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LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
mira nada más jejeje Orochimaru convertido en quien sabe qué, jaja
pobre Rob espero que esté bien o algo así,
a ver cómo le va ahora a Naruto y Sakura
salu2
pobre Rob espero que esté bien o algo así,
a ver cómo le va ahora a Naruto y Sakura
salu2
Namikaze-kun- Clan Genbu
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
te haré la misma pregunta hasta que lo acabes:
¿¿¿PORQUE LO DEJAS AHÍ????
Espero conti!!!!
¿¿¿PORQUE LO DEJAS AHÍ????
Espero conti!!!!
Davidenko17- Jounin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
lo siento por no a ver publicado, es que me enferme y aparte estoy volviendo a la universidad...... bueno aquí el cap 14
CAPÍTULO 14
bueno un cap mas, aquí se explica mas el objetivo o ecencia del fic jejje
Naruto sabe quién es y qué se espera de él. Tiene que reconstruir un Imperio en guerra y enfrentarse a las tinieblas, a Sasuke, pero ¿cómo lo hará él solo?. Para saber esto, no os perdáis el próximo capítulo COMPAÑEROS.
Este capítulo ha terminado, pero ahora, la Guerra de los Dioses va a comenzar.
CAPÍTULO 14
- Spoiler:
- CAPÍTULO 14: REENCUENTROS y PROFECÍAS
ALGUIEN ACARICIABA su rostro. Con estudiada delicadeza le tocaba el pelo y acto seguido la mejilla. Sakura bebía de esa caricia que tanto la reconfortaba. No quería despertarse, deseaba estar ahí, en ese estado, para siempre. La mano pasaba ahora por su cuello y volvía a ascender hasta su pelo. El sufrimiento que había padecido era tal que su corazón anhelaba desde hacía tiempo ese trato dulce y suave. La seguridad que le proporcionaban esas caricias era equiparable a la que tenía un niño en el útero de su madre. Sin embargo, lo bueno siempre es efímero y muy contra su voluntad, Sakura se despertó.
Naruto contemplaba su despertar con una expresión segura y de alegría que tan sólo se veía enturbiada por un brillo de melancolía en su mirada. Con una sonrisa algo triste, le saludó.
- Buenos días, Alteza.
- ¿Amnel-Ester? – fue lo único que articuló Sakura.
- Veo que recordáis el nombrecito.- comentó con sarcasmo.- Llamadme Naruto, por favor.
- ¿Estás… vivo? – preguntó sorprendida.
- Me parece que sí.
- ¿Pero cómo…? – Sakura intentó levantarse de la cama para tocarle y comprobar que era él.
- Tranquilizaos – la aconsejó Naruto quien acto seguido la ayudó a acomodarse sobre la espaldera de la cama.- Para vuestra información - prosiguió, - hoy estamos a veinticinco de noviembre del año tres mis quinientos setenta y nueve de la Tercera Edad y hace dos semanas que vuestro amigo Gaara nos trajo hacia aquí: Ganeorx, aunque estamos en algo a lo que llama Ogiliandar. Yo desperté hace dos días repentinamente curado sin motivo aparente, y para vuestra tranquilidad os aclararé que no soy un muerto ni Amnel-Ester. Vos habéis estado durmiendo durante dos semanas. Pensé que nunca despertaríais.
Publicado: 11 Jun 2011 2:43 am
CAPÍTULO 14: REENCUENTROS y PROFECÍAS
ALGUIEN ACARICIABA su rostro. Con estudiada delicadeza le tocaba el pelo y acto seguido la mejilla. Sakura bebía de esa caricia que tanto la reconfortaba. No quería despertarse, deseaba estar ahí, en ese estado, para siempre. La mano pasaba ahora por su cuello y volvía a ascender hasta su pelo. El sufrimiento que había padecido era tal que su corazón anhelaba desde hacía tiempo ese trato dulce y suave. La seguridad que le proporcionaban esas caricias era equiparable a la que tenía un niño en el útero de su madre. Sin embargo, lo bueno siempre es efímero y muy contra su voluntad, Sakura se despertó.
Naruto contemplaba su despertar con una expresión segura y de alegría que tan sólo se veía enturbiada por un brillo de melancolía en su mirada. Con una sonrisa algo triste, le saludó.
- Buenos días, Alteza.
- ¿Amnel-Ester? – fue lo único que articuló Sakura.
- Veo que recordáis el nombrecito.- comentó con sarcasmo.- Llamadme Naruto, por favor.
- ¿Estás… vivo? – preguntó sorprendida.
- Me parece que sí.
- ¿Pero cómo…? – Sakura intentó levantarse de la cama para tocarle y comprobar que era él.
- Tranquilizaos – la aconsejó Naruto quien acto seguido la ayudó a acomodarse sobre la espaldera de la cama.- Para vuestra información - prosiguió, - hoy estamos a veinticinco de noviembre del año tres mis quinientos setenta y nueve de la Tercera Edad y hace dos semanas que vuestro amigo Gaara nos trajo hacia aquí: Ganeorx, aunque estamos en algo a lo que llama Ogiliandar. Yo desperté hace dos días repentinamente curado sin motivo aparente, y para vuestra tranquilidad os aclararé que no soy un muerto ni Amnel-Ester. Vos habéis estado durmiendo durante dos semanas. Pensé que nunca despertaríais.
Sakura asintió muy aliviada.
- Naruto, no tienes porqué tratarme de “Alteza” o de “vos”, y menos después de todo lo que hemos vivido – añadió con un suspiro. – Llámame Sakura.
- Sí,…Sakura.
- ¿Cómo has sobrevivido? – inquirió la serafín
- No lo tengo muy claro, pero Jiraiya me dijo que se debía a esto Naruto se quitó la túnica y le enseñó a Sakura una marca de nacimiento con forma de sol que tenía en el pecho.
La Marca penas era visible, un observador que supiera de qué se trataba daría por sentado que estaba desapareciendo. Sakura no respondió. La Marca de los Héroes, el don de los Doce. La Marca de los Héroes era un distintivo que llevaría consigo el elegido por los Doce, Amnel-Ester. Atónita, le interrogó:
- ¿Desde cuándo la tienes?
- Desde que era pequeño, que yo recuerde. Aunque después de encontrarme con Sasuke se intensificó. Es como si se hubiera grabado. Ahora parece estar desapareciendo.
- ¿Sabes lo que significa?
Naruto negó.
- ¿Te lo ha explicado Jiraiya?
El chico volvió a negar, era evidente quién era y quién iba a ser. Pero él lo desconocía. ¿Por qué? Se suponía que Jiraiya había estado a su cuidado y lo lógico es que el Archimago, como protector del paladín de los dioses, le hubiese explicado quién era. Además Sakura no entendía cómo es que Naruto se había presentado sólo, sin la ayuda del mago. Tenía que averiguar más cosas sobre este chico, al fin y al cabo era un desconocido para ella porque, ¿qué sabía él, excepto que se llamaba Amnel-Ester? Con mucha delicadeza se excusó:
- ¿Te importa salir de aquí?, es que necesito asearme. Ya te avisaré cuando esté lista.
- Como ordenéis, Alt…Sakura. – rectificó el chico.
Cuando Naruto se iba, Sakura añadió:
- Llama a alguna criada para que traiga ropa. No voy a ir desnuda por ahí.
El muchacho asintió (no sin contemplar la posibilidad de no llamar a la criada) y salió por la puerta.
Pasados unos minutos, llegó una doncella que se presentó con el nombre de Guildona. Traía consigo peines, vestidos, sales de baño, pastillas de jabón y demás útiles de aseo. Dejó las ropas en el camastro y la acompañó a los baños contiguos a la habitación. Sakura se deshizo de la ropa y se introdujo en el agua caliente.
La ventaja de que la ciudad estuviese gobernada por enanos era su sistema de mantener el agua caliente siempre. Guildona la ayudó a bañarse frotándole cuerpo y limpiándole cada una de sus perlinas plumas.
Cuando se hubo bañado, se sintió limpia y cómoda. De entre tantos vestidos, eligió una blanco, sencillo y un manto verde. Por insistencia de Guildona se sentó en una silla y comenzó a ser peinada al estilo de las demás elfas. Cuando hubo terminado se levantó y marchó en busca de Jiraiya, su confidente y amigo. Acababan de pasar demasiadas cosas importantes en los últimos días y necesitaba reordenar sus pensamientos.
Sakura salió de su cuarto y fue en busca de su anciano maestro. En su habitación, en lugar del mago, encontró a un Elwendel opaco y turbio con la forma de un cubo, forma fácil de mantener cuando estaba cansado:
- ¿Qué deseáis princesa? – preguntó el hideir tan amigo de las formas como siempre tomando la forma del muchacho elfo.
- Mantener el equilibrio – respondió ella. Siempre que se veían se decían aquello. Los hideirs eran una raza de naturaleza neutral incluso en las luchas entre dioses y a ella decirle eso le recordaba que el propósito de los serafines fue en otro tiempo salvaguardar el equilibrio y no, luchar en un bando como hacían en la actualidad.
- Una gran misión mi señora – terminó Elwendel las formalidades. – Y, ¿qué quieres ahora? – preguntó ya tomando su habitual tono de confianza.
Sakura entonces reparó en el oscuro tono del color del agua de Elwendel.
- Busco a Jiraiya. ¿Por qué tienes ese tono? – se refirió a su cuerpo.
- Nos hemos pasado toda la noche buscando información acerca de la Marca de los Héroes. Si tú no hubieras dormido en dos días tampoco tendrías muy buen aspecto.
- ¡Oh! – exclamó Sakura, se abstuvo de preguntar aunque se prometió hacerlo en otro momento más adecuado – ¿Ya se ha enterado de lo de la marca? – preguntó haciendo referencia a Jiraiya.
- A él es imposible ocultarle nada... Y menos para una serafín dormida y con un hechizo de sugestión y cuando ha estado con Amnel-Ester desde que éste nació.
- ¡¿Cómo se atreve?! – se mostró indignada Sakura.
El hideir ni se inmutó.
- Es él, puede hacer lo que quiera. Si le buscas está en el templo. – aclaró el hideir tomando la forma de una nube para escapar de la ira de la serafín.
Ésta, incapaz de discutir con algo sin cara salió volando hacia el templo por la ventana para decirle cuatro cosas al archimago. Por muy archimago que fuese, no podía hacerle eso a ella.
La ciudadela de Ogiliandar era una magnífica fortificación que se encontraba en el exterior construida con Oriahalcon, el oro de los dioses. Altas torres rematadas en agujas, como en la que dormían ellos, rodeaban una magnífica atalaya, la Torre del Sol. Esbelta y desafiante, no vacilaba en mostrarse tan alta como las montañas que protegían a Ogíliandar. Estaba construida del mismo material que el resto de la ciudad. Ésta ciudadela fue construida por el abuelo de su abuelo para servir de refugio a su raza, pero cuando los serafines conocieron a los enanos, les enseñaron la ciudad, la forma de construirla y mantenerla y después se la cedieron. La parte favorita de Sakura de la ciudad eran los jardines élficos. Estos habían sido construidos por los elfos durante su refugio allí en lo Días Oscuros debido a su natural necesidad de tener arboles cerca. Los jardines poseían plantas de tofos los tipos y se encontraban rodeando la Torre del Sol y se extendían hasta las torres dormitorio.
Sakura sobrevoló todo aquello dirigiéndose a una arboleda que rodeaba un edificio cilíndrico de columnas corintias que se encontraba en el centro del jardín: el templo de los dioses. Entró como una tromba de agua en el templo dispuesta a darle una lección a ese mago viejo y entrometido. Al llegar allí, la magnificencia del lugar la sobrecogió y le hizo dudar.
Jiraiya se encontraba en el centro del templo. El templo era circular y dividido en doce estancias cada una con un altar y una estatua. Todas menos una, la del pérfido dios del Este, Úrsagal.
- Me gusta venir aquí para recordarme la magnificencia de los dioses y sosegar mi corazón en su paz. Saetar el poderoso padre de los dioses – dijo señalando a un dios con aspecto poderoso.- Ánaris, la gran madre y dadora del equilibrio, creadora de los serafines. Sus hijos, los cuatro dioses elementales y creadores de las razas. Marah, la tierra, Bélthaner, el fuego, Aryel, el viento y Seyán, el agua. También los cuatro hijos fruto del amor de Ánaris con el dios del mal Úrsagal: Tamrel, Angaria, Gargaria, y Ainheror. Y Rivand, fruto de Sáetar y Úrsagal.
- Alabados sean – musitó Sakura atrapada en un silencio religioso y santo.
- Sólo la ausencia de Erianhel, el doliente – explicó señalando el hueco vacio – turba mi espíritu y me recuerda que esto no ha acabado.
Sakura coincidía plenamente con él. En fin y al cabo El Doliente era… De repente recordó el motivo de su visita y expresó:
- Maestro, ¿podríais acompañarme fuera?
- Por supuesto – contestó Jiraiya y ambos salieron.
Una vez fuera Sakura recobró su furia y gritó:
- ¿Cómo has sido capaz de hechizarme mientras estaba inconsciente y no me podía defender? – reprochó al anciano.
- Supongo que eso te lo habrá contado Elwendel – suspiró el mago – Supongo que olvidaría comentar que la idea fue suya ¿me equivoco?
Sakura sintió como el enfado aumentaba. <> pensó. Pero cuando iba a responder, el archimago siguió hablando:
- Para que te quedes más tranquila, sólo te pregunté eso. Necesitaba información. Ahora el tiempo es un factor vital, y entender lo que está pasando puede ser la diferencia entre la victoria y la derrota.
- Pero no tenías ningún derecho – se quejó Sakura – es mi mente.
El archimago, cansado de esta discusión inútil, decidió cortar por lo sano:
- Sakura, tú misma has hecho cosas peores cuando la situación lo requería. No me acuses de algo que habiendo estado tú en mi lugar tú también habrías hecho.
La serafín cayó anonadada, Jiraiya tenía razón, se había quedado sin argumentos.
- Sabes perfectamente que deseo guardar la neutralidad y sin embargo no haces más que empujarme para que me decante por tu causa.
- Ahora escucha – comenzó a regañarla – No estaría tan falto de tiempo de no ser por tu petición de auxilio a Naruto. Me has robado más de dos meses. Naruto es el paladín de los Doce y además es el hijo del Príncipe Minato. No sólo está llamado a defender a los dioses sino a todos los hombres de occidente. Sus padres lo llamaron Naruto por algo.
La serafín se quedó sin habla. Ahora entendía que su pluma le hubiera escogido. Tal y como había supuesto. "Dirígete a donde esté Amnel-Ester" le dijo. En su desesperación había pedido ayuda al paladín de los dioses. Pero jamás se le hubiera ocurrido que sería además el heredero legítimo al trono.
- ¿Y por qué no fuiste con él, le hubieras evitado esa herida? – se intentó defender.
- Porque ni siquiera sabía que te habían capturado. Escuché de Godric que el Imperio estaba de celebración por la victoria de Sasuke en el Mausoleo. No suponía que estuvieses allí. Te imaginaba a punto de casarte. Además, Sasuke apareció días después en Baltor y no dudó en reducirla a escombros en busca de Naruto. Desde entonces vagué por el Imperio buscándole hasta que me di por vencido y regresé aquí para usar la Estrella de los Dioses. Sabes que debo proteger a Naruto de inmediato y contarle la verdad. [N. del A: La Estrella de los Dioses es una piedra mágica tan antigua como la ciudadela de Ogilandar. Muchos la consideran el primer regalo de los dioses a los mortales. Esta estrella era usada en la antigüedad por el Príncipe de la Luz, el comandante de los serafines, para vigilar el Oeste de la oscuridad del dios malvado. Pocos pueden usarla pues requiere de gran voluntad, uno de ellos Jiraiya.]
- ¿Contarle la verdad a quien? – preguntó una voz.
Gaara, apareció de entre los setos inesperadamente.
- Elwendel me dijo que estabais aquí.
<> pensó Sakura. Hoy parecía el guía turístico. Jiraiya continuó impasible poniendo a su alumno en antecedentes.
- Contarle al salvador de Sakura que es el legítimo heredero al trono entre otras muchas cosas.
A Gaara casi se le salieron los ojos de las órbitas de la sopresa. Abrió la boca y la volvió a cerrar y al fin solo miró fijamente a Jiraiya intentando saber si eso era verdad.
- En vista de vuestra facilidad de palabra, expondré yo lo evidente. Debemos poner a ese muchacho, a Naruto, al tanto de su condición. Debemos contarle nuestros planes y los de la resistencia para derrotar a Danzou. Una vez conozca esto, debemos ponerle a salvo del alcance de Sasuke inmediatamente. Ahora que Sasuke sabe quién es él, tendré que llevarlo bajo mi protección para enseñarle a protegerse.
