Hechizo del Destino [+16] [NS] ACTUALIZADO!! (cap 6) (04/08/13)

Por las calles de Mahō no basho, un pequeño pueblo de Japón, corre el  rumor de que no muy lejos de allí vive un monstruo…

Con aspecto horrible y malvado…

Algunos aseguran haberlo visto, y  se cree que reside en una casa ubicada en el interior del bosque, alejado de todo y de todos…

Y como es de esperarse, con el pasar de los años….

En ese pueblo se formó una leyenda…

Ésta cuenta que hace ocho años, a la aldea había llegó una bruja en busca de ingredientes para sus pociones, ésta poseía un medallón mágico muy valioso, que en un descuido de la anciana fue hurtado por una joven aldeana, la hechicera la siguió y cundo logró encontrarla, enfurecida, decidió maldecirla, pero cuando estaba a punto de hacerlo, el novio de la fémina se interpuso entre ellas, proponiéndole un trato: Él a cambio de su novia, la bruja le preguntó si estaba seguro de lo que hacía y el joven respondió afirmativamente. La joven, aprovechando el descuido, se marchó con el tesoro, dejándolo maldito, la anciana apiadándose del chico le contó que existía sólo una persona en el mundo que podía ver el hilo rojo del destino y que si quería volver a la normalidad debía pedirle ayuda y cuando encontrara al amor de su vida, el hechizo se rompería.

Antes de irse la mujer le advirtió dos cosas:

La primera era que debía ganarse la confianza de esa persona, porque a simple vista él daba miedo

Y  la segunda fue que por ningún motivo debía lastimar al amor de su vida, ya que si lo hacía la maldición sería para siempre…

Desde ese día se dice que aquella criatura deambula por los alrededores buscando a la persona que lo ayudará

Algunos dudan de la existencia de la bestia…

Aunque la realidad, es que sí existe…

Y ésta…es su historia…

Hechizo del destino

La luz se filtraba por las finas cortinas de una casita en un pueblo pequeño.

Una joven hermosa dormía plácidamente en la cama, hasta que la luz la obligó a abrir sus hermosos ojos.

Eran verdes jades, como dos esmeraldas.

Muchos se quedaban mirándola ya que para ellos esos ojos han tenido que ser otorgados por alguna diosa.

Había quien creía que podía conceder deseos.

Pero eso solo eran habladurías.

Su pelo rosado y sedoso caía delicadamente hasta su cintura.

La chica acostumbró sus bellos ojos a la luz, una vez conseguido se levantó lentamente y fue a darse un baño.

Las gotas caían lentamente por su perfecta figura, su estatura era normal, sus largas y estilizadas piernas eran
dignas para el pecado.

De hecho muchos hombres le habían pedido para salir pero ella los había rechazado a todos.

La joven buscaba un amor verdadero, no quería un chico para tener una noche loca... Ella no era así.

Quería un hombre que la respetara por lo que era, no por su cuerpo.

Salió de la ducha y se secó rápidamente.

El armario se abrió de par en par dejando ver algunas prendas un poco desgastadas.

Y es que la chica era un campesina, sus padres habían muerto y solo le quedaban las tierras.

Una campesina con un gran secreto...

Había una leyenda que se transmitía de familia en familia.

«Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o
circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper».

El hilo rojo del destino... Esa era la leyenda.

Desde que la escuchó quiso saber más y su abuela siempre le contaba:

«Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy
poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia. Cuando
la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara
ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los
llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar
hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador
se acercara y le dijo : «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una
burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que
la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la
cabeza. Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó
que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el
momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que
la cubría totalmente… Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente. »

Nada más oírla la joven se prometió que algún día encontraría al amor de su vida.

Es decir, el final de su hilo rojo.

Cabe decir que esta humilde campesina podía ver dicho hilo, lo descubrió el día que cumplió los quince.

