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Gracias Santo :)
Lalala ~~
La skin ha sido codificada y maquetada por Odxy para el foro NaruSaku. Las imágenes usadas no nos pertenecen, han sido realizadas por diversos artistas y las diseñadoras solo las han editado. Agradecimientos a todo el grupo de diseño por las nuevas imágenes utilizadas. También a LaufeysonSister y Pyrite Wolf de OSC porque sin sus tutoriales la mitad de las cosas que se han hecho en este foro no habrían sido posible.

Bajo La Luna(+17)- capitulo29/30/10/14

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Leon
kumiko
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Mensaje por kumiko Dom Sep 21, 2014 10:59 am


espero que le guste y sin mas preámbulo el cap 14


Capitulo 14


Tuvo un sueño, un oscuro sueño sensual, y en él vio a un hombre de pie en las sombras, un hombre alto y de anchos hombros vestido con una larga capa negra. Se mimetizaba en la oscuridad como si fuese parte de ella. No pudo ver su rostro pero supo que era él, el extraño, Naruto Uzumaki. Pudo sentir su poder sobrenatural recorriéndole la piel, percibir su mirada en su rostro. Su soledad le susurró un grito mudo de desolación y dolor que le penetró el corazón. Trató de acercársele y él retrocedió, dirigiéndose a un lago de luz de luna que proyectó sombras plateadas en su largo cabello rubio. Percibió la tristeza en los ojos azules, anheló consolarlo. Intentó alcanzarlo una vez más, sintió el ruido de un fugaz movimiento, un cambio sutil de la textura de la noche, ya no estaba fuera sino acostada en su cama y una extraña presencia hacía sombra sobre ella. Vio el resplandor de filosos dientes blancos, abrió la boca en un mudo grito cuando sintió el pinchazo de los colmillos en la garganta...
Sus propios gritos la despertaron. Se sentó, encendió la luz junto a la cama, examinando la habitación. Una suave brisa mecía las cortinas de la ventana. Frunció el ceño con la certeza de haber cerrado la ventana antes de irse a dormir.

Se levantó, se dirigió al baño y encendió la luz, luego se miró en el espejo del botiquín. Era, según creía, el único espejo en la casa. Levantándose el cabello, giró la cabeza hacia ambos lados. ¡Allí! ¿Era un mordisco? El terror le congeló la boca del estómago. Se acercó al espejo, entrecerró los ojos para ver mejor, y luego frunció el ceño. Habría jurado que tan solo unos segundos atrás había una mordedura, pero ahora había desaparecido ¿Lo habría imaginado?
Con un suspiro apagó la luz y regresó a la cama, abrazó a Morgana, agradecida de su presencia. Y luego notó que la gata estaba mirando fijamente hacia la ventana, con un grave gruñido rondándole en la garganta.

El terror estrujó el corazón de Sakura una vez más.
—¿Quién está ahí? ¿Naruto, eres tú?
En un torbellino de motas plateadas, se materializó de pie frente a ella. Aun a la luz tenue de la extraña lámpara, parecía ser parte de la noche.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó.
Echó una mirada a su cuello.
—Escuché tu grito.
De repente, sintió calor en la parte de atrás de la oreja y se la cubrió con la mano.
—¿Qué me has hecho? —preguntó, su voz se estranguló— ¿Me has convertido en lo que eres tú?
—No, mi dulce Sakura, no te he sometido a la maldición del Oscuro Truco…
—¿Pero me has mordido? Tomaste mi sangre mientras dormía.
Él asintió.
—¡Me habías prometido que estaría a salvo aquí!
Disgustada por la furia en la voz de su ama, Morgana saltó a sus pies, siseando.
—Y a salvo estarás —dijo Naruto.
Lo miró enfurecida.
—¿A salvo? ¡Ja!
—Perdóname, Sakura. Tan sólo probé, apenas una gota.
—No eres más de fiar que el zorro que le prometió al ganso que no le haría daño si le ayudaba a cruzar el lago.
Alzó una ceja, esperando su explicación.
—Cuando el zorro llegó a salvo a la otra orilla, atacó al ganso. El pobre animal agonizante, le preguntó por qué lo había traicionado. «Es mi naturaleza» respondió el zorro. —Lo miró fijamente con ojos acusadores—. Al igual que el zorro, me temo que no puedes cambiar tu naturaleza. Como el ganso, siento que me he equivocado completamente al depositar mi confianza.
Naruto gruñó quedamente.
—Piensa lo que quieras, Sakura Haruno —dijo suavemente, y desapareció de su vista.
Lo miró fijamente. No podía permanecer allí. Recordaba demasiado claramente el sueño que había tenido antes de que él llegara a su cabaña y la fría certeza que tuvo al despertar de que moriría por su mano.

Las cosas parecían menos siniestras a la clara luz del día. Se levantó, se metió en la ducha y cerró la puerta. Qué maravilla tener agua caliente cada vez que uno lo desease sin tener que calentarla en el fuego o lanzar un hechizo. Permaneció debajo del agua, disfrutando el lujo de la tibieza.
Al dejar el baño, se percató de que las cajas y bolsas que contenían la ropa que había elegido la noche anterior estaban en el suelo junto a la cama. Naruto debió haber traído los paquetes en algún momento durante la noche, mientras ella estaba dormida. El pensar en él en su habitación, observándala mientras dormía, bebiéndole la sangre, le provocó un escalofrió que le recorrió la espalda.
Hurgó los paquetes a la búsqueda de una muda de ropa, cogió lo que necesitaba para el día, dejando el resto de las cosas en las bolsas ya que no tenía espacio en el armario ni en la cómoda.
Se vistió rápidamente, se pasó el cepillo por el cabello, luego, descalza, bajó para desayunar. Entró en la cocina, miró a su alrededor, intentando recordar las cosas que le había dicho, susurrando quedamente el nombre de cada objeto: cocina, frigorífico, fregadero, triturador de residuos, lavavajillas. Inventos tan maravillosos. Realmente, era una época mágica.

Abrió el frigorífico, asombrándose otra vez de que esa gran caja guardase la comida fría sin medios visibles. La electricidad los mantenía fríos, según lo que le había dicho Naruto. Electricidad. Para Sakura, era tan sólo otro nombre de la magia moderna. Había aprendido que era la electricidad lo que hacía funcionar a la televisión, enfriaba la casa en verano, permitía que las lámparas dieran luz. ¿Cómo podía ser que la misma fuente pudiese proveer calor y frío así como luz?
Retiró dos huevos y el jamón del frigorífico y los colocó en la encimera. Encontró una sartén y la colocó en la cocina. Y luego permaneció de pie, preguntándose si se atrevería a encender la cocina. ¿Qué sucedería si hacía algo mal? Regañándose a sí misma por sus temores, encendió el fuego delantero como Naruto le había mostrado. Si iba a vivir en ese sitio, necesitaba aprender cómo hacer esas cosas. Rompió los huevos en la sartén y le agregó dos lonjas de jamón

Mientras esperaba a que la comida se cocinase, le colocó manteca a dos rebanadas de pan, notando que cada rebana del paquete era exactamente del mismo tamaño que la otra. Revolvió los huevos y el jamón, y dio un pequeño brinco cuando la grasa le salpicó la mano. Después de llenar un vaso con suero de mantequilla, sirvió un poco en un pequeño recipiente para Morgana. Apagó la cocina, sirvió los huevos y el jamón en un plato y se sentó a la mesa.

Miró por la ventana mientras comía, preguntándose dónde pasaría Naruto las horas del día, preguntándose cómo sería dormir como vampiro. ¿Sería realmente parecido a estar muerto o soñaría? Había oído que los vampiros eran vulnerables mientras el sol estaba en alto, que podían ser destruidos mientras descansaban ¿Dormiría aquí, en la casa?
Cerró los ojos, se acercó a él con la mente, pero no podía percibir su presencia, ni siquiera un indicio de que estuviese en cualquier otro lugar cercano. Se quedó perpleja ante la irresistible urgencia que sentía de verlo mientras dormía. ¿Acaso sería el mismo tipo de curiosidad que lo trajo a su alcoba anoche?
Después de terminar la comida, colocó el plato y el vaso en el lavavajillas y cerró la puerta. Con un movimiento de su mano y un pequeño hechizo lavó y secó la sartén y la guardó. Podría haber lavado los platos de la misma manera pero había sentido curiosidad por ver cómo funcionaba el artefacto.
Dejó la cocina, fue hasta la sala y se sentó con Morgana a su lado. Acomodándose en el sofá, encendió el televisor. Por un momento, se sintió a gusto allí, cambiando los canales. No entendía todo lo que veía. Algunas veces la pantalla se llenaba de caballos y hombres con grandes sombreros, otras veces aparecían coches y aviones, y otras, aparecían dragones y caballeros. ¿Habrían existido todos en la misma época y lugar? De ser así, ¿cómo habría sido posible? Tendría que preguntárselo a Naruto la próxima vez que lo viese.

Se puso de pie y comenzó a explorar la casa con más detenimiento que en las veces anteriores. Curioseó dentro de los aparadores y alacenas, espió detrás de las puertas, revisó el sótano y el altillo. El sótano estaba vacío, en el altillo había varias piezas de mobiliario y dos grandes baúles, ambos cerrados con llave.
Regresó a la sala, se desplomó en el sofá, preguntándose dónde más podría buscar. Se rehusaba a admitir que estaba buscando su lugar de descanso, pero estaba terriblemente desilusionada porque había fracasado en hallarlo, y aunque hubiese encontrado su refugio, ¿Qué habría hecho, suponiendo que hubiera podido entrar? Y de haber logrado ingresar, ¿Querría realmente verlo dormir el sueño de los muertos? Hizo una mueca ante ese pensamiento, aunque poco sirvió para disminuir su curiosidad.
Con un pequeño bufido de enfado, admitió que probablemente estaba perdiendo el tiempo. Por lo que ella sabía, pasaba las horas del día en algún lugar fuera de esa casa.
Permaneció sentada durante varios minutos y luego, cansada de ver las imágenes en la pantalla, volvió al altillo.

Con un simple hechizo, abrió el primer baúl. Sonriendo de placer, levantó la tapa, y frunció el ceño al extraer varios vestidos, enaguas y tres pares de medias largas de lana. Al examinar la ropa, notó que le resultaba mucho más familiar que el estilo de vestimenta que las mujeres usaban actualmente, era similar a la que ella solía usar en su época. ¿Por qué Naruto guardaría un baúl lleno de ropa vieja? ¿Habría pertenecido a su madre? ¿Una hermana? ¿Una esposa...?
Hurgando un poco más en el baúl, encontró un cepillo, un peine, más calcetines, un puñado de lazos coloridos, un par de peines de carey, así como también, una pequeña taza de peltre. Había un espejo oval envuelto en papel de diario, una pequeña jarra de vidrio, una flor seca en una caja, una pequeña manta blanca, una batita de bebé, y par de escarpines, una pequeña gorra y una muñeca de trapo.

Cuidadosamente, colocó todo de nuevo en el baúl y abrió el segundo cajón.
Éste contenía una cantidad de objetos diversos: una caja llena de monedas distintas, una daga curva con mango enjoyado, un reloj de cadena de plata, un par de pantalones de un color gris terroso y una camisa de lino. Había una navaja recta con la hoja todavía afilada y un tazón de afeitar. De alguna manera, sabía que esas cosas pertenecían a Naruto, que habían sido parte de su vida antes de convertirse en un vampiro.
Colocó todo de nuevo en su lugar y luego cerró la tapa.

Después de haber revisado ambos baúles, procedió a examinar el mobiliario. Había un sofá cubierto de terciopelo rojo, una mecedora, una cómoda de tres cajones, un reloj. Una pequeña mesa con la cubierta laboriosamente tallada que contenía un compartimente forrado con cobre. Tenía un dejo a tabaco.
Sintió hambre de nuevo, fue a la cocina y se preparó un sándwich de mermelada y manteca de cacahuete como lo había hecho una mujer en la televisión. Mordió un bocado, lo masticó con fruición, y sonrió. Llevándose el sándwich se dirigió afuera y caminó por el jardín. Morgana avanzaba entre sus talones, corriendo de tanto en tanto para investigar alguna esquina del lugar.
Sakura se sentó en un banco, admirando el cambio de tonalidad de las hojas y flores que se abrían tardíamente mientras Morgana acosaba a un gorrión.
Después de un rato, regresó a la casa y encendió el televisor con el control remoto. Había algo fascinante en cambiar los canales, y lo hizo varias veces, hasta que se detuvo, atrapada por la visión de un gran lobo negro transformándose en un hombre que miraba fijamente a una mujer, que se convirtió en pájaro y huyó. Un horrible grito de agonía surgió de la garganta del hombre. Intrigada, Sakura se recostó en el sofá, con la cabeza apoyada en un cojín mientras observó cómo se desenvolvía la historia hasta el final, donde el bien triunfaba sobre el mal y el hombre lobo y la mujer pájaro era liberados del poder del clérigo maligno que los había maldecido.
Luego, comenzó otra historia. Con un bostezo, apagó el televisor y fue escaleras arriba hasta la habitación de Naruto. Abrió la cama, se cubrió con las mantas y cerró los ojos.
Se despertó con el sonido de Morgana gruñéndole al oído.
Al abrir los ojos, notó que había caído la noche. Naruto se encontraba sentado en la silla al otro lado de la cama, observándola con sus indescifrables ojos azul mar.
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Mensaje por Leon Dom Sep 21, 2014 3:50 pm

Pues con Naruto cerca de Sakura, ella si corre cierto peligro, el desea su sangre, pero no lo creo capaz de lastimarla, creo que posee el control, sin embargo al lado suyo seguramente correrá muchos peligros.

Y Sakura tiene una curiosidad bastante activa, haber sino se enoja Naruto al descubrir los hallazgos de Sakura y que tienen que ver cuando Naruto ere un hombre común y corriente.

Onion bye

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Mensaje por kumiko Lun Sep 22, 2014 9:36 am

Hola! bueno a qui les dejo el siguiente capi y espero que os guste

Capitulo 15

—¿Nadie te enseñó que es grosero mirar fijamente a la gente? —exclamó Sakura, molesta por despertarse y encontrarlo observándola tan incisivamente. Pensó que no era justo que él pudiese entrar a su alcoba mientras ella dormía al tiempo que él lo hacía en un lugar celosamente escondido.
—¿Nadie te enseñó que es grosero revisar las cosas ajenas?
¿Cómo lo supo?
Levantó el mentón desafiantemente.
—Me cansé de ver televisión. No la entiendo.
—Creo que ya te lo expliqué.
—Todavía no logro diferenciar lo que es real de lo que no lo es... ¿Cuál era la palabra? ¿Ficción?
—Si quieres, te lo explicaré de nuevo más tarde, esta noche.
Se sentó, con la manta alzada hasta el mentón aunque estaba completamente vestida.
—¿Qué haces aquí?
Alzó su oscura ceja.

—Ésta es mi habitación, ¿recuerdas? Mi ropa está aquí.
Lo recorrió con la mirada, notando que aún vestía la misma camisa y los mismos pantalones que la noche anterior.
Se puso de pie, se dirigió hasta la cómoda y extrajo una muda de ropa interior, luego fue hasta el armario y eligió una camisa y un par de pantalones. Ella advirtió que su color favorito era el negro.

—Voy a darme una ducha —dijo mientras se encaminaba al baño—, no me llevará mucho tiempo. Luego, llevaré mis cosas a otra habitación.
Ella asintió, pensó que se sentiría culpable de obligado a mudarse de habitación, pero en realidad no sintió culpa alguna. Después de todo, ella no le había pedido venir aquí.
Lo observó entrar al baño y cerrar la puerta. Un momento más tarde, escuchó el ruido del agua. Para su consternación, no pudo evitar imaginar a Naruto de pie, bajo la ducha, el agua cayendo por sus hombros y brazos, por el amplio pecho, por el vientre, por su...
Con un gemido, apartó esos pensamientos, horrorizada por el rumbo en que discurría su mente. No importaba que se sintiese atraída hacia Naruto Uzumaki, ni que ocupara sus sueños durante la noche y sus pensamientos durante el día. Aunque fuese el hombre más apuesto que había conocido en su vida, debía tener presente ante todo que no era un hombre. Amar a un vampiro... sería realmente una completa tontería.
Miró alrededor de la habitación tratando de pensar en cualquier otra cosa que no fuese en Naruto bajo la ducha, pero no pudo. Cuanto más intentó evitarlo, más nítida se volvía su fantasía. Había sentido la fuerza de sus brazos. ¿Sería el resto de su cuerpo también fuerte y musculoso? Se pasó la lengua por los labios, recordando la excitación que le produjeron sus besos, la manera en que todo su ser se había estremecido con su caricia. Aunque le avergonzase, deseaba fervientemente que la besara otra vez, que la sujetara nuevamente entre los brazos, y así, estrujar los senos contra su pecho. Se regañó a sí misma por esos pensamientos tan indecorosos. Nunca había tenido ese tipo de pensamientos hasta que lo conoció.

Se ruborizó cuando la puerta del baño se abrió. Lo miró fijamente, rezando por que no hubiese podido leerle la mente.
Aunque no dijo ni una palabra, por la mirada divertida de sus ojos, supo que él se había dado cuenta de sus veleidosos pensamientos. Silbando suavemente, abandonó la habitación.

Sakura se precipitó fuera de la cama, cerró la puerta y echó el cerrojo. Entró en el baño y cerró también la puerta, y echó una rápida mirada a la ducha, conciente de que Naruto permanecía aún en la casa, y que si deseaba entrar en la alcoba, el cerrojo no sería un impedimento.
Al salir de la ducha, cogió una toalla, se secó y se envolvió en ella maravillándose de su suavidad.
Regresó a la alcoba, extrajo una blusa de seda verde brillante de una de las bolsas, una falda blanca larga de otra, y ropa interior de una tercera. Se colocó un par de medias de seda cuya suavidad contra la piel le fascinó.
Tantos cambios en la moda, tanto en las telas como en el estilo, tanta variedad para elegir en este mundo nuevo. En su hogar no tenía más que tres vestidos, dos para todos los días y uno para ocasiones especiales y festividades. Ninguna mujer en la villa había usado pantalones. Simplemente, no lo hacian, ni siquiera, estaba segura, habían pensado en usarlos.

Se cepilló el cabello y luego los dientes, asombrándose cada vez más por las maravillas de la época de Naruto. Quién iba a imaginar, un cepillo para mantener los dientes limpios. Una cocina para preparar alimentos en tan solo segundos en vez de horas, máquinas para lavar los platos y la ropa, artefactos de cocina en vez de un caldero en un trípode. No podia recordar cuántas mujeres había tratado por quemaduras provocadas al prendérseles las faldas por acercase demasiado al hogar para revolver la cocción o remover el carbón.
Miró alrededor de la habitación en busca de un espejo, para examinar cómo se veía, pero recordó que no había espejos en la casa, salvo por el pequeño del botiquín. Por supuesto, asintio con una avergonzada sonrisa, Naruto no los necesitaba, ya que los vampiros no proyectaban ninguna imagen.
Respirando profundamente, corrió el cerrojo de la puerta y se dirigió escaleras abajo. Morgana la siguió entre los talones, maullando suavemente. Le abrió la puerta trasera de la cocina para que saliese.
Sakura lo encontró sentado frente al ordenador.
Mientras se le acercaba por detrás, observó cómo sus dedos volaban sobre el teclado.
—¿Qué haces? —le preguntó, espiando.
—Escribo.
—¿Qué escribes?
Se acercó más para ver, frunció el entrecejo al observar su nombre en la pantalla.
—Mi diario —replicó.
—¿Qué?
—He mantenido un registro de mi vida desde que me convertí en vampiro —explicó.
Al principio, había anotado pensamientos desordenados en trozos de papel, más tarde, los había mecanografiado. Con el advenimiento de la tecnología moderna, había pasado todo al ordenador con la vaga idea de que algún día podría escribir una novela basada en la historia de su vida. Debería ser considerada como una ficción, por supuesto. Nadie podría creer ni por asomo que pudiese ser una historia real.

—Me gustaría leerla —dijo Sakura.
—¿De veras?
Cerró el archivo, giró la silla para quedar frente a ella.
—Mucho, especialmente porque mi nombre figura en ella.
—Quizás algún día —contestó— ¿Qué te gustaría hacer esta noche?
—¿Qué escribiste sobre mí?
—Escribí sobre la manera en que hallé tu nombre en un libro y luego viajé a través del tiempo para encontrarte, y todo lo que ha sucedido entre nosotros desde entonces. ¿Bien, qué te gustaría hacer esta noche?
Lo miró fijamente, intentando imaginar cómo sería vivir tanto tiempo como él, haber visto todas las cosas maravillosas que debió haber presenciado durante su larga existencia.
—¿Sakura?
—¿Qué? Oh, me gustaría ver un poco más de la ciudad.
—Vamos entonces.
Le mostró la ciudad de punta a punta. Cuando ella le expresó su interés en conducir el coche, le explicó acerca de las señales de giro y luego condujo hasta las afueras de la ciudad, y le permitió conducir durante un largo trecho en un camino tranquilo.
Resulto ser una aprendiz rápida. Era una de las cosas que más le gustaba de ella. Durante las semanas siguientes, le permitió conducir por calles tranquilas de la ciudad hasta que, finalmente, pudo hacerlo en carretera. Le enseñó cómo echar gasolina en el Volvo y cómo pagar con la tarjeta de crédito. Halló una copia del manual sobre las normas de tráfico y lo releyeron hasta que ella pudo dominar todas las reglas y señales.
Una noche, se dirigió a un sórdido rincón de la ciudad donde por un par de cientos de dólares, consiguió una partida de nacimiento a nombre de Sakura Haruno que certificaba que había nacido en Konoha en 1983. Por otros cien dólares consiguió una licencia de conducir.
Compró una lavadora y una secadora, y juntos aprendieron como se usaban. Cuando ella le preguntó cómo había lavado la ropa antes, le explicó sobre el tipo de prendas que podían ser lavadas en casa y las que debían ser enviadas a limpiar a la tintorería, explicándole que, para no complicarse con el lavado, llevaba todo a lavar fuera, incluso los calcetines y la ropa interior.

Ella aprendió a usar la aspiradora y el DVD, así como también a pedir comida por teléfono.
Una noche, bien tarde le mostró distintos tipos de moneda extranjera y le explicó el valor de cada una.
Sakura pasaba parte del día mirando la televisión, tratando de absorber lo que veía. Durante un tiempo, veía nada más que noticias, completamente sorprendida de ver lo que estaba sucediendo y lo que había sucedido no sólo en ese lugar, sino en otras partes del mundo. Nunca había notado cuán grande era el mundo, o cuán peligroso podía ser. Apoltronada en el sofá de Naruto, vio el rostro tenebroso de la guerra, el hambre y la pobreza. Pensó en lo afortunada que era por vivir en ese país, en tiempos de paz y prosperidad, en una época donde las mujeres ya no eran consideradas como simples objetos. Donde ya no se les exigía obedecer al marido o casarse por tierras o títulos. Ahora se les permitía ser independientes. Podían vivir solas, trabajar, votar, ocupar puestos públicos. Realmente ¡Era una época maravillosa!
Solía pasar horas experimentando en la cocina. Una vez que superó su inseguridad inicial respecto de la cocina y el horno, se dedicó a aprender a cocinar. Comer era, después de todo, una experiencia agradable, mucho más que en sus tiempos. Había tantas cosas que nunca había visto antes, tantas formas de preparar todo tipo de comidas.
Una noche, Naruto la llevó de compras. Tuvo conciencia de cómo se regocijó burlonamente al verla examinar prácticamente cada artículo exhibido en las estanterías. La sorprendía la manera en que estaba envasada la comida, el que fuese posible comprar leche sin una vaca a la vista, asombrada de poder comprar comida lista para comer. Descubrió que el pan venía en todo tipo de variedades: pan blanco y de centeno, pan de patata y de huevo, pan integral. Estaba ansiosa de probarlos todos, ni que decir de los panecillos y galletas, croissants y bizcochos.
—Pronto estaré tan gorda—señaló Sakura mientras colocaba varias hogazas en el carro— ¿No extrañas la comida?
Movió la cabeza.

—Apenas puedo recordar cómo era la comida sólida.
—¿Cómo puedes beber sangre? —preguntó con un escalofrío.
—Es algo normal para mí.
Al principio había estado convencido de que preferiría morir antes que hacer lo que era necesario para sobrevivir en ese nuevo estilo de vida. Había pasado varias noches sin alimentarse, negándose a sucumbir a la sed demoníaca que lo acosaba. Finalmente, el dolor lo obligó, un dolor tan terrible que habría hecho cualquier cosa para apaciguarlo. Con apenas una gota, la repulsión se esfumó.
Sakura agregó un manojo de zanahorias a la canasta.
—Pero beber nada más que... nada más que eso, por tanto tiempo. ¿No te cansa?
Rió suavemente, divertido por la pregunta y por la expresión en su rostro.
—No —contestó—. No me cansa.
Tampoco jamás sintió que había bebido lo suficiente. Era una sed que no podía ser saciada, hambre siempre presente, que yacía latente en su mente, un gusto persistente en la lengua.

