Letters [TP] [11/12/2013] [2/2]

Buenas gente. No tengo el capitulo de mi Fic, en su lugar traigo este pequeño OS dedicado a Kim por ganar una apuesta (mi querida Snow eres una pro en no dormir XD) Ya llevaba un buen tiempo listo, pero hacia falta la genial firma que llevo ahora mismo (gracias Lau). Sin más que decir, los dejo leyendo.

Estaba enamorada de ti desde el principio. Eras amable, considerado, caballeroso, atento, y la lista sigue y sigue. Te admiraba desde lejos, aterrada de confrontarte en persona, y cada día soñaba con cómo podría ser mi vida si tan solo me notaras. Para ti, era invisible, me veías todos los días, pero en realidad apenas lo hacías -nunca observabas. No era nada para ti. Pero aún así, eso no me hizo amarte menos.

Después de una semana de muchos problemas y conflictos, era fácil ver que algo te estaba molestado, así que decidí escribirte una carta anónima con la esperanza de animarte. En silencio observé como una sonrisa apareció en tus labios mientras tu expresión demostraba tranquilidad. Cualquier rastro de tristeza que hubiese estado presente en tu rostro se desvaneció por completo.

Después de abrir la hoja de cuaderno cuidadosamente doblada que había colocado a hurtadillas en tu casillero esa mañana, me sorprendiste al tratar de aplanar las pequeñas arrugas del papel, haciéndolo de manera delicada antes de deslizarlo en el plástico transparente que cubría tu casillero, para que todo el mundo lo viera. Sonreíste para ti mismo y eso fue todo. Mi corazón dio un pequeño salto mientras recorría mi normal y monótono camino hasta mi primera clase ese día. Llevé conmigo una sonrisa en mi corazón y una luz que parpadeaba en mi interior.

Ahora, nunca planeé seguir escribiéndote estas cartas, pero un día te escuché hablando con tus amigos, explicando cómo no podías dejar de pensar en la carta y que deseabas poder encontrar a la chica que la escribió. Al principio me puse nerviosa pensando que me encontrarías y pensarías que simplemente estaba loca por hacer algo así, pero luego te encontré leyendo la carta después de un día pesado, y todo lo que vi fue paz. En ese punto, me enamoré de ti por completo. Todo lo que quería era darte felicidad como esa todo el tiempo. Debido a eso escribí una segunda carta, que dio paso a una tercera, luego a una cuarta y así siguió. No podía dejar de escribirlas. No podía dejar de ver tu sonrisa -fue lo único que me mantuvo siguiendo.

Día tras días esperabas una carta de mi parte. Si tardaba demasiado en entregar una te escuchaba quejarte decepcionado con tus amigos, diciendo que quizás me había olvidado de ti. Pero nunca podría haberme olvidado de ti. Eras mi mundo.

Pronto mis cartas fueron conocidas por todos. El periódico de la escuela incluso hizo una historia sobre ellas. La escuela entera sabia de las cartas, pero como no había nadie en la escuela en quien pudiera confiar, nadie sabía mi secreto. Implicaba un sentimiento de tal intensidad guardar un secreto tan grande que estaba segura de que alguien eventualmente revelaría mi identidad. Casi te enteraste una vez, pero mí cara de despistada estaba bien entrenada… mis manos estaban llenas de secretos que nunca serías capaz de saber.

Consideré el salir y decirles a todos la verdad sobre mi identidad, pero en ese punto ya era muy tarde. Nadie me creería, todos pensarían que se trataba de una chica solitaria que buscaba atención. Veras, como las personas no sabían la verdad sobre quién era, todos empezaron a tener suposiciones. Todos, incluyéndote a ti, creyeron que era la misma chica. Y esa chica no era yo. Esa chica era una de tus mejores amigas, una chica de la cual estabas convencido de haber tenido fuertes sentimientos por ella y viceversa en el pasado. Siendo así, no cabe duda de que aceptó las suposiciones -eras uno de los pocos chicos decentes en nuestra escuela… no había manera en que dejara pasar esa oportunidad.

Poco a poco te enamoraste de ella. Pero solo lo hiciste porque creías que ella era la persona detrás de las cartas. Mis cartas. Te enamoraste de mí y ni siquiera lo sabías.

Amé tanto el hecho de que estuvieras enamorado de mis cartas que pensé que nunca podrías amarme de la misma manera si te enterabas de quien era. Así que seguí escribiendo las cartas y te deje creer que era alguien más. Y realmente ella no tuvo ningún problema en mantener nuestro pequeño y no acordado secreto.

Ni un poco.

