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El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
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Cerezo Uzumaki
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NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic :: FF Cerrados
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El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
13A.H. ( Antes del Hundimiento ) – Agua de Muerte - Preludio
"Death is like the wind, always by my side."
"Death is like the wind, always by my side."
Heladoras gotas de lluvia que resbalaban por su frente, que descendían de sus cabellos y se impregnaban en sus ropas, que recorrían su espalda transportando el frío de aquella agua hasta el interior de sus huesos. El sonido de la lluvia era lo más apreciable que aquella persona que yacía en el suelo echa un ovillo podía sentir. No estaba solo pero se sentía así, sentía como su mundo cuyo sol iluminaba oculto entre unas capas de gruesas nubes simplemente se había encogido, como una oruga que formaba su capullo, no podía más que tratar de cubrir su pecho con sus propios brazos.
Los allí presentes eran mucho más altos que él, sus miradas derramaban la misma agua que caía del cielo pero al contacto con su piel ardían de temor, se evaporaban en una capa de ignorancia y de miedo que apartaban con los golpes. Ninguno de ellos parecía estar desagradando aquel acto del que todos eran testigos o participes.
Las patadas que se sucedieron una tras otra, con la misma violencia que podían derramar un león cuando sus fauces se clavaban sobre el frágil cuello de aquella victima animal que le alimentaría a él. Quizás la diferencia era que al menos, el león, obtendría algo de alimento, ¿pero que obtenían aquellos hombres y mujeres que golpeaban a uno de los suyos? Los quejidos de su boca ya no emanaban, solo la sangre se derramaba por su parte delantera, brotando como un rio naciente, que al principio avanzaba moviéndose junto a las rocas para luego cuando la fuerza brotaba de sus aguas destruir todo lo que estuviera a su antojo.
Disfrutaban mientras sus extremidades golpeaban a aquella masa de carne indefensa que se alejaba más del mundo terrenal, disfrutaban mientras escuchaban sus quejidos y súplicas salir de su boca, pero no lo hicieron cuando estas cesaron. Lejos de preguntarse si había muerto a causa del gran dolor que en su pequeño cuerpo estaba conteniendo sino que uno de los hombres lo levantó en peso, cogiéndole por el cuello y apretando este con sus grandes y curtidas manos.
Los que hasta hacía unos instantes le habían golpeado también se miraron. Observando en silencio como el chico se retorcía mientras aquel hombre le aplastaba la tráquea, el chico trató de resistirse, sus ojos bañados en su propia sangre mostraban un color rojizo por donde debía de haber blanco, sus pequeñas manos trataron de forma inconsciente quitar aquella mano que lo asfixiaba poco a poco. Sus movimientos fueron cada vez más espasmódicos, sus piernas temblaban en un infructuoso intento de zafar a la muerte que ya había posado sus fríos y pútridos dedos en su hombro.
-Yasuo…detente... –pidió una mujer apoyando su delicada mano en el brazo del hombre quien siquiera dejó de apretar, se percibió el sonido de la piel retorciéndose, de las vertebras siendo apretadas y como estas chasqueaban con suavidad. –Lo mataras si sigues así. –dijo preocupada, no porque temiera por la seguridad del joven, sino por la propia.
-¿Y acaso no queremos que muera? –preguntó manteniendo la misma presión, el chico seguía intentando respirar y solo se escuchaba un sonido seco, corto y carraspeante. -¿Queréis dejar que este sucio chico mancille nuestra villa? ¿Nuestro hogar? –preguntó lanzando una mirada de odio a los demás. –Ya hemos aguantado suficiente, desde el incidente hemos tenido que soportar en silencio que la verdad se mantuviera oculta, que calláramos lo que todos hemos visto y lo que todos sabemos. Todo porque él se encariño de este chico. –dirigió sus orbes marrones al rostro ensangrentado del chico y su frente se arrugó de ira. –Claro que voy a matarle. Podéis iros si queréis.
¿Tratar de oponerse a Yasuo? No, parecía que eso no entraba entre las posibilidades y aquellos tres hombres y dos mujeres, se retiraron entre las sombras, dejando que su figura se fundiera con los arboles que libremente en el bosque crecían.
-Po…rfa…vor… -trató de hablar el joven mientras sus ojos lentamente se cerraban, suplicaba clemencia, pues en su mente aún estaban grabadas a fuego las palabras que él había dicho “no he hecho nada” “déjenme” “ayuda” y todas estaban forjadas por el resultado del olvido, de la ignorancia, de la humanidad misma. Ninguno de los presentes le había ayudad, solo le habían golpeado, mas y mas fuerte, hasta el punto en el que el dolor y la muerte se entremezclaban sin saber cuál era la más amplia.
Ante aquella suplica el agarre se redujo un poco, lo suficiente para que el ojiazul pudiera abrir su boca y garganta para tratar de respirar, la necesidad era evidente, y aquellas palabras habían infundido algo de ¿piedad? en el hombre que lo mantenía a unos cuantos palmos del suelo. –Toma aire, saboréalo. Probablemente será la última vez que puedas hacerlo.
Sonrió entonces, mostrando una sonrisa que de haberla podido ver, el joven hubiera sabido que estaba en malas manos. El hombre cargó con el chico aun agarrándolo por el cuello como un animal embravecido, estampando la espalda contra el duro tronco del árbol, repitió aquel movimiento dos veces más, y cuando notó como la sangre emanaba de la cabeza del joven y lejos de seguir de golpearle comenzó a asestarle brutales golpes impactos con el puño en el rostro, una y otra vez. Su nariz se fracturó y comenzó a emitir grandes cantidades de una densa y cálida sangre, de tal forma que su cabeza simplemente perdió la conexión con el mundo real y comenzó a perderse en la evanescencia de la muerte.
Con cada golpe su mano le dolía mas, seguía golpeando su rostro y cada parte del cuerpo mientras recordaba todas las penas que aquel joven le había hecho pasar, como él había sido el causante principal de la muerte de su esposa, de su hija y vertió en su cuerpo todos los golpes que pudo hasta que la necesidad de golpearle fue increíblemente vacua, con cada golpe su ira se diluía en el agua que caía del cielo, y cuando el cuerpo de aquel rubio yacía sin vida, soltó aquella pesada carga y dejó que cayera al suelo. De su boca emanaba el vaho de su aliento y cuando nota sus doloridas manos las abre y cierra con fuerza antes de coger aquel cuerpo y cargarlo a su hombro.
-Esto es lo que les pasa a las bestias, se descontrolan, se tratan de educar y aunque parecen inofensivas…son bestias. –caminó entre pensamientos, esquivando las ramas de los árboles y observó el camino de aquel imponente río que con la lluvia estaba especialmente agresivo. –Las bestias siempre son bestias, matan, arrebatan a los demás lo que tanto les ha costado y al menos con tu muerte, Konoha dormirá tranquila. No mereces un entierro pero tampoco puedo dejar que encuentren tu cuerpo.
Se situó junto al borde de aquella arremolinada agua que giraba con violencia hacia abajo, y observó las grisáceas rocas que yacían en el fondo, reflejos vagos de algo solido que yacía mas al fondo. –Y las bestias, no merecen ser enterradas. –y acto seguido lanzó aquel sanguinolento e infantil cuerpo al río que engullo este sin problema alguno, lo sumergió en su manto para no liberarlo nunca.
Los allí presentes eran mucho más altos que él, sus miradas derramaban la misma agua que caía del cielo pero al contacto con su piel ardían de temor, se evaporaban en una capa de ignorancia y de miedo que apartaban con los golpes. Ninguno de ellos parecía estar desagradando aquel acto del que todos eran testigos o participes.
Las patadas que se sucedieron una tras otra, con la misma violencia que podían derramar un león cuando sus fauces se clavaban sobre el frágil cuello de aquella victima animal que le alimentaría a él. Quizás la diferencia era que al menos, el león, obtendría algo de alimento, ¿pero que obtenían aquellos hombres y mujeres que golpeaban a uno de los suyos? Los quejidos de su boca ya no emanaban, solo la sangre se derramaba por su parte delantera, brotando como un rio naciente, que al principio avanzaba moviéndose junto a las rocas para luego cuando la fuerza brotaba de sus aguas destruir todo lo que estuviera a su antojo.
Disfrutaban mientras sus extremidades golpeaban a aquella masa de carne indefensa que se alejaba más del mundo terrenal, disfrutaban mientras escuchaban sus quejidos y súplicas salir de su boca, pero no lo hicieron cuando estas cesaron. Lejos de preguntarse si había muerto a causa del gran dolor que en su pequeño cuerpo estaba conteniendo sino que uno de los hombres lo levantó en peso, cogiéndole por el cuello y apretando este con sus grandes y curtidas manos.
Los que hasta hacía unos instantes le habían golpeado también se miraron. Observando en silencio como el chico se retorcía mientras aquel hombre le aplastaba la tráquea, el chico trató de resistirse, sus ojos bañados en su propia sangre mostraban un color rojizo por donde debía de haber blanco, sus pequeñas manos trataron de forma inconsciente quitar aquella mano que lo asfixiaba poco a poco. Sus movimientos fueron cada vez más espasmódicos, sus piernas temblaban en un infructuoso intento de zafar a la muerte que ya había posado sus fríos y pútridos dedos en su hombro.
-Yasuo…detente... –pidió una mujer apoyando su delicada mano en el brazo del hombre quien siquiera dejó de apretar, se percibió el sonido de la piel retorciéndose, de las vertebras siendo apretadas y como estas chasqueaban con suavidad. –Lo mataras si sigues así. –dijo preocupada, no porque temiera por la seguridad del joven, sino por la propia.
-¿Y acaso no queremos que muera? –preguntó manteniendo la misma presión, el chico seguía intentando respirar y solo se escuchaba un sonido seco, corto y carraspeante. -¿Queréis dejar que este sucio chico mancille nuestra villa? ¿Nuestro hogar? –preguntó lanzando una mirada de odio a los demás. –Ya hemos aguantado suficiente, desde el incidente hemos tenido que soportar en silencio que la verdad se mantuviera oculta, que calláramos lo que todos hemos visto y lo que todos sabemos. Todo porque él se encariño de este chico. –dirigió sus orbes marrones al rostro ensangrentado del chico y su frente se arrugó de ira. –Claro que voy a matarle. Podéis iros si queréis.
¿Tratar de oponerse a Yasuo? No, parecía que eso no entraba entre las posibilidades y aquellos tres hombres y dos mujeres, se retiraron entre las sombras, dejando que su figura se fundiera con los arboles que libremente en el bosque crecían.
-Po…rfa…vor… -trató de hablar el joven mientras sus ojos lentamente se cerraban, suplicaba clemencia, pues en su mente aún estaban grabadas a fuego las palabras que él había dicho “no he hecho nada” “déjenme” “ayuda” y todas estaban forjadas por el resultado del olvido, de la ignorancia, de la humanidad misma. Ninguno de los presentes le había ayudad, solo le habían golpeado, mas y mas fuerte, hasta el punto en el que el dolor y la muerte se entremezclaban sin saber cuál era la más amplia.
Ante aquella suplica el agarre se redujo un poco, lo suficiente para que el ojiazul pudiera abrir su boca y garganta para tratar de respirar, la necesidad era evidente, y aquellas palabras habían infundido algo de ¿piedad? en el hombre que lo mantenía a unos cuantos palmos del suelo. –Toma aire, saboréalo. Probablemente será la última vez que puedas hacerlo.
Sonrió entonces, mostrando una sonrisa que de haberla podido ver, el joven hubiera sabido que estaba en malas manos. El hombre cargó con el chico aun agarrándolo por el cuello como un animal embravecido, estampando la espalda contra el duro tronco del árbol, repitió aquel movimiento dos veces más, y cuando notó como la sangre emanaba de la cabeza del joven y lejos de seguir de golpearle comenzó a asestarle brutales golpes impactos con el puño en el rostro, una y otra vez. Su nariz se fracturó y comenzó a emitir grandes cantidades de una densa y cálida sangre, de tal forma que su cabeza simplemente perdió la conexión con el mundo real y comenzó a perderse en la evanescencia de la muerte.
Con cada golpe su mano le dolía mas, seguía golpeando su rostro y cada parte del cuerpo mientras recordaba todas las penas que aquel joven le había hecho pasar, como él había sido el causante principal de la muerte de su esposa, de su hija y vertió en su cuerpo todos los golpes que pudo hasta que la necesidad de golpearle fue increíblemente vacua, con cada golpe su ira se diluía en el agua que caía del cielo, y cuando el cuerpo de aquel rubio yacía sin vida, soltó aquella pesada carga y dejó que cayera al suelo. De su boca emanaba el vaho de su aliento y cuando nota sus doloridas manos las abre y cierra con fuerza antes de coger aquel cuerpo y cargarlo a su hombro.
-Esto es lo que les pasa a las bestias, se descontrolan, se tratan de educar y aunque parecen inofensivas…son bestias. –caminó entre pensamientos, esquivando las ramas de los árboles y observó el camino de aquel imponente río que con la lluvia estaba especialmente agresivo. –Las bestias siempre son bestias, matan, arrebatan a los demás lo que tanto les ha costado y al menos con tu muerte, Konoha dormirá tranquila. No mereces un entierro pero tampoco puedo dejar que encuentren tu cuerpo.
Se situó junto al borde de aquella arremolinada agua que giraba con violencia hacia abajo, y observó las grisáceas rocas que yacían en el fondo, reflejos vagos de algo solido que yacía mas al fondo. –Y las bestias, no merecen ser enterradas. –y acto seguido lanzó aquel sanguinolento e infantil cuerpo al río que engullo este sin problema alguno, lo sumergió en su manto para no liberarlo nunca.
Última edición por Madlife el Dom Ene 12, 2014 12:15 am, editado 5 veces
Madlife- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Me gusto el ¿Prologo?...bueno total me gusta como Narras, supongo que el niño al que estaban golpeando era Naruto, ¿vas a hacer la historia en el mundo ninja o alguno mundo paralelo?, ¡Quien quiera que sea el niño que tiraron al rió espero que alguien lo salve!...Si fuera Naruto espero que lo salve Sakura :$
Nada más que decir...¡Espero el próximo capitulo!...¡Bye!
Nada más que decir...¡Espero el próximo capitulo!...¡Bye!
Cerezo Uzumaki- Aprendiz
- Mensajes : 130
Edad : 23
En una casa con puerta y ventanas:3
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Responderé lo que pueda sin desvelar el fino velo del misterio;
Sí, se trata de naruto. Ojos azules brillantes, cabello rubio y referencias constantes a monstruo.
Será en el mundo ninja y no seguirá el curso de ninguna serie u otro fanfic.
El niño murió;
Gracias por ser la primera en comentar :3
Sí, se trata de naruto. Ojos azules brillantes, cabello rubio y referencias constantes a monstruo.
Será en el mundo ninja y no seguirá el curso de ninguna serie u otro fanfic.
El niño murió;
En aquel momento sakura tiene 5 años, dado que el cuerpo del chico está en un río embravecido dudo mucho que aunque supiera de su situación pudiera hacer algo, por el momento no creo que vaya a interferir.y cuando el cuerpo de aquel rubio yacía sin vida
Gracias por ser la primera en comentar :3
Madlife- Novato
- Mensajes : 29
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Episodio Numero 1 – Lluvias de ira - 12AH
La tormenta estaba llegando al punto álgido, donde las nubes se aglomeraban sobre aquel rojo edificio. Dentro había varias personas, pocas, dado el mal tiempo que azotaba aquella apacible villa. Los relámpagos chasqueaban en el aire grisáceo, aquel hombre cuyas arrugas marcaban de forma notable su rostro, descendían marcas por sus ojos, en torno a la comisura de sus labios y una barba de chivo blanca eran los testigos de los impactos brillantes en aquel cristal que tan pacientemente miraba.
Observaba en realidad la villa, el constante impacto de las gotas de agua sobre la tierra de las calles. Su mirada rodó por las calles y se fijó en el barrio correspondiente de los Uchiha, su rostro entonces dibujó un gesto con la boca en forma de desagrado, de molestia, probablemente de tristeza. Llevó su mano a la pipa que sostenía entre sus desgastados labios antes de soltar el aire que contenía en sus pulmones, este se resbaló por su boca y llegó hasta el cristal donde se detuvo antes de salir arrastrándose por aquella superficie. Pronto su mirada comenzó a rodar no demasiado lejos, solo se apreciaban los techos de aquellos edificios antiguos, sin nada lujoso, simplemente sostenidos por la propia necesidad y sintió un mal presentimiento.
Como una chispa de aquellas hierbas que estaban quemándose en el interior de aquella pipa de madera, como lentamente salía de su sitio correspondiente, chocaba contra el cristal y se dividía en fragmentos más pequeños hasta desaparecer.
Se alejó de la ventana al mismo tiempo que daba media vuelta y se acercaba a la puerta de su despacho, cerraba tras salir de él y dirigía unas vagas palabras a las personas que allí se encontraban, no le interesaba entablar charla con nadie pero tampoco era irrespetuoso, alguien de su talante, de su poder y con el puesto que representaba no podía ser menos “aburrido” como un pequeño rubio lo definía. Descendió las escaleras mientras una fina y casi inocua columna de humo blanco acompañaba sus pasos por el aire. Se recolocó correctamente aquel sombrero antes de encaminarse a la salida.
-¿Ya se marcha a casa? –preguntó educadamente una joven que sujetaba diversos papeles entre sus brazos.
-No, he de ir a hacer unos recados, no tardaré demasiado.
La joven morena se giró para ofrecerle un paraguas porque había visto que él no llevaba nada para frenar aquella tormentosa lluvia mas cuando se giró, escuchó el sonido de la puerta cerrarse y no halló rastro alguno de su superior.
Cuando salió, pudo notar la fuerza del agua, mientras avanzaba sentía el agua fluir por aquellas calles, el cielo intercambiando brillos blancos con oscuridad total y solo el alumbrado de las calles permitiendo el ver algo con la mirada. Aunque cualquiera diría que él habría ido en dirección a aquellas viejas edificaciones, no viejas por edad sino por su aspecto desgastado, poco curtido y refinado. Caminó al compás de las luces de los restaurantes, no era tan tarde, quizás la noche acabaría llegando en un rato largo pero algunas tiendas permanecían abiertas, al fin y al cabo las compras eran necesarias, ya lloviera, tronara o nevara.
Su objetivo no estaba lejos, había ido más de una decena de veces en el último mes y sabe Kami cuantas más había ido a lo largo de los años, probablemente iba a estar ahí, lo encontraría, sabía que al final era el único sitio donde se sentía cómodo, más que en su propia casa, lo cual le entristecía más que otra cosa. Dejo de fumar cuando aquellas plantas dejaron de existir, desintegrándose en unas cuantas chispas rojas, guardó aquel objeto en uno de sus bolsillos antes de rodear aquel negocio, mientras las gotas de lluvia golpeaban su sombrero y manchaban con suavidad sus ropas, sin mojar su rostro.
Apartó las cortinillas rojas del negocio antes de entrar al mostrador, al final solo era un paso, pero bastaba para saber cuando alguien estaba fuera o dentro. La luz que inundaba aquel local bañó la piel durazno del anciano, cuando pudo notar que allí no estaba la persona que buscaba.
-¡Buenas noch…! –dijo alegremente el dependiente, Teuchi mientras agitaba un gran puñado de fideos y los servía en un cuenco. -¿S-Saru-tobi-sama? –preguntó entre notorios tartamudeos.
-Buenas noches a ti también, Teuchi. –contestó con una suave sonrisa. Miró después a los asientos ocupados y ninguno de ellos coincidía con la persona a la que estaba buscando. -¿Hoy no está Naruto aquí?
El cocinero terminó de aderezar un plato de ramen y se lo sirvió a un cliente localizado en la parte más alejada de la barra. –Aquí tiene, un ramen de carne de cerdo, huevo y sin vegetales. –luego se acercó a donde estaba el anciano y negó con la cabeza. –No ha pasado aquí desde la mañana, tampoco ha venido a comer.
El anciano entrecerró suavemente con los ojos tratando de, mentalmente, resolver aquello que estaba golpeando su sexto sentido y que no le dejaba en paz y solo cobraba mas y mas intensidad. -¿Te dijo que iba a hacer? –preguntó mientras el cocinero cortaba unas cuantas cebollas, a una velocidad magistral, él negó con la cabeza antes de apartarse con la muñeca unas gotas de sudor de la frente.
-Me dijo que vendría a comer, pero supongo que cambió de idea.
Eso no le cuadró en absoluto, pero podía ser una posibilidad, podía haber estado planeando alguna trastada y quizás se le aguó por la tormenta, o simplemente se durmió, como siempre hacía. Pero aun así, aquel sentido que le advertía de que algo iba mal seguía tan activo como una presa que estaba atrapada entre los hilos de una tela de araña.
-¿Venias por él? –preguntó seguidamente, el anciano asintió con la cabeza. –Seguro que estará durmiendo después de haberse comido unos treinta botes de ramen instantáneo, hace no mucho que me los compró.
-Si…será eso. En fin, gracias de todos modos. Buenas noches. –se despidió saliendo de aquel lugar.
Sus pasos se volvieron más agitados, ignoró el hecho de que realmente se estaba mojando y que podría pillar un resfriado importante si seguía estando al resguardo de un simple sombrero picudo. Avanzó por aquellas oscuras calles donde la presencia de la luz no era precisamente notoria, muchas veces las luces eran lejanas, no iban de calle a calle y otras tantas parpadeaban o eran tan escasas que no iluminaban nada en absoluto.
Giró a la derecha a la tercera calle, avanzó tres mas y luego giró a la izquierda, sabía aquel camino porque lo había recorrido en multitud de ocasiones, y simplemente su corazón estaba gritándole a su mente que algo iba mal y como anciano que era sabía que los vaticinios no eran tan aleatorios como parecía. Las personas establecían lazos invisibles y cuando algo le ocurría a otra persona, el lazo se tensaba, vibraba y finalmente se rompía, enviando aquel latigazo de forma directa a aquella persona que esperaba la vuelta del amado, del compañero, del amigo.
Se detuvo en una puerta grisácea, de madera, mientras el agua se deslizaba en forma de lágrima por aquellas paredes cuya pintura desgastada dejaba rastros acolchados de puro hormigón. Abrió la puerta y a un ritmo más acelerado del normal caminó por la entrada, sin siquiera dejar cerrada la puerta. Con cada paso una cantidad de agua se agrupaba en forma de minúsculos charcos, con cada paso caminaba hacia las escaleras y cuando las subió y alcanzó la puerta que esperaba encontrar la golpeó dos veces, de forma impaciente.
-¿Naruto? ¿Estás despierto? –preguntó de forma notoria, con manchas de preocupación en su hilo de voz de forma normal, calmado.
No hubo ninguna replica, ningún quejido, ninguna palabra, simplemente hubo silencio. Volvió a insistir y el silencio se mantuvo como siempre. Al final llevó su mano al pomo de la puerta y lo giró, y para su sorpresa el frío metal cedió sin dificultad alguna, como si simplemente los golpes hubieran podido hacer cambiar de opinión a la cerradura esta se abrió de forma lenta, las bisagras crujieron y chasquearon dejando entrever que infiltrarse sin hacer ruido ya era de por sí difícil.
El apartamento, pequeño y desorganizado como siempre estaba, se había sumido en una oscuridad total, no había ningún foco de luz, ni una sola vela, ninguna bombilla que iluminara aquel lugar. -¿Naruto? –volvió a preguntar avanzando hasta su dormitorio, su cama, sin hacer, estaba hecha una leonera pero no había rastro de su pequeño compañero de travesuras.
-¿Dónde te has metido? –preguntó de nuevo en su mente, sin que nadie pudiera contestarle. Revisó el pequeño salón y la cocina para ver si podía encontrar una pista de donde estaba, cuantas menos respuestas tenía, menos buenos presagios su cuerpo mostraba, no era normal que hubiera faltado a sus constantes citas en el Ichiraku Ramen, tampoco era normal que no estuviera haciendo alguna travesura, o perdiendo el tiempo en vez de estudiar en su casa, y ninguna de las tres cosas se habían sucedido, algo iba mal.
