Mi maldición [+18] (21/11/13) (Cap 59) [Final de la última temporada]

Cap 59: ¿Final del sufrimiento?

El viento templado movía los cabellos que me impedían ver el camino.

-Estoy harta del aire.

-Tranquila pronto llegaremos.-desvié mi mirada a la derecha, Gaara me sonreía con calidez.- Está más adelante.

-¿Estás seguro de que es por aquí?

-Muy seguro... Espero.-sonrió.

-Muy inteligente Kazekage.

-Tuviste que responder, Naruto tiene razón.

-¿Qué?

-Nada, nada.

-¿Qué te ha contado de mí?

-No solo a mí, le habla bien de ti a todo el mundo, lo tienes hechizado.

-¿Quieres que se me revuelva el estomago?

-Participar es lo que cuenta, ¿No?

-Muy gracioso.

-Que poco sentido del humor.-calló y desvió la mirada al frente.- Mira allí, Killer Bee está enterrado en ese lugar.

-¿Cómo lo averiguaste y quien le enterró?

-¿No fuiste tú?

-Yo salí corriendo en busca del biju.

-¿Entonces...? ¿Quién lo hizo?

-¿Y cómo quieres que lo sepa?-en ese momento recordé las visiones, podrían ayudarme a averiguarlo.

-Pensé que tendrías un as bajo la manga.

-Claro, en realidad son dos.

-Lo sabía.

Tal vez debería contarle sobre mis visiones... Pero no sé cómo respondería antes ese hecho, yo misma estoy sorprendida de poder manejarlo.

Mis pies pisaron la fría tierra, desolada por la maldición, lo que una vez fue un pueblo ahora se quedó en un yermo desierto.

-¿Es aquí?

-Sí, pero no sé el lugar exacto.

-¿Y cómo lo descubrimos? Si tuviéramos alguna técnica ocular o algo así...

-Aun estamos a tiempo de pedir ayuda... Pero dudo que quieras que alguien más sepa lo tuyo...

-Gracias por preocuparte por mí, tendremos que buscarlo nosotros.

-Está bien, tengo una idea.-el joven levantó la mano y la arena se filtró entre la tierra.

Con gran lentitud, se fue levantando la corteza terrestre, teniendo cuidado con lo que había debajo.

-Ahora es tu turno, entra bajo la tierra y búscalo.-ordenó el Kazekage.- Pero hazme un favor y no te abras paso a puñetazos o destrozarás el cuerpo del hombre.

-Lo entiendo, lo entiendo. Nada de golpear...-sonreí y me filtré entre el agujero que había quedado en la tierra.

Allí abajo estaba completamente oscuro, con solo dar dos pasos me choqué contra una terreno duro, reprimí las ganas de derrumbarlo.

¿Cómo avanzo ahora?

"Así"

Una tenue luz nació desde el centro del pecho e invadió todo mi cuerpo, creando sombras que se movían a la par que yo en el túnel de tierra.

-Gracias...-recordé la voz que acababa de hablar, era dulce como aquel humo blanco que me ayudó contra el demonio.

El tema de la maldición me tiene algo preocupada, hay muchos seres diabólicos por ahí sueltos y todo por mi culpa.

Mi mirada inspeccionaba el lugar, a cada paso la cosa se ponía más lúgubre y oscura. La luz se intensificaba cuanto más cambiaba el entorno.

Llegué a un callejón sin salida, allí no había manera de avanzar si no fuera destrozándolo.

Para mi sorpresa la arena se filtró entre la tierra abriendo un agujero frente a mis ojos, sonreí para mis adentros, y entré con suavidad en él.

Solo faltaba que por ejercer mucha fuerza en la tierra, derrumbe todo el trabajo de Gaara.

El corazón comenzó a latirme con fuerza, de mi interior se escapó un humo negro que se fue deformando hasta tomar forma de flecha.

Extrañamente, la situación se parecía a la de Jiraiya, cuando estaba a punto de morir, así que (recordando lo bien que me vino aquella vez) cuando la oscuridad voló hacia el horizonte, la seguí.

Esta vez tuve que aumentar la velocidad de mis pasos para no perderla de vista, con el tiempo fue ralentizando la marcha hasta detenerse en una especie de cueva, apuntando al techo.

Apoyé mis manos y tiré con algo con de fuerza, sin pasarme de la raya o acabaría bajo una pila de escombros.

Nada más abrirse un hueco, la flecha se adentró en él creando un rayo de luz que alumbraba mi rostro.

-¡Sakura! ¡Ya puedes salir!

Al escuchar el grito de Gaara mis pies reaccionaron, tomaron fuerza y me impulsaron hacia arriba.

Mediante un puñetazo volví a la superficie derrumbando parte del suelo.

-¿No podías haber sido algo más delicada?-preguntó Gaara sonriente.

-Podría... Pero no me apetecía.

-Me lo supuse.

-¿Por qué me mandaste salir?

-Míralo tú misma.-posó sus manos en mis hombros y me giró lentamente, abrí los ojos al ver a Killer Bee colgando en el aire, rodeado de un aura oscura.

-Está igual... No ha envejecido.

-Puede ser porque fue un jinchuriki.

-Debemos bajarlo de ahí.

-Creo que esta vez, no podré ayudarte.

-Lo entiendo, algo producido por la maldición, debe ser subsanado por la creadora, ¿No?

-No quería echarte a ti las culpas.

