--- Deep Blue --- [+16] Cap. 3 (de 3) 26/02/13

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(I) ORBITANDO

A través de la escotilla del Skylab-2 podía verse cómo el sol comenzaba a iluminar perezosamente el hemisferio norte. Era un auténtico espectáculo ver bailar al astro rey junto al inmenso planeta azul en mitad del cosmos. Suspendido en la solitaria ingravidez del pequeño laboratorio espacial, Naruto observaba el inicio de un nuevo día en su país, allá en la Tierra.

- Amanece en Florida - murmuró entornando los ojos – Buenos días, mundo…

Empujándose suavemente contra las paredes avanzó flotando hasta la sala de control. Toda la nave tenía la misma débil iluminación blanco-azulada. Hacía mucho que se había acostumbrado a trabajar en aquella perpetua penumbra, así que para él no había día ni noche. Esto, que al principio le había desorientado un poco, ahora le resultaba calmante. Abrió la compuerta de las bebidas y sacó un brick. Clavó la pajilla en el envase y bebió un buen trago. Luego dejó salir un poco de zumo para jugar con él, como hacía siempre. Dos burbujas de líquido naranja temblaron y ascendieron frente a su boca. Naruto las capturó una tras otra, como si fuese un pez. Después de cinco meses aquello ya no era divertido, pero se había convertido en un hábito, como tantas otras cosas. Terminó rápido el desayuno y comenzó sus tareas diarias.

- ¡Despierta Blue! Es hora de trabajar. – canturreó mientras accionaba varios interruptores aquí y allá.

Una pantalla de ordenador se encendió a su espalda. Tras unos segundos en blanco, se formó en ella la imagen de una muchacha de pelo color celeste. Abrió los ojos, serenos y azules, y sonrió aséptica como las azafatas de avión.

- Buenos días, Naruto. – saludó en tono neutral con su voz metálica - ¿Cómo te encuentras hoy?

- Pues estoy de muy buen humor, gracias por tu interés. – respondió divertido el rubio sin girarse a mirarla.

Estaba ocupado marcando algunos códigos en un teclado frente a él.

- ¿Y cuál es el motivo de tu buen humor? – preguntó el programa de inteligencia artificial.

- Vaya, qué linda,¿Quieres saber el motivo? – sonrió ante la pregunta, porque siempre era la misma. Si decía que estaba bien, preguntaba el motivo. Si decía que estaba mal, también preguntaba el motivo. Formaba parte del software indagar sobre el estado de ánimo del astronauta, para detectar inicios de inestabilidad o depresión tras largos periodos de aislamiento. Además, a Naruto le proporcionaba la agradable sensación de que alguien se preocupaba por él todas las mañanas.

- El motivo es, querida compañera, que solo nos quedan quince días más aquí arriba… antes de que nos demos cuenta estaremos otra vez en casa. Apunta las coordenadas actuales: 17-N, 24-S, 82-E, 45-O. ¿Están bien?

- Nos hemos desviado de la órbita programada. – Informó la muchacha.

- ¿Sí…? Hmm…. Debe ser por toda esa enorme nube de chatarra a la que nos estamos acercando. Habrá alterado nuestro campo magnético. Recalcula la ruta, Blue.

- Recalculando ruta… - obedeció la asistente cerrando los ojos. Siempre lo hacía cuando calculaba algún parámetro.

Naruto se giró hacia ella y la observó “pensar”.

- Ruta reestablecida. – informó la muchacha abriendo de nuevo sus tranquilos ojos celestes.

Naruto no podía evitar maldecir cada mañana el increíble parecido que Blue tenía con Sakura, la creadora del programa. Salvo por los colores, ambas eran idénticas.

“ Y yo que me presenté voluntario a esta mierda de misión para no tener que verla…” pensaba resignado. “Hay que joderse”.

La “misión”, por llamarla de algún modo, consistía en experimentar diversos métodos para destruir basura espacial. Oficialmente, el nombre que le había otorgado la NASA era “ Cleanning skys “, pero todo el mundo que tenía algo que ver con el asunto la llamaba sencillamente, “Misión chatarra”.

A aquellas alturas Blue y Naruto ya habían probado de todo para eliminar los restos de transbordadores espaciales y naves obsoletas. Lo más eficaz había resultado ser el láser, y en las últimas semanas tenían orden de buscar objetivos cada vez más grandes para evaluar hasta dónde era posible utilizarlo con garantías de éxito.

Tras finalizar las comprobaciones rutinarias, el rubio cosmonauta se dirigió al área de entrenamiento. Se sujetó bien a la barandilla, cerró la compuerta de la pequeña sala y accionó el sistema de gravedad artificial. Inmediatamente sintió aquella sensación de mariposas en el estómago y se desplomó sobre el suelo. Apretó los dientes y peleó contra su propio peso. Últimamente le costaba muchísimo incorporarse... Empezó por hacer quinientas abodminales. Luego siguieron las flexiones, sentadillas, salto a la comba, pegarle un rato al saco de boxeo, etc, etc. El entrenamiento era duro, pero absolutamente obligatorio para no perder masa muscular por efecto de la ingravidez. Además, le ayudaba a no pensar en otras cosas. Estaba casi terminando su sesión cuando Blue le informó de que habían llegado al objetivo.

- ¡Chatarreros, a sus puestos de combate! – bromeó incorporándose del banco de abdominales. Anuló el sistema de gravedad y flotó de nuevo ligero como una pluma hasta la cabina de control. Ocupó su asiento y se abrochó el arnés de seguridad.

- ¿Empezamos, compañera?

- Analizando trayectoria, masa y composición del objetivo… - dijo Blue cerrando los ojos.

La chica desapareció de la pantalla y en su lugar aparecieron varias gráficas. Naruto las estudió atentamente.

- Guau…es grande…y parece muy sólido…debe ser un antiguo satélite ruso. ¡Muy bien! Veamos si podemos con él…

Configuró los parámetros en el cuadro de mando y se ajustó el visor.

- Carga, Blue.

