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LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
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LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Bueno, aquí les trago la primera obra de el escritor Séptimo Hokege que nos publico en el viejo foro, ahora en el nuevo el lidia con lo que es su nuevo proyecto de Naruto la saga del Fénix, mintras que yo le ayudo publicando esta obra, y sin mas retrasos asi comienza esta guerra épica....
PROLOGO
Bueno amigos como podrán ver el fic es viejo, ademas de llevar tiempo. Así que los veterano que ya lo conocen y estaban esperando su regreso Bienvenidos de nuevo a: LA GUERRA DE LOS DIOSES. A los nuevos espero que disfruten mucho el fic como yo y lo demás lo disfrutamos en el antiguo foro, así que también Bienvenidos.
Eso si les tengo una advertencia los nuevo, el fic ya prácticamente tiene mucho de avanzado, si ay algo que no les gusta que pase en la historia, pueden quejare, mas no se puede cambiar. así que a los que no les gusta una escena se puede ir del Tema.
Bueno una vez mas gracias por leer de mi parte y de Séptimo Hokege que es el AUTOR de la obra, Nos vemos a la próxima, que esto solo esta empezando
PROLOGO
- Spoiler:
- Llegará un día en el que cuando el Traidor lo desee, en el mundo aparecerá su voz y su palabra, su puño y su espada, su voluntad y su anhelo, llegará un día en el que todos deberemos buscarlo pero Él lo protegerá y Nosotros fallaremos.
Su Paladín conocerá y jugará con ventaja. Aguardará el día en que su Amo desee que aquel que está destinado a terminar todo este pesar iniciado hace tantos eones nazca. Sin impacientarse hilará su red hasta que consiga capturar al Elegido, Ánaris-Mithral.
Ánaris-Mithral vagará por las Luz y por la Sombras a merced de Uno y de Otro. Será tinieblas, será luz. Será odio, será amor. Será miedo y será valor. Será el Elegido que al mundo salvará o condenará.
Por eso Nosotros enviaremos a nuestro Paladín. Él combatirá a la oscuridad del Otro. Él ascenderá por encima de todos sus antepasados y resurgirá de sus cenizas. Él traerá la luz a un mundo sumido en la penumbra. Él traerá orden a un mundo inmerso en el caos. Pero todo cuanto hemos dicho queda a la sombra pues nuestra misión para él será atraer al Elegido a la luz.
Aguardad en el cielo a que nuestro Paladín llegue, trasmitid nuestra palabra a los mortales, esperad y defended el Oeste del Oeste, porque su mayor enemigo no será el Traidor sino el Renegado.Profecía de los Ester
PROLOGO( PARTE I): HACE CINCUENTA AÑOS ATRÁS
-¡LARGA VIDA AL EMPERADOR! – exclamaron al unísono un millar de voces dentro del Gran Panteón de los dioses de la ciudad de Minas Árandor cuando Danzou, el primero de su nombre, Emperador de todos los hombres, Rey de Párandor y de Agnorior y Señor de Cair Parandor, se levantó ungido como emperador después de que el Gran Maestre de la Fe, el sumo sacerdote, colocara sobre él la corona imperial.
Era un hombre mermado por la edad, pero al que todo el mundo reverenciaba por su sólido y autoritario carácter que no había temblado ni lo más mínimo para llegar hasta donde había llegado, haciendo cualquier cosa para ello. La corona de mitrilo y oro de doce puntas livianas, como una pluma, que habían llevado sus ancestros, unida a la toga dorada y púrpura y al cetro imperial imprimían en su persona un carácter imperativo. Llevaba la barba blanca bien recortada, al igual que el pelo. Sus manos hábiles de dedos largos y ágiles agarraron con firmeza el cetro imperial, como agarrando el poder que tanto había anhelado durante años. Estaba por encima de todos.
Abrió sus ojos fríos y azules y se vio rodeado de miles de personas: nobles que eran acompañados por sus portaestandartes, caballeros, reyes y príncipes de los otros reinos que por derecho le pertenecían ahora y los más ilustres ciudadanos del Imperio que ahora estaba en su poder. Estudió la situación durante unos segundos. Muchos de los que ahora le adoraban con magistral reverencia y admiración, habían sido enemigos suyos en el campo de batalla, de la misma forma que habían adorado a la reina anterior, una extranjera que le había quitado lo que le pertenecía. Se llamó a la calma. Ahora ya era el Emperador, no había nada que temer. Todo el poder estaba en sus manos.
Con voz grave y cuidada entonación se dirigió a todos los que le contemplaba. Era lo que se esperaba de él. Las ceremonias y demás frivolidades de la corte le eran indiferentes, aunque comprendía que una parte del poder era la imagen. Las palabras fluyeron con facilidad. Había estudiado aquel discurso con paciencia:
- Excelentísimos señores y señoras de este gran Imperio, nos juramos ante vuestras señorías por la sangre de nuestro padre, Marquian, el séptimo de su nombre, y por el padre de éste y así hasta los legendarios reyes Earanis y Árandor que sólo la justicia y el bien de nuestro pueblo iluminarán mi mente, que responderemos a la fidelidad con el amor de un padre al abrazar a sus hijos, que responderemos ante el valor de nuestros aliados y defensores con el honor de nuestra gratitud y que castigaremos el perjurio y la traición con implacable venganza como la ira de los propios dioses.
La corte estalló de nuevo en un sinfín de vítores y ovaciones. La coronación, solemne, pomposa, aburrida y protocolaria, había terminado y ahora, tanto ante los ojos de los hombres como de los dioses, él, Danzou, era el Emperador. Sus ojos estudiaron a sus vasallos más cercanos, escoltados por su guardia real, los reyes de Ahil-Tarer, Kárandor, Celaria, Sairomen, el príncipe de Inadén y el Gran Duque de Ravenhorst. Su mirada se detuvo en este último, un joven de no más de treinta años, que había sido su mano derecha y que lo seguiría siendo. Tan alto como orgulloso y tan apuesto como inteligente, sus ojos oscuros le sostuvieron la mirada, con arrogancia, de la misma forma que un ser superior miraba a uno inferior.
Danzou no permitió que sus pensamientos le traicionaran y comenzó a andar por el pasillo que había formado la guardia imperial para escoltarlo hasta la salida. Pudo ver cómo el arrogante y joven duque, al pasar él, se retiraba de su posición. El emperador le conocía lo suficiente como para saber que aquel no era su lugar. Le ignoró por completo, ahora debía disfrutar de la victoria que durante un año había estado codiciando, tras una larga guerra que había enfrentado al Imperio con el Imperio.
Salió del Gran Panteón y decenas de miles de personas le esperaban, agrupadas en las calles. La guardia imperial, una compañía de cien de los mejores hombres del vasto continente de Niwuelmen, sobre el que el gobernaría desde aquel día en adelante, cerró filas detrás de él. A su salida una nube de pétalos cayó sobre él. Como una caricia aquella lluvia cayó sobre él en distintas tonalidades de rojo, rosa y blanco. Cientos de palomas alzaron el vuelo antes de que él saliera. Los encargados de ello habían sido contratados para liberar un millar de palomas a lo largo del día para que estas volasen por toda la ciudad.
Al pie de la larga escalinata de la entrada del Gran Panteón le esperaba un carro tirado por cuatro caballos. Escuchaba los gritos que le aclamaban, pero también escuchó algunas voces que le insultaban y le llamaban usurpador. Que pensaran lo que quisieran, él era quien ostentaba el poder y ellos deberían acatar su voluntad.
Saludaba a sus súbditos. Algunas madres acercaban a sus hijos recién nacidos con la intención de que el Emperador les bendijera. Otras los alejaban. En sus ojos se veía el miedo. Y hacía bien, pensó, un niño no se interpondría en su camino. Si había matado a uno, no le importaría matar a otro y a otro y a otro y a tantos como hiciese falta para recordarles que él era el Emperador.
Montó en el carro. La guardia imperial montó en sus caballos, que llevaban gualdrapas rojas y blancas con el dragón imperial de oro bordadas en ellas. Las trompetas de plata empezaron a tocar los himnos reales. Una melodía de sonidos rápidos y agudos le recordó otros tiempos, cuando era joven y su hermano accedió al trono y el presenció la misma ceremonia de la que ahora había sido protagonista.
A su hermano, le siguió su hijo, y al hijo su hijo, un tullido al que había servido con la misma docilidad que a los otros. Sin embargo, cuando éste murió y la reina, una extranjera de Ahil-Tarer, anunció que estaba embarazada… No lo pudo soportar. Un bastardo nacido de un maldito efebo de la reina. Tenía que hacerlo, se dijo. Los cielos auguraban la llegada del enviado de los dioses. Desde Árandor el Conquistador hasta él, sus antepasados habían gobernado Minas Árandor y su reino a la espera de ese enviado. Él era el último de su linaje y a él le correspondía recibirlo, o al menos eso era lo que había dicho ante todos los nobles que le apoyaron cuando se levantó contra el niño rey. No podía permitir que un bastardo ocupara lo que era suyo por derecho. El Imperio necesitaba un líder fuerte y aunque había iniciado una dura y cruenta guerra civil, ahora se alegraba de haberlo hecho. Llegarían mejores tiempos.
Recorrió toda la ciudad durante todo el día. Paciencia, se pidió, pronto llegaría el momento de que su reinado comenzara realmente. Aquello sólo era un mero trámite más, como tantos otros que había superado para llegar hasta donde estaba y sin embargo,… la culpa había empezado a afectarle. Se decía que no tenía que sentirse culpable, pues no había ninguna deshonra en desenmascarar un impostor. Su conciencia no opinaba lo mismo y le atormentaba. Cuando se sentía así, sólo tenía que salir al balcón de la gran torre en la que ahora habitaba. Miraba al cielo, a las dos lunas que como buenas hermanas compartían la noche. Luego contemplaba la ciudad y se sentía como un águila.
Podía verla con todo detalle. Para finalizar miraba al horizonte y se decía que aquello era suyo. Le importaban bien poco su conciencia y su alma. Él tenía otro gran objetivo. Si el Imperio era suyo, suyo era el poder.
El carro pasó por las grandes avenidas de la ciudad, ante las atentas miradas de sus súbditos y de las estatuas de los ojos de mármol blanco de sus antepasados y se le antojaron fríamente duros e imparciales, como la justicia del rey con sus súbditos. ¿Le estaban juzgando por lo que había hecho? Tonterías suyas, era un niño. Muchos niños morían a lo largo del año, y más si era por una razón tan importante como lo era el Imperio. Los labios de las estatuas estaban contraídos en una mueca que quería decir una palabra: Minato. Era imposible, se decía cuando tenía aquella sensación. Las estatuas no hablaban.
Las puertas de bronce reforzadas con acero de la ciudadela imperial se abrieron para él. La comitiva ascendió uno a uno los seis niveles de la misma hasta alcanzar el último, el que sería el centro de su poder hasta que los dioses se lo llevaran, y tenía previsto que aquello ocurriera dentro de muchos años. La gente seguía agolpada en las calles. Querían ver a su soberano. Bien fuera para reverenciarle o para temerle, era el centro de atención de todo Niwuelmen y posiblemente de todo Thirion, el mundo en el que vivía.
Cuando llegó al Palacio Imperial bajó del carro y mandó a la guardia a sus barracones. El Senescal se acercó hasta él… Era, si no recordaba más, el segundo hijo de Lord Riliam o quizás era de Lady Andronia… No lo sabía bien. Sólo sabía que era un esperpéntico personaje que había tenido que aceptar como senescal a cambio de las tropas de su padre, aunque no sabía quién era. Valía más para bufón que para ayudante, aunque era abnegadamente servicial.
- Majestad Imperial, los Doce os salven – hizo una reverencia.
Danzou estaba cansado y quería estar solo frente al Trono de Minas Árandor. << Muchos se han sentado en él y muchos más lo habían codiciado >> pensó mientras las puertas del palacio se volvieron a abrir para su Emperador. << Ahora sólo es mío >> Los estandartes gules y blancos como la nieve colgaban de todas las ventanas del palacio. Las estatuas de bronce de los dioses le volvieron a mirar.
Ignoró a su Senescal y entró en el edificio. Pero éste le siguió. << Resulta pesado, posiblemente le convierta en duque de no sé dónde para que me deje en paz >> Nunca antes había tenido ayudantes para manejarse en asuntos de palacio. Antes de conspirar y luego luchar por el Trono de Minas Árandor había sido miembro de los distintos consejos de los emperadores que le precedieron. Le gustaba la soledad, estar hasta altas horas de la noche, leyendo a la luz de las velas y encargándose de los asuntos que él consideraba importantes. Los senescales sólo servían a señores débiles. Y él no lo era.
Un largo corredor de paredes de mármol sostenido por negras columnas le condujo hasta la gran sala del Trono. Ésta era de planta rectangular dividida en una nave central y dos laterales y al final de la nave central estaba el Trono Imperial. Las distintas naves eran separadas por grandes columnas toscanas negras que contrastaban con el blanco inmaculado mármol del que estaban labradas las paredes. Entre cada dos columnas, en la sala habría veinte por lado, había una fría estatua de mármol de los miembros del Linaje Real desde su fundador hasta el último.
Al final de la nave central estaba la silla del trono. A él conducían unas escaleras de mármol y era de mitrilo, blanco y reluciente, que a la luz que entraba por las distintas vidrieras de la sala relucía dorado. Detrás del Trono estaban colgados estandartes con los símbolos del Imperio y de todos y cada uno de sus reinos. La finalidad era mostrar a todo al que se dirigiera al Emperador que su voluntad y autoridad era sobre la de los reyes de los hombres, fueran de donde fueran. Del techo colgaba una réplica de oro de la corona imperial. Y por fin pudo ver el trono…Y sobre su preciado trofeo estaba él, tumbado.
La rabia le invadió << ¿Qué significa todo esto?>>. Sin embargo se quedó callado, impertérrito. Había aprendido a adoptar aquella actitud hacía años, y no dejaba que nadie leyera sus verdaderas intenciones. Él era el único que podía hacerlo. Aquel mocoso engreído podía ser quien fuera, le daba exactamente igual. No creía en el poder de los dioses y sí en los mortales que se alzaban en su nombre, por él, ese niñato podía ser el elegido de todo el maldito panteón. Sólo le importaba que ganara batallas. La capa roja le caía sobre lo alto del trono en el que estaba tumbado, totalmente absorto en la contemplación de su espada. Llevaba puesta la armadura que le había otorgado junto con el de General Dragón, el más alto y distintivo cargo dentro de su ejército.
- Por fin aparecéis, Majestad Imperial. Debe haber sido aburrido. Os he estado calentando el trono. Es bastante incómodo. Nunca he entendido el por qué de vuestro interés en él. He oído que en una lejana tierra el rey forjó un trono con las espadas de sus enemigos tras derrotarles, ¡qué incómodo tiene que ser! Se le tienen que clavar en el culo.
Danzou nunca había oído hablar de tal cosa. Su Senescal, escandalizado, le ordenó:
- Levantaos, Lord Itachi, en nombre del Emperador. – Su voz era chillona. Danzou dudaba de que fuera un hombre a veces.- Hacer eso que vos hacéis está castigado con la pena de muerte. Nadie salvo el Emperador puede ocupar el Trono de Minas Árandor.
- Danzou, decidle a este bufón de pacotilla que no vuelva a venirme con sus monsergas cortesanas o lo mataré – no titubeó. Así era él, frío como hielo, mortífero como el acero.
- ¡Esa no es forma de dirigirse al Emperador!
- Lord Tithiam, haced caso al Duque Itachi. No os tengo gran estima, así que no os pienso proteger – respondió finalmente.
- Y dejad de llamarme Itachi. Odio ese nombre. Itachi murió hace mucho tiempo… A quién demonios se le ocurriría llamarme así… Espera, fue a mí.- Luego burlesco les dijo - Repetid conmigo: SA-SU-KE No es tan difícil.
anzou no entró en su juego. A pesar de que Sasuke podía parecer un completo idiota, no lo era. Desde luego que no. Tenía una mente brillante y suyos habían sido los consejos que le habían llevado hasta aquel trono. Sin embargo, su falta de respeto por todo, incluso por el Emperador, le irritaba. Era un personaje peligroso. Se presentaba como el enviado de Úrsagal. Los dioses de Thirion eran trece y Úrsagal era el dios del este, un dios oscuro y que llevaba en guerra con los otros desde el principio de los tiempos, << o algo así dicen los teólogos >>.
- Estirados… - comentó el joven desperezándose en el trono – de todas formas este sillón no es tan cómodo como parece.
- Entonces levántate de mi trono – ordenó Danzou, con frialdad.
- Lo haría, pero recordad que me prometisteis unas cuantas cosas. Los títulos me dan igual, pero recuerdo que os pedí que permitieseis el culto de mi dios en el Imperio. A día de hoy sus fieles siguen adorándole en secreto y eso no complace a mi dios y más cuando puso en tus manos todo el Imperio. Así que…
Cuando Danzou conoció a Sasuke éste le ofreció toda su ayuda. Su valiosa ayuda, pues Sasuke había puesto a su disposición un gran ejército poco ortodoxo pero efectivo, a cambio de una cosa: permitir el culto de su dios. Durante años, el Imperio había mantenido una férrea política en lo que a religión se refería, pues era bien sabido que los adoradores de Úrsagal hacían oscuros rituales. Danzou no creía en los dioses. No le habían demostrado ni su bondad ni su existencia.
- Eso que decís es herejía, Lord Itachi – protestó Tithiam por última vez.
Sasuke se levantó. Su mirada se contrajo en una seria expresión de odio. Sus ojos brillaron unos instantes y luego volvieron a la normalidad. Su Senescal se llevó las manos al cuello. Se puso morado y suplicaba clemencia. Sasuke no la tuvo. Danzou lo contempló impasible. Una molestia menos, pensó. Una voz en su conciencia le dijo que ayudara a aquel muchacho regordete. Sin embargo decidió no hacerlo. El Senescal Lord Tithiam murió asfixiado.
- Estaba deseando que me diera una excusa para matarlo. Será mejor que busquéis uno nuevo. La presión de la corte ha podido con él y se ha suicidado. Una auténtica pena, en la flor de la vida… Ahora hablemos con tranquilidad. Ya ha pasado todo. Sois el Emperador.
Sasuke se levantó y pasó por encima del cadáver de aquel hombre. Danzou le estudió, sin mostrar ni un ápice de humanidad. Era un hombre duro y así quería que Sasuke le considerara. Era un siervo peligroso e inestable. Hasta el momento había sido leal, pero, no sabía cuando su dios decidiría cansarse de apoyarle y hacer que su enviado cambiase de parecer. Sólo dijo:
- Su padre me proporcionó buenos hombres a cambio de este puesto. Si quieres que nuestra alianza prosiga, debes hacer lo que yo te diga. Yo soy el Emperador, de la sangre de Árandor y Earanis. No lo olvides, pues aunque seas un siervo de Úrsagal, en el Oeste las órdenes las doy yo.
- Por supuesto, pero hablemos con tranquilidad. Yo puse mis tropas a vuestras órdenes. Yo dirigí vuestros ejércitos. Yo, cumpliendo con vuestras órdenes, fui quien entró en esta sala y mató a la reina regente. Ahora quiero mi parte del trato: quiero que me permitáis estar aquí. Lo nuestros es un pacto de caballeros. Ha llegado vuestra hora.
- Ya lo estás – respondió sabiendo que aquello no le era suficiente.
Sasuke negó.
- Eres el último de tu linaje y solo tú puedes darme permiso para estar en el Oeste. Un poderoso hechizo, un pacto entre mortales y dioses, protege estas tierras de mi dios y de todos sus siervos, de entre los cuales me incluyo.
- No creo en esas cosas. El Amuleto de Reyes, la Espada Sagrada Ayshiriel o la Marca de los Héroes… Todas esas tonterías del Legado de los Doce y Amnel-Ester sólo son historias parar que se las cuenten las ayas a sus protegidos.- Luego le lanzó un dardo muy dañino – Me decepciona realmente que te creas esos cuentos.
Sasuke empezó a reírse. Era escalofriantemente terrorífica. Danzou le apartó del medio y se sentó en el Trono de Minas Árandor. No es que fuera incómodo. Era el trono de un Emperador. No podía ser cómodo. Ejercer el poder era tomar decisiones y muchas difíciles. No se quitó la corona, aunque ya le pesaba. Quería que Sasuke la viese y supiera quién estaba al mando.
- Mi buen emperador Danzou, vos más que nadie deberíais creer en la magia, ¿no? ¿No nacisteis para convertiros en mago?
- Aquello ocurrió hace mucho tiempo – respondió esquivo. Su pasado sólo era suyo.
- Sí, pero aún sigue importándoos porque en todos estos años no habéis tomado esposa ni engendrado hijos que hereden todo lo que tantos esfuerzos nos ha costado conquistar. En fin, no me interesa vuestra vida. Para eso contratad un biógrafo: las crónicas del reinado de Danzou I, el Usurpador.
Danzou respondió. La sala empezó a temblar. Un terremoto estaba sacudiendo el palacio. Sin embargo, la tierra no se había movido. Era la rabia de Danzou. << Yo nací como un mago dentro de un gran linaje. Los dioses me maldijeron al ostracismo, pero aún así conseguí ascender hasta liderar el Consejo de Ancianos y servir a mi hermano y luego a sus descendientes. Ahora soy yo quien vuelve a reinar y todos se postrarán a mis deseos >>. Cuando consideró que ya había demostrado su fuerza le dijo con fiereza, pero sin alterar lo más mínimo su voz.
- Si osas volver a desafiarme en mi propio palacio, donde mis poderes superan a los tuyos, te enseñaré mis conocimientos sobre lo arcano que tanto te interesan. Juro por mi padre y su padre antes que él y por mi maestro que acabaré contigo.
- Os he visto destruir un ejército con vuestros poderes. Reservad esa muestra que tanto estropearía este bello palacio. Como mucho, únicamente conseguiríais divertirme. De todas formas, majestad, sólo he venido a por lo que es mío. La vida de la corte no me interesa, tengo que hacer otras cosas. Sin embargo, cada día que paso aquí, me siento más débil. Estas tierras me intentan expulsar.
- Y si te intentan expulsar, ¿por qué debería permitirte estar en ellas?
- Porque me lo habéis prometido y sabéis que un ejército de cien mil efectivos es el que nombra a los emperadores cuando estos usurpan los tronos ajenos. Veréis, mi señor, he de realizar una búsqueda y para ello necesitaré fuerzas.
Mis fuerzas volverán cuando todo se haya ido. Además, somos aliados. Mientras que estemos unidos, no habrá necesidad de protegerte contra Úrsagal. Además, vos sois un descreído. ¿Qué reparo tenéis?
Danzou consideraba las opciones. Sabía que si Sasuke permanecía en la corte se encargaría de minar su autoridad ante sus vasallos y ante los miembros del Consejo de Ancianos, el senado con el que compartía el poder; << por el momento >> se decía siempre que pensaba en esa cámara de viejos seniles. Si le daba lo que quería… le dejaría en paz y sabía que era más conveniente tener a Sasuke de aliado que de enemigo. A él y a su ejército. Él era inteligente. Sabía qué tenía que hacer para desarmar a Sasuke. Sin su ejército, podría derrotarle, por muy poderoso que fuera. Pero eliminar un ejército tan grande en un día era imposible.
- Eres hábil. Tienes razón, un buen soberano siempre cumple con su palabra.
- Aprendo rápido, mi señor – dijo con falsa admiración. El Emperador dudaba de que le admirase en algo.
- Acompáñame. Acabaremos con esto antes de que acabe el día. Te prometí que serías mi paladín y lo serás. Llevarás mi estandarte donde yo te lo mande y podrás hacer lo que te plazca mientras que no necesite de ti.
- Me alegra ver que sois razonable e inteligente – le respondió con una torva sonrisa. << No te fíes de mí >> le advertía aquella expresión.
El Emperador se levantó y dejó el cetro sobre el Trono, aunque no la corona. Él era el Emperador. Él era quién ejercía el poder. Él era la ley y el Imperio.
Con paso rápido anduvieron hasta la Torre de Oro Blanco. Blanca como el marfil, apuntaba al cielo, queriendo tocarlo. Como si se tratara de una espada, parecía haber ensartado con la aguja de su cúspide a la plateada luna. Era una visión mágicamente hermosa. Al salir los guardias se pusieron firmes y con la vista al frente. Entraron en la Torre de Oro Blanco y subieron por sus escaleras que llegaban hasta la cúspide formando una larga escalinata de mármol en espiral a lo largo de la circunferencia de la gran torre. Danzou había recorrido aquel camino una infinidad de veces, de niño, de joven, como Canciller y ahora lo hacía como Emperador.
