Últimos temas
That's not me
Always NaruSaku
Lalala ~~
Diseñadores
Consejo de Escritores
Clanes Celestiales
La skin ha sido codificada y maquetada por Odxy para el foro NaruSaku. Las imágenes usadas no nos pertenecen, han sido realizadas por diversos artistas y las diseñadoras solo las han editado. Agradecimientos a todo el grupo de diseño por las nuevas imágenes utilizadas. También a LaufeysonSister y Pyrite Wolf de OSC porque sin sus tutoriales la mitad de las cosas que se han hecho en este foro no habrían sido posible.
El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
+14
Miu Misaki
Cami
dani2000mxdx
aduzumaki
Ocaso7
mairys-chan
ShinseinaUzumaki
Naoko-Chan
sakura haruno
Oni
fabrevans
belivexangel1
kumiko
Ean95
18 participantes
NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic :: FF Cerrados
Página 5 de 5.
Página 5 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
genial ya quiero el proximo capitulo sigue asi
Ryukaru- Clan Seiryuu
- Mensajes : 515
Edad : 29
Estudiando,pensando y diseñando XD
7925
Posesiones :
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Hola, chicos ^^ Gracias por vuestros comentarios y os agradezco la paciencia por la espera.
Y en cuanto a la duda de Naruto... No es muy difícil suponer cuál es jijijiji.
Siento que vaya tan leeenta la trama, pero está todo planificado así xD La parte buena es que pronto vendrán las peleas, que sé que eso es lo que queréis.
BYE!
Y en cuanto a la duda de Naruto... No es muy difícil suponer cuál es jijijiji.
- Capítulo 22:
- Un viento frío inundó todo su cuerpo haciendo que se removiera en su asiento tras el escalofrío que le había provocado. Y lo supo nada más sentirlo. Su tío había vuelto a Itenwer.
No perdió tiempo, y en menos que canta un gallo, ya estaba frente a él.
Su pelo negro como el carbón, a juego con esa mirada fría, oscura y distante, parecía más largo y tapaba la mitad de su rostro. Sus ropas iban a juego con esa actitud tan frígida y distante que él poseía y que tanto había agregado Sasuke a su propia personalidad tras tantos años a su lado. El rojo, de la sangre más oscura que podía existir, le sentaba como un guante a la par del negro de su capa de viaje, adherida a su figura imponente y temible. ¿Algún día dejaría de sentir ese leve temor a su tío y lo vería como un igual? Sasuke no estaba del todo seguro.
- Hola, Sasuke. – lo saludó con ese tono de voz ascendente y grave.
- Tío. – se limitó a saludar él mientras bajaba del trono y hacía una reverencia. - ¿A qué debo vuestra visita? – preguntó acercándose a él. – Permíteme que te recojan la capa.
Llamó con la mano a un par de criados, pero Madara lo detuvo con un gesto.
- No será necesario, no me quedaré mucho tiempo. – dijo-. Solo serán diez minutos como mucho, Sasuke. ¿Pueden dejarnos solos tus criados? – fue más una orden que una sugerencia.
Tras ordenar a los criados que se retirasen de la sala del trono, Sasuke volvió a prestar atención a su tío, que miraba por el enorme ventanal que había tras el trono.
El castillo había cambiado mucho desde que él era el rey de Itenwer. La calidez y la armonía que reinaban antaño, habían sido sustituidas por frialdad, mucha frialdad. El castillo pasaba la mayor parte del tiempo a oscuras. Las cortinas, que en el pasado siempre estaban abiertas, ahora permanecían cerradas y la única luz que se permitía el castillo era la de las antorchas que decoraban las paredes.
Los criados temían no hacer algo bien, pues Sasuke era una persona que se caracterizaba por los castigos y las torturas. Bastaba con una bandeja se cayera al suelo, un cuadro mal colocado o un filete poco hecho para que Sasuke perdiera los estribos y se desquitase con el que él considerase el culpable.
Los cuadros habían sido reemplazados. Las paredes ahora mostraban escenas oscuras, toscas figuras de demonios, calaveras… Muchos evitaban mirarlas por temor a los extraños seres que había en las pinturas.
- ¿Sasuke, no has notado nada raro últimamente por aquí? – le preguntó sin rodeos.
Él negó.
- No sé de qué me sorprende. – dijo con desdén mientras se sentaba en el trono. - Pensaba que ibas mejorando esa capacidad tuya, pero aún te queda mucho, sobrino.
Sasuke se limitó a tragar saliva.
- Han llegado a mis oídos rumores. – se limitó a decir apartándose el pelo de la cara.
- ¿Rumores…?
- Y de lo peor para mis planes, Sasuke. – parecía enfadado por su tono. – Te lo voy a dejar muy clarito. Dejé pasar lo de la princesita y me juré a mí mismo que sería lo último.
Sasuke prefirió permanecer callado antes que decir cualquier cosa y que su tío se enfureciera más.
- Sasuke, en este castillo hay espías. Y en Aquo unos tantos también. – Sasuke se sorprendió al escuchar eso. - ¿Sorprendido? – enarcó una ceja y sonrió. – Lo que he dicho, no te enteras de nada.
“Al parecer hay un pequeño ejército que pretende hacerme frente dentro de un tiempo… pongamos que tal vez como muy tarde un mes o dos; que será cuando tenga todos los cristales que necesito. – apretó el puño y sonrió de una forma despiadada. –Pues bien, querido Sasuke, ese pequeño grupo de gentuza tiene a unos pocos de caballeros a su servicio que también están al nuestro. Les pasan información desde dentro, y como puedes comprender, no pienso seguir permitiéndolo más tiempo.
- ¿Qué quieres que haga? – preguntó Sasuke nervioso. Su tío con su sola presencia conseguía ponerlo así.
- Que averigües quién o quiénes son los espías por supuesto. – contestó con evidencia. – Espero que seas capaz de hacerlo. – se levantó del trono. – Empiezo a pensar que hice mal en elegirte a ti por encima de Obito.
- Obito te traicionó también. – escupió Sasuke.
Madara soltó una carcajada.
- Cierto, y está muerto. – miró a Sasuke con sus ojos distantes y el joven creyó ver en ellos una enorme advertencia. – Además hay otra cosa aún más importante. – dijo lentamente.
Sasuke esperó a que su tío hablase.
- Naruto. – pronunció el nombre en un susurro que hizo estremecerse a Sasuke.
- ¿Naruto? – preguntó sin saber muy bien qué quería decirle.
Madara entornó los ojos y juntó las manos en su regazo.
- Eso he dicho. Naruto. Resulta que está vivo.
- ¿Qué? ¡Pero eso es imposible, murió hace diez años!
Madara se levantó del trono y caminó hasta Sasuke y se detuvo frente a él. Puso sus manos detrás de la espalda. Su expresión seria y serena no cambió en ningún momento.
- Al parecer ese chico se las arregló para escapar. Y al final resulta que el mago que vivía en el bosque no era otro que él. – comenzó a pasearse por la habitación.
- ¿Mago? ¿Naruto es un mago?
- Según el superviviente del bosque sí. Y no solo eso, sino que también es un buen espadachín. – volvió a detenerse y miró a Sasuke. – Naruto le cortó la cabeza a Kisame.
Sasuke se quedó sin palabras. “¿A Kisame?” pensó.
Sabía por experiencia propia que ese tipo era uno de los seres más sanguinarios que estaban bajo las órdenes de su tío. Y era imbatible y muy fuerte. Y su tío acababa de decirle que Naruto lo había matado.
- Es imposible. – dijo.
- No lo es. – se limitó a decir Madara. – Tú encárgate de encontrar a esos espías y no hagas otra cosa. El tema de tu primo no tiene por qué importarte lo más mínimo. Naruto es problema mío.
Se colocó bien la capa y se dio la vuelta para mirar a Sasuke.
- Más vale que no me falles, Sasuke. – le dijo. – Te lo vuelvo a repetir, dejé pasar lo de la chica y me juré que sería lo último. – levantó un dedo en el aire con gesto amenazante. – No habrá una próxima. Nos vemos pronto.
Y tras esa amenaza, desapareció como había venido. Sasuke consiguió al fin respirar más tranquilo.
Volvió a sentarse en el trono, cruzado de brazos y se quedó abstraído.
El día que Sakura había huido por segunda vez del castillo, Madara apareció como una tempestad, muy enfadado y a punto de arrancarle la piel a tiras. Fue el momento en el que Sasuke más había temido por su vida.
Al final, no sabía cómo, Madara le había perdonado una vez más la vida. Bueno, en realidad sí que lo sabía. Para Madara él era alguien imprescindible en su plan. En el momento en el que dejase de serle útil, no le importaría para nada si vivía o moría. Y parecía que ese día había llegado por el tono de voz que el brujo había empleado en su ultimátum antes de marcharse de allí.
Un ejército que iba a por su tío, espías… Todo aquello estaba tomando un rumbo bastante inquietante. ¿Quién iba a pensar que se iba a crear un ejército para derrocar a su tío? Bueno, y a él. Porque si iban a por su tío y sus planes, también irían a por él. De eso no había duda alguna.
Y luego estaba Naruto. Madara le había dicho que no se preocupase por él, que no era su problema. No era su problema, pero era inevitable pensar que no lo fuera. Su tío había dejado escapar un pequeño detalle al descubrir que Naruto era el mago del bosque; y ese no era otro que Sakura.
Si Naruto era el que había estado ahuyentando a los caballeros que el Rey enviaba a buscar a su hija, eso quería decir que él había sido el que la había estado cuidando y no Jiraya como su tío había pensado en un principio.
Eso también explicaba que Sakura supiese luchar y coger una espada. No se le había olvidado la paliza que les había dado a Juugo y Suigetsu, este último no había vivido para contarlo, pero Juugo sí y lo que contó no eran precisamente maniobras de una chiquilla asustada que se defendía al azar. No. Sakura sabía pelear perfectamente.
Y otra cosa aún más importante, estaba seguro que esos dos tenían algún lío amoroso. Solo era una ligera sospecha que podría ser o no ser cierta, pero que no dejaba de formarse en su cabeza.
Tenían edades similares, Sakura lo había rechazado a él de la peor forma y argumentando que odiaba a los chicos como él. Teniendo en cuenta que Naruto era todo lo contrario a él, si es que no había cambiado demasiado como en el recuerdo de cuando eran niños, no era tan difícil imaginarse a Sakura enamorada de él.
Todas las ideas se unían formando una enorme red como si de una telaraña se tratara. Y era horrible.
Debía ignorar, por mucho que temiera a su tío, que el problema de Naruto no era el suyo. Naruto también era su problema desde el momento en el que él había conocido a Sakura y ella lo había rechazado.
Sonrió de lado y apretando el rostro en una mueca terrorífica.
- Esto se va a poner interesante. – dijo a la sala vacía. – Por lo pronto me encargaré de encontrar a esos espías y de aniquilarlos.
Naruto notaba una enorme jaqueca mientras abría los ojos. Lo primero que había notado al despertar había sido que se encontraba acostado en una cama, tapado hasta las cejas y casi sudoroso.
Lo último que su subconsciente recordaba era el rostro de Jiraya con una sonrisa de orgullo y luego todo negro. ¿Se había desmayado?
Se quitó la manta que le cubría la cabeza y notó como todo su cuerpo estaba tirante y magullado. Le dolían todos los músculos y notaba un picor en sus brazos, piernas y el peor de todos, en la mejilla.
No tardó en acostumbrar sus ojos a la penumbra en la que estaba sumido, y en darse cuenta de que estaba en su habitación de La Colmena.
La habitación estaba sumida en una leve oscuridad, que como siempre, era invadida por la enorme cantidad de velas desparramadas por todas partes.
El aire olía a flores, y eso le extrañó, ya que no era algo habitual en su habitación.
Cerró los ojos frotándolos al mismo tiempo y notó que también le dolían. ¿Qué diablos le había pasado para encontrarse tan mal? Él no solía enfermar con facilidad, por no decir que hacía años que no se resfriaba o algo peor.
- Ah, ya estás despierto. – giró la cabeza al instante. Reconocería esa voz en cualquier parte.
- C... Cerezo… - se calló, también le dolía la garganta al hablar y la notaba seca.
Sakura percibió la mueca de dolor que se dibujó en el rostro del joven al instante, y el esfuerzo que hizo por no seguir hablando.
Echó agua en un vaso y se lo tendió a Naruto para que bebiera. Él apuró el contenido en un segundo.
- ¿Mejor? –preguntó ella.
- Sí. – respondió él devolviéndole el vaso. - ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy en la cama y tan cansado? Noto que apenas puedo moverme, me duele todo el cuerpo. – dijo incorporándose con dificultad y consiguiendo sentarse en la cama.
- ¿No te acuerdas? – preguntó ella. Naruto negó con la cabeza. – Naruto hiciste el examen y lo aprobaste. Pero debido al esfuerzo físico y… mental, llevas casi dos días durmiendo.
Naruto entonces lo recordó todo. Los días de entrenamiento preparándose para el examen, la explicación de Jiraya, el extraño ser de fuego, la dimensión… Y la cantidad de heridas sufridas, en su mayoría quemaduras. El ser humanoide se había desquitado bien con él.
Pero Sakura había dicho que había aprobado, por lo que era un mago con todas las letras y no un simple aprendiz.
“Enhorabuena, Naruto, lo has conseguido” – recordó las palabras de Jiraya.
Eso significaba que al fin podría empezar a entrenar con “Vulpes glacies” sin problemas.
- Aprobé… - dijo en un murmullo apenas audible. – APROBÉ Y YA SOY UN MAGO. – Gritó de júbilo alzando los brazos. – ¡AY!
- Naruto, no hagas esos movimientos, aún estás débil. – lo riñó ella.
Naruto aún notaba los picores por su piel, y fue a rascarse la mejilla cuando la mano de Sakura, con un pequeño tortazo, se lo impidió.
- Cerezo, ¿pero qué…?
- No te toques la cara. – le advirtió. – Ni los brazos, ni las piernas y tampoco en el estómago.
- Qué. ¿Por qué? – inquirió mientras apartaba la manta para mirarse el estómago. No había notado que estaba desnudo de cintura para arriba.
Pudo comprobar con sus propios ojos que el motivo de sus picores no era otra cosa que un extraño ungüento de color verde, aunque un verde bastante asqueroso, que le cubría parte del estómago. De hecho, si no recordaba mal fue ese uno de los lugares donde el humanoide de fuego lo hirió.
- Tsunade te ha estado aplicando un sorprendente ungüento. Y digo sorprendente porque te está curando las quemaduras en segundos. – explicó Sakura.
- Pero es que pica muchísimo. – se quejó.
