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Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
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NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic
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Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
¡Hola! nueva lectora jujuj solo pasaba diciendo que me encanto tu fanfic, lo ame *---* es que es hermoso, me gusta la trama y como se va desarrollando, continua así!!
Esperare ansiosa hasta el viernes.
Esperare ansiosa hasta el viernes.
Cami :3- Novato
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Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
Hola! Nueva lectora reportándose!!
Me encanta la historia, el modo en el que las cosas están desarrollándose me parece muy buena.
espero pronto el siguiente capitulo
Me encanta la historia, el modo en el que las cosas están desarrollándose me parece muy buena.
espero pronto el siguiente capitulo
mey_uzumaki_12- Clan Seiryuu
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Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
holaa no lo puedo creer que sakura lo aya dicho jajajajajajjaja muy bueno espero la contiº
Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
quiero que a naruto lo hagan sufrir o por lo menos sakura debió exigirle como mínimo que enserio le de su lugar de esposa pidiéndole que deje a sus amante pero bueno vamos a ver como continua.
aduzumaki- Sennin
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Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
nueva lectora por aca espero contiii
CerezoIntenso- Chunnin
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Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
Hi, mis amores bello se que me demore un monto les pido perdón pero es que estoy detrás de un intercambio en la U y eso me atenido atairada un poco...pero en fin , en el trascurso de la próxima semana montare otra historia se llamara la mujer de Naruto espero su apoyo es una adaptación
capitulo 6
Naruto traspasó el umbral de la habitación sosteniendo a Sakura en sus brazos.
Colocó el cuerpo de su esposa sobre la cama con dosel. Ella se deshizo de sus zapatos con la vista fija en el techo de tela.
-Mi sueño se ha hecho realidad -dijo entonces-. Toda mi vida he querido tener una cama como ésta... ¿cómo sabías que era esto lo que deseaba?
-Lo intuí por la forma en que estaba decorada tu habitación. Eres una romántica.
Al escuchar ese adjetivo, Sakura hizo un mohíny se sentó de rodillas sobre la
cama.
-No lo soy.
-No es un crimen -respondió Naruto posando sus ojos en el rostro de Sakura. Las largas pestañas de Sakura escondían su expresión, pero su forma de
Elevar la barbilla hablaba por ella.
-Eres demasiado susceptible -dijo Naruto -. ¿No confías en mí? Sakura negó con la cabeza.
Naruto se sintió mal por la velocidad con que su esposa había respondido.
-Pero, por lo menos, crees en mí un poco... Sakura negó por segunda vez.
-Eso es insultante... – Naruto la censuró con la mirada-. ¡Eres mi mujer!
-No olvides cuál es el motivo que me ha traído hoy aquí.
-Estoy intentando luchar por nuestro matrimonio... -la mirada de Naruto ardía como una llama-. ¿Es que no puedes apreciar eso?
-Tal vez no me gusten tus métodos.
-Un día recordarás todo esto y te sentirás feliz de que luchase por ti, pethi mou -declaró Naruto con total seguridad en sí mismo.
-¿Así que crees que estás luchando por mí? -Sakura se sintió agitada por la convicción con que Naruto había hablado. Se dio cuenta de que el secreto de su éxito con las mujeres radicaba en su forma de hablar contenida y segura. ¿Acaso debía sentirse impresionada por el hecho de que estuviera presentando su intento de chantaje como si fuera un acto heroico?
-¿Qué piensas? -Naruto echó hacia atrás su arrogante rostro.
-Todavía no me has explicado por qué has hecho tanto esfuerzo en salvar nuestro matrimonio -puntualizó amablemente.
Naruto la miró con frustración, como si no pudiese comprender por qué todo era un misterio para ella.
-Eres mi esposa -dijo finalmente-. ¿Qué otra razón necesito?
Sakura se encogió de hombros como diciéndole que si él no tenía idea de sus motivos, ella tampoco.
-¿Te lo has pasado bien hoy? -le preguntó Naruto.
Al encontrarse con su impresionante mirada, Sakura sintió cómo el corazón se agitaba dentro de su pecho: Naruto le parecía increíblemente atractivo.
-Mucho más que el día de nuestra boda... -respondió.
-Pues, espera, porque la noche va a ser espectacular -le prometió Naruto, inclinándose sobre ella para quitarle la chaqueta estilo bolero.
De repente, el cerebro de Sakura dejó de pensar. No podía dejar de mirar los resplandecientes ojos de Naruto y respirar empezó a convertirse en una tarea imposible. Con tan sólo mirarlo, Sakura sentía un deseo desesperado. Intentando sobreponerse a tal sensación de debilidad, Sakura reclinó a Naruto sobre la cama y empezó a deshacerle la corbata.
-De repente siento la necesidad de que me arranques la ropa -le confió Naruto, sin poder apartar los ojos de ella.
Aunque tenía el rostro ardiendo, Sakura no había perdido todavía su sangre fría. Irguiéndose sobre sus rodillas, ayudó a Naruto a deshacerse de la chaqueta y empezó a desabotonarle la camisa con dedos torpes.
-Quizá tenga menos práctica de lo que estás acostumbrado... -se excusó.
-No subestimes lo que siento por ti -desconcertado por el comentario que acababa de hacer Sakura, Naruto la tomó de la mano-. Lo nuestro es diferente.
Queriendo creerle, Sakura dudó por un momento.
-¿De verdad lo es?
-Por supuesto que sí -Naruto la cubrió de besos con una ternura inusitada.
La lengua de Naruto penetró en la húmeda caverna de su boca y el deseo estalló dentro de ella como una tormenta. De pronto, la febril intensidad que Prudente había aprendido a reprimir con cada átomo de su voluntad se desbordó nuevamente. La escandalizó la urgencia con que su cuerpo deseaba el cuerpo de Naruto. El hábil movimiento de la lengua de Naruto dentro de su boca fue suficiente para hacerla temblar y agitarse como si la fiebre se hubiera adueñado de su cuerpo. Cada beso
daba paso al siguiente sin pausa.
Con las mejillas encarnadas por la pasión y los ojos centelleando, Naruto le bajó el corpiño.
-Eres preciosa -dijo Naruto, tartamudeando.
Fascinado por sus voluptuosos pechos y por los erectos pezones que palpitaban esperando sus besos, Naruto empujó a Sakura contra la almohada. Le quitó el vestido y lo lanzó a un lado. Se inclinó sobre ella soltando un gemido de satisfacción y dejó que sus labios jugaran con los pezones de Sakura. Esta sintió como le ardía la pelvis y arqueó sus caderas hasta apretarlas contra el cuerpo de Naruto.
-Y además, eres muy inteligente -murmuró Naruto mientras se apartaba de ella, con una cierta reticencia a quitarse todavía la ropa.
-¿En serio? -Sakura tuvo que hacer un esfuerzo para hablar. Los increíbles ojos de Naruto despedían llamaradas y su camisa suelta apenas le cubría la mata de vello de su pecho.
-Me dijiste que no... -reflexionó Naruto en voz alta, en contestación a la pregunta de Sakura-. Me hiciste esperar. No estoy acostumbrado a tener que hacerlo, pero he sentido un placer inesperado... No me he sentido tan excitado desde que era adolescente.
Sakura sintió rubor ante la declaración de Naruto. Luego, se dio cuenta de la verdad que acababa de revelarle: que no había estado con ninguna otra mujer para que le aliviase la libido durante la espera. Siempre había mujeres sexualmente dispuestas rondando a los magnates ricos y poderosos, lo cual sólo podía significar que Naruto había tomado la decisión consciente de serle fiel. Sakura se sintió feliz. Por primera vez, cayó en la cuenta de que si le ponía el listón del matrimonio lo suficientemente alto, el espíritu competitivo de Naruto podría hacerle luchar por cumplir todas las expectativas que se había creado con él.
-No había pensado en eso -murmuró Sakura con sinceridad, intentando sonreír.
-Pues yo pienso en eso todo el rato, thespinis mou -le confesó Naruto, volviendo a sus brazos, desnudo y visiblemente excitado.
Naruto acababa de llamarla «mi mujer» y Sakura se preguntó si realmente podría serlo algún día. Porque, dejando a un lado su orgullo, la verdad era que ser su mujer es lo que de verdad siempre había querido. Y por la oportunidad de serlo estaba dispuesta a olvidar su orgullo, reconoció, quedándose sin saliva mientras Naruto se inclinaba sobre ella en la cama. Su belleza masculina era magnífica e imponente como la de un dios pagano.
-Naruto -susurró Sakura mientras resistía el- ataque de besos de Naruto y con los dedos clavados en su masculino torso-. Cuando te miro...
-No mires... Toca -decretó Naruto, con los ojos clavados en Sakura mientras le indicaba el camino correcto que tenía que recorrer con la mano, bajando por su musculado abdomen, para llegar al lugar donde se erguía su virilidad.
-No sé cómo... -involuntariamente, Sakura se quedó paralizada.
-Pero yo sí -una sonrisa provocativa atravesó su atractivo rostro-. Y tengo intención de enseñarte.
Nunca que se le hubiera ocurrido a Sakura que aprender algo nuevo pudiera ser tan estimulante. Estaba inmersa en el placer que la cercanía de Naruto le producía. Tenía derecho a tocar y explorar su cuerpo, el desafío de llevarle más allá del punto de no retorno.
Sakura notó enseguida lo difícil que era poner rienda a la libido de Naruto. Su apolíneo cuerpo estaba recubierto de sudor, sus músculos duros como bolas de billar y, además, estaba temblando. Respiraba rápido y entrecortadamente.
-Ya basta...
-Aguafiestas... – Sakura le dedicó una lánguida mirada y, lentamente, sonrió.
La próxima vez afinaría la técnica, decidió con una recién adquirida confianza.
Naruto estaba muy excitado. Sakura estaba reclinada contra la almohada como una diosa del sexo, emanando sensualidad natural por cada poro de su cuerpo. De repente, una punzada de celos atravesó a Naruto. ¿Era él quien estaba enseñando a Sakura, o al revés? Para haber perdido la virginidad tan recientemente parecía tener bastante experiencia. Pero, aunque la tuviera, ¿tenía él derecho a quejarse?
¿Quién era él para ponerse moralista? ¿Por qué perdía el tiempo pensando en todo aquello? No era un hombre posesivo ni celoso. No era uno de esos hombres miserables que sometían a sus parejas a un interrogatorio sobre sus anteriores amantes. Por supuesto que no lo era.
-No es la primera vez que lo haces -se oyó Naruto decir.
-Claro que sí es la primera vez -Sakura se rió.
-Tienes que haberlo hecho antes... Tu habilidad es increíble. Pero da igual, no me importa -dijo Naruto con una sonrisa tensa.
Sakura se apretó contra su esbelto y bronceado torso y jugueteó el vello de sus muslos.
-Me gusta tocarte -dijo Sakura.
-Te deseo -la pulsión sexual que Naruto sentía en su interior era tan fuerte como para hacer despegar un cohete. De nuevo, echó el cuerpo de Prudente contra la almohada y la besó hasta dejarla sin respiración.
Sakura gimió en busca de aire. En un instante, pasaba de la languidez a una agitación violenta, salvajemente consciente del ardor que sentía. La pérfida boca de Naruto y sus dedos expertos coqueteaban con sus pezones, haciendo llover sobre ella un chaparrón de chispas de placer. Una fogosa sensación de necesidad se hizo dueña de la pelvis de Sakura e hizo que ésta se agitara desesperadamente bajo el peso del cuerpo de Naruto. Arqueó sus caderas para sentirlo mejor.
-Eres incapaz de controlarte -le dijo Naruto con seriedad-. Yo lo haré por ti...
-Deja que lo hagamos los dos.
-No. Soy de la vieja escuela. Esta es la noche de bodas que nunca tuvimos. Tú quédate ahí tumbada y déjame que te lleve al éxtasis con el placer que voy a darte.
-Hmmm... -Sakura se lanzó contra los labios de Naruto y probó otra vez el sabor de su boca.
Temblando como reacción a aquel ataque inesperado, Naruto rezongó:
-Me estás volviendo loco.
-También es mi noche de bodas -susurró ella mientras le acariciaba las pantorrillas con sus pies.
Naruto la agarró de las manos manteniéndola prisionera mientras la miraba con sus resplandecientes ojos. Sakura lo miró con sus oscuras pupilas gracias al deseo y se humedeció con la lengua el labio inferior haciendo a Naruto un gesto de invitación.
-Eres una bruja -Naruto acudió con urgencia a la llamada de sus labios antes de colocarse sobre ella, tanteando con la mano el camino que lo condujera al centro de su placer. Quería asegurarse de que ella disfrutaba tanto como él.
Cuando la mano de Naruto por fin alcanzó los pliegues más secretos del cuerpo de Sakura, ésta empezó a estremecerse bajo el dulce efecto de las caricias. En el interior de Sakura se desató un torbellino de deseo. Su ser entero, cada uno de sus suspiros... parecían haberse acompasado con el ritmo de las manos de Naruto. Con el corazón a la carrera, gritó y gimió sin control alguno. Lo deseaba hasta el punto de que ese deseo se convertía en un ansia feroz que llegaba a doler.
Fue entonces cuando Naruto se introdujo en ella con un simple empujón que disparó en Sakura una violenta sensación erótica. Tanta intensidad sobrecogió a Sakura. Naruto le levantó los muslos para hundirse en su interior con mayor profundidad. Y siguió haciéndolo una y otra y otra y otra vez... Un placer adictivo asaltó a Sakura. Se le escapó gemido tras gemido de excitación. Su cuerpo entero pedía a gritos que lo liberaran del tormento al que el frenético ritmo de Naruto le estaba sometiendo. Crecía y crecía la tensión hasta que estalló como una presa reventada por el agua. Con un grito quebrado, Sakura tembló y se vio desbordada por una serie de convulsiones provocadas por un terremoto de éxtasis que sobrepasaba todas sus previsiones. Dulces oleadas de placer bañaban su cuerpo cubriéndolo de alivio y descanso.
