Una proposición apasionada [+18] [T] Epilogo 05/10/12

-Gira aquí -Naruto señaló al camino de tierra que conducía al río de las nueces. Bajó la ventana e inspiró-. Solía venir aquí cuando quería estar a solas y pensar.

-Pensé que lo que hacías era traerte chicas.

Él sonrió al ver el rubor de sus mejillas.

-Ese fue un rumor que yo mismo lancé intencionadamente. Ya sabes, un hombre tiene que ganarse una reputación. Pero la verdad era que no tenía tiempo. Entre el trabajo en mi casa, los entrenamientos y las clases particulares que tú me dabas, apenas podía lavarme los dientes. Tú eres la primera mujer que he traído aquí.

-¿Jamás viniste con Hinata?

-No. No habría valorado el silencio.

La magia del lugar la conquistó en el momento en que llegaron junto al agua. El sol se reflejaba sobre la superficie dándole el aspecto de un río de oro.

-Este lugar apenas ha cambiado desde la última vez que vine a pescar con Iruka a hablar con él de la academia en Suna.

Nada más salir del coche, Naruto se quitó la corbata y la chaqueta. Luego sacó al pequeño Naoki de su asiento y, juntos, los tres se encaminaron a la orilla.

-¿Recuerdas aquella vez que me pillaste bañándome desnudo?

-Sí -dijo ella sonrojándose.

-¿Lo has hecho alguna vez?

-No.

El sonrió al oír su tono escandalizado.

-Si consiguiéramos que Naoki se durmiera, podríamos bañarnos.

-¡No! -su tono contradijo el modo en que miraba el agua.

Él le guiñó un ojo.

-Casi mejor. No he traído protección y no creo que pudiera estar desnudo y mojado junto a ti y no hacer nada.

Ella se mojó los labios con la punta de la lengua.

A menudo, durante los primeros años en Suna había pensado en qué habría ocurrido si aquel día hubiera salido del agua y la hubiera besado apasionadamente. Su amistad y el temor a sus hermanos le había impedido cometer una locura semejante.

Durante los primeros cursos en la universidad, la soledad le había hecho pensar mucho sobre su aldea. En Konoha había sido un pez grande al que se le había quedado pequeña la pecera. Pero en Suna se había convertido sólo en un muchacho más tratando de salir adelante.

En más de una ocasión se había planteado si no había intentado ir demasiado lejos. Quizás lo que debería haber hecho habría sido quedarse en su zona y haberse casado con una chica de por allí. Por eso, en más de una ocasión, había estado tentado de llamar a Sakura. Ella siempre había confiado en él, había creído que tenía lo que hacía falta para convertirse en el Hokage y no había querido decepcionarla, ni decepcionarse a sí mismo.

Algunos años después había conocido a Hinata. Ella no sólo había confiado en su capacidad de ser policía, sino que lo había empujado a ir más allá. Había querido que llegara a ser parte del escuadrón de Suna. Hinata se había convertido, en ciertos aspectos, en la sustituta de Sakura. Había sido la persona que lo animaba e impulsaba a hacer cosas. Naruto se había agarrado a la confianza de ella a pesar de sus propias dudas.

Antes de marcharse de su casa, el sueño de Naruto había sido haberle comprado aquel trozo de tierra al doctor y haber construido una casa a la orilla del río. Pero los sueños de Hinata de vivir en la ciudad y tener una gran oficina, una enorme casa y un increíble coche había sustituido a los suyos. No recordaba cuándo ni por qué había cambiado. En realidad, nada de eso le interesaba.
Naoki, ajeno a los pensamientos de su padre, se agitó alegremente en sus brazos.

-Papapapa...

Naruto miró la sonrisa confiada de su hijo y se enterneció. ¿Cómo podía haber pensado en algún momento en darlo en adopción? Una vez más, tenía algo que agradecerle a Sakura. Le había ayudado a acortar distancias con su hijo.

-Por lo que he oído hoy, han ocurrido algunas cosas interesantes durante mi ausencia. ¿Qué ha pasado en tu familia que indigna tanto a la señora Koharu?

Sakura se mordió el labio inferior. El sol se reflejaba con fiereza en los mechones de su pelo.

-Mi hermano Sasuke se escapó con la mujer del profesor de ciencias. Vivieron juntos durante dos años antes de que Karin obtuviera el divorcio. Luego Konoe, mi hermana, dejó la escuela en el último año y abandonó a su novio. El año pasado volvió con un bebé de otro en los brazos. Ahora vive con mis padres.

-Las viejas brujas como Koharu sólo existen para atormentar a los demás. ¿Por qué aguantas todos esos reproches y habladurías? ¿Por qué no te marchas de aquí, Sakura-chan?

Ella se cuadró de hombros.

-Quiero demostrarle a todo el mundo que los Haruno no son «un estorbo » y que somos capaces de llegar a algo. Y tú, ¿por qué huyes de aquí?

Una suave brisa agitó el vestido de Sakura y marcó las insinuantes curvas de su cuerpo. Naruto sintió un repentino calor. Pero aquél no era ni el lugar ni el momento de dar rienda su deseo.

Volvió a mirar el agua.

-Aquí jamás lograré ser nada más que el pequeño de los Uzumaki. No quiero vivir bajo la sombra de mis hermanos. Ya tuve bastante con la tutela y constante vigilancia de Shikamaru, Sasori y Deidara, como para soportar la atenta mirada de toda la comunidad.

El viento jugueteó con los mechones de Sakura, hasta que ella detuvo su vuelo errático con la mano.

-Sin duda la gente de por aquí es bastante entrometida, pero también te da su apoyo cuando lo necesitas. Somos como una familia.

-Yo ya tengo una familia.

Ella se aproximó a él y le puso la mano sobre el hombro.

-No, tú te has alejado demasiado de los tuyos, Naruto. Sólo has estado aquí tres veces desde que Jiraiya sufrió aquel accidente. Me resultaba realmente doloroso verte durante la fiesta de cumpleaños y lo mismo me ha ocurrido hoy en la parroquia. Te quedas al margen y observas, como si fueras un extraño.

Aquél fue un golpe directo y a Naruto le dolió. Se tensó y Naoki comenzó a protestar. Sakura le tendió los brazos y el bebé se lanzó a ellos. Ella lo arrulló cariñosamente.

Naruto se metió las manos en los bolsillos.

-A Hinata no le gustaba venir por aquí. Odiaba la aldea y no le agradaba mi familia.

-¿Por qué? Todos son estupendos y Sasori ha convertido la casa en un lugar maravilloso desde que lo adquirió.

-Kate tenía sueños de grandeza y los Uzumaki no estaban a la altura. Aunque Sasori sea millonario, pertenecemos a la clase obrera.

-Era una esnob.

Nunca lo había visto desde ese punto de vista, pero probablemente Sakura tuviera razón.

-Había nacido pobre y le obsesionaba no seguir siéndolo.

-Yo también nací pobre, pero no por ello quiero darle la espalda a los desfavorecidos. Yo no me avergüenzo de mi origen, Naruto. Estoy orgullosa de lo lejos que he llegado aun teniendo todo en mi contra -ella enroscó los dedos en torno a su mano-. Tú también deberías estarlo.

Él la estudió detenidamente. Sakura se había hecho más fuerte y segura con los años. La admiraba y la respetaba.

Ella lo miró pensativa.

-Si no le gustaba lo que eres, ¿por qué te eligió?

Buena pregunta. Se la había hecho en más de una ocasión.

-No sé la respuesta. Ni siquiera sé por qué me dejó.

