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Sakura, el inicio de una kunoichi Capítulo 1
NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic
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Sakura, el inicio de una kunoichi Capítulo 1
Cansada de su vida huye de la aldea con Itachi para volverse fuerte. Al regresar después de largos años se infiltra en Konoha para tener una vida normal, termina en el equipo 7. Un chico sin familia, un chico odiado por la aldea, una chica odiada por su familia y un maestro que ha perdido a sus amigos Un equipo lleno dolor, qué les dará el mundo a este equipo.
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Esta historia no está solo aquí sino también en Fanfiction y ahora en wattpad porque no solo me gusta esta pareja -es la primera que me gustó de todas- pero en esas páginas no terminará con un NaruSaku, aún no se si haya romance al final o con quién se quedará Sakura pero al menos aquí si
Sakura, el inicio de una kunoichi
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El destino a veces puede ser muy cruel.
Hay cosas con las que uno nace, algunos con riqueza y otros con pobreza, otros con el poder para ser poderosos mientras que otros tienen que sudar y sangrar y valerse de la voluntad para superarse y tener un futuro mejor. Cada persona viene a este mundo con un destino específico, tiene algo que cumplir, algún mensaje tiene que ser entregado, algunos trabajos tienen que ser completados. Uno no está aquí por accidente, siempre hay un motivo detrás de cada uno.
¿Uno puede forjar su futuro? si, con voluntad, esfuerzo y con la visión de que no importa cuantas veces uno vuelve a levantar para seguir sus sueños. Por desgracia hay algunas cosas que por qué no se puede cambiar.
Mi padre y la madre de mi padre me enseñaron lo que nuestros ancestros nos enseñaron, la vida, la muerte y el delicado hilo del destino que con su filo dirige la gente hasta el final. Siempre maldije, odie y repudie el destino.
Mi familia está maldita. Siempre lo pensé y lo seguiré pensando hasta el último aliento, un destino cruel que aún tiene que ver con la sangre, un destino incluso peor que la muerte, un destino que lleva un camino lleno de espinas y pruebas peligrosas que se puede llevar a cabo a la locura a la persona mas cuerda. Unos familiares y yo huimos creyendo en vano que de otra manera u otra manera escapar de la maldición.
Qué ingenuos fuimos.
Por un tiempo, vivimos en la ignorancia y en la oscuridad, entre otros, con los demás pasando desapercibidos, luego después de la historia descendiente decidieron ponerle un dedo en la historia familiar y dejarlo a la siguiente en una feliz ignorancia. Cuando creí que por fin podíamos ignorar al destino y tener una vida aparte, mi familia terminó cayendo en las manos de la muerte por una terrible enfermedad, dejándome a mí con mi pequeña familia, enseñándoles las cosas más suaves, más escondidas, escondiendo los secretos de la familia.
Una vez mas el destino explotó en mi cara cuando tuve mi nieto, de nuevo fui testigo del cruel destino que busca el modo de mostrar el camino de uno de los únicos. Aquella noche donde nació mi segunda nieta lloré sin parar hasta que amaneció. Esta vez se burlaron los dioses de mi por querer vencer el destino maldecido de los Haruno.
Llegué a resignarme de lo que pasará. De lo único que estoy seguro es que cruzamos la delgada línea entre el florecer como una gran potencia o perecer hasta la destrucción.
La vida es cruel como uno que deja mar.
No. No me iba a rendir. De pronto llegué a la realización que estaba haciendo todo, que estaba haciendo la vista gorda queriendo hacer un lado de la realidad Al tener una sonrisa en los brazos, la pequeña y frágil criatura que terminaba maldita como los demás Haruno yo podía hacer algo para cambiar el destino. El destino no está forjado en piedra.
Lo que nunca esperó y nadie más lo hizo fue el ataque de Kurama.
Aquel día había empezado bien, mi hijo y su esposa decidieron salir por lo que les pedí que me dejaran una nieta para cuidarla. Tiene 7 meses para lo que puedes estar gateando en la casa sin cuidado. No estamos solas, con nosotras tenían algunos espíritus, me asombraba y preocupaba la gran afinidad de Sakura para ver espíritus, junto a ella estaba feliz y la madre naturaleza jugando con ella. Ya estaba oscureciendo por lo que decidí entrar a la casa por la comida de mi nieta.
Fue solo un segundo, un segundo que me descuide. cuando volví todo estaba en silencio, suerte y naturaleza ya no estaban. El miedo me embargó, corrí hasta Sakura y ahí estaba tendida con una sombra oscura cerniéndose sobre ella. Corrí y espanté a la criatura.
La había encontrado.
Al darme vuelta hacia mi nieta la vi tendida en el piso sin reaccionar, de pronto una espiral de chakra comenzó a salir de ella. En ese momento lo supe, no podía dejar que lo inevitable suceda ahora. Justo en ese momento en que la palabra está en brazos Kurama salió de su contenedor, no sabía si podía ser un mal presagio o llamarlo una oportunidad. Yo decidí que era un escape.
Konoha estaba en llamas, el caos y el olor a muerte asechaban las calles atestadas de gente asustada que buscaba refugio. Ninjas y personas corrían con sangre y lastimadas corriendo por su cuerpo. Gracias a la confusión y al miedo que todos tienen, no han llegado a un testimonio de alguien tan viejo como yo cargando un pequeño bulto en las manos hacia la dirección contraria de los refugios.
Corrimos a las afueras de la aldea, el rugido de Kurama se escuchaba en cualquier lugar de Konoha y sus largas colas se movían como lenguas de fuego. Esperaba que alguien hiciese algo por detenerlo, mientras tanto, tuvieras que esperar a mi nieta. El chakra que despedía Sakura comenzó a espesar más y más al punto en que mis brazos comenzaron a quemarse, aún así no me importó.
