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Millionaires: Love Essential cap1-28/10/14
4 participantes
NaruSaku v2.0 :: :: Fan Fic :: FF Cerrados
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Millionaires: Love Essential cap1-28/10/14
bueno como dije en bajo la luna aqui esta el nuevo fin
Prólogo
Según había dicho el director en su discurso durante la reunión de antiguos alumnos, ellos eran los que más éxito había tenido a lo largo de la historia del Hogar Senju y, por tanto, debían ser los modelos a seguir por los más jóvenes.
«Ellos» eran Sasuke Uchiha, Shikamaru Nara y Naruto Uzumaki. Este último no había podido dejar de pensar en el comentario sobre los «modelos a seguir». Unidos por su pasado común, su prosperidad y sus cuentas multimillonarias, los tres brindaron por su éxito en el bar Ichiraku’s.
Shikamaru, un mago de la bolsa, alzó su jarra de cerveza.
—Felicidades, Sasuke —dijo—. Seguro que te sorprendió averiguar que tu padre era el famoso Fugaku Hamada, dueño de una de las empresas farmacéuticas más importantes del mundo.
Sasuke asintió con expresión cínica. Naruto consideraba que, de los tres, Sasuke era el que mejor daba la imagen de hombre rico y prospero. Ocultaba muy bien sus duros orígenes, aunque Naruto podía atisbarlos con facilidad bajo la superficie, pues eran similares a los suyos.
—Mi padre era un cobarde muy rico —dijo Sasuke —. No me reconoció como hijo hasta su muerte. Me dejó mucho dinero, un puesto en la junta directiva de una compañía que no quiere saber nada de mí y unos hermanos horrorizados por el escándalo que represento. Todo tiene su precio.
Naruto no podía culpar a Sasuke por su actitud. No recordaba ningún chico del Hogar Senju que no hubiera anhelado tener un padre. Aquel era un amargo detalle más que los unía. Ninguno de los tres tenía padre.
Apartó de su mente aquel deprimente pensamiento.
—¿Cómo celebraste tu triunfo? —preguntó a Shikamaru, que empezó invirtiendo pequeñas cantidades en bolsa hasta hacerse muy rico.
—Creo que no llegué a celebrarlo. Viví durante años con muy poco dinero y en un barrio pobre para poder invertirlo todo en bolsa, y no hice nada especial cuando alcancé el primer millón. Cuando conseguí el segundo me trasladé a un barrio en el que no hace falta tener rejas en las ventanas. ¿Y tú? ¿Cómo celebraste el éxito de tu empresa en Internet?
Según la prensa y el discurso del director del Hogar Senju, Naruto era un genio de los ordenadores que se había hecho rico de la noche a la mañana montando un negocio en Internet. Pero él sabía mejor que nadie cuánto esfuerzo y trabajo le había costado llegar donde estaba.
—Dormí ocho horas seguidas por primera vez en tres años.
Sasuke movió la cabeza, pensativo.
—Yo pensaba que tener dinero lo solucionaría todo.
—Soluciona muchas cosas —dijo Shikamaru.
—Pero tiene que haber algo mejor que esto. ¿No te has sentido como un fraude cuando el director no paraba de insistir en el ejemplo que representamos?
Naruto sentía el mismo vacío y la misma insatisfacción que Sasuke. El dinero le había aportado una publicidad que no quería, unos fortísimos impuestos y la sensación de que nunca encontraría lo que buscaba. Fuera esto lo que fuese.
—Para lo que nos está sirviendo, lo mejor sería jugárnoslo todo.
Shikamaru estuvo a punto de atragantarse con su cerveza.
—Eso sería una imprudencia.
Sasuke ladeó la cabeza.
—No es mala idea. ¿Dónde? ¿En Las Vegas o en Atlantic City?
Shikamaru miró a Naruto y luego a Sasuke.
— ¿Se puede saber qué habéis estado bebiendo?
—Naruto tiene razón. Llega un momento en que añadir ceros a la cuenta corriente deja de resultar divertido. De momento, como más he disfrutado ha sido comprando un coche y una casa para mi madre. Ninguno de nosotros está casado ni tiene demasiada familia.
—El matrimonio es la aspiradora gigante de las finanzas —dijo Shikamaru en tono alarmado.
Naruto sentía el mismo rechazo por el dinero, aunque por motivos diferentes. Se había ganado honradamente su apodo de Hombre de Acero. Aunque apenas confiaba en lo emocional, sentía el empuje insistente de una idea extravagante.
—En lugar de ir a Las Vegas, podríamos convertirnos en los benefactores con los que todos habríamos querido contar cuando estábamos empezando.
Sasuke lo miró un largo momento y sus labios se curvaron en una lenta sonrisa.
—Si uniéramos nuestros recursos podríamos hacer cosas grandes.
—Un momento —dijo Shikamaru, claramente preocupado—. ¿Unir nuestros recursos?
—Podríamos deducirnos muchos impuestos —dijo Naruto, y la expresión de Shikamaru se suavizó al instante—. Deberíamos crear una especie de Club Secreto de Millonarios.
—Una fundación secreta de millonarios con deducción de impuestos —aclaró Shikamaru de inmediato.
—Hagámoslo —insistió Naruto. No había tenido una idea tan clara respecto a lo que quería desde que había iniciado su negocio y había contratado a su secretaria, Sakura Haruno. Esta era una de las pocas personas del planeta en las que podía confiar, y si él fuera un hombre distinto, un hombre con corazón, su relación podría haber llegado a ser algo más que meramente profesional. Una noche llegó a serlo, pero, afortunadamente, Naruto recuperó el sentido común a la mañana siguiente y logró salvar su relación profesional.
—Yo me apunto —dijo Sasuke, e hizo una seña con la cabeza al camarero—. Sirva otra ronda.
Un prolongado silencio siguió a sus palabras mientras él y Naruto miraban a Shikamaru con expresión expectante.
—De acuerdo, de acuerdo —dijo éste finalmente—. Pero si las cosas no salen bien, no me vengáis luego con lamentos.
—Salud —dijo Naruto, y alzó su copa con un extraño sentimiento de anticipación—. Por el Club de los Millonarios.
Bueno eso es todo por hoy confio en que les haya gustado espero sus hermosos comentarios y tratare de actualizar lo antes posble...
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Prólogo
Según había dicho el director en su discurso durante la reunión de antiguos alumnos, ellos eran los que más éxito había tenido a lo largo de la historia del Hogar Senju y, por tanto, debían ser los modelos a seguir por los más jóvenes.
«Ellos» eran Sasuke Uchiha, Shikamaru Nara y Naruto Uzumaki. Este último no había podido dejar de pensar en el comentario sobre los «modelos a seguir». Unidos por su pasado común, su prosperidad y sus cuentas multimillonarias, los tres brindaron por su éxito en el bar Ichiraku’s.
Shikamaru, un mago de la bolsa, alzó su jarra de cerveza.
—Felicidades, Sasuke —dijo—. Seguro que te sorprendió averiguar que tu padre era el famoso Fugaku Hamada, dueño de una de las empresas farmacéuticas más importantes del mundo.
Sasuke asintió con expresión cínica. Naruto consideraba que, de los tres, Sasuke era el que mejor daba la imagen de hombre rico y prospero. Ocultaba muy bien sus duros orígenes, aunque Naruto podía atisbarlos con facilidad bajo la superficie, pues eran similares a los suyos.
—Mi padre era un cobarde muy rico —dijo Sasuke —. No me reconoció como hijo hasta su muerte. Me dejó mucho dinero, un puesto en la junta directiva de una compañía que no quiere saber nada de mí y unos hermanos horrorizados por el escándalo que represento. Todo tiene su precio.
Naruto no podía culpar a Sasuke por su actitud. No recordaba ningún chico del Hogar Senju que no hubiera anhelado tener un padre. Aquel era un amargo detalle más que los unía. Ninguno de los tres tenía padre.
Apartó de su mente aquel deprimente pensamiento.
