Diez anillos 07/09/14 (Terminado)

Título: Diez anillos.
Autora: Akatsuna Mary.
Clasificación: +13
Género: Romance, un poco de comedía.
Advertencias: Quizá lemon y lime.
Resumen: Y fue en sus últimos días de vida en dónde lo conoció, a él, la persona que llegó a salvar su vida.
Publicaciones: FF. Es, Mss y aquí.
Disclaimer: Los personajes son pertenencia del Mangaka Masashi Kishimoto.







Por cada día que pasaba agregaba uno a sus manos, ellos eran su única compañía, los mismos que le recordaban el poco tiempo que le quedaba.

Los conservaba con la esperanza de verlos algún día y decir "todo acabó". Y fue en sus últimos días de vida en dónde lo conoció, a él, la persona que llegó a salvar su vida...

La única que logró hacer que sus últimos momentos de vida fueran maravillosos. Por primera vez no se acordó de su enfermedad o de ellos. No, simplemente eran ellos dos, en un mundo en dónde no importaban los anillos...






Todo comenzó cuando salí del consultorio del doctor, como siempre medio las mismas aburridas y rutinarias palabras "Lo siento, pensé que con el tratamiento mejorarías, pero ha avanzado considerablemente".

A veces me preguntaba, ¿por qué a mí? ¿Qué hice para merecer esto? Siempre llegaba a la misma conclusión, no lo sé, ¿pero y sí lo supiera? ¿Cambiaría algo? ¿Ayudaría a curarme? No lo creo. Aun así conservo una leve esperanza de que todo termine, sólo faltan tres días, tres benditos y cortos días, pero jamás imaginé que en aquéllos miserables, tristes y desolados días fueran a ser los mejores de mí vida...

Porqué en ésos días fue en dónde lo conocí a él, la persona que llegó a salvar mí vida. En un principio, creí que sólo era mi imaginación y el vacío inmenso que sentía, que pensé qué no era real, que sólo es una fantasía, alguien inexistente -pero con el pasar de las horas, comprendí que no era así; era definitivamente la persona más real y maravillosa que he conocido-.

Recuerdo perfectamente el tono de su voz, las palabras tan bonitas que utilizaba conmigo, lo bien que me hacía estar con él y qué sí era producto de mi subconsciente, había cambiado por completó mi existencia vacía.

—Anda, ¿de verdad? —preguntó sorprendido, solamente sonreí, ¿qué más podía hacer? Acabo de conocerlo, hablo con un completo extraño, ¿no debería temerle? ¿Por qué motivo? De igual forma, dentro de poco dejaré de existir—. Valla, pero sí eres toda una luchadora —sonrió—. ¿Cuántos días faltan?

—Tres —suspiré resignada, aunque era placentero charlar con una persona de carne y hueso, quería ir a casa, encerrarme en el cuarto, ahogando todo el dolor que tenía en mí¬—. Creo que debería irme, no quiero quitarte mucho tiempo.

—Para nada, no tengo nada que hacer. —Encogió sus amplios hombros y sonrió nuevamente—. Te invito un helado, Petit combattat

— ¿Qué es eso? —Vale, se hacía el listo conmigo, cuando acabo de decirle que no sé idiomas.

—Ah, eso deberás averiguarlo tú, ahora vamos. —Tomó mi mano forzándome a caminar al otro lado de la calle, en donde residía una tienda de helados. Entramos; el lugar estaba atestado de gente, apenas podía caminar, pero, aun así, él no soltó mi mano, es más, la apretaba con más fuerza y giraba el rostro a cada instante para comprobar que todo estuviera bien, que a pesar de tenerme fuertemente deseaba asegurarse de que no me hubiese ido y sonreía tan abiertamente e infantil, con unos pequeños hoyuelos a cada lado de sus mejillas, con los ojos cerrados y aquél flequillo, en efecto es la segunda persona más bella que he conocido.

Tras pasar entre el tumulto de personas, llegamos al mostrador, en donde nos atendió una mujer de cabellos extraños.

