un viaje interesante (TP)(1/5)(28/09/15)

Ella guardó su ropa en una gran mochila. Guardó su cepillo, pasadores, armas ninja, y un pequeño peluche de zorro anaranjado que tanto adoraba. Guardó cambio de zapatos, una fotografía de su madre, y una gran cantidad de comida. Luego, bajó de un salto de la cama y corrió hacia el espejo para mirar una vez más su reflejo.

Dio un giro y sonrió a la pequeña chica al otro lado del cristal. Una pequeña, delgada y sonriente niña; con el cabello largo y rubio, con la piel blanca, y los ojos grandes brillosos de un tono esmeralda. Como el de su madre.  Y un despampanante vestido rosado, ondulante y primaveral, que brillaba con el reflejo del sol.

Perfecto para un día soleado como aquel.

De repente, escuchó voces que poco a poco se acercaban a la habitación donde yacía. Ella, se giró a paso veloz y corrió a tomar asiento sobre la pequeña cama de madera, con una ventana a lado que le daba la vista perfecta a la ciudad de Konoha. Su amado hogar.

Posteriormente, una mujer entró a paso veloz y seguro. Tenía un corto cabello rosa, que rosaba sus hombros descubiertos, un diamante precioso en la frente, y unos labios teñidos de rosa, a juego con su ropa rojiza y larga, primaveral. No obstante, la mujer estaba nerviosa, sus ojos penetraban cada parte de la casa, y sus manos parloteaban por todo el espacio. Estaba hecho un caos.

Aquella mujer, era su madre.

--¡Kazumi!—Dijo inmediatamente. Sakura se acercó a la pequeña niña de no más de seis años y la abrazó con mucha fuerza. Depositó un beso en su frente, y luego se alejó para cruzar los brazos sobre el pecho--. ¿Comida?

--¡Listo!—Contestó la pequeña, formando una tierna sonrisa, y con una voz firme de soldado.  

--¿Cepillos, ropa y zapatos?

--¡Listo!

--¿Armas ninja y píldoras?

--¡Listo!

--¿Medicamento? ¿Recuerdas las técnicas que te enseñé para sanar? ¿Y si tu padre no está, qué debes hacer? ¿Sabes cómo ocultarte? ¿Recuerdas qué hacer si de repente aparece un…?

--¡Mamá!, sólo son algunos días… --Kasumi negó y bajó de un salto de la cama para acercarse a su histérica madre--. Recuerdo todos tus consejos, además, papá nunca me va a dejar sola, me lo prometió.

--Kasumi tiene razón—Contestó una voz por detrás de ellas.

Sakura se giró de un salto, y miró a Naruto. Un hombre alto, rubio, con gestos rígidos que se suavizan en una tierna sonrisa. Él sonrió de oreja a oreja y le guiñó un ojo a la pequeña niña.

--Será un viaje de lo más inofensivo—Agregó burlonamente.

Entonces Kasumi soltó una risa suave, como una brisa fresca, y Sakura echó humo por las orejas al mismo tiempo que se coloraba.

--¡Naruto, no juegues! ¡Sabes perfectamente que no es gracioso!—Sakura rápidamente lo fulminó con la mirada, y se marchó a paso veloz de la habitación, con pasos fuertes, grotescos y furiosos.

Naruto soltó un suspiro y corrió detrás de ella. La tomó del brazo y la regresó con una suave fuerza.

--Sakura-chan, te prometí que la cuidaría—Le dijo al mismo tiempo que le sonreía--. Son sólo algunas semanas ¿Es que no confías en el Hokage?

Ella tensó los músculos de la boca, y lo miró directamente a los ojos durante algunos segundos. Después, bajó la mirada y cerró los ojos muy cansada. ¡Oh estaba tan preocupada!, Kasumi era su adoración, además, se trataba de una niña pequeña que le tenía miedo a la oscuridad, que siempre quería un cuento para dormir, y que aun cuidaba de un peluche al que llamaba Kurama. Y también se trataba de Naruto…  Ya era adulto, por supuesto, y era el Hokage, ¿Qué mejores manos para cuidarla? Además, era su padre… Eso era demasiado bueno. Y demasiado malo, era el blanco perfecto para algún secuestro, algún ataque o venganza.

Eso la mataba…

--Ya sé que tienes miedo, jamás has tenido que separarte de Kasumi—Agregó Naruto, mientras la rodeaba por los brazos, y la pegaba a su pecho.

Él tenía que admitir, que en cierta parte adoraba ver a su esposa tan espantada. Vulnerable y en sus brazos.

--¿Le contarás historias? ¿Le darás de comer a sus horas? ¡No olvides a Kurama! ¡No dejará de llorar!

--¡Hey! ¿Sabes que soy el padre, verdad?, está bien que a veces sea descuidado…

--¡Cuando tenía un año la olvidaste en Ichiraku!

