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LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
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SALAMANDRAHANSUKO
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Jajajaja! Yo tambien he pensando lo mismo que jiraiya optara huir igual que gandalf, de echo no puedo evitar hasta cuando leo imaginarme que es gandalf.
La pluma ya llego a naruto, pobre ni sabe en lo que se metio, creo que la gran impresion que le causo sakura no hice que pensara bien, aunque cosas asi son tipicas de nuestro heroe, ahora ira a rescatarla y comenzara su gran travesia, me pregunto soi en menos de 2 meses aprendera lo necesario para enfrentarse a sasuke y salvar a sakura.
Veamos que dice jiraiya al respecto y si ya le dira la verdad a naruto.
Conti!
La pluma ya llego a naruto, pobre ni sabe en lo que se metio, creo que la gran impresion que le causo sakura no hice que pensara bien, aunque cosas asi son tipicas de nuestro heroe, ahora ira a rescatarla y comenzara su gran travesia, me pregunto soi en menos de 2 meses aprendera lo necesario para enfrentarse a sasuke y salvar a sakura.
Veamos que dice jiraiya al respecto y si ya le dira la verdad a naruto.
Conti!
hikari uzumaki- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
se vienen capitulos muy interesantes.. espero lo continues pronto
gonmax- Sannin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Vaya estuvo muy bueno el capitulo, ahora esperar como Naruto rescata a Sakura
SALAMANDRAHANSUKO- Aprendiz
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
bueno hoy con el tiempo que tengo publico el cap 6
CAPÍTULO 6
bueno el emo mayor le mintio al viejo emperador por un capricho, destruir a nuestro héroe, tenemos un sakura ahora arrepentida por mandar la 5 pluma y ahora mas carga a naruto
PD: de todos lo sasukes creados en los fics que son malo, este es el que mas mas odio
CAPÍTULO 6
- Spoiler:
- CAPÍTULO 6: UN RUEGO AL EMPERADOR
SAKURA SE ENCONTRABA echada sobre el duro e incómodo camastro de piedra de la celda, habían pasado dos semanas desde que efectuara el hechizo de las plumas y no había recibido ninguna respuesta. La serafín se consolaba pensando que habría más distancia de la que pensaba pero según iban pasando los días y no recibía respuesta, esas esperanzas empezaban a ser más y más lejanas. Según los cálculos de la prisionera, por lo menos tres plumas deberían haber llegado a su destino y sin embargo no había recibido ninguna respuesta.
Sakura quería soñar que su abuelo no le fallaría y mandaría una expedición para rescatarla, que Oruc y Elwendel serían enviados por Jiraiya junto con los más valientes soldados de la Leyenda, que sus hermanos olvidarían el miedo y volarían a Nan Gar’ok para salvarla. Sin embargo sabía que estaba sola, esperaba que Vernael la ayudara, pero si sus dos amigos, Oruc, el ériat, y Elwendel, el hideir, no habían aparecido es que algo iba mal. Jiraiya era uno de los más poderosos, quizás el que más, de todo el Imperio, aunque sus hombros soportaban una pesada carga. Sakura entendía cómo se sentía el anciano, pues no era el único…
Además estaba él. Sasuke, el general que la había capturado, había estado acosándola desde el día que habían llegado al templo hacía ya cuatro días. El general quería obtener la máxima información acerca de la resistencia antes de sacrificarla y por eso la visitaba todos los días con ese propósito. Aunque no utilizaba la tortura, sus métodos eran mucho más desesperanzadores. Cuando consideraba que era inútil seguir hablando con ella, Sasuke asentía sin decir palabra y abandonaba la celda. Aquella maldita indiferente autosuficiencia. Por más que ella le provocara, él, frío e impertérrito, no caía en su juego. Nunca la forzaba a nada, aunque siempre la bombardeaba con promesas de futuro. Sakura estaba cansada de esas promesas, llevaba toda una vida resistiéndose a ellas y cuanto más le insistía más las aborrecía.
Un destello interrumpió las divagaciones de la serafín. El sol asomó por detrás de la alta cordillera de Tach-Mer, cubriendo de luz el profanado templo, dedicado a los Doce dioses del bien de antaño, convertido ahora al culto de Úrsagal, el dios de la oscuridad. Era el amanecer, la hora de la visita de Sasuke. Aunque se repetía constantemente las atrocidades que Sasuke había cometido y se obligara a odiarle profundamente, Sakura era consciente de que de seguir así las cosas, pronto su única razón para vivir sería ese breve contacto con el exterior.
Sasuke, general alto en orgullo y en presencia; inteligente; soberbio, frío e impertérrito; indiferente; terriblemente poderoso y seductoramente oscuro. Sakura y Sasuke ya se conocían de antes,- demasiado bien, apostaría la serafín-; y cuanto más descubría de él, más se rechazaba a sí misma, a su debilidad. Si ella hubiese sido fuerte, NADA, de lo que estaba aconteciendo, hubiera tenido lugar. De repente se escucharon unos pasos en el exterior de la celda. Anunciaban que se trataba del general que se acercaba a visitarla.
La puerta se abrió con un chirrido de los goznes y el general entró en la pequeña celda en todo su esplendor. Sólo oír aquello empezaba a provocarle pánico. Se mordió un labio para inhibirse demostrar ese miedo que le provocaba tenerlo tan cerca. La espada que Sasuke poseía y que más podría herir a Sakura se llamaba pasado. Ese pasado siempre la perseguiría y no era extraño que tener a su lado a tal hombre hiciera que los pretéritos ecos de la memoria resonaran en su mente.
Se serenó tanto como pudo. Quizás fuera prisionera. Quizás él ejerciera un poder inexorablemente insuperable sobre ella. Era posible que el fantasma del pasado la atormentara cada vez que él tomara asiento a su lado. No obstante, si algo caracterizaba a Sakura era su altivez. Alzó la mirada, desafiante. Nadie podría decir que hacía unos segundos había tenido que controlarse para no demostrar sus miedos.
Sasuke se sentó a su lado. Vestía una armadura élfica muy fina aunque resistente. Unos pantalones anchos y recogidos en el tobillo la acompañaban. Su cinto mostraba una espada colgada, la espada con la que la había derrotado. Parecía un ser inmortal de las leyendas, simple pero increíblemente poderoso. Desentonaba profundamente con el ambiente lúgubre y deprimente de la celda. Aunque su postura y lo relajado de sus movimientos denotaban que estaba acostumbrado a visitar celdas.
Sakura sintió la misma sensación que un gato al percibir a un perro. Ella lo miró y sintió una punzada de dolor. ¿Cómo podía provocar en ella tales emociones? Él le dedicó una mirada y una sonrisa.
- ¿Cómo te encuentras? – le preguntó amablemente.
- Estaría mejor allí fuera libre, pero gracias por tu interés– contestó ella.
- Me alegra constatar que sigues tan feliz como siempre.
- ¿Por qué no me dejas en paz de una vez y no vuelves a no ser que sea para liberarme? – le respondió.
- O para llevarte al ritual – susurró él.
- ¿Qué has dicho?- inquirió ella incorporándose de la cama.
Él le sonrió. Aquella odiada sonrisa. Sakura se quedó mirando esos ojos fríos, cortantes como el hielo y negros como la funesta oscuridad. No sabía describir la amalgama de sensaciones que provocaban en ella aquellos ojos. Lo peor, se decía Sakura, no era que Sasuke supiese de la debilidad que él le provocaba, sino que ella no pudiera siquiera imaginar qué se le pasaba a él por la cabeza.
- Que deberías decirme la información ya o daré permiso a los sacerdotes para que te torturen – respondió él dando un giro a la conversación.- Sabes que odio hacerte daño, sin embargo como te he dicho tantas veces que YO, tengo claro quién soy. Abandona esta guerra civil y dejaremos de ser enemigos. Tu misión es bien otra.
- Ya te he dicho que nunca te diré nada, y menos a un cerdo chovnista y cruel como tú. ¡Estás destruyendo el Imperio, un Imperio que los antepasados de los hombres levantaron a costa de su sangre y su bien merecida gloria!
Él siguió igual de serio:
- En otro tiempo te conté por qué lo hacía pero tú no lo quieres entender.
- No hay gloria alguna en levantar un Imperio que se desmorona por sí solo. Sin embargo no es mi intención discutir contigo tales temas. Sakura, yo sólo juego con las reglas que tú has creado. Tú eres la que nos enfrentas. Bien sabes mi labor al igual que yo la tuya y sin embargo henos aquí, como dos enemigos.
- Hace tiempo que tú y yo andamos por sendas distintas.- fue su respuesta.- En el pasado te confié mis razones, razones a las que tú te interpones.
Sasuke se irguió.
- Creo que deberías replanteártelo, no te queda otra salida. – respondió él calmadamente. Eso era lo peor, por mucho que le insultara, él nunca se alteraba.- Y además – continuó como quien piensa en voz alta.- Después del ritual no te quedará más remedio que unirte a nosotros, que unirte a mi causa.
- ¿Qué quieres decir? – inquirió Sakura repentinamente alarmada
- Quiero decir que el ritual es una transformación de un siervo del bien en uno del mal. Personalmente, me pareces más atractiva con tu apariencia de sierva del bien, pero si te tengo que llevar al ritual, lo haré. Y te advierto que no es un proceso indoloro.
Sakura había estado temiendo aquello desde que se vio en manos enemigas. Parecía ser que Sasuke había decidido terminar con todo aquel “juego” según el mismo general decía. Los serafines, magnos ángeles antaño guardianes arcanos y espirituales del orden y la paz universal eran seres luminosos. Su luz era algo tan preciado como para un rey su reino. Si ella era privada de aquella pureza que configuraba su esencia, nunca más volvería a ser ella.
- Prefiero la muerte que ese destino.
Él se puso en pie.
- Lamentablemente, la opción de huir y abandonarte al abrazo de la muerte, no está disponible para ti. Tú tienes un destino. Tienes que cumplirlo. Tu juego de ser una princesa guerrera en busca de venganza tiene que terminar y yo seré quien le ponga fin. Es por tu propio bien.
Sakura sintió como el miedo y la rabia se entremezclaba:
- ¿Quién te has creído que eres para decirme qué es lo que me conviene?
Sasuke le sonrió tras preguntarle:
- ¿Es necesario que te responda a ello? Yo no te estoy obligando a nada. Sólo quiero que seas lo suficientemente adulta cómo para comprender qué es lo que tienes que hacer.
La serafín, se puso muy cerca de Sasuke y alzó la mirada. Sasuke era un hombre alto, pero la vanidad de Sakura era tal que desafiantemente le respondió:
- Elijo agota todo el tiempo que tengo, aun falta dos meses, ¿verdad?
- Es tu elección, pero cada vez tienes menos margen de maniobra para llevarla a cabo – la advirtió. – Me sorprende que conozcas tantos detalles. Sakura, mírame a los ojos. – Ella lo hizo.- Ni siquiera lo que siento por ti impediría que salieses airosa en tu patético deseo de asesinar al Emperador.
- Encontraré la forma, te lo aseguro.
- Veo que ahora es el orgullo quien habla por ti. Lo veo difícil, nunca un prisionero mío ha conseguido pedir ayuda, y mucho menos tener escapatoria.
En ese instante, una pluma entró disparada por la ventana. Cayó sobre la mesa. Sasuke le indicó a que la cogiera. Sakura se resistió en un principio. Si no la tocaba ella, el mensaje no saldría a la luz. Sin embargo, Sasuke, con un signo trazado con sus dedos obligó a la mano de Sakura a ir en contra de la serafín y tomar dicha pluma. En ese instante, ambos se vieron desplazados hasta una habitación, muy humilde en la que se encontraba un joven de poco más de dieciséis años con el torso desnudo, aunque con el costado vendado. Sobre el pecho lucía un símbolo: un sol. Nada más verlo ya sabía quién era realmente, Sakura apostaba a que ni el propio chico sabría que tenía en su pecho ese sol. Tenía los cabellos rubios. Su mirada, azul y puramente sincera, eran indicadores de su inexperiencia y juventud. Mirando a la pluma decía: << Sí recibís esto, Alteza sabréis que no os fallaré y que lo haré. >>
El corazón de Sakura dio un vuelco. Aún había esperanza aunque por otro lado ahora había mucha más incertidumbre. Amnel-Ester a penas era un crío, un muchacho confiado que engañado por su aspecto se había dejado embaucar y había aceptado. ¡El remedio era peor que la enfermedad!
La ilusión desapareció y Sakura recordó la situación en la que se hallaba. Buscó la reacción de Sasuke en alguna arruga incontenida en su frío rostro, en alguna mueca, pero nada parecía hacer mella en esa insufrible sonrisa. Sasuke la miró y la besó en la frente. Sakura se quedó muda de la reacción de Sasuke. Parecía muy contento de haberse enterado de que alguien la había de rescatar…
- Ahora entiendo por qué me gustas tanto.- confesó divertido.- He de reconocerte que a pesar de que te sonría estoy realmente enojado. Esperaba que fueras más inteligente. No sólo te encierras en el Mausoleo, en vez de huir a Pendarán , con los elfos, sino que además me has regalado la cabeza de Amnel-Ester. [ N. del A: Existen tres grandes reinos elfos. Amnelión (el Imperio de los Altmer), el Principado de Anamnar (de los príncipes de los mares) y el de Pendarán (de los elfos silvanos). En la Segunda Edad Amnelión estaba integrado por los otros dos reinos, aunque a raíz de las guerras de separación de principios de la Tercera Edad acabaron resultando estas tres facciones, con instituciones, cultura, sociedad, política, etc. distintos.]
- No es Amnel-Ester…- intentó mentir.
Sasuke río levemente.
- Ni tú eres Sakura ni yo soy Sasuke.- se mofó.
- Por favor, no.
- ¿No qué?
- No le mates.- suplicó.
- No le voy a matar, solo le voy a recompensar con un viaje directo a su tumba. Tengo que confesarte qué eres muy predecible. Sólo me queda averiguar dónde está el afortunado.
Diciendo estas palabras, Sasuke cogió la pluma y empezó a pronunciar un conjuro de magia clerical. La pluma brillo con una luz dorada intentando oponerse con los restos del hechizo de Sakura, pero fue inútil. La luz se apagó y una imagen de la pluma volando apareció sobre ella. <<Ahora está todo perdido, averiguará dónde>> vaticinó Sakura. Se instó a pensar con más rapidez hasta que por fin se le ocurrió una idea. A toda prisa pensó una fórmula mágica y cuando la pluma se encontraba sobre el valle del Valdur, la imagen desapareció. Reunió rápidamente sus poderes, y liberando esa energía, casi con la invisible fuerza de mil explosiones, la pluma estalló en diminutas partículas que al recibir la luz del sol parecían pequeñas estrellas. Lo había logrado.
Sasuke se vio frustrado y felizmente para Sakura, molesto. Su rostro ahora sí expresaba el malestar y el disgusto sufridos. El general había estado tan seguro de la superioridad de su magia que no se le había ocurrido la alterativa más simple, que Sakura retirara el hechizo sobre la pluma, despojándola de sus recuerdos. Sakura le sonrió y le preguntó:
- ¿Sigo siendo tan predecible?
Enfadado se giró y salió lentamente de la celda. Pero cuando salió amenazó a la serafín:
- Destruiré todo el valle de Valdur si eso me lleva hasta él.
Cerró la puerta de un portazo y se alejó por el pasillo, dejando a la desconsolada serafín pensando que había conseguido extinguir su única esperanza. Sabía que Sasuke tenía el valor y la fuerza para cumplir con su promesa. Sakura se maldijo, no sólo ella iba a perecer, sino que había condenado a muerte a la última esperanza que tenía el oeste, acababa de sentenciar a muerte a Naruto (de quien desconocía su nombre).
Sasuke salió de las mazmorras y avanzó a paso vivo en dirección al despacho del sumo sacerdote de la orden. Sasuke no sólo era el mejor general de Danzou, también era un poderoso hechicero, tanto o más que Danzou, y la mano derecha de Úrsagal, el Dios Oscuro.
Mientras caminaba, en su cabeza rumiaba un plan para cumplir la venganza que le había jurado a Sakura. Penetró en un pasillo largo y al final entro en el despacho del sacerdote. El despacho era asombrosamente pulcro contrariamente a lo que uno podía esperarse de un servidor de la oscuridad. Una gran mesa de caoba rectangular llenaba la habitación que era asombrosamente grande y espaciosa y que se encontraba forrada de estanterías llenas de libros y de pergaminos con la administración de la Nueva Capilla del Imperio y con un ala llena de raros y costosos ingredientes para hechizos, como diente de dragón, piel de leviatán y hasta la cabeza disecada de un ériat, la raza de seres del aire. La única parte que no tenía algo era la ocupada por una pequeña puerta cubierta por runas mágicas. Una gigantesca lámpara de fuegos fatuos completaba el escenario.
Sasuke penetró en la estancia con respeto. Anduvo despacio, ya que el sumo sacerdote era muy poderoso y tenía una bien merecida fama de tener un carácter voluble y antipático. Para Sasuke, tipos como aquel eran más bien una molestia, pero había razones que le obligaban a no ser cómo en realidad era.
Su entrada provocó que el sacerdote levantara la cabeza de la pila de pergaminos donde trabajaba. El sacerdote era una persona de mediana estatura con los cabellos negros como la noche y unas facciones que serían bellas si no estuvieran deformadas por una perpetua mueca de ironía y malicia. Sus ojos eran dos espadas negras en el centro de la cara que parecían atravesar con la mirada todo aquello en lo que se posaran. Vestía un hábito negro hasta los pies, recogido en la cintura con un cinturón con el emblema del dios oscuro, un demonio encadenado que parecía desear escapar de las cadenas que lo ataban. El monje fulminó a Sasuke con la mirada pero preguntó con voz dura:
- ¿Qué deseas general? - Sasuke sonrió, ambos se detestaban a más no poder y sin embargo Hation nunca olvidaba quien era Sasuke
- Vengo a solicitar tu favor, ¡oh!, poderoso Hation.
- Y que deseas que haga ¡oh!, poderoso general que siempre eres autosuficiente – preguntó sarcástico el monje.
- Deseo que abras para mí el portal. Necesito ir a la capital con la mayor urgencia.
- No – respondió tajante el monje volviendo a sus escritos.
- Es muy importante – insistió Sasuke sin perder los nervios.
- Me niego a gastar mi magia para ayudarte a realizar un viaje que podrías hacer en un par de semanas a caballo. A diferencia de los magos nuestro poder proviene de la oración y no del estudio. – Respondió Hation sin levantar la vista.
- Hagamos un trato, si me ayudas a irme, te doy permiso para sacarle información a la serafín de la manera que creas conveniente. Si me obligas a usar mis poderes, me estaré desenmascarando ante los Doce y Úrsagal se enfadará. Créeme, tiene un genio muy malo. Los Doce me quieren muerto y si les doy pistas tendré tras mi estela a todo el Panteón, cosa que ni tú ni yo queremos, ¿verdad?
Como mano derecha de Úrsagal los Doce, sus acérrimos enemigos, enviarían todo de cuanto dispusieran para aniquilarle, ya que su existencia era una amenaza para los dioses del Oeste. Si empezaba a destacar y a ser más que un subordinado del usurpador del trono no sería tan extraño que incluso los propios dioses bajarían a la tierra a por él. Aunque era poderoso, enfrentarse a un dios no era su misión. Necesitaba usar cuanto menos sus poderes.
Hation levantó la cabeza al oír esto, torturar serafines le proporcionaba un poder clerical increíble, además de un enorme placer. En una visión, Úrsagal le había ordenado transformar a esa serafín en un ensair, un siervo de Úrsagal, en el ritual del plenilunio y él deseaba agradar a su dios sobre cualquier cosa. Si llevaba a cabo el ritual habiendo mancillado a la serafín, él ganaría poder clerical y su Dios se sentiría más satisfecho.
- De acuerdo – accedió de mala gana.
Hation se levantó majestuosamente de la silla acolchada. De pie le llegaba a Sasuke, lo que disminuía notablemente su terrorífico aspecto. Camino orgulloso a través de la estancia hasta detenerse en la puerta que el general había visto a la entrada. Entonces sacó una oxidada llave y la metió en la cerradura al tiempo que pronunciaba una fórmula para desactivar los glifos protectores. A continuación se introdujo en ella haciéndole un gesto para que la siguiera, a lo que él obedeció.
La estancia era asombrosamente simple, una silla de hierro dominaba un círculo grabado en el suelo que tenía ocho símbolos místicos con un nombre a su lado. El sumo sacerdote se sentó en el sillón e indicando a Sasuke, dio comienzo al ritual.
- Aelatiena ino vera punte, Párandor.
Se encendió el símbolo que se encontraba al sudeste.
- Tieru la dento fertaebdu io guiane
Un círculo de luz roja rodeó el círculo y empezó a estrecharse en torno a Sasuke.
- Fuenom te estera bo werunter
La luz giró sin parar hasta alcanzar al general, momento en que hubo una explosión y Hation tuvo que cerrar los ojos. Cuando volvió a abrirlos con cansancio, asintió satisfecho. El general no estaba.
A muchos kilómetros de allí, Sasuke apareció con un fogonazo en una sala de las mazmorras de Minas Árandor, la capital. Se encontraba en una habitación idéntica a la que acababa de dejar y con un círculo idéntico al de Nan gar’ok. Uno de los símbolos, el que estaba en dirección noroeste, todavía conservaba algo de luz. Ese era el gran secreto de los reyes de la Segunda Edad, que Danzou había puesto en funcionamiento cuando conquistó el Imperio, o al menos el Reino de Párandor. Antaño había seis círculos repartidos entre las principales ciudades del Imperio e incluso de las ciudades de los reinos aliados (elfos y enanos) en uno de los pocos esfuerzos conjuntos de estas por buscar una armonía común. Cualquier clérigo, así como hechicero o serafín, podía usarlas, pero en la actualidad, solo permanecían en funcionamiento dos. Esto se debía a que con la guerra, de las nueve construidas, una estaba destruida, cuatro estaban en poder de sus enemigos y las restantes estaban dominadas por Danzou.
Sasuke salió del círculo y adoptando un aire aún más orgulloso y marcial pasó al lado de los estupefactos guardias que no entendían de donde había salido pero que se apresuraban a saludarle marcialmente ya que era bien conocido en el Imperio como la mano derecha de Danzou, una mano cruel.
El Imperio Cyrodiano había surgido hacía unos ochocientos años, y desde entonces había sido gobernado por el Emperador y el Consejo de Ancianos. El Emperador ostentaba todo el poder, sin embargo era controlado por los senadores del Consejo de Ancianos. Este órgano era dirigido por el Canciller y estaba formado por los duques y demás miembros de la nobleza, así como por representantes de la Capilla y de las ciudades. Él mismo era miembro, ya que era el Duque de Ravenshort, pero su última aparición por la cámara había sido tanto tiempo atrás que no se acordaba. El Imperio que actualmente Danzou gobernaba se limitaba al reino de Párandor, el cual estaba dividido en muchos ducados además de recibir vasallaje del Príncipe de Dolm Inaer.
El general atravesó las mazmorras, ascendió hasta el nivel del Palacio, y penetró en el palacio propiamente dicho hasta llegar a la sala del trono. Un largo corredor de paredes de mármol sostenido por negras columnas le llevó hasta la gran sala del Trono. Ésta era de planta rectangular dividida en una nave central y dos laterales y al final de la nave central estaba el Trono. Las distintas naves eran separadas por grandes columnas negras que contrastaban con el blanco inmaculado mármol del que estaban labradas las paredes. Entre cada dos columnas, en la sala habría veinte por lado, había una fría estatua de mármol de los miembros del Linaje Real desde su fundador hasta el último.
Al final de la nave central estaba la silla del trono. Este estaba elevado en unas escaleras de mármol y era de un color blanco que a la luz que entraba por las distintas vidrieras de la sala relucía dorado. A la derecha había un pequeño trono de madera del color del ébano. En este último estaba el Emperador, Danzou. Sasuke tenía que reconocer que aun siendo un simple mortal, su ambición y su dominio de las artes arcanas así como una poderosa y aguda inteligencia para lo habían convertido en el Emperador despótico y absoluto que era.
Era un hombre de aparentemente setenta años aunque se rumoreaba que sobrepasa los trescientos. No muy alto y de aspecto enérgico. De rasgos muy comunes, poseía unos ojos de color blanco que intimidan nada más verlos. A ello contribuían una barba y un pelo largo y espeso cuidadosamente cortados que concentraban su cara en los ojos. El otro único rasgo a señalar eran sus manos. Poseía unas manos de dedos largos que permitían entrever una persona habilidosa y estudiosa. Sasuke había visto en persona a esos dedos tejer conjuros demoledores que habían aplastado a todo un ejército, algo formidable para un mortal.
Atravesó la sala del trono a paso vivo sin hacer caso a los cuchicheos que su paso levantaba entre los cortesanos, sacerdotes y soldados que rodeaban al Emperador. Él nunca se dejaba ver en esa sala y su presencia no solía ser un buen augurio, sino más bien ser el antecedente de problemas graves.
El general no les prestó atención, su vigilancia estaba concentrada en el Archimago que se encontraba sentado frente a él y con cara de molesto. No había llegado en buen momento pues un mensajero estaba informando de la Guerra en el este.
- Los muertos se amontonan por los campos. Hemos tenido que retroceder el frente a Páramo del Bosque. La ciudad está cercada. Hemos perdido a casi dos batallones enteros, necesitamos al menos una compañía entera para levantar el sitio y avanzar el frente hasta el Lago de las Lágrimas.
- Retírate a Páramo del Bosque y lleva este mensaje al Duque Araphant: “que no den un paso atrás. La guerra exige sacrificios y son los sacrificados los mayores héroes ya que ellos conquistaran los elíseos campos de la gloria. Los débiles no tienen cabida en el Imperio. Sólo los más fuertes demuestran su ascendencia parandoriana. El Emperador Danzou enviará a la Tercera y a la Cauarta Legión”.- ante la noticia los nobles y demás miembros cortesanos no tardaron en cuchichear tal como se esperase que hiciesen.
El mensajero captó el mensaje, se arrodilló y dejó la sala. Sasuke escuchó con asombro la respuesta de Danzou. Cada legión contaba con seis mil efectivos, por lo que dos era un sobreesfuerzo militar para el Imperio. Desde la llegada al trono de Danzou había un total de diez legiones, descontando a la séptima, que ahora intrigaba contra su emperador. Enviar aquellas tropas era una gran estupidez que solo avivaría el caos en el Oeste. << Perfecto>>, pensó complacido.
- ¿Qué os trae hasta aquí, general? – preguntó visiblemente molesto por la interrupción.
- Desearía hablar con su majestad imperial.
- Hablad pues.
- En privado – específico Sasuke.
Al oír esto los ojos del Emperador se concentraron en un gesto de indiferencia y odio. Todo el mundo presente en la sala pensó que le despediría con cajas destempladas, ya que esa era su conducta habitual ante las visitas imprevistas. Sin embargo para sorpresa de todos, Danzou dio una palmada y él y el general desaparecieron. La gente se fue retirando.
Ambos aparecieron en el estudio de Danzou, una habitación pequeña, con una mesa atestada de papeles y dos sillones.
- ¡Cómo se te ocurre desafiar mi autoridad delante de todas esas sabandijas chupasangre! – le increpó Danzou a Sasuke en un tono con el que dejaba traslucir su patente enfado- ¡Yo soy el Emperador!
- Porque si no, habría que esperar dos días para hablar contigo. – le respondió el general de la misma forma sin subir el tono de voz.
- ¡Tienes otros métodos para contactar conmigo que no sea en persona!- replicó severo
- Este asunto no admite que no sea en persona. – se defendió Sasuke con tranquilidad.
Danzou se le quedó mirando hasta que con un suspiro se sentó afirmando:
- Es imposible discutir contigo.
- Lo sé, por eso soy tan buen general.
- Te importaría dejar el orgullo en la puerta y contarme de que se trata. Me es indiferente que Úrsagal te haya elegido para ser su general. Si no me obedeces no me sirves.
- De acuerdo, mi Emperador.- A Sasuke, Danzou le parecía un estúpido que había caído en su telaraña y que moriría en ella o sería demasiado tarde para cuando se hubiera dado
- Eso está mejor. Ahora cuéntame eso tan importante.
El general le contó su viaje al norte, su victoria en el Mausoleo de los Inmortales y su captura del serafín pedida por los sacerdotes. Relató su fallido intento de hacerla afín a su causa y al llegar al momento del incidente con la pluma, le rechinaban los dientes. Terminó contando su promesa y pidiendo permiso para cumplirla. Al terminar, Danzou se levantó y volviéndose hacia la ventana dijo:
- Me decepcionas Sasuke, te creía un hombre frío y calculador y has dejado que tus antiguos amoríos con esa serafín interfieran en tu vigilancia y ella ha encontrado una salida para su situación. No sólo eso, sino que además me vienes rabioso por tu fallo y me pides permiso para realizar un matanza a gran escala solo por tu orgullo herido. La respuesta es no.
- Majestad, no hay rabia en mis palabras.
- ¡Es un no definitivo! – aclaró Danzou. – No pienso sacrificar más hombres ni destruir la zona que abastece al reino, por no decir que es de donde he sacado a esas dos legiones simplemente por tu orgullo. Además tu llegada me viene muy bien. Serás quien dirija los refuerzos que necesita el Duque Araphant.
- Majestad Imperial, creo que no alcanzáis a comprender la situación.
- No oses contradecirme. – Sasuke inclinó la cabeza - Quiero que lideres a esas dos legiones a la victoria, así que partirás hoy mismo al este. Hemos recibido noticias de nuestros espías sobre la muerte del rey Balti. La edad ha podido con ese malnacido perro testarudo. Aun así, el estúpido de su nieto, el príncipe Valorian sigue haciéndonos la guerra.
Danzou se volvió y empezó a ejecutar un hechizo de teletransporte cuando Sasuke se lo impidió diciendo:
- No puedo dejar que tenga posibilidad alguna de escape. Si los sacerdotes pierden a su serafín, Úrsagal estará furioso con sus sacerdotes y tú perderás una gran fuerza en esta guerra. Además Amnel-Ester se encuentra allí, es él que la va a salvar.
- La responsabilidad de custodiar a esa muchacha es tuya no mía, si fracasas, será tu fallo. Me niego a hablar más del tema. No obstante, una rebelión religiosa es algo que no puedo permitirme. La Leyenda gana simpatizantes en el sur. Tygan y Valorian presionan por el noreste.
A Sasuke tanto impedimento le parecía excesivamente problemático.
- Razón de más para no permitir que Sakura sea liberada.- le persuadió.- Si Sakura escapa y gracias a ella el mundo entero sabe que Amnel-Ester, el hijo de Minato, el verdadero heredero, está vivo tu reinado terminará pronto. Quizás deberías pensar en abdicar…
- Como la serafín es importante, captura a ese que quiere salvarla y una vez que lo hayas traído a mi presencia, te dirigirás al asedio de Ahil-Tarer. Ese rey loco ha tenido la desfachatez de declararme la guerra incluso sin contar con el apoyo de Kárandor y Celaria.
- De acuerdo – aceptó Sasuke a regañadientes.
Tras esto, Danzou desapareció y Sasuke radiante de felicidad se desplazó a la Academia Militar. En ella encontró dos capitanes imperiales. Uno de ellos le inquirió:
- ¡Salve, General Dragón! [N. del A: En el reino de Párandor, el General Dragón es un cargo militar honorífico que sólo se concede a los mejores generales. En su larga historia de casi 5000 años sólo han existido cuatro siendo uno de ellos Sasuke]
- El Emperador me ha mandado liderar a las nuevas tropas.
- Bien, os explicaremos. Nuestros magos así como el propio emperador han diseñado nuevas armas, como por ejemplo ésta.- al decir “ésta” señaló a un dibujo de un extraño arco.- Se llama ballesta y requiere de protección así como de tiempo para apuntar y recargarla, pero es mucho más eficaz y precisa que los arcos, que incluso nuestros arcos, que como ya sabéis, los arcos de Párandor son los mejores del mundo conocido – apostilló el hombre orgulloso.- El diseño es muy similar al de las ballestas de los enanos, pero estas son mucho más potentes. Los tiradores necesitan de un pavés para protegerse. Sin embargo con dos batallones es perfectamente posible vencer a todo un regimiento de caballería enemigo.
Sasuke asintió complacido.
- Ésta de aquí es la pica, mejor incluso que nuestras lanzas.- prosiguió al apuntar a una lanza de extraño filo.- Con esta pretendemos que nuestra infantería sepa resistir las temidas cargas de los jinetes enemigos. A órdenes expresas del Emperador hemos mantenido la lucha con escudo y espada así como los arcos clásicos.
- ¿Alguna novedad más con la que demorar mi partida?- contestó impaciente por dirigir tales huestes.
- No, señor. Vuestras legiones os esperan.
- Capitanes, preparados para partir hacia el sur, en dirección a Kárandor - se despidió Sasuke.
- General.
Sasuke abandonó el edificio de estrategias, para tomar un caballo en los establos de la Academia.
Éstos no eran más que una gran edificación de piedra de granito de planta semicircular con amplias estancias para los animales. De entre los muchos que esperaban comiendo el general eligió un caballo de pelo castaño y crin negra. Los mozos de cuadra, dos muchachos de temprana edad, lo vistieron con una pesada armadura de placas en sus partes más débiles y con unas telas que cubrían todo el cuerpo de la montura con los colores imperiales de Danzou: el rojo y el blanco.
Escogido el corcel tan solo restaba que arengara a sus dos legiones para arrasar Baltor y para acabar con la única posibilidad de rescate de la Princesa. Después ya partiría a proteger al templo y a la guerra contra Ahil-Tarer. Sasuke se puso a la cabeza de las tropas que empezaron a marchar por la gran avenida principal de la ciudad. El ruido de un ejército resonaba por las calles de la ciudad. Muchos salían a despedir a sus gentes pensando que partían a la guerra. No sabían que dos legiones enteras tenían como objetivo el encontrar y destruir a Amnel-Ester. Los estandartes rojos y blancos de Danzou sólo eran el anuncio de que la sangre del valle de Valdur teñiría de rojo las aguas del río Kalduin.
bueno el emo mayor le mintio al viejo emperador por un capricho, destruir a nuestro héroe, tenemos un sakura ahora arrepentida por mandar la 5 pluma y ahora mas carga a naruto
PD: de todos lo sasukes creados en los fics que son malo, este es el que mas mas odio
moi-06yoyo- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Sasuke es un maldito y juega sucio se puede esperar cualquier cosa, no entiendo bien aun como fue la relacion entre el y sakura y como se dio, de lo que si me di cuenta es que y espero y no pero creo que sakura a tomado decisiones a base de caprichos o inmaduramente arrastrando a todo el mundo con ella, espero y no porque no me gustaria.
Bueno espero la conti y haber que pasa con naruto, espero y no muerta tanta gente inocente y que sakura no sea la culpable.
Bueno espero la conti y haber que pasa con naruto, espero y no muerta tanta gente inocente y que sakura no sea la culpable.
hikari uzumaki- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Joe, me he despistado y ya está aquí el capítulo 6... La verdad es que el principio reconozco que es lento, pero creo que sí queréis saber bien cómo son los personajes estos capítulos están bien así. A partir de ahora, la historia es un no parar de acción, drama y amor.
Así que Sakura, Sasuke y parece que Naruto tienen un vínculo, ¿no?...
Así que Sakura, Sasuke y parece que Naruto tienen un vínculo, ¿no?...
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
bueno después de una palabras del autor hora de otro cap
CAPÍTULO 7
bueno aqui un cap mas, sasuke llego a donde naruto, y su barrido por nuestro héroe que puede provocar: La destrucción de Baltor. bueno asta la siguiente, que creo llegara pronto jejej
CAPÍTULO 7
- Spoiler:
- CAPÍTULO 7: CARA A CARA
HABÍAN PASADO VARIOS DÍAS desde que Naruto recibiese el mensaje de la princesa Sakura y le enviara su respuesta. El muchacho había pasado los últimos días algo intranquilo, preguntándose hasta qué punto había obrado correctamente. Se encontraba algo confundido.
No se había juntado mucho ni con Rob ni con Jiraiya. Era más, había estado esquivándolos. Se perdía por la ciudad y daba largos paseos o simplemente buscaba un asiento donde permanecer para pensar. Sin duda alguna este verano se estaba caracterizando por todas aquellas emociones intensas y a la vez difíciles. Cuando no hacía nada más que un día que se había visto separado para siempre de su madre, le llegaba la desesperada petición de auxilio de una princesa. No conocía nada a cerca de ella salvo que le había pedido su ayuda y lo había llamado Amnel-Ester. Sin embargo aquella mañana se había levantado con un propósito: encontrar respuestas.
Cuando había recibido el mensaje se había visto empujado por una fuerza invisible a decir que sí: a aceptar salvar a tan bella serafín. Ella lo había llamado Amnel-Ester. Naruto desconocía que significaba aquel nombre. Sin embargo sí que sabía qué es lo que era Amnel-Ester. Recordaba la respuesta que Jiraiya le había dado a esa misma pregunta: “Amnel-Ester es el único que puede influir en la decisión del Elegido, no sólo eso, Amnel-Ester es el único capaz de salvar el Oeste.”
Naruto se extrañaba que la princesa se hubiera dirigido a él como Amnel-Ester. Él no era esa persona. Amnel-Ester debería ser un magno príncipe heroico y valiente de noble ascendencia y tan poderoso como para poder salvar todo el Oeste. Él era un pobre muchacho que viajaba con un cuentacuentos aficionado a la magia a una… ¿a una peligrosa misión? ¿Cuál era su misión? Jiraiya le había dicho el día anterior, mientras cabalgaban a Baltor, que era lo suficientemente peligrosa como para que no pudiese volver a ver a su madre y a sus hermanos. Sin embargo, no sabía nada más. Su rumbo era el norte, pero, ¿a qué iban allí?
Naruto se reclinó sobre la ventana de su habitación dejando que la dorada luz del sol le hiciese entrar en calor. Jiraiya le había prometido explicarle todo cuanto quisiera saber, aunque le había puesto una restricción: qué el consideraría oportuno hasta qué punto responder. Naruto no poseía muchas lecciones de geografía pero sabía que Nan Gar’ok (el templo en el que la princesa Sakura le había dicho que la iban a sacrificar) se encontraba al norte. Quizás fuese aquella su misión, pero ¿y si su misión resultaba otra? Él había jurado salvar a Sakura e imaginaba que ella debía estar muy desesperada. “Amnel-Ester, no debería pedirte ayuda, pero te necesito… Amnel-Ester, no me falles, tú no.” Desde luego, la situación tenía que ser bastante difícil para la princesa.
Estaba claro que estar apoyado en la ventana dilucidando qué era lo que le convenía o lo que no sin saber cuál era su futuro más inmediato era perder el tiempo. Necesitaba respuestas y las quería ya. Le era necesario saber a qué atenerse y el único que le podía ayudar, era Jiraiya.