- Cargando láser… listo en cinco, cuatro, tres, dos…uno…

- ¡Fuegoooo! - aulló Naruto, y luego apretó los dientes en una agresiva sonrisa. Disparar el láser le divertía de lo lindo, era sin duda lo mejor que hacía en todo el día. Un potente haz de luz roja se concentró en el frente del Skylab-2, y una milésima de segundo después impactó en silencio contra el viejo satélite, que se desintegró casi por completo. Algunos de sus fragmentos más grandes flotaron a la deriva y colisionaron contra la pequeña nave, provocando que se desestabilizara y comenzara a girar sobre sí misma a gran velocidad.

- ¡Conecta los motores! – gritó Naruto concentrándose en no marearse.

- Motores principales conectados – respondió el programa en tono tranquilo.

Dos reactores se encendieron y el piloto maniobró como pudo hasta recuperar el control de la nave. Después la dirigió con pericia hasta un área libre de chatarra.

- Corta la energía, pequeña. – ordenó Naruto cariñosamente cuando decidió que la zona era segura.

- Desconectando motores principales. - obedeció con indiferencia la voz femenina.

- ¿Grado de destrucción del objetivo? – preguntó emocionado.

- Noventa y uno por ciento.

- ¡Ja! ¿Tengo buena puntería o no? – rió el rubio a carcajadas, orgulloso de sí mismo.

- Ha sido un disparo excelente, Naruto. – reconoció el programa.

- ¿Hay daños en la cubierta exterior?

- Revisando sistemas externos…Sí. Tenemos daños en cubierta: detecto un fallo en el sistema de despliegue del escudo solar. Sector C-26.

El joven astronauta sonrió con fastidio.

- ¡Joder, pues qué suerte! Ahora tendré que salir a ver qué pasa…

Se desabrochó el arnés y se dirigió a la cabina de descompresión para ponerse el traje espacial. Conectó el tubo de oxígeno, comprobó todos los anclajes y se colocó la escafandra.

- Ábreme, Blue.

El sistema de sellado de la escotilla comenzó a soltar vapor hasta que finalmente se replegó, dejando el hueco justo para que saliera una persona. Naruto se sujetó a los bordes de la abertura y salió lentamente al espacio exterior, agarrándose bien a las asideras de la nave. Avanzó hasta el escudo solar y descubrió un trozo de metal retorcido bloqueando el sistema.

- Aquí está el atasco… - murmuró tirando de él hasta que cedió y se soltó. Lo lanzó con suavidad en dirección contraria a la nave, y el desecho metálico se alejó sin prisa mientras Naruto lo miraba desaparecer en el negro vacío.

– Bueno, pues un problema menos. – dijo suspirando y dirigiéndose poco a poco de nuevo hacia la escotilla.

Antes de entrar dedicó un momento a observar la Tierra, extendiendo sus brazos y piernas sobre la nada que le rodeaba, y sujeto a su nave solamente por una mano. Contempló el gigantesco planeta azul que viajaba silencioso entre millones de estrellas y se sintió insignificante como una hormiga. Aquella sensación de presenciar la inmensidad del universo era la que le había empujado desde niño a ser astronauta. Miró las nubes altas que tapaban parte de los Estados Unidos y Canadá, el indomable océano Atlántico, la gran masa verde y viva de América del Sur…y para su sorpresa se le encogió el corazón. Le entraron unas ganas terribles de volver a formar parte del mundo. Hacía demasiado que flotaba aislado en el limbo… ya era momento de reincorporarse a la realidad y habitar de nuevo entre los vivos, aunque eso implicara aceptar aquella íntima derrota...

- Volveré muy pronto, Sakura… ¿Te alegrarás de tenerme cerca otra vez? - murmuró melancólico antes de introducirse de nuevo en la nave.



(II) LLAMANDO A LA TIERRA


- Hemos acabado la tarea una hora y veintiséis minutos antes de lo previsto. – informó diligentemente Blue cuando el único tripulante volvió a ocupar su asiento en la sala de mando.

- Eso es porque cada día lo hacemos mejor, nena… - bromeó Naruto. – Es una lástima, justo ahora que le estamos cogiendo el tranquillo tenemos que irnos…

- ¿No quieres volver? - preguntó la máquina sin inmutarse.

El chico sonrió con amargura. La inteligentísima computadora podía aprender muchas cosas sobre los seres humanos, pero no entendía el sarcasmo.

- Pues claro que quiero volver, amiga mía…estoy deseando zamparme un buen filete, dormir en mi cama y bañarme en el mar…

- ¿Echas de menos a otras personas? – preguntó el programa volviendo a analizar la estabilidad psíquica del rubio.

- Psssché….no mucho, la verdad. Al final te acostumbras a la tranquilidad de aquí arriba – Reconoció él. – Pero tendré que hacer un esfuerzo por socializarme, para que no me pase como a … - se mordió el labio y se quedó en silencio. De repente tenía expresión sombría.

- ¿Cómo a quién?

- Nadie. No le conoces. – respondió huraño. – Ponme una peli hasta que llegue la hora de contactar con la base.

Blue desplegó un menú por categorías, y él eligió una comedia al azar. Sólo quería matar el tiempo y no pensar en nada. Siempre se ponía nervioso y de mal humor en aquella hora del día. Justo antes de la videoconferencia diaria con la Directora de Telecomunicaciones en el Centro Espacial JFK de Florida: Sakura Haruno.

El joven astronauta miraba la película distraído mientras masticaba un sándwich con sabor a plástico y bebía una cerveza sin alcohol con pajilla. Era algo que detestaba, la sin alcohol. Y encima le parecía ridículo tener que tomarla así, a sorbitos de nena. Por Dios. Cinco meses y pico sin una jarra de birra decente… qué ganas de volver a Miami, sentarse en un chiringuito de playa y dejarse acariciar por la brisa marina con medio litro de Pilsner enfriándole la mano… Suspiró y dio otro sorbo a la sin, que ya estaba tibia. Paciencia…sólo unos días más…

Cuando de niño fantaseaba con ser astronauta nunca se le ocurrió que alguna vez estaría desesperado por pisar de nuevo tierra firme. El día que le seleccionaron para el equipo de la NASA, Naruto sintió que el sueño de su vida se cumplía a los veintitrés años. Estaba eufórico. ¡Adiós a aquél pueblo de paletos perdido en mitad de New Jersey! ¡Se iba a Florida! Y de allí…¡¡al espacio!!