—¿Cómo celebraste tu triunfo? —preguntó a Shikamaru, que empezó invirtiendo pequeñas cantidades en bolsa hasta hacerse muy rico.
—Creo que no llegué a celebrarlo. Viví durante años con muy poco dinero y en un barrio pobre para poder invertirlo todo en bolsa, y no hice nada especial cuando alcancé el primer millón. Cuando conseguí el segundo me trasladé a un barrio en el que no hace falta tener rejas en las ventanas. ¿Y tú? ¿Cómo celebraste el éxito de tu empresa en Internet?
Según la prensa y el discurso del director del Hogar Senju, Naruto era un genio de los ordenadores que se había hecho rico de la noche a la mañana montando un negocio en Internet. Pero él sabía mejor que nadie cuánto esfuerzo y trabajo le había costado llegar donde estaba.
—Dormí ocho horas seguidas por primera vez en tres años.
Sasuke movió la cabeza, pensativo.
—Yo pensaba que tener dinero lo solucionaría todo.
—Soluciona muchas cosas —dijo Shikamaru.
—Pero tiene que haber algo mejor que esto. ¿No te has sentido como un fraude cuando el director no paraba de insistir en el ejemplo que representamos?
Naruto sentía el mismo vacío y la misma insatisfacción que Sasuke. El dinero le había aportado una publicidad que no quería, unos fortísimos impuestos y la sensación de que nunca encontraría lo que buscaba. Fuera esto lo que fuese.
—Para lo que nos está sirviendo, lo mejor sería jugárnoslo todo.
Shikamaru estuvo a punto de atragantarse con su cerveza.
—Eso sería una imprudencia.
Sasuke ladeó la cabeza.
—No es mala idea. ¿Dónde? ¿En Las Vegas o en Atlantic City?
Shikamaru miró a Naruto y luego a Sasuke.
— ¿Se puede saber qué habéis estado bebiendo?
—Naruto tiene razón. Llega un momento en que añadir ceros a la cuenta corriente deja de resultar divertido. De momento, como más he disfrutado ha sido comprando un coche y una casa para mi madre. Ninguno de nosotros está casado ni tiene demasiada familia.
—El matrimonio es la aspiradora gigante de las finanzas —dijo Shikamaru en tono alarmado.
Naruto sentía el mismo rechazo por el dinero, aunque por motivos diferentes. Se había ganado honradamente su apodo de Hombre de Acero. Aunque apenas confiaba en lo emocional, sentía el empuje insistente de una idea extravagante.
—En lugar de ir a Las Vegas, podríamos convertirnos en los benefactores con los que todos habríamos querido contar cuando estábamos empezando.
Sasuke lo miró un largo momento y sus labios se curvaron en una lenta sonrisa.
—Si uniéramos nuestros recursos podríamos hacer cosas grandes.
—Un momento —dijo Shikamaru, claramente preocupado—. ¿Unir nuestros recursos?
—Podríamos deducirnos muchos impuestos —dijo Naruto, y la expresión de Shikamaru se suavizó al instante—. Deberíamos crear una especie de Club Secreto de Millonarios.
—Una fundación secreta de millonarios con deducción de impuestos —aclaró Shikamaru de inmediato.
—Hagámoslo —insistió Naruto. No había tenido una idea tan clara respecto a lo que quería desde que había iniciado su negocio y había contratado a su secretaria, Sakura Haruno. Esta era una de las pocas personas del planeta en las que podía confiar, y si él fuera un hombre distinto, un hombre con corazón, su relación podría haber llegado a ser algo más que meramente profesional. Una noche llegó a serlo, pero, afortunadamente, Naruto recuperó el sentido común a la mañana siguiente y logró salvar su relación profesional.
—Yo me apunto —dijo Sasuke, e hizo una seña con la cabeza al camarero—. Sirva otra ronda.
Un prolongado silencio siguió a sus palabras mientras él y Naruto miraban a Shikamaru con expresión expectante.
—De acuerdo, de acuerdo —dijo éste finalmente—. Pero si las cosas no salen bien, no me vengáis luego con lamentos.
—Salud —dijo Naruto, y alzó su copa con un extraño sentimiento de anticipación—. Por el Club de los Millonarios.
Bueno eso es todo por hoy confio en que les haya gustado espero sus hermosos comentarios y tratare de actualizar lo antes posble...
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Última edición por kumiko el Miér Oct 29, 2014 5:55 am, editado 1 vez
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Re: Millionaires: Love Essential cap1-28/10/14
Me parece interesante, supongo que esa noche se acostó con ella y sakura quedó embarazada.
Espero que lo continúes pronto.
Nos leemos
Espero que lo continúes pronto.
Nos leemos
Re: Millionaires: Love Essential cap1-28/10/14
Capítulo 1
Sakura Haruno miró al hombre por el que se había ido colando a lo largo de los tres años anteriores y notó que el estómago se le encogía. Aunque se sintió atraída por él desde el principio, su corazón, su pasión y su cariño habían alcanzado poco a poco el pozo en que residían en aquellos momentos. No era amor, se repitió por enésima vez, pero sí era algo muy fuerte.
El sillón de cuero que se hallaba junto a su enorme escritorio de nogal estaba vacío, como de costumbre. Naruto prefería una silla alta y con ruedas y un tablero inclinado para trabajar. No le gustaba mucho estar sentado. Sus brillantes ojos color azul parecían contradecir su actitud indiferente. Su inteligencia y tenacidad estimulaban la creatividad de Sakura hasta un grado que nunca habría creído posible. Habían trabajado muy unidos y, después de un tiempo, ella había empezado a anhelar los comentarios de aprecio de su jefe, las ocasionales caricias de aprobación. De vez en cuando había sentido su mirada puesta en ella, y la atracción había palpitado entre ambos, pero Naruto siempre se había ocupado de sofocarla.
Sakura nunca había dejado de esperar que algún día su jefe apartara la vista de su trabajo, la mirara y comprendiera que era la mujer que necesitaba. Dos meses atrás, la fatídica noche en que Naruto la miró y alargó una mano hacia ella, creyó que así había sido.
Una oleada de calor la recorrió al recordar. Podría haber sido el día anterior. Ambos estaban cansados después de haber pasado varias horas trabajando en un proyecto. Cuando Naruto recibió la noticia de que había conseguido un importante contrato con una empresa de la costa oeste, sacó una botella de champán olvidada en la nevera e insistió en que lo celebraran.
Abrió la botella y roció accidentalmente a Sakura con el champán. Ella gritó, el se disculpó y ambos rieron. Una copa siguió a otra y al final Sakura no sabía qué le había afectado más, si el champán o las hambrientas miradas de su jefe.
En determinado momento, Naruto le hizo beber de su copa y lo único que consiguió fue mojarla más.
—Voy a acabar con más champán en la blusa del que he bebido —dijo ella, riendo. Al mirar a Naruto, la expresión de sus ojos la dejó sin aliento. Dejó de reír y sintió que una mezcla de temor y euforia se apoderaba de ella. Hacía tiempo que anhelaba que la mirara así.
Naruto posó la vista en su boca.
—Siento curiosidad por averiguar cómo sabe el champán en tus labios.
Instintivamente, Sakura se los humedeció con la lengua. Se sentía como si estuviera al borde de un precipicio. El corazón le latía tan fuerte que estaba segura de que él podía oírlo.
—Tal vez deberías comprobarlo —susurró.
Sin dejar de mirarla, Naruto inclinó la cabeza y la besó. El primer beso dio paso a otro, y a otro más, hasta que Sakura perdió la cuenta. Su blusa húmeda fue descartada y se excitó al instante bajo las caricias de Naruto. Seductoras y exigentes, las manos de éste no dejaron un rincón de su cuerpo sin explorar. Inevitablemente, en su interior floreció la esperanza de que la deseara como algo más que su secretaria.
Pero a la mañana siguiente su sueño quedó roto en mil pedazos. Naruto se disculpó profusamente por haber traspasado las barreras de su relación profesional. Se mostró tan sinceramente disgustado por su comportamiento que Sakura no pudo odiarlo.
