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UNA CITA EN EL INFIERNO.(mina-kushi) (+16) one-shot, terror. 30/08/13
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UNA CITA EN EL INFIERNO.(mina-kushi) (+16) one-shot, terror. 30/08/13
un shot naru-kushi pero esta vez con Zombie pululando por ahi. estuve bastante complicado para hacerlo pero debo decir que quedo mejor de lo que esperaba inicialmente. espero sus opiniones...saludos.
UNA CITA EN EL INFIERNO:
Cuando las alarmas sonaron por todo el lugar, los hombres y mujeres descuidados en sus descansos dejaron todo lo que estaban haciendo parar cambiarse, vestirse, armarse y atender el pitido infernal de la sirena roja que era como un grito en la oscuridad. Siempre antecediendo a las desgracias. El grupo corrió a más o menos velocidad por los pasillos abandonando las instalaciones del cuartel. Directo al salón de reuniones donde se recibían las ordenes. En 5 minutos estuvieron listos, eran los mejores, los más calificados, los de mayor rendimiento en misiones de todo tipo. Aun así, jamás imaginarían el horror que esa mañana anunciaba comenzar.
El escuadrón se ubicó frente a su capitán. Todos vestidos, armados y preparados para cumplir su deber. Frente a ellos estaba su líder. Tal vez uno de los hombres que más admiraban en la tierra.
-¡Escuchen! –Dijo con voz firme pero serena, el capitán de escuadrón Minato Namikase- se declaró alerta amarilla hace 1 hora. Somos uno de los tres equipos que recibieron el aviso de responder a la amenaza.
Todos los soldados se cuadraron firmes. Cuando el capitán estaba así de serio los problemas podían calificar para catástrofe. Minato Namikase era el mejor, y por consiguiente siempre entendía los riesgos que los demás nunca vislumbraban hasta ser muy tarde.
-En 15 minutos abordaremos… -continuó el líder- un helicóptero de trasporte nos acercara a nuestro objetivo. Los quiero a todos listos en este instante, armados para todo riesgo. La situación estoy seguro, ameritara que usemos fuerza mortal.
No hubo más palabras, no hubo comentarios, bromas o sonrisas. Cuando Minato Namikase los llamaba, cuando los conducía hacia cualquier infierno en particular. Ellos, los integrantes del escuadrón de infantería ligera, respondían como lo que eran. Soldados de la elite. El gobierno japonés había estado en alerta amarilla casi todo el mes. Todas las tropas estuvieron acuarteladas a la espera de una orden para emprender a la marcha. Las noticias traídas por el internet y los variados tipos de comunicaciones satelitales, dictaban de ataques terroristas en cada capital importante del mundo.
No eran bombas como siempre. El modo de operar había cambiado. Algún tipo de virus esparcido en ciertos individuos causó el terrible efecto que se profetizaba en los textos sagrados de las religiones. “Los muertos revivirán” se decía, y efectivamente eso estaba ocurriendo.
Cuando el escuadrón abordó el helicóptero de trasporte, sentados en dos filas enfrentadas los soldados se alinearon dejando al capitán cercano a la puerta. Todos en silencio, alistando sus armas particulares y tratando de ganar concentración para lo que vendría. La mayoría sospechaba que el incidente al que eran enviados era un ataque terrorista. Los noticieros y la inteligencia militar habían informado durante días lo parcialmente sucedido en las capitales de estados unidos, Francia, gran Bretaña y Alemania.
-Capitán….-dijo con su voz neutral pero siempre respetuosa el teniente Hatake Kakashi- me gustaría saber a qué atenernos.
Todos los integrantes del escuadrón voltearon a ver a Minato. El capitán se mantuvo impasible, sabía que tenía la obligación de darles detalles sobre la misión. Pero tenía la impresión que entre menos supieran, tal vez a la larga sería mejor. Muchas veces era mejor no dar tiempo a los hombres para tener miedo. En el campo de batalla reaccionarían instantáneamente. Pero si de entrada temían, sería más complicado. Sin embargo, sus hombres jamás le habían fallado, no tenía ni una razón para dudar de ellos. Aunque en este caso en particular, el propio capitán tenía poca información.
-Descenderemos a 140 kilómetros de Kioto…-anunció sin más preámbulo- nuestra misión principal es evitar que la infección se extienda. El reporte enviado a nuestro escuadrón, indica que una instalación civil se ha visto atacada. No sabemos la situación al completo, recibiremos los parámetros al llegar.
Dichas estas palabras, Minato simplemente volvió al silencio. Sus hombres comprendieron que no le sacarían más información hasta que no aterrizaran. Solo los ruidos de cargadores revisarse y recolocarse. Y los cuchillos desenfundarse para comprobar su utilidad adornaron los siguientes minutos hasta llegar a destino.
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Tres edificios con no menos de 10 pisos en altura. Las estructuras formaban un triángulo en el centro de una población pequeña. Alrededor de ese complejo se levantaba una serie de vallas para seguridad. Cuando el escuadrón descendió en las afueras, el combate hacía rato que había empezado. Parte de la guardia nacional, policía local, ejército de varias ramas hacían frente al enemigo con todo el poder que tenían a mano. El escuadrón dorado de infantería puso pie en tierra, y fue atacado casi al instante.
-¡grupos de 4! –Advirtió el capitán parándose junto al oficial médico, el de comunicaciones y el sargento encargado de explosivos- ¡fuego a discreción!
El escuadrón dorado de infantería contaba con 30 elementos que habían entrenado para todo conflicto inimaginable. Pero nadie podía estar preparado mentalmente para lo que veían en esa zona de desastre. Tres “hombres”, al menos en aspecto devoraban a dos soldados del escuadrón de respuesta rápida que había llegado hace media hora. Muchos civiles, anteriormente personas comunes y corrientes, se debatían por las calles babeando sangre por la comisura de los labios y gruñendo salvajes arremetían contra los que aun conservaban la vida, tratando de devorarlos. El fuego y las luces del atardecer enseñaban el horrible aspecto de estos seres que no hacían otra cosa que comer de los cadáveres y atacar a quienes tuvieran en rango de visión. Algunos se movían lento, como recién despertando de la muerte. Otros más acostumbrados a su nuevo estado arremetían rabiosos encajando balas de armas automáticas como si fueran dulces. Generalmente solo se detenían para arrodillarse junto a un cuerpo caído y saciar su apetito voraz. Solo eso parecía llamar más su atención que los que aun conservaban la vida.
-¡UNA BARRERA! –dio un grito el capitán Namikase a sus hombres, que no se atrevían a avanzar más allá de su posición inicial donde antes había estado el helicóptero- ¡UNA BARRERA! ¡FUEGO!
Los soldados desarmaron los grupos de a 4 para colocarse en dos filas. Una línea, la de adelante puso una rodilla en tierra y recargó sus armas mientras la segunda hilera parada justo detrás de ellos abría fuego contra todo lo que se movía. Enseguida la primera fila complemento el ataque y la barrida fue tan precisa como rápida. Las criaturas que habían destrozado al equipo de respuesta táctica llegado al inicio, cayeron arrasados por la precisión de escuadrón dorado. Algunos soldados de la guardia nacional y de la policía salían heridos entre los cadáveres de Zombis rogando por ayuda a los médicos.
-señorita Nohara….-declaró el capitán mirando a los heridos acercarse- su turno.
La oficial medico Rin Nohara Asintió a su líder y guardando su pistola en la cartuchera se dispuso a sacar sus paquetes de emergencia mientras dos soldados rasos apoyaban de cerca sus movimientos. De tantos cadáveres y ríos de sangre era un milagro ver salir algunos con vida. Minato pensó rápidamente que al menos podría informarse con ellos sobre la situación real. Era evidente que desde los altos mandos militares no le habían dado la información completa y necesaria sobre el incidente. Este virus no era como la viruela precisamente. No servían las máscaras de gas sino las balas para detenerlo. ¿Qué más le habrían ocultado?
-Teniente Tanaka….-ordenó el líder- quiero que vaya por el lado sur para verificar el estado de la entrada al complejo. –El teniente hizo la señal del saludo confirmando haber captado el mensaje- llévese 3 hombres y tenga precaución. No se puede razonar con quien desea devorarlo.
Lo implícito del comunicado era obvio. Disparar a cualquiera que lo atacara. La infantería no era un bisturí que cortaba solo lo necesario. Era una espada, filosa y peligrosa entre civiles. No había tiempo para ser… “civilizados”
-Teniente Hatake…-dijo finalmente Minato- su trabajo hasta nuevo aviso es apoyar a la oficial medico e interrogar a los heridos para obtener información de logística. –Kakashi asintió y se acomodó con tres hombre dando cobertura a su compañera Rin para que nadie venido desde lejos la molestara, mientras Minato seguía hablando al resto de sus hombres- Uchiha ven aquí…- el moreno obedeció acomodando sus gafas de visión nocturna como una vincha- quiero que uses tu magia para darme planos sobre el complejo y todo dato de utilidad para saber cómo entrar, y sobre todo de qué manera salir en pie.
Obito Uchiha se acercó a una cabina donde antes de todo el incidente los guardias exteriores a los edificios habían hecho vigilancia, y dispuso su computadora de bolsillo para infiltrar el sistema de local. Se veía bastante afectado por la reciente masacre, Minato sabía que su mejor hombre en comunicaciones no era alguien de estómago duro. Pero era el mejor para sistemas de computadoras complejos. Así que lo tenía entre sus mejores elementos aunque pelear no fuera su arte. En 5 minutos Obito abrió la seguridad y se infiltró en el procesador central que controlaba todo.
-Es un laboratorio gigante capitán….-anunció sin despegar los ojos de su pantalla- casi 700 personas trabajan en él y no está registrado como un complejo militar, pero sus fondos de financiación vienen de….-la información surgió en la pantalla….
-(“Corporación amanecer asiático” –pensó Minato al leer- es la cuenta en negro del gobierno japonés. Una tapadera para lo no oficial. Maldita sea, en que lio estamos metidos).
-Ordene capitán…-le anunció Obito al verlo perdido en sus pensamientos.
-Comunícate con la base central…-le ordenó Minato- código de seguridad 4545, nombre clave: Yondaime. Envía este mensaje encriptado: “situación de infección fuera de control, posible consecuencia letal. Perímetro desbordado, complejo interno perdido. Enviar instrucciones para proceder”. Es todo Obito.
Minato se distrajo de las comunicaciones para revisar el asunto de los heridos. De los 5 hombres que fueron atendidos por el oficial médico, tres estaban muertos y los otros agonizaban. Minato descanso su rifle de asalto sobre la espalda girándolo por la correa y parándose a dos pasos de Rin, solo le hizo una seña para que informara:
-Tres de ellos murieron aunque dos ni siquiera tenían heridas serias. –Dijo completamente confundida la joven médico- tienen fiebre alta, signos de inanición y las heridas no cicatrizan con normalidad.
-Hatake…-Kakashi miró a su capitán cuando escucho su apellido- dime que averiguaste.
-Uno de ellos trabajaba en el primer piso del edificio A. –declaró el peliplateado seriamente como siempre- dijo que esas cosas salieron de las escaleras y los ascensores. Vinieron de adentro capitán. Esas cosas vinieron de adentro.
Obito Uchiha se acercó a su grupo cerrando su computadora y Minato lo observó con preocupación oculta. Se lo veía pálido, las noticias no eran buenas seguramente.
-Se nos ordena ingresar a los laboratorios capitán. –Dijo atemorizado- dos objetivos principales. Haruno Kizashi, Haruno Mebuki. Rescate, cobertura y extracción del lugar. Se supone que están aislados junto con una veintena de científicos en algún lugar del piso 9 en el edificio B.
-¿nos enviaran refuerzos?-pregunto Minato aunque ya conocía la respuesta, Obito simplemente lo negó con un gesto.
-es una locura….-dijo el sargento Hoshi que escuchó todo.
-¿Algún problema sargento? –señaló el teniente Hatake que no estaba dispuesto a permitir que pusieran en riesgo la autoridad del capitán.
-No señor….-dijo irónico- me encanta visitar el infierno en esta época del año.
Los soldados estaban en tensión, Minato lo podía ver y aunque no lo demostraran algunos, a nadie le gustaba la idea de enfrentar a esos monstruos. El capitán Namikase era un correcto administrador de sus recursos, pero sus hombres lo respetaban por sobre todo. Y ese respeto surgía de un soldado que jamás sacrificaba a sus hombres inútilmente. Él era el primero en la línea de fuego, el primero en tomar los máximos riesgos, y jamás desprotegía a los suyos. Pero ordenes eran órdenes.
Y las puertas del infierno se abrieron para ellos…
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Nueve pisos de sangre, gritos y muertes. Nueve pisos infestados de ellos. Los que antes eran militares, guardias de seguridad, científicos, doctores en amplias gamas de especialidades. Ahora eran caminantes que babeaban, escupían, y devoraban a todo ser vivo que pudieran tener a la mano. El escuadrón de Minato estaba listo para todo, pero los laboratorios tenían partes de oscuridad, ascensores caídos, fallas de energía, escaleras abarrotadas. Cada piso era el caos, en cada piso estaba la muerte.
