¿Amor o venganza? (04/08/13) Cap 8 ¡Actualizado!

Una joven peli rosa paseaba por los pasillos de un enorme castillo que se alzaba en mitad de su villa, como señal de grandeza.

El palacio, estaba adornado con las mejores esculturas que podían encontrarse, todas talladas a mano y de oro puro. Las paredes eran blancas como la nieve, tenía varias cúpulas pintadas por los mejores artistas del mundo. Los ventanales estaban cubiertos por trocitos de cristales multicolores, que al entrar la luz teñían las habitaciones con los colores del arcoíris.

Los pasillos estaban llenos de esculturas, retratos y muchas pinturas con temas mitológicos. Era un regalo para la vista de cualquiera, sin embargo para los orbes verdes jade de la peli rosa no era lo mismo.
La chica estaba harta de estar encerrada entre esas cuatros paredes.

Su cabello era largo, hasta su cintura, y sedoso, terminaba ondulándose en las puntas. Estaba retocado con varias hojas de cerezo hechas de platino, estaban incrustadas es su pelo ondulándolo más y sobresaliendo para que pudieran verse.

Una corona de diamantes y platines lucía sobre su cabeza, su vestido de tirantes era largo y con mucho vuelo, la chica no parecía contenta con esto. Hacía juego con sus guantes blancos y largos. En la parte inferior el vestido tenía varias telas de un rosa muy claro dando más vuelo al traje. A pesar de que el vestido era largo y no podían verse sus zapatos, estos estaban hechos de cristal y con tacón alto.

La joven caminaba lentamente, con las manos juntas, no tenía nada que hacer... Y así era siempre.

A ella nunca le había gustado ser la princesa. Siempre encerrada en el palacio, sin poder hacer nada.

Un mayordomo se le acerco a ella con mucho respeto.

-Princesa, su hermanastro le espera en la sala de trono.

-Ahora mismo voy, muchas gracias.

Este le hizo una reverencia y se alejó de allí sonriente.

La princesa siempre había sido muy amable con todos los que habitaban en el palacio. Exceptuando a su hermanastro.

La peli rosa se dirigió a la sala del trono con el paso ligero.

Nada más entrar encontró a Sasuke sentado arrogantemente en un trono que no le pertenecía. Los padres de la princesa habían muerto en un accidente y Sasuke heredó el trono hasta que la joven cumpliera la mayoría de edad.

Sin embargo, todo el mundo creía que el accidente había sido más bien un asesinato.

Y la princesa, que había perdido todo y su corazón se había sumado en la peor oscuridad del mundo, juró vengarse.

-¿Me llamas hermanastro?

-Que mal suena ese nombre.-respondió llevándose la mano a su cabello azabache.

-Es lo que eres.

La analizó de arriba a abajo con sus ojos negros como la noche. Sonrió maliciosamente y se levantó del trono.

-Sé que sigues dolida por la pérdida de tus padres, pero yo puedo ayudarte, hermanita.

-No soy tu hermana, así que no me llames así.

-Culparé tu actitud a la tristeza que ocupa tu corazón.

-¿Puedo ayudarte en algo?

-Claro, hoy llega Jiraiya de su viaje.

Los ojos de la joven brillaron con intensidad.

-¿Jiraiya? ¿Dónde está?

-Llegará dentro de poco.

La joven le hizo una reverencia, que no se merecía, y salió de allí corriendo.

Para no pisarse el vestido levantó el vuelo, que pesaba una tonelada y salió corriendo a las puertas del palacio.

Sasuke se quedó mirando el camino por donde había desaparecido la peli rosa.

-Algún día serás mía...-susurró maliciosamente.

Una carroza blanca tirada por caballos negros acababa de parar frente a las puertas del palacio.

De esta bajó un hombre mayor, de cabello blanco y largo, con ojos negros y un traje real. Con una chaqueta azul oscuro con franjas doradas.

Al ver a la joven su sonrisa sincera se amplió.

-¡Sakura!

-¡Jiraiya!

La joven bajó las escaleras a la velocidad de la luz y por poco se tropieza.

-Deberías bajar las escaleras como se debe señorita.

-Ya me conoces.

Sakura se lanzó a sus brazos y este le devolvió el abrazo gustosamente.

-Te echaba de menos.

-Y yo a ti pequeña.

-¡No me llames así! ¡Sabes que no me gusta!

-¿Y por qué no? Siempre serás mi pequeña.

-Ya lo sé... Te quiero.

-Y yo a ti, pequeña.

-Jiraiya...-dijo en tono de amenaza.

-Tranquila Sakura... Tengo una sorpresa para ti.

-¿¡En serio!? ¿¡Que es!?

-No te lo puedo decir, antes tengo que hablar con tu hermanastro.

-Con Sasuke... Ya...

-Veo que sigues sin aguantarle, ¿Verdad?

-Así es.

-Ha sido un pacer verte de nuevo pero tengo que hablar urgentemente con él.

-Está bien... Cuando acabes ven a verme, ¿Vale?

-Sus deseos son ordenes para mí.

-No es una orden.

-Ya lo sé princesa.-le besó en la cabeza y entro al palacio.

Sakura se quedó un rato hablando con el chófer de la carroza y después se fue a palacio.

-Señor, Jiraiya ha llegado.

-Que pase.

El hombre de pelo blanco entró a la sala observándolo todo.

-No ha cambiado anda, todo sigue igual que antes.

-Sakura se negaba a hacer cambios.

-No querrá perder el único recuerdo de sus padres.

-Probablemente, ¿Que te trae por aquí?

-Vengo por Sakura.

-¿Qué le pasa?

-Ya va haciéndose mayor y pronto cumplirá la mayoría de edad.

Jiraiya sabía perfectamente lo que Sasuke planeaba hacer con la princesa y no se lo permitiría.

-Vete al grano, por favor.

-Necesitará protección así que le he buscado el mejor escudero de todo el reino.

-Denegado.-respondió fríamente.

En los planes de Sasuke no había ningún escudero, y no pensaba dejar que algo así lo arruinara todo. No lo permitiría.

-No me malinterpretes, no te estoy pidiendo permiso te estoy informando.

El joven abrió los ojos de pura sorpresa.

-A Sakura no le gusta que la sigan ni que la vigilen.-contraatacó.

-Lo sé, pero si hablo con ella lo entenderá... Y tú lo sabes.

-Está bien... Haz lo que quieras.-aceptó molesto.

-Muchas gracias su majestad.

El hombre se retiró con una reverencia que más que respeto mostraba la burla por parte de Jiraiya hacia Sasuke.

-Maldito... Me las pagarás...-susurró entre dientes.

Todo sus planes se habían venido abajo, ahora solo le quedaba rezar que Sakura no aceptase.

Y él sabía mejor que nadie que eso no pasaría.

Con este simple gesto, el destino de la joven princesa se enderezó, tomó su rumbo y no se detuvo hasta encontrar su amor verdadero.

Aquí comienza su historia...

Un peliblanco se encontraba caminando por los pasillos reales, buscando su destino con algo de incertidumbre.

-¡¿Qué necesidad hay de hacer tantos pasillos y tan largos?!

Jiraiya siempre tuvo problemas para encontrar cualquier habitación en ese lugar, ya que era demasiado grande. Hasta que un mayordomo, que se encontraba en su camino, llama su atención.

-Señor Jiraiya, lo espera la señorita Sakura en su cuarto- le señaló un pasillo, para que se dirigiera hacia allí, ya que al parecer, se percató de lo desorientado que estaba el peliblanco.

-Muy bien, allí iré... Y gracias por la ayuda- susurro al final.

-Es un honor señor Jiraiya.

Así emprendió su camino hasta el cuarto de la pelirosa, que al parecer lo esperaba, cosa que lo hacía feliz, porque sentía el gran aprecio que le tenía la misma Sin embargo él sabía perfectamente que ella iba a preguntarle por lo que había hablado con Sasuke.

-Esto será complicado...- Pensaba y suspiraba pesadamente.

Al llegar a la habitación, decidió golpear la puerta para recibir autorización o que le abran. Lo que suceda primero.

-¡Adelante Jiraiya! Sabes que no tienes por qué tocar la puerta, si yo pedí tu presencia.

-Aun así, es la habitación de la futura realeza. Debo tener algo de respeto- Chicaneo, para así entrar de una vez a la habitación.

Sakura estaba peinando sus cabellos en frente de un gran espejo, en el cual si se alejaba un poco podía ver todo su cuerpo tranquilamente.

-No sé si será tan bueno eso.

-¡¿Pero qué dices Sakura?! Desde pequeña que soñabas con ser la mejor reina...

-Pero nunca pensé que esto sería sin mis padres.- Respondía con una sonrisa de amargura recordando la pérdida de sus padres.

-Lo... lo siento Sakura...

-No te preocupes, sé que no lo dices con malas intenciones.

-¡Nunca te diría, ni haría algo que pudiera perjudicarte!

