¿Amor o venganza? (04/08/13) Cap 8 ¡Actualizado!

El suelo se desgastaría como siguiese dando vueltas sobre él. Esta noche no había podido dormir nada por culpa de cierta princesa bella como un pétalo de cerezo impregnado del rocío de la mañana.

Quería ir a su habitación pero había que tener en cuenta que para eso necesitaba utilizar la puerta que comunicaba con sus aposentos.

Y la simple idea de utilizarla le provocaba nerviosismo y ataques al corazón.

Cada vez que tomaba la manilla su rostro comenzaba a mutar hasta convertirse en un ser rojo.

No podía girar esa manilla y volvía a dar vueltas por la habitación tratando de calmarse.

-Vamos Naruto... Ella misma te dijo que la utilizases para que no pasara nada. Toca la puerta y si no te responden espera un rato.

Así lo hizo y escuchó un pasa desde el otro lado. Eso no entraba en sus planes y se paralizó frente a la puerta.

Lentamente fue abriéndose mostrando el rostro hermoso de la princesa.

-¿Te ocurre algo?

-No, estoy bien. ¿Qué tal ha dormido princesa?

-No me llames así.

-Pero es usted la princesa.

Sakura se llevó la mano a la frente, jamás conseguiría que la llamasen por su nombre. Parecía que el universo se lo prohibía.

-¿Tanto te cuesta decir Sakura?

-No tengo tanta confianza con usted para hacer eso.

-¿Cómo que no? Eres mi escudero y vas a pasar mucho tiempo conmigo.

-Sí, pero...

En ese momento Naruto la observó detenidamente. Su sedoso cabello ondulado caía delicadamente sobre sus hombros hasta llegar a la cintura. Su vestido de un color azul claro no era tan pomposo como los anteriores, tenía tirantes y caía casi recto en el vuelo. En la cintura llevaba una pequeña rosa como adorno, del mismo color que el vestido.

-¿Qué ocurre? ¿Por qué me miras tanto? ¿Estoy mal?

El rubio negó con la cabeza como si fuera lo único que supiera hacer con ella.

-Es que hoy te ves realmente guapa princesa.

-Muchas gracias.-un sonrojo fugaz surco sus rostro.- ¿Salimos de la habitación?

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El supuesto rey no había podido pegar ojo en toda la noche. No se podía creer que la princesa hubiera llegado hasta ese punto solo por proteger a un mero escudero.

Todos sus esfuerzos por acercarse a ella, (muchos fueron en vano), se habían ido al garete en una noche.

Sakura era la única con la destreza suficiente como para vencerle ya que su padre fue el mejor espadachín de la historia. Era normal que la hija tuviera ese talento.

Encima ella se podía camuflar mejor, nadie espera que una princesa se saque una espada de repente para pelear con desconocidos. Sobre todo al verse tan frágil y delicada, cosa que está muy alejada de la realidad.

La princesa es brutal y peligrosa, aun no entiende de donde puede sacar tanta fuerza.

Debía librarse de ese escudero lo antes posible, por el bien de sus planes. Si no podría hacer que lo despidiesen, él mismo lo mataría. Y lo habría hecho de no ser por Sakura.

La duda era... ¿Cómo sabía dónde estaba Naruto?

Sasuke pasó por sus aposentos y al ver que no le respondían, trató de abrir la puerta sin éxito alguno. Estaba cerrada por dentro.

Al de unos segundos escuchó la puerta del escudero abriéndose.

-¿Y qué tal tienes la herida?

-Ya no me duele, muchas gracias por preocuparos.

La sangre de Sasuke comenzó a subir de temperatura al ver que salían juntos. ¡Estaban en la misma habitación!

-Veo que no pierdes el tiempo hermanita.

-Tú, en cambio, pierdes todo el tiempo del mundo paseándote de aquí para allá sin hacer caso al pueblo.

El rey tuvo que morderse la lengua, cuando se lo proponía, Sakura podía ser peor que el veneno.

-Era una broma, que mal despertar tienes.

