Un trauma, o algo parecido [+16] [18/11/2013]

Título: Un trauma, o algo parecido

Género: Romance, drama, artes marciales, un poco de humor y surrealismo.

Público: , puede ser que suba a  si es así, lo remarcaré.

Advertencias: No utilizar el fic para publicar en otros sitios sin mi consentimiento.

Resumen:

"Así que... ¿Se ha abalanzado iracunda y rabiosa como si hubiera sido poseída por el mismísimo demonio, empezó a repartir golpes a diestra y siniestra llenándose de sangre y riendo maquiavélicamente, Señorita Haruno? "

"Es una versión tan exagerada como poética de la historia de los hechos, lo que me hace creer que el chico que se encuentra a mi lado necesita urgentemente atención médica, o lo próximo que nos dirá tendrá a ver con unicornios repartidores de arco iris."
"Los problemas vienen a mí, así terminé en gran parte de situaciones que prefiero no mencionar"

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Haruno Sakura, quince. Estatura media, pelo rosa y ojos verdes. Quinta hija de Kizashi Haruno. Tiene cinco hermanos, sí, todos hombres.

—Voy a ir.

—No lo harás.

Nuevamente, Sakura volvió a hacer la maleta con toda la ropa que Takaomi le había tirado encima de la cama.

—¡No puedes irte a Konoha!

Poniendo los ojos en blanco, Sakura resopló enfadada con su hermano. Esa era la cuarta vez que volvía a hacer la maleta.

—Dime una buena razón para eso.

Takaomi sacudió con su mano su pelo rojizo mientras se movía por la habitación soltando maldiciones.

—¿Una razón? ¡Te diré más de una razón! Hombres, hombres y más hombres.

El griterío había llamado la atención de los otros hermanos. Momohiro no sabía qué hacer con la masa de judías rojas que llevaba entre las manos mientras que Ryohei se había colado entre las piernas de sus hermanos para disfrutar del espectáculo en primera fila. Hakuou se ajustaba las gafas mientras le daba un pañuelo a Yoshiyuki murmurándole algo parecido a patético.

—Apuesto a por Sakura-nee —murmuró Ryohei.

—Yo siempre apostaré por Sakura-chan, pero realmente quiero que Taka-chan gane esta vez. No quiero que Sakura-chan se vaya. —Lloriqueando, agarró con fuerza el pañuelo y lo mordió de frustración.

—Ara, ara, no llores, Yoshi-nii, aquí tienes, un poco de anko.

—Momo-nii, al menos espera a hacer los daifuku.

Ryohei los hizo callar mientras metía un dedo en el anko y lo probaba.

—Pequeño demonio… —Susurró Yoshiyuki.

—Lloricón con complejo de hermana. —Le devolvió Ryohei.

—Ya lo sé, y eso me paró por un momento —ya que siempre había ido a escuelas femeninas— pero la beca y el sesenta por ciento más de posibilidades para entrar a la Universidad de Medicina de Konoha pesa más que ese trauma que os habéis empeñado a inculcarme.

—¿Pero justamente Konoha? —Refunfuñó ahora más tranquilo Takaomi.

—No está tan mal.

—Claro, hasta que lo convirtieron en una escuela mixta.

—Noventaicinco por ciento hombres. —Hakuou se ajustó las gafas y volvió a guardar silencio. Cuando ese par peleaban era mejor guardar la distancia.

— Ya has oído a Haku, eso quiere decir cien hombres y cinco mujeres, suponiendo que la escuela tenga…

— Quinientas siete personas contando  profesores.

—Exacto, eso significa…

—Menos de veinticinco mujeres en todo el instituto incluyendo las profesoras.

—¡Lo sabía, Hakuou, no me dejes como un tonto! —le gruñó.

—No le gruñas a Hakuou, Takaomi. —Momohiro lo señaló con la cuchara llena de pasta roja, regañándolo.

Ignorándolo, Takaomi se sentó de golpe encima de la cama de Sakura, haciendo que la maleta diera un bote y, nuevamente, la ropa voló por el aire y se desparpajó por encima de la cómoda.

—Bueno, hermanos míos, creo que el especial de Nekomon está a punto de empezar. —dicho esto Ryohei escapó, literalmente, del cuarto.

Hakuou lo siguió junto con Momohiro  y Yoshiyuki, quien todavía seguía llorando.

—¿Sabes algo, Takaomi? —Sakura dirigió una mirada helada a su hermano.

