• Cielo Oscuro [TP]

Cielo oscuro iluminado de colores. Olor a pólvora, que se convierte en humo. La gente se mira unos a otros; sonríen, otros aplauden. Los amantes se abrazan, se besan. Los más exhaustos se van alejando. Ella aún sigue mirando, las alturas ahora cubiertas de estrellas. Para los demás un espectáculo. Para la mujer de cabellos rosas, los fuegos artificiales nacían en un sonoro clamor de alegría y morían en la penumbra de una fumada ligera.

De elegir entre las estrellas en el cielo y los matices artificiales, sin duda preferiría la primera opción; ellas no morían, solo se dormían al amanecer para luego volver. Aunque ella gustaba por el olor a pólvora, tanto como la fragancia del césped recién cortado o al de la tierra mojada con las primeras gotas de lluvia ¿Qué más podría gustarle?

Él podría haber respondido la pregunta y hasta mencionar cosas que ella no conocía, también sabía de sus alegrías, odios y temores. De como disfrutaba del cántico trémulo del viento fuerte en otoño y odiaba el frío agotador del invierno. De sus suspiros profundos, momentos antes de llegar a la villa y como parpadeaba cinco veces antes de recordar cualquier pequeño detalle. Pero ella ¿Qué conocía de él?

Él era sincero, reconocía su habilidad para descubrir la bondad en la gente. No necesitaba más que una mirada, unas cuantas palabras. En el pasado había envidiado aquella destreza, aquel carisma del que ella carecía. Pero luego, aprendió a admirarlo y reconocer aquel poder para comprender a los demás; que no había conocido en nadie más. Que lo convertía en único, en especial. Él mismo, fue convirtiendo su camino de soledad, en uno más colorido y más congestionado de gente. Le alegraba tanto, que sonreía al pensarlo. Le entusiasmaba aún más, caminar a su lado.

Para Naruto, ella era perfecta. Incluso cuando maldecía por su frente amplía o cuando sin razón alguna lo golpeaba hasta que doliera. Contradictoriamente a lo que muchos hombres hubiesen deseado, amaba su carácter fuerte, su cuerpo delgado, sus pocos marcados senos y aquella frente que encuadraba su rasgo más hermoso, sus ojos. En ella todo era sublime, él no se cansaba de decirlo. Ella en los últimos tiempos, adoraba el escucharlo.

Amor. Era la palabra que describía en su totalidad el sentimiento que había nacido con el tiempo. En verdad le amaba, aunque en un principio no lo había reconocido como tal, confundido por una de amistad genuina. Sentía que podría confiarle su vida en cada batalla, sentía que él también pensaba lo mismo de ella. Haría lo que fuera, por cuidarle. Haría lo que fuese, por hacerlo feliz.

Sakura, dejo el cielo para mirar a su alrededor. Estaba sola. El festival de otoño con sus ruidos se había esfumado, el olor embriagante de los dulces ya no se percibía, las lucecillas en las calles destellaban solitarias. Ella, se sintió terriblemente vacía. Por un momento le extraño a él, anhelo a Naruto profundamente. Deseo que estuviese con ella y luego, todo se torno borroso. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Codicio ver sus orbes azules llenos de vida, escuchar su risa escandalosa, disfrutar de sus bromas infantiles. Inclusive deseo mirar aquellos arrebatos casi maniáticos por mejorar, de ser reconocido. Sonrío con una mueca melancólica, él había conseguido introducirse intensamente en sus pensamientos, aún más en su corazón.

Se adentro al bosque, donde el crujir de las hojas caídas de los árboles se partían bajo sus sandalias. Aunque fuese de noche, podría imaginar el suelo cubierto del follaje muerto de amarillos y marrones. Camino así, por largo rato; perdida en sus pensamientos. El viento fuerte que traía la estación, le cubrió el rostro de cabello cuando entró al espacio despejado de árboles. Sus dedos viajaron por las facciones hasta liberarlo de las hebras rosas. Cuando levantó la vista humedecida, el campo de entrenamiento se contemplaba casi resplandeciente y el corazón le bombardeo con incesante fuerza. Apenas iluminado por una luna creciente, logró observarlo con las ropas rotas, el cuerpo algo magullado. La mirada cabizbaja.

A Sakura el corazón le oprimió tan fuerte, que sintió dolor. Cuando los azules se encontraron con los verdes, ella no logró evitar escapar un fuerte suspiro que salió de lo más profundo de su alma. Para sorpresa de ella misma, aún más de él. Pequeños pasos se alargaron hasta convertirse en un andar presuroso. Sus brazos se cruzaron en la espalda masculina, su mejilla se inclinó sobre el pecho. Le abrazó fuerte, casi queriendo fundirse con él. Y fue allí cuando escuchó su voz.

—¡Sakura-chan!— Exclamó con preocupación —¿Estás bien?—  Él bajo el rostro, trato de mirar las facciones de la mujer que lo aprisionaba tan fuerte con los delgados brazos, pero ella no deseaba ser descubierta, estaba avergonzaba y seguramente sonrojada. Se había comportado impulsivamente, pero ahora era demasiado tarde para actuar de manera distinta. Se escondió aún más en su pecho.

—Sí…— respondió, con la voz quebrada, suave y casi asustadiza. Naruto entendió que ella no deseaba ser mirada, entendió que Sakura no estaba bien aunque dijese lo contrario. Le devolvió el gesto abrazándola, descansado la barbilla sobre la cabeza de ella. Sintió humedad en su pecho, la chica bonita de ojos verdes lloraba.