--¡No, no, no!, sólo se las dejé un momento…

--Intentaste darle de comer Ramen a los tres meses…

--¡Soy papá primerizo! ¡Cómo iba a saber que no tenía dientes aun!—Sakura alzó la mirada molesta, y él, se encogió de hombros--. Bueno, no soy perfecto, pero es mi hija. Con mi vida que llegará tal como me la llevo—Sonrió--. Es una Uzumaki, es fuerte, además, su madre lo es aún más... Seguro heredó tus encantos.

Finalmente, Sakura soltó un largo suspiro y abrazó a su esposo. Por Kami que a él también lo iba a extrañar mucho… Tener que irse a una reunión de paz muy importante con una nueva aldea, pequeña y hogareña, que se yacía un poco lejos. Y que sólo el Hokage podía asistir… realmente era fastidioso. Lo iba a extrañar.

--Entonces vamos a la entrada, tienes el tiempo justo—Le susurró Sakura, mientras depositaba un suave beso en los labios del rubio.


Para cuando llegaron a la entrada. Kasumi estaba que moría de felicidad, sus ojos brillaban por aventura y sus manos danzaban queriendo averiguar al mundo del exterior.  Desde pequeña, había vivido protegida por guardias, o por los conocidos de sus padres. Era la pequeña hija del matrimonio Uzumaki, la hija de dos sannin, del hokage y de todo aquello que, tristemente, la hacía un blanco deseable para todos.

Bueno, no tan fácil, ya que tenía que admitir que todos los ninjas que ella conocían eran muy fuertes, como su tío Sasuke, todo un soldado temeroso y macabro, al que adoraba hacerle coletas. Lástima que no siempre está en la aldea. O Ino, la mejor amiga de su madre, una mujer algo gruñona, pero muy divertida y fuerte. Y ni hablar de sus padres.

Ellos simplemente son poderosos ante sus ojos.

Ahora, sonreía de oreja a oreja por sus pequeñas vacaciones con su padre. ¡Seguro se divertiría a morir! era su padre, el que la dejaba dormir tarde, el que le daba dulces, al que le pasaban las cosas más graciosas… sin duda alguna sería el viaje más divertido, además de ser el primero.

--¿Llevas todo, Naruto? Recuerda que tienes que mantenerme informada a cada momento--. Sakura se abrazó a sí misma y miró directamente a los ojos de su esposo--. ¿Lo harás, verdad?

Naruto soltó una risa tierna y abrazó a Sakura. Kasumi adoraba ver a sus padres de esa manera, era muy cariñosa y la hacía sentir feliz. De hecho, pocas veces veía peleados a sus padres, casi por no decir que nunca, ¿Y cómo no?, su madre tenía un carácter explosivo, pero su padre… él la adoraba tanto como se pudiera. Y ella, de alguna manera, siempre caía en los encantos de él, por muy tontos que fueran.

--¡Kasumi!—Dijo su madre, con una sonrisa en los labios--. ¿Cuidarás de tu papá? ¿Recuerdas todos los remedios?

--Si mami, contra infecciones, alergias o envenenamiento.

--¿Envenenamiento?—Preguntó Naruto alzando una ceja.

--Oh cariño, ¿Te recuerdo la misión de hace dos meses?

Naruto soltó otra tímida risita y se giró hacia Kasumi para anunciar su partida.

Fue emocionante, Kasumi se despidió de todos sus conocidos, que era prácticamente toda la aldea, y se abrazó fuerte a su madre. La iba a extrañar mucho estos días.  Finalmente, con una enorme sonrisa, inició su viaje hacia aquella pequeña aldea desconocida, que solicitaba con urgencia al Hokage. Para eso de la paz, o algo así escuchó.

El viaje de hecho fue cómodo y corto. Su papá se contaba historias de sus batallas, y de cómo se enamoró de su madre, mientras andaban a gran velocidad. Kasumi estaba demasiado emocionada como para cansarse, así que sólo escuchaba atenta y divertida. También le contó del tío Jiraiya, ese viejo que jamás conoció pero que siempre deseaba conocer, su padre lo adoraba. En fin, para cuando llegó la noche, acamparon bajo el manto estelas que daba una hermosa vista. Y comieron sopas instantáneas.

Kasumi se sintió culpable, pues tiró las píldoras de su madre que realmente detestaba, y al parecer, su padre también, porque sólo se rio y la invitó a comer algo mejor.  Aquello era uno de los pocos secretos que guardaban, padre-hija.

Y así, hasta que por fin llegaron a la dichosa aldea. No era muy grande, pero tampoco era pequeña. Estaba justo en desarrollo, con algunas cosas grandes y bien decoradas, y muchas tiendas turísticas, extrañamente llenas. Había como niños, corriendo y jugando, en su mayoría adultos, señores y mujeres jóvenes, lo que en realidad le pareció extraño a Kasumi… Pero no dijo nada, igual y eran cosas que aún no comprendían. Cosas de adultos.

Entonces, llegaron a la torre del líder, la persona que da orden a aquel lugar. Olía a rosas, y a vainilla, la entrada estaba decorada con muchas flores y el cubículo era grande, espacioso y con una vista limitada, hacia enfrente. Kasumi se sintió encantada con la decoración femenina y limpia, nada parecido al de su padre, todo un rollo de hojas, papeles, aves mensajeras y personas, con aroma a ramen.