—¿Te agrada ser vampiro? —preguntó cuando finalmente estuvieron de regreso.
La miró fugazmente, la vista atrapada en los latidos en su garganta. ¿Si le gustaba? Justo en ese momento, con el suave latido de su corazón susurrándole a los oídos y su esencia penetrándole la nariz, no podía pensar en otra cosa.
—¿Naruto?
Lo observó fijamente, y aferró con fuerza el volante al ver la dirección de su mirada.
Apartó la vista bruscamente al notar cómo los ojos se le inyectaban de sangre. Un segundo después, él cogió la dirección del volante para evitar que el coche saliera del camino hacia la cuneta.
—Demonios, mujer si quieres conducir. ¡Debes mirar hacia dónde vas!
Apartó el automóvil del camino y apagó el motor.
—Lo siento. No quise gritarte.
—Tus ojos —susurró— Se enrojecieron y... brillaban.
Él asintió, con las manos pegadas a los costados, el cuerpo completamente tenso, recordándole a Morgana cuando se abalanzaba sobre un incauto pájaro.
—Estabas pensando en beber... beber mi sangre.
No lo negó.

Sin moverse, pareció alejarse de él.
Pudo sentir los latidos del corazón de Sakura, oler cómo el miedo se encrespaba en oleadas al advertir que se hallaba a solas con un vampiro en medio de un camino oscuro. A pesar de que le había asegurado que no tenía nada que temer, le inspiraba miedo. Bien, ¿quién podría culparla? A pesar de todas sus promesas, ella tenía razón en temerle.
Resopló, sofocando la urgencia de estrujarla en los brazos, deslizarle la lengua sobre la piel, saborear su dulzura. Tan sólo un poco para apaciguar el hambre...
Como si percibiera sus pensamientos, se apretujó contra la puerta del coche con los ojos muy abiertos y atemorizados.
—¿Podrías encontrar el camino a casa? —preguntó.
Ella asintió con expresión preocupada.
—Creo que sí.
—Bien. Te veré allí.
Con un solo movimiento, salió del automóvil y se sumergió en la oscuridad.
Sakura lo miró fijamente.
¿Cuánto tiempo podría resistir la urgencia de beberle la sangre? ¿Cuánto tiempo transcurriría antes de que se dejase vencer por las ansias que subyacían bajo la superficie?
Permaneció sentada durante varios minutos hasta que se sintió suficientemente tranquila como para conducir hasta la casa.
Naruto salió furioso y se sumergió en la noche, arrastrando consigo su ira como un espeso humo negro. Debería dejarla ir. Alejarla de allí. Ahora, antes de que fuese demasiado tarde. Antes de que le arrebatara lo que deseaba desesperadamente, lo que necesitaba con urgencia. Sabía, en lo más profundo, que con tan sólo probar un poco, nunca tendría suficiente. Si drenase por completo a cuanto mortal aprehendiese hasta el final de la eternidad, todavía ansiaría probar la dulzura de Sakura. Y, aun así, para bien o para mal, no podía evitar sentir que esa mujer había sido destinada para ser suya desde el comienzo de los tiempos, y que la única razón por la cual pudo viajar al pasado era que estaba predestinada a pertenecerle.
La estaba esperando junto al portón abierto cuando ella entró conduciendo. Disminuyó la velocidad, sus miradas se encontraron a través del cristal del parabrisas, y luego avanzó por la subida de la entrada de automóviles.
Se trasladó con el poder de su mente hacia la entrada de la casa.
Ya estaba allí para abrirle la puerta del coche cuando ella apagó el motor.
Lo miró fijamente durante un momento, luego le cogió la mano extendida y permitió que la ayudase a salir del coche.
En silencio, cogió las llaves de su mano, abrió el maletero, sacó las bolsas de comida y las llevó dentro de la casa.
Sakura lo siguió poco después, llevando la bolsa que estaba en el asiento trasero.
—¿Es todo? —preguntó.
Ella asintió mientras apoyaba la bolsa en la encimera.
Naruto permaneció de pie en el umbral con los brazos cruzados sobre el pecho mientras la observaba extraer la comida y los artículos que habían comprado. Sorprendido, la vio moverse en la cocina como si hubiese vivido allí durante meses en lugar de unas pocas semanas. Morgana sentada en una de las sillas de la cocina, lo miraba con recelo, como siempre.

Sakura le dispensó una mirada fugaz mientras se movia alrededor de la cocina, consciente de su presencia, como él de la suya.
Finalmente, se dio la vuelta, con los ojos entrecerrados y los puños en la cadera.
—¿Tienes que mirarme de esa manera?
Hizo una mueca cuando él murmuró una disculpa exlicando que no era su intención.
El deseo palpitaba entre ellos, electrizando el aire, ruborizándole las mejillas. Sabía que la deseaba. Su necesidad era casi tangible. Él permanecía de pie con los puños apretados contra los costados del cuerpo, los ojos oscurecidos, ardientes, hambrientos. ¿Pero hambrientos de qué? ¿De sangre? ¿O de algo igualmente anhelado? No podía discernir qué le resultaba más atemorizante, satisfacer sus oscuras ansias o compartir su cama.
Cruzó los brazos sobre el pecho y buscó algo que decir, cualquier cosa que rompiese la tensión que vibraba en el aire.
—Quiero saber cómo se abren los portones —propinó, sintiendo como le ardía la nuca al percibir su mirada apreciativa.
Levantó una ceja.
—¿Vas a algún lado?
—¿Y si así fuese? ¿Me lo permitirías?
—¿Es eso lo que quieres? ¿Irte?
Dejarme fue la palabra implícita que quedó vibrando entre ellos.
—Sí. No. No lo sé. Lo único que sé es que estoy cansada de estar siempre encerrada entre estas paredes día tras día, como una monja.
Sonrió. Si algo no parecía, era una monja, con su largo cabello rosa cayéndole sobre los hombros como una catarata nácar y los ojos ardiendo de justa ira.
Sus ojos se entrecerraron.
—¿Tienes intención de dejarme ir alguna vez?
No quería, aun consciente de que era lo mejor. Terminar ahora, antes de que hiciese algo que ambos lamentarían. Sin embargo, sabía que era injusto de su parte mantenerla encerrada contra su voluntad. Le había enseñado todo lo necesario para sobrevivir en el nuevo ámbito. El resto corría por su cuenta. Aun si decidiese partir, dejarlo, siempre podría encontrarle. La diminuta partícula de sangre que le había arrebatado lo guiaría a ella sin importar dónde estuviese.
Extrajo las llaves del bolsillo del pantalón y se las colocó en la mano.
—Dejaré el portón sin seguro antes de acostarme.
De puntillas, lo besó en la mejilla.
—Gracias.
Asintió, preguntándose, si una vez que se liberase de él, volvería.
_________________


Capitulo 16

La atmósfera entre ellos se volvió tensa durante el resto de la noche.
Naruto se dirigió a la sala y encendió el televisor.
Prendió el fuego, se apoltronó en su silla favorita, con la mirada fija en las llamas, extrañamente disconforme con pensamiento de que ella se iría para no volver, aunque sabía que era lo mejor. No tenía nada para ofrecerle, ni siquiera podía garantizar su seguridad.
Tamborileó los dedos en el brazo de la silla. Había cumplido su objetivo. Había encontrado a Sakura Haruno y la había salvado de la muerte en la hoguera. Y ahora, para su asombro, se daba cuenta de que estaba en peligro de enamorarse de la dama. Se había acostumbrado a su presencia en la casa, a saber que estaría allí cuando despertara. Y, en su refugio, cuando el sol naciente en el horizonte arrasaba del cielo el manto oscuro de la noche, la última cosa que percibía antes de quedar inmerso en el Oscuro Sueño, era el suave sonido del latido del corazón de Sakura.
Bufo suavemente, divertido por el discurrir de sus pensamientos. Enamorarse, por cierto. Sería tan tonto como para ello, sólo significaría buscar que le rompieran el corazón. Ninguna mujer en su sano juicio se involucraría conscientemente con un vampiro.
Ella entró en la habitación unos minutos después, sus pasos apenas perceptibles sobre la alfombra, con la gata entre los tobillos.
Sakura dudó al verlo allí, luego se sentó en el sofá, con los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada fija en la televisión como si encontrase las respuestas a las incógnitas del universo en la pantalla.
Morgana miró a uno y a otra, luego se acurrucó frente al fuego, observándolos con sus impertérritos ojos amarillos.
Naruto sonrió irónicamente, divertido, mientras la publicidad terminaba y se reiniciaba el partido de fútbol. La observó durante varios minutos, consciente de que la estaba poniendo cada vez más nerviosa.
—Cambia el canal si quieres —dijo arrojándole el control remoto.
Le dispensó una vacilante sonrisa, luego cambió los canales hasta que encontrar una serie. Era una que había visto varias veces.
Sakura se reclinó en el sofá, con las manos cerradas sobre la falda y una pierna encogida bajo el cuerpo.
La tensión flotaba entre ellos. El simuló mirar el fuego.
Ella simuló mirar la película. El masculló una maldición.
Ella jugueteó con un rizo de sus cabellos.

Cuando no pudo soportarlo más, la miró admirando la curva de su mejilla, la forma en que la luz del fuego iluminaba su rostro. Nunca se cansaba de mirarla. Inhaló profundamente y lo abrumó el aroma a cerezos y a carne cálida de mujer. Las ansias se desbordaron, no de sangre, sino por sentir sus labios, por acariciarle la piel.
Como si sintiese el calor de su mirada, se dio la vuelta hacia el.
El deseo creció, chisporroteando con la misma electricidad de una tormenta de verano.
Sin pensar, se puso de pie y se dirigió hacia ella.
Lo miró fijamente, con mirada sorprendida y los labios entreabiertos. Él pudo oír el salvaje latido de su corazón.
—Sakura.
No dijo nada, solo siguió mirándolo fijamente.
Se arrodilló frente a ella, le acarició la mejilla, deleitándose con la calidez de su piel. A diferencia de la suya, tan fría, salvo despues de haberse alimentado.
—Bésame, Sakura —suspiró—. Un beso para espantar a las sombras y mantenerme tibio mientras descanso.
Lo miró fijamente, con el corazón desbocado, y luego se inclinó hacia el.
La cogio por la nuca mientras le cubría la boca con la suya. Sus labios eran tan suaves y dulces como los recordaba, y supo que un beso no sería suficiente. Nunca sería suficiente.
La sostuvo por la cintura, y la sentó sobre su regazo, incapaz de apartarle los labios de la boca. La besó más profundamentete, incitándola con la lengua; sus sentidos preternaturales llenos de su proximidad hasta que no pudo pensar en nada más, desear nada más. El cuerpo de ella se amoldó al suyo, sus curvas excitantes contra la dureza de su pecho.
Le cubrió con besos los parpados, las mejillas, las cejas y la curva del cuello. Incapaz de resistirlo, le deslizó la lengua detrás de la oreja, le besó la curva de la garganta. El seductor sonido del latido de su corazón resonó en sus oídos; la llamada de su sangre como un canto de sirenas, eclipsando el dolor de su cuerpo. Le clavo los dientes en la piel.
Con un grito, movió rápidamente la cabeza para que ella no viese sus colmillos y el hambre que seguramente ardía cual muerte roja en sus ojos.
Gimiendo suavemente, se acercó a él.
Naruto se apartó antes de que ella lo pudiese tocar. Se puso de pie, caminó unos pasos, intentando mantenerse de espaldas. Sabía cómo se veía, los ojos salvajes, ardiendo con lujuria de sangre. Se pasó la lengua por los dientes, sintió la punzada de los colmillos. Oh, sí, ya conocía esa expresión... la había visto en otros vampiros antes, la noche en que Hinata lo sedujo...

Al dejar la taberna y encaminarse hacia su hogar, notó que alguien lo seguía. Al mirar, vio a una mujer a pocas yardas detrás de él. Nunca la había visto antes, estaba seguro de que no era del condado. Su ropa era demasiado elegante, su piel demasiado suave, su rostro sin las huellas de preocupaciones o trabajos arduos que marcaban los semblantes de las mujeres que conocía.
Preguntándose quién podría ser, se concentró nuevamente en el camino.
Y luego ella dijo su nombre. Al detenerse en un alto del camino, asombrado, notó que ella estaba de pie junto a su codo.
Le sonrió, mostrando los dientes más blancos que había visto en su vida.
—¿Quién eres tú? —preguntó, avergonzado por el temor que contenía su voz.
Ella ladeó la cabeza, con sus profundos ojos marrones centelleando.
—Soy lady Hinata.
—¿Por qué me sigues?
—¿Por qué, realmente?
Le deslizó la punta de los dedos a lo largo del brazo, le acarició los bíceps y luego quedó cautivado, incapaz de apartar la mirada, de resistir la promesa que vio en sus ojos.
Hinata lo guió hasta una pequeña casa de madera alejada del camino principal. Desde fuera, parecía un cobertizo. Pero dentro, parecía la recamara de una reina. Una cama inmensa cubierta con pieles suaves y cojines de seda ocupaba casi toda la habitación. La única ventana estaba cubierta por cortinajes color damasco. Espesas alfombras sobre el piso.
Le dio un suave empujón hacia la cama.
—Siéntate.
Sirvió un vaso de un oscuro vino tinto y se lo ofreció.
—Relájate —ronroneó—. No te hare daño.
Era un hombre fuerte. Podría haberla aplastado con una mano, sin embargo, muy en su interior, sintió que ella era más fuerte. Ese pensamiento le provocó un escalofrío que le bajó por la espalda.
—Bebe —le ordenó—. Te calmará.
No tuvo voluntad para rehusar. Levantó el vaso, y bebió el contenido. Sin dejar de sonreír, cogió el vaso y lo arrojó a la chimenea. Se hizo añicos contra los ladrillos. Los fragmentos del brillante cristal reflejaban todos los colores del arco iris antes de enterrarse en las cenizas.
Sentada junto a él en la cama, le deslizó la mano por el cabello y el cuello, y luego introdujo los dedos en la camisa y le acarició el pecho. Él tembló con la caricia.
Se inclinó sobre él empujándolo hacia el colchón, se recostó sobre su cuerpo y con manos osadas le exploró los brazos, las piernas, los hombros.
Cuando él comenzó a protestar, le cubrió la boca con la suya. Con el toque de sus labios, todos los pensamientos desaparecieron de su mente hasta que sintió los dientes en la garganta.


Recobró la conciencia y abrió los ojos, no pudo apartar la mirada de ese monstruo de ardientes ojos rojos y colmillos manchados con su sangre.
Demasiado tarde, había intentado luchar contra ella, no era contendiente para su fuerza preternatural. Gritó en una mezcla de protesta producto del miedo y la furia cuando le clavó los colmillos nuevamente. Y luego, para su asombro, perdió la voluntad de luchar. En cambio, se sintió abrumado por un sentimiento de euforia que lo indujo a colocarle la mano tras la cabeza para aumentar la presión de su boca, deseando que tomara más de él, deseando que lo tomara por completo y así lo hizo. Los recuerdos de lo que sucedió después eran difusos. Recordaba su voz llamándolo, recordaba su muñeca presionándole la boca, su voz ordenándole beber antes de que fuera demasiado tarde.
Estaba demasiado débil, cansado, para resistirse al poder de su voz. Cerró la boca contra la muñeca y bebió hasta que ella quitó el brazo.
—Duerme ahora —le dijo con un brillo malvado en los ojos— Duerme en tu última noche como hombre.
La había mirado fijamente, confundido por sus palabras, alarmado por la expresión de su rostro, pero antes de que pudiese exigir una explicación, quedó sumido en el sueño que, como mortal, tuvo por última vez....


—¿Naruto?
Sacudió la cabeza, se dio cuenta que Sakura le había hecho una pregunta.
Respiró profundamente, contuvo el hambre en su interior, luego giró el rostro hacia ella.
—¿Te encuentras bien? —preguntó nuevamente—. ¿He hecho algo mal?
—No.
—¿Entonces por qué... —Un rosado rubor le coloreó las mejillas en ese momento—. ¿Por qué te detuviste?
—Porque no quería lastimarte.
—¿Lastimarme? —Por un momento, pareció confundida, y luego, con un brillo de compresión en los ojos, se llevó la mano a la garganta.
—Así es —dijo, y su voz se quebró—. El deseo por la carne y el deseo por la sangre están íntimamente ligados. No siempre puedo separarlos.
Aún sentada en el suelo, parpadeó con expresión pensativa.
—¿Te agrada ser un vampiro?
Era una pregunta que ya le había hecho con anterioridad, y el no la había respondido. Tenía la costumbre de insistir hasta que le decía lo que deseaba saber.
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bueno gracias por leer monte dos cap de seguido por que muy probable que en la semana no pueda por los parciales pero tratare de actualizar
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Mensaje por el santo pegaso Lun Sep 22, 2014 4:24 pm

Al parecer las cosas entre los dos, se esta tornando caliente, la llama del deseo esta creciendo.

El problema es que naruto debido a su naturaleza, se debate entre lo carnal y el deseo de beber la sangre de sakura, sabiendo que esto es lo que mas lo aleja de su humanidad y el poder estar cerca de ella.

Sakura se siente muy atraída y atemoriza por naruto, veremos cual sensación domina su corazón.
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Mensaje por Leon Lun Sep 22, 2014 4:49 pm

Viven en una constante tensión, Naruto nublado de deseo y haciendo uso de todo su autocontrol para no cometer una tontería y Sakura con la incertidumbre de que Naruto se lance sobre ella y tome lo que tanto desea.

Parece que el mejor lugar para Sakura es lejos de Naruto, él lo sabe y tal vez pronto tenga que alejarla y ella pues no le gusta tener que estar enclaustrada, ahora esta lista para salir al mundo por si misma.

Onion bye
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Mensaje por kumiko Jue Sep 25, 2014 2:24 am

Hola, bueno aqui les dejo la conti monte dos cap ya de pronto no pueda montarlo mañana ni pasado y espero que les guste y muchas gracias por sus comentarios


Capitulo 17

Aún sentada en el suelo, parpadeó con expresión pensativa.
—¿Te agrada ser un vampiro?
Era una pregunta que ya le había hecho con anterioridad, y el no la había respondido. Tenía la costumbre de insistir hasta que le decía lo que deseaba saber.
—¿Agradarme? —Consideró la pregunta durante un momento— Me gusta vivir —contestó finalmente—. He disfrutado de ver los cambios en el mundo, de experimentar los avances de la civilización. Aunque algunas cosas, como la guerra y la pobreza, nunca cambiaron.
—¿Existe cura para ello?
—Ninguna que yo sepa.
—¿La has buscado?
Se sentó en el otro extremo del sofá.
—No.
—¿Por qué no?
Gruñó suavemente.
—Al principio, no pensé en ello. Lo único en lo que podía pensar era en satisfacer el hambre que me dominaba todo el tiempo que estaba despierto. Luego, cuando aprendí a controlar el ansia, comencé a valorar los poderes sobrenaturales que me había brindado el Oscuro Truco. Exploré el mundo, maravillándome de cuán grande era, y de lo poco que lo conocía. Dediqué años a mi educación, aprendí todo lo que pude, del mundo y de su gente.
—Parece una vida muy excitante.
—Sí —dijo calmadamente—. Pero bastante solitaria.
—En el transcurso de tu larga vida, ¿no has encontrado a una mujer que te acepte como eres?
—¿Tú lo harías?
Para su sorpresa, ella contestó sin detenerse a pensar, sin dudarlo.
—Sí.
Movió la cabeza.
—No sabes lo que dices.
—Te quiero —dijo, sorprendida por su propia osadía—. Ningún mortal me aceptaría totalmente por lo que soy. Incluso Rock Lee, quien aseguraba amarme a pesar de todo, no se sentía cómodo con mi magia. Pero tú... —Se encogió de hombros, con un esbozo de sonrisa jugueteándole en los labios—. Tú lo comprendes.
—Pero tú no.
—¿Qué quieres decir?
—No has visto lo que realmente soy —dijo casi cómo un reproche—. No tienes idea de como soy verdaderamente.
—Muéstrame entonces.
Levantó una ceja.
—¿Estás segura de que quieres verlo?
Tragó con dificultad, y luego asintió.
—Muéstrame.
Respiró profundamente y permitió que brotara el hambre de su interior, sintió como le crecían los colmillos al sentir el olor a sangre, sabía que sus ojos habían cobrado un brillo profano. Apretó los puños con furia contra los costados para reprimir el deseo de sujetarla.
Lo miró fijamente, su expresión era una mezcla de Horror y fascinación.
—¿Es lo que querías ver? —preguntó con voz áspera presumiendo que huiría de la habitación a gritos.
—Es una visión bastante atemorizante —admitió con un débil temblor en la voz.
—¿Entonces por qué no tienes miedo?
—No estoy segura.
Con esfuerzo, dominó a la bestia de su interior.
—Tú me desconciertas, Sakura Haruno.
Había visto el temor en sus ojos muchas veces con menos motivo que ahora, y cuando se mostró tal cual era, ella manifestó no tenerle miedo.
—Es difícil tener miedo del hombre que salvó tu vida, de alguien que me ha demostrado nada más que bondad. Puedes parecer un monstruo, pero he visto al hombre detrás de él.

