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Pushing the Limits - terminado (+16)
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NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic :: FF Terminados
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Este cap estuvo lleno de emociones fuertes, y de encuentros, como el de naruto y sakura ademas del encuentro de naruto con sus hermanos, y el cariño que le demuestra minato a naruto!!!, me haz emocionado ejejejeje, sigue asi que vas de lujo!!
Espero conti con ansias!!
Saludos!!
Espero conti con ansias!!
Saludos!!
Obito_Madara- Sannin
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
ohhh genial, uno de los momentos mas emotivos que he leìdo, te quedò realmente genial, muchas gracias por el capitulo
masterblade- Aprendiz
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Sakura (capitulo 15)
- Spoiler:
- Me quedé fuera del vestuario de las chicas, con las palmas sudando y mi pie dando golpecitos sin control en el suelo. ¿Por qué le había contado a papá que me había reincorporado al equipo de baile?
Mi expediente. Lo quería, no, lo necesitaba, no, estaba totalmente obsesionada con ver mi expediente. Hoy, Naruto se me había adelantado por el pasillo, me dio su sonrisa maliciosa y murmuró—: Hecho.
Había cambiado con éxito su hora de la cita en la ranura antes que la mía. Ahora, teníamos que idear nuestro plan a medias. De alguna manera, él creía que coordinados podríamos distraer a la Sra. Tsunade. Naruto rezumaba confianza. ¿Yo? No tanta, pero sin duda valía la pena intentarlo.
La puerta del vestuario se abrió y Karin salió con otras dos chicas sénior. Las dos muchachas dejaron de reírse cuando me vieron y forzaron unas sonrisas en sus rostros. Karin, por su parte, se iluminó ante mí como si yo llevase el sol a cuestas.
—Mueve tu culo ahí y vístete, chica. Calentamos en cinco minutos.
—Ya mismo iba a entrar. —Dentro de una novela de Stephen King.
Chica joven, trágicamente marcada con cicatrices, intenta volver a su vida normal, sólo para descubrir que su vida normal no la quiere de regreso. Entré en el vestuario, donde todas las de la clase baja del equipo murmuraban y se reían.
—Hola —dijo una voz débil desde el fondo de la sala. Todas las chicas se quedaron pasmadas y me miraron como si fuera a empezar a disparar rayos láser por mis ojos o algo peor. Me hubiera gustado arremangarme y enseñarles mis cicatrices demoniacas.
—Hey —contesté.
Hubiera preferido ver reposiciones de series malas de los setenta a tener que abrirme paso a través de este vestuario, pero quedarme parada como una idiota tampoco parecía una gran opción. ¿Por qué no tenía la confianza de Naruto? A él no le importaba lo que pensaran los demás.
Me faltaba confianza, pero podría fingir. Recé en mi mente, Imagina que eres Naruto. Incluso mejor, la chavala de la bici, Matsuri, y mantuve la cabeza alta y crucé el abarrotado vestuario hacia el baño, donde tenía la intención de cambiarme en una cabina privada. Con la confianza de la chica ciclista Matsuri o sin ella, no había manera de que pudiera cambiarme delante de ellas.
Superando la tensión mi paseo había creado, cerré la puerta de la cabina y me cambié. Si entrar en un vestuario era como entrar en una novela de Stephen King, los entrenamientos de danza debían ser como protagonizar una película de terror.
Afortunadamente, el vestuario se había vaciado para el momento en que me apresuré a unirme a los calentamientos. En el pasillo, dos juniors se rieron junto a la fuente de agua.
—¿Te puedes creer que Sakura Haruno se reincorpore al equipo de danza? Qué pesadilla.
—Igual es porque como Sasuke ha terminado con ella esto le da una excusa para fingir que no es un bicho raro.
Me metí de nuevo en el cuarto de baño. Tenía el corazón en mis entrañas, el estómago en la garganta, y mi supuesta confianza por los suelos.
* * *
Con mis vaqueros, mi camisa de algodón marrón y mi camiseta de tirantes de nuevo, deambulé por los pasillos. Tenía una hora libre, cinco días a la semana hasta la graduación. Tal vez sólo cuatro. Podía mover la sesión de tutoría de Naruto de nuevo justo después de la escuela los lunes. Giré una esquina y una parte de mi alma tomó aire cuando me di cuenta de la obra de arte que ensuciaba las paredes. Seguí el rastro de pinturas y dibujos hasta lo que solía ser mi sala de arte favorita. Varios cuadros descansaban en caballetes, esperando a que sus dueños regresaran. Un cuenco de fruta de plástico estaba colocado sobre una mesa en el centro del círculo de caballetes.
Valoré cada cuadro uno a uno. Admiré la forma en la que el primero utilizaba las sombras. El segundo prestaba gran atención a los detalles. ¿El tercero?
—Me alegro de verte, Sakura.
Mi antigua profesor de arte, Kakashi, salió del cuarto oscuro de conexión y se abrió camino entre los caballetes y las mesas hacia mí.
Insistía en que sus alumnos lo llamaran por su nombre. Despreciaba las normas y las formalidades. Su cabello, teñido de Blanco con mechones negros, era un testimonio de su actitud.
Señalé la tercera pintura.
— ¿Expresionista abstracto?
Su carcajada vibró en la sala. Se ajustó las gafas de pasta negra.
—Una estudiante perezosa que se pensaba que arte sería un A fácil.
Afirma ser una impresionista.
—Menudo insulto.
—Lo sé. Le pregunté si sabía lo que era un impresionista y cuando sacudió la cabeza, le mostré tus pinturas. —Kakashi miraba el desastre frente a ella como si estuviera tratando de encontrar algo rescatable ahí—. Te he echado de menos.
Un sentimiento de culpa conocido pasó de puntillas a través de mis entrañas.
—Lo siento.
—No, nena. No es tu culpa. Tu padre me informó de que ya no tenías permitido dar clases de arte. Lo tomé como que no te volvería a ver.
Me acerqué a la cuarta pintura.
—Bonitas líneas.
— ¿Todavía estás pintando?
Esperando parecer como si estuviera extremadamente interesada en el color elegido para la banana, incliné la cabeza, pero no era así. El agujero negro de mi mente se amplió, interrumpiendo cualquier pensamiento sobre la pintura.
—No, pero todavía dibujo. Sobre todo en lápiz. Algunos con carboncillo en casa.
—Me encantaría verlos.
Kakashi me arrebató el cuaderno de dibujo que saqué de la mochila. Se sentó en la mesa con la fruta y lo abrió.
—Oh, Sakura. Simplemente increíble.
Me encogí de hombros, pero él se lo perdió, demasiado encaprichado con el cuaderno de bocetos.
—Lo hemos conseguido.
Apartó los ojos de los bocetos y me miró en silencio. Continué ocupada con el trabajo de otros artistas. Después de unos segundos, volvió a estudiar mi dibujo de Hinata.
—No, tú lo has conseguido. Yo simplemente te acompañé en el viaje. —Hizo una pausa—. ¿Lo recuerdas?
—No. —Seguramente Kakashi se apiadaría de mí y llenaría alguna de las lagunas—. ¿Estuviste allí?
—Mmm, amiguita. Tienes ganas de meterme en problemas con tu padre y con la Sra. Tsunade. Tu padre lo podría soportar, ¿pero y la Sra. Tsunade? —Se estremeció—. Entre tú y yo, me asusta. Es una de esas amistades que te llevan al límite.
Solté una risita, extrañando la honestidad de Kakashi.
—Me gustaría poder recordarlo. —El quinto lienzo estaba completamente en blanco. Las pinturas al óleo y los pinceles estaban colocados sin usar—. ¿Te importa?
En su clásica postura de pensar, Kakashi se frotó la parte inferior de la barbilla.
—Sólo dijo que no podías dar clases de arte, no que no pudieses pintar.
Cogí un pincel plano, lo sumergí en la pintura negra e hice círculos en el lienzo.
—La cosa es que tengo este gran agujero negro en mi cerebro y está succionándome la vida. Las respuestas están ahí, así que me siento durante horas y miro hacia el frente. No importa cuánto tiempo ni que firme lo haga, sólo veo oscuridad.
Elegí un pincel seco y mezclé la pintura negra y la blanca para crear diferentes tonos de gris.
—Hay bordes alrededor del negro y de vez en cuando un destello de color raya el gris. Pero realmente nunca puedo comprender cualquiera de los atisbos de recuerdos que surgen.
Agarrando el pincel, miré fijamente el lienzo que ahora representaba mi cerebro.
—Me gustaría que alguien simplemente me contara la verdad y pusiera fin a la locura.
Una mano cálida presionó con fuerza mi hombro, haciéndome salir de mi ensoñación. Guau, las cinco en punto. Papá me matará si no llego a casa pronto. Kakashi mantuvo su mano en mi hombro y los ojos fijos en el lienzo.
—Si esto es una locura, entonces estar loco es genial. ¿Vas a terminar esto?
Por primera vez en dos años sentía que podía respirar.
— ¿Te importa que venga a pasar el rato después de clase?
* * *
En la siguiente figura, la raya AB fue construida a partir de las rayas AC y AD. Mediante el uso del compás, C y D fueron marcadas equidistantes de A en las rayas AC y AD. El compás fue usado para localizar un Punto Q, distinto de A, por lo que Q es equidistante de C y D.
Para todas las construcciones definidas por los pasos anteriores, halla las medidas de BAC y BAD.
Si Sasori estuviera aquí, sabría que hacer. Es decir, me estoy volviendo loca, ¿había siquiera una pregunta ahí? De ser así, el inglés simple necesita un signo de interrogación. ¿Era el dibujo de aspecto triangular de debajo una supuesta ayuda? ¿Necesitaba un compás? ¿Y por qué las respuestas de debajo tenían números? No había ningún maldito número en la historia del problema.
—Respira, Sakura —me diría Sasori—. Te estás psicoanalizando a ti misma. Toma un descanso y vuelve a ello más tarde.
Y tenía razón. Sasori siempre tenía razón. Dios, lo echaba de menos. Tiré el libro de ACT al suelo y apoyé la cabeza sobre el respaldo del sofá. Odiaba esta habitación. El pegajoso papel pintado de flores rosas colgaba en las paredes coincidiendo con las tediosas cortinas y los tapizados. En el momento en que echó a mi madre por la puerta, Shizune traumatizó a todos los diseñadores de interiores del mundo con su nueva decoración. Podía haber pegado el papel en la pared para acabar con la influencia de mi madre, pero yo sabía qué era lo que quedaba por debajo, el mural de Grecia que mi madre había pintado. Normalmente estudiaba en el coche de Sasori, pero Shizune me había dado tanto la lata que arrastré mis libros de vuelta a la casa. Debo de haber matado un montón de vacas en una vida pasada para que el Karma me odiara tanto. Tal vez había muerto hace un par de años y sin saberlo, había entrado en el infierno. Condenada a pasar el resto de la eternidad con mi padre y mi madrastra y teniendo que hacer el examen de ACT una y otra vez.
— ¿Cómo fue el entrenamiento del equipo de baile hoy? —preguntó Shizune. La Malvada Bruja y mi padre entraron en la sala de estar cogidos de la mano. Dios Mío, debía de estar muerta, porque odiaría ver esto de verdad si no era el infierno.
—Bien. —Parpadeé varias veces. Mierda, siempre parpadeaba cuando mentía. Preocupada por si me habían pillado, bajé la cabeza.
Espera. Papá tenía problemas de atención y la Sra. Cerebro de Espantapájaros no se daría cuenta de un mono volando ni aunque este le golpeara en la cara.
Mi padre se acomodó en su sillón reclinable y Shizune se sentó en su regazo. Querido Dios, siento mucho lo que sea que hice, pero, honestamente, ¿fue mi pecado tan grave? Papá le besó la mano.
Tragando bilis, dirigí mi atención a la chimenea.
— ¿Estás lista para hacer el ACT el sábado? —preguntó mi padre.
¿Disfrutaban los pollos cuando los metían en camiones con rótulos de KFC?
—Por supuesto.
—Ya estudiaste la lista de términos. Así que céntrate únicamente en las matemáticas. Ahí es donde tienes problemas.
¿Problemas? Mis calificaciones en matemáticas eran superiores a la media, pero por supuesto, no eran lo suficientemente buenas.
Papá continuó—: ¿Te eximió la Sra. Tsunade de algunas de tus clases para que pudieras prepararte?
—Sí.
—Vi los folletos para el Baile del Día de San Valentín en mi oficina. ¿Van a ir Sasuke y tú?
Cuando Shizune intentaba sacar algo de información, su irritante voz entra en un tono más alto de enojo. Los perros en Oklahoma se estremecían.
—Sasuke me lo pidió hoy. No te preocupes. La valiosa reputación de nuestra familia se mantendrá intacta. La Sra. Tsunade nunca sabrá que mentiste para quedar bien.
— ¡Sakura!
Mierda. Me estremecí ante la decepción en la voz de mi padre. La disculpa automática salió de mi boca.
—Lo siento, Shizune.
A pesar de que era verdad.
—No pasa nada. ¿Cuándo quieres ir a comprar el vestido?
¿Hacer qué? Aparté mis ojos del fuego y la miré. Mi padre frotó al bebé de su vientre mientras ella le acariciaba la mejilla. Asqueroso.
—No necesito un vestido nuevo.
—Sí que lo necesitas. Todo lo que tienes son o escotes sin tirantes o con tirantes muy finos. No puedes ir a un baile enseñando esas cicatrices.
—Shizune —susurró mi padre. Su mano se congeló en su vientre.
Mi garganta se hinchó como si alguien la hubiera embestido con una tabla de dos por cuatro y mi estómago se apretó como si alguien lo hubiera golpeado. Me senté y mi cabeza se tambaleó con la habitación.
Con la desorientación en toda su fuerza, me bajé mis mangas.
—Me voy… arriba.
Shizune se deslizó fuera de mi padre.
—Sakura, espera. No quise decir eso. Sólo quiero que pases una buena noche. Una noche de la que cuando eches la vista atrás recuerdes lo mucho que te divertiste.
Pasé junto a ella hacia las escaleras. Necesitaba mi habitación. El único lugar que la mala decoración de Shizune no había arruinado completamente. El lugar donde las pinturas llenas de color de mi madre colgaban, donde fotos de Sasori y mías estaban desordenadas en mi escritorio, el único lugar donde me sentía cómoda.
Me dolía el corazón. Quería más que mi habitación, pero eso era todo lo que tenía. Quería a mamá. Puede que estuviera loca, pero nunca me dejó. Quería a Sasori. Quería a la única persona que me había amado.
Shizune me llamó desde la parte inferior de las escaleras.
—Por favor, deja que me explique.
Me detuve en el marco de la puerta. Si nunca hubiera entrado en nuestras vidas, mi madre y Sasori aún estarían aquí, yo no sería un monstruo lleno de cicatrices, y conocería el amor, no el odio que en ese momento hervía en mis venas.
—Me caías mejor cuando eras mi niñera. Espero que cuando me gradué de la secundaria no me convierta en una soberana bruja como tú.
Cerré la puerta detrás de mí.