E incluso después del tiempo transcurrido aún no había perdido la esperanza de que la mirara y comprendiera que la quería. Pensó que había llegado el momento de averiguarlo, y sintió que el estómago se le volvía a encoger a causa de los nervios. Respiró profundamente para tranquilizarse.
Había llegado el momento de la verdad. Ganara o perdiera, no podía permitirse esperar más a Naruto.
Se acerco a él y abrió la boca.
Naruto apartó la mirada del papel que sostenía en la mano y se lo alcanzó.
—¿Te importaría investigar este hogar para madres solteras?
Sakura sintió que su corazón dejaba de latir. ¿Sabía la verdad? Abrió la boca, pero ningún sonido surgió de ella.
—Necesito que lo mantengas en secreto —continuó Naruto, en un tono que recordó a Sakura la noche que pasaron juntos, la noche que él le demostró con su cuerpo y sus palabras cuánto podía desearla—. Es un favor para un amigo.
—¿Un favor para un amigo? —repitió ella, tensa.
Naruto se encogió de hombros.
—Sí, algo referente a una fundación caritativa.
Sakura tomó el papel.
—Lo intentaré, pero puede que tenga que irme.
—¿Irte? —Naruto miró su reloj—. Son sólo las diez. ¿Estás enferma?
—En cierto modo —murmuró Sakura, sintiendo que su coraje se desvanecía. Pero enseguida alzó la barbilla y se dijo que debía hacer aquello—. No puedo volver —espetó.
—¿Volver a dónde? —preguntó Naruto, sin comprender.
—A donde estábamos antes de la noche que pasamos juntos.
Naruto asintió lentamente y se pasó una mano por los ojos.
—Ya te dije que lo sentía. Lo último que pretendo es estropear nuestra relación profesional. Eres la mejor secretaria que he tenido… la única que podría tener.
Se estaba refiriendo al hecho de que había tenido siete secretarias antes de que Sakura llegara. Si ella no hubiera estado colada por él, sus palabras habrían sido un consuelo pero, dadas las circunstancias, no sirvieron para nada.
—No puedo volver atrás. Siento algo especial por ti —dijo Sakura, y sintió que su corazón se desgarraba cuando Naruto apartó la mirada. Decidida a hacer aquello lo mejor posible, continuó hablando a pesar de la inseguridad que reflejaba su voz—. Siento algo por ti que no puedo evitar. Te aprecio como jefe, pero me he encariñado contigo como hombre.
—Pues no lo hagas —dijo él con firmeza, volviendo a mirarla—. No soy el hombre que te conviene. No creo en el amor romántico. Ni siquiera estoy seguro de creer en el amor. Las emociones van y vienen. No se puede depender de ellas. Hay más probabilidades de ganar en Las Vegas que con algo tan caprichoso como las emociones humanas. No soy alguien con quien se pueda contar. Sería un marido y un padre funesto. No te encariñes conmigo de ese modo.
El corazón de Sakura se encogió y las náuseas se acumularon en su garganta. Asustada, se volvió para correr hacia el baño.
—¡Sakura! —exclamó Naruto tras ella.
Al sentir que le iba pisando los talones, ella cerró de un portazo a sus espaldas. Tiró de la cadena y se arrodilló hasta que terminó de devolver. Luego, ignorando los golpes en la puerta, se irguió, se lavó la cara y bebió un poco de agua.
—Lo superarás, Sakura —dijo Naruto desde el otro lado de la puerta.
Sakura se sentía humillada, mortificada… y embarazada. Pensó en la pequeña vida que llevaba en su seno, el resultado de la única noche que había pasado con Naruto. Sintió que se le hacía un nudo en la garganta, pero se negó a llorar. Tal vez más tarde, pero no en aquellos momentos.
Al mirarse en el espejo vio un intenso dolor reflejado en sus ojos verdes, unos ojos que, según sus amigos, siempre relucían. Algo no encajaba en aquella imagen.
—Si siempre haces lo que siempre has hecho, siempre obtendrás lo que siempre has obtenido —murmuró, citando de forma aproximada una frase que había leído recientemente en un libro—. Ha llegado el momento de hacer algo distinto —armándose una vez más de valor, irguió la cabeza y abrió la puerta—. Renuncio a mi puesto.
— ¿Qué renuncias? —repitió Naruto, consternado—. ¿Por qué vas renunciar a un trabajo que te gusta cuando ambos sabemos que esa noche que pasamos juntos fue sólo un gran error?
«Porque voy a tener un hijo tuyo», pensó Sakura, pero se negó a decírselo en aquellos momentos.
Tal vez más adelante, cuando hubiera recuperado la compostura.
—Es imposible que me quede. Renuncio —dijo, y se encaminó hacia su despacho.
Naruto la alcanzó enseguida.
—Esto es ridículo. Lo superarás. Te aumentaré el sueldo.
—No necesito ningún aumento —replicó Sakura a la vez que abría la puerta del despacho—. Mi opción de compra de acciones de la compañía me ha asegurado el futuro.
—Tendrás tu propio proyecto.
Aquella era una oferta muy tentadora, pero no para ella.
—No.
—Debe haber algo que desees con todas tus fuerzas —dijo Naruto, exasperado—. Todo el mundo tiene su precio.
Aquellas palabras enfadaron tanto a Sakura que apenas pudo hablar. Respiro profundamente.
—Siempre pensé que las personas que te llamaban «el hombre de acero» estaban equivocadas. Siempre creí que poseías otras cualidades. Por eso me quedé —se volvió y lo miró a los ojos—. Renuncio. Renuncio a organizarte el día, a recordarte que debes comer, a seguir dejándome seducir por tu inteligencia, a seguir deseando que me desees. Renuncio a seguir trabajando para ti.
—Tu contrato específica que debes avisar con dos semanas de antelación —replicó Naruto con aspereza.
Sakura sabía que podía ser duro, pero nunca lo había sido con ella. Sus manos empezaron a temblar. Si no salía pronto de allí iba a desmoronarse.
Volvería más adelante por sus cosas.
—Descuéntame el dinero. Adiós, Naruto —dijo y, tras tomar su bolso, salió del despacho con paso firme.
Naruto la observó mientras se alejaba. ¿Qué diablos acababa de pasar? Se había ocupado de restablecer su relación profesional con Sakura después de la noche en que cediendo al oscuro anhelo y necesidad que tan a menudo había negado, hicieron el amor.
Siempre se había sentido físicamente atraído por ella, pero, ¿a qué hombre no le habría sucedido lo mismo? Su sedoso pelo rosa caía como una cascada sensual hasta sus hombros, sus ojos verdes brillaban de inteligencia y humor, sus cariñosos labios se curvaban a menudo en una intrigante y seductora sonrisa y movía su cuerpo al caminar como un felino.
Hacia aflorar el afán de conquista en un hombre, pero él se había negado a sí mismo el agua el sueño mientras hacía surgir su empresa de la nada. Se dijo que el sexo era una necesidad más a la que había renunciado.
Valoraba a Sakura por razones más importantes. Ella había sido la persona con la que más había podido contar durante los tres últimos años de su vida. Sakura lo había tratado del mismo modo cuando estaba endeudado hasta el cuello y cuando se había convertido en multimillonario. Confiaba en ella. Podía contar con Sakura, para ser un hombre que se había pasado la vida sin contar con nadie, eso era algo.
Su aroma aun permanecía en el aire… un aroma a galletitas y sexo. Eso sólo habría bastado para volverlo loco. Lo más probable era que ni siquiera fuera consciente de su importancia. Pero ahora se había ido. La mirada emocionada y también triste de sus ojos aún lo perseguía. Sakura no era impulsiva ni dada a muestras irracionales de emoción. Naruto tenía la inquietante sensación de que había hablado totalmente en serio, y no sólo había perdido a la mejor secretaria que había tenido; también había perdido a su mejor amiga.
