Una Historia de Muerte [Capítulo 21: 07/05/2013]

El alba indicaba que un día nuevo empezaba a abrirse paso en el País del Fuego. Eita se movió un poco en la silla que había colocado en el pequeño rellano que había en lo alto de la escalera. No le gustaba hacer guardia de noche, no lograba que su cuerpo se acostumbrara a cambiar las horas de sueño.
Sin embargo, un ruido llamó su atención, un ruido dentro del propio edificio. Aunque podía ser cualquier cosa sin importancia, se volvió un poco para identificar de dónde venía, solo por si acaso. Y entonces vio a Naruto en el suelo, con las piernas flexionadas, haciendo abdominales cruzados al parecer con apenas esfuerzo.

- Has madrugado. – observó Eita. El rubio se detuvo y lo miró de manera un poco ausente, hasta que esbozó una sonrisa.
- Suelo hacerlo… y en realidad llevo un rato.
- ¿De veras? ¿Cómo es que no me había dado cuenta?
- Creo… que te has quedado dormido durante la guardia. – Eita dio un respingo. – Anda, ve a dormir.
- Pero aún no termina mi turno… además, la siguiente es Ino.
- Es igual, yo estoy descansado, puedo quedarme de guardia hasta que ella despierte.

Eita dudó unos momentos. Pero aquel chico que podía valerse por sí mismo, que tenía prácticamente un arsenal y las habilidades suficientes para usarlo y sobrevivir, había elegido quedarse con ellos. Aunque por un lado parecía algo terco, le inspiraba confianza. De hecho, le daba la impresión de que si no había salido al patio a entrenar, era para poder estar alerta por los dos y permitirle dormir.
Transigiendo al fin, le dejó la pistola que cargaba durante su guardia y se fue a descansar en su camastro.

Unas pocas horas después, Kizashi se despertó. Y como de costumbre, hacía el suficiente ruido al levantarse para despertarlos a todos. Todo el mundo daba ya por hecho que lo hacía a propósito, para intentar marcar unos horarios, pero nadie protestaba por algo como eso.
Mientras se iban desperezando y poniéndose en pie, alguien vio lo último que le hubiera gustado ver al despertar.

- ¡¿Qué haces tú ahí!?- chilló Kano.
- Guardia. Hago guardia. – respondió Naruto, tranquilamente. Al oír los gritos, Eita también se despertó.
- Me sustituyó, me estaba quedando dormido. – farfulló Eita, intentando calmar los ánimos.
- Algo como eso, debía haberse hablado antes entre todos. – criticó Satoshi.
- Eita estaba cansado, Ino era la siguiente pero debía haber dormido apenas cinco horas. En realidad hice lo más prudente. – explicó Naruto.
- ¡Lo más prudente, dice! – aulló Kano. - ¿Tener a un desconocido armado mientras todos dormimos? ¿Eso es lo más prudente?
- No sigas por ahí, Kano. – intervino Kizashi. – Él no es un desconocido, ahora es un miembro del grupo… es uno de nosotros, y merece la misma confianza y respeto que todos. – Naruto lo miró algo sorprendido y asintió ligeramente, mostrando su gratitud por la postura de Kizashi.
- Sin embargo… - murmuró Yuta, que aún estiraba sus extremidades. Dejó caer los brazos con fuerza y señaló al rubio. – Si tienes tu propio arsenal, ¿por qué llevas esa pistola?
- Buena pregunta… - musitó el propio Naruto – La verdad es que ni lo pensé, simplemente cogí la pistola. – los miró atentamente. Estaban todos tan preocupados, ya fuera por la tensión que se había generado… o por él. ¿Por él? Llevaba dos horas armado, a unos metros de donde ellos estaban durmiendo. Si hubiera tenido intención de hacer cualquier cosa, estaría hecho desde hacía bastante. No, no lo habían pensado bien antes de ponerse así contra él. Solo luchaban por esta forma de vida que seguro que les había costado mucho trabajo conseguir.

Desde su posición, los veía como si fueran más pequeños, y todos estaban observándolo fijamente. Y verlo tan pensativo no parecía estar ayudando mucho. Al darse cuenta de lo incómoda que era la situación para muchos de ellos, Naruto finalmente no pudo contener una carcajada.

- Kano, Yuta, Satoshi… Vuestro grupo me ha acogido, me ha dado… más o menos… confianza, comida, y un catre para dormir. Ya es hora de que ponga mis cartas sobre la mesa… Queréis que yo también comparta, que comparta mis armas, ¿verdad?
- Creía que ése era el trato. – explicó Yuta.
- Y así es. – Naruto empezó a bajar las escaleras y fue derecho a Ino, dándole la pistola – Creo que es tu turno de guardia.