* * *
Después de ese encantador intercambio con Shizune, pasé el resto de la noche escondida en mi habitación. Me acosté en la cama y miré fijamente a la única parte de mi habitación donde Shizune había llegado, el techo. Había pintado sobre las constelaciones pintadas a mano de mi madre. La bruja lo había hecho mientras me recuperaba en el hospital. Mi madre se acostaba en la cama conmigo durante horas mirando el techo, contándome mitos griegos. Teniendo pocos buenos recuerdos de mi madre, despreciaba aún más a Shizune por robarme lo único que tenía.
Los golpes de mi puerta a las 11:30 me sorprendieron. La regla de oro de la casa me obligaba a pedir disculpas en primer lugar. Probablemente Shizune quería enseñarme en persona por qué mis actuales vestidos no iban a funcionar. No había necesidad de prolongar lo inevitable.
—Adelante.
Me puse de pie en el momento en que mi padre entró. Él nunca venía a mi habitación. Los dos primeros botones de su camisa estaban desabrochados y su corbata estaba colgando floja. Unas líneas de preocupación estaban talladas alrededor de sus ojos cansados. Se veía viejo. Demasiado viejo para estar casado con una castaña tonta de veintitantos y demasiado viejo para tener otro bebé.
—Ella lo siente, Sakura.
Por supuesto que había venido en nombre de Shizune. Dios no permita que algo en esta casa no gire en torno a Shizune.
—De acuerdo. Mi disculpa tendrá que esperar hasta mañana. Estoy un poco derrengada.
Los dos sabíamos lo que era escurrir el bulto. Tendría suerte si dormía una hora.
Sorprendiéndome aún más, mi padre hizo algo que no había hecho desde que llegué a casa del hospital, se sentó en mi cama.
—Voy a ponerme en contacto con tu asistenta social. No creo que esta nueva terapeuta esté funcionando.
—No —dije con demasiada rapidez y papá lo percibió—. Ya te lo dije, me gusta. Es fácil hablar con ella. Además, me dijiste que ibas a darle otra oportunidad.
—Sé que las cosas entre tú y Shizune han sido difíciles desde que te enteraste de nuestra relación, pero has estado arremetiendo contra ella más de lo normal. Está embarazada. No quiero que se estrese.
Mi dedo gordo del pie empezó a balancearse. ¿Le mataría quererme?
—Me esforzaré más. Sólo déjame seguir viendo a la Sra. Tsunade. — Necesitaba darle una razón para que se echar atrás—. Es la única que me convenció para centrarme en mis amigos y en salir —mentí.
Algunas de las líneas de preocupación desaparecieron.
—No creo que sea ella. Eres tú. Le dejaré en paz si te esfuerzas más con Shizune. Ella te quiere. Y tú solías adorarla.
Sí, cuando en su decimo octavo cumpleaños, dejó que me quedara hasta tarde y que comiera palomitas de maíz cuando yo tenía seis años, o cuando dejó que me pusiera maquillaje el primer día de cuarto grado. Y la cosa más disparatada sucedió, se acostó con mi padre y entonces, dejó a mi familia ahogándose en una ola de destrucción.
—Si de verdad quieres demostrarme que lo estás intentando, deja que te lleve a comprar ropa. Ella había planeado un día entero y está devastada por haberte molestado. Deja que se divierta y yo renunciaré a que prepitas el SAT.
Levanté una ceja. Mi padre nunca negociaba.
— ¿En serio?
—De todos modos, la próxima fecha para el SAT es demasiado tarde para el plazo de solicitud. Tendremos que trabajar con lo que tienes. Tus notas deben ser lo bastante buenas para que puedas entrar en alguna de las mejores universidades de negocios del estado.
Normalmente decía contabilidad, pero debió haber notado la mueca que yo hacía cada vez que decía esa palabra.
—Estoy feliz de que hayas vuelto con Sasuke y más feliz aún de que vayas al Baile de San Valentín. Te encantaba vestirte e ir a bailes. Pensaba que tal vez esa parte tuya había muerto. —Se quedó mirando mis brazos tapados por las mangas—. Tengo que decir, de verdad, que has hechov que me sienta orgulloso.
No es ninguna puñetera broma. Conseguí una A, hice lo todo lo que él dijo, y está orgulloso de mí por ir a un baile. Vamos a ver, si vino a mi habitación por un Baile de San Valentín, quizá haría algo disparatado por el baile de promoción, como decirme que me quiere. Mi padre me dio una palmadita en la rodilla y se levantó de la cama.
— ¿Papá?
—Sí.
— ¿Alguna vez visitas a mamá?
Las arrugas de preocupación volvieron.
—Ella ya no es mi responsabilidad.
— ¿Entonces es la mía? Yo soy su único pariente vivo.
Un músculo de su mandíbula se sacudió.
—Tu asistente social nunca permitiría eso y yo tampoco. —Sus ojos se suavizaron y su mandíbula se aflojó—. ¿Tienes miedo de que vaya a hacerte daño? Nunca te hará daño, ni a ti ni a cualquier otra persona de nuevo. No te preocupes por ella.
Pero lo hacía. Mi madre podría estar loca y había intentado matarme, pero todavía era mi madre. Alguien debía cuidar de ella, ¿no?
mariland- Clan Suzaku
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En mi pequeño mundo feliz
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continuacion por favor siiiiiiiii
Hola disculpa por el retraso es que esta semana e estado súper ocupada.
El cap. 14 me encanto fue demasiado bello; y lo que dijo el hermano de Naruto fue muy hermoso.
En cuanto al cap. 15 que rabia con esa bruja. yo de Sakura le grito todas las verdades en la cara; y si el papa se pone bravo también se le dicen sus cuantas verdades. Que sea sincera y que le diga a esa bruja que deje de ser metiche.
Me encantan tus fic. De verdad son buenísimos
Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Muy buen cap!!, al parecer sakura se atrevió por fin a preguntarle por su madre a su padre!!, pero el no quiere saber nada u.u, en fin gran cap, siguelo pronto!!!
Espero conti con ansias!!!
Espero conti con ansias!!!
Obito_Madara- Sannin
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Estoy muy confundida con los sentimientos de Sakura, cómo puede anhelar a alguien que ha intentado matarla, es que no lo concibo. Debo ser muy cuadrara en esto, pero yo le tendría mucho miedo y no querría verla. Aunque hay que sumarle que no recuerda nada.
Bueno, espero la continuación. Chao.
Bueno, espero la continuación. Chao.
marifa- Sannin
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Naruto (Capitulo 16)
- Spoiler:
- He visto a mis hermanos. ¿Quién sabía que los milagros podían ocurrir? Y había conseguido verlos de nuevo el segundo sábado de febrero. Esto exigía una celebración. Esperaba que Gaara tuviera algo de hierba porque planeaba el malditamente más grande J que cualquiera de nosotros hubiera visto.
El último en regresar por la noche, estacioné mi pedazo de mierda en la calle. Yashamaru trabajaba en turno de noche en la planta local de camiones. No sabíamos de un día al otro cuantas horas trabajaba. Había cometido el error de estacionarme en la entrada una vez. En lugar de mover mi auto, Yashamaru sacó mi espejo del lado del conductor.
Las luces brillaban desde cada ventana en la casa, no era una buena señal. Entré en la pequeña sala de estar y noté toallas cubiertas de sangre.
— ¿Qué mierda?
Gaara apareció instantáneamente a mi lado. —El bastardo golpeó la mierda de ella.
—Estoy bien. —La voz de Matsuri tembló. Estaba sentada en la cocina con su brazo extendido sobre la mesa. Su tía limpiaba varios cortes y quemaduras de cigarros. El cuerpo entero de Matsuri temblaba como convulsionando. El lado derecho de su rostro estaba moreteado, raspado e hinchado, su ojo derecho inflamado hasta cerrarse. La sangre empapaba su camiseta favorita. Levantó el cigarrillo a su boca e inhaló una gran bocanada. —El nuevo folle de mamá usa un anillo de graduación. Debe haberlo robado de alguien.
—Hijo de perra. ¿Por qué diablos volviste a casa, Matsuri? Sabías que este imbécil eran malas noticias. —Tres pasos y me arrodillé junto a ella en la cocina.
Inhaló otra bocanada mientras una lágrima caía de su ojo izquierdo.
—Era el cumpleaños de mamá y el estúpido bastardo no quería compartirla, así que… —Se encogió de hombros.
Rabia pura atravesó mi cuerpo, cada músculo tensándose, preparándose para pelear. — ¿Cuándo llegará la policía?
—No lo harán —dijo Karura. Puso gasa sobre una quemadura y la aseguró.
Luché para controlarme. — ¿Y por qué no?
—Tiene dieciséis y su madre estaba aquí. Encerrarán a mi hermana junto a ese novio nada bueno. No estoy de acuerdo con cómo vive su vida, pero no enviaré a mi hermana a la cárcel y Matsuri no está interesada en eso tampoco.
Esperé que Matsuri confirmara la teoría. Apagó su cigarrillo en el cenicero, puso otro en su boca y luchó con el encendedor. Lo tomé de ella y, en un suave movimiento, encendí el cigarro.
—Gracias —dijo débilmente.
El teléfono sonó una, dos, tres veces. Dejó de sonar y el celular de Matsuri comenzó a tocar “Lovesong” de The Cure, el tono de su mamá. Su mano tembló mientras dejaba caer cenizas en el cenicero.
—Continúa llamando. Quiere que vuelva a casa.
— ¿Por qué? —gruñí.
—Se cansó de golpearme y se quedó dormido, se desmayó, lo que sea. Probablemente se despertó y echó de menos a su piñata.
Intenté masajear la rabia fuera de mi cuello. —Llama a la policía, Matsuri. — ¿Y qué crees que va a pasarte a ti y a Gaara si lo hace? — Yashamaru entró a la cocina, su cabello castaño peinado hacia atrás por una ducha reciente—. Tu trabajador social se ha puesto algo ruidoso últimamente, Naruto. Si hacemos una llamada a la policía, se enterarán de que Matsuri ha estado viviendo aquí. Podemos darte un beso a ti y a Gaara de despedida.
La voz de Matsuri se quebró. —No puedo perderlos chicos. —Y allí estaba. Sentada sangrando porque nos amaba a mí y a Gaara. Por millonésima vez, deseé que el sistema fuera una persona. Una persona que pudiera nombrar, conocer y darle la responsabilidad por arruinarnos a cada uno de nosotros. Justo ahora, el nuevo novio de la mamá de Matsuri serviría.
Me puse de pie y besé la parte superior de la cabeza de Matsuri.
— ¿Estás listo, hermano?
—He estado esperando que llegaras, hombre. —Gaara abrió la puerta del frente, sus ojos fríos y letales.
El ojo bueno de Matsuri se ensanchó. —No —susurró.
—No voy a pagar la fianza para que salgan chicos —dijo Yashamaru.
—Nunca te lo pedimos —dije y caminé por la puerta.
Un auto dio un viraje brusco subiendo por la calle y voló al césped del jardín delantero. La puerta del pasajero se abrió antes de que el auto se detuviera, y la madre de Matsuri saltó afuera. Su castaño cabello caía de una cola de caballo, ojos inyectados en sangre, con un moretón formándose bajo su ojo derecho. —Quiero a mi nena. Necesito decirle que lo siento.
—Vete al infierno —dijo Gaara—. No es tu muñeca para que juegues a vestirla.
Las luces del Beamer se mantuvieron encendidas. Un hombre grande se tambaleó en el lado del conductor. —Paren su escena. Maki quiere a su puta hija. Díganle que salga o voy a ir a buscarla.
Gaara y yo nos paramos lado a lado, un acuerdo silencioso de que lo mataríamos antes de que llegara a la puerta delantera. Mis hermanos pasaron por mi mente. Tanto como quería proteger a Matsuri, también necesitaba protegerlos a ellos. —Vete antes de que llame a la policía.
Maldición, este tipo tenía que medir al menos 1,96 y lucía familiar. Se puso de pie frente a frente con Gaara y yo. El hedor a alcohol lo envolvía.
Sus ojos se movieron nerviosamente y su cuerpo se estremeció.
—Está bajo metanfetaminas, hombre —me dijo Gaara.
Fabuloso. Esa noche había cambiado de la mejor a la peor a Juego del Miedo en tiempo record. El hombre giró el anillo en su dedo. No era un anillo común, era un maldito anillo del Super Bowl.
—Adelante, llama a la policía. Todos me aman. No iré a la cárcel.
— ¿No eres tú el imbécil que fue expulsado de ese equipo perdedor a unas horas de aquí? —dije, intentando mantener sus ojos lejos de la casa.
Pestañeó un par de veces, como si su mente arruinada hubiera entendido por tres segundos que un linebacker de 113 kilogramos no debería andar buscando peleas con chicas de dieciséis y sus dos amigos.
—Estoy cansado de esta mierda, hombre —me susurró Gaara.
Segundos antes de que se echara hacia atrás y golpeara al bastardo en la mandíbula. El impacto me habría enviado hacia al suelo, pero este tipo solamente giró su cabeza. Maldición al inferno… todo sobre esto iba a terminar mal.
El bastardo levantó su puño para contratacar, pero se encontró en el suelo cuando lo derribé en sus rodillas. Tuve el fugaz pensamiento de que debería agradecerle a mi profesor de gimnasia, el Sr. Gay, por las tres semanas de entrenamiento de futbol.
Giré lejos de él antes de que pudiera lanzar un puñetazo. Gaara se acercó mucho y el imbécil barrió las piernas de Gaara debajo de él y lo golpeó en el estómago mientras caía al suelo. El sonido del grito de la mamá de Matsuri irritó la mierda en mí.
El bastardo se levantó, como yo hice, y lo golpeé en el riñón antes de que tuviera la oportunidad de patear a Gaara, quien yacía en el suelo sin aire. Metanfetaminas se giró y apuntó a mi cabeza, pero lo esquivé y aterricé un golpe en su estómago. Resopló y se balanceó, pero se mantuvo de pie.
Necesitaba volver a derribar a este perdedor. Intenté derribarlo de nuevo, pero apunté muy arriba. Mis lados dolieron cuando lanzó dos golpes buenos a mi caja torácica. Los dos chocamos con su auto mientras Gaara se ponía de pie y golpeaba al tipo en la parte de atrás con su puño.
Un ruido de bala sonó en la noche. Ambos Gaara y yo nos congelamos. Recé a Dios para que nada tibio o mojado emanara de mi cuerpo, y no me refería a una meada.
—Maki, tú y esta basura salgan de mi propiedad —dijo Yashamaru en una sorprendentemente calmada voz. Se paró al frente, un rifle de caza sostenido en sus manos—. ¿Están bien chicos?
—Súper —dijo Gaara con la mandíbula encajada.
—Mejor que nunca. —Maldición, me latían los nudillos.
—Entren a la casa antes de que Matsuri se ponga histérica —dijo Yashamaru.
Empujé el Beamer e hice mi mejor esfuerzo para no cojear a la casa. Gaara vino a mi lado. —Creo que podría habernos dicho que íbamos a pelear con la NFL.
— ¿Eso te habría detenido?
—No.
—A mi tampoco. —La risa entre los dos tuvo eco en la noche.
Matsuri lloró hasta dormirse, en los brazos de Gaara.