Veía hilos por todas partes, cosa que le producía un dolor de cabeza terrible.

Con el paso del tiempo consiguió dominar este poder y ahora podía ver el hilo de la persona que ella quisiese, en vez de verlos todos de golpe.

Todo esto lo consiguió gracias a un libro que, casualmente, también lo encontró el día de su cumpleaños.

Estaba limpiando la estantería cuando un libro le llamó la atención, el libro despedía una luz brillante muy cálido.

La chica, valientemente, lo cogió entre sus delicadas manos, ya que esa luz le infundía valor.

El escrito dejo de brillar y la joven pudo comprobar que estaba encuadernado del terciopelo más suave que había
tocado en su vida.

En la portada estaba bordado su nombre con hilo rojo: Sakura.

Esto la sorprendió, incluso provocó cierto temor, pero con la valentía que la caracterizaba abrió el libro.

En él estaban escritos muchos conjuros, al principio pensó que era un broma ya que la magia no existía.

Aun así su abuela siempre le hablaba sobre la existencia de las brujas.

Pasaron los meses y Sakura le cogió un cariño especial al libro, a veces se entretenía leyendo los conjuros sin
decirlos en alto.

El manual y los poderes aparecieron el mismo día... ¿Coincidencia?

La joven se vistió antes de que se resfriara, una falda rosa bastante desgastada que le llegaba hasta la rodilla y una
blusa un poco rota.

La joven, bajó hasta la cocina, como vivía sola tenía que ocuparse del hogar.

Aun así Sakura era feliz.

Se preparó para cocinar pero le faltaba la comida...

Cogió su bolsa, que siempre llevaba a todas partes, guardó su libro y algo de dinero y se fue al mercado de la ciudad.

Normalmente abrían por las mañanas.

El ambiente allí era agradable y todo el mundo adoraba a esa joven.

Claro está, que nadie sabía nada acerca de su poder... Ni sobre la existencia del extraño libro...

La peli rosa se acercó a una tienda donde vendían verduras.

-¡Buenos días!-saludó enérgicamente.

-¡Hola, Sakura!-respondió la simpática anciana que atendía en el puesto.- ¿Vienes a desayunar?

-Así es.

Todo el mundo sabía la situación de la chica por eso nadie le hablaba sobre sus padres, ni siquiera tocaban ese tema delante de ella.

Sin embargo, la peli rosa siempre tenía esa preciosa sonrisa dibujada en su rostro.

-¿Te pongo lo de siempre?-preguntó la anciana sabiendo de antemano la respuesta, ya que casi siempre compraba
lo mismo.

-Sí, por favor.

La anciana le envolvió el encargo y sin que se diera cuenta le puso algo más de comida de lo que ella había pedido,
siempre lo hacía porque veía a Sakura como a su hija.

-Gracias.-dijo la joven pagando su compra.

En su camino de vuelta a casa se detuvo en varias tiendas hasta que en una de ellas unas escuchó la conversación, bastante interesante, de dos mujeres.

-¿Has oído hablar del monstruo que deambula por aquí?

-¡Sí! ¡Qué miedo!-dijo con una mueca de terror.- Espero que no se acerqué por aquí nunca.

-Tranquila que es una leyenda...-la mujer se relajó.-Pero...

-¿Qué ocurre?

-Últimamente se están escuchado muchos gruñidos.

-¿Crees que podría ser él?

-No lo sé, también podría tratarse de un lobo, pero si de verdad existe y la leyenda es cierta debe de vivir en una
casa en mitad del bosque.

-Espero que sea una simple leyenda...

Sakura no necesitó más historias...

Habían encendido su curiosidad, y es que la chica poseía una valentía digna de admirar, también era muy curiosa y
le gustaban las aventuras como a nadie en el mundo.

Al igual que su madre...

La joven fue corriendo a su casa, dejó sus cosas y puso rumbó al bosque.

Siempre con su libro que la hacía sentir mejor.