Entonces encontró una nota en el frigorífico, escrita en un pequeño papel de color amarillo. Recordó cuando le dijo al joven hiperactivo que debía de apuntar todo lo que planeaba hacer para que así él pudiera tener un control un tanto más preciso de donde andaba y que hacía, aunque conociéndolo como lo conocía era una simple tarea para mostrar su constancia. Leyó aquella letra con detenimiento:
“Planes;
1.Desayunar ramen
2.Jugar con la estatua de los Hokages (demasiada agua ¬-¬)
3. Ir al bosque para conseguir flores de cerezo (¡Grandes y rosas!)
4. Comer ramen
5. Molestar a ojiisan
6. ¿Mas ramen?
7. Encontrar a la chica de cabellos de rosa. (¡Tengo que saber su nombre!)”
Confirmó que aquellos que estaban tachados eran los que ya habían pasado por su cabeza hacer y o no pudo, o ya los había hecho. Entonces, ¿estaba en el bosque? ¿Pero porqué no había vuelto? Su mente trabajó en muchas posibilidades, quizás las lluvias lo habían sorprendido y se había quedado atrapado en algun lugar, o peor, se había caído al río. Un rió embravecido era un obstáculo que un niño probablemente no pudiera superar, ni siquiera un adolescente.
Apretó con fuerza aquel papel arrugándolo entre sus manos mientras se dirigió a la salida, pero cuando cruzo el umbral de la puerta acabo chocando contra una mujer, sus cabellos castaños se agitaron con suavidad al mismo tiempo que retrocedía, mientras su rostro se ocultaba mirando al suelo.
-Lo siento. –se disculpó el anciano, la mujer entonces observó sus ropas y ascendió la mirada hasta que sus ojos se cruzaron con los del anciano, estos estaban llenos de culpa, de remordimiento, de tristeza.
-¿Sarutobi-sama? –preguntó retóricamente la joven, sus ojos enrojecidos denotaban que algo malo le había pasado. –Ten-tengo que decirle algo. –en realidad ella lo había estado buscando pero tras percibir que aquel departamento estaba vacío y la preocupación en el rostro del anciano supo que sus presagios se habían cumplido.
-No tengo tiempo, Yui. –respondió separándose de ella para salir en busca de su joven mete-problemas. Pero ella le agarró del brazo.
-Se trata de Naruto. –el Hokage detuvo su avance de forma seca y brusca. –Sé lo que…lo que le ha pasado.
Observaba en realidad la villa, el constante impacto de las gotas de agua sobre la tierra de las calles. Su mirada rodó por las calles y se fijó en el barrio correspondiente de los Uchiha, su rostro entonces dibujó un gesto con la boca en forma de desagrado, de molestia, probablemente de tristeza. Llevó su mano a la pipa que sostenía entre sus desgastados labios antes de soltar el aire que contenía en sus pulmones, este se resbaló por su boca y llegó hasta el cristal donde se detuvo antes de salir arrastrándose por aquella superficie. Pronto su mirada comenzó a rodar no demasiado lejos, solo se apreciaban los techos de aquellos edificios antiguos, sin nada lujoso, simplemente sostenidos por la propia necesidad y sintió un mal presentimiento.
Como una chispa de aquellas hierbas que estaban quemándose en el interior de aquella pipa de madera, como lentamente salía de su sitio correspondiente, chocaba contra el cristal y se dividía en fragmentos más pequeños hasta desaparecer.
Se alejó de la ventana al mismo tiempo que daba media vuelta y se acercaba a la puerta de su despacho, cerraba tras salir de él y dirigía unas vagas palabras a las personas que allí se encontraban, no le interesaba entablar charla con nadie pero tampoco era irrespetuoso, alguien de su talante, de su poder y con el puesto que representaba no podía ser menos “aburrido” como un pequeño rubio lo definía. Descendió las escaleras mientras una fina y casi inocua columna de humo blanco acompañaba sus pasos por el aire. Se recolocó correctamente aquel sombrero antes de encaminarse a la salida.
-¿Ya se marcha a casa? –preguntó educadamente una joven que sujetaba diversos papeles entre sus brazos.
-No, he de ir a hacer unos recados, no tardaré demasiado.
La joven morena se giró para ofrecerle un paraguas porque había visto que él no llevaba nada para frenar aquella tormentosa lluvia mas cuando se giró, escuchó el sonido de la puerta cerrarse y no halló rastro alguno de su superior.
Cuando salió, pudo notar la fuerza del agua, mientras avanzaba sentía el agua fluir por aquellas calles, el cielo intercambiando brillos blancos con oscuridad total y solo el alumbrado de las calles permitiendo el ver algo con la mirada. Aunque cualquiera diría que él habría ido en dirección a aquellas viejas edificaciones, no viejas por edad sino por su aspecto desgastado, poco curtido y refinado. Caminó al compás de las luces de los restaurantes, no era tan tarde, quizás la noche acabaría llegando en un rato largo pero algunas tiendas permanecían abiertas, al fin y al cabo las compras eran necesarias, ya lloviera, tronara o nevara.
Su objetivo no estaba lejos, había ido más de una decena de veces en el último mes y sabe Kami cuantas más había ido a lo largo de los años, probablemente iba a estar ahí, lo encontraría, sabía que al final era el único sitio donde se sentía cómodo, más que en su propia casa, lo cual le entristecía más que otra cosa. Dejo de fumar cuando aquellas plantas dejaron de existir, desintegrándose en unas cuantas chispas rojas, guardó aquel objeto en uno de sus bolsillos antes de rodear aquel negocio, mientras las gotas de lluvia golpeaban su sombrero y manchaban con suavidad sus ropas, sin mojar su rostro.
Apartó las cortinillas rojas del negocio antes de entrar al mostrador, al final solo era un paso, pero bastaba para saber cuando alguien estaba fuera o dentro. La luz que inundaba aquel local bañó la piel durazno del anciano, cuando pudo notar que allí no estaba la persona que buscaba.
-¡Buenas noch…! –dijo alegremente el dependiente, Teuchi mientras agitaba un gran puñado de fideos y los servía en un cuenco. -¿S-Saru-tobi-sama? –preguntó entre notorios tartamudeos.
-Buenas noches a ti también, Teuchi. –contestó con una suave sonrisa. Miró después a los asientos ocupados y ninguno de ellos coincidía con la persona a la que estaba buscando. -¿Hoy no está Naruto aquí?
El cocinero terminó de aderezar un plato de ramen y se lo sirvió a un cliente localizado en la parte más alejada de la barra. –Aquí tiene, un ramen de carne de cerdo, huevo y sin vegetales. –luego se acercó a donde estaba el anciano y negó con la cabeza. –No ha pasado aquí desde la mañana, tampoco ha venido a comer.
El anciano entrecerró suavemente con los ojos tratando de, mentalmente, resolver aquello que estaba golpeando su sexto sentido y que no le dejaba en paz y solo cobraba mas y mas intensidad. -¿Te dijo que iba a hacer? –preguntó mientras el cocinero cortaba unas cuantas cebollas, a una velocidad magistral, él negó con la cabeza antes de apartarse con la muñeca unas gotas de sudor de la frente.
-Me dijo que vendría a comer, pero supongo que cambió de idea.
Eso no le cuadró en absoluto, pero podía ser una posibilidad, podía haber estado planeando alguna trastada y quizás se le aguó por la tormenta, o simplemente se durmió, como siempre hacía. Pero aun así, aquel sentido que le advertía de que algo iba mal seguía tan activo como una presa que estaba atrapada entre los hilos de una tela de araña.
-¿Venias por él? –preguntó seguidamente, el anciano asintió con la cabeza. –Seguro que estará durmiendo después de haberse comido unos treinta botes de ramen instantáneo, hace no mucho que me los compró.
-Si…será eso. En fin, gracias de todos modos. Buenas noches. –se despidió saliendo de aquel lugar.
Sus pasos se volvieron más agitados, ignoró el hecho de que realmente se estaba mojando y que podría pillar un resfriado importante si seguía estando al resguardo de un simple sombrero picudo. Avanzó por aquellas oscuras calles donde la presencia de la luz no era precisamente notoria, muchas veces las luces eran lejanas, no iban de calle a calle y otras tantas parpadeaban o eran tan escasas que no iluminaban nada en absoluto.
Giró a la derecha a la tercera calle, avanzó tres mas y luego giró a la izquierda, sabía aquel camino porque lo había recorrido en multitud de ocasiones, y simplemente su corazón estaba gritándole a su mente que algo iba mal y como anciano que era sabía que los vaticinios no eran tan aleatorios como parecía. Las personas establecían lazos invisibles y cuando algo le ocurría a otra persona, el lazo se tensaba, vibraba y finalmente se rompía, enviando aquel latigazo de forma directa a aquella persona que esperaba la vuelta del amado, del compañero, del amigo.
Se detuvo en una puerta grisácea, de madera, mientras el agua se deslizaba en forma de lágrima por aquellas paredes cuya pintura desgastada dejaba rastros acolchados de puro hormigón. Abrió la puerta y a un ritmo más acelerado del normal caminó por la entrada, sin siquiera dejar cerrada la puerta. Con cada paso una cantidad de agua se agrupaba en forma de minúsculos charcos, con cada paso caminaba hacia las escaleras y cuando las subió y alcanzó la puerta que esperaba encontrar la golpeó dos veces, de forma impaciente.
-¿Naruto? ¿Estás despierto? –preguntó de forma notoria, con manchas de preocupación en su hilo de voz de forma normal, calmado.
No hubo ninguna replica, ningún quejido, ninguna palabra, simplemente hubo silencio. Volvió a insistir y el silencio se mantuvo como siempre. Al final llevó su mano al pomo de la puerta y lo giró, y para su sorpresa el frío metal cedió sin dificultad alguna, como si simplemente los golpes hubieran podido hacer cambiar de opinión a la cerradura esta se abrió de forma lenta, las bisagras crujieron y chasquearon dejando entrever que infiltrarse sin hacer ruido ya era de por sí difícil.
El apartamento, pequeño y desorganizado como siempre estaba, se había sumido en una oscuridad total, no había ningún foco de luz, ni una sola vela, ninguna bombilla que iluminara aquel lugar. -¿Naruto? –volvió a preguntar avanzando hasta su dormitorio, su cama, sin hacer, estaba hecha una leonera pero no había rastro de su pequeño compañero de travesuras.
-¿Dónde te has metido? –preguntó de nuevo en su mente, sin que nadie pudiera contestarle. Revisó el pequeño salón y la cocina para ver si podía encontrar una pista de donde estaba, cuantas menos respuestas tenía, menos buenos presagios su cuerpo mostraba, no era normal que hubiera faltado a sus constantes citas en el Ichiraku Ramen, tampoco era normal que no estuviera haciendo alguna travesura, o perdiendo el tiempo en vez de estudiar en su casa, y ninguna de las tres cosas se habían sucedido, algo iba mal.
Entonces encontró una nota en el frigorífico, escrita en un pequeño papel de color amarillo. Recordó cuando le dijo al joven hiperactivo que debía de apuntar todo lo que planeaba hacer para que así él pudiera tener un control un tanto más preciso de donde andaba y que hacía, aunque conociéndolo como lo conocía era una simple tarea para mostrar su constancia. Leyó aquella letra con detenimiento:
“Planes;
1.
2.
3. Ir al bosque para conseguir flores de cerezo (¡Grandes y rosas!)
4. Comer ramen
5. Molestar a ojiisan
6. ¿Mas ramen?
7. Encontrar a la chica de cabellos de rosa. (¡Tengo que saber su nombre!)”
Confirmó que aquellos que estaban tachados eran los que ya habían pasado por su cabeza hacer y o no pudo, o ya los había hecho. Entonces, ¿estaba en el bosque? ¿Pero porqué no había vuelto? Su mente trabajó en muchas posibilidades, quizás las lluvias lo habían sorprendido y se había quedado atrapado en algun lugar, o peor, se había caído al río. Un rió embravecido era un obstáculo que un niño probablemente no pudiera superar, ni siquiera un adolescente.
Apretó con fuerza aquel papel arrugándolo entre sus manos mientras se dirigió a la salida, pero cuando cruzo el umbral de la puerta acabo chocando contra una mujer, sus cabellos castaños se agitaron con suavidad al mismo tiempo que retrocedía, mientras su rostro se ocultaba mirando al suelo.
-Lo siento. –se disculpó el anciano, la mujer entonces observó sus ropas y ascendió la mirada hasta que sus ojos se cruzaron con los del anciano, estos estaban llenos de culpa, de remordimiento, de tristeza.
-¿Sarutobi-sama? –preguntó retóricamente la joven, sus ojos enrojecidos denotaban que algo malo le había pasado. –Ten-tengo que decirle algo. –en realidad ella lo había estado buscando pero tras percibir que aquel departamento estaba vacío y la preocupación en el rostro del anciano supo que sus presagios se habían cumplido.
-No tengo tiempo, Yui. –respondió separándose de ella para salir en busca de su joven mete-problemas. Pero ella le agarró del brazo.
-Se trata de Naruto. –el Hokage detuvo su avance de forma seca y brusca. –Sé lo que…lo que le ha pasado.
₪¤₪ At the same time ₪¤₪
El hombre yacía sentado frente al kotatsu, había vuelto de su cocina con una bandeja de galletas, dos tazas de té con adornos florares y una tetera blanca por cuyo pico emanaba una gran cantidad de vapor translucido. Cubierto por aquella manta que cubría sus pies, dejó que el té reposara un poco antes de servirlo en ambas tazas, y colocó una taza llena de aquel verde té frente a su asiento, como si esperara la visita planeada de alguien y si mirabas su agenda descubrirías que no era así.
Su cuerpo estaba calmado, tranquilo, manso como el de un león que acaba de comer y simplemente quiere dormir hasta que sienta el hambre de nuevo, miró el reloj de pared que tenía sobre el mueble del salón, y luego desvió su mirada a una foto familiar que tenía, sonrió con suavidad y sus labios describieron un “todo está en paz”. Inmediatamente llevó sus manos a la taza y bebió aquel suave té y al notar una amargura sutil cogió del azucarero dos terrones y se los sirvió, agitó el contenido con una cucharilla y bebió en silencio.
Alguien golpeó su puerta a los pocos minutos, este simplemente alzó la voz. –Adelante, está abierta. –dijo con una natural calma. Sin embargo no era compartida por el visitante, que avanzó casi con el corazón en la garganta hasta el interior.
-¿Dónde está? –preguntó abruptamente, de pie frente al adulto.
-¿Quién? –respondió volviendo a su bebida y mostrando una suave sonrisa de satisfacción. –Toma asiento, por favor. –dijo con todo el cordial respeto que parecía provenir de un diplomático mas que de un hombre de a pie. –Es te verde, con un toque amargo.
-Tu sabes de quien te estoy hablando, Yui me lo ha contado todo. –y acto seguido apartó la mesa dándole una patada y vertiendo el té de la taza y la tetera por el suelo, avanzó a estar frente al hombre y lo levantó en peso, pese a su edad parecía que mantenía la fuerza de un titán y su mirada oscura se mostraba entonces más profunda e imbuida en la ira.
-Oh…esa cobarde… -chasqueó la lengua al ser levantado en peso y agarrado por el cuello de la camisa. –Lo que te dijo es cierto, salvo probablemente la parte que olvidó comentar de que ella también le golpeó, como también lo hicieron Akira, May, Ren, Yu…pero sí yo me llevé la cabeza de la bestia. –Entonces el anciano golpeó con fuerza el rostro del adulto antes de que este mostrara sus manos, llena de sangre. –La sangre de la bestia que mató a mi familia recorre mis manos y su muerte saldó la deuda, una bestia, por una familia. –y lentamente comenzó a reir.
Su cuerpo estaba calmado, tranquilo, manso como el de un león que acaba de comer y simplemente quiere dormir hasta que sienta el hambre de nuevo, miró el reloj de pared que tenía sobre el mueble del salón, y luego desvió su mirada a una foto familiar que tenía, sonrió con suavidad y sus labios describieron un “todo está en paz”. Inmediatamente llevó sus manos a la taza y bebió aquel suave té y al notar una amargura sutil cogió del azucarero dos terrones y se los sirvió, agitó el contenido con una cucharilla y bebió en silencio.
Alguien golpeó su puerta a los pocos minutos, este simplemente alzó la voz. –Adelante, está abierta. –dijo con una natural calma. Sin embargo no era compartida por el visitante, que avanzó casi con el corazón en la garganta hasta el interior.
-¿Dónde está? –preguntó abruptamente, de pie frente al adulto.
-¿Quién? –respondió volviendo a su bebida y mostrando una suave sonrisa de satisfacción. –Toma asiento, por favor. –dijo con todo el cordial respeto que parecía provenir de un diplomático mas que de un hombre de a pie. –Es te verde, con un toque amargo.
-Tu sabes de quien te estoy hablando, Yui me lo ha contado todo. –y acto seguido apartó la mesa dándole una patada y vertiendo el té de la taza y la tetera por el suelo, avanzó a estar frente al hombre y lo levantó en peso, pese a su edad parecía que mantenía la fuerza de un titán y su mirada oscura se mostraba entonces más profunda e imbuida en la ira.
-Oh…esa cobarde… -chasqueó la lengua al ser levantado en peso y agarrado por el cuello de la camisa. –Lo que te dijo es cierto, salvo probablemente la parte que olvidó comentar de que ella también le golpeó, como también lo hicieron Akira, May, Ren, Yu…pero sí yo me llevé la cabeza de la bestia. –Entonces el anciano golpeó con fuerza el rostro del adulto antes de que este mostrara sus manos, llena de sangre. –La sangre de la bestia que mató a mi familia recorre mis manos y su muerte saldó la deuda, una bestia, por una familia. –y lentamente comenzó a reir.
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Capitulo 2 – Fragmentos del Olvido – 2585 D.H
La oscuridad era tangible, tanto y a niveles tan absolutos que simplemente nadie podía entender como ese mundo se sostenía. Era a efectos prácticos un cáncer, un cáncer donde simplemente no había nada, no existía la vida en aquellas yermas tierras, la tierra se tornó grisácea haría mucho tiempo, los bosques fueron consumiéndose los unos a los otros, peleando por los escasos nutrientes.
El cielo estaba muerto, tanto o más como la tierra que pisaban sus pies, dejando estelas muertas de polvo y ausencia. El aire que pululaba por aquellas tierras resultaba incluso tóxico, seco, cálido, ardiente y pesado. Solo había una persona recorriendo aquellas polvorientas tierras. Sus pasos eran lentos, rechazando el ceder al viento que empujaba su cuerpo. Su blanco rostro estaba cubierto por un paño negro. Caminó hacia una figura rocosa, elevada, donde parecía que los últimos resquicios de naturaleza resistían al paso del tiempo.
No había nadie en las cercanías y aquel paraje desolado era la prueba de que la naturaleza simplemente había dejado atrás la posibilidad de albergar vida en su manto. Ahora todo estaba muerto y probablemente aquel joven era el único humano que pisaba aquel mundo. El único humano que ahora cargaba con todo el peso de su especie. Camino hacia el interior de aquellas rocas, que formaban una especie de tipi de roca solida, quizás de veinte metros de largo, era probablemente el último templo que quedaba. De apariencia extraña quizás pero era allí donde había decidido establecerse, demasiado tiempo vagando en solitario, buscando algo sin encontrarlo. Con el peso de la culpa de alguien que había fallado en la última misión y que ahora estaba destinado a revivir todos los males.
La arena comenzó a elevarse, tan gris como las cenizas de un cadáver y cuando pudo entrar bajo el resguardo de la entrada aquella cueva gigantesca se retiró el paño. –Ya no se cuanto más he de esperar, Etro. –se preguntó a si mismo, porque allí no había nadie. –Te llevaste a Paddra Nsu Yeul…te los llevaste a todos.
El interior de la cueva era alargado y con los pasos del joven el suelo dibujaba marcas azules de muchas formas, como si fueran adornos florales o tribales que se expandían por doquier yendo desde el suelo hasta el techo. Se detuvo en el final de aquella cueva, donde una gran pared de roca sólida se oponía a su paso. Posó su mano marcada con el paso de los años, de los esfuerzos sometidos y experimentados por su rugosa superficie y esta se iluminó y se deshizo en unas cenizas de color azul intenso mostrando una gran sala circular donde unas cuantas estatuas de una bella mujer, con grandes cabellos que descendían en forma de cascada yacían al fondo y, en medio, había una gran mesa redonda hecha con algún tipo de material blanco intenso.
Las antorchas colgadas de aquellas paredes casi circulares se encendieron, emitiendo un fuego azul casi diabólico, atrayente y medianamente reconfortante.
–Supongo que no has encontrado nada. –comentó una voz en la lejanía, que se acabó materializando, formándose por copos de llamas, como si estos pudieran ser algo solido en una criatura de cuatro patas, una complexión igual a la del joven y un pelaje naranja intenso, brillante.
–En absoluto. –negó caminando hasta aquella mesa, apoyando las palmas de sus manos en el borde de la mesa. –No hay nada. –lamió con suavidad sus labios secos y se agitó pesada pero profundamente sus cabellos dorados. –No hay comida. No hay gente. No hay nada. –resumió. –Y la diosa que debería de guiarme ya no me habla. –miró a una de las estatuas dispuestas todas ellas en forma de columna.
–Podrías tener que cargar con los llantos de un cachorro. –contestó pesadamente el animal acercándose a su compañero humano, sabiendo que curiosamente el apelativo animal iba por el chico.
–Será eso. –reconoció dándole la razón. –¿Has encontrado algo? ¿El origen de todo esto?
El animal ladeó la cabeza, se alzó sobre la mesa y esta comenzó a emanar una cantidad de polvo denso y notable, negro como el azufre y tan espeso que parecía que se solidificaría en el propio aire, acabó formando una especie de óvalo bidimensional, como una pantalla, capaz de ver y escuchar pero no interactuar.
–Encontré una anomalía. –alzó su cabeza hacia aquella pantalla y mostró las imágenes de un agua oscura, agitada y llena de vida.
–El agua cristalina y brava no es una anomalía, aunque jamás en mi vida la haya visto. –entonces recibió un coletazo de una de las muchas colas del animal en toda la cara, dejando una marca rojiza en ella.
–No seas estúpido. –le reprochó mostrando algo más concreto en aquella inmensidad fría.
El agua se arremolinaba con fuerza, las burbujas del aire que las olas superficiales atrapaban no conseguían sino hacer más caótica aquella escena, lo que allí entraba nunca salía, probablemente el frío que debía de recorrer aquellas aguas paralizaría los músculos de los peces, congelaría las algas del fondo de aquel río y las rocas se harían aun más duras. Un cuerpo descendía con lentitud. La sangre rodeaba su cuerpo y teñía el agua de un color morado, notorio. Sus pequeñas manos se encontraban abiertas como si de alguna forma pudiera conseguir o deseara alcanzar la luz brillante del sol que no existía, que no podía ver.
Aquella visión profundizó aun mas, entrando en el cuerpo de aquel chico de cabellos rubios, allí estaba la oscuridad mas grande, hasta que una pequeña llama empezó a crecer, primero de forma tímida, de una suave forma, hasta que poco a poco fue incrementándose, sin embargo, unos hilos negros acabaron oponiéndose a aquellas llamas, los gritos de una bestia de fondo fueron acompasando la pérdida del brillo e intensidad hasta que finalmente se apagó, con el sonido de un grito de dolor esa vez no bestial, sino simplemente infantil.
– ¿Qué tiene esto de anómalo? Morir es una constante. –el animal asintió y sonrió mostrando una dentadura afilada y blanca. – ¿Entonces?
–Bueno, el hecho de que su yomu si lo hace.
–Un yomu puede morir, ¿no? La Diosa Etro recibe a sus espíritus para que descansen y tras un tiempo indefinido acaban regresando para seguir custodiando su creación.
–Más o menos así es. Un yomu puede desaparecer temporalmente para volver a entrar al mundo donde debe de estar, pero el problema es que ese yomu no aparece más. Murió. Ese ser no vuelve a aparecer, simplemente ya no está. Y como todos los cientos que hemos visto se produce este fenómeno. Es el que más potencialmente anomalías contiene. Hay decenas más. El problema es que esta es la más grande que he podido encontrar. –dejó de hablar para mirar fijamente la cara de ese chico. –¿Crees que debemos de ir?
–No lo sé, tú eres una criatura divina, yo no puedo hablar con Etro y saber cuál es su decisión. –comentó molesto consigo mismo.
–Deberías de dejar de lado tu molestia hacia la diosa, entiendo que la pérdida de Paadra Nsu Yeul te hal… –pero fue interrumpido por el rubio, impidiendo que siguiera hablando.
