Cargaré con todo el odio! (Capítulo 9) [+18] Actualizado ! 25/02/13

Una mañana normal transcurría en la aldea oculta entre las hojas. La alianza entre las aldeas había disminuido el colapso de misiones que existía en el pasado, lo cual resulta conveniente debido a que las nuevas generaciones todavía no reponen las pérdidas militares de la guerra de hace casi cinco años. No obstante, los movimientos del sannin originario de la aldea, obligaban a reforzar todas las medidas de seguridad. Sobre la azotea de la torre hokage, se mantiene el típico intercambio de mensajes gracias a las aves empleadas por las aldeas. Sin embargo, uno de los ninjas encargados pudo observar a la distancia un ave característica de una región específica dentro del mismo país: El templo del fuego. Éste, se caracterizaba por usar una raza de águilas únicas, de color totalmente blanco.

Debido a las características del ave, y el color rojo del pergamino que sujetaba, las condiciones estaban claras: Un mensaje de emergencia del templo. Debido a la privacidad de dichos mensajes, éste debe ser entregado a la hokage sellado y lo más pronto posible. Todo este sistema garantiza que la líder pueda generar una respuesta rápida.

- Hokage-sama, disculpe la molestia. - Se disculpaba con gran temor el joven ninja de turno al mismo tiempo que irrumpía dentro del gran salón. - Tenemos un mensaje de urgencia. -

- Déjalo sobre la mesa y no olvides tocar la puerta la próxima vez. - Sentenció de una forma amenazante mientras trataba de esconder unos frascos vacíos de sake que habían quedado de la noche anterior.

Luego de unas horas de interminable papeleo en las que pareciera que el mensaje de urgencias había pasado a segundo plano, la gondaime finalmente se dignó a leer aquel pergamino de color rojo. Luego de un par de segundos, el mensaje parecía haber causado efecto sobre la actitud de la hokage que arrugaba el papel con su fuerza bruta. “¿El templo también?” era lo único que pasaba por su cabeza.

- ¡Shizune! - Exclamó de manera imperativa.

- ¡Dígame! - Mientras se ponía a disposición aquella mano derecha que parecía siempre estar cargando con aquel cerdito.

- Llámame al escuadrón de operaciones especiales en cuanto se encuentren disponibles. -

- ¡Hai! - Asintió corriendo fuera del salón.

En menos de una hora, enfrente del escritorio de Tsunade se encontraban tres ninjas del escuadrón anbu portando cada quién su atuendo junto a su máscara característica.

- Ustedes son mi equipo de mayor confianza. - Relataba mientras les extendía una arrugado papel que había sido víctima de sus poderosas manos. - Kakashi, confío en que tú y tu equipo podrán manejarlo. -

- ¿La misión será de apoyo o de recolección de información? - Preguntó el peligris cuyo rostro permanecía oculto bajo la careta de animal mientras sus dos subordinados se mantenían inmóviles tras su espalda.

- Escúchenme bien, bajo ninguna circunstancia quiero que se involucren en la pelea. Si son ellos los que atacan, eviten encontrárselos cara a cara. Solo irán de reconocimiento y a medir los daños causados. -

- ¡Hai! - Respondió el líder para acto seguido desaparecer en una nube de humo.

Luego de un par de horas de haber partido, el grupo de elite se encontraba ahora viajando sobre tres grandes aves blancas que parecían haber sido extraídas de un manga. El primer animal, era dirigido por otro encubierto que se caracterizaba por tener una especie de prótesis en su pierna derecha. Pasados unos pocos minutos más de vuelo, se podía divisar desde la distancia unas grandes columnas de humo en el horizonte.

- Sai, bajemos un poco el vuelo. Directo hacia allí. - Ordenó el líder desde la retaguardia.

Al sobrevolar el lugar, la vista era realmente devastadora. Ni un solo muro, ni un solo pilar quedaban en pie. Todo se encontraba rodeado de escombros por todas partes, mientras se observaban cadáveres salir de entre los mismos. El templo que servía como hospedaje al señor feudal para algunas ocasiones se encontraba totalmente en ruinas como si de una guerra se tratara.

Luego de obtener un panorama general desde el aire, descendieron para buscar algún sobreviviente de los monjes que habitaban el lugar.

- No cabe ninguna duda de que ellos estuvieron aquí. - Comentó uno de los shinobis mientras levantaba una gran pila de escombros con una sola mano.