-Ya me conoces, las mañanas no son lo mío.

-Ni las tardes...-susurró para sus adentros.

-Perdona, ¿Puedes repetírmelo?

-Hoy estas muy guapa.

-Se agradece el piropo improvisado para tapar lo que has dicho antes.

La chica siempre sabía por dónde golpearle, conocía muy bien a su vil hermanastro. De hecho, ella tenía sus dudas de que no fuera el encapuchado de anoche.

-¿A dónde pensabais ir?-preguntó intrigado.

-No habíamos pensado nada, ¿Damos un paseo por los jardines?

-Como usted quiera princesa.

-En ese caso, vámonos.-suspiró al ver que ni siquiera dejaba de tratarla de usted.

Ante la furiosa mirada de Sasuke, ambos se dirigieron a los enormes jardines.

-Siempre me ha gustado mucho este rincón de palacio.

-Es muy reconfortante princesa.

-Naruto... ¿Tú me ayudarías a salir de palacio?

-¿¡Qué!?

-Es que aquí no tengo nada que hacer y me gustaría ver que tal están los aldeanos.

-Pero si sale sin permiso se meterá en un grave problema.

-¿Por qué? Ahora tengo protección.

-Sí... Bueno...

-Admite que te he dejado sin excusas.

-Pero volvemos rápido por favor.

Sakura no pudo evitar la alegría y le dio un abrazo para agradecérselo. Lo que para la princesa había sido un gesto cariñoso, para Naruto significaba ponerse rojo hasta la ropa.

-Muchas gracias.

-No... No hay de que princesa.

-Vámonos antes de que nos vean.

Los guardias de la puerta ni siquiera trataron de pararla, sabía que si lo hacían se encargaría de escapar por otro lado, tal vez más arriesgado.

-Tenga mucho cuidado princesa, y vuelva cuanto antes, por favor.

-Lo haré.-sonrió amablemente.- Muchas gracias.

Pusieron rumbo al mercado, a pesar de no tener un vestido tan cargado, Sakura seguía llamando la atención.

-¡Princesa!

La chica conocía muy bien esas voces agudas, se dio la vuelta y abrazó a los niños que venían corriendo.

-¿Qué tal estáis pequeño?

-Muy bien, ha vuelto.

-Os lo prometí, ¿No?

-¡Sí! ¿Quién es ese chico?

-El es mi nuevo escudero, Naruto te presento a estos pequeños, están todo el día corriendo por ahí revolviendo el mercado.

-Encantado de conoceros.

-Princesa.-la joven buscó a la niña que había dicho eso.- Esto es para usted.

La pequeña parecía estar muy avergonzada, apenas se atrevía a mirarla a la cara, mientras extendía un ramo de cerezos.

-¿Es para mí?

-Es de mi parte de mi madre, por haberla ayudado a limpiar la casa ayer.

-Es un detalle, muchas gracias por traerlas.-las cogió delicadamente y se arrodilló frente a ella.- Toma, quédate con esta, como recuerdo de que eres una niña maravillosa.

Sakura introdujo la flor en su cabello con mucho cuidado, la pequeña la observó sorprendida.

-Sonríe, eres muy guapa, y no te avergüences por hablar conmigo.-depositó un beso en su frente.- Dale las gracias a tu madre de mi parte, por favor.

-¡Lo haré!

Tal y como los rumores decían, la princesa era la persona más dulce que Naruto había visto. Se le daban muy bien los niños, sería una gran madre.

La chica había llegado completamente avergonzada y se había ido con una sonrisa de oreja a oreja.

El rubio nunca había tenido la oportunidad de pillarla por la aldea, escuchaba que había estado por ahí justo cuando él estaba pero nunca habían coincidido cara a cara.

La joven aspiró al aroma de las flores, Naruto quedó impactado por la escena. El viento se había levantado moviendo delicadamente su cabello y desprendiendo varios pétalos de las flores que se arremolinaron junto a ella. Sus ojos se posaron en él y su boca decía algo pero no llegaba a oírlo...

