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Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
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NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic :: FF Cerrados
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Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
LO CORRECTO
No me pueden culpar por mi historia, por mis decisiones y menos por el camino que elegí. Nunca quise hacerle daño a nadie y no espero que me entiendan, tampoco deseo su lastima ni compasión, yo no soy inocente, pero no merezco ser la mala de la historia.
En el Instituto de Konoha, Sakura Haruno era la chica podre de Konoha, pero le había robado el corazón al chico popular de la aldea, jugando al sueño del amor sobrellevo la peor época de su vida, hasta que la burbuja reventó al darse cuenta de la traición de Naruto Uzumaki y a todo lo que habían supuesto el uno para el otro. Abatida y derrotada, Sakura se marchó de la aldea para siempre…. O eso creía ella. Ahora Sakura debe regresar para enfrentarse al doloroso y confuso pasado, al misterioso presente y al impredecible futuro. Y en esta ocasión no tendría la opción de huir.
En el Instituto de Konoha, Sakura Haruno era la chica podre de Konoha, pero le había robado el corazón al chico popular de la aldea, jugando al sueño del amor sobrellevo la peor época de su vida, hasta que la burbuja reventó al darse cuenta de la traición de Naruto Uzumaki y a todo lo que habían supuesto el uno para el otro. Abatida y derrotada, Sakura se marchó de la aldea para siempre…. O eso creía ella. Ahora Sakura debe regresar para enfrentarse al doloroso y confuso pasado, al misterioso presente y al impredecible futuro. Y en esta ocasión no tendría la opción de huir.
Última edición por mariland el Dom Abr 19, 2015 2:29 pm, editado 12 veces
mariland- Clan Suzaku
- Mensajes : 336
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En mi pequeño mundo feliz
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Suena muy bien, este pequeño prologo tiene mucha intriga y drama, ademas de que el titulo de mucho de que pensar.
Leon- Sennin
- Mensajes : 1085
45825
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Volviendo al pasado
Capitulo 1
Capitulo 1
- Volviendo al pasado:
- Siempre despierto sintiéndome desorientada como si no estuviera en mi hogar o en el lugar donde debería estar, miro a mi alrededor en busca de una respuesta pero no lo hay, nunca la hay.
Mi rutina es muy simple, me levanto y preparo un café, despierto a mi hijo y mientras él se organiza para ir a la academia yo le preparo el desayuno, desayunamos juntos charlando de cosas, lo acompaño hasta la puerta de la casa mientras lo veo despedirse en la distancia en el autobús de la academia, me organizo y recorro el pasillo hasta el despacho que tengo en casa, donde escribo mis libros.
Llevaba cinco páginas relativamente decentes antes de empezar a caminar por todo el lugar tratando de idear lo siguiente, pero su mente estaba bloqueada, varias pregunta se atropellaban en su cabeza, quien sería el próximo en morir, como haría la detective para superarse y resolver el caso sin ser demasiado predecible para sus lectoras, a quien salvar y a quien asesinar en el primer capítulo de su nuevo libro, y aun sin saber cómo sería asesinado. ¿La decapitación podría ser algo demasiado predecible?
—Siento interrumpir —dijo Ayame
Sakura se sintió aliviada ante la interrupción, tantas preguntas en su mente solo causaban un bloqueo mayor y eso la libra de tomar una decisión.
Ayame frunciendo el ceño ligeramente le entregaba un papel— pensé que querrías leer esto.
Sakura agarró la hoja. Era un email enviado a su Web, en la que había un link para que los fans se pusieran en contacto con ella. Ayame se ocupaba de la mayoría de los emails, pero de vez en cuando encontraba algo con lo que no sabía qué hacer.
—¿Alguna especie de acosador? —preguntó Sakura, incluso cuando no se le ocurría que escribir, una amenaza de muerte era más emocionante que el trabajo que tenía entre manos
—No exactamente. Dice que es tu sobrina.
¿Sobrina? Sakura miró la hoja.
Querida tía Sakura, 16/06/2014 6:06:04 p. m.
Me llamo Rin Haruno. Mi padre es tu hermano Nagato. Tengo catorce años y mi hermana Moegi tiene diez. Hace unos meses nuestro padre entró en prisión. Su nueva mujer, nuestra madrastra, dijo que nos cuidaría, pero cambió de opinión y se marchó. Pensé que Moegi y yo estaríamos bien. Soy muy madura para mi edad. Mis profesores me lo dicen todo el tiempo. Pero ya hace un tiempo que se marchó y estoy muy asustada. No se lo he dicho a Moegi porque aún es pequeña, pero no sé si podremos lograrlo las dos solas. No quiero contarle a papá lo que ha pasado porque quería mucho a Konan y se pondrá triste al saber que no lo ha esperado. Así que he pensado que tal vez tú podrías ayudarnos. Sé que aún no nos conocemos, pero he leído todos tus libros y me gustan mucho. Espero saber de ti pronto. Tu sobrina, Rin.
P.D. estoy utilizando el ordenador de la biblioteca, así que no puedes responderme al email. Pero aquí te dejo nuestro número de teléfono, 3048623. Aunque no tengamos luz, el teléfono sigue funcionando.
P.D. Estamos viviendo en tu vieja casa de Konoha.
Sakura leyó el email una segunda vez, intentando que esas palabras tuvieran sentido. Nagato había vuelto a Konoha, o por lo menos, lo había hecho antes de entrar en prisión. Hacía casi dieciocho años que no veía a su hermano. Él era mucho mayor y se había marchado el verano que ella cumplió doce. Desde entonces, no había vuelto a saber de él. Al parecer, se había casado un par de veces y tenía hijos. Hijas. ¡Dios! Unas niñas que estaban viviendo solas en una casa que, doce años antes, ya tenía un aspecto desagradable y de abandono. Dudaba que se le hubieran hecho muchas mejoras desde entonces. Las preguntas se precipitaban en su cabeza. Preguntas sobre su hermano y sobre por qué había regresado a Konoha después de estar fuera tanto tiempo. ¿Por qué estaba en la cárcel y qué demonios iba a hacer ella con dos sobrinas a las que no había visto en su vida? Miró su reloj. Apenas eran las once. Ya que era el último día de clase de Ryu antes de las vacaciones de verano, saldría del colegio a las doce y media. Si podía cargar el coche a tiempo, podrían ponerse en camino directamente desde la academia y estar en Konoha en unas cuatro horas.
—Tengo que ocuparme de esto —le dijo Sakura a su ayudante mientras escribía una dirección en un pedazo de papel—. Llama a la compañía eléctrica de Konoha y haz que vuelvan a conectarles la luz. Deberían aceptar una tarjeta de crédito para el pago. Haz lo mismo con el resto de servicios para la casa. Llamaré a las niñas para que sepan que voy para allá.
—¿De verdad son tus sobrinas? —le preguntó Ayame.
—Supongo. No veo a mi hermano desde que tenía la edad que ellas tienen ahora, pero no puedo permitir que estén allí solas. Sacudió la cabeza mientras pensaba qué más tenía que hacer. Su próximo libro no sería publicado hasta el otoño, así que no tenía que preocuparse por su promoción por ahora. Podía trabajar en su nueva historia en cualquier lugar donde tuviera su portátil. Por lo menos, así era en la teoría. —No sé cuánto tiempo estaremos fuera —continuó—. Supongo que harán falta un par de semanas para ponerlo todo en orden.
Ayame la miró. —¿Así, sin más?
—¿Qué quieres decir?
—¿No vas a pensar en ello? La mayoría de la gente vacilaría. Ni siquiera conoces a esas niñas.
Era verdad, pensó Sakura, pero, ¿qué opción tenía? —Son pequeñas, están solas y soy su familia. Tengo que hacer algo.
—Tú eres así; saltas a hacer lo que crees que está bien y eso es admirable, pero no siempre es lo más inteligente.
—Alguien tiene que ocuparse de esto —además, ella había crecido teniendo que ocuparse de cosas. Su madre nunca se había molestado en hacer nada—. Con suerte, no estaré fuera mucho tiempo.
—No te preocupes por eso, yo me encargo de todo por aquí.
Sakura forzó una sonrisa. —Sé que puedes hacerlo. Voy a preparar las maletas y después iré a buscar a Ryu. Hoy mismo iremos a Konoha.
—Puede que sea agradable volver a tu casa.
Sakura hizo lo posible por actuar con normalidad. —Claro, seguro. Bueno, llamaré a las niñas.
Esperó a que Ayame se marchara antes de levantar el teléfono. Marcó el número de la casa familiar y escuchó ocho tonos antes de colgar. No hubo respuesta. Seguro que las niñas seguían en el colegio. Volvería a intentarlo más tarde, desde su móvil. Tenía que hacer las maletas, llamar a unos amigos y decirles que estaría fuera un par de semanas, mandarle un email a su editor y a su agente para decirles lo mismo. «Logística», pensó mientras reunía las notas que había hecho sobre su última novela. Se le daba bien la logística. La habilidad de planear y ocuparse de los problemas era una de las razones por las que disfrutaba escribiendo sus novelas de misterio y detectives. Siempre había sido buena en el trabajo; era el resto de su vida lo que la hacía tropezar una y otra vez.
—Dejaré la introspección para más tarde —murmuró—. Ahora, acción.
Desconectó su portátil y después de guardar sus notas, unos cuantos bolígrafos, unas libretas y la agenda, fue hasta su dormitorio. Alrededor de una hora después, ya había guardado en las maletas lo que esperaba que fuera necesario, había cargado el coche y lo había repasado todo con Ayame. Su ayudante se ocuparía de la casa y se aseguraría de que se pagaran las facturas.
—¿Estás bien? —le preguntó Ayame.
—Claro. Genial. ¿Por qué?
Ayame, una antigua ayudante ejecutiva que pasaba de los treinta, frunció el ceño. —Sólo quería asegurarme. Debe de ser difícil asumir todo esto —vaciló antes de añadir—: Si no hay nadie más que se ocupe de las niñas...
—Lo sé. Pensaré en ello cuando tenga más información.
—Itachi y yo fuimos a Konoha en nuestra luna de miel, por aquel entonces, cuando pensaba que el matrimonio era algo bueno. No sabía que fueras de allí.
Nadie lo sabía, pensó Sakura. La vida le resultaba más sencilla cuando no hablaba de su pasado. —Me marché justo al terminar el instituto y me mudé aquí. Ahora Iwagakure es mi hogar.
Ayame le sonrió. —Si necesitas algo, llámame.
—Lo haré.
Sakura bajó las escaleras hasta el garaje y se metió en su Lexus. Había hecho cuatro maletas y además llevaba unas cajas con las películas favoritas de Ryu, su consola Xbox y un montón de libros. Repasó el inventario porque eso era más sencillo que pensar en lo que iba a hacer: volver al único lugar en el que no quería estar. El pueblo donde había crecido. Durante un segundo se preguntó si de verdad tenía que hacerlo, si de verdad tenía que ir a rescatar a esas niñas a las que no había visto nunca. Al momento, desechó esa idea. No podía dejarlas solas. Se ocuparía del problema, lo resolvería y volvería a su vida. Quedarse de brazos cruzados no era una opción. El tráfico de mediodía era relativamente ligero y llegó al colegio de Ryu en unos veinte minutos. El niño estaba hablando con sus amigos, probablemente haciendo planes para quedar, y cuando vio su pequeño todoterreno, saludó a su madre y corrió hacia el coche.
—Kisame dice que su familia irá a Yugakure en agosto y que sus padres van a llamarte para que me vaya con ellos —le dijo mientras subía.
—Hola a ti también —le saludó con una sonrisa.
Él sonrió. —Hola, mamá. ¿Qué tal te ha ido el día?
—Interesante.
—Genial. Ahora, ¿podemos hablar de Yugakure?
Su hijo era lo mejor de su vida, pensó mientras miraba su hermosa sonrisa. Tenía sus ojos, pero todo lo demás era de su padre; como si su ADN no hubiera tenido suficiente poder contra el de él. Ryu era inteligente, divertido, cálido y cariñoso. Tenía montones de amigos, buena disposición y quería ser arquitecto. Sakura sabía que todo el mundo decía que la adolescencia era terrible en el caso de los chicos, que a la edad de trece y catorce estaría haciéndole la vida imposible, pero por ahora eso no era un problema. En ese momento, Ryu era su mundo. Un mundo que acababa de dar un giro y que estaba tambaleándose.
—Yugakure, la aldea de los termales, suena divertido. Hablaré con la madre de Kisame. Si quieren llevarte y tú quieres ir, lo arreglaremos.
La sonrisa del chico se intensificó. Después, miró hacia la parte trasera del coche.
—¡Vaya! ¿Vamos a alguna parte?
Ella se incorporó al tráfico en dirección a su pasado. —Más o menos —dijo aferrándose al volante.
A lo largo de los años, había hecho lo posible por no mentir a su hijo, no sobre su padre ni sobre su pasado, y la mayoría de las veces le había dicho simplemente que había preguntas que no le respondería. Cuando él tenía cuatro y cinco años había logrado distraerlo. Con ocho, el niño se había decidido a descubrir la verdad. Ahora, sin embargo, preguntaba menos, probablemente porque sabía que no podría con ella.
—Hoy he recibido un email. ¿Recuerdas que te dije que tenía un hermano?
—Ajá. Nagato. No lo hemos visto nunca.
—Lo sé. Es mucho mayor que yo y se marchó cuando yo tenía doce años. Me desperté una mañana y se había ido. No volví a verlo.
Aún recordaba los sollozos de su madre intensificados por el alcohol. Desde ese momento, su madre se había pasado la vida esperando que Roy volviera sin que le importara ninguna otra cosa, y mucho menos ella. Sakura se había marchado poco después de graduarse en el instituto y había llamado a casa unas semanas después para decirle a su madre dónde estaba. «No te molestes en volver a llamar» había sido la única respuesta de la mujer antes de colgar.
—Entonces, ¿el tío Nagato te ha escrito?
—No exactamente —Sakura no sabía cuánto revelar. Contar la verdad era una cosa, pero compartir detalles era otra—. Él... eh... está metido en un problema y tengo que ayudarlo. Tiene dos hijas. Tus primas. Rin tiene catorce años y Moegi tiene tu edad.
—¿Tengo primas? No me lo habías dicho nunca.
—No lo he sabido hasta hoy.
—Pero son tu familia.
Era verdad, pensó. Y la palabra «familia» implicaba cariño y relación tal vez en la mayoría de las casas, pero no en la familia Haruno. Por lo menos, no hasta que ella había tenido a Ryu, ya que desde entonces se había decidido a ser una madre cariñosa y entregada para ofrecerle a su hijo un hogar seguro.
—No sabía dónde estaba Nagato. Después de eso nunca se puso en contacto conmigo —durante seis años había esperado que él volviera y se la llevara con él, que la cuidara como había hecho siempre. Había sido un parapeto entre su madre y ella, la había protegido.
—¿Saben que vamos? —le preguntó Ryu—. ¿Saben algo de mí?
—Aún no, pero lo sabrán. Vamos a quedarnos con ellas unas semanas —
No mencionó el hecho de que Nagato estaba en prisión. Ya habría tiempo para eso. Tampoco habló sobre la posibilidad de que las chicas tuvieran que vivir con ellos para siempre porque tal vez ningún otro familiar pudiera ocuparse de ellas.
—Crecí en un pueblecito llamado Konoha. Está en la ladera de las montañas.
—¿Tienen nieve? —le preguntó él emocionado porque a la edad de diez años, ver la nieve era lo mejor del mundo. Ella se rió. —Probablemente no la tendrán en junio, pero sí que nieva. Ahora hay muchas cosas que se pueden hacer allí, senderismo, nadar, hay un río y un lago.
—Podríamos ir de acampada.
Sakura prefirió no pensar en ello; para ella, ir de acampada podía igualarse a estar despierta durante una operación a corazón abierto. Pero claro, ella no era un niño de once años, ni le fascinaban los gusanos, el barro, jugar a los coches, y a las pistolas de plástico. Todo ello eran más rasgos que había heredado de su padre y eso era un problema. No había muchas probabilidades de que Naruto siguiera en Konoha, el único lugar al que él le había pedido que no fuera cuando le había dejado bien claro que no quería que su hijo y ella estuvieran cerca… Bueno, pues tendría que aguantarse, porque era una emergencia. Por otro lado, no le diría nada a su hijo, no cuando Naruto lo había rechazado por completo. Se ocuparía de las niñas y saldría de allí lo antes posible. Si se topaba con Naruto, se mostraría agradable y distante, nada más, porque después de todo ese tiempo y de todas las formas con que ese hombre había intentado hacerle daño, no había forma de que volviera a mostrarse vulnerable ante él. Había aprendido la lección. La habían engañado una vez y con una vez era suficiente. Se agarró con fuerza al volante y miró el navegador. Mostraba el camino a su destino y confiaba en que ese dispositivo la llevara de vuelta a casa una vez hubiera terminado.
Naruto Uzumaki estaba junto a las barricadas entre la multitud y los futbolistas. El sol ardía y los espectadores estaban eufóricos. El ruido de la fanaticada era algo que no olvidaría. Había habido un momento en su vida en el que había planeado ver el mundo desde los estadios, pero de eso hacía mucho tiempo, pensó mientras recordaba la sensación del viento contra su cara, la sensación de los músculos ardiendo mientras se esforzaba por ganar. Ganar había sido fácil, tal vez demasiado, y durante un juego se había descuidado. Aun lo recordaba como si hubiera pasado ayer, tenía el balón y la oportunidad de pasársela a su amigo Gaara pero él debía ser el que anotara, así que bajo todo pronóstico corrió hacia la portería, logro burlar a uno cuantos defensas pero al descuidarse choco de lleno con uno, sufrió una fractura doble en su pierna izquierda y un esguince en el tobillo, el resultado, había quedado con una cojera permanente que simplemente había arruinado su carrera apenas en el inicio, la lesión le había impedido volver a competir. Ahora, ocho años después, veía a los futbolistas enfrentarse, anotando y ser alabados por delante de él. Vio a su amigo Gaara y se preguntó «¿Y si…?», pero no tenía demasiada energía para tratar el tema. Ahora todo había cambiado. Se marchaba de la campo decidido a volver a su oficina cuando vio a una mujer entre la multitud. Durante un segundo pensó que se lo había imaginado, que estaba poniendo unos bellos rasgos que jamás olvidaría en el rostro de otra persona porque no, Sakura Haruno no podría haber vuelto a Kononha. Instintivamente se acercó, pero los separaban algunas barricadas y una pequeña multitud. La pelirrosada alzó la mirada de nuevo y en esa ocasión lo miró. Se quitó las gafas de sol y él pudo ver sus grandes ojos verdes y esa carnosa boca. Desde la distancia no podía ver las pecas de su nariz, pero sabía que estaban ahí. Incluso sabía cuántas tenía. Maldijo en voz baja. Sakura había vuelto. Hacía diez años que no la veía, excepto en la contraportada de sus libros. Cinco segundos antes, si se lo hubieran preguntado, le habría dicho a cualquiera que la había olvidado, que lo había superado. Que Sakura era su pasado. En ese momento, ella miró a otro lado, como si estuviera buscando a alguien. No a él, obviamente. Sakura había vuelto a Konoha. ¿Quién se lo iba a imaginar? Se abrió paso entre la multitud. Tal vez ahora ya no pudiera encontrarla, pero tenía la sensación de que sabía dónde estaría. Iría allí y le daría la bienvenida a casa. Era lo mínimo que podía hacer.
Sakura agarraba con fuerza la mano de Ryu de camino a la tienda de ultramarinos. La multitud congregada por el partido amistoso que se jugaba entre los veteranos y lo actuales jugadores locales. Había sido una tonta al pensar que podría encontrar a dos niñas a las que no había visto en su vida entre tanta gente. Ni siquiera sabía qué aspecto tenían. Señaló hacia un vendedor ambulante que vendía helados y le compró a Ryu su sabor favorito: Vainilla. A su alrededor, grupos de gente se reían y hablaban sobre el partido. Oyó algo sobre una nueva escuela de futbol y un nuevo hospital que se iban a construir.
«Cambios», pensó.
Konoha había cambiado en los últimos diez años aunque no lo suficiente como para que ella olvidara. A pesar de tener que desviarse por calles cortadas, encontró fácilmente el camino hacia la casa donde había crecido.
—¿Viviste aquí antes de ir a Iwagakure? —le preguntó Ryu.
—Ajá. Crecí aquí.
—¿Con mi abuela?
—Sí.
—Ahora está muerta.
El niño pronunció esas palabras como parte de una mera información porque eso era lo único que significaban para él. Nunca había llegado a conocer a su abuela. Cuando Sakura se había marchado del pueblo a los dieciocho años, huyendo de allí con un corazón roto, había encontrado el camino hasta la ciudad junto a la bahía, había encontrado un trabajo y un lugar donde alojarse… y después había descubierto que estaba embarazada. Su primer instinto había sido volver a casa, pero esa inicial llamada de teléfono la había hecho actuar con cautela. Durante el siguiente año, había llamado a casa en dos ocasiones y ambas veces su madre le había dejado claro que ya no era parte de la familia. Ese rechazo le había hecho daño, pero no le había supuesto ninguna sorpresa. Su madre, además, se había regocijado diciéndole que no, que Naruto Uzumaki nunca había llamado ni había preguntado por ella. Después de que la mujer hubiera muerto cuatro años atrás, Sakura no había llorado, aunque sí que lamentó no haber tenido nunca una relación con ella. Ahora, mientras cruzaba una tranquila calle, se vio en su viejo barrio. Las casas eran modestas, de dos y tres dormitorios con pequeños porches y una pintura estropeada, aunque unas cuantas resplandecían como brillantes flores en un jardín abandonado, como si el vecindario estuviera intentando volver a ser agradable. La peor casa de la calle estaba en el medio. Era una construcción que hacía daño a la vista, con la pintura despellejada y a la que le faltaban tejas. El jardín tenía más hierbajos que plantas o césped, y las ventanas estaban cubiertas de porquería. Había madera contrachapada cubriendo agujeros. Utilizó la llave que había encontrado bajo el felpudo de la puerta delantera y revisó rápidamente la casa para ver si las niñas estaban allí.
A juzgar por los libros de colegio apilados sobre la mesa de la sucia cocina y las ropas de las niñas en el suelo de las habitaciones, supuso que sus vacaciones de verano aún no habían dado comienzo. Ahora iba hacia la cocina con la cena de la noche. Faltaban la mitad de los muebles, como si alguien hubiera empezado a remodelarla y luego hubiera cambiado de opinión. La nevera funcionaba, pero estaba vacía, y tampoco había comida en la despensa. Había unas cuantas bolsas de patatas fritas en la basura y una pequeña manzana sobre la encimera. No sabía qué pensar. Basándose en la carta de su sobrina, las niñas llevaban solas semanas, desde que su madrastra se había marchado. Con su padre en prisión y sin más familia, ¿no debería haberse hecho cargo el estado? ¿Dónde estaban los servicios sociales? Tenía más preguntas, pero se imaginaba que ya se ocuparía de eso más tarde. Eran más de las cuatro. Las niñas pronto volverían a casa. Una vez que todos se hubieran conocido, averiguaría qué estaba pasando.
—¿Mamá? —le gritó Ryu desde el salón—. ¿Puedo ver la tele?
—Si, pero solo hasta que lleguen tus primas.
Ayame ya había llamado para confirmarle que había pagado todas las facturas pendientes de la casa y que todo debería funcionar. Sakura pudo ver que había electricidad. Giró el grifo y de él salió agua, lo cual era un extra. Unos segundos después, oyó el sonido de unos dibujos animados, lo que indicó que también había televisión por cable. La vida moderna que conocía había quedado restablecida. Volvió a la parte delantera de la casa y subió las escaleras hasta el segundo piso, donde fue directamente al dormitorio principal. Era la única habitación de la casa que tenía fotos de la familia. Una fotografía de boda de un Nagato mucho mayor de lo que recordaba junto a una mujer estaba colocada sobre una destartalada cómoda. Además, había un par de fotografías de colegio de las niñas. Sakura se acercó y las observó en busca de rasgos que le resultaran familiares. Moegi parecía tener la sonrisa de Nagato. Rin tenía sus ojos y sus mismas pecas. Las dos eran castañas: Rin tenía unos suaves tonos rojizos mientras que el de Moegi era auténticamente café, absolutamente adorable. Se giró para mirar la habitación. La cama no estaba hecha, los cajones de la cómoda estaban abiertos y vacíos y en el sorprendentemente grande armario sólo había ropa de hombre. Había un par de cajas llenas de calcetines y ropa interior… que seguramente había puesto allí la mujer de Nagato. Imágenes del pasado la invadieron cuando salió al pasillo y entró en el dormitorio que había sido suyo, recuperando recuerdos de cosas que había intentado olvidar por todos los medios. Oyó ecos de los gritos de su madre, inhaló el aroma a alcohol y recordó los susurros de los hombres que habían entrado y salido. La mayoría de los «amigos» de su madre se habían mantenido alejados de ella, pero unos cuantos la habían mirado con una intensidad que la había hecho sentirse incómoda.
