba condenado. Iría felizmente al infierno, después de que Madara estuviera muerto.Además, si Dios o los dioses existen, ninguno de ellos sabían lo que Naruto había hecho, o de lo contrario no habían dado una mierda por él cuando realmente importaba. Nadie había dado una mierda por él, nadie excepto Pein. Y a falta de un más allá lleno de castigos, Naruto necesitaba asegurarse de que Madara Uchiha pagaba por sus pecados aquí en la tierra.Veinte minutos después, la chica empezó a llorar, allí mismo en la acera, justo en frente de él. Naruto no podía apartar la mirada. Las lágrimas habían sido siempre desconcertantes para él. Le gustaba mirarlas, probarlas. A decir verdad, le ponían duro. Una vez había aborrecido esta respuesta condicionada, pero había sobrepasado el odiarse a sí mismo. Estas respuestas, estas reacciones, eran una parte de él ahora, para bien o para mal. Mayormente para mal, admitió con una sonrisa y se recolocó su erección.¿Qué había en tales exhibiciones emocionales que sencillamente se le clavaban en los intestinos sin dejarle ir? Una pura lujuria le recorrió como un dolor intenso trayendo consigo un fuerte deseo de poseerla, de tener poder sobre sus lágrimas. Todos los días pensaba en ella más como una esclava que un acertijo, a pesar de que ella guardaba un seductor misterio encerrado en sus abatidos ojos.En su mente destellaron imágenes de su rostro dulcemente inocente inundado de lágrimas mientras él la sostenía sobre su rodilla. Casi podía sentir la suavidad de su trasero desnudo bajo su mano, la certeza de su peso presionado contra su erección mientras él la azotaba.La fantasía duró poco. De repente, un coche se detuvo delante de la chica. Mierda. Él gimió mientras apartaba las imágenes.Casi no podía creer lo que estaba sucediendo. Unos gilipollas estaban intentando ligarse a su presa. Vio que la chica sacudía la cabeza, declinando la invitación del crio que conducía para subir a su coche. No parecía que el crio estuviera escuchando. Ella se estaba alejando, pero él la seguía en su coche.Sólo había una cosa que hacer.Sali de mi refugio, bastante seguro de que la chica no se había dado cuenta de cuánto tiempo había estado aparcado allí. Por el momento, parecía demasiado aterrorizada como para darse cuenta de nada excepto la acera delante de sus ojos. Ella caminaba muy rápido, mochila por delante, como un escudo. Cruce la calle y camine lentamente hacia ella. Escanee con desinterés la escena mientras se movía directamente frente a ella, sus caminos se cruzaron colisionando de frente.Todo sucedió rápido, de forma inesperada. Antes de que tuviera oportunidad de ejecutar una simple estrategia para eliminar la amenaza externa, ella de pronto se arrojó a mis brazos, con la mochila haciendo un ruido sordo en el cemento. Miró el coche, la sombra y la forma incongruente de un joven lleno de hormonas. Otro depredador.—Oh Dios mío —susurró contra el algodón de mi camiseta—. Sígueme la corriente ¿vale? —Sus brazos eran de acero alrededor de mi caja torácica, su voz, una súplica desesperada.Me quede atónito por un momento. Qué interesante giro de los acontecimientos. ¿Era él el héroe de esta situación? Estuve a punto de sonreír.—Lo veo —dije, atrapando la mirada del otro cazador. Imbécil, seguía allí sentado, pareciendo confundido. Puse mis brazos alrededor de la chica como si la conociera. Suponía que de una manera así era. En un impulso juguetón le pase las manos por los costados de su cuerpo. Ella se puso tensa, con el aliento atascado en la garganta.El coche y la competencia finalmente se alejaron a toda velocidad con una nube de humo y los neumáticos chillando. Ya no se requería mi protección, los brazos de la chica me dejaron en libertad rápidamente.—Lo siento —dijo a toda prisa—, pero ese tipo no me dejaba en paz. —Parecía aliviada, pero aún agitada por el incidente.La mire a los ojos, de cerca esta vez. Eran de un verde peroestaban tan oscuros, seductores, y tristes como había imaginado que serían. Me encontré queriendo tomarla entonces, para llevarla a un lugar secreto donde pudiera explorar las profundidades de esos ojos, descubrir el misterio que ocultaban. Pero ahora no, este no era el momento ni el lugar.—Esto es Los Ángeles; peligro, intriga y estrellas de cine. ¿No es eso lo que dice bajo el letrero de Hollywood? —dije, tratando de aligerar el ambiente.Confundida, la chica sacudió la cabeza. Aparentemente no estaba lista para el humor todavía. Pero cuando se agachó para recoger su mochila, dijo:—Eh... de hecho, creo que es: «Eso es tan L.A.». Pero no está debajo del letrero de Hollywood. No hay nada debajo del letrero de Hollywood.Contuve una amplia sonrisa. No estaba tratando de ser graciosa. Era más como si estuviera buscando un terreno cómodo.—¿Debería llamar a la policía? —dije con preocupación fingida.Ahora que la joven se sentía más segura, pareció verme de verdad, un momento desafortunado, pero completamente inevitable.—Eh... —Sus ojos iban y volvían, demorándose en mi boca un poco demasiado tiempo antes de precipitarse a sus zapatillas deportivas—. No creo que eso sea necesario. No van a hacer nada de todos modos, se arrastran como si estuvieran por todas partes. Además —añadió tímidamente—: yo ni siquiera conseguí su matrícula.Ella me miró de nuevo, con los ojos errando por su cara antes de morderse el labio inferior y mirar al suelo. Trate de mantener la mirada de preocupación en mi rostro cuando lo único que realmente quería hacer era sonreír. Así que, la chica me encontraba atractivo. Supuse que la mayoría de las mujeres lo hacían, aun cuando se daban cuenta tarde, o demasiado tarde, de lo que significaba realmente la atracción. Sin embargo, este tipo de reacciones ingenuas, casi inocentes, siempre me divertían. Mire a la chica, queoptaba por mirar al suelo mientras arrastraba los pies de un lado a lado.Mientras ella estaba allí, siendo felizmente ignorante de que su tímido y sumiso comportamiento estaba sellando su destino, maldita sea que ganas de besarla. Tenía que largarme de aquella situación.—Probablemente tengas razón —suspire, mostrando una sonrisa de empatía—, a la policía no le importaría un comino.Ella asintió ligeramente con la cabeza, aun cambiando de un pie a otro, nerviosamente, incluso tímidamente ahora.—Oye, ¿podrías…?—Supongo que debería… —Esta vez dejó que su sonrisa apareciera en su rostro.—Lo siento, tú primero —susurró mientras su rostro se sonrojaba bellamente. Su actuación de chica bonita y tímida era embriagadora. Era como si tuviera un cartel colgándole del cuello que dijera: «Prometo que haré lo que tú digas».En realidad debería irme. Ahora mismo. Oh, pero esto era demasiado divertido. Mire hacia arriba y abajo de la calle. La gente llegaría pronto, pero todavía no.—No, por favor, ¿qué decías? —Aprovecho para mirar su singular cabello rasa sin cesar mientras jugueteaba con él entre sus dedos. Era largo, lizo y enmarcaba su rostro. Los extremos se enroscaban sobre los montículos de sus pechos. Pechos que llenarían manos perfectamente. Puso fin a esa línea de pensamientos antes de que su cuerpo respondiera.Levantó la mirada hacia mi. Con el sol en su cara, ella entornó los ojos cuando lo miró. —Oh... eh... sé que esto suena raro, teniendo en cuenta lo que acaba de suceder... pero, mi chofer al parecer no va a llegar y… —nerviosa, intentó pronunciar las palabras rápidamente—, usted parece un buen tipo. Quiero decir, tengo unos trabajos para mañana, y supongo que me preguntaba... ¿Podría llevarme a mi casa?Mi sonrisa era poco menos que nefasta. Y la de ella tan grande que podía ver todos sus blancos y bonitos dientes. —¿Chofer? ¿Cuántos años tienes? —Ella se sonrojó un tono más oscuro de rosa.—¡Dieciocho!, ya sabes, me gradúo este verano. —Ella me sonrió. El sol le daba todavía en la cara y ella entornaba los ojos cada vez que hacía contacto visual—. ¿Por qué?—Nada —mentí y jugué con la ingenuidad de la juventud—, que pareces más mayor, eso es todo.Otra gran sonrisa, incluso más bonitos dientes blancos. Había llegado el momento de poner fin a esto.—Mira, me gustaría llevarte, pero he quedado con una amiga justo en la misma calle. Solemos compartir coche, y es su turno de desafiar el tráfico de la 405. —Me mire el reloj—. Y, ya llego tarde. —Sentí en mi interior, una oleada de satisfacción al ver su rostro decaer. Al oír la palabra «no», la palabra «amiga». No conseguir lo que quiera era siempre la primera lección.—Sí, claro… lo entiendo. —Ella se recuperó con frialdad, pero aún sonrojada. Se encogió de hombros afectada y su mirada se apartó de mí—. Le pediré a mi madre que me recoja. No hay problema. —Antes de que tuviera la oportunidad de ofrecerle más condolencias, dio un paso en torno a mí y se puso los auriculares—. Gracias por ayudarme a deshacerme de ese tipo. Nos vemos.Mientras ella se alejaba, podía oír ligeramente la música sonando a todo volumen en su oído. Me preguntó si era lo suficientemente fuerte como para ahogar su vergüenza.—Nos vemos —susurró.Esperó hasta que dobló la esquina antes de regresar al coche, y luego me siento al volante, tomo mi celular. Arreglando lo que el recién llegado tendría que hacer.
mariland- Clan Suzaku
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Interesante...
El primer contacto ha sido mas rápido de lo que imaginaba, una ironía de la vida.
Espero la conti
El primer contacto ha sido mas rápido de lo que imaginaba, una ironía de la vida.
Espero la conti
alex666- Clan Genbu
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Estuvo genial.
Espero la conti
¡Saludos!
Espero la conti
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Hekyus-Kun- Clan Byakko
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Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo II
Chicos quiero agradecer los comentarios y agregar que este fanfic contiene situaciones muy M, lenguaje fuerte y violencia gráfica.
