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PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
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Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Joder me has arruinado la fantasía marada!!! Te matareeee!!!
-Gritando toda sonroja-
Aun sigo carcajeándome por como saku tuvo que hacer pis y sonrojada por ese beso tan ardiente, ademas que tuvo que dormir al lado del rubiaso!!
Oye, te quisiera mencionar algo...
Por que dice color castaño si es rubio?
Y con esto, Lamborghini Diablo es uno de mis mayores sueños, joder esos autos son exquisitos! Sin mencionar el motor, oh por los Dioses!! >///<
Cada vez me enamoro mas de la historia
Espero la continuación
Gracias por colocar esta conti tan larga, me fascino :3
-Gritando toda sonroja-
Aun sigo carcajeándome por como saku tuvo que hacer pis y sonrojada por ese beso tan ardiente, ademas que tuvo que dormir al lado del rubiaso!!
Oye, te quisiera mencionar algo...
De forma inconsciente, su mirada se deslizó por la delgada línea de vello de color castaño que comenzaba bajo su ombligo y descendía hasta desaparecer bajo los vaqueros. Por el tamaño del bulto que se apreciaba en los pantalones, Sakura podía afirmar que estaba generosamente dotado y que su interés hacia ella era más que evidente.
Por que dice color castaño si es rubio?
Y con esto, Lamborghini Diablo es uno de mis mayores sueños, joder esos autos son exquisitos! Sin mencionar el motor, oh por los Dioses!! >///<
Cada vez me enamoro mas de la historia
Espero la continuación
Gracias por colocar esta conti tan larga, me fascino :3
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Madara,si Naru-kun no te mata,la que lo hará seré yo.
¿¿¡¡Cómo te atreves a interrumpir!!??¡¡Te mataré aunque sea lo último que haga!!
Como sea,ahora es que viene lo bueno.¡Jujuju!
Espero la Conti Ansiosísísísíma.
Saludos,besos y abrazos.
¿¿¡¡Cómo te atreves a interrumpir!!??¡¡Te mataré aunque sea lo último que haga!!
Como sea,ahora es que viene lo bueno.¡Jujuju!
Espero la Conti Ansiosísísísíma.
Saludos,besos y abrazos.
NaruSaku-12- Sannin
- Mensajes : 811
Edad : 31
Uhm ~ Con Naru-kun en el inframundo visitando a Jiraiya y Mina&Kushi
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Posesiones :
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
jeje aqui estoy de nuevo es que me perdi en el sendero de la vida ( ok no)
encerio ame los 3 cap . brutales .
naruto por dios tan solo como lo describe quisiera ser sakura . dioss
pero siempre lo tienes que dejar en la mejor parte .
espero contiii te cuidas
encerio ame los 3 cap . brutales .
naruto por dios tan solo como lo describe quisiera ser sakura . dioss
pero siempre lo tienes que dejar en la mejor parte .
espero contiii te cuidas
harunoakatsuki- Sannin
- Mensajes : 878
Edad : 32
"¿Cordura? Para empezar, no recuerdo haber tenido nunca algo tan inútil…"
16850
Posesiones :
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Gracias por sus comentarios, chicas!
Wen21, respecto a tu duda sobre el vello castaño que se menciona en el capítulo anterior, es solo porque en esas zonas del cuerpo el vello tiende a ser un poco más oscuro que el del cabello en sí. En los rubios suele ser de un color castaño claro, pero entiendo tu confusión, ojalá se haya aclarado tu duda
Y bueno, aquí les dejo la primera parte del cuarto capítulo ya que no puedo publicarlo entero debido a su longitud, pero mañana subo la segunda, no se preocupen. Ojalá les guste.
Saludos
Wen21, respecto a tu duda sobre el vello castaño que se menciona en el capítulo anterior, es solo porque en esas zonas del cuerpo el vello tiende a ser un poco más oscuro que el del cabello en sí. En los rubios suele ser de un color castaño claro, pero entiendo tu confusión, ojalá se haya aclarado tu duda
Y bueno, aquí les dejo la primera parte del cuarto capítulo ya que no puedo publicarlo entero debido a su longitud, pero mañana subo la segunda, no se preocupen. Ojalá les guste.
Saludos
PLACERES NOCTURNOS
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CAPÍTULO CUATRO
Primera Parte
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CAPÍTULO CUATRO
Primera Parte
–Esto sí que es desagradable –dijo Naruto con voz serena mientras se quitaba las gafas de sol y las guardaba en el bolsillo del abrigo.
Sus movimientos eran deliberadamente lentos y Sakura supo al instante que era la forma en la que el Cazador Oscuro hacía saber a Madara lo insignificante que le resultaban sus amenazas.
–Aquí estoy, intentando besar a mi chica y tienes que llegar tú a interrumpirnos. ¿Qué pasa?, ¿es que te criaste en un establo?
Con una calma que dejó pasmada a Sakura, Naruto se dio la vuelta para enfrentar a Madara.
–Por cierto, toca a la chica, o al Lamborghini, y eres hombre muerto.
Madara salió de entre las sombras y se detuvo bajo un rayo de luna.
–Bonito coche el tuyo, Cazador Oscuro –dijo Madara–. Gracias a él es muy fácil seguirte la pista. Y, con respecto a tu amenaza, ya estoy muerto. –Sus labios se curvaron con una sonrisa burlona–. Igual que tú.
Vestido con un traje de rayas negro, muy a la moda y una corbata roja, Madara tenía toda la apariencia de un modelo. Excepto por su rostro que estaba casi totalmente cubierto por una máscara en forma de espiral. Pero por su cuerpo no aparentaba más de veinticinco años. Un hombre en la cúspide de su magnetismo sexual y de su fuerza.
Sakura sintió que el miedo le erizaba la piel y tragó saliva con fuerza.
–Casi me fastidia matarte, Cazador Oscuro. Tienes un sentido del humor muy especial del que carecían los anteriores.
–Eso intento –dijo Naruto colocándose entre Madara y Sakura–. ¿Por qué no haces esto aún más interesante y dejas que la mujer se vaya?
–No.
Y surgiendo de la nada, los secuaces de Madara que atacaron en ese momento.
Sakura escuchó un chasquido metálico.
Agarrando la muñeca que la mantenía unida a él, de modo que no pudiera hacerle daño, Naruto golpeó al primer vampiro rubio con la punta de la bota. Cuando vio que el Daimon se desintegraba en el aire dejando una nube de polvo, Sakura se dio cuenta que el chasquido lo había producido la hoja retráctil oculta en la bota. Al instante, el arma volvió a su escondite.
Con un movimiento sacado directamente de Hollywood, Naruto golpeó a otro vampiro con el codo y lo envió volando de espaldas al suelo. A la velocidad del rayo, se arrodilló, sacó una navaja y la clavó profundamente en el pecho del Daimon; cuando éste también se evaporó, la plegó y se puso en pie.
Un tercer atacante surgió de las sombras.
Dejándose guiar por el instinto, Sakura se giró y le dio una patada. Lo alcanzó en la ingle y lo envió al suelo entre gemidos.
Naruto la miró y alzó una ceja sorprendido.
–Cinturón negro en aikido –le dijo ella.
–Si las circunstancias fueran otras, te daría un beso. –Naruto sonrió y miró por encima del hombro de Sakura–. Agáchate.
Ella lo hizo y él lanzó una navaja directa al pecho de otro vampiro. La criatura se desintegró dejando una nube negra.
Naruto desenfundó la pistola.
–Métete en el coche –le ordenó, empujándola hacia el asiento del conductor.
Sakura entró tan rápido como le permitieron los grilletes, presa de continuos estremecimientos provocados por la sobrecarga de adrenalina. Pasó por encima del cambio de marchas y se acomodó en el asiento del copiloto mientras Naruto disparaba a los Daimons.
Él entró al coche cuando ella estuvo lista, cerró la puerta y encendió el motor. Dios santo, estaba sorprendentemente calmado. Jamás en su vida había visto algo así. El tipo era imperturbable.
Otro apuesto vampiro rubio saltó al capó en el instante en que Naruto daba marcha atrás y pisaba el acelerador. Enseñando los colmillos, el Daimon intentó golpear el parabrisas.
–¿No os he dicho que no tocaseis el Lamborghini? –se quejó Naruto segundos antes de tomar una curva cerrada haciendo que el vampiro volara por los aires–. Y yo que pensaba que no podíais volar… –dijo mientras enderezaba el Lamborghini y salía a la carretera–. Supongo que Jiraiya necesita actualizar el manual.
Sakura se dio cuenta de que los perseguían dos coches.
–¡Dios mío! –jadeó, rodeando la ancha y fuerte muñeca de Naruto con la mano para que éste tuviera más movilidad y pudiera maniobrar mejor con el cambio de marchas. La cosa se ponía fea y no quería ser un estorbo para él, que era el único que podía sacarla del atolladero.
–Agárrate fuerte –le dijo él mientras ponía la radio y aceleraba.
La música de Iron Maiden con su «The Trooper» resonó con fuerza en el interior del coche justo cuando salían del aparcamiento y se internaban en el tráfico. Con el cuerpo rígido, Sakura comenzó a rezar el rosario, aunque ni siquiera era católica.
–¡Las luces! –le gritó a Naruto al darse cuenta de que conducía con los faros apagados y el coche tenía los cristales tintados, cosa que era ilegal–. ¡Las luces vendrían muy bien en este momento!
–No lo creo, ya que me molestan hasta el punto de no ver nada. Confía en mí.
–¿Que confíe en ti? Y un cuerno –soltó Sakura, agarrándose con la mano libre al cinturón de seguridad como si le fuese la vida en ello–. Por si no lo recuerdas, no soy inmortal.
Naruto soltó una carcajada.
–Sí, bueno, en un coche aplastado tampoco lo soy yo.
Sakura lo miró con la boca abierta.
–Odio tu sentido del humor, en serio.
La sonrisa de Naruto se intensificó.
Atravesaron las atestadas calles de Konoha a toda velocidad, pasando de un carril a otro hasta que Sakura creyó que iba a ponerse a vomitar. Por no mencionar que en un par de ocasiones pensó que se quedaría sin mano debido a los movimientos bruscos de Naruto. Tragó con fuerza, en un intento por calmar las nauseas, y se pasó el brazo por la cintura, luchando por mantenerse derecha a aquella velocidad.
Un enorme Chevy negro se colocó a la altura del Lamborghini e intentó desviarlos para que se estrellaran contra un trailer. Sakura contuvo un chillido apretando con fuerza los dientes.
–No te dejes llevar por el pánico –le dijo Naruto, alzando la voz para hacerse escuchar por encima del ruido de la música mientras giraba bruscamente para pasar por debajo del trailer y pisaba a fondo el acelerador–. He hecho esto un montón de veces.
Sakura apenas podía respirar cuando se internaron en otro carril, donde un Firebird les esperaba para intentar chocar con ellos. El Cazador Oscuro esquivó un coche aparcado a duras penas. Estaba tan aterrorizada que sólo podía emitir pequeños jadeos. Y rezar. Cientos y cientos de oraciones. Cuando llegaron a la avenida principal, había visto toda su vida pasar ante sus ojos. Y no le gustó nada lo que vio. Era demasiado breve y aún había muchas cosas que quería hacer antes de morir… incluyendo agarrar a Kumiko y darle una buena paliza.
Súbitamente, el Chevy negro apareció junto a ellos e intentó sacarlos de la carretera. Naruto pisó el freno y el coche derrapó hacia un lado.
A Sakura se le revolvió el estómago.
–¿Sabes una cosa? –le dijo Naruto muy tranquilo–. Odio a los romanos, pero debo reconocer que sus descendientes han fabricado un vehículo extraordinario.
Cambió de marcha y aceleró de nuevo, dejando atrás al Chevy. Se internaron en el tráfico y tomaron una de las salidas a tal velocidad que lo único que Sakura vio fueron los destellos de las luces en una especie de mancha borrosa. Los chirridos de los frenos y las pitadas de las bocinas llenaron sus oídos, seguidos por el estridente sonido del metal cuando el Firebird, lleno de Daimons, chocó contra el Chevy negro. El Firebird empujó al otro vehículo hasta el muro de contención, donde dio una vuelta de campana y cayó sobre la autopista. Aún no era capaz de respirar con normalidad cuando el Chevy de los Daimons se detuvo al lado de la calzada sin golpear a ningún otro coche.
Naruto dio un alarido de júbilo mientras hacía girar al Lamborghini bruscamente hasta dejarlo en dirección contraria. Pisó los frenos a fondo y echó un vistazo al caos que acababan de dejar atrás.
Sakura se limitó a mirarlo con la boca abierta y todo el cuerpo temblando.
Él quitó la radio y la miró con una sonrisa triunfal.
–Y sin un solo arañazo en el Lamborghini… ¡Ja! Morded el polvo, cabrones chupa-almas.
Redujo marcha, pisó a fondo el acelerador y dio una vuelta completa en mitad de la calle, haciendo chirriar las ruedas antes de dirigirse a la casa de Ten-Ten.
Sakura permaneció en silencio, sin dar crédito a lo sucedido, y trató de relajarse tomando profundas bocanadas de aire.
–Te has divertido de lo lindo, ¿verdad?
–Joder, sí. ¿Les has visto la cara? –preguntó, soltando una carcajada–. Adoro este coche.
Ella miró al cielo suplicando ayuda divina.
–Dios mío, por favor, apártame de este loco antes de que muera de un susto.
–Venga ya –le dijo con voz juguetona–. No me digas que no te ha hecho correr la sangre.
–Sí, sí, claro. De hecho, me la ha acelerado tanto que no estoy segura de cómo ha logrado sobrevivir mi corazón. –Lo miró fijamente–. Eres un ser humano totalmente desquiciado.
La risa de Naruto murió al instante.
–Solía serlo, al menos.
Sakura tragó saliva al percibir el vacío de su voz. Sin quererlo, acababa de encontrar un punto débil. El humor de ambos decayó bastante y Sakura le dio las indicaciones precisas para llegar a la casa de Ten-Ten.
Pocos minutos después, aparcaban en el camino de entrada tras el Range Rover negro de Neji Hyuga. El guardabarros trasero estaba ligeramente hundido tras su último encuentro con una farola. Pobre Neji, era un peligro en la carretera.
