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El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
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NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic :: FF Cerrados
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El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
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El Quinto Día
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No Recomendado Para Menores de Dieciséis Años
En Progreso
Contiene: "Spoiler"
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Autora: LadySara
En Progreso
Contiene: "Spoiler"
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Autora: LadySara
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Nota
Para entender mejor la historia, recomiendo la entradilla y el anexo uno
Para los que ya la conocen, CHICOS, HE VUELTO y no pienso marcharme
Para entender mejor la historia, recomiendo la entradilla y el anexo uno
Para los que ya la conocen, CHICOS, HE VUELTO y no pienso marcharme
Entradilla
- Entradilla/Prólogo:
Historia ambientada en la zona oriental del continente asiático.
Nos situamos en la segunda mitad del siglo L, D.C. (Cincuenta Después de Cristo), entre tres y cuatro centenarios después de finalizarse la III Guerra Mundial. Las diplomacias de paz entre los continentes están más consolidadas que nunca, aunque sí es cierto que aún existen conflictos bélicos o guerras civiles entre algunos países. Desgraciadamente, el terrorismo y las mafias tampoco han desaparecido.
Todo ha cambiado desde el siglo XIX. Y con ello nos referimos al planeta. Aunque los continentes siguen siendo los mismos y más o menos la misma distribución geográfica, podemos decir con seguridad que la forma de vivir de los seres y especialmente el de las personas, ha sufrido cambios drásticos.
Nos encontramos en una nueva era, una nueva época que bien podemos relacionar con la del Jurásico, con diversas especies que evolucionaron. Tanto animales como vegetales.
El ser humano sigue considerándose la primera especie en la cadena alimenticia, pero su dominio y extensión sobre la faz han mermado considerablemente con el paso del tiempo. Es la especie más fuerte pero también, paradójicamente, la más débil. Como seres intelectuales se siguen superando, y aunque el número de municipios se ha visto reducido, la población se ha concentrado en determinados municipios, en ciudades como Kyoto o en metrópolis como Tokio (por poner un ejemplo).
En cuanto al modo de vida del hombre, podemos dar una definición aproximada por el modelo de urbanización (ya sea en ciudad o metrópoli): municipios de cientos de kilómetros cuadrados, casi todas en forma redondeada, las cuales cuentan con altos muros de contención al mundo exterior (salvaje o enemigo), y en el centro de toda localidad está levantada una amplia torre que puede superar el km de altura. Ésta última, se suele considerar la “torre madre” del lugar.
Respecto al mundo salvaje anteriormente mencionado, las bestias viven muy alejadas de las concentraciones urbanas y no suelen atacar a las personas salvo por provocación o invasión del territorio. Los animales han mutado o evolucionado, no sólo refiriéndonos a los típicos en libertad sino incluso también a los domésticos, tales como perros, gatos, ratones, etc. Aunque estos siguen haciendo compañía al hombre u ocupando calles o alcantarillados.
En pocas palabras, la historia está aclimatada en una visión futurista que bien podríamos clasificar en una mezcla peligrosa entre lo tecnológico y lo bárbaro, salvaje y perdido.
Acabamos de ver ahora el dato más objetivo, leamos ahora la historia. Mi historia. Espero que les guste, y si a veces desagrada, ofrezco mis disculpas de antemano.
Acotaciones:
— Conversaciones
“…” Pensamientos
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Capítulo I
- Capítulo 1:
- Capítulo I
Corría una agradable brisa de otoño y eso se hacía notar en el humor de la gente madrugadora. Incluso en aquella que ya corría de un lado para otro, con maletín en mano y móvil pegado a la oreja, y que no se había fijado en el amanecer de este hermoso día.
Quien desde luego no pareció notarlo fue ella.
En uno de los miles de apartamentos de aquella metrópoli, concretamente en una habitación, cubierta por las sábanas y acompañada por una botella de vino vacía en la mesita de la derecha, una joven mujer dormía a pierna suelta su resaca. Lástima que su sueño fuere interrumpido por el timbre del teléfono, justamente situado en la mesita izquierda. Dejó que sonara hasta que saltó el automático…
— «Hola Sakura. Seguro estás durmiendo y siento interrumpirte el sueño… Pero nos han convocado para una reunión. La cosa parece grave porque estarán presentes el ministro de defensa y el Emperador. En la “Torre Madre” a las nueve. Pavimento 60. Edificio Central» —
Era Yamato, y parecía tener prisa y ante todo estar espabilado, porque Sakura a penas se podía reincorporar sobre la cama.
— ¿Reunión? ¿En mi día libre? –giró la cabeza para mirar la hora. Por suerte, no iba muy mal de tiempo- Serán capullos –dijo mosqueada
Pasándose las manos por la cara, poco a poco logró ponerse en pie. Sus piernas lograron conducirla hasta el baño para darse una ducha, luego desayunar y vestirse. Mientras terminaba de calzarse, su gato se subió a la cama en busca de su ama. Ella sonrió y tras abrocharse la bota lo acurrucó en su regazo lo mimó un poco antes de irse. Supuso que tenía hambre así que le vertió todo lo que le quedaba del cartón en el bol de comida de su gato, cual abrió la boca desmesuradamente y se comió de una la mitad del cuenco. Sakura sonrió al ver satisfecho a su mascota y tras acariciarle el lomo por última vez, se lavó las manos y echándose un chicle de menta a la boca, salió por la puerta.
En el corto recorrido escaleras abajo, se encontró de cara con un matrimonio que vivía en el mismo edificio, y que al verla se apartaron a un lado con susto, como temiendo que ella les pudiese hacer algo malo. A este tipo de reacciones Sakura estaba más que acostumbrada, pero no dejaban de mermar en ella. Porque lo negara o no, el rechazo social es lo que le impedía hacer muchas cosas.
Una de sus peores cualidades era su inseguridad. Por fuera se mostraba implacable; pero su corazón estaba hecho pedazos.
En el camino varios individuos se apartaban hacia un lado como si ella fuera un leproso; salvo por el pequeño detalle de que lo que padecía Sakura no era ninguna enfermedad. Lo que le ocurría es que era diferente al resto. No era una humana normal.
Y su condición de soldado no era precisamente lo que la diferenciaba y mucho menos la razón de que la gente rehusara de ella. Cierto que su rango era de los superiores pero era un nivel específico que cualquier soldado no puede alcanzar.
Bastante conocida en el cuerpo de élite y en algunos puntos de la metrópoli, la Haruno era una persona que había aprendido a convivir con el rechazo general desde los trece años de edad, cuando en el inicio de la pubertad su cuerpo había empezado a desarrollar junto a su físico una serie de habilidades anómalas que la diferenciaban del resto y la hacían especial.
Pasó por una de las entradas, pasando el portal recibidor y cogió un ascensor que una familia estaba esperando llegar y que ésta no se atrevió a coger por no querer compartirlo con ella. Al cerrarse las puertas de aluminio Sakura suspiró… Ese era el desmán de casi todos los días.
Una vez llegó arriba se dirigió directamente al edificio de tres plantas que ocupaba todo el pavimento en forma de hexágono (de tal forma que rodeaba el centro). Para ello cruzó el centro, cual era parecido al de un parque pero con pocos árboles y hierba, por donde la gente cruzaba de un sitio a otro o cogía ascensores en dirección a otros pavimentos. Allí la gente estaba más acostumbrada a su presencia. Quizá porque la mayoría de la gente que pasaba por allí eran trabajadores equitativos.
Entró por la puerta principal de la edificación, donde una señorita con atuendo de secretaria se dirigió a ella con la finalidad de guiarla hasta la sala de reunión en cuestión. Llamaron a la puerta y tras abrir la secretaria, ésta se movió a un lado para dejar pasar a la chica.
Grande fue la sorpresa de Sakura al ver allí no sólo al Ministro de Justicia, sino al propio Emperador de Japón, al Ministro de Defensa y otros tantos «peces gordos» del Gobierno o del Ejército. Todos sentados a lo largo de una amplia mesa, entre los que se encontraba, por supuesto, su tutor legal y maestro Yamato. Sakura tragó saliva al ver tantos ojos puestos sobre ella en ese momento, y tensa dio los “buenos días” a los presentes; pero se relajó al instante en que Yamato se levantó y le ofreció un asiento libre justo a su lado.
Sintió ganas inmensas de abrazarlo. Hacía mucho tiempo que no se veían, meses, pero debieron guardar la compostura y dejar sus muestras de afecto para después (lejos del público). La chica ocupó su asiento situado justo enfrente del joven emperador de Japón. Ambos compartieron miradas. Se conocían desde hace tiempo y por sus gestos Sakura dedujo que quería hablar con ella, después de la reunión.
Las voces de los presentes se apagaron cuando vieron entrar al señor principal del Ejército acompañado por un hombre delgado con gafas, que por su vestimenta, andares y maneras se debía tratar de un científico experto en nuevas tecnologías. Era el director jefe de la plantilla de los mejores científicos de la “torre madre”.
Clarísimamente el motivo de la reunión debía ser más que delicado. Porque tener la sala prácticamente llena de altos cargos políticos y militares no era cosa ordinaria que aguara buenas nuevas.
El principal se situó al fondo de la sala, corrió hacia un lado el sillón a ocupar y se quedó de pie enfrente de la mesa, dirigiendo su mirar hacia todos los presentes. Su madura edad casi rozaba los cincuenta, pero era posiblemente el hombre con más experiencia de todos ellos. Su labor de vida merecía más que respeto. Su nombre era Baltor.
Empezó explicando la desaparición de una docena de soldados, enviados a la isla de Kyüshü desde hacía un mes. La misión tenía una larga duración de dos semanas, y se estaban retrasando una semana cuando se decidió a enviar un equipo de apoyo. Pero estaban demorando muchísimo en regresar. No habían tenido noticia alguna sobre ninguno de ellos hasta ayer en la noche. La Central recibió un mensaje por video de lo que parecían ser los últimos cinco supervivientes.
Para apoyar sus palabras Baltor puso el video a los presentes, con un proyector y pantalla.
En él un soldado relataba los recientes hechos acaecidos en la isla, mientras al fondo se escuchaba el estrambótico ruido de una batalla entre armas de fuego contra una especie de «escorpión robot» (así lo definió el soldado). Dicho soldado puso enfoque a la batalla que sus compañeros estaban librando contra el enemigo, todos heridos y refugiados tras las paredes de lo alto de una torre de control deshabitada. Todo ello era espeluznante y sorprendente, pero lo más inquietante e inesperado vino ante los ojos de los presentes en la sala cuando el militar hizo que el objetivo de la cámara aumentara la visión del enemigo. Como él mismo dijo con antelación en su relato se trataba de una máquina robótica en forma de insecto gigante preparada para el combate, era tan rápida que cuando sus compañeros pararon solo cinco segundos para recargar sus armas ésta aprovechó y subió por las paredes de la torre hacia ellos…
Y ese fue el fin del video. No se supo más.
Con esperanza los presentes rogaron en su interior porque aun hubiera supervivientes.
Hubo silencio en la sala durante segundos interminables, miradas desconcertadas, inquietudes y murmullos entre algunos.
Todos se preguntaban lo mismo.
— Qué demonios era eso –preguntó incrédulo el capitán Yamato, rompiendo el inquietante silencio en la sala
— Eso hemos estado tratando de averiguar en las últimas horas. El profesor Sheldon Cooper –el aquí presente- se ha volcado en la investigación por encontrar respuestas a la misma pregunta que nos hacemos todos. Y la única respuesta o dato que hemos concluido es que no existe nadie en el mundo que haya sido capaz de crear algo semejante
— Qué me dice de las organismos extremistas –o terroristas, dicho de otro modo por el Ministro de asuntos exteriores
— Fue lo primero que se nos pasó por la mente pero la mayoría coincidimos en descartar esa idea. Los grupos terroristas no disponen de recursos o conocimientos para crear un tipo de…máquina como la que acabamos de ver
— Pero si es cierto que hace tiempo no se les oye… Quizá su regreso lo quieran manifestar de este modo –opinó de nuevo el ministro
— ¿Aniquilando a un grupo de soldados para llamar la atención? ¿En una isla “desierta”? –dijo fria pero serenamente- Lo suyo sería atacar algún punto de la metrópoli o de las bases militares que tenemos en el exterior… No asaltar una isla en la que no vive nadie
— El Teniente Baltor tiene razón. No tiene lógica alguna –apoyó Yamato- Es una tecnología demasiado avanzada para nuestro conocimiento. El terrorismo dispone de armas mortales pero no a niveles tan avanzados; me atrevería a decir que menos a comparación de nuestro arsenal –quiso señalar, mientras con su mano derecha jugaba con una moneda de bronce entre sus dedos- No sé que pensar –dijo confuso, situación en la que se encontraban la mayoría de los reunidos
— ¿Y si se tratase de un grupo de extremos desconocido? –dejó caer como idea el joven Emperador
— Fue también en lo que pensamos –aclaró Baltor por su parte- pero… Son varias las dudas que fluctúan en torno a esa idea. Podría tratarse de un grupo desconocido, pero no surgido de Los Países del Nordeste… sino de otros lugares
— ¡Imposible! Imposible –saltó de pronto el Ministro de asuntos exteriores- Me niego a considerar que Europa, América o África tengan que ver algo con todo esto –dijo muy molesto el hombre
— Cálmese –pidió el emperador cogiéndole de la manga del brazo, haciendo que se sentara- Yo también lo dudo mucho. Y por otro lado sería necio pensar, y ya por otra parte, que alguna de los terroristas de aquellos lares decidiera venirse para acá a desafiar al mejor amigo del gigante asiático…
— Cierto. Pensándolo bien, todo esto es absurdo
— Por eso mismo, por disipar todas sus dudas y aclarar todo este asunto… El departamento ha pensado en enviarlo a usted, capitán Yamato, a la isla de Kyüshü –dijo Baltor mirando al aludido
El mencionado alzó las cejas con expresión de asombro; aunque la verdad no sabía de qué se sorprendía. Siempre que ocurría alguna cosa “inexplicable a priori”, normalmente le tocaba a él afanar. Él era un capitán «diferente», no uno entre tantos, no. Respetado y aceptado por la gran parte de la sociedad, debido a sus años de dedicación al cuerpo y a su patria. Pero al fin de al cabo no dejaba de ser diferente, especial… Total, un «Monster»*. Quizá no con la misma fuerza y vigor de antaño, pero muy perspicaz. Y siendo el tutor y maestro de la joven Sakura y el sentimiento de camaradería que se inspiraban cuando alguna vez hicieron una misión anterior, su implicación en la misión y la presencia de su protegida en la reunión, la arrastrarían a ella por consecuencia.
— El objetivo de la misión es atrapar a ese robot y transportarlo hasta aquí, para así poder examinarlo, investigar y averiguar de dónde procede. Y ¡ojo! Digo atrapar, no destruir –informó Baltor mirando a Yamato y en especial a Sakura, quién no se intimidó para nada por el General- Tráiganmelo, a ser posible de una pieza
Sakura pensó que en algo por el estilo iba a acabar esta reunión. Lo sabía desde el momento en el que vio esa estrambótica máquina en la proyección del video. Y en cierta manera se animaba por ello. Porque llevaba mucho tiempo sin verse envuelta en un fuerte enfrentamiento contra alguien. Aunque, en esta ocasión contra algo.
— Así lo haremos, general –respondió Yamato atendiendo la orden
— Cogerán una nave y partirán hacia la isla a las 8h, mañana. Capitán Yamato, le será asignado un par de soldados más a parte de la señorita Haruno Sakura y por supuesto todo el armamento que considere necesario.
— Hai
— Sobra decir que este asunto únicamente nos confiere a nosotros –dijo muy seriamente a toda la sala- Y que no han de compartirlo con nadie, ni en otro lugar entre vosotros salvo en esta recámara. No debe enterarse nadie, no al menos por el momento. Aún no tenemos idea de lo que puede suponer la aparición de este autómata
La gente estuvo de acuerdo con esa decisión. Aun se desconocían los orígenes del artilugio y todo lo relacionado con él. Lo menos oportuno era informar a la prensa de un asunto tan delicado y del que en realidad no tenían conocimiento alguno. Sólo esperaban que nadie hablara de más. Y si preguntaban sobre la reunión de hoy, dirían que trataron asuntos relacionados en la lucha contra el terrorismo.
— Muy bien. Eso es todo. ¿Alguna objeción?
Nadie se lo esperaba, pero Sakura levantó la mano tomando la palabra.
— Se supone que mañana iba a ser mi segundo día libre. Así que si quiere que vaya tendrá que darme una paga extra –más que una petición, era una exigencia. Y tenía todo el derecho a pedirla, salvo que esas no eran las formas
Yamato abrió los ojos como platos. ¿Estaba loca? ¡Qué forma era esa de hablarle a un Mayor! Y menos viniendo de parte de la chica. Que bien podría ser bastante fría pero si algo la destacaba era su forma de dirigirse a los demás, siempre respetuosa. Pocas ocasiones en su vida había perdido los estribos. Estaba molesta. La habían hecho salir de la cama con una resaca de los mil demonios. Normal.
El general suspiró.
— De acuerdo, se la daré. Pero tráigame ese robot entero, no lo vaya a destrozar
— Gracias –respondió ella con una sonrisa, muy contenta. Yamato la miró enojado, pero a ella no pareció importarle.“Paga extra” significaba bastante dinero más del salario mensual
— ¿Algo más que objetar? –preguntó Baltor en general, dejando unos segundos de silencio por si alguno de los presentes tuviera alguna cuestión. Pero nadie dijo nada después de que la joven soldado se atreviera a “exigir” ese dinero en compensación. Cosa que no consideraron muy respetuosa pero que en realidad la chica tenía todo el derecho de pedir- Fin de la reunión, pues. Les haré llamar más adelante. Y recuerden, ni una palabra de esto nadie. Pueden retirarse
Los presentes retiraron sus asientos hacia atrás, provocando que las sillas chirriaran levemente contra el suelo.-oOoOoOoOo-
Tras finalizar la sesión Yamato y Sakura fueron los últimos en abandonar la sala, tras intercambiar algunas palabras con Baltor, al margen del resto (algunos detalles y aclaraciones). Luego tomaron el pasillo dirección de la recepción del edificio, uno al lado del otro. Fueron unos segundos de silencio absoluto entre ambos. Sakura se barruntaba lo que le estaba pasando por la cabeza a su padrino.
— Adelante Yamato, suéltalo –dijo Sakura rompiendo en silencio, suponiendo a priori lo que su tutor estaba rumiando. Él suspiró. Lo conocía bien, tanto que a veces no hacía falta mirarlo para saber en qué estaba pensando
— ¿Por qué no fuiste ayer a tu graduación universitaria, Sakura?
Haruno pensó en un compañero suyo que tuvo estos años en la Universidad y que con el tiempo se convirtió en un amigo. Seguramente fue él quien llamó a su padrino para contarle de su ausencia en la graduación.
— Pensaba ir pero…
— ¿Pero qué? –preguntó él como reproche. La chica apartó la mirada hacia un lado. Se sentía abochornada; en realidad no tenía ninguna buena excusa para no haber asistido a la fiesta- Otra vez ese miedo, ¿verdad?… –suspiró él mirando al techo- Creía que ya lo tenías superado, que no te importaba lo que dijeran los demás. Maldita sea, deberían estarte agradecidos por tu labor –maldijo por lo bajo con mosqueo
— Y lo están. Varios compañeros en la Universidad se me han acercado alguna vez a agradecerme por lo que hago… Pero nunca se acercaron lo suficiente –confesó ella con rostro apagado, aunque su voz por el contrario mostraba insensibilidad
Cualquiera que la escuchara no sabría lidiar el pesar de su voz con la expresión de su rostro; pensaría que era una mentirosa, una mala actriz. Cuando en realidad todo aquello, su forma de actuar, su inexpresividad, era fruto de una profunda enfermedad contra la que Sakura luchaba cada día, una pena combinada con una serie de sentimientos que ni ella misma comprendía. La tenía ya hacía varios años, aunque ahora estaba mejor que antaño. Depresión.
— Bueno… Olvidemos todo lo malo. Mejor vayamos a comer a un buen restaurante, ¿te parece?
Ella no lo dudó y al instante aceptó la invitación. Llevaban mucho tiempo sin verse.
Yamato sentía dicha por verla. No era su padre biológico, ni siquiera tenía alguna relación de sangre con su protegida, pero bien podía decir que se sentía como tal; y eso lo llenaba de orgullo.
Pero la sonrisa se le borró de la cara cuando, de camino a la salida del edificio, se toparon con el joven emperador, quien tenía su mirada más puesta en Sakura que en ambos. Supo en ese momento que se la arrebataría de las manos y no podría disfrutar de su compañía como estaba previsto.
— Buenos días, majestad –saludó Sakura cordialmente cuando se acercó a ellos
— Hola, mi lady, señor. Ahora que al fin nos soltaron de la reunión aprovecho para hablar con ustedes tranquilamente. ¿Cómo ha ido su viaje, señor Yamato? –preguntó el susodicho, aunque por sus formas no parecía tener ningún interés real por sus aventuras
— Estupendamente, majestad. Salgo por algunos acontecimientos. Ya sabe…gajes del oficio. Sales de tu casa y ya te tropiezas con algún salvaje… –respondió él forzando una liviana sonrisa, y con una respuesta tan corta y simple que captó la atención de Sakura. Yamato no tenía interés en darle “detalles” sobre su viaje
— Lo que tiene el mundo exterior, tan astroso y violento… Menos mal nos protegen esos altos muros – consideró el emperador con expresión jocosa
— Ya… aunque a algunos nos toca salir de vez en cuando –comentó de pronto Sakura, con un tono de humor sarcástico. No le había sentado muy bien la manera en la que identificó el escenario sobre el que ella trabajaba con sudor. Si bien Sakura podría ser de semblante serio o sarcástico pero las palabras era algo que no le costaba mucho “soltar”
— Cierto, mañana mismo deben partir. Les deseo la mayor suerte del mundo; y que no les ocurra nada
El emperador trató de disuadir su mal intento de avivar el ambiente. Yamato era una persona a la que (aunque el mismo tratara de disimularlo) no le caía demasiado bien, y eso Alexandre lo sabía. ¿Quizás por la diferencia de status social? ¿Yamato pensaba que se serviría de su ahijada aprovechando su poder? Lo cierto es que Alex no conocía aun el verdadero significado de la palabra “poder”. Pero eso no restaba que el capitán desconfiara de sus intenciones.
— Gracias –agradeció Yamato
— Pero me gustaría que no lo hicieran de cualquier manera
— ¿A qué se refiere? –preguntó Sakura sin entender
— Ayer mismo me llegaron unos prototipos de trajes para combate. Me gustarían que vinieran a palacio, y enseñárselos, antes de que salgan al mercado. Estoy seguro de que les interesa. Y ya que estamos puestos… comen y meriendan en mi casa. ¿Les parece buen plan? –ofreció el emperador
— Resulta que… –pero antes de que prosiguiera hablando Yamato la interrumpió
— Sakura estará encantada de acompañarle
Sakura se quedó extrañada, como si hubiera recibido una jarra de agua fría. Yamato estaba planeando algo: dejarla sola ante el emperador. ¿Para qué? Quizá para decirle de una vez por todas que no quería nada con él más allá de una simple amistad. Pero eso era algo que debía decidir hacer ella. ¡Por qué le hacía esto!
El emperador y Sakura tenían amistad desde hacía tiempo, pero era una relación que desde entonces a unos pocos años él parecía querer cambiar. No se lo había dicho claramente, pero existían ciertos detalles que a la chica le inclinaban a pensar así. Y estos se los había comentado a su padrino, el cual no se sintió sorprendido. Él se dio cuenta tiempo atrás.
En realidad estaban cambiando muchas cosas desde que pasó de ser una sencilla chica sin nada con lo que presumir salvo de sus verdes ojos a convertirse en una mujer de curvas envidiables. Los hombres en general, ya no la miraban del mismo modo que antes. Prueba de ello era el mismo Alexandre, el emperador de Japón; amigo suyo desde aquella vez que le salvó la vida, cuando Sakura a penas era una muchacha de unos quince años.
— ¿Cómo así? ¿No viene usted? –preguntó el emperador mostrando sorpresa. Pero se lo esperaba. Yamato era un hombre listo y avispado, con experiencia, sabría que él leería sus verdaderas intenciones detrás de una invitación
— Quedé para comer con unos amigos… No puedo fallarles. ¿Sabe? Son gente bastante influyente. Seguro que lo comprenderá –dio como excusa Yamato
— Oh, por supuesto. Usted aparte de ser un militar, también tiene sus negocios. Y los hombres como nosotros sabemos lo importante que puede ser una simple reunión a primera hora de la tarde
— Sabía que lo comprendería –dijo Yamato, algo cansado de mantener tanta formalidad. Zanjaría esta conversación sin salirse del guión- Pero no lo dejo solo. Estoy seguro de que mi hij… quiero decir, Sakura, será de su grata compañía. Ahora, si me disculpan, he de marcharme ya. Me temo que la hora de la comida se adelanta a la del almuerzo
Yamato se acercó a darle un sencillo abrazo a Sakura, momento que aprovechó para hablarle al oído.
— Ten cuidado. Y ante todo…bueno, ya sabes lo que tienes que hacer
— Supongo que no me queda otra –mirándolo enojada, pensando en LA situación que se le venía encima
Ambos se vieron a los ojos. Sakura sabía lo que pensaba Yamato del emperador. Era una persona muy diferente a ella. Jamás comprendería, por mucho que la amase, el “mundo” (por decirlo de alguna manera) donde ella se movía; ni las motivaciones internas de Sakura que la llevaban a ganarse la vida de la forma en que lo hacía.
— Luego te llamo, Sakura –separándose de ella- Cuídemela bien –dijo acercándose a Alexandre para estrechar las manos
— No se preocupe por nada –respondió seguro el joven
El capitán se marchó por la puerta. Y Sakura se vio sola ante Alexandre.
— Sakura, ¿sucede algo? Pareces preocupada –le dijo él al verla sumida en sus pensamientos
— No, nada –gesticulando levemente con las manos- Es solo que…tengo hambre. ¿Almorzamos?
— Mph Mejor en mi casa –ofreció él
De camino a la mansión del joven, Sakura permaneció pegada a la ventana, admirada por las vistas desde el helicóptero donde se encontraban. La metrópoli era hermosa, segura, pero al fin de al cabo suponía una cárcel para ella. Algo contrario era el mundo salvaje al que ella se enfrentaba cada día: tan bello, tan libre, tan violento.
Pensó en cuántas vidas, en cuantos compañeros y amigos (para los pocos que tuvo alguna vez) había perdido allá afuera, en las ocasiones que habían partido en misión con diez o doce soldados y regresaron entre tres y cinco personas. Cifras apabullantes que daban a entender cuan duro era el mundo exterior.
Ahora que se había hecho mayor y tenía mayor control de sus poderes, las cifras de baja militar eran menores. Pero para ella seguían siendo elevadas, por lo que muchos de sus ratos libres se las pasaban entrenando.
El emperador desde el otro lado del asiento la miraba absorto, pensando en qué estaría pensando la muchacha. Se la veía muy linda cuando estaba solazada. Pero se le veía muy callada, demasiado. Sakura era de carácter serio, fuerte, pero también tenía sus momentos de simpatía.
Nadie dijo nada durante el vuelo.
Una vez en palacio Sakura anduvo al lado del emperador por uno de los anchos y largos pasillos en cuyas paredes colgaban las figuras de los reyes antiguos, del linaje real. En uno de esos cuadros plasmaba el retrato del anterior emperador, el padre de Alexandre, que murió el día después de que él cumpliera los doce. La Haruno encontró grandes parecidos con su amigo, misma mirada y mismo porte. Quiso sacar ese tema pero al final decidió no hacerlo.
Conocía el sufrimiento de perder a un ser querido, y Alex no terminaba por superar la muerte de su padre; al igual que ella.
En la comida Sakura estuvo bastante conversadora, igual que siempre. Y el joven emperador se alivió bastante por ello; empezaba a pensar que desagradaba a la chica por su mutismo durante el trayecto al comedor. Después ambos salieron a pasear por el jardín de la mansión, por un camino de piedra que les llevó a los rosales.
El joven le hablaba sobre su afición a las plantas, cómo las cuidaba y lo que le relajaba hacerlo. Sakura compartía eso con él; ella al ser estudiante de medicina también cuidaba pequeñas plantaciones y al igual que él le gratificaba bastante. Pero no podía calificarlo como un hobbies. Su ficción eran las compras. Y otra bastante opuesta eran las carreras de motociclismo y el baloncesto. Pero apenas tenía tiempo para ellas; la Universidad y el trabajo le ocupaba casi todo el tiempo.
Aquí el joven se detiene y cogiendo la mano de la chica entre las suyas besa con cariño los nudillos. No era la primera vez que lo hacía. Sakura ya estaba acostumbrada a que la tratara de “señorita”; cosa que en el fondo agradecía. Era soldado, pero también mujer, de vez en cuando le gustaba que le tratasen como tal (siempre con respeto, claro).
— Tienes unas manos suaves y bonitas… Me cuesta creer que sean ellas las que uses para…tu trabajo
— Suelen decírmelo muy a menudo –dijo ella con una sonrisa- Pero todo es debido a mi genética. Ya sabes…lo que soy –se explicaba cabizbaja
— Eh. Eres diferente, nada más –le dijo colocando sus dedos bajo la barbilla de la chica- Y eso te hace especial. Destacar entre los demás, ser la mejor, no te debería poner así sino llenarte de orgullo, de fuerza. Has conseguido mucho
— ¿Ah, sí? Dime el qué, Alex –preguntó seria apartando roces con su amigo
— Bueno… Mi pensamiento hacia los «Monster»* cambió el día que nos conocimos y me salvaste la vida, ¿te acuerdas?
— Aun te faltaban muchas clases para saber manejar una nave androide. « ¡A quién se le ocurre!» gritaba tu madre cuando te trajimos de vuelta –recordaba y reía ella mientras continuaban su camino de regreso a la casa.- Yo creo que no sobrevolaste más allá de doce kilómetros cuando te estrellaste. Y luego…bueno… –contaba conteniendo la risa al recordarlo
— Nos reímos ahora pero casi no lo cuento
— Cierto… Por Kami, ¿te imaginas si llegas a morir? Sin rey, y sin heredero al trono, el Reino de Japón se hubiera sumido en el caos…en la guerra… Gracias al cielo
— Gracias a ti –aquí el joven se detuvo, en una zona del jardín que se hacía paso hacia la casa, provocando que Sakura se parara por consecuencia- Te debo mi vida –dijo esto último volviendo a cogerla de la mano. La muchacha no pudo contener una risa nerviosa que le atacó de pronto
— No seas dramática –dijo como un chiste para disimular la situación- “Por Kami…con lo mal que se me dan a mí estas cosas” –pensaba recordando las ‘‘maneras’’ con las que había rechazado a algún que otro pretendiente
— Sakura-chan… Hablo completamente en serio –mirando agudamente a la muchacha
En ese momento la Haruno se temió lo peor…
— Y me gustaría agradecértelo –soltándole la mano pasó por el lado de Sakura- Acompáñame, quisiera mostrarte algo –haciéndole señas para que lo acompañas
Se sintió aliviada y a la vez sorprendida. El ambiente parecía tener todo lo adecuado para una declaración. ¿Por qué no lo hizo? Sakura empezó a dudar. Y en ese momento no supo qué pensar.
Al entrar a la casa la condujo a su estudio, donde la dejó esperar unos minutos. En ese corto tiempo Sakura aprovechó para observar el lugar; libros y útiles propios de un despacho, algún cuadro y figura colgada en las paredes, estanterías y escritorio de madera sobre el que se posaba un teléfono de rula antiquísimo. La decoración rústica y lujosa gobernaba la mayor parte de la sala. Era un sitio donde uno podía trabajar tranquilo y relajarse. Con un pequeño cuarto contiguo donde Alex debía atender a sus socios más allegados, de un ambiente más tranquilo y sencillo con dos sofás puestos alrededor de una mesa.
Unos instantes después el joven volvía con una bolsa de regalos que la chica abrió ilusionada. Se trataba de un traje de cuerpo entero para mujer, pero no cualquier traje. Era un especial para el ejército, los cuales aun no habían salido al Mercado y Alex poseía en sus manos un par de ellos. Eran de un textil totalmente diferente a lo visto, hecho de minerales de la familia del metal combinados con látex y lycra, totalmente flexible y ligero como una pluma. Además eran resistentes a golpes y cambios bruscos climáticos o de temperatura. Parecían venidos desde el futuro. Al menos eso fue lo que explicó el emperador.
— Muchísimas gracias, de verdad… Debió costarte una barbaridad –volviendo a meter el traje en la bolsa. Estaba contentísima, ilusionada; con ansias de poder estrenar el traje y comprobar todo lo que le dijo
— El caso es que lo uses
— Mnn… No suelo llevar este tipo de…cosas cuando salgo en misión –comentó mientras doblaba el traje para volverlo a meter en la bolsa
— Como quieras. Es tuyo, úsalo cuando plazca
El reloj del gran salón empezó a sonar dando las seis de la tarde, el cual se escuchaba desde el despacho. Sakura pensó que lo mejor era marcharse a su piso. Los días se iban acortando con la llegada del otoño y el cielo denotaba un color más oscuro al azul cielo. Pero Alex le impidió el paso pidiéndole que se quedara. Hacía poco recibió unas botellas de vino del más exquisito y quería compartir su sabor con ella. El joven la miró con mucha insistencia; y con eso y ante la posibilidad de disfrutar de una bebida que hace tiempo no degustaba, Sakura accedió a su petición.
Se sentaron en la sección contigua, cada uno en la esquina de un sofá. Allí ambos estuvieron tomando mientras charlaban. Alex le contó los problemas que tenía con su madre, ya que ésta quería desposarlo cuanto antes con una mujer de alta alcurnia. La favorita era una de las hijas menores del emperador de Mongolia. Él ni siquiera la conocía.
— Sabes que tarde o temprano…tendrás que hacerlo –le dijo ella
— Lo sé. Pero…me gustaría decidir por mí mismo –mirando al suelo con un deje de desánimo en su voz
— Eso que dices es imposible y lo sabes. Casarás con quien más convenga. Además el tener esposa no te impide tener otras relaciones amorosas. Eres el emperador, puedes gozar a quien te plazca en la cama
— Un matrimonio sin amor…no tiene sentido –suspiró él mientras con sus brazos se ayudaba a levantarse
Él se dirigió al mini bar donde volvió a llenar los pequeños vasos de vino con un poco de hielo, que era como a ella le gustaban. La escuchaba de espaldas mientras rellenaba los vasos.
— Deja de ser tan dramático. ¿Quién sabe? Quizás con el tiempo os enamoréis ambos
Alex regresaba con un par de vasos a la zona de los sofás, salvo que esta vez se sentó en un sitio diferente al anterior. Ésta vez un poco más cerca de la chica.
— Creo que nunca la ame…mi corazón ya está ocupado por otra persona –decía esto entregándole su bebida a la joven peli-rosa
La “frase” cayó acérrima sobre Sakura. De hecho aquello le hacía cabrear aun más por una razón que Alex ignoraba completamente y que acababa de pasar en ese mismo instante. ¿Qué pretendía?
— ¿Ah, sí? Y quién es. Puedes decírmelo –le dijo con calma y confianza, mientras dejaba el vaso en la mesita a conciencia
— No sé…yo…no estoy seguro –respondió cabizbaja con su mirada puesta sobre el recipiente que acababa de dejar Sakura sobre la mesa- Es que yo…la quiero pero también…pero también la…
— Vamos, Alex. Sabes que puedes hablarme con claridad, sin tapujos. Aprovecha ahora que estoy medio pedo jijiji… –dijo ella riéndose, los efectos del alcohol empezaban a notarse
Entonces Sakura hizo algo de lo que ni ella misma se percató. Cogió su copa y se tomó de una vez la mitad de su contenido. Al terminarla vio una pequeña sonrisa florecer en el rostro de su joven amigo. Fue entonces cuando se dio cuenta de su error. Y esta vez no pudo evitar mostrar su temor ante los ojos de Alex que sonrió maliciosamente.
— Qué demonios le has echado a mi copa, Alex –preguntó ella muy seria mirándole a la cara, la cual notaba cada vez más cerca de su cuerpo. Trataba de moverse pero la droga la debilitaba por momentos y apenas si pudo poner una mano sobre el pecho de su amigo tratando de detenerlo. Pero no pudo, ya lo tenía encima, acariciando con su nariz y labios su fino y blanquecino cuello, deleitándose de su perfume
— Shh –poniendo el dedo índice sobre sus labios- Nada, unos pocos polvos mágicos…
— Eres un chico listo –hablaba ella mientras él, con una mano sujetaba la cabeza de la muchacha y besaba su cuello y hombros- Las primeras dos copas eran para debilitarme. Sabes lo mucho que me gusta el vino y lo rápido que a veces lo bebo. Contabas con que quizás me diera cuenta de tus intenciones, mis oídos están más desarrollados que un humano normal, y quizás escuchara rociar la droga. Y en efecto he oído romper un pequeño sobre de papel…
— Muy bien…qué más –le pedía continuar mientras desabrochaba los botones de la blusa verde
—…Debido al alto grado de alcohol, podría ser que cometiera un error, que bajara la guardia. Mucho más siendo tú un amigo de confianza. Y ha sido el que menos esperabas. Suponías que no percibiera tus intenciones con la droga pero al final he sido yo misma la que…
—… La que ha tomado de la copa equivocadamente. Sí –sonrió con malicia mientras se posicionaba sobre ella y recostaba el cuerpo de Sakura dejando su cabeza apoyada en el reposacabezas del sofá- Tranquila Sakura, no voy a hacer nada que tú no quieras
— Maldito…cabrón…yo confiaba en…ti
Poco a poco le fallaba la garganta, le fallaba la voz, incluso los párpados los sentía algo más pesados. Estaba nerviosa, su sangre se agolpaba contra las venas protegidas bajo su piel, pero sus músculos no tenían la fuerza suficiente. Poco a poco las fuerzas la abandonaban pero no acababa de dormirse. Era una droga fuerte pero su metabolismo era lo que la mantenía en la línea entre la pesadilla y la cordura.
— Tranquila. Ya te dije que no haría nada que tú no quisieras –le dijo esto poniendo su cara frente a la de Sakura- ¿Por quién me has tomado? ¿Por un violador? –continuando con su sarcasmo
— ¿Acaso no es eso lo que quieres: ¡follarme!? –gritó débilmente ella
— Es lo que más deseo en este mundo… Hacerte mía. Pero no, no así…
Le desabrochó la blusa por completo, descubriendo los pechos de la chica arropados por un sostén negro. Enterró su cara entre los dos, y empezó a lamerlos mientras una mano la tenía enredada en el pelo de la mujer y con la otra acariciaba el suave vientre de la muchacha.
Sakura estaba por echarse a llorar, no podía creer que le estuviese pasando esto, su mente no lo asimilaba. Tomada involuntariamente por su amigo, por uno de las pocas amistades que tenía y en la que podía confiar… Era un batacazo demasiado grande de soportar. Trataba de hacer cordura, de mantenerse fría. Desafortunadamente su cuerpo empezaba a dar signos de calor ante las dóciles caricias del que la estaba por despojar.
— Te haré arder te tal manera que serás tú misma la que me suplique que te folle –metiéndole la mano bajo las bragas- Me pregunto si eres virgen –dijo mofándose- Dime Sakurita, ¿lo eres? –ella lo miró con rabia- Lo haré con cuidado entonces
En esto Alex pone sus labios sobre la boca de ella, quien no podía hacer nada por impedir que la besara. Sus labios era lo que más deseaba degustar, pero poco o nada pudo probarlos. Con mucha fuerza de voluntad Sakura logró reaccionar. Entre sus dientes atrapó la lengua de su agresor el cual se separó rápidamente de la Haruno al notar un ardor helado agolparse en toda la boca y parte de la garganta. El dolor era tan insoportable que cayó de bruces al suelo mientras se tapaba la boca y gritaba lastimado. Aunque apenas si podía hablar.
Con el mayor autocontrol que pudo poner, Sakura logró ponerse en pie y acomodándose le ropa se acercó a Alex, quien seguía quejándose sin llegar a lograr gritar más alto debido a la gangrena.
— Hija de…perra…
— Puede que sea mujer, que tú seas el emperador, que me desees y por eso creas tener el derecho de poseerme. Pero no lo tienes. Ni nunca lo tendrás –le advirtió mirándole sin vacilar, haciendo un gran esfuerzo para no marearse y caer allí mismo. Los efectos de la droga seguían presentes
— Algún día…serás…mía
— Por encima de mi cadáver –dijo ella tajantemente
Volviéndole la espalda Sakura se dirigió a la salida, pensando que lo mejor era marcharse; pero no pudo dar más de dos pasos cuando la agarró de los tobillos impidiéndole marchar. Ella lo miró desconcertada, estaba malherido y aun así pretendía retenerla bajo toda costa. No entendía esa reacción tan desesperada.
— Saku…ra…yo te…amo
Aquello fue la gota que colmó el vaso. ¿Qué la amaba? ¡Cómo se atrevía a decirle ESO después de tratar violentarla! No dudaba de que posiblemente Alex tuviera un sentimiento muy fuerte por ella, pero aquello no era amor… era pura obsesión.
Lo único que se llevó de parte suya después de aquella “declaración” fue una patada en todo el hocico que lo echó para atrás unos metros. Si no fuere por el atolondrado estado de Sakura seguramente hubiese atravesado la pared. O incluso lo hubiera matado.
— Cabrón. ¿Te atreves a decir que me AMAS después de intentar…? –cerró los párpados y tragó saliva tratando de calmarse, no quería mencionar esa palabra– En fin…no tiene sentido. Realmente no tiene sentido. Se supone que eras mi amigo –dijo llevándose una mano a los ojos, limpiándose las pequeñas lágrimas- Me voy…me voy antes de que… Porque sino… sino te mato –amenazó enseñando el puño
Dio media vuelta y dejando tirado en el suelo al joven emperador, salió por la puerta con la rabia y las palabras contenida entre sus dientes
Salió de la casa rápidamente, realmente sin saber cómo pero el caso es que salía justamente por la puerta principal, frente a la cual se situaba un jardín antes de llegar a las puertas de palacio.
La Emperatriz Regente acababa de llegar cuando se bajaba del coche y vio a Sakura bajando las escaleras de la entrada a todo correr. Intentó evadirla pero la emperatriz madre se interpuso en su camino deteniéndole el paso. La vio pálida y los ojos de haber llorado, aparte de con los pelos alborotados y las ropas mal puestas.
— Querida, ¿ha pasado algo? ¿Dónde está Alex? –preguntó la madame
— En su despacho… Muriéndose del dolor –respondió con rabia
— ¿Qué? –sin entender demasiado- Un momento Sakura, ¿qué le ha pasado a mi hijo? ¡Qué le has hecho!
— Más bien pregúntele, ¿qué me hizo él a mí? –dijo esto último con un tono muy serio, con una mezcla de sentimientos entre humillación y cólera que se instaló en su garganta y por las que apenas pudo articular alguna que otra palabra sin escupir barbaridades frente a la madre emperatriz– Hasta nunca, señora
Y con una mirada indescriptible, Sakura pasó por su lado y a prisa abandonó la propiedad del palacio sin que los guardias de la puerta se interpusieran en su camino.-oOoOoOoOo-
Dejó caer su espalda en el rincón del ascensor cuando las puertas metálicas se cerraron, tuvo que hacerlo porque no se sostendría en pie hasta la planta 21.
Levantó las manos y se restregó la cara con ella, como tratando de espabilar y quitarse las sensaciones que le habían dejado la droga. Luego resopló fuerte y se quedó mirando al frente un rato. Giró la cabeza y vio su rostro reflejado en el espejo, fijándose en su propia mirada, mirándose asimismo tratando de buscar algún tipo de actitud ante lo sucedido.
El ascensor llegó a su destino y salió sin encontrar nada en ese espejo. Con la vista baja caminó a la puerta mientras sacaba las llaves del bolsillo. Nuevamente detuvo su avance al ver alguien apoyado en la pared, con traje de chaqueta fino, camisa de flores y aspecto afeminado al igual que sus maneras.
— Andy… –dijo apenas en un susurro al verlo
— Al fin llegas, querida. Llevo esperándote como dos horas. ¿Dónde has estado? Tú no eres de recogerte a estas horas salvo cuando tienes turno en el hospital. Por cierto te traigo tu Graduado Universitario –decía mientras se acercaba a la chica, que se había quedado congelada en el sitio, con las llaves en mano y la vista caída. Un par de mechones sueltos caían por su frente ocultando parte de su rostro
El chico la notó extraña, distante. Al momento unas lágrimas empezaron a caer por las mejillas de Sakura al suelo, mientras esta trataba de sostener su frustración apretando los dientes, pero no pudo soportar la carga y cayó de rodillas al suelo. Andy se acercó alarmado a abrazarla, tratando de levantarla, Sakura gimoteaba y gritaba desconsoladamente. Nunca se había sentido tan ofendida, tan sucia. Traicionada. Y lo peor de todo era que se sentía como la más tonta de las mujeres. Pero ¡quién iba a pensar que precisamente Alex la fuera a traicionar!, mucho menos de esa forma tan humillante. Porque así es como se sentía… humillada.
Sosteniéndola sobre sus hombros, a duras penas entró en su apartamento y la sentó en el sofá. La veía muy nerviosa, temblaba, no parada de llorar, debido al sofoco a penas se la entendía cuando decía algo, se negaba a tomar algo. Y Andy por más que lo intentaba no lograba calmarla. No encontró remedio así que le inyectó un calmante (de entre los que Sakura guardaba en el botiquín). Al poco tiempo la chica dejó de temblar.
Entonces se lo contó todo. Desde el momento que se encontraron hasta que llegaron a su despacho. Y aunque Sakura lo veía más como una traición hacia su amistad, hacia su persona, Andy no dejaba de verlo como un intento de violación. Y en un tiempo ella lo vería del mismo modo que él; después de un tiempo. Cuando asimilara lo sucedido entonces Sakura maduraría y posiblemente cambiaría su forma de ser. Él lo sabía bien porque en su familia, a su hermana pequeña, también la trataron de ultrajar una vez.
Tras contarle lo ocurrido, cómo se sentía por ello y llorar un par de veces más, se quedó dormida en el mismo sitio. Él le acomodó un cojín, le arropó y luego de dejarle una nota se marchó. Necesitaba descansar si al siguiente día tenía que batallar.-oOoOoOoOo-
A la mañana siguiente despertó con un rayo de sol y los lametazos de su gato sobre la mejilla. Se incorporó sobre el sofá notando un leve dolor de cabeza debido al mal rato de ayer, aunque por otro lado se sentía bastante descansada.