-Créeme, ya lo sé.- Brindándole una sonrisa sincera- Cambiando de tema, ¿De qué hablaste con mi hermanastro?

A Jiraiya se le erizo la piel, recordaba por qué se había dirigido hasta la habitación de la pelirosa, además de que ella lo había llamado por un mayordomo. Pero no sabía cómo hacer para que no se ponga a la defensiva ante la idea del escudero. El problema era que Sakura odiaba que la siguieran a todos lados, mas el peliblanco sabía que era por su propio bien.

-Ahh, si, pues eso también te confiere a ti.

-¿A mí? ¿De qué se trata?.

-¿Te molesta si me siento en tu cama?

-Adelante...

Jiraiya antes de continuar halando se dirigió a la cama de la ojiverde, la cual imito su acción. El peliblanco dio un suspiro y decidió continuar.

-Bueno, como ya te he dicho, no queda mucho para que asumas tus responsabilidades en el trono real.

-Ajam.

-Entonces entenderás que necesitas protección.

-Aquí en el castillo estoy muy segura, es más, nunca pasa nada, por eso muchas veces salgo a caminar por las calles.

-Yo estoy hablando de otro tipo de protección, un poco más pendiente de ti.

-No estarás pensando en lo que creo que piensas.

-Si, Sakura, necesitas...

-No lo digas...

-...de un...

-¡No te atrevas!

-...escudero.

-¡¡NUNCA!!

-Pero Sakura, es necesario, necesitas protección especial.- Suplicaba para convencer a la pelirosa

-Y tu sabes cómo odio que me vigilen todo el tiempo, y no insistas más, porque no cambiare mi respuesta

-Por favor Sakura, ¡Hazlo por mí! ¡¡No me perdonaría la vida si te pasa algo!!
La peli rosa se lo pensó un poco, al final siempre conseguía convencerla así que llego a la conclusión de que discutir con él era una autentica pérdida de tiempo. Al final acabaría aceptando...

-Bueno Jiraiya, acepto, solo porque me lo pides tu- contesto resignada ante la insistencia del peliblanco

Jiraiya no lo podía creer... Había conseguido convencerla a aceptar, ya que él creía que tendría que hacer mucho más para persuadirla.
-Muy bien Sakura, me alegra que hayas aceptado, mañana mismo estará aquí.

-Vaya, cuando quieres, eres eficaz.- Dijo en tono de burla, a lo cual Jiraiya prefirió ignorar.

-No tendrás de que preocuparte, ya que a ese chico lo he entrenado yo personalmente, es mi gran aprendiz.- Dijo orgulloso de su alumno.

-Seguro es un pervertido al igual que tu- Susurro indignada.

-¡¿QUÈ HAS DICHO?!

-¡Que seguro será igual de pervertido que tú!

-¿Dónde quedo el respeto a los mayores?- Dijo el peliblanco indignado.

-Sabes que te lo digo con cariño.

-Si tú lo dices. Bueno mejor me marcho.

-¡¿Ya te irás?!

-Sí, mientras más rápido vaya a dar aviso al nuevo escudero, mejor.- Dijo el peliblanco, mientras se acercaba a la pelirosa, la cual lo abrazo y él solamente le dio un tierno beso en la frente, para así despedirse de la pelirosa y retirarse para avisar al nuevo escudero real.

Al ver que el peliblanco se retiraba, Sakura se desplomó en su cama, algo fastidiada por tener que haber aceptado el tema del escudero.

-¿Por qué demonios debo tener a un tipo siguiéndome todo el tiempo, como una garrapata? Más le vale no ser un maldito pervertido, porque sino no tendrá con que reproducirse nunca más.

El golpe de la puerta sacó a la pelirosa de sus pensamientos, y se levantó de su cama, para dirigirse hacia la puerta, y así abrirla. Dejando ver del otro lado al mayordomo.

-¿Ocurre algo?

-Señorita Sakura, El señor Sasuke pide su presencia lo antes posible en la sala real.

-Muy bien, en un momento iré, muchas gracias, ya puedes retirarte.- Dijo con una cálida sonrisa.

El mayordomo se fue nuevamente con la típica sonrisa en su rostro cada vez que hablaba con la princesa, ya que siempre era muy amable con todos en el castillo.

-¿Qué demonios querrá ahora?- bufo algo molesta.

La pelirosa cerró la puerta de su habitación, y comenzó a caminar por los pasillos reales, siempre le gustaba mirar los cuadros y estatuas que había por el camino con sus antepasados y sus hechos heroicos.

Pero siempre se paraba en un lugar específico, donde estaba la figura de su padre, de la cual ella siempre estuvo orgulloso, ya que siempre buscaba la forma de mantener la paz y siempre se preocupaba por todos en su reino. Esto último fue bien heredado hacia su hija, ya que seguía sus pasos.

Sakura seguía mirando la estatua con una sonrisa entre melancolía y amargura, hasta que una irritante voz interrumpió sus pensamientos.

-Ya estaba por ir a buscarte yo hermanita- Dijo el moreno con su típica arrogancia.

Este la había encontrado, ya que la estatua que miraba la pelirosa estaba justamente a unos metros de la sala real, cosa que ella sabía, pero no le importaba hacer esperar a su hermanastro.

-Te dije que no eres mi hermano.- Dijo secamente

-Siempre tan adorable y tan amable.

-¿Querías verme?

-Ah sí, es cierto, pero mejor entra, así estaremos más cómodos, ¿No crees?

-Como quieras.

Así la pelirosa se dirigió a paso firme hasta la sala, sin siquiera dedicarle una mirada a su hermanastro, el cual solo le restó importancia.

-Ya comenzaras a prestarme más atención, ya lo veras.- Pensaba maliciosamente el moreno.

Luego Sasuke se sentó en su trono y Sakura solamente se quedó parada en frente de él.

-Toma asiento.

-No gracias, me gusta estar de pies.- Respondió secamente.

-Como tú quieras.

-¿Puedes decirme para que has mandado a llamarme?

-Veo que quieres ir al grano.

-Si no te molesta.- Dijo irónicamente.

-Supongo que ya has hablado con Jiraiya, así que te habrá dicho lo del escudero.

-Así es, ¿y qué hay con eso?

-Y supongo que lo habrás rechazado.- Dijo convencido y sonriente

-No, lo he aceptado.

Sasuke borro su típica sonrisa y quedo en shock.

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Jiraiya estaba en su carroza, en dirección a la casa del futuro escudero de Sakura. Esta se encontraba aislada de las zonas urbanas, este vivía en unos campos, a unos 50 kilómetros del reino de los Haruno.

Al llegar al destino se divisó una casa echa de un fuerte roble, la cual parecía humilde, peor era porque estaba alejada de toda civilización, esto era porque la familia del escudero se dedicaba a la ganadería y agricultura, ya que abastecía a distintos reinos con alimentos.

De allí se divisó a un rubio con sus pelos revueltos, y con dos faroles azules, por ojos, este tenía un rasgo particular, el cual eran 3 marcas en sus mejillas, que lo hacía parecerse a algún tipo de felino. Este tenía un cuerpo bien formado, a causa de que ayudaba a sus padres con los trabajos rurales.

-¡¡Oye muchacho!!- Gritó el peliblanco

El aludido se dio la vuelta sorprendido de que alguien que no fueran sus padres le llamaran, pero al divisar bien quién era, dejó todo lo que estaba haciendo para dirigirse rápidamente a donde estaba Jiraiya.

-¿Que te trae por aquí viejo pervertido?- Preguntaba alegremente el rubio.

-Voy a hacer que no escuche eso...

-Oye, no te molestes, es que hace mucho que no te lo decía.

-Bueno, vallamos al grano.- Dijo autoritariamente.

-Soy todo oídos.

-Tengo un trabajo para ti...

La joven peli rosa, paseaba por los jardines imperiales. Admiraba cada rosa, con mimo y dulzura.

A su madre le encantaba este jardín.

Con todos los setos, era un auténtico laberinto, por suerte la princesa se los sabía de memoria.

Cuando era pequeña le encantaba esconderse en ellos.

-¡Princesa Sakura! ¿Dónde estáis princesa?

La joven salió del laberinto de setos y se dirigió hacia el mayordomo.

-¿Ocurre algo malo?-su preocupación era notoria desde lejos.

-El rey os llama princesa.

-Gracias por avisarme...-se preparó para irse pero se detuvo.- Otra cosa...

-Dígame.

-No me llames así, prefiero que me digas Sakura.

-Pero... No puedo hacerlo princesa, no tengo tanta confianza con usted.

-Si llevas trabajando aquí mucho tiempo.

-Ya... Sin embargo vos sois la princesa heredera y yo un simple plebeyo.

-¿Cuántas veces hemos tenido esta misma discusión?

-Princesa...

-Yo no te veo así.-le sonrió cálidamente y se fue.

El mayordomo se quedó con una sonrisa en la boca. Esa chica era tan dulce con todo el mundo.