Mientras se relajaba, Sakura se entretuvo estudiando cada uno de los ángulos del moreno y atractivo rostro de su marido. Estrechó a Naruto en sus brazos, sonriendo mientras los labios de éste depositaban un beso en su frente. La sensación de felicidad era nueva en ella. Los malos pensamientos todavía la amenazaban, acechando desde el fondo de su mente, pero luchó para controlarlos, decidida a disfrutar todo lo que pudiese de su actual felicidad. Porque ahora Naruto era suyo: su marido, su amante, suyo sólo. ¿Qué importaba si al final resultaba ser una ilusión temporal? ¿Se iba a convertir en una de esas mujeres amargadas que siempre temían que pasara lo peor?
-Ha sido... increíble, pethi mou -murmuró Naruto a trompicones, desconcertado ante la certeza de que nunca había disfrutado tanto antes con el sexo. Por mucho que intentaba explicarse el porqué, no conseguía hallar la respuesta. Sakura era tan apasionada como él. Y además, era su esposa. Quizá eso era lo que daba una nueva dimensión al sexo. Naruto frunció el ceño, pues no estaba acostumbrado a hacerse ese tipo de preguntas.
Sakura sonrió mientras él la abrazaba con torpeza. La atracción que sentía por él era increíble, pensó mientras hundía los dedos en el rubio cabello de su esposo.
-Tienes tanta pasión en tu interior -dijo Naruto, disfrutando de la íntima manera con que ella le acariciaba-. Y a la vez eres tan serena. Vamos a tener una luna de miel fantástica, señora Namikaze .
-¿Una luna de miel? -preguntó Sakura sintiendo cómo, de repente, su cuerpo se ponía tenso-. Nunca dijiste que...
-Era una sorpresa. ¿Por qué crees que he estado tan ocupado las últimas semanas? -Naruto siguió jugueteando con los cabellos de su esposa-. Quería encontrar el lugar perfecto para pasar unos días juntos.
A Sakura le sorprendió el repentino resentimiento que empezó a sentir al escuchar las palabras «luna de miel». No había olvidado el cruel comentario que Hinata hizo el día de su boda. Le dolió como si le hubieran dado un bofetón. Apartó de su pelo la mano de Naruto.
-No puedo dejar el refugio -dijo finalmente.
-Por supuesto que puedes. Por eso insistí en que contratásemos un empleado.
-Puedes decir lo que quieras -dijo Sakura como respuesta al arrogante comentario de Naruto-, pero no voy a dejar solos a mis animales para irme a una estúpida luna de miel.
-Claro que los dejarás solos -contraatacó Naruto-. Si hubiéramos tenido la misma oportunidad hace ocho años, quizá habríamos aclarado todos los malentendidos.
Vamos a hacer las cosas bien ahora.
-Lo siento, pero no puedes tomar ese tipo de decisiones por mí. A veces, ser una persona responsable implica tomar decisiones altruistas.
Naruto se quejó al oír una afirmación tan idealista.
-Sabes que tengo razón -dijo Sakura-. ¿Por qué si no te casaste conmigo hace ocho años? ¿Por qué si no me casé contigo?
-¿No va siendo hora de que discutamos sobre esa fantasía tuya de que tuviste tan poca elección como yo? -le preguntó Naruto con una frialdad letal.
Sakura se sentó sobre la cama, cubriéndose los pechos con la sábana.
-¿Qué intentas decir?
-Te casaste conmigo porque yo te gustaba... -dijo Naruto-. Deja de fingir que hiciste un gran sacrificio al casarte conmigo.
-¡Eres tan engreído! -Sakura levantó las pestañas de forma desafiante-. No es justo que digas eso y lo sabes. No tenía elección. Mi abuelo se negó a ayudar a mi madre si no me casaba contigo.
Naruto frunció el ceño.
-¿Que Theo iba a ayudar a tu madre? -preguntó Naruto-. ¿Cómo? ¿De qué estás hablando?
-Siempre te has comportado como si tu sacrificio hubiera sido mayor que el
mío. Me casé contigo sólo porque mi madre era alcohólica y había contraído unas deudas tremendas. Iba a morir por culpa de la bebida y su única salvación era entrar en un programa de rehabilitación.
Agarrándose de la cabecera con gesto calculado, Naruto saltó de la cama y escrutó el rostro de Sakura con calculada intensidad.
-Empieza por el principio... -dijo entonces-. Acabas de decir que Theo se negaba a ayudar a Tsunade.
-Como debes saber, Theo es una persona que no da nada a cambio de nada. Dijo que no le importaba en absoluto si mi madre moría o no. Desgraciadamente necesitábamos el dinero de mi abuelo para pagar sus deudas y pudiera ir a rehabilitación. ¡El precio que mi abuelo pidió a cambio fue que me casara contigo!
-No lo sabía... ¡Te juro que no lo sabía! -el rostro de Naruto se contrajo en un gesto de lástima-. ¿Por qué no me dijiste nunca que te estaba presionando de esa manera?
Ahora fue Sakura la que se sorprendió.
-¿En serio que no lo sabías?
-¿Y cómo iba a saberlo si nadie se molestó en decírmelo? -dijo Naruto enfurecido.
-Tampoco lo preguntaste... Simplemente asumí que lo sabías... Lo que quiero decir es que, por ejemplo, yo sabía que tu familia tenía problemas económicos, pero tú tampoco hablaste de eso conmigo y, bueno... quizá yo tenía tan pocas ganas como tú de hablar de mis problemas -protestó Sakura.
-Sabía que tu madre había tenido problemas con la bebida en el pasado, pero cuando la conocí era casi una inválida y había dejado de beber. No podía saber que sus problemas habían sido tan recientes o que Theo no se había ocupado de ella antes de nuestro matrimonio.
-Mi abuelo despreciaba a Tsunade. Lo único que nos dio la familia de mi padre fue el derecho a vivir en la granja. No me entiendas mal... con el tiempo me he sentido muy agradecida por ello -a Sakura le parecía inaudito que Naruto hubiera podido ignorar los verdaderos motivos del matrimonio durante tanto tiempo, pero ahora que el malentendido se había deshecho, la sensatez habitual de Sakura dio paso a un ataque de rabia-. Espera un momento... entonces, ¿creías que yo estaba tan seducida por tus encantos, que estaba dispuesta a aprovechar la primera oportunidad que tuviese para casarme contigo?
Naruto estaba tan paralizado por el descubrimiento que, por un momento, se sintió víctima de las circunstancias igual que se había sentido el día de su matrimonio.
-Ne... sí -asintió en griego-. ¿Qué otra cosa podía pensar?
-Así que, en el fondo, pensaste que mi abuelo me había comprado un marido
-Sakura perdió el color en el rostro, humil humillada como se sentía-. ¡Que estaba tan desesperada que te aceptaría fuesen cuales fuesen las condiciones!
-Necesito una ducha, glikia mou.
Por primera vez en su vida, Naruto comprendió que la retirada era la mejor estrategia. Había creído precisamente aquello de lo que Sakura le acusaba y eso le
había llenado de desprecio por su mujer. Después de todo, el más cínico de sus parientes le había felicitado por su buena suerte al haber encontrado a una heredera rica. Se había sentido herido en el orgullo porque, le gustara o no, ella era la única que, por aquel entonces, tenía el poder de salvar a su familia de la pobreza. Más tarde había llegado a perdonar a Sakura por ello, ya que siempre había creído que, al fin y al cabo, estaba enamorada de él. Lo había dado completamente por sentado.
Pero ahora se encontraba con que la realidad no era como él creía y se sentía como en el epicentro de un terremoto. Le habría gustado acabar con Theo por haber tratado a Sakura con tanta crueldad, pero de pronto se dio cuenta de que él mismo había empleado una crueldad parecida a la hora de negarle el divorcio. ¿Lo había amado ella alguna vez? ¿0 tan sólo había sido un caso de encariñamiento adolescente, como Sakura afirmaba? «Después de todo lo que he descubierto sobre nuestro matrimonio, lo más decente sería concederle a Sakura la libertad», pensó Naruto. Sus poderosas manos se cerraron en puños. «¡Me importa un bledo la decencia!» , se corrigió. «¡ No me importa si está enamorada de Leo Burleigh! Ya lo superará: ¡al fin y al cabo, su marido-soy yo!».
Lágrimas furiosas se acumulaban bajo los párpados de Sakura. ¿Cómo era posible que Naruto se hubiera atrevido a creer que ella era tan patética? ¿Cómo se había atrevido a pensar que estaba tan loca por él como para aceptar un matrimonio de conveniencia? Una vez más, se veía obligada a admitir lo poco que ambos conocían el uno del otro. Los dos se habían comportado de un modo tan orgulloso, que se habían negado a bajar sus defensas para averiguar lo que pensaba realmente su cónyuge.
Cuando se casaron, estaban haciendo reformas en el apartamento de Naruto y se habían visto obligados a vivir durante un tiempo en casa de los padres de éste.
Habían dormido en habitaciones separadas, pared contra pared, separados por una puerta cerrada. Rodeada por la fría y distante familia de Naruto, Prudente se había sentido más aislada y miserable que nunca. Al cabo de unas semanas, utilizó la mala salud de su madre como excusa para abandonar Atenas. Naruto y ella nunca habían compartido nada. Y desde luego, una luna de miel hubiera supuesto algún cambio en aquel entonces.
¿Iba a dejar ahora que el orgullo le impidiese introducir un cambio en su matrimonio? ¿No debería sentirse agradecida por que Naruto quisiera pasar un tiempo a solas con ella? De repente, vio muy claro que era su actitud negativa lo que estaba empeorando las cosas y, deprimida, se levantó de la cama. Por un momento sintió un mareo y se preguntó si se había levantado demasiado rápido. Al oír que dejaba de correr el agua de la ducha, Sakura agarró la camisa que Naruto había dejado en el suelo y se la puso. Olía a él, aunque también se apreciaba un toque del perfume que solía utilizar: una fragancia que le resultaba increíblemente familiar y que aspiró con toda la fuerza de sus pulmones. Al momento, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se ruborizó.
-¿Naru...? -preguntó desde la puerta del enorme baño.
No había vuelto a ver el baño desde la primera visita a la casa y, al entrar en él, no pudo dar crédito a sus ojos. Todavía se podía apreciar la decoración victoriana en una mitad del cuarto de baño, pero en la otra mitad habían instalado una ducha de hidromasaje y estaba reformada siguiendo un estilo muy moderno de decoración.
-Dios mío...
-Esta es mi parte del baño y esta otra, la tuya -Naruto se echó el pelo hacia atrás con un grácil movimiento de su mano-. Es una solución temporal hasta que al arquitecto se le ocurra alguna idea mejor.
Sakura no pudo apartar los ojos de él. Con tan sólo una toalla cubriéndole las caderas y las gotas de agua deslizándose por su pecho, Naruto tenía un aspecto que la dejó sin aliento.
-He estado pensando,... quiero decir: reconsiderando tu idea sobre la luna de miel -masculló Sakura-. Creo que antes reaccioné de una forma un poco desconsiderada. Lo siento, estoy preocupada por el refugio. Pero, de todas formas, tienes razón, ahora tengo un ayudante, así que quizá no debería preocuparme tanto.
-Exacto. No deberías preocuparte en absoluto confirmó Naruto-. Estás tan preciosa vestida con mi camisa que me entran ganas de arrancártela, thespinis mou.
Naruto le dio la mano a Sakura y se acercó a ella. Sakura empezó a sentir un cosquilleo en el vientre al sentirle a su lado. Estaba a punto de preguntarle cuándo salían de viaje, pero no pudo decirle nada porque empezó a sentir cómo los dedos de Naruto le desabotonaban la camisa.
Sakura se sintió extraña al vestirse: antes de salir de luna de miel, Naruto le había comprado todo un vestuario. Durante las tres semanas que llevaban de luna de miel apenas había estrenado ninguno de los vestidos, de hecho, durante esas tres semanas, apenas había llevado nada puesto. Y pensando en eso, sonrió.
Estaban en una antigua villa de La Toscana rodeada de olivos. Era un lugar como fuera del tiempo y, en todos los sentidos, un escondite donde el resto del mundo parecía tan lejano como las estrellas. Desde su llegada, Sakura se había acostumbrado a la felicidad. Según pasaban los días, arrastrándose con lentitud, Naruto y Sakura se habían convertido por fin en una pareja. Ahora se daba cuenta de lo mucho que había echado de menos la amistad y el afecto mientras estaban enfrentados. Aunque tenían personalidades muy diferentes, sus opiniones eran muy parecidas en muchas cosas. Sin embargo, de cuando en cuando, le gustaba contradecirle sólo por el placer de discutir con él.
La pasión era un extra muy estimulante para su relación con Naruto. Ahora se sentía tan cercana a Naruto, que parecía como su sombra. Todos los días, por la mañana, se levantaba con la sensación de haber descubierto algo nuevo. La luz del alba se filtraba por las persianas proyectando alargadas flechas de sombra sobre el torso bronceado de Naruto y, entonces, él se desperezaba como un tigre indolente. Mirándola
con ojos soñolientos, Naruto le regalaba su sonrisa más sincera antes de tomarla entre sus brazos para hacerle de nuevo el amor.
Hacía tan sólo unas semanas, a Sakura le había dado miedo confiar en él. Sin embargo, desde entonces había llegado a la conclusión de que su matrimonio tenía un gran futuro. Aunque pasaban casi todo el tiempo junto, la pasión seguía en pie.
Cuando salían a cenar por los pueblos pintorescos de la zona, Naruto la agarraba de la mano para caminar juntos por las calles empedradas. Esa cercanía y esa ternura física significaban mucho para ella. Muchos días, Naruto tenía que excusarse durante un par de horas por asuntos de negocios. Sakura solía entonces salir a dar un paseo sola, leer un libro o ir a darse un baño y a Naruto le parecía asombrosa la capacidad que su esposa tenía para entretenerse ella sola.