–No hables de ella. Tu diosa fue la que permitió su muerte. Y ya no volverá. –alejó su mirada de aquella visión, le dio la espalda y miró con rabia a los ojos de aquella estatua. -¿Cómo pretende que yo haga lo que ella me pidió si no hace más que obstaculizar mi camino? Mi misión ya no tiene sentido…
-Los caminos de…. –empezó a hablar, hasta que el ojiazul lo interrumpió.
–Sí, los caminos de la diosa Etro no marcan un destino sino que el destino es el propio camino. Es lo mismo que decía ella y no tiene sentido, no funciona. Ella no volverá por mucho que fuera su destino. Ya no existen más humanos, soy el ultimo y ella no podrá volver nunca, fue mi culpa, y de él…
–Ella también es tu diosa…–se acercó a su compañero y le dio una caricia con el hocico en la espalda, para tratar de calmarlo. –Ella volverá, es su destino, como el tuyo hallar el camino.
El rubio no contestó, permaneció en silencio mientras su cuerpo se movía con suavidad, de arriba abajo, sus manos aun apoyadas en el borde de la mesa y apretadas contra el borde de la mesa no anunciaban más que lo que su rostro mostraba, lagrimas recorriendo sus ojos y conteniéndolas en silencio, su espalda se inclinó con suavidad hacia adelante, lo mismo que hacía su cabeza, sus cabellos taparon su rostro y las lagrimas cayeron en silencio atronador, un silencio tan desgarrador que las uñas del ojiazul penetraron la superficie de la roca.
–Ya no se qué camino…he de seguir… –reconoció respirando de una forma moderada. –Llevo meses tratando de escuchar su voz…y simplemente no la escucho… ¿y si ella ya no está aquí? ¿Y si solo estamos tú y yo?
-Si no sabes que camino has de seguir, sigue el único que te falte por recorrer. –dijo la bestia moviendo su rostro hacia el portal, y lo observó durante unos segundos, aparentemente parecía simple oscuridad pero él podía ver lo que otros no veían. –Oh…que extraño…parece que aquí tampoco hay una Paadra…interesante.
– ¿Qué clase de mundo puede no albergar una Paadra? Es imposible. Ella también es una constante. –preguntó sorprendido mientras retiraba de su rostro aquellos cristalinos caminos que la pena había impreso en su rostro. – Si ella no está allí, ¿qué pasa con el resto de constantes? –miró al zorro antes de llevar sus ojos a aquella holográfica pantalla de humo, movió sus manos y el humo dejó de mostrar la misma imagen que tenía para alejarse más. –¿No existen sus guardianes? ¿Y la Diosa en sí?
El zorro no respondió, quizás porque tampoco él sabía la respuesta. –Desconozco esas preguntas, pero no he percibido la presencia de la visionaria, lo cual podría significar que tampoco existe profecía…
El rubio se estiró los cabellos frustrado. –Tenemos una posibilidad donde no existe la visionaria, donde un yomu desaparece y donde la profecía no existe, ¿Qué significa todo eso?
Cuando el zorro abrió sus fauces para hablar, la tierra comenzó a moverse y a vibrar, aquellas rocas comenzaron a moverse y todo se movía de forma abrupta, el sonido de la roca chocando y rompiendo su equilibrio. El sonido de bombas cayendo a lo lejos cuando no había un ser humano en toda la extensión de aquel planeta.
–¿Qué está pasando Yheal? –preguntó el joven ojiazul mirando al techo, viendo como este se fracturaba y seguidamente comenzaban a caer pedazos de roca por doquier, uno de ellos incluso impactó con una estatua de la diosa, reduciéndola a pedazos.
–Esta realidad está comenzando a colapsarse. –sus colas ampliaron su extensión, pasando de una cercana al medio metro a cuadriplicarse en un instante, las nueve se acumularon en un punto concéntrico de aquella especie de pantalla de humo y se separaron de golpe, mostrando un portal de brillantes colores intensos, el blanco, el azul cyan y el sonido de unos engranajes girando por doquier, mientras la roca seguía cayendo. –Tenemos que irnos. El hundimiento está en su fase final, si nos quedamos desapareceremos. –sentenció el animal antes de saltar al interior de aquella brecha que él mismo había abierto.
El rubio se subió a aquella mesa y se detuvo frente al portal, se situó a sus espaldas y se dejó caer hacia atrás, echando un ultimo visitado a la figura de su diosa, cuyos ojos de mármol parecieron brillar con la misma intensidad de alguien que posee vida, y no de la de una roca. La ultima imagen que tuvo de su mundo se cerró cuando él pasó por aquella brecha, y todo pasó a ser oscuridad.
El cielo estaba muerto, tanto o más como la tierra que pisaban sus pies, dejando estelas muertas de polvo y ausencia. El aire que pululaba por aquellas tierras resultaba incluso tóxico, seco, cálido, ardiente y pesado. Solo había una persona recorriendo aquellas polvorientas tierras. Sus pasos eran lentos, rechazando el ceder al viento que empujaba su cuerpo. Su blanco rostro estaba cubierto por un paño negro. Caminó hacia una figura rocosa, elevada, donde parecía que los últimos resquicios de naturaleza resistían al paso del tiempo.
No había nadie en las cercanías y aquel paraje desolado era la prueba de que la naturaleza simplemente había dejado atrás la posibilidad de albergar vida en su manto. Ahora todo estaba muerto y probablemente aquel joven era el único humano que pisaba aquel mundo. El único humano que ahora cargaba con todo el peso de su especie. Camino hacia el interior de aquellas rocas, que formaban una especie de tipi de roca solida, quizás de veinte metros de largo, era probablemente el último templo que quedaba. De apariencia extraña quizás pero era allí donde había decidido establecerse, demasiado tiempo vagando en solitario, buscando algo sin encontrarlo. Con el peso de la culpa de alguien que había fallado en la última misión y que ahora estaba destinado a revivir todos los males.
La arena comenzó a elevarse, tan gris como las cenizas de un cadáver y cuando pudo entrar bajo el resguardo de la entrada aquella cueva gigantesca se retiró el paño. –Ya no se cuanto más he de esperar, Etro. –se preguntó a si mismo, porque allí no había nadie. –Te llevaste a Paddra Nsu Yeul…te los llevaste a todos.
El interior de la cueva era alargado y con los pasos del joven el suelo dibujaba marcas azules de muchas formas, como si fueran adornos florales o tribales que se expandían por doquier yendo desde el suelo hasta el techo. Se detuvo en el final de aquella cueva, donde una gran pared de roca sólida se oponía a su paso. Posó su mano marcada con el paso de los años, de los esfuerzos sometidos y experimentados por su rugosa superficie y esta se iluminó y se deshizo en unas cenizas de color azul intenso mostrando una gran sala circular donde unas cuantas estatuas de una bella mujer, con grandes cabellos que descendían en forma de cascada yacían al fondo y, en medio, había una gran mesa redonda hecha con algún tipo de material blanco intenso.
Las antorchas colgadas de aquellas paredes casi circulares se encendieron, emitiendo un fuego azul casi diabólico, atrayente y medianamente reconfortante.
–Supongo que no has encontrado nada. –comentó una voz en la lejanía, que se acabó materializando, formándose por copos de llamas, como si estos pudieran ser algo solido en una criatura de cuatro patas, una complexión igual a la del joven y un pelaje naranja intenso, brillante.
–En absoluto. –negó caminando hasta aquella mesa, apoyando las palmas de sus manos en el borde de la mesa. –No hay nada. –lamió con suavidad sus labios secos y se agitó pesada pero profundamente sus cabellos dorados. –No hay comida. No hay gente. No hay nada. –resumió. –Y la diosa que debería de guiarme ya no me habla. –miró a una de las estatuas dispuestas todas ellas en forma de columna.
–Podrías tener que cargar con los llantos de un cachorro. –contestó pesadamente el animal acercándose a su compañero humano, sabiendo que curiosamente el apelativo animal iba por el chico.
–Será eso. –reconoció dándole la razón. –¿Has encontrado algo? ¿El origen de todo esto?
El animal ladeó la cabeza, se alzó sobre la mesa y esta comenzó a emanar una cantidad de polvo denso y notable, negro como el azufre y tan espeso que parecía que se solidificaría en el propio aire, acabó formando una especie de óvalo bidimensional, como una pantalla, capaz de ver y escuchar pero no interactuar.
–Encontré una anomalía. –alzó su cabeza hacia aquella pantalla y mostró las imágenes de un agua oscura, agitada y llena de vida.
–El agua cristalina y brava no es una anomalía, aunque jamás en mi vida la haya visto. –entonces recibió un coletazo de una de las muchas colas del animal en toda la cara, dejando una marca rojiza en ella.
–No seas estúpido. –le reprochó mostrando algo más concreto en aquella inmensidad fría.
El agua se arremolinaba con fuerza, las burbujas del aire que las olas superficiales atrapaban no conseguían sino hacer más caótica aquella escena, lo que allí entraba nunca salía, probablemente el frío que debía de recorrer aquellas aguas paralizaría los músculos de los peces, congelaría las algas del fondo de aquel río y las rocas se harían aun más duras. Un cuerpo descendía con lentitud. La sangre rodeaba su cuerpo y teñía el agua de un color morado, notorio. Sus pequeñas manos se encontraban abiertas como si de alguna forma pudiera conseguir o deseara alcanzar la luz brillante del sol que no existía, que no podía ver.
Aquella visión profundizó aun mas, entrando en el cuerpo de aquel chico de cabellos rubios, allí estaba la oscuridad mas grande, hasta que una pequeña llama empezó a crecer, primero de forma tímida, de una suave forma, hasta que poco a poco fue incrementándose, sin embargo, unos hilos negros acabaron oponiéndose a aquellas llamas, los gritos de una bestia de fondo fueron acompasando la pérdida del brillo e intensidad hasta que finalmente se apagó, con el sonido de un grito de dolor esa vez no bestial, sino simplemente infantil.
– ¿Qué tiene esto de anómalo? Morir es una constante. –el animal asintió y sonrió mostrando una dentadura afilada y blanca. – ¿Entonces?
–Bueno, el hecho de que su yomu si lo hace.
–Un yomu puede morir, ¿no? La Diosa Etro recibe a sus espíritus para que descansen y tras un tiempo indefinido acaban regresando para seguir custodiando su creación.
–Más o menos así es. Un yomu puede desaparecer temporalmente para volver a entrar al mundo donde debe de estar, pero el problema es que ese yomu no aparece más. Murió. Ese ser no vuelve a aparecer, simplemente ya no está. Y como todos los cientos que hemos visto se produce este fenómeno. Es el que más potencialmente anomalías contiene. Hay decenas más. El problema es que esta es la más grande que he podido encontrar. –dejó de hablar para mirar fijamente la cara de ese chico. –¿Crees que debemos de ir?
–No lo sé, tú eres una criatura divina, yo no puedo hablar con Etro y saber cuál es su decisión. –comentó molesto consigo mismo.
–Deberías de dejar de lado tu molestia hacia la diosa, entiendo que la pérdida de Paadra Nsu Yeul te hal… –pero fue interrumpido por el rubio, impidiendo que siguiera hablando.
–No hables de ella. Tu diosa fue la que permitió su muerte. Y ya no volverá. –alejó su mirada de aquella visión, le dio la espalda y miró con rabia a los ojos de aquella estatua. -¿Cómo pretende que yo haga lo que ella me pidió si no hace más que obstaculizar mi camino? Mi misión ya no tiene sentido…
-Los caminos de…. –empezó a hablar, hasta que el ojiazul lo interrumpió.
–Sí, los caminos de la diosa Etro no marcan un destino sino que el destino es el propio camino. Es lo mismo que decía ella y no tiene sentido, no funciona. Ella no volverá por mucho que fuera su destino. Ya no existen más humanos, soy el ultimo y ella no podrá volver nunca, fue mi culpa, y de él…
–Ella también es tu diosa…–se acercó a su compañero y le dio una caricia con el hocico en la espalda, para tratar de calmarlo. –Ella volverá, es su destino, como el tuyo hallar el camino.
El rubio no contestó, permaneció en silencio mientras su cuerpo se movía con suavidad, de arriba abajo, sus manos aun apoyadas en el borde de la mesa y apretadas contra el borde de la mesa no anunciaban más que lo que su rostro mostraba, lagrimas recorriendo sus ojos y conteniéndolas en silencio, su espalda se inclinó con suavidad hacia adelante, lo mismo que hacía su cabeza, sus cabellos taparon su rostro y las lagrimas cayeron en silencio atronador, un silencio tan desgarrador que las uñas del ojiazul penetraron la superficie de la roca.
–Ya no se qué camino…he de seguir… –reconoció respirando de una forma moderada. –Llevo meses tratando de escuchar su voz…y simplemente no la escucho… ¿y si ella ya no está aquí? ¿Y si solo estamos tú y yo?
-Si no sabes que camino has de seguir, sigue el único que te falte por recorrer. –dijo la bestia moviendo su rostro hacia el portal, y lo observó durante unos segundos, aparentemente parecía simple oscuridad pero él podía ver lo que otros no veían. –Oh…que extraño…parece que aquí tampoco hay una Paadra…interesante.
– ¿Qué clase de mundo puede no albergar una Paadra? Es imposible. Ella también es una constante. –preguntó sorprendido mientras retiraba de su rostro aquellos cristalinos caminos que la pena había impreso en su rostro. – Si ella no está allí, ¿qué pasa con el resto de constantes? –miró al zorro antes de llevar sus ojos a aquella holográfica pantalla de humo, movió sus manos y el humo dejó de mostrar la misma imagen que tenía para alejarse más. –¿No existen sus guardianes? ¿Y la Diosa en sí?
El zorro no respondió, quizás porque tampoco él sabía la respuesta. –Desconozco esas preguntas, pero no he percibido la presencia de la visionaria, lo cual podría significar que tampoco existe profecía…
El rubio se estiró los cabellos frustrado. –Tenemos una posibilidad donde no existe la visionaria, donde un yomu desaparece y donde la profecía no existe, ¿Qué significa todo eso?
Cuando el zorro abrió sus fauces para hablar, la tierra comenzó a moverse y a vibrar, aquellas rocas comenzaron a moverse y todo se movía de forma abrupta, el sonido de la roca chocando y rompiendo su equilibrio. El sonido de bombas cayendo a lo lejos cuando no había un ser humano en toda la extensión de aquel planeta.
–¿Qué está pasando Yheal? –preguntó el joven ojiazul mirando al techo, viendo como este se fracturaba y seguidamente comenzaban a caer pedazos de roca por doquier, uno de ellos incluso impactó con una estatua de la diosa, reduciéndola a pedazos.
–Esta realidad está comenzando a colapsarse. –sus colas ampliaron su extensión, pasando de una cercana al medio metro a cuadriplicarse en un instante, las nueve se acumularon en un punto concéntrico de aquella especie de pantalla de humo y se separaron de golpe, mostrando un portal de brillantes colores intensos, el blanco, el azul cyan y el sonido de unos engranajes girando por doquier, mientras la roca seguía cayendo. –Tenemos que irnos. El hundimiento está en su fase final, si nos quedamos desapareceremos. –sentenció el animal antes de saltar al interior de aquella brecha que él mismo había abierto.
El rubio se subió a aquella mesa y se detuvo frente al portal, se situó a sus espaldas y se dejó caer hacia atrás, echando un ultimo visitado a la figura de su diosa, cuyos ojos de mármol parecieron brillar con la misma intensidad de alguien que posee vida, y no de la de una roca. La ultima imagen que tuvo de su mundo se cerró cuando él pasó por aquella brecha, y todo pasó a ser oscuridad.
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Bueno me he leído el prólogo y me ha parecido interesante tu forma de escribir, a veces usas muchas metáforas seguidas, realmente no se vislumbra demasiado lo que pueda venir a continuación en los próximos capítulos y acabo de llegar de viaje, estoy muy cansada como para leer los que subiste pero estaré pendiente para seguir tu historia en lo que recupere energías XD.
Matta Ne!
Me parece que en esta parte si le quitaras los "que's" quedaría mucho mejor.Heladoras gotas de lluvia que resbalaban por su frente, que descendían de sus cabellos y se impregnaban en sus ropas, que recorrían su espalda transportando el frío de aquella agua hasta el interior de sus huesos.
Matta Ne!
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Antes de nada gracias por contestar y sí, las metaforas son conscientes, me gusta metaforasear [si es que ese verbo existe] quizás porque es una forma diferente de decir lo que todos dirían, lo cual lo hace mas interesante -creo-. En cuanto a los que's iban escritos con la intención de resaltar pero tomo nota, no mas que's en una semana.
No te preocupes, al menos han comentado, como escritor me siento halagado de que me hayas dedicado esos segundos para escribirme. Nos leemos en capitulos posteriores - o no tanto [?]-
No te preocupes, al menos han comentado, como escritor me siento halagado de que me hayas dedicado esos segundos para escribirme. Nos leemos en capitulos posteriores - o no tanto [?]-
Madlife- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Episodio 3 - Recuerdos de un nuevo tiempo - 5 A.H.
El anciano seguía en la misma posición, era un día especial, un día marcado por el paso de los recuerdos imbuidos en sangre, imbuidos en muerte. Muchos en la aldea festejaban ese día como “el renacimiento” porque haría no más de trece años que la bestia de nueve colas fue derrotada por el gran cuarto hokage, dejando un legado de vida y felicidad donde solo debía de haber cenizas y llamas.
Sin embargo, para él no era más que un recordatorio amargo y lleno de tristeza. Hacía ocho años que se había esfumado, que su sabiduría y entereza ya no eran la de siempre, tanto que se había alejado de su puesto, ¿de qué servía ser el hombre más poderoso si no podías proteger lo que querías? Por suerte, su heredera era digna ya que la conoció desde su juventud y como no podía confiarle un alto cargo a otro de sus alumnos ella era su último recurso.
Nunca le confesó el verdadero motivo de su renuncia al cargo, tampoco le agradaba la idea de que el consejo eligiera a alguien de su conveniencia, los años le habían demostrado que confiar en las personas no era lo mejor que podía hacerse. Su culpa lo había perseguido demasiado tiempo, demasiadas noches tormentosas revivían aquel recuerdo y todos los que lo habían conocido sabían que realmente había cambiado “fue como si el agua lo hubiera cambiado” quizás no le cambió, quizás le hizo ver lo que se escondía tras los rostros de los demás, tras aquellos intentos fallidos por mostrar la verdad, por insistir en una visión que nadie compartía.
A ojos de su rubia sustituta, necesitaba tiempo. Unas vacaciones que se tornaban cada vez más largas, a ojos de su nieto simplemente había escondido la verdad, le gustaba pasar tiempo con él. Era uno de los pocos momentos donde le veía, al menos de una forma cercana. Veía sus orbes azules anteponiéndose a las castañas de su nieto o en su actitud de derrotarle las ganas de ser el líder de una ciudad que acabó costándole la vida.
Sus ojos observaban aquella marmórea estructura, pequeña, cuya inscripción en relieve decía: “llegaste como un héroe y todos te rechazaron pero nunca te olvidaremos aquellos que conocimos la verdad”. ¿Qué había bajo esa inscripción? Toda una repudia a una ciudad. Él había intentado tantas veces cambiar las cosas, tantas veces protegerlo, mostrarle al mundo la verdad que simplemente acabó cegándose. Confiando en que las personas lo entenderían, en que el consejo dejaría de verle como una amenaza, era un simple niño, uno que no pudo entender la maldad de este mundo hasta que ella acabó con él.
Probablemente de no haber dejado su puesto lo habrían destituido, ¿podía un hombre borrar el asesinato de otro? No, no importaba el puesto que tuviera ni que efectivamente hubiera sido el crimen perfecto. Simplemente era un peso que rompía el contrato que había establecido como líder. ¿Se sentía culpable? No. Él no asesinó a un hombre, asesinó a una bestia. Él si era una bestia, y no quien yacía frente a su cuerpo bajo tierra, cuyos huesos alimentarían la tierra y florecería en forma de naturaleza.
–Ayer fui a tu casa. –dijo con una suave sonrisa, triste. –Sigue echa un desastre, supongo que nunca te gustaron las tareas. –hubo una suave emanación de recuerdos y luego se produjo el silencio, un intento vago y fútil de hablar con quien ya no podía articular palabra alguna, con quien, a efectos prácticos, no podía mover un solo músculo, porque solo quedaban huesos y restos inservibles. –Lo siento. –se disculpó mientras las lagrimas florecían de sus ojos añiles y se perdían lentamente en un brillo enmascarado por la pena. –Sé que no debería de estar triste y –hizo una pausa aliviando aquellas lágrimas que trataban de salir– menos aún en tu cumpleaños pero no pude protegerte. No pude decirte quien eras. No pude cumplir la promesa que le hice a tu padre, ni a tu madre.
Sacó del interior de su chaqueta un ramo circular decorado con multitud de pequeñas flores de color rosa pastel y en cuyo centro yacían pequeños detalles de color rojo intenso. Un ramo circular de pétalos de cerezo.
–Saliste en su búsqueda aquel día, ¿verdad? –no hubo ninguna respuesta. –No soy demasiado bueno haciendo estas cosas, pero creo que la intención es lo que cuenta. –dejó descansar aquel ramillete de flores frente a la lápida. –Feliz cumpleaños…
Se levantó pesadamente y entonces su nieto que esperaba caminando en la lejanía dejándo aquellos minutos de soledad que tanto su alma le había requerido y caminaron juntos.
– ¿Ya está, oto-san? –el anciano asintió acariciando su cabello y revolviéndoselo, lo que generó una suave sonrisa en el infantil rostro. – ¿Quién era? –preguntó con cierto temor, influenciado quizás por aquellos ojos encharcados que su abuelo tenía, jamás le había visto llorar.
–Un héroe. Pequeño, sí. Pero un héroe. –dijo sin especificar demasiado, no quería hablar de ese tema con su nieto, quizás porque la muerte aunque presente en el mundo ninja nunca estaba asimilada cuando no era por cuestiones de combate.
–¿Murió por la villa? –sentía curiosidad y respeto, ¿qué clase de persona podía ser un héroe que infligiera tanto sentir en el hombre que él consideraba de todos más valientes? Debía de haber sido asombroso, quizás por eso no tenía un hueco en el muro de los caídos, donde se apuntaban los nombres de los caídos en combate.
–Vivió por ella. –contestó divagando. –Y ella se lo agradeció llevándoselo de este mundo. –observó los ojos de su nieto analizándolo y fingió una sonrisa tranquila. – ¿Te apetece comer ramen?
Aquel brusco cambio de tema no hubiera sido tan exitoso, de no haber sido él un amante de los fideos, por lo que simplemente asintió con una radiante sonrisa y emocionado comenzaron a caminar juntos por la villa, alejándose del cementerio para esquivar quizás el anciano los sentimientos de culpa que no podía remediar, ni paliar.
Seguían viajando, por ningun lado, la oscuridad que hacía poco les envolvía ahora les estaba llevando a un fondo anarnajado donde parecía que algo se movía, como si las paredes de aquel espacio se curvaran y formaran un túnel, ellos no podían escapar, ni tratar de remontar el río que era el tiempo. A su lado tenían grandes engranajes, que se movían sin parar y que llegaban hasta donde la vista les permitía.
Flotaban, como si nadaran sobre la nada, no había aire, no había ruido salvo aquel sonido de los engranajes moviéndose pero sus cuerpos no parecían ser alterados por esas cosas, simplemente estaban ahí. Un chico de cabellos rubios y una bestia de nueve colas.
–¿Qué es esto? –preguntó el joven mirando a la bestia mientras ambos seguían desplazándose de forma involuntaria por aquella corriente.
–Es la diacronía.
–Gracias por la información, creo que ahora estoy más tranquilo y me siento más informado. –respondió al instante el joven observando aquellos engranajes, no parecían estar conectados a ningún sitio y parecían ser eternos.
–La diacronía –prosiguió cuando su amigo dejó de bromear – es una especie de máquina. No sé cómo llamarla pero básicamente se trata del paso del tiempo y de las realidades.
–¿Cómo un camino?
–Algo así –respondió. –Esto nos permite ir a una época determinada aunque no puede dirigirse. La diacronía nos lleva donde ella considera oportuno.
–¿Pero iremos a esa posibilidad? –preguntó el rubio adquiriendo una postura más recta y firme, aun así iba a la misma velocidad que yendo acostado como si alterar el curso del río fuera imposible.
–Sí, el problema es cuando. Nunca he estado aquí voluntariamente y fue Etro quien abrió el portal. La diacronía debería de elegir un momento oportuno para que interfiramos en esa posibilidad. Supongo que será cuando menos anomalías hayan, o al contrario.
