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That's not me
Always NaruSaku
Gracias Santo :)
Lalala ~~
La skin ha sido codificada y maquetada por Odxy para el foro NaruSaku. Las imágenes usadas no nos pertenecen, han sido realizadas por diversos artistas y las diseñadoras solo las han editado. Agradecimientos a todo el grupo de diseño por las nuevas imágenes utilizadas. También a LaufeysonSister y Pyrite Wolf de OSC porque sin sus tutoriales la mitad de las cosas que se han hecho en este foro no habrían sido posible.

La novia del ranchero [ C ] Capitulo 7 23/02/13

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Mensaje por saku_uzumaki Lun Dic 31, 2012 5:47 am

Hola mudare esta historia, es una adaptacion al libro del mismo nombre pero su autora original es BARBARA MCMAHON!!!!


"Te casarias y le darias un heredero a un viejo conocido."


Ella necesitaba cambiar de vida... y lo hizo gracias a él
Kushina Uzumaki , ejecutiva de Madison Avenue, iba camino de un rancho de konaha. Se disponía a pasar una semana en la carretera para aceptar la proposición de Minato Namikaze, un hombre al que había visto sólo una vez... y hacía ya mucho tiempo.
Lo que Kushina no sabía era que el contrato de aquel matrimonio de conveniencia incluía una cláusula muy importante: debían tener un hijo antes de que acabara el año



Prologo
Spoiler:


Última edición por saku_uzumaki el Dom Feb 24, 2013 3:00 am, editado 4 veces (Razón : Actualizacion de la historia)
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Mensaje por when21 Lun Dic 31, 2012 10:20 am

Wow se ve muy interesante, espero la conti pronto n.n
Naruto hijo de minato y shizune? No me lo esperaba jeje
Y sakura y naru ya tendrán bebes? Sorprendente n.n
Conti!
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Mensaje por saku_uzumaki Lun Dic 31, 2012 12:54 pm

CAPITULO 1
Spoiler:

CAPÍTULO 2

Spoiler:

CAPÍTULO 3

Spoiler:

Espero y les guste Genial
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Mensaje por when21 Miér Ene 02, 2013 12:19 pm

Dios... Que loco!!
Nada mas me imagino eso y me muero, con esto morí de la risa xDD
—Tratar de salvar el primer obstáculo. Los niños no caen de los árboles.
Claro que caen de los árboles!!! (? xDD
Saku quiere dar el niño en adopción, eso no me gusta... Pero si ama a naruto, debería luchar, no darse por vencida...
Espero la conti pronto ^^
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Mensaje por saku_uzumaki Dom Ene 06, 2013 10:28 am

Aviso
Actualizare a mas tardar el martes 7 de enero. Gracias por leer la historia

Ilusionado
Chao Bye
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Mensaje por when21 Miér Ene 09, 2013 7:44 am

Nee... Y la conti? T.T
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Mensaje por saku_uzumaki Lun Ene 21, 2013 4:42 am

A pesar de haber puesto el despertador a las cinco, Kushina fue la última en levantarse. Bajó dando tumbos a la cocina, deseosa de tomar un café, aunque era consciente de que no debería probarlo. Tenía que vigilar la ingesta de cafeína. Se preguntó si tendrían algún tipo de infusión.
Los hombres levantaron la cabeza al verla entrar. Sakura se giró desde donde estaba junto al fuego y le sonrió.
—Buenos días. Te prepararé unas tortitas en un minuto. Sírvete café. ¿Quieres salchichas o beicon, o las dos cosas?
—¿Tienes té? —preguntó Kushina consciente de que no estaba dando una buena impresión al aparecer tarde, pero demasiado cansada para preocuparse por ello. No había dormido bien, toda la noche dando vueltas. Y cuando no dormía lo suficiente ' estaba de mal humor.
Sakura sacudió la cabeza. Encogiéndose de hombros, Kushina se sirvió media taza de café y dio un sorbo. Estaba demasiado caliente para dar un buen sorbo, pero parecía estar fuerte.
¿Cómo lo hacía Sakura? Tenía un aspecto radiante y fresco, y era evidente que llevaba un buen rato levantada para haber preparado aquel fenomenal desayuno que estaban devorando los hombres.
—¿Has dormido bien? —preguntó Minato cuando Brianna se acercó a la mesa.
—Todo lo bien que se puede cuando estás en un sitio nuevo, supongo —dijo Kushina, que no quería dejarle ver que había estado demasiado nerviosa para dormir.
Los hombres se lo comieron todo rápidamente. Le maravillaba la enorme cantidad de tortitas que estaban comiendo, por no hablar de las salchichas, el beicon y los huevos revueltos. Cuando terminaron, se levantaron todos a una y salieron a la calle.
—Volveremos a la hora de cenar, Kushina —dijo Minato—. Sakura te lo enseñará todo y te ayudará a instalarte. Pídele todo lo que necesites.
—¿No vendréis a comer? —preguntó. Pensaba que tenía que hablar de un montón de cosas y Minato se estaba yendo sin darle ocasión a hacerle ninguna pregunta.
—Hoy no. Estaremos demasiado lejos de la casa para poder venir —Minato miró a Sakura—. Cuida de ella.
Sakura asintió mientras fregaba los cacharros.
—Sé cuidar de mí misma —dijo Kushina, divertida ante la idea de que Minato creyera que una mujer más joven que ella tuviera que vigilarla. ¿No debería ser al contrario?
En cuanto Minato salió, Kushina se volvió hacia Sakura.
—Puedo ayudarte a limpiar en cuanto termine de desayunar —dijo Kushina dando un mordisco a la deliciosa tortita. No era de extrañar que a Minato le gustara tener cerca a Sakura. Era una cocinera fantástica.
—No me importa. No hay gran cosa que hacer. Iré al pueblo hoy para hacer la compra. ¿Quieres venir conmigo? Te enseñaré la ciudad, aunque no puede compararse con Nueva York. Quiero que me cuentes cosas de allí.
—Sí, me gustaría acompañarte. En el futuro, deja que yo me ocupe de la compra. Quiero decir, que como estás embarazada supongo que estarás cansada.
Sakura miró a Kushina con suspicacia.
—Me canso. Normalmente me echo una pequeña siesta por las tardes a menos que tenga que ir al médico.
—¿Para cuándo lo esperas?
—Dentro de un mes. ¡Estoy ansiosa!
—Me lo imagino. Yo también tengo muchas ganas de tener un hijo —le confesó Kushina, que casi sonrió al pensar en ello. Lo que había sido una nebulosa durante mucho tiempo por fin empezaba a cobrar forma.
—Yo estoy ansiosa por dejar de estar en este estado —dijo Sakura sacudiendo la cabeza—. Estoy harta de estar gorda. Tengo cosas que hacer, lugares que visitar.
—Oh —murmuró Kushina sorprendida ante la vehemencia de la joven—. ¿Qué sitios? Pensé que vivías aquí.
—Esto es sólo temporal. Me iré a Dallas o, al menos, a Denver.
—¿Con el bebé?
Sakura se encogió de hombros.
—Aún no he decidido qué hacer con el bebé —dijo ella con tono desafiante.
Kushina dio otro sorbo a su café sin saber qué decir. ¿Acaso estaría pensando en darlo en adopción? ¿Cómo podía una madre no querer a su hijo, no querer estar con él? Su madre solía decirle una y otra vez que ella era lo más valioso que tenía. Y había tenido que pagar un alto precio.
—Estoy segura de que harás lo mejor —dijo Kushina temiendo estar tocando un terreno movedizo.
Sakura la miró con cautela.
—Suelo limpiar la cocina cuando los hombres se van. Después hago un repaso rápido por el resto de las habitaciones y finalmente me voy a mi estudio.
—¿Estudio? ¿Eres artista? —preguntó Kushina. Steven tenía una galería de arte y ella misma siempre había deseado tener algún talento.
—Pinto —contestó la chica con gesto dramático.
—Me encantaría ver tu trabajo —dijo Kushina.
—Ven al estudio y te lo enseñaré. Elsa me dijo que tenía talento.
—¿La abuela de Minato?
—Era una gran artista, Tusnade Senju.
—¿Tsunade Senju era la abuela de Minato? —Kushina se quedó atónita. No había duda de por qué Minato estaba tan enfadado ante el estado en que había quedado el rancho. Su abuela había sido una de las artistas más populares de Estados Unidos, por cuyos cuadros se pagaban grandes cantidades. Sakura recordaba haber oído hablar a Senju de su muerte el año anterior. Sus pinturas habían aumentado espectacularmente su valor a su muerte y no había dejado de lamentarse por no tener ninguna en la galería.
Y Tsunade Senju no le había dejado a su nieto nada más que un cochambroso rancho. ¿Por qué?
—Sí. Me dijo que malgastaría mi vida quedándome aquí. Por eso me marcharé en cuanto nazca el bebé.
—¿Por qué?
—A Tsunade no le importaba vivir aquí, ella ya había conseguido su meta. Pero yo necesito vivir nuevas experiencias para ampliar mi visión. No puedo quedarme en este remanso de paz. Necesito escapar.
Kushina parpadeó rápidamente varias veces. ¿Sakura trataba de convencerla a ella o a sí misma?
La vida era extraña. Ella necesitaba escapar del frenético ritmo de vida de la ciudad y cambiarlo por aquel «remanso de paz» mientras que Sakura ansiaba tener la oportunidad de huir. ¿Encontrarían ambas la felicidad con el cambio?
—¿Por eso quieres ir a Dallas?
—Sí, pero ahora me pregunto si no debería considerar la posibilidad de ir a Nueva York. Por eso quiero que me cuentes cosas de allí, para saber qué hacer cuando llegue. No quiero parecer una paleta.
—La Meca para todos los jóvenes —murmuró Kushina—. Si lo estás pensando en serio, puedo darte el nombre de algunos amigos para que te den algunas indicaciones —dijo Kushina pensando si podría ponerla en contacto con Pein. Estaba segura de que estaría encantado de echar un vistazo al trabajo de alguien recomendado por Tsunade Senju. Tendría que advertir a Sakura de todos modos que no se tomara muy en serio todo lo que le dijera Pein. Ella sabía lo rápido que cambiaba de opinión.
—¿Lo harías? Sería maravilloso. ¡Gracias! Cuantas ganas tengo de que llegue. ¡Me gustaría que mi bebé naciera hoy mismo! —Sakura sonrió llena de expectación.
—Ahora mismo no, por favor. Tengo que familiarizarme con un montón de cosas antes de poder ocuparme de la casa cuando tú te vayas.
—Es muy fácil —dijo Sakura.
—Ya veremos. No he hecho muchas labores del hogar, la verdad. No había mucho que limpiar en el pequeño apartamento que compartía en Nueva York. Y lo de cocinar, me da la impresión de que cocinar para cuatro hombres es muy diferente a cocinar para un par de amigas.
Entre las dos terminaron pronto de fregar los cacharros. Sakura condujo a Kushina al estudio y le mostró su trabajo llena de orgullo. A Kushina le gustaron algunos cuadros. Era un estilo agradable, aunque no había mucha variedad. Todo eran paisajes locales y bodegones. Sin embargo, estaba segura de que había un gran mercado para ese estilo.


