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NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
+2
moi-06yoyo
Eva2.0
6 participantes
NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic :: FF Cerrados
Página 1 de 1.
NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
Hola ^^
Allá voy con otro shot!
Aunque esta vez intentaré que sea un poco más largo de lo que suelo acostumbrar. La verdad que él solito va creciendo por momentos...
Tengo mis dudas sobre si hay que publicarlo aquí o en otra sección, porque es Minakushi. Al principio era Narusaku, pero luego mutó en mi cabecita loca y así quedó XD. Lo pongo aquí porque serán unos 5 caps. me ha parecido lo lógico.
Bueno os dejo el prólogo a ver si os gusta !! Ojalá que sí !! >.<
PRÓLOGO
Gracias por leer !!!
Allá voy con otro shot!
Aunque esta vez intentaré que sea un poco más largo de lo que suelo acostumbrar. La verdad que él solito va creciendo por momentos...
Tengo mis dudas sobre si hay que publicarlo aquí o en otra sección, porque es Minakushi. Al principio era Narusaku, pero luego mutó en mi cabecita loca y así quedó XD. Lo pongo aquí porque serán unos 5 caps. me ha parecido lo lógico.
Bueno os dejo el prólogo a ver si os gusta !! Ojalá que sí !! >.<
PRÓLOGO
- Spoiler:
Al salir del metro caminaba lenta y mecánicamente, como un zombie, sin muchas ganas de ir al trabajo en realidad. El resto del rebaño humano que le acompañaba parecía tener un petardo metido en el culo. Todo el mundo empujando, corriendo, estresado por llegar cuanto antes a donde quiera que fuesen, esclavos de las prisas y la ansiedad.
Subió las escaleras despacio y al llegar a la superficie se detuvo un momento en medio de la acera. Observó durante unos segundos el cielo nublado, respiró el aire frío y cargado de humedad, sacó lentamente el tabaco del bolsillo y encendió un pitillo. Mientras caminaba en dirección al restaurante echó un vistazo rápido a su reloj y acto seguido aminoró la marcha. Tenía tiempo de sobra. Se acomodó mejor la guitarra que llevaba colgada a la espalda y exhaló el humo con tranquilidad, mientras los transeúntes pasaban a su lado en aquella tarde invernal con sus preocupaciones y sus abrigos grises sin prestarle ninguna atención.
Caminaba mirando el suelo cuando una mancha oscura y circular de apenas un centímetro apareció en la acera frente a él. Luego vino otra, y otra, y otra. En cuestión de pocos segundos comenzó a llover con fuerza y el rubio sonrió con fastidio. Había olvidado el paraguas otra vez.
Caminó durante quince minutos hasta que finalmente llegó, empapado, a su destino: un moderno y frío restaurante de diseño minimalista situado en pleno corazón de la ciudad. Le hacía muchísima gracia que aquél antro de gafapastas intelectualoides se anunciara como el local más elegante y refinado de toda la urbe. Normalmente todos los que cenaban allí eran idiotas perdidos, o por lo menos a él se lo parecían. El noventa por ciento lucían como recién saliditos de un catálogo primavera-verano. Muchachas esqueléticas cargadísimas de maquillaje y cretinos engominados que se creían de lo más maravilloso por tener un descapotable último modelo. Para vomitar. En serio.
Abrió la puerta sacudiéndose la cabeza para apartar el agua de su pelo como un perro, y al entrar saludó al maitre, quien le sonrió amistosamente y continuó preparando las mesas. El amplio local estaba iluminado solo a medias porque todavía no era la hora de abrir.
- Llegas pronto, Minato. – saludó Asuma mientras colocaba un centro de mesa en su lugar.
- Sí… – contestó el rubio distraído. El objeto que traía su compañero en las manos había captado su atención. Era una pecera cuadrada de cristal grueso, llena de agua hasta la mitad y con dos carpas doradas nadando asustadas en su interior. Parecían estar buscando una salida o algún lugar para esconderse. Además de no tener refugio, el recipiente era a todas luces demasiado pequeño para ellas. El rubio suspiró compadeciendo a las desgraciadas criaturas. Aquél era el tipo de estupideces que le ponían enfermo de ese lugar: hacer sufrir a pececillos solo por estética. Y eso solo era una de entre un millón de cosas que aborrecía. No pudo evitar hacer una leve mueca de desagrado.
- ¿No te gusta la nueva idea decorativa del jefe? – sonrió Asuma a medias leyéndole el pensamiento.
- Pues no, la verdad. – Minato se encogió de hombros con gesto de “pero qué le vamos a hacer....” – Es solo que… - continuó - tuve peces de niño, y te aseguro que esos dos de ahí se van a morir en breve. Con tan poco agua no están bien. Deberías ponerles un poco más.
Asuma aceptó la sugerencia y fue llenando el recipiente con una jarra de la cocina. Era una persona sensata y de buen corazón. Al rubio le resultaba difícil de entender que no se hubiera intoxicado después de tantos años sumido en aquél ambiente.
- Bueno, de todas formas a mi padre se le ocurrirá otra cosa la semana que viene – rió Asuma cordial mientras colocaba las copas - Ya le conoces. Los cambiará por unas velitas aromáticas o vete tú a saber qué… si sobreviven unos días quizás podrías quedártelos y regalárselos a tu hijo. – comentó de buen humor.