-A lo mejor estás acostumbrado a mujeres dependientes y 'un poco inútiles -le decía Sakura.
-0 quizá es sólo que me gustaría que, de vez en cuando, te comportases como si me necesitaras.
-Lo siento, pero no es mi estilo.
En los ojos verdes de Sakura aparecía una chispa de descaro. Por la noche, cuando él estaba profundamente dormido, se abrazaba a su cuerpo como si fuera una enredadera. Pero reservaba todas las demostraciones de cariño para esos momentos robados. Después de todo, a Naruto le gustaba que lo desafiaran. Si Sakura mostraba su debilidad, dejándole ver lo mucho que lo amaba, la balanza de poder podía inclinarse hacia el lado equivocado para siempre.
Regresando de su estado de ensimismamiento, Sakura alcanzó un vestido color turquesa y se lo puso. Era el último día de la luna de miel. Sentía un dolor en el fondo del corazón. La cercanía que habían vivido durante las últimas tres semanas no duraría siempre. El banquero británico Robert Donnington era un viejo amigo de Naruto y, cuando se enteró de que estaba en Italia, los invitó a comer con él en su casa de verano de La Toscana.
Sakura contempló su reflejo en el espejo. El corpiño le apretaba el pecho más que de costumbre e hizo una mueca de disgusto. El vestido le quedaba más ajustado que unas semanas atrás. ¿Serían las píldoras anticonceptivas que estaba tomando? Últimamente, además, tenía los pechos más sensibles. ¿Estaría sufriendo retención de fluidos? ¿0 se negaba simplemente a aceptar la conclusión más obvia? Que estaba engordando por haber comido demasiado durante la luna de miel. Naruto había hecho que trajeran baklava de Grecia. Atiborrarse de pasteles empapados con miel y nueces no ayudaba precisamente a adelgazar.
Se probó otros vestidos y se lamentó al ver que casi toda su ropa le apretaba demasiado en la zona del busto. El montón de ropa descartada iba aumentando sobre la cama al mismo ritmo que aumentaba su frustración, ya que hacía demasiado calor para andar dándole tantas vueltas a la ropa que se iba a poner. Con un suspiro, se volvió a poner el vestido de paseo que llevaba al principio. Le quedaba más o menos suelto y le sentaba mejor que casi cualquier otra cosa.
Sakura se dirigió a la soleada terraza.
-Estoy engordando -le dijo a Naruto.
Naruto vestía una camisa blanca y pantalones negros que le daban un aspecto elegante y espectacular. Le extendió la mano a Sakura para atraerla a su lado.
-No dejes de comer -le pidió Naruto-. Desde aquí, te miro y me parece como si hubiera muerto y estuviese en el cielo. Comer más sólo puede significar ponerte más guapa.
Percibiendo que Naruto había fijado desvergonzadamente la mirada en las generosas formas de su pecho, Sakura le gritó con incredulidad:
-¡Naruto!
-No puedo evitarlo -confesó Naruto con una sonrisa pícara que causó un escalofrío a Sakura-. Me gusta muchísimo tu cuerpo. Es maravillosamente voluptuoso.
Esa palabra fatal hizo que Sakura pensara en las abundantes proporciones de una pintura de Rubens, pero no dijo nada. Si había aprendido algo, era que Naruto no podía quitarle las manos de encima, lo cual había hecho maravillas con su autoestima. Cuando una pequeña voz en su subconsciente trataba de decirle que eso era debido al exceso de libido de Naruto, Sakura se negaba a escucharla. Decidió que, cuando volviese a casa, empezaría una dieta para volver a su peso habitual.
Naruto la rodeó con sus brazos y la atrajo al cobijo de pecho. Sonriendo, Sakura descansó apoyada en él. La terraza tenía una fabulosa vista a las colinas. Los densos bosques de robles, cedros y cipreses daban paso a las verdes viñas y campos dorados de maíz. El cielo era de un color azul zafiro. Tejados de terracota cubrían los edificios antiguos que podían verse a lo lejos.
-Cierra los ojos -le dijo Naruto.
El sol acariciaba con calidez el rostro de Sakura y otra sonrisa se dibujó en su generosa boca cuando Naruto levantó la mano.
-Mira ahora -dijo él.
Sakura miró sorprendida el anillo que ahora tenía en el dedo y, sobre todo, el brillo del diamante que lo adornaba.
-Es un anillo de boda... uno de verdad -dijo Naruto.
-Oh...
A Sakura se le hizo un nudo en la garganta y se le nubló la mirada. El regalo de Naruto le había llegado al corazón, puesto que había sido elegido especialmente para ella y se lo estaba dando con toda la sinceridad de su corazón.
-Tiene nuestros nombres grabados... y la fecha en que el sacerdote volvió a bendecir nuestro matrimonio -le informó Naruto.
-Es increíble...
-Para que marque un nuevo comienzo para nosotros.
sakura le miró a la cara y admiró, una vez más, sus rasgos angulosos y su perfil clásico. Era increíblemente guapo, y aunque se vio luchando por recuperar la respiración, reunió fuerzas suficientes para decir:
-No puedes volver a escribir el pasado...
-Ni tenemos necesidad de hacerlo -dijo Naruto con el mismo tono autoritario que usaría un profesor con un niño testarudo para darle una lección acerca de lo que está bien y lo que está mal-. Ahora eres mi esposa en todos los sentidos de la palabra, thespinis mou.
El estómago le cosquilleó al escuchar la entonación melodiosa de sus palabras. En todos los sentidos, reflexionó Sakura, quedándosele la boca seca al pensar en el poder que Naruto tenía sobre ella. Apasionado, de sangre caliente y desvergonzadamente masculino como era, Naruto había echado abajo su coraza y le había enseñado a necesitarlo como si fuera una droga. La seguridad que Naruto tenía en sí mismo lo llenaba de arrogancia y obstinación. Con tanto carisma, pensó Sakura, era natural que pensase que podía reescribir la historia.
Naruto recorrió con su dedo el contorno de los labios de Sakura.
-¿Eres feliz, verdad? -le preguntó Naruto.
-Sí... -el sensual hechizo de Naruto le hizo desear de nuevo su cuerpo.
-El pasado... lo que ocurrió ya no importa ahora, thespinis mou -dijo Naruto con inmensa satisfacción.
El teléfono móvil de Sakura empezó a sonar y ésta se puso a escarbar dentro del bolso en su busca. Era Leo.
-Me han dado el trabajo... ¡Por fin tengo un trabajo fijo en lugar de un contrato temporal!
-Felicidades -Sakura sonrió-. Te dije que lo conseguirías. ¿Cuándo empiezas en el nuevo colegio?
-El mes que viene. ¿Cuándo vuelves a casa?
-Mañana.
-Voy a pedirle a Stella que me ayude a encontrar un piso en Londres.
-Buena idea.
-Cuando me mude a la ciudad, podré ver más a Stella y a sus hijos -dijo Leo con satisfacción.
Sakura estuvo a punto de aconsejarle que se asegurara de lo que sentía Stella por él antes de que se ilusionara demasiado, pero decidió que era mejor no meterse en sus asuntos. Mientras volvía a introducir el teléfono en el bolso, Sakura se dio cuenta de que Naruto tenía la mirada clavada en ella.
-¿Qué ocurre?
-Se nos está haciendo tarde y tenemos que ir a cenar a casa de los Donnington.
-Oh, querido, es culpa mía... ¡Tardé un montón en vestirme!
-No te preocupes -murmuró Naruto con su sedosa voz-. ¿Dónde está el nuevo colegio de Leo?
-En Londres.
Naruto se resistió a hacer un comentario sobre lo muy cerca que quedaba Londres de Oakmere Abbey. Después de todo, sabía que Leo era sólo un amigo, un hombre bastante inseguro que discutía todas sus decisiones con Sakura antes de tomarlas. A Naruto le parecía que Leo era un alfeñique. Un niño de mamá, sin atractivo alguno para las mujeres. Con frecuencia las mejores soluciones eran las más fáciles de ejecutar...
capitulo 6
Naruto traspasó el umbral de la habitación sosteniendo a Sakura en sus brazos.
Colocó el cuerpo de su esposa sobre la cama con dosel. Ella se deshizo de sus zapatos con la vista fija en el techo de tela.
-Mi sueño se ha hecho realidad -dijo entonces-. Toda mi vida he querido tener una cama como ésta... ¿cómo sabías que era esto lo que deseaba?
-Lo intuí por la forma en que estaba decorada tu habitación. Eres una romántica.
Al escuchar ese adjetivo, Sakura hizo un mohíny se sentó de rodillas sobre la
cama.
-No lo soy.
-No es un crimen -respondió Naruto posando sus ojos en el rostro de Sakura. Las largas pestañas de Sakura escondían su expresión, pero su forma de
Elevar la barbilla hablaba por ella.
-Eres demasiado susceptible -dijo Naruto -. ¿No confías en mí? Sakura negó con la cabeza.
Naruto se sintió mal por la velocidad con que su esposa había respondido.
-Pero, por lo menos, crees en mí un poco... Sakura negó por segunda vez.
-Eso es insultante... – Naruto la censuró con la mirada-. ¡Eres mi mujer!
-No olvides cuál es el motivo que me ha traído hoy aquí.
-Estoy intentando luchar por nuestro matrimonio... -la mirada de Naruto ardía como una llama-. ¿Es que no puedes apreciar eso?
-Tal vez no me gusten tus métodos.
-Un día recordarás todo esto y te sentirás feliz de que luchase por ti, pethi mou -declaró Naruto con total seguridad en sí mismo.
-¿Así que crees que estás luchando por mí? -Sakura se sintió agitada por la convicción con que Naruto había hablado. Se dio cuenta de que el secreto de su éxito con las mujeres radicaba en su forma de hablar contenida y segura. ¿Acaso debía sentirse impresionada por el hecho de que estuviera presentando su intento de chantaje como si fuera un acto heroico?
-¿Qué piensas? -Naruto echó hacia atrás su arrogante rostro.
-Todavía no me has explicado por qué has hecho tanto esfuerzo en salvar nuestro matrimonio -puntualizó amablemente.
Naruto la miró con frustración, como si no pudiese comprender por qué todo era un misterio para ella.
-Eres mi esposa -dijo finalmente-. ¿Qué otra razón necesito?
Sakura se encogió de hombros como diciéndole que si él no tenía idea de sus motivos, ella tampoco.
-¿Te lo has pasado bien hoy? -le preguntó Naruto.
Al encontrarse con su impresionante mirada, Sakura sintió cómo el corazón se agitaba dentro de su pecho: Naruto le parecía increíblemente atractivo.
-Mucho más que el día de nuestra boda... -respondió.
-Pues, espera, porque la noche va a ser espectacular -le prometió Naruto, inclinándose sobre ella para quitarle la chaqueta estilo bolero.
De repente, el cerebro de Sakura dejó de pensar. No podía dejar de mirar los resplandecientes ojos de Naruto y respirar empezó a convertirse en una tarea imposible. Con tan sólo mirarlo, Sakura sentía un deseo desesperado. Intentando sobreponerse a tal sensación de debilidad, Sakura reclinó a Naruto sobre la cama y empezó a deshacerle la corbata.
-De repente siento la necesidad de que me arranques la ropa -le confió Naruto, sin poder apartar los ojos de ella.
Aunque tenía el rostro ardiendo, Sakura no había perdido todavía su sangre fría. Irguiéndose sobre sus rodillas, ayudó a Naruto a deshacerse de la chaqueta y empezó a desabotonarle la camisa con dedos torpes.
-Quizá tenga menos práctica de lo que estás acostumbrado... -se excusó.
-No subestimes lo que siento por ti -desconcertado por el comentario que acababa de hacer Sakura, Naruto la tomó de la mano-. Lo nuestro es diferente.
Queriendo creerle, Sakura dudó por un momento.
-¿De verdad lo es?
-Por supuesto que sí -Naruto la cubrió de besos con una ternura inusitada.
La lengua de Naruto penetró en la húmeda caverna de su boca y el deseo estalló dentro de ella como una tormenta. De pronto, la febril intensidad que Prudente había aprendido a reprimir con cada átomo de su voluntad se desbordó nuevamente. La escandalizó la urgencia con que su cuerpo deseaba el cuerpo de Naruto. El hábil movimiento de la lengua de Naruto dentro de su boca fue suficiente para hacerla temblar y agitarse como si la fiebre se hubiera adueñado de su cuerpo. Cada beso
daba paso al siguiente sin pausa.
Con las mejillas encarnadas por la pasión y los ojos centelleando, Naruto le bajó el corpiño.
-Eres preciosa -dijo Naruto, tartamudeando.
Fascinado por sus voluptuosos pechos y por los erectos pezones que palpitaban esperando sus besos, Naruto empujó a Sakura contra la almohada. Le quitó el vestido y lo lanzó a un lado. Se inclinó sobre ella soltando un gemido de satisfacción y dejó que sus labios jugaran con los pezones de Sakura. Esta sintió como le ardía la pelvis y arqueó sus caderas hasta apretarlas contra el cuerpo de Naruto.
-Y además, eres muy inteligente -murmuró Naruto mientras se apartaba de ella, con una cierta reticencia a quitarse todavía la ropa.
-¿En serio? -Sakura tuvo que hacer un esfuerzo para hablar. Los increíbles ojos de Naruto despedían llamaradas y su camisa suelta apenas le cubría la mata de vello de su pecho.
-Me dijiste que no... -reflexionó Naruto en voz alta, en contestación a la pregunta de Sakura-. Me hiciste esperar. No estoy acostumbrado a tener que hacerlo, pero he sentido un placer inesperado... No me he sentido tan excitado desde que era adolescente.