Llegó a las instalaciones del JFK Space Center pavoneándose de haber terminado en tan solo dos años la temible licenciatura de ingeniería aeronaútica. Era para estar orgulloso. Además había obtenido la mejor puntuación del país en las exigentes pruebas físicas, y se lo contaba a todo el mundo en cuanto tenía oportunidad.

- Enhorabuena, cowboy. – le sonrió burlonamente una chica de pelo rosa a la que intentó impresionar el primer día. – Seguro que las muchachitas de tu universidad se desmayaban ante tu sola presencia. – remató con ironía. Sus retadores ojos verdes le sostuvieron un instante la mirada antes de darle la espalda y alejarse por el pasillo.

- ¡Rayos! – murmuró Naruto mordiéndose el labio contrariado. - ¿Quién es esa mujer? – preguntó a un compañero de más edad que pasaba a su lado.

- ¿La de la bata blanca y el tacón de aguja? - sonrió el otro.

- Esa misma. Qué linda gatita… - se relamió el rubio.

- Es Sakura, la directora de informática y telecomunicaciones.

- Oh, una chica lista…¿así que es programadora?

El veterano se rió a carcajadas.

- Es programadora, médico y astronauta, chaval…

Naruto palideció.

- ¿En serio? ¡Pero si es muy joven!

- Veinticinco primaveras … Vino desde Argentina. Fue la mejor candidata de toda América del Sur. Sólo lleva aquí un año y ya es una leyenda…uno de los mejores cerebros de toda la NASA.

Inmediatamente conquistar a Sakura se transformó en su principal objetivo personal. Con su picardía, su piel tostada, su metro noventa y dos, su azul mirada pétrea y su encantadora sonrisa, el rubio no tenía ninguna costumbre de que las mujeres se le resistieran. Y ella era perfecta… inteligente, bella, fuerte, ambiciosa…tenía que ser suya. Pero por más que el decidido novato desplegó todos sus encantos, la directora de Telecomunicación parecía estar fuera de su alcance. Esquivaba con sutileza todas sus insinuaciones, aunque había que reconocer que disfrutaba con sus piropos y payasadas. Cuando tenían que trabajar juntos se divertían bastante.

Y entonces llegó Uchiha Sasuke, tan callado, elegante y misterioso. El contrapunto exacto de Naruto. Era un joven astronauta japonés que ingresó con el programa de colaboración internacional. Ejecutaba todas las tareas a la perfección con la mayor de las discreciones, sin fallar nunca… Como suele decirse, una maldita máquina. Pronto se convirtió en el ojito derecho de Sakura, y aquello hizo que al rubio se le llevaran los demonios. No soportaba que la pelirrosa le prefiriera a él, y tenía que observar impotente como el japonés conseguía poco a poco intimar con la muchacha. Ahora tenía dos objetivos: conquistar a la chica y superar a su rival.

Sin embargo, no consiguió ninguno.

Una mañana les anunciaron que iban a dar comienzo las pruebas para seleccionar al próximo astronauta que pisaría la luna. Naruto estaba emocionadísimo: era su primera oportunidad de despegar y no pensaba desperdiciarla. El elegido tendría que quedarse allí por seis meses, explorando todo el satélite, tomando muestras y realizando pruebas geofísicas para designar el emplazamiento de la futura base lunar. Sería la misión más larga hasta la fecha. Este tipo de tareas eran realizadas normalmente por dos personas para evitar el aislamiento, pero debido a los recortes del presupuesto se había reducido el plan a un solo tripulante.

El rubio puso todo su corazón, esfuerzo y cerebro en la ejecución de los tests, pero no fue suficiente y quedó en segundo lugar, como siempre, por detrás de Sasuke. Días después observaba con rencor, tumbado en la playa, el nocturno despegue del Skylab-1 mientras él se quedaba derrotado en tierra.

“Bueno” se consoló. “Por lo menos no le tendré cerca de Sakura…”

Pero resultó que la distancia física no era tan importante para la pelirrosa. Ella se comunicaba con el Uchiha cada día, para realizar el seguimiento de la misión y el análisis de su estado físico y mental. Sasuke estaba totalmente solo, sin ningún asistente informático ni más contacto humano que el que a diario realizaba con ella. Por este motivo, Sakura cuidaba con mucho mimo al joven, dándole ánimos constantemente y preocupándose por su bienestar. Eso hizo que su relación se estrechara todavía más. Al ser públicas sus conversaciones, todos los trabajadores fueron testigos de que entre ambos se estaba fraguando algo especial.

Naruto no quería ni oír hablar de aquello y se dedicaba a entrenar día y noche, con lo que pronto fue seleccionado para tripular un viaje de ida y vuelta repleto de suministros para la estación espacial internacional. Realizó un despegue excepcional, un acoplamiento perfecto con la estación y un trasvase de combustible impecable. Así se ganó el respeto de todo el mundo. Eso le levantó el ánimo en el viaje de regreso, y durante el mismo decidió declararse a Sakura sin más preámbulos. Hacía ya tiempo que no pensaba en ninguna otra mujer, y su excitación inicial por ella se había ido convirtiendo con los meses en sincera admiración. Un día cayó en la cuenta de que estaba enamorado. Confiaba en que ella no se hubiese quedado prendada del Uchiha…aún. Tenía que hacer algo mientras aún había tiempo.

Pero a su triunfante llegada recibió noticias terribles. Habían perdido contacto con Sasuke después de una tormenta electromagnética y no se sabía nada de él desde hacía cinco días. Sakura se desvivía por encontrar alguna señal del Skylab, y solo abandonaba la central cuando la obligaban a irse a casa a descansar.

Naruto entró en la sala de telecomunicaciones aquella mañana percibiendo un ambiente lúgubre. La muchacha revisaba con desesperación todas las lecturas y registros de los últimos días.

- ¡Es imposible que no recibamos nada! ¿Habeis comprobado la sonda del sector tres? – reprochaba malhumorada a un subalterno.

- Sí, lo hemos hecho, Sakura…

- ¡¡Pues repetidlo!! ¿Qué haceis ahí parados, inútiles? – chilló furiosa.

El rubio nunca la había visto perder los estribos así. Se la veía pálida, ojerosa y con signos claros de anisedad. De pronto reparó en él y pareció calmarse un poco.

- Ah…Naruto…eres tú….