Como siempre, Sakura andaba despacio por los pasillos. Aunque quisiera no podía correr, el vestido que llevaba tenía demasiado vuelo y costaba correr con este.

-Habéis tardado princesa.

-No me llames así Jiraiya...-suspiró entrando en la sala real.

Observó al chico que acompañaba al hombre. Era rubio, con el pelo despeinado, de ojos azules como el cielo, y tres simpáticas marcas en cada mejilla. El rubio no despegaba la vista del suelo.

Era la primera vez que estaba en el palacio y encima iba a ser el escudero de la princesa.

Aun recuerda cuando se lo dijo Jiraiya.

Flashback

-¡Reacciona chico!-gritó Jiraiya zarandeando a Naruto.

-¿Eh? ¿Qué pasa?

-Eso me pregunto yo, de repente te has quedado sin habla.

-¿¡Y qué esperabas si vienes y me dices que voy a ser el escudero de la princesa!?

-¿Alegría tal vez?

-¡No! ¡Me he quedado de piedra!

-¿Por qué? ¿No te gusta la propuesta?

-Claro que sí... Pero la noticia sigue siendo impactante.

-¡Bien! ¡Pues está decidido! ¡Nos vamos a palacio!

-¿¡Ahora!?

-¡Sí! ¡Cuánto antes mejor!

-¿A qué viene tanta prisa?

-Te lo cuento por el camino.

Fin del flashback

-(Al final no me lo contó...)-pensó el rubio tratando de evitar el contacto visual con la princesa.

-Sakura, te presento a Naruto, él es mi alumno preferido.

-Que yo sepa es el único que tienes.-respondió la princesa sonriente.

-¡Por eso es el mejor!

Ambos suspiraron.

-Nunca cambiaras...-susurró Naruto.

-Naruto... Ella es la princesa.

El rubio consiguió reaccionar y le dedicó una reverencia, justamente como le enseñó su padre.

Él siempre decía que a la realeza había que saludarla con respeto.

-Encantada.-la sonrisa de Sakura paralizó la mente de Naruto.

-Igualmente, princesa.

Sakura le iba a decir que no le llamase así, como se lo decía a todos pero Sasuke entró interrumpiendo la conversación.

-He oído que ya está aquí el escudero.

-¿No te enseñaron a llamar a la puerta antes de entrar?-preguntó Jiraiya ganándose una mirada asesina por parte del "rey".

-Este es mi palacio, y hago lo que quiero.

-¡Error!-gritó Jiraiya levantando un dedo.- El palacio es de la princesa, tu solo eres un sustituto.

La sangre de Sasuke comenzó a hervir.

-(Disfrutaré mi triunfo cuando sea rey viéndote sufrir viejo asqueroso)-pensó Sasuke con maldad.

-¿Querías algo?-preguntó Sakura.

-¿No es evidente? Quería conocer al nuevo escudero.

-Aquí esta.-Sakura señaló a Naruto.

-¿Un campesino?-el pelinegro lo miraba con repugnancia.- Creo que la princesa se merece algo mejor... ¿Le vas a dejar a cargo de ella?

-Sí.-respondió Jiraiya con seguridad.- No debes juzgar un libro por su apariencia.

-Lo que tu digas.-se dio media vuelta.- Te veo en la cena hermanita.

-Por supuesto, hermanastro.-aclaró.

Sasuke se fue muy molesto de allí.

-(Algún día... Serás mía)

-Bueno, Sakura, te lo encargo, enséñale todo el castillo.

-Está bien.

Jiraiya se fue, dejándolos en un silencio inmenso.

-¿Nos vamos?-la pelirosa cortó el silencio.

-¡Sí!-respondió añadiéndole un reverencia.

La princesa suspiró, no le gustaba nada de eso.

Entendía que era la princesa pero nunca le gusto todo eso de las reverencias, besar su mano o fingir sonrisas cuando estas con alguien que odias.

Ella prefería estar en la calle, con la gente del pueblo que tanto quería. Y como consecuente, se había ganado el amor de todo el reino, mientras que Sasuke era odiado incluso por los muertos.

La joven le enseño cada rincón del palacio.

-Está es la sala real.

Naruto se quedó impactado al ver una habitación tan grande.

-(¡Es el doble que mi casa!)

-¿Impresionado?-preguntó la pelirosa sonriente ante su reacción.

-Sí...

-¿Siempre vas a responderme lo mismo?

-Sí... Digo, ¡No!

La chica sonrió.

-Te veo nervioso.

-Es que es la primera vez que estoy en palacio.

-¿No has venido nunca?

-No.

-Pero Jiraiya me dijo que te había entrenado... Pensé que había sido aquí.

-No... Él me entrenó cuando estábamos haciendo un viaje.

-¿Los dos juntos?

-No, en realidad, nos encontramos por el camino.

-Ya veo...

Sakura, decidió no hacer más preguntas, si él no quería hablar significaba que no le iba a decir nada, y esta no le iba a obligar.

Siguieron su tour por todo el castillo hasta llegar a la sala de entrenamientos. Aquí se entrenaban los guardias de la familia real.

-Ven. Te presentaré a Kakashi.

Naruto dejó pasar a Sakura primero como símbolo de respeto y caballerosidad.

Los guardias allí presentes se detuvieron nada más ver a la princesa y se pusieron en una fila completamente rígidos.

-¿Qué pasa?-preguntó Naruto sorprendido.

-Siempre hacen eso cada vez que me ven.

-Es obligatorio para nosotros saludarla así princesa.

El hombre que habló era alto y fuerte, con el pelo gris y los ojos negros, aunque uno de ellos lo llevará tapado con un cinta el otro estaba al descubierto para rematar una máscara cubría su nariz y boca.

-Ya te he dicho que no me llames así.

-Pero princesa...

-Además yo no he dicho que me tengáis que saludar así.

-Lo sabemos, mas Sasuke nos lo ordenó.

-Ya... La ventaja es que él no está aquí.

-Lo sentimos princesa pero son las reglas.

-Que testarudo eres...

-Ya me conocéis princesa.

-Bueno... Cambiando el tema, os presento a Naruto, el nuevo escudero.

-Es verdad, Jiraiya nos habló de él. Ven muchacho, te prepararemos.

-¿Prepararme?

Se llevaron a rastras a Naruto y mientras la princesa se quedó hablando con los guardias que la adoraban.

-¿Y qué tal? ¿Estáis entrenando mucho?

-Por supuesto princesa, tenemos que estar atentos.

-No os esforcéis demasiado. ¿Vale?

-Princesa, se preocupa demasiado por nosotros.

-Pues claro, sois mi familia.

Sakura sonrió a los guardias y estos se sintieron llenos de vida.

Las sonrisas cálidas de la princesa eran conocidas en todo el reino, esta brindaba seguridad y ánimos a quien lo necesitaba y siempre ayudaba sin importarle nada.

Una vez, se escapó del palacio para cuidar a un anciano que estaba muriéndose. Ella le consiguió el mejor médico del reino y al final consiguió salvarse.

Desde entonces aquel anciano ha estado eternamente agradecido y le cuenta a todo el mundo lo agradable que es la princesa.

Un ruido metálico sacó a la pelirosa de sus pensamientos.

Se dio la vuelta para descubrir el origen del sonido y pudo observar a Naruto con unos pantalones blancos y apretados, acentuando su musculatura y una camisa del mismo color. Sobre esta yacía una armadura dorada que tenía un cordel atado en la cintura, con el escudo colgando en la espalda y la espada la llevaba enganchada en el cinturón, a un lado para que fuese más fácil desenfundarla. Para acabar llevaba unos zapatos negros que no combinaban nada bien pero así era el uniforme de palacio para la guardia real.

Se le escapó una risita.

-No se ría princesa, por favor.-suplicó el rubio bastante avergonzado.

-Perdona, es que no te imaginaba así vestido.

-¡Bueno Naruto!-gritó Kakashi golpeando levemente su hombro.- ¡Cuida bien de la princesa!

-Sí, lo haré.

Salieron de la sala y los guardias siguieron entrenando.

Al principio a Naruto le costaba mucho andar con todo eso, no estaba acostumbrado y tampoco estaba muy cómodo.

-¿Estás bien?-preguntó la princesa.

-¿Eh? ¡Sí! No tenéis que preocuparos por mí.

-No se te ve muy a gusto.

-Es un poco incómodo pero nada más.

-Acabaras acostumbrándote.

-Por supuesto, tengo que estar preparado para cualquier posible ataque.

-Naruto...-la pelirosa se detuvo.- Debes saber que no me gusta que me sigan a todos lados.

-Princesa...

-Puede que te deteste por eso durante toda mi vida... ¿Estás dispuesto a seguir?

-¡Por supuesto! ¡Jiraiya me lo pidió!

Sakura sonrió.

-Veo que eres sincero y fiel a tu palabra.

-¿Solo era una prueba?