—¿Seguro que quieres hacerlo, Sakura? —La provocó igual de enfadado.

Sakura se tronó los dedos y se prometió que ella no volvería a hacer esa maleta por quinta vez… No, ¡la haría aquel sucio bastardo revoltoso!

—¿Señor? —dijo una linda abuelita —creo que algo está pasando en su casa. —La señora señaló la puerta de detrás de Kizashi mientras que con la mano libre dirigía un dango a su boca.

—No se preocupe, es solo que mi hija se muda a los dormitorios de una escuela y no estamos muy de acuerdo.

—Ara, ara, ¿usted tampoco, Haruno-san?

—Hai, y estaría allí arriba haciendo caos también, si no hubiera perdido en esa apuesta contra ella.

—¡Mierda!

—¡Vuelve aquí, shannaro!

—¡Maldita sea, Sakura, soy tu hermano, deja mis pelotas en paz!

—¡Sí, las dejaré en paz cuando las tengas colgando de tus orejas, idiota!

—¡Joder, Sakura, si te pones violenta delante de Ryohei lo vas a traumar!

—¡Ánimo, Sakura-nee! Uy, eso debió de doler, Taka-nii ¡Buen derechazo Sakura-nee!

—Creo que debería detenerlos…

—¡Ayuda!

—O mejor hablo con usted, buena señora.

— ¡Ahora haz la maleta que tú mismo me has desecho, o lo harás igualmente, pero castrado!

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-La calificación de edad del fic
-La fecha de la última actualización (hay que editarlo a cada capítulo que se suba)

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Capitulo 2

—Durante la última mitad del siglo XVI, algunos daimyō se volvieron tan poderosos e influyentes que podían manipular al shogunato a su conveniencia o incluso deponerlo. Un intento por deponer el shogunato se llevó a cabo en el año 1560 por parte de Imagawa Yoshimoto, pero su movimiento fue reprimido por Oda Nobunaga en la Batalla de Okehazama. En 1565, la alianza entre el clan Matsunaga y el clan Miyoshi intentó asesinar a Ashikaga Yoshiteru pero una serie de disputas internas pospuso su intento, hasta que en 1568 instalaron en el shogunato a Ashikaga Yoshihide sin embargo, fallaron en llegar hasta Kioto y obtener el respaldo y legitimación de la corte imperial por lo que…

—Kakashi-sensei.

Sakura gruñó con exasperación mientras miraba por el rabillo del ojo al rubio. Esa era la octava vez que interrumpía la clase y se estaba hartando. Suplicando para que se callara, Sakura se dedicó a mirar intensamente al profesor para que le contestara ya y lograra acallarlo.

—¿Sí, Naruto? ¿Qué quieres esta vez?

—¿No puedes saltarte esto? —Preguntó bostezando—¿Más bien, no puedes saltarte dos o tres siglos de aburrimiento?

Suigetsu rió su broma sin temer a ser regañado y Sai sonrió coqueto mientras guiñaba un ojo al aburrido sensei. Kakashi, por otro lado, arqueó su expresión formando una especie de sonrisa oculta mientras reía levemente.

—Claro, Naruto—El profesor pasó rápidamente las hojas de su libro y lo dejó abierto bruscamente en una de las páginas del final. —Bien, queridos alumnos, parece que hemos finalizado el temario sobre el Sengoku. —Prepárense para el examen de mañana—sacudió la mano—Sayonara, minna-san.

Sakura estuvo a punto de lanzarle el lapicero a la cara. Ese cabeza hueca había conseguido que les avanzaran el temario hasta terminar con uno de sus períodos y, lo peor, había conseguido que les dictaran la fecha para el examen del mismo tema, para mañana. Estúpido, repitió mentalmente.

El maestro cerró la puerta tras de sí y poco después sonó el timbre que anunciaba el final del período.

—¡Maldito imbécil! ¿Naruto, cuando aprenderás a cerrar la boca? —Le gritó Suigetsu.

—¿¡Qué!? Estaba aburrido.

—Eso no es excusa, ¡baka! —Lo insultó Suigetsu. —Mi madre me va a matar si suspendo siquiera un examen. —Ahora, el chico de ojos violetas se sentó derrumbado en su pupitre mientras lloriqueaba.

—Naruto… —Sai se acercó al rubio y lo miró lastimosamente. —Te quería mucho, pero ahora creo que más bien te odio.

