Shingeki no Suisei Kyoga (巨大彗星) || El Avance del Cometa Titán || [Kakashi Hatake 1 (Ep.Numero 4)] [c] [+18] [23/7/13]

Desde que el hombre pobló la tierra, sembró la destrucción y cultivó la muerte. Aquellos que ansiaban poder y no lo obtenían se volvían contra los suyos, la paz era un estado idílico, el conocimiento solo valía si podía transmutarse en poder, las riquezas eran mas valoradas que los propios fundamentos morales y éticos de una persona. Desde el Periodo Heian, hará mas de quinientos años, las naciones que conforman nuestro mundo no hacen mas que pelear por dos razones, territorio, que simboliza su poder, o por mera ambición causada por el poder. Así pues se llega a la opción indudable de que, si el mundo quiere la paz, debe de sacrificar al hombre.

Las naciones ninja se enfrentaron en varias guerras que siempre dejaron cadáveres, que siempre arrastraron sueños, que desgarraron almas, que pervirtieron niños y niñas, que ofrecieron a la muerte cosas que no tenían derecho a ofrecer, las vidas, las ilusiones, la esperanza, la humanidad. Cuanto mas crecía una nación, mas aumentaba el miedo sobre las demás hasta que se crearon las villas ocultas. También denominadas como aldeas ocultas nacieron con propósitos fijos, drenar el abuso de poderes y administrarlo de forma legal, democrática y honorable; crear un sistema de defensa que proteja a toda la nación natal y sobre todo, hallar la paz. De esa forma surgieron los shinobi, unidades estratégicas con capacidades especiales, usando acopio de una energía vital conocida como chakra el individuo es capaz de crear multiples habilidades, al final un ninja sirve a su nación si no se corrompe y queda relegado por nuevas generaciones que siempre buscan la paz. Bonito ¿eh? Pues todo eso, no es mas que una parte minúscula.

Antes de la llegada de los ninjas, ante el hombre y en sus intentos por controlar a la naturaleza, Kami creó a una criatura, Juubi, el Dios Demonio que asediaría al hombre para recordarle que él no tenía derecho a eliminar parte de la creación del mismo padre que era Kami. Sin embargo, eso no funciono y aunque Juubi luchó contra los humanos eso no cumplió la frase "cuando la humanidad tenga un enemigo común, se unirá". Por tanto Kami decidió darle una recompensa, dicha recompensa fue escindida en nueve partes, como del mismo modo fue dividido Juubi, la recompensa se llamó "Tiempo". El Tiempo se convirtió desde aquel momento en el enemigo mas letal que siempre tendría el hombre, no importaba que el hombre se matara entre ellos, al final todos reconocían que aquella obra era de Tiempo. Sin salida, sin escape.

Tiempo no era mas que la subdivisión del mayor enemigo del hombre, Juubi, asi que en cierta parte, el Dios Demonio siempre estaría ahí, vigilando que el hombre no se destruyera entre ellos y que siempre temieran a algo mas grande porque siempre había una posibilidad de que alguien, por estúpido que fuera, pretendiera acceder a Kami y ese era un riesgo que no podía aceptarse. Los fragmentos de Juubi cobraron vida, denominados como Bijuu eran criaturas terribles, hostiles y que no daban tregua a los hombres, y asi siguieron siglos tras siglos. Escasos, e inclusos enfrentados entre sí, comenzaron a hacerse menos visibles, a desaparecer y esperar y dirigidos por Kami, aplacarían al hombre cada vez que pensara que podía ser Dios mismo. Los siglos pasaron y el hombre no aprendió y quizás nunca lo haría. Desde el cielo y sentado sobre su trono de oro observó como su creación seguía obstinándose, seguía creyendo que podía ser mas que él. Él que les había dado la vida tenía que sufrir sus maldiciones, sus malos sentimientos, su rencor, su egocentría y decidió ignorar sus peticiones de ayuda. Su corazón que antaño se alimentaba de bondad y nobleza lloraba sangre y decidió dejar al nombre por su cuenta que se mataran entre ellos. Escondió los fragmentos de Tiempo por toda la Tierra y obligó a los Bijuu a defenderlos a muerte, ellos serían siempre inmortales, los humanos, en cambio, tenían la mejor de las virtudes, la mortalidad.

Durante siglos el hombre estuvo abandonado de la mano de Dios, de Kami, de su creador, de su Padre. Pero a nadie le importa ya, el hombre olvidó a su dios y ahora pelea por poder, pelea por un titulo, pelea por riquezas y pelea por violencia, el hombre solo sirve para matar y eso, eso es algo indudable. Someter, o ser sometido. Asesinar o ser asesinado. Esta es, amigo mio, la historia de un mundo que fue sentenciado, hace miles de años. ¿De parte de quien estas tú? ¿De los Shinobi? ¿De los humanos quizás? ¿De Dios? Da igual.

Dios se levantó de su trono. Dios dejó caer su sabana eterna como el manto celeste. Dios se sentó en el suelo. Miró a su creación y lagrimas de tristeza llegaron. Alzó su mano magistral en el cielo que amparaba a su mejor y terrible creación y un destello se apreció. -Creedme. Creedme. Lamento esto. Pero...no hay otra opción. Os olvidasteis de quien os dio la vida y eso significa. Significa. Significa que no la queréis. -fueron sus palabras antes de escribir en el destino el Tiempo en el que la Humanidad, civiles, militares, políticos, shinobis, daba igual, en el que la humanidad simplemente, desaparecería.

 

Su pecho se contoneaba como el mar, en un proceso melódico, rítmico y constante, arriba y abajo, abajo y arriba, su respiración se entrelazaba con el olor de su cuerpo, con el calor del sol y con el desgaste del ejercicio así se repetía, una y otra vez, durante incesantes horas y daba igual, a nadie le importaba, había un objetivo en mente y no conseguirlo no estaba en las opciones permitidas. Es más, no debía de ser una opción, el fracaso para un ninja no era nada honorable y aunque no se pudiera ser perfecto seguir la perfección debería de ser algo bueno, cuando en realidad no lo era.

Los arboles seguían el movimiento del aire y su cabello rosa como la fruta del dragón que descansaba en sus hombros no dejaba de moverse como lo hacía todo su cuerpo. Se encontraba oculta pero al mismo tiempo en movimiento tratando de concentrarse en su objetivo, que, aunque no fuera real. Aquellas ramas servían para que pudiera volver a respirar, su garganta ansiaba aquel líquido invisible, intangible y gaseoso que era el aire. Su rostro se encontraba iluminado por el sudor que lo recorría no por nada estar en el grupo siete, y mas concretamente con el Jounnin Kakashi no era un juego de niños precisamente, no al menos tras tantos años. Algo cruzó el aire, un silbido, agudo como el canturreo del pájaro jilguero, escudriño su mirada al frente y percibió algo moviéndose.