En la Tercera Planta reposaba lo que los sacerdotes de Minas Árandor llamaban la Llama Blanca. Cuando Sasuke se presentó ante él le dejó bien claro cuál sería su precio: extinguir la Llama Blanca, la Llama Que No Debía Apagarse. Pero se podía apagar y Danzou iba a hacerlo. Durante mil años había estado allí. Había perdido fuerza y grandeza, y era un recuerdo de cómo debía haber sido cuando Kracian, el primero de su nombre, el Unificador, había forjado el Imperio. De niño, recordaba, le gustaba pasarse las horas contemplándola o leer bajo su luz, cálidamente maternal y a la vez cristalinamente luminosa.
La puerta que conducía al Santuario de la Llama Blanca estaba custodiada por dos guardias de los doce que formaban el cuerpo, los más sobresalientes de la Guardia Imperial que recibían el título honorífico de Guardianes de la Llama Blanca y que desde ese momento podían añadir a sus blasones una llama blanca sobre un fondo dorado. Los guerreros se hicieron a un lado al ver a su señor. La Guardia Imperial era un cuerpo leal cuyo honor nunca se ponía en duda. Ellos protegerían al que fuese coronado como Emperador. La ciudad podía caer a su alrededor. Ellos no abandonarían su puesto de batalla. Lo mismo harían los Guardianes de la Llama Blanca. Pero aquella era una excepción. Decían las tradiciones que únicamente el Emperador y los miembros de su familia podían acceder a aquella sala. Pero aquellos le abrieron la puerta y les dejaron pasar, tal y como pidió para Sasuke, un completo extraño.
La sala era circular, como la torre entera. Columnas toscanas rojas como el fuego y de capitales blancos como el hielo sostenían el techo, a doce metros sobre su cabeza. Catorce estatuas se disponían en círculo desde las paredes, debajo de los grandes ventanales, por los que por las mañanas entraba una cálida y multicolor luz a través de sus fantásticas vidrieras. En aquellos momentos, las antorchas que colgaban de las argollas de negra obsidiana de las columnas y la luz que desprendía la Llama Blanca eran la única y pobre iluminación de aquel lugar, mágico y lleno de espiritualidad.
En frente de ellos, al otro lado de la puerta se encontraba una estatua de un dragón de mármol con las alas abiertas, como si fuera a echar a volar. A su izquierda, a cien pasos, se encontraba la estatua de la Reina Earanis y a su derecha, la estatua del Rey Árandor. El resto de las estatuas eran los otros dioses del Panteón, a los que había jurado defender aquella mañana frente a todos sus súbditos y que ahora iba a traicionar. En el centro, sin ningún sustento, se elevaba levitando un dodecaedro de diamantino polvo de hielo en cuyo interior latía una llama carmesí. Era tan grande como un hombre. Brillaba con poca fuerza, como el último suspiro de un moribundo. El Emperador Danzou, el último, lo iba a destruir. Las leyendas decía que protegía el Oeste. La historia lo había desmentido a lo lago de los años, puesto que sus enemigos no se habían amedrentado por la existencia de tal hechizo.
- Es magnífico – comentó asombrado Sasuke. Era la primera vez que Danzou escuchaba palabras sinceras y no soberbias o sarcásticas.
- Sasuke, enviado de Úrsagal, confío en ti.
- Hacéis bien, mi señor – le alentó Sasuke, sin dar un paso más. Como si no quisiera dar un paso más. - Comienza una nueva era. Ya no necesitáis protegeros frente a Úrsagal. Él es vuestro dios y os defenderá. – le prometió, sin dejar de contemplar el fuego blanco.
<< ¿Y por qué entonces tengo dudas? >> Le respondió sin pronunciar palabra.
Empezó a andar. De repente el miedo le invadió. Se cuestionó si estaba actuando bien. <> pensó a continuación. Ya no mostraba esa fuerza con la que se había arrodillado ante el Gran Maestre de la Fe tras una larga ceremonia, ni con la que se había levantado convertido en Emperador, ni con la que había recorrido las calles de la capital entre ovaciones. Ahora se sentía como un niño pequeño que pretendía coger la espada de su padre, cuando éste le había advertido expresamente que no lo hiciera. Tenía miedo a cortarse, porque al ser el Emperador, su fallo arrastraría a todo el Imperio al desastre.
Danzou meditó durante unos momentos. Su vida pasó ante sus ojos. La profecía. La profecía de los Ester. Él era ese niño. Lo sabía. Él no creía en los dioses, pero sabía que el mundo se enfrentaría a tiempos oscuros y muy pronto. Un vidente se lo dijo hacía muchos años cuando logró visitar al Oráculo de Varla. Le dijo que él haría posible la profecía. “Él combatirá a la oscuridad del Otro. Él ascenderá por encima de todos sus antepasados y resurgirá de sus cenizas. Él traerá la luz a un mundo sumido en la penumbra. Él traerá orden a un mundo inmerso en el caos”. Él era el único y aunque ya no era el niño de la profecía, era el único. Si se había apoderado de la corona y el cetro era porque era el último y necesitaría todas las fuerzas del legado de sus padres. Los héroes no nacían, se forjaban. Y él había comenzado a forjar su destino desde que Sasuke se presentara ante él para ser su general.
Tomó aire y de pronto se sintió viejo. La juventud de su linaje le abandonó por unos momentos. Ya era un hombre mayor, pero aún conservaba un espíritu fuerte.
Luego, dio un paso. Otro. Y otro más. La temperatura aumentaba ligeramente cuanto más cerca se encontraba de la Llama Blanca, aunque el gélido hielo se lo impedía en una inmortal pelea de contrarios. Era la magia más antigua de todo el Imperio, una magia de dioses y él le pondría fin. Por un momento su ateísmo desapareció y se sintió infinitamente pequeño. Luego estiró el brazo. Su dedo índice rozó el hielo y el contacto, frío y a la vez agradable, le hizo estremecerse de pavor.
Ya no había marcha atrás. Su sangre bulló en su interior. Le quemaba como si fuese el aliento de un dragón. Apoyo la mano derecha y luego la izquierda. El cristal comenzó a fracturarse. Había estudiado cómo se podía romper y era bastante simple. Bastaba con que un miembro de la familia imperial lo tocase y deseara su destrucción para que así ocurriera. Una grieta crujió. Se le unieron dos más. A esas dos una decena. A la decena le siguió una centena y al final todo el cristal estalló en incontables y perlados fragmentos de polvo. La llama de su interior se contrajo hasta convertirse en una pequeña y candente esfera de fuego que emitía constantes parpadeos bermejos, como la sangre.
Danzou hizo lo último que sabía que había que hacer. Atraparla con el puño. La tocó por un momento y entonces… ¡Algo inesperado sucedió!
Una lengua de fuego dorada salió disparada. A esa le siguieron otra. A esa otra diez más y comenzaron a bailar por el Santuario. Rugía con la fiereza y voracidad de cien dragones. Danzou se controló y empleó sus poderes en dominar el fuego, como aprendió a hacer tantos años atrás. Se estrellaban contra los muros haciendo saltar chispas; contra las estatuas de los dioses y de los dos reyes quebrándolas en decenas de pedazos y recudiendo su belleza a escombros; contra los cristales, rompiendo su cristalina armonía y contra ellos mismos.
El fuego le envolvió en un mortífero y ensordecedor abrazo debido a la potencia del hechizo, cuya prisión se había desvanecido. Puso en práctica sus conocimientos mágicos. Recordó que el fuego no podía hacerle daño. Lo dominaba a su voluntad. Él era un mago y uno bastante poderoso. Las llamas no le quemaban, porque se decía que sus antepasados habían adquirido ese poder de los propios dioses. No miró a Sasuke que contemplaba el espectáculo con auténtico interés y no con la apatía que tan bien le definía. Extendió su mano y paró el fuego, congelándolo en el tiempo. Las lenguas de fuego quedaron convertidas en unas densas cortinas de fuego que ya no ardían. Una a una las fue guiando hasta la pequeña e incandescente esfera. Cuando todo el fuego estuvo controlado, fue a tocar la esfera y una última lengua de fuego salida de no se sabe dónde brotó de la esfera. Oyó un grito: “Skyriand” que en la lengua de los elfos sólo quería decir “impuro” y el fuego se abalanzó sobre él. No se pudo proteger y las llamas le derritieron la vista. Todo se volvió negro antes de saber que aquel hechizo que, según decían las leyendas protegía a los inocentes a cambio de la sangre de los Emperadores, ya no existía.
La oscuridad lo tragó. << ¿Es esto lo que le pasará al resto de la humanidad? >> pensó con miedo mientras se dejaba caer al suelo. Escuchó cómo las puertas del santuario se abrían inmediatamente después y Sasuke mandaba a los Guardianes de la Llama Blanca a atenderle.
La voz del más joven, un hombre de veinte años le preguntó:
- ¿Os encontráis bien, Majestad Imperial?
Danzou quiso gritarle que no. Que no veía. Que estaba ciego. Que había perdido el más bello de los sentidos y que ya no podría contemplar su Imperio con sus propios ojos, que ya no volvería a leer los documentos que tanto le gustaba estudiar y que había destruido algo que ahora empezaba a entender como necesario. Sin embargo, sabía que Sasuke estaba allí, contemplándole. Se irguió ayudándose del joven Guardián de la Llama Blanca y respondió:
- Nunca antes he estado mejor. Vuestro Emperador ha superado la sagrada prueba y los dioses le acogen como uno de los suyos. Soy uno de los dioses entre los hombres. Soy uno más entre los trece dioses
- ¿Los trece? Querréis decir los Doce, señor, el dios del este…
- Ahora ya es también dios del Oeste. Yo he vencido a las llamas y se me ha revelado – mintió para contentar a Sasuke
– que él será también nuestro aliado. ¿Cuál es tu nombre?
- Amnudrias, hijo de Lord Salequiam, Señor y Duque de Fuertedragón.
- Bien, Amnudrias, acompáñanos a Sasuke y a mí hasta mis aposentos. Estoy cansado, pero pronto sanaré.
- Sí, mi Emperador.
La marcha se le hizo eterna, pero finalmente llegaron. Estuvo a punto de tropezar en varias ocasiones y estaba totalmente desorientado. Conocía formas de salvaguardar aquella deficiencia. Pero estaba totalmente cansado y únicamente aparentaba fuerzas delante de sus hombres y de Sasuke, aunque dudaba que le hubiera engañado. Los dos se conocían lo suficiente como para conocer sus debilidades. Se sentó en una incómoda silla. La tocó con las manos antes, para cerciorarse de que era la que quería. Una que le obligase a adoptar una postura firme y no una que le fuera tan cómoda que se sintiera aliviado pareciendo débil.
Cuando los Guardianes se marcharon, Sasuke se sentó a su lado y le cogió la mano en la que llevaba el sello real, un dragón bicéfalo, como todos sus antepasados. Besó aquel anillo de oro y le dijo:
- No olvidaréis este acto de sacrificio, mi emperador. Vuestros ojos volverán a ver la grandeza antes de que muráis. No habrá sido en vano. Ahora he de hacer lo que debería haber hecho hace mucho tiempo. De todas formas, os recomiendo que descanséis y recuperéis fuerzas. Llegará el día en el que tendré que portar vuestros estandartes a la guerra.
- ¿Qué quieres decir? – le exigió.
- Cuando vuestro rival se haga mayor. El Príncipe Minato crecerá y se hará fuerte. Quiero ver qué hace. Será tremendamente divertido. – le soltó, casi con malicia.
- Me has traicionado – le acusó.
- No. – Su voz era aterciopelada, engatusadora - Os dije que no me mancharía las manos con sangre de un niño que puede convertirse en un gran entretenimiento hasta que llegase el Momento. Aún así vos me mandasteis asesinarle. No pensaba matar a un inocente con tanto potencial. Sólo os puse en una bandeja de oro el trono y vos creísteis haberlo matado. No os he traicionado, en ningún momento.
Danzou se sintió como un imbécil.
- ¿Te das cuenta que podría reclamar el Imperio? Si Ahil-Tarer descubre que el niño está vivo nos declarará la guerra. Podrían unírseles los mismos que hoy me han jurado lealtad a mí, al único y legítimo emperador.
- No lo ven así vuestros súbditos, Usurpador – le dijo con severidad. - Pero decidme, ¿le tenéis miedo a un niño que no sabe andar?
- ¡Insolente! – aquello había ido demasiado lejos. << Pondré fin a tu insolencia con fuego tal y como yo he perdido la vista >> Pronunció unas palabras en el perdido idioma de la magia y no ocurrió nada. << ¿Qué les ha pasado a mis poderes? >>
Escuchó cómo hacía un rítmico sonido que quería decir “no, no, no” Lo detestaba siempre que Sasuke se lo había hecho.
- Ahora el que ha recuperado sus poderes soy yo, mi señor. Vos ostentáis la corona, pero yo soy quien tiene el poder. Os he jurado fidelidad y os seré fiel. Pero está en mi naturaleza deciros la verdad, por dura y desagradable que sea para vos. Ha comenzado una nueva era.
- ¿Qué piensas hacer?
- Hasta que me necesitéis, buscaré al Elegido. Ya ha aparecido en estas tierras. Me habéis hecho un gran favor acabando con el Pacto entre mortales y dioses, con la Llama Blanca. Os lo sabré recompensar.
- ¿El elegido para qué? – demandó saber, de nuevo recuperando.
- Para decidirlo todo.
Escuchó cómo se levantaba, con pasos ligeros. Abrió la puerta y antes de dejarlo sumido en las tinieblas le dijo:
- ¡Larga vida al Emperador!
Bueno amigos como podrán ver el fic es viejo, ademas de llevar tiempo. Así que los veterano que ya lo conocen y estaban esperando su regreso Bienvenidos de nuevo a: LA GUERRA DE LOS DIOSES. A los nuevos espero que disfruten mucho el fic como yo y lo demás lo disfrutamos en el antiguo foro, así que también Bienvenidos.
Eso si les tengo una advertencia los nuevo, el fic ya prácticamente tiene mucho de avanzado, si ay algo que no les gusta que pase en la historia, pueden quejare, mas no se puede cambiar. así que a los que no les gusta una escena se puede ir del Tema.
Bueno una vez mas gracias por leer de mi parte y de Séptimo Hokege que es el AUTOR de la obra, Nos vemos a la próxima, que esto solo esta empezando
Última edición por moi-06yoyo el Sáb Ene 04, 2014 1:48 pm, editado 20 veces
moi-06yoyo- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Muchas gracias por tomarte todo este trabajo. Me ha gustado volver a leerlo de nuevo. Por otro lado, quiero agradecerle a mi sensei Namikaze_Minato el trabajo que hicimos adaptándolo y la de ideas que me dio. Es un proyecto muy personal, como bien dije en su día que estoy compartiendo con vosotros. Muchas gracias y espero que lo disfrutéis, todos.
Hay, por cierto, una escena nueva, que escribí mucho después en la que salían dos personajes muy interesantes. Te la tengo que pasar para que la subas y veamos donde encajarla ^^. Disfrutadla todos, y daldle las gracias a moi-06yoyo que se está pegando este trabajo de volver a subirlo y corrigiendo.
Saludos ^^
Hay, por cierto, una escena nueva, que escribí mucho después en la que salían dos personajes muy interesantes. Te la tengo que pasar para que la subas y veamos donde encajarla ^^. Disfrutadla todos, y daldle las gracias a moi-06yoyo que se está pegando este trabajo de volver a subirlo y corrigiendo.
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Llevaba ya bastante tiempo preguntándome por que no volvías a subir este fic al nuevo foro. Teniendo en cuenta que no lo acabaste xD
Aunque ahora tengo ganas de que llegue a la parte por la que lo deje yo. Pero para eso faltaran meses supongo xD Me he vuelto a enganchar a tu historia xD
Tengo ganas de que empiecen a salir mis personajes favoritos. Que si no me equivoco en la adaptacion NaruSaku eran Naruto, Jiraiya y Gaara xD (A la "Sakura" de tu historia sabes que le tengo una extraña y dual relacion de Amor-Odio xD) (Aunque iba mejorando eso si.)
Aunque ahora tengo ganas de que llegue a la parte por la que lo deje yo. Pero para eso faltaran meses supongo xD Me he vuelto a enganchar a tu historia xD
Tengo ganas de que empiecen a salir mis personajes favoritos. Que si no me equivoco en la adaptacion NaruSaku eran Naruto, Jiraiya y Gaara xD (A la "Sakura" de tu historia sabes que le tengo una extraña y dual relacion de Amor-Odio xD) (Aunque iba mejorando eso si.)
Namikaze_Minato- Baneado
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Vaya de pronto me dio un dolor de cabeza por tantos nombres y luegares pero supongo me ire adaptando y a ir relacionandolos con el tiempo, se ve muy interesante la historia y mencionabas que era una adaptacion, me gustaria solo por curiosidad de donde, si es que se puede. Me preocupo un poco lo que dijo minato-sama acerca de sakura, pero creo que esperare a conocer bien su historia para formar mi opinion, y pues largo el tiempo que lleva este fic solo espero no pasen otros 5 para que avances o termines la historia, se que llevara su tiempo pero espero no se extienda o prolongue demasiado.
Y a esperar la conti! Y gracias a moi-06yoyo por darse el tiempo y la paciencia al estar subiendo los capitulos.
Y a esperar la conti! Y gracias a moi-06yoyo por darse el tiempo y la paciencia al estar subiendo los capitulos.
hikari uzumaki- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Os recomiendo leerlo, es un capítulo inédito. Se explican muchas cosas. Pronto le daré a moi-06yoyo una lista para que os la pase con nombres importantes, el resto solo son para darle vidilla a este universo. Espero que os guste, de verdad
Septimo Hokage- Consejo de escritores
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Bueno amigos ay una actualización del PROLOGO de GUERRA DE LOS DIOSES de parte de Séptimo Hokage y el Prologo que publique se pasa como Parte II y EL NUEVO toma su lugar en la primera publicación. sin mas que decir aqui la parte 2....
PROLOGO(PARTE II)
Bueno ay una gran diferencia en la forma ordenada de la parte 1 y 2 pero a porte 1 es pensada en sacar la duda a algunas cosas en el futuro... o .... incrementarlas.
estén atentos por que la GUERRA DE LOS DIOSES, solo esta empezando....
PROLOGO(PARTE II)
- Spoiler:
- PRÓLOGO( PARTE II): LA PRINCESA VUELVE A CASA (CINCUENTA AÑOS DESPUÉS)
UNA SERAFÍN, una criatura tan antigua y legendaria como el propio mundo cabalgaba a todo galope a su destino huyendo de una muerte segura. Se encontraba en el continente de Niwuelmen, el principal continente del Oeste de Thirion.
En todos los mapas se podía ver como el continente tenía la forma de un triángulo rectángulo cuyo lado más largo estaba mirando hacia el suroeste. Este continente era el principal dominio de la raza humana que lo ocupaba en su mayoría aunque también lo compartía con enanos, elfos, dríades, centauros y gigantes.
El continente tenía una gran meseta central habitada por el Imperio Cyrodiano, que delimitaba al norte con la cordillera de Tach- Mer, al este con el Gran Océano del Este, al sur con el Mar de la Locura y el desierto Maldito, y al Oeste con el desierto de Leurca-Koer y el Gran Océano del Oeste.
La cordillera de Tach –Mer transcurría paralela a la costa durante muchísimos kilómetros y era el dominio de Orz Adash, el reino de los enanos. Esta cordillera además, delimitaba al norte con una penillanura que está habitada por las tribus bárbaras cuyas costas eran bañadas por el Mar del Norte.
Sendos desiertos habitados por orcos y demás criaturas ocupaban las esquinas oeste y sur. Éstos estaban separados del resto por las Murallas Doradas y por la Puerta de Ózmon respectivamente. Estas murallas habían sido construidas durante la Segunda Edad para expulsar a los orcos de los dominios humanos.
Esta meseta se encontraba poblada por grandes llanuras, donde se localizaban las principales urbes humanas, y por ricos y prósperos bosques destacando dos: el de Pendarán, hogar de los elfos silvanos o bosmer, al oeste paralelo a las Murallas Doradas y el de las Dríades al este, habitado por dicha especie.
El río Vallenua nacía en el extremo oeste de la cordillera de Tach-Mer, junto al bosque de Pendarán y desembocaba en el lado este del continente, un poco más al norte del desierto del sur. El río Kalduin, nacía en los Lagos de Ánaris, situado en la esquina noreste del continente y adyacente al Bosque de las dríades. Se cruzaba con el Vallenua en el centro del continente circundando el colosal monte Million-Parandor y desembocaba en mitad del lado más largo del triángulo formando un delta.
Además, grandes grupos de pequeñas montañas se encontraban diseminadas a lo largo y ancho de la llanura. Las Montañas del Unicornio que se encontraban debajo del Bosque de Pendarán. Las Montañas Grifo, adyacentes al último tramo del río Vallenua. Las Montañas Cior, bordeando por la costa el desierto maldito y las Montañas Blancas y las Montañas de la Noche, que formaban un anillo al suroeste del monte Million-Parandor.
El Imperio Cyrodiano se encontraba dividido en cinco reinos y un ducado. El reino principal y capital del Imperio, se llamaba Párandor y se extendía desde las Montañas de la Noche hasta el Bosque de las Dríades y desde la Cordillera de Tach-Mer hasta el Mar de la Locura. Al noreste de Párandor, se encontraba el Reino de Ahil-Tarer que se extendía desde la costa norte paralelo a la costa este hasta las montañas del Grifo. Más al sur se encontraba el pequeño reino de Celaria hasta los lindes del desierto. El Reino de Sairomen se localizaba desde la puerta de Ózmon por el sur hasta el Reino de Celaria y desde el Gran Océano del Este hasta el centro de la costa sur. El último reino estaba al oeste de Párandor, era Kárandor. Delimitaba al norte con el Bosque de Pendarán, reino elfo y se extendía hasta la costa. Al oeste se encontraba por último el Ducado de Ravenshort. Éste, se extendía desde el Océano del norte hasta el mar de la locura paralelo a las Murallas Doradas.
La serafín cabalgaba al norte de la Cordillera de Tach-Mer. Se dirigía al Mausoleo de los Inmortales, su última esperanza. Hacía dos semanas que viajaba y su mensaje era vital para su gente, si fallaba se desencadenaría una guerra que haría temblar al Imperio.
Mientras, en una de las torres del Mausoleo, el noble al mando, un humano llamado Belzedac, jugaba con su hijita de diez años. El Mausoleo había sido avisado de que un ejército invasor se acerca por el oeste. Lo primero que debían hacer era evacuar a los civiles que habitaban la antigua fortaleza y esa era la razón por la que intentaba explicar a su hija porqué debía escapar con su madre.
- Pero no lo entiendo papá. ¿Por qué no vienes con nosotros?
- Hija me debo a la Leyenda, no puedo fallarles.
- Pero, ¿qué es la Leyenda?
El humano la miró pensativo, como sopesando la conveniencia de decir toda la verdad. Por fin, decidió que su hija merecía saber por qué su padre se iba a quedar a defender una fortaleza de un ejército superior mientras obligaba a su hija a marcharse.
- Hija, te voy a contar la historia completa para que de ahora en adelante lo entiendas todo. Pero me tienes que escuchar con atención y no interrumpirme.
Su hija asintió y se sentó frente a su padre con expresión atenta.
- Cariño – empezó el hombre – ahora mismo nuestro Imperio atraviesa una época oscura, pero no siempre ha sido así. Desde la restauración de hace ochocientos años, los Emperadores de la Casa de Árandor han gobernado y el pueblo prosperaba bajo su guía. Los enanos y los elfos eran nuestros aliados y el mal era doblegado con facilidad.
Por desgracia, hace cincuenta años, el Canciller del Emperador llamado Danzou, empezó a adorar a Úrsagal, el dios oscuro. Con la ayuda de su oscuro dios, se hizo con la lealtad de los orcos del desierto del oeste. Con su ayuda, invadió el Imperio y asesinó al Emperador y a todos sus descendientes, proclamándose de ese modo legítimo heredero del trono. Así, ha conseguido gobernarnos desde entonces y ha aislado a los elfos un sus bosques y a los enanos en sus montañas.
"Por suerte para los leales al legítimo emperador, una enana que cuidaba del heredero, el hijo del verdadero Emperador, que por entonces era un bebé, escapó del asedio con el príncipe. Se lo llevó al archimago Jiraiya, un poderoso mago amigo de la justicia que según mi abuelo ya era viejo cuando él era niño. Éste lo cuidó hasta que fue mayor y mientras organizó un grupo conocido como la Leyenda. Este se compone de personas leales y valerosas que han jurado proteger al verdadero heredero y acabar con el traidor.