- ¿Quién?- preguntó Gaara extrañado, arqueando una ceja.
- Amnel-Ester,- aclaró Sakura algo molesta.- ¿Se lo explicas tú o lo hago yo? – inquirió Sakura al archimago dirigiendo una mirada a Gaara, quien no comprendía nada.
- Yo lo haré. ¿Recuerdas las clases de teología del sacerdote Wanjo? – El muchacho asintió – Entonces sabrás que hace miles de años, Úrsagal asesinó a su hijo, el dios Erianhel. Como consecuencia, los otros dioses intentaron vengarse, pero una guerra con Thirion como campo de batalla supondría la destrucción de lo que habían creado. El asesinato de Erianhel rompió el orden establecido haciendo que el tiempo llegara a un punto donde se parara y donde todas las reglas que definen este mundo se viesen alteradas. Eso es el Momento.
- ¿Eso tiene algo que ver?
- ¡No seas impertinente!- le reprendió.
Gaara agachó la cabeza, algo avergonzado.
- Todos los dioses saben que una guerra entre ello sería fatal y por lo tanto decidieron que un mortal impartiría justicia. – le ayudó Sakura. – Ese mortal es conocido como el Elegido y será él el que llegado el Momento, se decante por un bando.
- Naruto es ese mortal entonces – afirmó Gaara muy sorprendido.
- Te equivocas. La identidad de ese Elegido es secreta. Sólo él puede desvelarla. Pero la historia no acaba aquí. Los dioses llegaron a un acuerdo mediante el cual cada bando podría tener un paladín que defendiese sus intereses frente al Elegido. Hace unos meses, en el solsticio de verano, la estrella Ferianor se apagó en el cielo y hace diecisiete años, coincidiendo con el cumpleaños de Naruto. Él es Amnel-Ester, el paladín de los Doce, que se enfrentará a Ursal-Ester, el paladín de las sombras. De Naruto dependemos para poder salvar este mundo.
Gaara empezó a reírse a carcajada limpia.
- Maestro, ¿espera que crea que el héroe de las leyendas que usted siempre contaba es ese muchacho? Usted le ha visto. Si es un… bueno eso… un completo inútil.
Las miradas cargadas de severidad de Sakura y de Jiraiya le dieron a entender que sí. Éste arqueó las cejas, muy sorprendido.
- Si eso es así no hay tiempo que perder.
- Pero, ¿aceptará lo que le digamos? – se inquietó Sakura. Ella pensaba que era demasiada información para cualquiera.
- Por supuesto que lo hará – aclaró el archimago – porque serás tú quien se lo diga.
- ¿Yo? No, me niego. No quiero cargar con esa responsabilidad.
- Bueno, entonces se lo dirá Gaara – sentenció el archimago mirándola a los ojos.
La serafín conocía al joven mago Se lo diría de sopetón y sin pensar en las consecuencias. Eso era lo peor para su causa y Sakura lo sabía. El archimago también lo sabía y por eso la miraba así, sabía que ella no le dejaría hacer ese trabajo a Gaara. <> se lamentó la chica.
- De acuerdo, lo haré.
- Entonces estamos de acuerdo – se alegró Jiraiya. A su lado Gaara soltó un suspiro de alivio. – Se lo dirás ahora mismo.
La chica se dirigió al dormitorio del chico, la última frase era una orden, no una sugerencia. Sin embargo para ganar tiempo, antes fue a comer a la cocina, algo de lo que poco después se arrepentiría.* * *
En ese mismo momento, Oruc caminaba aburrido por los pasillos luchando contra el peor de los enemigos de un ériat, el aburrimiento. Había llegado del rescate hacía una semana y Jiraiya no le permitía marchar de viaje. Decía que tenía una misión importante que encomendarle pero esa misión nunca llegaba y mientras él se aburría soberanamente. Tras recuperarse de la herida que le causaran las sombras y anotar en su cuaderno (un cuaderno que todo ériat siempre llevaba consigo) los peligros del rescate de Sakura, no sabía qué hacer.
Pensó en diversas actividades pero ninguna le complacía. De repente recordó al muchacho con el que había llegado. Según la experiencia del ériat, éste ya tendría que ser un siervo de la espada Nugviar. Sin embargo, el chico seguía normal, y aunque no había despertado, no era ningún títere sin voluntad, algo extraordinario, dado el tiempo que había pasado.
Para un ériat no había misterio imposible, sino investigadores incompetentes. Todo el mundo se preguntaba cómo aquél joven había sobrevivido a la mortífera maldición de la espada de Úrsagal: Nugviar. La respuesta para el ériat era más que sencilla. Si Nugviar era la espada del mal y sus ataques provocaban la muerte en cualquier mortal era más que obvio que Naruto no era un mortal cualquiera, si precisaba más aún Naruto poseía algo en su interior que había luchado contra esa esencia maligna, pero ¿el qué?
Averiguar qué poseía Naruto era la única manera de paliar el aburrimiento mortal al que le estaban sometiendo. Así, muy contento de tener algo que hacer, el ériat se dirigió a la habitación de Naruto.
* * *
Naruto había vuelto del cuarto de Sakura y se había sentado a descansar, pero era tal el cansancio que aun le acosaba que se quedó tumbado encima de la cama. Se encontraba en un estado intermedio entre el sueño y la reflexión, pensando con los ojos cerrados, cuando oyó un ruido fuera. Acababa recuperar el conocimiento y aunque no tenía fuerzas para abrir los ojos, sí podía sentir su entorno. No fue a mirar qué era. Se sentía cansado. Tumbado en la cama, se llevó la mano al pecho desnudo, a la cicatriz, precisa y cauterizada. Tan sólo recordaba de aquella huida la desaparición de Rob y el ataque del general Sasuke. Aquel general le había herido y había supuesto la muerta de su hermano.
O al menos eso quería usar como pañuelo para sus penas, pero lo cierto es que sabía que la única culpable de la muerte de Rob, había sido su estupidez, su cobardía y su falta de sensatez. Se sentía muy culpable y el odio le carcomía. Nunca antes había sentido ese sentimiento. Era como un monstruo que le rugía al oído. Por más que quisiera, no podía callarlo. El odio era lo único que hacía que Naruto se sintiera mejor. El odio y… Sakura.
La joven princesa serafín le llenaba de calma y apagaba su odio contra Sasuke. Aquellos ojos llenos de comprensión, aquella sonrisa, toda ella era un continuo pozo de luz. Deseaba volver a verla recuperada de su encierro, debía estar muy hermosa. Naruto se había embarcado en aquella loca aventura por salvarla y se preguntaba si las esperanzas que había puesto no serían una vana ilusión, fruto de su inmadurez.
Se volvió a oír otro ruido, esta vez más cerca. El chico lo volvió a obviar. Se giró, dando la espalda a la puerta. La luz del crepúsculo otoñal se colaba por la ventana bañando su rostro con la luz de la estrella Ainheror, suspiró. Se sentía tremendamente deprimido, sólo quería calma, eso o que Sakura viniese a verlo, pero la segunda opción era poco probable.
Ruido de pasos como si alguien estuviera andando por las inmediaciones.
El muchacho no quería ver a nadie. Hizo oídos sordos y comenzó a rememorar sus sentimientos y experiencias. Desde muy joven, casi cuando era un niño, había sufrido a manos del Emperador la expropiación y la condena a la miseria que de no ser por Rob, habrían sufrido. Con doce años, su hermano había tenido que dejar su aprendizaje como noble y ocuparse de dos hermanos y una madre. Varios años después, habían comenzado a vivir relativamente bien a costa de la felicidad de Rob porque, a pesar del carácter del muchacho, este no gozaba de vida propia. Había renunciado a su vida por su familia. Aquellos recuerdos fueron como una nueva estocada de la espada de Sasuke. Naruto pudo recordar con esos recuerdos el dolor que le había provocado la hoja de Nugviar al hundirse en su carne y se preguntaba si aquello era un castigo por haber abandonado a su hermano.
Todo había transcurrido con normalidad hasta principios de verano cuando cumplió los diecisiete años. Su vida había cambiado en cinco meses en los que había recorrido su patria, había aprendido el oficio de soldado y había salvado a la Princesa Sakura, aquella hermosa serafín a la que tantas noches había dedicado. No sólo era su hermosura lo que le provocaba esos extraños sentimientos. Comenzaba a sospechar que la amaba con locura, pero sin embargo había demasiados obstáculos para su relación: ella era una serafín y él un humano; ella, una princesa y él un granjero y sus caracteres tan diferentes, ella era orgullosa, sabía y segura de sí misma, él acababa de salir de su aldea y lo ignoraba todo sobre sí mismo. Cuando pensaba en un hipotético futuro con ella, no lo conseguía hacer creíble. Por lo que tan sólo podía amarla mediante gestos amables, escuchándola…
Además, ella le confundía con Amnel-Ester. Amnel-Ester era el héroe con el que soñaban ser todos los niños, pero él ya era mayor para esos juegos, él no era Amnel-Ester. Él siempre había querido ver el mundo con Jiraiya, pero ahora ya no estaba tan seguro si estaba preparado para que el mundo irrumpiese en él.
De repente Naruto notó una presencia cerca de él. Abrió los ojos con cuidado y… vio a una especie de gato vestido con pantalones y chaqueta flotando apaciblemente por encima de él mientras examinaba con mucho interés su cicatriz. Naruto dio un saltó para bajarse de la cama golpeando al “gato” mandándolo disparado contra el techo mientras éste gritaba:
- ¡Lo descubrí! Otro misterio resuelto por mi astucia.
El gato paró en el aire su lanzamiento y con una voltereta, se volvió hacia él.
- Por los dioses, casi me matas del susto – le reprochó a Naruto. – se suponía que estabas dormido. No puede uno ya ni espiar con tranquilidad.
- ¿Qué? ¿Cómo te atreves? ¿Cómo lo has hecho? Y por cierto – agregó - ¿qué demonios eres?
- Buenos tardes, mi nombre es Oruc Robamonedas, soy un ériat. Mi raza no tiene respeto a títulos o personas fuera de ella así que no es necesario que me digas de usted o de señor o lo que más respetuoso te parezca. He entrado en tu cuarto forzando la cerradura y, ¿cuál era la primera pregunta?
- ¡Descarado! – exclamó furioso Naruto. – Si te atrapo te retuerzo el pescuezo, eso si es que lo encuentro. Porque eres sólo una bola de pelo con cola.
- Vaya eres muy listo, te has dado cuenta de que tengo cola, no sospechaba que fueras tan observador – se burló Oruc.
Por toda respuesta, Naruto, sacando fuerzas de la ira, se abalanzó sobre el ériat quien lo esquivó sin problemas y dándole una patada en la espalda lo tiró al suelo y lo inmovilizó.
- Calma chico. Este comportamiento no es propio de la realeza.
- ¿Qué quieres decir con eso? No pretendas confundirme para que te perdone la vida. – respondió Naruto intentando soltarse sin mucho éxito.
- Primero, ahora mismo no podrías matar ni a una mosca y segundo, hablo muy en serio. ¿No lo sabías? ¡Qué divertido! No te preocupes, no te mortificaré más. La marca que tienes en tu pecho es la Marca de los Héroes. Antiguamente indicaba al legítimo heredero al trono del Imperio, creo que eso es lo que te protegió del veneno de Nugviar. – Naruto, estupefacto por la sorpresa, dejó de revolverse intentando asimilar lo dicho por el ériat - ¿De verdad que no lo sabías? Ahora sé por qué me llaman bocazas. – siguió el ériat ahora verdaderamente sorprendido. – Pensaba que lo sabías, no te lo dijo nadie…
En ese momento se oyó un grito ahogado en la puerta. Sakura se encontraba allí y había tenido tiempo de escuchar la verborrea del ériat. Había volado lo más rápido posible todo el pasillo pero no había llegado a tiempo de detener al ériat. En ese momento lamentó haberse entretenido, tenía que haber ido directamente a ver a Naruto. Oruc, viendo lo delicado de la situación, hizo lo que acostumbraban a hacer los de su raza, escurrir el bulto.
- Bueno, creo que me voy, me está esperando alguien en algún sitio en este momento para hacer algo.- con estas palabras, el ériat soltó a Naruto y desapareció por el pasillo.- ¡Adiós!
Naruto se quedó en el suelo hasta que Sakura se acercó a él y le ayudó a levantarse. Se encontraba cansado y en estado de shock. Sin embargo sentía vivamente la presencia de Sakura y era consciente de que, de acuerdo a sus deseos, la chica estaba bellísima. Ambos se sentaron en el borde de la cama del muchacho. El rostro de Sakura reflejaba preocupación y consternación. Naruto rompió el silencio diciendo:
- ¿De qué está hablando ese bicho raro? Solo estaba diciendo tonterías sin pies ni cabeza, ¿Qué es eso de la Marca de los Héroes? Ha dicho que soy un rey o algo así… dijo realeza. ¡Sí, eso dijo!
- Naruto, Oruc es un ériat, un representante de la raza del aire y parece que ha decidido investigarte. Lo siento, no he podido adelantarme. Pero lo que ha dicho es cierto.
- ¿Me tomas por idiota?
- No, desde luego que no. Todo lo contrario. Naruto, Oruc ha resultado ser muy brusco, pero no ha mentido en nada. Jiraiya me pidió que fuera yo la que te avisara.
- ¿Entonces es cierto?
- Si, lo es. El archimago Jiraiya me había ordenado decírtelo y yo no sabía cómo cumplir esa orden. En cierto modo, Oruc me ha hecho un favor. No nos conocemos mucho pero te pido que me perdones, no quería que te enteraras así.
Naruto se levantó y paseó de un lado a otro de la habitación. No podía evitar pensar en si su madre lo sabía. Si lo sabía, ¿quién era su padre y porqué no se lo había contado nunca? ¿Quién era él? ¿Cuál era su historia? Quería respuestas. Miró a la serafín y tomo una decisión que sabía que después lamentaría y que era consciente de que le impediría volver a ser alguien normal. Suspiró. Quizás nunca había tenido elección y sus proyectos de ser un soldado normal eran inútiles. Se volvió hacia Sakura.
- Cuéntamelo todo – le pidió a Sakura – Creo que merezco enterarme de quién soy.
Sakura asintió con el rostro muy serio.
- Me parece correcto. Creo que es conveniente ponerte de acuerdo a lo que vivimos. Seguro que Jiraiya te contaría en su día la historia de nuestro mundo. Siempre hacía lo mismo cuando yo era pequeña.- su voz se cargó de un melancólico mundo.- pero seguro que no te habrán explicado lo que te voy a relatar con tanto detalle.
“En el principio de los tiempos nacieron del Caos Sáetar y Uryeal quienes sacrificaron a su madre y de ella nació la diosa Ánaris, así ordenaron el cosmos estableciendo tres mundos: Thirion, el Abismo y el Ankaraeion. Tras ello originaron a los demás dioses, aunque el más perfecto fue Erianhel, nacido de los tres, los tres dioses primigenios unidos en uno. Cuenta la Capilla que fue la envidia de Uryeal la que pretendió usurpar el Ankaraeion. Sin embargo fue rechazado y condenado a ser llamado Úrsagal. El juez que así decidió fue Erianhel quien sería asesinado por su padre, Úrsagal.
“Así, cuando los dioses se enteraron decidieron aniquilar a Úrsagal, pero la guerra que desataron convirtió el Abismo en un mundo pútrido, un mundo dominado por el silencio y las almas corrompidas de los espíritus. Para evitar que la plaga se extendiera al resto del mundo decidieron resolver su guerra acudiendo a un Elegido.
“Ese Elegido sería el encargado de decidir quién era poseedor de la verdad y en el Momento, un punto en el que el tiempo y el espacio se detendrían, optaría por un mundo, condenando al mundo a la luz o a la oscuridad.
“Sin embargo, los dioses no pretendían perder y aceptaron reposar sobre otros dos mortales la carga y el don de ser los únicos capaces de persuadir en su juicio al Elegido. Uno de esos era Amnel-Ester, que en la lengua de los serafines quiere decir “el Ungido por los Doce”. Amnel-Ester deberá enfrentarse a las tinieblas, que serán comandadas por Ursal-Ester, el ungido por Úrsagal. Naruto, te he llamado Amnel-Ester, ya sabes lo que eso significa.
Naruto la miró con una expresión de incredulidad.
- Claro, y ahora es cuando me dices que Ursal-Ester es el general Sasuke.
- En efecto. Quítate la camisa – le ordenó. Naruto dudó.- Vamos hombre, he visto a muchos antes que tú y sin camisa.