Dos años después de haberte graduado fue el año en que la chica que amabas y la chica que pensabas que amabas se graduaron. Viniste y me viste obtener mi diploma, pero la razón por la cual asististe fue para verla a ella. Vi la manera en que la observabas, fue en ese momento donde me di cuenta de cuánto tu amor había crecido por ella; y era todo por mis cartas. Aunque sabía que era todo una mentira, no tenía el coraje suficiente como para separarlos. Era difícil para mí, pero en ese punto, había aprendido a usar una máscara y solo lidiar con el dolor que sentía.

Cuatro años después, fue el momento de tu boda, y sabía que ya no tenía oportunidad alguna. Te ibas a casar dentro de una mentira únicamente porque no tuve el coraje para decirte la verdad. Con facilidad destruí cada pequeña oportunidad que pude haber tenido de estar contigo; pero como lo hice por siete años, aun te amaba. Y porque te amaba, sentí que necesitabas la verdad.

Estuve cuatro horas tratando de encontrar las palabras correctas para lo que sería la última carta, pero era mucho más doloroso de lo que había previsto. Después de una cantidad infinita de papeles arrugados y emociones destruidas, finalmente logre escribir las últimas palabras para la última carta.

“Sé que he esperado demasiado para decir esto, y me disculpo desde el fondo de mi corazón, pero no soy quien crees que soy. La chica con la que estas por casarte no es la mujer que escribió estas cartas todos estos años. Sé que debí haberte dicho esto mucho antes, pero estabas tan feliz y no pensé que serías feliz si descubrías quien realmente era. Porque te amé, y porque todavía lo hago, quiero que tengas todo lo que te mereces. Te mereces felicidad y la verdad. Y lamento el no haberte dado la verdad cuando debí haberlo hecho.

Por haber hecho más daño de lo necesario, te ofrezco mis felicitaciones y mis mejores deseos para tu futuro.

Siempre estarás en mi corazón.”

En el lluvioso día de verano de tu boda me senté en el ultimo banco de la iglesia y la observé caminar hacía el altar como una princesa. Vi tus ojos cargados de tristeza mientras ella decía sus votos. Mi corazón se rompía en miles de pedazos y solo quería salir de ahí y ser capaz de comenzar mi nueva vida en ese mismo momento. Mi equipaje ya estaba hecho, listo para macharme. Todo lo que tenía que hacer era caminar fuera de la iglesia y podría escapar para siempre de esta ciudad llena de dolor. Pero algo me retenía. Tenía que asegurarme de que fueras feliz después de haberte mentido durante tantos años. En cuanto dijeras “acepto”, sabría que ibas a estar bien.

Una lágrima rodó por mi mejilla mientras esperaba que la palabra saliera de tus labios. Esperaba con los ojos cerrados teniendo la esperanza de que no explotaran el resto de mis lágrimas, pero todo lo que oí fue “no puedo”. Todos quedaron atónitos y mis ojos se dispararon hacía ti. Te observé desde la última fila y tú me observaste a mí. Lo hiciste con tal intensidad que las emociones me embargaron y huí de la capilla. Huí de las personas. Huí de mis errores. Huí de mis miedos. Huí de nada. Y huí de todo.

Desearía poder decir que huí. Desearía poder decir que de alguna manera me encontraste y apareciste frente a mi puerta, sosteniéndome en tus brazos, diciéndome que sería imposible ser infeliz sabiendo que fui yo quien escribió las cartas, diciéndome que me amarías hasta el final de los tiempos, cuando ya nada fuera igual ni bueno.

Pero no hay necesidad de desear eso.

No hiciste nada de eso cuando apareciste frente a mi puerta.

Lo hiciste antes de que me marchara del estacionamiento.

Hasta aquí esta vez, espero les haya gustado el OS, en especial a Kim pues es para ella. Espero sus opiniones.

Muy buenas, ya estoy un poco mejor de mis loqueras y he decidido traerles más. Ya tenía en mente la idea y al ver que gustó me anime a hacerla. Espero les guste esta parte tanto como la anterior.

Querida,

Parece ser que no puedo permanecer dormido. El estar a tu lado normalmente me lleva la inconsciencia, pero esta noche no estás aquí. Estas fuera con los niños en un avión hacía Paris para empezar con las vacaciones antes de que yo me una un par de días después. Oh, deseo el poder estar contigo ahora mismo. Mi corazón me duele al sentarme aquí, solo en la casa, sin escuchar el continuo sonido de pequeños pies o el dulce sonido de tu voz al tararear.

Siempre he amado el sonido de tu voz.