Entró en la que había sido su habitación. El color de las paredes era distinto, el rosado desgastado había sido sustituido por un lavanda claro. Las paredes estaban recién pintadas, y habían lijado el rodapié, aunque no estaba terminado. En el cuarto de baño que había al otro lado del pasillo, el suelo estaba levantado exponiendo hojas de contrachapado por debajo. Había visto que en la casa había muchos proyectos medio empezados que le daban a la ya de por sí vieja y destartalada casa un aspecto de abandono y ruina. Un buen contratista podría solucionarlo todo en unas semanas, aunque tal vez lo mejor sería derribar la casa y darla por muerta. Dejó de pensar en ello. Llevaba allí como una hora y ese lugar ya estaba afectándola. Tenía que recordar que en Iwagakure tenía una gran vida, un trabajo que adoraba, una casa preciosa y un hijo increíble. Se había marchado de Konoha hacía diez años y ahora era una persona distinta. Mayor, más fuerte, capaz de enfrentarse a unos cuantos recuerdos. Además, no es que fuera a quedarse allí permanentemente. Descubriría qué estaba pasando y después llevaría a las niñas al lugar donde fueran a vivir o se las llevaría a su casa. Un par de semanas, se dijo. Tres como mucho.
Bajó las escaleras y oyó unas voces, pisadas correteando por el porche y después el sonido de la puerta principal al abrirse. Había dos niñas; la más alta parecía asustada y aliviada a la vez, mientras que la más pequeña se había quedado atrás, tímidamente.
—¿Tía Sakura? —preguntó vacilante Rin, la niña de catorce años. Sakura les sonrió y asintió.
—Hola. Espero que no os importe que haya entrado. La llave estaba ahí mismo…
El resto de lo que iba a decir quedó en el aire cuando las dos niñas corrieron hacia ella y la abrazaron con fuerza, como si no quisieran separarse de ella jamás.
Revelaciones
Capitulo 2
Capitulo 2
- Revelaciones:
- Sakura les devolvió el abrazo, un abrazo en el que pudo captar desesperación y alivio. Eran demasiado pequeñas como para estar solas. ¿En qué había estado pensando la mujer de Nagato? Añadió esa pregunta a la lista de dudas que tenía y que iba en aumento, pero ya les buscaría respuesta más tarde. Por el momento quería que las niñas se sintieran a salvo y que comieran bien.
—¿De verdad estás aquí? —le preguntó Rin.
—Sí. He recibido tu email esta mañana y he venido directamente.
Rin, delgada y casi tan alta como ella, respiró hondo. —Me alegro mucho. Me he esforzado mucho por hacerlo bien, pero no he podido. El dinero que nos dejó Konan se nos acabó enseguida.
Moegi, también muy delgada, se mordía el labio inferior. —¿Eres nuestra tía?
—Sí. Vuestro padre es mi hermano.
—Eres famosa.
Sakura se rió. —No mucho.
—Pero tienes libros en la biblioteca. Los he visto —Moegi miró a su hermana —. No los leo porque Rin dice que me darán pesadillas.
Sakura alargó la mano y tocó la mejilla de la niña. —Creo que tiene razón, pero podrás leerlos cuando seas un poco mayor.
—O podrías escribir un libro para niñas de mi edad.
—Pensaré en ello —desvió la mirada y vio a Ryu de pie junto al vestíbulo—. Chicas, tenéis un primo. Mi hijo Ryu ha venido conmigo. Ryu, son tus primas, Rin y Moegi.
Las niñas se dieron la vuelta y Ryu les sonrió. —Hola —dijo más con curiosidad que vergüenza.
—Hola —respondieron las niñas al unísono.
—Ryu tiene diez años —les dijo Sakura—. Hoy ha terminado las clases.
Rin arrugó la nariz. —Nosotras tenemos que ir hasta el viernes y después nos dan las vacaciones de verano.
Un hecho que lo haría todo mucho más fácil, pensó Sakura. Si terminaba llevándose a las niñas, no tendría que preocuparse por tener que sacarlas del colegio a mitad de curso. Moegi se giró hacia ella.
—¿Dónde está el padre de Ryu, tía Sakura?
No era una pregunta que Sakura quisiera responder en ese mismo momento. Vio la expresión de su hijo endurecerse, como si esperara que fuera a darles algo de información, pero ella no lo veía muy probable, pensó mientras deseaba que las cosas hubieran sido distintas y que Naruto por lo menos hubiera querido formar parte de la vida de su hijo.
—No está con nosotros —dijo Sakura intentando quitarle importancia al tema—. ¿Por qué no vamos a la cocina y os preparo algo para comer? He comprado un pollo asado y unas ensaladas de camino. Después, podremos conocernos un poco más y me contaréis qué está pasando.
Tenía más que decir, pero las niñas salieron corriendo hacia la cocina, como desesperadas por comer. Les sirvió a cada una unos buenos trozos de pollo junto con ensalada de col y patata. Las niñas prácticamente engulleron la comida. Sakura les puso unos vasos de jugo que había comprado y se bebieron dos cada una. Mientras las veía devorar la comida, se sintió furiosa. ¿Cómo podía haberlas abandonado sin más la mujer de Nagato? ¿Qué clase de mujer dejaba a dos niñas solas? Lo mínimo que podía haber hecho era llamar a los servicios sociales mientras se marchaba del pueblo. Decidió que lo descubriría todo sobre Konan y que crearía un personaje como ella en su próximo libro al que mataría. Sería una muerte espantosa, se prometió. Lenta y dolorosa. Ryu miraba a las niñas con los ojos como platos, pero no dijo nada. Parecía que estaba dándose cuenta de que llevaban tiempo sin comer, lo cual era muy triste, pero probablemente una buena lección para él. No todo el mundo tenía la suerte de tener tres comidas al día. Sakura se fijó en sus camisetas, desgastadas y no muy limpias. Sus vaqueros también habían visto mejores días y hacía falta tirar esas sandalias que llevaban. Sabía que la mayoría de niñas de catorce años se sentirían humilladas por no llevar ropa de última moda y un suave toque de maquillaje. ¿Había Rin elegido prescindir de ambas cosas? Cuando dejaron de comer con tanta ansia, Sakura se situó en frente de Rin. Ryu estaba a su lado y ella lo rodeó por la cintura.
—¿Cuánto tiempo hace que se fue Konan?
—Un poco. Casi tres meses. Nos dejó cien dólares y cuando se nos acabó… —bajó la mirada al plato y lo apartó. Sakura pensó en las bolsas vacías de patatas fritas que había en la basura y en la pequeña manzana de la encimera. Si no tenían dinero ni nadie que las cuidara, la única posibilidad era que Rin hubiera estado robando comida para poder sobrevivir.
—Hablaremos de eso más tarde. En privado. Podemos ir a hablar con los dueños de las tiendas y explicárselo todo. Yo les devolveré el dinero.
Rin se sonrojó y tragó saliva. —Yo… eh… gracias, tía Sakura.
—¿Y si me llamas «Tía»? Tía Sakura es demasiado largo.
—De acuerdo. Gracias, Tía.
—¿Sabían vuestros amigos que Konan se había ido? Moegi sacudió la cabeza.
—Rin dijo que no se lo contáramos a nadie porque entonces se nos llevarían, viviríamos en casas distintas y jamás volveríamos a vernos.
—No iba a permitir que me quitaran a Moegi — dijo Rin con fiereza y con su mirada brillante y cargada de determinación. Se trataba de un sentimiento admirable, aunque muy poco práctico cuando la alternativa era morirse de hambre. Claro que Sakura no era la persona adecuada para hacer una crítica al respecto; ella había adorado a su hermano mayor y él se había marchado sin decirle ni una palabra y dejándola sola. —Algunos de mis amigos se lo han imaginado —admitió Rin—, y a veces nos han traído comida. Ha sido duro. De verdad creí que podría ocuparme de las dos.
—Es una gran responsabilidad —dijo Sakura—. Lo has hecho lo mejor que has podido, pero la situación era imposible. Me alegra que me hayas escrito.
Moegi sonrió. —Ha leído todos tus libros, igual que papá. Los tiene todos arriba. ¿Podemos ir a verlo?
—Primero dejad que me entere de lo que está pasando —les explicó Sakura. Ni siquiera sabía dónde estaba Nagato, y mucho menos por qué razón estaba encarcelado.
—Papá está orgullosísimo de ti —le dijo Rin—. Habla de ti todo el tiempo.
Sakura no estaba segura de cómo se sentía por ello ya que, por muy orgulloso que estuviera, no parecía estarlo tanto, porque de lo contrario se habría puesto en contacto con ella. Como sus hijas acababan de demostrar, localizarla no era tan difícil.
Moegi levantó la mirada al techo. —Han conectado la luz —sonrió—. Ya no volveremos a estar a oscuras.
—Os lo han conectado todo, incluso la televisión por cable. A las niñas se les iluminaron los ojos.
—¿Podemos ver la tele? —preguntó Moegi. Ryu miró a Sakura y sonrió como recordándole que él no era el único niño que quería estar viendo la televisión todo el día.
—No, hasta que hayáis hecho los deberes —les informó Ryu—. Y no todas las noches. Sakura se rió.
—Es verdad. Insisto en que todas las semanas dediquemos una noche a la lectura, y nos sentamos tranquilamente a leer.
—Me gusta leer —dijo Rin—, pero papá y Konan nos dejaban ver la tele todo el rato.
Ya se ocuparía de ese asunto más tarde, pensó Sakura. —Si habéis terminado, ¿por qué no lleváis los platos a la pila y los aclaráis? Después haremos una lista de la compra e iremos a la tienda.
Una vez hubieron lavado los platos, Sakura mandó a Ryu al baño de arriba para que comprobara si había papel del baño y a Moegi a comprobar si tenían detergente de la ropa junto a la vieja lavadora que había en el garaje. Rin y ella se sentaron en la mesa y empezaron a hacer la lista.
—Compraremos lo básico, pero no demasiado. No estoy segura de cuánto tiempo estaremos aquí.
Rin frunció el ceño mientras se echaba su larga melena sobre el hombro. —No vamos a marcharnos. No voy a dejar que nadie me separe de Moegi.
Sakura le acarició el brazo. —No estoy sugiriendo nada parecido, pero no podéis quedaros aquí solas. Tenéis que vivir con un adulto. Hablaré con vuestro padre sobre la situación. Si tenéis más familia habrá opciones que podremos barajar. Si no, Moegi y tú vendréis con nosotros a Iwagakure.
La niña se puso de pie. —No, no iremos. Vivimos aquí. En Konoha—los ojos se le llenaron de lágrimas.
Sakura se levantó. —Lo siento. No debería haber dicho eso. Toda esta situación es nueva para mí y ni siquiera nos conocemos. No te preocupes por eso de momento.
—No iré. Y Moegi tampoco irá —su mirada era desafiante, a pesar de las lágrimas—. Lo digo en serio, Tia. No puedes obligarnos.
Sakura sabía que si le daban la custodia de las niñas, podría hacerlo y lo haría, pero ahora mismo no había necesidad de insistir en el tema. —Lo comprendo. Como te he dicho, deja que hable con tu padre y que veamos cómo está la situación. No haré nada sin hablar primero contigo. ¿Podemos dejar el tema de lado por el momento?
Rin parecía querer discutir, pero asintió lentamente. Sakura se sentó y retomó la lista. —¿Champú y acondicionador?
Rin se dejó caer en la silla. —También se nos ha acabado.
—Tendréis que decirme cuál os gusta. ¿Y maquillaje?
Era un soborno, claramente. —Ah, no llevo mucho, pero me gustaría.
Sakura sonrió. —Compraremos máscara de pestañas y brillo de labios por el momento, pero dentro de unos días iremos a la perfumería y nos entretendremos comprando muchas más cosas.
Rin se inclinó hacia ella. —¿Llevas mechas?
Sakura se pasó los dedos por su melena cortada a capas. Le caía justo por debajo de los hombros y era un largo que le permitía recogérselo en una coleta, en un moño o ponerse rulos para hacerse unos preciosos y marcados rizos.
—Unas pocas. Tenemos el pelo algo muy distinto, sin embargo se que si le aplicas un poco de dorado rojizo a tu cabello le añades volumen. Ahora mismo estás preciosa sin más, pero dentro de unos años querrás mejorar.
Rin se sonrojó. —Moegi odia su pelo.
—Acabará gustándole. Cuando eres pequeña, cuesta ser diferente.
—Eso era lo que decía mi madre —apretó los labios—. Murió.
—Lo siento.
—Fue hace mucho tiempo. Moegi no la recuerda.
—Pero tú sí.
Rin asintió. Sakura se preguntó por la mujer con la que se había casado su hermano y dónde había estado él todo ese tiempo. ¿Cuándo había vuelto a Konoha? ¿Había sido al morir su madre? Sakura sospechaba que le había dejado la casa a él, pero ¿cómo lo habrían localizado? La única posibilidad era que él hubiera estado en contacto con su madre todo ese tiempo. Más preguntas que dejarían para más adelante, pensó.
Ryu bajó las escaleras. —No hay papel del baño y tampoco hay gel. Moegi volvió a la cocina para decir que tampoco había detergente de la ropa.
—No sé si mi coche es lo suficientemente grande para todo lo que tenemos que comprar —dijo Sakura bromeando—. Puede que tengamos que ataros a alguno en el techo del coche para dejar espacio dentro.
Moegi se quedó un poco impactada, pero Ryu se rió. —¡A mí! ¡Átame al techo del coche, mamá!
—Gracias por presentarte voluntario.
Moegi los miró a los dos y sonrió, como si ahora estuviera captando el chiste. —A mí también podrías atarme.
—Vaya, gracias —dijo Sakura, acariciándole la mejilla—. Eres muy considerada. Bueno, ¿estamos listos? Estaba pensando que podríamos cenar ramen. ¿Qué os parece?
—Es mi comida favorita —dijo Ryu.
—Y la mía también —añadió Moegi.
—¿Con pan de ajo? —preguntó Rin.
—No serían Ramen de verdad si no llevaran pan de ajo —le dijo Sakura. Rin sonrió.
Una jornada de compras, una cena y una limpieza de cocina compartida más tarde, Rin estaba haciendo un último trabajo para el colegio mientras Moegi y Ryu se sentaron en el sofá para ver una película. Sakura se sirvió una copa de vino y salió al porche para tomársela. Aunque sus sobrinas eran fantásticas, la situación era muy intensa y sentía la necesidad de estar a solas unos minutos.
Se sentó en los escalones del porche. La noche era clara y las estrellas se veían mucho más grandes y más cercanas que en San Francisco. Ahí no había luces de la gran ciudad que enralecieran el cielo. Podía distinguir las montañas al este alzándose en el cielo y las cumbres casi parecían rozar las destellantes estrellas. El sonido de la película que los niños estaban viendo dentro la hizo sentirse bien, segura. Moegi y Rin eran unas buenas chicas que se enfrentaban a una imposible situación y por eso su furia ante el hecho de que Konan las hubiera abandonado iba en aumento a cada segundo. ¿Cómo podía un adulto alejarse de unas niñas así, sin más? Aunque no las quisiera, podría haber hecho algo para asegurarse de que alguien se ocupaba de ellas. Una parte de Sakura quería llamar a la policía y denunciar a esa mujer, pero no lo haría. No, hasta que todo estuviera aclarado. Involucrar a los asuntos sociales era una complicación que no necesitaban. Además, primero quería hablar con Nagato. En la cena, Rin había mencionado que su padre estaba en la prision Hōzukijō. Sakura se había documentado al respecto para uno de sus libros y aún tenía contactos allí, por lo que le sería relativamente fácil entrar para ver a su hermano. Sin embargo, saber eso no hacía que la idea de verlo después de tantos años fuera más agradable. ¿Qué iba a decirle? Decidió no pensar en ello y volvió a centrar su atención en la preciosa noche. Eso era más sencillo que pensar en el pasado, o incluso en el presente. Después de tanto tiempo, había vuelto a Konoha. ¿Quién se lo habría imaginado? El momento de las compras se había sucedido sin incidentes; sólo una dependienta la había reconocido lo suficiente como para llamarla por su nombre. La mujer, ya mayor, no le había resultado familiar, pero sabía muy bien cómo era la vida en los pueblos y por eso había fingido estar encantada ante el encuentro. La mujer le había comentado que era maravilloso que hubiera vuelto para estar con las hijas de Nagato. Un comentario inocente, pensó Sakura mientras daba un sorbo de vino. No había habido razón para contestar a la mujer, para decirle bruscamente cómo era posible que un pueblo entero no se hubiera dado cuenta de que había dos niñas viviendo solas. Claro que ése era el mismo pueblo que años atrás había visto muchos golpes en sus brazos y piernas y nadie le había preguntado nada tampoco.
—No vuelvas a pensar en ello —se dijo.
Estaba allí para ayudar a las hijas de Nagato y marcharse lo antes posible. Nada más. Oyó a alguien caminando por la acera e instintivamente se puso tensa antes de recordar que estaba en Konoha y que allí nadie asaltaba a nadie. Alzó la mirada y vio a un hombre que se detuvo en el portón de su casa y entró. Casi se le cayó la copa de entre los dedos cuando vio que ese hombre que se dirigía hacia ella era Naruto Uzumaki.
—Hola, Sakura.
Era tan alto y guapo como recordaba. Más ancho de constitución y un poco mayor, pero había envejecido muy bien. Estaba demasiado oscuro como para que pudiera distinguir sus rasgos, pero creía poder decir que se alegraba de verla. Por lo menos, estaba sonriendo. No podía creerse que fuera real. ¿Por qué iba a estar Naruto alegre de verla de vuelta allí? Aferró la copa de vino con las dos manos. Levantarse sería lo más apropiado y educado, pero dudaba que pudiera mantenerse en pie. Le temblaban las piernas mientras miraba al primer hombre que había amado. Si se hubiera tomado otra copa de vino, probablemente habría admitido que era el único hombre al que había amado, pero ¿por qué pararse a pensar en eso ahora?
—Naruto —dijo sorprendida de volver a pronunciar ese nombre después de tanto tiempo.
Le había gritado, lo había maldecido, había llorado por él, le había suplicado… pero sólo en su mente. En los últimos diez años, no había vuelto a pronunciar su nombre. Excepto una vez… ante su esposa.
—Me había parecido verte antes —dijo él, acercándose y metiéndose las manos en los bolsillos con una leve sonrisa—. En el estadio. He intentado alcanzarte, pero había demasiada gente. Has vuelto. Estás muy bien.
¿Qué estaba qué? Haciendo acopio de todas sus fuerzas, dejó la copa sobre el suelo del porche y se puso de pie. Se cruzó de brazos y tuvo que alzar la cabeza para mirarlo a los ojos. Estaba claro que el paso del tiempo no lo había hecho encogerse.
—No es lo que piensas. No he venido a crear problemas.
—¿Por qué ibas a hacer eso? —le preguntó él confuso.
—He venido por mi hermano y mis sobrinas. No se trata de nada entre nosotros.
La sonrisa de Naruto se difuminó hasta convertirse en una fina línea. —En cuanto a eso… —se encogió de hombros—. Fui un crío y un cretino. Lo siento.
No era una disculpa que estuviera a la altura de lo que la había hecho sufrir al rechazarlos a su hijo y a ella, pero a Naruto nunca se le había dado bien eso de aceptar la responsabilidad en sus relaciones. Después de todo, él era un Uzumaki, miembro de una buena familia; una chica de la zona pobre era lo suficientemente buena como para acostarse con él, pero un tipo como Naruto nunca querría nada más con alguien así.
—Bueno, el caso es que no sabía que mi hermano había vuelto y no sabía que tenía dos hijas hasta que Rin me ha escrito. Por eso estoy aquí. Estaré dos semanas, tres como mucho, y me mantendré alejada de tu camino, como me pediste —o, mejor dicho, como le «ordenó», pero estaba muy cansada y no le apetecía entrar en el tema. Una pelea con Naruto complicaría aún más la situación. Sacudió la cabeza e intentó mantener la calma. —Pero tengo que señalar que no eres dueño de este pueblo y que no tienes ningún derecho a decirme dónde puedo o no puedo estar.
—Lo sé —dijo Naruto dando un paso más hacia ella—. ¿Te ayudaría saber que no tengo la más mínima idea de lo que me estás diciendo? Y esa sonrisa volvió, la misma que siempre había tenido la capacidad de hacerla sentir como si tuviera mariposas en el estómago. —Quería darte la bienvenida y decirte que creo que es genial que hayas triunfado tanto con tus libros, aunque no estoy seguro de que me guste esa parte en la que me matas una y otra vez.
Ahora él no era el único que estaba confundido. ¿Quería hablar de sus libros? —Te lo mereces y, técnicamente, no te he matado.
—Entonces, ¿por qué todas tus víctimas tienen más que un mero parecido conmigo?
—No sé de qué me hablas —lo cual era mentira.
—De acuerdo. La sonrisa volvió a desvanecerse cuando dio otro paso hacia ella. Un paso que lo acercó demasiado. —Hace once años fui un cretino. Lo admito y lo siento. Eso es lo que he venido a decirte.
—¿Qué? —bajó las manos hasta las caderas y lo miró—. ¿Eso es todo? ¿Después de todo lo que pasó la última vez que vine aquí?
—¿Qué última vez?
—Hace cinco años volví para hablar contigo, pero tuve una conversación bastante incómoda con tu mujer. Estabas fuera y unos días después recibí tu carta.
—¿Qué? —preguntó él extrañado.
Ella quería gritar. —Vine a hablar contigo, a contarte lo de Ryu. Vi a Hinata y me dijo que no estabas en el pueblo. Unos diez días después, recibí una carta de tu parte diciéndome que no querías saber nada de nosotros, que me mantuviera alejada de Konoha y que si volvía, te asegurarías de que lo lamentara.
—Acepto que lo que te hice hace tantos años fue estúpido y mezquino y lo siento, pero no metas a mi mujer en tus historias.
—¿Historias? ¿Crees que estoy mintiendo? Hablé con tu mujer hace cinco años y tú me escribiste una carta. Aún la tengo.
Él sacudió la cabeza. —Yo no te escribí ninguna carta —vaciló—. No sé si viste a Hinata o no, tal vez yo estaba de viaje. Hoy te he visto aquí y he venido a saludarte y a pedirte disculpas. Eso es todo —la miró fijamente—. Y por cierto, ¿quién es Ryu? ¿Tu marido? ¿Estás casada?
¡Oh, Dios! Sakura volvió a sentarse en el escalón. La invadieron los recuerdos y se le hizo imposible elegir sólo uno. El pasado más reciente fue lo primero que se coló en su mente recordándole cuánto había amado a Naruto, cómo la había convencido para que confiara en él, cómo le había dicho que la amaba. Ella se había entregado a él una noche llena de estrellas junto al algo; una desesperada emoción no había sido suficiente para evitar que su primera vez le doliera, pero Naruto la había abrazado mientras lloró. Habían planeado que ella fuera a reunirse con él en la universidad porque estar juntos en Konoha era imposible. Y no porque su familia fuera especialmente rica, sino porque eran una familia muy respetable y eso Sakura Haruno jamás podría serlo. Lo recordó a él y a sus amigos en la cafetería donde Sakura trabajaba después de clase, cómo su amigo Gaara había mencionado haberlos visto juntos y cómo Naruto había dicho que ella no era nadie. La había negado, los había negado a los dos y Sakura lo había oído todo. Tal vez si ella hubiera sido mayor habría entendido por qué Naruto había dicho lo que dijo, o si él hubiera sido más maduro o fuerte, podría haberse enfrentado a sus amigos. Por el contrario, le había hecho daño y ella había reaccionado ante ese ataque. Se había acercado a la mesa, había agarrado el batido de chocolate que le había llevado hacía escasos minutos y se lo había tirado a la cara. Después, se había marchado; había dejado su trabajo, había metido sus cosas en una bolsa y había huido a Iwagakure. Tres semanas después, se había enterado de que estaba embarazada. Había regresado al pueblo para contárselo a Naruto, pero entonces lo había encontrado en la cama con otra. Había huido de nuevo y en esa ocasión se había decidido a estar sola. Pero cinco años atrás, cuando Ryu iba a empezar el primer grado en el colegio, había decidido probar de nuevo con Naruto y así había terminado hablando con su esposa y recibiendo la carta en la que él decía que no quería saber nada de los dos. Pero nada tenía sentido. Naruto era muchas cosas, pero no estúpido. No se olvidaría de su propio hijo a menos que no lo supiera, que su mujer no le hubiera hablado de la visita de Sakura.