- Sí… estaría bien… - asintió como para sí mismo mirando vagamente el vidrio - Además dentro de poco será su cumpleaños...- murmuró.
- ¡Oh, vaya! ¿Dos años ya?
- Dos añitos… - sonrió pensando en el pequeño Naruto. – Y algunos días todavía no me hago a la idea de que soy padre…
Mientras hablaban, el rubio dejó la guitarra en el suelo y comenzó a enchufar las luces y altavoces del pequeño escenario para la actuación de aquella noche. Vestía camiseta de algodón y pantalón estrecho, ambos negros, lo que hacía resaltar más su cabellera rubia. Desde luego tenía pinta de rockero, con aquellas patillas largas, el cabello despeinado y su aire silencioso y ausente. Al principio Sarutobi, el gerente del local, había intentado obligarle a que vistiera de forma más adecuada, pero fue inútil. Era bastante cabezota. Ni en broma pensaba ponerse camisa y corbata.
Más entrada la noche el restaurante fue llenándose y adquiriendo su ritmo habitual, con camareros yendo de acá para allá sonriendo calculadamente y sin levantar la voz más de lo necesario. El rubio estaba subido al escenario junto a Shikaku, un teclista al que jamás nadie había visto sonreir. Minato era el guitarrista y cantante de aquél dueto que amenizaba las cenas para turistas y gente de clase alta. Tocaban música de acompañamiento, sin nada de particular, para contentar a la burguesía en aquél restaurante snob y refinado. De vez en cuando el rubio se hartaba y intercalaba algo de Bruce Springsteen o de los Rolling Stones, pero en cuanto se emocionaba un poco y tocaban más de tres temas seguidos en esa línea, Sarutobi aparecía frente al escenario con cara de pocos amigos y tenían que volver al repertorio soso y comercial de todas las noches. Esto era así desde que un par de meses antes Minato y Shikaku decidieron quedar para tomar una cerveza antes de actuar. Se les fue un poco la mano y en vez de una ronda acabaron siendo cinco y un par de wiskeys. Lo que siempre pasa. El caso fue que llegaron al restaurante de muy buen humor. Les pareció divertido abrir la sesión con Born to be Wild y seguir con Highway to Hell. Los comensales incluso dejaron de comer, mirándose perplejos entre ellos sin comprender aquél cambio de estilo. Los dos músicos se divirtieron de lo lindo, pero al parecer el jefe no tanto. Estaban empezando con aquello de “Sweet Dreams are made of this…” versión Marilyn Manson cuando Sarutobi desconectó los bafles, los sacó a patadas del restaurante y en mitad de la calle les echó una bronca monumental. Por lo visto aquellos guitarreos sin sentido podían provocar un corte de digestión en los estómagos de sus delicados clientes. Minato apenas podía contenerse la risa, pero de repente se le congeló en los labios cuando el viejo amenazó con despedirlos si alguna vez repetían algo así. A partir de aquél día no les pasaba ni una.
En general el rubio no se podía quejar de su situación. Cobraba bastante y tenía un trabajo fijo. Un par de años antes apenas había tenido dinero suficiente para comer a diario, así que consideraba que le había ido relativamente bien. Podía alimentar a su familia aunque no tuviera el trabajo de sus sueños. Se conformaba con eso. Cuando llegó a la gran urbe desde un pueblo de las afueras sus anhelos eran muy distintos. Buscaba fortuna como compositor y soñaba con llegar a ser una nueva estrella del rock. Sonrió para sus adentros mientras tocaba, al rememorar su ingenuidad de entonces. Hacía mucho de eso.
Gracias por leer !!!
Última edición por Eva2.0 el Dom Oct 20, 2013 10:24 am, editado 5 veces
Eva2.0- Genin
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
si es minakushi va en sección de otras parejas
moi-06yoyo- Sennin
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
si va en la seccion de otras parejas.
Me parecio interesante y me da curiosidad como es que paso a ser de Narusaku a Minakushi.
Me parecio interesante y me da curiosidad como es que paso a ser de Narusaku a Minakushi.
hikari uzumaki- Sennin
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
oohhh cuanto rock clasico C: XD me gusta me siento identificado
Aunque yo soy mas rudo? XD si lo soy !!! XD
Bueno esta muy interesante, aunque debería estar en otra sección, si quieres le digo a Kaiser que lo mueva C: para que lo sigas tranquila C:
Al menos yo seguiré leyendo el fic C:
Nos vemos Eva C:
Aunque yo soy mas rudo? XD si lo soy !!! XD
Bueno esta muy interesante, aunque debería estar en otra sección, si quieres le digo a Kaiser que lo mueva C: para que lo sigas tranquila C:
Al menos yo seguiré leyendo el fic C:
Nos vemos Eva C:
the.grim.reaper- Sannin
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
Por la descripción pensé que trataba de algo distinto, no tan contemporáneo, pero me gusta el Rock clásico yeah!!!
Pero si no es NaruSaku, pertenece a otra sección, y que viva el MinaKushi sin el no existiría Naruto ni su amor por Sakura
Pero si no es NaruSaku, pertenece a otra sección, y que viva el MinaKushi sin el no existiría Naruto ni su amor por Sakura
Leon- Sennin
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
ok, ok, captado.... me equivoqué de sección.
jejeje gracias por aclarármelo. Y gracias Grim por dar el aviso. Eres un sol ^^
en fin, ya está en su sitio correspondiente. =)
y ahora que no está limitado a ser un shot creo que me lo tomaré con calma y lo haré más largo. =D
Hikari, la historia cambió de NS a MK principalmente por el carácter de la protagonista. Y luego recordé este cuadro de Gustav Klimt ....