¿Recuerdas cuando estábamos en la escuela? Es posible que pienses que no te notaba, pero lo hacía. Y en ese entonces amaba tu voz tanto como lo hago ahora. Veras, siempre te he amado, aunque quizás no sabía cuánto hasta darme cuenta de que podía perderte. ¿Recuerdas ese día? Ese fue el día en que me diste tú última carta. Ese fue el día en que me salvaste de cometer el error más grande de mi vida. Casi puedo recordarlo como su hubiese sido ayer porque casi no llegué a casarme contigo. Casi me casé con alguien que no amaba realmente. Alguien que me había engañado. Las emociones de ese día están tan claras en mi mente, el leer tu carta, el estar de pie en el altar, hasta correr tras de ti en la lluvia.

Probablemente lo recuerdes, pero déjame decirte como fue desde mis perspectiva…

---

Eran aproximadamente las 10am en esa mañana de verano mientras estaba sentado en mi vestidor ajustándome mi corbata. Era de un horrible color que detestaba, pero lo usé porque mi prometida me pidió hacerlo. Y estaba por casarme con ella.

Mi prometida.

Una sensación de opresión muy desagradable torció mi corazón, casi sofocándome. Pero este no era el tiempo de sensación que se tiene al estar enamorado. Oh no, era la sensación que se tiene cuando se está por cometer un terrible error. Pero no estaba haciendo nada mal, ¿o sí?

Traté de sacudir la sensación pero no parecía ser capaz de deshacerme de ella, algo se formaba en la boca de mi estomago cada vez que pensaba en ella.

Solo son nervios, seguía diciéndome a mí mismo, es solo eso. Pasará…

Movimiento y un pedazo de papel me enviaron lejos de mis pensamientos, salvándome de las dudas que en ese momento tenía. A través del espejo vi que algo había sido deslizado bajo la puerta, aún intentando arreglar mi corbata, me di cuenta de que era lo que había entrado en mi vestidor. Una carta.

Cuando me di cuenta, el descubrimiento me golpeo de lleno. Dejé de pelear con mi atuendo y me dirigí a tomar la carta. Mi nombre estaba escrito en la más elegante caligrafía en un sobre, sabía de quien era. O al menos eso fue lo que pensé.

Me senté en una de las sillas del lugar y abrí el sobre con mucho cuidado. Al desdoblar la carta, un sentimiento de amor surgió desde el fondo de mi estomago, expandiéndose por cada parte de mi cuerpo. Amaba ese sentimiento, no lo había sentido en un buen tiempo pero lo conocía a la perfección.

Mi ojos escanearon cada palabra hasta el final de la página, esperando que mi prometida hubiese escrito algunas palabras de aliento para deshacerme de los nervios que tenía. Leí con cuidado lentamente, prestando atención. Leí la carta entera nuevamente, así cuatro veces más y aún no podía creer lo que estaba leyendo.

Una mentira. Todo fue una mentira.

La desesperación me inundó por completo. ¿Qué iba a hacer?  ¡Todo esto estaba mal! No podía casarme con mi prometida ese día bajo falsas creencias, pero tampoco podía avergonzarla. Eso realmente sería horrible, la peor vergüenza de todas. No podía hacer que pasara por eso.

Gentilmente doblé la carta con manos temblorosas y recosté la cabeza del respaldar de la silla. Cerré los ojos y solo me senté ahí, pensando. Obviamente la amo si voy a casarme con ella, así que la pregunta real sería por qué.

¿Por qué la amo a ella?

Mi mente buscaba diligentemente una respuesta, pero cada una de ellas estaba basada en las cartas. Las cartas que no pertenecían a ella. Las cartas que tú escribiste. Mi cabeza daba vueltas. Estaba tan confundido. ¿Qué iba a hacer? ¡Era demasiado!

Lo que a mí me pareció un segundo fue una hora. Alguien llamó a la puerta y de repente me encontraba caminando al altar. Todo estaba borroso. Hasta que te vi. Estaba de pie en el pasillo que daba a la capilla, inseguro y sin saber qué hacer. Todos estaban adentro, esperando a que yo apareciera para que pudieran colocar a la novia en posición, lista para su caminata al altar. Subí la mirada por menos de un segundo y ahí estabas. En silencio colocaste tu sombrilla mojada a un lado, lejos de los demás y te quitaste tu abrigo.

Eras increíblemente hermosa.

Llevabas el cabello rosa suelto a la altura de los hombros y vestías un simple, pero aun elegante vestido azul cielo que caía hasta tus rodillas y se movía grácilmente cada vez que caminabas. No podía respirar al verte y sentir algo que únicamente había sentido al leer tus cartas. Fue en ese momento en que me di cuenta de a quien amaba realmente. No era mi prometida, eras tú. Me di cuenta de que cada cosa que amaba de la chica con la que estaba por casarme era todo lo que había aprendido de las cartas.

Tus cartas.