El sonido del teléfono en el escritorio de Sakura le hizo salir de su ensimismamiento. Descolgó el auricular.
—Uzumaki —murmuró.
— ¿Naruto? ¿Qué haces respondiendo al teléfono?
Naruto reconoció al instante la voz de Jay Payne, su especialista personal.
—Justo a tiempo, Jay. Necesito una nueva secretaria.
Se produjo un largo silencio.
— ¿Has dicho una nueva secretaria? ¿Y Sakura?
—Se ha ido.
— ¿De vacaciones?
—No.
— ¿Ha pedido una excedencia temporal?
—No —contestó Naruto, sintiendo que se le empezaba a agotar la paciencia.
— ¿Está enferma?
—No —contestó Naruto, y entonces recordó que Sakura le había parecido enferma justo antes de irse—. Ha renunciado a su puesto.
Se produjo otro largo silencio.
— ¿De repente?
—De repente.
—Pero se supone que debe avisar con dos semanas de antelación —farfulló Jay—. ¿Te ha dicho por qué? ¿Te la ha robado alguno de nuestros rivales? Sé que ha recibido ofertas.
Naruto frunció el ceño. Había algo en todo aquello que no cuadraba.
—Anota que está de baja por enfermedad y yo procuraré hacerle cambiar de opinión. Dame los nombres de las empresas que han tratado de captarla. Entretanto, consígueme una secretaria eventual.
— ¿Algún requisito especial?
—Que sea alguien como Sakura —contestó Naruto, y supo que acababa de pedir algo imposible.
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Dos semanas después, cuando se reunió con Sasuke y Shikamaru en Ichiraku’s, la marcha de Sakura aún tenía alterado a Naruto.
—Hey, Naruto, te estás quedando atrás en el trabajo —dijo Sasuke—. Tú estás a cargo del hogar para madres solteras, Shikamaru del programa de escolarización para niños desfavorecidos y yo estoy buscando información para el programa de investigación médica.
—Investigación médica —repitió Shikamaru con expresión preocupada—. Eso suena muy caro.
—Si no tienes cuidado, vamos a empezar a llamarte el millonario agarrado —amenazó Sasuke con irónico humor.
—Llamadme lo que queráis, pero no me arruinéis —Shikamaru se tragó un antiácido y miró a Naruto—. No tienes buen aspecto. ¿Qué sucede?
—Hace un par de semanas perdí a una empleada fundamental —contestó Naruto de mala gana.
Sasuke hizo una mueca de pesar.
— ¿Una muerte? Cuanto lo siento…
—Mi secretaria no ha muerto. Simplemente renunció a su puesto sin previo aviso. Acababa de encargarle que se ocupara de investigar el hogar para madres solteras.
Sasuke alzó las cejas.
— ¿Es una mujer veleidosa?
Naruto negó enérgicamente con la cabeza.
—En absoluto.
—Puede que recibiera una oferta mejor —dijo Shikamaru.
—No. Lo he comprobado.
Sasuke hizo una seña al camarero.
—Aún no he conocido a ninguna mujer que no actúe de vez en cuando siguiendo sus impulsos emocionales. Dolores de regla, embarazo… todas se vuelven un poco locas de vez en cuando. Puede que recupere el sentido común y regrese.
La mente de Naruto se centró en las palabras de Sasuke. «Dolores de regla, embarazo». Movió la cabeza. Embarazo no, se dijo. Tal vez la regla u otra cosa, pero no embarazo. Había sido una sola noche. Pero una noche en la que hicieron el amor cuatro veces, cada vez de forma más desinhibida que la anterior. Lo último en lo que pensó fue en algún método anticonceptivo.
Empezó a sudar. Se había limitado a suponer que no se quedaría embarazada. Después de todo, él nunca había tenido intención de ser padre ni marido. Aquello no formaba parte de sus planes.
No estaba escrito en su destino. De hecho, ni siquiera creía estar genéticamente diseñado para ser padre.
—Tierra a Naruto, tierra a Naruto —dijo Sasuke a la vez que golpeaba con los nudillos la barra del bar. Rió, pero no pudo ocultar su preocupación—. ¿Quieres decirnos algo?
Naruto pensó en Sakura y movió la cabeza lentamente.
—No, no os preocupéis por mí. Me ocuparé personalmente de la investigación sobre el hogar para madres solteras. Nos vemos luego —dijo Naruto, y se levantó.
—Pero tu cerveza… —dijo Shikamaru, claramente incómodo con el desperdicio—. Sasuke acaba de pedir otra.
—Gracias, pero prefiero dejarla para otro momento. Puedes tomártela tú.
—No la quiero —dijo Shikamaru.
Sasuke se encogió de hombros.
—Se la daremos a alguien.
Shikamaru movió la cabeza.
—Creo que estáis llevando este asunto de la caridad demasiado lejos.
—Es sólo una cerveza —dijo Sasuke, sonriente—. Tendrás que extender un cheque con muchos más números cuando el Club de los Millonarios haga su primera donación.
La expresión desasosegada de Shikamaru divirtió a Naruto a pesar de su preocupación por Sakura.
—Estás tan forrado que te vendrá bien librarte de un poco de dinero. Pero no te preocupes, Shikamaru; no creo que vuelvas a pasar hambre en el futuro. Hasta luego, amigos —dijo, y mientras salía del bar su mente regresó de inmediato a Sakura. ¿Estaría embarazada?
Condujo hasta su apartamento sin dejar de pensar en ello. Al entrar en éste, que era más un lugar para dormir que un hogar, no se molestó en encender la luz. La penumbra encajaba mejor con su estado de ánimo. Aunque el embarazo era una posibilidad física, cada vez que pensaba en ello seriamente se le encogía el estómago.
¿Cómo podía haber sido tan estúpido como para arriesgarse a traer al mundo un hijo en la misma situación por la que él tuvo que pasar?
Desde luego, Sakura no estaba enferma ni carecía de educación, como le sucedió a su madre, pero era joven y estaba sola. Una brumosa imagen de su madre justo antes de morir pasó por su mente.
Sabía que los recuerdos eran veneno, y cerró su mente a ellos. «Duerme», se dijo. Ocho horas bastarían para aclarar su mente, y si alguna vez había necesitado tener la mente clara, era en aquellos momentos.
Sin embargo, el sueño se mostró esquivo con él. No dejó de dar vueltas en la cama hasta que por fin se adormeció. Pero las imágenes grises que había logrado evitar durante el día invadieron sus sueños.
Destellos de momentos cruciales de su pasado, vistos a través de los ojos de un niño, le hicieron volver atrás en el tiempo, a cuando tenía seis años.
—Tu madre ha muerto —dijo la asistente social, palmeando su manita.
Naruto sintió el sabor metálico del miedo y empezó a temblar.
— ¿Tienes algún otro familiar? —preguntó la asistente.
Sin poder hablar, Naruto negó con la cabeza.
—No te, preocupes. Encontraremos alguien que se ocupe de ti.
Sin embargo, por diversos motivos, tres familias adoptivas fueron incapaces de conservarlo durante más de un año. Demasiado mayor para ser adoptado, Naruto acabó teniendo su casa en el Hogar Senju, donde había muy pocas posibilidades de desarrollar lazos emocionales. Pero era un lugar adecuado para los sueños.
Y Naruto no dejó de soñar en convertirse en un hombre que controlara su vida y su destino, un hombre rico y poderoso.
Pero nunca soñó en llegar a ser padre.
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Como de costumbre, el despertador de Sakura se puso a sonar poco antes de las seis. Tras apagarlo, se dispuso a ir al baño para tomar una ducha antes de ir a trabajar, pero entonces recordó que ya no trabajaba en CG Enterprises. Aún no se había acostumbrado al cambio de rutina. Su corazón latió más deprisa al pensar que estaba en paro, pero se tranquilizó al recordar sus acciones.
