Invisible [TP][2/2][17/06/13]

Me besaste una noche pero no lo recuerdas. No es que no recuerdes el momento, pero no me recuerdas a mí.
 
Te lo digo porque estos últimos tres años he sido invisible para ti. Me han dicho que si no puedo decirlo, es mejor escribir una carta que nadie nunca leerá.
 
Así que, aunque me siento como un idiota haciendo esto, en este punto soy capaz de hacer cualquier cosa. Porque si no lo hago, la verdad me comerá de adentro hacia afuera, como ya comenzó a hacerlo. Necesito decirle a alguien, incluso si es solo un pedazo de papel. Espero que esto funcione, no sé lo que haré si no lo hace.
 
Voy a empezar desde el principio.
 
Cuando te mudaste aquí durante nuestro primer año, te vi desde el primer día. Nuestra escuela es grande, como ya sabes, pero siempre es fácil reconocer un nuevo rostro. Estabas en la cafetería cuando te vi por primera vez, y olvide comer ese día. Así es, yo, un chico, olvide almorzar. No me avergüenza decir que eras, o mejor dicho eres mi primer y gran amor. Y eso no es algo que se pueda olvidar fácilmente, por eso escribo esta carta.
 
Todos recuerdan su primer amor. Durante el primer año me sabía tu horario de memoria. Mis ojos te seguían cuando no te dabas cuenta, y cuando escuchaba tu voz, trataría de agudizar mi oído en lo posible para oír de qué hablabas. Pero nunca te acose, lo juro. Solo tenía curiosidad de saber qué cosas te gustaban.
 
Seguramente te preguntas porque nunca me acerque a ti, pero es porque tú no me conoces, y no sabes lo tímido que soy. Es uno de mis grandes defectos. No hablo mucho, únicamente lo hago si tengo que hacerlo. Ahora que lo pienso, probablemente debí haberte dicho algo antes. Hubiera hecho mi vida mucho más sencilla.
 
El primer año no fue especial. Tú eras la chica nueva y no me extrañaba que no me hubieras notado. Ese año tuve anteojos y nunca sobresalí de entre la multitud, pero sabía que algo tenía que cambiar antes de que comenzara nuestro segundo año. Aún usaba anteojos, y algunas pensaron que era lindo (sus palabras, no las mías) Pero corte un poco mi cabello, con la esperanza de que aunque sea me miraras.
 
Durante el siguiente verano te bronceaste y tu cabello estaba más largo que nunca. Me sentía como basura comparado contigo, y no sabía qué hacer para lograr que me vieras.
 
Me entere de que teníamos una clase juntos ese año, y me asegure de obtener un pupitre cerca del tuyo, el cual resulto estar justo detrás de ti. La primera semana tenía la esperanza de que se te cayera el lápiz o algún papel, y así tendría una excusa para hablar contigo, y te darías cuenta de que existo. Pero nunca paso nada. Tuve una calificación horrible en matemática ese año, probablemente porque me quedaba embobado viendo tu cabello en cada clase, preguntándome cuando voltearías para ver quien se sentaba detrás de ti... Nunca lo hiciste.
 
Después de año nuevo, una semana después, accidentalmente chocaste contra mí en los pasillos. Se te cayó un libro y yo lo recogí por ti, mi corazón latía como nunca antes lo había hecho. Cuando estaba por entregártelo, esperando que me estuvieras observando, estabas ocupada hablando con una de tus amigas. Agarraste tu libro sin ni siquiera mirarme.
 
—Gracias—dijiste. Ni siquiera me diste un vistazo. Me quede de pie en el pasillo, observando cómo te ibas, preguntándome que había de malo conmigo. Esa noche mi mamá me preguntó cuál era el problema, pero me lo tragué, diciendo que no era nada.
 
El año escolar terminó igual que el anterior, Te vi una sola vez durante ese verano, pero tú nunca me miraste a mí.
 
El primer día de nuestro segundo año, empecé a llamar la atención de algunas chicas. Finalmente tenía mis lentes de contacto y mis ojos azules eran visibles por primera vez. Claro, no era tan grande como uno de esos chicos con los  que te la pasabas, pero podía quitarme la camisa mejor que nadie, y lo admito. Pero, aún después de tener contactos, hacerme más alto y más seguro de mi mismo, aún así no me veías.
 
Comencé ese año sintiéndome como nunca antes lo había hecho, y no quería cambiar quien era solo para que tú me vieras. Me quede como era, pero secretamente lo odiaba, sabía que nunca me verías como las otras personas alrededor de ti.
 