Mordieron a un par de soldados, fue inevitable. Luego otro, y alguno más. Destrozaron a tres hombres que atraparon incluyendo al sargento Hoshi, en un cuarto que parecía vacío e inocente. Los gritos, la desesperación, los disparos y las explosiones ganaron terreno. Fue muy difícil, pero para cuando el escuadrón dorado puso pie en el noveno piso, solo quedaban 7 de los 25 que ingresaron.
La oficial medico Rin Nohara estaba histérica. Sus amigos habían sido masacrados sin que ella pudiera salvarlos. Una mordida y quienes habían sido sus compañeros se trasformaban en algunas horas o minutos, en monstruos caníbales. Ella ya lo había presenciado cuando los heridos que murieron en sus manos afuera del edificio, se levantaron de improviso y de no ser por Kakashi y Minato que todos hubieran muerto. Sobre el final del terrible ascenso, el teniente Hatake fue herido. No fue una mordida con lo cual tenía oportunidad, pero la oficial medico estaba fuera de control. El capitán Minato Namikase aun lideraba a sus últimos 6. Fuera del complejo, Obito Uchiha de comunicaciones y 4 de respaldo monitoreaban todo el movimiento del equipo. Sin los mapas de Obito, nunca hubieran podido avanzar tan rápido en la penumbra.
-una perdida….una terrible perdida…-balbuceaba rin – todo nuestro escuadrón….casi todos por dos civiles solamente. ¡Dos idiotas que ni siquiera sabemos si aún viven!
-noveno piso capitán…- dijo jadeante uno de los soldados que al frente del equipo- laboratorios.
El lugar estaba cerrado, puertas con códigos y llaves magnéticas. Sangre en el piso, las paredes, el techo. Cuerpos por doquier. Muchos soldados se perdieron por caminar entre supuestos muertos que luego volvían. Mordidas que luego se infectaban y así la cadena de desgracias no tenía fin. Minato y dos de sus hombres revisaron las primeras oficinas y las salas abovedadas. Kakashi que estaba herido en una pierna era vigilado por Rin y el resto del equipo.
Les tomó casi una hora sortear a los “habitantes” para alcanzar la zona protegida del laboratorio. Encerrados en ese lugar, los doctores Kizashi y Mebuki Haruno esperaban ser rescatados del horror. Con esa pareja había unos 7 científicos que trabajaban en la zona. La única maniobra que atinaron cuando los zombis tomaron el control del edificio fue encerrarse tras las puertas magnéticas a riesgo de no poder salir por falta de electricidad. Las criaturas podían ser tenaces y de un apetito insaciable. Pero no sabían usar puertas complicadas. Volvían de la muerte sin la capacidad craneal que los acompañó en vida. Una gran fortuna ciertamente.
Luego de ingresar los de infantería conducidos por Minato. Volvieron a cerrar las puertas para evitar intrusos mientras tomaban un pequeño descanso. Kizashi fue el primero en acomodar algunas camillas improvisadas para atender a los soldados. No solo intentaba curarlos y con esto agradecer que vinieran por su esposa y demás. Tenía que revisarlos para comprobar que no se dormirían y rato después intentarían devorarlos a todos. Si fueron mordidos, si el rescate fue infectado, todo estaría perdido.
-doctor Haruno….-dijo Hatake Kakashi cuando notaba que lo revisaba sobre la camilla con demasiada intensidad- ¿Qué busca?
-lo lamento mucho soldado…-se disculpó el hombre de bata blanca y peculiar cabello rosado- pero debo comprobar que no intentara comernos a todos.
-la herida se produjo cuando estallaron los vidrios de una puerta junto a mi…-señaló impasible el peliplateado que portaba una máscara- mi pierna está herida pero de ninguna manera estoy muerto. Aunque el problema aquí….son las municiones. ¿Verdad capitán?
Minato observó a su soldado más fiel e inteligente. Kakashi tenía razón, nueve pisos habían desgastado las municiones al punto del agotamiento. Los mejores tiradores tenían un cargador de reserva. Habiendo perdido tres de los cuatro y contados también los que tomaron de los compañeros caídos. Rin estaba sentada en un rincón, abrazada a sí misma, Minato jamás la había visto perder así el control. Había gritado en la oscuridad de una manera que jamás creía posible. El capitán tenía miedo, era una experiencia nueva y completamente arrolladora. Todos tenían miedo en alguna ocasión pero por primera vez era Minato quien no sabía cómo contener ese sentimiento atroz. No le habían informado de esto, no estaba preparado para este horror. Su escuadrón estaba diezmado y las comunicaciones interrumpidas por alguna razón. Desde que entraron al piso 7 que no podían comunicarse con Obito en las afueras.
-vamos a morir….-susurró Rin aterrorizada- todos vamos a morir. Estas cosas escaparan y Japón, así como el resto del mundo…
-Eso no pasara….-dijo la doctora Haruno- si bien es cierto que aún persiste el problema de estar atrapados. Si acaso lográramos salir…
-¿Qué pasaría? –preguntó Minato tratando de distraer la mente del miedo.
-Encontré la fórmula para detener la infección. –Sonrió con cierta timidez Mebuki- su…supongo que por esa razón enviaron por mí.
-¿Existe una cura? –señaló sorprendido uno de los soldados a lo que los demás en el cuarto se acercaron más a la doctora- ¡¿realmente se puede salvar a las personas?!
-No señor…-indico Kizashi- lo que hemos diseñado es una vacuna. Inyectar con nuestra formula a cualquier persona sana, previene que las mordidas de los caminantes, produzcan el cambio.
-Para prevenir….-balbuceó uno de los científicos- ¿Por qué no se avisó a los integrantes del laboratorio? Teníamos 200 personas trabajando en esa fórmula.
-Avisamos hace casi un mes de nuestro descubrimiento. –Señaló Mebuki- necesitábamos hacer pruebas en humanos. Cuando las noticias sobre las tragedias en América y Europa comenzaron a sonar fuerte, el gobierno…
-las pruebas comenzarían en breve, -finalizó Kizashi interrumpiendo- pero cuando trajeron al voluntario…
-la mujer voluntaria…..-complementó Mebuki- no era precisamente voluntaria.
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El décimo piso no parecía ser parte de los laboratorios. Era una sección de ingeniería y oculto por las visibles maquinarias que proporcionaban energía, otros recursos valiosos, había una sección de laboratorio secreta. Una sección que tenía celdas. Minato había guiado a los suyos no solo para proteger a los Haruno, sino para encontrar algunas respuestas. No podían volver a bajar piso por piso sin estar medianamente informados sobre el enemigo. Los Haruno parecían saber más de lo que decían, si querían ir a esas celdas, era por el momento un buen plan.
Luego de pasar algunos controles de seguridad sin personal. Minato y los suyos tuvieron que exterminar a 4 científicos que yacían convertidos en zombis por la zona. El nivel de celdas era pequeño, apenas 6 cubículos. Minato sin embargo podía notar que cada “celda” estaba bien reforzada. Los Haruno fueron a la última sin detenerse por el estrecho pasillo. Dos de los soldados estaban siempre un paso por detrás de ellos. Protegiéndolos personalmente.
Abrieron la celda con el código que previamente conocían. La puerta corrediza se movió rápidamente y dentro el cuarto era totalmente blanco. La mujer dentro del lugar estaba encadenada como un animal. De rodillas en el suelo, los brazos extendidos a los lados y pesados grilletes en sus muñecas y tobillos. Su cabeza estaba con la mirada hacia abajo. Tenía un largo cabello color rojo intenso adornándola. No se podía ver su rostro, pero esa cabellera abundante le daba el aspecto de una fiera enjaulada. Mebuki Haruno no dudo un segundo en ingresar, los demás se mantuvieron afuera por señas de Kizashi. Aparentemente la prisionera era muy peligrosa aun maniatada de esa forma cruel.
-Mebuki-chan….-dijo con voz armoniosa como si recibiera una visita social- que gusto que me visites.
-Kushina….-susurró la rubia seriamente- la situación se ha salido de control.
-pero por supuesto que si – anunció alegremente sin levantar la cabeza- les advertí a todos que eventualmente sucedería. Solo era cuestión de tiempo. Por cierto… ¿has venido con alguien más a verme?
-Kushina no tenemos tiempo…-dijo Mebuki- te necesitamos para…
-doctora Haruno… -interrumpió Minato- ¿se puede saber quién es ella?
-huuy….-una leve sonrisa se podía notar en su cascada de cabellos rojos- soldado de infantería. Por su uniforme de misión diría que es como mínimo un capitán. –luego de esas palabras negó suavemente con la cabeza en señal de burla- poco apreciado entre los altos mandos si lo envían a morir contra los podridos. (Pero aun así, está muy guapo)
-¿Cómo sabe lo que pasa afuera? –se preguntó en voz alta uno de los soldados sorprendido.
-fácil niño…-admitió la pelirroja elevando su bello rostro con esa sonrisa de soberbia encantadora- la razón por que están en esta celda pidiendo mi ayuda, no puede ser otra que una horda de podridos zombis arrasando todo a su paso.
-¿Quién eres? –preguntó Minato serio mientras Mebuki intentaba encontrar la manera de liberarle los brazos a la prisionera.
-me llamo Kushina Uzumaki –cabeceó en indicativo de saludo a todos- pertenecía hasta hace pocos meses al servicio secreto japonés. Me cesaron cuando comencé a interponer mis propios intereses por sobre las órdenes del gobierno. Que más decir….-sonrió suavemente- a veces se gana, a veces se pierde.
“servicio secreto” pensaban los soldados. Esa mujer había sido una espía. Seguramente retirada de la actividad por algún acto desleal. Comerciaba con información, o tal vez la descubrieron trabajando para otro país. Eran problemas difíciles en otros tiempos, pero en el nuevo mundo zombi. Una mujer con entrenamiento militar e inteligencia estratégica podía ser un arma para no despreciar. Los soldados no decían nada, pero les intranquilizaba un poco que esa mujer de cuerpo fino y sexi, estuviera maniatada de una manera tal que pareciera un peligro de holocausto. Kushina lo notó en los rostros frente a ella. Estaba entrenada para leer los lenguajes gestuales a conciencia. Y tuvo que hablar para que no malinterpretaran la situación y decidieran dejarla allí atada.
-lamento las cadenas, -dijo alegremente- sucede que no soy afectiva a las agujas. Mucho menos a las inyecciones que contienen el virus que se está comiendo al mundo. Ya saben cómo son estas cosas, -definió como lo más normal- tenían que matarme los del gobierno, hacía falta un conejillo de indias para pruebas, -comentó como si fuera algo obvio- intentaron inyectarme, y 5 guardias del laboratorio terminaron en terapia intensiva. Tal vez porque soy mujer creyeron que me dominarían con facilidad. –Sonrió apenas- las apariencias a veces engañan.
-doctora…no creo que sea una buena idea…-manifestó un no convencido soldado de nombre Akira.
-ella sabe más del virus que todos nosotros juntos…-declaró Mebuki molesta- ¡me vale un cuerno lo que haya hecho, o lo que el gobierno dice que haya hecho!
Minato asestó su rifle de asalto sobre la espalda con movimientos deliberadamente lentos. Sus ojos estaban fijos en esa hermosa mujer. Tenía solo 5 hombres, y una médico. Pero su mejor subalterno estaba herido de manera que lentificaban los desplazamientos. Las municiones eran insuficientes para detener a esa marea de zombis pululando por los pasillos. Ella parecía un animal enjaulado, pero era un recurso que Minato no podía depreciar. Máxime si tenía información valiosa por aportar.
-compórtate…-anunció Minato con seriedad- de esta solo saldremos todos juntos.
-quítame estas cadenas cariño, -sonrió apenas Kushina- y tal vez considere pórtame bien.
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El cuarto era pequeño, era poco más que un depósito donde estaban guardados y archivados. Había gabinetes con cerrojos eléctricos. Kushina ingresó al lugar seguida por Mebuki. Minato podía notar claramente que entre ellas había una relación. El las siguió hasta el cuarto, lo hizo mecánicamente y sin ninguna intensión superior a no perder de vista a la reciente liberada. Esa mujer llamada Kushina le causaba una gran impresión. Un cumulo de sensaciones que no había experimentado nunca. Todo su instinto como militar le indicaba que ella era peligrosa. Que era una asesina como jamás había visto. Pero también estaba sus sensaciones de hombre, aquellas que vibraban al verla tan segura. Tan poderosa y sexi. Tenía una combinación cautivadora entre ángel y demonio.
-si muero después de acostarme con ella…-había susurrado uno de los soldados a sus compañeros- daré mi vida con mucho gusto.