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y con esa melena pelirroja ya solo pudo ser Kushina
Leon, me alegro de que a tí también te guste la música ^^ La descripción es el principio de la canción que me inspiró el fic. Pero cada cosa a su tiempo.
Bueno, pues vamos con el primer cap.
Gracias a todos por leer y comentar !!!
jejeje gracias por aclarármelo. Y gracias Grim por dar el aviso. Eres un sol ^^
en fin, ya está en su sitio correspondiente. =)
y ahora que no está limitado a ser un shot creo que me lo tomaré con calma y lo haré más largo. =D
Hikari, la historia cambió de NS a MK principalmente por el carácter de la protagonista. Y luego recordé este cuadro de Gustav Klimt ....
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y con esa melena pelirroja ya solo pudo ser Kushina
Leon, me alegro de que a tí también te guste la música ^^ La descripción es el principio de la canción que me inspiró el fic. Pero cada cosa a su tiempo.
Bueno, pues vamos con el primer cap.
Gracias a todos por leer y comentar !!!
- CAPÍTULO 1. :
La familia de Minato tenía una ferretería, un humilde negocio que él estaba destinado a heredar. Le esperaba una vida tranquila y rutinaria llena de clavos, enchufes y tornillos, donde no había espacio alguno para la emoción o la creatividad. El chico sentía claustrofobia solo de pensarlo. Era un buen hijo, obediente y aplicado en la escuela, pero tenía alma de músico. Sentía que había nacido para eso y le resultaba imposible contentarse con un porvenir predecible y aburrido. Para que el lector se haga una idea: cuando terminó la escuela elemental sus padres decidieron premiar sus buenas notas y le regalaron un reloj muy antiguo que pertenecía a la herencia familiar. Minato ese mismo día se fue a una casa de empeños y con lo que sacó se compró una guitarra y se apuntó a clases en el conservatorio. No pretendía darles un disgusto (aunque lo hizo). Simplemente, la música corría en su sangre como el fuego. El rubio era consciente de ello y siempre actuó acorde a ese instinto. Así que fue inevitable que al poco de terminar el bachillerato, a pesar de las advertencias de su padre y las súplicas de su madre, agarrara la guitarra y la mochila y se dirigiera a la estación de tren con una gran sonrisa pintada en la cara. Iba a comerse el mundo.
Al principio había vivido en una pensión barata y se había presentado a todas las productoras musicales que había encontrado indagando en los periódicos. Pero no tenía contactos en aquél mundillo, así que a pesar de la calidad de su música y su determinación, nadie se dignaba a darle una oportunidad y el dinero pronto comenzó a escasear. Ni podía ni quería pedirle prestado dinero a sus padres: estaba decidido a vivir de su talento, por lo que se dedicó a tocar en las estaciones de metro, en los parques, en los bares y cerca de los centros comerciales para poder comer. No se resignaba a trabajar como camarero. Antes que eso, prefería agotar todas las posibilidades como músico. Pero no era fácil. La mayor parte del tiempo estaba solo, ya no había amigos con quienes conversar y desde entonces se volvió más observador y parco en palabras. Aquél primer invierno trabajando en la calle fue muy duro. No siempre tenía dinero para permitirse una sopa caliente o una cama con sábanas limpias. A pesar de ello, Minato no se desanimaba con facilidad. Una vez tomaba una decisión, la acataba hasta sus últimas consecuencias: aquél era el precio de la libertad, el camino que había elegido. Era mejor pasar hambre y observar el amanecer desde un banco del parque antes que vivir todos sus días sumido en la mediocridad y con el corazón enjaulado, preguntándose cómo hubiera sido tener el valor de vivir su sueño.
Iba tirando. Leía los periódicos del día anterior, exploraba la ciudad, observaba a la gente… Pero sobre todo tocaba. Tocaba casi todo el tiempo. Se dejaba llevar por la música y con eso se abstraía y era relativamente feliz. Intentaba mejorar a diario. Sabía que si algún día quería ser profesional, necesitaba practicar sin descanso para desarrollar su talento. La inspiración podía venir en cualquier momento, así que mejor que le pillara con la guitarra entre las manos.
Así pasó sus primeros meses, hasta que una tarde cualquiera, mientras andaba concentrado en afinar una cuerda, un borracho se acercó a su rincón en la entrada de la estación de metro.
- La casa del sol naciente.
Minato no había reparado en él y se sobresaltó al sentir el pestazo a vino barato en la cara de repente.
- ¿Perdone? – dijo un poco aturdido aún por el olor del alcohol.
- La casa del sol naciente. - repitió el hombre tambaleándose hacia los lados - Toca La casa del sol naciente. ¿No la conoces?
El chico miró al borracho de arriba abajo. Parecía un indigente como tantos otros, con el abrigo sucio y raído. Era un hombre corpulento de cierta edad, entrado en los cincuenta probablemente. Su pelo canoso y larguísimo caía enredado por su ancha espalda y tenía la cara surcada de arrugas, verrugas y cicatrices. Llevaba una botella en una mano y no conseguía mantenerse erguido del todo. Con los brazos colgando hacia adelante y los ojos pequeños y oscuros tenía aspecto de gorila. Un gorila canoso y borracho que sonreía expectante frente a él con expresión de niño travieso y somnoliento.