El anciano cuentacuentos, estaba muy atareado. No se juntaba mucho con ellos y en los únicos ratos que se le podía ver la barba, Naruto no hablaba esperando esquivar su inquisidora mirada. Jiraiya tenía el sorprendente talento de descifrar el corazón de las personas y saber cómo se sentían. Era normal que Naruto hubiese estado esquivando, pues quería mantener el mensaje de Sakura en secreto. “Si no quieres que algo se sepa, no lo digas” decía muchas veces Jiraiya. Naruto se vistió y bajó las escaleras.
En la posada preguntó a Belador sobre el paradero de Jiraiya. El hombre se encogió de hombros dando a entender su desconocimiento del mismo, aunque le aseguró que estaría al llegar pues no había pasado la noche en la posada (cosa que Naruto ya encontró de por sí extraña) y que por tanto estaría al caer. Belador sí que le ofreció un buen trozo de queso, tocino y leche para desayunar. Naruto lo aceptó. Mientras iba desayunando Naruto le preguntó al posadero:
- ¿Y cómo perdiste esa oreja, Belador? - Al muchacho aquello era algo que le fascinaba y que todavía no conocía.
- Bueno, no tiene mucha historia. Simplemente hay que decir que en mi juventud hice cosas que me valieron tener una oreja menos.- entonces empezó a reírse estrepitosamente.
- ¿Pero alguien tendría que cortártela no? – Naruto insistió mientras Belador limpiaba unos toscos vasos de madera.
- Verás muchacho, antes de asentar la cabeza y establecerme como posadero trabajé para el Emperador, para el legítimo Emperador. ¿Has oído hablar de él?
Naruto había escuchado las historias de Minato, el gran y legendario príncipe que había sido destronado por el emperador Danzou y que con esfuerzo y valor había reconquistado gran parte de su imperio perdido hasta ser asesinado por un sicario del Emperador junto a su esposa, la princesa Kushina, acabando así con su particular reconquista. En un principio, el príncipe había estado sólo pero al poco tiempo contó con el apoyo de una de las más famosas legiones del Imperio, la VII, la de la Leyenda. A raíz de aquello se había originado, decía la rumorología popular, la banda rebelde de la Leyenda.
- Sí, algo sí que sí.
- Muchacho, Ser Minato era un hombre alto tanto en presencia como en valor, de férreos principios, extremadamente sabio para su juventud, apuesto y sobre todo, creía en un ideal. Creía que todos los cyrodianos deberíamos estar unidos como prueba de que el valor de los hombres seguían intactos frente a la voluntad del dios del Este. Él lo llamaba el “árbol de fuego” ; el propio Príncipe me lo explicó en persona.- sus ojos brillaron en ese momento con nostalgia.
[N. del A. El Imperio del que se viene hablando a lo largo de toda la historia hay que decir que se denomina como Imperio Cyrodiano pues es el pueblo de los cyrodianos (uno de los cinco pueblos de la raza humana) el más extendido.]
- Sí, Jiraiya me ha llegado hablar de ello, aunque nunca mencionó que se tratara de una idea del Príncipe destronado.- comentó el chico.
[N. del A. El propio Minato llegó a escribir un tratado sobre ello. No muy extenso y de poca calidad técnica es sin embargo un reflejo de su creencia. El título de tal tratado es la expresión que realmente utilizaba el príncipe pero que Belador no sabe pronunciar y la traduce a la lengua común es: “Belatharam Notriel”]
- Era joven por aquellos días y tras oír las palabras de Ser Minato me vi cautivado e hice de su ideal el mío. Me alisté en su ejército y muchas fueron las batallas que libré. El responsable de que esta taberna se llame las Tres Orejas no es otro que un imperial que ahora estará descansando con sus antepasados.
Naruto no se sorprendió tanto de aquella historia. Imaginaba que Belador, por su complexión y toscos modales, tenía que haber sido un soldado, aunque nunca había escuchado la idea del “árbol de fuego”. Entre sus más dulces recuerdos se encontraban los largos paseos con Jiraiya en verano en los que el anciano le enseñaba de todo cuanto conocía. Naruto recordaba haber oído hablar del “árbol de fuego”, aunque Jiraiya no le había dado más importancia que una simple “idea de valor estúpidamente llevado al extremo” que haría mártir al más sabio, dicho todo con cierto desdén.
- Y volviendo al “árbol de fuego”, Jiraiya no me lo ha explicado como la fe en la humanidad. ¿Era eso lo qué él decía? – se interesó el chico.
- Bueno, algo así. Aunque Minato decía que ese árbol de fuego del que él hablaba no era más que un retoño que estaba por nacer. Decía que él sólo debía plantarlo y que otro le seguiría… me dijo más, que aquel otro sería el florecimiento de ese árbol.
- ¡¿Y te dijo que tienes una boca desproporcionadamente grande para el tamaño de tu cerebro, maldito patán!? – le reprendió Jiraiya.
- Lo lamento Jiraiya-mitrhas. Es lógico que se lo explique al chico, ¿no?-
La fría e inamoviblemente firme mirada de reproche que le devolvió el anciano bardo le hizo retirarse en busca de algo que beber.
- ¿Qué hace metiéndote esos pájaros en la cabeza? “Árbol de fuego”.- masculló.- Me río del Árbol de fuego, de los dioses y de todas esas patrañas sentimentalistas. La humanidad hace tiempo que no merece respeto y mucho menos los cyrodianos. Todos están desunidos. Son unas presas perfectas para Úrsagal. Allá donde antes hubiera gloria y esplendor, ahora sólo hay vergüenza y decadencia.
- Pues a mí me parece una bella idea por la que luchar.- se opuso Naruto
- Exacto eso es lo que es una bella idea. Pero las ideas no sirven en este mundo físico.- Jiraiya movió el bastón con una rapidez gatuna hasta casi golpear la cabeza de Naruto.-
Una idea no te ayudará a detener el golpe. Las ideas sólo son eso: ideas. Más te vale que aprendas eso en nuestro viaje si quieres sobrevivir.
- No estoy de acuerdo.- protestó.
- Aprenderás a estarlo.- le respondió.
Naruto iba a volver a protestar cuando recordó lo que más necesitaba: respuestas. Jiraiya tenía que contestar a esas dudas. Además de ello, Naruto empezaba a sentir la necesidad de contarle a alguien la misión, la promesa, el juramento al que se había sometido. Cuanto más tiempo llevara oculto aquello más difícil sería luego contarlo. Él era un muchacho que se había comprometido a salvar a una princesa, pero sólo era un niño demasiado grande para ser un niño y demasiado pequeño para asumir tales responsabilidades.
- Jiraiya tengo que contarte algo.
- Seguro que puede esperar al camino. Esta tarda dejaremos Baltor así que necesito que acudas al mercado principal y me traigas los elementos de esta lista. Son raros de encontrar y el mercado de Baltor siempre suele ser sorprendente. Además, toma estas monedas y cómprate una ropa suficientemente buena para viajar durante meses.
- Pero…- intentó esquivar aquella obligación, sin embargo la actitud del bardo ya dejaba claro que no admitía un no por respuesta.
Naruto apuró el desayuno y se marchó corriendo
- Bendita inocencia.- comentó Jiraiya- Le he mandado que me consiga cosas que ni siquiera tendrán en el gremio de alquimistas de Minas Árandor y él se lo ha creído.
En esos instantes Belador regresó con una jarra de cerveza:
- ¿Ya os marcháis? – se interesó.
- Hace días que Cisne partió y ya he arreglado los asuntos que podían retenerme en Baltor. He pospuesto, quizás demasiado, nuestra partida. Así que es posible que esta misma tarde salgamos en dirección Cair Parandor- explicó.
- Me entristece oír eso. ¡Yo esperaba que estuvieseis aquí al menos un par de semanas!
El anciano cuentacuentos le lanzó una mirada inflexible dándole a entender que había cosas más urgentes que pasar unos días en Baltor con los buenos y viejos amigos:
- Belador, la estrella Ferianor se apagó hace dos semanas, llevo de retraso todo ese tiempo. Además, las noticias en el norte son cuanto menos preocupantes. Las fiestas que anduvimos celebrando los pasados días, paradójicamente, eran consecuencia de la caída del Mausoleo de los Inmortales.
- ¡Los dioses me lleven! – exclamó.
Jiraiya tomó un trago de la jarra que le había traído Belador.
- Reza por qué no te oigan. Con la caída del Mausoleo hemos dejado a las tribus bárbaras todo el norte del continente y además esta victoria permite al Emperador concentrarse en Ahil-Tarer. Para colmo de males el rey de Celaria ha traicionado los pactos con Ahil-Tarer y ahora este reino se encuentra sólo en su lucha contra el Emperador. Las cosas se complican. ¡Cuanto más cercano está el Momento, más se descompone este maldito Imperio!
- Entonces es por eso que te llevas al muchacho.- se refirió a Naruto
- Sí y no.- respondió.- Aunque de él dependan muchas cosas, todavía no está listo para ponerse al frente. Es sólo un chiquillo. Acaba de dejar a su familia y ahora lo que necesita es concentrarse y hacerse fuerte. Me temo que Danzou no será el enemigo más poderoso al que nos tengamos que enfrentar.
- ¿Quién entonces?
- Mi lengua me ha traicionado. No es prudente hablar de estos temas a estas horas. Tú ya sabes su nombre. En tu juventud te enfrentaste a sus ejércitos.
En ese momento la puerta de la taberna se abrió de golpe y apareció una figura embutida en una capa de oscuro cuero. Jiraiya y Belador se pusieron alerta. Aquel extraño se quitó la capucha rápidamente descubriendo su rostro. Jiraiya resopló algo más tranquilo: era un amigo. Sin embargo, al instante cayó en la cuenta de que aquel amigo sólo aparecía cuando las cosas iban mal. ¿Qué podía estar sucediendo?
* * *
El mercado de Baltor estaba situado en la colina más alta y sin duda era el principal núcleo comercial de todo el Valle de Valdur. Sin exagerar, puede que en aquellos momentos hubiese en aquel lugar más de mil personas. Naruto estaba perdido por los muchos puestos del mercado municipal. Era enorme y asfixiante. Un gran conglomerado de puestos estaba extendido por toda la plaza. Los comerciantes y demás mercaderes gritaban para reclamar la atención de posibles clientes. Su producto o era el mejor, o el más barato o ambas cosas a la vez. Naruto no había visto tanta gente distinta a la vez en su vida comprando, intercambiando, vendiendo… Estaba claro que para él la ciudad, era algo a lo que debía acostumbrarse.
A pesar de que había más de cien puestos (¿o quizás más de mil?) Naruto no sabía por dónde encontrar lo que Jiraiya le había pedido: acónito, “inmeroxian galatherior”, azufre de viaspanto … ¡Los dioses se llevaran al viejo! Parecía más bien una lista de un brujo que de un bardo errante. Naruto empezaba a sospechar que Jiraiya sólo había querido librarse de él y eso le molestaba bastante. Él necesitaba hablar con Jiraiya para ponerle al tanto de cómo, seguramente, había comprometido su viaje. No le hacía falta perder el tiempo en un lugar tan grande y a la vez tan ruidoso.
Naruto estaba echando un vistazo a un puesto de ropa cuando de repente todo el bullicio de la plaza se apagó. ¡Ya era hora! Naruto hubiera continuado buscando aquellos ingredientes de no ser porque el tendero ya no le hacía caso. Le apeló reclamándole que le prestara la debida atención. Sin embargo este le ordenó que cerrara la boca y le obligó a mirar hacia el centro de la plaza. Naruto, aun molesto, hizo aquello.
Un hombre alto ataviado con una extraña armadura de metal que combinaba con ropas blancas como las nubes y rojas como la sangre se había subido a la fuente, donde pudiese ser visto por todos cuantos estaban en el mercado. Naruto se sintió invadido por una situación de hostilidad hacia aquel personaje. Quizás fuera por la altivez de su porte, quizás por sus cabellos negros como una noche sin luna o quizás por simple intuición; pero no cabía duda de que Naruto sentía una sensación de revulsión contra aquella persona.
- ¡Salve, buen y leal pueblo de Baltor! – saludó. Al escuchar aquella voz, impregnada de un tono divino que llamaba a la obediencia ciega incrementó su hostilidad.- Nuestro amado y venerado señor, el Emperador Danzou, me ha convertido en su voz para expresar sus palabras.
Un grupo de personas situadas en el lado contrario donde estaba Naruto empezaron a abuchear a aquel personaje negando su autoridad. Sin embargo, él, lejos de enfadarse o mandarles callar simplemente alzó la voz por encima de ellos hasta que el potente tono de su voz engulló los abucheos:
- Largo y tendido tiempo, el Emperador, vuestro legítimo señor, ha velado por vuestros intereses como buen amo que es. Sin embargo, muchos de vosotros respondéis a su muestra de amor con perjurios. Él os ha brindado todo el amor que un padre ofrecería a sus hijos y vosotros, infelices desagradecidos, le devolvéis desobediencia y traición. Por eso henos aquí: vosotros al borde de la muerte y yo al borde de dárosla.
Ante aquellas palabras el pánico se generalizó. Los que no salieron corriendo se quedaron anclados en el suelo, presumiblemente paralizados por el terror. Naruto estaba profundamente asustado. ¿Un hombre iba a destruir él sólo a toda una ciudad? ¿Cuál era el motivo cómo para que el Emperador pretendiera tal cosa?
- Sin embargo, ya os he dicho que Su Majestad Imperial, Danzou, vuestro amo y señor os ama como un padre ama a sus hijos y como muestra de su eterna misericordia ha perdonado vuestra traición. No es necesario que finjáis desesperación, sorpresa y demás patéticos sentimientos.
- ¿Y se puede saber cuáles son las pruebas que sostienen tal lasciva acusación, general Sasuke? – interpeló un anciano.
Iba escoltado por un grupo de soldados y acompañado por otro grupo de ilustres y ricas personas, tal y como denotaba el fino y delicado bordado de sus togas, la limpieza de sus barbas, las arrugas de su rostro y su piel clara, de estar expuesto al sol con poca frecuencia. Naruto no conocía la ciudad lo suficiente como para saber que se trataba de los Consejeros de la ciudad. La ciudad de Baltor era regida por un Consejo de ancianos ilustres y notables con una determinada renta. El edificio donde administraban el gobierno de la ciudad, solucionaban los problemas del día a día y administraban justicia en nombre del Emperador, era el Palacio del Pueblo, el cual estaba situado en la esquina sur de la plaza del mercado. El pleno debía haber sido interrumpido por la aparición del general Sasuke.
- Bien conocida es la falta de amor que se profesa a Danzou en todo el Ducado, anciano. No estoy aquí para darte explicaciones de una orden de tu Emperador así que cállate. –le respondió hábilmente.- Todavía tenéis una oportunidad para salvar la vida: ¡entregadme a Amnel-Ester!
- Eso es ridículo.- se opuso otro de los Consejeros.- ¡Amnel-Ester!, eso sólo son leyendas y cuentos de viejas. Profecías muertas que suplican por ser oídas por necios de mente estrecha. Si esa es la única forma de obtener el perdón de Danzou nos habéis condenado de antemano.
- Amnel-Ester está aquí, en esta misma plaza. No os molestéis en intentar protegerle.
Todos los presentes leyeron sus ojos que sabía aquello muy ciertamente. No tenía duda en lo que decía, era más, podía decirse que con su mirada escrutaba cada rincón de la gran plaza en busca de su presa.
Naruto empezó a pensar que aunque él no fuese Amnel-Ester (cosa que se estaba replanteando seriamente) era evidente que era él a quién Sasuke buscaba.
Sasuke. Sólo de pensar aquel nombre le daba miedo. Quizás la hostilidad sentida hacía poco tiempo no era más que un presentimiento de que algo malo le estaba por suceder. Sólo con mirar aquel hombre le invadía una mezcla de confusos sentimientos. Se sentía amenazado, asustado y con ganas de salir huyendo pero a la vez tenía la impresión de que ya le conocía y una sensación, quizás muy similar a la que siente un perro al ver un gato, le imperaba a lanzarse contra él. Era como si por naturaleza le provocara esa revulsión.
Sasuke se bajó de la fuente sin necesidad de mojarse. Al caer en la tierra Naruto sintió la horrenda sensación de que el mundo se agitaba y de qué el epicentro de tal terremoto era aquel hombre. Sasuke empezó a andar. La gente se echaba a un lado hechizados por el aura de miedo que inspiraba. Todos los que no se habían ido apartaban la cabeza. Sus ojos brillaban de tal forma que delataban su ánimo. Muchas de aquellas personas habían salido de su casa para ir al mercado y abastecerse y se encontraban sumergidas de lleno en una situación tan peligrosa y horriblemente desagradable.
Se encaminó en la dirección donde estaba Naruto. “¡Por todos los dioses!, ¿viene hacia aquí?” pensó angustiado. Naruto empezó a sentir un fuerte dolor in crescendo en el pecho. ¿¡Qué sucedía ahora!?
Cada paso que Sasuke acortaba la distancia que los separaba el dolor era más incontenible. Sentía como su piel ardía. La sensación era análoga al dolor que producía marcar con un hierro ardiendo a alguien. Un olor a piel quemada empezó a venirle.
- ¡No vuelvas tu espalda a un Consejero, general!- le reprendió otro de los consejeros saliéndole al paso valientemente.
Sasuke desenvainó su espada y sin ni siquiera mirar a los ojos a aquel valiente hombre terminó con su vida, manchando sus ropas de la sangre del Consejero. El pánico se desató en el mercado. Los otros consejeros inspirados por el miedo de perder la vida salieron corriendo tan buenamente como su edad y el revuelo armado les permitía. Muchos salieron corriendo y era la oportunidad perfecta para que Naruto saliese corriendo.
Pero el muchacho no lo hacía. Parecía que hubiese sido clavado en el suelo. El sentido común le urgía a escapar a aprovechar la multitud antes de que lo encontrase. Por alguna razón, Sasuke había dado con él. Naruto había aceptado el mensaje de otra persona, Amnel-Ester, ahora iba a morir. Si Sasuke lo localizaba podía darse por muerto. Aun desconociendo muchos aspectos de ese hombre, salvo que se trataba de un poderoso hombre que controlaba el miedo con suma facilidad, Naruto sí que imaginaba acertadamente su letalidad. La angustia de querer salir corriendo y no poder se cebó con el pobre chico.
Y entonces en mitad de todo aquel revuelo por fin sucedió. Toda la tensión que el cuerpo de Naruto estaba soportando se liberó. Naruto sintió una explosión similar a la devastación que provocaba un terremoto, con la violencia de un volcán, con el poderío de un tornado y con la fuerza de un maremoto. Se habían mirado a los ojos. El muchacho se sintió engullido por una abismal y oscura fuerza proyectada por la oscuridad de los ojos de Sasuke. Pudo ver una sonrisa en su rostro. La sonrisa que esgrimía era igual a la que lucía un cazador al dar muerte a su presa.
Inesperadamente, la salvación llegó del cielo.
Una enorme bola de fuego cayó sobre Sasuke rompiendo así el contacto visual entre ambos. Los momentos siguientes fueron confusos y Naruto nunca guardaría un recuerdo puramente nítido sobre la manera en que escapó. Sintió como alguien tiraba de él con una velocidad de vértigo y con la fuerza de diez hombres. Se vio en un callejón junto con Jiraiya y un siniestro personaje enfundado en unas ropas negras, tanto que le recordaban a los ojos de Sasuke.
Naruto todavía estaba ubicándose y recuperando la consciencia cuando Jiraiya alzó su bastón hacia el cielo mientras gritaba "¡Kathón, Bélthaner eshiadiriam kyriam!" Sin poder aguantar más, el chico cayó desplomado en el suelo, víctima de un cansancio inoportunamente inesperado. Este cansancio venía acompañado de un fuerte dolor en el pecho y en la cabeza. El dolor del pecho ya lo había asimilado pero el de la cabeza era incomparable. Era como si alguien intentara penetrar en su mente. [N.del A: Traducción ¡Magia ígnea, “que del cielo llueva la cólera de Bélthaner”!]
Luego se arrodilló junto a Naruto golpeándole las mejillas con suavidad para espabilarlo. Le cogió una mano y con la mano que tenía libre le tocó el pecho mientras susurraba: “Washeriol imrhas amnel” [[N.del A: Sello de curación muy popular entre los curanderos elfos. Significa en la lengua de los hombres: “que la luz traiga paz a tus heridas”]
Milagrosamente, o quizás por el efecto de las palabras de Jiraiya Naruto recuperó la compostura sintiendo como la profunda quemazón del pecho desaparecía, aunque no el olor a piel quemada. Sentía como todo volvía a la normalidad. Parpadeó para recuperar la visión así como centrarla. El hombre encapuchado le tendió una mano, mano a la que Naruto se aferró para volver a ponerse en pie. Jiraiya hizo lo mismo.
- ¡Vamos, muchacho! ¡No hay tiempo para desfallecer! ¿Cómo te encuentras?
- Jiraiya, ¿qué está sucediendo? – preguntó alterado por no comprender la gravedad de los hechos.
- ¿Recuerdas los peligros de nuestro viaje? Pues este es uno de ellos.
El encapuchado dirigió su mirada al otro lado del callejón, nervioso, acechando con ojo avizor y estando en alerta permanente.
- Ahora escúchame bien. Necesito que vayas con Rob, él sabe lo que hay que hacer. Él te lo explicará tan bien como pueda. ¿Puedes llegar a la posada de Belador?- le preguntó.
Naruto asintió:
- Entonces corre, corre y no mires atrás.- le apremió.
No era una orden, era una súplica. Naruto no había escuchado ese tono en Jiraiya nunca. Comprendió que tenía que hacerle caso y así lo hizo. Tan buenamente como pudo salió corriendo hacia las Tres Orejas. Con el corazón en un puño, Jiraiya vio como Naruto se alejaba. Luego, miró a su acompañante y éste asintió: había llegado la hora de que aquellos viejos huesos volviesen a luchar.
bueno aqui un cap mas, sasuke llego a donde naruto, y su barrido por nuestro héroe que puede provocar: La destrucción de Baltor. bueno asta la siguiente, que creo llegara pronto jejej
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Nooooooo!! Porque los haz dejado asi!
Que fue lo que le paso a naruto? Fue por encontrarse con sasuke? Tambien hauy un vinculo con el? Como es que estan conectados tanto naruto, sakura y sasuke? Me huele a cosas de mucho tiempo atras.
Conti!
Que fue lo que le paso a naruto? Fue por encontrarse con sasuke? Tambien hauy un vinculo con el? Como es que estan conectados tanto naruto, sakura y sasuke? Me huele a cosas de mucho tiempo atras.
Conti!
hikari uzumaki- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
bueno amigo perdón el atraso tenia planeado el fin de semana pasado publicar pero fui de campamento y no se pudo bueno aquí el cap 8
CAPÍTULO 8
si esto fue duro para naruto , no me imagino para sakura ... bueno aqui otro cap y uno ves mas odio a sasuke, por dar carta blanca a sus tropas......
bueno tengo entendido que en el siguiente cap aparecerá un personaje en acción quien sera ?
bueno Para el próximo capítulo: Recorriendo el Imperio. ==> Naruto se acerca más a Nan Ga'rock, la prisión de Sakura.
cada ves mas cerca para que los que conocemos como el equipo 7 se encuentren
Pd: se me hace dificil imagina a kakashi con orejas de punta y me callo bien el minotauro
CAPÍTULO 8
- Spoiler:
- CAPÍTULO 8: LA DESTRUCCIÓN DE BALTOR
-¡YA ERA HORA de que estos viejos huesos se pusieran a luchar!- exclamó contento Jiraiya cuando su acompañante y él aparecieron en la plaza.- Kakashi, será mejor que te prepares para entrar en combate. Detesto tener que entorpecer tu misión, pero creo que la situación lo requiere. ¿No te parece a ti?
Éste sólo asintió y se quitó la capucha. Debajo de ella dejó relucir un pelo gris plateado que contrastaba con el tono bronceado de su piel. De su rostro sólo se podían apreciar sus dos ojos rasgados y de un exótico azul, similar al del mar por la noche, pues iba bien tapado. Iba vestido con ropas oscuras que acompañaban el color de sus ojos. A la espalda llevaba un arco, largo y delicado, confeccionada probablemente la pala con la madera del tronco de algún árbol poco conocido en tierras humanas. Sin duda alguna los rasgos que más destacaban eran el tatuaje que adornaba su cara y la característica forma y tamaño de sus orejas que evidenciaban que era un miembro de la raza de los elfos. Los elfos constituían uno de los pueblos más extendidos por el Oeste aunque en inferioridad numérica si se comparaba esto con el número de humanos. Fueron creados por la diosa Ariand. Existían tres naciones o pueblos elfos, los Altmer, cuyos dominios se encontraban allende el mar, los Bosmer, que habían hecho de los bosques de Niwuelmen sus moradas, y los Dummer que habitaban en cavernas, oscuras al igual que sus creencias. El acompañante de Jiraiya respondía al nombre de Kakashi.
Él había sido quien había llegado a la posada en mitad de la conversación entre Jiraiya y Belador. Kakashi era amigo de Jiraiya desde hacía mucho tiempo, casi tanto como llevaba fuera de su hogar, los lejanos bosques de Pendarán. Jiraiya conocía la misión de Kakashi y éste la de Jiraiya. La amistad que habían trabado había nacido con la intención de poder sobreponerse a los problemas que ambas misiones les depararan. A pesar de que los años podían pasar entre ambos, el elfo siempre sabía cómo dar con Jiraiya y normalmente siempre solían encontrarse en situaciones desesperadas o cuanto menos difíciles.
En esta ocasión, Kakashi llegó anunciando que dos legiones imperiales estaban atacando la puerta sur (la principal) de la ciudad. Sin perder el tiempo, Jiraiya empleando su ingenio y las fórmulas mágicas que conocía envío una serie de mensajes para alertar a los capitanes de las milicias locales así como al propio Rob a quien le rogó esperase a Naruto en las Tres Orejas. Después de eso, Jiraiya y Kakashi salieron corriendo a por el muchacho. Nada más oír que un ejército imperial estaba sitiando Baltor, supo que su objetivo era Naruto y que el encargado de cumplir tal objetivo era aquel de cuyo nombre había oído hablar pero que no tenía el gusto de conocer: Sasuke. Sin embargo, lo que desconocía era que Sasuke buscaba a Naruto por haberse comprometido a salvar a Sakura de las garras del general.
Kakashi y Jiraiya llegaron a la plaza en mitad del discurso de Sasuke. Debido a la cantidad de gente que había en esos momentos no pudieron intervenir hasta que el propio Sasuke dio el primer paso. Jiraiya mandó a Kakashi salvar a Naruto haciendo gala de la velocidad y fuerza de las que era merecedor de fama el pueblo de los elfos. Mientras tanto el cuentacuentos creó la valiosa distracción de una enorme bola de fuego dirigida contra el general. Si daba crédito a los rumores que se decían de él, Jiraiya sabía que Sasuke era un enemigo al que no se lo podría vencer con un hechizo tan sencillo.
Jiraiya lanzó una mirada por última vez a Naruto.
Su objetivo era ganarle el suficiente tiempo como para que él y Rob pudiesen huir a Vialfresno. No pretendía ganar aquella batalla porque era imposible. La ciudad estaba desprotegida como para plantearse rechazar al invasor. Sólo quería centrar la atención del enemigo en un viejo cuentacuentos y un elfo hasta que considerara oportuno. Luego no le sería difícil escapar con Kakashi.
El viejo chifló llamando a su yegua, a la cual no había dejado muy lejos tras llegar a aquel callejón. Sin embargo parecía que la llamada había atraído a otros enemigos. Un pequeño contingente enemigo, seguramente la vanguardia de asalto, estaba frente a ellos. ¡Ya habían tomado la puerta principal! Las milicias debían estar organizándose en otro punto alejado de la puerta sur.
En esos momentos Eredluim, la montura del anciano bardo, apareció justo a tiempo. Jiraiya se montó sobre el animal y se armó con la vara que siempre le acompañaba. Cruzó una mirada con su acompañante y enfrentaron a aquellos enemigos. Jiraiya hundió los talones en los flancos de su montura y ésta cargó contra los enemigos.
A la par, Kakashi se abalanzó sobre los soldados enemigos mientras que junto a él, un lobo, grande, de pelaje cuasi plateado y salido de la nada ya estaba hundiendo sus dientes en los guerreros enemigos. Mientras que el elfo y el lobo aniquilaban a sus enemigos con la fuerza de sus cuchillos, garras y colmillos, Jiraiya hacía lo propio utilizando los conocimientos que poseía sobre lo arcano.
No les costó mucho vencer a aquellos enemigos, pero no podían pararse a contemplar los resultados. Debían prolongar la batalla el máximo tiempo posible y para ello debían encontrar a los milicianos. ¡Desde luego era imposible que ellos pudiesen contener por sí solos a las tropas enemigas! Con toda certeza, media ciudad ya habría caído en manos enemigas. Salieron corriendo hacia la plaza de los cuarteles. Naruto y Rob todavía no habían escapado de Baltor y eso era lo prioritario.
* * *
Belador hundió el filo de su mandoble en el hombro de un soldado imperial. Rápidamente lo retiró mientras que se giraba para encarar al próximo enemigo. Hacía un rato que había reunido a las fuerzas del distrito sur. Éstas estaban integradas tanto por los valientes hombres de las tropas milicianas que darían todo por intentar defender sus hogares como por los más hábiles agentes de la Leyenda que de no ser por el ataque enemigo no se dejarían ver a la luz del día. La sangre y el sudor se mezclaban originando un desagradable olor que cobraba intensidad a medida que el día iba pasando y el calor se iba intensificando.
El siguiente contrincante venía con la espada alzada mientras corría hacia él. Belador interpuso su espada frenando el golpe enemigo. Eran muchas las batallas que aquel viejo zorro había librado y no había perdido una oreja para nada. Con astucia le propinó una patada en las espinillas, desestabilizando al contrario. Luego movió su pesada espada con todas sus fuerzas y descargó un potente golpe. El legionario enemigo paró el ataque interponiendo su escudo, aunque cayó al suelo. El siguiente movimiento que realizó Belador cayó sobre el escudo con una fuerza descomunal haciendo que la defensa enemiga saliera por los aires. Una vez a su merced, acabó con aquel enemigo.
Se dio la vuelta cuando se asustó por al pavoroso rostro de un enemigo, totalmente deformado en una mueca de brutalidad y desconcierto. Al ver como la hoja de una lanza le salía por el pecho comprendió tal rostro. Un miliciano le había guardado las espaldas. Belador le pegó una patada a aquel moribundo soldado que se debatía entre la vida y la muerte que cayó de espaldas al suelo. Alzó la espada para hacer avanzar a sus hombres.
Belador y sus hombres se habían detenido en la una plaza situada en el centro del distrito sur y allí habían instalado su particular bastión. Habían levantado unas barricadas aprovechando los carromatos para obstaculizar la marcha enemiga. Los milicianos no eran soldados así que el gigante posadero de las Tres Orejas no sabía cuánto más podían resistir en aquella plaza. Rogaba para que el gobernador de la ciudad reorganizase a las tropas y salieran a detener a los invasores, pero en el fondo sabía que estaban solos y que tarde o temprano serían derrotados. Su objetivo era ganar el tiempo suficiente para que los civiles pudiesen refugiarse en la fortaleza. Entre uno de esos muchos civiles se debía encontrar, o al menos eso era por lo que rezaba el gigante Belador, su hija Minerva.
Avistaron a otro grupo más, quizás más numeroso que el anterior
- ¡Condenados legionarios, matas uno y aparecen dos! ¡Hombres, no mostréis misericordia alguna! – alentó a sus tropas.
Los hombres de Baltor no eran soldados, pero muchos de ellos eran cazadores. Los milicianos que se habían reunido en aquella plaza se habían refugiado tras una barricada para poder enfrentar a los enemigos a distancia. Una ráfaga de flechas salió disparada acribillando a la vanguardia enemiga.
- Esos cerdos nos atacan con flechas. ¡Formad un testudo!- ordenó el sargento enemigo.
Los soldados que no habían perecido por la descarga de flechas cerraron la formación escudándose los unos a los otros. Belador hacía mucho tiempo que no veía en el campo de batalla aquella formación. Le recordaba a su juventud. Los legionarios imperiales eran bien temidos en todo el Imperio por su disciplina a la hora de entrar en batalla. La formación en bloque, con la que se protegían de las flechas enemigas era la responsable de muchas de las grandes victorias que cosechaban en los campos de victoria.
Belador, muy emocionado por recordar sus tiempos al servicio del príncipe Kárathorn se comportó como un auténtico capitán. Mandó replegar a los hombres que tenían arco mientras que llamaba a las armas a todos los lanceros disponibles:
- Sólo si permanecemos juntos podremos enfrentarlos. Cerrad la formación y confiar en vuestros compañeros. Por ninguna razón abandonéis vuestra posición.
Respondiendo a la orden apretándose los unos contra los otros, cerrando todo lo que podían la formación. Ahora sólo restaba confiar en la fuerza y tenacidad de cada hombre. Belador rezaba para que el enemigo no encontrase ningún resquicio por el que derribar toda la formación. Si uno de los lanceros caía, serían derrotados todos. Los legionarios cargaron contra los milicianos y la pelea por aquella plaza se reanudó.
* * *
Mientras que Naruto corría hacia las Tres Orejas, escuchaba leves susurros del fragor de la batalla. Era evidente que estaban siendo atacados y que él era su objetivo. No había que ser muy listo para poder darse cuenta de ello, y más cuando el propio captor, con aterradores poderes que rozaban lo inimaginable, se presenciaba para capturarle. El estar corriendo a toda velocidad a la vez que aseguraba que el camino era seguro no le impidió deducir que el ejército del general Sasuke había aprovechado la noche para movilizarse. Debían de haberse cubierto bajo el oscuro manto que les brindaba la noche para poder movilizar un ejército lo suficientemente grande como para someter una población del tamaño de Baltor. Se mordió un labio muy preocupado.
Las calles se le hacían todas iguales. Se orientaba más por el humo y el ruido que por el recuerdo de haber pasado (o no) por dicho sitio. Sabía que la posada en la que se había hospedado estaba más próxima a la muralla que al centro de la ciudad así como más cercana a la puerta que a la plaza en la que había habría sido capturado de no ser por la oportuna y milagrosa aparición de Jiraiya.
Cuando localizó la calle que recordaba que conducía a las Tres Orejas fue sorprendido por un ataque enemigo. De repente las catapultas enemigas empezaron a disparar bolas de fuego. Cayó de bruces al suelo, llevándose las manos a la cabeza en un inconsciente intento de protegerse.
Los enemigos debían de impacientarse cuando vertían tan alegremente fuego sobre los civiles inocentes y ajenos a los motivos de tal combate. Las incandescentes piedras cían sobre las casas prendiéndolas casi al instante. Los ciudadanos salían de sus casas huyendo despavoridos a la fortaleza. El distrito en el que se encontraba pronto se llenó de humo y fuego, caos y destrucción, en una sola palabra: muerte. Pronto el fuego saltaría a otros distritos y se extendería sin nada que lo frenara pues la guardia urbana, la encargada de asegurar el orden público y evitar todo este tipo de altercados, estaba intentando contener a los soldados imperiales.
El chico se puso en pie sacudiendo la cabeza. Retomó su camino hasta llegar a la Posada donde le estaba esperando Rob, con gesto de grave preocupación. Naruto sintió alivio al ver a su hermano quien, para su sorpresa, se precipitó sobre él propinándole una bofetada. Luego exclamó alterado:
- ¡¿Dónde demonios te habías metido tú solo?! ¿Te das cuenta de que nos están atacando? ¡Si no fuera por Jiraiya ahora mismo estarías muerto! ¡Con todo lo que tienes que hacer y te arriesgas tan gratuitamente!
- ¿A qué viene esta reprimenda? – preguntó algo confundido mientras se llevaba la mano a la mejilla golpeada.
- ¡Nos están atacando! Hermanito, no sé si igual meto la pata al decirte esto pero me da igual. Tú eres su objetivo. Vienen porque supones un peligro para los intereses del enemigo. Ya no podemos mantenerlo más en secreto.
Ahora sí que estaba confundido. Rob sabía lo de Sakura. ¿Era eso posible? Y de ser así, ¿cómo había llegado a sus oídos tal noticia?
- ¡Ahora eso no importa! Tú eres nuestra prioridad. Sin ti, no queda esperanza. Vamos, ¡coge tus malditas cosas de una puta vez! ¡Hay que escapar!
Naruto, al borde del shock tanto por el ataque que estaban sufriendo como por la reacción de Rob, desmesuradamente contundente, recogió rápidamente sus ropas, algo de comida y dinero y bajó precitadamente, hasta el punto de creer perder el equilibrio.
Los hermanos salieron de la posada. Las calles estaban llenándose de humo y apenas se veía a la gente. Todo era un caos. Las cenizas y las chispas impregnaban todo. El fuego se estaba propagando por la ciudad a una velocidad vertiginosa, avivado por un sospechoso y conveniente viento que procedía del sur. A pesar de que la visibilidad era nula, el ruido y los gritos de desconcierto, temor y muerte, eran bien claros. Preocupantemente, Naruto pudo constatar cómo estos gritos habían crecido en intensidad. El enemigo estaba marchando sobre la ciudad acabando con cualquiera que les salía al paso.
Rob le ordenó a Naruto que le siguiese a por los caballos. Su única vía de escape estaba ahora bajo dominio enemigo. Si las cosas podían ir a peor, eso era una prueba. No obstante, todavía tenían que ser puestos a prueba por el deseo de la fatalidad.
Eso sucedió cuando llegaron a los establos locales. Habían alcanzado una esquina que les permitía poder ver si algún enemigo estaba cerca de su meta. Pero lo cierto es que lo que vieron no se ajustaba a lo que habían imaginado encontrar. Un grupo pequeño de soldados imperiales se había sentado a la espera de que se iniciara un macabro espectáculo: la incineración de todos los caballos que no habían sido reclamados. La crueldad era otro de los estandartes que esgrimían las tropas de Sasuke.
Todo el esplendor que días antes lucían las magníficas construcciones de piedra que albergaban a los caballos, estaban siendo preso del impetuoso y voraz apetito de las llamas. Violentas llamaradas eran escupidas por las ventanas. Mientras, el crujido de la madera que sostenía en pie la estructura era cada vez más persistente. Los establos chirriaban y ese chirrido era cada vez más audible. El edificio se estaba desplomando. Los dos hermanos se miraron.
Lo más posible es que el fuego ya hubiese alcanzado los establos del distrito norte, con lo cual los caballos que allí pudieran quedar eran tan inaccesibles como estos. Además, el caballo de Naruto, con el que el chico guardaba una gran complicidad estaba dentro. Para dificultar las cosas los soldados parecían no estar dispuestos a abandonar el lugar hasta que la construcción se derrumbara totalmente convertida en cenizas. La situación era bastante difícil. La falta de tiempo y ánimo no acompañaban a la sensatez para trazar un plan con un mínimo de coherencia.