Sakura sintió rubor ante la declaración de Naruto. Luego, se dio cuenta de la verdad que acababa de revelarle: que no había estado con ninguna otra mujer para que le aliviase la libido durante la espera. Siempre había mujeres sexualmente dispuestas rondando a los magnates ricos y poderosos, lo cual sólo podía significar que Naruto había tomado la decisión consciente de serle fiel. Sakura se sintió feliz. Por primera vez, cayó en la cuenta de que si le ponía el listón del matrimonio lo suficientemente alto, el espíritu competitivo de Naruto podría hacerle luchar por cumplir todas las expectativas que se había creado con él.
-No había pensado en eso -murmuró Sakura con sinceridad, intentando sonreír.
-Pues yo pienso en eso todo el rato, thespinis mou -le confesó Naruto, volviendo a sus brazos, desnudo y visiblemente excitado.
Naruto acababa de llamarla «mi mujer» y Sakura se preguntó si realmente podría serlo algún día. Porque, dejando a un lado su orgullo, la verdad era que ser su mujer es lo que de verdad siempre había querido. Y por la oportunidad de serlo estaba dispuesta a olvidar su orgullo, reconoció, quedándose sin saliva mientras Naruto se inclinaba sobre ella en la cama. Su belleza masculina era magnífica e imponente como la de un dios pagano.
-Naruto -susurró Sakura mientras resistía el- ataque de besos de Naruto y con los dedos clavados en su masculino torso-. Cuando te miro...
-No mires... Toca -decretó Naruto, con los ojos clavados en Sakura mientras le indicaba el camino correcto que tenía que recorrer con la mano, bajando por su musculado abdomen, para llegar al lugar donde se erguía su virilidad.
-No sé cómo... -involuntariamente, Sakura se quedó paralizada.
-Pero yo sí -una sonrisa provocativa atravesó su atractivo rostro-. Y tengo intención de enseñarte.
Nunca que se le hubiera ocurrido a Sakura que aprender algo nuevo pudiera ser tan estimulante. Estaba inmersa en el placer que la cercanía de Naruto le producía. Tenía derecho a tocar y explorar su cuerpo, el desafío de llevarle más allá del punto de no retorno.
Sakura notó enseguida lo difícil que era poner rienda a la libido de Naruto. Su apolíneo cuerpo estaba recubierto de sudor, sus músculos duros como bolas de billar y, además, estaba temblando. Respiraba rápido y entrecortadamente.
-Ya basta...
-Aguafiestas... – Sakura le dedicó una lánguida mirada y, lentamente, sonrió.
La próxima vez afinaría la técnica, decidió con una recién adquirida confianza.
Naruto estaba muy excitado. Sakura estaba reclinada contra la almohada como una diosa del sexo, emanando sensualidad natural por cada poro de su cuerpo. De repente, una punzada de celos atravesó a Naruto. ¿Era él quien estaba enseñando a Sakura, o al revés? Para haber perdido la virginidad tan recientemente parecía tener bastante experiencia. Pero, aunque la tuviera, ¿tenía él derecho a quejarse?
¿Quién era él para ponerse moralista? ¿Por qué perdía el tiempo pensando en todo aquello? No era un hombre posesivo ni celoso. No era uno de esos hombres miserables que sometían a sus parejas a un interrogatorio sobre sus anteriores amantes. Por supuesto que no lo era.
-No es la primera vez que lo haces -se oyó Naruto decir.
-Claro que sí es la primera vez -Sakura se rió.
-Tienes que haberlo hecho antes... Tu habilidad es increíble. Pero da igual, no me importa -dijo Naruto con una sonrisa tensa.
Sakura se apretó contra su esbelto y bronceado torso y jugueteó el vello de sus muslos.
-Me gusta tocarte -dijo Sakura.
-Te deseo -la pulsión sexual que Naruto sentía en su interior era tan fuerte como para hacer despegar un cohete. De nuevo, echó el cuerpo de Prudente contra la almohada y la besó hasta dejarla sin respiración.
Sakura gimió en busca de aire. En un instante, pasaba de la languidez a una agitación violenta, salvajemente consciente del ardor que sentía. La pérfida boca de Naruto y sus dedos expertos coqueteaban con sus pezones, haciendo llover sobre ella un chaparrón de chispas de placer. Una fogosa sensación de necesidad se hizo dueña de la pelvis de Sakura e hizo que ésta se agitara desesperadamente bajo el peso del cuerpo de Naruto. Arqueó sus caderas para sentirlo mejor.
-Eres incapaz de controlarte -le dijo Naruto con seriedad-. Yo lo haré por ti...
-Deja que lo hagamos los dos.
-No. Soy de la vieja escuela. Esta es la noche de bodas que nunca tuvimos. Tú quédate ahí tumbada y déjame que te lleve al éxtasis con el placer que voy a darte.
-Hmmm... -Sakura se lanzó contra los labios de Naruto y probó otra vez el sabor de su boca.
Temblando como reacción a aquel ataque inesperado, Naruto rezongó:
-Me estás volviendo loco.
-También es mi noche de bodas -susurró ella mientras le acariciaba las pantorrillas con sus pies.
Naruto la agarró de las manos manteniéndola prisionera mientras la miraba con sus resplandecientes ojos. Sakura lo miró con sus oscuras pupilas gracias al deseo y se humedeció con la lengua el labio inferior haciendo a Naruto un gesto de invitación.
-Eres una bruja -Naruto acudió con urgencia a la llamada de sus labios antes de colocarse sobre ella, tanteando con la mano el camino que lo condujera al centro de su placer. Quería asegurarse de que ella disfrutaba tanto como él.
Cuando la mano de Naruto por fin alcanzó los pliegues más secretos del cuerpo de Sakura, ésta empezó a estremecerse bajo el dulce efecto de las caricias. En el interior de Sakura se desató un torbellino de deseo. Su ser entero, cada uno de sus suspiros... parecían haberse acompasado con el ritmo de las manos de Naruto. Con el corazón a la carrera, gritó y gimió sin control alguno. Lo deseaba hasta el punto de que ese deseo se convertía en un ansia feroz que llegaba a doler.
Fue entonces cuando Naruto se introdujo en ella con un simple empujón que disparó en Sakura una violenta sensación erótica. Tanta intensidad sobrecogió a Sakura. Naruto le levantó los muslos para hundirse en su interior con mayor profundidad. Y siguió haciéndolo una y otra y otra y otra vez... Un placer adictivo asaltó a Sakura. Se le escapó gemido tras gemido de excitación. Su cuerpo entero pedía a gritos que lo liberaran del tormento al que el frenético ritmo de Naruto le estaba sometiendo. Crecía y crecía la tensión hasta que estalló como una presa reventada por el agua. Con un grito quebrado, Sakura tembló y se vio desbordada por una serie de convulsiones provocadas por un terremoto de éxtasis que sobrepasaba todas sus previsiones. Dulces oleadas de placer bañaban su cuerpo cubriéndolo de alivio y descanso.
Mientras se relajaba, Sakura se entretuvo estudiando cada uno de los ángulos del moreno y atractivo rostro de su marido. Estrechó a Naruto en sus brazos, sonriendo mientras los labios de éste depositaban un beso en su frente. La sensación de felicidad era nueva en ella. Los malos pensamientos todavía la amenazaban, acechando desde el fondo de su mente, pero luchó para controlarlos, decidida a disfrutar todo lo que pudiese de su actual felicidad. Porque ahora Naruto era suyo: su marido, su amante, suyo sólo. ¿Qué importaba si al final resultaba ser una ilusión temporal? ¿Se iba a convertir en una de esas mujeres amargadas que siempre temían que pasara lo peor?
-Ha sido... increíble, pethi mou -murmuró Naruto a trompicones, desconcertado ante la certeza de que nunca había disfrutado tanto antes con el sexo. Por mucho que intentaba explicarse el porqué, no conseguía hallar la respuesta. Sakura era tan apasionada como él. Y además, era su esposa. Quizá eso era lo que daba una nueva dimensión al sexo. Naruto frunció el ceño, pues no estaba acostumbrado a hacerse ese tipo de preguntas.
Sakura sonrió mientras él la abrazaba con torpeza. La atracción que sentía por él era increíble, pensó mientras hundía los dedos en el rubio cabello de su esposo.
-Tienes tanta pasión en tu interior -dijo Naruto, disfrutando de la íntima manera con que ella le acariciaba-. Y a la vez eres tan serena. Vamos a tener una luna de miel fantástica, señora Namikaze .
-¿Una luna de miel? -preguntó Sakura sintiendo cómo, de repente, su cuerpo se ponía tenso-. Nunca dijiste que...
-Era una sorpresa. ¿Por qué crees que he estado tan ocupado las últimas semanas? -Naruto siguió jugueteando con los cabellos de su esposa-. Quería encontrar el lugar perfecto para pasar unos días juntos.
A Sakura le sorprendió el repentino resentimiento que empezó a sentir al escuchar las palabras «luna de miel». No había olvidado el cruel comentario que Hinata hizo el día de su boda. Le dolió como si le hubieran dado un bofetón. Apartó de su pelo la mano de Naruto.
-No puedo dejar el refugio -dijo finalmente.
-Por supuesto que puedes. Por eso insistí en que contratásemos un empleado.
-Puedes decir lo que quieras -dijo Sakura como respuesta al arrogante comentario de Naruto-, pero no voy a dejar solos a mis animales para irme a una estúpida luna de miel.
-Claro que los dejarás solos -contraatacó Naruto-. Si hubiéramos tenido la misma oportunidad hace ocho años, quizá habríamos aclarado todos los malentendidos.
Vamos a hacer las cosas bien ahora.
-Lo siento, pero no puedes tomar ese tipo de decisiones por mí. A veces, ser una persona responsable implica tomar decisiones altruistas.
Naruto se quejó al oír una afirmación tan idealista.
-Sabes que tengo razón -dijo Sakura-. ¿Por qué si no te casaste conmigo hace ocho años? ¿Por qué si no me casé contigo?
-¿No va siendo hora de que discutamos sobre esa fantasía tuya de que tuviste tan poca elección como yo? -le preguntó Naruto con una frialdad letal.
Sakura se sentó sobre la cama, cubriéndose los pechos con la sábana.
-¿Qué intentas decir?
-Te casaste conmigo porque yo te gustaba... -dijo Naruto-. Deja de fingir que hiciste un gran sacrificio al casarte conmigo.
-¡Eres tan engreído! -Sakura levantó las pestañas de forma desafiante-. No es justo que digas eso y lo sabes. No tenía elección. Mi abuelo se negó a ayudar a mi madre si no me casaba contigo.
Naruto frunció el ceño.
-¿Que Theo iba a ayudar a tu madre? -preguntó Naruto-. ¿Cómo? ¿De qué estás hablando?
-Siempre te has comportado como si tu sacrificio hubiera sido mayor que el
mío. Me casé contigo sólo porque mi madre era alcohólica y había contraído unas deudas tremendas. Iba a morir por culpa de la bebida y su única salvación era entrar en un programa de rehabilitación.
Agarrándose de la cabecera con gesto calculado, Naruto saltó de la cama y escrutó el rostro de Sakura con calculada intensidad.
-Empieza por el principio... -dijo entonces-. Acabas de decir que Theo se negaba a ayudar a Tsunade.
-Como debes saber, Theo es una persona que no da nada a cambio de nada. Dijo que no le importaba en absoluto si mi madre moría o no. Desgraciadamente necesitábamos el dinero de mi abuelo para pagar sus deudas y pudiera ir a rehabilitación. ¡El precio que mi abuelo pidió a cambio fue que me casara contigo!
-No lo sabía... ¡Te juro que no lo sabía! -el rostro de Naruto se contrajo en un gesto de lástima-. ¿Por qué no me dijiste nunca que te estaba presionando de esa manera?
Ahora fue Sakura la que se sorprendió.
-¿En serio que no lo sabías?
-¿Y cómo iba a saberlo si nadie se molestó en decírmelo? -dijo Naruto enfurecido.
-Tampoco lo preguntaste... Simplemente asumí que lo sabías... Lo que quiero decir es que, por ejemplo, yo sabía que tu familia tenía problemas económicos, pero tú tampoco hablaste de eso conmigo y, bueno... quizá yo tenía tan pocas ganas como tú de hablar de mis problemas -protestó Sakura.
-Sabía que tu madre había tenido problemas con la bebida en el pasado, pero cuando la conocí era casi una inválida y había dejado de beber. No podía saber que sus problemas habían sido tan recientes o que Theo no se había ocupado de ella antes de nuestro matrimonio.
-Mi abuelo despreciaba a Tsunade. Lo único que nos dio la familia de mi padre fue el derecho a vivir en la granja. No me entiendas mal... con el tiempo me he sentido muy agradecida por ello -a Sakura le parecía inaudito que Naruto hubiera podido ignorar los verdaderos motivos del matrimonio durante tanto tiempo, pero ahora que el malentendido se había deshecho, la sensatez habitual de Sakura dio paso a un ataque de rabia-. Espera un momento... entonces, ¿creías que yo estaba tan seducida por tus encantos, que estaba dispuesta a aprovechar la primera oportunidad que tuviese para casarme contigo?
Naruto estaba tan paralizado por el descubrimiento que, por un momento, se sintió víctima de las circunstancias igual que se había sentido el día de su matrimonio.
-Ne... sí -asintió en griego-. ¿Qué otra cosa podía pensar?
-Así que, en el fondo, pensaste que mi abuelo me había comprado un marido
-Sakura perdió el color en el rostro, humil humillada como se sentía-. ¡Que estaba tan desesperada que te aceptaría fuesen cuales fuesen las condiciones!
-Necesito una ducha, glikia mou.
Por primera vez en su vida, Naruto comprendió que la retirada era la mejor estrategia. Había creído precisamente aquello de lo que Sakura le acusaba y eso le
había llenado de desprecio por su mujer. Después de todo, el más cínico de sus parientes le había felicitado por su buena suerte al haber encontrado a una heredera rica. Se había sentido herido en el orgullo porque, le gustara o no, ella era la única que, por aquel entonces, tenía el poder de salvar a su familia de la pobreza. Más tarde había llegado a perdonar a Sakura por ello, ya que siempre había creído que, al fin y al cabo, estaba enamorada de él. Lo había dado completamente por sentado.
