Road To Ninja - Capítulo Final

En la habitación de la Jounin Sakura donde se había quedado a pasar la noche Menma con la chica a la que ya podía considerar su novia, estaban ambos durmiendo ya abrazados en la cama de la chica. Estaban completamente desnudos pero ya bien dormidos.

En la otra habitación, la de invitados. Estaban Naruto y Sakura todavía despiertos pero también estaban abrazados sin ropa tras una manta. Estaban algo sonrojados pero se les veía felices en general.

- Sakura-Chan. - Dijo Naruto sonrojado a la vez que instintivamente abrazó con más fuerza a Sakura.
- Dime… - Dijo ella sutilmente.
- Te quiero mucho. - Dijo Naruto apoyando su frente con la de ella.
- Y yo a ti. - Contestó Sakura contenta al poco tiempo.
- ¿Te… arrepientes? - Preguntó Naruto algo sonrojado.
- ¿De qué? - Preguntó la chica extrañada.
- De… lo que acabamos de hacer. - Dijo Naruto algo sonrojado.
- Para nada idiota. - Dijo la chica algo molesta por que dudase de aquello.
- Me alegro. - Dijo Naruto besando su frente.

Se dieron un fugaz beso y tras una pequeña mirada de complicidad se quedaron dormidos perdidos en el profundo sueño del dios Morfeo.

Sin embargo fueron despertados cinco horas más tarde cuando alguien llamó a su puerta. Sakura fue la primera en levantarse ya que estaba más cerca del borde de la cama. Se cubrió con la manta dejando a Naruto desnudo en la cama.

Abrió la puerta poco a poco asomando solo su cabeza para encontrarse con los ojos verdes de su Alter Ego mirándola.

- ¿Pasa algo? - Preguntó Sakura extrañada.
- Ha venido un Chunnin a avisarnos que la Hokage quiere vernos a Naruto, a ti y a mí ahora mismo en su despacho. - Dijo la Jounin.
- Entendido… ahora salimos. - Dijo Sakura.

Cerró la puerta y se encontró con su novio desnudo en la cama mirándola. Se sonrojó un poco por ello más que nada por recordarlo anoche encima de ella.

- ¿Qué pasa? - Preguntó Naruto preocupado.
- Shizune-Sama quiere vernos. Así que vístete. - Dijo Sakura dejando caer la manta y haciendo que Naruto tuviese una pequeña hemorragia nasal.

Se vistieron rápidamente ya que parecía que había ocurrido algo importante y salieron del cuarto donde vieron a la Jounin Sakura y a Menma.

- ¿No se supone que la Hokage solo quería vernos a los tres? - Preguntó la ninja médica mirando la moreno.
- También dijo que a primera hora me daría una nueva bandana y me asignaría un nuevo grupo. - Respondió rápidamente Menma sin querer hablar mucho.
- ¿Vamos? - Preguntó la Jounin mirando a todos.

Salieron por la puerta rumbo hacia la torre Hokage que estaba a diez escasos minutos de la casa de Sakura. Por la calle pudieron ver como todo el mundo miraba a Menma y murmuraba a su paso. Tal y como Shizune había dicho ya todos sabían lo que había ocurrido.

Pero todos tenían una mirada de reproche y fastidio en el rostro. Y sin duda se apartaban de su camino. Eso puso bastante triste a la Jounin Sakura. Naruto también se puso triste ya que le recordaba a su pasado.

Menma parecía no inmutarse pero se sorprendió bastante cuando la chica que tenía a su lado, la Sakura de la coleta sobre su espalda, le cogió de la mano dedicándole una pequeña sonrisa.

El moreno no pudo evitar respondérsela. Aquellas dos no eran de sonreír mucho pero sin duda cuando lo hacían siempre tenían la certera de que era sincera.

- Todo el mundo puede mirarte como quiera o pensar de ti lo que quiera… - Dijo Sakura flojito haciendo que solo Menma la escuchase. - Pero siempre me tendrás a mí. - Dijo ella apretando su mano con más fuerza.
- No creo que necesite más Sakura. - Contestó el chico serio pero sincero.

A los pocos minutos llegaron a la torre Hokage. Allí entraron sin esperar a nada los cuatro al despacho de Shizune.

