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El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
excelente continuación maldito sasuke porque mato a la madre de sakura frente a sus ojos T-T y con quien se encontraron afuera waaa quiero continuación además de una explicación de porque naruto se demoro tanto en sacarla del calabozo.
Última edición por aduzumaki el Mar Dic 30, 2014 1:45 pm, editado 1 vez
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Oh no!!! dime que no es cierto!!!! llegue al terrible momento de esperar por mas capítulos TT.TT
Me ha encantado el como va la historia hasta ahora.
Menos mal que se encontró con Naruto aunque un poco de ayuda antes no me hubiera molestado ni creo que a Sakura. Te odio Sasuke!!!... o al menos en este fic, es de lo peor, ojala Sakura logre vengarse de Sasuke y de Madara. Tengo curiosidad por saber quienes estaban al final del capitulo aunque creo saber quienes son.. creo...
Espero el proximo capitulo con muchas ansias.
Hasta luego.
Me ha encantado el como va la historia hasta ahora.
Menos mal que se encontró con Naruto aunque un poco de ayuda antes no me hubiera molestado ni creo que a Sakura. Te odio Sasuke!!!... o al menos en este fic, es de lo peor, ojala Sakura logre vengarse de Sasuke y de Madara. Tengo curiosidad por saber quienes estaban al final del capitulo aunque creo saber quienes son.. creo...
Espero el proximo capitulo con muchas ansias.
Hasta luego.
Cami- Clan Seiryuu
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
¡Hola, hola! Feliz Año y todo esto jijijiji. Perdonad por la tardanza, pero entre comidas familiares y demás poco tiempo para escribir he tenido
Gracias por vuestros comentarios, me animáis muchísimo ^^
Nuevo capítulo. Me ha quedado más largo que los últimos, así que espero que lo disfrutéis.
BYEE!!
Gracias por vuestros comentarios, me animáis muchísimo ^^
Nuevo capítulo. Me ha quedado más largo que los últimos, así que espero que lo disfrutéis.
- Capítulo 17:
- Sakura miró hacía el sitio de donde provenía. Y no pudo creer lo que sus ojos veían. Una inmensa alegría la inundo al instante.
- No puede ser, ¿qué hacéis vosotros aquí? – preguntó sin poder contener su alegría.
Shikamaru puso una sonrisa de medio lado, calmado. Kiba simplemente se acercó a ella riendo, hizo una reverencia y le sonrió feliz, contagiado por su alegría.
Ambos parecían haberse deshecho de la ropa que solían llevar en el castillo. En su lugar, llevaban una camisa blanca debajo de un jubón. Verde en el caso de Shikamaru; y de color rojo en el de Kiba. Unos pantalones negros acompañados de unas botas marrones y desgastadas. En el cinto tenían sus espadas.
No habían cambiado mucho en el tiempo que había transcurrido, pero lo que los caracterizaba a ambos era que parecían algo más mayores. Quizá porque ambos tenían marcas de cansancio en el rostro. Además de que Kiba se había dejado un poco de barba y parecía más fiero de lo que ya era.
- Esperar a que Naruto os trajese de vuelta, por supuesto. – contestó Shikamaru.
- Sí. – afirmo Kiba- Ya pensábamos que tendríamos que ir a buscaros. Si ese idiota de Naruto hubiera tardado un poco más…
- ¿A quién llamas idiota? – Naruto había salido del agujero, cubierto de tierra y se acercó a ellos.
- Pues a ti, obviamente. – contestó Kiba con burla.
Naruto se le tiró encima y comenzaron a pegarse como dos niños pequeños. Sakura iba a intervenir, pero Shikamaru le paró los pies poniendo un brazo delante de ella y negando con la cabeza.
- Pero se van a matar. – se quejó.
- No, tranquila. Esto pasa muy a menudo. – dijo riendo.
Sakura no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Shikamaru y Kiba, caballeros de su reino, dos de los que se internaron en el bosque para encontrarla y dos de lo muchos que recibieron una paliza por parte de Naruto, estaban allí. ¿Sabían quién era Naruto? Debía de saberlo, al fin y al cabo casi mata a Kiba.
Era extraño todo aquello.
Kiba y Naruto pararon de pelear en cuanto Naruto le hizo una pequeña llave que lo inmovilizó. Kiba al grito de “me rindo” dejó de forcejear.
Naruto se levantó del suelo y ayudó al otro joven a levantarse.
- Algún día te dejaré para el arrastre que lo sepas. – advirtió Kiba.
- Sigue soñando, colmillitos- espetó burlón Naruto.
Sakura se acercó a Naruto y le tiró de la manga captando su atención.
- Creo que tienes que contarme un par de cosas, ¿me equivoco? – preguntó seria.
Naruto se rascó la cabeza.
- Sí, quizá… - murmuró. – Tú pregunta lo que quieras, ya sé que tienes que tener un montón de preguntas. Pero Shikamaru y Kiba también tienen alguna que otra cosa que contar, no solo yo. – dijo mirándolos.
- Me da igual el que sea, pero hablad alguno.
- Naruto, pronto oscurecerá, se lo contamos por el camino. – dijo Shikamaru colgándose un macuto a la espalda.
Naruto asintió.
- Déjame que cierre la entrada y me quite esta asquerosa ropa de Uchiha. – dijo con un gesto de repugnancia.
Caminó hasta el agujero del pasadizo, se detuvo y se quitó todas las prendas que llevaba. Se quedó únicamente con una camisa blanca holgada, que tapaba lo justo, unos pantalones negros y sus botas favoritas. Lo tiró todo por el agujero y, luego, movió un poco las manos y un montón de tierra comenzó a formarse alrededor de él, cerrándolo al instante. Ahora parecía que nunca hubiera habido allí nada.
- ¡Toma, tu ropa! – le gritó Kiba lanzándole un revoltijo de prendas que Naruto se puso al instante.
Ya vestido, los jóvenes acompañados de la princesa, se pusieron en camino. Naruto agarró a Sakura de la mano mientras caminaban tranquilamente. Sakura sabía que le sonaba aquel sitio, pero seguían sin saber de qué.
- Bueno, pegunta lo que quieras. – dijo Naruto.
- Vale, para empezar… - se quedó pensativa un momento- ¿Por qué tardaste tanto e ir a buscarme? La verdad es que pensé que en cuanto vieras que había desaparecido, correrías al castillo.
Naruto rió.
- La verdad… es que sí que fui a buscarte al ver que no estabas.
- Claro, porque a nadie le gusta que lo dejen después de retozar – se carcajeó Kiba. Shikamaru le dio un codazo y Naruto lo fulmino con la mirada.
- Como iba diciendo, fui a buscarte, pero antes de llegar al castillo vi a alguien conocido. – Sakura frunció el ceño concentrada en lo que le decía- Era un joven de mi edad, lo conocía desde pequeño. Era de Aquo. – dijo en un susurro- Hizo un gesto para que lo siguiera, y eso hice. Te ahorraré los detalles de en medio y te diré lo que importa de verdad. Hay un ejército al norte de tu castillo. Allí se están reagrupando para atacar a Madara y… bueno, a Sasuke.
“Llevan ocho años allí plantados, esperando el momento oportuno. Hace poco averiguaron que estaba vivo y por eso vinieron a buscarme. – Sakura tropezó con una piedra, distraída, y Naruto la agarró con fuerza para que no se cayera- Llegué a su base y allí me encontré con Itachi. Sakura, se están preparando para atacar… pero no sé cuándo. – Dijo nervioso- Yo tengo que ayudarles, como el legítimo heredero de Aquo. Tengo que vengar a mis padres, acabar con Madara. – .Alzó la voz- Por ese motivo no fui antes al castillo. – dijo apenado.
- Entonces… ¿hay gente que va a por Madara? – dijo incrédula. Naruto asintió con la cabeza. – Vaya…
- Y no solo gente de Aquo. – interrumpió Shikamaru a su lado. - También de Itenwer. Kiba y yo no somos los únicos que, en un descuido, nos hemos ido del castillo.
- ¿Por qué os habéis ido? – quiso saber ella.
- Porque hace una semana, Sasuke trajo a un montón de sus caballeros, por no decir todos, de Aquo y comenzaron a ordenar y a intervenir en todos nuestros asuntos. – dijo Kiba con tono exasperado. – No tuvimos que pensarlo mucho. Y hace unos días salimos por el pasadizo de la armería unos cuantos de nosotros sin ser vistos ni oídos.
Sakura se tomó su tiempo para asimilar aquel torrente de información. No era poco lo que le habían dicho, y tampoco era algo para tomarse a risa. Aquello era serio, había gente que llevaba años esperando el momento oportuno para derrocar a Madara. Y ya no era solo del reino de Aquo, sino de su propio reino.
Al menos ahora sabía porqué había tardado tanto en aparecer Naruto por el castillo.
- Y yo preocupada porque no venías a por mí. – dijo conteniendo una risa.
- Me lo prohibieron, Cerezo. – dijo Naruto. – Yo quería ir cuanto antes, pero Itachi me dijo que debía esperar. Dos días después Kiba, Shikamaru y yo trazamos un plan para sacarte del castillo. Al principio Itachi rehusó, pero al final lo convencí.
- ¿Cómo?
- Amenazó a Itachi. – saltó Kiba riendo.
Sakura miró a Naruto enarcando una ceja interrogante.
- Le dije a Itachi que o iba a por ti o tendría que prescindir de mí. – sonrió tímido.
- No sonrías así, no va contigo. – le dijo Shikamaru.
Sakura le besó en la mejilla y se abrazó a él por la cintura apoyando cabeza en su pecho. Él la abrazó también.
- Pero al final me he arriesgado y casi para nada, Cerezo. – se quejó con tono divertido.
Sakura no sabía a qué se refería.
- Cuando te he encontrado, huías de uno de los guardias, ¿me equivoco?
- Sí… pero…
- Nada de peros. Te has escapado tú sola del calabozo. Aunque aún tienes que mejorar la huída. – le dijo. – ¿Qué hubiera pasado de no ser yo con el que hubieras chocado?
Sakura bajó la cabeza avergonzada. Naruto tenía razón, para una vez que podría haberle salido algo bien…
- Pero se escabulló por la noche de tu lado, entró al castillo y mató a unos de los mejores caballeros de Sasuke. – dijo Shikamaru picándole. – Eso tiene mucho mérito, ¿no?
Sakura agradeció que su amigo la defendiera. Shikamaru hizo una leve reverencia.
- A sus pies, princesa. – le guiñó el ojo.
Naruto suspiró.
- Espera, ¿tú como sabes lo de ese tipo al que maté? – inquirió Sakura.
- Nos lo contó uno de los caballeros cuando salió del castillo. Tenemos espías dentro para enterarnos de todo, princesa. – explicó Kiba.
Sakura se quedó con la boca abierta sin saber qué decir. Lo tenían todo muy bien organizado. Y lo más importante, iban en serio con el tema de atacar a Madara. Ella lo veía como algo muy difícil. Madara era demasiado poderoso. ¿Qué podían hacer contra él un grupo de rebeldes? Por llamarlos de algún modo.
Kiba y Shikamaru se adelantaron un poco por la espesura. Aquel paraje era muy bonito. Tenían grandes árboles rebosantes de frutos, otros de hojas; e incluso, algunos sin ellas. Señal de que el invierno ya había llegado a la zona.
En el suelo había multitud de aquellas hojas, que, en aquel momento eran arrastradas por un viento que se levantó. Meció las ramas de los árboles haciendo caer más hojas.
- Cerezo, deja de preocuparte. Aún falta mucho para que ataquemos a Madara. – le dijo apartándole el pelo de la frente. – Además te aseguro que no somos pocos.
- ¿Cómo sabías que estaba pensando en eso? – preguntó ella.
- No lo sé, simple intuición. – dijo él. – O que te conozco demasiado bien como para saber lo que piensas. – sonrió cálidamente.
Sakura notó el viento frío en sus brazos desnudos y se removió en los brazos de Naruto en un escalofrío.
- ¿Tienes frío? – le preguntó al ver su reacción.
- Solo un poco. – contestó ella abrazándose los brazos con la esperanza de resguardarse un poco del viento.
Naruto la abrazó con fuerza envolviéndola en sus brazos más aún que antes.
- Ese vestido apenas tendrá algo de tela contra el frío. – repuso frotando sus brazos en el cuerpo de ella. – Menos mal que ya estamos llegando. En cuanto lleguemos te pondrás una ropa más abrigada.
Sakura comenzó a tiritar de frío. Debían de estar bastante al norte del castillo. Allí notaba el frío con mayor fuerza que cuando estaba en el calabozo, que ya era frío. Pensar en el calabozo la hizo pensar en su madre de nuevo. Ojala hubiera podido escapar con ella del castillo. Le hubiera gustado que conociese a Naruto. Y por supuesto, que Naruto la conociese a ella.
Había muerto de la forma más injusta posible. Y ella se sentía tan culpable…
- Mira, ya llegamos a nuestro destino. – le dijo Naruto señalando con la cabeza hacia delante.
Sakura alzó la cabeza para mirar en la dirección que Naruto decía.
A unos diez metros, aproximadamente, se hallaba imponente, la antigua mina real. Aquella mina había sido cerrada hacía mucho por falta de oro. Hacía tanto que su padre la había cerrado…
Ella tendría quizá unos cinco o seis años cuando aquello había sucedido. Fue un duro golpe para el reino, y tardó bastante tiempo en recuperarse por la falta de oro.
- Naruto… no me digas que es ahí donde… - se interrumpió antes de acabar la frase.
Naruto siguió avanzando con ella.
- Tranquila, es completamente segura. – le dijo tranquilizándola. – Admito que yo al principio también pensé que podría derrumbarse, pero está en perfectas condiciones.
Sakura se tranquilizó un poco.
Llegaron junto a Shikamaru y Kiba que los esperaban frente a las enormes puertas de la mina.
Unas puertas de color dorado bastante desgastadas que parecían estar cerradas, pero solo en apariencia. Sakura pudo fijarse en que había una puerta más pequeña, de la altura de una persona normal, y no de un gigante. Aquella puerta, del mismo color, estaba entreabierta y dejaba ver un poco del interior.
Sakura ya sabía porque le sonaba aquel bosque. Allí iba a montar a caballo con sus padres cuando era más joven. Su madre adoraba ir allí a cabalgar. ¿Qué había pasado después para que todo aquello se olvidase? Echaba mucho en falta aquellos momentos, y más aún ahora que nunca más volvería a verles.
- Bueno, entremos. – dijo Kiba empujando la puerta, que cedió al instante.
Había un enorme corredor al entrar, que estaba iluminado por la luz de un montón de antorchas. Al final del mismo, parecía haber un montacargas que para sorpresa de Sakura, parecía estar en perfectas condiciones.
La puerta se cerró tras ellos con un sonido que resonó en todas las paredes del corredor de piedra. Las vigas de madera que había alrededor no parecieron ceder ni un poco. Aquella mina estaba en perfectas condiciones a pesar de que parecía estar abandonada.
- Tenemos que coger el montacargas, Cerezo. – le dijo Naruto acercándose a ella. – No te dará miedo, ¿verdad?
- ¡Claro que no! – espetó ella.
Kiba y Shikamaru estallaron en risas.
- Naruto, ten cuidado.
- Sí, la última vez que se enfadó se escapó de su casa. – corroboró Shikamaru riendo.
Sakura se cruzó de brazos molesta.
- ¡Callaos, idiotas! – les ordenó caminando hacia el montacargas.
Naruto, Shikamaru y Kiba la vieron caminar por el corredor de piedra con paso firme. Parecía haberle molestado de verdad el comentario… ¿O habían sido los comentarios?
- ¡Espera, era una broma, Cerezo! – corrió tras ella y la agarró de la mano dándole la vuelta para que lo mirase.
Sakura lo miró con el ceño fruncido. Pero en seguida se relajó y apoyó la frente en el pecho de Naruto.
- Perdona, llevo días con mucha tensión acumulada… - se disculpó- . Y lo he pagado con vosotros.
- No pasa nada. – la tranquilizó Naruto acariciándole el pelo que le caía por la espalda- . Bajemos. Cuanto antes lo hagamos, antes podrás descansar.
Kiba y Shikamaru abrieron las puertas del montacargas con facilidad y subieron. Naruto agarró a Sakura de la mano, entrelazando sus dedos, y la condujo al interior de la plataforma. El montacargas se movía un poco y temió un poco que se fuera a caer o a desmoronarse. Naruto le dio un cálido apretón en la mano para que se relajase.
Shikamaru cerró la puerta tras ellos y Kiba movió una palanca que había a su lado. El montacargas comenzó a bajar al instante algo más rápido de lo esperado.
Sakura vio pasar ante sus ojos montones de niveles y niveles. Seguían bajando sin detenerse en ningún momento. La mina parecía en efecto, abandonada, pues no había señales en ninguno de los niveles que alguien viviera allí. Su ojo pudo captar, a pesar de la velocidad a la que iban, vagones repletos de tierra, picos rotos, un montón de rocas en el suelo…
Después de unos minutos, dos como mucho, el montacargas se detuvo con un frenazo. Sakura estuvo a punto de caer, pero consiguió agarrarse a Naruto.
- ¿Os ha gustado el paseo? – preguntó Kiba con sorna.
Sakura se limitó a sacarle la lengua.
Abrieron la puerta del montacargas y salieron. Aquel nivel de la mina olía distinto al resto. Es decir, allí el aire no olía a mina, a polvo, a escombros… Sino a… algo diferente. Sakura no supo a qué, pero lo agradeció. Lo cierto es que tenía la nariz algo sensible y no sabía cómo no había estornudado todavía con la cantidad de polvo que allí había.
Estaba todo iluminado por la luz de las pocas antorchas que colgaban las paredes de piedra. Todo el ambiente era tétrico y muy siniestro. De no ser porque iba con Naruto, Kiba y Shikamaru, Sakura nunca se habría atrevido a entrar allí. O quizá sí. ¿Quién sabe?
Caminaron y Sakura vislumbró una luz. Pero no parecía ser una luz artificial como la que proyectaban las antorchas de las paredes. De hecho, a medida que avanzaban, el número de antorchas parecía disminuir.
Sus fosas nasales captaron mejor el olor que envolvía aquel nivel. Olía a comida, no tenía ninguna duda.
Pararon a la entrada de lo que parecía ser una especie de claro. Lo parecía porque era enorme y porque allí la luz que había era luz solar. Luz solar que se colaba por un enorme agujero que había en el techo, a pesar de estar a no sé cuántos metros bajo tierra.
Allí había un montón de gente. Desde mujeres hasta niños; para su sorpresa. Los niños no pasaban de entre los ocho y los diez años. La mujeres eran de todas las edades: jóvenes como de su edad, madres, viudas y un par de ancianas que cosían en el centro del claro, sentadas en dos piedras.
También había hombres, como es natural si estaban preparando una revuetla. Iban de un lado a otro, ocupados, llevando armas, provisiones… Todos ellos iban armados con al menos una espada en el cinto. Alguno que otro se paraba un momento y hablaba o coqueteaba con alguna mujer.
Al irrumpir en el claro, todos los ojos se clavaron en ellos, bueno, en ella. Ella era la cara nueva por allí. La princesa de Itenwer había llegado a la mina. Mina que en algún momento le había pertenecido por derecho.
Nadie le lanzó ninguna mirada de desprecio, o de enfado incluso; sino, más bien de pena, de lástima.
¿Toda esa gente sabía lo qué había pasado con sus padres? No, era imposible que supieran nada. El mismo Naruto se había enterado, pero porque había estado en el castillo. Las miradas de lástima eran por otra cosa. Quizá sabían lo que había pasado todo aquel tiempo. Prefirió bajar la mirada e ignorarles.
Naruto tiró de su mano para que lo siguiese. Atravesaron el claro junto con Shikamaru y Kiba que iban delante de ellos. Hasta que no se perdieron por un corredor, Sakura no dejó de notar los pares de ojos que los observaban.
Se relajó un poco. Llevaba demasiado tiempo en tensión. Naruto tenía razón, necesitaba descansar urgentemente.
- ¿Dónde vamos? – preguntó.
- A ver a Itachi. – contestó Naruto.
Kiba y Shikamaru se perdieron tras una cortina rajada. Naruto los siguió tirando de Sakura a su paso.
Tras las cortinas había lo que podría llamarse una habitación. En las paredes había un par de mapas colgados. Uno pertenecía a Aquo y el otro abarcaba Itenwer y todo su territorio. En el centro del pequeño cubículo, había una mesa oscura, aparentemente vieja. En ella había un enorme mapa plegado. Apoyado, sobre el mapa, con las manos, había un hombre de pelo largo y negro; recogido en una coleta, con unos profundos ojos marcados por ojeras. Se parecía mucho a Sasuke, y por qué no, también a Madara.
Nada más verlos entrar, se irguió y cruzó los brazos, serio. También había un par de hombres más allí. Uno de ellos era rubio y el otro tenía el pelo largo.
- Por fin, ya pensaba que tendría que enviar a un par de hombres a buscaros. – les dijo más animado de lo que parecía. Le echó una ojeada rápida. Sakura, intimidada, dio un paso atrás- . Tranquila, Sakura. – le dijo con una sonrisa calmada-. Que no te engañe mi aspecto, yo no soy como mi tío y mi hermano.
Sakura asintió convencida.
- Mi nombre es Itachi. Es un honor conoceros, princesa– hizo una breve reverencia- . Quiero que os sintáis lo más cómoda posible mientras estéis aquí. Si puedo hacer algo, lo que sea… solo pedidlo.
- Descuida, lo tendré muy presente. – y lo dijo con sinceridad.
- Me alegra saberlo. –Miró a los demás cambiando su expresión a una más seria-. Y bien, ¿qué habéis averiguado?
Naruto soltó la mano de Sakura y hurgó bajó su camisa. Sacó un pañuelo que parecía envolver algo, y lo puso sobre la mesa.
- Le quité esto a tu hermano. Lo tenía en su habitación. – Itachí desenvolvió el pañuelo y sujetó una gema entre sus manos.
- ¿Es…?
- Sí. – contestó Naruto-. Con eso puede quitarle el poder mágico a cualquiera. Gracias a eso, Sasuke o… bueno, cualquiera puede ser un mago.
Itachi envolvió la gema con el pañuelo y se lo dio al hombre rubio.
- Lleva esto a mi habitación. – le dijo.
- ¿Crees que complica mucho las cosas? – preguntó Shikamaru.
Itachi asintió apoyando las manos en la mesa.
- Los magos no son muy habituales hoy día. Eso lo sabéis. De hecho, hasta que no conocisteis a Naruto, vosotros dos no creíais en nada de eso. – dijo dirigiéndose a Kiba y a Shikamaru- . Si Madara tiene esas gemas, significa que su plan no es solo hacerse con Itenwer. Está planeando algo mayor.
- Entonces, ¿vamos a atacarle cuanto antes? – quiso saber Kiba.
- No. – negó Itachi-. Sigue siendo pronto para eso. Seguiremos con nuestras investigaciones dentro de Aquo y de Itenwer. Lo primero es averiguar qué planea ese loco de mi tío. – Suspiró-. Si hacemos las cosas bien… Bueno, - rió. Nos irá bien.
Sakura se adelantó hasta situarse frente a Itachi.
- Quiero ayudaros. – dijo.
- ¿Cómo? ¿Qué estás diciendo, Cerezo? – le preguntó Naruto cogiéndola del brazo.
- Suelta. – la soltó-. Sé lo que hacen esos cristales, yo misma he experimentado su poder. – le dijo a Itachi seria.
Itachi pareció sorprenderse.
- ¿Entonces no nos hemos equivocado con el cristal? Eso me alegra. – dijo dando una palmada.
- Sasuke llevaba un anillo con esa misma piedra. Me apuntó con él, brilló un instante y luego… el hechizo de cambio de apariencia quedó nulo.
- ¡Qué! – exclamó Naruto-. ¿Ya no estás bajo el hechizo de Jiraya?
Sakura negó bajando la mirada.
- Vaya, la magia cada día me sorprende más. - dijo Kiba.
Itachi se puso un dedo en los labios para que se callase.
- ¿Por qué no me lo dijiste, Cerezo? – le espetó nervioso.
- No tuve la oportunidad. Y tampoco me acordé en ese momento. – dijo alzando la voz.
- Bueno, da igual ahora. Al menos no os vio nadie. – dijo Itachi poniendo fin a la leve discusión.
Naruto resopló con fastidio.
- Sakura dime todo lo que sepas.
- No hay mucho más. – se cruzó de brazos-. Llevaba la piedra incrustada en un anillo, me apuntó y en un instante todo el poder mágico del hechizo de Jiraya había desaparecido. – finalizó.
Itachi se llevó una mano al mentón pensativo. Naruto miraba a Sakura de reojo, mientras Shikamaru y Kiba esperaban el siguiente movimiento de Itachi.
- Mmm… Puede que estemos cerca de algo, pero no lo suficiente. – dijo al fin. – Se me ocurre alguna que otra teoría.
- ¿Cómo cuáles? – preguntó Shikamaru.
- La primera: sabe que hay un ejército en algún lugar, preparado para atacar en cualquier momento. Por ello, necesita algún as para ganar. Si tiene esas piedras, puede que lo que quiere es reunir poder mágico y crear así un ejército de magos.
- Pero eso no es demasiado… ¿rebuscado? – planteó Kiba.
Naruto negó con la cabeza.
- No es rebuscado. Pero aún siendo eso… no creo que ese sea su plan. No creo que su meta sea la de librarse de un grupo de rebeldes, por llamarnos de algún modo. – afirmó serio.
- Sea lo que sea, no puede ser bueno viniendo de Madara. – dijo Itachi suspirando. – Que los espías que tenemos en Aquo y en Itenwer sigan informando de todo lo que sea posible. La reunión ha acabado. – se retiró de la mesa. – Además, seguro que Sakura está cansada. – sonrió.- ¿Por qué no le enseñas esto, Naruto?
- Claro.
Cada cual salió de la habitación. Shikamaru y Kiba salieron de allí hablando de las piedras, intentando sacar sus propias conclusiones. Itachi se despidió de Sakura con una leve sonrisa diciendo que quizá se verían más tarde. Era demasiado diferente de Sasuke.
Naruto la cogió de la mano y la condujo sin decir una palabra por la mina. Pasaron de nuevo por el claro, donde había menos gente que antes. Unos nueve hombres que charlaban entre ellos animados. Y Kiba y Shikamarua, algo apartados que sacaban brillo a sus espadas mientras charlaban.
Naruto abrió el montacargas, Sakua entró y él cerró la puerta tras ellos. Accionó la palanca y comenzaron a subir de nuevo.
Sakura no soportaba aquel silencio. ¿Naruto estaba enfadado por lo de antes? ¿Le preocupaba algo en especial? Lo miró con detenimiento. Tenía el semblante muy serio y apretaba la palanca con fuerza.
- Naruto. – lo llamó. En ese momento el montacargas se detuvo. Él seguía ausente. – Naruto. – volvió a llamarlo. Seguía sin reaccionar.
Sakura se acercó a él y le giró suavemente la cara con ambas manos para que la mirase. Pareció regresar del mundo de sus pensamientos y parpadeó mirándola.
- ¿Qué ocurre, Cerezo?