"Cuando el chico fue mayor, empezó a luchar contra el Imperio y consiguió que el reino de Ahil-Tarer se declarara independiente y fiel a él. Por desgracia, cuando comandaba a sus tropas contra el imperio hace siete años, cayó víctima de un hechizo de Danzou. Desde entonces el actual líder de la Leyenda llamado Tygan, un poderoso guerrero lucha en la clandestinidad para derrocar al Emperador a la espera de que Jiraiya cumpla su promesa.
- ¿Qué promesa? – Preguntó su hija.
- Que el legítimo heredero volverá a nosotros con la ayuda de los dioses para cumplir su destino. Por eso nosotros estamos resistiendo en esta fortaleza para ayudar a la Leyenda y a los pocos serafines que quedan aquí.
- ¿Aquí hay serafines? Yo nunca les he visto.
- Se esconden en la cúpula. Son solo unos cien. Antes eran una raza poderosa pero por desgracia ahora son sólo un pálido reflejo de lo que fueron.
- ¿Por eso nos atacan? – preguntó angustiada su hija.
- Más o menos. El reino de Ahil-Tarer iba a declararle la guerra al Emperador y Kárandor y Celaria le iban a apoyar. Pero la política ha cambiado. Kárandor ha retirado su apoyo y ha exiliado a nuestra princesa de allí. Esa princesa se dirige ahora hacia aquí a caballo. Lo que nos diga podría ser crucial para nuestro futuro. Por eso quiero que os vayáis a Ahilionter, el hogar de nuestro amado rey, para que me pueda concentrar en rechazar al enemigo.
La hija se levantó muy seria y abrazó a su padre conmovida por su lealtad a una causa tan justa.
- Haré lo que quieras papá – le aseguró.
- Muchas gracias hija.
La abrazó a su padre y salió por la puerta dispuesta a hacer feliz a su padre. Éste la vio salir con cariño y maldijo la guerra que lo separaba de su hija. En ese momento, un soldado penetró en la estancia y anunció:
- Ha llegado señor.
- De acuerdo, vamos allá.
- Spoiler:
- Bueno mis queridos compañeros y amigos, esta es una historia que empecé a escribir en 2005, osea que tiene más de 5 años. Todavía no está terminada y no sé cuándo terminará. Sin embargo he decidido subirla para compartirla con todos vosotros.
Sobre el prólogo, sé que hay una gran cantidad de nombres, pero es así para presentaros el mundo de Thirion y la historia. En próximos capítulos se simplificará este asunto de los nombres.
Espero que os haya gustado y que comentéis. Agradecería sinceridad pero tacto a la hora de decir las cosas que no os gusten.
Sin nada más que decir, me despido de vosotros hasta próximos. Cuidaos.
Bueno ay una gran diferencia en la forma ordenada de la parte 1 y 2 pero a porte 1 es pensada en sacar la duda a algunas cosas en el futuro... o .... incrementarlas.
estén atentos por que la GUERRA DE LOS DIOSES, solo esta empezando....
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Recuerdo que cuando leí el prologo por primera vez fue como: WTF ¿Y tengo que aprenderme todo eso? XD Es mejor simplemente dejarlo pasar xD No hace falta estudiarselo como si fuese un examen.
Poco a poco las cosas iran sonando y uno acaba por sabérselo todo sin ningún problema xD O al menos es lo que me pasó a mi.
Poco a poco las cosas iran sonando y uno acaba por sabérselo todo sin ningún problema xD O al menos es lo que me pasó a mi.
Namikaze_Minato- Baneado
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Bueno lo bueno es que puedo ver por iphon que si ay gente leyendo el fic y son 186 visitas, eso es bueno, claro 6 mensajes también lo es jeje bueno les trago el cap 1 de LA GUERRA DE LOS DIOSES
PORTADA
CAPÍTULO 1
bueno esto es un cap mas vemos como le va a sakura ante el general sasuke y sus cuarenta mil orcos. bueno hasta la proxima amigos
PORTADA
- Spoiler:
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CAPÍTULO 1
- Spoiler:
- CAPÍTULO 1: LA SERAFÍN DEL MAUSOLEO
LA SERAFIN se agarró a las crines de su caballo mientras le susurraba al oído que se aprestara. Cuanto antes llegara a su destino antes terminaría su agonía.
La princesa Sakura de Ahil-Tarer, nieta del anciano rey Balti y sobrina del Príncipe de los serafines Oroeldar, había sido desterrada de Kárandor hacía poco más de dos semanas so pena de muerte por su propio prometido el joven rey Alessarion. Pero esa no era la mayor de sus preocupaciones. Ella había colaborado con la Leyenda activamente contra el Imperio y por consecuente el Emperador anhelaba encontrarla y ahora sin la protección de Kárandor había mandado a su mejor brazo, el general Sasuke a perseguirla. Él no podía saberlo todo de ella, no debía.
Alzó la mirada y pudo ver como la figura del Mausoleo se recortaba contra las paredes de las montañas de Tach-Mer que desde su infancia habían protegido uno de los últimos baluartes de su raza.
Los serafines fueron creados por la diosa Ánaris, la madre de todos los dioses con el fin de proteger y custodiar todo Thirion. En eras pasadas habitaron en el continente del este, Mállaror, pero tras milenios la sombra del dios Úrsagal los empujó a migrar al Oeste, a Niwuelmen. En antaño era una raza poderosa, orgullosa, próspera, pero con el paso de los tiempos su poder fue cayendo en el olvido y ahora no eran más que una sombra de lo que fueron. ¡Era triste ver a qué se había visto reducida la más noble casa de los hijos de los dioses!
Esperaba encontrar la protección necesaria para que el general Sasuke no la encontrase, y el mejor y más cercano lugar para esconderse era ése, el Mausoleo de los Inmortales.
Sakura era una serafin muy joven según los cánones de su raza, por lo que no recordaba el Mausoleo en todo su esplendor, pero según su tío, que rondaba los tres mil años, el Mausoleo había sido una gran fortaleza tan sólo comparable con la capital del Imperio, la ciudad de Minas Árandor.
El Mausoleo de los Inmortales había sido un gran castillo de altos muros. Sin embargo estos muros fueron prácticamente demolidos tras un asedio hacía unos setecientos años. Tan sólo sobrevivió la Biblioteca, donde su pueblo había depositado todos los conocimientos de su raza. Tras el ataque, el Imperio colaboró con su reconstrucción y se edificaron unas murallas y un fortín para defenderlo.
La Biblioteca quedó anexa a una fortaleza contando con dos murallas para defenderla. Se situaba en la orilla este del río Mudorosh, que nacía en un manantial cien kilómetros arriba del Mausoleo y que en dirección norte desembocaba en los Mares del Norte. Flanqueada por un precipicio, la Biblioteca era una enorme torre circular rematada en una gran cúpula. Esta cúpula era uno de los últimos refugios de los serafines.
La fortaleza estaba construida de granito, abundante en las minas próximas. Consistía en un recinto amurallado en torno a un patio de armas en el que la torre del homenaje daba la espalda a las montañas y su principal puerta al oeste. De esta fortaleza salía una muralla para terminar de proteger la Biblioteca. Una gran muralla rodeaba todo el conjunto y protegía a las casas, herrerías, establos, y demás edificios que se encontraban entre ella y la muralla interior. El contemplar aquellas piedras que componían la muralla brindaba una sensación de quietud y calma muy poco frecuentes a las que podía ofrecer el mundo de aquellos tiempos.
La princesa Sakura suspiró aliviada, por fin había llegado a su refugio. Se encontraba frente al portón del Mausoleo que se encontraba custodiado por dos grandes torres redondas en las que hondeaban los estandartes de Ahil-Tarer. Aunque estaban a finales de agosto, el tiempo era más propio de noviembre. Sakura esperaba impaciente a que las puertas, de madera de las serrerías cercanas, se abriesen.
Sakura supo que toda la fortaleza sabía que la princesa había vuelto a su hogar cuando una trompeta anunció su entrada a la par que las puertas se abrían. Espoleó a su caballo y no perdió el tiempo para llegar a los establos. De camino a ellos pudo observar como los soldados corrían de un lado para otro, llevando armas, flechas, antorchas y demás útiles de guerra. Un desánimo generalizado corría por toda la fortaleza, era evidente que se estaban preparando para la batalla que se libraría al ponerse el sol y que aunque todos se mantuvieran en silencio un pensamiento era común, el de la certeza de muerte.
Los establos eran una gran construcción de madera y techumbre de paja con capacidad de cuatrocientas plantas, de las cuales tan sólo había unas doscientas ocupadas. Sakura dejó su montura a un mozo de cuadra que estupefacto no pudo más que asentir. Sakura le sonrió.
La princesa se quitó la capucha y salió directa a visitar al comandante de la guarnición, el noble Belzedac. A su salida ya estaba siendo esperada por su tío Oroeldar, el serafín, quien le lanzó una mirada de disculpa. Ella no respondió y se quedó fría e impertérrita, como el mármol de una estatua.
Sakura le miró y no dijo nada. Cuando su padre, el príncipe de Ahil-Tarer, murió durante una de las cruentas batallas contra Sathinoc su madre, una serafín como ella, se dejó morir de tristeza y su tío nunca se lo había perdonado. Sakura no recordaba de él nada más que indiferencia y severidad. A pesar de sus intentos de agradar a su tío, éste sólo le había recompensado con frías y huecas palabras. Sakura no podía odiarle, pero tampoco amarle.
El dolor era algo a lo que la serafín se había acostumbrado. Sin embargo aquel día no era el más apropiado para dar rienda suelta a sus sentimientos. Muchos inocentes habitaban el Mausoleo más de mil soldados con sus familias y otros tantos civiles. La batalla empezaría pronto y Sakura no deseaba que nadie muriese por su culpa. Debían prepararse.
Su tío no parecía pensar lo mismo. Él la cogió por los brazos y se disculpó diciéndole:
- Perdóname. ¿Por qué nunca antes me dijiste quién eras? Ahora nos vemos a punto de librar nuestra última batalla por mi culpa. Perdona mi estupidez, hija mía.
- Tío, he visto a los hombres prepararse para la guerra ¿pensáis luchar contra el ejército de Sasuke? Significará el fin de nuestro pueblo. Debéis de evacuarlos a Ogiliandar o a Sri Amnelor – le aconsejó pensando en dos de los refugios de su pueblo en la montañas de Tach-Mer.
- Si, pero Ariadnalaerion, eso no importa. Los dioses me han revelado quien eres. ¿Por qué no me lo dijiste?, te habríamos protegido.
- ¿A caso habría cambiado algo? ¿Me habrías tratado de manera distinta? ¿Me habrías dicho acaso que me querías? Tío, ¿saber quién soy es importante para ti?
Sakura no olvidaba toda la soledad en la que había vivido su infancia y ahora su tío le saltaba con aquella estupidez. Desgraciadamente para ella, de todos los seres mortales del mundo habidos y por haber, los dioses habían volcado sus miradas en ella. Sin embargo Sakura no quería oír de aquello para lo que los dioses la habían marcado y mucho menos de alguien como su tío.
- Perdonad, Altezas.- les interrumpió Belzedac mientras se acercaba a ellos.- Princesa Ariadnalaerion, me alegro de que estéis aquí de nuevo.
- Gracias, Belzedac, pero no tenemos tiempos para formalismos.- le respondió Sakura obviando la conversación que había mantenido con su tío. - Como ya sabréis Alessarion nos ha traicionado y no se unirá a Ahil-Tarer. Mi abuelo se encuentra solo, porque sin las tropas de Alessarion, Sairomen se rendirá y me temo que por mucho que nos unan Pactos de Familia nuestros hermanos de Celaria no tienen la fuerza para esta guerra. Mi abuelo debe ser avisado.
- Sí, Alteza. Una caravana de civiles abandona el Mausoleo de camino a la ciudad más cercana de Ahil-Tarer.
- Os lo agradezco, zanjado este tema hemos de centrarnos en la incipiente batalla que se nos plantea.
Belzedac los invitó a discutir aquel asunto en un lugar más pertinente.
- El general Sasuke sabe que he venido aquí y me ha seguido con un ejército de orcos. A medianoche cuando, traspasé las fronteras del los Colosos, en donde empieza el Valle de Mudorosh, pude ver como su ejército estaba acampado. No sé el número pero eran una gran multitud.- informó Sakura.
- Nuestros exploradores informaron de que al menos más de cuatro mil, princesa, nos triplican en número. – aportó el comandante humano.
- Pero los números no ganan las batallas, es la fuerza de los luchadores la que dicta la débil frontera entre la victoria y la derrota - rechazó con fervor Oroeledar.
Belzedac les lanzó una mirada cansada.
- Eso es cierto, Oroeldar, pero mirad a mis hombres – señaló.- Están cansados y asustados. Su moral está tan demacrada que al saber la noticia se derrumbarán.
- No.- protestó Oroeldar.- Creo que cuando más de cincuenta serafines luchen a su lado su moral subirá. Belzedac, debéis saber que la acudiremos a plantar batalla.
Sakura les miró preocupada. Se sentía francamente mal, ya que era el motivo de esa guerra. Pero, no podía volver a caer en las manos de Sasuke, era demasiado pronto para volver a verlo. Sasuke y ella ya se conocían de antes y ambos sabían cuales eran las debilidades y fortalezas del otro, para Sakura esa debilidad era él y su única forma de vencerla era amparándose en sus aliados.
- Ariadnalaerion, debéis descansar, habéis viajado durante más de dos semanas sin descanso y es menester que recuperéis fuerzas, pues larga y cruenta será la batalla de esta noche.
- Como ordenéis tío.
- Belzedac, hemos de pensar una estrategia. Llamad a vuestros capitanes.
- Por supuesto, Alteza.
- Oroeldar.- rogó Sakura – No son sólo orcos, mi aura pudo percibir un mal mucho mayor: pudo sentir la presencia de los ensairs.
- ¿Los ensairs? ¿Nuestros más antiguos enemigos que desde que comenzó la Primera Edad han luchado contra nosotros? Ya lo sabía. Los ojos de la Cúpula, pueden ver muchas cosas, y esa es una de ella. Ahora descansa hija mía. Stella aryim, Ariadnalaerion.
“Perdona a este estúpido” le había dicho en su lengua materna. Ariadnalaerion era el nombre que su madre le dio en la lengua de los serafines, aunque en todo el Imperio era llamada Sakura, la Voz del Oeste. El frío corazón de la serafín sintió como una grieta surgían en un muro llamado indiferencia. Con estas palabras Sakura dejó a los dos líderes.
Se dirigió a su habitación en la Biblioteca, con el fin de descansar aunque sabía que un fantasma la perseguía y como tantas otras veces le impediría dormir. Ese fantasma se llamaba pasado.
Horas antes de caer la noche todos los serafines aptos para la batalla se presentaron. De los cien que restaban acudieron noventa salvándose las mujeres embarazadas, los niños y un serafin al que se le había encargado proteger al grupo.
Sakura se preparó para la batalla y para ello se desvistió quedando desnuda.
Lo primero era orar al poder de los Doce. Los serafines no rezaban como los elfos o los humanos. Ellos oraban con su cuerpo. Si necesitaban favor para una batalla se pintaban su cuerpo, si requerían suerte para el parto, se sumergían en el agua, pero pocas veces tan solo hablaban con ellos. Cogió un cuenco de madera y untó sus dedos con un pigmento negro y se miró al espejo. La oración que mejor efecto surtía era la activa y no la contemplativa. Esperar a que los dioses respondieran a una plegaria era algo de incautos. Hacía tiempo que los dioses habían descuidado su creación preocupados por temas más humanos.
Era extremadamente joven, no parecía tener más de diecisiete primaveras. Aunque esto era una apariencia. Los serafines crecían y envejecían muy lentamente, tanto que se decía que no lo hacían. Era una mujer innegablemente bella. Una aureola de largos cabellos como la flor del cerezo enmarcaba su rostro angelical ovalado, con una boca pequeña y juguetona perpetuamente congelada en una orgullosa y seria sonrisa y con unos ojos grandes, expresivos y vivaces, de color verde, que reflejaban mucha seguridad en sí misma. Sin embargo, un rictus de dolor cruzaba su cara y le daba la apariencia de alguien que no ha sabido reponerse de un golpe del destino repentino e inesperado. Esa era ella. Sin miedo y totalmente concentrada comenzó a pintar símbolos sobre su cuerpo.
En primer lugar dibujó el símbolo del fuego sobre su corazón. A continuación siguió dibujando el símbolo del agua sobre rostro y así sucesivamente representando a todos los dioses y quedando su grácil cuerpo totalmente pintado.
Sakura llegó de los primeros. Las armaduras de los serafines, así como sus armas, se encontraban en un arsenal aislado dentro de la Biblioteca. Por desgracia el número de armaduras sin dueño era muy elevado.
Cogió su armadura, su arco, su espada, y un escudo.
Dejó caer el peso de la armadura sobre su cuerpo. Esta consistía en una coraza de plata perfectamente adaptada al guerrero al que estaba destinado y se encontraba acabada en una falda. Se colocó las hombreras y unas livianas protecciones para las alas. Se calzó unas sandalias de cuero y unas espinilleras y brazaletes de plata. Se puso su casco y aguardó a que todos sus hermanos estuvieran listos.
La noche llegó oscura y gélida como el hielo. Tan sólo la luz de las antorchas iluminaba la fortaleza. No había estrellas, unas nubes oscuras habían ido cubriendo el cielo hasta que había quedado como estaba. No eran nubes de lluvia, eran nubes de maldad originadas por la magia de los hechiceros enemigos. No podían obrar ningún mal pues la magia del Mausoleo protegía de cualquier efecto negativo a sus defensores. Pero, sin embargo, el mero hecho de su presencia oscurecía el alma de los soldados.
Los últimos civiles habían salido hacía horas y todos los soldados del Mausoleo se dirigían a sus puestos. Mientras que todos los hombres formaban, sonó el cuerno del fortín haciendo que se inmovilizaran y miraran hacia la Biblioteca. La grave nota volvió a inundar el valle recordando al que lo escuchaba el esplendor de otros tiempos.
Las puertas de la fortaleza se abrieron. Una procesión comenzó a atravesar los umbrales de la puerta. Los serafines bajaban de la Biblioteca. Desfilaban entonando un canto que ningún humano entendía pero que a todos ellos conmovía. Entre ellos, la voz cantante la protagonizaba Sakura. A su canto respondían sus hermanos en una salmodia cuyo significado se había perdido en los mares del tiempo.
Oroeldar se acercó a Belzedac. Llevaba puesta una suntuosa armadura. Lucía un casco alado y una cota de mallas de oro. Sus alas estaban protegidas por una frágil y flexible armadura. Sujetaba una espada que colgaba de su cinto. Llevaba el rostro pintado. Ante tanta riqueza, los humanos, y en especial sus líderes, parecían niños harapientos. Sí Belzedac era un humano alto, Oroeldar le sacaba una cabeza.
Sakura, Oroeldar y Belzedac se juntaron por última vez para dejar claro el desarrollo previsto de la batalla.
La estrategia acordada era sencilla. Los arqueros tomarían posiciones en el muro exterior liderados por Belzedac mientras que la infantería y la caballería se desplegarían en el exterior, paralelas a la muralla formando una única línea con la caballería en los flancos. De este modo podrían hacer una sangría en el enemigo y reducirían su número. Después se ocultarían tras las murallas y resistirían desde dentro. No era algo muy original. Tampoco era la mejor opción, pero el número de efectivos limitaba la capacidad de imaginación de los generales.
La infantería ocupó sus posiciones quedando en la vanguardia la infantería ligera y dejando en la retaguardia a la caballería. El cuerpo central estaría dirigido por lo capitanes de Belzedac. La caballería se localizó en dos flancos y se dividía en dos cuerpos: uno dirigido por Sakura y otro dirigido por Oroeldar. Los serafines se dispondrían por todo el muro dando protección a los arqueros.
Una vez que se iniciara la batalla, los arqueros comenzarían a disparar desde la seguridad que les brindaba el muro mientras que la infantería debería de mantener la posición siendo por tanto la caballería el único cuerpo móvil. En caso de derrota se tocaría la orden de retirada y todos deberían de replegarse a los niveles interiores.
Sin embargo, todos sabían que en pocas ocasiones se cumplían las estrategias previstas. Sakura había visto en numerosas ocasiones los campos de batalla y aunque siempre había resultado invicta, el horror de la guerra no dejaba de impresionarla. Sakura nunca olvidaría su primera batalla, había dejado de ser una niña y junto con el que el paso del tiempo convertiría en su mejor aliado tuvo que dirigir una batalla. Quinientos legionarios del Emperador frente a cincuenta hombres mal pertrechados y desarticulados con una mujer inexperta como general que inesperadamente les llevó a la victoria. Era difícil olvidar como la sangre había cubierto toda su ropa ofreciéndole un macabro calor frente al frío inhóspito del campo de batalla. Los gritos, la sangre, los propios nervios... La guerra era algo para lo que nadie estaba dispuesto y mucho menos ella. Sin embargo, como en tantas otras ocasiones esa noche se vería inmersa en una batalla a la que no podía escapar. En aquella noche no sólo se jugaba su libertad. Aunque todo el mundo de Thirion permanecía ajeno a ella, decisivo sería el resultado para el futuro.
bueno esto es un cap mas vemos como le va a sakura ante el general sasuke y sus cuarenta mil orcos. bueno hasta la proxima amigos
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Lol me habia olvidado que Sakura estaba prometida con el Rey de Karandor xD Aunque no tiene pinta de que hubiese mucho amor de por medio la verdad xD
Espero que la batalla salga bien para Sakura y los serafines. Mas que nada por que no quiero que Sasuke gane xD
Espero que la batalla salga bien para Sakura y los serafines. Mas que nada por que no quiero que Sasuke gane xD
Namikaze_Minato- Baneado
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Sasuke persigue a sakura! Entonces sera un sasuke malvado y odiado?
Sakura estaba comprometida, amaba a su prometdido? Cono era su relacion?
Me impresiona como siendo tan pocos aun asi vayan a pelear
Veamos como les va, quiero ver como pela sakura y por lo que se ve es fuerte
Conti!
Sakura estaba comprometida, amaba a su prometdido? Cono era su relacion?
Me impresiona como siendo tan pocos aun asi vayan a pelear
Veamos como les va, quiero ver como pela sakura y por lo que se ve es fuerte
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hikari uzumaki- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
hikari uzumaki escribió:Sasuke persigue a sakura! Entonces sera un sasuke malvado y odiado?
Sakura estaba comprometida, amaba a su prometdido? Cono era su relacion?
Me impresiona como siendo tan pocos aun asi vayan a pelear
Veamos como les va, quiero ver como pela sakura y por lo que se ve es fuerte
Conti!
La verdad es que yo tambein me he quedado con esa duda xD A ver no parece que hubiese mucho amor xD Sobre todo si ahora el la esta persiguiendo para matarla xD
Pero estaria bien que llegase Septimo Hokage a sacar las dudas xD
Namikaze_Minato- Baneado
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Bueno aquie el capitulo 2 y sorry pero eso de los puentes o días festivos son complicados cuando tienes también curso
CAPÍTULO 2
ok esto es el cap 2, espero que se le resuelva por que sasuke perseguía a sakura, mas si no estén atentos a en lo siguientes
cap, pro que la Guerra de los dioses apenas comienza
PD: mianto, se me avía olvidado por que también me dio coraje cierta cosas que sakura hiso sin conciencia y aqui salen cosas que parece que se les olvido, mas por un recuerdo
CAPÍTULO 2
- Spoiler:
- CAPÍTULO 2: LA BATALLA DEL MAUSOLEO
Mientras Belzedac arengaba a sus hombres, los sacerdotes deambulaban a un lado para otro orando al poder de sus dioses para que les fueran favorables; los soldados respondían no muy convencidos a los ánimos del comandante y Sakura no hacía nada más que pedirle al destino que no llegara. Sin embargo, toda creencia de que el Destino lo escribían los propios mortales era sólo éso, una creencia. El Destino era una fuerza inapelable, intangible y extrañamente poderosa ajena al control humano. Su Destino la estaba persiguiendo y el lazo utilizado se llamaba Sasuke. Escuchar a los hombres preparándose para aquella batalla era algo muy duro. Aunque nadie dijera nada, Sakura sabía que todas las miradas de la guarnición del Mausoleo recaían sobre ella. Por su culpa muchos buenos hombres darían la vida en aquella noche. El Destino la alcanzaría a pesa de interponer cien ejércitos en su camino.
Sakura se empezó a preguntar si en verdad era necesario huir de su misión, si merecía la pena. En mitad de sus cavilaciones, la batalla estaba iniciándose. La tensión iba en aumento y de la espera pasaron a aquellos angustiosos segundos, eternos como los serafines y breves como la vida misma, en los que ambos ejércitos esperaban desafiantes los orcos de Sasuke y temerosos los defensores del Mausoleo a que el contrario decidiese atacar.