-¿Naruto? ¿Te pasa algo?

El rubio agitó la cabeza y vio a Sakura a unos centímetros de él, tuvo que dar un paso atrás rojo como un tomate. ¡Hace unos segundos estaba a una distancia considerable! ¿Cómo se había desplazado tan rápido?

-¿Estás bien?

-Sí...

-¿Seguro? Antes te has quedado mirando a la nada y no hacías caso a mis llamadas.

¿¡Había sido todo parte de su imaginación!?

-Estaba pensando...

-¿Puedo saber en qué?

-En mis padres.-respondió lo primero que le vino a la mente.

-¿Los echas de menos?-la princesa conocía bien ese sentimiento de añoranza.

-Un poco.

-¿Viven por aquí?

-Sí, mi casa está algo más alejada pero más o menos por esta zona.

-Entonces vamos a visitarlos, seguro que les das una alegría.

Naruto no podía creerse lo que escuchaba. ¡La princesa en su casa! Esto debía ser parte de un sueño, ¿Estaría teniendo otra alucinación?

-No hace falta princesa, seguro que tendrá cosas mejores que hacer.

-No digas eso, tus padres no son algo que haya que hacer para distraerse.

-Perdón, no quería decir eso...

-¿No quieres que esté en tu casa? ¿Es eso?

-¡Por supuesto que no! ¡Es que no quiero aburriros!

-No pasa nada, podré conocer a tus padres, la verdad es que estoy deseando hacerlo.

Aunque ya los había visto en la foto, quería conocerlos en persona, ambos tenían cara de buena persona.

Además valoraba mucho la familia, para ella todo su pueblo eran sus familiares y los trataba como tal.

-En ese caso os presentaré princesa.

-Muchas gracias.

Se despidió de los niños y aldeanos, para proseguir su camino.
En todo el recorrido la princesa recibió varios presentes como una manzana y más flores. También ayudo a vender a una señora que necesitaba el dinero.

Naruto la observaba con una sonrisa imborrable en su rostro, era tan bonito ver a alguien de la realeza fusionarse con un aldeano sin ningún problema.

-¿Siempre recibe muchos regalos haya donde va?

-Pues... A veces, ¿Quieres comer?

-Estoy de servicio princesa.

-¿Eso te prohíbe pegarle un mordisco a una manzana?

-No, pero...

-A veces creo que os excedéis, no hay ningún problema si os tomáis un respiro. Todo el mundo necesita un descanso de vez en cuando.

El rubio la observó sorprendido y después sonrió cogiendo la fruta que la joven le ofrecía.

-Muchas gracias.

Sin darse cuenta, la princesa estaba cambiando en algo al chico. Ya no era tan severo consigo mismo, si te esfuerzas demasiado puedes dañarte y acabar mal.

-Que buena está la manzana.

-Esa mujer tiene la fruta muy rica.

-¿En palacio compráis en ese puesto?

-No, Sasuke tiene trabajando a unos aldeanos en los huertos que posee el palacio. A veces les llevo algo de comer y agua, siempre acabamos discutiendo por la misma razón.

-¿Cual es?

En ese momento Naruto se dio cuenta que había sido muy directo, ¡Era la princesa! Debería tener más cuidado la próxima vez.

-Pues que los tiene trabajando día y noche bajo el sol abrasador sin nada de protección. Algún día les va a dar una insolación.

El rubio frunció el ceño, Sasuke era un auténtico tirano. No le importaba a quien tenía que pisar para salir adelante.

-Ya estamos llegando.

-¿Esta es tu casa? Tienes unos huertos muy grandes.

-Mis padres los cuidan mucho.

-¿Y crees que me podrían enseñar a plantar de la manera correcta?

El escudero detuvo su mirada sorprendida sobre la princesa. ¿Acababa de pedir que le enseñaran a hacer algo que clasificaba a los pobres?

Sakura odiaba que no le dejasen hacer nada, quería sentirse útil y ayudar en lo que hiciera falta pero no lo permitían.