-Descuida, estoy acostumbrada.-me separé de su agarre y comencé a andar hacia el hombre suspendido en el aire.

Clavé la vista en él.

Tú me salvaste una vez, ahora lo haré yo.

La oscuridad se disipó y entró en mí de nuevo, el cuerpo bajó lentamente hasta situarse en el suelo.

-Ahora es mi turno.-me llevó las manos al pecho.

Miles de imágenes, que tenían a Naruto como protagonista, pasaron por delante de mis ojos, mis párpados cayeron para concentrarme mejor.

Sentí energía rodeándome, el suelo comenzó a moverse mediante vaivenes cortos, hasta convertirse en una sacudida constante.

Mis cabellos comenzaron a elevarse, como si de unos hilos se trataran, mis pelos se movían a merced del chacra que se arremolinaba junto a mí.

Sonreí al recordar uno de los besos que tuve con Naruto, la sensación cálida apareció de nuevo e invadió mi cuerpo.

Al de un rato sintiendo ese calor, escapó en forma de luz, dirigiéndose de golpe al cuerpo inerte del hombre.

Tanto él como yo, levitamos por un momento, la luz comenzó a invadir las heridas del antiguo Jinchuriki.

El colorido de la piel fue tomando el suyo original, abandonando esa palidez que antaño gobernó su cuerpo.

Sentí como mi cuerpo se volvía pesado, me costaba abrir los ojos y dejar de pensar en Naruto ya me era imposible.

Entreabrí los ojos para ver como toda la sangre, las magulladuras y los arañazos habían desaparecido como por arte de magia.

Killer abrió los ojos y parpadeó varias veces, parecía confuso, mas la mueca de sorpresa no se hizo esperar al verme de frente.

Por si renacer ya fuera poco sorprendente, encontrar a alguien frente a ti volando tras abrir los ojos, no creo que sea plato de buen gusto para nadie.

La luz se iba disipando provocando que mi cuerpo doliera y mi corazón comenzara a arder, creo que la fusión con el diablo me ha dejado secuelas.

Me dolió el alma hasta el fondo y no pude evitar soltar un grito de dolor para caer de bruces contra el suelo.

Sin embargo, antes de desmayarme, pude ver unos brazos yendo hacia mí con rapidez.

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Mi cuerpo pesaba como mil demonios, escuchaba el goteo constante de mi sangre y sentía un profundo pinchazo atravesando mi corazón.

Lo que significaba... Que tengo a Naruto cerca.

-Te pillé...-el susurro llegó a mi oído suavemente y por primera vez me asustó.

Salté hacia atrás y me posicioné sobre el árbol.

-Felicidades... Te ha costado lo tuyo, a pesar de estar herida.-esta vez, no me sorprendí al escucharme hablar.

-Di lo que quieras, pero esta vez, no escaparás de mí.

-Al menos aguanté lo mío.

-No me gusta darte la razón...-sonrió de manera maligna pasando una mano por su cabello dorado.

-Acabas de dármela, idiota.

-Tú siempre con una palabra amable en la boca, sobre todo si se refiere a mí.

-Como has mejorado tu ironía, ya no da risa oírte.

No me dio tiempo a verlo pero al parecer, a la Sakura del sueño, sí. Naruto apareció frente a la chica (que era yo) y ésta dio un paso hacia atrás.

-Menudos reflejos...

-No solo tú vas a mejorar, no me quiero quedar atrás.

-Nunca lo estuviste.

-Que caballero...-respondí con sarcasmo.

Sentí una presión en mis muñecas y para cuando quise darme cuenta estaba de nuevo acorralada contra el árbol.

Menuda manía más insalubre está pillando el chico, y, encima, me está gustando cada vez más.

-Te tengo dicho que no me gusta que me respondas así.

-Y yo te he dicho que nadie me da órdenes.

-Castigada...-susurró antes de cubrir mis labios con los suyos.

Pensé que no seguiría haciendo nada de eso, tendré que pararlo antes de que se descontrole.

Para mi mala suerte, mi cuerpo (quien rechaza los mandatos de mi cerebro) comenzó a corresponderle el beso.

Mis manos se dejaron a merced de su cautiverio, no luchaban por escapar.

Su lengua entró con suavidad en mi cavidad bucal, no sin antes haber mordido levemente mi labio inferior, hinchándolo un poco.

El joven soltó el agarre con lentitud para bajar por mi cuerpo, delineó mis curvas con la palma de la mano, y una vez llegado a la cintura, las posó allí.

Me acercó bruscamente provocando dificultades al aire para pasar entre nuestros cuerpos sudados, dado que llevábamos corriendo un buen rato.

Deducción realizada tras la visualización de mi estado.

Deslizó los dedos bajo la camisa, mi piel se estremeció ante el contacto de su cálida piel.

Las heridas de mi cuerpo comenzaba a doler y los gemidos (producidos por estas) se dejaron escuchar.

-Sakura, ¿Estás bien?-preguntó separándose de mí.

-Sí... Yo...-en ese momento escupí sangre, manchando el pecho de Naruto.

El joven se asustó y comenzó a gritar mi nombre alarmado.

-¡Sakura! ¡Sakura! ¿¡Qué te pasa!? ¡Reacciona por favor!

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Me desperté asustada, el aire frío me recibió de golpe obligándome a cerrar los ojos. Un impulso ayudó a mi cuerpo a incorporarse.

-¿Estás bien?-esa voz...

-¿Bee?-pregunté con poca fuerza.

