CRIATURAS (+18)(Capítulo I)(04/10/15)

Las puertas del infierno fueron abiertas.

Esas fueron las palaras que utilizaron la mayor parte de las personas, en periódicos y televisión, para expresar la cruel realidad.  Si bien era muy cierto que aquellas criaturas parecían demonios, con largos colmillos y garras, de ojos rojos y una sed carroñera de todo depredador,  no lo era que provenían del infierno. Más bien provenían de un laboratorio en Rusia, cerca de las montañas, mientras un grupo de científicos investigaban un agujero en la tierra.  Al principio Naruto creyó que todo aquello eran puros cuentos; eso de agujeros oscuros y extraños, que según, una repentina civilización antigua le llamaban “las puertas al otro lado”, fuera descubierto a principios de diciembre del año pasado, era cosas de científicos que a Naruto no le importaba.

No hasta que salieron los carroñeros.

Fue una mañana del sábado. Él tenía un tranquilo día de descanso. En realidad era un hermoso día de descanso junto de su esposa; precisamente disfrutaban de un apasionante baño, cuando escucharon un accidente. Y luego, un montón de llamadas. Naruto ignoró el segundo hecho, pues se trataba de su día de descanso, aquel que le dedicaba únicamente a su esposa del cual estaba enamorado.  Pero el accidente había dejado mucho a desear. Un hombre había chochado muy cerca de su casa, Naruto y su esposa, tras haberse puesto la ropa, fueron a ver y pedir ayuda. No obstante, fue una gran sorpresa la que se llevaron cuando se desataron los gritos.

Y el caos se armó.

Era una criatura de piernas alargadas y brazos, con colmillos gruesos repletos por capas de dientes afilados.  Tenía una melena de un tono anaranjado, parecido a un león de piel rojiza y ensangrentada.  La bestia gruñó con un trozo de hombre en la boca, para luego soltarla y correr tras otro apetitoso bocado; un grupo de personas.  Naruto reaccionó al instante, se giró hacia su esposa y le ordenó que regresara a la casa para esperarlo, luego corrió tras la bestia y con una roca llamó su atención.

Él no era un hombre cualquiera, era agente, soldado y espía profesional. Y aunque aquella criatura no fuera algo con lo que lidiara  a cada rato,  aquello se asemejaba a la vez que cayó en la boca de un tigre en África. Así que de la misma manera lidio con él. Fue brusco, y trató de alejarlo de las personas.

Fue en vano.  Ese sólo era el primero de una tempestad de criaturas de todo tipo. Había algo parecidos a aves, perros y leones, algunos alargados y delgados con garras por manos, otros, toscos y violentos sin ojos. Parecían que realmente provenían del infierno, y lo peor era que nadie sabía de dónde habían salido realmente. Ni por qué.

Sólo eran criaturas carroñeras en medio de ciudades repletas de presas.

Hasta hoy.

Las ciudades fueron evacuadas, y los pocos sobrevivientes que quedaron atrapados  entre las calles repletas de criaturas, fueron rescatados poco a poco por los soldados. Actualmente  Naruto tenía una misión específica; Sacar a Hinata Hyuga, la hija del jefe de toda aquella operación que espera descubrir el misterio del agüero, su ubicación y la manera de cerrarlo. Ella esa fundamente por el hecho de ser la hija de quién trata de recuperar el orden.

Y Sakura Haruno…

Su sólo nombre era como una estaca, era ella la científica que abrió las puertas del infierno, era ella la “culpable” de todo el caos. Era ella la doble agente que se había infiltrado bajo las órdenes de Madara, un psicópata que cree en el caos de la humanidad, para descubrir el misterio bajo el agujero en Rusia, esconder su ubicación y huir con todas las pruebas necesarias. Ella había desaparecido tras el día 0 del incidente, donde todo comenzó en picada.

Naruto debía atraparla.

De repente, un ruido lo despertó de sus pensamientos.

Naruto alzó la vista hacia los edificios altos de la ciudad de Konoha. Ya era noche y el silencio era profundo, apenas y los susurros de los insectos y el goteo del agua en las tubería viejas. El viento movía una que otras hojas viejas del otoño seco, y acariciaba el cabello del rubio, despeinado y un poco polvoriento.  Él portaba una gabardina oscura, donde guardaba sus armas y balas, sus cuchillos y una larga estaca de plata, resistente que sólo utilizaba como último recurso.

Otra vez el ruido.

Y luego, luego fue un grito. El grito de una mujer.

Los instintos de Naruto se encendieron como bala, pronto corrió hacia donde creía que provenía el ruido, y con forme el tiempo pasó, los sonidos fueron aumentando; eran golpes, patadas y tropiezos torpes, un chillido agudo y pequeños quejidos.  Naruto corrió dos cuadras y giró en un callejón.

Entonces la vio.

Como un fantasma, sobre el suelo húmedo y sucio del callejón, cerca de la entrada lateral de un motel de quinta.  Estaba asustada, tenía los brazos rasgados y el labio partido, su ropa rota y apenas respetable. Estaba hecha un caos, y en su rostro reflejaba ese gesto de horror en toda persona.  Y enfrente de ella, una criatura.