La rubia aceptó y ocupó de buena gana su puesto, mientras Naruto se dirigió a la entrada, donde estaba su camión.
Pidió a los demás que lo esperasen un par de pasos más atrás mientras él abría el camión. Aunque esto no gustó a todos, el rubio les recordó que en el trato entraban las armas, no el camión. Y apenas tardó unos pocos segundos en abrirlo.

- Os presento vuestro nuevo arsenal. – dijo Naruto, abriendo de par de par los portones traseros, mientras el grupo entonaba una exclamación de asombro. Salvo Sakura, que ya había subido al compartimento, lo que varios miembros del grupo tomaron como una invitación.
- Así que es cierto que vivías aquí… - murmuró Satoshi. El rubio asintió. - ¿Por qué está todo clavado o anclado?
- Para que todo se quede en su sitio mientras conduzco o mientras una horda de zombies zarandea el camión… porque un arma de cinco kilos sobre un suelo metálico hace el suficiente ruido para atraer a docenas de muertos.
- Es lógico… - murmuró Kizashi mientras a Satoshi le caía una gota por la sien.
- ¡Ésta me gusta! – exclamó Kano, desenganchando una de las armas más pesadas, una ametralladora.
- No te lo recomendaría. – opinó Naruto. Observó el ceño fruncido de Kano, así que se apresuró a explicarse. - Estás acostumbrado a tu escopeta de cazador, un arma de repetición. Esto – quitándole con cuidado el arma de las manos – es un arma automática. Si no has usado ninguna, fácilmente podrías matarnos a todos sin darte cuenta.
- ¿Para qué nos las enseñas, si no dejas que las usemos? – protestó Kano.
- No creo que sea buena idea empezar por ahí, pero… todos los que aguantéis el retroceso podéis utilizar fusiles de asalto semiautomáticos.
- ¿Qué significa eso de “todos los que aguantéis el retroceso”? – preguntó Sakura, mientras veía cómo Naruto desenganchaba y cargaba con cerca de media docena de fusiles.
- Que vamos a hacer una prueba. – dijo el rubio, indicando que salieran todos.

Todos siguieron a Naruto como un rebaño a su pastor. El chico entró en el edificio, avisó a Ino de que iba a oír disparos pero que no tenía que preocuparse, y de que fuera ella también cuando acabara su turno.

Naruto les indicó que se pusieran en fila, les dio un fusil a cada uno y les explicó cómo utilizarlo. Sakura, Satoshi, Kizashi, Yuta, Eita, Kano y Yuki, estaban a unos 10 metros en línea frente a un árbol que el rubio había escogido.

- Que no os engañe su aspecto, aunque sea joven, es un tejo… Va a vivir miles de años. Es lo bastante robusto para resistir los impactos, así no tendremos balas perdidas que puedan atraer a visitantes indeseables. Bien, – dijo entonces, poniéndose en un extremo de la fila que habían formado – de uno en uno, tratad de disparar a esa pequeña zona de musgo sobre el tronco.

La primera en disparar fue Yuki. La bala se incrustó en la tierra, a un par de metros del tejo. Y Yuki salió disparada también, otro par de metros hacia atrás. Kano tuvo los suficientes reflejos de lanzarse en su ayuda para amortiguar el golpe.
La mujer se disculpó, disparar no era lo suyo, ni siquiera le interesaba a pesar de la situación que les tocaba vivir. Ella prefería ayudar al grupo de otra manera.

El siguiente fue Kano. Naruto notó cómo el arma perdía algo de estabilidad en sus manos, haciendo que el disparo diera en el tronco, pero no demasiado cerca del blanco que les había fijado. Con la mayor precaución y paciencia que consiguió juntar, le dio un par de consejos, empezando porque se concienciara de que a pesar del escaso tamaño y peso del arma, era extremadamente potente.

Después de él, Eita dio entre las raíces y el tronco del árbol, pero el retroceso le hizo caer de espaldas. Naruto le aconsejó seguir utilizando una pistola corriente, cosa que el hombre aceptó de buen grado.

Enseguida, antes siquiera de que Naruto se lo dijera, Yuta acertó de lleno en el objetivo, sin moverse un ápice del sitio.

- ¡Eh! ¡Es más estable que un sub-fusil! – exclamó Yuta. El rubio arqueó una ceja, sorprendido. Puede que no tuviera una templanza de francotirador, pero ese tipo sabía disparar.
- Creo que tenemos un ganador. – bromeó el rubio – Quizá podamos ensayar con la ametralladora, Yuta. – el aludido sonrió como el niño al que le prometen un juguete nuevo.

Luego Kizashi se aproximó bastante al blanco, aunque casi igual que le pasó a Kano, no pudo controlar del todo el arma. Naruto simplemente le animó a practicar un poco más.