- Eso debería preguntarte yo a ti, ¿qué ocurre? Nada más acabar esa extraña reunión te has quedado ausente, como si no estuvieses aquí. – le acarició la mejilla.
- No… era nada. – musitó cerrando los ojos con fuerza.
Sakura lo abrazó por el cuello.
- Sea lo que sea, puedes contármelo. – le dijo al oído.
La estrechó entre sus brazos al instante casi derrumbado. El montacargas se balanceó un poco.
- No es nada, es que últimamente me vienen algunos recuerdos a la cabeza. – el tono de su voz era melancólico.
- ¿Qué recuerdos?
- De todo tipo.
Sakura lo miró.
- ¿Quieres contármelos? – preguntó con suavidad.
Sakura vio la duda en sus ojos. Él quería contárselo, por supuesto que quería, pero sabía que en el momento en el que empezase a hablar, se derrumbaría. Y ahora era el peor momento para derrumbarse, aunque fuera frente a Sakura.
- No es que no quiera… es que… - musitó.
- Vale. – le cortó ella. – Cuando estés preparado, te escucharé. – Naruto esbozó una sonrisa.
- Gracias por entenderlo. – la besó en la frente.
Sin dejar de abrazarla salieron del montacargas. La mina parecía ser igual en cada parte. Un corredor de piedra, rodeado de antorchas para iluminarlo todo, polvo por todas partes… Solo cambió cuando acabaron de cruzar el corredor. Ante ella había algo semejante a una colmena. Habían estructurado la mina en aquella parte para que hubiera un montón de pequeñas habitaciones colocadas una tras otra a ambos lados de las paredes, que también estaban iluminadas por antorchas. Pero el parecido con una colmena era debido a que estaban todas yuxtapuestas de forma circular y había no una, sino dos plantas de habitaciones a las que se podía acceder por unas escaleras de piedra.
¿En solo ocho años habían hecho todo eso? Era impresionante. Si le había impresionado el enorme agujero que iluminaba lo que para ella era “el claro”, la zona donde estaban las habitaciones había acabado por impresionarla del todo.
- Estas son las habitaciones. – le dijo Naruto mientras caminaban. – He pensado en enseñarte todo, pero imagino que estarás cansada, así que – se detuvo frente a una de ellas y entró.- dejaremos la visita para más tarde.
Sakura observó la pequeña estancia. Había una cama muy parecida a las de la cabaña del bosque. Un montón de velas apagadas puestas por toda la habitación y un saco marrón apoyado en la pared. Lo básico.
- Espera un momento. – le dijo.
Movió la mano y se encendieron todas las velas a la vez iluminando la habitación del todo. Sakura vislumbró un par de libros junto al saco que no había visto antes de que Naruto encendiera las velas.
- Vaya, cómo has mejorado. – le felicitó ella.
- No es para tanto. – dijo quitándole importancia.
Sakura fue hasta los libros y cogió uno. Pequeña fue su sorpresa al comprobar que era uno de los que había en la cabaña.
- Fui hasta allí y me los traje. – dijo él por encima de su hombro.
Sakura dejó el libro donde estaba. Y se dio la vuelta. Naruto estaba sentado en la cama dando vueltas a un extraño colgante que tenía colgado.
- Lo encontré entre las cosas de Jiraya y me lo puse. – dijo él cuando ella se sentó a su lado en la cama.
El rostro de Sakura se descompuso y ocultó la cara entre sus manos mientras sollozaba. Naruto dejó de toquetear el colgante y se acercó a ella preocupado.
- ¿Qué te pasa?
- Que hice algo horrible, Naruto. – dijo ella entre sollozos.
- No será tan malo. Venga, cuéntame. – le quitó las manos de la cara con suavidad y la hizo mirarle.
- Es que… le dije a Sasuke lo que planeaba Jiraya y… - se calló mientras lloraba aún más fuerte. – Soy una persona horrible. Pero amenazó con matar a mi madre si no hablaba y…
- Shhh... – la calló él abrazándola. – Tranquilízate, Cerezo. Habla, que yo te escucharé.
Se secó las lágrimas con el dorso de la mano. Naruto le acarició el rostro y le agarró ambas manos.
- Sasuke amenazó con matar a mi madre si no le decía dónde estaba Jiraya y lo que planeaba. – relató más calmada. – Así que… se lo dije. Pero el muy canalla mató a mi madre poco después de decirle lo que quería. – dijo con rabia.
Naruto la abrazó con más fuerza para consolarla. Ella enterró la cara en su pecho y comenzó a llorar otra vez. Naruto se quedó un instante pensativo. Sasuke sabía lo que planeaba Jiraya, lo que planeaba no, lo que seguro ya había hecho. A esas alturas ya debía de estar cerca de la cabaña o en ella. Y él no tenía ni idea de que corría peligro. Si lo encontraban… No quería ni imaginar qué ocurriría si daban con él. Jiraya podría librarse de un grupo de soldados fácilmente, incluso de unos cuantos magos, pero en una emboscada la cosa era diferente.
Y todo por culpa del canalla de Sasuke y su juego sucio. Prometió no matar a la madre de Sakura sí se lo decía todo. - Maldito canalla.- Sabía perfectamente como hacer que Sakura hablase y lo había logrado. Porque estaba seguro que Sakura jamás hubiese revelado el paradero de Jiraya y mucho menos sus planes. Aunque la torturasen hasta la muerte, ella jamás delataría a Jiraya.
Le acarició la mejilla con cariño y depositó un suave beso en su cabeza.
- Cerezo, no te sientas mal. Tú solo tratabas de evitar que tu madre también muriera. – le dijo tratando de calmarla. – Yo en tu lugar… - suspiró-. Quizás habría hecho lo mismo.
Sakura no dejaba de llorar en su pecho. Soltando toda la amargura que llevaba dentro, toda la culpabilidad y toda su tristeza. Naruto la abrazaba. Simplemente la abrazaba y le susurraba palabras de cariño en el oído esperando a que se calmara un poco. La mecía entre sus brazos como si fuera una niña que acabase de hacer una trastada.
- Naruto deberías odiarme por lo que he hecho. – le dijo ella más calmada recostada en su pecho.
- Ya te lo he dicho, la situación en la que te encontrabas era difícil e hiciste lo que pensaste que era lo mejor en ese momento. ¡Estabas bajo una fuerte presión! – le dijo con obviedad. – Te he dicho que yo probablemente habría hecho lo mismo, así que por favor, cálmate. ¿Lo harás? – le preguntó por encima de su hombro mirándola a los ojos.
Ella asintió sumisa mientras suspiraba. La besó en la mejilla y se levantó de la cama. Fue hasta el saco y rebuscó en su interior hasta sacar un puñado de ropa. Sakura la atrapó al vuelo cuando él se la lanzó en un muñón de tela.
- Quítate ese vestido y ponte esa ropa, Cerezo. – le dijo sin levantar la vista mientras cerraba el saco. Luego caminó hasta la puerta y se detuvo para mirarla. – Y luego échate y duerme un poco. – le sonrió con calidez.
- ¿Y tú? – preguntó ella al verlo ponerse bien su ropa arrugada. - ¿Vas a alguna parte?
Naruto asintió serio, colocándose bien las botas.
- Tengo un par de cosas que hacer. – se levantó y le sonrió. – Tranquila, no voy a matar a nadie. – la tranquilizó al verla fruncir el ceño. – Haz lo que te he dicho y duerme un poco. Nos vemos luego. – le dijo antes de desaparecer a toda prisa sin esperar alguna respuesta por su parte.
Sakura lo vio desaparecer de allí. Suspiró. –Haré lo que me dice. Al menos ya no Tego que dormir en un lugar incómodo. – Se despojó de su vestido y se puso las ropas que le había dado Naruto. Aquellas ropas eran de Naruto, olían a él. Se llevó la camisa blanca a la nariz y aspiró su fragancia. Cerró los ojos. Le encantaba el olor de Naruto.
Acabó de vestirse y se metió en la cama. Aquella cama era muy pequeña en comparación con la del bosque, pero aún así, podrían dormir los dos en ella. Eso sí, muy pegados. Menos mal que hacía frío, si no cualquiera dormía allí.
Se echó sobre la almohada, que también olía a él, y se quedó dormida en apenas un susurro.
Despertó al cabo de… no sabría decir cuánto había dormido en realidad. Se incorporó y se sentó en la cama restregándose los ojos del sueño. Bostezó y se estiró un poco. Echó un vistazo a la estancia y vio en la esquina a Naruto, a la luz de un par de velas, sentado en el suelo, con una tabla de madera apoyada en las piernas, y sobre ella un pergamino sobre el que estaba escribiendo.
Estaba tan concentrado que ni siquiera había notado que ella había despertado. Decidió levantarse de la cama.
Nada más poner un pie en el suelo, él levantó la vista del pergamino y la miró. Dibujó una sonrisa en su rostro que ella devolvió sin vacilar.
- Has despertado al fin, Cerezo. – le dijo volviendo la vista al pergamino, pero sin dejar de sonreír.
Ella se acercó a él, apartó una vela y se sentó a su lado en el suelo. Ahora que llevaba ropas más cómodas; unos pantalones de Naruto sus botas marrones, también de él, un jubón rojo y una camisa blanca, le costó menos esfuerzo moverse.
- No he dormido mucho, ¿no? – le preguntó apoyando la cabeza en su hombro.
- Un par de horas. – contestó él soltando la pluma con la que había estado escribiendo. La miró inclinando un poco la cabeza y rozó su nariz con la suya. – Pensé que dormirías más. – soltó una carcajada.
- La verdad es que yo también. – admitió ella. - ¿Qué escribías? – preguntó mirando el pergamino.
Naruto se puso serio y dejó de mirarla un momento para mirar el pergamino.
- Una carta para Jiraya. – Sakura contuvo la respiración. Por un momento se había olvidado del tema de Jiraya.
- Om. – contestó inclinando la cabeza.
Naruto le pasó un brazo por los hombros atrayéndola más hacia él.
- No te vuelvas a poner a llorar, por favor. – le dijo.
- Es fácil para ti decirlo…
Naruto sonrió de lado. Claro, que era fácil para él decirlo. Y ella tenía razón, por supuesto que la tenía. Y tenía todo el derecho del mundo a sentirse mal, a llorar por ello. Y él no tenía que decirle que no llorase porque no tenía ningún derecho a impedirle algo tan natural como llorar. Pero estaba el tema de que odiaba verla llorar, odiaba verla mal, odiaba no poder hacer nada para impedir que llorase. Porque la amaba y no soportaba ver como sufría.
Por eso él no quería que ella lo viera llorar, porque sabía que para ella debía de ser lo mismo. Por eso, él no quiso contarle que hacía días que sufría por dentro ante el recuerdo de sus padres, de todo lo que había perdido hacía ocho años. De toda la culpa que sentía al haber abandonado a toda la gente que se suponía que eran sus súbditos.
- Tienes razón, no debería decirte algo tan estúpido como eso. Llora todo lo que quieras.
A Sakura le sorprendió escuchar esas palabras. Escudriñó su rostro y vio que algo había cambiado. Ya no sonreía como hasta hacía un minuto. En su lugar una mueca de amargura se había apoderado de él. Lo veía abatido, y no sabía por qué.
- Naruto… - empezó a decir.
- ¡Genial, la tinta ya se ha secado! – exclamó cortándola.
Enrolló el pergamino a toda velocidad y se levantó del suelo. Le ofreció una mano a Sakura que lo miró anonadada. Su rostro había vuelto a cambiar y ahora estaba… alegre. Agarró su mano y él la ayudó a levantarse.
- Vamos, tengo que mandarla cuanto antes. – le dijo mientras salían de allí.
El montacargas se detuvo con el golpe seco tan característico y Naruto abrió la puerta y salieron. Habían subido hasta la propia puerta principal de la mina. Cuando salieron al exterior, a Sakura le molestó la luz del sol; que a pesar de que ya estaba atardeciendo, le impidió abrir mucho los ojos.
Soplaba un aire invernal que la congeló de arriba abajo. Dio gracias por no llevar puesto aquel vestido, pues de haber sido así, se hubiese congelado al instante.
Naruto se llevó dos dedos a su boca y silbó en dirección al bosquecillo. Al instante un cuervo, negro como la noche, surgió de entre los árboles y a toda velocidad cruzó el pequeño trecho que los separaba para posarse en el brazo de Naruto.
Naruto sacó el pergamino del interior de su jubón y se lo dio al cuervo que lo tomó en su pico y salió volando tal y como había venido. Naruto lo vio marcharse entre los árboles. Sakura vio que tenía una expresión de preocupación en el rostro mientras miraba en la dirección por la que se había marchado el cuervo.
- Naruto, Jiraya estará bien. – lo tranquilizó ella cogiéndole la mano. Él la miro y suspiró.
- Sé que estará bien, pero aún así… - calló.
- No puedes evitar preocuparte. – terminó ella la frase por él.
Él asintió tomándole la otra mano y pegándola a él.
- Le he advertido de que van a por él, para que se cuide las espaldas. He hablado con Itachi y le he explicado la situación. - Ella se alarmó porque era la culpable de todo. – Tranquila, nadie te va a matar ni nada. – la tranquilizó. – Ambos estuvimos de acuerdo en que si en tres días como máximo, no obtenemos respuesta, iremos a buscarle. – dijo echando a andar hacia el interior de la mina. El sol era tan solo una raya naranja entre las montañas. – Espero que no le pase nada. – abrió la puerta y entró seguido de Sakura.
- Seguro que no le pasa nada, sabe cuidarse solo. – Entraron al montacargas y Naruto accionó la palanca para bajar.
- Eso espero. – dijo él abstraído.
Sakura le cogió el brazo y comenzó a tirar de su manga.
- Venga, ¿no decías que ibas a enseñarme esto? – preguntó sonriendo.
- ¡Es verdad! – contestó llevándose una mano a la frente. – Pues manos al a obra, Cerezo. – sonrió y detuvo el montacargas.
Sakura salió tras él. Con la excusa de que le enseñase aquello al menos lo mantendría ocupado y no pensaría tanto en Jiraya. Era lo menos que podía hacer ya que ella era la culpable de que estuviese tan preocupado.
Al salir del corredor se toparon de frente con una chica de la edad de Naruto aproximadamente, que llevaba unas cuantas espadas en las manos. Tenía el pelo de un castaño fuerte recogido en dos coletas, llevaba ropas masculinas algo manchadas y tenía una expresión bastante fiera. Tras ella había una fragua y un yunque. Además de montones de metales y armas a medio forjar por todas partes. Aquello debía ser la herrería, sin ninguna duda.
- ¡Ups! Lo siento, TenTen. – se disculpó Naruto al instante.
La chica, que había dado un paso atrás de la impresión, recobró la compostura y agarró las espadas con más fuerza, pues había estado a punto de soltarlas.
- No importa, señor. – dijo ella.
A Sakura le sorprendió aquella muestra de respeto. En el poco tiempo que llevaba allí, todos habían llamado a Naruto por su nombre, a pesar de que sabían quien era. Pero aquella chica no. Aunque no es que conociese a muchos, tan solo llevaba allí cuatro horas como mucho.
- Ya te he dicho que me llames Naruto. NA-RU-TO. –repitió lentamente.
- Pero me resulta difícil, y lo sabéis. – se excusó ella.
- Bueno, no importa. – se rindió él. Se volvió a Sakura, que estaba tras él, y la puso a su lado. – TenTen, quiero presentarte a Sakura Haruno.
TenTen, hizo una leve reverencia como pudo al llevar el peso de las espadas en la mano.
- Mi señora. – dijo a modo de saludo.
Sakura ya no estaba tan acostumbrada a aquellas muestras de respeto y la tomó un poco de sorpresa. Se limitó a cabecear un poco algo cohibida.
- TenTen, te veo ocupada. – dijo apenado-. Estoy enseñándole esto a Cerezo y habóa pensado en ti para ayudarme.
- Oh, pues lo lamento mucho pero…
- Tranquila TenTen. – la interrumpió un hombre, que podría rondar los cuarenta perfectamente, saliendo de detrás de una cortina raída del fondo.- Yo me ocupo de eso.
TenTen se lo quedó mirando dubitativa.
- Venga mujer, si ya hemos apagado la fragua. No tenemos que hacer nada más hoy. Y tú te mereces un descanso.
- ¿Estás seguro, padre?
Él asintió con una sonrisa.
- Naruto. – saludo con una reverencia. – Y esta bella dama es la princesa Sakura, sin duda. Es un gran honor, mi señora. – volvió a inclinarse ante ella.
Sakura cabeceó, esta vez con más naturalidad.
- Cerezo, te presento a Hayate, el mejor herrero de todo Aquo. – dijo con una sonrisa triunfal.
- Modestia a parte, es verdad. – dijo él en una carcajada.
TenTen musitó algo que parecía ser “Estúpido presumido”. Sakura pareció ser la única que lo escuchó, pues soltó un pequeña risotada que se ganó las miradas de ambos hombres.
- ¿De qué te ríes? – quiso saber Naruto curioso.
- De nada, de nada. – dijo aguantándose la risa.
Naruto se encogió de hombros. Prefirió dejarlo estar, al menos la veía feliz y no culpable como hacía poco.
- Bueno, me llevaré estas espadas. Que disfrute de la visita, princesa. – dijo Hayate. – A más ver, Naruto. – cogió las espadas que TenTen tenía en las manos y se marchó hacia el montacargas dejando allí a los jóvenes.
Naruto se volvió hacia TenTen con una sonrisa.
- Bueno, qué dices, ¿vienes o no? – preguntó.
- No tengo nada mejor que hacer, así que supongo que sí. – dijo ella encogiéndose de hombros.
- Genial, pues empezaremos por enseñarle a Cerezo la herrería.
TenTen hizo un ademán para que la siguieran. Aquel sitio no era muy grande, pero tampoco muy pequeño para tratarse de una herrería. La fragua estaba apagada, tal y como había dicho Hayate. Por el suelo había hierro, algunas hojas de espadas deshechas y empuñaduras. Tras la cortina, de donde había surgido Hayate, había armas de todas clases ya acabadas. La mayoría estaban colgadas en la pared en fila unas al lado de otras. Hachas, espadas, dagas, cuchillos, espadas cortas, escudos con un extraño símbolo que Sakura no supo descifrar, armaduras, arcos…
TenTne iba explicando el trabajo que costaba hacer todas aquellas armas y el esfuerzo que ponían ella y su padre cada día al ser lo únicos herreros de aquel lugar. Sakura la escuchaba fascinada junto a ella, mientras contemplaba las armas. Naruto iba algo rezagado tras ellas deleitándose con la explicación de TenTen. Él fabricaba sus propios arcos, – había tenido que hacer unos cuantos, para qué negarlo. – pero no se podía comparar con el cuidado y la belleza que poseían aquellas armas. Hayate y su hija ponían todo su esfuerzo y cariño en fabricar las armas, dejándolas con acabados perfectos y con detalles preciosos.
Se detuvo ante una espada que tenía la cabeza de un zorro en la empuñadura. La empuñadura tenía un suave color anaranjado similar al fuego y poseía una hoja larga y afilada de un suave color azulado semejante al hielo. Aquella espada lo fascinó al instante. Deseaba blandirla cuanto antes y darle un gran uso. Si pudiera enamorarse de algún objeto, sería de esa espada.
TenTen y Sakura se fijaron en que Naruto se había detenido frente a aquella espada y caminaron hasta llegar a él.
- ¿Os gusta? – preguntó TenTen mientras él miraba la espada con deseo.
- No te imaginas cuánto. – respondió el sin apartar la vista.
- Ni siquiera a mí me ha mirado de esa forma. – bromeó Sakura.
TenTen rió.
- Los hombres son muy simples. Para tener contento a un hombre basta con una espada hermosa. Incluso se olvidan de lo realmente importante. – la señaló.
- No hay más que mirarlo. – dijo Sakura mirando a Naruto resoplando.
Naruto alzó una mano para tocar la espada, pero TenTen le dio un rápido manotazo deteniéndolo.
- ¡AY! – se quejó sujetándose la mano que le picaba tras el manotazo. - ¿Se puede saber por qué has hecho eso?
- No podéis tocar esa espada. – le dijo ella sin más.
- ¿Por qué? – preguntó Sakura. – Es solo una espada. ¿No?
TenTen se cruzó de brazos.
- No es porque sea una espada. – dijo firme. – Es simplemente porque es una gran espada. Esta hecha con materiales especiales. Llamémoslos mágicos. – Señaló la espada. – La empuñadura eso puro fuego y la hoja es hielo. No sé cómo la hizo mi padre, pero esa espada no la puede empuñar cualquiera. – finalizó.
- ¿Ni siquiera un mago? – preguntó Naruto sin rendirse.
- No lo sé, pero no la toquéis por si las moscas.
Sakura admiró la espada que tanto le había llamado la atención a Naruto. Le pareció que tal y como había dicho TenTen, la empuñadura era puro fuego y la hoja hielo. Una bella intersección de elementos en un mismo lugar que parecían no poder convivir juntos, pero que lo estaban. Y la empuñadura poseía aquel zorro que, pensó, era la perfecta caricatura de Naruto. O al menos eso le pareció a ella al verla.
- TenTen, no puedo tocar esa espada, pero puedo verla y con eso por ahora me basta. – le dijo con una sonrisa.
Sakura miró a Naruto y sonrió. No cambiaba pasase lo que pasase, siempre que podía sonreía, sin importar la circunstancia. Y quizá, por eso, le había querido desde un primer momento. Por su facilidad de dar calidez en cualquier circunstancia, por mala o extraña que fuera.
Lo agarró por el brazo sonriente.
- Anda, vamos, quiero ver el resto de la mina. – lo empujó por el camino de armas hasta la cortina. TenTen los seguía con una pequeña sonrisa.
La pequeña ruta acabó cuando llegaron al comedor de la mina. Que no era más que una enorme sala de piedra, como no podía ser de otra manera, con multitud de mesas puestas por toda la sala con bancos largos a juego. Estaba abarrotado de gente, más de la que Sakura esperaba ver allí. En aquella mina abandonada podía haber aproximadamente cien personas o más. Y sabía que fuera había más hombres, los espías de los que hablaban todos.
No le sorprendió ver allí a algunos de los mejores caballeros de su padre. Estaban Gai y Asuma en una de las mesas charlando con un par de hombres más, riendo a carcajadas… Era increíble que ella no tuviera ni idea de que existía un pasadizo en su propio castillo.
La atmósfera del comedor era totalmente acogedora. Se oían risas y más risas, había un par de niños jugando a perseguirse entre ellos…
Se sentó con Naruto en una de las mesas, que ocupaban Shikamaru y Kiba. Ambos comían animados y los saludaron al sentarse. TenTen fue a buscar a su padre despidiéndose de todos.
Sakura había congeniado al instante con aquella chica. Durante el recorrido por la mina, habían charlado como dos viejas amigas. Por un instante Sakura recordó a Ino. ¿Qué habría sido de ella? Se lo preguntaba muy a menudo. Le debía mucho a aquella chica a la que podía considerar su amiga.
Se había enterado que TenTen era una de las mejores arqueras que había por allí. Sakura tuvo un poco de envidia al enterarse. Su primera experiencia con el arco no había sido muy grata, a pesar de que Naruto se empeñase en que había estado bastante bien.
En la mina había espacio para todo. Habitaciones, una herrería, la cocina, un almacén para las armas, un lugar para los suministros, una zona donde podían practicar con las armas… ¡Incluso un río subterráneo!
No habían perdido el tiempo en aquel lugar y habían montado un auténtico “hogar”.
Era una pena que fuera por las circunstancias en las que se encontraban. Cuando Madara había tomado el control de Aquo la mayoría escaparon al enterarse de que Minato y Kushina habían muerto. De Naruto no se sabía nada, pero lo dieron también por muerto aquel día.
Sin embargo no llegaron a la mina, si no que estuvieron viviendo como podían en el bosque. La comunidad empezó a crecer poco a poco.
Itachi, que por ese entonces tenía trece años, fue dándose poco a poco cuenta de que su tío era un ser ruin y cruel. Y un día se rebeló contra él. Madara, que tenía todas sus esperanzas en él, se llevó una gran desilusión y ordenó que lo encerrasen en el calabozo hasta que se pudriera. Solo tenía quince años, pero se las ingenió para escapar de allí y llegó al bosque. Allí se topó con la comunidad y con una gran demostración de lo que podía hacer acabó por convertirse en uno de sus líderes.
Poco tiempo después dieron con la mina y la adaptaron a lo que ahora era.
Eso fue lo que TenTen le había contado. Cuando todo aquello ocurrió ella tenía tan solo seis años. Su padre y ella escaparon una noche junto a unos cuantos más y sobrevivieron en el bosque hasta que apareció Itachi.
Lo que habían vivido aquellas gentes no era ni la mitad de cruel que lo que había pasado ella, que en comparación, no era nada. Ni siquiera podía compararse con Naruto.
Aquella noche se durmió entre los brazos de Naruto como hacía días que no dormía con una sola idea en la cabeza. Demostrar que podría hacerse más fuerte y ayudar a aquella gente a recuperar su reino. Y ahora también el suyo.
BYEE!!
Ean95- Aprendiz
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
que bien conti todo me imagine menos que la gente del reino de naruto y sakura se unieran para combatir a madara se aproxima una lucha muy buena la espero con emoción en cuanto a jiraiya ojala se salve y que paso con tsunade quiero saber de ella espero te inspires pronto aunque largo me encanto este capítulo en especial como describiste el nuevo hogar formado en la mina hasta la próxima.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Yes!! Conti :3333 lo único que te puedo decir es.. Quiero que le corten los huevos al emo! LOL
belivexangel1- Sannin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Hola, hola. El capi que ya toca Gracias por vuestros comentarios.
- Capítulo 18:
- Habían pasado tres días desde su llegada allí. Aún no se sabía nada de Jiraya desde que el cuervo había salido con aquella carta. Naruto estaba cada día más y más preocupado y ni siquiera comía o dormía pensando en que Jiraya estuviese en apuros o algo peor. Cuando estaba con Sakura evitaba mostrarle a la chica su preocupación. Quería evitar que siguiera pensando en que todo aquello era su culpa, que en realidad en parte lo era, pero por las circunstancias en las que se había desencadenado todo, Sakura no debía sentirse culpable en absoluto.
A pesar de que evitaba mostrarlo delante de ella, Sakura sabía muy bien que Naruto fingía estar bien delante de ella. No era tonta y sabía perfectamente que él estaba demasiado preocupado por su maestro y amigo. Jiraya era como un abuelo para él, era su protector y lo más importante: su amigo.
Naruto se pasaba el día entrenando con la espada y el arco para evadirse de sus pensamientos. Cada estocada que daba con la espada, cada flecha que lanzaba a la diana, le hacían sentirse algo más cerca de Jiraya. De sus días en el bosque, aprendiendo todo lo que podía de él, de sus enseñanzas y de su sabiduría.
Derrotaba a todos sus oponentes, hasta tal punto que ya la mayoría no entrenaban con él. Naruto descargaba su espada con angustia y con mucha fiereza. Intentando liberar la presión de su preocupación que no lo dejaba pensar en otra cosa que no fuera Jiraya.