Si no me apuraba no moriríamos por el Kyubi sino por Sakura.
Me adentré hasta un pequeño claro donde podría estar seguro para vender el poder de Sakura. Mordí mi dedo e invoqué la convocatoria ancestral de la familia, esta vez llegó a Nala, un pequeño lobo.
— Cuídala bien, Nala —dije y ella solo asintió.
Con mi sangre hice un sello en el piso, en el medio del puse una Sakura que sigue inconsciente, entonces hice un par de sellos con la mano y una estela de luz cubrió todo el sello y Sakura. De pronto unas sombras negras salieron del piso tratando de atacarnos para evitar completar el sello que puse en el pecho de Sakura. Nala y yo peleamos con ellos, en un último ataque desesperado de las sombras atacaron a Sakura, yo interpuse recibiendo el golpe en el estómago. En ese instante el chakra negro desapareció y terminó en su corazón y con las sombras desaparecidas.
Suspiré aliviada, estaba sin fuerzas, al borde de la muerte pero con una gran sonrisa se plasmó en mi rostro al ver una pequeña mota de cabello rosa mientras que el mundo no era más que un pasajero de aire. Me arrastré hacia ella derramando sangre en el camino por mis heridas hasta que llegué a tener tirada en el piso a mi nieta.
El destino es cruel, pero la elección determina el destino, y mi destino aquí en la vida es dar tiempo a Sakura para decidir el futuro.
— Protege a Sakura —dije de nuevo a la convocatoria del clan antes de toser sangre.
Miré hacia arriba para ver la convocatoria del clan. Un pequeño lobo de color gris con blanco disponible frente a las dos. Con solo mirarnos los entendimos, el miembro del clan que acabó conmigo iba a acabar. Por que estoy muriendo. El clan está maldito, Sakura está maldita. Pero le di una oportunidad de elegir entre la luz y la oscuridad y con eso la felicidad me embargó al pensar que hice algo bien. Mi familia cuidaría bien de Sakura y quizás su camino con espinas para conocer la verdad de los Haruno no era tan tormentoso por nuestra culpa, aunque la ignorancia era su mejor aliada hasta que el mar lo suficientemente maduro como para descubrir la verdad.
Solo se puede perder el pasado y el significado de ser un Haruno, quizás no haya sido tan cobarde las cosas sean distintas para Sakura y el clan, puede guiar a Sakura en el buen camino en la vida de la perdición.
Ahora, todo recaía en sus manos.
—Se fuerte Sakura —dije al verla antes de mirar al cielo que estaba pintado de tonos rojizos por el fuego.
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Esta historia no está solo aquí sino también en Fanfiction y ahora en wattpad porque no solo me gusta esta pareja -es la primera que me gustó de todas- pero en esas páginas no terminará con un NaruSaku, aún no se si haya romance al final o con quién se quedará Sakura pero al menos aquí si
Sakura, el inicio de una kunoichi
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Prólogo
El destino a veces puede ser muy cruel.
Hay cosas con las que uno nace, algunos con riqueza y otros con pobreza, otros con el poder para ser poderosos mientras que otros tienen que sudar y sangrar y valerse de la voluntad para superarse y tener un futuro mejor. Cada persona viene a este mundo con un destino específico, tiene algo que cumplir, algún mensaje tiene que ser entregado, algunos trabajos tienen que ser completados. Uno no está aquí por accidente, siempre hay un motivo detrás de cada uno.
¿Uno puede forjar su futuro? si, con voluntad, esfuerzo y con la visión de que no importa cuantas veces uno vuelve a levantar para seguir sus sueños. Por desgracia hay algunas cosas que por qué no se puede cambiar.
Mi padre y la madre de mi padre me enseñaron lo que nuestros ancestros nos enseñaron, la vida, la muerte y el delicado hilo del destino que con su filo dirige la gente hasta el final. Siempre maldije, odie y repudie el destino.
Mi familia está maldita. Siempre lo pensé y lo seguiré pensando hasta el último aliento, un destino cruel que aún tiene que ver con la sangre, un destino incluso peor que la muerte, un destino que lleva un camino lleno de espinas y pruebas peligrosas que se puede llevar a cabo a la locura a la persona mas cuerda. Unos familiares y yo huimos creyendo en vano que de otra manera u otra manera escapar de la maldición.
Qué ingenuos fuimos.
Por un tiempo, vivimos en la ignorancia y en la oscuridad, entre otros, con los demás pasando desapercibidos, luego después de la historia descendiente decidieron ponerle un dedo en la historia familiar y dejarlo a la siguiente en una feliz ignorancia. Cuando creí que por fin podíamos ignorar al destino y tener una vida aparte, mi familia terminó cayendo en las manos de la muerte por una terrible enfermedad, dejándome a mí con mi pequeña familia, enseñándoles las cosas más suaves, más escondidas, escondiendo los secretos de la familia.
Una vez mas el destino explotó en mi cara cuando tuve mi nieto, de nuevo fui testigo del cruel destino que busca el modo de mostrar el camino de uno de los únicos. Aquella noche donde nació mi segunda nieta lloré sin parar hasta que amaneció. Esta vez se burlaron los dioses de mi por querer vencer el destino maldecido de los Haruno.
Llegué a resignarme de lo que pasará. De lo único que estoy seguro es que cruzamos la delgada línea entre el florecer como una gran potencia o perecer hasta la destrucción.
La vida es cruel como uno que deja mar.
No. No me iba a rendir. De pronto llegué a la realización que estaba haciendo todo, que estaba haciendo la vista gorda queriendo hacer un lado de la realidad Al tener una sonrisa en los brazos, la pequeña y frágil criatura que terminaba maldita como los demás Haruno yo podía hacer algo para cambiar el destino. El destino no está forjado en piedra.
