Los viejos cuentos de un bosque (TP)(23/03/15)(4/5)

Cuando era niña mi madre me contaba maravillosas historial del bosque.

Cuentos de amor… Me decía que allí vivía una hermosa elfa de cabello corto, igual que el color de los cerezos.  Con una hermosa voz que en la noche provocaba el llanto de la criatura más feroz del mismo bosque.  Con una piel del color de la luna y unos ojos tan naturales, que enamoraban al corazón más solitario. También vivía un animal gigantesco, muchos lo llamaban demonio, otros, un ángel caído.  Pero para mí, era el eterno enamorado.

Me decía que todas las noches aullaba hacia la luna y cuidaba de la elfa, tan enamorado como el primer día. Pero cuando el sol salía, él volvía junto de ella y la miraba como un humano ilusionado.  Y ella, le correspondía… Pero no todo era tan fácil. Porque en realidad sus historias nunca terminaban bien.






--- ¡Oye Ino! ¿Es que no escuchas?

Alzo la mirada para ver a la persona dueña de esa voz tan dulce. Hinata  mira con la cabeza ladeada y forma una sonrisa, luego toma un poco de café de su taza y mira por la ventana hacia la calle del pueblo.

--Te pregunté, ¿Ya se te propuso Sai? ¿Cuándo es la boda?

Sonrió ligeramente mientras miró el pastelillo de arándanos frente a mí. Tomo aire y contesto—No, pero pronto lo hará, estoy segura.

Hinata suelta un largo suspiro y continua comiendo y hablando de lo hermoso que es estar embarazada. Dice algo sobre tejer ropa y mantas de seda para el futuro pequeño Kiba. Pero mi mente se centra en la entrada del bosque a las afueras del pueblo: ese hermoso y frondoso bosque que nos rodea. Está tupido por una gran diversidad de plantas y animales, pero lo más peculiar son esos rumores.

Dicen, algunos hombres, que hace una semana el señor Deidara—dueño de una armería de caza—fue asesinado, no por un lobo o algún animal hambriento, sino por una monstruo de dientes grandes y garras horrorosas. Dicen que la joven Konan fue mordida también por eso. Ella jura haber visto los ojos azules más tenebrosos de toda su vida, tan llenos de odio y sed de sangre.

Menos mal que su brazo roto ya ha curado.

Sin embargo, es curioso todo ese tipo de rumores. A veces me gusta creer que son producto de los hongos venenosos que comen por error, pero anoche, mientras paseaba a Akamaru a la orilla, escuche un aullido tan sobrenatural. Una mescla de amor y dolor, como el grito de un hombre loco. Pero por supuesto que no era un hombre lobo. Quizá uno lobo lastimado.

O quizá no.

--¡Otra vez  me ignoras, Ino!—Hinata suelta un fuerte suspiro y deja caer su cuerpo en la silla de madera resignada. Su vestido largo, decorado con encajes morados de tonos pasteles, se arrastra cuando ella soba su estómago en crecimiento--. Harás que me enfade, Sabes lo delicado que es un embarazo y…

--¡Vale, Vale! Lo siento mucho, es sólo que pensaba en el bosque.

--¿El bosque?—Hinata se  encoge de hombros--.Supongo que dirás “la bestia” del bosque.

--Sí.

--Kiba no me cuenta mucho, dice que no es propio de una señorita embarazada, pero lo que he escuchado, es que a la bestia le gusta la carne de las mujeres jóvenes—Ella toma un poco de café y continua--.Hace poco se vio a una joven llorando en el bosque, pero antes de poder llevársela, la bestia apareció gruñendo y atacando.

--¿Entonces es verdadera? ¿Kiba la ha visto?

Hinata niega con el rostro. Entonces sé que es evidente mi decepción. Esperaba un poco de información verídica de alguien a quien conozca realmente, una persona de confianza, no rumores cuestionables de personal del mismo pueblo.

--Bien, no importa—Me levanto estirando los brazos, aliso mi vestido café y tomo mi canasta llena de panecillos simpes—Es hora de regresar a la florería de mi madre, querrá desayunar.

Hinata me despide con cortesía y me marcho tan rápido a como llegué.

Cuando la noche llega a todo el pueblo, y yo, un poco aburrida, comienzo a guardar las flores de mi madre. Después de todo tenemos una florería y es la más famosa en todo el pueblo—Un pueblo con aduras penas kilómetros de longitud—pero la mayoría del tiempo yo cuido de ella. Mi madre sale al jardín central del pueblo a pasear con mi padre y a mirar lo cielos como dos enamorados. ¿Y yo? Cuido de la tienda tan vacía como los pensamientos de Shion—la novia oficial del hombre más rico de aquí.

Guardo primero los tulipanes, y hecho una mirada a la entrada: vacía, como siempre. Giro y tomo las violetas que pronto se marchitarán. Pero entonces, cuando regreso a mirar la mesa de madera, doy un salto y veo al chico frente mí.

--¡Dios Santo!—Chillo colocando una mano en mi pecho.

--Lo siento—Susurra encogiendo sus hombros y bajando la mirada.  Ocultando esos grandes ojos azules…

Es alto, de hombros anchos y rostro suave. Grandes ojos del color del cielo y cabello rubio despeinado. Con un aspecto humilde,  fresco y liberal.

--Lo siento de verdad…--Repite con ojos cansados—Yo sólo quería un par de flores.

Sonrió fielmente y orgullosa, y señalo todas las flores.

--¿Cuál?, ¿es para una persona especial?

--¡Oh por supuesto!—Me contesta con una hermosa sonrisa de oreja a oreja--. Es para el amor de mi vida.

Alzo la mirada por un segundo, sintiendo las mejillas arder. El asombro se refleja en mis ojos y formulo un gesto indefinido. Decir tales palabras sin titubear en un chico, es como encontrar oro en un rio. Siento envidia cuando hecho una rápida mirada al chico—apuesto y lindo—y me imagino a una chica del pueblo, quizá de cabello castaño y mejillas sonrojadas, tan enamorada como lo estaría yo al escuchar esas palabras. Luego siento ternura y suelto un suspiro olvidando a la envidia.

--Ellas es y afortunada—Saco mis mejores flores, las más románticas y hermosas, y las pongo frente el chico--. ¿Cuál quieres?

El chico rubio mira todas las flores y hace un gesto negativo, se gira y ve grandes girasoles y sonríe. Entonces camina alrededor en la sección de flores silvestres; Hay rosas, margaritas, dientes de león y girasoles, de todos colores y tamaños. Pero se detiene sólo frente a las rosas más grandes de color rojo, bañadas con gotas de agua delgadas. Acaricia una con la mano.

--Quiero una rosa de estas.

Lo miro un momento más. A penas me doy cuenta de su ropa humilde, de las botas desgastadas y el cabello revuelto, y me pregunto sí tendrá dinero para pagarlas. ¿Es qué hará un trueque?, tal vez un ave, o cualquier otra cosa. Pronto me imagino a cualquier chica del pueblo sonriendo perdidamente enamorada al ver a ese chico rubio llevándole una rosa, y decido que ese gesto vale más que mil monedas de oro.

Le regala la rosa.

--¿Sólo una?—Pregunto.

--Sólo una--Me dice. La toma, la huele y se dirige a mí para entregarme algo.

Estoy a punto de negar, justo cuando entiendo que intenta pagar por ella, después de todo, las rosas rojas son realmente hermosas y románticas, mi padre decía que demostraban el amor y la pasión con un delicioso aroma natural y cerca de aquí soy pocas, por eso son caras. Pero él me sonríe mirándome directamente a los ojos y deja una moneda de oro…

--Esto es demasiado, yo no…

--Me has tratado bien—Me dice, dirigiéndose a la puerta--.Y eres muy simpática, en realidad no importa. Es sólo oro.