Minato también sonrió. Claro que conocía la canción. Es más, le gustaba bastante. Al rubio le hizo gracia el personaje, ya que generalmente nadie se paraba a hablar con él, así que sin decir palabra comenzó a interpretar la pieza de bastante buen humor.
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Los ojos del viejo brillaron al escuchar la música y empezó a balancear al cabeza al compás de la guitarra. Cerró los ojos e incluso se puso a cantar por lo bajo, sin tener ni idea de inglés y pronunciando lo que le daba la gana con aquella voz desgastada y amarga. Parecía divertirse bastante. Incluso hacía aspavientos con los brazos como quien dirige una orquesta, obligando a los transeúntes a esquivarle para evitar que les diera un manotazo. O un botellazo. A Minato le dio un poco de pena. Todo el mundo alrededor parecía evitarle menos él. Como si no existiera.
Entonces aquél viejo hizo algo que el rubio no se esperaba: sacó una harmónica abollada del bosillo de su abrigo y se la llevó a los labios sin abrir los ojos, y comenzó a acompañar la melodía de Minato tocando admirablemente bien. Tanto, que varias personas fueron acercándose y parándose alrededor de ambos. Al borracho no le temblaba el pulso ni el aliento, ni equivocaba una sola nota. Aunque eso no era lo principal. Lo chocante no era que tuviera esa precisión y rapidez estando ebrio. Lo sorprendente era que aquel tipo que apenas se mantenía en pie de repente destilaba pura fuerza y decisión. Una pasión genuina que hacía que quien le oyera tuviera que detenerse a escuchar.
El rubio realmente sintió que conectaban. Quién hubiera dicho que bajo esa apariencia un tanto repulsiva latía un corazón indómito. Disfrutó tocando como hacía tiempo que no recordaba. Era tan vivo el sonido de la harmónica… No le preocupó si a los transeúntes aquello les gustaba o no. Cantó como cuando era niño y se emocionaba al aprender los primeros acordes en la escuela. Cantó para sentirse bien, siin mas motivo que divertirse. Cuando al cabo de dos o tres minutos la música acabó y se hizo el silencio, éste duró muy poco. Unos segundos apenas. Enseguida comenzaron a llover monedas y aplausos de forma masiva. Los dos hombres se miraron entre ellos, perplejos primero y sonriendo después, y agradecieron la generosidad del público con una torpe reverencia.
Minato decidió entonces invitar a su inesperado compañero a un trago, a lo que el borracho por supuesto accedió más que feliz. Caminaron hasta un bar cercano donde pidieron un par de copas y aquél señor extraño y simpático comenzó a hablar por los codos. Su nombre resultó ser Jiraia, y no se consideraba indigente, si no ermitaño. Iba de aquí para allá “en busca de experiencias nuevas”, según sus propias palabras. Era un tipo divertido, sobre todo si le dabas wishey del bueno. En cuestión de minutos relató toda su vida, sin dejar que Minato hablara apenas. Se moría de ganas de contar sus batallitas, ya que hacía tiempo que no encontraba un público interesado en sus hazañas de juventud. Entre sus logros, mencionó que había sido boxeador profesional en la categoría de pesos pesados, con bastante éxito según su propia versión.
- …Y hubiera podido llegar a más – presumió apurando el trago - pero todos tenemos nuestro talón de Aquiles.
- ¿Algún contrincante que no pudiste derrotar? – apuntó el rubio agitando un poco los hielos dentro de su vaso.
- No, no va por ahí….Mi enemigo no estaba en el ring, muchacho. Más bien entre las sábanas. – sonrió guiñándole un ojo. - Me vuelven loco las mujeres. Es algo más fuerte que yo…no puedo evitarlo. Por aquél entonces perdía la cabeza con las más jovencitas. Mi mujer sospechaba, claro. No soy bueno disimulando. Ella aguantaba, ya sabes, ojos que no ven…. pero una tarde volvió antes de lo previsto a casa y me encontró en nuestra cama con una belleza rubia de pechos enormes. Aquél día definitivamente se acabó todo. Se puso tan histérica y gritó tanto que los vecinos del edificio acudieron a ver qué pasaba. Imagínate la estampa.
- Querría comerte vivo, supongo. – mumuró el rubio, que por otro lado pensaba que quien juega con fuego, se acaba quemando.
- Y tanto… Armó una buena escenita. Pero eso no fue todo. Uno de los vecinos era reportero y decidió rentabilizar la situación. La fotografía del boxeador del momento en la cama con una niña de diecisiete años acabó apareciendo en varios periódicos.
- Joder…. ¿acaso no le preguntaste su edad?
- Claro que lo hice. – El viejo resopló un poco molesto. - No soy tan idiota. Pero ella había mentido sobre eso. Quería acostarse con alguien conocido para conseguir un poco de fama. Y vaya si lo consiguió...jejeje – rió melancólicamente con la mirada perdida en el fondo de su vaso vacío, pero aquel rastro de tristeza le duró muy poco. - ¿Pedimos otra ronda chico? - sugirió enseguida -¿Qué me dices, eh?
