Realidades (TP)

Estaba siendo un día de lo más extraño. ¿Conocéis esa sensación de levantarse con el pie dormido?, pues imaginaos el cuerpo entero, dattebayo y así no creo que os enteréis de lo que os digo.

Hoy, Sakura-chan y yo quedamos para entrenar. Como soy un desastre, el despertador ha sonado dos horas antes. Vale, igual no os importa, pero es que Sakura-chan me gusta mucho y cuando trato de quedar con ella me gusta ir lo más guapo y arreglado posible. Vale, sólo tengo un chándal, pero ya me diréis que haríais vosotros siendo pobres.

Claro, dos horas antes y con sueño, pues ya os contaré, he terminado llegando tarde. Así que cinco minutos antes de la hora a la que habíamos quedado, me da por despertarme, mirar el reloj, darme cuenta de que me van a matar y salir disparado de la cama para medio arreglarme.

Corro hacia el baño y cuando llego y me miro al espejo, no me veo. Veo a un Naruto con el pelo negro y los ojos azules… Me froto los ojos y él me imita. Nos miramos extrañados. Es mi reflejo pero no lo es.  No hubiera sabido deciros en ese momento. El caso es que pienso que igual se me fue la mano con el ramen anoche y decido ponerme el chándal. No dejo de mirar a los cristales y le veo reflejado a él, aunque puedo ver cómo se pone las sandalias al igual que yo. Pensaréis: es tu reflejo, claro que lo hace igual que tú. Pues no, no era mi reflejo. Algo me decía que le pasaba algo extraño a mi vida aquel día.

Salgo de cosa corriendo e intentando no pensar en ese chico. Sin embargo, cuando paso saltando por los tejados y me fijo en los cristales, le veo a él que también corre. Pasa un rato largo y por fin dejo de ver reflejos. Bueno, anoche llovió. Me fijo en un charco y veo también como él se fija. Es muy extraño, dattebayo.

Cuando llego me encuentro a Sakura, está enfadada. Dice que no ha venido aquí para que la haga esperar, pero al final, acepta y entrenamos juntos. Bueno, como no os interesa, porque sois unos cotillas, no voy a decir nada más de eso.

Ya es de noche, y hoy nadie quiere cenar conmigo. Es triste, pero es lo que pasa cuando se está solo. Llevo toda la vida solo, pero bueno, te acabas acostumbrando. Lo peor no es volver a casa, es estar obsesionado con que pasa algo.

Me he estado fijando todo el rato en los cristales, espejos, charcos, cualquier superficie que refleje. Y ahí estaba con él, y además con casi las mismas personas. En vez de ir con Sakura-chan, la cual se ha marchado a mitad de camino, recordando que tenía que hacer “algo” que no me ha dicho, iba con Hinata, una que nunca he creído ver. Para ser sinceros, iba hecha una fulana. Él pasea con ella al igual que yo con Sakura-chan. Bueno, ¡esto no puede ser mi reflejo!, pienso asustado.

Regreso a casa y veo mi casa a oscuras. Hogar dulce hogar. La cama estará deshecha. No hay nadie esperándome… En fin, como es mi vida. Sin embargo hoy, si eso me deprime alguna vez, hoy no era ese día. Me centró en fijarme en ese extraño Naruto de pelo negro. Casi parece que es igual que yo. Me quedo mirándole en el espejo y se va. Cambio de ángulo para ver otro lado de la casa, mi casa está oscura, la suya no. Y entonces, se me rompe el corazón.

“Mamá” “Papá” pienso. Veo cómo él mueve los labios mientras que mi madre le prepara la cena y mi padre ayuda a mi madre. Vale, esto no es normal. Pero sigo mirando esa escena familiar. Si hace dieciséis años todo hubiera sido diferente, ahora yo sería ese chico y ese chico sería yo. Le veo feliz mientras cena y les sigue contando su día. Igual, sería yo quien les contara lo que he hecho con Sakura-chan, porque… bueno, a vosotros no os importa. Eso son secretos nuestros. Por un momento creo que me mira. Parece señalar al cristal del salón que veo por el espejo. Me indica que vaya al salón.

Por todos los Hokage, ¿le voy a hacer caso a mi reflejo? Creo que sí.

Entro al salón y entonces se encienden las luces. Cinco personas me gritan: ¡SORPRESA! Sakura-chan se acerca a mí y me entrega un regalo con una ligera caricia imperceptible en nuestras manos cuando nos rozamos. ¡Dattebayo, que hoy es mi cumpleaños! Junto a ella está Kakashi, Sai, Yamato e Iruka. Me fijo en el cristal y veo como el otro Naruto también celebra su cumpleaños con sus padres. Me guiña un ojo y yo sonrío.

Existen infinitas realidades con infinitas combinaciones entre ellas donde existen infinitas variables, pero ésta es la mía y aunque habría aspectos que cambiaría, me gustaría. Miro por último al espejo y me fijo un poco en Minato y en Kushina, los del otro espejo. Vuelvo a sonreír. Yo soy Naruto.