Él abre la puerta de madera de la tienda y sale con un paso firme. El exterior es  oscuro, con tenues mantos de luz de luna. El aire fresco entra en una ráfaga que me mueve el cabello rubio y largo. De repente siento una inmensa curiosidad por aquel chico al que jamás había visto. Me imagino vive en las orillas del pueblo, cerca del parque al que nunca voy.

--¡Oye!—Le digo antes de irse--. ¿Cómo te llamas, chico?

--Naruto--Contesta.

Luego desparece.

El día siguiente es más común.  Me quedo toda la mañana en la tienda pensando en ese tal “Naruto”, y después visito a Hinata  y pienso en Sai. Mi prometido por trato de nuestros padres. Un chico poco lejano, a veces pienso que somos algo más que amigos, y entonces desaparece y volvemos a ser desconocidos.

--Dale tiempo—Dijo  padre hace una semana--. Aún está confundido por su compromiso. Pero ya caerá ante ti.

--Cocínale—Dijo mi madre horneando galletas--. La comida es la mejor poción de amor.  

Pero ni mis deliciosas galletas pueden romper esa barrera que tenemos. Es que simplemente no estamos enamorado, no aun…Pienso en ese chico rubio y su novia, ¿ellos estarán comprometidos y se habrán enamorado? ¿O se ven a escondidas?, tal vez sus padres no son tan controladores como para obligarlos  a casarse a los dieciocho. Me pregunto, ¿Qué será estar enamorado?

Qué se siente ser lo más importante para alguien.

De repente, mientras regaba las flores de mi madre en su jardín, y preparaba la cena para la llegada de mis padres tras haber estado en la florería, escucho un fuerte aullido. ¡Un aullido desgarrador en el interior del bosque!, es de noche, y la oscuridad es como una venda en los ojos que sólo la lámpara de aceite que llevo en una mano ilumina una porción de esta. Observo mí alrededor, a la cabaña de junto, mis vecinos: el señor Gay. Pero sólo veo la ausencia, la mayoría del tiempo se la pasa en la plaza del pueblo asombrando a todos con sus músculos de cazador. Miro al otro lado, la casa de Hinata, con la luz encendida y su redonda cabeza y su cabello negro asomándose por la ventana del segundo piso.

--¿Qué fue eso?—Pregunta temblorosa y preocupada.

Los cuentos terroríficos del bosque estos días han provocado un frio temor. En parte entiendo a Hinata, pues Kiba trabaja y no regresa hasta tarde, y ella, joven y frágilmente embarazada, sola en la orilla del bosque. Estaría realmente preocupada.

--No lo sé…

Un  grito, uno más fuerte y femenino. Uno duro y lleno de sufrimiento. Siento un toque de temor y rabia, siento miedo, y la necesidad de correr a pedir ayuda. Pero estoy sola, sola con una chica embarazada a mi lado.

--¡Creo que alguien la está lastimando!—Grita Hinata alarmada y evidentemente asustada--. ¡Ino! ¿Y sí es la bestia? ¿Y si la está atacando?

Lo pienso un momento, ¿La bestia? ¿Ese lobo come hombres?, quizá, pero también podría ser cualquier otro animal salvaje, podría estar atorada o colgando en una situación en peligro. Podría ser cualquier cosa y yo podría salvarla…

Salvarla. Salvarla. Salvarla.

¿En serio?...

Tomo todo el valor que tengo, y tomo un poco más que no tengo, para entrar corriendo y tomar una leña delgada que sirve muy bien para defensa propia. Acomodo mis botas de cuero café y camino con la lámpara frente mí. Hinata guarda silencio mirando desde la ventana.


Suspiro, sujeto con mucha fuerza, hasta causar dolor, la leña. El sonido de un gemido, se acerca a mis oídos y me hormiguea la nuca. Escucho otro grito más ligero y un chillido que se desvanece lentamente. Cuando miro hacia atrás, no vea más que arboles altos y oscuridad. El viento moviendo mi cabello, los pasos de mis pies rompiendo hojas y ramitas, el sonido de mi aliento salir de mi boca temblorosa.

Luego, luego veo a una chica.

Está llorando, tirada en el suelo y con muy poca ropa casi totalmente desgarrada. Hay sangre en ella y sus ojos repletos de lágrimas llenas de tristeza. Pero lo más asombroso es tu pierna… ¡Oh por dios!, su pierna tiene una gran herida. Una muy roja y grande herida.

--Ayúdame… --Me dice, mirándome con esos enormes ojos verdes--. Por favor.

Escucho un aullido muy alto que me dice que una bestia, un animal se acerca. Escucho unos pasos y gruñidos sigilosos. Pisadas de personas.

--¡Vienen personas!—Le digo tratando de animarla mientras presiono la herida de su pierna—Nos van a ayudar.

--¡No!—Me dice asustada--. Aléjame de aquí, por favor. Necesito estar a salvo.

Entonces le hago caso. Porque está llorando, porque está realmente herida. Porque la noche es tenebrosa y un animal peligroso corre por estos lugares, y porque sus palabras están tan llenas de miedo, que siento que quienes vienen son asesinos. Depredadores tras su presa.

La cargo con la fuerza que no sé de dónde ha salido. Me duele el cuerpo pero es tan ligera y delgada, que siento un poco de envidia. Ella se abraza a mí y juntas regresamos a mi casa.

--No se lo digas a nadie, por favor—Me pide, tras ver mi cabaña muy cerca.

Trato de ser comprensible, y afirmo mientras me escondo de Hinata. La meto a la casa y enciendo las luces más apartadas al exterior. Y por primera vez le pongo atención a la chica.

Joven, como yo. De piel blanca y pies descalzos llenos de tierra y cortaduras ligeras. Sus ojos son grandes y verdes, brillosos de un tono rojizo a causa de las lágrimas. Y su cabello, su cabello es peculiarmente rosado y corto.

--¿Cómo te llamas?—Le pregunto preocupada. Asustada. Exaltada. Asombrada.

--Sakura… --Susurra con mucha tristeza--. Y tienes que ayudarme.

Curo la sangre con un montón de toallas limpias de mis padres.  El reloj marca las 12—La hora justa de llegada de mis padres—Y coloco a esa chica en mi habitación. Es tan extraño poder cargarla con tanta facilidad una vez que se ha dormido. Tras haber comido toda mi cena, y un poco más de la de mis padres, a parte, todas las manzanas y naranjas de la cocina.  Pero ahora es como una pluma. Los harapos de ropa desgarrada se arrastran por las escales; los pedazos de lo que fue en algún momento un vestido oscuro y viejo. Escucho la puerta abrirse y la voz de mi madre en lo alto de una risa traviesa. Por suerte se me ha ocurrido limpiar todo y subirla a lo último.

--¡Ino, querida estamos en casa!

Una vez que he dejado a esa chica sobre mi capa limpia, sáculo mis manos y me cambio de ropa. Escucho a mis padres parlotear en la parte baja y buscar comida, mientras finjo estar cambiándome para dormir; con mi camisón de lana rojo, tan largo que lo arrastro y un gran moño en el centro.

--¿Y bien?—Le digo, cerrando la puerta de madera y sentándome junto de ella.

Ella parece tan lejana, con el cabello a un lado y mirando a la nada en dirección al bosque—por fuera de la ventana—sus piernas abrazadas a su pecho y sus manos acariciando la herida ya vendada y limpia. Por un momento siento que no me ha escuchado, y decido descansar para ver mañana lo que haré con esta chica. Pero ella suelta un suspiro y me mira.