Mientras seguían buscando signos de vida en las personas que se encontraban echadas sobre los escombros, una voz de lo lejos los sacó de su concentración.

- Heeeey aquí, ¡ayuda! - Sollozaban dos hombres vestidos con la vestimenta típica de monje mientras intentaban sacar a uno de su compañero debajo de un techo que había colapsado.

Los shinobis se apresuraron a ayudarlos, y el mismo enmascarado que presumía de la fuerza para levantar la estructura sin problemas luego se dedicó a brindarles respaldo médico con sus manos durante el interrogatorio.

- ¿Quién les ha hecho todo esto? - Preguntaba kakashi mientras su refuerzo se dedicaba a realizar un dibujo sobre sus lienzos.

- Dos hombres, uno de ellos con grandes serpientes y el otro un niño que cambiaba de forma con poderes increíbles. - Apenas podía terminar de pronunciar las palabras que se ahogaban en el dolor de las heridas que estaban siendo tratadas.

Al escuchar las pistas, Sai procedió a mostrarles su obra de arte a los monjes. Los cuales con una cara de miedo afirmaron que de esa persona se trataba.

- No hay duda, fue orochimaru. - Daba su teoría mientras se disponía a quemar su dibujo.

Sin embargo sus deducciones se vieron interrumpidas por unas comentarios entre los estaban siendo auxiliados.
- ¡Tenemos que ir a salvarlo! - Le comentó rápidamente a otro monje mientras interrumpía el procedimiento médico que llevaba a cabo el shinobi.

- Seguramente todavía se encuentra debajo del templo. - Mencionó jalando del brazo a uno de los anbu. - Necesitaremos su ayuda. -

Confusos por los comentarios de los jóvenes monjes, los tres miembros del equipo se dirigieron hacia donde se encontraban las ruinas del templo.

- Sea quien sea que se encuentre aquí debajo, seguramente está muerto. - Dijo uno de los anbu al observar el increíble peso que sepultaba al desconocido. - Sólo entre el peso del techo y de la puerta principal serían suficientes para sepultar a cualquiera.

- No a él, se encuentra entre los pasillos. - Insistió uno de los jóvenes.

- Sai, vamos a ayudar. - Exclamó el lider pidiendo ayuda para mover los escombros.

Luego de unos minutos y de un increíble esfuerzo por parte de los shinosbis, parte de una pequeña compuerta ahora se divisaba en el piso del templo.

- Eso será suficiente. - Sentenció uno de los apabullados mientras usando su chakra procedió a abrir una puerta que daba hacia unos oscuros pasillos.

Al descender unos cuantos escalones, se encontraron con un salón inmenso lleno de puertas.

- ¿Qué esconden acá abajo? - -Preguntó uno de los anbus.

- Estos son los campos de entrenamiento para los cuerpos de elite y los monjes más habilidosos. Nadie más tiene acceso aquí. - Explicaba rápidamente mientras se apresuraba a abrir una por una las puertas que mostraban campos de entrenamientos gigantescos.

- No parece que los daños hayan llegado hasta… - El anbu se quedó sin terminar su frase debido al exalto de sus acompañantes.

- ¡Ahí está! - Dijeron señalando a lo lejos un cuerpo que se encontraba echado en el piso a unos cuantos metros de donde ellos se encontraban. A pesar de que no se podía distinguir, se apreciaba un gran charco de sangre que lo rodeaba.

Uno de los anbus, el que aparecer se encargaba de los cuidados médicos, se dirigió con rapidez hasta donde se encontraba el cuerpo para realizar sus deberes. Sin embargo, cuando logró alcanzarlo y darle vuelta, algo hizo que este se quedara inmóvil. La máscara que taba el total de sus sentimientos se hizo a un lado para dejar correr unas lágrimas que tropezaba con los cabellos rozados que se atravesaban en su camino. Aquellos ojos color jade no daban crédito a lo que veían, podría reconocer aquellas marcas peculiares aún a kilómetros de distancia.

- Naruto… - Alcanzó a susurrar la kunoichi entre sollozos. Palabra la cual alertó a sus compañeros de lo sucedido y quienes se apresuraron para incorporarse lo más rápido posible.

El rubio se encontraba totalmente empapado en su propia sangre debido a un kunai que se encontraba incrustado en toda la línea media de su abdomen. Ni siquiera su rubio cabello se había escapado de tornarse de ese color rojo intenso. Por otra parte la pelirosa empezaba a extraer el kunai del interior de su ex-compañero con la precisión que su estado emocional le permitía.