–Osea, como un rio, llegará al mar pero no sabemos cuándo, ni por donde. –el anaranjado animal asintió.
El camino fue eterno, ninguno de los dos sabía cuándo llegarían, simplemenente esperaban hasta que comenzaron a aparecer imágenes por doquier. Eran totalmente aleatorias, mostraban a un niño muy parecido al joven que ahora nadaba por la diacronía. Mostraban una bestia de gran tamaño, como el fuego parecía huir de su piel y como el mismo numero de colas que su acompañante tenían barría montañas enteras. Vio miles de caras, y cientos de hechos, todos tan rápidos que como diapositivas se almacenaron en su cabeza.
– ¿Qué está pasando? –preguntó a su compañero.
Entre aquellas imágenes aleatorias comenzó a mostrarse una boca, que aparecía y desaparecía, pero cuyos labios componían una frase: “y fue entonces” se escuchó primeramente, pasaron los segundos “la luna se hundió” volvió a desaparecer para mostrar más imágenes, fuego, violencia, muerte, amor, armonía, destrucción “y toda vida existente, pereció”.
–No lo sé. –trató de atender a todas esas imágenes pero eran demasiado rápidas. –¿Quizás la diosa Etro nos quiere decir algo?
Las imágenes siguieron pasando, sin descanso, muchas de ellas eran contradictorias, otras no tenían sentido y las que si lo tenían desaparecían sin dejar rastro. El joven de ojos azules, comenzó a gritar de dolor al sentir como algo quemaba su piel, cerca del vientre, sin saber exactamente que era, aquel dolor se emitió también al animal quien comenzó a mostrar sus dientes como una amenaza.
–¡Yheal! –gritó el joven al notar como su cuerpo estaba siendo dividido en pequeñas articulas de color anaranjado. –¡¿Qu–que está pasando!? –gritó de puro desconcierto, miedo y dolor, su vientre ardía y su interior le dolía como si alguien hubiera estado destrozando sus nervios.
El sonido de los engranajes se hizo más notorio, su mente estaba siendo bombardeada por estímulos luminosos que parecían ser aquellas imágenes. El sonido intenso de todas esas voces entremezcladas en un potingue inteligible, el traqueteo de aquellas grandes tuercas y engranajes que no hacían mas que girar y girar, la luz de aquel túnel que los envolvía se hizo mas pesada, comenzó a quemarlos a ambos hasta que él se quedó solo. De nuevo. Se hizo un ovillo tratando de aislarse del mundo y cuando notó que la luz se volvía mas y mas intensa simplemente esperó que todo aquello pasara, que aquel dolor se terminara.
Entonces sintió como el peso de la gravedad tiraba de él, podían haber pasado decenas de horas, quizás meses, o podía haber sido toda una vida, hasta que finalmente cayó.
Aquel grupo de jóvenes avanzaba sin demasiado reparo, sus pasos eran mas que agiles, las copas de los arboles habían sido durante mucho tiempo su hogar, su escondite, cuya edad debía de rondar aproximadamente los quince años, jóvenes, pero el tiempo los había unido y aunque se peleaban, y mucho, no hacía de ello una pesada carga, sino lo contrario. Habían constituido su propia familia, aunque los dos chicos eran hermanos huérfanos, siempre habían estado bajo el cuidado de la mujer de pelos de fuego, aunque muchas veces ella misma los hubiera matado si ellos no hubieran puesto sus ojos de cachorro que tanto parecían funcionar, aunque ya estuvieran más que vistos.
El silencio no era exactamente el acompañante de aquellos jóvenes tenían y no era porque la chica no lo quisiera, sino porque los hermanos no le daban tregua. Quizás su nombre también era tan divertido como lo era su compañía aunque hasta el pastelero mas goloso se hartaba del azúcar.
Eran diferentes, Hiro era el mediano del grupo, era un chico medianamente escuálido de cabellos de colores castaños y agitados, cuya vestimenta solía tener el símbolo de unas alas en algún sitio, ya fuera en la chaqueta, la camisa o incluso un colgante de aquel icono que tanto le gustaba. Sus ojos eran anaranjados y de los tres, era probablemente el más divertido o al menos así se consideraba él, el resto cuando no estaban para sonreír. Su era de su misma estatura pero su complexión quizás era un poco mejor, no demasiado diferente puesto que ambos eran bastante idénticos probablemente debido a que eran gemelos. La única diferencia notoria era que por alguna razón sus ojos eran de una tonalidad amarillenta lo que hacía fácil distinguirlos, además llevaba gafas.
La mujer era igual de alta que los otros dos, lo que decía que era mas alta de lo esperado. Aunque su cuerpo estaba bastante desarrollado para sus quince años de edad. Su cabello era rojo como el fuego, sedoso y además organizado de una forma extraña, en su lado derecho estaba agitado, revuelto mientras que por el otro yacía liso y perfectamente cuidado. Su cuerpo ya mostraba las curvas de una mujer y sus ojos rojos brillaban con la misma intensidad que una llama de una antorcha y como el menor del grupo tenía gafas.
–¿Cuánto falta? –preguntó Hiro a su hermano mientras esperaban sentados sobre un árbol observando un gran y despejado camino de tierra.
–No debería de faltar mucho. –contestó su hermano apoyando su espalda en un tronco. –¿Porqué? ¿Qué tarea te preocupa tanto?
–Bueno… –se hizo el remolón– cuanto más tiempo estamos aquí menos tiempo puedo dedicarle a las hermosas mujeres que esperan mi presencia en la ciudad. –ambos se le quedaron mirando, intercalaron un par de miradas y comenzaron a reír.
–Como mujer te diré que eso no pasará. –aseguró la pelirroja.
–Exactamente, además, tienes a Karin. Conténtate con ella, porque en quince años es lo mas cerca que te he visto de ninguna mujer. –Karin alzó una ceja ante sus palabras pero fue su hermano el que habló.
–Eh, ahí te has pasado, Ryo. Sabes que he estado con muchas. –el menor asintió de forma sarcástica. –Además, Karin no me vale, ya le están empezando a salir arrugas.
La pelirroja trató de contenerse, cerró el puño mientras sobre su frente se marcaba un gesto de ira contenida, su boca murmuraba algunas palabras sin especificar realmente que era lo que estaba diciendo. Mientras, a su espalda, los chicos seguían conversando.
–¿Arrugas? Pero si no es mucho mas mayor que nosotros. –comentó limpiándose las gafas, no fuera a ser que estuvieran sucias y no viera la realidad que su hermano mayor veía. Su hermano negó con la cabeza y se acercaron a la pelirroja, colocándose desde su espalda y observando sus facciones desde atrás.
–Fíjate en la frente, se ven el paso de los años y si miras sus ojos puedes ver unas minúsculas pero nacientes patas de gallo. –el menor asintió a cada palabra, reconociendo ante sus ojos la verdad. –Tiene nuestra edad pero es una mujer viej…
Entonces se escuchó el sonido de unos nudillos chasqueando, mientras un aura rojiza e intensa emanaba del cuerpo de la joven, entonces lentamente giró la cabeza mientras su cuerpo lo acompañaba instantes después.
–Contentarse…arrugas...patas de gallo…vieja… –enumeró mientras su cabeza se inclinaba de forma tétrica y una sonrisa sádica aparecía por su rostro. – ¿¡Acaso queréis morir!? –preguntó de forma retórica separando cada una de las palabras con una suave espera antes de golpearlos tres veces a cada uno.
Cuando ella calmó su furia tras haberlos golpeado, los hermanos apoyaban su rostro con el contiguo mientras sus cuerpos dolidos se desincrustaban del tronco en el que se hallaban presos, la joven les había metido un recordatorio de que las mujeres eran como un vendaval, provocarlas no era lo mejor que podía hacerse.
–Para empezar, mi sola presencia es más valiosa que las de tus posibles “mujeres” –dijo con sorna aquella última palabra a Hiro –en segundo, si volvéis a decir algo sobre mi aspecto no volveréis a mover vuestras piernas. –Y mi experiencia como mujer me dice que no tienes tantas como dices. Más que un hombre pareces un niño. –le dijo burlescamente la joven.
Con un poco de temor, o bastante, ambos hermanos asintieron temerosos a la mujer de ojos de fuego, ya habían visto su ira y no les apetecía volver a escayolarse los brazos, o en aquella ocasión, las piernas. Aunque sabía que Ryo tenía las de salir ganando porque era el más tranquilo de los dos hermanos, eso no le libraría de la furia de Karin.
–Tsk. –masculló el joven tratando de aparentar una fortaleza que no tenía. –Al igual que no llueven mujeres del cielo, tampoco llueven hom…
Un gran destello dorado inundó aquel anochecer, el cielo anaranjado brillo con fuerza, con brío y donde el firmamento comenzaba a tornarse morado y los puntos brillantes del firmamento se apagaban ante un refulgir desconocido, inaudito. Los chicos ascendieron hasta la copa de aquellos arboles y observaron el cielo, como este parecía haberse fragmentado, la cúpula celeste mostraba una extraña fractura, similar a la de un terremoto solo que era de un color blanco e iluminado como el dios sol. Al mismo tiempo emitía una especie de onda invisible que apartaba los arboles con suavidad, que movían el césped y lo alejaban con un pulso disonante. Que iba y venía.
–¿Qu–que es eso? –preguntó la pelirroja a los chicos, ninguno de ellos tenía absoluta idea y no era tan difícil de entender porque el hecho de que el cielo se abriera y mostrara la luz de un sol en miniatura.
Situado a unos cincuenta metros sobre el suelo se había generado de la nada, lo peor era que probablemente fuera visible desde varios kilómetros a la redonda, y que si había alguna posibilidad de “cazar” una “presa” aquel fenómeno tan innatural lo había espantado de lleno. Aquella fisura en el espacio se ondeaba como lo hacían las cintas de plástico de los carnavales que se movían en armonía haciendo un espectáculo de colores y sensaciones, aquella fisura además parecía tener algo de vida propia, pues si se prestaba atención, alejado de aquel pulso parecía haber un sonido mecánico, oxidado, poco cuidado.
La boca abierta de los jóvenes, así como el viento extraño que movía sus cabellos daba una imagen de sorpresa e incluso temor, ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era aquello? ¿Por que había aparecido de la nada? Eran unas de las tantas preguntas que cruzaban su mente, acompasadas con una sensación de temor, como el de un pequeño ser que observaba la inmensidad de un dios, de aquel que había creado su total existencia.
–¿Eso es…una…persona? –preguntó Ryo dirigiendo una fugaz mirada a sus compañeros para señalar el centro de aquel portal donde emergía un gran cristal, translucido y que reflejaba el color blanco de la luz que emitía el propio portal.
Lentamente caía, mostrando una complexión y forma similar a la de un ser humano y había algo dentro de aquella capsula cristalina de aspecto afilado y pulcro yacía un cuerpo, no brillaba como el resto y su complexión aunque alejada del suelo demostraba que podía ser humano.
Cuando aquel gran fragmento de cristal salió en su completitud de la falla en el cielo su lento y armónico descenso fue cortado de forma abrupta y la gravedad lo arrastró con un impulso acelerado, al mismo tiempo que una estela plateada descendía con él. Aquella falla comenzó a cerrarse y absorbió toda la luz que había vertido en el ambiente y aquel cristal cruzó en un par de segundos la distancia que lo separaba del suelo, para caer directamente sobre la tierra y lo siguiente fue una gran explosión. El sonido profundo y grave se expandió por doquier, los chicos se pusieron a cubierto pero la onda sonora y la de impacto fueron más rápidos que ellos, impulsándolos unos cuantos metros en una dirección medianamente arbitraria. Los hermanos cayeron de la rama y salieron rodando por el suelo, mientras que la joven acabó impactando de espaldas contra el tronco de un árbol a unos cuantos metros allá.
Después, le procedió una polvareda de humo, que se expandió en todas las direcciones, que ascendió con fuerza por los arboles y cubrió toda la zona circundante como si una tormenta de arena en el desierto se hubiera levantado. Ellos intentaron reincorporarse y cuando lo consiguieron trataron de hablar, de saber donde estaban los otros pero solo escuchaban un intenso y sonoro pitido, que evitaba que pudieran escuchar ni sus propios pensamientos.
Ryo avanzó entre el suelo, sin sus gafas ver era algo complicado, solo distinguía borrosas figuras entremezcladas con la arena que en sus ojos se sentía como afilados fragmentos de cristal, usualmente sus gafas servían para ver de lejos pero medianamente aturdido y con sus ojos lagrimeando ante aquella arena no podía ver ni lo que tenía a un palmo de su ser. –Maldita sea. –farfullo recorriendo con sus manos el suelo en busca de sus gafas, sin demasiado éxito.
–¿¡Ryo!? –preguntó su hermano levantándose del suelo y entrecerrando los ojos para tratar de distinguir algo entre la maleza y aquella polvareda. –¿¡Karin!? –tampoco había respuesta, pero apenas podía percibir su tono de voz como un susurro, si le contestaban no esperaba escucharlo.
Corrió como pudo y encontró entonces un bulto que se movía, se acercó a él pues reconocía sus ropas. –¡Ryo! –se encamino hacia él al mismo tiempo que esquivaba los troncos que los separaban. –¿Estas bien? –entonces notó como pisaba algo y emitía un sonido agudo.
–Busco mis gafas. –pudo escuchar el hermano, entonces este se acerco a aquello que había pisado y reconoció al instante lo que era. El menor notó como le ayudaban a levantarse.
–No te preocupes, las encontré, pero no creo que te sirvan. –dijo devolviéndoselas.
–Gracias. –dijo medianamente molesto, pero tampoco podía culparlo. –¿Has visto a Karin? –su hermano negó con la cabeza. –Tenemos que encontrarla.
–Y ver que diablos ha sido esa explosión. –que había sido cosa del cristal era una opción mas que probable, pero, ¿podían confirmar algo más?
Había causado un gran cráter, idéntico al de una explosión con dinamita, aquel cristal se había fragmentado, dejando rastros del tamaño de una gran piedra por doquier, decorando de tonos brillantes la tierra oscura profunda y aquellas capas de arena que se habían separado atemorizadas como los jóvenes que habían visto aquel suceso tan extraño. Sin embargo, en el epicentro del cráter, había una persona, de rodillas, apoyando el peso de su cuerpo en sus manos que temblaban ante aquella sensación de debilidad que lo volvía tan voluble…tan delicado, y frágil.
Su cuerpo estaba azotado por un fuego literal, sentía que su mente estaba enloqueciendo, que su pulso era extremadamente elevado y no le dejaba respirar, le ahogaba, le asfixiaba, tenía que levantarse, sabía que debía de hacerlo pero sus ojos azules como el mar no encontraron a su compañero, lo necesitaba. Entonces su mente se desató. Sobre su consciencia comenzaron a grabarse cosas, veía a un niño siendo elevado por un hombre, unas palabras que no significaban nada, que no emitían sonido, entonces comenzó a sentir como los golpes que este le propiciaba, acababan impactando en su cuerpo, sentía como su garganta se comprimía, y como la ira lo invadía. Trató de levantarse y sintió como su vientre ardía, como si tuviera llamas emanando de su pecho. Se llevó las manos y ejerció una presión notable intentando ahogar aquel dolor, pero no lo consiguió, su garganta se ahogó en dolor e ira y un gran grito, que se asemejó mas a un rugido, su boca se abrió y vertió al aire libre aquella ira y acto seguido una gran cantidad de sangre que recorrió su estomago hasta salir al exterior fue lo último que hizo antes de caer sin fuerzas al suelo, con la única imagen de un punto rojo difuso no muy lejos de él.
Sin embargo, para él no era más que un recordatorio amargo y lleno de tristeza. Hacía ocho años que se había esfumado, que su sabiduría y entereza ya no eran la de siempre, tanto que se había alejado de su puesto, ¿de qué servía ser el hombre más poderoso si no podías proteger lo que querías? Por suerte, su heredera era digna ya que la conoció desde su juventud y como no podía confiarle un alto cargo a otro de sus alumnos ella era su último recurso.
Nunca le confesó el verdadero motivo de su renuncia al cargo, tampoco le agradaba la idea de que el consejo eligiera a alguien de su conveniencia, los años le habían demostrado que confiar en las personas no era lo mejor que podía hacerse. Su culpa lo había perseguido demasiado tiempo, demasiadas noches tormentosas revivían aquel recuerdo y todos los que lo habían conocido sabían que realmente había cambiado “fue como si el agua lo hubiera cambiado” quizás no le cambió, quizás le hizo ver lo que se escondía tras los rostros de los demás, tras aquellos intentos fallidos por mostrar la verdad, por insistir en una visión que nadie compartía.
A ojos de su rubia sustituta, necesitaba tiempo. Unas vacaciones que se tornaban cada vez más largas, a ojos de su nieto simplemente había escondido la verdad, le gustaba pasar tiempo con él. Era uno de los pocos momentos donde le veía, al menos de una forma cercana. Veía sus orbes azules anteponiéndose a las castañas de su nieto o en su actitud de derrotarle las ganas de ser el líder de una ciudad que acabó costándole la vida.
Sus ojos observaban aquella marmórea estructura, pequeña, cuya inscripción en relieve decía: “llegaste como un héroe y todos te rechazaron pero nunca te olvidaremos aquellos que conocimos la verdad”. ¿Qué había bajo esa inscripción? Toda una repudia a una ciudad. Él había intentado tantas veces cambiar las cosas, tantas veces protegerlo, mostrarle al mundo la verdad que simplemente acabó cegándose. Confiando en que las personas lo entenderían, en que el consejo dejaría de verle como una amenaza, era un simple niño, uno que no pudo entender la maldad de este mundo hasta que ella acabó con él.
Probablemente de no haber dejado su puesto lo habrían destituido, ¿podía un hombre borrar el asesinato de otro? No, no importaba el puesto que tuviera ni que efectivamente hubiera sido el crimen perfecto. Simplemente era un peso que rompía el contrato que había establecido como líder. ¿Se sentía culpable? No. Él no asesinó a un hombre, asesinó a una bestia. Él si era una bestia, y no quien yacía frente a su cuerpo bajo tierra, cuyos huesos alimentarían la tierra y florecería en forma de naturaleza.
–Ayer fui a tu casa. –dijo con una suave sonrisa, triste. –Sigue echa un desastre, supongo que nunca te gustaron las tareas. –hubo una suave emanación de recuerdos y luego se produjo el silencio, un intento vago y fútil de hablar con quien ya no podía articular palabra alguna, con quien, a efectos prácticos, no podía mover un solo músculo, porque solo quedaban huesos y restos inservibles. –Lo siento. –se disculpó mientras las lagrimas florecían de sus ojos añiles y se perdían lentamente en un brillo enmascarado por la pena. –Sé que no debería de estar triste y –hizo una pausa aliviando aquellas lágrimas que trataban de salir– menos aún en tu cumpleaños pero no pude protegerte. No pude decirte quien eras. No pude cumplir la promesa que le hice a tu padre, ni a tu madre.
Sacó del interior de su chaqueta un ramo circular decorado con multitud de pequeñas flores de color rosa pastel y en cuyo centro yacían pequeños detalles de color rojo intenso. Un ramo circular de pétalos de cerezo.
–Saliste en su búsqueda aquel día, ¿verdad? –no hubo ninguna respuesta. –No soy demasiado bueno haciendo estas cosas, pero creo que la intención es lo que cuenta. –dejó descansar aquel ramillete de flores frente a la lápida. –Feliz cumpleaños…
Se levantó pesadamente y entonces su nieto que esperaba caminando en la lejanía dejándo aquellos minutos de soledad que tanto su alma le había requerido y caminaron juntos.
– ¿Ya está, oto-san? –el anciano asintió acariciando su cabello y revolviéndoselo, lo que generó una suave sonrisa en el infantil rostro. – ¿Quién era? –preguntó con cierto temor, influenciado quizás por aquellos ojos encharcados que su abuelo tenía, jamás le había visto llorar.
–Un héroe. Pequeño, sí. Pero un héroe. –dijo sin especificar demasiado, no quería hablar de ese tema con su nieto, quizás porque la muerte aunque presente en el mundo ninja nunca estaba asimilada cuando no era por cuestiones de combate.
–¿Murió por la villa? –sentía curiosidad y respeto, ¿qué clase de persona podía ser un héroe que infligiera tanto sentir en el hombre que él consideraba de todos más valientes? Debía de haber sido asombroso, quizás por eso no tenía un hueco en el muro de los caídos, donde se apuntaban los nombres de los caídos en combate.
–Vivió por ella. –contestó divagando. –Y ella se lo agradeció llevándoselo de este mundo. –observó los ojos de su nieto analizándolo y fingió una sonrisa tranquila. – ¿Te apetece comer ramen?
Aquel brusco cambio de tema no hubiera sido tan exitoso, de no haber sido él un amante de los fideos, por lo que simplemente asintió con una radiante sonrisa y emocionado comenzaron a caminar juntos por la villa, alejándose del cementerio para esquivar quizás el anciano los sentimientos de culpa que no podía remediar, ni paliar.
₪¤₪ At the same time ₪¤₪
Seguían viajando, por ningun lado, la oscuridad que hacía poco les envolvía ahora les estaba llevando a un fondo anarnajado donde parecía que algo se movía, como si las paredes de aquel espacio se curvaran y formaran un túnel, ellos no podían escapar, ni tratar de remontar el río que era el tiempo. A su lado tenían grandes engranajes, que se movían sin parar y que llegaban hasta donde la vista les permitía.
Flotaban, como si nadaran sobre la nada, no había aire, no había ruido salvo aquel sonido de los engranajes moviéndose pero sus cuerpos no parecían ser alterados por esas cosas, simplemente estaban ahí. Un chico de cabellos rubios y una bestia de nueve colas.
–¿Qué es esto? –preguntó el joven mirando a la bestia mientras ambos seguían desplazándose de forma involuntaria por aquella corriente.
–Es la diacronía.
–Gracias por la información, creo que ahora estoy más tranquilo y me siento más informado. –respondió al instante el joven observando aquellos engranajes, no parecían estar conectados a ningún sitio y parecían ser eternos.
–La diacronía –prosiguió cuando su amigo dejó de bromear – es una especie de máquina. No sé cómo llamarla pero básicamente se trata del paso del tiempo y de las realidades.
–¿Cómo un camino?
–Algo así –respondió. –Esto nos permite ir a una época determinada aunque no puede dirigirse. La diacronía nos lleva donde ella considera oportuno.
–¿Pero iremos a esa posibilidad? –preguntó el rubio adquiriendo una postura más recta y firme, aun así iba a la misma velocidad que yendo acostado como si alterar el curso del río fuera imposible.
–Sí, el problema es cuando. Nunca he estado aquí voluntariamente y fue Etro quien abrió el portal. La diacronía debería de elegir un momento oportuno para que interfiramos en esa posibilidad. Supongo que será cuando menos anomalías hayan, o al contrario.
–Osea, como un rio, llegará al mar pero no sabemos cuándo, ni por donde. –el anaranjado animal asintió.
El camino fue eterno, ninguno de los dos sabía cuándo llegarían, simplemenente esperaban hasta que comenzaron a aparecer imágenes por doquier. Eran totalmente aleatorias, mostraban a un niño muy parecido al joven que ahora nadaba por la diacronía. Mostraban una bestia de gran tamaño, como el fuego parecía huir de su piel y como el mismo numero de colas que su acompañante tenían barría montañas enteras. Vio miles de caras, y cientos de hechos, todos tan rápidos que como diapositivas se almacenaron en su cabeza.
– ¿Qué está pasando? –preguntó a su compañero.
Entre aquellas imágenes aleatorias comenzó a mostrarse una boca, que aparecía y desaparecía, pero cuyos labios componían una frase: “y fue entonces” se escuchó primeramente, pasaron los segundos “la luna se hundió” volvió a desaparecer para mostrar más imágenes, fuego, violencia, muerte, amor, armonía, destrucción “y toda vida existente, pereció”.
–No lo sé. –trató de atender a todas esas imágenes pero eran demasiado rápidas. –¿Quizás la diosa Etro nos quiere decir algo?
Las imágenes siguieron pasando, sin descanso, muchas de ellas eran contradictorias, otras no tenían sentido y las que si lo tenían desaparecían sin dejar rastro. El joven de ojos azules, comenzó a gritar de dolor al sentir como algo quemaba su piel, cerca del vientre, sin saber exactamente que era, aquel dolor se emitió también al animal quien comenzó a mostrar sus dientes como una amenaza.