Podía cambiar quien era por la oportunidad de que me notaras, o podía quedarme siendo yo mismo y seguir siendo invisible para ti. Decidí tomar la segunda, esperando que aún así me dieras una oportunidad y me vieras por quien realmente era.
 
El segundo año tuvimos tres clases juntos, así es… tres. Aún te observaba, aún  notaba tu presencia cada vez que estabas cerca. Era realmente frustrante, era un don nadie para ti. Me notaste algunas veces los primeros meses, pero en realidad nunca ‘me viste’. Pase a tu lado, me senté junto a ti en clases, te topaste conmigo en la cafetería más de una vez... Gracias, discúlpame, lo siento… Esas fueron las únicas palabras que me dijiste. Y cada vez que abría mi boca para decirte algo, ya te habías ido; había perdido mi oportunidad.
 
No sabes cuantas veces intente tener el coraje suficiente como para hablar contigo. Una vez me pare detrás de ti mientras buscabas algo en tu casillero; mi boca medio abierta, tratando de formar algo coherente. Cuando diste la vuelta, te sorprendiste de verme ahí. Tenía la pequeña esperanza de poder decirte algo, cualquier cosa que no sonara estúpida. Creo que esa fue la primera vez que hiciste contacto visual conmigo. Fue el momento más largo de mi vida.
 
Tus amigos se acercaron a ti, parándose justo frente a mí… y yo fui olvidado de nuevo. Comenzaste a caminar junto a ellos, pero antes de que te alejaras, logre escuchar algo.
 
—¿Quién era ese?— uno de ellos preguntó. Me quede observándote esperando por tu respuesta. Tú contestaste.
 
—No tengo idea. Quizás es un alumno nuevo— dijiste.
 
No podía creer lo que había escuchado, había estado a tu alrededor por los últimos dos años y medio, y ni siquiera me reconociste. De pie en el pasillo, con la gente empujándome mientras el timbre sonaba, me di cuenta de que probablemente nunca lo harías. Shikamaru siempre me dijo que te superara, pero nunca supo cuanto te quería, cuanto necesitaba que tú supieras quien era…
 
Se más de ti de lo que crees. Te mudaste del lugar que te encantaba, Nueva York, aún así no le diste mucha importancia. Vives con tu mamá, tu papá, tu hermano quien es cuatro años menor que tú. Voleibol es tu deporte favorito, y eres realmente buena en el. Los días en que llueve, llevas tu cabello en una cola de caballo dejándolo colgar hasta la mitad de tu espalda. Cuando un profesor te llama, tocas con tus dedos el collar que siempre llevas, como un hábito nervioso. Y siempre das la respuesta correcta. No tienes problemas en sacar buenas notas y siempre entregas los trabajos. Aún así, te aburres en historia, la mayoría del tiempo solo te quedas observando la ventana.
 
Aunque se todas estas cosas sobre ti, desearía poder conocerte mejor. Porque no te conozco, no realmente. También quisiera que tú me conocieras, pero tengo miedo de que si lo haces, no seré lo suficientemente bueno para ti. Soy un estudiante promedio, nada especial. Soy algo decente jugando béisbol, pero nuestra escuela se concentra tanto en el fútbol que no le da importancia. Parece como si nada importara estos días…
 
Después del año nuevo de nuestro segundo año escolar, no hubo muchos cambios. Aún rogaba porque me miraras y aún así, no lo hiciste. Ni siquiera me notaste después de que hice una presentación en clase. Estuve de pie por cinco minutos enteros, me miraste solo una vez y eso fue todo. Me sentí mal del estomago cuando pasó, y el profesor incluso me preguntó si me sentía bien, todos me observaron excepto tu. Pero le dije que estaba bien, no me gusta mentirle a los profesores; siempre pueden ver a través de mí.
Pero al final de nuestro segundo año ocurrió. Ryu estaba dando una fiesta declarando el final de nuestro segundo año y todos estaban ahí. Hable con algunos de mis amigos en la fiesta, pero todo el tiempo te estuve observando desde el costado de mi ojo. Estaba celoso de los chicos parados a tu lado, inclinándose hacia ti, con los que te rías y tocabas sus brazos. Apenas podía soportar verte esa noche.
 