Sakura bufó. Ahí estaba el Naruto niño otra vez, quejándose porque le picaba algo que lo estaba ayudando a curarse.
- Bueno, creo que ya podrás tocarte la cara al menos. – meditó ella. – Hace un buen rato que…
Naruto no esperó a que terminase de hablar, pues ya se estaba rascando la cara como un poseso.
- Maldición, Naruto. – suspiró ella apartándole la mano de la cara. – Podrías rascarte más tranquilo, vas a abrirte otra vez la quemadura si sigues rascándote de esa forma. – le alzó la barbilla para apreciar mejor a la luz la mejilla quemada. – Ya la tienes mejor. Muchísimo mejor además. – la acarició con suavidad.
Naruto entrecerró un ojo ante el contacto de su mano en la mejilla herida. Le dolía un poco y notaba una leve molestia punzante.
- ¿Te duele mucho? – le preguntó ella apartando la mano rápidamente al ver su expresión.
- Solo un poco, Cerezo.
Naruto bostezó. A pesar de haber dormido tanto seguía cansado y el dolor de cabeza no se iba. Era como si alguien le estuviera golpeando las sienes constantemente sin parar. Una, otra y otra vez.
Se llevó las manos a las sienes y comenzó a masajearlas con los dedos lentamente y con pequeños movimientos circulares.
Sakura, al verlo, dedujo que le dolía la cabeza y apartándole las manos por segunda vez en menos de cinco minutos, continuó ella con el masaje.
Al ver como la miraba Naruto, ella simplemente sonrió.
- No me mires así, solo cuido de ti.
- Pero no tienes por qué.
- Claro que tengo un porqué. – se defendió ella. – Además tú cuidaste de mí, es lo menos que puedo hacer ahora, ¿no?
Naruto no habló. No dijo nada porque sabía que ella tenía razón en lo que había dicho. Era justo que ella lo cuidase ahora que estaba “indispuesto” como él había hecho otras muchas veces por ella.
Sakura sonrió levemente. Sonrisa que no paso desapercibida para Naruto.
- ¿Y esa sonrisita? – preguntó él curioso.
- Nada. Es que estaba pensando que los papeles se han invertido. – respondió casi riendo. – Antes era yo la que estaba siempre herida o enferma y ahora, bueno, eres tú.
Naruto pasó las manos por su cintura atrayéndola a él.
- Cerezo, puedes dejar de masajearme la cabeza, ya me encuentro mejor.
- ¿Seguro? – preguntó ella notando como deslizaba una de sus manos por debajo de la ropa acariciándole la espalda.
Naruto no contestó, en lugar de eso comenzó a besarla con anhelo. Ella pasó sus brazos por detrás de la nuca del joven profundizando el beso al mismo tiempo.
No recordaba la última vez que habían estado solos. Parecía ser una eternidad ahora mismo. Entre las prácticas para el examen, ella perfeccionando La Danza y enseñando a otros, el trabajo de la mina, que aunque no quisieran debían realizar como los demás… apenas habían coincidido los últimos días. Y por la noche, él llegaba bastante tarde y ella ya estaba dormida siempre.
Sakura se separó de sus labios cuando la cosa ya estaba yendo a mayores. No es que ella no quisiera que continuasen besándose y tocándose como hacía tanto tiempo que no hacían, pero podría entrar cualquiera preguntando por él y no le apetecía que los descubrieran haciendo cosas que no estaban bien vistas durante el día.
- Naruto… - él comenzó a besarla por el cuello. – Naruto… - le temblaba la voz. – ¡Maldición, Naruto! – lo agarró de las mejillas obligando a que la mirase. – Para, podría venir cualquiera.
- No me importa. ¿Sabes lo mucho que he extrañado besarte estos días? Tocarte, abrazarte, mimarte… - bufó y enterró la cara en su hombro. – No volvamos a estar tanto tiempo separados, Cerezo.
Ella sonrió y le acarició el pelo.
- Pero si nos hemos visto todos lo días. – dijo riendo.
- No como era debido, Cerezo. Y lo sabes. – levantó la cabeza para mirarla a los ojos.
Y recordó lo que tantos días llevaba rondándole la cabeza. Incluso recordó haberlo pensado mientras estaba haciendo el examen, cuando creyó que el humanoide de fuego lo calcinaría sin miramientos.
Él no era un cobarde. Le diría a Sakura por fin lo que tanto tiempo se había guardado. Solo había una respuesta a su pregunta, bueno dos. Pero no era tan difícil preguntarlo, ¿no?
- Oye… - comenzó. – es que llevo un tiempo pensando algo y… bueno, quería compartirlo contigo. – se revolvió el pelo, señal inequívoca de que estaba nervioso.
Sakura notó su nerviosismo y esperó pacientemente a que acabase de decirle lo que fuera.
- No pensé que fuera tan difícil… Bueno, ¡qué diablos! Claro que he pensado en ello. – balbuceó aún nervioso.
- Naruto, me estás asustando.
- Es que… bueno, tú… y yo… - dijo señalándolos a ambos mientras hablaba. – Cerezo, lo que intento decirte es que…
- ¡Vaya! Ya estás despierto, muchacho. – Naruto cerró los ojos y suspiró con resignación.
Jiraya se abrió paso por la habitación y en dos zancadas llegó hasta la cama donde estaban ambos jóvenes aún abrazados.
- Veo que no perdéis el tiempo. – les sonrió con una pequeña mueca lasciva y alzando una ceja.
Sakura se separó de Naruto al instante y se levantó de la cama adecentándose un poco la ropa.
- ¡Cállate, Jiraya! – le dijo Naruto lanzándole una almohada.
El mago la cazó al vuelo mientras reía a carcajadas.
- Y yo que venía a ver cómo estabas. ¡Serás desagradecido!
Sakura lanzó a Naruto una mirada severa y puntual que Naruto interpretó como “Te lo dije. Te dije que alguien vendría”. Tuvo que contener una pequeña sonrisa que casi se les escapa
- Bueno chicos, yo me voy. – dijo. – Os veo luego.
- Hasta luego, Sakura. – la despidió Jiraya.
Sakura se marchó dejando a ambos magos en la sala tenuemente iluminada. Jiraya se sentó en la cama junto a Naruto y le pasó una manzana que traía escondida bajo la túnica.
- Pensé que tendrías hambre. Estoy seguro que Sakura se encargará de traerte algo de comer, pero un tentempié no viene mal. – Naruto cogió la manzana agradecido. – Bueno, ¿hablamos?
- Para eso estás aquí, ¿no? – preguntó él mordiendo la manzana.
Jiraya soltó una pequeña carcajada.
- Claro. – admitió. – Ya eres un mago, así que he dejado de ser tu maestro, Naruto.
- Tú siempre serás mi maestro, Jiraya. – le dijo sonriendo.
- Gracias por eso. – le devolvió la sonrisa. – Lo que quiero decir es que lo siguiente ya es cosa tuya, Naruto. Si quieres perfeccionar tu magia, tendrás que hacerlo solo.
Naruto le dio otro mordisco a la manzana. Estuvo callado unos minutos mientras masticaba y al fin tragó.
- Entonces…
- Sí. – confirmó Jiraya. – Estás solo con Vulpes Glacies. Yo ya te he enseñado todo lo que sabía.
- No es así, seguro que aún te queda mucho por enseñarme.
- Lo siento, Naruto, así son las normas.
Naruto bufó. Las normas, las estúpidas normas. Jiraya siempre se había regido por las normas o reglas de la orden mágica. Eran unas cuantas reglas que todo mago debía seguir sin discusión alguna.
En el tema del maestro- aprendiz; un mago podía acoger a cualquiera con suficiente poder mágico para instruirle en las artes mágicas y debía enseñarle todo lo necesario hasta completar todos sus estudios. Hecha la última prueba o examen, el aprendiz pasaba a ser un mago con todas sus letras. No llegaba a tener el rango de maestro, pues para eso debía poseer cierto grado mágico, pero era un mago consagrado.
Cuando el aprendiz se convertía por fin en mago, el maestro dejaba de serlo y no podía intervenir en los asuntos del nuevo mago. El nuevo mago debía aprendiendo solo todo lo que desease aprender, y así aumentar sus poderes.
Era una soberana tontería aquella regla. Y Jiraya acataba cada norma con total seriedad. Podía ser algunas veces un poco vago a la hora de enseñarle lo que fuera, pero nunca se había saltado ninguna norma. En ese sentido era la persona más seria del mundo.
- Está bien, no puedes enseñarme más, pero nada te impide asegurarte de que voy por buen camino, ¿verdad? – preguntó.
- No… pero… No. - admitió apocado.
Naruto sonrió contento.
- ¡Genial! Entonces espero que vigiles mis progresos en solitario. – le dijo con un guiño y una sonrisa.
Jiraya le revolvió el pelo como si fuera un niño pequeño.
- No te pases de listo, señor mago. – bromeó.
Sakura iba siguiendo a Naruto por los pasillos levemente iluminados de la mina. El joven llevaba a Vulpes Glacies en el cinto y apoyaba una de sus manos en la empuñadura del zorro. Había decidido salir fuera a practicar con ella y Sakura había pensado en hacerle compañía.
Naruto había pasado dos días más en la cama recuperándose desde que había despertado. No es que se hubiera quejado mucho, pues Sakura se desvivía por él y lo colmaba de todo tipo de cuidados. Sakura le había hecho compañía, traído la comida y había vuelto a afeitarle, aunque sin el mismo resultado de la primera vez. En cambio si habían estado solos como él había deseado.
Pero aquella mañana ya se había sentido con más fuerzas y no había querido retrasar por más tiempo practicar con su nueva espada.
Jiraya le había dicho que aunque la espada lo hubiera elegido, debía acostumbrarse a él, a sus poderes. Eso y las ganas de blandirla, había sido motivos suficientes como para que Naruto hubiera salido de la cama aquel día acompañado por Sakura.
Salieron de la mina para dirigirse al bosquecillo que había por los alrededores, al mismo lugar donde Naruto había realizado su último examen. El paisaje seguía estando blanco por la nieve que no había dejado de caer en aquellas semanas. Los árboles, mostraban sus troncos de un marrón pálido, mientras sus hojas, los que sí las tenían, exhibían el blanco propio de la nieve que las cubrían. El cielo presentaba unas tonalidades azuladas con tintes grisáceos y blanquecinos producidas por las finas nubes que lo adornaban.
El lugar estaba igual que siempre, y no parecía que por allí hubiera estado hacía relativamente poco tiempo un joven mago lanzando hechizos de fuego por todas partes. Al parecer la nieve había vuelto a cubrir las zonas en las que Naruto había practicado con su fuego. Los árboles seguían como siempre, salvo por una peculiaridad, uno de ellos tenía un pequeño trozo carbonizado en su tronco.
Naruto se acercó hasta él y posó una mano en el tronco. Era además un árbol joven, pues el mismo árbol se lo decía mientras él enviaba energía mágica a través de su tronco. Se sentía fatal por haberlo quemado en un descuido. Quién sabe cuánto tiempo llevaría con ese pequeño trozo carbonizado.
Cuando retiró la mano, unos minutos después, el tronco estaba en perfectas condiciones de nuevo, como si nunca hubiera estado chamuscado.
- Vaya, no sabía que pudieras hacer eso. – mencionó Sakura acercándose a él. Había estado atenta en todo momento y se sorprendió al ver como la quemadura delárbol desaparecía y se recuperaba.
- Hay muchas cosas que no sabes acerca de mis poderes, Cerezo. – contestó él sonriendo.
- Oh… y… ¿me las enseñaras algún día? – preguntó ella melosa.
Naruto le cogió la mano.
- Claro, pero hoy no. – desenvainó la espada de Sakura. – Hoy toca practicar un poco al aire libre.
Aquel día hacía frío, pero al cabo de un par de horas en las que no dejaron de chocar las espadas y moverse sin parar, ya no necesitaron sus capas y se habían desprendido de ellas al poco tiempo de haber empezado la práctica.
Sakura había mejorado muchísimo en el manejo de la espada y el arco, y era algo a tener en cuenta, pues a Naruto le costaba un poco mantener a la joven a raya. Sakura hacía uso de La Danza en la practica, tal y como habían acordado, y Naruto estaba viviendo en sus propias carnes el trabajo que costaba defenderse de aquella manera de pelear.
Tal y como había dicho Sakura, La Danza no empleaba nada de fuerza, sino que era la mayor parte defensiva. No dejaba ningún hueco libre para contraatacar y en el momento en el que el rival ya estaba cansado de atacar sin éxito alguno, el que realizaba La Danza tenía la ventaja y podía atacar a su oponente.
Lo cierto es que Sakura había pensado en todo sin dejarse ningún cabo suelto en el camino.
- Paremos, por favor. – pidió Naruto deteniéndose. – Estoy exhausto.
- Está bien. Es normal que aún estés cansado. Jiraya dijo que ese examen te había dejado prácticamente sin energías.
Nauto colocó la capa sobre la fría nieve y la extendió sobre ella. Ambos jóvenes se sentaron encima.
- Pero no podía quedarme toda la vida en la cama, Cerezo.
- Ya lo sé, Naruto. – cogió su capa, se acercó a Naruto y los tapó a ambos con ella.
Naruto le pasó un brazo por los hombros y ella descansó la cabeza en el suyo. El viento frío soplaba en dirección este, mecía las hojas de los árboles y hacía caer un poco de nieve de forma fina sobre ellos, haciendo que pareciera que estaba nevando. El pelo revuelto de Naruto se movía al mismo tiempo que el viento esparciendo los copos de nieves que se quedaban adheridos en los finos mechones de pelo.
La fina nieve seguía cayendo sobre ellos lentamente sin parar, pero Sakura observó que solo caía la nieve que había en el árbol donde estaban apoyados, el resto de los árboles no parecían moverse, es más parecía que solo soplaba el viento en la zona donde ambos se encontraban sentados.
- Naruto, deja de hacer que caiga nieve sobre nosotros.
Naruto estalló en risas.
- No pensaba que te dieses cuenta. – dijo.
- ¿Tan idiota te piensas que soy? – espetó.
- No. No pienso eso de ti en absoluto. – le acarició la mejilla.
- Ya. – murmuró.
Naruto detectó un tinte melancólico en su voz.
- ¿Te pasa algo? – le preguntó preocupado.
- No… Bueno, en realidad sí. – admitió en un suspiro. – Naruto, ¿cuánto tiempo tardaste en olvidar a tus padres? – lo miró a la cara.
Él se sorprendió ante aquella pregunta. ¿Estaba Sakura intentando olvidar la muerte de sus padres? Eso era imposible, y él lo sabía de sobra.