—Puedes confiar en mí— ella asintió sin separarse —Siempre podrás hacerlo.

—Yo…— Silenció, el nudo en su garganta era incómodo. El deseo de nunca dejarlo ir se acrecentó. Pero se sentía codiciosa, añorando un amor que había rechazado por la inmadurez del pasado. Quizás el tiempo había convertido su relación en costumbre, talvez ella estaba amando y él solo recordando.

—¿Tú?— le dijo con voz baja y cariñosa.

—Yo… estoy bien— Se mordió los labios, castigando su mentira. Ahora lo comprendía a él, amar tanto y no ser capaz de decir lo que sentía. Se regañaba, se reprendía mentalmente por su silencio. Por qué era tan difícil decirle que le amaba, decirle que le quería desde hacia mucho tiempo ¿Era culpabilidad? Quizás, tan solo quizás no se sentía merecedora de su afecto.

—Entonces ¿Por qué estás así?— Preguntó algo preocupado —¿Te has enamorado de mí y no me lo quieres decir?— dijo en tono burlón. Él, la abrazo con más fuerza. Quizás así podría evitar ser golpeado por semejante sandez. Pero en cambio, ella se mantuvo quieta —¡No, no tienes porque enojarte Sakura-chan!— dijo por costumbre. Naruto carcajeo, con aquella risa que combinaban miedo y preocupación.

—Tú no lo entiendes Naruto— Dijo casi con un tono de reproche. La risa del otro calló. En realidad él no lo entendía. Ni su actitud, ni su tristeza, ni la falta de violencia con que había reaccionado.

—Entonces ¿Qué te pasa Sakura-chan?— Consultó preocupado. Dejo de abrazarle para separarla de su propio cuerpo y lograr mirarle, observar los ojos acuosos que se notaban angustiados —¿Qué te tiene así?— Ella le miró por largo rato, él hundió aún más los dedos en los hombros de la joven.

—Me enamoré— Susurró muy quedito. Naruto logró escucharlo claramente. Como también advirtió de la presión dolorosa en el pecho, del furor que se acrecentaba en su interior. La decepción de tenerla tan cerca y de nuevo tan lejana.

—¿Él te quiere?— dijo con voz ronca. Ella solo asintió; no conocía si la seguía amando, pero si que existía un sentimiento de cariño —Eso… es muy bueno Sakura— Expresó sin usar el diminutivo de afecto, lo dijo sin ser realmente sincero. Porque no era bueno, no era agradable que la mujer que amaba se enamorara nuevamente de otro. Su corazón se sentía destrozado y dolía, lastimaba más que mil heridas cercenándole el cuerpo —¿Entonces que haces aquí?— preguntó con una fingida sonrisa.

—Él esta aquí— Naruto se llenó de desconcierto y aflicción, miró a su alrededor tratando de buscar cualquier presencia cercana. No logró encontrar nada. Solo una mujer llorosa y sus propias lágrimas queriendo salir de sus orbes.

—Aquí no hay nadie Sakura— Le dijo en un tono que parecía de enojo. Acaso se burlaba de sus sentimientos.

—¿Enserio no lo entiendes?— Preguntó Sakura.

—¡Lo entiendo!— Negó varias veces con la cabeza —No, no lo entiendo— Soltó el agarre, dejando caer los brazos sobre los costados. Apretando los puños con fuerza —No soy muy inteligente ¿Cómo pretendes que entienda esto?— cortó el contacto visual con la joven —Tú sabes lo que yo siento…

—¡Eres tú!— Le dijo interrumpiéndole, tomando los puños con sus pequeñas manos. La desesperación que había mirado en aquellos ojos azules, fue suficiente para dejar salir todo lo que su corazón deseaba transmitir —Eres tú Naruto— Él le miró sorprendido —¿Ahora si lo entiendes?

—Estás… ¿Estás enamorada de mi?— Preguntó con los ojos muy abiertos, aún sin creerlo. Ella asintió, con un poco de recelo —¿Segura?

—¡Muy segura!

Y ella miró el rostro rígido convertirse en uno más dulce, más placentero. Miró las lagrimas deslizarse por sus mejillas y perderse en la amplia sonrisa. Él la amaba, ahora estaba segura. Lo confirmó cuando esta vez fue él quien la abalanzó sobre su cuerpo, cuando ella pudo sentir el traqueteo de su corazón furioso, lleno de emoción. Lo reafirmó, cuando miles de “te amo” fueron lanzados al viento. Cuando sus brazos la abrazaban con fuerza, pero con ternura.

—Gracias— dijo él.

—¿Por amarte?

—Por haber aparecido en mi vida— Ella sonrió.

Deslizó la mano por la nívea piel, liberando los cabellos húmedos fuera de el. Limpiando los restos de las lágrimas con sus dedos, perdiéndose en el verde jade de la mujer. Deseo nunca separarse de su lado. Codicio sus labios con loca desesperación, su cuerpo no pudo contenerse al deseo de besarla, aquel deseo desesperante y sediento que había contenido por años. Las manos masculinas enmarcaron el rostro y él se acercó a ella, hasta que ambas frentes se unieron. Sakura advirtió de la ternura que había contenida en cada gesto, de aquel aliento rozando los labios y de su inconciente acción de entreabrir la boca, esperando los labios contrarios —¡Te amo!— susurró él y aún antes de que ella respondiera con las mismas palabras, fue silenciada por las caricias del otro.

—¡Te amo! — dijo ella con una sonrisa, una vez extinguido el beso y germinado uno nuevo.