Su mente empezó a dar vueltas como un disco rayado. Pensamientos sobre Naruto se deslizaron en ella con la insidiosa facilidad del humo, y el dolor del último encuentro regresó con toda su fuerza. Cada vez que pensaba en él se veía como una idiota. Aunque sentía algo muy intenso por Naruto, no era amor. Apretó los ojos con fuerza y se dijo que tenía cosas más importantes en las que pensar. Como en su bebé.
Por enésima vez se preguntó cómo iba a decírselo a sus padres. Hija única y tardía, sabía que representaba todas las esperanzas y sueños de sus padres. Se estremeció al imaginar a su madre desmayándose y la expresión decepcionada de su padre. «Espera», pensó, y se preguntó cómo iba a esperar durante un año. Al menos tendría un respiro temporal, pues sus padres se habían ido de viaje en autocaravana a Suna.
Apartó a un lado sus preocupaciones y se levantó de la cama, decidida a seguir adelante como fuera. Después de ducharse y desayunar oyó que alguien llamaba a la puerta. Supuso que sería algún vecino, pero al abrir la puerta se encontró frente a Naruto.
Sintió que el corazón le daba un vuelco al verlo. Su seria expresión contrastaba con el sol de la mañana y las animadas flores que adornaban la entrada de la casa. Su rostro revelaba que apenas había dormido, pero no por ello dejaba de emanar su característica fuerza. Ese era uno de los motivos por los que Sakura se sintió atraída por él desde el principio. Se intuía que, aunque Naruto pudiera caer como cualquier otra persona, no se desmoronaría y siempre saldría adelante.
Él la observó durante un largo e incómodo momento antes de mirarla directamente a los ojos.
— ¿Estás embarazada?
Sakura dejó de respirar. Se sintió como si acabara de pasarle un tren por encima. Desprevenida, abrió la boca para decir algo, pero no logró articular palabra. Miró la puerta y pensó en cerrarla ante sus narices.
Naruto debió leerle la mente, porque plantó un pie en el umbral.
—¿Estás embarazada? —repitió.
Desacostumbrada a que Naruto centrara en ella su atención con tal intensidad, Sakura siguió luchando por recuperar la compostura. Estaba demasiado cerca de él. Cuando logró respirar, inhaló su aroma y su cuerpo se ablandó como lo hizo la noche que compartieron.
—Sí —susurró, finalmente.
—Tenemos que hablar —dijo él, y entró en la casa.
Haciendo un esfuerzo por mantener la cabeza fría, Sakura se cruzó de brazos y dejó la puerta abierta.
—Creo que no estoy de acuerdo.
Naruto alzó una ceja con expresión interrogante, pero no dijo nada.
—Ya dejaste bastante claros tus puntos de vista durante nuestra última conversación —continuó Sakura—. Dijiste que serías un padre terrible y que no debía fiarme de ti.
Naruto apoyó las manos en las caderas.
—Eso fue antes de tener todos los datos.
— ¿Y cómo ha cambiado las cosas eso? —preguntó Sakura, negándose a ceder a su debilidad por él. Esa debilidad ya le había metido en bastantes problemas—. ¿Acaso has adquirido de pronto la habilidad para ser un buen padre?
Naruto entrecerró los ojos.
—No. Puede que no sea capaz de hacer mucho por el bebé, pero al menos me ocuparé económicamente de él —tras una pausa, añadió—: También puedo darle un nombre.
— ¿Cómo?
—Podemos casarnos —contestó Naruto, con la misma emoción con la que habría podido proponer que se compraran un coche.
Sakura hizo un esfuerzo para que su cerebro funcionara como era debido.
—A ver si lo entiendo. No me quieres, no quieres ser padre ni marido, pero te parece buena idea que nos casemos para que el bebé tenga un nombre y seguridad económica, ¿es eso?
—Puedo ocuparme bien de él —dijo Naruto, con una firmeza que sorprendió e inquietó a Sakura.
—Financieramente —replicó ella—. Pero los niños necesitan algo más que dinero de sus padres y madres. Un niño necesita seguridad, atención, amor, afecto, enseñanzas, risas. Un niño necesita ver que el amor es posible, y tú no crees en el amor. ¿Por qué iba a casarme contigo, Naruto? Tú no… —un vehículo conocido llamo de repente la atención de Sakura—. ¡Oh, no! — Exclamó horrorizada al darse cuenta de que era la autocaravana de sus padres la que estaba entrando en el sendero de su casa—. Tienes que irte —dijo rápidamente—. Hablaremos más tarde. Vete.
Naruto la miró como si le hubiera salido otra cabeza.
— ¿Por qué?
—Son mis padres. Tienes que irte —dijo Sakura, esforzándose por controlar el pánico y un nuevo ataque de náuseas.
—No les has dicho que estás embarazada —concluyó Naruto.
—No se lo he dicho a nadie.
— ¿Cuándo planeas decírselo?
Sakura vio que su padre bajaba del vehículo y la saludaba con la mano.
—Dentro de cuatro años estaría bien —susurró, a la vez que se obligaba a sonreír a su padre—. Mi madre tiene un pequeño problema de corazón. No es realmente peligroso, pero no quiero alterarla. Tienes que irte —añadió enfáticamente.
—No puedo. Me han bloqueado la salida —dijo Naruto, y la lógica de sus palabras hizo que Sakura quisiera llorar.
—Sak —dijo su madre con una sonrisa mientras subía las escaleras del porche—. ¡Sorpresa! Espero que no te importe. Te prometo que no nos quedaremos mucho. Sólo un día. Necesitaba verte para asegurarme de que te encuentras bien —observó a su hija con ojo maternal—. Estás un poco pálida, corazón.
Sakura sintió que el estómago se le encogía a causa de las náuseas, pero siguió sonriendo mientras abrazaba a su madre.
—Estoy bien. Yo también me alegro de veros. Pensaba que estabais en Suna.
Su padre le dio un rápido abrazo y rió.
—Ya conoces a tu madre. No es feliz si no ve a su niñita de vez en cuando. ¿Quién es él? —preguntó, volviéndose hacia Naruto.
Sakura habría deseado tener en ese momento una varita mágica en las manos. Habría hecho que tanto Naruto Uzumaki como sus náuseas desaparecieran.
Oh!! espero que les haya gustado nos vemos en la proxima
Sakura Haruno miró al hombre por el que se había ido colando a lo largo de los tres años anteriores y notó que el estómago se le encogía. Aunque se sintió atraída por él desde el principio, su corazón, su pasión y su cariño habían alcanzado poco a poco el pozo en que residían en aquellos momentos. No era amor, se repitió por enésima vez, pero sí era algo muy fuerte.
El sillón de cuero que se hallaba junto a su enorme escritorio de nogal estaba vacío, como de costumbre. Naruto prefería una silla alta y con ruedas y un tablero inclinado para trabajar. No le gustaba mucho estar sentado. Sus brillantes ojos color azul parecían contradecir su actitud indiferente. Su inteligencia y tenacidad estimulaban la creatividad de Sakura hasta un grado que nunca habría creído posible. Habían trabajado muy unidos y, después de un tiempo, ella había empezado a anhelar los comentarios de aprecio de su jefe, las ocasionales caricias de aprobación. De vez en cuando había sentido su mirada puesta en ella, y la atracción había palpitado entre ambos, pero Naruto siempre se había ocupado de sofocarla.
Sakura nunca había dejado de esperar que algún día su jefe apartara la vista de su trabajo, la mirara y comprendiera que era la mujer que necesitaba. Dos meses atrás, la fatídica noche en que Naruto la miró y alargó una mano hacia ella, creyó que así había sido.
Una oleada de calor la recorrió al recordar. Podría haber sido el día anterior. Ambos estaban cansados después de haber pasado varias horas trabajando en un proyecto. Cuando Naruto recibió la noticia de que había conseguido un importante contrato con una empresa de la costa oeste, sacó una botella de champán olvidada en la nevera e insistió en que lo celebraran.
Abrió la botella y roció accidentalmente a Sakura con el champán. Ella gritó, el se disculpó y ambos rieron. Una copa siguió a otra y al final Sakura no sabía qué le había afectado más, si el champán o las hambrientas miradas de su jefe.