El comentario era comúnmente escuchado entre sus soldados por Minato, pero por alguna razón compartía el concepto en esta ocasión. Mientras pensaba en esas cosas, las mujeres hablaban entre ellas y Kushina buscaba ropa que ponerse. Su atuendo de prisionera estaba compuesto por un pantalón y una chaqueta de tela gris que si bien no era ceñida se ajustaba bastante bien a su cuerpo. Era como un piyama, era como…
-¿te importaría darte la vuelta? –Elevó una ceja Kushina sacando a Minato de su pensamiento- necesito cambiarme, y como pareces jugar a la sombra con Mebuki-chan…
Minato se giró dándoles la espalda a las mujeres, muy avergonzado. Había quedado como un maldito mirón, como un pervertido. Jamás se había comportado así, jamás le había importado tanto la forma que una mujer lo miraba. ¿Qué le ocurría con ella? Mientras estaba dándole la espalda, no pensaba que podía ser asesinado por detrás. Sino más bien cuando le gustaría tener ojos en su cuello por 10 malditos segundos.
Kushina se quitó la ropa rápidamente, el casillero que había vulnerado tenía varias de sus prendas. Cuando la capturaron le quitaron todo lo importante de su departamento en Tokio. Por supuesto hubo una lucha previa y cuando la trajeron al laboratorio, no pudieron evitar traer algunas de sus armas.
En 15 minutos estuvo lista. Todos volvieron al piso nueve y frente al equipo de soldados que aún quedaba, frente a los científicos con la pareja Haruno observándola. Kushina se sentó levemente apoyándose en un escritorio y de brazos cruzados paso a informarles la situación:
-estamos jodidos…-declaró cuando se le había terminado de decir en que piso estaban y con cuanta fuerza contaban- jodidos y bien muertos.
-brillante…-respondió bruscamente Rin con ironía- es un genio. Ahora ya sabemos por qué estaba en una maldita jaula.
Kushina no hizo caso al comentario, aunque todos observaron a Mebuki ponerse algo nerviosa. Como si se tratara de alguien extremadamente violenta la tal Kushina Uzumaki. Sin embargo, luego de un par de segundo en pensamientos y silencios, la mujer volvió a tomar la palabra:
-no tengo ideas que patrañas les habrán dicho a los soldados capitán…-anuncio mirando fijamente a Minato- pero este problema requiere el máximo cuidado y la más fuerte respuesta militar. Tengo tres puntos importantes que indicarles sobre los zombis. Espero que presten especial cuidado a ellos, porque pueden salvarles la vida.
Los soldados la miraron con firmeza e interés. El cambio era tan extraordinario que Minato apenas sonrió. Ella había tomado el mando sin siquiera poner el duda el liderazgo del capitán. Su serenidad, su confianza eran admirables en una situación donde nadie parecía sobrarle la cordura. Incluso los Haruno, y los civiles científicos prestaron debida atención.
-punto número 1, -definió Kushina sacando una pequeña daga de su cinturón armado y haciéndola bailar con naturalidad entre sus dedos- estas criaturas pueden encajar una docena de balas sin molestarse a detenerse. No sienten dolor, no sienten cansancio o sueño. Su único pensamiento coherente es alimentarse. Su único objetivo es rastrear comida, es destrozarla y llenar sus estómagos podridos. Nunca dejaran de hacerlo, nunca dejaran de cazarnos. No se puede razonar con ellos, no se puede negociar, no se les puede pedir clemencia. La única manera de detenerlos rápida y efectivamente…..-lanzó la daga que con maestría atravesó la cabeza de un cadáver sentado a un costado de la reunión- es traumatismo de cráneo.
-un disparo limpio en la cabeza los termina….-declaró comprendiendo Minato- eso nos ahorrara municiones.
-Si claro, municiones…-sonrió Kushina fríamente- también se los puede acabar quebrándoles el cuello o la espalda. Lo que me lleva al punto numero 2: estas criaturas captan el entorno como animales. No piensan, apenas se les ha visto atisbos de inteligencia leve al comprender como se usan ciertas cosas como puertas o escaleras. Nos captan de tres maneras distintas: primero está la visual, luego está el oído. Para finalmente rastrearnos por el olor a sangre caliente.
Ahora si estaban jodidos. Los soldados comprendieron al fin como habían sufrido tantas bajas en el ascenso. Aun usando las rutas alternas que Obito les había marcado digitalmente, los disparos de las armas atraían a los refuerzos con voraz rapidez. Y cuando no disparaban escondiéndose para evitar la marea de enemigos, eran las heridas abiertas eran quienes los delataban. ¿Cuántas vidas se habían perdido por esa falta de información? Minato estrujaba el mango de su rifle pensando que tendría una nada amable charla con el comandante, en cuanto pudieran salir de ese edificio. Básicamente pensaba en usar su cuchillo para tatuarle en el cuerpo cada nombre de los soldados perdidos por su estupidez.
-El punto numero 3 encierra dos grandes desventajas para nosotros los humanos. –continuó Kushina y por solo un momento pudieron ver algo de dolor en su bello rostro, tal como recordando algo terrible- ellos ya no son humanos señores….si encuentran algún amigo, alguna pareja, algún amante entre los zombis. Sepan que solo sus cuerpos conservan. Ya no son las personas que eran. Ellos no dudaran en comerlos, ya que alimentarse es su único pensamiento. No duden en dispararles aunque antes hayan sido conocidos suyos. Piensen en su propia vida y las de los demás en este equipo. Una mordida en cualquier lugar….y se convertirán con el tiempo en otro infectado. Si acaso alguno de nosotros recibe una mordida, diría que lo mejor que podemos hacer es servir de carnada para ayudar al escape de los otros. Aunque claro….entre decirlo y cumplirlo hay una gran diferencia. Nadie quiere ser devorado, hay que tener pantalones bien puestos para hacerlo. Por eso es algo que deben decidir por separado.
-si tenemos una vacuna aquí cerca….-aclaró Rin que había recuperado la calma ante las palabras serenas de Kushina- ¿Por qué no inocularnos a todos? ¿Podría ser la diferencia entre salir o ser devorados no?
Mebuki y Kizashi se miraron levemente, enseguida mecánicamente negaron al mismo tiempo. Pero fue el marido quien argumentó:
-temo que no es posible. –Indicó con tono lúgubre- aunque en teoría prevendría el cambio ante la mordida. No sirve para quienes ya son zombis o quienes llevan como mínimo media hora de ser mordidos. Es como un escudo contra la enfermedad, pero si ya ingresó al organismo….
-Aun así nos puede servir, -respondió Rin molesta- ¡seria vital para nosotros!
-Pero no ha sido probada en humanos…-finalizo Mebuki tristemente- Kushina era el sujeto de pruebas y no me atreví a inyectarla. No podía hacerle eso a quien….
-basta de charlas -declaró Kushina cortándole el parlamento- la manera de salir afuera seria bajar piso por piso en la oscuridad. En fila de dos y completo silencio. Usar cuchillos o silenciadores para acallar lo más posible nuestro movimiento y…
-lamento decirlo pero es imposible…-le interrumpió el teniente Kakashi Hatake- no puedo moverme rápido, ni por mí mismo. Y aunque me dejaran aquí para descender ustedes solos, -señaló como si la opción no le perturbara demasiado- ya no tenemos comunicación con nuestro informante en el exterior. No sabríamos por donde ir en la oscuridad. Acabaríamos perdiéndonos y la comitiva de caníbales está en todos los pisos. Llevaremos el banquete directo a la mesa de los zombis.
-si vamos a morir….-declaró Rin con voz resignada- me arriesgaría a inyectar la vacuna a todos nosotros. Después de todo, aunque no funcione nos daría una oportunidad extra. Y si morimos, qué más da, la situación ocho pisos abajo no es diferente.
Los Haruno se miraron entre ellos seriamente. La oficial medico tenía cierta razón. No era potable arriesgarse a la vacuna cuando la situación era normal. Pero ese momento no tenía como definición algo “normal”. De hecho, era bastante especial estar encerrados por la muerte caminante. En otros continentes la situación había ganado las calles, se combatía casa por casa. Pero en Japón era totalmente nueva la situación.
Mebuki fue caminando hasta una zona de laboratorio seguida por su marido. Pasaron algunas puertas de seguridad hasta entrar a un lugar totalmente aislado y libre de contaminación ambiental. Ingresaron sin los trajes pertinentes ni las medidas de seguridad que los habían acompañado por meses. Ya no había tiempo para esos protocolos. La caja con las muestras estaban adentro. Kizashi cargó el código por la computadora y dos cubículos en la pared se abrieron. Mebuki se acercó a la pared y la hoja con las contraseñas que tenía en la mano se cayó al suelo por su asombro.
-no puede ser….-declaró pasmada- los antídotos no están aquí.
-¡¿Cómo has dicho?! –Gritó Kizashi molesto- ¿Quién los ha llevado?
-no lo sé, -susurró Mebuki shokeada- se llevaron la vacuna y también las muestras del virus.
-un maldito robo terrorista…-señaló el soldado Akira que sostenía de un brazo a Kakashi- los altos mandos informaron que los terroristas vendría también a Japón.
-No puedo creer lo estúpidos que son…-sonrió Kushina con ironía- este laboratorio esta costeado por el gobierno japonés. ¿Realmente creen que la información de donde se encuentra la puede conseguir un forastero? Dicen que los adoradores del islam iniciaron todo en el mundo. ¿Acaso podría un extranjero llegar hasta aquí y llevarse en silencio virus y vacuna?
-y aunque pudieran hacerlo….-completó Minato serio- ¿Cómo supieron que los doctores crearon la vacuna? Ni siquiera el personal de por aquí lo sabía. ¿A quién más se lo dijeron? –preguntó a Kizashi tratando de encontrar una respuesta.
-Solo lo sabía el director del laboratorio. Uchiha Izuna. –Declaró confundido el hombre- nadie más, ni la prensa, ni nadie aquí en los laboratorios.
-Uchiha Izuna….-sonrió con burla Kushina- ¿a que no saben de quien es hermano? Pues sorpréndanse o no, está ligado directamente con Uchiha Madara.
-¿El ministro de defensa? –Balbuceo Kakashi- no puede ser.
-Eso ya no importa….-definió Minato- ya no tenemos más que hacer aquí. Nos vamos señores, saldremos de este agujero antes que todo pierda más control.
-¿acaso la situación puede ser peor? –consultó Mebuki aun dolida por el robo de su fórmula.
-mucho peor…-dijo Kushina poniendo una mano sobre el hombro de la doctora- sino salimos rápido de este edificio. El movimiento natural del ejército seria lanzarle un par de bombas a estas instalaciones y volarlas hasta el cielo. No tenemos mucho tiempo, o salimos de aquí, o….
Y no dijo más, los soldados bajaron la vista como dando crédito a los que la pelirroja decía. Era cierto, ante el peligro de una infección que se extiende, la solución era lanzar bombas incendiarias que consumieran todo. Formarían un perímetro con los equipos que llegaran después, y dentro todo volaría en pedazos. Contener un acto terrorista era la prioridad uno del ejército. Al costo que fuera.
-existe otra forma….-dijo el capitán mirando un diagrama del edificio que había encontrado en la sección del ingeniería- este edificio tiene dos secciones de ingeniería. La que ya vimos en el piso 10, y la del subsuelo donde están también los generadores de electricidad.
-¿y tú plan es…? –consultó Kushina acercándose al rubio.
-bajamos por los huecos de ascensor. –señaló Minato estirando el plano sobre una mesa- directo al subsuelo. De ahí, solo tenemos un piso por ascender para salir de aquí.
-Capitán…-le llamó el joven Akira que ayudaba a moverse a Kakashi- no creo que el teniente pueda descolgarse hasta el fondo. Como tampoco pienso que los científicos lo puedan hacer.
-Punto muerto…-declaró Kakashi con su típica apatía- y a mí que me fascina bajar a los subsuelos oscuros donde seguro están amontonados todos los podridos que no entran en la planta baja.
Kushina estaba parada junto a Minato y susurrándole dijo:
-tienes un interesante grupo de comediantes bajo tu mando.
-y eso que aún no tuvieron sake al alcance de la mano, -respondió en broma el capitán- pero temo que Kakashi tiene su lógica. No podemos más que bajar a pie. Debemos sacar de aquí a los Haruno.
-o podemos hacer lo que dijiste antes…
-no podemos….
-si podemos…-reafirmó susurrando la mujer y se miraron fijamente- a mí también me interesa que ellos salgan con bien de aquí. Esa vacuna es la esperanza del mundo. Lo que planeo hacer es un poco diferente.
-habla entonces, porque el tiempo no está de nuestra parte.
En pocos minutos Kushina diagramó lo que debían hacer. Era un plan loco, absolutamente loco de esa locura necesaria en los momentos más desesperados. Los soldados, los científicos e incluso los Haruno tuvieron una sola cosa en mente luego de escuchar a esa mujer. Era tal vez la persona más valiente que jamás habían conocido. Y había prometido sacarlos de ese infierno.
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Un par de cosas salieron mal….
Pero dada la situación inicial, habiendo pasado entre la oscuridad y los cadáveres hambrientos. Un par de cosas no eran tantas. Sin embargo, solo Kushina y Minato descendieron por los cubículos de los elevadores ataviados en los cables de acero y con gran esfuerzo bajaron la impresionante altura de 9 pisos hasta topar con el techo del ascensor de mantenimiento que estaba en el sub suelo. Inicialmente solo la pelirroja iba a descender. Pero Minato se negó a dejarla ir sola. Si era difícil lo que intentaría. Yendo sola parecía además imposible.