-Te inquieta todavía no saberlo, ¿verdad?

Sakura lo conocía demasiado bien.

-Si no sé qué hice mal, no podré evitar volver a hacerlo.

-Quizás tú no hiciste nada mal. Tal vez fuera ella.

La respuesta lo sorprendió. La agarró de la cintura y le besó la sien.

-Siempre fuiste la mejor para mí, Sakura-chan. Ahora, vayámonos a casa y aprovechemos el tiempo que nos queda para nosotros.
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Sakura abrió la puerta el lunes por la noche antes incluso de que él pudiera llegar al porche.

-¡Tenemos que hacer algo!

Su tono exasperado y su tez pálida le indicaba que había tenido un mal día, tal vez incluso peor que el que Naruto había pasado en la estación.

Sintió una inmediata y urgente necesidad de tomarla en sus brazos y reconfortarla. Pero se contuvo. Lo último que necesitaba era acabar enamorándose de ella.

Le tendió los brazos a Naokia y éste respondió lanzándose hacia su padre.Naruto apretó a su hijo con ternura y miró a Sakura por encima de su suave mata de pelo.

-¿Qué ocurre?

Sakura cerró la puerta y comenzó a pasear de un lado a otro.

-Tu cuñada ha venido hoy a casa. Se ha traído a tus sobrinas y sobrinos y ha venido cargada de revistas de novias.

El parpadeó confuso. Sasori también había aparecido por la estación y había insistido en que fueran a comer algo juntos. El tema principal durante el almuerzo había sido la boda. Su hermano, no sólo se había ofrecido a ayudarlo a elegir el anillo adecuado, sino también a costear los gastos del susodicho anillo y la flamante boda.

-Los niños me han pedido llevar las arras. Ya me parecía complicado decepcionar a los adultos, pero hacérselo a los niños... -ella se detuvo en seco-. No puedo seguir con esta farsa. No puedo engañar a todo el mundo que quiero sólo para poder acostarme contigo. Quiero volver a ser tu niñera y tu casera sin más -dijo ella con determinación.

Él se quedó desconcertado.

-Pero eso es como cerrar el establo después de que todos los caballos se hayan escapado.

-Me da igual. Me siento como una hipócrita.

Estoy pidiendo al consejo que confíe en mí para obtener el puesto más importante y estoy mintiendo terriblemente al mismo tiempo. No puedo seguir así -repitió ella con la voz temblorosa.

-¿Crees de verdad que podemos poner fin a lo que hay entre nosotros así, sin más?

-Tenemos que hacerlo. Me ocuparé de Naoki mientras tú estés trabajando, pero el resto del tiempo tenemos que mantener las distancias. Sólo nos dejaremos ver juntos en público para mantener la mentira que hemos creado hasta que encontremos el modo de salir de ella.

A Naruto le pesaba perder el calor de Sakura en su cama, pero su determinación de poner un muro entre ellos era aún más dolorosa. Contaba con la amistad de Sakura para poder acomodarse a su nueva situación, necesitaba su punto de vista sobre las cosas. El se aproximó a ella con intención de tocarla, pero ella se apartó.

-Me siento mal, Naruto. Necesito recuperar mi dignidad y mis principios.

Su susurro desesperado le provocó un nudo en la garganta y se tensó.

Naoki se removió en sus brazos y él lo dejó en el suelo.

-Tiene que haber alguna alternativa.

-A veces no se pueden solucionar las cosas como quisiéramos. ¿Has hablado Tsunade-sama?

Aquélla había sido otra dificultad añadida a un día de por sí difícil.

-Le he dicho que estaba considerando la idea de quedarme, pero que no estaría cómodo ejerciendo sin haber pasado al menos un par de años más de prácticas.

-Al menos eso evitará que ponga en venta todos sus terrenos de inmediato.

-Lo dices como si tuviera previsto jubilarse ya.

-Es lo que más desea. Si no lo ha dejado todo es porque no encuentra un sustituto adecuado capaz de comprometerse a vivir en una zona rural como ésta.

-¿Sabes si quiere vender las tierras que tiene junto al río?

-Eso tendrás que preguntárselo a ella.

Tsunade le había prometido que le vendería la tierra cuando acabara la carrera. Pero no podía obligarlo a que mantuviera su palabra si no pensaba quedarse en el condado. Sin embargo, la idea de que todo aquello pasara a otras manos le dolía demasiado.
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-Mira, Naoki, ésta es Shizune -dijo Sakura al llegar a la recepción de la estación.

Shizune levantó la vista de los papeles que estaba leyendo.

-¡Cielo santo! ¡Es tan guapo como su padre!

-Naruto me ha pedido que viniera para que Tsunade-sama le haga revisión a Naoki de los nueve meses.

-¡Konohamaru! -Shizune llamó al adolescente que trabajaba media jornada en la clínica-. Avisa a Naruto de que Sakura y Naoki están aquí, por favor.

-Sí, señora. Hola, señorita Haruno.

-Hola, Konohamaru. ¿Qué tal tu nuevo trabajo? -el muchacho era uno de los que más se esforzaba pese a que procedía de una familia con pocos medios económicos.

-Muy bien. Naruto-niichan me está enseñando un montón de cosas. Gracias por recomendarme.

-De nada.

Konohamaru desapareció por el pasillo.

Sakura se sentó con Naoki en la sala de espera y recibió varias felicitaciones por su compromiso de todas las personas que allí había. Cuando Naruto salió acompañando a Yamato, ya estaba desesperada de tanto responder a preguntas sobre la boda. Aquella mentira había cobrado vida por sí misma y cada día le crecía otro tentáculo.

Centró su vista en Naruto y se quedó sin respiración. Se suponía que ya no debía desearlo, pero la sola visión de aquel hombre le provocaba taquicardias.

Naruto habló suavemente con el capitán del escuadrón antes de acompañarlo hasta la puerta. Luego, se encaminó hacia Naoki y Sakura con una cálida sonrisa. Se acercó a su hijo, lo tomó en brazos y le besó la cabeza. Después, posó los labios sobre los de Sakura. Ella trató de apartarse.

-Te recuerdo que tenemos público -le susurró.

Ella se aclaró la garganta y trató de ignorar el nudo que se le había puesto en el estómago.

Naruto continuó como si nada ocurriera.

-Gracias por traerlo. Oba-chan miró el historial de Naoki y se dio cuenta de que le faltan algunas vacunas. Y se ofreció a darte instrucciones para que tu lo hicieras, ya que pronto vas a estar a cargo del hospital.

Sakura lo siguió por el pasillo hasta la consulta.

Una vez allí, desvistieron a Naoki entre los dos, sin poder evitar roces de manos y hombros. Con cada tacto, a Sakura se le encogía el corazón.

¿Por qué resultaba tan difícil hacer lo correcto?

Sakura pesó y midió a Naoki, y luego lo auscultó. Le revisó el oído y le palpó el estómago, lo que el pequeño recibió entre risas.

Naruto nunca la había visto en acción, y le sorprendieron gratamente su paciencia y eficacia.

Un extraño silencio se creó mientras le inspeccionaba la garganta. Luego, se quitó el estetoscopio y se lo coloco sobre una mesa.

Una vez que alzó la vista y la miró preocupado.

-¿Cómo estás?

Habían pasado tres duros y silenciosos días desde que ella había impuesto distancia. Sólo habían intercambiado unas pocas palabras en aquel tiempo y la frialdad de la situación resultaba sin duda dolorosa.

-Estoy bien.

Él la miró fijamente y ella se estremeció.

-He visto una caja de analgésicos esta mañana en tu cocina cuando te dejé a Naoki.