Era media mañana cuando salieron hacia el pueblo. La lista de la compra era sorprendentemente larga y Kushina se alegró de haberse ofrecido a ir en su todoterreno. Cuando ya llevaban dos carros y aún les quedaba mucho por comprar, Kushina le preguntó a Sakura cómo se las apañaba para hacerlo ella sola.
—Compro primero lo no perecedero y dejo los carros cerca de la caja y vuelvo a por lo demás. Las cajeras conocen a todos los rancheros de la zona y están acostumbradas. Cuando lo tengo todo, voy a la caja y habitualmente algún mozo del supermercado lo carga todo en el coche. Sobre todo últimamente. Pero no hay nadie en casa para ayudarme a descargar. Tardo un montón en sacar las bolsas una a una.
Una mujer de mediana edad dio en ese momento la vuelta en el pasillo por el que iban ellas y se detuvo notablemente sorprendida.
—Hola, mamá —dijo Sakura con calma.
Kushina se giró y sonrió pero la mujer apenas hizo un gesto de asentimiento con la cabeza antes de retroceder y meterse en otro pasillo.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó Kushina sorprendida ante el grosero comportamiento de la mujer que, al parecer, era la madre de Sakura.
Sakura inspiró profundamente antes de hablar.
—Mi familia me echó de casa cuando les dije que estaba embarazada. Parece que no se han suavizado.
—Oh, Sakura, lo siento —dijo Kushina tocándole el hombro levemente. Sabía por lo que Sakura estaba pasando. ¿Acaso no le había pasado lo mismo a su propia madre?
—No pasa nada. Cuando nazca el bebé, me iré de aquí.
A pesar del mantra tantas veces repetido, Kushina veía el dolor en los ojos de la joven, aunque optó por cambiar de tema. Para cuando llegaron a la caja, Kushina vio a su madre saliendo por la puerta a toda prisa. La familia debía permanecer unida en momentos de necesidad, no desertar. Aunque los padres de su madre no hubieran estado con ésta cuando el padre de Kushina la abandonó, su madre siempre le había hablado de una familia ideal cuyos miembros se apoyaban los unos a los otros en tiempos difíciles. Gracias a Dios que había tenido al tío Buck, el único miembro de la familia que las había ayudado.
Motivo por el que Kushina había aceptado que Pein no era para ella. ¿Acaso no había huido al mínimo atisbo de problemas? Ella quería alguien con quien poder contar, alguien que estuviera siempre a su lado, aunque fuera por honor en vez de por amor.
Cuando regresaron al rancho y colocaron la compra, era bien pasado el mediodía. Después de comerse un sándwich, Sakura se echó un rato.
Kushina aprovechó para terminar de deshacer la maleta. Exceptuando unos cuantos de sus conjuntos favoritos adecuados para una velada hogareña o para salir a cenar, todo lo demás que había llevado era nuevo. Sobre todo vaqueros y camisas de franela, prendas resistentes para la vida en el rancho. Había un vestido nuevo también, de un bonito tono crema que Kushina había comprado con gran optimismo para la boda.
Cuando terminó, se preguntó qué hacer. Estaba acostumbrada a no tener un minuto libre y se sentía rara. Bajó al piso inferior, deambulando entre las habitaciones. Estaban amuebladas con piezas resistentes, todas ellas viejas y lóbregas. Supuso que eran funcionales, sí, pero muy deprimentes. Consciente de que las flores de vistosos colores y los trazos luminosos eran la característica de las pinturas de Tsunade Senju, se preguntaba cómo podría haber vivido en un lugar como aquél. ¿Por qué no la habría decorado ella misma?
Kushina fue a abrir la puerta principal y quedó encantada con el cerrojo y la llave antiguos. Estaba claro que no debían de abundar los delitos por la zona porque hasta un niño podría romper aquel cerrojo. La puerta se atascó y tuvo que forcejear para abrirla y salir al porche. El sol de la tarde estaba detrás de la casa, por lo que daba sombra en el porche. La vista era magnífica, un paisaje interminable en el que onduladas colinas se recortaban contra el cielo azul.
Kushina bajó los tres escalones de madera hasta el suelo de tierra. Flanqueando los escalones había pequeñas zonas con aspecto de lo que parecían haber sido arriates de flores. La temporada estaba demasiado avanzada para plantar, pero cuando llegara la primavera, podría hacerlo. Y mientras tanto colocaría un par de macetas con crisantemos de brillantes colores en los escalones.
Vagó por el patio trasero planeando dónde plantaría arbustos y árboles. Si Minato no quería que gastase su dinero, podría devolvérselo cuando el rancho comenzara a dar beneficios. Comprendía la reticencia de éste a poner en peligro su valorada posesión. Ella se sentiría de la misma forma pero a ella no le importaba el rancho.
Se dirigió al establo para explorar y quedó sorprendida al encontrarse a Naruto limpiando a un caballo.
—¿Ya habéis vuelto? —preguntó entrando en el interior en penumbra—. Pensé que estaríais fuera todo el día.
—Uno de nosotros se queda cerca por si Sakura necesitara algo —dijo cepillando al caballo en largas y uniformes pasadas—. Yo terminé antes y he vuelto. Hay mucho que hacer aquí.
—Bueno, ahora yo también estoy aquí y puedo ayudar si me necesitáis.
—Supongo —dijo él continuando con lo que estaba haciendo sin hacerle caso. Kushina lo observó un momento preguntándose cómo podría granjearse la amistad del hijo de su futuro marido. Aunque a juzgar por su actitud dudaba mucho que hiciera amigos fácilmente.
—¿Has trabajado en ranchos siempre? —preguntó al cabo.
—Desde que tenía dieciséis años.
—¿Aquí?
—No hasta el año pasado, cuando nos mudamos aquí —dijo él riéndose brevemente—. Para mi bisabuela era como si yo no existiera.
—Tampoco parecía importarle gran cosa tu padre —señaló Kushina.
Soltó la correa del animal y lo condujo hacia el corral que había fuera. Después tomó la silla y los aperos y se dirigió a la habitación que había al fondo del establo. Kushina lo siguió buscando sin cesar algo que decir para entablar una conversación. Pero no se le ocurría nada.
—No tengo la intención de separarte de tu padre —dijo.
—No lo pensaba —dijo él mirándola sorprendido.
—No querrá más a nuestro bebé que a ti —continuó casi con desesperación. Quería asegurarse de que Naruto supiera que nadie lo reemplazaría a ojos de su padre.
—Puede que sí.
—¡No!
Naruto parecía divertido ante la categórica negativa. Dejó la silla en un asiento y comenzó a limpiar las riendas.
—Sé que no crees en este matrimonio pero haré todo lo posible para ser una buena esposa.
—No me importa lo que haga Minato. Lo que me molesta es que siga humillándose delante de esa vieja bruja Si fuera yo, pasaría de ella y de su dichoso testamento.
—¿Y perder el rancho de la familia?
—Para mí no significa nada —dijo él encogiéndose de hombros.
Kushina sospechaba que eso no era enteramente cierto pero no iba a presionarlo.
—Significa mucho para tu padre y con el tiempo podría significarlo también para ti.
—Si me quedo, quizá.
—¿Estás pensando en irte?
Volvió a encogerse de hombros. Naruto Namikaze era un hombre parco en palabras.
—Sakura habla mucho de irse de aquí —dijo Kushina. Se preguntó si lo sabría Naruto.
—Sí, bueno, si ella se va, no hay nada que me retenga aquí, ¿no te parece?
—¿Pero entonces por qué no te casas con ella y os instaláis en algún sitio donde poder criar a vuestro hijo? —preguntó Kushina cuya indignación ante la injusticia parecía no tener fin. ¿De tal palo tal astilla? ¿Dónde se estaba metiendo?
—¿Crees que no se lo he pedido? Se lo pido al menos una vez a la semana, si deja que me acerque lo suficiente. Se lo pedí diariamente cuando me enteré de que estaba embarazada pero no quiere casarse con un estúpido mestizo. ¡Quiere ver las luces brillantes de Dallas o Denver, no vivir en este rancho cochambroso en medio de ninguna parte! Tsunade le llenó la cabeza de tonterías diciéndole que ella podría ser la próxima gran pintora americana y Sakura no ve nada más allá.
Kushina no sabía qué decir. ¿Por qué no quería la chica casarse con Naruto? Podía pintar igualmente. Él era un hombre formal, con un buen trabajo y buenas perspectivas de futuro si Minato y ella conseguían quedarse con el rancho.
Minato sería abuelo en breve. Kushina parpadeó rápidamente. Si ella se casaba con él, ¡ella también sería abuela! Y ni siquiera era madre.
—Tal vez debieras reconsiderar si de verdad quieres unirte a esta familia antes de que sea demasiado tarde —dijo Naruto antes de salir del establo. Kushina se giró dispuesta a seguirlo, consciente de que tenía un montón de nuevas preguntas para Minato.
¿Sería cierto que Sakura no quería casarse con él porque era medio indio nativo? Lo dudaba mucho. La chica no se habría enrollado con él, para empezar. Parecía más bien como si Sakura quisiera tan sólo irse a la gran ciudad. Y Kushina no se imaginaba a Naruto viviendo en otra parte que no fuera aquel rancho.
Más tarde, durante la cena, Kushina observó a la pareja con curiosidad. Cuando sus ojos se encontraron con los de Minato éste alzó una ceja en señal inquisitiva.
—Tal vez podríamos salir al porche a hablar un rato después de la cena —dijo Kushina con voz chispeante—. He limpiado las mecedoras y barrido el porche.
—¿Mecedoras? —se rió Kakashi—. Ya te las ha preparado, Minato, y aún no eres abuelo.
—Habría sugerido el columpio pero no está —dijo Kushina con cierta aspereza pero a continuación sonrió—. Si vamos a ser abuelos, tal vez debamos ir practicando. ¿Qué puede ser más divertido que acunar a un bebé?
El silencio que invadió la cocina fue absoluto. Todos la miraban.
—¿Qué? ¿Acaso vais a decirme que no vais a pelearos por acunarlo?
Minato se aclaró la garganta.
—No estamos seguros de dónde estarán Sakura y el bebé.
—Aquí no, desde luego —dijo Sakura apartando la silla y poniéndose en pie—. Me voy a pintar —y tomando la chaqueta, salió de la cocina dando un portazo.
Naruto miró a Kushina.
Azuma y Kakashi miraron sus respectivos platos. Minato seguía mirando a Kushina.
—Si ella y el bebé se quedan, seré el primero en acunarlo.
—Después de Naruto —dijo Kushina.
El joven se levantó y salió de la cocina igual que había hecho la noche anterior.
—¿Es así como acaban todas las noches? —preguntó Kushina.
—Normalmente —dijo Azuma—. Uno de los dos se pone de mal humor. ¿No es grande el amor?
Kakashi se echó a reír y tomó otra galleta.
—Vamos, esta noche te voy a dar una paliza al póquer.
—En tus sueños, hijo.
Los vaqueros se levantaron y dieron las buenas noches al salir. Kushina y Minato cruzaron las miradas.
—Naruto dice que quiere casarse con Sakura pero que ella se niega —dijo Kushina.
—Sí. Una pena. Él está loco por ella pero ella no le deja ni acercarse desde que está embarazada. Estaban muy unidos antes. Sakura siente que Naruto la retendría aquí.
—Me pregunto si tendrá alguna posibilidad de éxito.
—No lo sé —dijo él—. Sus cuadros son bonitos pero no tengo ni idea de si tendrán tirón comercial. Al parecer, Tsunade le dijo una vez que sí. Pero conociéndola, puede que sólo lo hiciera para hacer callar a su joven admiradora. Sakura es muy soñadora.
—Quiere ser una artista famosa en algún lugar lejos de aquí.
—Ése es su objetivo ahora.
—¿Y Naruto se quedará si ella se va?
—¿Por qué no habría de hacerlo? —preguntó éste sorprendido—. Ésta es su casa. Si conseguimos mantener el rancho, un día será suyo.
—Pensé que él no podía heredar.
—Resulta interesante. El testamento dice simplemente que para que yo herede tengo que tener un heredero legítimo en un plazo de dos años tras la lectura del testamento. Pero no hay restricción alguna que diga que tengo que dejar el rancho a mi heredero legítimo. He hecho que lo estudiaran varios abogados.
Kushina se levantó y comenzó a recoger los platos.
—¿Aún quieres que nos sentemos fuera? —preguntó Minato a continuación—. Hace más frío ahora que se ha puesto el sol —dijo reclinándose en la silla para mirarla.
—Sí. Allí tendremos más intimidad.
—Suena prometedor —dijo él con tono acariciador al tiempo que se levantaba para ayudarla a recoger los platos. Cuando se acercó al fregadero con ellos, Kushina lo miró.
—Quédate aquí y habla conmigo mientras friego los platos.
—Sakura lo hará después.
—Yo puedo hacerlo ahora. Quédate —dijo Kushina llenando el fregadero de agua caliente.
Minato se apoyó contra la encimera, junto al fregadero, y la observó desde allí con los brazos cruzados.
—Si quieres que te ayude, pídemelo.
—¿Ayudarme? ¿Secando y colocando los platos? —dijo ella con una mirada juguetona.
—Podrías convencerme. Por un precio, claro.
—¿No habías dicho que no querías mi dinero?
Él se acercó un poco más, los brazos aún cruzados.
—Hay más cosas aparte de dinero.
Estaba flirteando con ella. ¿Cuánto tiempo hacía que nadie jugaba a la seducción con ella?
—Vale, morderé el anzuelo. ¿Cuál es el precio?
—¿Dónde vas a morder? —preguntó él acercándose aún más.
Kushina rió suavemente al tiempo que se inclinaba hacia él tanto que podía sentir su aliento en el rostro.
—Vaquero, puedo morderte en lugares donde nadie te ha mordido antes.
—Ya lo creo que podrías —dijo él rozándole los labios con los suyos.
Kushina saboreó la sensación que pareció recorrerla por dentro. Tenía unos labios cálidos y firmes y se movían suavemente como si quisieran más. Ella se inclinó más hacia él, consciente de que tenía las manos húmedas y llenas de jabón. Ansiaba rodearle el cuello y abrazarlo mientras cabalgaba sobre él.
Minato se tomó su tiempo como si estuviera explorando los sentimientos que tenerla tan cerca despertaban en él. Cuando finalmente se apartó, Kushina lo miró a los ojos tratando de adivinar sus pensamientos.
—¿Echándote atrás otra vez? —preguntó Kushina.
—No, comprobando si merece la pena colocar los platos.
Kushina le salpicó con el agua espumosa. Las bromas que siguieron intercambiando mientras terminaban con los platos parecieron tranquilizarla respecto a la elección que debía tomar. Si podían convivir como amigos, la vida sería más fácil.
—¿Así es que planeas hacer esto todas las noches? —preguntó Minato mientras guardaba la última cacerola en el armario que había sobre la encimera.
—Sólo hasta que los niños tengan edad para relevarme.
Minato se detuvo un momento y al cabo, asintió.
—Entonces lavaremos los platos tú y yo durante varios años, seguido de un paréntesis de unos veinte años, y después otra vez tú y yo.
—Parece un buen plan —dijo ella.
Veinte años. ¿Quién pensaba en algo a tan largo plazo? Aunque Minato parecía aceptarlo como algo natural.
—¿Entonces aún sigue en pie lo de ir a hablar con él abogado el viernes?
—Nada me ha hecho cambiar de idea —dijo ella—. ¿Y a ti?
—Tampoco.
—Intenté hablar con Naruto esta tarde. Dice que no se siente unido a este rancho —dijo Kushina.
—No puedo cambiar lo que hice con Naruto por mucho que me gustara. Lo único que creo que podría ayudar es conseguir quedarme con el rancho y para eso te necesito.
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La novia del ranchero [ C ]  Capitulo 7  23/02/13 Empty Capitulo 5 29/01/13 [C] [+18]