Con un acto tan simple la joven se embarcó en una aventura que jamás olvidaría.

Y esta es su historia... Que comienza aquí...

Era una hermosa tarde de otoño, perfecta para comprobar si el monstruo de la leyenda era real o no...

He de admitir que estoy un poco asustada...

Pero el miedo a lo desconocido me intrigaba demasiado...

Y la curiosidad me empujaba a que me adentrara cada vez más en aquel frondoso bosque...

¿Y si realmente la bestia existía?

¿Y si al encontrarla quedaba cara a cara con ella?

Quizás debería volver a mi casa...

¡No!

¡No iba a echarme atrás a esta altura! ¡Debo continuar!

Caminé por un largo rato, hasta que de repente dejé de hacerlo porque escuché ruidos detrás de un arbusto.

¿Qué será?

Lo he vuelto a oír... ¡¿Qué rayos es?!

Entonces veo como un pequeño animal sale del follaje.

-Tonta ardilla.-le digo-Me asustaste...

El animalillo me mira por un momento, para luego enterrar en el suelo una nuez y subir a un árbol.

Seguí caminando y encontré un hermoso lugar, era un pequeño claro con una preciosa cascada, me acerqué a él y me maravillé al ver la claridad del agua, me quité los zapatos y sumergí mis pies en ella, un escalofrío recorrió mi cuerpo, estaba fría…pero no me importó.

Estuve allí durante un tiempo considerable o al menos, lo suficiente como para tener hambre.

Saque mis pies del agua y con mis zapatos en mi mano izquierda, seguí caminando, cuando sentí que mis pies ya estaban secos, me los puse de nuevo. La caminata siguió y mi hambre aumentaba, pero seguro encontraría algún árbol con fruta para comer.
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-¿A qué persona cuerda se le ocurriría venir al bosque sin comida?-me preguntaba a mi misma

-No lo sé... Déjame ver, ¡Ah, ya sé! ¡A una persona llamada Sakura Haruno!-contestó una molesta voz en mi cabeza

Rodé los ojos y seguí con mi actividad.

Después de un rato no sabía que era peor...

Estar en el bosque sin comida...

Estar perdida...

Tener la sensación de que te están observando...

O...

Estar perdida en el bosque, sin comida y con la sensación de que te observan...

Supongo que elegía la cuarta opción
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¡Ni siquiera sabía en qué momento me había perdido!

Ese árbol se me hace conocido...

Todos los arboles son iguales...

Miré al cielo y vi como el sol amenazaba con ocultarse.

¿Cuánto tiempo había caminado?

De repente-no muy lejos de mí- vi una pequeña casa, que parecía semi abandonada

Un momento… ¿sería esa la casa de la leyenda?

¿Me acerco o no me acerco?, he ahí el dilema.

¡Al demonio! No había caminado tanto para luego acobardarme al último momento.

Fui hasta la casa y miré por la ventana, al parecer no había nadie adentro, fui hasta la entrada, giré el picaporte y la puerta se abrió, di un paso y entré.

-¿Qué haces aquí?-gruñó alguien a mis espaldas.

Y en ese momento, un gran escalofrío recorrió mi columna...

Mis piernas se paralizaron y mi cuerpo se agarrotó.

No podía moverme ni articular palabra alguna, ahora mismo una estatua sería más útil que yo.

-¡Respóndeme!

El grito de aquella persona me sacó de la parálisis y me di la vuelta lentamente.

-Hola... Yo...

Enfoqué mejor al fondo de la habitación, estaba tan oscuro que no se podía distinguir bien que había allí.

-Esto... No quería molestar...

Unos ojos rojos de color sangre se abrieron en mitad de la oscuridad y una ráfaga de aire me lanzó volando.

Caí justo delante de la entrada.

-¡Vete y no vuelvas!

Su voz de ultratumba me producía escalofríos, sin embargo algo en mi interior me decía que tenía que ayudarle.