Primero les llegó el sonido de los cuernos y de los orcos rugiendo. Después pudieron ver las antorchas que centellaban y al final pudieron contemplar el enorme ejército que venía a por ellos, con un propósito muy bien definido: exterminar a cualquiera que defendiera a la princesa.
Los orcos enemigos comenzaron marchar hacia los defensores del Mausoleo rugiendo presos de una demencia aterradora. Toda una enorme marea negra, como sus cascos y armaduras, de escudos de hierro y armas de acero se lanzaban a ellos.
Sakura no pudo escuchar cómo desde la muralla Belzedac dio la orden, pero si pudo ver como cientos de ardientes flechas salían disparadas y devoraban a gran cantidad de enemigos prendiendo sus cuerpos al instante. Era macabro el regocijo que sentían los soldados al ver al contrario caer y al ser testigo de como el fuego despertaba el miedo en los enemigos.
La descarga provocó el pánico entre los sobrevivientes que habrían comenzado a huir si algo no los hubiese reprimido y mandado directos a la lucha.
Aunque habían caído muchos, más orcos aparecieron en su lugar rellenando las bajas y sin perder la formación. Avanzaban inexorables. El duro liderazgo del general Sasuke se mostraba patente. Sakura conocía lo suficiente a Sasuke como para saber cuál era su comportamiento. No cedería en su empeño. Sasuke alardeaba de tener las cosas claras y no le importaba qué medios usar para alcanzar sus metas. Aquella noche su meta era someter el Mausoleo.
Una nueva andanada, refulgiendo como cientos de estrellas, surcó los cielos y se estrelló contra las líneas enemigos. En esta ocasión, aunque cayeron tantos o más que en el ataque anterior, los orcos no se amedrentaron y avivando su locura comenzaron a correr con las armas en ristre.
Ni siquiera en la siguiente descarga pararon su carga, todo lo contrario, incrementaron su velocidad, la batalla se trasladaría al cuerpo a cuerpo en pocos instantes.
Más orcos, reforzaron el grueso central y la carga. Su número se triplicaba por momentos. Sus rugidos descontrolados hacían inaudibles las órdenes y las arengas de los capitanes de la infantería.
Entonces Sakura escuchó la señal. Un cuerno resonó por todo el campo de batalla. La llamada de Oroeldar. La princesa de los serafines se inclino a su caballo e hizo todo lo posible porque escuchara la fórmula de la guerra. El reino de Ahil-Tarer, del cual era princesa, se conocía por sus caballeros, pero estos no eran nadie sin sus monturas. Existía una intrínseca relación de complicidad entre jinete y corcel que se trasmitía de generación en generación mediante fórmulas orales que el jinete debía recordar a su caballo. <>. El caballo sabía ahora que su galope haría temblar toda la tierra. Sakura espoleó a su montura y dio la orden de carga a su batallón.
Los dos batallones de caballería comenzaron a galopar con rapidez. No pretendían cargar de frente sino rodear al enemigo y sorprenderlo por los flancos. La gloria de una carga frontal era para los cuentos, en aquella batalla primaba más la victoria y los números en contra debían ser compensados con inteligencia.
Sakura alzó la lanza. Todos los serafines poseían un talento espiritual similar a la magia. En aquella situación usó su magia e hizo brillar la lanza de un claro color dorado como el más radiante de los soles indicando que todos los hombres hicieran girar a los caballos. Pronto la formación adaptó la forma de una cuña, de un triángulo, a cuya cabeza iba la serafin. Si algo había que temer en un campo de batalla era a los caballeros de Ahil-Tarer, los más poderosos de todo el Imperio y presumiblemente de todo Thirion. El impetuso ruido de los cascos de los caballos amedrentaba al más valiente y los orcos no se caracterizaban por su sentido del valor y la heroicidad.
Todos los jinetes bajaron las lanzas y prepararon sus escudos. Sakura hizo lo mismo. Los caballos se estrellaron en el flanco del ejército enemigo. Muchos enemigos saltaron por los aires ante la potencia de la carga y Sakura, emocionada quizás, se siguió abriendo paso buscando así el centro del batallón. El ataque pilló por sorpresa los flancos de la primera oleada de orcos que pronto abrió brecha en la formación enemiga, pero sin embargo el cuerpo central de orcos permaneció firme y chocó contra la infantería.
Mientras que los jinetes a las ordenes de Sakura luchaban valerosamente, Oroeldar dio la orden de retirada a la caballería. Belzedac resistía con su infantería que se había enzarzado en una cruenta lucha. Motivados por una rabia desconocida, los orcos eran adversarios a tener en cuenta. Los soldados humanos pronto comprenderían que esa locura y desenfreno era su mejor arma.
Sin embargo, Sakura, embriagada de poder, no supo dar a tiempo la orden de repliegue y su batallón fue rodeado. Lo que en un principio había sido un ataque con éxito ahora se había convertido en una trampa letal. El pánico cundió entre los caballeros humanos que rompieron la formación y pronto se vieron inmersos en una marea de enemigos. Estaban atrapados, sin salida. Pronto pagarían la imprudencia de su capitana con su vida.
El ingente número de orcos se les echó encima. Los lanceros enemigos avanzaron sin vacilar acabando con todos los soldados que veían. Ensartaban sus picas en los caballos, derribaban a los jinetes y no dejaban superviviente alguno. El batallón de Sakura había sido masacrado.
Mientras tanto, Sakura estaba rodeada, paralizada por el miedo, solo era incapaz de asestar golpes con la lanza sin ton ni son. A pesar de haber luchado en incontables batallas, el temor a perder y consecuentemente a ser capturada por Sasuke, le había hecho perder la concentración. Estaba horrorizada, todos morían a su alrededor.
Un grupo de jinetes que la escoltaba había formado para protegerla. A todo caballero de Ahil-Tarer le ataba el juramento de proteger a muerte a su rey o a cualquier miembro de su casa, como lo era Sakura, la amada nieta del monarca. Su misión era dar la vida por su capitana y desafortunadamente lo hicieron. Sakura no creía sus palabras al animarles a luchar. Mientras hundía su lanza en los enemigos, veía como los caballeros y sus caballos caían. Uno a uno los escoltas perecieron hasta que decenas de lanzas enemigas la acorralaron.Su caballo se puso a dos patas y comenzó a golpear a sus enemigos con la vana intención de hacerles retroceder. Sakura sintió en su nuca una mirada que ya conocía.
Cerca del muro y a diferencia del desafortunado batallón de Sakura, Oroeldar había sabido mantener a sus tropas y pocos habían caído. En mitad de su trote los que habían escapado del batallón de Sakura se unieron a sus tropas por lo que con lo que restaba de su caballería y el refuerzo pilló por la retaguardia a los orcos que hostigaban a la infantería y acorralaron a dichos enemigos sentenciándolos a muerte.
Los orcos constituían una de las razas más numerosas de Thirion. Las leyendas de los elfos decían que eran formas de vida nacidas del odio de Úrsagal. Quizás esto explicaba sus deformidades y su fealdad, pero cuando luchando a muerte, a pesar de sus carencias físicas, eran más eficaces que los propios serafines. La aparición del Príncipe serafín Oroeldar junto con los jinetes infló la moral de la infantería humana que rechazó con fervor el peso de la horda enemiga. Usaron sus escudos y con una fuerza nacida del valor empujaron a sus enemigos mientras que aprovechando la finta terminaban con la vida de éstos.
Mientras que muchos se retiraban y en su escapada eran acribillados por las flechas de los arqueros, más orcos ya corrían al frente. Belzedac, viendo la fuerza y acometida de la segunda oleada de atacantes decidió tocar retirada y todos los soldados humanos se replegaron tras la seguridad del muro, corriendo con los enemigos pegados a los talones.
Una vez dentro los soldados comenzaron a apuntalar la puerta, pues ésta estaba vieja y enmohecida y los enemigos, ya habían comenzado a golpear con sus escudos la puerta. Fieramente y sin temor a morir hacían chocar sus escudos con la puerta mientras gritaban y rugían provocando el miedo entre los soldados humanos que de no ser por la presencia de sus líderes habrían huido para salvar la vida hacía tiempo.
Los arqueros comenzaron a disparar con gran velocidad a los atacantes que perecían descarga tras descarga pero era tal su elevado número que aunque muriesen diez, aparecían veinte para sustituirlos. La lucha fuera de la fortaleza había pasado a una defensa de la misma. El campo de batalla ya era de los orcos de Sasuke. Los arqueros enemigos, desde la seguridad de la distancia comenzaron a disparar. El combate a distancia pronto daría paso a una defensa del patio de armas.
- ¿Y la Princesa?- pudo gritar Belzedac a Oroeldar entre el gran y escandaloso ruido.
- ¿No ha vuelto? Debería haber regresado con la retirada. La orden era clara.
- ¿Y si ha quedado acorralada?- preguntó con temor Belzedac
- ¡No! – exclamó Oroeldar.- ¡Él la encontrará!
- ¿Quién?
- El general Sasuke.
Ambos palidecieron.
Sakura fue finalmente derribada de su caballo cuando varias picas enemigas se clavaron en su costado y este cayó muerto en un charco de sangre. Sakura se levantó a duras penas del golpe. Horrorizada por la sangre y los cadáveres mutilados y ensangrentados de jinetes y monturas, desenvainó su espada pero los orcos ya no la atacaban. De hecho, ya no gritaban, todos se habían callado y avanzaban hacia el Mausoleo. Pero no sólo los vivos, los muertos se levantaban y andaban como autómatas hacia su hogar. La serafin quiso chillar, pero no pudo. De repente escuchó su nombre de una voz que le provocaba fobia, una voz grave y masculinamente seductora.
- Sakuuuuraaaa....
Quiso moverse pero una fuerza mágica la apresaba. Sabía a quién se debía. Con el orgullo como último escudo, contrajo su cara en una mueca de indiferencia, no podía dejarse ver derrotada, su orgullo se lo impedía. Él la cogió y la miró cara a cara.
- ¿Sakura?- le preguntó el general Sasuke – Sí, eres tú, creía que me había equivocado. Estás tan bella como siempre, y esos tatuajes te hacen muy apetecible. Sin embargo estoy algo molesto.- Parecía ajeno a que a escasos metros se estaba librando. Así era la indiferencia de Sasuke -No sé cuantas veces te he explicado cuál es tu papel, pero tú insistes en oponerte.
- Déjame…
- ¿Yo?, ¿a ti? ¿Por qué? Déjame pensar… Me has dado muchos quebraderos de cabeza, Sakura, por qué habría de dejarte ir a morir ahora. Reconócelo, estáis derrotados desde que los colosales Inmortales - hizo referencia a las titánicas estatuas que custodiaban la entrada del valle.- Mira este gran ejército, además de mis ensairs.- una de estas criaturas se acercó a su lado y se convirtió en su reflejo.
Los ensairs eran los siervos más leales y más mortíferos de Úrsagal. Eran los antagonistas de los serafines, y poseían las mismas facultades, a excepción de la magia, además de poder transformarse en cualquier cosa. La aparición de esa criatura, terminó con la poca paciencia que tenía la serafín. Sakura no podía soportarlo. Cerró los ojos y al abrirlos de nuevo un fulgor azul procedente de su mirada petrificó al ensair.
- ¡Qué mal carácter¡.- comentó Sasuke algo divertido.- Antes no eras así.
Al escuchar aquello, una ira sobrenatural la inundó y fue tal su magnitud que pudo romper sus cadenas mágicas. Escupió a Sasuke a la cara y alzó el vuelo batiendo sus alas con gracia y elegancia.
El general Sasuke se limpió la cara. Movió su mano y usando sus poderes, despetrificó al ensair. Viendo como Sakura se le escapaba le ordenó:
- Reúne a tus ensairs y tráemela aquí. Tengo que enseñarle modales y algo de protocolo, se ha vuelto muy maleducada.
Sakura voló con fuerza y rapidez y pronto llegó a la fortaleza. Al descender, Oroeldar y Belzedac, muy angustiados, repararon en ella, se alegraron y corrieron a abrazarla, pero ella les dijo fría e inexpresiva.
- El Mausoleo no debe caer.
Oroeldar y Belzedac asustados por su frialdad aceptaron y organizaron las defensas, mientras desde las almenas los arqueros disparaban incansables y con un fin claro, defender su hogar. Sakura se dirigió a la puerta que impedía el paso a su Destino.
Entre las filas enemigas que golpeaban el portón se hizo paso un ariete. La brea hirviendo derramada por los centinelas de la puerta de poco servía ya. Los orcos embistieron con él la puerta. Con un rítmico grito de “Tirad”, pronto se abrirían paso en la plaza de armas. Mientras tanto, los muros ya empezaban a temblar de la fuerza de los proyectiles arrojados por la maquinaria enemiga.
Para colmo de males, un grito de guerra cargado de maldad hizo que todos los presentes levantaran la cabeza hacia arriba. Los ensairs atacaban. La situación empezaba a desbordarles. Los orcos en la puerta, los ensairs en los cielos y los proyectiles enemigos embistiendo las murallas.
- ¡A cubierto! – gritó Sakura previniendo el peligro.
Los ensairs cayeron sobre los indefensos arqueros matando a placer. Ante esto, los serafines alzaron el vuelo y con un grito de desafío, empezaron a luchar contra sus enemigos ancestrales. Una encarnizada batalla se desarrolló en el cielo, la magia aparecía a placer. Seres ancestrales habían retomado su antigua lucha y todos, tanto orcos como humanos, podían contemplar como con cada golpe, con cada estocada el universo temblaba.
Pronto empezaron a caer serafines muertos, con tristes miradas, pero no con la pena de morir en sus ojos, sino con la pena de no poder defender su agonizante mundo.
Sakura se disponía a remontar el vuelo cuando un crujido ensordecedor le llamó la atención. La puerta protestaba por los golpes recibidos, ya al límite de su resistencia. Ante la atónita mirada de la serafín, la puerta cedió y un miríada de orcos penetró en el recinto.
- ¡Al segundo nivel! - ordenó Belzedac.
Todos los soldados corrieron hacia la muralla siendo muchos abatidos por el camino por los ensairs, quienes empezaban a triunfar en la batalla de los cielos. Ante esta retirada, los serafines volaron hacia la fortaleza para replegarse.
Por fin, consiguieron guarecerse todos en la segunda muralla Y cerrar las puertas tras de sí. Los arqueros se dirigieron a las almenas y todos los soldados permanecieron en un semicírculo alrededor de ella con Sakura, Belzedac y Oroeldar en el centro.
La puerta crujía bajo los envites pero estaba demasiado reforzaba con hechizos antiguos como para ceder tan fácilmente. Ningún arma podría romperla. Sakura, sin embargo sabía que alguien podría y lo haría.
Los golpes se detuvieron. El dolor también.
Silencio.
Más silencio.
Todo aquel ensordecedor silencio se transformó repentinamente en una gran explosión que derribó la puerta convirtiéndola en añicos.
La hueste orca cruzó la puerta y rápidamente se preparó para el cuerpo a cuerpo. Sasuke entró. Su figura era poderosa y desprendía un hálito de poder. Con un gesto podría hacer moverse a los astros mientras que con otro reconstruir la creación. Con su voz, grave y seductora, se dirigió a Sakura:
- Si deponéis las armas ahora, os procuraremos una muerte rápida.
Una gran tensión había por parte de los dos lados. Los humanos esperaban con miedo a qué hacer. Oroeldar callaba. Los serafines la miraban. La joven miró a Belzedac y este un gesto le confirmó la orden. Rápida, le quitó el hacha a un soldado cercano. Se quitó el casco. Se armó el escudo y dijo.
- Está bien,- todos miraron a su princesa – Nos rendimos.- Dicho esto arrojó el hacha hacia un orco. Dio un grito y se lanzó la batalla. Lo mismo hicieron los sesenta que se hallaban con ella.
Los orcos bajaron las lanzas.
Los serafines fueron los primeros en alcanzar el blanco. Simultáneamente giraron y con sus armas, lanzas o espadas, apartaron las picas enemigas abriendo paso a los soldados humanos.
Los dos grupos chocaron. Escudo contra espada, hacha contra lanza, lanza contra escudo. El sonido de las armas acompasó la pelea.
En poco tiempo los orcos que habían entrado los primeros, habían sido eliminados, pero al ser tantos, entraban más y más por la puerta. Los centinelas lanzaban sus flechas desde la seguridad que les brindaban las almenas de la muralla.
Oroeldar cargó contra los enemigos. Con la lanza en ristre y la espada en llamas acometió en un potente ataque. Derribando a sus enemigos adyacentes. Cuando paró, un intenso brillo emanó de su mano hasta que explotó en una onda de luz cegadora. Los enemigos quedaron cegados por lo que aprovecho para seguir luchando. Nadie se enfrentaba a él hasta que una figura apareció de entre las sombras con dos espadas.
Sakura enarboló su espada. Saltó y volteando como si fuera una mariposa y un halcón todo en uno, grácil y letal, cayó encima de su enemigo hundiendo la espada en el pecho de éste y dándole muerte.
Orcos.
Eran demasiados, pero no se rendiría.
Frente al siguiente enemigo alzó la mano, la abrió de par en par y concentrándose, llamó a su diosa. Un argénteo haz de luz salió de su mano fulminando a varios orcos.
Sonrió.
Extendió la espada a la altura del cuello y girando como un torbellino arremetió contra más orcos, matándolos en el acto, degollándolos.
El sudor le corría por la frente. El cansancio la estaba agotando. A ratos se le nublaba la vista. El viaje que había realizado, sin apenas detenerse a descansar le estaba pasando factura.
Sus sentidos se resistían al cansancio. Su larga melena ondulada se le pegaba a la coraza y a la cara molestándole al luchar. La armadura le pesaba y casi no podía con el escudo. No sabía cómo iba la batalla ni que había sido de los otros, pero ahora eso no importaba.
Levantó la cabeza. Ardientes saetas surcaban los cielos desde la fortaleza hasta las filas enemigas, diezmándolas, pero no era suficiente, eran demasiados. Miró hacia Oroeldar que incansable luchaba acorralado en una esquina junto a los establos por defender a su pueblo el general enemigo le tenía contra la pared. De repente, el enemigo clavó su espada en el costado de Oroeldar. Éste inclinó herido de muerte. Con la espada de llamas intentó contraatacar pero su enemigo lo esquivó fácilmente y con un gesto desdeñoso se fue. La espada se apagó.
Sakura corrió hacia él. Pero cuando llegó hasta él tan solo jadeaba. La sangre salía borbotones de su costado, la herida tenía un feo aspecto.
- Rápido, he de llevarte dentro – le apremió tendiéndole la mano.
- ¡No!- rechazó la oferta.
- No seas estúpido. - Muchas muertes eran las que Sakura cargaba a sus espaldas y no quería otra más. Ella era la causa de aquella batalla, no se podía permitir que aunque aquel hombre había condenado su infancia a la más triste soledad, el Momento se lo arrebatara. “Otro que muere por mi misión”
- No. No lo entiendes. Mi hora ha llegado y he de partir con mi padre.- tosió - Coge mi espada… y lucha por tu pueblo... lucha por los hijos que tendrás y recuerda las oraciones de tus Padres [N.DEL AUTOR: Los Dioses], que la luz de Amnel-Ester te guíe, que nos guíe a todos.- Cuando dijo esto exhaló su último aliento. Ella le cerró los ojos y lo dejó ahí, durmiendo en un sueño del que jamás despertaría. Cogió su espada, la legendaria espada seráfica Zaraelion y se lanzó a vengar su muerte.
Gritó de rabia y desconsolación. Suplicó a los dioses y la espada en llamas volvió a transformarse. Se lanzó a la batalla. Unos lanceros intentaron pararla pero con su espada y su fe cortó la lanza en dos prendiendo al instante a su portador. Ebria de rabia, cargó contra todos aquellos que se interpusieron en su camino.
Al grito de “Oroeldar” partió torsos, amputó brazos, decapitó y exterminó. Sabía que había perdido, lo supo desde que entró en el Mausoleo, pero se negaba a perder sin pelear. Si iba a ser capturada, se llevaría a todos los que pudiera por delante.
Se detuvo un momento para tomar aire.
Pero no debió haberlo hecho. Un fuerte impacto que consiguió parar a tiempo la derribó. Sorprendida por este hecho, ya que, aún al límite de sus fuerzas pocas criaturas poseían más fuerza que ella, miró al que la había atacado.
Era él. Sasuke. Su cara estaba oculta por el yelmo pero no había olvidado aquel pelo negro como el carbón y aquellos oscuros ojos duros y fríos, capaz de cortar el alma. Vestía ropajes rojos y blancos que, bañados por las luces rojas y plateadas de las lunas, le daban un halo de misterio y seducción. Blandía dos espadas cubiertas de roja sangre que brillaba como la plata. Contra una ya había luchado: Nugviar.
- Te encontré – dijo con un tono de autosuficiencia que crispaba los nervios de la serafín. Lo dijo con la soberbia seguridad del que sabe que ha conseguido algo que ya sabía que iba a lograr. – Cuando uno quiere algo bien hecho, debe hacerlo uno mismo.
La cólera retomó a la muchacha. Saltando, embistió contra aquel personaje, alzando la espada y soltando el escudo temerariamente. Era más rápida y era más audaz, pero cada vez que sus espadas chocaban, ella esperando vencer siempre en el siguiente golpe, él ganaba terreno.
Cuando comprendió que así no conseguía nada, saltó hacia atrás y mientras que daba el salto le propinó una patada que él no pudo evitar por lo que cayó al suelo. Aprovechándose de la situación, la sacerdotisa, tocó tierra, alzó la mano y abriendo los ojos otro haz de luz plateada salió disparado. Pero ante su sorpresa, su rival logró interponer sus espadas entre él y el rayo resistiendo el ataque.
Los siguientes momentos serían confusos, su adversario se levantó y ella en un momento se encontró desarmada. No se percató de que sus armas habían salido disparadas de sus manos como si fueran atraídas por un gran imán. Viendo como el Mausoleo de los Inmortales caía ante las hordas orcas, se desmayó. Habían perdido.
- Veo a que, al fin, despiertas, Sakura.- dijo Sasuke.
Sakura abrió los ojos. Se encontraba en el frío suelo. Su cuerpo estaba extenuado hasta el límite. Todo lo que había sido oscuro se fue enfocando hasta que pudo ver a un hombre. Era de cabello oscuro y de éxotico peinado. Tenía unos rasgos finos, casi élficos. Sasuke la contemplaba con una mirada difícil de descifrar. La ayudó a reclinarse con delicadeza y muy cerca de ella le dijo:
- ¿Estás despierta ya, serafín?
- Como sabes de sobra, para ti Princesa.
- No, para mí Sakura.- ella lo miró con una expresión de desafío – Lo sé todo sobre ti. No puedes ocultarme nada, te conozco desde hace demasiado.
- ¡Insolente! ¡Eres un maldito desvergonzado!
- Cuidado con esa boca – dijo tapándosela– te lo diré claramente. Nuestro dios se ha cansado y te quiere. - la serafín lo miró horrorizada.- Me has costado más de mil orcos querida, por lo que escúchame bien: serás sacrificada en el Templo del Destino, en Nan Gar’ok, en el próximo plenilunio de la luna Angaria, dentro de dos meses.
- Todas esas muertes, humanos… serafines… todo por mí.- masculló abatida Sakura.
- Sí querida, vales mucho. Deberías saberlo. Es hora de que te centres. Nuestros espías te vigilaban desde que saliste de la seguridad del reino de Kárandor y al ver tu dirección adivinamos el único sitio al que irías y pudimos movilizarnos con tiempo. Aunque para que no te pese tanto la conciencia, te confesaré que aunque todos los humanos murieron – Belzedac… muerto, pensó angustiada la serafín. Sasuke continuó. – he perdonado la vida a los serafines. Considéralo un regalo.- Sakura suspiró agradecida.
- ¿Por qué valgo tanto? – preguntó Sakura asqueada de ser la causante de tantas muertes.
- Lo sabes de sobra.
- Traidor, ¿cómo puedes hacerme esto? ¿Es que no significo nada para ti?
El general se marchó dejándola con la palabra en la boca.
Para cuando iba a protestar era demasiado tarde. Dos ensaris la invitaron, no tan amablemente como Sasuke, a levantarse. Entonces comenzó la marcha hasta su muerte.
La noche se les echó encima cuando se encontraban rodeando los Colosos del río que eternamente habían guardado las puertas de Valle y del refugio de los serafines. El general había ordenado que la encarcelaran en una prisión improvisada en la tienda instalada a las afueras de Valle.