Lo que nunca esperó y nadie más lo hizo fue el ataque de Kurama.
Aquel día había empezado bien, mi hijo y su esposa decidieron salir por lo que les pedí que me dejaran una nieta para cuidarla. Tiene 7 meses para lo que puedes estar gateando en la casa sin cuidado. No estamos solas, con nosotras tenían algunos espíritus, me asombraba y preocupaba la gran afinidad de Sakura para ver espíritus, junto a ella estaba feliz y la madre naturaleza jugando con ella. Ya estaba oscureciendo por lo que decidí entrar a la casa por la comida de mi nieta.
Fue solo un segundo, un segundo que me descuide. cuando volví todo estaba en silencio, suerte y naturaleza ya no estaban. El miedo me embargó, corrí hasta Sakura y ahí estaba tendida con una sombra oscura cerniéndose sobre ella. Corrí y espanté a la criatura.
La había encontrado.
Al darme vuelta hacia mi nieta la vi tendida en el piso sin reaccionar, de pronto una espiral de chakra comenzó a salir de ella. En ese momento lo supe, no podía dejar que lo inevitable suceda ahora. Justo en ese momento en que la palabra está en brazos Kurama salió de su contenedor, no sabía si podía ser un mal presagio o llamarlo una oportunidad. Yo decidí que era un escape.
Konoha estaba en llamas, el caos y el olor a muerte asechaban las calles atestadas de gente asustada que buscaba refugio. Ninjas y personas corrían con sangre y lastimadas corriendo por su cuerpo. Gracias a la confusión y al miedo que todos tienen, no han llegado a un testimonio de alguien tan viejo como yo cargando un pequeño bulto en las manos hacia la dirección contraria de los refugios.
Corrimos a las afueras de la aldea, el rugido de Kurama se escuchaba en cualquier lugar de Konoha y sus largas colas se movían como lenguas de fuego. Esperaba que alguien hiciese algo por detenerlo, mientras tanto, tuvieras que esperar a mi nieta. El chakra que despedía Sakura comenzó a espesar más y más al punto en que mis brazos comenzaron a quemarse, aún así no me importó.
Si no me apuraba no moriríamos por el Kyubi sino por Sakura.
Me adentré hasta un pequeño claro donde podría estar seguro para vender el poder de Sakura. Mordí mi dedo e invoqué la convocatoria ancestral de la familia, esta vez llegó a Nala, un pequeño lobo.
— Cuídala bien, Nala —dije y ella solo asintió.
Con mi sangre hice un sello en el piso, en el medio del puse una Sakura que sigue inconsciente, entonces hice un par de sellos con la mano y una estela de luz cubrió todo el sello y Sakura. De pronto unas sombras negras salieron del piso tratando de atacarnos para evitar completar el sello que puse en el pecho de Sakura. Nala y yo peleamos con ellos, en un último ataque desesperado de las sombras atacaron a Sakura, yo interpuse recibiendo el golpe en el estómago. En ese instante el chakra negro desapareció y terminó en su corazón y con las sombras desaparecidas.
Suspiré aliviada, estaba sin fuerzas, al borde de la muerte pero con una gran sonrisa se plasmó en mi rostro al ver una pequeña mota de cabello rosa mientras que el mundo no era más que un pasajero de aire. Me arrastré hacia ella derramando sangre en el camino por mis heridas hasta que llegué a tener tirada en el piso a mi nieta.
El destino es cruel, pero la elección determina el destino, y mi destino aquí en la vida es dar tiempo a Sakura para decidir el futuro.
— Protege a Sakura —dije de nuevo a la convocatoria del clan antes de toser sangre.
Miré hacia arriba para ver la convocatoria del clan. Un pequeño lobo de color gris con blanco disponible frente a las dos. Con solo mirarnos los entendimos, el miembro del clan que acabó conmigo iba a acabar. Por que estoy muriendo. El clan está maldito, Sakura está maldita. Pero le di una oportunidad de elegir entre la luz y la oscuridad y con eso la felicidad me embargó al pensar que hice algo bien. Mi familia cuidaría bien de Sakura y quizás su camino con espinas para conocer la verdad de los Haruno no era tan tormentoso por nuestra culpa, aunque la ignorancia era su mejor aliada hasta que el mar lo suficientemente maduro como para descubrir la verdad.
Solo se puede perder el pasado y el significado de ser un Haruno, quizás no haya sido tan cobarde las cosas sean distintas para Sakura y el clan, puede guiar a Sakura en el buen camino en la vida de la perdición.
Ahora, todo recaía en sus manos.
—Se fuerte Sakura —dije al verla antes de mirar al cielo que estaba pintado de tonos rojizos por el fuego.
Última edición por MayuraKarin el Miér Abr 04, 2018 3:48 pm, editado 2 veces
MayuraKarin- Novato
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Sakura, el inicio de una kunoichi Capítulo 1
Primero que nada agradezco a todos los que han leido la historia hasta el momento. Ya por fin les traigo el primero capítulo, disfrútenlo!
Sakura, el inicio de una kunoichi
La luna se asomaba sobre las calles de Konoha; esta noche era distinta a cualquier otra noche que haya habido, no era un noche como cualquiera, en donde las estrellas resplandecen con fulgor junto a la luna como si fueran gotas plateadas de metales brillantes, no; la luna no se mostraba con esplendor como su fuera la cosa más hermosa en toda la vida, no, ni la brisa soplaba cálida y refrescante con su melodioso sonido de voces susurrantes que hasta se creía que hablaba con los árboles cuando este chocaba con ellos, no… Las estrellas brillaban como armaduras de un guerrero sin pulirse por años, la brisa no era cálida ni refrescante, sino tan fría que calaba hasta los huesos, y la luna, oh la luna se escondía de tristeza aquella noche entre las nubes como si no quisiera seguir viendo lo que sucedía abajo en la tierra.