Acabó con otro enemigo invisible antes de caer al suelo de tierra de rodillas, cansado de pelear solo. Dio un puñetazo levantando tierra a su alrededor. Estaba cansado de esperar noticias. La angustia que sentía en aquel momento era tal y como la que experimento al saber que Sakura estaba en el castillo y que no podría ir a rescatarla. Pero lo de Jiraya era aún peor, porque ni siquiera sabía si estaba vivo, herido o muerto.
Golpeó una vez más el suelo agarrando un puñado de tierra en sus manos de la rabia y la impotencia.
Lo tenía decidido, si Jiraya no aparecía en las próximas 24 horas, iría él mismo a buscarlo. Solo si era necesario, pero lo encontraría y lo llevaría hasta allí como fuera.
Se levantó del suelo, limpiando un poco sus ropas cubiertas de sudor y tierra, y salió de allí.
Fuera debía de haber anochecido hacia ya rato. Incluso si calculaba el tiempo que había estado metido en la sala de entrenamiento peleando contra enemigos invisibles, podría decir sin temor a equivocarse que ya debía de haber pasado la hora de la cena.
Se metió en el montacargas y presionó la palanca hacía debajo del tirón. Llegó hasta la última de las plantas hasta las que se podía bajar, y salió del montacargas.
Apestaba a sudor y estaba muy sucio, así que decidió darse un baño ahora que seguro que no habría nadie.
Bajó por una suave pendiente ancha de tierra y piedra, a paso tranquilo y en silencio. En aquella parte de la mina apenas habían hecho nada para adaptarla a sus necesidades, pues en realidad, no era necesario.
A los dos minutos de caminar, la pendiente se acabó y dio paso a un suelo liso de piedra. Conforme de acercaba, se podía oír el torrente de agua del río subterráneo que pasaba por allí.
Al fin llegó hasta la zona por la que pasaba el agua. Debía de tener cuidado, pues la corriente era bastante fuerte y podía arrastrarlo. Por ello, la única adaptación que habían hecho allí había sido un estanque en el que podían meterse máximo cinco personas, en la zona donde la corriente pasaba con menos fuerza. El estanque estaba hecho con piedras pegadas unas con otras formando un cuadrado.
Se desvistió rápidamente, dejando su ropa a un lado de la pequeña caverna doblada, y se metió con cuidado en el estanque. El agua nunca estaba congelada, sino que se mantenía a una temperatura intermedia. A él en realidad no le importaba, pues estaba tan acostumbrado a bañarse con agua fría, debido al rió del Bosque Azul, que el agua de aquel río estaba caliente en comparación.
Decidió relajarse un rato allí solo en el agua, con la única compañía de sus pensamientos y reflexiones.
“Podría reunir un grupo de personas que estuviesen dispuestas a acompañarme hasta allí. Pero claro, deben ser buenos y bastante diestros para andar por el Bosque. Jiraya fue hasta la parte más peligrosa y no quiero poner a nadie en peligro… - pensaba mientras se frotaba la piel eliminando la suciedad acumulada. – Pero quizá lo más conveniente es que vaya hasta allí solo. – suspiró contra el agua formando un par de burbujas. – La única persona que puede encontrarlo soy yo. No puedo poner a nadie en peligro. Me marcharé sin avisar a nadie, será lo mejor. Lo encontraré y lo traeré hasta aquí sano y salvo. – Salió del agua y espero a secarse un poco para ponerse la ropa.
Cogió el montacargas y subió hasta la zona de “La Colmena”, donde ya hacía rato que dormía casi todo el mundo. Entró a la habitación que compartía con Sakura, que dormía profundamente con una respiración tranquila. La miró unos instantes dormir. “Es tan hermosa”.
Apartó la vista, muy a su pesar, y abrió el saco para sacar otras prendas de ropa. Se cambió de ropa rápidamente. Se ajustó su carcaj, ahora vacío, a la espalda y cogió su arco, que estaba apoyado en la pared, para ajustárselo también a la espalda.
Necesitaba flechas, y para ello tendría que ir hasta la armería a abastecerse.
Cerró el saco cuando notó un movimiento tras de él. Era Sakura, que se removía nerviosa en la cama, tensa y, a pesar de la oscuridad, vio que en su rostro una fuerte mueca de espanto. Extendió sus manos al aire y comenzó a emitir gemidos lastimeros. ¿Estaba teniendo una pesadilla?
Naruto acortó la poca distancia que existía, y se acercó hasta la cama. La cogió entre sus brazos y la abrazo para intentar calmarla. Sakura seguía retorciéndose, pero poco a poco se calmó. Naruto le daba pequeñas caricias en la espalda y en el pelo. La oía respirar más relajada. Había conseguido sacarla de aquella pesadilla.
- Cerezo, seguramente te enfades conmigo, pero debo de ir a buscar a Jiraya. Y debo hacerlo solo. – dijo contra su oído. – Si no lo hago yo… Debo ir yo y nadie más. – Ella seguía dormida. - Te prometo que volveré contigo sano y salvo. – la tumbó de nuevo con cuidado y la tapó con la manta. Le apartó el pelo de la frente y se inclinó para besarla. – Pase lo que pase, volveré. Te quiero, Cerezo. – Volvió a besarla, pero esta vez fue un pequeño beso en los labios, apenas una caricia.
Cogió papel y pluma y escribió una nota donde explicaba todo. Y hecho eso, se levantó de allí y, echando una última mirada a la joven que dejaba dormida tras él, desapareció de allí.
Dejó la nota en la sala de entrenamiento donde seguro que la encontrarían pronto y se largó rápidamente a por la armas.
La odisea para evitar a los vigilantes de la puerta, fue digna de documentar. Consiguió coger las flechas y también cogió un par de dagas y una espada con su vaina que se puso en su cinto. Pero al salir casi es descubierto por un par de hombres. Los noqueó – le dolió hacerlo, pero de no haberlo hecho le hubieran parado – y salió de allí a todo correr. Llegó al montacargas, subió y salió por la puerta principal de la mina perdiéndose en la noche.
Sakura despertó a la mañana siguiente. Había tenido un sueño muy raro, aunque al principio era una pesadilla. La imagen de su madre muriendo a manos de Sasuke una y otra vez sin parar. Ella no podía gritar, se había quedado sin voz y Sasuke se burlaba de ella, pero entonces llegó Naruto y el escenario cambió. Ya no estaba viendo morir a su madre, en su lugar estaban los dos en un prado verde y lleno de todo tipo de flores. Naruto se puso serio en un instante y comenzó a decirle que debía ir a buscar a Jiraya él solo y que volvería. Al final se marchaba con la promesa de que volvería vivo y con Jiraya, antes de besarla en la frente y más tarde en los labios.
Se dio la vuelta en la cama, esperando ver a Naruto a su lado durmiendo, pero la cama estaba vacía. Era extraño que Naruto se levantase antes que ella. El día anterior no había querido molestarlo mucho, sabía que el no tener noticias de Jiraya lo estaba matando por dentro. Así que lo había dejado solo.
¿Aquel día también repetiría la misma operación que el anterior? No lo soportaría de nuevo.
Salió de la cama y se vistió. Vio ropas sucias de Naruto en un rincón de la habitación, pero no le dio importancia. Se peinó el pelo con la mano y se hizo una trenza de espiga que le caía a un lado del hombro.
Llegó al comedor donde ya había varias personas desayunando. Cogió una manzana y un poco de leche y se sentó junto a Tenten, que estaba en una mesa sola. Aquellos días ambas chicas se habían vuelto muy amigas.
Tenten la saludo con una sonrisa amistosa cuando se sentó. Sakura musitó un pequeño “hola”.
- Oye, Tenten, ¿sabes dónde puede estar Naruto? – preguntó dándole un mordisco a la manzana. Quizá Tenten lo hubiera visto.
Negó con la cabeza.
- Desde ayer no. La última vez que lo vi estaba soltando mandobles como un loco en la sala de entrenamiento. – dijo.
Sakura apretó los labios frustrada. Aquel día, como se había temido, iba por el mismo camino. Y ella no podía hacer nada porque prácticamente era la culpable de que él estuviera tan solo y distante. Sin embargo tenía que hacer algo como fuese. ¿Qué clase de persona era si no estaba para la persona que amaba? Lo tenía decidido, en cuanto acabase de desayunar iría a buscarle. Seguro que estaba en la sala de entrenamiento, incluso podía apostarse cualquier cosa a que no había salido de allí en toda la noche.
- Tenten, voy a ir a buscar a Naruto, ¿me acompañas? – le preguntó.
Pero antes de que Tenten contestase, una voz se adelantó para dar una mala noticia.
- Me temo que no vas a encontrarle. – se trataba de Itachi. Iba acompañado por Shikamaru, Kiba y Asuma, que estaban junto a él, serios. – Naruto se ha marchado esta noche.
Sakura se levantó de un saltó.
- ¿¡ Qué!? – exclamó haciendo que todo el comedor les prestase atención.
Asuma y Kiba la agarraron de ambos brazos arrastrándola con ellos hasta una zona desierta, seguidos de Shikamaru, Itachi y Tenten.
- Sois muy escandalosa, Sakura. – dijo él apoyándose en la pared de piedra.
- ¿Y cómo pensáis que voy a reaccionar si me decís tal cosa? – espetó ella enfadada. Kiba y Asuma la soltaron.
- Tiene razón. – dijo Kiba.
Itachi lo ignoró y rebuscó entre sus ropas hasta sacar un papel, que desenrolló.
- Se ha marchado esta misma noche como he dicho antes. Solo ha dejado esta nota donde o explica todo. – le dio la nota a Sakura que agarró el papel rápidamente. – Ha ido tras Jiraya.
Sakura leyó rápidamente la nota.
“No espero que se me entienda, pero iré a buscar a Jiraya. Y prefiero hacerlo solo porque soy el que mejor conoce el Bosque Azul, y porque es mejor evitar poner en peligro a alguien más que no sea yo.
Os pido que no me sigáis.
Uzumaki Naruto.”
Se había ido. Lo que significaba que no había soñado que se despidiese de ella, había sido real. Naruto se había despedido de ella la noche anterior antes de marcharse.
- ¡Ese idiota! – arrugó la nota con rabia.
- Sakura, quiero que sepas que voy a respetar su decisión y no voy a enviar a nadie a buscarle. – le dijo Itachi con calma.
- ¡Qué! No, no. Hay que ir tras él. – dijo con rabia agarrando a Itachi por la ropa.
Comenzó a golpearle con rabia en el pecho. Asuma se adelantó para quitársela de encima, pero Itachi negó con la cabeza haciéndolo detenerse.
- Sakura, entendedme, no tengo muchos hombres y tampoco puedo permitirme perder a ningún otro. – Explicó tranquilo.- Soy el primero que quiere ir a buscarle, pero no puedo arriesgarme a perder a nadie. Y Naruto también lo sabe, por eso se ha marchado solo.
Sakura se detuvo y se alejó de Itachi mirándolo enfadada con lágrimas en los ojos.
- Confío en que no tengo que poneros una guardia para vigilar que vayáis tras él. ¿verdad? – interrogó.
- No os preocupéis, no planeo nada. – contestó fría.
- Bien, porque no quiero problemas con Naruto. – dijo. – Tenten, llévatela de aquí e intenta calmarla un poco.
Asintió llevándose de allí a Sakura. Que se soltó de su agarre y la adelantó a paso ligero. Tenten no tuvo más remedio que seguirla como pudo.
- ¿Creéis que irá tras él? – preguntó Shikamaru.
- No la conozco tanto como vosotros, así que, decidme vosotros lo que pensáis qué va a hacer. – contestó Itachi caminando hasta el comedor.
- Es posible que vaya tras él. – dijo Asuma. – Ella siempre ha sido muy sumisa, pero desde que se escapó… ha cambiado mucho.
Itachi asintió conforme con aquella respuesta.
- En ese caso tendré que hacer algo al respecto. – dijo deteniéndose en una de las mesas vacías y sentándose. – Naruto no está y cuando vuelva no querrá ver que su amada no está… Así que no tengo más remedio que ponerle vigilancia. – se apartó el pelo que le caía por la cara.
- Me lo temía. – rió Kiba.
- ¿Y a quién vais a poner como su “guardián” – preguntó Asuma haciendo comillas con las manos al pronunciar la palabra guardián.
- Lo pensaré, pero más o menos lo tengo decidido. Dejadme comer solo, chicos. Necesito pensar. – Con aquellas palabras se dio por concluida la reunión y cada uno se marchó con sus quehaceres.
Sakura y Tenten fueron al Claro. Sakura se sentó en el suelo enfadada y se cruzó de brazos. Golpeó la tierra, la lanzó y gritó con la cabeza entre sus manos. Tenten esperó a que se calmase un poco para sentarse a su lado.
- ¿Os habéis calmado ya?
- Un poco. – contestó ella quitándose las manos de la cara. – Siento el numerito, pero... ¡AARG! – exclamó de nuevo.
Al menos no había demasiada gente a esa hora en aquella zona y podría gritar cuanto quisiera.
- Idiota. Se va y deja una nota. – refunfuñó Sakura.
- Al menos ha dejado una nota. – intervino Tenten. – Peor hubiera sido que se marchase sin más.
- Es que se ha marchado sin más. Pero no tengo derecho a enfadarme con él. – Suspiró. Tenten la miró sin comprender a qué se refería. – Yo soy la culpable de que Naruto se haya marchado. – sonrió con ironía. - Por mi culpa Jiraya está en peligro, por mi culpa… - se hizo un ovillo abrazándose las rodillas y enterró la cabeza en ellas.
Tenten le puso una mano en el hombro.
- Pero Naruto se ha marchado solo en su busca porque pensó que era lo mejor, y si no os dijo nada fue porque sabía que intentaríais detenerlo. – Sakura levantó la cabeza y suspiró echándola hacia atrás para mirar el enorme agujero por el que se filtraba la luz. – Y por lo mismo se marchó por la noche, porque no quería que nadie lo viese.
- Ya lo sé, Tenten. El problema es que no puedo dejar de sentirme culpable porque yo fui la que comenzó todo este lío. Si no le hubiera dicho a Sasuke lo que planeaba Jiraya… - se calló y apretó los labios.
Tenten se sorprendió.
- ¿Le dijisteis a Sasuke…?
- Sí. – la cortó. – Pero fue porque amenazó con matar a mi madre. Aunque sirvió para nada porque al final acabó con ella ante mis ojos. – Apretó los puños.
- Si yo fuera la víctima, no os guardaría ningún rencor. – le dijo animada Tenten.
Sakura la miró sorprendida por aquella confesión.
- Os lo digo en serio. – sonrió sincera. – Y estoy segura de que Naruto no os guarda rencor alguno, y Jiraya os personará dadas las circunstancias.
Sakura sonrió más calmada. Tenten era una amiga de verdad y eso lo estaba demostrando en aquellos momentos. Porque podría dejarla en paz, y en lugar de eso intentaba animarla a cualquier costo.
Abrazó a Tenten, dejándola estática ante la acción.
- Gracias por animarme, de verdad. – le dijo feliz.
Tenten la abrazó también.
- No hay nada que agradecer. – dijo.
- Lo digo de verdad. Te puedo considerar una amiga a pesar de que solo te conozco desde hace tres días. – Tenten se rió. – Me recuerdas a mi única amiga de verdad. No sé qué fue de ella, pero espero que esté bien.
- Seguro que lo está. – ambas chicas se separaron.
Sakura cruzó las piernas y rió.
- Espero que Naruto regrese sano y salvo porque la que le espera al regresar… - dijo dejando la frase a mitad.
Tenten se carcajeó.
- Sois muy dura con él.
El Claro se lleno de gente en poco tiempo. Sakura se levantó del suelo y se estiró cansada de estar sentada en aquella posición.
- Tenten, ¿de verdad eres buena con el arco? – preguntó.
- Bueno, me defiendo bastante bien. – contestó ella levantándose. - ¿Por qué lo preguntáis?
- Me preguntaba si me ayudarías a mejorar… bueno a aprender del todo – rió nerviosa.
Tenten la miró divertida.
- Si no quieres no pasa nada, eh… - dijo al ver su reacción.
- Os ayudaré encantada. – repuso ella con una sonrisa.
Sakura se alegró un montón de oír aquello y una enorme sonrisa cruzó su rostro.
- No sabes la alegría que me das. Vamos a la sala de entrenamiento, quiero empezar cuanto antes. – y echó a correr hacia el montacargas seguida de Tenten.
Pasaron unas cuantas horas lanzando una flecha tras otra. Sakura mejoró un montón, pues ella misma reconocía que en el bosque le costaba más. Tenten le mostró su gran habilidad con el arco. Clavaba la flecha en el centro de la diana al instante, y lo repitió cinco veces porque Sakura pensaba que era simple suerte, pero no.
Sakura pasó de apenas acercarse a la diana, pues la mayoría de las flechas se quedaban clavadas a apenas un metro de la diana. La primera vez que había lanzado una flecha se había pasado con la intensidad y en aquel momento apenas se acercó. Irónico.
Pero tras llevar tanto tiempo lanzando flechas sin parar, ya acertaba en la diana y cada vez con mejor resultado.
Tenten aplaudía cada vez que lograba clavar una flecha en la diana y Sakura sonreía satisfecha consigo misma. Casi se había olvidado del tema de Naruto. Casi.
Y así pasó todo el día, intentado no pensar en Naruto y en el peligro que corría allí fuera y aprendiendo de una vez por todas a lanzar una flecha en condiciones.
Solo pararon durante la hora de la comida y cuando Tenten tuvo que marcharse a la herrería a ayudar a su padre. Como Sakura no tenía otra cosa mejor que hacer, la siguió y estuvo allí con ella.
- Mañana seguiremos practicando con el arco. – le dijo Sakura. – Si no tienes inconveniente, claro.
- No lo tengo, pero creo que tendréis que prescindir de mí bastante. – contestó llevándose la copa de agua a los labios y bebiendo.
Sakura partió un trozo de carne con los dientes y masticó.
- Oh, mañana estarás muy ocupada. – asintió. – Bueno, creo que podré hacerlo sola. – dijo bebiendo agua.
- Yo también estoy segura que podréis hacerlo sola. – admitió Tenten con una sonrisa. – Podré ir a revisar cómo vais de vez en cuando, no os preocupéis.
- Eso me alivia. – rió.
Cuando acabaron de cenar, cogieron el montacargas, que iba lleno a esas horas, y legaron a La Colmena. Cada una se fue a su habitación con un “hasta mañana” y una sonrisa.
Sakura se quedó un rato despierta pensando dónde se hallaría Naruto en ese momento y que estaría haciendo. Por su cabeza pasaban imágenes todo el tiempo, pero imágenes desagradables. La imagen de Naruto siendo torturado o asesinado no dejaba de repetirse en su cabeza. ¿Y si no encontraba a Jiraya? ¿Y si lo encontraba pero ya estaba muerto? ¿Y si encontraba a Jiraya, pero era una trampa y lo mataban o algo peor?
Se quedó dormida después de dar millones de vueltas en la cama. En aquella cama en la que no dejaba de abrazar el pequeño hueco vacío de Naruto.
Ean95- Aprendiz
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
me encanto enserio ese Naruto.....pero bueno creo que yo también lo haría no después de todo lo crió ....espero la continuacion jjeje
Miu Misaki- Clan Seiryuu
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
me alegra que sakura respetara la decisión de naruto además de que se volverá más hábil con el arco gracias a esto ojala naruto logre encontrar a jiraiya y regresar a la mina sanos y salvos que emoción que subas conti tan rápido espero esto no sea presagió de que no subirás el próximo pronto en todo caso espero ansiosa hasta la próxima.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Quiero muere al emo!!!! Emo!
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Este fue el primer fic que me leí y lo había dejado hasta el cap. 14 xq no habías actualizado pero ahora que lo veo lo eh releído y me gusta la relación que tienen Sakura y Naruto esos lazos son especiales y que Naruto la protegiera más de una ves es hermoso; al bastardo de sasuke me provoca hacerlo trizas mato a los padres de sakura sin remordimientos y frente a sus ojos. Madara trama algo mayor con esas gemas y lo bueno es que hay un ejército contra su tiranía liderado al parecer por el mismo hermano de sasuke, además que sakura aprendiera a defenderse por sí misma demuestra valentía y coraje... me pregunto que pasara con naruto, encontrara a jiraiya? vala, vale no nos dejes con la intriga [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] tiene razón espero que el haber subido la continuacion tan pronto no sea un mal presagio y nos dejaras con las intrigas por un muy buen rato, a los escritores les fascina hacernos sufrir con la espera.
Espero pronta continuación.
Espero pronta continuación.
Ocaso7- Clan Byakko
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Hola, hola. Gracias por vuestros comentarios. No temáis que tengo algo más de tiempo que antes u procuraré no retrasarme mucho con los capítulos.
Espero que os guste el capi. Está dividido en dos partes.
Hasta la próxima.
Espero que os guste el capi. Está dividido en dos partes.
- Capítulo 19. Parte 1:
- Aquel día había comenzado a nevar fuera y el frío del exterior se colaba por cada recoveco de la mina. En especial en El Claro, por el que se colaba parte de la nieve que caía hacia el interior formando una especie de duna. Desde que había amanecido un enorme grupo, por no decir toda la gente que habitaba la mina, se habían dedicado a acumular la nieve en aquella zona para evitar que el agujero fuera cerrado y evitar al mismo tiempo cerrar el acceso.
Equipados con capas y guantes para protegerse de la fría nieve y del viento gélido que se colaba, acumulaban la nieve por todas partes con palas y con los viejos vagones de la mina.
Sakura se había unido a aquella labor a pesar de que estaba agotada tras estar cuatro días seguidos en la sala de entrenamiento. Le dolía todo el cuerpo y lo notaba tirante al mínimo movimiento. Quizá se había pasado un poco. Solo un poco.
Tenten había continuado supervisando su entrenamiento con el arco hasta el punto de que ya era capaz de clavar tres de cada cuatro flechas en el centro de la diana. No estaba mal del todo para llevar relativamente poco.
También había estado practicando con la espada con la ayuda de Kiba, que se había ofrecido a practicar con ella aquellos días.
Lo único que la había molestado es que al parecer Itachi le había puesto vigilancia, pues no se fiaba de ella y pensaba que iría tras Naruto a la primera distracción posible. El elegido había sido un hombre alto, de pelo castaño oscuro y ojos negros que en ocasiones, y solo en ocasiones, daba bastante miedo. Se llamaba Yamato y era uno de los caballeros más fuertes de la rebelión. Era natural del reino de Aquo y ostentaba uno de los grandes rangos.
Se había presentado ante ella de ese modo y como su escolta personal. Al principio Sakura intentaba deshacerse de él, pero era inútil intentarlo, ese tipo era demasiado astuto y rápido; no consiguió despistarlo ni una sola vez.
Sin embargo, al segundo día, ya más calmada lo conoció un poco y vio que no lo hacía con mala intención, sino que lo que quería era evitar que hiciera una locura. Yamato no era tan malo como pensó al principio. Incluso tenía su lado divertido. Le recordó al Kakashi, el capitán de la guardia de Itenwer.
Muchas veces se había preguntado si aún seguiría allí o también había huido. O quizá algo peor. Prefería no pensarlo mucho, Kakashi siempre le gustó.
Y así es como había pasado los días allí encerrada. Al menos estaba acompañada y estableció amistad con todo el mundo. Aquellas gentes eran muy cercanas y la acogieron enseguida.
Había muy pocas mujeres allí. En total había unas quince y la mayoría se dedicaban a las tareas domésticas y a la cocina. Se encargaban de preparar el desayuno, la comida y la cena. Contaban con ayuda de cada hombre que podía ponerse a ello, pues todos solían estar ocupados.
Luego estaban Tenten y Kurotsuchi que se dedicaban más a otro tipo de tareas, digamos más propias de los caballeros.
Kurotsuchi era una chica de la edad de Sakura, de pelo negro y corto, mirada fiera y que dominaba la espada mejor que muchos de por allí.
A Sakura no le costó mucho congeniar con ella.
También había niños, pero tan solo cinco. Se llamaban Konohamaru, Udón, Moegi, Idate y Hanabi. Tenían edades comprendidas entre los ocho y los once años, siendo Idate el mayor seguido por Konohamaru y Udón de diez y por último Moegi y Hanabi de ocho. Los niños se pasaban la mayoría del tiempo jugando, pero también ayudaban en todo lo que podían y siempre se los veía revolotear de aquí para allá.
No se sabía nada de Naruto desde que se había ido, pero todo el mundo confiaba en que estuviese bien. Algo relativamente normal ya que la mayoría de la mina eran los habitantes de Aquo que pensaban que su príncipe estaba muerto y se habían llevado una alegría enorme al descubrir que no era así. Si había escapado una vez de morir, nada le impedía volver a hacerlo. Pero también estaban muy preocupados por él y no faltaban los rezos cada día para que regresase sano y salvo. Sakura se unía a ellos, pero en la soledad.
Acabaron de apartar la nieve del centro del Claro y ahora estaba por todas partes acumulada. Los niños se pusieron a tirarse bolas de nieve nada más acabar y en menos de un minuto aquello fue una auténtica batalla campal en la que no se salvaba nadie.
Sakura esquivaba cuanto podía, pero era prácticamente inútil porque las bolas de nieve salían de todas partes como flechas.
- ¡A por la princesa! – gritó Konohamaru cubierto de blanco por la nieve.
Todos se volvieron hacia ella y empezaron a lanzarle una bola tras otra sin esperar a que se recuperarse. Sakura no dejaba de reír mientras intentaba huir de aquella luvia de proyectiles blancos y fríos.
En algún momento pararon de lanzar y la dejaron levantarse de la nieve, pero los niños se le tiraron encima haciéndola caer de nuevo con ellos encima. Sin dejar de reír Sakura intentó levantarse una vez más, pero tenía a Konohamaru y a Hanabi encima y era difícil.
- Oh, venga. – Se quejó. – Dejadme levantarme, tengo que ir a quitarme toda esta nieve, chicos.
- Ni hablar, os quedaréis con nosotros un ratito más. – dijo Hanabi tumbándose encima de su brazo para que no se moviera.
- Eso, eso. – corroboró Konohamaru.
Sakura recurriendo a toda la fuerza que pudo, logró levantarse de un tirón del suelo con los dos niños encima, que se cayeron encima de la húmeda y fría nieve de culo.
Sakura no pudo evitar carcajearse de ellos.
- Eso os pasa por no hacerme caso. – les dijo riendo.
- ¿Ah sí? – se escuchó a su izquierda la voz de Idate.
De un momento a otro estaba siendo perseguida por los cinco niños, que en venganza, intentaban tirarla al suelo otra vez. La nieve los ayudaba en su propósito, pues no dejaban de lanzársela sin piedad.
Sakura corría por todo El Claro intentando librarse de los niños, pero parecían ser más rápidos que ella o estaban acostumbrados ya a correr. Con tanto movimiento, la nieve de su ropa había decidido esfumarse y prácticamente ya apenas tenía. En un parpadeo la acorralaron en un pequeño círculo y con unas sonrisas infantiles, pero bastantes siniestras, le lanzaron enormes bolas de nieve.
Ella se cubrió la cara sin dejar de reír. En un instante volvía a estar cubierta de nieve de los pies a la cabeza.
