[Premios] Concurso NaruSaku Primavera

La llevaste al mismo parque donde un día, se prometieron superar juntos la adversidad que se les venía encima, ella había recibido apenas unas horas antes el diagnóstico que cambiaría sus vidas por siempre.

Cáncer. Un fuerte golpe al tener tan solo 20 años de vida.

Fueron dos años de lucha, tratamientos, lágrimas y sentimientos encontrados, en los que la viste perder su hermoso cabello rosa que tanto combinaba con las flores primaverales, en donde sus orbes color jade perdían su vida, y su nívea piel pasó a lucir tan frágil que daba miedo siquiera rozarla.

Dos años en las que estuviste junto a ella, maldiciendo la vida por haberle hecho eso, cuestionando el por qué, el cómo y el cuándo; tiempo en el que la viste sonreír, llorar, adelgazar, momentos en los que ella misma llegó a pensar en los que no tenía sentido seguir; la viste ser frágil y fuerte, estuviste en los mejores y en los peores momentos, siendo su pilar aunque a veces sentías que la fuerza te abandonaba, más nunca flanqueaste.

Por el contrario fue el tiempo donde tu amor por ella se consolidó, se hizo profundo, fuerte, indestructible, donde ella constató, que eras tú efectivamente su alma gemela y la persona a la que siempre amaría con locura.

Y aquí están ahora, luego de haber recibido la noticia que tanto habían esperado.

Ella, como la mujer luchadora que siempre fue, había vencido su enfermedad.

Esta vez no estaban solos, a lo largo de aquellos dos años notaron con felicidad que siempre contarían con sus amigos de manera incondicional; la más cambiada entre todos, Ino, quien tenía una barriga de 7 meses de embarazo y el cabello a penas le llegaba a los hombros, le había regalado sus hebras de oro a tu amada cuando su feminidad estuvo por el suelo.

Aquella tarde del primer verdor del año representaba a su vez el renacimiento, el florecimiento de tu hermosa flor de cerezo, que con una radiante sonrisa aún después de todas las adversidades estaba ahí, delante de todos, demostrando que estaba lista para afrontar lo que sea que viniera, y con tu mano aferrada en todo momento, jamás había lucido ante tus ojos más fuerte, esplendorosa y mujer.

Y viéndolos ahí, todos reunidos y en calma, sólo piensas en una cosa.

Gracias vida.
Porque te mostró que nada en la vida era imposible.
Porque te acercó a ella de una forma que superaba el plano físico, llegaba a lo espiritual.
Porque te permitió comprender que sólo se vivía una vez y estando tan cerca de la muerte, todo era nuevamente de hermosos colores que morían por redescubrir juntos.

No cuestionaste nunca más los motivos, los comprendiste con el pasar de los días, y descubriste que por encima de todo, la vida era perfecta tal y como era.

—Mi vida —escuchaste su tierna voz hablarte y dejaste de observar al cielo para fijar tu mirada en la suya—. ¿Qué te sucede? Estás muy callado.

—Quiero… —hablaste sin saber exactamente qué decir, siendo consciente del pequeño bulto que se apretaba contra tu muslo—. Quiero decir unas palabras.

Todos guardaron silencio y te observaron cuando te levantaste con los nervios a flor de piel.

—Quiero darle las gracias chicos, por habernos brindado su apoyo y amistad durante todo este tiempo —tus amigos sonrieron ante tus palabras—. Pero por encima de todo, quiero darle las gracias… al cáncer —tus palabras impactaron a los presentes, pero seguiste hablando—, por haberme abierto los ojos al verdadero significado de la vida. Quiero darle las gracias porque gracias a esa enfermedad nos vimos impulsados a superar cosas que jamás creímos posibles; de hacer lo inimaginable.

Metiste la mano en tu bolsillo derecho, te arrodillaste frente a la que en ese momento más que tu novia, es la mujer a la que amas profundamente; le mostraste la pequeña caja forrada en terciopelo mientras sus ojos se inundaron de lágrimas y trataba tapar su emocionada sonrisa con una mano.

—Sakura-chan, sobre todo quiero darte las gracias a ti, por hacerme mejor persona, por hacerme crecer y mostrarme que todo es posible siempre que luche por ello —abriste la caja para mostrarle un hermoso anillo de compromiso—. ¿Pasarías el resto de tu vida con este lunático que te ama con locura?

—¡Ey! —te reclamó soltando una pequeña risa y lloraba libremente—. Es MI lunático del que hablas —sonreíste ante el ligero reproche que tenían sus palabras—. Y por supuesto que me quiero casar contigo.

Y de esa forma tu vida tomó el rumbo indicado, no de la forma en que quisiste, pero sí en la correcta.

Y mientras florecían los retoños y el verdor llenaba de vida la ciudad, la tuya iniciaba un nuevo trayecto junto a tu persona amada, sintiéndose renovados y con nuevas metas, así como la primavera, se encargarían de llevar al mundo, un mensaje de vida, calidez y superación.

Porque aún en el desierto más árido, la vitalidad del mundo se abre paso  de formas extraordinarias.

Un miércoles por la mañana cuando el día está nublado, es difícil que tenga ganas de trabajar. O incluso que quiera manejar hasta el trabajo. Así que me tomo mi tiempo, bebiéndome el café hasta el último minuto posible, observando a través de la venta el patio trasero.

Poco a poco el césped vuelve a retomar su color verde. Dejando atrás el invierno, las plantas volverán a crecer. Diablos. Quizás debería llamar diciendo que estoy enferma. Llamar a Naruto, decirle que venga y se quede un rato. Como quisiera. El tiempo se detiene en ese momento, y la escena afuera cambia.

Ya es primavera, finales de Marzo, quizás mediados de Abril, y la vida es más fácil. Estamos en un campo, en una manta colocada sobre el césped, no hay casas alrededor. Estoy sentada con las piernas cruzadas y Naruto está acostado, sosteniéndose sobre uno de sus brazos. Perezosamente, soplamos dientes de león para pasar el tiempo. El día está caluroso y con algo de viento, así que ambos vestimos shorts aunque Naruto no lleva camisa. Le sienta bien estar así, con su piel bronceada. Quizás Baywatch esté contratando. Algunos restos de diente de león se posicionan sobre su estomago, los hago a un lado al soplarlos.