- Hola Sakura. ¿Cómo estás? – preguntó sonriendo para tranquilizarla.

Ella se encogió de hombros y abrió los brazos señalando alrededor. Su mesa estaba hasta arriba de informes desparramados y vasos de café vacíos.

- Supongo que ya te lo han contado…lo de Sasuke… - le dijo al rubio.

Él asintió en silencio.

- Se dirigía hacia un gran cráter... y desde entonces nada… ni una señal de él. – explicó cabizbaja.

- Deberías descansar un poco.

- No puedo. No hasta que le encuentre. – murmuró con decisión, y continuó revisando los datos por millonésima vez.

- Tranquila. Le encontraremos muy pronto, ya verás. Antes de que te des cuenta estará otra vez por aquí haciéndome quedar mal – bromeó para levantar los ánimos.

Sakura le miró agradecida mientras él se giraba para marcharse.

- Naruto…

- ¿Sí? – se volvió.

- Gran trabajo ahí arriba. – le dijo con suavidad. - Deberías ir a celebrar tu éxito.

- Nah… - rechazó dulcemente él. – Ya lo celebraremos cuando vuelva el lunático.

Sakura sonrió por primera vez en días.

El tiempo pasó, y se cumplieron dos meses sin señales del Skylab. La mayoría habían perdido toda esperanza, algunos incluso daban a Sasuke por muerto, pero a nadie se le ocurría decir algo así delante de la directora de Telecomunicaciones. Ella continuaba con todas sus tareas diarias sin distraerse, pero cuando la mayoría se iba a descansar y se apagaban las luces de la base, sacaba de la máquina del pasillo un café doble, se quitaba los zapatos de tacón y comenzaba a analizar toda la información recibida del área lunar palmo por palmo. Generalmente el amanecer la sorprendía enfrascada todavía en aquellos documentos. Apenas dormía.

Cuando Naruto se enteró de esto, se dedicó a hacerle compañía. Le traía mantas, comida china y mucho café. A veces la obligaba a dormir y repasaba los datos en su lugar, en silencio, apoyándola en su obstinada esperanza de encontrar por fin algún signo de su compañero. Él también quería encontrarle. Habían sido rivales, pero también amigos. Al fin y al cabo, eran un equipo.

A medio día de un martes un operario se levantó de un salto de su sillón de control.

- ¡Recibo señales en la zona del Skylab!

Todo el mundo se arremolinó a su alrededor. Las coordenadas coincidían. El código de reconocimiento también.
¿¡ Era él !?

Sakura conectó la pantalla principal. Una silueta borrosa apareció entre las interferencias.

- Skylab-1 llamando a base... Skylab-1 llamando a base... Florida, conteste…

Cuando la débil voz de Sasuke se escuchó por los altavoces, la sala de control estalló en gritos de júbilo.

- ¡¡Está vivo!! ¡Sasuke Uchiha está vivo!! – coreaban abrazándose entre sí.

Sakura se aclaró la voz antes de acercarse al micrófono. Le costaba respirar.

- Skylab, aquí base. ¿Me recibe? – respondió como dictaba el protocolo.

Siguió un silencio lleno de interferencias.

- Skylab, conteste. ¿Me recibe?

La respuesta que se emitió a millones de kilómetros, más que una palabra, fue un suspiro.

- Sakura….

A ella se le humedecieron los ojos.

- ¿ Has sufrido daños en la nave, Sasuke? – logró preguntar sin que le temblara la voz.

- No… En general no….

- En ese caso…- la muchacha tragó saliva - Hazme el favor de volver aquí ahora mismo… - sollozó quebrándose. Le temblablan las manos.

Sasuke tardó unos segundos en responder.

- Encantado de obedecer, base. Enviadme la trayectoria de vuelta.

Y así el Skylab-1 regresó de la cara oculta de la luna.

(III) LA CARA OCULTA


- Aquí base Tierra llamando a Skylab-2... Base a Skylab-2….Conteste Skylab…

La llamada sacó al rubio de sus recuerdos. Desconectó la película, apretó un botón y en la pantalla apareció la imagen de Sakura, la Sakura original, la de la Tierra.

- Skylab-2 a Tierra… Os recibo alto y claro.

- ¿Cómo te ha ido el día, Naruto?

- De maravilla, gracias. – respondió con una socarrona sonrisa. Siempre le mostraba a la pelirrosa su cara más alegre. Prefería conectarse sólo mediante sonido, pero ella siempre insistía en hacer videoconferencia, para poder observarle de primera mano, reñirle por no afeitarse y controlarle en general. Era como una novia posesiva, pero sin ser su novia. En parte le fastidiaba y en parte se lo agradecía, ya que conocía de sobra el motivo de su preocupación por él.

- ¿Algún objetivo destruido hoy? - preguntó la muchacha.

- Pues sí… uno bien grande por cierto…. Ahora os envío los datos.

- ¿Crees que es posible intentarlo con uno mayor?

- Claro…este láser es increíble… - respondió despreocupadamente.

- Entonces…voy a mandarte las coordenadas de un objeto enorme que hay cerca de donde estás.

- Ok jefa. Mañana mismo le daré lo suyo. – rió guiñándole un ojo.

La pelirrosa sonrió sacudiendo la cabeza.

- Eres incorregible…bueno, eso es todo por hoy. No te aburras mucho…

- Descuida, Sakura…. Pitufina virtual y yo nos lo pasamos pipa por aquí. – bromeó.

- Corto y cierro, Skylab. – dijo ella despidiéndose con la mano.

La pantalla quedó en blanco.

- Buenas noches, princesa… - susurró Naruto con expresión sombría.

Blue apareció de nuevo, mirándole con neutralidad. La misma cara de hacía un momento, pero sin una persona real al otro lado del monitor. Lo curioso era que se sentía más cómodo con la versión informática de Sakura que con la real. Con Blue no tenía que fingir. La asistente había memorizado toda la información que recibía del rubio, y después de varios meses juntos conocía sus gustos, preferencias y estados de ánimo, y era capaz de anticiparse a todos sus deseos sin juzgarle, sin enfadarse… y sin rechazarle.

- ¿Quieres seguir viendo la película? – preguntó en su tono ausente de sentimientos.

- No… la verdad, no me estaba gustando.

- ¿Quieres jugar al ajedrez?