- Os parecerá bonito, niños. – Era una de las mujeres, Sakura desconocía su nombre. – Dejad en paz a la princesa y venid a ayudar en la cocina. Venga. – ordenó tajante.
Los niños emitieron protestas que se mezclaron haciendo que no se les entendiese nada. Musitaron un “hasta luego, princesa” y se fueron todos juntos, refunfuñando, hasta perderse por el corredor que llevaba al montacargas.
- Ay, estos niños. – dijo la mujer negando con la cabeza. – Espero que no os hayan hecho ninguna otra calamidad. – dijo mientras la señalaba refiriéndose a la nieve de su ropa.
- Oh, no, no. Al contrario, no está mal divertirse de vez en cuando. – dijo ella con una pequeña sonrisa.
- En ese caso os dejo, señora. – se excusó marchándose de allí.
Sakura se sacudió la ropa para quitarse de encima aquella capa de nieve, que ya empezaba a darle frío. Lo peor sin duda fue quitarse la del pelo, que de no ser porque llevaba una trenza, – algo deshecha tras tanto juego. – estaba segura de que no hubiera salido nunca hasta derretirse. La nieve del pelo le llevó mucho más tiempo que la de la ropa y ya comenzaba a derretirse cuando dio por finalizada su tarea.
Decidió que era buen momento para ir a practicar un poco con el arco, así que se puso en marcha para coger el montacargas y llegar allí cuanto antes.
Tenía el pelo algo húmedo por la nieve que se había derretido y necesitaba entrar en calor cuanto antes. Así que cuando llegó allí, en lugar de practicar con el arco, cogió una de las espadas de entrenamiento y comenzó a hacer lo que ella llamaba: “La Danza”.
La Danza no era otra cosa que pelear realizando una serie de movimientos muy precisos en un orden. Se lo había inventado ella con Tenten y Kurotsuchi un día mientras entrenaban y lo había ido perfeccionando ella sola con el paso de los días.
Estaba pensado para aquellas personas que no poseían mucha fuerza. Por lo tanto, era el ejercicio ideal para una mujer, que, al no poseer tanta fuerza como cualquier hombre, normalmente podía estar en clara desventaja. Aunque no siempre.
La Danza debía ser rápida y certera. Cuando peleó con ese gorila de Juugo empleó algunos movimientos sin apenas darse cuenta. Los movimientos eran rápidos y se empleaba poca fuerza. Se usaba la espada como apoyo, pero la clave de La Danza estaba en coordinar los movimientos de forma correcta.
Decidió que pasaría allí un par de horas practicando sola. Más que nada porque Tenten y Kurotsuchi estaban ocupadas y no sabía si podrían practicar con ella.
Pero en fin, lo haría sola hasta perfeccionarlo y más tarde les enseñaría.
En otro lugar lejano a la mina, estaba teniendo lugar una batalla en la que se mezclaban poderes mágicos con choques de espadas simultáneamente. En las lindes del Bosque Azul, el viento soplaba con fuerza moviendo la nieve que no dejaba de caer sobre un grupo de personas que luchaban entre ellas. La nieve y el viento cegaban sus visiones y hacía difícil la lucha, pero a pesar de ello no se detenían ni un segundo.
- ¡CUIDADO! – estuvo a tiempo de esquivarlo, y casi lo consigue, pero la espada se clavó en su vientre y solo pudo emitir un alarido de dolor cuando abandonó la carne y la sangre emanó de la herida, caliente.
Tenten y Kurotsuchi irrumpieron en la sala de entrenamiento y allí vieron a Sakura, empapada de sudor con una espada de entrenamiento en su mano, que no dejaba de mover en una serie de movimientos perfectamente sincronizados y que ambas reconocieron. Sakura seguía con La Danza y parecía que no había descansado en horas.
Veían el sudor resbalar por su frente hasta perderse en el suelo de tierra. Le costaba respirar, pues jadeaba de forma continua y su pecho no paraba de subir y bajar, pero ella seguía con los movimientos.
Más allá, en la zona de las dianas un par de caballeros estaban practicando su puntería ajenos a la joven, que casi desmayada, continuaba con aquellos movimientos.
Ambas chicas se miraron con el mismo pensamiento, ponerle fin al instante. Caminaron hasta Sakura con paso firme y, Tenten le arrebató la espada de entrenamiento de la mano, con una mueca de desconcierto en el rostro de Sakura, y Kurotsuchi la agarró del brazo para sentarla en el suelo de un empujón.
- Se puede saber qué hacéis. – preguntó Sakura intentando levantarse, pero la mano de Kurotsuchi en su hombro volvió a sentarla.
- Ponerle fin a esta ridiculez. – contestó Tenten firme. - ¿Cuánto tiempo lleváis aquí?
- Bueno, la pregunta correcta no es esa, sino, ¿cuánto tiempo lleváis sin descansar. – cortó Kurotsuchi cruzándose de brazos y mirándola de forma severa.
Tenten también la miró de igual manera, pero con los brazos en jarras. Sakura suspiró y se pasó la mano por la frente empapada de sudor para secarla un poco. Lo cierto es que no había parado de entrenar y ni siquiera había notado el cansancio con la sola idea de perfeccionar los movimientos. Cansancio que estaba notando ahora. El sudor le resbalaba por todo el cuerpo y se sentía bastante sucia. “Menuda princesa.” Pensó con sorna.
- Lo cierto es que no he parado ni un minuto a descansar desde que empecé a practicar La Danza. – admitió aún jadeando un poco. – ¿Tenéis agua? – preguntó levantándose.
Ninguna se lo impidió. Tenten le dio una cantimplora con agua fresca que Sakura agarró al instante. Se bebió prácticamente toda el agua que había, pues estaba sedienta. Aunque eso no lo diría delante de ellas.
Sakura apestaba a sudor y Tenten y Kurotsuchi lo notaron al mínimo movimiento de la princesa. Ambas se llevaron las manos a la nariz sin poder evitarlo en una mueca de desagrado.
- Lo próximo que vamos a hacer es ir a bañarnos, pero a la de ya. – dijo Kurotsuchi cogiendo a Sakura del brazo, mientras con la mano libre se tapaba la nariz.
- Sí, estoy contigo. – se unió Tenten. – Y más vale que sea rápido antes de que alguien muera asesinado por tal pestilente olor. – ambas chicas rieron ante el comentario.
- Oye, que estáis hablando de mí. – se quejó Sakura.
- Solo decimos la verdad, apestáis. – Kurotsuchi soltó una carcajada mientras abría el montacargas.
Sakura se olió la ropa. Sí que olía mal, pero tanto como para matar a alguien… Eran demasiado exageradas esas dos.
- Venga, chicas que no huelo tan mal.
- No, no… - contestó Tenten con ironía.
- ¡Tenten, deja de burlarte de mí! – le dio un empujón amistoso.
El montacargas dio un suave balanceo, que bien también podría ser brusco, pues casi tocaron las paredes de piedra.
- No os mováis así. – las regañó Kurotsuchi. – Vale que este trasto aguante el peso de hasta doce personas, pero no me fío que aguante un balanceo.
- Perdón. – se disculparon las dos chicas.
Pararon en La Colmena para coger ropa limpia. Sakura no tenía ropa propia, así que se ponía la poca que Naruto le había dejado y que podían estarle bien. Él solo tenía tres camisas y dos jubones, un pantalón y un par de botas. A ella le había dejado con poca ropa donde elegir. Decidió coger una camisa de Naruto y ya se las apañaría, no podría estarle muy grande.
Cuando tuvieron ya toda la ropa, se reunieron de nuevo en el montacargas para bajar juntas hasta el río subterráneo.
Había alguien allí, por lo que tuvieron que esperar a que saliera para entrar ellas. Se sentaron en el suelo de piedra para matar el tiempo mientras esperaban. Kurotsuchi se quedó de pie apoyada en la pared. Había un breve silencio, que únicamente era alterado por el sonido del agua del río que fluía con fuerza y a una gran velocidad. La luz de las antorchas hacía que sus sombras se reflejasen en la pares y se movieran con cada movimiento del fuego.
- ¿Creéis de verdad que Naruto está bien? – preguntó Sakura rompiendo el silencio.
Desde que se había levantado aquella mañana tenía un mal presentimiento encima. Era como una opresión en el pecho que se instalaba cada cierto tiempo. Con tan solo pensar en él, el corazón le daba un pequeño vuelco de miedo.
Por eso mismo necesitaba distraerse con lo que fuera, por ello era por lo que no se había dado cuenta del tiempo que había pasado entrenando sin parar. Porque si estaba sin hacer nada, como ahora, no podía evitar pensar en Naruto.
- Seguro que sí. – contestó Tenten. – Ya os lo he dicho muchas veces estos días; Naruto no es un enclenque, es un guerrero a pesar de todo y no moriría fácilmente.
- Concuerdo con Tenten. – dijo Kurotsuchi con una sonrisa de lado. – Además, lo conocéis mejor que nosotras, ¿no estáis de acuerdo con lo que decimos? – preguntó apoyando la cabeza en la pared.
Sakura asintió llevándose una mano al pecho.
- Lo sé. Sé que no debería preocuparme pero…
- Nadie os está diciendo que no os preocupéis. – cortó Kurotsuchi. – Sino que os relajéis porque sabe lo que se hace ahí fuera. Creedme, tan solo lo he visto un total de cuatro veces en mi vida. La primera fue cuando era niña. – se sentó en el suelo deslizándose por la pared y cruzó las piernas. – Él era el príncipe y yo simplemente cuidaba de los cerdos, pero eso a él no le importó mucho porque siempre hablaba con todos por igual, sin distinciones. – Sakura sonrió imaginando a un pequeño Naruto. – Aquel día jugamos juntos como si fuésemos dos niños normales. Cómo se puso el traje de estiércol. – dijo riendo recordándolo. – La segunda fue el llamado reeencuentro, aquí, en la mina. Él se acordaba de mí, inexplicablemente, pero sí, se acordaba. – sonrió levemente. – Las otras dos fueron en el comedor charlando y en la sala de entrenamiento. – Levantó la vista y miró la vista para mirar a Sakura, que la miraba atenta a su relato. – Como veis no lo conozco como vos, pero aún así tengo esperanzas en que regrese. No soy quien para decirlo, pero tiene algo especial que hace que todos a su alrededor cambien… Quiero decir que… em… - titubeó. - No sé explicarlo bien. – rió.
- Lo he entendido, Kurotsuchi. – dijo Sakura con una sonrisa. – Naruto es alguien especial y eso es indiscutible lo mires por donde lo mires.
- Es cierto. – dijo Tenten. – Hasta hace nada algunas personas se estaban dando por vencidas, rindiéndose ante la situación. Pero en el momento en el que apareció él, los ánimos volvieron al instante.
Tú no estabas en ese momento. – dijo refiriéndose a Kurotsuchi. – Pero de haberlo estado te habrían encantado sus palabras.
Un par de mujeres salieron del hueco que conducía a las aguas del río charlando animadas. Saludaron a las chicas y siguieron su camino.
Tenten, Sakura y Kurotsuchi se levantaron del suelo y se adentraron por el hueco para darse el tan esperado baño.
No volvieron a tocar el tema de Naruto. Habían conseguido tranquilizar un poco más a Sakura con sus palabras y con los recuerdos de Kurotsuchi. En su lugar se relajaron en las aguas y charlaron tranquilamente de lo que se podría clasificar como charlas de chicas. Que aunque estuviesen la preocupación de la batalla que se avecinaba, eso no quería decir que no hubiese tiempo para charlas amenas.
Salieron del agua cuando ya tenían la piel arrugada. Tenten se burló diciendo que parecían pasas o peor, viejas brujas como las de las historias. Las risas se escucharon por toda aquella caverna gracias al eco de sus voces.
Aquel comentario le ofreció a Sakura una imagen de Tsunade y de su apariencia joven a pesar de ser, en palabras de Naruto, “Una vieja bruja empeñada en ser una jovencita por siempre.” Rió a carcajadas ante aquel recuerdo, despertando la curiosidad de sus compañeras.
- ¿Qué os hace tanta gracia? – quiso saber Kurotsuchi.
- Eso. Porque mi comentario no es tan bueno como para tal risotada. – corroboró Tenten.
- Nada, nada. – Dijo Sakura aguantándose la risa. – Será mejor que terminemos de secarnos y vestirnos y salgamos de una vez de aquí. Ya debe de ser la hora de la cena.
Tenten y Kurotsuchi se encogieron de hombros y comenzaron a secarse.
Al pasar por el comedor, comprobaron que todavía no estaba lista la cena, así que decidieron ir a El Claro un rato para relajarse en la nieve. Se abrigaron con capas las tres y cogieron el montacargas para ir hasta allí.
Irrumpieron charlando de cosas banales y riendo en aquel lugar nevado. La nieve se mantenía sólida gracias al frío viento que se colaba por el agujero del techo, aunque seguro que aquella nieve no estaba tan fría como la de fuera. Parecía que había vuelto a nevar después de quitar la nieve acumulada, pues otra capa de nieve se había unido a la de la mañana.
Del recoveco por el cual se llegaba a la sala de reuniones, donde habitualmente estaba Itachi, aparecieron dos figuras que Sakura conocía muy bien. No pudo evitar soltar un grito, dejando sordas a sus acompañantes en el proceso, y correr hasta donde se encontraban.
Ambas la vieron dirigirse hacia allí y sonrieron esperándola.
Hasta la próxima.
Ean95- Aprendiz
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
buen capitulo q digo bueno increible
saludos porfa pon pronto la conti
saludos porfa pon pronto la conti
teby_uzumaky- Clan Seiryuu
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si supieran, todos querrían estar conmigo XD
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Eres muy mala Ean95 ........me dejaste con la intriga
ahora quien serán esa dos personas ??
espero la continuación si no
jajaj ntc saludos Bay!!
ahora quien serán esa dos personas ??
espero la continuación si no
jajaj ntc saludos Bay!!
Miu Misaki- Clan Seiryuu
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
ya llegaron naruto y jiraiya seguro son los únicos por los cuales creo que sakura se pondría así además espero ansiosa porque le muestre a naruto todo lo que ha aprendido en arco y espada durante su ausencia.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Lamento haberme retrasado tanto. Mi Wi- Fi se ha estado riendo de mí y no he podido subir el capi nuevo. Mil disculpas
Pero os traígo al fin la conti. Me ha quedado larguita, así que espero que la disfrutéis.
Espero que os haya gustado. BYE!
Pero os traígo al fin la conti. Me ha quedado larguita, así que espero que la disfrutéis.
- Capítulo 19 parte 2:
- Sakura se paró en seco delante de Jiraya que la miraba con una sonrisa. Miles de dudas la asaltaron al instante. ¿Jiraya estaba al tanto de que por su culpa había estado en peligro? Y si lo sabía, ¿no estaba enfadado? A juzgar por su sonrisa, la respuesta era muy clara.
- Jiraya… yo… - balbuceó.
El mago la abrazó con el cariño con el que un padre abrazaría a su hija, de forma cálida y paternal, envolviéndola en un caluroso abrazo.
- Tranquila, Sakura, que lo sé todo. – le dijo calmado. – Y antes de que hables; no. No estoy enfadado contigo y no voy a estarlo nunca. Naruto me lo ha contado todo y sé porqué lo hiciste.
- Gracias. – musitó con una sonrisa de alivio cuando se separaron.
La otra persona le cogió del hombro en una breve caricia.
- Me alegra verte, Sakura. – dijo Tsunade con una sonrisa. – Te veo mejor que la última vez. Incluso me atrevería a decir que más madura.
- ¡Tsunade! – Sakura la abrazó.
La mujer le devolvió el efusivo abrazo al instante. Había echado de menos a aquella joven sin saberlo. Había pasado poco tiempo junto a esa chica, pero la veía como casi una hija. Y todo por lo que había tenido que pasar aquella joven… Quizá eso la había unido más a ella. Era verdad que la notaba distinta y más madura desde que no la veía.
Sakura se separó de ella seria.
- ¿Dónde está Naruto? – preguntó alarmada al no verlo allí.
Jiraya abrió la boca para hablar pero no tuvo tiempo. Sakura los apartó a ambos de un empujón para correr a toda velocidad hasta la persona que salía en aquel momento de la sala de reuniones.
Tenía un brazo vendado y en cabestrillo, sujeto por un pañuelo al cuello. Se le veía cansado, aunque caminaba con la misma actitud que de costumbre. Nada más verla le sonrió como solo él sabía hacerlo y extendió el brazo libre para acogerla al instante.
Le dio un par de vueltas antes de soltarla en el suelo y pegó su frente a la suya cerrando los ojos.
Sakura lo besó en los labios mientras le echaba los brazos al cuello quedándose colgada en él.
Se separaron sonriéndose tras unos minutos. Ella vio el pequeño corte en su mejilla y se preocupó, pues quizá tuviese más heridas. Volvía a tener una barba bastante crecida y espesa, que era áspera al tacto. Pasó la mano por su labio, y comprobó que tenía un pequeño corte también ahí. ¿Le dolería mucho?
- ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? ¿Y ese brazo? – preguntó atropelladamente.
Él le acarició la mejilla tranquilizándola.
- Tranquila, tranquila. Solo tengo un par de rasguños y en cuanto al brazo, – Sakura echó una rápida ojeada a su brazo y volvió a mirarlo. – Tsunade ha dicho que en una semana lo tendré bien. La peor parte se la llevó Jiraya, que recibió una buena estocada en el vientre.
Sakura le golpeó en el pecho, él emitió una mueca de dolor, luego bajó las manos del cuello hasta abrazarlo por la cintura y apoyó la cabeza en su pecho. Olía a bosque más que nunca. Y a sangre, sobre todo a sangre. Una mezcla poco habitual en él.
- Idiota. He estado tan preocupada. Rezando cada noche para que estuvieses bien. – dijo sollozando contra su pecho. – No debiste irte así…
- Pero mantuve mi promesa, ¿no? – la cortó acariciándole el pelo que llevaba suelto y que caía haciendo hondas por su espalda. – He vuelto.
- Sí, has vuelto… - susurró ella abrazándolo con más fuerza.
Se separaron después de unos minutos y vieron que eran observados por todo el mundo que se encontraba en El Claro en aquel momento. Los miraban con extrañas sonrisas en sus rostros, pero podían clasificarse como sonrisas de felicidad.
- Tenemos público. – le susurró él riendo al oído mientras caminaban agarrados de la mano.
- Oh, cállate. – dijo agachando la cabeza para que no vieran lo roja que estaba.
Tenten y Kurotsuchi, que se hallaban junto a Jiraya y Tsunade, los esperaban sonrientes. Naruto las saludó con la mano y una enorme sonrisa que ellas le devolvieron.
- Naruto, estaba hablando con estas jovencitas. Da gusto ver a dos mujeres tan preciosas después de tanto. – dijo Jiraya bonachón.
Tsunade le golpeó en el brazo con excesiva fuerza.
- Y yo qué soy, ¿un perro? – preguntó molesta.
- Tú eres una mujer, claramente, pero te tengo muy vista, mujer. – se disculpó él. – En cambio ellas… - Tsunade lo agarró por el cuello de la túnica y lo zarandeó enfadada.
- Maldito viejo verde… - musitaba mientras lo zarandeaba.
Todo el mundo se quedó mirando la escena dudando entre intervenir o quedarse quietos donde estaban. No había demasiada gente, pero para la poca que allí había, aquello era un auténtico espectáculo que no se repetía todos los días.
Decidieron ir al comedor después de que Tsunade y Jiraya dejasen de armar tanto escándalo y se comportasen. Naruto se avergonzaba de su comportamiento e iba tapándose la cara cada vez que se cruzaba con alguien. “Dos adultos comportándose como dos críos… os debería dar vergüenza.” Repetía sin parar mientras los miraba. Jiraya ya se había disculpado con Tsunade, pero parecía ser que el enfado de ella iba para largo rato.
La cena aquella noche fue muy amena. Todo el mundo se alegró de tener a Naruto de vuelta sano y salvo. Estaban bastante aliviados de que su príncipe hubiera vuelto junto a ellos. Sakura comprobó que lo que había dicho Tente sobre que Naruto mantenía la esperanza y daba confianza a aquellas gentes, era cierto.
Rieron al ver a Jiraya y a Tsunade pelear como una pareja, a pesar de que ambos decían que no lo eran. Naruto solo reía cada vez que lo negaban, ganándose miradas de exterminio por parte de Tsunade y carcajadas de Jiraya.
La comida y la bebida aquella noche fue todo un banquete para celebrar el regreso de Naruto y lo único que faltó fue la música.
El vino, la comida y millones de anécdotas contadas por Jiraya, flotaban en el ambiente. Las risas cada vez que él acababa de contar cualquier cosa, se adueñaban del pequeño silencio que se anteponía a su última palabra.
Incluso Itachi se unió a la celebración a pesar de que parecía que esas cosas no iban con él. Comió, bebió y rió como el que más aquella noche.
En algún momento, sin que nadie se diese cuenta, Naruto desapareció del Comedor. Para cuando Sakura se dio cuenta, él hacía ya mucho que se había retirado de la pequeña fiesta.
Llegó a La Colmena, sola e iluminada por la suave luz de las antorchas que colgaban las paredes. Abajo la pequeña fiesta seguía. Encontró a Naruto en la habitación que ambos compartían, tumbado en la cama boca arriba, dormido con la boca entreabierta y respirando profundamente. El brazo herido descansaba sobre su estómago, mientras que el otro lo tenía extendido al otro lado de la cama. Su lado de la cama. Estaba desnudo de cintura para arriba y tapado con la manta hasta la mitad del estómago donde descansaba su brazo herido.
Sakura lo entendió entonces. Se había retirado sin decírselo a nadie y a hurtadillas porque estaba cansado y si lo hubiera dicho no lo hubiesen dejado marcharse.
Sonrió mientras lo miraba dormir. Parecía más joven cuando dormía, como un niño indefenso. Un niño travieso y rubio que corría por todas partes armando escándalo. Siempre que pensaba en Naruto de niño le venía esa imagen a la cabeza, sin saber el motivo en realidad.
Se sentó junto a él y le apartó un mechó del desordenado rubio cabello que le tapaba la frente. Se inclinó y depositó un suave beso en aquella frente despejada. Acarició su rostro; pasándole la mano por su suave mejilla, por el leve corte, deteniéndose en sus pequeñas marcas faciales, ahora cubiertas por aquella barba.
Se le hacía tan raro verle con barba, que incluso lo hacía más maduro. Naruto no soportaba llevar barba y se afeitaba cada día, por lo que siempre tenía una suave sombra, pero nunca llegaba a ser barba.
Pero en aquel momento, la barba era suave en algunos puntos aunque áspera en otros.
Naruto abrió sus ojos de golpe cuando ella retiraba la mano de su cara, y se la agarró volviendo a llevarla donde estaba.
- Cerezo… - le dedicó una leve y cálida sonrisa. - ¿Ya es de día? – preguntó acariciando su mano bajo la suya propia.
Sakura negó con la cabeza y bostezó cansada.
- Entonces ven aquí, túmbate a mi lado. – dijo sin soltarle la mano y dando golpecitos a su lado.
Sakura se desvistió quedando con sola la camisa larga que le había quitado a Naruto aquella tarde. La camisa le llegaba hasta los muslos y Naruto no pudo evitar mirarla de arriba abajo embelesado.
Se tumbó a su lado, apoyándose en su pecho. Naruto la abrazó apretándola más contra él. Ella los tapó a ambos con la manta de piel, luego deslizó los brazos por su cintura abrazándose a él.
- Te he echado tanto de menos. Dormir contigo, abrazarte, quedarme dormida en tus brazos… - dijo ella suspirando cansada.
- Yo también a ti. – contestó él apartándole el pelo de la cara. – Me he acostumbrado tanto a dormir contigo que estos días he tardado horas en quedarme dormido por no poder abrazarte.
Sakura rió contra su pecho. Él la miró sonriendo.
- ¿Por qué ríes? – quiso saber.
- Porque lo que le dije a mis padres sobre ti no era mentira. – contestó ella besando su pecho desnudo.
- ¿Les hablaste a tus padres de mí? – preguntó sorprendido.
Ella asintió.
- Y ambos dijeron lo mismo, ¿sabes?
- ¿Qué? – volvió a preguntar.
Ella levantó la cabeza para mirarlo directamente a los ojos antes de contestar.
- Que les hubiera encantada conocer al hombre que había conseguido enamorar a su hija. – ambos se sonrieron antes de besarse lentamente.
- A mí también me habría encantado conocerles. – dijo él separándose de sus labios y abriendo lentamente los ojos encontrándose con los verdes de ella.
- Lo sé. – se limitó a decir ella escondiendo la cabeza en el hueco de su cuello. – Buenas noches, Naruto.
- Buenas noches, Cerezo.
Sakura abrió los ojos a la misma hora de todas las mañanas. Le dolía el estómago, quizá por culpa de la comida del día anterior. Tardó un poco en despertarse del todo, y notó que un brazo la rodeaba por la cintura y que no estaba apoyada en la almohada, sino en el pecho de Naruto. Él todavía dormía, con una respiración calmada y con una pequeña sonrisa en su rostro. Debía de estar soñando algo agradable. Seguro. Su pecho subía y bajaba lentamente acompañado de aquella tranquila respiración.
Sakura se deslizó saliendo de su brazo y de la cama. Tapó a Naruto para que no notase el frío de su ausencia. Decidió dejarlo dormir un rato más, lo necesitaba tras tantos días de aquí para allá. Quería preguntarle qué había pasado en el Bosque para traer el brazo así y aquellas pequeñas heridas, pero prefirió no hacerlo por lo cansado que se lo veía.
Bajó al comedor como cada mañana y se sirvió el desayuno de una de las bandejas. Había un par de mesas vacías, así que se sentó en una de ellas y comenzó a comer. Unos minutos más tarde se sentaron con ella Tenten y Tsunade, que venían hablando juntas.
Tsunade tenía mejor aspecto que el día anterior, parecía más radiante y alegre. Quizá se debiera a que Jiraya no andaba cerca. Nunca antes los había visto juntos, pero había comprobado el día anterior que eran demasiado inestables juntos.
- Tsunade. – dijo Sakura interrumpiendo el pequeño silencio. – Tú podrías decirme qué fue lo que pasó en el Bosque.
- Claro. – murmuró ella soltando la manzana que se estaba comiendo. – Imagino que querrás saberlo después de ver como ha llegado Naruto. Jiraya estaba peor, eso te lo aseguro. – Sakura se inclinó en la mesa apoyando los codos.
Tsunade comenzó a relatar lo que había sucedido desde que Naruto los encontró hasta que llegaron allí.
Naruto caminaba por el Bosque, cauteloso y con una flecha preparada para lanzar en el arco. Su paso era firme, pero silencioso. Los árboles apenas tenían ya hojas, pero las ramas se movían con el fuerte viento que soplaba aquel día. El cielo tenía un tono naranja grisáceo, que no dejaba duda alguna de que se aproximaba una tormenta. Las sombras del amanecer inundaban todo El Bosque, dibujando los contornos de cada árbol hasta cada roca que había.
Naruto se había levantado aquel día más temprano, pues apenas había podido dormir por culpa del frío. Su capa apenas podía protegerle y en tan solo dos días las temperaturas habían bajado aún más.