Minato no pudo llevar consigo el rifle de asalto. Solo su pistola con varios cargadores porque tenía un silenciador. También dos cuchillos, el suyo propio y el de Kakashi que se lo otorgó como bono extra. El plan era complicado pero lo más viable para cumplir la misión. Kushina y Minato bajarían solos y en silencio. Solo cuchillos y armas con silenciador para limpiar a cualquier zombi que estuviera en el medio de la ruta furtiva. Andar lento y en silencio, sin tener heridas que sangren las criaturas no podrían diferenciarlos de cualquier caminante que rondara por los sub-suelos. El plan era entrar a la zona de los generadores y reactivar los ascensores que se cerraron ante las medidas de emergencia. Todo el grupo en el noveno piso bajaría hasta el primero, donde tendrían que realizar una rápida carrera por el vestíbulo directo a las puertas principales.
A campo abierto, donde el número de las criaturas no pudieran pesar contra los rifles de asalto. Kakashi iría con apoyo de rin en el centro. Los científicos y los Haruno también en medio, mientras que alrededor se colocarían los soldados restantes con todas las armas que tuvieran a la mano. Se organizaron de tal manera que fueran un grupo compacto y más sencillo de proteger. Un par de los científicos no sabían usar armas, pero tomaron los fierros que antes eran patas de una mesa metálica y con eso apartarían a quien se acercara demasiado por los flancos. Dos soldados delante, dos por detrás. Era lo mejor que podían hacer.
Minato y Kushina tuvieron muchos problemas para encontrar la zona de los generadores. Aun con las gafas de visión nocturna, conducirse entre cadáveres caminantes era difícil de digerir. Aunque inicialmente pudieron avanzar sin problemas. En pasillos estrechos y a través de puertas tuvieron que usar sus armas para derribar a sus enemigos. Minato había visto a muchos soldados con habilidades especiales. Pero Kushina lo dejó completamente en otro mundo. Usaba unas pequeñas dagas que guardaba en un cinturón de cuero con una gracia y perfección que parecía poder matar moscas con sus lanzamientos. Se movía en completo silencio, muchas veces se ubicaba detrás de las criaturas sin que se percataran en lo más mínimo. Les quebraba el cuello en un movimiento mecánico y dejándolos por el suelo continuaba avanzando impasible. Minato iba siempre de dos a tres pasos por detrás de la pelirroja. Su trabajo en este equipo era protegerla de cualquier zombi lo bastante avispado para notar que estaban allí. La pistola era el último recurso, Minato usaba sus cuchillos y Kushina sus pequeñas dagas. Todo parecía ir bien, todo hasta un mal cálculo en la entrada a la zona de los generadores.
Abrieron la puerta con cuidado, era reforzada y aunque tenían el código a la mano Kushina se cuidó de no usarlo para no llamar la atención del “publico”, con los sonidos de los botones en el panel. Uso un par de alambres con forma de ganchos y falseó la puerta abriéndola apenas. Minato ayudó a mantener abierta la pesada puerta y ambos se iban a deslizar al interior, cuando una luz junto a la entrada se encendió automáticamente.
Kushina se regresó sorprendida y se miraron al rostro bajo la luz brillante. Luego miraron al mismo tiempo por detrás del hombro. Una veintena de ojos inyectados en sangre ya los habían visto a plena luz. Los zombis comenzaron a gruñir rabiosos. La comida había decidido visitarlos en el oscuro sótano.
-hora de correr…-gruñó la mujer y todo el subsuelo de podridos se abalanzo sobre ellos.
-maldita sea….-señaló Minato sacando su arma y cubriendo la retirada hacia el interior.
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Minato estaba sentado en un rincón del pequeño cuarto en donde estaban encerrados. Jadeaba agotado por la carrera, los disparos y la adrenalina. Estaban encerrados en el cuarto de máquinas y la única buena noticia era que Kushina había ingresado a la computadora para reinstalar la energía en los ascensores. Habían logrado el objetivo principal, los Haruno tendrían su oportunidad de salir. Sin embargo, habiendo alertado a todo el mundo zombi en ese sub suelo. Salir del cuarto era algo imposible. Se sentían los gritos pululantes del otro lado de la puerta, presionaban intentando entrar y el cerrojo electrónico era lo único que les impedía tener su cena. Kushina terminó de arreglar el sistema de los ascensores y trató de acceder a las cámaras de seguridad. Pero todos los intentos fueron inútiles. La computadora estaba conectada en un sistema de circuito cerrado. Era imposible accederla desde el exterior así como usarla para conectarse afuera.
La mujer finalmente fue a sentarse junto al soldado. Estaban atrapados como ratas y de esta no iban a salir. Estaban solos, estaban acabados. Perdido todo por perdido. Minato quiso curiosear un poco más sobre su infortunada compañera en ese infierno.
-eres increíble asesinando en silencio….-admitió- jamás vi a alguien usar dagas como tú.
-si….bueno…-suspiro ella cansada- era mi trabajo principalmente. Tú sabes, tenía que ser silenciosa casi todo el tiempo.
-¿Por qué dejaste el servicio secreto?
-no creo que sea tema revelar en la primera cita. –sonrió ella tratando de desviar su mente del conocido final.
-si esta es una cita, -aclaro el capitán- diría que es la primera y última de nuestras vidas. No quiero ser pesimista pero sin casi balas y con más de 80 caminantes afuera….
-ya lo sé….-admitió ella- estaba preparada para morir de todas formas. Parte del trabajo.
-esa es la parte que no entiendo. –Susurró Minato- ¿Por qué diablos has venido hasta aquí? No nos debías nada a ninguno de nosotros. Yo de cualquier manera hubiera venido por mis hombres y la misión pero…
-vine para salvar a Mebuki-chan… -definió Kushina- seguramente no lo comprenderás, pero ella es mucho más importante que tú, que yo, o cualquier idiota con un arma.
-¿le debes la vida por no inyectarte con el virus? –Consultó Minato- ¿por eso intentaste esto?
-Más que la vida, -susurro Kushina- le debo mi alma. Si es que alguien como yo tiene derecho a una.
-¿Cómo tú? –preguntó sorprendido, ella se veía tan hermosa con ese gesto triste.
Y Kushina comenzó a contarle todo. Los viajes, las misiones, su vida en otros países. Como siguió de muy cerca en desarrollo del virus zombi. Como una rara clase de viruela se trasformó de los laboratorios rudimentarios de los terroristas en la enfermedad record en niveles de mortandad. Estados unidos prácticamente arrasado, Europa destruida y África también. El virus se traspasaba país por país sin importar medidas de seguridad o fronteras. Era imposible de controlar, era cada vez peor. Kushina le contó todo, como confesándose a un cura antes de su último suspiro. ¿Cuánta gente había asesinado para obtener la información requerida? ¿Con cuántos se había acostado para descubrir los secretos de cada país? Había dejado de tener un alma hace mucho tiempo. Mucho antes que el virus tomara la fuerza para considerarla humana a comparación con los caminantes.
-deduzco que algo ocurrió, -señalo Minato suavemente- algo que te hizo cambiar.
-dos cosas capitán…-sonrió con pena ella- conocí el más doloroso efecto del virus zombi. Mi hermano mayor, Nagato Uzumaki, fue mordido cuando explorábamos Afganistán en busca de una seta virgen del virus.
Minato ya no dijo nada, simplemente colocó su mano en el hombro de la mujer animándola a descargar su angustia. Después de todo, esa charla evitaba que se concentraran en los golpes a las puertas de hambrientos caníbales intentando entrar.
-lo mordieron por protegerme, -señaló llena de culpa- y él fue tan….maravilloso. –Sonrió apenada- me dijo que yo debía vivir. Que yo tenía lo necesario para continuar. Que me amaba, y a pesar de nuestras tontas discusiones de hermanos, del trabajo, las misiones o las ordenes. Él me dijo…-tomo un respiro como si fuera muy difícil siquiera recordarlo- “vive hermana, vive para darnos vida a todos”.
-¿Qué quiso decir?
-no lo supe en esos momentos, -negó Kushina con un gesto- solo recuerdo que encerrada en mi habitación del bunker donde nos refugiamos, tenía en una mano un tubo de ensayo con el virus virgen. Y en la otra una pistola de mi hermano. Solo recuerdo que luego de morir con una sonrisa, un tiempo después abrió los ojos y ya no era él. Era solo… un apetito voraz, babeaba por devorarme, el que siempre me había protegido ahora quería matarme.
-le disparaste…-respondió Minato ante sus lágrimas- tuviste que hacerlo.
-lo asesiné…
-le diste libertad. –Aseguró para consolarla- si tanto te quería, imagina el dolor que Nagato hubiera sentido si por no matar su cuerpo también te liquidara a ti. Hiciste lo que él deseaba, estoy seguro.
Los ruidos de la puerta que crujía por los zombis los sacaron de conversación. Minato reaccionó rápidamente poniéndose de pie y apuntado con su arma directo a la zona de la entrada. Si tenía que morir, no les seria gratis el almuerzo a quienes ingresaran. Le surgió una necesidad extraña, una necesidad tal vez nacida de su mente tratando de evitar el miedo a morir. Quería proteger a Kushina, quería que el sacrificio del hermano no fuera en vano. Aunque enseguida se negó todo a sí mismo. No podría cuidarla aunque quisiera. Ambos iban a morir, era inevitable.
Ella le sonrió de esa forma que a Minato comenzaba a gustarle demasiado. Con la palma de su mano tocó el suelo junto a ella invitándolo a sentarse nuevamente. Kushina había comprendido rápidamente que era el final para ambos, y lo aceptó como parte de su karma.
-tenemos que salir de aquí…-dijo él sentándose nuevamente
-ya cumplí mi cometido. –Señaló Kushina- ayude a salvar la vida de la mujer que puede detener el virus zombi. Salvando esa vida, he salvado a miles de millones. Al menos pude igualar el marcador. Ahora….creo que me retirare de la actividad. –indicó con burla.
-cambiaras de vida…-le devolvió la sonrisa Minato- tal vez deba hacer lo mismo. Cuando salga de aquí pienso romperle la quijada al comandante que me ordenó entrar aquí, seguramente me expulsaran de la milicia. Muchas vidas de mis hombres se perdieron por desconocer la situación. Aunque por otro lado…. –ella lo miró sin entender y el continuo con una sonrisa suave- tal vez deba agradecerle al comandante, por haberme arreglado esta cita contigo. Sin su negligencia…no te hubiera conocido.
Ambos se miraron profundamente, ya no había más risas, un zumbido feroz se escuchó con estridencia por todo el lugar. Ambos sabían lo que significaba, ambos sabían que los aviones sobrevolaban la zona, sabían que ese sonido anunciaba el final de la jornada. Se miraron como dos personas normales, no como un capitán o una espía. No una guerrera contra un luchador. Se miraron y fue ella quien dio el paso definitivo acercándose.
Se besaron…
Tal vez no era real, tal vez no podían decir que se amaban puesto que apenas se conocían hace horas. Pero toda cita que se precie de tal, tiene que terminar con un beso. El zumbido se hizo más fuerte, pronto todo desaparecería entre los gritos, la oscuridad y el fuego. Minato la abrazó tirando el arma hacia un rincón y se concentró en darle lo mejor que tenía. Darle un beso digno de ser el último, o el primero. Ella se afirmó jadeante y no dejaron de besarse a pesar de los chillidos que producían los caminantes casi quebrando la cerradura de la puerta.
Fueron segundos de puro fuego, porque ambos vieron que era la mejor manera de ir al infierno. Juntos, antes que solos. Besándose antes que llorando o conteniendo las ganas de hacerlo. El arma de Minato chocó con una pared y el ruido metálico alertó a Kushina cuando cayó al rincón del suelo. Solo fueron cuestión de segundos, fracciones de segundos antes que todo terminara.
En el primer piso, los restos del equipo dorado salían por las puertas escoltando a los Haruno fueran de la zona de peligro. Corrieron hacia las vallas exteriores aun cuando un científico y dos soldados más fueron mordidos. Sin embargo, en lugar de continuar huyendo se quedaron para cubrir la retirada de los que aún estaban sanos. Fueron valientes, fueron héroes de corazón. Mientras Mebuki Haruno era puesta a salvo por el ejército que rodeaba el complejo, el capitán Minato Namikase tenía entre sus brazos a una mujer hermosa. Su vida había sido la guerra, nunca había conocido el amor. Era extraño el lugar y momento donde encontró ese sentimiento. Era extraño saber de primera vista que su mujer perfecta estaba enfrente. Fue una buena cita, tal vez el mundo tenía una oportunidad gracias a eso. Fue una buena velada, los Haruno estaban a salvo. Fue una buena cita….
Aunque todo terminara con la caída de algunas bombas…
Aunque todo terminara en el infierno.
Fin del shot.