—No sé si debería pensar en eso como un insulto o sentirme aliviado por no ser más uno de tus “hombres”. —Bromeó Naruto mientras estiraba un poco sus brazos.

Sakura lo miró con exasperación debatiendo por undécima vez esa mañana si sería algo malo estamparle los libros en su irritante cara.

Suspiró. Decidiendo olvidar todo lo sucedido e irse, Sakura metió todos sus libros en su cartera y colocó ordenadamente sus apuntes en una funda para después envolverlos entre sus brazos. Tendría que llamar a Hakuou para que le enviase los apuntes de ese temario, con suerte, no habría necesidad de pasar la noche en vela.

—Sakura.

Parpadeó mientras dejaba sus cavilaciones y observó los pozos negros de Sasuke. Sonrió inconscientemente. —Ohayou, Sasuke.

Sasuke le devolvió el saludo y le preguntó si podían hablar un segundo mientras le señalaba la salida hacia la recepción de los dormitorios.

—Claro, vamos.

Y mientras se alejaban, Naruto estuvo observando atentamente la escena con el ceño fruncido en una mueca de irritación.

Uchiha Sasuke, alguien al que había considerado un imbécil arrogante durante su estadía en la secundaria y al que todavía seguía considerado un bastardo insufrible conocía a la chica violenta de pelo rosa. Y por alguna razón, eso, lo molestaba.

—Naruto. ¿Me estás escuchando? —Preguntó Suigetsu mientras le fulminaba con la mirada.

—No realmente.

—Eres un idiota. —Le dijo ahora.

—¿Ah? —le miró sorprendido mientras se reincorporaba. —¿A qué viene eso, Suigetsu?

El chico de ojos violetas le sonrió maliciosamente —Oh, así que no lo sabes… ¿Qué debería hacer?

—Suigetsu, corta el rollo, no estoy para bromas. Ero-sennin va a sermonearme otra vez…

—¿Y de quién diablos es la culpa? —Sai entró a la conversación mientras se sentaba bruscamente al lado de Naruto.

—Sai… Tu forma de hablar da miedo. —Le dijo Naruto volteando a mirarlo.

El moreno chasqueó la lengua mientras gruñía a Naruto—Has hecho que mi amado sensei se enfadase conmigo. —Añadió mientras agravaba más su tono de voz.

—No es mi culpa. —Se defendió.

—Sí, sí que lo es. —Juugo, calmo como siempre, se añadió a la conversación. —Deberías haberte callado y dormirte durante la clase, como haces siempre. Pero hoy por alguna extraña razón no has parado de bromear. —Juugo no estaba enfadado, el llevaba repitiendo el curso dos años, y durante esos años, historia era lo único que sacaba buenas notas, sabía perfectamente el temario.

Naruto no contestó, simplemente frunció los labios e ignoró la mirada inquisitiva de Juugo.

—Keh, estúpido Kyuubi, solo te estás pavoneando enfrente de Kura-chan. —Suigetsu le escaneó con una mirada llena de malicia y le sonrió mostrando sus comlmillos.

El rubio enrojeció hasta las orejas. —¡Eso no es cierto! Solo que Kakashi me aburre y ya no se qué hacer para pasar el rato. —Naruto sacudió la cabeza y los brazos mientras se negaba una y otra vez.

Suigetsu rodó los ojos. —Claro, y la rabia que le tienes a Uchiha desde la secundaria es pura tensión sexual oculta.

—¡Suigetsu! ¡Diablos, deja de ser tan imbécil! —Aulló Naruto mientras se levantaba y salía corriendo del salón.

—Oh. ¿Has dado en el clavo entonces? —Sai arrastró la pregunta de forma curiosa mientras empezaba a ojear el libro de historia.
Suigetsu rió deleitado ante su nueva y entretenida diversión. —Naruto lleva peleado con Sasuke desde que se conocieron en la secundaria, no se muchos detalles, pero desde entonces pelean por cualquier cosa. —Sonrió maquiavélicamente—Y parece  ser que el que Kura-chan sea tan cercana a Uchiha le molestó un poco.

—Pero eso no justifica su comportamiento. —Juugo intervino con su grano de arena, haciendo reír a Suigetsu. —No capto la broma, Suigetsu.

Suigetsu solo siguió riendo.

—Solo piensa, Juugo, que el jefe ha sido golpeado con mucha fuerza por una fuerza misteriosa. —Misteriosamente, Sai usó un tono serio que no acostumbraba a usar.