-¿Ahora eres una oveja?-escuché la risa de Gaara.

-Muy gracioso Kazekage, espero que a Suna no le importe prescindir de ti.

-¿Eso era una amenaza?

-En efecto.-sonreí débilmente.

-El cansancio ha hecho  mella en ti, no das tanto miedo.

-Eso, atácame ahora que no puedo defenderme.

-Par de tortolos, estoy aquí.-con mucho esfuerzo giré un poco la cabeza para ver a Killer Bee tras de mí, ejerciendo de apoyo para mi espalda.

-No sabes cuánto me alegro de volver a verte.

-Gaara me ha contado la maravilla que has hecho, muchas gracias.

-Gracias a ti por aparecer aquel día en mi vida, siempre quise pedirte perdón por lo que pasó.

-¿Disculparte? ¿Por qué? Tú no hiciste nada.

-Te maté.

-Fue la maldición.-saltó Gaara de golpe al escuchar mis palabras.

-Yo soy la maldición.

-Discutiremos esto en otra ocasión.-dijo Bee levantándome en brazos.- Tienes que ir a descansar.

-¿A dónde?

-A Konoha, ¿Vives allí no?

-Sí, pero prefiero que no me vean así.

-¿Por?

-La última vez casi me encierran en el hospital hasta que me recuperara, si me vuelven a ver así, tal vez nunca vuelva a recibir la luz del sol directamente sobre mi piel.

-Vale, hagamos una cosa.-Gaara se llevó la mano a la barbilla.- ¿Si esperamos a que te recuperes podrás utilizar el chacra curativo sobre ti?

-La duda ofende...-sonreí vagamente.

-Está bien, nos quedaremos aquí.-Bee me dejó en el suelo con delicadeza.- Así me puedes poner un poco al día.

-Bueno, creo que ya sabes lo más importante.

-Sí, pero eso de revivir personas no me cuadra con una maldición que las mata, es un contrasentido.

-Eso me cuesta explicarlo hasta a mí.

Junto a Bee y Gaara sentía que podía ser yo misma, hablar sobre la maldición y sobre mis inquietudes liberó algo el peso que cargaba.

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Konoha se alzaba al fondo, aceleré el paso para llegar cuanto antes.

Gaara tuvo que quedarse en Suna, que pillaba de camino y Bee viviría escondido de los demás hasta que supiéramos como dar la noticia al mundo.

No creo que nadie reciba bien el hecho de que un muerto haya resurgido de manera misteriosa.

Al principio se negaron a que fuera sola, aunque no me costó mucho convencerlos. Dado que la propia maldición fue la que se encargó de que me recuperara.

Últimamente se comporta más extraño que nunca.

Una explosión me sacó de mis pensamientos, mi olfato me decía que había pasado cerca de aquí.

Podía ver el humo y todo frente a mí.

Me adentré en el bosque que adornaba el camino, ya he pasado miles de veces por aquí y sigo sin poder orientarme.

¿Cómo puedo tener tan pésimo sentido de la orientación?

Un encapuchado venía corriendo frente a mí, parecía un bandido. Llevaba una bolsa en la mano y algo me decía que no era ella.

El hombre, al verme, sacó el kunai aumentando la velocidad de la carrera.

Ahora que era más veloz, gracias a la fusión del demonio, así que no me fue difícil ponerme frente a él y golpearle con la mano cerrada.

No pudo defenderse de mi golpe y salió volando en la dirección que venía antes. La bolsa se escapó de entre sus dedos y acabó en mi mano.

¿Qué será?

Decidí que era mejor investigar más adelante, si el hombre huía es que el problema estaba allí.

Solo tuve que correr un poco para que mi corazón comenzara a latir con fuerza.

No puede ser que tenga tan mala suerte...

Como me imaginaba, millones de copias de Naruto poblaban la zona, cada quien luchaba contra un bandido.

Parece ser que eran una gran banda, si ha obligado a Naruto a multiplicarse es que es importante.

No solo estaba él, Sai y Kakashi también estaban, e Ino en una esquina cubriendo las espaldas de Lee.

Que panorama, habían golpes por todos lados. Creo que puedo subsanarlo.

Salté con fuerza y levanté la pierna al aire, traté de ponerme frente al sol para crear una sombra y así se dieran cuenta de mi presencia.

Bajé en picado y cuando mi pie hizo contacto con el suelo, éste se quebró en mil pedazos.

Los ninjas abrieron los ojos de golpe al verme allí, casi todos los maleantes salieron volando a causa del impacto, el suelo (ahora eran piedras) volaban a sus anchas por el aire.

Y sin querer me cargué bastantes copias de Naruto, verás luego para aguantarle...

Los que estaban por el aire fueron víctimas de las patadas de Lee, de las rosas envenenadas de Ino y de los ataques de Sai.

Los que caían ya estaban fuera de juego tras el golpe.

Por suerte no apunté a nadie, así que no destrocé ningún hueso.

Espero...

-¡Sakura! ¿Qué haces aquí?-preguntó Naruto.

-Pasearme para que me dé un rato el aire, ¿A ti que te parece?

El rubio me fulminó con la mirada y solo atiné a reírme, es peor que un niño pequeño.

¿Ya lo comente antes no?

Uno de los bandidos trató de arrebatarme la bolsa, pero, dado lo mal que se encontraba, me fue fácil esquivarme.

-¿De dónde has sacado eso?-preguntó Kakashi señalando la bolsa.

-La traía uno de los encapuchados.