- No…déjalo, guapa… - dijo desperezándose. - Creo que voy a acostarme. Quieren que la liemos bien gorda mañana y habrá que estar despejados.

- De acuerdo. ¿Te pongo la música de siempre?

- Sí, por favor.

- Listo. Ya está sonando en el dormitorio. ¿Necesitas algo más?

- No, gracias.

- Buenas noches, Naruto.

- Buenas noches Blue.

La asistente entró en hibernación y su imagen desapareció. El rubio astronauta se quedó solo y fue a acostarse mientras sonaba una melodía insulsa, como de ascensor. Esa noche estaba triste pero se sentía tranquilo. No siempre era así. Al principio de de la misión, el silencio sepulcral se le metía en el mismísimo cráneo y se agobiaba con la claustrofóbica sensación de que el vacío quería absorberle. A veces sentía que había dejado de ser real, que era solo una imagen, como Blue. Que no existía. Así que empezó a poner música antes de dormir, para no escuchar el aterrador vacío espacial que intentaba devorarle noche tras noche.
Se tumbó boca arriba, se abrochó el arnés y miró a través del cristal de la escotilla. De ese lado se veía, brillante, gris y desnuda, una enorme luna.

- ¿Qué te ocurrió, amigo…? – Murmuró pensando de nuevo en Sasuke. - ¿Qué fue lo que viste…?

Cuando el Uchiha aterrizó en el desierto de Nuevo Méjico, una gran comitiva fue a recibirle. El rubio estaba entre ellos, así que pudo ver en vivo y en directo cómo la directora de Telecomunicación se saltaba todas las medidas de seguridad lanzándose en brazos del héroe y plantándole en los labios un beso de tornillo, entre de los aplausos y silbidos de todos sus compañeros.

El corazón de Naruto se desintegró aquél día en mil trocitos.

En aquella época todos parecían muy felices, así que él se esforzó en parecerlo también. Lo extraño fue la actitud de Sasuke. Huía de los demás, incluso de Sakura, y eso que era su novia. La chica solo protestaba porque el japonés aún no se decidía a vivir en pareja, pero por lo demás estaba radiante. El rubio se alegraba por ella. Por los dos, en realidad, pero intuía que algo no marchaba bien dentro de su eterno rival, y eso le inquietaba. En los entrenamientos el moreno seguía siendo el mejor, pero… había perdido… como decirlo… chispa…calor…

…vida...

Alguna vez se lo planteó a Sakura, pero ella torcía el gesto y le restaba importancia al asunto.

- Vamos, no seas paranoico… Sasuke siempre ha sido reservado…

- Yo creo que disimula por orgullo para que no nos preocupemos, pero no puedes negarme que intenta esconder algo.

- Ha pasado mucho tiempo solo en condiciones extremas. Hay que darle tiempo para que se readapte. – razonaba la pelirrosa con toda lógica.

- No sé, Sakura… - insistía él en su corazonada - Le conozco…y le noto diferente…hay algo que no me gusta. No sé si está preparado para volver ahí afuera…

- ¡Naruto! - Se enfadó finalemente ella y le miró molesta. – Escúchame bien: me parece que simplemente estás celoso. Yo soy su novia. Si le ocurriera algo, me lo contaría, así que no trates de sembrar dudas sobre él, ¿está claro?

Clarísimo. El rubio no volvió a sacar el tema con nadie.

Se arrepintió de no haberlo hecho el día que el héroe japonés de la NASA apareció ahorcado en su propia cocina. Fue Sakura quien le encontró, junto a su breve nota de suicidio (“Lo siento, no puedo más”, decía), y no hubo persona capaz de consolarla. Se encerró en su apartamento y no aceptó visitas hasta que Naruto se pasó por allí. La muchacha sollozó en sus brazos durante horas. “Si te hubiera hecho caso…” gemía…”tú me lo advertiste…”.

A Naruto le sorprendió que su corazón fuera capaz de romperse más, pero efectivamente así era. Aunque no soportaba verla en ese estado, ella no permitía que se le acercase nadie más que él, así que día tras día fue a visitarla, a dejar que llorase en su hombro y a ayudarla a recuperar poco a poco la ilusión por su trabajo, su vida y sus amigos.

Sakura Haruno era una chica excepcional, y lo demostró sobreponiéndose en poco tiempo y desarrollando un programa de inteligencia artificial para astronautas en situaciones de aislamiento. Aunque perdieran contacto con la Tierra, siempre tendrían un rostro humano que mirar y con quien hablar. Un compañero que vigilara su estado mental, que atendiera sus necesidades y se ocupara de infundirles ánimos. Así nació Blue.

El rubio se sentía orgulloso de su compañera. No sabía exactamente cómo funcionaba el programa, pero le parecía admirable que estuviese creando algo para contribuir a que la desgracia no se repitiera. Parecía que lo había superado.

En aquél entonces estaban muy unidos. Naruto ya no le tiraba el tejo, simplemente estaba a su lado, apoyándola en todo. Creyó que podría mantenerse así indefinidamente…bajó la guardia… y una noche el corazón le traicionó. Estaban viendo una película en el sofá, comiendo palomitas y bromeando, cuando Sakura le dedicó una sonrisa en la que se adivinaba un cariño especial, que el rubio malinterpretó. La besó en la boca dulcemente, pero la muchacha no correspondió el beso. Sus labios quedaron inertes, apartó suavemente la cara y miró al suelo.

- Lo siento, Naruto… yo… no puedo.

Después de esa noche, ella le rehuyó sin disimulos, y el rubio se sintió como un completo imbécil por haberlo echado todo a perder. A las pocas semanas se presentó voluntario para la Misión Chatarra con el objetivo básico de poner tierra de por medio entre ambos. Pero de poco sirvió. Al rato de despegar, descubrió que la interfaz del programa asistente era la misma angelical carita que deseaba olvidar. Para más inri, Sakura seguía siendo la directora de Telecomunicaciones, y tenía que hablar con ella a diario quisiera o no.

(IV) LA LLUVIA DE ASTEROIDES

El Skylab llegó sin incidentes al área indicada. Naruto inspeccionó toda la zona con el radar hasta dar con lo que andaban buscando.

- ¡Objetivo localizado! – exclamó muy animado. - ¡Vamos a por él, Blue!