No obstante, un brusco movimiento de su compañero la sacó de sus pensamientos.

- Aoki. - Fue la única que salió de la boca del rubio cuando inconscientemente realizó el ademán de levantarse lo cual fue interrumpido por la fuerza bruta de la kunoichi que lo había pegado de nuevo al piso como si de un acto reflejo se tratara.

Quizá el hecho de saber que seguía con vida hizo que se sintiera un poco más reconfortada. Sin embargo, en aquel movimiento de su amigo, pudo observar en sus ojos algo que no veía desde incluso antes de la declaración de la última guerra ninja. Algo que a ella y a toda la aldea le reflejaban mucho dolor.

- ¡Sakura! - La voz su líder y del que había sido su sensei en el pasado la sacó de sus pensamientos. -

Necesitamos trasladarlo inmediatamente a konoha. Tu y sai se encargarán de eso tran pronto lo logres estabilizar. Yo me quedaré aquí para terminar. - Terminó el líder con ese sentido crítico y analítico que la situación ameritaba.
Debido a lo urgente de la situación, los subordinados entendieron que no se encontraban en situación de refutar el plan por lo que lo efectuaron de manera inmediata, de modo tal que para la mañana siguiente ya ambos podían visualizar la entrada de la aldea con su compañero aún inconsciente sobre sus hombros. Al cruzar la puerta, a pesar de que nadie podría reconocer al rubio quizás por sus cambios físicos o por su estado, todos se asombraban al ver las malas condiciones de la persona que los shinobis enmascarados cargaban sobre sus espaldas.

Al llegar al hospital y percatarse de que su maestra y hokage no se encontraba en las instalaciones de manera inmediata, recurrió a sus dos amigas de confianza para que la ayudaran resguardando la vida del rubio. Una de ellas se caracterizaba por su buen cuerpo y su pelo rubio mientras que la otra destacaba principalmente por su larga cabellera roja. Curiosamente, el examen físico dirigido por parte de la pelirosa, comenzó el chequeo sus pupilas, quizá solo formaba parte de evaluar la integridad de las respuestas neurológicas del joven mediante la estimulación lumínica, pero muy en el fondo ella sabía que el principal objetivo de ese chequeo, era buscar aquellos ojos destructivos que había apreciado entre las ruinas. Gratificantemente, el abrir sus párpados, solo se encontró con aquellos ojos azules, ahora apagados, tenía años sin ver.

Rápidamente caía la noche, mientras unos parpados se abrían para desvelar unos ojos zafitos sin brillo. A pesar de solo observar el techo, ese olor y esa sensación de hogar le indicaron rápidamente el lugar donde se encontraba.

- Chico, sabes perfectamente donde nos encontramos ¿cierto? - Escuchó el rubio desde su interior.

El rubio que se encontraba ahora en mejores condiciones, ignoró completamente a la voz y realizó un movimiento para incorporarse. Sin embargo, en cuanto se movió unos centímetros pudo sentir una gran presión, como si algo fino se incrustara de nuevo en aquel lugar donde hace algunas horas se encontraba un pedazo de metal traspasando su carne. Por reflejo, dirigió su mirada al punto, y lo que vio hizo que algo en su interior se estremeciera. Ahí estaba su antigua compañera enterrando su dedo por encima de los vendajes sobre su herida.

- ¿Creías que cometería el mismo error de dejar que te escaparas como un niño? - Preguntó la kunoichi tratando de guardar la compostura.

Sin embargo, Naruto no articuló ni una sola mirada. Sólo desvió sus ojos tratando de zafarse de la situación. Después de todo, esa presión en su estómago era algo totalmente soportable después de todo lo que había tenido que afrontar solo.

- ¿Casi cinco años no tienes una mierda que decirme? - Decía mientras su autocontrol desaparecía ante lo que parecía un intercambio de emociones de rabia y dolor.

- No tengo nada que decirte. O mejor dicho sí, quita tu mano de mi herida antes de que te dañes tu mano. - Respondió con un tono irónico que se veía disfrazado por lo fría que se veía su cara.

En ese momento, la sorpresa de la situación se vio sobrepasada por la rabia. Lo que hizo que inconscientemente, como si aún fueran niños, levantara su mano para dedicarle un golpe a su compañero. Pero el sonido seco nunca llegó. La sorpresa se había adueñado nuevamente de sus sentimientos al ver como su compañero le sujetaba la mano con una fuerza que hubiera detenido incluso su mayor golpe.