Sakura miró de soslayo a su compañero. Después de todo, y siguiendo con las comparaciones, Neji no era tan malo. Al menos, jamás la mataría de un infarto.
Naruto la ayudó a bajar del coche a través de la puerta del conductor y la precedió camino de la puerta. La antigua mansión estaba completamente iluminada y, a través de las ligeras cortinas que cubrían las ventanas, Sakura pudo ver a Ten-Ten sentada en un sillón de la sala de estar.
Ten-Ten llevaba la larga melena recogida en dos rodetes y su panza había aumentado el doble desde la última vez que la vio. Aunque faltaban nueve semanas para que saliera de cuentas, la pobre Ten-Ten tenía todo el aspecto de ir a dar a luz en cualquier momento. Se estaba riendo de algo, pero no había señales de Neji ni de sus invitados.
Sakura se detuvo para acomodarse el pelo con la mano, enderezar su ropa sucia y abrocharse el polar para ocultar las manchas de sangre.
–Ten-Ten dijo que tendrían compañía, así es que creo que deberíamos intentar pasar desapercibidos, ¿de acuerdo?
Naruto asintió con la cabeza en el mismo momento en que ella tocaba el timbre. Tras una breve espera, la puerta se abrió y Neji Hyuga apareció en el vestíbulo. Con su casi uno noventa de altura, Neji era tan deslumbrante como Naruto. Tenía el pelo negro como la noche y sus ojos eran grises, casi blancos, pero eran maravillosos, como para que cualquier mujer se perdiera en ellos. Sus rasgos parecían esculpidos pero, teniendo en cuenta que era el hijo de la diosa Afrodita, no era de extrañar. La sonrisa de bienvenida se borró del rostro del hombre cuando miró a Naruto y al instante se quedó con la boca abierta.
Sakura comprobó que Naruto reaccionaba de la misma forma; parecía estar perplejo.
–¿Neji Hyuga? –preguntó Naruto con incredulidad.
–¿Naruto Namikaze Uzumaki?
Antes de que Sakura pudiera moverse, los dos hombres se fundieron en un abrazo, como si se tratara de dos hermanos largo tiempo separados. Su brazo siguió el movimiento del de Naruto al abrazar a Neji.
–¡Por todos los dioses! –jadeó Neji–. ¿De verdad eres tú?
–No puedo creerlo –dijo Naruto apartándose un poco para mirar a Neji de arriba abajo–. Pensaba que estabas muerto.
–¿Yo? –le preguntó Neji–. ¿Y tú qué? Oí que los romanos te habían ejecutado. ¡Por Zeus! ¿Cómo es posible que estés aquí? –En ese momento, bajó la mirada y vio los grilletes–. ¿Qué…?
–Por eso hemos venido –dijo Sakura–. Nos han encadenado y esperaba que tú pudieras separarnos.
–Los forjó tu padrastro Hefesto –añadió Naruto–. ¿No tendrás una llave en algún lado, por casualidad?
(nota: Hefesto es el dios del fuego y la forja. Hefesto había contraído matrimonio con Afrodita, pero la diosa del amor rara vez se comportaba de manera fiel. Prueba de estas infidelidades es que haya concebido a Neji, que era hijo de un humano, siendo así un semidiós.)
Neji se rió.
–Supongo que no debería sorprenderme. Por lo menos esta vez no has traído a una princesa amazona con una madre iracunda exigiendo que se te corten ciertas partes de tu cuerpo… –Neji meneó la cabeza como si se tratase de un padre regañando a su hijo–. Dos mil años después y aún sigues metiéndote en líos increíbles.
Naruto lo miró con una sonrisilla forzada.
–Algunas cosas no cambian jamás. Si consigues separarnos te deberé una, ¿no te importa?
Neji ladeó la cabeza.
–La última vez que hice recuento, me debías dos favores.
–¡Ah, sí! No me acordaba de lo que pasó en aquella batalla.
Por la expresión del rostro de Neji, Sakura supo que a él no se le había olvidado y la verdad era que mataría por enterarse de lo que había sucedido. Pero ya habría tiempo para eso más tarde. Lo primero era liberar su brazo. Movió la cadena, haciendo que tintineara.
Neji retrocedió y los invitó a entrar a la casa.
–Habéis tenido suerte –les dijo mientras los acompañaba hasta la salita.
Ten-Ten no se había movido del sillón; ahora sostenía a Yumi en su regazo mientras la madre de Neji, rubia y espléndida, ocupaba un lugar en el sofá y jugaba con Kou y uno de sus peluches. Un hombre moreno y alto estaba sentado junto a Afrodita y sostenía al pequeño en sus brazos, riéndose de los dos.
El Cazador Oscuro jadeó al ver la poco corriente escena familiar y apartó a Sakura con un brusco empujón, momentos antes de que Afrodita alzara la vista y maldijera.
Antes de Sakura pudiera entender lo que sucedía, la diosa alargó un brazo y de su mano surgió una especie de rayo luminoso que golpeó directamente a Naruto. El impacto lo tiró al suelo de espaldas, arrastrándola junto a él.
Sakura aterrizó sobre el pecho de Naruto y en ese momento vio la quemadura que el rayo le había provocado en el hombro. Olía a piel y carne quemada. Sabía que el dolor de la herida tenía que ser horroroso, pero él no parecía notarlo. Muy al contrario, Naruto se quitó las gafas de sol con rapidez, la apartó de su pecho e intentó alejarla de él tanto como fuera posible. Poniéndose en pie se colocó entre la diosa y Sakura.
–¡Cómo te atreves! –gritó Afrodita con el hermoso rostro desfigurado por la ira. Con los ojos entrecerrados se levantó del sofá y se acercó a Naruto como si se tratase de una bestia mortal acechando a su presa–. Sabes que te está prohibido mostrarte ante nosotros.
Neji agarró el brazo de su madre antes de que pudiera llegar hasta Naruto.
–¡Madre, detente! ¿Qué estás haciendo?
Ella lo miró furiosa.
–¿Cómo te has atrevido a traer a un Cazador Oscuro ante mi presencia? ¡Sabes que está prohibido!
Neji frunció el ceño y observó a Naruto. La incredulidad se reflejaba en su rostro.
Naruto miró a Sakura por encima de su hombro.
–Estás a punto de ser libre, pequeña –le susurró.
Afrodita alzó la mano.
Aterrorizada, Sakura se dio cuenta de que la diosa pretendía acabar con él. ¡No!, el grito se atascó en su garganta mientras su corazón latía a toda velocidad, presa del pánico.
Neji atrapó la muñeca de su madre antes de que pudiera herir a Naruto de nuevo.
–No, mamá –la increpó Neji–. Cazador Oscuro o no, da la casualidad de que es el único hombre que me guardó las espaldas mientras todos los demás rezaban para verme muerto. Si lo matas, jamás te perdonaré.
El rostro de Afrodita adoptó una expresión pétrea.
Neji la soltó.
–Nunca te he pedido nada antes. Pero ahora lo hago, como tu hijo que soy. Ayúdalo. Por favor.
Afrodita miró a Neji y a Naruto alternativamente. La indecisión en su mirada era tangible.
–¿Hefesto? –llamó Neji al hombre sentado en el sofá–. ¿Los liberarás?
–Está prohibido –contestó el dios bruscamente– y lo sabes. Los Cazadores Oscuros no poseen alma y están más allá de nuestro alcance.
–No pasa nada, Neji –dijo Naruto en voz baja–. Pídele que el rayo no me atraviese para que no hiera a la mujer.
Fue entonces cuando Afrodita vio a Sakura. Y su mirada se posó sobre los grilletes.
–¿Mamá? –le pidió Neji de nuevo.
Afrodita chasqueó los dedos y los grilletes desaparecieron.
–Gracias –le dijo Neji.
–Sólo lo he hecho para ayudar a la humana –dijo la diosa con gravedad antes de volver al sofá–. El Cazador Oscuro puede apañárselas solo.
Naruto le dio las gracias en silencio a Neji, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta.
–Naruto, espera –le dijo Neji, deteniéndolo–. No puedes marcharte estando herido.
La expresión del Cazador Oscuro era impasible.
–Ya conoces las normas, hermano. Me las apaño solo.
–No, esta noche no.
–Si él se queda –dijo Afrodita–, tenemos que marcharnos.
Neji miró a su madre y asintió con la cabeza.
–Lo sé, mamá. Gracias de nuevo por ayudarlo. Hasta luego.
La diosa desapareció con un destello luminoso. Hefesto dejó a Kou en el suelo y acto seguido también se evaporó.
–¿Neji? –lo llamó Ten-Ten desde la salita–. ¿Corre peligro Yumi si la dejo en el suelo?
–No –le contestó él.
Sakura observó la mirada de tristeza en los ojos de Naruto cuando los gemelos se acercaron corriendo a su padre.
Kou se apartó, feliz de ver a Sakura, y comenzó a parlotear mientras le tendía los brazos. Ella lo cogió y lo abrazó con fuerza antes de darle un beso sobre su suave cabello.
Dando saltos entre sus brazos, el niño soltó una carcajada y la abrazó.
Yumi se dirigió directamente a Naruto, cosa absolutamente normal en ella; la pequeña no se arredraba ante los extraños. Extendió el brazo y le ofreció la galleta a medio comer que llevaba en la mano.
–¿Ga.. lleta? –le preguntó con su hablar titubeante, propio de un bebé.
Arrodillándose ante ella, Naruto sonrió con ternura, cogió la galleta y acarició con suavidad el cabello oscuro de la niña.
–Gracias cielo –le dijo con suavidad antes de devolverle la galleta–, pero no tengo hambre.
Yumi dio un gritito y se arrojó a sus brazos.
Aunque Sakura viviera toda una eternidad, jamás sería capaz de olvidar la mirada desesperada, de profundo dolor, que se reflejó en los ojos de Naruto mientras abrazaba a la niña contra su pecho. Había anhelo. Sufrimiento. Era la mirada de un hombre que sabía que sostenía entre sus brazos algo que no deseaba que le arrebataran.
Cerró los ojos y apoyó la mejilla sobre la cabecita de Yumi mientras apretaba los puños y la abrazaba aún más fuerte.
–Por los dioses, Neji, siempre haces unos niños tan hermosos…
Neji no contestó mientras Ten-Ten se acercaba, pero Sakura reconoció la angustia en sus ojos al observar cómo su amigo abrazaba a su hija.
Los dos hombres intercambiaron una mirada.
Recordaban algo, alguna pesadilla vivida por ambos de la que Sakura no sabía nada.
Neji tomó a Ten-Ten de la mano.
–Ten-Ten, éste es mi amigo Naruto Namikaze Uzumaki. Naruto, ésta es mi esposa.
El rubio se puso en pie con la misma agilidad que una pantera negra, sosteniendo a Yumi con mucho cuidado en sus brazos.
–Es un honor conocerte, Ten-Ten.
–Gracias –le contestó ella–. Lo mismo digo. Neji ha hablado tanto de ti que es como si ya te conociera.
Naruto miró a Neji con los ojos entrecerrados.
–Teniendo en cuenta lo mucho que siempre ha censurado mi comportamiento, tiemblo al pensar lo que ha podido contarte.
Ten-Ten se rió.
–Nada malo. ¿Es cierto que en una ocasión incitaste a toda una casa de putas a que…?
–¡Neji! –masculló Naruto–. No puedo creer que le contaras eso.
Sin inmutarse siquiera, Neji se encogió de hombros e ignoró la irritación de su amigo.
–Siempre has sabido sacar a relucir tu ingenio bajo presión.
Ten-Ten jadeó y se llevó la mano hacia el voluminoso vientre. Su marido se acercó a ella y la agarró del brazo, observándola con preocupación.
Respirando entrecortadamente, Ten-Ten se frotó el vientre y los miró con una débil sonrisa.
–Lo siento. El bebé da patadas como una mula.
Naruto miró el vientre de Ten-Ten y una extraña luz iluminó sus ojos. Por un instante, Sakura hubiese jurado que los había visto brillar.
–Es otro niño –les dijo en voz baja y distante.
–¿Cómo lo sabes? –le preguntó Ten-Ten, sorprendida, mientras continuaba frotándose arriba y abajo–. Sólo lo sé desde ayer mismo.
–Puede percibir el alma del bebé –le dijo Neji suavemente–. Es uno de los poderes protectores de un Cazador Oscuro.
Naruto miró a su amigo.
–Éste va a tener un carácter fuerte. Generoso y tierno, pero muy imprudente.
–Me recuerda a alguien que conocí en una ocasión –comentó Neji.
Esas palabras parecieron torturar a Naruto.
–Venga –dijo Neji, tomando a Yumi de los brazos de Naruto y poniéndola en el suelo, sin hacer caso a sus lloriqueos de protesta–. Necesito que me acompañes arriba para curarte esa herida.
Sakura se quedó en el pasillo, sin saber qué hacer. Un millón de preguntas bullían en su interior en busca de respuestas y, si no hubiese sido por la herida de Naruto, estaría de camino al piso superior para formularlas todas. Pero Neji tenía razón. Esa herida tenía un aspecto muy feo y necesitaba ser atendida. Tras echar una mirada pensativa a las escaleras, se dio la vuelta para hablar con Ten-Ten.
–Pareces asombrosamente tranquila, a pesar del caos que se ha formado aquí. Dioses desvaneciéndose, gente que llega cubierta de sangre y a la que lanzan un rayo en tu recibidor… Cualquiera pensaría que a estas alturas deberías estar de los nervios, sobre todo, teniendo en cuenta tu estado.
Ten-Ten rió mientras conducía a una llorosa Yumi de vuelta a la salita de estar.
–Bueno, durante los últimos años casi me he acostumbrado a ver a dioses apareciendo y desapareciendo de repente. Y a otras cosas en las que no quiero ni pensar. Estar casada con Neji es, sin duda, un buen modo de aprender a mantener la calma.
Sakura se rió sin mucho entusiasmo y volvió a mirar hacia la escalera, preguntándose de nuevo acerca de su enigmático Cazador Oscuro.
–Hunter, o mejor dicho, Naruto, ¿es también un dios?
–No lo sé. Por lo que Neji me ha contado, siempre he creído que era un hombre; pero estoy tan a oscuras como tú.
Mientras Ten-Ten tomaba asiento, Sakura escuchó a los hombres hablar a través del transmisor colocado en la habitación de los bebés.