--Necesito regresar al bosque—Mueve la cabeza en forma negadora y se levanta--. Gracias por tu ayuda, lo tendré en cuenta… Pero necesito regresar.

--Espera, ¿Qué?—Muevo las manos y me levanto en dirección a la puerta de mi habitación--. ¡Espera chica!, gritas por la noche en un bosque, me pides ayuda con una gran herida de la cual no hace más de una hora he sanado ¿Y quieres regresar? ¿Y ni una explicación? ¡Estás loca!

--No es asunto tuyo—Contesta con orgullo.

--¿No es asunto mío? ¡Ha!—Doy una pisada en el suelo y gruño--. ¡Pero te he salvado, carajo!

Escucho unos pasos y el toque de la puerta.

--¿Cariño, estás con alguien? Escuchamos voces y un golpe, ¿Estás bien?

--¡Sí mamá!—Grito empujando a esa chica mal agradecido por debajo de la cama--. Es que se me ha caído un libro, ¿podrían dejarme descansar? Mañana tengo mucho por hacer.

Cuando no escucho respuesta, doy por entendido mi situación.  Giro la cabeza y veo a esa chica levantarse y abrir la ventana para saltar por ella. La tomo por el camisón de landa verde mío—una vieja pijama—y la jalo hacia el interior con fuerza. Ella gruñe y se molesta de mala gana, pero su pierna le causa tanto dolor que al final con facilidad la dejo en la cama y cierro todo de golpe.

--¡Ya veo porqué te han atacado!—Le digo mal gustada--. ¡Eres tan terca, Dios!

--¡Y tú tan gruñona! ¡No necesitas cuidarme ni nada! Te ahorrarías mucho si sólo me dejas ir.

La miro de manera brusca y molesta, transmitiéndole mi enojo y resignación. Estaba a punto de dejarla ir, de decirle que sí quería saltara por la ventana y se largara. Pero un fuerte aullido llamó mi atención. Uno diferente a lo ordinario que se escucha en una noche común; Este parecía que ese lobo buscaba algo y no lo encontraba… Un poco trágico. Luego, tocaron con brusquedad la puerta de mi casa, y un montón de pasos y ruidos de hombres furiosos llegó desde la ventana.  

--Vienen por mí… ¡Déjame ir!

La empujo y la hago callar en un gesto mientras coloco mi oreja en la puerta. Escucho a mi padre protestar, y escucho a un hombre decirle que sí de pura casualidad no ha visto a una joven perdida por estos rumbos. Al parecer es fugitiva, que a parecer está enferma y necesita ayuda. También le advierten que esta noche es peligrosa, pues a las orillas se encontró a la bestia. Mi madre hace un sonido de angustia y mi padre afirma con toda seguridad. La honestidad y preocupación de mis padres hacen que los señores continúen sin necesidad de sospecha.

Menos mal que no me han preguntado. Soy pésima mintiendo.

--No sabes lo que haces—Susurra ella--. Si saben que me has ayudado te matarán. Será mejor que sólo me dejes ir.

--No, es peligroso—Le digo con más calma--. Escuché que  la bestia anda cerca. Mejor hay que esperar que ellos la eliminen.  

--¡No!—Me casi-gritó ella, mientras se abrazaba a sí misma.

--¿Es que de verdad estás loca? ¿No te da miedo la bestia? ¡Maldita sea, es peligrosa!

Ella se quedó callada. Sus mejillas rosadas se desvanecieron y su mirada cambió a una dulce y triste. Ese gesto en su rostro me hizo olvidar lo terca que era. Sí la mirabas, parecía una chica triste y desolada en un mundo duro. Nuestro mundo. Quizá perdida y confundida.

--Oh vamos—Le dije--. No me digas que eres amante de los animales exóticos y no quieres que maten a ese animal.

--Tú no lo entiendes—Me dijo a punto de llorar--. Esas personas no son buena, sólo me quieren lastimar.

Fruncí el ceño. Le dije a esa chica que la dejaría ir sólo sí comía un poco más de sopa. Lo hizo, sin entender que le puse algo para dormir, y sin darse cuenta, cayó perdidamente dormida.

Al día siguiente, cierro las ventanas y la puerta con candado. Me aseguro de que mi madre no escuche y así marcharme al pueblo.  Me encuentro con varía gente, como en un día cualquiera. Entonces, en la plaza central del centro está el señor Sasori. Un millonario ganadero del pueblo, respetado y muy apuesto. Él porta una traje de sastrería fina con un sombrero peculiar, pero lo más curiosos es su brazo derecho, el cual está vendado y sujeto a su hombro.  Junto de él la “encantadora” Shion lo toma del brazo. Con la mirada más fría y estresante de toda la vida.

--¡Ayer he sido atacado por la bestia!—Grita Sasori con notable enojo. Todo el pueblo escucha, mientras yo compro fruta para esa mal agradecida chica--. ¡Y ya tiene otra víctima!

Aquello me llama la atención.

--¡Una joven ha desaparecido! Sólo hay ropa desgarrada y sangre, pero no un cuerpo—Sasori calla un momento, acaricia la mano de su novia y mira al público con seguridad--. Ella es muy importante para mí, es mi hermana. Y ese animal la ha atacado ¡Necesitamos eliminarlo! ¡Correrlo! ¡Hacerle pagar por nuestros familiares!, es por eso que… Mañana comenzaremos la cacería de ese animal. Todo hombre voluntario es bienvenido.

Muchos sonríen y aplauden con gracia, levantando las manos. Es un alivio para el pueblo saber que aquel animal grotesco desaparecerá. Aunque para ser sincera, no es algo que me alegre del todo. Recuerdo a la joven de cabello rosa encerrada en mi cuarto, y sus palabras tristes…

¡La joven de cabello rosa!

Alzo la mirada hacia Sasori, mirando su cabello y sus gestos. Ladeo la cabeza y trato de compararlos. A decir verdad no se parecen mucho, pero podría ser que…

--¡Ino, Ino!—Hinata llega, acariciando su barriga inflada y me mira preocupada--. Ayer no supe nada de ti ¡Me había asustado!, unos hombres vinieron a mi casa preguntando por una chica y yo les dije que…

--Nada, tranquila, también fueron a mi casa—Sonrío y tomo una manzana para comerla--. Está bien, aun no la encuentran.

--¡Oh menos mal!—El alivio sale en un suspiro, luego alza la mirada hacia Sasori y suelta un bufido--. Miente, según Kiba, la chica desaparecida no es su hermana. Es la hija de un obrero con la que se iba a casar Sasori. Él piensa que Shion la quiere desaparecer por eso, ya sabes… Sasori es un buen partido, millonario. No le conviene que otra se lo quite.

--¿Entonces por qué dijo hermana?—Le pregunto dejando de comer. Aquello me desconcierta demasiado.

--Por Shion, se supone que eso no lo sabría hasta que fuera oficial. Kiba me ha contado que esa chica desaparecida y Sasori realmente estaban enamorados.

Me quedo un momento pensando. Esa chica desaparecida, sin rasgos aun descritos. Veo a Hinata tan convencida que me convence, después de todo, Kiba es la policía del lugar. Él junto a Shikamaru y Gaara protegen al pueblo de impostores. Y de animales. Pero sobre todo, son del tipo de personas que investigan hasta el final… No se quedan con la duda.