Rob le señaló a Naruto el callejón que se encontraba frente a ellos y que flanqueaba los establos. A continuación corrieron hacia dicho sitio, rogando por no ser vistos.
Luego ambos se pusieron a buscar alguna forma de entrar a los establos por ahí. El histerismo de los caballos era fácil de oír. El fuego era un elemento que incluso los más valientes hombres temían, ¡cuanto más un caballo!
- ¡Por aquí! –llamó Naruto.
Rob buscó con la mirada a su hermano y lo encontró subido en una cornisa, a punto de saltar hacia la primera planta de los establos. Con un gesto le indicó el camino que había seguido y cuando los dos estaban en la primera planta se introdujeron por una ventana. ¡Que los Doce no tuvieran en cuenta su insensatez!
Mientras tanto el grupo de soldados contemplaban como los grandes establos de la ciudad se desmoronaban presos de unas enormes llamaradas. Las órdenes de su comandante, al servicio del general Sasuke, eran claras: destruir los establos.
No sabían el por qué de tal decisión y les repugnaba tener que pelear contra sus compatriotas. Muchos de los legionarios habían nacido en el valle de Valdur y al menos habían visitado la ciudad una vez en su vida. Ellos consideraban que su objetivo era llevar la gloria del Imperio hasta más allá de sus fronteras y no asesinar hombres, mujeres y niños inocentes. Sin embargo, las órdenes eran las órdenes y el precio por incumplirlas era muy elevado.
Según tenían entendido Baltor era un importante enclave, aunque en manos de los altos cargos del grupo disidente de la Leyenda. Esto nunca había agradado al Emperador, pero lo cierto es que la ciudad siempre se había mantenido fiel a sus compromisos con el Imperio. Lo que más rechazo provocaba entre los hombres de la Legión era no saber la causa de tal ataque. Se sentían como títeres que tan sólo obedecían a los deseos de un titiritero consumido por la ambición.
- Será mejor que dejemos este lugar. No creo que los rebeldes puedan escapar por aquí.- Advirtió el sargento al mando.- Andando.
Puede que el irónico y particular sentido del humor del Destino se aprehendiera de ellos; quizás no consideraron que nadie estuviese tan desesperado como para entrar en un edificio so riesgo de desmoronarse de un momento a otro; o también no concibieron la posibilidad de que la falta de diligencia por su parte, podía depararles tal imprevisto pero fueron totalmente sorprendidos cuando una manada de cuarenta o más caballos salieron a toda velocidad del establo.
Ante sus atónitos ojos dos hombres, uno de ellos más un niño que un hombre, habían salido de los establos en llamas aprovechando la confusión creada por los caballos y cuando pretendieron organizarse para atraparlos era demasiado tarde. Habían tomado toda la calle en dirección al norte, sector de la ciudad que todavía no había caído en manos de la Legión.
Efectivamente.
Naruto y Rob habían tenido éxito en su arriesgada y desesperada idea de rescatar a los caballos. Escabulléndose entre las llamas y los pilares que agonizantes gemían por caer al suelo encontraron a sus caballos. Para crear una sonora distracción liberaron a todos los demás caballos y escapando del asfixiante humo habían conseguido salir de aquel sitio tomando la primera calle que habían encontrado.
Debían escapar al norte de la ciudad. Era cuestión de tiempo que la ciudad cayera y si lo hacía con ellos en su interior… Era mejor no pensar en ello.
Cabalgaron algo desorientados teniendo como referencia la fortaleza, visible desde cualquier punto de la ciudad, donde las campanas llamaban a los soldados a la lucha y a los civiles al refugio. La fortaleza estaba construida sobre una colina en torno a la cual se había ido construyendo la ciudad a lo largo de los siglos que componían la historia de la misma. Era, por tanto, el centro de la ciudad y la mejor forma de orientarse cuando se desconocía el plano de la ciudad.
Condujeron a sus caballos por las calles, donde cada vez tenían más presencia las llamas, las cenizas y el humo. La puerta norte era seguramente la única vía de escape. El viaje, no obstante, no se les hizo corto. En más de una ocasión tuvieron que dar un largo rodeo para alejarse del combate. Las plazas, diseminadas a lo largo y ancho del perímetro urbano se habían convertido en el principal foco de resistencia frente al invasor. Cuando escuchaban los gritos de los soldados y el choque de las armas, el golpe de los escudos e incluso el relinche de los caballos tomaban la dirección contraria buscando una ruta más segura.
Las luchas se prolongaban eternamente.
Bajo un sol de justicia, ardiente y abrasador, las luchas continuaban. Los mejores informes eran los proyectiles arrojados por la artillería enemiga. Cuando las catapultas reemprendían su bombardeo era señal de que los defensores de la ciudad habían recuperado alguna posición ventajosa. Naruto no sabía que todo el aguante que estaban demostrando aquellos hombres era por él. Jiraiya dirigía a los soldados de la ciudad alentándolos a defender sus hogares, aunque su intención era también ganarle el tiempo necesario a Naruto. Belador, por orden del comandante de la Leyenda estaba resistiendo en la plaza sur y que Kakashi, el enmascarado salvador del muchacho, era ahora quien dirigía a un grupo de apoyo para los otros dos.
Naruto pudo escuchar las trompetas de la ciudad mandando retirada. Las puertas habían caído. El distrito sur debía haber sido tomado. Naruto y Rob desconocían que lo único que mediaba entre ellos y el ejército enemigo era ahora la fortaleza. La batalla sería dura. El coraje y la desesperación eran las mejores armas de que disponían ahora los defensores de Baltor. Estaban condenados a muerte si se rendían.
Llegó un momento en que tuvieron que apearse debido al humo. Los hermanos avanzaban ahora con los caballos cogidos por las riendas y a punto de encabritarse. Se veían obligados a pegarse a los muros para evitar ser atropellados por la muchedumbre en desbandada. El sector norte ya estaba siendo atacado. << ¡Maldita sea! Todo esto es por mi culpa! ¿Tan importante es la princesa Sakura que no desean que un patético chiquillo como yo la salve? ¿Tan peligroso soy como para tener que enviar a dos legiones? ¿Qué se me escapa?>>
Muchos se habían encerrado en sus casas rogando a los Doce porque el enemigo ignorase su puerta. Otros habían saltado a la calle para luchar con los soldados efímero intento por evitar el saqueo. El suelo de las calles era una mezcla de ceniza, barro y sangre derramada. Por todas partes había peleas y los jóvenes a duras penas podían evitarlas. A Naruto se le encogía el corazón al dejar a sus ciudadanos a su merced, pero no podían detenerse. Contemplaba horrorizado aquello. No comprendía bien qué ocurría. Quería pararse a pensar… a llorar… a pedir respuestas…
Rob dedicó una mirada a su hermano. Si Jiraiya tenía razón, Naruto ahora mismo no comprendería nada de lo que estaba ocurriendo, tal y como reflejaba su rostro, asustado y compungido por el horror que le provocaba ver aquello. Desde que la estrella Ferianor se apagara y Jiraiya les visitase todo parecía haberse precipitado. A él le costaba entenderlo, mucho más a su hermano.
- ¡Naruto! No eres tonto cómo para saber que toda esta batalla es por ti. Mucha gente ha muerto. Más están por hacerlo. No desperdicies su sacrificio y huyamos.
Al salir de un callejón vieron las puertas de la ciudad. ¡Un último esfuerzo! Ahí estaba la salida. Pero el destino les tenía reservada una última dificultad. Altas y grandiosas simbolizaban la libertad, pero estaban abiertas. Un pequeño contingente había conseguido llegar hasta las puertas, seguramente con la orden de evitar que nadie pudiese escapar. Sin embargo los enemigos que debían estar cortando la salida estaban inmersos en una pelea. Corrieron tirando de sus caballos y cuando salieron a la plaza de la puerta se encontraron con una lucha protagonizada por un orgulloso minotauro que se encontraba cercado por el grupo de soldados. De repente Rob le dijo misteriosamente a Naruto:
- Toma las riendas, cuando tengas paso libre, cruza sin mirar atrás y dirígete a la puerta. Encuentra la forma de accionarla.
Con estas palabras el joven se lanzó a la vorágine recogiendo por el camino una espada abandonada de un soldado muerto. Los soldados tenían rodeado al minotauro contra la pared, aunque no conseguían acercarse debido a sus afilados cuernos, se estaban tomando su tiempo al estar seguros de la victoria.
La aparición de un gigante de dos metros atacándoles sin previo aviso por la espalda les dejó sorprendidos y confusos, hecho que aprovechó el minotauro para asestar una cornada a uno de los soldados y romper el cerco. Cuando los soldados que se habían girado para hacer frente al nuevo enemigo se volvieron, ya era demasiado tarde. El animal realizó una embestida brutal que los esparció en un radio de diez metros de distancia.
Naruto aprovechó este hecho para seguir las instrucciones de su hermano y se lanzó en medio de la refriega. Aunque como nunca le había hecho mucho caso, esta vez no iba a resultar diferente. Su hermano tenía razón, mucha gente moría por darle tiempo, pero Naruto no iba a abandonar a su hermano. Se paró a socorrerle pues había caído de bruces y sangraba de varios cortes. Su hermano le sonrió agradeciéndole su ayuda. Se marcharon los dos todo lo sigilosamente que podían en dirección a las puertas.
Estaban montando en los caballos cuando a sus espaldas silbaron una decena de flechas. Echaron la vista atrás y pudieron ver arqueros de la Legión. ¡Esos malditos ya les habían dado caza!
- ¿Tenéis problemas, chicos?
Ambos se giraron sobresaltados y comprobaron con horror que el gigantesco minotauro se encontraba justo detrás.
Rob sacó ágilmente su espada, pero Naruto fue incapaz de imitarle y solo pudo mirar con los ojos desorbitados. El minotauro avanzó hacia ellos, esquivó hábilmente el sablazo dirigido torpemente por Rob y se asomó al exterior. En ese momento Naruto salido de su estupor vio su oportunidad, salto a la espalda del minotauro con la esperanza de agarrarle por el collar que éste llevaba. Pero fue incapaz de llegar a su destino, el minotauro se dio la vuelta y con un rápido gesto le agarró por el cuello y sujetándolo en el aire le preguntó a Rob:
- ¿Éste amigo tuyo es tan tonto como parece?
Rob incapaz de reaccionar por la sorpresa solo pudo negar débilmente.
- Pues parece un poco lento de entenderás. Bueno, ¿queréis que os ayude o no?
- ¿Por qué quieres ayudarnos?- se atrevió a preguntar Naruto.
- Definitivamente no eres un sabio que digamos. Cuando un minotauro te ofrece ayuda se acepta sin discutir y no se hacen preguntas estúpidas. Pero esta vez haré una excepción, quiero ayudaros porque vosotros me salvasteis la vida allá atrás y ahora yo voy a salvar las vuestras.
- ¿Qué tienes planeado?- le preguntó Rob, por una vez más rápido que su hermano.
- Yo os ganaré tiempo. Vosotros cruzad el campamento a todo galope. Si los caballos son listos- añadió mirando despectivamente a Naruto- no tendréis ningún problema. Una vez fuera, yo volveré y guiaré vuestros caballos lejos de aquí.
- Vamos allá.- aprobó el plan su hermano.
Naruto y Rob espolearon sus corceles y salieron trotando. Mientras eran acosados por las saetas enemigas, Rob le ordenó que fuera lo que fuese lo que sucediera que siguiera cabalgando hasta el norte. La suerte les sonrió cuando salieron ilesos de la ciudad.
Naruto llamó a los caballos y cuando se montaron, el minotauro salió disparado. Sabio lo entendió a la perfección y salió al galope tras él seguido por el caballo de Rob.
El minotauro se dedicó a sembrar el caos y el terror mientras ellos galopaban. Acto seguido, apareció delante de ellos, instándoles a que siguieran más rápido. Así fue como escaparon de Baltor. Naruto dirigió una mirada más a aquella ciudad que estaba siendo destruida. La pregunta que nunca llegó a formular murió antes de ser pronunciada: ¿quién era él?
* * *
Jiraiya se ocultó tras una almena cuando vio acercarse una flecha. Luego se asomó y lo que vio no le gustó. Hacía varias horas que habían abandonado la lucha en las plazas y con los hombres restantes defendían la fortaleza. El enemigo todavía no había conseguido hacer pasar los arietes y demás armas de asedio hasta la fortaleza. Jiraiya dio orden a los arqueros que habían tomado aquella torre en la que se encontraba que continuaran disparando. Luego bajó hacia la plaza de armas en busca de más munición con la que abastecer a los arqueros.
Jiraiya había luchado durante toda la mañana en la plaza de los cuarteles junto a los guerreros locales con el fin de asegurar las caravanas que llevaban todo el stock del arsenal al castillo. Habían muerto muchos soldados bajo su mando aunque también el enemigo había sufrido importantes bajas. Había perdido la costumbre de ver morir a sus subordinados en el campo de batalla, pero así era la guerra.
Cruentos y sanguinarios habían resultado los combates de la mañana pero inevitablemente las pequeñas fuerzas locales poca cosa tenían que hacer contra un enemigo superior en formación y en número. Los legionarios de Danzou eran una potente fuerza de combate. A Jiraiya le sorprendía que los soldados de Baltor hubiesen resistido tanto como para llegar a la tarde. Resultaba cierto el conocido proverbio de que el coraje era la mejor de las espadas.
Al salir de la torreta se paró un momento. Necesitaba tomar un descanso. Juntó los puños y se concentró en reunir la energía que precisaba. Luego murmuró unas palabras y utilizó un sencillo conjuro de rastreo en busca de Naruto. Su espíritu sobrevoló toda la ciudad y no pudo encontrar rastro del muchacho o de su hermano. Eso era una buena señal.
- ¿Ha conseguido huir? – preguntó Kakashi.
Jiraiya le miró. Tan silencioso como siempre ya estaba a su lado.
- Como sigas apareciendo de esa manera terminarás provocándome un infarto.- Le regañó.- Sí. No puedo sentir su presencia. Esperemos que se haya dirigido a Cair Parandor como le ordené.
- Ese muchacho es muy importante. Deberías haberle acompañado.
- ¿Debería haberlo hecho? Creo que no. Tiene que espabilar. – se puso serio.-Además, si he decidido quedarme aquí es por otra razón. Esta mañana cuando salvamos a Naruto pude sentir un aura que hacía mucho que no sentía. Necesitaba comprobar si era verdad.
- ¿Y bien?
El anciano se mesó la barba. El aura era una sustancia etérea, invisible al ojo humano, imperceptible físicamente que rodeaba a todos los seres vivos. Muy pocos podían sentirla, y entre ellos estaban los serafines. Sea como fuere, cada persona tenía un aura distinta que lo definía frente a los demás. Aquella mañana en la plaza con Sasuke… No podía ser cierto. Murió hace mucho tiempo. Además era mucho más oscura…
- No he vuelto a sentirla. Debió de haber sido algún achaque de la edad.
- Si Naruto ha huido no hay razón que nos haga permanecer aquí. Debemos escapar ahora nosotros- advirtió con precisión.
En ese momento se escuchó un poderoso estruendo y vieron como las puertas de la fortaleza salían volando por los aires. El enemigo ya había conseguido entrar. Los soldados comenzaron a correr hacia la puerta para evitar la entrada del enemigo.
- Jiraiya, ¡hay que irse!
Cerró los ojos. Volvió a sentir aquella presencia. Ahora mucho más cerca, mucho más poderosa, mucho más oscura. Provenía de la puerta. Sin embargo, ahora era aquella aura la que buscaba la suya.
- ¿Archimago? – le insistió
Jiraiya abrió los ojos. El enemigo venía a por él. Tal y como había pretendido, el general enemigo había creído que Naruto estaba con ellos.
- Vámonos. – ordenó.
Se llevó las manos a un bolsillo. Extrajo una tiza y con ella pintó en el suelo un círculo. Los soldados que habían acudido a la defensa de la puerta salieron disparados por los aires. Jiraiya se dio prisa. Empezó a murmurar unas palabras en el lenguaje arcano que empleaban todos los magos para sus conjuros. Indicó a Kakashi que se situara dentro del círculo. A lo lejos pudo ver una figura que se acercaba mientras que detrás de ésta cientos de legionarios corrían a tomar la plaza de armas.
- ¡Kytrharn sinsui furanne! – proclamó.
El círculo comenzó a brillar. Antes de desaparecer intento ver a Sasuke, sólo pudo ver unos ojos...
En ese mismo instante aparecieron en mitad de la nada. Una enorme explanada que brillaba como el sol al ser bañada por la luz del crepúsculo. Jiraiya miró hacia el norte y pudo ver a lo lejos las torres altas y blancas de la capital, de Minas Árandor. Habían escapado. Kakashi le puso una mano en el hombro para animarle. Se levantaron y se pusieron en marcha.
El ejército imperial dio carta blanca a sus hombres para que saquearan y desbalijaran la ciudad. Los niños y hombres fueron capturados. Muchos se intentaron resistir, acabaron siendo degollados. Otros fueron encerrados tras colgárseles un cartel con el número y el precio. Las mujeres fueron forzadas y las que se resistieron fueron violadas y asesinadas. Baltor, la ciudad que nunca había sido tomada por la fuerza de las armas había caído ante el general Sasuke. Muchos inocentes habían caído por salvar a Naruto, que su sacrificio no fuera en vano sólo dependía de él.
si esto fue duro para naruto , no me imagino para sakura ... bueno aqui otro cap y uno ves mas odio a sasuke, por dar carta blanca a sus tropas......
bueno tengo entendido que en el siguiente cap aparecerá un personaje en acción quien sera ?
bueno Para el próximo capítulo: Recorriendo el Imperio. ==> Naruto se acerca más a Nan Ga'rock, la prisión de Sakura.
cada ves mas cerca para que los que conocemos como el equipo 7 se encuentren
Pd: se me hace dificil imagina a kakashi con orejas de punta y me callo bien el minotauro
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Ya me he puesto al dia. Estoy dándome cuenta de muchos detalles en los que no me fije la primera vez xD
Maldito Sasuke es la jodida representacion del mal. Como me gustaria ver la espada de Naruto clavada en su pecho.
Maldito Sasuke es la jodida representacion del mal. Como me gustaria ver la espada de Naruto clavada en su pecho.
Namikaze_Minato- Baneado
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
empezo la accion.. espero conti
gonmax- Sannin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
otro cap
CAPÍTULO 9
bueno aquí el cap de hoy jejeje dia especial por que cumple mi hermano 20 uuiii que chiquito.
En el próximo capítulo conoceréis a un nuevo personaje. ¿Quién será este personaje? ¿Qué papel cumplirá? ¿Tendrá alguna relación con nuestros tres protagonistas? ¿Qué sucederá con Sakura?.
PRÓXIMO CAPÍTULO: LA TORRE DE MÁRKANDULL.
CAPÍTULO 9
- Spoiler:
- CAPÍTULO 9: RECORRIENDO EL IMPERIO
NARUTO Y ROB avanzaron toda la noche en dirección al norte y solo pararon cuando con la salida del sol del día siguiente el minotauro se detuvo. El viaje se les hizo un tanto extraño pues a ratos la luna se escondía y a ratos lucía plenamente, como si deseara jugar con ellos. Naruto pasó la noche en un estado de semiinconsciencia entre el sueño y la vigilia. Cuando llegaron se despertaron sobresaltados, ya que durante alguna parte de la huida se habían quedado dormidos.
- Ahora estáis a salvo, a dos días a pie al sur de vuestra ciudad. He cumplido mi palabra, ahora debemos separarnos.
- Muchas gracias por todo- respondió Rob conmovido- nos has sido de gran ayuda.
- Hay un pequeño riachuelo un poco más al norte, lo encontrareis enseguida, allí podréis descansar si queréis. Después, si seguís la corriente de agua llegareis al Gran Río que os llevará a un asentamiento. Hemos recorrido en una noche lo que un humano tardaría varios días.- les informó.
- Gracias. Err.…. – dudó en contestar Rob. – No sabemos si quiera tu nombre.
- No solemos ponernos nombres. Los nombres son cosas estúpidas, pero creo que podríais llamarme Grwal, del clan de las montañas a las que vosotros llamáis de la Noche.- Luego se dirigió hacia Naruto.- Esta la noche las estrellas me han hablado y me han murmurado cosas que alcanzo a entender sólo fui capaz de comprender que nuestro encuentro no fue casual.
Naruto recordaba esa extraña sensación que no terminaba de comprender. Cuanto más tiempo trascurría desde que Jiraiya le propusiera viajar con él, más extraño se volvía el peligro.
- ¿Cómo si el Destino tuviese para mí reservado alguna cosa? – atinó a preguntar
- No lo sé, mi trabajo no es contar las estrellas y averiguar lo que éstas dicen. Sólo soy un guerrero que ha escuchado del Padre Cielo a sus hijas cantar.
Naruto le lanzó una mirada a Rob para mostrándole su desconcierto. Éste le puso una mano en el hombro. Naruto pudo sentir como la mano de su hermano tenía la fuerza para sostener toda la tierra y mientras estuviese con él, no ocurriría nada malo.
- Grwal, desde que mi hermano y yo salimos de nuestro hogar, abandonando a nuestra madre, nos han pasado cosas que superan nuestro entendimiento. Si pudieses ser más claro, nos harías un favor.
El minotauro resopló:
- Son los sabios los que descifran el gran manto del cielo. Si creéis tener la sabiduría necesaria para osar desencriptar a las hijas del Padre Cielo no seré yo quien os lo impida.“Muchos son los misterios que afrontarás.
No los entenderás hasta que los hayas pasado;
pero no desesperes porque nosotros estaremos contigo.
En el cielo se te buscó
todas ellas te esperaron y todas ellas se apagaron.
No mires en los cielos, sino en la tierra.
No busques razón en ningún otro lugar más que en tu sentir.”
- ¿Un acertijo? – inquirió Rob
- Una canción – replicó Grwal.- Naruto, ayer te llamé tonto. Hoy me he dado cuenta de que el tonto soy yo. Id con cuidado, amigos, desconfiad incluso de los vuestros.
Y con estas enigmáticas palabras los dejó.
- ¿Habrá querido decir algo con ello? – preguntó Naruto mientras montaba en Mígthyrar
Rob también se subió en su caballo. Luego respondió.
- No creo que sea prudente ponernos a reflexionar cuando nos busca todo un ejército. Siendo franco: las palabras del minotauro me importan más bien poco. Ahora nuestra prioridad es encontrar a Jiraiya. Te daré un consejo: yo no daría crédito a las palabras de un toro parlante.
Los dos muchachos anduvieron hacia donde les había marcado Grwal y pronto encontraron el claro. Para su sorpresa había dos alforjas con dos espadas y un arco. También contenían mantas y ropa.
- ¿Cómo lo habrá hecho?- se extrañó Naruto.
- No es importnate. ¿Necesitas descansar? – se preocupó.- Ahora estamos equipados para hacer un viaje y puesto que estamos repuestos, voto por marcharnos enseguida, antes de que los soldados nos encuentren.
- Está bien- cedió Naruto sin acabar de acostumbrarse a la nueva faceta de su hermano.
Los dos fueron hacia el norte hasta que después del mediodía, con el sol mirando a oriente llagaron a la gran ciudad que les había indicado el minotauro. El camino no fue largo y mucho menos aburrido. Ambos no pararon de darle vueltas a las palabras de Grwal. Por más que se querían convencer de que sólo eran palabras, algo les decía que no era oro todo lo que relucía. El viaje que había comenzado con Jiraiya hacía tan sólo una semana estaba siendo totalmente fascinante. En siete días le habían pasado más cosas que en toda su vida y sin embargo, este viaje no había hecho más que empezar.
Una gran cola partía de la entrada principal, se trataba del control que estaban obligados a realizar los guardias de la puerta. Mientras tanto Naruto no podía salir de su asombro ante la ciudad que ante él se revelaba. Puerto Real era una ciudad totalmente distinta a Baltor. Se asentaba también a la orilla del gran río Kalduin y era conocida por dar cobijo a los más grandes astilleros de todas las tierras humanas del Oeste. Desde la lejanía se podían ver los mástiles de los barcos, el sonido del bullicio de los puertos, las grandes torres de piedra blanca que lucían banderas que al viento hondeaban orgullosas con el emblema real.
El gran reino de Párandor se extendía desde las faldas de las montañas de las Cordilleras de Tach-Mer las playas bañadas por el Mar de la Locura. A pesar de esta gran extensión, se podían establecer diferencias entre el norte y el sur del Imperio (asentado en el reino de Párandor). Esto era algo constatable incluso para dos muchachos que hasta hacía poco no habían escapado del mundo rural. Resultaba interesante contemplar las diferencias entre dos ciudades a priori iguales pero que a posteriori contrastaban las una con la otra. Uno de los rasgos que más llamó la atención de Naruto fue el material con el que se habían construido todas las casas: piedra. No se le hacía ahora extraño el haber escuchado de mercaderes y hombres de mundo el referirse al norte como el reino de las casas de piedra.
Al pasar el estricto control de la guardia de la ciudad, tras superarlo no perdieron tiempo en dar con la plaza común. El ambiente era bastante lúgubre. La gente iba de un lado a otro intentando no mirar a los ojos a sus vecinos. Un sentimiento de miedo pesaba sobre toda la ciudad. Las noticias del asalto y la destrucción de Baltor habían llegado ya a la ciudad. Pronto todo el Imperio conocería la furia del Emperador y la crueldad de sus legiones para con sus propios súbditos.
En esta plaza un grupo de soldados, ataviados con la brillante y plateada armadura imperial y su capa negra, estaban anunciando:
- Se busca a dos muchachos huidos de Baltor. Uno es delgado y moreno y el otro muy fuerte y rubio. Se entregará un premio de doscientas monedas de oro por cabeza. Vivos o muertos. Estos muchachos son acusados de alta traición al Emperador y al pueblo de Párandor, enemigos de la libertad y de los dioses, blasfemos y corruptos adoradores de los más perversos espíritus. El peso de la justicia de su Majestad Imperial Danzou caerá sobre ellos. Ciudadanos de Puerto Real, demostrad vuestra lealtad y amor a vuestro gran padre, el Emperador, y no dudéis en buscar a estos heréticos espías endemoniados.
Naruto y Rob se asustaron al oír esto. Parecía que el enemigo, fuera quien fuese, estaba muy interesado en dar con ello si tal era la velocidad con la que estaban buscando.
Otro heraldo comenzó a anunciar la necesidad de la Décima Legión, asentada en los campamentos de la ciudad, de nuevos reclutas. Dejaron a aquel individuo pregonando lo que se le había ordenado y se fueron hacia la posada más cercana, en la que pidieron una habitación. Una vez se encontraron acomodados tuvieron que enfrentarse al problema que se les presentaba. Naruto necesitaba de una vez por todas contarle a alguien que sucedía con Sakura.
Mientras que Rob miraba las cortinas preocupados, rondando su actitud la paranoia, Naruto le empezó a contar todo lo que le había dicho. Rob se centró en sus palabras. El pequeño de los hermanos le relató todo lo que le había sucedido haciendo hincapié en la princesa y en la promesa que le había hecho.
- Naruto, esto es una locura. ¿Cómo es posible que una princesa, nada más y nada menos, que miembro de una estirpe de serafines, te pida ayuda a ti?
- ¡Rob, maldita sea, te estoy diciendo la verdad!
- Jamás conseguiremos llegar al templo, y ni mucho menos antes del plenilunio. Jiraiya me dio instrucciones de contactar con Curuniar, un agente de la Leyenda, no de lanzarme a una misión suicida.
Antes de saltar, apretó los puños enfadado. Afloraron en su mente numerosos recuerdos y un siniestro sentimiento de culpa por la debacle acaecida sobre Baltor. Finalmente saltó:
- ¡Rob! No pienso incumplir mi promesa. Los hombres no se desdicen de sus palabras. Eso es lo que me enseñaste.
Rob no pudo más que callar ante esas palabras. Eran fruto de la insensatez propia de un valiente. Pero los valientes no vivían mucho por norma general.
- Desconozco el motivo por el cual la princesa Sakura me ha pedido auxilio. Pero sí que sé que le he prometido que la salvaría. Desconozco que tenéis en mente tú o Jiraiya respecto a mí. Sí que tengo muy presente que Baltor, ha sido destruida por mí. El enemigo me buscaba a mí si no, tienes más que escuchar los crímenes que se nos imputan.
El hermano mayor le miró condescendientemente.
Naruto asintió pensativo, su hermano tenia razón, con el poco dinero que tenían no iban a ir a ningún lado y el templo de Nan Gar’ok estaba lejos. Mientras se le ocurría algo dijo:
- Por lo menos mientras siguen aquí reclutando gente no nos perseguirán, y les podremos sacar unas horas de ventaja. No te preocupes, mañana mismo saldremos y será imposible que nos pillen. Tu pequeño hermano sabe como ocultarse en los bosques.
- ¿Y cuando no haya bosques? – preguntó intentando que la razón se impusiera.
- Tendremos que rogar a los dioses que nos ayuden… -ironizó molesto por esa actitud.- Tengo diecisiete años. Siempre he querido ver el mundo y ahora estoy sumergido en él. No me siento capaz para poder hacerlo solo, pero sí para cumplir mi promesa tengo que quedarme solo, lo haré.
- ¿Pero es que a caso no te das cuenta de que tenemos que tenemos que recorrer medio Párandor? Los soldados del Imperio estarán pisándonos los talones. Quizás si tuviéramos algún otro aliado más experimentado y listo tendríamos una posibilidad, pero solos y con la mitad del Imperio buscándonos no tenemos la más mínima posibilidad.- Se quejó Rob amargamente.- Naruto, admítelo, estamos jodidos.- dicho esto ya no volvieron a hablar.
A pesar de sus palabras, Naruto no estaba tranquilo en absoluto. A pesar de que habían logrado conseguir un poco de ventaja sobre sus perseguidores, seguían sin tener dinero y además, el ejercito imperial tenía fama de moverse más rápido que ningún caballo. Por más vueltas que le daba no encontraba ninguna solución factible. Rob tenía toda la razón. Se sentía frustrado. Él disponía una cosa, los hechos se desarrollaban de una manera totalmente ajena a su voluntad.
Así terminaron acostándose. El más pequeño estaba durmiendo. O al menos eso intentaba pero en su mente se habían grabado dos pupilar bermejas. Una macabra estrella trazada con sangre le aguardaba allá donde intentara evadir la mente. En ocasiones la visión de aquellos ojos daba paso a su propio recuerdo del momento en que se comprometió a ayudar a Sakura. Todo había pasado tan rápidamente. El día del torneo en Baltor había sido uno de los más felices de su vida. Viendo al Príncipe Godric cargar contra el caballero Harian… ¡El Príncipe Godric! Él estaba al mando de la Décima Legión. De repente se le ocurrió, era un idea descabellada, pero que si les funcionaba solucionaría todos sus problemas y les permitiría ir al templo gratis a la par que recibían formación militar. Entusiasmado con ella, se puso de pie y corrió hacia la cama de Rob a la par que gritaba:
- ¡Rob, Rob!
- ¿Qué pasa?- replicó el adormecido chico.
- Creo que he encontrado la solución: ¡Nos alistaremos en el ejército!
- ¡¿QUÉ?!- grito el ya completamente despejado muchacho.- ¡Pero estás loco!
- No, piénsalo. Como nos pagan, resolveríamos el problema del dinero. Se dirigen hacia el norte y apostaría que hacia el templo, por lo que llegaríamos seguro, y además…
- Un segundo, hermano- le interrumpió Rob- se te ha ocurrido pensar que si eso es cierto, cuando lleguemos allí, vamos a armar el lío del siglo para salvar a uno de los desaparecidos serafines y llegaremos junto una legión de soldados dispuestos a matar por proteger su templo.
- Pero si no lo hacemos, no llegaremos. Así recibiremos entrenamiento, que nos va a hacer falta y además, nadie buscaría a sus enemigos entre sus propios subordinados.
- ¿Y qué sucede con Jiraiya?
Naruto le sonrió.
- Creo que Jiraiya posee métodos para poder encontrarnos.
La respuesta pareció convencer a Rob
- Fantástico. Soy un auténtico calzonazos. Terminaré arrepintiéndome de toda esta locura.- se alegró con sarcasmo.* * *
Un cuervo salió volando. Jiraiya se quedó mirando desde la ventana como volaba hacia el este, con dirección a la Torre de Cristal, en el Gran Lago del Espejo.
El cuervo portaba un informe a una de las hechiceras del Cónclave de Magos. En dicho informe relataba todo lo sucedido y confirmaba sus predicciones respecto a Naruto. Sin embargo también pedía al Cónclave de Magos una peligrosa tarea: investigar sobre el tal general Sasuke. Las cosas se habían precipitado y ahora todo su plan se había trastocado. Se encontraban a mediados de septiembre y si todo había salido como encargó hacía más de un año, en la Torre de Márkandull, al norte del reino de Párandor estaría esperando visita.
Para colmo de males, no había recibido ningún mensaje de Curuniar, un veterano espía asentado en los bajos fondos de la ciudad de Puerto Real, notificándole la llegada de Rob y Naruto.
Jiraiya estaba en Minas Árandor, la metropolitana capital, en una modesta taberna del distrito mercantil. Desde su posición actual no debía tentar a la suerte e intentar buscar a Naruto usando sus poderes. El Emperador poseía sólidos conocimientos sobre lo arcano y podría detectarle. No necesitaba llamar mucho más la atención.
Se había separado de Kakashi hacía un día. Había mandado al sibilino elfo a buscar a una antigua y poderosa enemiga, objetivo deseable a eliminar por parte de ambos. Los pensamientos de Jiraiya se centraban en sus muchos protegidos…
El anciano sacó una pipa. La encendió y mientras miraba el fuego se preguntaba donde estarían ahora los dos chicos y qué les sucedería. Se había mostrado ante Iulen, la madre, como su protector pero estaba siendo bastante ineficiente… Aspiró el humo de la pipa. Contemplar el fuego mientras fumaba era una de las mejores formas que tenía de meditar y de intentar comprender el mundo. Jiraiya rogaba porque aquellos muchachos estuviesen bien.
Extrajo de uno de los muchos bolsillos ocultos de su túnica un pequeño libro. En él rezaba: “meditaciones espirituales”. Se rió para sí. Desde luego, cuando era joven no necesitaba fumar para poder concentrarse.* * *
Al día siguiente, acababa de amanecer un espléndido y dorado día cuando Naruto y Rob se despertaron dispuestos a cumplir su cometido: alistarse en el ejército.
Dos días habían transcurrido solamente desde que Baltor hubiera sido atacada por aquel ejército nunca antes visto por los lugareños del Valle de Valdur. Un extraño ejército para una rara misión. Muy importante tenía que ser la princesa Sakura para que Danzou decidiese atacar una de las zonas más pobladas ya que abastecía económicamente su guerra contra los reyes del este por encontrar a un muchacho.
Abrieron la puerta y bajaron a desayunar. A diferencia con las Tres Orejas esta posada, el Dragón Rojo, estaba únicamente preparado para acoger entre sus muros a los soldados o aquellos con la intención de serlo, como en su caso. Se sentaron en una mesa cercana al mostrador y pidieron una pequeña razón de venado. Cuando hubieron terminado con su almuerzo se levantaron y se marcharon hacia el cuartel.
La ciudad de Puerto de las Montañas estaba construida a ciento veinte kilómetros de Vialfresno – la cual estaba a setenta kilómetros de Baltor - pero en la rivera oeste del río Kalduin. La ciudad se levantaba en torno a dos puntos principales, los astilleros, ya que a ese nivel el río Kalduin aún era navegable para los barcos de casco grande, propios de la flota parandoriana del pasado que por situaciones de guerra se encontraba más en el fondo de los océanos que protegiendo el río; y la plaza central. En la plaza central se hallaban los mercados, las herrerías y el cuartel de alistamiento a cuya espalda se encontraban los campos de instrucción.
La posada donde se estaban hospedando se hallaba cerca de la plaza. Llegados a la plaza pudo ver, que a diferencia de Baltor, los mercados comenzaban a abrir sus puertas, al igual que los herreros, los herboristas, los sastres y todos los demás comercios de la zona. El cuartel era una gran construcción de madera de tres plantas con un tejado de pizarra. Una pequeña cola se iniciaba desde la puerta, custodiada por dos soldados, lo que eran dos o tres metros de espera.
Cuando les llegó su turno los soldados les dejaron pasar al interior de la casa, donde a varios metros se hallaba el mismo capitán que la noche anterior había requerido de hombres para la campaña en el norte. Era un hombre viejo con cara de pocos amigos y vestido en una pesada armadura de hierro. Con la voz ronca pidió:
- ¿Nombre?
La noche anterior habían pensado que nombres sería mejor decir.
- Naruto de Baltor.
- ¿Así qué un sin padre decide alistarse en el ejército?- rió y anotó su nombre en un papiro.- ¿Edad?
- Diecisiete.
- ¿Disciplina?
Naruto se quedó a cuadros, había pensado en los nombres, en la historia pero no de que trabajarían. Era algo que no habían tenido en cuenta, menudo fallo, pero qué iban a hacer ¿inventarse de qué lucharía? “¿Disciplina?” repitió algo impacientado.
- Lo desconozco.- respondió.
- Así que lo desconoces. Bien muchacho, eres delgado… Extiende el brazo.- Naruto así lo hizo.- De acuerdo, arquero. Ve a los campos de instrucción traseros, recoge tu armadura y practica hasta el viernes. ¡Siguiente!
Rob se quedó contestando a las preguntas y alistándose como soldado raso. Mientras, Naruto se marchó muy ilusionado. Su plan parecía funcionar.
Salió del cuartel cuando todavía el sol no volaba muy alto, deberían faltar al menos tres horas para que fuese mediodía. Los campos de instrucción estaban en la parte trasera del cuartel por lo que tras no andar mucho llegó a la puerta custodiada por dos soldados. Los campos de instrucción eran unas grandes plazas que estaban divididas en un campo de práctica de tiro que aproximadamente tendría cien metros cuadrados de extensión, lindante con la pared trasera del cuartel, un arsenal mirando a la montaña, una academia militar y unos establos, ambos mirando al río, en el centro practicaban la lucha cuerpo a cuerpo la infantería. Alrededor de cincuenta soldados se encontraban en ese combate de entrenamiento, un pequeño grupo de cinco o seis charlaban cerca de la academia, y unos cien arqueros practicaban diana en el campo de tiro.
Anonadado, Naruto contemplaba con ilusión como uno de sus sueños se hacía realidad, siempre había querido luchar en el ejército y ahora podría hacerlo. En primer lugar decidió recoger su armadura y su arma así que se dirigió a preguntar al capitán que instruía a los arqueros. Éste era un hombre que rondaba a los treinta. Era alto, delgado y fuerte. Tenía un porte real, como si fuese un príncipe. Sus ojos eran una mezcla entre el verde y el gris como la hierba invernal. Sus cabellos eran de un color pelirrojo apagado, tanto que podían confundirse con rubio claro. Parecía amar la disciplina, pero también su persona parecía destilar una experiencia enorme y una bondad poco propia de su rango para con sus hombres. Portaba unos atuendos de cuero pardo, además de una capa de dicho tono. Cuando se percató de que Naruto estaba ahí paró la instrucción, se giró y pudo dejar al descubierto que en su coraza defendía el emblema del cisne coronado de Dolm Inaer.