Como si el mismísimo cielo fuera la única presente ante un gran secreto que no podrá contar.
Las calles se encontraban desiertas, la gran mayoría se encontraba en sus casas resguardadas de la fría noche. Todo parecía relativamente tranquilo. Entre la penumbra aparece una pequeña niña con las mejillas humedecidas de tantas lágrimas que había derramado; no era mayor de 6 años, su cabello era de un extraño color rosado que no se ve en todos los días y sus ojos, tenía unos ojos sorprendentes color jade que si no fuera por la tristeza y dolor que expresaban serían esplendorosos. Lo cuestionable de todo esto era encontrar a una niña sola fuera de su casa a altas horas de la noche y más aún llena de raspones, arañazos y moretones, pobre niña.
—Papá —dijo ella, en un susurro ahogado. Apenas se le podía escuchar, en su tono de voz dominaba dolor y rencor de solo pronunciar ese nombre, al decir ese nombre siente como todo su ser estremecerse.
La chica de pelos rosados caminaba destilando un aura ausente, y sin rumbo fijo caminaba, se dejaba llevar hacia donde sus pies la llevasen.
Se encontraba perdida y sin deseos de regresar a lo que llamaba su hogar. No, ese no era su hogar. Su mundo se derrumbaba y con lo mismo solo deseaba estar sola. Ya nada le importaba, ahí en la oscuridad se había rendido a lo que sucediera.
Que sea lo que los demás quieran.
Hambrienta y con el frío mordiendo su piel daba pequeños pasos entre la oscuridad. Al tener la mirada hacia el piso terminó golpeando a alguien. Por ser respetuosa lo mira para pedir perdón, su sorpresa fue que al ver a la persona frente a ella. Se quedó congelando unos segundos mirando al chico de quizá algunos 13 o 14 años con el cabello de color negro como el cuervo, tenía una piel blanquecina y unos hipnóticos ojos color rojo carmesí con betas negras dentro del mismo.
No era sus ojos ni su mirada fría lo que la que le quitó el aliento sino su presencia misma, podía oler la muerte y peligro desprenderse de su ser mientras que en su ropa y una espada que traía en su mano se encontraba pintada con sangre.
Cualquier persona cuerda huiría o por lo menos gritaría, sin embargo ella no…
Rubí y esmeralda se encontraron largo rato.
La pequeña niña de cabellos rosados examinó su rostro con curiosidad, resignación y en cierto grado miedo. A pesar del peligro inminente frente a ella no sentía que fuera alguien peligroso, más bien… Como si sufriera.
— ¿Usted también quiere golpearme? —dice, la pequeña con aflicción marcada en su pequeño rostro sin dejar de derramar lágrimas como si de un riachuelo se tratase.
El chico estoico frente a ella gracias a sus años de experiencia escondió su sorpresa puesto que no se esperaba a tan altas horas de la noche a gente a su alrededor y mucho menos a una niña con curiosa cabellera; podía pasarlo de un borracho. Pero ¿una niña?
¿Lastimarla? ¿Por qué el la lastimaría?, si, estaba pero no tenía razón alguna para matarla aun cuando la sangre en su ropa muestre lo contrario. Mirándola con detenimiento captó raspones y hematomas que floreabas saltando sobre su blanca piel.
—Entonces quiere burlarse de mi enorme frente —dijo la chica como si fuera un hecho, giró su rostro a un lado con desdén, en lo personal ya estaba fastidiada de todo y todos. Ya no quería nada, ¡Solo quería que todo se detuviese y desaparecer por siempre! Si no la molestaban por su enorme frente era para golpearla y maltratarla.
—No… ¿Por qué molestaría a alguien que no conozco? —dijo después de estar tanto tiempo en silencio.
La pequeña giró su cabeza tan rápido como un rayo que parecía que se iba a fracturar. Estaba anonadada, sin aliento y por un momento su mente se detuvo. Con los ojos abiertos tanto como podía y la boca abierta con la de un pez retuvo el aliento. A pesar de la oscuridad podía ver un pequeño rayo de luz en su corazón atormentado de tanta tristeza al verlo. ¡Hasta las lágrimas que parecían no tener fin han cesado!
En la casa del Hokage la puerta de la entrada era tocada varias veces.
Hiruzen que se encontraba descansando después de un largo día de trabajo, estaba en su sillón favorito en la sala leyendo tranquilamente un libro acompañado de su adorada pipa. Gruñendo se levantó de su cómodo lugar para abrir la puerta. Dejó ver su molestia a quien estaba en la puerta interrumpiendo su merecido descanso.
El trabajo es trabajo se repetía muchas veces y sabía que si a estas horas le llamaban era por una razón considerable, aunque eso significa más papeleo mañana, como si no tuviera suficiente.
— ¡Señor Hokage! —Grita el jounin con agitación, respiraba entrecortadamente de correr tan rápido. Eso no era una buena señal—. Tenemos un problema ¡El clan Uchiha ha sido asesinado!
Sus ojos se entornaron y su cuerpo se tensó.
—Explícate ahora.
El sueño que comenzaba a recorrer en su cuerpo en el momento que leía se esfumó al ser inyectado corrientes de adrenalina en su torrente sanguíneo, las cosas eran muy serias.