Me recosté en el sofá viendo películas de los ochenta en la televisión. El sonido estaba tan bajo, que no tenía idea lo que todos decían por una hora. Me dolían las costillas, mis nudillos palpitaban, pero demonios, se sentía bien. Yashamaru y Karura le habían dicho a Maki que nunca volviera que Karura iba a ir donde Maki para recoger las cosas de Matsuri. Yashamaru y Karura tenían problemas, pero eran buenas personas de corazón. Matsuri gimoteó cuando se giró durmiendo. Gaara la calmó con silenciosas palabras y pasó la mano por su cabello. Ella envolvió los brazos más fuerte en su pecho y se recostó prácticamente sobre él.
Gaara continuó acariciando su espalda.
— ¿Cuánto tiempo te ha gustado, hermano? —le pregunté a Gaara.
Gaara dejó caer su cabeza contra la pared. —Un tiempo. Aterrado de decirle, pero ahora… No puedo continuar dejando que esté con tipos que la usen o que sólo observen cómo va a su mamá cuando necesita sentirse amada. ¿Qué voy a hacer, hombre?
—Estás preguntándole al tipo equivocado. — ¿Qué sabía yo sobre amor? Todo lo que sabía era que no podía sacar a Sakura Haruno fuera de mi mente. Sin duda, la deseaba. No podía alejar mi mente de las imágenes de su cuerpo retorciéndose de placer contra el mío. Esa voz de sirena susurrando mi nombre. Pero me atraía más que en una manera física.
Amaba su sonrisa, la luz en sus ojos cuando reía, y demonios si no podía mantenerse a la par conmigo—. Si lo resuelves, hazme saber.
mariland- Clan Suzaku
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Woow, de un gran dia a una gran.pelea!!!, pobre naruto siempre tiennee que defender a todos !!! u.u, en fin sigue asi que vas de lujo!!!
Espero conti com ansias!!
Saludos!!
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Saludos!!
Obito_Madara- Sannin
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Sakura (capitulo 17)
- Spoiler:
- Lo siento —dije por tercera vez—. No sabía que tenías tanta prisa.
Sasuke mantuvo mi mano y me arrastró por el concurrido centro comercial hacia el cine. Cuando la multitud cedió el paso, me atrajo a su lado.
—Estoy con tu padre en esto. Es un coche. Es decir, ese coche será una fiera y todo eso, pero sigue siendo un coche. Sería mejor que lo vendieras y te hicieras con una buena suma en efectivo, que seguir perdiendo más dinero o tiempo en él.
La película empezaba a las ocho en lugar de a las ocho y cuarenta y cinco como me dijo en principio. Había concertado una cita a las seis con un mecánico que estaba dispuesto a venir a casa para mirar el coche de Sasuke. Esta mañana había hecho de nuevo el ACT, volví a casa, accidentalmente me dormí (tuve un día terrorífico, si así es como se le llama a un terror nocturno que se produce durante el día) y entonces me desperté a menos de veinte minutos antes de que llegara el mecánico.
Sasuke había esperado pacientemente diez minutos antes de decirle al mecánico que se fuera porque teníamos planes. El mecánico se fue, diciendo que podría enviarme por correo electrónico el presupuesto.
—Es todo lo que me queda de Sasori. —Entramos en la zona alfombrada de la sala de cine. Aparté la mano—. Pensé que lo entenderías.
Salir con Sasuke era exactamente como lo recordaba, al menos los dos últimos meses de nuestra relación, menos los toqueteos. En nuestra cita en grupo de la semana pasada, le pregunté si podíamos tomar las cosas con calma y estuvo de acuerdo, durante las primeras citas. Tenía la sensación de que esta noche iba a ser el final de la promesa de “manos fuera” de Sasuke. Hasta el momento, salir con él por segunda vez apestaba.
Sasuke puso las manos en las caderas.
—Menos mal que Sai y Ino llegaran a tiempo para sacar las entradas. Están agotadas.
Egocéntrico, egoísta e imbécil...
—Esto no va a funcionar —dije.
Cerró su puño y a continuación se obligó a relajar las manos.
—Mira, yo quiero que funcione. Simplemente estás enojada porque estoy de parte de tu padre en esta estupidez del coche. Ino está saliendo con Sai. Hinata con Kankuro. Que tú y yo salgamos tiene perfecto sentido. —Me acarició la mejilla. Ese toque solía derretirme en un charco.
Todo lo que ahora sentía eran callos, una verruga y la piel seca—. Sé que es duro intentar descubrirnos de nuevo. Creo que nuestro problema es que nos lo estamos tomando demasiado despacio. Me merezco un premio por mantener las manos fuera.
Sasuke dio un paso hacia mí, deslizando una mano alrededor de mi espalda y apretándome contra él. Cada músculo se me había tensado. Esto no se sentía en absoluto natural.
—Veamos la película y después podemos volver a mi casa. Creo que te sentirás mucho mejor una vez que te ayude a recordar en lo que somos tan buenos en hacer.
Abanicó con su aliento mi cara y juro que algunas partículas de saliva también lo hicieron. ¿Por qué estaba haciendo esto otra vez?
— ¡Sakura! Chicos, aquí estáis. La sala ya está llena.
Ino rebotó a mi lado. Aliviada por la interrupción, me alejé de Sasuke.
Sai y Sasuke intercambiaron algún extraño tipo de apretón de manos masculino. Sai señaló la sala de tres
—Vamos. Está comenzando. No pudimos conseguir seis asientos juntos, pero os guardamos dos en la parte de atrás.
Sai chocó los cinco con Sasuke. Chico, Sasuke estaría decepcionado si descubriera que no iba a pasar nada en la parte de atrás.
Los chicos caminaron delante mientras Ino y yo nos quedamos detrás. Ino preguntó—: ¿Estás bien?
—No creo que lo mío y Sasuke vaya a funcionar. No ha cambiado ni un poco.
¿Por qué esto, como todo lo demás, tiene que ser complicado? ¿Por qué no podía ser simple, como había sido en el primer año?
Ino tomó una respiración profunda y presionó sus labios juntos.
—Hablaremos más tarde. Disfrutemos de la película, ¿de acuerdo? —Se emparejó con Sai y Sasuke agarró mi mano.
—Sólo tienes que concentrarte en ser como eras antes. Ya sabes normal —dijo él.
Ino me envió una mirada de súplica. Me hundí en el asiento junto a Sasuke y le permití poner su brazo alrededor de mí. Todos nosotros pedíamos normalidad. Pero hasta ahora, normal sólo significaba más desdicha.
* * *
En los primeros cinco minutos de la película conocimos a un adolescente que se graduó en el instituto y se unió a los Marines. A diez minutos, lo vimos graduarse del campamento de entrenamiento. Veinte minutos de película y tuve arcadas.
Las náuseas crecían en mi garganta, mi lengua se sentía diez veces más grande y no podía respirar. No importaba cuánto aire tratara de aspirar, no entraba nada en mis pulmones. Salté de mi asiento y tropecé en las escaleras oscuras del cine hacia los sonidos de hombres gritando agónicamente a Dios y a sus madres.
Corrí hacia el cuarto de baño de mujeres, di un golpe al pasar por la puerta y me aferré al frío lavamanos. El espejo reveló una pesadilla. Los cabellos rosados se aferraban al sudor de mi frente. Mi cuerpo entero se sacudía como en un terremoto.
La imagen del amigo del hombre pisando un artefacto explosivo parpadeó en mi mente. La bilis subió por mi garganta. Oh, Dios, Sasori. ¿Eso fue lo que le sucedió? ¿Gritó agónicamente? ¿Sabía que se estaba muriendo? La cara del actor empapada de sangre se fusionó con la cara de Sasori. Mi cuerpo se retorció hacia adelante, mi estómago se encogió y tosí con las arcadas. Estaba muerto y había muerto en la miseria, aterrorizado.
La puerta de un cubículo se abrió. Una ancianita me miró con lástima en sus viejos ojos. — ¿Problemas de chicos?
Tomé una toalla de papel para limpiarme los ojos y esconder mi cara. Jadeando por aire, me recordé que había venido aquí para ser normal, no un espectáculo.
—Sí.
La anciana me sonrió en el espejo mientras se lavaba las manos.
—Una chica tan guapa como tú encontrará alguien nuevo rápidamente. Por cierto, me encantan tus guantes. No es muy frecuente ver a una joven llevándolos.
Se fue.
Mi móvil vibró en mi bolsillo trasero. Sasuke me envió un mensaje: ¿Donde estas?
En el baño de chicas perdiendo la cabeza. No había forma de que pudiera regresar.
Demasiado violento para mí. Te veo después de la película.
Esperé unos segundos y mi teléfono vibró otra vez.
Genial, te veo más tarde.
Ocho y media. Tenía dos horas y media para volar hasta que acabara la película. Parecía ser un tema recurrente en mi vida. La zona de comidas estaba justo al lado del cine. Necesitaba algo para beber. Pero como una idiota, no había traído nada de dinero, ni mi cartera. Sasuke insistió en que me dejaría en casa. Bla, bla, bla... nuestra primera noche juntos en el cine... bla, bla, bla... lo pagaría todo... bla, bla, bla... me había llevado a ver la peor película de la historia...
Los empleados de la zona de comidas estaban limpiando y preparando para cerrar. Pero algunos lugares permanecían abiertos para alimentar a los noctámbulos. Me dirigí a uno, un restaurante de hamburguesas que tenía taburetes junto a la barra.
Me senté en un taburete y vi a un tipo alto dando la vuelta a las hamburguesas. A Ino le encantaría ese lindo trasero.
— ¿Perdona?
El cocinero se giró y me resbalé de mi asiento.
— ¿Naruto?
Mostró su sonrisa maliciosa.
—Hey, Sakura. ¿Echándome de menos?
Me senté nuevamente.
—No.- (Algo así.)
Naruto recogió las hamburguesas de la parrilla, las colocó sobre algunos panecillos y gritó un número. Una señora vino y se llevó las hamburguesas. Deambuló hacia el mostrador.
— ¿Qué puedo hacer por ti?
El pañuelo rojo que llevaba retenía su pelo que generalmente le cubría sus ojos. Me encantaban sus ojos. Azul cielo, llenos de travesuras y una viva chispa de luz para prender el mundo en fuego.
— ¿Me puedes dar un vaso de agua, por favor?
Y por favor deja que sea gratis.
— ¿Eso es todo?
Mi estómago gruñó lo suficientemente alto como para que Naruto lo escuchara.
—Sí, eso es todo.
Miró el vaso y me lo tendió.
— ¿Estás segura de que no quieres una hamburguesa? ¿Una rica y gruesa hamburguesa sobre un pan tostado con unas saladas patatas fritas al lado?
Chupé de mi pajita, tragando el agua helada. Tenía gracia, el agua no me dio esa sensación plena, cálida y difusa como una hamburguesa y unas patatas fritas harían.
—Estoy bien, gracias.
—Como quieras. ¿Ves la buena pinta que tiene ese pedazo de carne que está allí? —Hizo un gesto hacia la hamburguesa. El olor me hizo la boca agua—. Es mío. Cuando esté hecho, mi turno habrá terminado por hoy.
Regresó a la parrilla y levantó la fabulosa hamburguesa sobre un pan tostado relleno de diferentes verduras. Luego arrojó una cantidad abundante de patatas fritas en el plato.
—Oye, Tazuna. Me voy de aquí.
Alguien gritó desde atrás—: Gracias, Naruto.
Naruto se quitó el pañuelo y el delantal y los arrojó a un contenedor.
Dejó su plato a mi lado en el mostrador, se sirvió una Coca-Cola y después caminó alrededor para ocupar el asiento de mi lado
— ¿No deberías estar en una cita con tu novio mono?
Mordió la hamburguesa. Observé cada delicioso movimiento.
—Lo estaba. Quiero decir, lo estoy. Sasuke está todavía en el cine. Pero no es mi novio. Ya no. Lo fue, hace mucho tiempo, pero ya no. Sólo estamos, ya sabes, saliendo. O algo así.
¿Seguro? ¿Y por qué estaba yo divagando?
Naruto masticó su comida mientras entrecerró los ojos.
—Si estás en una cita, ¿por qué no estás allí con él?
Bajé la mirada hacia las patatas fritas. Parecían tan doradas y crujientes.
— ¿Tienes dinero? —preguntó.
— ¿Qué?
Frotó los dedos.
— ¿Dinero? ¿Efectivo? ¿Llevas algo?
Sin saber a dónde se dirigía, sacudí mi cabeza. Se acercó al mostrador y tomó un cuchillo. Cortó la hamburguesa por la mitad y puso el plato entre nosotros
—Toma. No robes las patatas fritas.
— ¿Hablas en serio?
Naruto tomó otro bocado de su mitad.
—Sí. No quiero que mi tutora se muera de hambre.
Me relamí los labios como un personaje de dibujos animados y mordí la suculenta hamburguesa. Cuando la jugosa carne tocó mi lengua, cerré mis ojos y gemí.
—Pensaba que las chicas sólo hacían eso cuando tenían un orgasmo.
La hamburguesa se me atascó en la garganta y me atraganté.
Naruto sofocó una risa mientras me acercaba el agua. Ojalá con sólo beberla pudiera borrar el molesto rubor de mis mejillas.
—Creo que me perdí tu respuesta a mi anterior pregunta. Si estás en una cita, ¿por qué estás aquí fuera compartiendo la cena conmigo mientras Sasuke está ahí dentro acariciándose a sí mismo?
Me aclaré la garganta.
— ¿Siempre tienes que ser tan bruto?
—No. Me controlaré si respondes a la pregunta.
—Llegamos tarde y no supe qué película había escogido hasta que empezó. Enemigos en la guerra es un poco demasiado violenta para mí.
Agité el agua con la pajita, centrándome en sonar indiferente mientras las imágenes de la guerra torturaban mi mente.
Naruto hizo una bola con la servilleta en su mano, su comportamiento juguetón se había ido.
—¿Entonces por qué no está él aquí contigo?
Buena pregunta.
—Le dije que se quedara y viera la película. Tenía muchas ganas de verla.
—Te mereces algo mejor.
Empujó el plato delante de mí, su parte de la hamburguesa había desaparecido, pero todas las patatas fritas seguían en el plato.
¿Como un chico que compartiera su cena conmigo y me diera todas las patatas fritas? ¿Un chico que rompiera las reglas para que yo pudiera escuchar a mi padre hablar con mi terapeuta? ¿Un chico que me diera su chaqueta para que no pasara frío? ¿Un chico que me prendiera fuego con sólo rozarme? Pero Naruto, posiblemente, no podría querer una chica como yo.
Terminé mi hamburguesa y le devolví el plato.
—Gracias. Supongo que debería dejarte ir a casa.
— ¿Qué vas a hacer?
Algunos adolescentes se reunieron alrededor de una mesa vacía en medio de la plaza de comidas. Un conserje colocaba una señal que indicaba que el suelo estaba mojado. Un hombre sin hogar se aferró a su carrito de compras y nos miró fijamente a mí y a Naruto desde el otro lado de la sala. Oh, no sé. Dar una vuelta por aquí, probablemente terminando muerta, metida en la parte de abajo del carrito de ese tipo.
