Amor de Novela [+18]

  Estaba cansada, totalmente agotada. Ser la vicepresidenta del consejo estudiantil es más complicado de lo que creía, sobre todo una semana anterior al inicio de un nuevo año escolar. Había que organizar las clases, los discursos de los estudiantes, tanto de los veteranos como los de los novatos; se debía revisar el papeleo de los clubes que cambiaban de capitanes y asistentes, y asegurarse de mantener a los mismos profesores como encargados de clase. Eso, sumado a mil cuestiones más.
 Por suerte Tenten, la presidenta del consejo estudiantil, me quitaba el peso de los trabajos más complicados. Era una total experta en su trabajo, lograba dirigir a los estudiantes con una gran naturalidad, como si hubiera nacido para esto; mientras que, a su vez, me daba recomendaciones para poder acostumbrarme del todo a mis deberes. De no ser porque ella misma me invitó a ser parte del consejo, no lo hubiera hecho. Aunque, debo admitir, que en parte acepté su invitación para poder distraerme y evitar el asesinato de Sasuke.

– Sakura, ya puedes irte a casa.
– Gracias Tenten, ¿segura que puedes con lo que queda? –estaba agradecida porque me dejara ir, pero tampoco quería que ella cargara con lo que restaba por hacer.
– Lo único que me falta es distribuir a los estudiantes de segundo año, así que no es mucho. Vete a casa a descansar, te necesito entera el lunes a primera ahora. Además, no creo que yo tarde mucho aquí.
– Realmente te lo agradezco. Bueno, entonces me voy –me levanté de mi lugar para poder irme a casa, y saludé a todos con la mano. Pero en cuanto estuve a punto de salir del salón me acordé de un asunto importante. –. Por siento Tenten…
– ¿Tú e Ino en la misma clase? –me interrumpió de repente, sabiendo lo que le iba a pedir.

  Le sonreí a modo de respuesta, y me retiré sin nada más que decir. Sabía que Tenten me haría el favor de distribuir a Ino a la misma clase donde me colocara a mí.
 Ni bien salí al patio de la escuela, un viento suave y cálido chocó contra mí. Me encanta la sensación del viento revoleando mi cabello, me hacía sentir que mis preocupaciones se iban con él; de hecho, me fascinan los días primaverales en los cuales el viento está presente. Durante los veinte minutos que me tomó llegar a casa, el viento me hizo compañía, jugando con mi pelo, y de vez en cuando, con la falda del uniforme.
 Entré a la casa sin hacer mucho ruido, teniendo en cuanta que mi tía seguramente estaría estudiando algún caso importante del hospital. Subí directamente a mi habitación, dejé la mochila sobre mi cama y entré en la ducha. Salí una vez me quité el calor, y me vestí con la ropa más cómoda que encontré: un short deportivo y una remera de tirantes bien holgada.
  De repente escuché un golpe seco, seguramente sobre una mesa. Mi tía seguro había encontrado alguna traba en el expediente de su paciente. Les explico: Tsunade, mi tía y más precisamente mi tutora legal, es la directora del área de cardiología del hospital de Konoha. Desde el accidente de tráfico que me quitó a mis padres, ella me ha estado cuidando, y desde entonces suele traer a casa algunos expedientes para estudiar, y para a su vez, no dejarme sola. Teniendo yo ya diecisiete años me parecía que no era necesario, pero ella aseguraba que la tranquilidad de la casa le permitía resolver las complicaciones que encontraba en los documentos.
 Decidí bajar a la cocina y hacerle un café, eso la relajaría y distraería un rato. Al entrar al comedor la vi con el ceño fruncido y la carpeta de archivos cerrada sobre la mesa, esto no me gustaba nada.

– ¿Qué sucedió esta vez?
– El idiota de Danzo donó el corazón que estaba esperando. –dijo, tratando de controlar la furia que le causaba la situación.