Tras haber comprado todo, y haber escuchado un poco del discurso de Sasori lamentando a su “hermana”, regreso tranquilamente a mi casa, pasando por orillas del bosque sin pasar por la florería. De repender, escucho algo moverle dentro del bosque. Aferro mi mano a la canasta de frutas y estoy a punto de tirarlas y correr ante cualquier cosa, cuando veo pasar corriendo a un chico.

El mismo chico rubio de ojos azules. Ese tal Naruto. Quién se adentra en el bosque y se pierde en él. Lo sigo, con rápidos movimientos y sin hacer ruido. Llegamos al rio—uno cercano y muy conocido con apenas unos metros de lejanía del pueblo—dónde se queda parado y mirando todo a su alrededor. Pronto siento la necesidad de hablarle.

--¿Estás perdido?—Pregunto. Él da un salto y se gira muy alertado. Sin embargo, cuando ve mi rostro sus facciones de desvaneces, se suavizan en una ligera sonrisa.

--Chica de las flores.

--En realidad, Ino—Sonrió y me acerco tan tranquilamente, que pareciera que siempre hemos sido amigos--. ¿Estás perdido, Naruto?

--No. Conozco este bosque como la palma de mi mano—Su mirada se pierde, luego regresa con un poco de tristeza--. Busco a alguien. Espero que llegue…

--¿Al amor de tu vida?—Digo burlonamente, tratando de sonar linda y divertida. Pero él no sonríe, no ríe ni nada, sólo mira el rio fluir y cierra los puños.  Guardamos silencio por un momento. Un incómodo y triste momento.

Entonces baja la mirada y presiona el puño muy molesto. Se gira y hace un gesto de despedida para continuar su camino.  Me quedo allí muy confundida, pero de igual manera, continuo mi camino. Escucho aullidos a mi espalda, uno tras otro como una canción de lobos en medio del día. Las ventajas de vivir muy cerca del bosque, es que esto es tan normal que no me asusta. Cualquiera del pueblo correría aterrorizado ante tal sonido.

Finalmente cuando llego a mi casa, escucho golpes en la parte de arriba—Unos ligeros pero molestos golpes—Luego, esa chica grita un “déjame salir” y golpea la puerta. Sonrió divertida, y un poco frustrada al recordarla, pues no es muy amable, ni muy amigable.

Al subir y abrir la puerta, la veo tirada en el suelo con la mirada fija en el techo. Todo mi cuarto es un caos y señal clara de que un monstruo estuvo allí. Ella no me hace caso, ni me mira, sólo suspira y sus ojos se llenan de lágrimas. Lo cual, para ser sincera, me sorprende. Entonces solloza y se seca las lágrimas. Pero salen más y más. Entonces cierra los ojos y los abre de golpe cuando se escucha un aullido en el exterior.

--¿Estás bien?—Le pregunto, cerrando la puerta y sentándome en el suelo--. Si es por encerrarte, lo siento pero no podías irte con una pierna casi rota. Eso tarda mucho en…

Veo su pierna, ya curada y sin cicatrices de haber estado rota en algún momento.

--¡Qué demonios te ha pasado!—Me levanto de golpe. Ella saca otras lágrimas y mira hacia la ventana cerrada.

Guarda silencio. Y cada vez se escuchan aullidos fuerte, más fuertes. Luego nada. Y entonces, un último aullido, largo y triste… Como un grito de triste. Y ella dice.

--Necesito ir con él, necesito que sepa que estoy bien.

--¿Quién es él? Oye, no deberías salir estos días. En serio, la cacería por esa bestia va a comenzar y no sería bueno que…

--¿La cacería?—ella se levanta de golpe. Toma una manzana roja y camina por todo el cuarto--. ¿Quiénes van a ir de cacería? ¿Y por qué?

--Oh, bueno… Sasori. Y todos los del pueblo. Van a matar a ese animal.

Ella me mira con horror. Con miedo, angustia y triste. De repente, toma la manzana y me la lanza en la cabeza con fuerza. Susurra un “lo siento” y me empuja en la cama mientras estoy tan desconcertada que no sé qué hacer. Toma mis llaves y se lanza a la puerta.  Me levanto tan rápido a cómo puedo en cuanto descubro su plan. La jalo de la ropa hacia la cama, pero ella tiene mucha fuerza. Ya no le duele la pierna.

Aun así, la tomo del tobillo y la hago caer para evitar que se vaya. ¡Porque está loca! ¡Es una enferma que necesita ayuda de verdad!, decido en menos de un segundo que la tomaré y avisaré a Kiba para que me ayude con esa chica o se matará sola.

Pero ella hace algo que me deja en shock. Algo que me hace soltarla y mirarla mientras corre hacia la puerta de salida.

Ella llora, y en cada lágrima, una rosa crece en el suelo de madera.

Eso no me lo esperaba.

Han pasado tres días desde que aquella chica se marchó. Hinata ha estado visitándome con frecuencia, y hoy en la mañana recibí un poco de dulces de mí prometido Sai. No es que sea mi prometido, todos esperan que nos casemos, pero el tema es un baúl viejo entre nosotros, tan intocable y lejano. Los ataques de cuya bestia mencionada son más frecuentes, es el verdugo del pueblo, la espina del dedo que se infecta agresivamente. Ahora no es permitido salir de noche, pues hace dos día, el mismo señor Sasori fue atacado con brusquedad; el brazo desgarrado lo demuestra, y la camisa manchada de sangre. Y ayer, fue atacada su casa con violencia grotesca, pues las puertas eran un caos irreparable, y ni hablar de las paredes de madera.

Pero todas las noches sigo mirando por mi ventana al oscuro bosque, esperando un grito o sollozo. O a veces, sólo el llanto de ese lobo que cada noche le llora a la luna con un aullido triste. Casi todo el tiempo me imagino una hermosa historia, como las que mi madre me contaba, otras, recuerdo que es un animal carroñero que ha lastimado a mucho.

Escucho la puerta sonar, justo a la hora más solitaria del día. Me levanto de un saldo de la silla de madera, dejando mi tejido atrás, para así abrir la puerta. Al otro lado, el rostro blanco de Sai me sorprende, con ese gesto calmado, sereno y educado. Lo invito a pasar con educación y preparo un poco de té. Él toma asiento acomodando su saco de piel, y su pantalón oscuro fino.

--¿Tus padres no están en casa?—Me pregunta sencillamente--. Es imprudente que esté aquí, en ese caso.

--Déjalo—Le digo despreocupada moviendo las manos--. No importa. ¿A qué has venido, Sai?

Él sonríe, y por un momento me pierdo en sus ojos negros. Luego toce ligeramente para llamar mi atención y extiende un papel de tinta negra.

--Esta noche es el baile del pueblo, habrá mucha seguridad—Me dice rápidamente, para asegurar lo que a continuación dice--. ¿Quieres ir conmigo?

Mi corazón late ligeramente, mis mejillas arden y de alguna manera no sé cómo interpretar esa situación. Muchas veces ciento que es buena señal, otras que es un caos. Pero sin pensarlo ni consultarlo, tomo la delicada tela en tinta negra escrito y afirmo con la mirada. Sai afirma gustosamente y se levanta para marcharse como siempre.

--¿Qué se celebrará?—Pregunto para llamar su atención.

--Que han encontrado a la hermana de Sasori, que en realidad resulta ser su prometida. Harán oficial su compromiso y que, el señor Sasori se marcha del pueblo.

Ladeo la cabeza en asombro y me llevo una mano a la boca.

--¿La encontraron? ¿Cómo es ella? ¿Por qué se marcha?—Niego con la cabeza y miro por la ventana hacia el bosque--. ¿No es peligroso?, esa bestia…

--Tengo entendido que está todo bajo control, estará Sasori y su prometida, será la mayor seguridad del mundo, te lo aseguro. En cuanto a ella, pocos la han visto. Se rumora que llora todo el día por lo aterrada que está. Vivió algo horrible ¿No crees?