Mensaje por saku_uzumaki Miér Ene 30, 2013 6:09 am


Capitulo 5
EL lunes era el día de la boda. El cielo estaba sembrado de pequeñas nubecillas blancas. El aire era fresco y lucía el sol. Había hablado con Ino y con Temari durante horas la noche anterior. Después de mucho pensar si se trataba de la elección correcta, ahora que había llegado el momento, se sentía tranquila y confiada. Al menos, de eso trataba de convencerse.
Se vistió lentamente y se miró al espejo de la cómoda durante un largo rato. En menos de una hora se encontraría con Minato en el juzgado. Suspiró al pensar en que no habría una gran ceremonia con iglesia, con muchos invitados y la familia. Todas las jóvenes soñaban con algo así pero ella no tenía amigos en Wyoming, ni familia, hasta que se casara. Entonces Minato y Naruto se convertirían en su familia.
Seis meses atrás si alguien le hubiera dicho que se iba a casar, habría pensado que sería con Pein. Pein, el hombre al que creía haber amado durante dos años. Parecían la pareja perfecta. Los dos estaban inmersos en sus trabajos, aunque siempre sacaban tiempo para pasarlo juntos. Disfrutaban con las mismas cosas: clubes nocturnos, visitas a los museos en un domingo lluvioso cuando no era temporada de teatro en Broadway. A ella siempre le había encantado mezclarse con los artistas de la galería de Pein durante las exposiciones que se celebraban por la noche. Y las breves vacaciones que habían disfrutado habían sido en un hotel de esquí en Vermont y en una playa de arena blanca en Jamaica.
Parpadeó rápidamente y retiró la vista. Era como si la ciudad de Nueva York aún le estuviera gritando para que regresara.
Se dio la vuelta y tomó un pequeño sombrerito que completaba el vestido. Esperaba tener el aspecto de una novia. Era lo menos que podía hacer por Minato. Y por ella misma.
Un toque en la puerta interrumpió sus pensamientos.
—Adelante.
Sakura asomó la cabeza primero y a continuación abrió la puerta y entró. Llevaba un bonito vestido premamá de color lila y, en la mano, un ramo de novia.
—Le pedí a Minato que te lo comprara —dijo mostrándoselo a Kushina—. Ya conoces a los hombres, nunca se les ocurriría a ellos solos.
—¡Gracias, Sakura! —dijo ella tomando el ramo de rosas blancas. El largo lazo de satén que lo ceñía hacía juego con el color de su vestido.
Sonrió a la joven, sorprendiéndose una vez más ante la vena romántica que ésta desplegaba de tanto en tanto. Sakura le había llevado el desayuno a la cama esa mañana para que no viera a Minato antes de la ceremonia. Éste ya se había ido al juzgado y ellas irían juntas.
—¿Estás segura de esto? —preguntó Sakura ladeando la cabeza levemente—. ¿No tienes dudas?
—Sakura, tengo un montón de dudas pero estoy todo lo segura que podría estar. La vida puede ser muy solitaria. Y ya no soy tan joven. Si no creo una familia pronto, se me pasará el momento —dijo Kushina mirándose en el espejo por última vez como asegurándose de lo que iba a hacer.
Apartó los recuerdos de Pein, de su última pelea y de lo que podría haber sido y levantó la barbilla.
—Estoy lista.
De camino a Sweetwater, Sakura no dejaba de hacer preguntas sobre Nueva York. Kushina no había visto jamás tan insaciable hambre de información. Se estaba repitiendo pero a Sakura no parecía importarle. Seguía mostrándose soñadora y esperanzada. Kushina se preguntaba si ella también se había mostrado tan idealista cuando era más joven.
Cuando llegaron al juzgado, Naruto estaba esperando en los escalones. Se acercó al coche cuando Kushina aparcó y le abrió la puerta. Vestido con traje gris oscuro y las botas perfectamente abrillantadas, estaba tremendamente guapo. Kushina miró a Sakura pero la joven estaba saliendo del coche sin ayuda, evitando en todo momento a Naruto.
La brisa le levantaba el sombrero y tuvo que agarrárselo con la mano.
—Hace viento —dijo.
—Creo que se está preparando una tormenta. Minato está dentro con el juez. Dijo que te esperaría allí —gruñó Naruto.
Kushina lo miró.
—Espero que no te moleste demasiado todo esto, Naruto. Seré la mejor esposa para él.
—No puedo hacer que cambiéis de opinión. Sólo espero que sepáis lo que estáis haciendo.
Kushina se sentía nerviosa, sensación que aumentaba ante las curiosas miradas de los transeúntes. Hizo un gesto con la cabeza a una mujer que la observaba sin disimulo y a continuación se dirigió hacia los escalones del juzgado.
Al poco estaba entrando en la sala y sintió que se mareaba un poco. Era la última oportunidad para cambiar de opinión. Vio a un hombre de cabello canoso a quien no conocía, indudablemente el juez. Azuma y Kakashi estaban presentes, ataviados con sus trajes de domingo, y una sonrisa en los labios.
Minato estaba de pie cerca de la ventana. Cuando se giró, sus rasgos familiares provocaron en Kushina una sensación de excitación en todo su cuerpo. En unos minutos, aquel hombre uniría su destino al de ella. Mentalmente dio el último adiós a Pein y marchó al encuentro con su futuro marido.
Las palabras del juez le resultaban familiares aunque parecían contener más significado al estar siendo dirigidas a ella personalmente. Cuando los declaró marido y mujer, Minato depositó un leve beso en sus labios. ¡Se habían casado!
Los vaqueros se acercaron a ellos para darles la enhorabuena y después salieron de la sala.
—Pensé que podríamos ir a comer a Silverado con Naruto y Sakura —dijo Minato tras dar las gracias al juez—. Luego volveremos al rancho. Kakashi y Azuma podrán ocuparse de todo hasta que lleguemos.
Habían hablado de hacer un viaje de luna de miel y los dos habían acordado que no era una buena idea. Minato no podía permitirse alejarse del trabajo y aquél no era exactamente el tipo de matrimonio que empezaba con una lujosa luna de miel.
Kushina miró a Naruto. Había permanecido en silencio junto a su padre durante la ceremonia y se preguntaba cómo se sentirían Sakura y él. Ella sabía que Naruto quería casarse con la chica. ¿Sabría ésta lo que estaba rechazando? La vida en Nueva York podía ser excitante y divertida pero también muy solitaria. Sakura iba a darle la espalda a un montón de cosas cuando se marchara.
—Me parece bien —dijo Kushina ante el silencio de todos.
—Sakura y yo os alcanzaremos —dijo Naurto extendiendo el brazo para tomar el de Sakura. Ésta pareció sorprendida y un tanto recelosa.
—Nos veremos allí entonces —dijo Minato.
Sakura miró a los recién casados, que se alejaban por el pasillo.
—¿Qué quieres, Naruto?
—Lo que he querido todo este tiempo, Sakura, pero estoy empezando a comprender que no siempre logramos lo que deseamos. O que tenemos que hacer cosas que no queremos para poder conseguirlo. Minato no quería casarse, pero lo ha hecho para conseguir su rancho. No sé si podría haber hecho algo así con una extraña. Voy a pedírtelo otra vez. ¿Quieres casarte conmigo?
Sakura se mordió el labio y sacudió la cabeza lentamente.
—No puedo.
Naurto asintió y le soltó el brazo.
—Imaginaba que dirías eso. Es la última vez que te lo voy a pedir. No quiero que mi hijo nazca de unos padres que no están casados, sé lo que es eso. Pero no puedo obligarte. Al niño no le faltará nada y quiero pasar tiempo con él. No quiero que crezca sin conocer a su padre.
Sakura desvió la mirada, el corazón en un puño. Ella no quería casarse, pero le daba miedo pensar que Naruto no fuera a pedírselo nunca más. Siempre había creído que él quería casarse con ella.
¿Qué habría ocurrido si se hubieran casado? ¿Se habría enfriado su amor rápidamente? Se alegraba de haber hecho planes. Tendría tanto éxito que Naruto le suplicaría que se casara con él.
No podía responder a sus palabras. Quería lo mejor para su hijo pero no se imaginaba llevándoselo a Nueva York. ¿Qué iba a hacer?
—Llegaremos tarde a comer —dijo Sakura echando a andar preguntándose por qué la vida tenía que ser tan difícil. Miró a Naruto pero trató de encontrar el valor. Su destino marchaba en otra dirección.
Naruto no quería vivir en una gran ciudad igual que ella no quería vivir en Wyoming. Él tenía su hogar en las extensas planicies, perseguía su propio sueño. Aun así, Sakura sentía mucho que ese sueño ya no la incluyera a ella.