- No me digas más, ¿el viejo te ha enviado de arquero? –Naruto asintió – Bien veamos a ver- dijo pensando para sí.- Estira el brazo – ordenó. Naruto así lo hizo. El capitán lo miró y luego añadió: un arco largo te iría bien. Cógelo en el arsenal y vuelve aquí. No pidas armadura todavía.
Corriendo Naruto, fue al arsenal el cual era una tosca construcción de madera sin apenas ventanas y pidió un arco largo a uno de los cinco trabajadores en el cuarto. Tras la espera el encargado se lo dio y le hizo firmar su nombre en un papel de registro. Los arcos largos, construidos mayoritariamente con madera de tejo, tenían un aspecto engañosamente simple: consistían en una sencilla vara de más de un metro y medio, siempre ajustado al brazo de su lanzador, algo más gruesa en torno a la empuñadura y con poca punta. Junto con el arma le dieron una aljaba de cadera, fabricada en cuero negro con una docena de flechas. Las flechas eran de un color negro, medían un metro menos que el propio arco y estaban rematadas en una punta ancha de acero.
Aún con más prisa retornó con el capitán. Impaciente se puso frente a él. Este le miró complacido.
- Bien, joven, ¿nos conocemos? Me resultas muy familiar.
El chico negó.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Naruto.- le ayudó el aludido.
- Gracias. Bien joven Naruto, coge una flecha. A mi orden dispararás al señuelo más lejano.
Naruto asintió levemente. Lentamente, cogió una flecha y la colocó en posición de ataque, es decir, rozando la pala del arco y con las aletas sujetas por la cuerda. Estiró. Tenía miedo de que el arco se rompiera, pero cuanto más estiraba mejor respondía el arma, la madera no crujía, la cuerda no se resentía de la tensión e incluso él mismo deseaba poder tensar más. Apuntó a la diana debería de estar a más de setenta metros. Decidió tensar un poco más, lo suficiente para que no se pasara y se desviara del centro. Hasta que el capitán dio la orden pasaron unos interminables segundos. A la voz de “¡Descarga!” Naruto soltó la flecha que silbó y que en poco menos de diez segundos se encontraba en el centro de la diana. Un soldado del otro lado del campo hizo una bandera blanca como señal de que había acertado.
- He de reconocer que no había visto un arquero tan talentoso desde hacía meses. Naruto lo has hecho bien, pero he de decirte que no podrás partir con el batallón de arqueros, el número está completo y alistar otro nos llevaría varias semanas. Pero dejarte aquí a la espera de que recluten el próximo lo considero una estupidez. No sé qué hacer contigo.
- Príncipe Godric- mientras lo interrumpió uno de los arqueros que habían estado prestando atención a la prueba de arcos, Naruto relacionó aquellas palabras con el magnífico caballero que había estado en Baltor durante el Torneo.- Si el chico es tan bueno, como arquero y viendo que es joven y delgado, podría ingresar con vos en vuestro grupo de montaraces y exploradores.
- Gracias Hamleft, pero soy yo quién decide- le cortó tajante.
Lord Godric le miró arqueando una ceja.
- No deberías tener problema en trabajar con los exploradores… Está bien Naruto, a partir de hoy servirás a la gloria de Párandor como montaraz al servicio del Reino. Sé bienvenido. En cuanto a tu indumentaria, mañana mismo se te concederá- sentenció con una sonrisa.
- No os defraudaré.- prometió verdaderamente convencido de que así lo haría.
Naruto inclinó la cabeza a modo de despedida y se encaminó a su habitación de la posada. El capitán le preguntó al Príncipe de Dolm Inaer.
- Alteza, si sabéis bien que para entrar en este cuerpo son necesarios duros requisitos por qué le habéis concedido este puesto a ese pequeño truhan.
- Hamleft, nunca he guardado secretos contigo, así que no hay de malo en decirte que ese chico tiene los ojos de Kushina.
El capitán sorprendido sólo abrió la boca viendo como el muchacho corría.
- Me pregunto por qué el Archimago habrá dejado que viajen solos. - preguntó el príncipe.
- Quizás se deba a la destrucción de Baltor.- apostilló el capitán.
- No comprendo los juegos de los grandes. Sólo soy un hombre.- contestó estoicamente.
* * *
El viernes llegó con los primeros aires otoñales de la época, la temperatura de la mañana se suavizó y ya algunas hojas olvidaban el verde intenso por un verde tirando a amarillo. Hasta ese día los dos chicos habían estado entrenando. Rob había tenido que aprender a usar la espada como un verdadero soldado y no como un campesino en poco más que dos días, además se le habían enseñado las principales tácticas de defensa y ataque. Naruto había estado entrenando y “recordando” como se rastreaba. Pero tras estos dos días la partida llegó.
En el cuarto habían dejado todo preparado ya que hasta el día de la partida no era de rigurosa necesidad llevarlo. Ambos se dieron la espalda y tirando al suelo su ropa de campesinos se vistieron como lo que su nueva vida les repararía. Ambos jóvenes se vistieron con sus respectivos atuendos.
Cuando los dos se miraron cado uno pudo en el otro en lo que se habían convertido.
Rob pudo ver en Naruto ya no un campesino que ayudaba en casa por la supervivencia familiar sino todo un montaraz al servicio de la patria. El joven se había vestido con unas suaves ropas de seda, encima se había puesto en el pecho una coraza de cuero y una falda de color verde le cubría desde la cintura hasta los tobillos. En los brazos se podían ver unos brazales de cuero. Se había cubierto las manos con los guantes y por último se había vestido con una capa de un material rugoso al tacto pero de un color verde apagado, idóneo para camuflarse.
Naruto por el contrario, pudo ver en Rob lo que por derecho debía ser un soldado del Reino. Su hermano se vistió en primer lugar una túnica interior con mangas de lana y calzas con perneras, de rodilla para abajo, hechas de metal; encima se colocó una túnica blanca; a continuación iba un cuello de acero con piezas laterales, luego entrando por la cabeza se puso una coraza lisa con el Dragón Real grabado en relieve, encima las hombreras creadas en placas. Se colocó los brazaletes grebas y por último se colocó el casco de alta cimera con protecciones para las mejillas y un par de alas puramente decorativas.
Ambos sonrieron. Sí el tiempo había pasado muy rápido desde que hacía casi dos semana salieran de su granja. Ambos cogieron sus armas, no las que Grwal les dejara ya que fueron vendidas para pagar la posada sino las del ejército. Rob se colgó el escudo de la espalda y la espada de la cadera. Naruto se ató la aljaba en la espalda al igual que el arco. Con paso decidido salieron de su habitación.
Una bulliciosa multitud se amotinaba en torno a una de las grandes calles que conducía al norte. Parecía que un desfile militar era una de las cosas que más esperaba la gente. La noticia de que la Décima Legión dejaba la ciudad para viajar al norte se había extendido rápidamente por la urbe. Presumiblemente muchos de los hombres que estaban en la plaza cuando Lord Godric requirió de más soldados, les contaron a sus mujeres la noticia de que la Décima Legión se marchaba. Estas se lo debieron de haber contado a sus vecinas y así más de mil personas se extendían desde la plaza hacia la salida norte con la espera de ser partícipes de dicho momento. Los soldados, de entre ellos Naruto y Rob, iban haciéndose paso hasta el campo de instrucción.
Una vez allí Godric recibía a cada uno de sus soldados con un cálido saludo. Rob pasó a formar junto con su escuadrón. Naruto se presentó ante el Príncipe Godric quien se mostró verdaderamente complacido. Se dirigió a él y con una sonrisa le saludó:
- Es un placer verte muchacho.
- Señor.- le saludó inclinando.-
- No habrás olvidado tu promesa de cabalgar a mi diestra ¿no? – le preguntó.
- No mi señor, aunque no entiendo todavía el por qué.
Días atrás Godric le había hecho prometer que cabalgarían juntos. Parecía que el Príncipe estaba muy interesado en él.
- Vamos.- ordenó.
Las calles los esperaban con impaciencia. Las mujeres arrojaban al suelo sus mejores flores para que fueran pisadas por aquellos quienes los defendían, pues había una antigua tradición de hacer que pisaran las flores para desearles suerte. Los hombres y los niños vitoreaban a sus soldados.
Los hombres conforme salían del campo de instrucción tomaban posesiones. Los diez grupos de veinte formaron, al frente de cada uno cada soldado sustentaba un estandarte del escudo de Párandor. Los estandartes consistían en unas banderas que estaban cosidas en grandes paños de seda blanca en el cual con hilo dorado se había bordado un dragón, siempre mirando a la derecha, con una corona encima. La corona estaba rodeada por doce estrellas. El estandarte portaba una figura ramificada esculpida en plata que reflejaba la diáfana luz del sol y el soldado que lo llevara debía de ser alto y fuerte para poder sostener al alza una lanza de dos metros. Aquella mañana se había levantado con brisa, por lo que al izar las banderas éstas hondearon.
La conjunción de la pulcritud de las blancas armaduras de plata de los soldados, las banderas del Reino hondeando y el ánimo popular creaba en los expectantes el sentimiento de que el esplendor del pasado había retornado aunque tan solo fuera por el momento del desfile. El paso firme y uniformado de los soldados acompañados por los vítores de las gentes que unas vez visto el cierre de la comitiva, el cual estaba formado por los carros de municiones, armas, herramientas, botiquines y provisiones, en vez de volver a sus tareas buscaban calles secundarias donde verlo otra vez de nuevo.
Los soldados salieron de la ciudad tras veinte minutos de marcha. Cuando ya no se veían nada más que puntos recortados entre el río y una de las estibaciones de las pequeñas Montañas de la noche los ciudadanos recordaron que para vivir la vida que les ofrecían esos soldados necesitaban trabajar. Poco a poco todo fue volviendo a la normalidad. Y aquel sol que había hecho relucir las armaduras y aquel viento que había jugado con las banderas desaparecieron llevándose consigo el esplendor vivido para no volver a traérselo hasta dentro de mucho tiempo.
Durante lo que duró el viaje, el general de la Décima Legión había estado hablándole a Naruto de su vida. Resultaba extraño, pero parecía que el Príncipe quería conocer al muchacho. Era extrañamente familiar. Había algo en Godric que Naruto quería reconocer, pero ¿qué era?
El padre de ser Godric, el anterior príncipe, había muerto hacía diez años y él había sido nombrado desde entonces Príncipe de Inadén, por lo que poseía el derecho a dirigir uno de los ejércitos. Sin embargo, nunca faltando a su deber como señor de Dolm Inaer, había preferido quedarse comandando a los montaraces. También le contó que su esposa y su hijo amado de tan solo unos meses le esperaban en el faro que miraba a Minas Árandor y al mar. “¿Has visto alguna vez el océano?” le preguntó a raíz de hablar de su ciudad que miraba al mar. Naruto respondió que no. El príncipe le comenzó a narrar una descripción detallada de cómo era el océano. Según lo que Godric le contara Naruto visualizó una enorme superficie de agua cuyo límite no abarcaba la vista, era un gran espejo que por el día reflejaba a Rivaner, el gran astro solar, y por la noche a las dos lunas y por la mañana mirando al este y confundiendo con su horizonte se veía el amanecer tiñendo el agua de un color mágico mientras que por la tarde al mirar al oeste y viendo como se ponía el agua se impregnaba de un olor romántico. Todas estas cosas que general de la Décima Legión le refería dibujaban con exactitud cómo era: un hombre que parecía ser severo, pero misericordioso, serio pero amable, leal pero no de obediencia ciega, valeroso pero sensato.
- Alteza…
- No me llames así, a todos mis hombres les trato como mis iguales. Puedes decirme Godric cuando estemos fuera de las ciudades, dentro deberás respetar el “protocolo”.
- Godric, ¿cuánto falta?
- Poco, unos veinte minutos, las órdenes eran ocupar el campamento de la Puerta del Oeste del Muro de los Senescales.- Godric lo miró entre la creciente noche y sonrió.- ¿No sabes dónde está?- Naruto negó con la cabeza – El Muro de los Senescales está construido en torno a Minas Árandor y la Puerta del Oeste es una de sus siete puertas que guarda el camino al oeste de la que es una calzada que lleva a Kárandor. Pero desgraciadamente este en general está en ruinas, salvo la parte oeste y norte las cuales nunca han sufrido sitios y ataques. Naruto, me gustaría que me hablases de ti.
- ¿Cómo de mí? – se extrañó el chico.
A partir de esta última frase Godric estuvo interrogando a Naruto en un duro cuestionario de cuáles eran sus aficiones, su familia y más preguntas a cerca de su vida. El muchacho no se cortó ni un pelo en relatarle como era la vida en la granja con su familia. Lo feliz que había sido en aquellos años a pesar de la soledad que implicaba vivir tan alejados de la aldea. Las constantes visitar del cuentacuentos Jiraiya del que había aprendido todo cuanto sabía. Cuando terminó Godric le comentó:
- Bueno, es evidente que un niño como tú no se alista voluntariamente en un ejército seguido por su hermano y mucho menos cuando conocen a un poderoso archimago como lo es Jiraiya. Si me cuentas el motivo de tu alistamiento, podré ayudarte. Sin embargo, ahora no es el momento, estamos llegando. Recuérdalo Naruto.
Una vez en el campamento buscó a Rob quien estaba conversando con Hamleft y un maestro herrero sentados a las afueras de la tienda de Rob. Éste al verlo disimuló su alegría por encontrarlo tal y como se marchó: bien.
- ¿Quién fue el listo que decidió alistarse en el ejército?, porque como dé con él sabrá quién es Naruto ak Willius, ¡estoy reventado!
- ¿Has estado corriendo todo el día?
Naruto asintió y los dos sonrieron. El pequeño de los hermanos no le quiso decir nada a Rob sobre el comentario del Príncipe Godric, todavía tenía muchas cosas en qué pensar.
Habían pasado siete días desde que la Décima Legión partiera del campamento de la Puerta Oeste del Muro de los Senescales hacia su destino, Nan gar’ok, el Templo del Destino. En cuanto a cómo los jóvenes se habían desenvuelto en el ejército, era fácil de explicar.
Rob se estaba convirtiendo en un virtuoso en el dominio de la espada y la lanza y del combate a caballo. Naruto había descubierto que le encantaba correr y brincar y rastrear y realizar todas las cosas que al principio encontrase cansadas. Los montaraces eran en su mayoría hombres casados, alguno incluso con nietos, que rozaban los cuarenta pero que todavía mostraban su vitalidad intacta. Éstos al ver la energía y el entrego del nuevo y joven Naruto, pues para ingresar en este cuerpo era necesario contar con más de veinticinco años habiendo estado ocho como arquero, le enseñaban trucos de rastreo, a mejorar su sigilo y otras características propias para el oficio además de tratarlo con respeto y siempre de buen humor.
Sin embargo, los dos no tenían mucho tiempo para planear como rescatar a la Princesa. Naruto no podía ir a verlo siempre y cuando quisiera.
Sin embargo la necesidad urgía prisa y finalmente la segunda noche de viaje acordaron tratarse en los puntos de parada por lo que no sería hasta dentro de una semana cuando pudieran tramar algo.
Los Campos de Párandor eran unas extensas llanuras que se asentaban entre la rivera sur del río Vallenua, un río de caudal medio y de anchura pequeña pero de gran longitud que nacía en las montañas de la Cordillera de Tach-Mer y que en mitad de su recorrido rodeaba el Gran Monte Million-Parandor donde se asentaba la capital para desembocar más de cuatro mil kilómetros desde su nacimiento en el Océano del Este, y las laderas sur de las Montañas de la Noche. Sus campos estaban poblados de pequeños animales de madriguera e hierbas de un color amarillento dándole un color característico. Cada veinte kilómetros podían encontrar alguna aldea, casi siempre asentada cerca del río o de un bosque. Los Campos de Párandor eran la segunda región de abastecimiento del Imperio, por lo que quizás Danzou se había arriesgado a atacar el Valle de Valdur para probar sus nuevas armas como decían los generales… Aunque verdaderamente, el en fondo se su corazón, Naruto sabía que habían atacado Baltor únicamente porque lo buscaban a él.
A todo ello había de sumarse toda la preocupación por la Princesa Sakura quien no había dado contestación alguna al mensaje que le enviara. Naruto podía pasarse toda la noche pensando en ella. Evocando su imagen, recordando su voz, clara y melodiosa… En verdad era una digna representante de la raza de los ayleid, los serafines. Él no sabía bien qué era. El general Sasuke le buscaba y le llamaba por Amnel-Ester, Sakura se había dirigido a él también así… ¿Amnel-Ester? Era una locura pero era innegable que se dirigían a él como tal. Según recordara de todo lo que Jiraiya le había contado Amnel-Ester era el campeón de los Doce Divinos (los dioses del Oeste) frente a la oscuridad. Cuanto más lo pensaba más ridícula se le hacía la idea de que él fuera tal persona. ¿Qué tenía que ver la oscuridad en el rescate de una princesa? Aquellas reflexiones no abandonaban los pensamientos del muchacho. Pesaban, aunque los días bajo el mando de Godric se hacían más llevaderos.
El propio príncipe se había mostrado muy interesado en él. Aunque Naruto no le había decidido contar por qué se unía al ejército realmente y de qué conocía a Jiraiya (cosa que también extrañaba al chico), el gentil Príncipe de Dolm Inaer le había acogido como buen pupilo. En el campamento se dedicaba a instruirlo. Ni que decir tiene que aquella altruista dedicación de Godric venía muy bien al muchacho.
Podían pasar horas y cuando las lunas estaban bien altas en el cielo entonces daban por terminados los entrenamientos. El príncipe parecía complacido por su rápido avance y en más de una ocasión, Naruto juraría haber descifrado en el brillo de su mirada una cierta nostalgia.
Los días pasaban poco a poco y los dos hermanos se iban adoptando al funcionamiento de la marcha pues era sencillo: se avanzaba durante el día hasta que cuatro horas después del mediodía, en invierno dos, los soldados instalaban las tiendas, y descansaban hasta el día siguiente. Sin embargo la labor de los exploradores era bien distinta. Ellos debían partir antes y acabar después. Su misión era batir la máxima distancia posible. Cuando se hacía mediodía Lord Godric enviaba a una pareja de exploradores para asegurar el espacio entre el grueso del ejército y el destino.
El ejército tardó dos semanas en llegar al campamente de la Décima Legión en la derruida ciudad de Párandor. Allí Rob le dijo precipitadamente a Naruto que tenía un plan para rescatar a la serafín, pero que le pondría al corriente en Páramo Gris, donde podrían hablar con tranquilidad. Tras descansar dos días en el campamento, la Décima Legión salió de la ciudad, pero no en un solemne desfile como lo hiciera de Puerto de las Montañas, sino a ritmo de marcha. En esta ocasión los exploradores partieron a la par, sin madrugones ni sobresaltos. Ese día Naruto comprendió el por qué del auge militar de su reino en el pasado. No eran los números sino la disciplina y el arraigado sentido del deber. En aquella marcha uniforme entendió el carácter de su pueblo: sobrio, solemne y ceremonial. La gloria, el honor y el valor eran los lemas de cualquier parandoriano que se dignase. Valores que embriagaban al chico de un romántico anhelo por el pasado.
Al anochecer se encontraban ya a treinta kilómetros de Párandor y se hallaban en el valle del Vallenua. Si los Campos de Párandor tenían un característico color dorado, el Valle del Vallenua poseía un color verde, como el Valle de Valdur, y muchos más árboles.
Tras su salida de Párandor pasaron tres semanas hasta que llegaron a Páramo Gris. Durante el viaje Naruto vio complacido de la rapidez con la que avanzaba la Décima Legión. Faltaba una semana y media para el plenilunio de Angaria y si se paraban en la fortificación dos días llegaría con uno o dos días de antelación a Nan Gar’ok. No era mucho tiempo pero menos era nada.
Páramo Gris era una ciudad fortaleza con buenas defensas para resistir un ataque. Una muralla de granito rodeaba toda la ciudad. Dicha muralla se encontraba salpicada de torretas desde donde los centinelas vigilaban los terrenos colindantes a la ciudad.
Las puertas se abrieron y la Legión entró en la urbe. A diferencia de las ruinas de Párandor la ciudad estaba habitad. Sus gentes eran, a simple vista, como el resto de los parandorianos: sobrios y amantes del deber. Cuando los soldados pasaron cerca de las habitantes de Páramo Gris estos apenas les dedicaban una fugaz mirada antes de retomar sus labores como herreros, charcuteros, comerciantes etc.
El campamento de la ciudad se hallaba, al igual que en Puerto de las Montañas, cerca de la plaza principal frente al Castillo del Gobernante. Aquella noche, tras casi un mes de camino, Naruto al igual que los otros soldados volvieron a descansar en camas y no en los incómodos sacos que ofrecían en los improvisados campamentos durante la noche.
Naruto esperó hasta la medianoche. Entonces salió de su sección y se fue hasta la tienda de Rob. Cuando entró su hermano lo saludó efusivamente y le empezó a poner al corriente.
- La idea se me ocurrió cuando un capitán empezó a hablar de los secretos del templo al cual nos dirigimos. La mayoría son rumores sin sentido, pero hay algunos que no pueden servir. Concretamente uno. Se rumorea que existe toda una red de túneles bajo el templo de Nan Gar’ok.
- ¿Qué quieres decir?
- Que si encontramos mapas de los túneles, tendremos la huida resuelta. La entrada no es tan difícil, basta simular que vamos a escoltar a un sacerdote. Pero la huida con las hordas del mal persiguiéndonos yo diría que va a ser un asunto más complicado.- agregó con cierto sarcasmo.
- Odio tu sarcasmo.- comentó al respecto.- Pero, tienes razón. Los montaraces llevan un gran surtido de mapas. Seguro que allí encuentro algo.
- Entonces creo que hemos encontrado una posible solución al problema. Hablando de otra cosa, ¿Cómo lo llevas?
- ¿El qué? – respondió extrañado Naruto
- ¿Tú qué crees?
- La verdad. Estoy deseando salvarla para que todo esto acabe, aunque necesitaré encontrar a Jiraiya. Tengo muchas dudas.
Rob arqueó una ceja.
- Por supuesto. Y de repente, apareció un dragón y lo bañó todo de los colores del arco iris. Naruto soy tu hermano. Y por más que alegues tu deber como hombre de salvar a una damisela en apuros; no creo que ÉSA sea la única razón para emprender tal viaje y más sabiendo la reprimenda de Jiraiya cuando se entere de todo cuanto hemos hecho.
Aquello le pilló por sorpresa. Sus sentimientos por Sakura. No se podría negar lo que en su interior sucedía cuando pensaba en ella. Estaba enamorado de ella hasta lo más profundo de su ser. Pero en su corazón y su conciencia había demasiados prejuicios. Él era un chico que debía estar viajando con su mentor y amigo Jiraiya por el mundo entero al que un contratiempo le había hecho estar inmerso en una gloriosa y por qué no épica aventura. Cuando la rescatase. Él regresaría con Jiraiya. Éste le tendría un mes a base de pan y agua. Sakura volvería a su vida normal anterior al rescate. ¿Por qué eso era Sakura, una princesa secuestrada de su castillo?
- No sé de qué me hablas.
- Ya veo.- comentó dando entender que no le convencía su respuesta.
Pasaron unos incómodos segundos hasta que Rob dijo:
- ¿Sabes una cosa?, cuando acabemos con todo esto de salvar a la dama en apuros me alistaré en las filas de la Leyenda. Cuando todo esto termine, seguramente… He estado meditando durante estas semanas en ello y creo que lo mejor es que luche contra nuestro amado Emperador. Danzou nos lo robó todo: a nuestro padre, nuestra casa, nuestro honor y…, mi vida.
- Es cierto – coincidió Naruto – pero Rob, tú no puedes…
- ¡Claro que puedo! – exclamó como frustrado – Naruto estoy muy feliz de que por fin encuentres a una mujer a la que amar y tengas aspiraciones de futuro; pero, ¿qué es de mi vida? Me convirtieron en el padre de una familia a los diez años. Nunca he tenido un motivo, pero ahora qué sé que pudo hacer que nuestro padre sea vengado lo haré. Haría cualquier cosa por acabar con Danzou. Escúchame bien, cualquier cosa.
Naruto intento rechazar aquello pero le cortó tajante Rob:
- No hermanito, ya lo he decido.- le dejó solo- Descansa. Te harán falta fuerzas muy pronto.
Una vez en su tienda, Naruto se tumbó sobre su cama y empezó a recapacitar sobre lo que le había dicho Rob. Entre tanta reflexión se quedó dormido.
A la mañana siguiente todos los soldados pasaron por los herreros de la ciudad para reparar sus armas y armaduras. Naruto anduvo con desgana hasta el herrero que le tensó la cuerda del arco y afiló la hoja de su espada. Tras esto, ya entrado el mediodía el ejército partió hacia Nan Gar’ok. En un modesto desfile, con la intención de hacer notar a las gentes de la ciudad que el ejército se esforzaba por garantizarles la comodidad de la que gozaban, salieron por el portón oeste – el mismo por el que habían entrado.
El otoño ya estaba en su apogeo. La hierba verde de los campos se secaba poco a poco apagando los radiantes tonos verdes del verano por otros más anaranjados propios de la estación. Los árboles de hoja caduca como los abedules y los castaños, muy abundantes por esa zona, se desnudaban a la espera del frío. El aire se transformaba en el heraldo del invierno y el cielo en el de la lluvia. La legión recorría el camino al templo bajo un encapotado cielo de tormenta que amenazaba constantemente con romper en una tormenta descomunal pero que no lo hacía. El mes de octubre llegaría pronto a su fin entre viento y lluvia, pero antes había una misión que cumplir.
Esa misma semana aquellas nubes que habían acompañado a los exploradores vaticinando la lluvia no se hizo más de rogar y estalló. La lluvia caía con ferocidad y los relámpagos rompían con frecuencia la oscuridad como si de brechas en una habitación se tratasen. El frío y el agua se les calaba con lentitud en los huesos y las fogatas no conseguían calentarlos, pero a pesar de ello entre la tempestad y la noche, al sexto día de la semana, arribaron a su esperado destino tras un mes de viaje. Desde luego que el tiempo había pasado y ahora estaban ante Nan Gar’ok. Al ver el templo sólo pudo cerrar los ojos para intentar sentir a la serafín.
<< Sakura, ya he llegado>>
bueno aquí el cap de hoy jejeje dia especial por que cumple mi hermano 20 uuiii que chiquito.
En el próximo capítulo conoceréis a un nuevo personaje. ¿Quién será este personaje? ¿Qué papel cumplirá? ¿Tendrá alguna relación con nuestros tres protagonistas? ¿Qué sucederá con Sakura?.
PRÓXIMO CAPÍTULO: LA TORRE DE MÁRKANDULL.
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
se vienen cosas importantes
gonmax- Sannin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Ostris, como ha avanzado esto. No sé cuantas veces he cogido el principio y lo he rescrito. Me costó mucho darle forma, pero creo que tal y como lo he ido leyendo, está bastante bien. Muchas gracias por vuestros comentarios y de nuevo, rayando en lo cansino, gracias a moi-06yoyo por el trabajo de subirlo él. Saludos
Septimo Hokage- Consejo de escritores
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
aqui viene el cap 10 por que es también un día impotente se casa un familiar y bueno comenzamos ......
CAPÍTULO 10
bueno un cap mas esta capítulo ha terminado, la Guerra de los Dioses, no ha hecho más que empezar. Gaara realizará un peligroso viaje hasta llegar a Ganeorx, ¿qué sucederá? Próximo Capítulo: EL CANTO DEL FÉNIX.
CAPÍTULO 10
- Spoiler:
- CAPÍTULO 10: LA TORRE DE MÁRKANDULL
UN MAGO CABALGABA en una oscura capa de cuero a lomos de un caballo blanco. La nieve del paisaje se fundía con su montura de forma que cualquiera que viera al jinete pensaría que montaba al viento. El hechicero llevaba puesto además una túnica roja y sucia, como si hubiera viajado durante meses sin cambiarse; un gorro de cuero doblado que amenazaba con caerse de su cabeza y al cinto podía distinguirse la hoja enfundada de una espada. Para rematar el cuadro, con la diestra sostenía una vieja vara de olmo. Viajaba por el norte de los campos de la Victoria.
Las Llanuras Blancas, que así se hacían llamar estas estepas, eran unas solitarias planicies que prácticamente se encontraban todo el año de este color debido a la nieve. Tan sólo dos ríos interrumpían sus campos: el río Mandor, que nacía en las Montañas Nubladas y el río Kalduin, que nacía un poco más al este, en la Cordillera de Tach-Mer. Entre ambos se encontraba una antigua fortaleza de la Segunda Edad, la Torre de Márkandull.
El singular viajero parecía ser la única muestra de vida; cosa que crispaba la paciencia del susodicho personaje. Otra molesta característica que también incomodaba al jinete era el silencio. Tan solo el ruido del galope de su caballo le acompañaba desde que salió de Minas Árandor, la Ciudad de los Reyes. Que él recordara, en las llanuras crecía flora autóctona consistente en arbustos, plantas pequeñas y resistentes al frío y algunos árboles del gran bosque al sudeste del río Kalduin conocido por todos como el Viejo Bosque de las dríades, pero ésta parecía haber desaparecido y eso le incomodaba.
Su viaje estaba acabando. Ante él se alzaba – <> pensó - la Torre de Márkandull.
La Torre había sido una fortaleza del Reino de Párandor. Años atrás, un antiguo rey se la había cedido a los magos como pacto entre el poder Real y los miembros del Cónclave mágico. Blanca y orgullosa, se levantaba respaldada por las titánicas Cordilleras de Tach-Mer. Estaba acabada en una base circular rodeada por unas almenas exactamente iguales que las de la torres de Minas Árandor, la capital del Imperio. Las ventanas eran pequeñas arcos de medio punto con un balcón con el que apoyarse. Además estaba rodeada de unas murallas tan altas como las de otros castillos no mágicos pero con la particularidad que vistas desde el cielo tenían la planta de una estrella de siete puntas. Por el matacán que quedaba sobre la puerta se divisaban un grupo de centinelas armados con arcos.
Casi un año después de emprender su viaje por Niwuelmen Gaara, el mago que montaba al caballo blanco, volvía a casa, a la torre. La Torre de Márkandull era el lugar donde había estudiado desde que sus poderes mágicos se manifestaran y le hiciesen separarse de su hermano, el rey Alessarion del reino de Kárandor. Desde muy pequeño, según le contaba su tutor el mismísimo y legendario Archimago Jiraiya, había demostrado un gran talento con la magia y su hermano le había enviado a la torre con su maestro al que quería como un padre. Al comenzar sus estudios se mostraba receloso pero poco a poco fue dominando cada una de las escuelas elementales – tierra, aire, agua y fuego – hasta que el año pasado recién cumplidos los dieciséis años se convirtiera en mago y se le diese la túnica roja correspondiente a su nivel y el bastón del mago. Jiraiya le había confiado una misión: reunir noticias de los reinos no controlados por el Emperador.
Su caballo se detuvo sin esperar la pertinente orden a la espera de que el portón se abriese. Éste era de bronce y tenía esculpidos retablos, de los que el viajero no se percató. Un gran estruendo le sobresaltó, las puertas se abrían.
Nuevamente sin la necesidad de mandato, el animal anduvo lentamente hacia el interior. Tras atravesar las puertas de la Torre el mago bajó de su montura y lentamente mientras ponía de nuevo las piernas en funcionamiento, la llevó a las cuadras.
Los establos de la torre eran unas amplias y grandes estancias de piedra dividida en pequeñas parcelas para los caballos. Cada parcela se encontraba a rebosar de heno para los animales. Sería un sitio cómodo para su caballo.
- Descansa aquí Ainheror, no tardaré mucho- le dijo al oído al animal acariciándolo a la par que lo tranquilizaba ya que desde que habían entrado en los terrenos de Márkandull, el caballo no había dejado de resoplar inquieto como si algo no le diera buena espina.
El mago anduvo sin prisa hacia las escaleras de la torre. Por el camino se encontró a otros discípulos del Archimago Jiraiya, su maestro de antaño, que distraídamente andaban con sus ojos puestos en pergaminos o libros. << ¿Yo era así? >> Se dijo divertido mientras uno de estos tropezaba
Sin previo aviso le sobresaltó un grito que venía de las escaleras:
- Gaara. Me alegro tanto en ver que has llegado. Hace un año que partiste.
Quien así hablaba era su amigo Elwendel, un estudiante de la torre que al terminar prefirió quedarse en la torre como profesor en vez de aumentar sus conocimientos viajando por el mundo.
Gaara corrió hacia él. Cuando llegó a su altura, le intentó abrazar, pero no tuvo mucho éxito y pasó a través de su amigo. Esto no era extraño debido a que Elwendel era un representante de la raza de los hideirs, un tipo de criaturas marinas que solían vivir cerca de diez mil años. Debido a que estaban constituidos básicamente por agua, podían adoptar cualquier forma y tamaño y al tacto era como el agua.
Riendo estrepitosamente, miró a su amigo: debía de tener cerca de tres mil años y para los cánones de su raza, era joven, en este momento presentaba la forma que más le gustaba: un muchacho semielfo que estaba en la flor de la vida.
- Me alegro de verte, amigo. ¿Qué es lo que quieres?- le preguntó Gaara
- El viejo te espera en su despacho – le comunicó refiriéndose al archimago.- es importante, ha dicho que en cuanto llegaras fueras a hablar con él.
- Vamos.- concedió
Tras unos momentos de agradable charla, llegaron a la puerta de la torre. En el quicio de ella había una inscripción de la que Gaara tradujo para sí:“Bienvenido amigo que en tu sabiduría has venido a paliar tu ignorancia con los conocimientos de los sabios”.
La puerta era de ébano. De la misma manera que había sucedido en la entrada a la fortaleza, las puertas volvieron a abrirse sin la intervención de ninguna mano o al menos aparentemente. Cuando las puertas se consideraron lo suficientemente abiertas, ante él se dispuso una vista general de la primera planta. Era enorme y circular. El suelo era de mármol. Ciento cuarenta y cuatro columnas negras y estriadas, contadas por el mismo cuando era un pupilo, sostenían por los menos a unos cinco o seis metros de altura el techo de la segunda planta. A la derecha se situaban unas blancas escaleras. Nada más decoraba la sala, salvo las puertas a la biblioteca y salas de estudios
Lentamente emprendieron la subida al estudio del Archimago en el último piso. Mientras, Gaara se preguntaba por qué los magos aún no habían inventado ningún aparato para ascender sin la necesidad de cansarse o por qué también, todos los directores tenían que tener sus estudios y despachos en la bendita última planta.
Después de una eterna subida, los hechiceros se detuvieron en la última estancia. Esta planta estaba sujeta por doce columnas y cada tres pilares se hallaba una pequeña puerta negra. Tan solo una se encontraba abierta. Elwendel le animó con una sonrisa a que entrara y su compañero con un gesto de determinación, cruzó la puerta.
El mago sabía que la última planta de una torre de magia estaba dividida en la biblioteca del director, en sus aposentos, en su despacho y en otra sala que por unas escaleras llevaban a la cúspide de la torre, en donde tiempo atrás había tenido que observar el firmamento desde el planetario. Había tantos recuerdos buenos en aquel lugar…
La habitación en la que entró, según su aspecto debía de ser la biblioteca del Archimago, ya que cientos de libros se hallaban situados en la estantería de la pared y muchos pergaminos ocultaban lo que se adivinaba como un mapa del mundo. Unas grandes cristaleras permitían ver el exterior. El asombrado mago pensó que en un soleado día de verano se podría ver incluso la lejana capital.
El huésped pasó sus dedos por los mapas y tratados de la mesa. Ojeó vagamente los pergaminos mientras esperaba que el Archimago se apareciera ya que debía de estar ocupado en sus quehaceres.
Uno le llamó la atención en especial. El dibujo de un extraño símbolo que desconocía aparecía en el final del papiro. Estaba redactado en el ptariar, en arcano y en la lengua común de los hombres. Dicho texto decía:“...De los muchos misterios que marcan nuestras vidas, uno de ellos es el del mito del Amuleto de los Reyes. Según las leyendas era una piedra no mayor que el tamaño de un puro que simbolizaba el pacto que firmaron los dioses con el primer rey de Párandor, Árandor el Magnánime…
La letra escrita a continuación no se entendía y no tenía muchas ganas de traducir lenguas muertas como el ptariar o lenguas arcanas. Prosiguió leyendo la traducción de su maestr, por lo que suponía al ver la letra inclinada y difícil de leer:“... El testimonio de nuestros antepasados nos dice que el Amuleto permitía proteger el Oeste de las garra de Úrsagal. Mediante él, en cada coronación, los reyes reafirmaban el pacto...
“… Cuando Úrsagal atacó el Oeste en el año 4891 de la Segunda Edad, Orevil incrustó la piedra en la espada sagrada Ayshiriel y se enfrentó al dios. Úrsagal fue desterrado al Este, su cuerpo mortal destruido y la oscuridad rechazada…
De nuevo esas letras inteligibles. Bajó con la mirada hasta que volvió a leer la letra a duras penas:“... Sin embargo, el Amuleto se perdió. Algunos dicen que fue destruido y otros que espera a que su dueño vuelva a reclamarlo…
El texto terminaba con un borrón de tinta. Indudablemente su maestro había empleado un gran esfuerzo traduciendo aquel texto para su mejor comprensión. Aquella valiosa información le hizo reaccionar pensando en voz alta:
- ¿El Amuleto de los Reyes?
- Gaara, mi querido discípulo, que los máekas te guíen- le sobresaltó el afecto de la grave, lenta y anciana voz de Jiraiya desde la puerta.
- Maestro,- dijo inclinándose ante el anciano- que la fuerza del círculo te ilumine.
- Muy bien, dejémonos de formalismos, ¿Qué te trae por el norte de Párandor?
- Pues verá...
- Siéntate antes- le interrumpió, cuando se hubieron sentado en unas cómodas butacas de piel- perdóname por el desastre, he estado estudiando, pero antes de todo y ahora ya sentados, cuéntame hijo, relata todo lo que hayas visto a estos ancianos oídos.
Gaara le contó todo lo que había realizado en casi un año desde su consagración como mago. Se aclaró la voz y con el tono más formal que pudo emplear comenzó:
- Hace casi un año, cuando me gradué, me mandó viajar por Niwuelmen y así lo hice. En primer lugar, tras salir de aquí, viajé a Zélaras la capital del Reino de Celaria. Allí fui bien acogido por el Zelderas. Sin embargo el país no pasa por su mejor momento. Su economía se viene a bajo. Inesperadas tormentas destruyen las cosechas y sus productos encuentran poca salida en el mercado imperial. La nobleza vive a costa del sufrimiento del pueblo con el beneplácito de la administración de Ezgral, el nuevo Lord Consejero del reino. Tras varias semanas abandoné la ciudad y tomé rumbo sur.