—No soy un hombre —le recordó.
Hizo un gesto desdeñoso con la mano.
—Puedes considerar que no lo eres, pero es lo que veo al mirarte. —Se puso de pie, acortó la distancia que los separaba. —¿Me besarías de nuevo?
—Estás jugando con fuego, Sakura Haruno —le advirtió—. Fuego mucho más peligroso que las llamas de las cuales lograste escapar.
—No tengo miedo. —De puntillas, le rodeó firmemente el cuello con los brazos—. Bésame, mi Lord vampiro
¿Cómo podía negarse? Sus labios eran cálidos y rosados, sus ojos tenían un brillo expectante, y su cuerpo... pudo sentir el calor de sus senos contra el pecho, la curva de su muslo contra el suyo. Con un suave gruñido, le deslizó el brazo por la cintura, inclinó la cabeza y le buscó los labios.
Fue tan solo un beso, pero el fuego lo abrasó, un brillante fuego blanco que quemó la eterna oscuridad de su alma, que le hizo creer, por un momento, que no transcurriría el resto de su existencia solo.
Estaba sin aliento cuando él la liberó. Él intentó alejarse, pero lo retuvo anudándole los brazos alrededor del cuello.
—¿Has estado con un hombre antes? —preguntó.
—Por supuesto que yo... —arrastro la voz y se le agrandaron los ojos al comprender el significado de sus palabras—. No.
Le cogió las manos y dio un paso atrás. En lo profundo de su interior, ya sabía de antemano que era virgen, de su cuerpo jamás tocado, inocente. Con un suspiro, le acomodó un rizo tras la oreja.
—Creo que debemos detenemos ahora.
Un suave sonido de protesta brotó de su garganta al inclinarse sobre él, amoldando el cuerpo contra suyo. ¡Demonios! ¿No se daba cuenta del impacto que tenía sobre él? Murmuró su nombre, con un caudal de ansias en su voz, en la profundidad de sus ojos.
Ella hizo un suave sonido con la garganta.
—Sakura, no es una buena idea.
Lo miró, en silencio.
—Tu primera vez —dijo con voz espesa—. Debería ser con tu esposo.
Había vivido en el mundo moderno lo suficiente como para saber qué arcaicas y trilladas sonaban esas palabras. Hoy en día, hombres y mujeres vivían juntos, abiertamente y sin tapujos sin la bendición de la iglesia, pero él era el producto de la educación recibida, y desde su niñez le inculcaron que el hombre debía respetar a la mujer, y que la intimidad antes del matrimonio era pecado. En los años en que había sido vampiro, no era un consejo que hubiese respetado. Era un vampiro, no un monje pero, en su favor, podía decir que jamás había pretendido llevar a la cama a una virgen. En las ocasiones en que había buscado compañía femenina, se había asegurado de que estuviese al tanto de sus intenciones, y había guardado cuidado de que no pudiese recordar nada de lo que había sucedido entre ellos.
—No quiero un esposo —Sakura replicó.
—¿No?
Negó con la cabeza.
—El matrimonio solo ha provocado sufrimientos a las mujeres de mi familia.
La miró esperando una explicación.
Con un suspiro, se sentó en el sofá.
—Mi abuelo traicionó a mi abuela. Fue quemada en la hoguera. Aunque le había prometido amarla para toda la vida, después de diez años de matrimonio la abandonó, aduciendo que estaba vinculada con el demonio. Era una tontería por supuesto. Ninguna de las mujeres de mi familia ha practicado magia negra o invocado las artes oscuras. Mi propio padre nos abandonó, a mi madre y a mí, cuando descubrió que su hija era una bruja.
Naruto se sentó en el extremo del sofá.
—Deduzco que no hay hechiceros varones en tu familia.
—No. Pasa de madre a hija.
—Entonces —dijo lentamente— ¿No quieres un esposo pero deseas que te haga el amor?
—Sí.
—Supongo que no eres tan anticuada como pensé —murmuró.
—¿Qué?
—Nada.
—Puede que no quiera un esposo —dijo inocentemente—. Pero deseo un hijo. Tu hijo.
Pocas cosas lo habían sorprendido desde la noche en que Hinata lo había sumido en el Oscuro Don, pero las palabras de Sakura lo cogieron totalmente desprevenido. Durante un momento, se le representó la imagen de Kotoko, su pálido rostro, sus ojos sin vida, la sábana bajo su cuerpo manchada de sangre. Recordó como había recogido a la pequeña criatura que ella había expulsado del cuerpo poco antes de morir.
—Temo que eso es imposible. —Le sostuvo la mano, frenando las preguntas que vio surgir en sus ojos—. No puedo engendrar vida, Sakura. Solo puedo mantener la mía, tal como es.
—Lo siento —dijo quedamente—. No lo sabía.
Por un momento, lamentó haberle dicho la verdad. Si no fuese tan honrado, podría haberla llevado a la cama, hacerle dulcemente el amor noche tras noche, dejándole creer que le daría el hijo que ella anhelaba.
—Yo también lo siento —replicó. No pasaba un día sin que pensase en su hijo. Aun despues de tantos años, el recuerdo de su hijo muerto le resultaba doloroso. Su hijo. Una partícula tan pequeña de humanidad, muerto antes de nacer, y con él, todas las esperanzas y sueños de Naruto.
Apartó el recuerdo de su mente.
Una vez más, la tensión fluyó entre ellos.
Sakura se dedicó a mirar la televisión, demasiado consciente de que él la estaba observando. Intentó olvidar el sabor de sus besos, el placer que la había embargado por completo cuando sintió sus labios. Había escuchado que los vampiros poseian un aura, un encanto irresistible para los mortales. ¿Sería tan sólo eso? ¿Acaso su atracción hacia él seria real?
Lo miró disimuladamente, tratando de verle el aura. El aura de la abuela Haruno había sido verde, lo que era asocia¬do a la maternidad. Rock Lee había tenido una de un color naranja apagado. La suya era azul, un signo de energía psiquica.
La de naruto Uzumaki era gris. Frunció el entrecejo, tratando de recordar lo que significaba. Gris... ah, por supuesto, implicaba la cercanía a lo no terrenal y a la habilidad para influir en el viento y la lluvia.
—¿Algo está mal? —le preguntó.
—No. Sólo me preguntaba... ¿puedes desencadenar una tormenta si quieres?
Él asintió.
—¿Por qué?
—Estoy estudiando tu aura.
—¿De veras?
—Es gris. De un extraño gris oscuro.
—Siempre pensé que todo eso era una patraña.
—Oh, no. La de mi madre era rosa.
—¿Y eso significa... ?
—Los que tienen auras rosas son muy cariñosos y afectuosos —dijo Sakura melancólicamente—.Como era mi madre. No había mujer más amable en la villa. Todos la querían.
—¿Qué sucedió cuando tu padre os abandonó?
—Mi madre nunca pudo superarlo. Murió un año después. La abuela Haruno me crió.
—¿Cuántos años tenías cuando tu madre murió?
—Once.
—¿Y qué edad tienes ahora?
—Diecinueve.
Murmuró una maldición. ¡Diecinueve!
—¿Viste a tu padre de nuevo?
—No. —Cruzó los brazos sobre el pecho, evidentemente a la defensiva—. No quiero hablar más de ello.
Miró a través de la ventana. Ya era tarde, pasada la medianoche. Se convulsionó desasosegado ya que el hambre se agitaba en su interior, recordándole que no se había alimentado aún.
Sakura siguio la dirección de su mirada, y luego lo miró.
—Creo que pronto te marcharás. —No era una pegunta.
Asintió bruscamente, el latido de innumerables corazones lo llamaban como un trueno distante.
Sakura se llevó la mano a la garganta. Ya la había mordido una vez, probado su sangre. ¿Cómo sería si lo hiciese de nuevo, estando ella despierta? ¿Le dolería? Movió la cabeza, sorprendida por el giro de sus pensamientos sin poder apartarlos de su mente.
La estaba observandó, con los ojos entrecerrados. Le recordaba la manera en que Morgana observaba a un ratón antes de abalanzarse sobre él. Morgana era un temible depredador, pero algunas veces el ratón tenía suerte y podía escapar de sus garras y sus colmillos.
Naruto era un depredador mucho más temible que Morgana, pensó Sakura. Si ella se quedaba aquí, en la cueva del león, ¿Cuánto tiempo podría permanecer a salvo de sus colmillos?
_________________


Capitulo 18

Esa mañana, Sakura durmió hasta tarde. Permaneció en cama, con la manta subida hasta el mentón mirando fijamente el techo y pensando en su vida, en cómo había cambiado drásticamente en tan poco tiempo. ¿Quién podria haber pensado que la pobre Sakura Haruno, quien apenas tenía lo minimo indispensable para subsistir, viviría en una casa tan grande como esta? Tenía más que suficiente para comer, sin mencionar la vestimenta, bastante como para ataviar a una docena de mujeres. Había visto maravillas de inventos que nunca hubiese podido imaginar, ni siquiera creer que fuesen posibles. De ser un sueño, no estaba segura de querer despertar.

Le sonrió a Morgana que, acurrucada bajo su brazo, requería de su atención.
—Buenos días —dijo Sakura. Colocándose de costado, le acarició las orejas y sonrió cuando la gata empezó a ronronear.

Los ojos de Sakura se agrandaron de repente. Naruto le había prometido quitar el seguro de los portones antes de irse a la cama. Hoy, por primera vez, estaria por su cuenta y riesgo, pudiendo ir a donde quisiese. Independiente, pensó, como las mujeres de esa época.

Se levantó, se dirigió al baño y llenó la bañera con agua. Se recogió el cabello y se metió en el agua. Morgana se sentó en la tapa del retrete lamiendose cuidadosamente las patas mientras su ama disfrutaba de un baño de burbujas.
Allí tendida, Sakura se maravilló una vez más de tener agua corriente fría y caliente dentro de la casa. El jabón que usó para bañarse olía a fresa.

Treinta minutos después salió de la tina y se secó con una gran toalla de baño afelpada color rojo. Arrojó la toalla en la cesta, sacudió el cabello y luego se dirigió a la alcoba. Abrió el cajón de la cómoda, extrajo un par de bragas rosadas que hacían juego con el sujetador (un dispositivo bastante extraño y un tanto incómodo). Vestida en ropa interior, abrió el armario, frunció el entrecejo mientras trataba de decidir qué usar. ¡Nunca, en toda su vida, había tenido tantas opciones! Vestidos, faldas, pantalones, blusas, jerseys, camisas, zapatos, sandalias y botas, sin mencionar una amplia variedad de ropa interior, pares de medias de nylon y calcetines.

Finalmente, se puso un par de vaqueros, un suave jersey blanco y un par de blandas botas de cuero que se sujetaban por el costado.

Bajó las escaleras, llenó el plato de Morgana con alimento para gatos, y luego se preparó un abundante desayuno: avena cubierta con azúcar negra, huevos revueltos, tostadas con manteca y un vaso de suero de leche.
Nunca se había preocupado demasiado por la cocina, pero aquí, con todas las ventajas modernas, parecía mucho más fácil. No tenía que hacer pan casero.

No tenía que ordeñar una vaca o recoger huevos. No tenía que juntar madera para encender el fuego o preocuparse porque las faldas no se incendiaran al revolver el caldero de la sopa. Por supuesto, le había tomado varios días y muchos intentos dominar la cocina a gas, pero con la ayuda del libro que le había comprado Naruto, estaba aprendiendo.

Ciertamente, había asimilado muchas otras cosas en las últimas semanas, gracias a Naruto. Pacientemente, él le había respondido una infinita cantidad de preguntas, la había llevado a la ciudad para que se familiarizara con este nuevo mundo tan extraño, le había enseñado a conducir su coche, el que ahora sabía, costaba una verdadera fortuna. A pesar de que era un vampiro, se sentía a salvo con él. Quizás tenía razón. Quizás se acostumbraría a este tiempo y a este lugar.
Después del desayuno, se cepilló los dientes, se peinó y se sujetó el cabello con un lazo.

Naruto había dejado las llaves del coche en la mesa de la cocina, junto con 5000 dólares. Sintiéndose rica y despreocupada, guardó en el bolsillo el dinero, cogió las llaves y dejó la casa. Momentos más tarde, estaba conduciendo hacia los portones. ¿Habría recordado quitar el seguro?
Sí, los portones estaban abiertos. Llena de excitación, atravesó el arco de entrada, dobló a la derecha, y se dirigió a la ciudad.

Recorrió las calles, observando las casas y la gente. Hasta ahora, sólo había podido ver este mundo nuevo de noche. Nueamente, la impactó el ruido de la ciudad. Los bocinazos, el repietear de los camiones, el distante silbato de un tren, el suave ronroneo del motor del Volvo, el rugido de un avión en las alas. Nunca se había dado cuenta de lo tranquila que era su vida hasta ahora. El hogar de Naruto nunca estaba completamente en calma. Estaba el zumbido del frigorífico, el suave sonido del acondicionador de aire cada vez que se prendía y estaba, el crujido de la madera al asentarse.
Dejó atrás el centro comercial, estacionó en una angosta calle lateral, y luego caminó por la acera deteniéndose de tanto en tanto para mirar los escaparates. Los negocios no eran tan espaciosos, ni estaban atestados como los del centro comercial.

Pasó por una pastelería, un video club, varios negocios de ropa femenina, una zapatería y una juguetería, una heladería en la esquina. Al ver la foto de un batido cristal, entró y después de un segundo de duda, se ubicó en una pequeña mesa junto a la ventana.
Tan pronto se sentó, apareció una camarera para anotar el pedido.
—¿Tiene batidos de chocolate? —preguntó Sakura, recordando el que Naruto le había comprado en el centro comercial.
—Por supuesto —afirmó la joven con una sonrisa—. El mejor de la ciudad.
—¿Me podría traer uno, por favor?
—Por supuesto, querida. ¿Algo más?
—No, gracias.

Cuando la camarera se alejó, Sakura se giró para mirar por la ventana y observar la gente pasar. Los hombres en traje, las mujeres en pantalones cortos y blusas sin mangas amarradas al cuello, los niños en patinetes y las niñas riendo tontamente entre ellas, todos parecían estar apurados por llegar a algún lugar.
Sakura le agradeció con una sonrisa a la camarera cuando apoyó el batido en la mesa. Saboreó la crema batida y la cereza, deseando tener valor para pedir otro. Como había asegurado la camarera, el batido estaba delicioso. Lo bebió lentamente, saboreando el gusto del chocolate, pensando que era aun más delicioso que el del centro comercial.

Se sintió orgullosa de sí misma cuando pagó la cuenta aunque fuese con el dinero de Naruto. Si bien la compra de un batido era un logro pequeño, era la primera cosa que adquiría y abonaba por sí sola. Por primera vez desde que había llegado a este siglo, había logrado algo sin ayuda alguna. Quizás podría abrirse camino en este nuevo mundo después de todo.

Dejó la heladería, cruzó la calle y recorrió la otra acera.
Tres jóvenes vestidos con pantalones holgados y camisetas negras estaban de pie frente a una licorería. Todos la miraron de los pies a la cabeza mientras se acercaba. Uno de ellos la silbó.
—Eh, preciosa —le gritó otro—. ¡Qué linda te ves hoy!
El tercero asintió y luego, al acercársele, la cogió del brazo.
Sakura murmuró un rápido hechizo mientras los dedos le cerraban el brazo. Con un grito de dolor, el joven retiró la mano, aullando como si hubiese tocado un horno caliente. Sonriendo para sus adentros, Sakura siguió caminando.
Cuando llegó al final de la calle, miró hacia ambos lados, cruzó la acera y comenzó a desandar el camino que había recorrido. Y luego lo vio, era una gran marquesina negra con forma de sombrero puntiagudo. Las palabras Cafetería a la Wiccan y Librería estaban pintadas en el sombrero con nítidas letras blancas.
Apuró el paso. Dudó en la entrada, luego respiró profundamente, abrió la puerta y entró.
Le llevó unos instantes acostumbrar la vista al oscuro espacio. Las paredes eran de color crema, el piso de baldosas negras, blancas y grises. A la derecha, vio una pared cubierta de esurntes de vidrio que exhibían toda clase de objetos de cristal, copas y dragones de cristal y peltre. En otro aparador había repletos recipientes con hierbas. A su izquierda, una estantería del piso al techo atestada de libros sobre brujería, paganismo, magia y medicina, leyendas urbanas, tradición celta, astrología, Tarót, hechizos, canalización, desarrollo psíquico, así como también ejemplares de almanaques y calendarios.
Un armario con puerta de vidrio contenía todo tipo de artículos basicos para prácticas de brujería. En el primer estante había una variedad de pentagramas, algunos planos, dos con las puntas de colores. Varios pentagramas de oro, plata y cobre. En el segundo, había una surtida variedad de velas, algunos con pie para evitar que quemaran la superficie donde se los colocaba. El tercer estante tenía una canasta de plumas, manojos de incienso, varios espejos, botellas de aceites y potes con tinta.
Una cortina de cuentas de todos los colores del arco iris colgaba en la arcada que separaba la librería de la cafetería. Pasó a través de ella y pudo contar alrededor de una docena de pequeñas mesas redondas. La mitad cubierta con manteles blancos, y la otra, con manteles negros. En el centro de cada una de ellas, brillaban velas verdes. Un gran mostrador negro con una línea de taburetes se veía en la pared más alejada. Una bella joven de cabello azul estaba atendiendo a los clientes sentados frente al mostrador del bar. Una mujer que llevaba puesto un largo vestido gris y un sombrero negro de ala caída estaba sentada en una de las mesas leyendo un diario.
—¿Puedo ayudarla?
Sakura miró y vio a una mujer alta, extremadamente delgada con ojos color zul que le sonreía. La mujer llevaba un largo vestido negro que le llegaba hasta los tobillos y un par de botas negras de tacón.
—¿Está buscando algo en especial? —preguntó sonriendo.
—No —Sakura negó con la cabeza—, sólo... sólo estaba mirando.
—Por supuesto —dijo la mujer sonriendo—. Hoy en día, mucha gente siente curiosidad por lo paranormal y las ciencias ocultas, algunas seriamente, otras simplemente porque está en boga. Algunos se dedican a los cristales, otros a la quiromancia o al tarot. Unos pocos vienen en busca de elementos de vudú y magia negra. Hay otros que sólo buscan algo en qué creer, algo en qué apoyarse en estos dìas de inseguridad y problemas. Otros se alejan de las religiones tradicionales y buscan nuevos caminos.
—¿La brujería, tal vez? —preguntó Sakura dubitativa.
—Wicca —la corrigió la mujer—. Es un tipo de brujería, pero también una religión, una forma de vida y una creencia.
Sakura asintió.
—¿Le importa si echo un vistazo?
—En absoluto, mi nombre es Konan. Soy la dueña. Dígame si necesita algo.
—Gracias.
La mujer sonrió nuevamente.
—Adelante.
Al quedar a solas, Sakura se dirigió a los estantes con libros. Aunque muchas de las palabras le resultaban familiares, otras le eran desconocidas, y algunas, aunque conocidas, estaban escritas de manera distinta. Aun así, fue capaz de comprender el sentido de la mayoría.
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gracias por leer Oigh y pues que lidere así de tranquila como va la historia no durara por mucho no le doy mas pista y asta el próximo cap
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Mensaje por Leon Jue Sep 25, 2014 5:10 pm

Sakura es verdaderamente encantadora, enamora fácilmente, pero es ingenua y eso le puede traer muchos problemas.

Y que propuestas hace, falto poco para que Naruto saltara sobre ella y hicieran un baby, solo hacer porque al parecer Naruto no puede dar vida... Pero igual con Sakura puede, ella es especial, distinta a todo lo que ha conocido. Me encantaría que eso fuera posible, sanaría el dolor y la soledad que Naruto acarrea por muchos, muchos años.

Onion bye
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Mensaje por kumiko Dom Sep 28, 2014 10:03 am

como este fin lo voy a coger para estudiar monte el cap de hoy el de mañana espero que le guste

Capitulo 19

Al quedar a solas, Sakura se dirigió a los estantes con libros. Aunque muchas de las palabras le resultaban familiares, otras le eran desconocidas, y algunas, aunque conocidas, estaban escritas de manera distinta. Aun así, fue capaz de comprender el sentido de la mayoría.
Hojeó uno de los libros sobre rituales paganos modernos, que incluía la historia de la Diosa Lilith. Sakura nunca había oído acerca de ella y encontró la información bastante interesante. Lilith era una seductora que tentaba a los hombres con deseos y placeres prohibidos. Extrañamente, también era conocida como una bruja nocturna, difícilmente resultaría acorde con la apariencia de una doncella seductora. De acuerdo con el libro, las brujas de hoy en día consideraban a Lilith como su patrona, mientras que otros la describían como una sirena o vampiresa seductora, también era considerada la diosa del sexo.
Movió la cabeza, colocó el libro nuevamente en el estante y cogió otro sobre hechizos. La sorprendió el hecho de que se vendiesen libros sobre hechizos de brujas.
¡Cómo había cambiado todo con el tiempo! En su época, los hombres y mujeres sospechados de brujería habían sido ahorcados. Hoy en día, poseían cafeterías y se relacionaban con amigos y vecinos sin temor.
Miró a la dueña del negocio. ¿Sería una bruja? Y en cuanto a los clientes de la cafetería ¿serían también brujos, o implemente gente común que disfrutaba de la excitación de mezclarse con aquellos que creían en el ocultismo?
Retornó al libro que tenía en la mano, leyó los ingredientes de un hechizo para ahuyentar a fantasmas molestos: hojas secas de romero, sal marina, ajo en polvo y habichuelas negras.
Sakura refunfuñó entre dientes al leer la indicación. Las habichuelas negras eran sin duda, un antiguo encantamiento contra los fantasmas y todos sabían que el negro era mejor color para ahuyentar. Otra sección versaba sobre varitas mágicas. Recordó con tristeza la que había tenido que donar. La había hecho ella misma con una rama de sauce tado en tonalidades de azul y verde. La vara era como un ente conductor, una extensión de su voluntad, utilizada para enfocar y dirigir el poder, provocar un círculo mágico, o mezclar los ingredientes en un caldero. Quizás era hora de hacer una nueva.
En el momento en que iba a colocar el libro de nuevo en su lugar, oyó unos pasos detrás de ella y luego, una voz profunda…
—¿Es la primera vez que viene aquí?
Se dio vuelta y se encontró cara a cara con un hombre apenas unas pulgadas más alto que ella. Tenía cabello corto, negro y algo puntiagudo, ojos negros y piel pálida. Vestía un jersey azul y un par de pantalones gris oscuro, y pensó que era casi tan apuesto como Naruto, aunque totalmente distintos. Luz y oscuridad, musitó. Claridad y sombra.
Le sonrió, exhibiendo unos dientes muy blancos y un hoyuelo en la mejilla.
—Lo siento, no era mi intención sobresaltarla. —Le tendió una mano delgada—. Mi nombre es Madara Uchiha pero puedes decirme tobi.
Dudó por un segundo antes de estrecharle la mano.
—Sakura Haruno. —Le dio la espalda para esconder su nerviosismo, colocó el libro nuevamente en el estante y luego, inhaló profundamente y se giró para enfrentar la mirada del extraño otra vez.
—¿Puedo invitarle una taza de café? —le preguntó amablemente.
—No, gracias.
—Por favor, insisto. —Le sonrió cautivadoramente y luego, para tranquilizarla le dijo—. Está perfectamente a salvo aquí. Es un lugar público, después de todo.
Konan les sonrió a ambos cuando pasaron junto a ella.
—Tobi es inofensivo —le dijo a Sakura con un guiño—. Aunque no le crea ni una palabra de lo que le diga.
—Será mejor que seas buena conmigo, Konan —dijo Tobi con una sonrisa irónica— O me iré con la competencia.
Konan movió la mano displicentemente.
—Sé que no lo harás. Prueben el café Amarretto con sabor a almendras. Karin acaba de preparar una jarra.
Tobi se giró hacia Sakura.
—Entonces, ¿acepta?
—De acuerdo.
Sonriendo, le cedió el paso para entrar en la cafetería.
Sakura escogió una mesa cerca de la ventana. Tobi le apartó la silla, y le pidió a la camarera dos tazas de café Amaretto con sabor a almendras, luego, se recostó en la silla.
—Me parece que está interesada en la magia y afines —afirmó cruzándose de brazos.
—Sí —contestó cautamente—. Me imagino que usted también, por lo que veo.
—Oh, definitivamente.
Sakura se mordió el labio inferior, pensando si se atrevería a preguntarle si él era un brujo. Pero él se le adelantó.
—Éste es un lugar muy conocido para los que se interesan en la magia. Por supuesto, tenemos intrusos de vez en cuando, pero la mayoría de los clientes de Konan son formales practicantes. —Se inclinó hacia ella—. ¿Por casualidad, es usted una bruja?
Negó con la cabeza, incapaz de mentir en voz alta.
Se recostó nuevamente en la silla.
—¿Busca algo en particular? —preguntó él—. ¿O es sólo curiosidad?
—Sólo curiosidad —dijo ella.
Tobi parecía todo un caballero, pero no estaba dispuesta a confiar en él aunque no podía estar segura de por qué. No tenía ninguna intención de decirle que estaba interesada en encontrar una cura para el vampirismo. Ni siquiera estaba segura de por qué lo estaba haciendo. Naruto jamás había dicho que quería ser mortal nuevamente.
—Gracias, Karin —dijo Tobi sonriendo a la camarera cuando les trajo el pedido.
Karin le devolvió la sonrisa ruborizada.
—¿Les gustaría un bollo de canela o una tarta? —les preguntó—.acabo de hacerlas.
—Yo no quiero nada —replicó Tobi—. ¿Señorita Haruno, usted desea algo?
—No gracias.
Dispensándole una última mirada de corazón a Tobi, la camarera se alejó.
—Entonces —dijo Tobi revolviendo un poco de crema en el café-, ¿es nueva en la ciudad?
Sakura asintió. Levantó la taza y bebió lentamente.
—No creo haberla visto antes —señaló Tobi—. Espero que tenga la intención de quedarse. Siempre es agradable apreciar rostros bellos.
—Es muy amable de su parte —contestó Sakura—. Pero no debería decirme tales cosas.
La estudió por unos instantes.
—Usted no es de por aquí, ¿no es así?
—No.
—Y no es muy comunicativa. —Levantó la taza y bebió un sorbo—. Estoy seguro de que se preguntará si soy un practicante. Bueno, así es. Me especializo en canalización y cartomancia.
—No le importa que la gente sepa que usted es un —bajó la voz— un hechicero.
Se encogió de hombros.
—¿Por qué debería hacerlo? No estamos en el siglo XVII en Suna. A nadie le importa ya la brujería. Hay demasiadas cosas atemorizantes en el mundo para que la gente se preocupe por las brujas y los hechiceros, aun si creyese en ellos.
Aunque decía sin tapujos que era un hechicero, ella no podía reconocer que era una bruja. Había pasado demasiados años ocultándolo como para compartir una información tan personal con un hombre que acababa de conocer. En su hogar, la gente la había considerado una sanadora, o era lo que inocentemente había creído, hasta la noche en que la acusaron y la condenaron.
—¿No practicará las artes oscuras, no es así? —preguntó Sakura.
La magia negra era utilizada para causar daño a otros y desprendía energía negativa. La magia blanca buscaba hacer el bien tanto para otros como para uno mismo, siempre era positiva. Si había algo que la abuela Haruno había infundido a Sakura, era la ley de la triple vuelta. Cualquier bruja que utilizare sus poderes para el mal, sabía que cosecharía el triple del daño que hubiese causado.
—No —dijo Tobi—. Nosotros sólo practicamos la magia blanca aquí. Sanaciones, ayuda para encontrar objetos perdidos, y cosas por el estilo. —Se inclinó hacia delante nuevamente—. ¿Usted necesita ayuda con algo, lecciones de brujería, quizás? Me encantaría enseñarle.
—No, sólo estoy recorriendo la ciudad, dando un paseo simplemente.
—Entonces ¿encontró usted este lugar por casualidad?
—Sí. Y ahora en realidad debo irme —dijo Sakura—. Gracias por el café.
—De nada. —Se puso también de pie—. La acompaño nasta la puerta.
Sakura asintió y abandonó la cafetería acompañada por Tobi. Se detuvo en la salida.
—Fue un placer conocerlo, Madara.
—Por favor dime tobi. Me gustaría volver a verla. ¿Quizás podríamos ir a cenar alguna noche de la próxima semana?
—Gracias, pero me es imposible.
—Ya veo. ¿Quién es él?
—¿Él?
—Mi competidor.
—No entiendo.
—Presumo que la razón por la cual no puede salir conmigo es porque debe tener novio formal.
Iba a negarlo pero decidió que sería más fácil si él creyese eso.
—Sí —dijo ella— y puede ser muy celoso.
Tobi rió afablemente.
—Quizás podríamos tomar un café entonces.
—Sí, quizás. Que tenga buen día, señor.
Dejó el negocio, consciente de la mirada de Tobi en su espalda. No se calmó hasta que estuvo en el coche camino a la relativa seguridad de la casa de Naruto Uzumaki.
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Capitulo 20