—¿Sakura? ¿Qué está pasando?
—No lo sé —se levantó—. Aun corriendo el riesgo de arrepentirme, ¿Hinata nunca te dijo que vine a verte?
—Así es.
—Tú nunca me escribiste una carta.
—No.
—Entonces, ¿no sabes nada de esto?
—¿De qué?
Ella respiró hondo. Había sabido que existían muchas posibilidades de volver a encontrarse con él, con su mujer, o con los dos, pero jamás se habría imaginado algo parecido.
—Hace cinco años volví para verte. Bueno, no, en realidad volví semanas después de marcharme, pero estabas en la cama con Ino.
—¿Qué? Yo no… —dio media vuelta y volvió a girarse hacia ella—. No es lo que crees.
—Me pareció que los dos estabais desnudos en la cama —dijo intentando que su voz no se viera afectada—. No importa. Que te acostaras con Ino no es la cuestión.
—Yo no me acosté con ella.
—¿No? Entonces, vuestra intensa relación tampoco es la cuestión. Volví para decirte que estaba embarazada y, cuando te vi en la cama con Ino, me marché. Estaba demasiado herida, demasiado furiosa. Me habías negado en público y después te habías acostado con una de las chicas que encontraban una gran satisfacción atormentándome. Bueno, el caso es que siempre quise que lo supieras y por eso vine hace cinco años para contarte lo de Ryu. Hablé con Hinata y se lo conté y entonces recibí una carta tuya diciendo que no querías tener nada que ver conmigo ni con Ryu y que nos mantuviéramos alejados de aquí —una carta que, al parecer, había escrito Hinata. Naruto la miró como si nunca antes lo hubiera hecho y en su rostro se vieron reflejadas muchas emociones, entre ellas incredulidad, confusión y rabia.
—¿Ryu no es tu marido?
—Es mi hijo. Tu hijo. Tiene diez años. Y está aquí.
mariland- Clan Suzaku
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Bueno chicos espero un monton de comentarios positovos negativos como sea... estos dos capitul es un abre bocas a la historia espero muchas intrigas, y que la historia sea de su total agrado.
mariland- Clan Suzaku
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
me guata la historia espero poder ver como se desarrolla pronto
te digo que llegue a odiar a naruto al saber que nego a su hijo pero igual queria saber sus razones ahora solo pido una cosa MATA A HINATA
ojala actualizes pronto
te digo que llegue a odiar a naruto al saber que nego a su hijo pero igual queria saber sus razones ahora solo pido una cosa MATA A HINATA
ojala actualizes pronto
Okami_Uzumaki- Aprendiz
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Esta muy buena, todos esos engaños y malentendidos la hacen muy entretenida y la vez misteriosa. Me alivia mucho el hecho de que Naruto no supiera sobre su hijo, sabia que no podia ser tan poco hombre como para negarlo.
Continualo pronto
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Andrexvg- Chunnin
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Posesiones :
Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Hay un montón de mentiras e intrigas entre Naruto y Sakura y por supuesto su hijo. Como le va cambiar la vida a Naruto con el retorno de Sakura y el saber que tiene un hijo y que por supuesto su mujercita es un metirosa de lo peor y creo que su famila también.
Eso sí, muy mal Naruto en jugar con Sakura y sus sentientos, era joven, pero eso no justifica sus acciones, Sakura sufrió pero se sobrepuso a la traicíón y el desengaño de Naruto y al abandono de su madre, pero ahora es una mujer plena, fuerte e independiente y parece ser una excelente madre.
Eso sí, muy mal Naruto en jugar con Sakura y sus sentientos, era joven, pero eso no justifica sus acciones, Sakura sufrió pero se sobrepuso a la traicíón y el desengaño de Naruto y al abandono de su madre, pero ahora es una mujer plena, fuerte e independiente y parece ser una excelente madre.
Leon- Sennin
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45825
Posesiones :
Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Verdad
Capitulo3
Capitulo3
- Verdad:
- Naruto oyó las palabras, pero no les encontraba ningún sentido. ¿Hijo? ¿Un niño de diez años que era suyo? —Nunca me lo habías dicho. A pesar de pronunciar esas palabras, sentía que no podía hablar. ¿Un bebé? No. No un bebé. Un niño. Su hijo.
—Sí que te lo dije —repitió Sakura poniendo las manos sobre las caderas, como si estuviera preparada para enfrentarse a él—. Acabo de explicarlo. Admitiré que no hice mucho esfuerzo cuando volví la primera vez, pero veros desnudos a los dos en la cama fue demasiado para mí. Por eso volví una segunda vez.
—Para —la miraba cada vez más furioso—. Estás mintiendo.
—Te lo dije… aún tengo la carta. Puedo decirle a mi ayudante que me la envíe, llegará aquí pasado mañana.
Él sabía que no había ninguna carta, sobre todo porque nunca había escrito una. Se dio la vuelta y fue hacia el portón antes de volver a girarse hacia la casa. La silueta de Sakura se dibujaba contra la tenue luz del porche. Le había alegrado mucho verla, había querido ir a hablar con ella y se había encontrado con eso.
—¿Cómo demonios puedes quedarte ahí y decirme que tengo un hijo de diez años? —echó a andar hacia ella con el ceño fruncido—. ¿No te molestaste en decirme que estabas embarazada? ¿Qué te da ese derecho?
—Intenté decírtelo, pero estabas demasiado ocupado tirándote a Ino.
Él la agarró de un brazo. —No me importa, como si hubiera estado acostándome con todo el pueblo. Estabas embarazada de mi hijo y yo tenía el derecho a saberlo.
Ella se sacudió y él la soltó porque así lo habían educado, porque soltarla era lo correcto.
—Claro que me molesté en hacerlo. Se suponía que me querías, me convenciste de que era seguro amarte. Me quitaste la virginidad y después permitiste que alguien me llamara «puta» delante de todos tus amigos.
—Eso no importa.
—Claro que importa, porque dice mucho de quién eres como persona. Es la razón por la que no me molesté en seguir intentándolo. — La injusticia de esa acusación era demasiado dolorosa.
—Era muy joven.
—Y yo. Dieciocho años, sola y embarazada.
—Es mi hijo y deliberadamente lo has tenido alejado de mí estos años.
Sakura respiró hondo y asintió lentamente. —Lo sé. Por eso volví para contártelo hace cinco años.
Él no se creía la historia de que hubiera hablado con Hinata y tampoco le importaba. Lo único que le importaba era que tenía un hijo. La apartó a un lado y fue hacia la puerta.
—Quiero verlo.
—¡No! —Sakura lo agarró del brazo—. Naruto, espera. Así no. No puedes entrar ahí dentro y decírselo todo. Sólo tiene diez años. Lo asustarás.
Podría haber seguido caminando, ya que ella no tenía fuerza para sujetarlo, pero entre la rabia y el resentimiento, Naruto comprendió que había algo, alguien, que era más importante que ellos dos. Ryu. Se detuvo. Ella lo soltó y se situó frente a él.
—Yo también estoy sorprendida y lamento todo esto. Juro que creía que lo sabías.
—Quiero conocerlo.
—Estoy de acuerdo, pero necesitamos un plan. Tiene que estar preparado.
Él estrechó la mirada. —Perdiste tu derecho a decidir el día que elegiste apartarlo de mí.
Ella alzó la barbilla. —Ahí te equivocas. Esto no es un juego. Estamos hablando de la vida de un niño. En cuanto a los derechos, soy su madre y tú no apareces en su certificado de nacimiento. No estoy diciendo que no quiera que tengas una relación con él, porque sí que quiero. Por eso vine hace cinco años. Claro que lo quiero. También estoy enfadada. Dijiste que me querías y aun así jamás te molestaste en ir a buscarme cuando me marché. Después de verte con Ino, ¿llegaste a echarme de menos?
—¿Qué importa eso? —él volvió a maldecir y dio un paso atrás—. Me has robado diez años, Sakura. Me has robado tiempo y recuerdos que nunca podré recuperar. ¿De verdad crees que unos sentimientos de instituto pueden igualarse a esto?
—Aceptaré la responsabilidad por los primeros años, pero no por los últimos cinco. ¿Por qué te niegas a creerme? Estuve aquí, hablé con Hinata. Te enseñaré la carta en cuanto llegue y mientras tanto, ve a hablar con tu mujer.
Él se quedó mirándola. Claro. No podía saberlo. —Hinata está muerta.
Ella abrió los ojos de par en par. —Oh, Dios. Lo siento.
Naruto alzó la mirada hacia la casa, lo único que deseaba era entrar y llevarse lo que era suyo. Tal vez odiara a Sakura con todo su ser, pero en una cosa tenía razón: Ryu era lo único que importaba en esa situación. Entrar en la casa y agarrarlo no haría más que asustar al niño y él quería empezar de un modo mejor. Si hubiera sabido que existía, habría estado a su lado desde el principio. Habría sido un padre.
—Mañana vendré después del trabajo —le dijo en voz baja—. Quiero conocerlo —la miró a los ojos—. Y nada de excusas.
Ella asintió. —Se lo contaré mañana.
—¿Vas a hacer que parezca un cretino delante de él?
—Claro que no.
—¿Qué le has dicho hasta ahora?
—Nada. No le he mentido, le he dicho que había cosas de las que no iba a hablar. No siempre le gusta esa respuesta, pero la acepta.
«Porque no ha tenido elección», pensó Naruto, aún conteniendo la furia. Sakura había controlado la situación, había hecho lo que había querido, pero eso estaba a punto de cambiar. Él se aseguraría de ello.
—¿Estarás aquí? —preguntó él. De todos modos, en esa ocasión, la seguiría hasta los confines de la tierra si era necesario. Ya le había robado demasiado.
—Aquí estaré. Lo juro.
Naruto soltó una carcajada. —¿Acaso tu palabra significa algo?
Ella se metió la mano en el bolsillo de sus vaqueros y sacó las llaves del coche. —¿Quieres llevártelas? ¿Eso te hará sentir mejor?
Tal vez, pero no era necesario. —Tengo tu número de matrícula. Si intentas marcharte, te arrestarán por secuestro. Una amenaza vacía. Si ella decía la verdad, si de verdad él no aparecía en el certificado de nacimiento, entonces sus derechos se verían limitados. Pero si ella lo presionaba y provocaba, haría todo lo que estuviera en su poder para recuperar sus derechos. Ryu era su hijo y él se hacía cargo de todo lo que era suyo. Una voz dentro de su cabeza le susurró que si hubiera tenido la misma intención para recuperar a Sakura, nada de eso habría pasado, porque habría sabido lo de Ryu desde el principio.
—Naruto, por favor. Tenemos que colaborar por el bien de Ryu.
—Estoy de acuerdo, pero no esperes que te comprenda ni que te perdone, Sakura. Has jugado con mi vida y con la vida de mi hijo. Espero que en el infierno tengan un sitio reservado para ti. Ella se estremeció como si la hubiera golpeado, pero él ni se inmutó después de lo que había dicho, sino que se dio la vuelta y, antes de salir por el portón, se detuvo. —Volveré mañana a las seis. No empeores las cosas. Y con eso se fue.
Sakura agarró su taza de café. Normalmente intentaba limitarse a una o dos tazas al día, pero después de una noche sin dormir, tenía la sensación de que excedería el límite antes de que llegara el mediodía. Había sido una idiota. Lo aceptaba. Pero lo que no le gustaba era la realidad de que había sido cruel y desconsiderada, unas características que jamás habría pensado que formaran parte de ella. El comentario de Naruto de que había jugado con la vida de su hijo y con la suya había sido un golpe directo, y era incapaz de olvidarlo. La culpabilidad era poderosa. A pesar del hecho de que había vuelto para contárselo todo cinco años atrás, la realidad era que Naruto se había perdido los cinco primeros años de la vida de Ryu. No se podía recuperar el tiempo, como él ya había dicho, y lo lamentaba. Pero ahora todo era peor. Al parecer, Hinata no le había dicho a Naruto que ella había ido a la aldea, así que no había habido un segundo rechazo. Sin embargo, eso ya no importaba porque estaba claro que Naruto no la creía.
—Hola Sakura, esperaba tu llamada.
—Hola Ayame, como están las cosas en casa.
—Has tenido llamadas al parecer para una nueva rueda de prensa por tu tercer libro, y han enviado las propuestas de publicidad, pero eso no es interesante… a ti como te ha ido.
—pues… bien, por lo menos si resultaron ser mis sobrinas pero hay algunas cosas que debo aclarar antes de volver por lo que necesitare tu ayuda.
—Claro solo dime. — Ayame le enviara la carta: una solución sencilla a una parte del problema.
—Recuerdas la caja que tengo en mi oficina, bajo llave en mi escritorio.
—Sí, la intocable.
—Sí, esa misma… quiero que la habrás ahí encontraras una carta, necesito que me la envíes con las notas que se me quedaron y también las propuestas, así adelantare trabajo.
—Ósea que piensas demorarte
—No, créeme que lo que menos quiero es tardar pero tal vez me toque quedarme algo más de lo esperado.
La llamada con Ayame le daría tiempo y una corta solución pero no podría justificar ni explicaría tan fácilmente cómo habían sido aquellos primeros seis años. Oyó pisadas en las escaleras y sacó la leche de la nevera. Ya había puesto dos cajas de cereales sobre la mesa junto con cuencos y cucharas. Rin fue la primera en entrar en la cocina, con unos vaqueros y una camiseta limpios, después de los montones de coladas que había hecho Sakura la noche anterior, y el pelo reluciente y suave. Se acercó a la mesa.
—Buenos días —dijo forzando una sonrisa. Su problema con Naruto no tenía nada que ver con las niñas.
—Hola —Rin no se sentó—. Sigues aquí.
—¿Por qué no iba a estarlo?
La chica se encogió de hombros mientras retiraba una silla. —No has dormido arriba, en la habitación de mi padre.
La idea de dormir en la misma cama en la que había dormido su hermano, y su madre antes que él, le había puesto la piel de gallina. Pero ésa no era la cuestión; la cuestión era que Rin se había levantado en mitad de la noche para comprobar si aún estaba allí.
—A veces me gusta trabajar por la noche —y era verdad, aunque no la razón por la que había elegido el sofá del salón antes que la cama del dormitorio principal—. Estar abajo me parecía más sencillo.
—Creía que te habías marchado. Rin no la miraba mientras hablaba.
Sakura puso las manos sobre sus hombros. —No pienso abandonaros ni a ti ni a Moegi. Sé que te llevará un tiempo creerme, pero puedes confiar en mí.
—De acuerdo.
—Lo digo en serio —declaró firmemente Sakura—. Vamos a solucionar esto. No tienes teléfono móvil, ¿verdad? Rin negó con la cabeza. —Te compraremos uno cuando salgas del cole y te grabaré mi número. Así siempre podrás ponerte en contacto conmigo. ¿Te sentirías mejor así?
A la niña se le iluminó la cara. —¿Podría llamar a mis amigos?
—Claro.
—¿Y enviar mensajes?
Sakura sonrió. —Siempre que prometas parar antes de que se te caigan los dedos.
—Eso puedo hacerlo —la niña agarró una caja de cereales. —Entonces, trato hecho.
Moegi entró en la habitación y corrió hacia Sakura para abrazarla. —¿Tengo que ir al colegio?
—Sí. ¿Cuánto te queda? ¿Tres días? Sobrevivirás.
Moegi sonrió. —Sabía que dirías eso.
—¿Y aun así me lo has preguntado?
—Ajá.
La niña se sentó en frente de su hermana y agarró los cereales. No tardaron mucho en desayunar. Después de meter los tazones en la pila, Sakura sacó su bolso. —No hemos comprado nada para vuestro almuerzo, así que ¿os importa compraros algo?
Las niñas se miraron y se rieron. —¡Podemos comprar el almuerzo! —Dijo Rin contenta—. ¡Sería genial!
Sakura se preguntó cuánto tiempo llevarían sin almorzar. ¿No podrían haberles dado el almuerzo en el colegio de forma gratuita? Aunque, claro, para eso habría hecho falta que alguien hubiera estado al tanto de la situación. Les dio diez dólares a cada una y las acompañó a la verja de la casa. Se despidieron y le prometieron que volverían a casa después del colegio.
—¡Podemos hacer galletas antes de cenar! —les gritó ella.
Cuando habían doblado la esquina, entró en la casa, anotó que tenían que comprar un teléfono móvil y se dispuso a elaborar una segunda lista de la compra que incluía ingredientes para hacer galletas de chocolate. Cuando dejo el esfero en la mesa para poder leer y verificar los ingredientes, oyó pisadas arriba indicándole que Ryu ya estaba levantado y que iba hacia la ducha. Esperó nerviosa a que bajara y se vio forzada a actuar con normalidad antes de charlar con él durante el desayuno.
—He pensado que podríamos hacer galletas —le dijo cuando él se terminó los cereales—. Cuando tus primas vuelvan del cole.
Ryu sonrió. —Genial.
Ella entrecerró los ojos—¿Es genial que vayamos a hacer galletas o que ellas tengan que ir al cole y tú no?
El niño se rió. —Las dos cosas.
Ryu se levantó y llevó su tazón a la pila. Después de aclararlo, buscó un lavavajillas y frunció el ceño al ver que no había ninguno. —¿Qué hago con esto?
—Déjalo en la pila. Vamos a lavar los platos al estilo antiguo. A mano.
Él parecía confundido, como si fuera un concepto imposible de imaginar, y Sakura estaba de acuerdo, pero no compraría uno para las pocas semanas que estarían allí. Al menos tenían microondas y eso sí que era una necesidad primordial. Hacían falta palomitas para una noche de pelis.
—¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó él volviendo a la mesa.
—Podríamos dar un paseo por el pueblo —le dijo mientras lo miraba a la cara y se preguntaba si alguien se daría cuenta del parecido que guardaba con Naruto. Para ella, eran iguales—. Después podrás jugar a la Xbox mientras trabajo.
Los azules ojos del niño se iluminaron. —Me encantan las vacaciones de verano.
—Seguro que sí. Pero no vas a pasarte tres meses perfeccionando tu juego favorito —cuando estuvieran en Iwagakure, tendría clases y un par de semanas en un campamento.
—¿Y dos meses y veintinueve días? —preguntó Ryu, enarcando las cejas.
—No lo creo —Sakuro respiró hondo y deseó abrazarlo con fuerza porque, en cuanto le contara lo de Naruto, todo iba a cambiar. Lo sabía. La verdad lo cambiaría todo y no habría vuelta atrás.
—Sabes que te amo mucho, mucho verdad
—Sí, yo también te amo mucho, mucho, muchísimo.
Ella miro su hermosa sonrisa, esa sonrisa que un día causo que su padre le robara el corazón y que nueve meses más tarde le dio fuerzas para salir adelante como madre soltera —Tengo que hablar contigo de algo… No es malo.
—De acuerdo.
Él esperó pacientemente, confiando en ella, porque su madre nunca le había mentido, nunca le había fallado. Lo ponía furioso porque ella era la madre y había reglas que cumplir, pero eso era diferente, era lógico.
—Me has preguntado mucho por tu padre y yo nunca te he hablado de él.
—Lo sé.
—Ahora estoy preparada para hacerlo.
Ryu estaba recostado contra el respaldo de la silla, pero se puso derecho y estiró los brazos hacia ella, expectante. —¿Mi padre?
—Sí, es un buen tipo. Un contratista, construye edificios, cosas…
—Sé lo que es un contratista, mamá —dijo resoplando y exasperado.
—Claro que lo sabes. Bueno, es contratista y además construye molinos, de ésos para generar electricidad.
—Turbinas de viento.
—¿Qué?
—Se llaman turbinas de viento.
—Gracias, sabelotodo —Sakura susurro, estaba incómoda y deseando no tener que contarle nada, pero eso era muy egoísta porque Ryu merecía conocer a su padre y Naruto… merecía conocer a su hijo. —Vive aquí, en Konoha. Esta noche lo conocerás.
Ryu se levantó de la silla a la velocidad de la luz, corrió hacia ella y la abrazó. —¿Voy a conocer a mi padre? ¿En serio?
—Sí. Anoche lo vi y quiere conocerte.
Ryu la miró a los ojos. —¿Esta noche?
—A las seis.
—¿Mi padre va a venir?
—Ajá.
—¿Lo has visto de verdad?
Ella lo abrazó deseando poder aferrarse a él para siempre. —Sí —le acarició el pelo y lo miró a los ojos—. Vine a hablarle de ti cuando tenías unos cinco años, pero no estaba aquí, estaba de viaje de negocios, así que le dije a otra persona que se lo contara y prometió hacerlo, pero al final no lo hizo.
—¿Mintió? —Ryu parecía impactado.
Era tan pequeño que aún creía que la mayoría de los adultos decían la verdad. —Se guardó la verdad, que es prácticamente lo mismo que mentir. Pensé que él no quería saber nada de nosotros, pero me equivocaba. Está deseando conocerte.
Ryu abrió los ojos de par en par, unos ojos cargados de esperanza. —¿Crees que le gustaré?
—Creo que te adorará —le acarició una mejilla—. Te pareces mucho a él. El pelo y tu sonrisa.
—Pero tengo tus ojos.
—Sí, los tienes, pero en estos momentos quisiera recuperar tu sonrisa —se acercó y le hizo cosquillas.
Él se rió. —Ojalá aún estuviera en el cole para poder contarle a todo el mundo que yo también tengo padre.
—Ya se lo contarás en septiembre.
—¿Crees que papá vendrá a vivir con nosotros a Iwagakure?
Si Sakura hubiera estado de pie, se habría caído. —Eh, probablemente no. La vida de tu padre está aquí, en Konoha. Tiene una gran familia, no sé quién sigue viviendo aquí, seguramente su madre y supongo que alguno de sus hermanos.
—¿Hay más?
«Hay toda una manada», pensó ella. Pensar que los parientes de Naruto también eran los de Ryu la puso un poco nerviosa. ¿Cómo podría ella competir con toda una familia? Sin embargo, se recordó que no era una competición. Aun así…
—Tienes dos tíos, una tía, y una abuela.
—¡Guai!
—Lo sé —dijo con falso entusiasmo—. Tendrás mucha familia, tanta que no sabrás qué hacer con todo el mundo.
—¿Alguien de mi edad?
—No lo creo, pero no lo sé con seguridad. Puedes preguntarle a tu padre.
Podría haber decenas de niños; cualquiera de sus hermanos podría haberse casado e incluso Naruto podría tener hijos de su matrimonio con Hinata, aunque serían más pequeños. Sin embargo, decidió no pensar en ello, ya estaba resultando muy difícil todo y lo último que necesitaba era pensar en su difunta mujer.
—Esto es genial, mamá. ¡Tengo un padre! Somos una familia.
Eran muchas cosas, pero Sakura no creía que «familia» fuera la palabra adecuada. No, sabiendo lo mucho que Naruto la odiaba.
—Va a ser interesante —admitió.
—¿Puedo utilizar el ordenador para enviarle un email a Kisame?
Ella asintió y Ryu salió corriendo de la habitación. Unos segundos después, oyó sus fuertes pisadas y el crujido de las escaleras. A los diez años, la vida era simple y un padre nuevo era algo genial. No había complicaciones, no había ambivalencias, ni preocupaciones sobre el futuro. Ella, sin embargo, no podía dejar de pensar en que todo podía salir mal. —Probablemente ésa sea la razón por la que escribo lo que escribo — murmuró mientras se levantaba e iba hacia la pila para fregar los platos del desayuno.