- ¿Y sospechas qué puede pretender ese Lord Consejero?- el chico negó.- Sigue.- le indicó el anciano mago.
- Me dirigía rumbo a Sairomen cuando me desvié a los Bosques de Aryin, al sur de Celaria, donde los elfos del bosque ni siquiera me permitieron entrar en sus dominios. Tan sólo me dieron este mensaje para usted.
El chico lo sacó de su túnica y se lo dio. El anciano lo leyó durante unos minutos estudiando meticulosamente lo que en él se le decía, como si pretendiese descubrir algo…
- Prosigue – le imperó.
- Después de dos semanas tras el incidente con los elfos llegué a Sair Ozmen, la capital de Sairomen. Si Celaria estaba mal, este país estaba peor. Su economía depende de las directrices imperiales, por lo que averigüé. Es por ello que no hay muchas vicisitudes. Sin embargo la política es otra cosa distinta. El pueblo y en especial la nobleza se quejan de no ser más que una mera provincia y de su falta de representación en el Consejo de Ancianos. Por otro lado está el Tratado de no-agresión entre el Emperador y el rey Kander que ha mermado la moral de un ejército en el que las deserciones aumentan, pronto no habrá nadie que guarde la Puerta y los orcos lo saben.
- No doy crédito, pero ¿si el Emperador mantiene allí todo un ejército, como es que no hay hombres para defenderla?
- Parece ser que esos hombres no son suficientes.
El anciano pareció satisfecho con la contestación.
- Tras esto me adentré en el sur de Párandor, en el antiguo reino de Agnorior y por las tierras de los príncipes de Inadén. Según me contaron en Dolm Inaer, un mes después de mi partida de Sair Ozmen, Minas Agnor ha sido invadida por los herejes y demás nigromantes. Parece ser que la necromancia vuelve a estar permitida en el Imperio.- su maestro farfulló algo incomprensible. De allí y sin detenerme mucho, viajé a Bélisar donde la Baronesa Myaserana me acogió durante unas semanas. Me informó de la boda de Alessarion y Sakura y me insistió respecto a lo nuestro.- dijo como asustado.
- ¿Qué es lo vuestro?
- Archimago, parece que no se acuerda de nada. Myaserana y yo estamos prometidos y la boda de Alessarion no ha hecho más que incrementar sus ganas por casarse.- le recordó.
- Discúlpame Gaara, es que estoy tan mayor…- se excusó.
- Aparte de eso sé que mi pueblo sufre. Aunque el alimento no falta y la gestión de mi hermano no es mala, el pueblo se quejaba de que mi hermano ha promulgado una leva. Casi diez mil hombres, sin ninguna preparación han sido despojados de sus hogares por este decreto. La verdad es que no lo entiendo – se lamentó.-
Una vez descansado, viajé a la ruinosa Torre de Asaserion cuya reconstrucción ha comenzado a realizarse. En el Valle de Asaserion noté una gran presencia mágica así como de un silencio casi sepulcral. Encontré esto.
De su bolsa extrajo una piedra roja como la sangre de forma irregular y que brillaba con timidez. Jiraiya pareció muy interesado en ella. La cogió con cuidado y exclamó.
- ¡Es hielita! ¡Por las barbas del Gran Órondil ! ¿De dónde la habrán sacado? Hace cientos de años que desapareció la última veta.[N.del A: Órondil es el más grande de los magos y el fundador de la Orden en el Imperio. Se dice que nació antes que la Guerra de los Dioses se iniciara y que espera la llegada de Amnel-Ester, sin embargo los datos apuntan a que murió misteriosamente en el Este]
- Sí, esto pensar con temor que la nigromancia se extiende por rapidez por mi reino.
- Tienes razón. ¿Te haces una idea de para qué necesitarían estas gemas?- le interrogó con curiosidad el maestro
- No sé, pero por el poder que destila supongo que esos mal nacidos estarán intentando jugar a ser dioses.
- Es algo que deberíamos parar. Hablaré con Consejo del Cónclave. Cuéntame más
- Después de encontrar la hielita galopé tan rápido como pude al Reino del Bosque de Pendarán. La propia realeza élfica me recibió, aunque parecían tristes. Les solicité ayuda y les expliqué la situación y lo de la hielita, pero…
- ¿Pero, qué?
- Pero me dijeron que ya me lo dirían para cuando volviésemos a vernos.
- ¿Así qué os citasteis de nuevo? – le sonsacó.
- No, me mandaron a Minas Árandor. ¡Oh!, tendría que volver a ver la Ciudad de los Reyes, que magnificencia: sus universidades, sus templos, sus casas, sus plazas, sus calles…
- ¡Muchacho, céntrate!
- Ah sí.- obedeció.- Allí lo único que pude averiguar es que la gestión de Danzou parece impecable. Parece conducir al Reino de Párandor fuera de la crisis de siglos pasados.- aquello pareció complacerle.
Al terminar el Archimago se quedó pensativo, ordenando toda la información recibida.
- Hijo, ¿sabes lo ocurrido en las últimas semanas, noticias que no han escapado a mi conocimiento desde Márkandull?
- ¿Qué nuevas?- le preguntó extrañado.
- Muy escuetamente: tu hermano ha rechazado al serafín y ha declarado la guerra a Ahil-Tarer. Además, Celaria y Sairomen también han decidido aplastar a los tarennianos.
La noticia le cayó como un barreño de agua helada. No podía creerlo. Toda su vida había bebido los vientos por Sakura y su hermano lo sabía. Cuando se enteró del compromiso de ambos se alegró mucho a pesar de sus verdaderos sentimientos pues Sakura siempre le había mirado como un amigo, pero esa traición era demasiado. Su hermano era un imbécil. Todo esto, junto con la leyenda del Amuleto le había consternado.
- He de decir que me sorprende que no te hayas enterado.
- La guerra... debemos mediar- dijo volviendo en sí- si tenemos suerte, puede que al menos no estalle otra guerra civil.
- No creo que dé resultado, la princesa ha decidido vestir las túnicas de plata dolida por el desprecio y Ahil-Tarer está ofendido por dicha afrenta - el viejo hechicero miró preocupado a Gaara- no desalentemos más nuestros corazones con la guerra. ¿Qué leías en mi espera?- cambió de tercio
Gaara no respondió. Trataba de volver en sí.
- ¿Qué leías mientras me esperaba? – repitió el archimago con paciencia.
- Ese documento- dijo señalando al relato del Corazón.
- ¿Qué te ha parecido?
- Interesante leyenda, simplemente eso. ¿O piensa usted que no es sólo una simple leyenda?
El mago se levantó y cogió el papiro. Lo volvió a leer para sí. Acabada la lectura se dirigió a una estantería y cogió una esfera de cristal. La esfera era blanca debido a un humillo blanco que se movía lentamente en el interior.
Con su zurda el archimago puso el utensilio en un gran pilar con la cavidad para situar la bola. Gaara contemplaba anonadado lo que el Archimago se urdía entre manos. Pronunció unas palabras a penas audibles y regresó junto con su huésped.
- Bien, Gaara, llevó investigando desde hace unos meses cómo acabar de una maldita vez con el poder de Danzou y así concluir esta contienda de una vez por todas.
- Entiendo- concedió el muchacho.
- Mis deliberaciones me han guiado hasta la Gran Guerra, aquella en la que los pueblos resistentes a Úrsagal les plantaron batalla en lo que hoy conocemos como Campos de la Victoria. He descubierto que Orevil con el poder de un arma que no se describe en ningún sitio, consiguió ganar a una fuerza mayor que la suya, el Ejército de la Alianza, siendo superados numéricamente
- Maestro, no alcanzo a comprender. ¿Qué tiene que ver esto con nosotros?
- Mucho, mi buen pupilo. Pienso que esa arma es el Amuleto. Sí fuéramos capaces de conseguirlo...- suspiró.
- Entonces, ¿insinuáis que podría ser cierta la leyenda?
- Correcto
- Pero aún nos quedaría localizar a Amnel-Ester.
- Hecho en parte- le dijo.
Al ver las dudas de Gaara, se puso de pie y se encaminó hacia el mapa. Movió una mano y todos los pergaminos se colocaron en las estanterías ordenadamente. Cuando hubo ordenado la biblioteca le llamó y el alumno se dirigió junto al profesor.
La mapa de Thirion era un gran plano a relieve donde resaltaban las montañas, las capitales, el Templo de Nan gar’ok, y las torres de hechicería. En el mapa se podían ver el continente de Niwuelmen en el centro; el de Oriet-Siner al sudoeste rodeado por pequeñas islas; el de Haesar al sureste; las grandes islas al norte y al este el continente maldito de Moorgondull
- Aquí nos encontramos – le señalizó la torre cercana a las montañas.- La última noticia que se tuvo del paradero del Amuleto fue aquí.
- ¿Ganeorx, la gran ciudad de los enanos, la capital de Orz Adash?
- En efecto. Por eso quiero que vayas allí.
- ¡Pero eso no es más que una leyenda! – replicó.
- Si no nos fiamos de las leyendas, no podremos hacer lo correcto y destruir el mal.
- Pero aún hay tiempo, el suficiente como para vencer al Emperador y volver a unir a todos los humanos.
- No lo entiendes, no solo habremos de plantarle cara a Danzou, sino que tendremos que derrotar a una infinidad de enemigos más.
- ¿Qué quiere decir?- interrogó Gaara.
- Mi preocupación no es Danzou y su locura de creerse el Emperador. Lo que temo va más allá de las costas de Ahil-Tarer. ¿Sabes quién es Úrsagal? – el chico asintió – Úrsagal está loco pero no es estúpido. Sabe que el Oeste está indefenso y sus ejércitos se están. No sé si has oído hablar del general Sasule, pero debes saber que cuando las hordas del mal lleguen a estas tierras, él será quien comande esa fuerza, una fuerza para destruir el Imperio. Debemos actuar.
- ¿Qué quiere decir con que el Oeste está indefenso?
- ¿A caso no te he enseñado que función cumplían los reyes de Párandor?- Gaara negó – Su importancia radica en que eran los únicos que podían proteger el Oeste. Sin un rey legítimo, sin el poder de Amnel-Ester, toda esta tierra está condicionada a la destrucción.
Gaara se quedó perplejo de nuevo. Otro barreño de agua helada le había vuelto a caer. Su mente trataba de encajar las duras verdades pero su cuerpo se angustiaba. El corazón. Le latía el corazón con excesiva rapidez. Le faltaba el aire. Le costaba respirar.
- Tranquilízate muchacho. Recuerda que hace un mago cuando asimila tanta información.
- Fragmentar... priorizar... y... descartar.- Dijo interrumpidamente.
El joven hechicero hizo lo que se había dicho a sí mismo y comenzó a relajarse volviendo a la calma. En su cabeza comenzaron a ordenarse todas las ideas nuevas.
- Muchacho, aún vamos a luchar. O, ¿a caso crees que unos cuantos orcos, que por cierto son muy feos, nos van a ganar?- bromeó con el fin de tranquilizar al alumno.
Gaara rió levemente. Intuía que toda esta charla tenía por motivo forzarle a hacer algo.
- ¿Has escuchado hablar de Amnel-Ester?
- Intuyo que me va a resultar muy familiar.- respondió.
- Amnel-Ester es el único capaz de parar esta cadena. Se dice que el Amuleto no sólo permitirá salvar el Imperio en tiempos de necesidad, sino mostrar el camino que conducirá al ungido por los dioses. Sin Amnel-Ester, no hay nada que podamos hacer.
- Entonces supongo que toda esta charla no es por nada.
No había hecho otra cosa más que llegar de viaje y ya le estaban mandando a otro lugar. El quería coger sus libros y dedicarse a estudiar. Hacía tiempo que descuidaba su magia y sus conocimientos. Parecía más un vagabundo que un mago…
- Tan perspicaz como siempre. Daré buen uso de la información que me has traído. Sin duda alguna, el Imperio no está preparado para afrontar la guerra que se nos presenta. Gaara, muchos dicen que vivimos en una guerra de dioses, no olvides eso. Ahora bien, quiero que vayas en mi nombre a Ganeorx, el corazón del reino enano, e investigues sobre el Amuleto, cualquier cosa. Después vuelve e infórmame. Debemos dar nuestros pasos inteligentemente. No podemos permitirnos ningún desliz. Recuerda que lejos de enfrentarnos a Danzou, nos enfrentamos a un dios, un dios que hace tiempo sueña por aniquilarnos.
Gaara permaneció callado tras la oferta de Jiraiya.
Nuevamente, el Archimago se levantó estirándose tanto como se lo permitían sus huesos. Se encaminó hacia la bola de cristal. Pasó la mano por ella y haciendo aparecer de la nada su báculo blanco murmuró unas palabras.
- ¿Deseas saber algo más?
- No, gracias, desearía descansar, estoy agotado por el viaje.
- Como desees
Antes de salir se le ocurrió una pregunta y le preguntó al archimago:
- Maestro me he dado cuenta de que los animales y las plantas han desaparecido de las llanuras, ¿a que se debe?
Su maestro le miró largamente y le respondió:
- Vivimos en tiempos difíciles, y la torre no se ha librado de ellos, cuanto menos sus alrededores. No quería decírtelo ya, pero pienso evacuar a todos los estudiantes a la escuela de la Torre de Cristal
- Pero es terrible maestro – se horrorizó Gaara.
- Pero es lo mejor dada la situación actual, tú no estabas aquí, no sabes lo difícil que ha sido. Por cierto – preguntó cambiando de tercio - ¿y tus estudios?
- Estuve estudiando los pergaminos que me mandó.
- ¿Cuáles eran? La edad me hace olvidar estos detalles – aclaró el maestro.
- Teoría sobre las casas supremas de magia y el empleo de la voluntad.
- ¿Y?
- Bien.- respondió no muy convencido.
- Excelente, prosigue con tus estudios. Retírate.- le imperó. Gaara así lo hizo
Gaara dejó al mago en su estudio, adentrándose en universos ya estudiados, universos pasados con el fin de descifrar el enigma de la Guerra de los Dioses.
Al salir de la habitación, su amigo, que le estaba esperando, le miró muy serio y le dijo: “A mí también me lo ha contado”. Con estas palabras y un sencillo hechizo de teletransporte, le dejó en su habitación. A continuación, le dio una palmada en la espalda y salió. Gaara pareció confundido, ¿cuándo podía tocarle su amigo?
La habitación en la cual se había instalado se disponía un pequeño cuarto de aseo, una cama, una pequeña mesa de madera de roble y una bandeja repleta de alimentos. Al final del cuarto, se encontraba una cristalera, desde la cual solo se vislumbraban las paredes montañosas de Tach-Mer.
El cansado zagal cerró unas cortinas oscuras impidiendo que entrara la luz.
Se sentó enfrente de la bandeja. Ésta contenía un mendrugo de pan, una jara de agua y un plato de guiso de la cocinera. Gaara, comió poco y además sin ganas, mordisqueando con pereza y pensando largo tiempo entre bocado y bocado.
Una vez hubo saciado su escaso apetito se despojó de todas sus vestiduras y en el pequeño cuarto adyacente a la cama decidió satisfacer su cuerpo extenuado con un baño. Cuando salió de la bañera se miró al espejo. Tenía el pelo castaño que le caía a la altura del cuello cubriéndole las orejas y casi toda la frente. Tenías las facciones delicadas pero algo huesudas, pero lo que más le gustaba de su aspecto eran sus ojos: azules y fríos como el hielo. Se alejó un poco y vio su cuerpo, el cual no era el de un atleta, pero estaba bien tonificado.
Al salir del aseo ya descansado, se tiró sobre el camastro. Amnel-Ester era el único que podía salvar a un Imperio que de sobrevivir a la guerra civil debería enfrentarse a un dios. Amnel-Ester era su prioridad y tenían que encontrarlo, porque sin él, la oscuridad anegaría todas las tierras hasta el fin de los tiempos. Sin acurrucarse entre las sábanas ni acomodarse la almohada, se durmió. Su descanso no fue largo pues empapado en un frío sudor se despertó Gaara. Siempre que soñaba con aquella situación…
Se levantó fuera de la cama con el fin de olvidar tal quimera. Se acercó a los cristales tapados por las cortinas y los desveló. Las dos lunas brillaban en el cielo dotando a la noche de un aire misterioso y a su vez pacífico. La noche debía de ser especialmente fría, ya que su respiración se congelaba transformándose en vaho. El invierno se filtraba en el otoño poco a poco y eso se notaba en las noches
Se recostó nuevamente en la cama. En ese mismo instante recordó la oferta de Jiraiya.
Se pasó largo tiempo de la noche dubitativo. Por un lado deseaba galopar a Kárandor, la capital de su patria, y asestarle un buen golpe a su hermano Alexei. Por otra parte quería asistir al Concilio y emprender la búsqueda de los templos. Se encontraba en una encrucijada.
Se enderezó hasta quedarse sentado en la cama. Miró a la silla. En ella se encontraba su sombrero. Alargó la mano hacia el gorro y lo cogió. Lo miró y recordó que cuando tenía seis años su hermano se lo había regalado para que se acordase de él mientras estudiaba en Márkandull. Nunca sabría si al mirar el sombrero se decidió de veras o ya lo sabía de antemano, pero había tomado una decisión, iría a Ganeorx. Amnel-Ester era su única esperanza. Estaba seguro de eso.
Al momento de vestirse reparó en que su túnica estaba pulcra como el agua, pero no oscurecida, sino al contrario, inmaculada. Se cubrió con su capa de cuero, se ató la espada al cinto y colocándose su preciado sombrero, volvió a subir las escaleras.
Al estar en la decimosegunda planta buscó a su mentor en la biblioteca. Éste se hallaba sobre el mapa trazando con un utensilio de dos puntas, una de madera y otra con una pluma para escribir, trazando y acotando medidas a la par que las apuntaba en un mapa.
- Maestro...-le llamó el discípulo.
- Gaara, ¿ya te has despertado?- no esperó respuesta.- ¿Qué quieres hijo mío?
- ¿Qué es eso?- no pudo evitar preguntar señalando al objeto.
- ¿Esto?- le respondió alzando el artilugio. Gaara asintió.- Es un objeto que permite medir y trazar distancias fácilmente además de realizar una circunferencia a la perfección. Lo he llamado “compás”. Será el invento de nuestra era.
Gaara sonrió. Respiró y le dijo:
- He tomado una decisión.- Aguardó a que el excéntrico Archimago le escuchara – Acepto su misión.
- Estupendo. Que el Círculo te alumbre en esta sombría hora.-le apoyó la mano en el hombro y soltando una disimulada lágrima se despidió.- Buen viaje y cuídate.- dicho esto le entregó un amuleto de talla enana que demostraba quién era entre los enanos. Después siguió con el “compás” a la vez que musitaba “si aplico la velocidad al tiempo al cuadrado obtendré...”
Gaara se dispuso a salir cuando el Archimago dijo:
- Gaara, ¿hay algo que te preocupe?
El joven negó silenciosamente mientras unas cálidas lágrimas salían de sus ojos azules. No tenía sentido contarle a su maestro sus preocupaciones acerca de su hermano, había mucho por hacer. Bajó lentamente llorando por lo que había visto. Llorando por la pobre Sakura y llorando por que el dragón agonizaba bajo el renacer de un mal que se propagaba desde el Este.
Cuando hubo terminado su descenso salió de las puertas de piedra de la torre. Anduvo hacia los establos respirando el frío aire del alba. Por el Oeste, tan solo quedaba Angaria, por el este se asomaba con timidez el dorado Rivaner.
El hechicero, despertó a su montura.
Ainheror dócilmente se dejo montar y cuando su amo le dio la oportuna orden, comenzó a andar lentamente. Gaara se colgó la vara a la espalda. El portón de las murallas le cedió el paso y espoleando al blanco Ainheror cabalgó rumbo a Ganeorx.
No había dado dos pasos cuando vio un caballo alado de agua volar hacia su posición, no pudo evitarlo, sonrió. Cuando su amigo Elwendel llegó hasta donde estaba él, se limitó a decirle: “¿estas seguro?”. El aludido le miró fijamente y contestó: Sí.
Después los dos se fueron prestos hacia el reino enano y los peligros que ello entrañaba.
* * *
A la par que Gaara y Elwendel galopaban prestos a Ganeorx, los atentos ojos del Archimago no se separaban de ellos mientras su corazón se regocijaba de placer. Cerró la ventana y el reflejo que éste devolvió no fue el amable rostro del Archimago Jiraiya, eral el rostro de Danzou, el Emperador. Éste se volvió con una sonrisa en el rostro y le ordenó a un soldado:
- Ahora, vuelve a disfrazarte y evacua por el portal a todos los aprendices. Por fin tendremos el control de la Torre de Márkandull. Aprovechemos que el verdadero señor de esta torre, el gran Jiraiya, se ha ausentado. Ahora sé cuáles serán mis próximos movimientos, y este mago me conducirá hasta Amnel-Ester.
bueno un cap mas esta capítulo ha terminado, la Guerra de los Dioses, no ha hecho más que empezar. Gaara realizará un peligroso viaje hasta llegar a Ganeorx, ¿qué sucederá? Próximo Capítulo: EL CANTO DEL FÉNIX.
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
OMG!!! No puede ser que me haya retrasado 3 capitulos!
Bueno sobre el capitulo 8:
Sasuke es un maldito! Me da pena que tanta gente muriese y los sobrevivientes tratados asi! Pero lo que mas coraje da es que Naruto ni siquiera sepa quien es y porque tanta gente murio y que tiene una gran responsabilidad, espero y se lo digan ya!
Me inquieta lo del aura que percibio jiraiya en sasuke, y porque dijo que era imposible porque estaba muerto?! A quien se referia? Y porque esa misma aura la tiene sasuke?
Sobre el capitulo 9:
Naruto a tenido una buena idea aunque loca y arriesgada sobre enlistarse al ejercito para poder rescatar a Sakura, ademas de que le sirve tanto a el como a Rob la instruccion militar tanto que ya se tiene un proposito Rob (espero y no muera) y Naruto se a dado c uenta que se enamoro de Sakura, ahora que la vea cual sera su reaccion y como se comportara?! Espero y Sakura si le explique quien es y cual es su mision; me agrada la actitud del principe Godric y como ha tratado a Naruto creo que si le explica las cosas le podria ayudar con el rescate de Sakura.
Sobre el capitulo 10:
WTF! Como es que Danzou se hizo pasar por Jiraiya?! Que pasara con la torre y los aprendices?! Y con Gaara?! Como es que no se han dado cuenta en verdad estan poderoso!! Espero y no se las vea tan drasticamente Gaara, me sorprendio que tambien estuviera enamorado de Sakura.
Esta Sakura nadamas provoca desgracias o q?!
Espero la conti y haber que pasa
Bueno sobre el capitulo 8:
Sasuke es un maldito! Me da pena que tanta gente muriese y los sobrevivientes tratados asi! Pero lo que mas coraje da es que Naruto ni siquiera sepa quien es y porque tanta gente murio y que tiene una gran responsabilidad, espero y se lo digan ya!
Me inquieta lo del aura que percibio jiraiya en sasuke, y porque dijo que era imposible porque estaba muerto?! A quien se referia? Y porque esa misma aura la tiene sasuke?
Sobre el capitulo 9:
Naruto a tenido una buena idea aunque loca y arriesgada sobre enlistarse al ejercito para poder rescatar a Sakura, ademas de que le sirve tanto a el como a Rob la instruccion militar tanto que ya se tiene un proposito Rob (espero y no muera) y Naruto se a dado c uenta que se enamoro de Sakura, ahora que la vea cual sera su reaccion y como se comportara?! Espero y Sakura si le explique quien es y cual es su mision; me agrada la actitud del principe Godric y como ha tratado a Naruto creo que si le explica las cosas le podria ayudar con el rescate de Sakura.
Sobre el capitulo 10:
WTF! Como es que Danzou se hizo pasar por Jiraiya?! Que pasara con la torre y los aprendices?! Y con Gaara?! Como es que no se han dado cuenta en verdad estan poderoso!! Espero y no se las vea tan drasticamente Gaara, me sorprendio que tambien estuviera enamorado de Sakura.
Esta Sakura nadamas provoca desgracias o q?!
Espero la conti y haber que pasa
hikari uzumaki- Sennin
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Posesiones :
Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
bueno perdón la tardanza pero es que estoy a finales de semestre y pos ya saben.....
bueno aquí el cap 11
CAPÍTULO 11
bueno un cap mas el capítulo 11 ha terminado, Gaara ha llegado a Ganeorx y ahora descubre que debe ir en pos de dos fugitivos, ¿quiénes serán? Si queréis saber qué ocurrirá con Sakura, si queréis saber si el malvado Sasuke podrá someterla y logra sus objetivos. Sólo tenéis que esperar con paciencia un Especial que viene. Este capitulo ha llegado a su fin, la Guerra de los Dioses no ha hecho nada más que empezar.
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bueno aquí el cap 11
CAPÍTULO 11
- Spoiler:
- CAPÍTULO 11: EL CANTO DEL FÉNIX
UN RAYO DE LUZ PLATEADA salió disparado del bastón de Gaara dirigido hacia un orco que amenazaba con acercarse demasiado. Mientras, su amigo Elwendel arrojó una gigantesca bola de hielo hacia los orcos que avanzaban hacia ellos con las lanzas bajadas y cubriéndose con los escudos. El hechizo de Elwendel no impactó en los enemigos estrepitosamente sino que se convirtieron en feas estatuas de hielo. Gaara, de un tajo con la espada y un golpe con su bastón, los convirtió en cien pedazos. Tras esto se encontraron completamente solos.
Ambos amigos se encontraban camino de la cordillera de Tach-Mer en un estrecho paso de las Montañas Nubladas. Habían salido de la Torre de Márkandull hacía poco más de una semana. Durante ese tiempo habían cabalgado hacia el oeste sin descanso atravesando los Campos de la Victoria, siempre paralelos a la cercana Cordillera de Tach-Mer para no perder el rumbo.
El viaje se desarrollaba satisfactoriamente para ambos y esa mañana habían atravesado el río Mandoral, alcanzando las Montañas Nubladas. Justo entonces habían empezado los problemas.
- Es la segunda patrulla orca que nos encontramos hoy y sólo hemos recorrido una octava parte de la cordillera, a este paso no llegaremos nunca- se lamentó Elwendel.
- Es extraño- convino con él Gaara.- Estos parajes suelen ser más bien tranquilos.
- Deberíamos averiguar qué está pasando.
- De acuerdo. Si volvemos a encontrar a otra patrulla interrogaremos al oficial.
Con este propósito, ambos amigos salieron del paso y se dirigieron a una cima para otear el campo. Las Montañas Nubladas eran en sí unos montes de poca altura en comparación con las colosales montañas de Tach-Mer. Esta formación se extendía hasta casi abrazar al río Kalduin. Estos paisajes, como había dicho Gaara, en un pasado no muy lejano habían sido tranquilos y ocupados por los enanos. Sin embargo ahora estaban ocupados por los campamentos de sus adversarios.
Elwendel se adelantó y al poco volvió con cara de circunstancias:
- He visto una patrulla de diez o quince orcos en la ladera de una montaña, no nos será difícil sorprenderles, lo malo es que siendo tantos nos costará vencerles.
- Tranquilo chico, seguro que al ver nuestra magia saldrán corriendo como liebres perseguidas por un lobo.
El aludido no respondió y su cara se puso aún más seria, los hideirs no eran amigos de las bromas ni de las luchas en desventaja. Para un hideir, una batalla en la que los números no estuviesen de su parte era una batalla perdida, al contrario que los humanos para que cuanto más desequilibradas estuviesen las fueras, más interesante y heroica resultaba.
Gaara se bajó del caballo y ambos continuaron en silencio hasta la ladera de una colina en cuya cima se hallaba la patrulla. Por el lado norte, la colina bajaba en un precipicio que caía verticalmente hasta el valle. Al constatar esto, Gaara tuvo una idea y le hizo un gesto a su amigo señalando que el iría por el oeste y Elwendel por el este para empujarlos hacia el norte y cerrarles el paso. Éste lo comprendió y asintiendo se trasformó en una nube y desapareció.
Al quedarse solo, el mago se dirigió hacia el oeste mientras decidía qué hechizo iba a utilizar. Al final se decantó por una barrera de fuego, aunque sabía que al hideir no le iba a gustar ya que como perteneciente a una raza subacuática, Elwendel no comprendía el fuego y por eso le daba pavor, lo cual le había costado no ser un mago propiamente dicho sino un brujo – dentro de la jerarquía del Cónclave de Magos -, el elemento más agresivo de las fuerzas de la naturaleza.
Ya había llegado, Gaara se empezó a preparar para el hechizo convocando a los máekas, los responsables de la existencia de la magia. El mago convoca a los máekas y de ellos extrae su poder, por eso su habilidad con la magia depende directamente de su poder para atraer y controlar máekas siendo el lenguaje arcano una forma de hacer real el poder de los máekas
De repente oyó un tumulto en la colina y miró rápidamente, su compañero había apelado al elemento que más le gustaba, el agua y había creado un gigantesco muro de hielo en dirección sur-este. Gaara no pensó y pronunció las palabras mágicas que tenía preparadas. Sintió como la energía pasaba de los máekas a él y finalmente al conjuro, creando una muralla de fuego que fue a unirse con el muro de hielo.
Los orcos empezaron a chillar desesperados y cuando Elwendel apareció trasformado en un gigantesco ángel de seis alas - muy recargado para el gusto de Gaara -La mitad del grupo echó a correr hacia el barranco, arrastrando consigo a la otra mitad. Por suerte Gaara estaba preparado y formulando un hechizo de levitación, recogió al líder y lo arrastro a la cima antes de que se matara junto con sus subordinados. Cuando se vio sobre tierra firme, el orco intentó echar a correr, pero Elwendel, todavía como ángel lo agarró y le dijo amenazadoramente:
- Si quisiera podría congelarte la sangre en las venas, y eso, sería una agonía lenta y dolorosa, muy dolorosa. ¡Así que será mejor que hables, orco infame!
A partir de aquello, el orco se mostró más cooperativo y empezó a responder a sus preguntas:
- ¿Por qué estáis aquí?- preguntó el hideir con voz de trueno
- Tenemos montado un campamento a veinte kilómetros al sur de aquí, nuestras ordenes son patrullar toda la zona y apresar a dos humanos, uno rubio y alto y otro moreno y gigantesco. – respondió aterrado el orco.
- ¿Órdenes de quien?
- Del general Sasuke.
Gaara se impacientó:
- ¿Para qué los quiere?
- Son rebeldes escapados de la destrucción del Baltor. El Emperador les acusa de alta traición.
- ¿Baltor?- le preguntó Elwendel horrorizado.
- El general incendió Baltor hace seis semanas y en medio de la confusión, dos hombres lograron huir.
Elwendel se acercó con curiosidad. Gaara aumentaba la fuerza con la que sostenía al oficial orco.
- ¿Por qué le interesan tanto? – interrogó el brujo.
- Nadie lo sabe, aunque se rumorea- el orco se paró y soltó una risotada por lo bajo - que es porque intentan rescatar a la serafín capturada. Un duro golpe para el orgullo del general.
- ¿Qué serafín?- preguntó ansioso Gaara temiendo que se tratara de Sakura.
- Una princesa capturada en la caída del Mausoleo de los Inmortales, he oído que…
En ese momento, Gaara presa de una rabia nacida de la frustración, golpeó brutalmente con el bastón al orco en la frente, matándole ante la mirada atónita de Elwendel. Se sentía vencido, desorientado. Su hermano se había vuelto loco y le había traicionado cuando él no estaba presente y encima ahora Sakura, su amiga, estaba prisionera de un usurpador maligno y de un general asesino y sádico. Gaara no había conocido en persona al general Sasuke, pero la fama que le precedía… ¿Podían las cosas ir peor?
Esa noche durmieron poco y por ello la pasaron deliberando sobre el rumbo a seguir. Gaara quería partir esa misma noche hacía el oeste en dirección al campamento del general Sasuke en vez de hacia el noroeste e ir a rescatar a la princesa, pero Elwendel se opuso firmemente.
- No puedes hacer eso, es un suicidio.
- Me da igual, no puedo pensar que estará bien y dirigirme hacia la seguridad del Reino Enano mientras ella sufre en manos del Imperio.
- Piensa Gaara, ni siquiera sabemos si ese monstruo nos ha dicho la verdad, podría ser un reclamo para guerreros y magos insensatos simpatizantes de la resistencia. Quieres dejarlo todo por un rumor extendido por uno de los mejores generales de Danzou.
- Tienes razón, podría ser una trampa, pero si lo es, estaré prevenido y aprovecharé para matar a algunos guardias imperiales.
- Gaara, eres representante de un consejo muy importante, una figura para los rebeldes, ¿Qué crees que pasaría si el Imperio consiguiera atraparte?
- Nada, me suicidaría antes de hablar, y así sería un mártir para la causa. – contestó sin pensar en lo que decía
Elwendel se armó de paciencia.
- Muerto no nos sirves de nada. Lo único que te pido es que tengas un poco de paciencia. Vayamos con los enanos, hazles partícipes de las noticias que le distes el Archimago. Entonces podrás organizar un comité de rescate como es debido y yo seré el primero en luchar a tu lado. Solo no conseguirías nada, de este modo conseguirás rescatarla y cumplir con tu promesa para con el Archimago.
- De acuerdo – accedió Gaara a regañadientes – pero llegaré, daré las noticias y me iré inmediatamente.
- Me alegra comprobar que estamos de acuerdo.
Mientras Elwendel preparaba la cena, Gaara extrajo de su bolso varios pergaminos con la intención de estudiar. Como siempre decía Jiraiya para alentarle a estudiar: igual que los guerreros deben ejercitar el cuerpo, los magos debemos ejercitar la mente. Aunque al Archimago le había dicho que iba bien en sus estudios lo cierto era más bien lo contrario. En las universidades y academias por las que había pasado durante su viaje había estudiado los fundamentos teóricos de las disciplinas que Jiraiya le pedía. Gaara no había llegado a ser un hechicero, el escalafón superior en la jerarquía mágica debido a su poca paciencia para estudiar una de las tres fuerzas mágicas supremas, magia celestial, propia de los serafines; magia hermética, propia de los dragones y magia negra, propia de los demonios, aunque su maestro siempre le había dicho que tenía muchas facultades. Él era un mago, aquel que era capaz de someter a su voluntad los cuatro elementos, y ya no podía seguir avanzando pues carecía de talento que le atribuía su maestro.
Según lo que había estudiado, la magia celestial, englobaba las artes de la alteración, de la ilusión y la destrucción; la magia oscura, era un conjunto de hechizos de transformación, de invocación y de magia prohibida (incluidas las heréticas prácticas de la magia de sangre y la nigromancia) y la magia hermética, un conglomerado de todas esas disciplinas.
Leyó uno de los pergaminos que estaba titulado como “Transformación”. Tras leerlo varias veces se dio cuenta de que no era tan difícil de comprender, pero su verdadero problema era la ejecución de ese hechizo. Siempre seguía las instrucciones al pie de la letra y siempre fallaba. Se concentraba, convocaba a los máekas, pronunciando el hechizo y justo cuando sentía la extraña sensación, un recuerdo o algo hacían temblar su concentración y nada. Jiraiya insistía en que había llegado la hora de la aprender usar su voluntad. Los hechiceros más poderosos se bastaban con su propia fuerza interior para desatar los más devastadores hechizos. La principal diferencia entre los máekas y la voluntad era la necesidad de concentración de cada una, siendo para la primera muy elevada.
En el momento en que iba a poner en práctica el hechizo, Elwendel lo llamó para cenar y allí abandonó el estudio de la transformación
Al día siguiente salieron temprano y partieron hacia el noroeste evitando las patrullas por medio de un sencillo hechizo de niebla perpetua convocado por Elwendel y otro hechizo de aviso de enemigos convocado por Gaara.
Avanzaban a buen ritmo y estaban seguros de que llegarían en menos de una semana cuando un imprevisto les obligó a cambiar de planes.
Sucedió al cuarto día de viaje cuando se encontraban a menos de dos días de su destino y ya habían alcanzado la cordillera de Tacha Mer, en donde se situaba el Reino Enano. Al doblar un recodo, se encontraron que el paso por el que tenían que atravesar, se encontraba bloqueado por un campamento de orcos y trolls estratégicamente situados para impedir el paso a cualquiera que intentara llegar hasta los enanos. Gaara sintió que se le venía el mundo encima cuando comprendió que les llevaría días dar un rodeo y que ese era un retraso que no se podían permitir.
Sin embargo, su compañero, lejos de parecer desolado, ostentaba una expresión pensativa y se diría que divertida. De repente pareció decidirse y le dijo:
- Tú quieres pasar por aquí para poder ir al rescate de Sakura, ¿verdad?
- Pues claro, pero me parece que no podemos hacer nada contra una manada de trolls con el terreno en contra y sin más magos o guerreros que nos apoyen.- se lamentó Gaara.
- Si te dijera que tengo una idea para pasar y además neutralizar la amenaza de los trolls para siempre, pero que podría ser un poco incómoda para ti, ¿qué me contestarías?
- ¿Qué estás tramando?
- ¿Qué te parecería te convirtiera en agua, yo te guiara por el subsuelo filtrándonos por la tierra y nos deslizáramos hasta su campamento, les atacáramos y saliésemos de allí otra vez por debajo de la tierra?
- ¡Es una locura!, - exclamó Gaara – pero puede funcionar – admitió pensativo.
- Funcionará- le aseguró el hideir- pero te advierto que no te gustará ser agua.
- Estoy dispuesto. No tengo opción. - afirmó un decidido Gaara.
- Pues transformémonos. Dame la mano –le ordenó.
Gaara obedeció de repente sintió que perdía forma y masa y que su cuerpo se dilataba y se contraía, se expandía y se encogía; una serie de contradictorias sensaciones: su cuerpo no le obedecía. Era una experiencia aterradora, no era consciente de donde estaba ni qué era. Tuvo un acceso de pánico hasta que escuchó la voz de Elwendel exigiéndole calma. A duras penas se calmó y exclamó: “Vamos”. Elwendel se fusionó con él y le “sumergió” en la tierra. Gaara no podía ver nada y sentía que la cabeza le daba vueltas y que a la vez no se movía, se mareaba y se encontraba en plena forma, se sentía oprimido y liberado, desmadejado y rígido. Más paradójicas sensaciones, no veía salvo una luminosa oscuridad. Justo cuando estaba a punto de suplicar que aquello acabase, volvió a ver luz y se encontró tumbado en el interior de una tienda con Elwendel al lado.
- ¿Don... de... es... tamos? - jadeó
- En el interior de una tienda en el campamento troll- le contestó el hideir- en la meta. Empecé a pensar que no lo conseguirías.