Ella quería ayudar a las personas, ¿Por qué no la dejaban? Era una princesa, no una inválida.

Además, así podría ayudar con el trabajo a aquellos aldeanos, podrían acabar antes de tiempo.

Dentro de palacio era libre de hacer lo que quería y si esas tierras pertenecían al rey, como decía Sasuke, ella podría hacer allí lo que quisiera. Así como ponerse a plantar semillas a diestro y siniestro.

-¡Mamá!-gritó Naruto al ver la cabellera roja a lo lejos.- ¡Mamá!

-Creo que no te oye.

-Voy a por ella, espere aquí.

-Te acompaño.

-Pero se va a ensuciar el vestido.

Naruto le ponía pegas a todo, parecía que quería que ella se quedase quieta sobre un perímetro específico.

Se levantó el vestido para no arrastrarlo.

-Ya está. Ahora puedo entrar sin problemas.

El rubio desvió la mirada sonrojado, había visto sus largas y estilizadas piernas. No debería haber abierto la boca, ahora no podía quitarse el sonrojo del rostro.

Se adentraron en el huerto teniendo cuidado de no pisar nada.

-Mamá.

-¡Cariño!-su madre le asfixió con un abrazo de oso mortal.- ¿Cuándo has llegado? ¿Por qué no me has avisado ¡Te habría preparado de comer!

Sakura observó tiernamente la escena, se notaba que la mujer había extrañado a su hijo.

-Mamá... No puedo respirar.

-Perdona hijo, es que...

En ese momento la madre observó a Sakura y se puso pálida. ¡La princesa estaba en su casa y ella le había ignorado! Deseaba que no se hubiese enfadado.

La mujer se puso frente a ella y le hizo una reverencia.

-¡Perdóneme princesa, no sabía que estaba ahí!

-¿Por qué te disculpas? No me has hecho nada.

-No la he saludado.

-Lo estás haciendo ahora, ¿No?

-Sí, pero...

-Por mi parte no hay ningún problema.

-Princesa...

-Encantada de conocerte, supongo que eres la madre de Naruto.-dijo sonriente, con algo de ironía, no lo suponía, estaba segura.

-Así es, soy Kushina. ¿Qué le trae a nuestra humilde morada?

-Le pedí a su hijo que me trajera aquí, quería conoceros.

-¿¡A nosotros!?

-Sí.-Sakura le dedicó una de sus cálidas sonrisas.

-Pasar a casa, ahora mismo os preparo algo princesa. Acompáñala Naruto.

-Por aquí princesa.

-Gracias.

Una vez en casa, por fin pudo soltar el vuelo de su vestido, pesaba lo suyo a pesar de no estar tan adornado.

-Siéntese en la silla por favor, prepararé algo para beber.

-¿Quieres que te ayude?

-No hace falta que se moleste princesa.

-No es ninguna molestia para mí, al contrario, lo hago encantada.

-Muchas gracias pero sigo insistiendo que es la invitada.

La joven suspiró abatida, él también podía ser muy terco. Dejó las flores en la mesa y se levantó para ir junto a él.

-¿En qué te puedo ayudar?

-Princesa, ya os he dicho que no hace falta.

-Quiero hacerlo.

Naruto sonrió algo cansado, esa chica podía con cualquier cosa que se le pusiera enfrente.

-Ya estoy aquí.-anunció la madre.- ¿Ya le has servido algo a la princesa cariño?

-Ando en ello mamá.

-Siéntese por favor.-dijo la madre.- Ya me encargo yo.

-No pasa nada, quiero ayudarle.

La mujer de cabellos rojos sonrió, lo que decían por ahí era verdad. Observó a la princesa, era una chica con una belleza única y su color de ojos era chocante, muy bonitos y llamativos.

-No tengo nada que ofreceros princesa, si hubiera sabido que vendría le habría comprado algo.

-No pasa nada, no tiene porque sacarme nada. No tengo hambre.

-Bueno, tengo fruta, la acababa de sacar del huerto.

-No hace falta que la saque para mí, prefiero hablar.