- No te confundas. Las cosas no son iguales que cuando éramos niños. - Dijo soltándole su mano y con su mirada que con el tiempo parecía imperturbable.

- Naruto… ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué ese cambio? - Preguntó sakura tratando de retener sus lágrimas.

- La vida nos obliga a madurar. Además parece que tú también has cambiado bastante. - Le dijo el rubio mirándola de arriba abajo.

Y aunque el comentario del rubio se refería obviamente al uniforme anbu lleno de sangre que usaba la kunoichi, ésta se tomo el comentario de una manera totalmente diferente pensando que su compañero se refería a su verdaderamente cambiado cuerpo. Por un momento hizo el ademán de querer darle uno de sus golpes, sin embargo, la escena previa había cambiado su mentalidad. Era un hábito que tendría que cambiar con el tiempo.

- Parece que ya te has acostumbrado rápidamente. - Sentenció el rubio con una aparente satisfacción.

El incómodo silencio se vio interrumpido por el sonido de la puerta que se abría detrás de sakura. La cual saludó a su maestra y su líder de equipo anbu. Los cuales pasaron sabiendo que más que un reencuentro, sería una situación donde deberían comportarse según sus rangos y no por su pasado.

- Sakura, déjanos solos con naruto. - Indicó kakashi.

Si por algún momento le pasó por su cabeza la idea de oponerse, al ver la cara seria de su maestra, todas se desvanecieron por completo. Quizás por miedo o por respeto. Al cerrarse la puerta, comenzó el interrogatorio.

- Naruto, queremos que por favor colabores con nosotros. Sabes que de todas maneras la aldea cuenta con ninjas que podrían sacarte la información. - Se dirigió el peligris a su ex-estudiante en lo que parecía un intento de amenaza.

El rubio solo pudo responder con una risa irónica. - No creo que los yamanaka se sientan a gusto al ver lo que hay en mi cabeza. -

- ¡Basta de juegos naruto! ¿Se puede saber donde mierda has estado todos estos años? - Aparentemente la paciencia de Tsunade tenía las mismas limitaciones que la de su estudiante.

La facción de naruto de tornó seria de nuevo. Sin decir ni una sola palabra, solo se limitó a indicarles son una mano la esquina de la habitación donde se encontraba toda su ropa manchada de sangre. Ambos ninjas entendieron su movimiento, y entre sus ropas, con un nudo pegado a una de las mangas de su camisa encontraron una especie de pañuelo cuyo signo era bastante conocido para todos ellos, después de hacerlo visto por muchos años colgando de la cintura de uno de los profesores de su generación que ya había fallecido hacía varios años.

- ¿Los doce guardianes ninjas? - Dijeron casi al unísono totalmente extrañados.

“¿Qué quieres decir?” preguntaron los dos al unísono.

- Piénselo por un momento. Una persona que puede contener a todos los demonios, conservando sus poderes específicos y con un control total, ¿Para qué quisiera convocar al juubi? Es básicamente el mismo poder con más beneficios.

- Ese sería su cambio definitivo de cuerpo. - Sentenció kakashi

Se formó un silencio incómodo en la habitación por unos segundos. Después de todo, acababan de descubrir una nueva amenaza. Sin embargo, la serenidad no duró mucho.

- Hay una cosa más que quisiera saber. - Reanimó la conversación la rubia desviando la mirada de todos. - ¿Quién te hizo esto? - Preguntó señalando la herida.

- ¿A qué se refiera Tsunade-sama? - Volteó dudosos kakashi.

- Un kunai estacado en todo el medio del abdomen, sin tocar ningún órgano importante y que no dio dificultades quirúrgicas. Aparte de eso, no tenía más heridas en el cuerpo y por lo que nos reportaron de la misión, se encontraba en una posición donde no pudo ser hallado por orchimaru. Obviamente esto no fue resultado de una pelea. - Concluyó dejando pensativo al líder anbu.

- Muy observadora vieja. - Decía el rubio con una sonrisa irónica.

---- FLASHBACK -----
La angustia se apoderaba de los monjes que residen en el templo de fuego. A las puertas del mismo se encuentran dos figuras que encabezan el minúsculo ejército que se encuentra en formación. Uno de ellos un rubio conocido ya por todos y el otro un moreno bajo pero de una musculatura muy definida y con una cola de caballo que va desde su nuca hasta su cintura, ambos vestidos completamente vestidos de blanco.