Sobre la mesita del salón se hallaba un papel, lo cogió se restregó los ojos y lo leyó. Se trataba de Andy, tuvo que marcharse por cuestiones familiares que giraban en torno a su hermana pequeña; de nuevo sufrió una crisis nerviosa.
Sakura supuso la raíz del trastorno que sufría la hermana pequeña de su amigo. A la muchacha se le veía con ganas de superar el intento de violación que sufrió hacía ya dos años. Pero un trauma es muy difícil de controlar… Llevaba en terapia desde entonces. ¿Necesitaría ella acudir también a un especialista? Básicamente, sufrió el mismo infortunio suceso, pero… Pensaba en ello y no se sentía segura. Como médico lo suyo sería acudir lo más pronto posible a un centro de psicología, como ahijada de Yamato arriesgado porque terminaría por enterarse de sus asistencias al psiquiatra y no pararía hasta enterarse de la identidad de su agresor, como mujer aun tendría que asimilar lo ocurrido, como soldado lo suyo sería devolvérsela, pero como «Monster»*... era para acabar con su vida o al menos dejarlo postrado en una cama durante varios años.
Pensando en ello se sirvió el desayuno, calentito, leche con un chorrito de café mezclado con cacao, miel y para acompañar unos cereales integrales. Una mezcla explosiva que a ella le encantaba. Después de servirle comida a su mascota se sentó a degustar el preparado, mirando un mapa que tenía colgado como cuadro en la pared de enfrente. En él se veía toda Asia y parte de Oceanía. Sin embargo su sueño de futuro no era vivir en ningún de esos dos continentes, sino en Europa. Al menos le gustaría hacer un viaje por aquellos parajes, conocer la parte más antigua y con más historia de Occidente.
El teléfono fijo empezó a sonar pero no se molestó en levantarse, dejando saltar el contestador automático:
— «Sakura, se puede saber qué pasa contigo. ¡Te estoy llamando al móvil y nada que contestas! ¡Hace como una hora te esperamos para zarpar! Baltor está de los nervios. Por favor, ¡ven ya! No podemos partir sin ti» —
Era Yamato. Tras terminar el mensaje el gato maulló mirando a su dueña y ella le contestó como si supiera lo que le estaba diciendo…
— Lo sé. Está cabreado…
Alargó la mano hacia el móvil, viendo las veintidós llamadas perdidas de su padrino. Tampoco le importó demasiado. Siguió tomando el desayuno como si nada y no se levantaría de ningún sitio hasta terminarlo. Tenía mucha hambre y necesitaba reponer fuerzas para enfrentarse a los “malos”.
Fin del Capítulo I
Anexo I
- Anexo I:
(*) «Monster»:
Es una terminología un tanto impetuosa, que se suele usar para referirse a personas con habilidades especiales.
Mientras que el resto de la humanidad mantiene las mismas características físicas y mentales desde hace siglos, existen una serie de individuos dentro de la misma especie que han ido desarrollando particularidades sobrenaturales a diferencia de otros hombres.
Estas habilidades llegan a veces a sobrepasar el conocimiento biológico humano. La mayoría de estos individuos viven “camuflados” entre gente ‘sin poderes’ y han rechazado a parte de lo que son por temor al rechazo social. Aunque la verdad, la mayoría de las habilidades de estas personas que logran integrarse no son muy llamativas.
Pero mientras para algunos es más sencillo ocultar su identidad, a otros no les es tan sencillo. Estos poseen habilidades y poderes que a simple vista resultan bastante llamativos, difíciles de controlar o contender.
De éstos últimos la mayoría ingresa en el Ejército desde edades tempranas. Generalmente desde la época de la adolescencia, que es cuando el poder “crece” junto con el desarrollo físico. Y debido a que les es difícil ocultarlo se ven obligados a resguardarse tras la “protección” de la milicia. Éstos son los llamados soldados «Monster». O lo que es lo mismo, soldados de rango S.
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Última edición por LadySara el Sáb Mar 14, 2015 6:48 am, editado 18 veces
LadySara- Genin
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Tierra de Don Quijote (La Mancha).
0
Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
Largo!!!
Pero esta muy bueno, la redacción es muy buena, de hecho parase una adaptación de un libro, tiene gran calidad.
En cuanto a la historia, es original y futurista. Sakura parase ser la protagonista, lleva una vida difícil por ser diferente, aunque no hablaste de su origen ni de sus habilidades. Y lo pero de todo es que su amigo, una de la pocas personas en las que pude confiar, casi la viola, eso debió de ser muy doloroso para ella.
Aun no aparece en escena Naruto, pero ya lo hará, espero la conti y que no lo abandones.
Pero esta muy bueno, la redacción es muy buena, de hecho parase una adaptación de un libro, tiene gran calidad.
En cuanto a la historia, es original y futurista. Sakura parase ser la protagonista, lleva una vida difícil por ser diferente, aunque no hablaste de su origen ni de sus habilidades. Y lo pero de todo es que su amigo, una de la pocas personas en las que pude confiar, casi la viola, eso debió de ser muy doloroso para ella.
Aun no aparece en escena Naruto, pero ya lo hará, espero la conti y que no lo abandones.
Leon- Sennin
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Posesiones :
Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
Me encanto tu forma de narrar es espectacular y la historia en si es oro puro ya tienes un lector fiel aca y espero pronto el segundo cap y la aparicion de naruto
masternes- Clan Seiryuu
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Edad : 27
ovio que estoy en.......... mierda me perdi
425
Posesiones :
Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
HOLAAAAAAA ladySara espero y me recuerdes jejejejej , bueno con el fic que bueno que lo traes, que curioso que el dia de ayer pensé en la versión anterior que publicaste en el viejo foro y sale que vuelves y con el fic cambiado jejje.... me gustaron los cambios, las sakura de al anterior versión como que no quedaba como alguien que digamos rechazada( si sabes a lo que me refiero) y también que cambio del emperador........ bueno para mas me encanto el cambio al igual que en la anterior versión jejej
un saludo y beso Lady
un saludo y beso Lady
moi-06yoyo- Sennin
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Edad : 33
cuarto de sakura en su cama con ella
102064
Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
Quizas no me recuerdas soy Xena la princesa, me gusto la modificacion de tu historia (¬¬ tks maldito emperador en los zapatos de Sakura le habria pateado las partes bajas) Espero con ansias el siguiente capitulo (T-T ojala no tardes tanto)
(crítica: ninguna todo lo contrario es una de las historias que me engancha por la narrativa, la ortografia y el minucioso detalle, me gusta que contenga acción, drama, romance y misterio con todo eso me tiene en la palma de la mano)
(crítica: ninguna todo lo contrario es una de las historias que me engancha por la narrativa, la ortografia y el minucioso detalle, me gusta que contenga acción, drama, romance y misterio con todo eso me tiene en la palma de la mano)
SALAMANDRAHANSUKO- Aprendiz
- Mensajes : 103
En el lugar mas recondito del Mundo
1600
LadySara HA VUELTO! con su 5º Día
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- Fan Fic recientemente abierto
- Queda Editado El Primer Post: Prólogo, Capítulo 1 y Axexo I
Hola, mis chicos. Después de tanto tiempo al fin pude volver al foro. Estuve apartada durante mucho tiempo del mundo de los Fan Fic, de tal manera que ni siquiera me he vuelto a leer ningún relato. Bueno, quizá solo uno pero igual hará bastante tiempo. Cosa que a lo mejor pueda perjudicarme porque es que ni sé qué tal va la serie.
Lo único que tengo entendido es que hubo una Guerra y que aún no se consiguió aniquilar a Madara Uchiha. Ah, y que Naruto tenía un nuevo poder, el de los ojos dorados. Y que Sasuke se puso del lado de sus antiguos compañeros. Lo que no sé es si regresó a la aldea o no. Si alguien me quisiera aclarar brevemente en un post lo que está ocurriendo con Konoha y nuestro Naruto, le estaría agradecida. En un spoiler mismamente.
Pero bueno, en todo caso me satisface enormemente poder volver a contactar con ustedes. Y poder ofrecerles una idea que lleva como dos años en mi cabeza y aun no he sido capaz de finalizar. Espero poder hacerlo al fin. Y finalizar el fic antes de Diciembre. Por supuesto acepto consejo y sugerencias. Que este relato será largo, aunque trataré de acortarlo lo máx. Posible.
Ahora sí, ya podéis hacer preguntas, regañarme, señalarme, marcarme con un “eres mala” o gritarme “¿dónde coñ* has estado?” o un “te voy a matar”, “por qué nos haces esto”… Buenos digo las razones de por qué no me aparecí antes:
Bueno mis amados lectores, ya con esto supongo a qué saben atenerse conmigo. O más bien con mis circunstancias. Deseo de verdad finalizar la historia, no se imaginan cuanto. Así que lo más seguro es que lo haga. ¿Qué algunas veces me retrase un poco? No lo niego. Pero no pienso abandonarlo. Espero que les guste y sobre todo sigan flipando.
Para la gente nueva y que no me conoce, bienvenida sea.
Aquí les dejo la historia.
Un saludo, Lady Sara.
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- Fan Fic recientemente abierto
- Queda Editado El Primer Post: Prólogo, Capítulo 1 y Axexo I
Hola, mis chicos. Después de tanto tiempo al fin pude volver al foro. Estuve apartada durante mucho tiempo del mundo de los Fan Fic, de tal manera que ni siquiera me he vuelto a leer ningún relato. Bueno, quizá solo uno pero igual hará bastante tiempo. Cosa que a lo mejor pueda perjudicarme porque es que ni sé qué tal va la serie.
Lo único que tengo entendido es que hubo una Guerra y que aún no se consiguió aniquilar a Madara Uchiha. Ah, y que Naruto tenía un nuevo poder, el de los ojos dorados. Y que Sasuke se puso del lado de sus antiguos compañeros. Lo que no sé es si regresó a la aldea o no. Si alguien me quisiera aclarar brevemente en un post lo que está ocurriendo con Konoha y nuestro Naruto, le estaría agradecida. En un spoiler mismamente.
Pero bueno, en todo caso me satisface enormemente poder volver a contactar con ustedes. Y poder ofrecerles una idea que lleva como dos años en mi cabeza y aun no he sido capaz de finalizar. Espero poder hacerlo al fin. Y finalizar el fic antes de Diciembre. Por supuesto acepto consejo y sugerencias. Que este relato será largo, aunque trataré de acortarlo lo máx. Posible.
Ahora sí, ya podéis hacer preguntas, regañarme, señalarme, marcarme con un “eres mala” o gritarme “¿dónde coñ* has estado?” o un “te voy a matar”, “por qué nos haces esto”… Buenos digo las razones de por qué no me aparecí antes:
- ”Motivo”:
- Me volqué con los estudios. Tenía que conseguir la Beca para este curso y tuve que dejar todo lo demás. Al final no la conseguí porque los requisitos cambiaron y el Gobierno los volvió más duros. Al menos logré quitarme primero de carrera.
- Llegó el verano. Llevaba mucho tiempo sin salir y como es lógico necesitaba ver a mi gente, relajarme, hacer el vago, irme a la piscina y disfrutar a tope de mi familia y amigos.
- Después el nuevo curso. Nuevas asignaturas a las que tuve que dedicar bastante tiempo y que aun así no he logrado superar. Son difíciles. Así que aviso, es posible que durante el mes de Mayo y Junio las continuaciones sean más pausadas. Pues es la etapa más fuerte de los exámenes de la Universidad.
- También la situación de CRISIS ECONÓMICA actual, ya no solo en mi país sino también en mi familia y me ha afectado bastante. Me han amedrantado el ánimo. Mucho.
- Y otra serie encadenada de asuntos personales que son demasiado íntimos y es mejor no señalar.
Bueno mis amados lectores, ya con esto supongo a qué saben atenerse conmigo. O más bien con mis circunstancias. Deseo de verdad finalizar la historia, no se imaginan cuanto. Así que lo más seguro es que lo haga. ¿Qué algunas veces me retrase un poco? No lo niego. Pero no pienso abandonarlo. Espero que les guste y sobre todo sigan flipando.
Para la gente nueva y que no me conoce, bienvenida sea.
Aquí les dejo la historia.
Un saludo, Lady Sara.
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Última edición por LadySara el Lun Mar 10, 2014 11:00 pm, editado 1 vez
LadySara- Genin
- Mensajes : 172
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Tierra de Don Quijote (La Mancha).
0
Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
Ojala que sea así me quiero ver el capítulo 2 pero ya!!! (¬¬ mi cuenta SALAMANDRAHANSUKO a sido eliminada asi tengo este) Seguire muy pendiente de esta historia hasta verme el final.
Sonnie- Aprendiz
- Mensajes : 81
recorriendo la selva XD
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Capítulo 2
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Gracias Camaleona veo que tienes muchas ganas de este fic, tanto como las mías o incluso más. Me alegro de verdad que te haya gustado. O más bien que te siga gustando más que la anterior edición. Ah, y gracias por confiar en mí. Pero una cosa te voy a pedir: sé paciente. Es que verás, como dije estoy en la Uni y claro los estudios pues son los estudios y la época de examenes se aproxima asi que...esta vez si que me voy a retrasar bastante en la entrega. Pero no te preocupes, para mayo estará por acá. Claro que, espero ver algún que otro comentario tuyo por aquí, ¿ok? Jejeje xD
Bueno, aclaro... que la siguiente entrega me voy a retrasar BASTANTE. Se avecinan los exámenes así que...supongo que más de un@ me entiende.
Hay muchos frikis x aki q como yo que estamos en la Uni con el Plan Bolonia y...bueno...a veces no sabemos de dónde sacar tiempo. Para los de Bachiller lo mismo...en mayo son los examenes y en junio la PAU. Mucha suerte chavales, sé que es muy duro he pasado por ahí. La gente de la ESO...bueno...sacáosla, sé que parece un coñazo pero vale la pena.
En fin, volviendo a lo nuestro aquí os cuelgo el capítulo 2. Preparáos las gafas porque es largo de cojon**. Eso sí, emocionante! Q os guste, Bye
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Quiero sus comentarios
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Gracias Camaleona veo que tienes muchas ganas de este fic, tanto como las mías o incluso más. Me alegro de verdad que te haya gustado. O más bien que te siga gustando más que la anterior edición. Ah, y gracias por confiar en mí. Pero una cosa te voy a pedir: sé paciente. Es que verás, como dije estoy en la Uni y claro los estudios pues son los estudios y la época de examenes se aproxima asi que...esta vez si que me voy a retrasar bastante en la entrega. Pero no te preocupes, para mayo estará por acá. Claro que, espero ver algún que otro comentario tuyo por aquí, ¿ok? Jejeje xD
Bueno, aclaro... que la siguiente entrega me voy a retrasar BASTANTE. Se avecinan los exámenes así que...supongo que más de un@ me entiende.
Hay muchos frikis x aki q como yo que estamos en la Uni con el Plan Bolonia y...bueno...a veces no sabemos de dónde sacar tiempo. Para los de Bachiller lo mismo...en mayo son los examenes y en junio la PAU. Mucha suerte chavales, sé que es muy duro he pasado por ahí. La gente de la ESO...bueno...sacáosla, sé que parece un coñazo pero vale la pena.
En fin, volviendo a lo nuestro aquí os cuelgo el capítulo 2. Preparáos las gafas porque es largo de cojon**. Eso sí, emocionante! Q os guste, Bye
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- Capítulo II:
.Capítulo 2
Tiempo después, estaba subida en una de las naves del ejército, sobrevolando el estrecho con destino a la isla de Kyüshü.
Al otro lado del compartimento donde ella y varios camaradas iban sentados, sin mediar palabra, en silencio, Yamato la miraba mosqueado debido al retraso que llevaban; y que para nada pareció importarle cuando le regañó antes. Sakura por supuesto se disculpó pero pareció una disculpa casi forzada porque solo lo hizo frente a él y no ante la tripulación como debía ser. Esto le hizo pensar a Yamato que algo le estaba pasando a su ahijada por dentro; estaba demasiado seria. Demasiado seria y como ausente durante todo el trayecto. Algo tuvo que suceder ayer en su vista con el joven Emperador Alexandre.
Sakura por su parte trataba de no pensar en el suceso, de centrarse en la misión y olvidarse de todo. Lo cierto es que estaba deseando llegar, pisar tierra y dar frente a esa máquina de matar. Odiaba ser lo que era, un «Monster», pero era en estas ocasiones cuando a eso mismo le podría sacar partido y liberar toda la adrenalina y rabia que llevaba por dentro. Además de poder mostrar sin temor su parte más salvaje.
La nave aterrizó en lo alto de un monte desde el que se veía parte de la isla. La frondosa vegetación a penas dejaba entrever el suelo sobre el que árboles de veinte metros crecían fuertes y sanos.
Con un equipo de cuatro personas, Yamato lideraba mientras que Sakura cubría la retaguardia. Avanzaban con cautela entre la selva, evitando ser detectados por las criaturas salvajes que habitaban el lugar, con las armas pegadas a sus cuerpos y sin perder un mínimo detalle.
Nadie pareció detectar nada cuando el capitán hizo señal de detenerse. Mirando a Sakura articuló unas palabras pero sin sonido que ella interpretó perfectamente. Cerró los ojos y se quedó quieta durante unos segundos, completamente concentrada y en silencio. Aunque no se veía a simple vista, estaba concentrando su chakra en el órgano auditivo y por él descubrió que unos metros más allá un hombre gemía dolorido.
Inmediatamente salió corriendo, desconcertando un poco a sus compañeros que la siguieron de cerca durante unos metros hasta que no pudieron aguantar el ritmo. Yamato casi los empuja para que siguieran corriendo y no se pararan a descansar. Sin problema alguno el capitán captó el rastro reciente de la chica, el cual puede ser prácticamente impecable ante los ojos de una persona corriente.
La luz del sol dio sobre sus ojos al llegar a un claro donde varios árboles cayeron destrozados. La tierra estaba removida, mezclada en charcos de sangre y en el suelo un par de cuerpos sin vida. En un lado divisaron a Sakura y se acercaron a ella. La chica estaba situada justo al lado de otro hombre que al parecer seguía con vida. Sus pequeños ojos azules casi ocultos por la suciedad y moratones se giraron a mirar los nuevos allegados. Quiso decir algo pero estaba demasiado débil.
― A qué esperas para atenderle, Sakura –ordenó Yamato confuso y molesto por su quietud
― No puedo –contestó ella en un susurro, con la cabeza gacha sin dejar de mirar al hombre mal herido. No podía sentirse más inútil en su vida
― ¡¿Por qué?! –casi eufórico
― ¡Ostias! –Gritó un compañero alarmado- Ni se os ocurra moverlo; tiene una granada –todos se apartaron asustados menos Sakura- Justo debajo del pie derecho –indicó el chico
Yamato vio que efectivamente ahí se encontraba presionado el explosivo, al milímetro, cualquier movimiento en falso podría hacerlo detonar.
― Podríamos hacer contrapeso para así…
― No podemos. Es un modelo terriblemente sensible ante cualquier cambio de peso –explicó Sakura recuperando la postura- Una granada C1 –Yamato abrió los ojos espantado
― ¿C-cómo? Esos ejemplares no se hacen desde…la última guerra. Se prohibió su fabricación a pena de muerte –acercándose a la chica y al moribundo sin soltar la metralleta entre sus manos
― Según lo poco que me ha podido decir…era suya y la tenía desde siempre. La pusieron para tenderle una trampa al enemigo; pero todo salió mal
En esto el capitán se agachó poniéndose a la altura de su ahijada, que tenía puesta su mano sobre la frente del soldado que no paraba de mirarla. Por las arrugas de su rostro debido al paso del tiempo, seguro estaba a punto de retirarse para pasar una tranquila jubilación. Lamentablemente eso ya no sería posible. Un pequeño rio rojo nacía por el otro lado del cuerpo creando un considerable charco. Yamato vio que había perdido demasiada sangre, por eso Sakura no hizo nada por curarlo. Estaba perdido desde el momento en que lo encontró. Vio que del chaleco que llevaba, ensuciado de sangre y barro, colgaba una estrella dorada y en ella grabado su nombre. Se trataba del capitán del segundo pelotón, es decir, del equipo de apoyo anteriormente enviado.
― ¿Capitán Jaco? ¿Puede oírme? –el moribundo parpadeó dos veces seguidas, contestando afirmativamente a la pregunta de Yamato- Sé que es difícil pedirle esto pero…necesito que haga un esfuerzo por hablar y decirnos ¿qué es lo que ha pasado?
Haciendo un gran esfuerzo, el herido inhaló aire pero apenas podía respirar, la boca se le llenaba de sangre al igual que los pulmones.
― Endemoniada…máquina… Nos…sorprendió…por debajo…rápida…potente. Cof, cof –dijo casi delirando- El primer…capitán –refiriéndose al dirigente del primer pelotón enviado a la isla- dijo…su misión…inspeccionar la zona… Creo que…ya habían notado movimientos extraños…varios días atrás –refiriéndose a la gente de la capital- Pensaron que…tal vez…banda terrorista… Pero ¿quién…imagina? Cof, cof, cof –tosiendo cada vez más fuerte. Sakura apretó la mano del moribundo, pidiéndole que se tranquilizara ya que se estaba poniendo muy nervioso- Todos muertos…quedan…tres. Cof, cof, cof, cof...
De pronto el hombre empezó a toser sin control, su cuerpo comenzó a convulsionarse y los ojos se le ponían en blanco. Se estaba ahogando en su propia sangre. La joven lo cogió por los hombros para así incorporarlo y que no se ahogara, con el riesgo inminente de que la granada explotara ante cualquier movimiento en falso; pero era inútil.
― Puede decirnos de dónde procede tal robot. Me refiero, ¿a quién puede pertenecer? ¿Alguna hipótesis de quién o dónde se pudo haber fabricado? –preguntó Yamato preocupado por obtener alguna respuesta, alguna pista.
Pero toda pregunta fue en vano. El hombre dejó de temblar y sus ojos de parpadear. Yamato suspiró con tristeza, resignado. Murió. Con la cabeza apoyada en las rodillas de su ahijada y la mirada abierta puesta en algún punto del cielo. Sakura le cerró los ojos.
Ambos se miraron. Otro muerto más a los ya siete fallecidos. Maldita sea, ¿por qué todo tenía que ser así?
― Capitán –dijo uno de los compañeros que se hallaban un par de metros atrás en pie. El mencionado giró su cabeza para prestarle atención- Hemos captado una señal de radio en dirección nordeste, las coordenadas indican a la antigua capital de la isla
Yamato se levantó con decisión. El resto de supervivientes no se andaba lejos.
― Vamos entonces
Vio entonces que Sakura seguía parada al lado del anciano fallecido. Parecía triste y ciertamente no entendía por qué le afectaba tanto. Es decir, ver morir a una persona no es plato de buen gusto para nadie, pero ella era médico y soldado desde hacía muchos años. Tenía preparación y experiencia por situaciones incluso peores ya vividas. Que alguien muera en tus manos es una frustración enorme pero no sería la primera vez. Ya no tenía dudas, algo le pasaba a su ahijada. Y grave.
― Sakura –dijo llamándola- Nos vamos
― Vayan ustedes, enseguida les alcanzo
― Como quieras –dijo resignado
El capitán se volteó y tomó camino a la ciudad antigua de Kumamoto, seguido de los otros dos camaradas, con rapidez y decisión. No estaba dispuesto a dejar morir más gente. Aquellos tres supervivientes lo seguirían siendo durante el resto de su vida.
-oOoOoOoOo-
El equipo marchaba a un ritmo elevado cuando un estruendo captó toda la atención del equipo y un temblor de tierra los hizo detenerse al instante. Después de eso, silencio. Una nube de humo proveniente de la ciudad perdida se alzaba hacia el cielo. Esto los puso en alerta y el nivel de preocupación por la vida de los supervivientes se acentuó.
Llegaron a la ciudad en cuestión de minutos pero no pararon de correr hasta que no se aproximaron al edificio más alto. La señal más alta de radio provenía desde ahí. Obviamente estaban ahí, pero no se escuchaba nada y eso era extrañamente preocupante. ¿Habrían muerto? Con unos prismáticos de calor supieron que no. Estaban en una de las plantas altas del edificio y por la posición de las imágenes anaranjadas estaban juntos y escondidos. Por des afortuna no estaban solos; en el mismo bloque otra fuente de calor se movía en su busca.
― Al parecer el enemigo no debe tener un lector de calor. E incluso podría tener el “oído” estropeado. De no ser así ya habría captado nuestra presencia. Por donde está situado creo que podremos subir por las escaleras de emergencia, que quedan el otro lado. El problema es el tiempo, hay que hacerlo ya y ni siquiera sé si llegaremos a tiempo –luego miró a los dos soldados con una especie de interrogación preocupante en la mirada- Seguramente tenga que hacer uso de mis poderes para elevarnos…
― Confiamos en usted –respondió uno de los chicos
― Bien, eso me tranquiliza. Aún así vamos a llegar muy justos de tiempo –dijo volviéndose a poner los prismáticos lectores de calor. Cogió la radio para contactar con Sakura. Estaba preocupado porque todavía no los había alcanzado- ¿Sakura? ¿Estás ahí? Cambio
— Aquí estoy, capitán –respondió ella por radio- Cambio
— ¿Dónde estás? ¿Por qué tardas tanto? Cambio
— Lo lamento señor. Me surgieron algunos problemas pero ya estoy en camino. Llegaré allí en cinco minutos. Cambio –su voz tenía algo de fatiga, por estar corriendo
— Escucha atentamente Sakura. En tres minutos te quiero aquí porque tenemos que actuar ya. Los supervivientes se refugian en el edificio más alto, el de telecomunicaciones, planta veinte. Tienen al enemigo cada vez más cerca. Así que cuando los queramos ayudar seguramente se nos eche encima. ¿Entiendes lo que quiero que hagas? Cambio
— Sí. Y no esperen más, que llegaré a tiempo. Cambio
— Okey. Corto la conexión… Y ten cuidado –dijo esto con una voz más baja
— A la orden, jefe –respondió ella con una sonrisa
Y ahí finalizó la comunicación entre padrino y ahijada.
Él cerró los ojos un momento, respiró hondo y cogió fuerzas.
― Bien. Dicho esto, no hagamos esperar más a esos soldados
Sin más vacilaciones el equipo se puso en marcha y los dos soldados junto con Yamato emprendieron la subida por las escaleras de emergencias, cuando éste realizó unos sellos y bajo de sus pies crecieron unos tablones de madera tomando la forma de caracol de la escalera de incendios, que los arrastraron con rapidez hacia arriba.
Alcanzada la planta se movieron rápidamente hacia el interior y en una de las grandes aulas (que aunque con muchos años de antigüedad seguían “amuebladas”) encontraron refugiados a los tres supervivientes que como supusieron estaban heridos. Especialmente uno de ellos sangraba por una pierna y no tenía mucha movilidad.
“Gracias, gracias por venir…” Decía sonriendo uno de los supervivientes a pesar de sus heridas. Pero pronto esa sonrisa se le borró de la cara y sus ojos se abrieron preso del pánico en dirección a la puerta de la sala.
Todos se voltearon y entonces la vieron. Una máquina de negro metal, de ojos rojos y colmillos como cuchillas. Tenía roto un sensor y de su cabeza colgaba un audífono. Pero aún así apenas había tardado en notar sus movimientos y la presencia de más personas en el edificio. De pronto atravesó la puerta llevándose parte de la pared por delante sin apenas esfuerzo. El equipo retrocedió de forma impulsiva. Fue entonces cuando apreciaron su gran tamaño, su par de pinzas y el aguijón terminado en punta que asomaba por detrás. Sobre todo esa quietud, esa seguridad y la poca prisa por acabar con ellos. Más que nada parecía estar disfrutando del momento en el que los tenía acorralados como a presas.
Yamato estaba asustado pero es que el resto estaba temblando, especialmente los supervivientes, que la habían visto actuar y de hecho es que por ella murieron el resto de los compañeros que pudieron hacer bien poco por destruirla o controlarla.
Era una máquina de matar, casi perfecta, y por no tanto vacía de sentimientos pero el simple hecho de tenerlos retenidos en este instante hacía pensar que se satisfacía del miedo ajeno, del miedo que causaba su sola presencia.
El escorpión tomó impulso para abalanzarse sobre su enemigo cuando una especie de disco de sierra atravesó los ventanales de cristal. La máquina logró esquivarlo pero que un segundo disco aun más grande que el anterior no pudo contener y aunque lo agarró entre sus pinzas (de hecho el arma seguía girando sobre sí mismo), el solo impulso del ataque mismo lo arrastró varios metros hasta atravesar la pared del pasillo.
Colgándose de la parte superior del marco del ventanal, un séptimo soldado se dejó caer en el interior de la sala. Todos la miraron boquiabiertos.
— A qué esperan. ¡¡Largo de aquí!! ¡¡Rápido!! –exclamó Sakura agarrando a un compañero por el brazo y casi empujándolo para que salieran de allí. Lo arrastró hasta las escaleras de incendios que al estar cubiertas por tablones de madera podrían usar de tobogán.
Todos se dieron prisa en abandonar la planta. Yamato miró a la chica un momento.
— Estás herida –dijo observando algunos rasguños- Y cansada –quiso señalar
— Podré con ella –refiriéndose a la asesina. Le cogió la mano y le entregó su kit médico- Curen a esos soldados, están muy mal
El capitán se dispuso a caer por la rampa de madera, a reunirse con los demás, cuando una especie de cuerda trató de enrollar a Sakura pero fue más rápida y sólo consiguió agarrar a la misma por un brazo. Tiraron fuerte llevándosela consigo pero ella atascó el arrastre sujetándose con las piernas abiertas a cada lado del marco de una puerta.
— ¡Sakura! –gritó yendo hacia ella
— A qué espera para largarse –eso lo detuvo- ¿No lo entiende? ¡Quiero ser yo SOLA la que acabe con ella! –le exigió con el ceño fruncido, con gran esfuerzo mientras trataba de mantenerse sujeta en la puerta
Pareció entenderlo porque al momento se dejó caer por la rampa de la escalera, eso sí, con mirada contrariada y pensativa.
Volviendo a lo suyo, Sakura tiraba de la cuerda para no ser arrastrada hacia las garras de la asesina, pero era demasiado fuerte y no pudo retenerse mucho más. Atravesó unos trozos de la pared de antes que estaban por romperse, entonces su otra mano se reenganchó nuevamente a una barandilla de las escaleras. Miró para abajo y justamente ahí la estaba esperando. En la cabeza del aguijón una especie de ruleta empezó a girar y colorearse de un azul fluorescente, es decir, el cargamento a punto de ser proyectado. Por suerte la mano del brazo por el que la agarraba la tenía libre y pudo maniobrar para coger una navaja en el mismo instante que el enemigo descargó su munición. La escena se llenó de polvo y deshechos cayendo desde arriba.
El aguijón del enemigo se contrajo. La rueda comenzó a girar nuevamente ante el sonido de unos pasos. Varios proyectiles láser cargaron contra la chica que corría a toda mecha por las escaleras hacia el último piso. La sucesión de disparos hizo que el viejo edificio gimiera y desestabilizara por momentos. Pero eso hacía de dudar a la máquina que comenzó su persecución por las escaleras arrasando con las barandillas de hierro por su ancho tamaño, pero eso no la frenaba; las tumbaba con su cuerpo como si de papel se tratara.
Por un momento Sakura creyó haber llegado al último piso, cuando la máquina de un salto ascendió unos metros y con sus pinzas la agarraron de una pierna. Sakura gritó por el dolor. Ese fuerte salto hizo que los viejos escalones rompieran. El escorpión (la máquina) perdió estabilidad, sus patas se escurrían precipitándolo al hueco de las escaleras. La chica se defendía lanzándole un par de bombas pero una granada cerca de sus ojos exigió soltar a su presa y auto protegerse de la explosión.
¡Boom!
El tremendo reventó parte de la estructura lo que la desestabilizó e hizo doblarse vagamente hacia un lado. Escupiendo sangre por la boca, aun Sakura no se explicaba como su cuerpo seguía entero cuando se puso en pie, lo cual le resultó doloroso porque uno lo tenía torcido. Aun así consiguió llegar a la terraza, la recorrió hasta el otro lado, se apoyó con su espalda contra el bajo muro y se sentó allí mismo. Se miró. Tenía rasguños, golpes y sangre por todas partes. La pierna era lo peor. Se aplicó chakra curativo sobre esa parte cerrando la herida. Cerró los ojos y espiró fuerte, estaba cansada, por no decir agotada.
— Dios mío, no puedo más –se dijo asimismo
Aun así sabía que tenía que continuar. No podía quedarse quieta ahí, sin hacer nada, esperando que alguien la salvara porque no sería así. Ya le hizo entender a Yamato que no interviniese para nada durante la batalla.
Entonces escuchó un severo golpe. El enemigo se acercaba.
A prisa cogió un pequeño pergamino, lo desplegó, tras una pequeña nube de polvo apareció un cañón de mano que cargó de pólvora y una bola de metal. Se puso en pie ayudándose del cañón que luego apoyó sobre un hombro.
La puerta de la terraza salió volando de un golpe y rompiendo la pared, el enemigo llegó a la terraza. Localizó a la chica enseguida ya que esta no había hecho nada por esconderse.
— “No puede ser…está como si nada” –pensó al verla, que después de explotarle una granada frente a sus narices, apenas tenía rasguños. Pero luego vio que una de sus patas no se apoyaba en el suelo y de ella escurría un hilo de aceite negruzco. También le fallaba un ojo por lo que ya no tenía tan buena visibilidad como antes– “De todas formas…sigue siendo más fuerte que yo” –pensó fríamente al estudiar su estado
El escorpión palmeó sus pinzas al ver el arma de la chica, no quería acercarse estaba claro lo que Sakura pretendía y no podía permitirse otro golpe de la misma magnitud al anterior, o su cuerpo se resentiría. Empezó a moverse de un lado para otro, casi pegando su cuerpo al suelo, a una alta velocidad nada acorde con su tamaño, alzando su aguijón en señal de amenaza a su presa. Pero Sakura sabía que mientras la máquina no parara quieta, no podría usar el láser de la cola. Era una característica que había podido observar durante el combate.
De pronto se detuvo. La joven puso el ojo en la mirilla al tiempo que su dedo se ponía en el gatillo cuando el enemigo, inesperadamente, realzó la parte delantera de su cuerpo, abrió las mandíbulas y de ellas disparó una cuerda pegajosa. Las municiones de ambos bandos salieron disparadas al mismo tiempo, solo que una de ellas no en la mejor trayectoria. Sakura vio su cuerpo envuelto, atrapado, arrastrado hacia el enemigo. Y el proyectil impactó casi milagrosamente sobre el cuerpo del escorpión. La onda de la explosión lanzó a ambos en sentido contrario, creando una condensada nube de humo y polvo.
El cuerpo de Sakura chocó contra el muro, fue doloroso pero impidió que cayera precipitada. La autómata fue arrastrada, llevándose por delante la caseta comunitaria (que todo edificio tiene en su terraza o en el tejado) y el muro de contención. Cayendo del edificio por ese lado.
Sakura volvió a levantar cabeza, a ponerse en pie, aun con el cuerpo golpeado y falta de fuerzas echó a andar entre la neblina que poco a poco se disipaba. Escasos fueron sus pasos cuando vio al enemigo apoyarse sobre sus pinzas y subir nuevamente a la terraza. Y esta vez, se le veía muy cabreado. Con roturas y trastazos por todos lados, peor movilidad, pero entero y con un objetivo claro: ella.
Retrocedió al tiempo que el enemigo avanzaba hacia ella, lentamente. Alzó su aguijón cuando dos estrellas de acero venidas de ninguna parte clavaron los orbes del robot enloqueciéndolo de dolor. Rayos láseres salieron disparados en todas direcciones. El edificio gimió, de forma severa comenzó a tambalearse hacia un lado, a partirse por las plantas superiores. Sakura perdió el equilibrio, cayó al piso y su cuerpo fue arrastrado durante metros al precipicio pero logró enganchar un cable y quedó colgada en el aire. Miró hacia abajo. Eran muchos metros hasta el suelo. Y el edificio no paraba de gimotear. No demoraría en derrumbarse.
Alguien desde otra parte gritó ‘¡Sakura-san, cuidado!‘
La muchacha miró hacia arriba, lo tenía frente a ella. El láser salió disparado, ni siquiera le dio tiempo a reaccionar cuando éste le atravesó el pecho de parte a parte. En caída libre su cuerpo se precipitaba al suelo.
Desde la azotea de un antiguo establecimiento banquero donde hallaron refugio para ellos y los supervivientes, el capitán Yamato y sus secuaces observaban desesperados la batalla. Y a Sakura caer sin remedio desde una altura que ni siquiera alguien como ella podría resistir.
— ¡Por dios, no! –exclamó uno
— ¡Capitán haga algo, rápido! –pidió el otro compañero, mirando mortificado capitán; un sentimiento de desesperación que muchos compartían viendo a la muchacha pelear sin cuartel alguno, a pesar de estar herida por todas partes; cansada de pelear. Y ellos sin hacer prácticamente nada.
— Calmaos muchachos, aun queda lo mejor –luego los miró- ¿De veras pensáis que unas magulladuras y un disparo van a terminar con alguien como ella? –La gente respondió confundida– Recuerden que es una «Monster»…
— Y los «Monster» solo muestran su verdadero poder cuando sus vidas están en serio peligro –prosiguió un soldado de los supervivientes
— Exacto –confirmó Yamato entregando los anteojos al secuaz, invitándole a observar lo que estaba por llegar
Una luz purpúrea empezó a brotar del corazón de la joven, expandiéndose por todo el interior de su cuerpo, arrollando cada uno de sus huesos, músculos y órganos, regenerando cada una de sus heridas y alimentando cada una de sus células, las cuales mutaron hasta hacerse definitivas.
La chica se estampó contra el suelo, provocando un temblor y una polvareda tan abundante como si se hubiera estampado una pesa de diez toneladas.
El escorpión se asomó desde la altura con un ojo a medio arreglar para comprobar lo sucedido, pero con la polvareda no se veía nada. De súbito una esfera de energía enigmática (mana) ascendió entre la neblina contra él que esquivó al palmo de tocarlo. Se tiró al vacío en desesperación, pero no se libró de la onda expansiva que lo empujó contra el muro de otro edificio cercano. Con las pinzas se aferró a esa misma pared cuando alzó la vista y se encontró con algo que no esperaba. Una patada en toda la cara lo envió quinientos metros más allá, contra el suelo, dejándolo tumbado contra la dura tierra. En ese momento el edifico terminó por romperse en dos, partiéndose por la parte superior, cayendo así un montón de rocas y escombros sobre el cuerpo del escorpión. Otro duro golpe que sin duda le pasaría factura.
El ajetreo hizo de la polvareda una extensa nube de polvo que gracias al viento se iría disipando poco a poco, dejando ver los numerosos estropicios ocasionados, como el del edificio. Y un montón de grandes rocas de hormigón en medio de la calle.
Al otro lado de la calle asomó entre la polvareda una mujer de cabellos plateados, ojos lilas, colmillos y uñas alargadas mirando al lugar donde la máquina acababa de caer y ser aplastada.
— Esto ya se alarga demasiado –comentó al aire Sakura con su nuevo aspecto y, por qué no decirlo, también con una personalidad más ruda que la anterior.
Era un efecto coyuntural que podían sufrir algunos «Monster» en el momento de la mutación, la cual no solo era sólo física sino también mental.
— Joder. Siempre la misma rutina, no hay semana que me libre –decía a modo de queja mientras se encendía un cigarrillo de marca cara entre sus labios
Puso la mirada en el reloj de pulsera que llevaba y que por suerte seguía funcionando, contando los minutos que llevaba enterrada la máquina. No pasaron ni tres minutos cuando una pequeña roca se cayó desde la cumbre de los escombros. Un pequeño ruido que hizo a Sakura volver la mirada para adelante y maldecir al instante.
— Maldita sea…
De entre los escombros resurgió de nuevo el enemigo, quitándose las rocas de encima, poniéndose sobre ellas. Tenía un ojo completamente activo y la averiada pata ahora reparada, la coraza seguía tan rígida como antes pero muy rasguñada y con piquetes en las pinzas, especialmente en la derecha. Por suerte la ruleta del aguijón estaba estropeada y no podría utilizar su láser pero sí podría usarlo como arma blanca.
— ¡¿Tú qué te pasa?! ¡¿No te cansas de joder?! ¡Fastidio! ¡Gili-poyas! –gritaba malhumorada Sakura a la máquina, teniendo que apagar el cigarrillo
El resto del equipo desde otra azotea observaba la pelea. Al ver por el movimiento de los labios el insulto de la joven hacia la máquina, giraron su mirada confusa hacia el capitán.
— Esto… Je. Eh –balbuceaba Yamato sin encontrar una respuesta y una sonrisa forzada ante ESE comportamiento de la chica ante la asesina- Iré llamando a la nave para que vuele hacia aquí, no tardará en terminar –dijo mientras cogía el monitor
Los dos secuaces parpadearon confusos, con una gota en la nuca al estilo anime.
La máquina avanzó hacia la chica, aumentando su velocidad por segundo, mientras una de sus pinzas se convertía en un disco de sierra giratorio. Sakura respondió del mismo modo en dirección opuesto, alcanzando ambos una velocidad de setenta por hora.
Chocaron frontalmente. El giro de sierra del arácnido fue detenido por un machete a manos de Sakura, que saltó en el momento que la otra pinza trató de atraparla. Abatió de pie sobre sus espaldas donde halló una hendidura entre la que hundió su arma blanca hasta la empuñadura. El oponente gritó de dolor, inclinó la punta de su aguijón hacia la chica pero cuando quiso abordar el ataque Sakura se movió hacia un lado y agarrándole por la cola se impulsó dando una voltereta con su desmesurada fuerza, soltó y envió al “animal” cincuenta metros más allá, propinándole otro porrazo contra el duro suelo. Al recobrar el equilibrio trata de quitarse el arma pero sus enormes pinzas no llegaban a agarrar el mango. Con los circuitos encolerizados se gira mirando a la joven.
— Maldita humana… ¡Acabaré contigo! –pronunció en un chirrido agresivo el robot mientras emprendía una agitada corrida contra Sakura
La soldado por su parte realizó una secuencia de sellos con sus manos a la vez que sus labios se movieron pronunciando palabras tan antiguas como la Tierra misma. A metros de distancia entre ambos rivales Sakura terminó las palabras de su última técnica.
— Hyōton (elemento hielo), ¡dientes de león!
Decenas de estacas heladas atravesaron el cuerpo del escorpión desde el interior de sus entrañas, cometiendo desde uno de sus puntos vitales contra cada uno de sus circuitos internos, arrebatándole así la existencia. Y finalmente cayendo a los pies de Sakura. Su único ojo visible vio por último el rostro bello de una mujer de ojos lilas que no mostraron ninguna conmoción ante el último segundo de su vida. Esa máquina infernal costó la vida de al menos ocho personas. Un asesino así no merecía su lástima, ni la de nadie, ni aunque se tratara de un ser vivo.
Sakura se quedó totalmente quieta durante un minuto para asegurarse de la muerte del robot. Una vez pasó, se subió al lomo del bicho y arrancó de cuajo el machete que le sirvió de móvil para ejecutar la técnica del hielo.
Cuando se tranquilizó a todo, poco a poco la anatomía física de Sakura volvió a la normalidad, su cabello recobró su color rosado, los ojos su color jade, dentadura normal y el color menos pálido de su piel. Tenía restos de sangre esparcidos por todo el cuerpo pero no sufría de ninguna herida. Todas habían sanado durante la transformación.
La nave del ejército con la que llegaron a la isla, sobrevoló la ciudad perdida hasta situarse en la misma travesía donde se desarrolló el combate. Sakura agarró al bicharraco por la cola y lo arrastró hasta la nave. Los soldados heridos caminaron hacia la nave ayudados por el capitán y sus dos compañeros. Éstos y los supervivientes vieron asombrados cómo aquella joven, con las manos desnudas, agarró el cuerpo pesado del asesino y lo arrastró como si se tratase de un carrito de compra hacia la nave. Lo metió dentro de una especie de celda grande, lanzándolo al fondo sin ningún cuidado, como a un trapo viejo, inservible e inútil. Yamato negó para sí con la cabeza.
Por orden del capitán, comenzaron a subir por la rampa al interior de la nave. En esto Yamato llama a Sakura por detrás, siendo ellos dos los últimos que quedaban por entrar.
— Sakura –dice por segunda vez, muy serio, haciendo que ella se girase a mirarlo
— Lo siento jefe –pide apenada por lo que sucedió en el inicio de su pelea contra el escorpión, donde casi le exigió a Yamato que no interviniera en ningún momento
— Entiende que si vamos en grupo, en equipo, es por algo. Sé que necesitabas estar sola, que querías hacerlo tú. Y te iba a dejar –acercándose a la joven- Pero no me puedes pedir que no te eche una mano, que no te ayude. Has estado a punto de morir
— Yo…creí que podría…con ella. Estaba…segura –tratando de disculparse con dificultad
— No sé qué te estará pasando. Pero el estar llena de rabia, de odio y con ganas de acabar con todo, no garantiza una victoria. Nunca. Ni aunque fueras el ser humano más fuerte sobre la tierra, asegura el triunfo
Las luces de la nave se activaron y los motores se encendieron. Un soldado, el que haría de copiloto, salió a anunciar al capitán que todo estaba listo para el vuelo. Yamato respondió que enseguida iban.
— No lo volveré a hacer. Le pido disculpas por mi comportamiento jefe –volvió a decir, con sinceridad
— A pesar de todo hiciste un buen trabajo… Y está bien. Aceptaré tus disculpas, PERO sólo si me invitas a merendar –la chica asintió aceptando la propuesta, sonriente
Arreglado el asunto ambos subieron a la nave, con un deseo común al resto de la tripulación, regresar a casa. Aunque Sakura, no lo considerase como un verdadero hogar. Lástima que fuere el único lugar donde más o menos se sentía segura y adaptada. Por el momento.
-oOoOoOoOo-
Tiempo después llegaron a la base militar de Tokio, donde fueron llevados a enfermería de forma inmediata para revisión. Por fortuna todos estaban bien, y los supervivientes no sufrían ningún tipo de herida grave, gracias a la atención por parte de los camaradas y al trabajo que puso la médica sobre los heridos durante el trayecto de vuelta.
Éstos estaban bastante sorprendidos por la técnica y capacitación que tenía Sakura, la cual usó parte de su poder para sanarlos. El llamado chakra curativo fue el que especialmente llamó la atención de sus camaradas y los supervivientes. Siempre supieron de su fuerza sobrehumana pero nadie les mencionó ese poder que ella tenía para curar a la gente.