En determinado momento, Naruto le hizo beber de su copa y lo único que consiguió fue mojarla más.
—Voy a acabar con más champán en la blusa del que he bebido —dijo ella, riendo. Al mirar a Naruto, la expresión de sus ojos la dejó sin aliento. Dejó de reír y sintió que una mezcla de temor y euforia se apoderaba de ella. Hacía tiempo que anhelaba que la mirara así.
Naruto posó la vista en su boca.
—Siento curiosidad por averiguar cómo sabe el champán en tus labios.
Instintivamente, Sakura se los humedeció con la lengua. Se sentía como si estuviera al borde de un precipicio. El corazón le latía tan fuerte que estaba segura de que él podía oírlo.
—Tal vez deberías comprobarlo —susurró.
Sin dejar de mirarla, Naruto inclinó la cabeza y la besó. El primer beso dio paso a otro, y a otro más, hasta que Sakura perdió la cuenta. Su blusa húmeda fue descartada y se excitó al instante bajo las caricias de Naruto. Seductoras y exigentes, las manos de éste no dejaron un rincón de su cuerpo sin explorar. Inevitablemente, en su interior floreció la esperanza de que la deseara como algo más que su secretaria.
Pero a la mañana siguiente su sueño quedó roto en mil pedazos. Naruto se disculpó profusamente por haber traspasado las barreras de su relación profesional. Se mostró tan sinceramente disgustado por su comportamiento que Sakura no pudo odiarlo.
E incluso después del tiempo transcurrido aún no había perdido la esperanza de que la mirara y comprendiera que la quería. Pensó que había llegado el momento de averiguarlo, y sintió que el estómago se le volvía a encoger a causa de los nervios. Respiró profundamente para tranquilizarse.
Había llegado el momento de la verdad. Ganara o perdiera, no podía permitirse esperar más a Naruto.
Se acerco a él y abrió la boca.
Naruto apartó la mirada del papel que sostenía en la mano y se lo alcanzó.
—¿Te importaría investigar este hogar para madres solteras?
Sakura sintió que su corazón dejaba de latir. ¿Sabía la verdad? Abrió la boca, pero ningún sonido surgió de ella.
—Necesito que lo mantengas en secreto —continuó Naruto, en un tono que recordó a Sakura la noche que pasaron juntos, la noche que él le demostró con su cuerpo y sus palabras cuánto podía desearla—. Es un favor para un amigo.
—¿Un favor para un amigo? —repitió ella, tensa.
Naruto se encogió de hombros.
—Sí, algo referente a una fundación caritativa.
Sakura tomó el papel.
—Lo intentaré, pero puede que tenga que irme.
—¿Irte? —Naruto miró su reloj—. Son sólo las diez. ¿Estás enferma?
—En cierto modo —murmuró Sakura, sintiendo que su coraje se desvanecía. Pero enseguida alzó la barbilla y se dijo que debía hacer aquello—. No puedo volver —espetó.
—¿Volver a dónde? —preguntó Naruto, sin comprender.
—A donde estábamos antes de la noche que pasamos juntos.
Naruto asintió lentamente y se pasó una mano por los ojos.
—Ya te dije que lo sentía. Lo último que pretendo es estropear nuestra relación profesional. Eres la mejor secretaria que he tenido… la única que podría tener.
Se estaba refiriendo al hecho de que había tenido siete secretarias antes de que Sakura llegara. Si ella no hubiera estado colada por él, sus palabras habrían sido un consuelo pero, dadas las circunstancias, no sirvieron para nada.
—No puedo volver atrás. Siento algo especial por ti —dijo Sakura, y sintió que su corazón se desgarraba cuando Naruto apartó la mirada. Decidida a hacer aquello lo mejor posible, continuó hablando a pesar de la inseguridad que reflejaba su voz—. Siento algo por ti que no puedo evitar. Te aprecio como jefe, pero me he encariñado contigo como hombre.
—Pues no lo hagas —dijo él con firmeza, volviendo a mirarla—. No soy el hombre que te conviene. No creo en el amor romántico. Ni siquiera estoy seguro de creer en el amor. Las emociones van y vienen. No se puede depender de ellas. Hay más probabilidades de ganar en Las Vegas que con algo tan caprichoso como las emociones humanas. No soy alguien con quien se pueda contar. Sería un marido y un padre funesto. No te encariñes conmigo de ese modo.
El corazón de Sakura se encogió y las náuseas se acumularon en su garganta. Asustada, se volvió para correr hacia el baño.
—¡Sakura! —exclamó Naruto tras ella.
Al sentir que le iba pisando los talones, ella cerró de un portazo a sus espaldas. Tiró de la cadena y se arrodilló hasta que terminó de devolver. Luego, ignorando los golpes en la puerta, se irguió, se lavó la cara y bebió un poco de agua.
—Lo superarás, Sakura —dijo Naruto desde el otro lado de la puerta.
Sakura se sentía humillada, mortificada… y embarazada. Pensó en la pequeña vida que llevaba en su seno, el resultado de la única noche que había pasado con Naruto. Sintió que se le hacía un nudo en la garganta, pero se negó a llorar. Tal vez más tarde, pero no en aquellos momentos.
Al mirarse en el espejo vio un intenso dolor reflejado en sus ojos verdes, unos ojos que, según sus amigos, siempre relucían. Algo no encajaba en aquella imagen.
—Si siempre haces lo que siempre has hecho, siempre obtendrás lo que siempre has obtenido —murmuró, citando de forma aproximada una frase que había leído recientemente en un libro—. Ha llegado el momento de hacer algo distinto —armándose una vez más de valor, irguió la cabeza y abrió la puerta—. Renuncio a mi puesto.
— ¿Qué renuncias? —repitió Naruto, consternado—. ¿Por qué vas renunciar a un trabajo que te gusta cuando ambos sabemos que esa noche que pasamos juntos fue sólo un gran error?
«Porque voy a tener un hijo tuyo», pensó Sakura, pero se negó a decírselo en aquellos momentos.
Tal vez más adelante, cuando hubiera recuperado la compostura.
—Es imposible que me quede. Renuncio —dijo, y se encaminó hacia su despacho.
Naruto la alcanzó enseguida.
—Esto es ridículo. Lo superarás. Te aumentaré el sueldo.
—No necesito ningún aumento —replicó Sakura a la vez que abría la puerta del despacho—. Mi opción de compra de acciones de la compañía me ha asegurado el futuro.
—Tendrás tu propio proyecto.
Aquella era una oferta muy tentadora, pero no para ella.
—No.
—Debe haber algo que desees con todas tus fuerzas —dijo Naruto, exasperado—. Todo el mundo tiene su precio.
Aquellas palabras enfadaron tanto a Sakura que apenas pudo hablar. Respiro profundamente.
—Siempre pensé que las personas que te llamaban «el hombre de acero» estaban equivocadas. Siempre creí que poseías otras cualidades. Por eso me quedé —se volvió y lo miró a los ojos—. Renuncio. Renuncio a organizarte el día, a recordarte que debes comer, a seguir dejándome seducir por tu inteligencia, a seguir deseando que me desees. Renuncio a seguir trabajando para ti.
—Tu contrato específica que debes avisar con dos semanas de antelación —replicó Naruto con aspereza.
Sakura sabía que podía ser duro, pero nunca lo había sido con ella. Sus manos empezaron a temblar. Si no salía pronto de allí iba a desmoronarse.
Volvería más adelante por sus cosas.
—Descuéntame el dinero. Adiós, Naruto —dijo y, tras tomar su bolso, salió del despacho con paso firme.
Naruto la observó mientras se alejaba. ¿Qué diablos acababa de pasar? Se había ocupado de restablecer su relación profesional con Sakura después de la noche en que cediendo al oscuro anhelo y necesidad que tan a menudo había negado, hicieron el amor.