-Debí suponer que no volaba por gusto.-respondió Sai sonriendo.

-Así que fuiste tú...-la expresión de Ino daba a entender que lo acababa de captar.

-¡Eres realmente fuerte Sakura!-nuevamente Lee apareció frente a mí con las estrellas en los ojos.

Ahora no dudo de que sea una alucinación o una ilusión óptica, esta vez puedo verlas bien.

-Si tú lo dices...

¿Por qué siempre acaban invadiendo mi espacio vital?

Naruto apareció junto a Lee y "accidentalmente" el chico salió de mi campo de visión.

-¿De dónde venías? Te estuve buscando.

-¿Para qué?

-¿Recuerdas la semana esa que teníamos que pasar juntos?

A Ino se le encendieron los ojos.

-¿Qué semana?-la rubia se situó frente a mí con rapidez.- ¿¡De qué me he perdido!?

-Muy bien Naruto... ¿Por qué no lo has anunciado en un cartel?

-Se me escapó.-sonrío como si de un niño pequeño se tratara.

-¡¡Sakura!! ¡¡Tienes que contarme!!

-¿Eh? No si...-clavé la vista en el rubio.- ¡¡Mira en lo que me has metido!!

-¡No he sido yo!

-¿¡Cómo que no!? ¡Si hubieras cerrado el agujero amorfo ese que tienes por boca no se habrían enterado!

-¿¡Qué acabas de decir!?

-¡Qué eres un amorfo!

-Ya echaba de menos esto.-dijo Sai sonriente.

-Mucho habían tardado.-la rubia se unió al chico.

-Siento ser yo quien interrumpa vuestra civilizada conversación, pero debemos irnos.-anunció Kakashi.

-Está bien, nos iremos ya.-respondió el rubio mientras me fulminaba con la mirada.

-Sakura, ¿Podrías llevar tu el saco? Creo que es el lugar más seguro de todos.-bajo la máscara pude percibir una pequeña sonrisa.

-Como ordene. ¿Puedo saber que hay dentro?

-Son documentos importantes que han conseguido robar atacando a quien los portaba.

-¿De donde son?

-De Suna, tenían de destino a Konoha.

-Lo entiendo, gracias por la explicación.

-No tienes que agradecerme por eso, pongámonos en marcha.

Asentimos en silencio y nos dirigimos en dirección a Konoha.

Me costaba mantenerle el ritmo a los chicos, porque ahora que era el doble de rápida, podía medirme con la velocidad de Naruto y él también parecía estar conteniéndose.

-¿No podemos ir algo más rápidos?-la pregunta de Lee me alegró el camino.

-Lee, no puedes ir siempre a gran velocidad, no todos corremos igual.-se quejó Ino.

-¿Una carrera?-cuestioné preparada para salir corriendo.

La verdad es que me cansaba más, yendo tan despacio que corriendo con todas mis fuerzas. Puedo compararlo, ya que, antes de que me encontrara con ellos, venía a gran velocidad.

-¿Quieres correr contra mí?-Lee hizo una postura bastante dramática y exagerada.- No soy fácil de vencer, te lo aseguro.

-Ganar o perder me da igual, solo quiero llegar antes.

El chico cayó al estilo anime y Naruto rompió en carcajadas, creo que esa risa era falsa, ¿Lo hará para molestar al otro?

-Bueno, si es por eso, me apunto.

-¿No decías que no podías correr como todos?-preguntó Sai.

-Una carrera me motiva.

-Igualmente.-dijo Naruto.- A ver quien llega antes.

-¡Adelante!-gritó Lee.

Sin pensarlo dos veces cargué chacra en los pies y mi velocidad se disparó, adelantándoles un buen cacho.

Detuve el flujo del chacra y me centré en mi actual velocidad, sin modificar nada en ella.

Controlar esa manera de correr me va a costar lo mío, casi acabo siendo parte de un tronco.

-Te has vuelto más rápida.-la cabeza de Naruto asomaba a mi lado.

-Vaya, pero sigo sin poder librarme de ti.

-¡Ni de mí!-Lee nos alcanzó con rapidez, ambos eran buenos y tenían gran fondo físico.

Yo no sé cuanto aguantaré, pero estoy segura de que también se amplió el tiempo que puedo estar corriendo seguido.

Tal vez no tenga tantas consecuencias negativas la fusión del demonio, ya que la maldición, no se volvió más maligna.

Por el contrario, está más extraña que antes.

-Os veo muy seguros de la victoria.

-Llevamos compitiendo desde pequeños, ¿Piensas que no pelearemos ahora por nuestro puesto?

-Creo que os lo tomáis muy en serio.

-¡Solo con una buena competencia se puede mantener viva la llama de la juventud!

Naruto suspiro al oír eso de Lee, yo solo atiné a mirarle sorprendida, a este tío le faltaban unos cuantos tornillos.

-Ahora entiendo porque te llevas bien con él.-le susurré a Naruto.- Sois igual de raritos.

El chico me fulminó con la mirada (otra vez) y estiró el brazo. En ese momento, tuve que recurrir al sistema de estamparme contra los árboles, pero era la única manera de escapar de él.

Así que, cargando chacra en mis pies, escapé de sus garras mientras me reía a carcajada limpia.

-¡Vuelve aquí!

-¡Alcánzame si puedes!

-¡Te vas a acordar de mí cuando te atrape!

-¡Qué miedo!

-¡LA MATO!