No. Me digo mentalmente, pero sólo afirmo y me despido con un suave abrazo.

Para cuando llega la noche, miro mi retrato en el espejo de mi madre. El maquillaje es un lujo en el pueblo, así que sólo limpio un poco más mi rostro y sonrió a lo natural. El vestido es esponjoso de un tono morado con encajes negros, las mangas me llegan a medio brazo y el resto cae en lluvia con negro. Un hermosos vestido para una fiesta de máscaras. A un lado de mi cama se encuentra el antifaz morado de plumas azules que representan a diosa de la noche. Un antiguo mito del pueblo, dónde la luna tomaba forma en una hermosa dama emplumada. Una larga absurda historia de por qué anochece. No obstante, esta noche soy su representante con este fino vestido—regalo de Sai—y este hermoso antifaz.

La celebración se lleva a cabo en el centro, y como lo había predicho Sai, el lugar estaba protegido más que la propia sala de un rey, cual dios diría. Toda dama cubierta con enormes vestidos despampanantes que cubría desde el pecho hasta los tobillos, de colores vivos, otros opacos, pero cada una con un brillantes y llamativo antifaz. Los hombres, como costumbre del pueblo, usaban máscaras de feroces animales; leones, lobos y cocodrilos. Incluso osos, conejos y hasta gatos. Una noche mágica de bestias elegantes.

Sai toma mi mano, la besa con delicadeza y yo siento el corazón palpitarme a toda velocidad. Me parece una broma estúpida de la vida sentirme tan joven y viva con aduras penas un gesto diminuto de cariño. Pero así es, con ese gesto mi corazón se acelera y mis mejillas toman un color rosado brillante. Me apena admitir que, después de todo, tal vez me guste un poco mi futuro marido. Y eso es una fortuna en un mundo como este.

--¿Qué te pare la noche?—Pregunta Sai, acomodando el cuerpo elegante y la máscara de águila sobre su rostro blanco--. ¿No te estás aburriendo?

Sí, quería decir, sin embargo me limito a negar y sonreír. Los bailes tales como este, me parecen aburridos; todos buscando a la dama más bella para cortejar, y todas, esperando mientras muestran una faceta falsa con el único fin de atrapar un buen premio. Sólo política pueblerina que en absoluto me interesa. Aun así, le dediqué atención al esfuerzo por mostrar un elegante escenario a este centro cotidiano. Ahora parecía el jardín de un hermoso palacio rodeado de criaturas misteriosas, cortejándose.

Sí lo miraba de esa manera, ya no era aburrido.

--Ahora regreso, tengo que hablar con Sasori—Me informa Sai. Besa mi o nuevamente para así dejarme sola entre varias personas cubiertas por el velo de la noche.

La música—una ráfaga de cosquilleo suave que recorre el cuerpo—se limita a expandirse con el delicado sonido del violín y el arpa.

--¿Me permite una pieza, señorita?

El sonido de esa voz… Imposible de olvidar. Pronto, aun sin ver la cara de aquel chico quién acaba de invitarme, supe de quién se trataba. Su sola presencia irradiaba una sensación dulce, cual hogar.

Alzo la mirada para encontrar a un elegante hombre frente a mí, de traje fino, con aroma salvaje y una máscara peculiar; la de un zorro con nariz negra y entre los agujeros de la máscara veo aquellos ojos dulces del cielo. Él extiende su mano y agacha la el cuerpo con un gesto humilde y caballeroso.

Por un segundo olvido mí alrededor, cuando su mano toca la mía y me guía a través de todos para finalmente colocarla en mi cintura. Sus ojos azules me miran fijamente y puedo imaginar su sonrisa a través de su máscara; la dentadura blanca. Así como mía, mientras danzamos en círculos sin decir una sola palabra… ¿Es eso posible? ¿Conectar de tal manera con otro ser? Pareciera que podemos decirnos todo con sólo una mirada. Él me decía que estaba muy bonita, y yo me reía como tonta…

Vaya estupidez.

--No esperaba verte aquí, chica de las flores—Dice finalmente. Sonríe de medio lado para agregar—Es un placer tu compañía.

Me rio avergonzada, y miro el suelo.

--Tampoco yo—Le contesto y levanto la mirada--. ¿Y la pasas bien?, porque a decir verdad me moría de aburrimiento hasta que has llegado.

--¡Oh vaya!—Suela una carcajada suave--. Pues lamento decir esto, pero no me quedaré mucho tiempo. Lo siento.

--¿Y por qué no? ¿Te aburro?

--¡No es eso!, vine por alguien, ¿recuerdas la chica de la que te hablé?, bueno… He venido por ella.

Y así mi corazón dejó de latir. Había olvido ese pequeño detalle… Claro, el amor de su vida.

Pronto freno de golpe sintiéndome estúpidamente herida y triste. Sin entender aquel sentimiento, me limité a girarme para marcharme ¡por estúpida! ¡Por tonta! ¡Por todo! ¿Es que acaso pretendía algo? El nudo en la garganta me decía que sí. A presión en mi pecho, y esa sensación de haber sido engañada, cuando en realidad no lo hice.

Siento la mano de Naruto sujetarme, con seguramente una mirada confundida, cuando de repente, el sonido de las copas y los murmullos de la gente llamaron más mi atención, y por supuesto la de Naruto también. Sasori estaba arriba, con las manos llamando la atención.

--Disculpe señores, tengo algo que anunciar—Sonaba arrogante, seguro y elegante, como siempre, cual víbora inteligente--. Como recordarán, he encontrado a mi hermana, quién en realidad es mi prometida. Una pequeña mentira con el fin de evitar accidentes.

Naruto en ese momento suelta mi brazo y los presiona la mano en un puño, alisando su cuerpo en fina en dirección a Sasori. Guardo silencio y miro a Sasori nuevamente.

--Ahora, quiero anunciar mi compromiso oficial con esta hermosa joven dueña de mi corazón. Cabe agregar que nos marcharemos tras la boda para fomentar nuestra unión—Continua todavía unos minutos más, hasta que extiende la mano para presentar a la joven chida, que para mí, es una desafortunada.

Ella entra a pasos lentos, conteniendo el aliento de todas las personas del pueblo. Su vestidos de lo más hermoso; un rojo pasional de escolte evidente, mostrando la piel más blanca que haya visto. Guantes largos de encaje rojo, y un gran antifaz despampanante de diamantes brillosas que cubren su rostro casi por completo, excepto sus ojos. Unos grandes, brillantes ojos verdes.

Sin embargo, la voz desaparece de mi garganta e inmediatamente mando mis manos a los labios al descubrir quién es ella. ¡Oh no, por favor!, todo podría ser un disfraz, pero aquellos cabellos envueltos en risos me muestran aquel enigmático caso. Aquellos ojos, aquella piel tan banca…

Aquí hay algo muy mal… ¿Por qué ella?

Y por primera vez puedo ves sus lágrimas escurrí tras aquel antifaz rojo de diamantes. Su cuerpo temblar, y sus ojos mirar hacia el bosque con deseo y desesperación. Luego me mira, entre toda la multitud me mira y suplica. Pero lo más sorprendente fue cuando miró a Naruto. Pareciera un chico cualquiera por mirar entre tantos jóvenes. Sin embargo, pronto descubro que no es así.

Hay algo más.

Lo sé por el gesto, por la ternura y preocupación.