- Supongo que tú también puedes sentir que se aproximan más rápidamente. - Comentó el rubio. - Debí haber dejado algún rastro desde la arena. -

- Muy posiblemente. Necesitamos evitar que te atrapen. - Dijo el líder del monasterio

- Sabes muy bien que esta es mi… - La sangre que empezó a surgir de manera repentina por la boca del rubio evitó que pudiera terminar su oración.

Un hilo de sangre empezaba a bajar por el medio de su abdomen. El que parecía su compañero lo había apuñalado bruscamente con un kunai sorprendiendo a todos los que presenciaron el acto. La caída del uzumaki no se hizo esperar y sujetándolo por el hombro antes de que tocara el piso les encargó el cuerpo a sus discípulos.

- Llévenlo a los campos de entrenamiento debajo del templo. - Le ordenó a los más jóvenes. - Lo siento mucho naruto, pero esta es una pelea que no nos podemos arriesgar a perder. -

--- FIN DEL FLASHBACK ---

- Ya veo. Así que nos enfrentamos a alguien realmente fuerte. - Dedujo la gondaime por el comentario del rubio.

- Así es. Y ustedes acaban de cometer el mismo estúpido error que cometí yo. - Sentenció el rubio dedicándoles una mirada fría a los dos shinobis.

- Atraerlos directamente a la aldea… -

- No esperabas que lo razonaras tan tarde. Con algo de suerte si me voy mañana quizá no los hayan seguido hasta aquí. - Zanjó el rubio repitiendo sus intenciones de marcharse nuevamente.

Y así sucedió, a primeras horas de la mañana siguiente, el personal médico estaba declarando la salida del paciente del área de rehabilitación. Una salida quizá demasiado tranquila considerando el historial de dicho paciente en el hospital. Y como si de un fantasma se tratara, la gente lo observaba caminar por las calles de la aldea. Quizá fuera por el tiempo que tenían sin ver a su héroe o quizás porque todavía cargaba su ropa totalmente manchada en sangre, después de todo no llevaba más ropa y no aceptaba a deshacerse de la misma.

Al momento de llegar a la puerta, algo en su interior le hizo voltear para dar lo que pudo ser una última mirada de la aldea que lo vio crecer y que ahora lo dejaba marcharse lejos. Pero muy corto sería el recorrido de sus ojos, que al chocarse con las gemas jade de aquella kunoichi, se vería obligado de voltearse y arrancar su marcha.

- ¿Es correcto dejar que se marche así nada más? Después de todo lo están buscando, si lo capturan sería un problema de interés para todas las naciones. - Preguntó Sakura a su maestra sin perder ni un detalle de la partida de su compañero.

- No podemos hacer nada para retener a un ninja que ya no trabaja para la aldea y menos sin un historial de problemas. Si tienes algo que decirle, encuentra la manera de hacerlo. - Le respondió su maestra dejándola helada.

El camino de dejar la aldea sería mucho más difícil que la última vez, especialmente después de haber revivido todos esos lugares aunque fuera por muy cortos períodos de tiempo. Sin embargo, una decisión mucho más importante rondaba la cabeza del rubio. ¿Dónde iba a resguardarse? Después de todo necesitaba algo más que un lugar para esconderse, necesitaba un sitio de entrenamiento. La tormenta de ideas, pensamientos y emociones hacían que su caminar fuera más lento de lo normal.

No obstante, cuando se encontraba a un par de kilómetros de konoha, luego de haber caminado por casi una hora, un gran sonido lo sacó de su usual charla con su demonio interior.

- ¡Mierda que ha sido eso! - Preguntó el rubio sorprendido y volteándose a sus espaldas.

- Una explosión y ambos sabemos de dónde viene. - Comentó el demonio refiriéndose a la aldea.
Rápidamente, Naruto agarró rumbo contrario hacia el mismo sitio de donde venía.

- ¿Vas directo a la boca del lobo? ¿Crees que estas en condiciones de usarlos? - Le cuestionó el demonio.

- No estoy seguro pero creo que es un buen momento de averiguarlo. Después de todo ella nos ayudó bastante a controlarlo. - Sentenció el rubio mientras cogía más velocidad gracias al modo sennin.

En cuestión de unos minutos se encontraban a las afueras de la aldea, pero algo hizo que el rubio se parara antes de organizar su ataque.