capitulo 20

Naruto despertó al ponerse el sol en el horizonte. En un segundo estaba atrapado en la red del sueño mortal, al siguiente estaba completamente despierto y alerta. Sabía que estaba sólo en la casa.
Arrojó la manta de la cama y se sentó. Un segundo después, las luces se encendieron automáticamente iluminando su refugio. Era una habitación grande y rectangular, con escasos muebles, apenas una cama y una silla confortable. Sin embargo, desde la llegada de Sakura, había llevado su ropa allí. Hasta el momento, todo su guardarropa estaba prolijamente acomodado en varias pilas en el piso. Ya que parecía que Sakura permanecería durante un tiempo, quizás era momento de pensar en amueblar alguna de las alcobas vacías de la planta alta, así no tendría que estar acarreando constantemente la ropa del refugio al baño.
Por otra parte, quizás debería esperar. Se había ido con el coche. ¿Quién podía asegurar que volvería? ¿Y si no lo hiciese, quién podría culparla? Aunque había dicho que no le temía, ¿qué mujer en su sano juicio querría vivir allí, con una criatura como él? Se levantó, cogió una muda de ropa interior, un par de pantalones, un jersey y unas botas de cuero negro. Quitó el cerrojo de la puerta, y subió la escalera caracol hasta la entrada que desembocaba en el primer piso.
Quitó el cerrojo, se encogió para atravesar el corredor, luego cerró con llave la puerta tras de sí. Se agachó al pasar debajo de una ducha de un pequeño baño de la planta baja y subió las escaleras que conducían al baño principal, notando al pasar, que la puerta del dormitorio de Sakura estaba cerrada.
Pensó en ella mientras abría el grifo de la ducha y se colocó bajo el agua, sorprendido de lo vacía que se sentía la casa sin ella. Que vacío se sentía él sin ella. No había compartido su morada con nadie desde que se había convertido en vampiro y, aun así, en cuestión de semanas, Sakura Haruno se había instalado en su hogar y en su corazón.
Al salir de la ducha, envolvió una toalla de baño alrededor de su cintura, se peinó y se cepilló los dientes.
Supo al instante que ella había entrado a la casa. Momentos más tarde, sintió un suspiro en el umbral. Miró hacia allí y vio a Sakura de pie allí, con la boca abierta. Vestía un par de vaqueros que le delineaba los muslos y un jersey blanco que le marcaba la curva del busto. Nadie, al mirarla, podría siquiera adivinar que había nacido en otro tiempo y lugar.
—Lo... lo siento —balbuceó con los ojos muy abiertos y rubor en las mejillas —. No... no sabía que estabas aquí. Yo estaba por...
Lo recorrió con la mirada, ruborizándose cada vez más. Levantó la vista y se encontró con la mirada de él, se dio la vuelta y huyó.
Naruto la miró fijamente irse, en un tumulto de emociones mientras sus pasos se alejaban por el corredor hacia la alcoba.
Entonces, había vuelto después de todo.
El pensamiento le dibujó una sonrisa en los labios.
Sakura cerró la puerta de la alcoba y luego se recostó contra ella. Naruto vistiendo nada más que una toalla, era lo más cercano a un hombre desnudo que había visto en su vida. Era una imagen que no podría olvidar fácilmente. Con una mano en el pecho, respiró profundamente, intentando recobrar el aliento. No había pensado que el cuerpo de un hombre podría ser tan bello o estar tan maravillosamente esculpido. Y era increíble, desde los anchos hombros y el musculoso vien¬tre hasta sus largas piernas.
Dio un salto cuando oyó un golpe en la puerta. Sólo podía ser Naruto.
—¿Sakura?
Sintió cómo le subía el calor a las mejillas nuevamente. ¿Estaría vestido ahora, o seguiría cubierto con tan sólo una toalla?
—¿Sí?
—¿Estás bien?
—Sí, por supuesto, ¿por qué lo preguntas?
Hubo un momento de tenso silencio. Se lo imaginó de pie al otro lado de la puerta, con el largo cabello rubio húmedo por la ducha, y gotas de agua brillando cual rocío en el pecho.
—Iré a la planta baja —dijo quedamente—. ¿Nos encontramos allí?
—Sí, si tu quieres.
—Te estaré esperando.
Se sentó en la cama, se quitó las botas y los calcetines, luego caminó por la habitación durante unos minutos. Por último, respiró profundamente y abrió la puerta. El corazón le latía con fuerza al bajar las escaleras.
Encontró a Naruto en la sala, de pie frente a la chimenea. Un alegre fuego ardía en el hogar como única iluminación de la habitación. Una música suave inundaba el aire.
—Lloverá —señaló al sentarse en el sofá.
—¿Cómo lo sabes?
—Lo percibo. —Y al decirlo, los relámpagos atravesaron el cielo seguidos por el suave sonido de los truenos distantes—.Y bien —dijo él sentándose en el otro extremo del sofá— ¿cómo fue tu día?
—Fui a la ciudad.
Él asintió, la miró intensamente a la espera de que siguiese hablando.
—No fui al centro comercial —dijo ella—. En cambio, recorrí los pequeños negocios de una de las calles. ¡Hay tantos! Y compré un batido —dijo sonriendo.
Naruto le sonrió, satisfecho por su entusiasmo y por el coraje que había tenido para explorar una ciudad desconocida por sí sola.
—Y luego —prosiguió con los verdes ojos bollándole— fui a una librería. Pero no a cualquier librería ¡Una para brujas!
—Imagínate —dijo, con evidente tono risueño.
Ella asintió entusiasta
—¡Imagínate! Estaba a la vista de cualquiera ¡Oh! Conocí a un hechicero.
Naruto se incorporó.
—Continúa.
—Fue muy amable. Me invitó a tomar un café. Nunca había probado algo así.
—¿De verdad?
Ella frunció el entrecejo.
—No recuerdo el nombre del café, pero era muy bueno. Creo de debería volver y comprarlo para la casa.
—Quizás el hechicero estará allí.
Se encogió de hombros, como si no importase.
—Quizás. Espera y verás... ¡Oh!, lo siento... me había olvidado.
Aceptó las disculpas con un gesto.
—¿Deseas verlo de nuevo? —preguntó con voz áspera.
—No, aunque me preguntó si me gustaría.
Naruto apretó la mandíbula, sorprendido por los celos que le brotaron ante la idea de Sakura viéndose con otro hombre.
Ella parecía ignorar totalmente su agitación.
—Entonces —dijo recogiendo una pierna debajo del cuerpo—. Dime algo más sobre ti. Sé tan poco. Vives en esta casa enorme. ¿En qué trabajas?
Se encogió de hombros.
—No necesito trabajar.
—¿Has recibido una gran cantidad de dinero entonces?
—En cierta forma —dijo con una sonrisa irónica—. Cuando acababa de convertirme en vampiro, robaba las casas de los ricos para conseguir las cosas que necesitaba, muy pocas en realidad.
—¿Dónde vivías?
—No tenía hogar. Dormía en un ataúd, y algunas veces en la tierra.
Sus ojos se agrandaron.
—¿Quieres decir... debajo de la tierra? —tembló ante el mero pensamiento—. Qué horrible.
Él refunfuñó suavemente.
—No era tan malo como te imaginas. En realidad, la tierra puede ser una cama bastante cómoda. En aquellos días, no me atrevía a mezclarme con los mortales, por lo que ganarme el sustento estaba totalmente descartado. Por lo tanto, les robaba a los ricos, guardando lo que no gastaba.
—¿Nunca te atraparon?
—No. Me resultaba ridiculamente fácil introducirme en sus hogares y quedarme con lo que quisiese. No estoy orgulloso de lo que hice, pero en ese momento, era necesario. Luego se convirtió en un juego. Al pasar el tiempo, ahorré lo suficiente como para comprar una pequeña casa, luego una más grande, y finalmente, otra todavía más grande que la anterior. Con cada venta obtuve ganancias. Ahorré el dinero y luego, con más conocimiento del mundo y de cómo funcionaba, comencé a invertir en una cosa y otra hasta que... —Se encogió de hombros—. Hoy en día tengo suficiente capital como para vivir confortablemente.
Ella asintió. Se echó hacía atrás, miró el fuego, y luego se ruborizó cuando su estómago comenzó a gruñir.
—Creo que debo preparar algo de comer.
—Podría llevarte a comer afuera, si no tienes ganas de cocinar, y si quieres, podríamos ir a bailar.
—No sé bailar.
—No importa. Yo sí sé ¿Qué dices?
—¿Debería cambiarme de ropa?
—Como quieras.
Se miró los vaqueros, y luego a Naruto quien vestía pantalones negros y un jersey del mismo color.
—Creo que debería cambiarme de ropa.
—Tómate tu tiempo. Necesito salir.
—Oh. —Con el tono de voz lo dijo todo.
—Soy lo que soy —le recordó calmadamente.
—¿Les duele tu... como sea que se llame, a la gente que tú... mmm... ya sabes?
—Creo que la palabra que estas buscando es presa. Y no, no les duele, no más de lo que te dolió a ti.
—¿Pero tú les tomas más a ellos, no es así? Me dijiste que habías bebido tan sólo un poco de mí.
—Si, tomo más. Pero no toda.
—¿Y eso está bien para ti? ¿Nunca se quejan?
—Nunca lo recuerdan.
—¿Por qué no?
—Se lo borro de la memoria.
Sakura movió la cabeza.
—Entonces, además de vampiro ¿eres hechicero e hipnotizador?
—Sólo vampiro.
Lo miró por un momento y luego, para su sorpresa, comenzó a reír suavemente.
—¿Qué es tan gracioso?
—¿Sólo vampiro? ¿Sólo vampiro?—La risa suave se tornó en carcajadas. —Lo dices como si fuese algo tan... tan... común.
Los estertores de risa se fueron calmando mientras elevó la mano al cuello.
Naruto se puso tieso de repente, siguiendo con la mirada el movimiento de su mano, observando como se tocaba tras la oreja. El olor de su sangre, fluyendo como un río camersí por sus venas, colmaron su nariz; el palpitar de su corazón hizo eco en sus oídos. Las ansias se agitaron en su interior.
—¿Has tomado mi sangre antes y lo has borrado de mi memoria?
—No. —Pero ahora que le había sugerido la idea, se preguntaba si sería capaz de resistir hacer justamente eso—. Ibas a cambiarte la ropa —le recordó al tiempo que se le quebró la voz—. Hazlo ahora.
Lo miró fijamente durante un momento. Sea lo que fuese que vio en su rostro, la hizo ponerse de pie y abandonar la habitación.
Arriba, Sakura cerró la puerta con llave, aunque sabía que eso no sería un obstáculo para él. Por un momento, se mantuvo de pie en el medio de la habitación con el corazón latiéndole con fuerza. ¿Cómo pudo haber sido tan tonta? Tendría que haber sabido que traer a colación el tema de cómo se alimentaba, le haría brotar el hambre de sangre. Pero habían hablado sobre ello tan calmadamente, y no podía negar que era algo que le fascinaba, al igual que él. Peor, casi le había pedido que bebiese de ella nuevamente. ¿Qué pasaba con ella?, ¿por qué sentía tanta curiosidad por un acto tan repulsivo?
Le gruñó el estómago de nuevo, lo que le recordó que se suponía que debía cambiarse para ir a cenar con Naruto. Eso era lo que él estaba haciendo ahora, pensó con humor macabro, cenando fuera. ¿Quién sería su presa? ¿Cómo la elegiría?
Apartó el pensamiento de su mente, se dirigió al armario y abrió la puerta. Permaneció allí unos minutos, tratando de elegir qué ponerse, y finalmente se decidió por una vaporosa blusa blanca con un escote pronunciado y mangas largas, y una falda blanca de ruedo irregular. Le hubiese gustado tener un espejo de cuerpo entero para mirarse. Tal vez podría adquirir uno la próxima vez que fueran de compras. Quizás no le importaría a Naruto. Se preguntó cómo se sentiría mirar el espejo y no verse reflejado. Intentó imaginarse cómo se sentiría ella en su lugar. ¿Acaso sería como si no existiese? ¿Naruto experimentaría lo mismo? ¿Sería por eso por lo que no había espejos en la casa?
Se sentó en el borde de la cama, se colocó un par de sedosas medias de nylon y un par de botas blancas de tacón. Nunca había usado zapatos o botas de tacón tan alto por lo que se tambaleó un poco al caminar hasta el baño para cepillarse el cabello.
Cuarenta minutos más tarde, escuchó a Naruto golpear la puerta.
Él silbó suavemente al verla, despejándole cualquier duda sobre su apariencia.
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Mensaje por el santo pegaso Dom Sep 28, 2014 1:26 pm

Me parece que el encuentro entre sakura y tobi traerá problemas, esperemos que sakura tenga cuidado con el.

Y vemos que naruto, cada día se siente mas atraído por su pequeña sakura, ojala pueda apartar esos deseos de beber su sangre, ya que esa maldición puede hacerlo perderla.
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Mensaje por Leon Lun Sep 29, 2014 4:44 pm

Tobi cerca de Sakura, no me gusta, pues no creo que sea un evento aislado, creo que hay una doble intensión en querer estar cerca de Sakura, no solo por su belleza sino quizá por Naruto...

Y él vaya que se puso celoso de imaginar a otro hombre cerca de Su Sakura y ya se acostumbro a tenerla a su lado que veo muy difícil que sea capaz de dejarla ir y creo que a ella no le disgusta del todo permanecer al lado de él.

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Mensaje por kumiko Jue Oct 02, 2014 2:45 am


Bailando buenooo gracias por comentario como no e podido actualizar a diario y se que a mucho no le gusta esperar como a mi que me desespera que un fic que este leyendo Aburrido Bocaza de moren en actualizar jaja por eso montare dos cap y el vierne Esto... Bye montare dos mas para recompensar

y ps espero que le guste

Capitulo 21


La llevó a un tranquilo restaurante ubicado en una zona exclusiva.
Sakura miró a su alrededor, admirando las gruesas alfombras, las bellas pinturas en las paredes, la abundancia de plantas, y la ausencia de espejos.
Momentos más tarde, estaban sentados en una acogedora mesa ubicada en un íntimo rincón. La mesa estaba cubierta con un mantel azul oscuro. Un pequeño florero contenía tres rosas rojas.

Se sentó frente a Naruto, abrió el menú, y luego lo miró.
—Creí que no comías... comida
Le miró fugazmente el cuello.
—No lo hago.
Sin emitir palabra, se sumergió en el menú.
—No puedo decidir que pedir.
—Me temo que no soy de ayuda. Durante siglos no he tenido más que una tibia dieta líquida.
Cuando se acercó la camarera, Sakura pidió una chuleta de ternera. Naruto ordenó una botella de vino tinto.
—Si no puedes ingerir alimentos, ¿cómo puedes beber vino? —preguntó Sakura.
Se encogió de hombros.
—Puedo tolerar unos sorbos.
—¿Qué te sucedería si comes?
—No quieras saberlo.
Había intentado comer una rebanada de pan con manteca y miel al poco tiempo de haberse convertido en vampiro. Se había sentido terriblemente mal. No había comido nada sólido desde entonces, aunque algunas veces se había sentido tentado de ello. Pero eso había sucedido mucho tiempo atrás. La idea de comida ya no le resultaba tentadora.
—Entonces, ¿qué has hecho hoy, además de ir a la librería?
—Comencé a hacer una nueva vara, para reemplazar la que debí abandonar. Corté una rama de uno de los árboles del jardín. Espero que no te importe.
—Por supuesto que no. Coge lo que necesites.
—Gracias.
El bebió de la copa de tanto en tanto, mientras ella comía.
Sakura se sintió culpable de comer frente a él, y aún más culpable de disfrutar la comida. No podía entender cómo no se cansaba de la sangre. Aunque le resultase sabrosa, como decía, ¡comer siempre lo mismo todas las noches, durante siglos, debía resultar sumamente aburrido! Con todo lo que amaba los batidos de chocolate, no querría beberlos noche tras noche por el resto de su vida.

Seguía lloviendo cuando dejaron el restaurante. Sakura elevó el rostro y bebió las gotas de lluvia que le caían sobre los labios. Si estuviese en su hogar nuevamente, se despojaría de la ropa y bailaría desnuda bajo la lluvia.
Naruto la ayudó a subir al automóvil, luego se colocó tras el volante. Momentos más tarde estaban atravesando la lluvia, con el ruido del limpiaparabrisas como único sonido, y el de algún trueno ocasional.
Poco tiempo después, llegaron al club nocturno Gótico preferido de Naruto, llamado Nocturno. Un portero vestido con traje negro y una capa con capucha ayudó a Sakura a salir del coche, mientras Naruto se le acercó y la cogió de la mano. Caminaron bajo un toldo negro, bajaron un tramo de escalones que conducían a una puerta tallada con runas y figuras de criaturas mágicas.
Le abrió la puerta y la siguió hasta el interior.

El lugar estaba lleno aunque apenas pasaban de las nueve de un día a mediados de semana. Sakura miró a su alrededor, los ojos bien abiertos para poder ver bien todo. La primera cosa que notó fue que era la única que no vestía de negro. Las paredes estaban decoradas con todo tipo de máscaras, desde máscaras vudú hasta las de antiguas ceremonias indias de entierro. Velas negras brillaban en candelabros de hierro forjado provocando sombras espectrales en los rostros de la concurrencia. Resultaba atemorizante estar en medio de tantos hombres y mujeres vestidos de negro. La mayoría de ellos tenían el cabello negro; muchos vestían abrigos o capas con capucha. Una mujer en el bar reía en voz alta, exhibiendo brillantes colmillos blancos. Sakura no pudo evitar mirar fijamente a las parejas bailando en la pista, los cuerpos apretados mientras se balanceaban con movimientos lentos y sensuales.

—¿Todos son vampiros? —susurró ella.
—No, sólo lo simulan —contestó él—. Todos, salvo el pequeño hombre de la esquina.
—¿Y la joven que está allí? Tiene colmillos.
—Son falsos.
—¿Cómo lo sabes ?
—Sólo lo sé.
Naruto encontró una mesa en la esquina y ordenó las bebidas, un daiquiri de fruta para Sakura y vino para él.
—¿Vienes a menudo? —preguntó ella.
Él asintió.

—Puedo ser yo mismo aquí. Nadie sospecha de mi verdadera naturaleza. Aquí, sólo soy otro que simula ser vampiro. Vamos —dijo —, vamos a bailar.
Ella negó con la cabeza pero él no le hizo caso. La cogió de la mano y la condujo a la pista.
—No puedo— dijo ella mirando a las otras parejas.
Trató de soltarse, pero no pudo.

—Confía en mí—dijo, y la tomó en sus brazos.
Nunca había bailado con un hombre. Jamás se había dado cuenta de lo agradable que podía ser. Aunque no conocía ninguno de los pasos, Naruto la sostenía tan fuerte que no tuvo problemas para seguirlo. La música la invadió, un ritmo suave que acompasó los latidos de su corazón, un ritmo sensual que la hizo pensar en los abrasadores besos que habían compartido con anterioridad. Sentía su brazo firme y seguro en la cintura, el roce de su cuerpo contra el suyo al moverse en un lento círculo alrededor de la pista. Las otras parejas se le empezaron a desdibujar hasta que tuvo sólo conciencia de la música y del hombre alto y bronceado que la sostenía en sus brazos. Sus labios le rozaron el cabello, y su aliento la mejilla. Se atrevió a levantar la vista hasta su rostro y encontró la misma necesidad reflejada en la profundidad de sus ojos.
En su época, algunos consideraban el baile como un pecado, un preludio a todo tipo de conductas lascivas. Al estar entre sus brazos, balanceándose hacia atrás y hacia adelante, era completamente consciente de su cuerpo contra el suyo, del sensual calor que fluía entre ellos.
El la miró a los ojos, sus profundos ojos azules, con una intensidad hipnótica. No podía ver nada más que a él, no quería a nadie más que a él. Se le acercó, sintiéndose como si fuese arrastrada hacia el interior de su alma.
Se dijo a sí misma que era un vampiro, que no había manera de tener una vida juntos y que, aunque se sintiese atraída hacia él como hacia nadie más, nunca funcionaría; pero entre sus brazos, nada de eso parecía importante.

Le llevó un momento darse cuenta de que la música había terminado. Naruto le sonrió, la ternura que reflejaban sus ojos la enardeció de pies a cabeza.
La música cambió, se tornó más pesada y rápida. Naruto la cogió de la mano y la condujo fuera de la pista.
Cuando estaban volviendo a la mesa, alguien mencionó su nombre.
—Sakura Haruno, ¿eres tú?
Al mirar, vio a Tobi caminando hacia ella.
Naruto le apretó la mano al aminorar sus pasos hasta detenerse.
—Buenas noches, señor Madara —dijo amablemente.
— Es maravilloso volverla a ver.
—Gracias. —Elevó la vista hacia Naruto—. Es la persona de quién te hablé ¿recuerdas?
—Ah, sí, lo recuerdo —dijo Naruto con voz fría.
Tobi le extendió la mano.
—Usted debe ser mi competidor —dijo sonriendo afablemente—. Es un placer conocerlo.
Naruto estrechó la mano de Tobi, sintió el mudo desafío en el saludo del otro hombre.
—Madara —Naruto no había conocido un hechicero antes pero pudo percibir el poder del otro hombre. Lo sintió en la piel como hojas muertas sobre una tumba recién cavada.
Le soltó la mano y dio un paso.
—Vamos, Sakura.
Ella sonrió fugazmente a Tobi.
—Fue un placer volver a encontrarnos.
—Lo mismo digo.
Naruto la guió hasta la mesa, completamente consciente de la mirada del hombre en su espalda. ¿Acaso era una simple coincidencia el que Tobi estuviese allí?, se preguntó Naruto. ¿Y qué otra cosa podía ser? Traer a Sakura aquí había sido su decisión, tomada apenas unas horas atrás. "No había manera de que Tobi supiese que Sakura estaría aquí, aun así..." No sabía quién o qué era Tobi, pero era más que un mero hechicero. Mucho más.