Ella se ruborizó. Había crecido con cuatro hermanos y sin poder guardar muchos secretos. Pero jamás había hablado de su ciclo menstrual con ellos.

-Estoy bien.

-Sakura...

-Tengo dolores menstruales, eso es todo -dijo ella, incrédula ante su propia osadía. ¿De verdad le había dicho aquello sin más?

-¿Te has hecho una revisión? ¿Te has asegurado de que no es nada? Yo podría decirle a Oba-chan que te examine ahorita...

-No, gracias.

La idea de que la examinaran con el ahí le provocaba sensaciones contradictorias.

Lo echaba de menos y no sólo como amante, sino como amigo. Le faltaban aquellas conversaciones que tenían después de cenar, al final del día. Le faltaban sus caricias, su olor, su sabor...

¡Cielo santo! Se estaba enamorando de nuevo.

-Has considerado tomar...

-Naruto, tengo una ginecóloga. Ella me controla.

-¿Ella? ¿No te ve la vieja Tsunade?

-No. Voy a otra aldea.

Se hizo una vez más un silencio tenso. El segundero del reloj resonaba con fuerza en la habitación. Naruto se tensó. Tenía un nudo en el estómago. ¿Qué le pasaba a la vieja? ¿Por qué no aparecía?

Cada vez que miraba a Sakura notaba un fuerte dolor en el pecho, así que decidió ponerse a jugar con Naoki. La echaba de menos. Se había pasado los tres días pensando en ella, sin poder concentrarse en lo que hacía. Sentía que aquella situación estaba afectando incluso a su rendimiento profesional.

No recordaba que sus sentimientos por Hinata hubieran interferido jamás en su trabajo de aquel modo.

Desconcertado por el descubrimiento, se encaminó hacia la puerta.

-Iré a ver qué le ocurre Oba-chan.

Nada más abrir, se encontró a Tsunade a punto de entrar.

-Ya estoy aquí.

Saludó a Sakura y se puso a examinar a Naoki. Durante todo el proceso fue explicando paso a paso lo que hacía. Pero Sakura no parecía capaz de centrar su atención. Naruto veía los semicírculos oscuros que ensombrecían sus ojos, la palidez de su tez y la tensión de sus labios. Su aspecto le decía más de lo que ella creía

Tsunade terminó de examinar a Naoki.

-Es hora de que le pongas la vacuna. Te habrás dado cuenta de que me la he guardado en el bolsillo para mantenerla caliente.

Sakura se tensó. Había puesto cientos de inyecciones antes, pero nunca a un bebe.

-No estoy muy acostumbrada a trabajar con niños. ¿No sería mejor que se la pusiera usted?

-No -dijo Tsunade con firmeza y sin argumentación.

Se apartó de ella, se cruzó de brazos y se limitó a observar.

Comenzaron a temblarle las manos en cuanto agarró la jeringuilla. ¿Qué le pasaba? Sólo se trataba de una vacuna. ¿Qué clase de médico sería si permitía que las emociones se interpusieran de aquel modo?

Apretó los dientes y se obligó a sí misma a continuar con la tarea.

Limpió la zona de inoculación con un algodón empapado en alcohol y, finalmente, insertó la aguja.

Naoki se puso a llorar inmediatamente y Sakura se sintió agonizar. La sensación creció al ver que el pequeño le echaba los brazos a Naruto en busca de consuelo.

Sakura observaba la escena desconcertada y temblorosa.

Durante un momento, había perdido su profesionalidad.

Tsuande le puso una mano sobre el hombro.

-Lección uno: ser médico no es fácil. Ese pequeño pinchazo no es nada comparado con lo que tendrás que hacer en momentos más duros. Cuando tengas que darle un punto o enmendarle un hueso roto, aún será más complicado. Prepárate, Sakura. Lo mismo te ocurrirá cuando se trate de Naruto. A veces el amor duele, pero, a pesar de todo, no hay nada mejor que querer a otros y preocuparse por ellos.

Un sabor amargo le vino a la boca a Naruto. No podía pensar en hacer daño a Sakura, pero eso sería inevitable. Tendría que sufrir el peso de las habladurías cuando él se marchara.

-Dale algún analgésico si lo necesita. Cuando hayáis vestido al niño, venid a recepción para que os rellene la cartilla de vacunación.

Dicho aquello, Tsunade salió de la consulta. Sakura se pasó la mano temblorosa por la cara y se sujetó en el lavabo. Inspiró con fuerza.

-¿Estás bien? -Naruto le tocó la espalda.

-Sí -dijo él mientras se lavaba las manos. Al volverse vio en la mirada de Naruto una comprensión que casi le resultó dolorosa. Tomó la pequeña mano de Naoki.

-Lo siento, pequeño.

El niño le tendió los brazos y ella lo agarró, abrazándolo con fuerza.

-Lo quiero mucho -dijo ella en un tono casi sorprendido. Naruto sonrió.

-Lo sé. Se nota.

-¿Cómo puedo quererlo tanto? Si sólo hace tres semanas que lo conozco.

Él se encogió de hombros.

-El amor no sigue regla alguna. Es algo que sucede y ya está.

Y después de haber escuchado lo que el mismo había dicho, se quedó pensativo. Lo que había aprendido de Hinata era que el amor era algo costoso y difícil de conseguir y mantener.

-Vamos a vestirlo y salgamos de aquí.

Naoki no permitió que lo pusieran de nuevo sobre la camilla. Naruto tuvo que sujetarlo mientras Sakura lo vestía.

Una vez que estuvo listo, le pasó el niño a Naruto y escribió los datos de la revisión que había hecho en una ficha.

Luego se encaminó hacia la puerta, pero Naruto lo detuvo posándole la mano en el brazo.

-Sakura, eres un buen médico.

La sinceridad de su mirada le hizo creer en lo que decía.

-Pues te aseguro que en este momento no me siento como tal.

Él se aproximó aún más y la abrazó.

-La preocupación por los demás es lo que te hace buena en tu trabajo.

Se preocupaba por Sakura, probablemente más de lo que debía teniendo en cuenta que se marchaba en cuestión de dos meses. Naruto saboreó su aroma suave a cereza y se deleitó con su calor.

Sus pensamientos se perdieron en la sensualidad de su tacto, pero reprimió su respuesta.

Finalmente, salieron de la consulta y se encaminaron a recepción.

-¡Sorpresa! -un grito grupal sobresaltó el ya frágil corazón de Sakura.

Su familia, la de Naruto, Ino, Sai y algunos vecinos sonreían complacidos.

Sakura se llevó la mano al bajo vientre, sintiendo un repentino pinchazo. Mientras ellos estaban dentro, alguien había transformado la recepción en una fiesta de compromiso. ¡Aquello era una pesadilla! Había campanitas de papel colgando por todas partes, globos y una mesa con refrescos y comida.

Naruto se acercó a ella lo suficiente para poder susurrarle al oído:

-Sonríe.

-No deberías haber...

-Yo no he hecho nada. Esta es una sorpresa para mí también.

Uno a uno, todos los recién llegados fueron saludándolos, besándolos y dándoles la enhorabuena.

Las dos sobrinas gemelas de Naruto se acercaron.

-Tía Sakura, ya hemos encontrado los vestidos perfectos para llevar las arras.

¿Tía Sakura? Ya daban por hecho que la boda era una realidad. Miho sacó una página con la foto del vestido en cuestión. Se les iba a partir el corazón a las dos por la estupidez de una mala mentira.

-Es un vestido precioso, Miho -su voz sonó quebrada.