Minato se encogió de hombros.
- Claro – respondió. - Pero yo solo quiero una cerveza.
Jiraia sonrió hasta ponerse bizco de felicidad.
- ¡Camarero! ¡Otro whiskey para mí y una birra para mi buen amigo! – gritó alegremente.
Cuando les trajeron el pedido y vació medio vaso del primer golpe siguió hablando sin parar.
- Aquello no fue un gran escándalo, pero sí lo suficiente como para reventar mi carrera. Nadie quería a un boxeador pervertido. Figúratelo…a los treinta y un años, mi mujer pidió el divorcio y consiguió quitármelo todo. Me dejó de patitas en la calle. ¡Aún tengo una deuda pendiente con ella por indenmización de daños psicológicos! ¿Qué te parece? – rió a carcajadas.
Minato sonrió también. Lejos de amargarse, Jiraia se había adaptado a una nueva forma de vida más dura con una actitud despreocupada y bohemia. Estaba acostumbrado a que la vida le golpeara. Por lo visto con tener para vino y arroz le era suficiente.
Congeniaron enseguida y charlaron durante horas. El rubio también acabó contando su propia historia y cuando mencionó que apenas tenía dinero para pagarse una pensión decente, el ermitaño se levantó inmediatamente de la silla y le palmeó en la espalda con fuerza en señal de camaradería.
- ¡No hay problema, chico! - gritó.
El rubio empezó a toser como un maldito intentando expulsar la cerveza de su pulmón.
- ¡¡Te vienes a mi casa!! – anunció Jiraia.
Minato consiguió respirar por fin y sonrió. “Qué suerte” se dijo en un principio. Pero mientras se dirigían al lugar cayó en la cuenta de que era sumamente extraño que un tipo como aquél tuviese realmente una “casa”.
Última edición por Eva2.0 el Vie Oct 11, 2013 1:18 am, editado 1 vez
Eva2.0- Genin
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
Jajajajaja! Que risa con Jiraiya, me agrada el tipo, y sera que si tiene casa?! Minato si que a tenido que pasar duros tiempos por conseguir su sueño, espero las cosas mejoren.
Conti!
Conti!
hikari uzumaki- Sennin
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
OYE yo también toco mejor la guitarra cuando estoy ebrio y hasta canto mejor ES ALGO ABSOLUTAMENTE NORMAL!!!
Dios esa sensacion de encontrar un compadre para tocar, Minto se lo que sientes T_T I KNOW EXACTLY WHAT YOU FEEL T_T
Lo mas gratificante es hacer algo de ruido con un tipo que sin decírselo piensa lo mismo que tu es lo mejor de la vida T_T
Si yo me pregunto como es posible que Jiraiya tengo una casa ¿Que tiene bajo la manga este viejo? Igual me cae super bien, es mi personaje favorito después de todo C:
Dios esa sensacion de encontrar un compadre para tocar, Minto se lo que sientes T_T I KNOW EXACTLY WHAT YOU FEEL T_T
Lo mas gratificante es hacer algo de ruido con un tipo que sin decírselo piensa lo mismo que tu es lo mejor de la vida T_T
Si yo me pregunto como es posible que Jiraiya tengo una casa ¿Que tiene bajo la manga este viejo? Igual me cae super bien, es mi personaje favorito después de todo C:
the.grim.reaper- Sannin
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
es curioso como las historias pueden cambiar con tan solo una pocas diferencias, seguro en un NaruSaku quedaría bien pero sin duda el MinaKushi le da otro giro es muy bueno.
diego_ Namizake- Aprendiz
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
Hola! ^^
Gracias por los comments!
Vamos con el segundo capi.
CAPITULO 2.
Gracias por los comments!
Vamos con el segundo capi.
CAPITULO 2.
- Spoiler:
Caminaron hasta un barrio de las afueras, y cuando el viejo señaló el edificio en cuestión, MInato lo comprendió todo: aquello era un antiguo teatro abandonado reconvertido en casa okupa. En la fachada había un graffiti enorme que decía “okupa y resiste” justo encima de la puerta principal.
Al entrar, el rubio observó a un montón de gente de lo más variopinta: algunos tenían aspecto de hippies, con sus rastas y sus ropas de colorines; otros vestían de negro; muchos no tenían nada de particular y otros, como Jiraia, parecían vagabundos.
- ¡Buenas noches! – saludó un chico con coleta que pasó a su lado.
- ¡Muy buenas, Iruka! – respondió el viejo sonriendo de buen humor.
Minato levantó una ceja al ver pasar al tal Iruka. Casi lo señaló con el dedo pero se reprimió a tiempo.
- Está… - murmuró pensando en voz alta – Está…
- ¿Desnudo? -Jiraia le ayudó a terminar la frase sin inmutarse. Luego se rió de la cara de extrañeza del rubio. - ¡Sí! ¡Está desnudo!
Minato quiso articular un “¿por qué?” pero no le salió nada de la boca. El ermitaño comprendió igualmente.
- ¡Es nudista!
- Ah…
- ¿Acaso te molesta?
- Creo... que no… - respondió cuando su cerebro procesó que estaba viéndole el culo a otro tío. – Pero... me sorprende…¿hay más gente como él aquí?
Jiraia hizo un puchero.