—Oh, Serpent, ¿vienés por mí? Te he dicho que el horario de trabajo no termina. Pero no importa, ahora voy. —Supuse que era su novia, aunque, por la pinta que tenía, no pasaba más que como una golfa.

—No —negó repetidas veces con la cabeza—. He venido por unos helados, quiero uno de limón, ¿y tú, Petit combattat? —Dirigió su mirada a mí, era tan cálida, tal dulce que no creí que esto me estuviera pasando a mí.

—Chocolate —susurré casi inaudible y, como siempre, sonreía.

—Bien, uno de limón y otro de chocolate. —Al poco tiempo regresó, le entregó los helados, el a mí, luego colocó su mano en el mentón—. Ha et vous partirez pour le renard, désde chárle vous m´avez ennuyé. —¿Por qué hablaba así? No entendía absolutamente nada, pero por la expresión del rostro de ella, supuse que no fue nada bueno. Dejó el dinero sobre el mostrador y salimos del local, en dirección a la inmensa callé, -que por cierto-, estaba lloviendo, por lo que nos quedamos sin helado. En definitiva debería irme.

—Debo irme, te agradezco todo lo que haz hecho por mí. —Por primera vez en años sonreí, una sonrisa sincera que demostraba la felicidad que sentía.

—Claro, ¿te enfermarás verdad? —miró el cono vacío y luego el helado que se desparramaba por el suelo—. Bien, parece que nos quedamos sin helado, pero —elevó la vista, anclándola en mí—, podemos ir a mi casa y tomar uno allí. —Ni si quiera medió tiempo a responderle, se quitó la chaqueta y la colocó sobré mi cabeza. Se inclinó un poco, ya que el media 1,90 y yo 1,65, acercó su rostro al mío, sentí un ardor en las mejillas, en efecto él causaba algo extraño en mí—. Así no te enfermarás —besó mi mejilla y nuevamente tomó mi mano. Cruzamos la calle cuando todos los autos venían, por milagro ninguno nos chocó, pero no vimos unos, entonces pensé que ése era el fin. Él se colocó de espaldas y me rodeó con sus brazos impidiendo que algo malo me pasara, esperé el impacto, pero no llegó, entonces me percaté de los gritos e insultos que él pronunciaba, diciendo que el conductor tenía la culpa cuándo el cruzó en verde.

—Se equivoca —sonrió altaneramente—, está en rojo. —Señaló sin mirar el semáforo, no sé cómo lo hizo, pero era ése color. Retomó el pasó lentamente y al pisar la vereda, el semáforo explotó. Era la segunda cosa más extraña que ha pasado en éste día. Tras eso  caminamos a un apartamento de color dorado con una alfombra roja, él saludó amablemente al portero en ése idioma que no entendía. En fin tomamos el ascensor, subimos al último piso, en donde sólo había una puerta, entramos y él comenzó a despojarse de su ropa arrojándola en una esquina, quedando solamente en ropa interior. Un calor inmenso me invadió de pies a cabeza, ¿será qué me he enfermado? No podía quitar mis ojos de su perfecto cuerpo, era todo lo que una mujer puede desear, músculos sin exceso, carismático, sonriente.

—Sabes Petit combattat se puede hacer algo mejor que ver.

— ¿Cómo qué? —pregunté estúpidamente, era obvió lo que quería.

—Púes, puedes tocarme, —tomó mis manos y las colocó sobre sus hombros, mientras acercaba su rostro al mío y dejaba un pequeño sendero de besos en mi frente—, puedes acariciarme, —Descendió las manos por todo su cuerpo hasta sus abdominales, él suspiró sobre mi rostro y besó la punta de mi nariz—, puedes estimularme. —Colocó mis manos en su entrepierna, moviéndola lentamente, gimió y está vez besó mi boca, con pasión y deseó, era tan deleitante y exquisito, tenía una agilidad inmensa para ello, apretando mi cabeza con una de sus manos y la otra en mi cintura. Explorando con lengua, mi cavidad bucal.

Había conocido al chico de las sonrisas, un completo desconocido y un experto besador...