Ten-Ten extendió el brazo para apagar el receptor.
–Por favor, espera.
Sakura se sentó y jugueteó con Kou mientras escuchaba la conversación que se desarrollaba en el piso superior, esperando encontrar alguna respuesta a tantas preguntas que se había hecho sobre este misterioso hombre llamado Naruto.
Sus movimientos eran deliberadamente lentos y Sakura supo al instante que era la forma en la que el Cazador Oscuro hacía saber a Madara lo insignificante que le resultaban sus amenazas.
–Aquí estoy, intentando besar a mi chica y tienes que llegar tú a interrumpirnos. ¿Qué pasa?, ¿es que te criaste en un establo?
Con una calma que dejó pasmada a Sakura, Naruto se dio la vuelta para enfrentar a Madara.
–Por cierto, toca a la chica, o al Lamborghini, y eres hombre muerto.
Madara salió de entre las sombras y se detuvo bajo un rayo de luna.
–Bonito coche el tuyo, Cazador Oscuro –dijo Madara–. Gracias a él es muy fácil seguirte la pista. Y, con respecto a tu amenaza, ya estoy muerto. –Sus labios se curvaron con una sonrisa burlona–. Igual que tú.
Vestido con un traje de rayas negro, muy a la moda y una corbata roja, Madara tenía toda la apariencia de un modelo. Excepto por su rostro que estaba casi totalmente cubierto por una máscara en forma de espiral. Pero por su cuerpo no aparentaba más de veinticinco años. Un hombre en la cúspide de su magnetismo sexual y de su fuerza.
Sakura sintió que el miedo le erizaba la piel y tragó saliva con fuerza.
–Casi me fastidia matarte, Cazador Oscuro. Tienes un sentido del humor muy especial del que carecían los anteriores.
–Eso intento –dijo Naruto colocándose entre Madara y Sakura–. ¿Por qué no haces esto aún más interesante y dejas que la mujer se vaya?
–No.
Y surgiendo de la nada, los secuaces de Madara que atacaron en ese momento.
Sakura escuchó un chasquido metálico.
Agarrando la muñeca que la mantenía unida a él, de modo que no pudiera hacerle daño, Naruto golpeó al primer vampiro rubio con la punta de la bota. Cuando vio que el Daimon se desintegraba en el aire dejando una nube de polvo, Sakura se dio cuenta que el chasquido lo había producido la hoja retráctil oculta en la bota. Al instante, el arma volvió a su escondite.
Con un movimiento sacado directamente de Hollywood, Naruto golpeó a otro vampiro con el codo y lo envió volando de espaldas al suelo. A la velocidad del rayo, se arrodilló, sacó una navaja y la clavó profundamente en el pecho del Daimon; cuando éste también se evaporó, la plegó y se puso en pie.
Un tercer atacante surgió de las sombras.
Dejándose guiar por el instinto, Sakura se giró y le dio una patada. Lo alcanzó en la ingle y lo envió al suelo entre gemidos.
Naruto la miró y alzó una ceja sorprendido.
–Cinturón negro en aikido –le dijo ella.
–Si las circunstancias fueran otras, te daría un beso. –Naruto sonrió y miró por encima del hombro de Sakura–. Agáchate.
Ella lo hizo y él lanzó una navaja directa al pecho de otro vampiro. La criatura se desintegró dejando una nube negra.
Naruto desenfundó la pistola.
–Métete en el coche –le ordenó, empujándola hacia el asiento del conductor.
Sakura entró tan rápido como le permitieron los grilletes, presa de continuos estremecimientos provocados por la sobrecarga de adrenalina. Pasó por encima del cambio de marchas y se acomodó en el asiento del copiloto mientras Naruto disparaba a los Daimons.
Él entró al coche cuando ella estuvo lista, cerró la puerta y encendió el motor. Dios santo, estaba sorprendentemente calmado. Jamás en su vida había visto algo así. El tipo era imperturbable.
Otro apuesto vampiro rubio saltó al capó en el instante en que Naruto daba marcha atrás y pisaba el acelerador. Enseñando los colmillos, el Daimon intentó golpear el parabrisas.
–¿No os he dicho que no tocaseis el Lamborghini? –se quejó Naruto segundos antes de tomar una curva cerrada haciendo que el vampiro volara por los aires–. Y yo que pensaba que no podíais volar… –dijo mientras enderezaba el Lamborghini y salía a la carretera–. Supongo que Jiraiya necesita actualizar el manual.
Sakura se dio cuenta de que los perseguían dos coches.
–¡Dios mío! –jadeó, rodeando la ancha y fuerte muñeca de Naruto con la mano para que éste tuviera más movilidad y pudiera maniobrar mejor con el cambio de marchas. La cosa se ponía fea y no quería ser un estorbo para él, que era el único que podía sacarla del atolladero.
–Agárrate fuerte –le dijo él mientras ponía la radio y aceleraba.
La música de Iron Maiden con su «The Trooper» resonó con fuerza en el interior del coche justo cuando salían del aparcamiento y se internaban en el tráfico. Con el cuerpo rígido, Sakura comenzó a rezar el rosario, aunque ni siquiera era católica.
–¡Las luces! –le gritó a Naruto al darse cuenta de que conducía con los faros apagados y el coche tenía los cristales tintados, cosa que era ilegal–. ¡Las luces vendrían muy bien en este momento!
–No lo creo, ya que me molestan hasta el punto de no ver nada. Confía en mí.
–¿Que confíe en ti? Y un cuerno –soltó Sakura, agarrándose con la mano libre al cinturón de seguridad como si le fuese la vida en ello–. Por si no lo recuerdas, no soy inmortal.
Naruto soltó una carcajada.
–Sí, bueno, en un coche aplastado tampoco lo soy yo.
Sakura lo miró con la boca abierta.
–Odio tu sentido del humor, en serio.
La sonrisa de Naruto se intensificó.
Atravesaron las atestadas calles de Konoha a toda velocidad, pasando de un carril a otro hasta que Sakura creyó que iba a ponerse a vomitar. Por no mencionar que en un par de ocasiones pensó que se quedaría sin mano debido a los movimientos bruscos de Naruto. Tragó con fuerza, en un intento por calmar las nauseas, y se pasó el brazo por la cintura, luchando por mantenerse derecha a aquella velocidad.
Un enorme Chevy negro se colocó a la altura del Lamborghini e intentó desviarlos para que se estrellaran contra un trailer. Sakura contuvo un chillido apretando con fuerza los dientes.
–No te dejes llevar por el pánico –le dijo Naruto, alzando la voz para hacerse escuchar por encima del ruido de la música mientras giraba bruscamente para pasar por debajo del trailer y pisaba a fondo el acelerador–. He hecho esto un montón de veces.
Sakura apenas podía respirar cuando se internaron en otro carril, donde un Firebird les esperaba para intentar chocar con ellos. El Cazador Oscuro esquivó un coche aparcado a duras penas. Estaba tan aterrorizada que sólo podía emitir pequeños jadeos. Y rezar. Cientos y cientos de oraciones. Cuando llegaron a la avenida principal, había visto toda su vida pasar ante sus ojos. Y no le gustó nada lo que vio. Era demasiado breve y aún había muchas cosas que quería hacer antes de morir… incluyendo agarrar a Kumiko y darle una buena paliza.
Súbitamente, el Chevy negro apareció junto a ellos e intentó sacarlos de la carretera. Naruto pisó el freno y el coche derrapó hacia un lado.
A Sakura se le revolvió el estómago.
–¿Sabes una cosa? –le dijo Naruto muy tranquilo–. Odio a los romanos, pero debo reconocer que sus descendientes han fabricado un vehículo extraordinario.
Cambió de marcha y aceleró de nuevo, dejando atrás al Chevy. Se internaron en el tráfico y tomaron una de las salidas a tal velocidad que lo único que Sakura vio fueron los destellos de las luces en una especie de mancha borrosa. Los chirridos de los frenos y las pitadas de las bocinas llenaron sus oídos, seguidos por el estridente sonido del metal cuando el Firebird, lleno de Daimons, chocó contra el Chevy negro. El Firebird empujó al otro vehículo hasta el muro de contención, donde dio una vuelta de campana y cayó sobre la autopista. Aún no era capaz de respirar con normalidad cuando el Chevy de los Daimons se detuvo al lado de la calzada sin golpear a ningún otro coche.
Naruto dio un alarido de júbilo mientras hacía girar al Lamborghini bruscamente hasta dejarlo en dirección contraria. Pisó los frenos a fondo y echó un vistazo al caos que acababan de dejar atrás.
Sakura se limitó a mirarlo con la boca abierta y todo el cuerpo temblando.
Él quitó la radio y la miró con una sonrisa triunfal.
–Y sin un solo arañazo en el Lamborghini… ¡Ja! Morded el polvo, cabrones chupa-almas.
Redujo marcha, pisó a fondo el acelerador y dio una vuelta completa en mitad de la calle, haciendo chirriar las ruedas antes de dirigirse a la casa de Ten-Ten.
Sakura permaneció en silencio, sin dar crédito a lo sucedido, y trató de relajarse tomando profundas bocanadas de aire.
–Te has divertido de lo lindo, ¿verdad?
–Joder, sí. ¿Les has visto la cara? –preguntó, soltando una carcajada–. Adoro este coche.
Ella miró al cielo suplicando ayuda divina.
–Dios mío, por favor, apártame de este loco antes de que muera de un susto.
–Venga ya –le dijo con voz juguetona–. No me digas que no te ha hecho correr la sangre.
–Sí, sí, claro. De hecho, me la ha acelerado tanto que no estoy segura de cómo ha logrado sobrevivir mi corazón. –Lo miró fijamente–. Eres un ser humano totalmente desquiciado.
La risa de Naruto murió al instante.
–Solía serlo, al menos.
Sakura tragó saliva al percibir el vacío de su voz. Sin quererlo, acababa de encontrar un punto débil. El humor de ambos decayó bastante y Sakura le dio las indicaciones precisas para llegar a la casa de Ten-Ten.
Pocos minutos después, aparcaban en el camino de entrada tras el Range Rover negro de Neji Hyuga. El guardabarros trasero estaba ligeramente hundido tras su último encuentro con una farola. Pobre Neji, era un peligro en la carretera.
Sakura miró de soslayo a su compañero. Después de todo, y siguiendo con las comparaciones, Neji no era tan malo. Al menos, jamás la mataría de un infarto.
Naruto la ayudó a bajar del coche a través de la puerta del conductor y la precedió camino de la puerta. La antigua mansión estaba completamente iluminada y, a través de las ligeras cortinas que cubrían las ventanas, Sakura pudo ver a Ten-Ten sentada en un sillón de la sala de estar.
Ten-Ten llevaba la larga melena recogida en dos rodetes y su panza había aumentado el doble desde la última vez que la vio. Aunque faltaban nueve semanas para que saliera de cuentas, la pobre Ten-Ten tenía todo el aspecto de ir a dar a luz en cualquier momento. Se estaba riendo de algo, pero no había señales de Neji ni de sus invitados.
Sakura se detuvo para acomodarse el pelo con la mano, enderezar su ropa sucia y abrocharse el polar para ocultar las manchas de sangre.
–Ten-Ten dijo que tendrían compañía, así es que creo que deberíamos intentar pasar desapercibidos, ¿de acuerdo?
Naruto asintió con la cabeza en el mismo momento en que ella tocaba el timbre. Tras una breve espera, la puerta se abrió y Neji Hyuga apareció en el vestíbulo. Con su casi uno noventa de altura, Neji era tan deslumbrante como Naruto. Tenía el pelo negro como la noche y sus ojos eran grises, casi blancos, pero eran maravillosos, como para que cualquier mujer se perdiera en ellos. Sus rasgos parecían esculpidos pero, teniendo en cuenta que era el hijo de la diosa Afrodita, no era de extrañar. La sonrisa de bienvenida se borró del rostro del hombre cuando miró a Naruto y al instante se quedó con la boca abierta.
Sakura comprobó que Naruto reaccionaba de la misma forma; parecía estar perplejo.
–¿Neji Hyuga? –preguntó Naruto con incredulidad.
–¿Naruto Namikaze Uzumaki?
Antes de que Sakura pudiera moverse, los dos hombres se fundieron en un abrazo, como si se tratara de dos hermanos largo tiempo separados. Su brazo siguió el movimiento del de Naruto al abrazar a Neji.
–¡Por todos los dioses! –jadeó Neji–. ¿De verdad eres tú?
–No puedo creerlo –dijo Naruto apartándose un poco para mirar a Neji de arriba abajo–. Pensaba que estabas muerto.
–¿Yo? –le preguntó Neji–. ¿Y tú qué? Oí que los romanos te habían ejecutado. ¡Por Zeus! ¿Cómo es posible que estés aquí? –En ese momento, bajó la mirada y vio los grilletes–. ¿Qué…?
–Por eso hemos venido –dijo Sakura–. Nos han encadenado y esperaba que tú pudieras separarnos.
–Los forjó tu padrastro Hefesto –añadió Naruto–. ¿No tendrás una llave en algún lado, por casualidad?
(nota: Hefesto es el dios del fuego y la forja. Hefesto había contraído matrimonio con Afrodita, pero la diosa del amor rara vez se comportaba de manera fiel. Prueba de estas infidelidades es que haya concebido a Neji, que era hijo de un humano, siendo así un semidiós.)
Neji se rió.
–Supongo que no debería sorprenderme. Por lo menos esta vez no has traído a una princesa amazona con una madre iracunda exigiendo que se te corten ciertas partes de tu cuerpo… –Neji meneó la cabeza como si se tratase de un padre regañando a su hijo–. Dos mil años después y aún sigues metiéndote en líos increíbles.
Naruto lo miró con una sonrisilla forzada.
–Algunas cosas no cambian jamás. Si consigues separarnos te deberé una, ¿no te importa?
Neji ladeó la cabeza.
–La última vez que hice recuento, me debías dos favores.
–¡Ah, sí! No me acordaba de lo que pasó en aquella batalla.
Por la expresión del rostro de Neji, Sakura supo que a él no se le había olvidado y la verdad era que mataría por enterarse de lo que había sucedido. Pero ya habría tiempo para eso más tarde. Lo primero era liberar su brazo. Movió la cadena, haciendo que tintineara.
Neji retrocedió y los invitó a entrar a la casa.