Al parecer, esto hizo cambiar la percepción que tenían sobre la joven. Porque esa misma tarde Sakura recibió en su departamento un ramo de rosas blancas con una tarjeta con la firma de sus ex compañeros, los tres supervivientes y como no, de Yamato, quien fue precisamente el que trajo el regalo.
— Ha sido cosa de usted –creyó Sakura después de dejar las flores con agua
— Te juro que no. He sido el último en enterarme. De hecho me pidieron tu dirección para enviártelas. Pero sé lo que valoras tu intimidad, así que en vez de eso me ofrecí a traértelas. Total, nos íbamos a ver esta tarde
— Más que hora de merendar…lo es de cenar –mirando el reloj de la cocina- ¿Y no está cansado? –poniéndose una chaqueta para salir
— Pues sí, pero…mañana tengo muchas cosas que hacer y no sé si tendré tiempo libre –abriendo la puerta de entrada, invitando a que salieran ya
— ¿Cómo mañana? Pero si acabas de volver de una misión. En el cuartelillo a mí me dieron el resto de la semana…libre –comentó extrañada al tiempo que salía por la puerta y cerraba con llave
Se dirigieron juntos a coger el ascensor.
— Ya mi hija, pero tú no has pasado dos años fuera resolviendo conflictos que no tienen que ver contigo pero sí con tu país –dijo con tono sarcástico, tratando de darle un toque de humor a todo lo que vivió los últimos veinticuatro meses
— Mph ¿Algún día me contarás de tus salidas? ¿Hacia dónde vas? ¿Qué es lo que haces? ¿Con qué gente te chocas?
— Te lo contaré, cuando estés preparada –respondió él, y después dio una pequeña carcajada que no le sentó del todo bien a Sakura y le dio un pequeño golpe en el brazo con motivo de molestia, al mismo tiempo que sus labios sonreían
Las puertas del ascensor se abrieron. Otra vez el matrimonio de esta mañana se topaba con Sakura, los cuales la miraron con recelo pero a ella no le importó. Y siguió caminando al lado de su padrino. Ese ramo de rosas le hizo mucho bien. De hecho hasta saludó al portero.
Fueron a un sitio que Sakura desconocía por completo. Debía ser nuevo porque esa calle la tomaba con frecuencia y hasta hoy no la vio.
Cogieron sitio en una mesa estilo bar-restaurante americano, con una mesa en medio y dos sillones a cada lado chocando de espaldas contra otros sillones y mesas posicionados de igual modo. Y al otro lado del pasillo, la barra y los típicos taburetes. Al ser entre semana, el establecimiento tenía poca gente así que estarían a gusto.
— Uh, parece muy…grasiento –opinó con cierto aire repulsivo a lo que se comía Yamato- ¿Qué diablos es?
— Se llama ramen. ¿Nunca lo has probado? Toma un poco –sacando los palillos del bol, ofreciéndole los fideos para que ella probara
— No, no. Gracias –apuró en contestar- Tiene un aspecto…extraño, horrible –negaba constantemente, volviendo a su ensalada de pollo, lechuga y pimiento
— Huy, que no te oiga decir eso alguien que yo me sé –dijo hablando con la boca llena- En realidad depende del tipo que pidas. Además, desde cuándo te importan las grasas
— Desde que descubrí que las verduras y el pescado me van mejor. Hace tiempo sigo una dieta, equilibrada, como de todo, también carne y otras cosas, pero trato de obviar la grasa lo máximo que puedo
— Mn Supongo que eso está bien –dijo haciendo un círculo con la mirada, pensando “en fin, las mujeres y la silueta”– Y dime, qué te pasa
— A qué te refieres –preguntó con la vista puesta en el plato, con el tenedor pinchando en la ensalada
— Dímelo tú. Has estado muy huraña, más de lo habitual. ¿Te ha pasado algo?
— Bueno… Es que me molesta mucho tener que levantarme de la cama temprano supuestamente cuando estoy de vacaciones
— Pero si has llegado tarde –argumentó él– Ahora enserio Sakura, ¿qué te pasa? Te veo como…triste
— No me pasa nada
Él arqueó una ceja mirándola. No se lo creía.
— Ah –suspiró ella, admitiéndolo al final- En realidad sí –dijo mirando abajo, a un lado
Estuvo pensando durante unos instantes, un par de minutos en lo que diría. La verdad no podía contársela, pues las circunstancias podrían ser catastróficas. Yamato era un hombre bastante pacífico pero estaba segura de que algo así lo sacaría de sus casillas hasta el punto de enemistarse a fuego y sangre con Alexandre sin importarle su posición de emperador. Tampoco podía mentirle, y no porque fuera mala actriz.
¿Qué decirle entonces? Mejor nada.
— Pero no puedo contártelo. Lo siento jefe –levantando la mirada con la cabeza baja
— Supongo que hay cosas que no me puedas contar –dijo dando entender que lo comprendía, aunque con un cierto aire de reproche bastante claro
— Usted tampoco es que me cuente mucho. No sé, después de tanto tiempo fuera…, es lo mínimo –se defendió ella
— Pensaba hacerlo. Ahora mismo
— ¡Qué! –sorprendida- ¿Me iba a hablar sobre…?
— ¿…lo que he estado haciendo fuera estos años? –Continuó él- No, no todo. Solo una parte porque todo lo demás es bastante…demasiado caótico. Verás Sakura, en realidad quería proponerte algo. Y creo que es el momento perfecto, ahora que las aguas se han calmado y te has hecho lo suficientemente grande, madura y fuerte como para ello
— No entiendo nada
— Estoy harto de verte luchar por nada, sufrir el rechazo social, deambular en un entorno que no te favorece nada y que durante todos estos años ha supuesto un encierro para ti
— ¿Me está hablando de mi…depresión? –dijo esa última palabra con un tono bajito y que nadie la oyera salvo Yamato
— No te curarás… Hasta que no salgas de aquí
— ¿Y a dónde propone que vaya? Cualquier lugar debe ser igual o peor que éste. No tiene sentido jefe, vaya donde vaya, nunca dejaré de ser lo que soy ante los ojos de la gente
Él negó varias veces con la cabeza, dando una pequeña pausa antes de hablar.
— Sakura, ¿oíste hablar alguna vez de Los Países Del Sur?
— Alguna vez, si. Lo último que escuché es que estaban en conflicto. Pero poco más
— Mph Es de suponer que entre continentes de relaciones tan estrechas como el oeste asiático y el este oceánico, no derive más información de la que concierne dar el Gobierno
— Tampoco es que me interese –encogiendo los hombros, restándole importancia
— Pues debería, Sakura. Aquello es muy diferente a todo lo que conoces
La chica levantó la mano para llamar a la camarera, la cual se llevó el plato de la cena y le trajo el postre, un trozo de tarta de limón suave, nata y confetis de chocolate negro para degustar. Era su pastel favorito.
— ¿Y qué tiene de diferente?
— Que allí a la gente como nosotros no se les tacha de monstruos, sino de héroes
— ¿Es un chiste? –respondió ella, pensando que le tomaba el pelo
— No, Sakura, para nada. Te cuento la verdad
— ¿Y qué sugiere? –preguntó empezando a creer a su padrino sobre lo que le contaba
— Ora que las tensiones entre regiones y naciones de aquellos lares se han amainado, propongo que nos mudemos al País del Fuego –ella arqueó una ceja en posición interrogante- ¡Hablo en serio! –dijo alzando la voz, algo enojado, reacción que para Sakura era más que suficiente como para verificar su verdad
— Y supongo que en todo ese proceso de “paz”, usted ha tenido bastante que ver
Yamato asintió. No tenía sentido ocultarlo. Aunque en realidad no le había contado todo. Eran demasiadas cosas y quizá la mejor manera de hacérselas saber era mostrándolas.
— Pero…mudarnos a otro país supone abandonar todo lo que tenemos, conseguimos e hicimos aquí. Un nuevo lugar supondría partir de cero. No podemos llegar allí y esperar que nos alojen y den trabajo de inmediato
— Haré uso de mis contactos. No te preocupes por eso
— No sé, jefe. Todo esto que me cuentas… es tan…prematuro. Necesito tiempo para pensarlo –pidió la muchacha bastante confusa por todo el asunto
— Pues tienes tres días para decidirte
— ¿Por qué?
— Me marcho, Sakura. Dentro de cuatro (días) partiré a nuevos horizontes
Ante esa respuesta no pudo quedarse más desconcertada. Fue entonces cuando Yamato, al ver en su expresión una mezcla entre confusión y rebato, le estuvo explicando un poco la misión para la que fue enviado estos años cuyo objetivo no era otro que hacer colaborar en un proceso de paz a las clases importantes de dichos países. Aunque él, como muchos, solo supuso una pequeña parte del embrollo.
Durante su labor en el País del Fuego trató con gente importante; poca, pero clave. Lo que le llevó a tener contacto con otras personas. Y por tanto nuevas amistades con las que confabular. Fueron estas personas las que le propusieron alojamiento, trabajo y una nueva vida, que aunque dura como es de esperar de la vida de un soldado, sí lejos de miradas ilícitas y aprovechadas que solo abatían su espíritu.
Según pudo comprobar en su misión, la gente civil de aquellos lugares no es tan temerosa como la de aquí, de los llamados «Monster». Por contrario los tratan como si fueran de la misma raza y no diferentes. Incluso hay gente “normal” y “especial” trabajando codo con codo en profesiones propias de un simple ciudadano, como un profesor, oficinista, carpintero, etc. Por tanto había bastante variedad entre las partes. Lo único que es cierto es que en el cuerpo militar suele trabajar gente con dones especiales y llamativos, y no civiles. Aunque se habían dado casos en los que civiles aparentemente normales (niños o adultos) son contenedores de destrezas que aunque no extraordinarias bastante útiles.
En realidad todo esto pasaba desde hace mucho tiempo, decenas de décadas, siglos. Lo único que las diferencias para con Japón eran bastante amplias y eso hizo que las distancias entre ambas partes impidiera que cualquier costumbre o forma de vivir o pensar no traspasara de una frontera a otra. Ahora las relaciones seguían siendo estrechas pero menos que antes, prueba de ello era la introducción del ramen en nuevos restaurantes.
Pero esa “apertura” no haría cambiar las cosas en Japón. Eso Yamato lo sabía bien.
Cuando terminaron de cenar, como bien prometió Sakura pagó la cuenta. El padrino acompañó a la chica hasta la puerta del edificio. Con una mano en el hombro continuó tratando de convencerla pero Sakura seguía dudando. No podía darle una respuesta inmediata. Yamato se despidió dándole un beso en la frente y un abrazo que agradeció bastante. Eso en cierta manera calmó todo el lío que tenía en la mente.
Nada más cruzar la puerta y encender la luz del apartamento, su gato se acercó a ella para recibirle. Empezó a ronronear, maullar y rondar a Sakura por los pies, acariciándola con su precioso pelo negro. Entendió al momento que necesitaba mimos pero antes que nada comida, el bol estaba totalmente vacío. Le sirvió la cena a su mascota, la cual empezó a comer con ansia, aunque con mejor comportamiento que esta mañana. Ella se quedó agachada a su lado, acariciándole el lomo, mientras pensaba en alto…
— Qué hacemos, Galileo. ¿Nos vamos? ¿Nos mudamos? O qué hacemos. ¿Quedarnos?
El gato (Galileo) seguía comiendo sin darle ningún tipo de señal o respuesta.
— Mn –espiró al levantarse- Veré la televisión un rato mientras me tomo una manzanilla –dijo abriendo el armario donde guardaba las infusiones en bolsitas
Calentó agua, la echó en la taza, con un par de bolsitas, y se sentó en ese sofá tan grande al que no le costó acostumbrarse pero que algunas veces le gustaría que estuviere ocupado por alguien más. Un familiar, un amigo, un novio…. Pero eso era imposible. Sus amigos tenían sus propias familias y su propio sofá para compartir. Ni hablar de novios, no se sentía preparada para mantener una relación o simplemente amar a alguien. En cuanto a familia la única que le quedaba era una abuela de la que no sabía nada desde los dieciséis, ni siquiera sabía dónde estaba o tan siquiera si seguía viva. Su único apoyo era el capitán Yamato, su protector, su padrino, su maestro y mentor. Cayó en su tutela cuando sus padres murieron, y más tarde, toda la responsabilidad de su cuidado, al momento que su abuela “Tsunade” abandonó la ciudad, el país; cuando la dejó a ella. Fue algo difícil de entender para una nieta de quince años el hecho de una marcha así, sin dar explicaciones, a una chiquilla que la tenía sobre un altar.
— “¿Por qué estoy pensando ahora en eso?” –Se preguntó Sakura- Será mejor que lo deje. ¿Dónde está el mando? –buscándolo para cambiar de canal y distraerse. Sin aun hallarlo la tele se cambió de pronto, entonces vio a su gato subido al otro extremo del sofá, y con la pata encima del mando- Oh –lo cogió y fue a cambiar de canal cuando en la pantalla apareció un informativo de última hora por el que se anunciaba el compromiso entre el joven emperador y la hija pequeña del Rey de Mongolia, los cuales se habían conocido mismamente hoy.
Sakura apagó el televisor de pronto, quedando la habitación tenuemente iluminada por la luz proveniente de la cocina. No sabía si sentirse mal o sentirse bien por lo que le pasaba a su amigo el emperador. En tal caso, esperaba que nunca se comportara con la muchacha de la forma vil en que lo hizo la última vez con ella. Y que fue la razón del fin de su amistad.
— ¿Será una señal? –el gato se subió a su regazo, dando un fino maullido, incitando a que lo acariciase un poco, ante lo cual Sakura respondió de buen grado- Supongo que sí
Después se fue a la cocina, dejó una pequeña ventana abierta como siempre durante los días de calor, echó llave y candado a la puerta principal, sacó un congelado para comer mañana, se aseó un poco, se puso el pijama y se acostó en esa cama de matrimonio que se le quedaba grande. A los pies de la cama se acurrucó su gato, que raramente dormía por las noches. Poco a poco se fue relajando, para su propia sorpresa sintió ganas de dormir. Tranquila. Sería porque ya tenía LA respuesta a la proposición de Yamato.
-oOoOoOoOo-
Al terminar de ducharse lo primero que hizo fue llamar a su padrino. Éste se llenó de júbilo ante la respuesta de Sakura, a la cual le dio las instrucciones sobre lo que tenía que hacer para el traslado y poder emigrar sin problema. Yamato le proporcionó unos contactos, gracias a los cuales la gestión les llevaría un par de días. De todas formas, tendría que moverse rápido si quería evitar las “garras” del poder. Porque de algo estaban seguros y es que una baja de Sakura era lo que menos convendría al Ejército en estos momentos. No tanto por su valía pero sí por cuidado a que dijera algo sobre lo acontecido en la misión a Kyüshü.
Fue todo lo silenciosa y discreta que pudo pero todo su esfuerzo porque la gente de alto mando no se enterara de sus intenciones, fue algo imposible. Esa misma tarde recibió dos llamadas del Ministerio. La primera para citarla a que mañana pasara por Inmigración a recoger su pasaporte. Por tanto, una buena noticia. La segunda, de manera cuasi inmediata a la anterior, venía directamente desde la secretaría del despacho del Ministerio de Defensa, invitándola a que se pasara por la sede del Gobierno en una hora.
-oOoOoOoOo-
En el reloj de aguja del despacho, pasaban como quince minutos desde la hora acordada, ya el señor ministro y Baltor creyeron que la chica no aparecería y que se había acobardado, entendiendo la “advertencia” sin tan siquiera decirla o explicársela, y eso los hizo dichosos pero solo por segundos. Porque al rato, allí se presentó Sakura, vestida de una manera: “¡Guau!” Eso fue lo que pensaron al verla así, es decir, remarcando sus feminidades. Llevaba una falda de lápiz negra hasta arriba de los riñones, con una blusa blanca de cuello amplio dejando entrever su escote y unas sandalias negras con tacón, además de complementos como un largo collar y pendientes de oro que recalcaban sus ojos verdes.
— Siento llegar tarde –se disculpó mientras se acercaba a ellos para finalmente sentarse al lado de Baltor, enfrente del escritorio del señor ministro- Había mucho tráfico –dijo dejando su bolso colgado en el saliente del respaldo- ¿Y bien? ¿Qué querían decirme?
La reunión dio su comienzo, al ministro y a Baltor les costó mucho no fijarse en esas largas piernas y el aire juvenil de la muchacha, que rebosaba tanta sensualidad. Desafortunadamente la estrategia de Sakura por descentrarles no duró demasiado. Ambos eran hombres de política, de mucho poder y por tanto, seguro rodeados de agradables “compañías” secretas.
Comenzaron preguntándole que por qué se quería ir, ante lo cual Sakura respondió con un simple “Porque sí”. A ellos les importaba un pimiento sus motivos, así que ¿para qué contárselos? Hicieron todo lo posible para convencerla, ofreciéndole una importante subida de sueldo por encima de la que le ofrecían en el Sur, con ratos libres, vacaciones pagadas, asistencia a eventos relevantes de tipo político o cultural, etc. Y un montón de argumentos que para Sakura ya no tenían sentido. Por más que lo intentaban no lo conseguían, terminando por inclinarse por el lado de las amenazas. Metieron a gente de por medio como Yamato, Andy Wharton o incluso al joven emperador Alex.
¡Error!
De manera inadvertida y veloz, Sakura agarró al ministro por la pechera y pegando su frente a la suya, con una mirada endiablada directa a sus ojos, advirtió de romperle los huesos si se atrevía a ponerle una sola mano encima alguno de sus amigos o a la gente que rodeaba a los mismos, que no importaría lo lejos que estuviera porque vendría por él sin dudarlo aunque se convirtiera en criminal. Esto puso en alarma a Baltor por dos causas: por un lado temía que a Sakura se le fuera la mano y que con su sobrehumana fuerza dañara al ministro, y por otro, la amenaza por parte de la chica al decir que no le importaría volverse contra ellos. Eso no convenía. ¡Para nada!
— Está bien, Sakura. Será como tú quieras. Pero suéltalo –le pidió situando las manos extendidas y abiertas hacia la chica, que miró de reojo a Baltor y estaba realmente asustado por su reacción. Ella sonrió de lado
— Nadie se mete con mi gente –advirtió. Soltó al ministro contra su sillón, el cual quedó sentado y con mirada asustada. Sakura se acomodó la ropa y cogió el bolso- Sólo quiero empezar una nueva vida. Tampoco es mucho pedirles que me la dejen hacer
— Ya lárgate. No queremos traidores aquí –avisó Baltor
— ¿Me llamas traidora? Por qué no se miran antes a ustedes mismos. El señor ministro imputado por sospecha de corrupción y usted Baltor amenazando por los bajos a uno de sus soldados, a alguien que le respetaba –dijo señalando a cada uno según iba acusando- Mi único delito ha sido el respetarlos cuan menos se lo merecían
Con esas últimas palabras, dio media vuelta y salió del despacho. No la verían nunca más.
-oOoOoOoOo-
Esa noche Sakura no podría conciliar el sueño debido a la tensión y al mal rato que pasó cuando amenazaron por dañar a sus amigos (aunque Alex no se lo merecía). Estuvo dando vueltas en la cama pensando en ellos. ¿Cómo decirle a Andy que se marchaba, lo más seguro para siempre? Él era una persona bastante sensible y su torpeza para decir las cosas seguramente lo ajaría sin intención. Fue entonces cuando decidió hacer un escrito, para preparar su despedida. Si Sakura tenía ese defecto para expresarse por contrario no lo tenía para escribir. La carta le llevó cosa de dos horas, tiempo en el que consiguió relajarse y dormir después.
A la mañana siguiente recogió el pasaporte (y otros papeles y permisos) y de inmediato se pasó por un centro comercial, en donde trabajaba Andy como asesor para las clientas de una tienda. Se llevó una grata sorpresa cuando vio a Sakura y le pidió consejo para unas compras que quería realizar. Cuando terminó su turno de media jornada, invitó a la chica a comer a su casa donde la madre, el padre, la hermana menor y otro pequeño de ocho años, la recibieron con los brazos abiertos. En la sobremesa se la pasaron en grande jugando a la Nintendo y luego Sakura ayudó a los más pequeños a hacer los deberes del colegio. Estaba encantada con los niños. Estaba siendo un día muy bueno. Pero pronto ese ambiente de alegría se estropearía. Porque en esto que Andy charlaba con sus padres en la mesa de la cocina, Sakura entró y les anunció de su marcha a Los Países del Sur.
En la tarde noche Sakura regresó a su piso andando, con la cabeza baja. Fue una despedida dolorosa, pero con un par de pequeños regalos de recuerdo de gran valor sentimental.
-oOoOoOoOo-
La respuesta que esperaba por parte de los Países del Sur llegó justo al siguiente día por la mañana. Con un sobre de amplio tamaño (A4+) que le entregó el cartero en las manos, Sakura cerró la puerta del apartamento y apoyándolo en la encimera de la cocina, abrió el contenido en el que varios folios le informaban de su admisión en la milicia de la ciudad de Konohagure no Sato (País del Fuego), que era a donde en breve se mudaría.
Genial. Ella ya sabía la respuesta lo único que le hacía falta era el definitivo. Y ya lo tenía.
Se puso a revisar el documento, estudiando que todo estuviera en regla, página tras página hasta la hoja final. En esta última se encontraba la conclusión. Pero cuando la leyó jamás se esperó que la firma que le otorgaba mayor poder a sus derechos como próxima residente del País del Fuego, sello propio de un presidente o en este caso del Kage del país, perteneciera a una persona tan cercana a su familia: su abuela, la Godaime Tsunade.
Tuvo que coger asiento porque si no se desmayaba. A duras penas se sirvió un vaso de agua, seguido de otros dos. Estaba muy agitada y no paraba de sudar.
“No puede ser”. Se decía asimismo una y otra vez.
Tras pensar unos minutos, volvió a ojear de nuevo la firma para asegurarse. Sin lugar a dudas se trataba de ella. Pero ¿cómo? ¿Cómo es que ahora, de repente, su abuela era la kage del País del Fuego? ¿Cómo es que al lugar donde se mudada era donde estaba su abuela? Todo era demasiado confuso, casi hasta violento. Necesitaba a alguien para aclarar esto… Y nadie mejor que Yamato para que se lo explicara. Así que cogió el teléfono para llamarlo.
Ahora que le explicara cómo es que no le dijo nada antes sobre su abuela. Él estuvo fuera del país en muchas ocasiones, en especial estos dos últimos años y de seguro más de una vez cruzaría palabras con Tsunade. ¡Por qué! Todos estos años llenos de angustia, preocupada por si estaba bien o tan siquiera seguía con vida. Llena de rabia, resentida por su abandono. Y evidentemente afectada por ello.
¿Qué haría ahora? ¿Suspendería ESE viaje? Después de todo lo que había pasado, en especial por la trifulca con dos gordos como el Ministro de Defensa o Baltor, desde luego quedarse en Tokio ya no era una opción.
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Fin del Capítulo II
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LadySara- Genin
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Tierra de Don Quijote (La Mancha).
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Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
Ah comprendo tus explicaciones, tranquila sabre esperar el capítulo (lo importante es que esta historia tenga un gran final hey pero solo son ilusiones mías).
Wao este capítulo estuvo muy emocionante tanto que una película de acción le quedaria en pañales a comparación de este fanfic.
Que tengas un buen día y que te vaya bien en la universidad.
Nos vemos.
Wao este capítulo estuvo muy emocionante tanto que una película de acción le quedaria en pañales a comparación de este fanfic.
Que tengas un buen día y que te vaya bien en la universidad.
Nos vemos.
Sonnie- Aprendiz
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recorriendo la selva XD
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Capítulo 3 - 16/06 del 2014
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Depués de los exámenes, al fin pude terminarlo...
Que por cierto no vean la putada que me han hecho en una asignatura.
Luego se los cuento, más que nada porque a lo mejor deban tener cuidado en un futuro con estas cosas si van a la Universidad o hacen estudios superiores...
Capítulo 3
Fin del capítulo III
Bueno, pues nada aquí lo tienen. Espero que les haya gustado.
Espero algún que otro comentario.
Gracias a ese último post de Camaleona.
Y los demás, anímense hombre que no me voy a comer a nadie por una crítica… o porque no vean a Naruto… ¡Que ya va a aparecer! ¡Datebayoo!
Un saludo grande, LadySara
Depués de los exámenes, al fin pude terminarlo...
Que por cierto no vean la putada que me han hecho en una asignatura.
Luego se los cuento, más que nada porque a lo mejor deban tener cuidado en un futuro con estas cosas si van a la Universidad o hacen estudios superiores...
Capítulo 3
- Capítulo 3:
- Capítulo 3
La despedida fue dolorosa para ambas partes. Pero tarde o temprano tenía que darse.
Subida en una nave de transporte aéreo la joven de cabello rosado miraba a través de una ventana el paisaje, tan bello, tan salvaje. Mientras pensaba en todo lo que había dejado atrás, que aunque no fuera mucho tenía su valor.
«Sayonara».
La ciudad de Tokio era el lugar donde se había criado. Y aunque no le trató bien durante años cierto aprecio no podía negárselo. Personas como Andy hicieron posible una vida en un lugar donde “nadie” te acepta tal y como eres.
Por controversia estaba el emperador Alexander, quien, en el último momento antes de subirse a la nave, se presentó en la terminal de vuelo. Yendo directo hacia ella. Le pidió perdón por ultrajarla. Estaba tan avergonzado que inclusive se inclinó, en presencia de otra gente, como muestra de su arrepentimiento. Sakura terminó perdonándole, pero le dejó claro que no podía olvidarlo, y que por ello no podrían recuperar su relación de antaño. Menos ahora con miles de km de por medio.
Tampoco hubiere sido posible su estancia en la ciudad sino fuera por su amistad con el emperador, lo cual frenó a muchos extremistas en su idea de destituirla de la universidad, del hospital y de su cargo militar. La idea general de la ciudadanía hacia ella se moderó cuando salvó al joven heredero evitando así un mal posterior en lo respectivo a las fuerzas del poder (altercados, conflictos, desestabilidad, guerra civil)… Cuando se hicieron amigos, la gente al menos dejó de insultarla.
No podía dejar a un lado al capitán Yamato, que era como todos le solían llamar. Era su padrino desde los trece años tras perder a sus padres y su tutor legal a los quince, que fue cuando su abuela abandonó el país. En cierta manera era como un segundo padre, un amigo, su maestro, el iniciador de su educación no solo como miliciana sino también como persona. Aunque hubo muchos momentos en los que la tuvo que dejar sola por responsabilidades siempre buscaba un hueco en su apretada “agenda” para verla. Siempre interesándose por lo que hacía, había o se sentía. Siempre protegiéndola.
Otra importante en su vida fue su abuela, Tsunade, con quien se reencontraría en breve. Ella le enseñó la mayor parte de las cosas que conocía sobre el «arte shinobi», sobre todo en lo que respecta a manejar su fuerza sobrehumana y poderes curativos. Ya fuera de manera directa o mediante libros, estudios y observaciones propias que le dejó su abuela lo cierto es que gracias a ella descubrió una parte de sí misma que le entusiasmaba: el salvar vidas, el ayudar a los demás. Aunque a veces le supusiera un auténtico calvario.
El caso es que en pocas horas la volvería a ver. Porque aunque no quisiera, el protocolo a seguir estaba marcado por una reunión de bienvenida. Sentía ira y a la vez congoja. Una mezcla de sentimientos que la desorientaban.
— En qué piensas, Sakura –le preguntó su tutor, sentado a su lado. Hacía rato desde que salieron de Japón que la observaba. Andaba perdida en sus pensamientos, con la vista puesta en el frondoso paisaje pero no lo miraba con atención. De ser así ya le hubiese comentado algo sobre la diferencia entre el paisaje violento de su país natal y el que veía por primera vez.
La mencionada volteó la mirada a los diez segundos de escuchar su nombre.
— ¿Tú sabías esto, lo de mi abuela? –preguntó sin tapujos, ante lo cual Yamato dio un respingo. Sakura era bastante espabilada. Ya deducía que desde hace tiempo su padrino sabía del paradero de su abuela. Incluso antes de estos dos últimos años donde las pasó fuera por Los Países del Sur- ¿Hace cuanto tiempo?
— Pensamos que era lo mejor para ti –respondió él
— ¿Lo mejor para mí? ¿O para ella? ¿Qué tanto temía? ¿Reencontrarse conmigo? ¿Con su única nieta? ¿A la que abandonó cuando más la necesitaba? –dijo alzando la voz, claramente enojada. No era para menos
— Sakura, para cuando supe de tu abuela, ella ya era una figura clave en la ciudad de El País Del Fuego. Fue cuando surgieron las tensiones y estallaron los conflictos. Gracias a la intervención de tu abuela es que la Zona Sur no se declaró en guerra continental
— Y a ella por qué le iba a importar si Los Países Del Sur entraban en guerra o no
— Supongo que fueron sus raíces los que la llamaron a impedir una gran tristeza
— ¿Cómo que sus raíces? –dijo ella parpadeando, sin entender nada
— ¿Tú abuela nunca te contó de dónde venías? ¿Sobre tus ancestros? –La chica no respondió- Claro que no, qué pregunta más tonta –se dijo, dándose en la frente con el carpo de la mano, asimismo
— Jefe, no entiendo nada –muy confusa, sin saber qué decir o pensar
— Lo único que te puedo desvelar es que una parte de tu sangre proviene del Sur. En cuanto a lo demás, todo a su tiempo
— Por Kami –echando la cabeza para detrás, llevándose las manos a la cara, respiraba con fuerza. Todo era demasiado confuso. Todo era demasiada información
— Sakura, mírame –la chica se repuso como pudo a pesar del mareo inminente- No le digas a nadie sobre tu parentesco con Godaime Tsunade, bajo ningún concepto o circunstancia. ¿Me oyes?
— Tranquilo, no pensaba hacerlo –dijo con un tono que dejaba claro en la conversación su rechazo hacia SU abuela. Básicamente la abominaba
— De todas formas, conviene que mantengas esa distancia fraternal
— ¿A qué viene tanta prevención?
— Conviene que por el momento tu abuela siga siendo alguien sin descendencia. De enterarse que tiene una nieta… Digamos que quienes no quedaron muy satisfechos con su nombramiento como Hokage de El País del Fuego, pudieran amenazarla con liquidarte
—Estoy más que preparada, para lo que sea que se me venga encima. ¿Es que no le he demostrado bastante?
— No Sakura, hay gente mucho más poderosa que tú y yo juntos. No te imaginas cuánto. Lo que has visto hasta ahora no es nada comparado con lo que encontrarás aquí. Más te vale ir con cuidado –advirtió tajante Yamato
Giró la cabeza hacia la ventanilla. Pudo reconocer la pequeña sierra que estaban atravesando, algunos de los bosques y montes de El País del Fuego. Dentro de poco estarían en la capital.
— Cuando veas a Tsunade, por favor mantente temple. Puede que sea tu abuela pero no deja de ser la Hokage. Eso nunca lo debes olvidar
— Que sí, jefe. Lo que no sé…es que haré cuando me quede a solas con ella, y la tenga enfrente. Porque supongo que querrá conversar conmigo, ¿o no? –Preguntó mirando a Yamato, el cual afirmó- Me lo temía –dijo mirando al techo, empezando a ponerse nerviosa
Yamato sonrió con los labios. La relación entre ambas sería muy difícil al principio pero confiaba que con el tiempo habría más cercanía. Sobre todo con lo que Tsunade tenía planeado para su ahijada en los primeros meses. Eso les haría estar más tiempo juntas, reencontrarse, conocerse y por qué no, congeniar. Esperaba también que la enfermedad de Sakura fuera cada vez a menos. Desde luego eso era lo más importante.
El piloto de la aeronave avisó de que pronto tocarían tierra, y que la ciudad de Konohagakure no Sato se podía divisar a lo lejos.
Yamato y su ahijada se acercaron a la cabina de pilotaje para ver mejor desde esas amplias ventanas.
— Bueno señor, señorita. Eso es Konoha. ¿Preciosa, verdad? –comentó el piloto, después de varias horas de viaje
A Yamato no le resultó tan impresionante por haberla visto con antelación, sin embargo la vista que se le ofrecía a Sakura era totalmente nueva.
En realidad no era muy diferente de otras ciudades. Pero tenía la particularidad de estar “escondida” entre la fronda, de ahí su apelativo «de entre las hojas». Otra era la montaña que la respaldaba, en donde había tallados varios rostros; entre ellos reconoció al de su abuela. Lo que más destacaba sin lugar a dudas era su gigantesca Torre Madre, una atalaya de gran anchura y con una altura que superaba el km.
-oOoOoOoOo-
Los recibieron una mujer de cabello castaño llamada Shizune, con la que Sakura simpatizó enseguida. También había otro hombre vestido con ropas oscuras y chaleco verde, con la cara medio cubierta y una banda que ocultaba uno de sus ojos. Se trataba de un ninja de reconocido nombre, Hatake Kakashi, que al parecer conocía de antelación a su padrino. Cuando estrecharon manos Sakura supo que se trataba de alguien fuerte y hábil, interesante y con experiencia.
Subieron a un elevador que les llevó hasta el último pavimento de la Atalaya Hokage, que era como la llamaban allí. El centro de dicho lugar estaba rodeado por un único edificio en forma de pentágono en símbolo a la Unión de Los Cinco, algo que más adelante le explicarían a Sakura.
Entraron por un amplio portal, cuya puerta tenía el símbolo del fuego en la parte superior. Luego subieron una amplia escalera que les llevó a un pasillo. Una vez allí los guías se pararon frente a una amplia puerta de madera pintada de verde. Y sobre la madera una placa en la que tenía gradado una asignación, Despacho Hokage.
Los guías que iban delante, concretamente Shizune, llamaron a la puerta con el puño, dando tres toques, evitando utilizar timbre.
Sakura se puso pálida. Sus puños se cerraron con tanta presión que hizo sangrar sus palmas. Temblaba. Estaba a punto de verse con ELLA. Nada evitaría este encuentro. Ni tampoco lo que podría pasar en él. Era una mezcla de sentimientos extraña, explosiva. Quería verla pero al mismo tiempo huir.
La chica empezó a sentirse incapaz. Dio un silencioso paso atrás pero Yamato puso una mano sobre su hombro, deteniéndola. Ella lo miró. Y bastó con eso para que la confianza regresara a ella otra vez. Él estaba con ella, apoyándola. Estaría con ella todo el rato. Incluso cuando se quedaran a solas.
— ¡Adelante! –ordenó una potente voz desde el interior que Sakura reconoció
Tras la puerta, un amplio despacho de varios metros cuadrados, más adelante cerca de los amplios ventanales que iluminaban la sala se situaba un amplio escritorio, y trabajando en el mismo una mujer de cabellos rubios, ojos miel y grandes pechos; la cual estaba sentada sobre un cómodo sillón.
Dejó de escribir nada más ver a Shizune, porque su presencia solo podía significar una cosa: su querida nieta estaba aquí.
Sakura cruzó el umbral de la puerta. Entonces sus ojos verdes chocaron contra otros de color miel que se abrieron en un sentimiento de impotencia, los cuales se empañaron de una fina cortina de lágrima que nadie pareció percibir.
“Dio mío. Cuánto has crecido” Pensó Tsunade al ver a su nieta convertida en toda una mujer. Una bella mujer, como ella y su añorada hija.
El cuerpo de Sakura se contrajo en tensión. Una especie de pánico inexplicable apresó su alma por un momento. Pero por algún motivo no podía apartar la vista de su abuela. Era la rabia contenida la que de alguna manera la conducía sostenerle la mirada, a ‘‘enfrentarla’’.
La Godaime captaba esa sensación y cómo Sakura se contenía, disimuladamente, agarrándose fuerte de la mano de su padrino Yamato, quien apretaba los dientes soportando la fuerza sobre humana de la chica.
— Bienvenidos a la villa de Konoha –dijo levantándose del sillón- Capitán Yamato, me contenta que al fin se decidiera por trasladarse –comentó mientras ambos se estrechaban la mano- Estoy segura de que más de uno se alegrará por tenerlo de vuelta. Y más para tanto tiempo. Espero que sea para siempre –declaró con una sonrisa
— Gracias, señora Tsunade –agradeció Yamato inclinando la cabeza en señal de respeto
Tsunade giró la vista hacia la muchacha que lo acompañaba, con una sonrisa fingida.
— Tú debes de ser Sakura Haruno, la ahijada del capitán –la pelirosa asintió con la cabeza, de manera algo rígida- Vienes desde Japón y por lo que tengo entendido, la gente de aquellos lares no acepta muy bien a los…«monster» -comentaba situándose frente a los recién llegados, mirando expresamente a la joven- Aquí no tendrás que soportar eso, ni siquiera usamos esa terminología. Los solemos definir por “Skillers”. Aunque dependiendo de si trabajan en las Fuerzas o realizan trabajos ordinarios, se les denota por Ninjas o Workers –informó mientras caminaba nuevamente hacia su sillón- Digo esto para que sepan cómo nos referimos a la gente especial por estos lugares. Más les vale no utilizar otro término, la gente puede confundirse o incluso tomárselo a mal
— Gracias por la información, Tsunade-sama –apuntó Yamato
— No es nada –sentándose en el sillón- En cuanto al tema principal que nos ocupa, el trabajo, no tendrán que empezar de inmediato. Les dejaré el margen de una semana para que se vaya acostumbrando y conociendo un poco el lugar –luego abrió un cajón de dónde sacó cuatro carpetas que dio a entregar por Shizune a los allegados, dos a cada uno- El contenido de la primera carpeta es básicamente una guía sobre cómo moverse por la ciudad. También viene la dirección de los sitios donde van a residir. En la carpeta negra se les adjudican una serie de instrucciones sobre lo que tendrán que hacer estos días. Así quedará todo listo y arreglado para cuando inicien en el trabajo –se volvió a sentar en su sillón- ¿Preguntas?
— Yo tengo una –contestó Sakura con un tono serio dando un paso adelante. Sorprendiendo a todos- ¿Cómo es que usted es la que decide dónde tenemos que vivir? ¿No se supone que eso deberíamos elegirnos nosotros?
— Los dos primeros meses estarás a prueba, por lo tanto no cobrarás un sueldo tan elevado como para permitirte un alquiler por cuenta propia. De todas formas si el apartamento que se te adjudica no te gusta o el ambiente no es de tu agrado, siempre puedes solicitar un cambio de domicilio… ¿Alguna otra cuestión?
— Ninguna más, Tsunade-sama –dijo Yamato tirando de la mano de su ahijada, impidiéndole que dijera algo más
— Bien. Siendo así pueden retirarse. Los veré dentro de una semana
— Con su permiso –se despidió Yamato con una reverencia, acción que repitió Sakura casi obligada por el mismo y por la presencia de otra gente ajena en la sala. Poco después salieron del despacho
Ya caminando por el pasillo, Yamato iba por delante hablando animadamente con Kakashi, ya que a partir de ahora ambos trabajarían como capitanes en la misma patria. Como antiguo camarada suyo esto reforzaba la amistad que hicieron este tiempo atrás.
Un paso por detrás estaba Sakura, sosteniendo las carpetas que le entregó la Hokage y con la mirada puesta en el suelo, pensando en lo que acababa de suceder en aquella sala.
“No era como lo esperaba” Pensaba la chica sobre cómo se dieron las cosas.
— ¡Sakura-san! –gritó alguien detrás suya. Se trataba de Shizune que se acercó apurada hasta la muchacha- Tienes que volver. Tsunade-sama quiere hablar contigo. A solas
— Qué –dijo sobrecogida y dudosa- Yo…
— ¿No pretenderías que te dijera algo delante de…Kakashi Hatake? –le explicó en voz baja con mirada cómplice
La joven entendió que esa mujer, Shizune, sabía de la relación entre ella y Tsunade. Normalmente eso le encresparía los nervios, pero por alguna razón sentía que esa mujer era de confianza. Además, ¿cómo no lo iba a saber? Ella era la secretaria personal de la Hokage.
— Por favor –insistió Shizune- Sé que no quieres verla, pero por favor, hazlo. Ella te necesita. Te ha necesitado todos estos años –dijo esto cogiendo de ambas manos a Sakura, transmitiéndole de esa manera que era casi súplica lo que le pedía
La chica respiró y expiró por dos veces, con los ojos cerrados.
— Está bien. Iré a verla –contestó finalmente
— Bien
— ¡Hey, Sakura! –Exclamó Yamato desde el otro lado del pasillo, a varios metros de ellas- ¿Qué haces? ¿No te vienes? ¡Kakashi insiste en invitarnos a almorzar! –le voceó desde la distancia
— ¡Lo siento capitán Yamato, pero Sakura se viene conmigo! ¡Quisiera intercambiar con ella unas cosas acerca de medicina! –respondiendo al mismo tono. Luego cogió a Sakura de la mano y llevándosela consigo se despidió a corre prisa- ¡¡Hasta luego!!
— ¡Más tarde nos vemos, jefe! –se despidió Sakura a lo lejos mientras era arrastrada por Shizune por el lado contrario del pasillo
Yamato entendió entonces que seguramente Tsunade hizo llamar a Sakura por medio de su secretaria, la cual también era médica. Era el pretexto perfecto para no sustentarle ninguna sospecha a alguien tan hábil como Kakashi, el cual permanecía ajeno al secreto que guardaban. Por el momento.
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La joven de pelo rosado cruzó el umbral de la puerta, ayudada en cierta manera por Shizune que entró primero al despacho para avisar a su mayor. Ésta ordenó a su secretaria que no se alejara mucho del pasillo, ya que aunque la sala estaba asegurada, su presencia tras la puerta evitaría inoportunidades.
Acatada la orden, Shizune salió del despacho y se sentó en un pequeño banco del pasillo. A una distancia media del despacho, para no oír nada. No podría escuchar la conversación sino se pegaba a la puerta, y aunque se moría por la curiosidad, no lo haría. ¿O sí?
— “No, no, no, no. Shizune, tú aquí, sentada, quietecita. Esperarás a que luego Tsunade-sensei te cuente en casa… No seas impaciente” –se decía asimismo al tiempo que sacaba de entre las ropas un folleto y se colocaba unas gafas para leer y distraer su mente de lo que podría estar pasando en esa sala
En el interior del despacho, Sakura permanecía rígida en el medio, en el mismo sitio donde la había “dejado” la secretaria. Por otro lado estaba Tsunade, mirando afuera por los ventanales, aun de espaldas a la chica.
Los segundos pasaban y la sala se sumía en un incómodo silencio. Sakura no estaba dispuesta a aguantar por más tiempo. Aun con una sensación horrible en el estómago, arrancó fuerzas de donde pudo para romper una breve tregua que a ella se le estaba haciendo eterna. Si ella no hablaba, lo haría ella…
— Por favor, no –habló de pronto Tsunade, evitando que la chica abriera primero la boca- Deja que sea yo la que diga algo primero –dijo dándose la vuelta para luego mirar a la joven- Te pareces tanto a tu madre. Eres idéntica, solo que más alta y…
— No he venido hasta aquí para que me hables de mis padres –interrumpió Sakura, cruzándose de brazos y volteando el rostro a un lado en muestra de su descontento
— Cierto –admitió Tsunade cabizbaja- Supongo tu pregunta…
— La cuestión es, ¿me darás la respuesta? –volvió a interrumpir, esta vez con un tono más rudo. Estaba dejando entrever su rabia. Y aunque trataba de contenerse y escucharla, era incapaz de sostenerse
— No creo que debiera. Hay cosas que es mejor no supieras –dijo sinceramente Tsunade, aunque para Sakura sus palabras sonaran falsas
— O sea, que no me vas a decir nada –dedujo de carrera- Entonces, ¿para qué me llamas? ¿Para qué me haces venir hasta aquí?
— Quería verte. Saber cómo estabas. Qué piensas. Y sobre todo, quería saber si me odias –dijo esto último con desaliento
Sakura se removió incómoda en el sitio. Esa última pregunta no era tan simple de responder con un sí o con un no. Porque para ella la simple palabra odio tenía un significado demasiado grande y fuerte como para adjudicar a alguien. ¿Se la merecía su abuela?
Hubo ahí un momento de silencio en el que Sakura pensaba cómo contestarle.
Cuando por fin supo qué decir su abuela ya estaba amarrada a sus piernas, arrodillada ante ella como un verdugo suplicando perdón por su pasado, por su vida, completamente arrepentida.
— Por favor…no, no me odies… Snif. ¡¡No te pido que me perdones, yo nunca lo haría, pero por favor no me odies!! –imploraba gritando, desesperada entre espasmos, tratando de hablar sin ahogarse en su propio llanto, pidiendo PERDÓN
La muchacha la veía ahí, en el suelo, a sus pies, agarrada a ella, implorando perdón como si le fuere la vida en ello. Era algo sorprendente. Impactante. Que su abuela estuviera llorando era inaudito incluso extraordinario. Desde que fallecieron sus padres, hacía ya muchos años, no recordaba haberla visto llorar. Pero es que ni siquiera antes de ese suceso. Lo que desde luego no vio fue verla arrodillada como ahora mismo estaba.
— Tsunade… Le diré la verdad. La he llegado odiar hasta tal punto de desear su mal. Pero eso era cuando estaba más joven, más niña, estaba todo muy reciente. Con el paso del tiempo me he ido acostumbrando a su ausencia, a no escuchar nunca sus gritos ni sentir sus abrazos, a creer que si me dejó sus propiedades fue por algo, y a sentirme arropada por el cariño de mi padrino como si fuera el suyo –“aunque no del todo” debería añadir– Supongo que ese horrendo sentimiento ha mermado con el tiempo
— Entonces... ¿Crees…Crees que algún día podrás…perdonarme? –levantando avergonzadamente la mirada hacia la chica que la miraba con desconcierto
— Yo… No lo sé –desviando la mirada- Ahh –suspiró con pena- Pero supongo que ahora tiene la oportunidad de demostrar algo
— Pídeme lo que quieras. Y será tuyo –se ofreció desesperada por obtener aunque fuere una nimia de su perdón
— Levántese por favor
Sakura la ayudó a incorporarse cogiéndola de las manos. Luego le entregó un pañuelo con el que secar el sudor y las lágrimas del rostro.
— Verá no quiero nada en particular. Tan solo empezar una nueva vida, hacer bien mi trabajo, superarme y conocer mi nuevo hogar. Que según Yamato es lo mejor que me podría pasar… A saber qué querrá decir con eso –comentó con motivo de elevar los ánimos
— Mph Bueno, no es que Konoha sea el paraíso pero mejor que Tokio… Supongo que sí –con una pequeña risa de calma, se sitúa detrás del escritorio y se sienta nuevamente en el sillón, ofreciéndole con un gesto a Sakura que se sentara en una de las sillas que había enfrente
— No gracias, prefiero irme ya
— Espera un segundo –agachándose unos centímetros, abrió con una pequeña llave un cajón de su escritorio del que sacó una pequeña caja, un joyero en el que había un colgante color lila ensamblado en plata- Tómalo, te servirá de protección. Por lo que pudiera pasar
— No creo en…esas cosas –dijo en cuanto a creencias sobre piedras que pudieran aguardar algún tipo de energía positiva como protección
— Servirá como una especie de medio comunicativo entre tú y yo. Konoha es un buen lugar pero no deja de estar vacío de inseguridades. Si algo serio te ocurriera, acudiría de inmediato en tu ayuda
— Durante todo este tiempo he sobrevivido sin su protección. ¿Por qué la necesitaría ahora?