-En parte sí.

-No entiendo.

-Es verdad que te lo he dicho para saber cómo eras, pero lo que te he dicho es verdad.

-Siento comunicároslo princesa pero es mi deber y voy a cumplirlo.

-Haz lo que creas conveniente.

Siguieron recorriendo todo el castillo y Sakura estaba poniéndose de los nervios.

Apenas hablaba y, teniendo en cuenta que, la perseguía como si fuese un perro, su enfado crecía más.

-Esto son los jardines imperiales.

-Son increíbles.

Sakura también pensaba igual.

Le encantaba contemplarlos durante horas y horas, sin cansarse nunca.

-¿Seguimos?

-Como vos quiera princesa.

Con lo que Sakura odiaba esa forma de hablar.

-Entonces vámonos.

Le enseñó el resto del castillo hasta que se encontró con Jiraiya.

-¡Hola chicos! ¿Qué tal estáis?

-Bien.-respondió la pelirosa.

-¿Ya le has enseñado todo esto?

-Sí.

-Venir, os tengo una sorpresa preparada.

-¿Cual es?

-Ven y la verás.

El hombre les guió hasta una habitación que estaba enfrente de los aposentos de la princesa.

-¿Que hacemos aquí?

-A partir de hoy está será la habitación de Naruto.

-A partir de hoy está será la habitación de Naruto.

Sakura no podía creer lo que decía Jiraiya, ya que esa habitación se encontraba justo al lado de la habitación de la princesa.

-¿Estás hablando en serio Jiraiya?

-¿Acaso ve que este bromeando señorita Sakura?- Respondía Jiraiya burlón, ganándose una mirada asesina por parte de Sakura.

-¡¡Ya de paso le pones una cama al lado de la mía!!- Dijo Sakura enojada e irónicamente.

-Podría...

-¡¡¡Ni siquiera lo intentes!!!

-Pero señorita Sakura, esto es solo para vuestra mayor protección.- Interrumpió Naruto con sumo respeto.

-¡¡¿¿Alguien te pregunto??!!- Dijo Sakura cada vez más irritada, provocando que Naruto únicamente moviera sus manos de lado a lado, bastante asustado.

Naruto notaba como cada vez que invadían aunque sea un poco la privacidad de Sakura, se le ponían los pelos de punta, y la verdad que eso ponía nervioso al rubio. Pero no sabía que se venía algo peor todavía.

-Bueno, entremos para que veas mejor tu habitación Naruto, si quieres pasa Sakura.

Jiraiya pensaba que cambiando el tema podría alivianar el ambiente, hasta que tenga que decir lo que haga terminar de explotar a la pelirosa.

Así se adentraron al cuarto, para mostrarle a Naruto su nueva habitación, la cual era más de lo que esperaba.

-¿Te gusta? No es tan grande como la de Sakura, pero es algo- Dijo el peliblanco divertido

-Pues búscale una más grande, yo no tengo problema en que le den otra habitación-Respondió Sakura.- “Seguramente dijo eso porque es un creído, al fin y al cabo”- Pensó por las palabras de Jiraiya hacia su alumno preferido.

-Oye Sakura, no tienes por qué tratarlo así al pobre, a fin de cuentas, él debe protegerte, y mientras, más cerca mejor.
Sakura estaba por protestar, cuando el rubio se le adelanto para tomar la palabra.

-Pues yo creo que es muy grande, esto es tan grande como mi casa.- Reía nervioso- No me enojaría si me dan una más chica, creo que me sentiría más cómodo.- Dijo el rubio tratando de no ser muy brusco a causa de su sinceridad.

Sakura quedo sorprendida por la humildad que había mostrado el muchacho, ya que se notaba en sus palabras que no estaba fingiendo para quedar bien.

-Bueno, pero yo digo que te quedas aquí, y no te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando.

-Está bien, como tú digas.- Respondió Naruto resignado.

-Así me gusta, ¿Ven que cuando quiere, la gente se entiende?- Dijo Jiraiya, mientras Naruto y Sakura, lo miraban con una gota en sus cabezas incrédulos.

Luego Jiraiya y Sakura se encargaron de mostrarle más en profundidad la habitación de Naruto, aunque no tenían mucho que mostrarle, ya que había un gran armario donde podía poner ropa para todo un año, luego su cama, la cual era matrimonial, y luego quedaba enseñarle el baño que también era muy grande, pero no tenía nada que un baño común no tuviera.

-Pero hay mucho espacio sin uso.- dijo Naruto mirando a su alrededor.

-Bueno, pues aquí puedes entrenar un poco todo lo que te he enseñado todos estos años, no todo, pero lo básico sí.

-Tienes razón, pero quería saber si... Bueno... Este... ¿Podría traer algunas cosas de mi antigua habitación? Como fotos de mis padres y cosas por el estilo, además de todas mis cosas para entretenerme mientras no tengo nada que hacer.- Dijo el rubio algo avergonzado.

Sakura no aguanto un pequeña risa que se le escapó al ver al rubio tan avergonzado, ya que le resulto un poco tierno y gracioso, para luego responderle.

-Claro que puedes.

-Bueno, entonces después me haces una lista de lo que quieres traer y voy a buscarlas.

-¿¿Enserio harías eso por mi ero-sennin??

-Si me sigues llamando así, no te traeré nada.- Dijo conteniendo su enojo.

Naruto y Sakura solo se rieron del peliblanco, el cual no podía creer lo que debía tolerar. Aunque luego mostró una sonrisa de conformismo, al saber que Naruto haría un gran trabajo aquí. Finalmente Sakura se estaba retirando de la habitación, para dejar al alumno con su maestro, hasta que el joven rubio hizo la pregunta que no debía hacer hasta que se fuera Sakura.

-¡¡Oye Jiraiya!! No me has dicho para que es esa puerta.

Jiraiya quería que se lo tragase la tierra, ya que la pelirosa se asomó para ver de qué puerta hablaba, al principio no se dio cuenta, pero cuando se percató de a dónde iba esa puerta, su sangre hervía de la rabia.

-¡¡¡¿¿¿Por qué pusiste esa puerta para unir mi habitación con la de Naruto???!!!

Sakura estaba fuera de sus casillas, estaba tan enojada que se fue a su habitación sin decir nada más.

-¿No podías mencionar eso cuando ella se fuera?

-¿Y yo que iba a saber que esa puerta iba a su habitación?

-Bueno ya no importa, ya se le pasará, ahora quiero que estés más atento que nunca Naruto, esta chica es muy importante para mí, tanto como lo eres tú, ¿Me entiendes?- Dijo el peliblanco con un semblante serio.- Pero la diferencia es que tú eres hombre y puedes defenderte por tus propios medios, y ella también sabe defenderse sola, pero no contra gente tan peligrosa como la que tiene a su alrededor.- Culmino.
-A su alrededor?- Pregunto Naruto intrigado.

-Pronto me entenderás Naruto, solo prométeme que la defenderás como si fuera tu propia vida.

-Te lo prometo Jiraiya.- Dijo Naruto con una gran convicción.

-Ese es mi muchacho.- Mostrando una sonrisa de orgullo.

Después de esa pequeña charla, Jiraiya le pidió a Naruto que le haga una lista rápida para ya ir trayendo las cosas que quiera, lo cual hizo rápido, y se la entrego, para así marcharse y traérselo lo más rápido posible.

Naruto se había quedado un poco angustiado de la forma en que se fue Sakura tan enojada, así que decidió salir de su habitación y usar la puerta que usaban todos, y no la que tenía dentro de su habitación, para que sepa que tendrá la intimidad que necesita.

Al encontrarse ya delante de la puerta de Sakura, decidió golpear tres veces, para así esperar una respuesta de al pelirosa.

-¡Ya vete Jiraiya! ¡¡No quiero que me molestes ahora!!- gritaba Sakura aun enojada y angustiada.

-Princesa, soy Naruto- Sakura al escuchar eso, se sorprendió, ya que podría haber usado la puerta que tenía en su habitación, pero le gusto que haga eso, ya que sentía que el respetaba su intimidad.- Disculpad si os molesto, pero quería pedirle disculpas por si la hemos hecho sentir incomoda o invadida, nunca ha sido nuestra intención.- Dijo el rubio esperando una respuesta, que nunca llego.- Eso es todo princesa, con su permiso me retiro a mi habitación.-Finalizo para dirigirse a la puerta de al lado.

Cuando Naruto estaba por entrar se escucha como la puerta de al lado se abre, y se asoma con su rosa cabellera Sakura, llegando a confundir al rubio, por su repentino cambio de actitud.

-Lo siento.- Fue lo único que dijo Sakura, dejando cada vez más confuso al rubio.

-Disculpe, pero la que debe perdonarme es usted.

-No, Naruto, yo te trate muy mal cuando solamente mostraban tu habitación. Tú no tienes la culpa.

-No se preocupe, a fin de cuentas yo solo soy su escudero.- Respondió entre risas.

