Realeza y Guardaespaldas (Capitulo 1) (19/09/14) [C] [+18]

Después de ducharme, vestirme, y lavarme los dientes, me miré al espejo.

—Tío estás que te cagas—me dije a mi mismo presumiendo de mi indudable atractivo—Alto, atlético, hermosos ojos azules, hermosa melena rubia y revoltosa...¿qué más puedo pedir?—me pregunté orgulloso.
—Cerebro—se entrometió la pelirrosa entrando a mi habitación.
—¿Qué haces aquí otra vez, infiltrada?—la enfrenté con burla acercándome a ella.
—El término infiltrado/a se utiliza para referirse a una persona que se ha introducido subrepticiamente en un lugar o una organización para llevar a cabo una acción encubierta, y como puedes observar yo he venido a molestarte de frente.
—Vaya...no sólo eres una infiltrada también eres un diccionario con patas, ¿y cómo no vas a venir de frente?, si frente es lo único que tienes.
—Mejor ser un diccionario con patas a un cretino sin cerebro, ¿no crees? Y con mi frente no te metas, capuyo.
—¿Te crees muy graciosa, eh?
—Sí, del mismo modo que tu te crees que estás bueno.
—No sólo me lo creo, lo estoy, y fingir indiferencia ante mi presencia no va a funcionar querida, una chica ya lo intentó y en menos de una semana estaba rendida a mis pies, no tienes que disimular lo mucho que te pongo ni avergonzarte, es una reacción de lo más natural—le deje las cosas claras sonriendo de medio lado.
—Sí, vamos, me vuelves loca—me contestó con sarcasmo—Y no te olvides de que ahí detrás hay una cola de mujeres esperando a que las tomes—me vaciló señalando hacia su espalda con el dedo pugar.
—No, bonita, loca ya estás a mi no me metas, y por cierto dile a las mujeres que vayan cogiendo cita que no puedo con todas a la vez—lo último lo dije dudando—Y señorita Haruno no debería olvidar que esta usted hablando con el mismísimo príncipe y futuro rey de la nación, muéstreme el respeto que me merezco.
—Tiene razón—me contestó más sería de lo normal–no se me olvida que es usted el príncipe de los imbéciles y debería darle lo que se merece, excelencia—la pelirrosa me escupió su veneno de mala víbora antes de meterme una patada en mis partes bajas haciéndome ver las estrellas.

Casi me retuerzo en el suelo por el dolor mientras me tocaba mis partes, no puedo creer que esta mujer...

—¡¿C-có-mo t-te has atrevido?! ¡Guardias! ¡Guardias!—grité con ira alertando a las fuerzas de seguridad y en menos de veinte segundos quince hombres armados con pistolas entraron corriendo a mi habitación.
—¿Nos ha llamado, señor?—me preguntó uno de estos inútiles.
—¡Pues claro que os he llamado! ¡Llevaos a esta loca a los calabozos ahora mismo! ¡Y que no salga de allí hasta mi orden!—ordené intentado recobrar la postura.

Los guardias se miraron entre ellos y se quedaron quietos por unos segundos, ¿a qué están esperando estos idiotas? Por fin parecieron reaccionar, y temblando se acercaron cuidadosamente a la psicópata de pelo rosa.

—¡¿A qué coño estáis esperando?! ¡Deprisa!—les metí prisa y los muy imbéciles siguieron de igual manera.
—Tranquilos chicos, no me voy a resistir—soltó la loca con calma y los guardias suspiraron de alivio.

Acercándose a ella con extraña normalidad, dos de los hombres agarraron ambos brazos de ella, uno en cada lado, antes de que salieran por la puerta, la chalada me miró con una mirada de infinito desprecio metiéndome miedo al cuerpo.

Tengo que admitir que esta mujer no para de sorprenderme, le da completamente igual quién soy, y eso que nunca le he dado demasiada importancia a mi título sin embargo es la primera vez que alguien me falta tanto al respeto y encima se atreve a...¡golpearme! Pero desde luego esa loca no saldrá de allí hasta que a mi me de la gana y eso, si sale algún día.

Salí de mi habitación a buscar a mi madre. Bajé las largas escaleras del palacio real y crucé los interminables pasillos hasta llegar por fin al salón principal.