–¡Yheal! –gritó el joven al notar como su cuerpo estaba siendo dividido en pequeñas articulas de color anaranjado. –¡¿Qu–que está pasando!? –gritó de puro desconcierto, miedo y dolor, su vientre ardía y su interior le dolía como si alguien hubiera estado destrozando sus nervios.
El sonido de los engranajes se hizo más notorio, su mente estaba siendo bombardeada por estímulos luminosos que parecían ser aquellas imágenes. El sonido intenso de todas esas voces entremezcladas en un potingue inteligible, el traqueteo de aquellas grandes tuercas y engranajes que no hacían mas que girar y girar, la luz de aquel túnel que los envolvía se hizo mas pesada, comenzó a quemarlos a ambos hasta que él se quedó solo. De nuevo. Se hizo un ovillo tratando de aislarse del mundo y cuando notó que la luz se volvía mas y mas intensa simplemente esperó que todo aquello pasara, que aquel dolor se terminara.
Entonces sintió como el peso de la gravedad tiraba de él, podían haber pasado decenas de horas, quizás meses, o podía haber sido toda una vida, hasta que finalmente cayó.
₪¤₪ At the same time ₪¤₪
Aquel grupo de jóvenes avanzaba sin demasiado reparo, sus pasos eran mas que agiles, las copas de los arboles habían sido durante mucho tiempo su hogar, su escondite, cuya edad debía de rondar aproximadamente los quince años, jóvenes, pero el tiempo los había unido y aunque se peleaban, y mucho, no hacía de ello una pesada carga, sino lo contrario. Habían constituido su propia familia, aunque los dos chicos eran hermanos huérfanos, siempre habían estado bajo el cuidado de la mujer de pelos de fuego, aunque muchas veces ella misma los hubiera matado si ellos no hubieran puesto sus ojos de cachorro que tanto parecían funcionar, aunque ya estuvieran más que vistos.
El silencio no era exactamente el acompañante de aquellos jóvenes tenían y no era porque la chica no lo quisiera, sino porque los hermanos no le daban tregua. Quizás su nombre también era tan divertido como lo era su compañía aunque hasta el pastelero mas goloso se hartaba del azúcar.
Eran diferentes, Hiro era el mediano del grupo, era un chico medianamente escuálido de cabellos de colores castaños y agitados, cuya vestimenta solía tener el símbolo de unas alas en algún sitio, ya fuera en la chaqueta, la camisa o incluso un colgante de aquel icono que tanto le gustaba. Sus ojos eran anaranjados y de los tres, era probablemente el más divertido o al menos así se consideraba él, el resto cuando no estaban para sonreír. Su era de su misma estatura pero su complexión quizás era un poco mejor, no demasiado diferente puesto que ambos eran bastante idénticos probablemente debido a que eran gemelos. La única diferencia notoria era que por alguna razón sus ojos eran de una tonalidad amarillenta lo que hacía fácil distinguirlos, además llevaba gafas.
La mujer era igual de alta que los otros dos, lo que decía que era mas alta de lo esperado. Aunque su cuerpo estaba bastante desarrollado para sus quince años de edad. Su cabello era rojo como el fuego, sedoso y además organizado de una forma extraña, en su lado derecho estaba agitado, revuelto mientras que por el otro yacía liso y perfectamente cuidado. Su cuerpo ya mostraba las curvas de una mujer y sus ojos rojos brillaban con la misma intensidad que una llama de una antorcha y como el menor del grupo tenía gafas.
–¿Cuánto falta? –preguntó Hiro a su hermano mientras esperaban sentados sobre un árbol observando un gran y despejado camino de tierra.
–No debería de faltar mucho. –contestó su hermano apoyando su espalda en un tronco. –¿Porqué? ¿Qué tarea te preocupa tanto?
–Bueno… –se hizo el remolón– cuanto más tiempo estamos aquí menos tiempo puedo dedicarle a las hermosas mujeres que esperan mi presencia en la ciudad. –ambos se le quedaron mirando, intercalaron un par de miradas y comenzaron a reír.
–Como mujer te diré que eso no pasará. –aseguró la pelirroja.
–Exactamente, además, tienes a Karin. Conténtate con ella, porque en quince años es lo mas cerca que te he visto de ninguna mujer. –Karin alzó una ceja ante sus palabras pero fue su hermano el que habló.
–Eh, ahí te has pasado, Ryo. Sabes que he estado con muchas. –el menor asintió de forma sarcástica. –Además, Karin no me vale, ya le están empezando a salir arrugas.
La pelirroja trató de contenerse, cerró el puño mientras sobre su frente se marcaba un gesto de ira contenida, su boca murmuraba algunas palabras sin especificar realmente que era lo que estaba diciendo. Mientras, a su espalda, los chicos seguían conversando.
–¿Arrugas? Pero si no es mucho mas mayor que nosotros. –comentó limpiándose las gafas, no fuera a ser que estuvieran sucias y no viera la realidad que su hermano mayor veía. Su hermano negó con la cabeza y se acercaron a la pelirroja, colocándose desde su espalda y observando sus facciones desde atrás.
–Fíjate en la frente, se ven el paso de los años y si miras sus ojos puedes ver unas minúsculas pero nacientes patas de gallo. –el menor asintió a cada palabra, reconociendo ante sus ojos la verdad. –Tiene nuestra edad pero es una mujer viej…
Entonces se escuchó el sonido de unos nudillos chasqueando, mientras un aura rojiza e intensa emanaba del cuerpo de la joven, entonces lentamente giró la cabeza mientras su cuerpo lo acompañaba instantes después.
–Contentarse…arrugas...patas de gallo…vieja… –enumeró mientras su cabeza se inclinaba de forma tétrica y una sonrisa sádica aparecía por su rostro. – ¿¡Acaso queréis morir!? –preguntó de forma retórica separando cada una de las palabras con una suave espera antes de golpearlos tres veces a cada uno.
Cuando ella calmó su furia tras haberlos golpeado, los hermanos apoyaban su rostro con el contiguo mientras sus cuerpos dolidos se desincrustaban del tronco en el que se hallaban presos, la joven les había metido un recordatorio de que las mujeres eran como un vendaval, provocarlas no era lo mejor que podía hacerse.
–Para empezar, mi sola presencia es más valiosa que las de tus posibles “mujeres” –dijo con sorna aquella última palabra a Hiro –en segundo, si volvéis a decir algo sobre mi aspecto no volveréis a mover vuestras piernas. –Y mi experiencia como mujer me dice que no tienes tantas como dices. Más que un hombre pareces un niño. –le dijo burlescamente la joven.
Con un poco de temor, o bastante, ambos hermanos asintieron temerosos a la mujer de ojos de fuego, ya habían visto su ira y no les apetecía volver a escayolarse los brazos, o en aquella ocasión, las piernas. Aunque sabía que Ryo tenía las de salir ganando porque era el más tranquilo de los dos hermanos, eso no le libraría de la furia de Karin.
–Tsk. –masculló el joven tratando de aparentar una fortaleza que no tenía. –Al igual que no llueven mujeres del cielo, tampoco llueven hom…
Un gran destello dorado inundó aquel anochecer, el cielo anaranjado brillo con fuerza, con brío y donde el firmamento comenzaba a tornarse morado y los puntos brillantes del firmamento se apagaban ante un refulgir desconocido, inaudito. Los chicos ascendieron hasta la copa de aquellos arboles y observaron el cielo, como este parecía haberse fragmentado, la cúpula celeste mostraba una extraña fractura, similar a la de un terremoto solo que era de un color blanco e iluminado como el dios sol. Al mismo tiempo emitía una especie de onda invisible que apartaba los arboles con suavidad, que movían el césped y lo alejaban con un pulso disonante. Que iba y venía.
–¿Qu–que es eso? –preguntó la pelirroja a los chicos, ninguno de ellos tenía absoluta idea y no era tan difícil de entender porque el hecho de que el cielo se abriera y mostrara la luz de un sol en miniatura.
Situado a unos cincuenta metros sobre el suelo se había generado de la nada, lo peor era que probablemente fuera visible desde varios kilómetros a la redonda, y que si había alguna posibilidad de “cazar” una “presa” aquel fenómeno tan innatural lo había espantado de lleno. Aquella fisura en el espacio se ondeaba como lo hacían las cintas de plástico de los carnavales que se movían en armonía haciendo un espectáculo de colores y sensaciones, aquella fisura además parecía tener algo de vida propia, pues si se prestaba atención, alejado de aquel pulso parecía haber un sonido mecánico, oxidado, poco cuidado.
La boca abierta de los jóvenes, así como el viento extraño que movía sus cabellos daba una imagen de sorpresa e incluso temor, ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era aquello? ¿Por que había aparecido de la nada? Eran unas de las tantas preguntas que cruzaban su mente, acompasadas con una sensación de temor, como el de un pequeño ser que observaba la inmensidad de un dios, de aquel que había creado su total existencia.
–¿Eso es…una…persona? –preguntó Ryo dirigiendo una fugaz mirada a sus compañeros para señalar el centro de aquel portal donde emergía un gran cristal, translucido y que reflejaba el color blanco de la luz que emitía el propio portal.
Lentamente caía, mostrando una complexión y forma similar a la de un ser humano y había algo dentro de aquella capsula cristalina de aspecto afilado y pulcro yacía un cuerpo, no brillaba como el resto y su complexión aunque alejada del suelo demostraba que podía ser humano.
Cuando aquel gran fragmento de cristal salió en su completitud de la falla en el cielo su lento y armónico descenso fue cortado de forma abrupta y la gravedad lo arrastró con un impulso acelerado, al mismo tiempo que una estela plateada descendía con él. Aquella falla comenzó a cerrarse y absorbió toda la luz que había vertido en el ambiente y aquel cristal cruzó en un par de segundos la distancia que lo separaba del suelo, para caer directamente sobre la tierra y lo siguiente fue una gran explosión. El sonido profundo y grave se expandió por doquier, los chicos se pusieron a cubierto pero la onda sonora y la de impacto fueron más rápidos que ellos, impulsándolos unos cuantos metros en una dirección medianamente arbitraria. Los hermanos cayeron de la rama y salieron rodando por el suelo, mientras que la joven acabó impactando de espaldas contra el tronco de un árbol a unos cuantos metros allá.
Después, le procedió una polvareda de humo, que se expandió en todas las direcciones, que ascendió con fuerza por los arboles y cubrió toda la zona circundante como si una tormenta de arena en el desierto se hubiera levantado. Ellos intentaron reincorporarse y cuando lo consiguieron trataron de hablar, de saber donde estaban los otros pero solo escuchaban un intenso y sonoro pitido, que evitaba que pudieran escuchar ni sus propios pensamientos.
Ryo avanzó entre el suelo, sin sus gafas ver era algo complicado, solo distinguía borrosas figuras entremezcladas con la arena que en sus ojos se sentía como afilados fragmentos de cristal, usualmente sus gafas servían para ver de lejos pero medianamente aturdido y con sus ojos lagrimeando ante aquella arena no podía ver ni lo que tenía a un palmo de su ser. –Maldita sea. –farfullo recorriendo con sus manos el suelo en busca de sus gafas, sin demasiado éxito.
–¿¡Ryo!? –preguntó su hermano levantándose del suelo y entrecerrando los ojos para tratar de distinguir algo entre la maleza y aquella polvareda. –¿¡Karin!? –tampoco había respuesta, pero apenas podía percibir su tono de voz como un susurro, si le contestaban no esperaba escucharlo.
Corrió como pudo y encontró entonces un bulto que se movía, se acercó a él pues reconocía sus ropas. –¡Ryo! –se encamino hacia él al mismo tiempo que esquivaba los troncos que los separaban. –¿Estas bien? –entonces notó como pisaba algo y emitía un sonido agudo.
–Busco mis gafas. –pudo escuchar el hermano, entonces este se acerco a aquello que había pisado y reconoció al instante lo que era. El menor notó como le ayudaban a levantarse.
–No te preocupes, las encontré, pero no creo que te sirvan. –dijo devolviéndoselas.
–Gracias. –dijo medianamente molesto, pero tampoco podía culparlo. –¿Has visto a Karin? –su hermano negó con la cabeza. –Tenemos que encontrarla.
–Y ver que diablos ha sido esa explosión. –que había sido cosa del cristal era una opción mas que probable, pero, ¿podían confirmar algo más?
Había causado un gran cráter, idéntico al de una explosión con dinamita, aquel cristal se había fragmentado, dejando rastros del tamaño de una gran piedra por doquier, decorando de tonos brillantes la tierra oscura profunda y aquellas capas de arena que se habían separado atemorizadas como los jóvenes que habían visto aquel suceso tan extraño. Sin embargo, en el epicentro del cráter, había una persona, de rodillas, apoyando el peso de su cuerpo en sus manos que temblaban ante aquella sensación de debilidad que lo volvía tan voluble…tan delicado, y frágil.
Su cuerpo estaba azotado por un fuego literal, sentía que su mente estaba enloqueciendo, que su pulso era extremadamente elevado y no le dejaba respirar, le ahogaba, le asfixiaba, tenía que levantarse, sabía que debía de hacerlo pero sus ojos azules como el mar no encontraron a su compañero, lo necesitaba. Entonces su mente se desató. Sobre su consciencia comenzaron a grabarse cosas, veía a un niño siendo elevado por un hombre, unas palabras que no significaban nada, que no emitían sonido, entonces comenzó a sentir como los golpes que este le propiciaba, acababan impactando en su cuerpo, sentía como su garganta se comprimía, y como la ira lo invadía. Trató de levantarse y sintió como su vientre ardía, como si tuviera llamas emanando de su pecho. Se llevó las manos y ejerció una presión notable intentando ahogar aquel dolor, pero no lo consiguió, su garganta se ahogó en dolor e ira y un gran grito, que se asemejó mas a un rugido, su boca se abrió y vertió al aire libre aquella ira y acto seguido una gran cantidad de sangre que recorrió su estomago hasta salir al exterior fue lo último que hizo antes de caer sin fuerzas al suelo, con la única imagen de un punto rojo difuso no muy lejos de él.
Última edición por Madlife el Vie Ene 10, 2014 10:38 pm, editado 1 vez
Madlife- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
; me quede sin palabras .
La trama es muy interesante y la narración es increíble; las metáforas son esplendidas !!!
El prologo me dio mucha cólera; maldito Yasuo que tiene en la cabeza como pudo golpear salvajemente a Naruto ;y lo peor botarlo al río ,para que no le den sepultura.
En el primer capitulo me dio tristeza la lista de Naruto ; en especial de :
Ir al bosque para conseguir flores de cerezo (¡Grandes y rosas!)
Lo bueno que Sarutobi le dio su merecido a esa alimaña de Yasuo.
En el segundo capitulo no entendí bien de la magia de los dioses, de Etro, ¿¿no hay nada después del hundimiento?? ; comprendí de que Naruto regreso a un universo alterno del pasado o, ¿no es asi?
En el tercer capitulo me dejo con ansias del cuarto ;Naruto como reaccionara de que Kurama este en su interior y esa Karin acercándose a un peligro o destino.
Sigue así ; la historia me atrapo y la narración me cautivo.
conti, conti .
La trama es muy interesante y la narración es increíble; las metáforas son esplendidas !!!
El prologo me dio mucha cólera; maldito Yasuo que tiene en la cabeza como pudo golpear salvajemente a Naruto ;y lo peor botarlo al río ,para que no le den sepultura.
En el primer capitulo me dio tristeza la lista de Naruto ; en especial de :
Ir al bosque para conseguir flores de cerezo (¡Grandes y rosas!)
Lo bueno que Sarutobi le dio su merecido a esa alimaña de Yasuo.
En el segundo capitulo no entendí bien de la magia de los dioses, de Etro, ¿¿no hay nada después del hundimiento?? ; comprendí de que Naruto regreso a un universo alterno del pasado o, ¿no es asi?
En el tercer capitulo me dejo con ansias del cuarto ;Naruto como reaccionara de que Kurama este en su interior y esa Karin acercándose a un peligro o destino.
Sigue así ; la historia me atrapo y la narración me cautivo.
conti, conti .
sukiyaki- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Gracias por tu comentario Sukiyaki con gusto te contesto; en el mundo, momento, epoca o universo de donde viene Naruto, como prefieras llamarlo, es un mundo muerto, como ya lo ha descrito el mismo "no hay comida, ni gente, ni nada", es un mundo marchito pero probablemente se profundizará en aquel mundo tan muerto como yermo.
Me alegro que cada capitulo haya dejado en ti un recuerdo, espero poder satisfacer tus ansias sin desvelar el fino velo del misterio. Nos vemos en los capitulos posteriores y gracias por comentar de nuevo :3
Me alegro que cada capitulo haya dejado en ti un recuerdo, espero poder satisfacer tus ansias sin desvelar el fino velo del misterio. Nos vemos en los capitulos posteriores y gracias por comentar de nuevo :3
Madlife- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Me encanta este fic, muy bien escrito, bastante fluido. Simplemente es genial cuando un escritor puede llevarte a los sucesos, cosa que tu haces, al menos ese es mi caso. Felicidades por eso.
Con respecto al tema. Según entiendo, tu fic maneja diferentes dimensiones, o universos, y cada uno contiene a un Naruto, o rubio. Así que, el rubio que vemos ahora no es el que murió, si no uno de un universo alterno que logró escapar a la perdición su mundo, y que ahora fue traído a éste universo, el cual es peculiar, tomando la identidad de Naruto, con recuerdos y todo.
Mis preguntas son: ¿El ex-universo del rubio tenía más afinidad que otros con los dioses? ¿El universo del capítulo 2 es el original del rubio? y de no ser así, ¿El rubio y el compañero Yeahl(supongo Kurama) son/eran trota universos?.
Sigue así, gracias por el fic, espero la conti.
Se despíde, Byronx.
Con respecto al tema. Según entiendo, tu fic maneja diferentes dimensiones, o universos, y cada uno contiene a un Naruto, o rubio. Así que, el rubio que vemos ahora no es el que murió, si no uno de un universo alterno que logró escapar a la perdición su mundo, y que ahora fue traído a éste universo, el cual es peculiar, tomando la identidad de Naruto, con recuerdos y todo.
Mis preguntas son: ¿El ex-universo del rubio tenía más afinidad que otros con los dioses? ¿El universo del capítulo 2 es el original del rubio? y de no ser así, ¿El rubio y el compañero Yeahl(supongo Kurama) son/eran trota universos?.
Sigue así, gracias por el fic, espero la conti.
Se despíde, Byronx.
Byronx- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Gracias por los halagos y con gusto te respondo a lo que pueda: Me sorprende que hayas preveído casi como yo lo tenía pensado los acontecimientos previos y que influirían dando solidez a la trama, vas muy bien cuando dices que logró escapar a la perdición de su mundo y tampoco vas mal encaminado cuando afirmas que en cada dimensión o universo hay un Naruto. Tus preguntas me ponen en un aprieto, no porque no las haya pensado sino que tienen que hacerse solidas por sí mismas y con el desarrollo del tiempo.
Lo que sí puedo decirte es que sí, por razones aun no mentadas el rubio tiene mas afinidad que otros con los dioses, en su caso con la diosa Etro. Podríamos decir sin temor a equivocarnos demasiado que "Fragmentos del Olvido" es de donde proviene Naruto. Y sí, Yheal es Kurama o Kyuubi no Youko. En cuanto a lo de trota universos, Naruto no sabía lo que era la diacronía ni como se había abierto el portal por lo que si suponemos que siempre se viaja así Naruto al menos no es un trota universos -no intencionadamente-
Lo que sí puedo decirte es que sí, por razones aun no mentadas el rubio tiene mas afinidad que otros con los dioses, en su caso con la diosa Etro. Podríamos decir sin temor a equivocarnos demasiado que "Fragmentos del Olvido" es de donde proviene Naruto. Y sí, Yheal es Kurama o Kyuubi no Youko. En cuanto a lo de trota universos, Naruto no sabía lo que era la diacronía ni como se había abierto el portal por lo que si suponemos que siempre se viaja así Naruto al menos no es un trota universos -no intencionadamente-
Madlife- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Episodio 4 – La luz del Sol – 5 A.H.
Todo era absolutamente paz y calma, su cuerpo descansaba, algo que no solía hacer, recordaba su gris cielo, el olor pesado y seco que envolvía el ambiente. Caminaba en silencio, como siempre hacía, estaba solo pero se sentía por primera vez en paz, consigo mismo, con el resto del mundo. No sabía a dónde iba, ni porqué caminaba pero su cuerpo simplemente obedecía órdenes que nadie le había dado.
La luz del Sol seguía obstaculizada, tapada por aquella gran Luna destrozada, pero había algo diferente en su rostro, una tranquilidad y casi felicidad que no había tenido desde hacía un par de años, años de soledad, años de miedo, de temor, acompañado con el único interes que tenía, dejar de ser quien era. Huir de lo que era y cambiar lo que fue. Entonces el suelo se fracturo y bajo una columna de humo comenzaron a aparecer personas. Todas ellas decían algo, sus rostros no eran conocidos por él y simplemente eran desconocidos pero…algo dentro de su cabeza afirmaba haberlos visto antes. Algo dentro de él decía que los apreciaba y al mismo tiempo que los odiaba.
Las personas se repetían, en algunas ocasiones eran diferentes, mostrando semblantes serios, semblantes tan fríos que podrían helar tu sangre y otros tan cálidos que podrías cobijarte en ellos en un frío invierno y no sentir el frío. Avanzó con lentitud entre ellas, escuchando lo que decían sin entender porqué, la misma persona como una imagen especular afirmaba que era un héroe y pocos pasos después esa misma afirmaba con el odio más puro que era un monstruo, los elogios se intercambiaban con palabras de asco y los insultos y desprecios se fundían con los agradecimientos.
Siguió caminando por aquella tierra desértica, el calor sofocante era algo que sí reconocía como propio, la ausencia de vegetación colorida en el suelo y una capa de gris ceniza intercalada en las plantas que brotaban del suelo era familiar, entonces sintió sed y como sabía, no encontraría nada para beber.
Entonces ante él apareció un amigo. Alguien que había estado con el todo momento, que le había visto llorar de alegría y sufrir en silencio, que le había acompañado desde que tenía uso de razón.
– ¿Dónde has estado? –preguntó interesado, su mente ignoró aquellas personas, aquellas voces y poco a poco se deshicieron en un polvo amargo. No hubo respuesta pero cuando se acercó notó que el tamaño de su compañero no era ni por asomo tan grande, que su mirada no estaba imbuida en dolor, en ira o furia. Ni que tampoco devolvía aquella mirada a sus ojos azules. – ¿Qué te ocurre, Yheal?
– ¡Los matare! –gritó emitiendo una onda sonora tan alta que las rocas que formaban parte de un fondo inalcanzable temblaron y parte de su coraza se deshizo rodando hacia el suelo. –Todos ellos morirán, los consumiré en un fuego eterno. –ese no era a quien recordaba. –Me alimentaré de sus hijos, de sus padres y reduciré todo el mundo a una cuna de cenizas y muerte. –sentenció arrastrando su lengua por cada palabra. – ¡Y tú el primero, estúpido contenedor! – entonces una de sus colas se movió con rapidez y se estampó sobre el joven que no pudo reaccionar.
Una gran polvareda de ceniza se levantó e inundó la zona circundante al impacto, mientras que aquel ser ejercía presión tratando de acabar con el chico este simplemente luchaba por oponerse a un ser que trataba de matarlo, pero que por alguna razón, aunque lo conocía, este no parecía saber nada de él.
Con el impacto, su cuerpo salió rebotando por los aires, sintió el dolor en sus carnes y sin embargo, se sentía tan pequeño que no podía hacer nada, ya había peleado otras veces con su yomu pero ahora este parecía ser superior a él, siendo este un tigre y él una pobre mosca. –Nadie, jamás, ¡podrá contenerme! –rugió mostrando una afilada dentadura antes de darle un coletazo y lanzar el cuerpo del ojiazul a rodar por el suelo, dejando la marca de su cuerpo rompiendo aquel inerte terreno. –¡Yo soy el ser más poderoso que jamás ha existido!
Sus dientes se clavaron en aquella fina piel, como si habiendo sentido su aroma que inundaba la sala y agudizaba sus sentidos, el instinto hubiera sido hacerlo, sus ojos seguían moviéndose con suavidad bajo sus parpados. Su respiración era medianamente acelerada al igual que su pulso. La presión y fuerza que ejerció consiguió romper aquella tela de seda que era la piel y sintió como un líquido medianamente denso y cálido inundaba su garganta.