- ¿Qué ocurre? - Preguntó Naruto rápidamente al entrar.

Shizune empezó a contarles todo lo que había pasado. Resulta que el otro día, cuando estaban ocupados yendo a buscar a Menma, desapareció alguien del Clan Uchiha. Al principio sus padres no dijeron nada ya que no era raro que pasase la noche fuera de casa.

Sin embargo no había vuelto en dos días y ellos habían denunciado su desapareció a la Hokage. Resultaba que Sasuke Uchiha no había sido visto en la villa en los últimos tres días.

- ¿¡Y lo denuncian ahora!? - Preguntó Naruto alarmado.
- Si… Yo también me he quedado alucinada… - Dijo Shizune recordando la bronca que les hecho a Mikoto y a Fugaku.
- ¿Habrá sido Kabuto? - Preguntó la Chunnin.
- Seguramente… ¿Quién si no? - Preguntó Naruto.
- Además varios de los Anbu que patrullaban la zona hemos descubierto que eran clones. Los verdaderos no los hemos encontrado… presuponemos que han muerto. - Dijo Shizune algo molesta.
- Ha sido Kabuto… tenemos que ir a buscarle. - Dijo Naruto enfadado.
- ¿Pero dónde está? - Preguntó la Jounin.
- Seguramente… habrá ido al lugar por el que entramos en este mundo… ¿No? - Preguntó Sakura.
- Claro… ese tiene sentido querrá volver a casa. - Dijo Naruto pensando.
- Como sea… quería pediros a vosotros dos y a Sakura. - Dijo Shizune. - Que terminéis con esto y rescatéis al Uchiha. - Dijo Shizune mirándoles.
- ¡Claro que sí! - Dijo Naruto.
- Pero falta un cuarto miembro… tengo que asignarlo antes de que partáis. - Dijo la Hokage meditando.
- Menma será el cuarto miembro. - Dijo la Jounin Sakura ágilmente.
- ¿Menma? - Preguntó la Hokage pensándolo. - No creo que una misión que os sacará del país del fuego sea buena idea para su primera misión… - Dijo la Hokage.
- Shizune-Sama… no voy a huir se lo prometí. - Dijo Menma dando un paso al frente y sorprendiendo a los demás. - Déjeme ir con ellos.
- ¿Por qué ese interés? - Preguntó la Hokage.
- Ellos dos… - Dijo mirando a la Chunnin y a Naruto. - Ella me ha salvado la vida dos veces y Naruto… bueno… también me ayudó de otra forma. - Dijo sorprendiendo ahora si una barbaridad a todos. - Quiero ayudarles yo ahora. - Dijo el moreno decidido.
- Esta bien… confío en ti entonces. - Dijo la Hokage. - ¡Entonces marchad los cuatro y no volváis hasta terminar la misión! - Dijo la Hokage decidida. - Sakura tu serás la capitana. - Dijo mirando a su alumna.
- ¡Hai! - Dijeron los cuatro.
- Menma… - Llamó la Hokage antes de que saliesen de la habitación.
- ¿Si? - Preguntó el.
- Toma. - Dijo lanzándole una nueva bandana ninja.

Menma la cogió y asintió con la cabeza para después salir del a habitación mientras se la ponía. Se quedaron quietos los cuatro un segundo.

- ¿Y dónde tenemos que ir? - Preguntó la Jounin.
- Es en Suna… así que tendremos que ir rápido ya que nos saca ventaja. - Dijo la pelirrosa. - ¿Podrás hacerlo con tres personas Naruto? - Preguntó Sakura extrañando a Menma y la Jounin.
- Si… pero probablemente me quede luego seco y tendréis que pelear vosotros. - Dijo Naruto pensando.
- Bien… - Dijo la Chunnin.
- Eh… ¿De qué habláis? - Preguntó la capitana del equipo intrigada.
- Naruto puede llevarnos a todos a Suna en menos de tres horas. - Dijo sorprendiendo a Menma y a la Jounin.
- Pues… ¿A que esperamos? - Preguntó Menma.

Salieron del edificio y Naruto hizo tres clones que se rodearon con el poder del Kyubi. El original se puso a su espalda a la Chunnin Medica.

Un poco recelosa se subió también a la espalda de uno de los clones la Jounin de Konoha. Pero Menma se quedó quieto.