Después, Satoshi prácticamente repitió lo ocurrido con Eita. La bala desapareció entre las raíces del tejo, y él cayó sobre su propio trasero. Naruto frunció el ceño, sabía que tenía que andar con algo de cuidado también con él. Pero para su sorpresa, fue el propio Satoshi el que prefirió continuar utilizando pistola. Le había costado algo de trabajo tener puntería con ella, y no quería volver a pasar por esa parte del aprendizaje en la que se sintiera como un completo inútil.

Por último, llegó el turno de Sakura. Quería pasar esa prueba, después del incidente que terminó con ella vagando sola por el bosque, necesitaba sentirse fuerte y capaz.
Desde que vio lo que le ocurrió a Yuki, se estaba concentrando con fuerza en que sus pies no debían despegarse del suelo. Y entonces, disparó. Sus pies no se movieron del suelo, pero se arrastraron casi un metro hacia atrás.

- Creo que tú también deberías seguir con pistola. – advirtió Naruto.
- No. Solo tengo que…
- Sakura. – interrumpió el exmilitar. – No merece la pena, puedes dedicar tus energías a practicar tu puntería con un arma que no te haga perder el equilibrio en una situación de vida o muerte.
- Puedo hacerlo. – dijo ella, desafiante. - ¿Me lo dejarías? Si te doy mi palabra de que solo practicaré aquí.
- No creo que sea buena idea…
- Naruto. – interrumpió esta vez Satoshi. – Creo que no te has dado cuenta de algo… Sakura se ha acercado bastante, a pesar del retroceso. – El rubio giró la cabeza, sorprendido. Se acercó unos pasos para comprobarlo.
- Cuando me rescataste – dijo Sakura, captando la atención de Naruto y de paso, la de todos los demás. – dijiste que parecía lo bastante fuerte como para que confiaran en mí… Si no piensas retractarte de lo que dijiste, es el momento de ponerlo en práctica. – el rubio la miró muy serio.
- Está bien. Te daré unos cuantos cargadores. Si de verdad puedes hacerlo, no será un desperdicio. A vosotros también, Kano, Kizashi… Para que podáis practicar.

Después los tres, Sakura, Kano y Kizashi, practicaron un rato ante la mirada de algunos de sus compañeros más curiosos o aburridos.
Cuando Yuki anunció que ya estaba la comida lista, todos fueron a comer, excepto Sakura.
Pensó que nadie la veía como un miembro productivo. Si le dejaban salir a los saqueos era solamente para que Kizashi, Satoshi, o ambos, pudieran vigilarla. Le daban la mochila más ligera. Si solo un par de personas podía llevar pistola, ella siempre era una de esas personas. Estaba convencida de que nadie creyó su versión de que podía haberse defendido sola cuando Naruto la rescató. Y ahora, ese mismo chico, que la había dado ánimos cuando la traía, no creía que fuera capaz de manejarse con una simple arma nueva. En un día parecía haber perdido ese amago de confianza que Naruto había depositado en ella. Y eso le hizo darse de bruces con la conclusión de que estaba siendo una inútil, casi un estorbo para el grupo. Alguien a quien no merecía la pena enseñar algo nuevo… alguien a quien simplemente los demás deberían proteger siempre.

Continuó practicando, incluso cuando Kizashi intentó ordenarla que fuera a comer con los demás, incluso cuando terminó con la munición que Naruto le había asignado y cogió la de Kano, sonriendo para sí misma al pensar que se pondría hecho una furia.
Cuando el anaranjado atardecer empezaba a desteñir en oscuridad, alguien puso una mano sobre la derecha de Sakura, que tantas horas llevaba apretando el gatillo.

- Satoshi – murmuró.
- Tienes que comer algo. – dijo, enseñándole un plato con lo que seguramente fuera su porción de comida recalentada. – Además, no tiene sentido que sigas a oscuras.

La chica asintió, ya acusando el cansancio. Realmente apenas se había movido del sitio en todo el día, pero mantenerse tanto tiempo concentrada la había agotado tanto como un ejercicio pesado.

Entonces se dio cuenta de que si estaba anocheciendo, hacía rato que debía haber empezado su turno de guardia. La preocupación la hizo echar a correr hacia el edificio. Ella intentando ser merecedora de confianza pegándole tiros a un árbol indefenso, y había olvidado por completo su verdadera responsabilidad, de la que podía depender la vida de todo el grupo.
Llegó a la carrera, y una vez en el interior, miró instintivamente arriba. Sin decirle nada, la habían sustituido. Eso lo habría interpretado como que la hubieran dado por perdida, que no valía la pena ni siquiera avisarla para que cumpliera su turno. Pero la persona que la estaba sustituyendo, era Naruto. Le estaba dando un tiempo extra para practicar. Sí que confiaba en ella.