—Quizás me vaya a la sala de juegos y esperar que alguien se deje algunos centavos en la mesa para poder jugar al billar.
Naruto levantó una ceja.
— ¿Juegas al billar?
—Sasori me enseñó.
El sonido de la risa de Sasori mientras jugábamos remplazó los gritos de mi cabeza.
Naruto saltó del taburete y envolvió mi mano entre las suyas. El gesto me tomó por sorpresa y causó que mi corazón tartamudeara. Me sacó del asiento.
—Vamos, vamos a ver si Sasori te enseñó a jugar al billar igual que las matemáticas.
Caminamos hacia la sala de juegos y Naruto desplazó su mano para permitir que sus dedos descansaran al lado de los míos. Mi corazón galopaba como un caballo. Este era Naruto Uzumaki. El Naruto Uzumaki que rechazaba las relaciones estables e incluso las citas. El Naruto Uzumaki que sólo quería ligues de una noche. Un bala perdida. Lo contrario de mí. Y en este momento, todo lo que quería.
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Me encantó...!
Buen capitulo...
" Este era Naruto Uzumaki. El Naruto Uzumaki que rechazaba las relaciones estables e incluso las citas. El Naruto Uzumaki que sólo quería ligues de una noche. Un bala perdida. Lo contrario de mí. Y en este momento, todo lo que quería."
Amé esa parte *-*
Eperare la conti ansiosisisisima
Buen capitulo...
" Este era Naruto Uzumaki. El Naruto Uzumaki que rechazaba las relaciones estables e incluso las citas. El Naruto Uzumaki que sólo quería ligues de una noche. Un bala perdida. Lo contrario de mí. Y en este momento, todo lo que quería."
Amé esa parte *-*
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Muy buena contii!!, me gusto mucho!!, sigue asi!!
Espero conti con ansias!!
Saludos!!
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Obito_Madara- Sannin
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Naruto (capitulo 18)
- Spoiler:
- Sakura acomodó su cabello en el momento en que entrelacé sus dedos con los míos. No la había tocado en más de una semana, pero de alguna manera flotaba sobre el suelo, mi sangre corría caliente por mis venas y me sentía alto, no, no alto... invencible.
— ¿Puedo hacerte una pregunta? No quiero ofenderte —le dije.
Su mano se quedó inmóvil, pero me aferré a ella, no permitiendo que se escapara. —Supongo.
— ¿Hay un significado detrás de tu nombre?
Llegamos a la galería. Algunos estudiantes de escuela intermedia se cernían en torno a un juego con una ametralladora simulada. El sonido de las balas en medio de gritos resonaba en el juego. Un estudiante universitario hojeó un libro de historietas detrás del mostrador de cristal lleno de premios baratos para los billetes. Apreté más fuerte la mano de Sakura y la llevé más allá de los juegos, a las mesas de billar vacías en la parte posterior.
De mala gana, me soltó la mano y empujó un par de dólares en la máquina de monedas.
—Mi mamá estaba obsesionada con los mitos griegos. Llevo el nombre de la ninfa de montaña, Sakura.
El nombre Sasori de repente tenía sentido, también. Empujé dos monedas en la mesa y las bolas retumbaron fuera de la ranura. Sakura inmediatamente las arrojó sobre la mesa. — ¿Ocho o nueve bolas?
—Ocho. —Con nueve era más complicado. Ya había planeado jugar en el sesenta por ciento de mi capacidad, esperando que ella pasara un buen rato—. ¿Cuál es el mito?
Dejó las bolas en el bastidor y empujó el triángulo. —Hay varios, en realidad. Tú rompes.
Yo había conocido a varias chicas como ella, aterrorizadas por romper, ya que no podrían llegar a más de unas cuantas bolas fuera del grupo. Es mejor romper y conseguir una sola que nada en lo absoluto.
—Las damas primero. —No podía esperar a que este juego terminara, para poder enseñarle cómo romper apropiadamente. Las imágenes de su cuerpo apretado contra el mío, inclinándose sobre la mesa, hacían que mis pantalones se ajustaran.
—Tu funeral —cantó ella, y mis labios se levantaron ante su destello de confianza. Sakura hizo girar su palo de billar como un guerrero antes de entrar en la batalla, sin apartar ni una sola vez los ojos de la bola blanca.
Se inclinó sobre la mesa. Me concentré en su trasero apretado. Mi sirena estaba comiéndome vivo con cada movimiento. Cuando apuntó, ya no se parecía a la chica frágil en la escuela, sino un francotirador.
El rápido y estruendoso crack de las bolas me pilló con la guardia baja. Las bolas cayeron en las bolsas en una sucesión tan rápida que perdí la cuenta. Sakura dio vuelta a la mesa, una vez más, haciendo girar el taco, estudiando las bolas restantes como un general de cuatro estrellas lo haría con un mapa.
Maldita sea, la chica sabía cómo jugar.
—Ralladas —gritó. Sakura se inclinó sobre la mesa para hacer su segundo tiro. Sus hermosos pechos estaban ahí para que los viera, pero quería hacer algo más que observarlos, quería...
—Deberías poner tu lengua de nuevo en tu boca. Se te va a secar. —Metió dos rayadas con un solo disparo.
—No puedo evitarlo, te ves ardiente. —Me encantó cuando lo sirvió—. ¿El mito?
Después de otros dos disparos, finalmente falló. Ahora era mi turno. El sesenta por ciento de capacidad no sería suficiente con ella.
Diablos, el cien por ciento ni siquiera lo sería. Trabajé sobre la mesa mientras Sakura se sentaba en un taburete.
—Zeus disfrutaba tener romances con ninfas en la tierra, y su esposa, Hera, no aprobaba sus actividades extracurriculares. Así que él envió a Sakura, una ninfa del bosque hermoso, para distraer y entretener a Hera mientras se entretenía un poco. Hera finalmente descubrió y castigó a Sakura tomando su voz, condenándola a repetir sólo lo que otros decían. Después de eso Sakura se enamoró de un idiota que no la amaba. Sakura vagó por el bosque, llorando desconsolada, hasta que ya no quedó nada de ella más que su voz, que perduraría en la tierra.
Algunos de nosotros fuimos nombrados por personajes bíblicos, otros de un dardo arrojado en un libro de bebés. Sakura fue nombrada por un mito griego psicótico. Metí dos bolas en el bolsillo derecho.
— ¿No le gustaban los nombres de los cuentos de hadas normales?
Sakura rió. —Esos fueron mis cuentos de hadas. Crecí entendiendo la historia detrás de cada constelación. Qué dios griego estaba enfadado con quién. El amor, la lujuria, la ira, la venganza. He dormido con la luz encendida durante mucho tiempo.
Fallé mi tiro y me tragué una maldición. Sakura se contoneó hacia la mesa con una sonrisa maliciosa en los labios. Yo no anhelaba otra cosa que besar esa pequeña y bonita sonrisa en su rostro. En cambio, tiré de uno de sus sedosos cabellos rasados. Su risa me hizo cosquillas en la piel.
—Tu turno para responder a una pregunta —dijo ella.
—Dispara.
— ¿Por qué quieres ver a tu archivo? —Fue por la bola ocho y hundió el tiro.
Nadie, excepto Koharu o la Sra. Tsunade, me había hecho una pregunta personal en años. Puse dos monedas más en la mesa.
— ¿Vas a decirme por qué quieres ver el tuyo?
Sakura acomodó las bolas de nuevo. —Ya lo sabes casi todo. Sí rompes esta vez.
Sintiéndome fuera de equilibrio, me apoyé en el palo de billar.
—Tengo dos hermanos menores. Minato de ocho y Konohamaru de cuatro. Nos separamos después de que mis padres murieron. Están en una casa de mierda. Quiero probarlo y espero ganar la custodia de ellos después de graduarme. Ese archivo dice dónde viven. Si puedo encontrar a esos bastardos lastimando a mis hermanos, entonces puedo sacarlos de allí y convertirnos en una familia de nuevo.
Rompí las bolas con más fuerza de lo que había previsto. No pude conseguir quitarme de la cabeza la imagen del rostro amoratado de Konohamaru.
Mis hermanos no podían convertirse en víctimas como Matsuri o en duros culos como yo. La bola rebotó varias veces después de golpear el grupo de bolas. —Lisas. Tu turno de responder.
—Mi mamá me hizo daño y yo no lo recuerdo.
Ella sonaba desinteresada, pero sabía que quería ver su archivo tanto como yo quería ver el mío. Le había contado mi historia, ahora quería la suya. —Dime lo que sabes.
Sakura rodó el palo de billar en su mano. —No te conozco lo suficiente. ¿Cómo demonios iba a hacer que confiara en mí? En algún nivel, lo hacía. Pero no como yo quería. Mi reputación con las niñas en la escuela me precedía como una porrista frente a una banda de música. Mierda. ¿Y si ella confiaba en mí? ¿Qué iba a hacer con eso? Apoyé la cadera contra la mesa de billar.
— ¿Y si sólo tenemos una oportunidad por esos archivos? No te estoy diciendo mi mierda personal porque estoy en terapia de grupo, te lo digo porque si tienes la oportunidad de entrar en los archivos, te necesito para encontrar la información de los padres adoptivos de mis hermanos.
Apellido, dirección y número de teléfono. Si tengo una oportunidad con el tuyo, ¿qué debería buscar?
Maldición, ella parecía haberse convertido en un vampiro. Absolutamente nada de sangre permaneció en su hermoso rostro.
—Jura que no le dirás a nadie.
¿Qué podría ser peor que ser llamada una cortadora? —Sea lo que sea...
—Júralo —dijo entre dientes. La inclinación de su cabeza, la forma en que sus ojos brillaban de un color verde oscuro y la forma en que empequeñecieron, como los de un animal salvaje, me advirtió que una broma no era lo mejor.
—Lo juro.
Sakura dejó su palo de billar en la pared y se acercó a la mesa. Al parecer, todos los juegos habían terminado por esta noche. Tomó la bola blanca.
—Mi mamá es bipolar. Ya sabes, maníaco-depresiva. Hay dos tipos de trastorno bipolar y mi mamá es del número uno. No como si fuera lo menos, sino como un huracán de categoría 5, o un terremoto de 10,0. Fue mal diagnosticado durante años y luego, cuando yo tenía seis años... — Rodó la bola blanca sobre la mesa, golpeando bolas múltiples—, tuvo una crisis importante y obtuvo ayuda. Mi madre estaba muy bien cuando tomaba sus medicinas. —Envolvió sus brazos alrededor de ella y se quedó mirando la mesa. Su pie golpeó contra el suelo—. Sólo sé lo poco que mi padre y mis amigos me dijeron. Ella salió de sus medicamentos, entró en un episodio maníaco, fui a su apartamento y trató de matarme.
Yo estaba aterrorizado de moverme, respirar, o incluso existir en este momento. En la televisión, los adolescentes eran retratados como despreocupadamente felices. Sakura y yo nunca sabríamos acerca de esa vida. Mis padres murieron. Fui jodido por el sistema que supuestamente debía protegerme. Sakura, Sakura... fue traicionada por la persona que había sido establecida en su vida para protegerla.
Levantó la mano como una garra en su frente. — ¿Sabes lo que se siente no recordar algo? Mi madre me amaba. Ella no me haría daño.
¿Sabes lo que se siente tener pesadillas horribles noche tras noche? Voy a la cama una noche, mi vida perfecta, y luego despierto en la agonía, dos días después, en un hospital y todo mi mundo se rompe en dos. Necesito saber. Si lo sé, tal vez voy a sentir todo de nuevo. Tal vez... —Sakura me recordó a la estatua de un santo que mi madre había colocado una vez en su jardín de flores. Los brazos abiertos, buscando una respuesta de un Dios que nos odiaba a los dos—. Tal vez vuelva a la normalidad.
—Cuéntame de Sasori. —Me agarré de un clavo para ayudar. De puro milagro, mi declaración la sacó de la miseria. Ella parpadeó, volviendo a la ruidosa sala de videojuegos.
—A Sasori le encantaban los autos. Él salvó este Corvette 1965 y pasó años trabajando en ello. Es por eso que te estoy dando clases. Tengo que ganar dinero para terminar de repararlo.
Así que ella no era una nerd buscando crédito adicional u horas de servicio. Quería honrar a su hermano, a su familia. Sakura y yo éramos más parecidos de lo que había pensado.
— ¿Qué está mal con él?
Tomó el palo de billar y lo colocó de nuevo en el estante.
—No tengo ni idea. Por lo que sé, necesita veinte dólares de gas y bujías nuevas. O podría necesitar algo enorme y costoso. Un mecánico irá a verlo hoy, pero tengo la sensación de que me va a llevar a la tintorería.
—Conozco a un tipo que es un genio con los coches. Le encantaría estar en el mismo código postal que un Vette '65. ¿Dejarías que él lo revise?
La sonrisa de sirena apareció y sus ojos iluminaron la habitación.
—Sí. Por supuesto. Sí.
Ella probablemente perdería algo de esa emoción una vez que conociera a Gaara. — Gaara es un poco áspero alrededor de los bordes, pero es un buen tipo. No quiero que te asustes cuando alguien como yo aparezca.
Su risa sonaba como música. — ¿Qué, no pasas el rato con los misioneros en tu tiempo libre? ¿Mientras el resto de nosotros va a casa y se cambia en pantalones de chándal y camisetas, tú elijes una camiseta de polo y pantalones caquis?
Nadie más que Gaara y Matsuri se burlaba de mí. La gente corría de mi lado. Sin embargo, esta pequeña ninfa disfrutaba del juego. —Sigue así, Sakura. Sé todo sobre los juegos previos.
Ella se rió tan fuerte que golpeó una mano sobre su boca, aún así, la risa se le escapó. —Estás tan lleno de ti mismo. ¿Crees que porque las chicas se desmayan sobre ti y te permiten entrar en sus pantalones en la primera, yo voy a seguir su ejemplo? Piensa otra vez. Además, tengo tu número ahora. Cada vez que trates de parecer todo oscuro y peligroso, me imaginaré que llevas un polo de color rosa a rayas, cuello, y un par de pantalones plisados.
De ninguna manera. Me acerqué a Sakura, sintiéndome como un tigre tras su presa. Ella se apoyó contra la pared, pero seguí hasta mi objetivo.
Me apreté contra ella, sintiendo cada curva sensual. Quería tocar cada centímetro de su cuerpo. Su olor dulce me tenía intoxicado. Sus ojos seguían sonrientes, pero su sonrisa se desvaneció mientras se mordía el labio inferior. Maldita sea, ¿Tenía alguna idea de lo que estaba haciendo? Para una niña empeñada en que me mantuviera lejos, hacía todo para encenderme.
— ¿Qué decías? —Bajé la cabeza y aspiré el cálido aroma a cerezo en su cuello, dejando que mi nariz rozara a lo largo de su atractiva piel.
Su pecho subía y bajaba a un ritmo más rápido. Mi mano se fundió en la curva de su estómago, a centímetros de la cadera. Yo daba vueltas con la decisión de moverla hacia arriba o hacia abajo, hacia las zonas que tanto había soñado con tocar.