- Aproximándonos al objetivo- informó la muchacha sin rastro de emoción.

- ¡Madre mía! – El rubio se soltó del asiento de mando para asomarse a la escotilla. - ¡Pues sí que es verdad que es grande!

Pudo divisar a lo lejos un gigantesco dispositivo cilíndrico que flotaba como dormido. Debía medir más de cincuenta metros de largo. A su lado, el Skylab parecía una mosca parada frente a una libélula.
Naruto concluyó que debía ser un resto de los transbordadores utilizados en los años 80.

- Joder, tiene tanta masa que hay hasta chatarra gravitando a su alrededor…. – susurró fascinado. Soltó un silbido de aprobación y volvió a su sitio.

- Cuéntame, bonita. ¿…y cómo es él? - rió. Estaba de muy buen humor aquella mañana. Los retos siempre le resultaban estimulantes.

Ante el rostro del joven astronauta aparecieron tres gráficos: trayectoria, composición y arquitectura interna.

- Detecto líquido de baja densidad en uno de sus compartimentos interiores. – informó Blue.

Naruto frunció el ceño.

- ¿Hmm? Qué raro… - se encogió de hombros. – Serán restos de combustible. En fin, vamos al lío. ¡Dale caña, nena!

- Cargando láser…listo en cinco, cuatro, tres, dos, uno…

- ¡¡¡….yyyyyy fuegooo !!!

El disparo fue perfecto. El haz del láser dio justo en el centro del objetivo. Éste se combó hacia adentro en el punto de impacto hasta que el metal cedió y se quebró violentamente.

- ¡¡ YYYYYIIIIHHAAAA !! – gritó Naruto sintiendo como le subía la adrenalina.

- Detectados cambios de presión en la zona del impacto. - la electrónica vocecilla de Blue sonaba urgente esta vez.

- ¿Qué? ¿Pero qué pasa? – el rubio empezó a preocuparse. - ¿Porqué no se desintegra?

Se soltó el arnés y volvió a mirar por el cristal. Una discreta nube de vapor comenzaba a salir a presión por una fisura del viejo dispositivo.

- ¡¡¡MIERDA MIERDA MIERDA MIERDA MIERDA!!!

Naruto se lanzó hacia la sala de mandos a toda velocidad. Aquél trasto había resultado ser un inmenso depósito de oxígeno.

- ¡¡Blue, hay que largarse de aquí ahora mismo!!

- Activando motores principales…

El Skylab-2 empezó a retroceder a toda máquina, mientras en el viejo tanque unos cables sueltos liberaban un chispazo eléctrico.

En el vacío no puede arder el fuego. Para que una llama prenda, es necesario que tenga un gas combustible, como por ejemplo ocurre en el Sol, con el helio…

… o con el oxígeno.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡BBBRRRRRRRRRROOOOOOOOOOOOOOMMMMMMMMMM!!!!!!

La explosión fue colosal. Increíble. Parecía que estuviese muriendo una estrella. Una nube de fuego cegó al rubio antes de tragarse por completo su nave y lanzarla violentamente en una incontrolable espiral.

- ¡Alerta!¡Alerta! ¡El fuego traspasa el escudo solar! – advirtió Blue mientras se activaban todas las alarmas dentro del Skylab-2. La protección térmica de la nave se derretía mientras Naruto luchaba por respirar, aplastado contra el asiento por la brutal fuerza centrífuga. De repente hacía más calor allí que en el mismísimo infierno.

“No te desmayes….Naruto no te desmayes…” pensaba apretando los dientes y tratando de no perder la cabeza. “Aguanta…aguanta, por Dios bendito…”.
Enormes trozos de metal expulsados del antiguo depósito chocaban además contra ellos, golpeándolos salvajemente y lanzándolos de un lado para otro como si la nave fuera un diminuto insecto.

Todo daba vueltas. Naruto sintió que sus pulmones ardían cada vez que intentaba tomar algo de aire. Pensó que iba a reventarle la cabeza por la presión. Pero aguantó el golpe. Tras unos minutos que parecieron eternos, el oxígeno se acabó, las llamas se extinguieron y la temperatura comenzó a descender. Poco a poco se estabilizó su trayectoria.

El rubio abrió los ojos con esfuerzo y esbozó una dolorida sonrisa sin poder moverse aún.

- Estoy… - soltó una suave risilla desquiciada – …estoy…vivo… vivo…- jadeó. Apenas se lo podía creer.

A los pocos segundos cayó inconsciente.




(V) EL VACÍO SIN TI



Cuando recuperó la consciencia intentó incorporarse, pero todo el cuerpo le dolía muchísimo. Olía a carne asada y plástico quemado. Se llevó las manos a la cara. La sentía arder.

- Informe de daños, Blue… - susurró.

Nadie contestó.

- ¿Blue?

Silencio.

Miró la pantalla, iluminada apenas por las luces de emergencia. Nada. Sólo interferencias y nieve. Se había quedado solo.

Se giró torpemente dentro de la cabina. Buscó el botiquín de primeros auxilios y se aplicó pomada en las quemaduras. Abrió el compartimento de las bebidas y tomó cosa así de tres litros de líquido. Después de eso tuvo naúseas, pero consiguió aguantar el vómito.

Cuando se sintió con fuerzas, salió de la sala a inspeccionar los daños por sí mismo. El dormitorio, la escotilla principal, el gimnasio…Todo estaba destrozado como si hubiese pasado un huracán, y ennegrecido por el incendio. Las piezas plásticas se habían derretido, dejando inutilizable el equipo. Solo había resistido la cabina de mando, debido a su doble escudo térmico. El resto del Skylab parecía un cementerio.

- Buf…pues si esto está así… - meditó en voz alta – cómo estará por fuera…

Echó una mirada por la escotilla y confirmó sus peores sospechas. La cubierta exterior estaba abrasada.

- Y encima incomunicados… - gimió impotente al observar los restos del maltrecho sistema de telecomunicación. Se mordió el labio con fuerza y resopló entre dientes.

- Estoy jodido…

……………………………………………..

Naruto era ingeniero y se pasó cuatro largos días intentando recomponer el sistema de energía auxiliar. Tarareaba casi todo el tiempo en voz baja para alejar el silencio que tanto le inquietaba, y cuando no cantaba, fingía que hablaba con Blue.