Los siguientes días pasaron sin mucha novedad. El grupo aguantaba en su refugio, sobreviviendo al día a día.
Pero cuando había pasado una semana de la llegada de Naruto, empezó a notarse escasez de suministros. Ser uno más había estropeado sus cálculos, y ahora debían volver a salir. Esto disgustó a varios de los miembros del grupo, así que Naruto se ofreció para ir él, con su camión, para poder traer más cosas.
Algunos no querían que una persona saliera sola, otros no querían que esas armas salieran solo con Naruto.
Finalmente Eita e Ino se ofrecieron a ir con él. Además, el camión daba una sensación extra de seguridad. Eita se sentó en el asiento del copiloto, mientras Ino decidió ir en la parte trasera para que todos tuvieran más espacio. Al fin y al cabo ambas partes estaban comunicadas.
Cuando se marcharon, poco a poco una pequeña sensación de libertad invadió a los que se quedaron en el refugio, que de alguna manera parecían estar deseando hablar de lo que pensaban.

- Es agradable. – dijo Yuki.
- Me gustan las armas – opinó Kano – pero me sobra el chico.
- Yo creo que es de fiar. – intervino Kizashi, desde el puesto de vigilancia.
- Hoy día nadie es de fiar al cien por cien. – repuso Yuta.
- Me salvó la vida, y ha confiado en todos nosotros. – dijo abruptamente Sakura. - Somos nosotros los que estamos mal, no él.
- Sakura tiene razón. – señaló Satoshi. – Nos ha brindado sus armas y nos enseña con paciencia. Soy el primero que desconfiaría si viera algo extraño, pero sinceramente, no creo que haya nada.

Y nadie podía refutarle eso.
Cuando rato después Kizashi avisó de que el camión estaba regresando, los más cercanos a la valla, Yuta y Sakura, la abrieron para dejarlos entrar. Cerraron de nuevo tras ellos, dispararon a un par de muertos que parecían perseguir torpemente al camión, y fueron hacia la parte trasera, cuyos portones se estaban abriendo desde dentro.

- ¡Traemos muchas cosas! – exclamó alegremente Ino, bajando de un salto. Una vez en el suelo, tendió la mano a Eita para ayudarlo a bajar, pero el hombre la respondió con un ligero manotazo.
- Seré mayor que la mayoría de vosotros, pero no soy un viejo inservible. – dijo en tono cómico, pero con un ápice de reproche en sus palabras.
- Un momento. – murmuró Yuta. – Si vosotros dos estáis aquí atrás… - el castaño se inclinó un poco, observando cómo la puerta del piloto se abría.
- ¡Ah! Sí, tenemos que hablar. – dijo Ino, bastante más seria que de costumbre.

Eso alertó a Sakura y especialmente a Yuta, que como acto reflejo subió su fusil, apuntando a la puerta que empezaba a abrirse, justo cuando el resto del grupo llegaba hasta el camión.

- ¿Qué ocurre? – preguntó Satoshi al ver a su amigo con el arma en alto. Y en ese momento, un escalofrío terrible recorrió la espalda de todos ellos, al ver a la persona que bajaba desde el lado del copiloto.
- ¡¿Qué cojones pasa contigo!? – bramó Kano. Naruto vio el arma de Yuta, y se apresuró a ponerse en la línea de tiro, para evitar que un posible disparo diera en el blanco.
- Quita. – murmuró Yuta. – No sé qué problema tienes, pero eso sí que no.
- Me aceptasteis a mí.
- ¿Acaso no ves la diferencia? – preguntó nervioso Kano.
- Chicos, chicos… - intervino Ino. – Sé dónde está el problema. Por un segundo a mí me pasó lo mismo, pero relajaos y miradla bien… Está viva.
- ¿Cómo que está viva? Si… ¡¡tiene los ojos glaucos!! ¡¿Qué clase de persona tiene los ojos así?! – exclamó Yuta. Entonces la chica que Naruto intentaba proteger de un posible ataque, le dio un empujón al rubio y dio un par de pasos hacia delante, enfadada.
- ¿Estás insinuando que soy un maldito zombie? ¿Eh? – Yuta tragó saliva con fuerza. Sería una chica joven, pero ese carácter imponía, incluso a alguien como él. Los demás se sintieron más relajados al ver aclarado el malentendido. Especialmente Naruto, que dibujó una amplia sonrisa en su rostro.
- Os presento a una vieja conocida… Se llama Hanabi.

CONTINUARÁ. -> Namikaze_Minato, continuará xDD

A través de la ventana de la habitación en la que se había instalado Naruto, se empezó a colar la luz de la mañana, llegando directamente a los ojos de una rubia que yacía al lado del chico.
El tono anaranjado de la luz irrumpió en sus sentidos, provocando un pequeño espasmo en sus párpados, que trataban de agarrarse al mundo de los sueños. Pero el esfuerzo era ya inútil, e Ino terminó por rendirse y abrir los ojos. Y entonces se encontró con el rostro aún durmiente de Naruto. Se incorporó poco a poco, tratando de no hacer ruido, recogió sus ropas, que estaban repartidas por todo el cuarto, y se marchó hacia su habitación.