Hey, aquí está una idea que me rondó por la cabeza muchas veces, la historia ya está terminada, espero que alguien comente, claro, si les interesa.

Los veré, creo ._.

Matta nee c:

Genial la historia ya quiero ver la continuacion... de verdad muy buena y lo ultimo genial de verdad

me dejo triste pero ala ve emocionado por lemon
lemon lemon lemon lemon lemon

Hey, muchas gracias por comentar, lamento no agradecerles uno a uno, pero debo irme a la uni, les dejo el capítulo y cuando regrese editaré c:

Aviso: lemon.







Lo agarró por la cabeza y lo acercó para darle un beso apasionado y profundo. Él se lo devolvió con ferocidad, y con un poderoso y magistral envite se introdujo en ella.
Echó la cabeza hacia atrás y gruñó cuando el húmedo cuerpo de ella le dio la bienvenida, envolviéndolo con su calidez. El impacto que sufrieron sus sentidos fue tan poderoso que se estremeció de la cabeza a los pies. Por los dioses, era mucho mejor de lo que había imaginado.
Con la respiración entrecortada, la miró a la cara. Deslizó la mano por su brazo, hasta capturar su mano y aferrarla con fuerza.

— ¿Te estoy haciendo daño?

— No —le contestó con una mirada tierna y sincera.
— Si lo hago, dímelo y me detendré.

Ella lo rodeó con los brazos y las piernas. Ése rió. Ella le pasó la lengua por el cuello y se deleitó al sentir cómo vibraba entre sus brazos.

Él alzó las caderas, muy lentamente, torturándola con el movimiento y, sin previo aviso, se hundió en ella con tanta fuerza que creyó morir de placer.

Contuvo el aliento al sentirlo por completo dentro de ella. Era una sensación increíble. Era maravilloso sentir las embestidas de ese cuerpo ágil y fuerte.

Cerró los ojos y disfrutó del movimiento de los músculos de él, que se contraían y se relajaban sobre su cuerpo. Entrelazó las piernas con las suyas.
Jamás había sentido algo parecido. Extasiada por el peso de su cuerpo sobre ella, le pasó las manos por la espalda hasta llegar a las caderas y lo empujó, incitándolo a ir más rápido.
Él se mordió los labios cuando sintió que ella le clavaba las uñas en la espalda. ¿Cómo era posible que unas manos tan pequeñas tuvieran el poder de vencerlo?

Él se hundió en ella hasta el fondo y permaneció inmóvil, observándola mientras los músculos de su vagina se contraían a su alrededor.
Alzó las caderas para salir al encuentro de los furiosos envites. Nada podía ser mejor que tenerlo obre ella, besándola con pasión y deslizándose dentro y fuera de su entrepierna. Cuando creyó que ya no podría resistirlo más, su cuerpo estalló en miles de estremecimientos de placer.




El sueño comenzaba a abandonarme, tenía la esperanza de que todo lo del día anterior no fuera una fantasía. Lentamente abrí los ojos y me encontré en el mismo cuartó, pero él no estaba, ¿Qué más puedo esperar? ¿Era obvio, no? Luego de lo que pasó él se iría. Observé que sobré la mesa de noche, reposaba una nota, con cuidado la tomé.






Lo supe, indirectamente quiere que me valla, no me importó, me levanté sonriendo de aquella cama y tomé la ropa del suelo, por suerte está seca, lo malo es que tiene olor a humedad. Me vestí rápidamente y salí del lugar, pero me detuve en la puerta por causa del portero.



— (Oh, señorita, el joven me pidió que le dijera que no se expresó correctamente en la nota que le dejó. Me pidió que le dijera que se fue por cuestiones de trabajo y que regresará dentro de unas horas, que por favor espere en su habitación) —Le sonreí, ¿nadie entendía qué no sé su idioma? Hice una pequeña reverencia y corrí al otro lado, necesitaba tomar el colectivo y para mi mala suerte, seguía lloviendo. Era peor que antes, parecía un diluvió, las calles inundadas y las personas refugiándose debajo de los tejados. Me quedé parada en medió de la lluvia, ¿qué importaba sí me mojaba? Nada, quería disfrutar mis últimos momentos de vida, ser feliz, dedicarme a hacer las cosas que antes no podía, por miedo. Sonreía abiertamente, incluso reía, todo era perfecto, veía el mundo diferente. Creó que la presencia de él, influyó mucho en mí.