Cautivo en la Oscuridad
Capitulo II
- Cierra los ojos e imagina que es un mal sueño:
- El dolor de cabeza con el que desperté era terrible, sentía náuseas y me di cuenta de dos cosas; estaba oscuro y no estaba sola, podía escucharlos sin necesidad de buscarlos y eso era lo de menos ¿nos estábamos moviendo? Mi visión era borrosa, mis ojos se movieron de un lado a otro, casi por instinto, para conseguir una apariencia de equilibrio, reconocí algo familiar. Estaba en una furgoneta, mi cuerpo tirado desordenadamente en el suelo.Asustada, intenté mover todo a la vez, solo para descubrir que mis movimientos eran lentos e ineficaces. Mis manos habían sido atadas detrás de la espalda, mis piernas estaban sueltas pero se sentían decididamente pesadas.Una vez más, intenté enfocar mis ojos en la oscuridad. Ambas ventanas traseras estaban tintadas, pero incluso en la profunda oscuridad pude distinguir cuatro formas distintas. Sus voces me dijeron que eran hombres. Hablaban entre ellos en un idioma que no conocía. Oyéndoles, era un torrente de rápidos discursos, con tonos cortantes. Algo rico, muy extraño… Medio Oriente tal vez ¿importaba?Mi cabeza dijo que sí, que era información. Entonces ese pequeño consuelo se esfumó. Ver el iceberg no había impedido que el Titanic se hundiera.Mi primer instinto fue gritar. Eso es lo que haces cuando descubres que tu peor pesadilla está ocurriendo. Pero apreté la mandíbula contra el impulso. ¿De verdad quería que supieran que estaba despierta? No. No soy inherentemente estúpida. Había visto suficientes películas y leído suficientes libros como para saber que llamar la atención era lo peor que podía hacer en casi cualquier situación. Una voz dentro de mi cabeza gritó sarcásticamente, «¿Entonces por qué demonios estas aquí?». Hice una mueca.Este era el peor de mis temores, ser arrastrada por algún cabrón enfermo a una furgoneta, violada y dada por muerta. Desde el primer día en que me di cuenta de que mi cuerpo estaba cambiando mi padre me dio la charlo sobre lo malas que podían ser las personas con niñas como yo, y era cierto desde entonces no había habido escasez de pervertidos en la calle diciéndome exactamente lo que les gustaría hacerme, de todo. Había sido cuidadosa. Seguía todas las reglas para ser invisible. Mantenía la cabeza baja, andaba rápido y me vestía con sensatez. Y aun así, mis pesadillas me habían encontrado. Otra vez. Casi podía escuchar la voz de mi padre en mi cabeza preguntándome qué había hecho.Había cuatro de ellos. Las lágrimas inundaron mis ojos y un gemido escapó de mi pecho. No pude evitarlo.Abruptamente, la conversación se detuvo. Aunque me esforzaba para no hacer un solo ruido o movimiento, mis pulmones se lanzaron en busca de aire, subiendo y bajando con pánico. Sabían que estaba despierta. Mi lengua se puso pesada y espesa en mi boca.—¡Dejadme ir! —grité impulsivamente tan fuerte como pude, como si estuviera muriendo porque por todo lo que sabía, lo estaba. Grité como si alguien me fuera a escuchar, e hiciera algo. Mi cabeza palpitaba—. ¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude!Me retorcí violentamente, mis piernas se movieron bruscamente en todas direcciones cuando uno de los hombres intentó agarrármelas con las manos. A medida que la furgoneta se balanceaba, las voces de mis captores se hicieron más fuertes y furiosas. Finalmente, mi pie choco sólidamente con la cara del hombre. Se dejó caer sobre el costado de la camioneta.—¡Ayuda! —grité una vez más.Indignado, el mismo hombre se me acercó de nuevo y esta vez me golpeó fuertemente en la mejilla izquierda. Perdí el conocimiento, pero no antes de darme cuenta de que mi cuerpo estaba ahora inerte y a merced de cuatro hombres que no conocía. Hombres que nunca quise conocer.La siguiente vez que regresé, unas manos ásperas se clavaban en mis axilas mientras que otro hombre sostenía mis piernas. Me estaban sacando a rastras de la furgoneta, en la noche. Debí haber estado inconsciente durante horas. Me dolía tanto la cabeza que no podía hablar. Sentía la parte izquierda de la cara como si una pelota de fútbol me hubiera golpeado y casi no podía ver. Mareada y prácticamente sin previo aviso, vomité. Me soltaron y rodé sobre mi costado. Mientras yacía en aquel lugar teniendo arcadas, mis captores se gritaban entre ellos, sin sentido dentro y fuera, entrecortado y discordante. Mi vista se aclaró y luego se volvió borrosa. Esto continuó, una cosa llevaba a la otra. Demasiado débil para resistirme, descansé la cabeza al lado del vómito y me desmayé otra vez.***Algún tiempo después, recuperé el conocimiento, o un estado similar a la consciencia. Me sacudí. Sentí dolor en todas partes. La cabeza me dolía, tenía el cuello rígido hasta el punto de sentir un dolor punzante, y fue peor cuando intenté abrir los ojos y me di cuenta de que no podía. Tenía una venda puesta. Vinieron a mí, recuerdos. Chirridos de ruedas y metal. Pasos. Alguien corriendo. Perfume. Suciedad. Oscuridad. Vómito. Rehén. Invoqué cada gramo de fuerza y decidí intentar levantarme ¿Por qué no podía? Mis miembros no se movían. Mi mente estaba ordenándole a mi cuerpo que se moviera, pero este no respondía. Una nueva oleada de pánico se apoderó de mí.Las lágrimas ardían tras mis parpados cerrados. Temiendo lo peor, traté de quitarme la venda de los ojos moviendo la cabeza. El dolor me atravesó la nuca, pero mi cabeza apenas se movió. ¿Qué me habían hecho? Dejé de intentar moverme. Solo piensa, me dije, siente.Tomé una evaluación mental de mi persona. Mi cabeza descansaba en una almohada, y mi cuerpo entero yacía en algo blando, así que probablemente estaba en una cama. Un escalofrió me recorrió. Aún sentía la ropa contra mi piel, eso era bueno. Tela alrededor de mis muñecas, tela alrededor de mis tobillos, no era difícil adivinar que estaba atada a la cama. ¡Oh dios! Me mordí el labio, conteniendo los sollozos al reconocer que la tela de mi falda hasta los tobillos estaba en subida hasta alto de mis muslos. Mis piernas estaban abiertas. ¿Me habían tocado? ¡Mantenlas juntas! Exhalando profundamente, dejé de pensar antes de que se hiciera peor.Me sentí intacta, sin que dedos me faltara ningún dedo. Mecánicamente, me centré en el aquí, en el ahora. Sabiendo que mis facultades estaban en orden, dejé salir un pequeño suspiro de alivio que sonó más como un sollozo.Fue entonces cuando escuche su voz.—Bien. Por fin estás despierta. Estaba empezando a pensar que te habían herido gravemente.Mi cuerpo se congeló al sonido de una voz masculina. De pronto, tuve que ordenarme respirar. La voz era siniestramente suave, preocupada… ¿familiar? El acento, pude comprender sobre el zumbido de mi cabeza que era estadounidense y aun así había algo extraño.Debería haber gritado, estar asustada, pero solamente me congelé. Él había estado sentado en la habitación; había estado observando mi pánico. Después de unos minutos, mi voz tembló:—¿Quién eres? —Sin respuesta—. ¿Dónde estoy? —Mis palabras y mi voz parecían llevar una especie de retraso, era casi lenta, como si estuviera borracha.Silencio. El chirrido de una silla. Pasos. Mi corazón martilleaba en mi pecho.—Soy tu Amo. —Una mano fría se posó contra mi frente sudada. Otra vez, la insistente sensación de familiaridad. Pero aquello era una estupidez. No conocía a nadie con acento—. Estas donde quiero que estés.—¿Te conozco? —Mi voz era ronca, despojada de todo incluso de emoción.—Todavía no.Detrás de mis parpados, el mundo explotó en rojas corrientes de violencia; mi visión oscura se fundió en adrenalina. Miedo líquido recorrió mi sinapsis llevando «Peligro. Peligro. Corre. ¡Corre!» a mis miembros. Mi mente le gritaba a cada fibra muscular de mi ser que se contrajera. Lo intenté todo para luchar contra las restricciones, me moví nerviosamente. Di paso a un llanto histérico.—Por favor, déjeme ir —lloriqueé—, prometo que no le diré nada a nadie. Solo quiero ir a casa.—Me temo que no puedo hacer eso. —Algo como un mar de desesperación me arrastró bajo sus aplastantes olas. Su voz estaba desprovista de varias cosas: compasión, inflexión, emoción, pero había una cosa que no faltaba y eso era certeza. No podía aceptarlo.Me apartó el pelo de la frente, era un gesto íntimo que me llenó de aprensión. ¿Estaba tratando de tranquilizarme? ¿Por qué?—Por favor —lloré mientras continuaba acariciándome. Sentí su peso sobre la cama, y mi corazón tartamudeó.—No puedo —susurró—, y más que eso… no quiero.Por un momento, solo mi llanto y mis profundos sollozos angustiados interrumpieron el silencio que siguió a su declaración. La oscuridad hacía todo aun más insoportable.Su respiración, y la mía, juntas, en un espacio vacío.—Te diré lo que voy a hacer, te desataré y te limpiaré esos golpes y moratones. No quise que te despertaras en una tina. Lo siento mucho por el golpe en la cara, — Pasó sus dedos por mi mejilla—, pero eso ocurre cuando luchas sin pensar en las consecuencias.—¿Una tina? —pregunté nerviosamente—. No quiero meterme en el agua. Por favor —rogué—, sólo déjame ir.Su voz era demasiado tranquila, muy refinada, pragmática y muy… hermosa.—Necesitas un baño, preciosa. —Fue su aterradora respuesta.Todo lo que pude hacer fue llorar mientras me desataba. Sentía mis miembros rígidos y entumecidos, parecían muy largos, pesados y lejanos para ser una parte de mí. ¿Todo mi cuerpo estaba dormido? Intenté moverme otra vez, traté de golpearle y patearle. Y de nuevo, mis esfuerzos se reflejaron en movimientos bruscos y entrecortados. Frustrada, permanecí inerte. Quería despertarme. Correr lejos. Luchar. Herirlo. Y no podía. Mantuvo la venda en mis ojos y me levantó de la cama, cuidadosamente. Sentí elevarme y ser suspendida en la oscuridad. Mi pesada cabeza colgaba sobre su brazo. Podía sentir sus brazos. Sentía su ropa contra mi piel.—¿Por qué no puedo moverme? —sollocé.—Te di algo. No te preocupes, se irá.Asustada, y ciega en la oscuridad, sus miembros se envolvieron alrededor de mí, su voz tomó textura, forma. Cambió mi peso en sus brazos hasta que mi cabeza colgó contra la tela de su camisa.—Para de luchar. —Había diversión en la superficie de su voz.Deteniendo mis forcejeos, intenté enfocarme en los detalles. Era apreciablemente fuerte y me llevaba sin ni siquiera agitarse. Bajo mi mejilla podía sentir la dura extensión de su pecho. Olía ligeramente a jabón, y tal vez a sudor también, una esencia masculina que era a la vez distinta, pero solo lejanamente familiar.No caminamos mucho, solo unos pocos pasos, pero para mí cada momento parecía una eternidad en un universo paralelo, uno donde yo habitaba en el cuerpo de otro. Pero mi propia realidad se estrelló contra mí en el momento en que me sentó en algo plano y frío.El pánico se apodero de mí.—¿Qué demonios estás haciendo?Hubo una pausa, luego su voz con una nota divertida.—Te dije que te iba a limpiar.Abrí la boca para hablar cuando el primer chorro de agua fría golpeó mis pies. Sorprendida, deje escapar grito asustado. Al intentar salir patéticamente de la bañera rodando hacia el borde, el agua se volvió más cálida y mi captor me colocó de nuevo.—No quiero tomar un baño. Déjame ir.Intenté quitarme la venda, golpeando repetitivamente mi propia cara mientras mis brazos letárgicos se oponían a mi propósito. Mi captor hizo un trabajo horrible ocultando su risa.—No me importa si quieres uno, lo necesitas.Sentí sus manos en mis hombros y reuní fuerzas para atacar. Mis brazos volaron sin rumbo, aterrizando en algún lugar, creo que en su rostro o su cuello. Sus dedos agarraron mi cabello para tirar de mi cabeza hacia atrás en un ángulo extraño.—¿Quieres que yo también juegue duro? —gruñó en mi oído. Al no responder, apretó sus dedos lo suficiente para que mi cuero cabelludo hormigueara—. Responde a mi pregunta.—No —susurré con un sollozo asustado.Sin demora aflojó su agarre. Antes de apartar los dedos de mi pelo, me masajeó. Me estremecí ante ese contacto.—Voy a cortarte la ropa con unas tijeras —dijo rotundamente—. No te alarmes.La corriente de agua y el latido de mi corazón retumbaban en mis oídos mientras pensaba en él desnudándome y ahogándome.—¿Por qué? —dije frenéticamente.Sus dedos acariciaron la columna de mi tensa garganta. Me estremecí de miedo. Odiaba no ser capaz de ver lo que estaba ocurriendo, aquello me forzaba a sentir todo. De pronto, sus labios estaban en mi oreja, suaves, llenos y no bienvenidos. Me acaricio aún más cuando intenté inclinar el cuello y alejarme.—Podría desnudarte lentamente, tomarme mi tiempo, pero esto es sencillamente más eficiente.—¡Aléjate de mí, imbécil! —¿Era esa mi voz? Esta versión de mí con un par de pelotas necesitaba callarse. Iba a conseguir que me matara.Me preparé para algún acto de venganza, pero no llegó. En cambio, oí un pequeño sonido como si se estuviera riendo. Bastardo hijo de puta.Cortó mi camisa poco a poco, cuidadosamente, y me hizo preguntarme si estaba saboreando mi pánico. Esa idea me llevó a lugares de mi mente que no quería ir. Luego, me quitó la falda. Aunque luchaba, mis intentos eran patéticos. Si mis brazos estaban en medio, los echaba hacia atrás con poco esfuerzo. Si levantaba las rodillas, sencillamente las empujaba hacia abajo.No había cerrado el grifo de la bañera todavía, el agua no había rebasado. El frío me abrumó al sentarme allí en ropa interior.Tomó mi sujetador y dejé de respirar, temblaba incontrolablemente.—Relájate —dijo tiernamente.—Por favor —me las arreglé para decir entre sollozos—. Por favor, cualquier cosa que pienses que tienes que hacer no la hagas te pagare el doble que te estén pagando. Por favor, solo déjame ir y no diré nada, lo prometo… lo juro.No me respondió. Presionó las tijeras entre mis pechos y cortó el sujetador. Lo sentí deslizarse de mi cuerpo y comencé con otro ataque de llanto.—¡No, no, no me toques!Inmediatamente agarró mis pezones y los pellizcó. Grité por la conmoción y sorpresa, las sensaciones me inundaron. Se inclinó a mi oído y susurró:—¿Quieres que me vaya?Asentí, incapaz de formar palabras.—Sí ¿por favor? —Me pellizcó más fuerte.—¡Sí! ¡Por favor! —sollocé.—¿Vas a ser una buena chica?—dijo su voz, una vez más impregnada de una fría indiferencia que era contraria a la delicadeza que trató de transmitirme antes.—Sí. —Me quejé a regañadientes y logré colocar mis manos sobre las de él. Sus manos eran enormes y me sujetaban firmemente. Ni siquiera traté de alejarlas. No había forma de que me dejara ir.—Buena chica —respondió con sarcasmo. Pero antes de soltar mis pezones, frotó la sensibilizada y tierna zona con sus palmas.Al parecer, tenía un sinfín de lágrimas, al obligarme a sucumbir a su lado más compasivo. Me senté en silencio y traté de no conseguir otra dosis de castigo. Mientras me quitaba lo que quedaba de mi sujetador y cortaba mis bragas, podía sentir el frío metal deslizándose contra mi piel, la claridad del corte a través de mi ropa, y tal vez incluso a mi si me alejaba.Después de rociar mi cuerpo con lo que solo podía ser una alcachofa de ducha, finalmente cerró el agua. El agua estaba lo suficientemente caliente, mejor que el aire frío contra mi piel expuesta, pero estaba demasiado aterrorizada como para sentir cualquier alivio por estar todavía de una pieza, relativamente intacta. Cada vez que el agua caía sobre un corte o algún área que no sabía que estaba dañada, ardía, y hacia yo una mueca.Intenté controlar mi llanto y hablé calmadamente—¿Puedes por favor quitarme la venda? Me sentiría mejor si pudiera ver lo que está pasando. —Tragué, tenía la garganta seca—. No vas a herirme… ¿verdad? — mis dientes castañeaban mientras esperaba una respuesta, aun ciega y atrapada.Se quedó callado un momento, y luego dijo:—Debes salir con la venda puesta. En cuanto a hacerte daño, sólo había planeado limpiarte por ahora. Pero debes entender que hay consecuencias por tu comportamiento, si haces algo mal, serás castigada. —No esperó por mi respuesta— . Así que mantenla y no te haré nada.Empezó a lavar mi cuerpo con un jabón líquido suave que olía a hojas de cerezo y lavanda. La oscuridad se mezcló con el aroma, llenó la habitación, envolviendo mi piel. Al igual que su voz. Hubo una vez en la que disfruté el olor a lavanda. Ya no más, ahora lo detestaba.Al pasar sobre mi pecho, no pude resistir a la compulsión de atrapar una vez más sus manos con las mías. Sin una palabra, deslizó su mano sin jabón y presionó mi muñeca hasta que solté la otra.Después, me dio una palmada en el muslo al mantener mis piernas cerradas y no permitirle lavar entre ellas. Esa parte de mí era privada. Nadie la había visto excepto yo, no desde que había sido una niña. Nadie me había tocado; ni yo la había explorado completamente. Y ahora un extraño, alguien que me había hecho daño fue a toparse… conmigo. Me sentía violada y me hacía recordar a un pasado que había intentado durante mucho tiempo olvidar. Me resistía, pero con cada toque, con cada invasión, mi cuerpo le pertenecía un poco más a él que a mí. No podía dejar de temblar.Y luego, terminó. Quitó el tapón de la bañera, me sacó, secó mi piel, cepilló mi cabello, frotó un bálsamo en mis rasguños y me entregó una bata de baño. Yo estaba aterrorizada, avergonzada, exhausta y no podía ver, pero aún estaba satisfecha de sentirme limpia, en el exterior por lo menos.Su voz era una suave brisa contra mi cuello mientras estaba parada sin ayuda frente a él.—Ven conmigo.Incapaz de hacer otra cosa, le permití que tomara mi mano y que me guiara a ciegas fuera del baño.