- Nunca he dejado de pensar en ellos, Cerezo. Es imposible, aunque quiera.
- Ya. Sabía que dirías eso.
Le acarició el pelo a través de la trenza con suavidad.
- Sé que te sientes culpable por lo que pasó y por eso estás intentando olvidarles. – ella ocultó la cara en sus manos. Naruto había acertado de lleno.
- Es que fue mi culpa, Naruto. – sollozó. – Yo tuve la culpa de todo…
Naruto le cogió las manos apartándolas de su rostro y enjugándole las lágrimas con delicadeza.
- No fue tu culpa, ¿vale? No quiero volver a oírte decir eso nunca. – le acarició las mejillas con sus pulgares. – Madara ya iba tras tu Reino, así que seguro que tenía a tus padres en mente desde el principio. Y a ti también, no te engañes. Así que te lo vuelvo a repetir, Cerezo, no fue culpa tuya. – ella comenzó a llorar otra vez. Naruto la abrazó.
Sakura siguió llorando en el pecho de Naruto, abrazada a su cintura mientras él la consolaba y la mecía con dulzura.
- Piensa que al menos pudiste despedirte de ellos. – comentó él después de unos minutos de silencio. – Yo vi morir a mis padres frente a mis ojos sin poder hacer nada.
- Naruto… - dijo ella levantando la cabeza para mirarlo. Él estaba llorando también.
- Imagínate cómo me sentí en esos momentos. Siendo apenas un niño… -prosiguió. – Menos mal que estaba Jiraya…
- Calla, no sigas, por favor.
- ¿Por qué? – preguntó medio riendo.
Sakura se abrazó a él de nuevo y le acarició el pelo.
- Porqué te hace daño recordarlo, por eso. – le dijo en un susurro.
Naruto sonrió para sí.
- Dejaré de hablar de ello si tú me prometes no volver a declarar que la muerte de tus padres fue culpa tuya. – Sakura frunció levemente el ceño. - ¿Hay trato? – preguntó.
- Hay trato. – cedió ella a regañadientes.
- Me encanta cuando nos ponemos de acuerdo. – dijo con una sonrisa besándola.
Regresaron a la mina un par de horas después, cuando ya hacía rato que había pasado la hora de comer. Ellos se habían entretenido más de la cuenta, pero tampoco es que tuvieran prisa por llegar a tiempo a comer. Cuando se habían fijado en la hora que era, decidieron cazar algo rápido, pues la cocina ya estaba cerrada.
Esa era una de las cosas, y posiblemente la única, que odiaba Naruto de la mina: la cocina se cerraba y solo se abría en las horas de las comidas. Desayuno, almuerzo y cena. El resto del día la cocina permanecía cerrada y nadie se podía acercar. Aunque era sabido por todos que los niños siempre encontraban una forma de colarse en ella, pero preferían ignorarlo.
Naruto y Sakura irrumpieron en El Claro cogidos de la mano y bromeando entre ellos. Atrás habían quedado las lágrimas y la tristeza de antes. Naruto y ella habían hecho un trato y ninguno de los dos estaba dispuesto a romperlo. Ella no volvería a mentar lo que pensaba de la muerte de sus padres y él no mencionaría nunca los recuerdos que tenía de la noche en la que murieron los suyos.
De repente Naruto dejó de escuchar a Sakura y clavó su mirada en un punto fijo. Ella se dio cuenta de que no le estaba prestando atención al instante y miró al frente, en la dirección de los ojos de Naruto.
Apenas había gente en El Claro. Y eso era lo extraño, pero ellos no lo habían notado al momento de entrar allí, sino después. Allí solo estaban Itachi, Jiraya, Asuma, Yamato, un par de caballeros que Sakura no conocía, Shikamaru y Kiba y, para su sorpresa, Gai.
Él estaba apoyado en un joven de la edad aproximada de Naruto, pues parecía que estaba herido y débil. Sakura vio que sus ropas estaban algo destrozadas y sucias.
El joven tenía el pelo negro como la noche y era muy pálido. Además, a él también se lo veía cansado por la forma de moverse. Pero no tenía las ropas como Gai, aunque sí algo embarradas y grasientas.
Estaban todos en lo que parecía ser una reunión, pero fuera de la habitación en la que Itachi solía pasarse el día y que normalmente llamaban “sala de reuniones”. Quiza no cabían todos allí y por eso estaban fuera hablando entre ellos. Y por la forma de sus movimientos y gestos, no parecía tratarse de nada bueno.
Naruto echó a andar hacia ellos, seguido por Sakura. Ela notó que él se había puesto muy serio y que respiraba con dificultad, aunque detectó un deje de emoción en sus ojos también.
El grupo los vio aparecer al instante y se abrieron para dejarles espacio entre ellos. El pelinegro abrió los ojos al instante nada más ver aparecer a Naruto.
- Sai, me alegro de verte. – dijo Naruto con una sonrisa.
- Itachi me dijo hace unos meses que estabais vivo, pero supongo que hasta que no os he visto con mis propios ojos no lo he creído. – dijo con emoción.
Gai, ahora que Sakura lo veía de cerca, tenía una herida en el brazo, unas profundas ojeras moradas y bastantes moratones por toda la cara. Algo le decía que no solo eran en la cara.
- Mi señora, veo que os encontráis a salvo.
- Por suerte, Gai. No puedo decir lo mismo de ti, ¿qué ha ocurrido? – la pregunta no iba solo para el caballero, sino para todo el mundo en general.
Itachi carraspeó.
- Yo contestaré a eso. No conviene que hables hasta que venga Tsunade y te cure, Gai.
- Si no os importa, Itachi, yo responderé a la princesa. – interrumpió Sai.
Itachi cabeceó conforme. Sai hizo entonces, como pudo, una pequeña reverencia, ya que sujetaba a Gai para que no cayera al suelo.
- Mi nombre es Sai. He creído conveniente el presentarme antes de hablar. – explicó.
- Un placer.
- Lo que voy a contar también os interesa a vos, Naruto. Vengo de Aquo y no precisamente por gusto, todo hay que decirlo. Madara se ha enterado de la existencia de espías en el castillo y los ha mandado asesinar a todos. Por suerte yo conseguí escapar a tiempo para avisar a los demás, los de Itenwer.
- Pero para cuando llegó ya era tarde. COF, COF.
- Gai, no habléis hasta que venga esa curandera. – le increpó Sai.
Kiba y Shikamaru, que hasta entonces se habían mantenido al margen como los demás agarraron con cuidado a Gai y lo ayudaron a sentarse en el suelo.
- ¿Queréis otro poco de agua? – preguntó Shikamaru.
- Os vendrá bien. – dijo Shiakamaru dándole un poco de agua.
Gai bebió hasta saciarse y les dio las gracias.
- Continua, Sai. –pidió Naruto nervioso.
- Oh, sí. Como iba diciendo, no conseguí llegar a tiempo para prevenir a los nuestro en Itenwer. – prosiguió. – Solo pude salvar al pobre de Gai y gracias a que tuve ayuda.
Eso explicaba porqué estaba tan malherido. Seguro que le habían dado una paliza intentando sonsacarle información. Posiblemente al no averiguar nada habrían matado a los demás y él era el siguiente en la lista.
- ¿Ayuda? – preguntó Sakura. - ¿Quién os prestó su ayuda?
- Kakashi. – contestó Asuma por él.
A Sakura le dio un pequeño vuelco el corazón. ¿Eso quería decir que Kakashi estaba muerto también? O por le contrario, ¿seguía siendo un espía al que no habían descubierto?
- ¿Y dónde está él? – preguntó temiéndose lo peor.
Sai tragó saliva sin atreverse a contestar. Naruto notó la preocupación en los ojos de Sakura al instante. Escrutó a los demás unos instantes. Kiba y Shikamaru estaban atendiendo al pobre Gai, que permanecía sentado en el suelo respirando con dificultad. Itachi serio y de brazos cruzados se mordió el labio. Asuma y Yamato miraban a Sakura con pena en los ojos. Y mejor no hablar de los otros dos caballeros, los que siempre acompañaban a Itachi como guardia personal, porque en sus miradas solo había tristeza. ¿Había muerto Kakashi? Sakura le había hablado maravillas de él y solo podía sentir admiración por aquel hombre.
Por las palabras de Sakura, era un excelente capitán, preocupado por todos sus hombres sin distinción y muy protector con ella. Además Sakura le había comentado una vez que él se había portado como un segundo padre para ella.
- Majestad… Kakashi…
- Kakashi se quedó en el castillo. Lo capturaron cuando ayudó a Sai a sacarme de allí. –dijo Gai.
Sakura apretó los puños.
- ¿¡Y por qué no regresastéis a por él!? – inquirió enfadada.
- Tranquilizaos, por favor. – pidió Asuma.
- No me pidáis que me calme, porque no lo voy a hacer. ¿Cómo pudísteis dejarle allí, Gai? – volvió a preguntar.
- Sakura, cálmate. – Jiraya alzó una mano. – Cálmate y ponte en el lugar de Sai.
Sakura respiró furiosa mientras miraba al pelinegro.
- Estaba solo, con un hombre herido con él. Si se quedaba, morirían todos, porque no podría hacer nada contra tantos soldados. – explicó. – ¿No es así, Sai?
- Así es, señor Jiraya. – admitió sin atreverse a mirar a Sakura.
- ¡Él lo hubiera hecho! –Sakura seguía en sus trece.
Naruto se puso delante de ella y la agarró por los hombros.
- Cerezo, ya basta. – le exigió. – Sé un poco comprensiva.
- ¿Te pones de su parte? – preguntó sorprendida. – No, si no sé ni por qué me sorprende. – dijo con sarcasmo.
- ¡No me pongo de parte de nadie! – respiró hondo intentando calmarse. – En serio, no me…
- Ahórratelo. – le dijo con dureza.
Le apartó las manos de sus hombros y se marchó corriendo. Naruto la agarró de la mano antes, pero ella se soltó de un violento tirón.
- Ni te atrevas a seguirme. – le dijo antes de desaparecer.
Naruto se quedó anclado en el mismo sitio maldiciendo en voz baja. Los demás prefirieron no decir nada después de haber contemplado la escena. Era bastante incomodo, pero por suerte en ese momento llegó Tsunade y tras mencionar que se había cruzado con Sakura echa un basilisco y recibir como respuesta “Pelea de pareja” por parte de Jiraya, que se ganó una mirada asesina de Naruto, se puso a examinar a Gai.
Siento que vaya tan leeenta la trama, pero está todo planificado así xD La parte buena es que pronto vendrán las peleas, que sé que eso es lo que queréis.
BYE!
Ean95- Aprendiz
- Mensajes : 79
Edad : 29
En El Gran Bosque.
0
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
wua enserio que me encanto...
un hurra!! por naruto que ya es MAGO...
-aplaude con entusiasmo-...
y por otra parte que mal por sakura...
en parte la entiendo.....
y ahora que pasara vos??..
espero la conti..conti..conti...
Saludos!!! cuidate..
un hurra!! por naruto que ya es MAGO...
-aplaude con entusiasmo-...
y por otra parte que mal por sakura...
en parte la entiendo.....
y ahora que pasara vos??..
espero la conti..conti..conti...
Saludos!!! cuidate..
Miu Misaki- Clan Seiryuu
- Mensajes : 216
Edad : 26
Mexico
0
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
wow increible me dejastes con las ganas de saber q le sucedio a kakashi espero q naruto vaya a rescatarlo y que sakura no haga una locura
Ryukaru- Clan Seiryuu
- Mensajes : 515
Edad : 29
Estudiando,pensando y diseñando XD
7925
Posesiones :
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
creo que ya se que le va a decir naruto a sakura pero odie a jiraiya por interrumpir, sakura es poco consciente del echo que kakashi se sacrificara en cierto modo por gai y sai la reacción fue muy brusca aunque se que le debe doler no debería culpar a los otros espero no haga una locura y se disculpe con naruto espero por el próximo capitulo.
aduzumaki- Sennin
- Mensajes : 1026
Edad : 30
Omnipresente :D
0
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Para cuando conti ya casi hace un mes T-T.
aduzumaki- Sennin
- Mensajes : 1026
Edad : 30
Omnipresente :D
0
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
conti cuando la vas a poner esta muy bueno pon contiiiiiii
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
- Capítulo 23:
- Caminaba despacio y concentrada, al mismo tiempo, en no apoyar los pies con demasiada fuerza en el suelo, para evitar hacer ruido o levantar polvo. Si la descubrían estaba perdida.
A aquellas horas de la noche, la mina estaba sumida en un gran silencio. Las paredes, como siempre iluminadas por las antorchas, eran la única fuente de luz que había. Y, como era habitual, no soplaba nada de aire. Y si soplaba, no llegaba a colarse en el interior de la construcción. El frío no conseguía entrar allí, y por eso la mina se mantenía siempre caliente. Pero ella sabía que fuera acabaría congelada. A pesar de que la primavera estaba próxima, el frío no se había ido todavía.
Lo tenía muy presente en su cabeza mientras avanzaba lentamente por el pasillo de piedra. Por ello, llevaba encima su capa. También se había equipado con algunas armas. Una espada, un arco a juego con un carcaj a rebosar de flechas y una daga pequeña. También llevaba su morral con objetos que ella pensó que le serían de gran utilidad y comida. Queso, pan y un poco de cecina que había robado de las cocinas en un pequeño descuido.
Tras haber abandonado la insultante reunión por la cual se había enterado del destino que le esperaba a Kakashi, se dirigió a la habitación que compartía con Naruto, se cambió de ropa, colocándose unas más cómoda, se puso su capa y se esfumó de allí.
Después, simplemente había permanecido escondida, en un recodo que había en la zona rocosa del río subterráneo, hasta la hora de la cena. Momento en el que había aprovechado para colarse en la armería para abastecerse de las armas que ahora portaba.
Sabía que no podría marcharse hasta que todo el mundo estuviera dormido y la mina en una calma constante. Así que decidió esconderse de nuevo hasta que todo el mundo se hubiera ido a dormir.
Su única intención era ir a rescatar a Kakashi. Aún no podía creer que nadie fuera a mover un solo dedo por él. Sabía que Gai y ese tal Sai estaban malheridos y poca ayuda podrían prestar, pero los demás…
Ni siquiera Naruto la había apoyado. Y eso era lo que más rabia le daba de todo. Él había pasado prácticamente por lo mismo cuando Jiraya estaba fuera, en El Bosque con los hombres de Madara tras él, y se había puesto de parte de los demás. Se había puesto en su contra, dejándola en evidencia delante de todos. Y para más INRI ni siquiera había intentado ir tras ella. Poco le había importado, pues había preferido quedarse con los demás mientras ella se marchaba enfadada de allí.