-¿Y esas flores tan bonitas?

-Me las ha regalado una niña.

-¿Son cerezos?

-Sí.

-No quiero parecer entrometida pero su nombre significa eso ¿No?

-Así es.

-Creo que las flores son ideales para usted.

-Gracias, me he alegrado mucho al verlas.

Naruto le sirvió algo de té a la princesa y a su madre.

-No me esperaba esta agradable visita, muchas gracias princesa.

-No ha sido ningún problema, en el palacio es todo muy aburrido.

-Pronto vendrá mi marido, así puede conocerle.

-Me encantaría.

Tal y como Kushina predijo, Minato acababa de llegar a casa y se quedó sin hablar al ver a la princesa de su reino sentada tranquilamente en la mesa de la cocina.

-Cariño, la princesa ha venido de visita.

-Hola.-saludó alegremente la pelirosa.- Un placer conocerle.

Minato quiso responderle pero las palabras se golpearon unas a otras y acabó balbuceando algo ininteligible.

-¿Cariño?-preguntó Kushina asustada, no quería dar una mala impresión a la futura reina.

Naruto también se encontraba algo avergonzado, de no haber sido por Jiraiya el habría hecho lo mismo en el momento en el que la conoció.

-Hola princesa...-por fin consiguió enlazar dos palabras.

-Perdónelo, está algo cansado.-se excusó Kushina.

-No pasa nada, es normal que se sorprenda de que una desconocida esté en su casa.

-Usted no es ninguna desconocida, es la princesa de nuestro reino.

-Pero él no me conocía en persona, ¿No?

-No, no la había visto tan cerca princesa.-respondió Minato una vez hubo recuperado la calma.- Ha sido una grata sorpresa.

-Me alegro de que te haya gustado.-sonrió amablemente obligando a los presentes a observarla maravillados.

Es increíble pensar lo diferente que son ambos hermanastros. Ella era humilde y cariñosa mientras que Sasuke era un persona maligna y sin escrúpulos, capaz de matar a sus padres para heredar el trono.

La conversación fue muy amena y se rieron mucho con la princesa, así como ella se lo pasó muy bien con la familia de Naruto.

-Princesa se hace tarde.-informó Naruto.- Deberíamos irnos, no quiero que la regañen por no haber estado atento.

-¿Ya?-el rubio asintió.- Está bien, espero volver a veros.

-Vuelva cuando quiera princesa.

Se despidió de ellos y retomaron su viaje hasta el castillo.

-Tus padres son muy graciosos.

-Muchas gracias por dejarme verlos, necesitaba escuchar a mi madre.

-Sé que no es fácil estar separado de tus seres queridos, podrías ir a verlos cuando quieras.

-Pero no puedo dejarla sola princesa.

-Siempre me puedo quedar durmiendo en mi habitación.-sonrió ampliamente.

-O podría acompañarme.-respondió sonrojado.

-Sería un placer para mí.

A veces la felicidad está en las pequeñas cosas, como lo que acababa de pasar hoy. Con una simple visita a sus padres había alegrado a su escudero y a su familia.

Sakura se sentía muy bien viendo a las personas felices a su alrededor.

Cuando llegaron a palacio los guardias sonrieron a la princesa aliviados de que volviera sana y salva.

-Aun queda medio día... ¿Qué hacemos?

-Podría ir a entrenar, sino le importa.

-Claro que no, así veo lo que Jiraiya te ha enseñado.

-Sería un honor para mí.

-Vamos, ¿Sabes dónde está la sala de entrenamientos?

-Aun no me he centrado en este gran castillo.

-En ese caso seré tu guía.

Tomó su mano y lo dirigió hasta la sala.

Naruto no pudo controlar su corazón desbocado mientras miraba su cabello bajando lentamente por la espalda.

Él no podía pensar en la princesa así, simplemente no podía. Ella era la princesa y él... Un aldeano normal y corriente, no le podría dar lo que necesitaba.

Sin embargo... ¿Hace falta algo cuando tienes al amor de tu vida al lado?