Al otro lado del pasillo Satoshi, a quien le tocaba empezar un turno de guardia, vio la escena de la chica marchándose a hurtadillas. Sin pensar siquiera si eso significaba algo, se dirigió a la escalera y relevó a Kizashi, que se fue a dormir el par de horas que aún podría descansar.


Cuando pasó ese par de horas, el hombre del cabello rosa, como un reloj, empezó a levantarse haciendo el suficiente ruido para despertar a los demás compañeros.

- Buenos días. – susurró poco después Sakura pasando sus brazos por la espalda de Satoshi.
- Buenos días… ¿Ya es hora? ¿Están todos levantados?
- Sí… Y no. Ino y Hanabi, la conocida de Naruto, creo que todavía no se han levantado… Iré a avisarlas para que puedan tomar caliente el desayuno.
- A Hanabi sí, que aún no conoce nuestra rutina. Pero a Ino… - el moreno ahogó una pequeña risa. – creo que deberías dejarla dormir.
- ¿Por qué?
- Porque… - empezó Satoshi, bajando la voz – cuando venía hacia aquí la vi salir a escondidas del cuarto de Naruto.
- ¿Qué? – en ese momento llegó a la mente de Sakura el recuerdo de Ino la noche anterior yendo a pedirle preservativos. - ¿Ino y Naruto…?
- A ver, no puedo estar seguro… pero quizá…
- En realidad no era una pregunta, – interrumpió Sakura – claro que pasó algo.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque anoche Ino vino a pedirme condones. – la chica se sonrojó un poco al recordarlo. – Nunca pensé que me convertiría en la persona a la que la gente termina recurriendo cuando tiene un calentón… - Satoshi se echó a reír por el comentario, y le dio un pequeño beso en la frente.


Unos minutos más tarde, ya estaban todos en el patio, rodeando el hornillo del que Yuki retiraba la última tortita, colocándola en una bandeja encima de más de una docena de ellas.

- ¿Cómo es posible? – preguntó Hanabi, al coger una tortita cuando le pasaron la bandeja. – Porque no usáis huevos y leche, ¿verdad? – preguntó algo preocupada, ya que cualquiera de esos productos que hubieran encontrado en un supermercado hace tiempo que estarían estropeados.
- No de verdad… leche en polvo y un sucedáneo del huevo. – explicó Yuki. – Y dentro de un par de meses tampoco podremos utilizar siquiera eso, así que hay que aprovecharlo mientras podamos.

Hanabi asintió, y devoró su tortita y el vaso de leche que le brindaron. Llevaba meses alimentándose de lo que encontraba y cazaba en el bosque, y de comida enlatada y fría cuando entraba en alguna tienda abandonada. Aquello ahora mismo parecía un festín.

Cuando terminaban de comer todos su parte, Yuta tomó una tortita y la leche que quedaba y se dirigió al edificio.
Pero Satoshi echó a correr y lo detuvo antes de que entrara. Los demás solo vieron como le decía algo en voz baja, casi en el oído. El castaño entonces puso una mirada muy dura, por un momento todos tuvieron una pequeña sensación de alarma. Entonces simplemente dejó la bandeja y la leche en las manos de Satoshi, y se alejó hacia el otro lado del patio.

- ¿Va todo bien? – preguntó Sakura cuando Satoshi volvió con el grupo.
- Ahora mismo, creo que lo considero mi mejor amigo – confesó Satoshi. – Tenía que decírselo… - su novia asintió, mientras el moreno partía la tortita en varios pedazos.
- ¿Alguien quiere un trozo? Esto frío no vale nada. – llevándose uno de los trozos a la boca.

Dentro del edificio, Naruto se había adelantado y había llevado un plato a Ino, que lo comía sentada en su cama.