- No… Ojalá hubiese chicas nudistas como él… pero no… una lástima…
El viejo le acompañó y le mostró donde estaban los baños, el comedor y las zonas de descanso. Luego se acercaron a donde el viejo solía dormir para que Minato pudiera dejar sus cosas. Era un palco en un lateral del escenario, una especie de balconcito con una cortina gruesa y espacio para cinco o seis butacas, que habían sido arrancadas para colocar en su lugar un par de colchones viejos y unas cuantas cajas de plástico y cartón. La verdad era que todo estaba bastante limpio, había espacio de sobra para los dos y aunque un poco destartalado, en general parecía confortable.
Más tarde volvieron al comedor a por algo de cenar. Había que reconocer que estaban bien organizados, ya que todo el mundo colaboraba en las tareas como en una especie de comuna. El edificio era un refugio de artistas sin suerte, activistas políticos con problemillas policiales y ecologistas radicales antisistema.
- ¡Deidara! – saludó el viejo dirigiéndose a un chaval muy joven que en aquél momento hacía de cocinero. - ¿Qué tenemos hoy en el menú?
- ¡Acelgas y garbanzos! – le respondió con entusiasmo.
Jiraia puso cara de que se le había quitado el hambre. Rehusó con la mano.
- No me acordaba de que eres vegetariano…
- ¡Por supuesto que lo soy! ¡y tú no deberías comer tanta carne!¿Sabías que a los patos los ceban en contra de su voluntad para hacer el foie-gras?
- No… no lo sabía – murmuró dirigiéndole a Minato una mirada de “ya estamos…”
- ¿Y sabías que a las vacas las separan de sus terneros en cuanto…? – empezó el otro en un tono de indignación que no presagiaba nada bueno.
- Ey, ey, Deidara – cortó el viejo por lo sano – Vale, me comeré las acelgas, pero no me cuentes otra vez lo injusto que es el mundo. Y por favor ponle otra ración a mi amigo.
- Aquí nadie aprecia mi lucha por los derechos de los animales… - refunfuñó mientras les servía los platos.
El rubio decidió quedarse a vivir temporalmente para ahorrar un poco, y aunque le gustaba aquello, no terminaba de sentirse cómodo en ese lugar. Había que andarse con cuidado, no todo el mundo que entraba por la puerta era de fiar. Además, con tantas personas alrededor no tenía tranquilidad para componer. Pero desde luego era un sitio divertido: un desfile contínuo de gente rara de cojones, donde lo mismo desayunaba con aquél tipo nudista, que tenía que esquivar en el pasillo a un grupo de personas esparcidas por el suelo, completamente entregadas a la meditación trascendental.
Durante varios meses Minato continuó tocando en el metro sin hacer ningún avance. De vez en cuando Jiraia le acompañaba, y esos días aumentaban las monedas y los aplausos, pero no se podía contar con él de forma regular. La mayoría de las mañanas el viejo estaba tan borracho que no podía ni levantarse de la cama, así que el rubio generalmente tocaba en solitario. Podía decirse que su situación había mejorado: tenía amigos con los que charlar, un colchón viejo donde caer rendido y un plato en la mesa todos los días. Era mejor que estar por su cuenta, y con lo que sacaba tocando podía mantener aquél tipo de vida. No consideraba que le fuera exactamente mal, pero estaba desanimado. Sentía que valía más que para estar así, medio en la calle. Era inteligente, tenaz y tenía talento. Pero de momento la suerte no le acompañaba mucho. Quizás tendría que plantearse buscar un trabajo no musical, aunque fuese temporalmente, para poder costearse grabar una maqueta más adelante.
Las semanas fueron pasando y el invierno ya casi estaba por terminar. Una mañana soleada Minato eligió un parque distinto para probar suerte. Se colocó junto a un banco en una zona visible y bastante transitada. Depositó la funda de la guitarra abierta en el suelo, lanzó dentro unos cuantos céntimos y se dispuso a tocar. Cuando llevaba ya una media hora allí, un grupo de chicas pasó frente a él y se paró a escucharle. Tras cuchichear un ratito entre sí, taparse la boca con la mano y darse codazos disimuladamente, se sentaron en el césped unos cinco metros a su izquierda. Parecían universitarias. “Niñas bien” (a juzgar por sus ropas) que charlaban y reían dando grititos tontos a cada rato. De vez en cuando alguna le dedicaba a Minato una mirada coqueta y risueña, a las que él respondía, sin dejar de tocar, con una sonrisa y una pequeña reverencia haciendo que ellas se sonrojaran y rieran con más excitación.
Les dedicó una tonada alegre y pegadiza que estaba de moda, pero al ver que no soltaban ni una miserable monedilla al final perdió el interés. Suspiró y decidió interpretar algo más acorde con su estado de ánimo: le apetecían los Beatles. Comenzó a cantar Eleanor Rigbey con los ojos cerrados, entreabriéndolos solo de vez en cuando para mirar los trastes. En una de esas, al abrir los ojos se llevó una sorpresa. Una de las chicas de antes, la pelirroja, estaba de pie a dos palmos de él, observándole con una sonrisa que indicaba claramente que tramaba algo. Minato dio un respingo y un pequeño paso hacia atrás del sobresalto. Echó un vistazo rápido a su alrededor. Las otras muchachas les observaban expectantes.
- ¿Quieres apostar? – preguntó la chica del pelo rojo mirándole intensamente.