Las bebidas los estaban esperando cuando regresaron a la mesa. Al sentarse, Sakura lo miró con expresión preocupada.
—Estás molesto conmigo.
—No. Pero quiero que te mantengas lejos de él.
—¿Porqué?
—Hay algo que no me gusta en él.
—¿Qué no te gusta?
"Una extraña acusación", pensó, viniendo de un vampiro
—¿Qué quieres decir?
—No estoy seguro. Sólo mantente lejos de él.
Elevó el mentón desafiante.
—No eres mi padre, Naruto Uzumaki. No tienes derecho a decirme qué hacer o a quién puedo ver, o pretender que pase todo el tiempo aguardando que te levantes. El señor Madara me ofreció su amistad, nada más.
No importaba el hecho de que ella ya había dicho a Tobi que no podía volver a verlo. No podía permitir que Naruto le dijese a quién podía ver y a quién no. En las últimas semanas había leído algunas revistas para mujeres, había mirado programas de televisión como «Oprah» y «The View», donde mujeres bien vestidas discutían sobre cosas que no había entendido demasiado bien, salvo que en este siglo, las mujeres exigían igualdad en todas las facetas de su vida. Sakura sonrió para sus adentros. La abuela Haruno habría estado orgullosa de ella por decir lo que pensaba, por exigir ser tratada como a un igual.
Un músculo se tensó en la mandíbula de Naruto. No le había llevado mucho tiempo a Sakura defender su independencia, pensó irritado. Tan sólo una pocas semanas en el siglo XXI y estaba lista para conquistar el mundo. Cuánto más fácil había sido la vida cuando las mujeres hacían lo que ellos decían.
Utilizando sus poderes preternaturales, se inclinó y le clavó la mirada en los ojos.
—No lo verás de nuevo —. Con voz baja e hipnótica, intentó dominar su voluntad.
Sakura le devolvió la mirada, entornando los ojos mientras recurría a su poder para resistir el sonido de su voz, la fascinación de sus ojos. Focalizó su energía, y se enfrentó a la de él, rechazando su hipnótica estocada como podría hacerlo un espadachín blandiendo el arma contra un rival.
—Veré a quien quiera, cuando quiera.
Naruto lanzó una maldición entrecortada. Aun siendo un vampiro joven, había sido capaz de obligar a otros a hacer su voluntad. ¿Por qué sería que esta mujer tenía poder suficiente para enfrentarlo cuando nadie más lo había logrado? ¿Sería su poder tan fuerte, o sería tan sólo la mujer más tozuda y testaruda que había conocido?
—Ese hombre es maléfico —dijo Naruto—. ¿No puedes sentirlo? ¿Verlo?
Ella miró en dirección a Tobi y luego a Naruto.
—Sólo veo a un hombre apuesto que me trató con gentileza y respeto —dijo fríamente.
Completamente frustrado, Naruto se sentó de nuevo en la silla. Por un momento, consideró encerrarla nuevamente, pero la idea de enfrentarse a su furia era menos que atrayente y no ganaría nada con ello. Quería ganar su confianza y respeto, no su ira. Aunque encerrarla en su alcoba le parecía cada vez más agradable, no había forma de evitar que viese al hechicero si esa era su voluntad.
No, ni siquiera podía evitar que bailase con él. Naruto no podía creer el descaro del hombre, pero allí estaba, invitándola a bailar. No le sorprendió que aceptase aunque sabía que lo hacía sólo para demostrar que él no tenía derecho a decirle a quién podía ver y a quién no.
Esta era la primera lección que recibía de las actitudes contestatarias de una mujer moderna.
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Capitulo 22

La atmósfera en el coche camino a la casa era tan fría que Naruto no se habría sorprendido de ver hielo formándose del lado de dentro del limpiaparabrisas. Sakura y él habían dejado el club poco después de que ella había bailado con Tobi. No le había dirigido la palabra desde entonces.

Estaba sentada a su lado, con la espalda erguida mientras miraba fijamente por la ventanilla, aparentemente observando la lluvia.

¡Mujeres! ¿Existiría algún hombre en el planeta, mortal o de cualquier tipo, que las entendiese? Le había advertido sobre el hechicero por su propio bien. El hombre irradiaba un poder oscuro y una energía negativa. Le sorprendía que Sakura no lo hubiese percibido. Tobi practicaba la magia negra o poseía algún otro poder oscuro. ¿Sería posible que fuese tanto un vampiro como un brujo? No parecía probable, ya que Sakura lo había visto en la librería en pleno día. Si fuese un vampiro, entonces sería uno de los Antiguos. Sólo uno de los más viejos de los No Muertos era capaz de ocultar su verdadera naturaleza a los otros de su clase, o caminar a la luz del día sin temor.

La furia y un creciente sentimiento de frustración rugían en Naruto. Presionó el acelerador, el coche aumentó la velocidad. Cuarenta millas por hora. Cincuenta. Sesenta.
Miró a Sakura por el rabillo del ojo. Estaba sentada muy erguida, los pies afirmados contra el piso. Una delgada mano ceñía el borde del asiento, la otra empuñaba la manija de la puerta.

Aceleró el Volvo hasta alcanzar las sesenta y cinco millas, y luego, setenta.

Las luces de unos faros aparecieron en el espejo retrovisor, acompañadas del sonido de una sirena.
Murmuró una maldición, disminuyó la velocidad, sacó el coche del camino, y bajó la ventanilla.
Momentos más tarde, un oficial de policía enfundado en una capa amarilla estaba de pie junto a la ventanilla, con una linterna en la mano.
—¿Puedo ver su permiso de conducir, señor? —requirió el oficial, iluminando el rostro de Naruto, y luego el de Sakura.

Con un gesto de asentimiento, buscó la licencia en su billetera. La extrajo, se la extendió al oficial, y capturó su mirada.

—¿No iba demasiado rápido, verdad?
El oficial, correctamente uniformado, de aproximadamente treinta años, negó con la cabeza.
—No, señor, por supuesto que no.
—¿Me puedo ir entonces?
—Por supuesto —le devolvió la licencia—. Que tenga buenas noches, señor Uzumaki.
—Gracias, oficial Asuma. Buenas noches.
Con un gentil ademán, el oficial regresó al coche patrulla.

Naruto introdujo la licencia en la billetera, arrancó el coche, miró por el espejo retrovisor, y volvió al camino.
—Supongo que no recibes muchas multas —dijo Sakura con un claro tono de desaprobación.
La miró con una ceja levantada
—¿Me vas a dirigir la palabra entonces?
—¿Intentas que nos matemos? —reclamó ella—. Mejor dicho ¿Matarme?

Tenía razón. Se estaba comportando como un patán descerebrado. Mientras que él probablemente sobreviviría a cualquier accidente, salvo que perdiera tanta sangre que no pudiese recuperarse, Sakura seguramente moriría. A menudo, olvidaba cuan frágiles eran los mortales, lo poco que se requería para privarlos de la vida.

—Lo siento —dijo secamente.
Su furia apenas menguó a pesar de la disculpa. Temeroso de decir algo que la hiciese encolerizar, permaneció en silencio durante el resto del viaje.
Al llegar, estacionó el coche en el garaje, apagó el motor, luego corrió hasta la casa y le abrió la puerta. Al darse la vuelta, vio que no se encontraba detrás de él. En cambio, estaba de pie en el jardín, descalza, con los brazos bien abiertos, el rostro elevado al cielo mientras giraba y giraba, como una niña jugando en el parque. Vestida de blanco y la falda arremolinándosele en los tobillos, parecía casi etérea.
La observó, fascinado por el sonido de su alegre risa y el placer que le hacía brillar los ojos como esmeraldas. ¡Qué criatura tan extraña y hermosa era! Bailaba bajo la lluvia con la inocencia y exuberancia de la juventud y de una conciencia pura.
Un siseo le advirtió que Morgana se encontraba junto a él. Miró hacia abajo, a la gata que le clavaba los ojos con el lomo arqueado.
—¿No hay rastro de amor entre tú y yo, no es así? —le dijo a la gata. Pero ambos amaban a la mujer.
Sakura atrapó su mirada nuevamente. Estaba de pie con los brazos elevados al cielo, la cabeza hacia atrás y moviendo los labios. ¿Estaría cantando o rezando?
Sin importarle la lluvia que lo empapó rápidamente, bajó los escalones del porche y cruzó el jardín hacia ella.
Un rayo cruzó las nubes. Segundos más tarde, un trueno retumbó en el cielo donde amainaba la tormenta.
Otro trueno retumbó en la tierra cuando Naruto la cogió en sus brazos. La miró a los ojos, ella los cerró lentamente mientras él inclinaba la cabeza para cubrirle la boca con sus labios.
Besar a Sakura en el medio de la tormenta le resultaba extrañamente erótico. Los truenos y relámpagos surcaban el cielo sobre sus cabezas, pero no importaba. Nada importaba salvo la mujer que tenía en los brazos. Sintió el sabor dulce de la miel, del vino y de las gotas de lluvia. Y de mujer. Era una potente combinación.
—Me has embrujado, Sakura Haruno —murmuró, y la besó nuevamente.
Y otra vez.
Era como una llamarada en sus brazos, los labios como el más dulce de los néctares, la piel como seda húmeda. La cubrió de besos mientras la llevaba lentamente hacia el suelo. La hierba estaba fría debajo de ella, la entibió con una mirada.
La besó hasta que los besos no fueron suficientes, hasta que ella perdió la cabeza, hasta que quedó sin aliento y con la misma urgente necesidad que lo devoraba a él. La ropa desapareció por arte de magia, la de él, la de ella, no importaba.
Ella lo miró, un grave quejido de placer le surgía de lo profundo de la garganta mientras él adoraba su belleza con los ojos y las manos... manos grandes que la acariciaban con suma delicadeza, exigiendo nada, pidiendo todo.
Ya no había dudas en ella, ni reticencia de pudor virginal, ni murmullo de débil protesta. A pesar de la lluvia y del frío, su piel estaba tibia, enardecida por el deseo que la consumía. Era una mujer, con necesidades de mujer y él avivó el fuego de su deseo hasta que estuvo lista para él, hasta que gritó su nombre, con voz cargada de pasión y ansias que ya no podían ser desatendidas.
Y la hizo suya, allí, sobre el húmedo césped.
Le arrebató la inocencia, y la sangre, y al hacerlo, la fundió en él hasta que ambos quedaron sin aliento.
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Mensaje por Leon Jue Oct 02, 2014 3:58 pm

Ambos sucumbieron al deseo, un deseo que va mas allá de la razón , que desafía a la lógica, la vida e incluso el tiempo, desde que se conocieron esto parecía inevitable y así fue. El deseo es el primer paso hacia un gran amor.

Y confirmado que Tobi no es un simple mortal, es poderoso y lleno de oscuridad y sí Sakura no se aleja de él puede que corra peligro y tal vez hasta Naruto. Pero que busca Tobi porque no creo que sea coincidencia que haya conocido a Sakura y que hayan coincidido en ese lugar tan peculiar.

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Mensaje por kumiko Jue Oct 09, 2014 3:41 am

Capitulo 23

Sakura durmió hasta tarde a la mañana siguiente y se despertó con una sonrisa en el corazón. Extraño, pensó. En su época, siempre había sido madrugadora. Por supuesto, al vivir con un vampiro, una tiende a trasnochar.
Se dio la vuelta sobre un costado, miró por la ventana. Todavía estaba lloviendo, pero no le importaba. Siempre había amado la lluvia. Le despertaba algo en su interior, algo terrenal, salvaje y desinhibido.
¡Realmente había sido salvaje y desinhibida la noche anterior! Apenas podía creer cuan lujuriosa había sido en sus brazos. ¿Qué pensaría de ella? ¡Tenía claro lo que pensaría la abuela Haruno! Estaría escandalizada y horrorizada por la lasciva conducta de su nieta.
Sakura dejó escapar un suspiro. Lo único bueno era que no había posibilidad de concebir un hijo fuera del matrimonio. El pensamiento no logró tranquilizarla como debería. Por el contrario, pasó varios minutos pensando qué maravilloso sería tener un hijo de Naruto, un niño con grueso cabello rubio y profundos ojos azules.
—Naruto —susurró su nombre. La excitación zumbaba en su interior, rebosante, hasta que se convirtió en un suspiro de felicidad. ¿Así sería estar enamorada, este sentimiento de asombro y descubrimiento?
Morgana se agitaba al pie de la cama. Con sonoros maullidos se desperezó y arqueó el lomo, luego se acercó a su dueña y le acarició la mejilla con la pata.
—Lo sé, quieres salir —dijo Sakura.
Se levantó, se colocó la bata y descendió las escaleras. Morgana le siguió el paso sin dejar de maullar lastimeramente.
Sakura abrió la puerta trasera y permaneció de pie observando la lluvia. Morgana olfateó el aire, echó las orejas hacia atrás, luego bajó como un rayo los escalones y desapareció en la esquina de la casa. Sakura sonrió. Morgana odiaba la lluvia tanto como su dueña la amaba.
Dejó la puerta entreabierta para cuando regresara la gata, llenó la tetera con agua y la puso en el fuego. Cogió su tazón preferido del estante, introdujo una bolsita de té y se sentó a esperar que el agua hirviera.
Cuando el agua estuvo caliente, llenó la taza, luego se sentó sosteniéndose el mentón con las manos mientras el té se oscurecía.
Cuando estuvo listo, le agregó una cucharada de miel, luego llevó la taza a la sala. Abrió las cortinas, se sentó en el sofá y observó la lluvia que golpeaba en la ventana, recordando la noche anterior, en los brazos de Naruto. Nunca había pensado que hacer el amor podía ser tan explosivo, o que colmara tanto, física, emocional, e incluso espiritualmente. Naruto había liberado un manantial de pasión que no sabía que tenía, la había llevado a una cúspide que jamás había soñado que existiese. Acució sus ansias de caricias...
Se tocó los labios, recordando el calor de sus besos, la manera en que sus manos la acariciaron, como si quisiese memorizar cada una de sus curvas. Algunas de las caricias fueron tiernas, otras osadas. Le había explorado cada pulgada del cuerpo. Sintió cómo le subía el calor a las mejillas al recordar que ella le había hecho lo mismo. Había sido una noche mágica. A pesar del frío y de la lluvia, había sentido el césped tibio y seco debajo de su cuerpo. En lo alto, los truenos y los relámpagos habían compuesto una sinfonía para ella, y las palabras tiernas y de amor que Naruto le susurró al oído fueron la lírica. Había visto prolongarse el arco iris entre las nubes. Realmente, una noche mágica, se repitió, pero sobre todo, había sucedido demasiado pronto.
Pensar en él la hizo anhelar que el sol se pusiese rápidamente. Se le aceleraba el corazón con sólo pensar en él. Un calor líquido la inundaba desde lo más profundo de su ser. Se agitó inquieta preguntándose cómo podría soportar las horas en su ausencia. Nunca antes se había sentido así, excitada y ansiosa al mismo tiempo.
Y luego, como un estallido, se dio cuenta de que él debió haber utilizado sus poderes preternaturales para seducirla. Era lo única explicación posible para cómo se sentía ahora, y para su conducta lasciva de la noche anterior. Estaba enfadada con él cuando se fueron del Nocturno, molesta con la manera arrogante en que le había prohibido volver a ver a Tobi. Y aun así, sin haber transcurrido ni una hora, había caído voluntariamente en los brazos de Naruto, le había permitido que le hiciera el amor desvergonzadamente al aire libre.
¿Pero cómo? ¿La habría seducido? ¿Y cuándo?
Frunció el entrecejo. Hasta ese momento, siempre se había dado cuenta cuando él trataba de usar sus poderes pre¬ternaturales contra ella. Los había sentido y bloqueado. ¿Qué había hecho diferente la noche anterior?
Bebió el té, intentando recordar todo lo que había sucedido después de abandonar el club.
Él la había observado bailar bajo la lluvia. Y luego la había besado. Un beso que le había robado el alma, y ella había dejado de luchar contra el deseo que sentía por él. Un beso, y ella había entregado su virtud sin ningún reparo, sin siquiera pensarlo. Ciega por el deseo que había resistido durante tanto tiempo, le había devuelto los besos con un fervor que desconocía poseer.
Sus besos. Eran tanto o más potentes que cualquier hechizo o encantamiento jamás conjurado. Un beso que consumió todo discernimiento entre el bien y el mal.
Se humedeció los labios, jadeando, se llevó la mano al cuello. Le había tomado la sangre. ¿Cómo pudo haberlo olvidado, o del exquisito placer que le había producido? Y ella había probado la suya. Accidentalmente, pensó en ese momento. El le había clavado los colmillos en el labio inferior y ella había probado su sangre cuando la besaba. ¿Sería esa la razón por la cual no podía pensar en otra cosa más que en Naruto? ¿La causa por la cual estaba tan ansiosa para que la luna destronara al sol en el cielo?
¿Se convertiría en lo que él era, habiendo probado su sangre?
Se puso de pie y se dirigió rápidamente a la alcoba. Tomó una breve ducha, se vistió con pantalones negros, un grueso jersey, y un par de botas. Cogió el bolso y las llaves del Volvo, y salió de la casa.
Poco después, estaba conduciendo hacia la ciudad, en dirección a la librería.
La lluvia había amainado cuando llegó a la ciudad, y ya no llovía cuando entró en la librería.
Konan elevó la vista desde el escritorio y le sonrió.
—Qué mal clima tenemos —dijo señalando con un gesto el lugar vacío—. Malo para el negocio también. ¿Entonces, qué te trae por aquí en un día como éste?
—¿Tienes algún libro sobre vampiros? —preguntó Sakura, sacudiéndose las gotas de lluvia del cabello.
—Tenemos uno o dos. Están allí, en el estante de abajo. Probablemente, encontrarás más opciones en una biblioteca.
—Gracias —refunfuñó Sakura suavemente.
¿En qué había estado pensando? No necesitaba una biblioteca. Naruto tenía cientos de libros, quizás miles ¿Pero tendría un vampiro libros sobre vampiros?
—¿Estás buscando algo en particular? —preguntó Konan, saliendo de atrás del escritorio.
—No. Yo... yo vi una película sobre vampiros y quería saber más sobre el tema —sonrió aturdida—. No es que piense que existan, ni nada por estilo.
—Deberías hablar con Tobi. Está escribiendo un libro sobre ellos.
—¿De verdad? Quizás lo haga. Gracias, otra vez.
Sakura encontró tres libros sobre vampiros, uno sobre hombres lobo, y uno referente a criaturas que podían cambiar de forma, ninguno de los cuales le resultaban de mucha utilidad. Dirigió un saludo con la mano a Konan, quien había vuelto tras el escritorio, se dirigió a la puerta, y se encontró cara a cara con Tobi.
—Bueno, hola —dijo él.
—Hola.
—Debe ser mi día de suerte al encontrarla aquí.
—Ya me iba.
—No puede irse ahora —dijo con una sonrisa—. Acabo de llegar. Venga, permítame invitarla a una taza de café para templar el cuerpo antes de volver a la lluvia.
Al no hallar ninguna excusa plausible para rehusar, y porque realmente deseaba otra taza de café, le permitió guiarla hasta la cafetería. Se sentaron en la misma mesa junto a la ventana.
Tobi pidió dos tazas de café Amaretto con sabor a almendras. Luego se reclinó sobre la silla.
—Y, ¿qué está haciendo en un día como éste? Debería estar acurrucada junto al fuego con un buen libro.
—Konan me dijo que está escribiendo un libro sobre vampiros.
—¿Se lo contó? Bueno, tiene razón.
—¿Por qué está escribiendo sobre vampiros?
—¿Por qué no? Son criaturas fascinantes.
—¿Pero, seguramente, no creerá que son reales?
—¿Y si lo fueran?
—¿Lo son?
—Creo que lo son. Creo que tienen la llave para algo que el hombre ha estado buscando desde que Adán trajo la muerte al mundo. La vida eterna.
Con un murmullo agradeció a la camarera el pedido.
—¿Puedo ofrecerle algo más, señor Tobi?
—No, gracias, Karin.
Sakura esperó a que la joven se retirase antes de seguir haciendo preguntas.
—Aunque existiesen, ¿cómo haría para encontrar uno?
Tamborileó los dedos sobre el borde de la mesa.
—Ahí reside el problema. —Se inclinó hacia ella, con mirada intensa. — ¿Usted no sabrá dónde puedo encontrar uno, no es así?
Todos los instintos de Sakura le aconsejaron ser cautelosa.
—¿Yo? ¿Cómo podría saberlo? Soy nueva aquí.
—Aun así, la otra noche usted estaba en el Nocturno.
—También usted. —Levantó la taza y bebió un sorbo, luego la apartó. Ayer, el café le había parecido delicioso; hoy, sabía desabrido y amargo como la traición.
—Justamente por eso —contestó Tobi—, cuénteme más sobre el hombre que la acompañaba.
—Es sólo un amigo —contestó con sumo cuidado de que su voz pareciese normal—. Apenas lo conozco. —Sus palabras parecían una burla de lo que había sucedido entre ellos la noche anterior en el jardín.
—¿Y por qué la llevó allí?
Se encogió de hombros.
—Dijo que era un lugar interesente, lleno de gente que simula ser vampiro. Pensé que podía ser divertido.
No le creyó. Lo pudo ver en sus ojos.
—Y si encuentra un vampiro —preguntó ella—. ¿Qué haría?
—Pedirle su cooperación por supuesto. Necesitaríamos hacer algunos exámenes de sangre, aislar el agente, cualquiera que sea, que permite a un vampiro sobrevivir por cientos de años y le otorga la portentosa habilidad de curarse a sí mismo de cualquier herida. Una vez aislado, tendríamos que hacer más experimentos para tratar de duplicarlo. Piense en lo que significaría para la humanidad —dijo con aire de aparente honestidad—. Los cientos, quizás miles de vidas que podríamos salvar.
Al escuchar sus palabras, su tono de voz, supo que estaba mintiendo. No estaba interesado en ayudar a la humanidad. Estaba interesado en hallar la manera de lograr que Tobi viviese para siempre. Estaba segura. Sin embargo, encontraba extraño que un hechicero deseara tal cosa. La abuela Haruno siempre creyó que el único camino a la perfección para el alma era renacer, una y otra vez; y con cada vida, el alma sería capaz tanto de aprender como de enseñar algo necesario, algo que nadie más podría hacer. Vivir la misma vida eternamente sería permanecer estancado.
Sakura no estaba segura de creer en la reencarnación, aunque una parte de ella deseaba que fuese verdad, y así, algún día, podría estar con su abuela, en otra vida. Había quienes creían que las almas se trasladaban de una vida a otra entre los miembros de una misma familia, por lo tanto, si en una vida la abuela Haruno había sido su abuela, en otra, podría ser su hija o su madre. Pero la reencarnación era una discusión para otro día.
—¿Por qué no busca un vampiro simplemente publicando un aviso en el periódico? —preguntó Sakura.
Tobi resopló.
—¿Se imagina la sarta de idiotas que podrían contestar tal aviso? Cada chiflado de la ciudad estaría aporreando mi puerta —sacudió la cabeza—. Es mejor frecuentar los lugares que pueden congregarlos, como el Nocturno, Si existen, encontraré uno.
—Bien —dijo Sakura—, le deseo suerte. Realmente debo irme ahora. Tengo... tengo un compromiso.
—No ha terminado su café.
—¡Oh! —Levantó la taza y lo bebió de un sorbo—. Gracias.
Se puso de pie cuando ella se levantó.
—Buen día, Sakura Haruno. Deseo poder verla pronto otra vez.
Con un gesto de asentimiento, huyó de la librería.
Fuera, inhaló una purificadora bocanada de aire. Naruto había tenido razón. Ver a Tobi había sido un grave error. ¿Por qué nunca había percibido la energía negativa que emanaba del hechicero? ¿Había estado siempre allí? ¿Cómo podía no haber notado semejante cosa?
De regreso en casa, fue hasta la biblioteca para buscar cualquier cosa que pudiese encontrar sobre vampiros. Finalmente, la halló en uno de los estantes de la biblioteca de la planta alta. Allí, en el estante superior encontró docenas de libros sobre vampiros y otras criaturas sobrenaturales.
Sopló el polvillo de los lomos, los apiló junto a la silla, luego se sentó y comenzó a leer.
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Mensaje por Leon Jue Oct 09, 2014 4:02 pm

Sakura desperto de un sueño mas que merecido después de la noche tan desbordante en pasión y éxtasis, pero ahora se cuestiona si lo hizo "coaccionada" por lo poderes de Naruto, aunque en el fondo sabe que ella es capaz de bloquearlos, así la única explicación es que se entrego al deseo por que lo ama.

Y que bueno que ya se dio cuenta que Tobi es peligroso y que hay que estar lejos de él, aunque presumo que él no se va querer alejar de ella...

Ya quiero leer cuando Naruto y Sakura se vean después de la noche mágica que vivieron juntos.