Podía ver a Konoha a unos cuantos metros de mí, así que reduje la velocidad para no entrar como una bestia en la entrada.

"Tras de ti"

Solo tu ve que saltar para evitar la captura de Naruto, este chico tiene una capacidad para correr impresionante.

-Cada día me sorprendes más.-dije mirándole desde arriba.

-No veas tú a mí.-sonrió.

Aquella sonrisa me pareció tan sincera y cálida, que mi cuerpo no pudo evitar corresponderla.

Me abofeteé mentalmente por ello y, tras aterrizar, salí corriendo.

Nos adentramos en la villa corriendo como locos, ahora ya era una carrera por la supervivencia, si ralentizaba el paso, estaba perdida.

Una estela dorada se cruzó en mi camino tras media hora de alborotar por la villa, conseguí frenar por los pelos.

Sin embargo, una fuerza chocándose contra mi espalda, me empujó hacia delante. Lo último que recuerdo es haber escuchado un golpe seco, tras abrir los ojos estaba sobre Naruto y, lo que era peor, la hokage.

¿Cómo diablos he llegado yo aquí si estaba entre ellos dos?

-¡¡NARUTO!! ¡¡BÁJATE DE AHÍ!!-el chillido de Tsunade retumbó por toda la villa.

-¡Abuela Tsunade! ¿Cómo has llegado aquí?

Este chico es tonto.

-¡¡TE TENGO DICHO QUE NO ME LLAMES ASÍ, MOCOSO!!

-Naruto, cállate y bájate de allí.-ordené bajándome de la montaña humana que habíamos creado.

-Tú no...-le interrumpí tirando de él, ahora mismo sería mejor no discutir, sobre todo tras ver el rostro de enfado que tenía Tsunade.

-¡A mi despacho, ahora!

-Pero...

-¡AHORA!

Verás la que nos espera...

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La bocaza de Naruto no pudo estarse cerrada, por culpa de ello, todo su cuerpo pagó la osadía.

Ahora era arrastrado por toda la villa, mientras daba tumbos cuando había algún bache, parecía de goma.

No podía evitar reírme cuando se quejaba como un niño pequeño.

-¡Abuela Tsunade! ¡Suéltame! ¡Sé andar!

-¡Cállate mocoso! ¡Y NO ME LLAMES ASÍ!

-No aprenderás, ¿Eh Naruto?

-¡Ha sido tu culpa!

-¿¡Mía!? ¡Si yo no he hecho nada! ¡Ha sido tú quien ha abierto ese agujero con dientes!

-¿¡Quieres dejar de insultar a mi boca!?

-Si quieres te insulto a ti.

-¡Prefiero que no me ofendas!

-Hijo, que susceptible te has vuelto.

-¡OS DIJE QUE NO DISCUTIÉRAIS FRENTE A MÍ!-Naruto casi acaba siendo parte de la quinta galaxia.

-¡Ha empezado ella!

-¿¡Quieres dejar de echarme a mí la culpa de todo gallina con patas!?

-¿¡QUÉ ME HAS LLAMADO!?

-¡CALLAROS YA!-gritó Tsunade más enfada que nunca.- ¡VAMOS A MI OFICINA!

Dado el volumen que había tomado su voz, sería mejor no llevarle la corriente. Y creo que Naruto pensó igual que yo, por una vez usó el cerebro.

Solo tuve que seguir a los dos en silencio, Naruto se quejaba algunas veces más la hokage le ignoraba por competo.

Las escaleras del edificio fue lo más divertido, más que goma, ahora parecía un muleco rebotando contra los escalones.

-Tsunade por favor, no discutiré más, ¡Pero bájame ya!

-Te creeré, como sea mentira...-los huesos de la mano crujieron provocando que el rubio tragara saliva.

-No lo será.

-Como queráis, moveos.

Por el camino, nadie intercambió palabra alguna, la hokage iba en cabeza y nosotros detrás. La mano del rubio se deslizó silenciosamente hasta la mía, y en vez de alejarle, lo único que hice fue agarrar fuerte esa mano que llegaba.

¿Qué me está ocurriendo?

La rubia giró un poco el rostro y sonrió para sí, parecía feliz, como si el enfado jamás hubiera estado en su cuerpo.

Seguimos por los pasillos, de vez en cuando, le lanzaba miradas a Naruto.

Él dijo que estaría a mi lado siempre... ¿Puede ser que...?

La puerta del despacho casi se desencaja de golpe ante la fuerza destructora de Tsunade.

-Hokage...-balbuceó una voz dentro del despacho...

El rubio tiró de mí y para poder ver por el lado que el cuerpo de Tsunade no tapaba, en su interior se hallaba el equipo de Kiba.

-¿Qué hacen aquí?

-¿A mí me preguntas? Te recuerdo que he estado contigo todo este rato.

-No, tú no has sido arrastrada por toda la villa.

-Porque yo supe mantener mi boca cerrada, no como tú.

-De esta te acuerdas.

-¿Me vas a volver a castigar?

-¿Ahora puedes leer mentes?

-Tampoco era tan difícil averiguarlo.

Un sonido garganta nos obligó a levantar la vista para ver a una hokage bastante enfadada.

-¿Habéis acabado?

-Sí, ab...-pisé su pie.- Quiero decir... ¡Hokage!

-Bien... Sentaos en el sofá de allí y esperaos hasta que os llame.

Asentimos en silencio y nos dirigimos al lugar, aunque la palabra técnica sería "arrastrada", ya que fue Naruto quien tiró de mí.