-Mamá dice que si conseguimos un traje para Naoki, podemos llevarlo con nosotras. Decoraremos el cochecito con flores.

Sakura asintió con un movimiento mecánico y trató de relajar la mandíbula. Si seguía apretando los dientes acabaría partiéndoselos.

Naruto se encargó de despedir a las niñas, sin que ello evitara que el resto de familiares y amigos siguiera acercándose.

Cuando su amiga Ino llegó ante ella con una amplia y estúpida sonrisa en su rostro, Sakura sintió ganas de gritar su frustración. Había mentido y estaba pagando por ello.

No podía permitir que aquello siguiera adelante. Estaba dispuesta a confesar antes de que la farsa consumiera el dinero y las emociones de todos sus allegados.

-Ino, Naruto y yo nos hemos apresurado un poco en esta decisión...

-¿Apresurado? -la interrumpió Ino con una carcajada-. ¿Estás de broma? Pero si has estado enamorada de Naruto desde el instituto.

-----------------------Fin del Capitulo 8-------------------------

Sakura sintió un repentino mareo y se ruborizó, humillada por la espontánea declaración de Ino.

Naruto se rió al son de los demás, pero su carcajada sonó forzada. Podía notar sus ojos sobre ella, pero no se atrevía mirarlo.

Trató de encontrar una respuesta que inteligentemente desmintiera la afirmación de su amiga, pero ésta continuó con sus impertinentes comentarios, sin darle tregua.

-Así que, ¿por qué no os casáis este mismo verano en lugar de esperar al invierno? Sé que los dos estáis ansiosos por celebrar vuestro amor -Ino alzó las cejas y guiñó un ojo.

A Sakura se le puso el estómago en la garganta.

-No creo que sea buena idea. Naruto y yo necesitamos tiempo para conocernos un poco más y estar seguros de que la relación va a funcionar.

Ino se inclinó sobre ella con un gesto cómplice.

-Créeme, si el calor que hacía el otro día en vuestra cocina es indicativo de algo, te aseguro que va a funcionar.

A Sakura le temblaron los labios. ¿Qué podía responder? Nada.

-Ven a cortar el pastel, hija -dijo la madre de la pelirosa.

Feliz de poder escapar al acoso de Ino, se dirigió hacia la mesa. Su hermana agarró a Naoki y Naruto fue empujado a compartir el cuchillo que Sakura ya tenía en la mano.

Juntos, posaron tensamente para los flashes, de todas las cámaras allí congregadas.

Una vez dado el primer corte, Sakura trató de escabullirse para poder estar un rato a solas, pero Naruto la acorraló en una esquina.

-Sakura-chan, sobre lo que ha dicho Ino...

Se sintió aún más humillada si cabía.

-Me gustabas cuando estábamos en el instituto, pero eso es todo.

Naruto pareció relajarse.

-No lo sabía.

-Me di cuenta de ello el día del baile -dijo ella, atreviéndose a mirarlo a los ojos y sorprendiéndose de su expresión de compresión.

-Podrías explicarme qué fue lo que pasó en aquel famoso baile. Estabas tan contenta y, de pronto, cambiaste de actitud.

Ella recordaba perfectamente lo sucedido aquel día. Desde el interior del servicio de chicas, había oído los comentarios de los amigos de Sasuke que se congregaban fuera. Hablaban de lo necio que resultaba que Naruto fingiera estar divirtiéndose con una chica como ella. Más tarde su hermano había admitido haber convencido al rubio para que acompañara a su solitaria hermana.

Ella se tragó el nudo que tenía en la garganta antes de hablar.

-Me molestó mucho descubrir que habías salido conmigo por pena.

-¿Por pena?

-Me pediste que fuera contigo sólo porque nadie más quería hacerlo.

-¡Eso no es cierto! Estaba muy agradecido por todo lo que habías hecho por mí y me ofrecí a llevarte.

Ella necesitaba desesperadamente creerlo, así que no cuestionó sus palabras.

El tomó su rostro entre las manos.

-Te echo de menos —le dijo.

-Yo también -respondió ella.

-¿Podríamos cenar juntos?

-No... bueno, sí... no sé -ella negó con la cabeza y se llevó las manos a la sien-. No he cambiado de opinión respecto a lo que te dije hace unos días. No puedo mantener una mentira sólo para...

-Una cena, Sakura-chan, eso es todo lo que te pido -le dijo, y la besó suavemente en los labios-. Tenemos que tramar un plan para salir de este enredo.

-De acuerdo. Cenaremos, pero nada más.

Cenarían juntos, pero sin dejar que la pasión enturbiara la razón. Hablarían de cómo solucionar aquel complicado asunto haciendo el menor daño posible a sus familias y luego Naruto se iría a su habitación solo.

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Sakura abrió la puerta de la cocina y dejó las bolsas de comida en el suelo.

Buscó un analgésico y se lo tomó rápidamente, con la esperanza de que aplacara su malestar físico antes de que Naoki y Naruto aparecieran en escena.

Pero no hubo suerte. Arrugó el ceño al oír que la puerta principal se abría.

-¿Sakura-chan?

-Estoy en la cocina.

Lo oyó encaminarse hacia allí, y pronto apareció con unas bolsas en la mano. Eran del restaurante favorito de Sakura. El olor a pollo le hizo la boca agua.

-He traído la cena para que no tengas que preparar nada. Ven.

La tomó de la mano y la llevó al salón. Naoki estaba en su manta, jugando muy entretenido. La invitó a sentarse en el sofá, donde había puesto una manta eléctrica.

-¿Y eso?

-Lo he comprado de camino a casa. Será mejor que te tumbes.

-Tengo que meter la compra en la nevera.

-Yo lo haré -tomó su rostro entre las manos y la miró con verdadera preocupación-. No me agrada verte sufrir.

Ino tenía razón. Lo había amado y seguía amándolo. Probablemente, jamás había dejado de quererlo.

Antes de que ella pudiera decir nada, la llevó hasta el sofá.

-Túmbate hacia abajo, para que el calor te reconforte.

Sin protestar hizo lo que le decía.

-Volveré enseguida.

Amaba a Naruto Uzmaki, y el iba a abandonarla otra vez. ¿Cómo iba a sobrevivir a aquello? Apoyó la cabeza en un brazo. ¿Por qué había permitido que tanto él como su hijo se ganaran por completo su corazón? Había sido una necia al pensar que podría tener con él sólo un idilio de verano y que el adiós no iba a costarle nada.

Naoki se aproximó gateando al sofá, se levantó y le dio uno de sus toscos besos de bebé.

-Mamamama...

Casi se le parte en dos el corazón. Tomó su rostro entre las manos y lo besó, mientras trataba de contener las lágrimas.

Adoraba tanto a Naruto como a su pequeño Naoki.

El llanto no se hizo esperar. Las pequeñas perlas de agua comenzaron a deslizarse por su mejillas.

Se limpió el rostro y, al alzar la mirada, vio a Naruto de pie delante de ella. Su mirada solemne la conmovió.

-Naoki no quería decir... -trató de justificarlo ella.

-No pasa nada, Sakura-chan. Después de todo, tú eres lo más próximo a una madre que tiene ahora mismo. No recuerda a Hinata.

Atravesó la sala, tomó a Naoki en brazos y lo puso en su trona.

-¿Crees que podemos darle de cenar aquí sin que destroce por completo el suelo de madera o me lo llevo a la cocina?

Sabiendo el poco tiempo que les quedaba juntos, no podía desaprovechar ni un segundo.

-Puede cenar aquí.

-Bien, traeré las cosas.