Le había llevado casi dos días llegar hasta El Bosque y la noche anterior acampó antes de adentrarse del todo en él. No sabía dónde buscar a Jiraya, así que decidió dejarse llevar por su instinto y empezaría a buscarlo siguiendo una línea recta. Si él quería salir de allí tendría que hacerlo de aquella manera. Estaba seguro de que había recibido su aviso con el cuervo, pero al no tener respuesta eso lo había preocupado.
Después del tiempo que había pasado, Jiraya debería haber hablado ya con Kyubii y estar al menos por la mitad del Bosque. Pero también podía haber cambiado la ruta al recibir su mensaje, en ese caso podría haber tomado un camino más corto y estar cerca de él.
Como fuere, debía estar atento por si se cruzaba con él o peor, si se topaba con alguno de los caballeros de Sasuke. A aquellas alturas era raro que no lo hubiera hecho.
Llevaba un buen rato caminando cuando comenzaron a caer unos pequeños y fríos copos de nieve, que poco a poco, a medida que avanzaba, se trasformaron en enormes piedras de hielo. El viento soplaba con fuerza, arrastrando con él a la nieve, que se colaba por sus ojos impidiéndole avanzar rápido.
Decidió parar hasta que se calmase un poco el tiempo, pues lo único que conllevaría seguir sería que tomase una dirección incorrecta.
Se sentó en el frío suelo ya recubierto de nieve, entre dos enormes árboles que le protegían del viento, y se enrolló en su propia capa para evitar congelarse. Se había colocado la capucha del jubón, pero apenas se quedaba quieta con aquel viento y había tenido que pelear todo el camino para que una ráfaga se la quitase.
Comió un poco del conejo que le quedaba del día anterior, pues estaba hambriento. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había estado andando desde que se había levantado aquella mañana. De lo que estaba seguro era que se estaba congelando en aquel lugar. ¡Ay, cómo echaba de menos el calor de un buen fuego! Pero no podía hacer fuego, pues podrían descubrirlo los subordinados de Sasuke y lo que menos le convenía ahora era delatarse.
No muy lejos de donde él estaba cobijado, dos figuras abrigadas con capas, ahora blanquecinas por la nieve que se había quedado adherida en ellas, avanzaban con pesadez arrastrando los pies por la fría y cuajada nieve. Las capas se mecían con el viento creando ondas tras ellos.
Uno de ellas era un hombre alto que llevaba bajo la capa una túnica de mago. Tenía una melena larga y blanca, escondida bajo la capucha de su capa y que llevaba en una mano una vara larga de madera.
En cuanto a la otra figura, era la de una mujer. Ella era algo más menuda que su acompañante y luchaba por mantener su capa pegada al pecho, para así evitar que el frío y la nieve se colaran en su interior. Llevaba el pelo rubio recogido en un moño alto, unos mechones sueltos bailaban con el viento. Tiritaba de frío, e intentaba seguirle el paso a su acompañante, que avanzaba algo más rápido que él.
- Jiraya, no corras tanto, me cuesta seguirte. – le gritó en medio de aquel temporal. Su voz se mezcló con el viento y se perdió al instante. De su boca salió un espeso vaho.
- Lo siento, Tsunade, pero necesitamos algún sitio donde refugiarnos antes de que acabemos hechos cubitos de hielo. – se excusó él.
- Podrías usar tu magia para calentarnos o algo.
Jiraya se detuvo, la cogió de la mano y la pegó a él.
- Ya te he dicho que no conviene usar magia ahora. Naruto decía que los que me buscaban tenían gemas especiales. Con usar un poco de magia, esas gemas la pueden detectar y absorberla al instante. – tiró de ella y continuaron caminando por la fría nieve.
Naruto se estaba muriendo de frío. El viento había cambiado de dirección y los árboles ya no le proporcionaban cobijo de él. Si al menos pudiera utilizar la magia, podría haber calentado su propio cuerpo con fuego. Pero le era imposible.
Casi no sentía la cara ya y la tormenta de nieve no paraba. Debería moverse cuanto antes o acabaría congelado.
Iba a levantarse cuando escuchó como alguien se arrastraba por la nieve. Aguzó el oído en la dirección de la que venían los pasos, concentrándose. Por el ruido de la nieve al moverse dedujo que se trataba de más de una persona, máximo tres y mínimo dos.
Se levantó de un saltó, se pegó al tronco del árbol más grueso, para evitar ser visto, y se llevó una mano a la empuñadura de su espada, listo para defenderse en caso de necesitarlo.
Los pasos se aproximaban lentamente, más y más a él. Casi podía notar el calor de sus cuerpos al acercarse. Los vería a su lado en un instante. Apretó con fuerza la empuñadura, nervioso.
Se había olvidado del frío viento que soplaba, de la nieve que continuaba cayendo y de su cuerpo entumecido. Ahora mismo todos sus sentidos estaban puestos en las personas que se aproximaban a él.
La nieve se hundió bajo sus pies y como consecuencia, resbaló a la derecha, siendo visto por los que se aproximaban hacia él. Naruto desenvainó su espada reaccionando en un acto reflejo. La capucha, que se le había caído al resbalar, rebelaba su rostro.
Ante él había dos figuras, que reconoció tras observarlas detenidamente. Tenían la cara blanca y casi congelada por el frío. Jiraya y Tsunade parecieron sorprenderse de verlo allí, y apuntándolos con una espada.
Naruto, cayendo en su error, envainó de nuevo con una sonrisa de disculpa en su rostro. Ambos adultos abrieron los brazos bajo sus capas y lo recibieron cuando él se acercó feliz de verlos a salvo.
- No sabéis lo aliviado que estoy de veros a los dos. Aunque me sorprende verte, Tsunade. – dijo rompiendo el silencio mientras caminaban.
- Déjala, de no ser por ella, ahora mismo no estaría aquí. – le dijo Jiraya mientras se limpiaba la fría nariz.
- ¿A qué te refieres? – preguntó el joven rubio.
Jiraya entonces comenzó a narrarle lo acontecido hacía tan solo dos días. Había salido de la cueva de Kyubii y había pasado un día entero para salir del corazón del Bosque, donde había más peligros que en ninguna parte. Quiso ir a hacerle una visita a Tsunade, ya que estaba cerca, pero cuando llegó no había nadie en su pequeña choza, y le extrañó que todavía no hubiera vuelto.
Hacia la mitad del día, paseaba tranquilo de vuelta a la cabaña, cuando, de repente, una mano suave tiró de él haciéndolo caer tras unos enormes arbustos. Se golpeó la cabeza con el suelo de tierra, originando un fuerte dolor de cabeza en la parte trasera de la misma.
Vio que había sido obra de Tsunade que miraba por encima de los arbustos en la dirección por la que se iba a la cabaña. Iba a quejarse ante aquel ataque sorpresa, pero ella le tapó la boca con su mano antes de que pudiera articular palabra. Movió la cabeza, incitándolo a mirar al mismo sitio que ella.
Entrecerró los ojos para ver mejor, y atisbó, a lo lejos, un par de figuras se acercaban hacia donde ellos estaban escondidos. Llevaban armaduras con el escudo de Aquo y el símbolo de los Uchiha. Parecía que buscaban a algo o a alguien por la actitud con la que se movían. Tenían muecas de enfado o aburrimiento en su rostro, Jiraya no sabría decir qué.
- Llevan desde esta mañana aquí. – le susurró Tsunade cuando pasaron delante de ellos. – Creo que te buscan a ti.
- ¿Qué te hace pensar eso? – preguntó él enarcando una ceja.
Tsunade sacó un trozo de papel que tenía guardado en su morral y se lo tendió a Jiraya.
- Es de Naruto. – dijo cuando él lo cogió y empezó a leerlo.
Jiraya terminó de leer la carta y su semblante cambió a uno más serio. ¿Qué significaba aquello? Madara iba a por él, de eso no había duda, pero también querría saber qué le había dicho Kyubii. Kyubii no tendría más remedio que contárselo, y eso ponía en problemas la información tan valiosa que él poseía. Todo se había ido a la mierda en un instante.
- Después de eso, - continuó Tsunade. – decidimos ir a la mina de la que hablabas en tu nota. Comprobamos que no había nadie en la cabaña, y entramos para coger un par de cosas.
- Como frascos, plantas y alguna que otra tontería que pudiera sernos de utilidad. – acabó Jiraya. – Llevamos dos días caminando, pero la nieve nos ha retrasado más de lo que creímos cuando empezó este tiempo.
- Hasta que nos hemos topado contigo. – Tsunade le dio una pequeña colleja. - ¿Cómo se te ocurre internarte en el Bosque con este tiempo? – le regañó.
Naruto se sobó la nuca con un gesto de dolor.
- Tsunade, ya te he dicho que estaba preocupado. Podrías haber mandado un cuervo con una respuesta, así al menos no me habría preocupado tanto. – se quejó.
De repente Naruto, que estaba tras ellas, la agarró de la capa y tiró de ella hacia atrás justo en el momento en el que una flecha se clavaba en el árbol de su izquierda. Tsunade se quedó mirando anonadada la flecha que había estado a punto de alcanzarla.
Naruto desenvainó su espada rápidamente y adoptó una pose de defensa poniéndose delante de Tsunade.
- Naruto cómo… - Jiraya concentró una bola de energía mágica en la palma de su mano.
- He oído como tensaban el arco. – contestó sin más mientras escudriñaba en la dirección de la flecha.
En un instante se vieron rodeados por una veintena de caballeros con el símbolo Uchiha en sus ropas. Los árboles altos y la nieve los habían ayudado a pasar desapercibidos y acercarse a ellos. Habían sido descuidados mientras caminaban y poco a poco los habían ido rodeando aquellos tipos.
El tiempo no es que ayudase, nevaba con menor intensidad que antes, pero seguía soplando el fuerte viento y el frío continuaba.
Naruto, Jiraya y Tsunade se situaron espalda contra espalda formando un triángulo, que miraba a todos los tipos, como forma de defensa y ataque.
- Jiraya. – le dijo Naruto tendiéndole la espada corta que llevaba. – No podrás atacarlos con tu magia.
- ¿Y eso por qué? – preguntó Tsunade.
- Porque llevan esmeraldas. – contestó Jiraya por Naruto cogiendo la espada sin dejar de mirar a sus oponentes.
Uno de ellos se adelantó. Parecía ser el Líder por la aptitud que tenía al caminar y por las miradas del resto. Tenía el pelo oscuro, era alto y robusto. Tenía la piel clara y un par de cicatrices en el rostro. Su mirada era letal y mortífera como la de un tiburón. Llevaba una espada larga en su cinto, donde descansaba su mano derecha mientras caminaba hacia ellos.
Se detuvo a un par de metros de ellos, mirando cara a cara a Jiraya con una sonrisa macabra en el rostro.
- ¿Me ha parecido oír mal? – preguntó con sorna. - ¿Naruto? ¿El joven y legítimo heredero? ¿Aquel qué murió hace diez años en aquel ataque? ¿Ese que…?
- Ya basta. – le cortó Jiraya apretando la empuñadura de la espada.
- Om. ¿Qué sucede? Solo quería cerciorarme de ellos, Jiraya. – respondió sin dejar de sonreír. – En fin, da igual que haya sobrevivido todo este tiempo. Mis ordenes eran acabar contigo, pero si también puedo encargarme de él, - rió a carcajadas antes de acabar la frase. – mejor. – pronunció en voz baja y en un tono que asustaría a cualquiera.
Naruto lo observó con detenimiento a la izquierda de Jiraya. No lo reconocía, ni siquiera le sonaba. ¿Sería él uno de los que había atacado el castillo aquella noche? Sí, era así. Algo en su interior se lo decía. ¿A cuántos habría matado aquel tipo? Se veía bastante fuerte en comparación con los demás. No por nada era el líder. Sin embargo algo se le escapaba.
- Déjate de tonterías, tenemos prisa. – dijo Jiraya alzando la espada. – Apartaos, Kisame, no quiero haceros daño. – sonrió de lado.
- Oh, cómo que os iba a dejar salir de aquí con vida. – rió. – Y mucho menos si piensas que conseguirías tocarme, viejo. – lo último lo dijo en un tono despectivo.
Naruto, harto de tanta charla, echó a correr hacia el extraño tipejo con su espada en alto para atacarle. Kisame lo esquivó por un pelo. Naruto no se rindió ahí, sino que volvió a atacarle con potentes estocadas, pero Kisame las esquivaba todas, aunque no sin dificultad.
- ¡Naruto, detente! – le gritaba Jiraya para que parase.
Kisame cada vez retrocedía con más velocidad, hasta que, ya harto, desenvainó su espada y los aceros chocaron con fuerza. Kisame sonreía y sacaba la lengua sádico mientras chocaban las espadas.
Empujó con fuerza a Naruto en un instante en el que chocaron amos aceros y, cuando lo vio despistado, le arreó una patada en el estómago haciéndolo tambalearse y caer al suelo.
- ¡No os quedéis ahí parados! – les gritó a sus hombres. - ¡Id a por Jiraya y esa mujer!
Los caballeros se movieron al instante, con sus armas en la mano, listos para acabar con ellos. Jiraya se puso junto a Tsunade para protegerla, ya que estaba desarmada. Derribó a un par de ellos al instante con la espada, pero uno de ellos se coló por un hueco y consiguió acercarse a Tsunade. Ella, acorralada contra el árbol, no supo qué hacer, y asustada, tomó la flecha que había clavada en el árbol y, sin saber cómo la clavó en el ojo del caballero y se lo sacó.
- Arg, qué asco. – musitó.
- ¡Tsunade! – gritó Naruto, en medio del cruce de espadas que estaba teniendo lugar. - ¡Toma! – le lanzó la daga.
- ¡Gracias! – dijo mientras la cazaba al vuelo y la desenvainaba. – Ahora ya no estoy tan indefensa. – se apoyó en el árbol, tomando impulso y degolló a un tipo que se le acercaba.
Mientras Jiraya y Tsunade se dedicaban a barrer a aquellos tipos, Naruto seguía peleando con Kisame. Cada vez le era más difícil atacarle y solo podía defenderse, pero se estaba cansando. Kisame parecía que no se cansaba, pues sus golpes cada vez eran más duros y rápidos. O quizás eso le parecía a él debido a lo cansado que estaba. No había comido demasiado bien en días y el frío y la nieve no ayudaban en absoluto.
Se giró, esquivando la enorme espada de Kisame, y le lanzó una enorme bola de fuego a la cara intentando pillarlo desprevenido, pero no lo consiguió. Kisame alzó su mano izquierda, en la que llevaba un anillo, y el fuego desapareció de golpe.
- La magia no te servirá de nada. – le dijo ejecutando una finta que casi le atraviesa el pecho. – Poseo una esmeralda que absorbe cualquier tipo de magia. Es… - le lanzó una poderosa estocada que Naruto bloqueó con toda la fuerza que pudo emplear. - ¡inútil!
Cedió hacia abajo, y estuvo a punto de resbalar y caer sobre la fría nieve, pero consiguió dar un salto hacia atrás apoyándose en el frío suelo nevado, y apartarse de su enorme acero en el momento justo en el que se enterraba en la nieve donde él había estado.
- No está mal, pero no es suficiente. – giró su espada ante la mirada de Naruto, que intentaba adivinar su próximo movimiento, y atacó en horizontal a la altura de la cabeza.
Naruto apartó la cabeza en un acto reflejo, pero consiguió alcanzarle de refilón el la mejilla cortándole al instante. Antes de que pudiese hacer nada, Kisame lo golpeó con una fuerte patada en el estómago que lo hizo caer, esta vez sí, al frío suelo nevado. Por si la patada en el estómago no era suficiente, le piso con intensidad la mano con la que sostenía la espada, sin dejar la sonrisa sádica que dibujaba su rostro un instante. Estaba disfrutando. Naruto soltó la espada mientras aullaba de dolor.
- Te voy a cortar en trocitos. – le pisó de nuevo, esta vez en el antebrazo, originando un nuevo alarido. – Llevaré tu cabeza a Madara. Se alegrará un montón. – comenzó a reír con fuerza.
Jiraya y Tsunade contemplaron la escena sin poder hacer nada, pues los caballeros que quedaban no los dejaban avanzar para ayudar a Naruto.
- ¡Maldita sea! – dijo Tsunade golpeando a uno de los caballeros con su puño.
- ¡NARUTO! – exclamaron ambos preocupados.
Kisame rió aún más fuerte que antes al ver tal acto por parte de aquellos dos. Sin dejar de reír, miró a Naruto en el suelo, levantó la pierna y le arreó una patada en la boca, partiéndole el labio. Luego le dio otra en el pecho y dejó allí el pie haciendo presión en sus pulmones. Naruto entonces comenzó una batalla por respirar y pensar como escapar de aquella situación. Kisame ejercía cada vez más presión con su pie. Apenas conseguía visualizarlo, los bordes de su visión se estaban volviendo negros poco a poco.
Tocó la fría nieve con la mano que podía mover, pues la otra casi no la sentía. Le dolía el pecho, y la nieve que le tocaba el pelo y el cuello le estaba produciendo una leve hipotermia. Kisame alzó su espada en ese momento. ¿Iba a degollarle? ¿Quizá algo peor? Naruto cerró el puño en la nieve con fuerza, perdiendo toda esperanza. ¿Ese era su fin? Pensó en Sakura. En su promesa de que volvería sano y salvo. Sonrió para sí… En caso de volver, ya no lo haría sano. Palpó la nieve con su puño cerrado y tuvo una idea. Solo esperaba que saliera bien.
- Me das pena, principito. – rió Kisame. – Hoy me siento bondadoso y te concederé unas palabras de despedida. – imitó un tono lastimero y para nada creíble.
Naruto sonrió. Notaba el sabor a metal de la sangre que le salía de los labios. También notaba, aunque apenas por el frío, el corte de la mejilla.
- Hasta nunca, tiburón. – rápido como no se creía posible, arrojó la nieve que tenía en su puño, acertándole a Kisame en toda la cara, y haciendo que se le metiera en los ojos.
Por supuesto, bajó la guardia, y Naruto consiguió levantarse del suelo, coger su espada con la mano sana y con todas sus fuerzas, y antes de que Kisame se diese cuenta de lo que ocurría, le cortó la cabeza. Esta rodó hasta sus pies con una última mueca de sorpresa en el rostro. El cuerpo de Kisame cayó hacia delante, formando un cuadro rojo de sangre en la blanca nieve que lo cubría todo.
Naruto recobró el aliento y corrió a ayudar a Tsunade y a Jiraya que estaban teniendo dificultades con cuatro caballeros que quedaban. Consiguió matar a dos de ellos y Tsunade y Jiraya se encargaron de los otros dos.
Naruto se dejó caer en la nieve, agotado. Tsunade se arrodilló junto a él para mirarle las heridas. Pasó unas manos por su labio limpiando la sangre, y luego miró el corte limpio de la mejilla.
- El frío y la nieve han ayudado a que el corte se infecte un poco. Creo que si la limpio con una hoja de zirtacci se curará sola. – Naruto asintió y luego una mueca de dolor le cruzó el rostro, haciendo que se llevase una mano a su brazo. – Dime, ¿cómo te duele el brazo?
- Me arde un poco al moverlo. – dijo él con dificultad.
- Mmm… - Tsunade le tocó el brazo por encima. Naruto se mordió la lengua para no gritar. – No está roto, pero casi. – Se volvió hacia Jiraya que los observaba. – Jiraya tráeme un palo no muy grueso y de una longitud de tu brazo más o menos. – le dijo.
Jiraya corrió hacia un árbol y cortó una de las ramas al instante. Mientras, Tsunade sacó un trozo de tela de su morral y se lo ató a Naruto al cuello. Naruto observaba a Jiraya cortar la rama del árbol.
- ¡CUIDADO! – estuvo a tiempo de esquivarlo, y casi lo consigue, pero la espada se clavó en su vientre y solo pudo emitir un alarido de dolor cuando abandonó la carne y la sangre emanó de la herida, caliente.
Naruto se levantó corriendo del suelo, seguido por una preocupada Tsunade, para llegar hasta Jiraya, que yacía en el suelo en medio de un charco de sangre luchando por respirar. Tsunade se tiró a su lado comprobando la gravedad de la herida, de la que no paraba de salir sangre.
El atacante había echado a correr al instante tras hacer eso. Naruto todavía podía verlo, alejándose poco a poco. Apretó los dientes e hizo el ademán de echar a correr tras él, pero Tsunade lo detuvo sujetándole el brazo.
- Déjalo ir, Naruto. – le dijo con voz rota. –
- Pero…
- Necesito que me ayudes con Jiraya. – le dijo soltándolo y buscando en su morral hasta hallar una bolsa de tela que a Naruto le resultó muy familiar. También sacó un cuenco de arcilla.
Naruto miró una última vez a la lejanía por la que el atacante ya se perdía y luego miró a Jiraya. Se arrodilló junto a Tsunade mirando a su maestro y amigo a la cara. Aún estaba consciente y lo miraba con los ojos llorosos.
- Me voy a morir… mal… dita sea. – musitó tosiendo un poco de sangre.
- No digas idioteces, Tsunade te salvará. – le espetó Naruto.
Tsunade se sacó su capa por la cabeza e hizo un ovillo con ella.
- Levántale la cabeza del suelo. – le ordenó a Naruto.
Este hizo lo que le pedía y levantó la cabeza de Jiraya con delicadeza. Tsuande colocó la capa hecha un ovillo a toda prisa.
- Naruto necesito que mantengas a Jiraya despierto como sea. – le dijo atropelladamente mientras llenaba el cuenco de arcilla con nieve.
- Jiraya, seguro que ahora es cuando ibas a golpearme por ser tan incauto y tirarme al ataque a la primera de cambio, ¿a qué sí? – preguntó riendo.
Jiraya se limitó a sonreír mientras luchaba por respirar y mantenerse despierto.
- Que no se duerma por nada, Naruto. – le advirtió Tsunade terminando de llenar el cuenco con nieve. – Necesito que formes una llamarada en tu mano, ¡ya!
Naruto se quedó estático. ¿Una llamarada?
- E… está bien. – dijo mientras hacía lo que le había pedido.
Tsunade colocó el cuenco sobre la llama de la palma Naruto, que hirvió al instante, formando agua en pocos minutos.
Abrió el saquito y echó lo que había en el interior dentro del agua, mezclándolo al instante. Naruto observaba a Tsunade hacerlo todo con una rapidez y una elegancia innatas.
- Ábrele la boca, rápido. – ordenó apresurada.
Cuando Naruto le abrió la boca a Jiraya, que ya casi no lograba tener lo ojos abiertos y luchaba por no dormirse, le hizo beber aquel brebaje de un trago, aunque despacio.
Jiraya comenzó a respirar más relajado que antes, ya no le costaba respirar como antes y la herida del pecho dejó de sangrar y a cerrarse al instante. En su barriga solo quedó una horrible mancha de sangre y la cicatriz de una fea herida.
- ¿Qué le has dado? – preguntó asombrado Naruto. – No era séctura. – dijo muy seguro.
- Te equivocas, sí que o era. – contestó ella ayudando a Jiraya a sentarse y apoyarse en el tronco del árbol. – Antes de que nos encontrásemos, Jiraya y yo habíamos estado en la cabaña. Allí recogimos todas las hierbas y flores medicinales que pudimos. Había un par de hojas de séctura, así que las convertí en polvo y las metí aquí.
- Sí. – dijo Jiraya con dificultad. – Es más rápido que machacarlas, porque se mezclan con agua y actúan antes. – Tsunade lo ayudó a levantarse.
- ¿Estás seguro de que puedes levantarte? – le preguntó preocupada.
Jiraya se limitó a asentir.
- Tenemos que movernos cuanto antes, no quiero volver a pelearme con nadie. – dijo andando con dificultad ayudándose de su vara.
- AARG. Mira qué eres terco, eh. – se quejó Tsunade. – Espera al menos que acabe de curarle el brazo a Naruto.
Naruto entonces miró su brazo, que con todo aquel lío apenas había notado que aún le dolía. Tsunade le ató la rama con un pañuelo, estirándolo y dejándolo descansar en el trozo de tela que le había atado anteriormente al cuello.
- Después de eso, cuando salimos del Bosque, encontramos caballos atados. Supusimos que eran de los idiotas que buscaban a Jiraya, así que cogimos prestados un par de ellos y nos pusimos en camino hacia aquí. – terminó de narrar Tsunade
Sakura asimiló toda la información. Habían sido unos días muy complicados para todos, pero especialmente para Naruto y Jiraya que casi no lo cuentan. Si no llega a ser por Tsunade…
- ¿Y qué pasó con Kyubii? – preguntó curiosa.
- No lo sé, pero ojalá que Madara no se haya hecho con información sobre lo que me dijo. – respondió Jiraya serio mientras acababa su desayuno.
- Jiraya, si no es mucho preguntar, - dijo Sakura cohibida. - ¿qué fue lo que te dijo Kyubii?
Jiraya apartó el plato vacío y cruzó los brazos sobre el pecho.
- Creo que sabes que fui a obtener alguna ayuda, respuesta o lo que fuera para acabar con Madara de una vez por todas. – Sakura sintió. – Pues bien. Kyubii me dio una profecía. Su especialidad, en realidad. – dijo riendo. – Kyubii dijo: “Cuando el Cielo y la Tierra se unan, Madara será derrotado.”
Sakura se quedó esperando a que dijese algo más, pero Jiraya solo la miró serio, callado y con los brazos cruzados. Ella enarcó una ceja.
- Nada más, Sakura. Eso fue todo lo que me dijo. – le dijo Jiraya sonriendo.
- ¿Naruto lo sabe?
- Claro que lo sabe. – contestó esta vez Tsunade. – Se lo contamos todo de camino aquí. Y a Itachi en cuanto llegamos anoche.
Jiraya rió con fuerza.
- Sí. Si vieses a Naruto, él lo único que quería era ir a verte cuanto antes. – Tsunade suspiró cansada.
Sakura ya había oído todo lo que quería o necesitaba saber. Naruto seguiría durmiendo, pues no había ido a desayunar. Así que se despidió de Tsunade y Jiraya, se levantó de la mesa y se dirigió a su habitación, para ver a Naruto.
Espero que os haya gustado. BYE!
Ean95- Aprendiz
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
te pasas enserio TTnTT......pero me encanto el capitulo
enserio!!! espero la continuación jejej y esa profesia creo de que esta hablando kyubii pero no estoy segura -_- asi que esperare saludos cuídate:adios_:
enserio!!! espero la continuación jejej y esa profesia creo de que esta hablando kyubii pero no estoy segura -_- asi que esperare saludos cuídate:adios_:
Miu Misaki- Clan Seiryuu
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
que hermoso encuentro y que sera lo que quiso decir kyubi con la profecía que dio emoción al cien por ciento haber que sigue en la historia espero hasta la próxima.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Hi! Vaya, me he demorado demasiado con la conti... La mente de un escritor, que es muy asquerosa y las ideas se mezclan unas con otras y quiero plasmarlas bien. Y es difícil, muy difícil
Pero espero que no os importe que aunque tarde mucho, sea para traer un capítulo con las ideas bien plasmadas y con concordancia.