Minato miró la hora y después hacia la calle.
—¿Dónde demonios estaban?
Kushina se dio cuenta de que se estaba impacientando pero no estaba segura de que se debiera enteramente al retraso de Naruto y Sakura. Debía de estar tan nervioso como ella. Habían dado un paso muy importante sin pensarlo demasiado. Kushina trataba de calmar sus dudas. Estaban casados. Para lo bueno y para lo malo. Se negó a darle vueltas al asunto. Respetaba a Minato. Tenían pensamientos lujuriosos cada vez que lo miraba. ¿No valía eso para empezar?
—¿Sabían que era este restaurante? —preguntó.
—El Silverado es el único lugar bonito para comer del pueblo —dijo él asintiendo con la cabeza.
Minato no la había mirado de verdad desde que llegara a la sala del juez, excepto justo antes de besarla.
El todoterreno de Kushina apareció a la vuelta de la esquina y Minato se relajó visiblemente. Cuando los chicos se unieron, les preguntó por qué se habían retrasado.
—Asuntos pendientes —murmuró Naruto—. Pero ya está todo arreglado.
Kushina miró a Sakura. La chica llevaba una sonrisa en los labios pero Kushina sabía que no estaba feliz.
La celebración resultó más bien sombría. La comida era excelente pero nadie parecía estar disfrutando de ella. Kushina notó que sus nervios aumentaban hasta convertirse en aprensión. Pasaría la tarde cambiando sus cosas a la habitación de Minato. Después cenarían y después... se irían a la cama.
El corazón empezó a latirle con fuerza al pensarlo. No estaba preparada. Era cierto que quería un matrimonio y una familia pero la realidad daba miedo.
—Se avecina una tormenta —dijo Naruto retirando el plato vacío—. Creo que voy a acercarme a la meseta a comprobar si la cabana de madera está en condiciones por si tuviéramos que ir allí. Llevaré latas de comida. Creo que hay heno para el caballo. Tal vez me acerque después a la casa de Ormsby para pasar allí la noche.
Minato asintió.
—Si Azuma ha arreglado ese último tramo de alambrada, creo que podremos aguantar. Hasta que ocurra algo más.
—O hasta que la lluvia lo arrastre todo —gruñó Naruto jugando con el tenedor mientras aventuraba una mirada a Sakura—. ¿Estás lista para irnos?
Ella sacudió la cabeza. Justo en ese momento, el camarero les llevó una pequeña tarta blanca que dejó con gran fioritura entre Minato y Kushina.
—¡Qué bonito! —dijo Kushina encantada, y al momento supo que había sido idea de Sakura—. ¿Cómo lo has hecho? —le preguntó con una sonrisa.
—Tengo mis contactos. No podías casarte sin tarta nupcial. Tenéis que cortarlo y pedir un deseo —dijo la chica igualmente sonriente.
—¿Pero eso no se hace cuando soplas las velas de una tarta de cumpleaños? —preguntó Minato.
—También se puede pedir un deseo delante de una tarta nupcial —dijo Sakura—. Vamos, cortadla. Cuando tomemos la tarta, me iré con Naruto. Pero no es necesario que vosotros os deis prisa en volver. Podéis dar una vuelta por el pueblo o algo así.
—Tengo que hacer cosas en el rancho —dijo Minato.
—¿El día de tu boda? —dijo Sakura claramente ofendida.
—Yo también tengo cosas que hacer —dijo Kushina decidida a comenzar con su nueva vida. Y ponerse del lado de su marido formaba parte de ello—. Ha sido una boda preciosa y esto también. Gracias, Sakura. Significa mucho para mí.
Kushina y Minato cortaron la tarta y la compartieron con algunos de los presentes en el restaurante. Recibieron felicitaciones y algunas personas fueron presentadas a Kushina. No pudo retener todos sus nombres pero se esforzó. Aquellas personas serían sus vecinos.
De camino a casa, Kushina intentó relajarse. El día había ido sorprendentemente bien. Ya se iría preocupando de las cosas según fueran llegando.
Minato se cambió de ropa y enseñó a Kushina dónde podía poner su ropa en el armario y la cómoda.
—Si necesitas algo más, dímelo. Puedo traer otra cómoda si necesitas más espacio —dijo Minato mirando a su alrededor como si viera la habitación por primera vez.
No era la habitación principal de la casa. Ésa había sido la de su abuela y él no quería dormir en ella. Minato observó la cama y se preguntó si Kushina estaría pensando lo mismo que él, que esa noche los dos dormirían juntos en esa cama.
O no dormirían. Puede que hicieran el amor. Se frotó la nuca mientras notaba cómo aumentaba la tensión. Sólo esperaba que Kushina no se comportara como una mártir victoriana, tumbada sobre la cama y pensando en Inglaterra.
Por primera vez desde que recordaba, el sexo lo estaba poniendo nervioso. Aquello no iba a ser sexo de una noche. Si las cosas no funcionaban, tendría que vivir con ello toda la vida.
—Está bien. Traeré las cosas y veré si necesito más espacio, aunque no creo. No he traído mucho. ¿Dónde puedo poner mi ordenador?
—¿Has traído un ordenador? ¿Para qué?
—Para estar en contacto con mis amigos, para empezar. Llevo todas mis cuentas ahí y pensé que podría ser útil aquí.
—¿Para qué?
—No lo sé. Siempre lo puedo usar para navegar por Internet. No tengo mucho que hacer aquí. Cada vez que me he ofrecido para ayudar en esta semana, me has dicho que no.
Era cierto. No era una ranchera. Habría tardado más tiempo en enseñarle que en hacerlo él mismo o pedirle a alguno de los hombres que lo hiciera. Además, cuando se quedara embarazada, no quería que se ocupara de tareas pesadas.
—Hay cosas que hacer en la casa.
—No tardamos mucho entre Sakura y yo.
—Ella no estará aquí mucho tiempo. No deja de decir que se irá cuando tenga el niño. Me gustaría saber de qué hablaron Naruto y ella antes de venir al restaurante —dijo Minato.
—De su marcha, probablemente. O tal vez le haya pedido otra vez que se case con él al vernos a nosotros. Yo podría ocuparme de algunas cosas en la casa.
La insinuación lo incomodó.
—No. Ya te lo dije el primer día.
—También es mi casa, Minato —dijo ella tratando de razonar—. No estoy hablando de hacer muchas cosas, sólo unas cortinas nuevas y pintar. ¿O acaso tenemos que mantener este sitio como lo tenía tu abuela?
La pregunta lo detuvo en seco. Él no quería tener nada como Tsunade. Estaba seguro de que unas cortinas y una capa de pintura no convertirían a Kushina en copropietaria en caso de que se divorciaran.
Miró a Kushina y se quedó sorprendido al ver la manera en que ella lo miraba a los ojos. No creía que hubiera motivos ocultos en su sugerencia. Simplemente quería adecentar aquel sitio. Hacerlo más hogareño. ¿Acaso no era lo que querían todas las mujeres?
—También es tu casa. Haz lo que creas necesario, dentro de lo razonable. Pero no toques el despacho.
Minato sintió la urgente necesidad de salir de la casa. Tan próximo a ella, al dulce aroma de su piel, se estaba volviendo loco.
Kushina asintió.
—Volveré para la cena —dijo Minato saliendo de la habitación, pero se detuvo en la puerta y se dio la vuelta. ¿Debería besarla ahora que estaban casados?
—Estoy bien. Disfruta de la tarde —dijo ella.
Minato salió hacia el establo, con un cosquilleo incómodo. Sabía que en condiciones normales, el novio no se iría a trabajar el día de su boda. Pero había muchas cosas que hacer y la tormenta que se avecinaba anunciaba ser la primera de muchas. El tiempo se le acababa. Dentro de poco, el invierno llegaría y no podían permitirse que los pillara por sorpresa.


Kushina se puso unos vaqueros y miró la habitación. Desde luego, no era la boda de sus sueños pero tendría que valer. Tomó un montón de ropa de su habitación y la llevó a la de Minato. La fue colgando en el armario y de paso estudió la ropa de Minato, tocando primero el traje que se había puesto esa mañana. Tenía poca ropa, un par de vaqueros, media docena de camisas. Ningún traje de diseño o ropa informal. Sólo prendas prácticas y duraderas.
Se alegraba de haberse deshecho de la mayoría de las prendas que usaba en Nueva York. Habrían estado totalmente fuera de lugar en Wyoming.
Hacia las cuatro terminó con la ropa. La habitación seguía llevando el sello de Minato pero pondría algunas cosas sobre la cómoda y cambiaría la ropa de cama. Encendería una vela de vainilla para cubrir el olor a ganado y heno. Algún día se acostumbraría, pero ese día aún no había llegado.
Kushina bajó a la cocina para ver si Sakura había empezado con la cena. Se sorprendió al encontrarse a la joven sentada a la mesa, junto a una taza de chocolate caliente, una mirada pensativa en el rostro.
—¿Ocurre algo? —preguntó Kushina.
Sakura sacudió la cabeza.
—¿Qué hay para cenar? ¿Quieres que empiece yo?
—Cenaremos filetes. Pensé que sería buena idea para la celebración. Meteré las patatas en el horno ' dentro de unos minutos. El resto había pensado dejárselo a Naruto —dijo Sakura, que se detuvo en seco y, por un momento, Kushina pensó que iba a echarse a llorar.
—Minato y él se ocuparon de hacer los filetes la última vez —dijo Sakura poniéndose en pie—. Pensé que no sería propio que Minato cocinara el día de su boda pero supongo que como Naruto no está, tendrá que hacer él los filetes. Naurto se ha ido hace una hora. Lo he visto salir a caballo.
—Supongo que pensaría que la celebración del mediodía ha sido suficiente —dijo Kushina —. ¿No dijo algo de ir a comprobar el estado de una cabana y que luego iría a casa de alguien?
—No sé si pensará volver algún día.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Kushina, sorprendida por el comentario de la chica. Ella pensaba que Naruto sólo estaría fuera esa noche.
—Me ha pedido que me case con él otra vez. Al rechazarlo, me dijo que no volvería a pedírmelo más veces. No es que me importe. Que le vaya bien. Siempre me estaba molestando con lo mismo. Tal vez así deje de hacerlo —dijo ella con tono desafiante aunque Kushina se preguntaba si...
—¿Entonces lo de la cabana ha sido sólo una excusa?
—Creo que sí. No sé si tiene intención de volver. Puede seguir con su vida. Siempre ha dicho que no tiene ningún lazo con las tierras de Tsunade Senju.
—Pero si Minato las hereda, se convertirían en las tierras de su padre y, al menos una parte, será suya algún día.
—¿Crees que Minato le dejará parte del rancho a Naruto? —preguntó Sakura.
—Por supuesto. ¿Por qué no habría de hacerlo? Naruto es su hijo. El hecho de que no supiera nada de su existencia hasta que éste cumplió quince años no significa que Minato no se preocupe por él —dijo Kushina según lo que el propio Minato le había dicho a ella, aunque dudaba mucho que se lo hubiera dicho alguna vez a Naruto. El chico seguía mostrándose irritado con la relación. Lo que tenían que hacer era sentarse y hablar de ello con calma.
—Yo me ocuparé de la cena. No deberías hacer nada el día de tu boda —dijo Sakura.
—No tengo nada que hacer. Lavaré las patatas. ¿Por qué no preparas unos cuantos panecillos de esos tuyos y me dejas que aprenda a hacerlos?
La cena tuvo el mismo carácter de poca celebración que la comida. Los hombres estaban cansados. En cuanto terminaron, Azuma y Kakashi se excusaron y se marcharon.
—Yo fregaré los platos. Insisto —dijo Sakura—. Y, Minato, ¡te aseguro que me dará un ataque de histeria si dices que irás a ocuparte de las cuentas en tu noche de bodas!
—Nada de cuentas esta noche —dijo él levantando la mano en son de paz—. ¿Quieres salir al porche? —preguntó a Kushina.
Esta asintió sorprendida y complacida. Hacía fresco pero se pusieron las chaquetas, igual que las noches anteriores. Poco a poco, iban hablando de las cosas. Tal vez esa noche podría contarle la verdadera razón por la que había huido de Nueva York.
Cuando salieron al porche, Kushina se detuvo.
—¡Está lloviendo! —dijo avanzando hasta el borde del porche para comprobar cómo las gotas humedecían la tierra.
El aroma de la tierra mojada llenaba el aire. Se giró en redondo y sonrió a Minato.
—¿No necesitáis la lluvia? —preguntó.
—Si se queda así, está bien. Pero cuando llueve con fuerza, se forman enormes riadas —dijo él avanzando hasta ella—. Al menos no nieva.
—Parece que hace más frío esta noche —dijo temblando ligeramente debajo de la chaqueta—. ¿Es por la humedad?
—Sí, pero la temperatura está bajando de todas formas. Mañana por la mañana, habrá nieve en los picos. ¿Tienes demasiado frío para quedarte fuera?
—Lo más probable es que no pueda quedarme mucho rato —dijo Kushina deseosa de que Minato se acercara más a ella y le ofreciera su calor.
El corazón le latía con fuerza. En unas horas más, se irían a la cama. Trató de respirar pero sentía cómo una oleada de pánico le recorría el cuerpo. ¡No estaba preparada! ¿Podía decirle cómo se sentía? Quería pedirle un poco más de tiempo, hasta que se conocieran mejor.
Era un pensamiento estúpido. Él necesitaba un heredero lo antes posible. No lo imaginaba esperando a que a ella le viniera bien.
—¿ Kushina? —Minato estaba a su lado. Ella alzó la vista lo justo para mirarlo a los ojos a la luz tenue que llegaba del interior de la casa.
—¿Qué?
Minato bajó la cabeza y la besó suavemente. Separándose un poco de ella, le rozó el labio inferior con el pulgar.
—Tenemos que resolver el asunto de la «primera vez».
—Igual que hicimos con el primer beso —dijo ella, con el corazón desbocado.
—Algo así —dijo él acariciándole el pelo. A continuación la tomó en sus brazos y la besó de nuevo. Pero aquél no fue como los besos anteriores. En esa ocasión, era el beso de un hombre que quería seducir.
Kushina saboreó las deliciosas sensaciones que la recorrían. Abrió la boca y pegó su cuerpo al de él. Se había olvidado del frío y de la lluvia. La única realidad era Minato y cómo la estaba besando.
Éste comenzó a meter la mano entre la chaqueta hasta que encontró sus pechos. El calor y el deseo aumentaron en ella. Kushina ladeó la cabeza dejando que Minato la besara en el cuello, allí dónde latía su pulso acelerado.
—Vamos dentro —susurró él.
—Sí —dijo ella. Si aquélla era su idea de resolver el asunto de su primera vez juntos, tenía su aprobación.
Minato rompió el abrazo, reticente a separarse de ella la breve distancia que había hasta su habitación.
Kushina se giró para entrar en la casa cuando oyó que alguien llamaba a Minato. Azuma apareció de pronto.
—Minato, el caballo de Naruto ha regresado sin su jinete.