Naruto pronto apareció con una bandeja repleta de sus platos favoritos. Después de darle su ración al pequeño Naoki, sirvió el plato de Sakura y el suyo y se encaminó al sofá a sentarse junto a ella.

-¿Cómo sabías cuál era mi comida preferida? -le preguntó ella tras deleitarse con un riquísimo pollo a la barbacoa.

-Me lo ha dicho el muchacho que servía. Es alumno tuyo. El cotilleo también tiene sus beneficios. La verdad es que aquí todos se preocupan por los demás.

-Ya te lo había dicho yo -respondió Sakura. Él la miró fijamente durante unos segundo, luego sonrió y se fue acercando lentamente, hasta besarla en los labios.

Sakura se estremeció, y se apartó rápidamente.

-Naruto, no.

El volvió a observarla sin pronunciar palabra, hasta que finalmente dijo:

-Hagámoslo.

-¿Que hagamos qué?

-Casarnos.

Ella tragó saliva.

-¿Qué?

-No podemos librarnos de este compromiso sin hacerle mucho daño a todo el mundo. ¿Por qué no nos casamos?

Ella se llevó la mano al pecho.

-Tú no me amas, Naruto.

El le acarició la mejilla.

-Pero confío en ti más que en nadie en este mundo y me gustas mucho, Sakura-chan. Hacemos una buena pareja.

-Eso no es suficiente.

-Podríamos hacer que funcionara. Vente conmigo. Hay docenas de Hospitales en Suna. Podrías conseguir un trabajo allí o quedarte en casa con Naoki.

Durante años había deseado secretamente que aquel hombre le hiciera aquella propuesta. Pero aquéllas no eran las condiciones que ella había imaginado.

-Naruto, yo no quiero dejar mi trabajo, abandonar a mi familia e irme a Sunagakure y tú no quieres quedarte aquí.

-Podríamos regresar en cuanto acabara mi especialización.

-No puedo, mi familia me necesita.

-Pero, ¿qué vas a hacer cuando Naoki y yo nos vayamos y el compromiso se rompa? ¿Podrás soportar las habladurías?

Ella se sintió profundamente indignada. ¿Una vez más Naruto le hacía una propuesta compasiva? Se tensó.

-Sé que te vendría muy bien tener a alguien que se ocupara de Naoki, pero, ¿y mis planes de futuro?

-Podrías solicitar un puesto de directora en algún hospital de Suna.

-Necesito hacerlo aquí, Naruto.

El se frotó la nuca.

-Sé que tendríamos una buena vida juntos, Sakura-chan.

Sakura negó con la cabeza. Se respetaba demasiado a sí misma como para aceptar un matrimonio de conveniencia.

Había aprendido de sus padres que el amor era lo único que hacía funcionar un matrimonio. Ellos habían sido un buen ejemplo. Si habían podido superar una vida llena de avalares había sido por los profundos sentimientos que compartían.

-Si alguna vez me caso, lo haré por amor.

El silencio de Naruto fue explícito.

Ella apiló los platos en la bandeja y se levantó.

-Gracias por la cena. Hasta mañana.

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Aunque Naruto hubiera podido dejar de pensar en Sakura durante los siguientes cinco días, sus compañeros se habrían encargado de recordársela.

Recibía constantes informes sobre todas las actividades que Sakura y su hijo hacían lo que, en cierto modo, era útil, pues ella se negaba a hablar con él. Cuando llegaba a casa, se limitaba a entregarle al bebé y le cerraba la puerta sin más.

Hacía un par de días, Naruto se había enterado de que al final de la semana Sakura sabría si había sido elegida para el cargo de directora del hospital.

También había oído que su hijo había ido a unas cuantas fiestas de cumpleaños. La comunidad lo había acogido con los brazos abiertos. A él también.

Las personas confiaban en él ciegamente y le contaban su vida sin pudor alguno.

En la última reunión, la octogenaria señora Natsuki, había descubierto que el mal que la aquejaba no era enfermedad alguna sino un grave problema de soledad. Él le sugirió que pasara a charlar con la odiosa señora Koharu y le contara a la envidiosa mujer todo sobre el nuevo injerto de rosas que había hecho.

Naruto guardo sus cosas y se pasó la mano por el pelo.

Tsunade lo miró sonriente.

-Me preguntaba cuánto tiempo tardarías en darte cuenta de que era lo que le pasaba.

-Debería haberlo averiguado antes.

-Si le hubieras preguntado a Sakura, lo habrías sabido. Te habría contado que la señora Natsuki perdió a su hijo el año pasado y a su marido hace dos. Sólo necesitaba alguien con quien hablar y tú acababas de llegar.

Naruto se pasó el dedo por el cuello de la camisa.

-Ya.

La Hokage lo observó en silencio.

-¿Vais a poder superar la crisis?

Naruto la miró sorprendido. Aquella mujer intuitiva había adivinado que Sakura y él tenían problemas.

-No estoy seguro.

-¿Sigues empeñado en ser parte del escuadrón de Suna?

Consciente del peso de la pregunta, se tomó su tiempo para responder.

-Todavía no he llegado a donde quería llegar.

-Tiempos atrás tus objetivos eran muy diferentes. Quizás deberías recapacitar y plantearte qué es lo que te ha hecho cambiar -Tsunade se encaminó hacia la puerta de la estación-. Al anochecer voy a ir a tomar algo. ¿Quieres venirte?

-Sakua-chan y Naoki me están esperando.

-Hoy es el tercer jueves del mes. Todos los Haruno se reúnen con sus padres y comen en casa de Yui.

Sakura no le había dicho nada.

-Gracias, pero, de todos modos, prefiero irme a casa.

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Cuando llegó a casa, comprobó que Tsunade tenía razón. Estaba vacía. Encontró una nota de Sakura y, a su lado, una carta urgente procedente de Suna. Rápidamente, reconoció la letra de uno de sus compañeros de habitación. El corazón se le aceleró y la boca se le secó. Abrió el sobre con manos temblorosas. Leyó la carta dos veces y, finalmente, se dejó caer sobre una silla.

El Capitan del escuadrón tenía una inesperada plaza en su equipo ahora. Si Naruto quería aceptarla, tendría que avisar inmediatamente.

¿Realmente quería marcharse? ¡Por supuesto! Entrar a formar parte del equipo de Gaara le permitiría entrenar con ellos, un año antes de lo previsto. Pero, ¿y Naoki?

¿Cuánto tiempo tardaría en encontrar un apartamento y alguien que se ocupara del pequeño? No podía dejar a su hijo en cualquier parte.

¿Y Sakura? ¿Consideraría la posibilidad de irse con él? La idea de marcharse sin ella le resultaba tremendamente dolorosa.

Pero, si ella no lo acompañaba, ¿cómo iban a acabar con aquel engañoso compromiso sin causarle más dolor y vergüenza?

Agarró las llaves del coche y salió.

No tenía ni idea de dónde vivía la hermana de Sakura, pero sabía que sólo era cuestión de preguntar al primer viandante que se cruzara.

Su teoría resultó ser cierta y veinte minutos más tarde ya había aparcado frente a la casa de Yui.

Siguió el olor de la carne a la barbacoa y el sonido de voces y se encaminó hacia la parte trasera de la casa.

Naoki estaba en una piscina de plástico, chapoteando en el agua con otro par de niños. Sakura lo vigilaba desde su silla completamente relajada, hasta que lo vio a él.

Ella se volvió hacia su hermana, que estaba sentada al otro lado de la pequeña piscina, y le dijo algo. Luego se levantó lentamente.