- Gracias… - dijo la chica al terminar. – Pero… no era necesario que lo hicieras.
- Ya lo sé. – respondió con una gran sonrisa. – Eso es lo que lo hace divertido.
- Oye Naruto… - murmuró ella, algo preocupada, mientras alejaba la bandeja.
- Ino, por favor. Soy mayorcito. – dijo en tono condescendiente. – No pretendo casarme contigo.
- Entonces, ¿esto del desayuno en la cama?
- Bueno, estaba siendo amable. Y quería hablar contigo, ya sabes, por lo de ayer…
- Verás… es que no creo que sea buena idea… empezar una relación ni nada así… - murmuró Ino.
- Tranquila… estamos de acuerdo. Pero anoche…
- Sí, lo de ayer… estuvo bien. – interrumpió Ino lo poco nerviosa. No era una niña pero tampoco estaba acostumbrada a comentar los mejores momentos del partido. Naruto lo sabía, así que pasó por alto el pequeño pinchazo que sintió en su orgullo al oír ese “bien”.
- Sí que lo estuvo. Estuvo muy bien… - dijo él, marcando mucho las últimas palabras como queriendo corregirla.
- Es verdad, estuvo muy bien.
- Entonces, ¿qué te parecería que se repitiera de vez en cuando? – preguntó Naruto, dejando a la chica sin palabras y agachó un poco la cabeza. – Sin que tenga que significar nada más que eso, pero ambos lo pasaríamos bien y no hay nada que perder, ¿verdad?
- … verdad… - musitó Ino, que alzó la vista para mirarlo directamente. – Pues… me parece una gran idea.

Ambos sellaron el trato con un pequeño abrazo. Quizá acababan de convertirse en los primeros amigos con derechos del mundo post-apocalíptico.
Cuando se unieron al resto del grupo en el patio, se encontraron a Sakura y Satoshi preparándose con una pistola y un cuchillo cada uno. Solo había pasado una semana desde que llegó Naruto y ya se habían acostumbrado a no preocuparse por llevar un arma cada uno, ya que tenían más que suficientes.

- ¿Qué ocurre? – preguntó Naruto, que no podía obviar una escena así.
- Hace algo más de una semana, el día antes de que te encontraras con Sakura, - dijo Kizashi. – tuvimos que dejar el coche en la carretera, a un par de kilómetros de aquí. Como la última vez fuisteis en tu camión, el coche sigue ahí. He pensado que sería conveniente tenerlo aquí.
- Entiendo – asintió Naruto. - ¿Queréis que vaya con vosotros?
- No te preocupes – dijo Sakura. – La zona lleva varios días bastante tranquila, y vamos bien armados.
- Sí, va a ser lo más parecido a un paseo romántico que nos podemos permitir – bromeó Satoshi, rodeando con el brazo los hombros de la chica, que al poco le dio un pequeño empujón.
- Qué tonto eres. – dijo Sakura entre risas.

Les abrieron la valla y se marcharon. Todos volvían a sus asuntos, pero Naruto se quedó clavado, mirando en la dirección en que se habían ido. Kizashi e Ino estaban aún a su lado.

- ¿Estás bien? – preguntó Ino, sobresaltándole un poco.
- Eh… sí, sí lo estoy. – se quedó unos momentos en silencio y añadió - ¿Quién me lo iba a decir?
- ¿A qué te refieres?
- Sakura y Satoshi… están en todo el medio de este mundo de mierda… y son una pareja normal. Se buscan todo el rato el uno al otro… simplemente están juntos y son felices…
- La verdad es que le estoy muy agradecido a Satoshi. – intervino Kizashi - Sakura es una chica fuerte, pero sé que si no fuera por él, no sería capaz de sonreír como lo hace… Eso para un padre vale más que cualquier otra cosa…
- Te entiendo, Kizashi. – respondió Naruto. - Es solo que no pensaba que ese tipo de relación fuera posible todavía…
- Tal vez lo sea – dijo Kizashi, esperanzado como siempre. En ese momento alguien lo llamó y se alejó, dejando solos a los dos rubios.
- Sí… tal vez lo sea… – susurró Ino, sonriendo. – Algún día.


Un rato después, Naruto estaba de guardia y desde esa posición vio como Kano se dirigía a la valla y daba dos disparos con su escopeta, que era sin lugar a dudas el arma más ruidosa que tenían.

- ¿¡Qué cojones haces?! – gritó, pero el moreno no podía oírle. Estaba concentrado en el primer zombie que se estaba acercando a la valla, atraído por los disparos. Kano empezaba ya a abrir la valla cuando Naruto pegó un salto en su asiento y se abalanzó sobre las escaleras.
- ¡Espera! – exclamó Eita. Naruto se dio la vuelta sorprendido. – Lleva haciendo eso mucho tiempo. Atrae a uno de ellos, para averiguar algunas cosas. – al ver la mirada confundida del rubio, explicó: - Sobre cómo matarlos y qué pueden hacer…
- Se les dispara, ante la duda hasta que dejen de andar. – dijo Naruto. – Y ¿qué pueden hacer? Moderte o comerte del todo… Vamos, joderte vivo.
- Hemos averiguado bastantes cosas gracias a Kano. Seguramente tú comprendieras muchas cosas rápidamente por tu experiencia…, pero a nosotros nos ayudaron bastante sus experimentos. Así que aunque solo lo haga por desquitarse, me parece bien… Además, Kizashi lo cubre para prevenir accidentes… Aunque cualquiera que esté cerca estará vigilando también.
- ¿Kizashi está de acuerdo? – preguntó incrédulo Naruto.
- Hizo un trato con él, y permitirle hacer esto de vez en cuando lo mantiene más tranquilo. – aclaró Eita.
- Está bien, si lo vigilan… - admitió Naruto, que volvió a su posición de vigilancia, con la mano encima de su arma y la vista clavada en el proceso en el que Kano mutilaba al muerto ante la atenta mirada de Kizashi, que apuntaba al ser con un fusil.