Su cuerpo respondió con la rapidez esperada y se dejó caer hacia el suelo, cayendo durante breves instantes para impulsarse con la planta de sus pies a la rama en la que hace varios segundos se apoyaba y salir disparada a otro árbol cercano pero lejos de quedarse ahí comenzó a rebotar entre aquel cumulo de madera viva que había. -Vamos Kakashi, tras tanto tiempo no esperabas pillarme con eso, ¿verdad? -le preguntó en un susurro al aire aunque no tuvo respuesta alguna. Sin embargo, eso no era del todo cierto, otra persona desde un lateral cargó hacia ella, armado con una katana cruzó las distancia que los separaba bastante rápido e intentó atravesar el costado de la chica, aunque ella pudo desenvainar un kunai y defenderse dada la velocidad y fuerza de su atacante el kunai salio disparado pero por fortuna pudo retroceder y evitar un segundo contragolpe. El joven tenía su misma edad sin embargo parecían dos polos opuestos mientras que ella podía mantener una apariencia fría y seria el otro parecía ser un tempano permanente de hielo que solo se descongelaba por la ira y la rabia, oh si, y la furia y frustración. Compañeros de equipos pero muy distintos lo que los unía aun mas.

Ella cayó al suelo de pie y observó a su compañero descender de igual modo, metió su mano en el portaobjetos que llevaba haciendo ademan de sacar de nuevo otro Kunai. El pelinegro colocó la espada de forma horizontal y usando el chakra en sus pies incrementó su velocidad aun mas, la pelirrosa por el contrario cargó en su puño una cantidad visible de chakra que adoptó un color azulado, golpeó el suelo y lo resquebrajó como si fuera una vasija de cien años de antigüedad, sin esfuerzo aparente. El chico consiguió esquivar el impacto directo de los trozos mas grandes pero a consecuencia tuvo que retroceder y para cuando quiso darse cuenta tenía a la ojiverde sobre él, cargando chakra en su puño derecho y aunque trató de devolverle el golpe el impacto fue tremendo, se produjo una onda expansiva y el Uchiha salió despedido varios metros atrás, destruyendo con su cuerpo un par de arboles.

-Te pillé. -se escuchó al fondo de aquel denso campo de entrenamiento, cuyos arboles no dejaban ni pasar la luz, antes de que un par de hilos se ataran a la pierna de Sakura y condujeran una descarga eléctrica que la tirara al suelo totalmente inmovilizada. De la nada aquella voz trajo consigo una figura, alta, delgada, con un pelo platino y una máscara, además de una ropa ninja típica en alguien de nivel. -Veamos, tengo a la chica, y el chico... -movió el único ojo que quedaba al descubierto y tras ver el terreno y que había contemplado la escena caminó con total tranquilidad hacia el joven. -Sasuke, si no te conociera diría que quieras ser pateado, sabes que no puedes ganarle en un combate cuerpo a cuerpo. Simplemente no eres la Godaime. -le dijo levantándole del cuello de la camisa, sin embargo al cogerlo se transmutó en un tronco de madera. -¿Un henge? -preguntó antes de notar algo afilado en su cuello y el aliento cálido de su alumno tras de él.

-Mentiría si dijera que no quería ganarle, pero me sirvió como truco. -retiró el Kunai que amenazaba la vida de su maestro y este suspiró con lentitud.

-Un truco barato, esperaba algo mejor. -dijo encogiéndose de hombros aunque esa sencillez, ese viejo truco era algo que él hubiera usado y a mucha honra. Se encaminó hacia la chica y le retiró aquel hilo y después le tendió la mano y por cómo se movió su máscara, sonreía. -Arriba. Os habéis ganado un descanso, lleváis cinco horas con este juego así que tenéis el día libre. -ambos jóvenes se miraron los unos a los otros, el día libre... ¿así como así? Cinco horas no era lo usual, era menos de lo normal. -Tenéis una oportunidad para correr u os hago limpiar toda la aldea con un cepillo de dientes. -y cuando volvió a mirarles simplemente habían desaparecido. -Bien, ya puedo ir preparándome para mi cita. -se dijo con una sonrisa antes de marcharse.

Aquello no era normal, y la chica lo sabía. Algo debía de pasar muy importante, o nuevo en la vida de Kakashi para que él les diera el visto bueno a abandonar el entrenamiento ignorando lo muy cansados que estuvieran, cuando otras muchas veces hasta que no conseguían algo en especifico que él quería no les dejaba siquiera respirar si no era necesario. Para ella Kakashi no era un maestro común, recordó la primera vez que lo vio y siempre le pareció una persona extraña, ciertamente lo era, pero reconocer que no era sino el ninja mas habilidoso de la categoría Jounnin y quizás más por encima de la media, tenía sus manías, como todos, pero se había acostumbrado demasiado rápido a su actitud. El otro joven era su amor platónico, platónico porque simplemente jamás había recibido un sí, ni un no, si por Sasuke fuera viviría toda la vida callando si es de sus sentimientos de lo que se está jugando, sin embargo sabe que en el fondo hay algo que palpita por ella, o eso cree. No intentó más que evadirse del cansancio que tenía, de aquel calor sofocante que provocaba el Sol del Verano y dado que era mediodía optó por lo más sencillo y que su cuerpo gritaba en aquel momento. Bañarse. Así que se dirigió rápidamente a los baños termales, era lo que más le quedaba cerca, más que la propia residencia Haruno y se dejó inundar por aquellas aguas.

Como baño termal no era algo que destacara por sus lujos, al contrario de aspecto rústico era un gran emplazamiento dividido por unos cinco sectores, nada más abrir la puerta corredera te esperaba un pequeño pasillo que te conducía al mostrador. Tras dedicarle unas cuantas palabras a la encargada del lugar ella te cedía una llave para, dentro de los cambiares, obtener varias toallas con las que secarte y, si querías, un albornoz suave y fino, lo suficiente para que pudiera seguir pululando sin las instalaciones sin la necesidad de vestirte de nuevo. Desde hacía muchos años, aquella ancianita había visto de todo, y especialmente en la época del pervertido más grande que Konoha jamás hubiese visto por ello instaló hace mucho la prohibición de una terma mixta ya habían suficientes problemas en un edificio al que generalmente había que hacer cambios de suelo porque con la humedad siempre acababa bufándose como para además tener que preocuparse por cómo se divertían unos jóvenes, aunque si no fuera propietaria hubiera reído y sonreído ante esos actos, al fin y al cabo ella también fue joven.