Pero espero que no os importe que aunque tarde mucho, sea para traer un capítulo con las ideas bien plasmadas y con concordancia.
- Capítulo 20:
- Cuando se bajó del montacargas en el solitario corredor, casi es atropellada por Konohamaru, que venía corriendo y no la había visto. El chico se disculpó como pudo por su despiste. Casi parecía que iba a llorar mientras lo hacía.
- Tranquilo, tranquilo. Llevabas prisa, eso es todo. – intentaba tranquilizarlo Sakura.
- ¿De verdad qué no pasa nada?
- De verdad. – respondió ella con una pequeña sonrisa.
- ¿Verdad de la buena? – insistió.
Sakura cogió aire y lo soltó despacio antes de contestarle.
- Que sí, pesado. ¿No tenías prisa? – preguntó enarcando una ceja y sonriendo.
Pareció que el chico se acordó entonces de lo que tenía que hacer antes de cruzarse, o atropellara, a la joven princesa, porque se despidió de ella con la mano y se metió a toda prisa en el montacargas sin que a Sakura le diese tiempo a decir nada más.
Recorrió La Colmena con una pequeña sonrisa hasta que llegó a su cuarto. Allí estaba Naruto, tal como había supuesto, sentado en la cama con el torso desnudo. A su lado había una baqueta de madera y una pequeña palangana con agua. Él tenía una navaja en la mano izquierda que se acercaba a la cara, al parecer con intención de afeitarse. Sakura pudo notar que estaba inseguro, pues no había empezado aún a hacerlo. Se apoyó en la pared de lado y cruzó los brazos mientras lo observaba.
Apoyada como estaba en la entrada de piedra, Naruto no se había dado cuenta de que estaba ahí, y fue un leve movimiento de sus pies, al mover la tierra del suelo, lo que la delató.
Naruto giró la cabeza y la vio allí apoyada, de brazos cruzados y mirándole con una pequeña sonrisa.
- Buenos días, Cerezo. – saludó con una cálida sonrisa.
- No has ido a desayunar. – espetó ella calmada mientras se acercaba a él.
- Konohamaru me ha traído un poco de todo. – respondió mientras metía la mano en el agua y se mojaba la cara.
Sakura lo observó. Estaba raro. Demasiado a decir verdad.
Se puso delante de él, en cuclillas y apoyando los brazos en sus piernas, para mirarlo directamente a los ojos.
- Estás raro, ¿lo sabías? – le dijo.
- ¿Raro? - rió. – Pues no sé, será el cansancio acumulado. No sé, no me apetecía ir allí a desayunar. – musitó evitando mirarla a la cara.
Sakura prefirió no insistirle. Era lo mejor cuando se ponía así. Si quería contárselo, ya lo haría. Y si no, pues no podía hacer nada. Naruto era bastante reservado con sus asuntos. Solo tenía que recordar lo que le costó contarle quien era realmente.
Se levantó. Naruto volvió a coger la navaja que había soltado junto a la pequeña palangana y se la acercó a la cara, aún indeciso.
- ¿Ibas a afeitarte? – preguntó ella echando la cortina que había en la puerta y sumiendo a la habitación en una pequeña oscuridad mayor, que solo era perturbada por la luz de las velas.- “Aunque es obvio” – pensó.
Naruto asintió.
- Ya sabes que no soporto la barba. Me pica y me resulta muy incómoda. Pero… - se mordió el labio inferior. – Nunca me he afeitado con la mano izquierda y me da miedo cortarme. – dijo riendo.
Sakura se echó a reír, se acercó a él y se sentó en sus piernas. Le quitó la navaja de la mano y con la otra le acarició la barba. Naruto la miraba confuso, sin saber qué era lo que planeaba hacer.
- Lo haré yo entonces. – le dijo animada.
- ¿Cómo…? ¿Lo dices en serio? – preguntó desconcertado.
- Claro.
- Pero, ¿seguro que podrás? Quiero decir que…
Ella le dio un corto beso en los labios.
- Tranquilo. – le acarició el labio inferior con su dedo índice, teniendo cuidado con el pequeño corte. – Tú relájate, ¿vale?
Él sonrió y, con la mano sana, la agarró de la cintura con fuerza, aunque fue más una caricia.
Sakura le humedeció la barba con el agua una vez más y, agarrando con una mano su mentón para que se moviese lo más mínimo, comenzó a afeitarle con la navaja.
Lentamente iba pasando la navaja por toda la cara. Empezó por la zona de la izquierda, donde nacía el pelo, en las patillas; y fue avanzando poco a poco y con parsimonia afeitándolo. Tuvo mucho cuidado con el corte de su mejilla, pues era bastante ancho y podía tocarlo con la navaja en su labor.
A decir verdad, aquello era bastante íntimo entre ellos. Mientras Sakura lo afeitaba, él no dejaba de mirarla, concentrada como estaba en lo que hacía. Sakura tenía una mirada seria, con las cejas levemente bajadas en un amago de fruncir el ceño, pero sin llegar a realizar el gesto. Sus labios estaban apretados en señal de concentración y sus ojos verdes, oscurecidos en aquella tenue luz, viajaban de un lugar a otro de sus facciones.
Se moría de ganas de besarla, de acariciarla, de desnudarla allí mismo, en ese instante. Cuanto más la miraba, más embobado se quedaba. La mano comenzó a bajar de su cintura hasta posarse levemente más abajo. Sakura dio un sobresalto, pues apenas había notado nada al estar tan concentrada en su labor.
- Naruto. – le advirtió.
- ¿Qué? Si no he hecho nada. – se quejó divertido.
Sakura suspiró.
- Anda levanta la barbilla. – le pidió.
Él lo hizo, obediente. Sakura repasó con la navaja aquella zona, dejándola desierta al instante. Le cogió de la barbilla, bajándola, y se encontró cara a cara con sus ojos azulados. Sonrió y él le devolvió la sonrisa.
Soltó la navaja y le pasó las manos por toda la cara, ahora suave al tacto, como a ella le gustaba. Contempló en silencio sus marcas, ya más visibles. Sonrió. Volvía a tener ese aspecto infantil que tanto le gustaba contemplar.
Naruto no le había quitado la vista de encima en ningún momento, ni siquiera cuando ella le pasó las manos por toda la cara y sintió una oleada de calor reconfortante que casi lo hace cerrar los ojos.
Sakura se percató de ello. Él no había dejado de mirarla ni un solo instante mientras ella, concentrada, le pasaba la navaja por toda la cara.
- ¿Se puede sabe por qué me miras tanto? – interrogó ella.
- Es obvio, Cerezo. – contestó él. – Porque eres preciosa, por eso. ¿Por qué más iba a ser? – la pegó a él y se quedaron mirándose más cerca aún.
Sakura le dedicó una sonrisa y un pequeño rubor adornó sus mejillas. Volvía a la carga con esas frases que le sacaban mil colores y que le producían mil sensaciones por el cuerpo.
Pasó los brazos por su cuello, quedándose abrazada a él. Le rozó la nariz, que estaba congelada.
- ¿Ya vas a empezar con tus zalamerías? – le preguntó riendo.
- No lo sé. Puede. – contestó rozándole los labios. – Depende de lo inspirado que esté, princesa.
Sakura sonrió contra sus labios mientras se besaban lentamente. Los labios de Naruto, cálidos, picoteaban los suyos de vez en cuando, sacándole alguna que otra risita. En el momento en el que él profundizó el beso, todo a su alrededor se perdió y solo existían ellos dos. La lengua de Naruto exploraba su boca con ansía y deseo contenido tras tantos días separados; Sakura despeinaba su pelo, enredando sus dedos en él una y otra vez entre besos. Mientras, la mano de Naruto subía y bajaba por toda su espalda, describiendo a veces, círculos en su ropa.
Él se separó un instante de su boca y atacó, con hambre su cuello, dejando escapar a Sakura un pequeño gemido, que fue ahogado de nuevo por sus labios.
- Shh… - puso un dedo en los labios enrojecidos de la joven. – Cerezo, no queremos que nadie nos escuche, ¿verdad?
Ella no le contestó, sino que volvió a atacar su boca de nuevo. Naruto se levantó de la cama, agarrando a Sakura con su única mano libre y tumbándola en la cama, quedando él sobre ella. Sin separar sus bocas, Sakura recorrió con sus manos la musculatura de Naruto lentamente; él volvió a darle suaves besos en el cuello que pronto se convirtieron en leves mordidas, mientras que con su única mano libre, desvestía a la joven acompañado de sendas caricias
Sakura intentaba contener los pequeños gemidos que le producían las caricias y los besos de Naruto, mordiéndose el labio. Notaba la presión que estaba teniendo que soportar él, mientras se movía sobre ella, rozando ambos cuerpos.
Bajó lentamente hasta su cintura y le desprendió de la única prenda de ropa que llevaba encima.
- No sabes lo mucho que he añorado tu cuerpo, Cerezo. – musitó sobre sus labios.
- Y yo, Naruto… No imaginas cuánto.
Itachi y Jiraya estaban reunidos en la sala, sentados en la mesa frente al enorme mapa de las regiones, debatiendo e intentando llegar a alguna conclusión sobre Madara y sus planes. Tras desayunar se habían reunido y allí llevaban prácticamente toda la mañana sentados.
La estancia estaba iluminada por múltiples velas que ya casi estaban consumidas en su totalidad. Ambos estaban observando el mapa con detenimiento. Sobre el regazo de Jiraya había un enorme libro abierto por una página en la que se apreciaban minerales.
- Esto es algo muy difícil. – resopló Itachi. – Creía conocer a mi tío, pero ya veo que no.
- Si al menos supiéramos algo más, lo que fuera. – meditó Jiraya pasando las páginas del libro a toda velocidad.
Itachi golpeó la mesa frustrado y se levantó cansado.
- Debemos pensar como un mago oscuro. – le dijo Jiraya.
- No puedo hacer eso. Escapa de mi capacidad. – razonó Itachi. – Si al menos pudiéramos saber si Madara sabe lo de la profecía…
La profecía. Otro tema que no dejaba su cabeza ni un momento. Se había pasado las noches, desde que Kyubii le había dicho aquellas palabras, meditando a qué podía referirse. El Cielo y la Tierra… El Cielo y la Tierra… Podía ser cualquier cosa. Lo que fuera. Era una metáfora demasiado complicada y su cabeza no daba para más.
Itachi tampoco sabía nada. Aquellas palabras le sonaban huecas, vacías. Y más aún siendo una persona normal y corriente si ninguna pizca de poder mágico.
- Tiene que ser algo, lo que sea. Ese Kyubii podría haberte dicho más. Maldita sea. – volvió a sentarse suspirando abatido.
- ¿Crees qué no intenté sacarle más? – espetó Jiraya. – Se negó diciendo que no veía nada más que eso. Y no quería formar parte de su cadena alimenticia, ya sabes.
Itachi cabeceó pasivo. Se cruzó de brazos y volvió a mirar el mapa.
- Madara controla Aquo e Itenwer. Ambas son regiones grandes y con muchos habitantes. – caviló Itachi. - ¿Eso no es una pista?
- Podría ser, pero por ahora no son más que suposiciones.
- Ya… - dijo en un tono neutro. – A todo esto, ¿y Naruto? – preguntó.
Jiraya también se hizo esa pregunta. No había visto al joven en el desayuno y la noche anterior lo vio retirarse a hurtadillas antes de que acabase el pequeño banquete en su honor.
- Quizá está aún dormido, no lo sé. O… - se calló. Prefirió guardarse el otro pensamiento para él.
- ¿O…? – preguntó Itachi. – Acaba la frase, hombre.
- No era nada, de verdad. Ponte a pensar en algo y deja a Naruto en paz. – le dijo tajante.
Itachi musitó un “esta bien” y volvió a su mapa. Jiraya había pensado en que estaría por ahí con Sakura, haciendo quién sabe qué. Prefirió no decir nada delante de Itachi porque sabía lo serio que era y seguro que mandaría buscar a Naruto o algo parecido. Era mejor que lo dejara a su bola. Y en caso de estar con Sakura, más aún. Hacía días que no la veía, y conocía de sobra a aquel joven para saber que lo que más deseaba en aquellos momentos, no era recuperar su reino, sino estar con la muchacha.
Sonrió para sí mientras dejaba de pensar en él. Le tenía envidia al joven por eso mismo, porque era joven y disfrutaba de sobra de su juventud.
Volvió a centrarse en su libro y en resolver todo aquel lío que se había montado.
Naruto estaba sentado en la cama, con sus piernas extendidas, y con Sakura apoyada en su pecho, sentada de la misma forma. La tenía abrazada por la cintura y tenían sus dedos entrelazados. Ambos estaban desnudos bajo las mantas de piel.
Naruto le sacaba algunas risas mientras soplaba suavemente en su oído y bajaba hasta su cuello. Con cada movimiento, ella se removía y él la agarraba con más fuerza.
- Te amo. – le susurraba mientras la besaba en la mejilla y bajaba a su cuello. – Quiero que sonrías, Cerezo.
Ella giró la cabeza sonriendo y le dio un pequeño beso en los labios. Se echó aún más hacia atrás y se apoyó más en su pecho caliente y desnudo.
- Yo también. Y sonreiré las veces que me lo pidas, aunque no es necesario porque ya lo hago. – él le besó el hombro desnudo feliz.
Había extrañado tanto aquellos momentos de paz junto a ella, que ni siquiera lo había notado hasta que no se había sentado en sus piernas para afeitarle. Solos los dos, sin nadie más, sin ninguna molestia.
- Eres preciosa, Cerezo. – le apartó el pelo de la espalda y la besó. – Me pasaría el día contigo así.
- Naruto, ¿qué te ha dado? – pregunto riendo. – Te has levantado esta mañana muy… muy…
- Enamorado de ti como nunca. – contestó él apoyando el mentón en su hombro y sonriendo.
Ella rió a carcajadas, mientras lo miraba. Cómo podía haber estado toda su vida sin él. Era tan atento, tan cariñoso, tan divertido… El maldito había conseguido llegar hasta su corazón sin proponérselo.
- ¿Estás enamorado de mí? – preguntó ella riendo.
El cabeceó sobre su hombro riendo con ella.
- ¿Cuánto?
- Eso no se puede medir, Cerezo. – la meció un poco en sus brazos, mientras levantaba la cabeza y la miraba a los ojos a su lado. – Eres como un oasis en un desierto. Mi oasis, mi salvación.
Sakura estalló en carcajadas.
- Eres un maldito poeta.
- ¿Y no te gusta qué lo sea? – preguntó con voz melosa.
- Me encanta que lo seas, pero sin excederte. – le advirtió.
Él volvió a besarla en los labios suavemente y con ternura.
- Si estoy así es porque te he echado mucho de menos, he temido por mi vida…. Temí no volver aquí contigo, no volver a verte. – le dijo hundiendo la cara en su hombro. – Mi vida ya no sería lo mismo si tú no estás en ella.
Sakura se dio la vuelta cogiéndolo por las mejillas, acariciándolas lentamente.
- Cállate de una vez, maldita sea. – se quejó ruborizada.
Naruto la besó en la nariz.
- Jamás, mientras viva. – susurró contra sus labios.
- Eres un cabezota. – dijo volteándose hacia delante y volviendo a apoyarse en su pecho.
Naruto rió ante su reacción, pegándola más a él y deslizando con su única mano la de Sakura, mientras la acariciaba lentamente.
Se mantuvieron unos minutos callados, entre caricias y besos rápidos. Solo se oía el sonido del montacargas a los lejos poniéndose en marcha. Sus sombras en las paredes, danzaban como si de un oscuro reflejo se tratara.
- Oye, ¿y qué has estado haciendo estos días aquí? – preguntó Naruto.
- ¡Oh, es verdad! Sabía que tenía que enseñarte algo. – dijo ella separándose de él y levantándose de la cama.
Naruto la miraba estático. Hacía unos segundos estaba adormilada, o eso le había parecido, entre sus brazos – o su brazo más bien. – y de repente se había levantado como su hubieran accionado un mecanismo de relojería o algo.
La vio vestirse a toda prisa, y seguía sin entender qué le pasaba para haber saltado así de la cama tan de repente.
- Venga, Naruto, sal de la cama y vístete. ¡Rápido! – apremió.
Él dio un salto en la cama.
- Vale, vale, ya voy. – se levantó y cogió sus pantalones del suelo.
¿Dónde había ido la Sakura relajada de hace unos minutos? Se había esfumado en un instante.
Comenzó a vestirse, poniéndose los pantalones con su única mano libre, pero al ir a atarlos resbalaron por sus piernas volviendo a dejarlo desnudo. No era fácil vestirse con una mano, y desde luego tampoco tenía práctica en ello.
- Oye, Cerezo. – la llamó mientras se subía los pantalones y se los sujetaba para que no volviesen a caer. - ¿Me ayudarías a vestirme? – preguntó abochornado.
Sakura se volvió, ya vestida, para mirarle y no pudo evitar que se le escapase una carcajada. Naruto se sujetaba como podía los pantalones con su única mano libre, mientras esperaba, abochornado y muy colorado, a que ella le diera una respuesta.
- Vale ya de reírte. – le espetó él. – Me las arreglaré yo solo. – parecía enfadado mientras intentaba volver a atarlos.
Sakura se acercó, aún riendo, y apartándole las manos, le ató los pantalones. Naruto se dejó vestir sin articular ninguna palabra más, aunque seguía algo molesto todavía de que ella se hubiera reído. Y cuando Sakura cogió su camisa y se la puso por la cabeza, no pudo evitar, al mirarla a la cara, gesticular una pequeña sonrisa que fue seguida por otra de ella.
- Eres como un niño pequeño. – repuso ella divertida mientras le ataba los dos botones que cerraban la camisa en el pecho.
- No voy a cambiar mi aptitud. – dijo él con orgullo alzando la barbilla.
Sakura volvió a reír ante sus tonterías. Cuando terminó de vestirle, lo cogió de la mano y tiró de él hasta la puerta.
- Anda, vamos. – Naruto se pegó a ella en cuanto salieron.
Para sorpresa de Naruto, Sakura detuvo el montacargas justo en la planta de la sala de entrenamiento. Un olor maloliente inundó sus fosas nasales casi al instante de haber abierto la puerta del montacargas. Parecía ser un olor a sudor y cloaca, todo unido.
Ambos se llevaron las manos a la nariz al mismo tiempo, mientras arrugaban la cara por el mal olor.
Ninguno decía nada mientras dejaban atrás el pequeño pasillo de roca y avanzaban hasta la sala de entrenamiento.
Al irrumpir allí, comprobaron con sus propios ojos a qué se debía el mal olor que habían notado. En medio de la sala, justo donde estaba el enorme espacio para practicar con las armas cuerpo a cuerpo, había un charco impresionante de agua u orina, quién sabe qué era aquel líquido que olía tan mal. En cuanto al otro olor, era sudor tal y como habían pensado ambos. Algo normal, allí había más gente que de costumbre, hombres solamente, y todos estaban sudados.
Había un gran escándalo mientras hablaban entre ellos, aunque Sakura podía jurar que aquello era gritar como animales, pues ni siquiera había una línea argumental que seguir. Alrededor del enorme charco había un grupo grande de gente, mientras el resto estaba esparcido por la sala, callados y atentos a los demás.
Naruto, seguido de cerca por Sakura, se acercó al grupo intentando hacerse oír por encima de sus gritos.
Alzó los brazos, empujó a cuantos pudo y llegó al centro de la pequeña multitud, teniendo cuidado de no pisar el charco, por supuesto.
Sakura se quedó junto a un enorme tipo en primera fila, que ya se había callado al ver a Naruto de pie y de brazos cruzados esperando a que se calmasen.
Sakura atisbó al pequeño Konohamaru aprisionado, pues parecía que intentaba zafarse, en los brazos de uno de los caballeros.
- ¡A ver, a ver! ¡Silencio todo el mundo! – exclamó Naruto ya harto. - ¿Qué es lo que ocurre para formar tal escándalo? ¿Y por qué huele tan mal?
Tres de ellos fueron a hablar, pero Naruto hizo un ademán con la mano haciéndolos callar.
- Que hable uno, por favor. – se limitó a decir serio. Sakura nunca lo había visto tan serio antes.
- Hablaré yo, si me lo permitís. – el caballero que había hablado era el que llevaba a Konohamaru. Naruto abrió los ojos sorprendido de ver al niño allí y en aquella situación. – Estábamos todos a lo nuestro como siempre, entrenando con las armas, pasando un buen rato y entonces ha llegado este pilluelo. – agarró a Konohamaru con más fuerza del hombro. Él puso una mueca de dolor. – Traía consigo el agua de fregar sucia, aunque eso me huele a algo peor que a agua. – arrugó la nariz en un gesto de asco. – Se ha puesto a correr, ha resbalado y como consecuencia, ha derramado el contenido justo aquí. – señaló el suelo a escasos centímetros de donde estaba Naruto escuchando todo lo que decía. - Cuando habéis llegado, estábamos discutiendo qué hacer con este chico.
Al parecer, los hombres se habían dividido en lo que Naruto llamó “Los defensores de Konohamaru” y “Los mataniños”.
- ¡Es que le quiere dar una paliza al chico por lo que ha hecho! – se quejó uno en la zona de Sakura. Sin duda esa era la zona de “Los defensores” – Yo no considero que sea para tanto. Es un crío al fin y al cabo y…
- ¡Oh, cállate! – lo interrumpió el portavoz. – Si no les enseñamos disciplina a los niños cuando hacen este tipo de cosas no aprenden nada.
El otro se llevó una mano a su espada con intención de desenvainarla y, quién sabe, tal vez pelearse a muerte con él.
Naruto extendió los brazos hacia ambos extremos con intención de calmarlos a ambos. Pareció dar resultado, pues ambos relajaron los cuerpos al instante.
- No voy a tolerar una tontería como esta. – dijo serio. – Nadie va a golpear a Konohamaru por lo que ha hecho. ¡No ha matado a nadie, por el amor de Dios! – aquello lo dijo mirando al que tenía agarrado al niño. – Además, si alguien tiene que golpearle esos serían sus padres. O yo mismo, pero eso no va a pasar. Estaba jugando, no vio por donde iba y resbaló. Fin de la historia. Ahora suéltalo. – el caballero lo soltó con suavidad. – Gracias. – dijo Naruto.
Koohamaru salió corriendo a los brazos de Sakura que lo recibió al instante abrazándolo para consolarlo. El chico estaba bastante asustado y no dejaba de temblar mientras ella le acariciaba el pelo calmándolo.
- Y ahora, Konohamaru limpiará esto, vosotros seguid a los vuestro. – ordenó Naruto. – Y no os peleéis por idioteces como si se debe golpear a un niño por derramar algo maloliente en el suelo, por favor. – dijo en un tono exasperado.
Tras oír aquellas palabras, todo el mundo se dispersó rápido dejando desierta aquella zona de la sala. La mayoría abandonaron la sala de entrenamiento
Naruto suspiró y se revolvió el pelo como siempre hacía cuando estaba nervioso o tenso, y se acercó a Sakura y Konohamaru.
- Eh, cabezón, - le dijo con suavidad. – la has hecho buena. Anda, ve a por algo para limpiar esto. – Konohamaru se separó de Sakura, miró a Naruto, que le revolvió el pelo con una sonrisa, y luego se tiró sobre él abrazándole y dejando a Naruto soprendido.
- Gracias. – musitó el niño. Luego se separó de él y salió a todo correr de allí.
Naruto soltó una pequeña carcajada jovial mientras lo veía alejarse. Miró entonces a Sakura que se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, dejándolo descolocado.
- ¿Y eso? – preguntó.
- Nada. ¿Es que acaso no puedo besarte? – preguntó divertida.
- Sí, claro, pero… Me ha dejado sorprendido nada más. – contestó él.
Sakura se limitó a reír un poco mientras caminaba hacia la zona de tiro con arco. Naruto la siguió, aún sin saber a qué habían ido allí.
- ¿Vas a decirme de una vez qué hacemos aquí?
- Tú has preguntado qué he estado haciendo mientras no estabas. Pues bien, - cogió un arco y un par de flechas mientras se alejaba un poco de él hasta situarse en la línea de tiro, que era un pequeño dibujo blanco en el suelo. – te lo voy a enseñar.
Dicho eso, puso una flecha en el arco, tensó la cuerda hasta tocarse el labio con su pulgar, tomó aire concentrada, y soltó la flecha que recorrió la sala hasta clavarse en el centro de la diana.
Naruto observó cada uno de sus movimientos con cautela y en el momento en el que soltó la flecha, contuvo la respiración y la recobró cuando la misma se clavó en la diana, dejándolo asombrado.
- Bueno, ¿qué te ha parecido? – preguntó Sakura escondiendo sus manos tras la espalda cohibida.
Naruto esbozó una enorme sonrisa y se abalanzó sobre ella cogiéndola por la cintura y alzándola en sus brazos. Sakuro soltó un pequeño gritito.
- ¿Que qué me ha parecido? – le dijo eufórico. – Me ha parecido lo más increíble que te he visto hacer nunca, Cerezo. – ella soltó un leve carcajada.
- Eso es que te ha gustado lo que has visto. – le pasó los brazos por detrás del cuello.
Naruto asintió enérgicamente sin dejar de sonreír.
- Es impresionante que hayas conseguido mejorar tanto en solo unos días. Yo tardé meses… incluso años.
Sakura no podía dejar de reír feliz.
- Quería darte una sorpresa y veo que lo he conseguido. – le acarició el pelo de la nuca.
- Pues claro que lo has conseguido. Igual que todo lo que te propongas, Cerezo. - le dijo con voz calmada y sin dejar de sonreír. – Todo es cuestión de esforzarse en lograr lo que nos proponemos, y no rendirnos, por supuesto. Y tú lo has conseguido por eso mismo, porque no te has rendido.
- Naruto… - le dijo mientras lo miraba a los ojos. Se acercó a sus labios y lo besó.
Él pudo notar el brillo de sus ojos tras pronunciar esas palabras. Era un brillo de emoción y de alegría unidas. Sus ojos brillaban como nunca antes lo habían hecho. El verde resplandecía chocando con el azul en una armonía perfecta y acompañada de pequeñas sonrisas, mientras ambos se besaban lentamente ajenos al resto del mundo.
- ¡PUAAAJ! – se oyó de repente.
Ambos se separaron rápidamente. Konohamaru, que estaba en el centro de la sala con un cubo y trapos, había sido el que había soltado tal grito. Lo acompañaban Moegi y Udon, tal vez para ayudarle.
Después de eso se oyeron las carcajadas del resto de la gente que había allí.
- ¿Konohamaru? ¿Qué te ocurre? – preguntó Naruto asustado.
- Pues que… eso… “puaj” – se limitó a explicar arrugando el rostro.
Sakura estalló en carcajadas como el resto de la sala.
- Es que eso de besarse es asqueroso. – dijo el niño enfadado por las risas.
- Pues a mí me parece muy romántico. – dijo Moegi con ensoñación.
Konohamaru bufó.
- No entiendo nada. – Naruto se rascó la cabeza, confundido. Sakura le cogió de la mano y lo arrastró con ella por la sala.
- Anda vamos. – rió. – No solo he aprendido al fin a acertar en la diana, también he estado entrenando con la espada como hacíamos tú y yo en el Bosque.