—Naruto —susurró ella, sin saber que estaba cumpliendo con una de mis fantasías que la involucraban. Si jugaba bien mis cartas, tal vez cumpliría un par más. Apenas rocé mis labios por su mejilla mientras me movía hacia la boca. Sus uñas me hacían cosquillas en el pecho, me está volviendo loco. Besarla se convirtió en mi única razón para respirar.
Sus manos aplicaron presión en mi pecho y sus labios se movieron contra los míos. —No puedo. —Me empujó—. Yo... yo... no puedo. —
Cualquier rastro de humor se habían ido, tenía los ojos muy abiertos—. Estoy en una cita con Sasuke y esto —Hizo un gesto con la mano entre nosotros—, no puede suceder. Eres Naruto Uzumaki y yo no soy la chica que hace "eso" con... con...
Cerré los ojos para recuperar un cierto control sobre mi cuerpo. Terminé por ella. —Conmigo.
—Sí... no... No lo sé. Quiero normalidad, Naruto. ¿Me puedes dar normalidad? —Gracioso, hablaba de normalidad mientras tiraba de los guantes en sus manos.
— ¿Cuándo vas a darte cuenta de que eso no existe para la gente como nosotros? —No estaba seguro de a quién quería lastimar más, si a ella o a mí mismo. Podía fingir, pero ella nunca iba a volver a ser la niña sin cicatrices. Demonios, tal vez lo dije para recordarme que un tipo como yo nunca podría tener a Sakura.
Ella se dio la vuelta, con la misma ira a través de ella que había visto el primer día en la oficina de la Sra. Tsunade. — ¿Qué debo hacer, Naruto? ¿Darme por vencida como tú? ¿Drogarme, faltar a la escuela? ¿Decir “jódete” a todo?
—Es mil veces mejor que pretender ser alguien que no soy. ¿Por qué es tan importante estar con un tipo que te obligó a ver una maldita película?
Sakura se frotó la cara con las dos manos, su ira desapareciendo.
— ¿Vas a llevarme al baile de San Valentín? ¿Voy a ser más que otra chica en el asiento trasero de tu automóvil, o voy a ser una broma entre tú y tus amigos?
No lo sé. La verdad se atascó en mi garganta. Quería decirle que ella sería más, pero no pude. Yo no asumía compromisos, y allí estaba ese ser increíble, preguntándome por uno.
Se pasó una mano por el pelo. —Está bien. No soples un vaso sanguíneo sobre eso. Soy tu tutora y tú... tú necesitas ayuda. Vamos a trabajar juntos para entrar en nuestros archivos, vas a vivir tu vida y voy a vivir la mía. Me tengo que ir. Gracias por la comida y el juego.
Sakura pasó junto a mí, trayéndome a la vida. —Espera.
Ella miró por encima de su hombro. Círculos oscuros colgaban bajo sus ojos y sus hombros estaban caídos hacia delante. ¿Cómo es que nunca había visto el agotamiento antes? Habló acerca de las pesadillas.
¿Cuándo fue la última vez que había dormido? No era mi preocupación, mi silencio lo confirmó. Cuando no dije nada, lo mejor que me había pasado en tres años se había marchado. Maldita sea, yo era un idiota.
mariland- Clan Suzaku
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Ohhh nooo, parecia que venia el narusaku, peor no u.u, en fin genial el capi!!, ma encanto!!!
Espero conti con ansias!!
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Espero conti con ansias!!
Saludos!!
Obito_Madara- Sannin
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Ayy, Naruto tiro por el caño la oportunidad de sincerarse con Sakura, si solo ambos conocieran que esa atracción es mutua. Que los une más que un pasado traumatico.
En verdad quiero que ambos vean lo bueno en quererse y no lo negativo. Quiero narusaku.
En verdad quiero que ambos vean lo bueno en quererse y no lo negativo. Quiero narusaku.
marifa- Sannin
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Hola me gustaron muchos estos cap. Perdón por no comentar antes es que e estado muy ocupada.
Lo de Matsuri fue muy feo. Y Sakura que se sige dejando manipular de sus supuestos amigos no entiendo que obsesión tiene con lo de “ser normal” que busque tranquilidad y alegría eso es todo.
Por cierto me encanto que Sakura le contara la verdad a Naruto; y ese acercamiento fue lo maximo
Me encanta tu fic.
Sakura (capitulo 19)
- Spoiler:
Dos mil dólares. Eso es lo que el mecánico pedía por arreglar el coche de Sasori. Así que, ganando diez dólares a la hora y si tenía suerte dándole clases particulares a Naruto dos horas a la semana. Quitando los impuestos federales, estatales y locales y la seguridad social tendría arreglado el coche de Sasori... nunca.
La luz del sol entraba por las rendijas de las persianas venecianas. La luz golpeó perfectamente en la foto que estaba en mi tocador de Sasori, mi madre y yo.
—Hola, preciosa.
Sasuke entró en mi habitación, cerrando la puerta tras él.
A gran velocidad, me enderecé en la cama, agarré una camiseta y la puse encima de mi cabeza, sobre todo encima de mis brazos.
— ¿Qué estás haciendo aquí?
—Te dije que a lo mejor me pasaba por aquí.
Se paseó por la habitación y dejó caer su vientre haciendo plaf en mi colcha púrpura.
—No. ¿Qué estás haciendo aquí, en mi habitación? ¿En mi cama?
—Tu padre y Shizune me dijeron que podía subir.
Alcé una ceja. — ¿Mi padre? ¿Te dijo que... podías... subir?
—Sí. Creo que lo estás juzgando mal. Ahora es guay. No es como cuando salíamos antes.
—Antes. No había nada estable entre nosotros antes. Ahora estamos saliendo.
Salir implica sentimientos serios y lo único que sentía seriamente en estos momentos era que no lo quería en mi habitación, concretamente en mi cama. Conmigo.
— ¿Qué pasó el domingo por la mañana en el partido de baloncesto con Sai y los chicos?
Sasuke tenía el mismo ritual los domingos por la mañana desde que tenía ocho años.
—He quedado con ellos dentro de media hora. Sé que hoy te vas de compras y quería hablar contigo antes de que te fueras. —Puso su mano sobre la mía y acarició mi piel con su pulgar—. Mira, voy a decirlo una vez más ya que cuando te lo dije anoche no dijiste nada. Lo siento. Realmente, Sakura, lo siento. No lo relacioné con Sasori hasta después de la película, te lo juro.
—Está bien.
Realmente, estamos juntos aún. Me llevaste a ver una película de mierda. Salí y casi besé a un chico realmente caliente. Un chico que hizo que mis dedos se doblaran y que compartió su comida. Un chico con el que realmente debería dejar de obsesionarme porque Dios sabe que él no está pensando en mí.
Sasuke desvió sus ojos hacia el mural del mar de mi pared.
—No puedo creer sigas conservando esa mierda. Después de lo que tu madre te hizo.
Puse una mano encima de mi estómago mientras este se retorcía.
—Sigue siendo mi madre.
Mi corazón se hundió cuando sus ojos se abrieron y me preguntaron, ¿estás loca? La gente miraba así a mamá casi todo el tiempo. Que me miraran por primera vez daba asco.
— ¿Eso es todo?
—No. Sabes que pienso que estás buenísima. —Sasuke parecía hambriento y no creí que fuera porque quisiera el resto de la rosquilla que había en mi mesita de noche—. Y esos vestidos que solías ponerte en los bailes eran rebeldes.
Cerró los ojos y se humedeció los labios. Apostaría lo que fuera a que se estaba acordando de la fiesta de bienvenida al equipo de fútbol en segundo. Vestido de satén azul, falda corta y el asiento trasero del Lincoln de su padre. Incluso yo tenía buenos recuerdos de aquella noche.
Abrió los ojos y se desvaneció el hambre.
—Pero me estaba preguntando qué tipo de vestido vas a ponerte. Ya sabes, para que no te dé vergüenza.
Vaya. Tal vez él debería ir al baile con Shizune.
— ¿Estás preguntando si voy a exponer mis cicatrices?
—Sí. No. Sí.
Acercándose más de mí, Sasuke masajeó mi muslo. Luché contra la tentación de alejarlo.
—Te quiero, Sakura. Ya lo sabes. Tú eres la que está poniendo un freno a lo físico, no yo. Y para ser honesto, me estoy cansando de esa mierda. Hay un montón de chicas que estarían deseando acostarse conmigo.
A Sasuke le encantaban los buenos monólogos, pero a mí no. Le interrumpí.
—Entonces, vete sin falta a acostarte con ellas. No vas a hacer que me sienta culpable por el sexo.
Gracias a Dios, retiró su mano de mi pierna.
—Esto no está yendo como lo había planeado.
—Entonces dime exactamente cómo pensabas que iría. ¿Creías que porque me dijeras que estás mortificado, expondría mis cicatrices y luego caería en tus brazos y lo haríamos?
Inclinó la cabeza. Oh, mierda. Realmente había creído eso.
—Fuera de aquí.
—Vamos, Sakura. —Me había olvidado de lo rápido que se podía mover. Se deslizó hasta la cama y puso su pesado brazo sobre mi cintura para que no me escapara—. Todavía te quiero.
Es curioso cómo la palabra amor dirigida a mí podría derretir mi furia. Los músculos de mi estómago se relajaron, igual que el resto de mi cuerpo. Sintiendo mi cambio, puso los dos brazos alrededor de mí y me apretó en su pecho.
Estar tumbada con Sasuke solía encantarme, sobre todo cuando decía que me amaba. Hubo un tiempo en que mi mundo giraba a su alrededor. Echaba de menos aquellos días. Echaba de menos saber que alguien me amaba y tumbada aquí, me di cuenta de que echaba de menos amar a alguien como respuesta.
—Nunca he dejado de amarte. Me dolió cuando rompiste conmigo. Acarició mi espalda de arriba a abajo. El toque era familiar y ahora mismo, familiar parecía correcto.
—Entonces ¿por qué me presionaste tanto para tener relaciones sexuales? ¿Por qué no podías esperar hasta que estuviese preparada?
Mi corazón también se rompió cuando lo dejé, pero estaba harta de las constantes peleas. Me presionaba a cada segundo, queriendo más.
—No lo sé. Quería saber lo que era tener sexo. Pensé que si te daba tiempo volveríamos a estar juntos después de un par de semanas, pero luego...
Gracias a mis amigos, supo lo que pasó después.
— ¿Puedo hacerte una pregunta?
Sin estar realmente segura de estar preparada para más “preguntas” de Sasuke, mi cuerpo se elevo y cayó con un exagerado suspiro.
—Claro. ¿Por qué no?
— ¿Todavía me quieres?
Me apoyé en un codo y me obligué a mirar a Sasuke. Realmente lo miré: a sus ojos negros, a su pelo negro y a su cara que me gustaba besar y acariciar.
—Yo siempre te amaré, pero ya no soy la de antes. Nunca en mis sueños más locos imaginé que querrías volver conmigo después de convertirme en un monstruo.
Su dedo rozó mi mejilla.
—Nunca has sido un monstruo, Sakura. No para mí. Me pasé el último año y medio esperando a que resolvieras lo que fuera que tuvieras que resolver. Mi mundo encajó en el lugar el día que volviste a la cafetería.
Mis ojos se abrieron. Vaya. Simplemente vaya.
—Quiero que seas tú de nuevo y creo que la mejor manera para que continuemos es lanzarnos. Creo que deberíamos continuar donde lo dejamos. Pienso que deberíamos tener sexo.
Mi respiración se cortó haciendo un fuerte jadeo.
— ¿Qué?
—No ahora, pero pronto. Apuesto a que si lo hacemos, serás como antes otra vez.
Sabía que debía parecerme a un pez en un pequeño recipiente, abriendo y cerrando la boca una y otra vez. Qué extraño, había conseguido lo que quería, poder tener relaciones sexuales con alguien que me amaba, pero me había olvidado añadir que yo quería amarlo de nuevo.
—No sé. —Simplemente sonrió—. Durmamos.
Dormir. Oh, qué divertido.
* * *
—Joder, Sakura. Has hibernado durante un año y medio y te despiertas de golpe. —Ino se cambió la ropa de su iglesia por un jersey ajustado de color rosa y vaqueros azules—. Sasuke te dice que aún te ama, y por cierto, te lo dije. Y el apestoso Naruto Uzumaki intenta besarte. Y te quejabas de que ibas a morir virgen.
Continúe dibujando acostada en la cama que Sasuke había abandonado momentos antes de Ino viniera.
—No cuentes con eso todavía.
— ¡Ja! —Levantó su cabello dorado hacia arriba en una coleta—. Sasuke mendigando y Naruto, bueno, por lo que he oído, el sexo es lo que mejor se le da a Naruto.
— ¿Lo oíste de quién? —pregunté, demasiado rápido y con demasiado entusiasmo. Mantuve mis ojos en el cuaderno de dibujo y obligué a mi mano a que siguiera trabajando. Tal vez Ino no se había percatado de mi arrebato repentino y ruidoso.
Ino rebotó encima de la cama.
—Oh, mi pequeña Sakura está colgada de un juguetito. Me gustaría verlo sin la camisa. Apuesto a que sus abdominales son para morirse. Tenten, del equipo de baile, tuvo a Naruto como picoteo entre chico y chico el verano pasado. Aunque más bien, él la tomó como aperitivo. Ella dijo que la hizo flipar.
La punta de mi lápiz se rompió. Idiota, idiota, idiota, idiota. Un idiota increíblemente caliente, un idiota extremadamente dulce.
—Así queeeeee, ¿quién será? ¿El chico que te ama o el chico que deseas?
¿Cómo semejante pregunta podía salir de la boca de alguien que parecía tan etérea? Glinda, la Bruja Buena tenía la mente sucia. Ya no solía esconderme tras mi cuaderno de dibujo. Tiré mi lápiz roto en mi mesita de noche.
—Puede que Sasuke me ame, pero no es exactamente considerado.
Ino se acostó junto a mí y me agarró la mano.
—Es cierto. Está absorto en sí mismo y sólo tiene una cosa en la cabeza, cualquier cosa que le guste. Pero tú tienes sentimientos por él.
—Pero no estoy enamorada de él.
Tampoco es que estuviera enamorada de Naruto. Internamente suspiré. Dios me libre de que pase tres segundos sin obsesionarme por Naruto.
—Naruto es muy sexi —dijo Ino—. Pero sabes que eso no va a ir a ninguna parte. Tienes tu vida de vuelta. Salir con él sería una pesadilla social. Además, no tienes sentimientos por él.
Él había compartido su hamburguesa conmigo y me hizo reír. No una risa por educación. No una risa falsa. Reírse tan alto que hasta las personas se te quedan mirando. Una risa de las que se te sale la leche por la nariz. Y le había hablado de mi madre y encontró una manera de hacerme sentir mejor.
—Sakura —dijo Ino con severidad—. Por favor, dime que no sientes nada por ese chico.
—Da igual —murmuré—. No va a ir al baile de San Valentín.
—Sí. Esa ha sido una respuesta muy rara, pero me la quedo. Así que, cambiemos de tema. Tienes que tomar anticonceptivos.
Dos veces en un día me encontré a mí misma simpatizando con un pececito.
—No.