Su cuerpo yacía adolorido en el suelo y cuando aquella versión gigantesca de su amigo que ya no lo reconocía abrió su boca, mientras una especie de esferas de oscuridad y fuego emanaban de su boca, el suelo que los sostenía se deshizo, dejando una estela que indicaba que caían al vacío, su compañero desapareció, en una nube de color rojo como su pelaje, brillante, y él volvió a quedarse solo, aquel sentimiento que tanto recordaba.
Su garganta bebió aquel liquido, sintiendo como todo el dolor desaparecía, como aquellas sensaciones tan dolorosas, solitarias y nostálgicas se diluían, se disgregaban como el polvo en una tormenta, separándose de él, alejándose, y su respiración se calmó. Sus ojos comenzaron a abrirse con suavidad, al principió solo veía haces de luz difusas pero cuando logró concentrarse lo suficiente distinguió un rostro femenino. Se trataba de una bella mujer, joven, probablemente de su edad o entorno a ella, si tenía que hablar de experiencia adivinando edades, jamás daría con ninguna pues la única mujer con la que había tenido contacto tenía mas años de los que él jamás hubiera dicho.
Entonces trató de hablar pero notó que estaba haciendo algo que se oponía a ello, entonces su mirada viajó rápidamente a lo que estaba mordiendo y de lo que estaba bebiendo se separó al instante, ¿Qué diablos le había pasado por su cabeza para morder la muñeca de una joven? Pero eso aconteció a otras muchas preguntas, como; ¿Dónde estaba? ¿Quién era ella? ¿Qué había sido ese sueño?
Se separó bruscamente y trató de disculparse. –¡L–Lo siento! –dijo abruptamente, ante todo tenía que dar una imagen que no fuera demasiado extraña, pero explicar porque habías mordido y bebido la sangre como una criatura de la noche igual no era tan fácil. –No se que se pasó por mi cabeza.
La chica sonrió y aquel gesto que el joven no veía en mucho tiempo lo tranquilizó, y al mismo tiempo lo incomodó, dos sentimientos opuestos, en eso él era un experto. Entonces él apreció con mejor perspectiva a la joven, su cabello rojo como el fuego, unos ojos que emulaban aquel color, una piel blanca con un toque marcado por la luz del sol. Entonces se fijó en sus brazos que por su ropa los dejaban al descubierto, había marcas de dientes, unas siete, no sabía porqué pero reconocía aquel rastro como el suyo.
Lo peor no fue aquello sino que por un instante vio a esa misma chica pero en una edad mas temprana, llorando, limpiándose las lagrimas de su rostro mientras corría por unas oscuras calles, para finalmente volver a la realidad.
–No te preocupes, mi sangre puede curar tus heridas. –de todas las cosas que podría haber dicho, el ojiazul no se esperaba una respuesta como tal, ¿existía esa habilidad? Parecía que así era pues recordaba que su cuerpo ardía y parecía desgarrarle por dentro.
–¿Dónde…donde…estoy? –estaba medianamente aturdido, como si le hubieran golpeado con una piedra en la cabeza.
La chica se sentó junto a él para estar mas cómoda y dar una sensación de cercanía, además de que, por cómo le había visto llegar al mundo y como le había auxiliado y ano eran simples desconocidos, aunque tampoco fueran amigos, pero el interés era en ambas partes recíprocas.
–Tranquilo, no es un hospital. –a ella no le gustaban aquellos sitios, eran hostiles, demasiada atención y aunque solía mandar con frecuencia a Hiro cuando intentaba espiarla en los baños termales no solía entrar por voluntad propia. –Te encontramos en el bosque y te trajimos aquí, a Bei.
Entonces comprendió que su presencia indicaba que no estaba solo pero un indicador mas poderoso fue el hecho de que hablaba en plural, que ya no era el último, se reincorporó con mucha rapidez e interesado le pregunto.
– ¿Hay alguien más? –ella no pareció entender la pregunta. –Más gente. –especificó con una extraña ilusión en sus ojos.
La chica no pareció entender sus intenciones pero asintió con lentitud. –Somos tres, Ryo, Hiro y yo, Karin, y Bei aunque pequeño es un pueblo bastante transitado.
La puerta de la entrada a aquella casa se abrió, y trajo la luz cálida del sol que molestó al joven somnoliento que estaba en la mesa del comedor, apoyando su frente contra la superficie de esta y farfulló alguna maldición en voz baja. –Apaga la luz. –pidió casi a suplica.
–Lo haría si pudiera pero no creo que encuentre el interruptor que apaga el cielo, Hiro. –contestó su hermano cargando unas cuantas bolsas entre sus manos. –¿Aun no has dormido? –preguntó avanzando hacia él para dejar las bolsas, luego cerraría la puerta, su hermano negó golpeándose la cabeza con suavidad contra la mesa.
–Ni un poco. –suspiró pesadamente. –Sin mi cama no soy nadie, ¿por que tuve que dejársela?
–Escogiste el palo más largo, y tampoco parecías ilusionado en que Karin le ofreciera la suya y sabes que contra mi siempre pierdes. –se encogió de hombros y dejó aquella compra en la mesa, haciendo que su hermano levantara su rostro. –Podrías ayudarme, hay cinco bolsas más. –se quejó, movió sus dedos pues sentía que le faltaba la sangre. –¿Y Karin? ¿Entró a curarlo? –el ojinaranja asintió.
–Hace poco menos de cinco minut… –la puerta de su habitación se abrió y se vio como aquel joven, mas grande por un par de años que los hermanos.
Aunque ambos dos trataron de hablar el joven se había quedado paralizado al ver la luz que entraba por aquella puerta, de tal modo que ignoró a los otros dos y salió corriendo hacia afuera, hacia el exterior. Sobrecogido avanzó unos cuantos metros, mientras los hermanos se preguntaban que era lo que le pasaba al rubio y él simplemente corría hasta detenerse, su rostro se elevó para observar el sol, como refulgía, como brillaba. Aquella calidez que lo envolvía, lo observó directamente sin importar que sus ojos no hubieran soportado ni la mitad del brillo que tenía, parecía tan vivo.
Su mente escuchó el sonido de la vida, el ir y venir de las personas, el danzar de la verde hierba sobre el suelo, los bosques llenos de vida rebosante, donde probablemente un solo árbol tuviera más seres vivos que el lugar de donde él procedía. Los caballos cruzando las calles, todo era como alguna vez debieron de ser.
Vio a niños jugar unas cuantas calles más abajo, vio ilusión, vida y entonces comenzó a llorar. Sus ojos desbordaban lo mucho que se sobrecogía su corazón, su pecho respiraba compungido y cuando los tres jóvenes le encontraron, fue Karin la que habló, probablemente porque tenía más tacto que los demás. Apoyó su brazo en el hombro para que supiera que no pasaba nada, que todo estaba bien. –¿Te encuentras bien?
El asintió tratando de limpiarse aquellas lágrimas. –Es solo que…es demasiado hermoso.
–Aún no me has dicho tu nombre. –comentó poniéndose junto a él observando aquello que parecía tan hermoso en esas orbes azules.
–Naruto…me llamo Naruto.
En ese momento todos se mostraban un poco extrañados por todo lo que el rubio afirmaba, al principio estuvieron a punto de diagnosticarle amnesia o algo así, cuando hablaban de donde había nacido él simplemente no dijo ninguna aldea o nación lo cual les alertó. Pero al final, se compenetraron muy bien. Por lo que Naruto había llegado a entender, ellos tres eran una especie de banda organizada, se llaman “Rajikaru” haciendo referencia a la palabra radical y al mismo tiempo con el símbolo de un par de alas plegadas, desconocía sus motivos de lucha, porque robaban o hacían lo que hacían pero en sus ojos no distinguió una mirada traidora, o dolorosa, sino más bien de unión, si estaban unidos, no había nadie que los separara, y ya lo decía su diosa: “Se juzga a la estrella por su brillo pero solo importa quienes la acompañan, si están unidas, nunca se separaran. Serán siempre una.”`
Pese a todo tardó bastante tiempo en revelar cosas de donde venía pero las presentaciones y preguntas sobre su persona no tardaron en aparecer, aunque por alguna razón evitó confesar la verdad, no por miedo, sino porque sus memorias se habían entremezclado y aunque Yheal conocería la respuesta, en aquel momento lo que mas le extrañaba era donde estaba.
–Cuando me encontrasteis…¿visteis a alguien conmigo? –preguntó sentado frente al Kotatsu, mirando a los hermanos mientras la pelirroja, a un par de pasos terminaba la comida y la servía para sentarse junto al recién llegado.
–No. –negó el ojiamarillo negando con suavidad. –Solo estabas tú. ¿Viniste acompañado? –el asintió
–Entiendo… –si no estaba con él, ¿Dónde había ido? Recordaba que en la diacronía se había esfumado, como si nunca hubiera estado ahí pero solo se creaban más preguntas y más preguntas en su mente. –¿Qué es? –preguntó al observar ese plato, no es que no le resultara delicioso sino todo lo contrario, el olor, aquella sopa de color cobrizo, resultaba más apetecible que cualquier comida que él hubiera preparado.
–Ramen. Es sopa con fideos, carne, verdura y huevo. –ya habían acordado explicarle todo lo que no recordaba, que parecía ser demasiado. –¿No te gusta? –preguntó interesada pero cuando le vio probar bocado y engullir al instante como si no hubiera un mañana pensó que había acertado de lleno.
–Es–esto…es…delicioso. –sus ojos brillaron. –Creo que es lo mejor que he comido nunca. –y siguió comiendo con una velocidad que incluso le era familiar, y eso que sabía que nunca había comido aquel plato y en su garganta tenía un toque de melancolía extraño. –¿Hay más? –preguntó a los pocos segundos de acabar.
–Creo que te ha salido un competido. –le dijo Ryo a su hermano.
–Hace falta mucho entrenamiento para dominar la técnica secreta de engullir ramen. –dijo con un velo de misterio.
Cuando Karin se levantó para servirle otro plato se escuchó una voz más grave, arrastrada y tensa. –¿Acaso no pensabas alimentarme a mí? Tu no eres el único que está hambriento. –masculló molesto Yheal haciendo acto de presencia, como si siempre hubiera estado ahí, como si en todo momento el hubiera sabido que pasaba.
Cuando vieron a un animal del tamaño de un lobo salvaje, de pelaje naranja carmesí intenso y nueve colas, la reacción no se hizo de esperar, el gesto de terror y miedo que mostraban su rostro al ver a aquel animal pareció el mismo que tendría un niño de ver al hombre del coco. Estuvieron a punto de sacar las armas, no, miento. Sacaron las armas y se pusieron en guardia.
–¿Q–que pasa, chicos? –preguntó al verlos en esa actitud, movió su rostro para ver a su yomu antes de levantarse con lentitud y cubrirlo tras él, entonces recordó aquella visión, ¿era acaso lo que temían de él? Pero de ser así…¿Cómo podían ellos saber lo que había soñado?
–No te preocupes, Gisei. –le dijo el zorro a su “pequeño cachorro” que curiosamente no era el animal. –Creo que va siendo hora de explicar lo que sabemos. Por favor, sentaos. –pidió con un tono amable, tensos aceptaron, no por lo que aquella bestia les decía sino por la mirada de Naruto, que no mostraba temor alguno. –Nosotros hemos llegado desde un tiempo lejano, cuando nos visteis llegar por aquel portal, ese fue nuestro medio, venimos de un mundo donde ya no es posible vivir, done todo cuanto teníamos se perdió.
Las preguntas emanaban más rápido que la posible respuesta que les brindaba aquel ser demoníaco que había demostrado mas formalidad que cualquiera de los cuatro.
–Es difícil explicaros todo, Gisei… –miró al rubio y entonces se aclaró la garganta – tenemos problemas con nuestros recuerdos, pero si se porqué me teméis. Yo no soy ese Kyuubi que tanto teméis, pero soy él. –ninguno lo entendió. –No voy a comeros, haceros daño o comer vuestra alma, sé lo que sentís pero nosotros no vamos a haceros mal alguno. –dijo sinceramente.
–Estamos aquí para solucionar un problema, cuando lo hagamos, nos iremos. –juró el rubio con el corazón en el puño.
–Necesito que le ayudéis, él es quien tiene que cumplir su misión. –se produjo el silencio, ¿podían confiar en un ser como él? ¿Iban a creer que provenía de un mundo lejano, del futuro o de un universo paralelo? Había que estar bastante loco para hacerlo y los cuchicheos entre el trío no tardó en hacerse esperar.
–Yo le creo. –dijo Ryo firmemente. –No tenemos explicación para como llegó, ni porque tiene a Kurama como compañero, pero su mirada es sincera. –se recolocó las gafas empujando suavemente por el puente de estas.
–¿De verdad piensas tragarte esa bola? Podía haberse inventado algo mejor, mas creíble. –respondió su hermano.
Todo quedaba en manos de Karin, un voto que decidiría su destino pero ella no supo que hacer, o que decir, era una historia extraña, insólita y sin sentido así que se mantuvo en silencio, ante aquel silencio el rubio miró a su compañero.
–Fue un buen intento, no pasa nada. –acarició la cabeza de aquel animal antes de inclinarse con suavidad. –Gracias por haberme auxiliado cuando lo necesitaba. –se sinceró antes de encaminarse a la puerta, mas la pelirroja lo detuvo.
–No puedo decir que crea esa historia, pero tampoco puedo decir que es mentira. Nosotros te vimos llegar cayendo del cielo y eso no es normal, si quieres, tienes mi voto para quedarte. –lo miró a los ojos para demostrar su sinceridad y entonces se sorprendió y sonrojó al sentir como este lo abrazaba y notar tanta gratitud.
–Pues nada. –dijo Hiro. –Bienvenido a Rajikaru, Naruto. –dijo aceptando el consenso general, aunque no tenía confianza en Naruto y menos habiéndolo visto abrazar a Karin confiaba en su hermano y en la joven, así que al menos habían expandido su grupo. –Eso si, te tendrás que buscar tu propia habitación, no te dejaré mas la mía. -después de dos días durmiendo bajo el Kotatsu eran suficientes, con lo blando y calentito que era su colchón.
–Podemos compartir la mía. –dijo la pelirroja de forma divertida.
– ¡NO NO! –gritó de forma sorpresiva el ojinaranja. –Te quedas con la mía y yo dormiré con Ryo hasta que encontremos otra forma de solucionar esto.
–¿Por qué tengo que cargar yo contigo? –preguntó su pequeño hermano. –Siempre das patadas…
La luz del Sol seguía obstaculizada, tapada por aquella gran Luna destrozada, pero había algo diferente en su rostro, una tranquilidad y casi felicidad que no había tenido desde hacía un par de años, años de soledad, años de miedo, de temor, acompañado con el único interes que tenía, dejar de ser quien era. Huir de lo que era y cambiar lo que fue. Entonces el suelo se fracturo y bajo una columna de humo comenzaron a aparecer personas. Todas ellas decían algo, sus rostros no eran conocidos por él y simplemente eran desconocidos pero…algo dentro de su cabeza afirmaba haberlos visto antes. Algo dentro de él decía que los apreciaba y al mismo tiempo que los odiaba.
Las personas se repetían, en algunas ocasiones eran diferentes, mostrando semblantes serios, semblantes tan fríos que podrían helar tu sangre y otros tan cálidos que podrías cobijarte en ellos en un frío invierno y no sentir el frío. Avanzó con lentitud entre ellas, escuchando lo que decían sin entender porqué, la misma persona como una imagen especular afirmaba que era un héroe y pocos pasos después esa misma afirmaba con el odio más puro que era un monstruo, los elogios se intercambiaban con palabras de asco y los insultos y desprecios se fundían con los agradecimientos.
Siguió caminando por aquella tierra desértica, el calor sofocante era algo que sí reconocía como propio, la ausencia de vegetación colorida en el suelo y una capa de gris ceniza intercalada en las plantas que brotaban del suelo era familiar, entonces sintió sed y como sabía, no encontraría nada para beber.
Entonces ante él apareció un amigo. Alguien que había estado con el todo momento, que le había visto llorar de alegría y sufrir en silencio, que le había acompañado desde que tenía uso de razón.
– ¿Dónde has estado? –preguntó interesado, su mente ignoró aquellas personas, aquellas voces y poco a poco se deshicieron en un polvo amargo. No hubo respuesta pero cuando se acercó notó que el tamaño de su compañero no era ni por asomo tan grande, que su mirada no estaba imbuida en dolor, en ira o furia. Ni que tampoco devolvía aquella mirada a sus ojos azules. – ¿Qué te ocurre, Yheal?
– ¡Los matare! –gritó emitiendo una onda sonora tan alta que las rocas que formaban parte de un fondo inalcanzable temblaron y parte de su coraza se deshizo rodando hacia el suelo. –Todos ellos morirán, los consumiré en un fuego eterno. –ese no era a quien recordaba. –Me alimentaré de sus hijos, de sus padres y reduciré todo el mundo a una cuna de cenizas y muerte. –sentenció arrastrando su lengua por cada palabra. – ¡Y tú el primero, estúpido contenedor! – entonces una de sus colas se movió con rapidez y se estampó sobre el joven que no pudo reaccionar.
Una gran polvareda de ceniza se levantó e inundó la zona circundante al impacto, mientras que aquel ser ejercía presión tratando de acabar con el chico este simplemente luchaba por oponerse a un ser que trataba de matarlo, pero que por alguna razón, aunque lo conocía, este no parecía saber nada de él.
Con el impacto, su cuerpo salió rebotando por los aires, sintió el dolor en sus carnes y sin embargo, se sentía tan pequeño que no podía hacer nada, ya había peleado otras veces con su yomu pero ahora este parecía ser superior a él, siendo este un tigre y él una pobre mosca. –Nadie, jamás, ¡podrá contenerme! –rugió mostrando una afilada dentadura antes de darle un coletazo y lanzar el cuerpo del ojiazul a rodar por el suelo, dejando la marca de su cuerpo rompiendo aquel inerte terreno. –¡Yo soy el ser más poderoso que jamás ha existido!
Sus dientes se clavaron en aquella fina piel, como si habiendo sentido su aroma que inundaba la sala y agudizaba sus sentidos, el instinto hubiera sido hacerlo, sus ojos seguían moviéndose con suavidad bajo sus parpados. Su respiración era medianamente acelerada al igual que su pulso. La presión y fuerza que ejerció consiguió romper aquella tela de seda que era la piel y sintió como un líquido medianamente denso y cálido inundaba su garganta.
Su cuerpo yacía adolorido en el suelo y cuando aquella versión gigantesca de su amigo que ya no lo reconocía abrió su boca, mientras una especie de esferas de oscuridad y fuego emanaban de su boca, el suelo que los sostenía se deshizo, dejando una estela que indicaba que caían al vacío, su compañero desapareció, en una nube de color rojo como su pelaje, brillante, y él volvió a quedarse solo, aquel sentimiento que tanto recordaba.
Su garganta bebió aquel liquido, sintiendo como todo el dolor desaparecía, como aquellas sensaciones tan dolorosas, solitarias y nostálgicas se diluían, se disgregaban como el polvo en una tormenta, separándose de él, alejándose, y su respiración se calmó. Sus ojos comenzaron a abrirse con suavidad, al principió solo veía haces de luz difusas pero cuando logró concentrarse lo suficiente distinguió un rostro femenino. Se trataba de una bella mujer, joven, probablemente de su edad o entorno a ella, si tenía que hablar de experiencia adivinando edades, jamás daría con ninguna pues la única mujer con la que había tenido contacto tenía mas años de los que él jamás hubiera dicho.
Entonces trató de hablar pero notó que estaba haciendo algo que se oponía a ello, entonces su mirada viajó rápidamente a lo que estaba mordiendo y de lo que estaba bebiendo se separó al instante, ¿Qué diablos le había pasado por su cabeza para morder la muñeca de una joven? Pero eso aconteció a otras muchas preguntas, como; ¿Dónde estaba? ¿Quién era ella? ¿Qué había sido ese sueño?
Se separó bruscamente y trató de disculparse. –¡L–Lo siento! –dijo abruptamente, ante todo tenía que dar una imagen que no fuera demasiado extraña, pero explicar porque habías mordido y bebido la sangre como una criatura de la noche igual no era tan fácil. –No se que se pasó por mi cabeza.
La chica sonrió y aquel gesto que el joven no veía en mucho tiempo lo tranquilizó, y al mismo tiempo lo incomodó, dos sentimientos opuestos, en eso él era un experto. Entonces él apreció con mejor perspectiva a la joven, su cabello rojo como el fuego, unos ojos que emulaban aquel color, una piel blanca con un toque marcado por la luz del sol. Entonces se fijó en sus brazos que por su ropa los dejaban al descubierto, había marcas de dientes, unas siete, no sabía porqué pero reconocía aquel rastro como el suyo.
Lo peor no fue aquello sino que por un instante vio a esa misma chica pero en una edad mas temprana, llorando, limpiándose las lagrimas de su rostro mientras corría por unas oscuras calles, para finalmente volver a la realidad.
–No te preocupes, mi sangre puede curar tus heridas. –de todas las cosas que podría haber dicho, el ojiazul no se esperaba una respuesta como tal, ¿existía esa habilidad? Parecía que así era pues recordaba que su cuerpo ardía y parecía desgarrarle por dentro.
–¿Dónde…donde…estoy? –estaba medianamente aturdido, como si le hubieran golpeado con una piedra en la cabeza.
La chica se sentó junto a él para estar mas cómoda y dar una sensación de cercanía, además de que, por cómo le había visto llegar al mundo y como le había auxiliado y ano eran simples desconocidos, aunque tampoco fueran amigos, pero el interés era en ambas partes recíprocas.
–Tranquilo, no es un hospital. –a ella no le gustaban aquellos sitios, eran hostiles, demasiada atención y aunque solía mandar con frecuencia a Hiro cuando intentaba espiarla en los baños termales no solía entrar por voluntad propia. –Te encontramos en el bosque y te trajimos aquí, a Bei.
Entonces comprendió que su presencia indicaba que no estaba solo pero un indicador mas poderoso fue el hecho de que hablaba en plural, que ya no era el último, se reincorporó con mucha rapidez e interesado le pregunto.
– ¿Hay alguien más? –ella no pareció entender la pregunta. –Más gente. –especificó con una extraña ilusión en sus ojos.
La chica no pareció entender sus intenciones pero asintió con lentitud. –Somos tres, Ryo, Hiro y yo, Karin, y Bei aunque pequeño es un pueblo bastante transitado.
La puerta de la entrada a aquella casa se abrió, y trajo la luz cálida del sol que molestó al joven somnoliento que estaba en la mesa del comedor, apoyando su frente contra la superficie de esta y farfulló alguna maldición en voz baja. –Apaga la luz. –pidió casi a suplica.
–Lo haría si pudiera pero no creo que encuentre el interruptor que apaga el cielo, Hiro. –contestó su hermano cargando unas cuantas bolsas entre sus manos. –¿Aun no has dormido? –preguntó avanzando hacia él para dejar las bolsas, luego cerraría la puerta, su hermano negó golpeándose la cabeza con suavidad contra la mesa.
–Ni un poco. –suspiró pesadamente. –Sin mi cama no soy nadie, ¿por que tuve que dejársela?
–Escogiste el palo más largo, y tampoco parecías ilusionado en que Karin le ofreciera la suya y sabes que contra mi siempre pierdes. –se encogió de hombros y dejó aquella compra en la mesa, haciendo que su hermano levantara su rostro. –Podrías ayudarme, hay cinco bolsas más. –se quejó, movió sus dedos pues sentía que le faltaba la sangre. –¿Y Karin? ¿Entró a curarlo? –el ojinaranja asintió.
–Hace poco menos de cinco minut… –la puerta de su habitación se abrió y se vio como aquel joven, mas grande por un par de años que los hermanos.
Aunque ambos dos trataron de hablar el joven se había quedado paralizado al ver la luz que entraba por aquella puerta, de tal modo que ignoró a los otros dos y salió corriendo hacia afuera, hacia el exterior. Sobrecogido avanzó unos cuantos metros, mientras los hermanos se preguntaban que era lo que le pasaba al rubio y él simplemente corría hasta detenerse, su rostro se elevó para observar el sol, como refulgía, como brillaba. Aquella calidez que lo envolvía, lo observó directamente sin importar que sus ojos no hubieran soportado ni la mitad del brillo que tenía, parecía tan vivo.