— Porque el lugar del que vienes no tiene comparación con el que te encontrarás aquí.
— Eso mismo me dijo Yamato pero…no me creo que sea para tanto. Qué tan fuerte pueden ser Los Países Del Sur si nunca trataron de conquistar el norte –dijo irónicamente
— Mph No me refiero a que Japón sea mejor o peor que El País Del Fuego. Pero se diferencia mucho de él. Ya lo irás viendo
— Lo que sea –sin darle importancia- Quisiera irme ya
— Muy bien, nos veremos mañana
— ¿Cómo que mañana? Pero si ha dicho usted que… ¿hasta dentro de una semana no comenzaba?
— El trabajo, pero no el entrenamiento
— ¿Entrenamiento?
— Quiero prepararte para tus primeras misiones, enseñarte cómo debes actuar según el caso que se te otorgue o presente. Que vayas entendiendo y familiarizándote con el arte de lucha ninja de estos lares
— Tengo mi propio método
— Eres fuerte no lo pongo en duda. Me han hablado maravillas de ti –apuntó- Pero créeme cuando te digo que no es suficiente. Además, quisiera instruirte y explicarte cómo funcionan las cosas en Konoha. No quiero que nada te pille desprevenida, para lo que pueda pasar…
— Habla como si algo malo fuera a ocurrir dentro de poco
— No, no –respondió sonriendo apenas- Sólo me preocupo por ti
— No hace falta
— Haga falta o no siempre lo hice y siempre lo haré
Sakura respiró largo, esas palabras calaron hondo. Eran fuertes y llenas de sentimiento. Sinceras. Su abuela no la había olvidado ningún instante, en ningún momento desde el día en que decidió abandonar Japón por razones que lejos de ser afables no podría explicarle aún.
— Supongo que no me vendrá mal conocer, como dice usted, alguna que otra cosa nueva. Además, me gusta superarme a mí mismo y qué no mejor forma que sometiéndome a un entrenamiento que estoy segura será el doble de duro a los del jefe –dijo con un tono serio y humorístico al mismo tiempo, aceptando el reto que le ofrecían
— En eso has acertado. Pásate mañana a eso de las diez, a esa hora tengo un tiempo de descanso. Aprovecharé entonces para iniciarte
— Muy bien. Hasta mañana
Dio media vuelta y marchó a la puerta. Salió del despacho encontrándose con una Shizune fatigada que aplastaba una y otra vez un papel entre sus manos. Hecho una bola. Al ver a Sakura dejo esa inquietud. La reunión había terminado y al parecer sin ningún percance.
Pero lo más importante para ella fue: ¡¡Que había aguantado ahí, sentada en ese banco, sin acercar su oreja a la puerta, aguantando la curiosidad!!
Sakura se despidió de ella con una sonrisa y un “hasta luego”. Shizune respondió con un simple gesto de mano. Después Sakura se marchó por el otro lado del pasillo bastante tranquila y apaciguada. Shizune se levantó y entró corriendo al despacho de su Hokage.
-oOoOoOoOo-
Apelando a las instrucciones que le otorgaron, Sakura caminó por las calles de Konoha hasta el portón del número treintaidós de la Street Western. Se trataba de un edificio de unas veinte plantas, no tan alto para lo que ella estaba acostumbrada. La puerta era hermosa, de hierro ligero pintado de negro y cristales translúcidos.
Al pasar al portal éste era amplio, de colores beige, cremas y grises claros que aportaban tranquilidad y sencillez al ambiente. Cogió el ascensor dirigiéndose directamente a la planta quince. Una vez llegó arriba salió al pasillo, el cual se distribuía con los mismos colores y diseño que el portal de abajo.
Enseguida encontró la puerta sesenta y siete. Le gustó que fuera de madera de roble porque suelen aguantar muchos años y de alguna manera aportan seguridad a la vivienda. Y en el medio su respectiva mirilla. Tuvo que darle tres vueltas al cerrojo para que ésta se abriera y así poder pasar a su nuevo hogar. Le gustó bastante lo que vio. El salón era amplio, sencillo pero moderno, con unas puertas que daban a la terraza. Al lado estaba la cocina que incorporaba ya su propia vajilla y un frigorífico de tamaño propio para una familia de tres personas con una apertura por donde echaba hielo. A continuación del pasillo estaba una habitación. La cama era de matrimonio, lo cual le encantó. Pero aun más le gustó ver que tenía su propio cuarto de baño. Siguiendo el pasillo había otras dos puertas. Una daba a una especie de vestidor, con dos armarios y unos estantes para zapatos, con un espejo de cuerpo entero en un lado.
― Dios mío –suspiró Sakura al ver tanto armario y tantos muebles donde guardar ropa y calzado. ¡Era mucha CASA para ella sola! ¿Se habrían equivocado al prestarle esa vivienda?
Le quedó por último una habitación, la cual al entrar le quitaría las dudas y desvelaría el secreto que aguardaba su nueva casa. Y es que sobre una cama de tamaño individual, donde había un colchón cubierto por un plástico para protegerlo del polvo, había un peluche. Se trataba de la Rana Gustavo, la cual guardaba en su regazo una carta…
― Léeme –leyó Sakura en el dorso del sobre. Sin pensárselo dos veces la abrió y leyó: «Querido/a nuevo/a inquilino/a, me llamo Sora y tengo ocho años. Formo parte de una familia de tres que dentro de poco será de cuatro. Y por eso es que nos mudamos a otra casa más grande. Te quería pedir un favor y es que la cuides. Me deja muchos buenos momentos. Aquí te dejo un regalo. Mi papá dice que regalarle cosas a la gente está bien porque así se ponen contentas. Espero que seas quien seas, seas tan feliz o más de lo que fuimos mis padres y yo aquí. Mucha suerte. Bienvenido/a a tu nueva casa».
A Sakura se le dibujó una sonrisa en el rostro. Había sido un tierno recibimiento que para nada se esperaba. Se llevó el peluche a su habitación y guardó la carta debajo del mismo, apoyado en una estantería de la pared. Alguien llamó al timbre y sin pensarlo se dirigió a la puerta esperando a encontrar a su padrino tras ella; después de enviarle un mensaje indicándole dónde vivía. Pero no se trataba de nadie conocido. Era una joven rubia de ojos azul celeste y flamante sonrisa sujetando en sus manos un pequeño paquete envuelto en papel de plata.
— Hola. Qué tal. Soy Ino Yamanaka, tu vecina de al lado. Bienvenida a la comunidad –dijo ofreciéndole la mano que Sakura estrechó respetuosamente- Toma, un pequeño regalo de bienvenida –entregándole el paquete que llevaba a la nueva vecina- Es un bizcocho horneado. Espero que te guste, lo hice yo
— Oh, ¡vaya! Gracias, muchas gracias –dijo sorprendida- Seguro que sí. Huele muy rico –comentó al olfatear el fino olor que se escapaba del envoltorio
— Llevo practicando repostería desde hace un tiempo. Al principio era un desastre pero con práctica he ido mejorando. Y ha terminado por encantarme –comentaba entusiasmada- No hay semana en la que no haga magdalenas, o algún bizcocho o galletas
— Es una buena manera de matar el tiempo, desde luego
— Cuando quieras te enseño –se ofreció la rubia
— Oh, no, no hace falta. Además no creo que vaya a tener tiempo. Con esto del viaje y la mudanza la verdad es que tengo bastante por ahora
— ¿Qué viaje? –Exclamó extrañada- ¿No eres de por aquí?
— No. Soy de la ciudad de Tokio
— ¿Eres de Japón? Vaya, cualquiera lo diría. Tus rasgos son más propios de aquí. Aunque supongo que eso no tiene nada que ver…
— ¿Qué rasgos?
— Pues ya sabes, los japoneses suelen ser de ojos muy achinados y pequeñitos, que parecen líneas dibujadas, y tienen la piel ambarina
— Ja ja –rió Sakura- La ciudad de Tokio es enorme y te puedes encontrar de todo. Además es un sitio de mucho tránsito y clases de gentes. Aunque no te quito la razón en eso de que algunos parecen llevar dos líneas pintadas en la cara
Tras este último comentario ambas se echaron a reír. No acababan ni de conocerse cuando ya estaban ridiculizando el aspecto de otras personas. Aunque no lo hacían de mala fe.
— Oye, ¿te apetece tomar un té conmigo esta tarde? ¿En mi apartamento?
— Mn Me temo que no voy a poder. Esta tarde me llega un camión con la mudanza. A penas si tengo lo básico ahora mismo
— Oh, bueno… Si quieres te ayudo a colocar cosas y eso
— No, no hace falta no son muchas. Son unas veinte. Además ya tengo ayuda. Y prefiero colocarlo… personalmente
— Pues son pocas sí, para venir de otra ciudad. ¡Y de tan lejos! Yo sólo con mi armario seguro que llenaría esas mismas veinte cajas o más. Cómo es que no tienes más ropa
— En cuanto a eso… La mayoría de mis ropas las di en donación. Así que tengo que ir a comprar cosas nuevas. ¿Querrías acompañarme?
— ¿D-de verdad? ¿Lo dices en serio? –tartamudeó sorprendida
— Claro. Necesito alguien que conozca Konoha para guiarme y una mano amiga femenina para ayudarme en mi elección. ¿Te parece buena idea?
— ¿Que si me gusta la…? –dijo cohibida como si le faltara el aire- ¡¡ME HA TOCADO EL GORDO!! –saltó de pronto, alzando el puño y mirando al cielo como acabara de oír algo grandioso
A Sakura se le caía una gota fría por la nuca al estilo anime, mientras sonreía de manera forzada y tontuna. En su vida conoció a nadie que el entusiasmara tanto el hecho de salir de shopping. A ella le gustaba como en general a toda mujer, pero ese tipo de salidas se las tomaba con más calma, como un paseo o una buena distracción. No como algo extraordinario. Aunque sí importante en este caso ya que le tocaba cambiar el armario o más bien rellenarlo. Porque estaba prácticamente vacío.
— ¿Cuándo quieres ir? ¿Esta tarde? ¿Mañana? ¿Pasando? ¡Ay, qué emoción! –voceaba la Yamanaka entusiasmada, mientras pegaba pequeños saltos en el sitio
— Hoy es imposible, tengo que ordenar todos los trastos. Creo que mañana, en la tarde. Además, siendo día de diario quizá sea lo mejor. No quiero encontrarme con todo el jaleo del fin de semana. Claro que si no puedes…
— Por supuesto, faltaba más. Quedamos a las cinco, ¿te parece?
— Vale. Me llamas al timbre y luego nos vamos
— De acuerdo. Hasta mañana entonces –se despidió la Yamanaka mientras se dirigía a su propio departamento
― Adiós
Después de cerrar la puerta principal se apoyó en la misma. Acababa de iniciar una amistad sin apenas darse cuenta, lo cual para ella suponía algo diferente porque nunca tuvo muchos amigos. La chica parecía simpática. De nervio inquieto. Y aunque algo cotilla, cosa que notó de primeras, se le hacía buena gente. Aunque eso lo decidiría el tiempo.
Se puso a colocar las pocas cajas que le llegaron con antelación esta mañana, antes ni siquiera de que ella pisara el departamento. En esto que guarda su ropa en el armario de la habitación, en el compartimento superior descubre un edredón de invierno guardado en una funda que nadie tan siquiera había abierto. Seguramente lo comprarían los antiguos dueños pero nunca la llegaron a usar y quizás olvidado en la mudanza.
Le faltaba solo una caja por ordenar pero llamaron al telefonillo. Se trataba de su padrino Yamato. La idea era ir a comer a algún restaurante de la villa, ya que ninguno de ellos se había establecido en sus nuevas casas ni comprado ninguna clase de alimento.
Tampoco es que les apeteciera cocinar.
-oOoOoOoOo-
A la mañana siguiente se pasó por la Atalaya de Konoha, la “torre madre” del lugar.
Cogió el ascensor general, el cual tenía un tope hasta las últimas plantas. Aquí ya los pavimentos pasaban a ser simples plantas (primera, segunda…), donde se desarrollaban actividades más particulares y reservadas. No estaban a la mano de cualquier civil o ninja y por tanto estaba dotado de una mayor vigilancia.
En este caso Sakura era una total desconocida por lo que tuvo problemas para pasar el control de los guardias. Por suerte Shizune andaba cerca y se resolvió el asunto.
— No te preocupes a partir de ahora te dejarán pasar siempre, aunque vayas sola
— ¿Dónde vamos? –preguntó Sakura al ver que no seguían el camino hacia el despacho
— A la sala de variedades, tu abuela anda por allí
— Creí que me esperaría en su despacho
— A querido ir antes para poder abrirla y tenerla lista para cuando llegaras. Lleva sin abrirse bastantes años y por tanto pondrá resistencia antes de ser nuevamente visitada
— ¿Está protegida por algún tipo de sello?
— Así es…
— La verdad es que lo veo absurdo, terminaré destrozándola a base de golpes
— Es una sala especial. No se puede romper
— ¿Cubierta de qué? ¿De titanio? No existe material en el mundo que no sea inquebrantable
— No está revestida de ningún material especial. Simplemente tiene una especie de hechizo
— ¿Hablas de magia? Estoy muy grande para creer esas cosas
— Quizá sea hora de que las vallas aprendiendo, Sakura. Las cosas por aquí son bien distintas de las que el país de donde procedes. Aquí las creencias sobre deidades, prodigios y seres extraordinarios están bastante presentes
— ¡Qué tontería! –se burló ella al parecerle absurdo
— Al tiempo y cambiarás de opinión –le dijo con una sonrisa al ver la negación de la chica sobre la existencia ancestral de fuerzas superiores a las que veía halladas en la madre Tierra
Ambas doblaron una última esquina para entrar a un largo pasillo por donde ningún trabajador parecía circular, pues no era precisamente afable. A pesar de su colorido y luminosidad, la gente prefería no pasar por allí. Sakura supuso que sería por las pinturas de los cuadros ya que los dibujos parecían moverse y cobrar vida propia. Daba un poco de escalofríos.
Más adelante encontraron a Tsunade parada frente a una puerta de madera que en apariencia era muy normal pero que si te fijabas bien, en su pomo de oro estaba grabado un sello. Ella tenía la palma de la mano apoyada sobre la puerta, tenía los ojos cerrados y pronunciaba unas últimas palabras. Entonces se escuchó una especie de ‘click’ grave proveniente desde la puerta. Y el pomo dejó de ser dorado.
— Al fin –resopló algo cansada- Uf. Menos mal, por un momento pensé que no me dejaría –dijo aliviada la Hokage
— Llevaba cerrada mucho tiempo –opinó Shizune
— Hai –afirmó la rubia- Buenos días, Sakura –saludó alegre al verla- ¿Preparada para tu entrenamiento?
— Esto… Tsunade-sama, no creo que sea buena idea que entrene en un espacio cerrado –recomendó la pelirosa preocupada
— ¿No te ha dicho Shizune que es una recámara especial?
— Sí, pero aun así no…
— ¿No crees en la magia? –Sakura respondió negando con la cabeza- Yo tampoco, pero eso no quita la inexistencia de cosas extraordinarias que no están al alcance de todos; como ésta…
La Hokage se echó para atrás abriendo la puerta completamente. Al asomarse tras las espaldas de su abuela, observó que tras esa puerta de madera tan solo había una pared de ladrillos rojos. Sakura puso una cara en plan “¿me tomas el pelo?” que le dirigió directamente a la rubia de ojos miel, a la cual no se le quitó la fina sonrisa que llevaba en el rostro. Le hacía gracia ver la ignorancia de su nieta ante cosas que ella conocía desde siempre.
— Vamos Sakura, sígueme…
Le indicó Tsunade a la chica, al tiempo que daba un paso al frente y desaparecía adentrándose en la pared como si ésta fuere inexistente. Sakura se quedó boquiabierta. Su abuela acababa de desaparecer entre aquel cimiento de ladrillo rojo. Pero, ¿cómo? La joven alargó el brazo y vio como su mano era “absorbida” por una especie de pared intangible que a su vez dibujaba las ondas que provocaron la intromisión de su mano.
— ¿A qué esperas? –Le dijo Shizune desde la retaguardia- Adelante, pasa sin miedo
— Ah. Vale –asintió, auto convenciéndose asimismo de poder seguir
Cerrando los ojos, sintiéndose muy extraña y con algo de miedo, la muchacha se adentró en la barrera intangible de ladrillo rojizo. Detrás la siguió Shizune.
Tras tres pasos se detuvo, abriendo los ojos muy despacio descubrió una inmensa llanura blanca, solitaria. El suelo que pisaba era de un tono grisáceo que contrastaba con el total blanquecino del cielo, al cual le daba tono y luz una especie de sol más rojizo que el de costumbre. Lo único que había aparte de eso, era la puerta, un mobiliario de cocina cerca de dicha entrada y una especie de máquina donde las elecciones eran: nivel fácil, medio y el más austero. No entendía eso último.
— Qué es este lugar, Tsunade-sama
— Ninguno en concreto, es más bien un espacio dentro de un vacío. Lo llamamos el Blanco Infinito. Aquí te podré entrenar sin ningún tipo de intromisión. Será donde ponga tus capacidades al límite…y las mías
— ¿Las suyas?
— Verás… este lugar puede no solo te hace perder la noción del tiempo sino también hacerte perder la cabeza
— Y por qué me trae aquí si corro tanto peligro nada más entrar –preguntó molesta
— No te preocupes, este sitio la suele tomar con las mentes de los viejos, no la de gente joven
— Am ¿Y de qué manera puede hacerle eso? Esto está desierto
— Desierto por el momento… –advirtió intrigante la maestra
— Este lugar es muy raro –comentó Sakura, sintiéndose incómoda e insegura
— Ya lo creo –le afirmó Tsunade poniendo una mano sobre el hombro de la chica tratando de transmitirle sensación de seguridad- Pero nunca será más peligroso que el mundo al que cada día se enfrentan cientos de ninjas- ¡Shizune! –dándose la vuelta hacia su otra aprendiz
— ¿Hai, Tsunade-sama?
— Ve y cubre mi cargo en el despacho. Volveré dentro de una hora…
— Qué excusa doy si me preguntan por usted
— Diles que estoy bebiendo, en un bar…
— ¿Bebiendo, señora? –preguntó sorprendida
— Ajá, ya verás como cuela –dijo con una sonrisa socarrona y algo triunfalista. A Shizune se le cayó una gota al estilo anime por la frente mientras sonreía de manera un poco forzada
— Está bien, como quiera –acató la joven mujer, no muy segura
Antes de que marchara la propia Hokage creó tres “clones” que luego transformó en ninjas cubiertos por ropajes negros, tapados de arriba abajo casi por completo. Dejaría dos afuera vigilando en la puerta y otro acompañaría a Shizune durante todo el tiempo que permaneciera fuera del despacho. Mejor estar prevenidos.
Sakura quedó asombrada, al tiempo que desconcertada, cuando vio cómo su abuela mediante una técnica creaba de la nada tres clones que aunque se trataran más de sombras físicas hechas de polvo, eran reales y se podían tocar. Al único que había visto alguna vez hacer algo parecido fue a su padrino Yamato, nada más que él usaba su poder sobre el elemento madera para poder crearlos.
— ¿Cómo ha hecho eso? ¿Lo de los clones?
— Se llama Kage Bushin no Jutsu. Una técnica shinobi que consiste en el arte del engaño. En realidad es muy fácil pero son pocos los capaces de realizarla con efectividad. ¿Te has fijado en cómo les he cambiado su aspecto? –La joven Sakura asintió- Eso es porque la hice bien, de no ser así se habrían disipado como polvo en cinco segundos
— Y, ¿me va a enseñar a hacerla? –preguntó intrigada
— De hecho empezaremos por ahí
— Genial
— No te entusiasmes tan pronto, porque no saldrás de aquí hasta que sepas hacerla bien
Ambas se posicionaron una enfrente de la otra. Tsunade hizo ademán de sentarse, lo cual desconcertó a Sakura ya que pensaba iniciar con un enfrentamiento físico. En realidad tan solo sería una pequeña sesión espiritual de introducción que sirviera a la chica mentalmente para el entrenamiento, el cual se haría más duro a medida que pasaran las horas y los días.
La idea de la maestra era preparar a su nieta para lo que pudiera suceder en un futuro. Porque aunque la diplomacia entre Estados y dentro de los mismos estuviera consolidada, o al menos estable, no dejaban de existir enemigos ocultos entre las sombras.
-oOoOoOoOo-
Durante las dos semanas siguientes siguió asistiendo a las clases matutinas de su abuela al tiempo que se incorporaba a los trabajos sencillos pero agotadores que le otorgaban en la jornada de la tarde.
Como ninja le asignaron el rango de chūnin lo cual no le sentó muy bien ya que ella consideraba que se merecía un rango superior. No solo por su grado de profesionalidad sino también por la experiencia adquirida a lo largo de estos años desde muy joven. La Hokage le explicó que para conseguir llegar a ser joūnin se necesitaba algo más que eso. Además sería arriesgado ya que a éstos suelen mandarlos en solitario a algunas misiones; y siendo Sakura aún una desconocedora del terreno donde andaba... no era buena idea. También debieran sacarse el título de maestro de escuela, demostrar capacidad de liderazgo, control y resolución de situaciones, defensa en solitario y algún tipo de habilidad excepcional.
A Sakura todo eso le parecía algo exigente. Algunos de los requisitos a cumplir estaban en camino de perfeccionarse. Otros demasiado lejos, como el de trabajar en equipo ya que la joven, a pesar de haber formado parte de grupos enviados a misión, siempre se desempeñó más por su cuenta. Sin embargo es dato curioso que en los hospitales sí demostrara capacidad para trabajar en equipo o en las misiones preocuparse por los compañeros.
Quizá fuere esa “fiera” que todo «Monster» o «Skiller» lleva en su interior lo que le hacía comportarse de esa manera ansiada y algo desequilibrada en los escenarios hostiles, pero permanecía calmada cuando Sakura trabajaba en un espacio urbano y lejos de ser conflictivo.
Siempre se había dicho que la gente ‘especial’ tenía cierta conexión con la naturaleza, con el cielo o el infiero, con el mundo salvaje. Pues como bestias se defienden cual animal lucha por sobrevivir. Aunque este instinto, por llamarlo de alguna manera, suele ser ameno salvo en el caso de algunas personas como Sakura o la propia Tsunade que suelen mostrar caracteres más agresivos; que no por ello son gente peligrosa.
Tras la jornada laboral de la tarde, después de resolver un asunto conflictivo entre dos jóvenes de la academia ninja, recibió un mensaje de su abuela pidiéndole que se pasara por su despacho, ahora mismo. ¿Para qué la querría ver a estas horas? Estaba muy cansada…
Decidió coger un taxi, los cuales eran como pequeños carruajes empujados por una especie de caballo rechoncho y dirigidos por un conductor. Era un tipo de transporte público que llamó su atención cuando llegó a Konoha, ya que en Tokio para moverse a largas distancias debías coger el bus urbano o el taxi tipo coche. Aquí había tranvía (que hacía un recorrido predeterminado) y este tipo de “taxis” cuyo motor era la fuerza de un animal.
Desde fuera se escuchaban voces procedentes desde el despacho principal, que reconoció de inmediato. La discusión era fuerte lo cual la hizo preocupar y aceleró sus pasos. Así sin llamar previamente, abrió la puerta.
— Por favor, ya vale…
Esa simple irrupción silenció a las partes disputadas y calmó a la que trató de calmarlas hace un momento pero que al no obtener éxito decidió quedarse al margen.
— ¡Sakura-san! –dijo aliviada Shizune, manteniéndose abrazada a su cerdo mascota a dos metros del escritorio que servía de separación entre la terquedad de su abuela la Hokage y la cabezonería de su padrino Yamato
— Se les oye desde la otra punta del pasillo –cerrando la puerta tras de sí- No sé qué diablos estará pasando, pero si se trata de algo importante pueden dar gracias a que sea de noche y no haya prácticamente nadie en la torre que pueda escucharles
— Mn Tienes razón, Sakura. Lo lamento. Tsunade-sama, si le falté el respeto yo...
— Ah –suspiró- Dejémoslo estar –dijo sacudiendo la mano al aire para no darle demasiada importancia, aunque sin disculparse, por lo que Yamato se molestó un poco ya que ella no admitió su fallo. Pero ¿qué le iba a hacer? Era la Hokage después de todo… Y una bastante orgullosa por cierto
— ¿Y bien? –preguntó Sakura queriendo saber del tema
— Verás, ha caído en las manos de la mensajería aérea de la Atalaya un comunicado privado dirigido expresamente al capitán Yamato y a ti, Sakura, por parte del Consejo de las Fuerzas Armadas de Tokio
— No lo llegó a leer ninguno de los encargados del correo de la torre, por suerte Shizune andaba cerca del “Campanario” -(que era así como llamaban al lugar donde recibían y enviaban mensajes)- cuando se percató del peligro que podía suponer una carta privada por parte de un consejo extranjero para alguien particular de la villa
— Lo cierto es que el hombre de intermediación sobre el que cayó la carta, me preguntó en persona antes de hacer nada. Estaba algo confundido por el remitente pero más que nada por el destinatario en particular. Si no llega a ser por su lealtad…quizás ahora…sospechara…
— Shizune-san me lo trajo al despacho y le apliqué un Jutsu del Olvido a corto plazo, más que nada por precaución. Aunque no me gusta hacer ese tipo de cosas –añadió al final Tsunade
— La verdad no sé cómo o por qué me han enviado la carta de esa forma –dijo Yamato refiriéndose a que el paquete tenía forma física, es decir, no era por medio de e-mail sino como un sobre normal y corriente
— Quizás por temor a los spyware, que últimamente están por todas partes –comentó Shizune
— No me hablen en esos términos. ¡Yo no entiendo de esas COSAS! –se desesperó un poco Tsunade al no comprender el mundo de la informática y tecnología xD. Aunque en Los Países del Sur, no se hacía demasiado uso de ella como en otros lugares
— Je –sonrió Sakura al ver que su abuela seguía sin entender de informática- El por qué nos lo enviaron así o qué fue lo que falló para que cayera en manos del correo de la torre, lo averiguaremos después. Yo quiero saber, qué es lo que dice el mensaje
— Es sobre la última misión que hicisteis para Japón, en la isla de Kyüshü, y lo que encontrasteis allí… -dando a entender que lo sabía desde el principio
Sakura se sorprendió al escuchar esto de la boca de la Hokage. Ella en ningún momento le había hablado sobre esa misión, sí figuraba en su expediente pero la descripción de la realización de la misma, poco tenía que ver con lo que en realidad sucedió en aquel lugar y lo que hallaron en él, ya que era alto secreto.
Giró la vista hacia su padrino, algo enojada; había sido él.
— Etto…yo…creí que era lo más conveniente, que ella supiera sobre el tema –trataba de explicarse Yamato, con una sonrisa forzada
— Tranquila Sakura-san, confía en nosotras, aquí nadie va a decir nada. Además esta confidencia tiene que ver con Tsunade-sama y La Hoja, más de lo que crees…
— ¿A qué se refiere, Shizune-san? –preguntó la muchacha confundida
— Lo sabrás más adelante, cuando sepamos más cosas y estemos seguros –dijo Tsunade de forma tajante haciéndole entender a Sakura que de momento era mejor no saber
— Vale –aceptó ella- Y, ¿qué es lo que dice el mensaje?
Tsunade sacó un sobre color beige del cajón que normalmente mantenía bajo llave. Alargó el brazo entregándoselo a su joven nieta para que leyera el mensaje por ella misma.
En él se informaba a cerca de las averiguaciones impartidas en el área reservada de la Torre Tokio sobre el objeto encontrado en la misión liderada por Yamato y que fue la causante de tantas bajas en tan poco tiempo.
Esa máquina robótica, apodada «el escorpión», que derribaron y trasladaron al centro no parecía pertenecer a ninguna empresa del sector industrial de la zona controlada por el gobierno o milicia de Japón. Tampoco de los países de alrededor. Además la mayoría de las piezas y materiales con las que fue construida no eran propios de la parte más este del continente asiático (Japón, Filipinas…), sino de los extremos norte, oeste y más concretamente del sur, que era donde se encontraba El País del Fuego y otras regiones shinobi.
Lo que desconocían completamente era la tecnología con la que estaba equipado, la cual se escapaba de los conocimientos de los científicos más cualificados de la torre Tokio y milicianos. De hecho era tan avanzada que la llegaron a calificar de anormal, extraordinaria o magnífica.
Tenían alguna pista: norte, oeste y sur. Pero el caso es que al final, no sabían nada.
Las dudas sobre la posibilidad de pertenecer a algún grupo terrorista (conocido o desconocido) estaban muy presentes en las mentes de los altos cargos de Japón. Pero el hecho de que los materiales fueran de algún punto cardinal (N, E, O) no significaba que procediera de allí. El verdadero problema: ¿de dónde provenía aquella máquina infernal, hambrienta de sangre? ¿Quién la mandó? ¿Quién la fabricó? Y lo más importante, ¿por qué? ¿Con qué fin?
Sakura levantó la vista del papel, mirando a los presentes, sin entender gran cosa al igual que el resto de los presentes exceptuando a una persona. Tsunade sabía mucho, incluso más de lo que sugería. Ella y su mano derecha, el shinobi más fuerte de la aldea de La Hoja.
-oOoOoOoOo-
Fin del capítulo III
Bueno, pues nada aquí lo tienen. Espero que les haya gustado.
Espero algún que otro comentario.
Gracias a ese último post de Camaleona.
Y los demás, anímense hombre que no me voy a comer a nadie por una crítica… o porque no vean a Naruto… ¡Que ya va a aparecer! ¡Datebayoo!
Un saludo grande, LadySara
LadySara- Genin
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Tierra de Don Quijote (La Mancha).
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Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
¡Hola LadySara! Vengo por aquí para echarle una ojeada a tu fanfic, y déjame decirte que está genial, tiene una escritura perfecta, o por lo menos a mí me encanta, y la historia me parece una idea súper original (a lo mejor es porque el rollo futurista me va mucho ) ¡Bah, no lo creo!
¡Espero que la continúes pronto, porque ya tienes una fan por aquí dando vueltas esperando a que actualices!
Sin más que decir, un gran saludo.
Chau :33
PD: Por cierto, me tienes que contar la putada que te hicieron en esa asignatura que tu dices... porque tengo pensado ir a la universidad... y quiero ir preparada )
¡Espero que la continúes pronto, porque ya tienes una fan por aquí dando vueltas esperando a que actualices!
Sin más que decir, un gran saludo.
Chau :33
PD: Por cierto, me tienes que contar la putada que te hicieron en esa asignatura que tu dices... porque tengo pensado ir a la universidad... y quiero ir preparada )
Neyli- Novato
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El Quinto Día. Capítulo 4. Parte 1.
.
Al fin, después de tantas cosas que pasaron, entre ellas: un viejo, un hospital y después mucha mucha fiesta y enrrollarme con los temas de discusión (a los que no me puedo resistir) para con el NaruSaku que se han dado en el foro estos últimos tiempos, que si el manga y un shojo al que me enganché y bla bla... Pues... Se me ha ido el tiempo de una manera que no pude controlar. No he vuelto a tocar el fic desde Julio hasta hace un par de días. Un par de días en los que he metido el turbo a la historia de una manera que no vean.
Ey, Neyli, qué alegría tenerte por aquí, pendiente de mi historia. Jejeje Qué bien, tuviste tiempo para leerla. Te lo agradezco mucho, sé que mis capítulos son largos y puede que algo pesados por eso me pongo tan contenta cuando alguien se toma la molestia de comentar. La verdad me conformo con poquito, un par de líneas comentando cada capítulo y soy más feliz que ná... Gracias. Y sí, también me estaré pasando por tu fic y te seguiré comentando. A mí también me gustó mucho el tuyo.
Y bueno, pues POR FÍN ACTUALICÉ.
Es bastante largo, así que voy a tener que postear dos veces. El espacio máximo de caracteres no dá más de sí. Así que lo siento si infrinjo alguna norma, pero al fin de al cabo no deja de ser mi tema. No abusaré de esto más veces.
Capítulo 4. Parte 1.
Al fin, después de tantas cosas que pasaron, entre ellas: un viejo, un hospital y después mucha mucha fiesta y enrrollarme con los temas de discusión (a los que no me puedo resistir) para con el NaruSaku que se han dado en el foro estos últimos tiempos, que si el manga y un shojo al que me enganché y bla bla... Pues... Se me ha ido el tiempo de una manera que no pude controlar. No he vuelto a tocar el fic desde Julio hasta hace un par de días. Un par de días en los que he metido el turbo a la historia de una manera que no vean.
Ey, Neyli, qué alegría tenerte por aquí, pendiente de mi historia. Jejeje Qué bien, tuviste tiempo para leerla. Te lo agradezco mucho, sé que mis capítulos son largos y puede que algo pesados por eso me pongo tan contenta cuando alguien se toma la molestia de comentar. La verdad me conformo con poquito, un par de líneas comentando cada capítulo y soy más feliz que ná... Gracias. Y sí, también me estaré pasando por tu fic y te seguiré comentando. A mí también me gustó mucho el tuyo.
Y bueno, pues POR FÍN ACTUALICÉ.
Es bastante largo, así que voy a tener que postear dos veces. El espacio máximo de caracteres no dá más de sí. Así que lo siento si infrinjo alguna norma, pero al fin de al cabo no deja de ser mi tema. No abusaré de esto más veces.
Capítulo 4. Parte 1.
- Capítulo 4, Parte 1º:
- Capítulo 4Pasaron como cuatro, cinco,…hasta trece semanas desde que comenzó a trabajar dentro de la aldea, ya en la clínica del hospital o como ayudanta en la academia ninja. Pero como fuera hoy por fin se incorporaba al verdadero trabajo de un ninja.
Aunque la verdad no esperaba que la primera misión que le adjudicaran fuera a ser de tan alto rango.
La misión del equipo era de apoyo al segundo sannin de la aldea. Y en estos instantes se acercaba a la frontera del País de la Tierra.
Bajo un sol de justicia un grupo de cuatro personas cruzaban el terreno que les llevaría hasta el refugio actual del shinobi. Un camino marcado por un desierto en el que los cactus eran los únicos dueños del paisaje junto a otros seres como pequeños roedores o culebras. No había fuente de agua alguna; ni lo habría hasta mucho más adelante.
En cabeza se situaba un hombre joven de cabello castaño recogido en una coleta simulada a las hojas puntiagudas de una piña, llamado Nara Shikamaru. A sus espaldas y le seguía el resto del equipo. Dos de esas personas formaban parte de su vida desde la niñez, Chouji Akimichi, su mejor amigo, e Ino Yamanaka. Ambos pertenecientes a clanes nativos de Konoha al igual que él mismo. La última reincorporación al grupo era Sakura Haruno quien en días anteriores conoció por medio de su amiga Ino y que por alguna razón que no comprendía del todo, la Hokage la había asignado a su grupo.
Le aseguró que la chica era leal, le dijo que siempre lo había sido cuando en el pasado estuvo a sus servicios. No se atrevería a traicionarlos. Pero a él no terminaba de gustarle la idea. No terminaba de convencerle del todo.
En realidad no le importaría si se tratara de cualquier otra misión. Pero concretamente esta… Ya a la fuerza la estaba realizando con sus camaradas de toda la vida porque los necesitaba. Por lo que compartirla con una desconocida que acababa de ingresar en Konoha, le suponía un ejercicio moral al que no podía hacer frente y era por ello que no podía quitarle el ojo a la nueva compañera. Obviamente Ino estaba encantada de tener compañía femenina. Y Chouji de conocer a alguien compatible en lo que se refiere a fuerza bruta de combate. Además la chica era agradable.
Recorridos unos kilómetros llegaron a un precipicio cual solo era el comienzo de un amplio cañón de roca anaranjada y polvorienta, no así profundo, en cuyas entrañas se resguardaban del sol las criaturas nocturnas de aquella sábana rocosa. Al fondo y en algunas pareces crecían pequeñas plantas y árboles, lo que significaba que la fuente de agua no se hallaba muy lejos.
Lograron cruzarlo sin percances, pasaron horas vagando por sus laderas, pero lo importante es que lo pasaron antes del atardecer. Tras subir el último terraplén Shikamaru se giró rápido echando la vista atrás, hacia el fondo, como si hubiese notado algún movimiento. De lejos vio una cría de tigre que recién levantada salir de una pequeña cueva.
— ¿Pasa algo Shikamaru? –preguntó Chouji, que había llegado arriba un poco antes
— De aquí hasta nueva orden te situarás en la retaguardia de la fila. Estate atento a cualquier insólito, no estoy seguro pero pueden estar siguiéndonos. Y qué mejor que tu fino oído para resolverme las sospechas
— Bien –miró a donde estaban las chicas, algo más adelantadas- ¿Les comentamos algo…?
— Por ahora no, sólo cuando estemos seguros. Quizá sea alguna alucinación mía –se puso la palma de la mano extendida sobre las cejas para dar sombra a sus ojos mirando el horizonte que habían dejado atrás- La verdad no me extrañaría, hace tanto calor…
— Peor es el desierto arenoso del País del Viento –comentó, ya que allí era todo arena- Y hablando de aquellos parámetros, ¿qué tal estarán el Kazekage y sus hermanos?
Después de la pequeña charla y los minutos de descanso, el capitán ordenó el avance y en cuestión de segundos todos recogieron.
Con el sol de la tarde llegando a su fin atravesaron el último tramo del desierto hasta llegar a las montañas en las que el verde se hacía más vicioso. Bajo el resguardo de una cueva y cerca de un arroyo el equipo decidió pasar la noche.
Encendieron un fuego en la salida de la cueva que les serviría de espanto ante las pequeñas alimañas de la noche y después de eso todos aprovecharon para descansar el cuerpo durante al menos una hora. Estaban agotados, se habían dado mucha prisa en el segundo día de la misión. Shikamaru quiso cruzar el cañón antes del anochecer, ya que las criaturas que aguardaban por aquel lugar eran mucho más peligrosas a comparación con las que se encontraban en las montañas bajo las que ahora se cobijaban.
Después de comer algo, por recomendación del Nara, quien había oído varias historias y consejos por parte de viajeros experimentados, tiraron los restos de las comidas lejos de la cueva en vez de echarlos al fuego, porque era una manera de darles a entender a las criaturas del lugar que ellos estaban de paso y no les harían ningún mal. Así lo hicieron aunque les pareció cosa extraña… Ino fue la que se interpuso a ello hasta que Chouji le quitó su plato y lo lanzó a lo lejos. Ella no se creía esa historia. Además le parecía sucio tirar la comida…
— ¡Pero qué haces! –le gritó la Yamanaka, enfurruñada
— Es el capitán así que hay que obedecerle –se explicó él muy serio, volviendo a recostarse en el tronco que le servía de apoyo, a un lado de la hoguera
— No estoy de acuerdo –respondió aun de espaldas
— Ve y descansa, mañana nos espera un día duro –dijo él ignorándola, con una voz seria que sin llegar a gritar casi parecía una orden dicha de forma desagradable
La Yamanaka se dio la vuelta y con una mirada fulminante hacia su compañero Chouji, pasó por su lado conteniendo su enojo en dirección a la cueva. Al otro lado de la fogata estaba Shikamaru quien no salía de su asombro. Esos dos habían reñido y ¿Chouji había ganado? Era insólito. Lo más extraño es que su compañera se había quedado callada tan pronto sin presentar pelea. Ella no era así y mucho menos Chouji solía dirigirse a nadie de esa forma salvo cuando estaba enfadado o decepcionado con alguien.
— “¿Y a éstos dos qué les pasa?” –pensó el Nara, volviendo a sentarse junto a la fogata, cerca de su amigo que permanecía callado y con la mirada en las sombras
El capitán del grupo suspiró. Sería una noche larga además de un poco fresca. Los turnos de vigilancia se relevarían entre él y su compañero. Ésta noche les tocaba descanso completo a las mujeres ya que hicieron guardia la noche del día anterior.
Sakura vio la pelea desde la distancia. Le hizo bastante gracia, al principio. Pero cuando observó el rostro de regreso de su amiga Ino a la zona de descanso supo que algo no andaba del todo bien entre esos dos. La Yamanaka se tumbó de lado dando la espalda a su compañera aunque no con intención de molestarle. Simplemente no quería que le viera la cara.
—Ino, no le des importancia –le dijo Sakura para que le restara importancia a la discusión aunque de antemano presentía que sólo era una de tantas, en base a algo grave relacionado con ellos dos- No te ha dicho nada…
— No es que me haya o no dicho, sino cómo me lo ha dicho. Nunca me había hablado en ese tono…
— Qué tono
—…rígido –contestó la rubia
— Mn Será porque está enfadado contigo. Y a juzgar por tu reacción…creo que por algo serio. De antes de la misión. ¿Me equivoco Ino? –la Yamanaka no le contestó, otorgando la respuesta- Qué fue lo que os pasó
La Yamanaka se reincorporó, sentándose sobre la improvisada cama del suelo, hecha de anchas hojas y cubierta por una manta. Miró al fuego de fuera que era donde estaban descansando sus compañeros. Estaban hablando, aunque no sabría definir con exactitud sobre qué ya que lo único que llegaba a esa distancia era el ruido de sus voces pero no se distinguían las palabras que compartían. Por lo que ellos tampoco escucharían lo que dijeran ellas, salvo que Chouji tuviera afinado su oído, cosa que dudaba con las horas que eran y lo cansado que estaría.
— Tienes que prometerme, jurarme que no se lo dirás a nadie
— ¿Acaso me ves pinta de maruja? –dijo algo molesta Sakura, no era ni de lejos una entrometida
— Sólo júramelo –cogiéndola de ambas manos, algo nerviosa- Siento que si no se lo cuento a alguien voy a explotar –dijo con voz acongojada y bajando la vista con tristeza y a la vez vergüenza
— Está bien, está bien… Te lo juro –levantando la mano derecha como cuando prometes ante un juez- A ver, qué hiciste
— Yo…me…acosté con una persona
— ¿Por eso? Mn No creo que sea para tanto –juzgó Sakura
— Es que no se trataba de cualquiera. Verás ese hombre…es amigo nuestro…y tiene fama de mujeriego… ¡Es que no pude resistirme! Es tan…guapo. ¡Y no veas cómo besa!
— Céntrate, Ino –llamándole la atención al ver a su amiga desviarse a la fantasía
— Ejem. Sí –recomponiéndose- Lo siento
— ¿Y cómo es que él lo sabe? ¿Cómo se enteró? Digo, hace poco que te conozco y sé que has estado con algún que otro pero…no lo he sabido hasta que me lo has contado personalmente
— Soy bastante discreta
— Por eso…
— Pero es que el día que sucedió eso yo…esa tarde…trabajaba en el hospital y…él vino a verme al despacho y…bueno… El resto te lo puedes imaginar
— Fue a visitarte, fue a tu despacho y…te pilló con ESE hombre, montándotelo con él –la rubia asintió con un ligero cabeceo- Ay madre… –cerrando los ojos y encorvando las cejas al tiempo que los habría mirando al techo- ¿Y qué hizo? Cuál fue su reacción
— Se quedó en silencio por un momento, mirándonos. Y luego se fue. Corrí tras él y cuando al fin lo alcancé, se volteó y me dijo: siempre creí que los rumores sobre ti eran falsos, pero ya me di cuenta de la persona que eres, una sinvergüenza, una zorra… Me da asco ser tu amigo –contó Ino de manera textual- De ser otra persona me hubiese dado igual, a fin de cuentas mi vida privada es mía, pero viniendo de él…él…
— Él es tu mejor amigo, desde pequeños, desde siempre –completó Sakura por ella
— Hai. He perdido su confianza –apenada
— La puedes volver a recuperar. Pero te la tendrás que volver a ganar, y dejar de lado el “estilo” de vida de soltera que llevas. Y te voy a decir una cosa y a lo mejor me tachas de envidiosa pero…siento que no eres muy feliz haciendo lo que haces. Es como si acostándote con esos hombres de los que me has hablado…trataras de demostrar algo –le dijo Sakura mirando a la rubia, que mantenía la vista evadía la mirada de su amiga- Y la verdad no entiendo el qué –dijo rascándose los ojos y bostezando levemente
— Es que…me gusta –dando a entender que le gustaba acostarse con distintos hombres
— ¿Por qué no tratas de buscarte un…no sé…un novio o algo así? Quizá si mantuvieras una relación más o menos estable con alguien tu amigo cambiara de opinión
— No sé si pudiera serle fiel a un solo hombre –dijo Ino dudosa, aun sin mirarla
— ¡Jolín, Ino! –Expresó fastidiada la pelirosa, dejándose caer sobre la improvisada cama al tiempo que estiraba los brazos y bostezaba, claramente cansada y con muchísimo sueño- Inténtalo al menos. Y bueno me voy a dormir, mañana llega pronto –Se recostó de lado contrario a la pequeña lamparilla que había entre las dos
La Yamanaka se quedó en la misma posición, sentada en el mismo lugar y con la mirada en el suelo. De reojo observó a los chicos descansando alrededor del fuego. Shikamaru, que estaba de perfil a ella, movía la boca por lo que seguía conversando con su compañero Chouji, el cual permanecía de espaldas hacia la cueva, tumbado de lado y de cara al fuego.
Era muy triste estar así con un amigo de toda la vida. Ella lo apreciaba mucho, muchísimo. Tanto o incluso más que al Nara.
Con cuidado se tumbó, quedando de lado, bajó la intensidad de la luz de la lámpara y volvió a recostarse, boca arriba. Giró la mirada hacia Sakura quien a juzgar por su ritmo profundo de respiración se había quedado frita. Ojalá pudiera dormir ella con esa tranquilidad. Siempre.
Sonrió triste. “Quisiera hacer lo que me pides, Sakura. Pero tengo una misión. Y no puedo dejarla” pensó al tiempo que sus párpados se cerraban “Ojalá pudiera contártelo, ojalá pudiera contárselo a alguien. Pero muchas cosas dependen de MI misión, demasiado importantes para mí”. Una lágrima bajó por su mejilla. Pensando en ello.
-oOoOoOoOo-
Al día siguiente impartieron rumbo bastante complicado de abatir. Estaban comprobando lo duro que podía llegar a ser el cruce que llevaba hacia la zona sur este del País de la Tierra, de peliagudo relieve. De primeras habían cruzado un desierto, ahora tocaba trepar montañas.