–Habéis tenido suerte –les dijo mientras los acompañaba hasta la salita.
Ten-Ten no se había movido del sillón; ahora sostenía a Yumi en su regazo mientras la madre de Neji, rubia y espléndida, ocupaba un lugar en el sofá y jugaba con Kou y uno de sus peluches. Un hombre moreno y alto estaba sentado junto a Afrodita y sostenía al pequeño en sus brazos, riéndose de los dos.
El Cazador Oscuro jadeó al ver la poco corriente escena familiar y apartó a Sakura con un brusco empujón, momentos antes de que Afrodita alzara la vista y maldijera.
Antes de Sakura pudiera entender lo que sucedía, la diosa alargó un brazo y de su mano surgió una especie de rayo luminoso que golpeó directamente a Naruto. El impacto lo tiró al suelo de espaldas, arrastrándola junto a él.
Sakura aterrizó sobre el pecho de Naruto y en ese momento vio la quemadura que el rayo le había provocado en el hombro. Olía a piel y carne quemada. Sabía que el dolor de la herida tenía que ser horroroso, pero él no parecía notarlo. Muy al contrario, Naruto se quitó las gafas de sol con rapidez, la apartó de su pecho e intentó alejarla de él tanto como fuera posible. Poniéndose en pie se colocó entre la diosa y Sakura.
–¡Cómo te atreves! –gritó Afrodita con el hermoso rostro desfigurado por la ira. Con los ojos entrecerrados se levantó del sofá y se acercó a Naruto como si se tratase de una bestia mortal acechando a su presa–. Sabes que te está prohibido mostrarte ante nosotros.
Neji agarró el brazo de su madre antes de que pudiera llegar hasta Naruto.
–¡Madre, detente! ¿Qué estás haciendo?
Ella lo miró furiosa.
–¿Cómo te has atrevido a traer a un Cazador Oscuro ante mi presencia? ¡Sabes que está prohibido!
Neji frunció el ceño y observó a Naruto. La incredulidad se reflejaba en su rostro.
Naruto miró a Sakura por encima de su hombro.
–Estás a punto de ser libre, pequeña –le susurró.
Afrodita alzó la mano.
Aterrorizada, Sakura se dio cuenta de que la diosa pretendía acabar con él. ¡No!, el grito se atascó en su garganta mientras su corazón latía a toda velocidad, presa del pánico.
Neji atrapó la muñeca de su madre antes de que pudiera herir a Naruto de nuevo.
–No, mamá –la increpó Neji–. Cazador Oscuro o no, da la casualidad de que es el único hombre que me guardó las espaldas mientras todos los demás rezaban para verme muerto. Si lo matas, jamás te perdonaré.
El rostro de Afrodita adoptó una expresión pétrea.
Neji la soltó.
–Nunca te he pedido nada antes. Pero ahora lo hago, como tu hijo que soy. Ayúdalo. Por favor.
Afrodita miró a Neji y a Naruto alternativamente. La indecisión en su mirada era tangible.
–¿Hefesto? –llamó Neji al hombre sentado en el sofá–. ¿Los liberarás?
–Está prohibido –contestó el dios bruscamente– y lo sabes. Los Cazadores Oscuros no poseen alma y están más allá de nuestro alcance.
–No pasa nada, Neji –dijo Naruto en voz baja–. Pídele que el rayo no me atraviese para que no hiera a la mujer.
Fue entonces cuando Afrodita vio a Sakura. Y su mirada se posó sobre los grilletes.
–¿Mamá? –le pidió Neji de nuevo.
Afrodita chasqueó los dedos y los grilletes desaparecieron.
–Gracias –le dijo Neji.
–Sólo lo he hecho para ayudar a la humana –dijo la diosa con gravedad antes de volver al sofá–. El Cazador Oscuro puede apañárselas solo.
Naruto le dio las gracias en silencio a Neji, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta.
–Naruto, espera –le dijo Neji, deteniéndolo–. No puedes marcharte estando herido.
La expresión del Cazador Oscuro era impasible.
–Ya conoces las normas, hermano. Me las apaño solo.
–No, esta noche no.
–Si él se queda –dijo Afrodita–, tenemos que marcharnos.
Neji miró a su madre y asintió con la cabeza.
–Lo sé, mamá. Gracias de nuevo por ayudarlo. Hasta luego.
La diosa desapareció con un destello luminoso. Hefesto dejó a Kou en el suelo y acto seguido también se evaporó.
–¿Neji? –lo llamó Ten-Ten desde la salita–. ¿Corre peligro Yumi si la dejo en el suelo?
–No –le contestó él.
Sakura observó la mirada de tristeza en los ojos de Naruto cuando los gemelos se acercaron corriendo a su padre.
Kou se apartó, feliz de ver a Sakura, y comenzó a parlotear mientras le tendía los brazos. Ella lo cogió y lo abrazó con fuerza antes de darle un beso sobre su suave cabello.
Dando saltos entre sus brazos, el niño soltó una carcajada y la abrazó.
Yumi se dirigió directamente a Naruto, cosa absolutamente normal en ella; la pequeña no se arredraba ante los extraños. Extendió el brazo y le ofreció la galleta a medio comer que llevaba en la mano.
–¿Ga.. lleta? –le preguntó con su hablar titubeante, propio de un bebé.
Arrodillándose ante ella, Naruto sonrió con ternura, cogió la galleta y acarició con suavidad el cabello oscuro de la niña.
–Gracias cielo –le dijo con suavidad antes de devolverle la galleta–, pero no tengo hambre.
Yumi dio un gritito y se arrojó a sus brazos.
Aunque Sakura viviera toda una eternidad, jamás sería capaz de olvidar la mirada desesperada, de profundo dolor, que se reflejó en los ojos de Naruto mientras abrazaba a la niña contra su pecho. Había anhelo. Sufrimiento. Era la mirada de un hombre que sabía que sostenía entre sus brazos algo que no deseaba que le arrebataran.
Cerró los ojos y apoyó la mejilla sobre la cabecita de Yumi mientras apretaba los puños y la abrazaba aún más fuerte.
–Por los dioses, Neji, siempre haces unos niños tan hermosos…
Neji no contestó mientras Ten-Ten se acercaba, pero Sakura reconoció la angustia en sus ojos al observar cómo su amigo abrazaba a su hija.
Los dos hombres intercambiaron una mirada.
Recordaban algo, alguna pesadilla vivida por ambos de la que Sakura no sabía nada.
Neji tomó a Ten-Ten de la mano.
–Ten-Ten, éste es mi amigo Naruto Namikaze Uzumaki. Naruto, ésta es mi esposa.
El rubio se puso en pie con la misma agilidad que una pantera negra, sosteniendo a Yumi con mucho cuidado en sus brazos.
–Es un honor conocerte, Ten-Ten.
–Gracias –le contestó ella–. Lo mismo digo. Neji ha hablado tanto de ti que es como si ya te conociera.
Naruto miró a Neji con los ojos entrecerrados.
–Teniendo en cuenta lo mucho que siempre ha censurado mi comportamiento, tiemblo al pensar lo que ha podido contarte.
Ten-Ten se rió.
–Nada malo. ¿Es cierto que en una ocasión incitaste a toda una casa de putas a que…?
–¡Neji! –masculló Naruto–. No puedo creer que le contaras eso.
Sin inmutarse siquiera, Neji se encogió de hombros e ignoró la irritación de su amigo.
–Siempre has sabido sacar a relucir tu ingenio bajo presión.
Ten-Ten jadeó y se llevó la mano hacia el voluminoso vientre. Su marido se acercó a ella y la agarró del brazo, observándola con preocupación.
Respirando entrecortadamente, Ten-Ten se frotó el vientre y los miró con una débil sonrisa.
–Lo siento. El bebé da patadas como una mula.
Naruto miró el vientre de Ten-Ten y una extraña luz iluminó sus ojos. Por un instante, Sakura hubiese jurado que los había visto brillar.
–Es otro niño –les dijo en voz baja y distante.
–¿Cómo lo sabes? –le preguntó Ten-Ten, sorprendida, mientras continuaba frotándose arriba y abajo–. Sólo lo sé desde ayer mismo.
–Puede percibir el alma del bebé –le dijo Neji suavemente–. Es uno de los poderes protectores de un Cazador Oscuro.
Naruto miró a su amigo.
–Éste va a tener un carácter fuerte. Generoso y tierno, pero muy imprudente.
–Me recuerda a alguien que conocí en una ocasión –comentó Neji.
Esas palabras parecieron torturar a Naruto.
–Venga –dijo Neji, tomando a Yumi de los brazos de Naruto y poniéndola en el suelo, sin hacer caso a sus lloriqueos de protesta–. Necesito que me acompañes arriba para curarte esa herida.
Sakura se quedó en el pasillo, sin saber qué hacer. Un millón de preguntas bullían en su interior en busca de respuestas y, si no hubiese sido por la herida de Naruto, estaría de camino al piso superior para formularlas todas. Pero Neji tenía razón. Esa herida tenía un aspecto muy feo y necesitaba ser atendida. Tras echar una mirada pensativa a las escaleras, se dio la vuelta para hablar con Ten-Ten.
–Pareces asombrosamente tranquila, a pesar del caos que se ha formado aquí. Dioses desvaneciéndose, gente que llega cubierta de sangre y a la que lanzan un rayo en tu recibidor… Cualquiera pensaría que a estas alturas deberías estar de los nervios, sobre todo, teniendo en cuenta tu estado.
Ten-Ten rió mientras conducía a una llorosa Yumi de vuelta a la salita de estar.
–Bueno, durante los últimos años casi me he acostumbrado a ver a dioses apareciendo y desapareciendo de repente. Y a otras cosas en las que no quiero ni pensar. Estar casada con Neji es, sin duda, un buen modo de aprender a mantener la calma.
Sakura se rió sin mucho entusiasmo y volvió a mirar hacia la escalera, preguntándose de nuevo acerca de su enigmático Cazador Oscuro.
–Hunter, o mejor dicho, Naruto, ¿es también un dios?
–No lo sé. Por lo que Neji me ha contado, siempre he creído que era un hombre; pero estoy tan a oscuras como tú.
Mientras Ten-Ten tomaba asiento, Sakura escuchó a los hombres hablar a través del transmisor colocado en la habitación de los bebés.
Ten-Ten extendió el brazo para apagar el receptor.
–Por favor, espera.
Sakura se sentó y jugueteó con Kou mientras escuchaba la conversación que se desarrollaba en el piso superior, esperando encontrar alguna respuesta a tantas preguntas que se había hecho sobre este misterioso hombre llamado Naruto.
saku_chan- Novato
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8841
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
¡¡Ahhh estoy súper intrigada!!
Ya había leído el fic pero igual ando intrigada. u.ú
Saku-Chan está llena de dudas.Naru-kun le mintió sobre su nombre.
¿Ahora qué pasará?Rááááápidoooo que me desespero.
Espero la Conti
Saludos,besos y abrazos.
Ya había leído el fic pero igual ando intrigada. u.ú
Saku-Chan está llena de dudas.Naru-kun le mintió sobre su nombre.
¿Ahora qué pasará?Rááááápidoooo que me desespero.
Espero la Conti
Saludos,besos y abrazos.
NaruSaku-12- Sannin
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Uhm ~ Con Naru-kun en el inframundo visitando a Jiraiya y Mina&Kushi
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Posesiones :
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
oh God
este fic me encanta
lo lei en el foro pasado
pero no lo comente gomen
siguelo es genial
chao chao
este fic me encanta
lo lei en el foro pasado
pero no lo comente gomen
siguelo es genial
chao chao
Majo-chan- Genin
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Costa Rica, Cartago
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Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Yo tambien lo habia visto en el otro foro, solo espero que lo continues despues del capitulo 6 (creo que hay me quede cuando lo leí) hasta que haya un final (ojala sean un buen final)
Última edición por XENA LA PRINCESA el Vie Ene 18, 2013 1:29 pm, editado 1 vez
SALAMANDRAHANSUKO- Aprendiz
- Mensajes : 103
En el lugar mas recondito del Mundo
1600
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
espero la continuacion con anciassss me encantan estas clases de historiasss, continuala pronto onegaiiiiii [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] naruto que sexii es [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] !! saludos!! ja ne!
Hana-Sakura- Aprendiz
- Mensajes : 86
Edad : 30
perdida en el camino de la vida...
0
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Ohh owo la madre de neji, no sabia que era tan mala y loca xD
Nee... De que estarán hablando?
Espero la conti :3
PD: Ohh vale no sabia que esa parte era de color castaño, ya que a los rubios que he conocido no tienen vello en el abdomen, abajo ni idea owo no quiero ni mirar xD
Nee... De que estarán hablando?
Espero la conti :3
PD: Ohh vale no sabia que esa parte era de color castaño, ya que a los rubios que he conocido no tienen vello en el abdomen, abajo ni idea owo no quiero ni mirar xD
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Wow todo lo que me perdi-aura depreciba-en fin GARNDES CAPITULOS! Me gusto mucho tooodos, me pregunto que pasara, me pregunto si alguno me dara chocolate mmmm SII
espero conti con ancias
espero conti con ancias
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
brutal el capitulo encerio me quede con las ganas
jeje te hiba a preguntar si sakura era completa mente humana pero si ya me lo contestaste en le capitulo,
encerio sakura no queria irse rapido naa como veo esta mas pendiente a lo que habla neji y naruto , le tomara mucho tiempo por 2 mil a~o de vida en contar de maciado .
jaja vamos aver que le pasara a sakura despues que se valla , la vere en un monton de problemas .
espero conti : te cuidas
jeje te hiba a preguntar si sakura era completa mente humana pero si ya me lo contestaste en le capitulo,
encerio sakura no queria irse rapido naa como veo esta mas pendiente a lo que habla neji y naruto , le tomara mucho tiempo por 2 mil a~o de vida en contar de maciado .
jaja vamos aver que le pasara a sakura despues que se valla , la vere en un monton de problemas .
espero conti : te cuidas
harunoakatsuki- Sannin
- Mensajes : 878
Edad : 32
"¿Cordura? Para empezar, no recuerdo haber tenido nunca algo tan inútil…"
16850
Posesiones :
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Muchísimas gracias por sus comentarios, en la segunda parte de este capítulo sabremos algo más del pasado de Naruto, además Sakura tendrá muucha suerte. jajaja
Bueno, léanlo ustedes mismos.