Continuara…
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Mensaje por when21 Jue Ene 31, 2013 11:28 am

Disculpa por no leer el cap 4, pero ya me leí el 4 y el 5 :3
Estuvieron geniales
Pero en el cap 4 encontré esto:

—¿Has dormido bien? —preguntó Minato cuando Brianna se acercó a la mesa
~~~~
—Ven al estudio y te lo enseñaré. Elsa me dijo que tenía talento.

Tienes que tener cuidado con eso, tienes que colocar bien los nombres de los personajes jeje
Y pues me sorprende que naruto se fuera ido, ojala este bien
Espero la conti con ansias jeje
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Mensaje por saku_uzumaki Dom Feb 03, 2013 8:07 am

Gracias a los que dedican unos minutos de su día para leer esta historia, en el capitulo de hoy abra unos sucesos muy interesantes.


Capitulo 6

Cuándo? —preguntó Minato—. ¿Qué ha ocurrido?
—No sabemos cuándo. Azuma oyó algo y echamos a suertes ir a ver quién salía a comprobarlo. Perdí yo. Encontré el caballo de Naruto golpeando la puerta del corral. Está empapado, así es que debe de llevar bajo la lluvia un buen rato. Lo he atado pero ni siquiera le he quitado la silla. Vine directamente a avisarte.
—Vamos —dijo Minato bajando los escalones del porche dirigiéndose hacia el establo a la carrera mientras Kushina los seguía lo más rápidamente posible.
—¿Puede haberse caído? —preguntó Kushina cuando llegó hasta Minato y el caballo.
—Eso o no ató al caballo y algo lo asustó. Los caballos suelen dirigirse a casa cuando están atemorizados —contestó Minato. El animal permanecía dócilmente bajo la lluvia, la silla reluciente por la humedad, la cabeza colgando.
Minato le hablaba mientras le acariciaba el lomo. Se detuvo al tocarle una pata.
—Tiene un rasguño feo aquí. Debe de haberse caído. Puede que hiciera caer a Naruto si éste no iba prestando atención.
—¿Crees que podremos encontrarlo esta noche?
—Desde luego voy a intentarlo. Si está herido, el mal tiempo que hace no lo ayudará. Aunque puede que estuviera cerca de la cabaña y esté a cubierto.
Kushina no dijo nada pero hasta una urbanita como ella sabía los riesgos que tenía la exposición a los elementos en una noche así.
—¿Qué puedo hacer?
—Trae mantas, un termo de café caliente y uno de sopa si la puedes preparar rápido. Voy a ensillar mi caballo, a buscar prendas de lluvia y saldré a buscarlo. Iba a la planicie, así que, con un poco de suerte, lo encontraré.
Minato desató las riendas y condujo al caballo al establo. Se detuvo entonces y la llamó.
—Llama a Shika para asegurarte de que Naruto no está allí. El número está en la libreta de direcciones, junto al teléfono.
Kushina asintió y se dirigió a la casa. La calidez de la cocina contrastaba fuertemente con el frío exterior. Esperaba que Naruto no estuviera herido. Se estaría congelando.
Corrió a preparar café y mientras se hacía, vació una lata de sopa en un cazo. Agradeció haber aprendido a utilizar la vieja cocina.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Sakura entrando en la cocina.
—Puede que Naruto tenga problemas. Minato y los hombres van a salir a buscarlo. ¿Puedes decirme dónde están los termos? Minato quiere llevarle alimentos calientes. Ah, y tengo que llamar a Shika para asegurarme de que no está allí.
—¿Qué quieres decir con problemas? Iba a la cabaña y después a casa de Shika —dijo Sakura con la voz tensa por el miedo.
—Su caballo ha regresado solo y con una herida en la pata. Minato teme que Naruto esté herido.
—Iré a llamar a los Shika. Los termos están en el armario sobre el frigorífico —dijo Sakura sollozando.
Parecía que el café tardaba horas en subir. Llenó tres termos de agua caliente mientras esperaba para llenarlos de café y sopa.
Minato entró en la cocina, los hombros mojados, el pelo reluciente por el agua.
—Casi he terminado —dijo Kushina.
—No está en casa de los Shika —añadió Sakura—. Cari dice que hace semanas que no lo ve. Minato, no le habrá pasado nada, ¿verdad?
—Probablemente venga de camino, maldiciendo a su caballo —dijo Minato—. Llevaremos un tercer caballo para él. Necesito mi impermeable y mi móvil.
En unos minutos, Minato estaba listo, los termos bajo el brazo. Kushina y Sakura permanecieron en el porche trasero observando a Kakashi y Azuma, y atado al caballo de éste, un tercer animal. Azuma se quedaría en casa por si Minato necesitaba más ayuda después.
—No le pasará nada. Naruto sabe valerse ahí fuera, en las praderas —dijo Sakura mirando mucho después de que los hombres hubieran desaparecido de la vista.
Kushina la hizo entrar en la casa.
—No le pasará nada y mucho menos cuando su padre lo encuentre. Vamos dentro o pillarás una pulmonía.
—Yo sólo... no puedo creer que pueda ocurrirle algo —dijo Sakura mirando por encima del hombro con preocupación.
—Ya sabes que Minato hará todo lo posible por Naruto. Nos estamos preocupando por nada.
Aguardaron en la cocina durante horas. Finalmente, Kushina consiguió convencerla para que se fuera a la cama con la promesa de despertarla si se enteraba de algo.
Kushina subió a la habitación de Naruto y dobló la cama para hacer algo. Puso una tetera a hervir para hacerse un té mientras esperaba.
En un momento, se puso la chaqueta sobre los hombros y salió a los barracones donde dormían los vaqueros. La lluvia había arreciado. Azuma estaba despierto, viendo una vieja película en la tele. Levantó la vista al verla entrar.
—¿Han vuelto ya?
—No, sólo quería saber si puedo hacer algo más. La espera es dura.
—No hay nada que podamos hacer. Si necesitan la camioneta, saldré yo, pero Minato no ha llamado.
—¿Quieres café o algo?
—No, muchas gracias. Tengo aquí un poco pero estoy harto de tanto café.
Kushina regresó a la casa mirando en la dirección en que Minato y Kakashi habían desaparecido, con la esperanza de oír algo; pero lo único que alcanzaba sus oídos era la lluvia golpeando el alero de la casa.
Hacia las dos, Kushina estaba tan cansada que reposó la cabeza en la mesa de la cocina. Vaya una noche de bodas. ¿Quién habría esperado que la pasaría sola, preocupada por su hijastro? Cerró los ojos y...
—¿ Kushina?
Abrió los ojos y se incorporó lentamente. Estaba rígida. Minato estaba a su lado, con el impermeable chorreando sobre el suelo.
—¿Y Naruto?
—Lo hemos encontrado. Kakashi está preparando la camioneta. Voy a llevarlo al hospital. Creo que se pondrá bien. Cayó al suelo cuando el caballo tropezó con unas rocas. Se quedó inconsciente un rato. Creo que se ha roto un brazo también pero él dice que no. Vete a la cama. Estamos bien, o lo estaremos tan pronto como lo llevemos al hospital.
—Puedo ir con vosotros —dijo.
—No es necesario. Vete a la cama. Yo volveré lo antes posible.
—Conduce con cuidado, las carreteras están mojadas.
Él la miró divertido.
—Sí, señora.
—Estaré preocupada.
—Eso es una novedad. De todas formas, recorrer estas tierras a caballo por la noche es más peligroso que las carreteras del condado —dijo él inclinándose sobre ella para darle un beso. Tenía los labios fríos. Kushina deseó que se detuviera lo suficiente para poder calentarlo pero parpadeó rápidamente al darse cuenta de que se había ido. Se levantó entonces a apagar la tetera, y subió a la cama.
Cuando Kushina se despertó un rato más tarde, no estaba sola. A su lado estaba Minato, dormido. Tenía la cara medio enterrada en la almohada, y un brazo alrededor de su cintura que le impedía moverse. La parte que podía ver parecía más relajada que nunca pero seguía teniendo ese aire salvaje que tan atractivo le parecía. Necesitaba un corte de pelo, que parecía revuelto y asilvestrado como el de un niño aunque no parecía importarle.
De pronto, abrió los ojos.
—¿Y Naruto? —preguntó Kushina, girándose y notando el calor de él bajo las mantas. Su primer despertar juntos. Hablando de cosas en la cama. Se le antojaba surrealista.
—Tiene una leve conmoción, un brazo roto, un hombro dislocado y magulladuras en las costillas y la cadera. Pero se pondrá bien.
—Claro, puede que ahora mismo esté fuera, cabalgando por la pradera.
—¡ Será mejor que no!
—¿A qué hora regresaste?
—Hace un par de horas.
—¿Qué hora es? —dijo ella mirando a su alrededor en busca de un reloj, pero no encontró ninguno. Minato le ciñó la cintura con más fuerza.
—La primera vez que te vi la semana pasada, pensé que estabas demasiado delgada —dijo recorriéndole las costillas con un dedo—. Tienes que engordar un poco, especialmente ahora que llega el invierno —dijo él reposando el pulgar junto a su pecho.
Kushina contuvo el aliento y lo miró a los ojos.
—Con suerte, en unos pocos meses estaré más gorda de lo que cualquiera de los dos hubiera podido imaginar.
—Con suerte —dijo él besándola y recorriéndole el cuerpo con una mano hasta encontrar el dobladillo de su camisón, bajo el cual introdujo la mano. Cuando Kushina notó el contacto de su palma contra su pierna desnuda, notó una sacudida.
Trató de relajarse pero la sangre le recorría las venas a toda velocidad. Minato sabía hacer magia con la boca. La atracción que se había convertido en deseo el primer día que lo vio aumentó y llenó cada recoveco de su cuerpo. Aquello le parecía de lo más adecuado, como si hubiera estado esperando toda su vida a aquel hombre...


Kushina pensó medio adormilada tras hacer el amor que aquello era una pura delicia. La sensación de aletargamiento, el calor... No había sido la noche de bodas que había imaginado pero el matrimonio había sido consumado sin duda.
—¿Estás bien? —preguntó Minato.
Kushina asintió. Quería decir algo pero no estaba segura de qué. ¿Tal vez algún comentario sobre ese nuevo estado? No había habido palabras de amor, de compromiso. Tampoco las había esperado.
—Bien —dijo él tumbado a su lado, abrazándola con fuerza mientras tiraba de la manta y la sábana para cubrir a ambos. Kushina se hizo un ovillo junto a él, sintiéndose segura y querida. Pensó que así comenzaba un matrimonio y se fue quedando dormida.
Cuando se despertó, Minato ya no estaba a su lado. Extendió la mano hacia su almohada y notó que aún estaba caliente. No debía de llevar mucho tiempo levantado. Decidió que también ella tenía que levantarse. No sabía qué hora era.
Recogió sus cosas y fue al cuarto de baño pero encontró la puerta cerrada. Oía la ducha y se preguntó si sería Minato quien estaría dentro. Pensó en abrir la puerta y ducharse con él pero no tuvo valor.
Unos minutos después volvió a la habitación y pareció sorprenderse de encontrarla despierta, sentada en la cama.
—¿Qué hora es? —preguntó Kushina —. Tenemos que comprar un reloj para la mesilla.
—Más de la una. Quiero hacer algunas cosas antes de que se haga más tarde.
—¿La una de la tarde? —dijo ella levantándose de un salto—. Santo Dios, pero si hemos dormido todo el día.
—Por eso tengo que irme.
—Sigue lloviendo.
—El trabajo de un ranchero no se detiene por la lluvia —dijo él.