En esto que llegaron a una zona más llana y de poco vegetal, a mediados del trayecto, el suelo comenzó a temblar como si de un terremoto se avecinase. La tierra se levantó bajo sus pies unos metros. El equipo estaba alarmado e inquieto por lo que el capitán tuvo que emplear todo su liderazgo para mantenerlos inmóviles y no perdieran el equilibrio, mediante una técnica de sombras… Aun no sabían si moverse sería peor que mantenerse en el sitio. Todo dependiera de una presunta amenaza. En cuestión de medio minuto los temblores remitieron, alejándose poco a poco.
— Qué diablos ha sido eso –exclamó la rubia nerviosa
— ¿Un…seísmo? –contestó la pelirosa como una posibilidad
— No ha sido ningún terremoto. Más bien una sacudida de tierra cuando algo muy grande se mueve bajo ella –dio su parecer el Akimichi quien parecía saber muy bien lo que decía
— ¿Te refieres a una…bestia “escarbadora” de esas que son como insectos gigantes? –El chico asintió- Uhm, qué asco –tragó asqueada la Yamanaka
— Pero ese tipo de animales es más propio de zonas desérticas como la anterior que hemos pasado. Pero…en el País de la Roca ¿bichos gigantes? Eso es más propio del desierto de La Arena –señaló el Nara
— Hai, esto es una zona de mucha roca y piedra enterrada bajo kilómetros… Mn No, no lo creo –rectificó tras pensarlo
— Este temblor lo ha tenido que provocar algo mucho más grande que cualquier bestia del desierto. Sino fíjense en toda esta tierra removida… –dijo tras andar cinco metros a la izquierda alejándose del sitio donde estaban- Vengan, desde aquí se aprecia mejor
El equipo así lo hizo. Dieron unos pasos hasta situarse al lado de su capitán. Como bien dijo Shikamaru desde esa posición podía evaluar con mayor precisión lo ocurrido.
Se quedaron extrañados al ver como un montón de tierra había sido encumbrada, revuelta hacia arriba, como cuando un topo escarba túneles cercano al suelo. Aquel montículo de tierra ensalzada se extendía desde el horizonte izquierdo pasando por su posición hacia la derecha. Hasta ese punto en concreto formaba una especie de camino, luego se hundía nuevamente hacia el subsuelo. Lo más impresionante de todo era la anchura que debiera tener dicho túnel, entre diez y quince metros de diámetro.
Los cuatro integrantes del grupo a lo largo de su temprana vida se habían topado con animales inimaginables, de grandes volúmenes corporales y extrañas formas físicas. Pero esto, esto ya se salía fuera de lo anormalmente “normal”. Aquello que pasó bajo sus pies tenía que ser un animal más que grande, magnánimo.
Decidieron aplazar el asunto. Ellos tenían una misión que cumplir y no tenía nada que ver con lo que acababa de ocurrir. Salieron corriendo nuevamente en dirección a su destino dejando a sus espaldas el lugar de los hechos.
Hacía cuatro días que el segundo sannin de Konoha pidió un equipo de apoyo para una labor de suma importancia que estaba realizando. La maestra no les explicó nada al respecto sobre dicha labor. Era una investigación privada y que solo el sannin, si lo estimaba necesario, les expondría. Eso si seguía con vida porque según supieron el shinobi estaba herido.
-oOoOoOoOo-
Shikamaru recibió en su brazo un ave mensajero de manera algo precipitada pues iba a mucha velocidad. Se trataba de una de las invocaciones del sannin, un ave lira roja, pequeña pero rápida, que pasaría desapercibida entre los cielos del hábitat como si fuera una más debido a sus colores. En su pata enganchaba un papelito. En él se les proporcionaba las coordenadas exactas del lugar donde se resguardaba. Se trataba de un poblado grande, perdido, arruinado, de los más antiguos. Un lugar cercano a donde solían asentarse las manadas.
La noche estuvo a punto de alcanzarles antes de llegar a las puertas de la localidad, las cuales cruzaron cuando el cielo se tornó de un color oscuro.
Todo estaba tranquilo, demasiado tranquilo. Ni siquiera roedores o lagartijas vieron entre las paredes rotas del lugar. Pero a medida que caminaban sentían como eran minuciosamente acechados.
Al girar una esquina se encontraron de frente dos leonas, de esas que llevaban como una especie de coraza propia en el pecho y comienzo de las patas. Chouji echó mano a su arma, un martillo de medio metro, pero antes de sacarla Shikamaru lo detuvo. Por detrás resultó otra leona seguramente compañera de las otras dos. No era prudente empezar a repartir.
Una de las leonas saltó situándose sobre el muro de las casas de la vecindad, en posición paralela con la otra avanzaban obligando a sus víctimas a retroceder unos pasos, conduciéndoles a donde ellas precisaban. Hasta que chocaron espalda contra espalda en una ronda de cuatro calles, ya que las otras dos calles eran cubiertas por dos leones macho.
En total una manada de cinco leones coraza de dos metros que les dejaron acorralados.
El equipo veía a esas bestias cada vez más cercas, sus fauces eran enormes, una de ellas llevaba enganchado entre los dientes un esqueleto de rata callejera, provocando malestares en una rubia que no llevaba muy bien esas cosas, y eso que era médico…
— Shikamaru… –gruñó por lo bajo Chouji de manera exigente a su compañero, ya con la mano puesta en el mango del martillo, su arma particular
— ¡Capitán! –gritó Sakura algo cabreada porque no emitía orden alguna
— ¡Voy! –Anunció el Nara, al tiempo que cesaba una serie de signos- ¡Kagemane no Jutsu! –su propia sombra se expandió por el mismo suelo, estirándose como si de una mancha negra con vida propia se tratara. Ésta se fue enrollando como una serpiente en los cuerpos de cada una de las fieras, especialmente en sus patas- Kage Kubi Shibari –y con un último apretón de manos, cerró una técnica que quebrantó los cuerpos de las bestias haciéndolas aullar de dolor. Segundos después soltó el sello y con él la técnica se deshizo
Los leones se volvieron a levantar, con dificultad salieron corriendo, huyendo del lugar como cachorros asustados. El capitán separó ambas manos y la sombra volvió al tamaño original.
— Ah –suspiró cansado, pasándose la manga por la frente sudorosa- Siento haberme tardado, no quería que malgastaran su chakra –dijo excusándose
— Entre yo y Sakura-san los hubiéramos tumbado –opinó el Akimichi, aunque nada enfadado
Sakura se quedó fascinada ante tal demostración de poder, sobre todo porque en su vida vio capacidad sobrenatural como esa. Las sombras eran ausencia de luz, imágenes intangibles, que no se podían tocar, solo ver. Y ese chico acababa de usar su sombra como si se tratase de un instrumento que formara parte de su propio cuerpo.
— No. Necesito a Sakura al cien por cien. Y a Ino también. No os lo he dicho antes pero Naruto está muy mal, cada vez peor, tanto que el viejo Fukusaku no ha podido separarse de él ni un instante. Él me escribió el mensaje que recibí
― ¡Qué! Por qué no lo dijiste antes –gritó enfadada Ino
― Para que no os desconcentraseis. Este territorio lo desconozco por completo –excusó
― Comprendo –apoyó Sakura en voz baja, lo cual no pasó desapercibido por el Nara que perfectamente lo pudo haber interpretado como un gesto para ‘hacerle la pelota’ o ganarse su confianza. Pero no, era sincera. Ella sabía lo que era callarse algunas “pequeñas” cosas en las misiones para no perjudicar el ritmo de trabajo de grupo y eso sin ser nunca capitana de nada
— Hay que darse prisa. Naruto no puede morir, no debe morir –apremió el Akimichi negándose a que algo malo le sucediera al Uzumaki
Se pusieron en marcha con Shikamaru al frente guiando el camino.
Llegaron a las puertas de un edificio, concretamente un antiguo hotel de tres estrellas. En el interior la luz de la luna pasaba a través de las anticuadas ventanas pero siendo de noche era insuficiente y tuvieron que prender las linternas.
Pegado a una pared encontraron un papel color verde justo al lado de unas escaleras. Se trataba de un sello de represión, concretamente un tipo de sello que sólo una persona en todo el mundo sabía hacer. El sannin lo colocaría ahí para mantener a las bestias y otros seres alejados del lugar donde ahora descansaba.
Marcharon escaleras arriba, muy deprisa, a pesar de que las mismas chirriaran amenazando a derrumbarse, aunque no lo hicieron. Se detuvieron en la quinta planta donde el capitán caminó concretamente hacia una puerta sin pararse a revisar el resto de habitaciones.
― Ino, prepárate bien. Si Naruto no ha sido capaz de regenerar todas sus heridas…es porque el asunto es grave…
― ¡Hai! –respondió decidida la rubia
― Sakura, he de prevenirte… Nuestro amigo no es cualquier paciente –se detuvo frente a la puerta- Y no me refiero por el hecho de que sea la mano derecha de Tsunade-sama
― Si no se ha muerto en cuatro días estando herido de gravedad…me lo puedo figurar –dijo ella en tono algo sarcástico, concienciada desde hacía dos días cuando empezó a preguntarse “Qué clase de persona es capaz de soportar heridas durante tanto tiempo”. Sólo alguien con una asombrosa voluntad negándose a morir…
Shikamaru giró el pomo y abrió la puerta para encontrarse con un panorama que no deseaba.
En medio de una habitación vieja y sucia, postrado en una cama se hallaba su amigo el sannin Naruto, un hombre rubio de tez morena, cuyo torso era cubierto por vendajes blancos manchados de sangre. Estaba desmayado. Completamente ajeno a lo que pasaba a su alrededor. Justo al lado una rana, o más bien un Sapo Sabio de esos que sólo se encuentran en las leyendas le cambiaba las compresas húmedas de la frente.
― ¡Naruto-kun! –gritó Ino quedándose paralizada por un segundo al ver el estado de su camarada para luego correr a su lado
― Gracias a dios que ya estáis aquí –dijo la rana sabia a los nuevos ocupantes- Está muy mal, lleva dos días sin bajarle la fiebre. Hace cinco horas se desmayó por completo y no despierta –informó apenado mirando al capitán Nara. Luego torció su vista a la derecha para encontrarse con alguien totalmente desconocido para él, una linda muchacha de ojos verdes y cabello rosado que lo miraba anonadada, y que lo hizo erizarse cabreado- ¡Quién es ella! –Pegó un salto y se posó sobre uno los pilares de la vieja baranda de los pies que adornaba la cama, impidiendo que Sakura se acercara más y ayudara a su compañera medic-nin con el paciente. Luego miró con enojo a Shikamaru- Le dejé muy claro a la señora Tsunade que sólo enviara a gente de confianza de Naruto. ¡Quién es ella! –ésta vez mirando a la nueva chica
― Tranquilo Fukasaku-sama, Sakura-san es de confianza –dijo el Nara con confianza
― Mhj –gruñó el sabio concentrando su mirada en la kunoichi- Así que…Sakura, ¿eh? ¿Apellido? –preguntó entrecerrando los ojos
― Eh, Haruno –respondió ella sintiéndose incómoda, con los hombros encogidos y el cuerpo echado para atrás. Estaba algo asustada nunca en su vida había visto una “rana” parlante, pero ya le dijo su abuela que no se preocupara si alguna vez animales hablar y pensar como personas, ya que eran invocaciones de otros mundos paralelos que ayudaban a algunos ninjas en sus labores
― Oh, así que Haruno ¿eh? Me suena ese apellido Mn… –dijo pensativo con una mano bajo la barbilla. “De qué me resulta familiar” pensaba el sabio- Bueno da igual. Lo importante aquí es… –pero fue interrumpido por los gritos de la Yamanaka
― ¡Qué! ¡No, no, no…no puede ser! –Gritó ofuscada la rubia, captando la atención del equipo- Sakura por favor ven, ayúdame –girando su mirada hacia su amiga con ojos de socorro
― ¿Me deja pasar? –dijo muy seria la kunoichi, aunque más que una pregunta parecía una exigencia, pero el sapo seguía mirándola dudoso
― ¡Por favor! –rogó Ino desde atrás, arrodillada en el suelo a un lado de la cama
Fukasaku la miró atento, ella le enfrentaba la mirada, parecía decidida. Relajó su cuerpo, contrayéndolo, dejándola pasar sin impedimento alguno.
― Sálvalo –dándole permiso, al tiempo que cerraba los ojos, como si le rogara
― Ese es mi trabajo, salvar gente –respondió ella de manera casi automática
Sakura se puso al otro lado del cuerpo del joven sannin, al cual Ino le terminaba de quitar por completo el vendaje del torso, mostrándose la grave herida que lo mantenía en esa situación entre la vida y la muerte. Justamente eran tres zarpazos los que le cruzaban el pecho. Y por más que Ino trataba de curarlas algo se lo impedía, repeliendo cualquier intento de sanación. Su compañera la imitó, juntando ambas sus manos en el proceso, uniendo así sus fuerzas.
― Le he administrado una dosis anti veneno, pero no funciona –dijo Ino apretando los dientes, no sólo por el esfuerzo de curar a su camarada Naruto sino también por el de controlar la combinación que hacía con Sakura por tratar de sanarlo
― ¡Qué tan envenenado está! –exclamó Chouji alarmado por la conversación que escuchaba. Pero ambas seguían concentradas
― Voy a sacarle una muestra
Sakura sacó de su mochila una cantimplora, de la que extrajo agua con una mano, moldeada como si fuera una bola. Entonces situó su mano sobre el pecho del sannin, haciendo que el agua se introdujera en su cuerpo y saliera del mismo rápidamente a la otra palma.
Normalmente esa sería la técnica que se utilizaría para extraerle todo el veneno, pero al tenerlo tan repartido por el cuerpo y tan herido, el riesgo que correrían sería provocarle una convulsión. Entonces, ¿qué hacer?
― Ino, prueba con otra medicina, me encargaré de impedir que el veneno siga fluyendo –ideó Sakura, empezando a sudar- Dame un frasco o algo para esto…
Luego de depositar la muestra de veneno en el frasquito de cristal lo dejó sobre la cama.
De inmediato se puso a realizar una corta secuencia de sellos para luego volver a situar sus palmas en cruz en la misma posición, salvo por la particularidad de que el chakra verdoso de la medic-nin adquirió un color más intenso y oscuro. Ino apartó sus manos casi de un susto. La intensidad del chakra medicinal que despendían las manos de su compañera Sakura se había multiplicado por tres. Sorprendente. Se notaba que era especialista en la materia.
― Qué le pasa a Naruto, Ino-san –preguntó el sapo Fukakasu a la chica Yamanaka
― Está intoxicado, el veneno se ha extendido por todo su cuerpo –buscando un sitio donde apoyarse la rubia tiró los útiles de una cómoda que usaría como una improvisada zona de estudio. Sólo sentada y con el instrumental necesario sería capaz- Voy a tratar de…saber qué tipo es…y darle el tratamiento adecuado –decía mientras abría un rollo sobre el que hacer el experimento, simplemente debiera verter una mínima muestra de la toxina en cada uno de los distintos puntos que contenían el remedio
― Sakura-san, ¿podemos hacer algo? –dijo Chouji acercándose a la chica, que seguía aplicando chakra curativo sobre la zona herida, que no terminaba por cerrarse
La muchacha suspiró cansada. Luego miró de reojo a su compañera, muy nerviosa no terminaba de aclararse con el estudio. Habían pasado como diez minutos desde que la rubia se había sentado y aun no hallaba la solución. Y al sannin Uzumaki Naruto se le acababa el tiempo. No aguantaría mucho en ese estado. Las heridas curaban, poco a poco, pero el veneno, el veneno seguía en su cuerpo. Había que pensar en algo rápido. Otra opción.
— Necesitaremos agua…tráete como un par de litros…pero fíltrala con un trapo limpio antes de dármela, las tuberías de aquí son viejas. Y un cubo vacío…y una esponja…de esas de regalo en bolsa que tendrá en algún baño de este viejo hotel. Date prisa
― Hai –respondió Chouji, yéndose rápidamente a conseguir lo que le habían pedido
― ¿Qué pasa, Sakura? –preguntó Shikamaru acercándose a la cama
― Yo…
― Shikamaru… –le llamó con voz penosa la rubia, sentada en una silla medio rota, hablando de espaldas a su compañero- Lo siento. No puedo… Yo no…encuentro la cura…
― ¿Qué? –sin poder creerlo
En esto la chica gira, se levanta y marcha con paso lento hacia la cama. Shikamaru la veía dolorida, sudando, agotada debido a todo el esfuerzo que venía haciendo. No ocurrió ningún altercado durante el viaje donde ella interviniera, reservándola para cuando llegaran donde el sannin Naruto. Pero el trayecto había sido largo. Cuatro días corriendo, deprisa, con apenas algunas paradas. Ni él sabía cómo no estaba desmayado ya. Rápidamente se acerca a su compañera para ayudarla a caminar apoyándose en su mano.
Con lágrimas en los ojos y cara ensombrecida el Nara la ayuda a sentarse en una silla al lado de la cama. Despacio, Ino estira la mano y coge con ella la del sannin herido. Sakura la volvió a mirar, estaba visiblemente agotada. Sus párpados denotaban sueño. Pero no llegaban a cerrarse. La preocupación no la dejaba.
― ¿Cómo puedes continuar? –preguntó Ino incrédula al ver que Sakura continuaba proporcionando chakra medicinal al cuerpo de su amigo moribundo, cerrándole las heridas
― Tengo algunas reservas… Además, este chico es alguien muy importante, ¡es la mano derecha de la maestra Hokage! No pienso dejarle morir
― “Ya veo. La confianza que deposita la Hokage sobre Sakura es recíproca” –pensaba el Nara al escucharla y verla actuar tan decidida para salvar a Naruto quien era tan valioso para la Hokage Tsunade y para la aldea. Y sin embargo ella ni lo conocía
— Dime Sakura, ¿qué es lo que piensas hacer? –preguntó Fukasaku observando
— ¡¡Las tengo!! –gritó Chouji entrando por la puerta con un par de cubos, uno lleno de agua limpia y en el otro con varios utensilios que le había pedido, también toallas, esponjas… todo empaquetado por lo que el polvo no los estropeó ni manchó con el paso del tiempo
— Ya casi… –anunciaba al tiempo que conseguía cerrar la última herida de un zarpazo que su paciente tenía cruzándole el pecho. Retiró las manos de su pecho y respiró- Ah… Muchas gracias, Chouji. Ahora vamos a hacerle tragar…
— ¿Eh?
— ¿Cómo? –sin entender el Akimichi
— ¿No estarás pensando en…?
—…Hacerle vomitar –continuó Sakura por su compañera
— ¡Pero está muy débil! ¿Y si su cuerpo no responde? O peor, ¿le causamos una convulsión?
— ¿Se te ocurre algo mejor? –la rubia bajó la mirada con pena
Al ver la expresión de su amiga la Haruno puso una mano sobre su hombro.
— Puedo “suavizar” las convulsiones que tenga así su cuerpo no sufrirá tanto. Y…responderá. Más le vale hacerlo –advirtió Sakura con seriedad, mirando la cara del shinobi desmayado- Capitán, necesito que ahora todos hagan lo que les diga. ¿Le parece bien?
Shikamaru quedó sorprendido. Le estaba pidiendo como una especie de “permiso” para que durante los próximos minutos le delegara el liderazgo. La Haruno no pensaba empezar a dar órdenes sin su consentimiento pese a que, para ser realistas en estos momentos tensos, era la única capaz de guiar al equipo y de hacer algo por su camarada el Uzumaki. Al cual le quedaban muy pocos minutos para que entrase en un estado de coma y luego vagar por un camino hacia la muerte. Sin saber muy bien qué o cómo contestarle se encogió de hombros y asintió con la cabeza.
De pronto la invocación del sabio sapo Fukasaku se desvaneció en una nube de polvo. Señal de que el sannin Naruto empezaba a desfallecer. Sus reservas de chakra estaban bajo mínimos.
Sakura se quitó la chaqueta, todos empezaron a moverse conforme al ritmo que las órdenes de la kunoichi dictaban. Chouji sujetaría el cuerpo del paciente, mientras Ino le abría la mandíbula para que tragase el agua que Shikamaru le iría vertiendo en la boca poco a poco. La Haruno apresó una de las manos del rubio entre una de las suyas, con fuerza, mientras con un poco de su propia sangre realizaba una pequeña marca (cruz) sobre la vena de la parte opuesta del brazo que lo mantenía en contacto directo con Naruto. Al tiempo que a éste lo empezaba a rodear una fina y casi imperceptible chakra verdoso (medicinal).
Sus compañeros no entendieron lo que pretendía cogiendo a Naruto de la mano pero si servía para hacerlo revivir, la dejarían hacer. No les quedaba otra que confiar en ella.
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Continuación en el siguiente post...
Última edición por LadySara el Vie Ago 22, 2014 11:37 pm, editado 1 vez
LadySara- Genin
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Tierra de Don Quijote (La Mancha).
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El Quinto Día. Capítulo 4. Parte 2.
.
Como bien prometí, aquí traigo la segunda parte.
Si nadie me hace un rewiev entenderé que el fic no gusta y dejaré de postearlo, por mas nuevas lecturas que me encuentre. Sé que tardo mucho en actualizar, lo sé, soy consciente. Lo hago sin ánimo de lucro pero como todo escritor necesito de algo que me entusiasme lo suficiente como para continuarlo.
Para los que echaban en falta al rubio, ya viene y con él la acción. Que lo disfruten.
Capítulo 4. Parte 2.
Como bien prometí, aquí traigo la segunda parte.
Si nadie me hace un rewiev entenderé que el fic no gusta y dejaré de postearlo, por mas nuevas lecturas que me encuentre. Sé que tardo mucho en actualizar, lo sé, soy consciente. Lo hago sin ánimo de lucro pero como todo escritor necesito de algo que me entusiasme lo suficiente como para continuarlo.
Para los que echaban en falta al rubio, ya viene y con él la acción. Que lo disfruten.
Capítulo 4. Parte 2.
- Capítulo 4, Parte 2º. :
- Capítulo 4Tras echarle un último vistazo se levantó del asiento para darle el relevo a su compañera quien había tardado en convencerla para que se retirase a descansar. La Yamanaka era la que menos había dormido del grupo en estos días. Tras esa máscara de “tan sólo tengo algunas ojeras” que cubría con ninjutsu médico tenía un aspecto aún peor. La técnica le sirvió de disimulo ante los hombres pero no pudo hacerlo frente a una medic-nin de tal nivel como Sakura. Descompensación, debilidad. Ino estaba físicamente inerme. Reposar, dormir profundamente era lo que necesitaba. Pero ¿podría? La pelirosa la seguía notando tensa como si algo serio le preocupara y no podía ser Uzumaki, su vida ya no corría peligro.
La Haruno le dio un par de pastillas para el sueño que la rubia tomó dudosa. Ino se marchó a la habitación que Sakura había preparado para que ellas durmieran. En otra de la misma planta se encontraban los hombres, aunque Shikamaru dijo de dormir un par de horas y luego subiría a la azotea para hacer vigilancia. Los sellos “verdes” que el Uzumaki implantó en el edificio hacían su trabajo de mantener a ralla a las bestias pero no cubrían el peligro de otros inoportunos. Hacía un par de días el capitán tenía la vaga sensación de que los espiaban.
Tras chequear al Uzumaki se sentó al lado de la cama, tomó un poco de agua de la botella que había en la mesita y se restregó los ojos. Tenía que estar despierta, así como lo hizo Ino durante todo el tiempo que ella aprovechó para dormir. Apoyó un codo en el posa-brazos y dejó descansar su mentón sobre la palma de la mano. Mientras con su mirada recorría el cuerpo inerte del sannin. Los vendajes cubrían parte de su cuerpo. No por tener heridas sangrantes sino por proporcionar sujeción y calor para que los golpes internos terminasen de sanar solos. Entre Ino y ella curaron la mayor parte de las heridas, golpes o fracturas pero era imposible curarlo completamente. Ningún jutsu es efectivo al 100 por 100. Ni siquiera las técnicas curativas de la señora Tsunade lo eran. Y ellas cuando lo atendieron estaban al treinta por ciento de sus fuerzas. Bastante es que lo salvaron. Bastante fue el milagro.
Se pasó el brazo por la frente secando su sudor. En realidad no hacía calor, en el “campo” por la noche suele hacer fresco.
Pero lo que le pasó hacia unas horas en esa habitación…
De vez en cuando le venían espasmos de calor, sin venir a cuento, sin hacer falta que se estuviere moviendo o haciendo algún esfuerzo como cuando entrenas o luchas. Por suerte cada golpe de calor era menos intenso que el anterior. Se le iría pasando.
No podía dejar de darle vueltas a lo que sintió cuando su chakra medicinal conectó con cada uno de los órganos vitales de ese hombre, en cada uno de los puntos donde recientemente fue cerrada alguna herida. Hizo aquello para manejar las fluctuaciones de chakra del shinobi, pasando por sus venas, para facilitar a la sangre el transporte del veneno hacia el aparato estomacal, y con tanta cantidad de agua tomada de golpe obligarlo a vomitar todo. Sus compañeros le miraron impresionados ante lo cual Sakura respondió “¡Concéntrense!”.
Uzumaki estuvo inconsciente durante el proceso pero su cuerpo reaccionó como predijo la lógica de Sakura; pero nada la preparó para una última descarga que recibió. Una especie de energía inusual envolvió cada palmo de su chakra que como hilo fino se había colado entre las venas del débil sannin, quemando cada uno de esos hilos del chakra medicinal de la chica como si se tratase de endeble papel. Esa fuente de energía acabó por escalar por el brazo del rubio hasta llegar a Sakura que apartó la mano tan repentinamente como si hubiere recibido una tremenda descarga. El sobresalto la echó para atrás. Después esa misma energía se fue expandiendo por el resto su cuerpo provocando que el resto del equipo se apartase del cuerpo del rubio. Luego la tenue luz rojiza que rodeaba su cuerpo desapareció.
Desmedido…
Esa energía, en el momento justo cuando terminaban de maniobrar, se interpuso entre ella y el paciente impidiéndole que terminase de curarlo. De ese modo rechazándola. ¿Qué le pasaba a Uzumaki? ¿Quién demonios era? Algo más que un simple sannin desde luego. Esa clase de energía no la había sentido en su vida.
Hizo preguntas a sus camaradas, que eran los que conocían de toda la vida al paciente. Exigió respuestas. Todos le desviaban la mirada. Ninguno dijo nada en claro. “No me veo en posición de contártelo, es un asunto delicado” y “Si alguien debe decirte algo, ese es él” fueron los alegatos de sus compañeros.
— No me dirá nada, no me conoce de nada –susurró para ella misma
Le quitó la toallita de la frente amarillenta del su sudor. Puso otra limpia. El hombre sudaba mucho. Su cuerpo estaba expulsándose del veneno que le quedaba en la sangre. Le quedaba muy poca cantidad pero se veía que era muy espeso y concentrado, por lo que al sudar la toxina que liberaba por los poros de la piel se veía sucia.
Sakura pensaba en el veneno. Su compañera Ino era muy buena medic-nin y sus pruebas para contrarrestarlo fueron en vano. Ni con el rollo que usó y ella reconoció (pues tenía las marcas de su abuela y por tanto lo diseñaría la misma) no fue capaz de hallar el remedio. Suponiendo que tenía en mano uno de los mejores útiles de los que puede disponer un médico.
Más adelante averiguaría porque un rollo ninja médico diseñado por Tsunade no sirvió para averiguar el antídoto y tuvieron que recurrir a un viejo truco. Pero tendría esperar a volver a la ciudad de Konoha para meterse a un laboratorio y proceder la investigación. Ahora debía cuidar de ese muchacho tan importante para su abuela.
Pese a seguir durmiendo profundamente, al menos ya no estaba inconsciente y completamente ajeno a todo. La rubia le dijo que durante su vigilancia el chico abrió los ojos y movió los labios levemente. Luego de un pequeño instante volvió a caer al sueño. Él no distinguió ni dijo nada. Pero ese par de segundos bastó para aliviar al grupo. Se recuperaría.
En los labios de Sakura se dibujó una leve sonrisa. No sabía por qué pero era la primera vez que se había detenido a mirarlo y eso que antes tuvo ocasión. Pudo observar todos sus rasgos sin oposición ninguna. Rubio. De tez morena. Tres marcas simulando unos bigotes se dibujaban en cada mejilla. El mentón propio de un hombre. Y por qué no decirlo, era condenadamente guapo. Las mejillas de Sakura se colorearon levemente. Estaba como impresionada por lo que le inspiraba aquella simple imagen. ¿Que qué le inspiraba? Quizá la palabra que más se aproximaba fuese… firmeza.
Sus ojos caían. Trató de despejarse echándose agua en el rostro y en la nuca. Pero nada. Al cabo de tres minutos sus párpados se cerraban a poco y su cabeza dejó de pensar. Y así, con la mejilla derecha apoyada en la mano y los ojos puestos en el shinobi se quedó dormida.
-oOoOoOoOo-
Como cinco o seis horas después los primeros rayos de sol hicieron presencia en la habitación. Iluminándola a paso manso.
Fue precisamente la luz lo que la hizo despertar. Pero estaba negada a moverse. Quería seguir así un rato más, descansada, tumbada sobre la cama, sintiendo el ligero cosquilleo enriquecedor de esa leve caricia apartándole un mechón de la cara. Vagamente abrió los ojos viendo la fornida espalda de un hombre de cabello dorado alejándose de ella.
Esa leve caricia, esa sensación de calidez cuando él la recostó… ¡Un momento! ¡¿Él?!
De inmediato se reincorporó como si hubiera recibido un susto. Empezó a mirar de un lado a otro encontrándose a ella misma en el lado izquierdo de la cama amplia donde anteriormente reposaba el sannin. El sannin, ¿dónde estaba? ¿Acaso se había levantado? ¿Era eso posible?
Un dolor agudo pero intensivo aturdió de pronto su cabeza. Sakura apretaba los dientes tratando de no gritar por el mismo. Agarrándose la cabeza entre ambas manos se aplicó chakra curativo sobre las sienes disipándolo. Unos segundos después el dolor fue suavizándose pero no desapareció.
El esfuerzo. Eso fue. Había soportado tanta tensión. Y ahora su cuerpo se resentía.
Oyó una cisterna al tiempo que alguien salía por la puerta del baño murmurando entre dientes. Era su paciente, Uzumaki Naruto, ese hombre tan importante para Tsunade y sus camaradas. Ya lo había observado en la noche pero ahora lo veía por completo. Ahora pudo ver esos ojos azules de los cuales por alguna razón no se podía desprender.
— Tú…
— Soy… Sakura Haruno –dijo ella levantándose de la cama un poco nerviosa e inclinándose levemente con respeto y tratando de ser simpática- He venido con el equipo de Shikamaru Nara
— ¿De veras crees que voy a confiar en lo que me diga una extraña? –Sakura se sintió un poco mal ante la desconfianza del hombre al que acababa de salvar, pero era de entender que el shinobi tuviera dudas al respecto- Quién eres. De dónde eres –preguntó él cruzándose de brazos
— Como ya te he dicho, vengo con el equipo de Shikamaru. Pero si quieres saber algo de mí te diré que conozco a Tsunade-sama desde hace mucho tiempo. Soy su alumna, una de las mejores medic-nin que tiene y no es por presumir. Mi país natal es Japón aunque parte de mi sangre proviene del País del Fuego. Y si la Hokage me ha enviado aquí es porque confió en Ino-san y en mí para salvarte… Lo cierto es que si llegamos a tardar un poco más hubieras muerto –cruzándose de brazos, enojada y con algo de pena en la mirada- ¿Te parece suficiente?
— Mph –curvando los labios en una leve sonrisa- Esta bien… Te creo –creyó al fin al tiempo que la tensión desaparecía del cuerpo del sannin y sus hombros se relajaban, así como la expresión de su rostro- Lo siento es que…
— No pasa nada. Ahora por favor, recuéstate, aun no te recuperas –señalándole la cama
— Pero si me siento perfectamente
— Vuelve a la cama…Uzumaki Naruto –insistió seria
— Has dicho que te llamas Sakura, ¿cierto?
— ¿Eso qué tiene que ver ahora? –ya algo molesta
— Pues…que es un nombre precioso; pega a la perfección contigo. Eres…muy bonita
Girando la mirada y con los mechones de su pelo, Sakura trataba de disimular el sonrojo que le acababan de provocar aquellas dulces palabras. Lo dijo con una naturalidad y sencillez…Casi pareciese que lo dijera sólo para agradarla. Casi. Pero no. Pudiera no haber estado con un hombre en su vida pero si de algo le sirvió su belleza en todos estos años es para darse cuenta de que toda palabra salida de la boca de un hombre es dicha con segundas intenciones.
— Je, no sería el primero que me lo dice –con una sonrisa pero con tono serio, aún con ese ligero sonrojo en las mejillas que no eran perceptibles por el Uzumaki- Ahora, vuelve a la cama. Necesitas descansar. Aunque creas que estás recuperado, no lo estás. Lo sé muy bien Uzumaki. Hace unas horas hice una revisión y pese a tu asombrosa mejoría puedo asegurarte que no estás al cien por cien
— Bueno, bueno… Ya voy –le contestó él pasando por su lado para luego sentarse en la cama, pero al intentar tumbarse se quejó, llevándose la mano a las costillas. Sakura de inmediato se acercó a él y sujetándolo del brazo lo ayudó a recostarse
— Te dije que no estabas recuperado
— Necesitaba ir al baño… Por cierto, gracias por salvarme Sakura-san –le dijo mirándola a los ojos mientras se recostaba en la almohada, quedando medianamente reincorporado
— Es mi trabajo así que no me las des –le respondió con una sonrisa, aunque con un tono serio. Se sentó al lado de Naruto. Tras hacer unos sellos su mano derecha se tiñó de chakra verdoso medicinal que posicionó sobre uno de los costados del shinobi aliviándole el dolor y ayudándole a sanar.
El Uzumaki no paraba de observarla. Se la veía muy concentrada. “Y hermosa…” pensó.
— Para ser sólo tu “trabajo” le pones mucho empeño –comentó él al ver cómo lo atendía sin conocerlo de nada, con la ternura que le da un enfermero a un paciente habitual- ¿Es algo más, verdad? –ella asintió
— Salvar la vida de la gente. Esa es mi gran devoción –le contestó sin tapujos. Después apartó la mano del costado vendado del sannin. Éste notó la mejoría de inmediato
— También es la mía –añadió después de unos segundos
— ¿Utilizas métodos medic-nin?
— No. Bueno, me refiero…yo también trato de salvar la vida de tantos como pueda –dijo rascándose la parte de atrás de la cabeza con mirada cohibida- Sólo que uso otros modos. Otros métodos. De lucha
— Mph Lo suponía –él la miró interrogante- Cuando te encontramos tu sangre estaba demasiado envenenada. No te inyectaste ningún tipo de antídoto para contrarrestar o frenar el veneno del enemigo antes de enfrentarte a él
— Normalmente no me hace falta. Mi cuerpo siempre ha repelido los venenos. Y aunque sí he pasado algún que otro mal momento a causa de la intoxicación, los he superado en un par de días. Salvo éste…
—…Que casi la palmas –continuó ella mirándolo seriamente
— No recuerdo nada de los últimos días. Sólo sé que me sentía mal, empecé a marearme y encontré este pueblo. Invoqué al viejo Fukasaku e hice enviar varios mensajes. Uno a Tsunade y otro a Shikamaru suponiendo que estarían de camino –relató- ¿En qué estado me encontraron?
— Fiebre alta y respiración pausada, muy pausada
— O sea, prácticamente muerto –dijo serio. Luego sonrió de oreja a oreja
— ¿Mn? ¿A qué viene esa sonrisa?
— Es la primera vez que realmente he estado al borde de la muerte –sin borrar su retozo- ¡Y es emocionante! –apretando el puño de la mano, mirando al frente emocionado
Sakura lo miraba con una cara de interrogación pensando en lo contraria que era su reacción a la de cualquier otro paciente que hubiera conocido. Cuando a alguien le dices “has estado a punto de morir” no suele emocionarse sino preocuparse en ser más prudente la próxima vez.
— Podrías contarme qué fue lo que pasó
— ¿Eh?
— El enfrentamiento tuvo que ser con alguien que entendiera bastante de venenos. Si dices que tu cuerpo tiene capacidad para liberar toxinas perjudiciales, entonces la lucha se dio con un tipo de conocimientos médicos y supiera a cerca de tu organismo bastante bien. No sé quien sería pero con esta simple conjetura puedo deducir que iba por ti o al menos iba equipado por si se topaba contigo…
Naruto se quedó boquiabierto, asombrado ante la seguridad en palabras de la nueva kunoichi o más bien de sus deducciones. Seguiría afirmada en ellas aunque le dijera que estaba equivocada.
— Lo que me pregunto es ¿contra quién demonios peleaste, que te dejó así de mal? –dijo ella refiriéndose a sus heridas, casi todos cortes algunos incluso eran desgarramientos de piel que ahora por suerte estaban curados y no quedaban demasiadas cicatrices
— Eso… Preferiría contárselo a Shikamaru –dijo simplemente, poniéndose serio
— Voy a llamarlo entonces –avisó levantándose de la cama- Entiendo que no me quieras decir nada, al fin de al cabo soy una extraña –confesó algo apenada
— Yo…ah…no es por eso, Sakura-san. Verás… Es un asunto delicado, del que nadie más sabe
— ¿Cómo de delicado?
— Pues que no sé si deba contároslo. Aunque estoy viendo que quizás no quede otro remedio. Como tú bien dices estoy recuperado pero no del todo, y no lo estaré en unos cuantos días más. El problema es que no puedo quedarme aquí sentado esperando, ahora que tengo la pista. Os necesitaré a Ino y a ti como medic-nin
— Pero se supone que eres capaz de regenerar tus heridas, o al menos eso es lo que me pareció ver cuando te encontramos aquí –se explicó ella- Las heridas sanaban pero a un paso tan lento que seguías perdiendo sangre, infestándose y envenenándote
— Ahora no, ahora no soy capaz de curarme. Se ha enfadado y con razón –dijo con un tono apagado para sí ser muy consciente de que no estaba sólo en la recámara
— ¿De qué estás hablando?
— Nada, de nada importante Sakura-chan… Cosas mías. No me hagas caso –se rascaba la nuca el sannin con una sonrisa
— Ok. Iré a avisar a mi capitán. Con la hora que es se habrá dormido sino ya estaría por aquí
Sakura hizo como si nada, como si aquel comentario no reforzara en ella la duda sobre ‘Quién era realmente Uzumaki Naruto’. Antes de salir se quedó quieta con la puerta entreabierta al percatarse de un detalle insignificante.
— Ah, Naruto –percatando la atención del mencionado- No me llames con el “chan” por favor
— ¿Te…molestó?
— No es eso. Es que es una tontería. Tú y yo no somos tan…amigos como para tratarme así
— Lo siento es que…me salió solo
— Que te haya salvado la vida no significa darnos familiaridades. ¿Quién sabe? ¿Y si soy una espía tratando de ganarse tu confianza? –dijo tratando de sonar seria, pero se notaba la ironía. Le salió una sonrisa de picardía que le delataba
— Entonces serías la espía más hermosa que he visto en mi vida –contestó él con una mirada directa a los ojos, y con una diminuta sonrisa delineada en los labios que bien Sakura no sabría descifrar bien, ¿sincero o irónico? Desde luego dulce había sonado. Muy dulce.
Como fuese esas palabras la provocaron salir inmediatamente.
Dentro de la habitación Naruto se quedó mirando la puerta por la que la chica salió hace un segundo, pensando en la hermosa muchacha pero no comprendiendo del todo por qué salió tan apresurada tras decirle aquello. Un simple cumplido que una mujer bonita debiera estar acostumbrada a oír todos los días.
— En fin, quién entiende a las mujeres –suspiró Naruto, para luego volver a recostarse y sonreír con picardía
-oOoOoOoOo-
Cuando fue a buscar a todos y cada uno de los integrantes de su equipo, se encontró lo que esperaba. La Yamanaka y el Akimichi dormían en sus respectivos cuartos. El capitán Nara en la azotea sentado sobre una piedra de hormigón y apoyado contra una pared. Con una baba cayéndole por la comisura del labio. Fue a quien primero fue a despertar ya que el sannin Naruto quería hablar con él primero. Pudo tardar en despertarlos pero Sakura vio las prisas del rubio en tomar camino lo antes posible. Y por lo que dedujo de las palabras del Uzumaki supuso que finalmente les contaría sobre lo sucedido. No le quedaba otra.
Al momento que regresaban a la habitación de Naruto Uzumaki pudieron escuchar voces.
“¡¿Pero te has vuelto loco?!” Se le escuchó a un Shikamaru notoriamente sobresaltado.
Los ánimos se calmaron cuando la puerta se abrió y tras ella pasó Sakura con el resto del pelotón. Ino corrió abalanzándose sobre Naruto, abrazándolo y gritando de alegría al ver su recuperación. El chico se quejó por lo fuerte del abrazo. No estaba del todo bien.
Tras el emotivo momento Uzumaki les empezó a contar sobre su viaje, centrándose especialmente en el encontronazo que tuvo con el enemigo. ¡Y qué adversario! Les sonó a cuento de fábula, de fantasía, a película de ciencia ficción. Las caras de sus camaradas eran todo un poema, salvo la de Shikamaru todos lo miraban en plan ‘¿Me tomas el pelo?’
Naruto esperaba que reaccionaran así, pues por más que estuviera avanzada la tecnología quién podría imaginarse un enemigo tan temerario sin ser de carne y hueso. Las máquinas inteligentes o también llamadas robots existían desde hacía tiempo pero todas ellas se ceñían a tareas simples y serviciales. Estaban bastante limitadas y no todo el mundo hacía servicio de ellas.
Varias gentes de todo el mundo preferían hacer las cosas por sí solas por eso de no perder ‘lo humano del pasado’. La gente en general era consciente de que la esencia del hombre estaba decayendo. ¿Qué esencia? La del esfuerzo, la autonomía. Y muchos se negaban a perderla. Gente normal y corriente. Sencilla.
Pero ese no era el tema. El punto en cuestión es que alguien a partir de un simple prototipo de combate había diseñado, desarrollado y creado un ser artificial capacitado de una tecnología asombrosa que sobrepasaba los límites de las ciencias aplicadas conocidas hasta ahora. Sin sentimientos. Moviéndose bajo las órdenes de un yugo.
— Es la máquina de matar perfecta. Incluso mejor que un Jinchuuriki –añadió a Naruto al final bajando la mirada, consternado, afectando sus palabras al resto
Sakura se quedó pensando. “¿Más poderoso que un Jinchuuriki?” Su abuela Tsunade le había hablado sobre ese tipo de gente. Cómo los «Skiller» solían poseer algún tipo de habilidad, o más bien energía, pero éstos poseían un tipo de esencia que los hacían incluso más insólitos que la propia gente ‘especial’ desde su nacimiento. Y por eso es que solían ser llamados Avatares o vulgarmente contenedores… Jinchuuriki.
{Flash Back}
— ¿Avatares? ¿Contenedores? ¿Contenedores de qué Tsunade-sama? –le preguntó Sakura a su abuela durante el descanso de un entrenamiento en la sala especial Blanco Infinito
— De un Bijuu…
— Las criaturas celestiales de las que me habló el otro día –recordó la joven
— Hai. Verás nieta, no todo el mundo puede contener un Bijuu. El «Skiller» que se elija debe tener esa energía, ese aura tan especial que lo diferencie del resto y que de alguna manera lo haga indescriptible ante el resto de sus semejantes y de la humanidad
— Casi parezca que hablara de un dios
— No –negó Tsunade riéndose- Los Jinchuuriki o Avatares suelen ser gente que en su ADN lleve algún tipo de barrera de sangre de aquellos clanes en tiempos inmemoriales sobre los que se construyeron Los Países Del Sur. Tales como los Senju, los Uchiha, los Uzumaki, etc.
La chica asintió asimilando la información. Entendiendo porque cuando empezó a explicarle cómo funcionaba la aldea de La Hoja también le explicaba esas historias antiguas que Sakura escuchaba atentamente, sin perderse un detalle, como cuando a una niña le leen en voz alta su cuento favorito. Ella no era mucho de estudiar historia sobre los libros salvo que fueran de medicina, pero que se lo contaran era otra cosa
— ¡Usted es una Senju! Que recuerde su apellido es ese
— ¿Crees que soy un Avatar? ¿Por lo de la fuerza bruta o capacidad regenerativa?
— No. Bueno, no sé
— JaJaJa –rió la mujer- No podría ser un Jinchuuriki ni aunque quisiera. Y es una carga enorme y pesada. Da miedo –dijo esto en un tono más serio- En realidad soy muy contraria a lo que sería un candidato a Jinchuuriki. Mucho menos al Bijuu de Nueve Colas, conocido como Kyubi del cual te hablaré más adelante… En realidad los Senju eran junto a los Uzumaki los únicos capaces de contender al Kyubi si éste despertara del interior del Jinchuuriki
— Despertar… –susurró pensativa la muchacha- Cuándo o cómo puede suceder eso
— Cuando el sello sobrepuesto en el Jinchuuriki para mantenerlo, digamos, “encerrado” al Bijuu…se debilita…poco a poco…
Tsunade le hubiere contado más. Pero ya era suficiente por hoy. Lo dejaría para otra ocasión.
{Fin Flash Back}
Esa fue la última vez que habló con su abuela en privado, antes de ser reclutada a esta misión.
— Decidme chicos, de camino para acá ¿no os pasó nada fuera de lo normal?
— Mn Ahora que lo dices… Algo nos pasó por debajo ayer de camino a este pueblo –rememoró la integrante Yamanaka
— Hai. En un principio pensamos que era un animal pero el túnel que sobresalía de la tierra debía medir entre diez y quince metros de anchura –decía Chouji abriendo los brazos- Y habrá bestias grandes pero…
— Ni siquiera los topos que son lo más grande de tamaño que te puedes encontrar por estos lugares. Y son silenciosos a la hora de cavar –analizaba el capitán del grupo- Porque aquello que escuchamos era como…
— Como el sonido de un taladro –terminó por decir Naruto. El Nara asintió- Ya veo, sigue rondando por aquí –dijo para sí en voz alta, pensativo- Eso que os pasó por debajo era el robot contra el que yo combatí días anteriores
— ¡¿Fue ESO lo que te dejó así?! –el sannin asintió ante la pregunta de la rubia
— No tiene que ver si es máquina o no. Si lo escucharon sería porque andaría escacharrado –quiso apuntar Naruto dando a entender que del combate no fue el único que salió perjudicado
— Un robot usando veneno. Qué interesante
— Inusual diría yo. Si es una máquina de matar tan sofisticada ¿por qué molestarse en usar veneno? ¿Pudiste saber cuánto de esa toxina podría contener? –se le ocurrió preguntar luego
— En la mandíbula, concretamente en el “paladar” superior distinguí desde la distancia una especie de bolsa de la escurría la toxina color violeta
— Como la muestra que te extrajimos ayer –apuntó Sakura, abriéndose cautelosamente a la conversación
— Hai –respondió Naruto
— Y si es tan grande y voluptuosa. ¿Cómo no la esquivaste? –el Uzumaki fue a responderle pero alguien se le adelantó
— Ser grande y de metal no viene a decir que sea pesado. Si tiene una buena energía que lo alimente tiene fuerzas necesarias para moverse con esa agilidad que Naruto-san advierte
Naruto se quedó bastante sorprendido ante la nueva kunoichi. Lo estaba defendiendo.