Algunos días el asesinato y la violencia en general encajaban con su estado de ánimo, y por ello volcaba sus frustraciones en una víctima que se lo mereciera, para que su personaje encontrara la justicia al final. Pero la situación que estaba viviendo ahora no era ficción, era la vida real, y tenía la sensación de que las cosas se iban a complicar.
Última edición por mariland el Jue Jun 19, 2014 7:37 am, editado 1 vez
mariland- Clan Suzaku
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
ohhhhh!! esto esta bueno
Naruto casi se sale de la ropa cuando se entero, con justa razon, un hijo de la nada no es cualquier cosa. Aun así creo que se le paso la mano con Sakura, pués no fue solo ella la que cometio errores.
Me muero por ver el rencuentro entre padre e hijo, espero puedas poner el nuevo capítulo pronto.
Suerte.
Naruto casi se sale de la ropa cuando se entero, con justa razon, un hijo de la nada no es cualquier cosa. Aun así creo que se le paso la mano con Sakura, pués no fue solo ella la que cometio errores.
Me muero por ver el rencuentro entre padre e hijo, espero puedas poner el nuevo capítulo pronto.
Suerte.
Andrexvg- Chunnin
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
ajjajajael pequeño ryu se emociono por conocer a su padre
saku esta nerviosa pero yo creo que no deberia estarlo su hijo no la cambiaria por la "manada" de su padre
y nose si fue por mi que hinata estubiera muerta o fue mera coincidencia
pero bueno te digo que.adoro tu fic espero que el proximo cap aparesca pronto y te digo que mi comentario estara siempre
saku esta nerviosa pero yo creo que no deberia estarlo su hijo no la cambiaria por la "manada" de su padre
y nose si fue por mi que hinata estubiera muerta o fue mera coincidencia
pero bueno te digo que.adoro tu fic espero que el proximo cap aparesca pronto y te digo que mi comentario estara siempre
Okami_Uzumaki- Aprendiz
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Pues el papel de victima no le queda a Naruto, por lo leido hasta el momento, él solo se divirtio con Sakura y punto, no le importó lo mas mínimo cuando ella se fue, así que ahora no reclame un derecho que no le pertenece y creo que es un titere de su influyente familia, que seguramente su matrimonio con la muertita fue mas un matrimonio arreglado que amor.
Ya quiero ver a Ryu y a Naruto frente a frente y como se va dando el NaruSaku, porque creo que Sakura no ha olvidado a Naruto y el tiene que ganarse el derecho de estar al lado de Sakura y su hijo.
Ya quiero ver a Ryu y a Naruto frente a frente y como se va dando el NaruSaku, porque creo que Sakura no ha olvidado a Naruto y el tiene que ganarse el derecho de estar al lado de Sakura y su hijo.
Leon- Sennin
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Padre?
capitulo 4
capitulo 4
- Padre?:
- Naruto hizo lo que pudo por trabajar, pero a las diez de la mañana se había rendido. No podía engañar a nadie, ni siquiera a sí mismo. Su hermana Karin le había preguntado dos veces si todo iba bien; él le había dicho que estaba bien, pero después de pasar veinte minutos duplicando un pedido de madera, para darse cuenta después de que ese trabajo ya lo habían finalizado dos semanas antes, supo que tenía que salir y despejarse la mente.
—¡Volveré en una hora! —gritó mientras salía de la oficina.
—No tengas prisa en volver —murmuró Karin, lo suficientemente alto para que la oyera.
En circunstancias normales, él habría entrado y habrían discutido, pero no ese día. No, cuando seguía dándole vueltas a lo que había pasado la noche anterior. Tenía un hijo, pensó mientras subía a su camioneta y arrancaba el motor. Un hijo. Once años y no había sabido nada. Y todo porque Sakura Haruno le había ocultado la verdad. Deliberadamente. La ira que lo había invadido la noche anterior había vuelto con más fuerza. Se obligó a centrarse en conducir, en prestar atención a pequeñas cosas como, por ejemplo, señales de stop. En lugar de ir a su casa, volvió a la casa en la que había crecido. Si alguien podía calmarlo, ésa era su madre. Kushina Uzumaki había criado a cuatro hijos y había sobrevivido a la pérdida de su marido, Minato, casi nueve años antes. Ella era el corazón de la familia, la persona a la que todos recurrían cuando había un problema. Era una mujer racional y podría darle una buena perspectiva del asunto, una mucho mejor que la suya porque ahora mismo lo único que quería era agarrar a su hijo y llevárselo. No era un plan muy inteligente, se dijo mientras conducía por el vecindario y antes de recorrer el camino de entrada a su casa. Miró el reloj del salpicadero. Con sus cuatro hijos viviendo fuera de casa, su madre tenía mucho tiempo libre, un tiempo que ocupaba con clases y con sus amigas. Si no recordaba mal, ahora estaría entre el gimnasio y algún almuerzo que tuviera planeado. Llegó a la puerta principal y ésta se abrió antes de que pudiera llamar.
—Te he visto llegar con el coche —dijo su madre con una sonrisa. Llevaba una camiseta y unos pantalones cortos que revelaban su esbelto cuerpo. Iba descalza y tenía las uñas de los pies pintadas de rosa. Aunque siempre había llevado el pelo largo, se lo había cortado unos años antes y cada vez que la veía, lo tenía más corto.
—Hola, mamá —dijo él antes de agacharse a besarla en la mejilla—. ¿La próxima vez vas a raparte la cabeza?
—Si me apetece, lo haré —respondió ella echándose atrás para dejarle pasar—. Ahora estoy haciendo más deporte y el pelo corto es más cómodo. Hoy tengo clase de yoga; te juro que hay posturas que me superan y no puedo evitar pensar que algún día me romperé un hueso. Estoy en esa edad, ya sabes… Estoy encogiéndome y cada vez estoy más frágil.
—Lo dudo.
Kushina apenas había cumplido los cincuenta y fácilmente podía pasar por una mujer diez años más joven. A pesar de los años que llevaba sola, nunca había salido con nadie. Intelectualmente sabía que a su madre le vendría bien encontrar a alguien, pero ya que era el hijo mayor y el que se sentía responsable de ella, no era algo a lo que quisiera enfrentarse. Vérselas con un hombre por intentar algo con su madre no era la idea que Naruto tenía de pasar un buen rato.
—Eres muy dulce al decir eso —se quedó mirándolo un momento y entonces le dijo—: ¿Qué pasa?
—Puede que haya venido solamente a verte.
—¿A estas horas de la mañana y a mitad de semana? No lo creo. Además, puedo sentirlo. ¿Qué pasa?
Ella fue hacia la cocina mientras hablaba y él la siguió automáticamente. Todo lo importante se discutía en la cocina; era lugar de revelaciones, celebraciones y anuncios. Kushina sirvió dos tazas de café, agarró la suya, se apoyó contra la encimera y esperó pacientemente. Esa paciencia era algo que Naruto había odiado cuando era adolescente; le había hecho retorcerse y sufrir hasta acabar confesando lo que fuera que había hecho mal. Ese día, por el contrario, agradecía que ella no intentara distraerlo con charlas banales.
—Tengo un hijo. Se llama Ryu y tiene diez años. — A su madre casi se le cayó la taza de café y, rápidamente, la dejó sobre la encimera. Se quedó pálida y respiró hondo una y otra vez. —Sakura Haruno ha vuelto al pueblo. La vi ayer en la carrera. Después fui a verla a su casa y me lo contó —se metió las manos en los bolsillos—. Aún no lo he visto. Lo conoceré esta noche.
—¿Sakura Haruno? ¿Te acostaste con Sakura Haruno?
—Fue hace mucho tiempo, mamá.
—Creía que conocía a todas tus novias. ¿Cuándo pasó esto? Y antes de que él pudiera responder, continuó diciendo: —Aunque, si tiene diez años, tú estabas en la universidad. Pasaría cuando te dejamos vivir en el apartamento de encima del garaje durante el verano cuando volviste a casa. ¿Tuviste sexo encima del garaje?
—Mamá, eso no es relevante.
—Creo que sí lo es. Muy relevante. Prometiste que no lo harías. Dijiste que nada de chicas. Mentiste y dejaste embarazada a una.
—Mamá…
Ella respiró hondo. —Bien, tienes razón. Sakura se quedó embarazada y… —abrió los ojos de par en par—.Tengo un nieto. ¡Oh, Naruto! ¿Cómo ha pasado esto?
—Ya tuvimos aquella conversación sobre cómo se hacen los niños…
—No, quiero decir que cómo es posible que hayas tenido un hijo todo este tiempo y no me lo hayas dicho.
—No lo sabía.
—¿Te lo ocultó? No puedo creerlo. Es horrible. Tenemos que hacer algo. ¿Estás seguro de que es tuyo? — La reacción de su madre fue un poco dispersa, pero era de esperar. Él tampoco podía pensar con mucha claridad. —No intento ser mezquina, pero ¿estás seguro? Diez años es mucho tiempo como para que te lo haya ocultado. ¿Y por qué ahora? ¿Qué quiere?
Eran muchas preguntas y él fue primero a por la fácil. —El niño es mío. No estaba saliendo con nadie más.
—Todo el mundo sabía lo que era su madre y las cosas que oyó y vio de ella. Se emborrachaba, se quedaba en el aparcamiento del bar y gritaba. Era horrible. Siempre lo sentí mucho por Sakura y solía preguntarme si debía hacer o decir algo para ayudarla. Tengo una hija que es mi princesa y sé lo que es eso. Pero se quedó embarazada…
—Mamá, tú no sabías que estaba embarazada.
—Tienes razón —volvió a la mesa—. Ni siquiera sé qué pensar.
—Ni tú ni yo.
—¿Crees que quiere dinero?
—No.
—¿Cómo lo sabes?
—Es una autora de novelas de misterio de éxito. La has leído, ¿recuerdas? Ha escrito cinco libros y todos han funcionado muy bien.
—Supongo que tienes razón —Kushina se dejó caer en una silla junto a la mesa—. Tienes un hijo.
—Eso ha dicho. No puedo dejar de pensar en ello.
—¿Todo este tiempo y no te había dicho nada? Qué zorra. ¿Cómo se ha atrevido a mantenernos alejados de tu hijo, de mi nieto? ¿Cómo lo ha mantenido alejado de su familia? ¿Quién se cree que es?
Su madre era absolutamente leal, pensó con una sonrisa, pero entonces recordó que tenía razón. Sakura le había robado la única cosa que no se podía recuperar: el tiempo. Kushina se puso de pie y caminó de un lado a otro de la cocina.
—¿Alguna vez ha intentado ponerse en contacto contigo? ¿Por qué ahora? ¿Qué ha cambiado?
—Ha vuelto por las hijas de su hermano —le había dicho más cosas, pero sólo le había prestado atención a lo guapa que estaba bajo la luz de la luna. ¡Se había alegrado tanto de verla! Y le habría gustado decirle que estaba más preciosa todavía que antes.
—¿No ha venido para hablarte de lo del niño? ¿De Ryu?
Él negó con la cabeza. —Es complicado. Dice que intentó contármelo cuando lo descubrió, pero cuando volvió, yo estaba con otra chica —no iba a decirle a su madre que estaba en la cama con Ino Yamanaka. Habían quedado dos días y, sinceramente, no recordaba haberse acostado con ella.
—¿Y eso es todo?
—No. Dice que volvió hace cinco años y habló con Hinata. Le contó lo de Ryu y le dijo que quería hablar conmigo.
Su madre lo miraba fijamente. —¿Y?
—Dice que recibió una carta mía diciéndole que yo no quería saber nada ni de ella ni del niño y que se mantuviera alejada del pueblo.
Kushina se cruzó de brazos. —Eso es típico. Inventarse una historia estúpida y después esperar que todo el mundo lo acepte sin ninguna prueba.
—Dice que aún tiene la carta y que mañana la tendrá aquí.
—¿Le crees?
—No lo sé.
Los ojos de su madre se llenaron de lágrimas. —Todo este tiempo un miembro de nuestra familia ha estado por ahí y no lo hemos sabido. Ha estado perdido. Solo. — Naruto no creía que a Sakura le hiciera gracia el comentario de su madre. —Nos necesita —dijo ella tocándole el brazo—. Tenemos que estar a su lado. Descubrir que tiene un padre ha debido de ser muy duro para él.
—Lo sé —él le apretó la mano.
Kushina respiró hondo. —Necesitamos un plan. Tenemos que mantener la calma. ¿Vas a verlos esta noche?
—A las seis.
—Bien. Deberías ser amable con Sakura. No la presiones ahora. Lo último que queremos es que salga huyendo. Sé que estás furioso y Dios sabe que se lo merece, no hay excusa para lo que ha hecho, ninguna. Tú no la rechazaste. Te casaste con Hinata cuando se quedó embarazada y no es que ella fuera un buen partido.
—Mamá…
Kushina alzó las manos. —Lo sé, lo siento. Estabas haciendo lo que se te ha enseñado, responsabilizándote y dejando en buen lugar tu apellido. Naruto, has dejado embarazadas a dos chicas. Creía que tu padre había tenido contigo la conversación del «sexo seguro». ¿Es que se dejó algo?
Naruto se levantó y dio un paso atrás. —Mamá, no nos desviemos de la conversación. Sakura y Ryu.
—Es verdad. Sé que estás enfadado. Yo estoy más que enfadada. Me gustaría aplastarla como si fuera un bicho, pero no podemos. Hay cosas que solucionar. Además, Ryu no es más que un niño. Probablemente quiera a su madre y no puedes meterte entre los dos. Así que, cuando lo conozcas esta noche, sé amable con ella también. Una vez sepas lo que está pasando, podrás idear un plan.
Oír sus consejos le ayudaba a poner las cosas en perspectiva. Su relación con Ryu era su primera prioridad. Castigar a Sakura podía esperar.
—Gracias, mamá —se agachó y la besó en la mejilla.
—De nada —le acarició la mejilla—. Quiero conocerlo. Es mi nieto.
—Lo conocerás.
—¿Ha vuelto a su casa?
—Sí —doce años antes la casa había estado casi derruida y ahora estaba peor.
—Todo saldrá bien —le dijo ella—. Ya lo verás.
—Lo sé. Él haría que funcionara, de una forma u otra. Sakura no iba a robarle más tiempo.
Sakura y Ryu pasaron la mañana paseando por el pueblo; ella había querido familiarizarse con la zona, pero rápidamente descubrió que no había olvidado nada sobre la vida en Konoha. Aunque había nuevos negocios y un impresionante complejo de casas dentro de un campo de golf, el trazado básico del pueblo no había cambiado en absoluto. Si vivías cerca del parque, podías llegar caminando a cualquier parte. Un poco antes de las doce, llevó a Ryu a Ichiraku Ramen para almorzar. Recordaba que ese establecimiento había sido un restaurante con otro nombre cuando era pequeña. Mientras esperaban a que les llevaran su comida, le echaron un vistazo a los folletos turísticos que habían recogido y hablaron sobre los puntos de interés que podrían visitar durante su estancia.
—¿Crees que mi padre querrá llevarme a hacer senderismo?
—No lo sé —respondió ella.
Sabía que Naruto se había lesionado en la universidad, poco después de que ella se hubiera marchado del pueblo… Algo sobre un accidente en un partido. En aquel momento, no había querido conocer los detalles, pero por lo poco que había visto, él podía caminar fácilmente, así que lo más probable era que pudiera soportar un día de senderismo.
—Dijiste que jugaba futbol —repitió Ryu—. ¿Competía?
—Sí. En el instituto y en la universidad. Tenía un amigo llamado Gaara. Gaara tenía un problema en las piernas y jugaban futbol para fortalecerlas, a modo de fisioterapia.
Ryu asintió con la mirada clavada en ella. —¿Mi padre jugaba con él?
—Eran amigos. Los dos eran muy buenos y competían juntos, pero entonces tu padre se lesionó.
—¿Qué le pasó a Gaara?
Sakura señaló al póster colgado en la pared, uno en el que Gaara NoSabuka aparecía con un balón bajo un pierna y la mano que tenía libre aferrada a una botella de agua.
—¡Vaya! —exclamó Ryur sonriendo—. ¿Mi padre conoce a Gaara NoSabuka?
—Creo que Gaara vive aquí.
—¡Guai!
El almuerzo llegó y entre mordisco y mordisco, Ryu la acribilló a preguntas. Unas las pudo responder y otras no, y otras cuantas las esquivó. Para cuando volvieron a casa, ella estaba agotada.
—¿Qué te parece si me das algo de tiempo para trabajar? —le preguntó a Ryu mientras se acercaban a la casa.
—Vale, yo verá una película —agarró la muñeca de su madre y miró su reloj —. Quedan cinco horas.
Ella forzó una sonrisa. No había duda de que su hijo estaba contando los minutos. Mientras que comprendía su emoción, para ella era una situación muy difícil; sobre todo por el hecho de que Naruto estuviera cada vez más furioso y que ella misma se sintiera como si lo hubiera estropeado todo. Pero cuando la duda amenazó, se recordó que sí que había vuelto con la intención de contárselo. Tal vez el primer esfuerzo no había sido mucho, pero la segunda vez había intentado hacer lo mejor posible. Incluso tenía la prueba que decía que Naruto había rechazado a su hijo… Una prueba que podía no ser real. ¿Qué clase de mujer le ocultaba a su marido información sobre un niño? En el instituto, Hinata había estado acompañada por una manada de chicas de lo más mezquinas y Sakura había sido una de sus víctimas favoritas. Hinata Hyuga, Ino Yamanaka y otras tantas se habían deleitado convirtiendo su vida en una pesadilla. Ella había sido una chica guapa e inteligente, pero pobre y con mala reputación por vivir en la peor zona del pueblo. No importaba que no hubiera salido con ningún chico hasta que conoció a Naruto. No sólo él había sido su primera vez, sino que también le había dado su primer beso. Pero para todo el mundo del instituto, Sakura Haruno no había sido más que un cacho de carne para todo el que lo hubiera querido. O pagado. Había habido muchos chicos que habían dicho haberse acostado con ella y Sakura había oído las fanfarronadas, las burlas. A nadie le había importado que no fueran verdad; nadie cuestionaba los rumores. Después de todo, su madre era una borracha y una prostituta, así que, ¿por qué no iba a serlo ella? Decidió no pensar en el pasado, sabiendo que eso no la ayudaría en ese momento. Tenía que centrarse en lo que sucedería ese día porque, ¿no era eso ya suficiente problema?
Cuando llegaron a casa, Ryu entró corriendo en el salón para elegir una película. Después de buscar entre la colección que había en la pequeña librería junto a la ventana, eligió una y se la llevó a Sakura.
—Es una peli de chicas —dijo él encogiéndose de brazos—, pero no la he visto. Sakura miró el título de Hannah Montana y le alborotó el pelo.
—Algunas veces las chicas son divertidas.
—Supongo.
Pronto, muy pronto, descubriría lo divertidas que eran las chicas, pensó ella mientras lo veía subir al dormitorio. Se habían llevado el DVD portátil y los auriculares, así que la casa estaría tranquila y por eso no podría utilizar el ruido como una excusa para no trabajar. Después de abrir su portátil, comprobó rápidamente su email y abrió un documento de Word, pero a pesar de la frase a medio escribir y del parpadeante cursor, no se le ocurrió nada que añadir. Todo el mundo siempre hablaba de la suerte que tenía, de lo maravilloso que era ser escritor, de lo bueno que era poder trabajar en cualquier parte y en cualquier momento, y eso, en teoría, era verdad. Pero, por otro lado, no tenía a nadie para ayudarla cuando no estaba de humor para escribir, o cuando la vida interfería, como ahora. En este momento con mucho gusto volvería a sus días de camarera antes que intentar idear unas cuantas buenas páginas, pero eso no era una opción. Lo único que podía hacer era teclear y borrar hasta que se le encendiera la bombillita o sucediera un milagro. Y ese día el milagro llegó en forma de alguien que llamaba a la puerta.
Sakura guardó sus tres frases y se levantó de la mesa de la cocina. Cuando abrió la puerta principal, decidió que «milagro» no era la palabra exacta. Kushina Uzumaki, la madre de Naruto, estaba en su puerta. La mujer iba bien vestida, era esbelta, atractiva y, a juzgar por el fuego que despedían sus ojos, muy, muy enfadada.
—¿Puedo entrar? —preguntó Kushina entrando en el desvencijado salón—. No nos conocemos, pero soy la madre de Naruto.
—Sé quién es.
—Y, ¿sabes por qué estoy aquí?
Ésa no era una pregunta muy difícil. Asintió. Kushina miró a su alrededor. —¿Dónde está?
Sakura dio por hecho que se refería a Ryu. —Arriba, viendo una película.
Kushina dirigió la mirada hacia las escaleras y una expresión de anhelo se reflejó en sus ojos para disiparse al instante. —Mejor así. Tenemos que hablar.
—Naruto ha hablado con usted.
—Sí. Me ha dicho que dices tener un hijo suyo. Un hijo que tiene diez años. Un niño al que has mantenido alejado de toda su familia. Le dije que fuera educado y racional, que sería más sencillo si todos nos llevábamos bien.
—¿Un consejo que usted ha elegido no seguir?
Kushina sacudió la cabeza. —Debería, pero no puedo. Nos has hecho daño a todos, pero sobre todo a tu hijo.
Sakura se aferró a su autocontrol con ambas manos. No se le había ocurrido pedirle a Naruto que se guardara la información porque ella no iba por ahí hablando de su vida privada con mucha gente y no había imaginado que fuera a contárselo a su madre tan rápido. Pero la familia Uzumaki siempre había estado muy unida, algo que ella había envidiado cuando era pequeña. Ahora la cálida y comprensiva madre había quedado sustituida por una que percibía que a uno de los suyos le habían hecho daño.
—Volví para decirle a Naruto que estaba embarazada —respondió Sakura sabiendo que no tenía ningún sentido defenderse, pero incapaz de evitarlo—: Me había ido hacía dos meses y lo encontré en la cama con otra.
Kushina frunció el ceño. —Y seguro que fue muy doloroso, pero no una excusa para guardarte la información. Era el padre. Tenía derecho a saberlo.
Sakura respiró hondo. —Pues si fue extremadamente doloroso, y tiene razón, y por eso volví hace cinco años para contárselo. No estaba en casa y hablé con su mujer. Le dije a Hinata todo y prometió decírselo. En menos de dos semanas recibí una carta de Naruto diciéndome que no quería saber nada ni de Ryu ni de mí y que me mantuviera alejada de Konoha. Mañana tendré aquí esa carta y, con mucho gusto, le daré una copia.
Sakura agarró el pomo de la puerta y la abrió. —Así que, si ha venido únicamente a insultarme o a acusarme de todo, desde ser una zorra hasta engañar a su precioso hijo, hemos terminado esta conversación.
—Tengo mucho más que decir.
—Esta casa puede ser pequeña y estar medio derruido, pero Kushina, hasta donde se pertenece a mi familia, no a la suya, y estoy pidiéndole que se marche.
Kushina vaciló. Tenía los ojos claros como su hijo. Como Naruto. Y estaban llenos de emoción. —Me contó lo de la carta. Puede que Naruto no quiera creer que Hinata lo engañó, pero parece muy típico de ella. Si había algún problema al que no quisiera enfrentarse, lo evitaba. Y el hecho de que tú tuvieras un hijo de Naruto era un gran problema.
¿Era eso una oferta de paz? Le gustara o no, esa mujer era la abuela de Ryu. Sakura fue hacia su portátil, pulsó unas teclas y giró el ordenador para que ella viera la pantalla. La mujer se quedó boquiabierta, palideció y abrió los ojos de par en par. Todas las fotos que aparecían en la pantalla eran de Ryu.
—Es igual que Naruto cuando era pequeño —hablaba entrecortadamente—. Sus ojos son distinta.
—Son los míos.
Kushina la miró y después miró al ordenador. —¿Tiene diez años?
—Sí.
—Esto lo cambia todo.