Nunca antes la había visto en bañador y estaba preciosa. Con aquel atuendo podía apreciar sus piernas eternamente largas, sus senos turgentes y su cintura estrecha. El corazón se le aceleró a Naruto.

Ella se detuvo al otro lado de la verja.

-¿Has encontrado la carta que había junto a mi nota?

-Sí, y yo... -no podía encontrar las palabras para decirle que se marchaba.

-¿Era importante? -lo incitó a hablar.

-Gaara tiene una plaza vacante en su equipo.

Ella notó presión en el pecho e inspiró lentamente.

-Eso significa que tendrás que marcharte cuanto antes para organizarlo todo.

-Sí -dijo él con dificultad-. Podemos decirle a todo el mundo que regresaré dentro de tres meses y luego.... -se le formó un nudo en la garganta. Y se pasó la mano nerviosamente por el pelo.

-Quizás deberíamos decir la verdad -dijo Sakura mirándolo con solemnidad. El hizo una mueca.

-No, Sakura-chan, no hagas eso. Sabes perfectamente qué sucedería.

Ella levantó la barbilla con orgullo.

-Sí, lo sé. Pero tengo veintiocho años y no creo que tengan derecho alguno a culparme por tratar de ser un poco feliz.

-Vente conmigo.

Ella esbozó una sonrisa cargada de dolor.

-No puedo. Quiero terminar aquí lo que he empezado.

-Mamama -Naoki la llamó desde la piscina y un intenso pesar tiñó su mirada.

-Tengo que volver con Naoki -abrió la puerta y lo invitó a entrar-. ¿Por qué no cenas con nosotros? -él dudó-. Por favor -insistió ella.

Naruto permitió que ella lo condujera hasta su familia, sabiendo que aquélla sería la última vez que lo acogerían amigablemente.

Durante las siguientes horas, lo trataron como si llevara años siendo parte del clan Haruno. Siempre había habido entre sus miembros una camaradería y calidez envidiables.

Se sentía como un traidor.

Los hermanos de Sakura acabaron convenciéndolo de que jugara al voleibol con ellos, mientras el resto de la familia mimaba a Naoki. No quedaba ya nada del niño desorientado e infeliz que había sido durante las primeras semanas después de perder a su madre. Tenía que agradecérselo a Sakura. La buscó con la mirada. Estaba sentada en el césped junto a su hermana y su sobrino. Su rostro estaba apagado, entristecido y melancólico.

Su breve relación con ella había acabado y la pérdida le provocaba un profundo pesar.

Perder a Hinata no le había dolido tanto. ¿Acaso no había amado realmente a Hinata, sólo la había querido porque lo hacía sentir competente?

Sentada en la mecedora del porche de Yui, la pelirosa acunaba al pequeño Naoki mientras le daba el biberón. Las risas y voces de su familia llenaban la cálida noche. Así era la vida que ella siempre había imaginado.

Su madre se sentó en la mecedora que había a su lado.

-¿Necesitas hablar?

No sabía qué sexto sentido informaba a su madre, pero Yumi siempre había sido capaz de captar los sentimientos de sus hijos sin necesidad de que dijeran nada.

Sakura se tragó el nudo que le apretaba la garganta.

-Naruto se marcha.

Su madre le posó la mano sobre el brazo.

-Lo siento.

-Yo también.

-Podrías irte con él.

-No. Me necesitáis aquí.

-Sakura, me partirá el corazón verte marchar al otro extremo del país, pero me hará mucho más daño que te quedes sufriendo aquí. Nos las hemos arreglado sin tu ayuda económica antes, lo sabes. Podemos volver a hacerlo. A veces es necesario pensar en uno mismo.

-Sé que debo quedarme aquí. No quiero que tengas que volver a trabajar. Tus rodillas no aguantarían que tuvieras que estar de pie todo el día en la cafetería. Además, si Konoe puede volver a la universidad, tendrás que ocuparte de sus niños.

Su madre miró a sus hijos y nietos.

-Estoy orgullosa de todos vosotros. Empezamos con muy poco, pero todos os habéis ido construyendo una vida mejor —la mujer hizo una breve pausa y, mirando a su hija llena de amor, volvió al tema de Naruto-. Cariño, lo dejaste escapar la primera vez porque no tuviste más remedio. Pero ahora puedes elegir.

-Mamá, adoro mi trabajo y este pueblo. La comunidad entera me ha ayudado a llegar a donde estoy y quiero devolver ese favor con mi trabajo.

Su madre le tomó la mano.

-La generosidad es algo maravilloso. Pero asegúrate de que no te cueste más de lo que debas dar.

---------------------------------Fin del Capitulo 9----------------------

Naruto levantó la vista y vio que los hermanos Haruno acababan de aparcar y descendían de sus vehículos.

Ya se había imaginado que irían a darle una paliza en cuanto se enteraran de que iba a abandonar a su hermana. Probablemente, se dejaría.

-Hola -dijo Sasuke-. Sakura nos ha dicho que quizás necesites ayuda.

Bueno, debía haberles contado que volvería a por ella.

-Sí, por qué no.

Durante una hora los cinco bajaron cajas desde el apartamento de Naruto y cargaron el trailer que había alquilado para el traslado.

-Gracias. Lo único que queda ya es la cuna de Naoki, pero preferiría que se despertara solo.

Sasuke se aproximó a él y le estrechó la mano.

-Siento mucho que la cosa no haya llegado a funcionar entre mi hermana y tú.

Sabían la verdad y, aún así, a pesar de todo, habían ido a ayudarlo. Los Haruno eran gente generosa incluso con quien no lo merecía.

-Yo también lo siento.

Sí, lo sentía de verdad... porque la amaba. Amaba a Sakura Haruno. El reconocimiento de sus sentimientos por ella iluminó su cabeza como una bengala. ¿Cómo no se había dado cuenta antes?

Su relación con Hinata no había sido sino un vano intento de reemplazar a Sakura. Buscaba en ella a la mujer que lo apoyaba y lo ayudaba a seguir hacia delante. Pero lo que había sentido por Hinata no era nada parecido a lo que sentía por Sakura. La amaba, la necesitaba y la deseaba.

Pero, ¿de qué le serviría amarla si vivía a kilómetros de ella?

En aquel instante oyó que su hijo se despertaba.

-Será mejor que vaya a por él.

-Naruto, me habría encantado que fueras mi cuñado. Pero en este momento me encantaría poder partirte la nariz por haber hecho daño a Sakura otra vez.

¿Otra vez? ¿Qué quería decir? ¿Acaso era cierto que ella había estado enamorada de él desde el instituto?

-¿Otra vez?

-Sí. Y si no sabes a qué me refiero, quizás sería conveniente que mi hermanita y tú tuvierais una charla antes de que te marches.

¿Le estaba diciendo que aún lo amaba? Pero, entonces, ¿por qué no se marchaba con él?

En aquel instante, el vehículo de la Hokage se aproximó hasta ellos. Pero no era Tsunade la que iba al volante, sino Konohamaru, el muchacho que trabajaba media jornada en la estación.

-¡Naruto! Es Tsunade-sama necesita su ayuda Creo que es grave.

Naoki volvió a llorar.

-¡Vete! -le dijo Sasuke-. Yo me ocuparé de Naoki. Seguro que reconoce a su tío Sasuke.

Confiando en que su amigo haría lo adecuado con el pequeño, abrió la puerta del coche.

-Déjame conducir a mí -le dijo a Konohamaru. Durante el trayecto Konohamaru le contó someramente que Tsunade había recibido una llamada, sobre un sospechoso de alto rango.