Sakura sabía que él era fuerte. Incluso muchísimo más de lo aparente. Lo había sentido en la sangre, en su cuerpo, cuando lo curó en la noche anterior. Así que no se imaginaba al soldado Naruto Uzumaki precisamente lento a la hora de actuar o moverse en batalla.
— Sí, bueno –admitió el capitán Nara- Y entonces, ¿qué hacemos, Naruto?
— Eso. Ahora eres tú el que manda. Nosotros somos tan solo un equipo de apoyo
— Yo supongo que levantarse y seguirle la pista a ese malnacido, ¿no? Si nos has contado todo será porque quieres que vayamos contigo
— En realidad no quisiera. Pero Sakura-ch… Sakura-san dice que no estoy recuperado. Y por más que me empecine estos dolores no van a desaparecer –dijo sentándose al borde de la cama, con las piernas colgando
— “¿Averiguaremos por fin quién está detrás de todo esto?” –pensó Shikamaru que era el único del grupo que sabía de las investigaciones del rubio desde hacía tiempo. Aun así el Nara estaba seguro de que Naruto y la Hokage le estaban ocultando cierta información
— Muy bien –sentenció la Haruno
Y eso hicieron. Tomaron el desayuno y minutos después salían del viejo hotel.
-oOoOoOoOo-
El Nara comandó la guía en la primera parte, hasta que llegaron a la zona donde tuvo suceso el seísmo del día anterior. A un paso de las montañas que iniciaban una sierra, para después formar una cordillera de altos picos a lo lejos, cientos de kilómetros más adelante, cuyas cumbres estaban cubiertas por capas blancas. En esa dirección se dibujaba el montículo de tierra, a lo largo. Que dejaba de ser visible para hundirse en la tierra.
Encendieron unas linternas con fuego. Y se adentraron en el mismo, con algo de temor. El hueco se deslizaba hacia el fondo como una especie de tobogán poco inclinado. Una cueva, una madriguera con un solo túnel sin fin.
Naruto en cabeza, guiando al grupo, seguro de la dirección que había tomado del túnel.
Anduvieron durante dos o quizá tres horas, la gente comenzaba a sudar y cansarse, sobre todo por la falta de aire por lo cual tuvieron que recurrir a unas botellas de oxígeno. Todos la necesitaron menos Naruto caminaba más o menos bien aunque algunos dolores seguían presentes. Sakura que estaba detrás era quien le ayudaba con los mismos, calmándolos. Tuvo que atenderlo varias ocasiones. Ella le dijo de parar un rato a descansar pero él se negaba empecinado en continuar. Se toparon con una pieza de metal de unos dos metros que les llamó mucho la atención. El sannin les explicó que formaba parte de la máquina con la que se enfrentó; pero que era una pequeñísima parte de la misma. No tenía punto de comparación.
Un poco más adelante empezaron a percibir un aire bastante frio, la temperatura estaba bajando, a pasos agigantados. Percibieron entonces unos tímidos pero bienvenidos rayos de sol. La tierra del camino se empinaba nuevamente hacia arriba de una forma sutil. Llegaron al final del túnel, respirando al fin aire puro pero congelado como en invierno. Quedaron boquiabiertos.
Estaban en medio de un paisaje montuoso cubierto de nieve. Al pie de una sierra, un sistema montañoso llamado Kobo, una sierra con la que entre otras delimitaba una frontera. La frontera para con el pequeño País de las Nieves.
¿Cómo diablos…? Se preguntaron.
La respuesta era sencilla. Llegaron a través del túnel de tierra. Por lo cual la pregunta correcta sería ¿Por Qué? Y lo más importante, ¿Para Qué? Naruto las tenía presentes desde hacía ya casi año y medio que inició la investigación en secreto. Y algo le decía que estaba en camino de encontrar la respuesta.
Encontraron refugio en una cueva donde resguardarse del frío. Encendieron un fuego con las maderas que pudieron encontrar, dada la humedad del ambiente fue difícil.
Una de las que no se separaban de la hoguera era Ino, abrazada asimismo tiritaba como un pajarillo con los ojos cerrados, maldiciendo al invierno entre dientes. De pronto sus hombros y espalda fueron cubiertos por el calor de la tela. Miró para atrás sorprendida al ver a Chouji cubriéndola con su propia chaqueta. Ella le dio las gracias con una sonrisa agradeciendo su gesto. El Akimichi imitó a su compañera sentándose al otro lado del fuego, abriendo una bolsa de patatas fritas. Seguía serio pero parecía estar más calmado y relajado con ella. Cruzaron algunas palabras sobre la misión de Naruto pero la charla no fue más allá, quedándose bastante coja a comparación con la de conversaciones que compartieron hasta el día de ayer.
Mientras fuera de la cueva Shikamaru observaba el cielo largo rato, cubriéndose de nubes blancas. Sakura tras terminar de revisar su equipamiento salió a la entrada del refugio y se acercó a su capitán.
— Dentro de poco caerá una nueva nevada. Y Naruto no ha vuelto aún. Me preocupa, incluso el mejor explorador puede perderse entre un paisaje tan helado
— Cree que será necesario ir a buscarlo
— No lo sé. Y dime, cómo estamos de equipamiento
— Las reservas se agotan. Como mucho tenemos hasta mañana
— De todos modos…deberíamos pensar en marcharnos ya –dicho esto saco de su bolsillo un paquete de tabaco, cogió un cigarro y con un mechero lo prendió. Le dio la primera calada y lo sacudió deshaciéndose de las sobradas cenizas- Dentro de poco tiempo habrá una tormenta, de esas que son capaces de dejarnos asediados durante uno o dos días enteros. Si Naruto no regresara pronto partiremos de vuelta
— ¡Qué! –exclamó escandalizada- ¿Sería capaz de dejarle solo? ¿De abandonarlo a su suerte?
— Se las apañará –dijo apoyando su cabeza en una pared, con las manos en los bolsillos y un cigarrillo entre sus labios
— ¿Será una broma? –Dijo enojada- Naruto está mal, aun no se recupera del todo. ¡Que no entiendes que deberíamos estar a su lado! –apretando un puño y enseñando los dientes
— Pareces tomártelo muy enserio. Ni que fuera amigo tuyo –sacudiendo el desecho de cenizas de la colilla de entre sus dedos
— La vida de ese shinobi es crucial en la vida de Tsunade-sama; si lo perdiera no sabe qué haría. Todo sería un desastre. Konoha quedaría relativamente desprotegida. Él es de las pocas personas en las que confía para mantener a sus enemigos a raya. Además…me cae bien –añadió calmándose ligeramente
— Mph Si, Naruto es bastante amigable, supongo… –opinó el hombre tras expulsar el humo de su boca- Lo siento Sakura, pero si os estoy reteniendo aquí es por órdenes de Naruto –la chica mostró asombro ante esto- No sé qué demonios estará pensando pero me advirtió que de buscarlo no me volvería a dirigir la palabra y me excluiría del caso que está tratando. Y eso es lo que menos quiero. Al igual que él, yo también quisiera saber qué demonios está pasando. Qué son esas cosas y qué están haciendo aquí. Qué traman… Y ante todo bajo qué mando actúan
— ¿Acaso hay más de una máquina...así de…?
— Probablemente
— Mayores razones me das para ir a buscarlo –argumentó muy seria
— Sakura, no…
— Por favor, Shikamaru –le pidió mientras inclinaba la cabeza, con las palmas de las manos una contra la otra, en posición de ruego. Él se quedó sorprendido- No es sólo por Tsunade-sama, es por mí. Nunca me lo perdonaría si llegase a morir. Es mi paciente. Y una buena doctora nunca no abandona a sus pacientes ni aunque ellos insistan en dejarlos…
Shikamaru quedaba sorprendido por sus palabras. Nunca había conocido a ningún medic-nin a parte de la señora Hokage con tal devoción por su profesión.
— Te lo tomas muy en serio… –comentó en un casi susurro, se rascó la barbilla un momento, pensativo. Por su mente pasó la imagen de Naruto de la noche anterior, cuando lo encontraron allí, postrado en una cama de un hotel viejo de un pueblo de reunías, todo malherido y a las puertas de la muerte- Pero qué diablos hago haciéndole caso a ese cabeza hueca. ¡Esa cosa casi lo mata!
— ¿Entonces…?
— Ve y avisa a Ino y Chouji. Partiremos en busca de Naruto inmediatamente –dijo apurando con una última calada el cigarrillo
— ¡Hai! –respondió firme con una sonrisa, complacida
Luego de volverse hacia la cueva, gritando “¡Muévanse! ¡Nos vamos!” el Nara se quedó esperando en el sitio mientras la gente recogiera, tomándose el último tramo de cigarro que le quedaba. Miró al cielo y temió en voz alta.
— No sé por qué, tengo un mal presentimiento… De que todo no saldrá ‘tan bien’ como Naruto espera –tras la última calada, apagó el fuego del cigarro, sus compañeros de equipo ya salían dispuestos a buscar a Naruto y contradecir sus órdenes. No podían dejarlo solo, de ninguna manera, ni aunque él lo pidiera. Mucho menos en circunstancias así
-oOoOoOoOo-
Detrás de una bélica batalla, antes de desmayarse escuchó unos gritos, sintió un cuerpo recogerlo en su regazo tras caer al polvoriento suelo, unos ojos verdes y el cabello rosado de una mujer de rostro angelical, llamándole. Por último imágenes difusas de otras tres personas acercándose a él, gritando su nombre antes de cerrar los ojos y apagarse hasta este mismo instante.
Con sumo esfuerzo se incorporó sobre la camilla, irguiendo la espalda porque por el momento no movía ninguna parte de su cuerpo salvo la parte troncal. Aunque sí sentía las heridas repartidas por sus extremidades, las cuales poco a poco irían curando. Unas vendas cubrían el abdomen y los riñones dejando el pecho desnudo.
Miró para todos lados pero no encontró a nadie. En su lugar un sinfín de “regalos” ocupaban la cama de al lado. Uno era un ramo de flores de parte de algunos de sus amigos para animarle en su mejoría. El resto eran pequeños presentes por parte de sus fans. Sí. Tenía un pequeño grupo de fan’girls siempre pendiente de él. Desde hace algún tiempo. Al principio le hizo gracia tener perseguidoras femeninas pero con el tiempo aquello se convirtió en una pesadez. Por lo menos ya no lo atosigaban tanto.
Eran bonitos y quizá algunas cosas fueran de utilidad pero no les prestó atención.
Por otro lado hubo algo que captó su curiosidad. Sobre la mesilla había un pequeño ungüento. Lo cogió y lo abrió, su olfato se impregnó de un olor poco habitual. Lo reconocía. Era de la flor de Lotus Sagrado que la señora Tsunade aplicaba sobre los golpes más intensos. Una especie de crema usada tan sólo por ella. ¿Lo habría ido a visitar? Seguramente.
Después giró la vista hacia las ventanas ofreciéndole unas vistas maravillosas hacia la Atalaya Hokage, tan grande y magnánima, siendo el centro de toda aquella inmensa aldea. Sin ella la Villa de La Hoja se perdería. A un lado se divisaba al fondo la montaña los rostros de los Hokage. Deteniéndose en el último gravado el de Tsunade Senju, la actual gran maestra.
Entonces su mente comenzó a divagar, recordando la batalla de hacía unos días, causa por la cual estaba nuevamente hospitalizado. Ocurrió al pie de la sierra del País de las Nieves fronterizo con el de la Roca…
{Flash Back}
Shikamaru cumpliría sus órdenes, estaba seguro. No era la primera vez que hacía este tipo de cosas y le dejaba el cargo a su amigo. Para luego regresar con una resolución y recoger a un grupo que lo acompañara en una misión.
Estaba seguro de que la guarida o, mejor dicho, el nido de aquella bestia metálica debían encontrarse por aquel paraje. De hecho todo parecía indicar que así era. Cuando salieron del túnel hace unas horas observaron un rastro de destrozos medio encubiertos por la nieve, encaminados hacia algún lugar en particular.
Arraigado a su idea siguió dicho rastro, medio oculto por el paisaje helado. Por el camino encontró entre la nieve una pieza metálica con cables colgando. Sin duda formaba parte de aquella máquina infernal. Un robot que decidió apodar «leviatán».
Tras caminar varios kilómetros llegó a un pequeño precipicio. Justo debajo se hallaba un lago congelado. O aparentemente lo estaba. Su fino oído no escuchaba el tranquilo y sutil sonido de las criaturas fluviales al nadar, sino el propio de una herrería. Extrañado bajó de un salto. El choque de sus pies sobre la superficie helada hizo patinarse a la vez que retiraba un poco del manto de nieve. Entonces se pudo ver algo bajo la capa de hielo que no le resultó nada normal. Un gravado sobre una superficie metálica cuyo símbolo vio más de una vez a lo largo del transcurso de su misión.
De súbito el suelo sufrió una sacudida y se empezó a abrir en dos. Entonces entendió, del lago que pudo haber un día sólo quedaba su apariencia. La superficie sobre la que estaba eran unas compuertas, la entrada y salida de un escondrijo.
Inmediatamente corrió a esconderse detrás de unas rocas, desde las cuales avistó salir una especie de autómata en forma de escorpión el cual a la vez cogía la apariencia de una nave militar propia del diseño que solía llevarse en los Países del Sur y salió volando hacia alguna parte del lejano cielo.
Las puertas comenzaron a cerrarse. Naruto corrió, saltó colándose en su oscuro interior al momento justo de cerrarse por completo. Se quedó colgado un momento viendo como el elevador que antes ayudó a aquella máquina a salir se contraía.
Sigilosamente, se deslizó cual araña por las rudas paredes del oscuro lugar hasta llegar más abajo, cuya zona estaba algo más iluminada. Corrió por los pasillos de lo que parecía ser una especie de instalaciones de control vigiladas por un par de guardias que burló fácilmente.
Tras dar unos pasos y pasar un umbral se quedó paralizado ante la visión. Desde esa altura se podía ver casi todo. No sabía cómo describirlo, era complejo. Pero en su todo se resumía al de una fábrica, una industria futurista incluso más expectante que las de las mejores ciudades del mundo, en donde las máquinas eran el ente principal. Casi todas de un tamaño considerable, de las cuales se ocupaban una serie de individuos de traje entero blanco con capucha (típico científico). Dicho lugar era como una especie de taller en donde se producían varios tipos de máquinas robóticas a lo gigante, con una tecnología de niveles extraordinariamente avanzados incorporada en cada una de éstas. Habría entre cuatro y seis máquinas en las que se estaba trabajando las cuales tomaban formas de insectos u otras criaturas. Pero todo aquello solo correspondía a una parte de la inmensidad de aquel distrito.
Naruto se movió tras este par de minutos, queriendo adentrarse más con el fin de hallar pruebas más sólidas que le dieran sentido a la investigación.
Siguió a unos hombres de traje que se adentraban en unas cuevas subterráneas. Raptó a un hombre distraído y tras dejarlo inconsciente se puso el traje de éste sobre sus ropas. El camuflaje surtió efecto porque momentos después ya caminaba por un oscuro pasadizo iluminado tenuemente por pequeñas bombillas verdes sin que nadie lo detuviera. Pasó por el lado de una puerta vigilada por dos guardias armados con ametralladoras que no había visto nunca. Parecían ser de chakra como el que usaban los samuráis en sus espadas; pero el brillo azul eléctrico de la carga guardada en la culata era de otro tipo de energía parecida al chakra, como el que movía a aquellas pesadas máquinas-robots pero en menor cantidad.
Uno de estos guardias le saludó con una mano instigándole a detenerse. Se puso algo nervioso, para nada, porque le empezó a hablar amigablemente como el “Doctor Royal” y le informó de que los técnicos habían terminado de reparar SU «bicho» indicándole que le echara un vistazo. Al principio Naruto no supo de qué hablaba pero tras unos segundos de meditación entró en el tema.
Sin ningún impedimento el Uzumaki (camuflado) pasó cerrando las puertas tras de sí, y después de éstas otras de seguridad, hasta finalmente adentrarse en una amplia galería en cuyo centro se hallaba una de las mayores obras que pudiera construir la mano del hombre.
De la impresión, se bajó el gorro. Sobre una especie de soporte técnico en forma de espiral, una criatura metálica dejaba descansar su cuerpo, en el cual se observaban algunas fracturas reparadas y otras irreparables que Naruto reconoció de inmediato. Pues él mismo fue quien causó esos daños.
La máquina «leviatán» no parecía dar indicios de vida alguna. Estaba apagada. El rubio respiró hondo y se acercó a las instalaciones que había a un lado en aquel lugar, donde varios ordenadores se conectaban y funcionaban como si fueran uno solo. Todo lleno de teclados, botones, pantallas y pequeñas palancas… En aquellos momentos desearía haber puesto más empeño en la asignatura de informática avanzada. Pero bueno, por lo menos lo básico sí sabía. Sabía cómo “sacar” información. Incorporó una unidad USB a una entrada y se puso a ello.
A medida que iba adentrándose en los datos allí guardados el Uzumaki se trastornaba de toda la información que le soltaba el monitor. Todo ventanas y archivos que se abrían y cerraban en un par de segundos él era capaz de leerlos. Al tiempo que los almacenaba en el disco. De repente la pantalla comenzó a hacerse cuadros como si de un virus se tratara. Comenzó a emborronarse todo impidiendo al usuario trabajar con éxito.
Y la pantalla se apagó en un suspiro. Una tras otra. Hasta caer todas.
— ¡¿Eh?! ¡No! ¡No puede pasarme esto ahora! –llevándose las manos a la cabeza, suspiró fuertemente. Le jodía que le hicieran eso. -Un virus ‘protector’- ese había sido el problema. De saber la contraseña que le pidió el ordenador podría haber seguido sin problemas- ¡Joder! –dándose de cabezazos contra el monitor
Sus ojos se abrieron, el ambiente de alrededor cambió de pronto. Un silencio que no le gustaba nada se impregnó en la galería, a sus espaldas. Un agudo sonido de metal lo alertó al instante que la autómata leviatán se irguió para arremeter llevándose por delante todo el equipo que instantes antes Naruto utilizaba, tragándose parte de la instalación y ordenadores, triturándola en su cavidad bucal.
— “Pero ¡cómo! ¿Que no estaba durmie-…?” –entonces recordó la petición de contraseña del virus para que pudiera continuar. Seguramente eso y ella estarían conectados de alguna forma que la avisara de que alguien ajeno a su creador estaba metiendo las manos donde no debía- “¡Hay que joderse!” –pensaba mientras se guardaba el pendrive de antes en un bolsillo del chaleco.
Había evadido la ofensa del leviatán, encontrando un hueco del techo de la galería donde refugiarse, pero que le sirvió por poco tiempo. El enemigo saltó sobre su presa, intentando engancharse con su cuerpo al techo pero sin conseguirlo, las rocas cedían y se deshacían. Naruto se echaba para atrás lo máximo posible a medida que la bestia trituraba el techo centrándose en aquella zona. En un arrebato de impaciencia se echó para atrás y empujó todo el peso de su cuerpo metálico contra el hombre, quien en un momento determinado creó un escudo de chakra dorado protegiéndolo de esas quijadas. Pero aquello no le libró del empujón que produjo la ruptura de la piedra, traspasando el techo, dejando un agujero considerable en el mismo que provocó su consecuente derrumbamiento.
El cuerpo del ninja dorado salió despedido contra la tierra.
Al cabo de unos segundos Naruto abrió los ojos al instante de sentir unos frágiles rayos de sol sobre su rostro, fríos, pero con la suficiente luz para despertarle. Se levantó con dificultad viéndose asimismo en el exterior, rodeado de nieve y tierra. Pero no divisaba al enemigo.
La máquina salió detrás suyo, realizando una arcada, pero antes de llegar al humano éste se volteó con un «Rasengan» en mano impactando contra la faz del enemigo, empujándolo hacia atrás varias docenas de metros hasta chocar contra las paredes de una colina. Cayéndole rocas enormes encima, algunas puntiagudas de la congelada cima. De inmediato, el rubio realizó una rápida secuencia de sellos, para del suelo brotar raíces verdes grandes y fuertes que envolvieron los escombros bajo los que quedó sepultado el leviatán.
El Uzumaki expulsó aire de sus pulmones, tendría unos minutos antes de que se levantara de nuevo. A sus pies rebotaron disparos por parte de los guardias que custodiaban la “industria”. La cual por momentos se derrumbaba.
Corrió rápido a resguardarse tras unas rocas. Varios misiles fueron lanzados contra su escondite cuyo lugar quedó destrozado, pero los soldados estaban equivocados si creyeron vencer. El shinobi apareció justo en la retaguardia, tras un hombre que ni siquiera le dio tiempo a gritar, al volverse los demás dispararon contra el rubio sus municiones pero éste con su escudo milenario quedó protegido de la ofensa. Sin embargo por más resistente que fuera su defensa terminaría cediendo, de hecho ya tenía grietas. Así que antes de ser derrumbada, mientras con una palma mantuvo el escudo frente a él, con la otra mano creó un remolino a los pies de los guardias hasta convertirse en un tornado que los sacudió en el aire.
Al tiempo de deshacer el viento por la retaguardia unos cables de hierro se enrollaron en sus extremidades (tobillos y muñecas) proyectándole diversas descargas que lo volvieron loco. Hasta que por propia fuerza de voluntad reaccionó y tiró de los mismos quitando de las manos las armas eléctricas a sus atacantes. Unos cuatro hombres cogieron sus otras armas. Naruto se fijó en dicho armamento…
— “Las armas son parecidas a las que usan los samuráis del País del Hierro. La forma es distinta y la munición puede que también. Pero en esencia son lo mismo…” –analizó un segundo
Dio comienzo una sucesión de rayos que no parecían acabarse nunca, creando una polvareda alrededor del shinobi, hasta agotar la munición. Quedó una polvareda que duró varios minutos. Al disiparse vieron a Naruto en el mismo sitio como si nada. Vieron sus ojos. Rojos. Venidos de una fiera del mismo infierno que habitaba en el interior del muchacho. Sacudió un brazo hacia adelante y de éste salió una segunda extremidad de charka rojizo que alcanzó con un látigo el cuello de un hombre calcinándolo al instante. Los otros hombres lo rodearon sacando armas blancas: cuchillos, espadas, ballestas… Una pequeña pero mordaz sonrisa adornó al rubio.
Dos de ellos cargaron contra él. En un simple movimiento les cortó el cuello o el oído con un simple kunai. Naruto levantó la mirada en cuyos orbes rojos cayó uno de los guardias anemigos. Quedó absorbido por el poder irradiado y en un momento los suyos propios emanaron fuego y empezó a agitarse en el sitio, rodando en el suelo desesperado, gritando a todo pulmón, aterrorizado. En la realidad al hombre no le pasaba nada, estaba sumergido en un genjutsu. Fue por el mismo que, creyendo que el dolor era real, y al ser tan insoportable, sacó un cuchillo acabando con su propia vida. El hombre restante tras ver la muerte de sus compañeros salió corriendo abandonando las armas pero antes de dar diez pasos Naruto lo decapitó con un látigo de chakra rojo.
Tras terminar con aquellos su atención se desvió hacia la una nave central y otras más pequeñas de combate que huían por las compuertas abiertas del anterior lago. Escapando del derrumbe y del ser descubiertos. Cogió un arma del suelo aun con munición, corriendo hacia ellos, desde el suelo empezó a dispararles. Un helicóptero de combate retrasó para ocuparse del chico, quedándose a la cola del resto y de lo que debía ser la nave central (la más grande).
Le dispararon a base de metrallazos pero seguían sin tocar a Naruto. De un momento a otro el shinobi ya no estaba en su sitio, apareció justo delante de ellos, pegándose a las ventanas, Naruto simplemente alargó el brazo atravesando el cristal y estranguló a uno mientras que el copiloto pulsó ‘eyección’ antes de que el rubio lo matara a él también. Al instante el Uzumaki se hizo con el control de los mandos del piloto e impidió que el helicóptero se estrellara. Alzándolo al vuelo nuevamente.
Empezó a perseguir al grupo de tres naves restantes...
Otras dos naves pequeñas, al ver el fallido de la primera en tratar de frenar al shinobi, cambiaron su rumbo y se volvieron contra el aparato que ahora manejaba el rubio. Naruto se rascó la punta de la nariz, pensando. Echó “freno” al helicóptero quedándose muy atrás de la nave central, viendo las otras dos que antes la custodiaban acercarse a su posición con una rapidez que hasta a él le sorprendió. Ninguna nave es tan rápida.
Naruto agudizó su vista hasta que sus ojos funcionaron casi como unos anteojos y así visualizar de cerca la imagen frontal de las naves. Y vio algo que lo sorprendió a sobremanera. No llevaban pilotos. Ese par de naves, no eran manejadas por nadie.
Cuando los tuvo encima empezó a disparar a diestro y siniestro pero eso sólo sirvió para mantenerles al margen, al tiempo que trataban de rodearlo desde la distancia. Al instante las naves hicieron algo extraño, impactante. Pues se abrieron, comenzando a adoptar una nueva forma como si de un rompecabezas viviente se tratase, unas especies de máquinas cuyo cuerpo eran similares al de un pulpo y un calamar gigante, los cuales se enrollaron alrededor del helicóptero que manejaban las manos del Uzumaki.
Mirando para un lado y el otro, Naruto empezó a agobiarse y cabrearse al mismo tiempo. El asunto se había complicado…
{¿¿Fin Flashback...??}
Continuará…
Fin Del Capítulo IV
LadySara- Genin
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Tierra de Don Quijote (La Mancha).
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Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
Pues yo quiero que lo sigas escribiedo. Me lo he leído del tirón y puedo decirte qye me encanta y que es una gran idea la de unir el mundo ninja con algo tan futurista como son las máquinas y los robots.
Así que sigue porfa T.T
Así que sigue porfa T.T
Ean95- Aprendiz
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En El Gran Bosque.
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Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
¿De verdad no lo continuaras? esta superinteresante, nunca habia leido un fic de Naruto con robot, me parece buena la idea.
salu2
salu2
diablovampìro- Novato
- Mensajes : 32
0
Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
Hola LadySara
Primero no se que es un “rewiev” pero si lo que quieres es una opinión objetiva yo te voy a dar la mía espero la tomes a consideración.
Leí todos los capítulos completos y déjame decirte que me gusto mucho ¿Por qué? Tu escritura tiene una estructura muy firme y completa no divagas, tu historia tiene un hilo argumental definido se nota que no te distraes del tema principal, las ideas son originales y emocionantes con un toque de misterio y déjame decirte que encontrar el equilibrio entre la acción la ficción y el drama, sin que la historia se deforme es algo realmente difícil. Tienes talento vas muy bien equilibrada.
Es una increíble historia me encantaría que la siguieras pero si no lo ases te aconsejo realmente que escribas un libro por que tienes lo necesario para escribir uno.
Tu estructura, tu léxica, tu argumento, la forma en que usas las palabras es de escrito profesional.
Te lo digo por que yo me la paso leyendo libros y tu forma de escribir es muy parecida.
Capítulo 5. 1a Parte.
.
Tras meses de desaparición estoy por aquí de nuevo. Nuevamente pido disculpas por la tardanza pero me están ocurriendo tantas cosas últimamente en mi vida que...en fin...me tienen un poco en un estado de subidas y bajadas (sobre todo bajadas) que me están siendo difíciles afrontar. Paradógicamente hablando, son esos mismos sucesos los que me han llevado a escribir nuevamente. Espero continuar en esa racha, en el sentido de escritura me refiero. Lo otro...bueno...el karma proveerá. O Dios. O el Diavlo. O a saber qué rayos. Porque con todo lo que estoy pasando ya no sé ni qué pensar de mi vida.
Ahj, pero ¡qué hago yo hablándoles de mi vida y de lo que me pasa! Si aquí a lo que vengo es a colgarles un capítulo de una historia que seguramente algunos tendrán olvidada, culpa mía por ello por supuesto. Sin embargo, les invito a seguir pasando, comentando, leyendo, disfrutando de mi creativismo.
Debo dar las gracias a los últimos comentaristas, Ean95, diablovampiro, y a la.diva especialmente por sus aplausos y ánimos. También a los anteriores lectores que yo sé que algunos siguen la obra aunque no se asomen. Ja xD
Sin más divagación aquí les dejo el capítulo, promete ser largo pero emocionante. He decido hacerlo sin Spoiler, ya que algunos usan datos en sus smartphone y hacer click en el supone mayor consumo. Un beso y hasta la próxima.
La primera parte de este capítulo, corresponde a la continuación del anterior 4. USÉ DOBLE SPOILER PORQUE NO CABE NI DE BROMA. SON MUCHOS CARACTERES XD
Espero que les guste. 3, 2, 1... Acción!
{Continuación Flash Back…}
Mirando para un lado y el otro, Naruto empezó a agobiarse y cabrearse al mismo tiempo. El asunto se le había complicado…
Ambos robots lo arrollaron entre sus extremidades, envolviéndolo. El helicóptero comenzó a perder altura, Naruto trataba de estabilizarlo pero el peso de ambas máquinas lo empujaban hacia abajo. La hélice superior aún aguantaba, sus cuchillas giraban tan rápido que ni el enemigo se atrevía a tocarlas. Sin embargo no pasó lo mismo con la cola; la parte más débil.
Faltaron escasos cien metros al suelo cuando de la tierra, justo por debajo, prorrumpió el «leviatán» al que el shinobi dio por olvidado. Las dos máquinas retrocedieron alejándose de la nave, como dos miembros de una camada retroceden ante la presencia del macho mayor para darle el toque mortal a la gran cacería.
El Uzumaki sacó un kunai de tres puntas y lo lanzó hacia el cielo…
Llevándoselo consigo, lo trituró en sus fauces, provocándose una explosión debido al motor en las mismas que apenas le hicieron daño, seguida de otra multiplicada por mil que le hizo “vomitar” y deshacerse de las sobras dejando caer a un lado el amasijo de hierros que un día fue el helicóptero. Esa segunda explosión la causó una pequeña bomba. Seguramente el ninja lo usó en el último instante con la idea de matarle al tiempo que moría él. Pobre iluso si creía que un explosivo tan simple terminaría con ella. Viendo las piezas rotas algo extraño había, o más bien no había. El cuerpo del humano.
Percató una poderosa presencia a metros sobre ella, en el cielo, apoyado sobre una bestia de grandes dimensiones que apenas le hacía falta batir sus alas para mantenerse en el aire. Ante unas palabras del rubio el ave dio un giro vertical de 360° y de su boca disparó una onda vital, seguida de otras varias menores, que colisionaron contra la faz del leviatán, empujándole violentamente hacia atrás, sin lograr desestabilizarla por completo. No le causó muchos estragos. Sin embargo fue una buena estrategia porque justo después, antes de que se disipara la polvareda levantada, Naruto se lanzó contra el enemigo con un enorme Rasengan Shuriken de viento y fuego en manos, dando de lleno en el enemigo.
La técnica arrasó con todo lo que se le puso por delante. El Uzumaki descendía a lo largo del cuerpo metálico, cortando y haciéndole trizas. Segundos antes de que el Uzumaki perdiera control sobre su propia técnica la hundió con fuerza en el cuerpo, atravesándolo, luego la ráfaga de viento lo empujó lanzándolo lejos y el Rasengan se abrió causando una especie de explosión que partió en dos el cuerpo del androide y propagando partes de su cuerpo por los aires.
Trozos de metal y piezas del «leviatán» salieron disparados en todas direcciones, dispersándose por todo el lugar de la batalla, incluso más allá del campo de visión.
Respirando afanoso levantó la vista, viendo desaparecer entre las nubes de nieve de las altas montañas a la nave nodriza seguida por las que fue atacado anteriormente. Huían…
— Malditas –susurró antes de entrecerrar los ojos, y su cuerpo caer sobre el manto de la nieve blanda, al tiempo que unos copos comenzaron a caer sobre su cara. Los notaba frescos, así como el viento, pero su cuerpo no respondía ni ante el intenso frío, o simplemente no quería. Estaba tan cansado…
Agotado…
Entrevió algo volando en el cielo, cayendo, girando hacia él, cortando el aire precipitadamente y a gran velocidad. Era una de las piezas desmembradas del derrotado leviatán… Estuvo a nada de darle. Una espada, concretamente un machete, lo envió lejos. Evitando una tragedia movida por la fortuna. La dueña del arma blanca se sentó a su lado, lo cogió por los hombros, apoyándolo en su regazo. Por sus ojos verdes y cabello rosa, linda, el rostro de un ángel roto por la preocupación, le gritaba algo pero no atinaba a escuchar el qué…
El Uzumaki cerró sus párpados. Pensó que se adentraba en el mundo de Morfeo. Cuando tiraba para uno bien distinto.
{Fin Flashback}
Llamaron a la puerta de la habitación. Tras ella pasó Shikamaru con las manos en los bolsillos y con su manía de ponerse un cigarrillo detrás de la oreja. Mordía un palillo para ayudarle a resistir las ganas de fumar mientras estaba en el Hospital. No es que fumara demasiado pero los hospitales eran lugares que siempre le ponían nervioso. Y cada vez que se sentía intranquilo solía tomarse uno.
— Mira quién despertó, la bella durmiente –Naruto entornó los ojos. Ese apelativo femenino no le hizo ninguna gracia, aunque la tuviera- Menudo susto nos pegaste, amigo. Creímos que te nos morías… Otra vez –dijo un poco a modo de reproche, deteniéndose al pie de la cama
— Ehm… Lo siento es que… ¡¡Un momento, un momento!! –alterado- ¡Qué demonios hicieron! ¿Por qué no me esperaron en las cuevas como bien te dije? –exclamó el rubio enfadado
— Porque sino hubieras muerto –con un deje de tristeza, mirando al rubio directamente. Éste giró el rostro hacia un lado
— Sabes bien que yo no puedo morir…
— Pero sí quedarte en estado de coma –le refutó el Nara, recordándole que no era inmortal
— Es la primera vez que desobedeces mis órdenes
— Sin embargo la tuya no es la primera ni la segunda vez que estuviste a punto de morir. En dos días. Y eso en ti… precisamente no es…
— Hai. Bordear la muerte dos veces por semana para un tipo como yo no es algo normal ni mucho menos entusiasta. Será que se me acaba la suerte
— ¿Qué suerte? –sacudiendo los hombros- Naruto lo tuyo no es suerte, es trabajo, fuerza
— Mph Entonces significa que cada vez tengo menos
— No creo –le dijo curvando sus labios en lo que pareció ser una sonrisa- Yo creo que el resto se hace cada vez más fuerte. Tus enemigos pero también tus aliados. Tú sin embargo llevas un tiempo en la estancada y no sé el motivo… Llevabas muchos días sin entrenar
— Quizá me cansé de hacerlo siempre –respondió el rubio serio, con un deje de fastidio o cansancio que Shikamaru no supo interpretar muy bien
— Recuerda que debes convertirte en Hokage. ¿Qué no era ése tu sueño?
— Lo es. Y en cualquier momento puedo tomar el cargo
— Mph Eres más fuerte que Tsunade-sama. Pero recuerda que el consejo no es lo único que mira en un ninja. Debe tener otros referentes.
— Hai. Recuerdo a Ero-sennin, fue el mejor de los Tres Sannin y sin embargo rechazó el puesto, a pesar de que eso le abriría muchas puertas, pero a él le gustaba hacer las cosas de otra manera
— Hizo mucho por el País y por el mundo shinobi pero sus maneras eran… algo desastrosas
— ¿Eso qué importa? Al fin de acabo dieron resultado, ¿no? Pues ya está
— Vaya –perplejo-, Naruto nunca te escuché hablar de tal forma –dijo sorprendido el Nara- Desde cuándo piensas así
— A qué te refieres
— Siempre dijiste que el objetivo es importante, pero que nunca deja de ser una meta si los medios que aplicas no son los correctos. La torre se construye pero depende de sus cimientos para que se mantenga en pie ante fuertes vientos –citó Shikamaru
— Un Kage hace mucho de una aldea pero los shinobi que le siguen son los que al fin de al cabo hacen la tarea. Y por muchas instrucciones que les des, nunca lo terminarán de hacer tal y como el gran maestro lo haría. Quizás si Tsunade oba-chan no fuera la líder hubiera podido conseguir lo que en realidad ella quería para el mundo, un Jiraiya al que no ir a visitar con camiseta negra y flores blancas en mano
— Naruto…tú… –tratando de descifrar las palabras del rubio a una conclusión- ¿Me estás queriendo decir que…? Naruto, ¿consideras que es mejor viajar como Jiraiya y dejarle el puesto a otro?
— Sólo digo que las formas de Ero-sennin no estaban tan mal… A decir verdad, eran las mejores –dijo en un tono algo ahogado y tristón, tras recordar al que fue su gran maestro y mentor, el que le enseñó a controlar el poder de un jinchuuriki- Algo así como un Kage que en vez de sentarse en su despacho sale a enfrentar al mundo
— La vida en la oficina no es tan cómoda como piensas. Quizá algo aburrida sí sea pero es muy tediosa. El trabajo de la maestra Hokage y las decisiones que debe tomar son las que al fin de al cabo mueven las acciones de sus guerreros. Y de la vida rutinaria de la villa
— Pero no es lo mismo que… Jum, mira…déjalo –torciendo la mirada, apretando los labios, queriendo dejar el asunto de lado
— Tú lo que necesitas es encontrar una nueva motivación. No has dejado de ser cómo eras, simplemente…has visto otras posibilidades paralelas a la del puesto Hokage. Y eso está bien significa que has ampliado tu mente y abierto la mirada a otro horizontes. Pero no renuncies, no te rindas, Naruto. Tus amigos quieren verte ahí algún día… Tsunade-sama también. Por lo tanto no estás solo en esto, ni lo estarás cuando lo alcances
— Shikamaru… Yo no soy listo, mucho menos inteligente –declaró con voz apagada
— No te preocupes que de la inteligencia ya me encargo yo…
— Mph –curvando los labios en una nueva aunque diminuta sonrisa. No estaba convencido del todo- Está bien. Dejémoslo aquí. Cuéntame cómo fue que cambiaste de idea… Por qué de pronto decides venir a “salvarme” –dijo entrecomillas- Fue Ino la que te convenció de hacerlo, ¿verdad?
— Por qué tuvo que ser precisamente alguien el que me convenciera
— Porque nunca has desobedecido mis órdenes. Hasta ayer. No es la primera vez que te mando hacer una cosa así –refiriéndose a dejar al equipo resguardado en un lugar seguro mientras él personalmente se encargara del ‘problemilla’. Aunque pocas veces hacía eso, ya que Naruto era un ninja que valoraba mucho el trabajo en equipo. Sólo en ocasiones puntuales- Y considerando que es la primera vez que ella viene contigo y coincidimos los tres en una misión…me imagino que…
— No fue Ino quien me convenció. De hecho, ni ella sabía que la estaba engañando, ni Chouji. Ellos confían en mí y siempre en mi palabra por eso no sospecharon nada. Fue Haruno Sakura. La vi tan decidida que…no pude contrariarla
— ¿Ella? ¿C-cómo? ¿P-por qué? –parpadeando perplejo
La puerta se abrió en ese mismo momento, nuevamente, tras el largo rato cual estuvieron conversando. Tras ella pasó una mujer de melena rosada sujeta en una trenza que alcanzaba la mitad de la espalda, con una bata blanca sin abrochar propia de los doctores. Sus ojos verdes brillaron y sus labios sonrieron al ver al rubio incorporado sobre la cama.
— Vaya, despertó al fin. Ya creía que se nos dormiría por toda la eternidad –dijo de broma acercándose a los dos shinobi, quedándose a un lado del Nara
— Sakura-san, perdona que no te avisara cuando despertó –recordó Shikamaru
— No importa. De todos modos estaba previsto que pasara por aquí –dijo ella sin ningún problema- Parece que los días que pasaste durmiendo te sentaron de maravilla. Si hasta te has incorporado sobre la cama
— Lo cierto es que me duele tod… ¡Espera! ¡Cómo dijiste! Lle-llevo… ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?
— Hace exactamente una semana desde que ingresaste en el hospital
— ¿Qué día es hoy?
— Estamos a 3 de septiembre… ¿Por qué?
El rubio se quedó ahí, sentado con la vista al frente mirando a ningún punto en concreto de la pared. Su rostro entonces se contrajo en un llanto, clamando: que aquello no podía ser. Escondiendo la cabeza bajo la sábana, botó en berrinche, haciendo mención al ramen y los cupones descuentos desperdiciados que servían hasta ayer. Por no hablar de un par de citaciones que para él eran muy importantes…
― Ya comerás ramen cuando salgas, Naruto –trataba de consolar Shikamaru al tiempo que contenía su propia irritación por verlo comportarse así, tan infantilmente
― ¡Tú no lo entiendes! –agarrándose los pelos de la cabeza, para luego coger de la camisa con ambas manos y mirarlo muy de cerca- Había quedado con Kakashi-sensei y Yamato-sensei para hablar sobre mi próximo entrenamiento –lo soltó- Para una vez que quedamos. Y yo en el hospital… Ah –suspiró triste– No sé cuándo podremos volver a quedar. Ellos siempre están ocupados. Maldita sea –musitó entre dientes, con la mirada baja
― Si es por eso… No te preocupes, Naruto. Yo puedo hablar con Yamato e insistir en que te abra un hueco en su calendario –ofreció Sakura
El rubio se sorprendió de que la familiaridad con la que la Haruno habló de un militante tan demandado por los servicios de Konoha como lo era el shinobi «carpintero». Sí, así lo llamaban algunos. Y platicaba de él como si se tratase de una persona que conociera de siempre.
― De qué conoces a Yamato-sensei, Sakura-san –preguntó
― Es mi padrino. Tenemos muy buena relación. Así que se lo puedo comentar. ¿Te parece?
Ambos hombres quedaron un poco sorprendidos. No tenían idea de que el maestro Yamato tuviera una protegida, puesto que desde que lo conocían nunca la mencionó.
― Etto…pues…te lo agradecería muchísimo-ttebayo –dijo más animado el Uzumaki
― No es nada –menguó Sakura con una negación y una sonrisa amable
Dieron un par de toques a la puerta de la habitación, para luego abrirse hacia el interior por la mano de Ino Yamanaka, ingresando en la misma. Sonrió complacida, viendo a Naruto despierto y reincorporado sobre la cama, charlando animosamente con sus camaradas.
― ¿Ino? Que no tenías turno ahora, en la primera planta –preguntó extrañado el Nara al verla
― Ese no es tu problema –respondió algo borde la rubia- De todas formas he terminado. Y quería ver a Naruto-kun antes de marchar para casa. ¿Cómo te encuentras?
― Mucho mejor. Gracias, Ino –contestó con una sonrisa
― Ya veo –asintió aliviada de verlo recuperado. Luego giró la mirada hacia su otro compañero- ¿Me acompañarías en el camino? Necesito hablar contigo
― Supongo –respondió tras mirarla y dar un suspiro- También he de irme –mirando su reloj de pulsera- Se acerca la hora de comer y si no llego a tiempo a casa… temo una regañina –poniendo las manos en los bolsillos se separó de la camada- Te veo luego
― Claro
― Naruto-kun… –se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, levemente sonrojada- Nos vemos mañana en mi turno. Hasta luego, Sakura
Tras que ambos dejaron la habitación, Sakura miró a su paciente, el cual se había quedado mirando la puerta por la que acababan de marcharse sus amigos, con una sonrisa en la cara.
― ¿Tienes algo con Ino-san? –preguntó la Haruno. El rubio se volteó sorprendido por la pregunta
― ¿Qué? –sorprendido ante su pregunta- No, no. Ella y yo… Somos amigos –contestó después de carraspearse la garganta- Por qué lo dices
― No. Por nada. Sólo… Me pareció –le comentó, bajando la mirada
Se sintió incómoda. Aquello no era de su incumbencia. Si acaso se lo hubiera preguntado a la fémina, pero el interés por saber le corrió prisa y ahora se sentía avergonzada.
Volteó a la derecha dispuesta a marcharse, evadiendo el corto silencio que se estableció y seguramente perduraría los siguientes minutos. A ella no se le daba bien hacer amistades, o hablar con pacientes más allá de la debida información a proporcionar de su estado a los mismos, por lo que era mejor dejarlo. Con dirección a la puerta avisó de su vuelta en unos minutos para hacerle un chequeo. Pero a medio camino Naruto habló…
― ¡Sakura-san! –voceó el rubio, deteniéndola. Ella se volteó de medio lado
― ¿Sí? –preguntó amable
― Gracias…
― Como ya dije antes, es mi trabajo –respondió con una pequeña sonrisa, volviéndose hacia la puerta sintiéndose agradecida
― No, en serio. Basta de salvarme la vida –volvió a decir, con tono firme
Ella se paró casi automáticamente, debido a esa voz autoritaria que por ser capitán Naruto empleaba muchas veces. Y que en ocasiones usaba casi sin darse cuenta.
― A partir de ahora, yo seré el que la proteja –juró el shinobi
Fue como un susto al corazón aquellas palabras. Le dejaron quieta, con los ojos en par y la boca medio abierta, temblándole sus labios, tratando de parlar algo. Duró como diez segundos este lapso aunque a ella se le hizo eterno. Nunca se había sentido así. Tan… ¿cómo describirlo? Ni idea. Pero sus mejillas se adornaban por un tímido pero persistente sonrojo. Los dedos corazón y anular de su mano derecha a punto de coger el pomo, temblaron. Y su nariz tardó en volver a inspirar. A pensar.
Entonces ciñó el entrecejo.
Ayudándose de sus tobillos volteó a contestarle. Ella sabía defenderse. Muy bien, además. Quería aclarárselo, dejarlo en instancia; amablemente por su puesto. Sin embargo sus ojos toparon con una mirada azul zafiro, briosa e inamovible, medio encubierta por un flequillo dorado, que la acallaron antes de que pudiese decir nada. La miraba de una forma tan llana que juraría sentirse invadida en ese instante.