Y por ello, allí estaba, sola, intentando hacer el mínimo ruido posible para evitar que alguien se percatase de que iba a escaparse en plena noche para rescatar a un viejo amigo.
Porqué, para colmo, la mina estaba vigilada por la noche. Para evitar cualquier ataque del enemigo. Cómo si alguien supiera que se encontraban allí. Sí, desde luego no era mala idea. Es decir, puede que algún día descubrieran que allí se ocultaban los que intentaban derrocar al tirano Madara. Pero ahora mismo era un piedra en la bota de cualquiera que intentase salir de allí sin ser descubierto.
¿Cómo diablos lo habría hecho Naruto? Él era el único que había salido de la mina durante la noche. Aunque él había dejado una nota, ella ni siquiera un adiós había dicho. Aunque así mejor. No tenía porqué dar explicaciones cuando era evidente que iría hasta el castillo para rescatar a Kakashi.
Se detuvo al oír voces. Sin duda se trataba de los dos centinelas que guardaban la puerta de acceso a la mina. Si quería salir de allí tendría que librarse de ellos. El problema era cómo. ¿Distraerlos? No. Tal vez… ¿noquearlos? Podía funcionar mejor que una patética distracción. No le gustaba ni un pelo la idea, pero pocas opciones tenía, y la más factible era aquella.
Los dos centinelas le estaban dando la espalda. Un golpe de suerte para Sakura, ya que así le resultaría más sencillo noquearlos. La puerta de la mina estaba entreabierta de manera que pudieran ver el profundo paisaje nocturno que se abría ante ellos, y así pudieran dar la alarma en caso de ataque.
Se acercó con sigilo como había hecho hasta ahora, con mucho cuidado de no apoyar demasiado las botas y hacer el mínimo ruido posible que alertase a los centinelas.
Ambos se sorprendieron al verla aparecer de la nada. Aunque algo le decía a Sakura que sabían lo qué hacía allí de sobra. ¿Se hicieron los confundidos? Quizá Itachi o Jiraya no la creían tan osada como para escaparse de la mina. “Por favor, me escapé de mi propio castillo, ¿de verdad piensan que no intentaré escapar de aquí?”.
Sin darles tiempo a nada más que a girarse y verla, Sakura los golpeó con fuerza dejándolos a ambos inconscientes en el acto. Naruto la había enseñado bien. A uno lo golpeó en el mentón y antes de que el otro reaccionase, hundió la mano en su estómago con bastante dureza.
Le dolía la mano tras golpear a esos dos y la movió con violencia en el aire esperando a que se le pasase un poco.
Lo siguiente en su plan era salir por la puerta a la carrera e internarse en el bosquecillo lo más rápido posible. Después de que Naruto escapase la primera vez, Itachi colocó un par de centinelas más en lo alto de la mina, en la zona rocosa.
Lo cierto es que nadie se había escapado desde que Naruto lo había hecho, y la verdad, ¿quién querría salir de allí? Vivían mejor que en Aquo al fin y al cabo.
Se colocó la capucha de su capa, respiró hondo y se asomó un poco por la puerta. Fuera estaba todo muy tranquilo. El viento mecía con suavidad las copas de los árboles cubiertos de nieve, y el único sonido que se escuchaba era el que hacía al colarse por los huecos vacíos de los árboles, provocando un pequeño eco silbante.
Aquella noche había luna llena y no todo estaba sumido en la oscuridad total. Eso era malo, porque significaba para Sakura que tendría que correr muy, muy rápido.
Dio un último y rápido vistazo afuera antes de echar a correr con toda la velocidad que le permitieron sus piernas. Golpeaba el suelo frío y blanco con violencia, levantando toda la nieve a su paso. En aquel momento no le importaba el ruido, sino ser avistada. Con fortuna no la habían visto, pues de haberlo hecho ya habrían dado la alarma y estaría de nuevo dentro de la mina sin ninguna posibilidad de rescatar a Kakashi de su horrible destino.
Corría, corría y corría sin detenerse ni un momento. Podían haberla visto, ella no se había percatado y ahora mismo la podrían estar siguiendo. Era una posibilidad remota, pero también muy probable.
Gracias a que la luna estaba llena, no se perdió en ningún momento en su carrera. Además aquel bosquecillo no era igual de denso que el Bosque Azul y perderse no es que fuera factible.
Paró al cabo de un buen rato, cuando ya estaba convencida por completo de que no la seguía nadie y que estaba completamente sola en el bosque.
Se sacudió la nieve que se le había quedado adherida a la capa y a sus botas mientras tomaba un poco el aliento. Un espeso vaho salía de su boca mientras respiraba entrecortadamente. Ella estaba muy acalorada y apenas notaba el frío que hacía, pero el vaho que expulsaba le daba sin duda el manifiesto del frío que debía hacer aquella noche.
Aunque la luna iluminara el bosque, decidió encender el pequeño farol que llevaba en su morral.
Estaba agotada y solo había salido de la mina. De pensar el largo camino que le quedaba por delante, se le caía el alma a los pies. Solo pensar en Kakashi le daba las fuerzas necesarias para seguir caminando hasta su antiguo hogar.
Lo cierto es que no tenía ningún plan pensado para sacar de allí al antiguo capitán. A ella le iba más improvisar que trazar un plan en sí, y eso es lo que pensaba hacer. Por lo pronto lo único que tenía claro era como entrar en el castillo: por el pasadizo por el que Naruto y ella salieron de allí la última vez.
Pasada una media hora, empezó a notar el frío atravesándole cada fibra de la piel como pequeñas dagas de hielo. Se envolvió más en su capa y volvió a ponerse la capucha, ya que se le había caído mientras corría hacía ya mucho rato.
Continuó caminando, apretando los dientes para evitar el castañeo que el frío le provocaba en ellos. Un invierno largo y frío. La primavera ya estaba próxima, pero parecía que el invierno no quería irse todavía. La nieve ya debía de estar empezando a derretirse, y, en cambio, parecía que cada noche bajaba más la temperatura y caía una leve nevada que volvía a derretirse un poco cada día.
Ella lo único que quería era que se acabase todo aquello de una maldita vez. Odiaba el invierno y el frío desde que era una niña y tenía que quedarse dentro del castillo recluida con sus clases de disciplina, etc. Prefería la primavera cuando podía salir todo lo que quisiera afuera, ir a cabalgar con sus padres y pasar la tarde en aquel bosquecillo cogiendo flores, colocándosela a su madre en el pelo…
Se secó una lágrima que le resbalaba por la mejilla. Pensar en todos aquellos recuerdos, con la muerte de sus padres tan reciente, no era una buena idea. El recuerdo de sus padres aún seguía muy presente y era inevitable no pensar en ellos, pero se prometió a sí misma que lo evitaría porque le hacía daño al pensar que ella había tenido la culpa de su muerte. A pesar de las palabras de Naruto, ella aún se seguía culpable por lo ocurrido.
- Sabía que lo conseguirías. – aquella voz la sacó de sus pensamientos.
A pocos pasos de ella, apoyado en un árbol, estaba Naruto. La miraba con una leve sonrisa zorruna y de brazos cruzados. A pesar del frío que hacía, él parecía estar bien, pues no temblaba y parecía estar tranquilo envuelto en su capa de color negro. A la luz de la luna, su pelo parecía brillar como una estrella, y sus ojos se habían oscurecido un poco dándole un aspecto un tanto siniestro. A pesar de ello, su expresión no mostraba ningún atisbo de enfado.
Sakura frenó en seco nada más verlo allí apoyado, mirándola. ¿La había seguido? No. No parecía tratarse de eso en absoluto. Más bien parecía que la estuviera esperando desde hace rato allí. Conociendo a Naruto, la segunda opción era lo más probable. Vio que tras él había un par de caballos atados a un árbol. Menuda crueldad tener a los dos animales pasando frío bajo aquel manto de nieve que lo cubría todo.
- ¿Naruto? – dijo extrañada. - ¿Qué haces aquí?
Naruto hizo aparecer una bola de fuego en la palma de su mano. Al sacar el brazo de debajo de la capa, Sakura pudo ver que llevaba a Vulpes Glacies en el cinto. Seguramente también llevaría su arco, porque también notó el carcaj lleno de flechas asomando tras su espalda. Además llevaba su viejo zurrón, que también atisbó a ver. Iba bastante equipado como para salir solo a buscarla.
Se acercó a ella hasta quedar a pocos pasos.
- Esperarte por supuesto. – se limitó a decir con convicción.
- ¿Cómo que esperarme? ¿Para llevarme de nuevo a la mina?
- Erm… no.
- ¿Entonces para qué? – estaba perdiendo la poca paciencia que poseía.
- Para disculparme… Aunque creo que no tengo por qué hacerlo y…
Se calló cuando vio la mirada asesina de Sakura. Sí, mejor se estaba calladito. Jiraya siempre decía que a una mujer había que darle la razón aunque no la tuviera. Y más si esa mujer tenía un fuerte temperamento como Sakura.
“Maldito sea, al final voy a tener que seguir sus consejos” pensó.
- Oye, tenías razón. Hay que salvar a Kakashi. – le dijo calmado. – Y voy a ir contigo.
Sakura no lo podía creer.
- ¿De verdad? Seguro qué no es una treta para agotarme y cuando esté lo suficientemente atontada, llevarme a la mina. – le preguntó con dureza cruzando los brazos en el pecho.
- Te juro que no, Cerezo. – se sacudió el pelo, señal de nerviosismo clara que captó ella. – Escucha, no estaba de parte de nadie hace unas horas, como tampoco lo estoy ahora. – le aclaró. – Solo quería que te calmases un poco en ese momento.
- Y entonces, ¿por qué has cambiado de idea? – le preguntó ella más tranquila.
- Porqué me he puesto en tu piel y me he visto a mí mismo.
Sakura no pudo evitar sonreír. Sin duda se refería a Jiraya y al momento en el que él, preocupado, había escapado de la mina para ir a su encuentro e intentar que no le sucediese nada.
- Entonces, ¿nos vamos ya? – preguntó Sakura animada. – Nos queda una larga caminata.
- ¿Piensas ir andando? ¿En serio? – Sakura lo miró sin entender a qué venía aquella pregunta.
- Claro…
Él negó con la cabeza.
- Hay que darse prisa, y a pie iríamos muy lentos. – señaló a los caballos que había tras él. – Iremos a caballo, Cerezo. – se dirigió a los dos animales, que ajenos a todo, parecían estar en su propio mundo.
- ¿A caballo? Espera, ¿¡de dónde has sacado los caballos!?
- Pues de la mina. ¿De dónde si no? – contestó mientras desataba a los animales.
- ¿En la mina hay caballos? – preguntó incrédula.
Naruto soltó una enorme carcajada mientras se acercaba a ella tirando de las riendas.
- Pues claro. ¿De verdad creías que un ejército no poseía caballos? – le tendió una de las riendas. – ¿En serio eres una princesa? – se mofó.
- Calla. – espetó cogiendo las riendas que él le tendía.
Naruto volvió a reír.
- Lo mismo da. – dijo quitándole importancia. – Esta de aquí es Flora. – señaló a la yegua. – Es uno de los animales que trajimos Jiraya, Tsunade y yo en nuestra travesía hasta aquí. Es de tu reino, así que seguro que os lleváis genial. – le sonrió con calidez.
Sakura acarició el cuello del animal. Era preciosa, y más a la luz resplandeciente de la luna llena. Tenía un color negro azulado proporcionado por el reflejo cálido de la luna en su pelaje. Color que le recordó al Bosque Azul. Poseía unas crines largas y algo más claras que el resto del cuerpo. Se la veía joven y fuerte.
- Oh, es preciosa. – susurró sin dejar de acariciar al animal.
- Me alegra que te guste, porque es para ti. – dijo Naruto subiendo a su caballo.
- ¿En serio? Pero… ¿no pertenece a nadie? – preguntó.
Naruto, sobre su caballo, se acercó a ella. Volvía a tener una bola de fuego sobre su palma.
- Ya te lo he dicho antes, la cogimos “prestada” por decir algo, pero dado que su dueño posiblemente esté muerto…
- Vale, no digas más. Me la quedo. Además, es preciosa. – dijo con dulzura a la yegua sin dejar de acariciarla.
- Pues entonces monta. Y rápido, creo que será mejor que nos demos prisa.
Sakura notó impaciencia en su voz. Lejos había quedado la tranquilidad con la que se había movido hasta entonces. Incluso lo veía más serio aún que hacía unos minutos, cuando lo había visto apoyado en el árbol.
Montó a Flora, Naruto le echó una pequeña mirada y espoleó con delicadeza las riendas de su caballo para ponerse en marcha. Sakura hizo lo mismo para seguirle.
Iban al trote, ni muy rápido ni demasiado despacio. Naruto al frente, ella atrás, siguiéndole de cerca. Una bola de fuego, que iba por delante, los ayudaba a moverse en la pequeña oscuridad del bosque. Los guiaba como si se tratase de un fuego fatuo como los de la historias que Sakura solía leer cuando era niña. Historias que bien podían ser verdad ahora que sabía de la existencia de la magia.
- Cerezo, hay algo que debes de saber. Y principalmente el motivo por el que estoy aquí. – le dijo Naruto muy serio.
Sakura se situó a su lado.
- Poco después de que te fueras, Sai y Gai siguieron hablando sobre Kakashi. Posiblemente hagan una ejecución pública en la plaza.
- ¿¡Qué!? – gritó deteniendo a Flora.
Naruto asintió con los labios apretados.
- Es lo más probable según dijo Gai.
- ¿Cuándo? – preguntó ella nerviosa.
- Pues… Gai no lo sabía. Pero es muy posible que mañana como muy tarde. Habrán intentado sacarle información como a los demás.
- ¡Maldita sea! Tenemos que llegar y rápido. – dijo al borde del llanto.
Naruto alargó su brazo hasta cogerle la mano, se la apretó con cariño y apoyo y le dedicó una pequeña sonrisa que consiguió tranquilizar un poco a Sakura, que estaba al borde de un ataque de nervios.
- Haremos todo lo posible, te lo prometo, Cerezo. – le dijo él serio y sin dejar de apretar su mano. – Por ello tenemos que ponernos en marcha y no detenernos. ¿Lo entiendes? – le susurró despacio.
Ella asintió respirando más tranquila.
Volvieron a ponerse en macha de nuevo, pero esta vez aumentaron la velocidad y recorrían el bosque al galope. Sakura sentía un mal presentimiento. Mal presentimiento que había empezado desde que Naruto había mencionado que posiblemente, aunque por como lo había dicho, era lo más probable, Kakashi sería ejecutado sin ningún miramiento.