Última edición por mariland el Sáb Nov 29, 2014 2:26 pm, editado 1 vez
mariland- Clan Suzaku
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Me encanta lo descriptivo del fic...
espero la conti.
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alex666- Clan Genbu
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
a ver q pasa en el proximo capitulo
enriqueminato- Chunnin
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Esta super interesante porfa continualo !!
luftmanenma- Aprendiz
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Espero la conti
~Saludos~
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Hekyus-Kun- Clan Byakko
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Está demasiado interesante esto, y más por que no tengo una puta idea de como se va a enamorar Sakura de Naruto.
Está muy buena tu historia, es algo muy diferente a lo que tenemos en el foro últimamente, y tu forma de narrar todo es excelente, eso la hace mejor ya que con la trama que tiene hace muy impresionante y de buena calidad al Fic.
Espero conti
Saludos.
Está muy buena tu historia, es algo muy diferente a lo que tenemos en el foro últimamente, y tu forma de narrar todo es excelente, eso la hace mejor ya que con la trama que tiene hace muy impresionante y de buena calidad al Fic.
Espero conti
Saludos.
Invitado- Invitado
Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Cautivo en la Oscuridad
Capitulo III
- Es ironico pensar que el día que nos conocimos fue el más feliz de mi vida:
- Guie a mi hermosa cautiva hacia el centro de la habitación. Sus pasos eran vacilantes, asustados, como si esperara que la empujase por un precipicio. La incite a avanzar sólo para tenerla empujándose hacia atrás contra mí. No tenía ningún problema con eso. Podía retroceder contra mi toda la noche por lo que a mi concernía. Sin ofrecer resistencia, la deje colisionar contra él, apenas conteniendo una carcajada cuando ella dejó escapar un grito ahogado y saltó hacia adelante como un gato evitando el agua. O en este caso, mi erección.Extendí mi mano para agarrar suavemente sus brazos, ella se quedó quieta, obviamente demasiado asustada como para moverse hacia adelante o hacia atrás. El deseo me recorrió. Finalmente la tenía entre los dedos, bajo mi control. Cerré los ojos, embriagado por un momento.Ella había llegado hacía unas tres horas, colgada sobre el hombro de aquel desecho humano, Kakuzu. Ella estaba magullada, sucia y apestando a bilis y sudor, pero eso no había sido lo peor.Uno de ellos, y no tuvo que preguntarse quién, le había golpeado en la cara. Un calor le bajó por la espalda en el momento en que vio la sangre de su labio, y el hinchado hematoma púrpura en su ojo izquierdo y mejilla. Resistió el impulso de matar a ese hijo de puta en el acto. Dudaba que la hubiera herido como último recurso. Era una mujer, ¿cuán difícil podría ser tranquilizarla?Al menos, ella se las había arreglado para darle una patada en la cara. Habría pagado por verlo.El sonido de unas suaves pero profundas respiraciones devolvió sus pensamientos al presente. El deseo que se había instalado cálidamente en su estómago su hundió pesadamente en sus pelotas y engrosó su polla dolorosamente. Arrastró sus dedos sobre sus hombros mientras se movía a su lado izquierdo. Quería tener una mejor visión de ella. Sus labios rosados estaban sólo ligeramente separados, con los susurros de su aliento escapando a través de ellos.No quería nada más que quitarle la venda, para mirar en esos desconcertantes ojos suyos, y besarla hasta que se derritiera bajo él pero estaban muy lejos de ese punto.Como un halcón, ella necesitaba la oscuridad para entender quién era su amo. Aprendería a confiar en él, a depender de él, para anticiparse a lo que quería de ella. Y como cualquier amo que se aprecie, la recompensaría por su obediencia. Sería extremadamente firme, pero también tan justo como pudiera ser. No había elegido el instrumento de su venganza al azar. Había elegido a una hermosa sumisa. ¿Y qué era una sumisa sino adaptable, sino una superviviente?Se inclinó más cerca, inhalando el ligero aroma de su piel bajo el cerezo.—¿Quieres un poco de hielo para la cara? —preguntó. Ella se tensó bruscamente al oír el sonido de mi voz; suave y baja.Por un momento, fue cómico. Ella se movió, cambiando de un pie a otro, nerviosa, ciega e incapaz de elegir una dirección. Su mano flotó hasta su cara y sabía que se moría de ganas por quitarse la venda de los ojos. Por lo que hice un sonido de desaprobación e instantáneamente sus curiosos dedos volvieron a aferrarse a la bata.Admito, que sentí lo que consideraba lástima, trate de guiarla de nuevo hacia la cama. Ella jadeó al momento en que mis dedos se cerraron sobre la solapa de la bata rozando los suyos en el proceso.—Tranquila preciosa, hay algo detrás de ti y odiaría que te hicieras daño otra vez.—No me llames reciosa. —Salió la temblorosa, pero aun así firme orden.Me quede absolutamente quieto. Nadie me hablaba así y menos, unas casi desnuda y con los ojos vendados, mujer. Instantáneamente, la empuje hacia adelante hasta que su suave mejilla se presionó toscamente contra la mía. Y gruñí:—Te llamaré como cojones quiera, preciosa. Me perteneces. ¿Entiendes?Contra mi mejilla, sentí su infinitesimal asentimiento y contra mi oreja, oí un pequeño chillido de capitulación.—Bien. Ahora, preciosa —la guie hacia atrás unos cuantos centímetros—, responde mi pregunta. Hielo para la cara, ¿sí o no?—S-s-sí —respondió con voz trémula. Pensé que eso estaba mejor, pero todavía no resuelto.—¿S-s-sí? —me burló. Presione en su certeza, dominándola con su tamaño—. ¿Sabes decir por favor?Estiró el cuello, como si pudiera verle a través de la venda, y una mueca contorsionó su plena boca. Me habría reído, pero el momento dejó de ser cómico abruptamente. Su rodilla colisionó con mi entrepierna, fuerte. ¿Qué pasaba con las mujeres y darle una patada en los huevos a los hombres? Un dolor palpitante se arrastró hacia arriba, retorciendo sus intestinos, encorvando su cuerpo. Cualquier cosa que hubiera comido amenazó con volver a salir.Sobre mí, mi cautiva continuó luchando como una arpía. Sus uñas se clavaron en sus manos mientras ella intentaba hacer palanca para que le soltara la bata. Cuando eso falló, sus frenéticos codos aterrizaron repetidamente entre mis omóplatos. Me las arregle para aspirar una bocanada de aire, aunque para los oídos de ella, probablemente sonó como un gruñido animal.—Suéltame, maldito idiota. Suelta —gritó entre frenéticos sollozos y gritos. Ella se retorció y giró en su agarre, debilitando su asimiento sobre la bata. Tenía que ponerla bajo control, o iría corriendo directa a una situación mucho peor que su castigo.Completamente irritado, me obligue a ponerse de pie. Elevándome sobre ella, mis furiosos ojos se encontraron con los de ella. Se había quitado la venda de los ojos y ahora estaba completamente quieta, mirándome con una mezcla de horror e incredulidad. No pestañeaba, no hablaba, no respiraba, simplemente se quedó mirándome.Le devolví la mirada.Le di la vuelta y le sujete los brazos a los costados. La ira corrió a través de mi cuando apretó mis brazos alrededor de ella, forzando el aire de sus pulmones.—¿Tú? —La pregunta salió de sus labios en una ráfaga de aire exhalado. Esa única palabra parecía cabalgar sobre una ola de desesperación y un trasfondo de pura ira. Había sabido que ese extraño momento llegaría. Él ya no era su héroe. Nunca lo había sido. Ella luchó por respirar, jadeando como un perro, y la idea le divirtió ligeramente.—¡Joder! —exclame cuando la cabeza de ella chocó sólidamente con mi nariz. La solté instintivamente, mis dedos se presionaron a cada lado de mi nariz.Ella se movió con rapidez, un revoloteo de un largo pelo rosa y un albornoz volaron hacia la puerta del dormitorio.Gruñí profundamente en mi pecho. Lanzándome hacia ella, agarre con un puño su túnica, pero cuando tire hacia atrás, ella simplemente se desembarazó de la tela. La núbil carne asaltó sus sentidos.Mientras sus manos se estiraron hacia la puerta de la habitación, encontrándola bien cerrada, clave los dedos en su pelo y cerré la mano en un puño. Tire bruscamente, provocando que ella se cayera de espaldas sobre el suelo. No menospreciando ya su vigor y no divirtiéndose más por la agitación de sus miembros, me senté directamente encima de ella.—¡No! —gritó desesperadamente, con las rodillas buscando una vez más mi entrepierna, y con la fijación de clavarme las uñas en la cara.—Te gusta pelear, ¿verdad? —Sonreí—. A mí también me gusta pelear. —Con más esfuerzo del que hubiera creído necesario, envolví mis piernas alrededor de las suyas y aprisione sus muñecas por encima de la cabeza con la mano izquierda.—Que te jodan —jadeó, su pecho subía desafiante. Todo su cuerpo estaba tenso a bajo de mi; sus músculos lucharon, no dispuesta a darse por vencida, pero esa explosión de energía le había costado su precio. Sus ojos eran salvajes, locos, pero se debilitaba. Ahora la sujetó con facilidad.Lentamente, empezó a notar su caliente y tembloroso cuerpo presionado tan íntimamente contra mí, inundando sus sentidos, embriagándole. Su delicado coño se presionaba contra mi vientre, con sólo la suave tela de mi camisa separándole de ella. Sus pechos llenos y decididamente calientes subían y bajaban bajo mi pecho. Justo debajo de ellos, sintió el martilleo de su corazón. En su lucha, su piel caliente se movió contra mí con mayor fricción. Era casi más de lo que podía soportar. Casi.Sosteniendo sus muñecas con la mano izquierda, me levante y golpeó la parte inferior de su pecho derecho, y luego la parte inferior del izquierdo, con la palma de mi mano. Instantáneamente, unos sollozos ahogados brotaron de su garganta.—¿Te gusta esto? —ladre. Una vez más le golpee los pechos, y otra, y otra, y otra vez hasta que todo su cuerpo se relajó, hasta que sintió cada músculo debajo de él aflojarse, y ella simplemente lloró en el hueco de su brazo.—Por favor. Por favor para —dijo con voz ronca—. Por favor.Ella estaba caliente, deshecha, y temerosa debajo de él. Sus labios se movían rápidamente, en silencio, soltando palabras que no significaban nada para mí al escucharlas. Trague fuertemente, viejos recuerdos. Parpadee, y los metí de nuevo bajo llave. Un reflejo, por lo general rápido y fácilmente hecho después de todos estos años. Pero en esta ocasión lo senti, ya que el miedo de ella y mi pasión habían luchado tanto como mezclado, congestionando el aire y llenando la habitación. Parecía que se hubiera creado una nueva persona, respirando con ellos, y mirándolos, invadiendo el momento.Mi ira se evaporó. Me quede mirando hacia abajo a los hermosos pechos de la chica; estaban profundamente sonrosados donde le había golpeado, pero no le dejaría una marca duradera. Cautelosamente, le solté las muñecas. Mi pulgar inconscientemente intentó borrar la marca roja de mi agarre. Fruncí el ceño hacia ella. Esperaba que hubiera terminado con las sorpresas.En el momento en que ella sintió que su agarre se aflojaba de sus muñecas, cruzó sus manos sobre sus pechos. Al principio pensó que era un intento de modestia, pero el masajeo de sus dedos le sugirió que estaba más preocupada por aliviar el dolor.Ella también mantuvo los ojos cerrados, sin querer reconocer su presencia a horcajadas sobre sus muslos. La mayoría de las personas no quieren ver las cosas malas acercarse. El momento era tal vez insoportablemente peor porque ella lo había reconocido. Había reconocido la mirada de traición en sus ojos. Bueno, tendría que superarlo al igual que yo.Su cautiva se sometió, le quite poco a poco mi peso de encima y me alce sobre ella. Tenía que ser firme, no podía haber ningún indicio de que tal acto de claro desafío quedara en nada sino un rápido y concienzudo castigo. Empuje la bellamente redondeado y suave curva de su trasero con la punta de mi bota.—Levántate. —Mi tono era autoritario. No admitía réplica o malentendido. Su cuerpo retrocedió ante el sonido de su voz, pero se negó a moverse.—Levántate o lo haré por ti. Confía en mí, no quieres eso. —Su voluntad era resistirse pero no obstante, quitó la mano derecha del pecho y trató de impulsarse hacia arriba.Lentamente empujó su peso con el brazo, pero su lucha era tan obvia que su brazo temblaba bajo la presión causando su colapso.—Buena chica, puedes hacerlo... levántate.Podría ayudarla, pero la lección se perdería. Estaríamos juntos por cuatro meses mientras doblegábamos la voluntad de su queridísimo padre, después sería problema de Pein. Él no tenía tiempo para mimarla. Cuanto antes aquellos instintos de supervivencia empezaran a florecer, mejor y no quería decir de la clase donde ella seguía intentando darle una patada en las pelotas. Estarían seis semanas juntos en esta casa. No las desperdiciaría defendiéndose de payasadas infantiles.Ella me frunció el ceño, inyectando tanto odio como era posible en una mirada. Resistí el impulso de sonreír. Supuso que ella ya no pensaba que era guapo. Bueno. Guapo era para maricas.Convocando toda su fuerza, ella presionó el talón de la mano en la alfombra y enderezó el codo. Su respiración era trabajosa, sus ojos hicieron un gesto de dolor, pero las lágrimas se habían secado. Forzándose a ponerse a cuatro patas, intentó levantarse. Totalmente erguido, estire la mano para ayudarla, haciendo caso omiso de sus acérrimas protestas. Ella tiró de su brazo liberándolo de su agarre, pero mantuvo los ojos fijos en el suelo. Me erice, pero lo deje pasar y la conduje sin tocarla hacia la cama.Se sentó precariamente en el borde de la cama, las manos cubrieron sus pechos y la cabeza se inclinó hacia adelante escondiéndose tras un velo de enredadas ondas de rosa. Me senté junto a ella. Me resistí la urgencia de apartarle el pelo de la cara. Podía esconderse de mí por ahora, sólo hasta que se calmara.