― V-vale…
Fue lo único que se le ocurrió decir antes de girar el mango, para salir y no volver a entrar a esa habitación en lo que restaba por día. Entonces cruzó un compañero doctor por enfrente suyo con el que tenía buena relación y que por lo visto también conocía al Uzumaki. Se le ocurrió que quizás pudiera delegarle la responsabilidad sobre el paciente.
-oOoOoOoOo-
Fin Primera Parte. Continuación Capítulo En Siguiente Spoiler. Parte 2.
Tras meses de desaparición estoy por aquí de nuevo. Nuevamente pido disculpas por la tardanza pero me están ocurriendo tantas cosas últimamente en mi vida que...en fin...me tienen un poco en un estado de subidas y bajadas (sobre todo bajadas) que me están siendo difíciles afrontar. Paradógicamente hablando, son esos mismos sucesos los que me han llevado a escribir nuevamente. Espero continuar en esa racha, en el sentido de escritura me refiero. Lo otro...bueno...el karma proveerá. O Dios. O el Diavlo. O a saber qué rayos. Porque con todo lo que estoy pasando ya no sé ni qué pensar de mi vida.
Ahj, pero ¡qué hago yo hablándoles de mi vida y de lo que me pasa! Si aquí a lo que vengo es a colgarles un capítulo de una historia que seguramente algunos tendrán olvidada, culpa mía por ello por supuesto. Sin embargo, les invito a seguir pasando, comentando, leyendo, disfrutando de mi creativismo.
Debo dar las gracias a los últimos comentaristas, Ean95, diablovampiro, y a la.diva especialmente por sus aplausos y ánimos. También a los anteriores lectores que yo sé que algunos siguen la obra aunque no se asomen. Ja xD
Sin más divagación aquí les dejo el capítulo, promete ser largo pero emocionante. He decido hacerlo sin Spoiler, ya que algunos usan datos en sus smartphone y hacer click en el supone mayor consumo. Un beso y hasta la próxima.
La primera parte de este capítulo, corresponde a la continuación del anterior 4. USÉ DOBLE SPOILER PORQUE NO CABE NI DE BROMA. SON MUCHOS CARACTERES XD
Espero que les guste. 3, 2, 1... Acción!
- Capítulo 5. 1º Parte. :
Capítulo 5. 1a Parte.
{Continuación Flash Back…}
Mirando para un lado y el otro, Naruto empezó a agobiarse y cabrearse al mismo tiempo. El asunto se le había complicado…
Ambos robots lo arrollaron entre sus extremidades, envolviéndolo. El helicóptero comenzó a perder altura, Naruto trataba de estabilizarlo pero el peso de ambas máquinas lo empujaban hacia abajo. La hélice superior aún aguantaba, sus cuchillas giraban tan rápido que ni el enemigo se atrevía a tocarlas. Sin embargo no pasó lo mismo con la cola; la parte más débil.
Faltaron escasos cien metros al suelo cuando de la tierra, justo por debajo, prorrumpió el «leviatán» al que el shinobi dio por olvidado. Las dos máquinas retrocedieron alejándose de la nave, como dos miembros de una camada retroceden ante la presencia del macho mayor para darle el toque mortal a la gran cacería.
El Uzumaki sacó un kunai de tres puntas y lo lanzó hacia el cielo…
Llevándoselo consigo, lo trituró en sus fauces, provocándose una explosión debido al motor en las mismas que apenas le hicieron daño, seguida de otra multiplicada por mil que le hizo “vomitar” y deshacerse de las sobras dejando caer a un lado el amasijo de hierros que un día fue el helicóptero. Esa segunda explosión la causó una pequeña bomba. Seguramente el ninja lo usó en el último instante con la idea de matarle al tiempo que moría él. Pobre iluso si creía que un explosivo tan simple terminaría con ella. Viendo las piezas rotas algo extraño había, o más bien no había. El cuerpo del humano.
Percató una poderosa presencia a metros sobre ella, en el cielo, apoyado sobre una bestia de grandes dimensiones que apenas le hacía falta batir sus alas para mantenerse en el aire. Ante unas palabras del rubio el ave dio un giro vertical de 360° y de su boca disparó una onda vital, seguida de otras varias menores, que colisionaron contra la faz del leviatán, empujándole violentamente hacia atrás, sin lograr desestabilizarla por completo. No le causó muchos estragos. Sin embargo fue una buena estrategia porque justo después, antes de que se disipara la polvareda levantada, Naruto se lanzó contra el enemigo con un enorme Rasengan Shuriken de viento y fuego en manos, dando de lleno en el enemigo.
La técnica arrasó con todo lo que se le puso por delante. El Uzumaki descendía a lo largo del cuerpo metálico, cortando y haciéndole trizas. Segundos antes de que el Uzumaki perdiera control sobre su propia técnica la hundió con fuerza en el cuerpo, atravesándolo, luego la ráfaga de viento lo empujó lanzándolo lejos y el Rasengan se abrió causando una especie de explosión que partió en dos el cuerpo del androide y propagando partes de su cuerpo por los aires.
Trozos de metal y piezas del «leviatán» salieron disparados en todas direcciones, dispersándose por todo el lugar de la batalla, incluso más allá del campo de visión.
Respirando afanoso levantó la vista, viendo desaparecer entre las nubes de nieve de las altas montañas a la nave nodriza seguida por las que fue atacado anteriormente. Huían…
— Malditas –susurró antes de entrecerrar los ojos, y su cuerpo caer sobre el manto de la nieve blanda, al tiempo que unos copos comenzaron a caer sobre su cara. Los notaba frescos, así como el viento, pero su cuerpo no respondía ni ante el intenso frío, o simplemente no quería. Estaba tan cansado…
Agotado…
Entrevió algo volando en el cielo, cayendo, girando hacia él, cortando el aire precipitadamente y a gran velocidad. Era una de las piezas desmembradas del derrotado leviatán… Estuvo a nada de darle. Una espada, concretamente un machete, lo envió lejos. Evitando una tragedia movida por la fortuna. La dueña del arma blanca se sentó a su lado, lo cogió por los hombros, apoyándolo en su regazo. Por sus ojos verdes y cabello rosa, linda, el rostro de un ángel roto por la preocupación, le gritaba algo pero no atinaba a escuchar el qué…
El Uzumaki cerró sus párpados. Pensó que se adentraba en el mundo de Morfeo. Cuando tiraba para uno bien distinto.
{Fin Flashback}
Llamaron a la puerta de la habitación. Tras ella pasó Shikamaru con las manos en los bolsillos y con su manía de ponerse un cigarrillo detrás de la oreja. Mordía un palillo para ayudarle a resistir las ganas de fumar mientras estaba en el Hospital. No es que fumara demasiado pero los hospitales eran lugares que siempre le ponían nervioso. Y cada vez que se sentía intranquilo solía tomarse uno.
— Mira quién despertó, la bella durmiente –Naruto entornó los ojos. Ese apelativo femenino no le hizo ninguna gracia, aunque la tuviera- Menudo susto nos pegaste, amigo. Creímos que te nos morías… Otra vez –dijo un poco a modo de reproche, deteniéndose al pie de la cama
— Ehm… Lo siento es que… ¡¡Un momento, un momento!! –alterado- ¡Qué demonios hicieron! ¿Por qué no me esperaron en las cuevas como bien te dije? –exclamó el rubio enfadado
— Porque sino hubieras muerto –con un deje de tristeza, mirando al rubio directamente. Éste giró el rostro hacia un lado
— Sabes bien que yo no puedo morir…
— Pero sí quedarte en estado de coma –le refutó el Nara, recordándole que no era inmortal
— Es la primera vez que desobedeces mis órdenes
— Sin embargo la tuya no es la primera ni la segunda vez que estuviste a punto de morir. En dos días. Y eso en ti… precisamente no es…
— Hai. Bordear la muerte dos veces por semana para un tipo como yo no es algo normal ni mucho menos entusiasta. Será que se me acaba la suerte
— ¿Qué suerte? –sacudiendo los hombros- Naruto lo tuyo no es suerte, es trabajo, fuerza
— Mph Entonces significa que cada vez tengo menos
— No creo –le dijo curvando sus labios en lo que pareció ser una sonrisa- Yo creo que el resto se hace cada vez más fuerte. Tus enemigos pero también tus aliados. Tú sin embargo llevas un tiempo en la estancada y no sé el motivo… Llevabas muchos días sin entrenar
— Quizá me cansé de hacerlo siempre –respondió el rubio serio, con un deje de fastidio o cansancio que Shikamaru no supo interpretar muy bien
— Recuerda que debes convertirte en Hokage. ¿Qué no era ése tu sueño?
— Lo es. Y en cualquier momento puedo tomar el cargo
— Mph Eres más fuerte que Tsunade-sama. Pero recuerda que el consejo no es lo único que mira en un ninja. Debe tener otros referentes.
— Hai. Recuerdo a Ero-sennin, fue el mejor de los Tres Sannin y sin embargo rechazó el puesto, a pesar de que eso le abriría muchas puertas, pero a él le gustaba hacer las cosas de otra manera
— Hizo mucho por el País y por el mundo shinobi pero sus maneras eran… algo desastrosas
— ¿Eso qué importa? Al fin de acabo dieron resultado, ¿no? Pues ya está
— Vaya –perplejo-, Naruto nunca te escuché hablar de tal forma –dijo sorprendido el Nara- Desde cuándo piensas así
— A qué te refieres
— Siempre dijiste que el objetivo es importante, pero que nunca deja de ser una meta si los medios que aplicas no son los correctos. La torre se construye pero depende de sus cimientos para que se mantenga en pie ante fuertes vientos –citó Shikamaru
— Un Kage hace mucho de una aldea pero los shinobi que le siguen son los que al fin de al cabo hacen la tarea. Y por muchas instrucciones que les des, nunca lo terminarán de hacer tal y como el gran maestro lo haría. Quizás si Tsunade oba-chan no fuera la líder hubiera podido conseguir lo que en realidad ella quería para el mundo, un Jiraiya al que no ir a visitar con camiseta negra y flores blancas en mano
— Naruto…tú… –tratando de descifrar las palabras del rubio a una conclusión- ¿Me estás queriendo decir que…? Naruto, ¿consideras que es mejor viajar como Jiraiya y dejarle el puesto a otro?
— Sólo digo que las formas de Ero-sennin no estaban tan mal… A decir verdad, eran las mejores –dijo en un tono algo ahogado y tristón, tras recordar al que fue su gran maestro y mentor, el que le enseñó a controlar el poder de un jinchuuriki- Algo así como un Kage que en vez de sentarse en su despacho sale a enfrentar al mundo
— La vida en la oficina no es tan cómoda como piensas. Quizá algo aburrida sí sea pero es muy tediosa. El trabajo de la maestra Hokage y las decisiones que debe tomar son las que al fin de al cabo mueven las acciones de sus guerreros. Y de la vida rutinaria de la villa
— Pero no es lo mismo que… Jum, mira…déjalo –torciendo la mirada, apretando los labios, queriendo dejar el asunto de lado
— Tú lo que necesitas es encontrar una nueva motivación. No has dejado de ser cómo eras, simplemente…has visto otras posibilidades paralelas a la del puesto Hokage. Y eso está bien significa que has ampliado tu mente y abierto la mirada a otro horizontes. Pero no renuncies, no te rindas, Naruto. Tus amigos quieren verte ahí algún día… Tsunade-sama también. Por lo tanto no estás solo en esto, ni lo estarás cuando lo alcances
— Shikamaru… Yo no soy listo, mucho menos inteligente –declaró con voz apagada
— No te preocupes que de la inteligencia ya me encargo yo…
— Mph –curvando los labios en una nueva aunque diminuta sonrisa. No estaba convencido del todo- Está bien. Dejémoslo aquí. Cuéntame cómo fue que cambiaste de idea… Por qué de pronto decides venir a “salvarme” –dijo entrecomillas- Fue Ino la que te convenció de hacerlo, ¿verdad?
— Por qué tuvo que ser precisamente alguien el que me convenciera
— Porque nunca has desobedecido mis órdenes. Hasta ayer. No es la primera vez que te mando hacer una cosa así –refiriéndose a dejar al equipo resguardado en un lugar seguro mientras él personalmente se encargara del ‘problemilla’. Aunque pocas veces hacía eso, ya que Naruto era un ninja que valoraba mucho el trabajo en equipo. Sólo en ocasiones puntuales- Y considerando que es la primera vez que ella viene contigo y coincidimos los tres en una misión…me imagino que…
— No fue Ino quien me convenció. De hecho, ni ella sabía que la estaba engañando, ni Chouji. Ellos confían en mí y siempre en mi palabra por eso no sospecharon nada. Fue Haruno Sakura. La vi tan decidida que…no pude contrariarla
— ¿Ella? ¿C-cómo? ¿P-por qué? –parpadeando perplejo
La puerta se abrió en ese mismo momento, nuevamente, tras el largo rato cual estuvieron conversando. Tras ella pasó una mujer de melena rosada sujeta en una trenza que alcanzaba la mitad de la espalda, con una bata blanca sin abrochar propia de los doctores. Sus ojos verdes brillaron y sus labios sonrieron al ver al rubio incorporado sobre la cama.
— Vaya, despertó al fin. Ya creía que se nos dormiría por toda la eternidad –dijo de broma acercándose a los dos shinobi, quedándose a un lado del Nara
— Sakura-san, perdona que no te avisara cuando despertó –recordó Shikamaru
— No importa. De todos modos estaba previsto que pasara por aquí –dijo ella sin ningún problema- Parece que los días que pasaste durmiendo te sentaron de maravilla. Si hasta te has incorporado sobre la cama
— Lo cierto es que me duele tod… ¡Espera! ¡Cómo dijiste! Lle-llevo… ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?
— Hace exactamente una semana desde que ingresaste en el hospital
— ¿Qué día es hoy?
— Estamos a 3 de septiembre… ¿Por qué?
El rubio se quedó ahí, sentado con la vista al frente mirando a ningún punto en concreto de la pared. Su rostro entonces se contrajo en un llanto, clamando: que aquello no podía ser. Escondiendo la cabeza bajo la sábana, botó en berrinche, haciendo mención al ramen y los cupones descuentos desperdiciados que servían hasta ayer. Por no hablar de un par de citaciones que para él eran muy importantes…
― Ya comerás ramen cuando salgas, Naruto –trataba de consolar Shikamaru al tiempo que contenía su propia irritación por verlo comportarse así, tan infantilmente
― ¡Tú no lo entiendes! –agarrándose los pelos de la cabeza, para luego coger de la camisa con ambas manos y mirarlo muy de cerca- Había quedado con Kakashi-sensei y Yamato-sensei para hablar sobre mi próximo entrenamiento –lo soltó- Para una vez que quedamos. Y yo en el hospital… Ah –suspiró triste– No sé cuándo podremos volver a quedar. Ellos siempre están ocupados. Maldita sea –musitó entre dientes, con la mirada baja
― Si es por eso… No te preocupes, Naruto. Yo puedo hablar con Yamato e insistir en que te abra un hueco en su calendario –ofreció Sakura
El rubio se sorprendió de que la familiaridad con la que la Haruno habló de un militante tan demandado por los servicios de Konoha como lo era el shinobi «carpintero». Sí, así lo llamaban algunos. Y platicaba de él como si se tratase de una persona que conociera de siempre.
― De qué conoces a Yamato-sensei, Sakura-san –preguntó
― Es mi padrino. Tenemos muy buena relación. Así que se lo puedo comentar. ¿Te parece?
Ambos hombres quedaron un poco sorprendidos. No tenían idea de que el maestro Yamato tuviera una protegida, puesto que desde que lo conocían nunca la mencionó.
― Etto…pues…te lo agradecería muchísimo-ttebayo –dijo más animado el Uzumaki
― No es nada –menguó Sakura con una negación y una sonrisa amable
Dieron un par de toques a la puerta de la habitación, para luego abrirse hacia el interior por la mano de Ino Yamanaka, ingresando en la misma. Sonrió complacida, viendo a Naruto despierto y reincorporado sobre la cama, charlando animosamente con sus camaradas.
― ¿Ino? Que no tenías turno ahora, en la primera planta –preguntó extrañado el Nara al verla
― Ese no es tu problema –respondió algo borde la rubia- De todas formas he terminado. Y quería ver a Naruto-kun antes de marchar para casa. ¿Cómo te encuentras?
― Mucho mejor. Gracias, Ino –contestó con una sonrisa
― Ya veo –asintió aliviada de verlo recuperado. Luego giró la mirada hacia su otro compañero- ¿Me acompañarías en el camino? Necesito hablar contigo
― Supongo –respondió tras mirarla y dar un suspiro- También he de irme –mirando su reloj de pulsera- Se acerca la hora de comer y si no llego a tiempo a casa… temo una regañina –poniendo las manos en los bolsillos se separó de la camada- Te veo luego
― Claro
― Naruto-kun… –se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, levemente sonrojada- Nos vemos mañana en mi turno. Hasta luego, Sakura
Tras que ambos dejaron la habitación, Sakura miró a su paciente, el cual se había quedado mirando la puerta por la que acababan de marcharse sus amigos, con una sonrisa en la cara.
― ¿Tienes algo con Ino-san? –preguntó la Haruno. El rubio se volteó sorprendido por la pregunta
― ¿Qué? –sorprendido ante su pregunta- No, no. Ella y yo… Somos amigos –contestó después de carraspearse la garganta- Por qué lo dices
― No. Por nada. Sólo… Me pareció –le comentó, bajando la mirada
Se sintió incómoda. Aquello no era de su incumbencia. Si acaso se lo hubiera preguntado a la fémina, pero el interés por saber le corrió prisa y ahora se sentía avergonzada.
Volteó a la derecha dispuesta a marcharse, evadiendo el corto silencio que se estableció y seguramente perduraría los siguientes minutos. A ella no se le daba bien hacer amistades, o hablar con pacientes más allá de la debida información a proporcionar de su estado a los mismos, por lo que era mejor dejarlo. Con dirección a la puerta avisó de su vuelta en unos minutos para hacerle un chequeo. Pero a medio camino Naruto habló…
― ¡Sakura-san! –voceó el rubio, deteniéndola. Ella se volteó de medio lado
― ¿Sí? –preguntó amable
― Gracias…
― Como ya dije antes, es mi trabajo –respondió con una pequeña sonrisa, volviéndose hacia la puerta sintiéndose agradecida
― No, en serio. Basta de salvarme la vida –volvió a decir, con tono firme
Ella se paró casi automáticamente, debido a esa voz autoritaria que por ser capitán Naruto empleaba muchas veces. Y que en ocasiones usaba casi sin darse cuenta.
― A partir de ahora, yo seré el que la proteja –juró el shinobi
Fue como un susto al corazón aquellas palabras. Le dejaron quieta, con los ojos en par y la boca medio abierta, temblándole sus labios, tratando de parlar algo. Duró como diez segundos este lapso aunque a ella se le hizo eterno. Nunca se había sentido así. Tan… ¿cómo describirlo? Ni idea. Pero sus mejillas se adornaban por un tímido pero persistente sonrojo. Los dedos corazón y anular de su mano derecha a punto de coger el pomo, temblaron. Y su nariz tardó en volver a inspirar. A pensar.
Entonces ciñó el entrecejo.
Ayudándose de sus tobillos volteó a contestarle. Ella sabía defenderse. Muy bien, además. Quería aclarárselo, dejarlo en instancia; amablemente por su puesto. Sin embargo sus ojos toparon con una mirada azul zafiro, briosa e inamovible, medio encubierta por un flequillo dorado, que la acallaron antes de que pudiese decir nada. La miraba de una forma tan llana que juraría sentirse invadida en ese instante.
― V-vale…
Fue lo único que se le ocurrió decir antes de girar el mango, para salir y no volver a entrar a esa habitación en lo que restaba por día. Entonces cruzó un compañero doctor por enfrente suyo con el que tenía buena relación y que por lo visto también conocía al Uzumaki. Se le ocurrió que quizás pudiera delegarle la responsabilidad sobre el paciente.
-oOoOoOoOo-
Fin Primera Parte. Continuación Capítulo En Siguiente Spoiler. Parte 2.
Última edición por LadySara el Sáb Mar 14, 2015 6:47 am, editado 2 veces
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Tierra de Don Quijote (La Mancha).
0
Capítulo 5. 2a Parte.
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En otro lugar. A lo lejos…
Tras pasar el túnel de la montaña se divisó la Aldea Oculta Del Sonido, desde uno de los escasos caminos que pudieran calificarse como seguros en esta nueva era dominada por la violencia de lo salvaje.
Pararon unos metros antes únicamente para cambiar de vestimenta, de aspecto. Con simplicidad y eficacia, el pequeño grupo se hizo paso a la villa del modo más tácito posible: hipnotizador. Enfocando a los guardias con un potente genjutsu pasaron sin oposición como si fuesen los simples forasteros que aparentaban ser. Aunque esto no contrarió que a los pocos minutos de ingresar en la gran metrópoli un par de policías vestidos de paisanos se pusieran a observarlos.
Ya se lo veían venir.
Como tenían pensado pasaron de inmediato a una taberna, a penas levantando curiosidad por parte de la clientela, ya que era un bar bastante transitado por forasteros de todo tipo; aunque por lo general, de no de muy buena calaña. Se sentaron alrededor de una mesa redonda de madera y pidieron algo de tomar al camarero.
Desde fuera del establecimiento, los polis custodiaban al grupo. Uno los miraba a través de una ventana, otro se quedaba fuera apoyado en el marco de la puerta mientras el uno le relataba los sucesos. Quedaron ahí un buen rato, esperando quedarse otro más. El grupo al que vigilaban por lo visto no tenía mucha prisa ya que empezaron a pedir comidas del menú, más que simples tapas. No se moverían de ahí durante horas.
Mientras por la puerta de atrás salieron las mismas cuatro personas que ahora también ocupaban cuatro asientos y una mesa de la taberna.
Los clientes, el resto de camareros y los agentes que estaban dentro o en el entorno del bar vivían este escenario alternativo en el que ellos seguían sentados en ese bar, bebiendo y tomando. Todos excepto el dueño del bar y su hijo pequeño, quienes los ayudaron a escabullirse de la exhausta vigilancia.
El último de los cuatro fue el encargado de pagarles una buena suma de dinero por el favor que al barman le haría bastante ese mes. Luego de dárselo e intercambiar cortas palabras, el encapuchado se agachó poniéndose a la altura de su hijo pequeño.
― Muchas gracias cielo –le dijo con voz dulce y tranquila al niño- Toma, un regalo
Aunque no se le veía el rostro, puesto que iba muy tapado, por la voz, las puntas de su cabello rojo y liso que sobresalían por la caperuza a ambos lados, se notaba que era una mujer.
― G… gracias, señorita –agradeció el niño, que sin oposición por parte del padre tomó la piruleta enorme de colorines que le regalaba la pelirroja
― De nada, pequeño –contestó la encapuchada con una sonrisa amable, acariciando la cabecita del chiquillo- Ahora vuelve dentro. Y no digas a nadie lo que ha pasado. ¿Okey? –el niño asintió con firmeza- Así me gusta –levantándose- Hasta luego
Se alejó de ellos con paso ligero, alcanzando a sus compañeros de viaje. Miró un instante hacia atrás comprobando que el pequeño y su padre volvían adentro y cerraban la puerta de atrás con tranquilidad.
Entonces la chispeante lluvia minutos antes iniciada comenzaba a ganar intensidad.
― ¿Una piruleta? ¿Desde cuándo la llevas encima? –preguntó uno de ellos a la joven
― Desde que salimos. Pensé que nos haría falta un buen dulce para ‘‘persuadir’’ a un niño y de paso quedar bien con el padre
― Mn, ya veo. Y… ¿no tendrás otra por casualidad, verdad? –dijo algo ansioso. Pero la mujer negó- ¡Jo! Y por qué compraste solo una, sabiendo lo que me gustan los dulces –se quejó algo molesto con ella, alzando la voz más de lo normal
― ¡Callaos de una vez! –bramó el encapuchado que se encontraba al frente del grupo, volviendo sus ojos negro intenso, poniéndolos sobre ellos y poniéndolos rígidos, sobretodo el hombre que se estaba comportando como un crío
― Perdona, cariño –se disculpó la mujer avergonzada aunque no era precisamente ella quien debiera disculparse
― Mph –fue la simple respuesta del azabache
Dio media vuelta, siguiendo al frente del equipo, con camino hacia la magnánima torre de metal de kilómetro y medio que movía toda aquella civilización. La Atalaya del Otokage. Allá les aguardaba la fase más complicada de la misión.
Por otro lado en la misma ciudad, concretamente en la taberna los cuatro integrantes del grupo seguían sentados en la misma mesa ante los ojos de sus inquilinos y los dos agentes que les custodiaban desde afuera.
― Oye, ¿no te parece un poco raro que en todo este tiempo ninguno de ellos se haya levantado de la mesa? Ni siquiera la mujer se ha levantado para ir al servicio
― Hai. Además ninguno de ellos hace gran cosa aparte de beber y comer y beber y…
Y fue al cabo de esas dos horas que llevaban ahí cuando se miraron con los ojos muy abiertos, encrespados. Pasaron corriendo dentro del establecimiento alarmando un poco a la clientela.
Al llegar a la mesa el primer policía puso la mano en el hombro de uno de los cuatro forasteros. El encapuchado se volteó resultando una especie de hombre blanco de arcilla que le sacó su lengua viperina en modo de burla. Al instante se abalanzó sobre él moldeando su cuerpo de tal forma que empezó a rodearlo. Su otro compañero se quedó retrasado, rezagado, viendo a su camarada en peligro pero sin poder hacer nada pese a estar armado.
― Avisa a la central de los intrusos. ¡Nos atacan! –le gritó su compañero antes de ser finalmente engullido por el mismo cuerpo del que estaba hecho aquel hombre de arcilla blanca, el cual tomó una forma parecida al aspecto del policía
El resto de la clientela se levantó, algunos de allí huyeron por la puerta, otros sacaron sus propias armas, temblando ante el levantamiento de los otros tres forasteros, que tras bajarse las capuchas, resultando ser como el primero. Se inició entonces una secuencia de cuchilladas, flechas y piras que no resultaron demasiado en contra de los nuevos revelados. El policía como la mayoría de la clientela logró escapar, saliendo a la calle corría en dirección a su cuartel, con una radio en mano informando de la intrusión cometida. Para cuando terminó el comunicado una potente explosión hizo bambolear el suelo varios metros a la rotonda del único magnate de la metrópoli. Los vecinos de a pie giraron su mirar hacia la torre madre. De uno de los pisos superiores salía un intensivo humo negro.
Alguna gente se asustó, pensando al momento que se trataba de un ataque, otros de una explosión propia de un fallo en el sistema, etc. Todos se equivocaron en sus pensamientos, incluido el policía. Se trataba de algo más simple.
Un hurto. Un robo. Mas no de cualquier objeto. Y quien deliberaba por detenerlo era el gran maestro de la villa.
En el interior del último pavimento se libraba una batalla. Una lucha intensa que parecía querer alargarse lo máximo posible pero sin llegar a conseguirlo. Eso lo supo el Otokage en el momento que el rebelde contra el que luchaba lo obligó a revelar su máximo poder. No porque fuere más débil en comparación sino porque el mismo intruso cargaba con todo lo que tenía. O al menos, eso era lo que pareció al principio. Porque mientras él sudaba a mares el ladrón apenas sí comenzaba a respirar fuerte.
― No saldrás de aquí a menos que entregues lo que te has robado, Uchiha Sasuke –le advirtió la sombra del sonido de espaldas a la única abertura por la que tendría salida, por la misma que se liberaba el humo
― Mph –sonrió de lado el mencionado- ¿Dices que de hacerlo me dejarás escapar? A qué se debe –quiso saber
― El trato con La Hoja y mis respetos por el maestro Orochimaru. Que si bien tengo entendido también es el vuestro. Y vos… su discípulo –dijo levantando su vara de metal hacia su contrario, mirándolo seriamente, con dureza
― ¿Y espera que me crea eso? Es absurdo
― Devuélvela y dejará de serlo
― No –dijo tajante- No me interesa. Sea verdad o mentira… da igual
― Como quieras –suspiró el maestro ante su respuesta
Tras la corta conversación retomaron la pelea.
El resto de los guardias de la torre trataban de llegar a la zona de batalla encontrándose obstaculizados los caminos hacia la misma. El equipo del hurtador se había encargado de hacerlo así para que nadie pudiera pasar una vez se encendiera la alarma, impidiendo que otras fuerzas del orden a parte de las ya derrumbaran les impidieran maniobrar. Ahora observaban la batalla, esperando alguna orden o alguna oportunidad para efectuar la huida, la retirada, a las espaldas de su capitán. Sasuke. El último descendiente del Clan Uchiha.
Contra la espada del rebelde usaría otra semejante, e invocó una vara de pequeños agujeros metalizada en sus manos. Cargaron el uno contra el otro, chocando frontalmente sus guadañas, provocándose una onda sonora producto del impacto con la vara del Otokage que hizo temblar severamente el cuerpo del Uchiha. El maestro curvó sus labios en una mueca pero poco duró su retozo cuando las manos de su enemigo se convirtieron en un amasijo de serpientes que lo agarraron por los brazos y lo envolvieron, ahogándolo. Una potente onda emanada de su cuerpo se las quitó de encima esparciendo por la habitación trozos de culebras. Al tiempo Sasuke descendía desde arriba clavando la punta de su espada en el entrecejo de la sombra del sonido, quien se deshizo en un muñeco de lodo. A las espaldas se avecinó una carga de alfileres que esquivó con una pirueta para luego pasar a rechazar el aluvión de agujas con varios giros de espada nuevamente avanzando contra el rival. La mirada negra del azabache se acercaba más a la del maestro del sonido.
― “Este tipo es bueno” –pensaba el Otokage viéndolo avanzar hacia él- “Ni siquiera necesitó de su barrera el sharingan para esquivar mi lluvia” –observó en ese par de segundos al ver que el Uchiha no había despertado sus ojos rojos
En las manos del Otokage se convocó de nuevo la vara que tras parpadear en una luz purpúrea se dividió en dos paralizando con ambas partes puestas en cruz la estocada venida desde arriba, con la hoja cargada con el elemento rayo. Ello hizo que el golpe fuera más duro de lo previsto, hundiendo al suelo unos centímetros las zapatillas del maestro Otokage que se protegía así mismo con un escudo hermético del elemento viento expandido por sobre su cuerpo. Tenía que protegerse de la carga eléctrica o la corriente unida al metal de sus armas sólo lo terminaría.
Siendo así y con un esfuerzo mental descomunal, hizo del fino viento que rodeaba su cuerpo hacerse más violento para luego sacudir sus brazos y de las varas desprenderse una ráfaga en cruz tan potente, tan monstruosa, que destruyó en pedacitos todo lo hallado en aquel sitio. Luego de un remolino el ambiente se calmó. Unos tantos metros más allá, el Uchiha se levantaba pesadamente de las rocas, rodeado su cuerpo de un escudo violáceo de chakra puro que la Sombra del Sonido jamás pensó llegar a ver en la vida. Se trataba de la técnica del Susanno, una especie de hombre armadura que sólo podían invocar los de la barrera rojiza. No estaba completamente entero. Tan solo el tronco, el inicio de los brazos y la cabeza del mismo. Pero aún así era impresionante. De pronto sus rodillas flaquearon, cayendo con una apoyada en el suelo. No por el asombro. Sino por agotamiento. ¿Por cuánto tiempo podría seguir a este ritmo?
El rebelde Sasuke Uchiha se irguió con la mano cubriendo su ojo derecho, el cual sangraba, con una sonrisa amplia en los labios propia de un malvado loco. Uno de sus compañeros ahora des-encapuchados, concretamente el más alto y corpulento, se percató de esto y de lo que podía implicar esa actitud. La puerta atollada por una técnica de la mujer pelirroja que los acompañaba, poco a poco estaba mermando debido a los golpes que los guardias daban al otro lado tratando de derrumbarla. Había que parar esto. Y huir.
― ¡¡Capitán!! –gritó fuerte, deteniendo al instante un próximo movimiento que sabía que tenía pensado hacer- ¡No hemos venido aquí a presentar batalla! ¡Por favor, déjelo! –pidió
Segundos después y ante la sorpresa de todos, el Uchiha deshizo su escudo y puso sus ojos en negro. Volviendo a la cordura vio al maestro del sonido a unos metros frente a él, con la rodilla clavada en el suelo respirando fuertemente, con la mirada puesta en él. Aun agotado tenía fuerzas para continuar. No para vencerle ni mucho menos aniquilarle. Habiendo una clara ventaja para él. Sin embargo hizo caso omiso a esta oportunidad e invocó dos serpientes de grandes dimensiones que su rival no pudo esquivar. Una engulló al Otokage aunque no con la idea de aniquilarlo. Simplemente lo retuvo mientras él y su equipo escapaban montados en un águila. Llevándose una valiosa alhaja consigo.
-oOoOoOoOo-
Llevaba días abriendo los ojos minutos antes de que sonara el despertador. Los mismos desde que dejó el turno en el hospital y cogió permiso en el laboratorio de la Universidad de Konohagakure no Sato para poder estudiar la toxina que hace poco más de una semana estuvo a punto de acabar con la vida del joven sannin. Naruto Uzumaki. Una persona según la cual normalmente no le afectaban en demasía los tóxicos ya que su propio cuerpo estaba preparado para combatirlos y repelerlos.
Ayer en la tarde al fin pudo terminar su descomposición y finalizar el informe acerca del veneno. Lo depositó entre los estudios pendientes por finalizar para que la gente de allí, los científicos especializados, realizaran un análisis más exhaustivo. Para así concretar con mayor veracidad.
El resultado a pesar de esperarlo como diferencial al resto no dejaba de sorprenderla. Esa clase de veneno era algo así como un quemador. Que de tan solo rozar la piel de un ser vivo, sin necesidad de herida podía matarlo en cuestión de unas horas. Sin tener en cuenta que los únicos recipientes que pudieran contenerlo (sin desmejorarlos) eran los del más puro cristal y los de titanio. Cuyos materiales eran bastante elevados en cuestión de precios.
Lo tenía mismamente ahí, la copia del informe recogido en una carpeta sobre la mesita de noche. Pero no era esto lo que la tenía así. Después de leérselo ayer por última vez un mogollón de preguntas acudieron a su cabeza dejándola intranquila. ¿Cómo demonios era posible? Esa era una de las cuestiones que sacudían su mente. Muchas de las cuales giraban en torno a la misma persona.
Sonó entonces el sonido atronador del despertador. Hora de levantarse.
Hizo lo de todas las mañanas. Se vistió, estiró las sábanas de la cama, desayunó sentada en un taburete, en silencio con su gato a sus pies comiendo de su bol y se aseó. Después de abrocharse las botas llamaron al timbre. Dos toques cortos. Era su vecina y compañera de trabajo Ino Yamanaka, que como siempre se pasaba a recogerla cuando ambas coincidían con sus jornadas de trabajo en el hospital. Poco después Sakura salía de su apartamento. Y ambas marcharon una al lado de la otra conversando. Aunque la que más parloteaba era la rubia, por no decir que era la única que hablaba.
― Hemos quedado en vernos este fin de semana. Para salir y eso… –contaba sonrojada a cerca de una tercera cita que iba a tener con un chico “wapísimo” que la trataba «súper bien»
― Me alegro –dijo con simpleza Sakura
― ¿Mn? –articuló extrañada la rubia ante la reacción poco emotiva de su amiga- ¿Y ya está? Después de seguir un consejo de alguien que no tiene prácticamente idea sobre el sexo opuesto, ¿es lo único que vas a decir? –le reprochaba algo molesta. La otra no le respondió simplemente siguió andando. La chica estaba metida en sus pensamientos
― Ino-san… –parándose-, ¿qué sabes a cerca de Uzumaki Naruto?
― ¿Por qué? ¿Acaso te gusta…? –preguntó picarona la Yamanaka
― No –contestó seria, con los labios apretados y un sonrojo- Es solo que no me explico cómo alguien puede sobrevivir a un veneno como el «Cóctel» -refiriéndose al veneno que extrajeron del joven sannin y que recientemente tenía estudiado, al cual Sakura decidió darle ese nombre
― Mn No sé. Naruto-kun desde siempre fue alguien diferente en muchos aspectos. Sobre todo en lo referido a él como un «Skiller»
― Mph Como que es un Jinchuuriki –argumentó con una mueca de medio lado mirando a su compañera, la cual se había quedado pasmada al oírla
― N-n-no… Eso no… No es así –refutó la rubia, que aunque seria al final, fue vacilante al inicio
La Haruno no opinó a cerca de su negación, asintió levemente y continuó camino a pasito. Mientras avanzaba algunos pasos Ino la miró con intranquilidad. Creía que Sakura era desconocedora de las leyendas acerca de los Avatares de los Biju. Pero con esto quedaba claro que no. Y siendo esta la segunda vez que le «niegan» su petición de saber con mayor exactitud ‘quién era él’ por todo lo que vio, la conjetura de que el chico fuera uno de esos Avatares ganaba fuerza. Aunque siempre quedaba la probabilidad de que Sakura Haruno aún tuviera sus dudas. Nadie le había confirmado nada. Quizá nunca lo hicieran. Puesto que el tema a tratar era tabú entre los paisanos. Y entre los amigos del sannin, algo que sólo le concernía a su persona. Tal vez y sólo tal vez el propio Naruto-kun se lo contaría en persona.
Suspiró. Miró al cielo. Por medio de su visión se cruzaba la rama de un árbol sobre la que estaba posado un pequeño animal de plumas que tras darse la vuelta resultó ser un águila de ojos rojos que la miraba fijamente. Una mueca de pánico se apoderó del rostro de Ino. Y quedó paralizada en el sitio. Mirándolo. Mirándose ambos.
En esto Sakura retrocede al ver la pronta quietud de su amiga.
― ¿Ino-san? –le pregunta acercándose
De pronto el pequeño águila sale volando, levantando algunas hojas al aire y asustando un poco a la Sakura por la repentina acción del animal.
― Demontres… –susurró Sakura mosqueada por el susto- ¡¡Ino!!
― ¡Eh! ¿Qué? –exclamó la rubia, alterada de pronto
― Espabila, llegamos tarde
― Si. Claro –contestó con fragilidad en la voz
― ¿Te sucede algo?
― No… No. Qué va. ¡Vamos! –contestó con una sonrisa nerviosa
Ambas volvieron a coger camino para el Hospital. Sakura miraba a su amiga y compañera, pensativa. De pronto parecía haber visto al mismo demonio como de no pasar nada y mostrar una amplia sonrisa que lo evadiera todo. No sabía “Qué”, pero la peli-rosa ya se escamaba que algo malo pasaba con la Yamanaka. No por este simple hecho sino por varios otros atrás que desde hacía tiempo observaba en torno a ella.
-oOoOoOoOo-
Después de pasarse casi todo el día durmiendo o haciendo el vago, decidió salir una vez caída la noche y cenar en un sitio distinto al de su solitaria casa. Tras un inaudible suspiro de resignación, echó el cerrojo. Con su típico pantalón chándal negro de costuras naranjas, la camisa de redes, una chaqueta y unas zapas partió rumbo a su restaurante favorito.
Por la despreocupada actitud que marcaban sus andares bien podría decirse que no le preocupaba nada en este momento. No era así. No lo había sido nunca desde el día en el que su mejor amigo desde la niñez –su casi hermano– abandonó el lugar donde juntos se criaron y compartieron mil aventuras. Varias veces trató de arreglarse con él, de hacerlo recapacitar. Y traerlo de vuelta a su hogar, a la villa de Konohagakure no Sato. Nunca consiguiéndolo. Él se había marchado, optado por ponerse del lado de un sujeto peligroso para la ciudad al cual también traicionó para luego convertirse en un rebelde.
Pensando en ello llegó al puesto Ichiraku. La clientela solía ser poca en los días intermedios de la semana, lo cual agradeció. Tras terminar de atender al único cliente que había en la barra a parte de Naruto, en la otra esquina, el propietario del restaurante le atendió desde el otro lado de la alta barra que separaba al servicio –siendo dos trabajadores- de los clientes.
― ¿Lo mismo de siempre? –le preguntó el dueño directamente, en cuyo rostro se marcaban algunas arrugas y sus patillas se emblanquecían por las canas propias de la edad que el hombre alcanzaría conforme pasara el tiempo
― Sí, jefe –contestó Naruto con familiaridad
El hombre se retiró a la parte de atrás, a las cocinas, donde era ayudado por su hija mayor, la cual parecía estar muy ocupada ordenando la cocina. Tarareaba por lo bajito una canción. Alegre. Hacía poco contrajo matrimonio y prueba de ello era la alianza que aguardaba en su mano izquierda. El chico se alegró porque esa unión le causara esa felicidad.
― Aquí tienes, hijo –avisó el dueño tendiéndole su fabulosa cena sobre una bandeja, con ese aprecio que el Uzumaki le inspiraba ya no solo como un fiel cliente sino como una amistad
― Gracias, jefe
― ¿Necesitas algo más…?
― Quizá algo de postre
― ¿No vas a querer un segundo plato? –preguntó extrañado
― Em. –pensativo- No, pero…cárgamelo bien –refiriéndose al postre
― ¡Bien! –Acató el servidor- Por cierto, ayer noche estuvo tu “novia” por aquí –dijo gesticulando con las manos, situando las comillas sobre dicha mencionada- Preguntó por ti
― No es mi «novia». Lo sabe -negó serio mientras separaba los palillos
― Bueno –carcajeó levemente el hombre- Pero sabes a quién me refiero, ¿no? –el rubio asintió
― Para qué me buscaba
― Me dijo que quería hablar contigo. Y por su semblante nervioso pero serio me figuro que de algo importante –avisó convencido
― Tendría alguna crisis nerviosa, como casi siempre pasa cada vez que me busca. ¡Y no me mire así! –señalándolo con los palillos al notar cierto reproche en su cara frenando cierta opinión por lástima hacia la persona cual hablaban- Es muy…pesada
― ¿De veras? Parece una mujer agradable
― Cuando no se pone histérica y te viene reprochando por «no se qué», entonces lo es
― Quizá si dejaras de estar con una chica una semana, y a la siguiente con otra…
― Hace tiempo dejé esa costumbre –aclaró el rubio
― Me alegra oír eso –dijo el viejo mientras ordenaba la barra de su negocio, sin separarse de la conversación que mantenía con el shinobi
― De todas formas eso no es de su incumbencia. Yo no estoy con ella –dijo con la boca llena de fideos
― Cierto. Pero eso no lo comprende. Recuerda que es una mujer –le apuntó el señor- Y por lo que me vienes contando desde hace tiempo, “loquita” por tus huesos –dijo esto último a modo de chiste, terminándose por reír
― No sé si loca, pero desde luego muy cuerda no está. Dice que «me ama» pero algunas de sus acciones me asustan, dattebayo –expresó preocupado- Por ese lado, me preocupa y creo que por ello es que casi siempre termino ayudándola
― Ay, Naruto. Tú y tu corazón noble –suspiró- Eso el Consejo puede tomarlo por debilidad si no aprendes a manejarte
― A qué viene eso ahora –preguntó alzando una ceja, extrañado
― A tu meta, tus logros, tus sueños. Si aspiras a liderar una aldea, deberás saber manejarte más por la razón que por el corazón
― Lo sé. Voy aprendiendo, jefe
― ¡Bien! –sonrió contento por oír eso, ya que pudo le replicar que «sí» lo estaba. Por el contrario, el joven shinobi admitía su imperfección sin problema. Lo cual era una muestra de su honestidad y madurez- Ahora en el asunto mujeres, conforme te voy conociendo chico, me hago una idea de qué tipo de chica sería compatible contigo…
― ¿Ah, sí? –mirándolo dudoso- ¿Cuál?
Llegaron en ese momento un par de clientes en los que el viejo dueño volcó toda su atención, abandonando la conversación que tenía con uno de sus parroquianos. Naruto volteó a reconocer una de las voces y el chakra desconocido de otra que la acompañaba. Se trataban de su camarada Ino Yamanaka quien lo saludó con emoción. Sakura Haruno con aire de sorpresa un tanto cohibido.
― Gracias, señor –agradeció la rubia tras hacer dos pedidos, para luego sentarse en un taburete al lado del Uzumaki- Me alegra verte por aquí, Naruto-kun. ¿Cómo te encuentras?
― Después de una semana de reposo tras el hospital, bastante bien
― ¿Tú has estado en reposo? ¿De verdad? Y por qué me tuvo que decir Lee-san que estuvieron entrenando juntos ayer –preguntó con sarcasmo exagerado
― B-bueno…es que yo…
― Si no haces caso a los médicos nunca te terminarás por recuperar, Naruto-kun –le miró ladeando la cabeza, con las cejas alzadas y tono regañido. El rubio asintió con consciencia. Ayer, durante el entrenamiento con Rock Lee, notó serias molestias repartidas por todo su cuerpo, sobre todo en la zona que concierne al riñón. Tenía razón. Debía reposar más tiempo o si no esas dolencias no desaparecerían nunca.
― ¿Acabáis de salir del trabajo?
― Hai. Y como no nos apetecía cocinar a ninguna, decidimos cenar fuera. Estoy agotada, sudada y con una paciencia que se me acaba, ¿cuándo llega mi ramen? –preguntó al aire, recibiendo la inmediata respuesta del chef al posicionar frente a ella un bol- Oh, genial
― Te has vuelto una aficionada al ramen, ¿eh? ¿Ino-chan?
― Alguien tiene la culpa por ello –dijo sonriéndole con picardía, para luego tomar la pajita de un refresco entre sus labios, pero rechazando la mirada de Naruto, lo cual tomó como una «aclaración» del hacer de la rubia; sólo coqueteaba. Más allá de eso, nada
― Desde luego que sí
Sakura escuchaba la conversación. Deducía que entre ellos pudo haber alguna historia en el pasado donde la palabra «acostarse» fuera la protagonista. Empezó a pensar en sí mismo a cerca de ese tema. Y se deprimió un poco. Con veintidós años seguía sin conocer en práctica lo que implicaba esa palabra. Cuando la mayoría de chicas o chicos de su edad ya estaban más que al tanto. En su interior deseaba algún día poder conocerla. Pero aun quedaba mucho por hacer, antes. “Todo a su tiempo” Se decía ella. Aunque a veces era frustrante.
Sacudió su cabeza varias veces disipando los pensamientos para solo disfrutar de la cena, comprobando como Ino y Naruto continuaban coqueteando. Lo hacían de una manera muy tonta. Pero aún así, incómoda. Sakura bajó la cabeza, apretó los puños y juntó las rodillas. Miró su bol, vacío. ¿Qué más sentido tenía quedarse allí? Total ya no encajaba. Su compañera tenía más ganas de ligar que de cualquier otra cosa, suponiendo que ambas compartirían una agradable cena. El hombre también parecía ignorarla; lo cual por alguna razón le molestaba. ¿Sería por aquellas palabras? «La protegeré». Luego también estaban esas preguntas que nadie contestaba: quién o qué era él. Estuvo esperando una oportunidad donde ambos se cruzaran para hablar. Una ocasión. Desde luego no lo era ésta.