Saludos!
Bueno, léanlo ustedes mismos.
Saludos!
PLACERES NOCTURNOS
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CAPÍTULO CUATRO
Segunda Parte
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CAPÍTULO CUATRO
Segunda Parte
–Joder, Naruto –le dijo Neji tan pronto como éste le dio su camisa–. Tienes más cicatrices que mi padre.
El rubio dejó escapar el aire lentamente mientras rozaba la quemadura que el rayo de Afrodita le había causado en el hombro.
Se encontraban en la habitación de los gemelos, al fondo del pasillo. Naruto entornó los ojos, molesto por el brillo de la luz sobre el papel que cubría las paredes –amarillo y con ositos– y sacó las gafas de sol. Neji debió recordar parte de la antigua mitología griega, porque apagó la luz y encendió una lamparita pequeña que inundó la habitación con un suave resplandor.
Debilitado por el dolor, Naruto notó que su reflejo en el espejo apenas si era perceptible. La capacidad de no reflejarse en los espejos era una de las medidas de protección de las que gozaba un Cazador Oscuro. Para conseguir verse en uno de ellos, tenían que proyectar una imagen mental, algo que resultaba muy duro estando herido o excesivamente cansado.
Naruto se apartó un poco del armario pintado de blanco y se encontró con la interrogante mirada de Neji.
–Dos mil años de lucha suelen dejar huella en el cuerpo.
–Siempre tuviste más pelotas que cerebro.
Un espeluznante escalofrío recorrió la espalda de Naruto al escuchar esas palabras tan familiares. Era imposible recordar las innumerables ocasiones en las que Neji las había pronunciado en griego antiguo.
Cómo había echado de menos a su amigo y mentor a lo largo de los siglos… Neji había sido el único al que había prestado atención. Y uno de los pocos hombres a los que había respetado de verdad. Se frotó el brazo y continuó hablando.
–Lo sé. Pero lo gracioso es que siempre escucho tu voz en mi mente pidiéndome que tenga paciencia. –Hablando con una voz más ronca, imitó el acento espartano de Neji–: «Maldición Naruto, ¿es que no puedes pensar nunca antes de actuar?»
Neji no respondió.
Naruto sabía lo que pasaba por la mente de su amigo. Los mismos recuerdos agridulces que le perseguían a él cada noche cuando se relajaba el tiempo suficiente como para dejar que el pasado regresara. Imágenes de un mundo desaparecido hacía mucho tiempo; de gente y de familia que no eran más que sombras difusas y sentimientos perdidos.
El suyo había sido un mundo muy especial, pero su elegancia primitiva aún caldeaba sus corazones. Naruto todavía podía oler el aceite de las lámparas que iluminaban su hogar y sentir la brisa fresca y fragante del bosque que perfumaba su villa.
En una extraña contradicción con los pensamientos de Naruto, Neji abrió el pequeño botiquín y buscó un moderno paquete de hielo. Cuando lo encontró, quitó el cierre para liberar el gel y lo sostuvo sobre el hombro de Naruto. Éste siseó al sentir el frío sobre la herida.
–Siento mucho lo de la descarga astral –se disculpó Neji–. Si lo hubiese sabido…
–No tienes la culpa de nada. No había modo de que supieras que había entregado mi alma. No es precisamente el modo de comenzar una conversación. «Hola, soy Naruto. No tengo alma. ¿Qué tal estás?»
–No tiene gracia.
–Claro que sí, lo que pasa es que nunca has entendido mi sentido del humor.
–Lo que pasa es que siempre salía a relucir cuando estábamos a un paso de la muerte.
Naruto se encogió de hombros y deseó no haberlo hecho cuando el dolor le recorrió el brazo.
–¿Qué puedo decir? Vivo para fastidiar al viejo Apolo. –Cogió el paquete de las manos de Neji y retrocedió un paso–. ¿Qué te ocurrió Neji? Me dijeron que te capturaron junto a tu familia y que los asesinaron.
Neji soltó un bufido.
–¿Y tú lo creíste? Fue Príapo (nota: Priapo es el dios de la fecundidad) quien mató a mi familia. Cuando los encontré muertos me dejé llevar por un «momento Naruto» y fui tras él.
Naruto alzó una ceja. Que él supiera, Neji nunca había cedido a un impulso en toda su vida. El tipo era la calma y la reflexión personificadas, sin importar el caos que hubiera a su alrededor. Y eso había sido una de las cosas que más apreciara de su amigo.
–¿Tú hiciste algo impulsivo?
–Sí. Y lo pagué muy caro –dijo, cruzando los brazos sobre el pecho y mirando a Naruto a los ojos–. Príapo me maldijo y me encerró en un pergamino. Pasé dos mil años como esclavo sexual antes de que mi esposa me liberara.
Naruto soltó un silbido de incredulidad. Había oído hablar de tales maldiciones. El sufrimiento era agónico, y su orgulloso amigo debía haberlo pasado realmente mal. Neji nunca había permitido que nadie dirigiese su camino. Ni siquiera los dioses.
–Y tú me llamas loco a mí… –dijo Naruto–. Yo me limité a provocar el odio de los romanos. Tú fuiste tras el panteón griego al completo.
Neji le pasó un tubo de crema para las quemaduras. Cuando habló, su voz sonó ronca.
–Me estaba preguntado… cuando me marché, ¿qué sucedió con…?
Naruto lo miró a los ojos y vio la agonía reflejada en ellos. Descubrió que para su amigo era demasiado doloroso el hecho de mencionar lo sucedido. Él todavía sentía el dolor al recordar las muertes de los hijos de Neji. De cabellos negros y mejillas sonrosadas, habían sido dos niños preciosos y vivaces; resultaba imposible hacerles justicia con simples palabras. Su simple presencia hacía que el corazón de Naruto se encogiera de envidia.
¡Por los dioses! Cómo había deseado poder tener su propia familia, sus propios hijos. Cada vez que visitaba el hogar de Neji, anhelaba poder vivir una existencia como la de su amigo. Era lo único que había querido siempre. Un hogar acogedor, unos hijos a los que amar y una esposa que lo quisiera. Cosas sencillas, en realidad, pero que siempre habían resultado imposibles para él.
Y ahora, como Cazador Oscuro, esos deseos no eran más que sueños irrealizables.
Naruto no podía ni imaginarse el horror que Neji debía sentir cada vez que recordara a sus hijos. Dudaba mucho de que cualquier otro hombre pudiera amar a unos niños tanto como su amigo. Recordaba el día en que el menor con cinco añitos, había cambiado la cola de caballo del yelmo de Neji por unas plumas, como regalo para su padre antes de cabalgar a la batalla. Neji había sido uno de los generales más temidos de todo el ejército macedonio, pero por no herir los sentimientos de su hijo, había llevado su regalo con orgullo delante de todos sus hombres.
Nadie se atrevió a reírse. Ni siquiera Naruto.
Se aclaró la garganta y desvió la mirada de la de su amigo.
–Enterré a los niños en el huerto desde el que se veía el mar, donde solían jugar. La familia de tu esposa se hizo cargo de su cuerpo, y envié el cadáver de tu hermanastro a casa de su padre. - Respondió Naruto
–Gracias.
Naruto asintió con la cabeza.
–Era lo menos que podía hacer. Eras un hermano para mí.
Neji se rió con tristeza.
–Supongo que eso explica por qué tenías esa fijación por hacerme la vida imposible.
–Alguien tenía que hacerlo. Con veintitrés años eras demasiado duro y serio.
–No como tú.
Naruto apenas recordaba al hombre que una vez fue y del que Neji estaba hablando. Despreocupado y siempre listo para la batalla. De sangre caliente y con cabeza de chorlito. Era un milagro que Neji no lo hubiese matado. La paciencia de ese hombre no tenía límites.
–Mis gloriosos días de desperdiciada juventud –dijo Naruto con melancolía.
Mirándose el hombro, comenzó a extender la crema sobre la quemadura. Dolía, pero ya estaba acostumbrado al dolor físico. Y se había enfrentado a sufrimientos mucho peores que ese minúsculo dolor.
Neji arqueó una ceja y lo miró de forma inquisitiva.
–Los romanos te capturaron por mi culpa, ¿no es cierto?
Naruto se detuvo al ver el remordimiento en los ojos de su amigo. Después, siguió extendiéndose la crema.
–Siempre fuiste muy duro contigo mismo, Neji. No fue por tu culpa. Tras tu desaparición continué con la sangrienta cruzada contra sus ejércitos. Me forjé mi propio destino en ese aspecto, y tú no tuviste nada que ver.
–Pero si hubiese estado allí, podría haber evitado que te cogieran.
Naruto resopló.
–Eras muy bueno sacándome de los problemas, no hay duda. Pero ni quisiera tú podrías haberme salvado de mí mismo. Si hubieses estado allí, los romanos habrían tenido a otro general macedonio al que crucificar. Créeme, estabas mucho mejor en ese pergamino que enfrentándote al destino que tenían en mente para nosotros.
A pesar de sus palabras, Naruto aún veía la culpa reflejada en el rostro de su amigo, y quería librarlo de ella.
–¿Qué sucedió? –preguntó Neji–. Según los historiadores te capturaron en plena batalla. Pero no puedo creerlo. No luchando como luchabas.
–Y la historia dice que tú fuiste asesinado por tus enemigos. Los ganadores escriben su versión de los hechos.
Por primera vez desde hacía siglos, Naruto dejó que los recuerdos lo transportaran de vuelta a aquel aciago día del pasado. Apretó los dientes cuando una oleada de angustia y rabia lo invadió al recordar vívidamente por qué había encerrado esos recuerdos en el fondo de su mente.
–Ya sabes que las Parcas son unas putas traicioneras. No fui capturado por ningún romano; me tendieron una trampa y me ofrecieron a Pain como un regalo.
(Las parcas son personificaciones del destino que son encargadas del “hilo de la vida” de cada humano)
Neji frunció el ceño.
–¿Cómo?
–Mi pequeña Hinata. Mientras tú y yo luchábamos contra los romanos, mi esposa los recibía en su lecho, en nuestra casa.
El rostro de Neji perdió el color.
–No puedo creer que Hinata hiciese algo así, después de todo lo que sacrificaste por ella.
–Toda buena acción tiene un precio.
Neji miró a Naruto con el ceño nuevamente fruncido ante la amargura de sus palabras. Éste no era el mismo hombre que había conocido en Macedonia. Naruto siempre había estado lleno de alegría, generosidad y ternura. El hombre que se alzaba ante él carecía de entusiasmo. Se mantenía en guardia. Era muy suspicaz y su comportamiento rayaba en la frialdad.
–¿Te convertiste en un Cazador Oscuro a causa de la traición de tu esposa? –le preguntó Neji.
–Sí.
Neji cerró los ojos cuando sintió que la compasión por su amigo se abría paso hacia su corazón de la mano de la ira. Veía a su amigo en sus recuerdos tal y como había sido siglos atrás. Sus ojos siempre habían tenido una mirada alegre y traviesa. Naruto amaba la vida como muy pocas personas lo hacían. De espíritu generoso, amable por naturaleza y de corazón valeroso, el rubio siempre lograba desarmarlo y, en incontables ocasiones, había deseado poder odiar al malcriado muchacho.
Pero le había resultado imposible.
–¿Qué te hizo Pain? –preguntó Neji.
Naruto respiró hondo.
–Créeme, no te gustaría conocer todos los detalles.
Neji observó cómo Naruto hacía un leve gesto de dolor cuando un repentino recuerdo asaltó su mente.
–¿Qué pasa?
–Nada –contestó Naruto malhumorado.
Los pensamientos de Neji volvieron a la esposa de Naruto. Tímida y sumisa, Hinata había sido más hermosa que Helena de Troya. Sólo la había visto una vez, y de lejos. Pero aún así, supo al instante lo que había llamado la atención de Naruto. Hinata poseía un aura irresistible que hablaba a las claras de su amplia experiencia sexual y de su habilidad en esos menesteres. Cuando la conoció, con apenas veintidós años, el joven Naruto se había enamorado de ella al instante; de una mujer ocho años mayor que él. No le importó lo que los demás dijeran sobre ella; Naruto jamás escuchaba a nadie. Había amado a esa mujer con locura, con toda su alma.
–¿Qué pasó con Hinata? –preguntó Neji–. ¿Descubriste por qué lo hizo?
Naruto arrojó el paquete de hielo a la bolsa.
–Me dijo que lo hacía por temor a que no pudiera protegerla.
Neji soltó una maldición.
–Yo dije algo más fuerte –contestó Naruto en voz baja–. Estuve tres semanas allí tendido, intentando descubrir qué era lo que ella odiaba tanto de mí como para entregarme a mi peor enemigo. Jamás me había dado cuenta antes de lo imbécil que fui.
Naruto mantuvo la mandíbula fuertemente apretada al recordar la mirada de su esposa mientras comenzaba su ejecución. Lo había mirado frente a frente, sin demostrar ni pizca de remordimiento.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que, aunque él le había dado lo mejor de sí mismo, todo su corazón y su alma, ella no le había dado nada. Ni siquiera su ternura. Si sus ojos hubiesen mostrado ese día un pequeño destello de remordimiento, un poco de pena…
Pero su rostro sólo reflejaba una morbosa curiosidad.
Y eso había destrozado su corazón. Si Hinata no fue capaz de amarlo después de todo lo que él le había dado, sólo podía significar una cosa: que no era digno de ser amado.
Su padre había estado en lo cierto.
«Ninguna mujer puede amar a un hombre de tu posición y riqueza. Afróntalo. Muchacho, para ellas sólo serás un bolsillo bien repleto.»
Desde entonces, su corazón sangraba por la verdad que encerraban esas palabras. Jamás volvería a permitir que una mujer tuviese ese tipo de poder sobre él. Se negaba a que el amor –o cualquier otro motivo– lo cegara, apartándolo de sus necesidades. Su trabajo era lo único que importaba.
–Lo siento muchísimo –susurró Neji.
Naruto se encogió de hombros.
–Todos tenemos algo de lo que arrepentirnos –le contestó mientras recogía la camisa.
–Escúchame –le dijo Neji, deteniéndolo–, ¿por qué no te das una ducha y me dejas que te preste algo de ropa?
–He desaparecido en mitad de una cacería.