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Mensaje por kumiko Mar Oct 14, 2014 3:15 am

si ya se me demorado en la actualización pero he estado y tan ocupada y sin mas espero que le guste

Capitulo 24

Naruto estaba de pie en el umbral, recorriendo con la mirada a Sakura. Ella estaba sentada en la silla, con una pierna recogida bajo el cuerpo, totalmente ensimismada en el libro que tenía sobre la falda. Examinó los títulos de los libros desparramados en el suelo, notó que todos versaban sobre vampiros, Morgana dormía bajo la silla moviendo la cola.
Hermosa Sakura, con sus ojos verde jade y la abundante melena rosada.
Realmente era una bruja, pensó. Había caído bajo su hechizo la noche que la vio bailando fuera de su cabaña. ¿Lamentaría lo que había sucedido entre ellos la noche anterior?
Si cruzase la habitación y la cogiera en sus brazos ¿se abandonaría a él o lo abofetearía?
En ese momento, ella levantó la vista, abrió de par en par los ojos al verlo de pie en el umbral.
—¡Naruto! ¿Desde cuándo estás ahí?
—No hace mucho. —Hizo un gesto hacia los libros—. ¿Estás buscando algo en particular?
—No realmente, pero no puedes culparme por ser curiosa.
Él no se parecía en nada a los vampiros descritos en los libros que acababa de leer. De acuerdo con aquellos que se declaraban entendidos, eran criaturas esqueléticas de piel pálida y hundidos ojos rojos. Con uñas largas, aliento intensamente fétido y la piel fría como una tumba al tacto.
—¿De veras? ¿Y qué es exactamente lo que despierta tu curiosidad?
—Todo.
—Supuse que al vivir aquí, bajo mi techo, tendrías todas las respuestas que necesitas.
El recuerdo de cuando hicieron el amor le llameó en los ojos y le ruborizó las mejillas, pero no estaba lista para darse por enterada de lo que había sucedido, ni mucho menos, discutirlo con él, o, muy a su pesar, repetirlo.
Se movió en la silla.
—No pareces un vampiro.
—¿No?
—No ¿Eres realmente como yo te veo?
Él rió suavemente.
—¿Crees que tengo una especie de encanto de vampiro, pero que bajo mi apariencia exterior no soy más que un cuerpo en putrefacción?
Sus ojos se agrandaron.
—¿Es así?
Desestimó su temor con un ademán.
—No, en lo absoluto
—No, tampoco lo creí así —dijo, con un tono de evidente alivio, igual al que mostró su expresión—. Mucho de lo que leí me parecen tonterías.
—¿Por ejemplo?
Apoyó un hombro en el quicio de la puerta, dispuesto a brindarle todo el tiempo que necesitara.
—Bueno, uno de los libros señaló que si quieres encontrar un vampiro, debes coger un caballo, tanto blanco como negro, ir al cementerio y dejarlo caminar sobre las tumbas. Si el caballo se rehusa a pisar alguna de ellas, el cuerpo que está en su interior pertenece a un vampiro.
Naruto asintió. No sabía si era verdad o no, pero sabía por experiencia propia que los animales lo evitaban
Sakura movió la cabeza.
—El libro también sugiere que el caballo debería ser montado por un joven virgen, y así ambos, joven y bestia, reconocerían con horror al demonio que yace en la tumba.
Otro de los libros dice que si se diseminaran semillas en la tierra, tú tendrías que detenerte para contarlas, o levantarlas a todas. Y este otro —señaló el libro que tenía en la falda— ...sostiene que si un vampiro encuentra una soga con nudos, deberá desatarlos a todos. —Frunció el entrecejo—. En otra parte dice que los vampiros no se pueden verse a sí mismos en espejos porque no tienen alma. —Elevó la vista para mirarlo con expresión preocupada—. ¿Es verdad?
—No lo sé. Algunos afirman que es porque ya no somos mortales; es decir, esencialmente, ya no existimos en el mundo real, en consecuencia, no nos reflejamos.
—¿Te molesta, no poder verte a ti mismo?
—Ya no.
—¿Antes sí?
—Era un tanto perturbador al principio —confesó- A decir verdad, casi he olvidado cómo me veo.
—¿Te hace sentir como si no existieses?
El asintió.
—Así lo pensé.
—¿Pensaste sobre ello? —preguntó sorprendido.
—Pensé en comprar un espejo unos días atrás, y me pregunté cómo me sentiría si fuese tú, si no pudiese ver mi reflejo. —Lo miró con expresión pensativa— ¿Realmente has olvidado cómo te ves?
—Bastante. No es que me importe demasiado.
—Quizás podríamos encontrar a alguien que pinte tu retrato —dijo pensando en voz alta—. O quizás podríamos comprar una de esas cámaras que se anuncian en la televisión.
Naruto rezongó.
—No creo que los vampiros salgan en fotografías.
—Oh. Bueno, eres muy apuesto, ¿sabes?
—¿Lo soy?
Ella asintió.
—Me complace que así lo creas.
Nerviosa por el giro de la conversación, fijó la mirada en el libro que tenía en la falda.
—¿Puedes convertirte en un lobo? ¿O en un murciélago?
—En un lobo, si así lo desease. No estoy seguro de poder convertirme en algo tan pequeño como un murciélago, ni creo entender la razón por la que querría hacerlo.
—Pero puedes convertirte en bruma. Pude verte la noche en que la turba vino por mí.
—Sí. Aunque supone varios años dominar ese truco en particular,
—¿Y el sol te convertiría en cenizas?
El asintió, recordando su reciente encuentro con el amanecer, el dolor agónico que le había lacerado la piel y quemado los ojos.
Ella señaló el libro nuevamente.
—¿Cómo puedo saber qué es cierto y qué es fábula?
—¿Importa? No soy mortal, no soy realmente inmortal, ni soy humano en el sentido estricto de la palabra. Pero aún soy un hombre, capaz de sentir alegría, pena y placer.
—¿Si le das tu sangre a alguien que esté enfermo, harías que se cure?
—No lo sé. ¿Por qué lo preguntas?
Se encogió de hombros y apartó la mirada de la de él.
—Sólo... sólo curiosidad.
—No sabes mentir, Sakura Haruno. ¿De qué se trata todo esto?
—¿Es doloroso convertirse en vampiro?
—No exactamente.
—¿Qué quiere decir, no exactamente? ¿Lo es o no?
—No es demasiado doloroso, pero puede ser atemorizante si no sabes qué está sucediendo o qué debes esperar. ¡Demonios, Sakura! ¿Qué intentas descubrir? ¿Estás enferma? ¿Qué quieres que te explique?
—¿Has convertido a alguien en vampiro?
—Sólo en una ocasión. —Era algo que rara vez se permitía recordar.
—¿Dónde está? ¿Era un hombre o una mujer?
—Era una mujer. —Levantó una mano, con el deseo de no ahondar en más preguntas.
—¿La amabas?
—No, pero ella creyó estar enamorada de mí. Hasta el día de hoy no sé cómo hizo para descubrir mi verdadera naturaleza. Desde ese momento, me rogó que la convirtiera en lo que yo era. —comenzó a caminar por la habitación—. Traté de evitarla, pero vivía en una villa pequeña. Yo era un vampiro joven, impulsivo, necio. Una noche, de la cual siempre me lamentaré, hice lo que me pedía. —respiró profundamente— . Fue un error, que jamás quise repetir.
—¿Por qué fue un error? ¿Se arrepintió de lo que había hecho?
—No cualquiera es lo suficientemente fuerte como para soportar el Oscuro Truco. Zakuro no lo fue. Era una criatura tan gentil. No tuvo valor para vivir la vida de un vampiro. No pudo disfrutar la cacería. Se angustiaba con cada gota de sangre que tomaba, lamentaba cada acto de violencia. Al cabo de algunos años enloqueció.
—¿Qué le sucedió?
Era algo que había deseado que no le preguntara, la única pregunta que no deseaba contestar.
—La liberé.
—¿La mataste?
El dolor le ensombreció los ojos.
—Me encargué de ella. Era mi responsabilidad.
Sakura lo miró fijamente, sin pestañear. Sin poder creerlo.
—¿Cómo pudiste?
—¿Cómo podía evitarlo?
Sintió la angustia en su voz.
—Lo siento realmente, Naruto. Debió de ser muy difícil para ti.
—Sí.
—Dijiste que ella no podía disfrutar de la cacería. ¿Tú puedes? —Le miró fijamente con sus ojos verde esmeralda muy abiertos a la espera de una respuesta.
El dejó escapar un profundo suspiro, deseando que no fuese tan curiosa, que sus preguntas no tocaran temas que preferiría no discutir, facetas de un vampiro que sería mejor que desconociese. Pero no podía mentirle.
—Soy un depredador —dijo inocentemente— todos disfrutamos de la cacería.
—¿Y de matar? —aferró el lomo del libro que tenía sobre la falda hasta que los nudillos se le emblanquecieron—. ¿También disfrutas de ello?
La miró fijamente, analizando cuál sería la mejor manera de responder tal pregunta, ponderando si la verdad la alejaría de su lado. Pero no quería mentiras interponiéndose entre ellos, no después de la otra noche.
—He matado en el pasado —contestó quedamente—. Para un vampiro joven es casi imposible de evitar: la emoción de la caza, el olor del miedo que emana de la presa, el sentirte invencible es algo intoxicante, oigo muy difícil de comprender a menos que lo experimentes por ti mismo. Y cuando aprisionas tu presa, y su sangre se acelera, es difícil recordar que ese simple mortal bajo tu dominio es algo más que una presa, es difícil recordar que una vez fuiste tan débil y humano como la criatura que tiembla ante ti.
La miró, con ansias que se agitaban ante las imágenes conjuradas por sus palabras. Se llenó de su olor que le recordaba la noche anterior, cuando tomó más que unos pocos sorbos para menguar su sed y aliviar el dolor. Pero jamás había matado a alguien inocente o desprotegido, jamás había atrapado niños o a aquellos que eran jóvenes y vulnerables.
Respiró profundamente para calmarse y luego se le acercó.
—¿Qué demonios es todo esto?
Ella lo miró fijamente. Se veía imponente e intimidante, con los ojos oscuros clavados en su rostro.
—Tobi—dijo ella— está escribiendo un libro sobre vampiros.
—¿Estuviste con él hoy? —No era necesario que lo confirmara, podía percibir el olor del otro hombre. Se preguntaba por qué no lo había sentido antes.
—Fui a la librería a buscar un libro sobre vampiros. Pero en cuanto Konan me dijo que probablemente tendría más suerte en una biblioteca, pude recordar cuántos libros tienes aquí.
—¿Y dónde te reuniste con Tobi ?
—No me reuní con él. El llegó cuando me estaba yendo e insistió en que tomara una taza de café con él
—¿Y no pudiste negarte?
Elevó el mentón desafiante.
—En ese momento, no quise.
—¿Por qué está escribiendo sobre vampiros?
—Dijo que son criaturas fascinantes. Piensa que la sangre de vampiro podría ser la cura para muchas enfermedades, y que podría haber algún modo de prolongar la vida humana, incluso quizás, vencer a la muerte.
—Ya veo. ¿Y él quiere hacerlo por el bien de la humanidad?
—Eso es lo que dijo, pero yo no creo que le preocupe nadie más excepto él mismo. Creo que quiere encontrar la manera de vivir eternamente. Aduce que está buscando un vampiro para que lo ayude en la investigación. Esa fue la razón por la cual fue al Nocturno la otra noche.
Al recordar al joven vampiro del club, Naruto maldijo suavemente, deseando que el joven fuese lo suficientemente inteligente como para mantener su identidad en secreto. Una vez convertido, la mayoría de los vampiros parecen saber instintivamente que, por su propio bien, no deben revelar su verdadera naturaleza. Desde luego, también saben que deben mantenerse alejados del territorio de otro vampiro. De haber estado solo la otra noche, habría invitado al joven vampiro a dejar la ciudad o a enfrentarse a las consecuencias.
Sakura lo miró un momento, luego agrandó los ojos.
—¿Crees que Madara sabe sobre el otro vampiro? ¿Piensas que lo quiere usar para algún tipo de investigación?
—Era el único otro vampiro en el lugar.
—Tobi me preguntó sobre ti — le dijo preocupada—. ¿Piensas que sabe lo que eres?
—No.
—Deberíamos advertir al otro vampiro —dijo Sakura convencida— antes de que sea demasiado tarde.
—Ya podría ser demasiado tarde.
—Entonces debemos ir al Nocturno ahora, esta noche. —Se puso de pie, el libro que tenía en la falda cayó al piso—. ¡Deprisa!
—Sí.

***


Había tan sólo unos pocos clientes en el Nocturno cuando llegaron. Una pareja sentada en la barra hablando con él camarero, otra sentada en una de las mesas, absortos uno en el otro.
El joven vampiro estaba sentado en un reservado en una esquina apartada. Tenía el cabello castaño al igual que sus ojos. De labios finos y nariz aguileña, contextura mediana y figura esbelta como un corredor. Sostenía un vaso en las manos. Le bastó olerlo para saber que no era vino.
El otro vampiro sintió la presencia de Naruto tan pronto como entró en el club. Levantó la vista, entrecerró los ojos y lo miró. Alzó la copa, bebió un largo trago, mientras miraba a Naruto por el rabillo del ojo.
Naruto se deslizó en el reservado contiguo al del joven vampiro. Sakura se sentó a su lado, con las manos sobre la falda.
—¿Qué quiere? —preguntó el vampiro malhumoradamente, miró a Naruto, luego a Sakura, y volvió a mirar al vampiro.
—Podría preguntarle lo mismo —contestó Naruto calmadamente.
—¿Qué quiere decir?
—Esta es mi ciudad. ¿Qué hace aquí?
—Eh, hombre. No sabía que estaba aquí.
—Ahora lo sabe. ¿Quién es usted?
—Kiba Inuzuka.
—¿De dónde es?
—Nací en Suna. Ahí es dónde me convirtieron.
—¿Quién lo hizo?
—Kaito.
Naruto gruñó suavemente. Si bien nunca la había conocido, su nombre era una leyenda entre los vampiros. Si los de su casta tuviesen una reina, Kaito habría de tener la corona.
—¿Por qué está aquí?
Kiba miró fijamente el interior del vaso.
—Quería alejarme lo más posible de mi hogar.
—¿Desde cuándo es uno de nosotros?
—Sólo unos pocos meses.
Naruto asintió.
—¿Conoce a un hombre llamado Madara Uchiha?
Kiba levantó la vista.
—Sí, lo conocí la otra noche ¿Por qué?
—No confíe en él —dijo Naruto cortante—. Y largúese de mi ciudad.
—¡Espere! Se supone que debo encontrarme con él esta noche, más tarde.
—Si es lo suficientemente inteligente, se habrá ido para cuando él llegue. —Naruto miró a Sakura—. Vamos.
Ella se deslizó fuera del reservado, él la siguió.
—¡Espere! —gritó Kiba con una nota de pánico en la voz—. Necesito ayuda.
—¿De verdad?
—Hay tantas cosas que no sé. Kaito casi no me dijo nada.
—Entonces pídale ayuda.
—Demonios, hombre, no me puede dar la espalda así. Somos... somos hermanos.
— No —respondió Naruto fríamente—. Somos enemigos. Y usted está en mi territorio.
—¡No quiero esta vida!
—Acabe con ella entonces.
—Naruto. —Sakura le colocó la mano sobre el brazo—. Necesita tu ayuda. Recuerda como te sentiste tú.
El la miró fijamente y luego se detuvo.
—Acompáñeme, Kiba.
Naruto no esperó la respuesta, ni se detuvo para ver si el joven vampiro lo seguía. Sujetó a Sakura de la mano y abandonó el club
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Mensaje por Leon Mar Oct 14, 2014 4:08 pm

Naruto y Sakura no tocaron el tema ma interesante, su apasionada velada, será porque ninguno sabe como comportarse cuando están frente al otro, ademas de que esa noche fue mas mágica y especial de lo que les gustaría reconocer.

Tobi es peligroso pero un misterio, sino fuese por Sakura y Naruto ya tendría a su vampiro, uno bastante tonto e ingenuo, pero que afortunadamente para él gracias a Sakura va recibir ayuda, porque vaya que la necesita.

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Mensaje por camille.black Dom Oct 26, 2014 2:47 am

Interesante fic y cada vez más. Espero que lo sigas y rpronto.
Nos leemos
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Mensaje por kumiko Lun Oct 27, 2014 11:39 am

holis hay ya se que me demore un monto Onion wall Onion estrés no tengo escusa pero la u me lleva al trote ya que este semestre es un poco mas corto pero hablemos de lo que nos interesa aquí le dejo dos cap del en fin y los invito a leer otro fin que voy amontar
Millionaires: Love Essential de princesasakura esto es un atributo a sus escrito

Capitulo 25

Kiba Inuzuka cogió la chaqueta y salió deprisa tras el vampiro y su mujer. Supo que Naruto era una de los no muertos en el mismo momento en que el hombre había entrado en el Nocturno. Lo había percibido en lo más profundo de su ser. Pero la mujer... lo desconcertaba. No era un vampiro y aun así, había sentido algo diferente en ella, un tono sutil de poder sobrenatural similar, pero no tan fuerte como el poder que había percibido en el hechicero que lo había abordado la noche anterior. ¿Acaso era ella también una bruja?
Aminoró el paso al salir a la acera. ¿Estaba acaso cometiendo otro error? ¿Cómo sabría si podía confiar en Naruto? Confiar en la gente era lo que le había puesto en aprietos en primer lugar. Su madre siempre le había advertido que era muy crédulo, que pensaba bien de todo el mundo. ¡Dios, si pudiese verlo ahora! Ella había llorado cuando la llamó la noche anterior. Le había implorado que regresara a casa, le había prometido que lo ayudaría a sortear cualquier problema que tuviese. ¿Pero cómo podría regresar? No confiaba en sí mismo para estar cerca de aquellos que amaba, no ahora, cuando el deseo de sangre era tan intenso, cuando desconocía su propia fuerza. Había pasado una noche con una hermosa mujer y le había costado la familia, el empleo y la novia. ¡Maldición! No quería ser un vampiro. Había ido al Nocturno con la esperanza de encontrar la manera de recuperar su humanidad.
¿De qué servía vivir por siempre si no se podía vivir con las personas que uno más amaba?
Miró hacia ambos lados de la calle, sus sentidos preternaturales lo dirigían hacia Naruto.
Halló al vampiro en el aparcamiento, de pie tras un flamante Volvo negro. La mujer ya se encontraba en el coche. Lo miró por la ventanilla con una sonrisa tranquilizadora.
—¿Dónde está tu coche? —preguntó el vampiro.
—Allí—contestó Kiba señalando un Intrepid plateado.
—Sigúeme.
—¿Adonde vamos? —inquirió Kiba, pero el vampiro no contestó.
Dirigiéndose hacia el lado del asiento del conductor, el vampiro abrió la puerta y se deslizó detrás del volante. Un momento después, el motor se encendió.
Con un suspiro exasperado, Kiba se dirigió deprisa hacia su coche, seguro de que el vampiro no lo esperaría.
Siguió al volvo durante aproximadamente cuarenta minutos hasta que se detuvo a un lado del camino.
Kiba se detuvo detrás del otro automóvil, echó un vistazo hacia ambos lados. Se encontraban en una zona de descanso al sur del límite de la ciudad. Refunfuñó con burlona diversión, pensando que se sentía como un joven bandido al que escoltaban fuera de Dodge.
—No hay nada que temer —murmuró Kiba al descender del coche— ¡Eres un vampiro, por Dios!
El otro vampiro ayudó a la mujer a descender del volvo. Lo esperaron de pie uno al lado del otro.
—¿Ahora qué? —preguntó Kiba. Miró en derredor. No había nadie más a la vista. Nuevamente se cuestionó si había cometido un error al venir.
—Hablemos —respondió el otro vampiro— ¿Qué deseas saber?
—Sé que la luz del sol me matará. Y el fuego también, ¿son esas las únicas cosas de las que debo cuidarme? Es decir, he visto todas las películas, pero todas las demás cosas son un montón de basura, ¿verdad?
—Error. Una estaca clavada en medio del corazón te destruiría, un buen cazador te la clavaría, te decapitaría y sepultaría las partes de tu cuerpo en diferentes tumbas rociadas con sal o con agua bendita.
—¿Quieres decir que los cazadores de vampiros en realidad existen? —Kiba se llevó una mano al cuello. Le agradaba su cabeza justo donde se estaba, por cierto.
—Será mejor que lo creas. Uno de los mejores es Pein. Si aparece donde te encuentras, vete del lugar lo más pronto que puedas.
Kiba escuchó atentamente mientras el otro vampiro le explicó más cosas que necesitaba saber. Mucho de lo que dijo eran cosas sobre las cuales había oído hablar o había visto en películas.
Curioso, nunca había considerado que los mitos sobre vampiros se basaban en hechos reales. Demonios, nunca había creído siquiera que existían los vampiros o los cazadores de vampiros. Y ahora, por imposible que pareciese, era uno de los No Muertos, y todo porque se había dejado seducir por una hermosa mujer. Eso le había pasado por ser infiel , pensó amargamente.
Kiba le echó un vistazo a Sakura. No parecía mayor que él, ni más experimentada. Movió la cabeza, pensando que estaban involucrados en algo de lo cual bien podría prescindir.
—¿Hay algo más que desees saber antes de dejar la ciudad? —preguntó el vampiro.
Kiba negó con la cabeza, tambaleándose por el peso de todo lo que acababa de descubrir.
—¿Por qué ibas a reunirte esta noche con tobi? —preguntó el vampiro.
—Nunca quise ser un vampiro. Me iba a ayudar a revertir los efectos del Oscuro Truco.
El vampiro miró a la mujer.
—Pensé que habías dicho que buscaba el secreto de la vida eterna.
—Es lo que me dijo. Tal vez también halló una cura —miró a Kiba—. ¿Te dijo que podía hacerlo, volver a convertirte en mortal?
Kiba asintió.
—Dijo que había que hacer exámenes de sangre, y luego un intercambio de sangre, una transfusión, ¿sabes? Fuera la sangre mala, dentro la buena.
La mujer y el otro vampiro intercambiaron una mirada.
—No existe la cura para el vampirismo —dijo rotundamente el vampiro.
Kiba se lo quedó mirando.
—No te creo.
—No importa si lo crees. No existe una cura excepto la destrucción del cuerpo.
Kiba hundió los hombros en señal de derrota.
—Tobi era mi única esperanza —murmuró en tono grave debido a la desesperación—. Nunca volveré a ver a mi novia.
—¿Por qué no puedes volver a verla? —preguntó Sakura.
—¿Por qué no? —chilló subiendo el tono de voz— ¿Por qué no? ¡Soy un vampiro, por eso!
Sakura se encogió de hombros.
—Naruto es un vampiro.
Kiba se la quedó mirando.
—¿Y?
—Que se mezcla con la gente y no lo notan, ¿no puedes hacerlo tú también?
Kiba negó con la cabeza.
—No, vi a mi novia poco después de que Kaito me iniciara. Cuando miré a mi novia, en lo único en que podía pensar era en cuánto deseaba —miró a Naruto—... tú sabes cómo es, amigo. No confío en mi mismo al estar a solas con ella.
El vampiro asintió.
—Es difícil al principio. Pero se vuelve más fácil con el tiempo.
—No podemos tener una vida juntos —dijo Kiba tristemente—, ella desea casarse, tener hijos. Es más fácil terminar ahora antes de que yo —observó al otro vampiro, se le llenaron los ojos de desdicha y amargo pesar —... antes de que la mate también.
—¿Has matado a alguien?—preguntó Sakura.
Kiba asintió con la cabeza.
—No quería —miró implorantemente al otro vampiro—. Sabes cómo es. Intenté detenerme, amigo ¡Pero no pude!
Naruto asintió.
A juzgar por la expresión en el rostro de Naruto, Kiba supo que el otro vampiro comprendía todo demasiado bien.
—Te he dicho todo lo que puedo —dijo Naruto—, el resto corre por tu cuenta.
—No sé qué hacer, amigo, adonde ir. No tengo empleo. Casi me he quedado sin dinero ¿Cómo se supone que viviré? —una breve risa irónica—. ¡Vivir! ¡Esa sí que es buena!
—Si necesitas dinero, puedes encontrar un empleo trabajando de noche —dijo Naruto, molesto por la autocompasión del joven—. Puedes vivir tu vida como vampiro de igual manera en que vivías como mortal, si eso es lo que deseas. Muchos humanos trabajan de noche y duermen de día. Es un ajuste que tienes que hacer. Con el tiempo, el deseo de sangre se vuelve más fácil de controlar.
—Me siento tan perdido.
—Como todos los demás —dijo Naruto sin ser descortés—, pasará con el tiempo.
Naruto metió la mano en el bolsillo y extrajo un par de billetes de cien dólares y los colocó en la mano de Inuzuka.
—Eh, hombre, no quiero tu caridad.
—Considéralo un préstamo. Entre hermanos.
—Gracias hombre —dijo Kiba dándose la vuelta antes de que el vampiro pudiese ver las lágrimas de gratitud en sus ojos—. Te los devolveré.
Desalentado, Kiba caminó hacia el coche y se deslizó tras el volante. No podía continuar viviendo así. Extrañaba a su novia. Extrañaba a su madre y a su padre. Si existía alguna posibilidad de que pudiese volver a ser humano, estaba dispuesto a arriesgarse, aun si implicaba tener que ver a Tobi una vez más.
Podía ser riesgoso ver al hechicero nuevamente, pero era un riesgo que estaba dispuesto a correr.
_______________