-¡¡No digas eso!! ¡¡Para mi somos todos iguales aquí en el castillo, desde mi hermanastro hasta los mayordomos!!

Naruto al principio se sorprendió de esto, pero recordó como trataba a todos en el castillo, y tenía razón. A todos los trataba por igual.

-Además, me ha puesto de mal humor toda esta situación, ya que todos hacen las cosas sin consultarme, o si me consultan y les digo que no, terminan convenciéndome o hasta obligándome y me hacen sentir como una inútil que no puede hacer las cosas por su cuenta.

Naruto, se acerco a la princesa y la agarró de los hombros, provocando que choquen el azul de sus ojos con el verde de la princesa.

-Princesa, nunca más diga que se siente una inútil, porque no es así, usted hoy me ha demostrado que es un buena persona, y que no le teme a nadie, como podría temerle a su hermanastro.- Dijo Naruto con determinación, pero cuando se dio cuenta que tenía a la princesa agarrada de los hombros tan cerca y ruborizada, provoco que se sonrojara un poco y se alejase de ella repentinamente- Lo... Lo siento, princesa.

-No importa Naruto, no pasa nada.- Recuperándose de la situación- Y gracias por tus palabras, se nota que eres una buena persona, espero que seas tan buen escudero también.-Dijo Sakura entre risas.

-No se preocupe princesa, la protegeré como si fuera mi propia vida, no tendrá que temer de nada.

-Me alegra oír eso.- Dijo con una cálida sonrisa.

-Y con respecto a la puerta de mi habitación. No se preocupe, no la usare nunca, a menos que sea un caso extremo. Pero si usted necesita algo, no dude en usarla.

-Gracias nuevamente Naruto, ahora ve a descansar.

Como ordene princesa.- Respondió Naruto haciendo una reverencia, cosa que a Sakura no le gustaba, pero al parecer Naruto no dejaría de hacerlo, por lo menos no por ahora.

Ambos se metieron en sus respectivas habitaciones, sin saber todo lo que sucederá de ahora en adelante...

CONTINUARA...

Era una nueva mañana en el castillo donde los rayos de sol traspasaban los cristales del ventanal de dicho castillo, impactando sobre el rostro de la princesa, la cual al sentir la luz en su ojos, comenzó a abrirlos lentamente para así poder acostumbrarse a la luz del día. Luego procedió a frotarse los ojos para terminar de aclimatarse. Y finalmente se levantó de la cama, para así dirigirse al baño y darse una refrescante ducha.

Al terminar, se puso uno de sus vestidos para andar por el castillo, que a pesar de no ser de los mejores, era sumamente hermoso. Una vez completada la acción, decidió sentarse frente al gran espejo que tenía en su habitación, con el fin de peinar su sedoso y rosado cabello. El cual cuidaba con mucho cuidado, ya que amaba su pelo, le hacía recordar a su madre, la cual poseía el mismo color de cabello que ella. Le había enseñado todo acerca de cómo debía cuidarlo y muchas cosas más, que volvían a su cabeza en ese mismo instante.

Mientras se peinaba y miraba su reflejo en el espejo, veces podía ver a su madre en él y esta no era una excepción, ya que la extrañaba mucho, al igual que su padre. No había un solo día en el que no los recordase, habían sido un gran ejemplo para toda la comunidad de las tierras que gobernaban y eran muy queridos, al igual que “la pequeña Sakura” por ese entonces, en el que aun vivían.

Las primeras lágrimas traicioneras recorrían sus mejillas. Odiaba verse así, odiaba verse débil, ella quería demostrar que no necesitaba ayuda para cumplir sus metas y ambiciones. Por eso no quería un molesto escudero que interfiriera en todo, pero no le quedó otra que aceptar por el cariño que le tenía a Jiraiya

-Juro que encontraré al que les hizo eso y lo hare sufrir todo lo que me ha hecho sufrir a mí.- Dijo Sakura sin poder ocultar el sentimiento de odio, rabia y dolor de sus palabras. Se levantó para lavarse la cara con el fin de borrar cualquier rastro de lágrimas o furia contenida. Lo último que necesitaba es que la hiciesen preguntas.

Mientras tanto en la habitación del rubio...

Naruto se encontraba tirado en su cama, pero ya con los ojos abiertos, se había despertado hacer rato, pero decidió quedarse postrado en la cama un rato más, ya que era temprano. Además quería terminar de asimilar todo lo que le paso en tan poco tiempo, ya que de estar en su hogar con sus padres haciendo trabajos de campesino, vino su maestro Jiraiya, para darle un trabajo que no podría rechazar, ya que sería el escudero de la única hija del matrimonio Haruno.

Él se preguntaba por qué le había elegido, ya que no se creía nada especial, ni de otro mundo. Era verdad que había hecho algunos trabajos de escudero por otros pequeños reinos, en donde había destacado. Pero no eran grandes retos, como lo era este, no es que no estuviera feliz por esto, todo lo contrario, pero le sorprendió que lo elijan a él sobre tantos escuderos. Aunque Jiraiya decía que él era su mejor alumno, él sabía que aún le faltaba mucho por aprender. Pero no dudaba en usar sus habilidades al máximo para cumplir con su tarea de la mejor forma posible. Tendrán que pasar sobre su cadáver para poder tocar a la princesa.

Naruto fue interrumpido de sus pensamientos, al escuchar como tocaban la puerta de su habitación, así que se incorporó y se dirigió hacia la puerta, para abrir la misma y encontrarse con un peliblanco al otro lado con una bolsa colgando por encima de su hombro.

-Bueno muchacho, aquí tienes lo que me pediste.- Comenzó a hablar Jiraiya dándole la bolsa que el mismo llevaba.

-Ohh muchas gracias.- Contestaba el rubio contento de que ya tenía lo que necesitaba para su estadía en el castillo

-Pensé que querrías más cosas Naruto, ¿Estás seguro que eso es todo lo que necesitas?

-No te preocupes Jiraiya, con esto me basta, si necesito algo más, te lo hare saber.

-Como quieras.-Respondió el peliblanco para así retirarse del lugar e ir a ver a Sakura, pero antes fue detenido por el brazo del rubio, provocando que lo mirara intrigado.

-¿Puedo preguntarte algo Jiraiya?

-Claro, dime Naruto, ¿Qué necesitas?

-¿Por qué yo?

-Em... ¿Podrías ser más claro?- El peliblanco no entendía que quería saber el rubio.

-¿Por qué me has dado esta responsabilidad a mí, habiendo tantos buenos escuderos en todo el reino y sus alrededores?

-Naruto.- Dijo Jiraiya acercándose al rubio y tomándole por los hombros.- Tú eres el más indicado para este trabajo, tú no tienes idea del potencial que tienes, solo falta que tú te des cuenta para poder convertirte en el mejor de todos.

-No crees que exageras un poco?- Preguntó riendo algo nervioso el rubio, ya que no acostumbraba a recibir esos halagos.

-Ya verás que no Naruto, tienes las agallas, la fuerza, la inteligencia, la perseverancia. Solo te falta confiar en tus habilidades.- Dijo Jiraiya para luego retirarse e ir hasta la habitación de la pelirosa, dejando a un Naruto pensativo, que entró nuevamente a su habitación pensando en todo lo que dijo Jiraiya.

-Ese viejo debe estar perdiendo las neuronas.- Dijo Naruto para sí mismo en un suspiro.

En ese mismo instante recordó la bolsa con lo que le había pedido. Se dirigió a la cama, donde se sentó y empezó a sacar las cosas de la bolsa, comenzando por algunas mudas de ropa para estar más cómodo en su habitación, y para usar debajo de la armadura que le habían dado por ser el escudero de la princesa. Más que nada porque se acercaban las épocas de frio y no sabría cuánto tiempo estaría allí.

Acomodó las ropas en un gran closet que tenía, el cual podía guardar más de 1000 pilchas, y al poner solo sus ropas, sentía que estaba desperdiciando todo ese closet, así que decidió llevar la armadura allí adentro también para que ocupe un poco más de espacio y no parezca tan vacía.

Al terminar de acomodar sus ropas, volvió a la cama y agarró la bolsa para sacar lo que faltaba. Primero sacó un retrato de sus padres, la cual coloco en una pequeña mesa al costado de la cama, y se quedó mirándolo un rato.

-Espero que se sientan orgullosos de mi.- Dijo para sí mismo con algo de nostalgia, ya que no los vería por un buen tiempo, o por lo menos no podría ir a verlos seguido, ya que su trabajo no le permitía alejarse mucho de la princesa. Pero ya estaba acostumbrado, no a largas estadías, pero no creía que fuera tan duro.