--Gracias por el baile—Dice Naruto bruscamente--. Eres una chica hermosa de gran corazón, no lo olvides.

Sus palabras sonaban como una despedida definitiva, como sí a continuación viniera un gran caos del que jamás saldrá. Mi pecho se oprime con fuerza y siento la necesidad de detenerlo, de querer entender el porqué de todo. Pero cuando pienso en hablar, él deja su lugar y corre al centro.

Y luego…

Y luego surge el caos, los gritos y todo. Porque ese chico, ese adorable chico de cabello rubio, se convierte en una enorme bestia con garras.

Me toma un par de segundos saber qué sucede. Al principio no reacciono, Me sumo como en una burbuja protectora que hace al sonido algo lejano. Pero cuando todos comienzan a correr y gritar, cuando te empujan en sentido contrario y comienzas a ver armas, es entonces, cuando al fin despiertas.

--¡Corra!—Grita un saldado. Uno de tantos, que en menos de un minuto, ya se encontraban alrededor del centro, con sus lanzas listas para ser clavadas--. ¡Señorita, corra! ¡Corra!

La voz brusca, agresiva y alarmante del soldado sólo termina por despertarme. Sin darme cuenta todos corren, excepto yo, quién aduras penas hace un gesto confuso y continuo mirando hacia Sasori. Al menos donde estaba Sasori. Ahora es un lugar vacío y repleto de soldados. La bestia, el chico dulce y rubio, ahora aúlla hacia la luna lanzando una ráfaga de cosquilleo por todo mi cuerpo, al mismo tiempo que dejo caer mi antifaz. Ante el asombro.

Es hermoso… Es como un cuento de hadas, como aquellos que mi madre me contaba y como siempre imaginé. Tiene gigantes patas de lobo con garras afiladas y gruesas, sus pisadas son tan pesadas que hace crujir la madera bajo ella. Su pelaje es de un gris blanquecino brilloso, esponjoso y tan natural con toques salvaje. El hocico está repleto por dientes afilados, de esos carroñeros que te hacen temblar, cual perro rabioso y hambriento. Pero lo más alucinante y fantástico, son sus ojos azules, tan humanos y tristes. Tan tiernos y a su vez, llenos de sufrimiento.

Me pregunto cuál será su historia. ¿Cómo llegó a ser una bestia como tal?

La bestia, llamada Naruto, gruñe ferozmente a los soldados, quienes rápidamente lo acorralan en un círculo. Las personas aún correr huyendo de él. Y yo, me quedo pegada al suelo que se aferra a mis zapatillas. Escucho al soldado gritarme que corra, e incluso empujarme, pero al final se rinde, cuando ve mi mirada fija en la bestia y mi intención de no moverme.

--¡Ino! ¡Ino, corre, Ino!

Por el rabillo del ojo veo a Hinata, con un vestido negro de seda, sujeta al brazo de su esposo Kiba. Él la arrastra hacia las afueras del peligro, cuidando su regordeta pansa embarazada, mientras ella me llama con los ojos repletos de lágrimas. Deseo ir con ella y decir que que estoy bien, pero está demasiado lejos para gritarle o para ir. Y en poco tiempo, todo a mí alrededor está lleno de soldados corriendo hacia la bestia, y personas huyendo de esta.

Un grito.

Un fuerte grito femenino que llama por completo mi atención.

Al otro lado, en dirección al bosque, veo a esa chica… Sakura, me parece. El vestido rojo carmesí hecho un desorden, el cabello un caos y sus ojos otro peor, con el maquillaje negro cayendo en lluvia por sus ojos. Ella grita al mismo tiempo que los soldados comienzan a lanzar sus filosas armas contra el animal salvaje, quién lucha girando y aventando con fuertes golpes a los hombres.

Sería inocente decir que sólo los lanza, pero el suelo pronto se llena de gotas de sangre. Hay soldados heridos por el suelo, y otros apunto de. Sakura da otro grito al otro extremo, cuando Sasori la jala del brazo y la arrastra para esconderse en el mejor lugar posible.

Y entonces, reacciono completamente.

Alzo mi vestido con las manos y corro hacia la chica que grita, con la mirada fija en Naruto. Me duele el tacón y el suelo nada uniforme, no obstante, continuo hasta llegar a su lado. Muchas personas pasan junto de mí, golpean mi brazo e incluso chocan conmigo, pero nadie, absolutamente nadie nota nada. Se limitan a su propia sobrevivencia.

--¡Sólo déjame ir y lo calmaré, lo prometo!—Escucho a Sakura chillar, con los ojos hinchados y los labios temblorosos. Ella se jala del brazo en el agarre de Sasori mientras le mira suplicante. Luego agrega en un hilo de voz--. Te juro que no intentaré irme… Sólo no le hagas daño, ¿Sí?

Sasori gruñe y suelta una carcajada repugnando, de esas miserables que muestran todo, menos compasión. Entonces presiona el brazo de la chica y la jala tan fuerte que siento mi cuerpo tambalearme de sólo verlo. Gira un poco y da una última orden al oficial a su lado. Firme, decidido y sin temor alguno.

--Mátenlo.

De repente, sin pensarlo, me lanzo como un animal hacia Sasori. Su rostro de sorpresa me da a entender que de ninguna manera se lo esperaba, pero allí estoy yo, como loca lanzándome a brazos de un hombre con la intención de dañarlo. Extiendo mis manos y le araño la cara, le empujo al suelo para caer a su lado con cierta fuerza que me causa dolor en los costados del cuerpo. Sakura, la chica de cabello como las flores, se asombra, pero en esa milésima de segundo aprovecha para correr hacia la bestia.

Aun me cuesta entender, reaccionar ante lo que hago y lo que pasa. Es como si no fuera yo, sino, un ser que no existía hasta hoy. Mi cuerpo entumecido se paraliza en el suelo, cuando Sasori me empuja a un lado y hecho una furia, se levanta para correr tras Sakura. Aun cuando la veo correr a costa de un vestido muy pesado, aun cuando veo a Sasori correr tras de ella, aun ante todo eso, sigo tirada en el suelo sin creer que todo pase. Como en un sueño del cual no puedo despertar, como si todo se desvaneciera en los próximos segundos. Toda la valentía que hace poco tenía, se desvanece y me sumerge en una sub-realidad de la cual no creo. ¿De verdad hice lo que hice? ¿De verdad estoy dónde estoy? ¿No estaré soñando?

Sakura el jalada por Sasori del brazo, pero ella se defiende con brusquedad plantándole una bofetada en el rostro. El sonido y su grito llaman mi atención, es por ello que la veo, molesta y arrogante como siempre. Y también veo a Sasori sin poderse creer lo sucedido. Por un momento deseo burlarme en su cara, pero pronto el sentimiento desaparece cuando él alza su mano y le regresa la bofetada a Sakura. Tan rápido que me dedico a abrir la boca, pues Sakura suelta un grito y cae al suelo…

Debió ser un golpe duro, ahora la mejilla está tan roja que pareciera maquillaje. Me levanto nuevamente y decido que ese gesto es para nada correcto, ¿Pero qué le pasa a Sasori? ¿Cómo puede si quiera...? Ya no sé sí es indignación, orgullo o valentía lo que me fuerza a dirigirme hacia ellos. De igual manera, me dirijo para tratar de entender un poco todo lo que pasa. Apresuro el paso, mientras Sasori toma por el cabello a Sakura y la fuerza a levantarse y arrastrarse a su lado, gira un poco y mira al bosque. Sin mirarme, aun cuando me acerco de entre todo el mundo, de entre soldados. Pronto los gritos se hacen mucho más fuertes y sin darme cuenta, todos corrían evadiendo mi dirección.