—El clan Uchiha ha sido atacado por la noche, se tiene la sospecha de que el culpable es el mismo Itachi Uchiha hijo de Fugaku—sama, el líder del clan, hemos encontrado un solo sobreviviente inconsciente, el hermano menor Sasuke Uchiha —dijo el jounin, de manera profesional componiendo su postura al hablar a pesar de su respiración agitada.
Definitivamente esto es grave.
—Infórmale a Kakashi que deje su puesto de vigilar a Naruto y que vaya en búsqueda de Itachi Uchiha, él será el líder del equipo que forme, dile que en cuanto regrese de la misión que inspeccione el estado del pequeño Uchiha —dijo Sarutobi al ninja, este en seguida asiente y en un dos por tres desapareció dejando al Hokage solo con una mirada triste dando un pequeño suspiro—. Así que has dejado a tu hermano vivo, eh Itachi… Respetaré tu opinión, solo espero que sea lo mejor.
Con paso lento y con una gran carga sobre sus hombros que llevará hasta su muerte se arrastró a su cuarto para arreglarse, una noche más sin dormir y con un gran trabajo por hacer.
Definitivamente ya estaba viejo para ser Hokage.
Los ojos de Itachi brillaban con interés mientras veía con detenimiento a la chica de pelos rosados frente a él. Se veía mucho más calmada que antes, era como si sus palabras por insignificante que fueron la embadurnaron como una pomada a una herida.
—Es peligroso estar aquí de noche, ve a tu casa—dijo Itachi, tratando de hacer una buena acción, no podía dejar a la chica sola y menos en una noche como esta que en cualquier momento se volvería agitada.
Una vez más, por dentro se sorprendió al ver su reacción, de todas las reacciones, esta fue la menos esperada: miedo, las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos sin parar y muy pronto empezó a temblar.
— ¡No!… ¡No quiero ir a ese lugar! —dijo la pequeña, temblando abrazando su cuerpo con rigidez. Un sinfín de pensamientos comenzaron a trazarse en su mente para evitar llegar a su casa. Solo uno relució ante los demás—, ¡Llévame contigo!
La niña había notado que en el hombro de Itachi traía colgando un saco con sus pertenencias, eso sólo podía significar que se iba. En un impulso desesperado se aferró a la pierna del chico y lloró amargamente que fuera un si por respuesta.
—Llévame contigo.
Los ojos de Itachi le traicionaron abriéndose ligeramente de la sorpresa al ver el rostro de desesperación y anhelo por dejar atrás todo lo que le hace sufrir. Se aferraba como si su vida pendiera de él, como si al alejarse terminaría cayendo en un abismo sin retorno.
Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir la agitación a lo lejos, la gente comenzaba a darse cuenta y en cualquier momento los Anbu se pondrán en acción, no podía perder más tiempo con la niña. Sin pensarlo y con rapidez la noquea y la carga en su hombro como peso muerto y con gran rapidez y agilidad atraviesa las calles y muros que delimitan Konoha adentrándose en el basto bosque que lo protege. Se la llevaría lejos de la aldea a un lugar donde pueden estar tranquilos… Por un tiempo.
En un pequeño pero espacioso cuarto se encontraba Itachi Uchiha mirando por una pequeña ventana, estaba de brazos cruzados y una mirada en blanco. No faltaba mucho a que la chica que tenía a un lado, recostada en la cama, despertara de su letargo. Dejarla sola ya no era una opción, ya no se encontraban en la aldea como para dejarla en un sitio seguro, regresar era un suicidio después de lo que hizo. En su mente no dejaban de resonar aquellas palabras que la pequeña dijo antes de que se desmayara. ¿Cómo la trataban en casa?, quizá luego lo averiguaría. Lo que no lograba entender es ¿cómo esa niña no se asustaba de verle todo sangriento?
Tenía a su lado a una niña de la que sabía prácticamente nada; nombre, si era de un clan o no, nada, tan solo podía estimar su edad. Ahora no solo lo buscarían por asesinato y casi extinción de uno de los más prominentes clanes de Konoha, sino también por secuestro, ¡Una cosa más que agregar a su apenas empezada carrera de criminal!
Sus pensamientos fueron interrumpidos en cuanto vio a la niña moverse lentamente.
Se paró de su lugar para ir a donde se encontraba la niña poniéndose a un lado de la cabecera de la cama donde pudiera ver claramente a la chica, para que lo reconociera en el extraño cuarto. Espero con paciencia hasta que lograra estar en sus cinco sentidos.
— ¿Dónde estoy? — fue lo primero que dijo, su voz había salido como un graznido. Abría y cerraba los ojos una y otra vez, poco a poco fue acostumbrándose a la luz y se sentó en la gran cama hasta notar la presencia del chico a su lado. Al principio se crispó, pero al reconocerlo se relajó notablemente haciendo alzar las cejas a Itachi.
—Dime, ¿Por qué quieres venir conmigo? Ni si quiera me conoces —dijo Itachi mirando a la chica de ojos color jade. Aun cuando por fuera tenía un inmutable rostro en blanco por dentro estaba curioso. La niña era muy interesante y volátil en cuanto a los sentimientos, ayer en tan poco tiempo había reaccionado de tantas maneras en tan poco tiempo, entre rabia, tristeza, odio, esperanza, era mucho como para que una niña pequeña de su edad sufriera cosas así.
La chica miró las sábanas que la cubrían como si fuera lo más interesante que encontró, sin embargo, sus ojos expresaban dolor y las lágrimas peligraban por querer salir de nuevo como lo había hecho ayer, no, no debe hacerlo, no quería darse ese lujo, no después de que este hombre tan amable llegara y la salvara.