—Sí. Deberías. Apuesto mi bolsa del Gran Buda a que te nos unirás en la mesa del almuerzo y tendrás relaciones para la graduación. ¿Con quién?, no lo sé. —De inmediato susurró—: Sasuke —Antes de regresar a su tono normal—. Pero en definitiva, tienes que tomar anticonceptivos.
¿Anticonceptivos? Anticonceptivos significaba hablar de sexo, y yo que contaba con la suerte de haber evitado hablar de sexo con una figura paterna.
—Mi padre se volverá loco.
Ino salió de la cama, me agarró la mano y me arrastró hacia arriba.
—Oh, no, hermanita, no se lo vamos a pedir a papá. ¡Iremos a comprar un vestido!
* * *
Después de cinco horas de tortura, Shizune e Ino finalmente se pusieron de acuerdo sobre mi vestido para el baile de bienvenida. A menos que quisiera parecerme a la madre de una novia, no pude encontrar un vestido con mangas largas. Nos decidimos por un vestido sin tirantes de satén negro hasta medio muslo, a juego con unos guantes de satén negro que llegaban a mis bíceps.
Ino y yo tomamos nuestros cafés con leche en una mesa en el patio de comidas, mientras que Shizune terminaba de pagar al camarero.
—Ahora —susurró Ino.
— ¿Ahora qué?
Me dolían los pies y la cabeza.
—Tu madrastra tiene toda la frivolidad que necesita una chica de hoy en día. Mantente en el guion y todo irá bien.
Abrí los ojos. Oh, mierda. Ahora este era el momento en el que iríamos a engañar a mi madrastra para que me diera alguna píldora anticonceptiva.
Shizune se sentó en nuestra mesa.
—Me lo he pasado genial con vosotras, chicas. ¿Recordáis cuando solíamos ir de compras todos los fines de semana?
Sí. Antes de que apuñalases a mi madre por la espalda acostándote con mi padre. Ino me dio una patada debajo de la silla.
—Tengo dolores de menstruación.
Mi pierna vibró cuando Ino me dio otro golpe. Shizune parpadeó, obviamente sorprendida.
— ¿Cómo dices?
Ino aclaró su garganta.
—Lo que creo que Sakura quiere decir es que estamos encantadas de pasar el rato contigo porque hay un tema que ella necesita comentar. Un tema de chicas. Ya sabes, los hombres no entienden de este tipo de cosas. Mira, en el último año su menstruación se han vuelto muy dolorosa y los calambres han empeorado. ¿Verdad, Sakura?
—Ooh —dije con toda claridad, mientras trataba de no parpadear para que mis ojos no se salieran. Realmente apestaba en esto. Ella me dio una patada de nuevo—. Quiero decir, sí. Un montón de sangre y calambres. Caray. Unos calambres muy fuertes... Sí, unos calambres infernales. Mira que odio los calambres. Calambres, calambres, calambres.
Esta vez, Ino me pisó el pie.
—Como mejor amiga de Sakura, le dije que debería hablar contigo. Mi madre me dio la píldora cuando mi periodo se hizo doloroso.
El rostro de Shizune se desanimó durante un momento, mientras miraba de ida y vuelta entre Ino y yo. ¿Quién tendría éxito? ¿La esposa que sabía que mi padre le aplastaría la BlackBerry en su mano cuando se enterara de que su única hija tomaba anticonceptivos? ¿O la mujer desesperada que se sentiría mejor arruinándome la vida?
—Sí. Sí, Ino. Has hecho bien diciéndole a Sakura que hablara conmigo.
—Una pequeña sonrisa se asomó en sus labios, pero sus ojos aún vislumbraban preocupación—. ¿Cuánto hace que te pasa esto?
Nunca.
—Más de un año.
— ¿Por qué no viniste antes a mí, cariño?
Me encogí de hombros.
Shizune tomó un largo trago de su café con leche.
— ¿Cómo van las cosas entre Sasuke y tú?
Mierda.
—Shizune, ¿podemos centrarnos en los problemas de mi menstruación?
Los ojos de Shizune se iluminaron. La culpabilidad había ganado.
—Tengo cita con mi ginecólogo el lunes. ¿Por qué no me acompañas y vamos a que te echen un vistazo y te den algún medicamento? Tengo una ecografía programada. Tu padre no puede llegar a tiempo y la última vez me quedé tan hecha polvo cuando no averiguamos el sexo del bebé. ¿No es emocionante que veas a tu hermanito o hermanita?
Por un momento, pensé que Sasori iba a ponerse a cantar. Esta vez, en lugar de una patada, Ino metió la mano bajo la mesa y agarró mi mano. Se la apreté mientras respondí—: Sí. Eso será genial.
mariland- Clan Suzaku
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Me encanta la historia realmente esta genial. Gracias por adaptarla y traerlo al foro.
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La vida es muy corta para desperdiciarla con malas practicas pero como el sedentarismo es malo y el dinero escasea pues debo cumplir con obligaciones....de lo contrario estaría encerrada en mi cuarto leyendo cuanta imaginación tienes tú para entretenerme. Saludos desde Luque, Paraguay, al valiente que lee este perfil
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Hay no que asco de gente no puedo creer que haiga gente tan ruin . Que amiguita la que se gasta Sakura que tal lo que dijo: “si sales con Naruto será un desastre social” ósea en ves de preocuparse de que su amiga salga herida; lo que le preocupa es el escándalo social. Para esas amigas no necesita enemigas.
Y con Sasuke: yo le diría lárgate; ósea me estorbas ya no me gustas y listo lo nuestro se acabo. (Enserio a las personas que no soporto primero los insulto y luego los echo)
Pobrecita de Sakura pero repito ella debe ser sincera .
Me encanta tu fic conti conti.
Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Escándalo social o no. Apenas Sakura se de cuenta que Naruto le interesa amorosamente, se tira a sus brazos. Le valdrá madre lo que digan los demás, creo que ha vivido por suficiente tiempo bajo la sombra de quienes la rodean, como para abstenerse al amor.
Aunque, no entiendo la manía de intentar algo con Sasuke, si él no le provoca nada. Ok, muy guapo, adinerado y la ama, pero ¿Y ella y sus sentimientos? Sakura piensa en el rubio, no hay más que decir.
En fin, espero la continuación. Bye.
Aunque, no entiendo la manía de intentar algo con Sasuke, si él no le provoca nada. Ok, muy guapo, adinerado y la ama, pero ¿Y ella y sus sentimientos? Sakura piensa en el rubio, no hay más que decir.
En fin, espero la continuación. Bye.
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Naruto (Capitulo 20)
- Spoiler:
- Deja ya el mal humor. Si te la hubieras tirado la primera vez que la conociste, como te dije, no estarías retorciéndote como un maldito pretzel. —Matsuri golpeó la bandeja del almuerzo sobre la mesa.
Aparté la pizza y me recosté en la silla. Hasta ahora, Sakura había hecho poco más que un efímero contacto visual conmigo hoy. Tal y como dijo, había vuelto a su vida y, en teoría, yo a la mía. ¿El problema? No me gustaba, no sin ella.
Gaara puso la bandeja al otro lado. —Déjale, Matsuri. A veces no puedes evitar enamorarte de quien lo haces. —Palabras de sabiduría del hombre que ignoraba sus sentimientos por Matsuri.
Matsuri frunció el ceño mientras clavaba un tenedor en su hamburguesa de pollo. Mantuvo su pelo en la cara para ocultar los moretones que el maquillaje no podía cubrir.
— ¿Qué has estado comiendo, Gaara? Estas de un humor tan malo como el de Naruto. Por favor, no me digas que también te has enamorado de una inalcanzable, estúpida chica.
Gaara cambió de tema. —Entonces, Matsuri, oí a la Sra. Tsunade llamarte a su oficina.
— ¿Para qué? —le pregunté. La Sra. Tsunade jugando con uno de nosotros era suficiente.
—Supongo que una de mis profesoras me entregó cuando notaron los moretones. Les dije que me caí por las escaleras en casa de mi padre.
—Guiñó a Gaara y los dos se rieron de su broma compartida. Ninguno tenía la menor idea de quiénes eran sus padres.
Mi corazón se aceleró cuando vi un destello rosa entrar en el comedor. En la puerta de la esquina más alejada de mí, Sakura se detuvo y realizó un rápido análisis. Sostenía los libros apretadamente contra su pecho, las mangas sujetas entre sus manos. Nuestros ojos se encontraron.
Los suyos verdes se derritieron y me dio esa hermosa sonrisa de sirena. Mis labios se curvaron y le hice una seña para que se acercara a la mesa.
¿Qué demonios estaba haciendo?
Matsuri se había vuelto evidentemente un lector de mentes. — ¿Qué demonios haces?
Mientras observaba los ojos de Sakura ensancharse, rápidamente me dirigí a Gaara. — ¿Te gustaría trabajar en un Corvette de 1965?
— ¿Quiero un millón de dólares? Diablos, sí.
— ¿Tienes planes para después de la escuela? —pregunté. Sakura echó un vistazo a su mesa del almuerzo y de nuevo a mí. Vamos, mi sirena.
Ven a mí.
—No nos las saltamos desde hace tiempo —dijo Gaara.
—Me animo —dijo Matsuri—. Y no necesito la excusa de un coche para saltármelas.
—No saltándolas. —Mantuve mis ojos fijos en Sakura. Cambió de un pie a otro. Necesitaba una razón para venir. Cogí mi libro de cálculo y le enseñé la portada. Exhaló lo suficiente como para que un par de cabellos se trasladaran con su aliento. Finalmente, mi ninfa se acercó.
—Hola. —Habló en voz tan baja que tuve que esforzarme para oírla.
Sus ojos se movieron de mí hacia Matsuri y hacia Gaara, luego de vuelta a mí.
— ¿Quieres sentarte? —pregunté, sabiendo la respuesta. Estando al lado de mi mesa, rompía un centenar de las superiores reglas sociales de sus pequeñas amigas.
—No, mis amigas me están esperando. —Enfatizó la palabra a propósito antes de mirar a la mesa de las chicas que observaban nuestra interacción. Primer punto, Sakura. Estropeé la noche del sábado tan malamente que ni siquiera nos consideraba amigos. Matsuri sonrió y burlonamente saludó con la mano a la mesa de colegas de Sakura. Ella se encogió externamente mientras yo me estremecía interiormente.
— ¿Qué es lo que necesitas, Naruto? —Miró a Matsuri mientras preguntaba y luego dejó que sus ojos se estrechasen en mí.
—Éste es Gaara.
Levantó las cejas. —Vale.
—Le echará un vistazo al auto de Sasori después de la escuela. Podemos estudiar en tu casa mientras él evalúa lo que hay que hacer.
Su rostro se iluminó. — ¿En serio?
— ¿Qué es en serio? —preguntó una voz familiar. Maldición, el mono crecido. Justo cuando empezaba a manipular a Sakura de nuevo en mi ángulo, su novio perdedor se abalanzó y pasó un brazo alrededor de sus hombros.
Sakura continuó—: Gaara le echará un vistazo al auto de Sasori por mí.
Las comisuras de mi boca se elevaron mientras Sasuke lo rechazaba.
—¿Cuándo? —preguntó.
—Hoy. Tras la escuela —respondió Gaara. Se removió en la silla para que Sasuke tuviese una buena vista de él, aretes, tatuajes y toda su gloria punk.
— ¡Sakura! —llamó una de sus amigas.
Miró hacia atrás, y luego rebuscó en su mochila. —Saldré después del almuerzo por una cita y no volveré, pero después de la escuela funcionará totalmente.
Se inclinó y garabateó su número de teléfono en una servilleta. Su camisa cayó, exponiendo un trocito de escote. La mirada que le di a Gaara le advirtió de no mirar y la sonrisa que le envié al novio mono de Sakura cuando ella me deslizó la servilleta hizo que los puños de él se apretaran.
—Mi teléfono estará apagado —dijo Sakura—. Pero mensajéame tú número para darte instrucciones. Nos vemos después de la escuela. —Dio un paso, pero Sasuke no la siguió—. ¿Vienes?
—Cogeré algo para comer primero.
Sakura se mordió el labio inferior y robó una mirada hacia mí antes de marcharse. Así que no lo había jodido todo por completo. Tenía por lo menos una oportunidad más con Sakura.
Una silla raspó contra el suelo y Sasuke se sentó en nuestra mesa.
— ¿Cuál es el problema de los populares? ¿No pueden dejarnos a los perdedores en paz? —murmuró Matsuri.
Sasuke la ignoró. —Jugábamos baloncesto uno contra otro el primer año.
Las cabezas de Matsuri e Gaara se giraron bruscamente hacia mí.
Nunca discutí mi pre-adoptivo cuidado de la vida. Me crucé de brazos.
—Sí. Lo hicimos.
—Te defendí y pateaste mi culo. Tu equipo ganó.
Trajo de nuevo ese partido como si fuese ayer. Para mí, fue hace eones. Esos recuerdos pertenecían a un niño que murió junto a sus padres en el incendio de su casa.
Cuando no respondí continuó—: Ganaste ese día, pero no lo harás ahora. Es mía. No tuya. ¿Somos claros, amigo?
Me reí entre dientes. —Por lo que he oído, Sakura es presa fácil. Si no eres lo suficientemente hombre para mantenerla satisfecha, bueno… — Mantuve mis manos para dejar que mi reputación hablara por sí misma.
Sasuke saltó de su asiento, su cara sombreada rojamente. —Te acercas a ella y batiré la mierda fuera de ti.
El rey de la bienvenida probablemente nunca luchó un día en su vida. Su cuerpo se estremeció. Me quedé sentado, sabiendo que mi tranquilidad le asustaría más.
—Tráelo. Te patearé el culo como lo hice en baloncesto. Sólo que ésta vez, ningún árbitro te salvará.
Sasuke golpeó la silla contra la mesa y se alejó. Gaara y Matsuri estallaron en carcajadas. Me uní a ellos hasta que me di cuenta del horror en la cara de Sakura. Antes de que pudiese moverme, salió corriendo de la cafetería. Maldita sea.
* * *
Sasuke vivía en uno de esos barrios agradables. No del tipo fantasíarica, sino de los que tenían grandes árboles en el patio delantero, amateur pero agradable jardinería, dos plantas de ladrillo frontales y terrazas con hamacas. Solía vivir en un lugar como éste, antes. Apostaba a que se veía muy bonito en primavera. Probablemente olería a narcisos y rosas, como mi casa solía hacer. Ahora, todo lo que podía oler era suciedad y frío. Febrero apestaba.
La puerta del garaje para dos autos se abrió cuando cerramos nuestras puertas. Sakura había estacionado su Dodge Neon en una estrecha franja de hormigón al lado de la casa, dejando el Corvette rojo como el único coche en el garaje. Desde el lado del conductor, colgaba una de las piernas en vaqueros de Sakura.
—Tengo una erección sólo con mirarla, hombre —dijo Gaara mientras paseábamos por el camino.
—Que te comerás —respondí, esperando que se refiriese al auto, y no a Sakura. Odiaría pelearme con alguien a quien consideraba mi familia.
Matsuri se apretó entre nosotros. —Enfermo de la cabeza, más como eso.
—Ambas. Jesús, ¿son los salpicaderos originales? —Gaara deslizó su mano sobre el cuerpo del coche.