Su mente escuchó el sonido de la vida, el ir y venir de las personas, el danzar de la verde hierba sobre el suelo, los bosques llenos de vida rebosante, donde probablemente un solo árbol tuviera más seres vivos que el lugar de donde él procedía. Los caballos cruzando las calles, todo era como alguna vez debieron de ser.
Vio a niños jugar unas cuantas calles más abajo, vio ilusión, vida y entonces comenzó a llorar. Sus ojos desbordaban lo mucho que se sobrecogía su corazón, su pecho respiraba compungido y cuando los tres jóvenes le encontraron, fue Karin la que habló, probablemente porque tenía más tacto que los demás. Apoyó su brazo en el hombro para que supiera que no pasaba nada, que todo estaba bien. –¿Te encuentras bien?
El asintió tratando de limpiarse aquellas lágrimas. –Es solo que…es demasiado hermoso.
–Aún no me has dicho tu nombre. –comentó poniéndose junto a él observando aquello que parecía tan hermoso en esas orbes azules.
–Naruto…me llamo Naruto.
En ese momento todos se mostraban un poco extrañados por todo lo que el rubio afirmaba, al principio estuvieron a punto de diagnosticarle amnesia o algo así, cuando hablaban de donde había nacido él simplemente no dijo ninguna aldea o nación lo cual les alertó. Pero al final, se compenetraron muy bien. Por lo que Naruto había llegado a entender, ellos tres eran una especie de banda organizada, se llaman “Rajikaru” haciendo referencia a la palabra radical y al mismo tiempo con el símbolo de un par de alas plegadas, desconocía sus motivos de lucha, porque robaban o hacían lo que hacían pero en sus ojos no distinguió una mirada traidora, o dolorosa, sino más bien de unión, si estaban unidos, no había nadie que los separara, y ya lo decía su diosa: “Se juzga a la estrella por su brillo pero solo importa quienes la acompañan, si están unidas, nunca se separaran. Serán siempre una.”`
Pese a todo tardó bastante tiempo en revelar cosas de donde venía pero las presentaciones y preguntas sobre su persona no tardaron en aparecer, aunque por alguna razón evitó confesar la verdad, no por miedo, sino porque sus memorias se habían entremezclado y aunque Yheal conocería la respuesta, en aquel momento lo que mas le extrañaba era donde estaba.
–Cuando me encontrasteis…¿visteis a alguien conmigo? –preguntó sentado frente al Kotatsu, mirando a los hermanos mientras la pelirroja, a un par de pasos terminaba la comida y la servía para sentarse junto al recién llegado.
–No. –negó el ojiamarillo negando con suavidad. –Solo estabas tú. ¿Viniste acompañado? –el asintió
–Entiendo… –si no estaba con él, ¿Dónde había ido? Recordaba que en la diacronía se había esfumado, como si nunca hubiera estado ahí pero solo se creaban más preguntas y más preguntas en su mente. –¿Qué es? –preguntó al observar ese plato, no es que no le resultara delicioso sino todo lo contrario, el olor, aquella sopa de color cobrizo, resultaba más apetecible que cualquier comida que él hubiera preparado.
–Ramen. Es sopa con fideos, carne, verdura y huevo. –ya habían acordado explicarle todo lo que no recordaba, que parecía ser demasiado. –¿No te gusta? –preguntó interesada pero cuando le vio probar bocado y engullir al instante como si no hubiera un mañana pensó que había acertado de lleno.
–Es–esto…es…delicioso. –sus ojos brillaron. –Creo que es lo mejor que he comido nunca. –y siguió comiendo con una velocidad que incluso le era familiar, y eso que sabía que nunca había comido aquel plato y en su garganta tenía un toque de melancolía extraño. –¿Hay más? –preguntó a los pocos segundos de acabar.
–Creo que te ha salido un competido. –le dijo Ryo a su hermano.
–Hace falta mucho entrenamiento para dominar la técnica secreta de engullir ramen. –dijo con un velo de misterio.
Cuando Karin se levantó para servirle otro plato se escuchó una voz más grave, arrastrada y tensa. –¿Acaso no pensabas alimentarme a mí? Tu no eres el único que está hambriento. –masculló molesto Yheal haciendo acto de presencia, como si siempre hubiera estado ahí, como si en todo momento el hubiera sabido que pasaba.
Cuando vieron a un animal del tamaño de un lobo salvaje, de pelaje naranja carmesí intenso y nueve colas, la reacción no se hizo de esperar, el gesto de terror y miedo que mostraban su rostro al ver a aquel animal pareció el mismo que tendría un niño de ver al hombre del coco. Estuvieron a punto de sacar las armas, no, miento. Sacaron las armas y se pusieron en guardia.
–¿Q–que pasa, chicos? –preguntó al verlos en esa actitud, movió su rostro para ver a su yomu antes de levantarse con lentitud y cubrirlo tras él, entonces recordó aquella visión, ¿era acaso lo que temían de él? Pero de ser así…¿Cómo podían ellos saber lo que había soñado?
–No te preocupes, Gisei. –le dijo el zorro a su “pequeño cachorro” que curiosamente no era el animal. –Creo que va siendo hora de explicar lo que sabemos. Por favor, sentaos. –pidió con un tono amable, tensos aceptaron, no por lo que aquella bestia les decía sino por la mirada de Naruto, que no mostraba temor alguno. –Nosotros hemos llegado desde un tiempo lejano, cuando nos visteis llegar por aquel portal, ese fue nuestro medio, venimos de un mundo donde ya no es posible vivir, done todo cuanto teníamos se perdió.
Las preguntas emanaban más rápido que la posible respuesta que les brindaba aquel ser demoníaco que había demostrado mas formalidad que cualquiera de los cuatro.
–Es difícil explicaros todo, Gisei… –miró al rubio y entonces se aclaró la garganta – tenemos problemas con nuestros recuerdos, pero si se porqué me teméis. Yo no soy ese Kyuubi que tanto teméis, pero soy él. –ninguno lo entendió. –No voy a comeros, haceros daño o comer vuestra alma, sé lo que sentís pero nosotros no vamos a haceros mal alguno. –dijo sinceramente.
–Estamos aquí para solucionar un problema, cuando lo hagamos, nos iremos. –juró el rubio con el corazón en el puño.
–Necesito que le ayudéis, él es quien tiene que cumplir su misión. –se produjo el silencio, ¿podían confiar en un ser como él? ¿Iban a creer que provenía de un mundo lejano, del futuro o de un universo paralelo? Había que estar bastante loco para hacerlo y los cuchicheos entre el trío no tardó en hacerse esperar.
–Yo le creo. –dijo Ryo firmemente. –No tenemos explicación para como llegó, ni porque tiene a Kurama como compañero, pero su mirada es sincera. –se recolocó las gafas empujando suavemente por el puente de estas.
–¿De verdad piensas tragarte esa bola? Podía haberse inventado algo mejor, mas creíble. –respondió su hermano.
Todo quedaba en manos de Karin, un voto que decidiría su destino pero ella no supo que hacer, o que decir, era una historia extraña, insólita y sin sentido así que se mantuvo en silencio, ante aquel silencio el rubio miró a su compañero.
–Fue un buen intento, no pasa nada. –acarició la cabeza de aquel animal antes de inclinarse con suavidad. –Gracias por haberme auxiliado cuando lo necesitaba. –se sinceró antes de encaminarse a la puerta, mas la pelirroja lo detuvo.
–No puedo decir que crea esa historia, pero tampoco puedo decir que es mentira. Nosotros te vimos llegar cayendo del cielo y eso no es normal, si quieres, tienes mi voto para quedarte. –lo miró a los ojos para demostrar su sinceridad y entonces se sorprendió y sonrojó al sentir como este lo abrazaba y notar tanta gratitud.
–Pues nada. –dijo Hiro. –Bienvenido a Rajikaru, Naruto. –dijo aceptando el consenso general, aunque no tenía confianza en Naruto y menos habiéndolo visto abrazar a Karin confiaba en su hermano y en la joven, así que al menos habían expandido su grupo. –Eso si, te tendrás que buscar tu propia habitación, no te dejaré mas la mía. -después de dos días durmiendo bajo el Kotatsu eran suficientes, con lo blando y calentito que era su colchón.
–Podemos compartir la mía. –dijo la pelirroja de forma divertida.
– ¡NO NO! –gritó de forma sorpresiva el ojinaranja. –Te quedas con la mía y yo dormiré con Ryo hasta que encontremos otra forma de solucionar esto.
–¿Por qué tengo que cargar yo contigo? –preguntó su pequeño hermano. –Siempre das patadas…
Madlife- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Muy buena historia. Me encantan las que tienen que ver con universos alternos y viajes en el tiempo. Me pregunto si karin llegara a sentir algo por naruto y si habra un triangulo entre narsakukarin jejeje. Espero la conti de la historia es excelente.
orion83- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Gracias por tu comentario orion83, espero que el fic siga gustandote y respecto a lo de los sentimientos, habrá una especie de naruharem sin ser harem y sin ser naru, pero si, sexo habrá por aquello de que atrae a las masas (y que es divertido).
Madlife- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Ya veo; Naruto vivía en un mundo sin vida , ya quiero saber sobre su pasado .
Naruto observara con ojos de un niño en el mundo en que esta ; el físicamente , ¿cuantos años aparenta tener 18 o mas?
Presiento que Naruto con su inocencia enamorara muchas masas XD.
Espero que solo +18 con Sakura
Conti, conti.
Naruto observara con ojos de un niño en el mundo en que esta ; el físicamente , ¿cuantos años aparenta tener 18 o mas?
Presiento que Naruto con su inocencia enamorara muchas masas XD.
Espero que solo +18 con Sakura
Conti, conti.
sukiyaki- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Su pasado es uno de los pilares básicos de la historia asi que no temas, que se hablará todo lo que haya que saber de él, a su tiempo. Sí, fisicamente en ese momento posee la apariencia de un joven de dieciocho años. Te adelanto que no es solo la inocencia su arma y que, cuando lo entiendas, sabras que no muchas mujeres se escapan de sus manos, aunque ahora mismo él no lo sepa.
Nos vemos en el siguiente capitulo y gracias por comentar.
Nos vemos en el siguiente capitulo y gracias por comentar.
Madlife- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Episodio 5 – Imágenes de un futuro pasado – 5/3 A.H
Con el paso del tiempo, de los meses, de las estaciones y de todos los atardeceres, Rajikaru había experimentado unos cambios agradables, los lazos que los unían se habían hecho más fuertes, sólidos como un muro de hielo, que se movía lentamente, pero que permanecía tan amplio y esplendoroso como el brillo que despedía. Naruto, aquel desconocido que llegó en un halo de cristal y luz había encontrado en aquellas cuatro personas una compañía exquisita.
Él sabía apreciar mejor que nadie los lazos emocionales, porque en su vida, solo había tenido dos, uno lo cortaron de cuajo, arrancando las fuerzas de su cuerpo y el segundo, se lo quitaron en contra de su voluntad le arrebataron su existencia hasta el día en que todo acabó y observó la luz del Sol, en aquel momento aunque el pasado seguía inscrito en su mente, como el bajorrelieve en una placa de metal que jamás se borraría.
Todos pusieron su parte para explicarle a Naruto como era el mundo actual, empezando por donde hallaban, Bei era una pequeña aldea en el País del Arroz y el ambiente que allí se respiraba era sin dudar alguna algo que el rubio no había experimentado nunca, un mundo donde la luz refulgía, donde la comida crecía de la tierra y aunque nunca lo confesó, ver crecer de la tierra algo que podía alimentar a un ser humano le recordó que eso no existía en su mundo, que simplemente no había comida.
–El país del arroz es un país pequeño –habló Ryu acompañando a Naruto por aquellas calles suaves. –pero toda su gente es amable y se preocupan por los demás.
Eso era cierto, en aquellos meses él descubriría el sentido de la atención, del agradecimiento. Las primeras semanas era difícil que saliera algún objetivo para Rajikaru en primer lugar porque necesitaban recabar más información y por eso Hiro se mostró ausente un par de días, mientras que Ryo y Karin trataban de analizar más a fondo a Naruto.
El agradecimiento era una sensación desconocida, como una sonrisa compartida, Naruto se mostró bastante agradecido por el recibimiento en aquel pueblo, escuchó casi sin parpadear las historias de los ancianos y más de una vez se preocupó por jugar con los niños pequeños, quizás por el temor de no saber que era la infancia realmente. Sus primeras semanas con ellos le sirvieron para descubrir dos cosas: Rajikaru no era una organización criminal, lo demostraban preocupándose por Bei, tratando de cuidar a todos los niños, algo en lo que Karin se mostraba muy participativa, ayudaban a las tarea que otros no podían hacer gracias a sus habilidades como shinobis y todo el pueblo estaba de acuerdo en que Rajikaru era un rayo de Sol, que daba vida y alegría.
–¿Chakra? –preguntó el rubio observando a Hiro. – ¿Es algún tipo de comida? –aquella palabra no le sonaba en absoluto.
Hiro rió con suavidad aunque dudaba que esa fuera la respuesta correcta, pero su seguridad parecía perturbadora. Si no había visto mal aquel sello tenía las características de una técnica de sellado lo que requeriría chakra. Él les había visto hacer cosas que una persona normal no podía hacer, por ejemplo lanzar una bola de fuego desde la boca pero siempre supuso que sería similar a lo que él hacía.
–¿En tu mundo no hay chakra? –el rubio negó con la cabeza, pero al mismo tiempo mostró dudas, esa palabra le sonaba. –Entonces, ¿Cómo te hiciste ese sello?
Kyuubi permanecía junto a su compañero observándolo y decidió intervenir y habló. –Surgió justo al llegar. Por eso mismo puedo aparecer y desaparecer, porque estoy sellado en su interior, pero nosotros llegamos solos… –ahora el yomu era quien tenía dudas, ¿habría sido su propia diosa la que hubiera hecho esto?
–No se mucho de sellos pero… –ladeó su cabeza y buscó alguno de los tantos libros que había por el suelo, todos abiertos y resultado de la infructuosa búsqueda de información de Ryo. –Según esto, es un sello unión…no podemos confirmarlo pero… –tomo el libro y leyó. – ambos seres quedaran confinados en uno solo, y si uno muera el otro también, pero no dice como se realiza… –al final acabó lanzando el libro medianamente frustrado. –Será más fácil si voy al grano –se dijo a sí mismo. – ¿Cómo lucháis en tu mundo? Además de con armas.
Ya había visto el potencial que Naruto tenía con las armas, ahora se preguntaba si era algo más que un samurái corriente y si podía dar pie a las explicaciones sobre su sello y porqué tenía al Kyuubi como una invocación de forma cuasi–permanente y no gastaba ni un ápice de chakra.
–Tenemos el flow. –eso no le aclaró nada al ojinaranja. –El flow se basa en el movimiento del mundo, es una forma de canalizar toda esa energía, así como la del Sol y la Luna. –y viendo las condiciones en las que estaba su mundo, era la única forma.
En la teoría era algo similar al chakra, si este se basaba en la energía vital que descendía desde el cuerpo y se expandía hacia afuera. –¿Podrías mostrarme tu flow? –preguntó extendiendo su mano y concentrando él chakra en su palma mostrando un color azulino claro. El rubio lo imitó y concentró la energía del mundo en su mano y de él emanó una gran cantidad de esa energía, en apariencia era idéntica al chara salvo que su color era carmesí, brillante y más amplio.
Una simple llama intangible que podía absorber sin problemas a la de su amigo, por lo visto además de las armas, manejaba algo muy interesante. –Visto que puedes hacer algo parecido al chakra, ¿te apetece que te de una paliza? –preguntó divertido el joven moreno, al final era como un hermano mas, quizás no se peleara con Ryo pero Naruto había demostrado ser tan competitivo como Hiro.
Conocerlos resultaba fácil, el problema era que a veces ocurrían cosas, Naruto no le daba explicación y de no haber estado Kyuubi cerca, probablemente había caído directamente al suelo de forma inconsciente. Algo curioso era que en aquella aldea no se asustaron al ver al bijuu porque simplemente iba con los chicos de Rajikaru, además de que cuando los niños se le acercaban podían jugar con él sin demasiados problemas sumado al hecho de que en parte era un sentimiento que nunca había sentido. Aquellos bombardeos luminosos en la mente del rubio se reproducían de forma parcial en la mente del zorro especialmente la primera vez que los niños jugaron con él, sabía que ese sentimiento no lo había vivido en su piel nunca y vio imágenes de si mismo matando a personas pero él no era quien mostraban aquellas visiones y al mismo tiempo, lo era.
Naruto sufría aquellas visiones de forma totalmente aleatoria, bastaba con que mirara a Karin y aquellas imágenes totalmente sin sentido saltaban a su mente, bastaba con que viera el cielo azul para ver como se tornaba gris, como el cielo se cubría de fuego y la luz se desvanecía. No sabía que eran aquellas visiones porque no podían ser reales, ¿o sí?
No tenía visiones con todas las cosas, parecía que cuando las veía una vez, no volvían a aparecer, no las mismas imágenes, era demasiado caótico. –¿Son esas imágenes parte de la diacronía? –preguntó el rubio a su rojiza compañía.
–Quizás, o de un futuro pasado. –se encogió de hombros, el yomu era incapaz de dar respuestas y cuanto más trataba de hablar con su diosa, mas impedimentos veía, como si ella en este momento no existiera. –En cualquier caso seguimos como al principio…no sabemos como sucedió…ni cómo evitarlo. –Pero por ahora, tenemos que acostumbrarnos a este mundo…
Él sabía apreciar mejor que nadie los lazos emocionales, porque en su vida, solo había tenido dos, uno lo cortaron de cuajo, arrancando las fuerzas de su cuerpo y el segundo, se lo quitaron en contra de su voluntad le arrebataron su existencia hasta el día en que todo acabó y observó la luz del Sol, en aquel momento aunque el pasado seguía inscrito en su mente, como el bajorrelieve en una placa de metal que jamás se borraría.
Todos pusieron su parte para explicarle a Naruto como era el mundo actual, empezando por donde hallaban, Bei era una pequeña aldea en el País del Arroz y el ambiente que allí se respiraba era sin dudar alguna algo que el rubio no había experimentado nunca, un mundo donde la luz refulgía, donde la comida crecía de la tierra y aunque nunca lo confesó, ver crecer de la tierra algo que podía alimentar a un ser humano le recordó que eso no existía en su mundo, que simplemente no había comida.
–El país del arroz es un país pequeño –habló Ryu acompañando a Naruto por aquellas calles suaves. –pero toda su gente es amable y se preocupan por los demás.
Eso era cierto, en aquellos meses él descubriría el sentido de la atención, del agradecimiento. Las primeras semanas era difícil que saliera algún objetivo para Rajikaru en primer lugar porque necesitaban recabar más información y por eso Hiro se mostró ausente un par de días, mientras que Ryo y Karin trataban de analizar más a fondo a Naruto.
El agradecimiento era una sensación desconocida, como una sonrisa compartida, Naruto se mostró bastante agradecido por el recibimiento en aquel pueblo, escuchó casi sin parpadear las historias de los ancianos y más de una vez se preocupó por jugar con los niños pequeños, quizás por el temor de no saber que era la infancia realmente. Sus primeras semanas con ellos le sirvieron para descubrir dos cosas: Rajikaru no era una organización criminal, lo demostraban preocupándose por Bei, tratando de cuidar a todos los niños, algo en lo que Karin se mostraba muy participativa, ayudaban a las tarea que otros no podían hacer gracias a sus habilidades como shinobis y todo el pueblo estaba de acuerdo en que Rajikaru era un rayo de Sol, que daba vida y alegría.
–¿Chakra? –preguntó el rubio observando a Hiro. – ¿Es algún tipo de comida? –aquella palabra no le sonaba en absoluto.
Hiro rió con suavidad aunque dudaba que esa fuera la respuesta correcta, pero su seguridad parecía perturbadora. Si no había visto mal aquel sello tenía las características de una técnica de sellado lo que requeriría chakra. Él les había visto hacer cosas que una persona normal no podía hacer, por ejemplo lanzar una bola de fuego desde la boca pero siempre supuso que sería similar a lo que él hacía.
–¿En tu mundo no hay chakra? –el rubio negó con la cabeza, pero al mismo tiempo mostró dudas, esa palabra le sonaba. –Entonces, ¿Cómo te hiciste ese sello?
Kyuubi permanecía junto a su compañero observándolo y decidió intervenir y habló. –Surgió justo al llegar. Por eso mismo puedo aparecer y desaparecer, porque estoy sellado en su interior, pero nosotros llegamos solos… –ahora el yomu era quien tenía dudas, ¿habría sido su propia diosa la que hubiera hecho esto?
–No se mucho de sellos pero… –ladeó su cabeza y buscó alguno de los tantos libros que había por el suelo, todos abiertos y resultado de la infructuosa búsqueda de información de Ryo. –Según esto, es un sello unión…no podemos confirmarlo pero… –tomo el libro y leyó. – ambos seres quedaran confinados en uno solo, y si uno muera el otro también, pero no dice como se realiza… –al final acabó lanzando el libro medianamente frustrado. –Será más fácil si voy al grano –se dijo a sí mismo. – ¿Cómo lucháis en tu mundo? Además de con armas.
Ya había visto el potencial que Naruto tenía con las armas, ahora se preguntaba si era algo más que un samurái corriente y si podía dar pie a las explicaciones sobre su sello y porqué tenía al Kyuubi como una invocación de forma cuasi–permanente y no gastaba ni un ápice de chakra.
–Tenemos el flow. –eso no le aclaró nada al ojinaranja. –El flow se basa en el movimiento del mundo, es una forma de canalizar toda esa energía, así como la del Sol y la Luna. –y viendo las condiciones en las que estaba su mundo, era la única forma.
En la teoría era algo similar al chakra, si este se basaba en la energía vital que descendía desde el cuerpo y se expandía hacia afuera. –¿Podrías mostrarme tu flow? –preguntó extendiendo su mano y concentrando él chakra en su palma mostrando un color azulino claro. El rubio lo imitó y concentró la energía del mundo en su mano y de él emanó una gran cantidad de esa energía, en apariencia era idéntica al chara salvo que su color era carmesí, brillante y más amplio.
Una simple llama intangible que podía absorber sin problemas a la de su amigo, por lo visto además de las armas, manejaba algo muy interesante. –Visto que puedes hacer algo parecido al chakra, ¿te apetece que te de una paliza? –preguntó divertido el joven moreno, al final era como un hermano mas, quizás no se peleara con Ryo pero Naruto había demostrado ser tan competitivo como Hiro.
Conocerlos resultaba fácil, el problema era que a veces ocurrían cosas, Naruto no le daba explicación y de no haber estado Kyuubi cerca, probablemente había caído directamente al suelo de forma inconsciente. Algo curioso era que en aquella aldea no se asustaron al ver al bijuu porque simplemente iba con los chicos de Rajikaru, además de que cuando los niños se le acercaban podían jugar con él sin demasiados problemas sumado al hecho de que en parte era un sentimiento que nunca había sentido. Aquellos bombardeos luminosos en la mente del rubio se reproducían de forma parcial en la mente del zorro especialmente la primera vez que los niños jugaron con él, sabía que ese sentimiento no lo había vivido en su piel nunca y vio imágenes de si mismo matando a personas pero él no era quien mostraban aquellas visiones y al mismo tiempo, lo era.
Naruto sufría aquellas visiones de forma totalmente aleatoria, bastaba con que mirara a Karin y aquellas imágenes totalmente sin sentido saltaban a su mente, bastaba con que viera el cielo azul para ver como se tornaba gris, como el cielo se cubría de fuego y la luz se desvanecía. No sabía que eran aquellas visiones porque no podían ser reales, ¿o sí?
No tenía visiones con todas las cosas, parecía que cuando las veía una vez, no volvían a aparecer, no las mismas imágenes, era demasiado caótico. –¿Son esas imágenes parte de la diacronía? –preguntó el rubio a su rojiza compañía.