Debía pedir ayuda. Sopesó todas las posibilidades pero constató que era imposible a estas alturas. Tenía una opción pero era tan peligrosa que pondría en peligro mortal a aquel que aceptara ayudarla. Disponía del tiempo necesario para crear un mensaje de ayuda pues para llegar a Nan Gar’ok deberían salir de Valle y tomar rumbo al este con dirección al Paso Nevado. Una vez allí lo atravesarían con dirección sur hasta salir y retomar su camino con miras al este.
Grabaría un mensaje en sus plumas pidiendo socorro.
Sakura acabó de grabar el mensaje en la última pluma y se apartó contemplando su obra. Sobre el suelo descansaban plácidas e inocentes cinco plumas de sus alas.
Sin embargo estas plumas no eran tan inocentes como parecían, si uno las observaba con cuidado se podía percibir el suave brillo azulado que desprendían, señal de que estaban imbuidas de un hechizo.
Sakura se había pasado toda la noche poniendo en funcionamiento el hechizo de magia celestial, innata en todos los serafines. El hechizo solo requería plumas de serafín, algo fácil de conseguir, y paciencia. Se trataba de un conjuro de transporte de mensajes a largas distancias en poco tiempo. Se grababa el mensaje a trasmitir en la pluma y se pronunciaba el hechizo añadiendo el destino del mensaje.
Ahora solo restaba soltar las plumas. Sakura recogió las plumas y musitando una plegaria a Ánaris, soltó las plumas por los barrotes de la ventana. De inmediato las plumas surcaron veloces el aire hacia sus cinco destinos.
Una se dirigió hacia el sur atravesando el bosque de Pendarán, antiguo reino elfo, el reino y la capital de Kárandor hasta llegar a la gran montaña del Exilio, el último y muy buscado escondrijo de los serafines. Allí, los serafines al oír el mensaje de ayuda se encogieron de hombros y lloraron la muerte de la perla de su raza ya que ellos no podían salir de la protección que les brindaba la montaña.
La siguiente se dirigió el este incesantemente hasta el reino de Ahil-Tarer en donde fue a parar a manos del mismísimo rey Balti, abuelo de la joven. El rey al leer el mensaje cayó al suelo sintiendo un gran pinchazo en el brazo notando como el corazón le dolía, pero no por su muerte, sino por la de su nieta.
Otra pluma fue a manos del archimago Jiraiya en la torre de Márkandull. Pero el Archimago no estaba y fue a parar a manos de un hideir, una criatura de la raza del agua, y un curioso ériat, la raza de los cielos. Tras mucho discutir el hideir la cogió y la archivó a la espera de su maestro.
La cuarta pluma fue a manos de Tygan, el líder de la Leyenda. En ese momento se encontraba negociando con los enanos el apoyo logístico necesario para continuar con la guerra civil. La pluma no mereció su interés ya que no iba a arriesgar a sus hombres por una única serafín. Era triste perder a tan valiente y magnífica luchadora, pero así era la guerra, fue su consuelo. Apartó la carta de sí y no volvió a pensar en ella.
La última pluma tenía un destino mucho más incierto. Se había escrito para el hombre en cuyas manos dependía su futuro, el hombre al que sin conocer pedía ayuda, un hombre del que tan sólo sabía su nombre: Amnel-Ester. “Que la luz de Amnel-Ester te guíe” le había dicho su tío. De momento no sabía si Amnel-Ester podría salvarla.
La última pluma voló incesantemente tal y como la magia estaba obrando. De las heladas cumbres de las montañas de Tach-Mer pasó a sobrevolar los fértiles cultivos y los berdes bosques del Gran Valle de Párandor. Como una estrella fugaz fue atravesando las tierras del reino hasta que llegó al Valle de Valdur. Siguió volando y no se detuvo hasta dar con la gran ciudad del valle, Baltor. Y una vez allí no vaciló en entrar por la ventana y despertar a un joven. La última batalla de la Guerra de los Dioses, de un conflicto iniciado desde que las memorias se registraban por escrito, había empezado.
ok esto es el cap 2, espero que se le resuelva por que sasuke perseguía a sakura, mas si no estén atentos a en lo siguientes
cap, pro que la Guerra de los dioses apenas comienza
PD: mianto, se me avía olvidado por que también me dio coraje cierta cosas que sakura hiso sin conciencia y aqui salen cosas que parece que se les olvido, mas por un recuerdo
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
¿Que cosas que habiamos olvidado te refieres? Me he leido el capitulo entero y no veo nada como lo que dices xD
En esta historia Sakura ha hecho muchas cosas que a mi me dieron coraje xDD No obstante creo que eso hace justamente que luego valores mucho mas los cambios en ella. Y el momento en el que se junte en el futuro con Naruto. O asi lo veo yo xD Cuando todo es perfecto al 100% al final es como va... NaruSaku se veia venir xD
Pero cuando te hacen sufrir y pillarte alguna rabieta de niño pequeño acabas valorando mas los buenos momentos.
Respecto al capitulo de hoy me ha dado pena que perdieran los humanos del mausoleo, todos muertos ademas Bueno, al menos me da a mi que Naruto va a salir pronto. O eso creo... bueno que cojones lo se xD Es que joder es jodido comentar sabiendo todo lo que ha pasado y pasara xD
En esta historia Sakura ha hecho muchas cosas que a mi me dieron coraje xDD No obstante creo que eso hace justamente que luego valores mucho mas los cambios en ella. Y el momento en el que se junte en el futuro con Naruto. O asi lo veo yo xD Cuando todo es perfecto al 100% al final es como va... NaruSaku se veia venir xD
Pero cuando te hacen sufrir y pillarte alguna rabieta de niño pequeño acabas valorando mas los buenos momentos.
Respecto al capitulo de hoy me ha dado pena que perdieran los humanos del mausoleo, todos muertos ademas Bueno, al menos me da a mi que Naruto va a salir pronto. O eso creo... bueno que cojones lo se xD Es que joder es jodido comentar sabiendo todo lo que ha pasado y pasara xD
Namikaze_Minato- Baneado
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
XDDDDDD. Hola a todos. Muchas gracias por comentar. Bueno, el capítulo a mí me ha gustado mucho (lo escribí yo ).
Sasuke es lo puto peor del mundo. Dejo el dato. (Eso hace que le ame en todos los niveles de su malignosidad xD). Sakura no amaba al señor rey éste con el qu estaba prometida, era un matrimonio político, estratégico para debilitar la posición de Danzou.
Respecto a Sasuke, sé que algunos me odiaréis y tal pero hubo una relación de amor entre ellos. Lo que pasa es que... HASTA AQUÍ PUEDO ESCRIBIR. Seguid leyendo y lo sabréis
Sasuke es lo puto peor del mundo. Dejo el dato. (Eso hace que le ame en todos los niveles de su malignosidad xD). Sakura no amaba al señor rey éste con el qu estaba prometida, era un matrimonio político, estratégico para debilitar la posición de Danzou.
Respecto a Sasuke, sé que algunos me odiaréis y tal pero hubo una relación de amor entre ellos. Lo que pasa es que... HASTA AQUÍ PUEDO ESCRIBIR. Seguid leyendo y lo sabréis
Septimo Hokage- Consejo de escritores
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
bueno de aquí en adelante ya sale también nuestro rubio favorito, ahora veamos que es el y que parte impotente jugara en este guerra ....
CAPITULO 3
bueno a naruto le va a caer una gran responsabilidad en sus hombros, naruto estará preparado ? bueno continua al pendiente con el siguiente cap de la GUERRA DE LOS DIOSES, que solo acaba de empezar.
PD: vamos se que es mucho que leer, créanme en el anterior foro era mas grande la cosa y mas difícil seguirlo, solo les pido opiniones y cosas asi, ya que veo que les gusta, tenemos muchas visitas jejje
CAPITULO 3
- Spoiler:
- CAPÍTULO 3: EL BARDO Y LA ESTRELLA FERIANOR
ESTABAN TODOS LOS NIÑOS de la pequeña aldea de Álberar, una de las muchas comunidades sometidas a la ciudad de Baltor, en el valle de Valdur, sentados en una hoguera esperando con ansias algo. El verano en el campo, al igual que las otras estaciones, era una época de trabajo, sin embargo, en aquel día toda la actividad de los campos comunales se había parado para recibir a aquel algo.
Álberar era una comunidad pequeña y no recibía visitantes importantes, siendo estos principalmente mercaderes de la villa de Baltor. Era uno de los muchos focos de población que los gobernantes de la ciudad habían cedido a una comunidad para que cultivaran la tierra y así desde hacía mucho tiempo. Los habitantes, en su mayoría campesino, no podían parar de trabajar. El campo no esperaba a las necesidades de los hombres. Un día que no se cultivaba, un día que se perdía, pero aquel día valía la pena dejar de atender las exigencias de la tierra.
Por aquellos días, en Álberar así como en todo el Valle de Valdur se estaba celebrando la fiesta más importante de toda la región, la fiesta de la Cosecha. En sus orígenes era una fiesta religiosa que la fuerza de la costumbre había convertido en una fiesta pagana. En la ciudad de Baltor, la capital de la región y de la provincia imperial, los ciudadanos disponían de toda una semana de festejos, sin embargo, para que ellos disfrutaran y el Emperador pudiera pagar sus guerras era necesario que otros se sacrificaran, como era el caso de los habitantes de Álberar.
A pesar de todo ello, aquel día era un día especial. Álberar era un pueblecito tranquilo desapercibido para las grandes y complejas ambiciones imperiales. En aquella ocasión, en aquel día, todo el pueblo había decidido dejar de trabajar como consecuencia de la llegada de un curioso personaje.
Se llamaba Jiraiya. Era un anciano de cabellos y larga barba plateada. Un gorro raído y bastante sucio así como unas andrajosas ropas de mendigo indicaban que era un vagabundo, un amante de vivir la vida sin otra preocupación que ir a dónde el destino le condujera. Siempre se mostraba alegre y muy encantador con los niños, aunque era exigente e inflexible con los adultos. Parecía el abuelo de toda la comunidad que aunque los visitara con bastante irregularidad, los trataba de esa manera tan cercana.
Era un cuentacuentos, un bardo y todos rumoreaban que se trataba de algún mago que disconforme con las duras reglas que debían cumplir los de su condición, ahora vivía de la caridad de la gente por sus historias. Siempre iba acompañado de una yegua. Era blanca y a veces su inteligencia podía ser equiparable a la de un ser humano. Jiraiya la llamaba Eredluim. No se trataría de los elegantes, elocuentes y cultos trovadores de la corte, pero para los habitantes de Álberar era un personaje muy querido.
Jiraiya llevaba visitando la villa desde hacía dieciséis años y normalmente lo solía hacer por esas fechas. Pasaba unos cuantos días con ellos hospedado en casa de algún vecino, pues muchos se afanaban por dar cobijo a tan singular y querido personaje. ¡Y es que en verdad lo era! Todos los años, durante su corta pero intensa estancia, arrojaba algo de felicidad sobre la vida de aquellas personas. Relataba muchas historias, algunas conocidas, otras no. Realizaba algún truco de magia. Amenizaba las noches y por las mañanas ayudaba en el campo como cualquier otro, a pesar de que trataban impedirle a un hombre de su edad tales esfuerzos.
La expresión de los niños al ver llegar a Jiraiya cambió radicalmente. Los nervios de la espera se convirtieron en alegría. Era un verdadero goce el disfrutar de las historias de aquel variopinto personaje.
Jiraiya se sentó en un tocón. Los niños se sentaron y muchos empujaron a otros para poder sentarse lo más cerca posible del anciano cuentacuentos. Éste con una sonrisa y una cariñosa y a la par severa voz les regañaba diciéndoles que no le molestaran y que no se molestasen entre ellos. Sin embargo, los niños eran niños y no podían evitar su naturaleza por mucho que se les dijera. Por más que el viejo bardo intentara que se calmaran y le prestaran algo de atención, sus esfuerzos eran inútiles.
Pasados unos minutos y con un silencioso tan sólo interrumpido por el chasquido de la leña al crujir empezó a mesarse la barba. Debía estar buscando una historia que relatarles. Muchos daban crédito a la teoría de que sabía tantos cuentos como pelos tenía en su barba. Chascó los dedos. Ya lo tenía. Agitó la mano y el fugo dejó de emitir la intensa luz que brindaba a aquella noche. Todo quedó a la expectativa de su relato.
- Las enseñanzas que nos ofrecen los sacerdotes de la Capilla Imperial nos hablan de que en la noche de los tiempos, en el lejano continente de Mállaror, la patria de los legendarios serafines, el dios Úrsagal, movido por la codicia y por la envidia asesinó al más grande y bello de sus hijos, el dios Erianhel.
“Los otros dioses, encolerizados y cuya ira era la propia Creación decidieron destruir al asesino del dios Supremo de la Luz. Así el mundo cayó en la desgracia. Los dioses dejaron de cuidar el mundo y éste comenzó a marchitarse. Sin embargo, la sensatez de Tamrel, diosa del tiempo, hizo ver a los otros dioses que si continuaban con tal guerra, el mundo quedaría a merced del caos.
“Así, Todos decidieron esperar. ¿Esperar a qué? El asesinato de Erianhel había provocado que todo el orden establecido se alterara y el mundo ahora caminaba hacia un momento donde se saldaría todo aquel conflicto. Para ello Tamrel profetizó la llegada de un elegido que daría fin a la guerra de los dioses y que sólo a través de dos paladines podrían atraer a aquel árbitro a su causa.
“Pero Úrsagal no estaba contento con aquella decisión y decidió apoderarse de Thirion, nuestro mundo, para no tener que enfrentarse al paladín de los Doce, nuestros dioses.
- ¿Y qué hizo? – preguntó uno de los niños.
- Con los ensairs, orcos y demás miembros de su oscura prole, comenzó la conquista. Su sombra se proyectó al continente de Mállaror, hacia las ciudades de los serafines hasta que llegó la guerra. Tras siglos una alianza de serafines, enanos y dragones plantó cara a las huestes de Úrsagal y salió victoriosa. Sin embargo, se había producido un gran daño. Los serafines se vieron obligados a abandonar su amada patria y viajar al Oeste, a Niwuelmen, nuestro continente. Así, las bellas y espléndidas ciudades fueron pasto del olvido y el tiempo hasta que el devenir de los años las reduzca a polvo.
“¡Pero ay de ellos! – Los niños se asustaron - Úrsagal, todavía resentido por su derrota, esperó a que se confiaran mientras que en las oscuras montañas del fin del mundo, donde la ceniza y la niebla vuelven malvado a cualquiera que las visite, reorganizaba sus ejércitos. Así, de nuevo, la ruina comenzó a marchar sobre el mundo.
“Contaminando y ennegreciendo la tierra, por donde pasaban sus ejércitos no volvía a crecer la hierba. Los últimos habitantes de Mállaror eran los enanos, quienes vivían a cientos de metros bajo la tierra, seno de su gran imperio. ¡Fueron los primeros en caer! Su gran imperio cayó en cuestión de siglos hasta que se vieron reducidos al reino bajo las montañas de Tach-Mer. Los orcos de Úrsagal tomaron los caminos de las profundidades y desde allí nos han atacado y nos atacarán hasta que el mundo deje de ser mundo.
- ¿Eso es cierto, anciano Jiraiya? – preguntó una chiquilla, sin duda atemorizada por la niña.- ¿Pueden salir de la tierra en cualquier momento y comernos como dice mamá?
- Claro. Pero tranquilos, nuestros soldados velan por nosotros además, los orcos detestan la luz del sol y no saldrán durante el día y como no saben cuándo es de día y cuando no se arriesgarán a salir. Tan sólo cuando su señor se lo ordena salen a la superficie. ¿Por dónde iba?
- “Y nos atacará hasta que el mundo deje de ser mundo”- repitió otro niño.
- ¡Claro, es cierto! La era de los serafines había pasado, pero la guerra entre los dioses no. Así surgieron unos nuevos servidores a la causa de los dioses, eran los altos elfos. Los Altmer, por cuyas venas corría la sangre de los elfos y de los serafines fueron la nación encargada de proteger el Oeste. Desde sus lejanas tierras, sus dorados ejércitos partieron hacia el Oriente y durante siglos combatirían a la sombra, haciéndola retroceder.
“Pero como todo, hubo avances y retrocesos. Mientras que los Altmer sometían el sur de Oriente, en Niwuelmen, surgía una nueva sombra, la sombra de Nabudis, el Imperio de la Magia Corrupta. Fueron los magos los que sometieron a los pueblos humanos y obligaron a los Altmer a retroceder sus líneas. A través de Sharión el rey de Nabudis, Úrsagal había puesto en jaque a todo occidente. La negra oscuridad de Nabudis abarcó todo nuestro hogar hasta que un héroe surgió de esta tierra. Nacido más allá del mar de las estrellas hijo de hombres y de ayleid: ese héroe se llamó Árandor, el padre fundador del reino. Junto a su esposa Earanis se enfrentó a Sharión, el Rey Nigromante y derrotaron su oscuridad. Tras expulsar a la sombra ambos establecieron el linaje real y así fue como nació el reino de Párandor. Sin embargo, la guerra de Nabudis solo había sido el prólogo del gran conflicto.
“Mil años pasaron y de nuevo los ejércitos de Úrsagal se echaron a la mar esta vez con todas sus fuerzas a someter el reino de los hombres, Párandor. Párandor pidió ayuda y como cuando los elfos la recibieron las legiones humanas y altmer se enfrentaron a la sombra. Las fuerzas del mal sitiaron la capital, Cair Parandor y hubieran conseguido lograr su objetivo de no ser por un ataque a la desesperada.
“Orevil, descendiente de Árandor, cogió la espada de su antepasado, la legendaria espada Ayshiriel y salió a la carga él sólo acompañado de sus más leales amigos. Fue gracias a su épica valentía a la que Úrsagal, envalentonado y con el poder de un dios se enfrentó al príncipe humano. Entablaron singular combate y finalmente Orevil clavó en su pecho la espada sagrada poniendo fin a uno de tantos capítulos de esta guerra de dioses.
“Orevil fue proclamado rey tras aquel día. Han pasado más de tres mil años tras esta victoria y sin embargo nada ha cambiado. Las fuerzas de Úrsagal de nuevo están listas para avanzar y ahora más cuando nuestro emperador, deja libertad a sus súbditos, los orcos y los ensairs, para vagar por el Imperio. Mis ojos han visto la insomne maldad que ruge con fuerza desde Oriente reclamando algo que no le pertenece. Así que debemos rezar para que los dioses nos protejan.
En ese momento un joven de dieciséis años, el cual se había mantenido al margen de todo relato preguntó:
- ¿Qué reclama?
Jiraiya le dirigió una mirada. Era un chico alto, de complexión delgada, cabellos rubios y ojos azules como el cielo. Su mirada era una mirada de inteligencia, pero una inteligencia todavía mezclada con la inexperiencia de la inocencia.
- Reclama el poder del Elegido.
- ¿Eso qué es? – preguntó otro niño
- Según la leyenda, cuando el mundo entero cambie, nacerá aquel mortal destinado a elegir entre los Doce y Úrsagal. Úrsagal anhela que ese poder esté de su lado y por eso dará todo cuanto tiene por ese poder.
- ¿Y lo puede conseguir? – volvió a preguntar el joven muchacho de dieciséis años.
- Eso es algo que sólo depende de una persona: Amnel-Ester. Las profecías nos dicen que cuando el elegido se muestre, el conflicto entre los caballeros se hará inminente. Se dice que la luz chocará contra la oscuridad y que de ese choque todo quedará resuelto.
- ¿Y quién es Amnel-Ester?
El anciano cuentacuentos se quedó muy serio.
- Ni yo sabría decirte eso. Sólo los cantares nos hablan de una luz en el cielo como único augurio de su llegada. Hay multitud de estrellas en la cúpula celeste. Muchas de ellas son las almas de los serafines que cayeron en las sucesivas guerras de la primera edad, otras sin embargo fueron regalos de los dioses, en especial, tres, Ferianor, Ariadnor y Lumiadnor. Cantan los elfos que cuando la primera se apague significará que el paladín de los dioses habrá iniciado su camino. Cuando Ariadnor deje de brillar el mundo entero se precipitará a su debacle y cuando la última estalle en miles de luces, el mundo comenzará a andar por una nueva senda.
- ¿Y…?
- Naruto, no hagas más preguntas muchacho, ¡que no soy un libro! - luego se dirigió a los niños.- Os he hablado de Árandor, pero seguro que nos he hablado de su esposa Earanis ni del amor de ambos, ¿a qué no?
A continuación se dispuso a contar aquella historia y después de aquella contó otra y tantas como le pedía. Tan sólo cuando era medianoche reparó en qué había que descansar y que la velada debería posponerse para otro día. Luego se levantó y despidiéndose de ellos empezó a alejarse de la fogata. Naruto le abordó, tenía los brazos cruzados y su semblante parecía muy determinado a decirle algo:
- Este año has cambiado la versión.
Jiraiya no respondió. Le devolvió una mirada muy serio. Ambos mantuvieron aquel duelo de miradas durante unos cuantos segundos más hasta que los dos echaron a reír.
- ¿Así que va a venir un muchacho que ni siquiera tiene barba a decirme como tengo que contar mis historias?
Naruto le sonrió.
Jiraiya y Naruto se conocían desde siempre. Cuando Jiraiya acudía a la aldea siempre se alojaba en la casa de Naruto, no en vano, Jiraiya era un íntimo amigo de la familia del muchacho. Naruto vivía con su madre y con sus dos hermanos. Jiraiya había sido un gran amigo de su padre. Había sido. Willius, un caballero de la ciudad de Baltor, había caído en una batalla cuando Naruto tan sólo contaba con dos años y dejó a su madre con dos hijos y uno en camino. Los hermanos de Naruto eran dos: Robber (el cual respondía sólo al nombre de Rob), su hermano mayor y Mia, su hermana menor. La madre de Naruto había trabajado duro para llevar adelante a la familia. Corrían tiempos difíciles y más si faltaba alguien tan importante en una familia como lo era la figura del padre. Por esa razón, Jiraiya solía alojarse en casa de la familia de Naruto.
Desde que Naruto pudiera recordar, todos los veranos solía visitarlos durante una pequeña temporada en la que ayudaba a la familia no sólo de manera física sino también económicamente. Jiraiya era un buen hombre y era como un abuelo para Naruto.
- Hoy tu madre nos terminará riñendo. No le gusta que estés fuera tanto tiempo.
- Madre siempre se preocupa, pero estoy contigo, estoy con el gran Jiraiya, ¿no es así?
- Mejor será que nos demos prisa.- le echó la mano sobre el hombre y empezaron a caminar.
Jiraiya y Naruto conocían que la madre del muchacho era muy sobreprotectora y no le gustaba que estuviese sólo. Naruto tenía dieciséis años, una edad muy respetada, en menos de unos meses cumpliría diecisiete años y eso significaba que legalmente sería un hombre a todos los efectos. Sin embargo, le seguían tratando como a un niño, para disgusto del muchacho.
Tras un rato de caminata llegaron a la casa familiar. Jiraiya le hizo una serie de gestos a Naruto con los dedos. Entre muchas de las cosas que Jiraiya hacía cuando pasaba el verano con la familia de Naruto era enseñar al chico sobre cualquier cosa. Le había enseñado a leer, a escribir y entre otras cosas a comunicarse por el lenguaje que usaban los espías. Naruto siempre se había cuestionado cómo que un anciano cuentacuentos supiese tantas y tan variadas cosas. Pero lo cierto era que le resultaba muy útil cuando quería hacer algo a escondidas sin que se enterase su madre. Según los signos que Jiraiya estaba haciendo significaba que debían quitarse las botas para no hacer ruido y abrir la puerta con cuidado. Después deberían andar de puntillas para que no se percataran de su llegada en la casa.
Naruto se quitó las botas al igual que Jiraiya y justo cuando iba a tocar el pomo de la puerta, ésta se abrió y tal y como temían la madre de Naruto estaba esperándoles. Su mirada era seria, estaba claro que aquellas horas no eran las más apropiadas de acuerdo al criterio de la mujer. Naruto supo que iba a haber bronca, como todas las noches que llegaba tarde cuando había estado con Jiraiya, sin embargo en aquella ocasión su madre no dijo nada, sólo les invitó a pasar mandando a Naruto a su habitación. Naruto miró a Jiraiya pidiéndole perdón pues imaginaba que la reprimenda de su madre iría con el viejo bardo. Jiraiya sonrío tristemente, como aceptando su destino.
El chico subió a su cuarto. Se quitó la camisa y se tumbó en la cama. Casi al instante, preso de un sueño casi mágico se quedó dormido. Antes de entregarse a los brazos de Morfeo, Naruto sintió algo extraño, su madre no parecía enfadada.* * *
Jiraiya se sentó en una mecedora que se había apropiado como suya durante su estancia con aquella familia y sacó una pipa. La encendió y comenzó a fumar. La madre de Naruto se sentó en una silla en frente de Jiraiya y sacó un sobre de los remiendos de su falda. Éste estaba firmemente cerrado con un sello en el cuál iba grabado un emblema constituido por dos espadas entrechocadas.