Sakura no sabía si se refería al hecho de que ahora supieran que Ryu existía o a la prueba de que era un Uzumaki. —Sé que no me cree, pero nunca he querido mantener a Ryu alejado de su padre. Intenté contárselo. La primera vez no me esforcé mucho, pero la segunda me fui convencida de verdad de que lo sabía.
—Te creo —dijo Kushina lentamente—, pero no puedo evitar estar furiosa. No podemos recuperar todo el tiempo perdido.
Sakura pensó en apuntar que había sido Naruto el que se había acostado con ella, el que le había robado la virginidad, el que le había prometido que la amaría para siempre y el que luego la había abandonado. Pero entonces, cuando ella había huido, él no se había molestado en ir a buscarla; era como si nunca le hubiera importado lo más mínimo.
—¿Vas a mantenerlo alejado de nosotros? —preguntó Kushina, sonando tanto desafiante como temerosa.
—No. Nunca he querido eso. No pretendo castigar a nadie. A él le encantaría tener una gran familia.
—Podría haberla tenido todo este tiempo.
—Y su hijo podría haber sido más responsable.
—No metas a Naruto en esto.
—Es verdad, porque yo me quedé embarazada sola. Por eso de que soy una zorra, ¿verdad?
Kushina apretó los labios. —No. No quería decir eso. Lo siento.
—Se lo agradezco, pero tengo cosas que hacer —la puerta seguía abierta. Sakura miró hacia ella—. Podemos seguir hablando en otro momento, después de que hable con Naruto.
Kushina vaciló, pero asintió y se marchó. Sakura cerró la puerta y se apoyó contra ella. ¡Vaya veinticuatro horas, qué duras habían sido! ¡Y eso que aún no habían terminado! Exactamente a las seis, Naruto llamó a la puerta de Sakura. Su todoterreno seguía en el camino de entrada. Él había ido a comprobarlo en un par de ocasiones a lo largo del día; quería estar seguro de que no se había ido. La puerta se abrió y allí estaba Sakura, mirándolo.
—Justo a tiempo, seguro porque estás relajado después de haber enviado a tu madre a ocuparse de las cosas por ti.
Estaba guapa. Era todo fuego y temperamento, sus ojos verdes resplandecían. Su mirada se quedó clavada en las pecas que tanto recordaba. En la oscuridad no había podido verlas, pero ahora podía contarlas con facilidad. Por eso tardó unos segundos en reaccionar a sus palabras.
—¿Mi madre?
—Ha estado aquí antes. Ha sido genial porque no me basta con que tú me grites.
—Yo no le he dicho que viniera.
—No has tenido que hacerlo. Los Uzumaki siempre permanecen unidos. Así era años atrás y nada ha cambiado. Le has contado lo de Ryu y ella se ha presentado aquí. ¿De verdad vas a quedarte ahí y decirme que estás sorprendido?
—No. Es totalmente su estilo. Y la verdad es que fue ella la que me dijo que fuera racional y razonable.
—Tengo que admitir que cada vez que he pensado en cómo sería que estuvieras implicado en la vida de Ryu, nunca imaginé que tendría que tratar con tu madre.
—Hará todo lo que tenga que hacer por la gente que quiere.
—¿Y yo entro en esa lista?
—Sabes que estará ahí para Ryu.
—Es un pequeño consuelo. Ahora mismo lo único que agradezco es que no me haya dicho lo que supone para tu apellido haber tenido un hijo conmigo, ni que me haya advertido de que nos comportemos siempre bien para no mancillar el legado familiar. Venga, pasa, está deseando conocerte.
Naruto la siguió al interior de la casa. Quería preguntarle qué le había contado a Ryu, qué estaba esperando su hijo. Llevaba todo el día pensando qué debía decir o hacer, cómo hacer que todo saliera tal y como querría Ryu y, antes de que pudiera preguntar, o incluso tragarse el repentino nudo de rabia que se le formó en la garganta, ella se detuvo y se giró hacia él para decirle:
—Está muy emocionado y un poco asustado. Le he hablado un poco de ti, a qué te dedicas y esas cosas. Por favor, recuerda que independientemente de cómo te sientas por lo que ha pasado, él no tiene la culpa.
—Yo no haría eso.
—Es mi hijo —le dijo ella mirándolo a los ojos—. Haré lo que sea por protegerlo.
Ésas eran unas palabras que no había podido pronunciar hasta ahora, pensó Naruto intentando obviar lo injusto de la situación porque lo único que importaba era Ryu. Él era al que había que proteger. —No voy a hacerle daño —dijo con brusquedad.
Ella suspiró. —Ten cuidado. La capacidad de herir a alguien suele ir en directa proporción con cuánto le importas a esa persona.
Sakura entró en el salón y gritó: —¡Ryu, tu padre está aquí!
Naruto se preparó para el impacto emocional y oyó unas suaves pisadas por las escaleras antes de tener a su hijo delante. Cualquier duda que hubiera podido tener sobre la paternidad se disipó en el segundo en que vio a Ryu. Ese niño era todo un Uzumaki. Desde el pelo hasta la forma de la cabeza. Se parecía a los hermanos de Naruto cuando eran pequeños. Una inesperada emoción le impidió hablar; era anhelo mezclado con tristeza, además de asombro. Su hijo. ¿Cómo había podido estar tanto tiempo sin saber que existía? Sakura esperó hasta que el niño entró en el salón y después se situó detrás de él y le puso las manos sobre los hombros.
—Ryu, es tu padre, Naruto Uzumaki. Naruto, él es Ryu.
—Hola —dijo Ryu.
Miró a Naruto antes de desviar la mirada y volver a mirarlo de nuevo. —Estaba diciéndole a Ryu que cuando eras más joven jugabas futbol.
Naruto agradeció la ayuda, a pesar de lamentar tener que necesitarla. —Tenía más o menos tu edad. Mi amigo Gaara tenía que ejercitarse de alguna manera para fortalecer sus piernas y el futbol fue algo que se nos daba bien además nos divertíamos mucho juntos. En el instituto, empezamos a competir.
Ryu lo miraba con los ojos como platos. —¿Creciste aquí? ´
Naruto asintió. —Toda mi vida he vivido aquí. Vengo de una gran familia, me marché para ir a la universidad, pero cuando me gradué, volví a casa.
—Mamá dice que tienes hermanos.
—Dos hermanos y una hermana. Mis dos hermanos son gemelos
—Entonces, ¿no puedes diferenciarlos?
Él sonrió. —Era difícil cuando eran más pequeños, pero ahora son bastante distintos.
—¿Saben algo de mí?
—Aún no, pero cuando se lo diga, querrán conocerte.
—¡Guai!
Sakura señaló al sofá. —¿Por qué no os sentáis mientras yo voy a por limonada? También tenemos galletas recién hechas.
—Hemos hecho las galletas cuando mis primas han vuelto del cole —le explicó Ryu—. Tienen clase hasta el viernes. Rin y Moegi —arrugó la nariz—. Son majas, para ser chicas…
—Esas palabras les encantarán —murmuró Sakura antes de entrar en la cocina. Las niñas estaban arriba y no habían podido oírlo, gracias a Dios. Ryu comenzó a dar una detallada descripción de sus últimos días de cole, de sus amigos de Iwagakure y de las películas que quería ver ese verano.
—Chico de acción puede estar chula. Va a empezar el grado medio en el cole, como yo, y encuentra una roca especial del espacio y recibe súper poderes.
—Si tiene súper poderes, será muy divertida —le dijo Naruto.
—La estrenan dentro de tres semanas. Mamá siempre me lleva el día del estreno; siempre vamos a primera hora, pero una vez fuimos a medianoche — Ryu se rió—. Como era pequeño, me quedé dormido. A mamá no le importó y volvió a llevarme al día siguiente para que pudiera terminar de ver lo que me había perdido.
Ryu siguió hablando y la conversación fue haciéndose cada vez más natural y agradable. Ryu no parecía demasiado tímido y Naruto, mientras lo escuchaba, pudo reconocer algunos rasgos de los Uzumaki en su hijo. Los temas de conversación eran bastantes convencionales: colegio, deportes, amigos, su familia. Pero este último tema le dio problemas ya que la única familia de Ryu era Sakura. Por lo que Naruto pudo ver, Sakura había sido una buena madre: cariñosa, justa y fuerte cuando tuvo que serlo, y Ryu se había criado a las mil maravillas. Suponía que alguna parte de él debería sentirse complacida, pero lo único que sentía era resentimiento por lo que había perdido. No, se recordó. No había perdido nada. Se lo habían arrebatado, robado. Cuando Ryu subió las escaleras para buscar su video juego favorito, Naruto entró en la cocina y vio allí a Sakura, hojeando una revista.
—¿No vienes con nosotros? —le preguntó apoyándose en la puerta.
—Pensé que era mejor dejaros un poco de tiempo a solas —dijo ella esbozando una leve sonrisa—. ¿Tienes miedo de perderte las galletas?
«Humor como oferta de paz», pensó Naruto. Mientras que la parte más sexual de él podía apreciar la forma de su cara y el atractivo de su cuerpo, el resto no se dejaba engatusar tan fácilmente.
—Quiero pasar más tiempo con él.
Ella cerró la revista que estaba leyendo y se levantó. —Nunca he pretendido mantenerlo alejado de ti. Bueno, da igual, ya discutiremos eso cuando tenga las pruebas de mi lado. ¿Qué quieres proponerme?
—Tenemos una pequeña liga de béisbol en el pueblo y mañana van a jugar. Me gustaría llevarlo.
—Claro. ¿A qué hora?
—El partido es al mediodía.
—De acuerdo.
Sakura era demasiado agradable, y eso estaba resultándole irritante. Quería discutir, pelearse con ella. Tenía demasiada energía y ninguna forma de canalizarla. Y por si eso fuera poco, al parecer, Sakura también podía leerle la mente.
—Yo no soy la mala de la película —dijo ella en voz baja—. Ojalá al menos intentaras verlo.
—Me apartaste de mi hijo y no hay nada que puedas decir para arreglarlo. Lo que Ryu y yo hemos perdido no podremos recuperarlo nunca.
Ella se quedó mirándolo un largo rato. —Asumo mi responsabilidad por lo que pasó, pero tú también eres responsable. Y hasta que puedas admitir que tienes parte de culpa, te quedarás tan anclado en el pasado que echarás de menos el presente y lo que tienes ahora.
—¿Qué tengo? ¿Un hijo que no me conoce?
—Tienes una segunda oportunidad, Naruto. ¿Con cuánta frecuencia sucede?
mariland- Clan Suzaku
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
cuanta emocion, ¡Dios mio!
Todo esta al 100, por un lado Sakura que esta sola contra el mundo (Osea, la familia de Naruto) y por otro lado los Uzumaki, que solo ven a Sakura como la infeliz que los engaño. No estoy de ningun lado, pues ambos estan tomando las posturas que cualquiera tomaria, pero si me muero por saber que pasara.
Gran historía suerte.
Todo esta al 100, por un lado Sakura que esta sola contra el mundo (Osea, la familia de Naruto) y por otro lado los Uzumaki, que solo ven a Sakura como la infeliz que los engaño. No estoy de ningun lado, pues ambos estan tomando las posturas que cualquiera tomaria, pero si me muero por saber que pasara.
Gran historía suerte.
Andrexvg- Chunnin
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Posando sensualmente en tu cama
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Ayyyy :3
acabó de leerlo y me ha encantado! aunque sakura sufrió mucho! ;_;
Es ahí donde no entiendo, por qué resulta ser naruto la víctima??
Sakura fue rechazada, humillada, usada por naruto! burlada por su familia y por los demás que la creían p*ta! él nunca la defendió! no lucha por ella, lo encuentra con ino, se casa con hinata y cómo quieren que este? D:
Aún así con todo el dolor que sentía sacó adelante a su retoño, intentó comunicarse con naruto, decirle que tenían un hijo! No solo una vez, sino 2! y eso no lo hace cualquiera! más aún cuando la pareja de la persona que amaste es una "santa" y "digna" esposa! y encima a naruto ni le interesa lo que le hizo ._. cree que con un simple "era un crío, no sabía lo que hacía" o "eso es pasado" se soluciona todo? jod*r! que deje de hacerse la víctima!
Puede que él no se haya enterado, pero no es como si sakura no hubiese intentado decírselo, pese a su dolor... Por qué no reconoce eso? Son necesarias las pruebas? pfff =.=
Y se cree que es el único con derecho! :v
La verdad solo espero que no intente quitarle a su hijo, que se lleven bien como los padres de Ryu y nada más!
Pobre de mi sakurita 3 ojalá se consiga a alguien *un sasori <3 o lee* >.< o que naruto se trague sus palabras ¬¬ y le cueste mucho recuperarla u_u pero como parece ser su personalidad aquí, más seguro es que quiera conseguirle otra madre a su hijo y apartarlo de sakura!
Me ha molado la actitud de la pelirosa: madura y fuerte! nunca habló mal acerca de naruto a su hijo; y es que es así, es un problema de parejas, el niño no tiene que odiar a su padre *al menos no porque la madre influya en eso*
De qué habrá muerto hinata? :/ Naruto tiene otro hijo?
Las niñas son tan tiernas y lindas ;D por qué las abandonó konan? que hizo nagato? muchas dudas!
En fin, me ha gustado bastante, continúalo porfa! gracias!
acabó de leerlo y me ha encantado! aunque sakura sufrió mucho! ;_;
Es ahí donde no entiendo, por qué resulta ser naruto la víctima??
Sakura fue rechazada, humillada, usada por naruto! burlada por su familia y por los demás que la creían p*ta! él nunca la defendió! no lucha por ella, lo encuentra con ino, se casa con hinata y cómo quieren que este? D:
Aún así con todo el dolor que sentía sacó adelante a su retoño, intentó comunicarse con naruto, decirle que tenían un hijo! No solo una vez, sino 2! y eso no lo hace cualquiera! más aún cuando la pareja de la persona que amaste es una "santa" y "digna" esposa! y encima a naruto ni le interesa lo que le hizo ._. cree que con un simple "era un crío, no sabía lo que hacía" o "eso es pasado" se soluciona todo? jod*r! que deje de hacerse la víctima!
Puede que él no se haya enterado, pero no es como si sakura no hubiese intentado decírselo, pese a su dolor... Por qué no reconoce eso? Son necesarias las pruebas? pfff =.=
Y se cree que es el único con derecho! :v
La verdad solo espero que no intente quitarle a su hijo, que se lleven bien como los padres de Ryu y nada más!
Pobre de mi sakurita 3 ojalá se consiga a alguien *un sasori <3 o lee* >.< o que naruto se trague sus palabras ¬¬ y le cueste mucho recuperarla u_u pero como parece ser su personalidad aquí, más seguro es que quiera conseguirle otra madre a su hijo y apartarlo de sakura!
Me ha molado la actitud de la pelirosa: madura y fuerte! nunca habló mal acerca de naruto a su hijo; y es que es así, es un problema de parejas, el niño no tiene que odiar a su padre *al menos no porque la madre influya en eso*
De qué habrá muerto hinata? :/ Naruto tiene otro hijo?
Las niñas son tan tiernas y lindas ;D por qué las abandonó konan? que hizo nagato? muchas dudas!
En fin, me ha gustado bastante, continúalo porfa! gracias!
robindluffy- Novato
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Sakura tuvo una vida muy difícil y Naruto se la jodio aún más (no lo digo por Ryu) pero eso la hizo crecer como persona, como madre y hasta como profesionita, se le ve plena, madura y feliz, la antitesis de Naruto que se le ve frustrado y no solo por el asuto de Saukra y Ryu-
Pero se me hacen tan hipocritas las palabras de Naruto y Kushina, ven a Sakura como la mujer mas vil del mundo aún cuando la humillaron y sobajaron de muchas maneras. y que cobarde es Naruto, Sakura no se embarazó solita y él la desecho como si fuera un objeto además el haber ido a contarle todo a su madre habla mucho de la codependecia que tiene con Kushina y su familia, una familia que por lo leído puede hacer cualquier cosa en nombre de "proteger" a sus seres queridos, haber sino intentan quitarle a Ryu a Sakura estos buitres.
Pero se me hacen tan hipocritas las palabras de Naruto y Kushina, ven a Sakura como la mujer mas vil del mundo aún cuando la humillaron y sobajaron de muchas maneras. y que cobarde es Naruto, Sakura no se embarazó solita y él la desecho como si fuera un objeto además el haber ido a contarle todo a su madre habla mucho de la codependecia que tiene con Kushina y su familia, una familia que por lo leído puede hacer cualquier cosa en nombre de "proteger" a sus seres queridos, haber sino intentan quitarle a Ryu a Sakura estos buitres.
Leon- Sennin
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
no se pero me da en la nariz que Hinata no le dijo nada a naruto y ella misma invento la carta y hay se creo el malentendido
si es asi hinata merece
si es asi hinata merece
naruto_sannin- Aprendiz
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
nueva lectora!
hey estoy leyendo tu fic a las 4:33 de la mañana y me tengo q levantar a las 7 por los menos actualiza prontooo q tu ficc esta muyy buennnooo
Atte:
Asuna2
hey estoy leyendo tu fic a las 4:33 de la mañana y me tengo q levantar a las 7 por los menos actualiza prontooo q tu ficc esta muyy buennnooo
Atte:
Asuna2
asuna2- Novato
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Me gusto...
Realmente tu fic esta bueno... Espero la conti.
Sakura tiene culpa por no intentar buscar a naruto alguna vez mas... Antes de que pasen 5 años.
Pero tambien Naruto tendría que admitir las culpas... No esta exento de responsabilidad, debió buscar a Sakura... Y no dejarla en el olvido.
Además reconocer el buen trabajo que hizo Sakura con ryu...
Si bien 10 años son bastante tiempo... debería hacerle caso a Sakura, no todos tienen una segunda oportunidad... Ahora puede conocer a su hijo y tiene el resto de su vida para compartir con él.
Se nota que Naruto aun siente algo por Sakura.. Aun le atrae.
A ver si hay algún momento en que Naruto y Sakura no estén peleados. Ryu merece tener una familia unida
Realmente tu fic esta bueno... Espero la conti.
Sakura tiene culpa por no intentar buscar a naruto alguna vez mas... Antes de que pasen 5 años.
Pero tambien Naruto tendría que admitir las culpas... No esta exento de responsabilidad, debió buscar a Sakura... Y no dejarla en el olvido.
Además reconocer el buen trabajo que hizo Sakura con ryu...
Si bien 10 años son bastante tiempo... debería hacerle caso a Sakura, no todos tienen una segunda oportunidad... Ahora puede conocer a su hijo y tiene el resto de su vida para compartir con él.
Se nota que Naruto aun siente algo por Sakura.. Aun le atrae.
A ver si hay algún momento en que Naruto y Sakura no estén peleados. Ryu merece tener una familia unida
alex666- Clan Genbu
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Entre lucidez y embriaguez
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Esta genial, me encanto la trama de esta historia, ya quiero saber como se resuelven tantos sentimientos de por medio.
luftmanenma- Aprendiz
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Gracias por el entusiasmo que le ponen a mis historias, he decidido poner tres capítulos Nuevos el día de hoy el primero es recompense por mi abandono en la historia, el Segundo es mi regalo de NAVIDAD sé que lo disfrutaran y el Tercero es por Año Nuevo ya que me iré de vacaciones y no podre actualizarlo por un temporada.