- ¿Apostar? – parpadeó Minato confundido. - ¿Apostar qué?
La pelirroja sonrió aún más mientras bajaba la vista al suelo. Se colocó nerviosamente el flequillo detrás de la oreja y con un susurro respondió:
- Un beso…
El rubio se quedó parado sin saber qué responder. ¿Un beso? ¿Acaso le estaban tomando el pelo? Observó nuevamente a la muchacha de arriba abajo. Una burguesita muy mona y bien vestida, que le observaba atenta esperando su respuesta. Parecía buena chica. No quería desconfiar, pero aquello era muy raro.
- He apostado con mis amigas que si tocas mi canción favorita de los Dire Straits te tengo que dar un beso. – explicó ella rápidamente, casi atropellando las palabras. Al parecer tenía poca paciencia.
- ¿Así de fácil? – Minato levantó una ceja.
Ella asintió varias veces.
- Así de fácil. Solo tienes que adivinar cuál es. – Aclaró.
- Ah… vale… - el rubio se sentía tentado de aceptar. A nadie le amarga un dulce. Y menos uno pelirrojo.
- ¿Y si fallo? – preguntó tras unos segundos. Era un tipo precavido.
La chica sonrió de nuevo. Esperaba esa pregunta.
- Si fallas tienes que invitarme a almorzar.
- Bueno, parece que en cualquier caso salgo ganando. - rió. En realidad un almuerzo doble era una pequeña fortuna para él, pero si aquella proposición era cierta, bien valía la pena.
- ¿Y qué ganan tus amigas? - quiso saber.
Ella rió con suavidad.
- No lo sé. – reconoció encogiéndose de hombros. – Cotilleo para toda la semana, supongo.
Minato finalmente decidió intentarlo.
“¡Qué carajo!” pensó mientras tocaba los primeros acordes. “Una chica guapa quiere almorzar conmigo. Incluso mejor: quiere besarme. ¿Por qué no? Este tipo de gente a veces hace chorradas así, para darle emoción a su vida. Puede que sólo quiera divertirse un poco. Puede que hoy sea mi día de suerte…”
Y lo fue.
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Ella escuchó tarareando bajito, con una sonrisa. Tamborileaba suavemente con los dedos sobre un libro de texto que apoyaba contra el pecho, como para protegerse. Era más tímida de lo que parecía a primera vista. Se la veía relajada, con la mirada soñadora y perdida a lo lejos, concentrada en la música.
Minato estaba observando la expresión tranquila en su cara mientras cantaba. Por lo visto había acertado. No había sido difícil; simplemente pensó en las canciones más conocidas del grupo y eligió la que le pareció más romántica. A las mujeres les gustan esas cosas, el romanticismo y eso. Nunca falla.
- Juliet, the dice was loaded from the start…. And I bet… and you exploded in my heart…
Cuando ella levantó la vista otra vez, los ojos de ambos repentinamente conectaron. La chica se sonrojó muchísimo y Minato no pudo evitar sonreír.
“¡¡Mi día de suerte!!” gritaba en su fuero interno intentando que no se le notara la euforia. “¿Cuánto hará que no beso a una chica?” intentó recordar. Se dio algo de lástima a sí mismo al darse cuenta de que hacía demasiado. En ese momento fue consciente de que había estado mucho más solo de lo que creía, pero no le importó: hoy el viento cambiaba un poco por fin.
La canción terminó y ella aplaudió suavemente durante unos segundos. Minato ya sonreía de oreja a oreja anticipando el tacto suave de aquellos labios tan lindos. Pero entonces ella le miró de forma traviesa y lentamente comenzó a negar con la cabeza.
El rubio sintió como si le dieran en la frente con un ladrillo.
- ¿¿ No?? – exclamó sorprendido.
- Walk of life – respondió la pelirroja con la misma sonrisa burlona.
- Oh venga ya… - gimió Minato tapándose los ojos con una mano. ¿¿Cómo había perdido una oportunidad tan buena??
- ¿Qué pasa? - preguntó ella en tono de guasa - Me gusta más la otra, porque es más alegre. Y yo soy una chica divertida. – apostilló sonriendo tanto que se le achinaron los ojos.
- No me cabe duda… - murmuró el rubio resignado. – En fin… te debo un almuerzo – recordó mientras miraba al resto del grupito darse codazos como locas. Seguro que estarían riéndose de él hasta que les dolieran las costillas.
- ¿A tus amigas también las tengo que invitar? – preguntó preocupado al ver que todas le miraban con expectación.
Kushina se encogió de hombros.
- Si quieres…
- ¡Ni de coña!
Entraron en una cafetería del parque seguidos de cerca por el grupito de amigas. Pidieron un par de bocadillos, una cerveza para Minato, un refresco para ella y una bolsa de patatas.
- ¿Cómo te llamas? - preguntó el rubio mientras hacían cola.
- Kushina.
El rubio la observó aflojarse la bufanda un poco. Al parecer a ella no le importaba mucho saber su nombre. Vestía un abrigo blanco de paño que le tapaba por encima de las rodillas, vaqueros y botas altas grises sin tacón. La bufanda y un gorrito de lana hacían conjunto con el calzado, y resaltaban su melena pelirroja que le llegaba justo hasta los hombros. Era definitivamente muy guapa (Minato volvió a sentir la punzada de dolor por el beso perdido). Por lo menos podría aprovechar para engatusarla un poco en aquella cita accidental. Quizás aún no estaba todo perdido.