La pregunta es... ¿Cómo?

Al final resultó que era verdad la leyenda...

Ánimo Sakura... Tu madre nunca se ha rendido... Tu tampoco lo hagas.

Con la valentía que tenía en el cuerpo me levanté y me acerqué lentamente al... A él.

-¡¡No des un paso más!! ¡¡No te acerques!!

Me detuve en el acto.

-¿Por qué no retrocedes?

-Porque necesitas ayuda.

Silencio... Era lo único que se escuchaba.

-¡No necesito tu ayuda!

Di un paso más y escuché un gruñido.

-¿Me tienes miedo?

-No.

-Entonces, sal de la oscuridad.

Hubo otro enorme silencio que fue destruido por el crujir de la madera, cuando la bestia salió a la luz quedé impactada.

No era una bestia de cinco brazos, o un demonio, o un monstruo morado con cincuenta ojos...

Era una persona... Rodeada de una aura naranja que formaban dos colas al final de la
espalda. Tenía los colmillos afilados y las uñas más largas que una persona normal.

Todo lo demás eran características de un ser humano...

¿Este es el monstruo? No puede ser...

¿Qué le habrá pasado para acabar así?

El chico era rubio, con tres marcas en cada mejilla que se asemejaban a bigotes y los ojos rojos, los mismos que vi hace unos minutos, en la oscuridad. A pesar de ser una persona andaba a cuatro patas, llevaba ropa que consistía en un pantalón naranja un poco desgastado y una camiseta blanca hecha jirones.

-¿Ya no eres tan valiente?

La verdad es que no estaba paralizada por el miedo sino por la sorpresa.

-No eres... Un monstruo... Eres un ser humano...

El chico abrió los ojos de golpe.

-Te equivocas, soy un monstruo.

-No es eso lo que yo veo.

Notaba una profunda tristeza emanando de su cuerpo.

-¿Quién eres?

-Soy Sakura...

-¿Eres una bruja?

De repente la imagen del libro atacó mi mente... En ese libro hay conjuros, o algo parecido. ¿Soy una bruja?

-¿Por qué lo preguntas?

-Puedo detectar el poder de las personas... Y el tuyo se sale de la escala.

¿Poder? ¿Escala? ¿De qué habla?

-No te entiendo.

-He peleado con todo tipo de monstruos y demonios buscando algo, pero ninguno de ellos tenía tanto poder mágico como el que tu posees.

¿Monstruos? ¿Demonios? ¿Buscando algo?

¡¡Me va a estallar la cabeza!!

-Con ese poder podrías matarme fácilmente... ¿Has venido a eso?

¿¡Matarlo!?

-¡No! ¡Yo no quiero matarte!-agité la mano en el aire para acentuar la negación.

Sin embargo, él lo tuvo que tomar como una manera de atacar ya que estiró una de sus colas y venía derecha a mí.

¿Qué hago ahora?

La cola se acercaba a mí a gran velocidad y solo atiné a protegerme el rostro cruzando los brazos sobre éste. Es señal de defensa. Tratando de reducir el daño que pueda ocasionarme el golpe.

Peor ese ataque nunca llegó.

Aparté lentamente las manos y descubrí que estaba metida en una semiesfera rosa, que me rodeaba cubriéndome desde todos los ángulos.

La cola del chico se quedó a escasos centímetros de mi cabeza.

La miré asustada, comenzó a golpear la esfera con fuerza pero ésta no parecía inmutarse.

-Lo sabía...-habló el chico cesando en el empeño de golpearme.- Tienes poderes mágicos.

Vale, no sé como ha pasado eso... Sin embargo quiero hacerle entender que no voy a matarlo.

-Escucha no quiero matarte... Simplemente me he perdido en el bosque.

-¿Y porque no utilizas tus poderes para encontrar la salida?

-Porque no tengo.