No quería pensarlo siquiera, pero era algo inevitable dados los últimos acontecimientos. Si perdía a Kakashi, ya no le quedaría nadie de su antigua vida. Se sentía sola desde hacía unos días. Se trataba de una soledad extraña, una que nunca había sentido y que pensó que jamás sentiría. Sabía que en realidad no estaba sola. Es decir, tenía a Naruto, a Jiraya, a Tsunade… Y por supuesto al resto de las gente de la mina. Había hecho amigos. Amigos de verdad…
Pero echaba de menos a los demás. Y ya no le quedaba nadie de su anterior vida al que hubiera estado realmente unida. Solo Kakashi. Kakashi era el único que le quedaba y lo necesitaba más que nunca en aquellos momentos.
Estaba cansada de sufrir por todos sus seres queridos, ahora perdidos sin remedio. Cuando se había marchado no esperaba que ocurriese todo aquello. Ella solo quería escapar de una boda injusta, con un tipo que había detestado desde el primer momento en que había posado su mirada sobre la suya, con esos ojos negros como dos abismos. Y poco a poco, todo se había complicado hasta montarse todo el lío que había ahora.
Sus padres habían muerto, sin que ella hubiera podido hacer nada, ante sus ojos, a manos de dos seres oscuros y despiadados; su reino estaba ocupado por un infame personaje cruel que seguía las ordenes de un ser aún peor, que planeaba algo oscuro y que nadie sabía que era. Y sabía que muchos de los caballeros de su padre estaban muriendo.
Pero no permitiría que nadie más muriera. Y mucho menos si podía evitarlo. Kakashi sobreviviría aunque ella tuviera que morir para evitar su muerte.
Pasaron casi toda la noche cabalgando por el bosque. Naruto prefirió guardar silencio mientras avanzaban por el bosque. No sabía si Sakura continuaba enfadada con él, a pesar claro, de que no se había quejado. Quizá no quería discutir con él por temor a que intentase llevarla a la mina. Naruto eliminó esos pensamientos de su cabeza al instante. Conocía a Sakura perfectamente para saber que ella jamás penaría eso. Por muy enfadado que estuviera, nunca se atrevería a hacer algo como obligarla a realizar algo que ella no quisiese.
Guardó silencio porque sentía que Sakura quería eso mismo, silencio y tranquilidad. Sakura parecía estar muy pensativa, demasiado para su gusto.
Examinó bajo la tenue luz su rostro, semioculto por el flequillo que le caía sobre los ojos, y notó la preocupación y el desasosiego que tenían lugar dentro de ella. Seguro que estaba igual de preocupada que hacía rato, pero había fingido relajarse un poco para no preocuparlo. O eso fue lo que Naruto pensó al verla así.
Estaba preocupado, y sin duda, no había servido de nada el fingir que ya estaba más tranquila. A él no podía engañarlo, ya no.
- Cerezo. – la llamó. Ella levantó la cabeza sobresaltada.- Sé que no puedes evitarlo, pero… intenta no pensar mucho. – le pidió con calma.
- Eso es fácil decirlo.
Suspiró. Iba a ser difícil, pero no iba a rendirse.
- Sí, es cierto, no es nada fácil. – coincidió él. – ¿Pero puedes intentarlo al menos? No quiero verte así, me hace daño.
Sakura se secó una lágrima que le recorría la mejilla y asintió esbozando una débil sonrisa.
- Gracias. – le dijo él sonriendo. – Y ahora, cuéntame, ¿cómo ibas a entrar al castillo?
Quería evitar que volviera aquel silencio y que ella regresase a sus pensamientos, así que pensó que distraerla no sería mala idea. ¿Y qué mejor distracción que una charla? Sakura parecía más tranquila, y esta vez de verdad. Mientras montaba a Flora, había mantenido una pose algo rígida, pero ahora aquella rigidez se había esfumado dejando paso a una pose relajada sobre la silla.
- Pensaba entrar por donde huimos la última vez que estuve allí. – soltó sin más.
Naruto enarcó una ceja.
- Pues menos mal que he venido.
- ¿Por qué dices eso?
- Por nada, tú sigue explicándome tu maravilloso plan. – dijo con un poco de mofa. Sabía que Sakura no tenía un plan trazado de sobra.
- Pues… em… - balbuceó.
Naruto volvió a enarcar una ceja, esta vez con diversión.
- ¿Y bien? – insistió.
- No tenía un plan, ¿vale? Pensaba entrar ahí e improvisar como la primera vez.
- Claro, como la primera vez te fue tan bien. – objetó él.
Ella refunfuñó.
- Cerezo, no es seguro que entres por ahí. – le dijo al cabo de unos minutos.
Ella permaneció callada. Señal que Naruto entendió como <>.
- No hay nadie de nuestro bando allí, y en caso de peligro, nadie podría ayudarte. – explicó. – Cuando yo fui a rescatarte, había unos cuantos y estaba cubierto. ¿Por qué te crees que conseguimos salir tan fácilmente? – Sakura lo pensó un momento para darse cuenta de que llevaba razón. – Además, - añadió. - ¿Qué pensabas hacer con tu pelo? Bueno, con toda tú. – rió.
Por la expresión de la joven, dedujo que ella no había pensado en nada. “Caray, sí que es cierto que iba a improvisar” se dijo. Sakura era un auténtico desastre en aquellos temas, pero el único plan que había trazado le había salido bien, y ese no era otro que dejarlo a él en una cama de la posada para ir a ver a su padre al castillo. ¿Por qué no lo hacía otra vez?
- Vale, ya paro de reírme. – se disculpó él al ver su expresión de disgusto. – Pero reconoce que ibas muy mal hasta que he aparecido yo.
- Lo reconozco. – murmuró ella si mirarle. ¿Volvía a estar enfadada? ¿O seguía enfadada desde antes?
Decidió dejar de pensar en ello.
- Bueno, pues tu improvisación va a tener que acabar aquí mismo, Cerezo. Yo tengo un plan.
- A ver, señor, iluminadme. – se burló ella.
- Ya dejarás de reírte, ya. – se envolvió en su capa. Tenía un poco de frío. – Vale, pues esto es lo que haremos, Cerezo…
El plan de Naruto no era demasiado complicado, o eso pensó Sakura cuando él empezó a narrar lo que había pensado.
Primero pulularían alrededor del pueblo para intentar averiguar algo, y cuando lo tuvieran pasarían a la acción. Pretendía entrar por la entrada del servició como ella había hecho en su día, y allí se las arreglarían para pasar desapercibidos hasta llegar donde tenían a Kakashi encerrado. Seguramente lo tendrían atado con cadenas o con cualquier elemento de tortura, y por ese motivo tendría múltiples heridas y podría ser ya una masa sanguinolenta. Por lo que, posiblemente, sería muy complicado llevárselo de allí. Pero Naruto sabía de un pequeño pasaje por donde podrían escapar. Algo que una vez más, sorprendió a Sakura. Naruto volvía a saber más de su propio castillo que ella misma.
“Me lo han dicho Gai y Asuma.” Eso lo explicaba todo, en realidad. Y la impresión se había esfumado como el vapor tras aquella confesión. Dejarían los caballos en las lindes del bosque y regresarían lo más rápido que pudieran desde la salida del pasadizo. Naruto contaba con un herido Kakashi y por ellos sabía que tardarían bastante. Por no hablar de la cantidad de soldados que habría y que podrían dar la alarma.
- ¿Y cómo vamos a internarnos en el pueblo, listo? – preguntó ella cuando él acabó de relatarle su plan. – Seguro que todo el mundo nos conoce. Bueno, a mí porqué soy la princesa y a ti por tirarte a…
- Solo fue Hinata, ¿vale? – la cortó tajante. – Y ya he pensado en eso también. – Miró hacia arriba, al cielo nocturno y vio que ya faltaban pocos minutos para que despuntase el alba. – Nos cubriremos con las capuchas de nuestras capas.
- ¿Y así no llamaremos el doble de atención? – preguntó ella.
Naruto detuvo su caballo con un tirón rápido de las riendas, haciendo que frenase en seco. El animal relinchó, posiblemente aquello no le había gustado. Naruto le palmeó el cuello tranquilizándolo.
- Lo siento, muchacho. No llamaremos la atención porque va a llover y no tendremos más remedio que cubrirnos para no mojarnos. – explicó mientras acariciaba las crines de su caballo.
Sakura, que también había detenido a su yegua, se acercó a él. Miró al cielo nocturno y vio que faltaba poco para que amaneciera, pero no entendía a qué se refería con lo de que iba a llover. Ella no veía ninguna nube en el cielo, y tampoco parecía que fuera a haberla en todo el día.
- Pero si no hay ni una sola nube en el cielo, ¿cómo va a llover? – argumentó.
Naruto levantó el dedo y esbozó una sonrisa.
- Muy sencillo, Cerezo. Como solo se puede hacer que llueva cuando no hay ni una sola nube en el cielo.
Bajó del caballo y caminó un par de pasos hasta situarse a pocos metros de ambos animales. Sakura lo observaba muy atenta. Entonces, alzó los brazos, cerró los ojos y empezó a murmurar una serie de palabras extrañas.
De repente se levantó un viento gélido que azotó las ramas de los árboles con violencia, arrancando algunas pequeñas ramas y hojas a su paso, y que casi tira a Sakura del lomo de Flora. El viento paró al cabo de unos segundos y fue sustituido por una pequeña brisa que le movía el flequillo con suavidad.
Naruto, permanecía quieto en el mismo sitio, con un brazo alzado al aire. El otro lo tenía algo más bajo y no dejaba de mover la mano como si estuviera dándole forma a algo. Su pelo, ya de por sí despeinado, se movía en todas direcciones y su capa se levantaba ondeando como una bandera. Seguía pronunciando las mismas palabras, una y otra vez, sin parar.
De repente, la luz de la luna dejó de iluminar el bosque y todo se sumió en una leve oscuridad, provocada por unos enormes nubarrones de aspecto siniestro que taparon todo el cielo. De no ser porque empezaba a amanecer, la oscuridad habría sido absoluta.
El viento dejó de soplar al cabo de unos segundos y Naruto cayó al suelo nevado de rodillas, respirando con dificultad. Aún estaba algo cansado después de haber hecho el examen y aquel hechizo lo había dejado molido del esfuerzo. Sus energías mágicas no estaban completamente recuperadas y por ello casi había perdido el control de las nubes a la mitad. Por suerte había conseguido controlarlas y el hechizo había sido todo un éxito.
- ¡Naruto! – Sakura se acercó a toda prisa a él.
- Tranquila, estoy bien, solo algo cansado. – dijo levantándose del suelo. – Sube a Flora, aún nos queda una hora para llegar.
- Sí... Oye, espera, ¿y la lluvia? – preguntó mientras ambos subían a sus monturas.
- En cuanto estemos llegando haré que llueva. ¡Tranquila, no me atosigues! – le dijo riendo.
Sakura no dijo nada. Él esperaba que le respondiera con otra broma o algo parecido, pero no lo hizo. La corazonada de que estaba enfadada crecía por momentos, y lo odiaba.
Continuaron avanzando por el gran trecho que les quedaba del bosque, en silencio. Solo se oía el sonido del viento soplando entre los árboles de nuevo, a los pájaros que ya alegraban la mañana con su canto o a los animales que salían de sus madrigueras a buscar la comida que pudieran.
Poco a poco la tonalidad del cielo comenzó a cambiar. Pasando de un azul oscuro y casi negro, a un color grisáceo producto de las nubes que tapaban todo el cielo por completo. La verdad era que Naruto había hecho un buen trabajo. Las nubes eran esponjosas y muy, muy negras. No sería de extrañar que hubiera traído nubes de tormenta. Quizá se había pasado un poco.
Y como Naruto había dicho, tardaron una hora exacta en llegar. No llegaron al final del bosque, sino que pararon a medio km y ataron los caballos a unos árboles.
En aquella zona la nieve estaba casi derretida y apenas era ya notable. Salvo por un par de árboles, la mayoría ya empezaban a florecer y poseían algunas hojas de un color verde avellanado. La hierba del suelo ya era más visible que en la zona del bosque que rodeaba la mina. Quizá fuera por la altitud, pues estaba cerca de la montaña, y hacía bastante más frío que allí abajo.
Naruto escrutó el cielo unos segundos. Estaba cubierto por completo, tal y como había esperado mientras realizaba el hechizo con apenas luz. Lo siguiente era provocar una ligera lluvia, sin excederse. Tampoco quería provocar un diluvio o algo parecido. Pero también lo temía debido a que aún estaba cansado por el anterior hechizo. Ahora se estaba arrepintiendo de no haber provocado también la lluvia cuando Sakura se lo había dicho hacía una hora.
- Ponte la capucha de la capa. –le pidió a Sakura mientras él se colocaba la suya.
Y tal como había hecho antes, comenzó a pronunciar una serie de palabras extrañas a los oídos de Sakura, sin dejar de mirar al cielo. Poco a poco, lentamente, comenzaron a caer pequeñas gotas que al cabo de unos segundos cayeron con más fuerza y a más presión.
Naruto soltó una gran carcajada jovial. Lo había logrado, había conseguido realizar el hechizo a pesar del agotamiento.
Continuarían a pie a partir de ahí, así que dejaron a los caballos atados bajo un enorme árbol.
- En marcha. – le dijo a Sakura con una sonrisa.
La lluvia era suave y apenas les molestaba mientras caminaban por el pequeño camino floreciente. Aunque caminaban lentos debido a que el camino se estaba llenando poco a poco de barro y la tierra parecía estar removida desde antes. Con suerte no soplaba viento y por lo tanto el agua de la lluvia no les nublaba la visión.
Poco a poco la claridad fue absoluta y las sobras de la noche se esfumaron al instante, a pesar de que el sol estuviese oculto por aquellas enormes y negras nubes provocadas por Naruto.
Caminaban en silencio, con sus rostros semiocultos por las capas. Y era un silencio bastante incómodo.
Sakura no entendía por qué. Quizás fuera por la pelea que habían tenido el día anterior. ¿Había sido para tanto? No era propio de ellos estar en silencio mucho rato, ni tampoco caminar tan separados. ¿Le estaba dando mucha importancia a la pelea? Aunque tal vez la pregunta era para ambos, ¿le estaban dando mucha importancia a una pelea de nada? Se suponía que lo amaba, y él a ella, pero parecía como si algo fuera mal. Aunque Sakura llevaba notando raro a Naruto ya varios días. Como si algo le estuviese rondando la mente sin parar, una preocupación o algo peor.
Y siempre había sido así desde que lo conocía. Naruto se guardaba mucho las cosas y pocas veces se abría. Ella creía que esa fase ya había pasado, pero, sin embargo, ahí estaba de nuevo el Naruto ausente.