La kunoichí avanzó por aquel pasillo de madera en silencio, llegó hasta el pasillo que se subdividía en dos salidas, por la izquierda o por la derecha. Optó por la segunda y entró a los cambiadores, se acercó a uno de esos asientos después de conseguir las toallas que estaban en su taquilla y comenzó a desvertirse. Tras muchos años el ejercicio se acoplaba a tu cuerpo si te dolía hoy en tres horas, mañana te dolería en tres horas y cinco minutos y después de seis años el dolor por desgaste se había ido acumulando y aunque nunca era agradable, era mejor que recibir una patada, por ejemplo. Su ropa descendió por su piel con gracia, sin enredarse, primero su camisa, luego la bandana que tenía en el cabello, sus pantalones y finalmente su ropa interior, sabía que no había nadie y en una terma tener reparos con tu cuerpo no era precisamente buena idea.

Estaba sola, pero en aquel momento no le molestó sino que fue al contrario, necesitaba pensar, aquella agua en movimiento, aquellas suaves burbujas que se formaban cuando introducía sus brazos y manos a la superficie de la terma.

Su cuerpo desnudo recibió con gracia aquella agua y abrió sus poros capilares, ella se dejó resbalar hasta que su pelo chocó contra el borde de la terma y el noventa por ciento de su cuerpo desnudo se hallaba entonces sumergido. Cerró los ojos y respiró profundamente. Necesitaba aclarar sus ideas porque simplemente no podía entenderse a si misma, ella decía que amaba a Sasuke y al mismo tiempo la actitud de este de indiferencia la mataba poco a poco, la enfurecía y ella callaba en silencio, ¿era acaso eso amar o era algo distinto? Si reflexionaba profundamente vería que en realidad no había cambiado desde que tuvieran 11 años, y habían pasado más de seis años, más de un tercio de su vida en la que jamás consiguió más que acercamientos superficiales y fríos. -Siempre hemos sido dos en el equipo... -reflexionó recordando, siempre faltó un alumno más en la academia para que se completara el cupo de 12 equipos con 3 miembros cada uno y en su caso eran los únicos que tenían dos integrantes por ello les dejaron el mejor de los jounnin y el más extravagante. -Y aun así... - introdujo su boca bajo el agua y lanzó diversas pompas de agua ahogando sus pensamientos más profundos.

Siguió con los ojos cerrados, recordando aquel día, cuando vio por primera vez a su amado, eran pequeños, apenas tendrían cinco años de edad. Iba con su madre, lo recordaba bien porque aquél día le compró un vestidito de color vainilla, estaban en el parque, ella aún no conocía a nadie de los niños que jugaban allí, todos eran pequeños hiperactivos que escapaban a su círculo de confort. Entonces fue cuando observó a un chico, su cabello negro llamó su atención, trataba de coger algo, creo que era un frisbie aunque no podía verse con claridad pues el tiempo había pasado y la memoria se disgregaba, entonces él lo cogía y se lo quitaban de las manos, entonces alguien lo tiraba y por aleatoriedad, golpeaba la frente de la pelirrosa. Eso explicaba el porqué de su apodo durante la infancia "frentona", él se acercaba a por el frisbie y le dedicaba una sonrisa, y desde aquel entonces no recuerda haberla visto más, no desde...bueno, desde aquella tragedia de su familia. Sin embargo aquel recuerdo cambió en su propia mente. Revivió momentos en los que ella simplemente parecía no haber participado, estaba en el suelo, gimoteando por el golpe, cuando de repente alguien se acercaba, distinguió un cabello dorado, escucho una voz que jamás había percibido, parecía melódica, aguda y puntillada.

"Ey, no llores, olvídate de ellos." Sonreía aunque no se apreciaba ningún rostro, simplemente la comisura de sus labios en posición de sonrisa y un cabello cuyo color brillaba por si solo. "No saben lo que dicen, tienes una hermosa frente" afirmó con seguridad, sintió tranquilidad en aquel instante. "Sí, te lo prometo, yo no miento" le tendió la mano como un saludo. "Encantado Sakura-chan"

Su mente comenzó un proceso de interrogatorio hacia si mismo, ¿a quien pertenecía aquella pequeña figura? Ninguno de sus amigos y conocidos, que habían sido siempre los mismos, correspondía a ese contorno, su pelo revuelto no era típico y aunque no distinguía su rostro, o sus ojos, se sentía totalmente confortada al ver su figura. ¿Sería alguien que conoció pero se marchó de Konoha? No podía ser porque toda su generación yacía unida.

Las imagenes cambiaron, se vio un cuerpo ensangrentado, mas definido, con colores allá por donde vieras, un árido paraje en el que las rocas destruidas taponaban el río y este se abría paso con fuerza, el viento frío sobrecogió su cuerpo pese a que en realidad debía de estar por los cuarenta grados, esa figura infantil fue descompuesta y apareció otra mas desarrollada, el ambiente apestaba a sangre e incluso eso le pareció familiar. Trató de observar su rostro, moviendose en el mundo onírico, no veía nada, su cabello seguía como su rostro, sin color, sin nada, simplemente brillaba, la nada que brilla, extraño.

"Prometí llevarte..." le decía a Sakura, aunque eso no podía ser porque él no podía verla por lo que al voltearse si distinguió otra figura, era Sasuke, su compañero, su aspecto estaba malherido, cansado y agotado pero derrotado no entraba en esas posibilidades. "Se lo prometí..." repitió. "Y...si tengo... si tengo que cortarte las piernas. ¡Lo haré!" Aquella sombra de sus recuerdos se disipó en una gran oleada de energía vital conocida como chakra que deshizo un recuerdo que ella no tenía.

-¿Que es esto? -se preguntó sin encontrar respuesta, quería salir de allí pero simplemente no podía.  

Fue en ese instante cuando se formó una puerta frente a ella, totalmente sólida, de colores caoba y con un pomo brillante. Trató de acercarse a ella pero cuando quiso avanzar una oleada de voces lo inundaron, eran la misma, cambiada solo por el paso de los años pero era identica a la de aquel niño y al de esa figura que yacía sangrando en el suelo y le hablaba a su compañero. "Tienes una hermosa frente" "Le traeré, te lo prometo" "Seré el mejor ninja que jamás haya existido, seré el siguiente Hokage" "Todo lo que hice por ti parece que lo olvidaste" "Confié en ti, luché por ti y me traicionaste".  Aquella mezcla de frases se unía a decenas de ellas, potentes, que resonaban en su mente y que doblegaron el cuerpo de Sakura haciendo que cayera a ese suelo oscuro de rodillas.