- Solo los siento a ellos cinco. ¿Será una trampa? - Le pedía su opinión al experimentado nueve colas.

- Posiblemente. Solo hay una manera de saberlo. - Concluyó el kyubi.

Dentro de la aldea, el terror abundaba en las calles. Todo parecía un dejavu de la batalla con pain. Las explosiones se hacían sentir desde cinco puntos de la aldea. Todas ellas ocasionadas por viejos conocidos de la aldea, después de todo cuatro de ellos se encontraban estampados en la pared de piedra más grande del país.

En el norte de la aldea, el famoso escuadrón ino-shika-cho volvía a verse la cara con tobirama luego de casi cinco años. Aparentemente, todos esos años habían servido de preparación en cuanto a las técnicas de los kages anteriores para lo que podría ser otra hipotética batalla que hoy se daba. Justo en el momento en el que choza planeaba darle una embestida inevitable a su enemigo gracias a la técnica de sombras de Shukaku, una extraña voz parecía alejar a su enemigo de él.

- ¡Banshō Tenin! - Se escuchó justo antes de que el enemigo fuera despedido del campo de batalla como si fuera absorbido por alguna fuera magnética para finalmente quedar estacado sobre una espada.

La espada que se encontraba en manos del rubio, atravesó con un tajo limpio al segundo. El cual como ya era costumbre se empezaba a recuperar mientras seguía clavado por la espada.

- ¡Totsuka no Tsurugi (Espada Larga Sakeragi)! - Luego del pronunciamiento de estas palabras, el filo de la espada pareció convertirse en fuego vivo comenzando a consumir a su víctima poco a poco.

Pero más que quemar al individuo, se veía como poco a poco lo iba absorbiendo hasta que se desintegró en su totalidad y la espada volvió a su aspecto habitual. Y tan pronto como llegó, se largó del lugar, volviendo sus ojos a la normalidad y activando aquella aura roja.

- ¿Naruto? - Preguntó incrédulo inoichi al ver a todos sus compañeros inmovilizados.

- Esos ojos. Es imposible, solo una persona los tiene. - Comentó choza que todavía no entendía como aquel muchacho había sido capaz de acabar con nada más y nada menos que tobirama con un simple movimiento de espada.

El uzumaki no tardó mucho tiempo en repetir su aparición, esta vez al sur de la aldea donde se encontraba la complicada batalla entre Sarutobi y el resto de los ninjas de su misma generación. Shikamaru, Sakura y hinata marcaban el frente de la batalla mientras shino y ten ten realizan sus propios ataques de larga distancia.

- ¿Naruto? - Preguntaron todos al unísono.

En un momento drástico cambió la situación de la batalla, sarutobi logró posicionarse detrás de la línea y noquear a la hyuga con un fuerte golpe en el estómago para luego dirigirse espaldas a la pelirosa.

Naruto pareciera que había sido capaz de anticipar todos los movimientos enemigos, solo cerró sus azules ojos desapareciendo aquel chakra rojizo y lanzando la espada al aire frente a él.

- Shinra Tensei - Pronunció mostrando aquellos mismos ojos que habían dejado sin palabras a los veteranos de konoha.

Esta vez, como si de repulsión se tratara, la espada salió dispara cual proyectil fuera, con un destino que nadie de los presentes podría creer. En cuestión de milésimas, la espada había impactado el pecho del tercero, creando rápidamente un orificio de entrada y otro de salida. Sin embargo, las gotas de sangre que escurrían a lo largo de la espada, desencadenaban el terror en los ojos de los presentes.

- ¡SAKURA! - Gritó ten ten siendo la única capaz de emitir una palabra, todos los demás se encontraban anonadados.

Ciertamente la espada había alcanzado su objetivo, pero para llegar hasta él también había perforado otro obstáculo en el camino. El costillar derecho de la kunoichi, en su aspecto más bajo casi a nivel del abdomen también habría sido atravesado con el arma del rubio, y todo indicaba que había sido de una manera consciente.

- ¡Banshō Tenin! - Pronunció atrayendo el mango de la espada nuevamente a su mano, y junto con ella ambos cuerpos que se encontraban atravesados por la misma. - ¡Totsuka no Tsurugi!- Sentenció para repetir aquel ritual con la espada vuelta en llamas que concluiría con el sellamiento de sarutobi.