–No te ofendas Naruto, pero estás hecho un desastre. Reconozco que hace mucho que no participo en una lucha, pero sé que es mucho más fácil enfrentarse a la batalla después de un baño caliente y con el estómago lleno.
Naruto dudó.
–¿Quince minutos?
–De acuerdo, que sea rápido.
Naruto dejó que el agua caliente relajara su magullado cuerpo. La noche aún era joven, pero estaba muy cansado. El hombro le daba punzadas y no dejaba de dolerle y la herida en el costado no estaba mucho mejor.
Pero aún dolorido, toda su atención estaba puesta en la mujer que lo esperaba escaleras abajo.
¿Por qué lo atraía tanto? Había salvado a numerosos humanos a lo largo de los siglos y no había sentido nada por ellos, aparte de una simple curiosidad.
Pero esta mujer, con su mirada franca y abierta y su sonrisa hechicera, le había llegado al corazón. Un corazón que había perdido siglos atrás. Pero no lo necesitaba. A los Cazadores Oscuros se les prohibía mantener una relación estable. En caso de necesidad, sus encuentros sexuales se limitaban a una sola noche.
Volvían a nacer para caminar en soledad a lo largo de los siglos. Todos y cada uno de ellos lo tenía muy presente. Lo habían jurado.
Y nunca antes le había molestado que fuese así.
Sólo había habido una ocasión, a lo largo de su vida, en la que la sonrisa de una mujer le había provocado esta extraña y vertiginosa sensación en la boca del estómago.
Lanzó una maldición ante el recuerdo.
–Venga, Naruto –se dijo a sí mismo mientras se duchaba–. Sal de esta casa, mata a Madara y vuelve a tu hogar. Olvida que la has visto.
La mera idea de no volver a verla nunca más hacía que el dolor lo partiera en dos. Pero tenía muy claro lo que debía hacer. Ésta era su vida y adoraba la oscuridad de la noche a la que estaba ligado por un juramento. Sus obligaciones eran su única familia. Su juramento, su corazón.
Su trabajo era su amor y lo seguiría siendo durante toda la eternidad.
–¿Sakura?
Alejando su pensamiento del atractivo Cazador Oscuro, Sakura miró a Ten-Ten, que estaba sentada en el sillón.
–¿Te importaría subir a la habitación de los gemelos y traerme un pañal? –le preguntó Ten-Ten–. Si subo esas escaleras de nuevo creo que no volveré a bajar.
Sakura se rió.
–Claro. No tardaré.
Subió las escaleras y atravesó el pasillo. Pasó por delante de la puerta del baño en el mismo instante en que Naruto salía de él con una toalla alrededor de la cintura. Y chocaron.
El rubio le puso las manos sobre los hombros para sujetarla y las pupilas se le dilataron al reconocerla.
Sakura se quedó helada cuando se dio cuenta de que el brazalete de plata que llevaba en la muñeca se había trabado en uno de los flecos de la toalla del rubio.
Y, lo que era aún peor, se le estaba haciendo la boca agua al contemplar toda aquella piel morena y sensual, al sentir sus fuertes manos sobre ella.
El poder y la fuerza que emanaban de él hacían que se le acelerara el corazón. Y el aroma fresco y limpio de su piel… Llevaba el pelo húmedo peinado hacia atrás, lo que dejaba los fuertes rasgos del rostro bien a la vista, y dudaba mucho de que pudiese haber un hombre más apuesto.
Los ojos oscuros de Naruto, rodeados de pestañas pecaminosamente largas, la miraban con intensidad. El deseo voraz que se leía en ellos la puso a cien e hizo que se estremeciera. Tenía todo el aspecto de poder devorarla y, de hecho, Sakura deseaba que la devorara. Completamente. Por entero.
Y que la saboreara.
–Esto sí que se pone interesante –dijo él con un asomo de diversión en la voz.
Sakura no sabía qué hacer, allí de pie, con la muñeca peligrosamente cerca de la súbita protuberancia que había surgido bajo la toalla. ¿Qué pasaba con ellos que acababan unidos cada dos por tres? Deslizó la mirada por la multitud de cicatrices que cubrían el cuerpo de Naruto y no pudo evitar preguntarse cuántas de ellas habrían sido causadas por la tortura que le había mencionado a Neji un rato antes.
–La mayoría –le susurró mientras alzaba un brazo para posar la mano sobre su nuca.
Sakura sintió cómo sus dedos le acariciaban el cabello. La otra mano, que aún estaba sobre su hombro, la sujetó con más fuerza, aunque de modo muy sutil.
–¿Qué? –le preguntó ella alzando la vista.
–La mayoría de las cicatrices son de los romanos.
Ella frunció el ceño.
–¿Cómo sabías lo que estaba pensando?
–Estaba espiando tus pensamientos, del mismo modo que tú hiciste con Neji y conmigo.
Un escalofrío recorrió la espalda de Sakura al caer en la cuenta de los poderes psíquicos de Naruto.
–¿De verdad puedes hacer eso?
Él asintió sin mirarla a la cara. Tenía los ojos clavados en el lugar donde su mano le acariciaba el cabello, como si estuviese memorizando su tacto.
La miró a los ojos de forma tan repentina que Sakura emitió un jadeo.
–Y con respecto a la pregunta que temes formular, lo único que tienes que hacer es mover el brazo y lo sabrás.
–¿Saber qué?
–Si cuando me quite la toalla voy a estar igual de bueno que con ella.
Sakura se ruborizó intensamente al escuchar sus aterradores pensamientos en boca del rubio. Antes de que pudiera moverse, él la soltó y dejó caer la toalla, que quedó colgando de su brazalete.
Al ver a Naruto completamente desnudo delante de ella, se quedó con la boca abierta. Su cuerpo, de músculos duros y perfectamente definidos, parecía obra de un escultor. Y al instante descubrió que su piel era de color dorado en todos sitios. No era producto de la exposición al sol, sino natural.
Sakura lo deseaba de forma desesperada.
Lo único que tenía en mente era llevarlo a la habitación y tirar de él para tenerlo encima, luego al lado y luego debajo durante el resto de la noche.
¡Ay! La de cosas que quería hacerle a este hombre.
Una ligera sonrisa curvó los labios de Naruto y, por el brillo que adquirieron sus ojos, Sakura descubrió que estaba leyéndole el pensamiento. Otra vez.
Él se inclinó hacia delante hasta que sus mejillas se tocaron y su cálido aliento le rozó el cuello, abrasándola.
–El nudismo nunca fue un problema para los antiguos griegos –le susurró al oído.
Los pezones de Sakura se endurecieron.
Muy lentamente, Naruto movió la mano y le alzó la barbilla. Sus ojos la atraparon; daba la sensación de querer sondear su mente en busca de algo. Antes de que ella pudiese reaccionar, bajó la cabeza y la besó.
Sakura gimió al sentir el roce de sus labios. Este beso era muy diferente al anterior. Era tierno. Dulce.
Y la hacía arder.
Naruto abandonó sus labios y dejó un reguero de abrasadores besos desde el mentón hasta el cuello, mientras su lengua le humedecía la piel con suaves caricias. Sakura colocó los brazos sobre sus hombros desnudos y apoyó todo su peso sobre él.
–Eres tan tentadora –susurró el rubio antes de trazar la curva de su oreja con la lengua–. Pero tengo trabajo que hacer, y tú odias todo lo que no sea humano. Y todo lo relacionado con el mundo paranormal. –Se alejó un poco y la miró apesadumbrado–. Es una lástima.
Desenganchó la toalla del brazalete y, echándosela sobre un hombro, comenzó a andar hacia la habitación. Sakura apretó los dientes al contemplar ese delicioso y magnífico trasero.
Con el cuerpo en llamas, recordó el pañal.
Tan pronto como pensó en él, Naruto abrió la puerta, le arrojó uno y cerró de nuevo.
El rubio se apoyó contra la puerta cerrada, luchando contra el ardiente deseo que lo atravesaba. Era una sensación voraz y traicionera que le hacía anhelar cosas que jamás podría tener. Cosas que sólo conseguirían acrecentar su sufrimiento. Y ya había sufrido el equivalente a diez mil vidas humanas.
Tenía que sacársela de la cabeza.
Pero mientras estaba allí plantado, la soledad de su existencia se posaba sobre él con saña.
«Muchacho, te dejas guiar por el corazón con demasiada frecuencia. Algún día te llevará a la ruina.»
Se encogió al recordar la advertencia de Minato, su padre. Ninguno de los dos sabía en aquel momento lo ciertas que acabarían siendo esas palabras.
Soy un Cazador Oscuro.
Tenía que aferrarse a la realidad. Era lo único que se interponía entre Sakura y lo que sería su aniquilación.
Madara estaba ahí fuera y él debía detenerlo.
Pero lo que en realidad deseaba hacer, era bajar las escaleras, alzar a Sakura entre sus brazos y llevarla hasta su casa donde pasaría la noche entera explorando cada centímetro de su cuerpo con los labios, con las manos. Con la lengua.
–Soy un imbécil –masculló mientras se obligaba a ponerse la ropa que Neji le había prestado.
No volvería a pensar en Sakura ni en el pasado. Tenía algo mucho más importante que hacer. Algo que no podía dejar de lado. Protegía a la gente. Y viviría y moriría protegiéndolos, lo que significaba que los deseos físicos que despertaba una mujer como Sakura estaban estrictamente prohibidos.
Unos minutos después, vestido con unos vaqueros de Neji y un jersey negro de cuello de pico, salió de la habitación con el abrigo de cuero sobre el hombro y bajó hasta el recibidor, donde lo esperaban Neji, Ten-Ten, Sakura y los niños.
Neji le ofreció una pequeña bolsa de papel.
–¡Vaya! –dijo Naruto al cogerla–, gracias papi. Te prometo que seré un buen chico y que me portaré bien con los otros niños.
Neji soltó una carcajada.
–Payaso.
–Es mejor que ser un hazmerreír. –Naruto mantuvo la compostura cuando miró a Sakura y sintió que el deseo lo abrasaba. ¿Qué tenía esa mujer que le resultaba imposible mirarla sin desear probar sus labios o sentir su cuerpo entre los brazos? Se aclaró la garganta antes de hablar–. Aseguraos de que se queda aquí hasta que amanezca. Los Daimons no podrán entrar sin una invitación.
–¿Y qué pasará mañana por la noche? –preguntó Ten-Ten.
–Madara estará muerto para entonces.
Neji asintió.
Naruto se dio la vuelta para marcharse, pero, antes de que llegar a la puerta, Sakura lo agarró del brazo con suavidad y lo detuvo.
–Gracias –le dijo.
Él inclinó la cabeza.
Márchate. Porque si no lo hacía, acabaría sucumbiendo a la exigente necesidad que sentía en su interior.
Apartó los ojos de Sakura y miró a Ten-Ten.
–Ha sido un placer conocerte, Ten-Ten.
–Lo mismo digo, general.
Antes de que pudiera moverse para acercarse a la puerta, Sakura volvió a sujetarlo y tiró de él hasta que quedó frente a ella y, sin saber muy bien lo que hacía, le dio un beso en la mejilla.
–Ten cuidado –le dijo en un susurro mientras se alejaba de él.
Petrificado, Naruto sólo atinó a parpadear. Pero lo que más lo conmovió fue la preocupación que vio en esos ojos de un verde jade; la preocupación que Sakura sentía en su corazón. No quería que le hicieran daño.
Madara está esperando.
Ese pensamiento pasó veloz por su mente. Tenía que marcharse.
Pero alejarse de Sakura era lo más difícil que había hecho jamás.
–Sé feliz, bombón –le deseó él.
–¿Bombón? –preguntó Sakura, ofendida.
Él sonrió.
–Después de lo de «chulo vestido de cuero», te debía una –le dijo dándole unas palmaditas en la mano antes de apartarla de su brazo–. Son casi las ocho, será mejor que llames a tu hermana.
Naruto le soltó las manos y, al instante, la echó en falta.
Intercambió una mirada con Neji. Ésta sería la última vez que se vieran y ambos lo sabían.
–Adiós, Adelphos. (nota: Adelphos = hermano)
–Adiós hermano –le contestó Neji.
Naruto se dio la vuelta, abrió la puerta y se dirigió en solitario hacia el coche. Una vez en el interior del vehículo, no pudo resistir la tentación de mirar atrás. Aunque no pudiera ver a Sakura, aún podía sentir su presencia al otro lado de la puerta, mirándolo.
Era incapaz de recordar la última vez que alguien se había entristecido al ver cómo se marchaba. Y tampoco recordaba haber sentido antes esa absurda necesidad de mantener a su lado a una mujer a cualquier precio.
El rubio dejó escapar el aire lentamente mientras rozaba la quemadura que el rayo de Afrodita le había causado en el hombro.
Se encontraban en la habitación de los gemelos, al fondo del pasillo. Naruto entornó los ojos, molesto por el brillo de la luz sobre el papel que cubría las paredes –amarillo y con ositos– y sacó las gafas de sol. Neji debió recordar parte de la antigua mitología griega, porque apagó la luz y encendió una lamparita pequeña que inundó la habitación con un suave resplandor.
Debilitado por el dolor, Naruto notó que su reflejo en el espejo apenas si era perceptible. La capacidad de no reflejarse en los espejos era una de las medidas de protección de las que gozaba un Cazador Oscuro. Para conseguir verse en uno de ellos, tenían que proyectar una imagen mental, algo que resultaba muy duro estando herido o excesivamente cansado.
Naruto se apartó un poco del armario pintado de blanco y se encontró con la interrogante mirada de Neji.
–Dos mil años de lucha suelen dejar huella en el cuerpo.
–Siempre tuviste más pelotas que cerebro.
Un espeluznante escalofrío recorrió la espalda de Naruto al escuchar esas palabras tan familiares. Era imposible recordar las innumerables ocasiones en las que Neji las había pronunciado en griego antiguo.
Cómo había echado de menos a su amigo y mentor a lo largo de los siglos… Neji había sido el único al que había prestado atención. Y uno de los pocos hombres a los que había respetado de verdad. Se frotó el brazo y continuó hablando.
–Lo sé. Pero lo gracioso es que siempre escucho tu voz en mi mente pidiéndome que tenga paciencia. –Hablando con una voz más ronca, imitó el acento espartano de Neji–: «Maldición Naruto, ¿es que no puedes pensar nunca antes de actuar?»