Lo que todos sabíamos sobre las fiestas de Ryu es lo que pasaba a medianoche. Por alguna razón todos brindan por un nuevo día, y algunos, como Ryu, declaran el nuevo día. Me preocupaban algunos de nuestros compañeros, pero ese no es el punto.
 
Había perdido la noción del tiempo caminando hacía la cocina, pasando por el pasillo. Fue allí cuando llego medianoche, todos se voltearon a la persona que tenían cerca y se besaron como si de un cuento de hadas se tratara. Era realmente cursi, pero todos lo hicieron porque era una excusa para besar a alguien a quien nunca besarías.
 
Quizás era suerte, o algo del destino, pero a decir verdad no me importa. Tú estabas de pie a mi izquierda, sola mientras todos se besaban. Te observe te lleve contra la pared, me observaste de vuelta con una expresión inexplicable. Tenía miedo de que me preguntaras quien era y estropearas mi esperanza de que me conocieras, así que hice algo antes de que pudieras hablar. Di dos pasos hacia ti rompiendo el espacio entre nosotros. Te bese… y tú comenzaste a besarme de nuevo.
 
Mi cabeza daba vueltas y mi corazón latía tan fuerte que estaba seguro de que tú podías sentirlo. Quizás podías, no sé. Coloque un brazo en tu espalda y te presione contra mí, evitando que se rompa el contacto entre nosotros. Recuerdo la caricia de tus dedos en mi cabello, tirándolo y acercando mi cabeza a la tuya. Mi pulso y mi sangre corrían rápido. Era increíble.
 
Cuando nos separamos, una multitud nos empujo haciendo más grande la distancia entre nosotros. Me pare en la entrada de la cocina y te observe, esperando que tú me estuvieran mirando creyendo que este era el momento.
 
Fue como una patada en el hígado el verte hablando con otro chico como si nada, coqueteando y sonriendo.
 
Aún podía sentir tus labios en los míos y tú ya me habías apartado de tu mente. ¿Cómo podías haberme olvidado tan rápido? ¿Acaso era así de invisible para ti?
 
Te voy a decir algo que no sabes. Cuando camine hacia afuera esa noche, aún con la fiesta en marcha, alguien me detuvo. Estaba a medio camino de mi carro antes de que Sasuke, Jūgo y Suigetsu aparecieran de la nada. No tenía idea de que querían, pero sabía que no planeaban dejarme pasar. Estaba por preguntarles que querían pero no me dieron oportunidad. No sabía quién era quien en la oscuridad, pero dos de ellos me sostuvieron por los brazos mientras el tercero me golpeo hasta que estaba jadeando tratando de conseguir algo de aire. Me golpearon en la mandíbula, el estomago y las costillas. En todos lados hasta que quede adormecido. Cuando terminaron me tiraron al suelo, justo en el duro asfalto con algunas piedrecillas incrustadas en mis palmas. Se pararon sobre mí, evitando que me pusiera de pie.
 
Sasuke se agachó y se acerco a mi oído susurrando
 
—Aléjate de ella, es demasiado para ti—.
 
Me dio una última patada en las costillas antes de volver a la casa, dejándome en la calle con la cara ensangrentada. Estaba feliz de que ese hubiera sido el último día de clases así nadie tendría que ver lo que paso. Manejé hasta mi casa sintiéndome aturdido, por fuera y por dentro. Trate de olvidar esa noche y hecho de que ni siquiera me viste después de que te bese. Me lastimaba el solo pensar en eso. El verano pasó.
 
Cuando la escuela dio comienzo una vez más, no tenía nada que esperar. Obviamente no había olvidado lo que Sasuke me había dicho, pero otra parte de mi esperaba que algo hubiera cambiado ese verano y que tú me quisieras, así podrías olvidarme de sus amenazas. ¿Acaso no se supone que eso es lo que hace el amor?
 
Así que aquí estoy, escribiendo esta estúpida carta a mediados de octubre, con la esperanza de superarte y seguir con mi vida. Odio ir a la escuela porque no es diferente. En lugar de tener tres clases juntos como el año pasado, tenemos cuatro. Prácticamente tenemos el mismo horario, aún así me siento como un fantasma cuando estoy junto a ti. Estoy cerca de rendirme, y creo que es lo que quiero.
 
¿Por qué no me ves? Sigo pensando que debería cambiar, pero sé que no debo hacerlo. Pero quizás cambiar será lo que hará que me veas.

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Observe el papel, con la pluma en mi mano sin saber que más escribir. No hay nada más. Me siento tan patético. No debería ser así, debí haberme forzado a olvidarla cuando era obvio que ella nunca me vería. No me he sentido como yo mismo por eso. Y no he estado concentrado en la escuela como solía hacerlo.
 