—No quiero ir a mi casa, mi padre me odia, cada vez que puede el me pega, solo busca excusas para hacerlo, mi madre nunca hace nada por mí, solo se le queda viendo o se burla de mí y siempre complace a mi papá en lo que él desea, nunca se han preocupado por mi aunque este enferma… Todos siempre se burlan de mí y me pegan… —La voz comenzó a menguar—, yo quiero ser fuerte, quiero no ser pisoteada por personas como ellos...
Una vez más estaba impresionado, tan pequeña, tan frágil, pero cargaba con un gran odio dentro de ella, en el fondo de su mente una voz le decía que debía de llevarse a la niña y hacerla feliz antes de que entre en alguna fosa de oscuridad. En cierto modo podía entender lo que ella le decía, sin embargo ni él ni Sasuke habían sido tratados así y tuvieron a su bondadosa madre. Debía experimentar una infancia feliz, no este camino lleno de vidrios que él caminaba. Claramente podía ver que ella es un ser de la luz a diferencia de el que se mueve en la oscuridad, y lo más lamentable es ver como uno de aquellos seres tan puros como podía ver en ella sean arrastrados al mundo de las sombras.
Miró por la ventana dando un largo suspiro para luego volver a ver aquellos ojos color verde maravillosos que en aquellos instantes mostraban temor, tristeza y determinación al mismo tiempo, una combinación muy peculiar.
—Ven conmigo —dijo Itachi con voz neutra.
Los ojos de la chica tronaron de emoción y dibujó una gran sonrisa en su rostro, haciendo sentir feliz a Itachi, definitivamente una sonrisa quedaba mejor que la tristeza en ella.
Por otra parte ahora ella sabía que él a pesar del estado de su ropa y su estoico rostro de aparente indiferencia, era su caballero que vino a salvarla de esta horrible pesadilla, sabía que no importa la apariencia de uno, no importa el peligro que pueda emanar alguien, los caballeros de los cuentos de hadas pueden aparecer en las presentaciones más peculiares.
—Gracias eh…
—Itachi, soy Itachi Uchiha —dijo dándole una pequeña sonrisa por primera vez en todo este largo rato.
—Yo soy Sakura Haruno, Itachi-nii —se paró sobre la cama abalanzándose al cuello de Itachi dándole un fuerte abrazo sorprendiéndolo momentáneamente hasta que le responde el abrazo aun sonriendo.
Por dentro de su corazón ofuscado con pesar y negrura un pequeño rayo de luz nació en él. Quizá el caballero no era otro más que una pequeña niña de peculiar cabello color rosado.
Ahora ellos dos iban a ser compañeros o una familia como al parecer Sakura quería. Solo sería cuestión de enseñarle unas cosas para que el líder la considerara tenerla con ellos.
Sakura, el inicio de una kunoichi
Capítulo 1
Itachi Uchiha
La luna se asomaba sobre las calles de Konoha; esta noche era distinta a cualquier otra noche que haya habido, no era un noche como cualquiera, en donde las estrellas resplandecen con fulgor junto a la luna como si fueran gotas plateadas de metales brillantes, no; la luna no se mostraba con esplendor como su fuera la cosa más hermosa en toda la vida, no, ni la brisa soplaba cálida y refrescante con su melodioso sonido de voces susurrantes que hasta se creía que hablaba con los árboles cuando este chocaba con ellos, no… Las estrellas brillaban como armaduras de un guerrero sin pulirse por años, la brisa no era cálida ni refrescante, sino tan fría que calaba hasta los huesos, y la luna, oh la luna se escondía de tristeza aquella noche entre las nubes como si no quisiera seguir viendo lo que sucedía abajo en la tierra.
Como si el mismísimo cielo fuera la única presente ante un gran secreto que no podrá contar.
Las calles se encontraban desiertas, la gran mayoría se encontraba en sus casas resguardadas de la fría noche. Todo parecía relativamente tranquilo. Entre la penumbra aparece una pequeña niña con las mejillas humedecidas de tantas lágrimas que había derramado; no era mayor de 6 años, su cabello era de un extraño color rosado que no se ve en todos los días y sus ojos, tenía unos ojos sorprendentes color jade que si no fuera por la tristeza y dolor que expresaban serían esplendorosos. Lo cuestionable de todo esto era encontrar a una niña sola fuera de su casa a altas horas de la noche y más aún llena de raspones, arañazos y moretones, pobre niña.
—Papá —dijo ella, en un susurro ahogado. Apenas se le podía escuchar, en su tono de voz dominaba dolor y rencor de solo pronunciar ese nombre, al decir ese nombre siente como todo su ser estremecerse.
La chica de pelos rosados caminaba destilando un aura ausente, y sin rumbo fijo caminaba, se dejaba llevar hacia donde sus pies la llevasen.
Se encontraba perdida y sin deseos de regresar a lo que llamaba su hogar. No, ese no era su hogar. Su mundo se derrumbaba y con lo mismo solo deseaba estar sola. Ya nada le importaba, ahí en la oscuridad se había rendido a lo que sucediera.
Que sea lo que los demás quieran.
Hambrienta y con el frío mordiendo su piel daba pequeños pasos entre la oscuridad. Al tener la mirada hacia el piso terminó golpeando a alguien. Por ser respetuosa lo mira para pedir perdón, su sorpresa fue que al ver a la persona frente a ella. Se quedó congelando unos segundos mirando al chico de quizá algunos 13 o 14 años con el cabello de color negro como el cuervo, tenía una piel blanquecina y unos hipnóticos ojos color rojo carmesí con betas negras dentro del mismo.
No era sus ojos ni su mirada fría lo que la que le quitó el aliento sino su presencia misma, podía oler la muerte y peligro desprenderse de su ser mientras que en su ropa y una espada que traía en su mano se encontraba pintada con sangre.