Parecía una araña humana, de color oscuro y ojos gigantes, blancos, con dos puntos rojizos. De su boca caía sangre y saliva, y dos colmillos, uno roto. La criatura rugió en cuando se dio cuenta de la presencia de Naruto, y éste apuntó sin pensarlo dos veces. Un balazo en la cabeza y otro en el cuerpo.

Sólo la hizo enojar.

--¡Corre!—Gritó Naruto, mientras retrocedía y sacaba un par de cuchillos.

La joven corrió en sentido contrario de Naruto, cuando la criatura rugió y se abalanzó contra le rubio.  La criatura golpeó el sueño y lanzó mordidas llenas de rabia, rozando al rubio de un lado a otro.  Naruto esquivó un par de veces, y con un eficaz giro,  sacó su escopeta y le metió dos balazos en la cabeza.  La cabeza explotó y la criatura cayó al suelo de golpe, dejando un aroma desagradable a metal.

Naruto miró un momento y luego buscó con la mirada a la joven. La vio rápido, detrás de los botes de basura temblando y con los ojos repletos de lágrimas.

--¿Hinata Hyuga?—Preguntó. La chica, de cabello largo y negro, de piel blanca y manchada, salió del lugar muy temblorosa y afirmó.

La luna apenas y reflejaba su rostro, no obstante, Naruto dedujo muchas cosas con sólo verla. Era débil, era del tipo de chica que jamás había estado en problemas y es complicaba las cosas.

--Tranquila—Le dijo, acercándose lentamente.

--¡No te acerques!—Le gritó la joven, asustada.

--Me llamo Naruto Uzumaki—Prosiguió el rubio--. Y mi misión es mantenerte a salvo.

Hinata no lo dudó, de golpe salió corriendo hacia Naruto y se abrazó a él con todas sus fuerzas para llorar. Estaba asustada, estaba muerta de miedo y pensaba que estaba sola en aquel infierno, pero ahora… Ahora alguien la iba a salvar.

--¡Oh gracias, muchas gracias!—Chilló.

Naruto la abrazó y la dejó desahogarse con toda tranquilidad. Entendía aquel miedo, lo había visto en los ojos de muchas personas.

--No te preocupes—Le susurró--. Yo me encargaré que, desde ahora, nada te pase.

Y Hinata, de alguna manera, estaba segura de ello.


Naruto y Hinata se marcharon. Pues aquel era un lugar peligroso y debían encontrar un refugio donde pasar la noche para continuar por la mañana, con la luz del día.  Llegaron a una cafetería casi cerrada; si no fuera por el pequeño agujero de la entrada, donde Naruto colocó una pila de objetos ruidosos por si algo entraba. Se encerraron y encendieron las luces del lugar, que llena de polvo, prendió en un tenue amarillo.

Allí Naruto se dejó caer a descansar.

Hinata se acurrucó hasta el otro extremo, abrazando sus piernas y ocultando su rostro entre las mismas. Naruto la vio por un segundo; de verdad que daba penas, estaba toda hecha un caos. Así que con un ligero movimiento se quitó la gabardina, luego el suéter y se lo tendió con una sonrisa.

--Ahora que lo pienso—comenzó a decir--. Debes tener mucho frio, y muerta de hambre, ¿Cómo has sobrevivido por tanto tiempo? No lo… Bueno, no lo pareces.

Hinata se sonrojó.

--Gracias—Susurró tímida--. En realidad me la he pasado encerrado en lugares pequeños. A veces como, otras no. No soy muy valiente.

Naruto soltó una suave risa.

--Creo que lo has manejado bien.

Hinata lo vio durante algunos segundos. Su sonrisa, el sonido de su risa amistosa y humana… él era su salvador. Él era… ella no sabía que decir.

--Ahora duerme—Le ordenó Naruto--. Mañana será un largo día, y tenemos otra misión.

--S-Sí, y gracias… De nuevo. Sé que ha de ser molesto tener que lidiar conmigo y…

--En realidad no. No pareces ser mala persona—Le dijo el rubio, y ella vio como cortada un poco de pan--. Y el que esté saquí asustada, es normal. Si no fuera soldado estuviera aterrado.

--¿lo dices en serio?

--¡Pero claro!, además, necesito con qué distraerme.

--¿Distraerte?

--Es complicado—Naruto le dio un poco de pan--. Come.

Hinata tomó la pieza de pan y la comió. Al principio creyó que él ya no diría nada, y que su conversación, que deseaba, jamás llegaría de nuevo. Pero entonces, él tomó un respiro y le dijo:

--Mi segunda misión es especial. No es algo que quiera hacer, pero no tengo opción.

Luego él se acurrucó allí, un poco lejos de ella. Y con eso dio terminada su conversación.