Neji no respondió.
Naruto sabía lo que pasaba por la mente de su amigo. Los mismos recuerdos agridulces que le perseguían a él cada noche cuando se relajaba el tiempo suficiente como para dejar que el pasado regresara. Imágenes de un mundo desaparecido hacía mucho tiempo; de gente y de familia que no eran más que sombras difusas y sentimientos perdidos.
El suyo había sido un mundo muy especial, pero su elegancia primitiva aún caldeaba sus corazones. Naruto todavía podía oler el aceite de las lámparas que iluminaban su hogar y sentir la brisa fresca y fragante del bosque que perfumaba su villa.
En una extraña contradicción con los pensamientos de Naruto, Neji abrió el pequeño botiquín y buscó un moderno paquete de hielo. Cuando lo encontró, quitó el cierre para liberar el gel y lo sostuvo sobre el hombro de Naruto. Éste siseó al sentir el frío sobre la herida.
–Siento mucho lo de la descarga astral –se disculpó Neji–. Si lo hubiese sabido…
–No tienes la culpa de nada. No había modo de que supieras que había entregado mi alma. No es precisamente el modo de comenzar una conversación. «Hola, soy Naruto. No tengo alma. ¿Qué tal estás?»
–No tiene gracia.
–Claro que sí, lo que pasa es que nunca has entendido mi sentido del humor.
–Lo que pasa es que siempre salía a relucir cuando estábamos a un paso de la muerte.
Naruto se encogió de hombros y deseó no haberlo hecho cuando el dolor le recorrió el brazo.
–¿Qué puedo decir? Vivo para fastidiar al viejo Apolo. –Cogió el paquete de las manos de Neji y retrocedió un paso–. ¿Qué te ocurrió Neji? Me dijeron que te capturaron junto a tu familia y que los asesinaron.
Neji soltó un bufido.
–¿Y tú lo creíste? Fue Príapo (nota: Priapo es el dios de la fecundidad) quien mató a mi familia. Cuando los encontré muertos me dejé llevar por un «momento Naruto» y fui tras él.
Naruto alzó una ceja. Que él supiera, Neji nunca había cedido a un impulso en toda su vida. El tipo era la calma y la reflexión personificadas, sin importar el caos que hubiera a su alrededor. Y eso había sido una de las cosas que más apreciara de su amigo.
–¿Tú hiciste algo impulsivo?
–Sí. Y lo pagué muy caro –dijo, cruzando los brazos sobre el pecho y mirando a Naruto a los ojos–. Príapo me maldijo y me encerró en un pergamino. Pasé dos mil años como esclavo sexual antes de que mi esposa me liberara.
Naruto soltó un silbido de incredulidad. Había oído hablar de tales maldiciones. El sufrimiento era agónico, y su orgulloso amigo debía haberlo pasado realmente mal. Neji nunca había permitido que nadie dirigiese su camino. Ni siquiera los dioses.
–Y tú me llamas loco a mí… –dijo Naruto–. Yo me limité a provocar el odio de los romanos. Tú fuiste tras el panteón griego al completo.
Neji le pasó un tubo de crema para las quemaduras. Cuando habló, su voz sonó ronca.
–Me estaba preguntado… cuando me marché, ¿qué sucedió con…?
Naruto lo miró a los ojos y vio la agonía reflejada en ellos. Descubrió que para su amigo era demasiado doloroso el hecho de mencionar lo sucedido. Él todavía sentía el dolor al recordar las muertes de los hijos de Neji. De cabellos negros y mejillas sonrosadas, habían sido dos niños preciosos y vivaces; resultaba imposible hacerles justicia con simples palabras. Su simple presencia hacía que el corazón de Naruto se encogiera de envidia.
¡Por los dioses! Cómo había deseado poder tener su propia familia, sus propios hijos. Cada vez que visitaba el hogar de Neji, anhelaba poder vivir una existencia como la de su amigo. Era lo único que había querido siempre. Un hogar acogedor, unos hijos a los que amar y una esposa que lo quisiera. Cosas sencillas, en realidad, pero que siempre habían resultado imposibles para él.
Y ahora, como Cazador Oscuro, esos deseos no eran más que sueños irrealizables.
Naruto no podía ni imaginarse el horror que Neji debía sentir cada vez que recordara a sus hijos. Dudaba mucho de que cualquier otro hombre pudiera amar a unos niños tanto como su amigo. Recordaba el día en que el menor con cinco añitos, había cambiado la cola de caballo del yelmo de Neji por unas plumas, como regalo para su padre antes de cabalgar a la batalla. Neji había sido uno de los generales más temidos de todo el ejército macedonio, pero por no herir los sentimientos de su hijo, había llevado su regalo con orgullo delante de todos sus hombres.
Nadie se atrevió a reírse. Ni siquiera Naruto.
Se aclaró la garganta y desvió la mirada de la de su amigo.
–Enterré a los niños en el huerto desde el que se veía el mar, donde solían jugar. La familia de tu esposa se hizo cargo de su cuerpo, y envié el cadáver de tu hermanastro a casa de su padre. - Respondió Naruto
–Gracias.
Naruto asintió con la cabeza.
–Era lo menos que podía hacer. Eras un hermano para mí.
Neji se rió con tristeza.
–Supongo que eso explica por qué tenías esa fijación por hacerme la vida imposible.
–Alguien tenía que hacerlo. Con veintitrés años eras demasiado duro y serio.
–No como tú.
Naruto apenas recordaba al hombre que una vez fue y del que Neji estaba hablando. Despreocupado y siempre listo para la batalla. De sangre caliente y con cabeza de chorlito. Era un milagro que Neji no lo hubiese matado. La paciencia de ese hombre no tenía límites.
–Mis gloriosos días de desperdiciada juventud –dijo Naruto con melancolía.
Mirándose el hombro, comenzó a extender la crema sobre la quemadura. Dolía, pero ya estaba acostumbrado al dolor físico. Y se había enfrentado a sufrimientos mucho peores que ese minúsculo dolor.
Neji arqueó una ceja y lo miró de forma inquisitiva.
–Los romanos te capturaron por mi culpa, ¿no es cierto?
Naruto se detuvo al ver el remordimiento en los ojos de su amigo. Después, siguió extendiéndose la crema.
–Siempre fuiste muy duro contigo mismo, Neji. No fue por tu culpa. Tras tu desaparición continué con la sangrienta cruzada contra sus ejércitos. Me forjé mi propio destino en ese aspecto, y tú no tuviste nada que ver.
–Pero si hubiese estado allí, podría haber evitado que te cogieran.
Naruto resopló.
–Eras muy bueno sacándome de los problemas, no hay duda. Pero ni quisiera tú podrías haberme salvado de mí mismo. Si hubieses estado allí, los romanos habrían tenido a otro general macedonio al que crucificar. Créeme, estabas mucho mejor en ese pergamino que enfrentándote al destino que tenían en mente para nosotros.
A pesar de sus palabras, Naruto aún veía la culpa reflejada en el rostro de su amigo, y quería librarlo de ella.
–¿Qué sucedió? –preguntó Neji–. Según los historiadores te capturaron en plena batalla. Pero no puedo creerlo. No luchando como luchabas.
–Y la historia dice que tú fuiste asesinado por tus enemigos. Los ganadores escriben su versión de los hechos.
Por primera vez desde hacía siglos, Naruto dejó que los recuerdos lo transportaran de vuelta a aquel aciago día del pasado. Apretó los dientes cuando una oleada de angustia y rabia lo invadió al recordar vívidamente por qué había encerrado esos recuerdos en el fondo de su mente.
–Ya sabes que las Parcas son unas putas traicioneras. No fui capturado por ningún romano; me tendieron una trampa y me ofrecieron a Pain como un regalo.
(Las parcas son personificaciones del destino que son encargadas del “hilo de la vida” de cada humano)
Neji frunció el ceño.
–¿Cómo?
–Mi pequeña Hinata. Mientras tú y yo luchábamos contra los romanos, mi esposa los recibía en su lecho, en nuestra casa.
El rostro de Neji perdió el color.
–No puedo creer que Hinata hiciese algo así, después de todo lo que sacrificaste por ella.
–Toda buena acción tiene un precio.
Neji miró a Naruto con el ceño nuevamente fruncido ante la amargura de sus palabras. Éste no era el mismo hombre que había conocido en Macedonia. Naruto siempre había estado lleno de alegría, generosidad y ternura. El hombre que se alzaba ante él carecía de entusiasmo. Se mantenía en guardia. Era muy suspicaz y su comportamiento rayaba en la frialdad.
–¿Te convertiste en un Cazador Oscuro a causa de la traición de tu esposa? –le preguntó Neji.
–Sí.
Neji cerró los ojos cuando sintió que la compasión por su amigo se abría paso hacia su corazón de la mano de la ira. Veía a su amigo en sus recuerdos tal y como había sido siglos atrás. Sus ojos siempre habían tenido una mirada alegre y traviesa. Naruto amaba la vida como muy pocas personas lo hacían. De espíritu generoso, amable por naturaleza y de corazón valeroso, el rubio siempre lograba desarmarlo y, en incontables ocasiones, había deseado poder odiar al malcriado muchacho.
Pero le había resultado imposible.
–¿Qué te hizo Pain? –preguntó Neji.
Naruto respiró hondo.
–Créeme, no te gustaría conocer todos los detalles.
Neji observó cómo Naruto hacía un leve gesto de dolor cuando un repentino recuerdo asaltó su mente.
–¿Qué pasa?
–Nada –contestó Naruto malhumorado.
Los pensamientos de Neji volvieron a la esposa de Naruto. Tímida y sumisa, Hinata había sido más hermosa que Helena de Troya. Sólo la había visto una vez, y de lejos. Pero aún así, supo al instante lo que había llamado la atención de Naruto. Hinata poseía un aura irresistible que hablaba a las claras de su amplia experiencia sexual y de su habilidad en esos menesteres. Cuando la conoció, con apenas veintidós años, el joven Naruto se había enamorado de ella al instante; de una mujer ocho años mayor que él. No le importó lo que los demás dijeran sobre ella; Naruto jamás escuchaba a nadie. Había amado a esa mujer con locura, con toda su alma.
–¿Qué pasó con Hinata? –preguntó Neji–. ¿Descubriste por qué lo hizo?
Naruto arrojó el paquete de hielo a la bolsa.
–Me dijo que lo hacía por temor a que no pudiera protegerla.
Neji soltó una maldición.
–Yo dije algo más fuerte –contestó Naruto en voz baja–. Estuve tres semanas allí tendido, intentando descubrir qué era lo que ella odiaba tanto de mí como para entregarme a mi peor enemigo. Jamás me había dado cuenta antes de lo imbécil que fui.
Naruto mantuvo la mandíbula fuertemente apretada al recordar la mirada de su esposa mientras comenzaba su ejecución. Lo había mirado frente a frente, sin demostrar ni pizca de remordimiento.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que, aunque él le había dado lo mejor de sí mismo, todo su corazón y su alma, ella no le había dado nada. Ni siquiera su ternura. Si sus ojos hubiesen mostrado ese día un pequeño destello de remordimiento, un poco de pena…
Pero su rostro sólo reflejaba una morbosa curiosidad.
Y eso había destrozado su corazón. Si Hinata no fue capaz de amarlo después de todo lo que él le había dado, sólo podía significar una cosa: que no era digno de ser amado.
Su padre había estado en lo cierto.
«Ninguna mujer puede amar a un hombre de tu posición y riqueza. Afróntalo. Muchacho, para ellas sólo serás un bolsillo bien repleto.»
Desde entonces, su corazón sangraba por la verdad que encerraban esas palabras. Jamás volvería a permitir que una mujer tuviese ese tipo de poder sobre él. Se negaba a que el amor –o cualquier otro motivo– lo cegara, apartándolo de sus necesidades. Su trabajo era lo único que importaba.
–Lo siento muchísimo –susurró Neji.
Naruto se encogió de hombros.
–Todos tenemos algo de lo que arrepentirnos –le contestó mientras recogía la camisa.
–Escúchame –le dijo Neji, deteniéndolo–, ¿por qué no te das una ducha y me dejas que te preste algo de ropa?
–He desaparecido en mitad de una cacería.
–No te ofendas Naruto, pero estás hecho un desastre. Reconozco que hace mucho que no participo en una lucha, pero sé que es mucho más fácil enfrentarse a la batalla después de un baño caliente y con el estómago lleno.
Naruto dudó.
–¿Quince minutos?
–De acuerdo, que sea rápido.
Naruto dejó que el agua caliente relajara su magullado cuerpo. La noche aún era joven, pero estaba muy cansado. El hombro le daba punzadas y no dejaba de dolerle y la herida en el costado no estaba mucho mejor.
Pero aún dolorido, toda su atención estaba puesta en la mujer que lo esperaba escaleras abajo.
¿Por qué lo atraía tanto? Había salvado a numerosos humanos a lo largo de los siglos y no había sentido nada por ellos, aparte de una simple curiosidad.
Pero esta mujer, con su mirada franca y abierta y su sonrisa hechicera, le había llegado al corazón. Un corazón que había perdido siglos atrás. Pero no lo necesitaba. A los Cazadores Oscuros se les prohibía mantener una relación estable. En caso de necesidad, sus encuentros sexuales se limitaban a una sola noche.
Volvían a nacer para caminar en soledad a lo largo de los siglos. Todos y cada uno de ellos lo tenía muy presente. Lo habían jurado.
Y nunca antes le había molestado que fuese así.
Sólo había habido una ocasión, a lo largo de su vida, en la que la sonrisa de una mujer le había provocado esta extraña y vertiginosa sensación en la boca del estómago.
Lanzó una maldición ante el recuerdo.
–Venga, Naruto –se dijo a sí mismo mientras se duchaba–. Sal de esta casa, mata a Madara y vuelve a tu hogar. Olvida que la has visto.
La mera idea de no volver a verla nunca más hacía que el dolor lo partiera en dos. Pero tenía muy claro lo que debía hacer. Ésta era su vida y adoraba la oscuridad de la noche a la que estaba ligado por un juramento. Sus obligaciones eran su única familia. Su juramento, su corazón.
Su trabajo era su amor y lo seguiría siendo durante toda la eternidad.
–¿Sakura?
Alejando su pensamiento del atractivo Cazador Oscuro, Sakura miró a Ten-Ten, que estaba sentada en el sillón.