Cualquier persona cuerda huiría o por lo menos gritaría, sin embargo ella no…
Rubí y esmeralda se encontraron largo rato.
La pequeña niña de cabellos rosados examinó su rostro con curiosidad, resignación y en cierto grado miedo. A pesar del peligro inminente frente a ella no sentía que fuera alguien peligroso, más bien… Como si sufriera.
— ¿Usted también quiere golpearme? —dice, la pequeña con aflicción marcada en su pequeño rostro sin dejar de derramar lágrimas como si de un riachuelo se tratase.
El chico estoico frente a ella gracias a sus años de experiencia escondió su sorpresa puesto que no se esperaba a tan altas horas de la noche a gente a su alrededor y mucho menos a una niña con curiosa cabellera; podía pasarlo de un borracho. Pero ¿una niña?
¿Lastimarla? ¿Por qué el la lastimaría?, si, estaba pero no tenía razón alguna para matarla aun cuando la sangre en su ropa muestre lo contrario. Mirándola con detenimiento captó raspones y hematomas que floreabas saltando sobre su blanca piel.
—Entonces quiere burlarse de mi enorme frente —dijo la chica como si fuera un hecho, giró su rostro a un lado con desdén, en lo personal ya estaba fastidiada de todo y todos. Ya no quería nada, ¡Solo quería que todo se detuviese y desaparecer por siempre! Si no la molestaban por su enorme frente era para golpearla y maltratarla.
—No… ¿Por qué molestaría a alguien que no conozco? —dijo después de estar tanto tiempo en silencio.
La pequeña giró su cabeza tan rápido como un rayo que parecía que se iba a fracturar. Estaba anonadada, sin aliento y por un momento su mente se detuvo. Con los ojos abiertos tanto como podía y la boca abierta con la de un pez retuvo el aliento. A pesar de la oscuridad podía ver un pequeño rayo de luz en su corazón atormentado de tanta tristeza al verlo. ¡Hasta las lágrimas que parecían no tener fin han cesado!
En la casa del Hokage la puerta de la entrada era tocada varias veces.
Hiruzen que se encontraba descansando después de un largo día de trabajo, estaba en su sillón favorito en la sala leyendo tranquilamente un libro acompañado de su adorada pipa. Gruñendo se levantó de su cómodo lugar para abrir la puerta. Dejó ver su molestia a quien estaba en la puerta interrumpiendo su merecido descanso.
El trabajo es trabajo se repetía muchas veces y sabía que si a estas horas le llamaban era por una razón considerable, aunque eso significa más papeleo mañana, como si no tuviera suficiente.
— ¡Señor Hokage! —Grita el jounin con agitación, respiraba entrecortadamente de correr tan rápido. Eso no era una buena señal—. Tenemos un problema ¡El clan Uchiha ha sido asesinado!
Sus ojos se entornaron y su cuerpo se tensó.
—Explícate ahora.
El sueño que comenzaba a recorrer en su cuerpo en el momento que leía se esfumó al ser inyectado corrientes de adrenalina en su torrente sanguíneo, las cosas eran muy serias.
—El clan Uchiha ha sido atacado por la noche, se tiene la sospecha de que el culpable es el mismo Itachi Uchiha hijo de Fugaku—sama, el líder del clan, hemos encontrado un solo sobreviviente inconsciente, el hermano menor Sasuke Uchiha —dijo el jounin, de manera profesional componiendo su postura al hablar a pesar de su respiración agitada.
Definitivamente esto es grave.
—Infórmale a Kakashi que deje su puesto de vigilar a Naruto y que vaya en búsqueda de Itachi Uchiha, él será el líder del equipo que forme, dile que en cuanto regrese de la misión que inspeccione el estado del pequeño Uchiha —dijo Sarutobi al ninja, este en seguida asiente y en un dos por tres desapareció dejando al Hokage solo con una mirada triste dando un pequeño suspiro—. Así que has dejado a tu hermano vivo, eh Itachi… Respetaré tu opinión, solo espero que sea lo mejor.
Con paso lento y con una gran carga sobre sus hombros que llevará hasta su muerte se arrastró a su cuarto para arreglarse, una noche más sin dormir y con un gran trabajo por hacer.
Definitivamente ya estaba viejo para ser Hokage.
Los ojos de Itachi brillaban con interés mientras veía con detenimiento a la chica de pelos rosados frente a él. Se veía mucho más calmada que antes, era como si sus palabras por insignificante que fueron la embadurnaron como una pomada a una herida.
—Es peligroso estar aquí de noche, ve a tu casa—dijo Itachi, tratando de hacer una buena acción, no podía dejar a la chica sola y menos en una noche como esta que en cualquier momento se volvería agitada.
Una vez más, por dentro se sorprendió al ver su reacción, de todas las reacciones, esta fue la menos esperada: miedo, las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos sin parar y muy pronto empezó a temblar.
— ¡No!… ¡No quiero ir a ese lugar! —dijo la pequeña, temblando abrazando su cuerpo con rigidez. Un sinfín de pensamientos comenzaron a trazarse en su mente para evitar llegar a su casa. Solo uno relució ante los demás—, ¡Llévame contigo!
La niña había notado que en el hombro de Itachi traía colgando un saco con sus pertenencias, eso sólo podía significar que se iba. En un impulso desesperado se aferró a la pierna del chico y lloró amargamente que fuera un si por respuesta.
—Llévame contigo.
Los ojos de Itachi le traicionaron abriéndose ligeramente de la sorpresa al ver el rostro de desesperación y anhelo por dejar atrás todo lo que le hace sufrir. Se aferraba como si su vida pendiera de él, como si al alejarse terminaría cayendo en un abismo sin retorno.
Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir la agitación a lo lejos, la gente comenzaba a darse cuenta y en cualquier momento los Anbu se pondrán en acción, no podía perder más tiempo con la niña. Sin pensarlo y con rapidez la noquea y la carga en su hombro como peso muerto y con gran rapidez y agilidad atraviesa las calles y muros que delimitan Konoha adentrándose en el basto bosque que lo protege. Se la llevaría lejos de la aldea a un lugar donde pueden estar tranquilos… Por un tiempo.
En un pequeño pero espacioso cuarto se encontraba Itachi Uchiha mirando por una pequeña ventana, estaba de brazos cruzados y una mirada en blanco. No faltaba mucho a que la chica que tenía a un lado, recostada en la cama, despertara de su letargo. Dejarla sola ya no era una opción, ya no se encontraban en la aldea como para dejarla en un sitio seguro, regresar era un suicidio después de lo que hizo. En su mente no dejaban de resonar aquellas palabras que la pequeña dijo antes de que se desmayara. ¿Cómo la trataban en casa?, quizá luego lo averiguaría. Lo que no lograba entender es ¿cómo esa niña no se asustaba de verle todo sangriento?
Tenía a su lado a una niña de la que sabía prácticamente nada; nombre, si era de un clan o no, nada, tan solo podía estimar su edad. Ahora no solo lo buscarían por asesinato y casi extinción de uno de los más prominentes clanes de Konoha, sino también por secuestro, ¡Una cosa más que agregar a su apenas empezada carrera de criminal!
Sus pensamientos fueron interrumpidos en cuanto vio a la niña moverse lentamente.
Se paró de su lugar para ir a donde se encontraba la niña poniéndose a un lado de la cabecera de la cama donde pudiera ver claramente a la chica, para que lo reconociera en el extraño cuarto. Espero con paciencia hasta que lograra estar en sus cinco sentidos.
— ¿Dónde estoy? — fue lo primero que dijo, su voz había salido como un graznido. Abría y cerraba los ojos una y otra vez, poco a poco fue acostumbrándose a la luz y se sentó en la gran cama hasta notar la presencia del chico a su lado. Al principio se crispó, pero al reconocerlo se relajó notablemente haciendo alzar las cejas a Itachi.
—Dime, ¿Por qué quieres venir conmigo? Ni si quiera me conoces —dijo Itachi mirando a la chica de ojos color jade. Aun cuando por fuera tenía un inmutable rostro en blanco por dentro estaba curioso. La niña era muy interesante y volátil en cuanto a los sentimientos, ayer en tan poco tiempo había reaccionado de tantas maneras en tan poco tiempo, entre rabia, tristeza, odio, esperanza, era mucho como para que una niña pequeña de su edad sufriera cosas así.
La chica miró las sábanas que la cubrían como si fuera lo más interesante que encontró, sin embargo, sus ojos expresaban dolor y las lágrimas peligraban por querer salir de nuevo como lo había hecho ayer, no, no debe hacerlo, no quería darse ese lujo, no después de que este hombre tan amable llegara y la salvara.
—No quiero ir a mi casa, mi padre me odia, cada vez que puede el me pega, solo busca excusas para hacerlo, mi madre nunca hace nada por mí, solo se le queda viendo o se burla de mí y siempre complace a mi papá en lo que él desea, nunca se han preocupado por mi aunque este enferma… Todos siempre se burlan de mí y me pegan… —La voz comenzó a menguar—, yo quiero ser fuerte, quiero no ser pisoteada por personas como ellos...
Una vez más estaba impresionado, tan pequeña, tan frágil, pero cargaba con un gran odio dentro de ella, en el fondo de su mente una voz le decía que debía de llevarse a la niña y hacerla feliz antes de que entre en alguna fosa de oscuridad. En cierto modo podía entender lo que ella le decía, sin embargo ni él ni Sasuke habían sido tratados así y tuvieron a su bondadosa madre. Debía experimentar una infancia feliz, no este camino lleno de vidrios que él caminaba. Claramente podía ver que ella es un ser de la luz a diferencia de el que se mueve en la oscuridad, y lo más lamentable es ver como uno de aquellos seres tan puros como podía ver en ella sean arrastrados al mundo de las sombras.
Miró por la ventana dando un largo suspiro para luego volver a ver aquellos ojos color verde maravillosos que en aquellos instantes mostraban temor, tristeza y determinación al mismo tiempo, una combinación muy peculiar.
—Ven conmigo —dijo Itachi con voz neutra.
Los ojos de la chica tronaron de emoción y dibujó una gran sonrisa en su rostro, haciendo sentir feliz a Itachi, definitivamente una sonrisa quedaba mejor que la tristeza en ella.
Por otra parte ahora ella sabía que él a pesar del estado de su ropa y su estoico rostro de aparente indiferencia, era su caballero que vino a salvarla de esta horrible pesadilla, sabía que no importa la apariencia de uno, no importa el peligro que pueda emanar alguien, los caballeros de los cuentos de hadas pueden aparecer en las presentaciones más peculiares.
—Gracias eh…
—Itachi, soy Itachi Uchiha —dijo dándole una pequeña sonrisa por primera vez en todo este largo rato.
—Yo soy Sakura Haruno, Itachi-nii —se paró sobre la cama abalanzándose al cuello de Itachi dándole un fuerte abrazo sorprendiéndolo momentáneamente hasta que le responde el abrazo aun sonriendo.
Por dentro de su corazón ofuscado con pesar y negrura un pequeño rayo de luz nació en él. Quizá el caballero no era otro más que una pequeña niña de peculiar cabello color rosado.
Ahora ellos dos iban a ser compañeros o una familia como al parecer Sakura quería. Solo sería cuestión de enseñarle unas cosas para que el líder la considerara tenerla con ellos.
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