- Ni de coña… - Dijo tapándose la cara.
- Vamos Menma no seas tonto. - Le replicó su novia.
- Venga que solo es para llegar rápido… no es que me gustes ni nada. - Dijo el clon poniendo cara de asco.

Menma dio un suspiro muy grande y por el bien de la misión y ya que se había ofrecido tan valiente para ayudarles se resignó y se subió a la espalda de Naruto tratando de mantener su cabeza lo más alejada posible de la espalda de Naruto.

- ¡En marcha! - Gritó el Naruto original mientras los tres desaparecían de la villa de la Hoja a la velocidad de la luz.

CONTINUARA…

En la frontera entre el País del Fuego y el País del Viento había un pequeño edificio en un falle junto a tres montañas. Era un edificio de tres plantas bastante amplio. De hecho parecía una escuela.

De hecho era un pequeño orfanato donde acogían a los niños huérfanos de guerras o similares. Al estar en la frontera había chicos del País del Fuego y del Viento.

Tenían unos 60 huérfanos de todas las edades. En realidad siempre eran números altos ya que poca gente solía querer adoptar a niños perdidos. Pero al menos era un buen lugar en el que criarse comparado con las calles de cualquier ciudad.

Ahora los chicos y chicas de entre 10 y 12 años estaban en el enorme patio del orfanato haciendo actividades físicas con uno de los monitores del lugar.

Era un chico de pelo claro de unos 23 años. Llevaba unas gafas redondas y unas ropas normales. Su peculiaridad era que el también había sido huérfano en aquel mismo lugar. Pero se había quedado ya que consideró que devolver el favor era lo mejor que podía hacer.

- ¡¡Kabuto-Sensei!! Esto es muy cansado. - Dijo una de las chicas agotada.
- Vamos solo cinco minutos más y ya podréis ir a las duchas. - Dijo el joven con una sonrisa encantadora.

Los chicos ya llevaban 25 minutos corriendo pero era importante tener una buena forma física. Y Kabuto estaría corriendo con ellos si no fuese porque ya llevaba tres clases de Educación Física seguidas y tampoco quería morirse de agotamiento.

- ¡¡Venga chicos!! ¡A las duchas! - Gritó Kabuto después mirando su reloj.
- Que energía… - Dijo una mujer de unos 34 años acercándose al joven.
- Madre. - Dijo Kabuto sonriendo al verla.
- ¿Podemos hablar un momento? - Preguntó ella mirándolo.
- Claro… - Respondió el.

Los chicos habían ido a su vestuario y las chicas al suyo. Kabuto y la encargada de todo el orfanato se sentaron en un banco. Aquella mujer había recogido y cuidado a Kabuto desde que era un pequeño niño y le tenía mucho cariño.

- Tu dirás… - Dijo Kabuto sonriendo.
- He estado pensando mucho… y bueno llevas aquí mucho tiempo… ¿Por qué? - Preguntó ella mirándolo.
- Bueno me gusta ayudar a los niños… además que a mí también me ayudasteis… es mi forma de pagarlo. - Dijo el chico contento.
- Pero me da pena ver que un chico tan inteligente como tu malgasta aquí su vida. - Dijo la mujer algo apenada.
- Yo no creo que malgaste aquí mi vida… aquí están mis hermanos que también han decidido quedarse… y… no se este es mi hogar. Yo soy muy feliz aquí… no me imagino en otro sitio. - Contestó Kabuto mirando a “su madre.”
- Solo quiero que te quedes si de verdad lo deseas. - Dijo la bella mujer.
- Y así es. - Contestó el chico levantándose.

La mujer se despidió y Kabuto marchó hacia las entradas de los vestuarios para hacer que los chicos se diesen prisa ya que les suele gustar perder el tiempo. Además que pronto seria la hora de comer.

En cuanto todos salieron el joven los guió a todos hacia el comedor principal que prácticamente ocupaba la mitad del primer piso. Allí todos los chicos se sentaron repartidos en un montón de mesas. Kabuto se sentó junto a los demás monitores. Algunos de ellos buenas personas que quería ayudar y otros tantos eran “hermanos” de Kabuto que habían decidido quedarse como él.