Después de terminar de acomodar el retrato en la pequeña mesa, prosiguió en sacar una espada con su respectiva funda. Ésta había sido la primer espada que tuvo Naruto, que fue forjada por sus padres. Cuando decidió ser escudero, optaron por regalarle una, ya que el ayudaba mucho con las tareas del campo en las siembras y cosas por el estilo.
El rubio la desenfundo y está casi no tenía filo, y no era de la mejor calidad que digamos, pero llevaba el esfuerzo y la dedicación de sus padres, algo que lo ayudaba a seguir adelante todos los días, cuando estaba fuera de casa. Él pensaba en arreglarla y volver a hacerla útil para una batalla, pero nunca tuvo el tiempo necesaria para hacerlo, y no quería dársela a ningún herrero, ya que no les tenía mucha confianza.

Procedió a guardarla junto con su armadura y sus ropas en el closet. Al terminar se acordó que aún le quedaba algo más en esa bolsa, lo que más apreciaba en ese momento. Así que decidió agarrar la bolsa y meter su mano hasta el fondo de esta, buscando lo que faltaba, hasta que sus dedos sintieron que habían encontrado algo, procedió a agarrarlo y al sacarlo, observó un colgante plateado con una joya hermosa, la cual era de un color verde jade precioso.

Al verla Naruto recordó los ojos de la princesa, y se sonrojó un poco.

-¿Pero qué demonios estoy pensando?- Se cuestionaba a sí mismo y sacudía la cabeza para volver a apreciar el colgante y recordar las palabras de su padre al dárselo.

Flash back

Naruto se encontraba en su habitación, descansando un poco, ya que hace unas horas había vuelto de un trabajo como escudero, en un pequeño reino en las afueras. No se acostó apenas llegar, ya que ayudo un poco a sus padres con las tareas del campo para alivianarle un poco el trabajo a estos, y así también disfrutar de un merecido descanso.

Naruto estaba conciliando el sueño, una de las señales era que los parpados le estaban pesando y se iban cerrando poco a poco, hasta que escuchó como golpean la puerta de su habitación, en consecuencia abrió los ojos de golpe.

-¡Adelante!- Dijo levantándose de la cama, donde tan cómodo estaba.

-Permiso Naruto.- Dijo Minato entrando a la habitación, para luego cerrar la puerta tras de él.

-¿Necesitas que te ayude en algo más?- Preguntó, esperando que dijese un severo "no".

-No te preocupes hijo, no vengo a darte trabajo.- Rió.

-¿Entonces que necesitas padre?

-Pues, nada en especial, solo quería darte algo.

-¿Y qué quieres darme?- El menor de los rubios estaba intrigado por la actitud de su padre.

-Pues quería darte esto hijo.- Dijo Minato para así meter su mano en el bolsillo y sacar un colgante con una joya verde en el centro con un marco dorado a su alrededor

Spoiler:

-¿Y esto? ¿Cómo has conseguido esta joya? No habrás gastado dinero en esto solo para dármelo, ¿Verdad?- Cuestionaba el rubio menor.

Minato solo negó con su cabeza y sonrió.

-Te estoy hablando en serio padre, no estamos para gastos innecesarios.- Le reprocho.

-Era de alguien a quien apreciaba mucho, era una gran persona y muy valiente.- Se pausó un minuto para contener la angustia.- Y por eso quiero que lo tengas tú. Porque me recuerdas mucho a él.-Culminó abrazando a su hijo, el cual correspondió su abrazo.

Luego simplemente vio como su padre se iba de la habitación, y se quedó mirando el colgante, e inmediatamente sintió un gran orgullo en que su padre le confiara esa joya. La guardó en su bolsillo y se acostó en la cama para caer en los brazos de Morfeo.

End Flashback

-¡No defraudare tu confianza padre!- Dijo Naruto para sí mismo.

En ese mismo momento se escucha como tocan nuevamente la puerta de su habitación, con lo cual se levanta de su cama y se dirige a ver de quien se trataba.

Al abrirla se encuentra con uno de los sirvientes del castillo.

-Señor Naruto, el rey Sasuke necesite su presencia en la sala real...

CONTINUARA...

El rubio se acercaba a la sala real bastante nervioso. ¿De qué querría hablar el rey Sasuke con él?

Observaba los retratos que colgaban de la pared con entusiasmo. Había reinas y princesas muy bellas pero, en opinión del rubio, ninguna podía eclipsar a la hermosura de la princesa actual.

Para él, Sakura, era la persona más encantadora que había visto en su vida. Su rostro etéreo y angelical, te invitaba a acariciarlo, esos ojos verdes como el jade que solo se podían comparar con el brillo de una joya...

Y podría estar así todo el día, de no ser porque se encontró con Jiraiya a mitad del camino.

-¡Hola chico! ¿Qué tal?-observó a su alrededor.- ¿Y la princesa Sakura? No me digas que ya se ha escapado...

Naruto sonrió nervioso. ¿La princesa escapando? No se lo imagina la verdad...

-No, es que su majestad me ha llamado para hablar conmigo.

-¿Sasuke?-frunció el ceño.- Te acompaño...

-¿Seguro?

-Por supuesto. Vamos.

Jiraiya y el rubio partieron hacia la sala real en completo silencio.

Mientras, la joven princesa ya había acabado de retocarse, y prepararse. Odiaba todo eso, lo detestaba con todas sus fuerzas.

Solo por ser una princesa tiene que llevar esos vestidos tan pesados e ir arreglada todos los días. Según su hermanastro, nótese el desagrado en sus palabras, lo más importante es la apariencia.

A ella le parece más importante el pueblo que los trajes que puedas ponerte, pero Sasuke no lo ve así.

Maldito superficial...

No tenía ganas de verle la cara hoy, pero tampoco quería seguir encerrada entre esas cuatro paredes.

Lo mejor que puede hacer es salir afuera para dar un paseo y hablar con los aldeanos. Ella quería a todos, ya sean personas o animales, y éstos la querían a ella, por ser tan amable y buena persona.

Al contrario que a Sasuke, a él todo el mundo lo odiaba porque era un tirano, al que se le había subido el poder a la cabeza, a pesar de no ser el verdadero rey.

Echó una última mirada al espejo para asegurarse de que estaba todo en orden, lo único que le faltaba es que venga Sasuke a molestarla porque no va arreglada.

Su cabello rosa, estaba grácilmente ondulado y caía con delicadeza sobre sus hombros y espalda. Adornado con una diadema roja a juego con un vestido que tenía una flor de cerezo en ella.

El vestido era rojo, y a comparación con los otros no tenía mucho vuelo. No tenía tirantes, el escote era palabra de honor e iba ceñido con unas flores en la cintura. El vuelo tenía varias capas una más corta que la otra, las dos de arriba acababan en pico. Sus zapatos, rojos también, tenían bastante tacón.

Unos pendientes del mismo color con forma de copo de nieve, remataban su hermosa imagen.

La chica suspiró y salió de la habitación. Supuso que tendría que llamar a Naruto o Jiraiya le echaría una buena bronca, y pocas veces han discutido pero cuando lo han hecho el hombre se ha arrepentido de inmediato, tiene un genio muy malo. Terrorífico más bien.

Lo malo es que Sakura odiaba cuando peleaba con alguien, a excepción de su hermanastro. Así que decidió ir a buscarlo. Llamó varias veces pero al ver que no escuchaba nada abrió un poco la puerta.

Al no ver a nadie entró para ver si estaba asomado en la ventana o algo, ya que desde ese ángulo no podía ver toda la habitación.

Se acercó a la mesa que tenía al lado de la cama al ver un pequeño reflejo. Cuando se acercó se dio cuenta que era un retrato.

Lo cogió entre sus manos y lo observó detenidamente, un niño rubio pequeño, estaba en sobre las piernas de una mujer de cabellos rojos, tenía los ojos de un precioso color gris-violeta y era muy bella. El hombre que la abrazaba por detrás era igual a Naruto, quitándole las marcas de la mejilla y poniéndole más años.

Una gotas mojaron el retrato, no se había dado cuenta pero nuestra querida princesa estaba llorando. Lo que daría ella por poder estar así con sus padres.

Secó las lágrimas que habían en la foto y la dejó donde estaba. Observó que en la misma mesita había un cajón entreabierto, ya que Naruto lo guardó corriendo, cuando fue citado por el rey, y no se preocupo en cerrarlo bien. Desde donde estaba la princesa podía ver una joya hermosa.

Lo sacó con cuidado de no romperlo a pesar de que se veía resistente, y lo observó con detalle.

-Este collar... Me suena de algo...

Al menos así lo creía ella, se le hacía conocido mas no sabía de dónde.

Lo guardó donde estaba con una extraña sensación en el pecho, una mezcla de nostalgia y tristeza.

Se sentía como una vulgar acosadora y una cotilla, ¿Qué hacia mirando ahí? Se suponía que era de Naruto, aunque bien es verdad que si vas a una casa y ves una foto no es pecado echarle un vistazo.

Pero lo del collar es otra cosa... Claro que lo ha hecho por impulso ya que se le hacía conocido.

Y eso la había dejado muy preocupada.