—Ahora —dije amablemente—, ¿te gustaría, o no, un poco de hielo para la cara?Casi podía sentir la escalofriante ira irradiando de ella. ¿Ira, no miedo? Apenas podía conciliar en su mente. Mientras había esperado rabia, me pareció particularmente extraño que ella aún estuviera reconociendo su cruda desnudez. ¿No debería estar más asustada que furiosa? ¿No debería estar rogando por conseguir su buena gracia? Sus reacciones ante mí se negaban a caer entre las líneas habituales y previsibles. Era tan divertido como intrigante.—¿Y bien?Finalmente, con los dientes apretados se obligó a decir las palabras:—Sí. Por favor.No pude evitarlo y me reí.—Bueno, ¿era tan difícil?Su mandíbula se marcaba visiblemente, pero permaneció en silencio, con los ojos fijos en sus rodillas magulladas. Bien, pensé, había sido perfectamente claro. Levantándome, me dirigí hacia la puerta, pero apenas había dado un paso cuando oí su voz tensa a mi espalda.—¿Por qué haces esto? —preguntó con voz apagada.Me di la vuelta, con una sonrisa irónica jugando en mis labios. Ella quería una razón. Los asesinos en serie tenían razones. Razones que no cambiaban nada.Ella continuó:—¿Es por ese día en la calle? ¿Es porque yo...? —Tragó saliva y sabía que era porque trataba de no llorar— ¿Porque coqueteé contigo? ¿Provoqué esto? —A pesar de su noble esfuerzo, una lágrima se deslizó por su mejilla derecha.En ese momento, no podía dejar de contemplarla como lo haría con una criatura extraña objetivo pero insaciablemente curioso.—No, no tiene nada que ver con ese día. —Ella necesitaba que le mintiera; el podía entenderlo. A veces una dulce mentira era suficiente para quitarle peso a una dura realidad. «No es culpa tuya». Tal vez necesitaba mentirse a sí mismo también, porque recordó queriéndola ese día, y no por razones que tuvieran que ver con su misión.—Iré a traerte algo de hielo. Y probablemente también te vendría bien una aspirina.Ambos respingaron al escuchar el sonido de una llave girando la cerradura.Deidara entró casualmente en la habitación y no hice ningún esfuerzo por disimular mi enfado.—¿Qué coño estás haciendo aquí? —Deidara estaba obviamente borracho y eso lo hacía más peligroso. Los ojos de Deidara brillaron con ira antes de dirigirse a grandes zancadas hacia la chica encogida de miedo en la cama. Sus ojos repasaron su cuerpo desnudo y sus labios se curvaron en una sonrisa codiciosa.—Veo que la pequeña zorra está despierta.La chica estaba asustada, realmente asustada. Se había acurrucado reculando hasta la parte superior de la cama, cubriéndose con las manos y el pelo intentando sacar el edredón de debajo de su cuerpo. Me llamó la atención el hecho de que no había reaccionado conmigo de esa manera mientras estaban juntos en la cama.Ella parecía más cabreada que asustada de mí, pero sólo después de que se quitara la venda y se dio cuenta de quién era. Esto podría significar una de dos cosas: una, que sentía que lo conocía en base a su muy breve encuentro, o dos, que no le pareció una amenaza. De cualquier manera, su razonamiento parecía estúpido.Mire a Deidara que observaba a la chica como si quisiera simultáneamente matarla y follarla. Dado lo que sabía de él, era posible que fuera exactamente eso lo que quería. Aquello era una prueba.Me obligó a considerar a Deidara como si importara.—Bueno, no estoy seguro de que ese sea el nombre que vaya a usar, pero sí, está despierta. —Mire con frialdad a la chica por encima del hombro, sólo la más elemental de las miradas. Rápidamente note su expresión suplicante, y añadí—: Y muy vivaz. —Sonreí.Necesidad y deseo se mostraron sin restricción en la cara de Deidara, y yo sabía muy bien lo que los hombres como él fantaseaban con hacer a las chicas asustadas. Sin vacilación, Deidara se tambaleó hacia la cama y envolvió su sucia mano alrededor del tobillo de la chica y tiró. La chica gritó y se aferró al poste de la cama.Me volví rápidamente, agarrándola por la cintura mientras ella se arrastraba hacia mí al pie de la cama. La cogí en mis brazos y me senté con indiferencia, con la espalda contra la cabecera y el pie izquierdo plantado en el suelo. La chica se arrastró a mi regazo y hundió la cara en mi camisa. Contra mi pecho, sus desesperados y suplicantes sollozos vibraron por todo mi cuerpo. ¿Ella me usaba como protección? Interesante.Hice una mueca cuando sus uñas se clavaron agudamente en mis costillas. Rápida y hábilmente le arranque los dedos de mi camisa y capture sus muñecas.—No, no, no, no, no... —balbuceaban sus labios repetidamente mientras intentaba encontrar de nuevo refugio en mis brazos. Repentinamente irritado por el pensamiento, la hice girar en mis brazos usando su propio impulso. Después de asegurar las muñecas de la chica entre sus pechos, la sujete con fuerza contra él.Deidara agarró otra vez los tobillos de la chica.—No —dije con calma—. Tu trabajo consistía en traérmela, no golpearla, o follarla.—¡Esto es una gilipollez, Naruto! —gritó furiosamente Deidara, su espeso acento le hacía parecer un bárbaro. —Esa zorra me pateó en la cara, y podría haber hecho más que darle una bofetada. Debería recibir algo por eso.Al oír mi nombre, mi agarre se intensificó hasta el punto de estrangular todos los sollozos que hacía la chica en sus brazos. El consiguiente silencio efectivamente marcado por la ira en mi mirada. Le tomó un momento a Deidara darse cuenta de lo que había hecho. La mirada vidriosa de los ojos de Deidara se despejó al darse plena cuenta, y el estupor de la borrachera, por una fracción de segundo, se aclaró. Y eso fue suficiente. Podía ver al árabe comprendiendo su error al declarar su nombre a la chica.De repente, recordando a la chica jadeante en sus brazos, solté el apretón. Ella tomó aliento tras aliento, tan preocupada por meter aire en sus pulmones que pareció que por el momento se había olvidado de reanudar su llanto. Dentro de mis tensos brazos, su cautiva emitía roncos y lloriqueantes sonidos, pero no hizo ningún esfuerzo por tranquilizarla con su seguridad. Con mi mano libre tome su barbilla y la incline hacia arriba para que Deidara la viera.—Podría tardar semanas en sanar. —Clave los dedos en la cara de la muchacha cuando su mal genio aumentó.La habitación estaba llena de tensión y luego el silencio se rompió con el sonido de los sollozos de la chica.—Joder —suspiró—. Tienes razón. —Hizo una pausa, y añadió con la mandíbula apretada—. No se lo digas a Pein. No volverá a suceder.El hombre no era tan estúpido como parecía. Que sepa que golpeo a la chica era la menor de sus transgresiones. Le había ofrecido a la chica su nombre. Los nombres tenían poder. Deidara tenía que saber que lo que había hecho tendría su precio. Si no, tendría que asegurarme de ello. Como mercenario disponible al mejor postor, Deidara se ganaba el pan con la adquisición y mantenimiento de las personas que entrenábamos. Una palabra sobre estos errores de novato y sus contratos se secarían. Y una palabra sobre Deidara jodiendome, y Pein se encargaría de que fuera Deidara el que se secaría, preferiblemente en alguna parte del desierto. Sin embargo, la mera idea de que yo necesitara la protección de alguien era un insulto que no tomaba a la ligera.—Soy un hombre independiente Deidara —dijo su nombre con veneno—. ¿Por qué temer a Pein que está a miles de kilómetros, cuando podría matarte dando sólo unos pocos pasos?Deidara se puso rígido, pero mantuvo la boca cerrada. Oh sí, pense, eres mi puta. Mi voz era azúcar, mezclada con arsénico:—Ahora, por favor... ve a buscarle a nuestra invitada una aspirina y una bolsa de hielo. Parece que tiene un buen dolor de cabeza.Deidara salió de la habitación sin decir nada más, con la tensión forrando su cuerpo, y no pude evitar sonreír.Una vez a solas, la chica se derrumbó por completo en mis brazos.—Por favor, por favor, te lo ruego, no dejes que me haga daño. Juro por Dios que no palearé más.Exasperado, deje escapar una risa irónica.—¿Ahora no te gusta pelear? ¿Qué te hace pensar que yo no voy a hacerte daño?A través de los distorsionados sollozos escuchó:—Dijiste que no lo harías. Por favor, no lo hagas. —Ella puso énfasis en la palabra «por favor». Oculte una sonrisa en su pelo.Ya no estaba dispuesto a mostrar sus hermosas curvas a Deidara, se inclinó sobre su cautiva para retirar el borde del edredón. Al hacerlo, le apretó la cara contra el colchón y su increíblemente dura polla se presionó contra su trasero. Ella se sacudió tan ferozmente, que me pregunte cómo podía soportarlo mi cuerpo. Le solté las muñecas y cubrió su cuerpo.—Necesitas calmarte preciosa. No quiero que entres en shock. —Ella sólo gimió en respuesta.Me reí y le acaricie el cabello.—Te prometo preciosa, que si haces lo que te digo, siempre saldrás mejor parada de lo que piensas.Deidara regresó sosteniendo los artículos que le había pedido. Los temblores de su cautiva se intensificaron. Obviamente, todavía enojado, Deidara me tiró la aspirina.—¿Algo más? —dijo mordazmente. Tomando la botella con una mano, sacudí la cabeza y chasque la lengua. Saque una aspirina y otra pastilla de aspecto similar de su bolsillo. Hice un gesto para que Deidara se acercara, y le entregue las pastillas.—No seas tan sensible Deidara. Sólo te hace menos atractivo. —Deidara gruñó—. Pero estoy seguro de que nuestra invitada cree que eres mono. Accedió a portarse bien siempre y cuando no le hagas daño. —Por debajo de la manta, ella dejó de temblar, de repente con el cuerpo tenso como un arco. Me levante de la cama—. Vamos, hagan las paces. Ofrécele los regalos que has traído.Deidara me dirigió una mirada suspicaz, pero se acercó a la cama y le tendió el vaso de agua. Sus ojos se encontraban muy abiertos, llenos de una angustia que la verdad ya no entendía.—Vamos, preciosa. —Hice un punto de usar el apodo, no se sorprendió al saberlo cuando los ojos de ella salieron disparados hacia los suyos, su expresión ya no era de enfado, sino de un apropiado miedo.Cuando no hizo ningún otro comentario, su temblorosa mano finalmente alcanzó las pastillas y el vaso. Ella estaba extremadamente atenta de no tocar a Deidara. Eso fue inteligente. El vaso repiqueteó contra sus dientes mientras tragaba, pero se las arregló para no derramar nada. Cuando el vaso estuvo vacío, se lo devolvió a Deidara, una vez más con cuidado de no hacer contacto casual con sus dedos. Sus ojos miraban más allá de él hacia mí. Se veían llenos de pena.—Da las gracias puta —espetó Deidara cuando ella simplemente se acurrucó en posición fetal. Frunci el ceño, pero deje pasar el comentario.Sus ojos una vez más encontraron los mios en busca de orientación, finalmente murmuró débilmente:—Gracias. —Antes de tirar del edredón envolviéndoselo más apretadamente a su alrededor.Ante mi mirada desdeñosa, Deidara salió de la habitación. Y una vez más, me quede a solas con mi desconcertante adquisición. Con sumo cuidado, me acerque a la masa cubierta de algodón de la cama, me senté y m incline cerca de su cara.—Eres muy orgullosa —susurre—. Tan amable como he sido, te has portado como una mocosa. Pero hacia el hombre que te violaría, no le has mostrado nada más que obediencia... eso dice mucho.—Jódete. —Fue su pequeña y áspera respuesta.Solté una carcajada.—Bueno, no eres nada sino interesante. —Y esa era la verdad. Por alguna razón, lo había sabido desde el principio, y sin embargo, no había esperado esto. Su risa murió lentamente y la siguiente vez que habló, su voz era fría pero suave como el terciopelo—. Pero sabes... me gustaría mucho más follarte a ti.El montículo de algodón tembló, y luego se contorsionó violentamente mientras se giraba y se escurría hacia atrás, agarrando el edredón contra su pecho como si fuera suficiente para detenerme. No podía dejar de reír. Sus ojos le dispararon dagas, pero yo ya podía ver que sus pupilas estaban dilatadas.Su estómago estaba vacío y los medicamentos trabajaban rápido. Teniendo en cuenta la dosis que le había dado, estaría volando como una cometa. Qué mona. Su cabeza cayó, pero ella la levantó rápidamente, atrapándose a sí misma con movimientos erráticos. Me encontré sonriendo, aunque brevemente.—¿Qué... me... pasa? —arrastró las palabras. Su cuerpo se relajaba contra su voluntad. Y ella seguía luchando, luchando contra la droga.—Vas a dormir ahora preciosa —dije simplemente.—¿Qué? ¿Por qué? —Sus ojos se abrieron cómicamente con estupefacción y tiró de su labio—. Mi cara está adormecida, paralizada, entumecida. —Ella dejó escapar una risita extraña, pero pronto se desvaneció, respirando pesadamente.Me dirigí hacia la puerta, con una lenta sonrisa curvando mis labios.
Gracias por los comentarios
mariland- Clan Suzaku
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Pues si que se puso interesante...
Ese deidara se paso de bocazas al revelar el nombre de Naruto...
Es muy interesante el argumento, espero la conti.
Ese deidara se paso de bocazas al revelar el nombre de Naruto...
Es muy interesante el argumento, espero la conti.
alex666- Clan Genbu
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
continua este fic es genial ya deseo saber como sigue
Ryukaru- Clan Seiryuu
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Esto se pone cada vez mas interesante. Desde mi punto de vista con el tiempo Naruto se combertira en una especie de salvacion (dentro de su propio mundo) para Sakura. Aunque en estos momentos solo la vea como un pedazo de carne.