Cuando el zombie tenía todas sus extremidades cercenadas, la cabeza seguía moviéndose, la mandíbula hambrienta se convulsionaba para tratar de llegar a la carne fresca que tenía delante. Después de contemplar la siniestra escena unos momentos, Kano clavó su cuchillo en el ojo del muerto, atravesando su cerebro y dejándolo inmóvil al fin.

- Ya ha terminado. – dijo Ino en un suspiro, desde el banco en el que se encontraba sentada. Aquello siempre la ponía muy nerviosa.
- Sí… - dijo Yuta, sentándose a su lado. – No tiene sentido que se lo diga más veces, pero si quiere hacer el gilipollas, debería ser él el que salga, en vez de meternos un bicho aquí.
- Sería peligroso que saliera solo. – observó Ino.
- Pero solo sería peligroso para él, que es el que elige hacerlo. – dijo secamente. Ambos se mantuvieron en silencio unos momentos, hasta que el hombre preguntó: - ¿Así que Naruto y tú…?
- ¡No me digas…! – exclamó ella, tapándose la cara con ambas manos para que los demás no la oyeran. Y de paso, para ocultar su sonrojo. – No pensaba que las noticias volaran tan rápido aquí.
- Somos pocos y aburridos, preciosa. – dijo en tono condescendiente - Si quieres tener un secreto, te has equivocado de lugar.
- Bueno, no es que sea un secreto… solo algo que ha pasado. Pero eso no cambia nada, no somos una pareja ni… - se calló al ver la mirada perdida de Yuta. - ¿Te encuentras bien?
- Dijiste… que ya no podías creer en las relaciones… que no te veías capaz de acercarte de nuevo a un hombre. Pero… - levantó un poco la cabeza y le lanzó una mirada penetrante, aunque Ino no supo descifrar la expresión – también dijiste que soy un viejo. Imagino que eso era lo único cierto… Pero él también es mayor que tú.
- Ey, Yuta… Todo era cierto, ya te he dicho que no somos pareja… Y bueno…, de todas formas, Naruto tiene 24 años… - el castaño la interrumpió, levantándose de golpe.
- Siento tener seis años de más. – dijo con rabia, prácticamente le escupió las palabras, y se alejó.


Después de la hora de comer, cuando Kizashi empezaba a dar claras muestras de intranquilidad, Eita gritó desde el puesto de guardia:

- ¡¡Viene… viene Sakura!! – todos los que lo oyeron salieron del edificio a la carrera, y los demás se les unieron mientras se acercaban a la valla.
- ¡¡Sakura!! – exclamó Kizashi, al verla corriendo con dificultad y con varias manchas de sangre. El hombre del pelo rosa se lanzó sobre la puerta de la valla para dejarla entrar, pero una mano lo detuvo bruscamente.
- ¡¿Naruto?! ¿Qué haces? – preguntó el hombre, suplicante.
- ¿Te han mordido? – preguntó Naruto a Sakura, que apenas acertó a negar con la cabeza. Entonces el rubio abrió la valla el mismo. Apenas hubo entrado en el recinto, Sakura se derrumbó y se quedó en cuclillas, sollozando.
- ¿Dónde está Satoshi? – preguntó Yuta. Unos miraban a Sakura y otros lo miraron a él, bastante tristes. - ¡No! ¡¿Dónde está?!

Se dirigió a Sakura, pero Kizashi ya la estaba abrazando para intentar tranquilizarla. La chica no dejaba de sollozar, casi de manera histérica. Eita se acercó un poco e intentó ponerse enfrente de Sakura, que apenas podía verlo a través de las lágrimas.

- Lo han mordido… ¿verdad? – preguntó Eita. Sakura hizo el ademán de hablar, pero las palabras no salían. Tragó con fuerza, pero una vez que empezaron, las lágrimas nublaban sus sentidos. Todo lo que pudo hacer fue asentir. Al ver su gesto, se oyeron algunas maldiciones, todos estaban muy abatidos.
- ¿Se… se convirtió? – preguntó compungido Yuta. Una negativa de parte de la cabeza de Sakura. – Entonces lo mataste antes… bien, creo… creo que es lo que él hubiera querido.

Entonces Sakura se alejó un poco de Kizashi, como de un respingo. Se llevó una mano rápidamente a la boca e hipó.