- Buenos días. - Dijo el chico sentándose.
- Buenos días Kabuto. - Dijo una mujer rubia dándole un beso en la mejilla cuando se sentó.
- Hola Kahoru-Chan. - Respondió sonriente.

La chica no era excesivamente bella ni tenía un cuerpo que destacase por su sensualidad sin embargo su preciosa sonrisa y mirada sincera hacían que tuviese algo encantador que Kabuto no podía resistir.

- ¡¡Id a vuestra habitación!! - Dijo uno de los hermanos de Kabuto haciendo reír a los demás y sonrojar a ellos dos.

Estuvieron comiendo todos en el gran comedor. Por la tarde los chicos tenían libre ya que no daban ninguna clase pero lo único que podía hacer era quedarse en sus habitaciones o ir a jugar con los amigos por el bosque.

Kabuto y Koharu fueron a dar un paseo por los pasillos del edificio comprobando que todo estuviese en orden. Y de paso podían aprovechar para charlar tranquilamente.

- Contando este día… ya queda exactamente 6 meses. - Dijo la chica sonriendo.
- Es cierto… ya queda menos. - Dijo Kabuto contento.
- Todavía… - Dijo la chica sonriendo. - No puedo creer que quieras casarte conmigo. - Dijo ella feliz.
- ¿Por qué dices eso? - Preguntó el algo extrañado.
- No soy precisamente la chica más guapa del mundo. Soy muy… normalita. - Dijo ella mirándolo.

Kabuto la detuvo colocando sus manos en la cadera de la chica haciendo que se sonrojase. Era muy tímida, pero eso le gustaba al chico.

- Pues yo sí creo que eres la chica más guapa del mundo… o al menos para mí. Y eso es lo único que me importa. - Dijo sonriéndole.

Tras esta pequeña pausa continuaron su inspección rutinaria. Después llegó la hora de cenar y se repitió prácticamente lo mismo que en la comida.

La vida en el orfanato no era precisamente absoluta diversión sin embargo no lo pasaban del todo mal. La mayoría de chicos se iban con 18 años a vivir la vida a alguna ciudad. Y algunos como Kabuto y sus hermanos se quedaban a ayudar. Era un buen lugar.

Koharu y Kabuto compartían habitación desde hacía tres meses. Cuando se prometieron. Aunque llevaban saliendo desde los 19. Eran una pareja bastante formal en realidad.

Koharu le dijo a Kabuto que iría a darse una ducha al baño comunitario y que lo esperase en el cuarto. El peliblanco fue a su habitación para prepararse para despedir el día. Intentó encender una vela pero vio que no estaba. La habitación estaba totalmente oscura.

- ¿Quién hay allí? - Preguntó el chico algo asustado.

Escuchó a alguien dar un paso y cuando se giró pudo ver una oscura figura iluminada por la luz de la luna que pasaba por la ventana. Tenía una capa oscura y una capucha así que no se podía ver su cara.

- ¿Quién eres? - Preguntó de nuevo.
- Crees… ¿Qué puedes tener todo lo que yo no tuve? - Preguntó con una rara voz siseante que dejo extrañado a Kabuto.
- ¿De qué hablas? - Preguntó Kabuto.

De repente notó como algo se enrollaba por su pierna. Era una enorme serpiente blanca que subió por su pecho hasta enrollarse a su cuello.

- ¿Qué haces? - Preguntó asustado.

La serpiente se estiro levantando a Kabuto del suelo y comenzando a asfixiarlo. Ya le faltaba el oxígeno mientras que el otro se limitaba a mirarlo.

- ¿Por qué tu si… y yo no? - Preguntó la figura mirándole a los ojos.
- ¿Cómo es posible? - Preguntó Kabuto alarmado al ver el rostro de aquel chico.

Sin embargo ya no hubo respuesta. Se escuchó el sonido de un hueso romperse, más concretamente un cuello. Y después el de un cuerpo cayendo muerto al suelo.

El encapuchado salió del cuarto por una ventana atravesando el oscuro campo mientras miraba fijamente al horizonte esgrimiendo una sádica sonrisa.

- Y ahora rumbo a casa. - Dijo después.

Mientras seguía caminando el silencio de la noche fue roto y adornado por el desgarrado grito de dolor de una mujer que acababa de descubrir el cuerpo muerto del hombre al que tanto amaba.

CONTINUARA…