Pero ahora se encontraba con que la realidad no era como él creía y se sentía como en el epicentro de un terremoto. Le habría gustado acabar con Theo por haber tratado a Sakura con tanta crueldad, pero de pronto se dio cuenta de que él mismo había empleado una crueldad parecida a la hora de negarle el divorcio. ¿Lo había amado ella alguna vez? ¿0 tan sólo había sido un caso de encariñamiento adolescente, como Sakura afirmaba? «Después de todo lo que he descubierto sobre nuestro matrimonio, lo más decente sería concederle a Sakura la libertad», pensó Naruto. Sus poderosas manos se cerraron en puños. «¡Me importa un bledo la decencia!» , se corrigió. «¡ No me importa si está enamorada de Leo Burleigh! Ya lo superará: ¡al fin y al cabo, su marido-soy yo!».
Lágrimas furiosas se acumulaban bajo los párpados de Sakura. ¿Cómo era posible que Naruto se hubiera atrevido a creer que ella era tan patética? ¿Cómo se había atrevido a pensar que estaba tan loca por él como para aceptar un matrimonio de conveniencia? Una vez más, se veía obligada a admitir lo poco que ambos conocían el uno del otro. Los dos se habían comportado de un modo tan orgulloso, que se habían negado a bajar sus defensas para averiguar lo que pensaba realmente su cónyuge.
Cuando se casaron, estaban haciendo reformas en el apartamento de Naruto y se habían visto obligados a vivir durante un tiempo en casa de los padres de éste.
Habían dormido en habitaciones separadas, pared contra pared, separados por una puerta cerrada. Rodeada por la fría y distante familia de Naruto, Prudente se había sentido más aislada y miserable que nunca. Al cabo de unas semanas, utilizó la mala salud de su madre como excusa para abandonar Atenas. Naruto y ella nunca habían compartido nada. Y desde luego, una luna de miel hubiera supuesto algún cambio en aquel entonces.
¿Iba a dejar ahora que el orgullo le impidiese introducir un cambio en su matrimonio? ¿No debería sentirse agradecida por que Naruto quisiera pasar un tiempo a solas con ella? De repente, vio muy claro que era su actitud negativa lo que estaba empeorando las cosas y, deprimida, se levantó de la cama. Por un momento sintió un mareo y se preguntó si se había levantado demasiado rápido. Al oír que dejaba de correr el agua de la ducha, Sakura agarró la camisa que Naruto había dejado en el suelo y se la puso. Olía a él, aunque también se apreciaba un toque del perfume que solía utilizar: una fragancia que le resultaba increíblemente familiar y que aspiró con toda la fuerza de sus pulmones. Al momento, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se ruborizó.
-¿Naru...? -preguntó desde la puerta del enorme baño.
No había vuelto a ver el baño desde la primera visita a la casa y, al entrar en él, no pudo dar crédito a sus ojos. Todavía se podía apreciar la decoración victoriana en una mitad del cuarto de baño, pero en la otra mitad habían instalado una ducha de hidromasaje y estaba reformada siguiendo un estilo muy moderno de decoración.
-Dios mío...
-Esta es mi parte del baño y esta otra, la tuya -Naruto se echó el pelo hacia atrás con un grácil movimiento de su mano-. Es una solución temporal hasta que al arquitecto se le ocurra alguna idea mejor.
Sakura no pudo apartar los ojos de él. Con tan sólo una toalla cubriéndole las caderas y las gotas de agua deslizándose por su pecho, Naruto tenía un aspecto que la dejó sin aliento.
-He estado pensando,... quiero decir: reconsiderando tu idea sobre la luna de miel -masculló Sakura-. Creo que antes reaccioné de una forma un poco desconsiderada. Lo siento, estoy preocupada por el refugio. Pero, de todas formas, tienes razón, ahora tengo un ayudante, así que quizá no debería preocuparme tanto.
-Exacto. No deberías preocuparte en absoluto confirmó Naruto-. Estás tan preciosa vestida con mi camisa que me entran ganas de arrancártela, thespinis mou.
Naruto le dio la mano a Sakura y se acercó a ella. Sakura empezó a sentir un cosquilleo en el vientre al sentirle a su lado. Estaba a punto de preguntarle cuándo salían de viaje, pero no pudo decirle nada porque empezó a sentir cómo los dedos de Naruto le desabotonaban la camisa.
Sakura se sintió extraña al vestirse: antes de salir de luna de miel, Naruto le había comprado todo un vestuario. Durante las tres semanas que llevaban de luna de miel apenas había estrenado ninguno de los vestidos, de hecho, durante esas tres semanas, apenas había llevado nada puesto. Y pensando en eso, sonrió.
Estaban en una antigua villa de La Toscana rodeada de olivos. Era un lugar como fuera del tiempo y, en todos los sentidos, un escondite donde el resto del mundo parecía tan lejano como las estrellas. Desde su llegada, Sakura se había acostumbrado a la felicidad. Según pasaban los días, arrastrándose con lentitud, Naruto y Sakura se habían convertido por fin en una pareja. Ahora se daba cuenta de lo mucho que había echado de menos la amistad y el afecto mientras estaban enfrentados. Aunque tenían personalidades muy diferentes, sus opiniones eran muy parecidas en muchas cosas. Sin embargo, de cuando en cuando, le gustaba contradecirle sólo por el placer de discutir con él.
La pasión era un extra muy estimulante para su relación con Naruto. Ahora se sentía tan cercana a Naruto, que parecía como su sombra. Todos los días, por la mañana, se levantaba con la sensación de haber descubierto algo nuevo. La luz del alba se filtraba por las persianas proyectando alargadas flechas de sombra sobre el torso bronceado de Naruto y, entonces, él se desperezaba como un tigre indolente. Mirándola
con ojos soñolientos, Naruto le regalaba su sonrisa más sincera antes de tomarla entre sus brazos para hacerle de nuevo el amor.
Hacía tan sólo unas semanas, a Sakura le había dado miedo confiar en él. Sin embargo, desde entonces había llegado a la conclusión de que su matrimonio tenía un gran futuro. Aunque pasaban casi todo el tiempo junto, la pasión seguía en pie.
Cuando salían a cenar por los pueblos pintorescos de la zona, Naruto la agarraba de la mano para caminar juntos por las calles empedradas. Esa cercanía y esa ternura física significaban mucho para ella. Muchos días, Naruto tenía que excusarse durante un par de horas por asuntos de negocios. Sakura solía entonces salir a dar un paseo sola, leer un libro o ir a darse un baño y a Naruto le parecía asombrosa la capacidad que su esposa tenía para entretenerse ella sola.
-A lo mejor estás acostumbrado a mujeres dependientes y 'un poco inútiles -le decía Sakura.
-0 quizá es sólo que me gustaría que, de vez en cuando, te comportases como si me necesitaras.
-Lo siento, pero no es mi estilo.
En los ojos verdes de Sakura aparecía una chispa de descaro. Por la noche, cuando él estaba profundamente dormido, se abrazaba a su cuerpo como si fuera una enredadera. Pero reservaba todas las demostraciones de cariño para esos momentos robados. Después de todo, a Naruto le gustaba que lo desafiaran. Si Sakura mostraba su debilidad, dejándole ver lo mucho que lo amaba, la balanza de poder podía inclinarse hacia el lado equivocado para siempre.
Regresando de su estado de ensimismamiento, Sakura alcanzó un vestido color turquesa y se lo puso. Era el último día de la luna de miel. Sentía un dolor en el fondo del corazón. La cercanía que habían vivido durante las últimas tres semanas no duraría siempre. El banquero británico Robert Donnington era un viejo amigo de Naruto y, cuando se enteró de que estaba en Italia, los invitó a comer con él en su casa de verano de La Toscana.
Sakura contempló su reflejo en el espejo. El corpiño le apretaba el pecho más que de costumbre e hizo una mueca de disgusto. El vestido le quedaba más ajustado que unas semanas atrás. ¿Serían las píldoras anticonceptivas que estaba tomando? Últimamente, además, tenía los pechos más sensibles. ¿Estaría sufriendo retención de fluidos? ¿0 se negaba simplemente a aceptar la conclusión más obvia? Que estaba engordando por haber comido demasiado durante la luna de miel. Naruto había hecho que trajeran baklava de Grecia. Atiborrarse de pasteles empapados con miel y nueces no ayudaba precisamente a adelgazar.
Se probó otros vestidos y se lamentó al ver que casi toda su ropa le apretaba demasiado en la zona del busto. El montón de ropa descartada iba aumentando sobre la cama al mismo ritmo que aumentaba su frustración, ya que hacía demasiado calor para andar dándole tantas vueltas a la ropa que se iba a poner. Con un suspiro, se volvió a poner el vestido de paseo que llevaba al principio. Le quedaba más o menos suelto y le sentaba mejor que casi cualquier otra cosa.
Sakura se dirigió a la soleada terraza.
-Estoy engordando -le dijo a Naruto.
Naruto vestía una camisa blanca y pantalones negros que le daban un aspecto elegante y espectacular. Le extendió la mano a Sakura para atraerla a su lado.
-No dejes de comer -le pidió Naruto-. Desde aquí, te miro y me parece como si hubiera muerto y estuviese en el cielo. Comer más sólo puede significar ponerte más guapa.
Percibiendo que Naruto había fijado desvergonzadamente la mirada en las generosas formas de su pecho, Sakura le gritó con incredulidad:
-¡Naruto!
-No puedo evitarlo -confesó Naruto con una sonrisa pícara que causó un escalofrío a Sakura-. Me gusta muchísimo tu cuerpo. Es maravillosamente voluptuoso.
Esa palabra fatal hizo que Sakura pensara en las abundantes proporciones de una pintura de Rubens, pero no dijo nada. Si había aprendido algo, era que Naruto no podía quitarle las manos de encima, lo cual había hecho maravillas con su autoestima. Cuando una pequeña voz en su subconsciente trataba de decirle que eso era debido al exceso de libido de Naruto, Sakura se negaba a escucharla. Decidió que, cuando volviese a casa, empezaría una dieta para volver a su peso habitual.
Naruto la rodeó con sus brazos y la atrajo al cobijo de pecho. Sonriendo, Sakura descansó apoyada en él. La terraza tenía una fabulosa vista a las colinas. Los densos bosques de robles, cedros y cipreses daban paso a las verdes viñas y campos dorados de maíz. El cielo era de un color azul zafiro. Tejados de terracota cubrían los edificios antiguos que podían verse a lo lejos.
-Cierra los ojos -le dijo Naruto.
El sol acariciaba con calidez el rostro de Sakura y otra sonrisa se dibujó en su generosa boca cuando Naruto levantó la mano.
-Mira ahora -dijo él.
Sakura miró sorprendida el anillo que ahora tenía en el dedo y, sobre todo, el brillo del diamante que lo adornaba.
-Es un anillo de boda... uno de verdad -dijo Naruto.
-Oh...
A Sakura se le hizo un nudo en la garganta y se le nubló la mirada. El regalo de Naruto le había llegado al corazón, puesto que había sido elegido especialmente para ella y se lo estaba dando con toda la sinceridad de su corazón.
-Tiene nuestros nombres grabados... y la fecha en que el sacerdote volvió a bendecir nuestro matrimonio -le informó Naruto.
-Es increíble...
-Para que marque un nuevo comienzo para nosotros.
sakura le miró a la cara y admiró, una vez más, sus rasgos angulosos y su perfil clásico. Era increíblemente guapo, y aunque se vio luchando por recuperar la respiración, reunió fuerzas suficientes para decir:
-No puedes volver a escribir el pasado...
-Ni tenemos necesidad de hacerlo -dijo Naruto con el mismo tono autoritario que usaría un profesor con un niño testarudo para darle una lección acerca de lo que está bien y lo que está mal-. Ahora eres mi esposa en todos los sentidos de la palabra, thespinis mou.
El estómago le cosquilleó al escuchar la entonación melodiosa de sus palabras. En todos los sentidos, reflexionó Sakura, quedándosele la boca seca al pensar en el poder que Naruto tenía sobre ella. Apasionado, de sangre caliente y desvergonzadamente masculino como era, Naruto había echado abajo su coraza y le había enseñado a necesitarlo como si fuera una droga. La seguridad que Naruto tenía en sí mismo lo llenaba de arrogancia y obstinación. Con tanto carisma, pensó Sakura, era natural que pensase que podía reescribir la historia.
Naruto recorrió con su dedo el contorno de los labios de Sakura.
-¿Eres feliz, verdad? -le preguntó Naruto.
-Sí... -el sensual hechizo de Naruto le hizo desear de nuevo su cuerpo.
-El pasado... lo que ocurrió ya no importa ahora, thespinis mou -dijo Naruto con inmensa satisfacción.
El teléfono móvil de Sakura empezó a sonar y ésta se puso a escarbar dentro del bolso en su busca. Era Leo.
-Me han dado el trabajo... ¡Por fin tengo un trabajo fijo en lugar de un contrato temporal!
-Felicidades -Sakura sonrió-. Te dije que lo conseguirías. ¿Cuándo empiezas en el nuevo colegio?
-El mes que viene. ¿Cuándo vuelves a casa?
-Mañana.
-Voy a pedirle a Stella que me ayude a encontrar un piso en Londres.
-Buena idea.
-Cuando me mude a la ciudad, podré ver más a Stella y a sus hijos -dijo Leo con satisfacción.
Sakura estuvo a punto de aconsejarle que se asegurara de lo que sentía Stella por él antes de que se ilusionara demasiado, pero decidió que era mejor no meterse en sus asuntos. Mientras volvía a introducir el teléfono en el bolso, Sakura se dio cuenta de que Naruto tenía la mirada clavada en ella.
-¿Qué ocurre?
-Se nos está haciendo tarde y tenemos que ir a cenar a casa de los Donnington.