Entonces la bestia apareció, hecha fuego de ira. Hecha un monstruo. Se veían por la respiración tosca, y las garras que exaltaban de sus peludas patas. La bestia se lanzó como tal, cual animal ambiento, sobre Sasori y rasgó su brazo hasta sacar sangre. Sakura se levantó en esa milésima de segundo y abrazó a la bestia de un lado, para así montarse de un salto en el lomo de la majestuosa bestia, de piel oscura y seguramente sedosa. Por un momento deseé acariciarlo y recostarme a su lado, como las fantasías de una soñadora. Pero era más que imposible, ellos simplemente desaparecerían entre los árboles del bosque ahora que la chica estaba arriba de la bestia.

Sin embargo, cuando pasaban a mi lado—y los miraba atónica, boquiabierta—la bestia frenó de golpe. Sus patas traseras golpearon el suelo firme y su gran rostro se giró a la par. Los ojos, profundos y azules, de él me miraron tan fijamente que pensé derrumbarme al instante. Parecía atravesar mi cuerpo con su fija mirada. El aire se va de mis pulmones, cuando a mis oídos llega su gruñido feroz, tan amenazante como cualquier animal, que me hace temblar.

--¿Ella?—Escucho que pregunta Sakura, ladeando la cabeza hacia él--. ¿Por qué? ¿Es en serio?

Sakura me lanza una mirada odiosa, llena de, quizá celos, y furia al momento que extiende su mano indicando con un gesto que suba.

--Oh no… yo no…

--Por mí te dejaría, pero él quiere llevarte.

Me tambaleo negando, tomando el tiempo que seguramente no tengo. No obstante, la chica de cabello rosa se apresura y toma mi mano jalándome hacia arriba. Me sorprende el sentir su fuerza, como la de un chico capaz de subirme al lomo de la bestia en un jalón—aunque he quedado acostada y mal puesta—al final sólo miro el suelo moverse bruscamente y me sorprendo a mí misma de no gritar ante el pánico que se acerca entre mis labios agrietados.

¿Qué estoy haciendo? ¿Cuándo llegué a estar aquí? ¿En el lomo de una bestia?, veo a los lados los árboles pasar, como si fueran dibujos en cama rápida. La bestia da giros, corre kilómetros, tal vez hasta más, y la noche se profundiza aún más de lo qué pensé. Ya los gritos, las voces y murmullos desaparecen para ser sonidos guturales de la naturaleza. Ese dulce y salvaje ruido de algún rio fluyendo, de animales durmiendo, otros cazando. Miro nuevamente a los lados, muchas hierbas golpean mis costados, mis piernas al otro extremo, y mis brazos junto con mi cabeza. Quisiera hablar y preguntar, pero la voz me desaparece y la chica muda y asustada sustituye a la valiente Ino. También quiero gritar y llorar, me siento aterrada y sumida en un millón de cosas que no sé cómo tomar, ¿debería desmayarme? ¿Llorar?, las lágrimas no salen, pero el corazón agitado y esa terrible sensación de miedo me invade, me hunde en la desesperación del momento.

¿Luego?... Luego olvido completamente todo. Y no sé si me quedo dormida, me desmayo o algo me golpea lo suficiente como para perder mi conciencia. Sólo veo la oscuridad y olvido.

Para cuando me despierto, escucho la fluidez del agua, y siento un terrible dolor en la parte superior de la cabeza. Mi cuerpo yace sobre hierbas silvestres y una que otra flor, mis manos colocadas justamente en mi pecho se abrazan aferrándose a mí. La luz del día es cegadora, me cuesta adaptarme al día reluciente iluminado por el sol. Me duele el cuerpo, como si hubiera corrido un maratón y me hubiera golpeado un animal.

Pero nada, absolutamente nada, se compara con mi desconcierto. ¿Dónde estoy?

Pronto los recuerdos de la noche anterior me atacan. Me obligan a recordar asuntos que tal vez hubiera deseado no recordar. Pero las recuerdo, y me sorprendo de lo bien que lo asimile—no grito, no corro, me limito a mirar, observar y tratar de entender—miro mi alrededor, todo un bosque de pinos extensos y vientos helados. Me levanto y sacudo el vestido de fiesta tan sucio y maltratado que me da tristeza, después camino un poco y me detengo la orilla del rio que pasa cerca. Un rio largo y ancho, rodeado de árboles altos que sigue un mismo camino a una cascada a más o menos diez metros. Meto las manos y limpio mi rostro para refrescar mis ideas. Mis pensamientos y todo.

De repente, escucho una suave voz varonil cantar…

Es como el cosquilleo de una hermosa melodía que te eriza la piel. Una dulce voz, que se esparce como el viento entre hojas y entre árboles. Me levanto y sigo el sonido, hacia la orilla del rio y luego en el interior. La voz se escucha a medida que camino con cuidado. También llega el sonido de una guitarra o algo parecido.

Entonces los veos.

Él es nuevamente él, con su típica ropa humilde y fresca; una camisa blanca de seda y pantalones desgastados del color de la tierra. Sus pies descalzos golpean el suelo al ritmo de la melodía que canta, y sus manos juegan con las cuerdas con esa guitarra casera, hecha de madera del tronco de algún árboles y las cuerdas, fuertes hilos de los gusanos de seda del bosque. Sus ojos azules, tan grandes como hermosos, miran fijamente a la chica sentada a su lado, entre las raíces de ese gran árbol que parece un centro de mesa gigantesco entre el bosque.

Ella es otro caso… Ella es ella, con un vestido blanco y tan natural, nuevamente de un color vivo; las piernas y los brazos limpios, el rostro también, al natural. Y los ojos fijos en el chico de la guitarra, con una enorme sonrisa en sus labios, rosa. Las piernas desnudas de la chica de extienden entre las flores blancas del suelo y sus dedos juegan entre sí con cierto nerviosismo o emoción. Tal vez las dos.

A continuación, el chico se inclina mientras sigue cantando y acaricia su nariz contra la de ella, mientras los dos cierran los ojos. Y se queda así un par de segundos. Mando mi mano el pecho y muerdo mi labio inferior, cuando mi corazón deja de latir… La chica suelta una lagrima en ese momento y acaricia las mejillas del chico con tanto cariño, que siento el recuerdo de mi madre cuando niña me mimaba. El chico sonríe y deja de tocar para tomar las manos de la chica. Las besa, dedo por dedo y le susurra algo al oído, que provoca una suave risa de parte de ella. Naruto, el nombre del chico, alza la mirada y besa la frente de ella.

Luego la nariz, y por último los labios.

Me siento celosa ¡Jodidamente celosa!, siento un nudo en el cuello, y deseo profundamente ser aquella chica. Pero también siento alegría, ¿cómo pueden ser tan peligrosos estos dos chicos?, si cualquier otro los viera, descubriría la belleza del amor en un solo gesto. Incluso quisiera alejar la mirada y no sentirme mal, pero es tan dulce que no puedo. Supongo que muchas veces soñé con un amor así… ¿No?, tan profundo que duela. Que ahora los celos y la alegría se combinan de manera extraña.

La risa de ella, me saca de mis pensamientos. Sakura, el nombre de como recuerdo que se llama la chica, se abalanza contra él y le besa un montón de beses en el rostro, mientras él trata de alejarla. Y doy un paso atrás decidida a marcharme, alejarme y déjalos con su vida, pues eso es lo mejor, pero mi paso es falso y tropiezo con algo—tal vez una raíz enorme—cayendo al suelo y soltando un chillido que llama su atención.