mariland- Clan Suzaku
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En mi pequeño mundo feliz
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Confusión
Capítulo 5
- Capitulo 5 -Confusion-:
- Sakura logró dormir durante la noche, a pesar del sofá lleno de bultos. Después, pasó la mañana respondiendo emails y pensando en cuándo podría ver a Nagato. Las horas de visita en la prisión eran los fines de semana y no creía que fuera buena idea dejar a las niñas en casa solas más de un par de horas. No porque no fueran capaces de ocuparse de las cosas, sino porque no quería que se sintieran abandonadas. Pero tampoco podía llevarlas con ella la primera visita. Necesitaba respuestas de Nagato y era posible que no se lo contara todo si las niñas estaban delante.En sus últimos libros habían salido un par de cárceles de Konoha como telón de fondo y conocía a algunas personas del sistema. Después de hacer unas llamadas, se puso en contacto con alguien que podría conseguirle una visita a mitad de semana. Satisfecha, abrió el Word y se preparó para trabajar. Pero en cuanto vio el cursor parpadear sobre la página en blanco, sus pensamientos volaron de nuevo a Naruto. Él estaba más que furioso con ella y Sakura seguía pensando lo que le había dicho, que tenía que superarlo si quería tener una relación normal con Ryu. La rabia y la furia acababan con todo y ella lo sabía; había tardado meses en recuperarse después de lo de Naruto. Es más, no creía que lo hubiera superado todo hasta que había escrito aquel primer relato en el que él había sufrido una dolorosa muerte. Más tarde, cuando había ampliado el relato convirtiéndolo en su primera novela, se había dejado llevar por el deseo y la necesidad de castigar a Naruto.Había esperado tener con él al menos una relación adulta y tranquila, una en la que Ryu fuera lo primero, y ésa era la razón por la que había regresado cinco años atrás. Cerró el ordenador y se levantó. Al parecer, no sería uno de esos días en los que el trabajo fluía con facilidad y rapidez. Una fugaz mirada al reloj le dijo que Naruto llegaría en cualquier momento para llevar a Ryu al partido. Podría ir a dar un paseo mientras ellos estaban fuera y despejarse así la mente. Quince minutos después, había vivido otro incómodo encuentro con Naruto, había confirmado cuándo llevaría a Ryu a casa, había hecho lo posible por no fijarse en lo bien que le sentaban los vaqueros y la sudadera y después los había visto marcharse. Y entonces cayó en la cuenta. Ya no serían Ryu y ella solos nunca más. Habría alguien más entre los dos, alguien más con quien compartir decisiones. Ya se preocuparía por eso otro día, pensó.Después de meter en su bolso unos cuantos dólares, una tarjeta de crédito y el teléfono móvil, cerró la puerta y echó a andar hacia el centro del pueblo. Tres bloques más tarde, estaba atravesando Konoha, fijándose en los nuevos negocios y en los viejos. Libros Sarutobi seguía allí. Recordaba al propietario de cuando era pequeña. Había pasado horas viendo nuevos libros y anotando cuáles quería que encargara la biblioteca. Hiruzen había sido un hombre agradable al que no le había importado que ella pasara mucho rato allí sin comprar ni un solo libro. Movida por la culpabilidad y tal vez por la curiosidad de ver si vendía sus libros, cruzó la calle. Antes de poder entrar en la tienda, vio en el escaparate un anuncio de su última novela. Había un póster de la portada, una foto de ella a tamaño grande, una lista de halagüeñas reseñas y una pancarta llamándola «autora local». Sakura se quedó sorprendida al verlo. Nunca había ocultado que era de allí, pero tampoco lo había mencionado. Tampoco había hecho firmas de libros en el pueblo ni ningún otro evento especial y aun así, Sarutobi estaba tratándola como si fuera una estrella.Abrió la puerta y entró. El espacio estaba tan iluminado como recordaba. Había libros por todas partes e inmediatamente sus dedos se morían por tocar y abrir cada uno de ellos. Le encantaban los libros, su aroma, la sensación del papel contra su piel. Sarutobi tenía una gran mesa anunciando libros nuevos. Los suyos estaban en el medio, tanto el nuevo como el resto de sus obras publicadas. Había varios clientes mirándolos, pero ninguno se fijó en ella. Si se hubiera tratado de cualquier otra librería, se habría acercado al mostrador de información, se habría presentado y se habría ofrecido a firmarlos. Pero estaba en Konoha y, por alguna razón, las reglas normales no se aplicaban allí.Antes de poder decidir qué hacer, una señora mayor alzó la mirada y la vio. —Eres Sakura Haruno. ¡Oh, Dios mío! ¡Hiruzen! No vas a creerte quién ha entrado en tu tienda.Hiruzen Sarutobi, un hombre alto, con la piel oscura y unos cálidos ojos marrones, salió de detrás del mostrador y se detuvo al ver a Sakura. Un momento después, le guiñó un ojo. —Tengo tres libros nuevos sobre caballos.Ella se rió. El verano que había cumplido doce años, se había obsesionado con los caballos, probablemente porque montar uno creaba la ilusión de libertad y de ser capaz de huir. Prácticamente cada día había entrado en su tienda para preguntarle si tenía algún libro nuevo sobre caballos. —Tendré que echarles un vistazo —dijo y fue hacia él.Había pretendido estrecharle la mano, pero por alguna razón, de pronto se vio abrazándolo. —Bienvenida a casa, Sakura —murmuró el hombre mientras la abrazaba y sonreía—. Estamos muy orgullosos de ti. Tus libros son muy buenos.Se sintió complacida y algo avergonzada a la vez. —Gracias.La mujer le dio la mano a Sakura. —Soy Tsunade Senju. Fuiste al colegio con mi hija, Michelle. Soy una gran fan tuya. Hace cinco años, cuando Hiruzen me dijo que habías escrito un libro, no podía creérmelo. Lo leí y me enganchó. Tu detective es uno de mis personajes favoritos de siempre. Es como la gente que conozco, pero un poco más inteligente. Pero es auténtica, con sus problemas y todo. Me dio mucha pena que mataran a su novio en el último libro, pero murió intentando salvarle la vida. Fue muy romántico. Mi marido ni siquiera recoge sus calcetines, así que mucho menos moriría por nadie. Vaya, eso no ha sonado muy bien.—Sé lo que quiere decir —dijo Sakura sabiendo que cualquier fan era un buen fan.—¿Te has mudado a Konoha?—Eh, pasaré aquí unas semanas.—Estoy deseando contarle a todas mis amigas que te he conocido —Tsunade corrió hacia la puerta—. Me has alegrado el día.—Gracias.Cuando se marchó, Hiruzen volvió a sonreír. —Tiene buena intención.—Lo sé. Y agradezco mucho su entusiasmo. — Sakura estaba dispuesta a dejar pasar que la hija de Tsunade, Shizune, hubiera sido una de sus torturadoras. —Gracias por eso —dijo señalando al escaparate.—Escribes libros geniales y todo el mundo por aquí quiere oír que a una chica del pueblo le va tan bien. Eres famosa.Y eso era algo en lo que Sakura nunca había pensado. Su única preocupación cuando había descubierto que tenía que volver había sido evitar a Naruto, pero ahora tenía que enfrentarse a la realidad de interactuar con todo un pueblo.—Eso de famosa es relativo —dijo ella con una carcajada.—En un par de meses vamos a celebrar nuestro festival anual del libro. Si sigues por aquí, nos encantaría que fueras a firmar —volvió a guiñarle un ojo—. Nuestros autores locales tienden a autopublicarse y hacen hincapié en temas como artesanía y leyendas.No tenía ninguna intención de estar cerca de Konoha en dos meses, pero Hiruzen Sarutobi siempre había sido amable con ella y no quería ser grosera. —Estás diciendo que así ganarás más dinero con mis libros —dijo ella en broma.—Ya me conoces. Eso es lo primordial —bromeó él.—No sé qué haré aún, pero si sigo aquí, iré a firmar.—No diré nada hasta que estés segura. De lo contrario, Ino Yamanaka te pondría a encabezar un desfile.—¿Por qué iba a hacer eso?—Es la organizadora de los festivales del pueblo. Coordina los picnis y los eventos especiales. El festival del libro es uno de los eventos con los que más dinero recauda.«Oh, genial», pensó. Porque Ino era exactamente la persona que quería ver. —Agradezco tu discreción.Una madre con dos hijas adolescentes entraron en la tienda y Sakura se despidió de Sarutobi y se marchó. Apenas había bajado tres escalones cuando tuvo que apartarse bruscamente para evitar toparse con dos mujeres que caminaban juntas.—Perdón —dijo Sakura aún con la atención centrada en la librería.—¿Sakura? —le preguntó una voz familiar—. ¿Sakura Haruno?Sakura contuvo un gruñido cuando se giró y vio la mirada de sorpresa de Ino Yamanaka. Ino, la misma que se había burlado de ella a diario en el instituto. Ino, la misma que se había reído de su ropa, de su adoración por los libros, y de su reputación.La mujer que había al lado de Ino gritó: —¿Sakura Haruno? ¡Soy una súper fan tuya!Sakura la miró y entonces deseó haberse quedado en casa. El grito provenía de la hermana de Naruto. Por mucho que fuera el ídolo literario de uno de sus hermanos, ese aprecio se desvanecería en cuanto se enterara de lo de Ryu.—Hola —dijo Sakura, haciendo lo posible por sonreír cuando lo que de verdad quería hacer era salir corriendo. Miró a la hermana de Naruto —. Lo siento. Sé que eres la hermana de Naruto…—Karin.—No puedo creer que estés aquí —comentó Ino, tan estilosa y elegante como siempre. Llevaba el pelo un poco más largo y estaba tan perfecta como doce años atrás—. ¿Cuándo has vuelto? ¿Y no eres famosa? ¿Qué haces aquí?—Es más que famosa. No puedo creérmelo. Trabajo en la biblioteca a tiempo parcial. Mi jefe va a alucinar cuando le diga que estás aquí.Karin era guapa, tenía el pelo rojo, una sensual sonrisa y un curvilíneo cuerpo que hacía que Sakura se sintiera inferior. En absoluto se parecía al estereotipo de una tranquila bibliotecaria.—Es un trabajo temporal —admitió Karin ante la mirada de Sakura—. Mientras pienso qué hacer con mi vida. Tengo una licenciatura en Periodismo. Me marché a Amegakure para trabajar en las noticias, pero no pude encontrar un trabajo que no fuera servir café. Además, es una ciudad demasiado grande para mí. También trabajo a tiempo parcial en el periódico. Hago algunos reportajes y… — Karin le agarró el brazo a Ino. —¡Oh, Dios! El festival del libro. Sakura puede ser nuestra primera figura —posó sus oscuros ojos en Sakura —. Tienes que decir que sí. Te juro que si tengo que hacer otra exposición de simples trabajos artesanales con ramitas, moriré. O, como poco, perderé mi sentido del humor. Serías un gran atractivo. Todo el mundo por aquí te conoce y podríamos atraer a prensa de verdad. ¿No crees que sería genial?—Claro —respondió Ino mirando a Sakura—. Suponiendo que quiera participar.—Claro que quiere, ¿verdad que sí?— Sakura es una gran autora —reconoció Ino—. Es una autora súper ventas del Iwagankure Times y está un poco fuera de nuestro alcance.Sakura no podía distinguir si Ino estaba ayudándola o no.Karin miró el reloj y gruñó. —Bueno, puedes quedarte convenciéndola porque yo tengo que estar en la biblioteca en cinco minutos —sonrió a Sakura—. Bienvenida a casa. Me encantan tus libros. Deberíamos quedar y charlar un poco.Y entonces Karin se marchó corriendo dejando a Sakura sola con Ino. Ino sonrió.—Karin es la persona más entusiasta que conozco y eso es decir mucho. Aunque nos encantaría que firmaras libros en el festival, parece que te has quedado un poco atrapada. ¿Qué te parece si lo organizo para que participes, pero prometo no molestarme si al final te niegas? Aunque eso no significa que no vaya a llamar a tu publicista y a suplicarle.Sakura no lo comprendía. Ino estaba siendo… simpática. Muy simpática. —No sé si seguiré en el pueblo. No estoy segura de cuánto tiempo me quedaré.—Podrías volver para el festival y pasar aquí el fin de semana —se rió—. Pero no te presionaré, lo juro. Bueno, ¿cómo estás? Hace siglos que no te veo. ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Once o doce años desde la última vez que estuviste aquí?—Más o menos. ¿Sigues viviendo aquí?—No pueden librarse de mí, aunque no dejan de intentarlo —sonrió—. Lo cierto es que, excepto para ir a la universidad, no he salido nunca de aquí. Igual que Karin, soy una chica de pueblo, pero, a diferencia de ella, yo sí sé lo que quiero hacer.—He oído que organizas todos los festivales.—Soy la chica de las fiestas de Konoha y lo digo en el buen sentido.Sakura se la habría imaginado casándose con un buen partido y reuniéndose con las mujeres más ricas del lugar para ir a almorzar.—Estás fantástica —le dijo Ino—. He visto tus fotografías en los libros, pero son distintas. Más… ¿cómo decirlo? ¿Formales?—Adustas —admitió Sakura—. Lo que escribo me obliga a aparecer seria en las fotos.—Seguro que no venderías tantos libros si aparecieras vestida con ropa de tafetán y con una boa rosa alrededor del cuello.—Exacto — Sakura comenzó a relajarse un poco. Había pasado mucho tiempo. Tal vez ambas habían cambiado y habían madurado—. ¿Estás casada?—No. Nunca se me ha dado bien ocuparme de cosas. Aunque estoy cuidando al gato de una amiga y parece que lo estoy haciendo bien. Por lo menos, eso creo. No ha intentado matarme mientras duermo y la semana pasada me dejó achucharlo. Bueno, más bien fue un roce accidental de mi mano contra su lomo, pero estamos progresando. ¿Y tú?—Yo no tengo gato —sonrió—. Y tampoco me he casado nunca.—¿En serio? ¡Pero si siempre has sido guapísima! En el instituto los chicos prácticamente se mataban por intentar que te fijaras en ellos. Hacías que el resto de las chicas medio normales nos sintiéramos como ogros. Era muy deprimente.Sakura sintió cómo se desvanecía su sonrisa mientras miraba a la otra mujer. — ¿Eso pensabais? ¿Que los chicos querían mi atención?—Claro.Sakura pensó en los terribles y groseros comentarios, en las burlas, en cómo alguien había escrito «puta» en su taquilla y que uno de los jugadores del equipo de fútbol decía tener fotos de ella desnuda a la venta; pensó en aquella vez que un grupo de tipos borrachos que iban en coche se habían parado a su lado mientras ella volvía caminando del trabajo un sábado por la noche y le habían dicho que tenían veinte dólares y que con eso tendrían suficiente para que se acostara con todos.Ino volvió a reírse. —Seguro que tienes que tener guardias de seguridad en tus firmas de libros para mantenerte protegida de los fans. Creo que me habría gustado ser famosa. Bueno, ya lo seré en mi próxima vida.Era como si estuvieran manteniendo conversaciones completamente distintas, pensó Sakura, confundida ante la simpatía de Ino y su aparente imposibilidad de recordar el pasado con precisión.—Un grupo nos reunimos de vez en cuando — continuó Ino—, para celebrar una especie de noche de chicas. Quedamos en la casa de una y bebemos mucho. Es divertido. Creo que conocerías a algunas de las que vienen. Nos encantaría que vinieras — sacó de su bolso una tarjeta de visita y un bolígrafo—. Dame tu número de móvil. ´Sakura se lo dijo, aún sintiéndose como si estuviera viviendo una experiencia extra corporal. —Es genial tenerte de vuelta. Ya quedaremos para almorzar o tomar algo y así nos pondremos al día y pensaremos en lo de la firma.Las dos mujeres se separaron y Sakura siguió caminando por el parque junto al lago segura de que, aunque por fuera tuviera una apariencia normal, por dentro estaba más que confundida. ¿Ino Yamanaka siendo simpática? ¿Cómo era posible? Sakura creía en la capacidad de una persona para cambiar, pero no estaba segura de que estuviera preparada para aceptar un absoluto milagro.—Nunca he oído hablar de los Ambus de Konoha —le dijo Ryu a Naruto mientras buscaban sus asientos. Los dos llevaban perritos calientes y refrescos. Naruto tenía la mirada clavada en el chico vigilando que no se tropezara, pero el niño de once años no parecía tener problemas abriéndose paso entre la multitud. Se situaron a tres filas del campo.—Son un equipo de temporada corta de la liga A —dijo Naruto tirando de la visera de la nueva gorra naranja de Ryu—. ¿Sabes lo que significa eso?—¿Qué no juegan en temporada larga? —preguntó Ryu con una sonrisa.—Muy bien. Has oído hablar de la liga de béisbol menor Triple A y la Doble A, ¿verdad? —El chico le dio un mordisco al perrito caliente y asintió. —Ésta es otra clase de equipo de liga menor. Sus temporadas van desde principios de junio hasta principios de septiembre. El inicio de temporada fue la semana pasada.—¿Vas a muchos partidos?—Voy siempre que puedo.—Mamá y yo hemos ido a ver jugar a los Giants unas cuantas veces. Es muy divertido. Había mucha más gente que aquí.—Konoha es mucho más pequeño que Iwagakure.Ryu agarró su bebida. —Mamá me lleva a hacer muchas cosas. Museos, que suenan muy mal, pero que a veces son divertidos. Vamos al teatro infantil y hemos visto el musical de El Rey León dos veces —bebió un poco de refresco—Soy un poco mayor para musicales, pero aun así estuvo guai.Naruto miró a su hijo e intentó no pensar en todos los años que había perdido. No le haría ningún bien. Se dijo que tenía que centrarse en el presente. Por lo menos, Ryu parecía dispuesto a aceptarlo. Sakura no había puesto a su hijo en su contra y eso lo agradecía. Claro que, todo habría sido mejor si no se lo hubiera ocultado desde un principio.—¿Te gusta el colegio?—Ajá. Me gustan mucho las Matemáticas, se me dan muy bien. Mamá dice que eso lo he sacado de ti. Pero es muy extraño. Nunca sabía a quién se refería cuando me lo decía, aunque ahora sé que se refiere a ti. —Ryu sonrió y le dio otro mordisco al perrito. —También se me dan muy bien los deportes — añadió después de haber masticado y tragado—. Mamá dice que ella es una patosa, o sea, que no coordina muy bien —sonrió—. No sabía que jugaras futbol, pero ahora que lo sé jugare más.—Tal vez podríamos ir a jugar juntos algún día.Ryu abrió los ojos de par en par. —¿Podríamos? ¡Qué guai! Pero jugaras demasiado y me ganarás. Aunque, bueno, no importa. Iré mejorando cuando crezca. Eso es lo que mamá siempre me dice. Que ahora soy bueno y cuando sea mayor seré mejor.El mismo patrón se repetía constantemente: hablaran de lo que hablaran, Ryu siempre acababa mencionando a su madre, lo cual era prueba de la gran madre que había sido. Que estuvieran tan unidos era algo bueno, o, por lo menos, intentaba convencerse a sí mismo de ello.—Mamá dice que construyes molinos de viento, de ésos que se usan para generar electricidad. ¿Podemos ir a verlos?—Claro. Tenemos una granja de viento a las afueras del pueblo. Podemos ir allí y podrás ver dónde los construimos.—Son muy grandes, ¿verdad?—Más de lo que puedes imaginarte.El partido empezó y, después de levantarse para escuchar el himno nacional, volvieron a tomar asiento. Ryu preguntó sobre la familia de Naruto y el negocio y Naruto le contó varias historias de cuando era pequeño. La tarde pasó deprisa y cuando terminó el partido, Naruto tenía la sensación de que conocía mejor a su hijo y de que a partir de ahora su vida cambiaría para siempre.Volvieron caminando a la casa de Sakura. —Aunque los Ambus ganen la temporada, no podrán llegar a las Series Mundiales —dijo Ryu.—No, pero los buenos jugadores ascenderán en la liga y puede que jueguen en las mayores.—Yo puedo lanzar la bola muy lejos —le dijo su hijo—, pero no soy bueno atrapándola.—Practicaremos.—¿Sí? —Ryu sonrió—. Mamá lo intenta, pero la lanza como una chica —le brillaban los ojos—. Aunque no debería decir eso. Se enfada. Una vez me dijo que todo eso de que las chicas tengan las caderas distintas y caminen de otra forma hace que les resulte más difícil lanzar la bola como un chico. Lo entendí más o menos, pero cuando le pregunté qué tenían que ver sus caderas con eso, se puso como loca.Naruto se rió. —Seguro que sí.—A veces las madres son complicadas.—No sólo las madres, todas las mujeres. Justo cuando crees que las comprendes, te sorprenden.Ryu seguía mirándolo, pero su sonrisa se desvaneció. —¿Tienes más hijos?A Naruto se le encogió el pecho y, sin pensarlo, puso la mano sobre el hombro de Ryu. —No.—¿Entonces me tienes sólo a mí? — Naruto asintió. —No me importaría tener un hermano, pero lo que seguro que no quiero es una hermana.Sakura estaba sentada en el porche delantero cuando llegaron a la casa. Ryu corrió hacia ella y se echó a sus brazos.—Lo hemos pasado genial. Los Ambus han ganado y el entrenador se ha enfadado con el árbitro y lo han echado del partido.—Eso no creo que sea bueno —miró a Naruto por encima de la cabeza de Ryu —. Parece que todo ha ido bien.Él asintió, decidido a no reaccionar por verla con esa camiseta y esos pantalones cortos. El atuendo no tenía nada de especial, pero esa mujer tenía algo por dentro que hacía que lo fuera. Tenía unas piernas largas y tonificadas, y una piel suave. Sus pies descalzos la hacían parecer vulnerable y tuvo la instintiva reacción de protegerla. Pero entonces tuvo que recordarse que Sakura era la mala de la película, y eso le hizo sentirse incómodo.—Voy a contarles a Rin y a Moegi lo del partido —dijo Ryu mientras corría adentro.—Me alegra que lo hayáis pasado bien.Naruto se dejó invadir por la ira. —No hay nada por lo que alegrarse. No tendría que estar conociendo a mi hijo, tendría que ser parte de su vida. No tenías derecho, Sakura. No sólo has estropeado mi vida, sino también la de Ryu.Ella se quedó callada un momento, metió la mano en un bolsillo y sacó una carta. El sobre estaba arrugado y tenía el aspecto de un papel que se había manipulado miles de veces. Se la entregó. Naruto no quería agarrarla porque en ese momento, mientras la miraba a los ojos, supo que Sakura había estado diciéndole la verdad. Que cinco años atrás, había intentado contarle lo de Ryu. Cerró los dedos alrededor del sobre. La fecha del matasellos confirmaba su historia, al igual que la letra y la dirección, pero la letra no era suya, aunque sí lo suficientemente parecida como para haber engañado a cualquiera. Sacó la hoja de papel y el mensaje quedó brutalmente claro.Sé que el niño es mío. Lo que tuvimos terminó hace años. Ahora tengo mi propia familia. Mis propias responsabilidades. No quiero saber nada de ti ni de él. Mantente alejada de mí y de Konoha.La carta no justificaba que se hubiera marchado sin contarle nada de su embarazo, pero lo explicaba todo. De pronto su rabia ya no era tan intensa y ahora se sentía como un hombre utilizado por una mujer que había dicho amarlo. Hinata lo había sabido, pensó sacudiendo la cabeza. Se había puesto de parto sabiendo que él tenía otro hijo y no había dicho una palabra. Se había guardado la verdad, incluso cuando murió en sus brazos. Aunque no había sido su alma gemela, había creído que la conocía, la había comprendido. Pero se había equivocado. Ella no había estado dispuesta a correr el riesgo de que quisiera al hijo de Sakura más que al hijo de ella. Conocía a Hinata lo suficiente como para creerlo. La decepción lo cambiaba todo, pensó denodadamente. Su mujer no sólo le había ocultado esa información, sino que había mentido deliberadamente a Sakura. ¿Y si Ryu lo hubiera necesitado? Sakura jamás habría contactado con él, no después de leer esas palabras.—Lo siento —murmuró Sakura.Él volvió a centrar la atención en ella y vio compasión en sus verdes ojos. —¿Qué tienes que sentir?—Estabas casado con ella y ha muerto. No puedes preguntarle por qué lo hizo o si alguna vez lamentó haber hecho lo que hizo.Él ya conocía la respuesta a esas dos preguntas; la única pregunta real era cómo había podido equivocarse tanto con la mujer con la que se había casado. Volvió a meter la carta en el sobre y se lo entregó. —Supongo que te debo una disculpa.—Te lo recordaré la próxima vez que te enfades conmigo y supongo que eso será dentro de quince segundos —esbozó una leve sonrisa—. Te has vuelto emocionalmente volátil en mi ausencia y eso me sorprende un poco.—Tal vez estoy explorando mi lado femenino.—Tal vez necesites medicación.Él se apoyó contra la barandilla del porche. —De verdad intentaste contarme lo de Ryu. —Ella asintió. Unas cuantas palabras en una hoja lo habían cambiado todo. —¿Podemos empezar de cero?—Aunque te agradezco la oferta y no quiero parecer desagradecida, será cuestión de tiempo que vuelvas a enfadarte conmigo.—¿Es que no quieres aprovecharte de mi buen humor?—No, gracias.—Pues deberías. Cena conmigo. Podemos hablar de logística.Ella sacudió la cabeza. —Gracias, pero no estoy dispuesta a verme expuesta a la inquisidora sociedad de este pueblo. Salir a cenar a un restaurante contigo no es mi idea de pasar un buen rato.—En mi casa. Mañana por la noche.—¿Cocinas?—Tengo cierto talento.Un suave tono rojizo tiñó las mejillas de Sakura. —Sí, bueno, tengo tres menores de los que ocuparme. Rin tiene catorce años y es lo suficientemente mayor para quedarse sola, pero dadas las circunstancias, no estoy segura de que quiera dejarla al cuidado de los pequeños. Ya ha tenido demasiadas responsabilidades.—Mi madre puede venir a cuidarlos.—Seguro que es una mujer encantadora, pero no me apetece encontrarme otra vez con ella.—Entonces se lo pediré a mi hermana.Sakura pensó en ello. —Si Karin se queda con los niños, iré. Me la he encontrado hoy y no me odia, y eso, en tu familia, es prácticamente un milagro. Claro que todavía no sabe lo de Ryu y es posible que cuando se entere cambie todo.—Karin, de acuerdo. Estará aquí mañana a las seis.—¿Cómo sabes que no tienes planes?—No lo sé, pero me debe una.—Muy típico de los hombres.Él sonrió. —¿Es eso un «sí»? —preguntó él aunque ya conocía la respuesta.Sakura suspiró. —Sí.Sakura tuvo casi veinticuatro horas para arrepentirse de su decisión e hizo lo que pudo por aprovechar ese tiempo. ¿Una cena con Naruto? ¿Pero en qué había estado pensando? ¿Más tiempo a solas para qué él pudiera volver a gritarle? No había sido su actuación más inteligente. Pero ahora, mientras se preparaba para ir a su casa, sabía que no se echaría atrás. Naruto y ella tenían demasiadas cosas que hablar y con un poco de suerte, y con la prueba de que había intentado contactar con él cinco años atrás, podrían mantener una conversación normal. Como adultos. Tal vez…Karin llegó justo a tiempo, tan llena de vida y efusiva como el día anterior. —He traído libros para que me los firmes —dijo la hermana de Naruto al entrar en casa—. No esta noche; te los dejaré aquí para que los firmes cuando puedas. Y Ino me ha dicho que no te agobie con lo del festival del libro, pero ofrecer mis servicios como niñera a cambio de que vengas al festival no puede considerarse un agobio, ¿verdad?Sakura no pudo evitar reírse. —¿Bebes mucho café?Karin sonrió. —Me hacen esa pregunta todo el tiempo —miró a su alrededor, como si estuviera comprobando si estaban solas y bajó la voz—. Me he enterado de lo de Ryu y de que intentaste contárselo a Naruto. Que Hinata se lo ocultó. Sé que no debemos decir nada sobre alguien que está muerto, pero no me sorprende que lo hiciera.Sakura quería preguntarle por qué, pero los tres niños habían bajado las escaleras justo en ese momento. Se hicieron las presentaciones, pidieron pizza y se establecieron las normas para la noche. Sakura se aseguró de dejar escrito su número de móvil y de que el dinero para la pizza estuviera en la mesa del comedor. Sin embargo, los veinte dólares habían desaparecido.—¿Se ha quedado alguien con el dinero de la pizza? —gritó hacia el salón.Los niños y Karin ya estaban eligiendo una película y le respondieron: —Yo no lo he visto.Sakura miró debajo de la mesa, pero el dinero no se había caído. Tal vez no lo había dejado ahí, tal vez se lo había imaginado. Sacó otros veinte dólares del monedero y se los dio a Karin. —Divertíos. Volveré sobre las diez, pero si no estoy aquí, que todo el mundo se meta en la cama. Adiós.—Adiós, tía Sakura.—Adiós, mamá.—Pásalo bien —le gritó Karin—. Deja que Naruto te convenza sobre lo del festival.—Eres muy insistente —dijo Sakura mientras caminaba hacia la puerta. —Es una de mis mejores cualidades y me distingue como una Uzumaki.