Al llegar, imaginó rápidamente lo sucedido. Sabía sobre quien era la llamada, solo el Hokage se podía encargar de esa situación, pero al parecer, el criminal era más fuerte de lo que se sabía.

-¿Qué ha ocurrido?

Tsunade estaba pálida y herida.

-Ha tomado el lugar, y tiene rehenes, en algún lugar de la parte de atrás del edificio.

Naruto hizo un chequeo básico de la situación.

-Hay que proteger a los rehenes a toda costa.

-¿Tienes un plan?

-No --dijo Naruto mientras seguía observando el lugar buscando alguna forma de entrar-. Vamos a necesitar refuerzos -miró a Shizune, la ayudante de la Hokage-. ¿Has llamado a algún escuadrón?

-Sí -le aseguró Shizune-. Vienen de camino.

-Bien - Tenía que idear un plan, y rápido; no podían poner en riesgo a los rehenes por mucho tiempo -. Shizune cuando el escuadrón llegue dale ordenes, de que trate de negociar con él criminal, tienen que mantenerlo distraído, manténganlo hablando aquí en frente, el escuadrón no tienen que preocuparse por nada más, el resto del trabajo lo hare yo. Una vez que lo tengan aquí, yo voy a entrar por la escalera de incendios de la parte de atrás, y sacare a los rehenes

-¿Vas a entrar tu solo, que pasa si tiene un cómplice?

-¿Tienes una idea mejor?

-No. La verdad es que no me sorprende, siempre has sido muy impredecible.

Tsunade había tomado al muchacho bajo su protección tal y como había hecho con él quince años atrás.

-¿Quién se encargara del puesto de Hokage mientras tu estás de baja?

-El consejo ya se encargara de poner a un sustituto. No te preocupes por eso.

-Pero Oba-chan, tu vas a estar inmóvil durante meses.

-Y tú estarás en Suna.

Amaba a Sakura y si ella lo correspondía, quizás, después de unos meses en Konoha, podrían volver juntos a Suna.

-Olvídese del sustituto. Me quedo.

-No dejes pasar tu oportunidad por mí, Naruto. Si no lo haces por ti mismo o por Sakura, no lo hagas.

-Me quedo por mí. Tengo intenciones de convencer a Sakura-chan para que se venga conmigo dentro de unos meses.

Tsunade sonrió.

-Si ella te convence a ti para que os quedéis, cumpliré mi promesa de venderte la tierra que está junto al río.

-Trato hecho.

En cuánto Shizune regresó con el escuadrón, Naruto ejecutó con rapidez y maestría la mision.

Cuando llegó la ambulancia, le dio a los enfermeros unas instrucciones antes de que la pusieran en la camilla.

-Iré justo detrás de la ambulancia, Oba-chan.

Konohamaru, que estaba a su lado, lo observaba admirado.

-Si usted ha nacido pobre y ha podido llegar a convertirse en un policía así, entonces yo también lo haré. Luego volveré a trabajar aquí con usted, como usted va a trabajar con Tsunade-sama.

Miró a Konohamaru y vio en sus ojos sus propios sueños de infancia reflejados. Se dio cuenta de que, al seguir los sueños de Hinata, había dado la espalda a los motivos verdaderos que lo habían impulsado a superar cinco años de universidad.

Su comunidad lo necesitaba y él los necesitaba a ellos.

Se quitó los guantes y le puso una mano sobre el hombro al entusiasta muchacho.

-Hace falta estudiar mucho y trabajar duro, pero estoy seguro de que podrás llegar a donde tú quieras, Konamaru. Yo haré lo que esté en mi mano para ayudarte.

Pensó en Sakura. Quizás ella era el mayor reto que se le había presentado en su vida, pero estaba dispuesto a alcanzarlo, costara lo que costara.

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Sakura dejó las llaves sobre la mesa y miró el trailer enganchado al coche de taylor.

La directiva del hospital le había propuesto el trabajo de directora y le había dado el fin de semana para que tomara una decisión.

Había luchado durante años para conseguir aquel puesto. El status y una seguridad económica eran dos cosas importantes en su vida.

Entonces, ¿por qué sentía aquel vacío interior? ¿Por qué no corría emocionada a contarle la noticia a toda su familia?

Porque tenía el corazón roto. No podía imaginarse su vida sin Naruto y Naoki.

Sin embargo, aquél era el mundo al que ella pertenecía. Naruto acabaría encontrando una esposa más adecuada.

La idea de que Naruto se casara con otra y de que esa otra concibiera a su hijo le removió las entrañas. Respiró profundamente, tratando de no pensar. Superaría aquello. Tenía que dejar que Naruto se marchara, porque era lo mejor.

Pero, antes de decirle adiós para siempre, necesitaba estar en sus brazos una última vez, para recuperar recuerdos que permanecieran con ella para siempre.

-¿Naruto?

Su voz resonó con eco. Subió las escaleras y entró en el apartamento. Las habitaciones estaban vacías y no había ni rastro de Naoki o Naruto. ¿Dónde estarían? Su coche estaba aparcado frente a su casa.

Bajó de nuevo y fue directa al contestador. La luz parpadeante le indicó que había varios mensajes. Diez fueron en total las narraciones que escuchó sobre el accidente de Tsunade en la mision y la actuación de Naruto. Finalmente escuchó un mensaje de su madre contándole que Sasuke le había dejado a Naoki.

Naoki la necesitaba. Iría a por él y luego le daría a Naruto un adiós que jamás pudiera olvidar.

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Su madre se había negado a entregarle a Naoki, alegando que le había prometido a Naruto encargarse de él. Sakura no había insistido, pues tenía planes para la despedida de Naruto. Se marchaba al día siguiente y era su última oportunidad.

Oyó el sonido de un coche y se asomó a la ventada por vigésima vez aquella tarde. Por fin, lo vio bajarse del vehículo de Tsunade y dirigirse hacia la casa.
Ella corrió a recibirlo a la puerta. Al abrir, se encontró con su expresión cansada y tensa.

-¿Cómo está Tsunade-sama?

El se detuvo en la entrada y no hizo amago alguno de entrar ni cuando ella se apartó para dejarle paso.

-Se pondrá bien. La cirugía ha sido un éxito.

Ella respiró profundamente

-Naruto...

-¿Has conseguido el trabajo?

-Sí.

-Vamos a dar un paseo en el coche -le sugirió él-. He tenido un día horroroso y me gustaría ir a ver la puesta de sol junto al río.

Ella asintió.

-Voy a por un suéter.

Durante el trayecto, la tensión consumía el aire de la pequeña cabina del coche. Naruto no pronunció palabra y ella tampoco.

Al llegar junto al río, él se bajó y rodeó el coche para ayudarla a salir. Le ofreció su mano y ella la aceptó gustosa.

-Naruto, yo...

El se apartó de ella y la dejó con el resto de la frase en la boca.

-He traído un manta y algo de comida. ¿Has cenado ya?

-No -la espera había sido tan tensa que no había tenido tiempo de pensar en comer.

Extendió la manta y luego regresó al coche a por la cesta de picnic. Sakura lo siguió de un lado a otro y, finalmente, se quedó de pie ante la manta sin saber bien qué hacer.

Naruto sacó varias velas.

-Si quieres puedes encenderlas y colocarlas en las esquinas de la manta para que los mosquitos no nos devoren.

Ella siguió sus instrucciones con dedos temblorosos, mientras él colocaba los platos.

-Sabes que tenía previsto marcharme mañana -dijo él mirándola fijamente. Ella se sentó a su lado.

-Sí. Yo quería...

El acalló su boca posando el dedo sobre sus labios.