Naruto paró en seco junto a un par de enormes árboles. Allí era donde se acababa el bosque y a pocos pasos se encontraba el pequeño pueblo. Desde su posición podían verse un par de casas y el enorme poste de madera que señalaba el centro de la plaza. Algo parecía haber cambiado desde la última vez que había estado allí, pero no sabía decir el qué. Sentía que había algo extraño en aquel lugar, su instinto no podía engañarle. Y tratándose de un lugar apoderado por Madara, no era de extrañar, pero aún así… Antes había estado allí y Madara ya daba muestras de su poder, pero no había sentido nada raro hasta ahora.
Echó un vistazo rápido al imponente castillo. El castillo parecía estar como siempre, salvo por el aura oscura que él podía percibir gracias a sus poderes de mago. El aura era negra y cubría cada piedra gris, cada ventana y cada puerta de madera. Las nubes negras que cubrían el cielo le daban sin duda un aspecto aún más siniestro al castillo. No sentía ningún miedo, pero sí un mal estar muy poderoso. Sin duda causado por aquella aura oscura que ejercía poder sobre su propio aura luminosa.
Sacar al tal Kakashi no sería tan sencillo como él había imaginado.
- Naruto, ¿ocurre algo? – preguntó Sakura, que se había acercado a él mientras estaba distraído.
- No, nada. – contestó serio apartando la vista del castillo. – Démonos prisa en rescatar a Kakashi.
La lluvia había aumentado en intensidad, pero la gente en el pueblo parecía no notarlo. No era día de mercado, pero prácticamente estaba todo el mundo fuera de sus casas. La inquietud de Naruto no hacía más que aumentar conforme se acercaban a la plaza, donde parecía que todo el mundo se había reunido. Sin duda algo no iba bien allí.
Tomó la mano de Sakura temiendo que pudiera perderse en medio de la aglomeración de gente y siguieron caminando.
El plan de intentar averiguar algo sobre la situación del reino era sin lugar a dudad algo imposible. La gente apenas se paraba un segundo, seguían caminando sin detenerse por nada. Incluso aunque estuviera lloviendo, parecía no importarles nada el mojarse. Naruto comprobó que, en efecto, se dirigían a la plaza.
Apretó con fuerza la mano de Sakura y tiró de ella mientras se abría paso entre la gente. Si la gente se dirigía hacia la plaza, allí irían ellos también. No corrían el riesgo de que nadie los reconociera al ir con las caras ocultas bajo las capas, así que no tenían nada que temer.
Sakura se agarró de su brazo con la otra mano mientras se abrían paso entre la multitud.
Al final llegaron a la plaza y Naruto deseó no haberlo hecho nunca. En el centro de la misma, sobre una pica, había clavada una cabeza de un hombre de cabello gris. Tenía la boca abierta en una mueca macabra y cubierta de sangre, al parecer le habían cortado la lengua. No tenía tampoco ojos y su mirada de cuencas vacías le revolvió el estómago a Naruto nada más mirarlo. Bajo ella, había un cartel en el que se podía leer: “traidor”.
Pero si deseó no haber puesto un pie allí nunca, no fue por él, sino por Sakura. La joven se había llevado las manos a la boca en un esfuerzo por no gritar al ver la cabeza allí clavada.
Naruto no tuvo que mirarla mucho para percatarse de lo que le ocurría. Aquella cabeza pertenecía a Kakashi. Habían llegado tarde. Muy tarde para él.
Se adelantó tapándole la visión grotesca de la cabeza a Sakura y la envolvió en sus brazos. Ella temblaba. No debía ser nada agradable ver a un ser querido muerto, pero ver solo su cabeza sin ojos, puesta a modo de exhibición en una plaza era otra cosa aún peor.
La lluvia que caía sobre ellos parecía ser un elemento ideal para el escenario en el que se encontraban.
Ella lloraba en su pecho mientras seguía temblando. La escuchaba respirar con dificultad y aquello le preocupaba. Tenía que sacarla de allí en seguida antes de que alguien se diera cuenta de que ocurría algo raro. Hasta ese momento nadie les había prestado atención, pero en aquel momento Sakura estaba en un estado lamentable y en cualquier momento alguien podría tratar de comprobar qué le ocurría a aquella joven.
- Voy a sacarte de aquí en seguida, no te preocupes. – le susurró.
Ella se apretó con más fuerza contra su pecho. Naruto volvió a abrirse paso de nuevo, esta vez en sentido contrario empujando a un par de personas en su odisea por salir de allí y abandonar aquella escena cuanto antes.
No podía creer lo mal que habían resultado ir las cosas al final. No iba a ser nada sencillo sacar a aquel hombre del castillo, pero contaba con que lograrían hacerlo los dos juntos. Nunca habría imaginado que acabarían con él antes de lo previsto. Lo sentía sin duda por Sakura. Estaba tan decidida a rescatar a aquel hombre, con una fuerza de voluntad impresionante… y había encontrado una cabeza clavada en una pica. Una cabeza sin ojos ni lengua, completamente cubierta aún de sangre y con una letrero con grades letras que lo clasificaba como un traidor.
Naruto no podía llegar a imaginar cómo debía sentirse en aquel momento.
Ean95- Aprendiz
- Mensajes : 79
Edad : 29
En El Gran Bosque.
0
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
por fin conti pero que triste pobre sakura y que horror debió haber sido ver el cuerpo de su ser querido así espero que pueda superar esta nueva perdida y que naruto la ayude en esto además ya quiero que le den a sasuke y madara malditos T-T y obvio que todos los roces que estan teniendo sakura y naruto en su relación se soluciones espero pongas la continuación pronto.
aduzumaki- Sennin
- Mensajes : 1026
Edad : 30
Omnipresente :D
0
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
TTnTT que mal....pobre sakura...
mi kokoro se ha roto kakashi por que....
y que mal para ella primero perder a sus padres y de ahí
a sus seres queridos y solo le quedaba
kakashi....y el ....TTwTT ..
%&/#$ madara
ya quiero ver como llevaran esto...
espero la continuación...
Saludos!!! conti...conti..
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
mi kokoro se ha roto kakashi por que....
y que mal para ella primero perder a sus padres y de ahí
a sus seres queridos y solo le quedaba
kakashi....y el ....TTwTT ..
%&/#$ madara
ya quiero ver como llevaran esto...
espero la continuación...
Saludos!!! conti...conti..
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Miu Misaki- Clan Seiryuu
- Mensajes : 216
Edad : 26
Mexico
0
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Lamento mucho retrasarme tanto, pero es que no tengo demasiado tiempo para escribir.
Pero ya dije que no iba a dejar la historia hasta acabarla, y por ello, aquí traigo nuevo capítulo.
Gracias como siempre por los comentarios
Hasta luego
Pero ya dije que no iba a dejar la historia hasta acabarla, y por ello, aquí traigo nuevo capítulo.
Gracias como siempre por los comentarios
- Capítulo 24.:
- Regresaron sobre sus pasos, hasta llegar al lugar donde habían dejado los caballos hacia un buen rato. Ambos estaban sentados con la espalda apoyada en el grueso tronco del gran árbol. Las nubes, producto del hechizo de Naruto, comenzaban a retirarse poco a poco. Hacía un buen rato que había dejado de llover y todo lo que quedaba era el húmedo suelo ahora cubierto de barro y lodo.
Por suerte, las enormes raíces del gran árbol donde estaban apoyados, estaban secas y no corrían el riesgo de mojarse. Unas suaves gotas caían muy de vez en cuando de las copas de los árboles y empapaban aún más la tierra, ahora convertida en barro.
Naruto se sentía acorralado. No sabía qué hacer ahora. Estaba claro que Sakura no lograría levantar cabeza después de aquello. Y desde luego, si lo hacía, no sería fácil seguir adelante. Sabía que Kakashi era la última persona de su antigua vida que le quedaba. Al menos la única persona tan cercana como lo habían sido sus padres. Y estaba muerto. Muerto de la peor manera posible, decapitado después de haberle arrancado los ojos y cortado la lengua. Con solo pensarlo, se le ponía el cuerpo malo y le provocaba un pequeño escalofrío que lo hacía temblar.
Sakura seguía temblando a su lado, con la cabeza oculta en las rodillas y sus brazos rodeándolas. El pelo, húmedo y sujeto en la trenza que siempre llevaba, le caía hacia a un lado. Naruto la tenía envuelta en un abrazo protector.
Él sabía que ella no paraba de llorar y lamentarse por lo ocurrido. Sabía que no podía hacer nada, pero tampoco quería quedarse de brazos cruzados sin hacer nada. Quería a Sakura, la quería demasiado. Y si ella sentía dolor, él también.
No era nada justo para ella pasar todo aquello. Pero no estaba sola y todos podrían ayudarla a superarlo. La muerte de sus padres seguía tan reciente como la lluvia, y ahora debía añadir la de Kakashi. No sabía cuánto tiempo le llevaría, pero él la ayudaría a sobrellevar todo aquello costara lo que costase.
De pronto oyó un ruido a unos metros de donde se encontraban. Había sonado como una rama gruesa al partirse. Podría ser un lobo o también podía tratarse de alguien que podría delatar su posición. Si los descubrían seguro que, de tratarse de alguien del pueblo, darían la voz de alarma al ver a la princesa perdida.
No podía dejar que aquello pasase. Si habían parado allí, había sido para que Sakura se recuperase un poco de la conmoción de ver la imagen grotesca de Kakashi.
- Cerezo, enseguida vuelvo. – dijo levantándose.
Ella alzó la cabeza.
- ¿Dónde vas? – preguntó secándose las lágrimas.
- A comprobar una cosa. – contestó. – Tú no te muevas de ahí.
No le gustaba un pelo dejar a Sakura sola, y mucho menos en el estado en el que se encontraba, pero quería asegurarse de que no había imaginado aquel ruido y encargarse personalmente de ello.
Caminaba cauteloso y con zancadas pequeñas para evitar que se le hundieran los pies en el barro. El aire olía a madera y a tierra mojada; el viento volvía a soplar de una forma agradable. Los árboles, en los que empezaba a haber un atisbo de hojas, enredaban sus ramas unas con otras. Las nubes habían dejado paso ya a la luz del sol, y el cielo presentaba una tonalidad blanca azulada.
Oyó de nuevo un ruido tras él y rápidamente llevó la mano a la empuñadura de su espada listo para defenderse. Aquel ruido había sonado muy cerca, mucho más cercano que el anterior. Pero cuando Naruto se dio la vuelta no vio a nadie. El presentimiento que había sentido antes de llegar al pueblo, regresó como un ramalazo al instante.
Y cuando había decidido regresar junto a Sakura, lo escuchó. Escuchó como ella gritaba. Era un grito de socorro, no había duda de ello.
Naruto no perdió tiempo, y, dando media vuelta, echó a correr hacia su posición. Poco le importaba en aquel momento el barro, que lo hacía avanzar despacio debido a que se le hundían las botas con cada zancada que daba.
Ya podía verla. Estaba donde la había dejado, pero tenía una espada rodeando su cuello, y, tras ella, uno de los hombres de Madara, que la empuñaba, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
- ¡Cerezo! – gritó mientras se acercaba, apenas sin aliento.
Sintió como alguien lo empujaba desde atrás y calló de bruces en el barro. Tuvo el tiempo justo para quitarse el barro de la cara, antes de que su agresor lo agarrase por la capucha de la capa y lo levantara del suelo.
- Bueno, bueno… ¿Su majestad ha disfrutado del baño? – dijo una voz a su lado.
Sasuke en persona estaba junto a él con una sonrisa torcida y triunfal. Llevaban ropas lujosas, en calidad de la posición que ahora ocupaba. El pelo, negro como el carbón, lo llevaba repeinado hacia atrás dejando a la vista sus negros y penetrantes ojos. A Naruto le pareció que los tenía un poco rasgados, como una serpiente.
Y por la forma de moverse que tenía, parecía que los estuviera esperando.
- Sasuke… - pronunció Naruto con desprecio. - ¿Qué rayos haces aquí?
- Eso debería preguntarte yo a ti, querido primo. Estas – extendió los brazos. – son mis tierras.
- Sabes de sobra que nada de esto te pertenece.
Sasuke soltó una carcajada.
- El Rey, que en paz descanse, me convirtió en su legítimo heredero antes de morir.
- ¡Cómo te atreves a mencionar a mi padre! – gritó Sakura.
Naruto vio un fuego en sus ojos. Y pensó que de haber estado Sasuke más cerca, habría intentado hacerle daño. Si había algo que era mejor no mencionarle a Sakura era el tema de sus padres. Si Sasuke se atrevía a mentar a Kakashi, a Naruto no le cabía duda de que Sakura no se quedaría donde estaba.
Sasuke miró a uno y a otro un par de segundos antes de decir:
- Tenía la certeza de que estabais juntos, pero os he estado observando un buen rato y habéis acabado por confirmarme mis sospechas. ¿Qué diría El Rey al verte con un zarrapastroso como él?
- ¡Te he dicho que no menciones a mi padre! – volvió a gritar Sakura con más fuerza. – Y no vuelvas a decir eso de Naruto él es más hombre de lo que tú jamás serás…
- Hazla callar, Juugo. – ordenó Sasuke.
El enorme caballero que la tenía aprisionada, le dio un golpe, que a Naruto le pareció leve. Bastó, sin embargo, para dejar inconsciente a Sakura en un abrir y cerrar de ojos.
Quiso ir a socorrerla, pero a él también lo mantenían sujeto un par de caballeros y solo pudo dar un paso antes de que tirasen de él y regresase a la misma posición.
Sasuke rió.
- Tranquilo, Naruto. Juugo es muy cuidadoso con su fuerza y no le ha hecho daño.
- ¡No vuelvas a ponerle la mano encima! – le dijo apretando los dientes. - ¿Qué mierdas haces aquí? No voy a repetirte la pregunta.
- Eso es algo que no te importa, primo. – le dijo serio. – De lo único que deberías preocuparte es de no cabrearme.
Naruto esbozó una irónica sonrisa.
- ¿A ti? ¿Y qué me vas a hacer tú? ¿No te estarás refiriendo a Madara?
Sasuke le golpeó tan fuerte en la mandíbula que pensó que se la había desencajado.
- Nunca más, ¿me oyes? Nunca más vuelvas a burlarte de mí. – le advirtió.
Naruto notó el sabor metálico de la sangre que emanaba de su labio partido. Sasuke le había dado con muchísima fuerza, se ve que el comentario le había molestado mucho más de lo él había pensado. Estaba seguro que ya se le estaba empezando a hacer un moratón en el mentón. Le dolía a rabiar, pero no iba a darle a Sasuke el gusto de verlo quejarse. Así que apretó los dientes para intentar aguantar el dolor.