Pasó, quizá, una hora, por fin el dichoso colectivo apareció, estaba completamente empapada pero feliz, el bus, paró enfrenté de mí empapándome aún más. El chófer se disculpaba y yo reía, ¿Por qué no hacerlo? Era divertido el estado en el que estoy. Cuando estaba por subir recordé que había pasado otro día, con un poco de dificultad saqué del bolsillo del pantalón un anillo de color rojo y lo coloqué en el tercer dedo. Sonreí.




—Sólo me quedan dos días más —musité inaudible y subí al bus, me senté en último lugar y observé por la ventana, tal vez sería la última vez que vería algo así, la última vez que podría vivir una experiencia como esta. Me recosté y apoyé mi cabeza en el ventanal, a los pocos segundos el bus arrancó, pero lo más extraño fue verle de nuevo a él, quien había subido al colectivo completamente empapado y un poco molesto. Se acercó a mi dando grandes zancadas y me encogí en el asiento, ¿Acaso piensa qué me robé algo? ¿O quizá ese hombre le dijo algo malo de mí?

— ¿Acaso piensas qué podrás librarte de mí, Petit combattat? —preguntó molesto. Cruzó sus brazos a la altura del pecho y frunció las cejas.

—No sé de qué hablas —musité en voz baja, y es que él estaba llamando la atención de todos—. ¿No se supone que tenías algo qué hacer? —cuestioné y me senté correctamente el asiento. No sé porque, él me hacía sentir algo distinto.

—Lo dejé cuando me enteré que te fuste corriendo como una loca en medio de la lluvia —habló enfurecido, apretó la mandíbula—. ¿No te dije que me esperaras? —dijo histérico, todos giraron para ver el teatro que armamos y el chófer no paraba de tocar la bocina y gritarle que se abajara, más él lo uno que hacía era gritarle más fuerte y decirle que se jodiera.

—Supuse que sería una molestia para ti alojar a una extraña en tu casa todo un día. —Me encogí de hombros y el bufó furioso.

—No sabía que mi novia era una extraña. —¿Novia? ¿Ha dicho novia? ¿Desde cuándo lo soy? El corazón empezó a latirme frenéticamente, ¿Por qué decía eso? Él sabe que voy a morir, ¿Entonces?

— ¿Le dices novia a las extrañas? —inquirí tratando de sonar burlona, más lo único que logré fue que él me alzara en brazos y comenzara a salir del bondi conmigo a cuestas.

—No eres una extraña, eres mi novia —pronunció dulcemente y depositó un beso en mis cabellos húmedos, contuve el aire por un momento y me dejé llevar por una fantasía, ¿Y si sólo era un sueño? Si lo era, no quería despertar—. ¿Acaso piensas qué soy de los que sólo quieren una noche? —Asentí repetidas veces con la cabeza y evité verlo directamente, no quería dejarme cautivar por sus bellos ojos—. Me temo que tienes un mal concepto de mí, Petit combattat —rió, tomó mi mano con cuidado observó la sortija que llevaba, no sé cómo, pero tomé todo el valor posible y lo vi fijamente, pude percibir un cierto destello de tristeza en ellos—. ¿Sólo quedan dos días, no? —Dejó mi mano sobre mi regazo y siguió cargándome como si nada, mientras las personas nos miraban divertidas.

—Sí. —Apoyé mi cara sobre su pecho y rodeé su cuello con mis brazos.

—Entonces me temo que me tendrás contigo las 24hs del día —sonrió—. Te prometo que haré de tus últimos días los mejores de tu vida —musitó con dulzura y le creí, sé que lo hará, pero no entiendo porque alguien como él se preocupa por mí.