Se sentaron en un banco del mismo parque, frente a los toboganes y balancines que a esa hora estaban llenos de niños correteando y mamás persiguiendo a sus pequeñas bestias. Después de dar un trago a su refresco y comer algunas patatas Kushina quiso saber cosas acerca de la vida del rubio.
Él resumió su historia en unas pocas frases sin mucho apasionamiento. Estaba más concentrado en el bocata de jamón (hacía mucho que no veía uno tan grande) que en darle detalles personales a una extraña, por muy guapa que ésta fuera.
- ¿¿Así que vives en una casa okupa?? ¡¡Es genial!! – casi chilló de la emoción la chica.
- Bueno, yo no diría tanto… pero sí es divertido.
- ¡Qué vida tan maravillosa tienes, Minato!
- ¿Maravillosa? – replicó él levantando una ceja y mirándola de reojo antes de dar otro mordisco. – No hay para tanto, la verdad…. – murmuró mientras masticaba.
- ¡Eres tan valiente! Dejándolo todo por tu pasión, por tu sueño… - suspiraba ella entrelazando los dedos - ¡Te admiro!
Minato sonrió complacido. La chica era apasionada y fácil de impresionar. Todavía tenía posibilidades.
- Me gustaría tanto poder vivir como tú…hacer lo que tú haces… - suspiró Kushina llevándose las manos al pecho.
- No digas chorradas… pasar hambre y frío no es divertido en absoluto.- se quejó - Pero hablemos de ti…. ¿qué estudias? – preguntó señalando con la cabeza el libro que ella había dejado sobre el banco, entre ambos.
- Derecho y ciencias políticas…- refunfuñó en tono desganado.
- Debe ser difícil. - comentó el rubio intentando hacer ver que la consideraba inteligente.
- Sí, lo es. – respondió Kushina sin darse cuenta del halago. – y es un aburrimiento mortal también – apoyó la barbilla en el dorso de la mano y suspiró.
- ¿Y por qué lo estudias entonces?
- Por mi padre. – la voz le salió como automáticamente. Sonaba a una de esas cosas que vienen impuestas porque sí y no tienen vuelta de hoja. - Es abogado. Uno de los mejores de por aquí, y quiere que yo ingrese en su bufete cuando acabe la carrera. – explicó.
- No parece que te fascine la idea.
Ella rió suavemente.
- La verdad que no. – admitió mientras se levantaba y empezaba a recoger sus cosas – Pero en realidad tampoco sé qué otra cosa hacer… y trabajar para que el mundo sea más justo me parece una meta bastante noble.
- Bien mirado te pega mucho. – observó el rubio incorporándose también.
- ¿El qué?¿Ser abogada?
- No exactamente. – El chico se paró un momento a pensar mejor lo que quería decir. - Me refiero a eso de hacer del mundo un lugar mejor. Eso sí te pega. – concluyó sonriendo con sinceridad. El comentario le salió espontáneo.
Ella se quedó callada mirándole durante unos segundos.
- Bueno, pues espero que hayas disfrutado el almuerzo, y encantado de conocerte. – Se despidió Minato. Había pensado en pedirle que se volvieran a ver, pero al final le dio vergüenza y no supo cómo decírselo. Además, eran de mundos muy diferentes. Mejor dejarlo estar. Agarró la guitarra y tras decirle adiós con la mano comenzó a caminar.
Kushina se quedó de pie mirando cómo se alejaba. Cuando ya estaba a unos quince o veinte metros le gritó:
- ¡Eh tú, rubio!
Él susodicho rubio giró sobre sus talones.
- ¿Qué?
- ¡Sí que era ésa! – sonrió la chica comenzando a correr en dirección contraria. Sus amigas la siguieron entre risas.
- ¿Esa? ¿Qué esa? – Minato se quedó como un pasmarote durante un instante sin comprender.
- ¡Esa canción, idiota! - gritó mientras continuaba aumentando la distancia entre ambos. - ¡La que has tocado! ¡¡Ésa era mi canción favorita!!
Minato no supo si molestarse, reírse a carcajadas o salir corriendo tras ellas. Pero comprendió enseguida que la tercera opción se le escapaba por momentos. Corrían rápido las condenadas…
- ¡¡Mentirosa!! – gritó finalmente parado en medio del parque, tan fuerte que varias personas se giraron a mirarle.
Ella se giró, le sacó la lengua y luego desapareció entre la gente.
- Ya te pillaré… - sonrió el rubio sacudiendo la cabeza. Al final sí que se habían reído de él – Ya te pillaré…
Eva2.0- Genin
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
Vaya al menos Minato tiene donde dormir y comer, y pense que terminaria en algo peor o muy loco. Kushina todo una loquilla, no quizo besar a Minato o que! O solo para tener un pretexto de volver a verlo. Espero y la suerte de Minato sea mejor apartir de ahora y haber como es que se da el Minakushi.
Conti!
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hikari uzumaki- Sennin
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Re: NUDA VERITAS (LA VERDAD DESNUDA) - CAPÍTULO 2 (20/10/13) MINAKUSHI +16
Fic cerrado por petición del autor
En caso de una re apertura debe consultarse con los moderadores de la sección C: chau chau
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the.grim.reaper- Sannin
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