Entré en el garaje y en una burbuja de calor. Un calentador colgaba de las vigas del techo, junto con varias lámparas de tienda. Justo cuando entramos, la puerta del garaje se cerró tras nosotros. Bancos de madera de trabajo se alineaban en las paredes de izquierda a derecha. Herramientas colgaban en tableros perforados. Fotos de autos y gente llenaban los gabinetes.
—Tal vez conservarías a las chicas si las tocaras de ese modo. —Matsuri se apoyó en un banco.
Gaara sonrió mientras inspeccionaba el pinstriping
—Si conociese a una chica que ronroneara como este gatito, le haría caricias toda la noche.
— ¿Están drogados? —derivó la voz de Sakura desde el coche. La captura ronca de su voz desgarró mi corazón.
Matsuri me frunció el ceño. —Por desgracia, no. Tu santurrona-doszapatos actitud está contagiando a mi chico. —Oiría a Matsuri quejarse sobre esto durante días. Pero los tres éramos más que drogadictos perdedores y quería demostrárselo a Sakura.
Se quedó en el asiento del conductor aún sin mostrar su cara.
Mantuve mi enfoque en el coche, fingiendo tener la más ligera idea sobre qué demonios murmuraba Gaara. Una oportunidad. Eso es lo que me había comprado. Si metía la pata hoy, vería al chico mono vivir la vida con Sakura. Todo en mi interior acabó apretándose. Mierda. Estaba nervioso por una chica.
Gaara continuó deslizando la mano por el coche hacia el capó, murmurando tonterías incoherentes. Tiró palabras como defensas, cromo, cuerpo y llantas.
— ¿Puedo llevarla a segunda base? —Los ojos de Gaara parpadearon al auto e inmediatamente después a mí. Inclinó la cabeza hacia Sakura antes de pasar la mano bajo el capó, esperando a que apareciese para abrirlo.
Demonios. Gaara nunca ganó premios por ser observador. Mi truco con Sasuke debió haberla cabreado. Caminé hasta el lado del conductor para traducir a mi tonto-del-culo mejor amigo. —Quiere que abras el capó.
Sasuke sostenía un álbum de fotos en su regazo, los dedos tocando una imagen. Tenía esa mirada perdida otra vez. La misma que llevaba el semestre pasado cuando entró en clase segundos antes de que sonara la campana, fingiendo que nadie más existía. Ahora simplemente comprendí que no estaba fingiendo. En este momento, Sakura vivía en su propio mundo.
Dijo que tenía una cita, pero no mencionó nada más. ¿Algo iba mal? Me agaché a su lado, bajando la voz para que sólo ella pudiese oír mi preocupación. —Sakura.
Despertando de su mundo de sueños, tomó una profunda respiración. —Sí. El capó.
Deslizó la mano por debajo de la consola y tiró de la palanca. Los ojos de Gaara brillaron cuando el enganche se soltó con un ruido y la puerta a su mundo mágico se abrió. —Matsuri, tienes que ver esto.
—Tu obsesión por los autos no es natural. —Actuaba como si no le importase, pero Matsuri se levantó de la mesa hacia Gaara—. ¿Cómo diablos quieres conseguir que las chicas te jodan?
—Vamos, sabes que las palabras gran bloque V-8 hacen que tus bragas se mojen.
—Oh, bebé —dijo Matsuri con sequedad—. Tómame ahora.
Sakura comprobó mis ojos. — ¿Estás seguro de que no están drogados?
Varios comentarios sarcásticos entraron en mi mente, pero me lo recordé a mí mismo, una oportunidad. —Esta es tu casa y no te faltaría el respeto de esa forma.
El lado derecho de su boca se elevó. —Gracias. —Cerró el álbum—. ¿Estás listo para adentrarte en el mundo de la física?
Miré alrededor del garaje. — ¿Dónde?
—Suelo estudiar aquí.
—Estás bromeando. —La mirada seria en sus ojos verdes me dijo que no lo estaba, al igual que su mochila asentada en el lado del pasajero—.
-Sabes, la mayoría de las personas utilizan mesas y sillas.
Echo se encogió de hombros, tomando su libro de física de la mochila y luego la colocó en el suelo a mi lado. Bajó la voz.
—La mayoría de las personas no tienen cicatrices recorriéndoles los brazos o son fuertemente alentados por los Servicios de Protección Infantil a ir a terapia una vez a la semana tampoco. ¿Vamos a estudiar o no?
Abrí la puerta del lado del pasajero y me senté. Pegada en el salpicadero había una foto de Sakura abrazando a un hombre alto con el pelo rojo. Aparentemente, Matsuri se había dejado un novio en su lección de historia sobre Sakura. Imagina esto —un acosador olvidándose de algo.
— ¿Quién es ese?
Una suave sonrisa tocó sus labios, pero no sus ojos. Tenían tanto dolor que sentí un cuchillo recortar a través de mi estómago.
—Ese es mi hermano, Sasori. Es nuestra última foto juntos. —Su mano acarició distraídamente el álbum en su regazo.
Gaara y Matsuri bromeaban de un lado a otro, dándole a nuestra conversación un poco de intimidad. —Tienes suerte. Todo lo que significaba algo para mí se quemó en el incendio. Todo menos mis hermanos. No tengo una sola foto de mis padres. A veces tengo miedo de olvidar cómo eran. —Y el sonido de sus voces. La profunda risa de mi padre y las risitas sinceras de mi madre. La fragancia del perfume de mi madre cuando se preparaba para el trabajo. El olor de la loción de afeitar de mi padre. El sonido de sus aplausos desde las gradas cuando hacía tiros. Dios, los echaba de menos.
No tenía ni idea de que me había perdido en mi propio universo hasta que los dedos fríos de Sakura apretaron los míos. — ¿Quieres hacer lo normal?
Y mi corazón se encogió de dolor y alegría al mismo tiempo. Echaba de menos a mis padres más allá de las palabras y esta bella ninfa lo entendía.
—Estoy por encima de lo normal. —Abrí mi libro de física.
* * *
El estruendo del capó nos sobresaltó a mí y a Sakura. Estuvimos dos horas repasando para nuestra prueba de física. Si no aprobaba al hijo de puta mañana, nunca aprobaría un examen.
Si no lo conociese tan bien, diría que Gaara tuvo el mejor viaje de su vida con esa sonrisa loca en su cara. —Sé cómo ponerlo en marcha.
Sakura se iluminó al nivel de una supernova. — ¿En serio? —Dejó caer su libro de física y saltó fuera del coche.
Luché contra el impulso de situarme detrás de Sakura y envolver mis brazos a su alrededor mientras rebotaba frente a Gaara en deleite. Por un segundo, pareció que Gaara se uniría a la feliz danza.
—Sólo unas pocas partes, menores realmente. Las encontraré en el depósito de chatarra. Me llevará algún tiempo y probablemente costará unos doscientos.
Los ojos de Sakura se abrieron como platos y se me encogió el corazón. No tenía el dinero. ¿Cuánto podría hacer tutorando a un perdedor como yo? Tenía el dinero. Ahorré hasta el último centavo para mudarme a mi propia casa después de la graduación y rescatar a mis hermanos. Podría prestárselo y aumentar nuestras tutorías hasta que hiciese lo suficiente para pagarme. —Sakura...
Se lanzó a Isaiah, derribándole en un abrazo. —Gracias. Gracias. Gracias. ¿Necesitas el dinero ahora o más tarde? Lo tengo en efectivo, si te parece bien.
Gaara palideció y me miró fijamente con sus brazos presionados en los costados. —Lo juro por Dios, no la estoy tocando, hombre.
—Ya, pero ella a ti sí. —Las sombras oscuras en los ojos de Matsuri me impulsaron a actuar.
Ajena a la amenaza de pelo castaño detrás de ella, Sakura liberó a Gaara, brillando como si Jesús hubiese aparecido y convertido el agua en vino. Una punzada de celos fastidió mis entrañas. Para evitar que Matsuri rompiese a Sakura en pedacitos, me interpuse entre las dos. —Te dije que podía ayudar. —Una mierda por mi parte que intentara tomar el crédito, pero no pude evitarlo. Quería ser su campeón.
Tenía las mejillas llenas de color y sus ojos se iluminaron como bengalas. —Naruto —jadeó, sin aliento—. Lo hicimos. Arreglaremos su coche. Oh, Dios, Naruto... —Lanzó sus brazos alrededor de mi cuello y apretó su cabeza en mi hombro.
Todo en mi interior se calmó. Envolví mis brazos alrededor de su calidez y suavidad, cerrando los ojos para saborear la presencia de paz que Sakura me traía. La vida sería casi agradable si pudiese sentirme de esta manera todo el tiempo. Acaricié su cabello con mi barbilla, enviándole a Gaara una mirada de gratitud. Él asintió y cambió de pie mientras le echaba un vistazo a Matsuri.
Tenía una mano en su garganta, la incredulidad drenando de color su rostro. —Gaara, yo... —Dio dos pasos hacia atrás antes de girar y desaparecer.
— ¡Matsuri! — Gaara corrió tras ella. La puerta del garaje se cerró de golpe a sus espaldas.
Usando mis brazos como cadenas, mantuve a Sakura contra mí cuando sacó su cabeza del hombro. — ¿Qué pasa? —preguntó.
Mis desastrosos amigos están arruinando mi momento. —A Gaara le gusta Matsuri y no quiere admitirlo y Matsuri no quiere que le guste nadie. Al menos no el tipo al que considera su mejor amigo. Pero tú abrazo consiguió irritarla.
—Oh. —Desenroscó las manos de mi cuello y se empujó contra mis brazos, pero no estaba dispuesto a dejarla ir, no todavía—. ¿Naruto?
— ¿Sí?
—He terminado de abrazarte.
A regañadientes, la solté. Una oportunidad. Una puta oportunidad. ¿Qué diablos haría ahora? ¿Qué diablos quería hacer? Sakura.
Sentir su cuerpo envuelto alrededor del mío, oler su seductor aroma, dejar que me llevara a ese lugar en donde me olvidaba de todo excepto de ella.
Guardó sus libros en la mochila, pronunciando las palabras en mi mente. — ¿Qué está pasando entre nosotros?
No lo sé. Me froté la mano por la cara antes de mirar a Sakura. Un indicio de su escote asomaba desde su camisa. Maldita sea, era sexy como el infierno. La quería, muy malamente. ¿Podría una noche ser suficiente, incluso si me la concediera? Sakura ya se sentía como una droga pesada. Del tipo de las que evitaba a propósito, crack, heroína, metanfetamina. De las que juegan con tu mente, se cuelan en tu sangre y te dejan impotente, indefenso. Si me concediese su cuerpo, ¿sería capaz de dejarla ir o sería absorbido por ese velo negro, esos anzuelos incrustados en mi piel, condenado a morir por la emoción que reservaba sólo para mis hermanos, amor?
—Te quiero.
Sakura subió la cremallera de su mochila y la arrojó a la puerta de la casa. Ésta rebotó contra la madera y cayó al suelo. — ¿Lo haces? ¿En serio? Porque estas cicatrices son tan sexis.
¿Cómo haría que se viera a sí misma? —No me importan una mierda tus cicatrices.
Caminó hacia mí, sus caderas balanceándose de un lado a otro, con los ojos endurecidos por la ira. Sakura empujó su cuerpo contra el mío, sus partes encajando perfectamente contra las mías. Maldije en voz baja, luchando por el control de mi cuerpo.
— ¿Cómo reaccionarás cuando estemos así de cerca y me quites la camisa? ¿Todavía me querrás cuando veas las líneas rojas y blancas? ¿Retrocederás cada vez que toques accidentalmente mis brazos y sientas la piel levantada? ¿Y qué cuando te toque? —Se apartó de mí, dejando mi cuerpo frío después de experimentar su calor—. ¿O prohibirás eso? ¿Me dirás cómo vestirme o que estaré autorizada a quitarme?
Su ira sólo alimentaba la mía. —Por última vez, no me importan una mierda tus cicatrices.
—Mentiroso —escupió—. Porque de la única forma en la que alguien estará bien conmigo es si me quiere. Si realmente me ama lo suficiente como para no importarle que esté herida. Tú no quieres a las personas. Te acuestas con ellas. ¿Así que cómo podrías querer estar conmigo?
Me resumió perfectamente. No amaba a las personas, sólo a mis hermanos. Sakura se merecía más. Algo mejor que yo. Una oportunidad. Tómala o vuelve a casa. Besarla y arriesgarme a una relación o dejarla y ver a otro tipo disfrutar de lo que podría haber sido mío.
mariland- Clan Suzaku
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En mi pequeño mundo feliz
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Este capítulo ha sido muy emotivo. Ambos han perdido personas muy importantes y es realmente doloroso ver como siguen sintiendo la misma tristeza a pesar del tiempo.
Ahora entiendo por que Sakura sigue con Sasuke. Solo una persona que la amara en verdad sería capaz de estar junto a ella, aunque no creo que esto sea necesariamente cierto. Si solo supiera que el rubio la adora.
En verdad no quiero que Naruto se de por vencido, no ahora que han llegado a este punto.
Espero la continuación. Bye.
Ahora entiendo por que Sakura sigue con Sasuke. Solo una persona que la amara en verdad sería capaz de estar junto a ella, aunque no creo que esto sea necesariamente cierto. Si solo supiera que el rubio la adora.
En verdad no quiero que Naruto se de por vencido, no ahora que han llegado a este punto.
Espero la continuación. Bye.
marifa- Sannin
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나는 코스타리카에 있어요.
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
vamos Naruto demuestrale que si la amás de no ser así dejará de confiar en ti, cosa que es mas provable. Qué dilema es esto por un lado saben su dolor y saben que deben enfrentarlo y por el otro el miedo y su falte de fé.
Veo a Naruto que es él que debe cambiar más, ser responsable y confiar más en Tsunade creo que ella es la salbacion de los dos. Gracias por el capitulo y tormarte tu tiempo
Veo a Naruto que es él que debe cambiar más, ser responsable y confiar más en Tsunade creo que ella es la salbacion de los dos. Gracias por el capitulo y tormarte tu tiempo
eliannar- Moderador
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La vida es muy corta para desperdiciarla con malas practicas pero como el sedentarismo es malo y el dinero escasea pues debo cumplir con obligaciones....de lo contrario estaría encerrada en mi cuarto leyendo cuanta imaginación tienes tú para entretenerme. Saludos desde Luque, Paraguay, al valiente que lee este perfil
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
Woooow!!, que elegira naruto???, me haz dejado super intrigadoo!!!, vas genial con la historia!
Espero conti con ansias!!
Sakudos!!
Espero conti con ansias!!
Sakudos!!
Obito_Madara- Sannin
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Re: Pushing the Limits - terminado (+16)
oh-por-dios....
me dejaste tan intrigada!
quiero conti....
tu fic esta genial :3
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Yui-san- Genin
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Con la mente en las nubes
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Sakura (capitulo 21)
- Spoiler:
- Cuando me graduase de la escuela secundaria planeaba pintar una placa para la Sra. Tsunade: La Terapia Apesta. Rosa y blanco con lunares a juego con las cortinas de las ventanas.