Desapareciendo a través de las puertas, me dejaste solo con mi confusión. Como si fuese un simple peón en un juego de ajedrez caminé hasta la capilla, apenas siendo consciente de mis acciones mientras cientos de pares de ojos me observaban profundamente. Me sentía con una solitaria marioneta, siendo controlado por alguien cada vez que daba un paso. Mis pensamientos no me dejaban tranquilo y mi corazón saltó a mi garganta al verla caminar hacía el altar. Sabía lo que tenía que hacer, pero mi lengua estaba pegada y no tenía idea de cómo iba a poder hablar. Todo lo que quería era correr, alejarme –todo lo que quería era correr hacía ti.

La ceremonia transcurrió a una feroz velocidad y de repente llegó el momento en que tenía que elegir que palabras decir. Solo había dos opciones, pero sus significados eran cualquier cosa menos sencillos. Todos esperaban oír el “acepto” y sellar el trato de una vez. Pero el trato sería una mentira. No la amaba y sería aún más injusto para ella –y para ti– si me casaba sin amor real que terminarlo todo y pensarlo un poco, pensar que en realidad no tenía ningún sentimiento por ella.

Sentí una gota de sudor recorrer mi cuello al tratar ganar el coraje suficiente para decir lo que tenía que decir. Observé los ojos de la chica a la que estaba por romperle el corazón y solté sus manos. Frunció el ceño en confusión y yo baje la mirada, no soportando el verla a la cara ni por un segundo más.

—No puedo—.

Estaba sorprendido de escuchar mi voz. Por alguna razón, pensaba que no iba a decirlo. E incluso cuando lo dije en todo momento estaba viendo en tu dirección a el banco de la capilla que ocupabas. Tus ojos se agrandaron cuando levantaste la cabeza para verme. Vi como una lagrima rodó por tu mejilla y mi corazón se rompió. Ni siquiera puedo imaginar lo que estabas sintiendo en ese momento.

Antes de que pasara algo más, te levantaste de la última fila y atravesaste las puertas. Sin pensarlo, corrí tras de ti. Todo lo que sabía era que te amaba y no podía dejarte ir como había hecho ya tantas veces atrás.

Llovía con intensidad cuando choqué con las puertas y corrí al estacionamiento, acercándome a ti con cada paso que daba. Al llegar a ti tomé tu brazo y te giré hacía mi. Tus lágrimas mezcladas por completo con las gotas de lluvia que empapaban tu cara.

Por un minuto simplemente me quede ahí de pie, viéndote –viendo todo de ti. Dije tu nombre suavemente a través de las capas de lluvia que nos separaban y acaricié con mis dedos tu mejilla. Cerraste los ojos y lágrimas salieron aún con más vigor. No me gustó el verte llorar así. Instintivamente, me acerqué hacía ti, gentilmente guiándote hacía mis brazos. Mientras llorabas en mi hombro susurré en tu oído toda la verdad; me disculpé por mi ceguera y por el inmenso dolor que te causé. Te dije cada pequeña cosa que amaba de ti –cada pequeño detalle que había notado sobre ti a través de todas esas cartas y años de conocerte.

---

Espero que sepas mi amor, lo verdaderas que son todas y cada una de ellas hasta el día de hoy. Espero que sepas que eres quien le da sentido a mi mundo. Únicamente espero ser tan fuerte para ti como tú lo eres para mí.

Antes de terminar esta carta, quiero tomar un momento dejarte saber que cada día mi amor crece más fuerte y profundo que el día anterior. Nunca fallas en hacer que me enamore de ti nuevamente, cada día.

Espero que sepas cuanto significas para mi, mi ángel, porque si no fuese por ti estaríamos en un lugar completamente distinto ahora mismo, y yo sería miserable sabiendo que te deje escapar. No puedo decir que tu no serias feliz, porque probablemente hubieses encontrado un buen hombre que te adorara tanto como lo hago yo, pero puedo decir que yo no sería feliz. Nunca podría ser feliz sin ti… Nunca podría estar completo sin ti. Y si me preguntas por qué, te lo diré.

Te diré que es porque eres mi ángel. Eres mi ángel y me salvaste. Y ahora soy por siempre tuyo.

Feliz día de San Valentín, mi amor.

Sincera y apasionadamente,

--------

Veo que muchos se confundieron un poco en cuanto a la identidad de los personajes. Estando en esta sección es NS XD pensé que al ponerlo aquí no seria necesario identificar. La persona con la que Naruto estaba por casarse no tiene personalidad especifica, son libres de imaginarla como quieran, den rienda suelta.

Sin más, me despido y como ya dije más arriba espero les haya gustado. Por supuesto esta segunda parte sigue siendo dedicada a Kim. Quien sabe que otra apuesta pierda más adelante y venga a traerles algo.