Solo espero que nadie mas ponga sus manos sobre Sakurita (soy muy fan del NaruSaku). Hasta la proxima!
Solo espero que nadie mas ponga sus manos sobre Sakurita (soy muy fan del NaruSaku). Hasta la proxima!
jlnv- Novato
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Guao ! Esta súper interesante!! Ya quiero leer como se desarrolla este síndrome de estocolmo !!
luftmanenma- Aprendiz
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Hekyus-Kun- Clan Byakko
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Cautivo en la oscuridad
Capitulo IV
- ¿No te das cuenta que me estás dando una excusa para odiarte?:
- Tenía siete años la primera vez que fui advertida acerca de ser una puta. Fue una de las pocas veces que pasé tiempo con mi verdadero padre y lo recuerdo vívidamente porque me asustó. Estábamos viendo «Regreso al Lago Azul» y el personaje de Lilly había entrado en pánico por la sangre que encontró entre sus piernas. Yo era demasiado joven para entender lo que pasaba, así que le pregunté a mi padre. Él dijo:—Las mujeres son unas putas sucias y están llenas de sangre sucia, así que cada mes tienen que deshacerse de ella.Estaba estupefacta dentro de un silencio temeroso. Me imaginé a mí misma siendo vaciada de sangre, mi piel encogida hasta los huesos.—¿Yo soy una mujer, Papi?Mi padre dio un trago profundo a su ron con coca-cola.—Lo serás algún día. —Mis ojos se nublaron con lágrimas mientras imaginaba el horror de ser exsanguinada.—¿Cómo consigo más sangre?Mi padre sonrió y me abrazó. El olor del licor en su aliento sería siempre un consuelo para mí.—Lo harás, nenita... simplemente no seas una puta.Estrujé a mi padre.—¡No lo seré! —Me incliné hacia atrás y miré sus ojos ebrios—. Pero, ¿qué es una puta?Mi padre rió a carcajadas.—Pregúntale a tu madre.Nunca lo hice. Nunca le conté a mi madre las cosas que me había dicho mi padre, aunque me preguntaba cada vez que él me llevaba a casa. Instintivamente sabía que se pelearían si lo hacía.Dos años después, en mi decimo cumpleaños tuve mi primer periodo y grité lastimeramente pidiéndole a mi madre que llamara a un médico. En su lugar, ella entró en el baño exigiendo saber qué era lo que iba mal. La miré, con la vergüenza propagándose por todo mi cuerpo y susurré:—Soy una puta.Tenía trece años antes de volver a ver a mi padre a mi verdadero padre. Y para entonces ya tenía un profundo conocimiento de lo que era ser una «puta».***Me desperté, jadeando y desorientada, los bordes del sueño disipándose, pero no el pavor persistente en mi interior. La oscuridad era tan completa que, por un segundo, pensé que no había despertado de mi pesadilla. Luego despacio, fotograma a fotograma, todo volvió a mí. Y como si cada fotograma estuviera catalogado y almacenado en mi estantería mental, arraigó un débil pero creciente concepto, de que esta pesadilla era realidad, mi realidad. De pronto me encontré a mí misma anhelando el sueño. Cualquier pesadilla sería mejor que esto.Mi corazón se hundió hacia nuevas profundidades, los ojos ardiendo en la oscuridad. Miré alrededor desapasionadamente, reconociendo objetos familiares, pero ninguno de ellos mío. Según se aclaró la confusión, más que nunca e incesante dentro de la fría y cruda realidad, pensé, realmente he sido secuestrada. Esas palabras con luces de neón golpearon con fuerza dentro de mi cabeza. Miré de nuevo alrededor, rodeada por la extrañeza. Un espacio nada familiar. Realmente estoy en algún lugar desconocido.Quería llorar.Quería llorar por no haber visto esto venir. Quería llorar por la incertidumbre de mi futuro. Quería llorar por querer llorar. Quería llorar porque lo más probable sería que fuera a morir antes de haber experimentado la vida. Pero, sobre todo, quería llorar por ser, tan horrible, trágica y estúpidamente, una mujer.Había tenido muchas fantasías acerca del día en que él me había ayudado en la calle. Me había sentido como una princesa tropezándose con un caballero de brillante armadura. Dios Santo, ¡incluso le había pedido ir a dar una vuelta! Había estado tan decepcionada cuando dijo que no y cuando mencionó la cita con otra mujer, mi corazón se había hundido hasta el estómago. Me maldije a mí misma por no vestir algo más bonito. Vergonzosamente, había fantaseado sobre su pelo perfecto, su enigmática sonrisa, y la forma exacta de sus ojos, casi cada día desde entonces.Cerré los ojos.Qué idiota había sido, una maldita y estúpida niña pequeña.Me sequé con enfado las lágrimas que amenazaban con escapar de mis ojos. Tenía que concentrarme en una manera de salir de aquí, no en una manera de sentir lástima por mí misma. La única luz provenía del tenue brillo que salía de una luz de noche cercana. El dolor se había reducido a una molestia general, pero mi jaqueca todavía rabiaba. Estaba desatada, yaciendo bajo el mismo edredón grueso, cubierta de la cabeza a los pies en una fina capa de sudor. Empujé el edredón hacia afuera.Esperaba encontrar mi cuerpo desnudo bajo el edredón. En su lugar encontré satén, una camisola y unas bragas. Agarré frenéticamente la tela. ¿Quién me había vestido? Vestirme significaba tocarme y tocarme podía significar demasiadas cosas. ¿Naruto? ¿Él me había vestido? El pensamiento me llenó de pavor. Y, por debajo de eso, algo más, únicamente más horrible; una molesta curiosidad.Esquivando mis emociones contradictorias, me puse a inspeccionar mi cuerpo. Estaba dolorida por todas partes, incluso el pelo me dolía, pero entre las piernas no sentí nada notablemente diferente. Ninguna molestia en el interior que sugiriera lo que no podía llevarme a pensar que podría haberme ocurrido en algún momento. Me sentí momentáneamente aliviada, pero una hojeada más alrededor de mi nueva prisión y mi alivio se evaporó. Tenía que salir de allí. Me deslicé fuera de la cama. La habitación parecía hecha polvo, con el papel de las paredes amarillento y una fina y manchada alfombra. La cama, enorme con cuatro postes de hierro forjado, era la única pieza de mobiliario que parecía nueva. Difícilmente parecía el tipo de cosa que encajara en un lugar como ese. La ropa de cama olía a suavizante. Era del mismo tipo con el que lavaban la ropa en mi casa. Mi estómago se cerró. No odiaba a mi familia, la quería. Se los tendría que haber dicho más a menudo, incluso si ellos no siempre me lo decían. Las lágrimas me escocían los ojos, pero no podía desamorarme ahora. Tenía que encontrar una manera de escapar.Mi primer instinto fue probar la puerta, pero descarté la idea como estúpida. Por un lado, recordaba que había sido cerrada con llave. Por el otro, si no lo estaba, las posibilidades eran buenas para que corriera derecha hacia mis captores. La mirada en aquel tipo, la de Deidara, los ojos aparecieron como un flash en mi mente y un escalofrío violento me bajó por la espalda. En lugar de eso, me arrastré hacia un juego de cortinas y las aparté. La ventana estaba cerrada con tablones. Apenas contuve un grito exasperado. Deslicé mis dedos por los bordes de la madera intentando empujarla hacia arriba, pero resultó ser imposible. Maldición.La puerta se abrió tras de mí sin previo aviso. Me giré, golpeando mi espalda contra la pared como si pudiera de alguna manera fundirme con las cortinas. La puerta no había sido cerrada con llave. ¿Había estado esperando por mí?Ligero, suave y lento, filtrándose, proyectando sombras a través del suelo. Naruto. Mis piernas temblaron con el miedo mientras él cerraba la puerta y caminaba hacia mí. Parecía el Diablo en persona, vestido con pantalones negros y una camisa negra abotonada hasta arriba, avanzando despacio, deliberadamente. Todavía lo suficientemente guapo como para hacer que mis entrañas se encogieran y mi corazón balbucease. Era pura perversión.Naruto alzó su mano como para golpearme y levanté mis manos para proteger mi cara. Su mano golpeó contra la pared. Mientras me encogía, el bastardo se rio a carcajadas. Despacio, me moví para bajar los brazos y cubrirme los pechos. Naruto agarró mis dos muñecas con su mano izquierda y las presionó contra la pared por encima de mi cabeza. Clavada entre él y la pared, reaccioné como un hámster asustado. Me congelé, como si mi quietud pudiera desalentar su naturaleza depredadora. Como una serpiente que sólo come ratones vivos.—¿Tienes hambre? —preguntó, suave y en voz baja.Oí la pregunta, pero las palabras no tenían significado. Mi cerebro dejó de funcionar como debería. La única cosa en la que mi cabeza podía centrarse era en su proximidad. La intensa calidez de sus dedos suaves presionando mis muñecas. El limpio y húmedo olor de su piel en el aire a mi alrededor. La invisible presión de su mirada sobre mí. ¿Qué era esto? Como fallé en responder, los dedos de su mano derecha treparon por la cara externa de mi pecho derecho, la tela de mi camisola hacía de sus dedos cálidos satén contra mi piel. Nuestro intercambio anterior se abría camino en mi conciencia.—Jódete.—...Prefiero joderte a ti.Mis rodillas se doblaron un poco y mis pezones se endurecieron. Tomé aire repentinamente y me incliné alejándome de sus caricias, forzando mis ojos a cerrarse firmemente contra la piel de mi brazo levantado.Sus labios acariciaron mi oreja.—¿Vas a responder? ¿O debo forzarte de nuevo?¿Comida? Mi estómago de pronto se retorció bruscamente. Un dolor primario. Sí, había sido mi hambre, cuando me lo recordó. Estaba absolutamente famélica. Me armé de valor respirando profundamente.—Sí.Sentí su sonrisa contra mi oreja, y luego sus dedos agarraron mi barbilla. Con mi visión periférica le vi inclinarse hacia mí. Su aliento era frío contra mi piel caliente.—Sí —repitió mi respuesta—, ¿tienes hambre? Sí, ¿vas a responder? O sí, ¿tengo que forzarte de nuevo?Mi corazón se aceleró. Sentí su aliento en mi mejilla. De pronto no había suficiente aire, como si su proximidad la absorbiera hacia fuera de mis pulmones.—¿O es sólo: sí?Mis labios se separaron y mis pulmones se metieron profundamente hacia dentro, trayendo tanto aire como pudieron. No parecía ser mucho. Me forcé a mí misma a responder a través de mi pánico.—Sí —tartamudeé—, tengo hambreSé que sonrió, aunque no podía verlo. Un escalofrío, tan fuerte que mi cuerpo casi se sacudió hacia el suyo, me atravesó la columna. Me besó suavemente la mejilla. Creo que gimoteé. Entonces, caminó hacia fuera de la habitación dejándome paralizada incluso después de oír la puerta cerrarse.Naruto volvió al poco rato con un carrito con ruedas cargado de comida. Mi estómago rugió cuando olí la carne y el pan. Fue difícil controlar la urgencia de correr hacia la comida. Entonces Deidara lo siguió dentro de la habitación cargando con una silla.Ver a Deidara me hizo desear que el suelo se abriera y me tragara. Anteriormente, cuando Deidara había intentado violarme, yo había intentado una vez más encontrar protección en los brazos de Naruto. Supongo que en algún lugar de mi cabeza, me había aferrado a la esperanza de que este hombre, este tal Naruto, me protegería. Todo lo que podía ver era esa horrible, fiera mirada en los ojos de Deidara. Quería hacerme daño.La puerta se cerró y alcé la mirada para encontrarme a Naruto sentado cerca de la comida. Estábamos otra vez solos. El miedo y el hambre rasgaban mis entrañas.—Ven aquí —dijo.Mis piernas temblaron. ¿Te estás burlando de mí? Sólo corre. Corre ahora mismo. Se quedó mirándome fijamente. ¿Correr hacia dónde? ¡Verás lo rápido que te golpea contra el suelo y te droga otra vez!. ¿Qué elección tenía? Bajé la cabeza pero todavía podía sentir sus ojos sobre mí como un peso que prometía su mano. Mis pies se movían a través del suelo hasta que alcancé las puntas de sus zapatos.Estaba atrapada. Casi desnuda. Débil. Asustada. Era suya.Se para y reunió mi pelo con sus dos manos. Despacio, levantó mi cabeza hasta que nuestros ojos se encontraron. Me miró intensamente; las cejas se juntaron, su boca dibujo una línea fuerte.—Desearía que él no te hubiera hecho esto —dijo mientras acariciaba el borde de mi ojo izquierdo—. Realmente eres una chica muy guapa; es una pena.Mi corazón se retorció. Instintivamente, mis manos agarraron sus muñecas en un esfuerzo de apartar sus manos de mi pelo, pero se mantuvo firme. No brusco, sólo firme. Sin palabras, lo dejó claro; no había terminado de mirarme aún. Incapaz de sostener su mirada, desvié mis ojos hacia algún punto detrás de él.Todo el aire de mí alrededor se desplazó para hacerle sitio. Su aliento patinó a través de mi mejilla, y bajo mis manos temblorosas y sudadas, sus antebrazos daban pistas de su inmensa fuerza. Cerré los ojos y respiré profundamente con la esperanza de calmarme. Su olor se mezclaba con el de la comida y se precipitaba dentro de mis pulmones. La combinación hizo cosas primitivas, desconocidas en mí. De pronto me sentí carnívora. Quería arrancar la carne de sus huesos con mis dientes y beber su sangre.Incapaz de controlarme, susurré:—Es culpa tuya que él lo hiciera. Todo esto es culpa tuya. No eres mejor que él. — Me sentó bien decir esas palabras. Sentí que tenía que haberlas dicho antes.Una gota de sudor se escurrió por el lateral de mi cuello. Su lento avance por mi clavícula, a través de mi pecho, y por el interior del hueco de mis pechos, sirvió para acordarme de mi cuerpo. Mi débil y frágil cuerpo. Suspiró profundamente y dejó escapar una lenta exhalación. Temblé, incapaz de discernir si el suspiro significaba que se había calmado, o que estaba a punto de abofetearme hasta dejarme inconsciente.Su voz, escasamente revestida de cortesía, llenó mi cabeza.—Yo vigilaría lo que me dices, preciosa. Hay un mundo de diferencia entre él y yo. Una cosa que creo que aprenderás a apreciar, a pesar de ti misma. Pero no te equivoques; todavía soy capaz de cosas que no puedes imaginar. Provócame otra vez y te lo demostraré. —Me soltó.Me dejé caer sin pensar, en la silla frete a él, una vez más mirando fijamente sus zapatos. Estaba segura que colapsaría si intentaba imaginarme todas las cosas que yo no era capaz de imaginar, porque podía imaginarme algunas cosas bastante horribles. De hecho, me imaginaba algunas de esas cosas horribles cuando su voz interrumpió mis pensamientos.—Tu vida entera va a cambiar. Deberías intentar aceptarlo, porque no hay forma posible de evitarlo. Te guste o no, luches o no, tu vieja vida se ha acabado. Se acabó mucho antes de que despertaras aquí.No había palabras, no para mí, no aquí. Esto era una locura. Había despertado con sudor y con miedo a esto, a esta oscuridad. Miedo, dolor, hambre, este hombre devorándome. Las palabras suspendidas en el aire como el globo de diálogo de una viñeta todavía colgando de sus labios. ¿Cuánto tiempo antes? ¿Antes de aquel día en la calle?Pensé en mi familia otra vez. Estaban lejos de ser perfectos, pero los quería más de lo que quería a nadie. Él me decía que nunca más los vería de nuevo, que nunca más vería a ninguno de los que quería. Tenía que haber esperado ese tipo de palabras. Cada villano tiene un discurso parecido: «No intentes escapar, es imposible», pero hasta entonces no me había dado cuenta lo verdaderamente aterradoras que eran esas palabras. Y me miraba, como si fuera un dios que hubiera hecho pedazos el sol, sin importarle mi devastación.