Naruto así lo hizo y Sakura le puso la mano sobre el pecho. El joven se turbó. Inmediatamente, el corazón le empezó a latir. Era muy excitante para él que la fría mano de Sakura estuviese su pecho. Entonces ella dijo:
- Amnel-Ester, Ánaris-Mitrhand ri es nankarir [N. del A: Literalmente: Amnel-Ester, Por mi Poder muestra tu marca.]
El pecho del muchacho empezó a incendiarse. Naruto recordó ipso facto la misma sensación que había sentido cuando se había encontrado con el general Sasuke, cara a cara, en Baltor. Cuanto más se acercaba hacia él más le había ardido el pecho. Tras escapar de la ciudad, no le había dado más importancia, de hecho lo había olvidado. Sin embargo sentía la misma sensación. Es como si le estuviesen tatuando la piel desde dentro. Empezó a brillar. No podía cerrar la boca de lo sorprendido que estaba.
Cuando Sakura retiró la mano, se levantó y le indicó que se acercara al espejo. Naruto así lo hizo. Vio en su pecho una marca muy extraña, un sol que le ocupaba todo el pecho cuyos rayos se extendían hasta casi llegar el hombro hacia arriba y la cintura hacia abajo. El sorprendido muchacho se fijó más y aquel signo no le resultaba tan extraño. ¡Sorprendentemente, lo había visto siempre en sus sueños!
- ¿Qué es esta hechicería?
- No es hechicería, es el poder de la Marca de los héroes. La marca de los héroes, dicen las profecías de los Ester, será la que el paladín de los dioses lleve en su pecho, insignia de su don y de su poder, de su maldición y su debilidad. Si Oruc acertó que esa era la Marca es porque tras haber sido acuchillado por Nugviar y haberte enfrentado a su letal veneno, la marca restauró toda la piel, a penas te queda una pequeña cicatriz.
- ¡Eso no tiene nada que ver con Amnel-Ester! – le respondió.
- Ya lo creo que sí. Naruto, esta marca fue la misma que Ákatosh, el avatar mortal de Rivand, le confirió a Árandor. Como ya sabrás, Árandor fue el primer rey de Párandor y se le considera el padre del Imperio. Todos sus descendientes nacieron siempre esta marca, como distintivo de su casa, ¿o a caso crees que el sol que tan orgullo hondea en las banderas de Danzou es por nada? Ákatosh, fue el que eligió a Árandor como el padre de la línea en la que nacería Amnel-Ester y los historiadores y eruditos la llamaron Linea Real, Linaje del Dragón. Tú eres uno de sus descendientes. El último tras tu padre, para ser más precisos.[N.del A: Ákathosh es el dragón avatar mortal del dios del sol. Es el fundador del Imperio.]
- No lo entiendo. No me cabe en la cabeza. ¿Yo, heredero de Árandor?
- Sí, ya sé que acabas de despertar y estás desorientado. Pero ahora veo que el Archimago Jiraiya tenía razón, tienes que saber la verdad para poder enfrentar tu destino.
- No me lo creo – siguió empeñado Naruto.- Mi padre no tenía la marca.
- Sí la tenía. Naruto, no es fácil para mí ser la portadora de tantas noticias y todas ellas difíciles de digerir, pero tu padre era el Príncipe Minato. – susurró Sakura temerosa de la reacción de Naruto.- Eres el hijo de Minato y Kushina, quienes dieron su vida por ti, para defenderte porque sabían que tú serías el avatar de Amnel-Ester.
<> Esas fueron las palabras de Belador. Ahora que Sakura le decía eso, afloraban a su mente todos los paseos con Veranel, cuando le explicaba que Amnel-Ester era el que debía defender a los hombres, cuando le explicaba como entendía él la moral, cuando le había explicado que su nombre significa “el que protege a la humanidad”, que su padre se lo había dado teniendo fe en él…
- Sakura, mi padre lleva muerto nueve años, hasta entonces había hecho por mí todo lo que se puede pedir de un padre. No esperes que me crea que no era mi padre – dijo dolido y negándose a terminar de encajar la última pieza del puzle.
- ¡Piensa, Naruto! – le pidió Sakura apelando a la lógica del muchacho - Oruc ha deducido que tenías la Marca y no es tonto, no pienses que se ha equivocado. Y una docena de personajes de esta ciudad pueden ratificar mi historia, todos personajes ilustres. El archimago Jiraiya, por ejemplo.
Aquella sentencia cayó como un jarro de agua helada sobre Naruto. Sakura se dio cuenta del daño que había hecho con aquellas palabras. Se sentó a su lado y vio el rostro del chico. Le acarició el pelo y le cogió de las manos.
- Ojala no tuviese que ser yo quien te dijera esto, pero es mi deber.
- ¿Siempre te preocupas tanto por lo que debes hacer? – preguntó irónico. Se sentía dolido.
- Naruto, para mí es muy difícil decirte tanto. Ahora te pido que me escuches hasta el final.
- De acuerdo. Pero te advierto que no voy a dejar que me manejes. – exclamó Naruto ya a la defensiva.
Sakura le miró largamente y después por no seguir discutiendo, empezó a contar.
- Hace cincuenta años, quizás más, Danzou el Canciller de Consejo de Ancianos y descendiente de la Línea Real, se hizo con el poder derrocando al príncipe Minato que entonces era un bebé. Sin embargo Jiraiya – al que durante años viste como un mendigo, un bardo - consiguió salvarlo y lo crió en secreto. Cuando el muchacho fue ya un adulto, contactó con La Leyenda e iniciaron la rebelión abierta. Uno de los comandantes rebeldes fue el hombre al que llamaste padre. Minato desposó a la princesa Kushina, miembro de la casa de Dolm Inaer y de su amor naciste tú.
“Hace un momento te conté la historia de la Marca, pero lo que no te dije es que cuando el hijo de Orevil, Rey de Minas Árandor, cometió el delito de enfadar a Bélthaner, la marca se perdió al igual que su línea. Ózmon, el hermano tío del Rey Blasfemo y Rey de Minas Agnor se convirtió en el nuevo Emperador. Sus herederos, entre los que está tu padre, no la tuvieron.
“Tú eres el primer niño nacido con esa marca en más de cuatro mil años. No entiendo porqué tú si la tienes, pero el ser el último de la Linea Real te convierte en una ficha clave para ganar esta partida y más aún con esa marca. Los dioses te han llamado Amnel-Ester y yo ya lo hice.
Naruto recordó el mensaje de la pluma que tanto había cambiado su vida. Ella le acarició el rostro con afecto y prosiguió
- Amnel-Ester, tú eres el último. La decisión de enfrentarte a Danzou es tuya, pero te ruego que escojas participar. Por mucho que no quieras vivir esta guerra debes hacerlo, si tú no la encuentras a ella, ella te encontrará a ti. Tu pueblo y toda la raza humana está sufriendo bajo el yugo del emperador. ¿Les volverás la espalda? ¿Les dejarás acaso luchar solos contra el mal? ¿Dejarás que la muerte de tu hermano quede impune?
Naruto la miró con los ojos vidriosos
- Yo no escogí ser lo que soy. Yo solo quiero ser alguien normal. Nunca debía aceptar tu misión.- le protestó.
- Naruto, yo tampoco elegí que asesinaran a mis padres al nacer, no ser quien soy. Pero tengo una misión y un destino. El equilibrio debe ser restaurado. Danzou solo se sirve a sí mismo. Se burla de los dioses.
- ¿Y a mí qué?
- Naruto, debes tomar el mando para derrocar a Danzou. Por tu pueblo. Aunque intentes escapar de esta guerra no podrás, te lo digo por experiencia. – Una lágrima la traicionó. Naruto no pudo evitar quitar aquella perla del bello rostro de la joven – Yo elegí decidir mi propia vida, decidí luchar por ser libre, aunque me duela, debo luchar por mis seres queridos y por el equilibrio
- Eso eres tú, no yo. Tú tomaste tu decisión, no hagas partícipe de ella.
- Sea pues, decide príncipe Naruto – el chico se estremeció al oír el título – Pero recuerda que Sasuke no descansará hasta matarte. Fue en tu busca en Baltor para matarte y lo volverá a intentar, es solo cuestión de tiempo.
Naruto se separó poco a poco de ella y ambos se miraron algo cohibidos. Naruto sintió que todo el rencor acumulado se desvanecía al mirar a Sakura a los ojos y comprender que ella era tan prisionera como él de su propio destino.
- Si me necesitas estoy en la habitación de al lado – susurró Sakura apretándole la mano, había entendido que el chico necesitaba tiempo, solo eso le permitiría aceptar su situación.
Cuando Sakura se marchó, Naruto se quedó mirando por la ventana durante un rato. Meditaba sobre todo lo ocurrido en ese día. Si realmente era cierto – y en el fondo de su corazón lo sabia – él era el último de esa antigua estirpe. Sus pensamientos se llenaron de rabia al recordar el Emperador. Aquel lejano soberano no sólo había destrozado su vida como hijo de Willius, sino también la de su otro padre y por lo tanto la suya. Estaba muy confundido y entre tanta niebla, se durmió.* * *
Era poco más de mediodía cuando alguien llamó a la puerta. La abrió con la esperanza de que Sakura estuviera detrás de ella. Sin embargo su esperanza se vio destruida cuando una viejecita se presentó frente a él. Era muy pequeña, Naruto supuso que era una enana, sonriente, se presentó:
- Mi nombre es Meller y soy tan humana como tú – aclaró en respuesta a la mirada inquisitiva que le lanzaba el joven.
- ¡Oh! Perdóneme – se excusó Naruto invitándola a pasar.
- No pasa nada hijo. La princesa Ariadnalaerion me ha mandado para que, según su orden, parezcas un príncipe. Así que siéntate ahí – señaló un taburete y empecemos.
Meller era una mujer muy amable y de charla amena. Sus arrugas le daban una expresión de infinita bondad que recordaba al amor que profesaba una abuela por sus nietos. La anciana cogió unas tijeras y comenzó a cortarle el pelo. Cuando hubo terminado, le mando que se pusiera de pie y subida en el taburete le tomó medidas.
- Eres tan alto como tu padre – comentó con un tono que denotaba, ¿orgullo?
Naruto adivinó que se refería al para él desconocido Minato.
- ¿Usted le conoció? – preguntó Naruto sorprendido por las declaraciones de Meller y mirando a la anciana con un nuevo respeto.- Lo crié cuando era muy pequeño – respondió con nostalgia – pero cuando cumplió los diez años el viejo archimago lo llevó consigo a su torre y mi corazón supo que no lo volvería a ver… cuando el malnacido del Emperador usurpó el trono, yo conseguí escapar con el bebe de la Reina, ¿Sabes? Yo soy la legendaria criada que estuvo buscando durante tanto tiempo, claro que por aquel entonces yo no era más que una muchachita asustada. En más de una ocasión pensé en ir a matarle, pero ¿qué iba a hacer una mujer contra un mago? – se lamentó – Ahora cuando te veo, alto, fuerte: la viva imagen de tu padre; sé que lo que hice estuvo bien. – La mujer le acarició la cabeza con cariño – Sabes – continuó, la gente no te reconoció, pero yo supe quién eras en cuanto entraste desmayado por la puerta de la ciudad.
- ¿Conoció usted a Lord Willius, el hombre que me crió? –preguntó Naruto sorprendido por las declaraciones de Meller.
- Sí, fue un gran hombre. Fiel a su Rey hasta la muerte.
- ¿Quién fue su asesino?, porque según he escuchado el Emperador dijo que habían sido unos orcos - inquirió enervado.
- No lo sé. Muchacho mío, no dejes que la rabia te consuma o acabarás muerto – dijo mirándolo a los ojos con expresión seria y luego añadió en un tono más alegre –Mañana creo que tendré lista tus ropas.
Naruto se miró al espejo. Había pasado de ser un simple granjero a ser el legítimo emperador de Párandor. De repente le invadió un acceso de melancolía y pena por todo lo ocurrido y tumbándose sobre la cama, lloró lo que no había llorado en la última semana, lloró por su hermano y si padre adoptivo muerto, por la pérdida de la inocencia y por la nueva carga que habían colocado sobre él. Lloró por todo eso y cuando poco después se levantó, se juró que ni Danzou, ni Sasuke, ni los dioses conseguirían hacerle volver a llorar nunca. Había tomado su decisión.
bueno un cap mas, aquí se explica mas el objetivo o ecencia del fic jejje
Naruto sabe quién es y qué se espera de él. Tiene que reconstruir un Imperio en guerra y enfrentarse a las tinieblas, a Sasuke, pero ¿cómo lo hará él solo?. Para saber esto, no os perdáis el próximo capítulo COMPAÑEROS.
Este capítulo ha terminado, pero ahora, la Guerra de los Dioses va a comenzar.
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
oh dios, cada vez mejor!!!! increible fic!!!
nueva lectora y cada vez mas enganchada!!!
nueva lectora y cada vez mas enganchada!!!
Aria-chan- Novato
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En mi imaginación, en la boda de una chica pelirosa y un rubio....
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
el leído todo el fic y realmente es excelente , pero tengo algunas preguntas ,
¿esta basada en alguna novela ?
¿es una mescla de varias historias de fantasia,? por que jiraya me recuerda a gandalf del señor de los anillos y eso de Amnde Ester me recuerda al concepto del caballero del dragon de las aventuras de fly?
espero que le continues pronto
¿esta basada en alguna novela ?
¿es una mescla de varias historias de fantasia,? por que jiraya me recuerda a gandalf del señor de los anillos y eso de Amnde Ester me recuerda al concepto del caballero del dragon de las aventuras de fly?
espero que le continues pronto
orochi- Jounin
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Posesiones :
Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Bueno al fin me puse al corriente, pasaron tantas cosas, pobre Rob espero y este bien y no muera me cae bien, lo de orochimaru estuvo bueno, y al fin!! Naruto sabe todo, aunque siento que aun no lo asimila y tiene mucho, demasiado por aprender tambien, Sasuke le sobrepasa en poder y conocimiento, y Naruto tiene que estar al mismo o mas alto nivel, me encanta como Sakura lo esta tratando.
Que nuevas cosas estaran por venir?!
Conti!
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hikari uzumaki- Sennin
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Posesiones :
Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
bueno atrasado pero bueno vuelvo para completar el fic jejeje quiero agradecer a septimo y kaser, el primero por permitirme publicar el fic por la razones que tiene muchos fic ya ellos que son largos.....y kaser por reactivar el fic en si.....bueno empezamos donde nos quedamos...
CAPÍTULO 15
Pues otro capítulo. Uno más y terminamos la saga. Este capítulo es muy instructivo. Los defensores de la Luz se están agrupando. Naruto tiene aliados y sabe lo que tiene que hacer. Va a emprender un peligroso entrenamiento con Jiraiya pero antes quiere decirle a Sakura qué siente por ella. ¿Qué sucederá? No os perdáis la conti: Dolorosas despedidas.
La saga llega a su fin pero la Guerra de los Dioses está empezando a comenzar. No os perdáis la conti.
PD: sep espero que lo veas y digas si esta bien y por cierto gracias por lo de ayer otra ves amigo feliz años nuevo
CAPÍTULO 15
- Spoiler:
- CAPÍTULO 15: COMPAÑEROS
A LA MAÑANA siguiente, Naruto se despertó con los primeros rayos de sol que traspasaban la ventana iluminando la habitación del joven. No había dormido mal pero tampoco podía decir que hubiese dormido bien. Las noticias que le habían sido reveladas resonaban en su mente. Se había prometido no rechazar su destino y vengar a su padre, tanto al que lo había engendrado cono al que lo había criado. Asimismo vengaría a su hermano Rob, desaparecido en las laberínticas ruinas subterráneas de Nan Gar’ok. Sin embargo, ahora tenía otros problemas más acuciantes como su inesperado ascenso al trono. Había algo que resonaba en la mente de Naruto. << Tus padres dieron su vida por ti >>. Los príncipes Minato y Kushina se sacrificaron por él, eso le había dicho Sakura.
Se sentó frente a la ventana contemplando la ciudad que ante él se extendía. Aunque deseaba huir, sabía que no debía. De él dependían muchas vidas. Al parecer, según Sakura, los dioses peleaban por un tema personal: la venganza. Sus omnipotentes creadores se peleaban por la más mortal de las causas… ¡Que irónico sonaba todo! Los doce querían venganza; Úrsagal, dominar Thirion como único dios. Para ello habían creado a los mortales, para dominar a los otros y para usarles de peones en su partida. Milenios de lucha habían sido estériles y lo seguirían siendo hasta que el Elegido optara por un bando. Sakura le había tranquilizado al confesarle que él no era ese elegido, él solo debía guiar a los seguidores de los Doce en el Momento y acompañar al Elegido. ¡Solo!