Capitulo 26

Sakura miró por la ventanilla cuando Naruto volvió al camino.
—¿Piensas que estará bien?
—Depende de él.
—¿Cómo puede no importarte lo que le suceda? —le preguntó frunciendo el ceño.
—No puedo pretender ser la niñera de todo el mundo. Si tiene en cuenta lo que le dije, estará bien. De lo contrario —se encogió de hombros— ...ya tengo suficiente preocupándome por ti.
No estuvo segura de qué contestar a esa afirmación. La había salvado de una horrible muerte, le había hecho el amor de la manera más tierna e increíble, pero nunca se le había ocurrido que se preocupaba por ella. Era una sensación agradable. Nadie se había preocupado por ella desde que su abuela había muerto.
—¿Y si fuese posible? —Musitó Sakura— ¿Y si Madara ha encontrado realmente una manera para que Kiba sea nuevamente mortal?
—Es imposible —replicó Naruto—. Ser un vampiro no es una enfermedad. No puedes curarlo como a una infección.
—¿Pero si se pudiese? ¿No te gustaría ser mortal nuevamente?
Era una cuestión que en realidad nunca había considerado. Sabía que la única cure para el Oscuro Truco era terminar con su vida voluntariamente. Había aceptado el hecho y seguido adelante. No tenía sentido albergar esperanzas sobre algo que no podría ser. Ahora se hallaba a sí mismo haciéndose la pregunta. ¿Y si deseaba ser mortal nuevamente? ¿Aceptaría dicha transformación si se la ofreciesen? ¿Cómo se sentiría al caminar a la luz del sol después de tantos años de oscuridad, disfrutar de una comida completa en un lujoso restaurante, llevar una vida normal, tener un hijo? Como vampiro, esas expectativas tan comunes se encontraban fuera de alcance para siempre. Por otra parte, no tenía que preocuparse por males y enfermedades, por envejecer o morir, ni por cualquiera de las otras desventuras que aquejaban a la humanidad.
—¿Y bien? —inquirió Sakura.
—No lo sé.
¿Estaría dispuesto a renunciar voluntariamente a los poderes sobrenaturales que ya formaban parte de su segunda naturaleza? Ser mortal implicaba ser débil, vulnerable.
—No comprendo tu duda —dijo Sakura.
—Dudo poder explicártelo. Ser vampiro es tanto una maldición como una bendición. En los siglos pasados se nos cazaba como a animales, se nos mataba sin culpa ni remordimiento. Como no se nos consideraba humanos, se presumía que carecíamos de sentimientos. Las cosas han cambiado para mejor con el paso del tiempo. La mayoría de la gente ya no cree en vampiros, y vivimos en las sombras de la noche, con cuidado de ocultar nuestra verdadera naturaleza al resto del mundo.
—Aún me sigue pareciendo una vida solitaria —dijo Sakura—. ¿Qué tiene de bueno una larga vida sin amor, sin familia, sin hijos?
Naruto asintió lentamente. Todo lo que le había sido arrebatado con la muerte de Kotoko, se le había negado para siempre cuando sucumbió al beso oscuro de Hinata. Observó a Sakura, tan joven y llena de vida, su piel irradiaba buena salud. Le había hecho el amor la noche anterior, se había perdido en su dulzura. Ahora, repentinamente, parecía un sacrilegio que alguien como él se hubiese atrevido a tocarla, se hubiese atrevido a desear poder amarla y que ella quizás, corresendiese ese amor. ¿Qué derecho tenía a disfrutar de su abrazo? ¿Qué derecho tenía a deshonrarla?
Recordó a Kiba Inuzuka. ¿Qué sucedería si el joven tenía razón? ¿Y si el hechicero había hallado la manera de volver a los vampiros a la mortalidad? En su corazón, Naruto estaba seguro de que era imposible, pero ¿y si estaba equivocado?
Observó a Sakura nuevamente y supo que estaría dispuesto a renunciar a sus poderes oscuros si existiese la posibilidad de compartir una vida en sus brazos.

***


La atracción que había nacido entre ellos creció cuando llegaron a su hogar.
Sakura permaneció de pie en la sala, temblando levemente. Estaba a punto de encender el fuego por medio de un hechizo cuando Naruto lo hizo mediante un movimiento de la mano.
Se puso tensa cuando la rodeó por detrás, profundamente consciente de su cercanía mientras le retiraba la capa de los hombros y la colocaba sobre el respaldo de la silla. Su respiración le rozó la mejilla, le posó las manos suavemente sobre los hombros y luego, las deslizó por los brazos. Ella experimentó un escalofrío de placer cuando la tocó, y sintió una aguda pena cuando él se apartó.
Lentamente, se dio la vuelta para mirarlo de frente, deseando tener el coraje para preguntarle si volverían a hacer el amor.
—Es tarde —dijo él tranquilamente—. Debes dormir un poco.
Ella asintió, el peso de la decepción se instaló en su corazón.
—Prométeme que no te acercarás a la librería ni a Madara a menos que me encuentre contigo.
—Lo prometo —dijo ella—, pero sólo si me prometes ayudar a Kiba Inuzuka.
—¿Qué más quieres que haga?
—No lo sé. No lo rechaces si vuelve a acudir a ti.
—Bien, haré lo que pueda.
La recorrió con la mirada, excitado y hambriento. Y luego, al no poder resistir la cercanía de Sakura, la cogió en sus brazos y la besó. El hambre se acrecentó dentro de él, estrujándole las entrañas, recordándole que no se había alimentado esa noche. Una voz seductora en lo profundo de la mente le susurraba que no había necesidad de salir por sustento ya que ella se encontraba en sus brazos, cálida, vibrante y llena de vida.
Abruptamente, la liberó y le dio la espalda.
—Voy a salir —dijo con voz áspera—, cierra con llave en cuanto que me haya ido.
Antes de que ella pudiese responder, ya había desaparecido de su vista.
Cazó sin pensar en otra cosa, rehusando pensar en Sakura, rehusando pensar en nada que no fuese el hambre que debía ser satisfecha.
Un grito proveniente de la entrada de un apartamento le llamó la atención. Cuando se acercó vio que un hombre y una mujer se revolcaban en el suelo. A primera vista daban la impresión de encontrarse en el fragor de la pasión, pero la mujer gritó nuevamente, con la voz cargada de temor y odio.
—¡Cállate ramera! —El hombre se sentó sobre sus tobillos y golpeó a la mujer en el rostro, partiéndole el labio inferior. El olor a sangre fresca se propagó por el aire.
—¡Déjame ir! —chilló ella—. ¡Ayuda! ¡Por favor que alguien me ayude!
El hombre profirió un insulto cuando Naruto le ciñó el hombro. Después de apartar al hombre y darle la vuelta, Naruto le propinó un puñetazo en el rostro. Hubo un crujido satisfactorio cuando la nariz del hombre se rompió. La sangre brotó. Naruto aspiró profundamente, luego hizo al hombre a un lado como si fuese basura.
La mujer se le quedó mirando, con los ojos bien abiertos, sin duda preguntándose si había venido a rescatarla, o si tenía la intención de terminar lo que el otro hombre había empezado.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Naruto
Ella asintió.
—Yo... sí, creo que sí.
La recorrió con la mirada. Aparentaba tener cerca de treinta años, cabello rubio y ojos marrones, uno de los cuales se estaba poniendo negro debido al golpe. Tenía un desagradable moretón en la mejilla izquierda, le brotaba sangre del labio herido...
—¿Vives aquí? —le preguntó haciendo un ademán con la cabeza en dirección al apartamento detrás de ella.
—Sí. Regresaba del trabajo. Soy Doctora... —Se echó hacia atrás cuando le ofreció la mano.
—No te haré daño. —Hablaba en un tono de voz bajo, tranquilizador, hipnótico—. ¿Vives sola?
Era un extraño. Pensó en mentir, decir que vivía con otra persona, pero no podía mentirle, no cuando sentía su mirada clavada en ella.
—Sí, vivo sola.
La cogió de la mano y la ayudó a incorporarse, luego levantó el bolso y se lo dio.
—Ven —dijo— veré que llegues segura a tu casa.
—Sí —dijo ella— llegar segura a casa.
Vivía en un modesto apartamento de una habitación que, aunque pequeño, estaba limpio y prolijo. Había varias pinturas en las paredes. Jarrones con flores secas en la repisa de la chimenea y sobre la mesa.
Una vez que se encontró dentro, Naruto echó el cerrojo a la puerta, luego la cogió de la mano y la condujo a la alcoba. Hizo que se sentara en la cama y se dirigió al cuarto de baño. Cogió una toalla, la humedeció, luego volvió a la alcoba y le limpió la sangre del rostro. Le ofreció sake que había encontrado en la alacena de la cocina, luego la cogió entre sus brazos, fundiéndose las mentes, haciendo desaparecer el temor. Se alimentó rápidamente, luego borró su recuerdo de la memoria de la mujer. Mañana, ella sólo recordaría haber luchado y haberse librado de un atacante.
Dejándola plácidamente dormida, salió del edificio y regresó al Nocturno. Se detuvo en la entrada, olfateando el aire hasta detectar el olor de Madara.
Lo condujo a un edificio de ladrillos de dos pisos ubicado en un descampado en las afueras de la ciudad. Las ventanas estaban cubiertas por dentro con tablas y había rejas del lado de afuera. No se veía luz por las hendiduras.
El olor de Tobi era fuerte allí, también el de Kiba Inuzuka.
Naruto rodeó el edificio y notó que había sólo una entrada, que también tenía rejas. De haber sido aquel el hogar de Tobi, Naruto no podría haber cruzado el umbral sin ser invitado, pero se trataba de un local comercial abandonado y el umbral no tenía poder sobre él.
Volviéndose bruma, Naruto se deslizó por una angosta hendidura debajo de una de las tablas. Una vez dentro, adoptó nuevamente su forma. Aunque estaba oscuro, su vista de vampiro le permitió ver todo con claridad, a pesar de que no había mucho por ver: una silla de madera, un escritorio de metal, un mueble fichero.
Una puerta abierta daba a un pasillo largo flanqueado a ambos lados por puertas que conducían a habitaciones vacías. Al final del pasillo había una angosta escalera.
Naruto se detuvo en la parte superior de la escalera. El olor de Madara aún era intenso y se mezclaba con el olor a sangre y miedo. Y, a muerte violenta.
Pisando suavemente, Naruto descendió por las escaleras.
Y el olor a muerte se tornó más intenso.
Sólo había una puerta al final de la escalera. Naruto tanteó el picaporte, sabiendo instintivamente que se encontraría cerrada con llave.
Convirtiéndose nuevamente en bruma, se deslizó por debajo de la puerta. Aguardó un momento antes de volver a su forma.
El olor a sangre era abrumador ahora, despertaba su hambre a pesar de haberse recién alimentado.
La habitación era un laboratorio. Los estantes de metal estaban abarrotados de frascos de vidrio, tubos de ensayo, vasos de laboratorio, ampolletas, embudos, portaobjetos y frascos acomodados contra la pared. Había varios tubos de ensayo con sangre en un bastidor. En otro estante había varios libros de brujería, anatomía y hematología. Había un pequeño frigorífico sobre un largo mostrador. También, un microscopio y una incubadora. A un lado de la puerta, un fichero de metal, al otro lado, un escritorio con una impresora y un ordenador modernos. En el medio de la habitación había dibujado un círculo de poder. Y en el centro del círculo, había una mesa de operaciones de acero, en la que se hallaba Kiba Inuzuka. Tenía las extremidades atadas a la mesa con abrazaderas de plata. Una gruesa estaca de madera le salía del pecho. Del brazo izquierdo del joven salía un largo tubo de goma que, lentamente, le extraía la sangre del cuerpo para depositarla en un gran recipiente de vidrio.
Al caminar en dirección a la mesa, Naruto percibió un hálito de energía oscura al pisar dentro del círculo. Así que, Uchiha no era sólo un hechicero sino que había algo de científico en él.
Naruto se quedó mirando el cuerpo de Kiba.
—Niño tonto —masculló—. ¿Por qué demonios no dejaste la ciudad mientras tenías la oportunidad?
Naruto se alejó de la mesa y se dirigió hacia el escritorio dando un rápido vistazo a las anotaciones del hechicero, muchas de las cuales le resultaron indescifrables.
Miró lo que quedaba de Kiba Inuzuka. ¿Habría la sangre del muchacho provisto a Tobi de alguna de las respuestas que buscaba? ¿Le permitiría hallar una fórmula para la vida eterna?
Disolviéndose en bruma nuevamente, Naruto salió del laboratorio. Kiba habia confiado en el hombre equivocado y le había costado la vida.
Naruto se materializó fuera del laboratorio y luego miró al cielo, a los millones de estrellas brillantes que desaparecían en el infinito. Aunque sabía que era imposible, hasta ahora no se había dado cuenta de cuan intensamente había esperado que Kiba Inuzuka tuviese razón en cuanto a la posibilidad de que Tobi hubiese encontrado una cura para el hambre que lo poseía.
Inconscientemente, siguió el olor del hechicero por la ciudad hasta una casa ubicada en una colina. Un alto vallado de hierro rodeaba el jardín. Había luz en la ventana. De la chimenea de ladrillos rojos salía una bocanada de humo azul grisáceo. Naruto observó la casa durante varios minutos, luego, perdido en sus pensamientos, dio la vuelta y se encaminó a su hogar.
Le había dicho a Sakura que se fuese a dormir, pero la encontró acurrucada en el sofá de la sala, esperándolo. Morgana dormía contra su brazo.
—Te has quedado despierta hasta tarde —dijo, dejándose caer en la silla al lado del sofá.
—No podía dormir. No dejaba de pensar en Kiba Inuzuka. ¿Piensas que seguirá tu consejo y dejará la ciudad?
—Está muerto.
Ella abrió los ojos.
—¿Muerto? ¿Cómo lo sabes?
—Vi su cuerpo.
—Pero... ¿Qué sucedió? ¿Cómo murió?
—No estoy seguro, pero Madara Uchiha está drenando la sangre del cuerpo del muchacho.
Ella empalideció. Por un momento pensó que iba a desmayarse.
—¿Lo viste?
El asintió lacónicamente.
—Pobre señor Inuzuka. Si sólo te hubiese escuchado.
Naruto gruñó suavemente, sorprendido por lamentar la muerte del muchacho. Generalmente, las vidas ajenas, especialmente las de los mortales, significaban poco para él. Se alimentaba de ellos cuando era necesario. Hasta que Sakura entró a su vida, le había importado poco las desgracias ya fuesen particulares o colectivas. Pero Kiba Inuzuka no era mortal. Era vampiro, y aunque a Naruto le había desagradado la idea de Kiba sobre ser hermanos, sintió una extraña necesidad de vengar la muerte del muchacho.
—Bien —dijo Sakura, cogiendo a Morgana en los brazos—. Creo que iré a dormir. Buenas noches.
—Buenas noches.
La observó retirarse admirando el movimiento de sus caderas. Su pequeña bruja le había cambiado la vida de una forma que nunca había imaginado, lo había hecho añorar cosas que él había dejado atrás para siempre. Ahora, al mirarla, se encontraba deseando pasar la vida con ella, plantar su semilla dentro de ella, ver como su vientre crecía con la nueva vida.
Sueños simples para un hombre mortal.
Sueños imposibles para un vampiro.
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Mensaje por Leon Lun Oct 27, 2014 3:42 pm

Naruto esta enamorado de eso no hay duda y obviamente Sakura también, pero un futuro juntos parece imposible, es por eso que la sola idea de volver a ser mortal le parecería la gloría a Naruto, pero solo fue una vil mentira de Tobi para atraer una presa muy tonta e ingenua, Kiba terminó muerto por confiar en la persona equivocada.

Y es un hecho, Tobi es super peligroso, pero sigo sin entender del todo su interés en Sakura, es por ella o porque sabe que ella es el camino hacia Naruto?

Onion bye
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Mensaje por kumiko Miér Oct 29, 2014 5:39 am

espero que le guste

Capitulo 27

Caminaba por la calle frente a la tienda de libros y cafetería de Wiccan cuando Tobi apareció detrás de ella. Sonriendo, le cogió la mano y la condujo calle abajo. Caminaron hasta que la ciudad quedó atrás. Ella frunció el ceño cuando se aproximaron a un gran edificio de ladrillos. A medida que se acercaban, comenzó a temblar ya que todos sus instintos le advertían que no debía entrar al edificio. La puerta era de acero. Las ventanas estaban tapiadas desde el interior y tenían rejas en la parte externa.
Podía oler la muerte dentro.
Con un grito, intentó liberar su mano de la de Madara pero sus dedos la aferraron mientras la arrastraba al interior del edificio y cerraba la puerta. Desesperada por escapar, intentó reunir su poder en derredor de sí misma para repelerlo, pero su magia era inútil contra él.
Una risa maligna le brotó de la garganta mientras la arrastraba escaleras abajo hacia el sótano. Abrió una puerta y accionó el interruptor, inundando la habitación de luz, una luz que hacía poco por disipar la oscuridad alrededor de ella, una oscuridad tan densa que podía sentirla arrastrándose sobre su piel.
Había una larga mesa de metal en el centro de un círculo mágico. El cuerpo de Kiba Inuzuka yacía sobre la mesa, obsceno y sumido en muerte. Le había enterrado una estaca en el corazón. Le había drenado la sangre.
Se volvió para mirar a Tobi, se congeló de terror al verlo, al verlo verdaderamente, por vez primera. No era ni hombre ni hechicero sino una criatura salida de una pesadilla. Tenía los ojos inyectados en sangre, las orejas largas y puntiagudas, más como cuernos que como orejas humanas. Los dientes blancos y filosos.
Volvió a mirar la mesa, abrió más los ojos cuando se encontró a sí misma mirando los ojos de Kiba Inuzuka. Y luego, para su horror, la apariencia del joven vampiro comenzó a cambiar. Su cabello pasó del castaño al rubio, sus ojos del marrón oscuro al azul profundo del mar. Se le ensancharon los hombros, se le alargaron las piernas y, repentinamente, no era el cuerpo de Kiba Inuzuka el que estaba encadenado a la fría mesa de metal sino el de Naruto.
Un grito brotó de su garganta, haciendo eco en las paredes, el piso, el techo. Gritó hasta que le dolió la garganta. Gritó de terror y repulsión. Y con sus gritos se mezclaba el sonido de la risa satánica de Madara Uchiha...
Despertó sobresaltada, con el rostro y el cuerpo bañados en sudor.
Se levantó, corrió las cortinas y abrió la ventana, luego permaneció allí de pie inhalando profundamente el aire fresco. Un sueño, no había sido más que un sueño y aun así, no podía deshacerse de la sensación de destino funesto. Algunas veces los sueños no eran más que eso, y otras, eran destellos del futuro.
Bajo rápidamente las escaleras y se dirigió a la cocina. Cogió un pesado recipiente de plata de la alacena y lo llenó de agua, luego lo colocó sobre la mesa, tamborileando los dedos con impaciencia mientras esperaba que el agua formase una superficie plana.
Pasando la mano sobre el recipiente, observó el agua y recito como un murmullo...
—Secretos ocultos, oscuros y profundos, mostradme donde duerme mi amor.
Del fondo del recipiente brotaron espirales de color arremolinándose en la superficie del agua hasta formar el rostro de Naruto. Yacía boca arriba sobre una gran cama con la cabecera de madera tallada. Estaba cubierto de la cintura hacia abajo con una sábana azul oscuro. La piel se le veía muy pálida en contraste con las sábanas. Lo observó con los ojos entrecerrados. No se movía, no se contraía, no respiraba. Ella tembló sin quererlo. Él, verdaderamente, dormía como si estuviese muerto, ¡pero al menos estaba a salvo!
Ahora bien, si ella tan sólo pudiese saber el lugar de su refugio.
Cuando el pensamiento cruzó por su mente, el agua se agitó, los colores se mezclaron y produjo una nueva imagen en la superficie del agua, ahora veía el pasillo que conectaba la puerta de entrada con la sala. El foco de la imagen se angostó hasta mostrar una pequeña puerta cercana a la entrada a la sala.
Sakura frunció el ceño. Había registrado la casa de arriba a abajo intentando hallar dónde dormía. ¿Cómo no había notado esa puerta?
Tras memorizar la ubicación, deslizó los dedos por el agua, borrando la imagen. Echó el agua al fregadero y se dirigió al pasillo. Caminó a lo largo del corredor pero no había señal alguna de una puerta.
De pie al final de la entrada, reunió sus poderes en derredor de sí.
—Hay una puerta oculta aquí hoy, tráeme la visión, muéstrame el camino.
Se produjo una ondulación en el aire, a su alrededor se juntaron motas azules que señalaron una pequeña puerta angosta sobre el lado izquierdo del pasillo. Se detuvo frente a ello. No tenía picaporte. Se arrodilló, deslizó las manos por la puerta y murmuró.
—¡Aja!
Cuando la puerta se abrió hacia adentro, pudo ver una larga escalera que bajaba hacia la oscuridad. Al tocarlas, las motas se desvanecieron para luego desaparecer.
Regresó a la cocina, cogió una vela, y luego retornó a la puerta oculta. Un rápido conjuro encendió la vela.
Dudó durante un momento, luego colocó una mano sobre la puerta y con la otra sostuvo la vela frente a sí, cruzó la puerta a rastras y luego bajó por la escalera. Se detuvo al final. Al principio, pensó que se encontraba en el sótano, pero el sótano era mucho más grande y estaba atestado de muebles viejos y cajas. Miró a su alrededor sin poder ver nada hasta que su vista se acostumbró a la oscuridad. Y luego lo vio, el contorno apenas perceptible de otra puerta. Esta era de tamaño normal. Tampoco se distinguía picaporte alguno; nuevamente deslizó las manos por el frente y los costados pero no cedía. Intentó con varios conjuros, pero fue en vano. La puerta no se abría.
Con un suspiro de desaliento, se dio la vuelta y regresó. ¿Qué habría hecho si la puerta se hubiese abierto? ¿En realidad quería ver a Naruto allí, inmóvil? De haber podido acercársele, ¿habría podido resistirse a tocarlo? ¿Se sentiría su piel fría, sin vida? ¿Hubiese sabido él que ella se encontraba allí?
Al llegar a la parte superior de la escalera, encontró a Morgana sentada, esperándola. La gata la miraba con los ojos amarillos entornados y con su expresión le decía claramente que ya había pasado la hora del desayuno.
Después de cerrar la puerta, Sakura se inclinó para acariciarle las orejas, luego se dirigió a la cocina para preparar el desayuno para ella y para la gata.

***


En el refugio, la percepción sacudió al vampiro mientras dormía, y lo despertó con la extraña sensación de que alguien lo había estado observando. Aun así, no percibió ninguna amenaza a su existencia, ningún peligro inminente. Y luego una ráfaga de aire le llevó el aroma de Sakura. Habia estado en la habitación junto al refugio. Sólo tuvo un minuto para ponderar tan notable suceso antes de que el oscuro Sueño lo arrastrara al olvido nuevamente.