El viejo cuentacuentos alzó una ceja muy interesado. Dio una calada de su pipa y luego exhaló el humo. Jiraiya murmuró unas palabras y las ventanas de la habitación así como la puerta de ésta se cerraron. Seguidamente, chascó los dedos y desde un lado de la sala, una disimulada vara blanca, fina y elegante, rematada en una piedra trasparente como el agua comenzó a emitir una potente luz blanca iluminando toda la sala como si de la luz del día se tratara. Sin remilgos, abrió el sobre cómo tan buenamente pudo y sacó la carta que había en su interior. Comenzó a leerla mientras fumaba el tabaco de su pipa.
Al terminar de leerla chascó de nuevo los dedos y la blanca y potente luz que irradiaba su bastón se apagó dejando la habitación a oscuras tal y como si nunca hubieran usado aquel poder. De un gesto todas las ventanas se empezaron a abrir al igual que las puertas.
Jiraiya murmuró unas palabras en un idioma antiguo y oculto y en la chimenea se prendió un acogedor fuego. Luego se levantó. Cogió la carta y le pidió a la madre que le entregara el sobre. Tras cogerlo los echó al fuego donde empezaron a ser pasto de las llamas. El fuego las consumía rápidamente mientras éstas se iban arrugando hasta que ya que trascurridos unos minutos no eran más que cenizas. Aquella carta dejó de existir y fue entonces cuando Jiraiya habló:
- La verdad, hacía tiempo que me lo imaginaba. ¿Sabes de qué trataba la carta?
La mujer negó con la cabeza.
- Verás, Iulen, ha llegado el momento que tanto has temido. El momento que durante años has rogado porque no llegara, se ha presentado ante nosotros. ¿Cómo llegó esta carta hasta ti?
- Me encontraba preparando la cena, cuando llamaron a la puerta. Se trataba de un pequeño ser. Al principio pensé que era uno de esos gatos habladores, un ériat, pero sin embargo no. Era como una persona, pero su cara era la de un niño con unos ojos inquietantemente ancianos. Me entregó esta carta y me pidió que dijera: has cumplido con tu comisión. Yo le hice caso y éste desapareció.
- No te preocupes, se trataba de un espíritu. Como ya sabrás una de las muchas cosas que los magos tenemos para comunicarnos son los espíritus. No debes preocuparte, son bastante discretos y no son malvados a pesar de lo que asegure la Capilla. Esta carta que has recibido estaba destinada a mí, era de una compañera, de la Señora Tsunade de la Torre de Cristal. En esta carta, como te dije antes, has recibido la peor noticia por la que habrías hecho cualquier cosa por tal de no escucharla. Tal y como siempre has temido, el momento de que Naruto abandone tu protección ha llegado.
La expresión de la madre adoptó una expresión de insólita tristeza. Sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas, pero ella no prorrumpió a llorar tal y como se habría esperado. Iulen era una mujer que había aprendido a aguantar sus lágrimas. Tenía unos treinta y siete años pero se había casado con su marido, el caballero Wilius con tan sólo diecisiete años y a los veintitrés había tenido que asumir el mando de la casa así como la crianza de dos hijos y una venidera. Jiraiya conocía muy bien el drama de aquella mujer y sabía que desprenderse de un hijo era duro. Sin embargo, el deber era el deber:
- Mi querida Iulen, en esta carta se nos informa de que Ferianor, la estrella de los navegantes, ha dejado de brillar hace unos días. Supongo que no tendrás muchos conocimientos de astrología pero Ferianor es la estrella que todos los navegantes utilizan para orientarse en la noche es una de las más importantes junto con Ainheror. Hace dieciseis años te traje a Naruto y te dije que cuando Ferianor se apagara me lo tendría que llevar. Ha llegado el ese momento
- No puedes separarme de él, por favor, maestro Jiraiya.
Jiraiya sonrió tristemente.
- Conozco el amor que le profesas a Naruto, pero ten presente que su padre me nombró a mí como su tutor, no a ti. Minato os estimaba mucho a ti y a tu esposo. Su deseo fue que si la muerte le sorprendía antes de ver crecer a su hijo, fuerais vosotros, Wilius y tú, los responsables de criarlo. Sin embargo, tanto Minato como Kushina sabían cuál es el destino de Naruto, su hijo. Ellos lo aceptaron y asumieron que al apagarse Ferianor su hijo tendría que prepararse para afrontar su misión.
El viejo bardo se acarició la barba. Su corazón se impregnó de un sentimiento ternura. Se acercó a Iulen y posó sus manos sobre las de ella:
- Naruto es un muchacho encantador. Tiene un gran sentido de la justicia. Es curioso y sobre todo y lo más importante es una buena persona. Ama a su familia y sobre todo a su madre. Sin embargo hasta él ya empieza a darse cuenta de que no encuadra para la vida de un granjero.
- ¿Cuándo te lo llevarás?
- Mañana tengo que resolver unos asuntos en la aldea, así que partiremos pasado mañana.
- ¿Cuándo se lo diremos?
La mujer miró a Jiraiya y luego preguntó:
- Mañana, ahora mismo es necesario que todos descansemos. Iulen sin duda alguna, me enorgullece ver cómo has cumplido con las esperanzas que Minato y Kushina depositaron en ti. No temas por el destino de Naruto. Se me encargó ser el guía de Amnel-Ester. Naruto estará bajo mi protección.
bueno a naruto le va a caer una gran responsabilidad en sus hombros, naruto estará preparado ? bueno continua al pendiente con el siguiente cap de la GUERRA DE LOS DIOSES, que solo acaba de empezar.
PD: vamos se que es mucho que leer, créanme en el anterior foro era mas grande la cosa y mas difícil seguirlo, solo les pido opiniones y cosas asi, ya que veo que les gusta, tenemos muchas visitas jejje
moi-06yoyo- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Por fin ha salido Jiraiya. Era de calle mi tercer personaje favorito. (Naruto y Gaara estaban el primero y el segundo)
¿Estara Naruto preparado para asumir tal carga? Tengo ganas de ver el proximo capítulo que recuerdo que estaba muy bien.
PD: Mi parte favorita ha sido cuando Jiraiya le pide que deje de preguntar, que el no es un libro xD
¿Estara Naruto preparado para asumir tal carga? Tengo ganas de ver el proximo capítulo que recuerdo que estaba muy bien.
PD: Mi parte favorita ha sido cuando Jiraiya le pide que deje de preguntar, que el no es un libro xD
Namikaze_Minato- Baneado
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Que triste que hayan muerto tantos ) que sakura haya caido a manos de sasuke, me inquieta su pasadon, vaya el de ambos, como es que si estaba comprometidan, haya tenido que ver con sasuke?, fue un simple romance? Fue antes del compromiso? Porque termino? Y de q manera? Porque se ve que sakura le tiene pavor a sasuke y no creo que solo sea por el destino de esta, debe haber algo mas.
Al fin aparece nuestro heroe y jiraiya, entonces el sera su guia y esas cosas, parece ser mas que un simple mago, me da curiosidad que paso con minato y kushina, como murieron? O si ambos murieron? Y como es que naruto fue escogido para llevar tan grande responsabilidad, pobre no sabe ni lo que le espera, pero se que hara todo por cumplir con su mision y salvara a sakura.
Ya quiero que se encuentren y ver como sera el encuentro, como se llevaran y sobre todo como se dara el narusaku.
Conti!
Al fin aparece nuestro heroe y jiraiya, entonces el sera su guia y esas cosas, parece ser mas que un simple mago, me da curiosidad que paso con minato y kushina, como murieron? O si ambos murieron? Y como es que naruto fue escogido para llevar tan grande responsabilidad, pobre no sabe ni lo que le espera, pero se que hara todo por cumplir con su mision y salvara a sakura.
Ya quiero que se encuentren y ver como sera el encuentro, como se llevaran y sobre todo como se dara el narusaku.
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hikari uzumaki- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
uno de los mejores fic que eh leido. quero que llegue a la parte donde me quede yo.. aunqe para eso faltan años(?)
ajja suerte y a seguir leyendo.
ajja suerte y a seguir leyendo.
gonmax- Sannin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
bueno ya ay mas gente comentando, para los ya viejo si se que es tedioso esperar otro milenio jjejje pero paciencia
CAPÍTULO 4
bueno otro cap mas, aver que pasa con nuestro rubio en su viaje, llegara con sakura a tiempo ?
PD: no recordaba que la despedida de naruto y su madre adoptiva fuera triste
CAPÍTULO 4
- Spoiler:
- CAPÍTULO 4: LA DECISIÓN DE NARUTO
ATRAVESANDO LA VENTANA, un tímido rayo de luz del amanecer jugaba con su cara, provocando sombras y luces sobre el rostro de un adormecido joven. Fuera de la casa, Rivaner, el gran astro sol, comenzaba a resurgir como cada día después de aquella noche veraniega. Naruto, adormilado intentaba levantarse de un montón de heno que hacía las funciones de una cama. Bostezó y desperezándose finalmente se despertó pese a su deseo de seguir durmiendo.
Se reclinó en la ventana y se paró a contemplar el bello paisaje que ante él se alzaba. Un mar de luz inundaba todo el valle hasta más allá donde alcanzaba la vista. Era sin duda una las imágenes más gratificantes que se podrían encontrar. Sin embargo algo le impedía disfrutar de aquel paisaje.
Naruto siempre había sido un chico alegre a pesar de que la situación nunca había sido idónea para tal sentimiento. Naruto no guardaba recuerdos de su padre, pero sabía que éste había muerto con honor y gloria en el campo de batalla, como un auténtico caballero. Sin embargo esa muerte honrosa había condenado a su familia a la desdicha. Al morir el padre su madre había tenido que verse obligada a trabajar duramente y no solo tenía que cuidar de dos hijos, sino también de una niña que venía al mundo y que nunca conocería a su padre. Desde entonces la familia de Naruto siempre había estado trabajando. Todos los días, todos los meses, cada estación era un esfuerzo para sobrevivir. Párandor, era uno de los reinos más prósperos del Imperio, por no decir el que más, pero estaba claro que la prosperidad sólo sonreía a los poderosos, a los nobles. Los campesinos y demás gentes de ciudades pocas esperanzas tenían de sobrevivir si no era trabajando duramente y mucho más cuando se vivía en un lugar tan dejado de la mano de los dioses como lo era la pequeña aldea de Álberar, en el Valle de Valdur.
A pesar de que por sus venas corría la noble sangre de un caballero, sangre nobiliaria, la familia de Willius estaba condenada a vivir en la pobreza. Tenían que trabajar duro y esto no siempre daba sus frutos. Naruto sabía que ese no era su mundo. Algo le llamaba, le apremiaba, le incitaba a no dormirse en aquel mundo. Siempre había tenido la sensación de que no había nacido para ser granjero. Siempre que pensaba aquello le era imposible no recordar como de pequeño siempre se mostraba determinado y resuelto a cumplir su mayor sueño: convertirse en emperador y salvar el mundo. Siempre que lo recordaba un sentimiento de añoranza, de ternura quizás, invadía su alma. Ahora se daba cuenta de que era un niño cuando soñaba aquello.
Naruto había nacido en unos tiempos casi de revolución. El mundo estaba cambiando y no se detenía a esperar a los monarcas de los reinos del Imperio. Las noticias de Jiraiya y de otros mercaderes hablaban sobre como en Oriente, en el lejano y esotérico Imperio Shangarak, sus habitantes preparaban una guerra. Naruto sabía por las enseñanzas que había recibido que Occidente, representado por el Imperio Cyrodiano, por el reino de los altmer, por las ciudades de los ériats y por el reino de los enanos, siempre había estado en guerra con Oriente, quizás con treguas breves y no respetadas. Pero no sólo los rumores de guerra sacudían una escondida villa como lo erar Álberar, habían escuchado que dentro del Oeste había llegado la guerra. No había rincón en el Imperio que no se hubiera escuchado hablar de su Emperador.
Danzou, según se podía escuchar de cualquier boca, era el Emperador desde hacía cincuenta años, desde que librara una guerra contra el antiguo emperador para arrebatarle el trono. Sólo sus más allegados sabían cómo era. Sus súbditos, la única información que tenían de él es que era un hombre inflexible, frío, tremendamente astuto y hábil con las palabras que gobernaba con puño de hierro desde el Palacio Imperial. Como emperador que era su voluntad se extendía allá donde abarcaran los dominios de los hombres del Oeste, o lo que era lo mismo, los reinos de Ahil-Tarer, de Celaria, de Sairomen, de Kárandor, el Principado de Dolm Inaer y el Ducado de Ravenhorst. Sin embargo, la política del Emperador no era considerad por todos como correcta y esto había terminado en una guerra dentro de las fronteras del Imperio.
La guerra por tanto sacudía su mundo. Tanto desde dentro, la guerra civil, como desde fuera, la guerra contra el Este. Naruto siempre había soñado, y quizás todavía soñaba con que él sería quien llevase a la paz todo aquel mundo sumergido en el caos. Sin embargo luego se recordaba quién era, dónde estaba y cuáles eran sus posibilidades. Naruto se sentía muy frustrado. Sabía qué él no podía ser un granjero pero sin embargo sabía qué también le era imposible frenar algo como era una guerra, ¿al fin y al cabo qué podía hacer un granjero? Él no quería abandonar y por eso siempre le rogaba a Jiraiya para que le llevara a ver el mundo, aunque el viejo cuentacuentos no se mostraba muy partidario y sólo le daba largas. ¡Ojalá por fin le hicieran caso!
Abandonando estos pensamientos, se enderezó. Se visitó poniéndose unos viejos y raídos pantalones una camisa vieja y unas botas de cuero. Bajó corriendo las escaleras, dirigiéndose hacía la palangana llena de agua que se encontraba fuera de la casa.
Allí se lavó la cara, y se intentó peinar sin éxito. Se vio reflejado en aquel espejo que le brindaba la naturaleza. Su cara era un marco angular de delicados rasgos. Sus ojos eran alegres y azules como el cielo. Sus cabellos eran rubios, largos y desaliñados y formaban unas ondas algo despeinadas. Su tez era blanca. Era alto y extrañamente delgado para ser un campesino.
Entonces, sintió como alguien le tocó el hombro. Naruto dio un respingo. Se volvió y vio a Rob. Era más alto que él y corpulento, de ojos castaños y de desordenados rizos color rojo fuego. Lucía una pequeña barba también pelirroja; su cara ya era la de un adulto.
- Te has despertado muy pronto, ¿no?- pregunto Rob.
Rob se lavó la cara mojándose las ropas sin cuidado alguno. Al mirar el rostro de su hermano se percató de que el joven presentaba unas profundas ojeras.
- Te veo mala cara – comentó Rob.
- Sí – se limitó a responder mientras se estiraba cuan largo era.- Nada importante. Lo de siempre
- ¿Así que has vuelto a soñar esas cosas raras? – Exclamó Rob atónito.
Naruto asintió sin decir nada. Otra de las cosas en las que Naruto se basaba para pensar que era diferente eran aquellos sueños. Siempre le habían acompañado y le habían hablado aunque él no había podido ser capaz de descifrar su significado. En ocasiones se veía corriendo persiguiendo a alguien a quién no paraba de llamar y pedirle que se diera la vuelta, que le dijera quién era y cuando esta figura procedía darse la vuelta despertaba. En otras ocasiones soñaba con eras pasadas, como si él hubiese vivido otras vidas. Eran muchos y muy variados sus sueños pero él peor, el peor de todos era en el que se encontraba ante unos extraños ojos, negros y con un patrón rojo como la sangre a modo de pupila. A Naruto no le gustaba hablar de aquello, se sentía mal. No sólo sus deseos estaban frustrados, sino que además sus sueños le frustraban al no poder entender lo que querían decirle. Naruto sólo encontraba reparo para todas aquellas sensaciones en su familia. El amor que profesaba a su madre y a sus hermanos era siempre la medicina que le hacía no perder la alegría.
Entonces la curiosidad se apoderó de su hermano y no pudo reprimirse.
- ¿Qué sucedía? –preguntó.
- No sabría explicarlo – respondió.- Era todo muy extraño. Me encontraba de pie donde todo era oscuridad y de repente mi cuerpo empezaba a refulgir, como si fuese el sol.
Entonces la oscuridad retrocedía y podía ver una figura. No podía ver su cara, pero sé que era la voz de una mujer, muy poderosa que me decía: “Amnel-Ester, tu destino está próximo”; luego me tragaba la oscuridad y me desperté
- Bueno, olvida esas cosas irreales y vamos a centrarnos en el mundo real. Hermanito, los sueños simplemente son eso: sueños – le respondió su hermano tranquilizándolo. – El desayuno está preparado, Jiraiya dice que quiere comunicarte algo muy importante, ¿qué será?
Naruto se sentó con toda la familia alrededor de una mesa que como todos los muebles de la casa estaba hecha de roble. Callado, comenzó a ingerir un apetitoso desayuno que su madre había depositado con sumo cariño delante de él. El desayuno consistía en un puñado de avena con leche. Nadie decía nada. Mia se dedicaba a desayunar, Naruto y Rob comían lentamente esperando que Jiraiya decidiera hablar. Esperaron un rato bastante largo y fue cuando terminaron de desayunar cuando al final lo hizo:
- ¡Qué bonito día hace! Es un día magnífico para salir al campo, tomar el sol, cantar un rato, beber y luego seguir paseando. ¿No os parece? A mí desde luego que sí. ¿Te interesaría?
Naruto dejó el cuenco y le miró seriamente. No lo había oído bien. ¿Podría ser…? Necesitaba confirmarlo así que pidió.
- Creo no haber escuchado bien, ¿puede repetir?
- He recibido información muy importante de una amiga y se ha hecho necesario que abandone estas tierras. Esperaba antes haber podido pasar todo el verano, pero parece que no va a ser así.
- Ya, tan pronto. Esperaba que al menos pasaras el verano aquí.- confesó Rob.
- ¿Y por qué se tiene que ir? ¿No puede esperar su amiga?
- No. Es de bastante urgencia. Sin embargo, muchacho, tu madre y yo hemos llegado a un acuerdo. Ya le he comentado que siempre me has pedido que te llevara conmigo para enseñarte el mundo en el que vivimos y he decidido, que como te vas a convertir pronto en un hombre, vas a venir conmigo.
¡Era la oportunidad qué había estado esperando toda su vida! Adiós a aquellos sueños extraños, adiós a la frustración de no cumplir sus sueños. ¡Aquella era la mejor oferta que le podrían hacer!
- ¿Deseas acompañarme en mi viaje?
- ¡Por supuesto! ¿Necesito equipaje? ¿Hago el equipaje ahora?¿A dónde iremos hará frío? ¿Igual debo echar un par de mantas? – Estaba muy alegre.
Jiraiya sonrió. Le agradaba ver feliz a Naruto. Un brillo de felicidad impregnaba sus ojos. El cuentacuentos se puso algo más serio cuando Naruto demostró que había caído en unos detalles más importantes.
- Un momento,- se detuvo – ¿cuánto tiempo voy a estar fuera?
- Esa quizás sea la peor parte del viaje. Es probable que no regresemos al Valle de Valdur, es probable que nunca más vuelvas a ver a tu madre así como tampoco a tus hermanos.
Naruto se quedó paralizado. Antes de replicar Jiraiya le dijo:
- Es una decisión difícil y comprendo que quizás no quieras venir conmigo. Lo entendería perfectamente. Sé que te preguntarás qué es aquello tan importante o peligroso que nos impedirá regresar a estas tierras, pero por seguridad de tu familia y por la nuestra, te lo explicaré durante el viaje, si es que decides acompañar. Tranquilo, tómate tu tiempo, partiré mañana. Hoy he de arreglar unos asuntos en el pueblo.
- Pero…
- Creo que debes poner en orden tus pensamientos.- Luego se levantó y se salió del comedor. Antes de salir avisó a la madre.- Iulen, no tengas en cuenta hoy mi plato, pasaré todo el día en la aldea.
Naruto fue el siguiente en ir dejando a la mitad el desayuno. Se le habían quitado las ganas de comer. Cuando salió de la casa su madre ya sabía qué era todo lo que le preocupaba.
En aquella mañana había pasado de una gran felicidad, por acompañar a Jiraiya tal y como siempre había deseado, a reconocer que sus sueños eran más difíciles de cumplir de lo qué él creía. Nunca había considerado cuánto duraría el viaje, ni a dónde iría. Ahora sabía que iba a durar lo suficientemente cómo para que no volvieran a ver las tierras que lo habían visto nacer. Estaba muy confuso.
Se acercó a un tocón y cogió los troncos que ya estaban listos para ser cortados y hechos leña. Colocó uno e inesperadamente descargó toda su fuerza con su hacha en aquel tocón partiendo por la mitad el trozo de madera. Repitió la operación como un autómata. Su mente estaba en otro lugar, estaba planteándose si de verdad quería ir con Jiraiya de viaje. Había muchas razones que le hacían aceptar la oferta, sin embargo también había otras tantas que le invitaban a declinarla.
El sol fue ascendiendo rápidamente hasta alcanzar su cenit y luego comenzó a bajar. Naruto fue realizando las tareas que solía hacer todos los días. Tras cortar y preparar la leña para su almacenamiento o venta en el mercado local, fue al pozo a coger agua; luego sin perder el hilo fue a los establos a preparar la comida de las reses y de los caballos. No dejaba de pensar en su futuro. Por primera vez comprendía el significado de la palabra elegir, elegir no era optar entre varias posibilidades sino renunciar a todas las posibilidades para acogerse a alguna. ¡Era extremadamente difícil! Cuando por fin terminó de hacer sus obligaciones comenzó a alejarse de la casa.
Sus pasos los guiaron a un roble que había cerca de la casa. En él había un columpio. Naruto guardaba buenos y malos recuerdos de aquel columpio. En su más tierna niñez, aquel columpio había sido el principal lugar donde jugara con su hermano, pero con el paso del tiempo dejó de acudir haciéndolo sólo cuando necesitaba aclarar sus ideas. Normalmente aquel columpio le servía para reflexionar. Esperaba que, como tantas otras veces había pasado, pudiera encontrar el camino correcto. Ante él se había planteado una disyuntiva muy importante: quedarse en el valle de Valdur, en la seguridad y en la plácida vida que podía vivir como un granjero, o por el contrario podía emprender un viaje con Jiraiya y vivir todos sus sueños enfrentándose a todos los avatares que el Destino les interpusiera.
Pasaron las horas y de nuevo se dio cuenta de algo a lo que nunca había prestado mucha atención: la relatividad del tiempo. Se encontraba ante una decisión difícil y como tal requería ante todo de tiempo. No había ido a comer porque quería aprovechar el tiempo para pensar. Conocía de sobra a Jiraiya como para saber que al caer la noche y retornara a casa lo primero que harías sería preguntarle sobre la decisión que había llegado. Necesitaba tiempo para analizar todos los pros y todas las contras y sin embargo, cuanto más necesitaba más rápido pasó, tanto que cuando quiso darse cuenta estaba atardeciendo.
Alzó la mirada y pudo ver como una figura se recortaba en el horizonte. Se fue haciendo más y más grande hasta que pudo distinguir a su madre. Naruto sonrió. Madre e hijo se conocían tan bien que el uno sabía que ella terminaría apareciendo por ahí y que la otra sabía dónde podía encontrar a su hijo. Naruto pensó con tristeza que si abandonaba su hogar, tal y como había dicho Jiraiya, nunca volvería a ver a su familia. Sin embargo si se quedaba por ahí no sería feliz. Él había nacido para algo más y su corazón le decía que tenía que vivir sus sueños.
- Si un hombre no come, difícilmente podrá trabajar.- le riñó cariñosamente su madre.- Hijo, hoy no has venido a comer. Te he criado desde que naciste y te conozco lo suficiente como para saber que le estás dando vueltas a la oferta del señor Jiraiya.
Naruto le respondió con una sonrisa, sin saber que aquella sonrisa partió el alma de una madre que ya había sido informada de que su hijo abandonaría el seno familiar para cumplir algo muy importante para lo que había nacido y que ni siquiera sabía.
- Madre, me arrepiento tanto de haber deseado crecer y no ser un niño. Ser adulto implica tomar decisiones muy difíciles. Se me está obligando a renunciar o al amor de mi familia o a la felicidad que puede ofrecerme el vivir mis sueños.
- Naruto, hijo mío, ¿qué es lo que te preocupa? Siempre has deseado huir con Jiraiya y vagabundear ambos por el mundo.
- Pero Jiraiya me ha dicho que nunca volveré a veros. ¿A dónde pretende llevarme si voy con él? ¿Será peligroso? ¿No podré volver a veros en serio? ¿Qué es eso tan importante que quiere hacer que no puede decírmelo por el bien de nuestro viaje así como por vuestro propio bien?