Los dientes de león en realidad son un triunfo para la evolución, le digo. La forma en que nos hacen inventar leyendas sobre ellos con el fin de que los propaguemos solo por diversión. No responde; solo comienza a reírse, cayendo sobre su espalda. Luce tan cómodo que me le uno. Planos contra la cálida tierra, únicamente nuestros hombros se tocan por el ángulo en el que nos encontramos. Tratamos de encontrarle formas a las nubes, pero no hay ninguna, solo el cielo azul y el sol abrasador. Extendiendo mi mano, tomo la suya, sintiendo como sus dedos se envuelven alrededor de la mía. Simplemente nos quedaremos allí para siempre…

De repente me doy cuenta de que el tiempo no se detuvo y que seguramente llegaré tarde. Dejando el café a un lado, me pongo de pie tomando mis cosas y me dirijo a mi carro.

Este año dejaré crecer a los dientes de león. Y quizás Naruto esté libre a la hora de almuerzo.[/justify]

Entró a casa tiritando.  Aquella noche hacía un frío del carajo.
Mientras calentaba un té, Sakura miró distraída el arbolito. Seguía siendo solamente un pequeño palo dentro de una maceta. Tan triste y seco como de costumbre.
- ¿Se habrá muerto ya? – pensó.
En parte, deseaba que fuera así para no tener que cuidarlo más. Pero al mismo tiempo se sentía culpable. ¿Y si estaba vivo? Miró el tronco en silencio y se enfadó con él.
- Eres muy feo – dijo sacándole la lengua. – Regarte es como intentar alimentar un cadáver.
Sacudió la cabeza y maldijo un poco a Naruto por haberle regalado un bonsai en su cumpleaños, la primavera anterior.  Ella no tenía paciencia para esas cosas. No sabía cuidar de una planta.  Y el baka del rubio le había regalado precisamente algo delicadísimo de cultivar.  Si se había muerto no era culpa suya.  Un árbol era una responsabilidad que no había pedido.

Al principio tenía unas flores preciosas, pero le duraron muy poco, y sin las florecitas ya no era gran cosa: un palito retorcido con unas cuantas hojas.  Después, en verano, Sakura olvidó regarlo varias veces.  El pequeño cerezo aguantó el tipo. Aunque no estuviera en su mejor momento, seguía empeñado en vivir, con sus bracitos bien arriba.

- Reconozco que eres cabezota  –  le había dicho Sakura entonces  –  En eso somos iguales …

En otoño el cerecito se fue desnudando hasta quedarse pelado del todo.  Sakura se echó la culpa. Quizás lo había regado demasiado. O le había faltado abono o algo así. No tenía ni idea.

- ¡Árbol idiota! ¿Por qué no puedes ser más fácil de cuidar?

Maldijo a Naruto nuevamente.

- Como se le ocurra regalarme otra planta alguna vez se la va a tragar – resopló.

Una tarde que la visitó Ino, aprovechó para consultarla. Su amiga era una experta.
La rubia echó un vistazo rápido.
- Está vivo – diagnosticó tranquilamente.
- ¿Cómo estás tan segura? – se sorprendió Sakura.
- Solo tienes que observarlo.
- ¡Eso hago! ¡Pero no veo nada!
- Míralo bien – sonrió Ino -  Si le prestas atención, él mismo te dirá lo que necesita.

Sakura puso cara de desesperación.  Definitivamente no hablaba el idioma árbol. No iba a entender nada de lo que intentara transmitirle el cerezo ni aunque el pobre estuviera suplicando por su vida.

- ¡Se me va a morir igualmente! ¡Cuídalo tú, por favor!

La rubia negó autoritariamente con la cabeza.

- Ni hablar. Es tuyo. Es tu responsabilidad aprender a cuidarle. No hay más que hablar.


Sakura, por más que lo miraba, continuaba sin saber si estaba muerto o no, así que en adelante decidió ignorarlo.  Estaba harta del asunto.  

Una mañana de domingo se sentó a desayunar junto a la ventana.  Cerró los ojos después de dar un sorbo a su café y se quedó un rato inmóvil, sintiendo la calidez del sol en sus mejillas.  Al entreabrir  los párpados lentamente, reparó de nuevo en el bonsai.

- Quizás a ti también te apetezca hacer la fotosíntesis, ¿no? – murmuró mientras arrastraba la macetita hacia la luz. – Aunque probablemente da igual. Seguro que te secaste hace tiempo.

Continuó mirando el tronco desnudo, con aquellas ramas cabezotas aún apuntando al cielo.

- Espera…

Miró otra vez. Una ramita parecía nueva, más verdosa que el resto. Lo inspeccionó de más cerca. Tenía una yema, y dentro de ella, una minúscula hojita enrollada, dispuesta a desperezarse y salir al mundo.

Sakura se levantó de un salto.

- ¡Agua! – gritó mientras buscaba un recipiente a toda prisa. – ¡Madre mía! ¿Cuánto hace que no te riego?

En cuestión de una semana, el cerezo se llenó de hojas chiquititas, de un verde alegre y chispeante. La pelirrosa las observaba multiplicarse cada día, maravillada por lo rápido que crecían. Pronto aprendió a entender sus señales. Comprendió lo que significaban a base de  observarlo incansablemente.  También descubrió otro tipo de brotes, pero parecía que esos no tenían prisa por germinar.  Aquello la llenaba de curiosidad.

- Para ser árbol,  eres un poco tonto  - le dijo un día mientras agarraba unas tijeras. – Eres como Naruto. Vas a lo loco. Mírate. Todas esas ramas por ahí sin ton ni son. Tenemos que arreglar eso.

Lo podó un poco, de forma que unas ramas no estorbaran a otras, dirigiéndolas para que crecieran lo más armoniosamente posible.

- Perdóname por haberte odiado… - susurró mientras lo iba recortando aquí y allí con una sonrisa de satisfacción. – Y por haberte llamado feo. No eres feo.  Solo te estabas tomando tu tiempo...

Naruto llamó a la puerta en ese momento.