Sasuke volvió a golpearle. Esta vez le dio un puñetazo en el ojo que le partió la ceja izquierda. ¿Desde cuándo era Sasuke tan fuerte?
- ¿Me has oído?
- Te he oído, maldita sea. – respondió Naruto de mala gana. - ¿Y ahora qué vas a hacer con nosotros. – preguntó mientras echaba una mirada a Sakura, que estaba en los brazos de aquel enorme tipo. Le dieron ganas de apretarle el precuezo.
- Os llevaré al castillo y allí ya decidiré qué hago con vosotros.
Naruto se removió inquieto. ¿Al castillo? En realidad no debía sorprenderse, ¿dónde si no iban a llevarlos? También podrían haberlos matado a ambos allí, pero, por la mirada de Sasuke, intuyó que planeaba algo para ellos. Y no le gustó nada.
Pero estaba el aura negra que envolvía al castillo. No le había gustado ni un pelo. Si entraba allí, ¿quién le decía a él que aquella aura no le debilitaría o lo mataría? Se había sentido un poco débil cuando había puesto un pie en aquella plaza y solo estaba a cuatro pasos del castillo.
Por primera vez en mucho tiempo, Naruto se sentía indefenso.
- Bueno, en marcha. – vio como Sasuke hacía un gesto y lo último que vio antes de que lo golpeasen y todo se volviera oscuro, fue la siniestra sonrisa que se dibujó en su rostro.
Sakura vio removerse a su lado a Naruto. Parecía que ya se estaba despertando. No había querido moverlo desde que ella misma había despertado, y seguía bocabajo en el frío suelo de piedra del calabozo donde ambos se encontraban.
Ese maldito de Sasuke los había pillado a ambos solos y se había aprovechado de la situación. No sabía cuánto tiempo llevaban ambos allí abajo, pero el sol se pondría pronto.
Tampoco había ido nadie a darles algo de comer. O al menos aquel asqueroso pan mohoso con el que “alimentaban” a los prisioneros, y estaba muerta de hambre.
Le habían quitado todas sus armas y se sentía indefensa. No se había sentido así desde hacía mucho tiempo. Y para colmo, volvía a estar encerrada en un calabozo en su propio castillo. Y era poco probable que esa vez consiguiera salir de allí. Nadie tenía tanta suerte.
Estaba mirando la marca de sangre seca del suelo, y que nadie se había molestado en limpiar, cuando había notado como Naruto empezaba a moverse.
Se secó rápidamente la lágrima que le resbalaba ya por la mejilla al verlo incorporarse. Al darse la vuelta, no sin esfuerzo, pudo ver que presentaba un aspecto algo lamentable. Tenía un par de moratones en la cara, en la mandíbula y por encima de la ceja. El labio y la ceja los tenía partidos y restos de sangre seca le cubrían la mitad de la cara, teñida por lo tanto de rojo. Si había sido Sasuke, no se había molestado en cambiar la zona de los golpes. Las heridas tenían mal aspecto y parecían estar infectadas. Además tenía las ropas cubiertas de barro.
- ¿Cere…zo? – musitó mientras se incorporaba.
- No te muevas, estás herido. – le dijo mientras lo ayudaba a levantarse. – Ven, siéntate aquí.
Lo ayudó a sentarse en el tablón de madera que había sujeto a la pared de piedra por unas cadenas. Naruto se apoyó contra la pared con su ayuda.
- Mírate, estás horrible. – le dijo tocando con cuidado el moratón de la mandíbula. Naruto hizo una mueca. – Perdona. – se disculpó ella.
- Me duele mucho, ese maldito de Sasuke tiene mucha fuerza. Más de la que recordaba. – añadió jadeando.
Sakura entonces recordó que Sasuke había llamado a Naruto primo. ¿Sasuke y Naruto eran familia? Eso quería decir que Itachi también lo era.
Fue entonces cuando pensó que en realidad ella no sabía nada de Naruto, y, sin embargo, él lo sabía absolutamente todo de ella.
Una vez más, quedaba demostrado que Naruto era demasiado receloso y reservado. Aunque muchas veces había llegado a pensar que él no confiaba en ella y por eso no le contaba la mayoría de las cosas. Cada vez que pensaba en ello, en que Naruto no confiaba en ella lo suficiente, un miedo se instalaba en su corazón casi automáticamente. Miedo, a que por culpa de su esquiva aptitud, llegase a perderlo para siempre. Y ahora que había perdido a tanta gente, se aferraba más a la idea de que podía perder también a Naruto.
También estaba el tema de que había notado raro a Naruto las últimas semanas. Y en algunas ocasiones incluso había pensado que trataba de decirle algo. Algo importante además.
Y sabía que todavía no estaban bien. Sentía que Naruto y ella se había distanciado un poco desde la discusión de la última noche que habían pasado en La Mina. No quería seguir así por más tiempo, lo detestaba.
Por eso mismo, se armo de valor y decidió preguntarle a Naruto por su relación con Sasuke e intentaría averiguar qué era aquello que tanto lo preocupaba.
- Oye, Naruto… - él, que tenía una pequeña mueca e intentaba respirar con normalidad, giró la cabeza para mirarla. – Es que hay algo que no deja tranquila.
- Tú dirás, Cerezo.
- ¿Estamos bien? Quiero decir… es que… - balbuceó. – Necesitamos hablar, Naruto. – dijo por fin seria.
Naruto tomó aire y lo soltó calmado. Luego una sonrisa de tranquilidad se dibujó en su rostro.
- Es un alivio que tú también lo creas, ¿sabes? – le dijo animado. – Yo también me he dado cuenta de que hace unos días que apenas nos tocamos o hablamos, o incluso, estamos a solas. – le cogió la mano y entrelazó sus dedos con los suyos. – Y no dejo de pensar en que quizás hice algo que te molestó, como no apoyarte con los de Kakashi o…
Se calló y tosió un poco. La dificultad por respirar seguía estando allí y él parecía haberse olvidado de ellos y había cogido carrerilla al hablar.
- Habla más despacio, Naruto. – le pidió ella preocupada. – Y tú no has hecho nada que me haga enfadar. Al contrario, eres la persona más importante en mi vida ahora mismo… y… Y no quiero perderte a ti también. –dijo al borde del llanto.
Bajó la cabeza. No quería que Naruto la viera llorar de nuevo como en el bosque. Quería evitarle el mal rato de verla sufrir porque sabía que con ello también sufría él.
- Y no me vas a perder, Cerezo. – le dijo calmado mientras le levantaba la cabeza con suavidad por el mentón y lo hacía mirarlo a los ojos. – Te prometo que estaré contigo siempre.
Los ojos de Naruto parecieron emitir un breve brillo cuando pronunció la palabra siempre, pero fue solo un instante. Parecía tan sincero y a la vez seguía siendo tan ausente con ella en lo referente a sus dudas.
- Eso no puedes prometerlo, Naruto. Y lo sabes. –replicó secándose las lágrimas.
Él, sin embargo, sonrió.
- Pero puedo intentarlo, ¿no?
Sakura se quedó en silencio unos segundos, observando al joven que tenía delante. De repente, todo lo que ella quería decirle, se quedó en sus labios. Naruto sabía mejor que nadie cómo se sentía ella porque él también había perdido a muchos de sus seres queridos. Y en una sola noche además. Él lo sabía, y estaba allí, junto a ella, haciéndole una promesa que tal vez nunca llegase a cumplir. Estaba a su lado, agarrándole la mano, mirándola con aquellos ojos azules y llenos de calidez, seguro de sus palabras.
Y Sakura supo, que a pesar de todo, él la amaba de verdad y sin ninguna duda como le había dicho siempre; al igual que ella. Que nunca podría amar a nadie como amaba ya a Naruto, a pesar de que él no fuera del todo sincero con ella, porque él ya ocupaba aquel lugar en su corazón, y nadie más podría ocuparlo nunca.
- Puedes intentarlo y espero que lo consigas. – él le secó una lágrima que resbalaba por su mejilla.
- Lo conseguiré, eso te lo aseguro. – la besó en la frente –. Pero estoy seguro que aquí no es donde acaba esta conversación, ¿me equivoco?
Sakura negó con la cabeza amedrentada.
- ¿Me prometes que vas a ser sincero conmigo siempre? – preguntó.
- Pues claro. – respondió él con una sonrisa.
- Naruto, ¿es cierto que tú y Sasuke sois parientes? – soltó de sopetón.
Naruto suspiró.
- Sabía que me harías esa pregunta tarde o temprano, Cerezo.
- ¿Lo es o no? – insistió.
- Tú misma lo oíste llamarme primo, ¿no? Pues entonces no hay más que decir.
El tono que empleó para responderle le dio la pista de que no quería hablar de ello. Pero quería saberlo costara lo que costase y él había prometido que sería sincero con ella.
- Me has prometido que serías sincero conmigo.
Naruto giró la cabeza para evitarle la mirada, pero ella lo tomó por la barbilla y lo hizo mirarla de nuevo.
- Por favor. – le rogó –. No soporto que me ocultes cosas, Naruto. Hace que crea que no confías en mí.
- ¡Pero tú sabes que sí confío en ti!
- No estoy tan segura de eso sabiendo que no quieres contarme cosas, que te guardas muchas para ti mismo.
- ¿Cuándo me he guardado yo cosas? – preguntó ya nervioso.
- Muchas veces. Estas últimas semanas, sin ir más lejos. Has estado muy raro, como si hubiera algo que te preocupase… Incluso he llegado a pensar que querías decirme algo importante y que no te atrevías.
Naruto tragó saliva y se humedeció los labios con la lengua, pero esta vez no le apartó la mirada. En lugar de eso, se puso nervioso. Se sacudió el pelo, alborotándolo como siempre que se sentía así y tomó aire.
Pero no habló.
- Con esa actitud solo demuestras que lo que digo es cierto. – acusó ella.
- Cerezo… - resopló –. Te lo contaré, ¿vale? – ella asintió –. Si que hay algo que lleva semanas en mi cabeza y que no me dejaba dormir. Y tiene que ver contigo.
- ¿Con… conmigo? – dijo preocupada.
Él asintió y volvió a cogerle la mano.
- Estaba nervioso por la idea de decírtelo y sabía que en algún momento notarías algo. Por eso intentaba actuar como siempre, pero era difícil sabiendo que tenía relación contigo… Bueno, en realidad con nosotros. – dijo con una pequeña sonrisa.
Sakura vio que su mirada había cambiado y atisbó a ver de nuevo aquel brillo tan curioso. Naruto le sonreía más calmado, pero continuaba estando nervioso. Además, ahora estaba aún más intrigada con lo que quería decirle al saber que los unía a ambos y no solo a ella.
Naruto le acariciaba la mano con uno de sus dedos.
- Cerezo, llevo semanas pensando en hacerte una petición. Una petición formal. – le costaba hablar y Sakura no sabía si era de lo nervioso que estaba o si se encontraba mal de nuevo. – Estoy asustado. –añadió riendo.
- La que está asustada soy yo, ¿se puede saber qué es lo que tratas de decirme?
Naruto cogió aire, se puso serio y empezó a hablar con una nota de decisión en su voz.
- Sakura Haruno, princesa heredera al trono de Itenwer, sería para mí un gran honor que, cuando todo el mal que ahora mismo asola nuestros reinos acabe, te conviertas en mi esposa.
Sakura se quedó estática tras escucharle. ¿Aquello era lo que había mantenido a Naruto tan ausente aquellas semanas? Estaba buscando la forma de pedirle que se casase con ella. A pesar de todas las preocupaciones por su reino, por la gente de La Mina y de estar a la altura del papel que le había tocado asumir hacia poco; él seguía pensando en ella. Había estado con aquella idea semanas, nervioso por pedírselo de la mejor manera posible y ella, en un arrebato, había provocado que él se lo pidiera en un calabozo mugriento, oscuro y maloliente de su castillo donde ambos estaban prisioneros. Se sentía como la peor persona del mundo en aquel momento.
- Lo siento, Naruto. – dijo ella en un leve lamento.
- ¿Qué? ¿Por qué? – pregunto alarmado. – No quieres que nos casemos. ¿En eso? Si no quieres no pasa nada…
- No es eso. – lo cortó ella. – Es que te he hecho pedirme algo tan importante para ti, algo que llevabas semanas pensando con cuidado… En un sitio como este. – dijo recorriendo con sus ojos el calabozo. – Me siento una persona horrible.
Naruto suspiró aliviado. Por un momento había pensado que Sakura le estaba diciendo que no quería casarse con él. Con lo que le había costado soltar aquellas palabras, si ella le decía que no, sería un duro golpe. Pero ella tenía razón en que aquel lugar no era, ni de lejos, el lugar más adecuado para pedir algo así.
Pero él no había tenido elección. Era eso, o seguir discutiendo.
- No te preocupes por eso. – le dijo sonriendo. – Lo he hecho porque para mí eres lo más importante y no quería seguir discutiendo.
Ella lo miraba callada.
- Además, tienes razón. – musitó mientras le apartaba un mechón de la cara. – Es cierto que me guardo muchas cosas. Y que ya lo he hecho más de una vez. Soy un idiota. – susurró.
- Sí.
- No hace falta que me martirices tanto, Cerezo.
Sakura rió.
- No. Sí a la anterior pregunta. Cuando esto acabe, me casaré contigo.
Naruto esbozó una enorme sonrisa. Con el labio partido y el rostro prácticamente lleno de sangre, daba bastante miedo.
Posó ambas manos en las mejillas de Sakura, secándole algunas lágrimas que todavía marcaban su rostro, y sin dejar de sonreírle.
- ¿Sabes qué me has hecho la persona más feliz en este momento? ¿Lo sabes? – insistió sin poder contener la emoción.
- Claro que lo sé. – respondió ella riendo.
Naruto se acercó más a ella sin dejar de sonreír y la besó. Pero fue apenas un suave roce, pues se apartó enseguida, al hacer los labios de Sakura contacto con su labio partido.
“¡Maldito Sasuke!” pensó. Por su culpa no podía besar a Sakura. Toda la felicidad por la respuesta positiva que ella le había dado ante su proposición quedó en segundo plano.
- Esos golpes están hechos con saña, no hay duda de ello. – dijo Sakura examinándolos. – Fue Sasuke, ¿verdad?
Naruto asintió.
- Apuesto a que ahora lo odias aún más.
- Puede sonar infantil, pero sí. Adoro besarte, Cerezo.
Sakura rodó los ojos.