Se dio la vuelta dispuesta a irse cuando vio el armario mal cerrado. Se acercó a observar y parecía que tenía algo atrancado.

-Debería intentar arreglar esto o Naruto no tendrá donde guardar la ropa.

La princesa fue a cerrarlo mejor, para hacerlo tendría que abrirlo previamente para mirar que le pasaba. Lo que la joven no sabía es que al abrirlo se caería una espada de la nada.

Se sobresaltó al escuchar el sonido del metal golpeando el suelo.

-No estaba estropeado...-suspiró.- Era la espada mal colocada.

La funda se movió un poco y la chica vio que la espada estaba algo deteriorada.

-Vaya... ¿Qué le habrá pasado?

La cogió y la desenfundó. Aunque pareciese mentira su padre le había enseñado a utilizar una espada, o un arma, para defenderse y bajo esa imagen de niña inocente que destilaba la princesa se guardaba una gran espadachín.

Sakura nunca hacia usos de sus habilidades, como lo llama su padre, porque le recordaba a él y a su familia.

Sonrió, siempre que su padre le decía que tenía grandes habilidades con la espada ella respondía que lo única que hacía era dar mandoblazos al aire sin ton ni son.

En ese momento a la princesa se le ocurrió arreglar la espada para Naruto. Ella conocía al mejor herrero de la ciudad y sabía que trataría la espada con mimo, como si fuese su propio hijo.

Casualmente era uno de los miles aldeanos que ella había ayudado y cuidado.

Solo esperaba que el rubio no se enfadara por su atrevimiento.

La chica guardó la espada en la funda y se la colgó al hombro. Deseaba que Naruto no la viera.

Antes de salir cerró el armario, y feliz de poder hacerle un favor a su escudero salió a puntillas del castillo.

Se sentí muy mal porque le grito sin antes darle la oportunidad de decir nada, hace unos días.

¿O fue ayer? Ya no se acordaba, la pobre tenía la cabeza hecha un caos.

El recuerdo del collar la perseguía, ¿Dónde lo había visto?

Estaba segura de haberlo hecho pero no el lugar.

En la entrada se encontró con los guardias.

-Princesa, ¿Dónde vais?

-A hacer un recado, ¿Podéis dejarme pasar por favor?

-Princesa...-suspiró.- ¿No os iréis a escapar de nuevo verdad?

-¿Cómo podéis pensar eso de mí?-puso carita de cachorro abandonado.- Si soy muy buena...

-Ya se ha escapado más veces princesa.

-Por favor no me llaméis así.

El guardia sonrió, siempre les decía lo mismo. Era una persona muy honesta, todo lo contrario a su hermanastro.

-Está bien...-el guardia le dejo el paso libre.- Antes de que anochezca vuelva por favor os lo pido.

La joven entusiasmada lo abrazó.

-¡Gracias, gracias!-bajó las escaleras rápidamente y por poco se mata.

-¡Princesa!

-Volveré os lo prometo.-le dedicó una cálida sonrisa para indicarle que no se había hecho daño.- Muchas gracias.

El guardia sonrió aliviado, hacía mucho tiempo que no veía a la princesa tan feliz y mucho menos con una espada en la mano.

Aun recuerda lo bien que se lo pasaba entrenando con su padre, y su madre, que siempre les advertía que tuvieran cuidado, los observaba felices.

Sakura caminaba buscando al aldeano que pudiera arreglarle la espada. Por el camino saludo a todo el mundo y muchos niños se le acercaron a abrazarla.

-¿Qué tal estáis pequeños?

-Muy bien, hacía tiempo que no se pasaba por aquí princesa.

-No hace falta que me llaméis así.

-Pero...

-Sakura... Llamadme Sakura, por favor.

Los niños se sonrojaron al ver su cálida sonrisa y algunas niñas tocaron su cabello sedoso, podían llegar a éste porque se había agachado para abrazarlos a todos.

-¿Os gusta?

Las niñas apartaron rápidamente la mano mientras agachaba la cabeza.

-Lo sentimos mucho.

-¿Por qué? Si no me habéis hecho nada...-las pequeñas se alegraron ante las palabras de la princesa.- ¿Te gusta?

-¡Sí!-respondieron animadas.

Sakura cogió unos mechones y le hizo cosquillas en la frente a una de ellas.

-¿Ahora te gusta?-preguntó sonriendo.

La niña intentaba responder entre risas.

A pesar de que iba a arreglar la espada no pudo evitar quedarse a jugar con los niños. Todos los que pasaban por ahí se quedaban mirándolos con cariño. Era una escena entrañable, ver a la princesa jugando con los niños.

-Bueno chicos siento decíroslo pero me tengo que marchar.

-¿Tan pronto?

-Lo siento pequeños.

-¿Volverás?

-Por supuesto.

Sakura abrió los brazos y los niños se le abalanzaron encima. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para aguantar el equilibrio.

-Adiós pequeños.

Se despidió de ellos y emprendió su marcha por la aldea. A mitad de camino se encontró con una señor que parecía muy atareada.

-¿Ocurre algo?

-¡¡Princesa!!-le regaló una reverencia.-¡Qué honor tenerla aquí! ¿Quiere pasar?

-No hace falta, creo que estas muy ocupada.

-Bueno, es que mi marido está vendiendo en el mercado y hoy me quedé dormida y ahora tengo que hacerlo todo o no me dará tiempo.-dijo un poco apenada.- Es que luego debo ir a sustituirle, ¿Sabe usted?

-Es un gesto admirable. ¿Quiere que le ayude?

-No, no podría permitirlo princesa.

-¿Por qué no? Yo estaría encantada.

-Pero...

-¿Qué tengo que hacer?

La mujer sorprendida y maravillada de que tuvieran una princesa tan encantadora le invitó a pasar a su morada.

Cuando ella gobernara el país iría a las mil maravillas. Nadie de la realeza haría eso por su pueblo. Los anteriores reyes querían mucho a su pueblo pero a causa de las guerras de los países vecinos apenas tenían tiempo para salir y su hija se pasaba el día en la calle o sola en el palacio.

Como habían muerto muy jóvenes casi no habían tenido tiempo para arreglar los problemas, y Sasuke, en vez de arreglarlo lo empeoró todo por su propia avaricia.

Tras medía hora la casa de la mujer relucía.

-Muchas gracias princesa, no habría acabado a tiempo si no fuera pos usted.

-Ha sido un placer.-salió de la casa y le regaló una sonrisa.- Hasta luego.

La mujer maravillada, salió corriendo a contárselo a su marido y decirle que gracias a Sakura ya había acabado.

Dentro de pocos minutos la villa entera sabría lo buena que era la princesa.

La pelirosa llegó a un taller del que provenían ruidos metálicos y chirridos. Entró cuidadosamente encontrándose con un noven y un anciano trabajando con otra espada.

-¡Princesa!-saludó el hombre mayor.

-Hola, ¿Qué tal estás?

-Perfectamente, gracias a ti.

El joven se acercó a la joven bastante sonrojado.

-Muchas gracias por salvar a nuestro abuelo.-le hizo una reverencia.- Si no fuera por usted se habría muerto.

-Ha sido un placer ayudarlo.

La chica les brindó otra de sus cálidas sonrisas.

-Veo que lleva una espada. ¿Va a volver a practicar?

-No, es de un...-que iba a decir, ¿Amigo?- Nuevo escudero.

-¿Jiraiya le ha asignado otro escudero?

-Sí, hijo sí.-respondió resignada con un aire divertido.- ¿Podéis arreglarme esta espada?

Sakura se la quitó del hombro y se la enseñó.

-Es una buena espada... ¿Era de su padre?

-No.-su semblante se mostró triste.

-Lo siento.-el joven se arrepintió al instante, ver a la princesa sería era peor que la tiranía de Sasuke.

-No pasa nada. ¿Podéis arreglarla?

-Está un poco estropeada, pero te prometo que la dejaremos mejor que antes.-dijo el anciano ganándose una sonrisa por parte de Sakura.

-Muchísimas gracias.

En mitad de la sala real Sasuke esperaba impacientado.

-¿Por qué tarda tanto ese maldito aldeano?

-Mide tus palabras "rey" no vayas a arrepentirte.-Jiraiya que acababa de entrar, le había sentado fatal lo que había dicho.

-Así que al fin decidís hacer acto de presencia.-frunció el ceño.- Pensé que solo había llamado al escudero.

-Es mi pupilo.

-¿Y? ¿Eso que tiene que ver?-señaló la puerta.- Fuera.

-La única que puede darme órdenes es Sakura, la auténtica reina de este reino.

-(Viejo asqueroso...)-pensó Sasuke con rabia.

-Jiraiya...-interrumpió Naruto.- Tranquilo estaré bien.

-Si tu lo dices... Esperaré fuera.-se dio la vuelta.- Cuidado con lo que haces Sasuke, si le veo alguna magulladura te arrepentirás de haber existido.

-No le haré nada. (Por lo menos de momento)

-Más te vale.