— Jodete—He sido demasiado amable y vas a aprender lo cortés que he sido. Eres muy orgullosa y mimada y voy a sacártelo a golpes doblemente.Entonces se puso en pie con suficiente fuerza como para empujarme de espaldas contra el suelo. Salió de la habitación y cerró la puerta. Esta vez oí la cerradura. Al lado mío, la comida me llamaba.Mi apetito era una cosa enfadada viviente. Me dejé caer sobre el banquete como un animal hambriento; forzando a la comida y bebida por mi garganta lo más rápido que podía. Ni siquiera me di cuenta de lo que me metía en la boca como pollo o frijoles refritos. Era comida para llenar el vacío en mi vientre y comí hasta no poder más. Hasta que estaba llena.Tenía aceite, sal y trozos de comida en las manos y rostro mientras mi garganta oprimía el final del buffet. Mi apetito ya no me molestaba, y finalmente vi un tenedor de plástico en medio de los platos de papel vacíos. Frenéticamente lo agarré y corrí hacia la ventana tapiada, apuñalando inútilmente las tablas. Mientras la comida continuaba haciendo su camino hacia mi estómago, el tenedor de plástico se quebró debajo de mis manos al mirar la ventana. Respirando rápido y superficialmente por la comida, finalmente tiré las piezas rotas a través de la habitación hacia la puerta cerrada.Las lágrimas una vez más nublaron mi visión como una corriente abrumadora de miedo y tristeza que me tiró abajo. «No vas a salir de aquí. Estas jodida. Él volverá y te hará algo horrible. Muy, muy, muy jodida y no hay nada que puedas hacer para detenerlo. Por favor, por favor, por favor Dios, sácame de aquí».Corrí hacia el baño pobremente iluminado, levanté la tapa del retrete y devolví todo lo que había comido. Grité dentro de la taza entre oleadas de bilis. Mi voz resonó contra la porcelana, un gorgoteo ahogado que finalmente dio paso a gemidos llorosos y respiraciones pesadas. Me sonrojé ante la vista de mi vómito que podría hacer que me enfermara de nuevo. De hecho, me sentía un poco mejor después de aquello. Hambrienta de nuevo, pero tranquila.Traté de encender la luz, pero aparentemente eso también lo habían quitado. En su lugar había otra luz nocturna. El baño era un trabajo en progreso, lo nuevo se mezclaba con lo viejo. Cuidadosamente ignoré el jacuzzi donde había sido desnudada y maltratada. Con solo darle una mirada, sus manos estaban de nuevo sobre mí. Aparté la vista bruscamente y en cambio, me concentré en lavarme el rostro y enjuagarme la boca en el lavamanos de pedestal. Tenía que conseguir quitarme el sabor y el olor a vomito de la cabeza.Por encima del lavabo había una bandeja circular de metal. Entusiasmada, coloqué los dedos en el borde e intenté sacarla a la fuerza pero estaba incrustada en la pared. La miré detenidamente. Era tan brillante y perfecta que era casi como un cristal. En ella, vi mi rostro por primera vez desde que había sido secuestrada. La piel alrededor de mi ojo había tomado un ligero color púrpura verdoso; se sentía hinchado al tacto. Ahora lo podía abrir lo suficiente como para ver a través de él, pero se veía desfigurado en comparación con mi ojo derecho. Lo toqué con los dedos, sorprendida de que dolía menos que antes. Tenía un aspecto horrible. Aparte del ojo hinchado y morado, mi cabello era una maraña. Extrañamente, me encontré tratando de arreglarlo. Me sentí idiota en el momento que lo absurdo me golpeó. «Sí, Sakura, no te olvides de verte linda para el secuestrador guapo, ¡estúpida!».No sabía lo que estaba pasando conmigo, pero Naruto era la causa. Era la fuente de todo este dolor y confusión. Cualquier cosa que me había pasado o que me ocurriría, sería causa de su apetito pervertido y distorsionado. Derrotada, me di la vuelta y comencé a caminar hacia fuera. La puerta de la habitación se abrió de golpe y me hizo saltar. Frenéticamente, busqué alrededor del baño una manera de escapar o algún lugar donde esconderme. Era irracional, ya había probado que no había escapatoria. Sin embargo, el instinto es el instinto. Y me dijo que me ocultara, incluso por los pocos segundos que tardaría en encontrarme.Naruto se dirigió directamente hacia el baño tarareando. Cuando llegó a la puerta, me escondí debajo del lavabo. A la vista de todos. Se acercó con calma, sin la malicia que había mostrado antes y me llamó con una voz tranquila.—Quiero que te levantes.Extendió su mano hacia mí. Agotada, la miré por lo que pareció un tiempo largo, pensando en el daño a la espera de que sea hecho por esa mano. Su tranquilidad y mi miedo colgaban entre nosotros en una densa y pesada espiral. Él iba a hacerme daño, algo dentro de mí lo sabía. Esa certeza casi me paraliza. Buscando una manera de manejar su buena voluntad, me acerqué vacilantemente esperando el golpe de la serpiente. Toqué su mano extendida, queriendo retroceder y volver atrás. Pero no lo hice. Él sonrió. Era una sonrisa que me llamó la atención al instante, hermosa y malvada a la vez.Envolvió los dedos alrededor de mi muñeca, y de su contacto, una energía eléctrica fluyó hacia mí. Estaba absolutamente petrificada. Me puso de pie lentamente, y de pronto, me quedé observándolo con los ojos muy abiertos y una respiración ansiosa. Llevó la palma de mi mano hacia su rostro para que sintiera su piel por primera vez. La intimidad de ese acto obligó a mis ojos hacia el suelo y abruptamente temí su bondad más que su crueldad.Recorrió mis dedos por su rostro, sosteniendo mi mano firmemente cuando intente apartarla. Él estaba afeitado, suave, pero indiscutiblemente masculino. Su toqué era simple, pero especifico, intentando demostrarme que podía ser como un amante, amable, intimo, pero también, que era un hombre que no estaba acostumbrado a oír la palabra no. Sí. Entendí. Él era un hombre, ¿y yo? No era nada más que una chica, ni siquiera una mujer. Estaba destinada a caer a sus pies y adorarlo en el altar de su masculinidad, agradecida de que se había dignado a conocerme. Todo esto, por una simple caricia.Dejó caer mi mano, lo que hizo activar las alarmas; sin saber qué hacer con mis manos, me envolví con ellas. Me sentía como si estuviera haciendo un hoyo a través de mí con sus ojos. La intensidad con la que me miraba bordeaba lo obsceno. ¿Qué estaba haciéndome con su mente?Una cosa extraña estaba ocurriendo en mi interior, un entendimiento que era tan básico y simple como un hombre y una mujer, masculino y femenino, fuerte y blando, predador y presa. Sí, estaba aterrorizada. Pero también estaba esta corriente de algo vagamente familiar, ¿Lujuria? Tal vez. Mis ojos se clavaron en su rostro. Había fantaseado con este chico, soñado con él tocándome. Estaba hambrienta por sus ojos sobre mi piel desnuda. Imaginé su suave boca en mis pechos. Y ahora él estaba aquí, tocándome. No era nada como lo había imaginado.Era diferente a cualquier fantasía que jamás hubiera tenido, incluso las más morbosas. Esto no era nada como mis sueños. En un sueño no puedes sentir realmente. Cada toque está sujeto a tu imaginación, cómo crees que se siente un beso, ser follada o cómo se siente el miedo real. Si nunca lo has sentido realmente, entonces tu mente no puede recrearlo verdaderamente. Yo sabía besar, tenía una vaga idea de las caricias, pero me faltaba el conocimiento de la intención. Cuando mi novio me tocaba, sabía que se detendría al momento que se lo pidiera, por al contrario, sabía que este hombre no lo haría. Las intenciones hicieron toda la diferencia. Esto era real. Caricias reales, intimidación real, un hombre de verdad, miedo verdadero.Él me acarició el rostro, recorriendo sus dedos por el lóbulo de mi oreja, hacia abajo por mi garganta, la parte posterior de sus dedos frotaron a través de mi clavícula. Mi respiración se quebró, fatigada. Esto estaba mal, y sin embargo, no se sentía así. Mi temor se sentía pesado y bajo en mi vientre, pero era más bajo que un diferente tipo de peso tomaba forma. Hice un sonido de protesta, rogándole sin palabras que se detuviera. Hizo una pausa, el tiempo suficiente para respirar antes de continuar. Sacudí la cabeza lentamente, tratando de dar marcha atrás pero la agarró firmemente con la otra mano.—Mírame —dijo, con la voz controlada pero vacilante. Cerré los ojos con fuerza, moviendo la cabeza lentamente otra vez. Suspiró—. Quiero que me mires.No obedecí, estaba congelada por el miedo. «Esto no puede estar pasando. No a mí». Pero estaba ocurriendo y era incapaz de detenerlo. Me quejé, tirando mi cabeza contra su mano. Él se alteró más cuando levanté las manos y toqué sus muñecas.´—No-o-o —dijo suavemente, como si estuviera reprendiendo a un niño.Mis manos temblaban y mis rodillas se sentían como si fueran a doblarse. Apretó el agarre en mi cabello, forzándome a levantar la cabeza. Cerré los ojos aún más fuerte, mientras que un sollozo, sin lágrimas se escapó de mis labios. Estaba cruzando la delgada línea de mi paciencia mientras caía en la delgada línea de mi cordura. Se inclinó y besó mi mejilla, luego mi nuca. Suspiré nerviosamente, alejándome, pero no iba a ir a ninguna parte. Él toco mis labios con su pulgar, tratando de calmar mis sollozos y gemidos.—¿Dónde está tu valentía ahora preciosa? ¿Sin arañazos ni siseos? ¿Dónde está mi chica dura?Tenía el corazón en la boca. No tenía ni idea de a dónde se había ido mi valentía. ¿Alguna vez había sido valiente? No lo creo. Nunca tuve que serlo. Me conformé con ser invisible, la persona detrás de la cámara. Como desearía poder ser invisible ahora. Estaba en las garras de un ataque de pánico cuando me dejó ir. Me deslicé al suelo, cubriéndome el rostro con las manos mientras me decía a mi misma repetidamente, «no estoy aquí. Esto es un sueño, un sueño fantásticamente horrible. En cualquier momento, voy a despertar». Junté las rodillas al pecho, y me moví hacia adelante y atrás. El mantra lo hacía parecer más real.No lloré cuando me agarró. Sabía que esto vendría. Me sentía vacía, como si mi cuerpo no fuera más que una cascara con mi alma rota dentro. Me llevó hacia la cama, y me dejó de pie sin esfuerzo frente a ella. Lentamente, mis ojos perdieron el foco, como si mi cerebro hubiera empezado el procedimiento de apagado. Me quedé simplemente de pie, esperando. Corrió el cabello sobre mi hombro izquierdo y se quedó detrás de mí. Podía sentir su polla contra mí, dura. Besó mi cuello de nuevo.—No —le supliqué con la voz quebrada. Así era como me sentía, completamente desolada—. Por favor… No.Su risa suave revoloteó en mi cuello.—Esa es la primera cosa amable que has dicho. —Envolvió los brazos alrededor de mí mientras me hablaba al oído.Permanecí en silencio.Se apartó bruscamente, dejando mi espalda abierta al aire frio. Me hundí en el suelo, haciéndole nudos al edredón mientras presionaba la cabeza contra él. Se agachó detrás de mí y me acarició la espalda. El deseo de luchar contra él creció dentro de mí y, aunque sabía en qué me estaba metiendo, no pude detenerme. Tiré el codo hacia atrás y lo golpeé en las costillas. El dolor atravesó mi codo y no lo pude mover por unos segundos. Costillas de acero.—Ahí está mi chica dura —dijo fríamente.Agarró un puñado de mi cabello, y me arrastró de la cama. Grité salvajemente, clavando las uñas en sus manos tratando de soltarme, pero toda mi lucha fue en vano. Todo había terminado antes de que comenzara mientras me colocó boca abajo y puso las rodillas sobre mis omoplatos. Estaba atrapada. Derrotada.—¡Te odio! —rugí—. ¡Te odio, maldito hijo de puta!—Supongo que es una suerte que no me importe —dijo sin piedad—. Te diré lo que me molesta; todavía no has aprendido modales. Podría haber sido fácil, preciosa, pero debo confesar… —Sentí su aliento al lado de la cara—. Me gusta más de esta manera.Buscó algo en la cama por encima de nosotros. Me forcé para ver lo que era, pero su rodilla se me clavó salvajemente. Trabajó para agarrar mis muñecas, pero las atrapó rápidamente con su mano izquierda mientras las ataba con una cuerda suave, casi como la seda. Lloré mientras me retorcía debajo de él, tratando inútilmente de escapar. Alejé cualquier idea de dolor, de él lagrimeando a través de mi inocencia, diezmando mi cuerpo. Ya no había confusión. Él solo era un monstruo. Solo otro monstruo.Me levantó del suelo por las muñecas, y con un movimiento rápido, las izó sobre unos de los postes de la cama hasta que estuve precariamente en pie. Quedé allí expuesta, mi cuerpo se estiraba y le daba la espalda, todo al descubierto, mi respiración disminuyó. Me agarró la cara con fuerza, —¿sabes cuál es tu problema Preciosa? No has aprendido a elegir sabiamente. La cena podría haber sido diferente, pero elegiste esto.Se me ocurrió algún comentario inteligente. Las palabras lo habrían enfadado como yo estaba aterrorizada, pero luego me besó. El beso era violento, posesivo, tenía la intención de arrastrar a ese comentario justo donde estaba. No hubo lengua; él era demasiado inteligente para eso, solo presionaba sus labios contra los míos. Todo terminó antes de que tuviera tiempo para reaccionar.Se dirigió al carrito donde había estado la comida y agitó una bolsa negra. Mis ojos se abrieron ampliamente, ¿de dónde diablos ha venido eso? Nada en la vida era tan repugnante como una bolsa negra, una bolsa negra significaba negocios. De repente me sentí muy mareada.Regresó con varios artículos, sonriéndome como si todo fuera normal. Colocó los artículos en la cama con el cuidado y la diligencia debida, «Por favor. No. No hagas esto». Quería decir esas palabras en voz alta. Suplicarle. Pero ya no podía formar palabras. Estaba tan asustada, y enojada y muy… orgullosa. Todas las cosas que debería haber hecho vinieron a la vez. Sollocé más.Pasó las manos por mis brazos y masajeó mis pechos; mi cuerpo temblaba y alcanzó mis pezones. En mi posición era imposible alejarme de él, los músculos de mis brazos se tensaron bajo la presión. Estaba muy asustada ahora, y no podía ocultarlo. Me tenía y solo él sabía lo que significaba. Yo lo había retado y él había aceptado. No vestía nada más que las cosas sexys que él había escogido.Lloré más que en toda mi vida. Las lágrimas fueros aspiradas por mis pulmones y los sollozos quedaron en mi pecho. Tiro de mis bragas hacia abajo y me dejo colgada por lo que calculo fuero dos o tres horas Estaban tan empapadas de sudor que se pegaron a mi piel ardiente. Mis rodillas se habían agotado durante la espera. Estaba colgada de los brazos. Mi cabello estaba desparramado por todos lados, pegado al sudor que me cubría de la cabeza a los pies. Estaba colgada de los brazos, jadeando en busca de aire. Agarró un cepillo de su valija lloriqueé.Cepilló mi cabello hacia atrás para amontonarlo en un moño en la parte superior de la cabeza. También me dio agua, tanta como quería. La mayor parte chorreó por mi cuerpo, pero se sentía tan bien que me encontré derramándola a propósito.Me sacudí violentamente cuando estuve desatada. Caí al suelo y rodé sobre mi rostro. Grité al sentir sus dedos clavándose en mi carne cuando me levantó. El edredón era diferente. Se sentía fresco y acogedor, y me retorcía contra él, con el trasero al aire. Ya no me importaba cómo me veía. No tenía decencia ni vergüenza.Él se acostó a mi lado, con su rostro cerca del mío, pero no me aleje. Lo miraba directamente a los ojos. Y al sonreír, era cálido, amable y acogedor. De alguna manera y contra todo pronóstico, todavía me recordaba a la primera vez que lo conocí. Cerré los ojos.Agotada, me dormí de nuevo. Esta vez no soñé.