Luego de que el filo volviera a su normalidad, dedicó una mirada con aquellos ojos que la pelirosa que se encontraba a punto de desmayarse reconocería inmediatamente. Sus peores pesadillas cobrarían vida al confirmar que aquellos ojos concéntricos que creyó haber visto en el templo, se encontraban ciertamente en el rostro de su compañero. El rubio luego se dispuso a retirar el cuerpo de la kunoichi y depositarla en el suelo con una actitud de cómo si nada hubiera pasado.

- Vaya vaya, mira a quién tenemos aquí. Parece que no te has resistido a venir a ayudarlos. - Mencionó un hombre a la espalda de todos que venía siendo seguido por la gondaime.

- Parece que esta vez atacas sin tu refuerzo. ¿Acaso Aoki te dio permiso de venir a jugar solo? - Preguntó naruto con una sonrisa irónica.

Naruto se agachó por un breve momento levantando el cuerpo de sakura entre sus brazos para luego lanzarlo hacia el punto donde la rubia hokage hacía su entrada al campo de batalla.

- Llévatela de aquí y aléjense unos cuantos metros. - Ordenó el rubio escondiendo su mirada pensando quizá que nadie la habría notado.

Tsunade no pudo hacer nada más que atajar el cuerpo de su estudiante y quedar atónita al ver las condiciones de la misma.

- ¡Naruto! ¿Qué mierdas pasó? - Preguntó la rubia que empezaba a entrar en pánico mientras veía la sangre esparcirse por sus manos.

- Parece que su apreciado héroe ya no es el mismo pacifista que ustedes conocieron. - Comentaba Orochimaru al mismo tiempo que las serpientes comenzaban a surgir de entre sus ropas.

Tal revelación no pasó inadvertida ante los oídos de la gondaime y dedicó otro vistazo al cuerpo de la pelirosa. ¿Acaso naruto había sido capaz de esto? Él que nunca había sido capaz ni de levantarle el tono de voz ¿ahora había atravesado su cuerpo todo para una técnica de combate?

- Tanquilo muchacho, si realmente quieres ver a Aoki lo podemos mandar a traer, después de todo solo está esperando la señal. - Amenazó dirigiendo su mano hacia el cielo, por la cual saldría una serpiente disparada a toda velocidad, cuyo destino sería el bosque fuera de la aldea.

No obstante, la serpiente estalló en pedazos cuando ya había alcanzado una cierta altura. Pareciendo como si una barrera imposible hubiera impedido su avance.

- Para ser un sannin de esta aldea parece que te has olvidado de un detalle muy importante. - Pronunciaba amenazante el uzumaki mientras el chakra demoníaco lo envolvía completamente. - Y es que nunca le presentes una técnica a estos ojos. ¡Sello triangular terminado! -

El tétrico domador de serpientes se volteó a ver como tres clones del rubio rodeaban el campo de batalla delimitando un campo de batalla. Era una técnica que el muy bien conocía, después de todo el mismo la había usado para retrasarlo durante la pelea con gaara.

- ¡Les dije que se moviera hacia atrás! - Decían los clones mientras se movían para ampliar el área del sello.

En ese mismo momento, las colas que se desprendían de la espalda del rubio tomaban forma de manos, para junto a las suyas ayudarlos a formar una nueva técnica. Una gran especie de esfera de chakra oscura se formaba entre las manos del rubio, sin embargo tenía un aspecto que nadie más había visto.

- ¡Bijūdama Shuriken! - Pronunció lanzando aquella bomba de energía.

El sannin corría por todos los lados que el sello le brindaba, después de todo sería inútil tratar de huir mientras aquellas paredes limitaran su escape. Todos sus esfuerzos resultarían inútiles cuando aquel impresionante ataque impactara de lleno contra el dejando a todos aún más sorprendidos si es que esto fuera posible.

Una gran nube de humo se expandió desde el vértice superior de aquella figura que el sello formaba. Y naruto se dispuso a volver a su forma natural mientras levantaba una mano apuntando al cuerpo que por recibir aquella cantidad de energía se debería encontrar devastado. No obstante, una gran serpiente, con aquel rostro inconfundible, salía del cuerpo sin vida que caía inerte.

- Sabía que ni siquiera ese ataque sería suficiente para acabar con una serpiente tan escurridiza como tú. ¡Chibaku Tensei! (Devastación planetaria) - Pronunció el rubio con su mano aún alzada.