- ¡Ah, pasa! ¡El bonsai que me regalaste ha rebrotado!
- Vaya, se ve muy lindo… - comentó él – Y qué flor tan bonita…
- ¿Flor? ¿Qué flor?
- Esa pequeñita…ahí… - señaló.

La chica la observó maravillada. Acababa de abrirse. Era una de aquellas yemitas perezosas.
- ¡Así que era eso! – sonrió  y abrazó al rubio con la emoción del momento. - ¡Es hermosa, ¿verdad?!

- S…s…si… - tartamudeó él, encantado con el abrazo pero sin comprender por qué tanto alboroto por una florecita.

- ¡Una flor de cerezo! – se admiraba Sakura.  Le parecía increíble haber conseguido aquél delicado portento. ¡Con lo preocupada que había estado durante todo el invierno!

- ¡Gracias, Naruto! – le sonrió - ¡Es el mejor regalo del mundo!


Y en una fracción de segundo, sin pensarlo, le plantó un beso en la mejilla.


Al poco rato, Naruto estaba en la floristería frente a Ino.

- ¿Cuáles son las flores más grandes que tienes? - preguntó
- Orquídeas.
- ¿Son de color rosa?
- Sí.
- ¡¡Me las llevo todas!!


Su razonamiento era simple: si con una florecita había conseguido un beso en la mejilla… con muchas flores...

Quince minutos después volvió con las orquídeas, un ojo morado y varias contusiones.

- ¿Qué te ha pasado? – preguntó Ino inocentemente, aunque lo tenía muy claro.

- Y yo qué sé…-  suspiró el rubio -  No hay quien entienda a las mujeres…

La suave brisa matutina acariciaba las copas de los árboles florecidos por la temporada en que se encontraban. Los autos iban y venían por la carretera que unía a Konoha con Suna. El sol brillaba esplendoroso iluminándolo todo, sin dejar que alguna nube pasajera se interponga en su camino.

En ese mismo lugar se encontraba un auto de rojizo reflejando, con sus vidrios polarizados para sufrir lo menos posible del calor. Iba a una velocidad alta, pero sin excederse del límite de velocidad.

— ¡¿Tenían que ponerse a jugar a ese estúpido juego?! — Gritaba enfurecido el conductor designado a sus compañeros, sin mover su mirada del frente a pesar de la batalla campal que se estaba produciendo justo detrás de él.

— ¡¿Pueden quedarse quietos?! ¡Shikamaru está conduciendo y Akamaru quiere dormir! — Regañaba el copiloto volteándose, para tratar de detener esa ridícula pelea., sin saber cómo y comenzando a revolotear sus castaños cabellos sin moverse demasiado evitando despertar a Akamaru

— ¡Sasuke fue quien empezó! — Culpaba el rubio sentado justo en el medio del asiento trasero, agarrando ambos brazos de quien tenía justo a su izquierda. — No es mi culpa que sea un mal perdedor¬ — Sonriéndole a modo de burla. Provocando que el copiloto suspire resignado de tratar de parar esa discusión.

— ¡Maldito tramposo! — Incriminaba al rubio, aumentando su furia por su actitud fanfarrona. — Te juro que cuando me sueltes te mato Naruto!¬ — Amenazaba usando toda su fuerza para deshacerse del agarre del rubio.


— Kiba, Shikamaru— Llamo la atención el ultimo integrante del asiento trasero, mirando por la ventana haciendo caso omiso a al tumulto. — ¿Cuánto falta para llegar?¬— Sin perder esa pasividad que tanto lo caracterizaba, al igual que sus rojizos cabellos y su tatuaje en al frente.

— Faltara una media hora Gaara— Contesto Kiba ya que estaba dado vuelta por mirar y regañar a los otros dos que seguían discutiendo. — ¡Ya me cansaron ustedes dos! — Exasperado de escuchar los gritos de ambos, intervino consiguiendo aún más disturbio del que ya había. Pero de un brusco movimiento Akamaru se golpea contra la guantera del auto y despierta enojado, preparándose para atacar.

— ¡Tienen 25 años muchachos!¬ ¬— Gritaba Shikamaru cada vez más cansado de tener que soportar ese tumulto.

Dentro de todo ese desorden, Naruto divisa a Akamaru saltando hacia él, preparando un mordisco. Naruto suelta a Sasuke y agarra al pequeño perro entre sus manos salvando su integridad del ataque del canino.

— ¡Deja a Akamaru! — Tomándolo bruscamente y haciendo que Naruto por fruto de la fuerza empleada golpee a Gaara en la cabeza con su codo.

Shikamaru solo trató de aguantar la risa del momento que estaba por vivir Naruto. Sasuke quien estaba preparando su puño para golpear a Naruto se gira y empieza a mirar por la ventanilla riendo por lo bajo. Kiba respira profundo emitiendo un quejido y rápidamente gira su cuerpo para mirar al frente y dejar a Naruto solo, quien empieza a sudar frio y a formular palabras incoherentes a causa del miedo que le provocaba ver como Gaara se tocaba la zona del golpe y lentamente giraba su cabeza en dirección al rubio con una mirada asesina.

— ¡Vas a morir Naruto! — Grito el pelirrojo atacando sin escrúpulos al rubio quien solo suplicaba clemencia y compasión ante cada golpe de Gaara.

Así fue como llegaron al campamento donde habían quedado con las chicas que viajaban en otro auto. Al llegar al lugar pactado, divisan el auto rosa de Sakura.

— ¡Llegamos muchachos!— festejaba Shikamaru acompañado de Sasuke y Kiba con Akamaru. Mientras Naruto sufría de la paliza de Gaara.

Shikamaru estaciono el auto justo al lado del auto rozado. Apenas bajo Sasuke, Naruto lo aplasto al bajar a toda velocidad corriendo en dirección a Sakura, llorando sin cesar y gritando — ¡Sakura-chan! — Hasta llegar a destino y tirársele encima a la pelirosa algo avergonzada por la actitud del rubio, del cual todos se reían.

Sasuke se dirigió a donde estaba Ino, Shikamaru con temari, ante la atenta mirada de Gaara intimidándolo, a pesar de estar con Tenten. Y por último Kiba y Akamaru se acercaron a Hinata, juntándose así todas las parejas.

— ¿Sakura-chan, vamos a caminar un rato? —Pregunto el rubio tomándola de la mano y levantándola recibiendo una sonrisa a cambio.