Sus ojos rojos cogieron más brillo de lo normal y eso me asustó un poco.

-¿¡Estás jugando conmigo!?-se nota que no tiene mucha paciencia.- ¡¡Acabo de ver como creabas un campo de fuerza!!

¿¡Así se llama!? ¿¡Campo de fuerza!?

-Lo sé, pero no sé como lo he hecho, yo solo me estaba protegiendo de tu ataque.

-¡Es que para eso sirven los campos de fuerza! ¡Para defenderte de ataques enemigos!

Visto así mis palabras no tenían sentido.

-No me refería a eso...

-Fuera de aquí.-antes de que pudiera contestar siguió hablando.- Si afirmas que no has venido a matarme te creo pero lárgate de aquí antes de que me enfade.

-Vale...

-Y como le digas a alguien sobre mi existencia, estás acabada.

-Guardaré tu secreto.

Me levanté y el campo de fuerza se disipó cuando el chico se perdió en mitad de la oscuridad.

Salí de la casa preocupada y llegué a la mía a la noche. no sé que le ha pasado a ese chico pero creo poder ayudarle.

Al menos así lo pienso.

Me acosté rápidamente, ni siquiera me cambié de ropa. No tenía fuerzas.

Al día siguiente me levanté más pronto de lo habitual, me metí en la ducha relajando mi cuerpo completamente, cogí lo primero que encontré y me senté en la cama con el libro en mis manos.

Este libro tiene conjuros... Tal vez descubra algo para ayudarle.

Cualquier pista me vale.

Hechizos de destrucción, de curación, de invocación... Hay todo tipo de maleficios.

¿¡Quién se puede aprender tantos a la vez!?

Invertí la mañana entera en leerme de cabo a rabo y he de admitir que hay algunos hechizos que se han ganado mi admiración y otros mi miedo.

Como por ejemplo el hechizo que te permite invocar al dios de la destrucción.

Sinceramente no me gustaría verlo cara a cara.

¡Decidido! ¡Volveré a esa casa!

Quiero hablar con él y que me diga cómo puedo ayudarle.

Claro, que él no confiará en mí y puede que me ataque... Tampoco sé cómo cree ese escudo así que estoy desprotegida...

No pasa nada.

Cogí la bolsa y guardé el libro junto con muchas provisiones. Esta vez iba a prepararme bien.

Salí de casa a toda pastilla y me perdí entre los árboles del bosque.

Tras múltiples opciones de que me diera una taquicardia y alguna que otra parada para comer, encontré la dichosa casa.

Está bien escondida.

Me adentré en ella cautelosamente. No parecía haber nadie.
Investigué cada una de las salas, hasta dar con una biblioteca enorme. Maravillada entré en ella.

Siempre me ha gustado leer, todo lo que esté relacionado con la magia me atrae.

Pasé el dedo por el lomo de todos los libros hasta que me detuve en uno que decía: "El hilo rojo del destino".

-¿Qué es esto?-pregunté al aire como si esperase respuesta alguna.

Lo cogí delicadamente y lo abrí.

Al principio vi todas las páginas en blanco hasta que poco a poco las palabras fueron apareciendo en hojas sueltas, palabras que no formaban ni una frase.

Podía notar que el libro irradiaba calidez y parecía que quería comunicarse conmigo.

-¿¡Tú qué diablos haces aquí!?

Solté el libro asustado y me di la vuelta quedando cara a cara con el chico que moraba en esta casa.

Lo analicé mejor, la camiseta estaba punto de caerse y tenía sangre por las piernas, el abdomen y la boca.

-¿Qué te ha pasado?

-¡Fuera de aquí!-gritó sin hacerme ni caso.

Asentí y fui a coger el libro pero en mitad de camino me detuve con un grito.

-¡No toques ese libro!

-Voy a ponerlo donde estaba.

-¡Qué no lo toques!