Observé nuevamente la joya que adornaba mi dedo, jamás pensé que pasaría mis días con alguien como él, tal vez él era la persona que esperé toda mi vida, lástima que llegó muy tarde.


—Te quiero…

AAHSJAS, espero les haya gustado. Estoy feliz, soy Br ewe

Hey, muchas gracias por comentar, me hace feliz saber que te agradó el capítulo, de verdad. No sabes lo importante que es para mí que digas todo eso, sí, parece un ángel hasta yo diría que lo es.

Muchas gracias por comentar, Leon y a los lectores anónimos por leer c:








Era sábado por la tarde y estábamos en el parque de diversiones, él día de hoy se le ocurrió llevarme allí, dijo que sería muy divertido. Le creí. Jamás fui a un lugar así, nunca tuve la oportunidad de estar aquí, fue la experiencia más placentera de mi vida, bueno, la segunda, la primera fue lo de la noche anterior y ahora esto.

Él, como siempre, se encontraba sonriendo abiertamente y me tomaba de la mano con delicadeza para evitar que me fuera, como si quisiera eso, ¿Quién podría huir de alguien como él? Vamos, seamos realistas, ¿Cuántas personas podrían tener o querer algo así? Y yo, por extraño que suene, lo tenía, conseguí a la persona más maravillosa del mundo, cariñoso, cuidadoso, preocupado y hasta celoso.

Eso me hacía reír, ¿De quién puede sentir celos? Vamos, voy a morir el día de mañana y él me cela a diestra y siniestra con personas que no conozco, además de eso, ya se cargó a tres tipos, porque, según él, me estaba coqueteando.

Aunque no quisiera admitirlo, me encariñé con él, sin darme cuenta, en tres días llegué a sentir algo por ese chico del que no conocía mucho, por un extraño que dejó su vida a un lado sólo para pasar los últimos días con una cancerígena. Y eso me hacía sentir fatal, ¿Cómo puedo estarle robando tiempo y vida a alguien como él? De seguro era el típico casanova de 1°, al que nunca nadie le dijo que no, al que ninguna podría resistírsele, y yo, aquí con él tomada de la mano, siendo el centro de atención, robándole su valioso tiempo.
Por extraño que suene, llegué a pensar que él me cogió cariño, aunque sea sólo un poco, cada vez que ve mi mano, se fija en esas alhajas que las adornan y sus bellos ojos pierden ese brillo tan especial, su sonrisa se vuelve falsa y vacía, como si de verdad mi muerte le afectase. ¿Será qué le estoy haciendo daño? ¿Cómo podría? Apenas nos conocemos, pero una parte de mí, sabía que él sufriría cuando yo dejase de existir.

Repentinamente nos paramos enfrente de un tumulto de personas que se limitaban a apreciar un espectáculo único. Te acercaste al anfitrión y lo sobornaste con algunos billetes, me reí de ti, te veías tan alegre e infantil cuando él te entregó el micrófono, que hasta pensé que te pondrías a bailar allí mismo. eso era lo que más me gustaba de ti, tu actitud única e inigualable, te comportabas como si fueses un niño pequeño, pero también como un hombre, te la dabas de pandillero, pero por dentro eras tierno, tratabas de comparar todo con tu dinero, pero sabía que te sentías mal por eso.

Te acercaste lentamente al podio y todos te observaron fijamente, algunas intentaron flirtear contigo, pero tú la rechazaste rotundamente y me miraste como si fuese la cosa más bella de todas, como si fuese arte o una modelo francesa, con una mirada tierna y comprensiva, pero también lastimosa y comprensiva. Porque sólo tu sabías lo que pasaba conmigo y sé que te sientes mal por no poder hacer algo por mí.