-Oh, querido, es culpa mía... ¡Tardé un montón en vestirme!
-No te preocupes -murmuró Naruto con su sedosa voz-. ¿Dónde está el nuevo colegio de Leo?
-En Londres.
Naruto se resistió a hacer un comentario sobre lo muy cerca que quedaba Londres de Oakmere Abbey. Después de todo, sabía que Leo era sólo un amigo, un hombre bastante inseguro que discutía todas sus decisiones con Sakura antes de tomarlas. A Naruto le parecía que Leo era un alfeñique. Un niño de mamá, sin atractivo alguno para las mujeres. Con frecuencia las mejores soluciones eran las más fáciles de ejecutar...
kumiko- Aprendiz
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Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
Genial continuación quería que naruto sufriera un poco mas pero al parecer no va a suceder, ojala sea verdad que esta respetando a sakura y creo que ha esta ya se le cumplio el sueño de tener un hijo porque si esta gordita me suena a que puede estar embaraza, espero ansiosa en próximo capitulo y cuando publiques tu nuevo fic estaré al pendiente.
aduzumaki- Sennin
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Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
E encanta esta historia ^_^ contii...
CerezoIntenso- Chunnin
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Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
hola como estas muy buena concuerdo con aduzumaki con lo de "gordita" si esta embarazada que impresión se llevara espero conti
Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
hola mis amores me he demora mucho pero a qui esta la conti
.. Capítulo 7
UNA fila de coches muy caros se alineaba en la entrada de la villa palaciega de Robert Donnington en las afueras de Florencia. -Yo pensaba que esto iba a ser una comida informal para unas pocas personas -comentó Sakura con sofoco.
Era demasiado consciente de que su vestido de paseo no podría competir con las ropas que llevaran puestas los dueños de los coches y, sin embargo, no hizo ningún comentario al respecto. No era culpa de Naruto que se hubiera tomado la palabra
«Informal» demasiado literalmente.
-Eso es lo que decía en la invitación. Pero a la hija de Robert, Chantal, le gustan demasiado las fiestas -respondió Naruto con aire preocupado.
Durante un momento, Naruto se puso a pensar en que Theo Haruno estaba intentando reunir últimamente todas sus armas financieras para derribarlo. Theo no tenía idea de que el matrimonio que había patrocinado por fin estaba dando sus frutos. Naruto había hecho todo lo posible por mantener el secreto, ya que quería alejar la maligna influencia de Theo de sus vidas. Por eso, era consciente de que tenía que ir a Londres cuanto antes para planear la batalla que estaba por venir. El tiempo que había pasado en Italia le había dejado más expuesto a las argucias de Theo. Sin_ embargo, Robert Donnington le daría su respaldo. El banquero ya había advertido a Naruto de que la venta del yate para acelerar la compra de Oakmere Abbey había sido un error, ya que había empañado su imagen y revelado un flanco débil. Y aun así, si le hubieran dado la oportunidad de ir hacia atrás en el tiempo y hacer las cosas de otra manera, habría hecho exactamente lo mismo. La abadía era el sueño de Sakura hecho realidad e, igual que la luna de miel, una compensación bastante pequeña por todas las decepciones que había sufrido en el pasado.
Cuando Chantal Donnington salió para saludarlos, Sakura se sintió tensa.
Reconoció inmediatamente a la anfitriona como una de las ex de Naruto. Su entusiasta bienvenida no encajaba con la frialdad de los ojos. Con la excusa de hacer que Naruto se encontrase con su padre en la sala de billar, separó a marido y mujer.
Sola en la grandiosa terraza con una bebida alcohólica que no quería tomarse, Sakura tenía demasiado calor incluso en la sombra. El calor de mediodía era insoportable. Se empezó a preguntar si el periodo estaría a punto de llegarle, ya que llevaba unas semanas retrasada. ¿Sería por culpa de la píldora? ¿Qué posibilidad había de que la píldora no hubiera funcionado y se hubiera quedado embarazada? No, eso era .una tontería; se dijo, exasperada.
Antes de que pudiera ponerse a pensar por qué no se encontraba con su energía habitual de todos los días, Chantal Donnington llegó y le dijo:
-Deja que te presente a un par de invitados que se mueren por conocerte... Los ojos de Sakura se abrieron de par en par al ver que una belleza de pelo
Negro con una falda escandalosamente corta se aproximaba hacia ella. La morena estaba acompañada por una rubia vestida con un traje suelto que sólo una mujer muy delgada podía aspirar a ponerse. A no ser que estuviera equivocada, y la memoria de Prudente era bastante buena, estaba a punto de conocer a otras dos de las antiguas amantes de Naruto. El antagonismo femenino que había en el aire le puso la piel de gallina.
-Hola, soy Jenna Mardsen -anunció la morena.
-Zoe Amberley -dijo la rubia con una sonrisa desafiante-. Quizá no te has dado cuenta de que aquí todas tenemos algo en común.
-Naruto... -Prudente prefirió no fingir ignorancia.
-Naruto Namikaze es un tipo extraordinario -la picardía que había en el tono de Zoe hizo que la tensión de Sakura aumentara-. Totalmente inolvidable.
-Sí, de verdad que está a la altura de su legendaria reputación -Chantal descansó sus despreciativos ojos verdes en el rostro de Sakura.
Aunque sus mejillas estaban teñidas de color, Sakura sonrió y dijo:
-¿Verdad que sí?
-Cuando Chantal mencionó que su esposa vendría a la fiesta, Zoe y yo decidimos que teníamos que conocerte -dijo Jenna a la defensiva, dando a entender que ella también se sentía incómoda por la tensión que había en el aire-. ¿Cómo es estar casada con él?
-Algo fabuloso.
Sakura trataba de no verse acobardada por el hecho de que tenía a su lado a tres mujeres que medían unos treinta centímetros más que ella. No era tanto eso, sino la belleza física de las tres lo que la acobardaba. Todas esas comparaciones que temía tanto podían hacerse ahora allí, a la luz del día, con sólo mirar a las cuatro.
Ellas tenían caras perfectas y delgados cuerpos sin un gramo de grasa. Ninguna mujer corriente podía soportar tal contraste. Naruto iba a darse cuenta de que se merecía algo más que una mujer como ella. Y, sin embargo, ¿no la había elegido Naruto por su propia voluntad? Naruto no era ningún idiota.
-Yo no podría soportar estar casada con un hombre tan mujeriego -dijo Zoe.
-Yo tampoco. Soy demasiado orgullosa -afirmó Chantal.
Sakura exhibió una respetuosa expresión de sorpresa ya que, por lo que ella sabía, Naruto nunca había dado su atención exclusiva, a ninguna de sus amantes. Ni siquiera había fingido hacerlo.
-Cualquier otra mujer se hubiera divorciado de Naruto hace mucho tiempo -se burló Zoe.
Sakura sólo podía pensar en lo mucho que Naruto había luchado por salvar el matrimonio y una pequeña sonrisa secreta se asomó en sus labios a modo de respuesta.
Cuando Naruto salió de la villa y vio a las tres mujeres que rodeaban a Sakura, se quedó rígido. No podía ser coincidencia que otras dos de sus ex se encontraran presentes en un evento social en Italia. Le enfureció pensar que, por culpa de sus
pecados, Sakura podía haberse convertido en una víctima propiciatoria. Los músculos se le pusieron tensos de furia y, con un rostro inexpresivo, se dirigió hacia la terraza.
-Señoritas... Zoe, Jenna -saludó Naruto, frío como el hielo, rodeando con su brazo los hombros de Sakura-. Si nos excusan...
Desconcertada por la súbita aparición de Naruto, Chantal dejó que se le escapara una risa forzada.
-Sentíamos curiosidad, Naruto -dijo entonces-. Por Dios, no es necesario que vengas corriendo a rescatar a tu mujer de nuestras garras. Lo único que queremos saber es... ¿qué tiene Sakura que no tengamos nosotras?
-Que nunca olvida lo que es ser una dama -la boca de Naruto esbozó una sonrisa afilada como una cuchilla.
Mientras las tres mujeres afrontaban el golpe que Naruto les acababa de dar, éste se llevó a Sakura fuera de escena para presentarle a Robert Donnington y, poco después, empezó a servirse la comida. En la mesa, Naruto y ella se sentaron separados.
Jenna estaba sentada al lado de Prudente.
-Me costó tanto superar lo de Naruto -le confió Jenna-. Después de él empecé otra aventura que también salió mal...
-Eres muy guapa. Seguro que encuentras a alguien -le dijo Sakura con mucha amabilidad.
-Pero a nadie como Naruto -se lamentó la exquisita morena.
-Tienes que pensar en lo que menos te gustaba de él -le aconsejó Sakura.
-Nunca llamaba,... nunca quería ir a las fiestas, el trabajo siempre era lo primero -el rostro de Jenna estaba marcado por la preocupación.
Sin poder creerlo, media hora después, Naruto miró hacia el lado de la mesa donde estaba sentada Prudente y la vio riéndose con Jenna Mardsen como si ésta fuera su mejor amiga.
Sakura levantó la mirada y se encontró con los ojos de su marido. Sus mejillas se tiñeron de color. Los ojos de Naruto no se apartaron, manteniendo la atención sobre ella y, entonces, empezó a sentir un tibio estremecimiento en la región de la pelvis. Mientras Jenna seguía contándole capítulo por capítulo la historia de desencuentro amoroso más reciente, de tanto en cuanto, volvía a dirigir su mirada hacia Naruto. Descubriendo de nuevo sus miradas robadas, Naruto le regaló una sonrisa preñada de significado erótico que la dejó hipnotizada e hizo que su cuerpo ardiera.
Cada vez le resultaba más difícil a Sakura mantener la atención en la historia que Jenna estaba contándole. Mortificada por el cosquilleo que empezaba a sentir en la zona de sus senos, Sakura dejó de mirar en dirección a Naruto, aunque le resultaba un auténtico castigo tener que negar sus impulsos de esa manera. Lo deseaba. Y el deseo convertía a Sakura en una desvergonzada. No podía dominar lo que sentía por Naruto. «La voluptuosidad y el goce», pensó Sakura, «están acabando con mi
autocontrol».
Se empezaron a servir más bebidas y, sin previo aviso, Naruto apareció a su lado. Sin dar a Sakura la oportunidad de explicar sobre qué estaba hablando con Jenna, la ayudó a levantarse de su asiento.
-Les he dicho que tengo el jet preparado y que tenemos que marcharnos ya
-Naruto dijo lentamente.
Sakura sabía que un asunto de negocios les obligaba a irse de Italia un día antes de lo planeado. Se sintió un poco decepcionada, pues había disfrutado cada minuto del tiempo que había pasado en la villa. Había sido feliz por tener a Naruto junto a ella durante toda la luna de miel y lamentar la pérdida de un solo día era algo infantil e ingrato, se dijo a sí misma. Al abandonar la terraza, Sakura fue consciente de que Chantal y Zoe miraban a Naruto con deseo. A Sakura le chocó presenciar tan evidente exhibición de sus sentimientos.
Pero, en lo que se refería a Naruto, ¿era ella más fuerte o juiciosa que Zoe y Chantal? ¿No miraba ella a Naruto de la misma manera? De repente, la duda y el miedo hicieron presa de ella. Hacía apenas tres semanas, Naruto era su enemigo, o al menos ella lo había visto así. Entonces, había puesto todas sus defensas en su sitio, lista para enfrentarse a él. Pero Naruto había conseguido triunfar sobre sus miedos e inseguridades gracias a una serie de simples, pero sutiles, movimientos. Le había regalado una gloriosa luna de miel en Italia. Le había dado a conocer una pasión indecente que jamás se hubiera imaginado que podría haber existido, y ella se había convertido en el único objeto de su atención. Siendo así, ¿era de extrañar que la tuviera comiendo de su mano? ¿Iba ella a dejar que esa humillante situación continuara?
Naruto detuvo el Ferrari apenas llevaban un par de millas recorridas.
-Ven aquí... -le dijo a Sakura con impaciencia.
-¿Qué? ¿Qué pasa? -sumida en sus reflexiones, Sakura se vio arrastrada de nuevo al mundo real.
-¿Que qué pasa? -Naruto le quitó a Sakura el cinturón de seguridad y le apretó con fuerza los brazos-. No pasa nada. Una mujer que consigue excitarme en público sólo con dirigirme su mirada es un regalo, no un problema. Te saqué de la fiesta antes de que mi comportamiento empezara a ponerte en evidencia...
Ahora descubría Sakura cuál era el verdadero motivo por el que se habían ido tan pronto de la fiesta: la lujuria. Recordó su manera de mirarla. Con los ojos abiertos por el desconcierto, Sakura se sonrojó hasta la punta del cabello.
-¿Quieres decir que no tenemos prisa por ir a la casa para hacer el equipaje e ir al aeropuerto? -preguntó Sakura.
-Tenemos prisa... pero no por llegar al aeropuerto. Primero deja que pruebe cómo sabes, pethi mou.
Naruto inclinó su arrogante cabeza y jugueteó con el labio inferior de Sakura, besándolo y mordisqueándolo, lo cual provocó pequeños quejidos de placer en ella. Echando la cabeza hacia atrás,. Sakura le ofreció su boca entera para que hiciese
con ella su voluntad. La lengua de Naruto hacía que saltaran chispas en el interior de Sakura.
Con el cuerpo tenso, Naruto apartó a Sakura con suavidad y le puso de nuevo el cinturón de seguridad con mucha más torpeza que cuando se lo había quitado.
-Siento tal ardor por ti, que me consumo por dentro. Pero no podemos hacer el amor aquí -observó Naruto, arrancando de nuevo el coche y volviendo a la carretera.
-No estoy acostumbrada a portarme así -admitió Sakura sin aliento, aunque a la vez intentaba no sonreír de oreja a oreja, ya que tenía la sensación de haber obtenido lo que quería.