Diablos, esto era peor de lo que pensé. Mi tía y Danzo nunca se llevaron bien, y para colmo era el vicedirector de cardiología del hospital; con lo cual significaba que había hecho transacciones ilegales, o al menos, sin el consentimiento de mi tía, lo que es casi lo mismo.

– Tranquila, si muestras las pruebas a la dirección comitiva del hospital lo echarán. –dije queriendo calmarla.
– No creo que sea tan fácil. Ese cerdo tiene gente comprada en el comité, no me harán caso.
– Bien, de acuerdo. Pero por ahora cálmate – no me gusta verla de esa manera, sobre todo cuando Danzo estaba involucrado. Ese cretino tenía la facilidad de alterar a mi tía con cualquier cosa que hiciera. –. Sabrás que hacer en cuanto lo pienses en frío.
– Sí, tienes razón. ¿Me haces un café?
– A la orden.

 Una vez se hubo tomado el café, comenzamos a hablar de mí. Qué hice en el colegio, cómo se me da la organización de las clases, entre otras cosas. Sinceramente, no me apetecía hablar de mí, pero sé que a ella le gustaba, mientras que le distraía de sus obligaciones del hospital. En cuanto el reloj dio las tres de la tarde, me interné en la cocina. Tenía la costumbre de hacer un pastel cada viernes a esta hora, ya que era hábito de Ino aparecerse a la tarde.
  En cuanto metí la preparación al horno, sonó mi celular. Me había llegado un mansaje de Ino diciendo que esta vez saldría con Sai, su actual pretendiente, por así decirlo. Inmediatamente me llegó otro mensaje de mi amiga, diciendo que mañana saldríamos las chicas al centro comercial. La verdad es que no tenía ganas, prefería quedarme a leer una novela, pero siendo Ino quien me dijo para salir, no tenía de otra.
 Al cabo de una hora saqué el pastel del horno, lo decoré, y corté una porción para mi tía. Se lo dejé en el escritorio junto a otro café, y me fui a mi habitación. Me tiré sobre la cama a descansar un rato, y para cuando abrí los ojos nuevamente ya eran las 7:30 de la tarde. ¡Rayos! Tenía que hacer la cena, y aún no había comprado los ingredientes.

– Sakura, cariño, ¿quieres ordenar pizza esta noche? –me dijo desde el comedor
– ¡Claro! –la verdad es que me venía de maravilla, así no debía apurarme para cocinar.

 En cuanto la pizza llegó, tomé un par de porciones y me interné en mi cuarto. Si mi tía encargó comida de delivery fue con la intención de seguir leyendo los archivos. De paso, yo también podría hacer mis cosas; o sea, leer. Irónicamente, me fascina leer novelas románticas, así el día en que alguien tenga la intención de enamorarme, sabré qué hacer para no caer. Desde que Sasuke me engañó me prometí a mí misma no enamorarme otra vez, con la única intención de no sufrir.
   Dejé el plato con las porciones de pizzas sobre mi mesa de estudios, y me dirigí a mi biblioteca personal para elegir un libro. En estos últimos dos años había conseguido una gran colección de libros. Sagas enteras de Stephenie Meyer, Becca Fitzpatick, Maggie Shayne, o incluso de autoras más antiguas, como Jane Austen. Todas y cada una de ellas se encargó de escribir sobre el amor, y cada una desde una perspectiva diferente, dándole distintos sentidos y propósitos. Esta vez quise leer “Violín”, de Anne Rice, pero un libro que estaba oculto me llamó la atención.
Lo saqué de su escondite para verlo de cerca, y en cuanto leí su título, miles de recuerdos me llenaron la mente. Era una copia de “La leyenda del ninja audaz”, el primer libro escrito por Jiraiya, el dudoso y actual novio de mi tía. El libro cuenta como el héroe de esta historia se supera a sí mismo consiguiendo cumplir sus sueños. Naruto, así se llama el héroe. Naruto… al igual que mi mejor amigo, Naruto Namikaze Uzumaki, a quien no he visto desde que se mudó a Nueva York.