-¿¡Q...Quien eres!? -gritó y todas las voces callaron.

"Soy..."

Entonces cuando pronuncio su nombre, la mente de Sakura entró en shock y comenzó un proceso de protección ante algo que no estaba ahí, que no pertenecía a este mundo y que no era real, y como consecuencia, su nariz comenzó a sangrar a un ritmo vertiginoso y la inconsciencia llegó a su mente quedándose en aquel estado sangrante hasta que se ahogara, o hasta que alguien la sacará de ahí. Por suerte unos pasos secos en la lejanía, su nombre reverberante repetidas veces y la sensación de que todo se agitaba a su alrededor fue lo último que se llevó a aquella oscuridad llamada sueño que podía cobrarse algo más que unas horas en el hospital.

Pese a ser mediodía no había comido, y las expectativas de hacerlo tampoco entraban en sus posibilidades mas cercanas, desde hacía un par de días los papeles se habían instalado en su amplio despacho y ahora parecía mas el cajón desordenado de un quinceañero que el despacho de la mujer mas poderosa de toda la villa, sin embargo parecía bastante acostumbrada a aquel hecho. Descansaba su cabeza sobre sus hombros, inclinada hacia adelante y mirando de reojo aquella inmensa montaña de papeleo burocratico que amenazaba con caerse al suelo y esparcirse como una plaga de moho e invadir todo el suelo. Sus ojos miel dejaron de observar aquellos folios que no iban a solucionarse por si mismos y volvió su mirada a aquel fragmento cristalino que tenía entre sus manos, un vaso bastante corto, lleno de un liquido translúcido, lo movió con suavidad, jugando con el borde inferior del mismo y haciendo que el liquido casi se desbordara pero solo llegaba hasta el filo, jamas se desperdiciaba ni una sola.

-No irás a ninguna parte. -le habló con lentitud como si supiera lo que aquel líquido estaba pensando, de hecho dado su estado incluso podría haber imaginado que le contestaba pero Tsunade era conocida por beber demasiado siempre y al final eso hace que sea mas dificil pasar una linea que cada vez se hace mas amplia, su tolerancia al alcohol si no era total, se quedaba cerca. -Bueno, mentí. -confesó con una suave sonrisa antes de verter el contenido de ese vaso en su boca y con seco sonido dejar el vaso en la mesa.

Aquel sake no era el mejor que había probado de hecho era una mezcla entre colonia y un liquido frío que pasaba a ser caliente en tu garganta, hizo un gesto situado entre el desagrado y el disgusto, sin embargo ello le sirvió para reincorporar la postura y soltar un profundo y largo bostezo. Había estado las ultimas dieciocho horas trabajando en papeleo que era absurdamente innecesario pero su deber como Godaime era dirigir a la Villa Oculta de la Hoja y si eso conllevaba toneladas de trabajo, igual tuvo que pensarse aquello de aceptar un puesto tan responsable. Cogió unas cuantas hojas, unas de este montón y otras de aquel y otra de ese que parecía casi acabarse, leyó con suavidad los títulos y cuando no mentaban motivos económicos o hablaban de política adjuntaban hasta para lo mas simple, decenas y decenas de hojas. Había un documento llamado "Economía Bursátil de Konoha" por lo visto era un informe del sector comerciante que se quejaba de los altos impuestos en tanto en cuanto había muchos mas negocios en las mismas condiciones que cobraban menos, solo en datos adjuntos tenían aproximadamente cien paginas de números y números y mas números.

-Una cosa es ganarme el sueldo, pero esto sería como suicidarme. -se dijo, dejando entonces ese paquete de hojas donde no pudiera verlo. Uno de sus cajones privados fue la mejor opción pese a lo mucho que podía aburrirle aquello sabia que tendría que lidiar con eso tarde o temprano no era como un documento sin importancia que pudiera extraviarse, el mercado de tu ciudad es una de tus preocupaciones, sin mercado es difícil regir una ciudad.

Abrió el tercer cajón de su derecha, el ultimo y al abrirlo observó aquello que siempre guardó y que nunca se lo mostró a nadie, un colgante, con una piedra de color jade atada en forma de figura prismática, aquella joya de cristal causó una sensación ya vivida por anterioridad por la rubia, lo observó detenidamente mientras aquellos papeles estaban sujetos en la mano derecha de la Godaime, mantuvo la mirada hasta que su cuerpo se agitó desde su interior, recordando al ultimo propietario del colgante, desde aquel día juro que jamas le daría ese objeto a nadie, todo el que lo portara estaba destinado a morir. Dejó encima de él los folios y cerró el cajón de golpe. Fingiendo así que nada había pasado, que todo estaba bien. Acto seguido hizo un repaso de su escritorio, si iba a ponerse a trabajar, un poco mas "feliz" que hace un par de instantes, necesitaba su pluma estilográfica y el tintero para el sello de la villa, encontró ambas cosas bajo una pequeña casa de folios, ni era una casa realmente ni eran solo folios, entre carpetas ya firmadas y folios ya revisados se ocultaban ambos objetos y encontró otra cosa, una papeleta de un sorteo, el funcionamiento era simple, rascabas el contenido de la tarjeta y podían salirte diversos premios o como casi siempre, un "prueba otra vez" tras otro.

-Veamos que dice la diosa fortuna. -murmuró antes de sostener el boleto entre sus manos, lo sujetó con fuerza tratando de observar a contra luz el contenido de aquel rectángulo central que tenía que limpiar, no vio nada asi que simplemente cogió su pulgar y rascó, vertiendo virutas de aquel plastiquito al suelo.

Su semblante se puso serio, como si hubiera visto en aquel rectángulo no solo que no había ganado sino que ademan le sustraían de su cuenta diez mil yenes, sin embargo no era eso, era todo lo contrario. En la tarjeta ponía en letra mayúscula; "¡Felicidades, has ganado 100.000 yenes!" Y aunque cualquier persona normal hubiera salido corriendo a cobrar el boleto ella simplemente lo dejó caer al suelo, su rostro siendo entonces un poemario reflejaba temor, siempre que ganaba a cualquier juego, salvo quizás alguno que requiriera beber cantidades de alcohol a niveles industriales significaba una cosa, algo malo iba a pasar, no había una escala para saber si algo era una noticia mala o si era una terrible, pero cuando ganó 10.000 yenes en un sorteo le rompió todos los huesos a su ex-compañero de grupo Jiraya, por lo que ahora, un premio diez veces mayor podía ser una desgracia o ser algo menor. Aunque hizo ademan de levantarse hubo dos golpes en la puerta, rápidos, audaces y sonoros que precedieron a una figura familiar para la Hokage.