Jiraiya salió de la sala real mas no se movió de la puerta.

-¿Te llamas Naruto, no?

-Así es su majestad.

-¿Y tú vas a proteger a la princesa? No te veo capaz...-sonrió arrogantemente.

-Solo deme una oportunidad y le demostraré que puedo hacerlo.

-Espero que así sea. ¿Tienes experiencia?

-Sí, ya he hecho algunos trabajos como escudero.

-¿Trabajos?

-Sí, en algunas países en los que he estado.

-¿Has viajado?

-Sí...

-¿Y tienes pensado irte?

-No mi señor, me quedaré con mi familia.

-(Ya tengo por donde atacar) ¿Tu familia? ¿Vive aquí?

-Así es señor.

-Me alegro, pero... Como ya sabrás tienes que estar con Sakura todo el rato.

-Lo sé mi señor.

-¿Ah sí? ¿Y dónde está?

El rubio palideció.

-Bueno... Como me había llamado, pensé que quería privacidad y...

-Eso no importa... Tu misión es estar con ella pase lo que pase y no la estas cumpliendo. ¿Y si ahora mismo la están haciendo daño?

-Bueno... Yo...

-Empiezas muy mal... ¿En serio te ves capaz de conseguirlo?

-Claro que sí... Pondré todo mi empeño.

-Si hubiera sido así ahora mismo estaría aquí.

-¿Tantas ganas tienes de verme?

La voz de la princesa, que había oído todo, sobresaltó a ambos jóvenes. Naruto la miró y los colores se le subieron a la cabeza de golpe. Estaba bellísima.

-Sakura... ¿Qué haces aquí?-Sasuke consiguió omitir el sonrojo.

-¿Por qué lo preguntas? Esto es la sala real... ¿No puedo estar aquí?

-Claro...

-Además estaba con Naruto, mi escudero. Aquel que va conmigo a todas partes y me protege de todo mal.

El pelinegro gruñó para sus adentros. La jugarreta le había salido mal.

Bueno...No pasa nada. Tenía más oportunidades. Encima, él sabía que Sakura odiaba que la siguiesen a todas partes, pronto lo detestaría, no tendría ni que mover hilos para conseguirlo.

O eso creía él.

El rubio sonrió a más no poder, la princesa le estaba ayudando. La chica, aparte de ser hermosa y gentil, era muy oportuna. No podía negar que el hecho de que ella estuviera en peligro le ha puesto los pelos de punta y estaba tan preocupado que apenas podía formar una frase coherente.

-¿Y dónde estabas cuando hablaba con él?

-Había ido al baño antes de entrar aquí. ¿Por?

-Por nada... Pensé que te había dejado sola.

-No lo ha hecho.

-Ya lo veo... Me alegro de que el incompetente de Jiraiya haya conseguido un buen escudero.

Error. Craso error.

Ha tocado el tema que no debía e incluso Sasuke pareció arrepentirse tras decir eso.

-¿¡QUÉ LE HAS LLAMADO!?-la joven, que aterraba a todo el que la hacía enfadar, defendió al hombre.

No iba a dejar que un estirado le faltase al respeto, y menos a Jiraiya que era un padre para ella.

Naruto, retrocedió un poco al ver a Sakura así.

¿Quién iba a decir que la princesa daba tanto miedo enfadada?

Al otro lado de la puerta, el hombre de cabellos blanco sonreía feliz de que Sakura le defendiese y de fuera a darle un rapapolvo a Sasuke, se lo merecía.

Jiraiya la quería mucho... Pero cuando ella sepa la verdad, ¿Le querrá como antes?

Solo esperaba que todo saliese bien. Para ambos...

Trataron de tranquilizarla mas fue en vano. Bueno no, peor, ya que ella gritaba más y Sasuke quería que subiese el diablo y se lo llevase. Lo más seguro es que Sakura, y todo el pueblo, quisiese lo mismo.

Tras una hora de escándalo Sakura se tranquilizó, bajó las pulsaciones hasta volver a la normalidad y sonrió.

-¿Te ha quedado claro?-preguntó con una dulzura asombrosa.

-Sí... Sí.-respondió Sasuke aun asustado.

Naruto seguía petrificado en el sitio. Si hubiera estado en el puesto del rey lo más seguro es que se hubiese matado.

Agradeció al cielo por estar lejos.

La pelirosa clavó la vista en él y éste sintió un escalofrío recorriendo todo su cuerpo. Ahora daba miedo verla...

Sin embargo, desechó todos esos pensamientos dando paso a un sonrojo cuando la joven le sonrió.

-¿Ya habéis acabado de hablar?

-Sí, podéis retiraros.

Cuando salieron de la sala real Sasuke suspiró aliviado.

-Madre mía... Es peor que el mismísimo diablo...-sonrió macabramente.- Tal y como me gustan a mí las mujeres.

Jiraiya aun seguía riéndose sin parar.

-Te vas a ahogar.-dijo Sakura preocupada.

-Lo siento...-se limpió varias lágrimas provocadas por la risa.- Es que es muy gracioso lo que me contáis.

-Qué pena que no estuvieses ahí dentro para verlo.

-Bueno... Naruto sí que lo ha presenciado ¿Verdad?-el rubio asintió nervioso.- Cuando quiere da miedo. ¿A qué sí?

Naruto tenía ganas de matar a Jiraiya. ¿¡Cómo se le ocurre dejarle en ese compromiso!?

Él nunca diría nada malo de la princesa pero si le miente igual se enfadaba.

-Cuidado con lo que dices...-amenazó Sakura.- Te tengo enfrente.

Otro escalofrío, aun más grande que el anterior, recorrió su espina dorsal.

Sakura debería ser asesina profesional, daba más miedo que treinta mil asesinos juntos.

-Eh... Yo...-el rubio comenzaba a sudar e interiormente rezaba lo que sabía por si a Sakura se le cruzaba un cable y lo mataba ahí mismo.

La pelirosa sonrió.

-Tranquilo, era una broma.-el rubio suspiró aliviado.- O tal vez no...

Se volvió a tensar y la princesa, en respuesta estalló en carcajadas. No esperaba que le creyese, ella nunca haría daño a nadie.

Entre risas llegaron al cuarto de los jóvenes.

-Bueno chicos... Os tengo que dejar aquí.-comenzó a caminar en dirección a su habitación- ¡Nos vemos luego!

-¡Adiós Jiraiya!-Naruto solo se despidió con un gesto de mano.

-Muchas gracias princesa.

-¿Te importaría no llamarme así?

-Pero princesa yo...

-¿Por qué sois todos tan testarudos?-suspiró.- ¿Por qué me lo has agradecido?

-Por salvarme cuando hablaba con Sasuke.

-No ha sido nada, hay que tener cuidado con él.

-Gracias.

-No ha sido nada...-la joven se sonrojó.- Esto... Antes entré a tu habitación para buscarte, lo siento.

-¡No, no me tiene que pedir perdón!-respondió alarmado.- Al contrario, debería ser yo, quién se disculpase por no avisarle.

-No pasa nada, si te ha llamado Sasuke es normal que fueras solo.

-Princesa... Gracias.

-Antes de que se me olvide... ¿Puedes pasar a mi cuarto?

Naruto se sonrojó violentamente. ¿El cuarto de la princesa? ¡No puede ser!

A Sasuke por poco se le desencaja la mandíbula al oír eso. Éste, les había seguido nada más salir para ver de que hablaban.

-Claro, como no.-respondió avergonzado.

Sakura le dejó pasar y éste entró con la mirada pegada al suelo. ¿Alguna vez se había fijado en lo interesante que era el suelo? Creo que no, pero ahora lo encontraba fascinante.

-Tengo algo para ti.

-¿Para mí?-por poco se le salen los ojos de tanto abrirlos.

-Claro.-Sakura se acercó a su armario y sacó la espada de Naruto.- Esto es tuyo.

El rubio no podía creérselo, si antes estaba sorprendido ahora estaba en otro mucho.

-Mi... Mi espada... ¿Dónde...?

-Siento si te he ofendido pero la he cogido de tu cuarto.

¿Ofenderse? ¿Por qué? Si solo con saber que ella había tocado sus cosas le hacían sentir en una nube y más al darse cuenta que el mango estaba reluciente completamente nuevo.

La sospecha de porque lo hizo llegó a su mente. ¿Había cogido la espada para arreglarla y aun así se disculpaba?

Esta chica es maravillosa.

Sakura se la entregó al verlo en otro mundo y Naruto la desenfundó admirando su pulida hoja que parecía recién forjada.

-¿Cómo...?

-Tengo un amigo herrero, espero que no te importase.

-¿Importarme? Es lo más bonito que han hecho por mí nunca.

El rubio le sonrió amablemente y la princesa se la devolvió con una sensación cálida en el pecho.

Si es verdad que dos almas están destinadas a cruzarse, el destino de estás acaban de encontrarse.