UNA CITA EN EL INFIERNO:
Cuando las alarmas sonaron por todo el lugar, los hombres y mujeres descuidados en sus descansos dejaron todo lo que estaban haciendo parar cambiarse, vestirse, armarse y atender el pitido infernal de la sirena roja que era como un grito en la oscuridad. Siempre antecediendo a las desgracias. El grupo corrió a más o menos velocidad por los pasillos abandonando las instalaciones del cuartel. Directo al salón de reuniones donde se recibían las ordenes. En 5 minutos estuvieron listos, eran los mejores, los más calificados, los de mayor rendimiento en misiones de todo tipo. Aun así, jamás imaginarían el horror que esa mañana anunciaba comenzar.
El escuadrón se ubicó frente a su capitán. Todos vestidos, armados y preparados para cumplir su deber. Frente a ellos estaba su líder. Tal vez uno de los hombres que más admiraban en la tierra.
-¡Escuchen! –Dijo con voz firme pero serena, el capitán de escuadrón Minato Namikase- se declaró alerta amarilla hace 1 hora. Somos uno de los tres equipos que recibieron el aviso de responder a la amenaza.
Todos los soldados se cuadraron firmes. Cuando el capitán estaba así de serio los problemas podían calificar para catástrofe. Minato Namikase era el mejor, y por consiguiente siempre entendía los riesgos que los demás nunca vislumbraban hasta ser muy tarde.
-En 15 minutos abordaremos… -continuó el líder- un helicóptero de trasporte nos acercara a nuestro objetivo. Los quiero a todos listos en este instante, armados para todo riesgo. La situación estoy seguro, ameritara que usemos fuerza mortal.
No hubo más palabras, no hubo comentarios, bromas o sonrisas. Cuando Minato Namikase los llamaba, cuando los conducía hacia cualquier infierno en particular. Ellos, los integrantes del escuadrón de infantería ligera, respondían como lo que eran. Soldados de la elite. El gobierno japonés había estado en alerta amarilla casi todo el mes. Todas las tropas estuvieron acuarteladas a la espera de una orden para emprender a la marcha. Las noticias traídas por el internet y los variados tipos de comunicaciones satelitales, dictaban de ataques terroristas en cada capital importante del mundo.
No eran bombas como siempre. El modo de operar había cambiado. Algún tipo de virus esparcido en ciertos individuos causó el terrible efecto que se profetizaba en los textos sagrados de las religiones. “Los muertos revivirán” se decía, y efectivamente eso estaba ocurriendo.
Cuando el escuadrón abordó el helicóptero de trasporte, sentados en dos filas enfrentadas los soldados se alinearon dejando al capitán cercano a la puerta. Todos en silencio, alistando sus armas particulares y tratando de ganar concentración para lo que vendría. La mayoría sospechaba que el incidente al que eran enviados era un ataque terrorista. Los noticieros y la inteligencia militar habían informado durante días lo parcialmente sucedido en las capitales de estados unidos, Francia, gran Bretaña y Alemania.
-Capitán….-dijo con su voz neutral pero siempre respetuosa el teniente Hatake Kakashi- me gustaría saber a qué atenernos.
Todos los integrantes del escuadrón voltearon a ver a Minato. El capitán se mantuvo impasible, sabía que tenía la obligación de darles detalles sobre la misión. Pero tenía la impresión que entre menos supieran, tal vez a la larga sería mejor. Muchas veces era mejor no dar tiempo a los hombres para tener miedo. En el campo de batalla reaccionarían instantáneamente. Pero si de entrada temían, sería más complicado. Sin embargo, sus hombres jamás le habían fallado, no tenía ni una razón para dudar de ellos. Aunque en este caso en particular, el propio capitán tenía poca información.
-Descenderemos a 140 kilómetros de Kioto…-anunció sin más preámbulo- nuestra misión principal es evitar que la infección se extienda. El reporte enviado a nuestro escuadrón, indica que una instalación civil se ha visto atacada. No sabemos la situación al completo, recibiremos los parámetros al llegar.
Dichas estas palabras, Minato simplemente volvió al silencio. Sus hombres comprendieron que no le sacarían más información hasta que no aterrizaran. Solo los ruidos de cargadores revisarse y recolocarse. Y los cuchillos desenfundarse para comprobar su utilidad adornaron los siguientes minutos hasta llegar a destino.
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Tres edificios con no menos de 10 pisos en altura. Las estructuras formaban un triángulo en el centro de una población pequeña. Alrededor de ese complejo se levantaba una serie de vallas para seguridad. Cuando el escuadrón descendió en las afueras, el combate hacía rato que había empezado. Parte de la guardia nacional, policía local, ejército de varias ramas hacían frente al enemigo con todo el poder que tenían a mano. El escuadrón dorado de infantería puso pie en tierra, y fue atacado casi al instante.
-¡grupos de 4! –Advirtió el capitán parándose junto al oficial médico, el de comunicaciones y el sargento encargado de explosivos- ¡fuego a discreción!
El escuadrón dorado de infantería contaba con 30 elementos que habían entrenado para todo conflicto inimaginable. Pero nadie podía estar preparado mentalmente para lo que veían en esa zona de desastre. Tres “hombres”, al menos en aspecto devoraban a dos soldados del escuadrón de respuesta rápida que había llegado hace media hora. Muchos civiles, anteriormente personas comunes y corrientes, se debatían por las calles babeando sangre por la comisura de los labios y gruñendo salvajes arremetían contra los que aun conservaban la vida, tratando de devorarlos. El fuego y las luces del atardecer enseñaban el horrible aspecto de estos seres que no hacían otra cosa que comer de los cadáveres y atacar a quienes tuvieran en rango de visión. Algunos se movían lento, como recién despertando de la muerte. Otros más acostumbrados a su nuevo estado arremetían rabiosos encajando balas de armas automáticas como si fueran dulces. Generalmente solo se detenían para arrodillarse junto a un cuerpo caído y saciar su apetito voraz. Solo eso parecía llamar más su atención que los que aun conservaban la vida.
-¡UNA BARRERA! –dio un grito el capitán Namikase a sus hombres, que no se atrevían a avanzar más allá de su posición inicial donde antes había estado el helicóptero- ¡UNA BARRERA! ¡FUEGO!
Los soldados desarmaron los grupos de a 4 para colocarse en dos filas. Una línea, la de adelante puso una rodilla en tierra y recargó sus armas mientras la segunda hilera parada justo detrás de ellos abría fuego contra todo lo que se movía. Enseguida la primera fila complemento el ataque y la barrida fue tan precisa como rápida. Las criaturas que habían destrozado al equipo de respuesta táctica llegado al inicio, cayeron arrasados por la precisión de escuadrón dorado. Algunos soldados de la guardia nacional y de la policía salían heridos entre los cadáveres de Zombis rogando por ayuda a los médicos.
-señorita Nohara….-declaró el capitán mirando a los heridos acercarse- su turno.
La oficial medico Rin Nohara Asintió a su líder y guardando su pistola en la cartuchera se dispuso a sacar sus paquetes de emergencia mientras dos soldados rasos apoyaban de cerca sus movimientos. De tantos cadáveres y ríos de sangre era un milagro ver salir algunos con vida. Minato pensó rápidamente que al menos podría informarse con ellos sobre la situación real. Era evidente que desde los altos mandos militares no le habían dado la información completa y necesaria sobre el incidente. Este virus no era como la viruela precisamente. No servían las máscaras de gas sino las balas para detenerlo. ¿Qué más le habrían ocultado?
-Teniente Tanaka….-ordenó el líder- quiero que vaya por el lado sur para verificar el estado de la entrada al complejo. –El teniente hizo la señal del saludo confirmando haber captado el mensaje- llévese 3 hombres y tenga precaución. No se puede razonar con quien desea devorarlo.
Lo implícito del comunicado era obvio. Disparar a cualquiera que lo atacara. La infantería no era un bisturí que cortaba solo lo necesario. Era una espada, filosa y peligrosa entre civiles. No había tiempo para ser… “civilizados”
-Teniente Hatake…-dijo finalmente Minato- su trabajo hasta nuevo aviso es apoyar a la oficial medico e interrogar a los heridos para obtener información de logística. –Kakashi asintió y se acomodó con tres hombre dando cobertura a su compañera Rin para que nadie venido desde lejos la molestara, mientras Minato seguía hablando al resto de sus hombres- Uchiha ven aquí…- el moreno obedeció acomodando sus gafas de visión nocturna como una vincha- quiero que uses tu magia para darme planos sobre el complejo y todo dato de utilidad para saber cómo entrar, y sobre todo de qué manera salir en pie.
Obito Uchiha se acercó a una cabina donde antes de todo el incidente los guardias exteriores a los edificios habían hecho vigilancia, y dispuso su computadora de bolsillo para infiltrar el sistema de local. Se veía bastante afectado por la reciente masacre, Minato sabía que su mejor hombre en comunicaciones no era alguien de estómago duro. Pero era el mejor para sistemas de computadoras complejos. Así que lo tenía entre sus mejores elementos aunque pelear no fuera su arte. En 5 minutos Obito abrió la seguridad y se infiltró en el procesador central que controlaba todo.
-Es un laboratorio gigante capitán….-anunció sin despegar los ojos de su pantalla- casi 700 personas trabajan en él y no está registrado como un complejo militar, pero sus fondos de financiación vienen de….-la información surgió en la pantalla….
-(“Corporación amanecer asiático” –pensó Minato al leer- es la cuenta en negro del gobierno japonés. Una tapadera para lo no oficial. Maldita sea, en que lio estamos metidos).
-Ordene capitán…-le anunció Obito al verlo perdido en sus pensamientos.
-Comunícate con la base central…-le ordenó Minato- código de seguridad 4545, nombre clave: Yondaime. Envía este mensaje encriptado: “situación de infección fuera de control, posible consecuencia letal. Perímetro desbordado, complejo interno perdido. Enviar instrucciones para proceder”. Es todo Obito.
Minato se distrajo de las comunicaciones para revisar el asunto de los heridos. De los 5 hombres que fueron atendidos por el oficial médico, tres estaban muertos y los otros agonizaban. Minato descanso su rifle de asalto sobre la espalda girándolo por la correa y parándose a dos pasos de Rin, solo le hizo una seña para que informara:
-Tres de ellos murieron aunque dos ni siquiera tenían heridas serias. –Dijo completamente confundida la joven médico- tienen fiebre alta, signos de inanición y las heridas no cicatrizan con normalidad.
-Hatake…-Kakashi miró a su capitán cuando escucho su apellido- dime que averiguaste.
-Uno de ellos trabajaba en el primer piso del edificio A. –declaró el peliplateado seriamente como siempre- dijo que esas cosas salieron de las escaleras y los ascensores. Vinieron de adentro capitán. Esas cosas vinieron de adentro.
Obito Uchiha se acercó a su grupo cerrando su computadora y Minato lo observó con preocupación oculta. Se lo veía pálido, las noticias no eran buenas seguramente.
-Se nos ordena ingresar a los laboratorios capitán. –Dijo atemorizado- dos objetivos principales. Haruno Kizashi, Haruno Mebuki. Rescate, cobertura y extracción del lugar. Se supone que están aislados junto con una veintena de científicos en algún lugar del piso 9 en el edificio B.
-¿nos enviaran refuerzos?-pregunto Minato aunque ya conocía la respuesta, Obito simplemente lo negó con un gesto.
-es una locura….-dijo el sargento Hoshi que escuchó todo.
-¿Algún problema sargento? –señaló el teniente Hatake que no estaba dispuesto a permitir que pusieran en riesgo la autoridad del capitán.
-No señor….-dijo irónico- me encanta visitar el infierno en esta época del año.
Los soldados estaban en tensión, Minato lo podía ver y aunque no lo demostraran algunos, a nadie le gustaba la idea de enfrentar a esos monstruos. El capitán Namikase era un correcto administrador de sus recursos, pero sus hombres lo respetaban por sobre todo. Y ese respeto surgía de un soldado que jamás sacrificaba a sus hombres inútilmente. Él era el primero en la línea de fuego, el primero en tomar los máximos riesgos, y jamás desprotegía a los suyos. Pero ordenes eran órdenes.
Y las puertas del infierno se abrieron para ellos…
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Nueve pisos de sangre, gritos y muertes. Nueve pisos infestados de ellos. Los que antes eran militares, guardias de seguridad, científicos, doctores en amplias gamas de especialidades. Ahora eran caminantes que babeaban, escupían, y devoraban a todo ser vivo que pudieran tener a la mano. El escuadrón de Minato estaba listo para todo, pero los laboratorios tenían partes de oscuridad, ascensores caídos, fallas de energía, escaleras abarrotadas. Cada piso era el caos, en cada piso estaba la muerte.
Mordieron a un par de soldados, fue inevitable. Luego otro, y alguno más. Destrozaron a tres hombres que atraparon incluyendo al sargento Hoshi, en un cuarto que parecía vacío e inocente. Los gritos, la desesperación, los disparos y las explosiones ganaron terreno. Fue muy difícil, pero para cuando el escuadrón dorado puso pie en el noveno piso, solo quedaban 7 de los 25 que ingresaron.