Una vez en el sofá, el chico pasó un brazo por mi cintura y me acercó a él, la cara que puso Hinata no se me olvidará jamás.

-¿Ya tenéis el informe?-pregunté Tsunade más calmada.

-Sí...-Kiba se acercó dudoso al escritorio.- Aquí está.

-Naruto, quítame ese brazo de encima, sino quieres perderlo para siempre.-susurré sin hacer caso a la conversación que tenían.

-¿Siempre tienes que dar tanto miedo?

-¿Estás insinuando que mi cara asusta?

-No es eso, deja de llevártelo a lo personal.

-¿Ahora dices que me hago la víctima?

El chico suspiró abatido y solo atiné a sonreír interiormente, era muy fácil hacerle rabiar.

La vista me falló por un momento, parece ser que no me había recuperado del todo y la carrera no creo que me haya sentado bien.

-¿Sakura? ¡Oye! ¿¡Me estás escuchado!?

-Sí, sí.

¿Qué rayos me ha dicho?

-¿Qué he dicho?

-Tiene gracia la cosa, acababa de pensar eso.

-Vamos, que no me has escuchado.

-Exactamente.

-Me alegro, de que tu mente esté comenzando a funcionar.

El chico tiró de mí sin ningún improvisto y acabé más apoyado sobre él de lo que estaba.

A Hinata casi se le salen los ojos de las órbitas al vernos así, quise escapar, pero mi cuerpo negó la orden.

Hizo lo que quiso y se relajó encima del rubio, estiré las piernas en el sofá porque me dolían en esa postura en la que me encontraba.

-¿Estás cómoda?

-Tal vez...

¿Qué me ocurre? Es como si ya no pudiera gritarle... Me siento mal cuando lo hago para dañarle y alejarlo de mí.

Alcé la vista para verle el rostro, el chico no paraba de sonreír.

¿Por qué estaba tan feliz tras ser arrastrado media villa?

Solo atiné a cerrar los ojos y sentir la calidez que transmitía su cuerpo, a pesar de tener los ojos cerrados podía hacerme una imagen visual de Tsunade sonriendo.

Entreabrí un ojo para comprobarlo, tal y como lo imaginé, la hokage sonreía.

¿En qué momento me quedé dormida? Solo sé, que sentía un latido doloroso en el centro del pecho.

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-¡SAKURA!

Mis ojos se abrieron perezosamente, me pesaba el cuerpo, algo en esa última corazonada me trajo bastante cansancio.

-¿Eh? ¿Ya es de día?

-Era de día cuando te dormiste.-Tsunade suspiró mientras me reincorporaba en el sofá.

Noté la falta de un cuerpo cálido bajo el tacto de mis manos, ¿Dónde se metió Naruto?

-Sakura, esta vez me toca hablar contigo.

-¿Esta vez?

Tsunade señaló a la mesa, estaba rota y extrañamente, quien estaba entre las astillas era un rubio hiperactivo.

-Déjame adivinar, te llamó abuela Tsunade.

-¡Exacto!

-¿Y está bien?

-Es la primera vez que te preocupas por él, ¿Estás bien?-la sonrisa pícara de Tsunade me alertó de que algo pasaba ahí.

-Perfectamente... No está desmayado, ¿Verdad?

-¿Otra corazonada?

-Aja.

Los restos de mesa volaron en diferentes direcciones tras nuestra conversación, Naruto apareció sonriente posando las dos manos en la nuca.

-Bueno, pues no coló.

-Te dije que no se lo tragaría, Sakura ya nos ha pillado más de una vez.

-Y sigue sin contarme como lo consigue.-respondió el rubio sonriente.

-Seguiré sin hacerlo.

-Sakura, por esta vez os perdonaré.-dijo la hokage.- Como volváis a correr así, os juro que...

-Sí, lo entendemos.

-Pero luego lo volvéis a repetir.

-¡Es él quien me persigue!

-¡Porque tú me provocas!

-¿¡YO!? ¿¡SE TE HA MUERTO LA ÚLTIMA NEURONA QUE TE QUEDABA!?

-¿¡ME ESTÁS LLAMANDO TONTO!?

-¡¡EXACTAMENTE!!

-¡Ya basta!-gritó Tsunade con fuerza.- ¡Os tengo dicho que no gritéis delante mío y ni os esperáis a que salga de aquí!

-Lo siento, no podemos evitarlo.

-¡Claro que podéis! ¡Otra cosa es que no queráis!

-Puede ser...-la sonrisa de Naruto animó a la mía.

-Marcharos antes de que os mate... Además, tenéis una apuesta que cumplir, ¿Verdad?

Mi mirada se enfrió y se insertó en la piel de la hokage, ¿Cómo osaba decir eso en mi cara?

-Así es, lo prometiste Sakura.

-Sí, sí, acabemos esto cuanto antes.

-Es una semana querida Sakura, no se acabará pronto.

¿Querida? Era la primera vez que sentía un ojo latir.

-¡¡CÓMO VUELVAS A LLAMARME ASÍ, NO TENDRAS MUNDO DONDE ESCONDERTE!!

Naruto retrocedió para atrás con una cara de susto que consiguió sacar una sonrisa malvada mía, pensé que no podía sacarla, ya empezaba a preocuparme.

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-¿A dónde quieres ir?

-A donde te dé la gana, no te discutiré nada.

-Bueno... ¿Vamos a comer ramen?