Se levantó decidido a dar un paseo para despejar sus ideas y responder a todas las preguntas que se formulaban en su cabeza << Quizás el aire fresco me ayude a aclararme un poco>>.
La mañana se había despertado fría, normal en la fecha que se encontraba, ente a finales del otoño. La fuerza del viento así como el frío había desvestido por completo los árboles de los jardines pero aquella estampa era ya de por sí bella. Las altas torretas partían del suelo hacia el cielo, con delicada ambición parecían querer tocar el sol y la cúpula celestial. Desde que había llegado a Ogiliandar, la antiquísima ciudad perdida en el tiempo, que los soberanos enanos ofrecían a sus invitados del exterior, no dejaba de maravillarse por la belleza arquitectónica del lugar. Sakura le había recomendado el jardín para meditar que aunque no se encontraba aún en su esplendor, resultaba ser un regalo para la vista.
Iba caminando cuando se chocó con alguien. Al alzar la vista, se encontró con los profundos y sabios ojos Jiraiya. Hacía tiempo que sabía que su amigo y maestro, el viejo bardo cuentacuentos y aficionado a los caminos, se hallaba en la ciudad, aunque no había tenido ni tiempo ni ganas de visitarlo. Como ya sabía era un hombre muy respetado entre los enanos además de ser alguien muy influyente en el Imperio, pues no en vano era el líder de los magos. A todo ello se sumaba que era el mentor de Gaara, el joven mago que les había ayudado, y que se había encargado de sus heridas tras fugarse del templo. Con su amable y a la vez profunda voz, tal como la recordaba el chico, dijo:
- Ve con más cuidado, Naruto.
Naruto se sentía cohibido ante ese nuevo Jiraiya. Ya no era el viejo vestido con ropas de viaje, desgastadas y descoloridas, era todo un señor archimago, que vestía la dorada túnica de su rango. Otra de las muchas sorpresas del viaje. Aunque Naruto ya intuía que era un mago, no imaginaba que fuera tal mago.
- Discúlpame - respondió el muchacho educadamente
- Por esta vez no te convertiré en rana. Has tenido suerte – bromeó – Aunque para que no me vieras, debes de estar muy distraído – observó con precisión.- Algo impropio de ti.
Naruto suspiró. No es que estuviese distraído, es que estaba preocupado. Nunca era su intención quejarse de su destino, al fin y al cabo se había jurado no lamentar su suerte e intentar cumplir con lo que de él se esperaba.
Sin embargo, muchas eran la preguntas y pocas las respuestas. Grande era la misión que se le estaba planteando y pequeña su experiencia para cumplirla. Naruto sabía que mucho descansaba sobre sus hombros y poca era la fuerza de éstos para sustentarlo.
- Si supongo que Sakura ya te ha contado algunas cosas acerca de ti, no me estaré equivocando. ¿cierto?
- No, no se equivoca.
- ¡Niño!, deja de tratarme de usted, nunca lo has hecho y mucho menos ahora. – le regañó.
Entonces Naruto salió disparado hacia él y le abrazó. Jiraiya había sido siempre la figura paterna de la que había carecido y ahora que estaba con él sentía la necesidad de demostrarle que le quería. Aunque se había visto obligado a salir huyendo de Baltor no había habido día en el viaje en el que se acordara de él. El anciano le devolvió el efusivo abrazo con el mismo cariño. Sin duda ya sabía que Naruto estaba pasando por momentos difíciles. No era fácil asimilar tanto en tan poco.
Cuando se separaron le preguntó, casi temblando de la alegría.
- ¿Qué fue de ti durante todo este tiempo?
- Te estuve buscando hasta que se me agotó el tiempo, tenía que volver a la Torre de Márkandull, nuestro destino original, pero me enteré de que Danzou la había tomado así que sin más dilación corrí hasta aquí. Ogiliandar será el nuevo cuartel de la Leyenda, pero ahora no hablemos de eso.
- ¿Cómo sabes que Sakura me ha contado… algunas cosas?
- Yo le pedí que lo hiciera. Ayer estaba ocupado con los asuntos políticos y no podía contártelo yo mismo. Lo que Sakura te ha dicho es verdad, pero si tienes dudas y no me equivoco al decir que las tienes, responderé en la medida de lo posible.
- ¿Qué quieres decir con lo de “en la medida de lo posible”? ¿por qué nunca antes me lo has dicho? ¿Realmente soy yo el hijo del príncipe Minato? ¿Porqué le encargó…?
- ¡Alto ahí! Veo que eres un mar de dudas y que responderte va a ser una ardua tarea. ¿Qué te parece que caminemos hasta encontrar un buen asiento mientras me sometes al interrogatorio?
- Por supuesto – aceptó Naruto.
Jiraiya se apoyó en su bastón y arrancó a andar. Naruto el siguió de cerca. El joven muchacho comenzó a seleccionar las dudas más importantes cuando le surgió otra:
- ¿Cómo sabes más de mí que yo mismo?
- Te gusta empezar fuerte – apuntó el mago, divertido – como ya te habrás enterado, soy el Archimago Supremo del Cónclave de magos. Además de guiar a los magos y vigilar por el correcto uso de de la magia, también tengo otras funciones. Al aceptar el cargo me comprometí a una serie de cometidos y uno de ellos era ser el guía espiritual de Amnel Ester.
“Sakura te habrá hablado de tu misión como paladín de los Divinos: deberás acaudillar a sus fuerzas en el Momento. Mi papel es aconsejarte qué hacer con el tiempo que se te ha concedido. ¿Y cómo podría ser un buen consejero si no te conozco bien? Me he dedicado a observarte y te he protegido desde la distancia y desde la cercanía. No es de extrañar pues que te conozca mejor de lo que tú te conoces. O por decirlo de otro modo, llevo estudiándote desde antes de que nacieras.
- No me lo puedo creer, ¿me ha estado espiando durante toda mi vida?
- Como diría un amigo ériat “espiar es un palabra muy fea, yo prefiero decir vigilar desde las sombras”. No busco tu aprobación. Cuando naciste supe quién eras y, entre otras cosas, me dediqué a velar por ti. Tu padre me confió esa tarea y así lo he intentado hacer.
- Entonces supongo que debo darte las gracias, aunque fallaste en Nan Gar’ok. Allí casi muero – Naruto sonrió, algo sonrojado por su impertinencia,
- Cierto, no soy infalible, pero no se lo cuentes a nadie. Destruirías una reputación de siglos.
Jiraiya le devolvió la sonrisa. Naruto, al ver esa sonrisa, sintió como si un abuelo hubiera estado amparándolo desde siempre. Ahora surgían nuevas preguntas ¿cómo lo hizo? ¿Qué era aquello que lo amenazaba? ¿Por qué nunca se presentó ante él? Sin embargo Naruto no las formuló. Jiraiya lo había protegido desde que nació. El chico se alegró un poco cuando recordó como se había portado Jiraiya con él, y con su familia, la familia que le había acogido y criado. A su mente afloraron todas las charlas a la luz de las estrellas en verano, todas las cosas que le había enseñado y también todas las travesuras que le había ayudado a ocultar.
El anciano parecía también recordar lo mismo que el muchacho.
- Pero bueno, no lo he hecho tan mal, estás sano y salvo y desde luego, en casi dos meses has cambiado mucho.
Naruto se sonrojó y luego cayó en la cuenta:
- ¿De qué me protegió? Mejor dicho ¿aquello que era una amenaza sigue siéndolo?
- Por supuesto. Úrsagal y su mano derecha siempre serán una amenaza para ti. Su mano ha intentado matarte en varias ocasiones y la última casi lo logra. Eres una amenaza para sus objetivos.
Un nombre fue mascullado por Naruto: Sasuke.
- En efecto, Sasuke es su mano derecha o, como prefieren los bardos: el paladín de las sombras, Ursal-Ester.
- Eso ya me lo contó Sakura. Él y yo somos los únicos que podemos influir en la decisión del Elegido – Naruto cayó en la cuenta de que por eso era un peligro en los planes del Dios del Este - por eso querían eliminarme.
- Y quieren – puntualizó - Mira, un buen asiento - señaló un banco.
Éste era de mármol. Se encontraba flanqueado por dos bustos de antiguos dignatarios se la ciudad seráfica. Jiraiya se sentó apoyándose en su bastón que, como sospechaba Naruto, no solo servía de apoyo. Naruto se sentó a su lado. El anciano hechicero parecía muy viejo ahora que lo miraba como mago y no como vagabundo. Su pelo, así como su larga, barba era blanca y se encontraba muy cuidada, tanto que parecía ser de plata, algo muy distinto al viejo cuentacuentos harapiento que les visitaba todos los años en la aldea. El joven sospechaba que bajo esa afable y simpática fachada de abuelo se encontraba un hombre demasiado mayor como para hacerse cargo de tantas responsabilidades.
Jiraiya suspiró y se excusó:
- Perdona que te haya interrumpido. ¿qué me estabas preguntando?
- No te preocupes. Jiraiya, he estado dándole vueltas y hay algo que no entiendo: ¿por qué he de ser yo? Sakura me ha contado que como legítimo heredero que soy pertenezco al Linaje Real y que por eso yo soy el paladín de los dioses.
- Ah, te entiendo. Las dudas existenciales. Lo que de verdad quieres saber es por qué pertenecer a dicha estirpe te ha vinculado a la guerra de los dioses. Como te he explicado, Árandor y Earanis son los fundadores del Linaje Real. Sin embargo, al fundar Párandor, tuvieron que afrontar un aguerra contra el Antiguo Imperio de Nabudis. Si obtuvieron la victoria fue gracias a que lograron el favor de los dioses que azotaron el Imperio de Nabudis con el poder de la naturaleza. Sin embargo tuvieron que ofrecer algo a cambio. No se inmolaron – lo tranquilizó – ofrecieron sus herederos como paladines de los dioses. Y es aquí cuando la historia se nubla por la bruma de la leyenda. En resumidas cuentas, eres Amnel-Ester por una promesa entre mortales y dioses.
- Vaya, esto es muy alentador – ironizó Naruto.
- Yo creo que sí – repuso el mago – Árandor y Earanis estaban destinados a derrotar a Nabudis con la bendición de los dioses. Los doce estaban obligados a designar a un mortal para cumplir sus designios y para ello pactaron con tus antepasados. Como consecuencia de ello TÚ estabas destinado ser Amnel-Ester.
- ¡Yo no elegí vivir esta... vida! – estalló ya cansado de que nada dependiera de él – Aunque he prometido cumplir con mi misión, no me parece justo.
Naruto se levantó con brusquedad dando rienda suelta a su malestar interno. Dentro de él se libraba una batalla entre lo que deseaba y lo que le estaba siendo impuesto.
- Olvidaba la impulsividad propia de la juventud – clamó – Siéntate muchacho – replicó con severidad.
Naruto obedeció sin rechistar.
- Hijo, la vida no es justa. Yo no elegí ser un archimago de grandes poderes pero tampoco tener grades obligaciones y sin embargo me resigno. Nos ha tocado vivir tiempos aciagos donde la destrucción, la sombra y demás fuerzas del mal lo anegan todo, incluso nuestros propios corazones. Nadie desea vivir en un mundo azotado por la guerra, ya sea entre dioses como entre hombres, pero sin embrago, ese destino es ajeno a nuestra voluntad. No tenemos elección sobre dónde y cuándo nacer pero si de qué hacer con el tiempo que se nos ha otorgado.
Jiraiya contempló como los ojos de Naruto brillaban emocionados.
- Entonces, he de hacer algo ¿no?
El tutor de magos asintió.
- Pero, ¿qué?
- Lucha. Acepta quién eres. Abraza a tu destino. Llega a ser quien eres.
- Esta misión es demasiado grande para mí.
Jiraiya sonrió:
- Lo sé. No es fácil y nadie dijo que lo fuera, si mi memoria no me falla. Desde luego si la casualidad no hubiese querido que Sakura te pidiera auxilio, hubieras podido digerir esto con más facilidad y no en unos días. Las cosas se han presentado así y no debemos perder el tiempo. Los verdaderos héroes no son aquellos que salvan doncellas y pueden abatir a todo un ejército con sus propias manos, son aquellos que en tiempos difíciles hacen lo correcto y no lo fácil, los que anteponen el bien común al bien personal.
Naruto suspiró. Todas aquellas palabras eran ciertas, muy trascendentales y de una gran profundidad filosófica, pero a él no le ofrecían consuelo. Hacer lo correcto y no lo fácil. Eso ya lo sabía y era precisamente eso lo que tanto le angustiaba.
- Entonces no podré ser feliz. Nunca llevaré una vida normal – sentenció con abatido.
- Yo no lo creo, Naruto, a tus diecisiete años deberías saber que hay muchas formas de ser feliz. No solo el casarse y tener una vida apacible. Puedes encontrar la felicidad y estoy seguro de que lo harás. Solo tienes que encontrar la manera.
Naruto bajó la mirada. Ahora tenía numerosas respuestas, pero no le habían traído precisamente tranquilidad. Naruto contraatacó:
- ¿Eres feliz?
- He tenido momentos felices y desgraciados, pero te aseguro que he vivido mi vida más intensamente de lo que ningún granjero lo hará jamás. Naruto, no me arrepiento de haber vivido, quizás si de lo que hice, pero mi vida ha sido mía y la he disfrutado y aceptado. Creo que debes hacer lo mismo.
Aquello acabó de convencer a Naruto quien, decidido, preguntó:
- ¿Qué me propones que haga? Quiero decir ¿cómo he de empezar esta empresa?
Jiraiya rió.
- Una mentalidad práctica. El pragmatismo es una buena cualidad, antes de responderte, permíteme formularte otra cuestión ¿tienes alguna duda personal que te angustie?
<< ¿Que si tengo? Pues claro que sí>> Pensó con hastío
- Ninguna importante. Creo que es hora de que empiece a hacer mi trabajo. – mintió.
- Estoy de acuerdo. Naruto, como bien sabrás, llegará el momento en el que debas enfrentarte a Sasuke. Aunque todavía no los has descubierto, como paladín de los Doce has nacido con una serie de talentos y poderes que te ayudarán en tu lucha contra el mal. Lo primero, antes incluso que recuperar tu trono, es dominarlos. Yo me encargaré de ello aunque no será fácil y no te gustará – prometió amenazante – después de ello tendrás que acaudillar a tus ejércitos. Pero no solo las fuerzas del Imperio, deberás contar con más aliados y esa será tu misión en cuanto termine tu… entrenamiento, sí, lo diré así para no asustarte.
Naruto asintió obediente.
- Realizarás tu entrenamiento en la ciudad mítica Sri Amnelorn que se encuentra perdida por estas montañas, pero esos datos son irrelevantes.
- Veo que lo tienes todo planificado – apuntó el chico.
- Solo he de situarte en el camino. Los pasos que des los darás tú aunque si te sirve de consuelo, no estará solo - replicó Jiraiya.
- Siempre es bueno que alguien tan sabio y poderoso como tú esté de tu lado – coincidió.
- No solo yo… - respondió algo misterioso - Te enterarás esta tarde en la torre del Sol.
Con una energía que no esperaba Naruto, Jiraiya se levantó de un salto y sin siquiera despedirse se marchó murmurando algo. Naruto se levantó algo confundido, no sabía si estaba satisfecho con las respuestas obtenidas. Evidentemente algunas eran sin duda reveladoras. Jiraiya le había mostrado que contaba con él como consejero, pero el mayor problema era que siempre se había creído dueño de su destino y ahora se percataba de que no era así.
* * *
Naruto llegó a la Torre del Sol a la hora que Jiraiya le indicó. No se imaginaba qué es lo que pretendía el anciano Hechicero al convocarle ahí, pero suponía que tenía que estar relacionado en alguna medida con su persona.
Se encontraba sentado en las escaleras que llevaban la puerta de la Torre. La torre del Sol era la piedra angular de la ciudadela de Ogiliandar. En el centro de la ciudad que se encontraba equidistante de cualquier punto. Con la misma ambición y sutileza que las otra torres, acariciaba el cielo con más elegancia aún. Su esbelta figura constituía el blanco de todas las miradas, tanto por parte de aquellos que veían su magnífico porte por primera vez como para aquellos que la veían todos los días. La razón de tal atracción no la provocaba la altura, sino un sobrenatural efecto que hacía que las paredes pareciesen hechas de diamante a consecuencia de la luz solar. Al alzar la vista se veía como la delgada y estilizada aguja de la torre se fundía con el cielo. A todo ello se sumaba el realismo de las gárgolas y estatuas que adornaban las cornisas de las distintas plantas – Naruto creyó contar doce -que parecían estar a la espera de que alguien les ordenara moverse.