Doble las paginas y las guarde dentro de un sobre blanco, preguntándome que debería hacer con él. Se siente pesado en mis manos, el peso de la verdad. La silenciosa casa me recuerda que estoy solo, como siempre.
 
Una bocina sonó afuera sacándome de mis pensamientos. Sin pensarlo, guarde el sobre en mi bolsillo trasero y agarre mi chaqueta antes de dejar mi cuarto. Estaba oscuro afuera, eran pasadas las diez, Shikamaru llegaba tarde como lo usual. Estaba al teléfono cuando entre al auto, y siguió hablando hasta que llegamos a la fiesta que ofrecía Ryu para celebrar el año nuevo. Finalmente colgó y me observo.
 
—Estas extraño—.
 
—¿Cómo sabes si estoy extraño si estuviste pegado al teléfono todo el viaje?—.
 
—Porque lo sé—me quede observando el parabrisas, pensando en la carta que tenía en mi bolsillo—Se que he dicho esto antes, pero tienes que superarla hombre. No es saludable que estés así. Estas perdiéndote tu propia vida y ni siquiera te das cuenta—Estaba por seguir hablando pero su teléfono sonó.
 
—¡Hey! ¿Qué pasa Kiba?—salió del carro, sin siquiera darse cuenta de que no estoy detrás de él. Lo veo caminar hasta la casa, haciendo gestos con la mano y hablando por el celular. En cuestión de segundos estoy solo de nuevo.
 
No estoy seguro de porque vine. Sé que ella está adentro, y me está matando el hecho al igual que los tres últimos años, quiero  verla. Es probablemente la única razón por la que vine. Cerré mis ojos y desee que mi corazón funcionara sin ella, liberándome de quien no soy. Si no fuera por ella, no estaría aquí. Me está destrozando lentamente, haciendo más difícil estar feliz conmigo mismo.
 
¿Me mataría irme a casa? Podría hacerlo. Podría irme, alejarla de mis pensamientos para siempre y nunca pensar en ella otra vez. Puedo hacerlo ¿en serio puedo?
 
—Diablos—abrí la puerta y cerré dando un portazo. La música se hace cada vez más fuerte a medida que avanzo a la casa, veo personas en el jardín, bebiendo de vasos plásticos. No importa porque no hay vecinos que los oigan o los vean. Alguien me llama desde atrás pero pretendo no escucharlo y caminó hacia adentro.
 
Mis ojos escanearon la habitación, buscando pero sin encontrar a nadie. Una parte de mi espera que no esté ahí. Una pequeña parte, pero ahí está. Cuerpos apretados unos contra otros, personas tratando de hacerse paso pero encontrándolo bastante difícil. Reconozco casi a todos. Algunos me saludan y dan alguna sonrisa.
 
Esta noche no estoy feliz como usualmente. Soy alguien que sonríe fácilmente y que no se preocupa por pequeñeces. Pero últimamente, eso ha cambiado, y me siento peor que nunca.
 
Comienzo a caminar entre la multitud y me encuentro de nuevo en el pasillo, lo que trae consigo aquel recuerdo. Mis piernas me fallan levemente y trato de seguir caminando.
 
—Muévete—me dicen desde  atrás, más y más gente pasa mientras yo me recuesto contra la pared, viéndolos caminar. Espero una oportunidad para moverme otra vez pero no encuentro ninguna. Hay más personas de lo normal.
 
—Hey, yo te conozco—.
 
Volteo y veo una chica recostada de la pared a mi lado. Tiene un corto cabello de color rosa y ojos color esmeralda. Su ropa es sencilla como la mía, Una camisa con unos jeans. Yo llevo una chaqueta pero ella no tiene una, mostrando sus brazos de delicada piel. Una de sus manos se encuentra abajo, cerca de sus caderas, su pulgar enganchado en su cinturón. Trato de pensar en lo que me dijo.
 
—¿Me conoces?—pregunto un poco asunte—¿De dónde?—.
 
—La escuela, vemos historia juntos—.
 
Sus ojos me examinan. Son de un verde profundo. La reconozco.
 
—Te mudaste aquí el año pasado y te sientas detrás de mi ¿cierto?—trato de sonreír, porque pensar en la escuela solo trae a alguien a mi mente.
 