—¿Cómo está Naruto?
—He ido a verlo antes de ducharme. Seguía durmiendo. El médico le dio unos calmantes y unos antibióticos. Lo mejor que puede hacer ahora es dormir.
—¿Quieres que te haga algo para comer? —preguntó Kushina un poco avergonzada bajo el camisón que se había puesto a toda prisa antes de ir al baño. Minato estaba completamente vestido. Era una sensación más íntima de lo que había imaginado, compartir la habitación con un marido, tener una conversación sin importancia como si llevaran años haciéndolo.
—Tomaré algo cuando pase por la cocina. Te veré a la hora de la cena —dijo él acercándose a la puerta un tanto dubitativo y finalmente, salió.
Kushina deseó que Minato hubiera dicho algo para calmar la tensión del ambiente; o tal vez debería haberlo dicho ella, ¿pero qué?
Para cuando la cena estuvo preparada, Kushina se había convencido de que se sentía cómoda con el cambio de estado. Sakura le había pasado a ella la decisión de lo que se hacía para cenar, pero cuando los hombres entraron en la cocina, Kushina se sintió rara.
Naruto había pasado casi todo el día en su habitación, por eso la sorprendió verlo en la mesa. Llevaba el brazo izquierdo en cabestrillo y andaba con más cuidado de lo habitual.
—¿Necesitas algo, Naruto? —preguntó Sakura en voz baja.
—Nada especial. Cenaré lo mismo que los demás.
Enseguida se dieron cuenta de que necesitaría ayuda para cortar el filete y cuando Sakura se inclinó para hacerlo, Naruto pidió a Minato que lo hiciera él.
—Me siento como un maldito crío de dos años —gruñó. Tenía un moratón en la frente con bastante mal aspecto. Kushina se preguntó si debería haberse levantado, pero tras ese comentario decidió no decir nada. Después de todo, era un hombre.
—Dinos qué te ocurrió —dijo Azuma cuando todos empezaron a comer.
—Ese caballo estúpido de Kyuubi se asustó por algo. No lo vi. Resbaló y salí disparado como un torpe novato.
Kushina pensó que debería dar las gracias por no haberse hecho nada peor. Cuando miró a Minato, vio que éste estaba preocupado pero no decía nada y ella hizo lo mismo. Tenía que acostumbrarse a muchas cosas.
Tras la cena, Minato dijo que se iba a mirar las cuentas. Naruto lo acompañó. Sakura y Kushina se quedaron a solas en la cocina fregando los platos.
—Espero que se ponga bien pero es tan testarudo que nunca le diría a nadie que no se encontraba bien —dijo Sakura metiendo las manos en el agua jabonosa.
—¿Naruto?
—Por supuesto. Los hombres tienen que mostrarse viriles con ciertas cosas. Eso de ser estoicos...
—He oído que los hombres suelen ser malos pacientes. Confío en que Minato le haya preguntado al médico. Se pondrá bien.
Sakura asintió y Kushina contempló, asombrada, cómo los ojos de la joven se llenaban de lágrimas.
—¿Estás bien?
—Son las hormonas —dijo Sakura asintiendo con una sonrisa—. No hay motivo para no estarlo.
—Tuve miedo —dijo Kushina.
—Cosas como ésa ocurren a menudo en un rancho. ¿Por qué no—? —se detuvo en seco—. No importa. ¡No veo el momento de irme de aquí!
—Eso será pronto —murmuró Kushina.
—¿Le has hablado a tus amigos de mí? —preguntó Sakura.
Kushina asintió.
—¿Crees que no les importará enseñarme cómo funcionan las cosas en Nueva York? Espero poder vender algunos de mis cuadros pronto para tener un poco de dinero. Tal vez puedan decirme dónde encontrar un apartamento.
—Estarán encantados de enseñarte la ciudad y presentarte a otros amigos. Podrás contarles mi aventura en Wyoming.
—Pero no diré que pienso que estás loca —dijo Sakura sonriendo.
—Pensaron que me había vuelto loca cuando dije que venía a Wyoming. Tu opinión sólo los convencería de que tenían razón —dijo Kushina con una sonrisa.
—¿Puedo decirles que estás felizmente casada? —preguntó Sakura mirando de reojo a Kushina.
Ésta notó que se sonrojaba al recordar el sexo que había compartido con Minato por la mañana. Estaba casada. Y feliz o, al menos, bastante contenta.
—Absolutamente —dijo ella no muy segura de que sus amigos fueran a creerla; necesitaría mucho para convencerlos de que había tomado la decisión correcta.
Sakura fue a su habitación cuando terminaron en la cocina. Kushina se dirigió al despacho. Naruto estaba sentado frente a su padre, las piernas estiradas. Minato estaba detrás del escritorio, con un montón de papeles delante. Levantó la vista al verla en la puerta.
—¿Necesitas algo?
—En realidad no. Sólo he venido para ver qué estabas haciendo. ¿Interrumpo?
—No —dijo Naruto levantándose—. Vosotros dos probablemente queráis estar solos. Me iba a la cama ya, de todas formas. Una noche más de sueño y estaré listo para trabajar mañana por la mañana.
—Tómate unos días de descanso —aconsejó Minato.
—Me volvería loco sentado todo el día. Tendré cuidado y no utilizaré la mano izquierda. No necesito enfermera —dijo el chico saliendo del despacho evitando así todo tipo de discusión.
—Es la prueba de lo que siempre he oído decir. Los hombres sois unos pésimos pacientes —dijo ella atravesando la habitación hacia el escritorio—. ¿Todo eso son facturas?
—Facturas, impresos de impuestos y requisitos gubernamentales para los rancheros. Odio el papeleo.
—Supongo que es parte necesaria de todo negocio —dijo ella.
Minato asintió con la cabeza.
Kushina se apoyó en el borde del escritorio y lo miró.
—Si trabajas fuera todo el día y te pasas aquí las tardes, ¿cuándo tienes tiempo para otras cosas?
—¿Como qué?
—Visitar a los amigos, ir al cine, ver la tele o dedicarte a cualquier otro hobby.
—Cuando saque este lugar de la ruina quedará tiempo para todo eso.
—Podría ayudarte.
—¿Cómo?
—Haciendo todo esto —dijo ella señalando con un gesto de la mano los papeles desperdigados por la mesa.
—Puedo arreglármelas.
—Deberías poder hacerlo ya como un autómata.
—Cuando le pille el tranquillo.
—Yo estoy acostumbrada a los ordenadores. He hecho muchos análisis de costes para los proyectos que dirigía y muchas proyecciones de aumento de beneficio. No soy contable pero entiendo lo que es beneficio y lo que es pérdida y podría ayudarte con las cuentas. Además, me he traído mi portátil. Si me explicas qué hacer con los formularios, podría ocuparme de ellos también. Podría hacerlo por el día para que tuviéramos tiempo libre por la noche.
—Nada de eso —dijo Minato categóricamente.
—¿Por qué?
—No te he hecho venir para que te ocupes de las cuentas.
—No, me has hecho venir para que sea un ama de cría.
—No es así exactamente —dijo él un poco avergonzado.
—Es eso exactamente. Bien, pues déjame decirte, Minato Namikaze, que no voy a quedarme aquí sentada sin hacer nada durante nueve meses aunque me quede embarazada hoy mismo. Si no dejas que te ayude aquí, encontraré un trabajo en el pueblo o abriré mi propio negocio. Si no lo hago, me volveré loca y ¿qué clase de madre seré entonces para tu precioso heredero?
—Pensé que querías ocuparte de la casa —dijo él.
—Dentro de lo razonable. Sin embargo, aunque pase una semana entera ocupándome de cada habitación, ¿cuánto tardaría, un par de meses?
—Si querías trabajar tanto, deberías haberte quedado en Nueva York.
—No podía.
Se detuvo en seco y Minato la miró entonces con suspicacia.
—¿No podías?
—No podía si quería encontrar a alguien con quien casarme y tener hijos —se apresuró a decir ella con la esperanza de que Minato no hiciera más preguntas—. Y de todas formas, ahora estoy casada contigo. La cuestión no es mi trabajo en Nueva York, sino mi trabajo aquí. ¡No esperarás que me quede sentada sin hacer nada todo el día!
Minato se reclinó en el sillón y se pasó la mano por la cara.
—No, supongo que no. Pero no me gusta nada la idea de cargarte con el papeleo.
—No me importa. Sólo porque no te guste hacerlo a ti no significa que a los demás tampoco les guste. Si no te parece bien cómo lo hago, lo dejaré y podrás volver a hacerlo tú, pero de verdad creo que te gustará que lo haga —dijo ella hablando sin parar con la esperanza de que olvidara el desliz que había tenido antes.
—Lo intentaremos un mes —dijo él lentamente—. Hay un programa que utilizaba en Texas perfecto para las operaciones que se llevan a cabo en un rancho.
—Dime el nombre y lo conseguiré. Empezaré a trabajar en cuanto lo cargue en el ordenador.
—Al final del mes, lo revisaré todo y comprobaremos los avances —dijo él tras darle el nombre.
—De acuerdo. ¿Quieres empezar a explicarme las cosas ahora mismo?
Minato sacudió la cabeza al tiempo que se levantaba.
—Lo que quiero hacer ahora mismo es llevarte a la cama. Anoche no tuvimos nuestra noche de bodas.
—Hemos tenido la mañana después —dijo ella sintiendo cómo aumentaba la tensión sexual. Cuando Minato se acercó a ella, tuvo que contenerse para no tomarlo de la mano y salir corriendo hacia el dormitorio. Había tenido otros amantes en su vida, no muchos, pero nunca había sentido nada parecido con ninguno de ellos.
Minato le tomó el rostro entre sus manos callosas y lo levantó para mirar sus ojos, su piel.
—Sí, es verdad. Pero quiero pasar una larga noche a oscuras, los dos solos, sin interrupciones, sólo tú y yo.
Kushina lo tomó por las muñecas y palpó el punto en el que latía el pulso. Iba tan rápido como el suyo.
—Pues vamos a la cama, señor Namikaze.
—Pensé que nunca me lo pedirías, señora Namikaze —bajó la cabeza y la besó.
Continuara…





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Mensaje por when21 Lun Feb 04, 2013 7:11 am

Ohh que mal que a naruto le pasara eso, pero veo que naruto ya no quiere que sakura le preste atención...
Prefiere morirse que a que ella haga algo por el :/
Minato y kushina andan progresando, seguro sale embarazada xD
Espero la conti, nos vemos!
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Mensaje por saku_uzumaki Dom Feb 24, 2013 2:38 am



Capitulo 7




Kushina estornudó una segunda vez. El polvo que estaba tratando de limpiar llevaba años acumulándose. Contempló el salón. Había quitado las cortinas, que de tan viejas como estaban casi se le habían deshecho en las manos, y las había tirado a la basura. Las ventanas tendrían que esperar aunque los cristales cubiertos de polvo impedían que entrara la luz del sol.
Atacó la última de las estanterías y volvió a estornudar. La tarea habría sido más divertida si Sakura le hubiera hecho compañía, pero la chica se había ido a su estudio a pintar. Le había explicado que quería llevar muestras suficientes de su trabajo para enseñarlo.
Kushina conectó el aspirador y limpió parte de la alfombra descolorida. Su mente no estaba en el trabajo, sino en Minato. En la noche que habían pasado juntos.
—Pero se marchó con las primeras luces del día como si hubiera sido un rollo de una noche —masculló para sí nuevamente enfadada.
Cualquier intención de compartir palabras dulces y conocerse un poco más habían desaparecido cuando Minato se levantó, se vistió y salió en dirección al establo.