- Sé que puedes oírme, amiga – decía sonriendo – Tienes que estar por aquí, en algún sitio… Tranquila, que ya verás como enseguida te enchufo otra vez.

Pero estaba resultándole complicado. No había material de recambio para las partes dañadas, y tenía que conseguirlo desmontando otros aparatos. Procuraba quedarse la mayor parte del tiempo en la sala de mando (la única zona habitable), pero para conseguir las piezas de repuesto tenía que ir a buscar a la “zona cero”, como él la llamaba. No le gustaba nada adentrarse allí. No había luz, así que tenía que utilizar una linterna para orientarse. Además, el ambiente de esa zona le resultaba siniestro. Le recordaba las pelis de Alien, el Octavo pasajero. A veces incluso le parecía ver sombras reptando por las paredes, escondiéndose de él.

- Me estoy volviendo paranoico… - decía en voz alta para calmarse. – Aquí dentro sólo estoy yo…

Pero la sensación que tenía era que allí había alguien más. Y no era Blue.

Estaba concentrado desmontando una compuerta para aprovechar las visagras, sujetando la linterna con la boca, cuando notó claramente una presencia a su espalda. Aquella certeza le paralizó. Le estaban observando, podía sentir unos ojos clavados en su rubia nuca. Se le aceleró la respiración y comenzó tener sudores fríos.

- Estoy solo… - murmuró para alejar el miedo. – Estoy solo… - repitió, cerrando los ojos. – Aquí dentro…estoy yo solo.

Se dio media vuelta de repente, con la linterna en la mano, dirigida hacia la intangible presencia. Durante una fracción de segundo pensó que cuando iluminara aquél punto se sentiría como un tonto, porque allí no podía haber nada.

Pero lo había.

En el otro extremo del pasillo, caminando lentamente hacia él como si allí hubiese gravedad…alumbrado apenas por la débil luz…

…vio a Sasuke.

Sus negros ojos muertos se clavaron ausentes en los del rubio. Naruto retrocedió por instinto, jadeando. ¿Se estaba volviendo loco o qué?

- ¡Déjame en paz! – gritó - ¡Lárgate de aquí!

Pero el espectro no se detuvo.

- ¡No pienso irme contigo! ¿Te enteras, Sasuke? ¡No voy a morir aquí! – chilló entrando en pánico y lanzándose en dirección a la iluminada sala de mandos.

- ¡No voy a morir aquí!¡No voy a morir aquí! ¡¡¡NO VOY A MORIR AQUÍ!!!

Se encerró en la cabina y cerró a cal y canto la compuerta.

Al amanecer del quinto día consiguió restablecer la electricidad. Un zumbido inundó la pequeña cabina y la anaranjada luz de emergencia cambió al azul habitual. El monitor se encendió y se reinició el programa.

El chico apretó inconscientemente los puños mientras observaba la pantalla en blanco.
Una silueta de cabeza azulada apareció por fin. Blue abrió los ojos, tranquila, como siempre.

- Buenos días, Naruto. ¿Cómo te encuentras hoy?

Al rubio se le encogió el corazón de alegría al volver a oír su voz. Si hubiese sido posible, la hubiera abrazado.

- Contentísimo de verte, nena… ¿dónde te habías metido?

- No te comprendo.

Naruto sonrió. Le encantaba tomarle el pelo.

- Ni se te ocurra dejarme tirado de nuevo, ¿me has oído?

- Sí.

- Bueno, y ahora… ¿puedes hacerme un informe completo de los daños?

- Sí.

La asistente cerró los ojos y aparecieron varias tablas de datos. El rubio los estudió con aspecto desolado. Básicamente solo les quedaba el equipo auxiliar, y tal y como se temía, los motores habían sido dañados hasta tal punto que era imposible que alguna vez volviesen a funcionar.

Flotaban a la deriva.

Pero aquél no era el único problema.

- Los niveles de radiación son muy altos. – alertó el programa.

- Sí…ya veo…están subiendo…eso es por haber perdido el escudo. – Se encogió de hombros . - Quién sabe, igual con la radiactividad consigo superpoderes… - bromeó. Reírse de su situación era de lo poco que le quedaba por hacer.

- Pero sin el escudo, Naruto...

- Ya…ya lo sé… - El rostro del rubio se volvió sombrío. - El sol nos achicharrará si pasamos cerca de él… no hace falta que me lo recuerdes... Pero cambiando de tema, ¿cómo vamos de oxígeno?

Blue mostró una gráfica. Sólo quedaba el tanque de reserva de la cabina de mando. Apenas un dos por ciento del total. El resto había explotado.

- Calcula el consumo mínimo diario, Blue.

La muchacha cerró nuevamente los ojos. Enseguida los volvió a abrir.

- ¿ Y bien? ¿Para cuanto tiempo nos queda? – preguntó angustiado. La asistente le dio en su tono impasible la peor noticia de todas.

- Veintitrés horas y treinta y dos minutos.

El chico sintió un escalofrío por la espalda. Suspiró derrotado, y a través del cristal de la escotilla miró el espacio infinito.

- Un día para morir…

A partir de entonces trató de moverse lo menos posible. Había que minimizar el gasto de oxígeno como fuera. Quizás aún podía ocurrir un milagro… quizás algún satélite los detectara. Naruto se aferraba a ideas de este tipo para no sucumbir al desánimo, pero poco a poco, pasó el tiempo… y nada ocurrió.

El sistema de calefacción también se había estropeado y lo mismo se paraba que aumentaba la temperatura sin control. En las últimas horas ocurría lo segundo. Entre la falta de oxígeno y el calor, Naruto empezaba a perder la cabeza. A ratos se quedaba inconsciente, y en general ya no era capaz de pensar con claridad.

- Dios… - murmuró en voz baja – Naruto llamando a Dios… ¿ Andas por aquí… ? ¿Podrías explicarme por qué me has hecho esto…? ¿Tan mal chico he sido…? – sonrió amargamente. Naruto nunca había pertenecido a ninguna religión, pero si había un momento para creer en el más allá, desde luego, era ése. - ¿No me contestas, eh…? – prosiguió con la misma sonrisa - Quizás la existencia es solo una broma cósmica, cruel y absurda después de todo… - Se frotó la cara para despejarse. Ya no sabía ni lo que decía. - ¿Tú qué opinas, Blue? ¿Crees que hay vida después de la muerte?