—Así es—ella asiente—Y tú te sientas detrás de esa chica a la que siempre observas—.
 
Mis ojos empezaban a ver a otro lugar, pero rápidamente volvieron a ella. Trate de sacudir mi cabeza —No observo a nadie—.
 
—Ya sabes—cambió su peso hacia su otro pie—Otras personas quizás no lo noten, pero yo sí. Puede que sea nueva, pero no soy ciega—.
 
Me quede congelado por un momento. Mi corazón latía en mi garganta.
 
—No te merece—dijo detrás de mí.
 
Hice una pausa, tratando de analizar sus palabras. Voltee hacia ella —¿Y cómo sabes eso?—.
 
Se alejo de la pared y comenzó a voltearse a otra dirección.
 
—Porque yo te veo y ella no—.
 
Deje de observar su espalda y ella desapareció en una esquina, y sus palabras se quedaron conmigo. Algo se siente pesado en mi bolsillo trasero. Recuerdo el sobre. Empujo a la multitud, paso la cocina y voy a la puerta trasera, tratando de encontrar un lugar donde pueda respirar. Más personas están esparcidas en el patio, y alguien encendió una fogata. 
 
Comienzo a tiritar y empiezo a caminar, la carta a un se siente pesada en el bolsillo de mi pantalón.
 
Estoy enfermo de la carga que he estado llevando, y así es como se siente, como una carga. Quiero dejarla ir, quiero seguir adelante. Quiero que ella no signifique nada para mí porque eso es exactamente lo que yo significo para ella. No quiero ser forzado a cambiar y ser alguien que no soy.
 
El fuego arde frente a mí y de alguna manera la carta llega a mis manos. No recuerdo como lo hizo.
 
Empiezo a oír voces a mí alrededor, y nos lo quiero oír. Oigo a Sasuke, Jūgo y también a Suigetsu. Pero luego la oigo a ella, la veo riéndose de una broma que no escuche. Lleva una bufanda en su cuello, sus mejillas están rojas, por el calor o frió no sabría decirlo. Me duele la cabeza.
 
Sasuke se da cuenta de lo que hago —¿Tienes algún problema?— Su tono lleva consigo una amenaza y sé que no ha olvidado lo que me hizo. Todos los demás se paran y observan. Finalmente la veo a los ojos y no digo nada.
 
Los entrecierra un poco y me dice.
 
—¿Te conozco?—me pregunta.
 
¿Me conoce? Quiero gritar que he estado en su mismo año, que hemos compartido algunas clases por los últimos tres años. Quiero gritar que he pensado en ella cada día sin falta, pero ni siquiera una vez me miro a mí lo suficiente como para reconocerme.
 
Mi puño oprime la carta y siento como me despedazo. Podría darle la carta, con la esperanza de que finalmente me vea, o puedo arrojarla al fuego y dejarla ir para siempre, finalmente aliviándome de esa carga.
 
‘No te merece’
 
Quiero creerlo, en serio lo quiero. No quiero tenerla sin ser yo mismo, y por primera vez en mi vida, encuentro fácil elegir entre los dos. Ella o yo.
 
—No—digo—No te conozco—.
 
Es la primera vez que hablo con ella. Mis dedos se abren lentamente y dejan la carta en el fuego. Libertad pienso sonriendo.
 
—Eres un fenómeno ¿lo sabes?—dice Sasuke. Sus amigos se ríen, pero por alguna razón ella me observa, sin sonreír. ¿Finalmente me reconoce? Tengo una pequeña esperanza. Quizás se siente invisible como yo hace unos minutos.
 
Me doy vuelta y camino hacia la casa, siento los ojos en mi cuello. Quizás se estén riendo, pero mi sonrisa permanece hasta que entro.
 
Siento que finalmente tengo el control de mi vida, aunque parezca triste.
 
Necesito ser yo mismo, no alguien que quiero que ella vea. Me he estado moldeando alrededor de ella, malgastando mi tiempo porque quería creer que ella me correspondería. Soy yo mismo ahora, nadie más.
 
Todos hacen la cuenta regresiva para el año nuevo. Me detengo y observo la habitación. Las personas ya se están acercando a quien quieren besar, y veo a la chica del pasillo entre la multitud.
 
Camino hacia ella… 8,7
 
Sonríe cuando me ve… 6,5
 
Mi corazón se hincha, nunca me he sentido igual… 4,3
 
No detenemos a tan solo unos poco centímetros… 2,1
 
Prefiero ser yo mismo… nadie más.