- ¿De verdad? – reaccionó Naruto. – ¡Pues a qué esperas para enseñármelo!
El resto del día se dedicaron a entrenar con la espada. Naruto se quedó muy impresionado por la mejoría de Sakura en tan poco tiempo. Estaban ya prácticamente igualados los dos.
Por supuesto Sakura le contó que había tenido ayuda de Tenten, Kurotsuchi y Kiba en todo momento.
Además se quedó impresionado cuando Sakura le mostró sus propios movimientos en lo que había llamado La Danza. Los movimientos aún no estaban del todo acabados, pero él vio mucho esfuerzo en ellos y la posibilidad de que fueran útiles. Eran perfectos para alguien que no fuera muy fuerte, o incluso pequeño. Un niño podría aprender La Danza sin ninguna dificultad.
Se sentía tan feliz y orgulloso de ella. Sakura había cambiado mucho desde que la conocía, pero su fortaleza del principio seguía estando ahí, e incluso se había hecho más fuerte con el tiempo. Sakura había conseguido lo que quería: libertad para hacer lo que quisiera. Aunque le hubiese costado como precio la vida de sus padres en el camino para lograrla. Ese detalle tan desgarrador los hacía tan similares que deseaba que no fuese así, pero por desgracia lo era. Aunque tenía la pequeña parte en la que él era el único que la entendía de la misma manera.
- Naruto… - parpadeó volviendo a la realidad.
- ¿Qué? – preguntó.
- ¿Cómo que qué? – dijo Tsunade. – Te has quedado callado de repente. Llevamos un rato intentando que nos prestases atención.
Naruto emitió un sonido de disculpa.
- Lo siento, estaba… me he quedado pensativo un momento y me he pasado.
- ¿Y en qué pensabas? – preguntó Sakura bebiendo agua.
Él la miró y volvieron a su cabeza los mismos pensamientos de antes.
- En nada importante. – esbozó una sonrisa calmada. Tsunade enarcó una ceja. – De verdad, Tsunade.
Ella pareció creerle, o quizá prefirió dejar el tema, pues continuó comiendo.
- ¿Y Jiraya?
- No le he visto en todo el día. – contestó Tsunade. – Pero imagino que seguirá con Itachi, no lo sé.
Jiraya seguía con Itachi. Llevaba con él todo el día según tenía entendido. Si ni siquiera había ido a cenar, debían de estar ocupados en algo importante o en algún hallazgo. Jiraya le había hablado en el camino hasta la mina de la extraña profecía de Kyubii, pero tampoco él tenía alguna idea de a qué podía referirse. Era demasiado ambiguo.
Seguro que lo que lo mantenía tan ocupado era aquella profecía. La profecía y el plan de Madara con los cristales de absorción. Ambas cosas eran lo suficientemente importantes como para mantener la cabeza del mago ocupado todo el día. No era tan extraño, visto desde ese punto de vista, que no hubiese asomado el pelo por allí.
Se levantó de la mesa con una habilidad asombrosa y sin decir una palabra se dispuso a marcharse, pero Sakura lo agarró del brazo.
- ¿Se puede saber a dónde vas?
- Tengo que hablar con Jiraya. Eso es todo. – contestó él.
- Espérate a mañana, Naruto. Hoy ya es tarde y estará cansado. – argumentó Tsuande.
Bufó y volvió a sentarse. Odiaba admitirlo, pero Tsunade tenía razón en lo de que ya era tarde y estaría cansado. Jiraya no era muy mayor, pero se le notaban los años a pesar de todo y no era tan fuerte como antes.
Apoyó la cabeza en la palma de su mano y siguió comiendo abstraído.
Ean95- Aprendiz
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En El Gran Bosque.
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
¡Está genial! Pobre Konohamaru, ya le querían pegar xD espero y ese líquido sea agua y no pis xDDDD.
¡Me ENCANTA tu fic! ¡Es taaan hermoso! ¡Taaan tierno! Me enamoré♥
PD: La espera valió la pena♥
¡Me ENCANTA tu fic! ¡Es taaan hermoso! ¡Taaan tierno! Me enamoré♥
PD: La espera valió la pena♥
Geral-Chan- Baneado Temporal
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
excelente capitulo ya quiero saber lo referente a la profecía me encanto sakura mostrando sus nuevas habilidades a nartuo y el todo orgulloso sera esperar haber con que nos sales para el próximo capítulo y no importa lo que demores si es por traer tus capítulos bien echos la espera lo vale como lo llevas hasta ahora esta excelente no te has saltado nada ni se he leído cosas que no concuerden.
aduzumaki- Sennin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Ojalá me perdones por no haber comentado! No me he podido conectar!
Pero tu sabes que tu fic es exelente! Me encanta es uno de mis favoritos y que espero con ansias!
El capítulo estuvo perfect y ya quiero saber sobre aquella profecía!
Pero tu sabes que tu fic es exelente! Me encanta es uno de mis favoritos y que espero con ansias!
El capítulo estuvo perfect y ya quiero saber sobre aquella profecía!
belivexangel1- Sannin
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Hi, little friends!
Gracias por vuestros comentarios.
Y belivexangel1, no te preocupes
Perdón por la demora, pero aquí os traigo el capítulo 21.
Hasta otra
Gracias por vuestros comentarios.
Y belivexangel1, no te preocupes
Perdón por la demora, pero aquí os traigo el capítulo 21.
- Capítulo 21:
- A la mañana siguiente Naruto fue a buscar a Jiraya a su habitación, pero el mago no estaba allí. Acompañado por Sakura recorrieron toda la mina buscando al mago. No estaba en el comedor, tampoco en los baños, en la sala de entrenamiento no lo habían visto. La última parada era El Claro y la sala de reuniones, que quedaban en el mismo nivel, pero tampoco estaba allí.
Llevaban toda la mañana buscándole sin éxito. Sakura podía apreciar el nerviosismo de Naruto, pues era bastante visible. Estaba inquieto desde la cena de la noche anterior, por no hablar de lo abstraído que había estado. Cuando se fueron a dormir, él le dijo buenas noches, la abrazó como siempre y cerró los ojos. A Sakura aquello le pareció muy raro. Sí, la había abrazado y le había dado las buenas noches como siempre, pero había sido bastante frío. La calidez de sus palabras parecía haberse esfumado.
Y aquella mañana más de lo mismo. Si ella no se hubiese despertado, la habría dejado allí durmiendo mientras él se recorría solo la mina.
Deseaba preguntarle qué era lo que con tanta urgencia debía hablar con Jiraya, pero temía que él no le dijera nada. Sabía lo cuidadoso que era con sus cosas.
- ¿Itachi? – preguntó Naruto irrumpiendo en la sala.
Pero no había rastro de Itachi por allí. ¿Él tampoco estaba? En la sala solo estaban Yamato y Asuma frente a un mapa.
- ¿Necesitabais algo, Naruto? – preguntó Asuma.
- Buscaba a Jiraya, y pensé que Itachi sabría algo.
- Jiraya no sé dónde estará, pero Itachi ha ido con un grupo de hombres a cazar por el bosque. – dijo Yamato.
Naruto les dio las gracias y se marchó seguido de Sakura. Se sentó en la nieve justo debajo del enorme agujero del Claro y resopló. La joven se dejó caer a su lado y le agarró la mano.
- Estás muy agitado desde anoche, relájate un poco. – le dijo calmada.
- Es que necesito hablar con Jiraya antes de hacer otra cosa. – se excusó él.
Ella le agarró con más fuerza la mano.
- No puede haber ido muy lejos. La mina es grande, pero no tanto. – sonrió. - ¿Me vas a contar qué es eso que tienes que hablar con él o…? – dejó la frase en el aire.
Naruto suspiró.
- Es que ayer se me vino a la cabeza lo de los cristales de absorción y recordé algo. – puso una mano en la nieve. - ¿Recuerdas la espada qué le pedí a Tenten hace unos días? – Sakura asintió. – Pues he pensado estudiarla a fondo, porque puede que con los materiales con los que está hecha se pueda…
- ¿Dar el mismo uso que con los cristales? –preguntó Sakura adivinando por donde iba.
Naruto negó riendo.
- Casi. – dibujó en la nieve con el dedo. – La espada en lugar de absorber podría… mmm… expulsar poder. – dijo tras cavilar.
Sakura lo entendía a medias. Solo a medias. Cuando se trataba de cosas que tenían algo que ver con la magia, era inevitable que se perdiera. Ella no entendía prácticamente nada referente a la magia, hechizos, pociones y demás. Solo entendía que cierto número de personas poseían al nacer un aura mayor que el resto, y que gracias a esa aura, la persona en cuestión podía aprender a manejarla creando así la magia. Luego, la magia también estaba en todas partes, beneficiando así al mago o brujo. La magia podía estar en un árbol, en las nubes, en una roca… Era como un equilibrio en el mundo que poca gente era capaz de manejar.
En realidad era tan confuso, que de pensarlo le empezaba a doler la cabeza.
Se levantó poniéndose bien las ropas y sacudiéndose un poco la nieve que había quedado adherida en ella, antes de decir:
- Voy a ir a la herrería a buscar a Tenten, me prometió ayer que hoy iba a practicar La Danza conmigo.
Naruto se levantó también.
- Te acompaño entonces. Ya estoy harto de buscar al viejo. – se sacudió la nieve. – Supongo que aparecerá cuando menos lo espere. – añadió riendo.
El montacargas estaba hasta los topes y decidieron esperar al siguiente viaje que estuviera más vacío. –“Mejor esperar a que ese trasto viejo se caiga y nos matemos todos.” - Murmuró Sakura.
Cuando llegaron a la herrería se llevaron una grata sorpresa. Parecía que cuando Naruto había decidido rendirse en su búsqueda, el viejo mago aparecía sin ser invitado. Jiraya estaba en la herrería charlando muy animado con Hayate. Tenten estaba al fondo golpeando un hacha en el yunque.
Hacía mucho calor allí dentro, ocasionado sin duda por la fragua que parecía llevar horas encendida. Tenten estaba sudando, pero a Jiraya y a Hayate apenas se los veía acalorados.
- ¡Jiraya! – ambos hombres dejaron de parlotear y prestaron atención a los jóvenes que se acercaban. – Llevo horas buscándote por toda la mina y resulta que estabas aquí.
- ¿Tú? ¿Buscándome? – se extrañó. - ¿Y eso? – miró a Sakura que estaba detrás de él. – Hola, Sakura. – le saludó animado.
- Jiraya, necesito enseñarte una cosa. – dijo poniéndose delante de la visión entre él y Sakura. - ¿Puedes?
El mago asintió.
- En realidad es genial que estés aquí, así no tenemos que movernos. – se acercó hasta Hayate. – ¿Puedo entrar en el almacén?
Hayate pareció dudar un instante antes de darle una respuesta afirmativa. Tenten y Sakura se quedaron mirando como entraban los tres al almacén en fila y conversando mientras tanto. A medida que avanzaban, apenas eran audibles ya sus voces.
- Qué diablos querrá enseñarle a ese mago. – repuso Tenten mientras golpeaba el hacha.
- La espada. – contestó Sakura sin apartar la vista del almacén.
Naruto avanzaba a paso ligero por el laberinto de armas, sin mirar ninguna de ellas. Su objetivo era la espada con la empuñadura del zorro y la hoja azulada. Si Jiraya aceptaba que aquella espada era especial, sería suya sin ningún impedimento como había sucedido días atrás cuando la había visto por primera vez.
La misma Tenten había dicho que era una espada especial, y por eso tenía que ser suya. Además, ahora tenía a Hayate con él, y había sido el que la había forjado. Si alguien sabía las cualidades de aquella espada, ese era su herrero, es decir, Hayate.
Se detuvo una vez más ante el arma. Seguía tal y como la primera vez. No. Incluso se atrevería a decir que parecía brillar más que antes.
Allí estaba la empuñadura del color del fuego con la cabeza del zorro naranja. La hoja, azulada, seguía teniendo ese color letal del frío hielo.
Tras él Jiraya y Hayate le imitaron y se detuvieron, los dos a ambos extremos de Naruto; Jiraya a la izquierda y Hayate a la derecha.
- Oh, me lo temía. – río Hayate. – Os gusta esta espada, ¿cierto?
Naruto asintió embelesado.
– Puedo afirmar que le encanta. – manifestó Jiraya. – Con esa cara es con la que mira a Sakura. – ambos hombres carcajearon.
– Jiraya, déjate de risas y obsérvala bien. – repuso serio.
Jiraya hizo lo que le pedía el joven y observó la espada. No tuvo que mirarla mucho para darse cuenta de que aquella espada no era una espada común, sino que tenía cualidades mágicas. – Es increíble. – se dijo a sí mismo.
– Hoja de hielo, empuñadura de fuego… Oh, y el detalle del zorro es sin duda un aspecto interesante a tener en cuenta. – meditó en voz alta mientras se acariciaba la barbilla. - ¿Es obra tuya, Hayate?
– Así es. Es la obra de la que más orgulloso estoy. – contestó con galantería.
– Un trabajo muy bueno, sin duda. No sabía que fueras capaz de trabajar con materiales mágicos. En Aquo no te dedicabas a esto, viejo amigo.
Hayate se limitó a reír.
- Créame, Jiraya, yo tampoco lo sabía. –se excusó con una sonrisa. – Esa espada – la señaló. – vio la luz gracias a un duro trabajo. En realidad no sé cómo se me ocurrió mezclar fuego y hielo en un mismo lugar, pero dio resultado.
- Es magnífica. – se limitó a decir Naruto. – Jiraya, ¿crees que yo podría empuñarla?
Fue a tocarla, pero Hayate le agarró la mano antes de que pudiera hacerlo.
- ¡No seáis insensato! – dijo alarmado. – Si esa espada sigue en la pared es porqué nadie podrá empuñarla nunca.
- No es así, Hayate. – dijo Jiraya calmado. – Esa espada puede empuñarla alguien como Naruto. Además, tiene vida propia y ya lo ha elegido a él como a su portador. Mira. – señaló a la espada.
Los ojos de Hayate se abrieron ante lo que veían. La mano de Naruto estaba a apenas unos centímetros de la empuñadura, pero no era la empuñadura lo que debía alertarles, sino la hoja. La hoja azulada había comenzado a brillar emitiendo un leve fogonazo azulado a su alrededor.
- Naruto, puedes cogerla sin problemas. – le dijo Jiraya.
- Pero… se quemará con la empuñadura. ¡Es puro fuego! – exclamó Hayate.
Naruto ignoró al herrero, y con su única mano libre, pues aún tenía el otro brazo en cabestrillo, agarró la empuñadura de la espada descolgándola de la pared.
Durante unos segundos, sintió el calor de la espada en su mano, pero se desvaneció al instante, y dio paso a un leve frío, sin duda proveniente de la hoja de la espada. Y eso fue todo. No se quemó, ni se congeló, ni se destruyó nada a su alrededor. La espada estaba en sus manos como cualquier otra, pero él podía sentir que estaba viva. Oía un pequeño susurro. Cerró los ojos para concentrarse mejor en aquel susurró, para darse cuenta de que lo que oía no era un susurro sino un leve crepitar. ¿Era la espada? Debía serlo, sin duda. La espada estaba hecha de fuego y hielo y lo que oía, sin duda, era su núcleo de fuego que ardía.
Abrió los ojos de golpe y se encontró con las miradas de Jiraya y Hayate. Hayate lo observaba con los ojos como platos, aún si poder creer que su espada, la que él pensó que jamás podría blandir nadie, estuviera en las manos del heredero legítimo del reino. A su espalda, Jiraya de brazos cruzados le sonreía. Naruto no pudo evitar esbozar una enorme sonrisa. Había conseguido hacerse con la espada después de semanas soñando con la idea de blandirla. Era suya al fin.
- Es… es… - balbuceaba Hayate.
- ¿Increíble? – lo ayudó Jiraya. – ¡Deberías alegrarte, hombre! Gracias a Naruto tu espada al fin podrá ser empuñada y no seguirá cogiendo polvo en esa pared.
Naruto, ajeno a la conversación, seguía examinando minuciosamente la espada. Pasaba los dedos por la hoja azulada con cuidado, notando el tacto frío sobre su piel; por la empuñadura caliente, que quemaba, pero que él no notaba prácticamente.
La espada seguía emitiendo ese sonido de crepitar del fuego y el zorro de la empuñadura seguía intacto, la hoja azulada ya hacia unos segundos que había dejado de brillar.
- Naruto. – dijo Jiraya sacándolo de sus pensamientos. Él le prestó atención. – Voy a decirte un par de cosas sobre esa espada. – Naruto asintió. – Te ha elegido como su dueño o portador, como tú prefieras llamarlo. Pudiste notar que no era una espada corriente. Eso es porque el material con el que está hecha es… bueno, tiene una gran cantidad de energía mágica acumulada. No es una espada de juguete, ni tampoco común, como ya sabes.
- Jiraya, ve al grano. – apremió Naruto.
Jiraya suspiró.
- Lo que intento decirte es que esa espada solo puede empuñarla un mago poderoso o, en su defecto, un mago elemental.
- Como yo. – Jiraya asintió.
- La espada, dormida hasta hace muy poco, despertó con tu presencia y te ha elegido como su portador. Naruto – le dijo posando las manos en sus hombros. – Con esa espada puedes fortalecer tu magia hasta el punto de llegar al nivel de un mago completo o un brujo oscuro. Y tú eres el único que puede usarla. – le sonrió. – Si por algún casual yo intentase cogerla, me quemaría o podría acabar congelado. Aunque sea un mago poderoso.
- Genial. – dijo animado mirando la espada.
Sakura y Tenten los vieron salir a los tres, Hayate a la cabeza. El herrero parecía estar sorprendido por algo, pues se lo veía inquieto mientras salía del almacén y se sentaba en una silla junto al fuego de la fragua.
Tenten, que ya hacía rato que había dejado el hacha que estaba forjando y se había sentado a conversar con Sakura. Por desgracia para Sakura no podría ir a practicar La Danza, ya que estaban hasta arriba de trabajo.
Se levantó de su asiento y se acercó a su padre preocupada nada más verlo salir y captar su expresión.
- Padre, ¿qué sucede? – preguntó.
Hayate señaló hacia la puerta del almacén por la que salía Naruto. Tenten se fijo en la espada que llevaba en la mano y no daba crédito a lo que veía.
Sakura, que también se había levantado, se acercó a él, que le dedicó una enorme sonrisa mientras le mostraba la espada triunfante.
- ¿Es… - Naruto asintió sin dejar de sonreír. – ¡Has conseguido la espada!
- Ella me ha elegido.
Naruto rió al ver la expresión de desconcierto de Sakura, que no había entendido aquello de “me ha elegido”.
- La espada tiene mucha energía mágica, sintió mi presencia y ahora yo soy su único portador. – Sakura seguía con la misma cara. – Es complicado para tu mente no mágica. – se encogió de hombros.
Tenten seguía observando la espada en la mano de Naruto, impresionada todavía por tal proeza. Sabía por su padre que esa espada era un adorno más que un arma por el hecho de que no podía ser empuñada por nadie. Su padre le había dicho que jamás se le ocurriese tocar esa espada porque, si tocaba la empuñadura acabaría quemada, y si por el contrario tocaba la hoja, congelada. Y, sin embargo, Naruto la estaba empuñando como si nada.
Jiraya se despidió de Hayate y Tenten, tenía asuntos que atender y ya había perdido bastante tiempo.
Se llevó con él a Sakura y a Naruto, dejando al herrero y a su hija con el desconcierto de la espada todavía en sus cabezas.
- Naruto, ¿cómo llevas El Tomo de Fuego? – le preguntó mientras bajaban por el montacargas.
- Om… bueno, creo que ya podría hacer el examen sin problemas. – se limitó a decir.
Jiraya lo escrutó con la mirada.
- No intentes engañarme, chico. – le advirtió. – Ya sabes que es imposible hacerlo.
- ¡Y no lo hago! – se defendió él. – Te estoy diciendo la verdad.
Un leve silencio se apoderó del ambiente. Jiraya simplemente emitió un sonido que Sakura catalogó como un “te creo, pero al mismo tiempo no”.
- De todas formas, ¿por qué la pregunta? Tú nunca me presionas con los exámenes de magia.
- No sabía que tuvieras exámenes. – dijo Sakura sorprendida.
Jiraya rió sarcásticamente.
- Pues claro que los tiene, Sakura. ¿Cómo crees que sé si está listo o no? – el montacargas se detuvo en ese instante y él abrió la puerta. – Lo cierto es que no es obligatorio, pero si es lo correcto cuando estás aprendiendo las artes mágicas.
- Vaya… - dijo sorprendida.
- Volviendo al tema. – le dijo a Naruto mientras caminaban por la mina. – Te he preguntado porque si quieres empezar a entrenar con esa espada, tienes que dominar los cuatro elementos a la perfección. Y sabiendo que solo te falta el fuego y que apenas nos queda tiempo para…
- Espera… cómo que no nos queda tiempo. – interrumpió Naruto. – ¿Es que habéis averiguado algo?
Jiraya negó con la cabeza.
- No. Nada en absoluto. – suspiró pesaroso. – Si he dicho eso de que no queda tiempo es porque tengo la corazonada de que Madara no tardará en moverse. – Se detuvieron los tres bajo el agujero del Claro. – Por eso necesito entrenar contigo Naruto. Te examinaré del Tomo del Fuego en cuatro días. Si veo que estás listo, empezaremos con la espada. Puede que te haya elegido, pero si no aprendes a controlarla… puedes acabar muy mal. – finalizó serio.
Naruto asintió conforme.
Sabía que Jiraya podía ser muy duro en las clases de magia y durante los exámenes lo era el doble. Pero ya llevaba años así y estaba más que acostumbrado, un examen más no le haría daño. Aunque también era cierto que aquel examen sería el más difícil que había tenido hasta ahora. Pero si quería empuñar aquella espada de la forma correcta, empleando su poder como era debido, tendría que aprobar el examen y entrenar con ahínco día tras día.
- Bueno, yo me voy, chicos. – dijo dirigiéndose hacia la sala de reuniones. – Ah, y Naruto – se detuvo. – Ponle un nombre. Todas las grandes espadas tienen uno. – le dijo en una media sonrisa.
Cunado Jiraya acabó de desaparecer por el corredor, Naruto se llevó las manos al pelo revolviéndolo muy nervioso. Sakura lo observaba mientras él no dejaba de tirarse de cada pelo que encontraba. Siempre hacía lo mismo cuando estaba nervioso o inquieto, pero es que en aquel momento si no lo detenía se iba a arrancar todos los pelos de la cabeza.
- Naruto, - lo agarró de las muñecas separando las manos del pelo. – relájate un poco o te quedarás calvo. ¿Qué te pasa? – Naruto abrió la boca para contestar pero ella alzó una mano riendo. – Espera, espera, no me lo digas. – rió. – Aún no estás preparado para hacer el examen.
Naruto hizo un mohín con la boca como respuesta. Sakura se mofó aún más de él.
- ¿Entonces por qué le has dicho que sí a Jiraya?
Como respuesta él le mostró la espada. Sakura lo entendió sin necesidad de palabras. Lo que más deseaba hacer era empezar a entrenar con la espada, y si quería hacer eso antes tendría que superar el examen. Era realmente algo cómico, porque era similar a la rabieta de un niño pequeño que quería un caramelo pero antes debía hacer algo para ganárselo.
- Eres como un niño, en serio. – le dijo besando su mejilla.
- Ya me lo has dicho muchas veces. – repuso él sonriendo.
Sakura le golpeó en el hombro.
- ¡Es la verdad! – exclamó riendo. – Siempre me has dicho que soy un niño. Siempre. – pronunció en voz baja acercando su rostro al de ella. Casi pegando sus labios a los suyos. Sakura podía notar su aliento chocar contra ellos, la respiración de Naruto, que la miraba con sus ojos azules con mucha dulzura en la mirada.
Sakura se separó riendo, pero él no la dejó escapar agarrándola de la mano y acercándola a él de nuevo.
- ¿Tienes prisa, Cerezo? – le preguntó con media sonrisa. Cuando sonreía así, a Sakura le recordaba a un zorro.
- Pues sí. – respondió ella. – Quiero ir a perfeccionar La Danza.
- ¡Oh, vamos! Eso puede esperar. – Sakura apretó los labios. – Y lo sabes. – dijo serio mientras le apartaba un mechón de pelo que caía a un lado de su cara.
Sakura seguía con los labios apretados y con el ceño fruncido. Naruto sabía que hacer cuando ella estaba así. Cuando se ponía seria y se le metía algo en la cabeza, cuando ella decía que había algo que no podía esperar más tiempo. Cuando él, la mayoría de las veces, era arrastrado por esa aptitud seria suya. Si Sakura se ponía así, solo podía hacer una cosa para ablandarla.
Le acarició la mejilla lentamente, sin dejar de mirarla a los ojos, sin pestañear si quiera. Ella le aguantaba la mirada, fría y serena. Él se acercaba poco a poco a su rostro, a su mirada pétrea y gélida, hasta que se detuvo a pocos centímetros y pegó su frente a la suya, aún aguantándole la mirada. Le acarició la mejilla una vez más, pasando luego a sus labios y después bajando la mano hasta su cuello en una caricia. Sakura seguía seria, pero por dentro se moría de ganas de tocar a Naruto.
Estaba aguantando mucho aquella vez. Nunca le había costado tanto hacer que Sakura se relajase y le regalara una sonrisa.
Continuó bajando su mano por todo su cuerpo con mucha parsimonia, acariciando cada curva de su cuerpo, cada trozo de la suave piel expuesta a sus ojos. Hasta que llegó a su cintura. Entonces la envolvió en su brazo y la pegó a él más aún. Sakura puso toda su fuerza de voluntad para no levantar sus brazos y ponerlos en su pecho o pasar las manos por detrás de su cuello y enredar sus dedos en su pelo.
Naruto sonrió de nuevo. Rozó su nariz con la de ella lentamente antes de depositar un par de besos cortos en ella. Sin despegar sus labios de su piel, continuó besándola por las mejillas, su barbilla… Rozó sus labios una vez, dos, tres... Pero no llegó a besarla. Sakura se removió nerviosa. Naruto la estaba torturando de la peor forma: evitar sus labios.
Podía soportarlo todo, pero nunca podría tener los labios de Naruto tan cerca y que él no la besara.
Mandándolo todo al traste, apoyó los brazos en su pecho, con cuidado de no golpear el brazo herido de Naruto, y, lentamente los fue levantando hasta llegar a sus mejillas. Naruto sonreía por dentro, era toda una victoria. Volvió a rozarle los labios y se retiró, pero Sakura posó las manos en sus mejillas, lo acercó a ella y lo besó con intensidad y deseo.
Enterró sus manos en el pelo de él, algo que le encantaba desde siempre. Naruto estaba feliz de que al fin hubiera reaccionado, pero él quería una sonrisa que sustituyera a su gesto serio. Así que, mientras la acariciaba por la espalda, y sin separar sus labios de los de ella, comenzó a hacerle cosquillas por la cintura.
Sakura notó las cosquillas al momento, y se separó de Naruto sin poder evitar reírse. Naruto también reía, feliz por verla sonreír.
- Maldición Naruto. – dijo sabiendo que había vuelto a ganarle.