La oficial medico Rin Nohara estaba histérica. Sus amigos habían sido masacrados sin que ella pudiera salvarlos. Una mordida y quienes habían sido sus compañeros se trasformaban en algunas horas o minutos, en monstruos caníbales. Ella ya lo había presenciado cuando los heridos que murieron en sus manos afuera del edificio, se levantaron de improviso y de no ser por Kakashi y Minato que todos hubieran muerto. Sobre el final del terrible ascenso, el teniente Hatake fue herido. No fue una mordida con lo cual tenía oportunidad, pero la oficial medico estaba fuera de control. El capitán Minato Namikase aun lideraba a sus últimos 6. Fuera del complejo, Obito Uchiha de comunicaciones y 4 de respaldo monitoreaban todo el movimiento del equipo. Sin los mapas de Obito, nunca hubieran podido avanzar tan rápido en la penumbra.
-una perdida….una terrible perdida…-balbuceaba rin – todo nuestro escuadrón….casi todos por dos civiles solamente. ¡Dos idiotas que ni siquiera sabemos si aún viven!
-noveno piso capitán…- dijo jadeante uno de los soldados que al frente del equipo- laboratorios.
El lugar estaba cerrado, puertas con códigos y llaves magnéticas. Sangre en el piso, las paredes, el techo. Cuerpos por doquier. Muchos soldados se perdieron por caminar entre supuestos muertos que luego volvían. Mordidas que luego se infectaban y así la cadena de desgracias no tenía fin. Minato y dos de sus hombres revisaron las primeras oficinas y las salas abovedadas. Kakashi que estaba herido en una pierna era vigilado por Rin y el resto del equipo.
Les tomó casi una hora sortear a los “habitantes” para alcanzar la zona protegida del laboratorio. Encerrados en ese lugar, los doctores Kizashi y Mebuki Haruno esperaban ser rescatados del horror. Con esa pareja había unos 7 científicos que trabajaban en la zona. La única maniobra que atinaron cuando los zombis tomaron el control del edificio fue encerrarse tras las puertas magnéticas a riesgo de no poder salir por falta de electricidad. Las criaturas podían ser tenaces y de un apetito insaciable. Pero no sabían usar puertas complicadas. Volvían de la muerte sin la capacidad craneal que los acompañó en vida. Una gran fortuna ciertamente.
Luego de ingresar los de infantería conducidos por Minato. Volvieron a cerrar las puertas para evitar intrusos mientras tomaban un pequeño descanso. Kizashi fue el primero en acomodar algunas camillas improvisadas para atender a los soldados. No solo intentaba curarlos y con esto agradecer que vinieran por su esposa y demás. Tenía que revisarlos para comprobar que no se dormirían y rato después intentarían devorarlos a todos. Si fueron mordidos, si el rescate fue infectado, todo estaría perdido.
-doctor Haruno….-dijo Hatake Kakashi cuando notaba que lo revisaba sobre la camilla con demasiada intensidad- ¿Qué busca?
-lo lamento mucho soldado…-se disculpó el hombre de bata blanca y peculiar cabello rosado- pero debo comprobar que no intentara comernos a todos.
-la herida se produjo cuando estallaron los vidrios de una puerta junto a mi…-señaló impasible el peliplateado que portaba una máscara- mi pierna está herida pero de ninguna manera estoy muerto. Aunque el problema aquí….son las municiones. ¿Verdad capitán?
Minato observó a su soldado más fiel e inteligente. Kakashi tenía razón, nueve pisos habían desgastado las municiones al punto del agotamiento. Los mejores tiradores tenían un cargador de reserva. Habiendo perdido tres de los cuatro y contados también los que tomaron de los compañeros caídos. Rin estaba sentada en un rincón, abrazada a sí misma, Minato jamás la había visto perder así el control. Había gritado en la oscuridad de una manera que jamás creía posible. El capitán tenía miedo, era una experiencia nueva y completamente arrolladora. Todos tenían miedo en alguna ocasión pero por primera vez era Minato quien no sabía cómo contener ese sentimiento atroz. No le habían informado de esto, no estaba preparado para este horror. Su escuadrón estaba diezmado y las comunicaciones interrumpidas por alguna razón. Desde que entraron al piso 7 que no podían comunicarse con Obito en las afueras.
-vamos a morir….-susurró Rin aterrorizada- todos vamos a morir. Estas cosas escaparan y Japón, así como el resto del mundo…
-Eso no pasara….-dijo la doctora Haruno- si bien es cierto que aún persiste el problema de estar atrapados. Si acaso lográramos salir…
-¿Qué pasaría? –preguntó Minato tratando de distraer la mente del miedo.
-Encontré la fórmula para detener la infección. –Sonrió con cierta timidez Mebuki- su…supongo que por esa razón enviaron por mí.
-¿Existe una cura? –señaló sorprendido uno de los soldados a lo que los demás en el cuarto se acercaron más a la doctora- ¡¿realmente se puede salvar a las personas?!
-No señor…-indico Kizashi- lo que hemos diseñado es una vacuna. Inyectar con nuestra formula a cualquier persona sana, previene que las mordidas de los caminantes, produzcan el cambio.
-Para prevenir….-balbuceó uno de los científicos- ¿Por qué no se avisó a los integrantes del laboratorio? Teníamos 200 personas trabajando en esa fórmula.
-Avisamos hace casi un mes de nuestro descubrimiento. –Señaló Mebuki- necesitábamos hacer pruebas en humanos. Cuando las noticias sobre las tragedias en América y Europa comenzaron a sonar fuerte, el gobierno…
-las pruebas comenzarían en breve, -finalizó Kizashi interrumpiendo- pero cuando trajeron al voluntario…
-la mujer voluntaria…..-complementó Mebuki- no era precisamente voluntaria.
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El décimo piso no parecía ser parte de los laboratorios. Era una sección de ingeniería y oculto por las visibles maquinarias que proporcionaban energía, otros recursos valiosos, había una sección de laboratorio secreta. Una sección que tenía celdas. Minato había guiado a los suyos no solo para proteger a los Haruno, sino para encontrar algunas respuestas. No podían volver a bajar piso por piso sin estar medianamente informados sobre el enemigo. Los Haruno parecían saber más de lo que decían, si querían ir a esas celdas, era por el momento un buen plan.
Luego de pasar algunos controles de seguridad sin personal. Minato y los suyos tuvieron que exterminar a 4 científicos que yacían convertidos en zombis por la zona. El nivel de celdas era pequeño, apenas 6 cubículos. Minato sin embargo podía notar que cada “celda” estaba bien reforzada. Los Haruno fueron a la última sin detenerse por el estrecho pasillo. Dos de los soldados estaban siempre un paso por detrás de ellos. Protegiéndolos personalmente.
Abrieron la celda con el código que previamente conocían. La puerta corrediza se movió rápidamente y dentro el cuarto era totalmente blanco. La mujer dentro del lugar estaba encadenada como un animal. De rodillas en el suelo, los brazos extendidos a los lados y pesados grilletes en sus muñecas y tobillos. Su cabeza estaba con la mirada hacia abajo. Tenía un largo cabello color rojo intenso adornándola. No se podía ver su rostro, pero esa cabellera abundante le daba el aspecto de una fiera enjaulada. Mebuki Haruno no dudo un segundo en ingresar, los demás se mantuvieron afuera por señas de Kizashi. Aparentemente la prisionera era muy peligrosa aun maniatada de esa forma cruel.
-Mebuki-chan….-dijo con voz armoniosa como si recibiera una visita social- que gusto que me visites.
-Kushina….-susurró la rubia seriamente- la situación se ha salido de control.
-pero por supuesto que si – anunció alegremente sin levantar la cabeza- les advertí a todos que eventualmente sucedería. Solo era cuestión de tiempo. Por cierto… ¿has venido con alguien más a verme?
-Kushina no tenemos tiempo…-dijo Mebuki- te necesitamos para…
-doctora Haruno… -interrumpió Minato- ¿se puede saber quién es ella?
-huuy….-una leve sonrisa se podía notar en su cascada de cabellos rojos- soldado de infantería. Por su uniforme de misión diría que es como mínimo un capitán. –luego de esas palabras negó suavemente con la cabeza en señal de burla- poco apreciado entre los altos mandos si lo envían a morir contra los podridos. (Pero aun así, está muy guapo)
-¿Cómo sabe lo que pasa afuera? –se preguntó en voz alta uno de los soldados sorprendido.
-fácil niño…-admitió la pelirroja elevando su bello rostro con esa sonrisa de soberbia encantadora- la razón por que están en esta celda pidiendo mi ayuda, no puede ser otra que una horda de podridos zombis arrasando todo a su paso.
-¿Quién eres? –preguntó Minato serio mientras Mebuki intentaba encontrar la manera de liberarle los brazos a la prisionera.
-me llamo Kushina Uzumaki –cabeceó en indicativo de saludo a todos- pertenecía hasta hace pocos meses al servicio secreto japonés. Me cesaron cuando comencé a interponer mis propios intereses por sobre las órdenes del gobierno. Que más decir….-sonrió suavemente- a veces se gana, a veces se pierde.
“servicio secreto” pensaban los soldados. Esa mujer había sido una espía. Seguramente retirada de la actividad por algún acto desleal. Comerciaba con información, o tal vez la descubrieron trabajando para otro país. Eran problemas difíciles en otros tiempos, pero en el nuevo mundo zombi. Una mujer con entrenamiento militar e inteligencia estratégica podía ser un arma para no despreciar. Los soldados no decían nada, pero les intranquilizaba un poco que esa mujer de cuerpo fino y sexi, estuviera maniatada de una manera tal que pareciera un peligro de holocausto. Kushina lo notó en los rostros frente a ella. Estaba entrenada para leer los lenguajes gestuales a conciencia. Y tuvo que hablar para que no malinterpretaran la situación y decidieran dejarla allí atada.
-lamento las cadenas, -dijo alegremente- sucede que no soy afectiva a las agujas. Mucho menos a las inyecciones que contienen el virus que se está comiendo al mundo. Ya saben cómo son estas cosas, -definió como lo más normal- tenían que matarme los del gobierno, hacía falta un conejillo de indias para pruebas, -comentó como si fuera algo obvio- intentaron inyectarme, y 5 guardias del laboratorio terminaron en terapia intensiva. Tal vez porque soy mujer creyeron que me dominarían con facilidad. –Sonrió apenas- las apariencias a veces engañan.
-doctora…no creo que sea una buena idea…-manifestó un no convencido soldado de nombre Akira.
-ella sabe más del virus que todos nosotros juntos…-declaró Mebuki molesta- ¡me vale un cuerno lo que haya hecho, o lo que el gobierno dice que haya hecho!
Minato asestó su rifle de asalto sobre la espalda con movimientos deliberadamente lentos. Sus ojos estaban fijos en esa hermosa mujer. Tenía solo 5 hombres, y una médico. Pero su mejor subalterno estaba herido de manera que lentificaban los desplazamientos. Las municiones eran insuficientes para detener a esa marea de zombis pululando por los pasillos. Ella parecía un animal enjaulado, pero era un recurso que Minato no podía depreciar. Máxime si tenía información valiosa por aportar.
-compórtate…-anunció Minato con seriedad- de esta solo saldremos todos juntos.
-quítame estas cadenas cariño, -sonrió apenas Kushina- y tal vez considere pórtame bien.
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El cuarto era pequeño, era poco más que un depósito donde estaban guardados y archivados. Había gabinetes con cerrojos eléctricos. Kushina ingresó al lugar seguida por Mebuki. Minato podía notar claramente que entre ellas había una relación. El las siguió hasta el cuarto, lo hizo mecánicamente y sin ninguna intensión superior a no perder de vista a la reciente liberada. Esa mujer llamada Kushina le causaba una gran impresión. Un cumulo de sensaciones que no había experimentado nunca. Todo su instinto como militar le indicaba que ella era peligrosa. Que era una asesina como jamás había visto. Pero también estaba sus sensaciones de hombre, aquellas que vibraban al verla tan segura. Tan poderosa y sexi. Tenía una combinación cautivadora entre ángel y demonio.
-si muero después de acostarme con ella…-había susurrado uno de los soldados a sus compañeros- daré mi vida con mucho gusto.
El comentario era comúnmente escuchado entre sus soldados por Minato, pero por alguna razón compartía el concepto en esta ocasión. Mientras pensaba en esas cosas, las mujeres hablaban entre ellas y Kushina buscaba ropa que ponerse. Su atuendo de prisionera estaba compuesto por un pantalón y una chaqueta de tela gris que si bien no era ceñida se ajustaba bastante bien a su cuerpo. Era como un piyama, era como…
-¿te importaría darte la vuelta? –Elevó una ceja Kushina sacando a Minato de su pensamiento- necesito cambiarme, y como pareces jugar a la sombra con Mebuki-chan…
Minato se giró dándoles la espalda a las mujeres, muy avergonzado. Había quedado como un maldito mirón, como un pervertido. Jamás se había comportado así, jamás le había importado tanto la forma que una mujer lo miraba. ¿Qué le ocurría con ella? Mientras estaba dándole la espalda, no pensaba que podía ser asesinado por detrás. Sino más bien cuando le gustaría tener ojos en su cuello por 10 malditos segundos.