—Esta mujer que está aquí, —Me señalaste con la mano y sonreíste con altanería, hasta diría con egocentrismo—, ella logró lo que nunca nadie pudo hacer. —Me miraste tiernamente y pude ver en tus ojos un destello muy especial—. Me robó el corazón —musitaste con toda la ternura del mundo y entonces empecé a temblar—. En tan sólo tres días, está mujer me robó el corazón, por eso. —Aclaraste tu garganta y todos nos quedamos expectantes—. Por eso quiero decir lo siguiente. —Te bajaste de aquel lugar y te abriste paso entre la multitud hasta llegar a mí, el corazón me latió frenéticamente ¿Qué estaba haciendo? ¿Te has vuelto loco?—. Querida Petit combattat. —Te arrodillaste ante mí y sacaste una pequeña cajita de color negro, no podía ser, ¿o sí?—. ¿Quieres casarte conmigo? —preguntaste con toda la ilusión y dulzura que sólo tu podías trasmitir. ¿Será posible? ¿En qué momento lo has comprado? Dejé de respirar y el mundo empezó a girar a mí alrededor, todas las miradas se concentraron en nosotros. Aquellos desconocidos esperaban mi respuesta, al igual que tú.



La voz no me salía, las palabras se quedaban atascadas en mi garganta, ¿Sería esto posible? ¿De verdad vas a casarte conmigo? ¿por qué? Sabes que moriré, ¿Entonces por qué? presionaste suavemente mi mano y colocaste esa sortija en el lugar que correspondía, mis ojos se inundaron de lágrimas, los labios me temblaban y el corazón empezó a palpitar de nuevo, hasta pensé que moriría allí mismo. me sonreíste tan sinceramente y depositaste un beso en mi mano en espera de una favorable respuesta. Elevaste la mano y con cuidado secaste esas rebeldes lágrimas, te miré fijamente y me perdí en la profundidad de tus ojos. ¿Por qué tardaste tanto en llegar?



—Sí quiero —dije completamente feliz. Era el mejor día de mi vida, me iba a casar con desconocido, pero uno que logró hacer de mis últimos días los mejores de mi vida. Me tomaste por la cintura y me besaste con ternura enfrente de tanta gente que empezaron a chiflar y dar las buenas nuevas.



Y esa noche nos casamos en una enorme iglesia llena de personas que no conocía, pero ellos a ti sí, te cargaron con las típicas burlas sobre lo pesado que era el matrimonio y lo que sería de ti de ahora en adelante, pero no te importó, ¿Cómo podría? Pronto dejaré este mundo, pero me llevaré conmigo los recuerdos más maravillosos del mundo.

Porque ese día me casé con el hombre que espere toda mi vida, la persona más perfecta de todas, a la que siempre esperé y a la que
amaría por el resto de mi vida, aun después de la muerte te amaría, y a la que pronto dejaría…


Y este es el penúltimo. Sí, lo sé, es muy corto, pero me gusta más así, es corto pero emotivo, ¿no? Bueno, espero les haya gustado y nos vemos en el final c:

Matta nee.

Hola, muchas gracias por comentar y leer c:

Leon: No, no se puede hacer nada, el cáncer es incurable, lamentablemente no hay vuelta atrás D:

Oni: Ok, no me mates por el final que aún soy joven xD. Espero te agrade y te sorprenda c:

Anónimos: Les agradezco a ustedes lectores que se mantienen en anonimato, de verdad los aprecio mucho c:








Había llegado el momento, por fin todo el dolor y sufrimiento por el que pasé a lo largo de mi vida se irá el día de hoy. Pero, por otra parte, no todo fue malo, porque gracias a esa enfermedad logré conocer a la persona más maravillosa del mundo, a la única que valió la pena y si de algo estaba segura, era, de que jamás podría olvidarlo, y nadie podía ocupar su lugar.

Suspiré por millonésima vez y él apretó suavemente mi mano, estaba nerviosa, no más que eso, estaba triste, me sentía desolada, no quería morir, por primera vez en años no quería morir.