Estiro el brazo y una garra enorme de color roja impactó en mi cuerpo. Ni siquiera me dio tiempo a protegerme para cuando quise darme cuenta había atravesado la estantería y aunque suene descabellado o extraño no sentía dolor alguno.

Me levanté apartando varios libros con el cuerpo.

Observé al chico y lo vi con el libro en una cola la otra preparada para atacarme. No tengo más remedio que defenderme así que hice memoria recordando algún hechizo de protección que había leído a la noche anterior.

-"Espejo perfecto refleja el defecto".-articulé bien el hechizo para que pudiera oírse.

Para mi asombro y el del chico, su cola rebotó contra un muro de cristal invisible, y le dio a él mismo.

-¡¡Maldita!! ¿¡No decías que no tenía poderes!?

-¡No lo he hecho para atacarte! ¡Me estaba defendiendo!

-¡Eso dice todo el mundo y al final acabáis atacándome!

-No quiero hacerte daño, pero comprenderás que si tú me atacas yo me defiendo.

El chico no me hizo ni caso y volvió a atacarme mediante una de sus colas, no me defendí y esperé a recibir el golpe pero nunca llegó.

-¿Por qué no te defiendes?-preguntó con más calma.

-¿Para qué? Haga lo que haga pensarás que voy a atacarte.

Guardó silencio y se dio la vuelta.

-Tienes dos minutos para salir de aquí, si para cuando vuelva sigues en mi casa, tomaré medidas.

-¿Por qué?-pregunté ganándome su silencio.- ¿Por qué haces todo esto?

-Soy así.

-Mientes.

-Piensa lo que quieras.

El chico abandonó la sala y me vi envuelta en un denso silencio.

Se ha puesto muy nervioso por el libro... ¿Qué contendrá?

Recogí todos los libros que habían caído al destrozar la estantería y los amontoné en una esquina.

-Te dije que te daba dos minutos, se acabó el tiempo.

-¿Vas a volver a atacarme?

-Así es.

-Puedo defenderme.

-Esta vez no lo conseguirás.

Abrió la boca y varias ondas de energía se acumulo en ésta, saqué el libro buscando algún hechizo que pudiera salvarme de una muerte segura.

Me detuve en uno que al parecer valía como contraataque.

-"Ataque directo a mi corazón, desvíate y busca el origen de tu nacimiento".

El chico liberó la energía y ésta se dirigió a mí a gran velocidad y como acababa de pronunciar, el ataque se desvió antes de tocarme y volvió hacia él.

-Mierda...-susurró antes de esquivarlo.- Parece que me equivoqué al juzgarte.

-¿Qué había en ese libro para que te pusieses así?

-¡No te importa!

Volvió a atacarme, pero esta vez me rodeó la cintura con una cola y me alzó en el aire.

-¿¡Qué haces!?

-Si no te vas por tu propio pie, te saco yo.

-¡Suéltame!

-Y yo que pensaba que era testarudo.

Saqué el libro y lo ojeé rápidamente.

Necesito un hechizo que me libre de él pero sin hacerle daño, solo quiero hablar.

-"Torrente de agua, fluye con fuerza y líbrame de sus garras".

Una cascada se hizo presente ante mis ojos y arremetió contra el chico.

Para mi sorpresa no me soltó me mantuvo en alto y recibió el impacto.

-Maldita...-tosió.- Menos mal que no me ibas a atacar.

-Lo he hecho para escapar.

-No va a ser tan fácil.

-"Cadenas del orden, apresa su persona e inmovilízale".

-¿¡Qué!?

Esta vez, unas cadenas, salidas de la nada, se deslizaron por sus muñecas y tobillos mientras que otras rodearon sus colas obligando a soltarme tanto a mí como al libro que aun tenía en la cola.

Lo cogí en el aire, si tan importante era, no voy a dejar que se estropeé.

Escuché gruñidos y ruidos metálicos.

-¡Te vas a arrepentir de esto!