Juugo y Suigetsu lo miraron con algo de temor, casi parecía normal

Por otro lado, apartados de las clases, Sakura andaba como podía detrás de Sasuke y sus agigantados pasos.

—¿Qué querías, Sasuke?

Una vez fuera del edificio escolar, y enfrente de los dormitorios, Sakura se había dado cuenta de la expresión severa de su amigo.

—¿Sasuke? ¿Pasa algo? —Ahora preocupada por la actitud de su amigo, Sakura se posicionó delante de él y le miró esperando respuestas.

El pelinegro ojeó un par de veces a su alrededor, nervioso. —Sakura, aléjate de ese dobe.

Sakura parpadeó sorprendida de que alguien como el tierno Sasuke-chan, que ella había conocido insultara a alguien. Aunque, pensándolo bien, había crecido y no sabía en qué circunstancias. —¿Quién…

—Uzumaki Naruto. —Intervino antes de que le preguntara—Aléjate de él. Totalmente. Dos, no, mejor diez metros de distancia como mínimo, Sakura-nee.

Sakura sonrió ante el apodo cariñoso de Sasuke, antes, cuando todavía eran niños, Sakura había sido una gigantona, la niña que protegía a todas las niñas y niños que lo necesitaban, ganándose así el sobrenombre de “Onee-chan”.

—Prométemelo, por favor.

—No es que no quiera prometértelo, Sasuke. Pero me siento a su lado, voy a su misma clase, y adivina, estoy segura que está en alguna de las habitaciones que están debajo de mis pies. —Sakura suspiró, dándose cuenta que se lo encontraba hasta en la sopa. —Es un poco imposible para mí estar alejada de él.

Sasuke pareció entenderlo, aunque no quitó su cara de enfado. —Olvídalo, ha sido tonto decirte esto, pero ese tipo es peligroso y estoy preocupado.

—¿Es tan peligroso? Solo es un idiota, puedo manejarlo.

—No somos niños, Sakura, ahora los chicos tienen más fuerza que tú. —Ante la expresión de incredulidad de Sakura, Sasuke relajó un poco su expresión—Eso no ha sonado bien, pero lo que quiero decir, es que aunque seas más fuerte que la mayoría de chicos y hombres que hay por aquí, no todos serán igual de justos y compasivos que tú. Y eso te hace débil.

Sakura resopló. —Aunque puedas tener razón, no parece el tipo de chico que ataca por la espalda. Más bien me parece muy directo.

Sasuke frunció el ceño— Ten cuidado igualmente, ¿de acuerdo? Y no seas orgullosa, si necesitas ayuda dímelo.

—Lo prometo. —Sakura aceptó a regañadientes, pero bastó para tranquilizar a Sasuke.

Finalmente, la expresión de Sasuke volvió a ser tan afable como recordaba—De todas formas, Sakura ¿Cómo es que has terminado en la clase S?

La joven de ojos verdes sonrió abundantemente. —Oh, esa historia es bastante divertida.

Naruto observaba a la pareja reír despreocupadamente. Y algo rugió en su interior. No tenía hambre, así que supuso que sería enojo.

Esa mujer… Primero le golpeaba, después lo inutilizaba enfrente de su peor enemigo para después saltarle encima dándole un afectuoso abrazo a ese teme, y ahora, tenía la desfachatez de irse con él a charlar y reír como si se tratara de una muchacha enamorada…

Chasqueó la lengua enojado.

Sí, era verdad que Haruno había tenido algo de razón cuando le dijo el motivo de sus golpes, pero no significaba nada ahora. El había querido disculparse con ella. Después de todo, casi la había insultado en sus narices, y sin conocerse. Y él sabía muy bien lo que era ser insultado por desconocidos. Y bien, quizás la pelirrosa había querido ayudarle cuando el grupo de imbéciles lo había rodeado y golpeado, y quizás por eso se merecía una disculpa.

Por eso había querido relajar el ambiente con ella. Pensó que si hacía unas cuantas bromas en clase ella reiría con él y podrían darse el título de compañeros.

Pero no había funcionado, había visto en sus ojos las ganas de aventarle algo encima cuando Kakashi-sensei había declarado un examen para el día siguiente.

Entonces había aparecido nuevamente ese teme. ¿Qué tendría él con Haruno? Y eso, decidió, era la única razón que tenía importancia en ese momento.

Sasuke Uchiha era su enemigo por eso, Sakura Haruno también lo era.