Siempre se había sentido físicamente atraído por ella, pero, ¿a qué hombre no le habría sucedido lo mismo? Su sedoso pelo rosa caía como una cascada sensual hasta sus hombros, sus ojos verdes brillaban de inteligencia y humor, sus cariñosos labios se curvaban a menudo en una intrigante y seductora sonrisa y movía su cuerpo al caminar como un felino.
Hacia aflorar el afán de conquista en un hombre, pero él se había negado a sí mismo el agua el sueño mientras hacía surgir su empresa de la nada. Se dijo que el sexo era una necesidad más a la que había renunciado.
Valoraba a Sakura por razones más importantes. Ella había sido la persona con la que más había podido contar durante los tres últimos años de su vida. Sakura lo había tratado del mismo modo cuando estaba endeudado hasta el cuello y cuando se había convertido en multimillonario. Confiaba en ella. Podía contar con Sakura, para ser un hombre que se había pasado la vida sin contar con nadie, eso era algo.
Su aroma aun permanecía en el aire… un aroma a galletitas y sexo. Eso sólo habría bastado para volverlo loco. Lo más probable era que ni siquiera fuera consciente de su importancia. Pero ahora se había ido. La mirada emocionada y también triste de sus ojos aún lo perseguía. Sakura no era impulsiva ni dada a muestras irracionales de emoción. Naruto tenía la inquietante sensación de que había hablado totalmente en serio, y no sólo había perdido a la mejor secretaria que había tenido; también había perdido a su mejor amiga.
El sonido del teléfono en el escritorio de Sakura le hizo salir de su ensimismamiento. Descolgó el auricular.
—Uzumaki —murmuró.
— ¿Naruto? ¿Qué haces respondiendo al teléfono?
Naruto reconoció al instante la voz de Jay Payne, su especialista personal.
—Justo a tiempo, Jay. Necesito una nueva secretaria.
Se produjo un largo silencio.
— ¿Has dicho una nueva secretaria? ¿Y Sakura?
—Se ha ido.
— ¿De vacaciones?
—No.
— ¿Ha pedido una excedencia temporal?
—No —contestó Naruto, sintiendo que se le empezaba a agotar la paciencia.
— ¿Está enferma?
—No —contestó Naruto, y entonces recordó que Sakura le había parecido enferma justo antes de irse—. Ha renunciado a su puesto.
Se produjo otro largo silencio.
— ¿De repente?
—De repente.
—Pero se supone que debe avisar con dos semanas de antelación —farfulló Jay—. ¿Te ha dicho por qué? ¿Te la ha robado alguno de nuestros rivales? Sé que ha recibido ofertas.
Naruto frunció el ceño. Había algo en todo aquello que no cuadraba.
—Anota que está de baja por enfermedad y yo procuraré hacerle cambiar de opinión. Dame los nombres de las empresas que han tratado de captarla. Entretanto, consígueme una secretaria eventual.
— ¿Algún requisito especial?
—Que sea alguien como Sakura —contestó Naruto, y supo que acababa de pedir algo imposible.
---------------------------------------------
Dos semanas después, cuando se reunió con Sasuke y Shikamaru en Ichiraku’s, la marcha de Sakura aún tenía alterado a Naruto.
—Hey, Naruto, te estás quedando atrás en el trabajo —dijo Sasuke—. Tú estás a cargo del hogar para madres solteras, Shikamaru del programa de escolarización para niños desfavorecidos y yo estoy buscando información para el programa de investigación médica.
—Investigación médica —repitió Shikamaru con expresión preocupada—. Eso suena muy caro.
—Si no tienes cuidado, vamos a empezar a llamarte el millonario agarrado —amenazó Sasuke con irónico humor.
—Llamadme lo que queráis, pero no me arruinéis —Shikamaru se tragó un antiácido y miró a Naruto—. No tienes buen aspecto. ¿Qué sucede?
—Hace un par de semanas perdí a una empleada fundamental —contestó Naruto de mala gana.
Sasuke hizo una mueca de pesar.
— ¿Una muerte? Cuanto lo siento…
—Mi secretaria no ha muerto. Simplemente renunció a su puesto sin previo aviso. Acababa de encargarle que se ocupara de investigar el hogar para madres solteras.
Sasuke alzó las cejas.
— ¿Es una mujer veleidosa?
Naruto negó enérgicamente con la cabeza.
—En absoluto.
—Puede que recibiera una oferta mejor —dijo Shikamaru.
—No. Lo he comprobado.
Sasuke hizo una seña al camarero.
—Aún no he conocido a ninguna mujer que no actúe de vez en cuando siguiendo sus impulsos emocionales. Dolores de regla, embarazo… todas se vuelven un poco locas de vez en cuando. Puede que recupere el sentido común y regrese.
La mente de Naruto se centró en las palabras de Sasuke. «Dolores de regla, embarazo». Movió la cabeza. Embarazo no, se dijo. Tal vez la regla u otra cosa, pero no embarazo. Había sido una sola noche. Pero una noche en la que hicieron el amor cuatro veces, cada vez de forma más desinhibida que la anterior. Lo último en lo que pensó fue en algún método anticonceptivo.
Empezó a sudar. Se había limitado a suponer que no se quedaría embarazada. Después de todo, él nunca había tenido intención de ser padre ni marido. Aquello no formaba parte de sus planes.
No estaba escrito en su destino. De hecho, ni siquiera creía estar genéticamente diseñado para ser padre.
—Tierra a Naruto, tierra a Naruto —dijo Sasuke a la vez que golpeaba con los nudillos la barra del bar. Rió, pero no pudo ocultar su preocupación—. ¿Quieres decirnos algo?
Naruto pensó en Sakura y movió la cabeza lentamente.
—No, no os preocupéis por mí. Me ocuparé personalmente de la investigación sobre el hogar para madres solteras. Nos vemos luego —dijo Naruto, y se levantó.
—Pero tu cerveza… —dijo Shikamaru, claramente incómodo con el desperdicio—. Sasuke acaba de pedir otra.
—Gracias, pero prefiero dejarla para otro momento. Puedes tomártela tú.
—No la quiero —dijo Shikamaru.
Sasuke se encogió de hombros.
—Se la daremos a alguien.
Shikamaru movió la cabeza.
—Creo que estáis llevando este asunto de la caridad demasiado lejos.
—Es sólo una cerveza —dijo Sasuke, sonriente—. Tendrás que extender un cheque con muchos más números cuando el Club de los Millonarios haga su primera donación.
La expresión desasosegada de Shikamaru divirtió a Naruto a pesar de su preocupación por Sakura.
—Estás tan forrado que te vendrá bien librarte de un poco de dinero. Pero no te preocupes, Shikamaru; no creo que vuelvas a pasar hambre en el futuro. Hasta luego, amigos —dijo, y mientras salía del bar su mente regresó de inmediato a Sakura. ¿Estaría embarazada?
Condujo hasta su apartamento sin dejar de pensar en ello. Al entrar en éste, que era más un lugar para dormir que un hogar, no se molestó en encender la luz. La penumbra encajaba mejor con su estado de ánimo. Aunque el embarazo era una posibilidad física, cada vez que pensaba en ello seriamente se le encogía el estómago.
¿Cómo podía haber sido tan estúpido como para arriesgarse a traer al mundo un hijo en la misma situación por la que él tuvo que pasar?
Desde luego, Sakura no estaba enferma ni carecía de educación, como le sucedió a su madre, pero era joven y estaba sola. Una brumosa imagen de su madre justo antes de morir pasó por su mente.
Sabía que los recuerdos eran veneno, y cerró su mente a ellos. «Duerme», se dijo. Ocho horas bastarían para aclarar su mente, y si alguna vez había necesitado tener la mente clara, era en aquellos momentos.
Sin embargo, el sueño se mostró esquivo con él. No dejó de dar vueltas en la cama hasta que por fin se adormeció. Pero las imágenes grises que había logrado evitar durante el día invadieron sus sueños.
Destellos de momentos cruciales de su pasado, vistos a través de los ojos de un niño, le hicieron volver atrás en el tiempo, a cuando tenía seis años.