Bastante aburrido por la espera, empezó a silbar mientras intentaba imaginar qué se tría entre manos Jiraiya. Si tuviera que describirlo, Naruto lo haría con tres adjetivos: misterioso, excéntrico pero siempre amable. El joven intuía que Jiraiya se convertiría en uno de sus mejores apoyos.
Naruto fue interrumpido por el rumor de unas voces que venían hablando. Una era muy anciana aunque cargada de tal severidad que imponía respeto ya desde la distancia. La otra era de un hombre también, aunque mucho más joven. Se podía percibir cierta expectación y a la vez temor por el tono de ésta. Naruto reconoció a Jiraiya en aquella voz anciana y severa.
Momentos después pudo ver cómo el archimago, ataviado con su característica túnica dorada y blanca, y otro hombre venían discutiendo. El otro hombre era más joven que Jiraiya pero más viejo que Naruto. Su pelo negro como el carbón estaba desordenado con algunas canas, sus ojos estaban, verdes como un prado en primavera, estaban rodeados de unas vistosas ojeras aunque eran muy hermosos a diferencia de su cabello, desaliñado y largo. Su barba era oscura como la noche y muy bien cuidada.
Naruto se incorporó a saludar a Jiraiya y a su acompañante. Sin embargo, el Archimago se adelantó presentándolos.
- La puntualidad es una cualidad a alabar, impropia de los elfos en asuntos sin importancia, impropia de los humano en asuntos importantes – fue su peculiar saludo.- Naruto, éste hombre que ves aquí es Lord Tygan de la casa de Émnulond. Tygan, este muchacho es Naruto ak Karathorn de la casa de Árandor.
- Alteza – saludó el hombre con una reverencia.
Naruto no hizo nada ya que no conocía el protocolo y seguía un consejo que en una ocasión su hermano Rob le diera: “Si alguna vez no sabes qué hacer tuenes dos opciones dependiendo con quién estés, si estás con una mujer bésala; si estas con un hombre, no hagas nada”
- Naruto, Lord Tygan es el General de la Leyenda, la organización de “rebeldes” y “proscritos” que alteran el orden en el Imperio. Mientras que Tygan guerrea contra Danzou, otros, entre los que me incluyo jugamos a la política.
- Sois los que ostentan el poder – dedujo Naruto.
- Ahora que nuestro rey ha aparecido, no dudo que ocupará el cargo que le corresponde al mando de sus hombres que tanto le esperan – le corrigió el Lord.
- ¡Tygan no seas pedante! – le regañó Jiraiya – el muchacho no necesita del refinado lenguaje de la corte para hablar con nosotros.
- Perdóname – se excusó.
- Naruto, ¿recuerdas nuestra conversación de esta mañana?
El apelado asintió:
-Este hombre será uno de los que te van a ayudar. Ya le he hablado de tu entrenamiento. Mientras tú estés conmigo la Leyenda se dedicará a unir al Imperio y ponerlo de tu lado. Aparte de él…. – informó con expectación.
La torre del Sol se encontraba en el centro de la ciudad y a ella se acedía través de dos vías que la recorrían, una de norte a sur y otra de este a oeste. Por una de ellas, Naruto no sabía cual, se acercaban tres singulares personajes. Dos de ellos le eran muy familiares, otro totalmente desconocido…. Gaara venía hablando distraídamente con Oruc quien levitaba, detrás de ellos se acercaba silenciosamente un ser de aspecto humano aunque constituido por agua. Naruto había oído hablar de Elwendel. Un hideir ayudante de Jiraiya que despertaba en el joven un sentimiento de temor y rechazo a pesar de que no se conocían.
Naruto se enteró de que aquél joven hechicero era además el Príncipe Valarión, del reino de Kárandor. Oruc no era una “copia maltrecha” de gato como pensaba, era un ériat de renombre en La Leyenda. Aunque los ériat no eran partidarios de intervenir en las guerras, Oruc era un activo colaborador con la rebelión aunque en el Imperio se le conocía como Sombra Gris, un legendario ladrón.
Jiraiya les invitó a entrar en la Torre, con un gesto de su mano pronunció una fórmula en la mística lengua arcana y las puertas se abrieron sin ningún ruido livianas como una pluma. Al dejar de darles la luz, dejaron de brillar con la misma intensidad que el resto pudiendo apreciarse entonces que estaban fabricadas en bronce.
Tras entrar Oruc, que iba a la cola de la fila, la entrada volvió a cerrarse mientras Jiraiya advirtió:
- Incluso así, el enemigo puede enterarse de nuestros planes.
Con un nuevo hechizo, las ventanas y balcones se abrieron dejando entrar la luz diurna y provocando una compartida u unísona exclamación de admiración y sorpresa ante la escena que se encontraba delante de ellos. Si por fuera la Torre hacía encoger el corazón debido a su magnificencia y austera elegancia, el interior era mil no, sino diez mil veces más bello. No había palabras para describir aquello que tan mudos les dejaba. Altas y estriadas columnas frigias sustentaban el techo a más de quince metros. Bellas y angelicales estatuas, vigilaban y vigilarían eternamente aquella estancia. Estaban situadas con tal astucia que no hacían más que dotar de solemnidad y grandeza el interior representando a dioses, héroes y demás de una edad harto olvidada. En el centro una plataforma era rodeada por una mesa circular a la que correspondían doce sillas de plata que aunque llevaban milenios allí, no habían perdido su pulcritud y su argénteo brillo.
El archimago sonrió con cierta añoranza, como si deseara recordar o revivir el tiempo en el que la ciudad estaba viva. Gaara comentó:
- Es un conjuro protector. Evitará que nos espíen y en tal caso nos avisará de ello.
Jiraiya abrió los ojos y tomó asiento:
- Seré lo más claro posible – anunció.
- No me lo creo – negó Oruc. La mirada que le lanzó el archimago fue tal que Oruc bajó la cabeza algo asustado.
- Naruto, ellos son les que te ayudarán de manera más directa. Los tres han aceptado el ponerse a tu servicio así que me parece que lo más justo es que seas tú quien les oiga y les encargues lo que necesitas.
Naruto miró al chico que se encontraba a su lado así como a Oruc y al hideir sintiendo por ellos un gran respeto y una profunda gratitud por su altruista decisión de apoyarlo sin tan siquiera conocerlo.
- Lo primero que quiero hacer es daros las gracias. Hace tan solo veinticuatro horas que sé cuál es mi auténtica misión en esta vida y he de confesaros que estoy bastante perdido. Tan solo sé que mañana iniciare un duro entrenamiento con Jiraiya.
- Lo más oportuno es que le cuentes la situación del Imperio - dijo Jiraiya refiriéndose a Gaara.
El joven hechicero comenzó a explicar todo cuanto había visto en su viaje durante el año y medio pasado. Naruto escuchaba atentamente lo que se estaba exponiendo y al final del relato pudo deducir que era el heredero de un reino en crisis, el Imperio estaba el borde del colapso y la guerra civil que se estaba gestando no era más que otro agravante a la situación de decadencia. Según recordaba, Úrsagal estaba preparando sus fuerzas para destruir el Oeste pero Naruto temía que a su llegada, el dios del Este solo encontrara las ruinas de un Imperio antaño poderoso.
- Jiraiya – lo llamó el joven heredero – la situación es de caos total. Yo no sé qué hacer con esa información, no siquiera sé quiénes son mis aliados.
- Muchacho, contáis con los seis mil mejores soldados de todo Niwuelmen. El orgullo del ejército cyrondiano en tiempos de vuestro abuelo, era la Séptima Legión, la que se opuso al traidor - Naruto asintió complacido.- Además disponéis de esto.- de su bolsa sacó unos cuantos pergaminos – leedlos – Al cogerlos Naruto alzó una ceja.
- ¡Tygan no seas idiota! ¿Cómo quieres que lea en tratado escrito en la lengua de los elfos? Naruto, esos documento son promesas formuladas a tus antepasados - informó Jiraiya.- Tras el fin de Nabudis, los enanos, serafines, ériat y elfos mostraron su gratitud para con Árandor y Earanis ofreciendo ayuda en tiempo de necesidad. Cuando estés entrenado iremos en persona a recordarles sus promesas.
- ¿Solo con esos papeles? – inquirió Naruto no muy seguro.
- Sabes que no – intervino Oruc - esos papeles no te servirán. Seguro que pondrán alguna excusa cuando llames a su puerta. Para que te ayuden seguro que te pedirán algo a cambio.
- Oruc, no seas alarmista anticipando las dificultades antes de que lleguen - le reprochó Gaara.
- Además, cuentas con los Santos Juramentos, los que obligan a los distintos reinos a servir al Imperio y a su legítimo emperador - apuntó Elwendel.
Naruto suspiró cansado
- ¿De qué servirán esos documentos cuando llegue Úrsagal y vea el Imperio destruido?
- Quizás se los pueda tirar a la cara. – respondió Oruc.
- Ahí es donde comienza nuestra gran misión - dijo Jiraiya.- Tendremos, que reclutar a un ejército lo suficientemente poderoso para hacer frente al Este, reunificar del Oeste y tú tendrás que recorrer el sendero de la luz con el Elegido, pero eso ya te lo contaré en otro momento.
- Sin embargo no podemos permanecer quietos mientras Naruto se prepara - observó Oruc. - ¿Cuánto tiempo va a necesitar nuestro principito?
- Ahí entráis en juego vosotros – anunció Jiraiya...- de momento creo contar con dos años y medio para ello, pero durante ese tiempo vosotros tres tendréis que cumplir una misión que os encomendaré luego. Disculpad el secretismo pero cuanto menos se diga menos alertaremos al enemigo de nuestros movimientos. Basta con saber que nos reencontraremos aquí dentro de dos años y medio.
- Mientras tanto, ¿qué hará La Leyenda? - preguntó Naruto.
- Gracias por vuestra curiosidad Alteza – respondió Tygan. Jiraiya ya ha sido informado de mi propuesta y la ha aprobado. Ahora necesito vuestro consentimiento – Naruto asintió, algo harto del formalismo de “su general” – Nos pondremos a las órdenes del Príncipe Valorian de Ahil-Tarer e intentaremos que al menos, la guerra se estanque. No creemos poder vencer a las fuerzas imperiales de Párandor y Kárandor, pero sí distraer a Danzou.
- Lo más importante ha sido ya revelado. Tygan, sería muy conveniente que uno de tus maestros de armas viniese conmigo para enseñar a Naruto a pelear. Recuerdo que hace años hubiera podido, pero ya estoy viejo.
- ¡Já, tú lo has dicho! – gritó Oruc.- Puedo llamarte a partir de este momento viejo y sus sinónimos.- Se sacó un papel viejo y pidió – firma aquí y no leas la letra pequeña, solo dice cosas estúpidas.
- Como achicharrarte con un rayo - respondió.
Todos se rieron.
- Por cierto, ya que vamos a ser la escolta de un héroe y vamos a salir en los cantares y poemas, no deberíamos llamarnos se alguna manera como “los intocables de Oruc”, “Oruc y su caballeros”, los guerreros del ériat….
- Seremos los caballeros de los Doce pues será su voluntad lo que hagamos – saltó Gaara.
Jiraiya cerró la sesión dando órdenes como era su costumbre:
- Tygan, llévate a Naruto a conocer a su instructor, cada segundo que entrene es importante. Gaara, tú sígueme arriba, tengo que hablar contigo.
Naruto asintió complacido. Algo de luz entre tantas tinieblas. Naruto se levantó de su asiento. Iba a estar dos años y medio alejado del mundo y lo que más quería era despedirse de Sakura. Creía que había llegado la hora de decirle lo que sentía.
Pues otro capítulo. Uno más y terminamos la saga. Este capítulo es muy instructivo. Los defensores de la Luz se están agrupando. Naruto tiene aliados y sabe lo que tiene que hacer. Va a emprender un peligroso entrenamiento con Jiraiya pero antes quiere decirle a Sakura qué siente por ella. ¿Qué sucederá? No os perdáis la conti: Dolorosas despedidas.
La saga llega a su fin pero la Guerra de los Dioses está empezando a comenzar. No os perdáis la conti.
PD: sep espero que lo veas y digas si esta bien y por cierto gracias por lo de ayer otra ves amigo feliz años nuevo
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Debido a el tiempo que espere por conti y pensando que talvez ya no habria, me vi en la necesidad de ir a buscar el fic en el anterior foro y leermelo todo hasta donde quedo.
Y quedo con la duda de si Septi ya lo termino, esta en eso, o lo retomara hasta que aqui llegue a donde lo dejo en el anterior foro. Y para cuando seria.
Y quedo con la duda de si Septi ya lo termino, esta en eso, o lo retomara hasta que aqui llegue a donde lo dejo en el anterior foro. Y para cuando seria.
hikari uzumaki- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Hola a todos! A ver, el fic está en proceso pero la segunda parte (que cerraba tramas y tal) sí que la terminé hace dos años. Si la quieres, Hikari, te la mando por hotmail =)
Gracias moi por el trabajo! =D
Gracias moi por el trabajo! =D
Septimo Hokage- Consejo de escritores
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
CAPÍTULO 16
- Spoiler:
- CAPÍTULO 16: DOLOROSAS DESPEDIDAS
SAKURA SE ENCONTRABA SENTADA en una mecedora situada enfrente de la ventana de su habitación por donde se colaban los últimos rayos de sol. Tenía los ojos cerrados y a la par que se mecía, entonaba una melodía sólo conocida por ella. Al escucharla, cualquiera diría que era un canto cargado de melancolía y añoranza. Cada nota, cada giro así como la letra evocaban a un tiempo pasado, un sueño perdido, un anhelado mundo sepultado por el peso de la costumbre y el deber.
A la princesa le encantaba cantar desde muy joven, no se decía que su voz era “el espíritu del Oeste” por nada. Muchos coincidían en que oírla cantar era un privilegio mayor que ser noble. Independientemente de su talento, la música producida por ella era una particular manera de reflexionar. Le habían pasado muchas cosas pero no suponían nada importante en comparación con lo que estaba por llegar.
A través de tal canto, Sakura podía expresar sus emociones y recurrir al pasado para sanar las heridas del presente, utilizar sus recuerdos era el único escudo que nunca le fallaba para protegerse de todo cuanto se avecinaba. Cuando estaba asustada, pues a pesar de su porte orgulloso y sereno, Sakura se asustaba, empleaba un recuerdo en especial, la última vez que vio a su madre con vida.
La chica suspiró para seguir cantando.
Sakura pertenecía a uno de los linajes más nobles: hija del heredero de Ahil-Tarer, y de la Princesa de la Luz, cargo ostentado por su madre como referente espiritual para su pueblo., los serafines. A pesar de ser la segunda hija del matrimonio, los dioses habían volcado en ella sus miradas. A sus cinco años el Imperio entró en guerra civil entre los partidarios de Danzou y los del príncipe Minato. Su padre acudió a favor del legítimo emperador dejando a su madre, su hermano y ella en el Mausoleo. Sakura rememoraba con nostalgia lo segura que se sentía con su madre y su hermano. Semanas después recibieron la triste noticia de que el príncipe Valorian había caído gloriosamente y días después su madre se dejó morir. A partir de ahí, su hermano y ella se separaron pues el primero había partido a Ahil-Tarer, capital del reino de su padre, para ser preparado como rey. En el Mausoleo, ella fue criada por su ti quien la culpó de la muerte de su madre y siempre la trató con frialdad haciendo que Sakura tan sólo tuviese el recuerdo de sus padres como referente de afecto.
Sakura cantó el último melisma y al realizar el último giro, abrió los ojos que brillaban a punto de romper a llorar. Danzou era el nombre del Emperador y verdugo de sus padres. En las leyendas se decía de los serafines eran almas puras de luz, no era cierto. Los serafines eran seres luminosos, pero sufrían, odiaban y se asustaban como los demás. Sakura odiaba con todo sus ser a una persona. El ponzoñoso sentimiento invadía su alma con mayor fuerza que el amor que había sentido por él.
Sasuke… Ella y Sasuke se habían conocido mucho antes, tanto que su abuelo era joven. Por aquél entonces Balti III de la casa de Tampar era el rey de Ahil-Tarer y todavía era suficientemente joven para encargarse de de todos los asuntos que conllevaba ostentar la corona, entre ellos la diplomacia. Balti, la envió como emisaria a la capital del Imperio y fue allí donde conoció a Sasuke o a su alter ego, Thorbald de Ravenhost. Si Sakura dijera que no pensaba con nostalgia en los veranos que allí pasó, estaría faltando a la verdad. Sin embargo, acontecimientos posteriores hicieron que cruzara la débil barrera que separa el amor del odio.