Blue salió de su estado de hibernación al escuchar que la llamaban.

- Buenos días, Naruto.

La calmada vocecilla le pareció un oasis de tranquilidad en medio de aquella terrible situación. Se acercó a ella, flotando con la frente casi pegada a la pantalla.

- Querida mía… - susurró como si le hablara al oído. – Ha llegado el momento de despedirnos…

Miró aquellos ojos azules que le habían confortado desde que abandonó su planeta. Siempre tan tranquilos…Deseó que fuera real, la fiel y paciente Blue. La asistente que continuaba realizando su tarea de animar y acompañar al astronauta aún en el rincón más perdido del espacio. Rozó la pantalla con la punta de los dedos, como si acariciara su dulce rostro.

- ¿ Cómo te encuentras hoy, Naruto?

- Un poco…triste, creo…sí…hoy estoy triste… - empezaba a costarle respirar.

- ¿Es porque tienes miedo ?

- No… ya no tengo miedo, Blue… - sonrió ligeramente al darse cuenta de eso.

- ¿Y cuál es el motivo de que estés triste?

Naruto sonrió. Siempre la misma pregunta.

- El motivo es…princesa…. – empezaba a confundir sus recuerdos y la realidad – que te amo con todo mi corazón….pero tú…tú nunca me has querido… - suspiró. Al decirlo en voz alta sintió que se quitaba un gran peso de encima.

- Yo no puedo corresponderte, Naruto. – respondió objetivamente Blue.


- Lo sé… - sonrió cerrando los ojos - desde luego que lo sé… y lo acepto, Sakura…pero no lo entiendo…no te entiendo… ¿Por qué nunca… me has dado una oportunidad…? – susurró - Yo solo quiero…hacerte…feliz…

El joven náufrago espacial perdió el conocimiento, sintiendo que por fin el vacío y la oscuridad se apoderaban de él. Pero esta vez estaba tranquilo. Se sentía en paz y se dejó llevar, sintiendo que su alma regresaba al universo, mientras su cuerpo se quedó flotando con una leve sonrisa en el interior del pequeño Skylab-2.


Blue entró en hibernación y desapareció de la pantalla. Al poco, una voz apenas audible se escuchó en la silenciosa cabina. La señal, saturada de interferencias, provenía de una nave que se aproximaba.


- Liberty llamando a Skylab-2… Liberty a Skylab-2… Skylab, responda…

El muchacho no reaccionó.

- ¡Naruto! – gritó la voz - ¡Naruto, aguanta! ¡Vamos a sacarte de ahí!






EPÍLOGO


Cuando recuperó a medias el sentido estaba sujeto a un arnés, con una mascarilla de oxígeno en la cara. Entornó los ojos extrañado. Aquella no parecía su nave. Giró el cuello levemente y pudo entrever a una chica flotando junto a él. Aquella imagen le hizo sonreir.

“Pues nada, ya está… Al final me he vuelto loco…” pensó con resignación.

– ¿Eres tú, Blue? - murmuró.

- ¿Blue? Je,je. No…creo que no…

- ¿No? - Cerró los ojos de nuevo. Se sentía agotado. - ¿Estás segura…? ¿Ahora los ordenadores pueden tener crisis de identidad…? – preguntó divertido. Estar loco no estaba tan mal.

Una mano le acarició la cara.

Tras casi seis meses sin sentir el contacto de otra persona, el corazón se le aceleró. Conocía esa mano. La sujetó rápidamente por la muñeca, por miedo a que se le escapara, y al abrir los ojos se encontró frente a frente con Sakura.
La contempló atónito.

- No estás aquí….no es posible…

Su cerebro se activó intentando encontrar algún resto de su antigua lucidez. Aquella situación no tenía sentido.

- Yo también soy astronauta, ¿Recuerdas, cowboy? – saludó la pelirrosa dulcemente.

Al chico se le hizo un nudo en la garganta. Era real. Estaba junto a él, en el azul espacio, a millones de kilómetros de la Tierra... Se sintió tan afortunado que no pudo evitar las lágrimas. Éstas, tras salir de sus ojos, flotaron entre ambos como brillantes cristales.


- Has subido aquí arriba…¿por mí…? – consiguió preguntar el rubio a través de la mascarilla.


Ella asintió sonriendo. En cuanto el Skylab-2 fue localizado flotando a la deriva, la muchacha había solicitado tripular la misión de rescate. Y allí estaba.

- ¿Es verdad eso de que me quieres con todo tu corazón, Naruto?

- Pues claro… - susurró el rubio, emocionado. De pronto cayó en la cuenta de algo importante: nunca había llegado a confesarle sus sentimientos …

- Eh…- repuso – espera un momento…¿Cuándo te he dicho yo que…?

Ella señaló una caja metálica y rectangular frente a ellos. Estaba cerrada.

- ¿Qué es eso? – preguntó Naruto.

- Esa es la caja negra del Skylab-2. O lo que es lo mismo: esa es Blue.

Naruto miró el objeto con cariño.

- Me alegro de que a ti también te hayan rescatado, pequeña… - le dijo complacido. - ¿Has hablado con ella? – preguntó dirigiéndose a Sakura.

La muchacha asintió. Llevaba varias horas visualizando a través de la cámara de Blue todo lo que el rubio había hecho en los últimos días.

- ¿Sí? - rió el rubio cansadamente. - ¿Y qué te ha contado mi virtual amiga?

Sakura sonrió y le retiró la mascarilla con cuidado.

- Me ha pedido que te dé una oportunidad de hacerme feliz… - susurró. Y acto seguido, depositó sobre los labios del chico el beso más dulce que nadie le había dado jamás.

- ¿De verdad no estoy muerto? – murmuró Naruto cuando la pelirrosa se separó de él.

- Te ha faltado poco… - contestó sonriendo.


La nave de rescate Liberty continuó su descenso hacia el planeta azul y dejó atrás a la pequeña Skylab-2, ya convertida en lo que comúnmente llamamos chatarra espacial.
Todavía hoy traza su órbita, paciente, alrededor de la Tierra.
Gravitando en el vacío…