- No me refería a eso, idiota. – le reprochó con una sonrisa. – Me refería al hecho de que nos haya encerrado aquí y te haya golpeado.
- Ah, sí. No sé cuándo se volvió tan… - suspiró.
- ¿Tan…?
Naruto se apoyó de nuevo en la pared. Se sentía más cansado por momentos. Sin duda, tal como había pensado, el aura del castillo lo debilitaba. Al menos lo hacía lentamente, pero si permanecía allí mucho tiempo, podría llegar incluso a morir.
- Tan oscuro. – acabó.
- ¿Es que antes no era así? – preguntó curiosa.
- Para nada. – respondió él. – De hecho, de niños éramos muy parecidos.
- ¿Quieres contármelo?
Naruto no pensó en darle una negativa. Sabía que en muchas ocasiones había pensado en hablarle a Sakura del pasado, de cuando era el joven príncipe de Aquo y no un habitante de un bosque temido por muchos. Pero no se atrevía porque tenía miedo de que, al volver a pensar en el pasado, regresasen las pesadillas.
Quería evitar regresar a un pasado tan doloroso, porque le recordaba a todo lo que había perdido. Y sobre todo a sus padres.
Quería dejar el pasado atrás y centrarse en el presente. Pero le había prometido a Sakura que sería sincero y por ello, haría un esfuerzo.
- Claro. – dijo al fin. – Empezaré por el principio de todo. El reino de Aquo, como sabes, vive del mar. Nunca faltó nada y la economía nos iba genial. Hasta que llegó Madara, claro. – dijo con ironía. – El caso es que siempre le fue genial y nunca tuvo problemas mi reino.
“Mi abuelo, el Rey, gobernaba desde hacía mucho tiempo solo. Enviudó hacía muchos años debido a que una fuerte enfermedad se llevó a mi abuela.
Pero, llegó el día que ya estaba demasiado cansado para seguir reinando. Y por ello, mi padre tendría que tomar el relevo.
En Aquo había tres príncipes. Mi padre, era el mayor de todos. Luego le seguían el padre de Sasuke, Fugaku y por último Madara. Mi padre, en palabras de Jiraya, poseía una fuerte aura, pero no las facultades para que creciera en poder y llegase a convertirse en mago. Fugaku presentaba las mismas características. Pero Madara no.
Madara era el único que había podido llegar a ser un mago.
Mi padre y mi tío Fugaku, estaban casados desde hacía un par de años con dos princesas de las Islas del Norte y Fugaku ya había tenido un hijo fruto de ese matrimonio.”
- Itachi. – interrumpió Sakura.
- Eso mismo. Itachi. Mi madre y la de Sasuke estaban embarazadas de ambos. – prosiguió. – Sasuke nació en julio, ante que yo, que nací tres meses después, en octubre. Itachi y Sasuke siempre fueron unos niños muy amigables y simpáticos y los tres solíamos jugar juntos siempre.
“Todo iba bien como ya te digo. Pero el día que mi abuelo, ya cansado, se retiró, mi padre fue coronado Rey. A Madara aquella idea nunca le había hecho demasiada gracia y durante años había estado suplicando a su padre que le permitiera a él reinar en lugar de a su hermano, es decir mi padre.
Pero mi abuelo siempre se negaba ante aquella idea. Tal vez sabiendo que el corazón de Madara no era como los demás. Que estaba sumido en la oscuridad desde hacía mucho tiempo.
Y a partir de ahí, las cosas fueron a peor.
Yo tenía tres años cuando, una noche, me desperté sobresaltado por culpa de una pesadilla que ahora no recuerdo. Como siempre hacía cuando tenía una pesadilla, acudía a la alcoba de mis padres. Y eso hice. Pero aquella noche mis padres no estaban allí.
Al salir de la alcoba, no pude evitar oír voces que procedían de la biblioteca. No tuve culpa de oírlas. La biblioteca estaba cerca de las alcobas y aquellas voces sonaban como las de mis padres y las de alguien más.
Yo siempre he sido muy curioso, y más de niño. Por ello, decidí investigar por mi cuenta lo que ocurría.
Sigiloso como un gato, bajé las escaleras y me encontré con la enorme puerta de la biblioteca del castillo. No perdía nada por intentar colarme para poder escuchar la conversación que allí estaba teniendo lugar. Pero tampoco tuve que hacerlo.”
Sakura escuchaba callada a su lado su relato. No emitía ningún sonido, salvo su respiración, que se aceleraba con cada palabra que salía de la boca de Naruto.
“Pude distinguir, ahora que estaba más cerca, las voces de mis padres y de Jiraya. Hablaban de mis tíos. Aquella mañana habían ido a cazar y acababan de encontrarlos en el camino del bosque que llevaba al castillo. Al parecer los había atacado algún tipo de animal y no habían vivido para contarlo.
Mis tíos vivían en su propio castillo, al igual que Madara. Pero era costumbre que cada dos meses, se reunieran todos como una pequeña reunión.
Discutían por el destino de mis primos, Itachi y Sasuke. Hasta aquel momento, solo habían intervenido las voces de Jiraya y las de mis padres, pero entonces, la de Madara también lo hizo.
Esa noche dijo que él se ocuparía de la educación de Itachi y Sasuke, ya que él no tenía hijos y no quería tener que dejarlos allí, al cuidado de mi padre, sabiendo que estaba muy ocupado con sus labores reales.”
- Era mentira, ¿verdad? – preguntó Sakura.
- Pues claro que lo era. Yo entonces era muy pequeño y no sabía nada acerca de magia, pero Jiraya me lo contó una vez. – se humedeció los labios. – Me dijo que aquella noche, había visto en Madara una gran oscuridad, pero que supo ocultarla demasiado bien. Y que si Madara quería encargarse de los dos huérfanos, no era por otra cosa que porque había visto en ellos oscuridad.
- Y no se equivocaba, ¿no?
Naruto negó con el dedo.
- No lo hacía, no. Pero tampoco contó con que Itachi lo traicionaría. Pero siguiendo con la historia. – dijo dándose cuenta de que se había ido del tema. – Mi padre, después de mucha negativa, al final acabó cediendo.
“A la mañana siguiente, Madara y mis padres contaron a Itachi y Sasuke lo ocurrido. Como lloraron aquel día es algo que nunca se me va a olvidar. Itachi y Sasuke tenían ocho y tres años cuando todo aquello pasó. Itachi ya era lo suficientemente mayor como para pensar que llorar era de débiles, pero aún así lloró a sus padres sin importarle nada. Y en cuanto a Sasuke, era muy pequeño y fue el que peor lo pasó.
Después del entierro, Madara se despidió llevándose a mis primos a su castillo. Y no volví a verlos hasta dos años después.
Parecía que algo había cambiado en ellos, no sentía que fueran ellos mismos, los de siempre. Estaban más fríos, más distantes… serios. Y era porque Madara estaba influenciando en sus mentes y corazones. Su meta era volverlos oscuros, no sé para qué.
Aquel año fue el último que vi a mis primos. Madara y mi padre discutieron por algo, no sé de qué, Jiraya nunca me lo dijo. Solo sé que Madara ya no era bienvenido allí.
Mis teorías son que Jiraya se dio cuenta de que su poder había crecido hacia el mal y advirtió a mi padre. Quizá él le avisó de que no intentase nada contra él o la corona, incluso puede que me mentase a mí o a mi madre… Y por ello Madara desapareció y no regresó hasta que no transcurrieron tres años y se hizo con el reino.”
- Y eso es todo, Cerezo. – acabó de relatar. – Madara se llevó a Itachi y a Sasuke y algo les metió en la cabeza, porque los cambió para siempre.
- Pero Itachi está de nuestro lado. – alegó Sakura.
- Sí, y es un alivio que él al menos no cayera en la oscuridad como Sasuke. – dijo apenado. – Pero no es ni de lejos aquel niño, Cerezo. El Itachi de 24 años, que tú conoces, tuvo que madurar muy deprisa y ha tenido que soportar mucho dolor. Y es por eso que es así de distante. Pero, - objetó. – su corazón no está ennegrecido como el de Sasuke.
- Entonces sea lo que sea lo que les hizo Madara a él y a Sasuke, no funcionó con él.
Naruto se mordió el labio con cuidado de no hacerlo en el corte.
- No. Itachi casi cae en la oscuridad, pero fue el recuerdo de sus padres… y de los míos, lo que hizo que no lo hiciera. Pero me ha contado que hizo cosas horribles de las que no se siente orgulloso.
- Pobre. Ahora entiendo que sea así. – dijo Sakura.
Naruto la abrazó por los hombros atrayéndola y ella se dejó caer sobre su pecho. Mientras le contaba todo eso, Naruto había ido notando como sus fuerzas disminuían poco a poco. Tenía que salir de allí cuanto antes o nunca podría hacerlo.
Había perdido gran parte de sus energías mágicas y no creía posible poder hacer algún hechizo para echar la puerta abajo, o mover algunas rocas.
Estaba en un aprieto, y de los grandes además. ¿Debía contárselo a Sakura? Sabía que sí, pero no quería preocuparla más de lo que ya estaba. Cuando lo había visto golpeado la había visto demasiado inquieta, sin saber lo qué hacer. En realidad no le sucedía nada, salvo los golpes y la sangre que le cubría la parte izquierda de la cara, pero a medida que avanzaba el tiempo se había ido sintiendo más y más débil.
- Oye, Cerezo. – ella alzó la cabeza para mirarle. – Lo que te voy a decir… es malo.
- Malo, ¿cómo? – exigió saber.
- Muy… malo. – dijo intentando no sonar muy aquejado.
Ella le rozó la mejilla cubierta de sangre con el pulgar.
- Dime lo que ocurre.
- Si no salgo de aquí… podría morir.
La última palabra hizo que Sakura notase un pinchazo en el corazón. Como si una enorme daga le apuñalase el corazón y se quedase allí clavada. Lo que Naruto acababa de decir era horrible. Había notado que se iba cansando poco a poco, pero lo unió con la idea de que estaba cansado y Sasuke le había golpeado.
Y ahora le decía aquello.
- ¿Cómo? No puede ser. ¿Por qué? – balbuceó nerviosa.
- Es el castillo. Lo envuelve un aura oscura que influye de manera negativa sobre mí y me va robando energías. – explicó. – Que no haya comido nada… no ayuda.
- En ese caso tenemos que salir de aquí cuanto antes.
- Lo sé. El problema es cómo. No puedo usar mis poderes. ¡Ah! – se llevó una mano a la cabeza mientras se quejaba de dolor.
Sakura se incorporó preocupada y lo hizo mirarla.
- ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes? – preguntó sin saber que hacer.
- Ha sido… ha sido… solo un leve pinchazo. – declaró para intentar tranquilizarla. – Ya se me ha pasado.
- Pues si no puedes usar tu magia, ¿cómo pensabas salir de aquí? – preguntó regresando al tema.
- Bueno, tú lo conseguiste una vez, ¿no?
Sakura recordó la treta con la que había engañado al guardia para poder escapar.
- Eso no va a funcionar otra vez Naruto.
- Pues entonces, estoy perdido. – declaró.
Sakura se abrazó a él con fuerza por el cuello. No quería ni pensarlo siquiera, no quería pensar en Naruto muerto. En vivir sin él, sin verle cada día. Sin su sonrisa, sin sus caricias, sin sus palabras de amor… sin todo lo que él representaba. La fuerza que él le infundía desaparecería si él lo hacía.
No quería un mundo sin Naruto. ¿Cómo se habían podido torcer tanto las cosas?
Hasta luego
Ean95- Aprendiz
- Mensajes : 79
Edad : 29
En El Gran Bosque.
0
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
no naruto no puede morir y justo cuando le dice a sakura que se quiere casar con ella jajaja pobre le toco soltar la sopa en un lugar horrible en vez de en un lugar hermoso y especial claro que aunque halla sido en un lugar así fuer hermoso, maldito sasuke, maldito madara y me seguirás haciendo maldecir solo espero que encuentren la forma de salir rápidamente del castillo por dios que horror que no tengas mucho tiempo para escribir porque me dejas con ganas de leer más siempre en fin esperare por el próximo capitulo.
aduzumaki- Sennin
- Mensajes : 1026
Edad : 30
Omnipresente :D
0
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Debido a que llevo tantísimo tiempo sin actualizar, por problemillas personales y falta de tiempo, no sé si continuaré el fanfic.
Si alguien quiere que lo continúe que lo diga. Si nadie quiere, pues con todo mi pesar, habrá que cerrarlo.
Bye.
Si alguien quiere que lo continúe que lo diga. Si nadie quiere, pues con todo mi pesar, habrá que cerrarlo.
Bye.
Ean95- Aprendiz
- Mensajes : 79
Edad : 29
En El Gran Bosque.
0
Re: El Bosque Azul. +18 (20/4/15) CAPÍTULO 24
Ean95 por favor continúa lo No pude responder antes mi pc murió y no tenia forma de entrar al foro y estoy desde una tableta odio estar así no se si seré la única que espera la conti desde hace mucho tiempo espero pongas conti.
aduzumaki- Sennin
- Mensajes : 1026
Edad : 30
Omnipresente :D
0
Página 5 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Temas similares
» Vacaciones en el bosque/Reencuentro/segunda temporada capitulo 2[+18]
» Empezando mi historia Narusaku (+18) Capitulo 8 (18/02/2016)
» Un espiritu azul
» Azul Celeste y Verde Claro {TP}
» Tutorial Firma Kaito Azul -Fácil
» Empezando mi historia Narusaku (+18) Capitulo 8 (18/02/2016)
» Un espiritu azul
» Azul Celeste y Verde Claro {TP}
» Tutorial Firma Kaito Azul -Fácil
NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic :: FF Cerrados
Página 5 de 5.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Nov 04, 2024 10:55 am por Layla
» Hola nuevamente y quizás adios
Lun Sep 30, 2024 5:10 am por choujiro
» La Biblioteca
Sáb Abr 20, 2024 10:53 am por Hernan NaruSaku
» Estudios Pierrot, ¿hipócritas y sobornadores?
Vie Abr 05, 2024 9:58 am por Hernan NaruSaku
» Fic tomando el control (7/12/23) + 18
Jue Feb 29, 2024 4:08 pm por gonmax
» Quiero proteger todo de Sakura-chan [Esp][T]
Mar Feb 27, 2024 6:42 am por PJXD23
» nuevo fic proximamente
Dom Dic 10, 2023 10:01 am por choujiro
» Respaldo para fanfics en caso de que eliminen el foro en un futuro
Jue Ene 05, 2023 3:28 am por choujiro
» En la oscuridad [+18][1/¿?][3/11/2021]
Sáb Oct 29, 2022 5:45 pm por Hernan NaruSaku