— Volvemos en un rato muchachos— Anuncio Sakura a los demás, girando para seguir los pasos de Naruto

Comenzaron a caminar adentro del bosque que había, pasando el camping donde se encontraban. Ambos hablaban  animadamente tomados de la mano, pero Naruto notaba cierto nerviosismo en Sakura. Era como si hubiera algo que no le estaba diciendo.

— ¿Qué te pasa Sakura-chan? — Pregunto Naruto tomando por sorpresa.

— ¿A qué te refieres?¬— Respondió con otra pregunta, pero llena de nervios

— Te conozco Sakura-chan ¿Qué sucede?¬— Frenando sus pasos y poniéndose en frente de la pelirosa para tomar sus manos, entre las de el— Sabes que te amo mucho y puedes confiar en mi para lo que sea mi amor— Culmino besando las manos de la pelirosa.

— Yo… yo, tengo algo que decirte Naruto— Respondió nerviosa a las palabras del rubio.

— Dime ¿Qué sucede? — Pregunto algo nervioso y expectante.

— Yo…—Frenando sus palabras con miedo— ¡Estoy embarazada! — Dijo fuerte y claro para sacarse ese peso de encima, dejando a Naruto estupefacto y provocando que los nervios en Sakura aumentaran al no ver una reacción positiva, aunque tampoco había una negativa.

— Yo…— Empezó a balbucear el rubio, hasta que las lágrimas comenzaron a escaparse de sus ojos— ¡Yo voy a ser padre! — Grito de emoción por la noticia y abrazando fuertemente a Sakura— Me has dado la mejor noticia de toda mi vida — Besándola con dulzura al unir sus labios con los de ella y siendo correspondido.

— ¡Te amo Naruto!— Dijo Sakura al finalizar el beso y equiparando las lágrimas del rubio de la emoción.

— Yo también te amo Sakura-chan, seremos los mejores padres del mundo— Con una gran sonrisa y volviéndola a besar entre sus brazos. Haciendo que ese día de camping se convirtiera en el día más feliz de su vida.

[TP]]Hola, me llamo Sakura Haruno. Esta es una historia que comenzó hace 80 años y sigue ocurriendo cada 28 de marzo; desde que tengo 15 años, todas las mañanas de ese día, siendo mi cumpleaños, recibo un ramo de flores de cerezo con una nota anónima diciendo: “Feliz cumpleaños. Te amo cada vez más, flor de cerezo”. El primer día me asuste toda, sin saber que hacer, pero mi madre me calmaba diciendo que solamente era un admirador secreto, que no me preocupara, que no me iba a hacer daño. Notaba que tenía una sonrisa cómplice, pero no le hacía caso; entonces tomaba el ramo de flores y las colocaba en agua, mientras leía una y otra vez la nota.

Así era cada año, tanto lo hacía que poco a poco me iba enamorando de ese desconocido, aunque me haya mudado para comenzar a vivir sola igual el ramo de flores llegaba con la misma nota; hasta que un día cuando era mi cumpleaños número 21 tocan la puerta, ya sabiendo que eran las flores, fui corriendo y al abrir la puerta me encontré con mi mejor amigo Naruto Uzumaki, se notaba nervioso e indeciso, sus mejillas sonrojadas hasta que me entrego un ramo de flor de cerezos, con una nota, igual a las que recibía todos los años pero había una diferencia, está vez la nota tenía escrito: “Feliz cumpleaños. Te amo flor de cerezo, ¿Quieres ser mi novia?”. ¡Era la misma letra! Como no me pude dar cuenta antes... El admirador lo tenía frente a mi... La persona que también me gustaba pero que no me atrevía a ser más que amigos, pero con una mirada traviesa hice que el me lo dijera de nuevo, me lance sobre el para besarlo... Nuestro primer beso.

Sin embargo él no dejo la costumbre, mis siguientes cumpleaños seguía enviándome ese maravilloso ramo con la nota: “Feliz cumpleaños. Te amo cada vez más, mi flor de cerezo”. Cuando cumplí 26 me propuso matrimonio pero con la casa llena de flores de cerezo y en la entrada de la puerta había un cartel que decía: “Feliz cumpleaños mi flor de cerezo. Te amo mucho más... ¿Te quieres casar conmigo?”. Luego de ver el cartel y soltar unas lágrimas, allí estaba él, ese cabeza hueca con una sonrisa asombrosa, llena de luz y calma a mi corazón; traía en sus manos una cajita de terciopelo azul zafiro, como sus ojos y adentro de ella, estaba un anillo con la forma de una flor de cerezo de cristal y en el centro una pequeña piedra de esmeralda. Llore como nunca, pero de felicidad. Le grite con mucho entusiasmo: “Si, si Naruto, quiero ser siempre tu esposa”. Lloramos juntos mientras nos besábamos y disfrutamos como nunca ese día.

Pasamos una vida llena de alegría, cada día era de pura felicidad... Hasta hace 4 meses... Mi amado murió en la casa de nuestra hija Hikari mientras la visitamos, de un paro cardiaco. Día en que yo me sentí realmente sola...

Pero hace unas horas sonó el timbre de la puerta, me levante de la mecedora y tome mi bastón, fui con lentitud a la puerta y al abrirla me encontré con un ramo de flores de cerezo, con mis manos temblorosas la tome con cuidado y vi la nota que decía: “Eternamente te amare, mi flor de cerezo”. Está vez la letra era impresa pero con el perfume que el usaba... Llena de dolor deje las flores con suavidad en la mesa y rápidamente llame a la florería, con un dolor inmenso en el corazón cuando atendieron lo exprese sin importar que pensaran de mi.

-¡¿Cómo se les ocurre hacerme está broma tan pesada?! -Grité por el teléfono.

-¿Señora Uzumaki? -Pregunto el florista con duda.

-¡Si soy yo! ¿Por qué me enviaron el ramo de flores como lo hacía mi marido sabiendo que ya no está? ¡Es una muy mala broma! -Se notaba mi enojo a gran escala.
-Dis... Disculpe Señora Uzumaki, esto no es ningún error, su esposo había pre-pagado muchos ramos de flores de cerezo para que usted los recibiera todos los años, en el día de su cumpleaños después de su muerte -Me contesto con nerviosismo el florista.