- Yo también.
- Ya está hecho, lanza la bola de fuego y desaparezcamos.
- Dame un minuto.
La mente de Gaara trabajaba a toda prisa, no quería pasar otra vez por la experiencia del agua y no podía escapar a través de un campamento troll, sin embargo... Sacó el pergamino de transformación y volvió a leerlo. Se transformaría. Si consiguiera hacerlo funcionar habrían ganado. Al final se decidió.
- Elwendel, escapa tú y déjame aquí solo.
El hideir se iba a negar cuando el chico se lo impidió.
- No te preocupes por mí, pero mantente en un sitio donde veas bien el campamento. Aquí va a hacer mucho calor.
- No creo que sea una buena idea – protestó el brujo.
- No discutas. No hay tiempo.- ordenó.
- Está bien – concedió Elwendel mientras desaparecía.
Una vez a solas, Gaara sacó el pergamino y después de mirarlo dubitativo, empezó a recitar el hechizo a la par que convocaba a los máekas. Cuidó cada una de sus palabras, mantuvo su mente en blanco y visualizó una imagen que siempre le había fascinado: la de un fénix, el emblema de su reino; pero el hechizo no funcionaba. Había sido una osadía, pero cuando se propuso desistir en su empeño, empezó a sentir la energía en su cuerpo, lo estaba consiguiendo. Se trasformaba. Sentía como sus manos se encogían hasta perderlas, sus pies otro tanto de lo mismo. Dolor. Empezaron a nacerle plumas, el pelo se le cayó, los ojos le ardían, hasta que en vez de gritar pronunció un bello y melodioso canto. Atraído por el cántico, un guardia se acercó a mirar, pero ya era demasiado tarde, la trasformación estaba completada. Un ave fénix de plumajes dorados y carmesíes como el fuego que desprendían sus extremidades despegó en medio de los bramidos de los trolls y arrasó completamente el campamento con su fuego divino. El pánico se desató en todo el campamento. Sus enemigos, indecisos y confusos, no sabían que hacer. Los trolls eran criaturas utilizadas por los orcos para arrasar cualquier defensa humana, pero no sabían combatir contra algo que surcara los cielos y que a su vez liberaba su aliento purificador sobre ellos. Cuando hubieron caído dos de la manada, los demás huyeron en desbandada.
El mago estaba disfrutando como nunca. Cuando ya no quedaba ningún troll en pie, Elwendel que lo había estado mirando asombrado desde una colina cercana, se le acercó volando y le invitó a proseguir el viaje volando hacia la puerta de Ganeorx, la entrada al Reino Enano.
Varias horas después, Gaara se levantó con un gran dolor de cabeza como compañía. Recordaba que habían estado volando toda la noche hasta que el hechizo se había terminado y que luego había caído rendido sobre la hierba. Se incorporó y vio a Elwendel sentado a su lado. Este, al constatar que ya estaba despierto, se le acercó y le ofreció una escudilla con comida.
El hideir le miró profunda y seriamente hasta que al fin, incapaz de contener su lengua exclamó:
- ¿Cómo lo hiciste? Fue increíble. ¡No ha habido ningún transformador en doscientos años! ¡Eres increíble!
- Tenía un pergamino de la biblioteca de la Torre de Márkandull. En él estaba escrito un hechizo de metamorfosis e imaginé la forma de un fénix.
- Pero eso es magia muy avanzada, tendrías que ser un hechicero para poder hacerlo.
- Lo sé – dijo Gaara tan confundido como el hideir – Sin embargo en alguna parte de mí sabía que podía hacerlo. No puedo explicarlo.
Elwendel lo observo un momento antes de atreverse a expresar lo que era inevitable pensar:
- ¿Serás un archimago por nacimiento y no te has dado cuenta?
Gaara lo pensó durante un rato antes de replicar:
- No creo, los archimagos demuestran desde niños un inmenso potencial. Ése no es mi caso y yo según los cánones humanos ya he pasado la adolescencia. Este es un episodio aislado y no creo que se vuelva a repetir.
Estaba claro que el hideir no opinaba lo mismo, pero no queriendo discutir se limitó a asentir y a murmurar:
- Claro.
- Entonces deberíamos continuar, la Puerta no estará muy lejos.
- En eso tienes razón – afirmó su amigo sonriendo. Se separó un poco de él y le ayudó a incorporarse – Está ahí.- dijo señalándole a las montañas de enfrente.
Gaara sintió como el pecho se le henchía de felicidad y orgullo por la misión cumplida: la puerta se elevaba frente a ellos en toda su magnitud, habían llegado. La famosa entrada al reino enano era una fabulosa construcción de dicho pueblo en los albores de la Segunda Edad, cuando ante el poder creciente de los humanos, los enanos se habían visto obligados a proteger sus dominios de posibles invasores taponando el único paso viable a través de la cordillera. Se trataba de una puerta de al menos veinte metros de alto por diez de ancho. En el quicio, se hallaba una colosal estatua de un Rey Enano sujetando un martillo. Estaba decorada con escenas de la lucha de los enanos contra los ensairs, los temibles sirvientes de Úrsagal. Las puertas estaban hechas de piedra maciza y pesaban varias toneladas cada una. Se encontraban rodeadas de piedra por todos lados y tras ellas estaban los túneles enanos.
Gaara se acercó con reverencia a aquella puerta que ya había cruzado varias veces, siempre en calidad de representante de la resistencia. Al acercarse, notó que la puerta aparecía desgastada y con algunos pequeños orificios en algunas partes, como si la hubieran atacado con arietes o con magia. Seguramente habrían sido atacados por el Imperio. Esto elevó las esperanzas del joven, pues si los habían atacado, los enanos, siempre reacios a ayudar a alguien que no fuera de su raza, estarían dispuestos a escucharle y a ayudarle en sus propósitos.
Con estos pensamientos en la cabeza, Gaara se acercó y tocó el muro, activando de ese modo el sistema de alarma mágico conectado a la puerta y que revelaría su presencia. Casi al instante, una abertura circular apareció en el muro y un enano apareció por la abertura.
Los enanos fueron creados por la diosa Marah, la diosa de la tierra, para proteger los montes del mundo. Por ello, casi todos los representantes de esta especie eran de complexión gruesa y baja. Tenían una cara enmarcada con una gran barba, símbolo de su raza y que se dada sólo en hombres. Además poseían grandes hombros con espaldas anchas. Nunca pasaban del metro veinte y tenían unos anchos brazos debido al continuo esfuerzo de cavar en las minas. Como consecuencia de su estatura, los humanos y elfos tendían a infravalorarlos, opinión que enseguida cambiaba cuando se daban cuenta de su increíble fuerza y de su gran astucia. Eran unos excelentes luchadores y filósofos aunque se mostraban reservados por naturaleza, ya que les costaba mucho tomar confianza con alguien de otra raza.
El enano era un digno representante de su raza, porque les dedicó una mirada ceñuda y les preguntó ásperamente qué deseaban, a la par que les aconsejaba no intentar lanzar ningún hechizo, ya que veinte soldados ocultos les observaban con las armas preparadas.
Gaara admiró la entereza del enano ante dos desconocidos que tenían todo el aspecto de ser magos, uno de ellos además hecho de agua, algo que el enano no había visto nunca. Con tranquilidad exhibió el amuleto que le había entregado su maestro y que testimoniaba que él era el enviado de Jiraiya
El enano al verlos se apresuró a dejarlos pasar, aunque dirigió una hostil mirada a Elwendel.
El mago acompañó a su amigo a través del túnel principal. Éste partía de la puerta de Ganeorx y atravesaba las montañas hasta llegar a Ganeorx, la capital del reino enano. Sin embargo una sorpresa les esperaba en el último recodo de los cerca de dos kilómetros que tuvieron que recorrer.
- ¡Maestro! – exclamó Gaara cuando vio al Archimago de pie enfrente de las escaleras que conducían al interior de la ciudad.
- ¡Gaara, Elwendel, cuanto me alegro de veros! Temía que os hubiera ocurrido algo malo.
- Tranquilo maestro, como puede comprobar hemos conseguido llegar sanos y salvos. – le tranquilizó Gaara.
- Pero, ¿qué está haciendo aquí, señor? – le preguntó Elwendel.
Éste se mesó la larga barba plateada.
- Elwendel, me sorprende tu pregunta. Sabes de sobra que yo vendría del sur y que no lo haría solo. Sin embargo las cosas se han complicado.
- Maestro, llegó hace tres semanas y me pidió que cuando Gaara volviese lo llevara ante vos a la torre.
- ¡Imposible, yo me dirigí aquí!- se quedó pensando y soltó – A menos que hubiese viajado en el tiempo. Sí eso debió ser. Llegué aquí, viajé al pasado y luego regresé hasta el presente… ¡Maldita edad, no me acuerdo de cómo lo hice!
Aquel disparate era propio de Jiraiya. El Archimago era un gran hechicero y un gran maestro, un padre para él, aunque se mostraba distraído y sus respuestas solían ser como aquellas: excéntricas y sin ninguna relación con el tema. Lo que había visto en la torre era algo más distinto. Aquel Jiraiya había observado pacientemente y después había manipulado a los dos magos.
- No – cortó Gaara a Elwendel y su maestro que estaban discutiendo sobre los viajes en el tiempo.- Otro mago se disfrazó de usted y me hizo contarle todo lo que había visto durante mi viaje. ¿Pero cómo tenía uno de estos amuletos? – inquirió señalando el objeto con el que había podido penetrar en el Reino Enano.
- Yo le di uno a Elwendel – continuó el maestro.
- Y yo se lo devolví al falso Jiraiya que se lo debió de volver a dar a Gaara – concluyó el hideir.
- Por lo tanto yo le conté todo a un falso Jiraiya. ¡Por los Doce!, le entregué la hielita, – Jiraiya le miró asombrado – y el mensaje de los elfos a un seguidor de…
- ¡Fue Danzou! – exclamaron los tres a la vez.
- Claro – exclamó Jiraiya - y ahora tiene a mis discípulos a su merced. Cuando le coja estrecharé mis manos sobre su cuello – a partir de ahí comenzó a injuriar al Emperador.
- Perdóneme que le interrumpa – se hizo oír Elwendel a duras penas. – Pero Danzou pretendía evacuar a todos los aprendices de la escuela. Antes no lo entendía el porqué, pero ahora sí. Danzou no quería que los futuros magos sufrieran daño.
- Bueno, algo que agradecer. – se consoló Jiraiya. – Parece que todas las clases que le di acerca de moral han servido de algo al fin y al cabo. Pero eso no justifica que me haya robado mi academia. Maldito bastardo. – Jiraiya empezó a maldecir en voz alta y a prometer que se vengaría.- Desde luego este verano me está saliendo todo mal. Entre Naruto y Danzou…
Gaara se sintió de repente muy solo y hundido, todo lo que siempre había dado por cierto se desmoronaba a su alrededor. Su querida escuela, tomada; su reino en manos del Imperio por obra de su propio hermano; su amiga Sakura, en manos del enemigo. ¡Sakura!, casi se había olvidado de ella, constató apesadumbrado. Tenía que rescatarla.
El sabio hechicero, bien conocedor de cada uno de sus pupilos, sabía que al joven mago la pasaba algo. Intuyendo lo que apesadumbraba a Gaara le inquirió:
- Estas impaciente por irte, ¿por qué?
- Señor, en el camino nos hemos enterado de que Sakura se encuentra presa en manos del enemigo. Estuve a punto de ir a buscarla, pero el cumplimiento de la misión que me habíais encomendado me detuvo. Ahora que vos estáis aquí, ya no soy necesario y me gustaría ir a rescatarla.
- Entonces llegas en buen momento, nos acaban de llegar noticias de que un ejército de orcos y algunos demonios avanzan hacia aquí persiguiendo a dos personas. Una de ellas parece ser Sakura. Ya mandé a Oruc hace una semana a por ellos. Sin embargo te aconsejo que tú partas ya. Aún les faltan tres jornadas bajo la acosadora mirada de Sasuke.
- ¡Me voy! – exclamó Gaara subiendo al caballo y partiendo al galope en dirección a la puerta ante la sonrisa del Archimago y de su amigo.
El anciano maestro mirando a Elwendel, percatándose de que su alumno necesitaría que le echara una mano le ordenó:
- Ve con él y cuídale. Los fugitivos se encuentran a tres días en dirección a Nan Gar’ok –paró para añadir. – Ni siquiera sabe a dónde ir y si se pierde y no vuelve no vestirá el azul de hechicero.
- Adiós pues. – se despidió Elwendel con una sonrisa. Convirtiéndose en un caballo alado salió al galope en pos de su amigo
El archimago permaneció de pié con una sonrisa socarrona en los labios y pensando que o bien esos dos muchachos estaban majareta o tenían un gran futuro ante sí.
bueno un cap mas el capítulo 11 ha terminado, Gaara ha llegado a Ganeorx y ahora descubre que debe ir en pos de dos fugitivos, ¿quiénes serán? Si queréis saber qué ocurrirá con Sakura, si queréis saber si el malvado Sasuke podrá someterla y logra sus objetivos. Sólo tenéis que esperar con paciencia un Especial que viene. Este capitulo ha llegado a su fin, la Guerra de los Dioses no ha hecho nada más que empezar.
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moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Hacía eones que no comentaba por mi propio fic ^^U Lo siento. Pues para empezar como acostumbro, muchas gracias a moi-yoyo que lo está subiendo, apesar de estar de exámenes. Lo cierto es que todo parece estar encaminándose. ¿Por qué Sasuke se toma tantas molestias en Sakura y en Naruto? ¿Cuáles son sus planes? Además ahora tenemos un nuevo personaje Gaara que también es alumno de Jiraiya... Las cosas se ponen interesantes. El próximo capítulo, para mí, creo que es uno de los que más me gustaron escribir. Espero que disfrutéis del especial. Muchas gracias por vuestros comentarios
Septimo Hokage- Consejo de escritores
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Woooooooowwww! Gaara es grandioso! Y todavia se atreve a subestimarse, afortunadamente Jiraiya estaba con los enanos y se dieron cuenta de que Danzou se hizo pasar por el.
Ahora iran a por Sakura, y se conoceran Gaara y Naruto, siii!
Ya quiero la conti y saber como iran las cosas y mas porque sera capi doble.
Conti!
Ahora iran a por Sakura, y se conoceran Gaara y Naruto, siii!
Ya quiero la conti y saber como iran las cosas y mas porque sera capi doble.
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hikari uzumaki- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
increible fic, un poco complejo al principio, pero va tomando forma
Grandiosa obra, conti YAAAA!!!!! xD
Grandiosa obra, conti YAAAA!!!!! xD
Davidenko17- Jounin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
bueno un gran atarazo pero fue por que tuve que hacer la semana pasada un ensayo del tamaño de casi un fic pero bueno es .... HORA DE ESPECIAL DE LA GUERRA DE LOS DIOSES.
PD: no los pongo juntos por que me parece conveniente, al igual que séptimo hokage, ya que es mucho
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CAPÍTULO 12
bueno, fue mas decepción que me dio sakura y orgullo me dio naruto jejej, y quien entiende al dichoso general dragón, ama o no a sakura.
bueno mañana pongo el CAPÍTULO 13: LAS CATACUMBAS DE LA MUERTE
PD:
PD: no los pongo juntos por que me parece conveniente, al igual que séptimo hokage, ya que es mucho
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CAPÍTULO 12
- Spoiler:
- CAPÍTULO 12: EL RITUAL DE LA LUNA ROJA
LE COSTABA RESPIRAR Estaba atada de pies y manos, tan solo se escuchaban gritos de dolor de prófugos y rebeldes como lo era ella. Una sensación de rigidez la recorría de arriba abajo haciéndola sudar. El sudor no era producido por el cansancio sino por la sensación de que la muerte andaba tras ella.
Una fuerte sacudida le convulsionó. La sangre le quemaba por dentro debido a la ira que retenía su corazón y al veneno que le habían suministrado ese día como todos los que llevaba cautiva para conseguir toda la información acerca de la resistencia contra el Emperador.
Tenía miedo, el miedo que se le tiene a destino y no el miedo a morir. Desde que se enteró del asedio y la destrucción de Baltor había perdido toda la esperanza de que aquel chico sin rostro la salvara. Hation, el sacerdote al que Sasuke había concedido la libertad para hacer con ella lo que quisiera, no había dejado de martirizarles recordándole la matanza de la ciudad del Valle de Valdur. Se había resignado a ser sacrificada. Dudaba que Naruto llegara a tiempo con Sasuke pisándole los talones. El Sumo Sacerdote de Úrsagal, le suministraba todos los días ese veneno y vengarse por la fuerza que demostraba Sakura, pues incluso ante las más inhumanas torturas, siempre había reaccionado con frialdad.
Nunca en su vida había sido tratada con tal violencia y lo que era peor para ella es que Sasuke lo había consentido. Había sido presa en otras ocasiones pero nunca antes se habían atrevido a tanto. Su cuerpo podía aguantar durante mucho tiempo, pero no eternamente y desde los últimos días ya empezaba a sentir como se acumulaba el cansancio y el dolor.
De nuevo todo su cuerpo luchó contra aquel mal líquido que se paseaba por sus venas. Sus perlinas alas, atadas macabramente mediante un cepo, se estremecían al mismo tiempo que la joven. Aquella tortura era peor que la muerte, pero su orgullo le impedía emitir queja alguna, acción que frustraba a sus captores.
El sonido de la puerta de su celda la sacó del trance. A duras penas se giró. Una mano fuerte sostenía su cabeza mientras que con la otra le hizo beber el amargo antídoto contenido en un cáliz de plata. Con extrema delicadeza la giró. Pronunció unas palabras en el arcano lenguaje de los hechiceros y el cepo se incineró. Hation le suministraba la cura como todas las mañanas. Tienes visita, “Alteza” informó con desdén.
Sus alas volvían a ser libres. En un impuso las intentó batir pero la extenuación sufrida, le imposibilitó moverlas. Sintió que un alivió dominaba su cuerpo. Su respiración se normalizaba.
- Tu orgullo será legendario.- comentó Sasuke
- ¿No os han enseñado a marcharos a incordiar a otra parte?- le contestó débilmente.
- Está bien, jugaremos a tu juego. Te trataré de vos. No os pienso dejar en paz, por lo menos hasta esta noche – se arrodilló hasta que sus ojos quedaron en frente los unos de los otros, hasta que se hallaron muy cerca.- Sakura, hoy es la gran noche. Confesaos, purgaos, haced lo que os venga en gana, pues hoy será vuestro holocausto. ¿No os parece bonito que haya venido del campo de batalla para venir a veros?
- No me sacrifiquéis - le suplicó obviando su última pregunta.
- No quisisteis colaborar conmigo o con Hation.
- No soy ninguna traidora. – le replicó
- Sí, en efecto, parece ser que La Leyenda cuenta con alguien leal – ella lo miró extrañada.- Estará orgullosa de vos.- dijo con sarcasmo e ira contenida.- ¿Por qué hemos acabado así? – se quejó.
- Quizás porque nunca debió de haber pasado – le replicó intentando ser fría y desapasionada.
- No seas así, a ti te gustó tanto como a mí.
- ¡Insolente…! Era una niña, casi me obligaste.
- Yo no te obligué – la miró divertido.- Al igual que ahora.
Con sus manos el general la cogió por los brazos. La miró con sus oscuros ojos. Ella no desvió la mirada. La volvió a atraer hacia sí y soltó las cadenas de que apresaban a la muchacha. La levantó y la atrajo aún más hacia él. Cuando se encontraban a menos de un palmo de distancia, él hizo ademán de besarla. El corazón de Sakura comenzó a latir con fuerza, tanta, que sintió miedo de que él lo escuchara. Cuando los labios de Sasuke rozaron los suyos en una suave caricia, no se negó. Una sensación electrizante. Sasuke debió de intuir lo que pensaba y cogiendo con suma delicadeza su rostro de porcelana la miró. Volvió a besarla acariciándole la larga cabellera ondulada. Mientras Sakura experimentaba tan confusas experiencias, su captor disfrutaba con aquellos besos. Sasuke la miró. La tenía donde quería, pero debía cumplir una misión. <> pensó con acritud. Se separó de su prisionera, tocándole el pelo y mimando su rostro dijo:
- Eres tan bella...-dijo con una voz grave y serena. - lástima que esta noche sea la última.
Sin esperar respuesta cerró la puerta tras de sí.
Sakura, al volver a quedarse sola regresó a la realidad. Regresó a la celda de Nan Gar’ok donde sería entregada en sacrificio al dios del mal. Tan solo podía preparar su alma para encontrarse con Sáetar, con Ánaris y con sus padres, se preparaba para morir. La esperanza la había abandonado, y esa esperanza se llamaba Naruto. Se tiró al suelo y lloró amargamente mientras repetía en su lengua:
- Sáetar, perdona todas mis culpas... [N.del A: Sáetar es el padre de todos los dioses y de todos los mortales]* * *
Muy cerca de ella, Naruto andaba a buen paso por el campamento instalado en las proximidades de Nan Gar’ok.
Habían pasado casi dos meses desde que la Princesa le había pedido que la sacase del cautiverio; casi un mes y medio de que abandonase Baltor y ésta quedara reducida a escombros y casi un mes desde que él y su hermano se alistasen en el ejército. El tiempo pasado le había gustado. Por la mañana la dura marcha le había entrenado mientras que por la tarde las prácticas le habían conllevado a ser conocido como “halcón”, debido a su buen ojo con las dianas; además habían tenido la suerte de que la Legión en la cual se habían enrolado tenía de destino el mismo templo donde la joven yacía presa. “Sí, han sido muy buenas semanas” pensó el explorador. Lo mejor había sido la forma en la que Godric le había tratado. Era un trato muy familiar. Godric se había encargado personalmente de instruirle. Naruto nunca le dijo sus intenciones, pero parecía que el Príncipe de Inadén era más perspicaz de lo que se podía pensar.
Pero a pesar de estas felices semanas de instrucción y de exploración, la serafín le había robado el sueño y el apetito. No comía como cuando vivía en la granja, aunque estaba al borde de la extenuación tan solamente dormía unas pocas horas y el resto de la noche lo pasaba limpiando o entrenándose con la espada.
Siguiendo el plan trazado por Rob y él durante el viaje, le había pedido a Sir Godric que le prestase los mapas que los exploradores tenían del templo. Éste se los prestó con estas enigmáticas palabras:
- No nos defraudes hijo.
Naruto no lo había entendido, pero le daba igual. Tenía lo que quería y lo demás carecía de importancia. Se había memorizado los mapas en tres días y pensaba que era capaz de recorrer todo el edificio. Se sentía preparado para su misión.
Se detuvo al pie de la atalaya del campamento. Era una edificación de madera, que improvisadamente hacía de torre de vigilancia. Decidió subir y contemplar una vez más aquella planicie antes rebosante de vida. Desde tal posición podía ver lo que era Nan Gar’ok. Tenía la sensación de haber estado ahí cuando la guerra aun no había destrozado sus murallas. Detrás de ella, cuatro cúpulas sujetaban a otra medio derruida. Cuatro torres se alzaban desafiantes. Además por el suelo del cañón se podían percibir algunas estatuas destruidas.
Tan ensimismado se encontraba con sus pensamientos que no se percató de que alguien requería de su presencia y que por lo tanto lo llamaba. Bajó en unos momentos cuando se encontró con un explorador:
- ¡Naruto, Naruto!- le apeló.- Godric nos quiere ver.- le dijo la voz su compañero
- De acuerdo.- contestó.
Se dirigió a su tienda. Una vez allí se cambió y se vistió como explorador de Inadén que era, envuelto en una capa y capuchón, verdes y pardas ambas prendas, con una bufanda, también del color de la capa, que le tapaba toda la zona de la boca hasta la nariz, volvió a salir en busca de su partida.
Al llegar, Godric esperaba con paciencia a los tardones como él.
Cuando llegaron los últimos rezagados les comentó:
- Bien, muchachos, os he citado para informaros de que hoy es la Noche de los Dioses o el Plenilunio Mayor de Angaria – aquel nombre se clavó en el pecho de Naruto como un puñal – así que a partir de...
- He oído que se va a sacrificar a una serafín.- le interrumpió uno de los exploradores.
Naruto se removió incomodo, tenía la corazonada de que esa serafín era la chica a la que había prometido ser su salvador y no lo estaba haciendo nada bien.
- Sí, pero el próximo que interrumpa pasará los próximos seis años picando en la mina Como iba diciendo, a partir del toque de queda a la caída del sol, podréis hacer lo que queráis.
- ¿Podremos ver el ritual?- preguntó un explorador. Naruto le maldijo para sus adentros.
- Podréis hacer lo que queráis, pero yo no lo haría. Los sacerdotes en pleno ritual alcanza un trance y un fanatismo que pueden incluso matarse ellos mismos o a los que les rodean, por lo que yo ni me acercaría al templo. Si fueseis hombres de fe...- suspiró.- Marchad. ¡Por el Dragón Imperecedero! – se despidió con el lema real del Imperio.
- ¡Por el Dragón Imperecedero!- corearon los batidores.
El silencio se enseñoreó de los batidores. Naruto se angustiaba por momentos. Ahora entendía por qué le había dicho que debía llegar antes del plenilunio. Ahora entendía por qué no le había querido decir quién la mantenía presa. Solo oírlo resultaba traumático. Cómo podía alguien querer matar a una criatura pura llena de luz y de vida para ofrendarla a un dios. ¿Qué dios quería presenciar la muerte de unos de sus paladines, de los sagrados serafines?
Tras unos breves momentos de silencio y de respeto Godric dijo.
- Bien, exploradores,- los miró una vez más pasando revista mentalmente – rompan filas.
Naruto, sabía que no habría guardias vigilando el templo, pero ahora se le complicaba el asunto al saber que o comenzaba ya a actuar o le fallaría a Sakura. El tiempo corría en su contra... Entonces Godric le dio un pergamino disimuladamente y se marchó.
Una vez que los exploradores de Inadén rompieron filas, tal como se les había ordenado, Naruto corrió frenéticamente en busca de su hermano. Dio una vuelta completa. Estaba perdido. Sin embargo la fortuna le tenía preparada una agradable sorpresa.
- ¡Naruto, Naruto!- lo llamó la grave voz de Rob.- Godric me dio esta mañana un mapa del interior del templo, así podremos saber qué camino tomar y por lo tanto…
- ¡Y a mí me acaba de dar un pergamino! – le interrumpió excitado el hermano menor.
- ¡Vamos a mi tienda y allí lo leemos! – le apremió.
Cuando llegaron a la tienda sin esperar ni un segundo más abrió el pergamino que contenía una nota y un pequeño mapa. La nota decía así:“Estaréis solos en el interior de Nan Gar’ok, mis hombres y yo no podemos hacer otra cosa que contemplar como salváis a la chica ya que esta noche hay permiso y los espías del Emperador pondrían estar esperando cualquier indicio de que participo en la Leyenda.
La Princesa será ofrendada en un ritual donde va a ser sacrificada, el cual se culminará cuando la luna Angaria alcance la bóveda del templo. Por lo que cuando se ponga el sol tendréis un par de horas antes de que aquélla a la que pretendes salvar sea sacrificada y hayáis llegado demasiado tarde.
Cuando la hayáis salvado dirigíos a los calabozos, por donde podréis acceder a las catacumbas. Os imploro que tengáis cuidado pues las leyendas dicen que ese lugar está maldito. No sé a qué os enfrentaréis allí abajo.
Lo último que me queda que desearos es suerte. Rezaré a los Doce para que os protejan esta noche. Lamento de todo corazón no poder seros de más ayuda pero sois conocedores de mis miedos.
¡Por el Dragón Imperecedero!
¡Salve, Erir ion Eriam!”
Naruto sonrió para sí. Godric sabía de sus intenciones y aun así le había ayudado. Desde luego se podría decir que la gentileza era algo propio del Príncipe. Tras leer la carta, Rob comenzó a acariciarse la barbilla.
- ¡Claro! –Exclamó de repente – A eso se refería cuando hablé con él esta mañana.
- No te sigo.
- No importa. Es tan sólo que ahora entiendo muchas cosas que antes no comprendía.- le contestó con una sonrisa triste.- Bueno ya está casi todo listo, tan sólo falta adentrarnos en el templo.
El más pequeño de los hermanos no dijo nada. Sólo preguntó.
- ¿Cómo lo vamos a hacer?
- Estudiándonos los mapas.
- Pero tendremos que tener alguna excusa para poder colarnos
- Muy sencillo. Esta mañana después de hablar con Godric se me ocurrió una idea y la puse en práctica. Conseguí que el capitán de la guarnición del templo aceptara a poner una patrulla de vigilancia del templo esta noche.
Naruto arqueó una ceja muy interesado.
- ¿Y por qué te hizo caso?
- Mis amenazas suelen ser muy persuasivas.- respondió con un tono de pícaro en su voz.- Además me he enterado de que ese ritual que le van a practicar a Sakura es muy antiguo y que se llama el Ritual de la Luna Roja. El mismísimo General Sasuke, la mano derecha del Emperador, ha venido para presenciarlo.
- Él fue quien atacó la ciudad de Baltor.- no era una pregunta.
Rob asintió. Los dos hermanos vieron en el rostro del otro el odio por aquel despreciable general. Con la intención de cambiar de tema Naruto ojeó los mapas y recapituló:
- Tenemos un plan, conocemos el terreno. Nos alistaremos es esa guardia y nos escabulliremos a la mínima ocasión para colarnos en el templo. Si conseguimos rescatar a Sakura nos escaparemos por donde se nos ha aconsejado. Según lo que acabo de ver podemos salir de las catacumbas cerca del Río Vallenua a varios kilómetros de este maldito lugar.
- De acuerdo. Dejaré en ese lugar a los caballos.
- Si tan sólo tenemos uno.
- Los tomaremos prestados por un tiempo indeterminado.
- ¡Eso es robar!
Rob y Naruto se miraron y se rieron. Desde fuera de la tienda escucharon:
- ¡Se buscan voluntarios para guardias del templo esta noche, sueldos extras! ¡Repito! ¡Se buscan voluntarios para guardias del templo esta noche, sueldos extras! - oyeron desde el otro lado de la calle del campamento.
Ambos se miraron y pensaron lo mismo. Corriendo rápidamente se apuntaron en la guardia. El soldado encargado de hacer de escriba les preguntó sus nombres. Rob pícaro como él solo, le respondió: “Jefe, ¿cree usted que va a aparecer alguien lo suficientemente idiota como para enrolarse en una noche como esta?” Ante tal respuesta el escriba decidió hacer la lista por rangos.
Tras enrolarse, acordaron presentarse en la entrada cuando se diera el toque de queda. Después ambos se despidieron y Rob fue a llevar a los caballos al lugar indicado con la excusa de que era una orden directa del general Godric.
Naruto corrió a su tienda y decidió asearse. El por qué, nunca lo admitiría, pero era por la mujer que esperaba su ayuda Se quitó toda la ropa y en un barreño se lavó como pudo. Mientras se limpiaba observaba como todos sus músculos se habían tonificado tras un mes de entrenamiento. Ya no era aquel muchacho alto y demasiado delgado. No era tan corpulento como Rob pero, sí estaba más fuerte. Al acabar, se miró en un espejo, el pelo le había crecido ondulándosele pero sin llegar a rizársele. Junto con el crecimiento del cuero cabelludo también había aparecido una disimulada barba rubia. Se cernió el peto de cuero con un cinturón. Se calzó las botas, limpiadas de antemano con esmero. Colgó su espada al cinto. En los laterales de la correa se armó con dos dagas que Rob había “encontrado” por ahí. Se puso su capa de explorador de Inadén. Se ajustó la bufanda verde grisácea y se armó con su arco a la espalda. Después cogió su carcaj y se lo ató a la espalda al igual que el arco. Sabía que aquella noche no le sería fácil ayudar a Sakura. Esperaba enfrentarse a un sin fin de enemigo. Confiaba en estar preparado. Debía estarlo.
- Sakura, estoy listo, no dejaré que nadie te haga más daño.
A partir de eso momento comenzó a memorizar los mapas que les ayudarían en esa terrible noche.* * *
Mientras que Naruto y Rob esperaban con impaciencia el toque de queda, Sakura deseaba que nunca llegara la noche, pero a pesar de sus deseos el tiempo parecía correr vertiginosamente.
Desde que el bellaco de Sasuke le había dejado sola no había hecho otra cosa que rezar y pedir clemencia a sus dioses y a sus ancestros. Había llorado, había dormido a ratos, incluso había cantado con desesperación. Desde que su captor le inyectara el antídoto, ella había recuperado sus fuerzas progresivamente. Sentía como su fuerza se restablecía y como sus alas le indicaban que querían volar al agitarse espontáneamente.
Miró hacia la puerta. Se dio cuenta de que un discreto vestido blanco como la espuma del mar debía de llevar un buen rato en la silla situada a la derecha de la puerta. Era ancho de pies y estrecho de pecho, además había una capa roja – color que empezaba a detestar – y un peine de plata.
Se levantó con la intención de contemplarlo. En el asiento de la silla había una nota que decía: “Ponéoslo, o desfilareis sin ropa”. Al leer tal nota su ira se incrementó, sin embargo ante el temor de que Sasuke fuera capaz de cumplir su amenaza, decidió vestirse.
Al vestirse comprobó que no le quedaba mal, era algo ajustado, por lo cual marcaba más de lo que ella deseaba enseñar.
Suspiró.
Aunque sabía que pronto su vida le sería arrebatada, anhelaba acabar cuanto antes con el sufrimiento. Según le había estado diciendo Hation, esa noche cuando la luna Angaria estuviese en su cenit, se le practicaría el Ritual de la Luna Roja. Ésta era una práctica que no se realizaba desde la Segunda Era. Según contaba la leyenda, Úrsagal había utilizado esta magia para crear al primer ensair. Sin embargo, triste esperanza de Sakura era que el fanatismo del ritual volviera locos a los fervientes sacerdotes y la mataran sin llegar a efectuar la transformación.
Se sentó sobre la incómoda cama del calabozo y comenzó a peinar su larga y ondulada cabellera que caía sobre sus hombros. Con el último brillo crepuscular, los rayos de sol arrancaban destellos dorados de su melena sucia y deslustrada.
Cientos de recuerdos, tanto felices como tristes, abordaban su mente. Recordaba la muerte de su padre, el príncipe Valorian de Ahil-Tarer. Recordaba su rostro pálido, sus ojos cerrados, sus labios morados y la fría expresión del que sabe que va a morir sellada en su rostro. Aunque ella tenía tres años cuando su padre cayó en los Campos de Párandor, no había querido borrar tal recuerdo de su memoria. También recordaba la primera vez que había montado en caballo, cuando tenía trece años. Se acordó de la noche en la que el rey Alexei le había pedido matrimonio y como a pesar de que no deseaba hacerlo, había aceptado por todo lo que su pueblo podría ganar. Junto con ese recuerdo también llegó el momento en el que su prometido había roto el enlace voluntariamente.
De pronto rememoró la vez que había contactado con Naruto. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Menuda estúpida había sido creyendo que un pobre muchacho podría con Sasuke y la rescataría. Había perdido toda esperanza, no tenía escapatoria.
Ensimismada en la tarea de ponerse bella para morir - <> pensaba ella - un sonido al que ya estaba acostumbrada rompió su letargo, el toque de queda había sonado, su sacrificio se hallaba próximo. Se sentó a esperar desconociendo que Naruto trabajaba a contrarreloj para salvarla. * * *
Souldon hijo de Sholud era un oficial, ascendido tras años de servicio al Imperio, que había servido al imperio durante cuarenta años. Había sobrevivido a tres emperadores y lealmente había defendido a la reina Ariadna y a su hijo el último Emperador, el Príncipe Minato. Había visto hordas de no-muertos, de orcos y de ensairs y se había enfrentado a ellos También había conocido el esplendor de Nan Gar’ok antes de que el sacrílego Emperador Danzou hubiese profanado el templo y lo hubiese convertido en un baluarte para las fuerzas demoníacas de Úrsagal.
A pesar de la experiencia, el veterano caballero nunca había protestado. Pero ver el sacrificio de una serafín era una aberración ya que estas criaturas eran las más sagradas y antiguas, junto a los dragones, de todo el mundo.
El soldado debía defender el templo y dirigir a los centinelas que con la inexperiencia e insensatez propias de la ignorancia, montarían guardia aquella noche en aquel maldito recinto. Para su alegría tan sólo se habían alistado veinticinco o veintiséis jóvenes.
Cuando se produjo el toque de queda no le pilló por sorpresa. Dicho sonido era el anuncio de que el ritual estaba preparado para empezar. Trece fuertes campanadas que se sucedían lentamente.
Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco
Rápidamente dos muchachos aparecieron. Uno era un explorador de Inadén, rubio y con los ojos azules, el otro un alto y fuerte espadachín.
Seis. Siete. Ocho. Nueve. Diez
Poco a poco fueron llegando los demás.
Resultaron ser veinticinco.
Once.
Doce
El guardia se aclaró la voz. Sonó la última campanada y entonces dijo. dijo:
- Formad grupos de cinco.
Souldon ak Sholud esperó a que sus subordinados obedeciesen
- Cada hora rotaréis de norte a oeste, de oeste a sur, de sur a este y de este al norte. Habrá un grupo que permanecerá fijo en la entrada.
Dicho esto, seleccionó casualmente al grupo de Naruto con el dedo.
- Bien,- continuó - ya sabéis cual es vuestro cometido en esta noche. Veáis lo que veáis, no desertéis, ya que estáis aquí por voluntad propia y podría costaros la vida. Buenas noches y que los doce os guíen.
El anciano soldado vio como los guardas se adentraban en el templo. De pronto le dio la sensación de que el único explorador de Inadén que se había enrolado en la guardia de esa noche, le resultaba familiar, pero desconocía de qué. Se encaminó hacia la puerta de las murallas con una botella en la mano, deseando que el alcohol le durmiese pronto y le impidiese contemplar tal pecado.
Mientras Naruto y Rob, junto a tres lanceros, montaron guardia.
Los piqueros no dijeron ni una palabra. Permanecían con la vista fija a cualquier lado que no fuese el interior de la fortaleza ya que de los fosos cavados cerca de los patios se escuchaban los gritos de los orcos de Sasuke.
En un despiste ambos hermanos se separaron de los soldados del grupo y se adentraron en los inexorables misterios de Nan Gar’ok siendo desconocedores de lo que la caprichosa mano del destino les tendría preparado en tal oscura noche.* * *
Sakura se levantó y esperó con dignidad a que alguien viniese a por ella. Ese alguien era Sasuke, como ella ya suponía. Su presencia le turbaba. Al contemplarlo recordó aquel beso tan eléctrico, tan frío pero a la vez tan pasional. Bajó la cabeza ruborizada.
Sasuke, abrió nuevamente la puerta y al contemplarla no pudo evitar abrir la boca por la sorpresa. Preguntó:
- Fui el primero, ¿verdad?- sabía la respuesta de sobra. Lo había adivinado desde el momento en que sus labios rozaron los del ángel, haciendo que tan altiva serafín se entregara a sus besos y caricias, aunque eso fuera hacía tantos años.