Naruto le había enseñado que podía llegar a ser un hombre muy susceptible, y ella aprendía rápido. Sabía que algún día podría utilizar esa lección para sacar algún beneficio.
-Yo tampoco estoy acostumbrado -dijo Naruto riéndose-. No sé qué me puso así.
Tal vez la admiración que sentí por ti al ver cómo te enfrentabas a Chantal y compañía. La mayoría de las mujeres habrían montado una escena...
-¿Qué sentido habría tenido hacer eso?
-Manejaste la situación con mucho estilo. Sin embargo, cuando te vi hablando con Jenna me pregunté sobre qué estaríais hablando -admitió Naruto y se quedó en silencio, esperando una respuesta.
Sakura no dijo nada, riéndose en su interior. ¡Que adivinase él solo de qué estaban hablando! Sakura se deleitó con la visión de su nuevo anillo de diamantes. Le impresionó que sólo unos minutos antes había estado otra vez preocupándose por el estado de su relación con Naruto. ¡Había estado a punto de enfadarse cuando no tenía ningún motivo para hacerlo!
El silencio seguía sin ser roto y Naruto respondió al desafío que su esposa le lanzaba:
-Nunca habrá otra mujer en mi vida ahora que te tengo a ti.
Sakura sintió como si hubiera amanecido en su interior. Esta era la promesa, el compromiso, las palabras que había deseado oír, pero nunca se había atrevido a pedirle.
-Eso está bien -le dijo tiernamente-. Porque no creo que me comportase como una dama si me fueras infiel.
Aunque se quedó desconcertado por la advertencia, Naruto casi rió por lo ocurrente que había sido. Era tan diferente del resto de mujeres que conocía. No tenía miedo de él, se enfrentaba a él si era necesario, y sin embargo no se comportaba como si fuera la reina del drama. ¿Nunca se le había ocurrido a Theo Haruno que su nieta podía ser tan inteligente como él? Naruto se preguntó qué otras cosas le quedarían por descubrir de su mujer.
Ya en la villa, Naruto sacó a Sakura del coche y la tomó en sus brazos para besarla, hambriento de deseo. Sakura sintió como si su cuerpo se fundiera con el de su marido.
-Te necesito tanto, thespinis mou -murmuró él mientras atravesaban el umbral
del dormitorio y la guiaba a la cama.
Naruto se situó a la espalda de Sakura para deshacerse mejor de los tirantes de su vestido y gimió de satisfacción al notar en las manos la tersura de sus senos cuando estos quedaron libres del sujetador. Las piernas de Prudente temblaron.
Todo su cuerpo palpitaba de deseo y, a la vez, de debilidad. Naruto capturó sus pezones entre los dedos y le hizo soltar un sollozo de placer. Sakura sentía que su pelvis ardía en llamas.
-Naruto... por favor -gimió Sakura, indefensa de deseo.
-Me gusta verte sufrir así.
Naruto empezó a mordisquear los hombros de Sakura después de quitarle el vestido con tal falta de delicadeza que lo rasgó sin querer. Recorrió la espalda de su esposa con la lengua mientras las manos bajaban acariciantes hacia la parte del cuerpo donde daban comienzo sus nalgas. Se puso de rodillas para quitarle las bragas de forma lenta, cariñosa, sensual.
-Oh... -los dientes le rechinaron a Sakura al sentir cómo la boca de Naruto reposaba en la parte más sensible de su cuerpo.
Sakura cerró los ojos con fuerza. Un placer salvaje le recorrió todo el cuerpo y una líquida sensación de calor palpitó en su interior durante un momento que se hizo eterno. Había perdido el control.
Y le gustaba.
Naruto la tumbó en la cama. Sus abrasadores ojos la atravesaron con feroz sensualidad.
-No puedo esperar ni un segundo más... -rugió Naruto.
-Quítate la camisa...
Naruto se la arrancó con tal violencia, que los botones salieron volando.
Sakura se sumergió en el resplandor de sus ojos y se preguntó si podría esperar a que se quitara el resto de la ropa. Entonces, decidió que no podía. Abrió los brazos, arqueó la espalda y, con una invitación silenciosa, le hizo obsequio de sus caderas.
La ardiente mirada de Naruto estaba al rojo vivo.
-Te gusta martirizarme... -masculló sintiéndose indefenso y se lanzó hacia ella con halagadora impaciencia consumido por el varonil fuego que ardía en sus entrañas.
Naruto se zambulló en ella con arrebatadora ternura. Sakura gritó su nombre. Nunca había sentido antes algo tan salvaje. Naruto la llevó al clímax de la pasión y una intolerable tormenta de placer estalló dentro de ella. Tanta excitación la dejó mareada y llena de ardor.
Naruto levantó el mentón para mirar el ruboroso rostro de Sakura. Tenía en los labios su carismática sonrisa y, sin que ésta se borrase, besó a Sakura.
-Eres fantástica...
Sakura quería decirle que lo amaba, pero se retractó justo a tiempo. Aun así, era tan feliz que sintió deseos de llorar y reposó su cabeza sobre el hombro de Naruto, respirando el aroma de su varonil sudor con dichosa satisfacción. Sentía que era
suyo ahora. Suyo por completo.
-Me pregunto si ahora tendremos un hijo -murmuró Naruto con suavidad.
Sakura se sintió consternada. Le recorrió un espasmo de culpa, ya que no había hecho el menor intento de decirle que estaba tomando precauciones contra el embarazo. Al principio, Sakura se había sentido un poco superior al saber que tenía pleno control, aunque secreto, sobre su fertilidad. Pero eso había sido antes, cuando ella no confiaba en él y aún quería el divorcio. Ahora todo había cambiado.
Sakura supo que ése era el momento más apropiado para contárselo, pero de repente le pareció que una confesión como ésa sólo haría las cosas más complicadas.
-Estás muy callada –Naruto se apoyó en el codo para hablar con ella-. Sé lo mucho que quieres un niño.
-Sí.,. esto... yo... -Sakura se sentía como una mariposa desorientada.
-Me he hecho a la idea de tener una familia. Me gustaría -le confió Naruto, dejando que una mano se deslizara hasta el muslo de Prudente-. Me gusta trabajar en el proyecto de convertirte en madre. Tengo la intención de dedicarle una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo... ¿alguna objeción?
-Ninguna...
Incluso avergonzada como se sentía por su mentira, Sakura era incapaz de resistirse a su mirada y mucho menos a su forma de tocarla. Ya sabía lo que hacer. Simplemente dejaría de tomar la píldora y Naruto nunca lo sabría. Prudente tembló de excitación al notar que Naruto se le acercaba.
Sakura asumió que la falta de sueño era la razón de que no tuviese apetito a la mañana siguiente. Además, sentía náuseas. A media mañana volaron de vuelta a Londres. Sakura tenía tantas ganas de ver qué tal les había ido a los animales durante su ausencia, que en el mismo avión se cambió de ropa a otra más informal y pidió que la condujeran directamente a los establos desde el aeropuerto.
Cinco minutos después, la limusina llegó a la abadía. Al salir del coche, Naruto golpeó inadvertidamente el bolso que Sakura se había dejado olvidado en el suelo con las prisas. Todo su contenido quedó desperdigado sobre la grava del camino. La mirada de Naruto se detuvo en la lámina de aluminio con pastillas que sobresalía del bolso. Se agachó, la recogió y quedó paralizado.
.. Capítulo 7
UNA fila de coches muy caros se alineaba en la entrada de la villa palaciega de Robert Donnington en las afueras de Florencia. -Yo pensaba que esto iba a ser una comida informal para unas pocas personas -comentó Sakura con sofoco.
Era demasiado consciente de que su vestido de paseo no podría competir con las ropas que llevaran puestas los dueños de los coches y, sin embargo, no hizo ningún comentario al respecto. No era culpa de Naruto que se hubiera tomado la palabra
«Informal» demasiado literalmente.
-Eso es lo que decía en la invitación. Pero a la hija de Robert, Chantal, le gustan demasiado las fiestas -respondió Naruto con aire preocupado.
Durante un momento, Naruto se puso a pensar en que Theo Haruno estaba intentando reunir últimamente todas sus armas financieras para derribarlo. Theo no tenía idea de que el matrimonio que había patrocinado por fin estaba dando sus frutos. Naruto había hecho todo lo posible por mantener el secreto, ya que quería alejar la maligna influencia de Theo de sus vidas. Por eso, era consciente de que tenía que ir a Londres cuanto antes para planear la batalla que estaba por venir. El tiempo que había pasado en Italia le había dejado más expuesto a las argucias de Theo. Sin_ embargo, Robert Donnington le daría su respaldo. El banquero ya había advertido a Naruto de que la venta del yate para acelerar la compra de Oakmere Abbey había sido un error, ya que había empañado su imagen y revelado un flanco débil. Y aun así, si le hubieran dado la oportunidad de ir hacia atrás en el tiempo y hacer las cosas de otra manera, habría hecho exactamente lo mismo. La abadía era el sueño de Sakura hecho realidad e, igual que la luna de miel, una compensación bastante pequeña por todas las decepciones que había sufrido en el pasado.
Cuando Chantal Donnington salió para saludarlos, Sakura se sintió tensa.
Reconoció inmediatamente a la anfitriona como una de las ex de Naruto. Su entusiasta bienvenida no encajaba con la frialdad de los ojos. Con la excusa de hacer que Naruto se encontrase con su padre en la sala de billar, separó a marido y mujer.
Sola en la grandiosa terraza con una bebida alcohólica que no quería tomarse, Sakura tenía demasiado calor incluso en la sombra. El calor de mediodía era insoportable. Se empezó a preguntar si el periodo estaría a punto de llegarle, ya que llevaba unas semanas retrasada. ¿Sería por culpa de la píldora? ¿Qué posibilidad había de que la píldora no hubiera funcionado y se hubiera quedado embarazada? No, eso era .una tontería; se dijo, exasperada.
Antes de que pudiera ponerse a pensar por qué no se encontraba con su energía habitual de todos los días, Chantal Donnington llegó y le dijo:
-Deja que te presente a un par de invitados que se mueren por conocerte... Los ojos de Sakura se abrieron de par en par al ver que una belleza de pelo
Negro con una falda escandalosamente corta se aproximaba hacia ella. La morena estaba acompañada por una rubia vestida con un traje suelto que sólo una mujer muy delgada podía aspirar a ponerse. A no ser que estuviera equivocada, y la memoria de Prudente era bastante buena, estaba a punto de conocer a otras dos de las antiguas amantes de Naruto. El antagonismo femenino que había en el aire le puso la piel de gallina.
-Hola, soy Jenna Mardsen -anunció la morena.
-Zoe Amberley -dijo la rubia con una sonrisa desafiante-. Quizá no te has dado cuenta de que aquí todas tenemos algo en común.
-Naruto... -Prudente prefirió no fingir ignorancia.
-Naruto Namikaze es un tipo extraordinario -la picardía que había en el tono de Zoe hizo que la tensión de Sakura aumentara-. Totalmente inolvidable.
-Sí, de verdad que está a la altura de su legendaria reputación -Chantal descansó sus despreciativos ojos verdes en el rostro de Sakura.
Aunque sus mejillas estaban teñidas de color, Sakura sonrió y dijo:
-¿Verdad que sí?
-Cuando Chantal mencionó que su esposa vendría a la fiesta, Zoe y yo decidimos que teníamos que conocerte -dijo Jenna a la defensiva, dando a entender que ella también se sentía incómoda por la tensión que había en el aire-. ¿Cómo es estar casada con él?
-Algo fabuloso.
Sakura trataba de no verse acobardada por el hecho de que tenía a su lado a tres mujeres que medían unos treinta centímetros más que ella. No era tanto eso, sino la belleza física de las tres lo que la acobardaba. Todas esas comparaciones que temía tanto podían hacerse ahora allí, a la luz del día, con sólo mirar a las cuatro.
Ellas tenían caras perfectas y delgados cuerpos sin un gramo de grasa. Ninguna mujer corriente podía soportar tal contraste. Naruto iba a darse cuenta de que se merecía algo más que una mujer como ella. Y, sin embargo, ¿no la había elegido Naruto por su propia voluntad? Naruto no era ningún idiota.
-Yo no podría soportar estar casada con un hombre tan mujeriego -dijo Zoe.
-Yo tampoco. Soy demasiado orgullosa -afirmó Chantal.
Sakura exhibió una respetuosa expresión de sorpresa ya que, por lo que ella sabía, Naruto nunca había dado su atención exclusiva, a ninguna de sus amantes. Ni siquiera había fingido hacerlo.
-Cualquier otra mujer se hubiera divorciado de Naruto hace mucho tiempo -se burló Zoe.
Sakura sólo podía pensar en lo mucho que Naruto había luchado por salvar el matrimonio y una pequeña sonrisa secreta se asomó en sus labios a modo de respuesta.
Cuando Naruto salió de la villa y vio a las tres mujeres que rodeaban a Sakura, se quedó rígido. No podía ser coincidencia que otras dos de sus ex se encontraran presentes en un evento social en Italia. Le enfureció pensar que, por culpa de sus
pecados, Sakura podía haberse convertido en una víctima propiciatoria. Los músculos se le pusieron tensos de furia y, con un rostro inexpresivo, se dirigió hacia la terraza.
-Señoritas... Zoe, Jenna -saludó Naruto, frío como el hielo, rodeando con su brazo los hombros de Sakura-. Si nos excusan...
Desconcertada por la súbita aparición de Naruto, Chantal dejó que se le escapara una risa forzada.
-Sentíamos curiosidad, Naruto -dijo entonces-. Por Dios, no es necesario que vengas corriendo a rescatar a tu mujer de nuestras garras. Lo único que queremos saber es... ¿qué tiene Sakura que no tengamos nosotras?
-Que nunca olvida lo que es ser una dama -la boca de Naruto esbozó una sonrisa afilada como una cuchilla.