Ella quiso preguntarle cuál era aquella otra misión. O quién era, apenas y conocía su nombre. O como había llegado allí y cuál era su plan, no obstante, no quería apresurar las cosas. Ta tendría tiempo de hablar, por ahora, y por primera vez, Hinata iba a dormir tranquilamente.

Y es que alguien la cuidaba. Y aquello, de cierta forma, la ponía feliz.


A la mañana siguiente, Hinata desayunó con Naruto. Sólo un poco de pan, queso y agua. De lo más sencillo, pero delicioso ante los ojos de ella. Y durante el camino, ella portó el suéter de Naruto.  Era verdad que aun portaba esa ropa sucia y espantosa desde hace más de un mes; cuando evacuaron y el caos de la ciudad era tanto.   Pero tampoco tenía de otra.

--Ahora iremos a una tienda—Le dijo Naruto.

--¿A una tienda? ¿Por comida?

--No. Por ropa—Él se giró, y le señaló sus piernas--. Estás descalza, tienes un mal aspecto.  Eso lo dificulta mucho, además, por la noche hace frio.

Hinata se sonrojó al instante, pero no protestó. De hecho, le parecía perfecto la idea de cambiarse la ropa; quizá unos pantalones, unos tenis y una chamarra. Además, de cierta manera, le apenaba lucir tan mal ante él.

--Gracias—Susurró Hinata.

Pero él no la oyó. En realidad él estaba pensando en otra cosa, cosas importantes; como el camino más cortó. Como por donde comenzaría su segunda misión. La primera, por suerte, había resultado fácil, tras dos días de haber llegado.  Primero debía encontrar un punto para poder comunicarse y dar el aviso de que había encontrado a Hinata. Luego, tras haberla dejado a salvo, podría buscar a Sakura…

Sakura…

Frunció el ceño.

--¡Naruto!—Chilló Hinata de repente.

Naruto apenas se iba a girar, cuando ella se abrazó a él con fuerza y se ocultó a sus espaldas.

--¡Oye que…!

Un fuerte rugido.

Naruto alzó la mirada, y a los lejos, vio a un ave, de largas alar flacuchas y un pico gigante que se acercaba a gran velocidad hacia ellos. Naruto sacó su arma, pero entonces, al otro lado, se acercaba otra, y a su derecha otra. Todas hambrientas y alborotadas. Naruto sacó su escopeta y apuntó hacia la de enfrente para dispararle y con la misma rapidez, matar a las demás.

--¡Agáchate Hinata!

--¡S-sí!

Hinata se agachó temblando, y pronto sintió miedo. Naruto disparó hacia las aves altas y grandes, que no hicieron más que retroceder un poco. Y una de ellas, la más herida que se derrumbó, soltó un llanto largo y agudo.

Era la señal, para las demás criaturas.

Naruto tomó a Hinata del brazo y con fuerza salió corriendo porque pronto muchas de esas aves carroñeras aparecerían hambrientas. No obstante, en su trayectoria, Hinata tropezó y cayó al suelo jalando el brazo de Naruto.

--¡Hinata!—Grito Naruto al regresarse un poco…

Más aves aparecieron; eran cinco, y salieron de edificio de un lado; uno de cristal, viejo y no muy alto, rompiendo los vidrios y haciendo un ruido penetrante.

Y entonces….

Entonces un fuerte ruido invadió todo el lugar. Uno agudo, que provocó que todas las aves huyeran chillando hacia el norte del lugar. Naruto se detuvo y miró hacia todas partes esperando encontrar algún sobreviviente atento; no obstante, jamás espero verla a ella.

Estaba igual a como la recordaba; con el cabello corto. Con la piel clara y suave, las mejillas un poco rojas y los ojos brillosos. Pero ahora, vestía de negro, y estaba armada.

--Hola Naruto—Le dijo la voz melosa y dulce como un caramelo.

Naruto cerró los ojos.

Hinata se levantó sola, por un momento le pareció que Naruto se había perdido, no obstante, se acercó a Naruto, y con una suave voz temblorosa le preguntó:

--¿Quién es ella?

--Es… Es Sakura Haruno—Le dijo Naruto, abriendo los ojos y frunciendo el ceño.

--¿Sakura Haruno?—Preguntó Hinata un tanto incómoda. Los ojos de Naruto no la miraron, sus ojos azules, estaban fijo en la chica al otro lado, de ropas negras y con una espada a un costado. La mujer, de cabello rosa, tenía una radiante sonrisa, que solo miraban a Naruto.

Hinata se abrazó al brazo de Naruto.

--¿Sucede algo… Naruto?

Sakura dejó de sonreír.  

--Esperaba verte, Naruto—Dijo rápidamente Sakura, guardando un radio pequeño y cruzando los brazos--. ¿Quién es ella?

Naruto sonrió.

--Yo también, Sakura-chan.

--¿Sakura-chan?—Preguntó Hinata confusa.

Sakura, por otro lado, soltó una carcajada al ver a la joven de cabello negro tan confundida. Luego dio un paso, y con suaves palabras, le dijo a Naruto.

--¿No extrañabas a tu esposa, mi amor?