- Hijo, yo no puedo responderte a nada de lo que me has preguntado. Tú eres quien debes encontrar las respuestas.
- Pero madre…
- Naruto. Cuando una madre ve nacer a su hijo, sabe cuál va a ser el destino de éste. Y yo sé que tú estás destinado a grandes cosas.
Naruto sabía que le iba a decir su madre. Cuando había estado desanimado siempre se lo había dicho, lo cierto era que a pesar de haberlo oído con anterioridad y saber que más que verdad era una forma que su madre tenía de animarlo, le hacía sentirse bien.
- Madre…
- Grandes proezas, han dicho las estrellas. Naruto, nils , siempre me ha gustado hablarte del día en que tú naciste. Tú, hijo mío, naciste en la ciudad eterna, en la capital del imperio, en Minas Árandor. Aquel día había un gran revuelo en la capital, se decía que era un día especial, no era raro, los sabios habían predicho que aquella noche sería la noche de la esperanza. Al principio nunca creí que eso tuviera algo que ver con nosotros. Sin embargo con forme han ido pasando los años he descubierto que sí que había algo distinto en ti, en tus ojos. Sí, es cierto, no son verdes como se dice que es el color de la esperanza. Pero tienen un brillo en su interior que a lo largo de todos estos años me han dado fuerzas para no rendirme y luchar por ti. Naruto, sin duda alguna, sé qué eres igual a tu padre. Lo que pasa es que no has encontrado tu camino. Y creo que está es la oportunidad que necesitas. [N.del A: a título informativo, la expresión "Nils" es un diminutivo cariñoso empleado por las madres del valle. Su nombre, proviene de Ninilas, el espíritu al que el dios Ainheror encargó proteger a los niños en el sueño.]
Naruto se sorprendió. Si bien su madre era ante todo sobreprotectora. No quería que nada malo le sucediera y sin embargo ahora le estaba animando a acompañar a Jiraiya.
- ¿Entonces debería acompañar a Jiraiya?
- Sí así lo deseas sí. Desde luego yo no te voy a insistir. Todos sabemos que cuando te vayas no pararé de echarte en falta, pero también es cierto que tu Destino no está con nosotros. Naruto, tú siempre has tenido pesadillas o sueños extraños y a pesar de eso no te has rendido. Yo sin embargo siempre he tenido un sueño y es que tú, nils¸ cumplieras los tuyos. Quisiste acabar con las injusticias. Esta es tu oportunidad. Aprenderás a lo largo de tu viaje que Jiraiya lucha por aquello que tú siempre has idealizado.
- Muchas gracias madre. Ahora creo que sé lo que quiero.
El joven sonrió a su madre y la abrazó.
Disfrutó de aquel abrazo sería de los últimos en recibir de su madre. Todas las dudas se disiparon con aquel abrazo. Él ya no necesitaba pensarlo más. Acababa de dar el primer paso hacia un futuro incierto que él creía conocer. Imaginaba muchas cosas y sin embargo no sabía que todo, cambiaría en unos días.
Jiraiya contemplaba aquella escena desde lejos con ternura en su corazón. Él había sido amigo y maestro del padre de Naruto. El príncipe Minato, heredero destronado del Imperio, había confiado a Jiraiya su protección así como su deseo de que creciera en paz con la familia de su gran amigo el caballero Willius. Ahora Jiraiya se complacía de haber escuchado a Minato. Naruto había crecido con el amor de una familia y era tal el vínculo que éste había creado que había supuesto para el muchacho el principal obstáculo para seguirle. Entonces, se retiró y se marchó a la casa.
Naruto dejó de abrazar a su madre y vio unas lágrimas en el rostro de ella. Entonces le sonrió. En aquella sonrisa le dijo: “no llores madre, sé que todos estaréis conmigo y también sé que yo estaré con vosotros.” Todo lo que debería aprender de una forma lo haría de otra. Todo cuanto el futuro le deparaba se encontraba volando a cientos de kilómetros. Eran finales de agosto y mientras el muchacho abrazaba a su madre, en el norte, en el último hogar de los legendarios serafines, su Destino acaba de ser forjado. La quinta pluma que había liberado la princesa Sakura pidiendo ayuda había localizado a su destinatario y ahora se dirigía al valle de Valdur.
Inocentemente pensaba que había elegido su destino, pero no sabía que en verdad éste ya estaba escrito de antemano y que él no era más que un peón de una guerra legendaria y ancestral como lo era la guerra de los Dioses.
bueno otro cap mas, aver que pasa con nuestro rubio en su viaje, llegara con sakura a tiempo ?
PD: no recordaba que la despedida de naruto y su madre adoptiva fuera triste
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Pues claro que era triste TT Pobrecitos. Ha sido su madre al fin y al cabo.
¡Sabia que la quinta pluma iba a ser para Naruto! Bueno claro que lo sabia, ya lo habia leido xD
¡Sabia que la quinta pluma iba a ser para Naruto! Bueno claro que lo sabia, ya lo habia leido xD
Namikaze_Minato- Baneado
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Ya decia yo que esa pluma seria para naruto, entonces naruto es un principe heredero! Su padre y madre murieron x danzou?
Fue triste al hablar con su madre ambos se quieren mucho y naruto a pesar de sentir que su destino era diferente esta muy vinculado con su familia adoptiva, OMG! Como sera cuando sepa la verdad de su destino y su pasado. Que aprendera en su viaje junto a jiraiya? Como estara sakura?
Que emocion!
Conti!
Fue triste al hablar con su madre ambos se quieren mucho y naruto a pesar de sentir que su destino era diferente esta muy vinculado con su familia adoptiva, OMG! Como sera cuando sepa la verdad de su destino y su pasado. Que aprendera en su viaje junto a jiraiya? Como estara sakura?
Que emocion!
Conti!
hikari uzumaki- Sennin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Al fin encontre este fic!!! me hacia falta leerlo, hace tiempo lei la historia pero por x razon no continue leyendolo pues me quede con sensacion de falta (claro! extrañaba la historia que me recordaba al señor de los anillos) Como me ha gustado tanto porque no reelermelo asi recuerdo lo que ha pasado, soy fiel a las historias de ficcion en las que hay orcos, serafines y enanos (u.u ahmm faltaron los bolsones XD) Me ha gustado la narración hace emocionar al lector con cada detalle le da tanto sentimiento que hasta da coraje, tristeza e impaciencia, es como ver una pelicula con efectos 3D, me parecio mas emocionante la guerra en el mausoleo y en el segundo refugio)
u.u Sabes a pesar de ver a Danzou gobernar cincuenta años no es de sorprenderme que aun siga dominando el imperio (¬¬ Si vieramos en la realidad a ciertos "personajes" que tiene el yugo a los pueblos pues diriamos que no mucha la diferencia exceptuando magia negra u.u o quien sabe?! tal vez si usan esas artimañas) Dejando de lado aquello no me gusta el Sasusaku pero si se ve que algo tuvieron sasuke y sakura (como no me acuerdo no lo puedo afirmar)
Agradezco al autor por su grandiosa historia y espero que se digne a terminarlo con un gran final narusaku. (u.u ojala que si).
u.u Sabes a pesar de ver a Danzou gobernar cincuenta años no es de sorprenderme que aun siga dominando el imperio (¬¬ Si vieramos en la realidad a ciertos "personajes" que tiene el yugo a los pueblos pues diriamos que no mucha la diferencia exceptuando magia negra u.u o quien sabe?! tal vez si usan esas artimañas) Dejando de lado aquello no me gusta el Sasusaku pero si se ve que algo tuvieron sasuke y sakura (como no me acuerdo no lo puedo afirmar)
Agradezco al autor por su grandiosa historia y espero que se digne a terminarlo con un gran final narusaku. (u.u ojala que si).
SALAMANDRAHANSUKO- Aprendiz
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
muuuuy bueno. espero la conti
gonmax- Sannin
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
bueno ya ay mas gente según parce comentando, que bien para celebrar el cap 5
CAPÍTULO 5
PD: por que siento que nuestro guarido cuenta cuento aplicara las huidas de Gandalf ?
CAPÍTULO 5
- Spoiler:
- CAPÍTULO 5: UN MENSAJE DE AUXILIO
AMANECÍA EN EL VALLE. Naruto, antes de oír cantar al gallo si quiera, el ya estaba despierto. Aunque sabía que ya no podía dar marcha atrás (ni quería), había pasado toda la noche sin pegar ojo. La emoción de comenzar un viaje con Jiraiya así como de poder cumplir uno de sus mayores sueños de la infancia. Tras toda la noche en vela había decidido acudir a los establos y allí se encontraba, preparando a su montura para el largo viaje les esperaba.
Mígthyrar era un poderoso caballo de mirada noble. El animal era un corcel de guerra negro y de poderosas patas. Era tenaz y orgulloso, rasgos que lo hacían más semejante a una persona que a una simple montura. No había ningún otro caballo en la aldea más veloz que él a la par que resistente. Sus cascos resonaban poderosamente cuando cabalgaba a la velocidad de las estrellas. El joven muchacho le estaba acariciando el lomo mientras revisaba sus herraduras. Mígthyrar relinchó. Naruto recordó alegremente como se habían conocido.
Naruto y Mígthyrar se habían conocido hacía mucho tiempo, cuando el muchacho tenía ocho años. En una feria un rico comerciante de Kárandor, había traído una gran mercancía de caballos del reino de Ahil-Tarer, dónde nacían y se criaban los más valiosos caballos. Este comerciante preveía venderle estos magnos caballos nada más y nada menos que al rey de Kárandor. Sin embargo había un miembro de la manada que no era como los demás, claramente se trataba de Mígthyrar. Estaba asustado por la presencia de tantos seres humanos y su nerviosismo había llegado hasta tal punto que se había escapado de la cuadra de exhibiciones y corría de un lado a otro. También era verano, como aquella época y Naruto se encontraba Jiraiya.
Sin conceder la posibilidad al anciano cuentacuentos de reaccionar ante sus intenciones, Naruto corrió y con una inesperada habilidad se montó encima del caballo. Lo lógico hubiera sido que el animal lo rechazase, y éste lo intentó, pero el pequeño ya se había propuesto que aquel animal sería suyo. Tal y como había visto a hacer a otros jinetes golpeó con sus talones al animal y éste, encabritado, salió corriendo. Naruto cogió bien las riendas y obligó al animal a cabalgar hacia el sol haciendo que los ojos del animal mirasen hacia el sol y no pudiese mirar hacia dónde iban. Lo tuvo galopando durante un buen rato sin soltar las riendas y tanto tiempo estuvieron que la voluntad de Naruto se impuso a la del animal. Luego Naruto recordaba como Jiraiya había conseguido convencer al mercader para que le regalase al muchacho un animal tan terco que tan sólo se dejaría montar por él. Aunque el mercader al principio se mostró reacio, sus frustrados intentos de montarlo terminaron obligándole a acceder. A partir de ese momento, por consejo de Jiraiya, lo llamaron como el legendario caballo del primer emperador, Mígthyrar , que en la lengua de los elfos significaba “corazón indómito”. [N. del A: Mígthyrar es el legendario caballo sobre el que cabalgó el rey Orevil al encuentro del dios Úrsagal en la batalla de los Campos de la Victoria en el 4602 de la Segunda Edad. Las leyendas y las pruebas que testimonian de él lo describen como un fuerte y poderoso corcel negro de mirada serena y poderosa.]
Desde que Mígthyrar había llegado a la granja, Naruto había utilizado este animal como medio de escape ante la cruda realidad. Cuando deseaba huir de la asfixiante presión que en él ejercía la realidad, montaba a Mígthyrar y salía a galopar sin rumbo allá donde la voluntad de éste les guiara. Ahora que iba a alejarse de su familia, quizás Mígthyrar fuera el último recuerdo de la granja y de lo que ésta suponía para él.
- ¿Estás preparado? – le preguntó Naruto.
El animal relinchó como respuesta. El chico sonrió. A Naruto le gustaba hablarle. Era obvio que no le entendía, pero el chico encontraba divertido el juego que se producía en sus conversaciones, quizás absurdas y surrealistas.
- Por supuesto hermanito. Yo siempre estoy preparado – escuchó a sus espaldas.
Naruto se dio la vuelta. Rob estaba ahí.
- ¿A caso crees que eres el único que se va a ir por ahí? He estado hablando con madre y hemos acordado (o más bien me ha obligado) a acompañaros a ti y al señor Jiraiya hasta Baltor. Así que de mi te tendrás que despedir más tarde.- le dedicó una sonrisa.
- ¿Así que madre ya está esperándome? ¡Cuánto me entristece no verla!
- Lo sé. Pero creemos todos que es mejor así. Ayer estuve hablando con Jiraiya y me dijo… - Rob se detuvo, - Jiraiya tiene muchas razones para querer que le acompañes además, muchachito, no sólo le vas a acompañar sino que vas a conocer todo el Imperio, algo realmente fabuloso. – sonrió intentando pasar por alto su error.
Aquella sonrisa no sirvió de freno a la mente del muchacho que ya estaba más que despierta.
- ¿Qué te dijo, Rob?
Rob enmudeció
- Simplemente me habló de unos asuntos que tenía que hacer y qué necesitaría de la ayuda de un hombre joven y sano como tú. Sólo te diré que Jiraiya es un hombre que a simple vista parece un cuentacuentos, pero en realidad lleva una pesada carga; carga que no me ha dicho y que por tanto. Así que nada de preguntas.
Entonces le golpeó suavemente con dos dedos en la frente, una muestra de cariño. Ambos sonrieron felices. Para Naruto era un alivio que al menos Rob le acompañara durante un poco más.
Naruto salió de los establos llevando consigo a Eredluim, la yegua de Jiraiya y a Mígthyrar. Rob le seguía detrás. Llegaron a la puerta donde se encontraban Iulen, Jiraiya y Mia, la hermana pequeña, la cual todavía parecía estar durmiendo. Todos estaban callados. El bardo se montó en Eredluim y comenzó a alejarse de la familia para darles la intimidad necesaria en una despedida para todos tan dura.
Fue una despedida especialmente triste aunque también emotiva. Naruto pudo sentir todo el amor y afecto de su madre y su hermana. Quizás, nunca habría recapacitado en cuanto les quería si no hubiese sido por la partida que estaba protagonizando. Un nudo se le hizo en el estomago, sin embargo se recordó así mismo que había prometido ser fuerte y aprovechar lo que los hados le habían concedido.
Abrazó en primer lugar a su hermana diciéndole que ella se convertiría en una bella mujer y que pronto tendría a sus pies a todos los muchachos de la pequeña villa de Álberar. Luego abrazó a su madre mientras que ésta le devolvía el abrazo con más fuerza e intensidad, casi estrujándolo. Era la última vez que vería a su hijo y quería aprovechar aquel último abrazo. Al despegarse los ojos de ella estaban llenos de lágrimas. Rob se acercó a Mia y luego a su madre y las abrazó prometiéndoles que pronto estaría con ellas, que Baltor no estaría muy lejos y que en cuanto el chico estuviese de camino a su destino, volvería con ellas.
Luego montaron en los caballos y por orden de Jiraiya, Naruto y Rob apremiaron a sus monturas y comenzaron a galopar. Mientras que su madre y su hermana agitaban las manos en señal de despedida y les deseaban que los Doce dioses les fuesen favorables, se iban haciendo más pequeñas tanto que Naruto se permitió que unas finas lágrimas recorriesen su rostro.
El frescor de la mañana fue convirtiéndose en una cálida brisa provocada por el trote de sus caballos. Baltor sería su primer destino. Por necesidad de Jiraiya tendrían que llegarse a la ciudad más grande de todo el valle y que ostentaba la capitalidad del Ducado de Valdur, el ente político y administrativo que regía las tierras y a las personas que vivían en ella de toda el área del valle de Valdur. A conocimiento de Naruto era una ciudad próspera, que brindaba oportunidades no sólo a los campesinos de todo el valle sino a cualquiera que supiese buscarla.
Naruto se agarró a las crines de Mígthyrar y lo espoleó para ponerse a la cabeza junto con Jiraiya, en una posición donde fuera difícil que les escuchara Rob. Eran dudas que Naruto necesitaba que el viejo bardo resolviese.
- Jiraiya, ahora que estamos solos, ¿hacia dónde nos encaminamos? ¿Vamos realmente a Baltor?
- Vamos realmente a Baltor. No olvides que la única forma directa que tenemos de cruzar el río Kalduin es el Puente de Valdur.
El río Kalduin era el río más importante quizás de todo el imperio. Nacía en las lejanas y colosales montañas que emplazaban al reino enano, las montañas de Tach-Mer. Desde su nacimiento hasta su muerte en el Mar de la Locura recorría muchos kilómetros satisfaciendo todas las necesidades de los habitantes del Imperio. Recibía la afluencia de numerosos ríos menores por lo que su caudal era uno de los mayores de todo el continente. Baltor era una ciudad situada en la mitad sur del continente y a esas alturas, el río era tan amplio y tan grande que era navegable por lo que tan sólo se podía cruzar por el puente de Valdur.
- ¿Y después de Baltor? ¿Hacia dónde pondremos rumbo?
- Quizás visitemos la ciudad imperial de Cair Parandor, pero es algo que no sé, nuestro destino está mucho más al norte, tanto que cuando lleguemos aun sin demora alguna, ya habrán comenzando las nieves.
Al oír eso se confirmó una de las cosas que había temido, la larga duración del viaje.
- ¿Y Rob, nos acompañará todo el viaje?
- No es mi intención hacer que una madre pierda dos hijos y más cuando una de estas pérdidas no es totalmente forzosa. Así que no. Sin embargo mi voluntad no tiene por qué ser la de tu hermano y lo que tú siempre has codiciado también ha sido su sueño. Por tanto yo no puedo obligar a un hombre hecho y derecho como lo es tu hermano a hacer lo que yo diga. Todo dependerá de lo que él estime. ¿Y tú, Naruto, cómo te sientes?
Naruto dudó antes de responder finalmente:
- Mentiría si dijera que mal, pero también es cierto que no hace más de un rato que me he separado de ellas y ya las echo en falta. Creo que este viaje será duro, sobre todo al no tener el cariño de mi madre presente. Por otro lado estoy muy emocionado, nunca había abandonado la granja ni mucho menos Álberar, así que el mundo ahora me parece inmensamente grande y todo ello nos está esperando, ¿no es así?
- Sí, así es. Está bien que disfrutes pero hazte a la idea de que pronto nuestro viaje no pasará desapercibido. Por cada buen amigo que tengo, creo que también tengo siete enemigos, así que en el momento en el que se sepa que ando por el Imperio, tendremos pronto compañía.
- ¿Eran esos los peligros por los que se negó a advertirme de nuestro viaje en presencia de madre?
Impulsivamente, casi delatándose, Jiraiya miró preocupado hacia el Este, a un lugar perdido en su mirada, que sólo él conocía. No respondió. Luego se dirigió a Naruto:
- Muchacho, son muchas y muy difíciles las cosas que te tengo que explicar y que enseñar a lo largo de nuestro periplo y en un día no nos va a dar tiempo, ni a ti a asimilarlas, ni a mi explicarlas. Si viajas conmigo aprenderás pronto el significado de una palabra muy importante: paciencia. De momento basta saber que al salir de Baltor tendremos que extremar las precauciones y más aún si somos tres. ¿Te asusta nuestro viaje?
Naruto fue sincero:
- Por lo que me estáis contando no, pero por lo que no, sí.
- Pues no lo suficiente, pero hoy y a estas horas y mientras hagamos lo que tengo planeado no hay ningún problema. Disfruta del viaje. Mígthyrar es un corcel de guerra, nacido para cabalgar, adelántate y hazle correr como nunca ha hecho- le invitó.
El muchacho captó la indirecta resolución de que la conversación se daba por zanjada. Obedeciendo a Jiraiya golpeó con los talones en las costillas de su caballo y éste en respuesta aumentó la velocidad de trote, hasta tal punto que se situó muy por delante de sus otros compañeros. Cuando volvía la vista atrás y consideraba que los tenía muy lejos daba marcha atrás para ponerse a su nivel y volver a situarse con ellos. Repitió aquello todas las veces que le fueron posible hasta llegar a la ciudad.
Al mediodía llegaron a las puertas. Ante sí se encontraba la puerta principal. La puerta era un edificio de piedra, rectangular, en cuyas paredes ondeaban las banderas del reino. Flanqueando la entrada a la ciudad había un portón de madera y en la parte superior un matacán en el que los centinelas informaban de cualquier nueva a sus compañeros de la puerta. Dos torres gemelas guardaban la puerta y en ellas también se apreciaban los pendones y estandartes reales y locales. Una compañía de soldados que portaban lanzas y vestían un casco de cuero con un peto también del mismo material donde se veía el blasón de Baltor, la flor del manzano, y brazaletes de la misma clase custodiaban la guarnición. El sargento de la puerta se adelantó y les interrogó:
- ¿Cuál es vuestro nombre y qué propósitos os traen a Baltor?
Jiraiya se adelantó mientras guiñaba un ojo a sus compañeros.
- Soy Ayiarij, y mis asuntos y propósitos son cosa de todos. He oído que estáis en fiestas y vengo con mi música y mis historias a animar los ánimos de las buenas gentes de Baltor. [N.del A: nótese la imaginación del anciano cuentacuentos. Ayiarij es Jiraiya al revés]
El viejo bardo quiso empezar a andar, pero su respuesta no había satisfecho la curiosidad del sargento.
- ¿Quiénes son ellos dos?
- ¡Ah sí! Los olvidaba por completo. Son Naruto, mi aprendiz, y Rob, mi guardaespaldas personal. En los tiempos que corren hasta a un pobre viejo y su discípulo necesitan de guerreros para viajar por el Imperio.
- ¿Y por qué es entonces que al ser un guardaespaldas no tenga si quiera una espada?
Jiraiya, ligeramente harto por la diligencia que desempeñaba el sargento alzó una mano, casi imperceptible pero que fue astutamente interceptada por la aguda mirada de Naruto. En esa señal le dijo al guarda:
- Podéis pasar. Vuestras intenciones son leales y honradas y no perjudican ni a la ciudad ni a las buenas gentes de ésta.
El sargento repitió literalmente, punto por punto, como tras coma, lo que Jiraiya le había respondido. Lo hizo en voz alta para ser oído por sus subordinados. Estos se apartaron cediendo el paso a los viajeros.
- ¡El único guarda honrado del reino y me tiene que tocar a mí! – se quejó Jiraiya divertido.
- ¡¿Cómo ha hecho eso?! – preguntó Rob cuando se alejaron lo suficiente.
- ¿El qué? ¿Qué nos deje pasar? La combinación de talento y experiencia te dan la brillante capacidad de manipular a las personas. Ahora adelante, hemos de buscar alojamiento. Vamos a pasar unos días en Baltor. Si tengo suerte puede que me reencuentre con un amigo que nos dará la información necesaria para poder viajar con algo más de seguridad.
Baltor se encontraba en la ribera oeste del río Kalduin durante el transcurso de éste por el Valle de Valdur, en el Reino de Párandor. Era la sede del Ducado de Valdur, y por tal razón era una urbe grande, de unos veinte mil habitantes. Baltor era la población más importante del entorno y gozaba de una biblioteca, varias escuelas, hospitales, herrerías, puestos comerciales, un puerto comercial y militar y una Casa del Gobernador que dirigía todo el Valle de Valdur. Al estar situada en uno de los valles más fértiles del continente, esta ciudad y sus alrededores estaban dedicados por completo al cultivo y alimentaban a los numerosos soldados del que se hacía llamar Emperador. La ciudad de Baltor era sin duda uno de los enclaves más valiosos para el Emperador. Bajo la benévola mirada de sus gobernadores la ciudad se encontraba en una situación de prosperidad y crecimiento haciendo que muchas gentes abandonaran el campo y llegaran a la ciudad.
Aun así, muchos eran los que se dedicaban al trabajo de la tierra y a los frutos que de ella recibían. Grandes campos comunales se extendían desde el río hasta la zona limítrofe con las Montañas. Además varias serrerías junto a los bosques cercanos a las montañas eran uno de los negocios más prósperos a los que se podía dedicar un habitante. Muchos de los campesinos y agricultores ya habían comenzado su trabajo que no cesaría hasta la puesta de sol. Se podían escuchar las canciones que utilizaban para acompasar el trabajo y amenizar el trabajo.