Así había sido hasta la noche del ritual hacía ya algunas semanas, cuando fuegos que ella creía extintos habían vuelto a encenderse. A todo este tornado de emociones se unía algo nuevo, un sentimiento por Naruto. Era gratitud, una enorme gratitud por haberla salvado, pero temía que el tiempo convertiría la gratitud en algo más si nada lo remediaba y eso la asustaba. Larga era la experiencia de Sakura para saber los sentimientos que ella había despertado en el joven heredero que desafortunadamente para él no podía ni quería corresponder. A Sakura el tiempo se le estaba agotando demasiado rápido y el margen que tenía cada vez era más estrecho.
<< Será muy doloroso para ambos, pero tengo que separarnos >>pensó.
<< Será muy doloroso para él >>se corrigió.
La fecha se acercaba y ella se sentía como si la cuerda de una soga se cerniera sobre ella. Debía hacer muchas cosas antes de continuar su camino y los sentimientos sólo servirían para impedir lograr su objetivo: matar a Danzou y restaurar al legítimo heredero antes de que se agotara el tiempo. Antes de…
Tenía que abortar aquellos sentimientos antes de que eclosionaran, si dijera que tenía miedo a amar no mentiría. Ella amaba intensamente, como si del último momento se tratara, pero no quería nada con Naruto por temor a que la misión o el filo de Nugviar los separase. Su cuerpo se había sanado y recuperado, no al máximo, pero sí lo suficiente como para viajar. Se levantó, el tiempo de descansar se había agotado.
Hacía menos de una hora el Archimago Jiraiya se había presentado informándola de sus intenciones y pidiéndole tiempo para entrenar a Naruto. Tras mucho debatir, rogar, rechazar y negociar habían acordado el tiempo de dos años y medio, fecha en la que deberían volver a reunirse en la misma ciudadela.
<< Naruto, ojalá pudieses comprenderme algún día >> deseó.
Siendo testigo de cómo el cielo adquiría un brillo azul como el del zafiro, pues la estrella del Crepúsculo Ainheror alumbraba el mundo, se puso de pie. Se dirigió a un armario y lo abrió. Dentro de éste se encontraba todo un arsenal. Sakura sonrió al recordar cómo después de cada trabajo para “La Leyenda” había ido llenando aquel armario con los botines de guerra.
Se desnudó después de echar la cerradura. Si iba a viajar durante mucho tiempo sería necesario que fuera bien preparada. Armaduras de cuero, bronce, acero, plata… se encontraban ante ella. Si el viaje era largo lo debería hacer a caballo, por lo que debería vestir algo ligero. A ello se sumaba su intención de no entrar en batalla por lo que no necesitaba protección extra. Finalmente se decidió por la armadura de cuero.
Se vistió con calma, disfrutando del tiempo que le quedaba por estar en Ogiliandar. Aunque no se lo hubiese contado a nadie, la ciudadela era suya, o al menos eso quiso su madre. Nadie sabía que aquel refugio en las montañas había sido el centro religioso del mundo aunque con el paso del tiempo de había convertido en un recuerdo y tan solo los serafines acudían allí en busca de la espiritualidad de la que el mundo físico les privaba. Su madre era la encargada de dar a su pueblo dicha espiritualidad y tras su muerte su hija, quien había cambiado la oración por la guerra. Sakura consideraba Ogiliandar un refugio personal de meditación y reflexión. No obstante, se la había cedido a “La Leyenda” como base.
Cogió su espada Zaraelion y se la colgó a la espalda y antes de salir abrió un cajón escondido del que tan sólo ella conocía su ubicación. En él había una preciosa daga de manufactura élfica. La empuñadura estaba fabricada con hueso de dragón y l hoja en plata que describía un filo curvo, con forma de luna. En el argénteo filo de ésta rezaba el lema de su pueblo, quizás olvidado desde hacía milenios: “En la paz, vigilia; en la guerra, triunfo, en la muerte; gloria”. Había escondido aquel arma hacía mucho tiempo, cuando escapó de los brazos del amante que se la había regalado. << Esta es la daga del tiempo. Extrae su fuerza de tus recuerdos. Dependiendo de su intensidad, el brillo de su hoja refulgirá más o menos >> fueron las palabras de Sasuke << más de trescientos años he aguardado para entregártela >>
Sakura la miró. << Espero que los recuerdos de la infancia sirvan para cortarle la garganta a Danzou >>. Se la llevó a la espalda y se acercó al pomo de la puerta que abrió con lentitud, sabiendo que en el momento en que terminara se cerraría un camino para abrirse otro y que en ningún caso podría volver a andar por él. Cuando hubo abierto volvió a mirar aquella habitación por última vez y salió cerrando la puerta con suavidad como si un movimiento algo más brusco alertara de sus intenciones.
Bajó de la torre en la que se había alojado durante su estancia en Ogiliandar y a cada paso que daba los recuerdos afloraron, dolorosos como puñales clavados, le hacían recordar por qué se iba tan furtivamente.
Una de las lunas había asomado entre las cimas de las altas y protectoras montañas de Tach-Mer. El viento otoñal cargado con un aroma a invierno soplaba. Con suerte no tendría que encontrarse a nadie, detestaba las despedidas.
Llegó a las cuadras. Había nueve caballos, a uno lo reconoció como Ainheror, el corcel que le había regalado a Gaara y a otro como el valiente animal que los había traído desde Nan Gar’ok. Se acercó a éste último cuando escuchó a Naruto limpiando al animal a la vez que le hablaba. Por su tono de voz, Sakura dedujo que se estaba quejando y que parecía muy enfadado. Sakura permaneció en las sombras, no quería encontrarse con él.
- Mígthyrar – se dirigía al animal - yo, yo… ¡yo no sirvo para este papel! – esto no es justo. Yo no quiero nada de esto. – El animal relinchó.
Naruto salió del establo y cogió una herramienta con la que se dispuso a remover el heno de Mígthyrar. Sakura se percató de que su torso estaba desnudo. <> No recordaba aquella imagen.
- ¿No te reirás de mí? – el animal no respondió – Muy bonito ¿así me agradeces el cuidarte como yo lo hago? – preguntó fingiendo derrotismo – como te decía… esto no es para mí, todo el mundo espera mucho de mí. Soy su Alteza, el discípulo de Jiraiya, Amnel-Ester, Naruto, general de La Leyenda, pero no puedo ser simplemente yo. No seré capaz de cumplir sus expectativas. Lo sé y tú también.
Mígthyrar comenzó a comer el heno que Naruto había preparado, ignorándolo totalmente.
- ¡Sigue así y no te doy de comer en una semana! – le regañó.
El animal, obviamente, no le hizo caso.
- ¡Oh, estoy muy dolido! – clamó sobreactuando - ¡Nadie me escucha y todo el mundo me pide, pide, pide y pide pero nadie da! – aquello parecía más serio.
Sakura no dijo nada. Pero todas aquellas quejas y lamentos también les había proferido ella en su momento, quizás no con tanto humor como él.
- ¡Además está ella! Sakura… nunca había conocido a nadie como ella. He estado buscándola toda la tarde para poder decirle lo que siento, pero al llegar a su puerta, no sé que me ha sucedido. Me he asustado. He tenido la sensación de que me diría que no. De nuevo he demostrado que soy un cobarde. No he tenido el valor de hablar con ella.
La princesa se sorprendió. Empezaba a asustarse de lo que iba a escuchar. Ella no quería que Naruto se lo pusiera más difícil.
- Cuando me mira siento que podría perderme en esos ojos, navegar en ese mar de esperanza sin cansarme. Ojalá no fuera tan… inalcanzable, ojalá pudiera tomarle las manos y besar sus labios hasta sentir que nada nos separa, que somos un solo ser, pero sé que es importante. Ella es perfecta y yo soy…patético. Mírame, hablando de amor con un caballo – Mígthyrar ni se inmutó.- Si de verdad fuera valiente, me acercaría a ella, la cogería por los brazos y mirándola intensamente le confesaría que la amo, que nunca antes he sentido nada así por alguien – Naruto suspiró – Sin embargo sé que en realidad ella no me quiere y que lo único que siente por mí es… No sé si siente siquiera algo.
La serafín, que permanecía oculta aún, empezó a sentir un sentimiento de culpa. Robar una confesión no era plato de buen gusto y mucho menos una que era secreta, que expresaba un amor platónico. El corazón de Sakura, fuertemente amurallado con capas y capas de odio y venganza, palpitaba. Ella no podía ni quería nada con él, se repetía para fraguar las brechas que aquellas palabras había producido abriendo así una intensa lucha. La razón le imperaba a que no se ablandara: su misión estaba cada vez más cerca; no podía embobarse en idilios y amoríos tiempo ha dejados. Pero por otro lado, su corazón angelaba dar rienda suelta a sus pasiones y permitir pues que la semilla germinara. Antes de salir de la torre se había convencido de que no podía corresponder a Naruto pero ¿quería? ¿Eran realmente esas sus prioridades?
- Bueno Mígthyrar, mañana vendré pronto. Jiraiya dijo que saldríamos pronto - se despidió.- No me mires así a mí tampoco me gusta madrugar.
Naruto pasó junto a Sakura sin saberlo. Sin saber que aquella mujer que le había cautivado meses atrás estaba oculta en las sombras, a menos de un metro. Sin saber que había dinamitado un férreo escudo con sus inocentes palabras. Sin saber que había confesado su amor a una mujer que amaba sin siquiera tener conciencia de ello.
Sakura estaba a su lado y rezaba con fervor para que Naruto se fuera, unas indeseadas lágrimas pasaban por su rostro expresando unos sentimientos vedados para alguien como ella. Su razón le ordenó que ese mantuviera callada y esperase a que el muchacho abandonara los establos mientras que su corazón luchaba con rabia por levantarse cogerle de la mano y emitir las palabras que cambiarían el curso de la historia. Con mayor fluidez aquellas traicioneras lágrimas salieron de sus ojos recorriendo su rostro y gritando silenciosamente aquellas palabras.
Debió hacer algún movimiento porque Naruto se detuvo y se dio la vuelta. Con respeto a lo desconocido, se acercó a la sombra en la que Sakura se había arrinconado. Sakura contuvo la respiración esperando resignada que Naruto la viera cuando Mígthyrar, salvando afortunadamente a Sakura, relinchó.
Naruto adjudicó aquel ruido al animal y le regañó:
- No pienso darte un beso de buenas noches.
El chico salió del establo.
Cuando la princesa de Ahil-Tarer se hubo asegurado de que no había nadie, salió de su escondite. La razón se había impuesto al corazón. Algo dentro de ella quería empujarla a salir corriendo detrás de Naruto pero no lo hizo. Ella nunca podría darle lo que él quería. Debía poner tierra de por medio entre los dos o si no se condenarían a su destrucción. Cerró los ojos para cortar aquél torrente de traicioneras lágrimas deseando que fuera la última vez que lloraran por algo que no debía pasar.
Abrió los ojos y cogió una yegua gris como la ceniza despertándola de su letargo. Le colocó la silla y la brida. Acarició al animal y le susurró una de las muchas fórmulas que se empleaban en su reino para tratar a los caballos. La yegua se tranquilizó e inclinó su cabeza aceptando a su nuevo jinete. La cogió de las riendas y la sacó del establo dirigiéndose a la salida.
Tomó el camino que iba de norte a sur y al llegar a la entrada los enanos que guardaban la puerta se la abrieron tras realizar el protocolo de seguridad. La serafín se adentró en el túnel que conducía a la puerta exterior llevando a su montura con parsimonia. La puerta se cerró y Sakura se fue.
* * *
Faltaban dos horas para que las lunas se ocultaran en el horizonte y la estrella del alba anunciara el amanecer. Gaara no había podido pegar ojo desde que despertara el día anterior.
El aprendiz de Jiraiya siempre había sido un chico reflexivo que pensaba todo lo que hacía antes de hacerlo aunque esa actitud se complementaba con una manía de preocuparse en exceso por cualquier cosa. Uno de los síntomas era el insomnio aunque esa era de los menos preocupantes y de los menos desagradables. El imperio de Nabudis había malogrado y pervertido las artes arcanas usándolas para extender la sombra por lo que cuando Árandor y Earanis erradicaron su malicia y fundaron el Imperio, el don de la magia pasó a ser repudiado por miedo a caer en la misma maldad. Ahora ser mago era ser un paria. La vida de un mago era complicada. Por norma general los poderes se manifestaban los primeros años de vida y era entonces cuando, según las directrices de la Capilla Imperial, los niños debían ser llevados a una de las tres torres: Asaserion en Kárandor (destruida tras la guerra civil de hacía cincuenta años); Márkandull en Párandor y la Torre de Cristal en Ahil-Tarer.
Él había sido uno de los más afortunados pues pertenecía a la realeza pero los otros chicos, granjeros, campesinos, etc. eran menos afortunados. Tal y como imponía la Orden, estrictamente vigilada por la Capilla, en una de las torres todos los magos eran educados por un tutor hasta los doce años, cuando se les obligaba a estudiar en la Torre de Cristal con independencia de su procedencia. Aunque la Capilla Imperial lo desmentía, los magos eran los parias de la sociedad y, en opinión de Gaara, todo el estudio en las universidades arcanas era una manera de controlarlos. Jiraiya siempre había dicho que el resto de la sociedad era como un niño, temía lo que desconocía y era esa la razón por la que los magos debían mostrar que no eran nada más que personas con dotes excepcionales que estaban para ayudar. Así pues, a los doce años partió a la Torre de Cristal y prosiguió sus estudios hasta la Prueba.
A raíz de La Prueba su nerviosismo se había acrecentado enormemente. La Prueba era el último paso antes de ser mago o la última lección. Cuando los magos mentores lo creían oportuno te alejaban de tus compañeros, te extraían sangre con la que preparar el ritual y te decían: “Prepárate para la Prueba”, significaba que habías sido seleccionado. Gaara, cuando fue notificado de ello, no pudo dormir hasta que en mitad de la décima noche lo sacaron de su cama como un vulgar ladrón y lo llevaron. El terror, la angustia y todos los más desagradables sentimientos que le produjeron aquel examen lo habían de marcar para siempre.
La Prueba era todo un secreto que nadie tenía el valor de contar pues su mero recuerdo podía hacer enloquecer al más valiente y osado. Gaara, desgraciadamente, guardaba intactos aquellos recuerdos y a pesar de haberla pasado hacía más de un año le perseguían en sus pesadillas o afloraban antes de realizar un viaje.
El insomnio de aquella noche se debía a aquellos recuerdos que macabramente le rondaban: el peligro y maldición de sus dotes como mago. Contemplando el cielo de aquella bella de noviembre venían a su cabeza los recuerdos y espantos de su Prueba. En esta ocasión, sin embargo, era la conversación que había mantenido con Jiraiya lo que rondaba por su cabeza.
- Gaara, no sé si recordarás lo que te conté del Momento, la Elección y la misión de Amnel-Ester de hacer prevalecer la luz frente a las tinieblas – Gaara asintió – Ya te he dicho que Naruto, además de tu legítimo señor, es Amnel- Ester, pero dudo que en este estado no pueda ser más que un títere de los ancianos que jugamos a la política dentro de La Leyenda. No dudo de su buena fe y su esfuerzo pero así no conseguirá cumplir la misión que nuestros dioses le han encomendado.
- Es por eso que lo lleváis a entrenar con usted - dedujo el joven.
Jiraiya se levantó y miró a Gaara con unos ojos que parecían cansados, quizás, hartos de vivir tanto. Jiraiya le indicó que le siguiera y su aprendiz obedeció. Los dos magos empezaron a subir los peldaños de la torre hasta que llegaron a la cúpula ésta donde pararon. El archimago levantó su bastón y éste irradió una potente luz que iluminó toda la estancia. Gaara se quedó boquiabierto. La cúpula estaba decorada con un fresco en el que aparecían representada la creación de Thirion. Ánaris, la gran diosa, Saetar, el Padre de todos los mortales y dioses y Uryeal, Úrsagal antes de sumirse en las sombras, se disponían de tal manera que separaban el caos y lo ordenaban quedando en su centro un espacio dorado, rodeado por un espacio en blanco y englobando a ambos una esfera azul. Aquello simbolizaba el cielo o Ankaraeion, el Abismo o mundo de los espíritus y Thirion, el mundo de los mortales.
- Mira a tu alrededor y podrás ver cada momento de la historia de este mundo. Ve de izquierda a derecha hasta llegar a la primera planta. Observa con detenimiento, como sólo tú sabes. Te esperaré en la primera planta.
Gaara hizo lo que Jiraiya le indicó y comenzó a descender contemplando como los serafines había grabado la historia desde el inicio de ésta en las paredes de la torre en forma de mosaicos y en las ventanas en forma de vidrieras.