***


Madara se hallaba de pie en la puerta del laboratorio, arrugó la frente al observar el cuerpo en la mesa. Un joven tan tonto como para pensar que alguien podría tener la cura para el Oscuro Truco.
Con un gesto de la cabeza, quitó los tubos de los pálidos brazos, luego, con cuidado de que la estaca permaneciera firmemente enterrada en el pecho del joven, alzó el cuerpo seco y lo llevó escaleras arriba. Después de abrir la puerta de entrada, miró hacia ambos lados para cerciorarse de que no hubiese nadie y arrojó el cuerpo al jardín. Hubo un siseo débil cuando la luz del sol se posó sobre la carne preternatural y luego, en un abrir y cerrar de ojos, el cuerpo de Kiba Inuzuka se consumió en llamas.
Madara miró el parche de tierra quemada en el que había estado el cuerpo del muchacho. No había quedado nada que evidenciara que Kiba Inuzuka hubiese existido alguna vez.
—Eficiente —musitó Madara—. Muy eficiente.
Tras cerrar la puerta, retornó al laboratorio. En todos sus años de búsqueda, Inuzuka era el único vampiro genuino que había hallado. Un buen signo, pensó. Finalmente, la suerte le sonreía.
Abrió el pequeño frigorífico donde había guardado la sangre del vampiro y cogió uno de los frascos. Ahora que tenía lo que necesitaba, quizás podría finalmente descubrir qué era lo que contenía la sangre de los No Muertos que les permitía a los vampiros sanar casi inmediatamente de cualquier herida, cambiar de forma, viajar grandes distancias con sólo un movimiento. Pero era la habilidad del vampiro de sobrevivir por siglos lo que Madara ansiaba. ¿Por qué habría de estar sujeto a un período de tiempo de unos cuantos años de vida mortal? Era un hombre inteligente y con poder, un hechicero sin par, aun así estaba a merced de los estragos del paso del tiempo, las enfermedades y la muerte. Ciertamente, algunos magos alcanzaban edades avanzadas, pero no tenía la intención de envejecer y debilitarse. El objetivo de su vida había sido encontrar la manera de disfrutar del poder de un vampiro sin sus sufrimientos y limitaciones. Y ahora por fin ¡ese objetivo estaba a su alcance!
Cogió el microscopio del estante y lo colocó sobre el escritorio. Extrajo un par de guantes y preparó varios portaobjetos con la sangre del vampiro.
Colocó el primero bajo el microscopio y luego, temblando de excitación, inclinó la cabeza sobre el instrumento. Durante varios instantes olvidó respirar y se limitó a observar. Había estudiado hematología por años y, aun así, nada de su experiencia le permitía interpretar lo que ahora veía. Una masa de glóbulos en constante movimiento, tan oscuros que eran casi negros, glóbulos que parecían devorarse los unos a los otros hasta que sólo quedaban unos cuantos y éstos, para su absoluta sorpresa, rápidamente comenzaban a multiplicarse, y luego toda la secuencia comenzaba nuevamente.
Agitó la cabeza, quitó el portaobjetos y lo reemplazó por un segundo, y luego por un tercero.
¿Qué significaba? Si se inyectase la sangre ¿lo dotaría de los poderes del vampiro? ¿O la sangre del vampiro le consumiría la propia hasta que no quedase nada?
Un conejillo de indias, eso era lo que necesitaba.
Guardó todo rápidamente, limpió un resto de sangre seca que había sobre la mesa, se quitó los guantes y apagó la luz. No debería resultarle tan difícil encontrar un conejillo de indias. Uno de los crédulos seudo vampiros del Nocturno. Un vagabundo. Un adolescente que haya escapado de su casa. Uno de los jóvenes desempleados que se reunían cerca de la parada de autobús al sur de la ciudad en busca de empleo. Sólo tenía que elegir.
Silbando suavemente, se fue del laboratorio, cerciorándose de cerrar la puerta detrás de sí.

cap28

Naruto encontró a Sakura en la cocina preparando la cena y hablándole a la gata. Permaneció de pie allí durante un momento, admirando la figura curvilínea de la mujer, el sedoso brillo de su cabellera, la manera en que los vaqueros moldeaban su esbelta figura, el sonido de su voz.
Ella se sonrojó cuando miró hacia atrás y lo vio de pie en el umbral.
—No dejes que interrumpa tu conversación —dijo—. Morgana parecía interesada en lo que decías.
—¿Cuánto tiempo llevas parado ahí? —preguntó Sakura mientras se sonrojaba aún más con un tono rozado que le sentaba tan bien.
—No lo suficiente.
Morgana paseaba la vista de Sakura a Naruto, luego salió deprisa de la cocina.
—No creo que le agrade —musitó.
—Le agradarás, con el tiempo.
—Lo dudo. Pocos animales toleran a los de mi clase.
—Lo siento. No sé qué haría sin Morgana. Es toda la familia que tengo —dijo melancólicamente—. Es todo lo que me queda de mi pasado.
—Hoy me buscabas —no era una pregunta—. Estuviste en mi refugio.
Ella lo miró, su silencio era admisión de culpa. ¿Porqué?
Ella levantó el mentón desafiante, rehusando ser intimidada, aunque sabía que lo que había hecho estaba mal.
—Tenía curiosidad —dijo y luego frunció el ceño—. ¿Cómo supiste que estuve allí?
—Sentí tus ojos en mí mientras dormía.
—¡No es posible!
Levantó una ceja.
—¿No?
Ella meneó la cabeza.
—¿Cómo pudiste?
—¿Entonces lo admites? ¿Me estabas espiando?
—Invoqué tu imagen en mi espejo de adivinación.
—Niña astuta —musitó—. ¿Y qué utilizaste como espejo?
—Un recipiente con agua.
Recordó la conversación que habían mantenido anteriormente cuando ella le había comentado su intención de comprar un espejo. Había supuesto que quería un espejo por la misma razón que cualquier otra mujer. Pero no era como cualquier otra mujer. Aun así, no había ninguna razón por la cual no pudiese tener un pequeño espejo para adivinación, si eso es lo que deseaba. No había razón por la cual no pudiese tener un espejo de cuerpo entero en su habitación. Sólo porque él los evitaba, no había razón por la cual ella no pudiese tener un par si así lo quería.
Y luego, atrapado por su aroma, por la calidez de su carne fresca, olvidó todo lo referente a espejos y a brujería. Acortando la distancia entre ambos, la cogió en sus brazos. Su cuerpo se aceleró de inmediato, cada célula y cada nervio le recordaron la noche en que habían hecho el amor.
Ella levantó la vista para mirarlo, sus verdes ojos estaban iluminados.
—Ah, Sakura —murmuró entregado, e inclinando la cabeza la besó.
Ella se puso de puntillas, le rodeó el cuello con los brazos, su cuerpo se moldeó contra el de él.
El calor de su cuerpo lo incitó, la dulzura de sus labios lo enardeció. La acercó, la sostuvo con más fuerza, sintió cómo se le alargaban los colmillos cuando el hambre cobró vida. El deseo de hacerle el amor le vino a la mente, tentándolo en sostenerla en sus brazos y llevarla arriba, depositarla sobre la cama y hacerle el amor hasta que se pusiera el sol en el horizonte. Tentador, era tan tentador. Sólo su culpa por haberla deshonrado, y el temor a sucumbir a algo más que al placer de su dulce carne, evitó que llevara a la práctica sus pensamientos.
Murmurando un insulto, la liberó.
Ella pestañeó y lo miró, con la mirada pérdida, los labios hinchados, manchados con una gota de sangre donde los colmillos le habían lastimado la tierna piel.
Un suave gruñido trepó por su garganta cuando ella se limpió la sangre del labio con la lengua.
—Volveré más tarde —dijo ásperamente y salió velozmente de la casa hacia la noche.
Sakura se llevó la yema de los dedos a los labios y se quedó mirándolo. Un beso, eso era todo lo que necesitaba pensó. Un beso y estaba dispuesta a dejar que la llevara a la cama. Hacía poco tiempo que lo conocía, aun así, no podía imaginar la vida sin él. Era como si lo conociera de siempre, como si estuviesen unidos por lazos invisibles, como si por alguna extraña metamorfosis, él se hubiese convertido en parte integral de ella y ella en parte integral de él. ¿Era eso lo que sucedía cuando dos personas hacían el amor? ¿Sentirían todos lo mismo, esa sensación de pertenencia? Sabía que haber hecho el amor con Naruto sin el consentimiento de la iglesia estaba mal. Era inmoral, un pecado terrible y, sin embargo, estuviese bien o mal, en todo lo que podía pensar era en volver a estar en sus brazos, haciéndole el amor. Incluso ahora, se sentía despojada, perdida sin él. Incluso la casa se sentía diferente Cuando no estaba.
¿Sería tan malo, estar casada con un vampiro? Era verdad, había mucho que no podían compartir, pero había mucho más que sí podían compartir. Disfrutaba de su compañía, su cuidado. Era gentil y paciente, la protegería, la ayudaría a encontrar su camino en este nuevo lugar. Aunque sus días le serían propios, sus noches le pertenecerían a él. Lo que era aún mejor, no le temía a su brujería ni lo intimidaba su poder. Por el contrario, parecía complacerlo, estar orgulloso de sus habilidades, aunque limitadas.
Desde luego, daba mucho por sentado. Sólo porque habían hecho el amor, no significaba que quisiera casarse con ella. Si algo había aprendido, era que un gran número de personas en este siglo carecía de remordimientos por vivir juntos, o por tener hijos fuera de los votos del matrimonio. Pero, aceptado o no, sabía que estaba mal. Los niños merecían tener una madre y un padre, un hogar asegurado por los lazos del matrimonio.
Quizás sea hora de que te conviertas en uno de ellos, le susurró una voz insidiosa en la profundidad de la mente. Si no existe cura, si nunca puede ser mortal, entonces, quizás, debas abrazar el Oscuro Don. Es la única manera en que podrás verdaderamente compartir su vida, la única manera en que él podrá compartir la tuya.
Alejó el inquietante pensamiento de su mente. Ser vampiro era vivir contra la naturaleza. Implicaba renunciar a la luz del sol y a toda esperanza de tener un hijo. Implicaba renunciar a su humanidad, vivir en las sombras, subsistiendo gracias a la sangre ajena.
No era una vida que elegiría voluntariamente ni para sí misma ni para nadie más.
Y, aun así, la semilla había sido plantada. Por repelente que fuese, se arraigó en un recóndito lugar de su mente.

***


Al dejar la casa, Naruto se dirigió al Nocturno. Vestido completamente de negro, rápidamente se mimetizó con el resto de la multitud, el hambre se acrecentaba en su interior a medida que un centenar de corazones palpitantes lo llamaban. Sus fosas nasales se llenaron con el olor de la presa, madura y lista para ser tomada.
Una joven mujer, de cimbreantes caderas y erguidos pechos se le acercó, abriéndose camino entre la multitud al borde de la pista de baile. La castaña cabellera le caía recta sobre los hombros.
—¿Bailas conmigo? —Su voz era grave y ronca. Lo miró con ojos que prometían más que un mero baile, luego se deslizó una uña pintada de negro por el pecho—. ¿Y bien?
—Seguro. —La cogió en sus brazos y la condujo a la pista de baile.
—Ya te he visto aquí antes —ronroneó ella.
—¿Sí?
—Esperaba que vinieses esta noche, solo.
Le sonrió.
—Entonces me alegra haber venido.
—A mí también. —Lo estudió intensamente por un momento—. No te pareces a los demás hombres que frecuentan este lugar —comentó— ni te comportas como ellos.
—¿Oh?
Ella negó con la cabeza y frunció el entrecejo, pensativa.
—Quizás sea porque son sólo niños de corazón. Pero tú, tú pareces mucho mayor.
Él rió suavemente.
—No tienes idea, Shizune querida.
Los ojos de ella se agrandaron.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Como dijiste, no soy como los demás. —La atrajo hacia él retirándole el cabello del cuello con la mano—. Mírame, Shizune, sólo a mí.
Ella lo observó, con los labios entreabiertos y un atisbo de temor en los ojos.
—Mírame sólo a mí —murmuró—, escucha mi voz, sólo mi voz.
—Sí—susurró ella—. Sólo a ti.
Lentamente él bajó la cabeza. Para cualquiera que estuviese observando parecería que le estaba besando el cuello mientras bailaban en la pista. Bebió deprisa, tomando sólo lo que necesitaba y rápidamente selló las dos pequeñas marcas que habían dejado sus colmillos.
Levantó la cabeza al momento en que terminó la música.
—¿Shizune?
Ella pestañeó con la vista nublada.
—Gracias por el baile.
—De nada. —Frunciendo el ceño se llevó la mano al cuello y volvió a pestañear.
Él la seguía cogiendo por la cintura.
—¿Te encuentras bien?
—No lo sé, me siento un poco mareada.
—Ven —dijo aferrándola de la mano— deja que pida algo de beber.
Naruto estaba guiando a Shizune hacia la barra cuando vio a Madara sentado en una de las mesas del fondo. El hechicero lo vio al mismo tiempo y la animosidad surgió entre ellos, un sentido palpable de malicia tan intenso que Naruto estuvo seguro de que las demás personas del lugar podían sentirlo sin saber lo que era.
En la barra, Naruto pidió un vaso grande de zumo de naranja para Shizune. De pie detrás de la mujer se preocupaba por no perder de vista a Madara.
El hechicero le dio la espalda, dirigió nuevamente la atención al hombre con quien compartía la mesa.
Valiéndose de su audición preternatural, Naruto escuchó secretamente la conversación. El hombre estaba cansado de fingir ser un vampiro y había venido al Nocturno esperando hallar a uno de los No Muertos. Madara asintió comprensivamente con la cabeza. Inclinándose hacia el hombre, le dijo que la búsqueda había llegado a su fin. Que él, Madara, era un vampiro. Si el joven era sincero, sólo tenía que ir a su refugio para comenzar la transformación. El joven, cuyo nombre era Shino Aburame, aceptó rápidamente. Madara pagó la cuenta y los dos hombres dejaron la mesa y se dirigieron a la salida trasera.
Naruto profirió un insulto casi imperceptible al ver que dejaban el club. Había visto los resultados del último experimento de Madara.
Permaneció allí un momento, indeciso. No le importaba que Madara matase a Abúrame. El joven no significaba nada para Naruto. Los mortales, en general, no significaban nada para él más allá de su capacidad para satisfacer su sed infernal.
Bailó con otra de las mujeres del club, bebiendo de ella como lo había hecho con la primera. Después de dejarla en la barra, estaba a punto de volver a su hogar cuando, por un impulso totalmente inexplicable, se encontró dirigiéndose en dirección al laboratorio de Madara en las afueras de la ciudad.
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Mensaje por Ocaso7 Miér Oct 29, 2014 1:44 pm

Hola kumiko!!
Vuestro fic esta de pelos soy lectora fiel.. Cada vez que leo me como las u#as de tanto suspenso espero el siguiente capitulo con ansias Silbando Onion bye
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Mensaje por Leon Miér Oct 29, 2014 5:03 pm

Vaya Sakura pensando en estar al lado se Naruto por toda la eternidad, aún cuando el precio que se debe pagar es muy alto, pero es la única forma de que este juntos, o eso parece, lo ama y mucho.

Y que haces Naruto, quizás vayas directo a la muerte, Madara es un hechicero muy poderoso y astuto, aunque Naruto no es nada tonto y también es poderoso, será una buena pelea sí es que la hay. Y por fin se revelaron los fines de Madara, quiere la vida eterna, pues el poder parece que ya lo posee.

Onion bye
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Mensaje por kumiko Vie Oct 31, 2014 1:53 pm

holaaaaaaaaa jejeje Ilusionado Buahaha Llanto bueno chico y chicas le vengo hacer una invitación para que leen Millionaires: Love Essentia es total mente diferente a este ya monte el prmer cap ustedes dirán sivale la pena o no Millionaires: Love Essentia y sin mas aquí va el capitulo 29 ooo no puedo creer que ya vallamos por el cap 29 Emocionado Pensativo

Capitulo 29

Shino Abúrame silbó suavemente cuando vio el coche de Madara.
—Fabuloso —dijo mientras deslizaba la mano sobre la capota del Lexus.
Con una sonrisa burlona, Madara abrió la puerta y se sentó detrás del volante. En cuanto Shino estuvo dentro, salió del aparcamiento haciendo chillar las llantas al tomar el camino en dirección a su casa.
—Eh, amigo, ve más despacio —dijo Shino aferrándose del apoyabrazos—. No soy inmortal aún.
Madara le sonrió.
—Todo a su debido tiempo.
Un encantamiento que había susurrado le otorgó luz verde todo el camino.
—¿Vives aquí? —preguntó Shino cuando Madara aparcó frente a una gran casa y luego apagó el motor.
—En efecto. —Abrió la puerta y salió del coche.
—Debes de ser endemoniadamente rico —murmuró Shino mientras seguía a Madara escaleras arriba hacia la puerta de entrada.
—Casi —dijo Tobi, y sonrió con rapacidad al abrir la puerta—. Entra ¿quieres?
—Entonces —dijo Shino mientras cruzaba el umbral— ¿Cuánto tarda, convertirse en vampiro?
—No mucho.
Shino asintió. Suspiró, atónito, cuando las luces comenzaron a encenderse en la sala.
Tobi le sonrió burlonamente.
—Un poco de magia, nada de que preocuparse.
Shino tragó con dificultad.
—Magia de vampiro ¿no es así?
—No exactamente.
—¿No? —Shino frunció el ceño—. ¿De qué clase, entonces?
—Soy un hechicero, en realidad. Un brujo, si lo prefieres.
—Pero pensé... dijiste que eras un vampiro.
—Sí, lo hice ¿no es cierto? Me temo que mentí.
—¿Qué demonios sucede aquí?
—Lo siento, señor Shino, pero seguramente usted también miente de vez en cuando. Es un hecho de la vida que algunas veces tenemos que mentir para obtener lo que deseamos.
Le echó una mirada a la puerta de entrada.
—¿Qué es lo que quiere?
—A usted. Para un pequeño experimento.
—¡De ninguna manera! ¡Me largo de aquí! —Con un ademán de la cabeza, Shino Abúrame quiso encaminarse hacia la puerta pero se dio cuenta de que ya no poseía control sobre su cuerpo. Miró a Tobi con ojos salvajes y temerosos.
—Ven —dijo Tobi haciendo un movimiento con el dedo índice.
Shino negó con la cabeza.
—No iré a ninguna parte contigo —contestó, pero sus pies seguían al hechicero a lo largo de un oscuro pasillo, escaleras abajo hasta el sótano.
—Súbete a la mesa —dijo Tobi
—Maldito seas —gritó Shino mientras obedecía la orden del hechicero— ¡Déjame ir!
—Recuéstate. No llevará mucho tiempo.
Shino Abúrame se recostó sobre la mesa con el corazón latiéndole fuertemente. Sin importar cuan vigorosamente lo intentase, no podía moverse, carecía de control sobre sus movimientos. Comenzaron a sudarle la frente y las axilas.
—Por favor, déjame ir.
—Demasiado tarde. —Madara extrajo un frasco del bolsillo y le quitó el sello.
Cogió una jeringa de una de los cajones de un gran mueble de herramientas y la llenó con sangre.
Shino lo observaba horrorizado.
—¿Qué... qué harás con eso?
—Es un experimento. Por lo que sé, puede que te convierta en vampiro. Pero puede que te mate —dijo con una malvada sonrisa—. O puede darte vida eterna. Pero no lo sabremos hasta probar.
Madara ató una cinta de látex alrededor del brazo de Shino, insertó la aguja y lo inyectó.
Shino observó la sangre ingresándole en el brazo, y luego miró a Tobi. Entonces gritó, con el cuerpo sumido en agonía a medida que la sangre de vampiro se incorporaba a su torrente sanguíneo.
—¡Calla! —dijo Tobi—. Dime lo que sientes.
—Quema, quema —dijo el hombre entre sollozos—. Haz que se detenga... haz que...
Miró a Madara. Un hilo de saliva le escurría por la comisura de los labios. Su cuerpo se convulsionó por última vez y luego permaneció inmóvil.
—¡Maldición! —Cogiendo al muchacho de la muñeca, le buscó el pulso. Era fuerte pero irregular.
Madara dejó caer el brazo del muchacho y se sentó a esperar el resultado final.


Naruto merodeó por los alrededores del laboratorio del hechicero, examinando la noche con sus sentidos. Pein había estado allí antes esa misma noche, pero no había indicios de que Shino Abúrame hubiese estado con él.
¿Adonde había llevado Madara al joven?
Frunció el ceño, se disolvió en bruma e ingresó al edificio. El laboratorio estaba vacío. El cuerpo de Kiba Inuzuka ya no estaba aunque, el olor a miedo, sangre y muerte permanecían en el aire.
Al dejar el edificio, Naruto recuperó su propia forma. Si Madara no estaba allí, entonces debía de haber llevado a Shino Abúrame a su casa. ¿Pero por qué allí y no aquí?
Un pensamiento lo llevó a la morada de Madara. Tan pronto como se acercó a la puerta de entrada, percibió el denso olor a miedo del joven. Estaban allí.
Se preguntaba cómo accedería a la casa cuando escuchó un débil grito proveniente del sótano. Naruto maldijo en voz baja al tiempo que otro grito llegaba a sus oídos. Era un quejido de tormento tal que le abrasó el alma. Y luego otro más, un quejido de agonía, un corazón que imploraba por ayuda.
Incluso a sabiendas de que no podía ingresar a la casa del hechicero sin ser invitado, Naruto no pudo resistir la necesidad de acudir en ayuda del joven. Hizo uso de sus poderes preternaturales para quitar el cerrojo, dio un paso hacia adelante, pero fue repelido por el poder del umbral y de las protecciones que el hechicero había colocado alrededor de la entrada.
Naruto maldijo suavemente, luego, sabiendo que no había nada que pudiese hacer para salvar al joven, se transportó de regreso al Nocturno donde llamó a la policía.


La cabeza de Shino Abúrame se balanceaba hacia adelante y hacia atrás mientras Tobi le cortaba la carne con un cuchillo. El hedor de sus desperdicios le llenaba las fosas nasales, mezclándose con el olor a sangre. Shino sintió nauseas en el estómago. Tanta sangre. Tanto dolor. Intentó reunir las energías para moverse, la fuerza para liberarse del poder del hechicero, pero fue en vano. Sólo podía permanecer allí, indefenso y temeroso.
Madara observó sin pestañear mientras la sangre fluía de la profunda cortadura que había inflingido en el antebrazo del muchacho.
—La herida no sana. Parece que una inyección no basta —dijo pensando en voz alta—. Quizás la sangre deba ser ingerida.
Extrajo otro frasco del bolsillo del abrigo, alzó la cabeza del joven y le acercó el frasco a los labios.
—Bebe esto.
Incapaz de resistirse, Shino Abúrame abrió la boca y tragó el denso fluido rojo y luego vomitó nuevamente. Se le escurrió por el mentón y el pecho, se esparció por la camisa de Madara, goteó de la mesa al suelo.
Maldiciendo, Tobi se retiró de un salto.
—Lo tragarás —dijo mientras extraía un tercer frasco del bolsillo y lo sostenía contra los labios del joven.
—Maldito —dijo Shino débilmente. Pero bebió el contenido del frasco.
—Le daremos un tiempo para que funcione —dijo Tobi mientras miraba el reloj—. Quizás uno hora o dos.
Desgarró la camisa del joven para obtener un jirón de tela y con eso amordazarlo, luego le ató las manos y las piernas a la mesa.
—Descansa mientras puedas —dijo Madara, y abandonó el sótano después de apagar las luces.
Al volver a la sala, estaba a punto de ir a la cocina por una botella de cerveza cuando sintió una ráfaga. Al dirigirse hacia la entrada pudo ver que la puerta estaba abierta. Frunció el entrecejo, reunió sus poderes y murmuró un encantamiento. Un momento después una imagen nebulosa cobró vida en el recibidor. La reconoció de inmediato. Naruto Uzumaki.
Madara refunfuñó suavemente. ¿Qué había estado haciendo Uzumaki allí?
Aún se hallaba considerando las posibilidades cuando una patrulla de policía se detuvo frente a la puerta. Dos policías, ambos jóvenes, descendieron del vehículo.
Tobi salió al recibidor.
—Buenas noches oficiales —dijo con una sonrisa afable.
—¿Señor Uchiha?
—Sí.
—Recibimos un aviso sobre gritos provenientes de esta casa.
—Debe haber un error. He estado aquí toda la noche y no he oído nada.
—¿Vive usted solo, señor?
—Sí, así es —sonrió nuevamente—. Los únicos gritos que se escucharon aquí esta noche fueron los provenientes de la televisión.
—¿Le importa si echamos un vistazo?
Madara negó con la cabeza.
—Adelante —dio un paso hacia atrás para permitirles la entrada.
Uno de los oficiales procedió a registrar la casa. El segundo permaneció con Madara con la mano apoyada sobre la culata de su revolver.
—¿Puedo ofrecerle algo para beber? —dijo Tobi— ¿Una taza de café o un refresco?
—No, gracias.
Tobi asintió con la cabeza. Escuchó los pasos del primer oficial a medida que se desplazaba dentro de la casa. No había nada de qué preocuparse. La puerta que conducía al sótano era invisible, estaba protegida por un encantamiento reciente que ningún mortal podría detectar.
Habían pasado cinco minutos cuando el primer oficial regresó a la sala.
—Vamos Yoshi, no hay nada aquí. Perdón por haberlo molestado Señor Uchiha.
—No hay problema. —Madara acompañó a dios dos oficiales hasta la puerta de entrada y los observó marcharse. Incluso los saludó con la mano cuando arrancaron el coche y se alejaron.
Y luego cerró la puerta y echó el cerrojo.
—Habrá que hacer algo acerca del señor Naruto Uzumaki —murmuró—. Algo permanente. Y doloroso.
Y luego sonrió. Quizás el Señor Uzumaki pudiese tomar el lugar del joven en el sótano.
Silbando suavemente, bajó las escaleras para ver cómo marchaba su último experimento.
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Mensaje por Leon Vie Oct 31, 2014 5:10 pm

La torpeza de Naruto le puede costar muy caro, quizo salvar a un ingenuo y el ingenuo fue él, que no pensó que muy probablemente Madara lo descubriría y que tal vez ocupe el lugar del infeliz hombre.

Lo que al parecer ni se imagina Madara es que Naruto es un vampiro, se va llevar una gran sorpresa.

Onion bye
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