-¿En... En serio? -Sorprendida y temblando por la emoción.

-Si Señora Uzumaki -Dijo el florista con calma.

Con lágrimas en los ojos pronuncie un débil “Gracias” y colgué el teléfono. Atónita coloque las flores en agua y acariciando la tarjeta con ternura, fui a mi habitación a tomar un pequeño baúl algo viejo. Lo abrí con la llave que colgaba de mi cuello, allí estaban... Cada nota recibía con los ramos de flores, con cada último pétalo antes que se marchitara el ramo. Leí cada una y pronuncie con dulzura.

-Yo también te amare eternamente, mi Naruto.

Hace mucho tiempo, cuando la tierra era una misma, unida sin diferencia alguna, nació el dios Sol. Un hombre fuerte que daría luz y vida con su deslumbrante poder, él tenía que subir al cielo y vivir lejos de los futuros humanos para no quemarlos o lastimarlos.  Con el paso del tiempo él dio vida con ayuda de otros dioses. Todos lo conocían con el nombre De: Naruto, el dios sol, deslumbrante chico rubio, de ojos como el océano y sonrisa confiable.

Un día, mientras el miraba a la tierra con desdén, miró una joven… Delgada, de cabello rosa suave y piel blanca, ojos verde esmeralda, que lo cegó por un momento. Ella era la madre naturaleza, una diosa que gracias a él fue creada para dar vida silvestre en la tierra, nacida del un cerezo, el árbol más viejo de la historia, conocida como: Sakura.

El Sol, sin querer, sin darse cuenta se enamoro perdidamente de aquella flor de la tierra, tan ruda y frágil, tan ella.

Un día, él se armo de valor ¡Él se entusiasmó! Y decidió hablarle, desde el cielo decidió mirarla y ella, a tal inocencia y bondad se enamoro… Pero aquello era imposible, estaban separados por millones y millones de kilómetros y jamás se verían. Y eso los ponía tristes, se amaban, más no podían estar juntos. Así que un día, el Sol entregó su vida y su poder a cambio de pasar un día con su amada, solo un día para mirarla y tocarla, el Dios Sabio concedió su deseo y por primera vez pudo verla en un cuerpo humano, y aquel día se le nombro primavera, el día del nacimiento de la vida tras el invierno, el día del nacimiento de su amor.

Ante tal acto de amor, el Dios Sabio decidió darles otra oportunidad, conmovido por su cariño dijo:

Os dejare ser humanos, os dejare que se amen para siempre como siempre la primavera vuelve tras el invierno.  Reencarnaran cada cien años, más no recordaran nada. Se amaran cada cien años, más tendrán que conquistarse una vez más.

Y tras aquello, el Sol y la naturaleza olvidaron su pasado, olvidaron sus vidas y cada cien años nacía una niña y un niño destinados a amarse para siempre…





--¿Y eso es verdad, mami?—Preguntó un niño, de cabello negro corto, ojos oscuros, sentado sobre sus piernas, acariciando el vientre grande de su madre.
--Claro que sí, cariño… --le contestó su madre--. Es un mito que no muchos conocen, pero estoy segura que muy pronto volverán a nacer.
--¿Y como sabré que son ellos?—Le preguntó el pequeño.
--Por que ella es como el cerezo, y él como el sol—Le contestó besando su mejilla--. Descansa Itachi.
--Descansa, Mami—Le dijo dejando caer su cuerpo a su cama y mirando el vientre de su madre--. Descansa futuro hermanito, Sasuke. Espero que algún día tú los conozcas…
--Yo creo que si… --le dijo la mujer con una sonrisa--.Yo creo que sí.






Solo tienes que creer…

Me encontraba en el campo de flores, en primavera la zona se queda preciosa. Todo se llena de colores alegres y la vista disfruta viajando por la hierba fresca y adornada por las luces del sol.

Una niña pequeña, con un curioso color de cabello rosa como algunas flores, siempre se pasaba por aquí. A veces me observaba sonriente y hablaba al aire sin parar. Le gustaba reposar en el pasto.

Casi siempre se pasaba por aquí a la misma hora, recogía flores y se iba con la llamada de su madre.

Un día, que amenazaba con ser como otro cualquiera, la chica volvía con sus labores de entretenimiento, por otro lado, un niño de su misma estatura (y posiblemente con los mismos años) llegaba desde la otra punta volando una cometa.

Al paso que iban acabaría atropellándola si no se apartaba. Sin embargo, el hecho nunca llegó a pasar. Ni siquiera se acercó a lo pensado.

La cometa voló alto perdiéndose en una nube, el niño rubito y de ojos azules se había quedado paralizado (consiguiendo cambiar milagrosamente su color de piel por un rojo carmesí) al ver a la pequeña.

Ella no se dio cuenta de su presencia hasta que el joven trató de huir nervioso por haberla visto. Al chocar su azul celeste con el verde intenso que poseía la chica se sonrojó aun más. Al ver su rostro se preguntó si estaría bien, tal vez tuviera fiebre.

El joven se dio a la fuga hasta llegar a las faldas de su madre, tal cual lo haría un niño de su edad estando enamorado.

Desde entonces, la misma persona que perdió la cometa espiaba a la pequeña desde un árbol. Sonrojado, la observaba pero nunca se acercó a hablarla, hasta que un día, la niña se atrevió a conocerle mejor.

-Hola, ¿Qué haces?

-¿Eh?-el pobre se quedo sin palabras. ¡No la había visto venir!

-Me llamo Sakura, ¿Y tú?

-N... Naruto.

-Encantada.-ladeó la cabeza a la hora de sonreír pareciendo aun más adorable, a causa de esto, el pequeño se sonrojó aun más.- ¿Qué hacías tras este árbol?

-Te miraba...

-¿Sí? ¿Por?

-¿¡Eh!? Es que... Yo... Me preguntaba que hacías.

-Recojo flores. Es para mi amiga, sus padres tienen una tienda de flores.

-Oh... Yo...-el pequeño no sabía dónde meterse, estaba más rojo que una cereza madura.

-¿Quieres ayudarme?

-¿Puedo?