-Querías hacer de ésta una noche inolvidable. Yo también.

La pasión que se leía en sus ojos logró deshacer el nudo que Sakura tenía en el estómago.

Se inclinó sobre ella y la besó suavemente. Luego abrió la cesta, sacó la comida y unos palillos.

-No sé comer con palillos -dijo ella.

-Entonces tendrás que dejarme que yo lo haga por ti.

Lenta y seductoramente, él fue alimentándola, reservándose algunas piezas para sí. Una vez que hubieron terminado, él le rogó que se tumbara a ver la puesta de sol a su lado.

-Dejaremos el postre para después.

-¿Después de qué?

El se giró hacia ella y deslizó suavemente la mano por debajo de su camisa. Comenzó a acariciar el vientre, calentando algo más que su piel.

-Hagamos el amor, Sakura-chan.

-¿Aquí?

El sol se acababa de poner y la luna aún no se dejaba ver. Sólo la suave luz de las velas manchaba de claridad la noche.

Su mano ascendió lentamente.

-Nadie nos ve.

Iba a ser su última noche. No podía decir que no. Tomó la mano de él y la llevó hasta su seno, respondiendo a su ruego con una acción.

Naruto le quitó el suéter y le desabrochó los botones con sensual lentitud, besando cada centímetro de piel que quedaba al descubierto. Se deleitó con sus senos hasta que ella comenzó a removerse inquieta. Le quitó la camisa y el sujetador y ella se ocupó de la camisa de él y de sus zapatos.

Naruto le desabrochó la cremallera del pantalón y deslizó su lengua por el interior de su ombligo.

Impaciente, ella buscó el botón de sus vaqueros y en cuestión de segundos lo despojó de toda su ropa. Finalmente, los dos cuerpos se encontraron desnudos sobre la manta.

-Sakura-chan-él gimió su nombre y ella sonrió. Hasta aquel momento, le había permitido a él que llevara las riendas cuando hacían el amor, pero aquella noche ella sería la guía.

Besó su piel cálida y comenzó a acariciarle el torso, descendiendo hasta su masculinidad. La atrapó entre sus labios y él gimió.

-¡Sakura-chan! Más despacio -dijo él en un susurro desesperado.

-No puedo.

-Entonces déjame que entre en ti antes de que sea demasiado tarde.

Ella se colocó sobre él y buscó un condón en el bolsillo del vaquero abandonado. Se lo puso con sensualidad y abrió las piernas para encontrarse con su deseada erección.

Lentamente comenzó a subir y a bajar, guiada por el inmenso placer de sentirlo en su interior.

La emoción eclosionó en su garganta y tomó forma de gemido.

Sus pelvis se unieron en un ritmo frenético que acabó por explotar en un clímax perfecto.

Sakura se dejó caer sobre su torso y juntos esperaron a que sus respiraciones recobraran su ritmo habitual. La rodeó con sus brazos haciendo que se sintiera segura y necesitada.

Lo amaba. Una vida entera disfrutando de él no le parecía suficiente y ningún precio era demasiado caro si se trataba de estar a su lado.

No podía dejarlo escapar.

-Cielo santo, ha sido extraordinario -dijo él con una carcajada.

Ella le besó la mandíbula y lo miró directamente a los ojos.

-Quiero irme contigo a Suna.

El la miró sorprendido.

-No.

Su seca negativa la avergonzó e hirió. Trató de apartarse de él, pero él la sujetó con fuerza.

-Se supone que tienes que pensar en ti misma. Venirte conmigo no es la mejor opción.

-Eso lo decido yo.

-No, no lo decides tú. Tenemos que decidirlo juntos. Somos un equipo -dijo él-. Soy yo el que no va a volver a Suna.

Ella se incorporó bruscamente.

-No puedes darle la espalda de ese modo a tus sueños, Naruto. Iré contigo y me encargaré de Naoki.

-He llamado a Gaara y he pedido que me retiraran de su programa esta misma tarde.

Ella lo miró desconcertada.

-¿Por qué?

- Tsunade no va a poder estar en el puesto de Hokage durante meses. Me necesita.

Ella sintió una profunda y patente decepción. Sus esperanzas de haber sido la causa de su decisión habían sido vanas.

-He llamado a la policía de Suna y les he pedido que aceleren el proceso de mi transferencia. Comprenden perfectamente la situación y me han prometido darse prisa en los trámites -él se incorporó y se sentó-. Pero hay otro motivo.

Acercó la cesta del picnic, sacó una pequeña caja y se la entregó a Sakura.

-Ábrela.

Con manos temblorosas, ella abrió la caja. Ante sus ojos apareció el más hermoso solitario de amatista que había visto nunca.

-Espero que el violeta siga siendo tu color favorito.

Incapaz de responder por la emoción, Sakura se llevó una mano a la boca mientras una lágrima recorría su mejilla.

Naruto la acarició suavemente.

-Sakura-chan, tenemos que estar juntos. Cásate conmigo y tengamos una gran familia aquí, en Konoha.

Ella no daba crédito a lo que estaba oyendo. El la besó suavemente en los labios.

-Te amo. Probablemente, siempre, te he amado. Aquí es donde siempre he querido estar.

-Pero querías llegar a parte de aquel escuadrón.

-No, yo no, era Hinata la que me convenció de que necesitaba una oficina bonita y pertenecer a aquel equipo. Yo no soy así.

-Pero amabas a Hinata.

-He tardado un tiempo en darme cuenta de que lo que me atraía de Hinata eran sus similitudes contigo. Pero ella no tenía tu corazón, tu capacidad de amar y de dar. No me hacía sentir bien siendo quien era. No apreciaba mi esfuerzo para llegar a donde he llegado -la tomó de la mano-. No era su voz la que escuchaba cuando estaba cansado o frustrado y tenía que seguir adelante. Era la tuya.

-Naruto, no tienes por qué decir todo eso, yo...

-No he terminado aún -limpió una lágrima de la blanca mejilla de Sakura-. Las cosas jamás habrían funcionado entre Hinata y yo, porque mi corazón ya te pertenecía. Creo que ella se dio cuenta de eso porque yo hablaba de ti constantemente.

-Pero te dio un hijo.

-Un niño magnífico, sí, y le estoy agradecido por ello.

-Yo también -dijo Sakura-. Espero que algún día tenga un hermanito o hermanita.

El sonrió complacido.

-¿Significa eso que aceptas mi proposición?

-Sí, acepto. .

El hundió los dedos entre los sedosos cabellos de su prometida.

-Necesito oír de tus labios lo que sientes por mí, Sakura-chan. Lo he oído de Ino y de tu madre, pero no de ti.

Ella lo miró fijamente a los ojos.

-Te quiero, Naruto, te he amado desde hace mucho tiempo, y quiero pasar el resto de mi vida contigo, aquí o donde sea necesario.

-¿Qué te parecería justo en el lugar en el que estamos ahora? Años atrás Tsunade me prometió venderme esta tierra si me quedaba a ejercer en Konoha. Me ha asegurado que está dispuesta a cumplir su promesa. Quiero que construyamos juntos una vida aquí, junto al río.

-No se me ocurre ningún sitio mejor.

El la abrazó con pasión.

-Te aseguro que no te arrepentirás, Sakura Haruno-le dijo y, tras sacar el anillo de su caja, se lo colocó en el dedo-. No quiero esperar hasta diciembre para casarme contigo.

Ella se rió.

-Me encantan las bodas de verano.

-Entonces, será mejor que despertemos al párroco, porque estoy ansioso por casarme y empezar una vida juntos.

---------------------------FIN------------------------------