Kushina se quitó la ropa rápidamente, el casillero que había vulnerado tenía varias de sus prendas. Cuando la capturaron le quitaron todo lo importante de su departamento en Tokio. Por supuesto hubo una lucha previa y cuando la trajeron al laboratorio, no pudieron evitar traer algunas de sus armas.
En 15 minutos estuvo lista. Todos volvieron al piso nueve y frente al equipo de soldados que aún quedaba, frente a los científicos con la pareja Haruno observándola. Kushina se sentó levemente apoyándose en un escritorio y de brazos cruzados paso a informarles la situación:
-estamos jodidos…-declaró cuando se le había terminado de decir en que piso estaban y con cuanta fuerza contaban- jodidos y bien muertos.
-brillante…-respondió bruscamente Rin con ironía- es un genio. Ahora ya sabemos por qué estaba en una maldita jaula.
Kushina no hizo caso al comentario, aunque todos observaron a Mebuki ponerse algo nerviosa. Como si se tratara de alguien extremadamente violenta la tal Kushina Uzumaki. Sin embargo, luego de un par de segundo en pensamientos y silencios, la mujer volvió a tomar la palabra:
-no tengo ideas que patrañas les habrán dicho a los soldados capitán…-anuncio mirando fijamente a Minato- pero este problema requiere el máximo cuidado y la más fuerte respuesta militar. Tengo tres puntos importantes que indicarles sobre los zombis. Espero que presten especial cuidado a ellos, porque pueden salvarles la vida.
Los soldados la miraron con firmeza e interés. El cambio era tan extraordinario que Minato apenas sonrió. Ella había tomado el mando sin siquiera poner el duda el liderazgo del capitán. Su serenidad, su confianza eran admirables en una situación donde nadie parecía sobrarle la cordura. Incluso los Haruno, y los civiles científicos prestaron debida atención.
-punto número 1, -definió Kushina sacando una pequeña daga de su cinturón armado y haciéndola bailar con naturalidad entre sus dedos- estas criaturas pueden encajar una docena de balas sin molestarse a detenerse. No sienten dolor, no sienten cansancio o sueño. Su único pensamiento coherente es alimentarse. Su único objetivo es rastrear comida, es destrozarla y llenar sus estómagos podridos. Nunca dejaran de hacerlo, nunca dejaran de cazarnos. No se puede razonar con ellos, no se puede negociar, no se les puede pedir clemencia. La única manera de detenerlos rápida y efectivamente…..-lanzó la daga que con maestría atravesó la cabeza de un cadáver sentado a un costado de la reunión- es traumatismo de cráneo.
-un disparo limpio en la cabeza los termina….-declaró comprendiendo Minato- eso nos ahorrara municiones.
-Si claro, municiones…-sonrió Kushina fríamente- también se los puede acabar quebrándoles el cuello o la espalda. Lo que me lleva al punto numero 2: estas criaturas captan el entorno como animales. No piensan, apenas se les ha visto atisbos de inteligencia leve al comprender como se usan ciertas cosas como puertas o escaleras. Nos captan de tres maneras distintas: primero está la visual, luego está el oído. Para finalmente rastrearnos por el olor a sangre caliente.
Ahora si estaban jodidos. Los soldados comprendieron al fin como habían sufrido tantas bajas en el ascenso. Aun usando las rutas alternas que Obito les había marcado digitalmente, los disparos de las armas atraían a los refuerzos con voraz rapidez. Y cuando no disparaban escondiéndose para evitar la marea de enemigos, eran las heridas abiertas eran quienes los delataban. ¿Cuántas vidas se habían perdido por esa falta de información? Minato estrujaba el mango de su rifle pensando que tendría una nada amable charla con el comandante, en cuanto pudieran salir de ese edificio. Básicamente pensaba en usar su cuchillo para tatuarle en el cuerpo cada nombre de los soldados perdidos por su estupidez.
-El punto numero 3 encierra dos grandes desventajas para nosotros los humanos. –continuó Kushina y por solo un momento pudieron ver algo de dolor en su bello rostro, tal como recordando algo terrible- ellos ya no son humanos señores….si encuentran algún amigo, alguna pareja, algún amante entre los zombis. Sepan que solo sus cuerpos conservan. Ya no son las personas que eran. Ellos no dudaran en comerlos, ya que alimentarse es su único pensamiento. No duden en dispararles aunque antes hayan sido conocidos suyos. Piensen en su propia vida y las de los demás en este equipo. Una mordida en cualquier lugar….y se convertirán con el tiempo en otro infectado. Si acaso alguno de nosotros recibe una mordida, diría que lo mejor que podemos hacer es servir de carnada para ayudar al escape de los otros. Aunque claro….entre decirlo y cumplirlo hay una gran diferencia. Nadie quiere ser devorado, hay que tener pantalones bien puestos para hacerlo. Por eso es algo que deben decidir por separado.
-si tenemos una vacuna aquí cerca….-aclaró Rin que había recuperado la calma ante las palabras serenas de Kushina- ¿Por qué no inocularnos a todos? ¿Podría ser la diferencia entre salir o ser devorados no?
Mebuki y Kizashi se miraron levemente, enseguida mecánicamente negaron al mismo tiempo. Pero fue el marido quien argumentó:
-temo que no es posible. –Indicó con tono lúgubre- aunque en teoría prevendría el cambio ante la mordida. No sirve para quienes ya son zombis o quienes llevan como mínimo media hora de ser mordidos. Es como un escudo contra la enfermedad, pero si ya ingresó al organismo….
-Aun así nos puede servir, -respondió Rin molesta- ¡seria vital para nosotros!
-Pero no ha sido probada en humanos…-finalizo Mebuki tristemente- Kushina era el sujeto de pruebas y no me atreví a inyectarla. No podía hacerle eso a quien….
-basta de charlas -declaró Kushina cortándole el parlamento- la manera de salir afuera seria bajar piso por piso en la oscuridad. En fila de dos y completo silencio. Usar cuchillos o silenciadores para acallar lo más posible nuestro movimiento y…
-lamento decirlo pero es imposible…-le interrumpió el teniente Kakashi Hatake- no puedo moverme rápido, ni por mí mismo. Y aunque me dejaran aquí para descender ustedes solos, -señaló como si la opción no le perturbara demasiado- ya no tenemos comunicación con nuestro informante en el exterior. No sabríamos por donde ir en la oscuridad. Acabaríamos perdiéndonos y la comitiva de caníbales está en todos los pisos. Llevaremos el banquete directo a la mesa de los zombis.
-si vamos a morir….-declaró Rin con voz resignada- me arriesgaría a inyectar la vacuna a todos nosotros. Después de todo, aunque no funcione nos daría una oportunidad extra. Y si morimos, qué más da, la situación ocho pisos abajo no es diferente.
Los Haruno se miraron entre ellos seriamente. La oficial medico tenía cierta razón. No era potable arriesgarse a la vacuna cuando la situación era normal. Pero ese momento no tenía como definición algo “normal”. De hecho, era bastante especial estar encerrados por la muerte caminante. En otros continentes la situación había ganado las calles, se combatía casa por casa. Pero en Japón era totalmente nueva la situación.
Mebuki fue caminando hasta una zona de laboratorio seguida por su marido. Pasaron algunas puertas de seguridad hasta entrar a un lugar totalmente aislado y libre de contaminación ambiental. Ingresaron sin los trajes pertinentes ni las medidas de seguridad que los habían acompañado por meses. Ya no había tiempo para esos protocolos. La caja con las muestras estaban adentro. Kizashi cargó el código por la computadora y dos cubículos en la pared se abrieron. Mebuki se acercó a la pared y la hoja con las contraseñas que tenía en la mano se cayó al suelo por su asombro.
-no puede ser….-declaró pasmada- los antídotos no están aquí.
-¡¿Cómo has dicho?! –Gritó Kizashi molesto- ¿Quién los ha llevado?
-no lo sé, -susurró Mebuki shokeada- se llevaron la vacuna y también las muestras del virus.
-un maldito robo terrorista…-señaló el soldado Akira que sostenía de un brazo a Kakashi- los altos mandos informaron que los terroristas vendría también a Japón.
-No puedo creer lo estúpidos que son…-sonrió Kushina con ironía- este laboratorio esta costeado por el gobierno japonés. ¿Realmente creen que la información de donde se encuentra la puede conseguir un forastero? Dicen que los adoradores del islam iniciaron todo en el mundo. ¿Acaso podría un extranjero llegar hasta aquí y llevarse en silencio virus y vacuna?
-y aunque pudieran hacerlo….-completó Minato serio- ¿Cómo supieron que los doctores crearon la vacuna? Ni siquiera el personal de por aquí lo sabía. ¿A quién más se lo dijeron? –preguntó a Kizashi tratando de encontrar una respuesta.
-Solo lo sabía el director del laboratorio. Uchiha Izuna. –Declaró confundido el hombre- nadie más, ni la prensa, ni nadie aquí en los laboratorios.
-Uchiha Izuna….-sonrió con burla Kushina- ¿a que no saben de quien es hermano? Pues sorpréndanse o no, está ligado directamente con Uchiha Madara.
-¿El ministro de defensa? –Balbuceo Kakashi- no puede ser.
-Eso ya no importa….-definió Minato- ya no tenemos más que hacer aquí. Nos vamos señores, saldremos de este agujero antes que todo pierda más control.
-¿acaso la situación puede ser peor? –consultó Mebuki aun dolida por el robo de su fórmula.
-mucho peor…-dijo Kushina poniendo una mano sobre el hombro de la doctora- sino salimos rápido de este edificio. El movimiento natural del ejército seria lanzarle un par de bombas a estas instalaciones y volarlas hasta el cielo. No tenemos mucho tiempo, o salimos de aquí, o….
Y no dijo más, los soldados bajaron la vista como dando crédito a los que la pelirroja decía. Era cierto, ante el peligro de una infección que se extiende, la solución era lanzar bombas incendiarias que consumieran todo. Formarían un perímetro con los equipos que llegaran después, y dentro todo volaría en pedazos. Contener un acto terrorista era la prioridad uno del ejército. Al costo que fuera.
-existe otra forma….-dijo el capitán mirando un diagrama del edificio que había encontrado en la sección del ingeniería- este edificio tiene dos secciones de ingeniería. La que ya vimos en el piso 10, y la del subsuelo donde están también los generadores de electricidad.
-¿y tú plan es…? –consultó Kushina acercándose al rubio.
-bajamos por los huecos de ascensor. –señaló Minato estirando el plano sobre una mesa- directo al subsuelo. De ahí, solo tenemos un piso por ascender para salir de aquí.
-Capitán…-le llamó el joven Akira que ayudaba a moverse a Kakashi- no creo que el teniente pueda descolgarse hasta el fondo. Como tampoco pienso que los científicos lo puedan hacer.
-Punto muerto…-declaró Kakashi con su típica apatía- y a mí que me fascina bajar a los subsuelos oscuros donde seguro están amontonados todos los podridos que no entran en la planta baja.
Kushina estaba parada junto a Minato y susurrándole dijo:
-tienes un interesante grupo de comediantes bajo tu mando.
-y eso que aún no tuvieron sake al alcance de la mano, -respondió en broma el capitán- pero temo que Kakashi tiene su lógica. No podemos más que bajar a pie. Debemos sacar de aquí a los Haruno.
-o podemos hacer lo que dijiste antes…
-no podemos….
-si podemos…-reafirmó susurrando la mujer y se miraron fijamente- a mí también me interesa que ellos salgan con bien de aquí. Esa vacuna es la esperanza del mundo. Lo que planeo hacer es un poco diferente.
-habla entonces, porque el tiempo no está de nuestra parte.
En pocos minutos Kushina diagramó lo que debían hacer. Era un plan loco, absolutamente loco de esa locura necesaria en los momentos más desesperados. Los soldados, los científicos e incluso los Haruno tuvieron una sola cosa en mente luego de escuchar a esa mujer. Era tal vez la persona más valiente que jamás habían conocido. Y había prometido sacarlos de ese infierno.
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Un par de cosas salieron mal….
Pero dada la situación inicial, habiendo pasado entre la oscuridad y los cadáveres hambrientos. Un par de cosas no eran tantas. Sin embargo, solo Kushina y Minato descendieron por los cubículos de los elevadores ataviados en los cables de acero y con gran esfuerzo bajaron la impresionante altura de 9 pisos hasta topar con el techo del ascensor de mantenimiento que estaba en el sub suelo. Inicialmente solo la pelirroja iba a descender. Pero Minato se negó a dejarla ir sola. Si era difícil lo que intentaría. Yendo sola parecía además imposible.
Minato no pudo llevar consigo el rifle de asalto. Solo su pistola con varios cargadores porque tenía un silenciador. También dos cuchillos, el suyo propio y el de Kakashi que se lo otorgó como bono extra. El plan era complicado pero lo más viable para cumplir la misión. Kushina y Minato bajarían solos y en silencio. Solo cuchillos y armas con silenciador para limpiar a cualquier zombi que estuviera en el medio de la ruta furtiva. Andar lento y en silencio, sin tener heridas que sangren las criaturas no podrían diferenciarlos de cualquier caminante que rondara por los sub-suelos. El plan era entrar a la zona de los generadores y reactivar los ascensores que se cerraron ante las medidas de emergencia. Todo el grupo en el noveno piso bajaría hasta el primero, donde tendrían que realizar una rápida carrera por el vestíbulo directo a las puertas principales.