Empezó a sonar un poli tono. La Yamanaka descolgó su teléfono móvil para atender la llamada.
― ¿Aló?... ¿Del hospital? ¿Qué sucede? –hubo unos segundos de pausa- Oh, madre mía. Sí. Tranquilo doctor enseguida voy. Hasta ahora –la rubia colgó el teléfono, se lo guardó y cerró la cremallera del bolso- Un chiquillo que estuve atendiendo la semana pasada, al parecer le ha vuelto a dar un ataque –explicaba a corre prisa bajándose del taburete, preocupada
― ¿Quieres que vaya contigo, Ino-san? –se ofreció Sakura
― No. No hace falta. Gracias. Mejor vete para casa –cogió el rostro de su amiga por la barbilla para mirarla- Se te ve muy pálida. Naruto, ¿podrías acompañarla luego?
― Eh… Claro –respondió él
― Bien. Nos vemos luego
Dicho esto la rubia marchó corriendo en dirección contraria por la calle por donde vinieron.
― ¿Cómo puede ser, que a un niño le dé un ataque? ¿Eso no es cosa de adultos? –volteó Naruto hacia Sakura, la cual se sorprendió un poco por la pronta forma que la trataba
― ¿Mn? Creí que me ignorabas –dijo sarcástica, al tiempo que depositaba el dinero justo del pago por la cena sobre la vitrina de cristal que guardaba los bocaditos fríos del restaurant
― Un momento. ¿Qué? –exclamó Naruto sin entender
― Los infartos se pueden padecer a cualquier edad –explicó seca- Buenas noches Uzumaki
Inmediatamente Sakura cogió su bolso, bajó del taburete y salió del puesto del Ichiraku’s Ramen. Él se quedó quieto un segundo. Pero después, rápidamente, Naruto pagó al viejo Ichiraku y sin esperar las vueltas marchó detrás de la chica.
― ¡Sakura-san! –gritó él tratando de detenerla, pero ella afianzó el paso, alejándose de él, ignorándolo. El rubio corrió hasta ponerse a su altura- Espera, ¿por qué dices que te ignoro?
― Nada. No me hagas caso. Estoy cansada y por eso mi mal humor
― Sin embargo yo no tengo nada de sueño. Deja que lleve tu bolso
― Puedo llevarlo sola. Y no hace falta que me acompañe nadie
― Sea lo que decidas no me separaré de ti hasta dejarte en la puerta
― Está bien –aceptó resignada- Pero deberás responderme un par de preguntas
― Claro
― Aquí no –prefirió observando su entorno. El lugar donde ahora mismo estaban era muy frecuentado por la gente, que iba de aquí para allá, con algunas gentes deteniéndose a hablar con otras gentes que se encontraban de casualidad. No era el sitio adecuado para hablar de ello- Vamos…
Varios minutos andados, ya adentrados en calles menos transitadas y menos iluminadas por los focos que solían concentrarse en las vías más transitadas, pasaron a la calle que les condujo al bloque donde vivía la chica.
No hubo ningún tipo de conversación, estuvieron en silencio todo el tiempo. Lo cual para Naruto supuso un calvario. Primero porque su persona no sabía estar en silencio. Segundo porque quería conocerla, tener con ella más de un simple compañerismo o amistad. Tercero y más importante, le gustaba. ¿Cómo no? Era preciosa. Con un espíritu devota. Fuerte. El problema entre ambos se reducía simplemente a su comunicación.
Al tanto Sakura se detuvo frente a un edificio a cuya entrada se llegaba por unos escalones o por una rampa situada en el lado opuesto.
― Así que aquí es donde vives…
― No te hagas el sorprendido. Ya lo conoces de antes
― ¿Por qué habría de saberlo?
― Porque es el mismo lugar donde vive Ino-san. Y ustedes dos fueron amantes. Me imagino que intercambiarían de vez en cuando el lugar de encuentro
Naruto quedó sin saber qué decir al respecto. Con cara pasmada ante el desvelo que acababa de salir por la boca de la chica que le gustaba. Además de una manera seria y un tanto reprochable. No había signos de enfado simplemente de desencanto. Estaba claro que ese tipo de vida que un día llevó no era del tipo de persona que a priori sería aceptada por alguien de principios y valores como Sakura. La cual seguro estaría enterada de todos las peripecias que el Uzumaki tuvo tiempo atrás, donde cambiaba de mujer cada semana o incluso las combinaba.
― Escucha, eso…pasó hace tiempo, esa época terminó, se acabó
― ¿Por qué hacías eso? Es que no… No te pretendo juzgar ni reprochar nada Naruto. Pero no entiendo ese tipo de gente. Es decir, se obtiene placer en el momento pero…y luego qué
― Yo sí que no entiendo. A qué viene esta repentina preocupación por mí
― Se trata de Ino-san. Es una buena amiga y estuvo mucho tiempo…así. Cuando la conocí me pareció una persona alegre, divertida… Pero con el tiempo le encontré muchas deficiencias y no hablo de imperfecciones sino de tristeza interior. Ahora que ha conocido a alguien con el que la veo realmente ilusionada, no quiero verla de nuevo en ese pozo fantasma
― Me estás pidiendo que no me acerque a ella –preguntó el rubio, ante lo cual Sakura asintió- No es lo que parece, de verdad. Mira, Ino-chan y yo pasamos una temporada «juntos». Pero ya pasó, no temas por eso. Se quedó en ceniza y en eso quedará
― Espero que cumplas
― Yo nunca rompo mis promesas
― Ok. ¿Me devuelves el maletín?
― Hai
Se lo entregó una pequeña dificultad, y es que para él pesaba un tanto. Sin embargo cuando pasó a manos de Sakura ésta pareció sostenerlo con ligereza, como si a penas pesara. Y eso a pesar de lo notablemente cansada que se la veía. Naruto observó esta “facilidad” que no supo porqué le resultó conocida.
― Gracias por acompañarme. Y sobre todo por ser sincero
― ¿Podemos ser amigos ahora? –preguntó amablemente, con agudeza sarcástica. Ella rió suavemente. Había sido un poco esquiva con él y desconfiada, siendo su simpatía más un esfuerzo que un gesto natural
― Supongo que sí
― Me alegro. Quisiera preguntarle: ¿por qué no la volví a ver por el hospital mientras estuve ingresado? ¿No era yo era su paciente, doctora? Pensé que los pacientes eran lo primero, Sakura-san
― Sí. Pero creí que sería mejor ocuparme de otro asunto que…me urgía bastante –se excusó ella con media mentira, algo nerviosa- Y tenía que ver contigo, Naruto
― ¿De qué se trataba?
― El veneno que te extrajimos en la última misión. Lo estuve estudiando y… la verdad me parece increíble que hayas podido sobrevivir a algo así durante tantos días, sin otra suministración más allá de los cuidados de la rana Fukusaku
― Bueno. Ya te lo expliqué, mi cuerpo es…
― No, Naruto –le interrumpió ella, serena- Ese veneno llamado «Coctel» no lo soportan ni la coraza de una armadura de acero, cobre, plata, oro… Sólo el titanio y el cristal puro. Además cuando te curamos casi me quemo
― ¿Quieres preguntarme algo?
― Sí. Pero no me responderás
― Prueba –le incitó él
― No, no es el momento, mucho menos el lugar –pensó mejor- Hablaremos en otra ocasión
― Como quieras –respondió él tranquilo, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón
― Buenas noches. Y gracias nuevamente
― Ha sido un placer
― Hasta luego –dijo serena, aunque con un tono más tranquilo y relajado. Por alguna razón Naruto ya no le causaba tanta desconfianza como antes. Quizá porque se empezaban a conocer y dejaba de ser el tipo de reputación mujeriega que algunos señalaban.
Cuando terminó de subir los escalones de la primera escalera, se volteó viendo a Naruto aún parado ahí abajo, custodiando sus espaldas hasta que llegase al portón de entrada. Él tenía sus labios delineados en una sonrisa. Parecía ¿satisfecho? por la conversación que acababan de compartir.
Finalmente cuando Sakura entró a su departamento y colgó su abrigo en la percha, dejando todo lo demás en la entrada, se acercó a una de las ventanas y corrió el visillo. Entonces vio como Naruto se marchaba con sus manos en los bolsillos a un paso sereno. Cuando se alejó la Haruno se dispuso el pijama para ir a la ducha, mientras pensaba en las preguntas que le quedaron por hacerle. Parecía estar dispuesto a responderle a todo. Por tanto, confiaba en ella. Y eso le complacía. A parte de “parecer” estar interesado en ella. Estos pensamientos la ruborizaron, a lo que se respondió posteriormente «Estoy Tonta Hoy». Lo que la devolvió a su semblante serio.
Espero que les haya gustado. Hasta la próxima. Matta ne ^^
- Capítulo 5. 2º Parte.:
Capítulo 5. 2a Parte.
En otro lugar. A lo lejos…
Tras pasar el túnel de la montaña se divisó la Aldea Oculta Del Sonido, desde uno de los escasos caminos que pudieran calificarse como seguros en esta nueva era dominada por la violencia de lo salvaje.
Pararon unos metros antes únicamente para cambiar de vestimenta, de aspecto. Con simplicidad y eficacia, el pequeño grupo se hizo paso a la villa del modo más tácito posible: hipnotizador. Enfocando a los guardias con un potente genjutsu pasaron sin oposición como si fuesen los simples forasteros que aparentaban ser. Aunque esto no contrarió que a los pocos minutos de ingresar en la gran metrópoli un par de policías vestidos de paisanos se pusieran a observarlos.
Ya se lo veían venir.
Como tenían pensado pasaron de inmediato a una taberna, a penas levantando curiosidad por parte de la clientela, ya que era un bar bastante transitado por forasteros de todo tipo; aunque por lo general, de no de muy buena calaña. Se sentaron alrededor de una mesa redonda de madera y pidieron algo de tomar al camarero.
Desde fuera del establecimiento, los polis custodiaban al grupo. Uno los miraba a través de una ventana, otro se quedaba fuera apoyado en el marco de la puerta mientras el uno le relataba los sucesos. Quedaron ahí un buen rato, esperando quedarse otro más. El grupo al que vigilaban por lo visto no tenía mucha prisa ya que empezaron a pedir comidas del menú, más que simples tapas. No se moverían de ahí durante horas.
Mientras por la puerta de atrás salieron las mismas cuatro personas que ahora también ocupaban cuatro asientos y una mesa de la taberna.
Los clientes, el resto de camareros y los agentes que estaban dentro o en el entorno del bar vivían este escenario alternativo en el que ellos seguían sentados en ese bar, bebiendo y tomando. Todos excepto el dueño del bar y su hijo pequeño, quienes los ayudaron a escabullirse de la exhausta vigilancia.
El último de los cuatro fue el encargado de pagarles una buena suma de dinero por el favor que al barman le haría bastante ese mes. Luego de dárselo e intercambiar cortas palabras, el encapuchado se agachó poniéndose a la altura de su hijo pequeño.
― Muchas gracias cielo –le dijo con voz dulce y tranquila al niño- Toma, un regalo
Aunque no se le veía el rostro, puesto que iba muy tapado, por la voz, las puntas de su cabello rojo y liso que sobresalían por la caperuza a ambos lados, se notaba que era una mujer.
― G… gracias, señorita –agradeció el niño, que sin oposición por parte del padre tomó la piruleta enorme de colorines que le regalaba la pelirroja
― De nada, pequeño –contestó la encapuchada con una sonrisa amable, acariciando la cabecita del chiquillo- Ahora vuelve dentro. Y no digas a nadie lo que ha pasado. ¿Okey? –el niño asintió con firmeza- Así me gusta –levantándose- Hasta luego
Se alejó de ellos con paso ligero, alcanzando a sus compañeros de viaje. Miró un instante hacia atrás comprobando que el pequeño y su padre volvían adentro y cerraban la puerta de atrás con tranquilidad.
Entonces la chispeante lluvia minutos antes iniciada comenzaba a ganar intensidad.
― ¿Una piruleta? ¿Desde cuándo la llevas encima? –preguntó uno de ellos a la joven
― Desde que salimos. Pensé que nos haría falta un buen dulce para ‘‘persuadir’’ a un niño y de paso quedar bien con el padre
― Mn, ya veo. Y… ¿no tendrás otra por casualidad, verdad? –dijo algo ansioso. Pero la mujer negó- ¡Jo! Y por qué compraste solo una, sabiendo lo que me gustan los dulces –se quejó algo molesto con ella, alzando la voz más de lo normal
― ¡Callaos de una vez! –bramó el encapuchado que se encontraba al frente del grupo, volviendo sus ojos negro intenso, poniéndolos sobre ellos y poniéndolos rígidos, sobretodo el hombre que se estaba comportando como un crío
― Perdona, cariño –se disculpó la mujer avergonzada aunque no era precisamente ella quien debiera disculparse
― Mph –fue la simple respuesta del azabache
Dio media vuelta, siguiendo al frente del equipo, con camino hacia la magnánima torre de metal de kilómetro y medio que movía toda aquella civilización. La Atalaya del Otokage. Allá les aguardaba la fase más complicada de la misión.
Por otro lado en la misma ciudad, concretamente en la taberna los cuatro integrantes del grupo seguían sentados en la misma mesa ante los ojos de sus inquilinos y los dos agentes que les custodiaban desde afuera.
― Oye, ¿no te parece un poco raro que en todo este tiempo ninguno de ellos se haya levantado de la mesa? Ni siquiera la mujer se ha levantado para ir al servicio
― Hai. Además ninguno de ellos hace gran cosa aparte de beber y comer y beber y…
Y fue al cabo de esas dos horas que llevaban ahí cuando se miraron con los ojos muy abiertos, encrespados. Pasaron corriendo dentro del establecimiento alarmando un poco a la clientela.
Al llegar a la mesa el primer policía puso la mano en el hombro de uno de los cuatro forasteros. El encapuchado se volteó resultando una especie de hombre blanco de arcilla que le sacó su lengua viperina en modo de burla. Al instante se abalanzó sobre él moldeando su cuerpo de tal forma que empezó a rodearlo. Su otro compañero se quedó retrasado, rezagado, viendo a su camarada en peligro pero sin poder hacer nada pese a estar armado.
― Avisa a la central de los intrusos. ¡Nos atacan! –le gritó su compañero antes de ser finalmente engullido por el mismo cuerpo del que estaba hecho aquel hombre de arcilla blanca, el cual tomó una forma parecida al aspecto del policía
El resto de la clientela se levantó, algunos de allí huyeron por la puerta, otros sacaron sus propias armas, temblando ante el levantamiento de los otros tres forasteros, que tras bajarse las capuchas, resultando ser como el primero. Se inició entonces una secuencia de cuchilladas, flechas y piras que no resultaron demasiado en contra de los nuevos revelados. El policía como la mayoría de la clientela logró escapar, saliendo a la calle corría en dirección a su cuartel, con una radio en mano informando de la intrusión cometida. Para cuando terminó el comunicado una potente explosión hizo bambolear el suelo varios metros a la rotonda del único magnate de la metrópoli. Los vecinos de a pie giraron su mirar hacia la torre madre. De uno de los pisos superiores salía un intensivo humo negro.
Alguna gente se asustó, pensando al momento que se trataba de un ataque, otros de una explosión propia de un fallo en el sistema, etc. Todos se equivocaron en sus pensamientos, incluido el policía. Se trataba de algo más simple.
Un hurto. Un robo. Mas no de cualquier objeto. Y quien deliberaba por detenerlo era el gran maestro de la villa.
En el interior del último pavimento se libraba una batalla. Una lucha intensa que parecía querer alargarse lo máximo posible pero sin llegar a conseguirlo. Eso lo supo el Otokage en el momento que el rebelde contra el que luchaba lo obligó a revelar su máximo poder. No porque fuere más débil en comparación sino porque el mismo intruso cargaba con todo lo que tenía. O al menos, eso era lo que pareció al principio. Porque mientras él sudaba a mares el ladrón apenas sí comenzaba a respirar fuerte.
― No saldrás de aquí a menos que entregues lo que te has robado, Uchiha Sasuke –le advirtió la sombra del sonido de espaldas a la única abertura por la que tendría salida, por la misma que se liberaba el humo
― Mph –sonrió de lado el mencionado- ¿Dices que de hacerlo me dejarás escapar? A qué se debe –quiso saber
― El trato con La Hoja y mis respetos por el maestro Orochimaru. Que si bien tengo entendido también es el vuestro. Y vos… su discípulo –dijo levantando su vara de metal hacia su contrario, mirándolo seriamente, con dureza
― ¿Y espera que me crea eso? Es absurdo
― Devuélvela y dejará de serlo
― No –dijo tajante- No me interesa. Sea verdad o mentira… da igual
― Como quieras –suspiró el maestro ante su respuesta
Tras la corta conversación retomaron la pelea.
El resto de los guardias de la torre trataban de llegar a la zona de batalla encontrándose obstaculizados los caminos hacia la misma. El equipo del hurtador se había encargado de hacerlo así para que nadie pudiera pasar una vez se encendiera la alarma, impidiendo que otras fuerzas del orden a parte de las ya derrumbaran les impidieran maniobrar. Ahora observaban la batalla, esperando alguna orden o alguna oportunidad para efectuar la huida, la retirada, a las espaldas de su capitán. Sasuke. El último descendiente del Clan Uchiha.
Contra la espada del rebelde usaría otra semejante, e invocó una vara de pequeños agujeros metalizada en sus manos. Cargaron el uno contra el otro, chocando frontalmente sus guadañas, provocándose una onda sonora producto del impacto con la vara del Otokage que hizo temblar severamente el cuerpo del Uchiha. El maestro curvó sus labios en una mueca pero poco duró su retozo cuando las manos de su enemigo se convirtieron en un amasijo de serpientes que lo agarraron por los brazos y lo envolvieron, ahogándolo. Una potente onda emanada de su cuerpo se las quitó de encima esparciendo por la habitación trozos de culebras. Al tiempo Sasuke descendía desde arriba clavando la punta de su espada en el entrecejo de la sombra del sonido, quien se deshizo en un muñeco de lodo. A las espaldas se avecinó una carga de alfileres que esquivó con una pirueta para luego pasar a rechazar el aluvión de agujas con varios giros de espada nuevamente avanzando contra el rival. La mirada negra del azabache se acercaba más a la del maestro del sonido.
― “Este tipo es bueno” –pensaba el Otokage viéndolo avanzar hacia él- “Ni siquiera necesitó de su barrera el sharingan para esquivar mi lluvia” –observó en ese par de segundos al ver que el Uchiha no había despertado sus ojos rojos
En las manos del Otokage se convocó de nuevo la vara que tras parpadear en una luz purpúrea se dividió en dos paralizando con ambas partes puestas en cruz la estocada venida desde arriba, con la hoja cargada con el elemento rayo. Ello hizo que el golpe fuera más duro de lo previsto, hundiendo al suelo unos centímetros las zapatillas del maestro Otokage que se protegía así mismo con un escudo hermético del elemento viento expandido por sobre su cuerpo. Tenía que protegerse de la carga eléctrica o la corriente unida al metal de sus armas sólo lo terminaría.
Siendo así y con un esfuerzo mental descomunal, hizo del fino viento que rodeaba su cuerpo hacerse más violento para luego sacudir sus brazos y de las varas desprenderse una ráfaga en cruz tan potente, tan monstruosa, que destruyó en pedacitos todo lo hallado en aquel sitio. Luego de un remolino el ambiente se calmó. Unos tantos metros más allá, el Uchiha se levantaba pesadamente de las rocas, rodeado su cuerpo de un escudo violáceo de chakra puro que la Sombra del Sonido jamás pensó llegar a ver en la vida. Se trataba de la técnica del Susanno, una especie de hombre armadura que sólo podían invocar los de la barrera rojiza. No estaba completamente entero. Tan solo el tronco, el inicio de los brazos y la cabeza del mismo. Pero aún así era impresionante. De pronto sus rodillas flaquearon, cayendo con una apoyada en el suelo. No por el asombro. Sino por agotamiento. ¿Por cuánto tiempo podría seguir a este ritmo?
El rebelde Sasuke Uchiha se irguió con la mano cubriendo su ojo derecho, el cual sangraba, con una sonrisa amplia en los labios propia de un malvado loco. Uno de sus compañeros ahora des-encapuchados, concretamente el más alto y corpulento, se percató de esto y de lo que podía implicar esa actitud. La puerta atollada por una técnica de la mujer pelirroja que los acompañaba, poco a poco estaba mermando debido a los golpes que los guardias daban al otro lado tratando de derrumbarla. Había que parar esto. Y huir.
― ¡¡Capitán!! –gritó fuerte, deteniendo al instante un próximo movimiento que sabía que tenía pensado hacer- ¡No hemos venido aquí a presentar batalla! ¡Por favor, déjelo! –pidió
Segundos después y ante la sorpresa de todos, el Uchiha deshizo su escudo y puso sus ojos en negro. Volviendo a la cordura vio al maestro del sonido a unos metros frente a él, con la rodilla clavada en el suelo respirando fuertemente, con la mirada puesta en él. Aun agotado tenía fuerzas para continuar. No para vencerle ni mucho menos aniquilarle. Habiendo una clara ventaja para él. Sin embargo hizo caso omiso a esta oportunidad e invocó dos serpientes de grandes dimensiones que su rival no pudo esquivar. Una engulló al Otokage aunque no con la idea de aniquilarlo. Simplemente lo retuvo mientras él y su equipo escapaban montados en un águila. Llevándose una valiosa alhaja consigo.
-oOoOoOoOo-
Llevaba días abriendo los ojos minutos antes de que sonara el despertador. Los mismos desde que dejó el turno en el hospital y cogió permiso en el laboratorio de la Universidad de Konohagakure no Sato para poder estudiar la toxina que hace poco más de una semana estuvo a punto de acabar con la vida del joven sannin. Naruto Uzumaki. Una persona según la cual normalmente no le afectaban en demasía los tóxicos ya que su propio cuerpo estaba preparado para combatirlos y repelerlos.
Ayer en la tarde al fin pudo terminar su descomposición y finalizar el informe acerca del veneno. Lo depositó entre los estudios pendientes por finalizar para que la gente de allí, los científicos especializados, realizaran un análisis más exhaustivo. Para así concretar con mayor veracidad.
El resultado a pesar de esperarlo como diferencial al resto no dejaba de sorprenderla. Esa clase de veneno era algo así como un quemador. Que de tan solo rozar la piel de un ser vivo, sin necesidad de herida podía matarlo en cuestión de unas horas. Sin tener en cuenta que los únicos recipientes que pudieran contenerlo (sin desmejorarlos) eran los del más puro cristal y los de titanio. Cuyos materiales eran bastante elevados en cuestión de precios.
Lo tenía mismamente ahí, la copia del informe recogido en una carpeta sobre la mesita de noche. Pero no era esto lo que la tenía así. Después de leérselo ayer por última vez un mogollón de preguntas acudieron a su cabeza dejándola intranquila. ¿Cómo demonios era posible? Esa era una de las cuestiones que sacudían su mente. Muchas de las cuales giraban en torno a la misma persona.
Sonó entonces el sonido atronador del despertador. Hora de levantarse.
Hizo lo de todas las mañanas. Se vistió, estiró las sábanas de la cama, desayunó sentada en un taburete, en silencio con su gato a sus pies comiendo de su bol y se aseó. Después de abrocharse las botas llamaron al timbre. Dos toques cortos. Era su vecina y compañera de trabajo Ino Yamanaka, que como siempre se pasaba a recogerla cuando ambas coincidían con sus jornadas de trabajo en el hospital. Poco después Sakura salía de su apartamento. Y ambas marcharon una al lado de la otra conversando. Aunque la que más parloteaba era la rubia, por no decir que era la única que hablaba.
― Hemos quedado en vernos este fin de semana. Para salir y eso… –contaba sonrojada a cerca de una tercera cita que iba a tener con un chico “wapísimo” que la trataba «súper bien»
― Me alegro –dijo con simpleza Sakura
― ¿Mn? –articuló extrañada la rubia ante la reacción poco emotiva de su amiga- ¿Y ya está? Después de seguir un consejo de alguien que no tiene prácticamente idea sobre el sexo opuesto, ¿es lo único que vas a decir? –le reprochaba algo molesta. La otra no le respondió simplemente siguió andando. La chica estaba metida en sus pensamientos
― Ino-san… –parándose-, ¿qué sabes a cerca de Uzumaki Naruto?
― ¿Por qué? ¿Acaso te gusta…? –preguntó picarona la Yamanaka
― No –contestó seria, con los labios apretados y un sonrojo- Es solo que no me explico cómo alguien puede sobrevivir a un veneno como el «Cóctel» -refiriéndose al veneno que extrajeron del joven sannin y que recientemente tenía estudiado, al cual Sakura decidió darle ese nombre
― Mn No sé. Naruto-kun desde siempre fue alguien diferente en muchos aspectos. Sobre todo en lo referido a él como un «Skiller»
― Mph Como que es un Jinchuuriki –argumentó con una mueca de medio lado mirando a su compañera, la cual se había quedado pasmada al oírla
― N-n-no… Eso no… No es así –refutó la rubia, que aunque seria al final, fue vacilante al inicio
La Haruno no opinó a cerca de su negación, asintió levemente y continuó camino a pasito. Mientras avanzaba algunos pasos Ino la miró con intranquilidad. Creía que Sakura era desconocedora de las leyendas acerca de los Avatares de los Biju. Pero con esto quedaba claro que no. Y siendo esta la segunda vez que le «niegan» su petición de saber con mayor exactitud ‘quién era él’ por todo lo que vio, la conjetura de que el chico fuera uno de esos Avatares ganaba fuerza. Aunque siempre quedaba la probabilidad de que Sakura Haruno aún tuviera sus dudas. Nadie le había confirmado nada. Quizá nunca lo hicieran. Puesto que el tema a tratar era tabú entre los paisanos. Y entre los amigos del sannin, algo que sólo le concernía a su persona. Tal vez y sólo tal vez el propio Naruto-kun se lo contaría en persona.
Suspiró. Miró al cielo. Por medio de su visión se cruzaba la rama de un árbol sobre la que estaba posado un pequeño animal de plumas que tras darse la vuelta resultó ser un águila de ojos rojos que la miraba fijamente. Una mueca de pánico se apoderó del rostro de Ino. Y quedó paralizada en el sitio. Mirándolo. Mirándose ambos.
En esto Sakura retrocede al ver la pronta quietud de su amiga.
― ¿Ino-san? –le pregunta acercándose
De pronto el pequeño águila sale volando, levantando algunas hojas al aire y asustando un poco a la Sakura por la repentina acción del animal.
― Demontres… –susurró Sakura mosqueada por el susto- ¡¡Ino!!
― ¡Eh! ¿Qué? –exclamó la rubia, alterada de pronto
― Espabila, llegamos tarde
― Si. Claro –contestó con fragilidad en la voz
― ¿Te sucede algo?
― No… No. Qué va. ¡Vamos! –contestó con una sonrisa nerviosa
Ambas volvieron a coger camino para el Hospital. Sakura miraba a su amiga y compañera, pensativa. De pronto parecía haber visto al mismo demonio como de no pasar nada y mostrar una amplia sonrisa que lo evadiera todo. No sabía “Qué”, pero la peli-rosa ya se escamaba que algo malo pasaba con la Yamanaka. No por este simple hecho sino por varios otros atrás que desde hacía tiempo observaba en torno a ella.
-oOoOoOoOo-
Después de pasarse casi todo el día durmiendo o haciendo el vago, decidió salir una vez caída la noche y cenar en un sitio distinto al de su solitaria casa. Tras un inaudible suspiro de resignación, echó el cerrojo. Con su típico pantalón chándal negro de costuras naranjas, la camisa de redes, una chaqueta y unas zapas partió rumbo a su restaurante favorito.
Por la despreocupada actitud que marcaban sus andares bien podría decirse que no le preocupaba nada en este momento. No era así. No lo había sido nunca desde el día en el que su mejor amigo desde la niñez –su casi hermano– abandonó el lugar donde juntos se criaron y compartieron mil aventuras. Varias veces trató de arreglarse con él, de hacerlo recapacitar. Y traerlo de vuelta a su hogar, a la villa de Konohagakure no Sato. Nunca consiguiéndolo. Él se había marchado, optado por ponerse del lado de un sujeto peligroso para la ciudad al cual también traicionó para luego convertirse en un rebelde.
Pensando en ello llegó al puesto Ichiraku. La clientela solía ser poca en los días intermedios de la semana, lo cual agradeció. Tras terminar de atender al único cliente que había en la barra a parte de Naruto, en la otra esquina, el propietario del restaurante le atendió desde el otro lado de la alta barra que separaba al servicio –siendo dos trabajadores- de los clientes.
― ¿Lo mismo de siempre? –le preguntó el dueño directamente, en cuyo rostro se marcaban algunas arrugas y sus patillas se emblanquecían por las canas propias de la edad que el hombre alcanzaría conforme pasara el tiempo
― Sí, jefe –contestó Naruto con familiaridad
El hombre se retiró a la parte de atrás, a las cocinas, donde era ayudado por su hija mayor, la cual parecía estar muy ocupada ordenando la cocina. Tarareaba por lo bajito una canción. Alegre. Hacía poco contrajo matrimonio y prueba de ello era la alianza que aguardaba en su mano izquierda. El chico se alegró porque esa unión le causara esa felicidad.
― Aquí tienes, hijo –avisó el dueño tendiéndole su fabulosa cena sobre una bandeja, con ese aprecio que el Uzumaki le inspiraba ya no solo como un fiel cliente sino como una amistad
― Gracias, jefe
― ¿Necesitas algo más…?
― Quizá algo de postre
― ¿No vas a querer un segundo plato? –preguntó extrañado
― Em. –pensativo- No, pero…cárgamelo bien –refiriéndose al postre
― ¡Bien! –Acató el servidor- Por cierto, ayer noche estuvo tu “novia” por aquí –dijo gesticulando con las manos, situando las comillas sobre dicha mencionada- Preguntó por ti
― No es mi «novia». Lo sabe -negó serio mientras separaba los palillos
― Bueno –carcajeó levemente el hombre- Pero sabes a quién me refiero, ¿no? –el rubio asintió
― Para qué me buscaba
― Me dijo que quería hablar contigo. Y por su semblante nervioso pero serio me figuro que de algo importante –avisó convencido
― Tendría alguna crisis nerviosa, como casi siempre pasa cada vez que me busca. ¡Y no me mire así! –señalándolo con los palillos al notar cierto reproche en su cara frenando cierta opinión por lástima hacia la persona cual hablaban- Es muy…pesada
― ¿De veras? Parece una mujer agradable
― Cuando no se pone histérica y te viene reprochando por «no se qué», entonces lo es
― Quizá si dejaras de estar con una chica una semana, y a la siguiente con otra…
― Hace tiempo dejé esa costumbre –aclaró el rubio
― Me alegra oír eso –dijo el viejo mientras ordenaba la barra de su negocio, sin separarse de la conversación que mantenía con el shinobi
― De todas formas eso no es de su incumbencia. Yo no estoy con ella –dijo con la boca llena de fideos
― Cierto. Pero eso no lo comprende. Recuerda que es una mujer –le apuntó el señor- Y por lo que me vienes contando desde hace tiempo, “loquita” por tus huesos –dijo esto último a modo de chiste, terminándose por reír
― No sé si loca, pero desde luego muy cuerda no está. Dice que «me ama» pero algunas de sus acciones me asustan, dattebayo –expresó preocupado- Por ese lado, me preocupa y creo que por ello es que casi siempre termino ayudándola
― Ay, Naruto. Tú y tu corazón noble –suspiró- Eso el Consejo puede tomarlo por debilidad si no aprendes a manejarte
― A qué viene eso ahora –preguntó alzando una ceja, extrañado
― A tu meta, tus logros, tus sueños. Si aspiras a liderar una aldea, deberás saber manejarte más por la razón que por el corazón
― Lo sé. Voy aprendiendo, jefe
― ¡Bien! –sonrió contento por oír eso, ya que pudo le replicar que «sí» lo estaba. Por el contrario, el joven shinobi admitía su imperfección sin problema. Lo cual era una muestra de su honestidad y madurez- Ahora en el asunto mujeres, conforme te voy conociendo chico, me hago una idea de qué tipo de chica sería compatible contigo…
― ¿Ah, sí? –mirándolo dudoso- ¿Cuál?
Llegaron en ese momento un par de clientes en los que el viejo dueño volcó toda su atención, abandonando la conversación que tenía con uno de sus parroquianos. Naruto volteó a reconocer una de las voces y el chakra desconocido de otra que la acompañaba. Se trataban de su camarada Ino Yamanaka quien lo saludó con emoción. Sakura Haruno con aire de sorpresa un tanto cohibido.
― Gracias, señor –agradeció la rubia tras hacer dos pedidos, para luego sentarse en un taburete al lado del Uzumaki- Me alegra verte por aquí, Naruto-kun. ¿Cómo te encuentras?
― Después de una semana de reposo tras el hospital, bastante bien
― ¿Tú has estado en reposo? ¿De verdad? Y por qué me tuvo que decir Lee-san que estuvieron entrenando juntos ayer –preguntó con sarcasmo exagerado
― B-bueno…es que yo…
― Si no haces caso a los médicos nunca te terminarás por recuperar, Naruto-kun –le miró ladeando la cabeza, con las cejas alzadas y tono regañido. El rubio asintió con consciencia. Ayer, durante el entrenamiento con Rock Lee, notó serias molestias repartidas por todo su cuerpo, sobre todo en la zona que concierne al riñón. Tenía razón. Debía reposar más tiempo o si no esas dolencias no desaparecerían nunca.
― ¿Acabáis de salir del trabajo?
― Hai. Y como no nos apetecía cocinar a ninguna, decidimos cenar fuera. Estoy agotada, sudada y con una paciencia que se me acaba, ¿cuándo llega mi ramen? –preguntó al aire, recibiendo la inmediata respuesta del chef al posicionar frente a ella un bol- Oh, genial
― Te has vuelto una aficionada al ramen, ¿eh? ¿Ino-chan?
― Alguien tiene la culpa por ello –dijo sonriéndole con picardía, para luego tomar la pajita de un refresco entre sus labios, pero rechazando la mirada de Naruto, lo cual tomó como una «aclaración» del hacer de la rubia; sólo coqueteaba. Más allá de eso, nada
― Desde luego que sí
Sakura escuchaba la conversación. Deducía que entre ellos pudo haber alguna historia en el pasado donde la palabra «acostarse» fuera la protagonista. Empezó a pensar en sí mismo a cerca de ese tema. Y se deprimió un poco. Con veintidós años seguía sin conocer en práctica lo que implicaba esa palabra. Cuando la mayoría de chicas o chicos de su edad ya estaban más que al tanto. En su interior deseaba algún día poder conocerla. Pero aun quedaba mucho por hacer, antes. “Todo a su tiempo” Se decía ella. Aunque a veces era frustrante.
Sacudió su cabeza varias veces disipando los pensamientos para solo disfrutar de la cena, comprobando como Ino y Naruto continuaban coqueteando. Lo hacían de una manera muy tonta. Pero aún así, incómoda. Sakura bajó la cabeza, apretó los puños y juntó las rodillas. Miró su bol, vacío. ¿Qué más sentido tenía quedarse allí? Total ya no encajaba. Su compañera tenía más ganas de ligar que de cualquier otra cosa, suponiendo que ambas compartirían una agradable cena. El hombre también parecía ignorarla; lo cual por alguna razón le molestaba. ¿Sería por aquellas palabras? «La protegeré». Luego también estaban esas preguntas que nadie contestaba: quién o qué era él. Estuvo esperando una oportunidad donde ambos se cruzaran para hablar. Una ocasión. Desde luego no lo era ésta.
Empezó a sonar un poli tono. La Yamanaka descolgó su teléfono móvil para atender la llamada.
― ¿Aló?... ¿Del hospital? ¿Qué sucede? –hubo unos segundos de pausa- Oh, madre mía. Sí. Tranquilo doctor enseguida voy. Hasta ahora –la rubia colgó el teléfono, se lo guardó y cerró la cremallera del bolso- Un chiquillo que estuve atendiendo la semana pasada, al parecer le ha vuelto a dar un ataque –explicaba a corre prisa bajándose del taburete, preocupada
― ¿Quieres que vaya contigo, Ino-san? –se ofreció Sakura
― No. No hace falta. Gracias. Mejor vete para casa –cogió el rostro de su amiga por la barbilla para mirarla- Se te ve muy pálida. Naruto, ¿podrías acompañarla luego?
― Eh… Claro –respondió él
― Bien. Nos vemos luego
Dicho esto la rubia marchó corriendo en dirección contraria por la calle por donde vinieron.
― ¿Cómo puede ser, que a un niño le dé un ataque? ¿Eso no es cosa de adultos? –volteó Naruto hacia Sakura, la cual se sorprendió un poco por la pronta forma que la trataba
― ¿Mn? Creí que me ignorabas –dijo sarcástica, al tiempo que depositaba el dinero justo del pago por la cena sobre la vitrina de cristal que guardaba los bocaditos fríos del restaurant
― Un momento. ¿Qué? –exclamó Naruto sin entender
― Los infartos se pueden padecer a cualquier edad –explicó seca- Buenas noches Uzumaki
Inmediatamente Sakura cogió su bolso, bajó del taburete y salió del puesto del Ichiraku’s Ramen. Él se quedó quieto un segundo. Pero después, rápidamente, Naruto pagó al viejo Ichiraku y sin esperar las vueltas marchó detrás de la chica.
― ¡Sakura-san! –gritó él tratando de detenerla, pero ella afianzó el paso, alejándose de él, ignorándolo. El rubio corrió hasta ponerse a su altura- Espera, ¿por qué dices que te ignoro?
― Nada. No me hagas caso. Estoy cansada y por eso mi mal humor
― Sin embargo yo no tengo nada de sueño. Deja que lleve tu bolso
― Puedo llevarlo sola. Y no hace falta que me acompañe nadie
― Sea lo que decidas no me separaré de ti hasta dejarte en la puerta
― Está bien –aceptó resignada- Pero deberás responderme un par de preguntas
― Claro
― Aquí no –prefirió observando su entorno. El lugar donde ahora mismo estaban era muy frecuentado por la gente, que iba de aquí para allá, con algunas gentes deteniéndose a hablar con otras gentes que se encontraban de casualidad. No era el sitio adecuado para hablar de ello- Vamos…
Varios minutos andados, ya adentrados en calles menos transitadas y menos iluminadas por los focos que solían concentrarse en las vías más transitadas, pasaron a la calle que les condujo al bloque donde vivía la chica.
No hubo ningún tipo de conversación, estuvieron en silencio todo el tiempo. Lo cual para Naruto supuso un calvario. Primero porque su persona no sabía estar en silencio. Segundo porque quería conocerla, tener con ella más de un simple compañerismo o amistad. Tercero y más importante, le gustaba. ¿Cómo no? Era preciosa. Con un espíritu devota. Fuerte. El problema entre ambos se reducía simplemente a su comunicación.
Al tanto Sakura se detuvo frente a un edificio a cuya entrada se llegaba por unos escalones o por una rampa situada en el lado opuesto.
― Así que aquí es donde vives…
― No te hagas el sorprendido. Ya lo conoces de antes
― ¿Por qué habría de saberlo?
― Porque es el mismo lugar donde vive Ino-san. Y ustedes dos fueron amantes. Me imagino que intercambiarían de vez en cuando el lugar de encuentro
Naruto quedó sin saber qué decir al respecto. Con cara pasmada ante el desvelo que acababa de salir por la boca de la chica que le gustaba. Además de una manera seria y un tanto reprochable. No había signos de enfado simplemente de desencanto. Estaba claro que ese tipo de vida que un día llevó no era del tipo de persona que a priori sería aceptada por alguien de principios y valores como Sakura. La cual seguro estaría enterada de todos las peripecias que el Uzumaki tuvo tiempo atrás, donde cambiaba de mujer cada semana o incluso las combinaba.
― Escucha, eso…pasó hace tiempo, esa época terminó, se acabó
― ¿Por qué hacías eso? Es que no… No te pretendo juzgar ni reprochar nada Naruto. Pero no entiendo ese tipo de gente. Es decir, se obtiene placer en el momento pero…y luego qué
― Yo sí que no entiendo. A qué viene esta repentina preocupación por mí
― Se trata de Ino-san. Es una buena amiga y estuvo mucho tiempo…así. Cuando la conocí me pareció una persona alegre, divertida… Pero con el tiempo le encontré muchas deficiencias y no hablo de imperfecciones sino de tristeza interior. Ahora que ha conocido a alguien con el que la veo realmente ilusionada, no quiero verla de nuevo en ese pozo fantasma
― Me estás pidiendo que no me acerque a ella –preguntó el rubio, ante lo cual Sakura asintió- No es lo que parece, de verdad. Mira, Ino-chan y yo pasamos una temporada «juntos». Pero ya pasó, no temas por eso. Se quedó en ceniza y en eso quedará
― Espero que cumplas
― Yo nunca rompo mis promesas
― Ok. ¿Me devuelves el maletín?
― Hai
Se lo entregó una pequeña dificultad, y es que para él pesaba un tanto. Sin embargo cuando pasó a manos de Sakura ésta pareció sostenerlo con ligereza, como si a penas pesara. Y eso a pesar de lo notablemente cansada que se la veía. Naruto observó esta “facilidad” que no supo porqué le resultó conocida.
― Gracias por acompañarme. Y sobre todo por ser sincero
― ¿Podemos ser amigos ahora? –preguntó amablemente, con agudeza sarcástica. Ella rió suavemente. Había sido un poco esquiva con él y desconfiada, siendo su simpatía más un esfuerzo que un gesto natural
― Supongo que sí
― Me alegro. Quisiera preguntarle: ¿por qué no la volví a ver por el hospital mientras estuve ingresado? ¿No era yo era su paciente, doctora? Pensé que los pacientes eran lo primero, Sakura-san
― Sí. Pero creí que sería mejor ocuparme de otro asunto que…me urgía bastante –se excusó ella con media mentira, algo nerviosa- Y tenía que ver contigo, Naruto
― ¿De qué se trataba?
― El veneno que te extrajimos en la última misión. Lo estuve estudiando y… la verdad me parece increíble que hayas podido sobrevivir a algo así durante tantos días, sin otra suministración más allá de los cuidados de la rana Fukusaku
― Bueno. Ya te lo expliqué, mi cuerpo es…
― No, Naruto –le interrumpió ella, serena- Ese veneno llamado «Coctel» no lo soportan ni la coraza de una armadura de acero, cobre, plata, oro… Sólo el titanio y el cristal puro. Además cuando te curamos casi me quemo
― ¿Quieres preguntarme algo?
― Sí. Pero no me responderás
― Prueba –le incitó él
― No, no es el momento, mucho menos el lugar –pensó mejor- Hablaremos en otra ocasión
― Como quieras –respondió él tranquilo, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón
― Buenas noches. Y gracias nuevamente
― Ha sido un placer
― Hasta luego –dijo serena, aunque con un tono más tranquilo y relajado. Por alguna razón Naruto ya no le causaba tanta desconfianza como antes. Quizá porque se empezaban a conocer y dejaba de ser el tipo de reputación mujeriega que algunos señalaban.
Cuando terminó de subir los escalones de la primera escalera, se volteó viendo a Naruto aún parado ahí abajo, custodiando sus espaldas hasta que llegase al portón de entrada. Él tenía sus labios delineados en una sonrisa. Parecía ¿satisfecho? por la conversación que acababan de compartir.
Finalmente cuando Sakura entró a su departamento y colgó su abrigo en la percha, dejando todo lo demás en la entrada, se acercó a una de las ventanas y corrió el visillo. Entonces vio como Naruto se marchaba con sus manos en los bolsillos a un paso sereno. Cuando se alejó la Haruno se dispuso el pijama para ir a la ducha, mientras pensaba en las preguntas que le quedaron por hacerle. Parecía estar dispuesto a responderle a todo. Por tanto, confiaba en ella. Y eso le complacía. A parte de “parecer” estar interesado en ella. Estos pensamientos la ruborizaron, a lo que se respondió posteriormente «Estoy Tonta Hoy». Lo que la devolvió a su semblante serio.
-oOoOoOoOo- FIN DEL CAPÍTULO V -oOoOoOoOo-
Espero que les haya gustado. Hasta la próxima. Matta ne ^^
LadySara- Genin
- Mensajes : 172
Edad : 32
Tierra de Don Quijote (La Mancha).
0
Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
Hola querida.
Hace tiempo (muchísimo tiempo) no me paso por aquí, extrañaba leer esta historia (ocupaciones que no me dejaban venir). Me emociona leer los capítulos que no me eh leído me han dejado con mas ganas de saber sobre esas imundas maquinas asesinas inteligentes ¿Quien? ¿Porque? se construyeron; sorprende que hubiera un naruino (¬¬ me parece un poco raro imaginármelo siempre me ha parecido que ino y naruto casi nunca se relacionaron, pero como es un fic todo es valido) sin embargo gusta ver el avance narusaku (el interés es mutuo a pesar de las desafortunada "situación" naruino) Por cierto no quiero ser quejumbrosa pero me gustaba más en la otra versión a la sakura con mas experiencia en relaciones "amorosas"(es un poco cliche la ingenua virginal enamorada del mujeriego "machote" pipí loco del barrio).
Espero el próximo capítulo.
Hasta luego.
Hace tiempo (muchísimo tiempo) no me paso por aquí, extrañaba leer esta historia (ocupaciones que no me dejaban venir). Me emociona leer los capítulos que no me eh leído me han dejado con mas ganas de saber sobre esas imundas maquinas asesinas inteligentes ¿Quien? ¿Porque? se construyeron; sorprende que hubiera un naruino (¬¬ me parece un poco raro imaginármelo siempre me ha parecido que ino y naruto casi nunca se relacionaron, pero como es un fic todo es valido) sin embargo gusta ver el avance narusaku (el interés es mutuo a pesar de las desafortunada "situación" naruino) Por cierto no quiero ser quejumbrosa pero me gustaba más en la otra versión a la sakura con mas experiencia en relaciones "amorosas"(es un poco cliche la ingenua virginal enamorada del mujeriego "machote" pipí loco del barrio).
Espero el próximo capítulo.
Hasta luego.
Sonnie- Aprendiz
- Mensajes : 81
recorriendo la selva XD
0
Re: El Quinto Día [+16] Capítulo 5 _13/03/2015_
Porfa continualo está emocionante me enganché rápido
Rosethe300- Novato
- Mensajes : 14
Edad : 29
Me perdí!!
0
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