–Quizás, o de un futuro pasado. –se encogió de hombros, el yomu era incapaz de dar respuestas y cuanto más trataba de hablar con su diosa, mas impedimentos veía, como si ella en este momento no existiera. –En cualquier caso seguimos como al principio…no sabemos como sucedió…ni cómo evitarlo. –Pero por ahora, tenemos que acostumbrarnos a este mundo…
₪¤₪ Two Years After ₪¤₪
Allí estaban Naruto, Karin y Hiro, esperando en silencio sobre la copa de unos árboles, no era una misión difícil, Ryo era un gran estratega, Hiro era capaz de hacer mas con una espada que muchos con un arsenal de armas y Karin tenía un gran repertorio de armas femeninas que podían salvarles –y diablos si lo hacían– de más de una situación. Naruto, la última incorporación de Rajikaru era el arma secreta, se habían compenetrado tan bien que en parte lo habían elegido líder, algo que él no quería, quizás porque en un pasado no pudo proteger a la persona más importante del mundo que había tenido.
Gracias a consejos de parte de Karin y acompasados por el apoyo de Naruto, consiguieron adquirir una vestimenta apropiada para sus tareas, consistía en una capa blanca, con diferentes toques en la parte trasera lo que permitía identificar al otro aunque tuvieran el rostro cubierto y no hablaran, unos rastros de pintura metálica y dorada que recorrían determinadas partes de su rostro, describiendo curvas cerradas que los mofletes y cruzaban la piel durante unas cuantas florituras y aunque dejaban gran parte al aire libre, tenía un efecto secundario que era sumir en sombras el rostro dejando solo los ojos, lo cual daba un brillante y terrorífico efecto, además de que no permitía una identificación.
El sonido del viento era lo único que se escuchaba y mientras tanto los dos chicos estaban preparando los últimos detalles, mientras que la pelirroja repasaba el plan, parecía dudarlo un poco, no porque no fuera la idónea sino por si no era capaz. Mientras que los hombres vestían ropas cuidadas y preparaban el espectáculo ella tenía una ropa mas provocativa, pese a que era una ropa de diario ella empezó a hacerse algunos cortes en ella, mostrando cada vez mas zonas al descubierto de su piel y de su ropa interior.
–¿Creéis que será convincente? –preguntó la joven mirándoles. Ellos simplemente tragaron saliva y trataron de contestar, pero solo salieron balbuceos con palabras parecidas a “así…” “yo…”. Al final, consiguieron emitir un firme sí, tras dirigirse una mirada cómplice entre ambos. –Morded y arañad. –ordenó con voz seria, sin embargo esta se quebraría con facilidad.
Ambos accedieron, no porque fuera alguna especie de fetiche, que era posible que efectivamente lo fuera sino porque habían acordado ser lo más realista posible. Cada uno tomó un lugar para morder, en los brazos depositarían suaves arañazos que pretendían enrojecer la piel y en el cuello unas cuantas de hambrientos mordiscos en el cuello, no demasiado para que no fuera excesivamente llamativo pero tampoco para que surgiera dudas, tenía que ser lo más realista posible.
Cuando acabaron la imagen que ofrecía Karin resultaba incluso lastimosa, su pelo estaba agitado, sus ojos brillaban con el salado sentimiento de las lágrimas, su ropa hecha harapos y su piel herida y denotando hilos de sangre que surcaban su blanquecina piel.
El sonido por la copa de los arboles fue acompañado por la llegada del hermano menor del grupo. Su hermano fue quien se giró para verle antes de que él hablara. –¿Estas lista, Karin? –ella asintió.
–¿Cuántos son? –preguntó el joven de cabellos de oro.
–Una caravana, por el sur, estarán aquí en un par de minuto. Habrá cinco hombres al menos fuera. Llevan el símbolo del señor feudal así que son ellos. –tomó aire y miró a la joven. –Haz lo que tan bien sabes, Karin, y nosotros te cubriremos, ¿de acuerdo?
Ella sonrió con suavidad a esas palabras y asintió. –Deseadme suerte. –fue lo último que dijo antes de descender al suelo.
Todos esperaron la señal, observando desde la lejanía lo que ocurría. Cuando la caravana estaba cerca, los gritos de auxilio de Karin fueron tan convincentes que, de no haber ideado Ryo el plan, Naruto se hubiera lanzado al auxilio sin pensarlo dos veces, sin embargo tenían que moverse, cambiar sus posiciones, cada uno rodeando el punto donde Karin haría que se pararan. Como era de esperar aquella caravana se detuvo, y el capitán del grupo se acerco a la joven.
– ¿Se encuentra bien? –preguntó con interés, aunque su mirada desfilaba por la figura de la joven con intenciones no muy apropiadas, probablemente triplicara su edad y aun así aquella idea no le desagradaba. –¿Qué le ha pasado?
–U-un-unos hombres –tartamudeó con aparente dificultad, el adulto no tardó en entender a lo que se refería y le pregunto cuántos eran. –Tres, c-conseguí librarme p-pero podrían h-haberme seg-seguido. –miró suplicante a aquel hombre, que parecía más dispuesto a ayudarla de lo que ella misma se pensaba.
–Vosotros dos, comprobad si están por aquí esos energúmenos. –ordenó de forma seria, aquellos dos hombres asintieron mientras salían cada uno a un lado. –Y tú, Jean –dijo al de detrás –comprueba que no nos sigue nadie.
Cuando el otro hombre se alejó el que iba sobre la caravana, dirigiendo a los caballos se bajó con una sonrisa, al mismo tiempo que la sonrisa se contagiaba a su capitán. Ambos rodearon a Karin y comenzaron a manosearla de una forma muy descarada, demostrando que además de energúmenos eran unos hipócritas, ella trató de zafarse pero ambos tenían más fuerza y consiguieron evitar que siquiera pudiera alejarse hacia algún lado. Uno de ellos llevó su mano bajo quella falda que tenía, tocando con brusquedad la entrepierna femenina, mientras que el otro hacía lo mismo con los prominentes senos de la joven.
Sus intentos por escapar de aquella situación fueron difíciles pero tras contar mentalmente los segundos que debía de esperar, golpeó con su frente la nariz del capitan, haciendo que una marea roja emanara de ella y luego golpeó con el hombro en la boca del estomago al que desde detrás la tocaba.
–Serás zorra. –masculló el hombre cubriéndose la nariz y tratando de detener la hemorragia. Entonces él observó como la joven hacía sonar unos suaves cascabeles, un sonido tan agudo que sobresalía entre los quejidos de dolor de ambos hombres.
Entonces se desató una tormenta de humo que rodeó aquella caravana, su color medianamente índigo indicaba que eran bombas de humo. Estas comenzaron a crecer en dimensión y densidad comenzaron a girar como un huracán, de forma síncrona y que cubrieron el cielo. Un par de golpes en la caravana hicieron salir a cuatro hombres mas, todos sacaron las armas y perdieron de vista a la joven pelirroja, quien se había ocultado tras la caravana, de su bolsillo sacó un paquete, habían estado tan preocupados en jugar con su cuerpo que no habían ni siquiera notado aquel artefacto, una vez lo sacó no parecía mas que una cajita donde guardar una gran cantidad de palillos.
Sobre aquella capa morada de nube comenzó a formarse la imagen de una bestia, se distinguieron unos brillantes ojos, unas fauces afiladas y el contorno de un rostro animal. Un gran rugido fue lo que activó aquel paquete que había sido lanzado al aire y se rompió, lanzando una gran cantidad de hilos finos pero duros como el acero que se clavaron por el suelo y algunos golpearon a varios hombres. Tres sombras cruzaron aquella pantalla de humo y avanzaron a gran velocidad, como impulsados por pólvora y recorrieron ese campo de batalla llevando consigo los cables, clavándoselos a los hombres sin herirlos demasiado, en las piernas, la espalda, las manos. Todo de forma rápida, silenciosa y eficaz.
Cuando todos tenían aquellos hilos impidiendo sus movimientos la bestia del cielo abrió su boca y de ella emanó un relámpago que impactó en la zona donde todos los hilos se unían y transmitía la corriente a aquellos hombres, los cuales tras unos cuantos movimientos involuntarios y gritos de dolor cayeron al suelo inconscientes.
Aquella nube de humo se disipó y los tres jóvenes descendieron de sus posiciones, y caminaron hacia la caravana. Se situaron junto a Karin para comprobar que todo había ido bien y asintió con una sonrisa ante las preocupaciones de sus chicos –como los llamaba de forma cariñosa– se colocó la capa que le tendió Naruto cubriendo así su cuerpo.
–Bueno, veamos que hay dentro. –dijo Hiro abriendo la puerta de la caravana, la examinó mientras el resto se acercaba y observó una caja de acero, la cogió y la dejó en el suelo. –Pesa bastante, aunque creo que podemos romper el candado. –intentó romper el candado pero su hermano lo detuvo.
–Ni lo hagas, probablemente si lo rompes se activará un mecanismo que quemará el dinero. –suspiró pesadamente arrodillándose mientras sacaba un par de agujas. –No es dificil ser precavido, aunque a tu parezca costarte horas de razonamiento. –dijo lanzándole una pulla a su hermano del alma. Con un poco de mañana y tras unos cuantos movimientos con las agujas se escuchó un pequeño chasquido. –Y aquí está… –aguardó un poco antes de abrirlo para mostrar un cofre lleno de papeles de color gris y anaranjado.
–¿Cuánto hay? –preguntó impaciente Hiro.
–Por la cantidad, creo que unos cien o ciento cincuenta mil. –cerró pequeño baúl y se lo dio a su hermano. –Bastante para ser solo impuestos, es raro que pasen los cincuenta pero bueno, mas para Rajikaru.
Con el botin caminaron entre los cuerpos inconscientes y Naruto se detuvo al observar como uno de ellos sangraba por la nariz, Karin se paró junto al rubio antes de darle una patada en la boca del estomago. Naruto pasó su brazo por el cuello de la joven atrayéndola hacia él antes de seguir caminando. Cuando llegaron a la barrera de humo esta se deshizo y Kyuubi apareció junto a ellos, antes de detenerse un instante. Su mirada se perdió en el infinito, observando como alguien que conocía hablaba con un señor de aspecto cansado, pero lo que si reconoció de él, fue el símbolo de un sello que tenía sobre la mesa, el mismo que tenía aquella caravana.
Gracias a consejos de parte de Karin y acompasados por el apoyo de Naruto, consiguieron adquirir una vestimenta apropiada para sus tareas, consistía en una capa blanca, con diferentes toques en la parte trasera lo que permitía identificar al otro aunque tuvieran el rostro cubierto y no hablaran, unos rastros de pintura metálica y dorada que recorrían determinadas partes de su rostro, describiendo curvas cerradas que los mofletes y cruzaban la piel durante unas cuantas florituras y aunque dejaban gran parte al aire libre, tenía un efecto secundario que era sumir en sombras el rostro dejando solo los ojos, lo cual daba un brillante y terrorífico efecto, además de que no permitía una identificación.
El sonido del viento era lo único que se escuchaba y mientras tanto los dos chicos estaban preparando los últimos detalles, mientras que la pelirroja repasaba el plan, parecía dudarlo un poco, no porque no fuera la idónea sino por si no era capaz. Mientras que los hombres vestían ropas cuidadas y preparaban el espectáculo ella tenía una ropa mas provocativa, pese a que era una ropa de diario ella empezó a hacerse algunos cortes en ella, mostrando cada vez mas zonas al descubierto de su piel y de su ropa interior.
–¿Creéis que será convincente? –preguntó la joven mirándoles. Ellos simplemente tragaron saliva y trataron de contestar, pero solo salieron balbuceos con palabras parecidas a “así…” “yo…”. Al final, consiguieron emitir un firme sí, tras dirigirse una mirada cómplice entre ambos. –Morded y arañad. –ordenó con voz seria, sin embargo esta se quebraría con facilidad.
Ambos accedieron, no porque fuera alguna especie de fetiche, que era posible que efectivamente lo fuera sino porque habían acordado ser lo más realista posible. Cada uno tomó un lugar para morder, en los brazos depositarían suaves arañazos que pretendían enrojecer la piel y en el cuello unas cuantas de hambrientos mordiscos en el cuello, no demasiado para que no fuera excesivamente llamativo pero tampoco para que surgiera dudas, tenía que ser lo más realista posible.
Cuando acabaron la imagen que ofrecía Karin resultaba incluso lastimosa, su pelo estaba agitado, sus ojos brillaban con el salado sentimiento de las lágrimas, su ropa hecha harapos y su piel herida y denotando hilos de sangre que surcaban su blanquecina piel.
El sonido por la copa de los arboles fue acompañado por la llegada del hermano menor del grupo. Su hermano fue quien se giró para verle antes de que él hablara. –¿Estas lista, Karin? –ella asintió.
–¿Cuántos son? –preguntó el joven de cabellos de oro.
–Una caravana, por el sur, estarán aquí en un par de minuto. Habrá cinco hombres al menos fuera. Llevan el símbolo del señor feudal así que son ellos. –tomó aire y miró a la joven. –Haz lo que tan bien sabes, Karin, y nosotros te cubriremos, ¿de acuerdo?
Ella sonrió con suavidad a esas palabras y asintió. –Deseadme suerte. –fue lo último que dijo antes de descender al suelo.
Todos esperaron la señal, observando desde la lejanía lo que ocurría. Cuando la caravana estaba cerca, los gritos de auxilio de Karin fueron tan convincentes que, de no haber ideado Ryo el plan, Naruto se hubiera lanzado al auxilio sin pensarlo dos veces, sin embargo tenían que moverse, cambiar sus posiciones, cada uno rodeando el punto donde Karin haría que se pararan. Como era de esperar aquella caravana se detuvo, y el capitán del grupo se acerco a la joven.
– ¿Se encuentra bien? –preguntó con interés, aunque su mirada desfilaba por la figura de la joven con intenciones no muy apropiadas, probablemente triplicara su edad y aun así aquella idea no le desagradaba. –¿Qué le ha pasado?
–U-un-unos hombres –tartamudeó con aparente dificultad, el adulto no tardó en entender a lo que se refería y le pregunto cuántos eran. –Tres, c-conseguí librarme p-pero podrían h-haberme seg-seguido. –miró suplicante a aquel hombre, que parecía más dispuesto a ayudarla de lo que ella misma se pensaba.
–Vosotros dos, comprobad si están por aquí esos energúmenos. –ordenó de forma seria, aquellos dos hombres asintieron mientras salían cada uno a un lado. –Y tú, Jean –dijo al de detrás –comprueba que no nos sigue nadie.
Cuando el otro hombre se alejó el que iba sobre la caravana, dirigiendo a los caballos se bajó con una sonrisa, al mismo tiempo que la sonrisa se contagiaba a su capitán. Ambos rodearon a Karin y comenzaron a manosearla de una forma muy descarada, demostrando que además de energúmenos eran unos hipócritas, ella trató de zafarse pero ambos tenían más fuerza y consiguieron evitar que siquiera pudiera alejarse hacia algún lado. Uno de ellos llevó su mano bajo quella falda que tenía, tocando con brusquedad la entrepierna femenina, mientras que el otro hacía lo mismo con los prominentes senos de la joven.
Sus intentos por escapar de aquella situación fueron difíciles pero tras contar mentalmente los segundos que debía de esperar, golpeó con su frente la nariz del capitan, haciendo que una marea roja emanara de ella y luego golpeó con el hombro en la boca del estomago al que desde detrás la tocaba.
–Serás zorra. –masculló el hombre cubriéndose la nariz y tratando de detener la hemorragia. Entonces él observó como la joven hacía sonar unos suaves cascabeles, un sonido tan agudo que sobresalía entre los quejidos de dolor de ambos hombres.
Entonces se desató una tormenta de humo que rodeó aquella caravana, su color medianamente índigo indicaba que eran bombas de humo. Estas comenzaron a crecer en dimensión y densidad comenzaron a girar como un huracán, de forma síncrona y que cubrieron el cielo. Un par de golpes en la caravana hicieron salir a cuatro hombres mas, todos sacaron las armas y perdieron de vista a la joven pelirroja, quien se había ocultado tras la caravana, de su bolsillo sacó un paquete, habían estado tan preocupados en jugar con su cuerpo que no habían ni siquiera notado aquel artefacto, una vez lo sacó no parecía mas que una cajita donde guardar una gran cantidad de palillos.
Sobre aquella capa morada de nube comenzó a formarse la imagen de una bestia, se distinguieron unos brillantes ojos, unas fauces afiladas y el contorno de un rostro animal. Un gran rugido fue lo que activó aquel paquete que había sido lanzado al aire y se rompió, lanzando una gran cantidad de hilos finos pero duros como el acero que se clavaron por el suelo y algunos golpearon a varios hombres. Tres sombras cruzaron aquella pantalla de humo y avanzaron a gran velocidad, como impulsados por pólvora y recorrieron ese campo de batalla llevando consigo los cables, clavándoselos a los hombres sin herirlos demasiado, en las piernas, la espalda, las manos. Todo de forma rápida, silenciosa y eficaz.
Cuando todos tenían aquellos hilos impidiendo sus movimientos la bestia del cielo abrió su boca y de ella emanó un relámpago que impactó en la zona donde todos los hilos se unían y transmitía la corriente a aquellos hombres, los cuales tras unos cuantos movimientos involuntarios y gritos de dolor cayeron al suelo inconscientes.
Aquella nube de humo se disipó y los tres jóvenes descendieron de sus posiciones, y caminaron hacia la caravana. Se situaron junto a Karin para comprobar que todo había ido bien y asintió con una sonrisa ante las preocupaciones de sus chicos –como los llamaba de forma cariñosa– se colocó la capa que le tendió Naruto cubriendo así su cuerpo.
–Bueno, veamos que hay dentro. –dijo Hiro abriendo la puerta de la caravana, la examinó mientras el resto se acercaba y observó una caja de acero, la cogió y la dejó en el suelo. –Pesa bastante, aunque creo que podemos romper el candado. –intentó romper el candado pero su hermano lo detuvo.
–Ni lo hagas, probablemente si lo rompes se activará un mecanismo que quemará el dinero. –suspiró pesadamente arrodillándose mientras sacaba un par de agujas. –No es dificil ser precavido, aunque a tu parezca costarte horas de razonamiento. –dijo lanzándole una pulla a su hermano del alma. Con un poco de mañana y tras unos cuantos movimientos con las agujas se escuchó un pequeño chasquido. –Y aquí está… –aguardó un poco antes de abrirlo para mostrar un cofre lleno de papeles de color gris y anaranjado.
–¿Cuánto hay? –preguntó impaciente Hiro.
–Por la cantidad, creo que unos cien o ciento cincuenta mil. –cerró pequeño baúl y se lo dio a su hermano. –Bastante para ser solo impuestos, es raro que pasen los cincuenta pero bueno, mas para Rajikaru.
Con el botin caminaron entre los cuerpos inconscientes y Naruto se detuvo al observar como uno de ellos sangraba por la nariz, Karin se paró junto al rubio antes de darle una patada en la boca del estomago. Naruto pasó su brazo por el cuello de la joven atrayéndola hacia él antes de seguir caminando. Cuando llegaron a la barrera de humo esta se deshizo y Kyuubi apareció junto a ellos, antes de detenerse un instante. Su mirada se perdió en el infinito, observando como alguien que conocía hablaba con un señor de aspecto cansado, pero lo que si reconoció de él, fue el símbolo de un sello que tenía sobre la mesa, el mismo que tenía aquella caravana.
Madlife- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Hola de nuevo. gracias por actualizar.
Respecto a los capítulos, primero debo decirte que me sorprendió que pasaran dos años de repente, porque pensaba que el rubio conocería al grupo y luego se separaría y conocería el solo el mundo. Sin embargo, está genial la idea de que se acoplara a ellos y aprendieran en conjunto. Espero poder ver las habilidades del rubio, que si no me equivoco, puede ser que sean una mezcla entre flow y chakra (eso suponiendo que sean algo semejante, pero no lo mismo).
Otro punto que quería comentarte es que también me sorprendió que el zorro pueda materializarse, y más aun que no posea la misma naturaleza del kyubi. Sin embargo, analizando, me dí cuenta de que aunque el los capítulos describes como se "inyectan" los recuerdos de Naruto en el rubio, éste parece ser que no es consciente de que los posee. Supongo que aflorarán en el momento que vea o conozca a alguien de su pasado. Dicho ésto, entonces no es nada fuera de lo normal que el yomu sea diferente al zorro, aunque éste sí parece tener conciencia de quién fue el que anteriormente estaba en su lugar (es decir Kurama). Finalmente, ¿Qué cambió en el sello de Naruto para que el zorro sea capaz de materializarse?
Espero tu continuación con ansias, excelente trabajo.
Se despíde, byronx.
Respecto a los capítulos, primero debo decirte que me sorprendió que pasaran dos años de repente, porque pensaba que el rubio conocería al grupo y luego se separaría y conocería el solo el mundo. Sin embargo, está genial la idea de que se acoplara a ellos y aprendieran en conjunto. Espero poder ver las habilidades del rubio, que si no me equivoco, puede ser que sean una mezcla entre flow y chakra (eso suponiendo que sean algo semejante, pero no lo mismo).
Otro punto que quería comentarte es que también me sorprendió que el zorro pueda materializarse, y más aun que no posea la misma naturaleza del kyubi. Sin embargo, analizando, me dí cuenta de que aunque el los capítulos describes como se "inyectan" los recuerdos de Naruto en el rubio, éste parece ser que no es consciente de que los posee. Supongo que aflorarán en el momento que vea o conozca a alguien de su pasado. Dicho ésto, entonces no es nada fuera de lo normal que el yomu sea diferente al zorro, aunque éste sí parece tener conciencia de quién fue el que anteriormente estaba en su lugar (es decir Kurama). Finalmente, ¿Qué cambió en el sello de Naruto para que el zorro sea capaz de materializarse?
Espero tu continuación con ansias, excelente trabajo.
Se despíde, byronx.
Byronx- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Voy contigo: Gracias a ti por comentar, mi tarea es escribir una historia, que mis lectores comenten o no, no es obligatorio por lo que te doy las gracias de antemano. Respecto al flow, es una especie de antítesis del chakra, el hecho de que surgiera se debe a algo que ocurrió en su mundo y que forzó a los pocos que quedaban a adaptarse -o morir en el intento- pero por lo pronto no creo que tenga las habilidades canónicas que lo definen, como el Kage Bushin.
Perspicaz, efectivamente hay muchos recuerdos que estan en la mente de Naruto pero que, por equis o zeta no se han materializado en si mismos para él son meras imagenes que vienen y van, estos no se materializan simplemente cuando ve a alguien del pasado, sino que dependen de lo que Gisei y Yheal "constantes y variables" las variables son indistintas al curso de la historia, pero son las constantes las que sí importan.
El porqué Yheal tiene recuerdos de Kurama se debe a que él es una constante, en la diacronía el vió imagenes que pertenecían a su historia, y pudo identificarlas mejor de lo que lo hizo Naruto -tambien porque este tiene millones de recuerdos mas pero eso es harina de otro costal- El sello es inherente a la diacronía, él no se lo hizo asi que podemos decir que es una forma de proteger el mundo en el que ahora están, si en ese mundo todo bijuu está encerrado en un contenedor, pero al mismo tiempo Yheal tenía corporeidad, no puedes alterar ambas dos condiciones asi que se opta por un sello de union, no son dos cuerpos pero teoricamente, tampoco son uno.
Perspicaz, efectivamente hay muchos recuerdos que estan en la mente de Naruto pero que, por equis o zeta no se han materializado en si mismos para él son meras imagenes que vienen y van, estos no se materializan simplemente cuando ve a alguien del pasado, sino que dependen de lo que Gisei y Yheal "constantes y variables" las variables son indistintas al curso de la historia, pero son las constantes las que sí importan.
El porqué Yheal tiene recuerdos de Kurama se debe a que él es una constante, en la diacronía el vió imagenes que pertenecían a su historia, y pudo identificarlas mejor de lo que lo hizo Naruto -tambien porque este tiene millones de recuerdos mas pero eso es harina de otro costal- El sello es inherente a la diacronía, él no se lo hizo asi que podemos decir que es una forma de proteger el mundo en el que ahora están, si en ese mundo todo bijuu está encerrado en un contenedor, pero al mismo tiempo Yheal tenía corporeidad, no puedes alterar ambas dos condiciones asi que se opta por un sello de union, no son dos cuerpos pero teoricamente, tampoco son uno.
Madlife- Novato
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Re: El hundimiento | NS | +16, Accion, Aventura, Misterio, Violencia, Amor | Episodio 5; Imagenes de un futuro pasado | 11/01/14
Muy interesante tu historia, me pregunto que cosas ocurrira en el futuro ,como Naruto tendrá contacto con Konoha y conocer a Sakura. xDD
Continualo.
Continualo.
Aomine- Clan Seiryuu
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