-Claro.-sonrió.- ¡Ven!

La joven le tomó de la mano y le llevó hasta la zona de flores. A partir de este día jugaban juntos todo el rato, sobre cualquier cosa, siendo fútbol o recogiendo flores, a ambos le daban igual que hacer con tal de estar juntos.

Naruto se ponía rojo cada vez que ella le sonreía, no sabía que palabras usar para decirle que era la niña más bonita que se encontró nunca.


Los años habían pasado y no eran en vano, la niña se había vuelto en una gran chica, bella y hermosa. El chico se había pasado por aquí y parecía otro, se había vuelto fuerte y atractivo.

Pasaban por el sitio donde solían jugar de pequeños, solo que ni miraban al frente. Sakura leía un libro y Naruto escuchaba música, con el móvil en las manos cambiaba de canción hasta encontrar alguna de su gusto, posiblemente maldijera por no haber quitado las que no le gustaban.

Sakura no vio venir al chico y chocó con él, éste; haciendo gala de sus buenos reflejos, la tomó de la cintura antes de que cayera al suelo.

Cuando el azul símbolo de la tranquilidad y el verde signo de la esperanza se encontraron, los orbes de éstos se abrieron sorprendidos y dos corazones se juntaron.

-Tú... Eres aquella niña...

-¿Naruto?

El cielo derramó algunas gotas, mojando la cara de los chicos y los pétalos de mi tallo. Desde el suelo veía como sonreían sinceramente, como hojas movidas por el viento esperando a cruzarse con su alma gemela en el aire.

Los dedos del chico me arrancaron lentamente, posteriormente me introdujeron en los cabellos sedosos de la joven, siempre me interesó saber que se sentía al tocar un pelo rosa.

Preferiría ser una flor en la cabeza de una bella joven antes que una más en un campo, que tarde o temprano se marchitaría.

Aunque ahora solo me emocionaba saber que se habían reencontrado. Seguramente no viviría para contarlo pero si para juzgar que estarían...

Soy una chica de preparatoria, 16 años, cabello rosado y ojos verde jade. Tenía que acudir a un examen muy importante para pasar de grado y fue allí donde te conocí, mi príncipe naranja. Iba corriendo por el pasillo en el momento en que me choque con alguien, todos mis apuntes volaron por encima de nuestras cabezas. Te levantaste y me tendiste una mano para levantarme.
-¿Estas bien?

Levante mi mirada y te encontré, aquella hermosa mirada azul, un azul profundo e intenso capaz de hacer que me perdiera. Con tu ayuda me levante, me sacudí y saliendo de mi trance te respondí, con nervios provocados por tu mirada preocupada.
-Si no te preocupes.

Me sonreíste y me ayudaste a recoger mis apuntes, después de aquello te despediste de mi alegando que tenías algo importante que hacer. Me quedé un rato mirando como te marchabas, sin darle ya importancia al tiempo, en aquel momento pensé en si algún día te volvería a ver, pero la campana me despertó de mis ensoñaciones.

A los dos días de haber hecho el examen nos dieron la nota, había sacado un 7.5 lo cuál no era mi nota general ni en broma, mas sabía bien porque no había sacado más nota, el estuvo en todo momento en mi cabeza sin dejarme concentrarme. Saliendo de aquel bullicio de gente volví a verte y un sonrojo se posó en mis mejillas haciéndome entender que aquello de días anteriores había sido un flechazo, provocado sin bien yo lo quise creer así, por el ambiente primaveral.
Me acerqué a ti, decidida a conocerte mejor y algo me llamo la atención, pantalones naranjas... ¿de quién me suena?
-Ohayo Sakura-chan – Te volteaste y me saludaste, además me conocías – No te acuerdas de mí ¿a que no?

No sabía que decir, no caía en quien eras hasta que me enseñaste una pulsera de tela anudada en tu muñeca. Me miraste tiernamente y con gran dulzura me dijiste – Te prometí que volvería.
Te abracé fuertemente, llorando en tu hombro y recordando hacía 9 años atrás.

*Flashback*
Dos niños, un pequeño de ojos azules y cabello rubio y una pequeña de ojos verdes y cabellera rosa, se encuentran jugando en el parque y un hombre de cabellera rubia se acerca al pequeño ojiazul.
-Naruto tenemos que irnos, despídete de Sakura.

El pequeño se despide su amiga en un abrazo y le pregunta a su padre cuando volverá a jugar con ella.
-Puede que en un tiempo no volváis a veros - Minato agachó la cabeza apenado – Lo siento.

Esto hizo que Sakura estallara en llanto a lo que el pequeño rubio le abrazó y le hizo una promesa- Sakura-chan te prometo que volveré y cuando eso pase te buscaré, sin importar donde estés – Ella le miró parando de llorar - ¿Me lo prometes? - Naruto le dio un beso en la frente y le sonrió – Te lo prometo.

*Fin del flasback*

Ahora estoy nuevamente con él, con mi lindo idiota. Y todo fue gracias al destino, que quiso juntarnos en aquella mágica primavera.

Miro la banda rosa que tengo entre mis manos. Luego poso mi mirada sobre el rubio. ¿Taparme los ojos? Sí, eso me ha pedido, así, por las buenas. Con la ceja arqueada, le dejo que vea mis dudas. Sé que no puede ser algo excesivamente malo, Naruto no es así y me lo ha demostrado en tantas ocasiones que ya he perdido la cuenta. Su "Es una sorpresa" es suficiente para convencerme. Asiento y le tiendo la venda, que él toma entre sus manos y con sumo cuidado la coloca obstruyendo mi visión. Oigo un sutil "Vamos" antes de notar cómo me empuja para que camine hacia delante. Me dejo guiar, sin prisa pero sin pausa hasta que finalmente paramos. Una suave brisa estremece mi piel levemente y un suspiro se hace eco en lugar, aún desconocido para mí. De repente una fuerte claridad me ciega y tengo que parpadear repetidas veces para acostumbrarme de nuevo a la luz. Cuando por fin puedo ver, la vista me abruma completamente. Muchos árboles de cerezo, tantos que no puedo contarlos, se presentan ante mí, con sus flores completamente abiertas y brillantes. Algunos pétalos salen volando, mientras que la brisa mece mis cabellos del mismo tono que esas flores.
―Es hermoso ―murmuro en tono bajo.
―No más que tú. ―Es su respuesta y la odio, odio cuando hace eso. Mis mejillas se enrojecen y trato de disimularlo, pero sé que es inútil.
Y allí permanecemos, durante un tiempo que se hace imposible de contar, pero no importa, soy feliz así, a su lado.