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Pasión Escondida
Capítulo 6
- Capitulo 6 -Pasiones Escondidas-:
- La casa de Naruto estaba al otro lado del pueblo, a quince minutos caminando. Ya que los días eran más largos, el sol aún no se había escondido, y el cielo estaba azul. Se distrajo nombrando las flores que se iba encontrando, pero como solamente se conocía los tipos más básicos como la rosa, el clavel o la margarita, no fue una diversión tan satisfactoria. En lugar de eso, comenzó a cuestionarse por la elección de ropa que había hecho esa noche. Había querido ir informal, pero no demasiado, y así había optado por una camiseta rosa y una falda vaquera blanca que dejaba ver sus piernas autobronceadas. Al ser pelirrosa, no podía obtener un bronceado de verdad, porque si se exponía al sol, lo único que conseguía eran quemaduras y pecas. Tal vez tendría que haberse puesto unos vaqueros simplemente. ¿Una falda implicaba una cita? No quería que él pensara que ella veía ese encuentro como algo más.Antes de volverse loca, giró hacia la calle de Naruto y se detuvo para admirar la casa. Era relativamente nueva, con un amplio porche y mucha madera. Unos postigos color crema contrastaban con el verde intenso de la casa. Había mucho más que admirar, pero tenía la sensación de que si se quedaba demasiado rato ahí, no tendría el valor para entrar y entonces los vecinos la verían ahí paralizada en mitad de la acera, supondrían que estaba loca y llamarían a la policía. Por todo ello, estar dentro sería lo más seguro y el mejor plan.Fue hasta la puerta principal, que se abrió antes de que pudiera llegar a llamar. Naruto estaba allí, alto, masculino y sexy con sus vaqueros, sus botas y una camisa negra con las mangas enrolladas. Tenía el pelo ligeramente revuelto y una expresión relajada y agradable. Durante un segundo, ella sintió una clase de tensión distinta, una que comenzaba más debajo de su vientre y que se extendía por todo su cuerpo. Había amado ciegamente a Naruto una vez y eso la hacía vulnerable; el hecho de que hubieran solucionado algunas cosas no era suficiente para que se relajara.—Has venido —dijo él.—Increíble, pero cierto —ella entró—. Es una casa fantástica. ¿La has construido tú?—Hace unos años.—¿Con Hinata? —preguntó antes de poder evitarlo.—No. Esa casa la vendí.¿Por los recuerdos? Probablemente, pensó, mientras se decía que no debía hacer preguntas si no quería oír algunas respuestas.—Pasa —dijo él indicándole que fuera hacia la izquierda.El vestíbulo era grande y despejado, con un techo en dos alturas y suelos de madera oscura. Cruzó ese espacio y entró en un enorme salón con una chimenea en un extremo y una vista de las montañas a través de los ventanales. El mobiliario era masculino, pero cómodo, y las obras de arte conservadoras. Unas alfombras cubrían casi todo el suelo de madera, amortiguando así el sonido de los pasos. En el otro extremo había un arco que daba paso a un comedor. Él la condujo hasta la cocina, que estaba llena de armarios de color cerezo, de encimeras de granito y grandes ventanales. Junto a la encimera había dos taburetes y en ella una botella de vino tinto, dos copas y un plato de aperitivos. Los deliciosos aromas a ajo y especias salían de uno de los dos hornos de acero inoxidable.—Estoy impresionada.—No lo estés. Conozco un gran servicio de catering. Los llamo, traen la comida y la caliento.Esperó hasta que ella tomó asiento antes de agarrar su copa de vino. —¿La perfecta vida de soltero? —preguntó ella.—Algunos días —abrió la botella con facilidad, con práctica—. Tú tampoco estás casada. ¿Quieres hablar de ello?Sakura agarró la copa de vino y sacudió la cabeza. —En realidad, no.—¿Porque deberíamos hablar sobre temas menos peligrosos?—Creo que eso es mejor idea —respondió con cautela.—Pareces muy precavida.—Estoy preparada para practicar técnicas de evasión.—¿Lo dices por si te utilizo como diana de tiro?—Absolutamente.Sakura se había sentado en un taburete y estaban prácticamente a la misma altura. Podía ver todos los tonos azules que conformaban su iris y las largas y espesas pestañas que ella sólo conseguiría aplicándose tres capas de máscara. Si respiraba hondo, podía captar el aroma a jabón y a hombre. Un aroma que no podía olvidar.—Esta noche hemos suspendido las hostilidades —declaró él acercando su copa a la suya—. ¿Te acuerdas?—¿Y puedo confiar en ti?Esa sexy sonrisa volvió a mostrarse, la misma que la hacía pensar en todo el tiempo que había pasado desde la última vez que había estado en la cama con un hombre. No, no con un hombre. Con ese hombre. Aunque hubieran sido jóvenes, él había sido más que su primera vez. Él le había dado el mejor momento de su vida, le había hecho el amor con una mezcla de afecto y ternura al que nadie había podido igualarse. Le había hecho creer que todo era posible. Y después le había roto el corazón.—Hemos suspendido hostilidades —asintió ella, sabiendo que al haber amado a Naruto una vez, ya siempre sería vulnerable ante él. Tenía que mantenerse fuerte para protegerse a sí misma y proteger a Ryu. Él se acercó a la encimera y empujó el plato de comida hacia ella.—¿Cómo te va con las hijas de Nagato?—Hasta ahora bien. Las tengo alimentadas y se sienten protegidas, así que ya tengo la mitad de la batalla ganada —se inclinó hacia él—. Han sobrevivido solas casi tres meses. La mujer de Nagatos les dejó cien dólares y se marchó. Quiero denunciarla a la policía, pero primero tengo que hablar con Nagato y preguntarle qué quiere.Naruto parecía atónito. —¿Abandonó a las niñas?—Se largó sin más. El dinero se les acabó y Rin ha estado robando lo que necesitaban para sobrevivir.—¿Y nadie se ha dado cuenta? ¿Nadie ha llamado a los servicios sociales?Sakura pensó en su propia infancia. —Te sorprendería saber la frecuencia con la que sucede eso y hay un montón de niños indefensos. Mañana iré a ver a Nagato, quería ir mientras las niñas estén en el colegio —lo miró—. ¿Te importaría quedarte con Ryu? No creo que esté preparado para ver la prisión de Konoha.—Claro. Tráemelo a la oficina.—Gracias.—¿Qué va a pasar con las niñas?—No lo sé. Espero que Nagato tenga un plan. Si no, mi familia acaba de aumentar.—¿Te las llevarías? — Ella asintió lentamente, pensando que, si no había nadie más, no tendría elección. No sabía nada sobre criar a niñas adolescentes, excepto porque ella había sido una. Esperaba que con eso fuera suficiente. —Es mucha responsabilidad.—Tú harías lo mismo por uno de tus hermanos.—Probablemente. Si es que mi madre no se los quedaba primero.—Es una tigresa.—Te caerá mucho mejor cuando la conozcas más.—Otra cosa que estoy deseando… —murmuró esperando no estar en el aldea tanto tiempo como para conocer a la familia de Naruto.—Tener a las hijas de Nagato en tu vida lo cambiará todo.—Lo sé, aunque es mejor que espere a ver qué pasa antes de empezar a planearlo todo. Si el acuerdo es permanente, entonces todos juntos veremos qué hacer. — Alzó la mirada y lo encontró mirándola. —¿Qué?—Estaba esperando que admitieras que me has matado una y otra vez en tus libros.Ella se encogió de hombros intentando no sonreír… o alegrarse por el hecho de que él leyera sus libros. —Deberías sentirte halagado. Eres un personaje recurrente en una serie de libros de éxito.—Soy un tipo muerto. No hay mucho por lo que sentirme halagado.—Siempre te doy un nombre y una historia.—Además de una descripción muy gráfica de mi muerte.En esa ocasión, ella sí que se rió. —Eres un tipo duro. Puedes con ello.Él le devolvió la sonrisa. —Espero inspirarte y convencerte para que te busques otra víctima.—Lo de las musas es algo complicado.—Tú no crees en las musas.—¿Cómo lo sabes?—No le darías tanto poder a una fuerza que no controlas.Y tenía razón, pero a Sakura le sorprendió que lo hubiera sabido y antes de poder imaginar qué decir, sonó el reloj del horno. «Salvada por la campana», pensó, y nunca mejor dicho. Pasaron la cena charlando sobre temas menos peligrosos. La comida era excelente, y el vino tan bueno que no protestó cuando Naruto le rellenó la copa dos veces. El resultado fue una absolutamente agradable sensación combinada con un ligero zumbido. Sakura no estaba borracha, pero se alegraba de haber ido caminando y no en coche.—¿Has visto el pueblo distinto? —le preguntó Naruto cuando habían terminado de comer. Afuera ya estaba oscuro y por las ventanas abiertas entraba una fresca brisa.—Ha crecido mucho. Cuando me marché, ni siquiera habían empezado a construir el campo de golf. Y también hay nuevos negocios. Ahora el local de Choji es el BarbaQ.—El local de Choji ha sido cinco restaurantes diferentes en los últimos diez años. Nadie sabe por qué, está bien situado.—También hay gente nueva —añadió Sakura mirándolo—. Y vieja. Ayer me crucé con Ino, que iba con tu hermana.Él pareció sentir su escrutinio y frunció el ceño. —¿Qué?—Creía que tendrías algo que decirme sobre ella.—¿De Ino? ¿Por qué?—Porque está aquí. Porque cuando supe que estaba embarazada, volví para contártelo y te encontré en la cama con ella —alzó la mano—. Lo siento. Esto no entra en la tregua. Me dirás que yo me marché y que tenías derecho a ver a quien quisieras. Eso me dolerá, después te gritaré y discutiremos y ya estoy cansada de discutir. Por lo menos, durante esta noche. Pero sí que quiero hacerte una pregunta.—¿Sobre Ino?Ella asintió. —En el instituto era terrible, ¿verdad? Mezquina, mala, no era alguien con quien dejarías a un niño.—No era la mejor persona que te podías encontrar, no.—Vale, entonces no es cosa de mi imaginación, porque ayer estaba totalmente cambiada. Estuvo simpática y agradable. No me lo esperaba, era como estar viviendo una experiencia en un universo paralelo. Empecé a preguntarme si es que yo recordaba mal el pasado o qué estaba pasando.Él vaciló. —No me acosté con Ino.Sakura lamentó haber sacado el tema. —No importa.—Sí que importa. Estábamos en una fiesta, yo te echaba de menos y me sentía solo, estaba furioso. Había salido con ella un par de veces, la llevé a casa, pero estaba demasiado borracho. No pasó nada.Sakura deseaba poder creerlo. —Naruto, pasó hace mucho tiempo.—No me acosté con ella —repitió.Esa información no debería haber supuesto nada, pero aun así, se sintió más relajada por dentro. —Gracias.—De nada — Naruto alzó su copa de vino—. Sé por qué te marchaste, pero me gustaría que te hubieras quedado para hablar conmigo.Ella se encogió de hombros. Era imposible que eso hubiera pasado. —Volviste a la universidad y te olvidaste de mí.—Jamás me olvidé de ti.Había algo en el modo en que pronunció esas palabras, algo en su mirada que la hizo sentirse atraída por él, o tal vez atraída por su pasado. Desde que había recibido el email de su sobrina, su vida había sido una locura, apenas había tenido un momento para respirar.—Juraste que jamás te quedarías aquí —recordó ella—. Después de la universidad te ibas a marchar a ver mundo.—Al final no salió así.—¿Por la lesión?—¿Lo sabes?Naruto había entrado en la universidad con una beca de atletismo. Gaara y él siempre habían planeado comerse el mundo del futbol; competirían juntos y compartirían victorias. Habían planeado ganar codo con codo. Pero en la universidad, Naruto se había lesionado y no había vuelto a tener la oportunidad de competir.—No es que haya estado buscando información sobre ti todo este tiempo, pero oí lo que te pasó y lo siento.Él se encogió de hombros. —Pasó hace mucho tiempo. Terminé la universidad y volví a casa. Después, mi padre murió de pronto y mi madre se derrumbó. Todo el mundo se apoyó en mí y tuve que hacer lo correcto.Eso era muy propio de él. Incluso en el instituto, había sido un chico muy serio y formal… hasta que la había rechazado. Se dijo que no debía volver a pensar en eso, al menos no por el momento. Esa noche tenían que conocerse de nuevo para hacerse amigos y beneficiar a Ryu.—¿Te hiciste cargo del negocio?Él asintió. —Me llevó un tiempo darme cuenta de que me gustaba construir cosas y después comencé con los molinos.—¿Y el resto es historia?—Algo así.—Podrías haberte ido, pero ni se te pasó por la cabeza, ¿verdad?—No. Ya me conoces. Lo importante es la familia. Ya sabes el lugar que ocupan los Uzumaki en la historia de este pueblo —dijo con un tono cargado de humor y orgullo.Siempre había sido así, siempre se había sentido orgulloso de sus antepasados. En el instituto había dicho que no se parecía a su padre, pero no era cierto. En el fondo le preocupaba más la reputación de la familia que hacer lo correcto. Así era él, de nada servía lamentarse por ello; hacerlo sería como lamentarse de que los pájaros tuvieran plumas. Naruto era quien siempre había sido, un buen tipo con algunos defectos. Sus ojos se encontraron y algo surgió entre ellos. Sakura sintió un anhelo y un deseo que hacía años que no sentía. Un deseo que se cimentaba en lo que sabía que una vez había sido posible y en una sensación de pérdida. Durante mucho tiempo había cargado con un vacío, un oscuro agujero en el que había vivido su amor por Naruto. Había habido otros hombres que habían intentado conquistar su corazón, o por lo menos su cuerpo o su atención. Había tenido alguna que otra relación. Con Sasori había hecho lo posible por convencerse de que estaba enamorada, pero se había equivocado. Naruto había sido el único para ella. Él había sido el que le había hecho creer en sí misma y en sus posibilidades. Con él, había podido imaginar un lugar que no era Konoha. Habían hablado sobre marcharse juntos, sobre un futuro. Él le había dicho que quería casarse con ella. A pesar de estar sentada, de pronto sintió que estaba perdiendo el equilibrio. Era como si el pasado y el presente se hubieran entrelazado. Sabía que no era posible, que Naruto y ella eran totalmente distintos, que cualquier sentimiento que tuviera era el resultado del vino, del estrés y de lo guapo que lo veía.—No. No me mires así —le dijo él con la voz entrecortada.—¿Así cómo?En lugar de responder, Naruto se levantó y rodeó la barra. Ella se levantó también. Estaban tan cerca que Sakura podía sentir su calor. Se quedaron mirándose el uno al otro, como si fueran incapaces de huir, como si no quisieran hacerlo. Al instante, él le rodeó la cara con las manos, la llevó hacia sí, y Sakura no se resistió mientras la besó.Fue un beso ardiente, insistente, erótico. La boca de Naruto era firme y tierna, mejor de lo que recordaba. La rodeó con los brazos. Estaban el uno pegado al otro; suavidad contra dureza, mujer contra hombre. Él ahora era más corpulento, todo un hombre. Un hombre que la había llevado contra su cuerpo y la había tentado con un beso que le había roto el alma. Sus lenguas se enredaron en un deseo erótico redescubierto. Él sabía a vino y a Naruto, unos sabores imposibles de resistir. Sakura ladeó la cabeza para intensificar el beso, se apoyó contra él y él posó las manos sobre sus caderas. Sin pensarlo, ella las acercó a su cuerpo y su vientre entró en contacto con algo duro y peligroso. En ese momento explotó el deseo sexual, sin previo aviso y dejándola sin respiración y hambrienta.Fue un deseo que apareció en forma de un calor líquido que le robó toda su fuerza y su sentido común. Saber que la deseaba, saber cómo sería tenerlo dentro, era demasiado. Tal vez era por el pasado, del que no podía huir, o por todo lo que había sucedido en los últimos días, los altibajos emocionales que la habían dejado incapaz de pensar. Lo único que sabía era que deseaba a Naruto con una pasión que no había experimentado en mucho tiempo y que si no lo tenía en ese mismo momento, probablemente moriría. Él debió de leerle la mente, o sentir algo en su cuerpo, porque la agarró con más fuerza por las caderas. Apartó la boca de la suya y la arrastró por la línea de su mandíbula hasta su cuello. Le mordisqueó el lóbulo antes de acariciarlo con su lengua. Le quitó la camiseta y le desabrochó el sujetador. Cerró la boca alrededor de sus tersos pezones y los lamió hasta hacerla temblar de excitación.Sakura estaba ardiendo por todas partes y su deseo fue en aumento hasta volverse más poderoso que los latidos de su corazón y más necesario que el aire. Le temblaban las piernas y la esencia de su feminidad estaba inflamada y húmeda. Ella le acarició los brazos, el pecho y posó la mano sobre su miembro, acariciándolo a través de la tela de sus vaqueros. Sin dejar de besar sus pechos, Naruto le levantó la falda y coló los dedos entre sus muslos. Encontró ese lugar prometido al primer intento y deslizó los dedos sobre la hipersensible e inflamada piel. Ella se apartó lo suficiente para quitarse sus braguitas y después volvió a su abrazo. Naruto hundió dos dedos en ella mientras la acariciaba con el pulgar y, en cuestión de segundos, Sakura apenas pudo respirar. La tensión competía con el placer y sus piernas se sacudían. Sintió la isla de la cocina contra su espalda y cuando él la subió encima, oyó objetos caer al suelo. Sus miradas estaban engarzadas y ni se inmutaron; fue como si el ruido no importara, como si sólo importaran ellos dos. Seguía acariciándola, introduciendo y sacando sus dedos. Los músculos de Sakura se tensaron a su alrededor y él la acarició hasta hacerla rendirse.El ritmo constante de sus dedos iba acompasado con los latidos de su corazón; Sakura podía ver el fuego ardiendo en sus oscuros ojos y supo que no habría vuelta atrás. Le desabrochó el cinturón y, cuando le bajó los vaqueros y los calzoncillos, se quedó maravillada al ver lo excitado que estaba y lo bien que eso la haría sentir por dentro. Al instante, él dio un paso adelante y se adentró en ella. La fuerza de sus movimientos la hizo tener que agarrarse a la encimera y tiró más cosas, pero no le importó. Ahora lo único que importaba era cómo la estaba llenando, cómo estaba satisfaciéndola al adentrarse más y más y con más fuerza cada vez. Naruto la agarraba de las caderas y ella lo rodeó por la cintura con las piernas. Estaban absolutamente unidos y Sakura tuvo la sensación de que jamás podrían volver a separarse. Gritó al llegar al éxtasis y el gemido de Naruto acompañó sus sonidos de satisfacción. Intentaron alargar ese momento todo lo posible hasta que las contracciones fueron volviéndose más lentas y se detuvieron finalmente.La cocina se quedó en silencio a excepción de por el zumbido de la nevera y el susurro de sus respiraciones. La realidad volvió cuando Sakura bajó las piernas y Naruto dio un paso atrás. Acababa de hacer el amor con el padre de Ryu… sobre la barra de una cocina. Hacía menos de una semana que había regresado al pueblo y ya se había entregado a un hombre que la había rechazado años atrás, que la había acusado de mentir y de alejarlo de su hijo. Un hombre que no le daría más que problemas, con una enorme familia y vínculos con un pueblo del que estaba deseando marcharse.—Mierda —murmuró—. Mierda, mierda, mierda.— Sak… —comenzó a decir él.—No —le ordenó mientras se ponía la falda. Sus braguitas estaban por el suelo, en alguna parte, pero no se molestó en buscarlas—. Esto ha sido una estupidez.Él se puso los calzoncillos y los vaqueros. —No es que lo tuviera planeado. Ha sido una de esas cosas que pasan.Muy típico de los hombres decir eso, pero había sido mucho más y suponía un gran problema. —¿En qué demonios estabas pensando? —le preguntó—. ¿Es que nunca utilizas preservativo? —Él se quedó paralizado. —Tomo la píldora, idiota, pero ¿no has aprendido nada del instituto? Esto ha sido un error enorme y haremos como si nunca hubiera pasado, ¿queda claro? Nunca.—No puedes pretender eso.—Verás como sí puedo —dijo mientras se dirigía a la puerta. Su bolso estaba donde lo había dejado, en la mesita de la entrada. Lo agarró y se marchó apresuradamente ignorando la agradable sensación que la invadía y que era prueba de lo que acababan de hacer. Naruto no fue tras ella y Sakura lo agradeció.Cuando llegó al final de la manzana admitió que tal vez había sobreactuado un poco y al llegar a la siguiente supo que en realidad estaba enfadada consigo misma, no con él. Para cuando llegó a casa, no se sentía mejor por lo que había pasado y no tenía ni idea de cómo podría volver a mirarlo a la cara. Eso fue lo que pensó mientras subía los escalones del porche de la casa en la que había crecido.