- Insolente - su respuesta murió al verlo. No podía decirle nada. Ella era peor. Se había dejado besar hacía un rato y lo peor es que le había gustado y había deseado revivir el recuerdo de aquellas largas noches hacía tanto ya pasadas.
Ante tal acción Sasuke esbozó una media sonrisa.
- Veo que el orgullo ha menguado. Es interesante la reacción que provoca la muerte en el comportamiento humano.
- Y yo veo que sigues siendo el mismo...
Sakura no respondió, simplemente se mantuvo callada mandándole una mirada de soslayo.
- Ya que vais siendo una princesa educada he de pediros que os pongáis esto- dijo alzando una preciosa tiara de plata adornada con pequeños rubíes.- Es un capricho. He de reconocerte que me excita mucho más el verte hecha una mujer y no una sucia guerrera.
- Como os plazca.- estiró la mano de mala gana y tomó la diadema. Con suma delicadeza se la puso en su cabeza pasándose las manos por su larga y rubia cabellera ondulada.
- Pareceís una auténtica princesa.- comentó él.
- Soy una auténtica princesa – le corrigió Sakura
- Muy bien, acompañadme, princesa mía, hasta la gran cúpula.- dicho esto, le tendió la mano en ademán de espera
La princesa se quedó observándolo de arriba abajo. Lucía una armadura de metal, propia de los generales del Imperio, al igual que los guantes, las hombreras y las grebas. En el hombro derecho llevaba una pesada hombrera sobre la que denotaba su rango de general: un dragón de bronce. Una capa roja le caía por el hombro izquierdo. Llevaba el pelo suelto. Al cinto podía ver la espada que le había costado la vida y la espada que le había legado Oroeldar, arrebatada en la pelea. Se le antojó bastante apuesto. Había sentimientos que por más que se querían hacer desaparecer, era imposible.
Sakura le dio la mano y Sasuke, galante, le colocó la capa sobre sus hombros. Ambos se miraron. Él volvió a atraerla hacia sí cuando ella le dijo: “Mi muerte me espera”. Al oír esto el joven general comenzó a andar.
Tras un rato de avanzar por el pasillo llegaron a la puerta de las mazmorras. Esta daba paso a lo que debía ser la plaza de los dioses. La plaza era una amplia estancia sin techo en la que en forma de mosaicos, se podían ver los símbolos del Imperio.
Volvió a salir a la luz del casi extinguido Rivaner en unos últimos minutos, los que serían los últimos de su vida. La noche se hacía sobre ellos. Gargaria, la preferida de El Renegado, aún esperaba a la que en esa noche luciría llena, Angaria.
La joven miró a su acompañante. Sasuke parecía contento de pasear a su lado. No habían dicho nada así que Sakura le inquirió:
- Parecéis estar en el Ankaraeion, ¿es qué disfrutáis de mi compañía?
- Recuerdo los tiempos en los que confiabas ciegamente en mí.
Al acabar el efímero paseo, llegaron a una gran puerta de bronce con retablos de dioses, héroes y reyes en los que Sakura no prestó atención. Un leve ruido la sobresaltó al comprobar que la entrada a la gran Cúpula se abría. Comenzaron a recorrer un largo y ancho pasillo. Al final de éste, se encontraba la entrada a la gran cúpula.
Sakura pudo ver la magnífica cúpula blanca. Era tal su grandeza que quedó embelesada ya que a pesar de estar derruida aún era capaz de reflejar la luz de las estrellas y de las lunas. La Sala de la Gran Cúpula era de piedra blanca como la nieve y lisa. En la Sala se podían ver las banderas del Imperio colgadas y sin ondear por toda la sala.
Tras entrar en la gran cúpula, la serafín contempló horrorizada que un grupo de ensairs, hijos de los demonios, aguardaban con suma impaciencia al sacrificio. Su nombre procedía de la lengua ptariar y significaba “el que adora al mal”. De entre sus muchos nombres se hacían llamar así. Los ensairs eran criaturas que parecían ser asexuales ya que podían transformarse indistintamente en varones o hembras, tenían un sexo pero cambiaban de aspecto por dos razones: la lujuria y el misterio acerca de su identidad. En el templo de Nan Gar’ok se mostraban como capitanes imperiales de Párandor. Ataviados en pesadas armaduras de plata con los cascos característicos del Reino de Párandor. Tan solo un brillo rojizo en sus ojos delataban quienes eran en realidad. Los ensairs no solían demostrar sus sentimientos, pero en esta ocasión, se mostraban jubilosos y radiantes.
Sasuke se quedó mirándola. Su larga cabellera dorada le caía sobre los hombros en infinitas ondas, la diadema que le había hecho colocarse, la convertía en una reina de las leyendas antiguas.
Se paró en seco, realizando la misma maniobra con Sakura. La miró a los ojos y le dijo cogiéndola de las manos:
- Si accedes a mi petición todo esto no ocurrirá. Yo te protegeré de tu destino. Sólo tienes que concederme lo que quiero. Es la última oportunidad que te doy.
La idea de convertirse en reina junto a él, la mantuvo dubitativa. Sasuke y ella se conocían desde hacía mucho tiempo, cuando ella fue joven. Al principio le pareció el hombre perfecto. En su dulce inocencia lo había imaginado como algo más que un amigo. Pero habían tomado caminos separados y no podía tener para con él esos traicioneros sentimientos. Había matado al hermano de su madre, a Belzedac, lo había intentado con Naruto… Naruto. Aquel muchacho que desinteresadamente había decidido ayudarla. No. Quizás todavía Sasuke sintiera algo por ella, pero ella no se permitiría volver a sentir por él otra cosa que no fuese odio y desprecio. Sin esperar a que dijera algo los efímeros recuerdos de su padre, de su abuelo y de Naruto hicieron que recuperase su orgullo y que con dignidad le confesase la respuesta contraria a la que Sasuke deseaba escuchar:
- Ni por todas las riquezas de esta tierra, ni por todas las edades de este mundo, podrías hacer que lo que en otro tiempo fue amor ahora te diera la victoria. Mi destino está bien en donde está: en un futuro lo suficientemente alejado de ti.
- Eres un encanto cuando intentas demostrarte que no te importo.
El caudillo apretó el pasó hasta un gran altar que había en el centro de la sala. Este estaba decorado con una mesa de mármol enrojecido por la sangre vertida en otros sacrificios. Al fondo se hallaba una representación en bronce de Úrsagal: un dios desfigurado atado por unas cadenas. El capitán cogió al querubín con delicadeza y la depositó en la mesa. Pronunció unas palabras y unas cadenas mentales ataron al ángel haciendo que ésta extendiera sus perlinas alas como respuesta al maleficio. Una fuerte cadena arcana la paralizaba y la amedrentaba físicamente, sin embargo, su coraje no cedía. El ritual se daba por iniciado. La muerte se acercaba.
Doce sacerdotes ataviados con túnicas negras y rojas, que con un brillo casi febril en los ojos habían estado aguardando con inimaginable entusiasmo su llegada, se acercaron al sagrario y comenzaron a orar arrodillándose y volviéndose a levantar mientras rezaban cosas que ni ella misma entendía y que no quería escuchar. En un tono de lamentos y maldiciones en la lengua oscura de Moorgondull los sacerdotes elevaban sus plegarias al más oscuros de los dioses. Mientras, Hation encendía unas velas entorno a la joven. Una al lado de su cabeza, dos en las proximidades de cada ala y otra al lado de sus pies formando una estrella de seis puntas irregulares estando ella en el interior de la figura.
Los sacerdotes arremolinados en torno a ella comenzaron a cantar más rápido y con mayor fuerza. El auxiliar con su mano izquierda esparcía azufre a la vez que Sasuke la miraba con lástima.
Cuando el azufre tocó su cuerpo provocando un fuerte resplandor de tonos anaranjados, un inmenso dolor le atravesó en ese mismo momento. Era un dolor mezquino que recorría el cuerpo de Sakura desde que nacía en las velas, que se derretían lentamente, hasta que alcanzaban su corazón, el séptimo punto. Sakura comprendió horrorizada que Sasuke no había mentido al afirmar que no moriría, ¡sino que ella iba a ser convertida en ensair! Aquel ritual estaba utilizando los siete puntos divinos: el de la cabeza a Sáetar – o Eriam como lo llamaban los serafines-, los de las alas para los dioses elementales: Ariand, Seyán, Marah Bélthaner; el de los pies a Ánaris – o Angaria - y el propio corazón de la víctima. Lentamente se extendía provocando daños severos, pero no daños físicos, sino daños en el alma, los que más duelen y no dejan huellas. El alma seráfica de la joven luchaba contra su transformación provocándole un gran dolor.
Sasuke miraba impasible desde una esquina aunque su alma se retorcía con cada grito de la joven. Este ritual era algo que no aplicaba con gusto, pero que era requerido por la misión y por su dios.
- ¡NO!- chilló enloquecida la serafín por el sufrimiento.
<>
oyó en su cabeza. Sasuke la miró con lástima. Hiriendo aún más, si cabe, a la serafín.
La serafín volvió a aullar de dolor mientras que los acólitos oraban con fervor y así la magia corrupta de los dioses profanaba el cuerpo del ángel.
Sasuke tenía que permitirlo... Estaba enamorado hasta lo más hondo de su ser, pero no era tan necio como para interponer el amor a sus objetivo. Quizás su amor muriera cuando de aquel ritual naciera un monstruo concebido para dar la victoria a las fuerzas de las tinieblas, pero en ocasiones había que realizar sacrificios, por muy dolorosos que pudieran llegar a ser. Cada vez que se retorcía de dolor Sasuke aullaba en silencio. Su humanidad le hizo querer parar aquello y olvidar todo por cuanto luchaba, arrancarla de las garras de sus acólitos, llevarla a sus aposentos y allí curarla, besarla, acariciarla; en un pensamiento: abortar la misión. Pero había algo más importante que Sakura en juego: la victoria.
Un nuevo grito volvió a retumbar en la sala.
- ¡Amnel-Ester ven y sálvame! – exclamó en su lengua.
- Mirad, llama a Eriam – se mofó un ensair.
- ¿Dónde está ahora el Ungido por los Doce? – preguntó otro con malicia.
El general levantó una mano y el silenció reinó en la sala acompañado de los alaridos de Sakura. No consentiría que nadie humillara más a la pobre joven. Su alma moriría en paz y no con el ruido de la burla en sus oídos, para luego renacer en la oscuridad.
Por la gran abertura de la cúpula ya asomaba la plateada luna de Ánaris bañando de luz blanca la oscura sala de rituales. Los acólitos, ajenos a todo cuanto había a su alrededor, comenzaron a rasgarse las vestiduras y a proclamar la misma oración repetidamente. Sus plegarias se alzaban cada vez con mayor fuerza. Sasuke calló. Sakura continuó sufriendo. Hation apuntó a la luna con su mano y gritando con las manos alzadas proclamó:
- ¡Angaria agnoria re adem, quelionor angairer tiesan ti kaorum gargarier mod plenok musanter!
Alzó un puñal de plata acompañado por los macabros sones de los fanáticos acólitos. Sakura paró de chillar encantada por el misticismo del ritual, ya no le importaba morir.
El sacerdote bajó el puñal lentamente al ritmo de las imitaciones de lo que había dicho el sacerdote jefe. Sasuke cerró los ojos. Las lágrimas morían antes de nacer en sus ojos. No pudo mirar. Los acólitos ya no podían gritar más, sus lamentos eran ahora desgarros. Sus voces eran aullidos de placer. El placer que da el dolor.
Sasuke sintió una presencia familiar. Quizás en aquella noche muriera alguien cuya muerte le parecía más interesante.
Sakura sintió que la sangre se derramaba sobre su pecho acompañado de un ensordecedor grito. Para su sorpresa, era del clérigo que había estado a punto de consumar el sacrificio. El puñal cayó de su mano. Una flecha se había clavado en la mano del sacerdote. Este se abatió de rodillas en el suelo, llorando como un niño asustado.
- ¡No os permitiré que le hagáis daño!- dijo una voz masculina desde el cielo. Sasuke lo miró y empezó a pensar cómo acabar con ese estúpido.
El éxtasis del ritual se había roto ante el silencio de los doce sacristanes debido al dolor de Hation. El momento pasó. El ritual había fallado. La luna se retiraba. El mal había fracasado. Sakura miró a todos los lados pero antes de que pudiera reaccionar, un explorador de Inadén y un espadachín saltaron de la cúpula.
Los sacerdotes se apartaron. Los ensairs no supieron reaccionar. La indecisión era ahora su general. Sasuke quedó perplejo ante tal temeraria acción que tan solo haría un loco o un necio.
El explorador se acercó a ella y la cogió en brazos. Ella se dio cuenta que el grito había provocado el desconcierto del Sumo Sacerdote de Úrsagal rompiendo el hechizo. Sakura le pasó las manos por el cuello.
- ¿Amnel-Ester?
- En efecto- respondió el explorador de Inadén aunque en su fuero interno ya empezaba a estar harto de aquel maldito nombre.
- Gracias, por...
- No hay tiempo para hidalguías mi señora.- le interrumpió- hemos de huir.
Sakura asintió perpleja. Era tal como ahora recordaba. De cabellos más ondulados y rubios, con una expresión de majestuosidad en su rostro y con los ojos azules y vivos que eran un lago de comprensión y un refugio para la atormentada alma de la joven. Esbelto y fuerte estaba vestido de explorador de Inadén mientras que la luz de la luna lo bautizaba con un chorro de bondad y ternura. Sakura supo en ese momento que su pluma no había errado.
Naruto la sacó de su letargo dejándola en el suelo de manera algo más brusca y torpe. Una vez en el suelo, todos los ensairs volvieron a la normalidad. Desenvainaron sus espadas tiraron los escudos de su cargo como capitanes imperiales y con paso lento y decidido se lanzaron a combatir. Mientras los sacerdotes huían despavoridos y semidesnudos. Rob se encaró a ellos gritando “Orevil “Orevil” al mismo que con la espada hacía una maniobra. Sus adversarios, sabedores de su poder jugaban con él, quien mantenía terreno tan bien como podía frente a los siervos de Úrsagal. Sakura viéndolo buscó una espada o arma para luchar. Reparó en la de Naruto que estaba sin usar.
Naruto, sin pensar en emplear la espada, sacó rápidamente una flecha de su aljaba, tensó, apuntó al ensair y acertó. Pero para sorpresa del arquero, la criatura tan solo hizo amago de dolor y siguió luchando contra su hermano. Sakura le extrajo la espada de su funda y gritó:
- ¡Al cuello, es su punto débil!- dicho esto, la princesa se rajó el vestido por la parte inferior para conseguir movilidad. Alzó la espada, abrió las alas y se lanzó a la refriega ayudando al otro espadachín.
Naruto tomó otra flecha y apuntó al cuello de una. La saeta silbó hacia su diana convirtiendo en polvo al ensair. Una tímida sonrisa se esbozó en su rostro. Decidió ayudar a los otros dos jóvenes, por lo que buscó en su vaina la espada, pero sin embargo para su mala suerte se la había cogido Sakura. Se hizo un gesto de reproche ladeando la cabeza de un lado a otro.
Rob y la princesa Ariadnalaerion mientras tanto luchaban codo con codo. A golpe de mandoble y con todo lo que podían se defendían hiriendo a los demoníacos siervos de Sasuke. Sakura luchaba con la gracia que le correspondía, mientras que Rob golpeaba a los nuevos ensairs que se unían a la lucha tan bien como un mes de preparación le había formado. Descontando al que Naruto había convertido en polvo, los ensairs totales eran cinco.
Rob manejaba con lentitud la espada, pero Sakura se encargaba de guardar las distancias como podía. Poco a poco los dos jóvenes se arrinconaron en torno a una esquina. Ambos se miraron. Los ojos de Rob quedaron encandilados por la belleza de la chica. Sakura y Rob comenzaron a pelear espalda con espalda cuando se vieron rodeados por los cinco ensairs. Las criaturas acosaban con sus armas a la pareja. Sakura sabía cómo vencerlas pero, eran varias y ella se encontraba en baja forma. Un pensamiento pasó por su mente.
- ¡Agachaos y no miréis!-le apeló.
- ¿Qué...?- pero en un momento la serafín saltó y se subió sobre sus hombros.
- ¡Bajad la cabeza!
Rob hizo lo que se le había mandado. Sakura cerró los ojos. Pronunció unas palabras y al abrir los ojos, éstos emitían destellos azules y plateados. Miró a un ensair y éste se trasformó en piedra. Rob agitó a ciegas la espada y quebró la roca con facilidad. Los demás ante el poder de la muchacha corrieron a por sus goblins, despavoridos por el miedo a que su ancestral enemigo les deparara el mismo final. Sakura cerró los ojos y volvieron a ser del color de el jade.
El general, contemplaba con pasividad cómo su plan se iba a pique por culpa del tal Naruto. Cogió las dos centelleantes espadas, Zaraelion, la espada de Sakura, y Nugviar, su propia hoja, y se encaminó a acabar con Naruto. En su mente formuló varios conjuros que sólo él conocía.
Naruto disparó contra él, pero el capitán consiguió cortar la flecha en el aire. Avanzaba con la expresión de la muerte en los ojos. Su rostro se había contraído en una mueca de odio. Alzó la mano, la movió ágilmente y al bajarla una poderosa ráfaga de aire, salida de sus dedos, barrió la sala en dirección donde estaba Naruto. Sasuke gritó y se lanzó enarbolando las dos espadas. Naruto, sin florete, se apartó por un segundo cuando su adversario descargó contra él. Sin darle respiro Sasuke volvió a blandirla girándose al mismo tiempo. Naruto volvió a escaparse de milagro. Sasuke no le daba respiro. Sus espadas cortaban el aire cada vez con mayor rapidez, con mayor sed de venganza, con mayor ánimo de matarlo. El joven explorador desenvainó un puñal que en repetidas ocasiones pararon las espadas de su rival. Sasuke giraba, golpeaba, giraba, descargaba, agitaba las espadas.
Sakura viendo cómo le iba a Naruto tragó saliva y saltó hacia Sasuke enarbolando la espada. El general puso su espada y paró el salto. Se paró a mirar como los tres jóvenes se reagrupaban. Enfundó las dos espadas. Levantó las manos y con los dedos extendidos un gran haz de rayos se abalanzó sobre ellos. Los tres se agacharon automáticamente. El hechizo se precipitó sobre las grandes banderas, prendiéndolas al instante. El fuego comenzó a consumir la sala. Las llamas iluminaron la sala entonces. Naruto comenzó a pensar que el fuego solía aparecer en donde él estaba.
Sasuke volvió a blandir sus armas. Sakura volvió a cargar contra Sasuke volteando la espada. Su mirada estaba impregnada de orgullo, del orgullo que le había sido mancillado en el Mausoleo de los Inmortales al ser derrotada. Ningún beso la frenaba. En plena culminación bélica, ambos combatientes olvidaron al resto de luchadores. Enfrascados en el combate se arrojaban cualquier clase de hechizos. Sus espadas chocaban con más fuerza. Sakura reconoció para sus adentros que su rival era un contrario formidable.
Un par de ensairs regresaron a la escaramuza. Rob se lanzó gritando “Orevil” “Orevil” de nuevo y pilló a uno de ellos por sorpresa derribándolo en el momento de la carga. Los dos cayeron al suelo el uno sobre el otro. Rob trató de hincarle su arma, pero su adversario era mucho más fuerte que él por lo que terminaron forcejeando. El otro saltó a ayudar a su compañero.
Naruto cogió una flecha y acercándola al fuego notó como éste la devoraba. Tensó. Disparó contra aquel ensair que pretendía atacar por la retaguardia a su hermano. La flecha acertó en la espalda del enemigo haciendo que se prendiera y saliera corriendo; casi al mismo tiempo Rob conseguía ajusticiar a su enemigo.
Sasuke con la ayuda de su magia le lanzó una gran columna. Sakura saltó y cayó. Su espada la llamaba. Sasuke agitó las espadas con gran fuerza. Sakura no prestaba atención a sus salvadores. Su mente se encontraba inmersa en su propia lucha contra Sasuke. Sus espadas chocaban continuamente. Ella, saltó hacia atrás y le tiró la espada. Sasuke la esquivó realizando una finta. Miró hacia donde estaba Sakura, pero sólo vio a los dos varones que se erguían a duras penas y al fuego que consumía la sala, ella ya no estaba allí. Una fuerte patada cayó sobre sus hombros haciendo que cayera y quedase desarmado. Sakura se plantó en frente suya, cogió la espada que era suya y la alzó.
- No le tengo miedo a la muerte- sentenció sin apenas un ápice de miedo en la voz. Tan solo con la certeza del que sabía que esa no era su hora- La muerte y yo somos viejos conocidos.
La expresión de la serafín era de mármol. Una mirada penetrante. Una fría sonrisa de hielo. Tan solo unas gotas de sudor le hacían parecer mortal.
- No os voy a matar, por ahora, quiero que sufráis la humillación de la derrota. Que aprendas que cuando digo que no, es que no - le dijo la victoriosa.
- Alen Erir ion Erimans.- le respondió a gritos señalando a Naruto.
Ella se giró y volvió a mirarle extrañada. He aquí el Rey de Reyes. Lógico.
- Vamos Sakura, debemos salir de este lugar.- le indicó Naruto.
La muchacha volvió en sí al oír la apelación.
- ¡Deprisa!- le espetó nuevamente.
Ella miró a Sasuke una vez más. Él, inclinó la cabeza levantándola después como gesto símbolo de despedida y de respeto.
Los tres salieron corriendo. El general vio como le habían derrotado, pero no por perder luchando, sino por perder a Sakura.
Un ensair volvió con refuerzos en ese momento. Sasuke le miró y se rió. Era una risa grave y lenta, como su voz. De un gesto con la espada le cercenó la cabeza a la altura del cuello convirtiéndola en polvo a la vez que le recompensaba por darle la oportunidad de desahogarse.
- ¡¿A qué esperáis para darles caza?!- les ordenó a los refuerzos.
Los goblins salieron por las mismas puertas por las que habían salido los prófugos clamando palabras incoherentes acompañadas de júbilo y alegría.
Naruto, Sakura y Rob salieron disparados de la enorme sala corriendo por un largo pasillo oscuro que conducía a la salida que daba a las mazmorras. Los otros dos se pararon a la espera de su señal. Mientras, se escuchaban los gritos de los goblins que salían por la puerta armados hasta los dientes. El pasillo era largo. Tras varios minutos de carrera llegaron casi a la puerta, por donde entraba la tenue luz de la luna.
- ¿Por dónde?- preguntó la princesa
- Por ahí – señalo Naruto con rapidez la puerta a la prisión.
Sin esperar a que los refuerzos que Sasuke había hecho llegar les dieran caza, se adentraron en las mazmorras donde Sakura había estado presa durante tanto tiempo. Mientras corrían por los pasillos escasamente iluminados, Naruto puso en práctica su memoria y en más de una ocasión lograron evitar los callejones sin salida y alguna que otra trampa mortal.
Pararon mientras las voces de los presos allí encerrados clamaban libertad y justicia. Naruto miró a la joven y a su hermano. Los tres jadeaban. Tras retomar el aliento prosiguieron corriendo hasta que tuvieron que frenar pues la asfixiante oscuridad impedía ver más allá de un palmo de sus caras. Cogieron una antorcha y avanzaron medio a ciegas.
Todo el barullo armado por los goblins se esfumó en cuestión de minutos. Tan sólo se escuchaban la respiración de los tres jóvenes y el goteo propio de una mazmorra oscura y húmeda como aquella.
Tras caminar durante unos minutos llegaron a la puerta que daba a las catacumbas.
Sakura intentó abrirla pero puerta no demostró intenciones de colaborar. Rob la abrió con ímpetu de una patada. Instintivamente la serafín cogió la mano de Naruto, el muchacho no se imaginaba por qué la serafín precisaba tenerlo cerca. Rob con la antorcha en la mano y la espada en ristre entró el primero. Después le siguieron los dos muchachos.
Muy detrás suya Sasuke les seguía solo y sin esperar refuerzos. Aquellas misiones solamente se cumplían cuando uno mismo se hacía cargo de ellas. Frío e impertérrito estaba más que decidido: no fallaría en su misión, aquella noche era una oportunidad que no pretendía dejar pasar. Amnel-Ester, el paladín de los Doce, moriría en aquellas catacumbas.
bueno, fue mas decepción que me dio sakura y orgullo me dio naruto jejej, y quien entiende al dichoso general dragón, ama o no a sakura.
bueno mañana pongo el CAPÍTULO 13: LAS CATACUMBAS DE LA MUERTE
PD:
- Spoiler:
- LISTO SÉPTIMO
- Spoiler:
- NO ES SASUSAKU EL FIC
- Spoiler:
- namikaze_minato ya aparece y comenta.
- Spoiler:
- ME PICA LA NARIZ
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
102064
Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Me leí todos los capítulos en un día, xD xD
Y creo que lo que voy a decir es: woooooooooooooooo, está buenísimo tu fic, nada más me compliqué al principio con tantos nombres pero valió la pena espero que termines de pasarlo porque en el otro foro ya lo tenía más avanzado
PERO ME ENCANTÓ LEERLO DE VUELTA, está re bueno el fic
Me encantó la parte en que Naruto y Rob salvan a Sakura, por un momento temí que la transformación sí se iba a terminar, uff, menos mal jeje
salu2
Y creo que lo que voy a decir es: woooooooooooooooo, está buenísimo tu fic, nada más me compliqué al principio con tantos nombres pero valió la pena espero que termines de pasarlo porque en el otro foro ya lo tenía más avanzado
PERO ME ENCANTÓ LEERLO DE VUELTA, está re bueno el fic
Me encantó la parte en que Naruto y Rob salvan a Sakura, por un momento temí que la transformación sí se iba a terminar, uff, menos mal jeje
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
bueno sorry por no publicar ayer cuando dije que publicaría el cap, bueno aquí el cap 13
CAPÍTULO 13
Bueno un capitulo mas, y esto marca el final del especial.
Sakura ha sido rescatada por Naruto. Éste ha sido herido de muerte por Sasuke quien pretendía acabar con su vida y con la última esperanza del Oeste. ¿Qué sucederá? Sakura se ha desmayado teniendo a Naruto entre sus brazos, si queréis saber como sigue, solo tenéis que esperar a la semana que puede que aya cap seguidos.
El ESPECIAL ha terminado, pero la Guerra de los Dioses no ha hecho más que comenzar. Próximo capítulo: Reencuentros y profecías.
CAPÍTULO 13
- Spoiler:
- CAPÍTULO 13: LAS CATACUMBAS DE LA MUERTE
LAS CATACUMBAS de Nan Gar’ok eran un lugar inhóspito que erizaba los pelos de la nuca. Un aire asfixiante y fuertemente viciado fruto de cientos de años de permanecer inmóvil. Las goteras salpicaban continuamente sobre el suelo. Sin embargo lo peor no era el lúgubre aspecto que presentaba el lugar, sino la pesada y opresora sensación de miedo. El miedo a la oscuridad y el miedo a que en cualquier esquina apareciese algo a lo que no supieran enfrentarse. En ese lugar se encontraban Rob, Naruto y Sakura.
Habían parado en una sala oscura donde las tumbas de los Padres de la Capilla daban un respiro y una sensación de tranquilidad al pequeño grupo. Sakura se apoyó en una columna para tomar aire. Aunque sus salvadores lo desconocían, su aura había despertado. El aura de los serafines era un poder innato que repelía la maldad. En condiciones normales no sentiría cansancio pero los dos meses de cautiverio habían mermado sus fuerzas. Naruto se acercó a ella, apoyó su mano en el hombro y le preguntó:
- ¿Cómo estáis?
- No muy bien, pero al fin y al cabo... – se enderezó y luego prosiguió – Gracias por salvarme. Cuando me enteré de la destrucción de Baltor pensé lo peor, me sentía terriblemente culpable, pero cuando te vi, bueno, te escuché – se corrigió – me alegré mucho. Gracias.
- No hay nada que agradecer, era mi deber. Cualquiera hubiera hecho lo mismo – contestó solemne.
Rob soltó una risilla mientras escuchaba furtivamente y a la vez esperaba ojo avizor.
- Perdonad a mi hermano, es demasiado bocazas – se disculpó Naruto
Sakura sonrió en la oscuridad, luego le dijo:
- ¿Por qué has elegido este lugar como vía de escape?
- Nos pareció el más adecuado teniendo en cuenta las demás alternativas. ¿por qué lo preguntáis?
- No me gusta el sitio, me da…
- ¿Miedo? – ayudó el joven.
- No – le espetó ella orgullosa.
- ¿Entonces?
- No deberíamos estar aquí, este sitio no está hecho para los vivos.
Rob les apremió para seguir porque se temía que enemigo les fuera a dar alcance.
- Espera un momento, está descansando – le reprendió Naruto, molesto por la poca delicadeza de su hermano.
- No es asunto tuyo si estoy cansada – contestó Sakura altanera - Podemos seguir – le respondió a Rob.
Cogieron las antorchas, que apenas alumbraban más allá de un palmo de sus narices y siguieron avanzando. Naruto iba al frente, ya que era él quien había memorizado los mapas de las catacumbas, Sakura caminaba justo detrás de él, cosa que perturbaba perceptiblemente al joven y Rob cerraba la marcha.
Según lo que Naruto recordaba, se encontraban justo a medio camino de la salida cercana al río Vallenua. La distancia no preocupaba a Naruto. Su principal preocupación era que en esa parte del mapa había un borrón y no había podido ver el camino, eso le ponía nervioso y mermaba considerablemente su seguridad en sí mismo. Su esperanza era que no encontraran bifurcaciones ni contratiempos.
Se abrieron paso entre la oscuridad. Al cabo de un rato llegaron según recordaba, al borrón del mapa. Aminoró el paso con precaución y poco después se llevó una desagradable sorpresa cuando se hundió hasta las rodillas en el agua de una charca que, oscura y enigmática se, se extendía a lo largo de de lo que quedaba del camino. ¡Una gruta, eso era el borrón!. El camino se convertía en una gruta abrupta y sinuosa. Se paró un momento alzando la mano y avisó a sus compañeros del imprevisto. Sakura al verlo replicó:
- Desconocía la existencia de una gruta en las catacumbas. Cuando estudié sobre este lugar, me informé sobre las diferentes estancias y a qué dioses y sacerdotes estaban dedicadas y no se mencionaba una gruta.
- Posiblemente el agua se filtró -. Dedujo Rob, lógico.
- ¿De dónde? – preguntó Sakura.
- ¿Del río? – aventuró Naruto.
Sakura pareció satisfecha con la respuesta y agregó:
- Este lugar es muy extraño, la maldad lo impregna de una forma insólita.
- ¿Cómo lo sabes? – inquirió Rob
- Es mi naturaleza – se limitó a responder Sakura, sin embargo se debilitaba. Hacía rato que notaba una mirada puesta en ella. Su aura la había mantenido a raya, pero comenzaba a cansarse de mantenerla, y ésta se debilitaba.
- Avancemos – sugirió Rob.
El pequeño grupo avanzó más lento si cabía, moviéndose en el agua con cautela. Cuando hubieron pasado unos momentos, Naruto dijo:
- Debemos cogernos de las manos. El camino está muy oscuro y es posible que nos perdamos si no estamos juntos.
- No me gusta esta sensación de vigilancia – se quejó Rob – El enemigo tiene que presentarse de frente, no ocultarse.
Los demás se callaron ya que ellos sentían lo mismo aunque no se atrevían a admitirlo. Acataron la orden de Naruto. Aunque no había luz, Ron supo que la princesa Sakura y Naruto se habían ruborizado. A pesar del miedo y del agua, prosiguieron la marcha.
Algo susurró a sus espaldas. Un rápido movimiento removió el aire. Silencio.
- ¡Rápido! – apremió Naruto.
Los tres jóvenes corrieron, entorpecidos por el agua. No habían avanzado mucho cuando Sakura les hizo pararse. Naruto la observó unos instantes. Temblaba y a la vez murmuraba algo en una lengua llena de vida y luz. Cuando hubo terminado, gritó al aire en su lengua:
- ¡No te temo, siervo de Úrsagal! ¡Los doce guían el filo de mi arma! ¡Vuelve a tu perpetua oscuridad!
Sakura sacó su espada de su cinto y ésta, se prendió en llamas doradas que iluminaron la estancia, una sala iluminada, dejando ver una sombra recortada contra el fondo.
Naruto y Rob se sobresaltaron. Una figura poco definida parecía cortarles el paso. Seguramente ese ente sería el que les había seguido desde su entrada las catacumbas, dedujo Naruto.
La sombra pareció querer gritar, pero hacía siglos que no empleaba sus cuerdas vocales, por lo que su grito se ahogó antes de nacer. Vencida por la serafín, se retiraba de la salida. Sakura dio la orden de avanzar y el grupo pasó por la puerta pero vigilando la retaguardia.
Aquél pérfido ser temía la luz y más aún la luz de los serafines. El aura de Sakura estaba muy desgastada, pero era lo suficientemente poderosa para que fuese respetada. Pero un ente como aquél era astuto y sus enemigos descuidados. No podía pasar cerca del aura, pero uno de los dos humanos se hallaba fuera de la protección que el aura les concedía y la serafín ya no podía enfrentarse más a él. Por suerte para ella, sólo quería una víctima.
Sakura miraba atrás continuamente aunque era consciente de que su aura era muy poderosa incluso entre serafines, tenía el presentimiento de que el espíritu había cedido de propia voluntad y no obligado. Rob y Naruto estaban bien. Avanzaban siguiendo sus pasos. La joven serafín aliviada, se concentró e intentó expandir su aura, pero el cansancio era más intenso que su buena voluntad. Naruto caminaba con cautela. Aunque la espada alumbraba mejor que antes aquella gruta tan peligrosa, el encuentro con aquél ser de ultratumba había crispado su ánimo.
El grupo entero conoció en aquél lugar la tragedia. Se detuvieron en una sala donde el agua comenzó a drenarse. Altas columnas adornadas por telarañas sostenían el techo. En el centro de la habitación, elevada dos metros se encontraba una tumba. No era como la de los Padres de la Capilla Imperial, con amables ancianos congelados en mármol. Era negra y con una gran cantidad de símbolos mágicos que ninguno comprendía. Sakura se agachó y vio unos dibujos, y debajo de ellos una inscripción en su idioma materno, la cual tradujo para Naruto y Rob:“Si lees esto, ¡Corre insensato! ¡Escapa tan rápido como puedas!, pues en este lugar santo mora el mal, un mal encerrado aquí antes de que tú nacieras. ¡Corre imprudente! ¡Escapa tan rápido como puedas!, pues ante ti yacen los restos malditos del Príncipe de la Nigromancia“
- ¡Esa era la sombra! ¡Aquél ente era el espíritu del Príncipe de la Nigromancia! – Explicó Sakura asustada – Cuando Árandor llegó a Niwuelmen tuvo que enfrentarse a este oscura monarca: mitad elfo, mitad ensarir. Nadie sabía que su espíritu estaba confinado aquí. ¡Hay que huir!
Naruto asintió con la cabeza. Se dio la vuelta para comprobar que Rob estaba ahí y huir y con gran sorpresa constató que ¡No estaba ahí!
- Sakura, ¡mi hermano ha desaparecido! ¡No está! – gritó desesperado.
- ¡¿Qué?! – exclamó sobresaltada.
- ¡Hay que encontrarlo! – chilló Naruto de desesperación.
Empezó a correr hacia la gruta con la antorcha encendida en un intento de ver a su hermano. Pero cuando iba a pasar la puerta, Sakura se interpuso y le impidió el paso con la espada.
- No, no podemos – le negó Sakura consternada.
- Claro que podemos – le rebatió furioso el chico. De un empujón intentó apartar a Sakura quien no cedió y le amenazó con la espada.
- Naruto, escúchame, yo no puedo enfrentarme a este enemigo. Si no vienes conmigo te abandonaré. Aunque preferiría no tener que hacerlo.
- No me importa, vete.
- Naruto, Rob ha desaparecido, posiblemente lo haya atrapado la sombra. Me duele decirlo, pero hay que seguir. Acéptalo.
- Si estaba aquí hace un momento – gimió Naruto
Sakura negó
- Vámonos.
- No puedo…
- Vámonos, por favor – le suplicó la serafín cogiéndolo de las manos.
- Pero… – Naruto vio la suplicante mirada de Sakura. No podía negarse. Era la idea más sensata. Pero su hermano… su hermano, recordó, habría dicho lo mismo. No valía la pena morir por salvar a alguien que seguramente ya no estuviera vivo.
Cogió a Sakura de la mano y corrieron. Mientras se alejaba de allí, las lágrimas bañaban su rostro y una palabra le resonaba incansable en la cabeza contradiciendo toda su lógica... << Cobarde...>>* * *
Sasuke recorría las mismas catacumbas da Nan ga’rok, tranquilo y sin miedo, siguiendo el rastro que dejaba el aura de Sakura. Un conjuro de iluminación, llenaba de luz la estancia en la que se encontraba.
Habían pasado unas horas desde que su plan para conseguir a Sakura se hubiera ido a pique. Normalmente no hubiera tolerado un fracaso como aquél y menos aún con tanta tranquilidad. Pero estaba claro que su enemigo era un pobre imbécil que queriendo escapar se había adentrado en la peor de las trampas, cosa de la que él sacaría provecho. Las catacumbas eran un lugar anterior al templo que se construyó una vez acabada la guerra entra los reyes de Hiamler y el Príncipe de la Nigromancia. Según le había instruido su padre, el propio archimago Orondil había sellado mágicamente el alma del Príncipe de la Nigromancia en una cripta y de las catacumbas. Ese tipo de hechizos necesitaba un mantenimiento continuado que no se había cumplido, por lo que esperaba encontrar al fantasma del Príncipe de la Nigromancia.
La estancia en la que encontraba era la cripta de dicho fantasma. Sakura había pasado por ahí no hace mucho y contando con que no sabrían abrir la otra puerta, pronto les encontraría a ella y a su inepto salvador.
La temperatura descendió. El conjuro se debilitó y al cabo de unos segundos, todo quedó a oscuras.
Trazó un dibujo en el suelo.
Algo susurró a sus espaldas.
Convocó a los maekas.
Un rápido movimiento cruzó el aire
Pronunció el hechizo cuidando la pronunciación, la entonación y las palabras empleadas. Los errores a la hora de invocar tenían un precio muy alto: la vida del hechicero.
Sintió una mano mágica aferrándose a su pierna. El contacto le hizo estremecerse de miedo, pero no vaciló.
Liberó la fuerza de la magia.
Una estrella de siete puntas apresó al espectro a la par que imponía la voluntad de Sasuke sobre la del ente.
Pronunció el hechizo de iluminación y la sala se volvió a iluminar con aquella fuente de magia.