-¿Los fideos podridos esos?

Sonreí de lado al escuchar todo los gritos de Naruto, berridos que ya había previsto y evitado tapándome los oídos.

-¿Ya has acabado?

-Sí...-refunfuñó para sus adentros junto a otras maldiciones hacia mí.

Lástima que no sepa lo que me ocurre.

-Hagamos algo ya, o me voy.

-De eso nada, tienes una apuesta que cumplir.

-Una apuesta que ganaste haciendo trampas.

El joven cogió de mi mano y tiró de mí hasta quedar frente a él.

-¿Me estás llamando tramposo?

-Efectivamente.

Naruto posó sus manos en mi rostro y me besó con calidez, no pude evitar corresponderle mientras hundía mis dedos en su cabello desordenado.

No podía evitar su contacto, me costaba separarme de él, no conseguía quitármelo de la cabeza.

¿Pasaría algo por tratar de corresponder sus sentimientos?

Nos separamos para cambiar la cabeza de postura y besar desde otra perspectiva. Mi espalda entró en contacto con el frío muro, sus manos se deslizaron hasta mis mulos y me levantaron al aire.

Para no caerme, tuve que aferrarme a él, mis piernas se cerraron en torno a su cadera.

-Naruto... Para...-jadeé entre palabras.

-¿Eso quieres?

-Sí...

¿Lo quería?

-Está bien...-dijo algo triste mientras me dejaba con lentitud en suelo.

Algo en mi interior se removió, era un deseo intenso de tomar esos labios y no soltarlos nunca.

No pude evitar acercarme a él y besarle con ímpetu, el joven no tardó nada en corresponderme.

-¿Sakura?-volvimos a besarnos.- ¿Qué haces?

-No lo sé...-susurré sin ser consciente de mis actos.

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La puerta de su habitación se abrió de mala manera, casi se desencaja.

Entre besos y tropezones, llegamos a la cama. Sus labios bajaron hasta mi cuello con lentitud, el rastro que dejaba la lengua marcaba el sitio donde besaba con ahínco.

Liberé un gemido de placer al sentir sus labios sobre mi cuello, esa zona era realmente sensible a contactos exteriores.

Su mano bajó con lentitud por mi dorso sin adentrarse en ninguna parte de mi cuerpo.

-Sakura... ¿Estás segura de esto?

-Si me haces dudar ahora, tal vez nunca sienta esto.

-¿Quieres sentirlo?

-Sí...-respondí casi para mí.

Algo en mi interior dio un vuelco doloroso, mas lo ignoré al ver el brillo que tenía los orbes azules, tan especiales, de Naruto.

Atacó mis labios con furia mientras dejaba caer su peso contra mí, sin oprimir nada. Correspondí el beso y mordí su labio.

Por la vibración de su garganta pude sentir el gemido de placer que acababa de ahogar, entreabrí un poco mis labios para dejar a su lengua entrar con libertad.

Mis manos se pasaron por su torso, la camisa terminó en el suelo mostrando el pecho bien trabajado que tenía.

Era la primera vez que lo veía tan cerca.

Me moví con agilidad y acabé sobre él, besé su cuello tal y como lo hizo antes, mientras succionaba en algunos sitios para marcar territorio.

No era consciente de lo que hacía mas poco me importaba.

Bajé hasta sus pectorales entre besos, aquello parecía una piedra dado lo duro que estaba al tacto. Sus dedos se colaron por mi camisa mientras los míos ejercían pequeños círculos sobre su piel.

Ante cualquier contacto del otro, lanzábamos gemidos de placer, aunque tratara de evitarlos escapaban solos.

La tela que me cubría la parte de arriba se escapó de mi cuerpo terminando en el suelo, Naruto se reincorporó sin tirarme y besó mi abdomen.

-Tienes... La piel muy suave.

-Gracias...-respondí como pude.

Su lengua comenzó a juguetear por el lugar, susurré su nombre entre jadeos. Quería que esto llegara a más, que no fuera tan lento.

Le obligué a tumbarse de nuevo y le besé con pasión, el perchero que me perseguía en sueños, se despertó.

Notaba como su entrepierna rozaba mi pierna.

-¿He despertado a la bestia?-susurré en su oído con dulzura, voz que no sabía que poseía.

-Así es... ¿Ayudarás a que se calme?

-La duda ofende.

El chico llevó sus manos a mi sujetador y por mucho que intentó no pudo desabrocharlo, que inútiles son los hombres para esto.

Llevé las manos hasta allí, acabando el trabajo que él trataba de hacer. Abrió los ojos ante la visión.

-¿Te sorprendes del minúsculo tamaño?

-¿Minúsculo? A mí me parecen perfectos.

-¿Para qué?

-Para esto.

Naruto me levantó en volandas y me tumbó en la cama, tras posicionarse sobre mí agarró un pezón entre su boca obligándome a liberar un grito de placer.

Su otra mano se deslizó hasta el pecho libre y masajeó suavemente mi pezón. Podía notar su lengua haciendo movimientos circulares en el pezón.

-Naruto... Detente...

Levantó el rostro y sonrió maliciosamente.

-No quiero.-se acercó a mi rostro y me besó, llevé las manos a su nuca para no dejar que se separara y nos tumbamos.

Desabroché su pantalón cuando mi prenda interior ya estaba a punto de bajarse.

-¿Estás preparada?

-Nunca he llegado a tanto con un chico, ¿Piensas que ahora voy a echar para atrás?