-Tsunade-sama. -la nombró su ayudante, Shizune mirándola a través de sus orbes oscuras.

-Shizune... -otra mala señal, que estuviera ella no le molestaba pero que justo apareciera tras ganar ese premio las cosas pintaban ir cuesta abajo y sin freno alguno. -¿Que ha pasado? -preguntó sin andarse con chiquitas y apartándose de su escritor.  -¿A quien? -también preguntó, algo iba mal, podía verlo en aquel rostro de su ayudante a la que tanto apreciaba, ella no podía engañarla y se le veía preocupada, lo cual acrecentó sus propias preocupaciones.

-Se trata de Sakura. -entonces el rostro de Tsunade se agravó mas.

-¿Que le ha pasado? -preguntó firmemente, como ordenando saberlo, la preocupación maternal volvía a aflorar. -¿Esta bien?

-Está en el hospital, la encontraron inconsciente, con una hemorragia severa. Está estable pero... -fue lo ultimo que dijo antes de que la Hokage avanzara hasta ella y saliera por la puerta, sin cerrarla, ahora esa era de sus menores preocupaciones, auxiliar a su alumna y comprobar su estado tenía mas importancia que otra cosa.  

Con paso raudo recorrió el interior de la torre de los Hokages y salió al exterior, su mente no dejaba de estipular miles y miles de preguntas, ¿la habían atacado? Su alumna debía de ser capaz de defenderse a niveles casi igualitarios que los de su maestro, confiaba en que cualquier persona que se hubiera enfrentado a ella simplemente hubiera salido con un par de huesos rotos, pero por lo que le había dicho Shizune su estado no era precisamente el ideal, si la habían atacado, ¿por que? ¿quien? ¿y como? No era fácil pillar a un ninja desapercibido, todos estaban entrenados para, incluso en casa, esperar lo inesperado. Pero si no la mataron quizás no había sido un ataque, aunque entonces, ¿que diablos había pasado? Recorrió la villa apartando a todo el que se cruzaba en su camino, su objetivo era el Hospital y nadie le pararía y eso que mas de un miembro del consejo quería verla cuanto antes, pero se libró de ellos y siguió su camino.

Cuando entró lo hizo a lo grande, abrió la puerta de par en par y caminó directa y firmemente hacia recepción y ni siquiera le dejó que la saludara. -Sakura Haruno, numero de habitación. -la recepcionista la miró y aunque iba a responder a su pregunta no le dejó. -¡Ahora! -ordenó realmente fuera de su comportamiento normal, no quería ponerse en lo peor, no quería, pero había ganado un sorteo y aunque aparentemente eso fuera bueno, en su mundo era señal de ir poniéndose un vestido negro y no iba a permitirlo.

-Vei-veintisiete. -dijo tras un sutil tartamudeo la joven mujer.

Recorrió el reluciente pasillo, se abrió camino entre los que allí residían de forma temporal, esta vez esquivándolos mientras sus ojos buscaban ese preciado numero, veintiuno quedaba poco, veintitrés, ahora menos. Veinticinco, esa no era, pero la siguiente sí. Así que cuando llegó abrió la puerta con muestras claras de su agobio y la cerró tras de si, pero su cara se relajó y tranquilizo hasta niveles muy notables, las prisas que tenía se esfumaron, aquel billete de lotería había anunciado algo malo pero no tanto como ella se esperaba, al ver a su alumna reincorporada, como sentada sobre aquella camilla y descansando suavemente su espalda sobre la cabecera, con una cara que aunque típica de aquellos que habían perdido cantidades de sangre era común y hablando con otra persona le quitaron un peso de encima,  uno muy grande.

-Tsunade-sama ¿que ha...? -trató de preguntar la pelirrosa antes de notar como la abrazaba y la retenía contra su amplio busto durante unos segundos.

-Tuve un mal presentimiento y me alegro de que estuviera equivocada. -aunque era malo, no era tan grave, pero le había cogido demasiado cariño a esa chica como para no preocuparse mas de lo debido. Volvió a su posición separándose de ella con suavidad y miro a la otra persona, sabía quien era, de hecho mentiría si dijera que había un ninja de su aldea que no conociera. -Veo que estas bien acompañada. -dijo con una sonrisa tranquila, aunque seguía notándose que su corazón no iba al ritmo que debía sino un poco mas acelerado.

-No es para tanto simplemente cumplo mi deber como amiga, ademas de que ahora me debe un favor. -comentó la chica rubia moviendo sus ojos hacia la joven de pelo rosa.

-¿Alguna puede decirme que pasó? -preguntó yendo al grano, si no la habían atacado porque no parecía tener ninguna herida severa visible, ni vendas, ni vías conectadas mas que de suero ni había ningún enfermero con ella por si el estado empeoraba es que no había sido un encuentro directo o si.  La pelirrosa asintió con un suave cabeceo.

-Estuve toda la mañana con entrenando en el campo de entrenamiento, creo que serían eso de las ocho de la mañana cuando empezamos, durante cinco horas estuvimos haciendo lo usual, luego Kakashi nos dio el día libre para que descansáramos, decidí ir a darme un baño en las termas, no había nadie asi que todo era bastante agradable. -la rubia esbozó una sutil sonrisa al recordar lo que pasó muchas veces en su juventud cuando tenía de compañero al maldito pervertido de Jiraya, se quedó corta de golpes suponía. -Necesitaba pensar en...mis cosas, y entonces... -guardo silencio.

-¿Te atacaron? ¿Entró alguien y te hizo algo? -preguntó apresuradamente a su alumna, sin embargo respondió Yamanaka por ella.

-No fue nada de eso. -aclaró. -Yo también iba a darme un baño pero cuando entré la vi sangrando por la nariz, estaba inconsciente pero no tenía ninguna contusión o herida simplemente sangraba y mucho, me costó sacarla del agua y parar la hemorragia al mismo tiempo no parecía que reaccionara al chakra curativo pero cuando la trasladábamos ella misma se paró y estuvo inconsciente hasta hará unos diez minutos.

