En esta o en otra vida

Te he visto muchas veces, demasiadas veces... La primera, de cada vez, es la más curiosa, la más atrevida y la más divertida. Y la ultima siempre me rompe.

Una vez te vi alto y frondoso, tenías raíces, de esas grandes y fuertes que rompen el suelo, sujetan la tierra, y cubrían la hierba. Tus hojas eran pequeñas, verdes perennes, amontonadas en cada rama que apenas pasaban uno que otro rayo de luz. Olías rico, olías a libertad, amor y vida. Tus frutos eran dulces, todo una delicia, y yo te miraba por horas mientras tu me cubrías, me acogías y protegías del frío. Dormí en tus brazos cada noche, volé a tu alrededor y abracé tus ramas mientras picaba tu tronco y dormía en ti. Te escuché aunque nadie más lo hizo.

Muchos años después te vi de nuevo, corrías con el viento, fuerte y veloz. Siempre cuidabas de los otros, siempre luchaste por tu lugar, un líder innato que todos seguían. Esta vez fui tu presa, un ciervo perdido que jamás corría, no de ti, gran felino, majestuoso y hermoso, de mirada filosa y uñas largas. Corrías como una bestia tras los demás, pero a mí me cuidabas, merodeabas de un lado a otro con la mirada fija e imponente. Tú lo sabías, como siempre, que algo más allá nos unía desde siempre...

Fuimos tantas cosas, vivimos tantas vidas... y en todas nos encontramos. Fuí un pez, un gato, un conejo y una mariposa, fuiste un tiburón, un arbusto y un quetzal.

Algunas veces coincidimos. Claro que sí, algunas veces vivimos juntos, otras sólo nos miramos, desde lejos... nos cuidamos, nos amamos pero nos apartamos. Otras veces sufrimos, lloramos y juramos que no más, pero al final llegamos al punto de partida y nos miramos de nuevo, en otra forma, en otra vida... Pero siempre juntos.

Ahora te miro, mi joven amigo, mi viejo compañero, mi eterno amante, ahora te mira con esa cara sonriente tomando la mano de tu esposa, te miro y sonrió por tu felicidad y por la mía.

Curioso nuestro caso, pienso mirando el silencio de esta joven noche, curioso ser humanos. Curioso amar como un humano, curioso sobrevivir a nuestra mente y en la vida... Y curioso el camino que tomamos. Tú, rubio y galante, tan sereno como la noche, con tal peso que cargas, el de un guerrero maldito y odiado, a un héroe glorioso y respetado, y yo, de ojos esmeralda y pelo claro, tan suelta y libre, tan ciega y atolodrada. Caminamos juntos en esta vida, y sólo fui capaz de verte ahora, con tus dos pequeños y la mía.

Me acerco a ti y te saludo, con respeto y tristeza, pues tu corazón esta vez no es mío. Me miras con tus ojos azules y un flechazo te atraviesa la mirada, tan fugaz que sólo yo lo percibo. ¡Me has reconocido!¡Nos hemos reconocido! que tonto, que absurdo, que grato... Pienso que es divertido, después de tantos años juntos, después de tanta amistad unida, después de tanta guerra y destrozo...¡Oh Naruto, querido que alegría! Tomo tu mano, abrazo tu cuerpo, susurras mi nombre y sé que en tus ojos brilla ese mensaje tan tuyo, tan mío, tan nuestro... Es una promesa, firme y decidida, de una vida juntos, que sea quizás en otra vida.