El fantasma era una figura traslúcida recortada contra la profundidad de la sala. Sasuke sonrió. Lo había hecho bien. Aquella poderosa alma maldita estaría a sus órdenes hasta que él lo deseara.
- ¡Manifiéstate! – ordenó en la lengua arcana.
La criatura se resistió. Sasuke no repitió la orden, liberó su magia e impuso su voluntad. Un elfo espantoso y muerto se apareció. Tenía los ojos blancos y la piel pálida, casi azulada. El pelo, blanco, le caía en finas bandas. Llevaba una túnica negra pero tan desgastada que parecía gris y una corona de hierro de tres puntas. Había adoptado una pose defensiva con las manos huesudas cruzadas contra el pecho. Ante Sasuke se alzaba Orochimaru, el Príncipe de la Nigromancia, el que no podía morir y al que encadenaron en aquellas catacumbas.
- ¿Por dónde se marcharon? – preguntó.
Silencio
- Ya veo, por ahí – se respondió a sí mismo. – ¿No estarás enfadado conmigo? Tú querías atraparme y yo a ti. Fui más rápido. No es nada personal.
Ninguna respuesta
- Ya sé que juraste acabar con Árandor y su linaje, pero de los tres que quedamos, dos trabajamos para Úrsagal. Venga hombre, perdón elfo-ensair, podemos llegar a un acuerdo. Veo que has encontrado una víctima ¿qué ibas a hacer con él? ¿Devorarlo durante cien años? ¿Mil? ¿Dos mil? Yo te propongo que te unas al Paladín de las Sombras, eso sí, al servicio de otro, y yo a cambio te procuro un cuerpo para que puedas consumar tu venganza ejecutando al último del linaje de Árandor. ¿Qué me dices? Además, – añadió – nuestro dios no se tomó muy bien perder la guerra, quizás te perdone si aceptas mi oferta, ¿lo harás?
Silencio
- Claro que si prefieres permanecer aquí encerrado durante otros cuatro mil años, yo no tengo nada en contra.
Orochimaru aceptó inclinando la cabeza.
- Bien, deja al muchacho ese y ya te lo daré en cuanto salgamos de aquí. –pareció escuchar algo - ¿Que quieres que te saque de la estrella del encarcelamiento? ¿Que no intentaras ninguna artimaña? ¿Sabes? Para ser tan viejo, mientes muy mal.
Sasuke cerró los ojos por un momento. Se agachó, tocó el cuerpo del guerrero llamado Rob y lo mandó al calabozo donde horas antes había estado Sakura. Después se dirigió al Príncipe de la Nigromancia:
- Te ordeno que esperes en las alcobas del sumo sacerdote Hation.
La sombra asintió desdeñosa ante la vanidad del hechicero y con un gesto, despareció.
Una vez dada la orden, Sasuke partió sin demora para matar el salvador de Sakura. Se le había escapado en el valle de Valdur, se le había escapado hacía veinte años. No fallaría esta vez. Sakura ocuparía su cama esa misma noche y su espada estaría ensartada en el pecho del Rey de Reyes.* * *
¡Ska are nem ma shuliah! – exclamó Sakura tocando la puerta que se interponía entre su libertad y ellos. Nada. La puerta, hinchada por la humedad y con símbolos arcanos que impedían el paso, no mostró signos de verse afectada por el conjuro de la serafín.
- Ya van diez – contó con sorna Naruto, que desde que habían abandonado la cripta del Príncipe de la Nigromancia, se mostraba mordaz y distante.
- ¡Y las que hagan falta! – replicó una frustrada Sakura. En situaciones como aquella se arrepentía de no haber prestado más atención en las clases del archimago Jiraiya. Sabía de sobra que la magia que impedía el paso era arcana y no serafínica, por lo que por muchas fórmulas de su magia pronunciara, esta puerta en particular, no reaccionaría. Probó con otra fórmula. Nada.
- Once…
- No me abrirás hasta que me abra, pero no me abriré hasta que me abras – recitó en voz alta con la intención de descifrar el acertijo. –Sacre mania…
- ¿Qué has dicho? – la interrumpió Naruto.
- ¿Ya reaccionas? – respondió Sakura enfadada y respondiendo a la petición del muchacho empezó con tono irónico - No me abrirás hasta que me abra, pero no me abriré hasta que me abras.
- ¡Es un acertijo!
- ¡No me digas! – la respondió Sakura empezando a cuestionar seriamente la inteligencia de Naruto.
De repente se escuchó la voz de Sasuke en el corredor:
- No me abrirás hasta que me abra, pero no me abriré hasta que me abras ¡¿Qué galimatías?! – su voz tenía el deje burlón que tanto irritaba a Sakura.
Sakura palideció. Los había encontrado. Naruto desenvainó la espada.
- Has tardado mucho – le saludó sarcástica la serafín.
- Tranquila, soy muy lento para todo ¿verdad?
La luz de la sala se incrementó cuando Sasuke realizó el conjuro de iluminación.
- Te felicito, Naruto, hijo de Minato. Has guiado a la princesa hasta aquí, no creo que mucha gente lo hubiera conseguido. Vuestra aventura llega a su fin. Habéis tenido suerte de que el alma del Príncipe de la Nigromancia se conformara con una víctima. ¿Cómo se llamaba?
La pregunta produjo el efecto deseado. Preso de una rabia frenética, Naruto saltó hacia Sasuke con la estúpida intención de matarle. La primera lección que aprendía un esgrimidor era no atacar con ira, lección que Sasuke siempre hacía olvidar a sus contrincantes. De un movimiento con Nugviar desarmó a Naruto y lo tiró al suelo de la mazmorra.
Con un gesto de condescendencia hacia Naruto, Sakura desenvainó a Zaraelion y a su orden, ésta se prendió. Corrió hacia Sasuke, pero éste de un movimiento levantó una ráfaga de aire que lanzó despedida a Sakura, la cual no tuvo más remedio que soltar su arma para protegerse del golpe. Cayó al suelo desarmada e intentó levantarse.
Sasuke se encaminó hacia Naruto, quien retrocedía de espaldas buscando desesperadamente un arma con la que defenderse. <>, fue el pensamiento que le dedicó Sasuke.
- ¡Te dejé escapar hace diecisiete años, te escapaste en Baltor, pero ahora morirás! – fue su sentencia.
De un grácil y potente movimiento, clavó la espada entre los omóplatos del muchacho atravesándole el cuerpo hasta el pecho. Naruto gritó de dolor.
De otro movimiento retiró su espada, que no se había manchado de sangre. De hecho Naruto no sangraba. La espada de Sasuke tenía la propiedad de cauterizar las heridas instantáneamente derramando dentro un veneno mortal que provocaba que el herido no sobreviviera más de un día. Sasuke dedicó un vistazo a sus enemigos, uno se retorcía de dolor, la otra se ponía en pie a duras penas.
Con una sonrisa de satisfacción, se acercó a Sakura y la cogió por los hombros. Ella agachó la cabeza y no intentó resistirse.
- ¡Enhorabuena, has destruido la última esperanza de estas tierras! Le has costado la vida al último del Linaje Real, a Amnel-Ester!
Sin embargo contra todo pronóstico, la expresión de la serafín era de felicidad. Sasuke vaciló por un momento, aquello era extraño. Había perdido, ¿por qué parecía alegrarse? En un momento, Sakura le propinó un rodillazo en la entrepierna. Sasuke se arrodilló del dolor. Ella cogió su espada llameante y añadió:
- Y a tu descendencia.
Sakura corrió hacia Naruto quien gemía. Sakura lo puso en pie y lo llevó…. ¿adónde? La puerta no se abriría y si retrocedían sería desperdiciar la vida, pues el Príncipe de la Nigromancia les esperaba.
Avanzó con Naruto apoyado en su hombro hasta la puerta y comenzó a implorarle que se abriese, pero ésta no lo hizo. Entonces Naruto susurró:
- Abrirás….abra…...abriré…..abras…..”Dilo…..en tu…..lengua….
- ¿Karas, Kasmor, Karal, Karmore? – repitió muy poco convencida.
Un chillido fue su respuesta. La puerta se abrió con chirrido dejando entrar una vahada de aire y la suave luz del amanecer iluminó la estancia.
Salieron al exterior tras toda una noche de suplicios, Sasuke al verlos intentó detenerlos con un hechizo, pero una oleada de dolor le atenazó y tuvo que contemplar impotente como los jóvenes escapaban y la puerta se cerraba tras ellos. Sakura suspiro de alivio, en esa noche habían perdido el hermano de Naruto; éste se hallaba malherido y un veneno lento y letal se extendía por su cuerpo y ella… Ella había restaurado su honor.
Fuera de las malditas catacumbas de Nan ga’rok, la noche se fundía con el día dando lugar a un amanecer de ensueño, el más hermoso que Sakura hubiera contemplado. Ainheror, la estrella de la mañana y de la tarde lucía como un zafiro en el cielo. Resultaba irónico que tras una noche como esa, llena de miedo y dolor, amaneciese un alba como éste, radiante de vida y esperanza.
Cerca de la orilla del río había dos caballos de la Legión, según observó Sakura, ya que portaban la armadura de acero característica del Reino de Párandor. Los caballos eran uno zaino y otro negro y un tercero con tan solo una brida y una silla.
Naruto intentó decir algo pero Sakura lo dejó en el suelo recelosa y atenta a cualquier movimiento sospechoso. Corrió hacia los caballos y soltó a los de la Legión dándoles una palmadita en los cuartos. Ante el golpe, propinado con precisión maestra, los animales salieron corriendo en direcciones opuestas. Perfecto, eso le daría tiempo, no mucho pero algo.
Después cogió a Naruto y lo subió al tercero. Un perfecto semental marrón. Patas fuertes. Pelo cuidado. En suma, un corcel digno de los establos de Ahilionter. Tras varios intentos sin mucho éxito, el corcel se agachó y en esa ocasión pudo montar a Naruto en el animal. Luego ella se subió, cogió a Naruto, quien pesaba más que un gigante y espoleó al animal.
No sabía exactamente dónde escapar ni dónde ir, pero sí sabía que tenía que hacerlo a un lugar seguro.* * *
Ainheror lucía de nuevo en el cielo crepuscular del atardecer del día siguiente.
Sakura había cabalgado todo el día a lomos de aquél sabio animal. Habían dejado atrás Nan ga’rok, según estimaba, a sesenta o setenta kilómetros. Aunque el animal no parecía cansado, su educación nórdica la había enseñado a descansar obligatoriamente después de un día de galope como aquél.
Se encontraban en un pequeño bosque de pinos que se extendía por una ladera de una de las muchas montañas de la Cordillera de Tach-Mer. Había encendido una hoguera y había dejado allí a Naruto tumbado al lado del fuego. Como consecuencia del veneno, el chico se encontraba en un estado fébril de semiinconsciencia. Sudaba del calor que soportaba su cuerpo a causa de la fiebre y a la vez tiritaba de frío. Estaba mortalmente pálido y rígido. Sin embargo esta rigidez se veía interrumpida por esporádicas convulsiones. Sakura no quería pensarlo, pero Naruto moriría si no encontraba la cura o al menos un ralentizante.
Sakura quería hacer algo por él, buscaba cualquier planta que pudiera prolongar la vida de su moribundo salvador. Pero ¿Qué buscar? Los contradictorios síntomas la tenían tan despistada pensando en una planta eficaz, que no oyó una espada desenvainándose, ni sintió los pasos de un desconocido, ni se dio cuenta de que su sigiloso enemigo se colocaba detrás suya hasta que un cuchillo se apoyó en su cuello y alguien dijo:
- Vaya, vaya, una serafín, ¿desprevenida?* * *
Las patrullas de rastreo volvieron con la salida nocturna de Ainheror. Había dispuesto de los exploradores de la Décima Legión y de sus propias tropas: orcos, goblins y ensairs. Como Sasuke ya suponía, la partida fue un fracaso. Ningún resultado.
Había estado tan cerca…. No cabía duda de que Sakura no era tan estúpida e idealista como cuando la conoció. Aunque echaba en falta esa actividad tan irritablemente bondadosa, esa nueva faceta de Sakura, más oscura, más humana le gustaba muchísimo. No le había hecho ninguna gracia lo del rodillazo, pero se lo perdonaría. En lo referente a Naruto, Sasuke se mostraba algo menos transigente. Le había arruinado su magistral plan para conseguir a Sakura y le había sobrevivido de nuevo, aunque no por mucho tiempo. Nugviar era la legendaria y mortífera espada de Úrsagal. Frente a Zaraelion, que ardía como el sol y era el orgullo de los serafines, a Gladarin, el arco de los hiamler y a Ayshiriel, la espada de reyes perdida hace cientos de siglos, su espada había sido creada para reclutar nuevos siervos, si sobrevivían por supuesto. Si su veneno era resistido físicamente, se apoderaba de la persona y la hundía en las sombras. Si Naruto lo toleraba, se convertía en uno de sus siervos. Sasuke disfrutaba con esa idea cuando Hation le sacó de sus pensamientos al regañarle desesperado:
- ¿Qué vamos a hacer? Tu estupidez y tu incontrolable afán de mujeres me va a costar al ascenso. El Emperador me va a matar.
- ¡Cierra la boca! – le espetó Sasuke. No soportaba a los tipos de la calaña del sacerdote. – sé un hombre y ayúdame en vez de quejarte.
- ¡Ayudarte! ¿Yo? ¡No Sasuke! ¡tú caerás sólo, sin nadie que te ayude! – chilló furioso - ¡Debimos haberla ofrecido a Úrsagal en cuanto la trajiste y no intentar convertirla en un juguete para tus instintos!
En ese momento Sasuke perdió la paciencia y decidió no permitirle más confianzas a ese sacerdote presuntuoso que además de no saber nada se pensaba que lo sabía todo.
- Si no callas, te convertiré en un siervo, me es muy fácil - le aseguró mirando de reojo a Nugviar.
Hation palideció
- Necesito que me apoyes en la invocación – prosiguió sereno Sasuke.
- Yo no sé magia de la convocación – le recordó a Hation asustado
- Pero sí sabrás canalizar tu poder hacia mí. ¿verdad? – no hubo respuesta - ¿verdad? – repitió llevándose la mano a la espada.
Hation aceptó moviendo con nerviosismo la cabeza.
Sasuke se encaminó hacia el despacho de Hation donde había un pentágono de invocaciones a pesar de que éste no podía utilizarlo. Todo estaba listo, además de mandar a las tropas, se había preparado para llevar a cabo una invocación ya que como bien había sospechado, éstas seguramente fallarían
Los seres que deseaba invocar eran algo conocido como “Sombras Negras”. Las sombras negras eran criaturas de séptimo nivel. En la magia del conjuro o el arte de la invocación se precisaba de pentágonos de invocación y de protección así como del incienso, azufre y otros elementos alquímicos. El hechicero concentraba su magia y traía del Abismo a esas criaturas. Había siete niveles de invocación, por coda nivel las criaturas eran más poderosas y astutas. El pentágono de invocación las arrastraría, cosa que ellas resistirían y entonces se produciría un enfrentamiento entre invocador e invocado. Si fallaba, su enemigo lo arrastraría al Abismo.
Por eso necesitaba alguien que aportara energía a su invocación. Hation se colocó en un pentágono de protección, Sasuke sintió como la energía pasaba a él. Hation, el histérico Sumo Sacerdote, desconocía la totalidad del plan, pero éste consistía en realizar una invocación múltiple: pretendía subyugar a cuatro sombras negras. Realizó los pasos de la invocación.
Protegió su mente y la de su canalizador.
Pronunció con corrección el hechizo. Respiró y…
Liberó toda su energía, la puerta se abrió.
Entonces su mente viajó al Abismo. No prestó atención a ese mundo. Eligió a cuatro de las muchas sombras que allí había e inició el combate.
Las sombras negras escogidas y él fueron arrastradas a un hueco en el espacio y el tiempo: un terreno neutral. Su enemigo, consciente de si superioridad numérica, atacó. Cuatro conciencias malditas se aferraron a su mente mortal. La protección era fuerte, pero poco a poco se fue debilitando. Su voluntad, en apariencia fue perdiendo terreno. Las otras cuatro le rodearon. En ese momento liberó un torrente de energía procedente de Hation y liberó su iberó todo su poder, algo que nunc hacía. Las cuatro sombras retrocedieron ante tal poderío. La mente de Tháumer no cedió, capturó a las sombras y el combate acabó.
Regresó a Thirion.
Jadeante, contempló su exitoso hechizo. En la lengua de Moorgondull les ordenó a las cuatro incorpóreas figuras negras:
- Buscad a la serafín Sakura y al humano que va con ella. Traedme viva y de una pieza a la chica pero matar al muchacho si todavía está vivo – les envió un imagen mental de Sakura y de Naruto y las aludidas obedecieron.
Las sombras salieron de los pentágonos de invocación. Adoptaron la forma de cuatro lobos y salieron de cacería dejando a Sasuke de pie y muy satisfecho de sí mismo y a un estupefacto y agotado Hation que miraba a Sasuke con los ojos llenos de miedo y respeto.* * *
Sakura no miró al enemigo que la había sorprendido.
- ¿Eres la princesa Sakura? – preguntó la voz, denotando de pronto un sorprendente timbre infantil.
El desconocido bajó el arma y Sakura se giró. Cuando le vio exclamó:
- ¡Tú!
- Hola Sakura – respondió el ériat.
Los ériat eran criaturas menudas de un metro veinte como máximo. Parecían gatos que hubieran aprendido a caminar. Éste era un magnífico representante de su raza. Tanía el pelaje de color beige, unas grandes orejas, en la izquierda lucía unos aros de oro, unos grandes bigotes y unos ojos marrones enormes. Pero esta adorable apariencia era sólo eso, una fachada. En realidad eran hábiles con los dedos, elocuentes, charlatanes y con un odioso sentido del humor, tenían el poder de levitar y sus ciudades eran todas aéreas por ese motivo. Ese era Oruc Robamonedas, un viejo conocido de Sakura.
- Dame una razón para que no libre al mundo de tu presencia – le amenazó furiosa.
- Vaya, me parece que tu amabilidad ha menguado con las años. Me envió el viejo – se disculpó Oruc.
- ¿El archimago Jiraiya?
- Sí, el viejo
En su lecho, Naruto gimió. Sakura recordó de repente lo que estaba haciendo.
- Oruc, ¿sabes curar venenos?
- ¿Quién te ha dicho eso de mí que le mato por chivato?
- Lo tomaré como un sí – respondió Sakura - ¿No? Oruc
- Siempre he sabido que mi lengua me perdería, algo sí que sé.
Naruto gritó y pataleó.
- ¿A quién han envenenado? – preguntó Oruc buscando con la mirada
- ¡Oruc!
- Está bien, está bien. Ya voy – dijo acercándose a Naruto. - ¿Cómo ha sido?
- Es una larga historia….
- Cuenta, cuenta – respondió Oruc olvidándose de Naruto y sentándose delante de Sakura. – A mí me encantan las hist…
- Oruc, se está muriendo – le recordó Sakura enfadada.
Oruc silbó
- Eso es muy grave, por cierto, ¿desde cuándo entiendes de venenos?
Sakura sin contestarle, lo llevó en volandas hasta Naruto y le obligó a examinarlo. Ya sabía por otras experiencias que lo menos les gustaba a los ériat era trabajar.
Oruc examinó a Naruto quien desde luego no presentaba buen aspecto. Sudaba y estaba mortalmente pálido. Oruc se puso serio de repente:
- ¿Quién se lo ha inyectado?
- Nadie, fue producido por una espada.
- ¿Nugviar? – se interesó.
- No sé, ¿Eso importa? – inquirió preocupada.
- Sí, si fue la espada que te dije, es mejor dejarlo morir.
- ¿Por qué dices eso?
- Si no muere se convertirá en algo peor que un muerto.
Sakura palideció y dijo angustiada:
- ¿Pero lo elfos no pueden curarlo?
- No lo creo… - se acarició el mentón. – quizás Erealdor o Jiraiya.
- ¿Dónde puedo encontrarlos?
- En Ganeorx. Están celebrando un….
- ¿A cuánto nos encontramos de la ciudad? – quiso saber obviando la charlatanería.
- Que poco simpática te vuelves cuando alguien corre peligro, deberías controlar esos cambios de humor.
- ¿A cuánto?, Oruc – insistió Sakura.
- Seis o siete días – contó con los dedos.- pero yo tardé menos en encontraros, vine…
- ¿Sabes si nos siguen?
- A no ser que lo que nos siga sea totalmente espiritual y no captable con sentidos mortales, no nos siguen. Al menos de momento.
Naruto se removió intranquilo. Comenzó a convulsionarse estrepitosamente. Echaba espuma por la boca. Sakura abrió los ojos como platos, sin saber qué hacer.
- ¡Ponle una rama en la boca antes de que se ahogue con su lengua!
Sakura obedeció. Buscó una rama con la máxima presteza e hizo lo que el ériat le había mandado. Oruc sacó una navaja de uno de sus bolsillos y rajó la camisa de explorador de Naruto. Ordenó a Sakura que lo sujetara. Le arranco la camisa y con un corte preciso le hizo una pequeña herida en el pectoral izquierdo. Un hilo de sangre afloró a la superficie. No era roja, sino más bien oscura. Al cabo de in momento, la sangre fluyó roja de nuevo. Naruto se tranquilizó y volvió a respirar sereno.
- Por desgracia para él, acabamos de condenarle a convertirse en un siervo del mal. Aún así creo que tenemos diez o doce días para evitar que la trasformación se consume – sentenció Oruc. – Aunque la única forma de evitarlo que yo conozco es matándole – añadió para sí mismo.
- Bien vámonos
- No, descansaremos un rato. Saldremos cuando Ainhear vuelva al cielo.
- Pero… - intentó protestar Sakura.
- A Naruto no le sirves de nada si estás agotada.
Sakura se extrañó, ¿cómo conocía el nombre del muchacho si ella no lo había mencionado?
El sueño de Sakura fue intranquilo. Pesadillas o la imagen de Sasuke acuchillando a Naruto poblaban la mente de la serafín. No habían trascurrido dos horas cuando el pequeño ériat la despertó alarmado, cosa poco común en un miembro de esta raza.
- Sakura, tenemos que irnos.
- ¿Qué ocurre? – preguntó somnolienta. <> pensó Oruc no le había gastado ninguna broma al levantarla, conociendo al ériat, eso significaba que algo iba muy mal.
- He oído unos aullidos muy raros cerca de aquí.
- Serán lobos o gatos monteses.- respondió con lógica y quitándole importancia al asunto. Ella sólo quería dormir.
- No, estos aullidos proceden del Abismo.
Sakura se espabiló al escuchar eso.
- ¿Del Abismo? ¿Y tú cómo lo sabes?
- No lo sé, lo presentí, es sólo una sensación – intentó explicar el ériat.
- No puede ser por nosotros, Sasuke no puede ser tan poderoso como para convocar a más de una sombra a la vez, y Hation no sabe hacer invocaciones. Los habrá convocado un archimago y estarán tan sólo de paso– le contradijo Sakura que se negaba a creer otra cosa.
- Aún si fuera así, deberíamos irnos, no me gustaría encontrármelos por casualidad – cambió de táctica el ériat al ver la actitud de Sakura. Aunque intentaba disimularlo, estaba muerto de miedo.
Los ériat, a pesar de su carácter, nunca sentían miedo. Éste, en especial era un valiente exaltado incluso entre su raza, por lo que su tono de voz aterrorizó a la serafín. Ésta asintió y se levantó del suelo. Miró la herida de Naruto, había adquirido un color grisáceo que parecía extenderse por todo el pecho.
Sakura cogió a Naruto y con la ayuda de Oruc, consiguió montar a Naruto en el caballo, después se montó ella y el ériat, por último comenzó a levitar y los tres galoparon a Ganeorx.
Salieron del pequeño bosque de pinos y cabalgaron sin pausa hasta la salida diurna de Ainheror. Oruc mandó parar cerca de una pequeña hondonada en las montañas donde estarían protegidos por la cobertura que les darían los árboles y habían dejado de oírse los aullidos transcurrido poco tiempo desde su partida, lo que los había tranquilizado sobremanera.
Pararon varias horas allí. Oruc sacó de su bolsa un trozo de queso y un mendrugo de pan junto con una bota de agua. Se lo ofreció a Sakura quien no tardó más que unos minutos en saciarse. Cuando el sol estaba bien alto siguieron viajando.
Descansaron por la noche, cuando las dos lunas estuvieron presentes. En esta ocasión, Oruc proporcionó agua a los caballos y algo de carne ahumada a Sakura. Sakura no era muy amiga de la carne, pero lo era mucho menos del hambre por lo que se comió el alimento sin ascos y enseguida se quedó dormida de puro cansancio. Naruto, mientras tanto, se mantenía en su estado febril, mientras, la mancha gris se extendía lenta pero inexorable por su cuerpo.
Durante cuatro días y tres noches la huida prosiguió con la misma mecánica, dos comidas y sólo una parada por la noche para dormir y lo más corta posible. Sakura se sentía segura con Oruc, no habían vuelto a oír los aullidos ni habían tenido más problemas, por lo que dieron por buena la explicación de Sakura y rezaron por que Sasuke hubiera renunciado a recuperar a Sakura.
Oruc aprovechaba la capacidad innata de su raza para la levitación y la velocidad que adquirían cuando estaban en el aire para hacer grandes rondas alrededor del campamento cuando Sakura dormía. Ésta confiaba en la capacidad de su amigo para encargarse de cualquier problema que pudiera presentársele y dormía tranquila. Todo parecía ir bien hasta que a la cuarta noche, su suerte cambió.
Se encontraban recuperando fuerzas en una ladera, resguardados del frío otoñal. Había encendido una hoguera y Oruc estaba asando unas castañas. que había recogido la noche anterior.
Sakura se encontraba junto al febril Naruto. La mancha le devoraba ya todo el torso y casi le alcanzaba el cuello. La serafín limpiaba con esmero el sudor del cuerpo del chico con un paño confeccionado con la propia camisa del joven. Todas las noches hacía eso. Se le debía, estaba en ese estado por salvarla. Cuando acababa de secarle el cuerpo, cerraba los ojos y entonaba una plegaria de protección a los dioses.
Rezada su oración, se dirigía a cenar con el ériat cuando un infernal y terrorífico aullido que sonó peligrosamente cerca de ella la sobresaltó. Oruc corrió hacia ella alarmado. Sakura desenvainó la espada.
Tras esperar unos minutos, se vieron rodeados por cuatro lobos gigantescos. Tenían los ojos rojos, los colmillos excelentemente afilados y el pelaje negro. La serafín no sabía qué eran, pero sabía a quién pertenecían y eso no la tranquilizaba en absoluto.
Uno de ellos saltó hacia Naruto. Ella, de un movimiento, lo golpeó lanzándolo contra un árbol. La bestia no pareció muy afectada. La joven al constatar que no podrían hacerles frente, ordenó A Oruc, que se mostraba paralizado de terror ante cuatro lobos de grandes dimensiones, montara a Naruto en al caballo. Oruc por fin reaccionó y fue a hacer lo que Sakura le había dicho.
Otro rugió de rabia y cargó contra la chica, quien rodó por el suelo esquivándolo. Apenas se había puesto en pie cuando otra de las alimañas saltó sobre ella derribándola. Sus colmillos se aproximaron a su rostro sin que la serafín pudiera evitarlo. Un ensordecedor ruido apartó a la bestia, Oruc, de un disparo con una extraña arma, se lo quitó de encima, derribándolo. Aprovechando el desconcierto de las otras, Sakura lanzó una estocada a una, una patada a otra y un rayo de plata a la última que parecía el líder.
A un grito de Oruc, Sakura saltó sobre el caballo y espoleándolo corrieron al galope. Los lobos se recuperaron del ataque de Sakura y con la boca llena de espuma, salieron a capturar sus presas.
Durante lo que quedó de noche, galoparon al noroeste perseguidos por los lobos que, incansables, ganaban terreno por momentos. Sakura miró atrás, las bestias corrían y corrían, si paraban estaban perdidos. Oruc volaba a su lado, disparando de vez en cuando con su arma pero con escaso éxito.
La mañana llegó fría y nublada.
Sakura se hubiera caído del caballo por el sueño de no ser porque el inteligente animal la despertaba con un relincho. El caballo era rápido, pero el exceso se peso aminoraba la rapidez de su trote que resonaba por un pequeño desfiladero en el que entraron para acortar camino e intentar evitar ser atacados por los lados.
De repente, una de los lobos cambió de táctica y se interpuso en su camino sin ser visto. Por suerte el caballo, grácil y veloz lo saltó sin problemas dejando a la alimaña sorprendida. Pero los lobos no eran meros lobos, sino siervos del mal y como tales eran perversos y astutos. Otra de las criaturas se pegó a un flanco del caballo obligando a su jinete a dirigirse hacia el otro lado. Otro se interpuso, rugiendo, para cortarles el paso. La montura de Sakura se asustó apoyándose sobre sus cuartos traseros y relinchando a la vez que levantaba sus patas delanteras en ademán protector. Sakura tiró de las riendas y le obligó a escapar por un cañón lateral.
Las bestias, con un brillo de malicia en la mirada veían como su presa escapaba hacia donde ellos querían. Sakura se dio cuenta de ello demasiado tarde: se vio atrapada contra la pétrea muralla de la montaña.
Los cuatro lobos apretaron el cerco. La distancia disminuyó. Cuando estaban a menos de quince metros trasformaron su aspecto en otro bien distinto. Cuatro fantasmagóricos soldados de sombra desenvainaron unas incorpóreas espadas. Sakura y Oruc imitaron el gesto. Con una voz salida del averno, el que era el líder ordenó:
- Entrégate serafín. No tienes escapatoria. Entrega al humano para que acabemos con él y después te llevaremos sana y salva ante nuestro amo.
Sin ápice de miedo en la voz, Sakura respondió orgullosa:
- ¿Crees a caso que vuestro poder me asusta? ¡Venid! – les incitó.
Los guerreros aceptaron el desafío y caminaron hacia ellos. Las espadas cantaban un himno de muerte. Sakura desplegó sus alas y voló hasta situarse frente a las sombras. Los contrincantes avanzaron para atacar. La serafín cerró los ojos. << Sasuke, no eres el único que puede ir al Abismo>> Sin embargo, la principal diferencia entre lo que estaba por hacer y lo que había hecho Sasuke, es que ella no se encontraba en el momento más adecuado para ello. La situación así lo requería.
- Oruc, ¡dame tiempo!
- ¡Entendido!- acató la orden.
El valiente ériat se lanzó a la refriega adoptando la misma pose que un gato al lanzarse sobre un ratón. Igual que un gato, unas largas y afinadas cuchillas salieron de los puños de Oruc. El combate cuerpo a cuerpo dio comienzo mientras que Sakura sentía como su alma abandonaba el plano terrenal. Rogaba porque su amigo pudiese contener él solo a las sombras.
Oruc paró con mucha suerte el duro y letal golpe de una de las sombras que lo derribó. El ériat sonrió. << Muy bien, desafío aceptado>>. Antes de que otra de las Sombras lanzara una estocada para rematarlo, utilizó la innata capacidad de los ériat para salir disparado levitando mientras que se arrancaba uno de los botones de la camisa. Lo tiró al suelo y éste al caer, explotó.
- Tecnología ériat de primerísima calidad. ¡Chupaos ésa!
Ériat retrocedió hasta alcanzar la posición donde estaba Sakura, totalmente fuera de sí, sumergida en otro mundo.
Varias flechas salieron disparadas del humo de la explosión. Oruc tuvo mucha suerte. Pudo pararla gracias a un instintivo gesto que realizó en último segundo. Tragó saliva. Desde luego que en aquel día tenía que agradecerle su ayuda a la fortuna. Mientras se centraba en el enemigo pudo ver como de los cinco, tres avanzaban, formados de tal manera para emboscarle. Otro desde atrás estaba recargando un arco negro como sus poderes. << Ya puedes traerme al mismo Sáetar, Sakura>>* * *
Frío e inhóspito era el plano del Abismo donde se hallaba Sakura. Los dioses lo habían creado como un mundo de ensueño para las almas de los mortales. Habían sido las alimañas de la oscuridad, guiadas por el propio Úrsagal, en el principio de los tiempos cuando en su intento de conquistar el cielo, anegaron de muerte, perversión y malicia aquel paraíso. Le desagradaba profundamente encontrarse ahí, pero no tenía tiempo que perder. La percepción del tiempo era muy distinta dependiendo del lugar en el que se encontrase y aunque confiaba en las capacidades de su amigo, sabía que las Sombras eran poderosas, extremadamente poderosas.
El Abismo era la morada de los espíritus, que podían ser tanto expresión de luz como de oscuridad. Muchos de los espíritus eran atraídos al mundo de Thirion por los magos aprovechando la luz que estos buscaban. Sakura no necesitaba llamar a los entes en quienes los magos confiaban sus poderes. Quizás ya fuese hora de utilizar los poderes que se le habían conferido. Debía proteger a Naruto. No había llamado a Amnel-Ester para sentenciarlo a muerte. Al fin y al cabo, todo estaba anticipándose…* * *
Oruc defendía ferozmente el cuerpo de su amiga, que parecía haberse convertido en una estatua de mármol. Tenía la piel blanca, mortalmente blanca. Sus ojos parecerían de piedra de no ser por el intenso brillo azulado que emanaban. Una de las Sombras consiguió herirle en el antebrazo cuando paraba el golpe de otra. Se llevó el brazo no herido a la cintura y extrajo su espada corta para luchar. Justo cuando iban a entrecruzar sus espadas, un himno retumbó en el valle, un canto puro y armonioso como la vida: el canto del fénix.
Una de estas criaturas de leyenda apareció acompañadas de… ¡Elwendel! Elwendel había venido. Oruc conocía a Elwendel desde hacía mucho tiempo, tanto como el que hacía que conocía a Sakura. ¡Menuda bendición! ¡Algo de suerte! El fénix era un magnífico ejemplar de plumajes dorados y carmesíes con unas alas majestuosas y prendidas en un eterno fuego dorado. Elwendel tocó el suelo y al hacerlo todo el valle pareció temblar ante su poder. Aunque se tratara de uno de los magos menos reconocidos en el Cónclave, a veces el hideir podía resultar tan majestuoso como el Gran Jiraiya. Desde su posición comenzó a entonar un conjuro. El cielo se estaba oscureciendo. Una tormenta. El espectáculo resultaba hermoso... y mortífero.
Sin contemplaciones el fénix comenzó a arrojar una columna de fuego que cayó sobre aquellos soldados se sombra, pero éstos sin embargo no escaparon, no podían, la magia los ataba. Recibieron el ataque. La orden de Sasuke era clara y hasta que no la cumpliesen no podrían volver a su plano y alejarse del mundo. El que ocupaba la retaguardia empezó a disparar flechas negras al fénix para distraerlo mientras que los otros siguieron acosando a Sakura.
El viento comenzó a soplar. Cada vez era mayor su intensidad.
- ¡Elwendel, si te das prisa, me haces un favorcillo! – le chilló el ériat.
El hideir ni se inmutó. Oruc arqueó una ceja mientras pegaba una patada a uno de esos guerreros. Si que era grande el interés de Sasuke en recuperar a Sakura que había llamado a unos poderosos espíritus para atraparlos. A pesar de estar siendo repelidos con el fuego de un fénix y los propios elementos controlados por Elwendel, no retrocedían.
La tierra volvió a temblar y ante los atónitos combatientes, la roca de la montaña comenzó a tomar forma y de ella salió un enorme guerrero que al reflejo del sol parecía brillar con su misma intensidad. Era tan grande como la propia montaña.
Los momentos siguientes dejaron sin palabras a Oruc, a Elwendel y al fénix que salió de la zona de combate antes del inminente ataque del gigante. Abrió los ojos. Oruc se dio cuenta de que Sakura también lo hizo. Empezó a andar sin moverse, pero el gigante sí que echó a andar. El ériat, sin dejar crédito a lo que veía, escuchó como Sakura gritaba: “Tach-mer, sivreaht nonme lindiarus”. Nadie escuchó a Sakura, pues el gigante, con voz atronadora y ensordecedora, repetía las mismas palabras.
Con esas palabras de sus ojos salieron disparados dos rayos de plata. La serafín extendió la mano. El gigante la imitó y al igual que sucedía con la mano de Sakura, ésta empezó a brillar, como si se tratara del mismo sol. Oruc tuvo que cerrar los ojos. El valle se inundó de los desgarradores gritos de dolor de las Sombras.
Al abrir los ojos ya no estaban. Sakura cerró los ojos también y el gigante se derrumbó en un montón de escombros. Respiraba entrecortadamente. Se había excedido a la hora de devolver a las Sombras a su dimensión intentando imponerse a la voluntad de Sasuke.
Con torpeza el fénix aterrizó al lado de Sakura y de Oruc para convertirse en u mago. Un mago que Sakura conocía:
- ¡Valarión! – exclamó conmocionada.
- Te he dicho mil veces que no me llames así – saludó un mareado Gaara.
Sakura se disponía a ir a por Naruto cuando éste cayó ruidosamente. Volvía a convulsionarse, jadeaba y parpadeaba escandalosamente sin ver nada. La herida hervía y su boca escupía espuma. La serafín corrió y lo abrazó meciéndolo entre sus brazos susurrando <>
Estaba cansada, estaba muy cansada, Naruto le pesaba cada vez más entre los brazos. El mundo empezó volverse borroso y nada de lo que veía tenía sentido. Sintió que caía al suelo con el cuerpo de Naruto agarrado fuertemente entre los brazos. Oyó a Gaara y a Oruc gritar su nombre y correr hacia ella y un chapoteo, como agua andando. Después todo se volvió negro y no sintió nada más... <>
Bueno un capitulo mas, y esto marca el final del especial.
Sakura ha sido rescatada por Naruto. Éste ha sido herido de muerte por Sasuke quien pretendía acabar con su vida y con la última esperanza del Oeste. ¿Qué sucederá? Sakura se ha desmayado teniendo a Naruto entre sus brazos, si queréis saber como sigue, solo tenéis que esperar a la semana que puede que aya cap seguidos.
El ESPECIAL ha terminado, pero la Guerra de los Dioses no ha hecho más que comenzar. Próximo capítulo: Reencuentros y profecías.
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
102064
Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Perdon por haberme ausentado TT Es que tengo tantisimas cosas que leer y escribir. Y como este fic ya lo he leido >.< Pues me da mas pereza que el resto.
Pero ya me he puesto al dia. Mi escena favorita es cuando Naruto y Rob irrumpen en el templo en medio de la ceremonia y salvan a Sakura. Eso esta genial *-*
Igual que la huida, ha sido muy NaruSaku xD
Pero ya me he puesto al dia. Mi escena favorita es cuando Naruto y Rob irrumpen en el templo en medio de la ceremonia y salvan a Sakura. Eso esta genial *-*
Igual que la huida, ha sido muy NaruSaku xD
Namikaze_Minato- Baneado
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
me gusta mucho.. espero ver la conti.. suerte
gonmax- Sannin
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