Suspiré, mira que es cabezota...

Guardé los libros en el bolso, tanto el suyo como el mío, y me acerqué a él.

-¿Qué tengo que hacer para ganarme tu confianza? Solo quiero hablar contigo.

-¿Cómo puedo asegurarme de que dices la verdad?

-Fíate de mi palabra.

-Lo hice una vez y acabaron traicionándome.

-Yo no haría eso.

-Demuéstralo.

-Si quisiese matarte lo haría ahora mismo, estas indefenso y a mi merced.

-Tal vez quieras ganarte mi confianza.

-¿No lo ves un poco absurdo? Digo yo... ¿Para qué matarte tras haberme ganado tu confianza si puedo hacerlo ahora mismo? Así solo me arriesgaría a que me matases si te dieras cuenta.

El chico pareció pensarlo y sonreí victoriosa.

-Solo quiero hablar contigo.

-Si es así, suéltame.

-¿Me escucharás?

-Te doy mi palabra.

Posé una mano en sus mejillas y él abrió los ojos lentamente.

-Solo quiero ayudarte.

Saqué el libro y busqué, algún hechizo para liberarlo, bajo su atenta mirada

No encuentro nada...

-Esto...-sonreí nerviosa.

-¿Qué pasa?

-No sé cómo deshacerlo.

-¿Te estás quedando conmigo?

-No, no encuentro nada.

-¿Cómo es posible que sepas hacer hechizos pero no sepas deshacerlos?

-¡Es mi primera vez! ¿¡Yo que sabía!?

-¿Tu... Tu primera vez? ¿Y has conseguido capturarme?-preguntó incrédulo.

No respondí para seguir buscando.

A ver, hechizos de destrucción, de sanación, de defensa... ¡No lo encuentro!

Se acabó, lo haré a la vieja usanza.

Guardé el libro y me dirigí a una de las cadenas.

-¿Qué piensas hacer?

-Esta parece la principal, si la rompo, tal vez pueda liberarte.

-No digas estupideces... No podrás...

-Tienes que aprender a confiar en las personas.

Agarré con fuerza la cadena y tiré para ver si lo conseguía, pero al final acabé sentada en el suelo.

-Te lo dije.

-¿Te estás divirtiendo verdad?

-A falta de algo mejor...

Volví a intentarlo varias veces, hasta el punto en el que mis manos estaban sangrando.

-Déjalo ya, tarde o temprano la magia se debilitará y podré escapar.

¡De eso nada! Para una oportunidad que tengo de hablar con él.

Estiré con fuerza la cadena y ésta parecía que estaba cediendo. El chico me miró sorprendido.

Con un grito de dolor junto a una caída al suelo, la cadena se rompió inundando el lugar de un sonido sordo.

Me incorporé como pude y vi al chico sentado como un zorro.

Me produjo algo de gracia dado que era una persona pero se comportaba como un perro.

Solo que se asemejaba más a un zorro.

-Quien me diría que al final lo conseguirías.

-Ye te lo he dicho, tienes que aprender a confiar en las personas.

-Bobadas.-se dio la vuelta.- Sígueme.

Intenté levantarme sin embargo mi cuerpo se negaba a hacerlo.

Una colar roja me rodeó la cintura y me levantó al aire.

-¿A dónde vamos?

-¿No me has dicho que querías hablar?

-Sí.

-Es mejor hacerlo en un lugar más tranquilo. ¿No?-me lanzó una mirada poco amistosa.- Ahora, por tu culpa, mi casa está hecha una pocilga.

-Tampoco es que la tuvieras muy limpia.

-Pero no tenía cadenas mágicas por el suelo ni cataratas gigantescas.

-Me declaro culpable.

-Ni que lo jures.

-¿No tienes otra manera de llevarme?

-Hay que ser desagradecida, encima que la ayudo a levantarse.

-Vale, vale... Que genio...

Es evidente que paciencia no tiene.