- No… - murmuró Sakura. – No está muerto…
- Pero… ¿no lo abandonarías mordido, a su suerte? – preguntó herido Yuta.
- ¡No!
- Sakura… - dijo Naruto, observándola. - ¿Dónde están tus armas... y el coche?
- Se lo llevaron… se lo llevaron todo.
- ¿¡Puedes ser un poco más explícita?! – exigió Kano.
- ¡Ten un poco de tacto, animal! – exclamó Ino. - ¿No ves que tiene una conmoción?
- Lo mordieron… me atraparon... nos quitaron todo. Satoshi… me gritó que corriera, que pidiera ayuda…
- ¿Cómo que os atraparon? – preguntó perplejo Kizashi.
- Sakura… - murmuró Hanabi, interviniendo por primera vez. – Lo mordió… una persona, ¿verdad? – preguntó muy seria, inquietando a todos.
- Sí… - la pelirrosa asentía muy despacio, como en estado de shock. Hanabi se llevó las manos a las sienes.
- Creo… que sé quiénes tienen a vuestro amigo.
- ¿¡Qué?! – gritó Yuta. - ¿Cómo que lo mordieron personas? ¿Vivos?
- Son una especie de secta… - dijo Hanabi - no sé si son de alguna religión, pero sí que son bastante extremistas… Y caníbales…
- ¿Qué estás diciendo, Hanabi? – preguntó Naruto - ¿Te atraparon a ti también?
- Sí... lo hicieron. Pero conseguí escapar y llevarme a algunos por delante. – dijo, apretando el puño en el que llevaba el guante de arquera.
- Si uno de los nuestros está en peligro… - dijo Kizashi, mirando a su hija. – Tenemos que ir a buscarlo. Hanabi, ¿crees que…?
- Si acaban de capturarlo, seguirá con vida. – miró a Sakura, esbozando una sonrisa – En serio, estoy convencida… Pero eso no significa que tengamos mucho tiempo.
- Naruto. – llamó Kizashi. – Creo que esto me supera… Se trata del novio de mi hija… y ellos son personas, completamente racionales… y seguramente organizadas…
- ¿Qué quieres decir?
- Por favor, dirígenos tú. – pidió Kizashi, sorprendiendo a todos. – Tú tienes experiencia en batalla, en batalla real…
- De acuerdo. – aceptó el rubio. – Pero cuando volvamos… tú seguirás siendo el líder de este grupo. – el hombre del pelo rosa asintió. Naruto se frotó las manos, pensando. – Creo que es mejor que no vayamos en el camión… Es demasiado obvio que es militar, y eso podría suponer un problema. Aún queda el otro coche. Iremos en él.
- No podemos dejar esto vacío. – dijo Kano.
- No estará vacío. – añadió Yuki. – Yo me quedaré aquí. Tampoco sería muy útil en una batalla…
- Está bien. – dijo Naruto. – De todas formas, el monovolumen solo tiene siete plazas. No podemos ir más si queremos traer a Satoshi de vuelta también. Así que no podemos ir todos… - levantó un dedo, para contar. – Yo…
- Te tendré que llevar hasta allí. – dijo Hanabi, y Naruto levantó otro dedo.
- Yo voy. – dijo Yuta. – Es mi amigo. – Naruto levantó un dedo más.
- Tengo que ir… - murmuró Sakura.
- ¿Estás segura? – preguntó Kizashi.
- ¿Cómo crees que estaría… si me quedo? – el hombre abrazó a su hija.
- Si vas, yo también. – Naruto siguió con sus cuentas.
- Yo también. – dijeron casi al unísono Ino y Eita, y se miraron sorprendidos.
- Con las personas a veces se puede razonar… - dijo Eita – Creo que podría ayudar bastante en eso.
- Puede que no sea una gran tiradora – musitó Ino – pero tengo buen pulso, soy rápida…
- No dés más explicaciones. – interrumpió Kano. – Id. Yo me quedo con Yuki.
- ¿En serio? – preguntó asombrado Naruto.
- Necesitas buenos tiradores. Pero aquí debería quedarse al menos uno también… Además, si no voy no tendré que seguir tus órdenes. – dijo en tono burlón.
- Bueno… ha sido más fácil de lo que creía. – dijo en voz baja Naruto, pero Kizashi pudo oírle.
- Kano se ha desentendido… y se trata del amigo de Yuta… - explicó el hombre en el mismo tono - Eso lo ha facilitado. Los demás no habrían dudado en rescatar a cualquiera. – Naruto lo miró muy serio y asintió con decisión. Estaba bastante agradecido a ese hombre, parecía el más razonable e indulgente de todos. Menos mal que los demás habían sido lo suficientemente sensatos para dejarlo ser el líder del grupo.


"Lo CONTINUARÁ Namikaze_Minato..."