A campo abierto, donde el número de las criaturas no pudieran pesar contra los rifles de asalto. Kakashi iría con apoyo de rin en el centro. Los científicos y los Haruno también en medio, mientras que alrededor se colocarían los soldados restantes con todas las armas que tuvieran a la mano. Se organizaron de tal manera que fueran un grupo compacto y más sencillo de proteger. Un par de los científicos no sabían usar armas, pero tomaron los fierros que antes eran patas de una mesa metálica y con eso apartarían a quien se acercara demasiado por los flancos. Dos soldados delante, dos por detrás. Era lo mejor que podían hacer.
Minato y Kushina tuvieron muchos problemas para encontrar la zona de los generadores. Aun con las gafas de visión nocturna, conducirse entre cadáveres caminantes era difícil de digerir. Aunque inicialmente pudieron avanzar sin problemas. En pasillos estrechos y a través de puertas tuvieron que usar sus armas para derribar a sus enemigos. Minato había visto a muchos soldados con habilidades especiales. Pero Kushina lo dejó completamente en otro mundo. Usaba unas pequeñas dagas que guardaba en un cinturón de cuero con una gracia y perfección que parecía poder matar moscas con sus lanzamientos. Se movía en completo silencio, muchas veces se ubicaba detrás de las criaturas sin que se percataran en lo más mínimo. Les quebraba el cuello en un movimiento mecánico y dejándolos por el suelo continuaba avanzando impasible. Minato iba siempre de dos a tres pasos por detrás de la pelirroja. Su trabajo en este equipo era protegerla de cualquier zombi lo bastante avispado para notar que estaban allí. La pistola era el último recurso, Minato usaba sus cuchillos y Kushina sus pequeñas dagas. Todo parecía ir bien, todo hasta un mal cálculo en la entrada a la zona de los generadores.
Abrieron la puerta con cuidado, era reforzada y aunque tenían el código a la mano Kushina se cuidó de no usarlo para no llamar la atención del “publico”, con los sonidos de los botones en el panel. Uso un par de alambres con forma de ganchos y falseó la puerta abriéndola apenas. Minato ayudó a mantener abierta la pesada puerta y ambos se iban a deslizar al interior, cuando una luz junto a la entrada se encendió automáticamente.
Kushina se regresó sorprendida y se miraron al rostro bajo la luz brillante. Luego miraron al mismo tiempo por detrás del hombro. Una veintena de ojos inyectados en sangre ya los habían visto a plena luz. Los zombis comenzaron a gruñir rabiosos. La comida había decidido visitarlos en el oscuro sótano.
-hora de correr…-gruñó la mujer y todo el subsuelo de podridos se abalanzo sobre ellos.
-maldita sea….-señaló Minato sacando su arma y cubriendo la retirada hacia el interior.
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Minato estaba sentado en un rincón del pequeño cuarto en donde estaban encerrados. Jadeaba agotado por la carrera, los disparos y la adrenalina. Estaban encerrados en el cuarto de máquinas y la única buena noticia era que Kushina había ingresado a la computadora para reinstalar la energía en los ascensores. Habían logrado el objetivo principal, los Haruno tendrían su oportunidad de salir. Sin embargo, habiendo alertado a todo el mundo zombi en ese sub suelo. Salir del cuarto era algo imposible. Se sentían los gritos pululantes del otro lado de la puerta, presionaban intentando entrar y el cerrojo electrónico era lo único que les impedía tener su cena. Kushina terminó de arreglar el sistema de los ascensores y trató de acceder a las cámaras de seguridad. Pero todos los intentos fueron inútiles. La computadora estaba conectada en un sistema de circuito cerrado. Era imposible accederla desde el exterior así como usarla para conectarse afuera.
La mujer finalmente fue a sentarse junto al soldado. Estaban atrapados como ratas y de esta no iban a salir. Estaban solos, estaban acabados. Perdido todo por perdido. Minato quiso curiosear un poco más sobre su infortunada compañera en ese infierno.
-eres increíble asesinando en silencio….-admitió- jamás vi a alguien usar dagas como tú.
-si….bueno…-suspiro ella cansada- era mi trabajo principalmente. Tú sabes, tenía que ser silenciosa casi todo el tiempo.
-¿Por qué dejaste el servicio secreto?
-no creo que sea tema revelar en la primera cita. –sonrió ella tratando de desviar su mente del conocido final.
-si esta es una cita, -aclaro el capitán- diría que es la primera y última de nuestras vidas. No quiero ser pesimista pero sin casi balas y con más de 80 caminantes afuera….
-ya lo sé….-admitió ella- estaba preparada para morir de todas formas. Parte del trabajo.
-esa es la parte que no entiendo. –Susurró Minato- ¿Por qué diablos has venido hasta aquí? No nos debías nada a ninguno de nosotros. Yo de cualquier manera hubiera venido por mis hombres y la misión pero…
-vine para salvar a Mebuki-chan… -definió Kushina- seguramente no lo comprenderás, pero ella es mucho más importante que tú, que yo, o cualquier idiota con un arma.
-¿le debes la vida por no inyectarte con el virus? –Consultó Minato- ¿por eso intentaste esto?
-Más que la vida, -susurro Kushina- le debo mi alma. Si es que alguien como yo tiene derecho a una.
-¿Cómo tú? –preguntó sorprendido, ella se veía tan hermosa con ese gesto triste.
Y Kushina comenzó a contarle todo. Los viajes, las misiones, su vida en otros países. Como siguió de muy cerca en desarrollo del virus zombi. Como una rara clase de viruela se trasformó de los laboratorios rudimentarios de los terroristas en la enfermedad record en niveles de mortandad. Estados unidos prácticamente arrasado, Europa destruida y África también. El virus se traspasaba país por país sin importar medidas de seguridad o fronteras. Era imposible de controlar, era cada vez peor. Kushina le contó todo, como confesándose a un cura antes de su último suspiro. ¿Cuánta gente había asesinado para obtener la información requerida? ¿Con cuántos se había acostado para descubrir los secretos de cada país? Había dejado de tener un alma hace mucho tiempo. Mucho antes que el virus tomara la fuerza para considerarla humana a comparación con los caminantes.
-deduzco que algo ocurrió, -señalo Minato suavemente- algo que te hizo cambiar.
-dos cosas capitán…-sonrió con pena ella- conocí el más doloroso efecto del virus zombi. Mi hermano mayor, Nagato Uzumaki, fue mordido cuando explorábamos Afganistán en busca de una seta virgen del virus.
Minato ya no dijo nada, simplemente colocó su mano en el hombro de la mujer animándola a descargar su angustia. Después de todo, esa charla evitaba que se concentraran en los golpes a las puertas de hambrientos caníbales intentando entrar.
-lo mordieron por protegerme, -señaló llena de culpa- y él fue tan….maravilloso. –Sonrió apenada- me dijo que yo debía vivir. Que yo tenía lo necesario para continuar. Que me amaba, y a pesar de nuestras tontas discusiones de hermanos, del trabajo, las misiones o las ordenes. Él me dijo…-tomo un respiro como si fuera muy difícil siquiera recordarlo- “vive hermana, vive para darnos vida a todos”.
-¿Qué quiso decir?
-no lo supe en esos momentos, -negó Kushina con un gesto- solo recuerdo que encerrada en mi habitación del bunker donde nos refugiamos, tenía en una mano un tubo de ensayo con el virus virgen. Y en la otra una pistola de mi hermano. Solo recuerdo que luego de morir con una sonrisa, un tiempo después abrió los ojos y ya no era él. Era solo… un apetito voraz, babeaba por devorarme, el que siempre me había protegido ahora quería matarme.
-le disparaste…-respondió Minato ante sus lágrimas- tuviste que hacerlo.
-lo asesiné…
-le diste libertad. –Aseguró para consolarla- si tanto te quería, imagina el dolor que Nagato hubiera sentido si por no matar su cuerpo también te liquidara a ti. Hiciste lo que él deseaba, estoy seguro.
Los ruidos de la puerta que crujía por los zombis los sacaron de conversación. Minato reaccionó rápidamente poniéndose de pie y apuntado con su arma directo a la zona de la entrada. Si tenía que morir, no les seria gratis el almuerzo a quienes ingresaran. Le surgió una necesidad extraña, una necesidad tal vez nacida de su mente tratando de evitar el miedo a morir. Quería proteger a Kushina, quería que el sacrificio del hermano no fuera en vano. Aunque enseguida se negó todo a sí mismo. No podría cuidarla aunque quisiera. Ambos iban a morir, era inevitable.
Ella le sonrió de esa forma que a Minato comenzaba a gustarle demasiado. Con la palma de su mano tocó el suelo junto a ella invitándolo a sentarse nuevamente. Kushina había comprendido rápidamente que era el final para ambos, y lo aceptó como parte de su karma.
-tenemos que salir de aquí…-dijo él sentándose nuevamente
-ya cumplí mi cometido. –Señaló Kushina- ayude a salvar la vida de la mujer que puede detener el virus zombi. Salvando esa vida, he salvado a miles de millones. Al menos pude igualar el marcador. Ahora….creo que me retirare de la actividad. –indicó con burla.
-cambiaras de vida…-le devolvió la sonrisa Minato- tal vez deba hacer lo mismo. Cuando salga de aquí pienso romperle la quijada al comandante que me ordenó entrar aquí, seguramente me expulsaran de la milicia. Muchas vidas de mis hombres se perdieron por desconocer la situación. Aunque por otro lado…. –ella lo miró sin entender y el continuo con una sonrisa suave- tal vez deba agradecerle al comandante, por haberme arreglado esta cita contigo. Sin su negligencia…no te hubiera conocido.
Ambos se miraron profundamente, ya no había más risas, un zumbido feroz se escuchó con estridencia por todo el lugar. Ambos sabían lo que significaba, ambos sabían que los aviones sobrevolaban la zona, sabían que ese sonido anunciaba el final de la jornada. Se miraron como dos personas normales, no como un capitán o una espía. No una guerrera contra un luchador. Se miraron y fue ella quien dio el paso definitivo acercándose.
Se besaron…
Tal vez no era real, tal vez no podían decir que se amaban puesto que apenas se conocían hace horas. Pero toda cita que se precie de tal, tiene que terminar con un beso. El zumbido se hizo más fuerte, pronto todo desaparecería entre los gritos, la oscuridad y el fuego. Minato la abrazó tirando el arma hacia un rincón y se concentró en darle lo mejor que tenía. Darle un beso digno de ser el último, o el primero. Ella se afirmó jadeante y no dejaron de besarse a pesar de los chillidos que producían los caminantes casi quebrando la cerradura de la puerta.
Fueron segundos de puro fuego, porque ambos vieron que era la mejor manera de ir al infierno. Juntos, antes que solos. Besándose antes que llorando o conteniendo las ganas de hacerlo. El arma de Minato chocó con una pared y el ruido metálico alertó a Kushina cuando cayó al rincón del suelo. Solo fueron cuestión de segundos, fracciones de segundos antes que todo terminara.
En el primer piso, los restos del equipo dorado salían por las puertas escoltando a los Haruno fueran de la zona de peligro. Corrieron hacia las vallas exteriores aun cuando un científico y dos soldados más fueron mordidos. Sin embargo, en lugar de continuar huyendo se quedaron para cubrir la retirada de los que aún estaban sanos. Fueron valientes, fueron héroes de corazón. Mientras Mebuki Haruno era puesta a salvo por el ejército que rodeaba el complejo, el capitán Minato Namikase tenía entre sus brazos a una mujer hermosa. Su vida había sido la guerra, nunca había conocido el amor. Era extraño el lugar y momento donde encontró ese sentimiento. Era extraño saber de primera vista que su mujer perfecta estaba enfrente. Fue una buena cita, tal vez el mundo tenía una oportunidad gracias a eso. Fue una buena velada, los Haruno estaban a salvo. Fue una buena cita….
Aunque todo terminara con la caída de algunas bombas…
Aunque todo terminara en el infierno.
Fin del shot.
arminius- Clan Seiryuu
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Re: UNA CITA EN EL INFIERNO.(mina-kushi) (+16) one-shot, terror. 30/08/13
Excelente y magnifico shot, me gusto mucho, aunque algo nostalgico y dramatico al final, casi que llore, me mantuvo con la emocion, el suspenso y toda la atencion del mundo, me atrapo por completo.
Y bueno Kushina al menos se siento en paz y aliviada al hacer lo correcto al final y que tuvieron su final juntos, sintiendose el uno al otro.
Gracias por el shot!
Y bueno Kushina al menos se siento en paz y aliviada al hacer lo correcto al final y que tuvieron su final juntos, sintiendose el uno al otro.
Gracias por el shot!
hikari uzumaki- Sennin
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