Era cierto que Kushina sabía que tenía que trabajar, pero por unos cuantos minutos más con su nueva esposa el rancho no habría sufrido y para ella habría sido importante.
—Sabías cómo serían las cosas —se recordó mientras apagaba el aspirador—. Sólo ha sido una semana.
—¿Qué ha sido una semana? —preguntó Naruto apoyándose contra el marco de la puerta.
—Me has asustado —dijo Kushina girándose en redondo.
—¿Dónde está Sakura? —preguntó él.
—Pintando.
—¿Qué ha sido una semana? —repitió.
—El tiempo que llevo aquí.
—¿Hablas sola a menudo?
Kushina asintió. Naruto reparó entonces en los cambios en la habitación.
—Parece más limpia —dijo.
—Hay tantas cosas que hacer... Quiero pintarla de color crema y el borde en azul. Comprar una alfombra nueva y ver si se podrían llevar los muebles a algún sitio para que los limpien. Si no, quiero poner muebles nuevos.
—Sí, bueno, no te hagas muchas ilusiones. Ni siquiera podemos comprar el heno que necesitamos para soportar el invierno. No creo que Minato vaya a hacer tal dispendio en muebles nuevos, especialmente en una habitación que nunca utilizamos.
—Puede que no se use porque es horrible. Cuando esté arreglada, os encantará.
Naruto se encogió de hombros mientras la miraba con gesto de mofa.
—Tal vez no quiera gastar una fortuna sólo para contentar a su nueva esposa.
Kushina silenció una airada contestación. Era importante encajar allí. Rivalizar con el hijo de Minato no le serviría de ayuda. Inspiró y asintió.
—Se lo preguntaré —dijo mirando al chico con curiosidad—. ¿Está bien tu brazo?
—Está bien.
—¿Te duele?
Él asintió una sola vez.
—Pero el otro brazo está bien. Podrías ayudarme a mover los muebles, ¿no crees?
Naruto arqueó las cejas y lentamente un gesto divertido se instaló en sus ojos reemplazando la mirada de burla.
—Si quisiera, estoy seguro de que podría, mamá.
Kushina parpadeó rápidamente y dejó escapar una risa suave.
—« Kushina » está bien. Sujeta el sofá por un extremo y ayúdame a moverlo hasta la ventana.
En la hora que siguió, Naruto estuvo ayudando a Kushina a limpiar el salón. Ésta sentía que la estaba estudiando todo el tiempo, pero se alegraba de que la estuviera ayudando y no quería tentar su suerte.
—Maldita sea, es la tercera uña que me rompo esta mañana —dijo Kushina mirándose el dedo. Se mordisqueó el borde tratando de nivelarla y entonces captó la mirada de Naruto.
—¿Qué?
—No eres como pensaba que serías —dijo éste sentándose en el brazo de un sillón que acababan de mover—. Imaginé una mujer de la gran ciudad que no dejaría de quejarse todo el tiempo de la falta de cosas, como cines o tiendas de ropa. Y saldría corriendo la primera vez que tuviera que trabajar.
—Las mujeres de la ciudad también cuidan de sus casas, ¿sabes? Yo trabajaba mucho en Nueva York, no me pasaba el día sin hacer nada.
—Después del trabajo, entonces.
Kushina recordó los largos días que había pasado en la agencia de publicidad, los fines de semana en viaje de trabajo para conocer a algún cliente nuevo. Las noches las solía pasar durmiendo o poniéndose al día. Los fines de semana que no viajaba los había dedicado a comprar comida, hacer la colada y tratar de buscar un hueco para Pein. ¿Cómo había dejado que el trabajo la consumiera en vez de aprovechar todo lo que Nueva York le ofrecía?
—¿Sabes una cosa, Naruto? —dijo limpiándose las manos—. Voy a tomarme el resto del día libre. Ya hemos hecho bastante con esta habitación por hoy. Prepararé la comida y después leeré hasta la hora de la cena —y con eso, se dio la vuelta y se marchó. No quería condensar su futuro en un día. Las habitaciones tendrían que esperar. Las tareas siempre estarían ahí. Tenía que ocuparse de sí misma.
Relajarse, ir más despacio, eso era lo que le había dicho el médico. Había retrasado demasiadas cosas ya. Era hora de poner en marcha su nuevo estilo de vida.
Leer resultó ser una tarea más difícil de lo que había esperado. Había colocado una silla del porche cerca de la pared para protegerse del aire frío pero no podía concentrarse en la lectura. Seguía pensando en todo aquello a lo que había renunciado por su carrera. El daño a su propia salud era sólo el resultado de ello. Era hora de hacer un esfuerzo para disfrutar del día a día.


Minato entró en la cocina y se detuvo junto a la puerta. Sakura estaba poniendo la mesa. Kushina estaba junto a los fogones removiendo algo en una cacerola grande, la cara algo enrojecida por el calor. Tomó aire y se quedó sorprendido del deseo que se había despertado en él. Quería cruzar la habitación y hacer que Kushina lo mirase. Besar sus labios sonrosados, enterrar el rostro en su cabello sedoso y fragante. Sentir las curvas de su cuerpo contra el suyo y llevarla a la cama, al cuerno con la cena.
Se maldijo por sentirse como un adolescente caliente.
—Hola, Minato —dijo Sakura mirándolo con curiosidad.
Él contestó con un gesto mientras miraba a Brianna, que levantó la vista hacia él. La sonrisa que le dedicó desató una nueva riada de sentimientos. Sabía muy poco de ella, pero le gustaba lo que sabía. Estaba sucio y polvoriento después de cabalgar todo el día pero se sentía pletórico al pensar en ir a la cama con ella.
—Hola. La cena estará lista en breve —dijo Kushina —. Tienes tiempo para una ducha rápida. ¿Quieres que suba contigo?
Minato miró a Sakura y de nuevo a Kushina.
—Si quieres.
No les daría tiempo para hacer el amor antes de la cena pero disfrutaría de la novedad de su compañía mientras se cambiaba.
—¿Te importa ocuparte del resto? —preguntó Kushina a Sakura.
—Puedo arreglármelas. Ve con Minato.
—La salsa está lista.
—Puedo arreglármelas, Kushina. Meteré los espaguetis en el agua hirviendo cuando deje de oír la ducha.
Casi temeroso de mirarla mientras subían las escaleras, Minato podía oler el aroma floral de Kushina. Le recordó la noche que habían pasado aunque no necesitaba ningún estímulo para recordar. Había estado reviviendo las horas pasadas con ella todo el ' día.
—Shell me ha ayudado a limpiar el salón —dijo ella.
—Entonces veo que se ha tomado el día libre después de todo —dijo Minato—. Pensé que estaba con Azuma —dijo abriendo la puerta de su habitación y dejando que Kushina entrara primero. Ésta se rozó con él antes de entrar. ¿Lo habría hecho deliberadamente?
—Le dolía el brazo. Supongo que le costaría demasiado soportar las sacudidas sobre un caballo. De todas formas, el brazo sano estaba fuerte y ha podido ayudarme a mover los muebles —dijo dándose la vuelta para mirarlo—. Dentro de un par de días, me ayudará a pintarlo. ¿Te parece bien? ¿Puedes prescindir de él un poco más? Creo que pensaba pedírtelo él mismo. No sé si quiere que le digas que sí o que no. Así tendría una excusa para no ayudarme.
Minato se quitó la camisa y la tiró al suelo del armario sobre una pila de ropa sucia.
—Si no quisiera ayudarte, te lo habría dicho. Estamos esforzándonos por tenerlo todo a punto para el invierno. Me preguntará simplemente si puedo prescindir de él, eso es todo —dijo Minato quitándose las botas deseoso de tumbarse en la cama. La noche anterior no había dormido precisamente.
Kushina se sentó en la cama y se colocó las almohadas detrás de la espalda.
—¿Puedes?
Minato había perdido el hilo de la conversación. ¿Que si podía qué? ¿Besarla? ¿Hacerle el amor?
—¿Qué?
—Prescindir de Naruto. ¿No estábamos hablando de eso?
Minato asintió y se dirigió a la ducha para no ceder a sus instintos más primitivos.
Kushina seguía en la cama cuando regresó minutos después, envuelto en una toalla alrededor de la cintura. Había olvidado llevarse ropa limpia al baño. ¿Ahora qué? ¿Vestirse delante de Kushina?
—Si te da vergüenza me voy —dijo ella con ojos risueños.
—No me da vergüenza —dijo él dejando caer la toalla.
Oyó cómo Kushina contenía el aliento. El sonido desató una oleada de calor allí donde menos lo necesitaba. Pero era demasiado tarde. La deseaba. La cena podía esperar; él no.
Se arrodilló en la cama y la tumbó boca arriba en la cama con cuidado.
—¿Y la cena? —susurró ella acariciándole los brazos.
—Lo bueno de los espaguetis es que están mejor cuanto más tiempo cuece la salsa. Nos guardarán unos pocos —se inclinó y la besó. Al momento, Minato se se olvidó de que se suponía que tenía que centrarse en hacer un hijo. Lo único en lo que podía pensar era en el placer que quería darle a Kushina y en el que ésta, sin duda, le provocaría a él.


Estaba oscuro. Kushina miró a un punto en el vacío preguntándose qué hora sería. No habían llegado a la cena pero hacía horas desde que comieran la última vez y tenía hambre. ¿Podría levantarse sin molestarlo? Sabía que estaba cansado. Después de las dos últimas noches, Minato necesitaba descansar.
Lenta y silenciosamente, se sentó en el borde del colchón.
—¿Vas a algún sitio? —preguntó Minato con voz soñolienta.
—Estoy muerta de hambre —dijo ella inclinándose para encender la luz de la mesilla.
La toalla seguía junto a la cama. La ropa de ella estaba desperdigada por la habitación. Kushina recordó los besos, las caricias y las sensaciones que Minato le había provocado. Si se daba prisa en comer algo, estaría de vuelta antes de que se quedara dormido.
—Yo también me levantaré. No he comido hoy —dijo él retirando las mantas.
El aire frío de la noche los obligó a vestirse rápidamente y en cuestión de minutos se dirigían a la cocina.
Sakura lo había dejado todo recogido, pero Kushina encontró las sobras y las calentó rápidamente. Se habían comido todo el pan. Minato no dijo nada mientras comían pero a Kushina no le importó. La comida estaba deliciosa.
—He intentado buscar sentido a tu sistema de cuentas —dijo Kushina una vez saciado el hambre.
"¿Y?
—Es confuso. Los apuntes no están hechos como yo los habría hecho. ¿Te importa que simplifique un poco las cosas?
—Que no se te escape nada —dijo él encogiéndose de hombros.
—Naruto me dijo que necesitáis dinero para heno.
—Nos las arreglaremos.
—Yo tengo.
—¡No!
Kushina conocía la opinión de Minato en cuanto a lo de recibir ayuda económica pero no soportaba aquel estúpido orgullo. ¿Habría alguna forma de hacerlo sin que se diera cuenta? Tomó nota mentalmente para averiguarlo más tarde.
—¿Cómo te gustaría llamar al bebé? —preguntó, cambiando de tema.
—Es un poco prematuro, ¿no crees? —dijo él parpadeando muy rápidamente.
—Sólo me lo preguntaba. Nadie pidió tu opinión con Naruto, por eso pensé que tal ver tendrías algo en mente.
—No lo he pensado.
—Yo tampoco pero deberíamos —dijo ella terminándose los espaguetis. Si no se hubiera puesto enferma y Pein le hubiera propuesto matrimonio, ella habría aceptado sin darse cuenta hasta que fuera demasiado tarde de que éste no quería tener hijos. Un escalofrío la recorrió al pensar que nunca habría logrado la familia que tanto ansiaba.
—¿Tienes frío? —preguntó él—. Ya he terminado. Volvamos a la cama. Dejaremos los platos en re—* mojo.