En esa estación
Fue en primavera, o al menos eso recuerdo. Fue en esa estación cuando comencé a observarte  desde aquel hermoso día en que te vi en aquella banca de madera astillada, desde las sombras de un frondoso árbol. Me hipnotizaban  tus ojos claros y alegres,  el mirarte mientras leías, verte sonreír aun sabiendo que yo no era al quien iba dirigido ese gesto de felicidad, y sobre todo…El verte bajar la mirada intentando ocultar ese hermoso rubor en tus mejillas, que maravilla. Fue en Marzo, fue en ese mes, cuando comencé a darme cuenta de que sin querer me había enamorado de ti.

Tu nombre resuena en mis oídos y el sonido de tus pasos ligeros atrae mi atención. Corres hacia mí, o eso quiero creer. Pasas casi rozándome el hombro y yo volteo para ver a tu verdadera razón de aquel paso tan apresurado.
Hay veces en las que llego a odiar a tu mejor amiga, ella se lleva toda tu atención y he llegado a pensar que de mi te protege, pues la forma como me mira es casi como comerme vivo.
Y tú, ni te inmutas, apenas y te llegas a dar cuenta  de mi existencia, si no es porque tenemos unos cuantos amigos en común, jamás llegaría a hablarte.

                                                       ~o~

Fue en Abril cuando decidí dar el primer paso. Había llegado el momento de que yo como el hombre tomara la iniciativa y por fin supieras lo que causabas en mí.

Camine lentamente, me acomode la costosa chaqueta de cuero que había accedido a comprarme solo para esta ocasión. Mi billetera ahora estaba literalmente vacía, sino es que encuentro uno que otro centavo.

Pase mis dedos por mi cabello despeinándolo un poco más de lo normal y saque del bolsillo de mis vaqueros negros un pequeño sobre.  

Estabas recargada en tu casillero sosteniendo unos cuadernillos, hablabas con una chica un poco más baja que tú. No quise interrumpir y considere el regresar a donde debía estar, fue muy tarde porque me viste de reojo y la chica con la que charlabas volteo a verme, ella como tu rubia mejor amiga, no tardo nada en mirarme como si quisiera matarme.

Le sonreíste y tocaste su hombro, ella se fue en dirección contraria a la mía. Me viste pero no te retiraste como lo habías hecho muchas veces.

-Eh… S-sakura, hola — Te salude un poco nervioso

-¿Hola? — Respondiste algo confundida

-Si…este — rasque mi nuca y arqueaste una de tus finas y hermosas cejas –
¿Tienes planes para hoy? No ahora, bueno…si ahora pero no tan pronto

-Naruto…

Oír mi nombre pronunciado por tus labios y con tu dulce voz fue más que un regalo divino. Casi muero y también casi tengo un derrame nasal. Me aclare la voz porque seguramente si te contesto ahora se escucharía como toda una fangirl.

-¿Sí? — Mis labios temblaron ligeramente

Me ilusione de más al ver tu sonrisa sincera, creí por un momento que era dirigida a mí. Pero, al escucharlo decir tu nombre…mi oportunidad de 1 a 5 se disminuyó lentamente a cero, sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo

-Tengo novio — murmuraste, casi un susurro. No tarde en sentir la pesada mano de sasuke en mi hombro.

-Hola, Naruto. Veo que ya te has enterado de quién es mi novia — Dijo él. Mirándome sin la más mínima vergüenza, sin pena. Ahí estaba esa mirada de disculpas, y pensar que hace unos segundos lo consideraba mi mejor amigo, él sabía que yo te amaba. Y ahora supongo…Que tú también ya lo sabias.

Entonces… Fue en abril, cuando rompiste mi corazón.
                                                    ~o~

Mayo fue el mes en el que decidí superarte. No más mirarte de reojo, no más planear conquistarte. No más.
La chaqueta de no más de 300 dólares fue a dar a un albergue, solo por caridad y por puro capricho, si veía esa chaqueta todos los días en mi guardarropa jamás lograría olvidarte.

Me había vuelto más serio, frívolo, irrespetuoso. Me había acostumbrado tanto a mi forma ser que hace tiempo había dejado de sentir asco hacia mí mismo, lo único que yo quería era olvidarte y si para eso tenía que dejar de ser quien yo era, lo haría, nunca había sido mi intención lastimar a una mujer y sin embargo ahora lo hacía con bastante frecuencia

Mis pasos ya no eran lentos y torpes. Ahora eran más rápidos y seguros, más ligeros y menos escandalosos. Mi presencia dejo de ser totalmente desapercibida para convertirse en una imponente.

Y tú, bueno, tú seguías con él, y yo estaba seguro de que él ya no era tuyo, y aunque me duela admitirlo, yo hace tiempo que había dejado de serlo.

                                                         ~o~
Los primeros días de Junio fueron una patada en el trasero para mí. Habías terminado con sasuke, y él ahora estaba coqueteando con todas a las que yo pretendía enamorar.

Me acerque a donde estabas con una sola intención, pediste hablar conmigo y yo solo quería hablar contigo unos momentos. Mirabas hacia el suelo, tus dedos moviéndose nerviosamente. Y por  un momento, mi corazón volvió a dar saltos como cuando te amaba.

Trague saliva y me senté a un lado tuyo, en la misma banca astillada desde donde yo te observaba.

-Sakura — murmure y tus hombros apenas y se movieron

Volteaste de nuevo a verme, y en tus ojos vi tristeza. Quise volver a amarte como lo había hecho antes. Pero era imposible.

Tomaste mi mano y la apretaste fuertemente — Me mudare — dijiste — y solo tenía esta oportunidad para decírtelo.

Mi corazón latía rápidamente, me sentí indefenso, como cuando aún era un tonto.

-Solo quiero darte esto — extendiste un sobre. Te levantaste y me diste la espalda — fue un placer haberme enamorado de ti.