La Primera Edad era la de los dioses y la del génesis y se iniciaba en la cúpula con aquel fresco. Gaara pudo ver como Úrsagal abandonaba el Ankaraeion, desterrado tras haber intentado capturar el cielo y cómo los que le habían seguido se habían convertido en sus fieles hijos: los ensairs. Unos metros después fue testigo del alzamiento de los serafines, protegidos por Erianhel, y pudo ver como aquella ancestral raza alcanzaba su cenit hasta que Úrsagal asesinaba a Erianhel. Comenzaba la eterna guerra en la que los serafines habían escenificado tanto victorias como derrotas luchando junto a enanos y dragones contra la oscuridad hasta que, poniendo fin a la lucha, abandonaban sus hogares para siempre y abrazaban una nueva patria: Niwuelmen.
Así acababa la Primera Edad, en la octava planta. La segunda Edad era la de los mortales. A través de los mosaicos Gaara asistió a la caída y división de Orz Adash, el gran reino enano, a manos de los orcos y del surgimiento de la raza dominante, los altmer o altos elfos. En aquellas paredes, en aquellas ventanas se veía cada vez con mayor precisión y claridad como Thirion había quedado dividida en dos.
Los altos elfos fueron durante siglos los grandes señores del Oeste, pero desde oriente se alzó una sombra que fue llamada Nabudis. De nuevo Úrsagal pretendía dominar el mundo mortal y recurría a Orochimarun su lugartenienten para ello. En la cuarta planta se narraban las guerras entre ambos imperios en las que lo más destacable era su final, cuando tras la destrucción de Hiamler, propiciada por el dios maldito, Árandor y Earanis sometían a Orochimaru y acababan con la guerra de los elfos. Pero tal y como narraban los serafines, Úrsagal no se detuvo y convocó a sus aliados y esclavos para guerrear contra los nuevos señores del Oeste, los Parandorianos o altos hombres, y cómo, al final de la tercera planta, Orevil ensartaba la espada sagrada Ayshiriel en el pecho del Dios de Oriente.
En la segunda planta se relataba la Tercera Edad. Se podía apreciar la historia de todas las razas de Thirion que Gaara había estudiado con detenimiento en cuatro volúmenes: “La tercera Edad y sus pueblo”. Aquella planta llamó poco su atención. Los serafines habían contado también la guerra civil entre Danzou y su sobrino, el príncipe Minato.
Al encontrarse con Jiraiya, lo primero que hizo Gaara fue expresar su asombro.
- ¡Es increíble! ¡todo esto es maravilloso y mucho más ilustrativo que la asignatura del profesor Raikorium! ¿hace cuantos años se pintó? No muchos ¿verdad?
- Si me defines “mucho” te podré decir si sí o si no – bromeó su tutor – Esta torre, por imposible que parezca se construyó hacer unos doce mil o trece mil años – Gaara rió, aunque la cara que puso su maestro le invitó a que se callara – Estas pinturas deben de llevar aquí diez mil años aproximadamente. Los serafines predijeron todo cuanto ha sucedido así como su caída. Creo recordar – se frotó los ojos – que Tamrel les indicó que lo hicieran para prevenir al resto de los pueblos, sin embargo uno de los señores de la ciudadela lo prohibió, pues supuso que con el conocimiento del futuro no se podía hacer bien alguno.
- He de decir que me da algo de miedo que todos estemos atados al destino.
- Eso es una de las cosas más asombrosas de esta Torre. Se dice que antes de que Orevil derrotara a Úrsagal, toda la primera planta estaba vacía y que cuando lo hizo, apareció todo el murtal que tienes ante ti.
- Eso quiere decir que el futuro lo escribimos nosotros.
- Como siempre muy lógico. En efecto, son nuestros actos los que conducen la historia no al revés. Te he dicho que fueron los serafines los autores de todo cuanto has visto pero no me gustaría que te equivocaras. Ellos no lo “dibujaron” ellos encantaron las salas para que el tiempo se escribiera. Este lugar es uno de los sitios más místicos de todo el mundo y no es por ello extraño que fuera el centro religioso de la antigüedad.
Gaara asintió. Jiraiya continuó:
- No te he traído aquí para que veas la historia. O al menos la que ya está escrita. Mira a través de aquí.- Golpeó con su bastón el suelo donde apareció una claraboya que mostraba la mesa donde poco antes se habían reunido para dar cuerpo a la orden de los caballeros de los Doce.- Es el Momento – le señaló – la única sala que siempre ha estado así.
Gaara enmudeció, asombrado por lo que sus ojos no habían visto antes.
Toda la planta baja, el suelo para concretar, era la escena del Momento y de la Elección. El orbe azul contenía al blanco y éste, a su vez, al de oro. Dicha esfera era sujetada por una figura con alas cuya identidad no estaba clara pues se había pintado con negro. A la izquierda sobre un fondo blanco estaba un caballero de reluciente armadura blanca. Lo más destacable era que su rostro era una perfecta copia del de Naruto. A su derecha estaba, sobre un fondo negro un caballero de opaca armadura negra cuyo rostro era el de un hombre de ojos oscuros como la noche a quien Gaara identificó como Sasuke. Gaara tembló al pensar en ello.
Creía conocer la identidad del Elegido y ahora entendía muchas cosas. Pero aquello que le era más revelador era la escenificación de una serie de personajes entre los que para su asombro reconoció a Jiraiya, a Oruc e incluso a sí mismo rodeando toda aquella escena.
- Soy yo ¿pero qué significa esto?
- Gaara, si a tu temprana edad te he metido en esto es por esa imagen de allí abajo. No sólo por tu excepcional talento eres parte de esto.
- ¿Gaara, el mago, repercutirá en el Momento? No puedo creerlo, maestro.
- Pues tendrías que hacerlo. Gaara, muchacho mío, de alguna manera tú jugarás tu papel en toda esta historia. Hace diecisiete años, antes de que tú nacieras vine aquí y el Príncipe de los Magos – señaló el avatar que caracterizaba el príncipe de Kárandor – no estaba. Hoy, tantos años después, está ahí. Con esto quiero decir que la historia se escribe sola y no de antemano. Las profecías sólo son hipótesis, con gran precisión, sí, pero sólo conjeturas y elucubraciones.
- Y, ¿por qué aparecemos en el Momento?
- No soy un experto en simbología, la profesora Sitharia es más entendida que yo, pero de esa imagen deduzco que los que estamos ahí debemos ayudar a los dos paladines.
Gaara se extrañó.
- Tanto al uno como al otro – repitió – No sé cómo lo haremos. Gaara, la única manera de cumplir con lo que debemos hacer es ser nosotros mismos. Sígueme.
Jiraiya empezó a bajar las escaleras hasta que llegó a la planta baja.
- ¿Por qué razón esta planta no tiene grabados de lo que acontece desde la toma del trono por Danzou?
Gaara sonrió:
- Porque nosotros escribiremos, bueno, dibujaremos esta sala. ¿Por dónde he de empezar?
Gaara se levantó de su asiento recordando las palabras de Jiraiya. Al archimago le había dicho que su misión hasta la fecha del reencuentro era hacer de embajador de Naruto. Debía acudir a la torre de Cristal y dar la orden de Jiraiya, el Archimago Supremo del Cónclave, de entrar en la guerra y de preparar a los magos para el asalto final. Después viajar a Celaria para persuadir al nuevo consejero de lo que debía hacer y que reconsiderase a quien debería apoyar en la guerra contra Danzou y lo más difícil sería la última parte de su misión.
Tras el exilio de los serafines los enanos, los señores de las profundidades, se vieron forzados a retrasar sus líneas hasta que los ataques de loa orcos se hicieron tan persistentes que separaron las ciudades del norte de las del sur dejando a estas últimas aisladas, a su más oscura suerte. Jiraiya le había dicho que debía atravesar la puerta de Ozmon y llegar al sur para intentar localizar aquellos a enanos, si es que habían sobrevivido.
Después de aquello debería regresar y pasar por el sur de Párandor y Kárandor hasta regresar al punto de reencuentro.
Gaara le dirigió una mirada a un paquete que había encima de la mesa. Era menor que el tamaño de su puño en incluso cubierto por una gruesa capa de cuero emitía una luz plateada que débilmente refulgía. El mago se acercó y lo tomó en la mano. La conversación de Jiraiya había terminado con una explicación del paquete:
- Escúchame bien, Gaara. El destino de nuestro mundo pende de un hilo. El Este está listo para la guerra. He visto desde los ojos de Márkandull cómo las fuerzas de Ursagal se preparaban para extender su negro manto y cubrir de oscuridad la tierra. Sin embargo, el Oeste está desorganizado. Naruto deberá agrupar a sus aliados pero no estará solo, nosotros le ayudaremos. Pero hay algo que deba preocuparnos más. Como habrás visto Úrsagal, o al menos su cuerpo mortal, fue destruido pero ahora ha vuelto a generar uno y si pisa este continente, estaremos perdidos. No cesará hasta acabar con Naruto y eso supondría el fracaso de nuestra misión. Este paquete - sacó un misterioso bulto - es algo que Naruto usará cuando sea necesario, ahora quiero que lo lleves en tu viaje y cuando sepas que tienes que usarlo, úsalo.
Ese paquete contenía algo que Jiraiya no le había querido revelar porque, según él, eso sólo comprometería su misión. Por su tamaño no podría ser algo muy pesado ni muy grande, era cuadrado y lo más extraño era que brillaba ¿qué podía ser aquello?
Para Gaara, su maestro era como su padre y ese especial lazo que les unía hacía que confiara especialmente y sin reservas en el anciano. Su maestro siempre había estado ahí, guiándolo, ofreciéndole siempre sabios consejos sobre cualquier cosa y le había alentado a que no abandonara nunca. Jiraiya, siempre había protegido a Gaara y por eso el joven y se había comprometido a no fallarle. Cuando el joven hechicero era un aprendiz no había pensado que el afable maestro fuera en verdad un personaje con tantas responsabilidades.
El muchacho se sentó en su cama para, a continuación, dejarse caer. Sabía que no conseguiría dormir y de hecho no lo pretendía. Lo que Gaara quería era meditar. Los magos de tercer grado, extraían sus poderes de los máekas, los microscópicos elementales, y por ello eran llamados elementalistas. Sin embargo este poder estaba limitado y por tanto si un mago deseaba conjurar hechizos más poderosos, empezaba a usar su voluntad. La voluntad, según había aprendido, era la capacidad de utilizar tu poder interior, el de tu mente, para emplear y comprender la magia y una de las muchas sendas para lograrlo era la meditación. Al ser nombrado hechicero, Gaara debía empezar a usar su voluntad y cuanto antes empezara… antes acabaría.
Cerró los ojos y empezó a reunir energía y a concentrarse. El primer paso era dejar la mente en blanco, algo más difícil de hacer que de decir. Fue eliminando sus pensamientos, desde los más elaborados hasta los más primarios. Una a una, las ideas se iban yendo hasta que todo el ruido y toda la luz se pagaron, dejándolo en un blanco vacío donde parcia que el tiempo y el espacio no existían y no podían perturbarlo.
Gaara se encontró en un túnel oscuro donde al agua le llegaba a los pies. Echó a andar y de repente toda aquella galería se drenó y al momento desapareció. Una idea llegó a su mente: un rayo de sol había alcanzado du mejilla calentando las células sensoriales de su piel que habían mandado información a su mente. Esta idea desembocó en otra totalmente diferente: el amanecer. Esta idea pasó a otra: había quedado con Oruc y Elwendel al amanecer para partir.
Abrió los ojos, había conseguido desconectar durante tres horas y para él había sido un suspiro. Ese era uno de los grandes prodigios de la creación, la mente humana. De nuevo en la realidad, el joven mago emitió un suspiro, algo decepcionado. Jiraiya le había informado que, al principio, el tiempo real que meditara se le pasaría volando, pero a medida que practicara, la sensación sería totalmente opuesta. Aquella sensación era muy agradable para dejarla, pero ahora empezaba su misión.
Cuando bajó de su alcoba ya preparado, sus dos compañeros le aguardaban.
Elwendel había sido uno de sus profesores y ahora había terminado por ser un amigo muy querido. La amistad que eles unía esa atípica. Un humano, nacido en el fuego de Bélthaner y un hideir, un ser tan puro y frío como el agua. Eran radicalmente opuestos y ello constituía la base de una fructífera relación. Tenerlo como compañero era un honor y un placer pues Elwendel siempre estaba allí intentando guiarlo y servirle de apoyo.
Oruc, por otro lado, era un conocido al que guardaba un gran respeto. El pequeño ériat era el compañero perfecto por su abnegado carácter leal y valiente, o al menos eso intuía. Conocía a aquel habitante de los cielos desde pequeño y confiaba también en él.
- Vámonos – sentenció Gaara mirando a sus dos compañeros y sabiendo que durante dos años y medio compartirían el mismo camino; uno plagado de aventuras.
* * *
Muy lejos, a cientos de kilómetros, se alzaba un templo en ruinas en mitad de unas extensas llanuras que todos temían y todos conocían por su nombre: Nan Ga’rok. Aquel bastión era el centro de operaciones de uno de los generales más temidos en el Imperio: el duque Thorbald o su alter ego, Sasuke. Sin embargo, la fama de prisión inexpugnable se había visto muy dañada por el rescate de Sakura a manos de un anónimo soldado que llevaba en su pecho la pesada carga de todo un hemisferio. La propia reputación de implacabilidad y crueldad que el general tenía se había visto salpicada ante el fracaso de sus siervos, los espectros de sombra.
Sasuke había atado a aquellos espíritus a cuatro cuerpos mortales. Su formación como hechicero le había enseñado que en el Abismo había espíritus bondadosos y espíritus malvados. Los primeros tan sólo se acercaban al mundo de Thirion cuando los Doce lo ordenaban. Los segundos anhelaban este mundo tanto como lo odiaban pues eran entes surgidos por un error divino, por lo que encadenarlos a este mundo y someteros a sus designios era una sádica y masoquista recompensa.
Ahora se encontraba en una cámara subterránea donde el sumo sacerdote de Úrsagal en el Oeste, Hation, realizaba sus macabras ofrendas. Era una sala obviamente oscura debido a la falta de luz natural decorada por un altar de sacrificios al pie de numerosas formas y ritos. El Imperio Shangarak, el antagonista del Imperio que gobernaba Danzou, practicaba el rito shariano que elevaba sus cantos acompañados de numerosos sacrificios y que escenificaban a su dios como un demonio de cuatro brazos blandiendo la espada Nugviar, la misma que presidía la sala. Los ritos que se llevaban a cabo en aquella sala, iguales a los del Imperio Shangarak, habían vestido de rojo las escaleras que conducían a aquel altar. Normalmente el sacerdote era fustigado mientras que los acólitos cantaban sus plegarias acompasados por los gritos de dolor hasta que, al final, se ofrecía un sacrificio dependiendo del calendario religioso. Sin embargo, el ritual que se iba a celebrar era diferente, no pretendía satisfacer a Úrsagal, pretendía otro fin más oscuro.
Sasuke no estaba solo. En aquella sala se encontraban tres figuras más, dos magos y una elfa. Uno de los magos estaba postrado a los pies de la elfa que lo tenía cogido por una doga de una soga negra...
El otro mago era un siniestro personaje que ocultaba su rostro bajo una capucha. Era un hechicero al que se le había negado al admisión al quinto grado, el de los archimagos, en numerosas ocasiones. Sasuke lo había embaucado bajo promesas de poder y domino a cambio de convertirlo en sus ojos dentro del Cónclave de Magos.
La elfa era una bella mujer, digna de llamarse elfa. No era muy alta, pero lo compensaba con un cuerpo buen proporcionado con unas sensuales curvas. Vestía unas prendas de cuero que se ajustaban a su cuerpo marcando sus atributos femeninos. Su rostro era anguloso, como todos los miembros de su raza, era la perfecta encarnación de la seducción, en especial sus ojos azules como dos fríos puñales. Su gesto era de impetuoso orgullo y altivez, llevaba el pelo recogido en un moño pero se podía ver que aquel mar negro que eran sus cabellos estaba cuidadosamente peinado y tratado. Sasuke la llamaba Konan.
Arrastrando al mago como si de un perro se tratara, se acercó a Sasuke y se lo entregó con la misma indiferencia con la que se entrega un objeto. Luego se acercó al otro mago, alejándose todo cuanto podía de la escena que iba a temer lugar en breves momentos, pues no era la primera vez que contemplaba aquel rito.