mariland- Clan Suzaku
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Espero la conti n.n
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Hekyus-Kun- Clan Byakko
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Por favor, recuerda que según las reglas de fanfics hay que poner en el título o descripción del fic la fecha de la última actualización, actualizándolo cada vez que subas un nuevo capítulo.
Cualquier cosa, envíame un mp. (:
Layla- Consejo de escritores
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Ahhh contó contó conti
luftmanenma- Aprendiz
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Espero conti... me agrado mucho el capi
alex666- Clan Genbu
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Cautivo en la Oscuridad
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- Lo que no te mata te hace fuerte:
- La deje dormida y salí esperando encontrar buenas noticias, esta chica de verdad me sacaba de quicio y algo se removía en mi interior cada vez que la veía.—Que bien que apareces y no tuve que ir a buscarte, Pein está al teléfono — dijo Hidan—Bien— me acerque al aparto rogando que las cosas estuvieran saliendo bien — Dame buenas noticias—Pues como esperábamos las cosas salieron tal cual las planeamos— Sonreí — Haruno se puso en contacto con el apenas llego a casa y noto que la mocosa no estaba. Espere hasta esta mañana para llamar a Haruno y decirle que la teníamos secuestrada, obviamente no sabe que la tenemos nosotros, él pensó que solo éramos unos gilipollas en busca de dinero y me ofreció una cantidad, pero le dije que solo aceptaría negociar con su verdadero padre y le deje el numero para que nos contactara, así que por mi lado la cosas van girando, que tal el tuyo?Suspire con cansancio —La chica se niega a cooperar, es orgullosa y testaruda creo que no ha entendido su posición pero tranquilo la hare entender—Eso espero, no me hagas ir personalmente y hacer tu trabajo, porque no seré nada lindo.* * *Puse la frente contra la puerta. Vi su cuerpo otra vez, yaciendo boca abajo en el colchón, a través de la puerta podía oír su llanto amortiguado y un extraño escalofrío me recorrió. La tensión giraba en su interior, manifestándose en todo su cuerpo, sus músculos tensos. Abrió las manos y las volvió a cerrar en puños apretados, los nudillos reventando y luego relajándose. Aflojó más el cuerpo, forzándose a sí mismo a relajarse. Eran las tres de la mañana. Estaba ansioso, sudado, y con necesidad de algo, cualquier cosa, una mujer, quizás. Miró para otro lado, la suave tonalidad de las luces era tenue pero iluminaba lo suficiente.De fondo la chica seguía llorando, y el sonido de sus sollozos parecía amplificarse en sus oídos. Cuando cerró los ojos, su cerebro inmediatamente buscó el recuerdo de su cuerpo atado al poste de la cama, abierto, a su total merced.Deje escapar un suspiro y me compuso. Quizás hiciera una visita al bar que había calle arriba y encontrara a una mujer más que hospitalaria para sacarse de la cabeza a la chica que estaba tras la puerta cerrada. Me pase los dedos por el pelo y exhaló otra ráfaga de aire mientras ponía rumbo a la cocina. Abrió la puerta del frigorífico y el frío y cenagoso aire se sentía bien contra su piel. Demasiado bien.Cada terminación nerviosa de mi cuerpo estaba alerta en ese momento. Apoye el codo en la puerta del frigorífico, me incline y cerré los dedos alrededor de una botella de Dos Equis. Pensó en la chica otra vez, y en otras chicas; nunca se cansaba de su sabor salado, y del dulce olor del sudor. Solo las mujeres podían presumir de semejante cosa. Solo las mujeres eran capaces de ser tan jodidamente sexys que querías lamerlas para dejarlas limpias cuando ellas consideran que están sucias. Cerre los ojos, apoyando la frente contra el congelador mientras satisfacía las sensaciones que me atravesaban. Sonrei débilmente para mí mismo antes de que se desvaneciera. Abri los ojos y me aparte del frigorífico, cerrándolo con suavidad. Me sentía poderoso, y no había nada más importante que el poder. Incluso la chica parecía saberlo o no habría tratado de desafiarme a cada momento.Me inclinó contra la encimera, con la bebida en la mano pero sin beber. La chica estaba totalmente loca, pensé. Mi boca se curvó hacia arriba en las comisuras, una sonrisa de suficiencia amenazando con convertirse en una sonrisa completa. Si ella supiera con quién estaba tratando, no intentaría provocarme tanto. Era una adversaria rotunda. Me estremecí, recordando como su rodilla había chocado con mis huevos. ¡Joder! Había sido afortunada que no le hubiera puesto una correa en el culo en ese momento. Si lo hubiera hecho, quizás el incidente de la comida no hubiera ocurrido.Iba a tener que destrozarla hasta los cimientos para tener oportunidad de reconstruirla de nuevo. El desafío era fascinante, por decir poco. Verdaderamente inesperado. Bruscamente, mi sonrisa se desvaneció. Baje la mirada al desagüe, las gotas de agua que resbalaban por los lados de la botella caían despacio, otras gotas resistían en mis dedos luchando por su preciada vida antes de caer, cayendo y deslizándose hacía el desagüe. Se quedó en pie,Ella era el instrumento de venganza suyo y de Pein. A través de ella, llegarían lo suficientemente cerca como para matar a ese hijo de puta. Tenía que darle un rápido final a su naturaleza rebelde, no admirarla. Tenía que hacer salir a la Sumisa que había visto. Las Sumisas eran supervivientes.Había subestimado a la chica en algún aspecto. Durante semanas la había observado, y durante semanas ella había jugado a ser un camaleón en potencia. Había convertido en un hábito vestir de forma masculina, con ropa sin forma. Al principio había pensado que era una simple elección de moda, pero no había pasado mucho tiempo antes de que se volviera menos convencido de su valoración inicial, especialmente cuando la vio vestir faldas coquetas y camisas de colores brillantes a través de las vallas de su escuela. Después de eso, la clasificó como una mujer que entendía lo importante que es adaptarse a su entorno. Ella sabía que vivía en un mundo de hombres, y reaccionaba acorde a eso.Era importante para las chicas en su posición, en este tipo de situación. Para sus padres ella debería haber sido la hija adolescente de la que no tendrían que preocuparse, porque no vestía ropas provocativas para atraer a los jóvenes chicos cachondos. En su vecindario, era una chica invisible, nadie de interés. Pero por dentro, seguía siendo ella, quién quiera que fuera. Y quién quiera que ella fuera, le suplicaba bajo su camuflaje.Y entonces, ese día en la acera, durante su extraño encuentro, había sabido que tenía que tenerla. Había dejado huella en él; dejaría huella en otros. Quizás había cometido un error en aquel aspecto, eligiendo a alguien que había encontrado indefiniblemente atractiva. En su lugar, el misterio lo había llamado más cerca y ahora se encontraba más confuso, hecho un lío. De pronto parecía una locura que semejante regalo fuera parte de Madara.Me di la vuelta, apoyándose contra la encimera, el borde clavándose en mi columna. Una mano agarraba el borde de la encimera, la otra sostenía la botella. Bebió. Mucho dependía de la chica, y en su momento, de él. Aparte de su propia venganza, no podía fallarle a Pein. Madara Uchiha tenía que morir. En esto, Pein y él nunca habían estado en desacuerdo. En cuanto a cómo ejecutar cada paso, era algo diferente. Tome otro trago, paladeando el líquido en su boca antes de tragarlo y sentirlo llenándome.Destruir vidas era algo en lo que era bueno, esto no era diferente, por supuesto. ¿O lo era? Vacie la botella, saboreándola poco, pero queriendo más. La chica estaba genuinamente aterrorizada, de eso estaba muy seguro. Tenía que usar eso en mi beneficio. Bajo su tutela, se convertiría en lo que fuera que ella necesitara ser para sobrevivir. Aceptaría la suerte que le había tocado y haría lo mejor. Encontraría cualquier cosa buena que hubiera en lo malo, por mucho tiempo que durara. Lucharía con él, eso estaba claro, pero la convencería a pesar de sí misma.Nuevos pensamientos me distrajeron. ¿Qué podría hacer con la chica cuando todo estuviera dicho y hecho? Permaneci quieto, escuchando la casa, esperando señales de la chica, pero no había nada, ningún clamor desde detrás de la puerta cerrada. Ningún alarido desesperado, solo una chica, planeando su tiempo. Camine hacia la mesa y sin hacer ruido aparte una silla. Me senté. ¿Qué podría hacer con una chica que nunca confiaría en mí? me acomode en el asiento, con la cabeza hacia atrás y respire por la nariz con los ojos cerrados.No sabía nada sobre sentir cariño por una mujer a largo plazo. Había oído mucho acerca del amor en los últimos doce años, pero nunca sentí lo que la gente hablaba. Pase los dedos arriba y abajo por el cuello de la botella distraídamente. La única persona por la que sentía algún tipo de afecto era Pein, pero dudaba que pudiera llamarlo amor. Entendía a Pein, entendía su ira y su necesidad de venganza. Confiaba en el con su vida. Sin ese hombre para darle un propósito, habría estado perdido y por ello lo respetaba. ¿Podía el entendimiento, la confianza y el respeto igualar al amor? No lo sabía. Pein le había enseñado a leer y a escribir, a hablar cinco idiomas, a seducir a una mujer, a esconderse a plena vista y a matar, pero nunca a amar.Me volví a reclinar otra vez. Hace unos pocos años, Pein conoció a una mujer. La mujer era ahora su esposa y le había dado dos hijos. Yo nunca los había conocido, nunca lo haría y nunca había esperado hacerlo. Entendía completamente mi papel con Pein. Aunque me proporcionaba un gran respeto y un afecto apropiado que alguien como Pein hubiera alcanzado la madurez, Yo no tenía familia. No era una situación confusa para mi, los vínculos habían sido claramente definidos y constantes a una edad temprana. Lo que yo era, un compañero fijándose las mismas viejas metas. Encajaba bien teniendo en cuenta que yo no sabía nada de la otra vida de Pein, de la familia. Apenas me acordaba de la mía.Había muchas cosas que no podía recordar: mi cumpleaños, mi edad, cuál solía ser mi nombre. No me molestaba no recordar, aunque a veces deseaba saber dónde había crecido para poder evitarlo. Ese pequeño detalle tenía la habilidad de ponerme de nervios cuando me veía forzado a visitar América por una razón u otra. ¿Qué pasaba si tenía una madre que creía que estaba muerto? Era su horror secreto llegar a contemplar a una madre eufórica al verlo. Porque quién quiera que hubiera sido su niño robado, estaba definitivamente muerto, y yo quería que siguiera estando así.Me levante tan discretamente como me había sentado y silenciosamente me movi a través de la cocina. No era el olvido lo que no me gustaba, era el recuerdo. Necesitaba una ducha y muchas más cervezas, era una excelente ayuda en el proceso de olvidar. Solo esperaba que el bar en este pedazo de mierda de ciudad estuviera todavía abierto.Una vez en mi habitación, me quite la ropa y camine hacia el baño para darme una ducha con agua caliente. El agua lavó mi desnudez, escaldándome ligeramente, pero le di la bienvenida al leve dolor. Nunca lo admitiría, pero de vez en cuando, necesitaba sentir dolor tanto como necesitaba repartirlo.Una vez más, imaginó a la chica, le excitaba en lugar de enfermarle. Era irónico. Incapaz de luchar contra ello, pensó en el pasado y en Pein.