mariland- Clan Suzaku
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En mi pequeño mundo feliz
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Indecisión
Capítulo 7
- Capitulo 7 -Indecision-:
- Pasar por un detector de metales y dejar que te cachearan antes de entrar en prisión tenía algo que ponía tu vida en perspectiva. Eso era lo que pensó Sakura la mañana siguiente mientras esperaba a que el guardia de seguridad terminara de registrar su bolso. Una vez le hubieron permitido la entrada, siguió a otro guardia hasta una reducida habitación con una mesa, seis sillas y una pequeña ventana que daba a un patio. Ya que no era un día habitual de visitas ni una sala de visitas normal, tendrían cierta privacidad. Retiró una silla de metal y se sentó.La habitación era fría y, a pesar de su pequeño tamaño, se sintió de algún modo expuesta. Aunque eso probablemente tenía más que ver con lo sucedido la noche anterior que con el hecho de encontrarse con Nagato. No había dormido nada, había pasado la noche diciéndose que había actuado irresponsable e impulsivamente y recordando, a la vez, la música que Naruto había tocado sobre su piel. Lo último que necesitaban los dos eran más complicaciones, pero ahí estaban. Y ella era la única culpable.Respiró hondo y guardó en lo más profundo de su mente esos recuerdos y recriminaciones; ya le daría vueltas al tema y se torturaría más de vuelta a Konoha Ahora mismo tenía que concentrarse en ver a su hermano por primera vez en dieciocho años. En ese momento, la puerta contraria a ésa por la que había entrado se abrió y un hombre entró. Era unos centímetros más alto que ella, con un fino cabello rojizo canoso y ojos claros. Sabía que Nagato ya había cumplido los cuarenta, pero perfectamente podría haber pasado por un hombre de sesenta. Él se quedó mirándola un instante, confundido, pero después le sonrió.—¡Pero mírate! —dijo mientras se acercaba a ella—. Me han dicho que tenía una visita, pero no podría haberme imaginado que fueras tú. No es día de visitas y nadie viene a verme nunca. Creía que era un error. ¿Cómo estás, Saku?—Hola, Nagato. Ha pasado mucho tiempo.Ella tenía doce años cuando él se había marchado sin avisar y la había dejado en manos de una madre indiferente. Ese verano había madurado mucho.—Tienes buen aspecto —le dijo mientras se sentaba en una de las sillas—. He leído tus libros. Eres famosa, ¿verdad?—No exactamente, pero conozco a un tipo que ha conseguido que pueda venir a verte aunque no fuera día de visita.—Eso ya es algo.Parecía cansado, como si la carretera de la vida hubiera sido demasiado larga. —Estoy muy orgulloso de ti, Saku. Muy orgulloso.—Gracias —ella miró a su alrededor—. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo has acabado aquí metido?Él se encogió de hombros. —Hubo una pelea en un bar. Me defendí, pero el fiscal no lo vio así. No fue culpa mía.Esas palabras le resultaban familiares. Cuando eran pequeños, él nunca había tenido la culpa de nada. Siempre había sido así.—¿Cuánto tiempo vas a estar dentro?—Mi abogado todavía está apelando, pero seguramente esté aquí mucho tiempo —se inclinó hacia ella—. ¿Has visto a mis hijas?—Sí. Son geniales. Te echan de menos.—Yo también las echo de menos. Sé que debería escribirles más, pero soy un hombre ocupado.Estaba en la cárcel… ¿cómo podía estar ocupado? Pero bueno, no tenía sentido hablar de eso.—Me quedé sorprendida cuando me enteré de que habías vuelto a Konoha. ¿Cuándo pasó?—Después de que mamá muriera. Creía que lo sabías, siempre estuve en contacto con ella. Volví cuando enfermó y todo fue rápido. Entró en el hospital y murió una semana después. Yo acababa de casarme con Konan y no teníamos casa, así que cuando me enteré de que mamá me había dejado la casa, nos mudamos.Ella sacudió la cabeza. —¿Estuviste en contacto con mamá? ¿Le escribías y la llamabas?—Claro. Y también te escribí a ti, aunque no respondiste nunca. Pensé que estabas enfadada o algo.—Nunca recibí las cartas —dijo ella en voz baja, intentando respirar a pesar del dolor que sentía por dentro. ¿Nagato le había escrito? Creía que había desaparecido sin más, que la había abandonado sin pensarlo.—Ya sabes cómo era mamá —le recordó Nagato—. Tenía sus reglas.Sakura lo recordaba; su último contacto con su madre había sido cuando la mujer le había pedido que no volviera a molestarla. Alguien del hospital se había puesto en contacto con ella a través de su agente para decirle que su madre estaba enferma y antes de poder terminar de arreglar el viaje, había recibido otra llamada diciéndole que su madre había muerto. En ese momento, volver a Konoha para el funeral no le había parecido que tuviera sentido y ahora sabía que Nagato había estado allí.—Las relaciones son complicadas —murmuró ella con tristeza.Nagato era su hermano, deberían haber sido una familia, pero no lo eran. No tenían a nadie más. —He venido a verte por tus hijas —le informó Sakura —. Rin me escribió un email hace unos días —vaciló—. Lo siento, Nagato, pero Konan se ha ido.—Me lo imaginaba —murmuró él más resignado que sorprendido—. Hacía tiempo que no sabía nada de ella. ¿Se ha llevado a las niñas?—Em… no exactamente. Konan se marchó hace un par de meses y las niñas han estado solas desde entonces.El arrugado rostro de Nagato se quedó lívido.—La muy zorra. Nunca me dijo nada. ¿Están bien?—Están bien. Rin ha estado cuidando de las dos. Cuando le supuso demasiado, me localizó a través de mi Web site y he venido enseguida. Hay que arreglar algunas cosas…Nagato se levantó y fue hacia la ventana. Se quedó allí con los hombros agachados. —No tengo a nadie, Sakura. Esas niñas son lo único que tengo. ¿Puedes llevártelas?Ella quería decir que no, apenas conocía a sus sobrinas y cuidarlas unos días era muy distinto a responsabilizarse de ellas permanentemente. Pero incluso aunque intentó negarse, sabía que no podía. Si las niñas no se quedaban con ella, entrarían en un hogar de adopción y probablemente las separarían. Quien sabía qué les pasaría.—Firmaré los papeles que quieras —añadió él rápidamente—, para ponértelo más fácil.—Por supuesto que me quedaré con ellas —respondió ella sonriendo cuando él la miró—. Pero no puedo quedarme en Konoha. Mi vida está en Iwagakure, como la de Ryu.—¿Es tu marido?—Mi hijo. Tiene once años.Nagato sonrió. —¿Tienes un hijo? No lo sabía.Su madre sí lo había sabido, pero no había visto necesario decírselo, claro.—Es genial —sacó una fotografía de su cartera y se la acercó a Nagato.Su hermano la miró. —Es muy guapo.—Sí, a mí también me lo parece.—Tal vez Iwagakure sea mejor para las niñas; tendrán una oportunidad de empezar de nuevo, donde nadie me conozca. Intenté establecerme en el pueblo, pero no funcionó. La gente no podía olvidar nuestro apellido, ya me entiendes. Podrías vender la casa y guardarles el dinero para la universidad, para sus bodas, o para lo que sea.Ella pensó en la destartalada estructura. —La casa necesita un poco de trabajo.—No mucho. Empecé casi todos los proyectos de reforma.—Ya me he fijado.Él sonrió tímidamente. —Pero yo no voy a poder terminarlos —la sonrisa se desvaneció—. Necesito que cuides de mis hijas, Sakura.—Conmigo estarán a salvo.—Sé que lo estarán. Les gustará estar contigo.—Les gustaría verte.—No. Aquí no. No quiero que me vean aquí.—Eres su padre. Tienen que saber que estás bien.Nagato respiró hondo. —El día de visitas no es nada agradable, Saku. Todo el mundo llora, es mejor que no nos veamos.—Su madrastra las abandonó, a mí no me conocen. Tú eres la única persona que saben que las quiere.—Bien, pero dame un par de semanas. Les escribiré y les diré que pienso en ellas.—Claro. Estaré en Konoha un poco más — pensar qué hacer con la casa requeriría algo de tiempo. Tenía la sensación de que a las niñas no les haría mucha gracia la idea de mudarse. Rin ya se lo había dejado muy claro.—Gracias, Saku—dijo Nagato abrazándola. Y ella lo agarraba con fuerza, intentando reconciliar a ese hombre con el hermano al que había adorado. Pero era imposible. Había pasado demasiado tiempo, pensó con tristeza.—Estaré en contacto —prometió ella y fue hacia la puerta que la llevaría al mundo exterior, mientras que Nagato salía por otra que lo devolvía a la prisión.—Entonces, ¿es un campamento? —preguntó Ryu—. Mamá me lleva a un campamento de día durante el verano. Me he quedado a dormir un par de veces en las montañas.Naruto miró a su hijo y volvió a centrar la atención en la carretera. —Son las dos cosas. Hay niños que vienen de todas partes y se quedan un par de semanas. Los niños del pueblo vuelven a casa cada día, si quieren. Hay un autobús que los lleva y los trae.Sakura había dejado a Ryu en la oficina hacía aproximadamente una hora, pero lo había visto entrar desde el coche, como si evitara verlo a él. ¡Claro que estaba evitándolo! Naruto había planeado que Ryu se quedara en su oficina durante la mañana para después ir a las instalaciones de manufactura de turbinas, pero Sasuke había llamado y le había pedido que se reuniera con él en el campamento y Naruto había pensado que sería un buen modo de pasar la mañana. Tal vez sería más entretenido. Necesitaba algo para dejar de pensar en lo que Sakura y él habían hecho la noche anterior. No había pretendido que sucediera y menos con lo furioso que estaba con ella. Sin embargo, tenía que admitir que haber visto la carta lo había cambiado todo, y estar a solas con Sakura había sido mejor de lo que recordaba. Ella siempre había sido preciosa, inteligente y divertida, y ahora era todo eso además de tener una madurez que lo atraía. La había deseado años atrás y seguía deseándola, a pesar de que estar con ella no le daría más que problemas. Salió de la carretera principal para tomar un camino privado marcado por una señal roja que decía: Zona de Niños.—El tipo que ha abierto el campamento jugaba al fútbol americano—dijo Naruto—. Se llama Sasuke Uchiha. Era quarterback de los Akatsuki de Amegakure. Ryu lo miró con los ojos como platos.—Lo conozco. ¿Alguna vez viene al campamento? ¿Crees que podré conocerlo?—¿Recuerdas que te he dicho que había quedado con un tipo? Pues es él.—¡Guai! —Ryu saltó en su asiento—. Es genial. Estoy deseando contárselo a mis amigos.—Le sacaré una foto con mi móvil —le dijo Naruto—. Puedes mandársela a tus amigos.—¡Vale! —Ryu miró por la ventanilla—. ¿Hemos llegado ya?Naruto se rió y entró en el aparcamiento casi vacío. El campamento abriría oficialmente el sábado cuando llegaran los primeros niños de la ciudad y el lunes llegarían los niños del pueblo. En un principio, Naruto se había preguntado si mezclar a los niños era lo más inteligente, pero su hermana Karin, que regentaba el campamento para Sasuke, había explicado que era una buena experiencia de aprendizaje para ambos grupos. Normalmente, los niños de pequeños pueblos y los de grandes ciudades no tenían apenas contacto, y que ahora se relacionaran expandía su visión del mundo antes de que decidieran cómo era el mundo para ellos. Naruto aparcó entre un Ferrari y el Jeep de su hermana. Ryu bajó de la camioneta antes de que el motor estuviera apagado y saltó impaciente mientras esperaba a Naruto.—¿Ése es su coche? Es genial. Me encanta el color.Entraron en el edificio principal donde había una gran zona de estar y el comedor. Las oficinas estaban en la parte trasera. Mientras recorrían el pasillo, Naruto se fijó en las paredes y en las ventanas y buscó cualquier cosa que necesitara un retoque antes de que el campamento se inaugurara. Ya lo había revisado todo con el capataz y habían hecho una lista de lo que había que terminar, pero parecía que todo estaba listo. La puerta del despacho de Sasuke estaba abierta, y cuando Naruto entró encontró al hombre sentado en la esquina de su mesa. Gaara NoSabuka también estaba allí. Los dos alzaron la mirada cuando Ryu y él entraron.—Hola, Uzumaki —le dijo Sasuke mientras se levantaba para extenderle la mano —. Gracias por venir.—De nada.Naruto se giró hacia Gaara y le estrechó la mano también antes de posar las manos sobre los delgados hombros de Ryu.—Éste es Ryu—dijo deteniéndose antes de añadir—: Mi hijo.Sasuke saludó al chico mientras Gaara parecía tan aturdido como un dibujo animado cayendo por un acantilado. —¿Tu hijo? —repitió Gaara y gesticuló para decir sin palabras: «¿De quién?».—Su madre es Sakura Haruno.Ryu les estrechó las manos y miró a los dos hombres. —Los dos sois muy famosos.—Yo soy más guapo —dijo Gaara—. Y más listo. Uchiha es un poco feo.El hombre sonrió. —Podría partirte en dos como si fueras una ramita. Lo haría ahora mismo, pero lo pondría todo perdido.Ryu estaba emocionado. —¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó Naruto a Gaara.—Hablando con Susuke sobre un torneo de golf entre profesionales y aficionados. Ino no deja de darme el coñazo… —miró a Ryu y rectificó—, de molestarme e insistir en que lo convenza para firmar. Cree que a la gente le gustará que tengamos a un ex quarterback jugando, pero yo creo que les resultará aburrido.—Se ve amenazado —dijo Sasuke.Naruto sonrió. —Claro. Seguro que le asusta no ser el hijo favorito de Konoha.Gaara miró a Ryu. —¿Oyes un zumbido? No una conversación, sino algo más irritante.Ryu se rió.—Participaré en el torneo —le dijo Sasuke a Gaara—. ¿Quieres apostar?Naruto sacudió la cabeza. —Puede que no quieras apostar contra Gaara. Es muy bueno jugando al golf.—Yo también —Sasuke parecía muy seguro de sí mismo—. ¿Qué os parece cinco mil dólares? El ganador dona el dinero a la caridad que elija.—Hecho —respondió Gaara y se giró hacia Naruto—. ¿Tú juegas?—No, pero iré a verlo —miró a Ryu—. Tendremos que hablar sobre por quién vamos a apostar.Ryu miró a los dos competidores. Ambos eran altos y musculosos. Gaara era pelirojo y tenía los ojos color claro; Sasuke era moreno. Naruto había entrenado con ellos lo suficiente para saber que físicamente estaban en la misma condición, podían levantar pesas de muchos kilos… igual que él. Pero él hacía ejercicio porque le gustaba y, en cambio, parecía como si Gaara y Sasuke fueran al gimnasio porque tenían algo que demostrar.Gaara le guiñó un ojo a Ryu. —Van a hablar de negocios un buen rato, ¿quieres que te enseñe este sitio?—Claro. ¿Ya has estado aquí antes? —le preguntó el niño.—Unas cuantas veces. ¿Crees que un tipo como Uchiha podría haber hecho esto solo? Ryu se rió.Sasuke suspiró. —Te estás pasando otra vez. ¿Debería sentirlo por tu prometida?—Pregúntaselo tú mismo. Te dirá lo satisfecha que está —le respondió con una pícara sonrisa.Gaara y Ryu se marcharon y Naruto y Sasuke se acomodaron en la mesa de reuniones situada en una esquina con un puñado de carpetas.—¿Gaara siempre es así? —le preguntó Sasuke con gesto divertido.—Desde que era pequeño, pero debajo de esa apariencia de chulito, es un tipo genial.Sasuke asintió. —Me ha ayudado mucho con el campamento; su trabajo con la escuela de Futbol me ha dado muchas buenas ideas, pero no hace falta que le digas que te he dicho esto.—No se lo diré —Naruto abrió la primera carpeta—. Por lo que me ha dicho el capataz, creo que ya hemos terminado con la reforma.—Me prometiste un campamento del que estaría orgulloso —le dijo Sasuke—. Y tenías razón.Repasaron los distintos proyectos; lo próximo sería construir más barracones y preparar una zona para construir una pista de patinaje sobre hielo. Sasuke quería que el campamento estuviera abierto todo el año, y Naruto tomó notas de lo que quería revisar una vez más, incluyendo el alojamiento para el personal que pasaba la noche allí.—¿Aún estás pensando en levantar una casa para el director del campamento?Sasuke se encogió de hombros. —Lo haría, pero Karin me ha dicho que no le interesa vivir aquí. Prefiere estar en su casa.Naruto estudió el detallado mapa del campamento. —Hay mucho sitio para un par de casas, si tú decides quedarte aquí todo el año. —Opino como tu hermana. Preferiría estar en el pueblo.Naruto se rió. —¿No quieres que los niños te tengan tan a mano?—No. No me dejarían tranquilo ningún momento —se recostó en su silla—. Si decido que quiero construir una casa en lugar de comprarla, ¿me conseguirías los permisos?—Claro. ¿Tienes algún sitio en mente?—Estoy mirando algunos terrenos. Hay un par de casas viejas que tienen potencial, pero habría que destruirlas por dentro y dejar el esqueleto solamente.—Puedo hacerlo — Naruto cerró la carpeta—. ¿Estás seguro de que quieres instalarte en un pueblo pequeño? Konoha es muy distinto de Amagakure.—Me gusta estar aquí —admitió Sasuke—. He viajado mucho, he visto casi todo el mundo, y ahora busco un hogar donde instalarme. Algo permanente.Naruto calculaba que Sasuke tendría treinta y pocos años; su carrera futbolística había sido todo un éxito, así que el dinero no sería un problema. —Tengo una hermana. Mantente alejado de ella.Sasuke se rió. —Hablas como un hermano mayor.—Me has captado. Además, hay muchas otras mujeres en el pueblo. Muchas más mujeres que hombres, de hecho.—Ya me he fijado. Y también hay muchas mujeres guapas. ¿Alguien más sobre quien quieras advertirme?Naruto pensó en Sakura, con su cabello rosa, en el aroma de su piel, en cómo sabía cuando la besó. Recordó su pasión, sus gritos mientras alcanzaba el clímax, el brillo de rabia en sus ojos verdes mientras había dicho que lo que habían hecho había sido de lo más estúpido. Los recuerdos fueron suficientes para hacer que le ardiera la sangre y se vio deseando verla de nuevo. No, no verla. Hacerle el amor. Lentamente. En una cama, con mucho tiempo para recordar e incluso más para explorar. Pero era un deseo complicado por su pasado, por Ryu y por la ira.—No hay nadie más.—¿Seguro? —le preguntó Sasuke.—Segurísimo.Sakura comprobó la lista de la compra antes de girar el carro hacia las cajas. Ino había llamado un par de horas antes para invitarla a la fiesta de la noche de chicas y cuando Sakura había intentado escaquearse diciendo que no quería dejar a los niños solos, Ino se había ofrecido a trasladar la fiesta a su casa. Sakura no había estado preparada para esa sugerencia y no había encontrado un modo de negarse. En cuestión de segundos, había pasado a convertirse en la anfitriona de una fiesta a la que no habría querido asistir. Sin embargo, al menos era una distracción. Se puso a la cola detrás de una anciana y se preguntó si debería comprar otra bolsa de hielo. Ino había dicho que todo el mundo llevaba mucho alcohol y que ella sólo tenía que poner algo para picar. Alguien llamada Temari llevaría la licuadora, pero para hacer cócteles hacía falta mucho hielo. Se salió de la cola y empezó a correr hacia la zona de congelados, cuando una mujer de unos cincuenta años, a quien Sakura no había visto en su vida, la detuvo.—¿Eres Sakura Haruno? —preguntó más enfadada que simpática.Sakura vaciló. —Sí.—Me había parecido reconocerte. Soy amiga de Kushina Haruno y quería decirte que lo que has hecho es terrible. ¿Qué clase de madre aparta a su hijo de su padre? No hay excusa para eso. Le has hecho daño a una maravillosa familia con tu egoísmo. Espero que ahora estés contenta.—No tanto —murmuró Sakura mientras la otra mujer se alejaba furiosa.Aún impactada por el encuentro, agarró una segunda bolsa de hielo y volvió a la cola de la caja. Mientras estaba allí, sintió como si todo el mundo estuviera mirándola, juzgándola.—Vaca asquerosa —murmuró en voz muy baja deseando que haber pronunciado ese insulto la hiciera sentir mejor. Pero no fue así.Cuando la cajera le dijo el total, sacó el monedero y le dio los billetes. Debía de haber unos cien dólares, pero allí sólo había tres billetes de veinte y uno de cinco. Se quedó extrañada, estaba segura de que lo había comprobado antes de salir de casa, pero estaba claro que no lo había hecho. Volvió a meter el dinero en el monedero y pasó una tarjeta de crédito por el datáfono.Las niñas estaban en casa cuando llegó y Ryu ya había vuelto también. Los tres compitieron por su atención mientras le contaban lo que habían hecho durante el día. Ella escuchaba y asentía, haciendo lo posible por sonreír, por olvidar lo de la mujer de la tienda y por no pensar en Naruto, lo cual fue difícil porque todas las frases de su hijo empezaban por: «Y entonces mi padre…». Guardó toda la comida, metió las pechugas de pollo en el horno y les dijo a los niños que unas mujeres irían de visita esa noche.—He pensado que los tres podríais ir al videoclub y alquilar películas para la noche.Moegi y Ryu estaban de acuerdo. Rin ladeó la cabeza. —Tal vez yo podría quedarme contigo. Ya sabes, no con los niños.Moegi y Ryu voltearon los ojos. —Nosotros no somos niños —dijo Moegi—. Y tú no eres tan mayor. Sólo tienes catorce años.—Soy una adolescente —le recordó Rin.Sakura no sabía qué pasaba exactamente en la noche de chicas, pero seguro que había mucho alcohol. —¿Y si te quedas durante la primera media hora? Y después, cuando llegue todo el mundo, puedes subir.—Genial —dijo Rin con un suspiro—. Pero soy muy madura.—Lo sé cielo. Hiciste un gran trabajo mientras estuviste sola —vaciló, pero les indicó a las niñas que se sentaran en la mesa de la cocina—. Quiero hablaros sobre vuestro padre.—¿Subo a la habitación? —le preguntó Ryu a Sakura. Ella asintió.—Ya te lo explicaré más tarde.—De acuerdo —dijo su hijo y se marchó.Ella se situó en frente de las niñas que estaban pegadas la una a la otra y con las mismas expresiones de temor en el rostro. —Hoy he visto a vuestro padre. Os echa mucho de menos y me ha dicho que os diga que os quiere.—¿Le has contado lo de Konan? —preguntó Rin.—Sí. Se ha enfadado mucho y se ha sentido muy dolido, pero está muy orgulloso de que hayas cuidado de tu hermana. Le he explicado que te pusiste en contacto conmigo y se ha quedado muy impresionado.Rin parecía contenta y asustada a la vez. —No va a volver a casa, ¿verdad?Sakura alargó la mano sobre la mesa y agarró las suyas. —No, cielo. Estará en prision más tiempo —respiró hondo—. Yo cuidaré de vosotras.Moegi y Rin se miraron. —Quiero ver a mi padre —dijo Moegi.—En unas semanas iremos a visitarlo y vuestro padre ha dicho que os escribiría.Las dos asintieron y los ojos de Moegi se llenaron de lágrimas. Antes de que Sakura pudiera acercarse, la niña retiró la silla y subió las escaleras corriendo.—Hablaré con ella —dijo Rin, que pareció mayor de catorce años.Sakura quería preguntar quién se ocuparía de ella, pero no era el momento. Maldita Konan, fuera quien fuese, y maldito también Nagato por haberse metido en líos. Había sido impulsivo de joven y parecía que eso no había cambiado. Por desgracia, ahora sus hijas eran las que tenían que pagar por ello.Comprobó cómo estaba todo en la cocina y repasó la lista de comida que había comprado. Había quesos de distintas clases, brochetas congeladas que calentaría cuando el pollo estuviera listo, patatas, salsa y aguacates para el guacamole. Había comprado bolsas de galletas saladas, galletas dulces de distinta clase, ingredientes para preparar salsas para mojar y un plato de verduras precortadas. Si Ino y sus amigas querían algo mejor, tendrían que avisarla con más de cuatro horas de antelación. Subió las escaleras y entró en el dormitorio principal. Tenía allí su ropa y compartía el baño con su hijo. Después de echarle un vistazo a la poca ropa que se había llevado, eligió una camisa verde oscura hecha con una de esas fantásticas telas que nunca se arrugaban. Se quitó la camiseta que llevaba, decidió que los vaqueros que tenía puestos estaban bien y cambió sus deportivas por unas bonitas sandalias planas.Ryu y Moegi entraron en el dormitorio. La niña parecía tener los ojos algo hinchados, pero por lo demás estaba bien. —Vamos a ir a por una película —dijo Ryu—. ¿Te parece bien, mamá?—Claro —les dio veinte dólares y sonrió a Moegy—. Seguro que esta noche te apetece divertirte un poco. —Su sobrina asintió y corrió hacia Sakura para abrazarla. —Sé que ahora estás asustada —le susurró—, pero voy a cuidar de ti.Moegi asintió y dio un paso atrás. —Volveremos enseguida —gritó Ryu mientras se dirigían a las escaleras.—Elegid algo divertido —gritó Sakura desde la puerta y, con una sonrisa, volvió al dormitorio. Se recogió el pelo y se lavó la cara antes de echarse crema hidratante.Rin entró en la habitación. —Moegi está mejor. Todo esto es muy duro para ella.—Y también para ti.Rin se encogió de hombros. Sakura abrió su bolso de maquillaje, sacó corrector y se lo extendió bajo los ojos antes de difuminarlo con su dedo anular. Después, aplicó la base mineral que utilizaba y cuando había cubierto las pecas, sacó la sombra de ojos de la bolsa.—¿Cómo sabes qué hacer? —preguntó Rin—. He comprado maquillaje en la tienda, pero no he sabido echármelo bien y tampoco me ha gustado la sensación de esa cosa líquida en la cara.Sakura miró a su sobrina. Con catorce años, Rin ya tenía edad para llevar maquillaje. Por lo menos máscara de pestañas y un poco de brillo. La piel de la chica era suave y tenía esa luminosidad que las mujeres intentaban copiar a costa de gastarse dinerales.—Una base sirve para mejorar el tono de tu piel y ocultar imperfecciones. Tu piel es prácticamente perfecta.—A menos que me salga un grano.—Suelen salir. Por lo demás, yo aprendí practicando. Podemos practicar este fin de semana. Lo básico no es difícil.—¿En serio? —Rin parecía esperanzada y casi asustada. Como si anticipara que cualquier cosa buena fuera a ser un error.—Claro.—De acuerdo, gracias.Sakura volvió a meter la mano en su bolsa y sacó un tubo de brillo. —Mientras tanto, prueba esto. Es uno de mis favoritos.Rin agarró el tubo y lo giró en su mano. —¿Galletita de azúcar?—Ah, así. Tiene buen aspecto y sabe aún mejor. A veces es genial ser una chica.
mariland- Clan Suzaku
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En mi pequeño mundo feliz
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Re: Lo correcto... capitulo 15 y 16 ACTUALIZADO 18/04/15
Habia leido hace mucho tiempo este fic tuyo pero no lo habia comentado ya que pense que no lo continuarias ahora que veo que lo sigues lo unico que te digo es que esta genial naruto fue muy malo al juzgar a sakura tan pronto conocio la verdad acerca de su hijo, pero tambien fue malo en ilusionarla con amor sincero cuandi estudiaban creo que tendra un tiempo para arrepentirse de eso y de los engaños realizados a sakura.
aduzumaki- Sennin
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