Mientras las tres mujeres afrontaban el golpe que Naruto les acababa de dar, éste se llevó a Sakura fuera de escena para presentarle a Robert Donnington y, poco después, empezó a servirse la comida. En la mesa, Naruto y ella se sentaron separados.
Jenna estaba sentada al lado de Prudente.
-Me costó tanto superar lo de Naruto -le confió Jenna-. Después de él empecé otra aventura que también salió mal...
-Eres muy guapa. Seguro que encuentras a alguien -le dijo Sakura con mucha amabilidad.
-Pero a nadie como Naruto -se lamentó la exquisita morena.
-Tienes que pensar en lo que menos te gustaba de él -le aconsejó Sakura.
-Nunca llamaba,... nunca quería ir a las fiestas, el trabajo siempre era lo primero -el rostro de Jenna estaba marcado por la preocupación.
Sin poder creerlo, media hora después, Naruto miró hacia el lado de la mesa donde estaba sentada Prudente y la vio riéndose con Jenna Mardsen como si ésta fuera su mejor amiga.
Sakura levantó la mirada y se encontró con los ojos de su marido. Sus mejillas se tiñeron de color. Los ojos de Naruto no se apartaron, manteniendo la atención sobre ella y, entonces, empezó a sentir un tibio estremecimiento en la región de la pelvis. Mientras Jenna seguía contándole capítulo por capítulo la historia de desencuentro amoroso más reciente, de tanto en cuanto, volvía a dirigir su mirada hacia Naruto. Descubriendo de nuevo sus miradas robadas, Naruto le regaló una sonrisa preñada de significado erótico que la dejó hipnotizada e hizo que su cuerpo ardiera.
Cada vez le resultaba más difícil a Sakura mantener la atención en la historia que Jenna estaba contándole. Mortificada por el cosquilleo que empezaba a sentir en la zona de sus senos, Sakura dejó de mirar en dirección a Naruto, aunque le resultaba un auténtico castigo tener que negar sus impulsos de esa manera. Lo deseaba. Y el deseo convertía a Sakura en una desvergonzada. No podía dominar lo que sentía por Naruto. «La voluptuosidad y el goce», pensó Sakura, «están acabando con mi
autocontrol».
Se empezaron a servir más bebidas y, sin previo aviso, Naruto apareció a su lado. Sin dar a Sakura la oportunidad de explicar sobre qué estaba hablando con Jenna, la ayudó a levantarse de su asiento.
-Les he dicho que tengo el jet preparado y que tenemos que marcharnos ya
-Naruto dijo lentamente.
Sakura sabía que un asunto de negocios les obligaba a irse de Italia un día antes de lo planeado. Se sintió un poco decepcionada, pues había disfrutado cada minuto del tiempo que había pasado en la villa. Había sido feliz por tener a Naruto junto a ella durante toda la luna de miel y lamentar la pérdida de un solo día era algo infantil e ingrato, se dijo a sí misma. Al abandonar la terraza, Sakura fue consciente de que Chantal y Zoe miraban a Naruto con deseo. A Sakura le chocó presenciar tan evidente exhibición de sus sentimientos.
Pero, en lo que se refería a Naruto, ¿era ella más fuerte o juiciosa que Zoe y Chantal? ¿No miraba ella a Naruto de la misma manera? De repente, la duda y el miedo hicieron presa de ella. Hacía apenas tres semanas, Naruto era su enemigo, o al menos ella lo había visto así. Entonces, había puesto todas sus defensas en su sitio, lista para enfrentarse a él. Pero Naruto había conseguido triunfar sobre sus miedos e inseguridades gracias a una serie de simples, pero sutiles, movimientos. Le había regalado una gloriosa luna de miel en Italia. Le había dado a conocer una pasión indecente que jamás se hubiera imaginado que podría haber existido, y ella se había convertido en el único objeto de su atención. Siendo así, ¿era de extrañar que la tuviera comiendo de su mano? ¿Iba ella a dejar que esa humillante situación continuara?
Naruto detuvo el Ferrari apenas llevaban un par de millas recorridas.
-Ven aquí... -le dijo a Sakura con impaciencia.
-¿Qué? ¿Qué pasa? -sumida en sus reflexiones, Sakura se vio arrastrada de nuevo al mundo real.
-¿Que qué pasa? -Naruto le quitó a Sakura el cinturón de seguridad y le apretó con fuerza los brazos-. No pasa nada. Una mujer que consigue excitarme en público sólo con dirigirme su mirada es un regalo, no un problema. Te saqué de la fiesta antes de que mi comportamiento empezara a ponerte en evidencia...
Ahora descubría Sakura cuál era el verdadero motivo por el que se habían ido tan pronto de la fiesta: la lujuria. Recordó su manera de mirarla. Con los ojos abiertos por el desconcierto, Sakura se sonrojó hasta la punta del cabello.
-¿Quieres decir que no tenemos prisa por ir a la casa para hacer el equipaje e ir al aeropuerto? -preguntó Sakura.
-Tenemos prisa... pero no por llegar al aeropuerto. Primero deja que pruebe cómo sabes, pethi mou.
Naruto inclinó su arrogante cabeza y jugueteó con el labio inferior de Sakura, besándolo y mordisqueándolo, lo cual provocó pequeños quejidos de placer en ella. Echando la cabeza hacia atrás,. Sakura le ofreció su boca entera para que hiciese
con ella su voluntad. La lengua de Naruto hacía que saltaran chispas en el interior de Sakura.
Con el cuerpo tenso, Naruto apartó a Sakura con suavidad y le puso de nuevo el cinturón de seguridad con mucha más torpeza que cuando se lo había quitado.
-Siento tal ardor por ti, que me consumo por dentro. Pero no podemos hacer el amor aquí -observó Naruto, arrancando de nuevo el coche y volviendo a la carretera.
-No estoy acostumbrada a portarme así -admitió Sakura sin aliento, aunque a la vez intentaba no sonreír de oreja a oreja, ya que tenía la sensación de haber obtenido lo que quería.
Naruto le había enseñado que podía llegar a ser un hombre muy susceptible, y ella aprendía rápido. Sabía que algún día podría utilizar esa lección para sacar algún beneficio.
-Yo tampoco estoy acostumbrado -dijo Naruto riéndose-. No sé qué me puso así.
Tal vez la admiración que sentí por ti al ver cómo te enfrentabas a Chantal y compañía. La mayoría de las mujeres habrían montado una escena...
-¿Qué sentido habría tenido hacer eso?
-Manejaste la situación con mucho estilo. Sin embargo, cuando te vi hablando con Jenna me pregunté sobre qué estaríais hablando -admitió Naruto y se quedó en silencio, esperando una respuesta.
Sakura no dijo nada, riéndose en su interior. ¡Que adivinase él solo de qué estaban hablando! Sakura se deleitó con la visión de su nuevo anillo de diamantes. Le impresionó que sólo unos minutos antes había estado otra vez preocupándose por el estado de su relación con Naruto. ¡Había estado a punto de enfadarse cuando no tenía ningún motivo para hacerlo!
El silencio seguía sin ser roto y Naruto respondió al desafío que su esposa le lanzaba:
-Nunca habrá otra mujer en mi vida ahora que te tengo a ti.
Sakura sintió como si hubiera amanecido en su interior. Esta era la promesa, el compromiso, las palabras que había deseado oír, pero nunca se había atrevido a pedirle.
-Eso está bien -le dijo tiernamente-. Porque no creo que me comportase como una dama si me fueras infiel.
Aunque se quedó desconcertado por la advertencia, Naruto casi rió por lo ocurrente que había sido. Era tan diferente del resto de mujeres que conocía. No tenía miedo de él, se enfrentaba a él si era necesario, y sin embargo no se comportaba como si fuera la reina del drama. ¿Nunca se le había ocurrido a Theo Haruno que su nieta podía ser tan inteligente como él? Naruto se preguntó qué otras cosas le quedarían por descubrir de su mujer.
Ya en la villa, Naruto sacó a Sakura del coche y la tomó en sus brazos para besarla, hambriento de deseo. Sakura sintió como si su cuerpo se fundiera con el de su marido.
-Te necesito tanto, thespinis mou -murmuró él mientras atravesaban el umbral
del dormitorio y la guiaba a la cama.
Naruto se situó a la espalda de Sakura para deshacerse mejor de los tirantes de su vestido y gimió de satisfacción al notar en las manos la tersura de sus senos cuando estos quedaron libres del sujetador. Las piernas de Prudente temblaron.
Todo su cuerpo palpitaba de deseo y, a la vez, de debilidad. Naruto capturó sus pezones entre los dedos y le hizo soltar un sollozo de placer. Sakura sentía que su pelvis ardía en llamas.
-Naruto... por favor -gimió Sakura, indefensa de deseo.
-Me gusta verte sufrir así.
Naruto empezó a mordisquear los hombros de Sakura después de quitarle el vestido con tal falta de delicadeza que lo rasgó sin querer. Recorrió la espalda de su esposa con la lengua mientras las manos bajaban acariciantes hacia la parte del cuerpo donde daban comienzo sus nalgas. Se puso de rodillas para quitarle las bragas de forma lenta, cariñosa, sensual.
-Oh... -los dientes le rechinaron a Sakura al sentir cómo la boca de Naruto reposaba en la parte más sensible de su cuerpo.
Sakura cerró los ojos con fuerza. Un placer salvaje le recorrió todo el cuerpo y una líquida sensación de calor palpitó en su interior durante un momento que se hizo eterno. Había perdido el control.
Y le gustaba.
Naruto la tumbó en la cama. Sus abrasadores ojos la atravesaron con feroz sensualidad.
-No puedo esperar ni un segundo más... -rugió Naruto.
-Quítate la camisa...
Naruto se la arrancó con tal violencia, que los botones salieron volando.
Sakura se sumergió en el resplandor de sus ojos y se preguntó si podría esperar a que se quitara el resto de la ropa. Entonces, decidió que no podía. Abrió los brazos, arqueó la espalda y, con una invitación silenciosa, le hizo obsequio de sus caderas.
La ardiente mirada de Naruto estaba al rojo vivo.
-Te gusta martirizarme... -masculló sintiéndose indefenso y se lanzó hacia ella con halagadora impaciencia consumido por el varonil fuego que ardía en sus entrañas.
Naruto se zambulló en ella con arrebatadora ternura. Sakura gritó su nombre. Nunca había sentido antes algo tan salvaje. Naruto la llevó al clímax de la pasión y una intolerable tormenta de placer estalló dentro de ella. Tanta excitación la dejó mareada y llena de ardor.
Naruto levantó el mentón para mirar el ruboroso rostro de Sakura. Tenía en los labios su carismática sonrisa y, sin que ésta se borrase, besó a Sakura.
-Eres fantástica...
Sakura quería decirle que lo amaba, pero se retractó justo a tiempo. Aun así, era tan feliz que sintió deseos de llorar y reposó su cabeza sobre el hombro de Naruto, respirando el aroma de su varonil sudor con dichosa satisfacción. Sentía que era
suyo ahora. Suyo por completo.
-Me pregunto si ahora tendremos un hijo -murmuró Naruto con suavidad.
Sakura se sintió consternada. Le recorrió un espasmo de culpa, ya que no había hecho el menor intento de decirle que estaba tomando precauciones contra el embarazo. Al principio, Sakura se había sentido un poco superior al saber que tenía pleno control, aunque secreto, sobre su fertilidad. Pero eso había sido antes, cuando ella no confiaba en él y aún quería el divorcio. Ahora todo había cambiado.
Sakura supo que ése era el momento más apropiado para contárselo, pero de repente le pareció que una confesión como ésa sólo haría las cosas más complicadas.
-Estás muy callada –Naruto se apoyó en el codo para hablar con ella-. Sé lo mucho que quieres un niño.
-Sí.,. esto... yo... -Sakura se sentía como una mariposa desorientada.
-Me he hecho a la idea de tener una familia. Me gustaría -le confió Naruto, dejando que una mano se deslizara hasta el muslo de Prudente-. Me gusta trabajar en el proyecto de convertirte en madre. Tengo la intención de dedicarle una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo... ¿alguna objeción?
-Ninguna...
Incluso avergonzada como se sentía por su mentira, Sakura era incapaz de resistirse a su mirada y mucho menos a su forma de tocarla. Ya sabía lo que hacer. Simplemente dejaría de tomar la píldora y Naruto nunca lo sabría. Prudente tembló de excitación al notar que Naruto se le acercaba.
Sakura asumió que la falta de sueño era la razón de que no tuviese apetito a la mañana siguiente. Además, sentía náuseas. A media mañana volaron de vuelta a Londres. Sakura tenía tantas ganas de ver qué tal les había ido a los animales durante su ausencia, que en el mismo avión se cambió de ropa a otra más informal y pidió que la condujeran directamente a los establos desde el aeropuerto.
Cinco minutos después, la limusina llegó a la abadía. Al salir del coche, Naruto golpeó inadvertidamente el bolso que Sakura se había dejado olvidado en el suelo con las prisas. Todo su contenido quedó desperdigado sobre la grava del camino. La mirada de Naruto se detuvo en la lámina de aluminio con pastillas que sobresalía del bolso. Se agachó, la recogió y quedó paralizado.
kumiko- Aprendiz
- Mensajes : 86
Edad : 29
colombia
0
Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
muy bueno kumiko hay yayai ya naruto la descrubio hay que ver que pasa en el proximo cap espero conti
Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
Oh por Diios! Que dirá naruto. Esta genial sigue la contó.
CerezoIntenso- Chunnin
- Mensajes : 336
Edad : 28
Venezuela
0
Re: Dinastía griega capitulo 7/+17/ 25/03/16
Esto se quedo en una pelea en proceso lo que sigue va a estar bueno vamos a ver como reacciona naruto y que dira sakura en su defensa si es que la deja no demores en poner conti y ten cuidado al momento de adaptar se te pasaron muchos en el cap espero no te moleste mi comentario.
aduzumaki- Sennin
- Mensajes : 1026
Edad : 30
Omnipresente :D
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