—Hijo por fin llegas—fue lo primero que me dijo mi madre con una sonrisa al llegar al salón.
—¿Me buscabas?
—Sí, tengo una noticia buena y otra mala, ¿cuál quieres oír primero?
—La mala sin duda—veréis si me dicen primero la mala luego puedo quitarme el mal sabor de boca con la buena, por eso siempre elijo la mala primero.
—Tu padre no podrá venir este año a visitarnos, está demasiado ocupado con el tratado de unión—comunicó ella aunque no aparentaba sentir demasiada tristeza.
—¿Y la buena?
—Iré a visitarle yo—me informó casi dando un salto de alegría, ahora entiendo porque no le molesto la noticia—Espera un momento...¿iré? ¿Porque lo dices en singular? ¿Acaso yo no voy?
—Por supuesto que no—negó ella completamente.
—¿Con cuál motivo?
—Fácil—aseguró y se acercó a mi—porque no te lo mereces.
—¡¿Qué?! ¡No hay derecho!—grité quejándome.
—¿Ah no? ¿Cuantas veces te has escaqueado del palacio sólo en esta semana?
—No lo sé, no las he contado, ¿ocho?
—¿Ocho? ¿En serio? No estaba al tanto de tantas—confesó y llevó su mano a la barbilla.
—Quien dice ocho dice dos tranquilamente jejeje—corregí nervioso rascándome la nuca.
—B-b-bueno no importa, el caso es que no cumples con lo que debes así que no vienes y punto, te quedarás aquí bajo la vigilancia estricta de Sakura, y te mantendrá vigilado las 24h para asegurarse de que cumples con tus obligaciones.
—¿Disculpa? Por ahí si que no paso, esa loca no va a estar vigilándome y menos las 24 h del día, es que ni muerto, ¿dónde se ha visto que el guardaespaldas mande más que el príncipe? Es una mujer insolente e insoportable.
—¿Tan mal te cae? Nunca te había visto criticar a alguien.
—Eso es porque nadie se había atrevido a hablarme como me habla ella, además veo muy difícil que vaya a poder vigilarme desde los calabozos—informé la noticia sonriendo triunfante.
—Naruto, ¿qué has hecho?—me preguntó con seriedad.
—Lo que debí haber hecho desde el momento en que la conocí, y además te informo que pienso renovar el cuerpo de seguridad por completo, los muy inútiles parecían tener miedo de detener a una simple chica.
—¡¿Pero qué has hecho, inconsciente?! Oh Dios mío, tengo que sacarla inmediatamente de allí—mi madre estaba muy nerviosa y preocupada, su reacción me daba hasta pánico.
—Tranquilízate mamá—intenté calmarla y el efecto fue todo lo contrario.
—¿Qué me tranquilice? ¡¿Qué me tranquilice?! ¡¿Sabes lo mucho que me ha costado que ella aceptara a trabajar para nosotros?! Pero no te saldrás con la tuya, Sakura Haruno te mantendrá vigilado te guste o no te guste.

Mientras tanto...

Me senté en la cama de aquella inmunda celda y miré a mi alrededor, no está tan mal, he estado en sitios peores, tenía una cama, un sitio para asearme y lo que para mi era más importante, una ventana.

No pasó más de 10 minutos antes de escuchar unos pasos firmes acercarse a mi celda.

—¿En qué lío te has metido ahora?—me preguntó una voz masculina que yo conocía muy bien.
—¿A qué has venido? No deberías estar aquí.
—He venido por que soy tu amigo y como tal vengo a ayudarte.
—Lárgate Sasori, no te necesito—le pedí intentando sonar hostil.
—Sigues igual de orgullosa, no cambias—soltó una risa floja y me miró a los ojos—¿Cómo se te ocurre agredir al príncipe, chalada?
—Ese idiota se lo merecía, tiene el ego demasiado subido y mi obligación era bajarle los humos.
—Sakura no puedes golpear a todos los idiotas que hay en el mundo—me replicó.
—Tienes razón—le di la razón asintiendo y el pareció conforme—si tuviera que golpearlos a todos no acabaría nunca, y por esa misma razón,me vengaré de todos los idiotas de este mundo golpeando a su príncipe.
—¿Qué dices, loca? ¡No puedes pegar al príncipe!
—¿Y por qué no? ¿Quien lo dice?
—Pues porque es el príncipe, ¡maldita sea!—me gritó perdiendo la paciencia, debo confesar que sacar de quicio a Sasori me encanta, ver como su cara que siempre esta sería y rara vez muestra emociones, cambia a una llena de furia, me agrada y mucho.
—Sasori—lo llamé—¿Has olvidado con quién estas hablando? Sabes perfectamente que yo no entiendo de clases, sea el príncipe o el mismísimo rey, no tolero que ese alguien se crea superior al resto, sea quién sea.
—Aún así pudiste haberte negado a realizar este trabajo, en cambio, accediste a ser su guardaespaldas por lo tanto debes ser profesional y cumplir sus órdenes.
—Sabes lo mucho que odio cumplir órdenes—le recordé con una mueca.
—Mala suerte nena porque de eso se trata tu trabajo, en cumplir órdenes.
—¿Vas a sacarme de aquí o no?—pregunté desviando el tema, siempre lo hago cuando sé que lleva razón y lo peor es que parece que la lleva siempre, me miró con satisfacción al saber que me había rendido y llamó a los guardias.
—¡Guardias!–vociferó Sasori y los aludidos vinieron corriendo—Sacadla de ahí.
—Pero Sasori, señor...—dudó uno de ellos.
—Es una orden directa de un superior, ¿a qué estás esperando?—dijo el otro.
—Enseguida—obedeció el muchacho y me abrió la celda.
—Volvamos al palacio—me ordenó y rodando los ojos le seguí.

Pasamos por todas las estancias hasta llegar al salón principal, cuando por fin llegamos frente a la puerta.

—¿Qué me tranquilice? ¡¿Qué me tranquilice?! ¡¿Sabes lo mucho que me ha costado que ella aceptará a trabajar para nosotros?! Pero no te saldrás con la tuya, Sakura Haruno será te mantendrá vigilado te guste o no te guste—esos gritos parecían ser de Kushina, al parecer estaba bastante alterada, me sorprendí al oír mi nombre entre tanto jaleo, Sasori y yo nos miramos.
—¿Qué hacemos?
—Shhh—lo callé y puse la oreja en la puerta para no perderme detalle de la conversación.
—¡Ni hablar! ¡No pienso aceptarla! ¡No la necesito!—gritó el descerebrado haciendo que perdiera la cabeza.
—¿Y crees que yo a ti si, mono de feria? —irrumpí cínicamente en la sala, desafiándolo.
—Tú...—susurró él con desprecio hacia mi.

Continuará...