Sasuke desenvainó su espada Nugviar y con la correa que sometía a aquel desafortunado y desdichado ser , se acercó al altar. El general se concentró. Había hecho aquello con anterioridad, quizás, más veces de las que eran necesarias. En la segunda Edad la guerra de los dioses se plasmó entre el enfrentamiento de Anmelión, el imperio de los elfos y Nabudis, el imperio de Orochimaru el Nigromante. Nabudis fue en gran imperio que puso en jaque a los Doce debido a la aparición de la magia más poderosa que el mundo había conocido y había situado a aquel gigante en la cúspide de la balanza de poder: la magia de sangre. Con la caída de Nabudis, aquel saber había sido prohíbo hasta sumirse en el olvido. Hasta que viajando, Sasuke se encontró con un mago que había preservado dicha sabiduría y, tras convencerlo de que se la enseñara, él, el paladín de Úrsagal se había convertido en el último en conocerla.
La magia de sangre recibía su nombre porque en lugar de usar el poder de los máekas o la voluntad, empleaba la sangre. Éste saber no era un compendio de hechizos, era el arte de aprovechar el último suspiro de vida de la ofrenda para obtener poder haciendo de éste tu mejor arma para provocar un daño máximo con un cansancio mínimo, para obtener vitalidad. Con la magia de sangre, cualquier mortal podía ser mago. Sasuke no buscaba poder, él era tan fuerte como un dios, él buscaba vida.
El ritual ya estaba preparado. Con anterioridad había dibujado con carbón una runa que simbolizaba la sangre usando, encerrándola después dentro de un pentágono de contención. Había dispuesto todos los elementos como recordaba, las velas, el incienso de azufre, la ofrenda y el oferente.
Los dos asistentes contemplaron cómo de la nada aparecían cinco figuras encapuchadas. La elfa escuchó como el mago que estaba a su lado empezaba a chillar la palabra “demonios”. De manera serena pero rotunda, Sasuke le ordenó a Konan que le callara. La elfa le golpeó y se calló. El corazón de aquella mujer sintió lastima por el otro mago. Estaba sedado y privado de su cordura y raciocinio por lo que no sentiría nada, pero lo que le iba a suceder hacía que su blanca piel se erizara.
Sasuke lo colocó en el altar. Su larga vida le había dado para aprender numerosas lenguas. Dominaba el ptariar, la lengua de los serafines, el anamer, lengua de los elfos y todos sus dialectos, obviamente la lengua humana y el lenguaje de la magia. Para lo que iba a hacer necesitaba emplear un idioma hace tiempo olvidado pero que todavía era temido: la lengua de sangre.
Las cinco figuras se acercaron y rodearon el altar donde estaba Sasuke mientras entonaban un salmo son siseos y guturales ruidos envolviendo el ambiente un esoterismo y misticismo extraños.
Cuando Sasuke hubo acabado de recitar aquel canto prohibido. Clavó su espada en el vientre de aquel mago, matándolo y sintiendo como su muerte le insuflaba vida, como su sangre bullía por sus venas con gran emoción. Su magia y fuerza crecía y su poder se despertaba. A medida que la vida de la ofrenda se apagaba, la suya volvía. Todo se revivía, todo volvía a ser joven. Para terminar el rito, pronunció una palabra. Una nube negra envolvió el altar y con una fuerza huracanada, un viento comenzó a elevar a todos los que estaban en la sala. Konan miró a aquel mago que había a su lado. Se había desmayado. De nuevo centró su vista en aquella mesa envuelta en esa capa de humo que desapareció poco después.
Sasuke salió de aquella niebla solo. Los otros cinco habían desaparecido. Estaba desnudo y empapado en un líquido similar al agua. Parecía ostentar una fuerza nueva. Su mirada lucía un porte magnífico, propia de un dios.
- Recoge el cuerpo y hazlo desaparecer. El emperador es un adorador de Úrsagal pero no aprueba la magia que no conoce. Después pásate por mi alcoba. Hay mucho que hacer – le dedicó una mirada a su marioneta – Despierta a este cobarde.
Sasuke salió de aquella estancia jubiloso.
Konan se acercó al altar y sintió lastima, algo que no debería sentir. Ella era una cazadora de sangre, una guerrera élfica entrenada para capturar magos. La suya fue una misión noble, en otro tiempo cuando las guerras entre los altos elfos y Nabudis se gestaban y el poder de la magia de sangre había puesto en peligro el imperio elfo. Ahora era una mercenaria que cazaba magos para Sasuke y aquel era el ritual contra el que su orden había luchado tanto atrás. Lo que veía le había sentir culpable.
Aquella ofrenda acababa de graduarse hacía unas semanas,se hacía llamar Jowan. Apenas había cumplido los veinte años y aunque legalmente era un hombre, cuando Konan lo atrapó, era poco más que un muchacho.
Hacía dos mese Sasuke le había pasado un informe. Aquel joven era bastante poderoso y muy joven, la presa perfecta. Konan esperó a que el espía de Sasuke hubiera estrechado la red a su alrededor y Jowan se enfrentara a “la Prueba”. Pero después se le mandó viajar al sur, como mago de combate al servicio de Sairomen, Jowan era un idealista que al ver a una damisela huir de unos bandidos la salvó caballerosamente. En agradecimiento fue recompensado con una noche de pasión y lujuria. Konan lo sedujo tras hacerlo caer en su trampa y luego lo llevó hasta su muerte.
Cogió aquel cuerpo para cumplir con la orden de Sasuke. Al acabar el ritual Sasuke debía hacer desaparecer el cuerpo. Luego solicitaba de ella sus servicios como amante, pero aquel día, intuía Konan, iba a marcar un antes y un después.
***
Naruto esperaba a que Jiraiya hiciese acto de presencia de una vez por todas. Habían quedado al amanecer en las escaleras de la Torre del Sol y faltaba poco para que amaneciera por lo que el archimago Jiraiya no se había retrasado aún. Lo que pasaba es que Naruto estaba muy impaciente por iniciar su entrenamiento y así olvidar la bochornosa escena protagonizada la noche anterior.
Tras haberse arrepentido de ir y confesarle a Sakura lo que sentía, cumplió con la misión que el Archimago Jiraiya le encomendara conocer a su instructor toso se había ido complicando. Su instructor Beressad era uno de los maestros de armas de Tygan aunque no se parecía demasiado a un occidental. Era muy alto, Naruto hubiera dicho que más que Rob, de piel oscura como el bronce y cabellos del color de la nieve. Era un hombre serio, de pocas palabras y algo borde, lo que había supuesto que el inicio de su relación fuera algo menos que turbulenta.
Pero los desacuerdos con su maestro eran lo menos importante. Tras haber mantenido una infructuosa conversación con él, Naruto se reunió con Jiraiya y los otros caballeros de los Doce: Oruc, Gaara y Elwendel para disfrutar de una última cena antes de volver a verse. La velada transcurrió con normalidad y Naruto pudo empezar a conocer un poco más a su nuevo mentor y a los que le ayudarían en un futuro. Aclaró sus dudas sobre ériat e hideirs, las razas a las que pertenecían Oruc y Elwendel además de conocer con más detalle a estas fascinantes criaturas. Limó asperezas con Oruc, pues su amistad no había comenzado con buen pie precisamente e incluso entendió la actitud del ériat ente lo que él denominaba “la gente grande”. Sin embargo, a pesar de la buena relación que habían entablado con aquellos dos personajes no pudo hacer lo mismo con Gaara.
El hechicero era uno un chico más joven que él pero a pesar de su juventud era muy reservado y observador. Gaara se fijaba en todo y cuidaba en todo momento lo que iba a decir. Durante la cena no dijo nada, pues parecía estar muy impresionado por algo. Apenas dijo nada y en las ocasiones que lo hizo se dirigió a Jiraiya, como si prefiriese obviar la presencia de Naruto. Naruto lo miró y vio en sus ojos miedo hacia él, pero ¿por qué le temía? El joven heredero formuló esas preguntas y la respuesta que obtuvo fue poco menos que clara: << no te importa >>. A continuación el joven heredero se marchó despidiéndose de los presentes.
Otra relación que empezaba mal. Hacer amigos, por lo visto, no era el punto fuerte de Naruto. Desearía haber empezado con mejor pie su relación con Gaara, pero aquella noche le fue imposible.
Tras aquello se marchó a los establos. Jiraiya le había sugerido que preparase su caballo para el viaje. La ciudad mítica de Sri Amnelorn estaba a tres días de Ogiliandar a caballos, cuatro o cinco a pie y lo que menos necesitaban era perder tiempo. Así que siguiendo el consejo de Jiraiya fue a preparar a Mígthyrar y a ver cómo estaba. Por lo que el archimago le contara, Mígthyrar los había conducido desde Nan Ga’rok hasta allí y Naruto no había tenido tiempo de agradecérselo. Era raro sentir gratitud por un animal, pero mucho habían cabalgado juntos. Al verlo el animal cambió de actitud, estaba algo adormilado y se puso muy contento. El chico lo tranquilizó y luego le dijo:
- Me ha contado cierto pajarito que nos trajiste tan rápido como una centella hasta aquí y no tuviste miedo – el animal relinchó – Estoy muy orgulloso y tú deberías estarlo de mí, vas a ser la montura de un emperador – intentó sonar trascendental.
Luego le contó todo lo que le había pasado. Era una estupidez hablar con un animal y mucho más esperar compresión, pero era una forma de desahogarse e intentar focalizar su rabia existencial.
Un poco después Naruto iba a salir cuando escuchó un ruido procedente de una esquina que estaba totalmente sumida en la oscuridad. Había sonado como si alguien se moviera, se relajara. El chico se acercó aquella zona no con miedo pero sí con el temor y el respeto que impone lo desconocido. Meses atrás habría olvidado aquella insignificante perturbación, pero a la vista de los últimos acontecimientos le gustaba comprobarlo. Se acercó y entonces vio a Sakura quien estaba llorando.
Como si la oscuridad la protegiera, estaba llorando frente a él, a menos de un metro. Parecía estar muy consternada y a la vez deseaba salir de aquella situación, tenía las manos en la boca, quería evitar que le saliera algún sonido. Naruto no sabía qué hacer. Dudaba entre cogerle las manos y decirle que saliera o irse y olvidar lo que había pasado.
¿Por qué estaba llorando? ¿Le habría escuchado? ¿Habría sido testigo de aquella confesión? Lo más probable es que fuera así y de ser así ¿por qué no reaccionaba? ¿Es que acaso no quería al menos responderle?
Naruto se consideraba el ser más bobo y más estúpido que había pisado la faz de la tierra por haberse desnudado sentimentalmente con un caballo y sin siquiera tener la certeza de que estaba solo. Había dicho todo lo que sentía por Sakura, todo cuanto su corazón necesitaba decir. No había mentira alguna en sus palabras pero era algo para lo que emocionalmente no estaba preparado. A pesar de su edad, pues según los cánones humanos deberían estar esperando su primer hijo, Naruto no tenía mucha experiencia con las mujeres. Era un muchacho tímido a la hora de tratar con ellas y por tanto nunca habría dicho algo así delante de Sakura, le hubiera faltado el valor para decírselo.
Al verla ahí, creyendo que las sombras le otorgaban invisibilidad. Naruto se sintió realmente mal. Estaba enamorado de Sakura y aunque no había sido su intención se había confesado su amor y lo menos que pedía entonces era que saliera de su escondite y dijera algo, lo que fuera, pero que no se ocultas llorando en silencio, sumergida en las sombras y deseando que él se fuera estaba insultándole. ¿Por qué no salía?
Naruto había decidido sacarla de su escondite cuando Mígthyrar relinchó. El muchacho lo reconsideró. Si de verdad no tenía al menos la cortesía de dejarle claras las cosas, Naruto no la obligaría; pero ya no jugaría más con sus sentimientos. Comprendía que Sakura no le pudiera corresponder, eso lo tenía claro, pues sus diferencias eran abismales y no quería nada que no fuera sincero, pero esa actitud por su parte… Para Naruto, Sakura quería seguir jugando con sus sentimientos, seguir con ese juego de miradas y rechazos que se había producido desde Nan Gar’ok. << Muy bien, si nada es lo que desea su Alteza, eso es lo que le daré. >>
- No pienso darte un beso de buenas noches – fingió dirigiéndose a Mígthyrar.
Naruto salió de aquella sala avergonzado y herido. Hubiera preferido que le dijera que no, que se riera de su ocurrencia o, lo mejor para él: que hubiere dicho que sí. Que sí sentía algo por él, que lo quería, que iba a intentar corresponder su amor. Algo. Necesitaba que le diera algo. Pero ella había elegido el silencio. Era cierto, aquello que se decía de que hiere más el silencio que mil palabras.
Sin embargo, Naruto no entendía por qué lloraba Sakura, no se hacía a la idea de todo cuanto se avecinaba, de la gran misión que tenía por delante y cómo ésta había marcado la vida de la serafín impidiéndole que pudiera elegir el amor, impidiéndole ser Sakura y obligándola a ser aquello para lo que había nacido.
Naruto recordaba aquella escena y cuando lo hacía sentía, como un puñal candente y gélido a la vez que se adentraba en su pecho. Le habían roto el corazón y por cobarde tampoco había podido decir lo que por ella sentía. Le dolía haber comprendido, o eso creía él, lo poco importante que era para la chica que, aún confesándole su amor (por error) no había respondido. Le dolía que aquel sueño que había imaginado se rompiera, que aquel onírico pensamiento como lo era “Sakura, la esposa del rey Naruto no fuera más que un deseo que nunca se llegaría a satisfacer. Naruto anhelaba por tanto marcharse de aquella ciudad y comenzar con su entrenamiento.
Al salir el sol, Jiraiya se apareció y con él su otro instructor, Beressad. Venía conversando aunque en un idioma distinto, posiblemente el de la tierra de origen de Beressad. Naruto se levantó y saludó a sus dos maestros. Jiraiya le indicó que cogiera a su caballo para empezar el viaje a Sri Amnelorn.
Sri Amnelorn sería su hogar durante los dos años y medio siguientes. Naruto tenía muchas esperanzas puestas en que la mítica cuidad seráfica le sirviera de refugio, no de escondite, sino de reflexión y meditación, quería que aquella ciudad le brindara paz, le permitiera liberarse del sentimiento de culpa por la muerte de Rob y se olvidara de Sakura. Naruto miró a la torre del sol que cortaba el cielo en dos y miró también hacia atrás, todo el camino que lo había conducido hasta allí, todos los sacrificios propios o ajenos que había permitido que estuviese a punto de emprender un viaje sin retorno. Su hogar, el valle de Valdur, Puerto de las montañas, los campos de Párandor, Nan Gar’ok; su madre sus hermanas, Rob, Lord Godric; cerró los ojos y los evocó. Al abrirlos miró a sus pies pues si daba el siguiente paso no podría retroceder. Naruto, más determinado y decidido de lo que lo había estado en toda su vida, caminó.Allí donde hubo luz ahora mora la sombra
una sombra incesante, una insomne maldad,
que ha pasado con la fuerza de un vendaval
¿volveremos a ver nuestro hogar?
¡Ríos de plata han sido vertidos!
¿Dónde estás?; te estoy buscando.
¿Dónde puedo encontrarte?; te necesito
¿Dónde te perdí?; no sé porqué, te anhelo
¿Dónde vas?; te persigo y no te alcanzo.
Allí donde reinó la paz ahora reina la guerra
una guerra sin fin, una indómita batalla
que ha rugido con la potencia de una bestia
¿retornaremos a nuestra patria?
¡Ríos de magia han sido vertidos!
¿Dónde estás?; te estoy buscando.
¿Dónde puedo encontrarte?; te necesito
¿Dónde te perdí?; no sé porqué, te anhelo
¿Dónde vas?; te persigo y no te alcanzo.
Allí, una bestia de su antiguo sueño despierta
de un sueño de odio, un odiado recuerdo
que hiere con su pérfida y olvidada ruina
¿fue aquella tierra nuestro reino?
¡Ríos de fuego se vierten!
¿Dónde estás?; te estoy buscando.
¿Dónde puedo encontrarte?; te necesito
¿Dónde te perdí?; no sé porqué, te anhelo
¿Dónde vas?; te persigo y no te alcanzo.
Allí donde hubo luz ahora mora la sombra
¿volverás la luz o la oscuridad a mi alma perdida?
Allí donde reinó la paz ahora reina la guerra
¿retornaré a estas tierras la amada calma?Canción del ElegidoFIN DE LA SAGA 1
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Gracias Septi pero yo me quede en la Tercer Saga: Las profundidades de
Thirion, en el capitulo 11.
Creo que tendre que esperar hasta que se llegue ahí y tu continues.
Thirion, en el capitulo 11.
Creo que tendre que esperar hasta que se llegue ahí y tu continues.
hikari uzumaki- Sennin
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en mis pensamientos
10924
Posesiones :
Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
no te precupes hikari voy a publicar de seguido la saga 2 y ya estaremos en la tres
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
102064
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