Creí por un momento haber escuchado mal, creí que bromeabas, pero lo decías tan sinceramente. Sonreí y te vi marcharte con los brazos en la espalda.

-Fue un placer también — murmure a la nada.

 
             Fue en primavera, cuando me enamore por primera vez.

 

El aire de primaveral cambia muchas cosas, te trae el aroma de las flores y te regala el sonido de la voz de otra persona hasta tus oídos. El aire primaveral, es algo que no suele presentarse muy a menudo, pero se dice, que se presenta solo cuando dos corazones puros se encuentran



28 de Marzo

- Mami, ¿A dónde vamos?- Pregunto una pequeña de rosáceos cabellos.
-Pequeña, ¿Enserio no tienes idea de que día es hoy?- Le pregunto su padre.
-Etto…- La pequeña se llevo su dedo índice a su barbilla, poniendo así una pose pensativa-  ¿Inicio de Primavera?- Respondió dudosa.
Sus padres no pudieron reprimir una risilla.
-… No, Sakura, no, Primavera comenzó el 21 de Marzo, hoy es 28, ¿No te suena el nacimiento de “Alguien”?- Le dijo su madre.
-¿El nacimiento de alguien? ¿Quién es “Alguien”? Tiene un muy extraño nombre…-
Sus padres solo la miraron con una gota en la cabeza, en definitiva, Sakura no recordaba que hoy 28 de Marzo, era su cumpleaños.



- ¡Feliz cumpleaños! Gritaron felices un cumulo de personas.
-Mami…-Susurro una Sakura de 7 años halando el vestido de su madre- ¿Hoy cumpleaños “Alguien”?-
Obviamente, la pregunta desconcertó a todos.
-No Sakura, eres tú la del cumpleaños…- Le dijo su padre.
-  ¿¡Me cambiaron el nombre!?- Grito asustada.
-No Sakura, con “Alguien” nos referíamos ti, solo queríamos guardar la sorpresa- Le contestaron.
-Ah… Qué alivio…
- ¡Sakuraaa-Chaaannn!- Grito mientras se le echaba encima  a la niña un rubio hiperactivo.

Consecuencia, ambos cayeron al suelo.

-Sakura-Chan… Feliz cumpleaños- Le dijo rápidamente el rubio abrazándola.
-Gracias… Por recordármelo, Naruto-Kun…-
-Ten, Feliz cumpleaños- Le dijo entregándole una pequeña cajita blanca con un listón rojo. Sakura no dudo y la abrió rápidamente viendo que dentro de ella, había una pequeña pulsera plateada con un dije en forma de Flor de Sakura.
-Es… Es precioso…- Susurro.
-Mama dijo, que como tú naciste en  primavera sería algo lindo poderte regalar algo que te conmemore, así que no dude en regalarte algo de seguro te gustaría…
-Es, es hermoso ¡Gracias!- Le grito abrazándolo.
-  Eh, ¡Naruto! ¡Sakura! ¡Vengan, ya vamos a comenzar a jugar!- Les grito Kiba desde lejos.

Al ser la fiesta en el campo, había demasiados lugares donde esconderse, así que, para equilibrar un poco el juego de “Las escondidillas” se pacto, que en la ronda de desenlace (Que era la que estaban jugando) Los niños buscaran a las niñas en un tiempo de 10 minutos, si lograban encontrar a todas las niñas ellos ganaban, así y viceversa.



Habían pasado ya 5 minutos, y ya la gran mayoría de las niñas participantes habían sido atrapadas. Se veían unas a otras y pensaban – “ ¿Cómo se nos ocurrió escondernos todas juntas?”—Por otro lado, los niños casi se saboreaban la victoria, solo quedaba una enemiga a quien encontrar, la cumpleañera: Sakura Haruno.
Para evitar una trampa de “Las fastidiosas” los niños optaron para mandar a solo uno de ellos, específicamente el rubio de ojos azules, Naruto Uzumaki, pues aparte de ser de confianza, era quien mejor concia a la de cabellos rosas.
Sin nada que decir, más que esbozando una sonrisa, el rubio salió corriendo sabiendo justamente a qué lugar dirigirse.

-¡Te encontré!- Grito Naruto poniendo sus manos sobre los hombros de Sakura
-¡Ahhh! –
-Shht… Guarda silencio Sakura-Chan, no querrás que te encuentren, ¿Verdad?-
-¿Eh?- Susurro quitando la mano de rubio de encima de su boca.

-Si mira… Como decirlo… “Sakura-Chan, me gusta tu cabello y tu personalidad, toda tu me gustas….No, no, no… Sakura-Chan, eres tan hermosa como las flores de primavera, no, no ¡Eso menos, ella es aun mas hermosa!... Sakura-Chan, eres la niña más linda que existe, todo en ti en lindo y quiero que sepas que me gustas mucho… ”
El rubio negó con la cabeza varias veces, poniendo en orden sus pensamientos y así poder hablar de manera coherente. Pero algo que no sabía, era que no lo  había pensado, si no que realmente lo había dicho en un tono más bajo. Un tono, lo suficientemente alto como para que Sakura lo escuchara.

-Sakura-Chan, creo que deberíamos regresar… Esta corriendo aire helado…- Le dijo el rubio.

Al no recibir respuesta, Naruto voleo a verla.
Pero… Cuál fue su sorpresa, al ver a una Sakura roja de toda la cara.

-¡Sakura-Chan! ¿¡Estas bien!? ¡Estas toda!, roja!- Le grito Naruto, provocándole aun mas enrojecimiento.
-Naruto…Naruto-Kun… Regresemos a la fiesta…
-¿Eh? Oh sí, bueno, ¿Unas carreras, haber quien llega primero?- Le pregunto.
- ¡Hai!- Contesto
-Bueno, 1, 2 ¡3!- Al contar 3, el Oji-Azul salió corriendo dejando a una Sakura en medio del bosque rodeada de arboles de cerezo.
-Tú también me gustas… Naruto-Kun…- Dijo al momento que salía corriendo detrás de el rubio.



El aire primaveral, le había permitido a una pequeña niña, saber lo que escondían los pensamientos del amor. El aire primaveral, le dio el más grande de los regalos ese día: Una confesión de amor.