-Nunca se sabe...-sonrió, mas no pudo responder porque le impedí con un beso.

-¿Responde esto a tu pregunta?

-Un poco.

Todo lo que nos impedía estar desnudos, ya era parte del suelo o la colcha, al estar debajo, si levantaba la vista, su perchero me apuntaba directamente a la frente.

-¿Quieres apartarme eso de la cara?

-Ha sido tú quien lo ha levantado, es tu culpa.

-Claro, como no... ¿Aquel día también se levantó por mi culpa?

-Sí...-el silencio envolvió el lugar.- Ya es más que evidente que me gustas, ¿No?

Lo era... ¿Pero que sentía yo por él? Únicamente me dejé llevar por el deseo del momento...

¿Pero si era deseo, puede ser que me gustara?

Decidí pensarlo en otro momento y seguir besándole, tenía que quitarme ese nudo que generaba que quisiera más y más de él, de ese momento.

El joven bajó por todo mi cuerpo hasta llegar a la parte más delicada, tragó saliva y deslizó sus dedos hasta ahí abajo.

Encorvé la espalda al sentir sus cálidos dedos ahí dentro. El chico se detuvo y los sacó con lentitud, abrí las piernas preparada para lo que viniera.

Nunca había sentido nada de esto, nunca había sido amada por alguien.

¿Era este sentimiento lo que provocaba que sonriera?

¿Era esto lo que la maldición me había impedido todo este tiempo?

Posó sus manos en mi cintura y adentró su miembro lentamente, al principio sentí una punzada de dolor y al parecer se vio reflejada en mi rostro.

-¿Te duele? Será mejor que nos detengamos...

-Sigue, la primera vez siempre duele, ¿No?

-Ni idea, yo también soy virgen...

-Te desenvuelves muy bien para ser nuevo en esto.

-Igualmente, menuda habilidad tienes para hacer chupetones.

-Lo aprendí de ti.

Con una sonrisa siguió metiéndola lentamente, con pequeñas embestidas, el dolor fue disipándose y en su lugar encontré el placer, el deseo de que las acometidas se embravecieran.

Mi anhelo fue escuchado y éstas se volvieron más rápidas, ambos gritamos el nombre del otro en un sonoro orgasmo.

Al acabar con todo se tumbó al lado mío y me abrazó, la película de sudor que me cubría traslucía también en su cuerpo.

-Sakura... Nunca pensé que haríamos esto.

-Siendo sincera, yo tampoco.

-¿Y te ha gustado?

¿Me ha gustado?

-Me ha encantado.

El chico me besó en los labios con una sonrisa y un brillo que jamás había visto en su rostro.

No sentí nada mientras hacíamos el coito, pero las ganas de matar, estaban a flor de piel desde que sentí el vuelco doloroso.

Sin embargo, mi cuerpo se sentía completamente agotado, a pesar de no haberse recuperado del todo, ha aguantado perfectamente este momento de placer que hemos tenido.

No quiero seguir escondiéndome, quiero ser amada...

Me acerqué a él y me acurruqué en su pecho, la fina tela de las sábanas cubrió mi cuerpo y sus brazos me otorgaron más protección.

-Buenas noches... Querida Sakura...

-Igualmente... Naruto.

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Sabía que no soñaría nada preocupante, dado que estaba entre los brazos de Naruto y como era de esperar (basándome en circunstancias anteriores) no pasó nada.

Los rayos de sol provocaron que abriese los ojos con pereza, me costó acostumbrarme a la luz.

-Buenos días dormilona.

-¿Me estás llamando marmota?

El chico suspiró y me dio un beso cálido en los labios.

-¿Cómo puede ser que no seas un poco más agradable conmigo tras lo ocurrido?

-Me gusta sacarte de quicio.

-¿Así que lo haces por eso?

-Exacto.-me dio otro beso.

Correspondí el último intensificando más éste.

-Estoy tan feliz, que tengo miedo de abrir los ojos y que el sueño se acabe.

Pellizqué su brazo con fuerza.

-¡Au! ¿¡A qué ha venido eso!?

-¿Te has despertado?-negó con la cabeza.- Caso resuelto.

Sonreí ante su cara de niño enfadado y le besé con fuerza.

-Vámonos a la ducha, o te constiparas si andas desnuda todo el tiempo.

-Luego voy, aun tengo sueño.

-Vamos holgazana, hazme caso.

-Te he dicho que no me apetece.

El chico salió de la cama y me cogió en brazos, la sábana aguantó con maestría sobre mi cuerpo.

-Parecemos recién casados.

-¡Bájame de aquí!

-¡No! ¡Vamos a la ducha!

-¿¡Juntos!? ¡De eso nada!

-¿Qué más dará? Ya te he visto todo lo que ocultabas.

-Ya, pero con la cara de salido que tienes, el problema es que quieras repetir.

-¿¡QUÉ HAS DICHO!?

-¡A MÍ NO ME GRITES!

Internamente sonreí al ver que entre nosotros nada había cambiado.

Ahora tenía claro quién me hacía reír en realidad, quien se preocupaba por mí. Aunque tal vez siempre lo supe y nunca lo admití.

Desde que empezamos este juego de darnos besos a escondidas, todo en mí cambió inexorablemente, no me di cuenta.

Y ahora... No me imagino un mundo sin él.

Quien me diría, que tras aceptar mis sentimientos, la verdadera oscuridad de mi interior, sembraría el caos en el mundo.