El examen había durado dos largas horas. No sabía cómo, pero Kakashi había conseguido permiso para eso.

Había sido relativamente fácil para Sakura. Ella, el día anterior, había dedicado seis horas al estudio, una por cada tema, y había bastado para ella.

Así que, al acabar el examen, extendió los brazos estirándose como un gato satisfecha con ella misma.

Su aura de pequeña felicidad no se parecía en nada a la del resto del salón.

—Naruto… creo que lo dije en algún punto del día de ayer pero te lo repito por si no te ha quedado claro. Te odio. —Suigetsu se derrumbó sobre su mesa y empezó a golpear con desesperación la mesa con un puño. —Mi madre me va a matar cuando se entere de esto.

—Cállate, Suigetsu. —El rubio sentado a su lado estaba golpeándose la cabeza ligeramente contra el pupitre.

Sai se levantó y salió del aula como si de un alma en pena se tratase y cerró la puerta con un seco golpe.

Sakura los observó durante un rato y después se levantó, no tenía que tenerles lástima, después de todo, se lo habían buscado.

Con ese pensamiento en mente, Sakura dejó la clase y se dirigió hacia los dormitorios, hoy era viernes, y disfrutaría de su tarde libre.

Caminar por los pasillos la puso de mal humor. Parecía que los alumnos todavía no habían olvidado que había lanzado a Uzumaki Naruto por los aires. Si era verdad que prefería que todos esos hombres se apartaran de su camino, eso no significaba que le gustase que algunos de esos mismos hombres la siguieran pensando que no los veía.

Gruñó enfadada y aceleró el paso hacia la enfermería, iría a preguntar por algo que le hiciera desaparecer el dolor de cabeza.

No quedaba muy lejos de donde estaba, solo debía subir al piso de los de segundo año y estaría todo arreglado.

Cuando estuvo allí, realmente deseó desaparecer. Decenas de miradas masculinas se fijaron en ella y la mantuvieron allí. Un escalofrío se pegó a su cuerpo y la hizo tensarse.

Decidió darse prisa y dribló entre los cuerpos masculinos de los mayores, cuando estuvo enfrente de la puerta blanca, prácticamente se lanzó contra ella y entró en la sala cerrándola rápidamente.

—Perdón yo he venido a…

Sin acabar lo que iba a decir, Sakura se quedó helada mirando fijamente a la persona encargada de la enfermería. No podía ser nadie más. Llevaba una impoluta bata blanca, estaba sentado despreocupadamente con una taza de café en su mano izquierda y le miraba igual que ella lo miraba a él.

Lo oyó maldecir. Bien, parecía que no era la única sorprendida en ese lugar.



Naruto ya se había arrastrado hasta la puerta de la institución y ahora se encontraba deambulado entre el camino de los dormitorios que cruzaba el bosque.


Estaba cansado y solo tenía ganas de echarse en la cama y dormir.

—Oye, Kyuubi.

La voz de un tipo desagradable le hizo girar la cabeza hacia él. Lo observó aburrido. Segundo o tercer año. No estaba seguro y tampoco le importaba demasiado. Estiró el cuello e hizo tronar los huesos de sus manos mientras sonreía maliciosamente.

—Perece que podré relajarme un poco, después de todo.

Algo en su mirada enrojeció con ardiente anticipación. Su contrincante no estaba solo, detrás de él había cinco más, todos con pintas de delincuentes.

El primero en atacar fue uno de los subordinados, llevaba un pañuelo envuelto en la frente, levantando su pelo teñido y apartándolo de su cara, dándole la oportunidad a Naruto de darle sin ningún problema.

El Uzumaki los miró impasible y sin ninguna emoción. Le gustaba pelear, las batallas y la lucha. Su sangre ardía cuando enfrentaba a oponentes fuertes, cuando se encontraba con un desafío. Cuándo eso pasaba, se olvidaba de todo, la soledad y la desesperación desaparecían y solo quedaban los agradables impulsos de la batalla.

—¿Eso es todo? —Sus labios se fruncieron en una sonrisa para nada inocente y miró al jefe. —¿Sabes quién soy? —Preguntó con burla.

—Por supuesto, el patético Kyuubi, el más débil de los cuatro grandes, el auto nombrado jefe de la Zona Sur… —El sonrió con burla. —Un tipo que fue vencido por una niña de pelo rosa.