- Já. Lo he conseguido. Y además doble. – le dedicó una sonrisa triunfante.
- La próxima vez no lo tendrás tan fácil. – le adviritió.
Él volvió a acercarla a él agarrándola por la cintura.
- Eso dijiste la última vez y mírate, Cerezo. – ella le hizo burla. – Anda, vamos a practicar esa Danza tuya.
- ¿De verdad? ¿O es otro truco para cuando me de la vuelta? – enarcó una ceja.
Naruto rió y cogiéndola de la mano, salieron de allí.
Por suerte habían podido hacer todo aquello porque no había nadie en El Claro. De haber habido alguien, lo hubiera tenido más complicado y ahora mismo Sakura seguiría haciéndose la dura con él.
Lo que menos quería la gente de por allí era verlos a ellos dando un espectáculo de enamorados como habría dicho Jiraya de haberlos visto. Pero por suerte no los había visto nadie.
---
Sakura, de brazos cruzados sobre su pecho y sentada en el suelo de la sala de entrenamiento, observaba a un Naruto, serio y concentrado, moverse con la espada de madera que usaban en los entrenamientos, mientras realizaba los pasos de La Danza.
- Mal. –dijo regañándole.
- ¿Y ahora qué? – se quejó.
Sakura se levantó del suelo y se acercó a él.
- El pie derecho va más atrás que el izquierdo en este paso. – le dio un puntapié mientras le explicaba. – Además has estado muy rígido en la última parte.
Naruto bostezó.
- Es que estoy cansado, Cerezo.
- Qué excusa más mala. – dijo riendo.
Él sonrió.
- Sabes que no es una excusa, sino una verdad como un castillo.
Ella se limitó a suspirar. Por mucho que lo odiase, debía de admitirlo: ella también estaba cansada. Llevaban allí cinco horas metidos realizando La Danza una y otra vez. Solo habían parado media hora para comer.
Naruto apenas sabía alguno de los pasos, y ella se había pasado toda una hora enseñando cómo se realizaban, con su orden y su duración. El resto del tiempo, Naruto había estado haciendo los pasos sin parar bajo su atenta mirada.
- Vale, lo admito. Yo también estoy cansada. –admitió por fin.
- ¿Cansada? –interrumpió una voz a su espalda. - ¿Qué diablos habéis estado haciendo?
Sakura vio como Naruto sonreía y se dio la vuelta para encontrarse con Kurotsuchi. A ella sí que se la veía cansada. Su pelo negro corto, parecía algo enmarañado por detrás y sus botas estaban cubiertas de nieve del exterior.
A Sakura aquello le extrañó bastante. Tenía entendido que realizaba casi las mismas labores que el resto de los hombres, pero no tenía constancia de que también saliera al exterior de La Mina.
- ¿Qué tal el día de caza? – Preguntó Naruto ignorando su pregunta.
- Pues muy bien, pero agotador como siempre. – respondió ella estirándose. – Al menos las despensas estarán llenas dos semanas más.
Naruto dejó la espada de entrenamiento junto a las otras, colgada en la pared de la izquierda y se acercó a Kurotsuchi.
- Uh, por tus palabras os ha ido genial.
Asintió cruzada de brazos.
- Sí. Tres ciervos, cuatro jabalíes, cinco perdices y nueve conejos. – dijo enumerando con los dedos.
- Oh, espero que los conejos no fuesen toda una familia. – habló Sakura.
Kurotsuchi rió.
- ¡Por supuesto que no! ¿Por quién me tomáis?
- ¿Y los demás? – preguntó Naruto.
La joven se quedó pensativa un momento.
- Pues… creo que entre todos han cazado veinte perdices y diez jabalíes. – contestó tras unos segundos.
Naruto asintió conforme.
- Nada mal. – sonrió. – Como has dicho, para dos semanas da de sobra. Además es un gran mérito teniendo en cuenta que es invierno y cuesta más encontrar a los animales.
Kurotsuchi le dio la razón en eso recordando lo que le había costado encontrar las perdices en medio de tanta nieve.
Sakura se acercó a ella y le dio su espada de entrenamiento, que la joven cogió al instante.
- Os he estado observando un poco y – dijo dirigiéndose a Naruto. – estáis muy verde aún, Naruto.
Naruto hizo una mueca disgustado.
- ¿Por qué no le enseñas cómo se hace, Kurotsuchi? – la animó Sakura.
La joven azabache sonrió de lado como respuesta. Caminó hasta el centro de la plataforma donde entrenaban con las espadas y cerró los ojos.
Durante unos segundos, que Naruto contó como diez, la joven no se movió ni un poco. Entonces, pasados esos diez segundos, comenzó a realizar a la perfección los movimientos de La Danza tal y como Sakura los había creado.
Espada al aire, mientras el pie izquierdo se adelanta, finta y flexión de las rodillas para agacharse. Todo lento, todo a la perfección. Vuelta, giro, aleteo… Se suponía que aquellos movimientos eran lentos, pero Kurotsuchi los estaba realizando cada vez más rápido y a Naruto le costaba seguirla con la mirada.
Entonces, tras unos instantes en los que él ya no podía seguirla, se detuvo haciendo girar su espada por la empuñadura y envainándola en una vaina invisible de su cintura.
- ¿Y? – preguntó mirando a Sakura.
Ella aplaudió.
- Perfecto como siempre. – se volvió hacia Naruto. - ¿Has cogido ya la técnica?
Él, de brazos cruzados, se acercó a ambas chicas.
- Al principio sí, pero luego ha cogido tal velocidad en la ejecución de movimientos que me ha resultado imposible. ¿No se supone que los movimientos deben de realizarse más lentos? Pensaba que de no ser así, se perdía la precisión y se iba todo al garete. – Sakura lo escuchaba atenta y enarcó una ceja. – O eso es lo que tú dijiste ayer, Cerezo. – dijo un poco cohibido ante su mirada.
Las chicas se miraron y rieron entre ellas. Naruto echó la cabeza hacia atrás y resopló. Ahora se sentía como el centro de las burlas de dos mujeres. ¿Qué sería lo próximo? ¿Bufón?
- La Danza es una sucesión de movimientos que comienzan de forma lenta y que poco a poco se van acelerando. Los movimientos están pensados para eso, para que el que los ejecute, al ser alguien más débil o incluso lento en los movimientos habituales de la espada, pueda tener una oportunidad de vencer a su enemigo. – explicó ella tranquilamente. – Si tú, que estás aprendiendo La Danza, empezaras a realizar los movimientos acelerados, sin duda no darías pie con bola y la realizarías mal. – rió. – Kurotsuchi me ayudó a crearla. Y es por eso que ella es capaz de realizar los movimientos rápidos. – finalizó.
Naruto se masajeó la barbilla pensativo.
- Entonces… si aprendo los movimientos, el orden y todo lo demás de la forma correcta, sin equivocarme, ¿podré realizarla como ella? – preguntó señalando a la azabache.
Sakura y Kurotsuchi dieron una respuesta afirmativa a su pregunta.
- Perfecto. – musitó él inclinando el cuello a un lado para estirarse. - ¿Continuamos?
- Ni hablar. – contestó Sakura. – Estoy cansada. ¿Es que tú no lo estás?
Naruto se limitó a esbozar una pequeña sonrisilla que contestó a la pregunta de Sakura. Estaba agotado, sí. Pero aquellas dos le habían dado una pequeña lección y habían conseguido dejarlo callado. Cuando Kurotsuchi estaba realizando los movimientos él se había sentido muy inferior a las dos. Sakura había conseguido inventarse una nueva forma de lucha que combinaba ataque y defensa, algo que a él lo llenaba de un gran orgullo.
Decidieron salir de la sala de entrenamiento después de convencer a Naruto de que con un par de días o cuatro mejoraría lo suficiente y podría realizar La Danza sin problemas, pero que debía ser paciente. Por suerte él podía ser paciente si se lo proponía. Después de tantos años conviviendo con un mago como Jiraya que dedicaba la mayoría de su tiempo a las investigaciones en lugar de a enseñarle, aprender La Danza no podía ser más complicado.
Pensar en magia le transportaba al Bosque y a la cabaña. Le traía recuerdos de sus días allí aprendiendo a dominar la magia. El tiempo en el que él, siendo apenas un niño acostumbrado a los lujos de la vida de un príncipe, había tenido que hacer frente a una vida totalmente distinta en la que no había nada de la anterior. Aprendió a sobrevivir solo – aunque al principio siempre contase con Jiraya – ; aprendiendo a cazar, a recolectar plantas, a hacer fuego, a defenderse de los animales salvajes, a trepar a los árboles… Por su cuenta fabricó su propio arco y sus flechas, practicando por sí mismo hasta lograr disparar una flecha correctamente.
Con Jiraya… Bueno, al principio el mago estaba pendiente de él. Lo cuidaba, lo instruía en el bosque; enseñándole todo lo que sabía… Naruto lo recordaba muy bien. Recordaba como cada mañana, tras al menos una semana después de haber llegado al Bosque, Jiraya lo despertaba antes de que el sol asomara siquiera por las montañas, y lo esperaba afuera para dar un largo paseo – aunque él prefería llamarlo caminata – para mostrarle al chico todo lo que El Bosque ofrecía. Le mostraba las plantas, las hierbas, los árboles, los animales que se dejaban ver… Y poco a poco lo fue dejando solo para que él lograse sobrevivir por su cuenta en el Bosque.
Más tarde, quizá un año después del desastre, Jiraya comenzó a instruirle en esgrima y al mismo tiempo en la magia.
Le habló de su aura, de como la magia era energía que estaba en todas partes y cómo debía usarla. Le mostró el uso correcto de sus poderes, le advirtió lo que nunca bajo ningún concepto debía hacer un mago si no quería que su magia se transformase en pura oscuridad. Jamás debía usar su magia para fines malvados como el asesinato o la destrucción. Su magia debía ser armonía como su aura. Si su magia se volvía oscura, su aura lo haría con él y no podría volver a recuperarse jamás.
“Tu aura es muy grande y desprende muchísima energía, Naruto. Eso fue lo que sin duda me hizo darme cuenta de las cualidades que posees para la magia.” Le había dicho por ese entonces. Y él con gran esfuerzo y perseverancia había conseguido ir aprendiendo poco a poco todo lo que debía aprender todos esos años.
Durante los cuatro primeros años, consiguió dominar los dos primeros elementos. Realizó los dos exámenes y los pasó con éxito ante la atenta y orgullosa mirada de Jiraya, que como su maestro, se sentía feliz por él.
Al cumplir los quince ya dominaba tres de los cuatro elementos principales y era capaz de mezclarlos para crear otros. A pesar de dominar el agua, el aire y la tierra, podía crear hielo, nieve, barro… Pero aún le faltaba un elemento por dominar, el más difícil de todos. El fuego.
El fuego era pura energía y era muy inestable. Su capacidad de concentración debía de ser muy alta para conseguir dominar el fuego. Debía estar en paz consigo mismo, evitar alterarse y permanecer muy relajado en el momento de realizar cualquier hechizo de fuego o en la creación del fuego mismo. Por ello, Naruto no empezó al instante con el elemento nada más acabar el elemento anterior como había sucedido previamente. No.
Jiraya lo educó en el arte de la relajación. Lo enseñó a controlar su respiración, a meditar, a relajarse siempre que lo viera necesario… Volvieron los paseos por el Bosque, pero esta vez no con intención de familiarizarse con él, sino de estar relajado y alerta al mismo tiempo sin alterarse. No le costó mucho, pues cuando aprendió a controlar la tierra, tuvo que aprender a sentir la naturaleza.
Y cuando Naruto, después de al menos un año realizando esos ejercicios, estuvo a ojos de Jiraya preparado, comenzó entonces a aprender el dominio del fuego.
Jiraya era un gran maestro, pero la mayoría de las veces – por no decir todas. - , Naruto tenía que estar tras él para que supervisase sus entrenamientos. Jiraya pasaba casi la mayor parte del tiempo en la cabaña, recolectando plantas o escribiendo y leyendo libros. Un ejemplo claro era el libro de plantas que Sakura con tanto esmero había estado estudiando durante breve tiempo allí en El Bosque.
- Naruto. – lo llamó ella mientras lo abrazaba por detrás de rodillas en la cama.
Él giró la cabeza y un poco el cuerpo mientras permanecía sentado en la cama de espaldas a ella.
- Llevas desde que salimos de entrenar como ausente. Apenas has hablado nada.
- Lo siento. – se disculpó él mientras acariciaba la mano que reposaba en su cintura. – Estaba recordando.
- Recordando… - dijo para que él dijera más.
Pero él se quedó callado y no dijo nada.
- ¿No será preocupación por ese examen? – Naruto sonrió de lado soltando un pequeño suspiro.
- Un poco sí, pero… - dudó un poco antes de contestar. – en realidad solo eran recuerdos que me han venido a la cabeza al verte enseñándome La Danza esta tarde.
Sakura lo besó en la mejilla. Ya no estaba lisa y uniforme como antes, sino que la barba incipiente y rubia comenzaba a brotar. El pensamiento de ella afeitándolo le vino a la mente como un rayo y sonrió antes de separarse de su cara.
- ¿Querrás compartir alguno de esos recuerdos conmigo? – preguntó con suavidad. Sabía que él era reservado y quizá no querría decirle nada.
Pero se equivocó esa vez, pues Naruto, después de emitir una leve y agradable carcajada suave, se tumbó en la cama y la invitó a acercarse a él. Ella se tumbó a su lado y se apoyó en su hombro, Naruto la rodeó con su brazo atrayéndola a él.
Y comenzó a narrarle a la joven cada detalle de su infancia en el Bosque. Palabra por palabra, hecho por hecho… Sakura lo escuchaba atenta y maravillada a la vez. Y muy contenta de que Naruto se abriera a ella de aquella forma, sabiendo lo reacio que era a hablar de su pasado.
Poco a poco la imagen del Naruto adulto que la abrazaba en la cama, que la acariciaba mientras le hablaba, fue desapareciendo; y en su lugar apareció la imagen de un Naruto pequeño que correteaba entre los árboles, que trepaba por ellos… Un niño de despeinados mechones rubios, con una dulce mirada azul y una cálida sonrisa que podía derretir cualquier corazón, – y que el Nauto adulto conservaba. – fabricaba su propio arco, aprendía a cazar, esgrima… Un niño que aprendía a explotar su potencial oculto para la magia junto a un mago que le enseñaba cómo hacerlo.
Y poco a poco la imagen se iba transformando y los rasgos del niño se iban haciendo más adultos. Pero su fuerte carácter, su sonrisa cálida y sus ojos no cambiaba en absoluto y permanecían tal y como habían sido en el niño.
Y ese joven de mirada dulce y sonrisa cálida se acercaba a ella y volvía a rescatarla en aquel Bosque.
Naruto los arropó a los dos con la manta de piel, mientras observaba a la joven de cabello rosa que yacía profundamente dormida junto a él y con una pequeña sonrisa en su rostro.
Él sonrió besando su frente.
- Te he contado todo eso a ti, Cerezo, y solo a ti. – susurró en la oscuridad. – Nadie más a excepción de Jiraya sabe cómo pasé mi infancia. Quizá Tsunade sepa algo, pero es nada comparado con lo que ahora tú sabes de mí. – le acarició la mejilla, le apartó el pelo que caía sobre su frente... – Ojalá me dejase de tantas dudas y tonterías… y fuese lo suficientemente osado para decirte lo que lleva días dándome vueltas en la cabeza. – se maldijo a sí mismo mientras no dejaba de acariciar la piel de la joven.
Suspiró para sí antes de volver a apoyar la cabeza en la almohada y cerrar los ojos para quedarse por fin dormido.
Los días pasaron rápidamente y llegó el fatídico día, para desgracia de Naruto, que debía realizar el examen del elemento fuego tal y como le había dicho Jiraya.
Naruto no había hecho otra cosa que practicar, practicar y practicar. Incluso decidió dejar el aprendizaje de La Danza hasta después de haberse examinado del elemento fuego porque sabía que si realizaba ambas cosas, suspendería y no podría utilizar nunca a Vulpes Glacies.
Sí, ese había sido el nombre que le había puesto a su espada. Que en el lenguaje antiguo significaba algo así como “zorro de hielo”. Sakura le dijo que el nombre no le iba mal dado el aspecto que poseía la espada. Y él tras mucho pensarlo al final optó por dejarle ese. Además parecía que a la espada le gustaba su nombre, porque emitió un leve resplandor cuando él, que la portaba en sus manos, dijo su nuevo nombre en voz alta.
Al principio había sido un problema practicar los hechizos en La Mina. Su primer pensamiento fue la sala de entrenamiento, pero el fuego era un elemento muy furioso y descontrolado y, qué demonios, muy peligroso. Así que no le había quedado más remedio que salir afuera con el frío y la nieve.
Decidió que lo mejor sería no alejarse mucho de la mina y se quedó en el bosquecillo de los alrededores a practicar allí.
Al principio Sakura lo había acompañado, pero no había aguantado mucho tiempo con aquel frío y había tenido que regresar a la Mina.
Naruto lo comprendía perfectamente. Él estaba acostumbrado a aquel frío después de pasar tantos años viviendo en El Bosque y sintiendo en sus propias carnes cada estación. Aunque el invierno era sin duda la peor de todas, y sobre todo en aquella región. Pero a él, que era de Aquo, la región más fría que había, no le había costado demasiado acostumbrarse al frío. Estaba acostumbrado al frío y no era apenas nada.
Así que, él practicaba en el paisaje pintado de blanco, con los copos de nieve cayendo sobre su capa, soportando el frío; mientras Sakura permanecía dentro. Ella por supuesto salía en ocasiones para comprobar cómo se encontraba Naruto, a llevarle agua y comida… Normalmente acompañada por alguien más. Como Shikamaru, Kiba, Tenten o Kurotsuchi, que eran los más habituales.
Su brazo estaba prácticamente curado gracias a los cuidados de Tsunade y podía realizar los hechizos con toda su capacidad. La nieve, que podía llegar a ser un obstáculo a la hora de concentrarse, no lo limitó para nada a la hora de realizar cada hechizo.
Con el paso del tiempo, y al estar siempre en el mismo lugar, la nieve que había a su alrededor, y que en un principio simplemente estaba removida o formando enormes dibujos con huellas y demás, acabó derretida por culpa del fuego que él producía en cada práctica.
La tierra, esa tierra que hacía semanas que no veía, se le había mostrado tan cálida y bonita. La hierba del suelo, que estaba oculta por la nieve, podía visualizarse en aquella zona derretida, y que Naruto, con un movimiento manual y tras pronunciar unas palabras mentales, había hecho crecer un poco más.
Y luego la había vuelto a tapar con la nieve para que en un descuido no la destruyese con su fuego.
Se detuvo en aquel lugar junto a Jiraya. El mago le había dicho aquella mañana nada más acabar de desayunar que su examen tendría lugar en el bosquecillo de los alrededores. Pequeña fue su sorpresa al ver toda la nieve de aquel lugar removida y prácticamente derretida por algunas zonas. No le costó mucho deducir dónde había estado Naruto aquellos días.
Aquel día el viento parecía haberse retirado y todo estaba en calma, pues no nevaba tampoco. Eso era perfecto para hacer el examen. O así lo pensó Naruto nada más poner un pie fuera de la Mina. Grande fue su alegría al ver que no soplaba ni una sola ráfaga de viento ni caía tampoco nada de nieve. Aunque sí hacía frío y se había tenido que recolocar su capa un poco más.
- Bien, Naruto, no hace falta que te explique nada, ¿verdad? – preguntó deteniéndose en el centro del lugar.
- Repasemos por si se me olvida algo. – pidió el joven.
Jiraya negó con la cabeza pensando en que aquel joven no tenía remedio.
Solo estaban ellos dos solos allí fuera. No habían permitido a nadie más acompañarles, ni siquiera a Sakura a pesar de haber insistido. Pero lo que menos querían era que hubiera heridos. Nunca se sabía con el fuego. Aquello ya no eran prácticas o entrenamientos como los del Bosque, sino un examen.
- Bien. Durante el examen deberás realizar todos los hechizos que veas convenientes. Yo juzgaré si estás listo o no, es decir, si has pasado la prueba. – explicó paseándose por el suelo nevado. – En el caso de que la pases, serás un mago por fin, pero por supuesto aún te quedará mucho por aprender. – Naruto permaneció serio mientras lo escuchaba. – No hace falta que te diga que no puedes utilizar nada que no sea fuego. En el momento en el que uses cualquier hechizo que no sea de fuego, no dudaré en dar por acabada la prueba y por supuesto estarás suspenso. Ah, una cosa más – Naruto dio una pequeña patada en la nieve levantando un poco. – esta prueba no es como las otras, es peor. Con esto quiero decir que puedes morir. – Naruto apretó los labios. - ¿Queda todo claro? – preguntó mirándole con su mirada más severa.
Naruto afirmó serio en sin moverse de su lugar.
- Pues… ¡qué comience la prueba! – gritó.
Todo a su alrededor se desvaneció a una gran velocidad dejándolo en la más completa oscuridad. Se concentró para no perder la calma ni un poco, pues sin duda aquello era parte de la prueba. Cerró los ojos y simplemente se centró en respirar tranquilo. Poco a poco sus sentidos se agudizaron y aunque la vista no le serviría de mucho en aquella oscuridad, el oído sí.
Al principio, tras unos minutos en la profunda oscuridad, no sintió nada. Pero, al cabo de un pequeño lapso de tiempo lo escuchó. Parecía el sonido de un fuego. Un fuego que se oía cada vez más y más cerca.
Naruto permanecía con los ojos cerrados, concentrado y atento a cualquier cambio, por lo que cuando al fin notó el calor cercano a él y el resplandor en sus párpados, dio un salto hacia atrás esquivando una llamarada de fuego que iba directo a él, y abrió los ojos.
Frente a él había una forma de aspecto humanoide y de fuego, que lo miraba con una cara que era una llama con dos orificios como ojos y un enorme agujero más abajo que no era otra cosa que la boca. Al ser fuego, se agitaba en todas direcciones sin control alguno. No era más alto que él, incluso parecía ser él mismo.
El hombre de fuego abrió su boca y dejó salir una enorme llamarada en dirección a Naruto, que la paró con sus manos desnudas absorbiéndolas. Pero la cosa no acabó ahí, el extraño ser avanzó hacia él e intentó atraparlo entre sus ardientes brazos. Naruto lo rehuyó en el último momento y le lanzó una fuerte llamarada en toda la cara, pero eso fue simplemente un regalo para el otro, pues apenas sintió nada, ya que avanzó hasta Naruto una vez más y lo golpeó en la cara.
Él rodó por la tenue oscuridad de lo que supuestamente era el suelo mientras se tocaba la mejilla donde el hombre de fuego lo había golpeado. Notaba como su piel había sido quemada, aunque tal vez se tratase de una quemadura minúscula y que no sería muy complicada de curar.
Le dolía mucho.
Había perdido la cuenta del tiempo que llevaba luchando contra aquel ser, y no había conseguido derrotarle. Ni siquiera un rasguño o alguna herida había logrado producirle en su forma de fuego. No pensaba darse por vencido. Ni hablar, eso no entraba en sus planes. Pasaría ese examen y se convertiría en un mago por fin después de tantos años. Solo tenía que derrotar a ese tipejo en llamas, salir de esa extraña dimensión y sería un mago consagrado.
El problema era, ¿cómo demonios derrotaría a ese ser? El fuego contra fuego era inútil. Cuanto más fuego le lanzaba, más fuerte se volvía, y él ya jadeaba cansado de huir, esquivar y absorber el fuego que le lanzaba. Además estaba cubierto de quemaduras. Su ropa estaba prácticamente quemada y hecha jirones y tenía varias quemaduras en ambos brazos y en una pierna, al igual que la de la mejilla.
Jadeando, esquivando, devolviendo los golpes de fuego, Naruto seguía pensando en cómo librarse de él.
- “Oh vamos, piensa, Naruto. Tiene que haber algo que se te escapa.”
El ser de fuego le dio una patada en el estómago y lo tumbó al instante. Naruto intentó levantarse, pero ya no le quedaban fuerzas y le dolía todo el cuerpo por el cansancio y las quemaduras.
Jadeando, sofocado y con un gran dolor por todo su cuerpo, observó como el ser de fuego se aproximaba a él. Se había acabado. Hasta allí había llegado su vida. No podría recuperar su reino, no podría volver a ver a Sakura, ni a Jiraya ni a los demás… Y nunca le diría a Sakura lo que llevaba días tomando forma en su cabeza.
Decidió que, si iba a morir, lo haría de la forma más tranquila posible, sin alterarse ni un poco. Así que dejó de intentar levantarse y comenzó a respirar más tranquilo, cerró los ojos y esperó a la muerte.
Pero nunca llegó. Naruto abrió los ojos solo para encontrar al ser de fuego arrodillado frente a él y mirándolo con esas cuencas vacías y de fuego. Naruto logró levantarse y sentarse en la oscuridad mirando al extraño ser.
Aparentaba tranquilidad y para nada parecía esa fuerza furiosa que hasta hacía escasos minutos lo estaba atacando sin piedad.
Entonces Naruto lo comprendió. Ese ser estaba hecho de fuego, y el fuego era violento por naturaleza y muy difícil de controlar, pero con calma, dedicación y cuidado, podía controlarse. Lo había estado atacando sin compasión y con mucha intensidad hasta que él había decidido relajarse y calmarse. Entonces el ser se había acercado a él calmado. Calmado porque había sentido la calma en Naruto y antes solo había sentido en él violencia.
En eso consistía la prueba, en controlar al fuego, no en destruirlo.
Naruto sonrió feliz. Elevó con dificultad una mano, y sin miedo, tocó la cabeza de la forma humanoide.
Y todo a su alrededor volvió a ser como antes. La luz regresó a sus retinas, el aire frío del invierno inundó sus pulmones y pudo percibir el tacto frío de la nieve en su trasero. El ser de fuego ya no estaba por ninguna parte, había desaparecido junto con la dimensión de la prueba.
Sin poder evitarlo, se tambaleó hacia delante, mareado del esfuerzo físico. Jiraya lo cogió antes de que lograra tocar la nieve. Él lo vio dedicarle una pequeña sonrisa mientras lo acomodaba en su regazo como cuando era un crío.
- Lo has conseguido, Naruto. – le dijo eufórico. Un gran orgullo en sus ojos fue lo último que vio Naruto antes de desmayarse.
Hasta otra
Ean95- Aprendiz
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En El Gran Bosque.
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
wua.....
que genial.....se pondra mas interesante, verdad?
aunque siempre me dejas KYO...
ya quiero ver que pasa.
espero la conti....
Saludos!!1
que genial.....se pondra mas interesante, verdad?
aunque siempre me dejas KYO...
ya quiero ver que pasa.
espero la conti....
Saludos!!1
Miu Misaki- Clan Seiryuu
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Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
excelente capitulo ya quiero ver a naruto entrenando con la espada además siempre nos dejas con una duda en cada continuación esta vez es que quiere decirle naruto a sakura que lo tiene tan inquieto, por favor no demores la continuación todavía falta que resuelvas muchas cosas además de que quiero que ya se vengan las peleas .
aduzumaki- Sennin
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