***Madara no había sido siempre rico y poderoso. Hacía tiempo, el sórdido ruso había sido un mercenario y un traficante de cualquier cosa que pudiera ser vendida: drogas, armas, gente, no importaba. Viajaba a través de Rusia, India, Polonia, Ucrania, Turquía, África, Mongolia, Afganistán, y, un fatídico día, Pakistán.Uchiha Madara era un hombre joven entonces, un capitán del Ejército Pakistaní bajo la dirección de un entusiasta General de Brigada. La guerra estaba en pleno desarrollo y Pein había sido llamado para asistir a las fuerzas de la coalición en el terreno.Pein, cuyo padre había fallecido, prefirió permanecer cerca de su hogar hasta que pudiera dejar las cosas arregladas para su madre y su hermana, pero no pudo ser. El General de Brigada estaba ansioso por ascender y no había un rango más elevado que la guerra. La ausencia de Pein era inevitable y finalmente desastrosa, ya que fue durante su ausencia de dos años que Madara puso los ojos en la hermana de Pein, Konan. Para cuando Pein volvió con la feliz noticia de que había ganado el rango de Teniente Coronel, su madre había sido ya asesinada seis meses antes y su hermana estaba desaparecida.Asumiendo la responsabilidad, Pein dedicó cuantos recursos estaban a su disposición para descubrir la identidad del asesino de su madre. Siguió cada pista, persiguió cada rumor tratando de averiguar si su hermana continuaba con vida. Le llevó a Pein tres años oír el nombre de Madara Uchiha. Después de matar a la madre de Pain, se había llevado a Konan pero aparentemente se había cansado de ella después de un corto tiempo. La había retirado a un burdel, establecido por él en Teherán.Pein fue a Teherán, pero como su madre, Konan había muerto tiempo antes de que él llegara a rescatarla. Con su esperanza de encontrarla con vida dispersa como cenizas en el viento, su fervor por la venganza solo creció. Iba a quemar el burdel hasta los cimientos, matar a cada cliente y dejar al propietario para el final. Si luego le llevaban a un consejo de guerra y lo condenaban a muerte, era un riesgo que estaba dispuesto a asumir.Pero entonces oyó un sonido, tan indescriptiblemente horrible que había dado voz a su propio sufrimiento. Siguió el chillido hasta una puerta que lo cambiaría todo: acurrucado en sangre y suciedad, la oscuridad rodeando su pequeña, temblorosa y enfadada figura, estaba un chico que necesitaba desesperadamente un médico. Un chico al que el propietario llamaba kyuby.Dolido, disgustado y de luto por su hermana, Pein reconoció la mirada en los ojos del kyuby. Eran ojos que sabían la angustia de estar indescriptiblemente dañado. Esperaban una muerte que podría no llegar demasiado pronto. Pein ofreció comprar al chico al propietario, quien le advirtió que estaba cerca de la muerte y que no le ofrecería una devolución. Pein aceptó las condiciones y cuidadosamente envolvió al herido y lloroso chico, de forma que lo pudiera llevar al hospital.Kyuby había sido increíblemente desconfiado al principio, nada convencido de que Pein no deseara hacerle las mismas cosas que los demás. Atacó a Pein repetidamente, golpeando, arañando y dando patadas salvajemente sin preocuparse por cómo se lesionaba a sí mismo en el proceso. Pein lo había sentido por él, pero también era impaciente y poco dispuesto a sufrir los repetidos ataques de un adolescente iracundo. Solía forzarle a calmarse, hasta que pudiera hacerle razonar.No fue hasta que Pein le ofreció una muestra de algo que ansiaba, que Kyuby se transformó en algo mayor que su miedo. Bajo una capa de oscuridad, había aprendido a matar por primera vez. Fue demasiado fácil, demasiado rápido. Mientras Pein montaba guardia en la puerta, Kyuby disparó y mató al hombre que lo había atormentado la mayor parte de su vida. Se había quedado de pie junto al cuerpo, admirando el gran agujero que una vez fue la cara de Danzo. En la mano sostenía la Magnum calibre 44 que Pein le había prestado para la ocasión favorable.El arma se la había dado un oficial americano como muestra de gratitud porque Pein le había salvado la vida. Pein dijo que era el arma de «Yahiko un amigo», pero Kyuby no conocía a ese hombre. Solo conocía la maldita cosa que le había tirado hacía atrás al suelo. Se había perdido el espectáculo de ver la cara de Danzo explotando, solo pudiendo apreciar el daño después. Quien quiera que fuera Yahiko, admiraba su armamento.Luego, esa tarde, Pein había renunciado a la propiedad del arma de Yahiko, en favor de Kyuby y le había confiado la historia de cómo había llegado a encontrarle aquel día en Teherán. Pein habló sobre su madre y su hermana, de la futilidad de su búsqueda de Madara, pero, sobre todo, de su pasión por la venganza. Cuando terminó, una alianza estaba formada, un pacto tan sólido, que hacía todo lo demás irrelevante. Esa noche, después de que el chico confesara no tener recuerdos de ningún nombre excepto Kyuby, Pein rebautizó al chico como Naruto, «el leal discípulo ».***mParpadee; el agua se había vuelto fría contra mi piel. Sali de la ducha, sintiéndose como si hubiera sido inútil. Habían pasado doce años desde esa noche en Teherán. Doce años. Cinco, desde que me había cuestionado por última vez por qué estaba haciendo una cosa u otra.Al principio, cuando había sido un hombre joven a la sombra de un poderoso oficial militar pakistaní, las especulaciones acerca de su relación y el pasado de Naruto habían proliferado. Las lecciones de la vida llegaban por caminos inesperados, aunque, ahora, como un hombre, sabía que algunas habían sido inevitables. Como el día en que Pein le había enseñado a mitigar los rumores haciendo que la voz más alta se callara, permanentemente. Había sido más duro que matar a Danzo, pero más fácil de lo que había pensado que sería. Los hombres que habían dicho semejantes cosas no eran buenos hombres y eso los hacía más fáciles de matar. Pero a pesar de ello, los susurros en voz baja, las sonrisas condescendientes y las miradas especulativas le decían que todavía había algunos que dudaban de sus motivos y autenticidad en su mundo.El respeto llegaba con un precio muy alto en el mundo criminal. No podía haber un camino a medias, Pein se lo recordaría; era o todo, o nada. Si Naruto buscaba cualquier posibilidad de encontrar a Madara, tendría que aventurarse en su mundo. Así comenzó su viaje dentro del mundo de entrenar escoria.Tire la toalla a un lado, caminando desde la parte más alejada de mi dormitorio, pasando de largo la cama hasta las grandes ventanas. Corrí la cortina a un lado, mirando fijamente al exterior. Estrellas, un horizonte oscuro; el velo negro de la noche y una luna poco dispuesta a mostrarse. El viaje no había sido fácil. Era más sencillo matar hombres culpables que vender a mujeres inocentes. Era un aprendizaje de insensibilización y resolución, y elegir un camino que prometía la anulación del alma. A pesar de todo eso, yo había seguido adelante. Con cada éxito, profundizaba más en la oscuridad y estaba más cerca, esperaba, de encontrar a Madara.Pero los años pasaban, y Madara había permanecido evasivo. Mientras tanto, Naruto se había encontrado más envuelto en el mundo que quería destruir. Con cada acto, viajaba hacia el centro, hasta que un día, cuando miró atrás, encontró que ya no podía ver el camino por el que había venido. Había querido salir. Había pasado tanto tiempo, años sin una palabra de Madara Uchiha, de dónde había ido o qué había ocurrido con él. El apetito de venganza de Pein aparentemente nunca había menguado, pero había veces que Naruto se preguntaba si eso también se había convertido en poco más que un hábito. Había empezado a formular su plan para dejar que Pein supiera toda la confusión que había en su interior. Como el destino quiso, fue en esos mismos días, siete años después de que Pein le hubiera sacado de aquel burdel, que alguien reconoció al trigésimo sexto hombre más rico del mundo, Tobi, como el antiguo gánster Madara Uchiha.En siete años, Madara había crecido en fortuna, privilegios y poder. Había usado la fortuna adquirida de sus actividades clandestinas para pagar sus ambiciosos negocios legales. Ahora poseía la mayoría del acero y una gran cantidad de tierras ricas en petróleo en Rusia, minas de diamantes en África y suficientes valores en grandes compañías europeas como para hacer al mundo olvidar sus, menos que humildes, comienzos. Estaba fuertemente protegido y era ampliamente desconfiado.Si había tenido alguna oportunidad de abandonar la vida que había creado, se evaporó en aquel momento. Él y Pein fueron de nuevo una única mente, con un único objetivo. Harían cualquier sacrificio que fuera necesario para alcanzar su meta. Ya había ido lejos, ahora estaba resuelto a llevarlo a cabo. Le debía a Pein al menos eso, si no más. Pero después de doce años de espera, no era solo venganza lo que mantenía a Naruto adentrándose en la oscuridad. Era la estúpida esperanza de que hubiera verdaderamente alguna luz metafórica esperándolo al final.Deje que la cortina cayera de vuelta a su lugar, la vista le era indiferente mientras sus pensamientos habían vuelto a la chica secuestrada en la habitación al otro lado del amplio salón, y al final del corredor. Su papel era más importante que el que ella pudiera imaginar jamás. También le debía algo, algún día. Pero por ahora, la necesitaba. Madara no era un hombre al que fuera fácil llegar, especialmente enmascarado como Obito, billonario. Le había llevado cinco años descifrar todos sus secretos y aún más llegar a ellos.Estire la cabeza, estremeciéndome mientras un músculo de mi cuello se contraía y gire de nuevo a mi posición tensa. Camine hacia el armario. Después de doce años de planificación, maniobras e infiltración, el momento que Pein y el habían estado esperando, finalmente se aproximaba. El cuatro meses tendría lugar el La venta de Flores en Francia.La primera fase del plan estaba completa. Tal como iba, todavía no estaba seguro de la virginidad de la chica, pero lo averiguaría. Sería un pequeño contratiempo si llevaba a una esclava sin «flor» a una subasta de flores, pero Pein mantenía que su nacionalidad, junto con su belleza, tal como Naruto la había descrito, aseguraría su estatus como la esclava más deseada de la subasta.A medio vestir, saque mi camisa de Armani y empecé a abotonarla, dejando la garganta expuesta.Cuando, no si, Madara se ofrecería aun audiencia con el por recuperar al fruto de la única mujer que valía lo suficiente para entregar su corazón. Entonces, conseguiría el acceso; encontraría la mejor manera de arrebatarle a Madara todo lo que amaba y apreciaba antes de matarlo. La muerte de Madara no sería tan rápida como la de Danzo. No habría una Magnum calibre 44 en su cara para matarlo apresuradamente. Pein y el habían esperado doce años para saborear la venganza; se recrearían como correspondía.Mientras tanto, esperaba que la chica se comportara como la superviviente que era. Entonces, cuando todo estuviera dicho y hecho, cada uno de ellos, el, Pein y la chica, encontrarían una manera de seguir adelante. Solos.Completamente vestido, tome las llaves y las guarde en el bolsillo. Luego me pase los dedos por el pelo mientras evaluaba mi reflejo. Mis pestañas eran demasiado largas, mi boca demasiado gruesa, toda mi cara era contraria a mi incuestionable masculinidad. Era demasiado... condenadamente guapo y ese siempre había sido el problema. Si hubiera tenido algún defecto físico, aunque fuera pequeño, su vida entera habría sido diferente.Encarando la puerta, me lleve el arma de Yahiko; necesitaba el frío y pesado metal para recordarle que ya no sería «guapo» nunca más. Agarre la chaqueta, poniéndomela y colocándome la funda de la pistola. Sin mirar atrás, cerre la puerta en silencio. Camine por el pasillo, pasando por delante del sofá antiguo hacía la puerta principal. El tenue ajuste de las luces de la casa a esa hora de la noche, era funcional y por precaución. Nadie sabía que estaban allí, excepto aquellos que habían viajado conmigo, pero confiaba en ellos menos que en los extraños. Aproximándome a la puerta, mis ojos se clavaron una vez más en la puerta del dormitorio de la chica.Pasaría seis semanas con ella. Seis semanas para hacerla entender todo lo que se requería de ella. Luego, irían a Pakistán para reunirse con Pein. Dada su naturaleza implacable, sería menos que amable con ella si no obedecía al momento en que le diera órdenes. Madara era incluso menos que eso. Tenía que estar lista para adaptarse, para sobrevivir.Camine a través del vestíbulo, mis zapatos haciendo suaves susurros a través del suelo de cerámica. En el momento que abrí la puerta, la noche me atravesó. Me pareó en el umbral. De repente no estaba inquieto, ansioso o cachondo. Por un momento, no quise irme. Pero sabía que lo necesitaba, así que lo hice. La noche era calurosa, pero confortable y parte de la ansiedad empezó a sosegarse.
mariland- Clan Suzaku
- Mensajes : 336
Edad : 30
En mi pequeño mundo feliz
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Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
La narración ha sido buenísima...
Me gusto la historia de pein y naruto
Espero conti
Me gusto la historia de pein y naruto
Espero conti
alex666- Clan Genbu
- Mensajes : 520
Edad : 33
Entre lucidez y embriaguez
22855
Posesiones :
Re: Cautivo en la Oscuridad - +18 - Capitulo XVIII y XIX Actualizado - 19/04/15
Guao me encanta como escribes !!
luftmanenma- Aprendiz
- Mensajes : 91
0
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