El rostro de la Hokage pasó a ser uno pensativo, repasando los hechos, Sakura había estado en un baño termal y en algún momento había tenido una hemorragia y la perdida de la consciencia, ¿que había pasado para que alguien sangre hasta perder el conocimiento así por que sí? Esto era raro, pero quizás había sido un caso aislado, su alumna nunca había dado señales de tener algún problema de salud ademas de que se hubiera visto en el ultimo reconocimiento medico de hace un mes, cruzó sus brazos pensativa antes de volver a hablar. -Entiendo. Bueno, en cualquier caso me alegro de que estés mejor y de que solo haya sido un incidente aislado. -entonces fue cuando recordó algo que tenía que decirle a Kakashi pero como no iba a separarse de Sakura por el momento podía decírselo a ella. -¿Estas bien como para ir a una misión? -preguntó. -Ahora mismo andamos faltos de equipos y el siete es el único disponible pero... -no quería forzarla a ir en contra de su salud pero no podía confirmar ni que fuera algo que iba a repetirse, ni que no. Ella asintió decidida. -Entonces todo correcto -hizo una suave pausa sacando una carta de los bolsillos de su chaqueta. -la misión es del Señor Feudal del Fuego, últimamente una banda de ladrones arrasa distintos pueblos y el señor feudal ha puesto una alta recompensa si los capturamos sin embargo ya ha comentado que dado los bajos dispositivos con los que contamos puede enviar un escuadrón a por ellos, pero sigue esperando mi respuesta.

-Dígale que iremos. -contestó decidida. La godaime inclinó la cabeza aceptando su decisión.

-Entonces iré a buscar a tu sensei, que a saber donde puede estar, en lo que tu te preparas, partís en aproximadamente en una hora, al atardecer. -aclaró antes de irse. Ahora tenía que encontrar al peliblanco, notificarle la misión y ademas comentarle que tuviera cuidado de Sakura, mas del usual.

Dos horas, llevaba pensando en eso dos largas y tediosas horas, había otorgado el tiempo libre a su equipo para poder asistir a su cita, de tal forma que pudiera ser el primero, sin embargo aquella tienda de libros que estaba visitando estaba completa, abarrotada, se maldijo por lo pronto en lo que conseguía alguna forma de adentrarse en el recinto y poder avanzar mas rápido que los demás, necesitaba y quería aquello que tanto estaba esperando podría yacer en sus manos. Esperar no servía de nada, dada su posición parecía que toda la cola avanzaba menos él, como si estuviera en un punto muerto. Agitó su cabello plateado para relajarse, pero su paciencia se estaba colmando por primera vez. Decidió moverse entre la gente, su habilidad como ninja era lo suficientemente alta en el arte del sigilo como para que te golpeara y nunca supieras quien había sido y, mejor aún, que no sintieras ni que te habían golpeado.

-Paso. -pidió. -Que me cuelo. -avisó, le importaba poco porque simplemente él había hecho su reserva. -Con cuidado que voy. -fue lo ultimo que dijo antes de saltar en mitad de la muchedumbre y desaparecer ahogado en esta.

Llegó hasta el mostrador aunque no vio que el recepcionista pudiera atender su petición asi que simplemente apoyó los antebrazos en el borde del mostrador de recepción mientras murmuraba en voz baja porqué no había obligado a alguno de sus alumnos, probablemente a Sakura, porque lo que es Sasuke si no era algo relacionado con un reto directo a su orgullo poco ibas a conseguir. Podía haberles dicho que era una misión de extremada urgencia y asi incluso ya tendría aquel libro entre sus manos. Pero la desesperación fue eliminada de su cuerpo tan pronto como cuando miró al chico que ya conocía, desde que se enterara que una nueva versión de su libro favorito iba a salir no tardó en acosarle, metafóricamente para que a toda costa le guardara un ejemplar.

-Ohayoo Kakashi-san. -le saludo el joven cargando con un pilar de libros que podrían haber vencido a un ninja. -¿Aguantó toda la cola? -al ver como el peliblanco negaba con la cabeza solo pudo sonreír. -Todos quieren el mismo libro, será un éxito de ventas en su primer día.

-Sí, la verdad es que es un negocio redondo hoy, ¿no? -comentó superficialmente tenía que ganarse al encargado y que de esa manera le colara. -¿Tienes el mio?

El castaño sonrió y asintió pero le dijo que esperara unos instantes, que tenía que ir al almacén para cogerlo ya que había dejado su volumen apartado para que pudiera tenerlo ene l caso de que no se hubiera presentado. -No te preocupes, tomate tu tiempo. -fue lo que le dijo para que no se sintiera presionado aunque sus venas ardían por tener aquel cumulo de hojas con tinta en sus manos, esperó unos minutos mas, la verdad es que el chaval estaba bastante solicitado, las copias de aquel libro cuya tapadera granate afinada contenía el titulo bajo relieve era el éxito del momento, todo el mundo pedía uno y todo el mundo pagaba lo que fuera necesario y no era para menos, una correcta linea argumental, un estilo inigualable y un talentoso mundo artificial creado por el escritor legendario, ¿que mas se podía pedir a un libro?

-Y aquí está. -fue lo que comentó el chico tras pasarse la muñeca por la frente. -Su libro, espero que le guste. -dijo con amabilidad, recibió un billete y el peliblanco casi desapareció, porque abrirse por esa cola que seguía creciendo mas y más era una tarea casi titanica.

Cuando salió al exterior respiró profunda y ampliamente de tal forma que el aire volvió a sus pulmones que apenas podían llenarse después de haber estado casi aprisionados por horas, sin embargo cuando la luz del ocaso le golpeó no pudo mas que mirar la portada del libro "Icha Icha Tactics" el tercer libro de una saga erótica que siempre trataba del amor entre una mujer y un hombre o viceversa. El ojo que sobresalía de su mascara se iluminó como un niño al contemplar la ansiada golosina que siempre quiso tener pero no pudo hasta ese momento y cuando la abrió y vio la pagina de la dedicatoria en blanco sintió como si algo debiera de estar ahí, como si su alma esperaba que allí viera su nombre, pero no entendía porque esperaba aquello asi que cuando quiso pasar la pagina para leer el inicio de su libro algo le tapó la luz del Sol.

El jounnin elevó su rostro con suavidad y sus ojos se toparon con un bello rostro femenino, cuyo cabello rubio cegó momentaneamente el unico apice de su rostro que se dejaba entrever por su bandana y su mascara.

-Sabía que te encontraría aquí, Kakashi. -dijo ella con una extraña sonrisa, que sonriera no le pareció extraño, pero que estuviera entre feliz y un tono secundario sí le preocupó. -Tengo un encargo para tu equipo.

-¿Nani? -preguntó sin entender, se suponía que ellos tenían la semana libre de misiones, tiempo que pensaba aprovechar para leer la novela, dio un suspiro largo y guardó su libro en uno de los bolsillos de su portaobjetos. -¿De que se trata, Tsunade-sama?