—No tardaré nada en fregarlos. No quiero que Sakura vea el fregadero lleno de platos sucios por la mañana —dijo Kushina levantándose con los platos—. Sube tú. Yo subiré cuando termine.
—Te esperaré.
Kushina miró el reflejo de Minato en los cristales de la ventana que había encima del fregadero. La estaba mirando. Lavó los platos y los cubiertos rápidamente, consciente de su atención. Era como si llevaran años casados, juntos en la cocina, contentos de estar en compañía del otro. Pero la realidad era bien distinta.


A la mañana siguiente, Kushina y Sakura fueron al pueblo a comprar la pintura y los utensilios necesarios para pintar el salón.
—No sé por qué te molestas. Nadie usa esa habitación —dijo Sakura de mal humor—. A los hombres les gusta estar en sus barracones, Minato desaparece en el despacho todas las noches y Naruto se pasa el tiempo libre en su habitación.
—Eso es porque el salón está horrible. Cuando lo arregle, querrán pasar allí todo el tiempo porque será muy agradable. Especialmente cuando ponga una tele —dijo Kushina.
—Yo no me quedaré en casa ninguna noche cuando viva en Nueva York. Encontraré un café en el que pasar la tarde cuando termine mi jornada pintando. O algún bar de moda. Cuando empiece a exponer mis cuadros, tendré que ir a las galerías para satisfacer a mis fans.
Kushina sonrió recordando los problemas que Pein había tenido con algunos artistas para aparecer el día de la inauguración de una exposición. Se negaban a abandonar sus estudios y él tenía que inventarse excusas. Al parecer, Sakura, estaba más interesada en el aspecto social de la vida de pintor que en el arte en sí, pero tal vez estuviera juzgándola mal. ¿Acaso no había deseado ella también muchas cosas cuando tenía diecinueve años?
—Cuéntame más cosas del Village —pidió Sakrua.
—Me canso de hablar de Nueva York todo el tiempo. Cuéntame tú más cosas de Sweetwater. Ése era el trato, intercambiar información.
—Lo sé pero no hay nada que decir de este estanque —se quejó Sakura—. Ya lo has visto. ¿Qué quieres saber?
—Háblame de los ranchos vecinos y de la gente que vive en ellos. Cuéntame lo que sepas sobre el precio del ganado, la carne y el heno. ¿Qué hace la gente aquí para divertirse? ¿Hay actividades locales o algo así?
—Mi madre y mis tías están muy metidas en actividades con la iglesia. Son las típicas esposas de rancheros. Encajarás perfectamente —con un suspiro teatral, Sakura comenzó a hablar de los rancheros que vivían en la zona.
Se detuvieron en Correos. Sakura miró por la ventana y se agachó en el asiento.
—La mujer que está entrando es mi tía Ino. Te esperaré aquí.
Kushina tomó los sobres que quería echar al correo y entró en la oficina. Buscó su buzón y sacó todas las facturas, propaganda, catálogos y periódicos. Hacía varios días que nadie iba a por el correo. De camino al coche, la interceptó una mujer de mediana edad, con el cabello oscuro y un rostro amable.
—Soy Ino Yamanka Haruno. Eres la nueva esposa de Minato Namikaze, ¿verdad?
—¿Cómo estás? —dijo Kushina sonriendo amablemente—. Así es, soy Kushina Uzumaki, digo, Namikaze.
—¿Está Sakura contigo?
—En el coche.
—Es mi sobrina. ¿Lo han hecho ya ella y ese Naruto?
Kushina sacudió la cabeza.
—Esa chica necesita volver a la realidad. ¿Lo que intenta hacer con un bebé y sin trabajo? Él es un buen chico aunque los padres de Sakura están en contra de él por su madre. Pero si vieran que es feliz con él, entrarían en razón. ¿Se lo dirás de mi parte?
—Si crees que servirá de ayuda...
—Probablemente no. Siempre ha sido una chica muy testaruda. ¿Qué tal está llevando el embarazo?
—Bien, creo. Ella y yo no estamos muy unidas. Sólo nos conocemos desde hace una semana —dijo Kushina.
Ino metió la mano en el bolso para buscar algo y sacó un cuaderno. Escribió algo y finalmente arrancó la página y se la entregó a Kushina.
—Éste es mi número de casa. Avísame si puedo hacer algo. Y llámame cuando nazca el bebé, ¿lo harás?
—De acuerdo.
—Bienvenida a Sweetwater, Kushina. Espero verte por aquí —y diciendo eso, Ino se fue echando un último vistazo al todoterreno en el que estaba Sakura.
—He conocido a tu tía —dijo Kushina cuando entró en el coche—. Parece muy simpática.
—Lo es. ¿Ha preguntado por mí? —preguntó Sakura esperanzada.
—Sí, lo ha hecho. Y piensa que deberías casarte con Naruto.
—Pues debe de ser la única de mi familia. A mis padres les daría un ataque.
—¿Preferirían que fueras madre soltera?
—No, quieren que dé el bebé en adopción. Y me lo estoy pensando. Sería muy difícil para mí ir a Nueva York con él. ¿Cómo me las arreglaría?
Kushina no dijo nada. La ironía de la situación era insoportable. Ella deseaba un bebé, deseaba comenzar una familia. Tanto que para ello había hecho un viaje de miles de kilómetros y se había casado con un extraño. Y ahí estaba Sakura, embarazada de un hombre por el que era evidente que sentía algo y, aun así, estaba pensando en dar el bebé en adopción.
Kushina sospechaba que Naruto quería criar a su hijo, lo que para su modo de ver era la mejor solución. Al menos, el niño contaría con el amor y el compromiso de su padre.
Después de comprar la pintura, las brochas y otras cosas que necesitaba, Kushina se detuvo en la biblioteca. Enseguida encontró la sección de agricultura y sacó varios libros que parecían de comprensión fácil, que le facilitarían la información que necesitaba sobre las prácticas básicas en todo rancho.
Esa misma tarde, después de ordenar las facturas que pudo encontrar, comenzó a introducir la información en el nuevo programa de contabilidad. Era un trabajo mecánico pero importante. Cuando terminara de meter la información, podría sacar un informe preliminar de beneficios y pérdidas. Y Minato podría hacerse una idea más clara de la situación del rancho y qué pasos seguir a continuación. Después de todo, a ella también le interesaba. Una parte del rancho pertenecería algún día a su hijo.
Kushina se reclinó en la silla con ojos soñadores. ¿Estaría ya embarazada? Si no, no sería por no haberlo intentado. ¿Sería eso lo único que movía á Minato? ¿Tratar de dejarla embarazada? Esperaba que el sexo que compartían significara algo más para él. Para ella empezaba a ser mucho más.
Nada más pensarlo, se irguió en la silla. ¡No! No era más que el intento de concebir un hijo. Era cierto que Minato era el mejor amante que había tenido nunca pero eso era todo. Se negaba a enamorarse de un nombre que le había dejado claro que el amor estaba fuera de aquel acuerdo. Lo único que quería era una relación cómoda, nada más.
Reanudó el trabajo con tenacidad, tratando de aplacar sus pensamientos.


Sakura escuchó las carcajadas al entrar en la casa. Había estado pintando y se había tomado un descanso. El sonido de las voces llegaba del salón. Reconoció el tono grave de Naruto y el de Kushina, mucho más suave.
Por un momento, se sintió celosa. Kushina había pasado mucho tiempo con Naruto desde que compraran la pintura tres días antes. Trabajaban varias horas al día en el salón que empezaba a tener un buen aspecto, tal como Kushina había dicho.
Pero era el tiempo que pasaba con Naruto lo que Sakura envidiaba. Claro que no era que ella deseara estar con él pero desde lo que le dijo en el juzgado, la había ignorado o hacía todo lo posible por evitarla.
Ella estaba acostumbrada a que él le prestara atención, a sus ojos fijos en ella cuando trabajaba, a sus intentos de quedarse a solas con ella. Ella lo había amado mucho hasta que se había quedado embarazada. Naruto había arruinado todos sus planes.
Naruto podía haber pasado un rato con ella. Con el brazo roto, no podía montar a caballo. Podía haber ido a verla al estudio. Podía haberse sentado con ella después de cenar. Pero no, había pasado todo su tiempo con Kushina.
Avanzó por el pasillo y se detuvo en la puerta a mirar. Las paredes estaban recién pintadas y el marco superior estaba casi terminado. Kushina estaba en el centro de la habitación, sacudiendo la cabeza y riéndose. Naruto tenía pintura en el pelo, en la cara y en la camisa.
—Espero que seas mejor con el lazo que con la pintura —dijo Kushina.
—Lo estoy haciendo con una mano. No te metas conmigo —Naruto se volvió amenazando a Kushina con la brocha. Entonces vio a Sakura y se detuvo en seco, retornando a su expresión taciturna. Siguió pintando.
—Volveré a trabajar fuera dentro de poco —dijo abruptamente.
Sakura se encontró con la mirada de Kushina cuando ésta se volvió para ver qué había causado el cambio de humor de Naruto.
—Hola, Sakura. ¿Qué ocurre?
—He venido a ver qué estabais haciendo —dijo ella—. Tiene buen aspecto —le dolía ver que Naruto no quisiera incluirla en la diversión.
—He decidido tirar todos estos muebles o, al menos, guardarlos en el ático o algo. Pensé que podrían valer si los limpiaba, pero sentarse aquí es como hacerlo sobre hormigón. Quiero un sofá cómodo en el que hundirse tras un largo día de trabajo.
—Minato no es muy dado a mimarse —dijo Naruto.
—¿Y tú? —bromeó Kushina.
—Podría intentarlo.
—¡Estupendo! Puedes venir conmigo a comprarlos. Así me darás el punto de vista de un hombre.
—Que vaya Minato.
—Sí, ya me lo imagino cambiando el rancho por un día en la ciudad probando sillones —dijo Kushina.
Naruto la miró.
—Lo haría si tú se lo pidieras pero yo te acompañaré si él no quiere ir.
Sakura sintió una vez más el aguijón de los celos. Era una reacción infantil. Había sido ella quien le había dicho a Naruto que no lo quería. ¿Entonces por qué envidiaba su felicidad por haber hecho lo que ella le pedía?
—¿Quieres ayudar? —preguntó Kushina.
Sakura se sorprendió al darse cuenta de que quería ayudar, y más aún, quería sentirse incluida. Se sentía sola. Aunque ése fuera el destino que aguardaba a una artista famosa, como la abuela de Naruto, a Sakura le gustaba estar con la gente.
—Claro —dijo ella mirando a Naruto, que la ignoraba por completo. Aun así, era mejor estar en la misma habitación con él aunque la ignorase que estar en su estudio, sola. Sonrió a Kushina.
—¿Por dónde empiezo? Soy pintora. Creo que podré hacerlo mejor que Naruto.



Continuara....


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Mensaje por when21 Dom Feb 24, 2013 6:38 am

Como que se andan poniendo adictos al sexo kushi y mina xDD
Naruto se divierte un poco con kushi, pero parece que quiere guardar distancia con saku
Nee... Eso ultimo como que seguro le va a caer mal a naru u.u
Pobre...
Saku siente celos, ojala cambie de opinión rápido
Encontré esto...

Él contestó con un gesto mientras miraba a Brianna, que levantó la vista hacia él. La sonrisa que le dedicó desató una nueva riada de sentimientos.

Allí es kushina ^^

Shell me ha ayudado a limpiar el salón —dijo ella.

Allí va naruto

Espero la conti muy pronto n.n
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