Quería permanecer con vida y vivirla con él, sé que jamás podré encontrar a alguien así, que esto —aunque fue casualidad—, me hizo muy feliz, no deseaba abandonarle, necesita seguir con vida y ser feliz. Ni si quiera eh podido dormir en toda la noche porque me la pasé pensando en lo que sería mi vida con él, me imaginé a mí misma con un bebé en brazos, cómo él quería, con mi cabello original, con esa alegría indispensable que sólo él me daba. Me imaginé a mí misma dentro de unos años, tomada de su mano, caminando por las calles de este lugar y sonriendo como dos enamorados, como la primera vez que lo vi, como sólo él sabía hacerlo.

Me imaginé una vida distinta, incluso llegué a pensar que tal vez tenía una oportunidad de vivir, y que si eso fuese posible, la viviría a su lado, no importaría lo que me costase, me quedaría a su lado.

Una lágrima se escabulló de mi ojo izquierdo, no, no podía llorar, me lo prometí a mí misma, que cuando esto pasara no lloraría, no sería débil y que pase lo que pase lo aceptaría. Apreté suavemente su mano y lo observé fijamente, si este era mi último día quería llevarme una imagen suya, la más tierna y dulce que pudiera.

Él, como siempre, sonreía con cariño y comprensión, una sonrisa que adornaba su bello rostro, pero que esta vez no llegaba a sus ojos, acarició dulcemente mi mejilla y cerré los ojos ante su contacto. Poco a poco sentí como me rompía, ¡¡Joder, no quería morir!! De repente fuimos interrumpidos por el sonido de la voz de la asistente médica, había llegado el momento.



—Escucha —habló dulcemente y abrí los ojos. No quería verle, pero lo hice y ese fue mi peor error—. Pase lo que pase, diga lo que diga, no importará —sus ojos comenzaron a aguarse y noté el esfuerzo inmenso que hacia para no llorar—. Yo siempre te amaré, después de ti no habrá alguien más, nadie nunca ocupará tu lugar —besó mi frente—. Te amo, Petit combattat —besó mis mejillas—. Te amo y eso nunca cambiará. —Y finalmente me besó en los labios, me aferré a su cuello y ahogué un gemido de dolor, realmente lo extrañaría, no quería dejarle, no podía, no a él.

—También te amo —musité tristemente y procuré no llorar, pero no pude. No era de piedra, tenía corazón y lo peor de todo, era que este se rompía lentamente.



Nos separamos lentamente y lo contemplé por última vez, le sonreí y traté de ser creíble, ya no había nada que hacer, después de hoy me convertiría en un recuerdo, ya no sufría, ya no.

Comencé a caminar tranquilamente sin mirar atrás, no tenía el valor para encararlo y decirle que adiós, no tenía la capacidad de soportar más el peso de la culpa, porque fui yo quien le robó el corazón a una persona magnífica, como también fui yo quien se lo rompió el día de hoy.

Apreté los labios con fuerzas, no quería entrar, quería salir corriendo de aquí junto con él y pedirle que huyéramos lejos de aquí, pero sé que no servirá de nada, de todas formas moriré.

Giré lentamente el rostro y lo vi, parado unos cuantos pasos detrás de mí, con los brazos a ambos lados, una sonrisa melancólica y triste, con sus ojos llenos de un profundo vació y soledad, con unas lágrimas rebeldes escabulléndose de sus bellos orbes y sus labios articulando un “te amo”.
Oculté mi cara entre las manos y lloré, el día de hoy él se convertiría en el mejor de mis recuerdos…

The end

Hola, bueno aquí está el final fue rápido, pero quiero terminar con todo mis fics rápido, así que aquí está. Lo dejé así, porque si seguía entonces terminaría en un final muy triste y no quería eso.

Espero les haya gustado el final y los veré en otro de mis fics.

Matta nee c:

vaya, una historia muy linda.. aun si se hubiera desarrollado mas el capitulo, hubiera sido genial, pero de ley hubiera llorado... jeje
supongo que este tipo de cosas(las de sakura), son las que llevan a la gente a amar, querer, disfrutar la vida sin miramientos o lamentaciones solo a aprovechar lo poco que queda de ella al maximo..
y por ultimo, algo que no entendi Petit combattat???

La leí exactamente 64 veces en un mes y cada que la leo lloro demasiado :'(