La ciudad estaba construida sobre una colina, situándose la Casa del Gobernador la plaza principal y el mercado en la cima del cerro. La Casa del Gobernador era un pequeño castillo separada por una muralla de la plaza que se encontraba en frente del templo de los Doce, ahora dedicado a Úrsagal, el pérfido y malvado dios de las leyendas que Jiraiya contaba. Nueva dinastía, nueva religión decían muchos y lo cierto es que así era. El resto de los edificios se amontonaban en la ladera según su riqueza. Los habitados por estamentos más privilegiados en torno a la alcaldía y los menos afortunados, se situaban debajo de las murallas de la ciudad. Todas las construcciones estaban realizadas en madera de los bosques circundantes a la ciudad, menos sus altas y orgullosas murallas de piedra, anteriores a la Tercera Edad, con fama de no haber sido destruidas en toda su larga y dura historia.
Los cuarteles junto con los establos y el puerto se encontraban en la zona sur de la ciudad. Los puertos de la ciudad eran unos grandes astilleros donde se realizaban un floreciente comercio con todas las ciudades a lo largo del río, así como barcos de suministro para el resto del Imperio. Los establos eran muchos y estaban repartidos a lo largo y ancho del perímetro de la ciudad, sin embargo, existía una edificación conocida popularmente como establos. Éstos eran públicos y comunes para toda la ciudad y debido a ello poseían un gran tamaño. Se componían de un gran círculo dividido en tres partes bien diferenciadas, el almacén, el establo propiamente dicho y una zona de aduanas, ya que “el establo” se encargaba de distribuir, clasificar y enumerar todas las mercancías que llegaban a la ciudad. Se asemejaban más a unos almacenes de suministro que a unos establos.
Mientras llegaban a los “establos”, Jiraiya les explicaba que a pesar de que la prosperidad había bendecido a los habitantes, ésta se veía frenada por la mano y voluntad del propio emperador. Con la llegada al trono de un nuevo soberano, había habido muchos que no estaban a favor de dicho cambio en el poder. Sin embargo, los únicos que sí habían demostrado tener la osadía y valor suficiente para hacer públicas sus opiniones eran los miembros de un movimiento clandestino de resistencia, la Leyenda. La Leyenda, según se decía, era un grupo de rebeldes que no sólo contaba con el apoyo de los más variopintos personajes de los bajos fondos de las ciudades, sino que además gozaba del apoyo de algunos nobles y nada más y nada menos que de una de las legiones del Imperio. Sobre Baltor volaba el ave de la sospecha. Así que el Emperador, previniendo cualquier revolución en sus propios dominios, había optado por limitar en gran parte muchos de los derechos que otras ciudades gozaban. Había cerrado los calafates de la ciudad, había aumentado los impuestos a sus gentes, había desmilitarizado la ciudad…
Al llegar a los establos Rob y Naruto no pudieron disimular su asombro. Eran enormes. Nunca habían visto una construcción así. Jiraiya sonrió al ver las emociones que despertaban las grandes construcciones de los hombres de las ciudades. El viejo cuentacuentos arreó a su yegua y entró en la zona de los establos, seguido por sus dos acompañantes.
En sus puertas había dos mozos de cuadra madrugadores que guardaron sus caballos de buen grado a cambio de un melkar. Naruto no podía dejar de ver lo maravilloso que era todo y pensaba que todos en Álberar debían de ver las magníficas edificaciones. Jiraiya les dijo: “esto no es nada en comparación a las grandes ciudades del Imperio.”
Al salir, Naruto se interesó por la posada en la que se iban a hospedar. Jiraiya le tranquilizó diciéndole que lo harían en la posada de otro amigo. Naruto se soprendió de la cantidad de “amigos” que tenía Jiraiya.
Mientras seguían los pasos de Jiraiya hacia dicha posada, de nombre las Tres Orejas, éste les explicaba y contaba otras cosas. Lo cierto es que viajar con Jiraiya era muy entretenido, sobre todo gracias a la cantidad de cosas que conocía. La vida en el Valle de Valdur transcurría como en el pasado milenio. “Mucho había llovido desde entonces y mucho quedaba todavía por llover” pensaban las gentes del pacífico valle. Los niños nacían, crecían, maduraban y se casaban para tener hijos hasta que finalmente ya viejos dejaban su lugar en la vida a los nuevos. El sol emergía todos los días por el este y se sumergía en el oeste. La lluvia caía en dirección al suelo. Todo era muy normal en el Valle de Valdur y sus habitantes, ajenos a las guerras entre reyes, disfrutaban de sus tierras y sus familias como si sus hermanos no precisaran la ayuda que en verdad requerían. Si el habitante de Vialfresno, la ciudad vecina, necesitaba ayuda, los habitantes de Baltor, volvían la espalda y se dedicaban a sus menesteres. En las palabras de Jiraiya podía apreciarse un tono de reproche entremezclado con un sentimiento de condescendencia.
No pasó mucho tiempo antes de que arribaran al albergue. La posada, les contó el Archimago, recibía su nombre de las tres orejas de los dueños, una de Belador, el posadero, que había perdido la otra en una de las muchas peleas entre los rebeldes o partidarios de la dinastía legítima y los partidarios del Emperador; y las otras de su hija, descrita por el bardo como una bella flor crecida entre la lodosa y fangosa orilla de un río. La posada se encontraba en las faldas de la colina, lo cual indicaba que era un local para gente poco adinerada. El edificio disponía de dos plantas, la primera de ellas con dos ventanas. Solía estar sucia y mugrienta, aunque la hija del dueño, la bella y dulce Minerva, trataba de que no fuera así. A pesar de su escasa higiene, nunca faltaban una buena hoguera caldeando el ambiente y una buena jarra de cerveza además de una mullida cama para el que deseara hospedarse. Tan solo contaban con ellos mismos para desempeñar los oficios de posadero, limpiador, cocinero, camarero y recepcionista.
Cuando entró, el fuerte olor a humo de pipa inundó sus pulmones. Estaba bien iluminada y al fondo de la sala una marmita de hierro caldeaba la sala. Se sentó en una mesa cercana a la barra y Minerva, la camarera se acercó. La joven tenía un torrente de bucles castaños, ojos castaños y una buena silueta. Con voz dulce saludó:
- Saludos, hacía tiempo que no os mostrabais por esta ciudad, Jiraiya-mithras [N. del A. Mitrhas en la lengua antigua del reino de Párandor quiere decir: “sabio, ilustre” Es el título que ostentan ilustres personajes del Imperio como por ejemplo los altos cargos eclesíasticos o los senadores del Consejo de Ancianos entre otros.]
- Y mucho será el que vuelva a pasar cuando me vaya. He venido a visitar a un amigo.
- ¿Y quiénes son estos dos muchachos fuertes y apuestos que te siguen? – su tono de interés no dejaba duda de sus intenciones.
- Soy Rob, es un placer conocer a tan bella mujer.- saludó con elocuencia Rob.
- Yo soy… Naruto un placer conocerte.- también dijo algo cortado.
De la puerta que llevaba a la bodega salió el posadero, Belador. Era un hombre grande y aunque algo dejado, tenía que haber sido fuerte y robusto en sus tiempos jóvenes. A Naruto le imponía un gran respeto. Casi parecía un gigante, además, la falta de su oreja izquierda hacía que reverenciase aun con mayor respeto a tal posadero. Al ver a Jiraiya exclamó eufórico:
- ¡Que me corten la otra oreja si no es Jiraiya-mitrhas!
Salió corriendo y lo abrazó cariñosamente, aunque a Jiraiya tanto cariño le pareció más bien demasiado.
- ¡Quieto mala bestia! ¡Me vas a espachurrar! ¿¡No ves que ya estoy mayor!?
- ¡Hacía mucho tiempo que no te dignabas en venir al sur! ¡Cómo están todos, Sakura, Oruc, el senescal Tygan! – luego miró hacia donde estaban Rob y Naruto y detuvo su mirada en el segundo.- ¡Los Doce me lleven, si es igual a su padre, aunque tiene los ojos de su madre! ¿Así que ya es…?
- ¡Calla maldito zopenco de boca grande y mente estrecha! – le regañó. Naruto alzó una ceja ante la descortesía de Jiraiya cuando Belador había empazado a hablar de su padre El posadero calló ipso facto. Luego preguntó - He venido a reunirme con el Cisne. ¿Está en Baltor?
- Sí, como todos los años aunque hoy estará ocupado.
- Como si fuera un crío… - luego se rieron juntos de algo que no conocían los demás.- Naruto, hasta que no pueda ver a mi amigos Cisne, ahora que sé que está aquí, no partiremos hacia el norte. Así que tienes permiso para ir por la ciudad, pero recuerda, no nos convienen llamar la atención.
Entonces intervino Baledor:
- Jiraiya, nos encontramos en una semana de festejos, las recientes noticias de victoria en el norte han hecho que el Emperador declare una semana de triunfo. Hoy en Baltor, se va a lidiar un torneo en nombre del Emperador. Han venido los mejores caballeros del reino, quizás el chico quiera ir.
El rostro de Jiraiya se contrajo en una mueca que dejó clara su aprobación.
- Yo podría acompañarles.- se ofreció Minerva.
- Si ellos no tienen ningún problema, ya son grandes para ir por donde quieran. - fue su particular forma de decir "sí".
- Iremos, ¿verdad hermanito? – insistió Rob
Naruto terminó aceptando aunque se veía más bien como un tercero entre una Rob y Minerva que desde que habían llegado no paraban de lanzarse miradas y demás jueguecitos de pareja. Le incomodaba algo estar en esa situación, pero también era cierto que no conocía la ciudad lo suficiente como para ir el primer día solo por ahí.
Cuando llegaran a la plaza central. En la plaza principal, los feriantes ya se habían instalado y preparado para la función. Una gran selección de distintos carromatos, desordenadamente colocados, estaba acampada en la plaza principal, la cual habían convertido en un auténtico escenario de diversión. Debido a sus chillones y muy variados colores, parecía que la plaza era un desorden total. Había puestos de lucha, de tiro con arco, un campo de justas, un espectáculo de juegos malabares, un recital de poemas de trovadores y una exposición de animales y criaturas exóticas entre las que podían distinguirse unos cuantos osos, un par de lobos e incluso un minotauro. Por doquier se podía encontrar malabaristas, cuentacuentos, teatrillos, come-fuegos etc. También habían llegado los propios habitantes que aun con el calor que hacía ya estaban disfrutando de los bailes, conversaciones y demás festines. En aquellos días los hombres olvidaban el trabajo y las ganancias para disfrutar, pero lo que era disfrute y gasto para unos era, irremediable y lógicamente por otro lado, trabajo y beneficio para otros.
Naruto nunca había vivido aquello. Miraba para un lado. Miraba para otro. Allí donde fijara la vista todo lo era desconocido y felizmente maravilloso. Cuanto más tiempo pasaba entre las sociedades urbanas más se preguntaba por qué había mucha más gente en los campos. En el corazón del chico ya no cabían la sombra de la incertidumbre y la tristeza; se había iluminado con las bellas luces de la diversión y del estado de ánimo generalizado en el reino. Aunque él no lo supiese, estaban celebrando la caída del último hogar de los serafines. ¡Qué curioso y paradójico podía ser el destino!
Un feriante, imbuido en juglarescas y alegres ropas, anunció que la feria comenzaría en breves momentos. A continuación comenzó a recitar con qué actividades los deleitarían y qué juegos habría disponibles mencionando de paso sustanciales recompensas para aquellos que desearan probar a ganar.
Lo primero que hicieron fue ir a los campos de justas, situados en una amplia extensión adyacente a la colina donde se emplazaba la Comuna de la ciudad. No eran los primeros. Otros ya habían llegado para deleitarse con los combates entre caballeros. Los campos de justas eran grandes y de forma alargada en la que había una tribuna, para los más notables caballeros. En la plaza de justas, y en general toda la plaza se pobló, más allá de donde alcanzase la vista entre los tejados de las casas había gente, gente feliz y sin preocupaciones. Todos querían pasar un rato inolvidable y desde luego así sería.
Empezaron los combates. La mayoría de los nobles eran de la ciudad y no tenían demasiada preparación, pero había dos que se distinguían de los demás. Sin embargo notables personajes habían acudido; caballeros de importantes castas nobiliarias de la capital o de otras menores; caballeros del norte, de las frías tierras blancas y grises así como de los verdes prados del sur de las Montañas Blancas. En especial todo el mundo rumoreaba en torno a un caballero y general de una legión de la gran portuaria de Dolm Inaer y el caballero de la capital del Imperio, Minas Árandor, el caballero Harian.
La mañana se fue sucediendo entre distintos combates en los que en ocasiones ganaba una lanza del norte, o una maza del sur. En ocasiones obtenía una victoria una espada de una casa menor frente al escudo de una casa mayor. Sin embargo siempre, el caballero de la ciudad de Dolm Inaer y el caballero Harian siempre derrotaban a sus contrincantes sin problemas.
La casualidad quiso que se encontraran en la semifinal. Todo el público estaba expectante de este combate.
El mozo anunció a los contendientes: “¡A la diestra, ondeando orgulloso el Cisne de Párandor, el Príncipe Godric!” proclamó orgulloso, los presentes estallaron en vítores por el Príncipe de la remota y sureña ciudad de Dolm Inaer. “A mi siniestra, ondeando con honor la Corona de Párandor, el caballero Harian” volvió a proclamar, en menos número pero con mayor fuerza, vitorearon al Lord Capitán de Minas Árandor.
Ya anunciados, los caballeros, con ayuda de sus escuderos, siempre atentos a las demandas de su señor, montaron en sus corceles, ambos de color blanco y bayo, bajaron sus yelmos. Mientras que Godric portaba una armadura de placas de acero y un casco rígido que no permitía más que una fina línea de visión, Harian portaba un bello y argentado casco de alta cimera adornado con unas alas metálicas casi de ceremonia. Ambos tomaron sus lanzas en cuyos pendones ondeaban el cisne blanco por parte de Lord Godric y la corona de oro blanco por parte de Lord Harian. Sus escuderos les entregaron sus escudos, ambos con los emblemas que defendían respectivamente.
Y con el toque de una trompeta de plata, posiblemente importada de la capital, los dos comenzaron a cabalgar en contra del otro. El ruido de los cascos de los caballos al galope era emotivo. En cuestión de segundos el caballero de Dolm Inaer desequilibró a su oponente al hacer chocar su lanza contra el escudo de éste quebrándolo al instante. Al llegar al extremo opuesto de donde habían salido, viraron a sus caballos y reemprendieron la carga.
En esta ocasión, quizás por el ángulo o por el miedo a ser derribado, el caballero de Minas Árandor, supo colocar la lanza, de tal forma que a más de dos metros fue capaz de quebrar el escudo del otro haciendo que en esta ocasión se desequilibrar el caballero del cisne.
Otra vez más llegaron al final del recorrido y virando a sus monturas, ambos jinetes, cargaron por vez última, ya que sin escudos, el primero en tirar al otro dejaría a su adversario en el suelo a su merced. Casi simultáneamente, los dos, pusieron sus lanzas en situación, Naruto pudo percibir en esos instantes que incluso las lanzas eran distintas, mientras que Godric portaba una lanza simple, es decir una vara de hierro agraciada con un cono que se ensanchaba de la punta hasta la mano de su portador, Harian luchaba con una sarisa, una lanza antigua de acero. Si Harian lo hacía correctamente, podría tirar a su contrincante sin problemas. Los dos se encontraron en un brutal choque en el cual Harian cayó del suelo.
Naruto vaticinó que la primera disputa se había acabado, pero lejos de hacer caso a su sentido común, el jinete de Minas Árandor corrió hasta sus escuderos donde se armó con su lanza y una espada corta. El jinete del emblema del cisne bajó del caballo y con un nuevo escudo, esta vez de acero u otro metal, cargó contra su adversario. La velocidad de Lord Godric se veía contrarrestada por la larga lanza de Lord Harian que lo mantenía a distancia. Durante aproximadamente más de veinte minutos estuvieron en una continua toma y daca, hasta que astutamente Lord Godric supo aprovechar la lentitud de movimientos de la lanza rival para asestar un golpe en el pecho del rival hasta desequilibrarlo y dejarlo en el suelo.
Todo el campo de justas estalló en vítores por el vencedor. Cuando el gobernador de Baltor se alzó de entre la multitud de las gradas todos callaron y proclamó la victoria del caballero de Dolm Inaer.
Con voz sonora, el heraldo comunicó el nuevo combate que se disputaría. La final la disputó Lord Godric contra un caballero local que consiguió perder honrosamente. La final, sin duda, fue mucho menos importante y emocionante que la semifinal. Las Justas habían ocupado la mayor parte del día y Minerva se excusó diciendo que su padre ya la necesitaría en la posada.
Naruto y Rob fueron visitando los últimos puestos y cuando consideraron que era una hora prudencial retornaron a las Tres Orejas. El camino a la posada era corto. Naruto ya fantaseaba con lo que haría al día siguiente, cuando un grito de auxilio les llegó. Era Minerva. Los muchachos corrieron como locos la poca distancia que les quedaba y llegaron a tiempo para ver con horror como un soldado animado por cinco o seis más, agarraba a Minerva del brazo y la abofeteaba mientras decía:
- ¿Cómo que no te quieres venir a mi cama esta noche? ¡Furcia! – el soldado gritaba como poseído y apestaba a alcohol
- ¡Déjame! – suplicaba Minerva.
Rob sintió hervir su sangre y como poseído se lanzó a por el soldado. Éste no lo vio venir y cayó de bruces ante la embestida. Los compañeros del soldado fueron en su ayuda, pero fueron interceptados por Kraican quien astutamente los atacó por detrás. En pocos segundos la taberna era un campo de batalla. Fue derribado por la espalda, Naruto intentó levantarse y golpear al soldado, pero un traicionero golpe en la cabeza lo dejó sin sentido.* * *
Naruto se despertó. Le dolía la cabeza después del golpe del soldado. Se asomó a la ventana y constató que se encontraba en una de las habitaciones de la taberna de Minerva. Volvió al lecho y se sentó intentando recordar lo ocurrido. Todo era bastante confuso pero sí que recordaba que con la intención de ayudar a Rob, Naruto se había lanzado al ataque contra aquellos soldados. Había aprendido que aquella no era la solución con un fuerte de dolor de cabeza. Sin embargo, no sabía cómo había sobrevivido porque si por algo se temía a la guardia de las ciudades era por su carácter poco afable.
El chico se intentó poner de pie cuando notó un fuerte dolor en las costillas. << ¡Malditos perros!, debieron atacarme cuando estaba impedido en el suelo. >> Se llevó una mano al costado y vio unas vendas que le cubrían todo el pecho. Haciendo acopio de una extraordinaria fuerza se levantó para ver la ciudad. Necesitaba mirar al exterior para tranquilizarse y reorganizar algo sus pensamientos. Desde que había salido de la granja familiar había aprendido dos importantes lecciones: la maravillosa vida de la ciudad y, derivada de la primera, la peligrosidad de vivir en las ciudades.
De repente, una forma blanca atravesó aterrizó sobre la cama. Naruto, asombrado, constató que se trataba de una pluma blanca inmaculada y de una forma nunca vista por él. Parecía emitir un extraño aura que invitaba a la calma. ¡Es como si pretendiese decirle que no temiera y que la tocara! Era una situación a caballo entre el absurdo y lo onírico.
Finalmente, imbuido por esa mágica sensación de quietud se acercó a ella, aunque no sin perder sus reservas. Ésta comenzó a brillar todavía con más fuerza. Naruto se sentía violentamente confundido. Juraría que la pluma se había alegrado de encontrarle. Pero eso significa que, ¿le estaba buscando? <<Naruto, muchacho, te has tenido que atontar más en la pelea. Es absurdo que una pluma me esté buscando, ¡cómo si las plumas tuviesen vida! Piensa con claridad. >> Cuanto más lo pensaba su razón le conducía de deducir que aquella situación no era real, pero Naruto la sentía muy real, era inexplicablemente real. A su edad ya era lo suficiente mayor para saber distinguir un sueño de la realidad, pero… ni era real porque algo así no podía ocurrir pero ni era un sueño porque sus sueños, a pesar de extraños y oníricamente imposibles, carecían de tal realidad. ¡Pero si hasta sentía el dolor del costado por el hecho de estar de pie!
La pluma brillaba con un resplandor azulado. << ¡Maldición, Naruto, coge esa maldita pluma!>>. Se puso tenso. Dejó de respirar. Alargó la mano para tocar la pluma y lo hizo. La aprehendió con su puño con poca delicadeza, pero esta ni se inmutó ante tal fuerza. Se relajó. Volvió a tomar aire. Sólo habían sido imaginaciones suyas y entonces se vio teletransportado a una celda en un lugar desconocido mirando a la chica más perfecta que hubiera conocido nunca. Todo le daba vueltas y si antes dudaba de que lo estuviera viviendo ahora apostaba claramente porque los espíritus del sueño se lo estaban pasando muy bien a su costa aquella noche. ¡Qué demonios sucedía! Sin embargo, pronto dejó de sentir esa hostil sensación. Al contrario, fue invadido por un sentimiento de paz incomparable. Nunca se había sentido así. Se quedó mirándola.
Sus cabellos, como el cerezo en primavero bañado por el sol del mediodía caían sobre sus hombros. Su rostro parecía haber sido esculpido por ángeles. El joven granjero nunca había visto a una diosa, pero sabía que la mujer que ante él se encontraba, era más perfecta que una de las divinidades. Rojos labios como el carmín, encendidos en un pasional fuego que con tan sólo mirarlos encendían el espíritu. Su mirada era un filo hermoso de cristal que tan sólo con mirarlo le traspasaba. Era pura y cristalina, pero triste y asustada. Naruto quería nadar en ese verde mar de luz que eran sus ojos. No podía sino apartar la vista de aquella bella mujer cuya imagen no superaría sus años, dieciséis primaveras y que sin embargo había algo en ella, una inmortal y eterna sensación, de sabiduría. Entendió tanta exótica belleza cuando se percató de que era una serafín La chica estaba hablando con una voz indiscutiblemente bella, tanto que ni el canto del más bello de los pájaros cantores podía eclipsar:
<< Si has recibido este mensaje, eso quiere decir que ha funcionado el hechizo, escucha atentamente. Amnel-Ester, no debería pedirte ayuda, pero te necesito. No dispongo de mucho tiempo. Soy la princesa Sakura, un serafín capturado en el Mausoleo de los Inmortales. Soy la única superviviente. En este momento me encuentro en una celda del Imperio de camino a Nan Gar’ok, Me trasladan allí como prisionera para sacrificarme en el rito sacrílego dedicado a Úrsagal, el dios del mal. Dicho rito se celebrará en el plenilunio de Angaria, dentro de dos meses. Por favor, confío en ti y por eso te pido ayuda. Te esperado tanto tiempo e incluso sin conocerte te necesito. Si deseas contestar únicamente debes decir: “astin mal care molinbu” sobre la pluma mientras piensas el mensaje a enviar. Tu camino será difícil, y lleno de obstáculos, pero sé que los Doce te protegerán. Por favor, no me falles, tú no. >>
Naruto reapareció en su cama, tan aturdido se tuvo que tumbar sobre la cama. Un millar de preguntas bullían en su mente: ¿Quién era Amnel-Ester? Él desde luego no. ¿Quién era ella? ¿Por qué nadie más la ayudaba? Pero la mirada de la joven le había cautivado, sin pensarlo más tomó una decisión. Se incorporó y le susurró a la pluma:
- Astin mal care molinbu. “Sí recibís esto, Alteza sabréis que no os fallaré y que lo haré”.
Y la pluma salió disparada hacia su destino.
Naruto miró en dirección a la ventana con esperanza. Cuando la pluma ya no se veía sintió una gran felicidad. Ya no le dolía la cabeza. Apoyó la cabeza en la almohada y no se durmió. “Amnel-Ester, tu destino está próximo”, resonaba en su mente cada vez con mayor fuerza.
Él no lo sabía, pero desde que la estrella ferianor se apagara en los cielos, desde que el general Sasuke capturase a Sakura y desde que Sakura le pidiera ayuda, la ruda del destino había empezado a girar y sólo se detendría cuando el Elegido optara por uno de los bandos.
PD: por que siento que nuestro guarido cuenta cuento aplicara las huidas de Gandalf ?
moi-06yoyo- Sennin
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cuarto de sakura en su cama con ella
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Re: LA GUERRA DE LOS DIOSES [+18] [C] CAPÍTULO 16: fin de saga 1 (03/01/2014)
Lol la mision de Naruto es rescatar a la princesa. Es un topicazo pero anda que no queda bien xD Al menos Sakura no es una inutil como la princesa Peach de Super Mario o la princesa Zelda de... Zelda xD
Es obvio que Naruto es Amnel-Ester, aunque supongo que es normal que el dude. Espero que pronto vaya a salvar a Sakura.
Es obvio que Naruto es Amnel-Ester, aunque supongo que es normal que el dude. Espero que pronto vaya a salvar a Sakura.
Namikaze_Minato- Baneado
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