–¿Te importaría subir a la habitación de los gemelos y traerme un pañal? –le preguntó Ten-Ten–. Si subo esas escaleras de nuevo creo que no volveré a bajar.
Sakura se rió.
–Claro. No tardaré.
Subió las escaleras y atravesó el pasillo. Pasó por delante de la puerta del baño en el mismo instante en que Naruto salía de él con una toalla alrededor de la cintura. Y chocaron.
El rubio le puso las manos sobre los hombros para sujetarla y las pupilas se le dilataron al reconocerla.
Sakura se quedó helada cuando se dio cuenta de que el brazalete de plata que llevaba en la muñeca se había trabado en uno de los flecos de la toalla del rubio.
Y, lo que era aún peor, se le estaba haciendo la boca agua al contemplar toda aquella piel morena y sensual, al sentir sus fuertes manos sobre ella.
El poder y la fuerza que emanaban de él hacían que se le acelerara el corazón. Y el aroma fresco y limpio de su piel… Llevaba el pelo húmedo peinado hacia atrás, lo que dejaba los fuertes rasgos del rostro bien a la vista, y dudaba mucho de que pudiese haber un hombre más apuesto.
Los ojos oscuros de Naruto, rodeados de pestañas pecaminosamente largas, la miraban con intensidad. El deseo voraz que se leía en ellos la puso a cien e hizo que se estremeciera. Tenía todo el aspecto de poder devorarla y, de hecho, Sakura deseaba que la devorara. Completamente. Por entero.
Y que la saboreara.
–Esto sí que se pone interesante –dijo él con un asomo de diversión en la voz.
Sakura no sabía qué hacer, allí de pie, con la muñeca peligrosamente cerca de la súbita protuberancia que había surgido bajo la toalla. ¿Qué pasaba con ellos que acababan unidos cada dos por tres? Deslizó la mirada por la multitud de cicatrices que cubrían el cuerpo de Naruto y no pudo evitar preguntarse cuántas de ellas habrían sido causadas por la tortura que le había mencionado a Neji un rato antes.
–La mayoría –le susurró mientras alzaba un brazo para posar la mano sobre su nuca.
Sakura sintió cómo sus dedos le acariciaban el cabello. La otra mano, que aún estaba sobre su hombro, la sujetó con más fuerza, aunque de modo muy sutil.
–¿Qué? –le preguntó ella alzando la vista.
–La mayoría de las cicatrices son de los romanos.
Ella frunció el ceño.
–¿Cómo sabías lo que estaba pensando?
–Estaba espiando tus pensamientos, del mismo modo que tú hiciste con Neji y conmigo.
Un escalofrío recorrió la espalda de Sakura al caer en la cuenta de los poderes psíquicos de Naruto.
–¿De verdad puedes hacer eso?
Él asintió sin mirarla a la cara. Tenía los ojos clavados en el lugar donde su mano le acariciaba el cabello, como si estuviese memorizando su tacto.
La miró a los ojos de forma tan repentina que Sakura emitió un jadeo.
–Y con respecto a la pregunta que temes formular, lo único que tienes que hacer es mover el brazo y lo sabrás.
–¿Saber qué?
–Si cuando me quite la toalla voy a estar igual de bueno que con ella.
Sakura se ruborizó intensamente al escuchar sus aterradores pensamientos en boca del rubio. Antes de que pudiera moverse, él la soltó y dejó caer la toalla, que quedó colgando de su brazalete.
Al ver a Naruto completamente desnudo delante de ella, se quedó con la boca abierta. Su cuerpo, de músculos duros y perfectamente definidos, parecía obra de un escultor. Y al instante descubrió que su piel era de color dorado en todos sitios. No era producto de la exposición al sol, sino natural.
Sakura lo deseaba de forma desesperada.
Lo único que tenía en mente era llevarlo a la habitación y tirar de él para tenerlo encima, luego al lado y luego debajo durante el resto de la noche.
¡Ay! La de cosas que quería hacerle a este hombre.
Una ligera sonrisa curvó los labios de Naruto y, por el brillo que adquirieron sus ojos, Sakura descubrió que estaba leyéndole el pensamiento. Otra vez.
Él se inclinó hacia delante hasta que sus mejillas se tocaron y su cálido aliento le rozó el cuello, abrasándola.
–El nudismo nunca fue un problema para los antiguos griegos –le susurró al oído.
Los pezones de Sakura se endurecieron.
Muy lentamente, Naruto movió la mano y le alzó la barbilla. Sus ojos la atraparon; daba la sensación de querer sondear su mente en busca de algo. Antes de que ella pudiese reaccionar, bajó la cabeza y la besó.
Sakura gimió al sentir el roce de sus labios. Este beso era muy diferente al anterior. Era tierno. Dulce.
Y la hacía arder.
Naruto abandonó sus labios y dejó un reguero de abrasadores besos desde el mentón hasta el cuello, mientras su lengua le humedecía la piel con suaves caricias. Sakura colocó los brazos sobre sus hombros desnudos y apoyó todo su peso sobre él.
–Eres tan tentadora –susurró el rubio antes de trazar la curva de su oreja con la lengua–. Pero tengo trabajo que hacer, y tú odias todo lo que no sea humano. Y todo lo relacionado con el mundo paranormal. –Se alejó un poco y la miró apesadumbrado–. Es una lástima.
Desenganchó la toalla del brazalete y, echándosela sobre un hombro, comenzó a andar hacia la habitación. Sakura apretó los dientes al contemplar ese delicioso y magnífico trasero.
Con el cuerpo en llamas, recordó el pañal.
Tan pronto como pensó en él, Naruto abrió la puerta, le arrojó uno y cerró de nuevo.
El rubio se apoyó contra la puerta cerrada, luchando contra el ardiente deseo que lo atravesaba. Era una sensación voraz y traicionera que le hacía anhelar cosas que jamás podría tener. Cosas que sólo conseguirían acrecentar su sufrimiento. Y ya había sufrido el equivalente a diez mil vidas humanas.
Tenía que sacársela de la cabeza.
Pero mientras estaba allí plantado, la soledad de su existencia se posaba sobre él con saña.
«Muchacho, te dejas guiar por el corazón con demasiada frecuencia. Algún día te llevará a la ruina.»
Se encogió al recordar la advertencia de Minato, su padre. Ninguno de los dos sabía en aquel momento lo ciertas que acabarían siendo esas palabras.
Soy un Cazador Oscuro.
Tenía que aferrarse a la realidad. Era lo único que se interponía entre Sakura y lo que sería su aniquilación.
Madara estaba ahí fuera y él debía detenerlo.
Pero lo que en realidad deseaba hacer, era bajar las escaleras, alzar a Sakura entre sus brazos y llevarla hasta su casa donde pasaría la noche entera explorando cada centímetro de su cuerpo con los labios, con las manos. Con la lengua.
–Soy un imbécil –masculló mientras se obligaba a ponerse la ropa que Neji le había prestado.
No volvería a pensar en Sakura ni en el pasado. Tenía algo mucho más importante que hacer. Algo que no podía dejar de lado. Protegía a la gente. Y viviría y moriría protegiéndolos, lo que significaba que los deseos físicos que despertaba una mujer como Sakura estaban estrictamente prohibidos.
Unos minutos después, vestido con unos vaqueros de Neji y un jersey negro de cuello de pico, salió de la habitación con el abrigo de cuero sobre el hombro y bajó hasta el recibidor, donde lo esperaban Neji, Ten-Ten, Sakura y los niños.
Neji le ofreció una pequeña bolsa de papel.
–¡Vaya! –dijo Naruto al cogerla–, gracias papi. Te prometo que seré un buen chico y que me portaré bien con los otros niños.
Neji soltó una carcajada.
–Payaso.
–Es mejor que ser un hazmerreír. –Naruto mantuvo la compostura cuando miró a Sakura y sintió que el deseo lo abrasaba. ¿Qué tenía esa mujer que le resultaba imposible mirarla sin desear probar sus labios o sentir su cuerpo entre los brazos? Se aclaró la garganta antes de hablar–. Aseguraos de que se queda aquí hasta que amanezca. Los Daimons no podrán entrar sin una invitación.
–¿Y qué pasará mañana por la noche? –preguntó Ten-Ten.
–Madara estará muerto para entonces.
Neji asintió.
Naruto se dio la vuelta para marcharse, pero, antes de que llegar a la puerta, Sakura lo agarró del brazo con suavidad y lo detuvo.
–Gracias –le dijo.
Él inclinó la cabeza.
Márchate. Porque si no lo hacía, acabaría sucumbiendo a la exigente necesidad que sentía en su interior.
Apartó los ojos de Sakura y miró a Ten-Ten.
–Ha sido un placer conocerte, Ten-Ten.
–Lo mismo digo, general.
Antes de que pudiera moverse para acercarse a la puerta, Sakura volvió a sujetarlo y tiró de él hasta que quedó frente a ella y, sin saber muy bien lo que hacía, le dio un beso en la mejilla.
–Ten cuidado –le dijo en un susurro mientras se alejaba de él.
Petrificado, Naruto sólo atinó a parpadear. Pero lo que más lo conmovió fue la preocupación que vio en esos ojos de un verde jade; la preocupación que Sakura sentía en su corazón. No quería que le hicieran daño.
Madara está esperando.
Ese pensamiento pasó veloz por su mente. Tenía que marcharse.
Pero alejarse de Sakura era lo más difícil que había hecho jamás.
–Sé feliz, bombón –le deseó él.
–¿Bombón? –preguntó Sakura, ofendida.
Él sonrió.
–Después de lo de «chulo vestido de cuero», te debía una –le dijo dándole unas palmaditas en la mano antes de apartarla de su brazo–. Son casi las ocho, será mejor que llames a tu hermana.
Naruto le soltó las manos y, al instante, la echó en falta.
Intercambió una mirada con Neji. Ésta sería la última vez que se vieran y ambos lo sabían.
–Adiós, Adelphos. (nota: Adelphos = hermano)
–Adiós hermano –le contestó Neji.
Naruto se dio la vuelta, abrió la puerta y se dirigió en solitario hacia el coche. Una vez en el interior del vehículo, no pudo resistir la tentación de mirar atrás. Aunque no pudiera ver a Sakura, aún podía sentir su presencia al otro lado de la puerta, mirándolo.
Era incapaz de recordar la última vez que alguien se había entristecido al ver cómo se marchaba. Y tampoco recordaba haber sentido antes esa absurda necesidad de mantener a su lado a una mujer a cualquier precio.
saku_chan- Novato
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Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
ese narutin si que es perverso mira que leer los pensamientos cochanbroso de sakura jajaja[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] es geiallll, espero la continuacionnnnn, madara espero qye te mueras prontooo[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
bueno saludos y cuidense, Ja ne!![Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
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Hana-Sakura- Aprendiz
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perdida en el camino de la vida...
0
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Joder que buena estuvo la conti!
Como tienen ese deseo, seguro estaba bien bueno sin la toalla
Que suerte la de sakurita -///-
Espero la conti :3
Como tienen ese deseo, seguro estaba bien bueno sin la toalla
Que suerte la de sakurita -///-
Espero la conti :3
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
kyaaaa me encantooo encerio que si hay dios si sigues descriviendo a naruto asi me enamorare jjajaja.
suerte la de sakura .
muy buen capitulo espero el proximo te cuidas
suerte la de sakura .
muy buen capitulo espero el proximo te cuidas
harunoakatsuki- Sannin
- Mensajes : 878
Edad : 32
"¿Cordura? Para empezar, no recuerdo haber tenido nunca algo tan inútil…"
16850
Posesiones :
continuacion por favor siiiiiiiii
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Hola [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]PERDOOOOOOOOOOOON[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] lo siento estaba castiga y no había podido reportarme antes lo siento[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen].
Bueno no [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]BUENÍSIMO me encantaron estos cap[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]. demasiado geniales y Sakura si que tiene suerte[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]; pero pobre Naruto que se tiene que ir[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen].
Hay no me canso de leer tus fic me encatantaaaaaaaaaaaan.
La conti[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Me encanto el capitulo!!!!!!!!!!!
Que suerte que tubo Sakura!!!!!!!!!!!
Espero la conti!!!!!!!!![b]
Que suerte que tubo Sakura!!!!!!!!!!!
Espero la conti!!!!!!!!![b]
Rikara- Novato
- Mensajes : 42
Con mi naruto-kun
0
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
hola me fascina el fic tienes que continuarlo en el otro foro me dejasta con ganas de mas espero la contii [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Asuka-chan37- Novato
- Mensajes : 2
Edad : 25
Estoy en mi casita viendo anime
0
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Qué fic tan asdfagd, en especial para mí que amo los libros de Paranormal-Adulto-Romance (????), realmente gracias por publicarlo, me entra curiosidad por saber lo que pasará después, ojalá lo actualices pronto ;_; esperaré la conti con muchas ganas~
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Neee, y la conti? u.u
CONTI !!!
La necesitamos *-*
esta muy bueno el fic c:
Conti!
CONTI !!!
La necesitamos *-*
esta muy bueno el fic c:
Conti!
Just_love_narusaku- Novato
- Mensajes : 26
Edad : 27
Hogwarts *-*
0
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
Dios Mio esto esta Rebueno
Soy nueva lectora y Esta super buena y cachonda la historia....Me encanta!!!
Porfa continuala lo mas rapido Posible si no Muero
Adios y Besitos
Soy nueva lectora y Esta super buena y cachonda la historia....Me encanta!!!
Porfa continuala lo mas rapido Posible si no Muero
Adios y Besitos
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
todavia falta mucho para la parte donde me quede en el otro foro.. espero la conti
gonmax- Sannin
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Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
se estan perdiendo mucho los escritores de este foro T_T
gonmax- Sannin
- Mensajes : 780
Edad : 31
977
Posesiones :
Re: PLACERES NOCTURNOS [CAPÍTULO CUATRO. Segunda Parte: 17-01-13]
hay por dios esta re bueno apenas entre para ver que onda y me encontre con este ficn nuev jajaj esta chido sige asi yeah SUPER YEAK GENIAL GENIAL Y ESO QUE NO ME PARO AVER ASI NOMAS los fic casi ninguno me atrapa mu poco con este jaaay
yuni chan- Clan Suzaku
- Mensajes : 34
Edad : 32
<3 en una gran nube dreams*
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