-Rango B.  Tenéis que eliminar la resistencia de una banda de ladrones que llevan robando y asaltando distintas ciudades pequeñas al este de Konoha, el Señor Feudal ha insistido en una misión lo mas urgente posible, según los reportes son entre seis y nueve miembros. Partís inmediatamente. -él asintió escuchando las ordenes y caminó hacia la puerta, sin embargo ella le siguió. -Otra cosa... -el peliblanco movió su rostro prestandole toda la atención. -Hoy Shizune vino a mi despacho para informarme de que Sakura estaba en el hospital.

¿Ella? ¿En el hospital? Kakashi tuvo el impulso de preocuparse, ella no lo había dicho como parte de su trabajo, es decir que Sakura no debía de estar allí como profesional, sino como paciente, ¿de que? Pero aun cuando tras su mascara se perfiló un rostro que quería hablar la Godaime no le dejó. -Esta bien, se desmayó y tuvo un sangrado severo, no se decirte si es un caso aislado pero ella dice estar bien y no parece recordar las causas de ello aunque descartamos un ataque a su persona. -resumió. -Necesito que le eches un ojo.

Él asintió.

-Uno un poco mas grande. -pidió. -No tengo un buen presentimiento. -de hecho aquel billete ganador seguía revoloteando en su mente. -Si es necesario no la dejes luchar. -acto seguido le dio aquel sobre que había leído junto a Sakura y se despidió del Jounnin. -Suerte. -fue lo único que le dijo.

Caminó hacia la entrada de Konoha y observó a sus dos jovenes alumnos, no eran quizas tan jovenes pero los había visto cuando eran renacuajos asi que en comparación a él seguian siendo jovenes. Se paró entre ellos y se agitó el cabello. -¿Listos? -les miró, todos asintieron. -Entonces vayamos. Tenemos cierta prisa. -le hizo una señal al vigía de la puerta y la gran viga de madera se elevó y con un tirón la puerta se abrió permitiendo que salieran.

La distancia que los separaba del objetivo era aproximadamente de unos ciento veinte kilómetros, lo que a un ritmo elevado se transmutaba en una cifra aproximada de tres horas, cerca de la zona había un pequeño pueblo en el que si eran necesario podían esconderse hasta que la banda atacara, el informe del sobre que estaba leyendo Kakashi mientras seguía el ritmo de sus alumnos, de rama en rama, de árbol en árbol y con el viento a su contra informaba que al menos tres de los seis o nueve miembros eran altamente buscados y aunque muchos de ellos estaban acusados de robos, esos tres en especifico tenían en su suma ademas cargos de delitos por sangre y al líder, Gaisai, se le atribuían ademas extorsiones, prostitución infantil, venta de esclavos y comercio ilegal, lo que le convertía en un líder totalmente curioso. El viaje se hizo en silencio, salvo datos de la propia misión nadie reveló información meramente importante, cierto era que Sakura no había comentado nada su incidente en el hospital por lo que Sasuke ignoró por completo que algo le había pasado, salvo una cierta palidez que no le importó para él ella estaba como siempre, viva.

Aun así Kakashi no podía sacar de su mente la imagen de aquellos ojos ámbar de la Godaime puestos en el suyo, le pedía eso de corazón y creía que sabía porque lo hacía, habían estado entrenando semana tras semana y probablemente la mujer mas bella del mundo había entablado un lazo emocional con la kunoichi mas deseada de Konoha claro que eso ultimo no hablaba por él pero con poner la oreja unos segundos sabías de que hablaba toda la generación que actualmente era el futuro de Konoha, demasiadas hormonas. Si su preocupación llegaba a niveles tan altos como para enviarla a una misión no podía concordar con la actitud de prohibir que peleara, asi que alguien había obligado a que ella, Sakura estuviese aquí, quizás había sido ella misma, el jounnin conocía todos los defectos de sus alumnos y si estos eran listos sabrían los suyos propios, por ello la posibilidad de que Sakura se obstinara en hacer la misión, después de tanto tiempo sin hacer ninguna porque eramos un equipo pequeño, eficiente y muy bueno, pero pequeño quizás eso la había instado a realizar una misión, ¿podía cumplirla? No lo sabía, pero había prometido que la mantendría a salvo si las cosas se complicaban, aunque esperaba que lo hicieran.

El objetivo era simple, dado que no sabían donde se reunía el grupo de ladrones lo que mejor podían hacer y lo que era mas inteligente se trataba de una técnica de espionaje tan simple como la espera, pero tan precisa como lo era el tiempo. Pero por lo pronto necesitaban llegar de inmediato a aquel pueblo. Tras tres horas y media hicieron una parada prudencial, aunque el pueblo debía de estar lo suficientemente cerca como para verlo colocaron diversas trampas de sonido, como un hilo atado a un cascabel o cuerdas de pescar que al tirar de ellas emitan un sonido constante y agudo, todo lo necesario para que, si tenían que seguirles y ellos lo sabían pudieran guiarse sin tener que mantener contacto directo con ellos.

El pueblo se llamaba Kohomu, por lo visto era simplemente una de esas pequeñas aldeas que tenían demasiado para considerarse una aldea pero no tanto como para considerarse una ciudad, asi que se quedaba en un pueblo, algo intermedio aunque inexacto. Al igual que Konoha tenía una muralla, esta sin embargo estaba hecha de troncos de árbol que habían sido pulidos y modificados a unos cinco metros de altura para que acabaran en punta, sin embargo no les costó demasiado convencer al vigía de que les abriera las puertas porque ya estaban abiertas.

-Haremos lo siguiente -comentó el ninja avanzando entre las miradas de los civiles, para dirigirse al centro de aquel pueblo que tenía quizás unos cien metros de radio, formando casi un circulo exacto pero siendo inexacto totalmente. -Ese edificio de ahí es un hotel, ¿veis lo que hay arriba? -preguntó antes de mirarlos de reojo.

-¿Una...azotea?

-Correcto Sasuke. Aplicando los conocimientos esenciales, ¿que podemos hacer con una noche abierta, un edificio alto, una azotea y una misión? -preguntó ladeándose totalmente y apoyando la palma de su mano en la pared de aquel edificio de cuatro plantas, que doblaba al resto de edificios y probablemente nunca se llenara, de no ser porque su tamaño no era superior, en cuanto a anchura, al de una casa.

-Podemos establecer un pequeño puesto de vigilancia, no se nos vería dada la luz brillante de la luna y por el contrario tendríamos plena visión de los ladrones. -la kunoichi recibió una sonrisa por parte de su maestro, cosa que afirmaba su teoría y ascendieron rapidamente por la pared lateral hasta sentarse en aquella azotea, esperando algo que podía o no podía llegar.