—Tu madre ha muerto —dijo la asistente social, palmeando su manita.
Naruto sintió el sabor metálico del miedo y empezó a temblar.
— ¿Tienes algún otro familiar? —preguntó la asistente.
Sin poder hablar, Naruto negó con la cabeza.
—No te, preocupes. Encontraremos alguien que se ocupe de ti.
Sin embargo, por diversos motivos, tres familias adoptivas fueron incapaces de conservarlo durante más de un año. Demasiado mayor para ser adoptado, Naruto acabó teniendo su casa en el Hogar Senju, donde había muy pocas posibilidades de desarrollar lazos emocionales. Pero era un lugar adecuado para los sueños.
Y Naruto no dejó de soñar en convertirse en un hombre que controlara su vida y su destino, un hombre rico y poderoso.
Pero nunca soñó en llegar a ser padre.
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Como de costumbre, el despertador de Sakura se puso a sonar poco antes de las seis. Tras apagarlo, se dispuso a ir al baño para tomar una ducha antes de ir a trabajar, pero entonces recordó que ya no trabajaba en CG Enterprises. Aún no se había acostumbrado al cambio de rutina. Su corazón latió más deprisa al pensar que estaba en paro, pero se tranquilizó al recordar sus acciones.
Su mente empezó a dar vueltas como un disco rayado. Pensamientos sobre Naruto se deslizaron en ella con la insidiosa facilidad del humo, y el dolor del último encuentro regresó con toda su fuerza. Cada vez que pensaba en él se veía como una idiota. Aunque sentía algo muy intenso por Naruto, no era amor. Apretó los ojos con fuerza y se dijo que tenía cosas más importantes en las que pensar. Como en su bebé.
Por enésima vez se preguntó cómo iba a decírselo a sus padres. Hija única y tardía, sabía que representaba todas las esperanzas y sueños de sus padres. Se estremeció al imaginar a su madre desmayándose y la expresión decepcionada de su padre. «Espera», pensó, y se preguntó cómo iba a esperar durante un año. Al menos tendría un respiro temporal, pues sus padres se habían ido de viaje en autocaravana a Suna.
Apartó a un lado sus preocupaciones y se levantó de la cama, decidida a seguir adelante como fuera. Después de ducharse y desayunar oyó que alguien llamaba a la puerta. Supuso que sería algún vecino, pero al abrir la puerta se encontró frente a Naruto.
Sintió que el corazón le daba un vuelco al verlo. Su seria expresión contrastaba con el sol de la mañana y las animadas flores que adornaban la entrada de la casa. Su rostro revelaba que apenas había dormido, pero no por ello dejaba de emanar su característica fuerza. Ese era uno de los motivos por los que Sakura se sintió atraída por él desde el principio. Se intuía que, aunque Naruto pudiera caer como cualquier otra persona, no se desmoronaría y siempre saldría adelante.
Él la observó durante un largo e incómodo momento antes de mirarla directamente a los ojos.
— ¿Estás embarazada?
Sakura dejó de respirar. Se sintió como si acabara de pasarle un tren por encima. Desprevenida, abrió la boca para decir algo, pero no logró articular palabra. Miró la puerta y pensó en cerrarla ante sus narices.
Naruto debió leerle la mente, porque plantó un pie en el umbral.
—¿Estás embarazada? —repitió.
Desacostumbrada a que Naruto centrara en ella su atención con tal intensidad, Sakura siguió luchando por recuperar la compostura. Estaba demasiado cerca de él. Cuando logró respirar, inhaló su aroma y su cuerpo se ablandó como lo hizo la noche que compartieron.
—Sí —susurró, finalmente.
—Tenemos que hablar —dijo él, y entró en la casa.
Haciendo un esfuerzo por mantener la cabeza fría, Sakura se cruzó de brazos y dejó la puerta abierta.
—Creo que no estoy de acuerdo.
Naruto alzó una ceja con expresión interrogante, pero no dijo nada.
—Ya dejaste bastante claros tus puntos de vista durante nuestra última conversación —continuó Sakura—. Dijiste que serías un padre terrible y que no debía fiarme de ti.
Naruto apoyó las manos en las caderas.
—Eso fue antes de tener todos los datos.
— ¿Y cómo ha cambiado las cosas eso? —preguntó Sakura, negándose a ceder a su debilidad por él. Esa debilidad ya le había metido en bastantes problemas—. ¿Acaso has adquirido de pronto la habilidad para ser un buen padre?
Naruto entrecerró los ojos.
—No. Puede que no sea capaz de hacer mucho por el bebé, pero al menos me ocuparé económicamente de él —tras una pausa, añadió—: También puedo darle un nombre.
— ¿Cómo?
—Podemos casarnos —contestó Naruto, con la misma emoción con la que habría podido proponer que se compraran un coche.
Sakura hizo un esfuerzo para que su cerebro funcionara como era debido.
—A ver si lo entiendo. No me quieres, no quieres ser padre ni marido, pero te parece buena idea que nos casemos para que el bebé tenga un nombre y seguridad económica, ¿es eso?
—Puedo ocuparme bien de él —dijo Naruto, con una firmeza que sorprendió e inquietó a Sakura.
—Financieramente —replicó ella—. Pero los niños necesitan algo más que dinero de sus padres y madres. Un niño necesita seguridad, atención, amor, afecto, enseñanzas, risas. Un niño necesita ver que el amor es posible, y tú no crees en el amor. ¿Por qué iba a casarme contigo, Naruto? Tú no… —un vehículo conocido llamo de repente la atención de Sakura—. ¡Oh, no! — Exclamó horrorizada al darse cuenta de que era la autocaravana de sus padres la que estaba entrando en el sendero de su casa—. Tienes que irte —dijo rápidamente—. Hablaremos más tarde. Vete.
Naruto la miró como si le hubiera salido otra cabeza.
— ¿Por qué?
—Son mis padres. Tienes que irte —dijo Sakura, esforzándose por controlar el pánico y un nuevo ataque de náuseas.
—No les has dicho que estás embarazada —concluyó Naruto.
—No se lo he dicho a nadie.
— ¿Cuándo planeas decírselo?
Sakura vio que su padre bajaba del vehículo y la saludaba con la mano.
—Dentro de cuatro años estaría bien —susurró, a la vez que se obligaba a sonreír a su padre—. Mi madre tiene un pequeño problema de corazón. No es realmente peligroso, pero no quiero alterarla. Tienes que irte —añadió enfáticamente.
—No puedo. Me han bloqueado la salida —dijo Naruto, y la lógica de sus palabras hizo que Sakura quisiera llorar.
—Sak —dijo su madre con una sonrisa mientras subía las escaleras del porche—. ¡Sorpresa! Espero que no te importe. Te prometo que no nos quedaremos mucho. Sólo un día. Necesitaba verte para asegurarme de que te encuentras bien —observó a su hija con ojo maternal—. Estás un poco pálida, corazón.
Sakura sintió que el estómago se le encogía a causa de las náuseas, pero siguió sonriendo mientras abrazaba a su madre.
—Estoy bien. Yo también me alegro de veros. Pensaba que estabais en Suna.
Su padre le dio un rápido abrazo y rió.
—Ya conoces a tu madre. No es feliz si no ve a su niñita de vez en cuando. ¿Quién es él? —preguntó, volviéndose hacia Naruto.
Sakura habría deseado tener en ese momento una varita mágica en las manos. Habría hecho que tanto Naruto Uzumaki como sus náuseas desaparecieran.
Oh!! espero que les haya gustado nos vemos en la proxima
kumiko- Aprendiz
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Re: Millionaires: Love Essential cap1-28/10/14
Me gusta mucho el fic ya quiero leer la conti
Hekyus-Kun- Clan Byakko
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Re: Millionaires: Love Essential cap1-28/10/14
Esta interesante aunque veo que haces magia para tratar de escribir dos fic... Eres una escritora impredesible y eso es lo que me guste mas tus fic
Ocaso7- Clan Byakko
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