Acto seguido a sus palabras, un núcleo negro apareció en el punto las alto donde hacía unos segundos orochimaru había sido alcanzado por la técnica. Dicho núcleo empezó a atraer todo lo que se encontraba dentro de las paredes que conformaban el sello. Desde afuera, a pesar de que todos sabían lo que ocurriría, ninguno daba crédito a lo que sucedía y trataban de no perderse ningún detalle aún cuando todo el humo que se encontraba dentro del selo no los dejaba apreciar nada. Las tres paredes que convergían en aquel vértice, apenas pudieron contener la explosión de aquella gran esfera, que en su interior contenía los últimos rastros de orochimaru.

Pasada la explosión desparecieron los clones, y junto a ellos las paredes que formaban el sello, llenando de humo todo el lugar. Sin embargo una vez que el mismo se dispersó, ya el rubio no se encontraba en el lugar.

- ¡Maldita sea se ha ido! - Dijo la gondaime. - Ten ten, lleva a sakura con ino, los demás síganme, seguramente se ha ido a buscar a minato y hashirama. - Sentenció la rubia poniendo a todos en marcha.

Ya a pocos metros de donde se encontraban los dos enemigos restantes, una voz rompió con la concentración del rubio.

- Muy bien chico, con orochimaru eliminado, el edo-tensei ya no tendrá sus personalidades bloqueadas y todo será más sencillo. Quién diría que aquella muertecita nos ayudaría tanto con tu rinnegan. - Se reía la voz proveniente de aquellos pasillos oscuros en su interior.

- Parece que han eliminado el control del edo-tensei. - Comentaba un rubio alto conocido como el rayo amarillo de konoha al senju que se encontraba a su lado.

- Y por lo que veo ha sido tu chico que ahí viene - Dijo señalando al rubio que se acercaba rápidamente hacia ellos.

- ¡Muy bien chico! Veo que no nos has fallado, ahora date prisa y séllanos antes de que volvamos a atacar. - Mencionó el primero con aquella sonrisa característica en su rostro.

Sin embargo, minato había observado algo que no le habría sentado bien. - Naruto, ¿De dónde obtuviste esos ojos? - Preguntó con un aspecto de total seriedad, haciendo que Hashirama también se percatara de ello.

- ¡Imposible! - El aura del primero había cambiado repentinamente. - Tu no deberías ser capaz de despertar ese poder - Le recriminó rápidamente.

- Padre, primero… Lo siento mucho, pero lo mejor será que llevo a cabo su voluntad de una vez, ustedes ya no pertenecen a este mundo. - Dijo lanzando un kunai de tres puntas mediante el cual aparecería delante de ambos shinobis legendarios para dar el golpe final con su especial katana. - Totsuka no Tsurugi - Pronuncio de nuevo, pero esta vez con una voz muy baja, casi imperceptible, luego de haber atravesado a ambos cuerpos.

El ritual parecía darse como de costumbre, hashirama ya había sido absorbido por la espada. Pero cuando el cuerpo de minato comenzó a desvanecerse, algo salió mal. Un aura rojo intenso comenzó a ser absorbido junto con el cuerpo y cuando finalmente la espada volvió a la normalidad, pasó algo que no sucedía desde mucho antes que la última guerra. Naruto parecía perder el control del kyubi, algo que parecía imposible luego de la aprente amistad que ambos habían desatado.

Las nueve colas se dispersaron una por una, mientras el cuerpo de naruto se veía afectado con graves quemaduras por aquella manta de zorro esta vez más imponente que nunca empezaba a rodearlo.

- ¡Todos apártense de la zona! - Ordenó la hokage que llegaba al sitio de la catástrofe.

Ante la mirada expectante de todos los shinobis de la aldea, las colas empezaron a desaparecer a la misma velocidad con la que había surgido, al igual que el aura roja. Dejando solo sobre el suelo el cuerpo del rubio que yacía inconsciente y bajo une estado crítico.

Luego de varias horas de lo sucedido, los ojos del rubio, de nuevo con su azul natural volvieron a asomarse para admirar de nuevo ese ya repetido techo de la habitación en el hospital de la aldea.

- ¡¿Se puede saber que ha pasado?! - Preguntó en un estado de cólera el uzumaki tratando de conseguir una respuesta por parte del demonio que se encontraba en su interior.

Sin embargo, una voz proveniente de la misma habitación, lo sacó de su conversación interna.

- Parece que no nos has contado todo, ¿cierto naruto? - Dijo kakashi mientras se levantaba en dirección del maltrecho cuerpo de naruto que se encontraba vendado en su totalidad.