Mientras esperaban, la pelirrosa les invitó a sus compañeros a varios dorayakis, solían ser su reserva personal de dulces pero aunque parte de su cerebro opinaba que no debía de comerlos porque engordaría, con todo el esfuerzo físico que haría, ni comiendo un kilo de asfalto aumentaría su peso. Ademas de que compartirlo con su compañero y con su profesor que a veces tenía demasiado poco de sensei y era mas impuntual que ambos dos y eso no escapaba ni por asomo a la mente del peliblanco. Él aceptó y agradeció a la joven el detalle, y cuando mordió aquel bollo dulce pensó que, si alguna vez finalmente Sasuke se casaba con Sakura su estomago no pasaría penas y eso que él no era demasiado de tomar dulces.

Sin embargo, no hubo palabra alguna de agradecimiento, no ninguna personal sino meramente cortes, "arigato". Tras ello el peliblanco se tumbó el en suelo en mitad de aquella azotea plana y sacó su libro.

-Os toca la primera guardia, si encuentran algo sospechoso, avisadme, yo creo que dormire un rato. -bostezó y colocó aquel nuevo libro en su rostro, en realidad podía leer aun en aquella extraña postura.

Sakura se resignó a aquella tarea mientras que Sasuke la aceptó a regañadientes, incluso murmuró algo acerca de porque ellos tenían que hacer la primera guardia. Pero Kakashi hábil le contestó, "lo que un adulto dice es acatado por el joven" lo cual tenía el sentido intrínseco de que era una orden de su sensei. La ojiesmeralda se acercó al joven y se sentó junto a él en el borde de aquella terraza que por suerte tenía unos barrotes de acero porque lógicamente podías caerte, apoyó su barbilla sobre los brazos que descansaban en dichas barras y miró al infinito. Hubo un momento, tras minutos de complejas miradas, de pensamientos profundos y confesiones ahogadas en las que Sakura le miró a los ojos, su mirada tembló y se intercaló con la del joven, trató de hablar pero hubo algo que se lo impidió y como el chico tampoco hizo ademan de hacer nada su boca que se entreabrió, se cerró por si sola.

Pasaron los minutos, y las decenas, e incluso las horas, hasta que Sasuke perdió la paciencia. -¿Por qué tenemos que estar aquí? No tiene sentido alguno.

-Pensé que aguantarías mas, esperaba algo de paciencia por parte del "volcán de Konoha". -murmuró entre falsos sueños el peliblanco.

-No es mi paciencia el problema, esto simplemente no tiene sentido, la guardia de los ladrones puede estar cerca de aquí, ¿pero porque iban a venir a robar a la ciudad? Y si iban a hacerlo, ¿por que de noche? ¿por qué a estas altas horas? No tiene sentido. -se agitó el cabello claramente alterado este aburrimiento iba a matarlo, él no quería una misión de espera, si hubiera tenido una así no se habría apuntado.

Se escuchó el chasquido de la lengua repetidas veces. -Creía que no eras tan ingenuo. -suspiró pesadamente. -Cierto es que pudieran no estar robando aquí o que lo hubieran hecho ya antes, o incluso que lo fueran a hacer dentro de un par de días, pero, dada la proximidad de su base a este lugar, que la seguridad es mínima y que probablemente sean lo suficientemente capaces de atemorizar a este pueblo no estoy seguro de que vayan a atacar este pueblo, de lo que estoy seguro es que están aquí. -estiró sus brazos y se reincorporó, recuperando el libro que tenía en su rostro. -Probablemente en el bar, asi que si no me equivoco deberían de haber trifulcas pronto.

Como si el destino se hubiera presentado el tercer local a la derecha de donde ellos yacían, salvo que estaba al nivel del suelo, consiguió llamar la atención de los jóvenes. Los sonidos de la cubertería y vajillas rompiéndose fueron altamente llamativos, era imposible que aquel espectáculo fuera una simple pelea de borrachos porque pronto se llevó esa disputa al exterior, varias personas salieron fuera rodando por el suelo, luego les siguieron unas cuatro personas, uniformadas pero con ropa de diario, se notaba a la legua que eran un grupo.

-¿Escapar con nuestro dinero? –preguntó uno de ellos retóricamente antes e inclinarse sobre su víctima. –No, eso no está nada bien, y lo que no está bien merece un castigo. –aquella persona hizo ademan de defenderse pero no pudo hacer demasiado pues se escuchó el sonido de un hueso rompiéndose, de la carne perforándose y para cuando entendió la situación ya tenía aquella espada clavada en su clavícula y esta se clavó finalmente en el suelo y se quedó estática. –Tienes un día de vida más, consigue el dinero o te conseguiré yo un nuevo hogar, bajo tierra.

Sasuke hizo ademan de lanzarse al vacío pero el peliplata lo percibió y colocó su mano en el hombro del joven. –Contrólate. –le pidió. –Atacarles ahora solo hará que no nos muestren la guarida, y no tenemos tiempo suficiente como para sacarles la información.

Aquellos hombres rieron un rato, escupieron a las víctimas, que solo eran un padre y una hijo de tres años menos que los alumnos que tenía a su cargo Kakashi y comenzaron a caminar hacia el exterior entonces e pusieron en marcha. –Sakura, encárgate de aquél hombre, necesita curación urgente y no creo que aquí puedan hacerse cargo de él, cuando lo hayas curado regresa con nosotros. –ella trató de desobedecer, probablemente alegando que ya existía un centro médico. –Es una orden.  –ella asintió con la cabeza y salió en dirección al herido.

De lejos Kakashi y Sasuke se guiaban por la burda charla de los ladrones, los berridos e insultos que profesaban y todo eso en la tranquilidad del bosque, guiarse con perros chillosos era bastante fácil y como sabían que Sakura les alcanzaría no se preocuparon en dejar un rastro demasiado visible, bastaba con una marca en las hojas y un buen ninja deduciría donde debía de ir.  El camino demostraba en cierta parte seguir una metodología, y simulaba más o menos unas escaleras, todo recto, a la derecha, todo recto, a la derecha, más recto y mas derecha, hasta que, en la lejanía pudieron ver un campamento, contaron siete tiendas de campaña lo que ponía un mínimo de siete personas. Ambos esperaron en una de las ramas, en silencio, observando lo que pasaba por lo visto aunque podían ser crueles no parecían demasiado adiestrados cuando llegaron comenzaron a beber por lo que el mejor plan, en lo que Sakura llegaba, era el arte de la espera.

-Todo debería de ir tranquilo, beberán, se dormirán y les cogemos o beberán tanto que será como luchar con niños de tres años, quizás mas gordos y feos, pero bebés.