Naruto se molestó cuando oyó eso. ¿Cómo se atrevía? Estaba acostumbrado a ser llamado el más débil de entre los cuatro grandes. Qué demonios, hasta le daba igual. Nunca los había conocido y nunca se habían enfrentado. ¿Joder, cómo iban a saber quién era el más fuerte?

Naruto se abalanzó a por el jefe y se vio retenido por sus perros. Uno consiguió golpearlo haciéndole sangrar el labio, pero él estaba seguro que le había roto la nariz.

Enfadado a más no poder, Naruto derrotó a las sombras y después se dirigió a una lucha contra el imbécil que había hablado de él de esa manera.

Le encajó unos cuantos buenos golpes, pero él también le había propinado unos cuantos, sus nudillos empezaban a arder de forma familiar.

No se detuvo, continuó golpeándolo hasta que se derrumbó sobre la tierra.

Se lo merecía.

¿Cómo se atrevía hablar así de…

¿Sakura?

Ante la repentina aparición de ese nombre en su mente sacudió la cabeza, enfadado consigo mismo.

Un quejido se escapó de su garganta, su cabeza le dolía, también sus nudillos. Iría a la enfermería, Allí lo vendarían y le darían algo para el dolor.


Sakura todavía estaba allí, de pie y petrificada mientras miraba al también petrificado doctor.

—¿Takaomi?

Lo señaló con un dedo, incriminándolo.

El se tapo los oídos para no escuchar la voz de su hermana.

—Cálmate, Sakura.

—¿Qué me calme dices? ¡Joder, no! ¿Dónde has escondido al médico? Espero que no lo hayas amordazado solo para venir a controlarme… —Su cara se congeló. —Entiendo que seáis tan protectores conmigo… Bueno, no lo entiendo. Pero esto ya ha ido demasiado lejos.

Takaomi observó a su hermana mientras divagaba en una fantasía que tenía poco de verdad.

—Trabajo aquí. —Acabó.

—Por eso no puedes… ¿Qué?

—Que trabajo aquí, enana. Como asistente del médico escolar. Estoy en un programa de prácticas para enfermería.
Sakura lo observó fascinada durante un buen rato sin salir de sus ensoñaciones.

—¿Estudias medicina?

Sakura no podía creerlo. ¿Su hermano asistiendo regularmente a clases universitarias? Simplemente era una visión que nunca se habría imaginado.

El rostro de Takaomi se sonrojó levemente.

—¿Algún problema con eso? Lo pago con mi propio dinero, y tengo una beca por estudios así que no afecta a los demás.

Nuevamente, Sakura se quedó callada observando a su hermano.

—Eres estúpido, Taka-nii.

Los ojos esmeraldas de su hermano la fulminaron. Pero no dijo nada.

—Podrías haberlo dicho, te habríamos apoyado en todo. ¿No lo sabes?


—No sois algo en lo que deba apoyarme. —Musitó molesto. —Es mi futuro y mi camino, así que también será mi esfuerzo. Puedo hacerlo solo. —Terminó.

Sakura se sintió triste. Siempre había pensado que ella era la que mejor comprendía a Takaomi, siempre aislado y solitario. Era el típico chico malo que recogía gatos abandonados en secreto y se sonrojaba por ello.

—Somos una familia, Taka-nii. No somos un apoyo, somos parte de tu fuerza, y tu deberías saber eso, baka.

Ella lo regañó. Y después le dio un beso en la frente.

Sonrió al ver nuevamente la mueca de fastidio que lo caracterizaba, aunque esta vez sus orejas estaban de un furioso rojo.

—Eres tan adorablemente tierno, Takaomi. —Sakura se burló de su hermano mayor mientras le apretaba la mano.

El nombrado chasqueó la lengua y pareció querer cambiar de tema. Poco después, Sakura se marchaba y abría la puerta de la enfermería con unas pastillas para el dolor de cabeza entre las manos.

Una vez cerrada la puerta, giró sobre sus talones, encontrándose con un magullado y alterado Naruto… Y sonrojado también.

—¿Uzuma…

—¡No he oído nada! —Chilló el Kyubi tapándose los oídos. —¡No he visto nada!

Sakura frunció el ceño ante el absurdo comportamiento del rubio. ¿De qué hablaba? —¿Qué diablos…

Nuevamente, Sakura fue interrumpido por la estridente voz del chico.

—¡He dicho que no sé nada!

Después del último grito Naruto salió corriendo dirección a los dormitorios dejando totalmente estupefacta  a Sakura.

¿Qué acababa de pasar?