Primero se levanta él, alarmado y con el rostro rígido, que sólo se suaviza hasta que me mira. El de ella es preocupado, hasta que me ve, que se vuelve rígido. Una mirada intimidante, de parte de ella, y dulce, de parte de él. Supongo que hay un contraste de opiniones.

--¿No estás herida, verdad?—Naruto se dirige hacia mí y extiende su mano para ayudarme--. Lo siento sí te asuste anoche, chica de las flores.

--N-No…

--¿Qué apodo es “chica de las flores”?—Sakura se cruza de brazos y frunce el ceño, evidentemente molesta--. ¿Sabías que ella me encerró en su cuarto? ¡Es una bruja!

--¿Sabías que tu novia es algo así como un ogro?—Le dije a Naruto, con un tono a la defensiva más claro--. Sólo trataba de ayudarla.

Naruto sonríe y afirma mientras me levanta de un jalón.

--Ella es muy reservada en cuando a confiar en alguien, pero gracias.

--Ni siquiera entiendo el por qué la trajimos—Sakura se gira y mira el bosque--. Es un problema más entre tantos que tenemos, ella no sabe nada. Ella sólo estorbará.

--¡Me llamo Ino, para tu información!—Cruzo los brazos y miro fijamente a esa chica mal agradecida, de cabello rosa y subo mi tono de voz--. Y un “gracias” sería estupendo, después de que te ayudé un poco, ¿No crees? ¡Ahora! ¡Es cierto!—Doy un paso al frente y alzo mi mano en forma de queja--. ¡No sé nada de ti! ¿Por qué no me lo explicas, he? ¡Sí tanto te importa! ¡En vez de quejarte y llorar!

--¿Quejarme y llorar?—Sakura alza los brazos, muy irritada, y con voz molesta me grita--. ¡No entiendes nada! ¡Y gracias, ahora vete! No te necesitamos.

--Sakura-chan, sólo tranquilízate—Naruto se acerca a ella y coloca sus brazos a su alrededor, como una manta cálida--. Ella no es mala, en realidad sí nos ayudó, ¿podrías dejarme hablar con ella?, tal vez nos pueda ayudar.

Sakura niega furiosa y se acurruca en el cuerpo de él. Pero él le vuelve a susurrar algo, y al final ella acepta entre regaños. Siento nuevamente celos, mi corazón se agita y desearía estrangularla para quedarme con ese adorable chico… ¿Pero es que qué le vio? , ella es como el demonio más espantoso. Y no creo que sea su belleza, pues Naruto no parece ser de ese tipo. Debe ser algo de ella… Pero algo muy adentro.

Al cabo de un tiempo, Sakura desaparece entre los árboles y me deja con Naruto, quien se sienta en el suelo y me invita a sentarme a su lado. Cuando al fin estoy cómoda, le sonrió y le miro lista para escuchar cualquier cosa. Porque cualquier cosa que él me diga, le creeré. Porque sea lo que sea que me pida, lo haré. Y no sé por qué.

--Perdónala, ella no es mala ni enojona—Comienza Naruto, tomando una de mis manos--. Es sólo que ha vivido la poca bondad del hombre. Hace mucho tiempo, mucho antes de que naciera, nació Sakura del tallo de la flor más grande y hermosa, conocida como la flor de la vida. Cuando pienso en esa historia, me imagino a una regordeta bebé de ojos gigantes.

Me rio ante la ternura de su comentario. Y él me sonríe tan profundo, que me atraviesa.

--Para aquel entonces, Sakura estaba perdida en un mundo que no era el suyo, condenada por cosas inciertas a vivir sola, pues era inmortal. El tiempo para ella eran los segundos de cada humano, todo era tan rápido que mientras crecía, no entendía. Ella pasó por muchas cosas… Pues era la presa de miles y miles de reyes que abusaban de su poder.

--¿Poder?

--Digamos que… ella creó este bosque como su hogar hace ya mucho tiempo, ella sola. Y ella creo otros, pero en todos siempre era lastimada. Y todo, porque la única regla en su vida es que jamás podrá lastimar a un humano, ante todo. Es débil junto de ellos, es impotente.

--¿Y qué pasó?

Naruto mira el cielo, con nostalgia, al tiempo que suelta un suspiro.

--Nací yo, muchos años después. Un chico que quedó huérfano a causa de las guerras. Ya la había, visto antes, a Sakura, es decir, cuando era niño, siempre veía a Sakura llorarle a la luna. Pero cuando eres niño poco te importa todo eso. Cuando cumplí la mayoría de edad, fue cuando comenzó todo. Ya no era un niño, ahora era un hombre que miraba a la misma chica, pero de diferente manera. Más nunca le había hablado.

--¿Amor a primera vista?—Pregunto, curiosa y entretenida. Naruto suelta una carcajada y niega.

-- Al principio fue lujuria, y vaya lujuria… --Suelta otra carcajada y me mira--. Era la chica más hermosa que haya visto, por supuesto que era lujuria. Pero Sakura era todo un caso, como un hermoso diamante lleno de miedo, sufrimiento y soledad. Al tiempo lo descubrí, y al mismo tiempo me enamoré. Cada noche iba y platicaba con ella, aunque ella no me dejaba acercarme y me lanzaba rocas y corría. Hasta que la atrapé y jamás la volví a soltar.

--¿Rocas?, eso sí suena propio de ella—Suelto una risa, y continuo mirándolo.

--Sí bueno, cuando eres joven y te encuentras a una hermosa chica desprotegida, quieres protegerla. Pero Sakura también era ruda, en aquel entonces por los bosques habitaban bestias realmente gigantes, pero todos le temían a ella. No fue difícil para mí entender su situación, mucho menos cuando te enamoras.

--¿Pero cómo llegaste a ser una…?

--¿Bestia?—Concluye Naruto. Extiende sus piernas y suelta otro suspiro--. Fue un “don”, digamos. Un regalo, o una obligación. Ella es frágil ante el hombre, y la crueldad del hombre es tan grande que ni un monstruo sólo podría contra ello. Entonces, para aquel elegido por ella, podrá ser ese monstruo que la aparte del hombre.

--No entiendo…

--Sea cual sea la persona que permanezca cerca de Sakura, tendrá vida eterna, mientras esté junto de ella. Eso es un regalo de la naturaleza muy codiciado por el hombre, y por eso, y otras cosas más, la han lastimado, la han encerrado y maltratado. Es por eso que renuncié a mi humanidad, para ser el animal que la proteja de todo eso.

Suelto una risa nerviosa, pero Naruto no ríe, sin sonríe. Se limita a ver el cielo azul.

--En realidad no me importa, mientras pueda estar con ella. Y créeme, no me arrepiento de nada. ¿Alguna vez has estado enamorada, chica de las flores?, que diga… Ino, ¿no es así?

--Dime como quieras—Le digo, luego ladeo la cabeza--. ¿Enamorada?, no lo sé…

--¡Pues es demasiado genial!—Naruto sonríe nuevamente, y sus ojos se llenan de brillo--. Aun las peleas, las rupturas y reconciliaciones son los mejor. Es sentirte bien, alegre y querido por otra persona, es simplemente desearle lo mejor ante todo, y también desear ser eso mejor para ella.

--¿Y por qué no se van?—Pregunto tallando mis manos contra mis piernas--. Aquí es un peligro, ¿por qué no se van?

--Por eso necesito tu ayuda, Ino.

Pronto la sonrisa de Naruto desapareció, y se perdió con un gesto más triste y desesperante. Uno suplicante y agotado.

--Porque Sakura está muriendo, Ino—Agrega repentinamente--. Y no sé qué hacer.