--¡Bienvenido, Oh gran Hokage de Konoha! ¡Señor Uzu…!

Habló una mujer, de voz aguda y dulce, que entró rápidamente con los brazos abiertos, no obstante, se detuvo de golpe al ver a Kasumi, junto a su padre y tomada de su mano. La mujer se quedó boquiabierta, y lentamente comenzó a bajar los brazos, con una mirada helada y gélida.

--Creí que había dejado claro, que sólo el Hokage podía asistir—Agregó.

Kasumi frunció el ceño. Y no sólo por la actitud molesta de aquella mujer, sino también por toda ella. Era una mujer alta, de tess blanca y ojos grandes tono miel. Sus labios estaban pintados al rojo vivo, igual que su rostro lleno de polvo y delineador negro.  Su ropa era sólo retazos de tela que cubrían algunas partes de su cuerpo, sin dejas nada a la imaginación. Tenía pechos grandes y una mirada finita y tajante que la estaba cortando desde lo lejos.

--¡Lo siento mucho! ¡Es mi hija! No podía dejarla.

La mujer gruñó un rato, mientras destrozaba a Kasumi con los ojos, pero luego, miró al hombre alto y rubio y emboscó una gran sonrisa, mostrando unos dientes afilados y blancos. Como los de una arpía, pensó Kasumi, cruzando lo brazos y pegando su cuerpo a su padre.

--¡No importa!—Agregó de repente la mujer, acercándose al rubio por el lado contrario, y tomándolo del brazo con cariño--. Tenemos una sección de niños, igual y le guste.

--Igual y no--Susurró Kasumi de mala gana.

--¿Dijiste algo?—Preguntó la mujer, ladeando la cabeza con una fuerte mirada.

--Que usted es…

--¡Pero que linda vista!—Interrumpió Naruto. Él estaba mirando por la pequeña ventana sin prestar realmente atención, no obstante, cuando se giró con una sonrisa en los labios, vio a su pequeña hija cruzada de brazos y un tanto molesta. Le recodó a como usualmente Sakura se molestaba. Le encantaba el gesto infantil--. ¿Sucede algo?

--¡Oh nada, señor Uzumaki!, es sólo que su hija es un amor, dígame, ¿La madre  igual?

--¡Son como dos gotas!—Contestó e rubio muy satisfecho.

--Ya veo…--Susurró la mujer--. ¿Y desde cuando están divorciados?

Kasumi abrió la boca para protestar, cuando Naruto interrumpió con una carcajada.

--En realidad estamos más que enamorados—Naruto hinchó el pecho lleno de orgullo, y dedicó una mirada seria a la mujer--. Es la mujer de mi vida, la segunda en realidad.

--¿Qué hay puesto libre para el primer lugar?—Preguntó la mujer en un tono provocativo, arrastrando las palabras y chasqueando la lengua, con una ligera inclinación dejando al descubierto, un poco más su pecho. Kasumi quería vomitar.  

--¡La primera es mi princesa!—Exclamó el rubio, tomando a Kasumi de sorpresa por los brazos y alzándola para darle un suave beso en la mejilla. Kasumi sonrió de oreja a oreja--. ¡Bien! ¡Que comience el motivo de mi llegada!, me gustaría ver la ciudad un poco.

Naruto salió primero de la habitación, tras haber puesto a Kasumi en suelo, lleno de curiosidad por aquella pequeña aldea turística de la que había escuchado. No obstante, a su espalda quedó Kasumi y la mujer alta, líder de aquel lugar.

Kasumi sonrió dispuesta a seguir a su padre, cuando la mujer le susurró en un tono suave y provocativo, algo muy cercano al insulto provocándole un cosquilleo por todo el cuerpo.

--Llámame futura madrastra, mocosa.

Entonces la mujer salió del lugar a paso seguro, firme y divertido, con una sonrisa brillante y larga en ese rostro joven, bello e hipócrita.

¿Futura maestra?, Kasumi frunció el ceño muy molesta. ¿¡Futura madrastra!? ¡Aquello era el colmo! ¿Cómo se atrevía si quiera pensarlo?, Sí su madre estuviera ahí… ¡Oh si su madre la hubiera escuchado! ¡Tan sólo visto!

No se la acaba.

Pero no estaba. Su madre estaba muy lejos, tranquila y sonriente, curando personas en la aldea.

Pero eso tenía solución. Bien lo haba dicho su padre, ella, la pequeña Kasumi de seis años, era como una gota en comparación de su madre. Y por lo tanto, tenía el deber de cuidar de su padre como lo haría su madre. Y no es que su padre ser un mujeriego, pero si distraído, casi llegando a lo torpe.

Y esa mujer, esa alta, esbelta y creída mujer, que se había atrevido a molestarla, no se lo esperaba.

Esto apenas comenzaba.

Nadie se mete con Kasumi, mucho menos con su familia.