—Lo siento, tenía que volver a programar la sesión y sacarte de tecnología de negocios. ¡La conferencia de Cincinnati fue fabulosa!, ¿Preparada para el Baile de San Valentín de mañana? Cuando yo era adolescente, teníamos los bailes los viernes en vez de los sábados como vosotros.
La Sra. Tsunade buscó entre los montones de papeles, cada vez más grandes, y entre ellas mi archivo. ¿Cómo podría perder semejante cosa? Gracias a que tomaba abundantes notas, mi archivo de nueve centímetros había crecido a doce.
Colocó una carpeta a un lado y el nombre llamó mi atención, Naruto Uzumaki. No habíamos hablado en semana y media. Bueno, en realidad no. La semana pasada, se había tomado treinta segundos antes de cálculo para descargar su último plan de ataque. Planeaba interrumpir mi sesión de terapia para pedirle a la Sra. Tsunade algún tipo de formulario. Él esperaba que ella saliera de la oficina y yo pudiera acceder a nuestros archivos. No fue así. Naruto salió de su oficina diez minutos antes del final de su sesión y nunca regresó.
Quería hablar con él, el lunes cuando él, Matsuri y Gaara vinieron a la siguiente clase de reparación de coches, pero hizo que nuestra conversación girara exclusivamente en torno a cálculo. Cuando terminamos de estudiar, hizo el bobo con Matsuri y Gaara, dejándome a propósito fuera de su lazo.
No es que culpara a Naruto por evitarme. Le había dicho algunas cosas bastante horribles en mi garaje. Cosas de las que no tenía ni idea de cómo retractarme. Además, ¿cómo iba siquiera comenzar a explicar por qué había estado de tan mal humor?
Ese mismo día, me enteré de que Shizune llevaba un niño en su preciosa panza. Shizune se había tumbado la mesa, mirando la pantalla silbante de negro y blanco, y dijo—: Oh, Sakura. Tendrás un hermano de nuevo.
De nuevo. Como si hubiera perdido un perrito y me estuviera preparando otro. No me interesaba un remplazo.
Naruto había venido a mi casa esa tarde y sacudió mi mundo con el conocimiento de Gaara en coches. No tenía que traer a Gaara ni compartir recuerdos de su familia. Una vez más, me enseñó el increíble e impresionante chico que era realmente y ¿yo que hice? Le eché a la cara que se acostaba con todas las chicas que se le ofrecían. Le dije que no sabía cómo amar porque no podía decirme lo que tenía tantas ganas de escuchar de él. Que él quería algo más que mi cuerpo, que me quería.
—Sí. Estoy lista para el baile —le dije a la Sra. Tsunade, volviendo a la realidad.
—Fantástico. Ah, ahí está. —Abrió mi archivo y se premió con un sorbo de su nueva adicción, Coca-Cola light—. Hoy me gustaría hablar de tu madre.
— ¿Qué?
Nadie habla de mi madre.
—Tu madre. Me gustaría hablar de tu madre. En realidad, hay un ejercicio que me gustaría intentar contigo. ¿Puedes describirla en cinco palabras o menos?
Bipolar. Hermosa. Errática. Talentosa. No es fiable. Elegí la respuesta segura.
—Le encantaba la mitología griega.
La Sra. Tsunade se recostó en su asiento, dejando al descubierto unos vaqueros y una camisa azul abotonada.
—Yo pienso en galletas de chocolate cuando pienso en mi madre.
—Estoy bastante segura de que sabe que mi madre no es de las que hornean galletas.
Ni de las que son madres.
Ella se echó a reír. No me refería a que fuera divertida.
— ¿Te enseñó los mitos?
—Sí, pero se centró en las constelaciones.
—Estás sonriendo. No te veo hacer eso en mi oficina muy a menudo.
Mi mamá. Mi madre loca.
—Cuando ella estaba, mi madre estaba. ¿Sabes?
—No. Explícate.
Mi pie empezó a mecerse.
—Ella... mmm... no lo sé.
— ¿Qué quieres decir con que tu madre estaba?
Tenía la boca seca como si no hubiera bebido en días. Realmente odiaba hablar de ella.
—Ahora me doy cuenta de que mis momentos favoritos con mi madre eran sus episodios maníacos. Apesta de alguna manera porque ahora los únicos buenos recuerdos que tengo están contaminados. La forma en que me sonreía me hacía sentir tan importante. Pintó las constelaciones en mi techo con pintura que brilla en la oscuridad. Nos tumbábamos en la cama y ella contaba las historias una y otra vez. Algunas noches ella me sacudía para mantenerme despierta.
La Sra. Tsunade tocó la pluma con su barbilla.
—Constelaciones, ¿eh? ¿Crees que todavía podrías distinguirlas?
Me encogí de hombros, moviéndome en mi asiento. Mi pie se accionó repetidamente contra el suelo. ¿A qué temperatura tenía la habitación? ¿A treinta grados?
—Supongo. No he mirado las estrellas desde hace tiempo.
— ¿Por qué no?
El comportamiento de la Sra. Tsunade cambió de un simpático perro Labrador a un negociante puro y duro.
El sudor se deslizó por mi nuca. Me recogí el pelo en un moño y lo levanté.
—Mmm... No lo sé. ¿Las nubes? ¿Qué no salgo de noche muy a menudo?
— ¿En serio? —preguntó con sequedad.
La ira brilló en mi torrente sanguíneo. Deseaba que mis ojos dispararan láseres.
—He perdido el interés, supongo.
—Quiero mostrarte algunas fotos que pueden desencadenar un recuerdo. Siempre que te parezca bien, ¿Sakura?
Um... no realmente, pero ¿cómo iba a decir que no? Asentí con la cabeza.
—Tu profesor de arte me dio estas pequeñas pinturas que hiciste en segundo año. Podría estar equivocada, pero creo que son las constelaciones.
La Sra. Tsunade levantó la primera. Alguien de primer grado podría firmarla.
—El carro pequeño, pero en la mitología griega sería la Osa Menor.
La siguiente pintura me era familiar, pero tal vez no para los demás.
—Acuario.
La tercera me confundió durante un segundo. Mi mente vacilaba en esa zona gris brumosa que yo detestaba. Le arrebaté la respuesta antes de que el agujero negro pudiera tragársela. Los mareos me desorientaron, permitiéndome sólo susurrar—: Andrómeda.
El corazón me latía con fuerza y dejé que mi pelo secara el sudor que se estaba formando en mi frente. Las náuseas rodaron en mi estómago y en mi garganta. Por Dios, iba a vomitar.
—Sakura, respira por la nariz y trata de bajar la cabeza.
Apenas oí a la Sra. Tsunade sobre el zumbido de mis oídos. El agujero negro fue creciendo, amenazando con tragarme. No podía permitírselo.
—No.
No podía crecer. El agujero negro era ya demasiado grande y esto ya había sucedido antes. Esa vez casi perdí la cabeza.
— ¿No a qué, Sakura?
¿Por qué sonaba tan lejos?
Me apreté la cabeza con las manos, como si el movimiento pudiera físicamente evitar que cayese en ese abismo oscuro. Una luz brillante atravesó la oscuridad y durante unos breves segundos, vi a mi madre. Se acostó a mi lado en el suelo en su sala de estar. Con el pelo rosa y sedoso cayendo de una horquilla dorada. Sus ojos muy abiertos, demasiados abiertos. Mi corazón se aceleró más rápido. Ella alargó la mano hacia mí, susurrando las palabras—: Y Perseo salvó a Andrómeda de la muerte. Sasori era nuestro Perseo. Estaremos pronto con él.
Miedo puro, nervios de última hora, película de terror, la sierra de cadena que transporta el miedo, todo esto envió adrenalina a través de mi cuerpo.
— ¡No! —le grité, empujándole con las manos para que dejara de tocarme.
— ¡Sakura! ¡Abre los ojos! —gritó la Sra. Tsunade, su cálido aliento me golpeó en la cara.
Cada centímetro de mí temblaba y extendí la mano para sostenerme, sólo para ser capturada por la Sra. Tsunade. Parpadeé rápidamente y sacudí la cabeza. Eso no podía estar sucediendo de nuevo.
No tenía ningún recuerdo permanente. Varios de los montones de archivos estaban en el borde de su escritorio, ahora desordenado. Tragué rápidamente para aliviar la boca seca y calmar mis nervios.
—Lo siento.
La Sra. Tsunade apartó el pelo de mi cara, su expresión era una mezcla de alegría y compasión. Si tuviera una cola, la habría meneado.
—No lo hagas. Experimentaste un recuerdo, ¿no es así?
No sé. ¿Lo hice? Agarré los brazos de la Sra. Tsunade.
—Ella me estaba contando la historia de Andrómeda y Perseo.
Respiró hondo, asintió y se agachó al suelo conmigo, al lado de todos los archivos volcados.
—Sí. Lo hizo. —El calor que me había abrumado antes se retiró, sólo para ser remplazado por la piel de gallina fría y pegajosa y unos temblores sin control. La Sra. Tsunade me entregó una Coca-Cola light sin abrir antes de regresar a su escritorio—. Bebe. La cafeína te ayudará. Creo que por hoy ya hemos hecho bastante. De hecho, creo que deberías ir a casa. Por supuesto, es tu elección.
Me quedé mirando la botella, insegura de si tenía la fuerza suficiente para abrir la tapa.
— ¿Por qué estaba contándome historias? ¿Y por qué dijo que pronto estaríamos con Sasori? ¿Olvidó que estaba muerto?
La Sra. Tsunade se agachó delante de mí.
—Alto. Has hecho un gran avance y hay que dejar que tu mente y tus emociones descansen. ¿Sakura? —Esperó hasta que tuvo toda mi atención—. No pierdas la cabeza.
Contuve el aliento. No lo había hecho. Me acordé de algo y no me había vuelto loca. La esperanza creció dentro de mí. Quizá era posible. Quizá podría recordar y quedar de una sola pieza.
—Ahora, dime, ¿casa o escuela?
La Coca-Cola light se sacudió en mi mano.
—No estoy segura de poder ir a la escuela.
Me dio una suave sonrisa.
—De acuerdo. ¿Está bien si salgo y llamo a tu padre y a Shizune para contarles lo que pasó y que vas a casa?
—Por supuesto.
—Por cierto —dijo ella—, estoy orgullosa de ti.
La Sra. Tsunade cerró la puerta detrás de ella. Gracias a Dios. Lo último que necesitaba era alguien en la oficina viéndome temblar como una hoja en el suelo y rodeada por un desastre de archivos. Archivos. ¡Archivos!
Ojeé el suelo y en cuestión de segundos vi el de Naruto, pero el mío estaba en su escritorio, abierto. Ahí estaba, cada momento, cada secreto, cada respuesta. Primero el de Naruto. Pero mis ojos se dirigían de vuelta al mío. La necesidad de llenar el agujero negro que me presionaba. Pero Naruto necesitaba pequeñas cosas; cosas rápidas, apellido, dirección, números de teléfono, y... yo le grité. Primero el suyo, y luego el mío.
Temblándome manos y rodillas, arrebaté su archivo y escaneé las páginas en busca de algún rastro de los nombres de Minato y Konohamaru. Primera página, nada. Segunda página: nada. Tercera, cuarta, quinta. Miré mi archivo. Dios, me estaba quedando sin tiempo. Sexta página, séptima, octava. Novena… Minato y Konohamaru Uzumaki. Colocados en adopción provisional por el estado de Kentucky después de la muerte de sus padres.
Actualmente colocados con Konan y Nagato...
La puerta se abrió y tiré al suelo el archivo.
—Sakura, ¿estás bien?
Me senté en mis rodillas.
—Traté de levantarme, pero me mareé un poco.
Parpadeé tres veces seguidas.
Corrió hacia mí, la preocupación devastando su tono.
—Lo siento mucho. ¿Soy la peor terapeuta del planeta o qué? Dejarte aquí tan débil como un gatito. Tu padre tendría mi permiso con certeza. —La Sra. Tsunade me ayudó a levantarme—. Te voy a llevar a la enfermería y te dejaré descansar un rato. La cama de allí debería ser más cómoda que el suelo.
* * *
—Naruto.
Me ignoró la primera vez que grité su nombre. La enfermera por fin me había liberado cuando sólo quedaban diez minutos para el final del almuerzo. Cuando entré en la cafetería, él, Gaara y Matsuri tiraron los restos a la basura y se fueron.
Puede que no me hubiera escuchado en la cafetería, pero sabía con certeza que me había oído en el pasillo. Apenas tenía energía para correr tras él mientras los tres se dirigían a las taquillas del nivel inferior.
Apoyándome a la barandilla, me arrastré escaleras abajo.
—Naruto, por favor.
Siguieron caminando, pero él echó una rápida mirada por encima del hombro y se detuvo en seco. Dejó caer sus libros y me miró de arriba abajo por segunda vez, atrapándome, ya que me caí en el último paso.
— ¿Qué te ha pasado? Estás horrible.
¿Débil gatito? Inténtalo con medusas comatosas. Las piernas me cedieron y Naruto me ayudó a sentarme en el suelo. Se sentó a mi lado, con una mano fuerte acariciando mi rostro.
—Me estás acojonando.
— Atsuko. Los padres adoptivos de Minato y Konohamaru son Konan y Nagato Atsuko. Lo siento. La Sra. Tsunade regresó antes de que pudiera obtener más información.
Apoyé la cara caliente contra el frío muro de bloques de hormigón. Oh, eso se sintió tan bien.
—Sin disculpas. Podría besarte ahora mismo.
A juzgar por la expresión de sus ojos color azul, lo decía en serio.
—No lo hagas. Creo que voy a vomitar.
Me encantó la forma en que sus labios se curvaron; parte sonrisa pícara, y parte hombre misterioso.
—Naruto. —Gaara lo llamó. Matsuri y él le esperaban en el otro extremo del pasillo.
Su mano cayó de mi cara e inhalé aire. Ya no éramos amigos. ¿Por qué eso hería a mi corazón? —Ve. Estoy bien.
—Estaré ahí en un momento. —Sus ojos no se apartaron de mí—. ¿Te metiste en tu archivo después?
—No tuve oportunidad. Fui al tuyo primero.
Naruto pasó una mano por su cara.
— ¿Por qué? ¿Por qué leíste el mío primero?
—Estaba más cerca. —Porque necesitaba hacer esto, por él—. Además, tuve un destello de aquella noche. No mucho, pero fue suficiente para cagarme de miedo.
Y echar más leña a mis pesadillas durante semanas. ¿Quién necesitaba más de tres horas de sueño cada noche? Yo no.
La campana sonó, desestimando el almuerzo. Naruto se levantó y me ayudó a levantarme.
—Vamos, te llevaré a clase.
Me aferré a su mano caliente, simplemente porque quería.
—Me voy a casa. Tengo la cabeza un poco revuelta. La Sra. Tsunade llamó a Shizune para decirle que voy de camino y probablemente se volverá loca si no me presento en breve. No sabía que tendría que perseguirte la distancia de un campo de fútbol.
Me apretó la mano. —Sí. Lo siento. Estaba... siendo un idiota.
Al menos lo admitió. Lo solté y abrí la puerta lateral.
—No pasa nada. Dime el lunes lo que me perdí en clase.
mariland- Clan Suzaku
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