El ángel de mi felicidad

Era un 16 de Enero, paseaba por las calles en busca de algo que hacer, ya que ni siquiera en mi cumpleaños la soledad me abandonaba. Hacía mucho frío y yo estaba congelada, en aquel momento me lamente no haber cogido el chaquetón. Me acerqué a un parque que encontré en mi rumbo, fue casual, simplemente el destino o quizás suerte. No se, pero el haber llegado a aquel lugar y lo que me ocurriría a continuación cambiaría mi vida para siempre, tanto para bien como para mal.

Me senté en un banco que había bajo un árbol de sakura, simplemente hermoso, se erguía imponente y sereno, me daba una gran sensación de tranquilidad.
-Hermoso eh?- Me giré haber de quien provenía esa voz, delante de mi se encontraba un chico alto, tez algo morena, cabello rubio y alborotado y unos hermosos ojos azules. Él se sentó a mi lado, la verdad no me importaba mucho, mientras que no me molestara.

Pasó un rato y yo estaba admirando el firmamento abrumada por la infinidad de aquel hermoso cielo azul adornado por luceros resplandecientes, los cuales ahora me preguntaba como habían podido pasar desapercibidos ante mi mirada. Ahora dirigía mi mirada a mi anónimo acompañante, él leía lo que parecía ser un libro de aventura/romance, pero un pregunta pasó por mi cabeza, ¿por qué se acercó?

-¿Me permitirías hacerte una pregunta?- Le miré curiosa, mi mente no razonaba nada que el quisiera preguntarme, un total desconocido, aún así accedí- ¿Qué hace una chica tan linda aquí sola?- Me miro con aquellos ojos que inducían a la confidencia, que pedían a gritos sinceridad, ademas de aquello, ¿me había dicho linda? No sabía si contarle o no, pero algo extraño, un sentimiento en mi el cuál en aquel momento no pude deducir me hizo desahogarme en él.  

-Mi madre a tenido un accidente de tráfico y... ella... - Al decir esto el llanto empezó a brotar de mis ojos, me había quedado sola, no tenía familia y mis amigos no lo comprendían, pero no, no lloraría, no más recuerdos amargos, no más dolor.

“En aquel momento te vi, mi salvación, mi ángel, porque solo tu puedes sanar mi herida y solo tú podrás abrirla”

Tú me abrazaste fuertemente reprimiendo mi llanto, mi dolor, quisiste consolarme y yo te lo permití, aún recuerdo tu cálido aliento golpeando mi cuello, tus manos acariciando mi cabello y tus labios susurrándome palabras sinceras cargadas de consuelo y significado para mí. Tu hiciste que mi corazón bailara feliz dentro de mi pecho, porque solo alguien como tú, con tan gran corazón, podría salvarme de la soledad.

“Porque tú me diste una razón para seguir y no rendirme, porque tu amor fue el que me rescato de la oscuridad”

Aquella noche decidiste hacerla especial, que no llorara más, me lo prometiste, pero yo se, que ahora te preguntas, como después de lo que hiciste por mí puedo llorar. Pero nunca sabrás, que tú, mi salvador, serás el causante de mi llanto, de mi desesperación, pero aún después de todo esto, de mi felicidad.
Recuerdo que me dormí en tu pecho y cuando desperté tú ya no estabas, me dijiste que trabajabas en una empresa así que supuse que estabas trabajando, ese fue nuestro adiós, pero no eterna despedida.

En todos mis cumpleaños visito aquel lugar con la esperanza de encontrarte, y hoy, en mi 21 cumpleaños dolida en el corazón, triste por la pérdida de una amistad y traicionada por la gente que quiero te encuentro, como aquella vez, leyendo un libro bajo el cerezo que nos unió. Como si el tiempo retrocediera, volvemos a vernos, mi ángel.
Al fin me divisas y me saludas regalándome una de tus tantas sonrisas, esas que me cautivaron y que me llevaron a amarte, te devuelvo el gesto y me siento a tu lado. Empezamos a hablar como aquella vez de como nos iba la vida, el trabajo, pero cuando el tema del amor surgió y me dijiste aquello, aún me duele recordarlo, me lastimo mucho, pero aún así, soy feliz por ti.

“Si realmente amas a alguien de corazón le dejaras marchar y ser feliz, aunque no sea contigo, es por ello que amar es combatir.”

-Sabes, me gustaría presentarte a alguien muy importante para mí- Por un segundo mi mente fantaseo con que fueras a presentarme a tus amigos y familia, formar una familia juntos como yo tanto deseaba, pero mi corazón fue dañado en aquel preciso momento, en aquel momento en que me hablaste de ella, tu prometida.

Entre en shock cuando me lo contaste, no me lo creía, debía ser una broma de muy mal gusto, pensé que me amabas como mi corazón lo hacía por ti, pero me equivoque. Me hablaba de ella con un hermoso brillo en sus ojos, ilusionado, feliz, entonces entendí que yo no tenía nada que hacer, cuando el amor viene, viene así de esta manera. Me levante con las lágrimas a punto de caramelo y sin mirarle le dije:

-Entonces te deseo lo mejor- Salí de allí corriendo, se que intento seguirme, se que no entendió el porque de mi comportamiento, de mis palabras, pero no quería... llorar frente a él.
Ahora entendía el sentido de aquellas palabras, cuanta verdad tenían en ellas, pero ya no importa, el sería feliz y eso era lo que me importaba.

Al poco tiempo de aquello se casaron, incluso fui invitada a la boda y me habría gustado ir, verle con el traje de novio me hacía la mayor de las ilusiones, pero aunque decidiera dejarle ser feliz la humanidad es egoísta y si iba no le dejaría marchar, sufría mucho, por ello, decidí perderme en esta vida, aún así, nunca te olvidare.

“Porque tú, joven sin nombre, me hiciste ver lo bueno de la vida, devolviste la sonrisa a mi rostro y la ilusión a mi vida, es por ello que serás hoy y siempre, El ángel de mi felicidad”